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Universidad Nacional Autónoma de México

Escuela Nacional Preparatoria No. 6 “Antonio


Caso”

Reflexión crítica argumentativa de las lecturas sobre la


identidad nacional y la otredad

Literatura

Profesora: Duarte Argandar Rosalía


Integrantes del equipo:
Becerra Villanueva Rodrigo Ernesto
Castañeda González Aldo Daniel
Gómez Ramos Salma Tamara
Gutiérrez García Isabel
Moreno León Helen Naomi
Ramírez Islas Juan Francisco
Santamaría García Marco Antonio
Victoria Shiaffin Adrian Santiago
Grupo: 652

2022-2023
Introducción

Para entender al mexicano es importante conocerlo a fondo. Cuando conocemos a


alguien solemos preguntar ¿de dónde viene?, ¿qué suele hacer?, entender qué lo
identifica como la persona que es. De la misma manera, el mexicano se ha ido
formando a lo largo de los años con una historia bastante peculiar y nos basaremos
en tres conceptos que nos ayudarán a comprender al mexicano: la identidad, la
otredad y la cosmogonía. Porque como dice Octavio Paz en El Pachuco y otros
extremos: “La historia de México es la del hombre que busca su filiación, su
origen”1.

Reflexión

Para tener nuestro primer acercamiento a conocer el pasado del mexicano, nos
centraremos en el Popol Vuh. El título del libro alude a las palabras petate. Popo, y
libro u hoja, Vuh. También puede significar Libro del consejo, Libro de la comunidad
o El libro sagrado, y con razón, pues este libro habla de la cosmogonía y la
cosmovisión maya principalmente. Este texto se divide en cuatro partes. La primera
parte del Popol Vuh nos muestra un proceso de creación y de prueba y error para
alcanzar al ser humano perfecto. Podemos ver cómo el Creador y Formador, Tepeu,
Gucumatz, los Progenitores formaron la tierra, las montañas y los valles y dividieron
las corrientes de agua, y fue entonces cuando empezaron a probar con los animales
para tener seres en su reciente creación que los alabaran, pero no pudieron
desarrollar un lenguaje, por lo que fueron condenados a ser devorados. Después
vinieron los intentos con hombres de lodo, que fue un fracaso, pues se deshacían
fácilmente y no tenían entendimiento; con muñecos de madera, quienes no tenían
alma ni recordaban a su Creador, por lo que el Corazón del Cielo provocó un diluvio
que acabó con ellos; después vinieron los hombres de tzité y las mujeres de
espadaña, quienes no pensaban ni hablaban con su Creador y Formador, por lo que
una resina les vació los ojos, Camalotz les cortó la cabeza, Cotzbalam les devoró
las carnes y Tucumbalam les quebró y magulló los huesos. Los castigaron por no
pensar en Huracán y luego se levantaron animales y objetos para llevar a la ruina a
estos intentos de humanos.
Se va dando un desarrollo interesante y muy orgánico, casi como una evolución al
estilo de Darwin en el proceso para crear seres humanos, pero al no cumplir con las
expectativas que tenían las deidades sobre ellos, fueron condenados a morir. Se
logran apreciar las similitudes que tiene esta visión con otras culturas, como puede
ser con la religión judeocristiana, pues al ver la maldad del hombre, Dios decide
deshacerse de ellos con el Diluvio Universal, muy similar al caso del Popol Vuh:
“una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio se formó,

