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en: medicina
de urgencias
Segunda edición
Editores
Revisión científica
Dr. Roberto Alonso González
Especialista en urgencias médico-quirúrgicas
Coordinador clínico del Hospital General Centro Médico Nacional “La Raza”, IMSS
Profesor de urgencias médico-quirúrgicas en la Escuela Superior de Medicina del Instituto
Politécnico Nacional
Ciudad de México
Se han adoptado las medidas oportunas para confirmar la exactitud de la información presentada y
describir la práctica más aceptada. No obstante, los autores, los redactores y el editor no son respon-
sables de los errores u omisiones del texto ni de las consecuencias que se deriven de la aplicación
de la información que incluye, y no dan ninguna garantía, explícita o implícita, sobre la actualidad,
integridad o exactitud del contenido de la publicación. Esta publicación contiene información general
relacionada con tratamientos y asistencia médica que no debería utilizarse en pacientes individuales
sin antes contar con el consejo de un profesional médico, ya que los tratamientos clínicos que se
describen no pueden considerarse recomendaciones absolutas y universales.
El editor ha hecho todo lo posible para confirmar y respetar la procedencia del material que se repro-
duce en este libro y su copyright. En caso de error u omisión, se enmendará en cuanto sea posible.
Algunos fármacos y productos sanitarios que se presentan en esta publicación solo tienen la aproba-
ción de la Food and Drug Administration (FDA) para uso limitado al ámbito experimental. Compete
al profesional sanitario averiguar la situación de cada fármaco o producto sanitario que pretenda utili-
zar en su práctica clínica, por lo que aconsejamos consultar con las autoridades sanitarias competentes.
Los editores y autores de este libro de texto están convencidos de que la práctica com-
pleja de la medicina, las variaciones en las enfermedades humanas, la impredecibilidad de
las patologías y las funciones, disfunciones y respuestas del cuerpo humano no pueden
definirse, explicarse o clasificarse a detalle en ningún documento escrito. No es ni el obje-
tivo ni la finalidad de este libro de texto servir como la máxima fuente autorizada sobre cual-
quier trastorno médico, plan de tratamiento o intervención clínica, ni los libros de texto deben
usarse para definir rigurosamente un estándar de atención estricto que deba ser seguido por todos
los médicos.
Cada encuentro médico debe individualizarse y en cada paciente debe abordarse un caso a
la vez. En cualquier momento determinado, las acciones y las intervenciones del médico
deben guiarse por circunstancias únicas en tiempo real, el medio clínico y los anteceden-
tes en ese momento, su experiencia individual y, sobre todo, el juicio clínico.
Se han hecho todos los intentos para asegurarse de la precisión de las recomenda-
ciones de manejo y las dosis de los medicamentos. Sin embargo, se invita al lector a con-
sultar otras fuentes para confirmar las recomendaciones y las dosis de los medicamentos.
Los editores con gusto reciben comentarios, correcciones y sugerencias. Favor de
enviarlos a insidesurgery@gmail.com.
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R. Gentry Wilkerson, MD
Assistant Professor
Director of Clinical Research
Assistant Residency Program Director
Department of Emergency Medicine
University of Maryland School of Medicine
Baltimore, Maryland
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Es nuestra sincera esperanza que el lector encuentre que el libro le resulta práctico y
útil y que aprender sobre estos errores frecuentes dé como resultado una mejoría tangible
en la atención del paciente. ¡Nuestros mejores deseos para usted y para sus pacientes!
Amal Mattu, MD
Arjun Chanmugam, MD
Stuart Swadron, MD
Dale P. Woolridge, MD
Michael E. Winters, MD
Este libro está dedicado a Karen, mi amada esposa; a Sydney, William y Nathan que
me han hecho apreciar las cosas que verdaderamente son importantes en la vida; a mis
padres que me inculcaron un espíritu de crecimiento; y a los residentes y estudiantes
de medicina de urgencias que nos ayudan a todos a recordar la dicha de aprender y que
refuerzan nuestro compromiso con una de las mejores especialidades.
—Arjun Chanmugam, MD, MBA
Quisiera agradecer a mis padres, Brenda y Joe, por creer en mí; a mi familia, Michelle,
Anna y Garrett, por la paciencia que me han tenido; y a mis residentes en el programa
combinado de Medicina de Urgencias y Pediatría por toda su inspiración.
—Dale P. Woolridge, MD, PhD
Deseo agradecer a mi esposa, Erika, y a mis maravillosos hijos, Hayden, Emma, Taylor y
Olivia, por su amor, apoyo y motivación sin reservas. Ustedes son mi mundo. Un agra-
decimiento especial al Dr. Mattu por todas las formidables oportunidades educativas que
he tenido la bendición de recibir a lo largo de ya tantos años. Eres un colega admirable,
un maestro inspirador y un querido amigo. Por último, quiero dar las gracias a los aca-
démicos y residentes en el Departamento de Medicina de Urgencias de la University
of Maryland. Es un honor trabajar a diario con médicos tan destacados en nuestro
Departamento.
—Michael E. Winters, MD
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Editores asociados��������������������������������������������������������������������� iv
Colaboradores��������������������������������������������������������������������������� vii
Prefacio����������������������������������������������������������������������������������� xxxi
Reconocimientos��������������������������������������������������������������������� xxxiii
Sección V Cutáneo
103 ¡No pase por alto la fascitis necrosante! Shaughn Keating, MD.... 232
104 Síndrome de Stevens-Johnson y necrólisis epidérmica tóxica:
¿son diferentes? Arun Nair, MD, MPH..................................... 234
105 El espectro de la necrólisis epidérmica tóxica
Alexander Jenson, MD, MPH.................................................... 237
106 Simuladores de celulitis Shabana Walia, MD........................... 240
Sección X Inmunitario
153 Que la anafilaxia no lo pique Vincent Devlin, DO, MHS
y Jerussa Aita-Levy, MD, MPH................................................ 351
154 El angioedema y la anafilaxia no son iguales, aunque tienen
una presentación similar Lui Caleon, MD, MPH y
Pierre Detiege, MD.................................................................... 353
155 Toxicidades traicioneras en trasplantes Christopher J. Edwards,
PharmD, BCPS y Tsz Yee (Janice) Tsui, PharmD, BCPS........... 356
156 Piense fuera de la “caja de injerto” al evaluar al paciente
trasplantado Timothy S. Davie, MD......................................... 359
157 Qué hacer y no hacer en el manejo de los pacientes
con trasplante cardiaco en la sala de urgencias
Lawrence DeLuca Jr., EdD, MD.................................................. 361
158 Anafilaxia y epinefrina ¿se puede tener una sin la otra?
Ronna L. Campbell, MD, PhD................................................... 363
211 No dar de alta a una paciente joven con disnea sin considerar
miocardiopatía periparto
Kathi Glauner, MD, PhD............................................................. 483
321 Diagnósticos que no deben pasarse por alto en el niño que cojea
de forma aguda Guyon J. Hill, MD........................................... 730
322 No diagnosticar sepsis en un lactante con alcalosis
Lisa D. Mills, MD y Julianne Awrey, MD.................................... 732
323 Evento breve resuelto e inexplicado: el diagnóstico antes conocido
como evento que aparentemente pone en riesgo la vida
Julia N. Magana, MD y Taylor Stayton, MD............................... 734
324 “Los ECG de niños no son pequeños ECG
de adultos” Krista Young, MD....................................................... 736
325 No todas las lesiones cefálicas pediátricas requieren
una tomografía de cráneo Heather Miller Fleming, MD
y Kara Kowalczyk, MD.................................................................. 739
326 Con cuidado: sea cauteloso con el paciente cardiaco pediátrico
posoperado y cianótico Timothy Ruttan, MD............................. 741
327 No muy dulce: acertando en el manejo de la cetoacidosis diabética
pediátrica inicial Dariush Garber, MD, MPH
y Nathan Kuppermann, MD, MPH.............................................. 744
328 Concusión pediátrica: un abordaje bien pensado
Kendra Grether-Jones, MD y Erin Osiecki, MD............................ 746
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¡No pierda esa vía respiratoria!
Pérdida inminente de la vía
respiratoria: ¿quién necesita
intubación endotraqueal?
Nicholas Sauber, MD, RN-BSN, EMT-B y Dena Reiter, MD
La evaluación de la vía respiratoria indudablemente es el primer paso para valorar a cada paciente
en una sala de urgencias. En esta sección se analiza en forma breve la evaluación de la vía respira-
toria del paciente y su estado respiratorio, lo que incluye las características clínicas que sugieren
la necesidad de un mayor apoyo respiratorio y manejo de las vías respiratorias.
En la sala de urgencias se realiza intubación endotraqueal por varios motivos. En términos
generales, hay cuatro indicaciones para intubar: incapacidad para proteger la vía respiratoria,
imposibilidad para ventilar, incapacidad para oxigenar y anticipación de la evolución clínica. En
2011, Walls y cols. demostraron que la gran mayoría de las intubaciones en la sala de urgencias
las realizan médicos urgenciólogos, más a menudo por indicaciones médicas, y la secuencia de
intubación rápida sigue siendo el método más común.
Ventilación y oxigenación
La ventilación implica en un sentido amplio la capacidad de desplazar aire dentro y fuera de
los pulmones y permite el intercambio de gases a nivel alveolar. Los bronquios y los bronquiolos
secundarios constreñidos por un proceso reactivo, asma o enfermedad pulmonar obstructiva
crónica aumentan el trabajo respiratorio. El edema pulmonar, los toxíndromes, neumonía, sep-
sis, acidosis, fiebre o cualquier otro proceso que cause un aumento de la frecuencia respiratoria
también aumenta el trabajo respiratorio. Cuando un paciente no puede ventilar por sí solo con
el diafragma, recurre a sus músculos accesorios para ayudarse con la inspiración y aumentar la
frecuencia respiratoria. A medida que estos músculos se fatigan, el paciente pierde la capacidad
de ventilar de forma adecuada. Esto a su vez hace que la presión parcial de dióxido de carbono
(PaCO2) aumente a medida que el intercambio de gases se vea comprometido. Debe tenerse cui-
dado al interpretar los niveles de PaCO2 de los gases en sangre, dado que un paciente con taquip-
nea puede tener concentraciones de PaCO2 bajas en un inicio y un nivel de PaCO2 normal puede
ser uno de los primeros signos de insuficiencia respiratoria inminente. Los niveles de dióxi-
do de carbono en sangre por encima de los valores iniciales provocan acidosis respiratoria y
estado mental deprimido, lo que empeora aún más la función respiratoria general y conduce a
insuficiencia respiratoria rápida. Vigilar estrechamente los signos vitales, por medio de oximetría
de pulso y capnometría continua, es fundamental para la identificación temprana de la insufi-
ciencia ventilatoria. Cuando los métodos no invasivos son inadecuados, la intubación endotra-
queal con ventilación mecánica resulta ser la intervención apropiada.
La oxigenación es el otro lado de la moneda. Un paciente puede ventilar bien, pero no
oxigenar, por lo general debido a una difusión alterada del oxígeno a lo largo de la interfaz
alveolo-capilar o una incapacidad de la hemoglobina de unirse a las moléculas de oxígeno. La
difusión alterada obedece a varios motivos, lo que incluye edema pulmonar cardiogénico, neu-
monía, aspiración, síndrome de dificultad respiratoria aguda, inflamación, fibrosis, embolia
pulmonar o lesión traumática. La alteración de la unión del oxígeno al grupo hemo es menos
frecuente pero puede observarse en la exposición a monóxido de carbono, acidemia y meta-
hemoglobinemia. El tratamiento de estas alteraciones subyacentes no es el enfoque de este
capítulo, pero debe intentarse corregir la patología subyacente. Cuando la oxigenación está
alterada a un punto en que no es posible corregirla con seguridad mediante métodos menos
invasivos (oxígeno suplementario mediante cánula nasal, mascarilla facial, ventilación no rein-
halatoria o no invasiva), la intubación endotraqueal es el siguiente paso apropiado. Una vez
que se ha asegurado la vía respiratoria, el paciente puede ventilarse de forma mecánica para
optimizar el intercambio de gases.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Overbeck MC. Airway management of respiratory failure. Emerg Med Clin North Am.
2016;34(1):97–127.
Walls RM. Rapid sequence intubation. In: Walls RM, Murphy MF, eds. Manual of Emergency
Airway Management. Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins, 2012:221–232.
Walls RM, Brown CA III, et al. Emergency airway management: A multi-center report of 8937
emergency department intubations. J Emerg Med. 2011;41(4):347–354.
2
Preoxigenación
Michael R. Ehmann, MD, MPH, MS
El manejo de las vías respiratorias es uno de los cimientos en que basan su habilidad todos los médi-
cos de urgencias. A pesar de la frecuencia con que los médicos de urgencia tienen que enfrentar
el manejo de las vías respiratorias, existen riesgos importantes relacionados con su manipulación.
Todos los pacientes –niños y adultos, casos clínicos y traumáticos– se benefician de prácticas y pro-
tocolos que mitigan estos riesgos. Una práctica de este tipo es la oxigenación apropiada del paciente
durante el periodo previo y cercano a la intubación para reducir la probabilidad de hipoxemia a
lo largo del proceso de intubación traqueal. Los objetivos de la preoxigenación son saturar por
completo la capacidad transportadora de oxígeno de todas las moléculas de hemoglobina (es decir,
lograr una saturación de oxígeno del 100%), para desnitrogenar la capacidad residual funcional
pulmonar y maximizar el almacenamiento de oxígeno en los pulmones, así como para prolongar el
periodo de apnea segura entre la parálisis y una intubación traqueal exitosa.
La desaturación de oxígeno a niveles inferiores al 70% aumenta el riesgo de disritmia cardiaca,
inestabilidad hemodinámica, encefalopatía hipóxica, paro cardiaco y muerte. En pacientes para quie-
nes la saturación de oxígeno con aire ambiental es del 100% y que no presentan patologías pulmo-
nares primarias con niveles fisiológicos de hemoglobina y demandas metabólicas bajas, el riesgo de
desaturación crítica es bajo después de una preoxigenación adecuada. A la inversa, cualquier paciente
que no cumpla los criterios anteriores y ya se encuentre hipóxico (saturación de oxígeno < 90%) a
pesar de la administración de oxígeno de flujo elevado –esto es, una cantidad importante de pacientes
que requieren manejo de urgencia de las vías respiratorias– se encuentra en riesgo elevado de desatu-
ración crítica durante las maniobras para asegurar una vía respiratoria definitiva.
Elegir el mejor método para preoxigenar adecuadamente a cada paciente dependerá del
equipo disponible en cada sala de urgencias en particular y en el riesgo del paciente de desatura-
ción. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: suministrar la máxima fracción de oxígeno
inspirado al paciente. La mascarilla estándar no reinhalatoria de la sala de urgencias con válvulas
de una vía que cubran todos los puertos y establezcan una velocidad de flujo de 15 litros/minuto
(L/min) suministrará 60 a 70% FiO2 y no proporcionará una desnitrogenación completa. No
obstante, cuando la velocidad de flujo aumenta de 30 a 60 L/min, estas mascarillas son capaces
de suministrar una FiO2 > 90%. Para pacientes en bajo riesgo de desaturación, se recomienda la
preoxigenación con una mascarilla sin aire reciclado a velocidades de flujo altas.
Para pacientes con un riesgo moderado a elevado de desaturación durante los intentos de
intubación o para quienes la saturación de oxígeno es < 93% mientras reciben oxígeno de flujo
alto, se recomienda la preoxigenación con ventilación no invasiva con presión positiva. Al aumen-
tar las presiones medias de las vías respiratorias, la ventilación no invasiva con presión positiva
permite a estos pacientes superar la derivación fisiológica que evita una oxigenación adecuada a
pesar de una FiO2 máxima. Se ha demostrado que la ventilación no invasiva con presión positiva
en pacientes muy graves en la unidad de cuidados intensivos mejora de forma importante su
capacidad para incrementar su saturación de oxígeno previa a la intubación y mantener niveles
fisiológicos de saturación de oxígeno durante la apnea. La ventilación no invasiva con presión
positiva puede lograrse mediante mascarilla CPAP y el circuito del ventilador, los que suelen
estar disponibles, o bien al apoyar la ventilación espontánea con un circuito estándar de bol-
sa-mascarilla y una válvula de presión teleespiratoria positiva. Sin embargo, debe evitarse el uso
de los dispositivos de bolsa-válvula-mascarilla para la preoxigenación si no se apoyan las ventila-
ciones espontáneas de manera activa. La asistencia activa de la ventilación implica que el médico
apriete la bolsa durante la inspiración y que mantenga un sello hermético en la mascarilla. De no
hacerse de forma adecuada, el paciente solo recibirá FiO2 atmosférica.
Además de elegir el método de preoxigenación apropiado, la posición del paciente es de suma
importancia para lograr los objetivos de la preoxigenación. La posición supina evita que el paciente
utilice toda su capacidad vital pulmonar, lo que provoca atelectasia de las caras posteriores de los
pulmones y un menor almacenamiento de oxígeno en la capacidad residual pulmonar. Los estudios
de la colocación del sujeto han demostrado que los pacientes que se preoxigenan en una posición
con elevación de la cabeza de 20 grados mantienen su saturación de oxígeno 20 a 30% más tiempo
durante la apnea en comparación con pacientes tratados en posición supina. Para individuos inca-
paces de colocarse en posición erguida (p. ej., aquellos con una posible lesión de la médula espinal),
puede obtenerse un beneficio similar al colocarlos en posición de Trendelenburg inversa.
En condiciones ideales, los pacientes deben recibir preoxigenación durante el máximo
periodo antes de la inducción de apnea y manipulación de las vías respiratorias, aunque esto no
siempre es posible en los casos de urgencia. Algunas sugerencias para la programación empírica
del periodo de preoxigenación incluyen 3 min de un patrón respiratorio normal del paciente
(respiración con volumen corriente) mientras recibe una FiO2 máxima. Para aumentar la desni-
trogenación durante este periodo, debe pedirse al paciente que exhale por completo el volumen
de reserva espiratoria antes de iniciar el periodo de 3 min de respiración de volumen corriente.
En el paciente que puede hacerlo, este periodo de 3 min puede reducirse a 60 s al indicarle que
tome ocho exhalaciones máximas e inhalaciones máximas (respiración de capacidad vital) mien-
tras recibe una FiO2 de al menos 90%.
El método elegido para realizar una preoxigenación adecuada debe continuarse a lo largo
del periodo que rodea la intubación, desde la administración de fármacos de inducción y pará-
lisis hasta el inicio de la relajación muscular total. Estudios recientes han apoyado el uso de
oxigenación apneica a lo largo del lapso que rodea a la intubación para retrasar la desaturación.
A pesar de la ausencia de una ventilación activa, el oxígeno alveolar se difunde en la sangre en
tanto que un menor volumen de dióxido de carbono se difunde de la sangre hacia los alveolos,
PUNTOS CLAVE
■■ Se recomienda la preoxigenación para extender el periodo de apnea segura para todas las
intubaciones de salas de urgencia.
■■ La preoxigenación puede lograrse mediante dispositivos sin aire reciclado, de ventila-
ción no invasiva con presión positiva o de bolsa-válvula-mascarilla, dependiendo de los
parámetros de cada paciente.
■■ La preoxigenación debe realizarse ya sea con la cabeza elevada o en posición de
Trendelenburg inversa para un efecto máximo.
■■ La preoxigenación debe tener lugar durante 3 min de respiración con volumen corriente
o por ocho respiraciones de capacidad vital a lo largo de 60 segundos.
■■ La preoxigenación debe aumentarse con oxigenación apneica durante los intentos de
intubación para todos los pacientes.
Lecturas recomendadas
Baillard C, Fosse JP, Sebbane M, et al. Noninvasive ventilation improves preoxygena-
tion before intubation of hypoxic patients. Am J Respir Crit Care Med. 2006;174(2):
171–177.
Hedayati T, Murphy MF. Airway management. In: Wolfson AB, ed. Harwood-Nuss’ Clinical
Practice of Emergency Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins,
2015.
Reardon RF, McGill JW, Clinton JE. Tracheal intubation. In: Roberts JR, ed. Roberts and Hed-
ges’ Clinical Procedures in Emergency Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders,
2014.
Weingart SD, Levitan RM. Preoxygenation and prevention of desaturation during emergency
airway management. Ann Emerg Med. 2012;59(3):165–175.
Weingart SD, Trueger NS, Wong N, et al. Delayed sequence intubation: A prospective obser-
vational study. Ann Emerg Med. 2015;65(4):349–355.
3
Auxiliares de vías respiratorias:
conozca sus planes de contingencia
Nicholas Sauber, MD, RN-BSN, EMT-B
El manejo de las vías respiratorias es uno de los procedimientos de mayor riesgo y gran presión para
el médico de urgencias. Se incluye en gran parte de la residencia de medicina de urgencias y en la
capacitación para educación médica continua. Las técnicas y dispositivos utilizados en el manejo
de las vías respiratorias se han estudiado con gran detalle. Esto ha llevado al desarrollo de diversos
dispositivos avanzados para las vías respiratorias que ayudan a garantizar el éxito. Este capítulo se
enfoca en los dispositivos y técnicas de respaldo de las vías respiratorias, lo que incluye la ventilación
con bolsa-válvula-mascarilla y la intubación endotraqueal con laringoscopia directa.
Antes de iniciar, asegúrese de contar con las herramientas, materiales y equipo necesarios
para el manejo de las vías respiratorias y tenerlos cerca del médico asignado para su manejo. Un
carro con un videolaringoscopio o un tubo de menor tamaño pueden salvar una vida, pero de
nada sirven si están bien guardados en el cuarto de suministros durante una intubación difícil.
La nemotecnia VEMOS F (adaptada al español, en inglés SOAP ME) destaca los objetos básicos
que debe tener a su alcance a la cabecera del paciente:
■■ V: Vía respiratoria (equipo). Esto variará dependiendo de las instalaciones y se analizará
con detalle más adelante, pero lo básico incluye laringoscopio, sondas endotraqueales, esti-
letes, sondas supraglóticas, videolaringoscopio, equipo de cricotomía, bougie y un escalpelo.
Asegúrese con anticipación de que las baterías y las fuentes de luz funcionen sin problema.
■■ E: Equipo de urgencia, lo que incluye desfibrilador y equipo para invasión de las vías res-
piratorias.
■■ M: Monitores. Coloque un monitor cardiaco al paciente. Subir el volumen del tono audible de
la oximetría de pulso permite que quien intube esté consciente de la saturación de oxígeno del
paciente. La capnografía teleespiratoria continua proporciona confirmación visual de la coloca-
ción correcta y ayuda a modificar el ajuste del respirador en el periodo posterior a la intubación.
La presión arterial se debe ajustar a un ciclo al menos cada 5 minutos.
■■ O: Oxígeno, acoplado a los dispositivos y encendido. Es ideal tener varias fuentes. Una
bolsa-válvula-mascarilla es lo habitual, pero considere una mascarilla no reinhalatoria para
preoxigenar a un paciente que respira espontáneamente y una cánula nasal para oxigenación
pasiva (apneica) de flujo elevado durante los intentos de intubación.
■■ S: Succión, encendida y funcionando. Esto se refiere a un tubo de longitud suficiente con
un Yankauer acoplado y preparado debajo del hombro del paciente o el colchón, de manera
que sea fácil tomarlo. Colóquelo en el lado derecho, siempre en el mismo lugar, de modo que
pueda tomarlo sin necesidad de retirar la vista de la vía respiratoria mientras intuba.
■■ F: Fármacos. Medicamentos para inducción, parálisis, líquidos intravenosos y vasopresores
si se espera hipotensión. También comente un plan para sedación posterior a la intubación.
Si el primer intento de intubación endotraqueal fracasa, quien intuba tiene la opción de volver
a intentarlo, utilizando otra técnica, o permitir que otro médico rescate la vía respiratoria. Un estudio
de 2005 de Sagarin y cols. mostró que entre los residentes de medicina de urgencias, dos terceras
partes de quienes fracasaron en su primer intento de intubación tuvieron éxito en los intentos subse-
cuentes. Esto debe sopesarse con el entendido de que durante los intentos de intubación el paciente
no está ventilando y múltiples intentos o intentos prolongados pueden llevar a desenlaces fatales.
Algunas organizaciones, como el European Resuscitation Council, han recomendado un límite de 10 s
en todos los intentos de intubación. El equipo de tratamiento debe establecer un límite de tiempo
antes de la intubación y tener en cuenta el estado del paciente y la probabilidad de desaturación
(es decir, reserva). Si se considera que una laringoscopia directa es imposible, o si no se logra con rapi-
dez, debe recurrirse a técnicas de respaldo con ventilación entre los intentos. Los dispositivos variarán
según la institución, pero aquí se describen brevemente los más comunes.
Un dilatador (bougie) de goma elástica, o estilete de Eschmann, es mucho más largo, suave
y más flexible que un estilete de alambre típico y puede ofrecer una ventaja cuando no se visuali-
zan claramente las cuerdas vocales. La punta se inclina a 30 grados, de modo que cuando pueda
insertarse bajo visualización directa hacia la glotis con la punta inclinada en sentido anterior,
entre a la abertura de la glotis y roce o golpee a lo largo de los anillos traqueales. Su longitud
permite que la sonda endotraqueal se deslice sobre el dilatador antes de la inserción o que la
sonda endotraqueal pueda ser cargada por un asistente. Este útil dispositivo debe estar a la mano
para cada intubación.
La videolaringoscopia ahora está siempre presente en las salas de urgencias, variando de
dispositivos portátiles pequeños con pantallas LCD incluidas, hasta grandes dispositivos con
pantallas separadas que pueden proyectar imágenes de forma remota. A grandes rasgos, la intu-
bación con videolaringoscopia consta de tres pasos: exponer la laringe, colocar la punta de la
sonda endotraqueal en la abertura glótica y avanzarla hacia la tráquea. Cada dispositivo tiene
sus propios beneficios y es demasiada información para analizarla con detalle aquí. Las prin-
cipales ventajas de estos dispositivos, en conjunto, son la visualización directa de la laringe y la
abertura de la glotis cuando la línea de visión no es posible a través de la laringoscopia directa,
así como un mínimo movimiento de la columna cervical. Además, la videolaringoscopia es una
herramienta de enseñanza útil dado que permite al instructor visualizar directamente la técnica
del practicante. Es responsabilidad del médico de urgencias dominar el equipo específico de su
propia institución.
La categoría final de dispositivos de respaldo para las vías respiratorias es la vía supragló-
tica. Esta clase abarca los servicios médicos de urgencia que se enfocan en la sonda laríngea King
o Combitubo a la mascarilla laríngea, que se usa más a menudo dentro del hospital. La principal
ventaja del dispositivo supraglótico es que se inserta a ciegas. La inserción a ciegas descarta la
necesidad de usar múltiples hojas y mangos del laringoscopio. Los profesionales médicos pre-
hospitalarios, militares y tácticos utilizan estos dispositivos debido a que son portátiles y de
tecnología básica. En el hospital, donde se cuenta con equipo diverso, la inserción a ciegas es
benéfica cuando la visibilidad de las cuerdas vocales está obstruida por diversos motivos. En esta
situación, cuando la intubación endotraqueal y la bolsa-válvula-mascarilla fracasan, insertar un
dispositivo supraglótico puede ser una medida temporal que permite salvar la vida hasta que
pueda colocarse una vía aérea definitiva.
Al abordar la vía respiratoria en urgencias, es necesario preparar su equipo y materiales de
la misma forma cada vez para tener la mejor posibilidad de éxito. Familiarícese con el equipo
en su institución y practique con cada auxiliar de forma regular. Siempre esté preparado para el
fracaso y tenga listos varios planes de contingencia.
PUNTOS CLAVE
■■ Sea metódico al prepararse para la intubación de urgencia y considere usar una lista de
verificación.
■■ Familiarícese con los dispositivos auxiliares para las vías respiratorias disponibles en su
institución. Conozca la forma de obtenerlos y cuándo usarlos.
■■ Si está disponible, el equipo de anestesia puede proporcionar auxiliares para la vía respi-
ratoria que no se encuentran en la sala de urgencias.
■■ Un dispositivo supraglótico es extremadamente útil cuando la intubación endotraqueal
y la bolsa-válvula-mascarilla fracasan.
■■ La vía aérea quirúrgica es el último recurso cuando todas las otras técnicas antes des-
critas fracasan.
Lecturas recomendadas
Levitan RM, Heitz JW, Sweeney M, et al. The complexities of tracheal intubation with direct
laryngoscopy and alternative intubation devices. Ann Emerg Med. 2011;57(3):240–247.
Marco CA, Marco AP. Airway adjuncts. Emerg Med Clin North Am. 2008;26(4):1015–1027, x.
Nelson JG, Wewerka SS, Woster CM, et al. Evaluation of the Storz CMAC®, Glidescope®
GVL, AirTraq®, King LTS-D™, and direct laryngoscopy in a simulated difficult airway.
Am J Emerg Med. 2013;31(3):589–592.
Sagarin MJ, Barton ED, Chng YM, et al. National emergency airway registry investigators. Airway
management by US and Canadian emergency medicine residents: A multicenter analysis of
more than 6,000 endotracheal intubation attempts. Ann Emerg Med. 2005;46(4):328–336.
4
Conozca los medicamentos para
intubación en secuencia rápida
Daniel Swedien, MD
La intubación en secuencia rápida es una técnica que los médicos suelen utilizar para manejar
las vías respiratorias en urgencias. Esta técnica utiliza medicamentos de inducción para lograr un
estado de inconsciencia, seguidos por fármacos paralíticos que ayudan a una intubación rápida y
segura de la vía respiratoria. Para ello es fundamental conocer el abordaje general y dominar el uso
de los medicamentos para este proceso. Este capítulo se enfoca solo en los medicamentos para la
intubación en secuencia rápida y omite otros aspectos del proceso.
Cada individuo e institución manejan un abordaje distinto para la intubación en secuencia
rápida, pero es importante que el médico se sienta cómodo con los pasos y los fármacos que uti-
lizará durante el proceso de intubación. La medicación previa, la inducción y la parálisis son los
pasos que integran la medicación en la intubación en secuencia rápida. Los pacientes despier-
tos deben sedarse de forma adecuada antes de que se les paralice. Esto puede hacerse simple-
mente al administrar el fármaco de inducción por vía intravenosa, seguido inmediatamente por
el fármaco paralítico. También es importante conocer los medicamentos en este ámbito, dado
que la sedación puede perder efecto mientras el paciente sigue paralizado. Toda la secuencia es
sensible al tiempo, por lo que conocer a fondo los medicamentos para intubación en secuencia
rápida le permitirá tener gran éxito en el abordaje de esta técnica.
La medicación previa consiste en la administración de fármacos como fentanilo, lidocaína
y pequeñas dosis de paralíticos para mitigar la respuesta fisiológica a la intubación. Hay evidencia
limitada que apoya esta práctica, ya que puede causar apnea antes de la intubación. Evidencias
recientes sugieren que los pacientes que no toleran el periodo de oxigenación previa pueden
beneficiarse de dosis pequeñas de ketamina (1 a 1.5 mg/kg) para mejorar las saturaciones de oxí-
geno antes de la intubación.
La sedación puede lograrse por medio de muchas vías y a la fecha se utilizan diversos fármacos.
Los tres medicamentos que se usan con mayor frecuencia para este fin son etomidato, ketamina y pro-
pofol, y cada uno de ellos tiene una serie de ventajas y desventajas distintas. Uno de los medicamentos
usados más a menudo, etomidato (0.3 mg/kg/IV) tiene un inicio de acción rápido y una duración
breve, lo que lo hace favorable como fármaco de inducción. Lo que también hace a este medicamento
uno de los más utilizados es que es neutro para la presión arterial y reduce la presión intracraneal. Sin
mencionarlas con gran detalle, etomidato tiene varias desventajas. En fechas recientes se ha sugerido
una mayor disfunción suprarrenal en pacientes con choque séptico, aunque no se ha establecido que
aumente la mortalidad o la utilización de recursos. Los otros dos medicamentos de inducción de acción
rápida incluyen propofol (0.5 mg/kg/IV) y ketamina (1 mg/kg/IV). Propofol es un magnífico anti-
convulsivo, pero está contraindicado en pacientes con hipotensión. Ketamina es igual de eficaz que eto-
midato, conserva el impulso respiratorio, pero está contraindicada en pacientes hipertensos. Ketamina
puede usarse como alternativa en pacientes en choque séptico. Recuerde que antes de administrar
fármacos sedantes deben revisarse sus indicaciones, contraindicaciones e inicio de acción/duración del
tratamiento. Esto le permitirá dosificar de forma adecuada, volver a dosificar de ser necesario y poder
alternar entre diferentes sedantes según lo dicte la situación.
Al igual que como se hace con los sedantes, para elegir el mejor paralítico deben considerarse
las ventajas y desventajas de los fármacos disponibles. Los paralíticos que se emplean con mayor fre-
cuencia son los despolarizantes y no despolarizantes, con succinilcolina y rocuronio como los repre-
sentantes de uso más frecuente de cada clase respectiva. Succinilcolina (1.5 mg/kg/IV) es el paralítico
preferido dado que es igualmente eficaz que cualquier fármaco no despolarizante, pero tiene un rápido
inicio de acción y una duración más breve que cualquier otro no despolarizante. Como con los me-
dicamentos sedantes, es importante alternar paralíticos de acuerdo con la situación clínica y con succi-
nilcolina es fundamental hacer una lista de contraindicaciones que justificarían el uso de un paralítico
distinto. Las contraindicaciones comunes incluyen quemaduras recientes, lesión por aplastamiento,
lesiones de desnervación o casos en que una elevación del potasio sérico no sea tolerable o cuando hay
preocupación de una posible elevación de la presión intracraneal o la presión intraocular. Asimismo,
hay que tener en cuenta que succinilcolina suele subdosificarse en situaciones de urgencias, lo que se
añade a las dificultades de la intubación. En estos casos, rocuronio (1 mg/kg/IV) a menudo es una
alternativa adecuada. Este fármaco suele considerarse un paralítico secundario de segunda línea por
su mayor duración de acción. Evidencias recientes también sugieren que los pacientes con riesgo
elevado de desaturación pueden beneficiarse del rocuronio, ya que puede proporcionar más tiempo
antes de la desaturación, cuando se compara con succinilcolina. Lo importante con los paralíticos es
crear una lista de verificación, ya sea física o mental, que permita valorar sin demora si el medica-
mento es apropiado en una determinada situación clínica o contar con alternativas en caso necesario.
Conocer los medicamentos en la intubación en secuencia rápida es importante, ya que esto
aumenta las probabilidades de éxito en las intubaciones y disminuye las complicaciones. Los pun-
tos más importantes a recordar es saber cómo dosificar el medicamento y qué situación clínica
requiere buscar opciones distintas a los medicamentos de primera línea. En casos de urgencia,
esto puede ser difícil de valorar con rapidez y por lo tanto es importante anticipar qué situaciones
harían que el médico optara por un medicamento distinto a sus preferidos para la intubación en
secuencia rápida.
PUNTOS CLAVE
■■ La inducción y la parálisis son los pasos clave relacionados con los fármacos en la intu-
bación en secuencia rápida.
■■ Etomidato, ketamina y propofol son los tres fármacos de uso más frecuente para sedación.
■■ Etomidato (0.3 mg/kg/IV) tiene un inicio de acción rápido y una duración breve, ade-
más de ser neutro para la presión arterial y reducir la presión intracraneal. Ketamina
(1 mg/kg) está contraindicada en pacientes hipertensos, es eficaz como etomidato y
puede aplicarse aun en la sepsis. Propofol (0.5 mg/kg) está contraindicado en pacientes
hipotensos y puede usarse como anticonvulsivante.
■■ Succinilcolina (1.5 mg/kg/IV) es el paralítico preferido y es un fármaco despolarizante,
tan eficaz como cualquier fármaco no despolarizante, con un inicio de acción rápido y
una duración breve, pero está contraindicado en pacientes en riesgo de hiperpotasiemia,
aumento de la presión intracraneal o aumento de la presión intraocular.
■■ Rocuronio (1 mg/kg/IV) puede ser una alternativa adecuada como fármaco paralítico
no despolarizante.
Lecturas recomendadas
Bruder EA, Ball IM, Ridi S, et al. Single induction dose of etomidate versus other induction
agents for endotracheal intubation in critically ill patients. Cochrane Database Syst Rev.
2015;(1):CD010225. PubMed PMID: 25568981.
Cohen L, Athaide V, Wickham ME, et al. The effect of ketamine on intracranial and cere-
bral perfusion pressure and health outcomes: A systematic review. Ann Emerg Med.
2015;65(1):43–51.e2. PubMed PMID: 25064742.
Mallon WK, Keim SM, Shoenberger JM, et al. Rocuronium vs succinylcholine in the emer-
gency department: A critical appraisal. J Emerg Med. 2009;37(2):183–188. PubMed PMID:
19097730.
Weingart SD, Levitan RM. Preoxygenation and prevention of desaturation during emergency
airway management. Ann Emerg Med. 2012;59(3):165–175.e1. PubMed PMID: 22050948.
Weingart SD, Trueger NS, Wong N, et al. Delayed sequence intubation: A prospective obser-
vational study. Ann Emerg Med. 2015;65(4):349–355. PubMed PMID: 25447559.
5
¿Maximizó su vista laríngea?
Devin M. Keefe, MD
Al enfrentar una afección inminente de las vías respiratorias, es fundamental que el médico de
urgencias controle todas las variables posibles y maximice la vista laríngea para asegurar el éxito
de la intubación en el primer intento. Con cada intento repetido de intubación orotraqueal, la
incidencia de eventos adversos aumenta de forma significativa.
Preparación
En preparación para la intubación en secuencia rápida deben tenerse a la mano todos los auxi-
liares y dispositivos de respaldo necesarios para la vía respiratoria. Esto incluye, aunque no es
limitante, un mango con fuente de luz probada, varios tamaños de hojas Macintosh, hojas rec-
tas (Miller), un videolaringoscopio, dos fuentes de succión confirmadas y funcionando, sondas
endotraqueales de diferentes tamaños, comprobadas, con estiletes colocados, una bolsa-válvu-
la-mascarilla, un detector de CO2 teleespiratorio, estetoscopio, sondas nasofaríngeas/orofaríngeas,
escalpelo con hoja 10, dilatador (bougie) y dispositivos de rescate supraglótico de la vía respira-
toria. Recuerde que la única vía respiratoria fallida es aquella que no se anticipa. La preparación
de medidas de respaldo (incluyendo una vía quirúrgica) es fundamental.
Colocación
Una laringoscopia exitosa inicia con la colocación del paciente y el operador. El enfermo debe
moverse hacia la cabecera de la cama, de modo que las estructuras glóticas no estén a más de
45 cm del laringoscopista. La altura de la cama debe ajustarse de modo que quien intube pueda
pararse con naturalidad mientras introduce la hoja del laringoscopio con el brazo izquierdo
entre una flexión de 90 grados y una extensión completa en el codo.
Debe lograrse una extensión del cuello del paciente alineada con la escotadura oído a ester-
nón. En el paciente pediátrico o en aquellos con obesidad patológica, puede requerirse un rodillo
para el cuello o una almohada para mantener esta posición. La cara del paciente estará más o
menos paralela con el techo si hay una alineación adecuada. Esta posición ha mostrado que
maximiza la distancia entre el paladar y la lengua. La extensión del cuello más allá de este punto
distorsionará la anatomía y oscurecerá la visibilidad.
Después de una preoxigenación apropiada y la administración de los medicamentos para
intubación en secuencia rápida, se abre la boca del paciente usando una técnica de tijera cruzada
con el pulgar y el dedo medio de la mano derecha. Los incisivos deben estar completamente
separados. La presión digital anterior sobre los incisivos mandibulares con el pulgar promueve el
deslizamiento de la mandíbula anterior y proporciona un efecto de empujón mandibular interno
que maximiza el espacio en la faringe.
Para lograr la máxima ventaja mecánica, el mango del laringoscopio debe sostenerse lo más
abajo posible y el codo debe mantenerse cerca del cuerpo. Se introduce la hoja de Macintosh en la
boca al girar el mango hacia abajo y la derecha. Esto minimiza el contacto del mango con el pecho
del paciente y permite que la hoja caiga a la orofaringe mientras evita los dientes y las estructuras de
tejidos blandos. La hoja ahora puede girarse hacia la línea media, empujando ligeramente la lengua
hacia la izquierda. La hoja se avanza a lo largo de la lengua hasta la base. En este punto, el mango
se descansa a lo largo de su eje para mover la lengua en sentido anterior. A esta altura puede obser-
varse la epiglotis y se avanza la punta de la hoja curva para entrar en contacto con la vallécula. La
colocación apropiada de la punta de la hoja en la vallécula permite levantar la epiglotis en sentido
anterior, exponiendo las estructuras glóticas. La inserción excesiva promueve el cierre de la epiglo-
tis, en tanto que la inserción insuficiente no transmitirá la fuerza necesaria para levantar la epiglotis
a través del ligamento hioepiglótico. De forma correspondiente, los pequeños movimientos de la
hoja en la vallécula pueden permitir grandes mejorías en la visión glótica.
Las estructuras glóticas que deben identificarse incluyen el aritenoides posterior, las cuer-
das vocales y la comisura anterior. La escala de clasificación más frecuente de la visión laringos-
cópica es el sistema de clasificación de Cormak-Lehane con el grado 1 como una visión completa
y el grado 4 sin que se aprecien la glotis o la epiglotis.
Otra escala de clasificación, quizá más intuitiva, es la calificación de porcentaje de abertura
de la glotis. Esta calificación representa la abertura lineal desde la escotadura interaritenoides hasta
la comisura anterior de las cuerdas. Una calificación de 100% significa una visualización completa.
Otras técnicas, como la laringoscopia bimanual, pueden ser útiles para aumentar una
visualización difícil. La laringoscopia bimanual usando manipulación con laringoscopio externo
es una técnica para las vías respiratorias que se realiza durante la laringoscopia. El intubador
toca la parte posterior de la cabeza del paciente y manipula la laringe con la mano derecha. Con
frecuencia, el cartílago tiroides se mueve en sentido superior contra la punta de la hoja del larin-
goscopio en la vallécula para ayudar a elevar la epiglotis. Una vez que se obtiene la visualización
deseada, el laringoscopista pide a un asistente que mantenga la misma presión sobre la laringe,
de modo que la mano derecha puede usarse para introducir la sonda.
Hay muy poca evidencia para apoyar la presión de la cricoides como un auxiliar para la
laringoscopia. Las guías de 2010 de la AHA no recomiendan aplicar presión en la cricoides
durante el paro cardiaco. La presión de la cricoides no se diseñó para mejorar la visualización
de la laringe, causa complicaciones y por lo general debe evitarse. Las contraindicaciones para
la presión de la cricoides incluyen una lesión cricotraqueal, vómito activo, inestabilidad de la
columna cervical, mala visualización laringoscópica e inserción de la mascarilla laríngea.
Otra técnica de manipulación externa de la vía respiratoria que se usa con frecuencia es
la presión hacia atrás, hacia arriba y hacia la derecha. Esta técnica es similar a la bimanual que
incluye manipulación con laringoscopio externo, pero la realiza de forma ciega un asistente.
Un estudio de 2006 con cadáveres frescos mostró que la laringoscopia bimanual era mejor
que las maniobras aplicadas por el asistente. La presión de la cricoides y la técnica de presión
hacia atrás, hacia arriba y hacia la derecha en realidad hicieron que la visualización de la glotis
fuera peor en una tercera parte de los casos.
Debe considerarse que una hoja de punta recta como la de Miller requiere una técnica
diferente. El objetivo de la punta recta es levantar directamente la epiglotis para revelar las cuer-
das. En tanto que es más estrecha y ofrece un menor control de la lengua, es un abordaje útil
cuando se maneja la epiglotis suelta y relativamente larga del paciente pediátrico.
El advenimiento de la videolaringoscopia ha cambiado la forma en que muchos profesionales
de urgencias abordan las vías respiratorias y ha sido causa de múltiples debates. Las ventajas de la
videolaringoscopia incluyen la capacidad de intubar cuando la movilidad del cuello o la abertura
orofaríngea son limitadas y permite supervisar a los médicos para ver y asistir con la intubación, así
como una reducción teórica de los traumatismos de las vías respiratorias. Los críticos de la video-
laringoscopia sostienen que la sangre o las secreciones pueden oscurecer con facilidad la visualiza-
ción y existe la probabilidad de que el equipo falle y el potencial de que los médicos dependan de
la tecnología y pierdan sus habilidades para realizar una laringoscopia directa. Por supuesto que los
médicos de urgencias deben familiarizarse con los dispositivos de videolaringoscopia en sus insti-
tuciones y elegir la herramienta más apropiada con base en cada situación clínica.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Levitan RM, Kinkle WC, Levin JL, et al. Laryngeal view during laryngoscopy, comparing
cricoid pressure, backward-upward-rightward-pressure and bimanual laryngoscopy. Ann
Emerg Med. 2006;47:548–555.
Neumar RW, Otto CW, Link MS, et al. Part 8: Adult advanced cardiovascular life support:
2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and
Emergency Cardiovascular Care. Circulation. 2010;122(Suppl 3):S729–S767.
Sakles J. A comparison of the C-MAC video laryngoscopy to the Macintosh direct laryngos-
cope for intubation in the emergency department. Ann Emerg Med. 2012;60:739.
Sakles JC, Chiu S, Mosier J, et al. The importance of first pass success when performing oro-
tracheal intubation in the emergency department. Acad Emerg Med. 2013;20:71.
Schmitt HJ, Mang H. Head and neck elevation beyond the sniffing position improves laryngeal
view in cases of difficult direct laryngoscopy. J Clin Anesth. 2002;14(5):335–338.
6
No tema a las navajas: la vía aérea
quirúrgica
Ernest Mavunga, MD, MSc
La cricotirotomía está indicada cuando los intentos por oxigenar o intubar han fracasado o
cuando no son factibles, como en el caso de un traumatismo facial o la presencia de una anatomía
facial distorsionada.
La mayor preocupación al realizar una cricotirotomía es el retraso para efectuar el pro-
cedimiento. Esto en ocasiones se debe a repetidos intentos fallidos de esfuerzos no quirúrgicos
para establecer una vía respiratoria (intubación de la vía respiratoria con mascarilla laríngea,
laringoscopio fibróptico, estilete iluminado).
Desafortunadamente, numerosos estudios han revelado que la mayoría de los pacientes
ya presentaba paro cardiaco o bradicardia antes de la cricotirotomía. El motivo probable para el
retraso es la incomodidad con el procedimiento. Como tal, el fracaso relacionado con la cricoti-
rotomía es resultado de un retraso al realizar el procedimiento más que de un fracaso en el pro-
cedimiento en sí mismo. Igualmente importante es la preparación para el procedimiento. Dicho
esto, a medida que se establece una vía respiratoria de contingencia con los coadyuvantes no qui-
rúrgicos, debe incluirse una alternativa quirúrgica. De ser posible, la secuencia de eventos debe
delinearse antes de tratar de intubar. La secuencia debe incluir una revisión de las indicaciones
de cuándo debe realizarse una cricotirotomía. Al hacerlo, en los casos en que no hay tiempo para
prepararse, tener claramente establecido cuándo avanzar a una vía respiratoria quirúrgica puede
salvar la vida del paciente.
Contraindicaciones
Antes de practicar una cricotirotomía, el médico debe estar familiarizado tanto con las contrain-
dicaciones absolutas como con las relativas del procedimiento. En una urgencia de vía respiratoria
que pone en riesgo la vida existen pocas contraindicaciones, si acaso, para la cricotirotomía. Sin
embargo, algo que puede considerarse como una posible contraindicación sería una obstrucción lo
bastante distal a la membrana cricoides, de modo que la cricotiroidotomía no ofrezca la oxigenación
o ventilación requerida. Incluso en esos casos, si la obstrucción es móvil, como sucede con los bolos
de comida, puede realizarse de todos modos y empujar el bolo hacia adelante, con la intención de
alcanzar la vía principal derecha y después intubar el lado no obstruido.
En cuanto a las contraindicaciones que deben considerarse, se incluye cirugía previa en el
cuello, obesidad, patología del cuello, radioterapia previa en el área, coagulopatía, traumatismo/
quemaduras, hematoma o cualquier característica que distorsione los puntos de referencia anató-
micos. En estos casos, deben anticiparse las dificultades y prepararse de forma correspondiente,
consultando con anticipación al procedimiento al cirujano, anestesiólogo u otorrinolaringólogo.
Preparación
Como es el caso con cualquier procedimiento, el éxito radica en la preparación. En el peor de los
casos, antes del procedimiento, se debe contar con sondas de traqueostomía con manguito y sin
fenestraciones números 4 y 5 y un escalpelo número 11. De estar disponible, incluir un gancho
traqueal, dilatador de Trousseau, gasas de 10 × 10, succión, dos hemostatos pequeños, hisopos
antisépticos y campos quirúrgicos.
Procedimiento
Una vez que se toma la decisión de realizar una cricotirotomía, empiece por identificar los puntos de
referencia y acomódese en una buena posición. La membrana cricoides es una hoja fibroelástica gruesa
ubicada entre los cartílagos cricoides y tiroides, con una altura y ancho promedio de 10 mm (ancho
del dedo índice). Comience identificando el cartílago tiroides, que en los varones tiene una escotadura
superior y es la mayor prominencia laríngea. En cambio, en las mujeres, el cartílago cricoides es la
mayor prominencia y se identifica mejor al mover el dedo con que se hace la palpación hacia arriba de
la escotadura esternal. La membrana cricotiroidea será entonces la depresión que se nota entre los car-
tílagos tiroides y cricoides. Una vez que se identifica, se esteriliza el área. De ser posible, trate de tener
un segundo par de manos estériles cerca. Si el tiempo lo permite, intente anestesiar el área de forma
local. A continuación, vuelva a confirmar sus puntos de referencia, sostenga la tráquea con la mano no
dominante y después haga una incisión vertical de 2 a 3 cm en la línea media a través de la piel. Si la
incisión no es lo bastante profunda, es posible que requiera pinzas quirúrgicas para separar el tejido
en un esfuerzo por alcanzar la membrana cricotiroidea. Una vez que lo identifique, haga una incisión
transversal de 1 a 2 cm a través de la membrana cricotiroidea. A continuación, inserte su dedo meñique
en la incisión y a través de la membrana cricotiroidea palpe el interior de la tráquea; si puede percibir
bordes, está en el sitio indicado. Con el dedo en el interior de la abertura, deslice la sonda de forma recta
a lo largo del mango hasta tocar los anillos en la parte posterior de la tráquea y aváncela hasta que el
manguito esté dentro de la vía respiratoria. Infle el manguito; ausculte en busca de ruidos respiratorios
además de usar el detector de CO2 teleespiratorio para confirmar la colocación de la vía respiratoria.
Considerando que es una vía respiratoria corta que ahora puede estar húmeda por el sangrado en la
zona, debe tenerse cuidado adicional al asegurar la vía respiratoria.
Si se cuenta con un hemostato y un equipo traqueal, después de hacer la incisión horizon-
tal puede usarse un hemostato para abrir la vía respiratoria. A continuación, inserte un gancho
traqueal en la abertura, enganchando el extremo caudal de la misma y levante, permitiendo el
paso de una sonda endotraqueal o de traqueostomía con un manguito de tamaño apropiado (por
lo general una de número 5 o 6), dirigiendo la sonda en sentido distal. La sonda puede asegurarse
entonces después de confirmar la colocación.
Después de la cricotirotomía
Después de asegurar la vía respiratoria, es necesario estar alerta a las posibles complicaciones del
procedimiento y documentarlo de forma apropiada. Algunas complicaciones que se citan con
frecuencia incluyen broncoaspiración, enfisema mediastínico, hemorragia, creación de un paso
falso en el tejido, laceración esofágica/traqueal o lesión de las cuerdas vocales. Es importante
documentar las complicaciones anteriores, de modo que pueda enfocarse un manejo adecuado
en el futuro.
Sin embargo, una cricotirotomía puede ser una situación estresante y también servir como
una importante oportunidad de aprendizaje. En cuanto al componente estresante de este proce-
dimiento, puede ser útil una sesión de retroalimentación. Durante esta reunión, una buena forma
de comenzar es comentar qué salió bien y qué no. En adelante, asegurarse que se escucha a todo
mundo y que se atienden las inquietudes de todos es igualmente importante. Hay quienes conside-
ran que la cricotirotomía puede ser excesiva e innecesaria, por lo que reconocer las preocupaciones
y fomentar este tipo de discusiones es importante. En la misma línea, estos casos pueden ser la base
para mejorar el procedimiento.
PUNTOS CLAVE
■■ Como mínimo, se requiere una hoja número 11 y sondas de traqueostomía con manguito
no fenestradas números 4 y 5, e incluso una sonda orotraqueal regular tamaño 7 (impor-
tante asegurarse de la longitud).
■■ Una vez que ha entrado a la membrana cricotiroidea, cerciórese de tener un dispositivo
quirúrgico o su dedo en la abertura en todo momento hasta colocar la sonda.
■■ Haga espacio y tiempo para la sesión de retroalimentación, aunque pueda ser una expe-
riencia estresante para todos los involucrados.
Lecturas recomendadas
Frerk C, Mitchell VS, McNarry AF, et al. Difficult Airway Society intubation guidelines wor-
king group, Difficult Airway Society 2015 guidelines for management of unanticipated
difficult intubation in adults. Br J Anaesth. 2015;115(6):827–848. doi:10.1093/bja/aev371.
Greenland KB, Acott C, Segal R, et al. Emergency surgical airway in life-threatening
acute airway emergencies—Why are we so reluctant to do it? Anaesth Intensive Care.
2011;39(4):578–584.
Hamaekers AE, Henderson JJ. Equipment and strategies for emergency tracheal access in the
adult patient. Anaesthesia. 2011;66(Suppl 2):65–80.
Langvad S, Hyldmo PK, Nakstad AR, et al. Emergency cricothyrotomy—A systematic review.
Scand J Trauma Resusc Emerg Med. 2013;21:43. doi:10.1186/1757-7241-21-43.
Paix BR, Griggs WM. Emergency surgical cricothyroidotomy: 24 successful cases lea-
ding to a simple ‘scalpel-finger-tube’ method. Emerg Med Australas. 2012;24(1):23–30.
doi:10.1111/j.1742-6723.2011.01510.x.
7
No confíe solo en la exploración
clínica para confirmar la colocación
de la sonda endotraqueal
Robert B. Takla, MD, MBA, FACEP y Ashwin Sabbani, MD
usadas a la fecha. La gran variedad de técnicas que se analizan en este capítulo son esenciales, ya
que el empleo de diversos métodos de verificación proporciona el mayor grado de tranquilidad al
médico que está intubando, así como al resto del equipo, de que la sonda endotraqueal está donde
tiene que estar.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Brunel W, Coleman DL, Schwartz DE, et al. Assessment of routine chest roentgenograms
and the physical examination to confirm endotracheal tube position. Chest. 1989;96:
1043–1045.
McGillicuddy DC, Babineau MR, Fisher J, et al. Is a postintubation chest radiograph neces-
sary in the emergency department? Int J Emerg Med. 2009;2:247–249.
Reichman EF. Chapter 12. Confirmation of endotracheal intubation. In: Reichman EF, ed.
Emergency Medicine Procedures. 2nd ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2013.
Rudraraju P, Eisen LA. Confirmation of endotracheal tube position: A narrative review.
J Intensive Care Med. 2009;24(5):283–292.
Vissers RJ, Danzl DF. Tracheal intubation and mechanical ventilation. In: Tintinalli JE, Stapc-
zynski J, Ma O, et al., eds. Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. New York,
NY: McGraw-Hill, 2011.
