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COMO SER LIBRE DE LAS ATADURAS

Siempre que hablo de las ataduras lo hago con mucho cariño pues es
un tema fundamental para todo hijo de Dios que quiere prosperar y
vivir una vida de victoria. Este tema me llama la atención, pues una
persona libre de ataduras es como el árbol de la ilustración de
Jeremías 17: 7-8:
"Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la
corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que
su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de
dar fruto"
El hombre o la mujer libre, es un árbol plantado en aguas; es decir,
depende plenamente de la Fuente de Vida (Dios) y no del pasado o
los engaños del mundo. Este tema de las ataduras es muy importante
para el cristiano que quiere crecer en la fe, pues la esclavitud del
pecado en determinadas áreas de la vida, impiden el crecimiento
espiritual. Las ataduras nos privan de conocer a Dios, el Enemigo
trabaja para enceguecer a los hijos de Dios a fin de que no vean ni
experimenten la bendición, prosperidad y libertad que tienen en Cristo
Jesús.
El poder de una vida liberada
Jesús nos prometió, “... y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres.” (Juan 8:32) Dios desea no solo un cambio en la mente de sus
hijos al tiempo de la conversión; desea también una mente renovada,
transparente como el cristal; de esta manera Satanás se verá
impedido para cautivar la mente del cristiano.
Con una mente libre y renovada, el hijo de Dios puede experimentar y
conocer Su poder, la capacidad para concentrarse se vuelve más
aguda y precisa, su comprensión más perceptiva, su memoria más
alerta y su perspectiva más amplia. Además, recibe el conocimiento
espiritual con una mente abierta, capacitándose para hacer la obra de
Dios y llevar responsabilidades mayores que las que podía llevar
antes.
Las siguientes son algunas características de una vida que disfruta la
libertad en Cristo:
1. Amor y respeto propio: Aprendemos a vernos como Dios nos ve y
disfrutamos de su maravilloso perdón (Romanos 8:1.)
2. Estabilidad y equilibrio personal: Aprendemos a ser trasparentes
con Dios, con nosotros mismos y con los demás, las emociones ya no
nos desestabilizan y aprendemos a tomar decisiones por lo que
sabemos y no por lo que sentimos (Santiago 1:12.)
3. Voluntad firme y dominio propio: Nuestra voluntad es ubicada bajo
el control de nuestro espíritu, y es fortalecida y capacitada para hacer
la voluntad de Dios (II Timoteo 1:7.)
4. Vida de propósito y compromiso: Salimos de nuestro egocentrismo
natural y aprendemos a interesarnos por las necesidades y problemas
de los que están a nuestro alrededor (Mateo 4:19.)
La personalidad esclavizada
Muchos cristianos desean seguir al Señor y agradarle en todo, pero
encuentran que los pecados del pasado todavía son una carga, y el
peso del presente parece aplastarles. Permanentemente nuestra alma
libra una batalla, pues trae hábitos y compulsiones que forman parte
de nuestra vida.
Si el hijo de Dios cede terreno, se encontrará impotente ante el
ataque de espíritus malignos, que pueden ocupar su vida mental.
Aparece la inquietud en vez de la calma, el malestar debido a los
pensamientos que fluyen y rebosan sin control, incapacidad para
concentrarse y recordar, confusión, trabajo sin fruto, ociosidad durante
el día, sueños y visiones durante la noche, insomnio, dudas, temor
irrazonable, etc. Todo esto se ha convertido en fortalezas y ataduras,
que se deben derribar para disfrutar la vida abundante que Jesús nos
vino a dar.
Empezaré definiendo qué es una atadura. En mi concepto es una
esclavitud de pecado en una determinada área de nuestra vida. La
atadura se forma cuando la persona se somete a los deseos de la
carne, cuando hablamos de ataduras, hablamos de áreas del cristiano
en esclavitud, tal como lo describe le apóstol Pablo:
"No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentas
vosotros mismos a Dios como instrumentos de justicia." (Romanos
6:12-13.)