1 Paz. (c. 1950a). El pachuco y otros extremos [Archivo pdf]. En El laberinto de la soledad (p. 25)
(1.a ed., Vols. 1–9). Cuadernos Americanos.
que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo”2 . Desde aquí se aprecian
ciertos objetos que caracterizan la cocina mexicana: “Y las piedras de moler [...] Y
a su vez los comales, sus ollas”3 . Estos utensilios se volvieron parte de la cultura
del mexicano y el mismo Franciso Javier Clavijero lo menciona en su obra Carácter
y Costumbre de los Mexicanos: “El comalli o comal, como dicen los españoles, es
(porque hasta el tiempo presente es muy usado para cocer las tortillas de maíz)” 4 ,
y es de aplaudir la trascendencia que han tenido herramientas que se mencionan
en un texto que narra historias de la civilización prehispánica.
Sin embargo, la actualidad ha cambiado por ciertos contextos en los que se llega a
involucrar el mexicano, situación que nos narra Octavio Paz en El Pachuco y otros
extremos, donde Octavio nos habla sobre los mexicanos que cruzan hacia el otro
lado, el cambio en sus actitudes comportamientos e incluso llegando tocar como
estos, a través de mucho tiempo o poco tiempo a veces llega a cambiar su
personalidad autenticidad con el mundo exterior al momento de su cambio de
locación a un país diferente. Se puntúa mucho el intento de aparentar o llegar a ser
lo más cercano a un americano de parte de los llamados pachucos, pues éstos
desde sus vestimentas hasta su innecesaria forma de vivir con lujos y
excentricidades, forma de comer, o crítica hacia sus ex compatriotas, llegando
según él a ser una parodia malogra de los llamados estadounidenses originales.
Octavio habla de esta conducta como la adolescencia, buscando revelarse frente a
las raíces. Pero igualmente, esto llega a ser característico del mismo mexicano,
pues en Los Hijos de la Malinche, Octavio nos lleva a concluir que México tiene sus
cosas buenas y malas, que aunque quieran no podremos cambiar, nuestro pasado
nos hizo forjar una nación y una forma de desarrollarse. Los mexicanos tenemos
una identidad que nos ha distinguido ante el resto del mundo, actuar de una forma
algo violenta y orgullosa son unas de las características que nos resaltan, lo que
describe perfectamente en las siguientes líneas: “La irritación del norteamericano
procede, a mi juicio, de que ve en el pachuco un ser mítico y por lo tanto virtualmente
peligroso. Su peligrosidad brota de su singularidad. Todos coinciden en ver en él
algo híbrido, perturbador y fascinante.”5 , pues el mexicano es único, con conductas
que no pasan desapercibidas por su forma de actuar, que, en palabras de Clavijero:
“En las almas de los antiguos mexicanos había más fuego, y hacían mayor
impresión las ideas de honor. Eran más intrépidos, más ágiles, más industriosos y
más activos, pero más supersticiosos y más inhumanos” 6, cosa que se nota
claramente en el Popol Vuh.
La tercera parte del Popol Vuh nos cuenta que se reunieron los dioses Tepeu y
Gucumatz para crear al hombre. La carne y la sangre del hombre la hicieron de

2 Recinos. (c. 1993). Popol Vuh (p. 30) (23.a ed.) [Libro]. Fondo de Cultura Mexicana.

3
Recinos. (c. 1993). Popol Vuh (p. 32) (23.a ed.) [Libro]. Fondo de Cultura Mexicana.
4
Clavijero, F. X. (2020). Carácter y costumbres de los mexicanos (p. 702) (Pequeños Grandes
Ensayos). UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.
5
Paz. (c. 1950a). El pachuco y otros extremos [Archivo pdf]. En El laberinto de la soledad p.
21(1.a ed., Vols. 1–9). Cuadernos Americanos.