8
El arte de usar la bolsa
Devin M. Keefe, MD
Equipo
La bolsa-válvula-mascarilla estándar está compuesta por una bolsa manualmente compresi-
ble autoinflable (ambú) acoplada a una válvula sin aire reciclado y una mascarilla facial en un
extremo y un reservorio que puede unirse a una fuente de oxígeno en el otro. Las bolsas están
disponibles en varios tamaños para lactantes, niños y pacientes adultos. En teoría, con un sello
apropiado, la bolsa-válvula-mascarilla puede suministrar oxígeno al 100% a una velocidad de
flujo de 15 litros (L) por minuto. De forma realista, la mayoría de los sistemas proporcionan
~ 75% de oxígeno. Para un suministro máximo de oxígeno, la velocidad de flujo de oxígeno
acoplado debe superar la ventilación minuto administrada. Una válvula de entrada permite que
el aire ambiental entre cuando el volumen de reservorio es inadecuado para el llenado de la bolsa.
Resulta importante que la bolsa-válvula-mascarilla no suministre oxígeno pasivo; la bolsa-válvu-
la-mascarilla está diseñada sobre todo para ser un dispositivo de ventilación de presión positiva. Debido
a la válvula de pico de pato de no retorno, el oxígeno solo se administra cuando se genera un gradiente
de presión suficiente a lo largo de la válvula. En el paciente que respira de forma espontánea (sin
bolsa de compresión), el suministro de oxígeno está impulsado solo por la propia presión inspiratoria
negativa del paciente. Sin compresión, la FiO2 administrada mediante bolsa-válvula-mascarilla varía
según el dispositivo de 0.55 a 0.96, dependiendo de la distensibilidad de la válvula del fabricante. De
modo correspondiente, la bolsa-válvula-mascarilla es menos eficaz en el paciente que respira de forma
espontánea y requiere asistencia manual, es decir, de compresiones con presión positiva coordinadas
con las propias respiraciones del paciente. Este es un concepto importante, ya que colocar la bolsa-vál-
vula-mascarilla en un paciente que respira de manera espontánea no suministra un flujo de oxígeno
en la misma forma que una mascarilla o cánula nasal sin aire reciclado. Con frecuencia, el personal
médico que no cuenta con conocimientos suficientes coloca una bolsa-válvula-mascarilla estática en
un paciente con dificultad respiratoria durante el periodo previo a la intubación, creyendo que está
preoxigenando al paciente. En realidad, este uso inapropiado de la bolsa-válvula-mascarilla puede llevar
a un suministro deficiente de oxígeno y desaturación rápida durante la intubación en secuencia rápida.
Siempre que se maneje la vía respiratoria, es necesario asegurarse que se tiene todo el
equipo necesario a la mano. Esto incluye como mínimo un oxímetro de pulso, una fuente de
oxígeno, sondas nasofaríngea y orofaríngea, depresor lingual, lubricante a base de agua y catéter
de succión de Yankauer con una fuente de potencia de vacío.
Sello de la mascarilla
Es discutible que el elemento más importante de una buena ventilación con bolsa-válvula-mascarilla
sea el sello adecuado de la mascarilla. Las mascarillas están disponibles en diversos tamaños y deben
elegirse cuidadosamente. Tanto la inflación excesiva como la insuficiente del cojín de la mascarilla
pueden alterar el sello. Varios estudios han investigado los factores de predicción de una ventilación
deficiente con la mascarilla y comparado las técnicas de sello de la mascarilla. Los factores de predic-
ción de una ventilación difícil con bolsa-válvula-mascarilla son intuitivos e incluyen obesidad, estado
de Mallampati clase III o IV, edad avanzada, protrusión limitada de la mandíbula, distancia tiromen-
toniana corta, presencia de vello facial, pacientes desdentados y aquellos que roncan.
En la ventilación con bolsa-válvula-mascarilla con un solo operador, se usa una técnica C-E clá-
sica con el pulgar y el dedo índice formando una “C” que rodea y estabiliza la mascarilla sobre la nariz
y la boca, en tanto que el tercero, cuarto y quinto dedos están en formación de “E” a lo largo de la
mandíbula. La extensión adecuada del cuello y la protrusión mandibular que jalan la mandíbula en
la mascarilla son vitales para asegurar la permeabilidad de la vía respiratoria. Empujar la mascarilla
contra la cara promueve la compresión y una ventilación difícil. Hart y cols. estudiaron de forma pros-
pectiva el sellado de la mascarilla de una mano frente al de dos manos en un maniquí de entrenamiento
y concluyeron que la operación con dos manos resulta en mayores volúmenes corriente y presiones
pico, indicando un mejor sello. Hay dos técnicas a dos manos generalmente aceptadas para usarse
cuando hay un segundo operador disponible para comprimir la bolsa: una técnica C-E a dos manos,
colocando ambas manos a los dos lados de la mascarilla como se describe antes, y la técnica V-E. En
esta técnica, el pulgar y la prominencia tenar de ambas manos se colocan en paralelo a ambos lados del
conector de la mascarilla, en tanto que del segundo al quinto dedos proporcionan un empujón anterior
sobre la mandíbula. No hay evidencia que apoye una técnica sobre la otra.
Cuando se analiza el sello de la mascarilla, el paciente desdentado merece consideración
especial. Volver a colocar la mascarilla de modo que el borde caudal repose sobre el labio inferior
(es decir, moviendo la mascarilla hacia arriba de la cara de tal forma que la parte inferior se
acomode en la boca) puede mejorar la ventilación al abrir la vía respiratoria y permitir un mejor
empujón de la mandíbula. Si el paciente tiene prótesis dentales, deben colocarse en su boca para
optimizar la técnica de bolsa-válvula-mascarilla.
Ventilación
Un acrónimo frecuente para una técnica de ventilación con bolsa-válvula-mascarilla adecuada
es ECTA:
■■ Empujón mandibular
■■ Colocación de la vía aérea (orofaríngea o nasofaríngea)
■■ Trabajo en equipo
■■ Apretón pequeño y lento
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Hart D, Reardon R, Ward C, et al. Face mask ventilation: A comparison of three techniques.
J Emerg Med. 2013;44(5):1028–1033.
Joffe AM, Hetzel S, Liew EC. A two-handed jaw-thrust technique is superior to the one-han-
ded “EC-clamp” technique for mask ventilation in the apneic unconscious person. Anes-
thesiology. 2010;113(4):873–879.
Kheterpal S, et al. Incidence and predictors of difficult and impossible mask ventilation. Anes-
thesiology. 2006;105:885–891.
Neumar RW, Otto CW, Link MS, et al. Part 8: Adult advanced cardiovascular life support:
2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and
Emergency Cardiovascular Care. Circulation. 2010;122(Suppl 3):S729–S767.
Racine SX, et al. Face mask ventilation in edentulous patients: A comparison of mandibular
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9
¿La presión arterial sigue estando
baja? Hipotensión posterior
a la intubación
Alison Traver, PA-C
El manejo de los pacientes en estado crítico incluye establecer y mantener una vía respiratoria
permeable, lo que a menudo lleva a una intubación endotraqueal. En la sala de urgencias, el
manejo de la vía respiratoria suele realizarse mediante intubación en secuencia rápida adminis-
trando fármacos para bloqueo neuromuscular e hipnóticos de acción rápida.
Las complicaciones de la intubación incluyen hipoxemia, aspiración e hipotensión posterior a la
intubación. La hipotensión posterior a la intubación se define a grandes rasgos en la bibliografía como
cualquier presión arterial sistólica registrada < 60 mm Hg en un lapso de 60 min de la intubación. Si
el paciente ya está hipotenso y requiere vasopresores, probablemente no sea seguro intubar, a menos
que la vía respiratoria sea incompetente por completo. Por definición, esto no se trata de hipotensión
posterior a la intubación, pero el abordaje de estos pacientes es similar.
PARA RECORDAR
La mayor presión de la aurícula derecha y la menor media de la presión sistémica reducen el
retorno venoso.
2) Factores predisponentes
2.1. Comorbilidades: enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diabetes mellitus,
enfermedad renal crónica, disfunción del ventrículo izquierdo, obesidad
2.2. Factores de riesgo: edad avanzada, sepsis, dependencia de la precarga, estados adre-
nérgicos, hemodinámica tenue previa a la intubación, taquicardia, inhibidores de la
enzima convertidora de la angiotensina
2.3. Índice de choque ≥ 0.8
PARA RECORDAR
Los procesos que llevan a la intubación también suelen ser factores de riesgo para las complica-
ciones relacionadas con la intubación.
3) Trastornos médicos nuevos o en evolución
3.1. Presión teleespiratoria positiva automática, neumotórax
3.2. Síndrome coronario agudo, embolia pulmonar, taponamiento cardiaco, arritmia
3.3. Hemorragia, hipovolemia
Predicción y prevención
Los factores que son más útiles para predecir qué pacientes presentarán hipotensión después de
la intubación incluyen índice de choque, comorbilidades y edad. Calcule el índice de choque al
dividir frecuencia cardiaca/presión arterial sistólica. Determine los trastornos comórbidos
y la edad.
Valore el estado de volumen. A menos que el paciente presente una sobrecarga de volumen
muy evidente, administre líquidos de forma empírica. Coloque los líquidos en una bolsa de pre-
sión, que pueda inflarse en caso necesario. Asegure un acceso intravenoso adecuado: debe tener
en su sitio dos líneas intravenosas.
En pacientes de riesgo elevado, puede considerar iniciar un vasopresor antes de la intubación
o tenerlo preparado y disponible a la cabecera del paciente. Dependiendo de los lineamientos del
hospital, puede considerar tener vasopresores a la mano para administrarlos como bolos pequeños
(presores en bolo). La epinefrina y la fenilefrina son buenas opciones. La fenilefrina probablemente es
mejor en el paciente con taquicardia, considerando que es un agonista adrenérgico alfa puro.
Para el procedimiento, elija el mejor medicamento para el escenario clínico y ajuste la
dosis. Todos los fármacos de inducción causarán hipotensión en un paciente comprometido
debido a sus propiedades simpaticolíticas; por lo tanto, los ajustes de la dosis se vuelven muy
importantes en la prevención de las complicaciones.
Reducir la dosis de los fármacos de inducción
Propofol debe reducirse en 90%. Etomidato puede reducirse en 50% aunque la bibliografía es
limitada sobre si hay suficiente anestesia a niveles menores. Ketamina es benéfica en pacientes en
riesgo debido a que ofrece un aumento simpático y tiene un inicio rápido. Busque proporcionar
una dosis entre aquellas recomendadas para el manejo del dolor y la disociación; 0.5 mg/kg
probablemente sea una buena dosis para empezar. Las dosis de paralíticos deben ser mayo-
res si hay hipotensión o si el gasto cardiaco está disminuido. Por ejemplo, succinilcolina puede
aumentarse a 2 mg/kg y rocuronio a 1.6 mg/kg.
Identificación e intervención
Esté al tanto de lo que ocurre con el paciente en todo momento. Vigile la presión arterial con
frecuencia. Es posible considerar incluso una línea arterial. Si identifica hipotensión posterior a
la intubación, sea sistemático con sus intervenciones:
1) Líquidos abiertos y bolsa de presión insuflada. Asegure una precarga adecuada.
2) Escuche si los ruidos respiratorios son bilaterales. Busque enfisema subcutáneo. Descarte
neumotórax; descomprima el tórax de ser necesario.
3) Palpe los pulsos. Reanime según sea necesario de acuerdo con las guías ACLS.
4) Tome un electrocardiograma. Descarte síndrome coronario agudo y arritmias.
5) Realice un ultrasonido del tórax a la cabecera de la cama. Valore la actividad cardiaca. Des-
carte taponamiento cardiaco. El signo de McConnell puede revelar tensión ventricular y
embolia pulmonar.
6) Desconecte el respirador. Descarte hiperinflación y presión teleespiratoria positiva auto-
mática.
7) Inicie un vasopresor (infusión o dosis en bolo).
8) Repita las pruebas de laboratorio. Descarte un trastorno acidobásico.
9) Cambie los ajustes del respirador. Haga las modificaciones con base en las guías de protec-
ción pulmonar y los procesos subyacentes.
10) Coloque una sonda nasogástrica para reducir la distensión gástrica, que puede estar
aumentando la presión intratorácica.
11) Modifique la sedación posterior a la intubación. Inicie con dosis bajas, pero procure que el
paciente esté cómodo. Puede administrar al mismo tiempo vasopresores y medicamentos
para el dolor/sedantes. Considere cambiar a un fármaco alternativo si el medicamento (es
decir, propofol) causa hipotensión directamente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bersten AD, Soni N, eds. Mechanical ventilation. In: Oh’s Intensive Care Manual. 7th ed. But-
terworth-Heinemann, 2014:364–374.e3.
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10
Encontrando el sitio: elección del sitio
y minimización de complicaciones para
la colocación de una línea central
Dilnaz Panjwani, MD, FACEP y Richard Paul, MD
el alambre guía pase al sistema venoso. Dos técnicas, la guía con ultrasonido y la medición de la
presión, han demostrado que disminuyen los índices de inserción del catéter en la arteria.
Guía ultrasonográfica
Se ha demostrado ampliamente que las imágenes ultrasonográficas dinámicas 2D, en las que la
punta de la aguja se visualiza en tiempo real entrando a la vena elegida, disminuyen de forma
significativa los índices de punción arterial. Muchos informes han revelado que la colocación
arterial del catéter sigue ocurriendo a pesar de que se utiliza la guía de la aguja con ultrasonido. Se
especula que estos casos incluyen movimiento de la aguja en la arteria después de retirar la sonda
ultrasonográfica, confundir el cuerpo de la aguja con la punta y crear un tracto arteriovenoso
antes de encontrar la punta de la aguja en la luz venosa. Para minimizar la canulación arterial,
puede utilizarse el ultrasonido para confirmar la colocación del alambre guía en la vena antes de
la dilatación del vaso.
Medición de la presión
Una segunda técnica para evitar la colocación inadvertida en la arteria es la medición de la pre-
sión en la aguja. Algunos estudios han demostrado que casi el 1% de las punciones arteriales no
se reconoce por el color y el flujo pulsátil de la sangre en la aguja. Un gran análisis retrospectivo
de más de 9 000 colocaciones de líneas centrales con el uso obligatorio de medición de la presión
resultó en cero inserciones de catéter arterial. Hay varias formas de realizar la medición de la
presión durante la colocación de la línea central.
El primer método para medir la presión es acoplar tubos estériles a la aguja o bien un caté-
ter corto de plástico y sostenerlo en posición vertical mientras se observa la elevación sanguínea.
La sangre que sigue elevándose y se derrama de los tubos indica presión arterial, en tanto que la
que se eleva o comienza a regresar de forma gradual hacia la aguja indica una colocación venosa.
También hay manómetros estériles disponibles en el comercio que pueden usarse para confirmar
la presión venosa. Debe notarse que ya sea los tubos estériles o el manómetro pueden acoplarse
al cono de la aguja o al catéter corto de plástico incluido en el equipo. Se recomienda utilizar el
catéter, ya que la manipulación de los tubos mientras están acoplados a la aguja puede mover la
punta de la aguja, ya sea en la arteria o completamente fuera de la vena. Este método puede no
ser útil en pacientes con hipotensión intensa, ya que la presión arterial baja puede confundirse
por presión venosa.
Abordaje subclavio
La selección del sitio es fundamental para evitar complicaciones y optimizar los índices de éxito.
El abordaje de la subclavia es útil para los pacientes con collarines cervicales o pacientes con
ortopnea intensa que deben mantenerse en posición sedente. Sin embargo, la vena subclavia no
está en un sitio compresible, lo que limita la capacidad para aplicar compresión en respuesta a
una punción arterial en caso de que ocurra. Asimismo, la clavícula puede disminuir la capacidad
para visualizar la vena con ultrasonido. La vena subclavia puede canularse desde un abordaje
supraclavicular o infraclavicular. Algunas revisiones han demostrado que mediante el proce-
dimiento supraclavicular es menos probable causar complicaciones como el neumotórax yatró-
geno, y tiene mayores índices de éxito que el abordaje infraclavicular.
Abordaje yugular interno
El abordaje yugular interno permite una visualización ultrasonográfica superior en comparación
con los otros sitios, tanto para localizar la vena objetivo como para demarcar las arterias adya-
centes. Asimismo, en caso de que la punción arterial sea una complicación, este sitio permite una
fácil compresión y visualización de cualquier hematoma en expansión. Sin embargo, el acceso a
la yugular interna puede ser difícil en situaciones de compresiones torácicas, manejo complicado
de la vía respiratoria o pacientes con traumatismos que usan un collarín cervical o tienen lesiones
en el cuello.
Abordaje femoral
El abordaje femoral es útil en un paciente que se somete a compresiones torácicas, dado que el sitio
de inserción se ubica lejos de la pared torácica en movimiento. Además, no hay riesgo de producir
neumotórax yatrógeno y la arteria está en un sitio compresible. Sin embargo, el riesgo a largo plazo
de trombosis venosa profunda relacionada con el catéter es significativamente mayor en las líneas
femorales y el índice de infecciones sanguíneas relacionadas con el catéter también puede ser mayor
en líneas femorales, aunque los datos que se relacionan con este tema no son concluyentes.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Blaivas M. Video analysis of accidental arterial cannulation with dynamic ultrasound guidance
for central venous access. J Ultrasound Med. 2009;28:1239–1244.
Bowdle A. Vascular complications of central venous catheter placement: Evidence-based
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Kusminsky R. Complications of central venous catheterization. J Am Coll Surg. 2007;204:681–696.
11
Manejo del paro cardiaco
E. Timpano, MD
El paro cardiaco puede definirse como la pérdida aguda de la función cardiaca, ya sea de forma
instantánea o después de diversos síntomas, llevando a la larga a la inmovilización de la circulación.
En clínica, las tres características distintivas del paro cardiaco son la ausencia de pulso, la falta
de respuesta y la respiración anormal, ya sea agónica o ausente. La incidencia anual estimada de paro
cardiaco en ambiente extrahospitalario va desde 250 000 a 420 000 y sigue siendo una de las causas
más frecuentes de muerte en Estados Unidos. Hay diversas etiologías subyacentes, con la cardiopatía
isquémica como la más frecuente. Hay cuatro principales ritmos de conducción del paro cardiaco.
Los primeros dos son la fibrilación ventricular y la taquicardia ventricular sin pulso –los cuales son
susceptibles de choque y tienen un resultado más favorable. Los otros dos no son susceptibles de
choque e incluyen actividad eléctrica sin pulso y asistolia. Incluso en aquellos pacientes que reciben
atención antes de llegar al hospital por parte del personal de servicios médicos de urgencia, el índice
de supervivencia hasta el alta hospitalaria con un resultado neurológico significativo es de apenas
8%. Sin embargo, en algunos casos, los índices de supervivencia se acercan casi al 50%, lo que
sugiere que aún queda mucho espacio para mejorar la atención del paro cardiaco. Esta disparidad
parece radicar no en qué tecnologías nuevas o avanzadas se están usando, sino en qué tan rápido y
eficaz se están realizando los esfuerzos básicos para atender el paro cardiaco.
Ya sea que tenga lugar en el hogar, en un sitio público o en el hospital, el reconocimiento
rápido del paro cardiaco es fundamental. La activación temprana de los servicios de respuesta de
urgencia, iniciar una reanimación cardiopulmonar de gran calidad y el uso expedito de desfibri-
ladores externos automatizados son absolutamente fundamentales. El suministro rápido de rea-
nimación cardiopulmonar de gran calidad puede evitar la progresión de los ritmos susceptibles a
desfibrilación a ritmos que no lo son y aumentar los índices de desfibrilación exitosa, las probabili-
dades de sobrevivir y la integridad neurológica. Por desgracia, menos de la mitad de los pacientes
con un paro cardiaco extrahospitalario recibe reanimación cardiopulmonar de un testigo y los des-
fibriladores externos automatizados se usan < 10% de las veces. Incluso con los avances tecnoló-
gicos recientes, estos componentes básicos, en especial la desfibrilación temprana y la reanimación
cardiopulmonar de gran calidad, siguen siendo la base de la reanimación para el paro cardiaco.
En la mayoría de los casos, la administración del choque se hace de forma estandarizada,
según el dispositivo, al presionar un solo botón. No puede decirse lo mismo de la reanimación
cardiopulmonar. La reanimación cardiopulmonar requiere de más que simplemente oprimir el
tórax del paciente. Esto es fundamental debido a que a pesar de que la reanimación cardiopul-
monar de gran calidad es una de las pocas intervenciones que ha mostrado mejorar los resultados
del paro cardiaco, sigue realizándose de forma ineficaz en muchos casos.
La deficiencia más frecuente en la reanimación cardiopulmonar de gran calidad es la apli-
cación de compresiones torácicas con frecuencias y profundidades inadecuadas. Con las manos
colocadas en la mitad inferior del esternón del paciente, las compresiones deben realizarse a una
frecuencia de 100 a 120 por minuto a una profundidad mínima de 5 cm y no > 6 cm. Quien efec-
túa las compresiones debe permitir una recuperación completa de la distensibilidad de la pared
torácica entre compresiones y evitar apoyarse sobre el tórax.
Los índices apropiados de ventilación también son importantes. Un solo reanimador debe
seguir una relación de 30:2 compresiones por respiración de rescate. Cuando hay personal adi-
cional disponible, debe proporcionarse una respiración cada 6 s (10 por minuto).
Cualquier pausa en las compresiones torácicas debe limitarse a un máximo de 10 s. Esto sig-
nifica que en ningún momento de la reanimación por paro cardiaco, por ejemplo, para respiraciones
de rescate, revisiones del pulso, análisis del ritmo, carga del desfibrilador, etc., deben suspenderse las
compresiones por más de este tiempo. Las compresiones deben reanudarse de inmediato luego de
administrar el choque y deben constituir al menos 60% del tiempo total de reanimación.
Cuando se proporciona reanimación cardiopulmonar de gran calidad con mínimas inte-
rrupciones de forma eficaz, los estudios observacionales han demostrado índices más exitosos de
desfibrilación, reanudación espontánea de la circulación y supervivencia al alta hospitalaria. Hay
tratamientos adicionales y otros coadyuvantes que también pueden considerarse para la atención
del paro cardiaco. Sin embargo, la reanimación cardiopulmonar eficaz de gran calidad y la desfibri-
lación temprana siguen siendo dos de las intervenciones más benéficas e importantes.
En la sala de urgencias u otros ambientes con equipo apropiado pueden considerarse tra-
tamientos más avanzados. Los coadyuvantes para el manejo de las vías respiratorias, la vigilan-
cia fisiológica y la ultrasonografía son algunos de ellos. Los medicamentos en el paro cardiaco
también tienen una función importante, pero se comentarán en otro apartado. La aplicación de
estos tratamientos nunca deben preceder a la reanimación cardiopulmonar de gran calidad, ni
tampoco causar interrupciones prolongadas en ella.
La decisión de colocar una cánula avanzada, por ejemplo, una sonda endotraqueal en lugar
de usar ventilación con bolsa-mascarilla, es una disyuntiva frecuente en el paro cardiaco. Para
2015, ningún estudio había demostrado una evidencia definitiva para aconsejar la colocación
sistemática de cánulas avanzadas de acuerdo con la AHA. La ventilación con bolsa-mascarilla efi-
caz, si bien es menos invasiva, aún requiere una considerable habilidad; por lo tanto, la colocación
de la cánula avanzada puede seguir tomándose en cuenta según la experiencia del profesional.
Si se coloca una sonda endotraqueal, se prefiere el monitoreo con capnografía de forma de onda
continua o el CO2 teleespiratorio (ETCO2) como modalidades más confiables para la confirma-
ción y valoración constante de la colocación correcta.
La capnografía de forma de onda también es uno de los parámetros que puede ser razonable
utilizar durante la atención del paro cardiaco para monitoreo fisiológico constante. Puede proporcio-
nar retroalimentación en tiempo real sobre el estado del paciente y ayudar a valorar tanto la calidad
de la reanimación cardiopulmonar como la detección temprana de la reanudación espontánea de
la circulación. Sin embargo, al momento de esta publicación, ningún estudio había demostrado
de manera definitiva una mejor supervivencia o resultados neurológicos al usar estos métodos. Las
guías de Apoyo Vital Cardiovascular Avanzado (ACLS) de 2015 aún incluyen valores de corte para
ETCO2 (< 10 mm Hg) y fase de relajación diastólica en la forma de onda arterial (< 20 mm Hg)
como valores a los que debe fomentarse una mejor reanimación cardiovascular. También permiten
notar un aumento abrupto en la medición de ETCO2 por arriba de 40 mm Hg u ondas de presión
arterial espontánea como indicativas de reanudación espontánea de la circulación.
Por último, la ultrasonografía se está incorporando lentamente en el manejo del paro car-
diaco. Cuando se cuenta con un experto en ultrasonografía, esta modalidad puede considerarse
tanto para confirmar la colocación de la sonda endotraqueal como para evaluar las causas rever-
sibles de paro cardiaco, por ejemplo taponamiento, neumotórax e hipovolemia en presencia de
un paro cardiaco con actividad eléctrica sin pulso. En términos generales, los datos siguen siendo
limitados hasta este momento para mostrar cualquier beneficio a largo plazo.
De este modo, las reanimaciones del paro cardiaco siembre deben tener un líder designado
que coordine todos los esfuerzos, poniendo especial atención en asegurar la administración ade-
cuada de reanimación cardiopulmonar de gran calidad. Asimismo, ha de permitirse que los familia-
res estén presentes si así lo desean. Por último, debe considerarse un periodo de retroalimentación
después de completar la reanimación para valorar el desempeño general y reconocer áreas de opor-
tunidad para el futuro.
PUNTOS CLAVE
■■ El reconocimiento temprano del paro cardiaco, con la implementación sin demora de rea-
nimación cardiopulmonar de gran calidad, es fundamental y puede mejorar los resultados
de supervivencia.
■■ La reanimación cardiopulmonar de gran calidad incluye asegurar una frecuencia y profun-
didad adecuadas de compresiones torácicas, permitiendo la recuperación completa de la
distensibilidad de la pared torácica, evitando la ventilación excesiva y limitando las pausas
entre compresiones a no más de 10 s, con un tiempo mínimo total de compresiones toráci-
cas durante la reanimación de 60%.
■■ La fibrilación temprana para la fibrilación ventricular y la taquicardia ventricular sin
pulso mejora los resultados de supervivencia y no debe retrasarse.
■■ El uso de tratamientos avanzados y coadyuvantes en el paro cardiaco puede ser razonable
en los casos adecuados, siempre y cuando no se interrumpa la reanimación cardiopul-
monar de gran calidad. Sigue habiendo datos demasiado limitados para poder hacer
recomendaciones definitivas para el uso sistemático de estas tecnologías.
■■ Ha de haber un líder designado a cargo de los esfuerzos de reanimación; se debe permitir
que los familiares estén presentes si así lo desean y tiene que haber una sesión breve de
Lecturas recomendadas
Bhanji F, Finn JC, et al. Part 8: Education, Implementation, and Teams: 2015 International
Consensus on Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care Science
With Treatment Recommendations. Circulation. 2015;132(16 Suppl 1):S242–S268.
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12
Medicamentos en el paro cardiaco
¿momento para un réquiem?
Bachar Hamade, MD, MSc
En 1968, Redding y Pearson mostraron que la reanimación de perros con paro cardiaco por fibri-
lación ventricular era más exitosa si se aplicaba epinefrina; desde entonces, la American Heart
Association (AHA) ha recomendado muchos medicamentos en sus algoritmos de apoyo vital car-
diovascular avanzado (ACLS) y atención cardiovascular de urgencia. Sin embargo, estos fármacos
no han soportado el paso del tiempo. Debido a una falta de evidencia que demuestre algún bene-
ficio, muchos de ellos se han ido omitiendo a medida que se actualizan los algoritmos. En las guías
ACLS del 2005 se eliminaron la procainamida y los amortiguadores que se recomendaban en las
guías de 2000 y en las guías más recientes de ACLS,* ya no se recomienda de forma sistemática el
uso de atropina y lidocaína para los ritmos sin pulso. Sin embargo, hay medicamentos, incluyendo
algunos de los antes mencionados, que siguen recomendándose en situaciones especiales. Los
medicamentos actuales recomendados por la AHA para el paro cardiaco se analizan más adelante.
Epinefrina
La epinefrina se ha recomendado de manera persistente en las guías ACLS a pesar de haber evidencia
débil que apoya su uso. En 2014, una gran revisión sistemática permitió identificar solo un estudio
controlado aleatorizado que comparó epinefrina con placebo y mostró mayores índices de reanuda-
ción espontánea de la circulación y supervivencia a la hospitalización después de un paro cardiaco
extrahospitalario a favor de la epinefrina. Sin embargo, el estudio no mostró diferencias en el resultado
neurológico a largo plazo y la supervivencia al alta. A la fecha, la AHA sigue recomendando la adminis-
tración de una dosis de 1 mg de epinefrina (a una concentración de 1:10 000) por vía intravenosa (IV) o
intraósea (IO), o 2 a 2.5 mg por vía endotraqueal cada 3 a 5 min durante el paro cardiaco.
Vasopresina
En 2005, un metaanálisis de tres estudios controlados aleatorizados que compararon vasopresina
con epinefrina como un vasopresor de primera línea en el paro cardiaco no mostró diferencia
alguna en la reanudación espontánea de la circulación, supervivencia al alta o resultado neuroló-
gico. En 2010, la AHA recomendó que 40 unidades de vasopresina, ya sea IV o IO, podían rem-
plazar la primera o segunda dosis de epinefrina. Esto ha cambiado recientemente en las nuevas
actualizaciones de 2015; debido a su equivalencia con la epinefrina, la AHA ha simplificado sus
algoritmos y ya no recomienda el uso de vasopresina.
Amiodarona
Amiodarona es un antiarrítmico clase 1, 2 y 4 y hoy se recomienda su uso para los ritmos refrac-
tarios susceptibles a choque, es decir, taquicardia ventricular y fibrilación ventricular. Una revi-
sión sistemática en 2013 no mostró beneficios de amiodarona en comparación con placebo en
relación con la supervivencia al alta hospitalaria, pero evidenció mayores índices de reanudación
espontánea de la circulación y de supervivencia a la hospitalización. Las guías ACLS de 2010
recomiendan una dosis inicial de 300 mg de amiodarona IV/IO seguida de una dosis de 150 mg
para fibrilación ventricular o taquicardia ventricular sin pulso refractarias.
Lidocaína
En las guías ACLS de 2010, la AHA eliminó el uso de lidocaína como antiarrítmico estándar para
los ritmos susceptibles a choque que eran refractarios a la reanimación cardiopulmonar y la desfi-
brilación. Sin embargo, las guías siguen recomendando lidocaína si no se cuenta con amiodarona.
En las actualizaciones más recientes de 2015 de la AHA, iniciar o continuar lidocaína puede consi-
derarse inmediatamente después de la reanudación espontánea de la circulación si el paro se debió
a taquicardia ventricular o fibrilación ventricular.
Sulfato de magnesio
El sulfato de magnesio puede usarse para situaciones especiales en el paro cardiaco. Para la torsa-
des de pointes (taquicardia ventricular polimórfica relacionada con una prolongación del intervalo
QT), el sulfato de magnesio puede administrarse como un bolo IV/IO a una dosis de 1 a 2 g
diluidos en 10 mL de dextrosa en agua al 5%.
*La AHA presentaba anteriormente actualizaciones al ACLS cada 5 años; la de 2015 es la actualización
más reciente. Las guías de la AHA para reanimación cardiopulmonar y atención cardiovascular de urgencia
se actualizarán de forma continua usando un formato web. Las actualizaciones más recientes pueden encon-
trarse en https://ECCguidelines.heart.org
Bicarbonato de sodio
En guías ACLS previas se recomendaba la administración sistemática de bicarbonato de
sodio durante el paro cardiaco. Sin embargo, esta recomendación se ha eliminado desde hace
mucho por diversos motivos. Al reducir la resistencia vascular sistémica, el bicarbonato de
sodio puede comprometer la presión de perfusión cerebral. También puede crear alcalosis
extracelular, desviando la curva de saturación de oxihemoglobina a la izquierda, con lo que
inhibe la liberación de oxígeno a los tejidos. Además, al producir un exceso de dióxido de car-
bono, puede contribuir de forma paradójica a la acidosis intracelular. Sin embargo, en ciertas
situaciones especiales, el bicarbonato de sodio ofrece beneficios. Por ejemplo, en pacientes que
tienen enfermedad renal en etapa terminal con acidosis metabólica preexistente o hiperpota-
siemia sospechada, o bien con una sobredosis de antidepresivos tricíclicos, el bicarbonato de
sodio puede ser benéfico al aumentar el pH sérico y aumentar las concentraciones de sodio.
En estos casos, el bicarbonato de sodio (solución al 8.4%, 1 mEq/mL) puede administrarse
en bolos de 1 mL/kg.
En conclusión, si bien la evidencia detrás del uso de varios medicamentos en el paro
cardiaco es muy débil, las guías de la AHA siguen recomendando su empleo. El médico debe
estar atento al considerar los beneficios potenciales frente al daño de administrar estos fármacos
durante la reanimación.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Huang Y, He Q , Yang M, Zhan L. Antiarrhythmia drugs for cardiac arrest: A systemic review
and meta-analysis. Crit Care. 2013;17(4):R173.
Lin S, Callaway CW, Shah PS, et al. Adrenaline for out-of-hospital cardiac arrest resuscita-
tion: A systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials. Resuscitation.
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American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emer-
gency Cardiovascular Care. Circulation. 2010;122(18 Suppl 3):S729–S767.
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Heart Association Guidelines Update for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency
Cardiovascular Care. Circulation. 2015;132(18 Suppl 2):S315–S367.
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situations: 2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Res-
uscitation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation. 2010;122(18 Suppl
3):S829–S861.
13
¿Cuáles son los ajustes
de su respirador?
Kelley Crane, MCMSc, PA-C
Presión de meseta
La presión de meseta, aquella ubicada en las vías respiratorias pequeñas y en los alveolos, puede
verificarse al presionar el botón de pausa inspiratoria. Pida ayuda al terapeuta respiratorio sobre
cómo hacerlo en caso necesario. Si la presión de meseta es > 30, el paciente está en riesgo de
barotrauma y el volumen corriente necesita reducirse para prevenir daño alveolar. Disminuya el
Vt en 0.05 a 1 mL/kg y vuelva a revisar.
Pronación
Colocar al paciente con síndrome de dificultad respiratoria aguda sobre su estómago ha demos-
trado que aumenta la oxigenación cuando se compara con la posición supina. Además de aumen-
tar la oxigenación, se ha demostrado que la tasa de mortalidad mejora en pacientes en pronación
en un estudio frente a frente de pacientes con síndrome de dificultad respiratoria aguda en pro-
nación frente a supinación.
Una vez que se programan los ajustes iniciales del respirador y se completan los ajustes finos,
hay diferentes formas de evaluar si están cumpliéndose o no los objetivos de ventilación: gasometría
arterial, capnografía continua y la muy importante valoración visual de la comodidad del paciente.
Al verificar la gasometría arterial, espere 20 a 30 min después de hacer los ajustes para permitir
que la gasometría se estabilice y se realice una valoración precisa del estado de la ventilación. La
capnografía continua también puede ser útil, porque refleja los límites inferiores de la PaCO2 real
del paciente. Aunque no se correlaciona de forma precisa con la PaCO2, puede ser un punto de ini-
cio. Por ejemplo, si el CO2 del paciente sigue aumentando después de la intubación, la capnografía
señala que el paciente probablemente esté más acidótico. Al determinar esto pueden hacerse ajustes
sin esperar los resultados de la gasometría. Por último, simplemente observar al paciente puede
darle una indicación de qué tan adecuados son sus ajustes. Si el paciente se ve incómodo y lucha
contra el respirador, hay uno de dos problemas: no está adecuadamente sedado o las molestias son
secundarias a la disnea. Si la sedación es suficiente, considere hacer ajustes al respirador antes de
que pase más tiempo.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Briel M, Meade M, Mercat A, et al. Higher vs. lower positive end-expiratory pressure in
patients with acute lung injury and acute respiratory distress syndrome: Systematic review
and meta-analysis. JAMA. 2010;303(9):865–873. doi:10.1001/jama.2010.218.
Fuller BM, Mohr NM, Drewry AM, et al. Lower tidal volume at initiation of mechanical
ventilation may reduce progression to acute respiratory distress syndrome: A systematic
review. Crit Care. 2013;17(1):R11. doi:10.1186/cc11936.
Guerin C, Reigner J, Richard JC, et al. Prone positioning in severe acute respiratory distress
syndrome. N Engl J Med. 2013;368(23):2159–2168. doi:10.1056/NEJMoa1214103.
Mach WJ, Thimmesch AR, Pierce JT, et al. Consequences of hyperoxia and the toxicity of
oxygen in the lung. Nurs Res Pract. 2011;2011:260482. doi:10.1155/2011/260482.
Neto AS, Cardosa SO, Manetta JA, et al. Association between use of lung-protective ventilation
with lower tidal volumes and clinical outcomes among patients without acute respiratory
distress: A meta-analysis. JAMA. 2012;308(16):1651–1659. doi:10.1001/jama2012.13730.
14
Después del paro cardiaco: atención
posterior
Chidubem Iloabachie, MD
Lograr la reanudación espontánea de la circulación después del paro cardiaco es una de las expe-
riencias más satisfactorias y motivadoras en la medicina de urgencias. Es fácil olvidar que todavía
queda por hacer para maximizar la probabilidad de que el paciente tenga una recuperación neu-
rológica. Si bien la investigación en el área es limitada, existe bibliografía que apoya los objetivos
que cada profesional debe considerar al atender a un paciente que se ha reanimado después de
un paro.
Maximizar la perfusión
El primer objetivo es optimizar la función cardiopulmonar y, en consecuencia, la perfusión
de los órganos terminales. Debe evitarse la hipotensión, que suele definirse como una pre-
sión arterial media < 65 mm Hg o una presión arterial sistólica < 90 mm Hg. Es razonable
iniciar con un bolo de cristaloides en todos los casos, aunque aquellos con un paro debido a
hemorragia probablemente se beneficien más de productos sanguíneos. Deben añadirse vaso-
presores e inotrópicos cuando la hipotensión persiste. Este escenario es más probable cuando
la alteración de la función cardiaca (es decir, infarto del miocardio, sepsis grave) es la etiología
primaria probable del paro.
De forma similar, debe evitarse la hipoxia. Si existe la preocupación de hipoxia constante
y solo se ha empleado una estrategia de ventilación supraglótica, considere la conversión a una
vía respiratoria definitiva usando una sonda endotraqueal. Coloque al enfermo en un respirador
con apoyo respiratorio total, en especial si él no sigue las indicaciones. En relación con la oxige-
nación, inicie con una fracción de oxígeno inspirado (FiO2) de 100% y una presión teleespira-
toria máxima de 5 mm Hg. Ajuste para mantener la saturación de oxígeno por arriba de 94% y
quizá no > 98%. El parámetro superior no tiene sustento en la bibliografía y solo sirve como un
recordatorio de los peligros de la hipoxia. La formación de radicales libres relacionados puede
empeorar los resultados neurológicos.
Ya sea por las compresiones torácicas o como resultado del proceso que causó el paro –o
por ambos– el paciente puede desarrollar una lesión pulmonar aguda (PaO2/FiO2 < 300) o sín-
drome de dificultad respiratoria aguda (PaO2/FiO2 < 200). Por lo tanto, considere estrategias
de ventilación que protejan el pulmón. Específicamente, el objetivo del volumen corriente debe
ser 6 mL/kg del peso corporal predicho. También debe tenerse cuidado de no hiperventilar, ya
que puede disminuir la perfusión cerebral. En el tejido pulmonar sano, puede esperarse una
disminución en la perfusión cerebral de 2 a 4% por cada mm Hg que disminuya la PaCO2. La
ventilación debe ajustarse a un objetivo de PaCO2 de 40 a 50 mm Hg. Es importante recordar
que la taquipnea también puede estar mediada por ansiedad, dolor o agitación, todos las cuales
son probables en el periodo posterior a la reanimación. En consecuencia, deben considerarse
analgésicos y sedantes para pacientes que no están completamente comatosos.
Determinación de la etiología
El segundo objetivo es establecer y tratar la causa del paro, si puede identificarse. Esto suele
involucrar un amplio rango de pruebas a la cabecera, de laboratorio y radiográficas. Se debe
obtener un electrocardiograma tan pronto como se estabilice al paciente para buscar signos de
cardiopatía isquémica. La evidencia de síndrome coronario agudo debe llevar a la consideración
de tratamiento inmediato, lo que incluye una intervención percutánea. Pueden realizarse una
fibrinólisis o embolectomía cuando la etiología sospechada del paro sea una embolia pulmonar.
El resto de las “H” y las “T” deben considerarse y atenderse según el escenario clínico. Incluyen
hipoxia, hipoglucemia, hiper-/hipopotasiemia, hidrógeno (lo que significa acidosis de cualquier
etiología), hipovolemia, hipotermia, taponamiento (pericárdico), toxinas, traumatismo, tensión
que causa neumotórax y trombosis, como se comentó antes.
Al establecer las causas del paro, considere si algún dato anormal refleja la causa del paro
o simplemente sus secuelas. Por ejemplo, la acidosis grave –demostrada por una elevación del
ácido láctico, pH baja y bicarbonato bajo– simplemente puede reflejar el estado prolongado de
hipoperfusión más que la etiología del paro. Por lo tanto, el tratamiento con un goteo de bicar-
bonato o con hiperventilación no sería apropiado; optimizar la función cardiopulmonar y así
restaurar la perfusión sería lo esperado para obtener un mayor beneficio.
Optimización de la recuperación
neurológica
El tercer objetivo es maximizar el ambiente para la recuperación neurológica. La bibliografía
que lo avala no es definitiva, pero existen ciertas prácticas comunes que deben considerarse.
La hipotermia es tal vez el tratamiento más controversial. Si bien la bibliografía es contras-
tante acerca del beneficio de la normotermia, es claramente favorable cuando se compara con
la hipertermia. La hipertermia, que puede relacionarse con la temperatura ambiental o la
liberación de citocinas, tiene un efecto dañino sobre el cerebro y debe evitarse de forma activa.
La infusión con cristaloides fríos y el enfriamiento externo suelen ser eficaces y rara vez se
requieren medidas más invasivas. Una temperatura objetivo razonable es 36 °C, que es tan
eficaz como 32 °C y tiene menos complicaciones relacionadas (es decir, infección, coagulopatía
y diuresis fría).
También se ha encontrado que la hiperglucemia se relaciona con resultados más desfa-
vorables y una peor recuperación neurológica. Sin embargo, el tratamiento debe equilibrarse
frente a la amenaza más acelerada de la hipoglucemia. Como tal, por lo general se prefiere un
control glucémico moderado, que se define como una concentración de glucosa de entre 144
y 180 mg/dL.
La administración sistemática de fármacos neuroprotectores no ha demostrado un bene-
ficio claro y debe evitarse. Esto incluye, pero no se limita a, coenzima Q10, corticoesteroides,
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Anyfantakis ZA, Baron G, Aubry P, et al. Coenzyme Q10 combined with mild hypothermia
after cardiac arrest: A preliminary study. Circulation. 2004;110:3011–3016.
Feldman LJ, Juliard JM, Ricard-Hibon A, et al. Acute coronary angiographic findings in sur-
vivors of out-of-hospital cardiac arrest. Am Heart J. 2009;157:312–318.
Geurts M, MacLeod MR, Kollmar R, et al. Therapeutic hypothermia and the risk of infec-
tion. Crit Care Med. 2013;42(2):1.
Kagstrom E, Smith ML, Siesjo BK. Cerebral circulatory responses to hypercapnia and
hypoxia in the recovery period following complete and incomplete cerebral ischemia in the
rat. Acta Physiol Scand. 1983;118:281–291.
Mullner M, Sterz F, Binder M, et al. Blood glucose concentration after cardiopulmonary res-
uscitation influences functional neurological recovery in human cardiac arrest survivors. J
Cereb Blood Flow Metab. 1997;17:430–436.
Quintero-Moran B, Moreno R, Villarreal S, et al. Percutaneous coronary intervention
for cardiac arrest secondary to ST-elevation acute myocardial infarction. Influence of
immediate paramedical/medical assistance on clinical outcome. J Invasive Cardiol.
2006;18:269–272.
Spaulding CM, Joly LM, Rosenberg A, et al. Immediate coronary angiography in survivors of
out-of-hospital cardiac arrest. N Engl J Med. 1997;336:1629–1633.
Spohr F, Bottiger BW. Thrombolytic therapy during or after cardiopulmonary res-
uscitation: Efficacy and safety of a new therapeutic approach. Minerva Anestesiol.
2003;69:357–364.
Stockmann H, Krannich A, Schroeder T, et al. Therapeutic temperature management after
cardiac arrest and the risk of bleeding: Systematic review and meta-analysis. Resuscitation.
2014;85(11):1494–1503.
15
Enfriamiento, ¿qué tan bajo hay
que llegar? Hipotermia terapéutica en
el paciente después de un paro
Bachar Hamade, MD, MSc
En 2005, las guías de la American Heart Association (AHA) para reanimación cardiopulmonar
y atención cardiovascular de urgencia introdujeron la hipotermia terapéutica en el algoritmo del
periodo posterior a la reanudación de la circulación espontánea en pacientes comatosos. Esta fue
la principal diferencia con las guías de apoyo vital cardiovascular avanzado (ACLS) de 2000, que
indicaban que la hipotermia no debía inducirse después de la reanimación por paro cardiaco (aun-
que reconocieron un beneficio potencial en pacientes que desarrollaban hipotermia leve > 33 °C
de forma espontánea).
Los cambios se vieron motivados por dos estudios publicados en 2002 que mostraron
resultados neurológicos favorables en pacientes llevados a nivel de hipotermia, en comparación
con pacientes normotérmicos después de la reanudación espontánea de la circulación.
En el primer estudio, Bernard y cols. asignaron al azar a 77 pacientes elegibles (sobrevivientes
comatosos de paros cardiacos extrahospitalarios) a tratamiento con hipotermia comparándolos con
otros llevados a normotermia. Las temperaturas centrales objetivo fueron 33 y 37 °C, respecti-
vamente. Los pacientes asignados al azar al grupo de hipotermia se llevaron a una temperatura
objetivo luego de 2 h de la reanudación espontánea de la circulación, se mantuvieron a la tempera-
tura central objetivo durante 12 h y se recalentaron de forma activa hasta la normotermia. Al alta
del hospital, 49% de los pacientes en el grupo de hipotermia fue calificado con un buen resultado
neurológico (dados de alta a casa o a las instalaciones de rehabilitación), en comparación con solo
26% en el grupo de normotermia.
En el segundo estudio, los autores (el grupo de estudio Hipotermia después de Paro
Cardiaco [Hypothermia after Cardiac Arrest, HACA]) asignaron al azar a pacientes que se
habían reanimado luego de un paro cardiaco debido a un ritmo inicial de fibrilación ventricular
para someterse ya sea a hipotermia terapéutica o atención estándar con normotermia, con tem-
peraturas objetivo de 32 a 34 °C y 37 °C, respectivamente. La hipotermia se mantuvo por 24 h
y los pacientes después se recalentaron de manera pasiva a lo largo de 8 h. A los 6 meses, 55%
del grupo de hipotermia tuvo un resultado neurológico favorable, definido por una calificación
en la categoría de desempeño cerebral de 1 o 2 en una escala de 5 puntos, en comparación con
39% en el grupo de normotermia. Además, la mortalidad a 6 meses en el grupo de hipotermia
fue 14% menor que en el grupo de normotermia.
A pesar del número de complicaciones relacionadas con la hipotermia en los estudios antes
mencionados, incluyendo coagulopatía, arritmia, hiperglucemia y sepsis, las guías AHA adoptaron
la hipotermia terapéutica inducida. Las guías de la AHA de 2010 recomendaron enfriar al paciente
adulto comatoso con reanudación espontánea de la circulación después de paro cardiaco fuera del
hospital debido a taquicardia ventricular sin pulso/fibrilación ventricular entre 32 y 34 °C durante
12 a 24 h (clase 1, LOE B) y considerar la hipotermia para la mayoría del resto de los pacientes adul-
tos comatosos con reanudación espontánea de la circulación después de paro cardiaco, sin importar
el ritmo inicial (clase IIb, LOE B).
En 2013 se publicó un estudio grande que comparó los resultados neurológicos de pacien-
tes que fueron asignados al azar a dos temperaturas objetivo. Nielsen y cols. asignaron al azar
a 939 pacientes adultos comatosos con reanudación espontánea de la circulación después de un
paro cardiaco extrahospitalario de cualquier ritmo hasta una temperatura objetivo de entre 33 y
36 °C. Después de 28 h a la temperatura objetivo, ambos grupos se recalentaron de modo gradual
a 37 °C y entre 36 y 72 h se evitó la hipertermia (> 37.5 °C) de forma intensiva usando medidas
de control de la fiebre. En el seguimiento después de 180 días no hubo diferencias significativas
entre los dos grupos en relación con el resultado compuesto de muerte o función neurológica
deficiente, determinados por la categoría de desempeño cerebral o la calificación de la escala de
Rankin modificada.
A partir de los resultados del estudio antes mencionado, al parecer la inducción de la hipo-
termia no ofrece ventajas. Sin embargo, el prevenir la fiebre en estos pacientes puede representar
un beneficio clínico en relación con el resultado neurológico a largo plazo.
Hasta hace poco, las guías de la AHA recomendaban enfriar a 32 a 34 °C, con el apoyo de
dos estudios de referencia y varios otros estudios que mostraron resultados neurológicos mejo-
rados para supervivientes comatosos de paro cardiaco con fibrilación ventricular. En las actua-
lizaciones de 2015, basadas en la bibliografía más reciente, la AHA recomienda ampliamente
que en todos los pacientes comatosos con reanudación espontánea de la circulación deben man-
tenerse temperaturas de entre 32 y 36 °C por al menos 24 h, después de lo cual debe evitarse
la fiebre de forma activa.* La nomenclatura de hipotermia inducida se ha cambiado a “control
dirigido de la temperatura”.
El control dirigido de la temperatura debe iniciarse tan pronto como sea posible en la
sala de urgencias en el paciente apropiado después de la reanudación espontánea de la circu-
lación. También debe observarse que el inicio prehospitalario de la hipotermia mediante
líquidos intravenosos fríos ya no se recomienda en las guías más recientes. No hay un método
de enfriamiento óptimo; sin embargo, los tratamientos actuales incluyen salina fría, mantas de
enfriamiento y la aplicación frecuente de paquetes de hielo. Los métodos disponibles pueden
depender de la institución. La temperatura central debe vigilarse de manera continua usando un
termómetro esofágico, catéter vesical o catéter de la arteria pulmonar de ser necesario. Después
del enfriamiento (momento en que el paciente por lo general está en la unidad de cuidados
intensivos), debe evitarse la fiebre.
PUNTOS CLAVE
*La AHA presentaba anteriormente actualizaciones a las guías cada 5 años; la de 2015 es la actua-
lización más reciente. Las guías de la AHA para reanimación cardiopulmonar y atención cardiovascular
de urgencia se actualizarán de forma continua usando un formato web. Las actualizaciones más recientes
pueden encontrarse en https://ECCguidelines.heart.org
Lecturas recomendadas
Bernard SA, Gray TW, Buist MD, et al. Treatment of comatose survivors of out-of-hospital
cardiac arrest with induced hypothermia. N Engl J Med. 2002;346(8):557–563.
Hypothermia after Cardiac Arrest Study Group. Mild therapeutic hypothermia to improve the
neurologic outcome after cardiac arrest. N Engl J Med. 2002;346(8):549–556.
Neumar RW, Shuster M, Callaway CW, et al. Part 1: Executive summary: 2015 American
Heart Association Guidelines Update for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency
Cardiovascular Care. Circulation. 2015;132(18 Suppl 2):S315–S367.
Nielsen N, Wetterslev J, Cronberg T, et al. Targeted temperature management at 33 degrees C
versus 36 degrees C after cardiac arrest. N Engl J Med. 2013;369(23):2197–2206.
Peberdy MA, Callaway CW, Neumar RW, et al. Part 9: Post-cardiac arrest care: 2010 American
Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardio-
vascular Care. Circulation. 2010;122(18 Suppl 3):S768–S786.
16
Active el equipo de cateterización
cardiaca después del paro cardiaco
intempestivo. no tenga miedo de llamar
Matthew J. Levy, DO, MSc, FACEP, FAEMS
de urgencia en pacientes que sufrieron paro cardiaco con IMEST. Lo que resulta interesante es
que dos estudios de observación informaron una mejor supervivencia al alta hospitalaria y una
mejoría en los resultados neurológicamente favorables relacionados con la angiografía coronaria
de urgencia en pacientes sin elevación de ST en el ECG inicial.
Se ha vuelto más aparente que hay una subserie de pacientes que han sufrido un paro car-
diaco con reanudación espontánea de la circulación, quienes no presentan un IMEST en el ECG
pero que de todas formas tienen una lesión obstructiva aguda en la arteria coronaria. El reto es
identificar qué paciente que ha sufrido un paro cardiaco con reanudación espontánea de la cir-
culación sin IMEST en el ECG se beneficiará de la angiografía coronaria. Se ha observado que
el paro cardiaco intempestivo puede no acompañarse de síntomas precedentes o manifestaciones
clásicas en el ECG de IMEST después de la reanudación espontánea de la circulación, y asimismo,
muchos de los estudios originales que examinaron la intervención coronaria percutánea de urgencia
en IMEST excluyeron a pacientes de paro cardiaco. Las guías AHA de atención cardiovascular de
urgencia de 2015 indican que “La angiografía coronaria de urgencia es razonable para pacientes adul-
tos selectos (p. ej., eléctrica o hemodinámicamente inestables) que están comatosos después de paro cardiaco
fuera del hospital de origen cardiaco sospechado pero sin elevación de ST en el ECG (clase IIa, LOE
B-NR)”. Se sugieren muchos factores y consideraciones al tomar en cuenta qué pacientes que
sufrieron paro cardiaco con síndromes coronarios agudos sin elevación de ST deben considerarse
para angiografía coronaria temprana e incluyen inestabilidad hemodinámica o eléctrica, trastornos
comórbidos, presencia de isquemia en curso y otras características del paciente.
En resumen: se ha vuelto una práctica común para el paciente que ha sufrido un paro car-
diaco con datos en el ECG de IMEST recibir angiografía coronaria de urgencia. Sin embargo,
no debe asumirse que los pacientes con reanudación espontánea de la circulación con ECG sin
IMEST y sin causas extracardiacas aparentes de paro no están sufriendo una obstrucción aguda
de la arteria coronaria. No debe temerse una consulta con el cardiólogo intervencionista, comen-
tar el caso y llegar a un plan que sea lo mejor para el paciente.
PUNTOS CLAVE
Referencias
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surgery. A meta-analysis. JAMA. 2011;306:2487–2494.
2. Dumas F, Cariou A, Manzo-Silberman S, et al. “Immediate percutaneous coronary inter-
vention is associated with better survival after out-of-hospital cardiac arrest insights from
the PROCAT (Parisian Region Out of Hospital Cardiac ArresT) registry.” Circ Cardiovasc
Interv 2010;3(3):200–207.
3. Perbedy MA, et al. Part 9: Post-cardiac arrest care: 2010 American Heart Association Guidelines
for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation.
2010;122(18 Suppl 3):S768–S786. doi:10.1161/CIRCULATIONAHA.110.971002.
