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centroamericano
El ensayo tiene como objetivo mostrar la obra de las poetas garífunas centroamericanas
como un contradiscurso que recupera una memoria, una historia y una identidad
colectiva. Se dedica un primer apartado al contexto histórico en el que surge el grupo
étnico para dar cuenta de su vocación histórica para la libertad y de un largo viaje para
recuperar su hogar, herencia y cultura.
La etnia garífuna nace de la mezcla entre negros fugitivos e indios caribes en la isla de
San Vicente, en las Pequeñas Antillas. La historia relata que, en 1635, dos barcos
españoles dedicados al tráfico de esclavos se hundieron en la costa de San Vicente;
incluso algunas fuentes señalan que fueron los mismos esclavos los que provocaron el
hundimiento. Otra posible versión es que las mujeres esclavas, utilizadas sexualmente
por los marineros, dieron origen a la rebelión y quitaron las cadenas a los varones1 . Los
sobrevivientes encontraron refugio en los caseríos de los indios caribes que ahí vivían y
dieron origen a la cultura garífuna.
Desde la isla de San Vicente, los caribes daban refugio a esclavos africanos que huían
de las plantaciones de las islas vecinas o procedentes de naufragios y rebeliones de
barcos negreros. En 1763, San Vicente pasó a manos de los británicos y la presión sobre
los garífunas se agudizó porque rechazaron someterse y resistieron; los franceses se
disputaban también el control de la isla y convirtieron a los garífunas en sus aliados.
Esto da origen al conflicto conocido como las Guerras Caribes, que terminó con la
derrota de caribes y franceses y la deportación de los negros caribes a la isla de
Balliceaux, en las Grenadinas, en condiciones de prisioneros de guerra; prácticamente
fueron exterminados. En marzo de 1797, los 2.248 supervivientes de las guerras y
epidemias fueron deportados nuevamente a la isla de Roatán y el 12 de abril de 1797 se
consigna como la llegada de 2026 garífunas a este territorio, 222 murieron en el
trayecto. De la isla, los garífunas se trasladaron a la ciudad de Trujillo y desde ahí
emigraron a otros lugares del litoral atlántico centroamericano de Belice, Guatemala,
Honduras y Nicaragua, conformando una línea de pueblos, ciudades y barrios, casi
siempre junto al mar. En estos lugares establecieron, durante el siglo XIX, comunidades
que vivían de la agricultura, yuca y plátano, de la pesca y del trabajo asalariado en
plantaciones bananeras, compañías marítimas y puertos (Izard, 205-207).
En este apartado se muestra la obra poética de las escritoras garífunas del Caribe
centroamericano como un discurso en el que pueden observarse los procesos de
construcción de una identidad étnica y sexuada. Recupera elementos que funcionan
como suplemento de la historia, la memoria y la herencia cultural. En ese proceso, la
labor de las mujeres como transmisoras de cultura es fundamental en la vida cotidiana,
en el devenir histórico y en el proceso de representación en la literatura. Es un discurso
afrocéntrico que recupera símbolos, imágenes, sueños e ideales que permiten la
permanencia de la etnia y expresa el deseo del reconocimiento como ciudadanos en
países que los discriminan por el color de la piel. Son cuatro las poetas garífunas
centroamericanas que se han identificado: Isabel Estrada Colindres (1953) de
Nicaragua, Lecian Haye Francis (1962) y Nora Murillo (1964) de Guatemala, y
Xiomara Cacho Caballero (1968) de Honduras. Se profundiza en la obra de Xiomara
Cacho y Nora Murillo porque son las únicas autoras con obra publicada en libro
individual y son reconocidas por la crítica literaria especializada. Se realizaron
entrevistas, a ambas autoras, que permiten “escuchar sus voces” en relación con su
motivación y compromiso en la escritura.