6
Clavijero, F. X. (2020). Carácter y costumbres de los mexicanos (p. 695) (Pequeños Grandes
Ensayos). UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.
mazorcas de maíz amarillas y blancas y crearon cuatro hombres, los cuales eran
Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. Estos hombres fueron
dotados con la sabiduría y el poder de casi un dios, incluso podían ver toda la Tierra,
pero rápidamente Tepeu y Gucumatz se arrepintieron de esto, ya que se igualaban
a ellos. Decidieron quitarles la vista. Mientras los cuatro hombres dormían, sus
esposas fueron creadas. Ellas engendraron a los hombres, y a las tribus pequeñas
y grandes. Se crearon tres grupos de familia: los Quiché, los Tamub y los Ilocab.
Las tribus se congelaban debido a que no había fuego, entonces Balam-Quitzé y
Balam-Acab le pidieron fuego al dios Tohil, este se los concedió, pero las demás
tribus sólo podían tener fuego si se unían al dios Tohil. Sólo la casa de Zotzil pudo
apoderarse del fuego sin necesidad de entregarse a Tohil. Después Tohil les dijo a
los cuatro hombres que se fueran de la ciudad de Tulán y se resguardaron en la
cumbre de una montaña llamada Chi-Pixab, se quedaron a esperar la salida del sol
sin nada para comer. Los dioses de cada tribu les dijeron que tenían que salir de
donde estaban porque podrían ser capturados, así que se tuvieron que ir y cada
tribu tuvo que dejar a sus dioses, por lo que se petrificaron. Tohil les dijo que hicieran
sacrificios y depositaran sangre de animales en las bocas de las petrificaciones de
los dioses. Balam-Qutze, Balam-Acab, Mahucutahtha e Iqui-Balam le rendían tributo
al dios Tohil, y como sacrificio le ofrecían sangre de venado y demás animales, junto
con su sangre de los brazos y las orejas. Tohil, casi satisfecho les dijo que bajaran
a los pueblos y le trajeran mejores sacrificios. Fue así como Balam-Quitzé, Balam-
Acab, Mahucutha e Iqui-Balam iniciaron la matanza de las tribus. A cada persona
que sacrificaban la decapitaban y tiraban la cabeza a la orilla de los caminos para
que todos pensaran que era obra de los animales salvajes, pero esto no funcionó.
La gente de las tribus decidieron derrotar a los dioses ya que estos tenían forma
humana, entonces podrían ser engañados fácilmente. Al ver que fueron capaces de
derrotar a los dioses, las tribus se reunieron para idear un plan para acabar con
Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutha e Iqui-Balam, pero fueron vencidos por los
cuatro señores. Balam-Qutze, Balam-Acab, Mahucutha e Iqui-Balam estaban a
punto de morir, entonces les dieron consejos a sus hijos y después partieron hacia
la montaña en donde desaparecieron. Qo Caib, Qoacutec y Qoahau, hijos de los
cuatro señores poseían gran inteligencia y conocimiento. Aquellos tres señores se
dirigieron al oriente a recibir su trono como líderes de las tribus Rabinal,
Cakchiqueles y Tziquinaha. Como reyes de éstas tribus permanecieron mucho
tiempo hasta que decidieron partir hacia otros territorios. Posteriormente, se narra
el origen de muchas de las casas y familias que conformaron el pueblo quiché.
Dichos pueblos y tribus prosperaron y perduraron por mucho tiempo.
Los textos que maneja el Popol Vuh también pueden analizarse desde un punto de
vista metafórico que nos enseña el mundo del deber ser, es decir, la forma en que
debemos comportarnos, dando dos casos específicos: cuando se dan los
exterminios y el asesinato de Vucub-Caquix. Los hombres, al no alabar ni recordar
a Huracán, el Corazón del Cielo, al mismísimo Creador, verdaderamente
cumpliendo con sus tareas asignadas, son sancionados y reemplazados; en el caso
de Vucub-Caquix y sus hijos, estos tres (Vucub-Caquix y Zipacná y Cabracán)
pecaron de soberbia, y fueron castigados por hijos de auténticos dioses, Hunahpú
e Ixbalanqué, para que quedara claro quién sí se podía jactar de tener una cualidad
divina. Esto se puede apreciar como un reacomodo en la misma sociedad y su
estructura, dejando claro que hay jerarquías y normas que se fueron trabajando
para que fuera una civilización exitosa, representado en aventuras de dioses y
personajes que querían serlo, cada uno con valores que se modifican para que el
hombre pueda aspirar a ellos.
En Máscaras Mexicanas, Octavio Paz expresa perfectamente cómo esto ha llegado
a nosotros, pues el mexicano suele poner cierta máscara para encajar en distintos
contextos, pues el humano miente para encajar, pero se miente a sí mismo. Los
pachucos lo hicieron para asemejarse al norteamericano, dejando atrás conceptos
tan representativos del mexicano, y sobre estos estos cambios y vivencias, Octavio
Paz plantea que estas personas, intentan fingir e intentan ocultarse detrás de una
máscara, pierden su propia esencia hasta llegar a ser un simple cuerpo sin
personalidad e incluso, en algunas ocasiones, sin rumbo, sólo intentando llegar a
ser como las personas que le rodean sin realmente tener una compañía real ni
consigo mismo.
Pero no es la primera vez que el mexicano se refleja en otro. Julio Cortázar lo hace
en su obra Axolotl, que relata la historia de un hombre joven del cual no se sabe el
nombre, que un día por casualidad decide visitar el acuario del Jardín Des Plantes
en París, y se obsesiona con los axolotl desde la primera vez, tras ver “que eran
mexicanos [...] por sus pequeños rostros rosados azteca”7 Cuando aisló a uno de
los nueve axolotl que se encontraban en el acuario, mientras estaba atento a cada
uno de sus suaves movimientos, su inexpresivo rostro y sus profundos ojos se da
cuenta de que se había vuelto un axolotl. Después de esa pequeña iluminación
entre los dos seres como uno mismo se empiezan a desconectar el hombre del
anfibio y se nos muestra desde la perspectiva del axolotl cómo la situación se torna
más interesante. Finalmente, el hombre deja de interesarse poco a poco en los
axolotl y aquel animal pensando como hombre se da cuenta de lo que había pasado,
pues seguía pensando como hombre y solo podía hacer eso, pensar hasta
regresarnos al inicio de la historia donde ya es un axolotl.
La obsesión del protagonista se ve reflejada en el axolotl y mientras más lo ve más
crece, pero esa obsesión queda atrapada metafóricamente dentro de un axolotl,
pues el anfibio representaba ese sentimiento que muchas personas tenemos y que
dejamos atrás como si nunca hubiese pasado nada.
Constantemente el autor juega con la otredad hablando a veces en tercera persona
a favor del axolotl «su aceite se usaba (ya no se usa, decía) como el aceite de
hígado de bacalao», o también usa el pronombre del plural en primera persona «Es
que no nos gusta mucho movernos, y el tanque está tan abarrotado…» Y así,
cambiando constantemente de personaje se ve la otredad del protagonista reflejada
en el axolotl. Cabe mencionar que la lectura es circular porque en el inicio se nos
presenta al protagonista como un axolotl, luego procede a explicarnos cómo fue esa
metamorfosis para finalizar como lo que era, un axolotl.
Que el protagonista haya visto en el axolotl una cara familiar, una cara mexicana,
demuestra que el mexicano también es físicamente reconocible, pero hay que
observar cómo ha ido cambiando desde las épocas pasadas. Clavijero describe a
los mexicanos como “de estatura regular [...]; de buenas carnes y de una justa