4. Kushner FG, et al. 2009 Focused Updates: ACC/AHA guidelines for the management of
patients with ST-elevation myocardial infarction (updating the 2004 guideline and 2007 focu-
sed update) and ACC/AHA/SCAI guidelines on percutaneous coronary intervention (upda-
ting the 2005 guideline and 2007 focused update). J Am Coll Cardiol. 2009;54:2205–2241.
5. Callaway CW, et al. Part 8: Post–cardiac arrest care: 2015 American Heart Association
Guidelines Update for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular
Care. Circulation. 2015;132(Suppl 2):S465–S482.
17
Rapidez (rush) para la reanimación
Daniel Sheets, MD, MPH y
Randall T. Rhyne, MD, FACEP, FAAEM
Cuando un paciente con choque no diferenciado se presenta en la sala de urgencias, los médicos se
ven forzados a tomar decisiones de manejo rápidas con base en una información limitada sobre los
antecedentes del paciente o el curso reciente de la enfermedad. El ultrasonido ha surgido como una
herramienta diagnóstica eficaz que los médicos pueden utilizar a la cabecera de la cama para obte-
ner información útil sobre la etiología de la hipotensión, así como guiar la reanimación de forma
activa y vigilar las mejorías potenciales en el estado clínico del paciente. Si bien se han desarrollado
muchos protocolos de ultrasonido para ayudar a reanimar a pacientes en estado crítico, el examen
de Ultrasonido Rápido en Choque o RUSH ha surgido de forma destacada debido a su capacidad
para diagnosticar con rapidez y precisión la clasificación del choque. Este examen requiere un
protocolo de tres pasos a la cabecera para valorar el estado cardiovascular del paciente en estado
crítico (“la bomba”), el estado de volumen intravascular (“el tanque”) y la integridad vascular (“los
tubos”). El protocolo integra varias aplicaciones familiares del ultrasonido que el médico de urgen-
cias puede realizar en tiempo real a la cabecera para guiar los esfuerzos de reanimación para pacien-
tes en choque. Los tres pasos del examen RUSH se explican con detalle más adelante.
“La bomba”: valoración del estado
cardiovascular
El primer paso para realizar el examen RUSH en un paciente en choque es el examen cardiaco
de “la bomba”. El médico valora el corazón en busca de derrame pericárdico en la porción más
inferior del pericardio con una proyección subxifoidea. Un gran derrame pericárdico puede
sugerir taponamiento cardiaco, que en un paciente hipotenso inestable indica la necesidad de
pericardiocentesis de urgencia para aliviar el choque obstructivo. Este examen procede enton-
ces a proyecciones del eje paraesternal largo y paraesternal corto del corazón para valorar la
contractilidad cardiaca. Puede realizarse una inspección visual macroscópica de la dinámica
cardiaca y visualización de la pared para clasificar la contractilidad cardiaca como normal,
reducida, hiperdinámica o ausente. Un corazón hiperdinámico con una buena contractilidad
sugiere choque hipovolémico o distributivo, que puede beneficiarse de un bolo de líquido, en
tanto que un corazón hipodinámico con contractilidad reducida indica un choque cardiogénico
que puede favorecerse de vasopresores e inotrópicos. El paso final para valorar “la bomba” es
obtener una proyección apical de las cuatro cámaras, poniendo especial atención al tamaño del
ventrículo derecho. Este habitualmente es más pequeño que el izquierdo. Un ventrículo derecho
con aumento de tamaño agudo debe despertar la sospecha de un choque obstructivo causado por
una embolia pulmonar masiva.
RUSH puede proporcionar una evaluación rápida y no invasiva de “la bomba”, “el tanque” y
“los tubos” para ayudar a determinar la etiología de la hipotensión. Atrévase a realizar un ultra-
sonido a la cabecera para su siguiente paciente hipotenso de modo que adquiera información
clínica valiosa con rapidez y facilidad para ayudarle a manejar la reanimación.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Perera P, Mailhot T, Riley D, et al. The RUSH exam: Rapid ultrasound in SHock in the eva-
luation of the critically ill. Emerg Med Clin North Am. 2010;28:29–56.
Weingart SD, Duque D, Nelson B. Rapid ultrasound for shock and hypotension. EMedHome.com.
May 1, 2009. Available at: http://www.emedhome.com/. Consultado el 8 de noviembre, 2015.
18
No retrasar la administración
de epinefrina para pacientes
con anafilaxia
Nour Al Jalbout, MD
Los principales desencadenantes de la alergia difieren por grupo de edad y región geo-
gráfica. La comida es el precipitante más frecuente de anafilaxia en poblaciones pediátricas y de
adultos jóvenes, en tanto que las picaduras de insectos son los precipitantes más frecuentes en
personas de mediana edad y edad avanzada. Asegúrese de interrogar sobre todas las exposiciones
y eventos en las horas previas al inicio de los síntomas. Recuerde que diferentes factores del
paciente contribuyen a la gravedad de la anafilaxia, en particular edad, comorbilidades y medi-
camentos concurrentes.
Al igual que con cualquier paciente, el abordaje al tratamiento debe ser sistemático.
Comience por retirar cualquier exposición al desencadenante si es que todavía está presente,
al tiempo que se atiende sin demora a las vías respiratorias del paciente, su respiración y
circulación. Si se sospecha anafilaxia, está indicado el tratamiento inmediato con epinefrina
intramuscular (IM). En caso de anafilaxia, la dosis pediátrica de epinefrina es 0.01 mg/kg de
una solución 1:1 000 (1 mg/mL). La dosis en adultos por lo general es de 0.3 a 0.5 mg de una
solución de 1:1 000 de epinefrina (0.5 mg es la dosis máxima). Obsérvese que 0.3 mg es la dosis
contenida en un autoinyector de epinefrina estándar para adultos. Dependiendo de la grave-
dad de los síntomas y la respuesta del paciente a la dosis inicial, la epinefrina puede repetirse
cada 5 a 15 min, según se requiera. En pacientes que no responden a la epinefrina IM, valore
con cuidado el estado de líquidos intravasculares antes de pasar a epinefrina intravenosa. Sin
embargo, si ha desarrollado choque circulatorio y el paro cardiaco es inminente, administre
epinefrina por vía intravenosa o intraósea mediante infusión lenta (1 a 10 μg/min para adultos
y 0.1 μg/kg/min para niños), ajustando de acuerdo con los parámetros hemodinámicos. Las
complicaciones por epinefrina IM son raras; los pacientes de edad avanzada o que tienen
enfermedad cardiovascular conocida también pueden beneficiarse de recibir epinefrina. Los
beneficios de revertir el colapso cardiovascular superan los riesgos de hipertensión y aumento
de la demanda cardiaca.
La evidencia favorece la inyección de epinefrina sin demora sobre el uso de antihistamí-
nicos y glucocorticoides para el tratamiento de la anafilaxia. ¿Por qué funciona la epinefrina? El
efecto terapéutico de la epinefrina se deriva de su mecanismo de acción, ya que revierte direc-
tamente la fisiopatología subyacente de la anafilaxia. La epinefrina tiene efectos agonistas adre-
nérgicos alfa 1, lo que aumenta la resistencia vascular periférica al tiempo que disminuye el
edema de la mucosa. Estos dos efectos críticos atienden a la hipotensión potencialmente letal y
al compromiso de las vías respiratorias. Además, la epinefrina tiene efectos agonistas adrenérgi-
cos beta 1 que aumentan la frecuencia cardiaca y la contractilidad cardiaca, y efectos agonistas
adrenérgicos beta 2 que permiten la broncodilatación y una menor liberación de mediadores
inflamatorios de los mastocitos y basófilos.
No inyectar epinefrina sin demora se relaciona con compromiso cardiovascular grave y
anafilaxia bifásica con recurrencia de los síntomas hasta en 72 h. Sin embargo, es fundamental
estar atento a los efectos secundarios críticos de la epinefrina. En casos raros, la epinefrina puede
causar arritmias ventriculares, síndrome coronario agudo, edema pulmonar y hemorragia intra-
craneal. Tenga en mente que los efectos adversos graves ocurren con mayor frecuencia después
de aplicar inyecciones en bolo intravenoso o una dosificación incorrecta.
¿Hay algún tratamiento de segunda línea disponible? La evidencia para la administración
de medicamentos de segunda línea como antihistamínicos, agonistas adrenérgicos beta 2 y
glucocorticoides se extrapola sobre todo de su uso para tratar urticaria (tratada con antihistamínicos)
y asma aguda (tratada con agonistas adrenérgicos beta 2 y glucocorticoides). No hay que
enfocarse en estos medicamentos si con ello se retrasa la administración oportuna de epinefrina.
Los antihistamínicos (bloqueadores H1 y H2) son potencialmente benéficos para aliviar la come-
zón, el rubor y la urticaria del paciente. Las preocupaciones de usar bloqueadores H1 incluyen su
potencial de causar somnolencia y su inicio de acción lento. Existe poca evidencia del uso con-
currente de bloqueadores H2. A diferencia de la epinefrina, los agonistas beta 2 ayudan a aliviar
las sibilancias, la tos y la disnea, al relajar el músculo liso. Sin embargo, los agonistas beta 2 no
tienen efecto sobre el edema de las vías respiratorias superiores dado que ahí no hay músculo liso.
Los glucocorticoides sistémicos requieren varias horas para actuar. Su función es la de aliviar
potencialmente los síntomas prolongados de la anafilaxia y prevenir la anafilaxia bifásica, aunque
estos efectos no se han demostrado.
Decidir sobre la disposición del paciente representa otro reto para el médico. Esta decisión
debe basarse en la gravedad de los síntomas del enfermo y su respuesta a las intervenciones ini-
ciales. Los pacientes con compromiso respiratorio o cardiovascular moderado deben vigilarse al
menos 4 a 6 horas, en tanto que aquellos con anafilaxia grave o prolongada pueden requerir vigilan-
cia prolongada y hospitalización, que varía de una estancia aguda breve en cuidados intensivos. Los
pacientes que se dan de alta deben ser informados e instruidos sobre la recurrencia de los síntomas.
Es conveniente recomendarles que reciban seguimiento con su médico de atención primaria y con
un alergólogo, a fin de confirmar el desencadenante, dado que la clave para prevenir los síntomas
es evitar el alérgeno. La explicación debe incluir una descripción de la epinefrina, así como indi-
caciones sobre cuándo y cómo autoadministrar este medicamento, destacando la importancia de
mantenerse equipado con un autoinyector de epinefrina. Las instrucciones del alta deben incluir
una prescripción para un autoinyector de epinefrina si es apropiado, además de considerar un
repuesto para este medicamento que puede salvar la vida. Este medicamento puede ser inalcanza-
blemente costoso para el paciente y tal vez se requiera la intervención del servicio de trabajo social.
Debido a su potencial de morbilidad grave y mortalidad, es esencial que los médicos de
urgencias reconozcan sin demora y traten la anafilaxia. Asimismo, los médicos tienen el deber
de educar a los pacientes y sus familias sobre cómo prevenir la anafilaxia y cuando sea necesa-
rio tratar a los enfermos sintomáticos con epinefrina para salvar su vida.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Choo KJL, Simons FER, Sheikh A. Glucocorticoids for the treatment of anaphylaxis. Cochrane
Database Syst Rev. 2009;(1):CD007596.
Kay AB. Allergy and allergic diseases. Second of two parts. N Engl J Med. 2001;344(2):109–
113.
McLean-Tooke APC, Bethune CA, Fay AC, et al. Adrenaline in the treatment of anaphylaxis:
What is the evidence? BMJ. 2003;327:1332–1335.
Pumphrey RSH. Lessons for management of anaphylaxis from a study of fatal reactions. Clin
Exp Allergy. 2000;30:1144–1150.
Sheikh A, Shehata YA, Brown SG, et al. Adrenaline (epinephrine) for the treatment of ana-
phylaxis with and without shock. Cochrane Database Syst Rev. 2008;(4):CD006312.
Simons FE, Ardusso LR, Dimov V, et al. World Allergy Organization Anaphylaxis Guidelines:
2013 update of the evidence base. Int Arch Allergy Immunol. 2013;162(3):193–204.
Simons FER. Pharmacologic treatment of anaphylaxis: Can the evidence base be strengthe-
ned? Curr Opin Allergy Clin Immunol. 2010;10:384–393.
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Allergy Clin Immunol. 2010;10:354–361.
Sheikh A, Ten Broek V, Brown SGA, et al. H1-antihistamines for the treatment of anaphylaxis:
Cochrane systematic review. Allergy. 2007;62:830–837.
19
Apretando los tornillos....
Vasopresores
Zachary E. Smith, MMS, PA-C
inotrópicos, que aumentan la contractilidad cardiaca. Sin embargo, algunos fármacos tienen efec-
tos tanto vasopresores como inotrópicos. Entender la ubicación del receptor sobre el que actúa el
vasopresor ayuda a clasificar más a fondo cada fármaco y auxilia en la selección de vasopresores.
En la selección de vasopresores debe considerarse la bibliografía médica actual y el conoci-
miento de los principios fisiológicos de los tipos de choque. Las guías más recientes de Sobrevivir
a la sepsis recomiendan la norepinefrina como fármaco de elección, con epinefrina o vasopre-
sina como segunda línea. En pacientes con choque cardiogénico puede administrarse norepine-
frina seguida por epinefrina y considerar dopamina a menores dosis. En el choque neurógeno, la
norepinefrina debe considerarse como un medicamento de primera línea debido a su capacidad
de proporcionar efectos tanto vasoconstrictores como cronotrópicos. La epinefrina sigue siendo
el fármaco de preferencia en el tratamiento del choque anafiláctico debido a sus propiedades
vasoconstrictoras, inotrópicas, cronotrópicas y broncodilatadoras. El choque obstructivo secun-
dario a un émbolo pulmonar masivo debe tratarse con norepinefrina o epinefrina por su capa-
cidad para aumentar la precarga mediante vasoconstricción, mejorar el inotropismo y aumentar
la presión arterial media. En el choque hemorrágico, los vasopresores por lo general no están
indicados. El enfoque más bien debe situarse en la reanimación con productos sanguíneos.
Debe considerarse el acceso vascular al decidir iniciar los fármacos vasoactivos. Si bien los
patrones de práctica y las políticas del hospital pueden variar, en el paciente en un estado grave,
el inicio de los vasopresores no debe retrasarse si el paciente tiene un acceso periférico adecuado
(acceso cubital y catéter calibre 20 o más). Una vez que se inicia en una IV periférica, deben
practicarse revisiones periódicas de la extremidad. Si el paciente sigue dependiendo de los vaso-
presores para su estabilidad hemodinámica, se coloca una línea central. Si no es posible colocar
un acceso central u obtener una IV periférica confiable, debe considerarse una línea interósea.
La decisión de cuándo iniciar los vasopresores depende de la situación clínica que esté
enfrentando y la etiología del choque que afecta a su paciente. En el choque séptico e hipovo-
lémico no hemorrágico, si un reto de líquidos IV (30 mL/kg) no ha podido restaurar la nor-
motensión, debe iniciarse tratamiento vasoactivo. Esto difiere del choque vasoactivo debido a
un émbolo pulmonar en que solo un pequeño volumen de líquido IV (500 a 1 000 mL) debe
administrarse antes de iniciar vasopresores. Demasiada reanimación de volumen en la embolia
pulmonar masiva distiende en exceso el ventrículo derecho, lo que causa la compresión diastólica
de este ventrículo, que reduce el gasto cardiaco. Cada caso individual necesita valorarse al decidir
si se inicia el tratamiento vasopresor.
El ajuste de los medicamentos vasoactivos debe ser claro, objetivo y basado en la evidencia.
Las indicaciones deben anotarse con una dosis de inicio (basada en el peso), dosis de ajuste con
un intervalo, una medida objetivo y una dosis máxima. Por ejemplo, para norepinefrina, inicie la
infusión a 0.02 mcg/kg/min; ajuste cada 5 min en 0.02 mcg/kg/min, para una presión arterial
media objetivo > 65, con una dosis máxima de 3 mcg/kg/min. Para determinar la necesidad
de ajuste del vasopresor, es necesario determinar su eficacia por medio de medidas objetivas de
perfusión de órgano terminal. La bibliografía ha demostrado que una presión arterial media >
65 conserva la perfusión tisular y un gasto urinario de 0.5 cc/kg/h es indicativo de perfusión
renal adecuada.
El choque circulatorio se relaciona con una mayor morbilidad y mortalidad. El recono-
cimiento y el tratamiento vasopresor tempranos deben iniciarse en la hipotensión refractaria
a pesar de una reanimación adecuada. La elección del tratamiento debe basarse en la etiología
subyacente sospechada del choque. El ajuste del fármaco debe dirigirse a índices objetivos de
perfusión (es decir, presión arterial media > 65, presión de perfusión cerebral > 80, etc.). Al
proporcionar un tratamiento vasoactivo oportuno y basado en evidencia, el médico de urgencias
puede mantener la perfusión de los órganos terminales y prevenir la insuficiencia orgánica irre-
versible, al tiempo que busca identificar y tratar la causa subyacente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
De Backer D, Biston P, Devriendt J, et al.; SOAP II Investigators. Comparison of dopamine
and norepinephrine in the treatment of shock. N Engl J Med. 2010;362(9):779–789.
doi: 10.1056/NEJMoa0907118 .
Dellinger RP, Levy MM, Rhodes A, et al. Surviving sepsis campaign: International guidelines
for management of severe sepsis and septic shock: 2012. Crit Care Med. 2013;41:580–637.
Fawzy A, Evans SR, Walkey AJ. Practice patterns and outcomes associated with choice of
initial vasopressor therapy for septic shock. Crit Care Med. 2015;43(10):2141–2146. doi:
10.1097/CCM.0000000000001149.
Ventetuolo CE, Klinger JR. Management of acute right ventricular failure in the intensive care
unit. Ann Am Thorac Soc. 2014;11(5):811–822. doi: 10.1513/AnnalsATS.201312-446FR.
20
¿Cuánto es suficiente? Transfusiones
en el paciente que sangra: no olvidar
el resto de la sangre
Emily Streyer Carlisle, MD, MA
Estabilizar al paciente con hemorragia activa es una de las misiones clásicas en la medicina de
urgencias. Estudios recientes han ofrecido guías basadas en evidencia de transfusiones masivas,
estableciendo que la reanimación equilibrada temprana mejora tanto los resultados del paciente
como la gestión de los bancos de sangre, lo que lleva al uso extendido de los protocolos de trans-
fusión masiva. La transfusión masiva se ha estudiado de forma más extensa en el caso de los trau-
matismos, pero su uso está respaldado en otras condiciones hemorrágicas que incluyen urgencias
vasculares u obstétricas graves. Por lo tanto, el manejo de la transfusión masiva no es solo tema de
preocupación para el cirujano traumatólogo y el anestesiólogo; el conocimiento de los protocolos
de transfusión masiva es esencial para la práctica de urgencias en todos los tipos de instalaciones,
desde el centro terciario con grandes cantidades de casos de traumatismos hasta el hospital rural
que recibe a pacientes en los momentos que rodean al paro y requieren estabilización para ser
transferidos.
herramientas previas, pero la precisión general permaneció moderada: varió de 55 a 70% depen-
diendo del corte. Sus creadores observaron que el traumatismo pélvico es un escenario vulnera-
ble a una selección falsa negativa tanto con rMTS como con la apreciación del propio médico.
En ausencia de un disparador ampliamente aceptado para los protocolos de transfusión masiva,
muchos centros traumatológicos dejan la activación a juicio del médico a cargo.
La última década de investigación ha restado importancia a que los pacientes con hemo-
rragia activa no tengan buenos resultados cuando se reaniman en exceso con paquete globular o
cristaloides. Si un paciente necesita más de dos unidades de eritrocitos, los otros componentes se
requerirán a la brevedad: ¡no olvide el resto de la sangre!
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Callcut RA, Cripps MW, Nelson MF, et al. The massive transfusion score as a decision aid for
resuscitation: Learning when to turn the massive transfusion protocol on and off. J Trauma
Acute Care Surg. 2016;80(3):450–456.
Cotton BA, Au BK, Nunez TC, et al. Predefined massive transfusion protocols are associa-
ted with a reduction in organ failure and postinjury complications. J Trauma. 2009;66:
41–49.
Holcombe JB, del Junco DL, Fox EE, et al. The prospective, observational, multicenter, major
trauma transfusion (PROMMTT) study. JAMA Surg. 2013;148:127–136.
McDaniel LM, Etcill EW, Raval JS, et al. State of the art: Massive transfusion. Transfusion
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Nunez TC, Voskresensky IV, Dossett LA, et al. Early prediction of massive transfusion in
trauma: Simple as ABC (assessment of blood consumption)? J Trauma. 2009;66:346–352.
21
Fluidoterapia: cuidado con la solución
salina (a)normal. elija cuidadosamente
sus líquidos de reanimación
Nicole Alexander, MCMSc, PA-C
Para un adulto promedio, el agua representa 60% de su masa corporal total. Sin embargo, este
porcentaje disminuye a medida que la grasa aumenta, dado que la grasa tiene un menor conte-
nido de agua que el tejido magro. Para un adulto normal sano de 70 kg, el consumo diario de
agua debe ser entre 2 000 y 3 000 mL para compensar las pérdidas urinarias e insensibles. El agua
corporal total se divide entre los espacios de líquido intracelular y extracelular. El agua se mueve
del compartimiento de baja osmolalidad al de mayor osmolalidad hasta que los líquidos a ambos
lados de la barrera comparten la misma osmolalidad. Si esta redistribución de agua es excesiva
o demasiado rápida, entonces los cambios correspondientes en el volumen celular pueden causar
disfunción o lesión celular. Esta alteración en el equilibrio de líquidos puede deberse a pérdidas
de volumen hemorrágicas o no hemorrágicas.
Algunos de los trastornos tratados con mayor frecuencia en la sala de urgencias que requie-
ren reanimación con líquidos intravenosos (IV) incluyen traumatismos, pérdidas gastrointes-
tinales (GI), sepsis, cetoacidosis diabética y estado hiperosmolar hiperglucémico no cetósico,
hiponatriemia, rabdomiólisis y quemaduras. Los líquidos de reanimación deben elegirse de
modo que se prevengan futuras lesiones celulares al tiempo que se restaura la homeostasia.
Los líquidos se clasifican de acuerdo con el peso molecular y la presión oncótica. Los cris-
taloides tienen un menor peso molecular y menor presión oncótica en comparación con los co-
loides. Estos últimos mantienen la presión oncótica y su retención vascular los convierte en
expansores de volumen más eficientes, con una mayor duración de acción que los cristaloides.
Sin embargo, cuando se dosifican de manera apropiada, las soluciones cristaloides isotónicas
como el lactato de Ringer o la solución salina normal son expansores de volumen igualmente efi-
caces. Por lo tanto, con pocas excepciones, al parecer no hay una superioridad clínica demostrada
de usar coloides en lugar de cristaloides. Considerando la significativa ventaja de costo y dispo-
nibilidad, las soluciones cristaloides son el líquido de reanimación usado con mayor frecuencia
en la sala de urgencias. Puede encontrarse una lista de los diferentes tipos de cada líquido y sus
contenidos en la Tabla 21-1.
La pérdida corporal total de líquidos a causa de hipovolemia puede deberse a un trau-
matismo, hemorragia o pérdidas GI. Los pacientes que experimentan choque hemorrágico no
controlado deben tratarse con reanimación deliberada con líquidos hipotensivos, ya que la rea-
nimación demasiado agresiva puede exacerbar el sangrado constante al interrumpir los trombos
formados. Los esfuerzos deben enfocarse en llevar al paciente a cirugía e identificar y detener el
sangrado. Para los pacientes en choque hemorrágico controlado en los que el sitio de sangrado se
ha identificado y detenido, la reanimación con líquidos se enfoca en normalizar el estado hemo-
dinámico. En ambos casos, la elección de líquidos es paquete globular, plasma fresco congelado
y plaquetas administrados a una razón de 1:1:1.
Los pacientes con pérdidas gastrointestinales por vómito copioso, obstrucción de la salida
gástrica y succión nasogástrica desarrollan alcalosis metabólica hipoclorémica. En estos pacien-
tes, la mejor opción es la solución salina debido a que contiene una mayor concentración de
cloro. Los pacientes con diarrea que requieren reanimación con líquidos IV deben recibir lactato
de Ringer, ya que corrige mejor la acidosis metabólica hiperclorémica que pueden desarrollar.
Los pacientes en choque séptico requieren reanimación intensiva con líquidos IV. El
líquido preferido es el cristaloide, ya que estudios con asignación al azar y metaanálisis han
encontrado un mayor costo sin un beneficio claro con el uso de coloides.
PUNTOS CLAVE
■■ Con pocas excepciones, al parecer no hay una superioridad clínica demostrada de usar
coloides en lugar de cristaloides.
■■ Los pacientes con pérdidas GI por vómito abundante, obstrucción de la salida gástrica y
succión nasogástrica desarrollan una alcalosis metabólica hipoclorémica. En estos casos,
la mejor elección es la solución salina normal.
■■ Los pacientes con diarrea que demandan reanimación con líquidos IV deben recibir lactato
de Ringer porque corrige mejor la acidosis metabólica hiperclorémica que pueden desarrollar.
■■ La rabdomiólisis requiere una reanimación con líquidos temprana e intensiva para pre-
venir lesión renal aguda y aumentar la excreción de potasio urinario. El tratamiento
inicial consiste en solución salina a una velocidad de 1 a 2 L/h.
■■ La cetoacidosis diabética o el estado hiperosmolar hiperglucémico requieren restitución
cuidadosa con líquidos y electrólitos; el líquido de reanimación inicial recomendado es
la solución salina a 1 a 1.5 L administrada durante la primera hora, ajustada de forma
correspondiente dependiendo del estado clínico del paciente.
Lecturas recomendadas
Colwell C. Initial Evaluation and Management of Shock in Adult Trauma. Available at: http://www.
uptodate.com/contents/initial-evaluation-and-management-of-shock-in-adult-trauma?-
source=search_result&search=lactated+ringers+incompatible+with+blood&selected-
Title=4%7E150#H8. Consultado el 22 de octubre, 2015.
Heffner AC, Robinson MT. Fluid management. In: Adams JG, ed. Emergency Medicine: Clini-
cal Essentials. 2nd ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders, 2014:1351–1356.
Hilton AK, Pellegrino VV, Scheinkestel CD. Avoiding common problems associated with
intravenous fluid therapy. Med J Aust. 2008;189(9):509–513.
Mandel J, Palevsky PM. Treatment of Severe Hypovolemia or Hypovolemic Shock in Adults.
Available at: http://www.uptodate.com/contents/treatment-of-severe-hypovolemia-or-
hypovolemic-shock-in-adults?source=search_result&search=lactated+ringers+incompa-
tible+with+blood&selectedTitle=5%7E150#H4. Consultado el 27 de octubre, 2015.
22
OMEC
Casey Carr, MD
La oxigenación con membrana extracorpórea (OMEC) es una tecnología cada vez más popular
que se utiliza como una derivación cardiopulmonar modificada para poder oxigenar la sangre de
forma externa. Demostrada por primera vez en la década de 1970, ha adquirido popularidad en
fechas recientes como tratamiento de rescate para pacientes con insuficiencia respiratoria grave,
insuficiencia circulatoria y paro cardiaco prolongado. Si bien múltiples estudios han establecido
que la OMEC es una intervención de tratamiento eficaz en las poblaciones pediátricas con insu-
ficiencia cardiopulmonar, debe establecer la misma utilidad en adultos mediante estudios clínicos
controlados y aún su eficacia clínica sigue siendo incierta. Los avances en la tecnología OMEC y
su empleo diseminado durante el brote de H1N1 de 2009 a 2010 han llevado al aumento en su uso.
Hay dos configuraciones básicas para la OMEC: venovenosa y venoarterial. La OMEC
venovenosa accede y regresa la sangre del sistema venoso y ofrece un intercambio de gases no
pulmonar y por lo tanto es la usada con mayor frecuencia para el intercambio de gases y el
apoyo respiratorio. La OMEC venoarterial accede al sistema venoso y regresa la sangre al sis-
tema arterial y se utiliza para apoyo circulatorio en el paro cardiaco prolongado y la insuficiencia
cardiaca. La reanimación cardiopulmonar extracorpórea utiliza la OMEC venoarterial como un
método para permitir el intercambio de gases y dar apoyo circulatorio. Cuando los algoritmos
convencionales fracasan, la OMEC puede representar un tratamiento de rescate para los pacien-
tes agonizantes.
Fisiología propuesta
La OMEC ofrece la posibilidad de apoyar a los pacientes con una patología cardiaca y pulmo-
nar a la que no pueden sobrevivir cuando las maniobras convencionales han fracasado y provee
un mayor periodo para tratar una enfermedad subyacente. La utilización de OMEC facilita el
intercambio de gases a pesar de una falta de función pulmonar nativa, lo que tiene el potencial de
permitir usar otras estrategias de ventilación que protegen el pulmón. En pacientes con insu-
ficiencia cardiaca refractaria, la OMEC venoarterial proporciona sangre oxigenada al sistema
arterial en una forma no pulsátil, complementando el gasto cardiaco.
Configuración básica
La configuración de OMEC es muy variable y existen varios sistemas impulsados con bomba y
sin bomba. En esencia, la configuración básica consta de una cánula especializada, tubería del cir-
cuito, una bomba centrífuga, un intercambiador de calor, un reservorio venoso y una membrana
que oxigena la sangre y elimina el dióxido de carbono. Las tuberías van desde y hacia el paciente
y la sangre es impulsada por la membrana de oxigenación mediante una bomba centrífuga, calen-
tada hasta una temperatura adecuada y regresada al paciente. Esto se hace bajo anticoagulación
sistémica, en la que se aplica con mayor frecuencia la heparina no fraccionada.
Técnica básica
La OMEC venovenosa puede realizarse de diversas formas. Por lo general se usan cánulas gran-
des y se insertan mediante la técnica de Seldinger; se retira sangre desoxigenada al acceder a la
vena femoral y se avanza la cánula a la vena cava inferior. El acceso de regreso se obtiene por
medio de la yugular interna derecha, con lo que se regresa la sangre oxigenada al hemicardio
derecho. La OMEC venoarterial suele realizarse en los sitios femorales de manera bilateral. Se
inserta un catéter venoso en la vena femoral y un catéter arterial en la arteria femoral contralate-
ral. Debe tenerse cuidado de evitar la isquemia de las extremidades, ya que el sitio de acceso arte-
rial tiene el potencial de ocluir la totalidad de la arteria femoral. El objetivo para el gasto cardiaco
inicial de 1.5 a 2.0 L/min es apropiado con un ajuste a 3.0 a 6.0 L/min. No se ha demostrado
que iniciar la OMEC por parte de los médicos de urgencia se relacione con una supervivencia
significativa a largo plazo para el paciente, aunque algunas series de casos han señalado que
la reanimación cardiopulmonar extracorporal realizada por médicos de urgencia en la sala de
urgencias arroja resultados promisorios.
Indicaciones
■■ Sobredosis tóxica: si bien aún siguen acumulándose estudios sobre el tratamiento de la sobre-
dosis con OMEC venoarterial, hay series de casos que demuestran su utilidad en la mayoría
de los medicamentos cardiovasculares: sobre todo calcio y betabloqueadores. En estos casos, la
OMEC venoarterial se inició de forma temprana (< 1 h) y la duración típica del tratamiento
fue < 1 semana.
■■ Insuficiencia respiratoria hipercárbica: la OMEC venovenosa en este caso permite eliminar
el dióxido de carbono al tiempo que hace posible implementar estrategias de ventilación
que protegen los pulmones. Los pacientes que pueden beneficiarse más de ello son quienes
sufren síndrome de dificultad respiratoria aguda, al resolver la hipercapnia, disminuir la
acidosis y reducir las complicaciones del barotrauma.
■■ Choque cardiogénico: la pérdida de la función de la bomba mecánica inevitablemente pro-
voca disfunción de múltiples órganos y en situaciones en que el apoyo vasopresor y el ino-
trópico son inadecuados, la OMEC venoarterial sigue siendo un tratamiento de rescate
Riesgos
Existe una buena cantidad de riesgos inherentes a la OMEC. Los riesgos incluyen oclusión arte-
rial que causa isquemia de las extremidades, hemorragia secundaria a anticoagulación, trombosis
y embolización de la bomba centrífuga y embolia de aire si la tubería no se purga de forma
adecuada. Otro inconveniente es no que debería esperarse que la OMEC dure indefinidamente
y con eso en mente, los candidatos para OMEC deben seleccionarse con mucho cuidado. Los
criterios de exclusión sugeridos para iniciar la OMEC comprenden antecedentes de disfunción
neurológica grave, hemorragia intracraneal, neoplasia terminal, sangrado incontrolable y enfer-
medad vascular periférica grave.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Extracorporeal Life Support Organization (ESLO). General guidelines for all ECLS cases.
ELSO Guidel. 2013;1.3:1–24.
Greenword JC, et al. Mechanical support. Emerg Med Clin North Am. 2014;32:851–869.
Schaheen B, et al. Extracorporeal life support for adult cardiopulmonary failure. Best Pract Res
Clin Anaesthesiol. 2015;29:229–239.
Siao FY, et al. Managing cardiac arrest with refractory ventricular fibrillation in the emer-
gency department: Conventional cardiopulmonary resuscitation versus extracorporeal
cardiopulmonary resuscitation. Resuscitation. 2015;92:70–76.
Tram R, et al. Extracorporeal membrane oxygenation for critically ill adults. Cochrane Data-
base Syst Rev. 2015:1–47.
23
Poner una aguja: no debe asumirse que
la descompresión con aguja de un
neumotórax a tensión es confiable
y eficaz
Bahrenegash Getachew, MD
La reacción instantánea ante los signos y síntomas de un neumotórax a tensión es obtener una
aguja de calibre grande para la descompresión inmediata en el segundo espacio intercostal en
la línea medioclavicular o en el cuarto o quinto espacio intercostal en la línea medioaxilar. Sin
importar el abordaje, la toracotomía con aguja de un neumotórax a tensión es una técnica que
cada médico de urgencias debe dominar y estar listo para emplear. Sin embargo, ¿es la interven-
ción más confiable y eficaz?
El viejo adagio de que el diagnóstico del neumotórax a tensión debe establecerse antes de
una radiografía se está volviendo obsoleto. La recomendación inicial se basaba en la logística del
procedimiento y el acceso anatómico, y probablemente no estaba basada en evidencias. En fechas
recientes, la bibliografía de traumatismos ha identificado varios inconvenientes de utilizar la
descompresión con aguja. Stevens y cols. (2009) descubrieron una tasa de éxito del 50% de este
procedimiento, sobre todo en el ámbito extrahospitalario.
Una desventaja importante de depender de la toracotomía con aguja es la variabilidad del
hábito corporal del paciente, que puede dificultar el acceso eficaz al espacio pleural. Los índices de
obesidad sin duda han aumentado la complejidad; sin embargo, incluso un individuo musculoso
con músculos pectorales hipertrofiados haría el procedimiento más complicado. Un estudio de
Powers y cols. (2014) con casos de traumatismos demostró una relación directa entre el índice
de masa corporal y el espesor de la pared torácica. Por ejemplo, un índice de masa corporal de 29
se correspondió con 6.2 cm de espesor en el segundo espacio intercostal. Considerando que un
angiocatéter de 16 a 18 g mide 4.77 cm, el riesgo de fracaso es significativo.
A menudo se piensa que las descompresiones con aguja para el neumotórax a tensión son
tanto diagnósticas como terapéuticas. El sonido generado por la liberación rápida del aire atra-
pado habitualmente es la herramienta diagnóstica, pero puede ser un dato engañoso. Ha habido
informes de casos que describen un sonido “silbante” de la ampolla en un paciente con enfer-
medad pulmonar obstructiva crónica grave que se presentó con dificultad respiratoria. En el
otro extremo del espectro, si la aguja se implanta de forma inadecuada en el tejido subcutáneo,
es posible que no se produzca sonido alguno, lo que tranquiliza falsamente al médico inexperto.
La situación clínica de un neumotórax a tensión también es fundamental para valorar
cuándo debe emprenderse el tratamiento para esta entidad. La distinción entre un paciente intu-
bado frente a uno que no lo está es fundamental. La fisiopatología y los mecanismos compensa-
torios del neumotórax a tensión en estas poblaciones de pacientes difieren en gran medida. Un
enfermo intubado que desarrolla neumotórax se descompensará de forma drástica y llamativa
debido a presiones suprafisiológicas que se proporcionan de manera artificial. Un pequeño neu-
motórax puede transformarse sin demora en una fisiología de tensión, lo que requiere toracotomía
con aguja como primer paso inmediato. Sin embargo, hay un cuerpo creciente de evidencia de
que el tratamiento del paciente no ventilado con neumotórax a tensión sin estabilidad hemodiná-
mica inmediata puede caer en un espectro clínico amplio con una capacidad compensatoria más
robusta. Estos pacientes pueden beneficiarse de la verificación del diagnóstico y una intervención
terapéutica inicial más definitiva con toracotomía con sonda.
La descompresión con aguja a ciegas no carece de riesgos, sin importar qué tan bien
intencionado o anatómicamente preciso sea el médico. Se han informado importantes lesiones
vasculares, cardiacas y del parénquima pulmonar. Otras complicaciones frecuentes incluyen
hemotórax y neumotórax yatrógenos. Una vez que se inserta la aguja, el médico se ha compro-
metido con una toracotomía con sonda, sin importar el diagnóstico final.
La realidad es que el neumotórax a tensión es un evento que verdaderamente pone en riesgo
la vida. Cuando se sospecha o se obtiene en un diagnóstico alusivo creíble, se requiere interven-
ción inmediata. La descompresión con aguja tiene una función fundamental, en particular cuando
el diagnóstico se acompaña de inestabilidad hemodinámica. Sin embargo, es importante tener en
mente que el tratamiento definitivo del neumotórax a tensión es una sonda pleural.
PUNTOS CLAVE
■■ Asegurarse que la longitud de la aguja es apropiada para el hábito corporal del paciente.
■■ Los pacientes ventilados se descompensan con mayor rapidez cuando existe una fisio-
logía de tensión.
■■ La presencia o ausencia de un sonido silbante puede ser engañosa.
■■ La toracotomía con sonda es el tratamiento definitivo.
■■ La descompresión con aguja debe ir siempre seguida por una sonda pleural.
Lecturas recomendadas
Chan S. Tension pneumothorax managed without immediate needle decompression. J Emerg
Med. 2009;36(3):242–245. doi:10.1016/j.jemermed.2007.04.012.
Leigh-Smith S, Harris T. Tension pneumothorax—Time for a re-think? Emerg Med J.
2004;22(1):8–16. doi:10.1136/emj.2003.010421.
Mines D, Abbuhl S. Needle thoracostomy fails to detect a fatal tension pneumothorax. Ann
Emerg Med. 1993;22(5):863–866. doi:10.1016/s0196-0644(05)80809-1.
Powers W, Clancy T, Adams A, et al. Proper catheter selection for needle thoracostomy: A height
and weight-based criteria. Injury. 2014;45(1):107–111. doi:10.1016/j.injury.2013.08.026.
Stevens R, Rochester A, Busko J, et al. Needle thoracostomy for tension pneumothorax: Fai-
lure predicted by chest computed tomography. Prehosp Emerg Care. 2009;13(1):14–17.
doi:10.1080/10903120802471998.
24
Toracotomía de reanimación
Michael R. Ehmann, MD, MPH, MS y Nathan Woltman, MD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American College of Surgeons, Committee on Trauma. Practice management guidelines for
emergency department thoracotomy. J Am Coll Surg. 2001;193(3):303–309.
Burlew CC, More EE, Moore FA, et al. Western trauma association critical decisions in
trauma: Resuscitative thoracotomy. J Trauma Acute Care Surg. 2012;73(6):1359–1363.
Jones RF, Rivers EP. Resuscitative thoracotomy. In: Roberts JR, ed. Roberts and Hedges’ Cli-
nical Procedures in Emergency Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders, 2014.
Rhee PM, Acosta J, Bridgeman A, et al. Survival after emergency department thoracotomy:
Review of published data from the past 25 years. J Am Coll Surg. 2000;190:288–298.
Seamon MJ, Haut ER, Van Arendonk K, et al. An evidence-based approach to patient
selection for emergency department thoracotomy: A practice management guideline
from the Eastern Association for the Surgery of Trauma. J Trauma Acute Care Surg.
2015;79(1):159–173.
25
Aumento de la presión intracraneal
en la reanimación
Nicole Heidenreich, MSPAS, PA-C
El cráneo es un compartimiento fijo que resguarda los tres componentes principales: sangre,
líquido cefalorraquídeo y parénquima cerebral. Cuando el volumen de uno de los componentes
aumenta, el volumen de los otros debe disminuir para poder mantener una presión constante.
La autorregulación cerebral asegura este mecanismo de equilibrio y compensación. Cuando un
cambio de volumen es demasiado extremo, u ocurre demasiado rápido, los mecanismos de auto-
rregulación cerebral pueden verse superados y ser incapaces de compensar, lo que produce un
aumento de la presión intracraneal.
La elevación de la presión intracraneal es dañina porque puede afectar la presión de per-
fusión cerebral. Esta presión puede calcularse al restar la presión intracraneal de la presión
arterial media. En otras palabras, la presión de perfusión cerebral es igual a la presión arte-
rial media menos la presión intracraneal. Cuando la presión de perfusión cerebral disminuye,
causa una reducción en la perfusión y oxigenación del tejido cerebral. Además, las elevaciones
extremas en la presión intracraneal pueden provocar herniación cerebral por la vía de menor
resistencia: el foramen magno, lo que resulta en compresión y anoxia del tallo encefálico, lo cual
produce la muerte.
Las guías habitualmente reconocidas son una presión de perfusión cerebral > 60 mm Hg y
una presión intracraneal < 20 mm Hg. En realidad, los médicos de urgencias no tienen el lujo de
conocer la presión intracraneal exacta del paciente (que se mide mediante un monitor especial).
La sospecha de una presión intracraneal elevada debe inferirse con base en los signos, síntomas
y mecanismos de lesión. Deben buscarse cambios en el estado mental que varíen de agitación a
letargo, un déficit neurológico focal, anisocoria, pupilas no reactivas o la clásica tríada de Cushing
de bradicardia, hipertensión y respiraciones irregulares.
Debe sospecharse presión intracraneal elevada en pacientes con traumatismos (debido a
hemorragias o edema cerebral), hipertensos con cambios en el estado mental o cefalea intensa
(hemorragia intracraneal) y cualquiera que tome anticoagulantes con un cambio en el estado men-
tal, cefalea o déficit neurológico focal. Los enfermos con accidentes vasculares cerebrales isqué-
micos de gran volumen pueden tener presión intracraneal elevada debido a que el tejido cerebral
infartado puede estar edematoso. Aquellos con tumores cerebrales llegan a deteriorarse debido a
un aumento agudo en el edema vasógeno. Puede presentarse hidrocefalia aguda en pacientes con
falla de los sistemas de derivación y en quienes presentan hemorragia subaracnoidea.
Cuando se sospecha elevación de la presión intracraneal, antes que nada debe ponerse espe-
cial atención a la vía respiratoria, la respiración y la circulación. Deben atenderse la hipoxia y la
hipotensión, ya que ambas son dañinas para el tejido cerebral. Hay que intubar de forma temprana
si se anticipa un deterioro en el estado clínico. Cuando se retrasa la intubación, el paciente puede
empeorar y empezar a retener CO2, lo que produce vasodilatación cerebral. Esto aumenta aún más
la presión intracraneal en el paciente con lesión cerebral. Debe considerarse una consulta neuroqui-
rúrgica, ya que muchos de estos casos requieren una intervención quirúrgica o monitores de pre-
sión intracraneal. Se revisa el perfil de coagulación y se solucionan las coagulopatías que sea posible
corregir, teniendo en cuenta que muchos anticoagulantes modernos no pueden vigilarse por medio
de las concentraciones en sangre y tal vez sea difícil revertirlas. Se eleva la cabecera de la cama a
30 a 45 grados. El cuello debe mantenerse recto. La fiebre, el dolor, la agitación y las molestias a
causa del respirador aumentan la presión intracraneal, por lo que estos problemas deben tratarse de
forma intensiva. Puede hiperventilar al paciente (a una PaCO2 de 30 a 35 mm Hg), pero solo como
una medida temporal. Esto no debe continuarse por más de una hora.
El tratamiento hipertónico es característico del manejo médico de la hipertensión intra-
craneal. Esto puede lograrse de diversas formas. El manitol es un diurético osmótico. Atrae el
agua libre del parénquima pulmonar a los vasos sanguíneos (reduciendo la presión intracraneal)
y después actúa como diurético.
La dosis para la reducción aguda de la presión intracraneal es 1 g/kg de una solución al
20% administrada a lo largo de 20 min, pero puede administrarse más rápido en una situación
de urgencia. Puede administrarse a través de un acceso venoso periférico o central. El manitol
a menudo demora 5 a 10 min para obtenerse debido a que se cristaliza. Así que advierta a sus
enfermeras si cree que va a necesitarlo.
Antes de administrar el manitol, deben determinarse las concentraciones iniciales de sodio
y la osmolalidad sérica. El tratamiento ulterior se debe guiar al hacer verificaciones en serie de
estos valores. Hay que anticipar un gasto urinario elevado y colocar una sonda de Foley. Esto
evitará la retención urinaria, que puede aumentar aún más la presión intracraneal. No debe
administrarse manitol a pacientes hipotensos ya que con frecuencia provoca una caída leve de la
presión arterial. Recuerde administrar líquidos de mantenimiento con el manitol a largo plazo
porque puede causar deshidratación. Hay que evitar usar manitol en pacientes con insuficiencia
renal, ya que puede empeorar la función renal.
Un posible efecto adverso del manitol es la hipertensión intracraneal de rebote, que puede
ocurrir a medida que sus efectos desaparecen o cuando se suspenden las dosis repetidas. Esto
sucede cuando el líquido de desvía de la vasculatura cerebral de vuelta al tejido cerebral.
La solución salina hipertónica funciona mediante un mecanismo muy similar al del manitol
y su inicio es tan rápido como de 5 a 10 min. No actúa de forma tan robusta como un diurético,
haciéndola un mejor expansor de plasma. Debido a ello, es una elección más deseable en pacientes
en quienes la hipotensión o la hipovolemia son un problema y su objetivo es aumentar el gasto
cardiaco. También se prefiere frente al manitol en pacientes con insuficiencia renal. Se cree que
la solución salina hipertónica no tiene el riesgo de hipertensión intracraneal de rebote cuando se
compara con manitol. A la inversa, debe tenerse cuidado en pacientes con sobrecarga de líquidos.
La principal desventaja de la solución salina hipertónica es que la mayoría de las instituciones
requiere que se administre usando un acceso venoso central debido a la posible lesión de los vasos
sanguíneos y los tejidos. En el ámbito hiperagudo deben sopesarse los riesgos y los beneficios. En
ciertas situaciones, puede iniciarse solución salina al 3% por vía periférica mientras se establece un
acceso central. De forma alternativa, pueden administrarse soluciones salinas al 2% por vía periférica.
Los esquemas de dosificación para la solución salina hipertónica no están tan bien estudia-
dos como el manitol. Para la reducción aguda de la presión intracraneal es una práctica común
administrar un bolo de 250 a 500 mL de solución salina al 3% o 30 mL de solución salina al
23.4%. Al igual que con manitol, es necesario obtener las concentraciones iniciales de sodio y la
osmolalidad sérica antes de su administración.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Greenberg MS, ed. Treatment measures of elevated ICP. In: Handbook of Neurosurgery. 7th ed.
Tampa, FL: Greenberg Graphics, 2010:866–868, 876–883.
Guidelines for the management of severe traumatic brain injury. J Neurotrauma. 2007;24
(Suppl 1):i–vi. doi:10.1089/neu.2007.9999.
Hauser SL. Harrison’s Neurology in Clinical Medicine. New York, NY: McGraw-Hill Medical
Pub. Division, 2013:294–300.
Mangat HS, Härtl R. Hypertonic saline for the management of raised intracranial pressure
after severe traumatic brain injury. Ann N Y Acad Sci. 2015;1345:83–88.
Press Release: 2006 Apr 24. Hypertonic saline a viable treatment for controlling intracranial
pressure in patients with traumatic brain injury. Am Acad Neurol Surg. 2006. Article ID:
38032.
26
Tromboembolia pulmonar masiva
y trombolíticos
Nour Al Jalbout, MD
para que se le realicen estudios radiográficos. Los datos ultrasonográficos relacionados con embolia
pulmonar masiva incluyen dilatación del ventrículo derecho o disfunción de la vena cava inferior del
ventrículo derecho, aplanamiento del tabique e hipertensión pulmonar. También pueden buscarse
signos de trombosis venosa profunda usando Doppler de las extremidades inferiores. Otros datos
como taponamiento cardiaco, neumotórax y derrames pleurales grandes también pueden confir-
marse mediante ultrasonido a la cabecera, lo que ayuda al profesional a centrarse en un diagnóstico.
¿Cómo es que la embolia pulmonar afecta la circulación y a la larga conduce a choque? La
embolia pulmonar aguda interfiere con la circulación en el lecho pulmonar. Si más del 30 al 50%
del área transversa total del lecho de la arteria pulmonar está ocluido por un tromboémbolo, la pre-
sión de la arteria pulmonar aumenta. Además, la hipoxia local induce vasoconstricción en el lecho
vascular, lo que conduce a un aumento ulterior de la resistencia vascular pulmonar. Como tal, el
aumento abrupto de la resistencia vascular pulmonar lleva a dilatación del ventrículo derecho, con
un aumento resultante de la presión del ventrículo derecho y el volumen. El aumento repentino de
la tensión de la pared evita que el ventrículo derecho supere la presión de la arteria pulmonar, lo
que conduce a un arqueamiento a la izquierda del tabique interventricular. Esto impide el llenado
del ventrículo izquierdo en la diástole temprana, lo que a la larga reduce el gasto cardiaco y contri-
buye a la presencia de inestabilidad hemodinámica y choque obstructivo.
Los pacientes que se presentan con síntomas de embolia pulmonar masiva deben recibir
atención inmediata de las vías respiratorias, respiración y circulación. Dado que una embolia pul-
monar masiva causa choque obstructivo, se requiere tratamiento para restaurar una circulación
adecuada. De acuerdo con la declaración científica de 2011 de la AHA, la fibrinólisis es razona-
ble para pacientes con embolia pulmonar aguda que tienen riesgos aceptables de complicaciones
hemorrágicas (clase IIa; nivel de evidencia B). Los datos se derivan de 12 estudios controlados
con asignación al azar principales que estudian los trombolíticos en comparación con placebo.
Solo una pequeña subserie incluyó la investigación de la embolia pulmonar masiva, con resultados
principales variables y controversiales en términos de tendencias hacia una mejor supervivencia y
disminución de las embolias pulmonares actuales. Los principales resultados positivos observa-
dos con los trombolíticos fueron la estabilización de la función respiratoria y cardiovascular sin
apoyo vasopresor, reducción del daño del ventrículo derecho y prevención de la recurrencia de la
embolia pulmonar con una mayor probabilidad de supervivencia. Los principales daños infligidos
fueron hemorragia mayor, lo que incluye hemorragia intracerebral y mayor riesgo de hemorragias
menores, que provocaron una prolongación de la estancia y la posibilidad de administración de
productos sanguíneos. La decisión de administrar un fibrinolítico depende de la valoración indi-
vidualizada de los riesgos y beneficios. Una decisión médica óptima debe considerar los deseos del
paciente, su esperanza de vida y los riesgos de complicaciones hemorrágicas.
Una vez que se ha tomado la decisión de prescribir tratamiento trombolítico, el medica-
mento suele administrarse a través de un catéter intravenoso periférico en infusión. La dosis de
infusión recomendada por la FDA para alteplasa es de 100 mg como infusión continua a lo largo
de 2 h, al tiempo que se retiene la anticoagulación durante el periodo de infusión de 2 h. Por este
motivo, cuando se sospecha embolia pulmonar masiva, deben evitarse anticoagulantes con una
vida media prolongada (como heparina de bajo peso molecular). La anticoagulación por lo gene-
ral se inicia después de la lisis del coágulo con heparina y warfarina. La duración óptima de la
anticoagulación se basa en la evidencia extrapolada de pacientes con trombosis venosa profunda
en quienes no se realizó trombólisis, que es un mínimo de 3 meses. Los pacientes deben enviarse
a la unidad de cuidados intensivos para vigilancia y tratamiento ulteriores.
Si los enfermos sobreviven a este evento agudo, el énfasis principal se dirige entonces a su
rehabilitación, cumplimiento con la anticoagulación y prevención ideal de cualquier factor pre-
disponente para una tromboembolia venosa futura. Aunque se requieren más estudios clínicos
acerca de las terapias avanzadas para tromboembolia venosa, la decisión debe basarse en la mejor
evidencia disponible. La administración de tromboembólicos puede influir positivamente sobre
la morbilidad y mortalidad y debe considerarse en el escenario clínico apropiado.
PUNTOS CLAVE
■■ Las reglas para la toma de decisiones clínicas como los criterios de Wells, la puntuación
de Ginebra y PERC (criterios para descartar embolia pulmonar) están disponibles para
ayudar a determinar la probabilidad previa a las pruebas de tromboembolia venosa.
■■ El choque inexplicable puede ser choque obstructivo secundario a embolia pulmonar.
■■ El ultrasonido a la cabecera es una herramienta valiosa al considerar una embolia pul-
monar masiva en un paciente.
■■ Deben ponderarse los riesgos y beneficios al considerar la administración de trombolíti-
cos, poniendo especial atención a los riesgos hemorrágicos.
■■ Destacar el cumplimiento con la anticoagulación después de transferir al paciente.
Lecturas recomendadas
Goldhaber SZ. Thrombolysis for pulmonary embolism. N Engl J Med. 2002;347:1131–1132.
Jaff MR, Mcmurtry MS, Archer SL, et al. Management of massive and submassive pulmonary
embolism, iliofemoral deep vein thrombosis, and chronic thromboembolic pulmonary
hypertension: A scientific statement from the American Heart Association. Circulation.
2011;123(16):1788–1830.
Kearon C, Akl EA, Comerota AJ, et al. Antithrombotic Therapy for VTE Disease: Antithrombotic
Therapy and Prevention of Thrombosis, 9th ed: American College of Chest Physicians Evi-
dence-Based Clinical Practice Guidelines. Chest. 2012;141:e419S.
Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC guidelines on the diagnosis and mana-
gement of acute pulmonary embolism. Eur Heart J. 2014;35(43):3033–3069, 3069a–3069k.
Le Gal G, Righini M, Roy PM, et al. Prediction of pulmonary embolism in the emergency
department: The revised Geneva score. Ann Intern Med. 2006;144(3):165–171.
Stein PD, et al. Multidetector computed tomography for acute pulmonary embolism. N Engl
J Med. 2006;354(22):2317–2327.
Wells PS, Anderson DR, Rodger M, et al. Derivation of a simple clinical model to categorize
patients probability of pulmonary embolism: Increasing the models utility with the Sim-
pliRED D-dimer. Thromb Haemost. 2000;83(3):416–420.