Miss Isabel lamenta la fuerza con que los garífunas fueron absorbidos por la cultura
creole, que ha llevado a la pérdida de su lengua y buena parte de su cultura. El poema
“Yesterday”, en un sentido afirmativo y gozoso, recupera los sabores de sus comidas
tradicionales, el pescado, el coco, el plátano y el pan de yuca; los rasgos de la cara y
cuerpo, las voces que se escuchan a través del tiempo, el sonido de los tambores de sus
antepasados africanos y los pies que siguen el ritmo curativo de los sonidos. Es un
poema de resistencia pleno de una sensualidad que pretende sanar las heridas y la
recuperación de la autoestima:
(Rossman, 2010 8)
Cabellos de búfalo
Piel de ébano
Labios de mujer
(Estrada, 249)
“Como un ébano”
Como un ébano
bañada en sudor
es la mujer de mi pueblo.
Que camina, lucha, llora y sonríe.
Otras imágenes que presenta son el mar y ese trayecto de sufrimiento producto de las
múltiples migraciones, ese éxodo de los garífunas en la búsqueda de un lugar que
reconozcan como su hogar. En este proceso recupera la ternura y fortaleza de las
mujeres:
Pensamientos
proyectos tiernos de mujer
cruzando el mar y descubriendo un cielo café
la identidad... Soy mujer y puedo.
Oscuridad y abandono en el
duro andar de la vida.
6
Nora Murillo (1964), Guatemala
La obra de Nora Murillo corresponde a tres objetivos que corren paralelos al desarrollo
de una conciencia crítica como mujer, como mujer política y la búsqueda de sus
orígenes como mujer garífuna. Sus preocupaciones muestran, asimismo, un
compromiso con los grupos sociales marginados y el amor a su patria desgarrada por la
guerra civil de los años 1960 a 1996:
En junio, mi patria
—Este país de gente que camina
con el pecho apretado y la mirada sin norte—
tuvo que esconder sus sueños
en los ojos de una niña
porque silenciaron a los pájaros y sus verdugos
volvieron a sitiar las calles con metralletas
(…)
La patria de los desaparecidos en junio
nos espera en la plaza de Oliverio
no para llorarla, sino para reinventar sus sueños
esos, que siguen escondidos
en los ojos de una niña.
(Murillo, Sur desterrada 6)
Su padre era garífuna pero murió cuando Nora tenía dos años; su madre era del Caribe y
como ella lo señala en la entrevista “yo reivindico mi afrodescendencia por mi padre y
soy del Caribe por mi mamá, mi madre era de esa otra parte del país y ser del Caribe en
Guatemala o ser del Caribe en Centroamérica hace la diferencia”. Nora reivindica las
raíces de su mestizaje, pero no se considera la voz de las mujeres garífunas, esta es una
de las tareas pendientes y después de vivir 25 años fuera del Caribe, está por regresar y
así lo expresa:
Nora lamenta la perdida de la lengua paterna, no así de esa memoria genética que la
lleva a reflexionar y plasmar en su obra su herencia afrocaribeña. Otra forma de
expresar esa identidad y nostalgia es por medio de la poesía:
Mi árbol
Raíces de tambores
Rituales con ritmos Yoruba
Bailes y cantos ancestrales
Símbolos de resistencia
Larga historia de discriminación
Mi infancia:
Caminito de cangrejos, arrecife de peces, estrellas de mar
Soñé con sirenas bañándose en la playa
Soñé, tantas veces, que volaba
Volaba y me zambullía
como gaviota en el océano
Yo tenía 2 años cuando mi padre murió, viví con una mujer luchadora que
tenía que lidiar con cuatro varones y dos mujercitas pequeñas. Ella era una
mujer sencilla, pero una de sus enseñanzas fue que no me tenía que dejar
de nadie, que ningún ser humano tenía derecho a ejercer violencia sobre
otro, ese valor del respeto hacia la otra persona es una cosa que mi mamá
me la dejo muy clara desde muy chiquita. Otra cosa es que mi mamá me
decía “las mujeres tienen que estudiar, la única carta que te puede salvar es
el estudio”. A los 18 años, cuando me gradué de maestra, tuve una madre
que me arrojo de casa, en un acto de amor. Me dijo “tenés tres caminos:
Uno irte a los Estados Unidos a cholerear a los gringos, cosa que no me
gustaría. Segundo, te quedas aquí en el puerto trabajando con un sueldito
de maestra y te casas con un muellero que te va a llenar de hijos y quizá,
quien sabe y te pegue. Y tercero, te vas a la universidad, te decides y te vas
a luchar a la universidad” porque en ese tiempo irte a la universidad era
salirte de la casa. No había universidad en nuestros pueblos, tenías que irte
a la capital. “Tenés eso, tenés un mes para pensarlo”. Yo sentí que me
ahogaba y cuando recuerdo eso digo “qué mujer tan sabia”. Al mes me
preguntó ¿ya lo tenés claro? Sí, le respondí, me quiero ir a la capital, a la
universidad. Bueno, me dijo, no tengo dinero, tengo algunos amigos que
nos pueden ayudar allá pero mientras yo esté aquí haré todo lo posible para
que no te falte la comida mientras consigues trabajo y me dio un abrazo y
yo recuerdo que esa despedida fue una despedida total, fue el
desprendimiento de una mujer valiente de su hija, de una hija muy con su
mamá, mi mamá era una mamá gallinita y después de verle ese acto de
decir “te vas” y lo que implicaba para mi irme sola a la capital, una niña
que nunca había salido de su casa y era como muy mojigata, y salir a la
capital a enfrentarme a un mundo desconocido, entonces yo ahora digo
“fue el acto más amoroso de mi madre”.
Este es el sentido del poemario Abrir la puerta, su madre le abrió la puerta para que ella
pudiera salir de casa; posteriormente la escritora, en una relación profundamente sororal
madre-hija, le abrirá la puerta para que la madre abandone una relación de pareja no
satisfactoria. El poema que le da nombre al libro lo expresa así:
No busqué la llave
en un bolsillo roto
en un zapato viejo
Abrí el armario
apolillado
el que me regaló la abuela
para guardar mis lágrimas
Tiré esas cosas viejas,
ideas,
mandamientos,
Cadenas…
Abrí la puerta…
y me tomé la calle.
(Murillo, Abrir la puerta 26)
En el poema se observan esas figuras que aluden al pasado africano: el mar, la luna, la
niebla, las máscaras y las cadenas. Estas imágenes se enlazan con nuevos ritos como
mujer autónoma, en el presente, que afirman esa búsqueda de la identidad, subvirtiendo
los valores aprehendidos.
El poema “Confieso que esperé…”, expresa una voz beligerante que reclama los
derechos de las mujeres, que visibiliza las diferentes expresiones de violencia a las que
las mujeres —sin importar clase, raza o etnia— son expuestas; la historia de
sometimiento y las instituciones sociales que legitiman y reproducen esa subordinación
y ausencia de poder. En esa rebeldía alude a una historia matrilineal de mujeres
transgresoras que han alumbrado y acompañado el camino para otras. El poema tiene
como objetivo la lucha por la plena humanidad de las mujeres, similar a la lucha de esos
negros cimarrones que se negaron a la esclavitud. Como subtexto se encuentran
imágenes que aluden a esa historia: las tormentas, los barcos, las barcas a la deriva, la
luna, los puertos. Finalmente muestra un deseo de reconciliación entre la historia
personal y la historia de Guatemala, que, como los discursos androcéntricos, es una
historia escrita desde un contexto objetivo que recoge las experiencias de los varones y
una ideología que coloca en los márgenes a las mujeres y las etnias:
Yo, Nora después de 25 años, allá en mi pueblo, en esa casa que significa
mucho, con la experiencia de vida pretendo con mi trabajo literario el
expresar cómo han vivido su negritud, cómo asumen el racismo, cómo las
mujeres han vivido la negritud, qué significado tiene la negritud, qué
significado tiene la blancura de los otros, qué significado tiene ser mujer en
ese espacio del Caribe, qué significado tiene dentro de su propia condición
de mujeres garífuna los otros ámbitos de su vida, no sólo el personal, sino
cómo se vinculan a la sociedad más amplia, como rompen con el
aislamiento.