¿Cómo se forma una atadura? La atadura se inicia cuando la persona
se somete a los deseos de la carne, y se esclaviza en ciertas áreas. El
área en la cual somos esclavos se convierte en una atadura. El
apóstol Pablo dice que nos podemos someter ya sea a la carne (el
camino del diablo), o a Dios. La palabra sometimiento, denota acción,
lo mismo que libre albedrío. Las cadenas de la esclavitud comienzan a
materializarse a partir de los primeros e imperceptibles sometimientos.
Cada nuevo sometimiento se convierte en otro eslabón para formar
una atadura. Ejemplo: Comienza con un „traguito‟ mensual, luego una
botella semanal, luego cada tercer día, hasta que finalmente se
esclaviza al alcohol día tras día.
Todas las ataduras están basadas en mentiras, en argumentos y
razonamientos que se levantan contra Dios, y que son patrocinados
por el Enemigo. Veamos un ejemplo de estas mentiras: “Esta mentira
no es tan grave”, “todo el mundo lo hace”, “esta es la última vez”, etc.
El apóstol Pablo por eso nos exhorta "Derribando argumentos y toda
altives que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". (II Corintios 10:5)
En toda atadura se da un ciclo. Los seres humanos tenemos hábitos,
que luego se vuelven un modo de vida y que son el resultado de un
proceso de aprendizaje. Hay hábitos constructivos y beneficiosos, pero
hay otros dañinos, que deterioran nuestra vida y es ahí donde
debemos ganar la batalla. Toda atadura tiene un proceso en su
formación:
Pensamiento + deseo + emoción + hábito = atadura
Empieza con un pensamiento, luego este pensamiento se vuelve
deseo (emoción), luego la emoción se vuelve orden, luego el acto se
repite y se vuelve hábito y finalmente, los hábitos se vuelven ataduras
(modo de vida.)
Ilustraré con un ejemplo: analicemos el caso de una persona
esclavizada a la lascivia. Empieza sometiendo su mente a estos
pensamientos y deseos, mientras más piensa en el sexo opuesto, más
fuertes son sus sentimientos. Esto le lleva a actuar: busca revistas
pornográficas, se masturba, etc. hasta que se vuelve forma de vida, y
se manifiesta en conductas repetitivas sin control.
En la siguiente lista he agrupado por áreas las ataduras más comunes:
Amargura: Resentimiento, odio, venganza, violencia, homicidio.
Rebeldía: Obstinación, terquedad, argumentación, contienda, disputa.
Inseguridad: Inferioridad, incapacidad, timidez, vergüenza.
Depresión: Desespero, autocompasión, soledad, suicidio, angustia.
Flaquezas: Cigarrillo, alcoholismo, drogadicción, glotonería, gula,
codicia, avaricia.
Impurezas sexuales: Lascivia, masturbación, homosexualismo,
adulterio, fornicación, lesbianismo, bisexual ismo.
Ocultismo: Tablero Ouija, quiromancia, astrología, hechicería. Otras:
Temores, engaño, orgullo, duda, egocentrismo, auto condenación etc.
Para ganar la victoria sobre la atadura es necesario comprender cómo
se formó, qué situaciones facilitaron que se formara, qué necesidad se
pretende llenar o que pensamientos o creencias erróneas hay detrás
de esa conducta. Los motivos reales de la atadura pueden estar
relacionados con carencias en la niñez, experiencias traumáticas,
heridas emocionales, sobre todo si sucedieron en la etapa de la niñez,
edad en que se es más sensible a este tipo de experiencias.
El siguiente es un ejemplo de vida que nos ilustra el origen de una
atadura. Luisito, era un niño de tan solo 8 años, su papá un hombre
estricto y severo que siempre le está exigiendo excelencia en su
desempeño escolar. Su madre tierna, cariñosa y un poco inhibida por
el carácter severo de su esposo. Siempre aparece en casa Gustavo, el
tío favorito, un profesional (ingeniero), soltero, atento a complacer a su
sobrino del alma. Los padres nunca tienen objeción en que Luisito
salga siempre que sea con su tío, de lo que nunca se enteraron es que
Gustavo es un propagador del homosexualismo, que aprovechaba los
paseos y salidas con Luisito para inducirlo en la práctica homosexual.
