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Introducción.
Para explicar por qué la gente hace lo que hace, necesitamos una teoría de la motivación.
El aspecto esencial de una teoría de la motivación es explicar qué da energía y dirección a
la conducta. Es algún motivo lo que da energía hacia una meta particular en lugar de hacia
otra. Pero; ¿Qué es la motivación? ¿La motivación es un deseo? ¿Un sentimiento? ¿Una
forma de pensar? ¿Un proceso o un conjunto de procesos? ¿Un anhelo? ¿Una necesidad o
un conjunto de necesidades?
La motivación afecta el inicio, persistencia, cambio, dirección hacia metas y terminación
del comportamiento. El primer problema esencial en un análisis motivacional del
comportamiento es comprender la manera en que la motivación participa, influye y ayuda
a explicar el flujo continuo de la conducta de una persona. Es importante destacar que la
motivación y la emoción influyen más allá de la conducta. La motivación y la emoción
también influyen en nuestros pensamientos, sentimientos y en nuestros sueños y
aspiraciones; como lo es terminar una carrera universitaria; por lo que nos interesa
conocer eso que “nos mueve” como estudiantes universitarios de la facultad de Psicología
(los factores determinantes para concluir la carrera.) Y es que la conducta varía en
intensidad y la intensidad misma varía tanto dentro del individuo como entre diferentes
personas. La idea de que la motivación puede variar dentro del individuo -implica que,
incluso en la misma situación, algunos individuos participarán activamente, en tanto que
otros serán pasivos y apáticos-. La motivación varía dentro del individuo. Cuando es así, el
comportamiento también varía, un día un estudiante podrá tener mucho entusiasmo, se
esfuerza por alcanzar la excelencia y exhibir un empeño determinado en dirección a una
meta; sin embargo, al siguiente día, ese mismo estudiante es apático, sólo hace la
cantidad mínima de esfuerzo y no permite que los temas académicos representen un
desafío.
El estudio de la motivación se refiere a aquellos procesos que dan energía y dirección al
comportamiento. Energía implica que la conducta tiene fortaleza, que es relativamente
fuerte, intensa y persistente. Dirección implica que la conducta tiene propósito, que se
dirige o guía hacia el logro de algún objetivo o resultado específico. Una teoría tiene como
responsabilidad explicar qué son esos procesos motivacionales y, también, cómo
funcionan para energizar y dirigir el comportamiento de una persona.
Fundamentalmente de acuerdo con J. Marshall (2009) en su libro Motivación y Emoción:
“El estudio de la motivación gira alrededor de proporcionar las mejores respuestas
posibles para las dos preguntas fundamentales: 1) ¿Cuál es la causa de la conducta? y 2)
¿Por qué el comportamiento varía en intensidad? Preguntas que abordaremos en el
marco teórico.
Marco teórico.
Los conceptos motivacionales tienen orígenes filosóficos. Desde los antiguos griegos hasta
el Renacimiento europeo, la motivación se comprendió dentro de los dos temas de
aquello que es racional, inmaterial y activo (es decir, la voluntad) y aquello que es
impulsivo, biológico y reactivo (es decir, los deseos corporales). El estudio filosófico de la
voluntad resultó ser un callejón sin salida que explicaba muy poco acerca de la
motivación, ya que, en realidad, originaba más preguntas de las que respondía. A fin de
explicar la motivación, el nuevo campo de la psicología se dedicó a un análisis más
fisiológico de la misma, centrándose en el concepto mecanicista de herencia genética del
instinto. La atracción de la doctrina del instinto era su capacidad de explicar conductas
innatas que tenían energía y propósito (es decir, impulsos biológicos dirigidos a metas). El
estudio fisiológico del instinto también resultó ser otro punto muerto, al menos en
términos de su capacidad para fungir como gran teoría de la motivación. La tercera gran
teoría de la motivación fue la pulsión. En la teoría de la pulsión, la conducta se veía
motivada hasta que se satisficieran las necesidades del organismo y restaurara una
homeostasis biológica. Al igual que la voluntad y el instinto, la pulsión parecía muy
prometedora, en especial porque podía hacer algo que ninguna teoría motivacional había
podido hacer antes; a saber, predecir la motivación antes de que ocurriera a partir de las
condiciones antecedentes. En consecuencia, la teoría disfrutó de amplia aceptación, en
especial en la forma en que se manifestó en las teorías de Freud y Hull. Al final de cuentas,
también la pulsión resultó ser demasiado limitada en su alcance y, con su rechazo,
sobrevino la desilusión del campo con las grandes teorías en general, aun cuando
surgieron, concierto éxito, varios otros principios motivacionales significativos, incluyendo
el incentivo y la activación. A la larga, se volvió patente que si había de hacerse algún
progreso en la comprensión de la motivación, el campo tenía que salir de los límites de sus
grandes teorías para adoptar las menos ambiciosas, pero más prometedoras. Hay tres
tendencias históricas que explican esta transición. Primero, el estudio de la motivación
rechazó su compromiso con una naturaleza humana pasiva y asumió una perspectiva más
activa acerca de los seres humanos. Segundo, la motivación se volvió decididamente
cognitiva y un tanto cuanto humanista. Tercero, el campo se centró en problemas
aplicados socialmente relevantes. El estudio de la motivación ha pasado por un proceso
constante de desarrollo. En retrospectiva, el estudio de la motivación progresó de
conceptuaciones relativamente simplistas de la motivación a un cúmulo creciente de
discernimientos sofisticados y empíricamente sustentables acerca de las fuerzas que
energizan y dirigen el comportamiento.
Un motivo es un proceso interno que energiza y dirige el comportamiento. En
consecuencia, es un término general para identificar el terreno común que comparten las
necesidades, cogniciones y emociones. La diferencia entre un motivo y una necesidad,
cognición o emoción es simplemente el nivel de análisis. Necesidades, cogniciones y
emociones son tan sólo tres tipos específicos de motivos.
Motivación