Este, señala Nora, es el nuevo territorio que busca explorar, pero para ello requiere del
desarrollo de una conciencia crítica de su identidad étnica, la cual solo puede adquirir
conviviendo en ese contexto geográfico y social. Es necesario, señala en sus propias
palabras:
La entrevista realizada a la poeta fue en el mes de febrero del 2013, a finales de ese año
se trasladó a vivir a Puerto Barrios. El regreso fue difícil porque ese Puerto no era el que
guardaba en su memoria, sino el de un espacio degradado por un capitalismo
deshumanizador. La escritora escribe crónicas de amor y denuncia como la siguiente:
10
Xiomara Cacho Caballero (1968), Honduras
El país cuenta con un Ballet Folklórico Nacional integrado por garífunas que se
comunican en lengua garífuna, y recuperan sus danzas y rituales al ritmo de los
tambores. En el año 2013, en un afán de reconectarse con sus ancestros, el Ballet acudió
a San Vicente y, sin pretenderlo, llevaron como regalo el don de su legado cultural. El
encuentro con un pasado por medio de su lengua, su música, sus bailes y sus alimentos
tradicionales representa un espacio de sanación y un medio para refundar una identidad
política que denuncia la discriminación de la que son objeto los miembros de esta etnia
en los diferentes países y su exclusión de los discursos nacionales.
Irahuñu nageirana
Areidahamuti wanichugu
Esa identidad cultural que la escritora exalta se expresa en otros poemas como pérdida y
lamentación, con dolor, porque los diferentes discursos nacionales que la construyen
como producto de un mestizaje, los han negado; rodeados de un universo simbólico que
los excluye, sin referentes particulares referidos a su etnia, de tal manera que para
“pertenecer” tienen que “olvidar” su identidad. Este es el sentido del poema “Alarido”:
Coloquiales
sobre ese germen
de riqueza cultural
de la identidad?
La profundización
de su contenido,
la cautela
y sabiduría ancestral.
(Cacho 18)
Esa pérdida de valores de la etnia y la substitución por otros valores de origen
occidental provoca una fragmentación de la conciencia y sensaciones de enajenación.
Esto es consecuencia de ese “atrapamiento” producido por estar, a la vez, dentro y fuera
de los discursos dominantes que los definen desde una mirada que no corresponde a los
propios valores e identidad étnica.
“Relying” expresa esas sensaciones que los apartan del contacto consigo mismos y con
su cultura como consecuencia de la relación subordinación-dominación que se deriva de
su inserción como fuerza de trabajo barata en las empresas transnacionales, como
marineros en los barcos extranjeros y como producto de procesos migratorios que
inician en las capitales del propio país hasta llegar a los Estados Unidos. Es un poema
de rebelión y resistencia a una cultura occidental que continúa explotándolos, dólares a
cambio del olvido de sus valores:
(…)
(Cacho 11)
“Háblanos”
Padre, sé que estás ahí
Háblanos
Míranos
Míranos ahora
Nos estamos perdiendo
Mi hermano ya no es el mismo
Ya no habla nuestra lengua
12
Rompe con su incomprensión acerca de sí mismo.
En ese afán por recuperar una memoria e identidad garífuna y sus raíces africanas, así
como en el de ubicarse en un movimiento político más amplio que rebasa las fronteras
de la región centroamericana, el poema “Sueño” / “Dream” / “Nitu”13 es un diálogo
intertextual con Martin Luther King, figura emblemática del movimiento panafricano.
En un sentido de afirmación expresa el amor, el orgullo y el dolor por sus antepasados
africanos, pero con la esperanza de construir ese sueño, esa utopía en la que sea posible
ejercer la ciudadanía sin que el color de la piel represente discriminación.
of your skin
Before the eyes of society.