7
Cortázar J.. (c. 1956). Axólotl (p. 1) [Archivo pdf]. Plan Nacional de Lectura.
proporción en todos sus miembros; de frente angosta, de ojos negros y de una
dentadura igual, firme, blanca y tersa; sus cabellos tupidos, gruesos y lisos; de poca
barba y rala y de ningún pelo (por lo común) en aquellas partes del cuerpo que
no recata el pudor. El color de su piel es ordinariamente castaño claro.”8 Nuestro
rostro muestra una valentía y una necesidad de demostrar quienes somos, pero a
la vez nos cerramos, como se menciona en Máscaras Mexicanas, para no vernos
débiles, pero como mexicanos somos capaces de reconocer nuestras fortalezas ya
que vemos que con nuestra valentía no permitimos hacernos sentir inferiores y
demostramos nuestros conocimientos con seguridad, todo esto porque en las otras
personas vemos este reflejo de valentía y no nos permitimos no ser parte de este
círculo pues perderíamos nuestro valor. La otredad hace que entre todos podamos
forjar nuestra identidad viéndonos desde los ojos de los demás y al observar que es
algo que como nación hemos normalizado para nosotros es común, como puede
ser con el consumo de licores, nuestra gran riqueza gastronómica y nuestra
capacidad para narrar historias, basadas en gran parte en nuestra superstición.

Conclusión

La historia de México ha afectado a la identidad mexicana, así como la cosmogonía.


Los mexicanos actuales no portan la misma máscara que los pasados, debido a que
conforme avanza la historia vamos comprendiendo el carácter de éste. Debido a
esto, siempre existe esa desconfianza de unos y otros porque nunca demostramos
realmente quien somos, un mexicano es un conformista debido a que no se
conforma con poco, volviéndose parte de nuestra identidad, pero a su vez es una
característica particular que visto desde la otredad no tiene sentido. Sólo los
mexicanos comprendemos el significado, que nos conformemos con poco no
significa que no seamos capaces, sin embargo, la identidad nacional está muy
arraigada en los mexicanos debido a la gran variedad de cultura, tradiciones,
gastronomía, creencias que se tiene, creando un amor hacia quienes somos.

8
Clavijero, F. X. (2020). Carácter y costumbres de los mexicanos (p. 692-693) (Pequeños Grandes
Ensayos). UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.
Referencias bibliográficas.

Clavijero, F. X. (2020). Carácter y costumbres de los mexicanos (Pequeños Grandes

Ensayos). UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.

Cortázar. (c. 1956). Axólotl [Archivo pdf]. Plan Nacional de Lectura.

Paz. (c. 1950a). El pachuco y otros extremos [Archivo pdf]. En El laberinto de la

soledad (1. ed., Vols. 1–9). Cuadernos Americanos.


a

Paz. (c. 1950b). Los hijos de la malinche [Archivo pdf]. En El laberinto de la soledad

(1. ed., Vols. 27–36). Cuadernos Americanos.


a

Recinos. (c. 1993). Popol Vuh (23. ed.) [Libro]. Fondo de Cultura Mexicana.
a

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