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Nuestro Nuevo Testamento


En la Tabla 1 se presenta una lista de libros del Nuevo Testamento,
según su género literario y en el orden que aparecen en las Biblias
modernas. Nótese que los Hechos y el Apocalipsis son únicos en su género.
Los más antiguos documentos del Nuevo Testamento son al parecer las
cartas de Pablo, a los gálatas y la primera a los tesalonicenses (aunque la
epístola de Santiago puede disputar esa primacía), las cuales son datadas
antes del año 50. Antes de sufrir el martirio hacia 67, Pablo continuó
escribiendo cartas: la segunda a los tesalonicenses, las cartas a los
corintios, romanos, filipenses, efesios, colosenses; y cuatro cartas llamadas
Pastorales, a cristianos individuales, a saber, dos a Timoteo, una a Tito y
otra a Filemón.  
El Evangelio de Marcos fue escrito hacia 65, unas tres décadas después de
la ascensión de Cristo. A este libro le siguieron los Evangelios de Mateo y
Lucas, que contienen casi todo el material presente en Marcos, más otros de
una posible fuente tradicional compartida, quizás escrita, que no se ha
conservado.

Tabla 1: El canon del Nuevo Testamento


Evangelios Hechos Epístolas Apocalipsis

Mateo De Pablo Católicas


Hechos de los Apocalipsis de
Marcos Apóstoles Romanos Hebreos Juan
Lucas 1 Corintios Santiago
Juan 2 Corintios 1 Pedro
Gálatas 2 Pedro
Efesios 1 Juan
Filipenses 2 Juan
Colosenses 3 Juan
1 Tesalonicenses Judas
2 Tesalonicenses
1 Timoteo
2 Timoteo
Tito
Filemón

 
Además, tanto Mateo como Lucas aportaron dichos y hechos que no
aparecen en Marcos ni en la presunta fuente común. Es probable que Mateo
y Lucas se hayan completado antes del año 67.  En realidad, Lucas escribió
una obra en dos partes: la primera es el Evangelio y la segunda el libro de
los Hechos de los Apóstoles, que finaliza con Pablo predicando en Roma, y
no menciona la muerte de este Apóstol ni la de Pedro, ocurrida en el tiempo
de Nerón.
Otros escritos del Nuevo Testamento, como las epístolas de Pedro y la
carta a los Hebreos, probablemente datan de la misma época. El Evangelio
de Juan, las cartas atribuidas a este apóstol y el Apocalipsis se habrían
escrito hacia fines del mismo siglo I.
En resumen, todo el Nuevo Testamento se escribió en un intervalo
de aproximadamente cinco décadas, cuando todavía existían testigos
presenciales de los dichos y hechos de Jesús de Nazareth. Quienes suponen
que el intervalo transcurrido entre el tiempo de Jesús y la redacción del
Nuevo Testamento fue excesivo y llevó a una falta de fidelidad histórica en
estas epístolas y relatos pasan por alto dos hechos importantes.
En primer lugar, que durante todo ese período, la memoria de los dichos y
hechos del Señor se conservó viva en las congregaciones cristianas en todo
el imperio, donde habían sido propagadas por los Apóstoles y sus discípulos,
y atesoradas por los creyentes.
En segundo lugar, que las pocas décadas transcurridas entre el ministerio
terrenal de Jesús y la redacción de los libros del Nuevo Testamento es un
intervalo muy breve,  históricamente hablando Por ejemplo, incluso si hoy
no se tuvieran registros escritos o electrónicos de lo acontecido sobre el
golpe militar que hubo en la Argentina en 1976, los principales hechos
podrían reconstruirse muy aproximadamente a partir de testigos
presenciales. Esta ilustración no excluye que, como cristianos, creamos
también que los autores humanos del Nuevo Testamento fueron guiados por
el Espíritu Santo tal como Jesús mismo lo prometió.

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