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Almacenar hidrógeno como combustible ecológico

Expertos como Jeremy Rifkin sostienen que el hidrógeno será el motor de la economía
en las próximas décadas. Además de ser un elemento abundante y limpio (no emite CO2
en su utilización), es el compañero ideal de las fuentes renovables, al ser un vector que
almacena y transporta la energía. Sin embargo, uno de los principales escollos que
impiden por el momento su generalización es precisamente su almacenamiento. Por
ello, científicos de todo el mundo trabajan con diversos materiales y sistemas que
permitan salvar este problema.

En estado gaseoso, a temperatura y presión ambiente, el hidrógeno es muy voluminoso: para


almacenar la misma cantidad de energía que un litro de gasolina se necesitan 3.000 litros de
hidrógeno. Por ello, se suele guardar y transportar en botellas como gas a alta presión y baja
temperatura (-253ºC), condiciones que requieren consumo de energía. Asimismo, su capacidad
de liberación de energía le convierte en un gas muy inflamable.

Por ello, los proyectos de investigación más prometedores en la actualidad apuntan a sistemas
de almacenamiento sólido. Recientemente, científicos de la Universidad estadounidense de
Rice han dado a conocer sus avances en unas diminutas cápsulas de carbono, llamadas
buckybolas, capaces de contener volúmenes de hidrógeno casi tan densos como los que hay
en el centro de Júpiter.

Las buckybolas, descubiertas en esta universidad hace más de dos décadas, son parte de una
familia de moléculas de carbono conocidas como fullerenos. Los investigadores de Rice han
demostrado que se necesita una gran cantidad de presión interna para romper sus enlaces
atómicos. Por ello, creen que si se logra una forma factible de producir buckybolas de
hidrógeno, podría ser posible almacenarlas en forma de polvo.

Las posibilidades que ofrecen los nuevos materiales y la nanotecnología están siendo
exploradas por muchos investigadores en todo el mundo. Por ejemplo, desde hace años se
trabaja en aleaciones metálicas cuya estructura es muy porosa, lo que permite almacenar en

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sus poros el hidrógeno.

Por ejemplo, investigadores de las universidades de Newcastle y de Liverpool en el Reino


Unido desarrollaban hace unos años un medio seguro de almacenar hidrógeno en materiales
nanoporosos y a temperatura ambiente. En la actualidad, están tratando de imprimir el material
en hojas que se puedan apilar y encerrar en un depósito.

En 2006, diversas investigaciones presentaron resultados interesantes. Por ejemplo,


investigadores del National Institute of Standards and Technology en Gaithersburg (Maryland)
crearon un polímero basado en etileno al que se le añadía titanio, de manera que podía
almacenar un máximo de un 14% de su peso en hidrógeno. En la Universidad Técnica de
Dinamarca propusieron encerrar el hidrógeno en un comprimido en forma de amoniaco,
atrapado en una sal de cloruro de magnesio capaz de liberar el hidrógeno paulatinamente.
Investigadores de la Universidad Estatal de Arizona idearon una solución alcalina de
borohidrato al 30% para almacenar el hidrógeno de manera estable a temperatura ambiente.

Investigaciones en España

Diversos equipos de investigación españoles también trabajan en nuevos métodos para


guardar el hidrógeno. El grupo de Materiales de Interés en Energías Renovables de la
Universidad Autónoma de Madrid (UAM) investiga desde hace más de 15 años la acumulación
de hidrógeno en diferentes materiales, especialmente el magnesio, al ser abundante, barato,
ligero y absorber grandes cantidades de hidrogeno.

El Centro de Física de Materiales (centro mixto del CSIC y la Universidad del País Vasco),
ubicado en San Sebastián, dirige una investigación internacional que utiliza nanocuernos de
carbono en lugar de los tradicionales nanotubos. Agrupadas en forma una flor, estas nuevas
nanoestructuras porosas permiten adsorber gran cantidad de gas y liberarlo posteriormente de
forma controlada.

En la Universidad Pública de Navarra un equipo de investigadores trabaja con varias familias


de materiales (carbones activados, zeolitas y arcillas apilaradas) y un sistema de
almacenamiento basado en la fisisorción, cuya eficacia energética es potencialmente más
elevada que otras opciones.

Impulso a los coches de hidrógeno

El sector del automóvil es uno de los principales interesados en el desarrollo de los sistemas de
almacenamiento. En la actualidad se utilizan pilas de combustible, pero son caras y necesitan
mucho tiempo para ser recargadas. El objetivo sería contar con depósitos especiales de
hidrógeno que se rellenarían rápidamente y producirían electricidad para mover el coche.

Por ello, a pesar de que las principales marcas cuentan ya con prototipos de coches de

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hidrógeno, los inconvenientes a salvar son todavía muy grandes como para permitir su
comercialización masiva.

En cualquier caso, el interés por extender este sistema energético en el transporte es evidente.
La Comisión Europea ha propuesto que este tipo de vehículos se incluyan en la homologación
europea WVTA, de manera que puedan ser comercializados en toda la UE. Asimismo,
destinará 470 millones de euros a un proyecto de partenariado público-privado para el
desarrollo del hidrógeno.

Alex Fernández Muerza - www.consumer.es - EROSKI

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