27
¿Líquido en el saco? Taponamiento
cardiaco
Ngozi Nweze, MD
Introducción
El saco pericárdico es una membrana elástica que rodea el pericardio. El derrame pericárdico es
causado por la acumulación de líquidos (sanguíneos, purulentos, serosos, neoplásicos) dentro del
saco pericárdico. A medida que el líquido se acumula y el pericardio se estira al máximo, a la larga
causa compresión de las aurículas y ventrículos, menor retorno venoso y, después, disminución
del gasto cardiaco. La acumulación gradual de líquido permite al pericardio acomodarse y esti-
rarse con el tiempo, pero la acumulación rápida, como en la rotura de la pared libre del ventrículo
Diagnóstico
El electrocardiograma puede revelar alternancia eléctrica (alternancia de la altura de los com-
plejos QRS a medida que el corazón se “balancea” dentro del pericardio lleno de líquido), vol-
taje QRS bajo, taquicardia sinusal, arritmia o cambios ST inespecíficos. La radiografía torácica
puede mostrar aumento de tamaño de la silueta cardiaca. La ecocardiografía a la cabecera puede
evidenciar colapso del ventrículo derecho durante la diástole, desviación del tabique hacia la
izquierda durante la inspiración, colapso de la vena cava inferior durante la inspiración, colapso
de la aurícula derecha durante la sístole o balanceo del corazón dentro del saco pericárdico.
Manejo
Los bolos de líquido intravenoso deben administrarse de forma juiciosa en un intento por aumen-
tar el retorno venoso profundo, dado que demasiado líquido puede empeorar el taponamiento.
La administración de inotrópicos es controversial porque las catecolaminas endógenas ya están
trabajando para aumentar el inotropismo del corazón. Si deben usarse inotrópicos, dobutamina
es la primera elección. El manejo definitivo implica pericardiocentesis con aguja, de preferencia
bajo guía ultrasonográfica. Después de limpiar y anestesiar el sitio de inserción, se utilizan una
jeringa y una aguja que tenga al menos 3.8 cm de longitud para atravesar la piel en la región
subxifoidea a un ángulo de 45 grados, dirigida hacia el hombro izquierdo. Aplicando presión
negativa continua, se entra hacia el saco pericárdico (de preferencia bajo guía ultrasonográfica).
El líquido debe aspirarse hasta que el estado hemodinámico mejore. Las contraindicaciones para
la pericardiocentesis incluyen hemopericardio traumático, miocardio libre de rotura de la pared
libre y disección aórtica. El manejo quirúrgico es definitivo en estas situaciones. Las complica-
ciones de la pericardiocentesis incluyen infección, lesión al hígado y otras estructuras intraab-
dominales, neumotórax, laceración miocárdica, laceración o aneurisma de los vasos mamarios
internos o intercostales, trombo pericárdico, aspiración falsa positiva (aspiración intracardiaca de
sangre), aspiración falsa negativa (debido a sangre coagulada), disritmia y paro cardiaco.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bodson L, Bouferrache K, Vieillard-Baron A. Cardiac tamponade. Curr Opin Crit Care.
2011;17:416–424.
Kumar R, Sinha A, Lin MJ, et al. Complications of pericardiocentesis: A clinical synopsis. Int
J Crit Illn Inj Sci. 2015;5(3):206–212.
Spodick DH. Acute cardiac tamponade. N Eng J Med. 2003;349:684–690.
Synovitz CK, Brown EJ. Chapter 37: Pericardiocentesis. In: Tintinalli’s Emergency Medicine, A
Comprehensive Study Guide. 7th ed. China: The McGraw-Hill Companies, Inc., 2011:250–
257.
28
¿Es ancho o estrecho? Actividad
eléctrica sin pulso: un enfoque
simplificado
Nicholas Risko, MD, MHS
El paro con actividad eléctrica sin pulso ocurre cuando un paciente tiene actividad eléctrica
organizada en el electrocardiograma (ECG) pero sin pulso. La actividad eléctrica sin pulso se
identifica en ~20 a 40% de los pacientes de paro cardiaco y la supervivencia general es mala en
comparación con los ritmos de taquicardia ventricular o fibrilación ventricular. Los estudios han
mostrado que alrededor del 40% de estos pacientes tiene alguna actividad cardiaca mecánica;
sin embargo, no es suficiente para generar un pulso palpable.
El paro con actividad eléctrica sin pulso siempre ha representado un reto para su manejo,
ya que el médico se ve agobiado para recordar una larga lista de causas que requieren una inter-
vención hábil y rápida. En este capítulo sugerimos un abordaje simplificado para el paro con
actividad eléctrica sin pulso, con base en la bibliografía reciente revisada por pares.
El aprendizaje frecuente requiere memorizar 10 a 13 “H” y “T” (dependiendo de cómo
cuente y si hace referencia a las guías de la American Heart Association o la European Society of
Cardiology) y que los recuerde calmadamente durante el ambiente caótico del paro. Estos aspec-
tos incluyen hipovolemia, hipoxia, ion hidrógeno (acidosis), hipopotasiemia o hiperpotasiemia,
hipoglucemia, hipocalciemia e hipotermia. También comprenden neumotórax a tensión, tapona-
miento, toxinas, trombosis (pulmonar o cardiaca) y traumatismo. Si bien los médicos de urgencias
enfrentan este reto todos los días, este sistema propenso a errores requiere práctica y preparación
constantes. Asimismo, muchas de estas etiologías son teóricas, con una contribución insignificante
o no demostrada a la carga del paro con actividad eléctrica sin pulso. Por ejemplo, los revisores han
experimentado dificultades para encontrar evidencia de que la hipopotasiemia, la hipoglucemia
y la hipotermia hayan causado alguna vez un paro con actividad eléctrica sin pulso. En tanto, la
prevalencia de embolia pulmonar como una causa de actividad eléctrica sin pulso varió de 36 a 68%
en varias series de casos pequeñas.
Desbiens propuso un abordaje simplificado a la actividad eléctrica sin pulso que se conoce
como la “regla 3 y 3”. Pide considerar las tres causas más probables de actividad eléctrica sin
pulso: hipovolemia grave, obstrucción a la circulación e insuficiencia de la bomba. Por último,
para la obstrucción a la circulación, destaca las tres causas principales: taponamiento, neumotórax
a tensión y embolia pulmonar. Sugiere usar la ausencia de pulso femoral durante la reanimación
cardiopulmonar para implicar obstrucción o hipovolemia y su presencia para implicar otras causas.
Otro abordaje simplificado conlleva el uso del ECG. Los desajustes electrolíticos que pue-
den conducir a actividad eléctrica sin pulso a menudo tienen datos característicos en el ECG,
como ondas J, cambios en las ondas T o cambios en QT. Asimismo, los ritmos de complejo
estrecho rápidos probablemente representan una respuesta fisiológica al colapso circulatorio en
un corazón por lo demás sano, en tanto que el ensanchamiento de QRS puede representar una
declinación al punto de haber insuficiencia cardiaca intrínseca o desajuste metabólico grave. Se
ha notado que el ensanchamiento de QRS, alargamiento de QT, frecuencia más lenta y falta de
actividad auricular, todos, anuncian un pronóstico más desfavorable.
Litman y cols. postularon un algoritmo novedoso con base en la calificación ECG del QRS
como estrecho (< 0.12 s) o ancho (> 0.12 s) y se enfoca solo en las etiologías más probables
en un ámbito distinto a un traumatismo. La actividad eléctrica sin pulso con QRS estrecho
significa un problema mecánico, como taponamiento, neumotórax a tensión, embolia pulmonar,
hiperinflación mecánica o rotura miocárdica. Un QRS ancho representa problemas metabólicos
como hiperpotasiemia grave, toxinas o isquemia. Estos autores sugieren iniciar con líquidos IV
para el grupo de complejo estrecho antes de contemplar otros tratamientos. Para el complejo
ancho, recomiendan cloruro de calcio IV empírico (para hiperpotasiemia) y bicarbonato de sodio
(para toxicidad potencial de bloqueador de sodio o transporte reducido secundario a isquemia).
El ultrasonido a la cabecera es otro coadyuvante de utilidad. Hernández y cols. han pos-
tulado un algoritmo sonográfico para el paro cardiaco utilizando técnicas familiares al médico
de urgencias para valorar sin demora si hay hipovolemia, neumotórax a tensión, taponamiento
cardiaco, embolia pulmonar y función ventricular macroscópica. En la Figura 28-1 se presenta
un algoritmo sugerido que se basa en este trabajo.
Debe recordarse que a medida que evoluciona la hipoperfusión, un paro mecánico al inicio
puede degradarse en uno metabólico. La actividad eléctrica sin pulso es un continuo que evo-
luciona y requiere un manejo adaptativo y ágil. Esperamos que este capítulo haya estimulado el
pensamiento crítico sobre cómo aproximarse a su siguiente paro con actividad eléctrica sin pulso.
Continuar
ACLS
Revalorar No Iniciar
Sí reanimación
rápida con
¿QRS volumen ¿Signos de Tratar
Exploración física
estrecho? taponamiento? los datos
y ultrasonido a
la cabecera
No
¿Signos/
Atender los desajustes riesgo de embolia
electrolíticos/metabólicos pulmonar?
Figura 28-1 Vía sugerida para el manejo del paro con actividad eléctrica sin pulso.
PUNTOS CLAVE
■■ Faltan evidencias para justificar muchas de las H y T como causa de paro con actividad
eléctrica sin pulso.
■■ Los émbolos pulmonares son una causa frecuente de paro con actividad eléctrica sin
pulso criptógena.
■■ Además de los antecedentes y la exploración física, recurra al ECG y el ultrasonido para
ayudar a identificar la etiología.
■■ Un QRS estrecho significa un mejor pronóstico y una etiología mecánica con el poten-
cial de reversión después de una intervención rápida y apropiada.
■■ Utilice este capítulo y las lecturas que aparecen más adelante para desarrollar un abor-
daje al paro con actividad eléctrica sin pulso que funcione bien para usted, sea fácil de
recordar y tenga resultados destacados para los paros reversibles.
Lecturas recomendadas
Desbiens NA. Simplifying the diagnosis and management of pulseless electrical activity in
adults: A qualitative review. Crit Care Med. 2008;36:391–396.
Hernandez C, Shuler K, Hannan H, et al. C.A.U.S.E.: Cardiac arrest ultrasound exam—a
better approach to managing patients in non-arrhythmogenic cardiac arrest. Resuscitation.
2008;76(2):198–206.
Littmann L, Bustin DJ, Haley MW. A simplified and structured teaching tool for the evalua-
tion and management of pulseless electrical activity. Med Princ Pract. 2014;23:1–6.
Mehta C, Brady W. Pulseless electrical activity in cardiac arrest: Electrocardiographic presen-
tations and management considerations based on the electrocardiogram. Am J Emerg Med.
2012;30:236–239.
Neumar RW, Otto CW, Link MS, et al. Part 8: Adult advanced cardiovascular life support:
2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and
Emergency Cardiovascular Care. Circulation. 2010;122:S729–S767.
29
Choque no diferenciado
Daniel Sheets, MD, MPH y
Randall T. Rhyne, MD, FACEP, FAAEM
de citocinas proinflamatorias sistémicas. Esta cascada a la larga resulta en daño a órganos ter-
minales y puede evolucionar a un síndrome de disfunción orgánica múltiple. Las cuatro clasi-
ficaciones amplias de choque son hipovolémico, cardiogénico, obstructivo y distributivo.
El choque hipovolémico puede deberse a hemorragia en caso de traumatismo o a pérdidas de
líquido por vómito o diarrea intensos. El choque cardiogénico resulta de un menor gasto cardiaco
secundario a un defecto cardiaco intrínseco, a menudo por un infarto de miocardio, rotura val-
vular o insuficiencia cardiaca congestiva. El choque obstructivo resulta de una obstrucción física
que reduce el gasto cardiaco y puede ocurrir debido a taponamiento cardiaco, embolia pulmonar
masiva o neumotórax a tensión. El choque distributivo se debe más a menudo a sepsis e infec-
ción avasalladora, aunque también puede deberse a anafilaxia o choque neurógeno en la lesión
de la médula espinal. La identificación temprana del tipo de choque a menudo puede hacerse
mediante los antecedentes del paciente, la exploración física, las investigaciones de laboratorio,
los datos del ECG, las radiografías torácicas y el ultrasonido a la cabecera.
El paso inicial en la reanimación del paciente con choque no diferenciado incluye obtener
acceso venoso periférico y asegurar una ventilación y oxigenación adecuadas. Esto puede incluir
intubación endotraqueal, ya que la incapacidad de ventilar con mascarilla o con ventilación con
presión positiva al paciente con hipotensión puede llevar a insuficiencia respiratoria y colapso circu-
latorio. Debe considerarse un bolo de prueba de una solución cristaloide, ya que incluso aquellos
casos en choque cardiogénico agudo pueden presentar agotamiento intravascular. Debe mante-
nerse un monitoreo cuidadoso de la respuesta clínica a los líquidos, porque el edema pulmonar
puede ser consecuencia no intencionada de su administración.
Un enfoque temprano en “la bomba” ayuda a discriminar entre las cuatro clasificaciones
amplias de choque y disminuye el tiempo hasta las intervenciones que pueden salvar la vida.
Debe realizarse un ECG desde el inicio para valorar si hay IMEST como causa del choque
cardiogénico que requiera una intervención coronaria percutánea inmediata. El ECG también
puede demostrar esfuerzo del hemicardio derecho que sugiere una embolia pulmonar masiva o
alternancia eléctrica que apunta a taponamiento cardiaco. El ultrasonido cardiaco a la cabecera
puede demostrar la presencia de derrame pericárdico y ofrece una valoración de la contractili-
dad cardiaca. La presencia de un gran derrame pericárdico con colapso del ventrículo derecho
sugiere taponamiento cardiaco que causa choque obstructivo y está indicada pericardiocentesis
inmediata para ayudar al llenado diastólico. Un ventrículo derecho con dilatación aguda puede
sugerir una embolia pulmonar masiva que cause esfuerzo del hemicardio derecho y choque obs-
tructivo. Un corazón hiperdinámico con contractilidad normal o elevada sugiere choque distri-
butivo o hipovolémico. Un corazón hipodinámico con menor contractilidad y cámaras cardiacas
dilatadas sugiere choque cardiogénico.
Después de la evaluación de “la bomba”, la valoración de “el tanque” ayuda a determinar
el estado del volumen intravascular y la respuesta a los líquidos. Los datos de la exploración física
pueden proporcionar indicios sobre si “el tanque” está vacío o lleno. La elevación de la presión
venosa yugular, los estertores bilaterales a la auscultación pulmonar o el edema de las extremidades
inferiores sugieren sobrecarga de líquido, pero pueden no ser completamente representativos del
volumen intravascular. Puede realizarse una elevación pasiva de las piernas para aumentar de forma
temporal el retorno venoso y determinar la respuesta a los líquidos. El ultrasonido a la cabecera
proporciona datos valiosos en relación con el estado intravascular del paciente. Un ancho de
la vena cava inferior < 2 cm, medido 2 a 3 cm distales de la unión de la aurícula derecha, con
colapso inspiratorio > 50% sugiere que hay agotamiento intravascular y ello puede compensarse
con la administración de líquidos intravenosos. Este dato también sugiere choque hipovolémico
o distributivo. Como advertencia, la evaluación de la vena cava inferior debe realizarse antes de la
intubación, ya que la ventilación con presión positiva hace que la valoración de la vena cava infe-
rior sea poco confiable. La evaluación ulterior de “el tanque” para detectar líquido intraperinto-
neal libre y líquido pleural puede sugerir una hemorragia como causa del choque hipovolémico.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Goldberg SA, Liu P. Undifferentiated shock. Crit Decis Emerg Med. 2015;29(3):9–19.
Perera P, Mailhot T, Riley D, et al. The RUSH exam: Rapid ultrasound in shock in the evalua-
tion of the critically ill. Emerg Med Clin North Am. 2010;28:29–56.
Vincent J, De Backer D. Circulatory shock. N Engl J Med. 2013;368(18):1726–1734.
30
Cómo identificar el síndrome
compartimental abdominal
Ruben Troncoso Jr., MD, MPH y Debjeet Sarkar, MD, FAAFP
Introducción
El diagnóstico y tratamiento actuales para el síndrome compartimental abdominal están basados en
las guías de consenso de un panel de expertos. La fuente más ampliamente reconocida es la World
Society of the Abdominal Compartment Syndrome (WSACS), que publicó su guía actualizada en
2013. El síndrome compartimental abdominal ocurre con una presión intraabdominal elevada, o
hipertensión intraabdominal, y lleva a nueva disfunción orgánica. No se ha informado la incidencia
del síndrome en salas de urgencias, pero en estudios de pacientes con traumatismos se ubica entre
1 y 14 por ciento.
Diagnóstico
Los signos clínicos del síndrome compartimental abdominal pueden separarse por sistema orgá-
nico. En el cerebro, la hipertensión intraabdominal altera el retorno venoso, que aumenta la presión
intracerebral y disminuye la presión de perfusión cerebral. En el corazón, la hipertensión arterial
aumenta la presión intratorácica, que disminuye el retorno venoso y el gasto cardiaco. En los pulmo-
nes, la hipertensión intraabdominal empuja el diafragma hacia arriba, lo que disminuye la capacidad
vital y la distensibilidad pulmonar, llevando a hipoxemia e hipercapnia. En las vías gastrointestinales,
la hipertensión intraabdominal disminuye la presión de perfusión abdominal, que es la presión arte-
rial media menos la presión intraabdominal. Una menor presión de perfusión abdominal conduce
a hipoperfusión del mesenterio y depuración deficiente de lactato. En los riñones, la hipertensión
intraabdominal disminuye el flujo renal, lo que se manifiesta como lesión renal aguda y oliguria.
Los factores de riesgo para síndrome compartimental abdominal pueden agruparse por
mecanismo. La etiología del síndrome se divide en causas primarias y secundarias. Las causas pri-
marias incluyen obstrucción intestinal, ascitis, pancreatitis, traumatismo, cirugía abdominal mayor
reciente y rotura de aneurisma aórtico abdominal. Estas alteraciones a menudo requieren trata-
mientos tempranos con cirugía o radiología intervencionista. Las causas secundarias del síndrome
Tratamiento
El reconocimiento temprano del síndrome compartimental abdominal es fundamental debido a la
relación informada con ~40 a 100% de mortalidad. Pueden implementarse varios tratamientos médi-
cos para ganar tiempo con base en el mecanismo subyacente sospechado para el síndrome comparti-
mental abdominal. Para la distensibilidad de la pared abdominal, deben administrarse medicamentos
adecuados para el dolor y sedación; puede intentarse un curso de bloqueo neuromuscular para reducir
el tono muscular y, si el estado respiratorio y cardiovascular del paciente lo permite, posición supina.
Para el aumento de los contenidos intraluminales, la descompresión nasogástrica y rectal puede ayu-
dar a reducir la presión intraabdominal. Para el aumento de los contenidos intraabdominales, como
en la ascitis, hematoma o absceso, debe considerarse paracentesis bajo guía ultrasonográfica en la sala
de urgencias, o drenaje percutáneo mediante radiología intervencionista, respectivamente. A la fecha,
la WSACS no tiene recomendaciones relacionadas con el uso de diuréticos o albúmina.
En el ámbito de urgencias, si se sospecha el síndrome, debe obtenerse primero la presión
intraabdominal. Si es > 12, comenzar tratamiento apropiado para reducirla, solicitar una con-
sulta quirúrgica temprana y medir la presión intraabdominal cada 4 h. Si la presión intraabdo-
minal no disminuye o evoluciona la disfunción orgánica, se considera que el manejo médico no
ha tenido éxito y se recomienda entonces una intervención quirúrgica.
La laparotomía descompresiva se considera el tratamiento definitivo para el síndrome com-
partimental abdominal. El umbral para descompresión no está bien establecido. Algunos cirujanos
utilizan una presión intraabdominal de 25 mm Hg, otros usan entre 15 y 25 mm Hg y otros más una
presión de perfusión abdominal menor de 50 mm Hg. Después de la descompresión, el abdomen se
deja abierto, con cierre temporal de la pared abdominal mediante apósitos que forman un puente
con la fascia. El destino de los pacientes con síndrome compartimental abdominal es la unidad de
cuidados intensivos quirúrgicos.
PUNTOS CLAVE
■■ Los casos frecuentes en la sala de urgencia que hacen pensar en síndrome compartimen-
tal abdominal incluyen: obstrucción intestinal, ascitis, pancreatitis, traumatismo, cirugía
abdominal mayor reciente, reanimación/transfusión masiva, choque y quemaduras graves.
■■ Los datos clave que pueden indicar síndrome compartimental abdominal son: distensión
abdominal, oliguria progresiva, hipercapnia, hipoxemia refractaria y acidosis láctica.
■■ Se usan presiones vesicales con el transductor para medir la presión intraabdominal: ≥
12 mm Hg es hipertensión intraabdominal; > 20 mm Hg con disfunción orgánica nueva
es síndrome compartimental abdominal.
■■ En urgencias, se utilizan tratamientos médicos para ganar tiempo según esté indicado.
■■ Solicite una interconsulta quirúrgica temprana para una posible laparotomía de des-
compresión.
Lecturas recomendadas
Cheatham ML. Abdominal compartment syndrome: pathophysiology and definitions. Scand J
Trauma Resusc Emerg Med. 2009;17:10.
Gestring M. Abdominal compartment syndrome. UpToDate. 2015.
Harrison SE, Smith JE, Lambert AW, et al. Abdominal compartment syndrome: An emer-
gency department perspective. Emerg Med J. 2008;25:128–132.
Kirkpatrick AW, Roberts DJ, De Waele J, et al. Intra-abdominal hypertension and the abdo-
minal compartment syndrome: Updated consensus definitions and clinical practice guide-
lines from the World Society of the Abdominal Compartment Syndrome. Intensive Care
Med. 2013;39(7):1190–1206.
Lee RK. Intra-abdominal hypertension and abdominal compartment syndrome: A compre-
hensive overview. Crit Care Nurse. 2012;32(1):19–31.
31
Choque cardiogénico
Kevin K. Chung, DO
El choque cardiogénico se define como una perfusión tisular inadecuada, secundaria a un gasto
cardiaco insuficiente. Puede llevar a la insuficiencia de múltiples órganos, lo que incluye, aunque
no se limita a, estado mental alterado, oliguria, insuficiencia renal, acidosis láctica e hipoperfu-
sión tisular. Con mayor frecuencia, el choque cardiogénico ocurre en 3 a 8% de los casos de infarto
de miocardio con elevación de ST y 2.5% de los casos de infarto de miocardio sin elevación de
ST (IMSEST). La mortalidad alcanza 80% en aquellos con choque cardiogénico después de un
infarto de miocardio agudo. Además del infarto de miocardio, cualquier causa de disfunción
aguda del ventrículo izquierdo o del ventrículo derecho puede llevar a choque cardiogénico. Por
ejemplo, las miocardiopatías, la miopericarditis, la miocardiopatía inducida por estrés (takot-
subo) y la disfunción valvular aguda pueden conducir a choque cardiogénico.
La definición de choque cardiogénico tiene los siguientes criterios: presión arterial sistólica
< 90 mm Hg o presión arterial media menor de 30 mm Hg de la presión arterial inicial, presión
pulmonar en cuña > 15 mm Hg, índice cardiaco < 2.2 L/min m2 y presión de llenado teledias-
tólica adecuada o elevada.
Desafortunadamente no todos los médicos de urgencia cuentan con un catéter para arte-
ria pulmonar para obtener esta información, así que gran parte de la valoración proviene de la
exploración física. La menor perfusión tisular puede causar extremidades frías, cianosis, pulsos
periféricos disminuidos, estado mental alterado y disminución del gasto urinario. Las lesiones
valvulares pueden provocar nuevos soplos y la congestión vascular puede conducir a la elevación
de presión venosa yugular y crepitaciones y estertores a la auscultación. Resulta útil dividir los
perfiles hemodinámicos de los pacientes con insuficiencia cardiaca y disfunción circulatoria entre
los cuatro perfiles básicos que pueden ayudar a iniciar un tratamiento apropiado.
1) Estable: sin tratamiento
2) Mojado y tibio: diuréticos para reducir la congestión
3) Seco y frío: perfusión baja en reposo, aunque apenas se compensa de forma adecuada
4) Mojado y frío: choque cardiogénico grave que requiere vasodilatadores, apoyo inotrópico,
diuréticos
La fisiopatología del choque cardiogénico puede ser muy compleja, pero aquí no se ana-
lizarán los detalles relacionados con las diversas etiologías. En esencia, el choque cardiogénico
se considera de manera clásica como un gasto cardiaco ineficaz que conduce a hipotensión y
taquicardia compensatoria, así como aumento de la resistencia vascular sistémica debido a la
liberación de catecolaminas que conducen al empeoramiento de la fisiología del choque. Sin
embargo, el estudio SHOCK (del inglés para “debemos revascularizar de urgencia coronarias
ocluidas para choque cardiogénico”) reveló que muchos pacientes presentan hipotensión en un
mecanismo similar al del choque séptico, por la liberación de citocinas, semajante al que ocurre
en el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica.
La prioridad del diagnóstico debe ser determinar la presencia de un IMEST/IMSEST, ya
que sigue siendo la causa más frecuente de complicaciones subsecuentes, como la rotura papilar
y la disfunción de la válvula, dependiendo del área de infarto. Una radiografía de tórax y un
ecocardiograma pueden contribuir a determinar la etiología.
El tratamiento se enfoca en estabilizar el estado hemodinámico al tiempo que se trata la
causa subyacente en caso de que pueda revertirse. Dicho lo anterior, la prioridad del tratamiento
debe equilibrar el uso de inotrópicos, presores, diuréticos y obtener revascularización temprana
en el caso de un infarto de miocardio. Los beneficios de la revascularización temprana se demos-
traron en el estudio SHOCK. Aquí se incluyeron trombolíticos tempranos, angiografía cardiaca
e intervención coronaria percutánea frente a injerto de derivación de arteria coronaria.
Los tratamientos médicos en la sala de urgencias pueden considerarse de acuerdo con las
siguientes categorías:
1) Fármacos para síndrome coronario agudo
El tratamiento antitrombótico con ácido acetilsalicílico, clopidogrel y heparina debe admi-
nistrarse al inicio del diagnóstico en el infarto de miocardio agudo. Deben evitarse los nitratos y
los vasodilatadores, como el nitroprusiato, por la posibilidad de hipotensión refractaria.
2) Vasopresores
El American College of Cardiology recomienda norepinefrina para la hipotensión.
Dopamina se ha relacionado con una mayor mortalidad en el choque cardiogénico porque es
arritmógena.
3) Fármacos inotrópicos
Estos medicamentos pueden usarse en conjunto con vasopresores.
Los inotrópicos tienen un papel central en el tratamiento, debido a la insuficiencia de la
contractilidad que causa el choque cardiogénico. Dobutamina tiene tanto cronotropismo como
inotropismo, y reduce la poscarga. Milrinona (un inhibidor de la fosfodiesterasa) tiene menos
cronotropismo y mayor función en la reducción de la poscarga que dobutamina. Por lo tanto, debe
tenerse precaución en la sala de urgencias si el paciente no tiene una presión arterial adecuada,
aunque muchos argumentan que tiene una mayor función que dobutamina en la insuficiencia del
hemicardio derecho. Pueden estar indicados tratamientos coadyuvantes después de comentarlo
con el cardiólogo. Estos incluyen globo intraaórtico de contrapulsación, dispositivos de asistencia
ventricular (Impella) y marcapasos transvenosos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Califf R, Bengtson J. Current concepts. Cardiogenic shock. N Engl J Med. 1994;330:
1724–1730.
Griffen B, Callahan T, Menon V. Manual of Cardiovascular Medicine. 4th ed. Alphen aan den
Rijn: Wolters Kluwer, 2013.
O’Brian JF, Mattu A. Heart failure. In: Marx JA ed. Rosen’s Emergency Medicine Concepts and
Clinical Practice. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders, 2006:1075.
Reynolds H, Hochman J. Cardiogenic shock current concepts and improving outcomes. Cir-
culation. 2008;117:686–697.
Shah P, Cowger J. Cardiogenic shock. Crit Care Clin. 2014;30:391–412. Obtenido de critical-
care.Theclinics.com
32
Cuándo administrar bicarbonato
de sodio en el paciente críticamente
intoxicado
Harry E. Heverling, DO y Tiffany C. Fong, MD
las intoxicaciones por antidepresivos tricíclicos, antiarrítmicos tipo IA y IC (p. ej., quinidina,
procainamida, flecainida), difenhidramina, propoxifeno, quinina, carbamacepina y cocaína.
El bicarbonato de sodio es un antídoto que revierte la toxicidad de los bloqueadores de los
canales de sodio mediante dos mecanismos. Crea un ambiente alcalino que disminuye la frac-
ción de la forma ionizada del fármaco disponible para unirse y bloquear los canales de sodio, y
aumenta el número de iones de sodio disponibles para moverse a través de los canales de sodio.
Las indicaciones para el bicarbonato de sodio en la toxicidad por bloqueador de los canales
de sodio son la duración de QRS > 0.10 segundos, disritmias ventriculares o hipotensión. El
bicarbonato de sodio no trata de forma eficaz el estado mental alterado o las convulsiones rela-
cionadas con intoxicación por antidepresivos tricíclicos; sin embargo, puede tener utilidad para
limitar la acidemia ulterior causada por convulsiones, que pueden exacerbar las alteraciones de
conducción y las disritmia.
PUNTOS CLAVE
■■ Aunque es menos aplicable para el paciente muy grave con acidosis metabólica, el
bicarbonato de sodio tiene una función vital y específica como antídoto en el paciente
intoxicado.
■■ El bicarbonato de sodio es un fármaco de reversión específico en casos de intoxicación
por bloqueadores de los canales de sodio (es decir, antidepresivos tricíclicos y antiarrít-
micos tipo I).
■■ En la toxicidad por salicilato, el bicarbonato de sodio redistribuye favorablemente el
fármaco fuera de los tejidos blanco vulnerables y aumenta la eliminación urinaria.
■■ El bicarbonato de sodio puede postergar la acidosis metabólica grave y dañina que se
observa en la intoxicación por alcoholes tóxicos y se usa al mismo tiempo que las medidas
de atención definitivas.
■■ El bicarbonato de sodio se administra a dosis de 1 a 2 mEq/kg en bolo IV, seguido de
infusión continua, usando una mezcla de 150 mEq de bicarbonato de sodio añadido a
1 L de dextrosa en agua al 5%. El bolo IV puede repetirse según se requiera en caso de
toxicidad por antidepresivos tricíclicos.
Lecturas recomendadas
Guidance Document: Management Priorities in Salicylate Toxicity. American College of Medical
Toxicology. http://www.acmt.net/cgi/page.cgi/zine_service.html?aid=4210&zine=s-
how. Consultado el 15 de noviembre, 2015.
Nelson L. Goldfrank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York: McGraw-Hill Medical Publi-
shing Division, 2011.
Pentel P. Optimal use of bicarbonate therapy. Int J Med Toxicol. 1999;2:3.
Proudfoot AT, Krenzelok EP, Vale JA. Position paper on urine alkalinization. J Toxicol Clin
Toxicol. 2004;42:1.
Woolf AD, Erdman AR, Nelson LS, et al. Tricyclic antidepressant poisoning: An evidence-ba-
sed consensus guideline for out-of-hospital management. Clin Toxicol. 2007;45:203–233.
33
Piense en vasos grandes: catástrofes
vasculares
Kevin K. Chung, DO
Muchos sostendrían que la práctica de la medicina de urgencias gira en gran medida en torno a
la idea de diagnosticar urgencias vasculares. Hay diagnósticos que requieren intervención inme-
diata para estabilizar la hemodinámica con el fin de preservar la perfusión tisular. Este capítulo
se enfoca en las catástrofes vasculares relacionadas con la mayor mortalidad y morbilidad que
requieren una reparación sin demora para ofrecer al paciente cualquier oportunidad de super-
vivencia. Estos incluyen pero no se limitan a rotura de aneurisma aórtico abdominal y disección
aórtica.
Rotura de aneurisma aórtico abdominal
La presentación clásica de la rotura de un aneurisma aórtico abdominal incluye pacientes mayo-
res (> 60 años de edad) que se presentan con un inicio repentino de dolor abdominal, hipotensión
y masa abdominal pulsátil. Alrededor del 50% de estos pacientes describe un dolor abrupto
como rotura o desgarro. El aneurisma aórtico abdominal siempre debe estar en el diferencial
de los pacientes que se presentan con síncope. Esto podría parecer obvio, pero es importante
anotar que estos aneurismas pueden tener variaciones más sutiles. Cuando uno considera el
aneurisma aórtico abdominal en el diferencial, hay cuatro escenarios clínicos que deben consi-
derarse: rotura aórtica, fístula aortoentérica, un aneurisma contenido y un aneurisma incidental.
Cada uno representa diferentes niveles de gravedad y diferentes abordajes para su tratamiento.
Los aneurismas aórticos abdominales que se pasan por alto pueden confundirse con un cólico
renal, por lo que hay que estar atentos y realizar una exploración física detallada. Una hemorra-
gia retroperitoneal puede acompañarse de equimosis del flanco y equimosis periumbilical y el
médico debe observar si hay compresión del nervio femoral que cause neuropatía.
Las fístulas aortoentéricas pueden surgir de un aneurisma aórtico abdominal previamente
reparado. Siempre debe considerarse este diagnóstico en un paciente que se presenta con san-
grado gastrointestinal y hematemesis. El duodeno sigue siendo el sitio más frecuente de fistuliza-
ción. Un aneurisma aórtico abdominal roto también puede contenerse en el retroperitoneo. Esto
puede pasarse por alto con facilidad si el médico de urgencias no lo considera en el diferencial.
Con todas estas presentaciones, el paciente estable debe someterse a una tomografía
computarizada. Si la tolera, puede hacerse una evaluación con ultrasonido a la cabecera. Debe
procederse sin demora para obtener un acceso vascular y tener a la mano eritrocitos del tipo
correspondiente. Es necesaria una consulta quirúrgica para cualquier variación de un aneurisma
aórtico abdominal y la diferencia radica en la urgencia que se requiere. Recuerde que la función
primaria del médico de urgencias es identificar un aneurisma aórtico abdominal.
Disección aórtica
Los pacientes con una disección aórtica típicamente se presentan con dolor torácico que irradia
a la espalda. A menudo son de edad más avanzada y con hipertensión, y el dolor suele describirse
como rotura o desgarro. Los estudios han mostrado que ~70% de los pacientes con afección
ascendente tiene dolor torácico anterior, en tanto que 63% tiene lumbalgia con las disecciones
descendentes.
Los datos de la exploración física de una disección aórtica dependen del sitio del desgarro
de la íntima. Por ejemplo, una disección que ocurre en el arco aórtico puede afectar las arterias
subclavias, llevando a diferentes fuerzas pulsátiles y presiones arteriales entre el brazo derecho
e izquierdo. Si incluye la porción ascendente de la aorta, puede ocurrir un nuevo soplo que
representa insuficiencia de la válvula aórtica. A menudo es fácil omitir una disección aórtica en
un paciente con déficits neurológicos de reciente inicio. La afección de la carótida se presenta con
síntomas de accidente vascular cerebral y la oclusión del suministro sanguíneo vertebral puede
causar paraplejía, pérdida de la vista o incluso síndrome de Horner.
El diagnóstico incluye datos de la exploración física (algunos de los cuales se mencionan
antes), radiografía torácica, tomografía computarizada si el paciente está estable y un ECG, que
pueden demostrar disección de la arteria coronaria: por lo general IMEST por alteración de la
arteria coronaria derecha.
Se requiere consulta quirúrgica vascular o torácica de urgencia en el caso de disecciones
aórticas ascendentes, en tanto que las disecciones descendentes pueden evaluarse por caso, ya
que el manejo médico a menudo es una opción. Las disecciones aórticas deben identificarse
usando la clasificación de Stanford o la de DeBakey para comunicarse mejor con los cirujanos. La
Stanford tipo A se ubica en la aorta ascendente, la de tipo B en la aorta descendente. La DeBakey
tipo I afecta tanto la aorta ascendente como la descendente, la de tipo II solo la aorta ascendente
y la de tipo III la aorta descendente.
El manejo de la hipertensión requiere un betabloqueador y vasodilatadores. Es impor-
tante administrar primero el betabloqueador para evitar la taquicardia refleja al iniciar los
vasodilatadores. Con mayor frecuencia se administra esmolol (que tiene una vida media rápida
y puede ajustarse con facilidad) y nitroprusiato. También pueden usarse bloqueadores de los
canales de calcio. El objetivo es una presión arterial sistólica entre 100 y 140 mm Hg.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Kent K. Abdominal aortic aneurysms. N Engl J Med. 2014;371:22.
Marek D, Nemec P, Herman M. Mistakes in dealing with aortic dissection. Lessons from
three warning cases. Biomed Pap Med Fac Univ Palacky Olomouc Czech Repub. 2008;152(2):
283–287.
Shah TT, Herbert P, Beresford T. An atypical presentation of aortic rupture: Intuition
and investigation can avoid disaster. Ann R Coll Surg Engl. 2011;93(7):e125–e128.
doi:10.1308/147870811X602131.
Veraldi GF, Gottin L, Genco B, et al. Aorto-duodenal fistula on an aortic endograft: A rare
cause of late conversion after endovascular aneurysm repair. Gen Thorac Cardiovasc Surg.
2012;60(6):350–354.
34
¡Detenga el sangrado! Tratamientos
novedosos: REBOA
Casey Lee Wilson, MD, RDMS
parálisis son las complicaciones más temidas y devastadoras, con una prevalencia de hasta 23%
en la bibliografía actual. Los estudios preliminares de REBOA en modelos de cerdo sugieren
que una colocación más elevada y proximal de REBOA tiende hacia un mayor grado de lesión
de la médula espinal y una recuperación menos funcional. Esto es difícil de extrapolar a posi-
bles resultados en humanos y existen diferencias en la vasculatura porcina y humana. El efecto
hemodinámico benéfico de REBOA debe equilibrarse con las potenciales secuelas metabóli-
cas indeseables, resultado de la lesión por isquemia-reperfusión. La duración de la oclusión
aórtica se correlaciona con concentraciones elevadas de lactato y una respuesta inflamatoria
subsecuente y aún se desconoce el grado con que esto afecta la función cardiopulmonar. Las
instalaciones de cuidados críticos y el apoyo orgánico anticipado son esenciales en cualquier
ambiente en que se utilice REBOA.
Aún hay muchas preguntas por responder en este momento y las investigaciones futuras
probablemente consideren las indicaciones y contraindicaciones del procedimiento, si REBOA
demuestra ser útil en los traumatismos torácicos, si puede compararse con la toracotomía de rea-
nimación en los pacientes inestables con traumatismo abdominopélvico y si puede colocarse de
forma óptima y segura en el ámbito prehospitalario. A medida que avancen las técnicas y la tec-
nología de REBOA, los profesionales deberán considerar con cuidado las evidencias y recursos
disponibles para determinar su aplicabilidad en sus respectivas instituciones. Las series clínicas
tempranas y grandes estudios con animales han demostrado que REBOA es prometedor como
un medio temporal hasta la hemostasia definitiva. Sin duda, esta es un área emocionante de
investigación para el manejo activo de la hemorragia de torso no compresible.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Biffl WL, Fox CJ, Moore EE. The role of REBOA in the control of exsanguinating torso hemo-
rrhage. J Trauma Acute Care Surg. 2015;78(5):1054–1058.
Kisat M, Morrison JJ, Hashmi ZG, et al. Epidemiology and outcomes of non-compressible
torso hemorrhage. J Surg Res. 2013;184(1):414–421.
Moore LJ, Brenner M, Kozar RA, et al. Implementation of resuscitative endovascular balloon
occlusion of the aorta as an alternative to resuscitative thoracotomy for noncompressible
truncal hemorrhage. J Trauma Acute Care Surg. 2015;79(4):523–532.
Morrison JJ, Ross JD, Markov NP, et al. The inflammatory sequelae of aortic balloon occlusion
in hemorrhagic shock. J Surg Res. 2014;191:423–431.
Qasim Z, Brenner M, Menakar J, et al. Resuscitative endovascular balloon occlusion of the
aorta. Resuscitation. 2015;96:275–279.
35
¡Evite la sonda! Estrategias
de ventilación no invasivas
Rodica Retezar, MD, MPH
Introducción
El médico de urgencias siempre está en primera línea al tratar al paciente con insuficiencia res-
piratoria aguda. La intervención sin demora para optimizar los procesos de oxigenación y ven-
tilación de los pacientes con sufrimiento es fundamental para evitar complicaciones graves y la
muerte. A lo largo de las décadas anteriores, la ventilación no invasiva ha resultado ser un auxiliar
valioso al manejar a pacientes con insuficiencia respiratoria debida a diversas condiciones.
Modos de ventilación no invasiva
Dos formas de ventilación no invasiva que se utilizan con frecuencia en la sala de urgencias son la
ventilación con presión positiva continua en la vía respiratoria (CPAP) y la ventilación con presión
positiva de dos niveles en la vía respiratoria (BiPAP). La CPAP suministra una cantidad cons-
tante de presión a lo largo de la fase tanto inspiratoria como espiratoria del ciclo de la respiración.
Esto mejora la oxigenación al insuflar los alveolos colapsados (reclutamiento alveolar), redistri-
buir el líquido pulmonar y disminuir la falta de correspondencia ventilación-perfusión. Asimismo,
la CPAP aumenta la presión intratorácica, lo que resulta en una menor precarga que en muchos
casos puede conducir a una mejor función del ventrículo izquierdo. La BiPAP alterna ciclos entre
suministrar una mayor presión en la vía respiratoria durante la inhalación (presión inspiratoria
positiva de la vía respiratoria [iPAP]) y una menor presión en la vía respiratoria durante la exhala-
ción (presión espiratoria positiva de la vía respiratoria [ePAP]). El componente ePAP de la BiPAP
es equivalente a un mecanismo de CPAP, aumentando la oxigenación en pacientes con insuficiencia
respiratoria hipóxica. Una mayor iPAP comparada con la ePAP causa un gradiente diferencial entre
la iPAP y la ePAP, lo que facilita el flujo de aire y la ventilación, y aumenta la eliminación del dióxido
de carbono en pacientes con insuficiencia respiratoria hipercárbica.
Selección de pacientes
Las contraindicaciones para la ventilación no invasiva incluyen paro cardiaco, inestabilidad hemodi-
námica, incapacidad para proteger la vía respiratoria, necesidad de intubación inmediata, obstruc-
ción de las vías respiratorias superiores, hemorragia gastrointestinal grave, vómito y traumatismo
facial. El candidato ideal para la ventilación no invasiva es un paciente alerta, que puede seguir indi-
caciones, maneja sus secreciones y es capaz de tolerar el respirador. La ventilación no invasiva debe
iniciarse tan pronto como sea posible en pacientes que presentan un trabajo respiratorio significativo,
para evitar que la hipercapnia y la hipoxia empeoren como resultado de la insuficiencia respiratoria.
dificultad respiratoria significativa. Las recomendaciones actuales sugieren que los pacien-
tes con enfermedad pulmonar o cardiaca subyacente pueden ser candidatos para la ventila-
ción no invasiva cuando se diagnostica con neumonía extrahospitalaria. Otras revisiones han
demostrado que la ventilación no invasiva disminuye los índices de mortalidad e intubación
en pacientes con neumonía, sobre todo si tienen enfermedad pulmonar obstructiva crónica
subyacente, así como en enfermos inmunocomprometidos con infiltrados y fiebre.
Traumatismo torácico contuso
Los pacientes con traumatismo torácico contuso que reciben ventilación no invasiva temprana
pueden tener menores índices de intubación, estancia en la unidad de cuidados intensivos y
mortalidad. Los pacientes incluidos en estos estudios se diagnosticaron con contusiones pulmo-
nares, fracturas costales, tórax inestable o fracturas esternales. Los datos parecen apoyar el uso
de ventilación no invasiva en casos que se encuentran hemodinámicamente estables, hipóxicos,
pero que aún no desarrollan insuficiencia respiratoria fulminante.
Oxigenación previa a la intubación
Los pacientes que requieren intubación deben oxigenarse con anticipación con oxígeno al 100%
administrado sin aire reciclado para evitar la desaturación durante el periodo de apnea. En ocasio-
nes este método no es suficiente para elevar de forma adecuada el nivel de saturación antes de la
inducción. Estudios recientes han demostrado que los pacientes que son oxigenados previamente
con ventilación no invasiva tienen menos desaturaciones durante el proceso de intubación cuando
se comparan con aquellos que reciben oxígeno al 100% mediante bolsa-válvula-mascarilla.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cabrini L, Landoni G, Oriani A, et al. Noninvasive ventilation and survival in acute care set-
tings: A comprehensive systematic review and meta-analysis of randomized controlled
trails. Crit Care Med. 2015;43(4):880–888.
Martin J, Hall RV. Noninvasive ventilation. Crit Decis Emerg Med. 2015;29(2):11–18.
Nava S, Hill N. Non-invasive ventilation in acute respiratory failure. Lancet. 2009;374:
250–259.
Ozyilmaz E, Ugurlu AO, Nava S. Timing of noninvasive ventilation failure: Causes, risk fac-
tors, and potential remedies. BMC Pulm Med. 2014;13:14–19.
Vital FM, Ladeira MT, Atallah AN. Non-invasive positive pressure ventilation (CPAP
or bilevel NPPV) for cardiogenic pulmonary oedema. Cochrane Database Syst Rev.
2013;(5):CD00531.
36
Tenga cuidado con la intubación
del paciente con asma
Daniel B. Savage, MD, MPH
Según los Centers for Disease Control, más de 24 millones de estadounidenses tienen un diag-
nóstico de asma, que resulta en > 7% de la población de Estados Unidos. Considerando esta esta-
dística, no debe sorprender a nadie que el asma sea el trastorno médico más frecuente entre
pacientes pediátricos. Como tal, las visitas a la sala de urgencias debido a exacerbaciones del asma
son extremadamente frecuentes.
Una exacerbación del asma puede desencadenarse por una amplia gama de estímulos
ambientales, pero básicamente consiste de broncoespasmo, inflamación de las vías respiratorias
y aumento de las secreciones de estas vías. Esta tríada produce obstrucción del flujo de salida
e incapacidad para exhalar por completo, lo que se conoce también como atrapamiento de aire.
Las bases del tratamiento de las exacerbaciones del asma incluyen corticoesteroides sistémicos,
agonistas beta-2 inhalados y anticolinérgicos inhalados. Sin embargo, cuando las personas con
asma no consiguen mejorar con estos tratamientos, se considera que tienen asma grave aguda o
estado asmático. El reconocimiento temprano y el manejo intensivo del estado asmático en la sala
de urgencias son fundamentales, ya que este trastorno puede poner en riesgo la vida.
Una exacerbación del asma es un diagnóstico clínico que se basa en los antecedentes y
la exploración física. Los pacientes a menudo tienen una relación inspiratoria a espiratoria
exagerada, sibilancias teleespiratorias difusas y mayor esfuerzo respiratorio. Recuérdese que el
grado de sibilancias no siempre se correlaciona con la gravedad de la exacerbación. Desconfíe
de los pulmones silenciosos –lo que con frecuencia significa que el paciente solo está moviendo
una cantidad mínima de aire.
Los pacientes con asma que se presentan a la sala de urgencias con una exacerbación
aguda de su enfermedad pulmonar obstructiva subyacente reciben agonistas beta-2 inhalados
(salbutamol) y anticolinérgicos inhalados (ipratropio). Además, la administración temprana
de corticoesteroides sistémicos es importante, ya que esta intervención médica no tiene un
efecto clínico apreciable por ∼ 6 h. Si no se cuenta con medicamentos inhalados o estos no se
toleran, puede administrarse tratamiento con agonistas beta sistémicos subcutáneos (terbuta-
lina 0.45 mg cada 20 min × 3 dosis) así como epinefrina subcutánea (1:1 000 0.3 a 0.5 mg cada
20 min × 3 dosis). La broncodilatación sistémica en forma de sulfato de magnesio intravenoso
(2 g a lo largo de 20 min) puede servir como adyuvante a los medicamentos inhalados en el
estado asmático.
Las personas en estado asmático que reciben los medicamentos previamente menciona-
dos y además salbutamol nebulizado continuo requieren una vigilancia estrecha. En la medida
de lo posible debe evitarse la intubación, ya que se ha demostrado que aumenta la mortalidad
y empeora el barotrauma, causa apilamiento de la respiración e hiperinflación. Sin embargo,
el empeoramiento de la hipoxia/hipercapnia, declinación del estado mental, fatiga muscular y
apnea son indicadores para intentar modalidades de tratamiento más intensivas en forma de
ventilación no invasiva con presión positiva o ventilación mecánica.
La ventilación no invasiva con presión positiva en el estado asmático es un tema controversial
en la medicina de urgencias que no se ha estudiado a fondo. A pesar de su uso clínico continuo, una
revisión Cochrane de 2012 no fue concluyente en relación con sus beneficios generales. En teoría,
la ventilación no invasiva con presión positiva puede disminuir el trabajo general de la respiración
y la fatiga, además de mejorar el intercambio de gases. Sin embargo, la ventilación no invasiva con
presión positiva no debe aplicarse en pacientes agitados, que vomitan o tienen secreciones abun-
dantes, o presentan un estado mental deprimido. Como mínimo, la ventilación no invasiva con
presión positiva puede servir como puente para la intubación al proporcionar apoyo a la ventilación
y preoxigenación, mientras el médico se prepara para establecer una vía respiratoria definitiva.
Una vez que se ha tomado la decisión clínica de intubar al paciente en estado asmático,
puede considerarse la administración de ketamina como fármaco de inducción (dado que puede
proporcionar mayor broncodilatación). Algunos autores sugieren un tratamiento previo con un
fármaco anticolinérgico como el ipratropio, para ayudar a reducir las secreciones relacionadas
con ketamina. Después de la intubación, los pacientes con asma son susceptibles a hipotensión
debido a un aumento de las presiones intratorácicas por atrapamiento del aire y la presión posi-
tiva de la ventilación mecánica, por lo que es importante instalar una vía con líquidos IV. Para
poder limitar la hiperinflación, es importante reducir la ventilación minuto del paciente (fre-
cuencia respiratoria + volumen corriente). Se inicia a un volumen corriente de 6 cc/kg (menor si
las presiones meseta no son < 30 cm H2O). La relación inspiratoria a espiratoria debe ser notoria
(en un orden de 1:5), de modo que los pacientes puedan exhalar por completo antes de recibir
otra respiración. Resulta tentador en pacientes hipercárbicos ajustar la frecuencia respiratoria al
alta para eliminar CO2; sin embargo, ¡esto solo servirá para empeorar la hiperinflación y conducir
a colapso circulatorio!
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Higgins JC. The ‘crashing asthmatic’. Am Fam Phys. 2003;67(5):997–1004.
Lim WJ, et al. Non-invasive positive pressure ventilation for treatment of respiratory failure due
to severe acute exacerbations of asthma. Cochrane Database Syst Rev. 2012;(12):CD004360.
Mannam P, Siegel MD. Analytic review: Management of life-threatening asthma in adults.
J Intensive Care Med. 2010;25(1):3–15.
Pardue Jones B, et al. Pediatric acute asthma exacerbations: Evaluation and management from
emergency department to intensive care unit. J Asthma. 2016;53(6):607–617.
Rogrigo GJ, Rodrigo C, Hall JB. Acute asthma in adults: A review. Chest. 2004;125:1081–1102.
37
No administre benzodiacepinas
para sedar al paciente intubado
en estado grave
Krystle Shafer, MD y Lillian L. Emlet, MD, MS
La atención del paciente intubado en la sala de urgencias no termina al asegurar la sonda endotra-
queal y hacer los ajustes iniciales al respirador mecánico. Es fundamental proporcionar analgesia
y sedación a estos enfermos. Quienes están intubados experimentan dolor y ansiedad de diversas
fuentes, que incluyen la presencia de una sonda endotraqueal, ajustes del respirador para prote-
ger los pulmones, colocación de catéteres e incluso los cuidados generales de enfermería. El dolor
y la agitación elevan las concentraciones de catecolaminas, que causan vasoconstricción, alteran
la perfusión del miocardio y a la larga reducen el gasto cardiaco.
La bibliografía reciente destaca que muchos pacientes intubados en la sala de urgencias
reciben fármacos analgésicos o sedantes inadecuados, si es que los reciben. Una revisión retros-
pectiva de 2014 informó que 18% de los pacientes intubados en la sala de urgencias no recibió
ningún sedante después de la intubación a pesar de haber recibido un fármaco bloqueador neu-
romuscular de acción rápida. Incluso si los analgésicos o sedantes se llegan a administrar en la
sala de urgencias, a menudo se retrasan.
Con frecuencia se administran benzodiacepinas para sedación a enfermos intubados que
se encuentran graves. Es importante mencionar que las benzodiacepinas se relacionan con una
mayor incidencia de delirio y mayor duración de la estancia en la unidad de cuidados intensivos,
así como una mayor mortalidad. El paciente de edad avanzada es incluso más sensible a los efec-
tos adversos de las benzodiacepinas. De ese modo, las guías clínicas recientes sobre el manejo del
dolor y la agitación en pacientes en la unidad de cuidados intensivos en estado grave recomien-
dan evitar las benzodiacepinas para el tratamiento de la agitación.
Para el paciente intubado en estado grave debe iniciarse con un medicamento analgésico en
lugar de con una benzodiacepina. Se ha demostrado que una estrategia de “analgosedación”, en la
que primero se administra el analgésico seguido de un sedante, disminuye la duración de la venti-
lación mecánica y de la estancia en la unidad de cuidados intensivos. Los medicamentos opioides
se consideran fármacos de primera línea para la analgesia posterior a la intubación. Aunque ningún
opioide ha demostrado ser superior, los autores prefieren fentanilo. Este es un opioide sumamente
potente que tiene un inicio de acción rápido y también puede administrarse en infusión continua.
En contraste con la morfina, fentanilo no provoca la liberación de histamina, lo que hace menos
probable que cause hipotensión.
Si la agitación persiste a pesar de administrar medicamentos analgésicos adecuados, debe
evaluarse al paciente en busca de hipoglucemia, hipotensión, empeoramiento de la hipoxia y
abstinencia de un medicamento crónico. También es importante examinar el respirador para
89
asegurar que los ajustes sean los correctos. Aunque el delirio es menos probable en la sala de
urgencias, debe considerarse. El uso de un medicamento antipsicótico (p. ej., haloperidol,
quetiapina, olanzapina) puede ser eficaz. El dolor y el delirio deben tratarse primero antes de
proceder a usar medicamentos sedantes (Figura 37-1).
Se ha demostrado que los protocolos para valorar la agitación en el paciente en estado grave
disminuyen la duración de la ventilación mecánica, la frecuencia de infecciones y la mortalidad a
30 días. El protocolo usado con mayor frecuencia es la Escala de sedación-agitación de Richmond
(RASS, por sus siglas en inglés). Estos protocolos deben considerarse para ajustar los medicamen-
tos sedantes en el paciente intubado. Las guías actuales recomiendan propofol y dexmedetomidina
para sedación. Propofol tiene un inicio de acción rápido y puede ser especialmente útil en casos
con estado epiléptico. Propofol también tiene una cesación rápida, lo que permite al médico rea-
lizar con facilidad una evaluación neurológica. El efecto adverso más frecuente de propofol es la
hipotensión, que por lo general puede tratarse con líquidos intravenosos. A dosis elevadas, el medi-
camento puede causar síndrome de infusión de propofol e hipertrigliceridemia. Debe evitarse en
pacientes con pancreatitis y alergia al huevo o la soya.
Dexmedetomidina es un agonista alfa 2 que tiene un efecto ansiolítico, pero con depresión
respiratoria mínima. Dexmedetomidina ha demostrado ser no inferior cuando se compara con
midazolam y propofol para sedación. Cuando se compara con benzodiacepinas, los pacientes
que reciben dexmedetomidina tienen menos delirio y la duración de la ventilación mecánica
es menor. Dexmedetomidina puede continuarse como infusión incluso después de la extubación.