Hoy la madre llora desconsolada, no sabe qué hacer con un
adolescente homosexual, adicto a las drogas. El caldo de cultivo: una
imagen paterna severa e inalcanzable, sumada al abuso físico
simulado en regalos y muestras de afecto, ató a Luisito a las prácticas
homosexuales. Cuántos “Gustavos‟ van por el mundo haciendo daño,
y cuantos “Luisitos‟ víctimas de padres confiados que no han sabido
estar cerca a sus hijos.
Cristo nuestro libertador
La persona que enfrenta nuestras necesidades en la Teoterapia no es
un ser natural, es uno que opera en el terreno de lo sobrenatural:
Jesucristo. Entre más clara sea la visión y revelación que tengamos de
la persona de Jesucristo más sencillo y fácil será apropiarnos de lo
que Él ya hizo por nosotros.
La principal credencial de Jesús es su sensibilidad hacia la necesidad
del ser humano, necesidades que suplió ejerciendo un ministerio
integral, predicando, enseñando, sanando, liberando.
"Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le
trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas
enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos;
y los sanó" (Mateo 4:23-24)
Predicando: Él es la Palabra de Dios revelada a los seres humanos.
Enseñando: Él es la Luz que ilumina la mente entenebrecida de los
seres humanos (Juan 7:45-49.) Sanando: Sanaba toda enfermedad y
dolencia del pueblo, esto incluye sanidades físicas y del alma.
Liberando: Tiene potestad y Señorío sobre las fuerzas espirituales que
oprimen al ser humano (Mateo 8:28-32.)
Proceso Teoterapico para ser libre de las ataduras.
Primero, asegúrese de haber recibido a Cristo como Señor y Salvador.
Esta seguridad es fundamental pues le evitará esfuerzos en la carne
para derribar la atadura. En segundo lugar, necesitamos entender que
sólo el Señor con su poder puede derribar las ataduras. Nuestra parte
es someternos a Él, la parte del Señor es desatarnos.
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.” (Romanos 12:1-2)
Dentro de este proceso necesitamos identificar la atadura, por lo que
hemos de pedirle a Dios en oración que revele cuáles son, para esto
deben ser honestos y evitar las clásicas disculpas: „Así soy yo‟, „Dios
me hizo así‟, o „Yo no dije eso‟, "ese es mi temperamento", etc.
De igual manera es imprescindible que la persona confiese los
pecados específicos que se relacionan con la atadura. La verdadera
confesión implica arrepentimiento y apartarse del pecado. Es
necesario dolernos por nuestro pecado y cambiar de actitud (Santiago
4:8-10). Recordemos que la verdadera confesión implica agradecer y
alabar a Dios por su fidelidad en perdonar nuestros pecados y
limpiarnos de toda culpa.
Una vez que renunciemos en el nombre de Jesús a cada atadura,
debemos pedir la liberación de toda fuerza negativa (espíritus,)
relacionadas con la atadura. Ordenar en el nombre de Jesús que nos
dejen libres, apropiándonos de la victoria ganada por Cristo en la cruz:
"Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de
vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos los
pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros,
que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió
públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz". (Colosenses 2:13-15)
Por último y para coronar el proceso de liberación de las ataduras se
debe hacer restitución si es necesario. Por ejemplo, pedir perdón a
quien haya ofendido, devolver lo robado, rectificar lo dicho, etc.
Pasos para reconstruir el área donde estaba la atadura;
Luego de ser sanos, se necesita restaurar el área que fue afectada.
No es suficiente descubrir la atadura y derribarla; es necesario tomar
posesión de esa área, y sembrar los frutos apacibles de justicia. Por
ejemplo, donde hubo odio debe brotar el amor y los pensamientos
impuros deben ser cambiados por pensamientos santos. No es
suficiente quitar las piedras y malezas de la tierra, es necesario
abonarla y cultivarla.
Para restaurar el área que estuvo afectada, ante todo necesitamos
tener una actitud correcta hacia el pecado; rechazarlo y alejarse de él;
esto puede implicar romper relaciones que tengan un efecto nocivo.