What is marvelous is
The African blood.
the Americas.
(Cacho 5)
En relación con los rasgos particulares de una escritura de mujeres que expresa las
experiencias de un cuerpo sexuado marcado por la etnia, así como sus aspiraciones y
utopías, señala:
Las mujeres en nuestras obras deseamos acercar al ser humano a un pasado que no está simplemente allí, en la memoria, sino que es un pasado articulado para convertirse en memoria.
Elegido para representar en la cultura y en el recuerdo. Nuestros escritos dicen mucho de la identidad de las personas, de los grupos sociales y su entorno. La memoria es nuestro marco
de referencia, es la médula de nuestra identidad, nuestra herramienta central para emitir juicios, puesto que toda imagen del pasado que no se reconozca activamente en el presente,
amenaza con desaparecer de modo irreparable.
Conclusión
Las autoras escriben desde una perspectiva interior que expresa sus preocupaciones y
procesos de marginación, subordinación y explotación. La poesía como discurso
adquiere sentido en esa búsqueda de la identidad como integrantes de la etnia garífuna y
como mujeres. Recrean con orgullo los rasgos físicos de su etnia y el tono de la piel.
Xiomara, Isabel y Nora son activistas políticas que luchan por el reconocimiento de los
derechos de los garífunas, realizan acciones para la recuperación de las tradiciones y de
una lengua garífuna que les permita pensarse, nombrarse y construir su legado y su
historia. En la producción ensayística, Cacho señala la urgencia de una educación que
tome en cuenta el carácter pluriétnico y plurilingüístico de Honduras; la educación
regular no les brinda los conocimientos para resolver los problemas sociales
relacionados con la supervivencia y calidad de vida de las etnias. Es una educación en
español: Los textos escolares, las metodologías y los recursos pedagógicos reflejan la
cultura de origen occidental, desconociendo otras lenguas, culturas, demandas y
necesidades. Lo señalado por la autora es aplicable al resto de los países.
Lo anterior genera una enajenación y fragmentación de la conciencia que sólo puede ser
superada con la apropiación de su lengua, un imaginario cultural que los visibilice y
procesos educativos que brinden los bienes simbólicos y materiales para construir su
identidad en un sentido político. Requieren para ello vaciar los símbolos culturales
dominantes de esos significados que los incluyen en condiciones de otredad,
marginalidad y explotación para resignificarlos y llenarlos de nuevos contenidos que les
permitan construirse como ciudadanos y ciudadanas en los diferentes países en los que
viven.
Nora Murillo busca reencontrarse con sus orígenes y construir un nuevo discurso
identitario como garífuna y como mujer. La escritura de Xiomara Cacho es
profundamente comprometida con la etnia y con los procesos de resistencia. La de
Isabel Estrada Colindres expresa el temor a diluirse en las culturas mestiza y creole, que
representan una mayoría respecto a la población garífuna.
En Murillo se encuentra una propuesta feminista que va más allá de la etnia. En general,
las autoras expresan un reconocimiento a las mujeres por su importante labor para la
supervivencia de la cultura en la vida cotidiana, en el cuidado de los pequeños y el
mantenimiento de sus tradiciones: una herencia que se establece por línea materna.
Murillo establece ese linaje matrilineal no sólo por los lazos de sangre, sino también
recuperando a aquellas mujeres “obreras, campesinas, estudiantes, profesionales,
madres, trabajadoras, artistas, indígenas, mestizas, luchadoras, rebeldes, insumisas” que
hermanadas en la lucha han abierto el camino para otras mujeres que, igualmente, se
han cansado “de que todo les llegara tarde”.
En las autoras se encuentra una propuesta de utopía que podría señalarse como
feminista afrocéntrica, una preocupación por incitar a una revolución simbólica que
lleve a construir una auténtica ciudadanía como mujeres y como garífunas. Asimismo,
para romper esa enajenación de la conciencia producto de esa inclusión-exclusión en los
discursos nacionales.