Los efectos secundarios más frecuentes incluyen hipotensión y bradicardia.
La ketamina es un antagonista no competitivo de NMDA que proporciona tanto analge-
sia como ansiólisis y puede usarse para sedación. Puede administrarse en forma de bolo o como
Figura 37-1
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chong I, Sandefur B, Rimmelin D, et al. Long-acting neuromuscular paralyses without
concurrent sedation in emergency care. Am J Emerg Med. 2014;32(5):452–456.
Jakob S, Ruokonen E, Grounds M, et al. Dexmedetomidine vs Midazolam or Propofol for
sedation during prolong mechanical ventilation, two randomized controlled trials. JAMA.
2012;307(11):1151–1160.
Strom T, Martinussen T, Toft P. A protocol of no sedation for critical ill patients receiving
mechanical ventilation: A randomized trial. Lancet. 2010;375(9713):475–480.
Watt JM, Amini A, Traylor BR, et al. Clinical practice guidelines for the management of pain, agita-
tion, and delirium in adult patients in the intensive care unit. Crit Care Med. 2013;41(1):263–306.
Watt JM, Amini A, Traylor BR, et al. Effect of paralytic type on time to post-intubation seda-
tive use in the emergency department. Emerg Med J. 2013;30(11):893–895.
38
Vigilar la presión meseta en pacientes
intubados en la sala de urgencias
Brian J. Wright, MD, MPH
Los pacientes en estado grave con frecuencia se intuban y se les inicia ventilación mecánica inva-
siva. De hecho, ~3% de las hospitalizaciones requiere ventilación mecánica invasiva. Los pacientes
de la sala de urgencias se colocan en ventilación mecánica invasiva por muchos motivos distintos.
Sin importar la causa, proporcionar una ventilación mecánica segura es un pilar de la medicina de
reanimación. La bibliografía reciente sugiere que existe la oportunidad de mejorar el manejo con
ventilación mecánica invasiva en la sala de urgencias. Esto ha llevado a poner énfasis en proporcionar
estrategias de ventilación que protejan los pulmones en la sala de urgencias. Los componentes clave
Figura 38-2 Esta figura muestra la presión inspiratoria máxima y una maniobra
de pausa inspiratoria para determinar la presión meseta.
inducida por el respirador. Aunque es una intervención que puede salvar la vida, la ventilación
mecánica invasiva puede causar daño si no se realiza de forma correcta. El médico de urgencias
debe ser capaz de medir e interpretar las causas de una presión inspiratoria máxima y una presión
meseta excesivas en el enfermo que requiere ventilación mecánica invasiva. Al hacerlo, el médico
puede identificar sin demora cualquier complicación que surja y evitar una lesión secundaria.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Fuller BM, Mohr NM, Hotchkiss RS, et al. Reducing the burden of acute respiratory dis-
tress syndrome: The case for early intervention and the potential role of the emergency
department. Shock. 2014;41(5):378–387.
Gattinoni L, Protti A, Caironi P, et al. Ventilator-induced lung injury: The anatomical and
physiological framework. Crit Care Med. 2010;38(10 Suppl):S539–S548.
Leatherman J. Mechanical ventilation for severe asthma. Chest. 2015;147(6):1671–1680.
Mosier JM, Hypes C, Joshi R, et al. Ventilator strategies and rescue therapies for management of
acute respiratory failure in the emergency department. Ann Emerg Med. 2015;66:529–541.
Slutsky AS, Ranieri VM. Ventilator-induced lung injury. N Engl J Med. 2013;369(22):2126–2136.
39
¡Olvide la presión venosa central! Use
marcadores dinámicos de la respuesta al
volumen para guiar la reanimación con
líquidos en el paciente en estado grave
Michael Allison, MD
que proporcionan información relacionada con la respuesta de volumen. Las mediciones de la vena
cava inferior con ultrasonido en el punto de atención se integran en los programas de capacitación
con ultrasonido para los médicos de urgencias y atención crítica. La vena cava inferior sufre cambios
de conformación a medida que la presión intratorácica aumenta y disminuye. Estos cambios ofrecen
información sobre la respuesta de volumen en los pacientes ventilados, junto con los estimados de la
presión venosa central en pacientes no ventilados. Un colapso del 15% o mayor del diámetro máximo
de la vena cava inferior sugiere que los líquidos intravenosos adicionales aumentarán el gasto cardiaco.
Es importante notar que las mediciones de la vena cava inferior con ultrasonido no son confiables en
pacientes con una ventilación de volumen corriente bajo (< 8 mL/kg) y en pacientes con arritmias o
insuficiencia del ventrículo derecho. Además, tiene utilidad limitada en pacientes que respiran espon-
táneamente (incluso aquellos que respiran de forma espontánea con ventilación mecánica).
El flujo de sangre a través de las vías de salida del flujo aórtico también está sujeto a cam-
bios en la presión intratorácica. La ecocardiografía transtorácica con medición Doppler del flujo
de sangre estima el volumen latido y puede usarse para determinar la respuesta al volumen. Estas
mediciones Doppler típicamente se obtienen en la proyección apical de cuatro cámaras.
Dióxido de carbono al final de la espiración
Los cambios en las concentraciones de dióxido de carbono al final de la espiración (ETCO2) pue-
den usarse con bolos de líquido para determinar la respuesta de volumen. El ETCO2 está deter-
minado por el flujo sanguíneo pulmonar, la producción de CO2 y la ventilación minuto. Cuando
la ventilación y la producción de CO2 son constantes, puede usarse el flujo sanguíneo pulmonar
como un sustituto del gasto cardiaco. Un aumento del 3% en el ETCO2 después de un bolo de
líquido es un dato sumamente específico para la capacidad de respuesta al volumen. Cuando
se usa con la elevación pasiva de las piernas (que se describe más adelante), un aumento del 5%
en el ETCO2 tiene tanto sensibilidad como especificidad altas para la respuesta al volumen.
Elevación pasiva de las piernas
La maniobra de elevación pasiva de las piernas proporciona al paciente un reto de volumen reversible
de 200 a 300 mL de sangre desde las extremidades inferiores. Se realiza al colocar al paciente en una
posición semirreclinada (cabecera de la cama a 45 grados), bajarlo rápidamente a una posición supina y
después elevar sus pies a 45 grados. Esto produce un cambio de acción rápida en el volumen latido y el
gasto cardiaco que puede medirse por uno de los métodos anteriores, con excepción de la variación de
la presión de pulso y la variación del volumen latido. El beneficio de la elevación pasiva de las piernas
es que puede aplicarse a pacientes que respiran de forma espontánea y a aquellos con arritmias. La
limitación de esta técnica es la necesidad de valorar rápidamente el volumen latido o el gasto cardiaco
en una elevación pasiva de las piernas. Esto puede lograrse evaluando el volumen latido o el gasto
cardiaco con un catéter arterial. De forma alternativa, también puede usarse ultrasonografía Doppler
en el punto de atención para medir los cambios en el volumen latido o el gasto cardiaco. Simplemente
evaluar los cambios en la presión arterial sistólica con elevación pasiva de las piernas no es confiable.
PUNTOS CLAVE
■■ Cincuenta por ciento de los pacientes con enfermedad grave no mejora su gasto cardiaco
en respuesta a un reto de volumen.
■■ La presión venosa central no predice la respuesta al volumen en los pacientes en estado grave.
■■ El análisis de la forma de onda arterial puede determinar la respuesta al volumen en
pacientes en ritmo sinusal y en quienes no tienen respiraciones espontáneas.
■■ Las mediciones con ultrasonido de la vena cava inferior no son confiables en casos de
ventilación con volumen corriente bajo, insuficiencia del ventrículo derecho o respira-
ción espontánea.
■■ La elevación pasiva de las piernas ofrece un reto de volumen reversible para valorar la
respuesta al volumen.
Lecturas recomendadas
Cavallaro F, Sandroni C, Marano C, et al. Diagnostic accuracy of passive leg raising for pre-
diction of fluid responsiveness in adults: Systematic review and meta-analysis of clinical
studies. Intensive Care Med. 2010;36(9):1475–1483.
Cecconi M, De backer D, Antonelli M, et al. Consensus on circulatory shock and hemodyna-
mic monitoring. Task force of the European Society of Intensive Care Medicine. Intensive
Care Med. 2014;40(12):1795–1815.
Marik PE, Baram M, Vahid B. Does central venous pressure predict fluid responsiveness? A
systematic review of the literature and the tale of seven mares. Chest. 2008;134(1):172–178.
Marik PE, Cavallazzi R, Vasu T, et al. Dynamic changes in arterial waveform derived variables
and fluid responsiveness in mechanically ventilated patients: A systematic review of the
literature. Crit Care Med. 2009;37(9):2642–2647.
40
Considere el síndrome compartimental
abdominal en pacientes con
hipotensión refractaria
Cindy H. Hsu, MD, PhD
Un hombre de 54 años de edad con antecedentes de consumo excesivo de alcohol llega a la sala
de urgencias con dolor abdominal intenso e hipotensión. Rápidamente se le diagnostica pancrea-
titis aguda y se inicia reanimación con líquidos cristaloides. Después de varios litros de líquido
intravenoso y tratamiento con vasopresores, el paciente permanece hipotenso, con aumento de la
distensión abdominal, taquipnea y oliguria.
La hipertensión intraabdominal y el síndrome compartimental abdominal se han identifi-
cado cada vez más en pacientes en estado grave en la sala de urgencias y la unidad de cuidados
intensivos. Por desgracia, el diagnóstico de hipertensión intraabdominal o síndrome compar-
timental abdominal por lo general se retrasa, o se pasa por alto, debido a la complejidad de la
presentación clínica y las limitaciones que implica la exploración física. Los retrasos en el diag-
nóstico de hipertensión intraabdominal o síndrome compartimental abdominal llevan a aumen-
tos significativos en la morbilidad y la mortalidad.
En 2004, un grupo de médicos y cirujanos internacionales crearon la World Society of the
Abdominal Compartment Syndrome (WSACS) para promover la investigación, revisar la biblio-
grafía y formular guías para la detección, prevención y tratamiento de la hipertensión intraab-
dominal y el síndrome compartimental abdominal . El componente crítico en el reconocimiento
y el diagnóstico de la hipertensión intraabdominal y el síndrome compartimental abdominal es
la detección de una presión intraabdominal elevada. La presión intraabdominal elevada es la
presión en estado estable dentro de la cavidad abdominal. La presión intraabdominal normal es
~5 a 7 mm Hg. La hipertensión intraabdominal se define por una elevación sostenida, o repetida,
de la presión intraabdominal que es mayor o igual a 12 mm Hg. La hipertensión intraabdomi-
nal se clasifica en cuatro categorías: grado 1, de 12 a 15 mm Hg; grado II, de 16 a 20 mm Hg;
grado III, de 21 a 25 mm Hg; y grado IV, > 25 mm Hg de presión intraabdominal.
El síndrome compartimental abdominal consiste en una presión intraabdominal sostenida
> 20 mm Hg con nueva disfunción o insuficiencia orgánica. El síndrome compartimental abdominal
puede clasificarse como primario, secundario o recurrente, dependiendo de la causa y la duración. El
primario se caracteriza por hipertensión intraabdominal que resulta de una causa abdominopélvica
(traumatismo o posterior a una cirugía abdominal) y con frecuencia requiere tratamiento quirúrgico
o intervencionista. El síndrome compartimental abdominal secundario se refiere a trastornos que no
Adaptada de Kirkpatrick AW, Roberts DJ, De waele J, et al. Intra-abdominal hypertension and the abdomi-
nal compartment syndrome: Updated consensus definitions and clinical practice guidelines form the World
Society of Abdominal Compartment Syndrome. Intensive Care Med. 2013;39(7):1190-1206.
La HIA se ha resuelto
SÍ ¿PIA < 12 mm Hg
¿Puede mantenerse la Disminuir la frecuencia de
NO de forma
PPA > 60 mm Hg? mediciones de PIA y observar
consistente?
al paciente en busca de deterioro
PUNTOS CLAVE
■■ La exploración física es insensible para el diagnóstico de hipertensión intraabdominal o
síndrome compartimental abdominal.
■■ Medir la presión transvesical en pacientes de alto riesgo para detectar hipertensión
intraabdominal y síndrome compartimental abdominal.
■■ Determinar el tipo de hipertensión intraabdominal para guiar el tratamiento de reduc-
ción de la presión intraabdominal.
■■ Las intervenciones médicas o quirúrgicas sin demora son críticas para reducir la presión
intraarterial y prevenir el síndrome compartimental abdominal.
■■ El síndrome compartimental abdominal refractario justifica la descompresión abdomi-
nal quirúrgica sin demora.
Lecturas recomendadas
Harrisson SE, Smith JE, Lambert AW, et al. Abdominal compartment syndrome: An emer-
gency department perspective. Emerg Med J. 2008;25(3):128–132.
Kirkpatrick AW, Roberts DJ, De waele J, et al. Intra-abdominal hypertension and the abdo-
minal compartment syndrome: Updated consensus definitions and clinical practice guide-
lines from the World Society of the Abdominal Compartment Syndrome. Intensive Care
Med. 2013;39(7):1190–1206.
Papavramidis TS, Marinis AD, Pliakos I, et al. Abdominal compartment syndrome—
Intra-abdominal hypertension: Defining, diagnosing, and managing. J Emerg Trauma
Shock. 2011;4(2):279–291.
WSACS—the Abdominal Compartment Society. Education. Disponible en: https://www.
wsacs.org/education.html. Consultado el 6 de septiembre, 2015.
41
Conozca los umbrales para
transfusión de eritrocitos en el
paciente en estado grave
Michael C. Scott, MD
Si bien no es el único estado que define al paciente grave, el choque es considerado por muchos
como el desajuste prototípico de las personas en estado grave. Cuando los objetivos de trata-
miento están enfocados en la presión arterial y el gasto cardiaco, puede ser sencillo olvidar que
el choque en su nivel más básico se define por un déficit entre el suministro de oxígeno y la
demanda de oxígeno a nivel celular. De hecho, la mayoría de las intervenciones en realidad se
dirige a corregir este desajuste, por lo general aumentando el suministro de oxígeno. En con
secuencia, por mucho tiempo ha habido interés en la administración de transfusiones de sangre
como una forma de aumentar el suministro de oxígeno en pacientes en estado grave.
En años recientes, diversas investigaciones han cuestionado la práctica tradicional de las
transfusiones de eritrocitos para aumentar el suministro de oxígeno. De hecho, la bibliografía actual
sugiere que puede ocurrir daño debido a las reacciones significativas a la transfusión que no incluyen
las reacciones más llamativas y frecuentes, como reacciones hemolíticas, lesión pulmonar relacio-
nada con la transfusión e infección directa por un patógeno que contamine el producto sanguí-
neo. Se cree que esto se debe al hecho de que las transfusiones contienen pequeñas cantidades de
plasma del donante, leucocitos, anticuerpos y mediadores inflamatorios, además de los eritrocitos.
Un metaanálisis reciente con estudios observacionales en unidades de cuidados intensivos, pacientes
con traumatismos y pacientes quirúrgicos, encontró que la transfusión de eritrocitos es un factor de
predicción independiente de mortalidad, infección nosocomial, síndrome de dificultad respiratoria
aguda y síndrome de disfunción multiorgánica. La apreciación del riesgo potencial de las transfu-
siones ha llevado al uso de términos como “transfusiones sanguíneas alógenas” o incluso “trasplante
de órganos líquidos” para destacar los efectos inmunomoduladores potenciales de las transfusiones.
Estudios recientes han simplificado en gran medida el abordaje a la transfusión en el paciente
en estado grave sin hemorragia. En ausencia de un infarto de miocardio agudo o en un accidente
vascular cerebral isquémico, los pacientes en estado grave sin síntomas específicos atribuibles a
anemia no deben recibir transfusiones con valores de hemoglobina mayores de 7 g/dL. Esto se
apoya en estudios controlados con asignación al azar que han comparado un indicador de transfu-
sión de hemoglobina de 7 g/dL con un indicador de 10 g/dL en una población general de la uni-
dad de cuidados intensivos y en pacientes de la unidad de cuidados intensivos con choque séptico.
Estos estudios no mostraron beneficio por utilizar un indicador de transfusión de hemoglobina de
10 g/dL. Como resultado de estos estudios y la evidencia creciente de una relación entre las trans-
fusiones y los eventos adversos, la mayoría de los médicos considera una hemoglobina de 7 g/dL
como indicador de la transfusión en pacientes en estado grave en la unidad de cuidados intensivos
sin hemorragia ni evidencia de isquemia aguda.
Los pacientes con síndrome coronario agudo o accidente vascular cerebral por lo general
se han excluido de la mayoría de los estudios con transfusiones, debido a que no puede probarse
que estas áreas de isquemia no se resolvieran con una mayor concentración de hemoglobina y
capacidad de transporte de oxígeno. Hasta no completarse más estudios, es razonable seguir con
las guías actuales de la Society of Critical Care Medicine-Eastern Association for Surgery of
Trauma, que indican que la transfusión puede ser benéfica en pacientes con un síndrome coro-
nario agudo y un valor de hemoglobina menor de 8 g/dL.
PUNTOS CLAVE
■■ En los pacientes en estado grave asintomáticos y sin hemorragia no hay un umbral de
hemoglobina específico que requiera una transfusión.
■■ Para la mayoría de los pacientes en estado grave sin hemorragia, una hemoglobina de
7 g/dL debe usarse como indicador para la transfusión de eritrocitos.
■■ Algunas guías recomiendan la transfusión para pacientes asintomáticos con anteceden-
tes de enfermedad coronaria una vez que la concentración de hemoglobina desciende
por debajo de 8 g/dL.
■■ El umbral para la transfusión de eritrocitos en pacientes con isquemia en curso no está claro;
sin embargo, mantener una concentración de hemoglobina mayor de 8 g/dL es razonable.
■■ En ausencia de hemorragia, se recomienda transfundir solo una unidad de eritrocitos a la vez.
Lecturas recomendadas
Carson JL, Terrin ML, Noveck H, et al. Liberal or restrictive transfusion in high-risk patients
after hip surgery. N Engl J Med. 2011;365(26):2453–2462.
Hébert PC, Wells G, Blajchman MA, et al. A multicenter, randomized, controlled clinical trial
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Hebert PC, Yetisir E, MArtin C, et al. Is a low transfusion threshold safe in critically ill patients
with cardiovascular diseases? Crit Care Med. 2001;29(2):227–234.
Holst LB, Haase N, Wetterslev J, et al. Lower versus higher hemoglobin threshold for transfu-
sion in septic shock. N Engl J Med. 2014;371(15):1381–1391.
Marik PE, Corwin HL. Efficacy of red blood cell transfusion in the critically ill: A systematic
review of the literature. Crit Care Med. 2008;36(9):2667–2674.
Napolitano LM, Kurek S, Luchette FA, et al. Clinical practice guideline: Red blood cell trans-
fusion in adult trauma and critical care. Crit Care Med. 2009;37(12):3124–3157.
42
Realice estas intervenciones simples
que representan una gran diferencia
en la prevención de neumonía
relacionada con el respirador
Nicholas Johnson, MD
La neumonía relacionada con el respirador se define como una neumonía que ocurre en un paciente
con ventilación mecánica por más de 48 h después de la intubación endotraqueal. La neumonía rela-
cionada con el respirador puede ocurrir hasta en 27% de todos los pacientes en ventilación mecánica
y se relaciona con una tasa de mortalidad de casi 50%. Alrededor de la mitad de todos los episodios
de neumonía relacionada con el respirador ocurre en los primeros 4 días de iniciar la ventilación
mecánica. La mayor duración de la estancia en la sala de urgencias ha demostrado ser un factor de
riesgo para el desarrollo de neumonía relacionada con el respirador. Diversas intervenciones simples
de bajo costo pueden reducir el riesgo de neumonía relacionada con el respirador e implementarse
en la sala de urgencias (Tabla 42-1).
Los mayores factores de riesgo para desarrollar neumonía relacionada con el respirador son
la intubación endotraqueal y la ventilación mecánica. Así, la mejor estrategia para prevenir la neu-
monía relacionada con el respirador es evitar por completo la intubación. La ventilación con pre-
sión positiva no invasiva debe considerarse en pacientes alertas con insuficiencia respiratoria debida
a enfermedad pulmonar obstructiva crónica, insuficiencia cardiaca congestiva y debilidad neuro-
muscular. Pueden considerarse otras modalidades de ventilación no invasivas, como la cánula nasal
de flujo elevado, en pacientes selectos con hipoxemia. Si la intubación es necesaria, se prefiere la
vía orotraqueal frente a la vía nasotraqueal por el riesgo de neumonía relacionada con el respirador.
Numerosos estudios han demostrado que la posición supina facilita la aspiración de
microorganismos en las vías respiratorias inferiores. Elevar la cabecera de la cama a 30 a 45
grados es una intervención simple y económica que puede reducir el riesgo de neumonía rela-
cionada con el respirador. Un estudio aleatorizado demostró que la neumonía relacionada con el
respirador en pacientes tratados en posición semirreclinada fue tres veces menor en comparación
con los pacientes que permanecieron en posición supina. Los pacientes con ventilación mecánica
en la sala de urgencias deben colocarse en posición semirreclinada, a menos que haya una contra-
indicación, como la inmovilización de columna.
La colonización de la orofaringe se ha identificado como un factor de riesgo independiente
para el desarrollo de neumonía relacionada con el respirador. Como resultado, los pacientes en ven-
tilación mecánica deben recibir descontaminación oral. Una revisión Cochrane reciente demostró
una disminución del 40% en las probabilidades de desarrollar neumonía relacionada con el res-
pirador entre pacientes tratados con clorhexidina oral. El momento óptimo para este tratamiento
sigue sin estar claro. Dos estudios recientes no mostraron un beneficio de la descontaminación oral
en el ámbito prehospitalario o inmediatamente antes de la intubación. Un baño de cuerpo entero
con clorhexidina no parece disminuir el riesgo de neumonía relacionada con el respirador u otras
infecciones vinculadas con la atención a la salud.
Las sondas endotraqueales con características especiales también pueden prevenir la neu-
monía relacionada con el respirador. Varios metaanálisis han documentado una menor prevalencia
de neumonía relacionada con el respirador cuando se usaron sondas endotraqueales con puertos de
succión subglótica. Numerosos estudios han intentado evaluar si las sondas endotraqueales recu-
biertas con antimicrobianos reducen el riesgo de neumonía relacionada con el respirador. Un gran
estudio controlado con asignación al azar demostró una menor incidencia de neumonía relacionada
con el respirador en pacientes tratados con sondas endotraqueales recubiertas con plata. Los análi-
sis subsecuentes de los mismos datos también mostraron una reducción de la mortalidad entre los
pacientes que desarrollaron neumonía relacionada con el respirador mientras estaban intubados
con sondas endotraqueales recubiertas con plata.
La atención a la presión del manguito de la sonda endotraqueal también puede ayudar
a prevenir la neumonía relacionada con el respirador. Los profesionales en la sala de urgen-
cias deben medir la presión del manguito de la sonda endotraqueal después de la intubación.
Mantener la presión del manguito de la sonda endotraqueal a 20 a 30 cm H2O puede prevenir la
filtración de patógenos bacterianos alrededor del manguito hacia las vías respiratorias inferiores.
Los dispositivos diseñados para proporcionar control continuo de la presión del manguito de la
sonda endotraqueal a lo largo del ciclo respiratorio no han demostrado que puedan reducir de
forma consistente el riesgo de neumonía relacionada con el respirador.
Muchos hospitales han adoptado “paquetes de medidas para la ventilación” (bundles) basa-
dos sobre todo en las iniciativas del Institute for Healthcare Improvement (IHI) para incorporar
prácticas basadas en evidencia en la atención clínica. El paquete de medidas para la ventilación del
IHI incluye cuatro prácticas: (1) elevación de la cabecera de la cama a 30 a 45 grados, (2) descansos
diarios de la sedación y valoración de la posibilidad de extubar, (3) profilaxis para enfermedad por
úlcera péptica y (4) profilaxis para trombosis venosa profunda. El impacto del paquete IHI, junto
con otros paquetes de medidas para la ventilación, no está claro. De cualquier modo, representa un
importante esfuerzo por implementar las mejores prácticas en la prevención de la neumonía rela-
cionada con el respirador. Los paquetes de medidas para ventilación mecánica en la sala de urgen-
cias que incluyen medidas como gasometría arterial, descompresión gástrica, sedación temprana,
volumen corriente inicial apropiado y capnografía cuantitativa han demostrado que mejoran los
resultados; sin embargo, la función de estos paquetes de medidas estrictamente para la prevención
de la neumonía relacionada con el respirador sigue siendo incierta.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American Thoracic Society; Infectious Diseases Society of America. Guidelines for the
management of adults with hospital-acquired, ventilator-associated, and healthcare-
associated pneumonia. Am J Respir Crit Care Med. 2005;171(4):388–416.
Bhat R, Goyal M, Graf S, et al. Impact of post-intubation interventions on mortality in
patients boarding in the emergency department. West J Emerg Med. 2014;15(6):708–711.
Kollef MH. Prevention of hospital-associated pneumonia and ventilator-associated pneumo-
nia. Crit Care Med. 2004;32(6):1396–1405.
Shi Z, Xie H, Wang P, et al. Oral hygiene care for critically ill patients to prevent ventilator-as-
sociated pneumonia. Cochrane Database Syst Rev. 2013;8:CD008367.
Wang F, Bo L, Tang L, et al. Subglottic secretion drainage for preventing ventilator-associated
pneumonia: An updated meta-analysis of randomized controlled trials. J Trauma Acute
Care Surg. 2012;72(5):1276–1285.
43
Aprenda cómo cuidar al paciente
de la unidad de cuidados intensivos
en la sala de urgencias
Joshua D. Farkas, MD, MS
El volumen de pacientes en estado grave que se presentan en la sala de urgencias está aumen-
tando rápidamente. Además de este número cada vez mayor, una estancia más prolongada puede
tener un impacto significativo sobre la mortalidad de los enfermos en estado grave de la sala de
urgencias. El valor de la atención de apoyo de gran calidad no puede exagerarse y debe iniciarse
en la sala de urgencias mientras se espera el traslado a la unidad de cuidados intensivos.
Evitar la administración excesiva de líquidos
Los pacientes en estado grave pueden ganar ~1 L de líquido al día debido a una multitud de
fuentes. Diversos medicamentos intravenosos, infusiones continuas y bolos de líquido repetidos
pueden llevar a un equilibrio de líquidos excesivamente positivo. A lo largo de varios días, este
líquido excesivo puede causar edema marcado y provocar complicaciones graves, que incluyen
edema pulmonar, insuficiencia renal, síndrome compartimental abdominal y úlceras por presión.
Evitar una administración excesiva de líquidos es fundamental. Debe evitarse la adminis-
tración de bolos de líquidos para aumentar la presión arterial o el gasto urinario a menos que
el paciente en verdad tenga agotamiento de volumen. Entre los casos con inflamación sistémica
(p. ej., sepsis, pancreatitis), los bolos de líquido pueden causar una mejoría temporal, pero este
líquido se extravasa rápidamente en los tejidos. Además de los bolos indiscriminados de líquidos,
también deben evitarse los “líquidos de mantenimiento”, ya que esto puede llevar a una admi-
nistración excesiva.
estado grave, estos fármacos pueden tener consecuencias devastadoras. Los AINE aumentan el
riesgo de insuficiencia renal y de úlceras por estrés. Por lo general es mejor evitarlos a menos que
exista una indicación específica (p. ej., pericarditis).
Evitar la trombosis venosa profunda
Los pacientes deben recibir profilaxis para trombosis venosa profunda a menos que presenten
sangrado activo o tengan otras contraindicaciones. Las opciones terapéuticas frecuentes inclu-
yen heparina no fraccionada (p. ej., 5 000 UI cada 8 h) o heparina de bajo peso molecular (p. ej.,
enoxaparina 40 mg al día). En la insuficiencia renal, la heparina de bajo peso molecular está con-
traindicada. Debe recordarse que las dosis de heparina se basan en el peso, por lo que los pacientes
con obesidad mórbida requieren dosis proporcionalmente más elevadas (p. ej., 0.25 mg/kg de
enoxaparina cada 12 horas).
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Barr J, Fraser GL, Puntillo K, et al. Clinical practice guidelines for the management of
pain, agitation, and delirium in adult patients in the intensive care unit. Crit Care Med.
2013;41(1):263–306.
Napolitano LM, Kurek S, Luchette FA, et al. Clinical practice guideline: Red blood cell trans-
fusion in adult trauma and critical care. Crit Care Med. 2009;37(12):3124–3157.
Villanueva C, Colomo A, Bosch A, et al. Transfusion strategies for acute upper gastrointestinal
bleeding. N Engl J Med. 2013;368(1):11–21.
44
Conozca cómo evaluar y manejar
al paciente intubado con hipoxemia
refractaria
Thomas H. Rozen, MBBS, BMedSci, FCICM, FRACP, DDU y
Christopher P. Nickson, MBChB, MClinEpid, FACEM, FCICM
La hipoxemia refractaria en un paciente intubado es una urgencia crítica que demanda un abor-
daje rápido y sistemático. La valoración y el manejo se realizan al mismo tiempo, atendiendo a las
amenazas para la vida en orden de prioridad. La nemotecnia “DOPEH” (Tabla 44-1) puede usarse
para guiar las acciones iniciales, en especial en el periodo inmediatamente posterior a la intubación.
El primer paso del tratamiento del paciente intubado con hipoxemia refractaria consiste en
desconectar el respirador del tubo endotraqueal. Una vez desconectado, deben buscarse signos
de atrapamiento de aire (que también se conoce como presión teleespiratoria positiva automática
[auto-PEEP] o hiperinflación dinámica). Si se sospecha atrapamiento de aire, debe permitirse una
espiración prolongada ajustando los parámetros del respirador. Esto se logra con una menor fre-
cuencia respiratoria (p. ej., 6 respiraciones/min), aumento del flujo inspiratorio (p. ej., 100 L/min),
tiempo espiratorio prolongado (p. ej., razón I:E de 1:4 o más) o disminución de la presión teleespi-
ratoria positiva (p. ej., PEEP = 0 cm H2O).
Una vez que se excluye la hiperinflación dinámica, se conecta un dispositivo de bolsa-vál-
vula al tubo endotraqueal con oxígeno al 100%. Si el paciente puede ventilarse y reoxigenarse con
facilidad, entonces la falla es ya sea del respirador o del circuito. Si persisten las dificultades para
ventilar al paciente, entonces el problema es con el tubo endotraqueal o con el paciente. Es impor-
tante que nunca se ventile a un enfermo con traqueotomía antes de confirmar la posición del tubo
y su permeabilidad, debido al riesgo de causar un enfisema subcutáneo catastrófico.
Se confirma la permeabilidad del tubo endotraqueal al monitorear el dióxido de carbono
al final de la espiración (ETCO2) y pasar un catéter de succión. El monitoreo cuantitativo del
ETCO2 es el método de referencia para confirmar la intubación endotraqueal y detectar la posi-
ción inadecuada del tubo endotraqueal. Recuerde que pueden observarse hasta ocho formas de
onda de ETCO2 de más de 30 s después de la intubación esofágica. Si se usa dilatador (bougie)
para confirmar la posición y la permeabilidad del tubo endotraqueal, debe pasarse cuidadosa-
mente para evitar una lesión traqueobronquial. El dilatador se “atora” en la carina (~30 cm)
cuando el tubo está en posición endotraqueal. Con la colocación esofágica de la sonda, el dilata-
dor pasa con facilidad más allá de 35 cm. También puede realizarse una broncoscopia o radio-
grafía torácica para confirmar la posición del tubo endotraqueal; sin embargo, estas modalidades
pueden demorar demasiado en el paciente que se deteriora con rapidez.
Los pacientes que se ventilan con rapidez con el dispositivo de bolsa-válvula y siguen
estando hipoxémicos pueden tener un tubo endotraqueal mal colocado o una filtración en el
circuito (p. ej., filtración del manguito, desconexión o una interrupción en el circuito). En caso
de duda, debe retirarse el tubo endotraqueal, continuar con la ventilación usando bolsa-válvu-
la-mascarilla y prepararse para la reintubación.
Si las etiologías anteriores se han excluido y el paciente sigue estando hipoxémico, deben
considerarse factores propios del enfermo. Para valorarlo sin demora, se utiliza el abordaje
“MACH” durante la ventilación con bolsa-válvula (Tabla 44-2). Los movimientos asimétricos
del tórax despiertan sospechas sobre neumotórax, derrame pleural, hemotórax o colapso pul-
monar debido a neumonía. Otras causas del paciente frecuentes de hipoxemia incluyen edema
pulmonar, broncoespasmo y embolismo pulmonar.
Se debe sospechar síndrome de dificultad respiratoria aguda en pacientes con infiltrados
pulmonares bilaterales en la radiografía torácica. Estos casos requieren ventilación pulmonar
protectora con volúmenes corriente ≤ 6 mL/kg de peso corporal predicho, presiones meseta
< 30 cm H2O y un pH arterial superior a 7.15 (lo que da lugar a una “hipercapnia permisiva”).
Debe evitarse la administración excesiva de líquidos y proceder a posicionar la cabeza elevada
para ayudar a conservar la capacidad residual funcional. Los tratamientos útiles para la hipoxe-
mia refractaria en el síndrome de dificultad respiratoria aguda se enlistan en la Tabla 44-3.
Las causas no pulmonares de hipoxemia (p. ej., cardiopatía cianótica o hemoglobinopatías)
son raras pero deben considerarse en casos refractarios. Por último, si el paciente puede ventilarse
con facilidad y la hipoxemia se resuelve con rapidez, deben establecerse los antecedentes inmediatos
a la hipoxemia. La desconexión simple del respirador/circuito o la succión pueden conducir a una
desaturación significativa mediante desreclutamiento y atelectasia (en particular en niños pequeños).
PUNTOS CLAVE
■■ Usar la nemotecnia “DOPEH” para evaluar las complicaciones inmediatas que ponen
en riesgo la vida del paciente intubado con hipoxemia.
■■ La desconexión del respirador puede tratar la hiperinflación dinámica y excluye las cau-
sas atribuibles al equipo.
■■ El monitoreo cuantitativo del ETCO2 es el método de referencia para confirmar la colo-
cación del tubo endotraqueal.
■■ El abordaje “MACH” permite la evaluación rápida del paciente mientras se intenta
diagnosticar las causas de la hipoxemia.
■■ Numerosas estrategias ventilatorias y no ventilatorias pueden ayudar a mejorar la
hipoxemia refractaria en pacientes con síndrome de dificultad respiratoria aguda.
Lecturas recomendadas
Ardsnet.org. NHLBI ARDS Network Tools. 2015. Disponible en: http://www.ardsnet.org/
tools.shtml. Consultado el 26 de septiembre, 2015.
Nickson C. Post-intubation hypoxia. Lifeinthefastlane.com. 2015. Available at: http://lifeinthe-
fastlane.com/ccc/post-intubation-hypoxia/. Consultado el 26 de septiembre, 2015.
Wilson JG, Matthay MA. Mechanical ventilation in acute hypoxemic respiratory failure:
A review of new strategies for the practicing hospitalist. J Hosp Med. 2014;9(7):469–475.
45
¿Listo para las grandes ligas? Apoyo
vital extracorpóreo en la sala
de urgencias
Zachary Shinar, MD
El paro cardiaco es un evento complejo en la sala de urgencias. Las guías para finalizar la reani-
mación han postulado sistemas prehospitalarios para permanecer en la escena más que para el
transporte hacia el hospital. Esto ha llevado a un número menor de presentaciones en la sala de
urgencias y paros más prolongados cuando finalmente llegan. La supervivencia del paro cardiaco
extrahospitalario y del paro cardiaco en la sala de urgencias es < 10%, pero mejora mediante un
abordaje estratégico y organizado a la reanimación. Dos de los componentes más importantes
para sobrevivir a un paro cardiaco son las compresiones torácicas de alta calidad y la desfibrila-
ción temprana de las taquiarritmias ventriculares. El objetivo de las compresiones torácicas es
aumentar la presión de perfusión coronaria por arriba de 25 mm Hg, lo que se ha relacionado
con un aumento sustancial en el retorno espontáneo de la circulación. Lograr compresiones
torácicas de gran calidad y una presión de perfusión coronaria superior a 25 mm Hg es una tarea
difícil e implica minimizar las interrupciones, transiciones coordinadas de los proveedores de las
compresiones torácicas y un enfoque en compresiones torácicas de calidad en torno a la desfibri-
lación. Los dispositivos de compresiones torácicas mecánicas pueden mejorar esta métrica, pero
no se cuenta con bibliografía que apoye una eficacia superior de estos dispositivos.
Valorar la calidad de las compresiones torácicas ha sido más fácil gracias a los avances recien-
tes en el monitoreo del CO2 al final de la espiración (ETCO2), junto con dispositivos que ofrecen
retroalimentación en tiempo real. El ETCO2 además ha ayudado a los profesionales a determinar
la reanudación espontánea de la circulación durante el paro cardiaco. El aumento del CO2 exhala-
do a través de los pulmones sugiere la generación espontánea o artificial del flujo de sangre y por
lo tanto puede usarse para valorar la calidad de las compresiones torácicas y la reanudación espon-
tánea de la circulación. La bibliografía reciente acerca de la espectroscopia semi-infrarroja sugiere
no solo el beneficio de evaluar la reanudación espontánea de la circulación, sino el uso potencial del
neuropronóstico. Una herramienta que pudiera valorar de forma precisa la capacidad del paciente
de tener una recuperación neurológica durante un paro cardiaco sería un descubrimiento monu-
mental. Si un paciente se considera neurológicamente salvable, muchas herramientas de reanima-
ción avanzada se utilizarían más.
Una tecnología que ha ofrecido potencialmente un aumento sustancial de la supervivencia del
paro cardiaco es el apoyo vital extracorpóreo. Implica derivar el corazón y los pulmones y propor-
cionar sus funciones en el exterior del cuerpo. En el paro cardiaco, el apoyo auxiliar de la perfusión,
oxigenación y ventilación puede permitir una presión de perfusión coronaria superior en compa-
ración con las compresiones torácicas tradicionales. Muchas de las limitaciones de la reanimación
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bellezzo JM, Shinar Z, Davis DP, et al. Emergency physician-initiated extracorporeal car-
diopulmonary resuscitation. Resuscitation. 2012;83(8):966–970.
46
Reversión rápida de una hemorragia
que pone en riesgo la vida en el
paciente que toma anticoagulantes
orales
Rory Spiegel, MD
Con frecuencia se prescriben anticoagulantes orales. Ya sea que se trate de un antagonista tradi-
cional de la vitamina K o de un anticoagulante oral novedoso, todos se acompañan del riesgo de
hemorragia grave.
Antagonistas tradicionales de la vitamina k
Los antagonistas de la vitamina K inhiben la reductasa de epóxido de la vitamina K, lo que evita
la formación de factores de la coagulación II, VII, IX y X dependientes de la vitamina K. La
prueba más disponible para valorar la anticoagulación en pacientes que toman antagonistas de
la vitamina K es el tiempo de protrombina, junto con la razón normalizada internacional. Las
concentraciones de factor dependiente de vitamina K deben disminuir a 20 a 30% de los valores
normales antes de que se observen cambios en la razón normalizada internacional de forma
consistente. El antagonista de la vitamina K más común es la warfarina.
Las recomendaciones actuales para la reversión de los antagonistas de la vitamina K se
enlistan en la Tabla 46-1. Para el paciente sin hemorragia con una razón normalizada interna-
cional > 10, debe administrarse vitamina K. Las vías de administración disponibles incluyen
oral, subcutánea, intramuscular e intravenosa (IV). Aunque la administración IV corrige la razón
normalizada internacional un poco más rápido que la vía oral, las diferencias en los tiempos de
reversión rara vez tienen relevancia clínica. Debido a una eficacia errática y al riesgo de la for-
mación de hematomas intramusculares, las vías subcutánea e intramuscular no se recomiendan.
Para el paciente con hemorragia con una razón normalizada internacional elevada, debe
administrarse rápidamente plasma fresco congelado. Este remplaza directamente todos los facto-
res dependientes de vitamina K en una forma dosis-dependiente. Se recomienda una dosis de 10
a 15 mL/kg para remplazar 25% de las concentraciones de los factores. El concentrado del
complejo de protrombina es una forma concentrada de factores dependientes de vitamina K y
está disponible como productos de tres o cuatro factores. Los productos de tres factores contie-
nen II, IX y X, en tanto que los concentrados de complejo de protrombina de cuatro factores
contienen II, VII, IX y X. Los concentrados de complejo de protrombina proporcionan una
gran cantidad de factores en un volumen reducido y tienen menos efectos secundarios cuando se
comparan con el plasma fresco congelado. Las dosis recomendadas actuales para concentrados
de complejo de protrombina varían de entre 25 y 50 U/kg. Para productos de tres factores,
algunos han recomendado añadir factor VII activado para compensar las cantidades insuficien-
tes de este elemento. A la fecha, el American College of Chest Physicians recomienda los con-
centrados de complejo de protrombina de cuatro factores frente al plasma fresco congelado en
el tratamiento de la hemorragia que pone en riesgo la vida debida a antagonistas de vitamina K.
A la fecha, los estudios que comparan la eficacia de los concentrados de complejo de protrombina
con el plasma fresco congelado han mostrado una corrección significativamente más rápida de la
razón normalizada internacional con los concentrados de complejo de protrombina, pero no han
logrado encontrar una diferencia significativa en la mortalidad.
Anticoagulantes orales novedosos
Los nuevos anticoagulantes orales se han convertido en una alternativa a los antagonistas de la vitamina
K. Los productos actuales incluyen inhibidores directos de la trombina (dabigatrán) e inhibidores del
factor Xa (rivaroxabán, apixabán, edoxabán). Estos productos no agotan los factores de la coagulación
como hacen los antagonistas de la vitamina K; más bien, provocan inhibición activa. En estudios patro-
cinados por laboratorios farmacéuticos, se ha demostrado que estos nuevos anticoagulantes orales no
son inferiores a warfarina tanto en su eficacia como en el perfil de riesgo. Las pruebas de anticoa-
gulación tradicionales (es decir, tiempo de protrombina, parcial de tromboplastina, razón normali-
zada internacional) son imprecisas, insensibles e incapaces de cuantificar el grado de anticoagulación
en pacientes que toman uno de estos nuevos anticoagulantes orales. En lugar de ello, se recomienda
un tiempo de trombina o tiempo de coagulación con ecarina para evaluar la inhibición de trombina
directa, en tanto que deben obtenerse las concentraciones de anti-factor Xa cuando se sospecha inhi-
bición del factor Xa. La mayoría de los anticoagulantes orales novedosos tiene vida media breve; los
efectos anticoagulantes se resuelven en un lapso de 24 h de la última dosis.
Las guías actuales recomiendan el uso de concentrados de complejo de protrombina de cuatro
factores, factor VII activado o complejo con actividad de corrección del inhibidor del factor VIII
para tratar la hemorragia por anticoagulantes orales novedosos. Estudios recientes han demostrado
un éxito variable cuando se usan tales productos para revertir los efectos de estos anticoagulantes
orales. En contraste con los inhibidores del factor Xa, dabigatrán puede eliminarse parcialmente
con la hemodiálisis. Estudios en voluntarios e informes de casos han demostrado que hasta 68%
del dabigatrán circulante puede dializarse en una sola sesión de 2 a 4 h. La presentación clínica y el
grado de pérdida de sangre determinarán la viabilidad de la diálisis como una opción de tratamiento.
La Food and Drug Administration aprobó recientemente los fármacos de reversión tanto
para dabigatrán como para los inhibidores del factor Xa. Idarucizumab es un fragmento de anti-
cuerpo monoclonal que inhibe dabigatrán en el suero y neutraliza sus efectos. Andexanet es un
compuesto que se une al sitio de los inhibidores anti-Xa, con lo que evita la inhibición ulterior
de Xa. A la fecha, los estudios que evalúan estos productos son patrocinados por la industria y se
requieren mayores estudios independientes. Sin embargo, su uso debe considerarse en pacientes
con hemorragia que pone en riesgo la vida debido a los anticoagulantes orales novedosos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chen BC, Sheth NR, Dadzie KA, et al. Hemodialysis for the treatment of pulmonary hemorr-
hage from dabigatran overdose. Am J Kidney Dis. 2013;62(3):591–594.
Dezee KJ, Shimeall WT, Douglas KM, et al. Treatment of excessive anticoagulation with
phytonadione (vitamin K): A meta-analysis. Arch Intern Med. 2006;166(4):391–397.
Kaatz S, Kouides PA, Garcia DA, et al. Guidance on the emergent reversal of oral thrombin
and factor Xa inhibitors. Am J Hematol. 2012;87(Suppl 1):S141–S145.
Pollack CV, Reilly PA, Eikelboom J, et al. Idarucizumab for dabigatran reversal. N Engl J Med.
2015; 373:511–520. (Publicación electrónica antes de la impresión.)
Sarode R, Milling TJ, Refaai MA, et al. Efficacy and safety of a 4-factor prothrombin complex
concentrate in patients on vitamin K antagonists presenting with major bleeding: A rando-
mized, plasma-controlled, phase IIIb study. Circulation. 2013;128(11):1234–1243.
47
Esté preparado para analizar
y proporcionar atención terminal
en la sala de urgencias
Ashley Shreves, MD
Los pacientes suelen acudir a la sala de urgencias cerca del final de su vida. Las necesidades de
estos enfermos agonizantes fácilmente pueden avasallar a los cuidadores, incluso en hospitales
para enfermos terminales. Hay cada vez más recursos para cuidados paliativos intrahospitalarios,
pero no pueden satisfacer la gran demanda generada por estos pacientes en la sala de urgencias.
Es fundamental que los profesionales de urgencias estén listos para analizar y proporcionar aten-
ción al final de la vida.
Para algunos pacientes agonizantes, la toma de decisiones del final de su vida ya ha tenido
lugar y se ha registrado dentro de directrices anticipadas. Asegúrese de preguntar si se han tomado
decisiones relacionadas con el final de la vida o si hay documentos vinculados con estas decisiones.
Es fundamental preguntar sobre estos documentos, en especial en pacientes que se presentan sin
la capacidad de tomar decisiones. Resulta importante mencionar que las órdenes médicas para el
tratamiento de soporte vital consideran las intervenciones utilizadas con mayor frecuencia al final
de la vida y pueden proporcionar orientación práctica para la atención en la sala de urgencias.
Los profesionales de urgencias han expresado preocupación sobre sus riesgos legales en caso de
no proporcionar tratamientos acordes a las órdenes médicas para el tratamiento del soporte vital.
Estas guías se han empleado con éxito por más de una década en algunos estados de la Unión
Americana y no ha habido un solo caso de negligencia médica que se relacione con su uso.
En ausencia de directrices anticipadas, hable directamente con los pacientes y los toma-
dores de decisiones sustitutos para determinar la vía de atención óptima. Un error frecuente
es ofrecer a los pacientes y sus familias diversas opciones terapéuticas. Esto puede llevar a una
toma de decisiones médicas respaldada con una falta de conocimientos profesionales y el miedo
avasallador de las consecuencias de estas decisiones. Deben indagarse los valores y objetivos del
paciente y después usar esta información para hacer recomendaciones de tratamiento.
Las conversaciones en torno de la atención al final de la vida evolucionan mejor cuando se
llevan a cabo de forma sistemática. La mayoría de las vías de las “metas de atención” disponibles
comparte los siguientes pasos comunes:
1) Preparación
2) Percepción del paciente
3) Invitación
4) Intercambio de conocimientos
5) Obtención de valores/objetivos
6) Recomendación médica
Para el paso 1, hay que asegurarse de tener una comprensión adecuada de los hechos clíni-
cos. Esto puede requerir una discusión con el proveedor de atención primaria o el oncólogo del
paciente. Para el paso 2, debe explorarse la percepción del paciente sobre su enfermedad. Frases
como “¿Qué le han dicho los médicos de su enfermedad?” y “¿Cómo considera usted que va
todo?” son útiles. Para el paso 3, debe analizarse la disponibilidad del paciente/familia de man-
tener lo que probablemente será una conversación emocionalmente dolorosa. Utilice frases como
“¿Estaría bien si le explico como veo yo la situación?” o “Me preocupa que tengo malas noticias
sobre su enfermedad, ¿le parece bien si lo discutimos ahora?” Incluir este paso asegura que el
paciente y la familia estén en control de la información médica que reciben.
A continuación, comparta lo que usted entiende de la situación clínica. Comparta la infor-
mación en pequeñas porciones y evite los términos médicos, siempre que sea posible. Utilice
frases como “Me parece que está agonizando” y “le queda poco tiempo” si esto es consistente
con el cuadro clínico. Frases como “Estoy verdaderamente preocupado” pueden ser más eficaces
para comunicar un pronóstico desfavorable que las estadísticas.
Para el paso 5, explore qué es más importante para los pacientes y sus cuidadores. Algunos
responden bien a preguntas abiertas, como “Al enterarse de lo que le comento, ¿qué le resulta
más importante?” y “¿Puede ayudarme a entender qué considera una calidad de vida aceptable?”.
Otros necesitarán una guía más concreta. Por ejemplo, “Algunas personas en su situación estarán
dispuestas a recibir apoyo vital y pasar tiempo en cuidados intensivos, incluso si esto solo les ofrece
una pequeña posibilidad de vivir más tiempo o de regresar a casa con su familia. Otras personas no
estarían dispuestas a pasar por eso y preferirían dirigir los esfuerzos a estar cómodos en este punto.
¿Qué tipo de persona es usted?”.
En el paso 6, desaconseje el uso de tratamientos que prolonguen la vida si no son consis-
tentes con los objetivos del paciente. Por ejemplo, “Estoy preocupado acerca de que tratamientos
como el apoyo vital solo prolonguen su agonía y aumenten su sufrimiento” o “Lo mejor que
podemos hacer ahora es dirigir todos nuestros esfuerzos a su comodidad y calidad de vida”.
Enunciados breves y directos como “En vista de lo que hemos platicado, lo mejor para su ser
querido es tener una muerte natural” y “Cuando su corazón se detenga, no interferiremos con
el proceso” pueden abarcar las acciones en caso de código. Las descripciones detalladas de las
compresiones torácicas y la desfibrilación rara vez son necesarias.
Los médicos deben esperar emociones fuertes en respuesta a las malas noticias. Enfrentar
la muerte puede desencadenar sentimientos de dolor, desesperación, enojo, culpa, decepción,
choque y más. Esto es normal y no un reflejo negativo de las habilidades de comunicación del
médico. En lugar de decir “Todo va a salir bien”, use frases como “Quisiera que la situación
fuera distinta” y “Apenas puedo imaginarme lo decepcionado que debe sentirse” para mostrar
empatía.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Ellershaw J, Ward C. Care of the dying patient: The last hours or days of life. BMJ.
2003;326(7379):30–34.
Jesus JE, Geiderman JM, Venkat A, et al. Physician orders for life-sustaining treatment and
emergency medicine: Ethical considerations, legal issues, and emerging trends. Ann Emerg
Med. 2014;64(2):140–144.
Lamas D, Rosenbaum L. Freedom from the tyranny of choice—teaching the end-of-life
conversation. N Engl J Med. 2012;366(18):1655–1657.
Quill TE, Arnold R, Back AL. Discussing treatment preferences with patients who want
“everything”. Ann Intern Med. 2009;151(5):345–349.
Weissman DE. Decision making at a time of crisis near the end of life. JAMA. 2004;292(14):1738–
1743.
48
Identifique presentaciones atípicas
del síndrome coronario agudo
Amita Sudhir, MD
La presentación clásica del síndrome coronario agudo es la de un hombre de edad mayor, fumador,
con hipertensión, que manifiesta presión torácica con el esfuerzo que irradia a la extremidad superior
izquierda y se acompaña de disnea. Esta presentación es bien reconocida por el profesional de urgen-
cias. Por desgracia, muchos pacientes con síndrome coronario agudo no presentan dolor o presión
torácicos manifiestos y acuden a urgencias con signos y síntomas atípicos. Como resultado, el pro-
fesional médico puede pasar por alto el diagnóstico de síndrome coronario agudo, lo que lleva a una
mayor morbilidad y mortalidad. La bibliografía reciente ha demostrado que los pacientes con presen-
taciones atípicas del síndrome coronario agudo tienen menos probabilidades de recibir tratamiento
antiisquémico y más de fallecer, al compararse con pacientes con la presentación clásica del síndrome
coronario agudo. A la fecha, más del 20% de los pacientes con síndrome coronario agudo que se
presentan con signos y síntomas atípicos no es identificado en la valoración inicial. Para prevenir la
morbilidad y la mortalidad innecesarias, es fundamental que el profesional médico identifique a paci-
entes con síndrome coronario agudo que no se presentan con los síntomas clásicos.
Algunos síntomas atípicos frecuentes de síndrome coronario agudo incluyen disnea, diafore-
sis, náusea, vómito y síncope inminente. El dolor en la mandíbula, el cuello, la espalda, las extremi-
dades y el abdomen, así como la fatiga, son síntomas adicionales que pueden ser consecuencia de
un síndrome coronario agudo. Debido a la ausencia de dolor torácico con estos síntomas, el elec-
trocardiograma (ECG) y los marcadores cardiacos a menudo se retrasan o incluso no se obtienen.
La frecuencia de presentaciones atípicas del síndrome coronario agudo es más elevada en
mujeres o en pacientes geriátricos o en quienes tienen antecedentes de diabetes o insuficiencia
cardiaca. Las mujeres tienen un riesgo particularmente elevado de un diagnóstico erróneo de sín-
drome coronario agudo. No solo las mujeres tienen más probabilidades de mostrar presentaciones
atípicas, sino también es más probable que tengan diabetes y que sean de menor edad al momento
de la ocurrencia de síndrome coronario agudo. Además, las mujeres se presentan con mayor
dilación en el curso de la enfermedad en comparación con pacientes con síndrome coronario agudo
que acuden con el síntoma clásico de dolor torácico. Desde hace mucho se ha reconocido que los
pacientes con diabetes se presentan con características atípicas de síndrome coronario agudo. Se ha
postulado que esta tasa más elevada de presentaciones atípicas se debe a la neuropatía que afecta la
innervación sensorial al corazón. Por último, los pacientes con presentaciones atípicas de síndrome
coronario agudo tienen menos probabilidades de tener antecedentes de tabaquismo, hiperlipi-
demia o cardiopatía previa. Es importante considerar que la preocupación de un síndrome coro-
nario agudo no solo debe limitarse a mujeres, diabéticos o pacientes de mayor edad que muestran
síntomas atípicos. Debe considerarse el síndrome para cualquier síntoma sin alguna causa obvia
que pueda deberse a isquemia cardiaca.
116
El paso más importante para establecer el diagnóstico de síndrome coronario agudo es simple-
mente considerar el diagnóstico en pacientes que se presentan con los síntomas antes mencionados.
Se obtiene un ECG en cualquier paciente en que exista la preocupación clínica de síndrome corona-
rio agudo. Si el ECG no es diagnóstico, debe considerarse obtener marcadores cardiacos y colocar a
los pacientes en observación para pruebas diagnósticas adicionales. Asimismo, es importante admi-
nistrar tratamiento adecuado al tiempo que se considera el diagnóstico de síndrome coronario agudo.