Cada día seremos victoriosos en la medida en que entreguemos todas
nuestras áreas (espíritu, alma y cuerpo) completamente a Dios. Este
es el único „sacrificio‟ que hoy podemos hacer. Reconozcamos que la
vieja naturaleza no tiene poder ni efecto, porque fue crucificada con
Cristo en la cruz. Esta verdad se debe conocer y aplicar, reconociendo
quiénes somos en Cristo.
Un gran hombre de Dios decía, “la razón por la cual el hombre peca,
es porque no conoce a Dios en esa área particular de su carácter”. Es
necesario cultivar el hábito del estudio bíblico, sobre todo estudiando y
consultando respecto de la atadura que ha violentado el carácter de
Dios. Por ejemplo:
ATADURA CARÁCTER DE DIOS
Impureza sexual. Dios es santo.
Odio, venganza. Dios es amor.
Orgullo. Dios es omnisciente, humilde.
Temor, preocupación. Dios es fiel.
Incredulidad, depresión. Dios es verdad.
Culpa. Dios es misericordioso y perdonador.
Necesitamos dejar a un lado la vieja persona, y revestirnos de la
nueva; o sea reemplazar las costumbres pecaminosas por hábitos
nuevos en Cristo Jesús (Gálatas 2:20.) Esto nos llevará a actuar con
base a lo que sabemos y no a lo que se sentimos, de esta manera
nuestras emociones están bajo control.
Recordemos que nuestra mente influye mucho en la victoria sobre las
ataduras. La mente es un campo de batalla, Satanás puede tirar
dardos venenosos a la mente, pero no se tienen porque recibir, sino
enfrentarlos con la Palabra de Dios. Los pensamientos son como
aviones tratando de encontrar una pista para aterrizar, si no les damos
pista llegará el momento en que se agota el combustible, y estallan.
Resistamos los pensamientos que nos llevan a la esclavitud, atémoslo
y enviémoslo a la cruz de Cristo y pidámosle que nos llene con Su
Santo Espíritu y que tome esa área donde estaba la atadura (Santiago
4:7.)
Este proceso debe ser continuo y es un proceso lento. Igual que con la
tierra prometida cuando Dios le dijo a Josué que la conquistara poco a
poco, y que él iría quitando a los enemigos para que tomaran posesión
de la tierra; de igual manera poco a poco Dios irá liberando nuestra
alma (Éxodo 23:29-30.)
En este proceso la persona debe estar preparada para enfrentar la
lucha espiritual. Cada vez que es tentado debe tomar una decisión: si
se somete a Dios, se inicia un hábito de santidad y el fruto del Espíritu
Santo se hará evidente. Si ante la tentación toma la actitud correcta, el
resultado será una vida de santidad.
"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid
firmes en la fe...” (I Pedro 5:8-9)
Aplicación Teoterápica.
Para tener victoria sobre las ataduras es necesario entregar nuestra
voluntad a Dios, a fin de ser libres de la esclavitud del pecado y del
Enemigo. Hay victoria cuando independiente de los sentimientos se
está dispuesto a luchar contra el pecado, sujetando el cuerpo al
control del espíritu. Ante un hijo humillado y decidido, el Enemigo no
tiene poder alguno.
Pídale ahora mismo a Dios que le dé victoria en todas las áreas de su
vida:
“Padre Santo quiero alabarte y darte gracias por la libertad a la que tú
me llamaste en Cristo Jesús. Quiero en este día exponer delante de ti
cada área de mi vida y de manera muy especial las áreas de mi vida
en las que no experimento aún libertad. Tú has conocido mi vida y tú
sabes lo hoy todavía me ata, he intentado cambiar, he intentado dejar,
pero no he podido. Reconozco que en esta área (nombrar ataduras) te
he ofendido y necesito depender de ti para poder vencer. En tu
nombre Señor Jesucristo en este momento renuncio a (ataduras), y
me declaro libre por el poder de tu sangre preciosa. Gracias porque en
este momento experimento que tú me limpias, me lavas con agua
limpia. Toma mi vida, te entrego el control de mis pensamientos, el
control de mis emociones y te rindo mi voluntad. Unge mi vida con Tu
Santo Espíritu y dame todo el poder que necesito para ser más que
vencedor en esta área. Amén.”

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