Esto puede incluir antiplaquetarios o anticoagulantes, junto con una interconsulta de cardiología.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con presentaciones atípicas del síndrome coronario agudo tienen me‑
nos probabilidades de recibir tratamiento crítico dependiente del tiempo, así como
mayores probabilidades de fallecer.
■■ La disnea, la diaforesis, el vómito y la fatiga son signos y síntomas atípicos frecuentes del
síndrome coronario agudo.
■■ Las presentaciones atípicas del síndrome coronario agudo son más frecuentes en muje-
res, diabéticos y pacientes geriátricos.
■■ Los pacientes con presentaciones atípicas de síndrome coronario agudo tienen menos
probabilidades de padecer una cardiopatía existente.
■■ Obtener un ECG en cualquier paciente con signos o síntomas relacionados con sín-
drome coronario agudo.
Lecturas recomendadas
Ambepityia G, Kopelman PG, Ingram D, et al. Exertional myocardial ischemia in diabetes: a
quantitative analysis of anginal perceptual threshold and the influence of autonomic func-
tion. J Am Coll Cardiol. 1990;15:72–77.
Brieger D, Eagle KA, Goodman SG, et al. Acute coronary syndromes without chest pain, an
underdiagnosed and undertreated high-risk group: insights from the Global Registry of
Acute Coronary Events. Chest. 2004;126:461–469.
Canto JG, Canto EA, Goldberg RJ. Time to standardize and broaden the criteria of acute
coronary syndrome symptom presentations in women. Can J Cardiol. 2014;30:721–728.
Eagle, KA, Goodman, SG, Avezum A, et al. Practice variation and missed opportunities for
reperfusion in ST-segment-elevation myocardial infarction: findings from the Global Reg-
istry of Acute Coronary Events (GRACE). Lancet. 2002;359:373–377.
49
Conducta tipo A: considerar disección
aórtica en pacientes con dolor
torácico y electrocardiogramas
isquémicos
Jessica Balderston, MD y
Jeffrey D. Ferguson, MD, FACEP, NRP
electrocardiograma (ECG) que evidencia un infarto de miocardio con elevación del segmento
ST (IMEST), el diagnóstico y el tratamiento parecen ser evidentes. Las guías nacionales reco-
miendan la reperfusión de urgencia con intervención coronaria percutánea. Por desgracia, el
potencial de daño para el paciente es elevado cuando una disección aórtica aguda provoca un
síndrome coronario agudo y produce cambios isquémicos en el electrocardiograma.
En la disección aórtica, un defecto en la íntima de la aorta permite la entrada de sangre en la
túnica media. Se desarrolla una luz falsa y puede propagarse en dirección anterógrada o retrógrada.
Las disecciones aórticas que afectan la aorta ascendente (Stanford tipo A) pueden causar insufi-
ciencia coronaria por medio de varios mecanismos. Estos incluyen un defecto circunferencial en
la íntima de la aorta ascendente que cubre el orificio coronario, un defecto de la íntima que afecta
el orificio coronario en sí mismo, la propagación de la luz falsa al vaso coronario que comprime la
luz verdadera o desprendimiento de la circunferencia de la íntima dentro de la arteria coronaria
que causa intususcepción de la pared interior del vaso. La arteria coronaria derecha es el vaso más
comúnmente afectado por estos mecanismos patológicos. Como resultado, un IMEST inferior es
la presentación más frecuente de síndrome coronario agudo en pacientes con disección aórtica. Sin
importar lo anterior, existen informes de casos de disección aórtica aguda con un IMEST coinci-
dente sin que la disección afecte directamente el vaso coronario (p. ej., IMEST con Stanford tipo B).
Aproximadamente 70% de los pacientes con disección aórtica aguda presenta una anorma-
lidad en el ECG. Esto puede incluir segmento ST inespecífico o cambios en la onda T, hipertrofia
del ventrículo izquierdo y disritmias cardiacas. La elevación difusa del segmento ST, con o sin
depresión del segmento PR, y la alternancia eléctrica deben despertar la sospecha de derrame peri-
cárdico causado por rotura aórtica en el espacio pericárdico. Si bien la tasa de disección aórtica en
los pacientes con IMEST es muy baja (0.1 a 0.2%), la tasa de IMEST es de 5% en pacientes con
una disección aórtica. Esta tasa se eleva a 8% cuando solo se consideran aquellos pacientes con una
disección tipo A.
Debe considerarse el diagnóstico de disección aórtica, en particular en pacientes con un
IMEST inferior. Los antecedentes adicionales y los datos de la exploración física pueden evitar
resultados catastróficos por el tratamiento antiplaquetario, anticoagulante o fibrinolítico. Resulta
importante mencionar que un IMEST anterior rara vez, si acaso, se relaciona con una disección
aórtica aguda.
¿Cuál debe ser el abordaje del médico ante el paciente con dolor torácico agudo, datos de
isquemia en el ECG y factores de riesgo para una disección aórtica aguda? Una presentación en la
que hay una sospecha elevada de disección aórtica aguda y en que se observa un IMEST inferior
o posterior en el ECG debe motivar una evaluación rápida de la aorta torácica. Debe evitarse el
tratamiento fibrinolítico hasta que pueda excluirse la disección aórtica. La confirmación o exclu-
sión de la disección aórtica puede lograrse con rapidez mediante una tomografía computarizada
torácica y abdominal. La intervención coronaria percutánea de urgencia también puede establecer
el diagnóstico en casos selectos. Cuando la presentación clínica hace pensar en una disección aór-
tica aguda y se observan anormalidades no diagnósticas en el ECG, está justificado un abordaje
diagnóstico-terapéutico similar.
PUNTOS CLAVE
■■ Hasta 70% de los pacientes con disección aórtica aguda tiene una anormalidad en el ECG.
■■ Hasta 8% de las disecciones tipo A pueden complicarse por un IMEST.
■■ La arteria coronaria derecha es la arteria involucrada con mayor frecuencia en casos de
disección aórtica.
■■ Un IMEST anterior rara vez se relaciona con una disección aórtica aguda.
■■ No debe administrarse tratamiento fibrinolítico a pacientes con IMEST en quienes se
sospecha una disección aórtica aguda.
Lecturas recomendadas
Pape LA, Awais M, Woznicki EM, et al. Presentation, diagnosis, and outcomes of acute aortic
dissection: 17-Year trends from the international registry of acute aortic dissection. J Am
Coll Cardiol. 2015;66:350–358.
Upadhye S, Schiff K. Acute aortic dissection in the emergency department: diagnostic chal-
lenges and evidence-based management. Emerg Med Clin North Am. 2012;30:307–327.
50
Contenidos bajo presión: manejo
hemodinámico intensivo en pacientes
con disección aórtica aguda
Jeffrey D. Ferguson, MD, FACEP, NRP
y Jessica Balderston, MD
La disección aórtica aguda se define como un desgarro de la íntima, que resulta en un flujo de
sangre arterial entre las capas de la aorta. Este desgarro de la íntima suele ir precedido por la
degeneración de la capa media de la pared aórtica que se debe a varios procesos de la enferme-
dad, que incluyen aterosclerosis, debilidad congénita de los componentes estructurales o vascu-
litis. Sin importar el proceso patológico, la capa media está debilitada y puede desgarrarse con
cualquier aumento en el estrés de la pared aórtica. El sistema usado con mayor frecuencia para
clasificar una disección aórtica aguda es el sistema de clasificación de Stanford. Cualquier disec-
ción que afecte la aorta ascendente se clasifica como Stanford tipo A, en tanto que Stanford tipo
B se limita a disecciones que afectan la aorta descendente. En fechas más recientes, el término
hematoma intramural se ha usado para caracterizar un trombo dentro de la pared de la aorta que
no se destaca con la administración de sustancias de contraste para tomografía computarizada o
imágenes por resonancia magnética. Dado que la presentación clínica y la progresión del hema-
toma intramural son similares a las de la disección aórtica aguda, el manejo de ambos trastornos
es idéntico. Sin importar la presencia de una disección aórtica aguda o un hematoma intramural,
puede ser necesaria la vigilancia hemodinámica en múltiples extremidades para obtener medi-
ciones precisas de la presión arterial y guiar el tratamiento.
Las bases del manejo de la disección aórtica se basan en la teoría de que una reducción del
estrés de cizallamiento de la pared aórtica hará más lenta la propagación de la disección y pre-
vendrá ya sea la rotura aórtica o el flujo comprometido a los órganos vitales. Los objetivos tera-
péuticos para reducir el estrés de cizallamiento son la presión arterial y la frecuencia cardiaca.
Las teorías clásicas indican que debe reducirse la frecuencia cardiaca a ~60 latidos por minuto
(lpm), seguida por una reducción rápida en la presión arterial sistólica a < 120 mm Hg. Aunque
las guías de consenso recientes siguen recomendando estos objetivos para frecuencia cardiaca y
presión arterial sistólica, es importante anotar que estos números no se han estudiado en ensayos
prospectivos o con asignación aleatoria. De hecho, solo hay evidencia observacional escasa de que
el reducir la frecuencia cardiaca tenga algún efecto sobre la mortalidad. Para este fin, las guías
europeas actuales para el tratamiento de la disección aórtica se enfocan solo en la disminución
de la presión arterial. El abordaje más razonable para tratar a pacientes con disección abdominal
aguda es reducir la presión arterial sistólica y la frecuencia cardiaca tanto como sea tolerable,
PUNTOS CLAVE
■■ Las guías actuales recomiendan reducir con rapidez la frecuencia cardiaca, a unos
60 lpm, seguida por una reducción de la presión arterial sistólica a 120 mm Hg.
■■ Los betabloqueadores, como esmolol o labetalol, son los fármacos recomendados inicial-
mente para reducir la frecuencia cardiaca.
■■ Administrar un vasodilatador una vez que se controla la frecuencia cardiaca.
■■ Se requiere tratamiento quirúrgico de urgencia en Stanford tipo A, Stanford tipo B
complicado y en quienes presentan signos de rotura inminente.
Lecturas recomendadas
Diercks DB, Promes SB, Schuur JD, et al. Clinical policy: critical issues in the evaluation and
management of adult patients with suspected acute nontraumatic thoracic aortic dissec-
tion. Ann Emerg Med. 2015;65:32–42.
Hiratzka LF, Bakris GL, Beckman JA, et al. 2010 ACCF/AHA/AATS/ACR/ASA/SCA/
SCAI/SIR/STS/SVM Guidelines for the diagnosis and management of patients with
thoracic aortic disease. Circulation. 2010;121:e266–e369.
Tsai, TT, Nienaber CA, Eagle KA. Acute aortic syndromes. Circulation. 2005;112:3802–3813.
51
No confundir taquicardia auricular
multifocal con fibrilación auricular
Christopher Greene, MD
La taquicardia auricular multifocal es una disritmia rara y mal entendida, la cual suele diag-
nosticarse de forma incorrecta. La prevalencia general de taquicardia auricular multifocal es
< 0.4 %. Cuando está presente, suele observarse en pacientes en estado grave, como aquellos con
hipoxia, hipercapnia, hipopotasiemia, hipomagnesiemia o estados hiperadrenérgicos, o en pacien-
tes con exacerbaciones agudas de una enfermedad crónica. De hecho, se considera que la taqui-
cardia auricular multifocal refleja la gravedad del proceso patológico subyacente. Los diagnósticos
erróneos más frecuentes de taquicardia auricular multifocal son la fibrilación auricular y la taqui-
cardia sinusal. Dado que el tratamiento de cada una de estas disritmias es diferente, es imperativo
para el profesional de urgencias diagnosticar correctamente la taquicardia auricular multifocal.
Diferenciar entre taquicardia auricular multifocal y fibrilación auricular (Figura 51-1) puede
representar un reto para el profesional. Ambas disritmias son impredeciblemente irregulares, pue-
den causar velocidades ventriculares rápidas y ocurren con mayor frecuencia en pacientes geriá-
tricos con enfermedad cardiopulmonar existente. Además, la taquicardia auricular multifocal en
ocasiones puede relacionarse con otras disritmias auriculares, lo que incluye fibrilación auricular y
aleteo auricular. Los criterios diagnósticos aceptados con mayor frecuencia para taquicardia auri-
cular multifocal son (1) presencia de al menos tres ondas P morfológicamente distintas en una sola
derivación del electrocardiograma (ECG), (2) una frecuencia auricular mayor o igual a 100 latidos
por minuto, y (3) una base isoeléctrica entre las ondas P. Las ondas P en la taquicardia auricular
Taquicardia multifocal
Comparación de la taquicardia
Tabla 51-1 auricular multifocal, la fibrilación
auricular y el aleteo auricular
Características
Frecuencia demográficas
Ritmo auricular Criterios ECG del paciente Tratamiento
Taquicardia > 100 1. ≥ 3 morfologías Enfermedad aguda, Enfermedad sub-
auricular de ondas p a menudo crítica, yacente correcta.
multifocal 2. Base isoeléctrica exceso de cateco- Pueden conside-
3. Impredeciblemente laminas, hipoxia, rarse betabloquea-
irregular hipopotasiemia, dores, magnesio y
4. Intervalos P-P, hipomagnesiemia bloqueadores de los
P-R, R-R canales de calcio
irregulares
Aleteo 300 5. Ondas de aleteo Puede observarse en Control de la
auricular “en dientes de la enfermedad car- frecuencia
sierra” diopulmonar crónica
6. Intervalos PP o aguda
irregulares
7. Regulares o
irregulares
dependiendo del
bloqueo
Fibrilación > 350 8. Línea inicial Puede observarse en Depende del
auricular variable enfermedad cardio paciente:
9. RR impredeci- vascular crónica o Control de la
blemente irregular aguda. Puede pre- frecuencia
10. Sin ondas P sentarse en corazo- Control del ritmo
discernibles nes anatómicamente Cardioversión
normales
multifocal están bien formadas y son discretas, en comparación con la fibrilación auricular, en la
que las ondas P se caracterizan como continuas, ondulantes y cambiantes. Algunas características
adicionales incluyen la ausencia de un marcapasos dominante e intervalos P-P, P-R y R-R imprede-
ciblemente regulares. En la Tabla 51-1 se enlistan las características claves de la taquicardia auricular
multifocal, la fibrilación auricular y el aleteo auricular.
El tratamiento de la taquicardia auricular multifocal se dirige al proceso patológico subya-
cente que causó la disritmia. En contraste con la fibrilación auricular y el aleteo auricular, la taqui-
cardia auricular multifocal no suele responder a la cardioversión o al tratamiento farmacológico.
Debe darse prioridad a asegurar una oxigenación y ventilación adecuadas, restitución de potasio
y magnesio y reducción de cualquier estimulación adrenérgica exógena. Además, es importante
revisar los medicamentos del paciente y eliminar cualquier fármaco potencial que pueda precipitar
la taquicardia auricular multifocal. Dado que muchos pacientes con esta taquicardia tienen enfer-
medad pulmonar grave, es posible que algunos estén recibiendo tratamiento crónico con una metil-
xantina, en particular teofilina. El uso de teofilina y su toxicidad se han relacionado con taquicardia
auricular multifocal y debe descontinuarse la teofilina en caso de taquicardia auricular multifocal.
Los expertos también consideran que los agonistas beta usados para tratar el broncoespasmo pue-
den propagar la taquicardia auricular multifocal. De ser posible, la administración de agonistas beta
debe reducirse si se desarrolla esta taquicardia, aunque esto puede constituir un reto en el paciente
con exacerbaciones agudas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Se han investigado los
betabloqueadores, los bloqueadores de los canales de calcio y el sulfato de magnesio en el trata-
miento de la taquicardia auricular multifocal y han mostrado que mejoran las frecuencias ventricu-
lares, a expensas de una reducción en la presión arterial. A la fecha, la mayor parte de la evidencia
se centra sobre el uso de los betabloqueadores (p. ej., metoprolol, esmolol) para el tratamiento
de la taquicardia auricular multifocal. Sin embargo, la administración de betabloqueadores sigue
siendo controversial en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Se ha analizado
verapamilo para el tratamiento de la taquicardia auricular multifocal. Si bien reduce la frecuencia
cardiaca, puede causar una caída profunda y sostenida de la presión arterial y debe evitarse en
pacientes con enfermedad crítica. El magnesio tiene un perfil de efectos adversos aceptables y
ha mostrado que tiene una eficacia razonable para reducir la frecuencia cardiaca y la conversión
a ritmo sinusal. En general, debe intentarse con tratamiento médico para reducir la frecuencia
cardiaca después de la optimización y el tratamiento del trastorno subyacente.
La taquicardia auricular multifocal rara vez causa hipotensión y choque. Si cualquiera está
presente en el paciente en estado grave, debe realizarse una búsqueda para otra etiología.
PUNTOS CLAVE
■■ Los diagnósticos erróneos más frecuentes para taquicardia auricular multifocal son la
fibrilación auricular y la taquicardia sinusal.
■■ La taquicardia auricular multifocal requiere la presencia de al menos tres ondas P mor-
fológicamente diferentes en una sola derivación del electrocardiograma.
■■ El tratamiento de la taquicardia auricular multifocal se dirige al proceso patológico
subyacente.
■■ La teofilina se relaciona con la taquicardia auricular multifocal. De ser posible, debe
descontinuarse este medicamento.
■■ La taquicardia auricular multifocal rara vez causa choque. Si hay choque, debe buscarse
otra etiología.
Lecturas recomendadas
Borzak S, McCord J. Multifocal atrial tachycardia. Chest. 1998;113:203.
Hill G, Owens S. Esmolol in the treatment of multifocal atrial tachycardia. Chest. 1992;101:1726.
Kastor J. Multifocal atrial tachycardia. N Engl J Med. 1990;322:1713–1717.
Schwartz M, Rodman D, Lowestein S. Recognition and treatment of multifocal atrial tachycar-
dia: A critical review. J Emerg Med. 1994;12(3):353–360.
Ueng KC, Lee SH, Wu DJ, et al. Radiofrequency catheter modification of atrioventricu-
lar junction in patients with COPD and medically refractory atrial tachycardia. Chest.
2000;117:52.
52
No confundir el bloqueo
auriculoventricular Mobitz tipo i
con el Mobitz tipo ii
C. Blayke Gibson, MD y J. Jeremy Thomas, MD
valo P-R prolongado. En la mayoría de los pacientes con bloqueo auriculoventricular de primer
grado, no se requiere tratamiento. En contraste con el de primer grado, el de tercer grado se
caracteriza por disociación auriculoventricular completa y amerita tratamiento inmediato para
evitar el colapso cardiovascular. El bloqueo auriculoventricular de segundo grado se divide en
dos tipos, Mobitz tipo I y tipo II. Es importante para el profesional de urgencias poder distinguir
entre estos dos tipos de bloqueo auriculoventricular de segundo grado, ya que el tratamiento, la
disposición y el pronóstico pueden ser ampliamente diferentes.
El bloqueo auriculoventricular Mobitz tipo 1, también conocido como de Wenckebach,
por lo general se observa en pacientes más jóvenes y atletas. Aunque se considera una disrit-
mia benigna, en ocasiones puede presentarse en pacientes de mayor edad y ser una advertencia
temprana de una enfermedad más avanzada del sistema de conducción. Las características en el
electrocardiograma (ECG) del bloqueo auriculoventricular Mobitz tipo I incluyen alargamiento
progresivo del intervalo P-R y acortamiento progresivo del intervalo R-R, seguido por una onda
P sin conducción. Esto produce un patrón característico y distintivo de latidos agrupados en el
ECG (Figura 52-1A). La ubicación más frecuente de un bloqueo de conducción en Mobitz tipo
I es a nivel del nodo auriculoventricular. Básicamente, hay un incremento gradual en el retraso
de la conducción en este nodo, que a la larga resulta en una onda P sin conducción y en un latido
ventricular faltante. La mayoría de los pacientes con bloqueo auriculoventricular Mobitz tipo I
son asintomáticos y no requieren evaluación o tratamiento adicional. Este ritmo rara vez, si acaso,
resulta en compromiso hemodinámico o evoluciona a bloqueo auriculoventricular de tercer grado.
El bloqueo Mobitz tipo II (Figura 52-1B) siempre es anormal, por lo general relacionado
con cardiopatía importante, y tiene un alto índice de progresión a bloqueo cardiaco completo. El
bloqueo auriculoventricular Mobitz tipo II nunca debe considerarse un dato benigno en el ECG.
En contraste con el Mobitz tipo I, en que el bloqueo de conducción está a nivel del nodo auricu-
loventricular, el retraso en la conducción del Mobitz tipo II suele estar por debajo del nodo
auriculoventricular. Los datos característicos de ECG en el bloqueo auriculoventricular tipo II
incluyen un intervalo P-R constante con ondas P no conducidas esporádicas e impredecibles. A
diferencia del bloqueo auriculoventricular tipo I, no hay un patrón distinguible en el ECG en
el bloqueo de tipo II. Como ya se mencionó, los pacientes con bloqueo auriculoventricular de
tipo II por lo general están en mayor riesgo de bradicardia sintomática y progresión a bloqueo
cardiaco completo. Por este motivo, los pacientes requieren hospitalización y evaluación para la
colocación de un marcapasos.
En la Tabla 52-1 se enlistan las características ECG clave del bloqueo auriculoventricular
Mobitz tipo I y tipo II. Es importante destacar un escenario específico en que hay un bloqueo
auriculoventricular 2:1 (Figura 52-1C). En este caso, es difícil determinar si el bloqueo auricu-
loventricular es tipo I o tipo II, ya que no hay forma de valorar el alargamiento P-R. En esta situa-
ción, es mejor tratar al paciente como si se tratara de bloqueo tipo II, a menos que se demuestre
lo contrario.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Josephson ME. Atrioventricular conduction. In: Clinical Cardiac Electrophysiology. 4th ed.
Baltimore, MD: Wolters Kluwer, 2016:93.
Langendorf R, Cohen H, Gozo EG. Observations on second-degree atrioventricular block,
including new criteria for the differential diagnosis between type I and type II block.
Am J Cardiol. 1972;29:111.
Narula OS. Conduction disorders in the AV transmission system. In: Dreifus L, Likoff W, eds.
Cardiac Arrhythmias. New York: Grune and Stratton, 1973:259.
53
Distinga entre un artefacto
electrocardiográfico y una disritmia
George Glass, MD
El diagnóstico rápido y el tratamiento sin demora de las disritmias cardiacas son fundamentales
para la atención médica de urgencia. La interpretación apropiada de las tiras de ritmo y el elec-
trocardiograma (ECG) puede verse obstaculizada por una recolección subóptima de datos. Un
artefacto en la tira de ritmo o en el ECG puede diagnosticarse erróneamente como una disritmia
y llevar a un error diagnóstico o terapéutico.
Los ECG y monitores de tiras de ritmo utilizan electrodos en la piel para medir la des-
polarización del miocardio. La deflexión eléctrica que se observa en estos monitores puede ser
pequeña (~1 a 10 mV) y son susceptibles a la interferencia de factores internos y externos. Los
factores externos que afectan la interpretación incluyen función inadecuada del equipo, interfe-
rencia de equipo cercano, colocación inadecuada de las derivaciones o contacto deficiente entre
la piel y el electrodo debido a vello, diaforesis u otros factores como el gel del ultrasonido. Los
factores internos que afectan la interpretación comprenden interferencia de la piel o el músculo
debido a movimiento del paciente, temblor y escalofríos, o por dispositivos implantables como
un estimulador cerebral profundo. Los artefactos son especialmente ubicuos entre los pacientes
en estado grave, en quienes la adquisición de datos puede ocurrir de forma simultánea con otros
procedimientos, como la colocación de una línea central o incluso compresiones torácicas.
La interpretación precisa del ECG o la tira de ritmo requiere una adquisición adecuada
de datos. Debe tenerse cuidado de optimizar este proceso. El artefacto de movimiento del ECG
a menudo se reconoce y corrige de inmediato tras la adquisición. Limitar el movimiento del
paciente y optimizar el contacto entre la piel y el electrodo mediante rasurado y secado de la piel
o la aplicación de cinta u otros adhesivos sobre derivaciones sueltas puede minimizar el artefacto
durante la adquisición de datos.
Los ECG en la sala de urgencias a menudo se presentan a los profesionales para una eva-
luación rápida como parte del protocolo de detección de infarto de miocardio con elevación del
segmento ST. Debe tenerse cuidado en estas interpretaciones, ya que la observación del paciente
durante la adquisición del ECG puede proporcionar información clínica crucial. Por ejemplo,
un ECG de un paciente con temblores finos o escalofríos puede tener la apariencia de fibrilación
auricular o aleteo auricular en el ECG. Sin embargo, la observación de temblores puede llevar a
una exploración más cuidadosa de los trazos del ECG y revelar ondas P ocultas y un intervalo
R-R consistente (Figura 53-1). Es imperativo el reconocimiento de esta “seudofibrilación”, ya
que un diagnóstico inapropiado de fibrilación auricular puede resultar en tratamientos potencial-
mente peligrosos e innecesarios.
Los movimientos más pronunciados del paciente pueden hacer que el ECG o la tira de
ritmo simulen fibrilación ventricular o taquicardia (Figura 53-2). Este artefacto es frecuente en
pacientes que se someten a monitoreo de telemetría prolongado, ya que a menudo realizan acti-
vidades cotidianas mientras usan las derivaciones del monitor. En estos casos, es importante
determinar si los trazos se correlacionan con el pulso del paciente. Además de la palpación del
pulso del paciente, las formas de onda de la oximetría de pulso y el monitoreo de la presión arte-
rial pueden ser útiles. Una forma de onda de oximetría de pulso o arterial normal ante un ECG
sospechoso que sugiere fibrilación ventricular debe despertar escepticismo en relación con la
exactitud del trazo. Otros factores que sugieren un artefacto del ECG en lugar de una verdadera
disritmia incluyen la presencia de complejos QRS normales ocultos dentro del trazo. Además,
debe sospecharse de un artefacto cuando la disritmia está presente en una sola derivación de
extremidad.
Figura 53-2 Artefacto de movimiento del paciente que asemeja una taquicardia
ventricular. A la exploración cuidadosa, los complejos QRS son evidentes dentro de
las grandes formas de onda relacionadas con el artefacto de movimiento.
PUNTOS CLAVE
■■ Limitar el movimiento del paciente durante la realización del ECG para minimizar el
artefacto.
■■ Optimizar el contacto entre piel-electrodo para minimizar el artefacto. Considerar rasurar el
tórax o aplicar cinta sobre las derivaciones para asegurar un contacto consistente con la piel.
■■ Una forma de onda normal de la oximetría de pulso puede ser de utilidad para valorar si
hay artefacto en el electrocardiograma.
■■ La presencia de complejos QRS que ocurren a intervalos R-R regulares dentro de una
forma de onda extraña sugieren un artefacto.
■■ Debe sospecharse un artefacto cuando el ritmo anormal está presente solo en una deri-
vación del electrocardiograma.
Lecturas recomendadas
Knight BP, Pelosi F, Michaud GF, et al. Clinical consequences of electrocardiographic artifact
mimicking ventricular tachycardia. N Engl J Med. 1999;341:1270–1274.
Nossikoff A, Traykov V, Gatzov P. A case of ‘toothbrush’ tachycardia. Europace. 2015:17:663.
Stevenson WG, William GB, Maisel WH. Electrocardiography artifact: What you do not know,
you do not recognize. Am J Med. 2001;110:402–403.
54
Manejo de la fibrilación auricular:
control de la frecuencia frente
a conversión del ritmo
Charles Khoury, MD, MSHA y J. Jeremy Thomas, MD
anticoagularse de forma adecuada antes de controlar el ritmo. Además, los pacientes que reciben
tratamiento para controlar el ritmo a menudo requieren medicamentos para controlar la frecuencia
en caso de que reviertan a fibrilación auricular.
La cardioversión eléctrica es el tratamiento de elección para pacientes hemodinámicamente
inestables debido a fibrilación auricular. Para otros casos, la decisión de usar control de frecuencia
o control de ritmo puede constituir un reto. Es importante considerar la edad del paciente, los
trastornos comórbidos, el tiempo de inicio de la fibrilación auricular y el estado de anticoagulación.
Para pacientes sanos sin trastornos comórbidos significativos que se presentan con fibrilación au-
ricular < 48 h de duración, el control del ritmo es el esquema de elección. Tanto los fármacos como la
cardioversión eléctrica son eficaces para restaurar el ritmo sinusal. Un abordaje farmacológico para
el control del ritmo que ha mostrado ser seguro y eficaz es la administración de 1 g de procainamida
por vía intravenosa a lo largo de 60 min. Para pacientes jóvenes con fibrilación auricular < 48 h
que se tratan exitosamente con control de ritmo, por lo general no se requiere anticoagulación a
largo plazo.
Para la mayoría de los pacientes que se presentan en la sala de urgencias con fibrilación auri-
cular de duración desconocida, se prefiere el control de la frecuencia. La administración intrave-
nosa de un betabloqueador (p. ej., metoprolol, esmolol) o un bloqueador de los canales de calcio
(p. ej., diltiazem) se usa para reducir la frecuencia ventricular. La bibliografía reciente ha mostrado
que diltiazem puede ser superior a metoprolol para lograr el control de la frecuencia en pacientes
de la sala de urgencias con fibrilación auricular. Ambas clases de medicamentos pueden producir
hipotensión. Cuando se elige diltiazem, debe considerarse que la administración de calcio antes de
diltiazem ha mostrado que reduce la incidencia de hipotensión en pacientes con fibrilación auricu-
lar. Puede usarse digoxina para pacientes que no pueden tolerar o tienen contraindicaciones para
los betabloqueadores o bloqueadores de los canales de calcio.
Sin importar el método usado para tratar la fibrilación auricular, es importante valorar las
necesidades del paciente de anticoagulación a largo plazo para prevenir los eventos tromboembóli-
cos. Puede calcularse el riesgo del paciente de presentar un accidente vascular cerebral usando las
puntuaciones CHADS2 o CHA2DS2-VASc. Estos cálculos deben usarse para valorar la necesidad
del paciente de tratamiento con anticoagulación para evitar eventos embólicos, en particular el
accidente vascular cerebral.
PUNTOS CLAVE
■■ La cardioversión eléctrica es el tratamiento de elección para pacientes hemodinámica-
mente inestables de forma secundaria a fibrilación auricular.
■■ Debe considerarse el control de ritmo para pacientes sanos que se presentan en un lapso
de 48 h del inicio de la fibrilación auricular.
■■ Diltiazem puede ser superior a metoprolol para el control de la frecuencia de pacientes
con fibrilación auricular y frecuencia ventricular rápida.
■■ Considerar la administración de calcio antes de diltiazem para disminuir la incidencia de
hipotensión en pacientes con fibrilación auricular.
■■ Usar las puntuaciones CHADS2 o CHA2DS2-VASc para determinar el riesgo de acci-
dente vascular cerebral en pacientes con fibrilación auricular.
Lecturas recomendadas
Benjamin EJ, Wolf PA, D’Agostino RB, et al. Impact of atrial fibrillation on the risk of death:
The Framingham Heart Study. Circulation. 1998;98:946–952.
Crijns HJ. Rate versus rhythm control in patients with atrial fibrillation: What the trials really
say. Drugs. 2005;65:1651–1667.
European Heart Rhythm Association; European Association for Cardio-Thoracic Surgery. Guide-
lines for the management of atrial fibrillation: The Task Force for the Management of Atrial
Fibrillation of the European Society of Cardiology (ESC). Eur Heart J. 2010;31:2369–2429.
Ogawa S, Yamashita T, Yamazaki T, et al. Optimal treatment strategy for patients with paroxys-
mal atrial fibrillation: J-RHYTHM study. Circ J. 2009;73:242–248.
Stiell IG, Clement CM, Symington C, et al. Emergency department use of intravenous procain-
amide for patients with acute atrial fibrillation or flutter. Acad Emerg Med. 2007;14:1158–1164.
55
Manejo de la fibrilación auricular
con respuesta ventricular rápida
Brian L. Bauerband, MD y J. Jeremy Thomas, MD
La fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida es un trastorno frecuente en los pacien-
tes de la sala de urgencias. En la valoración inicial de pacientes con fibrilación auricular y una
respuesta ventricular rápida, es fundamental para el profesional de urgencias determinar si el
paciente se encuentra estable o inestable. Además, también es importante para el profesional de
urgencias determinar si la inestabilidad se debe a la respuesta ventricular rápida o es secundaria a
un evento no arrítmico. Los pacientes con fibrilación auricular que se encuentran inestables debido
a una respuesta ventricular rápida deben tratarse con cardioversión sincronizada. Aquellos con
fibrilación auricular que se encuentran inestables debido a un proceso no arrítmico (p. ej., sepsis,
hipovolemia, abstinencia de alcohol, embolia pulmonar) deben recibir tratamiento dirigido al
evento primario. En algunos de estos pacientes, la cardioversión puede seguir siendo necesa-
ria al tiempo que se trata el trastorno primario. Para pacientes estables con fibrilación auricu-
lar y una respuesta ventricular rápida, el profesional de urgencias debe elegir un tratamiento
farmacológico apropiado para controlar la frecuencia cardiaca.
La selección del medicamento adecuado para controlar la frecuencia cardiaca requiere la
consideración cuidadosa de la presentación clínica, las condiciones de comorbilidad del paciente
y los medicamentos actuales. Los trastornos comórbidos como la insuficiencia cardiaca congestiva
impactan la selección de medicamentos usados para el control de la frecuencia. Los medicamen-
tos que suelen utilizarse para controlar la frecuencia cardiaca en la fibrilación auricular incluyen
bloqueadores de los canales de calcio, bloqueadores beta adrenérgicos, digoxina y amiodarona.
Bloqueadores de los canales de calcio
Se considera que un bloqueador de los canales de calcio distinto a dihidropiridina, como dil-
tiazem o verapamilo, es el tratamiento de primera línea para el control de la frecuencia de la
fibrilación auricular. Los bloqueadores de los canales de calcio se dirigen al nodo auriculoven-
tricular y suprimen la conducción cardiaca. Diltiazem es el bloqueador de los canales de calcio
recomendado para la fibrilación auricular, con una respuesta ventricular rápida. La dosis inicial
de diltiazem es 0.25 mg/kg administrada por vía intravenosa a lo largo de 2 a 5 min. Debe
apreciarse una disminución en la frecuencia cardiaca en ~5 a 10 min. Si no hay respuesta, puede
administrarse una segunda dosis de diltiazem a 0.35 mg/kg 15 a 30 min después de la dosis ini-
cial. Puede administrarse diltiazem como una infusión continua. La infusión se inicia a 5 mg/h
y puede aumentarse gradualmente a 15 mg/h con base en la respuesta clínica. También puede
usarse verapamilo para controlar la frecuencia cardiaca en la fibrilación auricular. La dosis de
verapamilo es de 0.075 a 0.15 mg/kg administrado por vía intravenosa a lo largo de 2 a 5 min.
El inicio de la acción de verapamilo por lo general es en un lapso de 2 min de la administración
intravenosa. Pueden administrarse dosis adicionales cada 15 a 30 min, según sea necesario. Es
posible iniciar una infusión continua de verapamilo a 0.005 mg/kg/minuto.
variadas. En esta situación especial, debe evitarse el uso de todos los fármacos de bloqueo del
nodo auriculoventricular y el paciente se trata con cardioversión sincronizada de procainamida
intravenosa.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con fibrilación auricular que se encuentran inestables debido a una res-
puesta ventricular rápida deben tratarse con cardioversión sincronizada.
■■ Diltiazem, a una dosis de 0.25 mg/kg, es el medicamento de primera línea para la mayo-
ría de los pacientes con fibrilación auricular con una respuesta ventricular rápida.
■■ Todos los medicamentos que bloquean el nodo auriculoventricular están contraindica-
dos para el control de la frecuencia en fibrilación auricular en caso de Wolff-Parkinson-
White, en el que la conducción ocurre a través de la vía accesoria.
■■ Las contraindicaciones al uso de betabloqueadores en el tratamiento de fibrilación auricu-
lar incluyen hipotensión, insuficiencia cardiaca congestiva grave, enfermedad pulmonar
obstructiva crónica grave y exacerbación aguda del asma.
■■ Debe considerarse digoxina para controlar la frecuencia en el paciente con hipotensión
o una exacerbación aguda de la insuficiencia cardiaca congestiva.
Lecturas recomendadas
Demircan C, Cikriklar H, Engindeniz Z, et al. Comparison of the effectiveness of intravenous
diltiazem and metoprolol in the management of rapid ventricular rate in atrial fibrillation.
Emerg Med J. 2005;22:411–414.
Fromm C, Suau SJ, Cohen V, et al. Diltiazem vs. metoprolol in the management of atrial fibril-
lation or flutter with rapid ventricular rate in the emergency department. J Emerg Med.
2015;49:175–182.
January CT, Wann S, Alpert JS, et al. 2014 AHA/ACC/HRS guideline for the management of
patients with atrial fibrillation. J Am Coll Cardiol. 2014;64:e1–e76.
Martindale JL, deSouza IS, Silverberg M, et al. Beta-blockers versus calcium channel block-
ers for acute rate control of atrial fibrillation with rapid ventricular response: A systematic
review. Eur J Emerg Med. 2015;22:150–154.
Scheuermeyer FX, Graftstein E, Stenstrom R, et al. Safety and efficiency of calcium channel
blockers versus beta-blockers for rate control in patients with atrial fibrillation and no acute
underlying medical illness. Acad Emerg Med. 2013;20:222–230.
56
Fibrilación auricular en el síndrome
de Wolff-Parkinson-White
William J. Brady, MD, FACEP, FAAEM y Heather T. Streich, MD
En 1930, Wolff, Parkinson y White describieron la combinación de bloqueo de la rama del haz,
acortamiento del intervalo PR y episodios recurrentes de taquicardia que ocurrían en pacientes
jóvenes y sanos con corazones estructuralmente normales. Esta combinación de datos electro-
cardiográficos (ECG) describió el síndrome de preexcitación ventricular conocido como sín-
PUNTOS CLAVE
■■ La tríada ECG clásica de síndrome de WPW incluye un intervalo PR corto, onda delta
y un complejo QRS ensanchado.
■■ Puede ocurrir fibrilación auricular hasta en 25% de los pacientes con síndrome de WPW.
■■ La cardioversión es el tratamiento de elección para pacientes inestables con fibrilación
auricular relacionada con síndrome de WPW en el paciente estable.
■■ Procainamida es el medicamento primario para controlar la fibrilación auricular relacio-
nada con síndrome de WPW en el paciente estable
■■ Deben evitarse todos los medicamentos que bloquean el nodo auriculoventricular en el
tratamiento de pacientes con fibrilación auricular relacionada con síndrome de WPW.
Lecturas recomendadas
Brady WJ. Wolff-Parkinson-White syndrome. In Brady WJ, et al. eds. The ECG in Prehospital
Emergency Care. London: Wiley, 2012.
Wolff L, Parkinson J, White PD. Bundle-branch block with short PR interval in healthy young
people prone to paroxysmal tachycardia. Am Heart J. 1930;5:685–704.
57
Nunca confundir taquicardia ventricular
con taquicardia supraventricular con
conducción aberrante
Heather Groth, MD
La valoración del paciente con taquicardia de complejo amplio en la sala de urgencias puede ser
un reto para cualquier profesional de urgencias. Puede resultar especialmente difícil distinguir
entre taquicardia ventricular y taquicardia supraventricular con conducción aberrante. Por fortuna,
si el paciente está inestable, el tratamiento inicial para ambos ritmos es la cardioversión eléctrica
sincronizada. Sin embargo, para el paciente estable con una taquicardia de complejo amplio, el
diagnóstico erróneo de taquicardia ventricular como taquicardia supraventricular con conducción
aberrante puede resultar en un error letal.
Una taquicardia de complejo amplio se define como una frecuencia ventricular > 100 latidos
por minuto y una duración del complejo QRS de más de 0.12 s. El diferencial primario para una
taquicardia de complejo amplio es la taquicardia ventricular y la taquicardia supraventricular con
conducción aberrante. Los ritmos que pueden producir taquicardia supraventricular con conduc-
ción aberrante incluyen taquicardia supraventricular paroxística, fibrilación auricular, aleteo auri-
cular, taquicardia sinusal e hiperpotasiemia. Aunque a menudo puede parecer imposible diferenciar
entre taquicardia ventricular y taquicardia supraventricular con conducción aberrante, hay varias
características electrocardiográficas (ECG) e históricas que pueden usarse para mejorar la capaci-
dad del profesional de urgencias para diferenciar entre estos dos ritmos.
Es importante mencionar que no hay un solo punto de datos de los antecedentes, exploración
física o ECG que permita distinguir de forma confiable entre taquicardia ventricular y taquicardia
supraventricular con conducción aberrante. De cualquier modo, una edad > 50 años y antecedentes
de un infarto de miocardio, cardiopatía isquémica, cardiopatía estructural o taquicardia ventricular
aumentan la probabilidad de una taquicardia ventricular. Además de la edad y los componentes de
los antecedentes médicos, por lo general se usan los datos del ECG para ayudar a diferenciar entre
una taquicardia ventricular y una taquicardia supraventricular con conducción aberrante. Se han
propuesto múltiples anormalidades en el ECG para diferenciar estos ritmos. La regularidad del
ritmo puede ser útil. Un ritmo irregularmente irregular puede sugerir una taquicardia supraven-
tricular con conducción aberrante debido a fibrilación auricular (Figura 57-1A). En contraste, la
taquicardia ventricular monomórfica por lo general tiene un ritmo regular (Figura 57-1B). Datos
adicionales que sugieren taquicardia ventricular incluyen concordancia de QRS en las derivaciones
precordiales, disociación auriculoventricular (Figura 57-1C), latidos de captura (Figura 57-1D) y
latidos de fusión (Figura 57-1E). Estos datos, aunque poco sensibles, son sumamente específicos
para taquicardia ventricular. Brugada y cols. desarrollaron una de las reglas de decisión citadas con
mayor frecuencia para distinguir entre taquicardia ventricular y taquicardia supraventricular con
producción aberrante. En el algoritmo de Brugada se diagnostica taquicardia ventricular si el ECG
muestra cualquiera de los siguientes cuatro criterios:
1) ¿Hay ausencia de un complejo RS en las derivaciones V1 hasta V6?
2) ¿Hay un intervalo R a S > 100 ms en una derivación precordial?
3) ¿Hay disociación auriculoventricular?
4) ¿Hay criterios morfológicos para taquicardia ventricular?
En la práctica, los criterios de Brugada pueden ser difíciles de recordar y estudios de vali-
dación han mostrado sensibilidad y especificidad significativamente menores de los original-
mente señalados por Brugada y cols. De hecho, un estudio reciente mostró un desacuerdo de
PUNTOS CLAVE
■■ Debe asumirse que una taquicardia de complejo amplio regular es una taquicardia ven-
tricular hasta que se demuestre lo contrario.
■■ No hay una sola característica de los antecedentes, exploración física o ECG que permita
distinguir de forma confiable entre una taquicardia ventricular y una taquicardia supra-
ventricular con conducción aberrante.
■■ Una edad > 50 años y antecedentes de infarto de miocardio, cardiopatía isquémica, car-
diopatía estructural o taquicardia ventricular aumentan la probabilidad de una taqui-
cardia ventricular.
■■ A la fecha no hay algoritmos ECG publicados que permitan distinguir de manera sistemá-
tica entre taquicardia ventricular y taquicardia supraventricular con conducción aberrante.
■■ No debe considerarse la estabilidad hemodinámica para diferenciar entre taquicardia
ventricular y taquicardia supraventricular con conducción aberrante.
Lecturas recomendadas
deSouza IS, Peterson AC, Marill KA, et al. Differentiating types of wide-complex tachycardia to
determine appropriate treatment in the emergency department. Emerg Med Pract. 2015;17:1–22.
Jastrzebski M, Kukla P, Czarnecka D, et al. Comparison of five electrocardiographic methods
for differentiation of wide-QRS tachycardias. Europace. 2012;14:1165–1171.
Mattu A, Brady W. Wide Complex Tachycardia. Cardiovascular Emergencies. Dallas, TX: Ameri-
can College of Emergency Physicians, 2014.
Sousa PA, Pereira S, Candelas R, et al. The value of electrocardiography for differential diag-
nosis in wide QRS complex tachycardia. Rev Port Cardiol. 2014;33:165–173.
Szelényi Z, Duray G, Katona G, et al. Comparison of the “real-life” diagnostic value of two
recently published electrocardiogram methods for the differential diagnosis of wide QRS
complex tachycardias. Acad Emerg Med. 2013;20:1121–1130.
58
Conozca los imitadores
de la taquicardia ventricular
William C. Ferguson, MD y
J. Jeremy Thomas, MD, FACEP, FAAEM
La taquicardia ventricular es una taquicardia de complejo amplio que suele relacionarse con una
arteriopatía coronaria u otra cardiopatía relevante. La frecuencia rápida, a menudo en conjun-
ción con una función cardiaca inicial deficiente, puede producir inestabilidad cardiovascular. Si
la inestabilidad no se trata sin demora, es casi seguro que ocurra colapso cardiovascular. Esto
ha llevado a la postura de tratar todas las taquicardias de complejo amplio como taquicardia
ventricular hasta que se demuestre lo contrario. Para fines de manejo, es importante tratar de
diferenciar entre una taquicardia ventricular y una taquicardia supraventricular con conducción
aberrante. En algunos casos, la distinción entre estos dos ritmos no es posible. Como resultado,
las decisiones de manejo deben tomarse con base en la situación clínica del paciente y el ritmo
de la electrocardiografía (ECG). El diagnóstico diferencial de taquicardia de complejo amplio se
presenta en la Figura 58-1.
TSV aberrante
Taquicardia ventricular
Bloqueo de la rama
TSV paroxística del haz Preexcitación Metabólica Toxina
elevación del segmento ST anterior puede imitar a la taquicardia ventricular. Por último, un artefacto
del ECG puede confundirse con taquicardia ventricular. El movimiento del paciente, la aplicación
deficiente de los electrodos, el mal funcionamiento del equipo o la interferencia electromagnética
pueden todos causar un artefacto del ECG y simular la aparición de taquicardia ventricular.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
deSouza IS, Peterson AC, Marill KA, et al. Differentiating types of wide-complex tachycardia to
determine appropriate treatment in the emergency department. Emerg Med Pract. 2015;17:1–22.
Jastrzebski M, Kukla P, Czarnecka D, et al. Comparison of five electrocardiographic methods
for differentiation of wide-QRS tachycardias. Europace. 2012;14:1165–71.
Mattu A. ECG Pearls: beware the slow mimics of ventricular tachycardia. Emergency Physicians
Monthly August 24, 2010. Disponible en: http://epmonthly.com/article/ecg-pearls-beware-
the-slow-mimics-of-ventricular-tachycardia. Consultado el 1 de julio, 2016.
59
No excluir causas cardiacas de dolor
torácico debido a que el paciente
no presenta factores de riesgo
tradicionales para síndrome
coronario agudo
Christopher N. White, MD, MS y
J. Jeremy Thomas, MD, FACEP, FAAEM
Los factores de riesgo tradicionales para arteriopatía coronaria fueron descritos por el Framingham
Heart Study e incluyen edad, género, hiperlipidemia, hipertensión, diabetes, tabaquismo y antece-
dentes familiares de cardiopatías. Estos factores de riesgo se han incorporado en las guías clínicas, así
como en la práctica diaria del profesional de urgencias para cuantificar el riesgo de síndrome corona-
rio agudo en los pacientes con dolor torácico agudo. Cuando la evidencia objetiva claramente demues-
tra un síndrome coronario agudo, hay poca incertidumbre sobre cómo debe proceder el profesional
de urgencias con el tratamiento y la disposición. Sin embargo, la ausencia de datos electrocardiográ-
ficos (ECG) típicos de isquemia con resultados negativos de las pruebas de biomarcadores cardiacos
no excluyen el síndrome coronario agudo. Este escenario a menudo representa un reto diagnóstico
incluso para el médico más preparado. La combinación de características clínicas, factores de riesgo
de arteriopatía coronaria y reglas de decisión clínica (p. ej., puntuaciones PURSUIT, TIMI, GRACE,
FRISC, HEART) es utilizada con frecuencia por el profesional de urgencias para estratificar a los
pacientes de acuerdo con el riesgo y determinar una disposición apropiada. La puntuación HEART
fue la primera herramienta de estratificación de riesgo derivada de una población de urgencias, des-
taca las cualidades clínicas generales, incorpora el dolor torácico distinto al síndrome coronario agudo
y evalúa los resultados centrados en el paciente que son importantes para el profesional de urgencias.
Sin embargo, es una herramienta que sigue utilizando elementos de los factores de riesgo tradiciona-
les que no han mostrado ser útiles en la valoración de pacientes de la sala de urgencias con sospecha
de síndrome coronario agudo.
En el paciente de la sala de urgencias con dolor torácico agudo, el profesional de urgen-
cias debe desarrollar una habilidad clínica general para identificar el síndrome coronario agudo de
acuerdo con los elementos individuales de los antecedentes, exploración física y ECG. En relación
con los factores de riesgo tradicionales del síndrome coronario agudo, es importante notar que se
derivaron de varios estudios longitudinales que predicen la incidencia de cardiopatía coronaria
a lo largo de un curso de varios años, incluso décadas. Estos factores de riesgo no se evaluaron
en el diagnóstico de síndrome coronario agudo en el paciente con dolor torácico agudo. Aún hay
bibliografía limitada sobre medicina de urgencias acerca de si la presencia de factores de riesgo para
síndrome coronario agudo resulta en un diagnóstico excesivo o insuficiente junto con un aumento
de hospitalizaciones potencialmente evitables.
Cuando se comparan con anormalidades isquémicas en el ECG, los factores de riesgo para
arteriopatía coronaria ofrecen información y un valor de predicción limitados en los pacientes de
urgencias con sospecha de síndrome coronario agudo. De hecho, ningún factor de riesgo indivi-
dual ha mostrado aumentar de forma significativa la probabilidad de síndrome coronario agudo en
mujeres. Para hombres, Jayes y cols. informaron que solo un antecedente de diabetes y anteceden-
tes familiares de infarto de miocardio aumentaron significativamente el riesgo relativo de síndrome
coronario agudo. En el mismo estudio, los antecedentes de hipercolesterolemia, tabaquismo, hiper-
tensión y antecedentes familiares de infarto de miocardio en aquellos menores de 50 años de edad
no alteraron de forma significativa el riesgo relativo de infarto de miocardio.
En un análisis multivariado reciente, Body y cols. no encontraron una mayor incidencia de
infarto agudo de miocardio en pacientes con un mayor número de factores de riesgo de arteriopatía
coronaria. Además, la ausencia de cualquier factor de riesgo para arteriopatía coronaria solo tuvo
una razón de probabilidad negativa de 0.61. De manera similar, Han y cols. demostraron que el
número total de factores de riesgo del paciente para arteriopatía coronaria tenía un desempeño
diagnóstico deficiente, excepto en los menores de 40 años de edad. Para los mayores de 65 años de
edad, el número de factores de riesgo fue menos útil. Lo que resulta más importante, el síndrome
coronario agudo no puede excluirse simplemente con base en la ausencia de factores de riesgo
tradicionales para arteriopatía coronaria.
Es imperativo obtener los antecedentes médicos completos en los pacientes con dolor torácico
agudo en la sala de urgencias. De cualquier modo, la presencia o ausencia de factores de riesgo tra-
dicionales para síndrome coronario agudo no aumenta de modo significativo las cualidades clínicas
generales con base en los antecedentes de enfermedad presente y ECG inicial. En términos simples,
la ausencia de factores de riesgo de arteriopatía coronaria no predice un bajo riesgo de síndrome
coronario agudo, incluso en pacientes jóvenes. Las investigaciones y las herramientas de decisión
clínica futura, como la Manchester Acute Coronary Syndromes (MACS), deben enfocarse en com-
ponentes clínicos y diagnósticos objetivos que son más predictivos del síndrome coronario agudo.
PUNTOS CLAVE
■■ Los factores de riesgo tradicionales de arteriopatía coronaria no son predictivos de sín-
drome coronario agudo en el paciente de la sala de urgencia con dolor torácico agudo.
Lecturas recomendadas
Body R, McDowell G, Carley S, et al. Do risk factors for chronic coronary heart disease
help diagnose acute myocardial infarction in the emergency department? Resuscitation.
2008;79:41–45.
Han JH, Lindsell CJ, Storrow AB, et al. The role of cardiac risk factor burden in diagnos-
ing acute coronary syndromes in the Emergency Department setting. Ann Emerg Med.
2007;49:145–152.
Jayes R, Beshanky J, D’Agostino R, et al. Do patients’ coronary risk factor reports predict
acute cardiac ischemia in the emergency department. J Clin Epidemiol. 1992;45:621–626.
Patel H, Herbert ME. Myth: identifying classic coronary risk factors helps to predict the likeli-
hood of acute ischemia. West J Med. 2000;173:423–424.
Six AJ, Backus BE, Kelder JC. Chest pain in the emergency room: Value of the HEART score.
Neth Heart J. 2008;16.6:191–196.
60
No olvide considerar factores de
riesgo no tradicionales para
arteriopatía coronaria en pacientes
con dolor torácico
Thomas Hartka, MD, MS
Los profesionales de urgencias con frecuencia evalúan a los pacientes con dolor torácico agudo. Si
bien la mayoría de los profesionales dependen de factores de riesgo tradicionales de arteriopatía
coronaria para ayudar a la evaluación, también deben estar al tanto de que existen factores de riesgo
no tradicionales que pueden impactar sobre la evaluación de los pacientes con dolor torácico agudo.
La incapacidad para considerar estos factores de riesgo no tradicionales puede llevarlos a concluir de
forma inapropiada que un paciente tiene un bajo riesgo de síndrome coronario agudo. Estos factores
de riesgo no tradicionales incluyen nefropatía crónica, radioterapia, lupus eritematoso sistémico,
artritis reumatoide, tratamiento con corticoesteroides y virus de la inmunodeficiencia humana.
Nefropatía crónica
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte entre los pacientes con nefropatía cró-
nica. Se ha demostrado que la nefropatía crónica es un factor de riesgo independiente para arteriopa-
tía coronaria. Existe un índice de 40 a 50% de arteriopatía coronaria en el angiograma de pacientes
con enfermedad renal en etapa terminal de inicio reciente. Incluso con una afección renal leve, hay
un mayor riesgo de arteriopatía coronaria y síndrome coronario agudo. Los pacientes con nefropatía
crónica en etapa IV tienen una impresionante mortalidad a 5 años de 45.7%. De hecho, incluso en
pacientes con nefropatía crónica en etapa II, la mortalidad a 5 años es de 19.5%. Los pacientes con
cualquier grado de disfunción renal deben considerarse con un mayor riesgo de arteriopatía coronaria.
Radioterapia
La radioterapia al tórax ha mostrado ser un factor de riesgo para el desarrollo de arteriopatía
coronaria. La radioterapia al tórax es un coadyuvante frecuente de la quimioterapia en linfomas
seleccionados y cáncer mamario. Los factores de riesgo para el desarrollo de arteriopatía coronaria
inducida por radicación incluyen mayores dosis de radiación, menor edad al momento de exposición
y factores de riesgo cardiaco tradicionales. Un metaanálisis de pacientes de estudios tempranos de
radioterapia coadyuvante para cáncer mamario demostró un aumento de 27% de la mortalidad por
cardiopatía. Debe notarse que las técnicas de radiación han cambiado de forma sustancial desde
esos estudios tempranos y la radioterapia moderna probablemente confiera un menor riesgo. En la
mayoría de los casos, la arteriopatía coronaria no se desarrolla hasta más de una década después de
la exposición. Muchos pacientes pueden olvidar informar su tratamiento con radiación distal. Es
importante para el profesional de urgencias preguntar sobre radioterapia al tórax, en especial en
pacientes que tienen antecedentes de cáncer mamario o linfoma.
Lupus eritematoso sistémico
El lupus eritematoso sistémico es un trastorno que implica inflamación crónica en múltiples siste-
mas orgánicos que suelen incluir el sistema cardiovascular. Está bien establecido que los pacientes
con lupus eritematoso sistémico tienen un mayor riesgo de infarto de miocardio. Este riesgo es par-
ticularmente elevado en mujeres jóvenes con lupus eritematoso sistémico. Un estudio usando con-
troles de edad correspondiente demostró un aumento de 50 veces en el índice de infarto de miocardio
en mujeres con lupus eritematoso sistémico de 35 a 44 años de edad. A partir de estudios de necropsias
se sabe que los pacientes con lupus eritematoso sistémico tienen un mayor índice de aterosclerosis en
comparación con la población general. El tratamiento frecuente para el lupus eritematoso sistémico,
el uso crónico de corticoesteroides, también se ha relacionado con mayores índices de infarto de
miocardio en esta población. Los profesionales de urgencias deben tener una sospecha elevada de
síndrome coronario agudo en pacientes con lupus eritematoso sistémico, sobre todo en pacientes
mujeres jóvenes.
Artritis reumatoide
Las enfermedades articulares inflamatorias, en especial la artritis reumatoide, se relacionan con un
riesgo sustancialmente elevado de arteriopatía coronaria. Los pacientes con enfermedad articular
inflamatoria tienen un mayor riesgo de muerte prematura en comparación con la población general
y la mayoría de este riesgo puede atribuirse a arteriopatía coronaria. Un estudio holandés basado en
la población encontró que el desarrollo de arteriopatía coronaria en pacientes con artritis reuma-
toide fue similar al de pacientes con diabetes mellitus. Un gran metaanálisis mostró que pacientes
con artritis reumatoide tenían un riesgo relativo de 1.48 de desarrollar arteriopatía coronaria en
comparación con pacientes sin artritis reumatoide. Debe tenerse cuidado especial cuando se evalúe
a pacientes con artritis reumatoide u otras enfermedades articulares inflamatorias que se presentan
con dolor torácico agudo, ya que estos individuos tienen un mayor riesgo de arteriopatía coronaria
similar a los pacientes con diabetes mellitus.
Tratamiento con corticoesteroides
El tratamiento con corticoesteroides a largo plazo se utiliza para el manejo de varios trastornos
que incluyen trasplante de órganos, enfermedad intestinal inflamatoria, lupus eritematoso sisté-
mico y artritis reumatoide. Muchos de estos trastornos aumentan de forma independiente el riesgo
del paciente de desarrollar arteriopatía coronaria; sin embargo, los corticoesteroides en sí mismos
también elevan este riesgo. El uso de corticoesteroides a largo plazo se relaciona con cambios meta-
bólicos y hemodinámicos que incluyen hiperlipidemia, resistencia a la insulina, aumento de peso
y obesidad central. Un gran estudio de casos anidado en una cohorte encontró un riesgo relativo
de infarto de miocardio de 1.42 para pacientes que tomaban corticoesteroides orales a largo plazo
en comparación con quienes no lo hacían. Los corticoesteroides a largo plazo deben considerarse
un factor de riesgo para arteriopatía coronaria debido a sus efectos secundarios y a la enfermedad
subyacente para la cual se prescribieron.
Virus de la inmunodeficiencia humana
Los pacientes infectados con virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) han mostrado tener un
mayor riesgo de arteriopatía coronaria y síndrome coronario agudo, cuya etiología probablemente
sea multifactorial. La replicación del VIH al parecer aumenta directamente el riesgo de arteriopatía
coronaria. Un estudio que comparó el tratamiento antirretroviral continuo con el intermitente mos-
tró un riesgo relativo de 1.5 para eventos cardiovasculares no letales para pacientes en el grupo de
antirretrovirales intermitentes. El tratamiento antirretroviral se relaciona con hiperlipidemia, dis-
minución de la lipoproteína de alta densidad y resistencia a la insulina. Varios estudios de cohortes
grandes han mostrado un mayor índice de infarto de miocardio, específicamente bajo el tratamiento
con inhibidores de la proteasa. Sin embargo, dos grandes estudios de cohortes no lograron mostrar
un mayor índice de infarto de miocardio o cardiopatía sintomática en pacientes que toman antirre-
trovirales. A pesar de estos datos contradictorios, los pacientes con VIH y sida probablemente tienen
un mayor riesgo de arteriopatía coronaria y síndrome coronario agudo.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con cualquier grado de nefropatía terminal deben considerarse con mayor
riesgo de arteriopatía coronaria.
■■ El lupus eritematoso sistémico confiere un incremento de 50 veces en el índice de infarto
de miocardio en pacientes mujeres de 35 a 44 años de edad.
■■ Los pacientes con enfermedad articular inflamatoria tienen un riesgo de arteriopatía
coronaria similar al de los pacientes con diabetes mellitus.
■■ El uso de corticoesteroides a largo plazo causa hiperlipidemia, resistencia a la insulina,
aumento de peso y obesidad central y es un factor de riesgo para arteriopatía coronaria.
■■ Los pacientes con VIH pueden tener mayor riesgo de arteriopatía coronaria y síndrome
coronario agudo.
Lecturas recomendadas
Baris A, Kultigin T, Adrian C, et al. An update on coronary artery disease and chronic kidney dis-
ease. Int J Nephrol. 2014;2014:767424. Available at: http://dx.doi.org/10.1155/2014/767424.
Darby SC, Cutter DJ, Boerma M, et al. Radiation-related heart disease: Current knowledge
and future prospects. Int J Radiat Oncol Biol Phys. 2010;76:656–665.
Mattu A, Petrini J, Brady WJ, et al. Premature atherosclerosis and acute coronary syndrome in
systemic lupus erythematosus. Am J Emerg Med. 2005;23:696–703.
Mishra RK. Cardiac emergencies in patients with HIV. Emerg Med Clin N Am. 2010;28:273–282.
Nurmohamed MT, Heslinga M, Kitas GD. Cardiovascular comorbidity in rheumatic diseases.
Nat Rev Rheumatol. 2015;11:693–704.
61
No omita las causas distintas a síndrome
coronario agudo de dolor torácico
Patrick Siler, MD y J. Jeremy Thomas, MD, FACEP, FAAEM
Cada año, casi 6 millones de pacientes se presentan a la sala de urgencias con una queja principal de
dolor torácico. Por fortuna, la mayoría no tiene síndrome coronario agudo como etiología de sus sín-
tomas. Existen numerosas etiologías de dolor torácico que varían de benignas a aquellas que ponen
en riesgo la vida. El profesional de urgencias debe ampliar el diferencial de dolor torácico agudo más
allá de un simple síndrome coronario agudo para reconocer y tratar sin demora etiologías adicionales
de dolor torácico que ponen en riesgo la vida.
Las causas de dolor torácico agudo que ponen en riesgo la vida incluyen síndrome coronario
agudo, disección aórtica, embolia pulmonar, neumotórax a tensión, taponamiento cardiaco y rotura
esofágica. El diagnóstico retrasado de estas etiologías conlleva incrementos significativos en la mor-
bilidad y mortalidad del paciente. Este capítulo incluye consejos y advertencias de los antecedentes
de la enfermedad actual y la exploración física para las causas del dolor torácico diferentes a sín-
drome coronario agudo.
Disección aórtica torácica
La incidencia de disección aórtica torácica es ~3 casos por 100 000 personas por año. La incidencia
de disección aórtica torácica llega a su máximo a la edad de 70 años y es más frecuente en hombres.
Los pacientes a menudo tienen antecedentes de hipertensión. Los casos con disección aórtica torá-
cica que son menores de 40 años de edad con frecuencia presentan antecedentes de enfermedad del
tejido conjuntivo (p. ej., síndrome de Marfan, síndrome de Ehlers-Danlos), consumen cocaína de
forma crónica o tienen antecedentes de válvula aórtica bicúspide. El embarazo, en particular en el
tercer trimestre, es un factor de riesgo establecido para la disección aórtica torácica. Algunos factores
de riesgo adicionales de disección aórtica torácica incluyen antecedentes de cirugía aórtica, valvulo-
patía aórtica o antecedentes familiares de valvulopatía aórtica.
El síntoma de presentación más frecuente es el dolor intenso de inicio abrupto. En contraste
con las descripciones de los libros de texto de dolor “desgarrador” o “rasgante”, los pacientes con
disección aórtica torácica informan más a menudo el inicio abrupto de un dolor agudo que rápida-
mente alcanza una intensidad máxima. La disección aórtica torácica también debe considerarse en
cualquier paciente cuyos síntomas cruzan el diafragma (p. ej., dolor torácico y abdominal). Puede
informarse inicio agudo de dolor en la porción torácica de la espalda en pacientes con disección de
la aorta descendente.
Los datos clásicos de la exploración física en el paciente con disección aórtica torácica incluyen
un diferencial de presión arterial entre las extremidades, un déficit de pulso de la extremidad, un
soplo de insuficiencia aórtica o un dato neurológico focal. Resulta importante mencionar que estos
datos son variables. De hecho, se ha encontrado que el diferencial de presión arterial sistólica es
poco específico y sensible para la disección aórtica torácica. Una exploración física normal no debe
excluir el diagnóstico de disección aórtica torácica cuando los antecedentes son muy sugerentes de
esta etiología.
Las anormalidades en la radiografía torácica que se observan en pacientes con disección
aórtica torácica incluyen un mediastino ensanchado y un contorno aórtico anormal. Sin embargo,
estos datos clásicos se encuentran poco en la mayoría de los casos. Con frecuencia se utiliza una
angiografía con tomografía computarizada para confirmar o excluir el diagnóstico de disección aór-
tica torácica. En años recientes ha habido numerosos estudios que han intentado validar el uso del
dímero d en la evaluación de pacientes con disección aórtica torácica. A la fecha, el dímero d nega-
tivo no es suficiente para excluir la disección aórtica torácica en pacientes de bajo riesgo.
Embolia pulmonar
La incidencia estimada de embolia pulmonar sigue elevándose. Los factores de riesgo para embolia
pulmonar están bien documentados e incluyen antecedentes de hipercoagulabilidad, cirugía reciente
o inmovilización prolongada, enfermedad del tejido conjuntivo y consumo de estrógenos exógenos.
Los pacientes con embolia pulmonar suelen informar disnea, con o sin esfuerzo, y dolor torá-
cico agudo. El dolor torácico de la embolia pulmonar suele describirse como de carácter pleurítico.
Otras características históricas que pueden guiar al profesional de urgencias son la presencia de
dolor en la extremidad inferior o dolor en la pantorrilla, hinchazón unilateral de una extremidad
inferior, tos o hemoptisis.
De forma similar a la disección aórtica torácica, los datos suelen estar ausentes en la explo-
ración física en pacientes con embolia pulmonar. Las anormalidades de los signos vitales pueden
aumentar la sospecha del médico, pero no siempre están presentes al momento de la evaluación en
la sala de urgencias. Los pacientes con embolia pulmonar pueden presentar taquicardia, taquipnea o
hipoxia. Con una embolia pulmonar masiva, el paciente puede tener hipotensión y signos de choque.
La fiebre, cuando está presente, suele ser de grado bajo y puede engañar al profesional de urgencias
llevándolo a un diagnóstico de neumonía. La hinchazón unilateral de una extremidad inferior puede
sugerir el diagnóstico de trombosis venosa profunda y elevar la sospecha de embolia pulmonar.
La evaluación diagnóstica de la embolia pulmonar requiere la comprensión de las reglas
actuales para tomar decisiones clínicas. El profesional de urgencias experto debe poder excluir una
embolia pulmonar en pacientes de bajo riesgo con una combinación de cualidades clínicas generales
y criterios para descartar una embolia pulmonar. Más allá de estos pacientes de bajo riesgo, el pro-
fesional de urgencias debe entender y aplicar correctamente los criterios de Wells o la calificación de
Ginebra revisada para calcular las probabilidades previas a la prueba y guiar las evaluaciones ulterio-
res, ya sea con una prueba de dímero d o una angiografía con tomografía computarizada del tórax.
Neumotórax a tensión
La incidencia de neumotórax a tensión varía ampliamente y depende de la población estudiada.
El profesional de urgencias debe tener un índice elevado de sospecha de neumotórax a tensión en
pacientes con antecedentes de traumatismo o instrumentación reciente del tórax, cuello o regiones
de las extremidades superiores. El neumotórax a tensión casi siempre se presenta con la combina-
ción de dolor torácico agudo y dificultad respiratoria. Las características clínicas incluyen ruidos
unilaterales o ausentes, hipotensión, distensión venosa yugular y desviación traqueal.
El neumotórax a tensión es un diagnóstico clínico que requiere una intervención rápida para
evitar el paro cardiaco y la muerte. Puede usarse el ultrasonido a la cabecera para confirmar sin
demora el diagnóstico en pacientes con una exploración equívoca.
Taponamiento cardiaco
En el taponamiento cardiaco, un derrame pericárdico aumenta la presión pericárdica, disminuye
el llenado del ventrículo derecho y reduce el gasto cardiaco. Las etiologías del derrame pericárdico
incluyen neoplasia, traumatismo, enfermedades infecciosas, pericarditis, uremia e infarto agudo de
miocardio. Los pacientes con un derrame pericárdico con desarrollo de taponamiento a menudo
informan dolor torácico, disnea y fatiga. Los ruidos respiratorios disminuidos o un roce pericárdico
sólo se escuchan en un tercio de los pacientes. La tríada clásica de hipotensión, ruidos cardiacos
apagados y distensión venosa yugular es un dato tardío en pacientes con taponamiento. El electro-
cardiograma en pacientes con un derrame pericárdico pueden demostrar bajo voltaje, taquicardia
y alternancia eléctrica.
De forma similar al neumotórax a tensión, puede usarse el ultrasonido con equipo portátil
para confirmar el diagnóstico sin demora. La presencia de un derrame con colapso diastólico del
ventrículo derecho orienta a la realización de una pericardiocentesis de urgencia.
Rotura esofágica
La rotura esofágica es un diagnóstico raro. Los precipitantes frecuentes de rotura esofágica incluyen
factores yatrógenos (p. ej., esofagogastroduodenoscopia), vómito intenso, traumatismo, ingestión
de cáusticos y cuerpo extraño en el esófago. El dolor torácico suele ser retroesternal, intenso y con
frecuencia irradia a la espalda, cuello, hombros o abdomen. Las características adicionales de los
antecedentes pueden incluir disfagia, disnea y emesis. Los pacientes con rotura esofágica llegan a
presentarse en choque con taquicardia, hipotensión y signos de perfusión deficiente. Los datos de la
exploración física pueden incluir enfisema subcutáneo en la región cervical y clavicular. Los pacien-
tes con rotura intraabdominal pueden presentar signos de un abdomen quirúrgico.
Aunque una radiografía torácica puede demostrar un neumotórax, neumomediastino o
derrame pleural, el diagnóstico de rotura esofágica se confirma con tomografía computarizada del
tórax. Los datos de la tomografía computarizada pueden incluir aire periaórtico o periesofágico,
derrames pleurales o edema de tejidos blandos.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con disección aórtica torácica informan más a menudo inicio abrupto de
dolor intenso que rápidamente alcanza una intensidad máxima.
■■ Los pacientes con embolia pulmonar pueden no presentarse con taquicardia, taquipnea
o hipoxia.
■■ El neumotórax a tensión sigue siendo un diagnóstico clínico.
■■ La tríada clásica de hipotensión, ruidos cardiacos apagados y distensión venosa yugular
es un dato tardío en pacientes con taponamiento cardiaco.
■■ La etiología más frecuente de la rotura esofágica es yatrógena.
Lecturas recomendadas
Brown MD, Newman DH. Evidence-based emergency medicine. Can a negative D-dimer
result rule out acute aortic dissection? Ann Emerg Med. 2011;58:375–376.
Hagan PG, Nienaber CA, Isselbacher EM, et al. The international registry of acute aortic dis-
section (IRAD). JAMA. 2000;283:897–903.
Kline JA, Kabrhel C. Emergency evaluation for pulmonary embolism, Part 1: clinical factors
that increase risk. J Emerg Med. 2015;48:771–780.
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Khandaker MH, Espinosa RE, Nishimura RA, et al. Pericardial disease: Diagnosis and man-
agement. Mayo Clinic Proc. 2010;85(6):572–593.
62
Sea cuidadoso al diagnosticar “ansiedad”
o “trastorno de pánico” en pacientes
con dolor torácico y ansiedad
Adam E. Nevel, MD, MBA
El dolor torácico es una queja frecuente de los pacientes en la sala de urgencias. Los casos con
dolor torácico agudo a menudo se presentan con síntomas concomitantes como disnea, diaforesis,
ansiedad, náusea y vómito. Si bien estos síntomas adicionales pueden ser de utilidad para el pro-
fesional de urgencias, debe tenerse cuidado al confiar en cualquiera de estos síntomas por sí solo.
Específicamente, la relación de ansiedad o dolor con una causa no cardiaca de dolor torácico puede
ser una suposición riesgosa. Si bien algunos estudios han mostrado una prevalencia elevada de
trastorno de pánico en una población con dolor torácico en la sala de urgencias (tan elevado como
20%), la ansiedad y el pánico en sí mismos son datos poco específicos.
Los pacientes con alteraciones cardiacas o pulmonares que ponen en riesgo la vida con
frecuencia se presentan con sensación de pánico o tragedia inminente en relación con el dolor
torácico. Esto puede incluso ocurrir en caso de una situación estresante y llevar al profesional
de urgencias a sentirse confiado al asumir que todo lo que se necesita es tratamiento ansiolítico
y tranquilizar al paciente. Estas situaciones estresantes pueden ser el catalizador de un tras-
torno más grave, ya que las situaciones de mucho estrés e ira se han relacionado con una mayor
incidencia de eventos cardiovasculares. Se cree que estos eventos ocurren por una elevación de
catecolaminas que se relaciona con dificultades emocionales agudas. Esto puede, a su vez, con-
ducir a una mayor agregación plaquetaria y rotura subsecuente de una placa intracoronaria ines-
table. Asimismo, múltiples estudios han mostrado una relación entre los trastornos de ansiedad
y mayores índices de factores de riesgo cardiaco. Esto sugiere que los pacientes con antecedentes
psiquiátricos pueden tener un mayor riesgo de cardiopatía.
Por desgracia, el diagnóstico erróneo de un trastorno cardiopulmonar por ansiedad tiene
una ocurrencia frecuente. Un estudio reciente en forma de encuestas de los médicos de urgencias
encontró que casi el 10% de los diagnósticos erróneos autoinformados consistió en síndrome
coronario agudo, embolia pulmonar o disección aórtica. Además de las consecuencias para el
paciente de un diagnóstico omitido o retrasado, también hay implicaciones médico-legales
importantes. Alrededor del 7% de todas las demandas por negligencia por un diagnóstico erró-
neo se debe a que se pasó por alto un infarto de miocardio o una embolia pulmonar. Con eso en
mente, el profesional de urgencias debe sin duda pensarlo dos veces antes de excluir una etiología
del dolor torácico que pone en riesgo la vida, sobre todo en el caso de los síntomas concomitantes
de ansiedad o pánico.
Un trastorno menos frecuente pero bien descrito que se relaciona con síndrome corona-
rio agudo y dificultades emocionales es la miocardiopatía de takotsubo, también conocida como
“síndrome de corazón roto”. Los pacientes con takotsubo a menudo se presentan con dolor
torácico ante un evento emocional reciente (p. ej., la pérdida de un ser querido). Los datos del
electrocardiograma (ECG) en pacientes con takotsubo pueden ser similares a los de un infarto
de la pared anterior del miocardio. Estos pacientes pueden incluso tener elevaciones de los bio-
marcadores cardiacos que apoyan un diagnóstico de infarto agudo. Sin embargo, la cateteriza-
ción cardiaca no revela lesiones coronarias causales. En lugar de ello, se observa dilatación del
ventrículo izquierdo con una apariencia patognomónica similar a los recipientes usados por los
pescadores japoneses para atrapar pulpos, llamados “takotsubo”. Si bien estos pacientes suelen
recibir el tratamiento estándar para síndrome coronario agudo, el ECG y la función ventricular
suelen normalizarse en un lapso de varios meses de la presentación inicial. Es importante señalar
que la incidencia de recurrencia puede ser tan elevada como 5% en un lapso de 6 años.
En general, si bien la “ansiedad” y el “trastorno de pánico” probablemente sigan siendo
diagnósticos frecuentes para los pacientes de urgencias con dolor torácico, los profesionales de
urgencias deben tener cuidado de no llegar a estos diagnósticos de forma prematura antes de rea-
lizar una evaluación detallada.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Handberg E, Eastwood J, Eteiba W, et al. Clinical implications of the women’s ischemia syn-
drome evaluation: interrelationships between symptoms, psychosocial factors and cardio-
vascular outcomes. Womens Health (Lond Engl). 2013;9:479–490.
Huffman J, Pollack M, Stern T. Panic disorder and chest pain: mechanisms, morbidity, and
management. Prim Care Companion J Clin Psychiatry. 2002;4:54–62.
Mostofsky E, Penner EA, Mittleman MA, et al. Outbursts of anger as trigger of acute cardio-
vascular events: A systematic review and meta-analysis. Eur Heart J. 2014;35:1404–1410.
Schiff G, Hasan O, Kim S, et al. Diagnostic error in medicine, analysis of 583 physician-
reported errors. Arch Intern Med. 2009;169:1881–1887.
Sharma AK, Singh JP, Heist EK. Stress cardiomyopathy: diagnosis, pathophysiology, manage-
ment, and prognosis. Crit Path Cardiol. 2011;10:142–147.
63
Uno y ya: protocolos para descarte rápido
Maite Anna Huis in ‘t Veld, MD y Semhar Z. Tewelde, MD
El dolor torácico es una de las quejas más frecuentes de los pacientes en la sala de urgencias.
Para evitar aumentos innecesarios de la morbilidad y la mortalidad, es imperativo identificar con
rapidez a los pacientes con síndrome coronario agudo. Las anormalidades electrocardiográficas
(ECG) o los valores elevados de troponina son muy sugerentes de la presencia de síndrome coro-
nario agudo y de la necesidad de una evaluación ulterior. Sin embargo, muchos pacientes en la
sala de urgencias con síndrome coronario agudo carecen de estas anormalidades características.
Con independencia de lo anterior, es costoso, potencialmente dañino y en realidad poco factible
ingresar a todos los pacientes de la sala de urgencias que se presentan con una queja de dolor
torácico. El reto para el profesional de urgencias es identificar a los pacientes con dolor torácico
en riesgo bajo de síndrome coronario agudo y a quienes, de forma subsecuente, pueden darse de
alta con seguridad de la sala de urgencias.
Muchos autores han intentado desarrollar sistemas de estratificación de riesgo para identi-
ficar a los pacientes de urgencias con dolor torácico agudo que pueden darse de alta. Los sistemas
de estratificación que suelen referenciarse se enlistan en la Tabla 63-1. De los sistemas actuales,
la puntuación HEART puede ser la herramienta más aplicable para el profesional de urgencias y
es el enfoque del resto de este capítulo.
La puntuación HEART se derivó de una cohorte retrospectiva de pacientes que se presen-
taron a la sala de urgencias con dolor torácico. Estos pacientes se siguieron durante 6 semanas
para medir el criterio de valoración del estudio primario de un incidente cardiaco adverso mayor.
Estos eventos se definieron como un infarto agudo de miocardio, intervención coronaria prima-
ria, injerto de derivación de arteria coronaria o la muerte. Es importante mencionar que la puntua-
ción HEART es el único sistema de estratificación que incorpora los antecedentes de la enfermedad
actual en el cálculo. El resto de los componentes de la puntuación HEART se enlistan en la Tabla
63-2. Después del estudio inicial, los autores realizaron un gran estudio de validación. Estos
resultados se enlistan en la Tabla 63-3. Mahler y cols. realizaron un estudio de validación más
reciente en el que compararon la puntuación HEART con la atención tradicional en pacientes
AC, arteriopatía coronaria; ICC, insuficiencia cardiaca congestiva; ICP, intervención coronaria primaria;IAM,
infarto agudo de miocardio; IMEST, infarto de miocardio con elevación del segmento ST; IMSEST, infarto
de miocardio sin elevación del segmento ST.
de la sala de urgencias con dolor torácico. En este estudio, la puntuación HEART disminuyó las
pruebas cardiacas a los 30 días en 12.1%, la duración de la estancia en la sala de urgencias en 12 h
y el aumento de las altas tempranas de la sala de urgencias en 21.3%. No se informaron eventos
cardiacos adversos mayores en el grupo de alta temprana a los 30 días.
La puntuación HEART tiene limitaciones. La más notable es el componente subjetivo de
los antecedentes de la enfermedad actual. Otra limitación es la validación. Aunque se han reali-
zado varios estudios de validación, a la fecha no hay estudios potenciados de forma adecuada para
detectar una diferencia en eventos cardiacos adversos mayores. Además, el estudio de validación
de Backus y cols. informó un índice de falta de apego de 29% con la puntuación HEART en
pacientes que se consideraron de bajo riesgo para síndrome coronario agudo.
Estos sistemas de puntuación pueden usarse para auxiliar al profesional de urgencias a
identificar a los pacientes de urgencias que pueden darse de alta de forma segura. La puntuación
HEART ha mostrado ser una herramienta confiable y valiosa para pacientes de urgencias con
dolor torácico de bajo riesgo. Sin importar lo anterior, se requieren estudios futuros para validar
con más detalle el uso de la puntuación HEART en un mayor grupo de pacientes.
PUNTOS CLAVE
■■ Se cuenta con múltiples sistemas de puntuación de riesgo para la evaluación del dolor
torácico agudo.
■■ La puntuación HEART es la única herramienta que se desarrolló para valorar a los
pacientes con dolor torácico en la sala de urgencias.
■■ La puntuación HEART incorpora los antecedentes de la enfermedad actual, ECG,
edad, factores de riesgo para arteriopatía coronaria y valores de troponina.
■■ Los pacientes con una puntuación HEART < 3 tienen un riesgo < 2% de un evento
cardiaco adverso mayor a los 6 meses.
Lecturas recomendadas
Boersma E, Pieper KS, Steyerberg EW, et al. Predictors of outcome in patients with acute cor-
onary syndromes without persistent ST-segment elevation. Results from an international
trial of 9461 patients. The PURSUIT Investigators. Circulation. 2000;101(22):2557–2567.
Lagerqvist B, Diderholm E, Lindahl B, et al. FRISC score for selection of patients for an
early invasive treatment strategy in unstable coronary artery disease. Heart. 2005;91(8):
1047–1052.
Six AJ, Backus BE, Kelder JC. Chest pain in the emergency room: value of the HEART score.
Neth Heart J. 2008;16(6):191–196.
64
Cuidado con la troponina
“altamente sensible”
Maite Anna Huis in ‘t Veld, MD y Semhar Z. Tewelde, MD
El dolor torácico agudo explica ~5 millones de visitas a la sala de urgencias al año en Estados Unidos.
Las enzimas cardiacas se utilizan de forma sistemática para estratificar el riesgo de los pacientes de
urgencias con dolor torácico agudo cuando existe la preocupación de infarto agudo de miocardio o
síndrome coronario agudo. Las troponinas T e I son las enzimas cardiacas estándar actuales para el
diagnóstico de infarto agudo de miocardio, con una sensibilidad de ~85% para lesión cardiaca. Es
importante mencionar que los ensayos actuales de troponina pueden tomar varias horas después del
inicio de los síntomas de infarto agudo de miocardio para arrojar resultados anormales. Es por este
motivo que muchos protocolos actuales de dolor torácico en la sala de urgencias obtienen valores de
troponina en serie a lo largo de varias horas para excluir un infarto agudo de miocardio.
En 2009, los ensayos de troponina “altamente sensible” estuvieron disponibles. Estos ensa-
yos pueden detectar la presencia de troponina a concentraciones séricas mucho menores en com-
paración con los ensayos tradicionales de troponina. Es importante entender lo que significa el
término “altamente sensible”. Para que un ensayo de troponina sea identificado como “altamente
sensible”, deben cumplirse los siguientes dos criterios:
1) El ensayo tiene que detectar troponina en más del 50% de los pacientes sanos. Los ensayos
tradicionales no detectan troponina en individuos sanos que no tienen enfermedad del
miocardio; por lo tanto, cualquier elevación del valor de troponina tradicional es anormal.
Este no es el caso con los valores de troponina “altamente sensible”.
2) La precisión analítica debe ser elevada. La precisión se mide con el coeficiente de variación.
El coeficiente de variación se calcula al realizar la misma prueba en la misma muestra de
sangre en varias ocasiones. La desviación estándar se divide entonces por la media del valor
de estos resultados para obtener el coeficiente de variación. Para el diagnóstico de un sín-
drome coronario agudo, el coeficiente de variación debe ser de 10% o menos.
Estos ensayos de troponina “altamente sensible” tienen una mayor sensibilidad analítica
comparada con los ensayos tradicionales. En teoría, una sola troponina “altamente sensible” nega-
tiva puede usarse para excluir infarto agudo de miocardio, disminuir la duración de la estancia en la
sala de urgencias y reducir los costos de la atención a la salud. Es importante notar que la sensibi-
lidad analítica es muy diferente de la sensibilidad diagnóstica. Desde su introducción a la práctica
clínica, el uso de troponinas “altamente sensibles” no ha dejado de ser controversial.
¿Qué significa un resultado positivo?
Existen numerosas etiologías cardiacas y no cardiacas para los valores elevados de troponina. Estas
se enlistan en la Tabla 64-1. Debido a su mayor sensibilidad, muchos más pacientes tienen tropo-
nina “altamente sensible” en comparación con el ensayo tradicional. Una troponina “altamente
sensible” positiva debe considerarse un marcador de lesión miocárdica, pero no necesariamente
diagnóstica de un infarto agudo de miocardio. No es sorprendente que los ensayos de troponina
“altamente sensible” tengan una menor especificidad en comparación con los ensayos tradicio-
nales. Por desgracia, hay datos insuficientes para dirigir el tratamiento en pacientes con un solo
valor elevado de troponina “altamente sensible”. Los valores de troponina repetidos ayudan al
diagnóstico del infarto agudo de miocardio o síndrome coronario agudo. Los valores que van ele-
vándose sugieren isquemia de miocardio, en tanto que los valores estables pueden indicar algún
otro de los procesos patológicos enlistados en la Tabla 64-1.
¿Qué significa un resultado negativo?
Los estudios iniciales sobre troponinas “altamente sensibles” informaron un valor de predic-
ción negativo para infarto agudo de miocardio entre 99 y 100%. Estudios recientes no han sido
capaces de replicar estos datos iniciales. Un estudio internacional reciente encontró que hasta
23% de los pacientes eventualmente diagnosticados con un infarto agudo de miocardio tuvo una
troponina “altamente sensible” inicial negativa. Sin embargo, la sensibilidad y un valor de pre-
dicción negativo mejoraron cuando los valores de troponina se obtuvieron 6 o más horas después
del inicio de los síntomas.
Los valores de troponina deben usarse como una herramienta de estratificación de riesgo.
Es imperativo reconocer que un valor negativo no excluye un infarto agudo de miocardio, en
tanto que un valor positivo de troponina no siempre se debe a un infarto agudo del miocardio. La
bibliografía actual no apoya el uso de las troponinas “altamente sensibles” como una modalidad
única para excluir o diagnosticar un infarto agudo de miocardio. En muchos casos se requieren
valores repetidos, de forma similar a la utilización actual de los ensayos de troponinas tradiciona-
les. A la fecha, la Food and Drug Administration de Estados Unidos no ha aprobado los ensayos
de troponina “altamente sensible” para usarse en la práctica clínica.
PUNTOS CLAVE
■■ Los valores de troponina deben usarse para estratificar el riesgo de los pacientes con
dolor torácico agudo.
■■ Existen numerosas etiologías no cardiacas para un valor de troponina elevado.
■■ Las troponinas “altamente sensibles” tienen una mayor sensibilidad y valor de predic-
ción negativo, pero una menor especificidad, cuando se comparan con los ensayos de
troponina tradicionales.
■■ Hasta 23% de los pacientes con un infarto agudo de miocardio puede tener un valor de
troponina “altamente sensible” inicial negativo.
■■ Existen datos insuficientes para apoyar el uso de una sola troponina “altamente sensible”
para excluir un infarto agudo de miocardio.
Lecturas recomendadas
Body R, Burrows G, Carley S, et al. Rapid exclusion of acute myocardial infarction in patients
with undetectable troponin using a sensitive troponin I assay. Ann Clin Biochem. 2015;
52:543–549.
Body R, Carley S, McDowell G. Rapid exclusion of acute myocardial infarction in patients
with undetectable troponin using a high-sensitivity assay. J Am Coll Cardiol. 2011;58(13):
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Hoeller R, Rubini Giménez M, Reichlin T, et al. Normal presenting levels of high-sensitivity
troponin and myocardial infarction. Heart. 2013;99(21):1567–1572.
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using undetectable levels of high-sensitivity cardiac troponin. Int J Cardiol. 2013;168(4):
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65
Cuando los buenos dispositivos
se vuelven malos
Christina Lynn Tupe, MD, RDMS
Con el desarrollo de los dispositivos de asistencia ventricular, los pacientes con insuficiencia cardiaca
en etapa terminal ahora tienen un mayor índice de supervivencia y una mejor calidad de vida. A la
fecha hay tres indicaciones para la colocación de un dispositivo de asistencia ventricular: como un
puente hasta la recuperación en pacientes cuya función cardiaca está temporalmente disminuida (es
decir, miocarditis), como un puente hasta el trasplante cardiaco y como tratamiento de destino para
pacientes que no son candidatos a trasplante. El dispositivo de asistencia del ventrículo izquierdo
es el dispositivo de asistencia más frecuente en la práctica clínica, aunque también se cuenta con un
dispositivo para el ventrículo derecho y uno biventricular. Un equipo multidisciplinario bien coor-
dinado es el que maneja a los pacientes con un dispositivo de asistencia ventricular. Sin importar lo
anterior, estos pacientes desarrollan complicaciones por el dispositivo que requieren evaluación y
tratamiento en la sala de urgencias. Como tal, es fundamental que el profesional de urgencias imple-
mente un abordaje sistemático para evaluar a estos pacientes complejos.
La evaluación de los pacientes con un dispositivo de asistencia ventricular debe iniciar con
la valoración de las vías respiratorias del paciente, la respiración y la circulación. Los dispositivos
actuales de asistencia ventricular suministran un flujo continuo de sangre al paciente. Como resul-
tado, el pulso suele estar ausente o marcadamente disminuido. Las mediciones no invasivas de la
presión arterial sistólica y diastólica pueden ser imprecisas o simplemente no poder obtenerse. Para
pacientes con un dispositivo de asistencia ventricular, la presión arterial media puede obtenerse con
un manguito de presión arterial y un ultrasonido Doppler sobre la arteria braquial o radial. El man-
guito debe inflarse hasta que el flujo cese en el dispositivo Doppler. Entonces se desinfla el manguito
poco a poco. La auscultación de la primera señal de flujo indica la presión arterial media del paciente.
El rango objetivo para esta presión en pacientes con un dispositivo de asistencia ventricular es de
70 a 90 mm Hg. Debe considerarse una línea arterial en el paciente con un dispositivo de asistencia
ventricular que parece estar en estado crítico o agonizante. También es importante evaluar los signos
adicionales de perfusión periférica, como el estado mental, color y temperatura de la piel y gasto
urinario. Debe auscultarse el tórax del paciente para determinar la presencia o ausencia del sonido
continuo del dispositivo. La ausencia de un sonido perceptible sugiere disfunción catastrófica del
dispositivo y la necesidad de reanimación inmediata.
Algunos componentes adicionales del dispositivo de asistencia ventricular que deben incluirse
en la valoración inicial son la velocidad, flujo, potencia y vida de las baterías del dispositivo. Estos
valores se encuentran en el monitor del dispositivo. Una vez que se ha realizado la valoración inicial,
debe contactarse al coordinador del dispositivo del paciente para ayudar con su manejo.
Pueden ocurrir disritmias auriculares o ventriculares hasta en 50% de los pacientes con un
dispositivo de asistencia ventricular. Por lo tanto, es importante obtener un electrocardiograma en
la mayoría de los pacientes con un dispositivo. Las etiologías frecuentes para disritmias incluyen
hipovolemia, desequilibrios electrolíticos e isquemia del miocardio. Los pacientes con un disposi-
tivo de asistencia ventricular que se encuentran inestables debido a una disritmia deben someterse
a cardioversión o desfibrilarse. Se recomienda colocar los electrodos del desfibrilador en la posición
anterior y posterior. Los pacientes con un dispositivo de asistencia ventricular que se encuentran
estables pero tienen una disritmia de cuidado pueden recibir antiarrítmicos. Estos pacientes también
deben recibir líquidos intravenosos y, de ser necesario, restitución de electrólitos.
La ecocardiografía a la cabecera es una herramienta invaluable en la valoración de los pacientes
con un dispositivo en la sala de urgencias, en especial aquellos cuya apariencia es muy desfavorable.
La ecocardiografía puede usarse para evaluar si hay trombosis de la bomba, insuficiencia del ventrícu-
lo derecho y eventos de “succión”. Ocurren trombos de la bomba hasta en 2% de los pacientes en un
lapso de 2 años después de la implantación del dispositivo. La trombosis de la bomba reduce el gasto
cardiaco, lo que resulta en una elevación de la lectura de potencia de la bomba. Los pacientes con un
dispositivo de asistencia ventricular con sospecha de trombosis deben recibir anticoagulación con
heparina. Puede ocurrir insuficiencia aguda del ventrículo derecho hasta en 25% de los pacientes
con un dispositivo y suele observarse poco después de la implantación. Los dispositivos de asistencia
ventricular son sensibles a la precarga. En estados de flujo bajo, la presión negativa producida por el
dispositivo puede causar desplazamiento hacia la izquierda del tabique intraventricular y producir
un evento de “succión”. Estos eventos a menudo se derivan de hipovolemia, aunque también pue-
den ocurrir con un taponamiento cardiaco, disritmias y posición inadecuada de la cánula del flujo de
entrada. El manejo inicial de un evento de succión incluye líquidos intravenosos, ecocardiografía y
arreglos para transferir al paciente a un centro para dispositivos de asistencia ventricular para valorar
la cánula del flujo de entrada.
La hemorragia es una complicación importante y frecuente que ocurre hasta en 40% de los
pacientes con un dispositivo. Todos los pacientes con un dispositivo de asistencia ventricular reciben
PUNTOS CLAVE
■■ Debe contactarse al coordinador del dispositivo del paciente tan pronto como sea posible.
■■ Debe tomarse un ECG de forma temprana para evaluar las disritmias.
■■ Debe considerarse sangrado y sepsis en cualquier paciente con un dispositivo que se
encuentre grave.
■■ La ecocardiografía se utiliza para valorar si hay trombosis de la bomba, insuficiencia
del ventrículo derecho y eventos de succión en el paciente con un dispositivo de asis-
tencia ventricular.
■■ La reanimación cardiopulmonar es razonable en el paciente con un dispositivo de asis-
tencia ventricular en paro cardiaco.
Lecturas recomendadas
Partyka C, Taylor B. Review article: ventricular assist devices in the emergency department.
Emerg Med Australas. 2014;26(2):104–112.
Pratt AK, Shah NS, Boyce SW. Left ventricular assist device management in the ICU. Crit
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Shriner Z, Bellezzo J, Stahovich M, et al. Chest compressions may be safe in arresting patients
with left ventricular assist devices (LVADs). Resuscitation. 2014;85(5):702–704.
66
No hay que preocuparse por la prueba
de estrés ante la sospecha de
síndrome coronario agudo
Christina Lynn Tupe, MD, RDMS
La evolución del paciente de urgencias con dolor torácico agudo se centra en los antecedentes de la
enfermedad actual, la exploración física y el electrocardiograma. Con frecuencia el profesional de
urgencias utiliza los valores de troponina y los resultados de pruebas de estrés cardiaco previas para
estratificar aún más el riesgo del paciente y determinar la necesidad de manejo adicional. La función
de las pruebas de estrés cardiaco previas en la estratificación de riesgo de los pacientes de urgencias
con sospecha de síndrome coronario agudo es incierta.
El objetivo de las pruebas de estrés cardiaco es identificar al paciente con arteriopatía coro-
naria obstructiva, que en la angiografía suele definirse como una estenosis del 50% o más de la
arteria coronaria. Las pruebas tradicionales de estrés incluyen ECG con ejercicio (en una banda
sin fin), ecocardiografía o estudios de medicina nuclear. Todos tienen fases de reposo y ejercicio.
Las fases de ejercicio de la ecocardiografía y los estudios de medicina nuclear pueden realizarse
con esfuerzo físico o inducirse por medios químicos con medicamentos como adenosina o dobu-
tamina. Dependiendo del estudio, la prueba detecta cambios ECG isquémicos, anormalidades en
el movimiento de la pared o disminución de la actualización del marcador, indicativa de una menor
perfusión a las regiones del miocardio. La disponibilidad de la muestra, el paciente y la presencia de
trastornos comórbidos a menudo determinan el tipo de prueba de estrés que se realiza.
La sensibilidad agrupada de todas las pruebas de estrés cardiaco varía de 67 a 85%, con una
especificidad que va del 70 al 95%. Las pruebas de estrés tienen una mayor sensibilidad en pacientes
con arteriopatía coronaria de múltiples vasos. Las pruebas de estrés con ECG de ejercicio tienen
una sensibilidad de 68% y una especificidad de 77% para arteriopatía coronaria; la presencia de
enfermedad de múltiples vasos aumenta la sensibilidad a 81%. Resulta importante mencionar que la
sensibilidad y especificidad son menores en mujeres que en hombres. La mayoría de los cardiólogos
obtiene una prueba de estrés con ECG de ejercicio como la prueba ambulatoria inicial. En fechas
recientes, la angiografía con tomografía computarizada coronaria ha surgido como un medio para
diagnosticar la arteriopatía coronaria y definir lesiones coronarias. La sensibilidad agrupada de la
angiografía con tomografía computarizada coronaria varía entre 98 y 99%, con una especificidad
entre 82 y 89%. El valor de predicción positivo de la angiografía con tomografía computarizada
coronaria se ha informado como de 85%, en tanto que el valor de predicción negativo es ~92%.
El paciente de urgencias con dolor torácico agudo es distinto del paciente asintomático
que se somete a una prueba de estrés cardiaco ambulatoria sistemática. Nerenberg y cols. revisa-
ron la disposición de pacientes de urgencias evaluados para síndrome coronario agudo. Los auto-
res encontraron que una prueba de estrés negativa no cambiaba el índice de hospitalizaciones.
Asimismo, no hubo diferencia en el índice de eventos adversos entre pacientes con una prueba
de estrés positiva, una prueba de estrés negativa o ninguna prueba de estrés previa. En otra serie de
pacientes de urgencias, Smith y cols. encontraron que ~5% de los pacientes se diagnosticó con
un infarto agudo de miocardio en un lapso de 3 años de un resultado negativo en la prueba de
estrés. Walker y cols. revisaron los registros de los pacientes de urgencias con dolor torácico y un
resultado negativo o inconcluso en la prueba de estrés en los 3 años previos. Este estudio incluyó
ecocardiogramas en la banda sin fin y farmacológicos, estudios de medicina nuclear farmacológi-
cos, estudios nucleares en la banda sin fin y una evaluación solo con ECG en la banda sin fin. Los
autores definieron la arteriopatía coronaria como un infarto de miocardio identificado por enzimas
cardiacas positivas, una prueba de estrés positiva subsecuente, cateterización cardiaca que requirió
intervención, cirugía de infarto de derivación de arteria coronaria o muerte causada por paro car-
diaco. Aproximadamente 20% de los pacientes se diagnosticó con arteriopatía coronaria después de
una prueba de estrés negativa en un lapso de 3 años de la presentación a urgencias. De los pacientes
con arteriopatía coronaria significativa, 23.5% tenía una prueba de estrés negativa en el lapso de 1 mes
antes de la presentación en urgencias.
La prueba de estrés cardiaco es una herramienta valiosa para que los cardiólogos detecten a
los pacientes externos para arteriopatía coronaria. En el ámbito extrahospitalario, las pruebas de
estrés se usan para identificar obstrucciones fijas al flujo de la arteria coronaria. Sin embargo, en
pacientes de urgencias con dolor torácico agudo, la intención de la prueba es identificar rotura aguda
de la placa y formación de trombos. Como tal, las pruebas de estrés tienen una utilidad limitada en
la evaluación del dolor torácico agudo en la sala de urgencias. El profesional de urgencias no debe
excluir un síndrome coronario agudo en el paciente de urgencias con dolor torácico agudo basándose
solo en el resultado negativo de una prueba de estrés reciente. Si los antecedentes de la enfermedad
actual son preocupantes, el profesional de urgencias debe continuar con la evaluación y la hospita-
lización subsecuente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Arbab-Zadeh A. Stress testing and non-invasive coronary angiography in patients
with suspected coronary artery disease: Time for a new paradigm. Heart Int. 2012;
7(1):e2.
Gibbons RJ, Balady GJ, Bricker JT, et al. ACC/AHA 2002 guideline update for exercise
testing: Summary article: A report of the American College of Cardiology/Ameri-
can Heart Association Task Force on Practice Guidelines. Circulation. 2002;106(14):
1883–1892.
Nerenberg RH, Shofer FS, Robey JL, et al. Impact of a negative prior stress test on emer-
gency physician disposition in ED patients with chest pain syndromes. Am J Emerg Med.
2007;25(1):39–44.
Smith SW, Jackson EA, Bart BA, et al. Incidence of myocardial infarction in emergency
department chest pain patients with a recent negative stress imaging test. Acad Emerg Med.
2005;12(5):51.
Walker J, Galuska M, Vega D. Coronary disease in emergency department chest
pain patients with recent negative stress testing. West J Emerg Med. 2010;11(4):
384–388.
67
Recuerde obtener un
electrocardiograma del lado derecho
en un paciente con infarto de
miocardio inferior
Carmen Avendano, MD y Semhar Z. Tewelde, MD
Un infarto de miocardio inferior suele causar elevación del segmento ST en las derivaciones II, III
y aVF de un electrocardiograma (ECG) de 12 derivaciones. Además de estos datos, un infarto de
miocardio inferior también puede producir depresión del segmento ST o inversión de la onda T en
la derivación aVL. De hecho, la depresión del segmento ST o una nueva inversión de la onda T
en la derivación aVL suele ser la primera anormalidad ECG que se observa en pacientes con un
infarto agudo de miocardio inferior. Esto destaca la importancia de obtener un ECG en serie en
pacientes en quienes se sospecha síndrome coronario agudo.
Cuando se diagnostica un infarto agudo de miocardio inferior, debe obtenerse un ECG del
lado derecho para excluir la presencia de un infarto concomitante en el miocardio del ventrículo
derecho. Estos infartos pueden complicar 30 a 50% de los infartos agudos de miocardio inferior. Se
realiza un ECG del lado derecho al tomar las derivaciones V3 a V6 y colocarlas en el lado derecho
del tórax. Estas derivaciones se identifican entonces como V3R hasta V6R. La elevación de ST de
0.5 mm o más en una o más de las derivaciones V4R a V6R tiene una sensibilidad de 90% y una
especificidad de 91% de infarto de miocardio del ventrículo derecho. En un infarto de este tipo,
la elevación de ST se observa con mayor frecuencia en la derivación V4R en comparación con las
derivaciones V5R y V6R. De hecho, una elevación de ST mayor de 1 mm en la derivación V4R
sugiere una oclusión proximal de la arteria coronaria derecha y un aumento del riesgo de bloqueo
auriculoventricular. Algunos datos adicionales en el ECG que sugieren un infarto de miocardio del
ventrículo derecho incluyen elevación de ST en la derivación V1, elevación de ST en la derivación
III que es mayor que la elevación de ST en la derivación II y un segmento ST isoeléctrico en la
derivación V1 con disminución de ST en la derivación V2.
Es importante diagnosticar un infarto de miocardio del ventrículo derecho debido a que afecta
el manejo del paciente. Los pacientes con un infarto agudo de miocardio a menudo reciben nitratos
además de otros tratamientos sensibles al tiempo. Los pacientes con un infarto de miocardio del
ventrículo derecho dependen de la precarga y requieren líquidos intravenosos para mantener una
perfusión adecuada. Puede ocurrir una disminución pronunciada de la presión arterial cuando se
administran nitratos a pacientes con un infarto de miocardio del ventrículo derecho. Debe evitarse
cualquier medicamento que pueda disminuir la precarga en el caso de un infarto de miocardio de
ventrículo derecho. La morfina ha mostrado que aumenta el tamaño del infarto y disminuye el flujo
sanguíneo coronario hasta en 13% en pacientes con un infarto de miocardio del ventrículo derecho.
Debe evitarse la morfina en pacientes con un infarto de miocardio del ventrículo derecho. Los trata-
mientos adicionales para pacientes con un infarto de miocardio del ventrículo derecho siguen siendo
iguales que para pacientes que no presentan un infarto de este tipo.
PUNTOS CLAVE
■■ Los infartos de miocardio del ventrículo derecho pueden complicar hasta 50% de todos
los infartos de miocardio inferior.
■■ Cuando se identifica un infarto de miocardio inferior debe obtenerse un ECG del lado
derecho.
Lecturas recomendadas
Chhapra D, Mahajan SK, Thorat ST. A study of the clinical profile of right ventricular infarc-
tion in context to inferior wall myocardial infarction in a tertiary care centre. J Cardiovasc
Dis Res. 2013;4:170–176.
Inohara T, Kohsaka S, Fukuda K, Menon V. The challenges in the management of right ven-
tricular infarction. Eur Heart J Acute Cardiovasc Care. 2013;2:226–234.
Ondrus T, Kanovsky J, Novotny T, et al. Right ventricular myocardial infarction: From patho-
physiology to prognosis. Exp Clin Cardiol. 2013;18:27–30.
Waldo SW, Brenner DA, Li S, et al. Reperfusion times and in-hospital outcomes among
patients with an isolated posterior myocardial infarction: insights from the National Car-
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Wei EY, Hira RS, Huang HD, et al. Pitfalls in diagnosing ST elevation among patients with
acute myocardial infarction. J Electrocardiol. 2013;46:653–659.
68
Peligros de las urgencias hipertensivas
Stephen D. Lee, MD
Aproximadamente 1 a 2% de los pacientes con hipertensión se presenta con una urgencia hiperten-
siva, definida como disfunción orgánica debida a presión arterial elevada. Es importante mencionar
que no hay un umbral específico de presión arterial que identifique a un paciente con una urgencia
hipertensiva. En la urgencia hipertensiva, el evento fisiopatológico inicial es un incremento abrupto
de la resistencia vascular sistémica. Este incremento provoca una lesión endotelial y resulta en un
aumento de la permeabilidad vascular, la activación plaquetaria y los depósitos de fibrina. Estos
últimos causan trombos microvasculares, oclusión de los vasos, isquemia orgánica y a la larga dis-
función orgánica.
Los pacientes con una urgencia hipertensiva deben tratarse con medicamentos vasodilatado-
res intravenosos. Si bien los casos con hipertensión asintomática pueden tratarse con seguridad con
medicamentos orales para reducir lentamente la presión arterial, aquellos con disfunción orgánica
debida a presión arterial elevada deben recibir un medicamento intravenoso que pueda ajustarse
con facilidad. Esto permite una reducción segura, controlada y apropiada de la presión arterial
para poder detener la disfunción orgánica.
La reducción apropiada de la presión arterial es fundamental en el manejo de la urgencia
hipertensiva. La reducción objetivo de la presión arterial depende del proceso de la enfermedad
y del órgano específico afectado. Una reducción abrupta e intensiva de la presión arterial puede
provocar lesión ulterior e isquemia, ya que la presión arterial puede caer por debajo del umbral
autorregulatorio del paciente. La bibliografía actual recomienda que la presión arterial media se
reduzca a no más de 25% en las primeras 1 a 2 h desde el momento del diagnóstico. En la Tabla 68-1
se enlistan las urgencias hipertensivas frecuentes y los objetivos actuales recomendados de presión
arterial. Las alteraciones que requieren una reducción de la presión arterial media más intensiva
en un periodo más breve incluyen disección aórtica, hemorragia intracerebral y eclampsia. Para
estas alteraciones puede ser necesario reducir la presión arterial media más del 25% en las primeras
2 h, para minimizar la lesión orgánica progresiva. En contraste, puede ser preferible evitar com-
pletamente la reducción de la presión arterial para el paciente con un accidente vascular cerebral
isquémico agudo, excepto en aquellos con hipertensión grave (> 220/110 mm Hg) o quienes reciben
trombólisis (> 185/110 mm Hg). Para pacientes con infarto agudo de miocardio o edema pulmonar
agudo, la presión arterial media se reduce hasta que los síntomas clínicos mejoren.
A la fecha hay datos limitados sobre los medicamentos usados para tratar a los pacientes con
una urgencia hipertensiva. Los medicamentos se eligen mejor de acuerdo con el proceso de la enfer-
medad. Los medicamentos usados con mayor frecuencia incluyen bloqueadores de los canales de
calcio (p. ej., nicardipina) y betabloqueadores (p. ej., labetalol). Nicardipina es un bloqueador de los
canales de calcio de segunda generación que causa vasodilatación coronaria y cerebral. Nicardipina
se utiliza con frecuencia para tratar a los pacientes con una urgencia neurológica y tiene poco efecto
sobre la presión intracraneal. En contraste, el nitroprusiato de sodio es un vasodilatador arterial y
venoso que puede provocar el fenómeno de “robo” coronario y cerebral. Por lo tanto, debe evitarse
en pacientes con accidente vascular isquémico o infarto agudo de miocardio. También conviene
evitar el nitroprusiato en pacientes con eclampsia, ya que su producto secundario (cianuro) puede
acumularse con el uso prolongado y causar daño al feto. Los betabloqueadores (p. ej., esmolol) deben
ser el tratamiento de primera línea para pacientes con disección aórtica, para reducir la frecuencia
cardiaca. Una vez que se alcanza la frecuencia cardiaca objetivo, puede administrarse otro vasodila-
tador (p. ej., nicardipina) para reducir la presión arterial sistólica a 100 a 120 mm Hg. Debe evitarse
el vasodilatador directo hidralazina en pacientes con una urgencia hipertensiva, ya que puede causar
taquicardia refleja y tiene una duración de acción que puede exceder 10 horas.
Es importante considerar causas secundarias de hipertensión en el paciente con una urgencia
hipertensiva. Las causas secundarias de hipertensión incluyen condiciones endocrinas (p. ej., feo-
cromocitoma), consumo de drogas (p. ej., cocaína, anfetaminas, fenciclidina) y síndromes de absti-
nencia de fármacos o drogas. En estos trastornos deben evitarse los betabloqueadores para evitar un
aumento de catecolaminas debido a la estimulación del receptor adrenérgico alfa sin oposición. La
adición de otros medicamentos, como una benzodiacepina o clonidina, puede resultar benéfica para
tratar a los pacientes con estos estados hiperadrenérgicos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Baumann B, Cline D, Pimenta E. Review article: Treatment of hypertension in the emergency
department. J Am Soc Hypertens. 2011;5:366–377.
Elliott W. Clinical features in the management of selected hypertensive emergencies. Prog Car-
diovasc Dis. 2006;48:316–325.
Muiesan M, Salvetti M, Pedrinelli R, et al. An update on hypertensive emergencies and urgen-
cies. J Cardiovasc Med. 2015;16(5):372–382.
Singh M. Hypertensive crisis-pathophysiology, initial evaluation, and management. J Indian
Coll Cardiol. 2011;1:36–39.
Vadhera R, Simon M. Hypertensive emergencies in pregnancy. Clin Obstet Gynecol. 2014;57:
797–805.
69
Conozca el diferencial para elevación
del segmento ST: es más que solo
síndrome coronario agudo
Kathleen Stephanos, MD y Semhar Z. Tewelde, MD
Los profesionales de urgencias interpretan electrocardiogramas (ECG) a diario por diversos moti-
vos clínicos. Los ECG se obtienen con mayor frecuencia para el paciente de urgencias con dolor
torácico agudo. En estos pacientes, es imperativo diagnosticar un infarto de miocardio con elevación
del segmento ST (IMEST) porque está indicado el tratamiento con reperfusión de urgencia. De
cualquier forma, existen numerosos trastornos que causan elevación del segmento ST en el ECG
que no son atribuibles al síndrome coronario agudo. Para evitar errores en el diagnóstico o el manejo,
es importante para el profesional de urgencias conocer el diagnóstico diferencial para elevación del
segmento ST.
La repolarización temprana es una causa frecuente de elevación del segmento ST. Suele
observarse en hombres menores de 45 años de edad y en pacientes atléticos. La bibliografía reciente
ha demostrado que la repolarización temprana es un factor de riesgo para muerte cardiaca repentina,
ya que aumenta el riesgo de fibrilación ventricular idiopática. La repolarización temprana suele
producir un punto J escotado con elevación del segmento ST que es < 3 mm en el ECG. A la fecha
no hay un tratamiento específico para la repolarización temprana. Debe indicarse a los pacientes que
acudan para seguimiento con su médico de atención primaria. La referencia con cardiología es apro-
piada para aquellos que tienen antecedentes personales o familiares de muerte cardiaca intempestiva
o datos adicionales en el ECG que sugieren la presencia de arteriopatía coronaria.
La pericarditis es otro trastorno que debe considerarse en el diagnóstico diferencial de la ele-
vación de ST. Los pacientes suelen presentarse con dolor torácico agudo que es pleurítico y posi-
cional. Es importante mencionar que la pericarditis produce elevación difusa de ST que tiene una
apariencia cóncava. La elevación de ST es más prominente en las derivaciones I, II, III, aVF, aVL
y V2 a V6 del ECG. La presencia de depresión recíproca del segmento ST o de inversiones de la
onda T es más consistente con el diagnóstico de IMEST. Además, la elevación de ST que es plana
u horizontal debe considerarse un IMEST hasta que se demuestre lo contrario. La depresión del
segmento PR a menudo se considera patognomónica para pericarditis; sin embargo, este dato puede
ser temporal y también observarse en pacientes con un IMEST. La evolución rápida de los cambios
en el segmento ST durante el curso de la evaluación en urgencias es más sugerente de un síndrome
coronario agudo en contraste con la pericarditis. Los cambios en el ECG que se observan en la
pericarditis suelen ocurrir a lo largo de varias semanas.
El bloqueo de la rama izquierda del haz, la hipertrofia del ventrículo izquierdo y el aneurisma
del ventrículo izquierdo pueden causar elevación de ST. En caso de bloqueo de la rama izquierda,
el segmento ST está directamente opuesto al del vector del complejo QRS principal. En las deri-
vaciones V1 a V3, el vector QRS es negativo, lo que produce elevación de ST. Esta elevación de ST
discordante suele ser menor de 5 mm en caso de bloqueo de la rama izquierda. Los pacientes con
un marcapasos también mostrarán una elevación del segmento ST similar al bloqueo de la rama
izquierda. La hipertrofia del ventrículo izquierdo produce una elevación de ST discordante, con
una onda S profunda en las derivaciones V1 a V3 y una onda R alta en las derivaciones I, aVL, V5 y
V6. Los pacientes con aneurisma del ventrículo izquierdo pueden tener una elevación de ST junto
con ondas Q anteriores o del tabique profundas en las derivaciones V1 a V3. De forma similar a la
pericarditis, el bloqueo de la rama izquierda, la hipertrofia del ventrículo izquierdo y un aneurisma
del ventrículo izquierdo no causan anormalidades dinámicas en el ECG.
La hiperpotasiemia a menudo se conoce como “el gran imitador” de las anormalidades en el
ECG. La hiperpotasiemia puede producir numerosos datos ECG que fácilmente pueden diagnosti-
carse de forma equivocada y tratarse de manera incorrecta. Es bien sabido que causa la apariencia de
elevación de ST, ya que la onda T se jala para formar un pico. Signos adicionales de hiperpotasiemia
incluyen ondas T picudas, bradidisritmias, taquidisritmias y complejos QRS ensanchados.
Algunas causas menos frecuentes de elevación de ST incluyen angina de Prinzmetal y miocar-
diopatía de takotsubo. Ambas entidades clínicas suelen diagnosticarse como un IMEST en pacien-
tes con dolor torácico agudo. Estos diagnósticos a menudo se establecen después de cateterización
cardiaca de urgencia.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Hanna EB, Glancy DL. ST-segment elevation: Differential diagnosis caveats. Cleve Clin J
Med. 2015;82(6):373–384.
Huang HD, Birnbaum Y. ST elevation: Differentiation between ST elevation myocardial
infarction and nonischemic ST elevation. J Electrocardiol. 2011;44(5):494.e1–494.e12.
Toledano K, Rozin AP. Early repolarization: Innocent or dangerous? Am J Med Sci. 2013;
346(3):226–232.
70
No confíe en un solo ECG para
evaluar el dolor torácico en la sala
de urgencias
Kathleen Stephanos, MD y Semhar Z. Tewelde, MD
El dolor torácico es la segunda queja más frecuente en la sala de urgencias y representa más de 8
millones de visitas a la sala de urgencias al año en Estados Unidos. Por fortuna, solo una minoría
de pacientes tiene una causa que amenaza la vida de su dolor torácico agudo. Sin tomar en cuenta
lo anterior, es fundamental identificar a los pacientes con síndrome coronario agudo. A la fecha,
~2% de los pacientes de urgencias con síndrome coronario agudo se diagnostican erróneamente,
lo que conduce a mayor morbilidad y mortalidad.
El electrocardiograma (ECG) es un componente fundamental de la evaluación de los
pacientes de urgencias con dolor torácico agudo. Es una de las pruebas diagnósticas utilizadas
con mayor frecuencia en medicina de urgencias. La elevación significativa del segmento ST con
cambios recíprocos en el paciente con dolor torácico agudo a menudo se reconoce fácilmente
como síndrome coronario agudo. Sin embargo, el ECG inicial con frecuencia muestra cambios
inespecíficos o es normal en caso de síndrome coronario agudo. Como resultado, es importante
para el profesional de urgencias reconocer las limitaciones de un solo ECG en la valoración de
pacientes de urgencias con dolor torácico agudo.
Hasta 20% de enfermos con dolor torácico que a la larga requieren tratamiento con reper-
fusión tienen un ECG inicial que es normal o muestra anormalidades inespecíficas. Los cambios
isquémicos pueden ocurrir rápidamente y pasar inadvertidos para el médico si el ECG no se
repite. Las guías actuales de la American Heart Association para la evaluación de los pacientes
de urgencias con riesgo bajo que presentan dolor torácico recomiendan ECG en serie. Los ECG
en serie también se recomiendan en la guía más reciente de la AHA para infarto del miocardio
sin elevación del segmento ST. Los ECG en serie mejoran la sensibilidad para identificar un
síndrome coronario agudo de 43 a 83%. Idealmente, el ECG debe repetirse cada 5 a 10 min en
pacientes sintomáticos o en quienes tienen un cambio en las características de su dolor torácico.
Si bien este breve intervalo para repetir el ECG puede ser difícil de cumplir en una sala de
urgencias ajetreada, puede tener un impacto significativo en la forma en que se administran
tratamientos sensibles al tiempo. Los ECG iniciales y repetidos deben compararse con cualquier
ECG previo para identificar anormalidades sutiles como nuevas inversiones de la onda T.
A la fecha, no se ha establecido cuántos ECG deben obtenerse en el paciente de urgencias
con dolor torácico agudo. De cualquier modo, es una prueba diagnóstica de alto rendimiento
con un costo mínimo. Para pacientes selectos, los ECG en serie pueden representar la diferencia
entre la vida y la muerte debido a síndrome coronario agudo.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Amsterdam EA, Kirk JD, Bluemke DA, et al. Testing of low-risk patients presenting to the
emergency department with chest pain: A Scientific Statement From the American Heart
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Silber SH, Leo PJ, Katapadi M. Serial electrocardiograms for chest pain patients with ini-
tial nondiagnostic electrocardiograms: Implications for thrombolytic therapy. Acad Emerg
Med. 1996;3(2):147–152.
71
Conozca cómo diagnosticar un infarto
agudo de miocardio en pacientes
con bloqueo de la rama izquierda
o marcapasos
Anthony Roggio, MD
Ondas S
QRS ancho profundas
> 120 mms
Publicados en 2006, los criterios de Sgarbossa son una serie de parámetros ECG validados
para ayudar a los profesionales a diagnosticar de forma precisa un IMEST en caso de bloqueo de
la rama izquierda. Estos criterios se enlistan e ilustran en la Figura 71-3. Una calificación de 3 o
más puntos se relaciona con una sensibilidad > 97% para el diagnóstico de isquemia aguda del
Punto J por
Punto J por arriba de
debajo de valores
valores iniciales
iniciales con QRS
con QRS descendente
vertical
A B
miocardio. Desde la publicación inicial de los criterios de Sgarbossa, múltiples estudios han mos-
trado que el último criterio (regla 3) tiene la menor especificidad para isquemia aguda. En 2012,
Smith y cols. propusieron una versión modificada del tercer criterio de Sgarbossa. Esta modifica-
ción mide la razón del segmento ST a la onda S (Figura 71-4). Hay isquemia aguda si esta razón
es > 0.25. Tanto Cai y cols. como Gregg y cols. evaluaron esta modificación al tercer criterio de
Sgarbossa y demostraron una mayor sensibilidad con una especificidad que varía del 90 al 95%.
ST
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cai Q , Mehta N, Sgarbossa EB, et al. The left bundle-branch block puzzle in the 2013
ST-elevation myocardial infarction guideline: From falsely declaring emergency to deny-
ing reperfusion in a high-risk population. Are the Sgarbossa Criteria ready for prime time?
Am Heart J. 2013;166(3):409–413.
Gregg RE, Helfenbein ED, Babaeizadeh S. New ST-segment elevation myocardial infarction
criteria for left bundle branch block based on QRS area. J Electrocardiol. 2013;46(6):528–534.
Sgarbossa EB, Pinski SL, Barbagelata A, et al. Electrocardiographic diagnosis of evolving acute
myocardial infarction in the presence of left bundle-branch block. GUSTO-1 (Global Uti-
lization of Streptokinase and Tissue Plasminogen Activator for Occluded Coronary Arter-
ies) Investigators. N Engl J Med. 1996;334(8):481–487.
Smith SW, Dodd KW, Henry TD, et al. Diagnosis of ST-elevation myocardial infarction in the
presence of left bundle branch block with the ST-elevation to S-wave ratio in a modified
Sgarbossa rule. Ann Emerg Med. 2012;60(6):766–776.
72
Adelantándose al edema pulmonar
cardiogénico: uso intensivo
de nitroglicerina
Semhar Z. Tewelde, MD
ciarse en la sala de urgencias sin demora”. En fechas recientes ha habido cada vez más datos que
apoyan el uso de vasodilatadores a dosis elevadas como tratamiento inicial para pacientes con insu-
ficiencia cardiaca aguda descompensada. En 2006, el American College of Emergency Physicians
publicó una política clínica sobre este trastorno, que destaca el uso de vasodilatadores para el tra-
tamiento en la sala de urgencias de pacientes con insuficiencia cardiaca aguda descompensada.
Resulta importante mencionar que la mayoría de los pacientes de urgencias con insufi-
ciencia cardiaca aguda descompensada no presenta sobrecarga de volumen. En lugar de ello, su
congestión pulmonar se debe a redistribución de volumen. La presentación clásica en la sala de
urgencias para estos pacientes incluye disnea aguda, hipertensión y edema pulmonar. A menudo,
estos casos llegan a urgencias en ambulancia y reciben tratamiento con nitroglicerina sublingual
(0.4 mg cada 5 min) durante su transporte. A la llegada a urgencias, los pacientes deben con-
tinuar con tratamiento vasodilatador intensivo con nitroglicerina. En la mayoría de los casos,
el tratamiento con nitroglicerina se inicia a 50 mcg/min, una dosis que es menor de lo que los
pacientes reciben por vía sublingual con los paramédicos (80 mcg/min). Numerosos estudios
han demostrado la importancia de iniciar una infusión de nitroglicerina a una dosis de 120 a
200 mcg/min. Un informe del American Journal of Cardiology notó que se requieren al menos
120 mcg/min de nitroglicerina para producir una disminución significativa de la presión capilar
pulmonar en cuña. La infusión de nitroglicerina puede aumentarse con rapidez a 400 mcg/min
con base en el efecto clínico y los síntomas del paciente. Aunque aún no hay datos concluyentes
de que el uso intensivo de vasodilatadores mejora la mortalidad a largo plazo, ha mostrado que
previene la intubación y la ventilación mecánica en esta población de pacientes.
El uso concomitante de ventilación no invasiva y dosis elevadas de vasodilatadores ha
mostrado que reduce los índices de intubación, las hospitalizaciones en la unidad de cuidados
intensivos y la duración de la hospitalización para pacientes con insuficiencia cardiaca aguda
descompensada. La ventilación no invasiva debe iniciarse de forma temprana en pacientes con
insuficiencia cardiaca aguda descompensada. Una vez que el enfermo mejora (disminución de
la frecuencia respiratoria, disminución de la disnea, mejoría de la oxigenación, mejoría de la
presión arterial), puede considerarse el tratamiento con diuréticos. Es importante mencionar
que los diuréticos requieren una perfusión renal adecuada para ser eficaces. Durante la eva-
luación y el manejo iniciales en urgencias cuando los pacientes están in extremis, la perfusión
renal es deficiente y los diuréticos son ineficaces. Aunque a la larga se requiere tratamiento con
diuréticos en todos los pacientes con insuficiencia cardiaca, no son benéficos en el periodo de
reanimación inicial. El tratamiento vasodilatador a dosis altas y la ventilación no invasiva deben
ser los ejes fundamentales del manejo en urgencias de los pacientes con insuficiencia cardiaca
aguda descompensada.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Collins SP, Storrow AB, Levy PD, et al. Early management of patients with acute heart failure:
State of the art and future directions—A consensus document from the SAEM/HFSA
acute heart failure working group. Acad Emerg Med. 2015;22(1):94–112.
den Uil CA, Brugts JJ. Impact of intravenous nitroglycerin in the management of acute
decompensated heart failure. Curr Heart Fail Rep. 2015;12(1):87–93.
Elkayam U, Bitar F, Akhter MW, et al. Intravenous nitroglycerin in the treatment of decompensated
heart failure: Potential benefits and limitations. J Cardiovasc Pharmacol Ther. 2004;9(4):227–241.
Levy P, Compton S, Welch R, et al. Treatment of severe decompensated heart failure with
high-dose intravenous nitroglycerin: A feasibility and outcome analysis. Ann Emerg Med.
2007;50(2):144–152.
Sharon A, Shpirer I, Kaluski E, et al. High-dose intravenous isosorbide-dinitrate is safer and
better than Bi-PAP ventilation combined with conventional treatment for severe pulmo-
nary edema. J Am Coll Cardiol. 2000;36(3):832–837.
73
Más allá de la diuresis: coadyuvantes
al tratamiento en el edema pulmonar
cardiogénico
Nicholas Goodmanson, MD
Los nitratos (p. ej., nitroglicerina) mejoran de forma eficaz el gasto cardiaco para los pacien-
tes que se presentan con edema pulmonar cardiogénico e hipertensión. A dosis bajas, los nitratos
dilatan el sistema venoso y reducen la precarga. A dosis mayores, producen dilatación arterial,
con la reducción resultante de la poscarga. Esta combinación disminuye la demanda de oxígeno
miocárdico, reduce el trabajo cardiaco y a la larga aumenta el gasto cardiaco. Puede administrarse
primero nitroglicerina por vía sublingual (cada aplicación o tableta proporciona 400 mcg cada 5
min) hasta que se establece un acceso intravenoso y se inicia una infusión continua. Las velocidades
de infusión por lo general comienzan alrededor de 20 mcg por minuto, pero deben ajustarse rápi-
damente hasta su efecto clínico. En general, la dosis puede aumentarse en 40 mcg por minuto cada
5 min hasta un máximo de 200 mcg por minuto. El nitroprusiato de sodio es una alternativa que
puede ser útil en los pacientes refractarios a tratamiento con nitroglicerina. Las dosis intravenosas
inician a 0.1 mg/kg/min y pueden aumentarse en 0.1 mg/kg/min cada 5 min. Por desgracia, su
uso está limitado por el potencial de toxicidad por cianuro, sobre todo a dosis elevadas y en pacien-
tes con disfunción renal.
Aunque la mayoría de los pacientes con edema pulmonar cardiogénico se presenta con
hi-pertensión, algunos pueden tener hipotensión y choque cardiogénico como factores etiológi-
cos de su edema. La dobutamina por lo general es el fármaco de elección en este caso y puede
iniciarse una infusión intravenosa a 2.5 mcg/kg/min; es posible aumentarla en 2.5 mcg/kg/
min hasta un máximo de 20 mcg/kg/min. Es importante recordar que pueden ocurrir taquidis-
ritmias, junto con vasodilatación y exacerbación de la hipotensión a mayores índices de dobu-
tamina. En este caso, debe considerarse iniciar medicamentos vasopresores, como epinefrina
o norepinefrina, para aumentar la resistencia vascular sistémica. La epinefrina, con su mayor
efecto sobre los receptores beta 1, puede preferirse en un inicio sobre la norepinefrina.
Por último, es importante evitar el uso sistemático de morfina en pacientes con edema
pulmonar cardiogénico. Aunque se recomienda de forma clásica por su capacidad teórica para
reducir la poscarga, análisis retrospectivos recientes han demostrado una relación entre el uso de
morfina y los mayores índices de intubación y mortalidad intrahospitalaria. Aunque no hay estu-
dios prospectivos grandes, debe evitarse el uso sistemático de morfina en pacientes con edema
pulmonar cardiogénico.
Como ocurre con la mayoría de los casos que se presentan en la sala de urgencias, el diag-
nóstico y el manejo deben ocurrir al mismo tiempo. Es útil considerar dos categorías de edema
pulmonar cardiogénico: insuficiencia cardiaca descompensada e insuficiencia vascular. Si se sos-
pecha una verdadera sobrecarga de volumen, los diuréticos y los inhibidores de la ECA pueden
añadirse después de la administración de tratamiento con nitratos y ventilación con presión
positiva no invasiva.
PUNTOS CLAVE
■■ El uso temprano de ventilación con presión positiva no invasiva reduce de forma signifi-
cativa los índices de intubación y mortalidad intrahospitalaria.
■■ Los nitratos deben administrarse al inicio y con rapidez para maximizar la reducción de
la precarga y la poscarga.
■■ Para los pacientes que se presentan con edema pulmonar secundario a choque cardio-
génico, debe iniciarse un inotrópico como dobutamina para mejorar el gasto cardiaco.
■■ Datos recientes sugieren peores resultados con el uso de morfina para pacientes con
edema pulmonar cardiogénico.
■■ La administración de diuréticos debe seguir al uso de tratamientos de acción más rápida
para reducir la precarga y la poscarga, en especial si hay una ligera sospecha de poscarga
de volumen.
Lecturas recomendadas
Cotter G, Felker GM, Adams KF, et al. The pathophysiology of acute heart failure—is it all
about fluid accumulation? Am Heart J. 2008;155(1):9–18.
Marik PE, Flemmer M. Narrative review: The management of acute decompensated heart
failure. J Intensive Care Med. 2012;27(6):343–345.
Mebazaa A, Gheorghiade M, Piña IL, et al. Practical recommendations for prehospital and
early in-hospital management of patients presenting with acute heart failure syndromes.
Crit Care Med. 2008;36(1 Suppl):S129–S139.
Peacock WF, Hollander JE, Diercks DB, et al. Morphine and outcomes in acute decompen-
sated heart failure: An ADHERE analysis. Emerg Med J. 2008;25(4):205–209.
Vital FM, Ladeira MT, Atallah AN. Non-invasive positive pressure ventilation (CPAP or bilevel
NPPV) for cardiogenic pulmonary oedema. Cochrane Database Syst Rev. 2013;(5):CD005351.
74
Conozca cómo diferenciar las causas
cardiacas de las no cardiacas
de síncope
Omoyemi Adebayo, MD
El síncope se define como una pérdida transitoria de la consciencia, caracterizada por la ausencia
de tono postural, y se debe a hipoperfusión global al cerebro. Es importante mencionar que los
pacientes con síncope regresan rápidamente a su estado mental inicial. Al valorar al paciente con
síncope, es fundamental diferenciar entre etiologías cardiacas y no cardiacas. Los pacientes con una
causa cardiaca de síncope tienen una morbilidad y una mortalidad marcadamente mayores en com-
paración con los pacientes que tienen una etiología no cardiaca. Los antecedentes de la enfermedad
actual, la exploración física, el electrocardiograma y las pruebas diagnósticas dirigidas pueden pro-
porcionar información valiosa para identificar las causas cardiacas del síncope.
La historia clínica de la enfermedad actual, que incluye los antecedentes previos y familia-
res del paciente, resulta esencial para la valoración del síncope, y proporciona una clave valiosa
sobre la etiología cardiaca. Los antecedentes de insuficiencia cardiaca congestiva, cardiopatía
valvular, arteriopatía coronaria u otra anormalidad cardiaca estructural aumentan la probabili-
dad de una causa cardiaca para el síncope. Estos factores se incluyen en numerosos sistemas de
puntuación de síncope y en reglas de decisión clínica. En pacientes más jóvenes sin una cardiopa-
tía preexistente, sigue siendo fundamental considerar una etiología cardiaca para el síncope. Los
síntomas prodrómicos como el mareo, palpitaciones, disnea y el dolor torácico pueden ser más
frecuentes en pacientes con una causa cardiaca del síncope. Además, los enfermos que informan
síncope cuando están en posición supina o durante el esfuerzo deben evaluarse en busca de una
etiología cardiaca. En pacientes con síncope pueden observarse signos y síntomas que sugieren
una convulsión, como mioclono o incontinencia, y se han informado con causas cardiacas de sín-
cope. Sin tomar en cuenta lo anterior, la ausencia de síntomas específicos no debe considerarse
por sí sola para excluir una causa cardiaca de síncope. Es importante registrar si hay antecedentes
familiares de cardiopatía prematura o de muerte intempestiva no explicada.
Además de los antecedentes de la enfermedad actual, la exploración física es fundamental y
la investigación debe dirigirse hacia identificar datos anormales que sugieran una causa cardiaca
o no cardiaca de síncope. Es frecuente obtener signos vitales ortostáticos en pacientes con sín-
SCA, síndrome coronario agudo; K+, potasio; Ca2+, calcio; AV, auriculoventricular.
cope. Knopp y cols. demostraron que un aumento de 30 latidos o más por minuto en la frecuen-
cia cardiaca relacionados con mareo al ponerse de pie es más sensible y específico para identificar
hipotensión ortostática en comparación con cambios en las lecturas de presión arterial. Si bien
los signos vitales ortostáticos positivos sugieren una causa no cardiaca de síncope, es importante
reconocer las limitaciones de estas mediciones. Numerosos estudios han demostrado la impre-
cisión de las mediciones de los signos vitales ortostáticos en pacientes de edad avanzada. Positivas
o negativas, las mediciones ortostáticas no pueden excluir por completo una causa cardiaca de
síncope. Los datos adicionales de la exploración física que indican anormalidades cardiacas y
aumentan la probabilidad de una causa cardiaca de síncope incluyen un soplo, ritmo irregular o
signos de insuficiencia cardiaca congestiva.
Como ya se mencionó, el ECG es un componente fundamental en la evaluación de un
paciente con síncope. El ECG debe revisarse cuidadosamente en busca de signos de arritmias,
isquemia y trastornos estructurales. Los diagnósticos importantes que deben considerarse en el
ECG se enlistan en la Tabla 74-1.
Las pruebas de laboratorio sistemáticas rara vez son útiles en la evaluación del síncope.
Los estudios de laboratorio cardiaco (p. ej., troponina, péptido natriurético tipo B y dímero d)
se han estudiado para valorar su sensibilidad y especificidad para identificar una causa cardiaca
de síncope. Los resultados de esta bibliografía limitada han sido indeterminados y su uso siste-
mático no puede recomendarse.
Cuando la etiología del síncope es incierta a pesar de contar con antecedentes, exploración
física y ECG detallados, pueden usarse los sistemas de puntuación y las reglas de decisión para
estratificar el riesgo de los pacientes. Las reglas de decisión comunes incluyen el sistema de pun-
tuación OESIL y las reglas de San Francisco. A la fecha, los estudios la elección de los sistemas
de puntuación y las reglas de decisión han producido resultados inconsistentes. Si bien son
útiles, no han mostrado ser superiores a las cualidades clínicas generales.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Costantino G, Furlan R. Syncope risk stratification in the emergency department. Cardiol
Clin. 2013;31:27–38.
Costantino G, Sun BC, Barbic F, et al. Syncope clinical management in the emergency depart-
ment: A consensus from the first international workshop on syncope risk stratification in the
emergency department. Eur Heart J. 2015. [publicación electrónica previa a la impresión]
Strickberger SA, Benson DW, Biaggioni I, et al. AHA/ACCF Scientific Statement on the
Evaluation of Syncope: From the American Heart Association Councils on Clinical Cardi-
ology, Cardiovascular Nursing, Cardiovascular Disease in the Young, and Stroke, and the
Quality of Care and Outcomes Research Interdisciplinary Working Group; and the Ameri-
can College of Cardiology Foundation: In collaboration with the Heart Rhythm Society:
Endorsed by the American Autonomic Society. Circulation. 2006;113:316–327.
75
Perlas de conocimiento en la
interpretación del ECG para síncope
Carmen Avendano, MD y Semhar Z. Tewelde, MD
El síncope se define como una pérdida de la consciencia que resulta de un flujo de sangre insu-
ficiente al cerebro. El síncope representa más de 700 000 visitas a la sala de urgencias y el 6% de
las hospitalizaciones anuales en Estados Unidos. Aunque casi todas las etiologías son benignas,
una pequeña proporción de pacientes tiene una causa del síncope que pone en riesgo la vida.
Los antecedentes de la enfermedad actual, la exploración física y un electrocardiograma de 12
derivaciones son fundamentales para la evaluación en la sala de urgencias de un paciente con
síncope. De hecho, a menudo es el ECG el que proporciona claves de gran importancia acerca
de la etiología de las causas del síncope que pueden poner en riesgo la vida. En el paciente de
urgencias con síncope, debe analizarse el ECG con detalle en busca de signos de isquemia, bradi-
disritmias, taquidisritmias y retrasos de la conducción. Algunos diagnósticos críticos adicionales
a considerar que pueden detectarse en el ECG incluyen síndromes de preexcitación ventricular,
síndrome de Brugada, síndromes de QT prolongado o corto, miocardiopatía hipertrófica, displa-
sia arritmógena del ventrículo derecho y taquicardia ventricular polimórfica catecolaminérgica.
Las características del ECG y las perlas del conocimiento para estas causas de síncope que pone
en riesgo la vida incluyen lo siguiente:
Preexcitación ventricular (p. ej., Síndrome
de Wolff-Parkinson-White)
■■ Segmento PR < 120 ms
■■ Complejo QRS > 110 ms
Síndrome de QT prolongado
■■ QTc = QT/√intervalo R-R
■■ Prolongado si QTc > 440 ms en hombres o > 460 ms en mujeres
■■ Mayor riesgo de disritmias cuando QTc > 500 ms
■■ Potencial de un fenómeno “R en T”, en el que una contracción ventricular prematura al final
de la onda T puede inducir taquicardia ventricular polimórfica o torsades de pointes.
■■ Las etiologías a considerar incluyen deficiencias electrolíticas (potasio, magnesio, calcio), hipo-
termia, isquemia cardiaca, aumento de la presión intracraneal y toxinas.
Síndrome de QT corto
■■ Acortado si QTc < 330 ms en hombres o < 340 ms en mujeres
■■ Segmento ST corto o ausente con una apariencia picuda de la onda T
■■ Las etiologías a considerar incluyen acortamiento congénito, digoxina, toxina e
hipercalciemia
Miocardiopatía hipertrófica
■■ Ondas Q profundas en las derivaciones laterales (I, aVL, V5-V6) e inferiores (II, III, aVF)
■■ Hipertrofia del ventrículo izquierdo
■■ Aumento del tamaño de la aurícula izquierda
■■ Variante apical de miocardiopatía hipertrófica
■■ Hipertrofia localizada del vértice del ventrículo izquierdo
■■ Hipertrofia del ventrículo izquierdo
■■ Inversiones gigantes de la onda T en las derivaciones precordiales
■■ Ondas T posiblemente invertidas en las derivaciones inferiores y laterales
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Dovgalyuk J, Holstege C, Mattu A, et al. The electrocardiogram in the patient with syncope.
Am J Emerg Med. 2007;25(6):688–701.
Johnsrude CL. Current approach to pediatric syncope. Pediatr Cardiol. 2000;21(6):
522–531.
Quinn J. Syncope and presyncope: Same mechanism, causes, and concern. Ann Emerg Med.
2015;65(3):277–278.
Thiruganasambandamoorthy V, Stiell IG, Wells GA, et al. Outcomes in presyncope patients: A
prospective cohort study. Ann Emerg Med. 2015;65(3):268–276.e6.
76
Síncope: evitando una acción
precipitada
Omoyemi Adebayo, MD
El síncope representa hasta 5% de las visitas anuales a la sala de urgencias en Estados Unidos.
En la evaluación de los pacientes de urgencias con síncope, el profesional de urgencias debe
intentar responder las siguientes dos preguntas: (1) ¿qué causó el evento? y (2) ¿cuál es el riesgo
del paciente de un resultado adverso como consecuencia de este evento? La capacidad para res-
ponder estas dos preguntas se basa en los antecedentes de la enfermedad actual, la exploración
física, el electrocardiograma (ECG) y pruebas diagnósticas selectas.
El síncope se describe como una pérdida transitoria de la consciencia causada por un
periodo de hipoperfusión cerebral y se caracteriza por la incapacidad de mantener un tono
postural, seguida de una recuperación rápida. Las etiologías letales del síncope que deben
considerarse incluyen hemorragia subaracnoidea, rotura de un aneurisma aórtico abdominal,
disección aórtica, embolia pulmonar, embarazo ectópico roto y síndrome coronario agudo.
Aproximadamente 5 a 15% de los pacientes con estos trastornos puede presentarse con síncope.
Al obtener los antecedentes de la enfermedad actual, el profesional de urgencias debe interrogar
sobre síntomas previos que sugieran una etiología del síncope que pueda poner en riesgo la
vida, como cefalea, dolor abdominal, lumbalgia, dolor torácico o disnea. En ocasiones es difícil
diferenciar las convulsiones y el accidente vascular cerebral de un síncope, en particular cuando
no se cuenta con fuentes confiables para los antecedentes de la enfermedad previa. De hecho,
los pacientes con síncope pueden tener mioclono o incontinencia urinaria, síntomas que suelen
atribuirse a la actividad convulsiva. En pacientes en quienes los antecedentes de la enfermedad
presente y la exploración física dirigidos no permiten determinar la causa del síncope, es tenta-
dor indicar diversos estudios de laboratorio o de imágenes diagnósticas para estratificar con más
detalle el riesgo del paciente. Esto debe evitarse.
Un ECG proporciona el diagnóstico en ~5% de los casos y debe obtenerse en todos los
pacientes que se presentan con síncope. El ECG debe revisarse en busca de signos de isque-
mia o arritmia. También puede ser importante revisar el ECG en busca de signos de síndromes
de preexcitación, síndrome de Brugada, miocardiopatía hipertrófica, displasia arritmógena del
ventrículo derecho y prolongación del intervalo QT. Los datos en el ECG específicos para estos
trastornos se analizan en otros capítulos del libro.
Aunque la hipoglucemia es una causa extremadamente rara de síncope, deben obtenerse
los valores de glucosa sanguínea e incluirse con las mediciones iniciales de los signos vitales. Las
mediciones de los signos vitales ortostáticos pueden ser útiles en pacientes jóvenes que no tienen
trastornos comórbidos significativos. Sin embargo, es importante reconocer las limitaciones de
las mediciones ortostáticas. Numerosos estudios han demostrado la inexactitud de los signos
vitales ortostáticos en pacientes mayores, en especial en aquellos que toman betabloqueadores o
bloqueadores de los canales de calcio. En la población geriátrica no debe confiarse en las medi-
ciones ortostáticas.
Las pruebas de laboratorio sistemáticas o las imágenes diagnósticas rara vez son útiles para
el paciente con síncope, a menos que lo sugieran los datos de los antecedentes de la enfermedad
actual y la exploración física. Los estudios de laboratorio cardiaco (troponina, dímero d) no han
mostrado que permitan diferenciar de forma confiable a los pacientes con una causa cardiaca
de aquellos que tienen una etiología no cardiaca del síncope. Una biometría completa rara vez
detecta una anemia crítica que no sea sugerida por la exploración física. De forma similar, un
panel metabólico completo rara vez proporciona información útil sobre los trastornos electro-
líticos que no son sugeridos por anormalidades en el ECG. La tomografía computarizada del
cerebro es útil cuando se sospecha un diagnóstico de hemorragia subaracnoidea. Con indepen-
dencia de lo anterior, no existen evidencias que apoyen el uso de la tomografía computarizada
del cráneo en todos los pacientes con síncope. Debe considerarse la ecocardiografía transtorácica
en enfermos con una anormalidad estructural cardiaca sospechada, como un mixoma auricular,
engrosamiento del tabique ventricular o trastorno valvular. En muchos casos, el profesional de
urgencias puede estratificar el riesgo de los pacientes de manera apropiada sin necesidad de
pruebas de laboratorio o imágenes diagnósticas avanzadas.
Se ha desarrollado y validado diversas herramientas para ayudar a profesional de urgencias
en la estratificación del riesgo de pacientes con síncope. Estas herramientas utilizan diferentes
combinaciones de elementos de los antecedentes de la enfermedad actual, comorbilidades del
paciente, datos ECG y pruebas de laboratorio. Si bien estas reglas de decisión para el síncope
ayudan a identificar qué pacientes están en mayor riesgo de un resultado adverso, no han mos-
trado ser mejores que las cualidades clínicas generales del médico.
PUNTOS CLAVE
■■ Las causas mortales del síncope incluyen hemorragia subaracnoidea, rotura de un aneu-
risma aórtico abdominal, disección aórtica, embolia pulmonar, embarazo ectópico roto
y síndrome coronario agudo.
■■ Los antecedentes de la enfermedad actual, la exploración física y el ECG son esenciales
en la evaluación del síncope.
■■ En pacientes con síncope puede presentarse mioclono e incontinencia urinaria.
■■ La hipoglucemia es una causa rara de síncope.
■■ Deben indicarse pruebas de laboratorio e imágenes diagnósticas cuando así lo
sugieran los datos de los antecedentes de la enfermedad actual, la exploración y el
electrocardiograma.
Lecturas recomendadas
Chiu D, Shapiro N, Sun B, et al. Are echocardiography, telemetry, ambulatory electrocardi-
ography monitoring, and cardiac enzymes in emergency department patients presenting
with syncope useful tests? A preliminary investigation. J Emerg Med. 2014;47(1):113–118.
Perez-Rodon J, Martinez-Alday J, Baron-Esquivias G, et al. Prognostic value of the electro-
cardiogram in patients with syncope: Data from the group for syncope study in the emer-
gency room (GESINUR). Heart Rhythm. 2014;11:2035–2044.
77
Cuando la apendicitis no sigue
las reglas
Caroline Brandon, MD
La apendicitis aguda es la urgencia abdominal más frecuente. Puede ocurrir a cualquier edad,
pero se presenta más a menudo durante la segunda década de la vida. La apendicitis predomina
en los hombres, con un riesgo de por vida de 9% en los hombres y 6% en las mujeres. Ocurre
cuando hay obstrucción de la luz del apéndice por un fecalito, tumor, infección o hiperplasia de
los folículos linfoides.
Los síntomas clásicos de apendicitis incluyen dolor que al inicio es vago y periumbilical seguido
de un dolor parietal localizado en el cuadrante inferior derecho. Solo 50% de las personas se presenta
con estos síntomas clásicos; en el otro 50%, la apendicitis puede ser difícil de diagnosticar.
El dolor de la apendicitis no siempre ocurre en el cuadrante inferior derecho. Los pacien-
tes con anormalidades congénitas pueden presentarse con dolor abdominal del lado izquierdo.
Si bien la mayoría de los casos con mala rotación de la mitad del intestino o sitio inverso total
se diagnostica en el primer mes de vida, algunos pacientes no se detectan hasta que se presen-
tan con apendicitis aguda. La apendicitis retrocecal puede causar dolor en el cuadrante superior
derecho. Los apéndices retrocecales se encuentran en 26 a 65% de la población, lo que lleva a un
patrón diferente de inflamación. Los abscesos del apéndice se pueden desarrollar en el espacio
pararrenal, correderas retrocólica y paracólica e incluso en el área subhepática. En casos raros,
los pacientes con apendicitis aguda pueden presentarse con dolor torácico o dolor epigástrico.
Aquellos con hernias diafragmáticas congénitas no diagnosticadas pueden tener un apéndice
inflamado en la cavidad torácica, que se presentaría como dolor torácico.
Resulta importante mencionar que hay tres poblaciones específicas de pacientes que tienen
mayores probabilidades de presentar dolor atípico por apendicitis: embarazadas, niños < 5 años
de edad y pacientes geriátricos.
La apendicitis aguda es la urgencia abdominal no obstétrica más común durante el emba-
razo. Las pacientes pueden informar dolor epigástrico urente, cambios en los hábitos intestinales
y dolor rectal, dolor vaginal o ambos. La náusea, el vómito y el dolor abdominal inespecífico pue-
den atribuirse a síntomas del primer trimestre del embarazo y pueden retrasar el diagnóstico. Si
la paciente está en su tercer trimestre, el apéndice se ubica en un sitio más elevado en el abdomen
y puede quejarse de dolor en el flanco derecho o en el cuadrante superior derecho. El ultrasonido
tiene una sensibilidad de 67 a 100% para apendicitis en embarazadas si se visualiza el apéndice.
Cuando no se visualiza, se recomiendan las imágenes por resonancia magnética (RM). El riesgo
para el feto aumenta si hay un retraso en el diagnóstico y se perfora el apéndice (la pérdida fetal
es del 20 al 30% con la perforación frente a < 5% sin perforación).
178
Los niños pequeños con apendicitis se presentan de forma distinta a los adultos. Los lac-
tantes pueden tener solo letargo y distensión abdominal, en tanto que los niños pequeños suelen
presentarse con vómito y diarrea, que pueden atribuirse a un síndrome viral. Alrededor de dos
tercios (70%) de los niños < 3 años de edad sufren perforación en un lapso de 48 h debido a un
diagnóstico retrasado. Además, dos terceras partes (67%) de los casos de apendicitis aguda en niños
pequeños no se diagnostican en la visita inicial al médico. Las exploraciones abdominales repetidas
ayudan al diagnóstico y las advertencias a los padres de manera clara y enfática para regresar si el
dolor empeora, es focal o no tiene resolución de los síntomas, son extremadamente importantes.
Si se sospecha apendicitis aguda en un niño o embarazada, se recomienda realizar ultraso-
nido seguido de RM (si el ultrasonido no es diagnóstico). Cuando el apéndice se observa en la RM,
hay una sensibilidad y especificidad cercanas al 100% para el diagnóstico de apendicitis aguda.
Si no se cuenta con RM, de todas formas debe obtenerse una consulta quirúrgica cuando los
antecedentes, exploración y estudios de laboratorio sean sospechosos. La tomografía computari-
zada con su riesgo acompañante de radiación ionizante puede ser una opción para el diagnóstico
definitivo tanto en embarazadas como en niños, aunque deben analizarse los riesgos y beneficios
con el paciente, sus padres o los consultores especiales.
La apendicitis representa alrededor del 7% del dolor abdominal en pacientes geriátricos que
se presentan a la sala de urgencias. Estos casos a menudo tienen múltiples trastornos comórbidos
que oscurecen el diagnóstico. Menos de la mitad de los pacientes mayores de 60 años de edad se
presenta con dolor abdominal migratorio típico; en lugar de ello, manifiestan dolor abdominal vago
o generalizado. También se presentan a la sala de urgencias con la enfermedad más avanzada, lo
que causa mayores índices de perforación. Los estudios indican que la mayoría de los pacientes
geriátricos con apendicitis aguda ya tiene el apéndice perforado para el momento de la cirugía. Esto
resulta en un riesgo muy elevado de morbilidad y mortalidad cuando desarrollan apendicitis. La
tomografía computarizada se considera ampliamente como de primera línea para la evaluación de
pacientes geriátricos en busca de apendicitis. En esta población hay un número de diagnósticos con
el potencial de poner en riesgo la vida que pueden detectarse en la tomografía computarizada y los
riesgos a largo plazo de la radiación son menos preocupantes.
PUNTOS CLAVE
■■ Solo 50% de los casos de apendicitis se presenta con dolor periumbilical clásico que emigra
al cuadrante inferior derecho.
■■ Los pacientes con anormalidades congénitas o correderas retrocólicas y paracólicas pueden
presentarse con dolor en el cuadrante superior derecho, lado izquierdo o incluso dolor torácico.
■■ Las embarazadas, los niños menores de 5 años de edad y los pacientes geriátricos son pobla-
ciones específicas en quienes deben esperarse presentaciones atípicas de apendicitis.
Lecturas recomendadas
Henriques de Franca Neto A, Ramos do Amorim MM, Nóbrega BM. Acute appendicitis in
pregnancy: Literature review. Rev Assoc Med Bras. 2015;61(2):170–177.
Marzuillo P, Germani C, Krauss BS, et al. Appendicitis in children less than five years old: A
challenge for the general practitioner. World J Clin Pediatr. 2015;4(2):19–24.
Omari AH, Khammash MR, Qasaimeh GR, et al. Acute appendicitis in the elderly: Risk fac-
tors for perforation. World J Emerg Surg. 2014;9:6.
Ong EMW, Venkatesh SK. Ascending retrocecal appendicitis presenting with right upper
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Vissers RJ, Lennarz WB. Pitfalls in appendicitis. Emerg Med Clin North Am. 2010;28(1):103–118.
78
Analgesia para el paciente con dolor
abdominal agudo: ¡no retrasarla!
Adrian Flores, MD, MPH
¿Debe un paciente con dolor abdominal agudo recibir medicamentos para el dolor antes de la
evaluación por el cirujano? En la sala de urgencias, la respuesta más simple es sí.
Habitualmente, el abdomen agudo es un dolor abdominal intenso de < 24 h de duración,
causado por una patología intraabdominal con el potencial de poner en riesgo la vida que requiere
atención inmediata, diagnóstico preciso y a menudo una intervención quirúrgica. La tradición qui-
rúrgica desaconseja el uso de medicamentos para el dolor, específicamente narcóticos, por temor
a que puedan enmascarar los síntomas clínicos y causar un retraso en el diagnóstico. En algún
momento esto pudo haber sido verdad. Se considera que esto se originó hace un siglo cuando los
pacientes recibían dosis muy elevadas de morfina que hacían que no pudieran responder.
En el libro Early Diagnosis of the Acute Abdomen de Cope, un texto quirúrgico fundamental que
se publicó por primera vez hace 89 años, se destacó y reforzó este mensaje hasta la edición de 1987,
cuando la postura comenzó a suavizarse ligeramente. No fue sino hasta la edición 22.a en 2010 en que
el mensaje cambió, describiendo el retener los medicamentos para el dolor como “una práctica cruel
que debe condenarse” al tiempo que se reconoció que “se requerirán varias generaciones de médicos
para eliminar [esta creencia debido a que] la regla se ha arraigado tanto en las mentes de los médicos.”
Las declaraciones de las políticas de la Joint Commission on Accreditation of Healthcare
Organizations (JCAHO), la Agency for Health Care Policy and Research (AHCPR), y el
American College of Emergency Physicians (ACEP) citan evidencia de que el control del dolor
no enmascara los datos clínicos o retrasa el diagnóstico. De cualquier manera, el dolor sigue
tratándose de forma insuficiente en la sala de urgencias y en el hospital. Algunos médicos todavía
optan por retener los medicamentos hasta después de contar con la evaluación del cirujano.
Así, parece estar claro que hay que proporcionar alivio del dolor. ¿Cuál es la mejor manera de
hacerlo? ¿Qué medicamentos debemos administrar y a qué dosis? En el dolor abdominal agudo se pre-
fieren los medicamentos intravenosos (IV). Son más fáciles de ajustar y ayudan a mantener al paciente
en estado NPO (nada por vía oral, nil per os) en anticipación a la cirugía. Con la morfina como punto
de referencia, la dosis terapéutica de inicio es 0.1 mg/kg IV, teniendo en mente que algunos pacientes
que nunca han recibido opioides son muy sensibles, en tanto que otros pueden tener una tolerancia
elevada por el uso crónico. Aunque la dosis de inicio de la morfina suele ser 7 a 8 mg (con base en un
paciente de 70 a 80 kg), es apropiado dar la mitad o tres cuartas partes de la dosis con indicaciones de
PRN (según se requiera) para que la enfermera repita la dosis en 15 a 20 min si la dosis inicial resulta
ineficaz. La disponibilidad de una dosis repetida en manos de una enfermera responsable y confiable
es importante para asegurar que el dolor del paciente se esté tratando de manera oportuna, en espe-
cial en una sala de urgencias abarrotada. La revaloración frecuente, cuando sea posible, también ayuda
a lograr este objetivo. Asimismo, debe considerarse una mayor dosis de inicio basándose en las dosis
equivalentes en casa en pacientes que toman medicamentos para el dolor crónico.
Es importante contar con una tabla de equivalencia de opioides (disponible en la mayoría de
las farmacopeas para teléfonos inteligentes) que ayude a determinar la dosis IV equivalente para un
medicamento por vía oral que el paciente toma de forma crónica, o cambiar entre clases de opioides
IV. Por ejemplo, 10 mg de morfina IV son equivalentes a 30 mg de morfina oral, lo que es equiva-
lente a 1.5 mg de hidromorfona IV. Sin embargo, incluso si el paciente no responde, o es tolerante, a
10 mg de morfina IV, hay una tolerancia cruzada incompleta cuando se alterna entre opioides.
Una menor dosis de hidromorfona puede ser eficaz para controlar el dolor, por lo que debe consi-
derarse disminuir la dosis inicial más que administrar el equivalente exacto.
Si bien la morfina es el estándar de referencia para la dosificación de los opioides, puede
haber mejores alternativas en el ámbito clínico apropiado. La morfina suele ser mal tolerada y causa
náusea y prurito debido a la liberación de histamina. La hidromorfona tiende a causar estos efectos
adversos con menor frecuencia. Ambos medicamentos pueden causar hipotensión, por lo que en un
paciente inestable también se debe considerar el fentanilo (con menos efectos hemodinámicos) para
el control del dolor. Debe recordarse que fentanilo tiene una acción más breve (45 min) y buenos
resultados para el control del dolor a partir de un índice inicial estable de medicamentos para el
dolor. Debe cambiarse a un opioide IV de acción más prolongada cuando sea apropiado para evitar
que el paciente experimente dolor intenso entre dosis de medicamentos de acción breve. Aunque
las fórmulas de opioides orales tienen una acción más prolongada que los opioides IV, hay que
evitar el uso de medicamentos orales para el dolor abdominal agudo. Los opioides orales son más
difíciles de ajustar debido a sus tiempos de inicio más prolongados y menos predecibles. Una vez
que se establece que el paciente no tiene un diagnóstico quirúrgico, puede considerarse un esquema
oral de acción más prolongada.
PUNTOS CLAVE
■■ No retener los medicamentos analgésicos opioides en pacientes que se presentan con dolor
abdominal agudo.
■■ El control del dolor no enmascara los datos clínicos o causa un retraso en el diagnóstico.
■■ Siempre debe considerarse la tolerancia del paciente, la duración de acción y la redosifica-
ción oportuna para alcanzar el objetivo de un control del dolor adecuado.
Lecturas recomendadas
Brownfield E. Making health care safer: A critical analysis of patient safety practices. Chap-
ter 37, Pain Management. [Internet]. 2001. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/
pubmed/24423049
Curtis L, Morrell T. Pain management in the emergency department. Emerg Med Pract.
2006;8(7):1–28.
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Manterola C, Vial M, Moraga J, et al. Analgesia in patients with acute abdominal pain. Cochrane
Database Syst Rev. 2011;(1):CD005660.
Silen W. Cope’s Early Diagnosis of the Acute Abdomen. New York: Oxford University Press, 2010.
79
Llegando a tiempo: vólvulo sigmoides
Jorge Ontiveros, MD
El vólvulo sigmoides ocurre cuando una porción del colon sigmoides se enrosca alrededor del
mesenterio, provocando una obstrucción en la luz intestinal. Para que ocurra, por lo general se
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con vólvulo sigmoides pueden presentarse con síntomas sutiles e incluso
paradójicos (dolor abdominal vago, distensión abdominal leve, estreñimiento o diarrea).
■■ Los factores de riesgo incluyen mayor edad (media de edad de 60 a 70), institucionalización,
enfermedades neuropsiquiátricas y estreñimiento crónico.
■■ Las radiografías simples son útiles y suelen ser diagnósticas.
■■ Una vez que se establece el diagnóstico, ¡consulte a gastroenterología y a cirugía! La des-
compresión y destorsión endoscópica suele ser exitosa y debe realizarse antes de que se
desarrolle gangrena.
Lecturas recomendadas
Colinet S, Rebeuh J, Gottrand F, et al. Presentation and endoscopic management of sigmoid
volvulus in children. Eur J Pediatr. 2015;174(7):965–969.
Feldman D. The coffee bean sign. Radiology. 2000;216:178–179.
Halabi WJ, Jafari MD, Kang CY, et al. Colonic volvulus in the United States: Trends, out-
comes, and predictors of mortality. Ann Surg. 2014;259:293.
Oren D, Atamanalp SS, Aydinli B, et al. An algorithm for the management of sigmoid colon
volvulus and the safety of primary resection: Experience with 827 cases. Dis Colon Rectum.
2007;50(4):489–497.
Raveenthiran V, Madiba TE, Atamanalp SS, et al. Volvulus of the sigmoid colon. Colorectal
Dis. 2010;12:e1.
80
Vólvulo cecal: ¡no lo pase por alto!
Jan Marie Shoenberger, MD
El dolor abdominal es una presentación frecuente en la sala de urgencias con un diagnóstico dife-
rencial variable que depende de varios factores importantes como edad, género y antecedentes
clínicos. Debido a que las etiologías frecuentes son las que solemos ver y con las que estamos más
familiarizados, a menudo olvidamos considerar las causas más raras de dolor abdominal agudo.
El vólvulo cecal definitivamente está en la lista de lo que se observa con menor frecuencia. Un
estudio reciente que considera a pacientes con obstrucción intestinal hospitalizados en Estados
Unidos entre 2002 y 2010 encontró que el vólvulo colónico (que incluye tanto el vólvulo cecal
como el sigmoides) era la causa de obstrucción intestinal en < 2% de los casos. Aunque raro, los
autores del mismo estudio encontraron que el índice de mortalidad para los casos de vólvulo
cecal era de casi el 7 por ciento.
El vólvulo cecal puede presentarse a cualquier edad y es resultado de anormalidades anató-
micas que ocurren durante el desarrollo intestinal en la embriogénesis. También hay una relación
con cirugía abdominal previa que se presume incluye adhesiones posoperatorias que más ade-
lante se convierten en puntos de fijación que permiten que ocurra el vólvulo. Otras situaciones,
como el estreñimiento crónico, obstrucción distal del colon, íleo, embarazo avanzado y consumo
elevado de fibra, también se han relacionado con el vólvulo cecal. Además, las enfermedades con-
currentes o la hospitalización causan una mayor propensión a vólvulo cecal posiblemente debido
a una mayor ocurrencia de distensión colónica y dismotilidad intestinal.
Se han descrito tres patrones de presentación clínica del vólvulo cecal. El primero es recurrente
e intermitente y ocurre en alrededor de la mitad de los pacientes antes de que eventualmente se diag-
nostiquen con vólvulo cecal. Los enfermos presentan episodios recurrentes de dolor en el cuadrante
inferior derecho, distensión abdominal y alivio de los síntomas después de un flato. El segundo tipo de
presentación es una obstrucción aguda por el vólvulo. Esta presentación es clínicamente indistingui-
ble de la obstrucción aguda del intestino delgado y probablemente se identifique de manera específica
en una imagen antes de la cirugía o de manera intraoperatoria. El tercer tipo de presentación es uno
fulminante que se desarrolla si el vólvulo agudo no se reconoce en un inicio y el paciente experimenta
estrangulación y perforación intestinal.
Los antecedentes del caso y la exploración física probablemente lleven al médico a sospe-
char una obstrucción intestinal, ya sea aguda o intermitente. Puede haber síntomas como vómito,
dolor abdominal tipo cólico y distensión abdominal. No hay valores de laboratorio que confir-
men el diagnóstico; se hace ya sea con imágenes o de forma intraoperatoria si se considera que el
paciente es candidato quirúrgico de urgencia.
Las opciones imagenológicas incluyen una serie de radiografías abdominales (placas sim-
ples) o imágenes avanzadas, como la tomografía computarizada. Las placas simples muestran
signos consistentes de obstrucción intestinal, como niveles hidroaéreos y asas intestinales dila-
tadas. Puede presentarse el signo clásico de grano de café, que es una vista del intestino ciego
dilatado y enredado con aire y líquido que apuntan hacia el cuadrante superior izquierdo. Otro
posible signo radiográfico es el signo de pico de pájaro, que refleja la disminución progresiva en
las asas eferente y aferente del intestino, terminando en el sitio de torsión. Sin embargo, lo más
probable es que las radiografías abdominales sean anormales de alguna manera pero no sean lo
bastante específicas para establecer un diagnóstico definitivo de vólvulo cecal. En estos casos está
indicada una tomografía computarizada.
El manejo quirúrgico es el tratamiento de elección para el vólvulo cecal con el objetivo de
corregir la obstrucción intestinal. La resección del segmento afectado del colon es necesaria en
casos selectos en que ya hay necrosis; algunos cirujanos prefieren este abordaje para prevenir el
vólvulo recurrente.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con vólvulo cecal pueden presentarse con signos clásicos de obstrucción o
dolor intermitente tipo cólico en el cuadrante inferior derecho con distensión abdominal.
■■ Las radiografías abdominales pueden mostrar el signo de grano de café o el de pico de
pájaro, pero si no son diagnósticos, debe realizarse una tomografía computarizada cuando
se sospecha el diagnóstico.
■■ El manejo es quirúrgico.
Lecturas recomendadas
Consorti ET, et al. Diagnosis and treatment of caecal volvulus. Postgrad Med J. 2005;81(962):
772–776.
Gingold D, Murrell Z. Management of colonic volvulus. Clin Colon Rectal Surg.
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Halabi WJ, et al. Colonic volvulus in the United States: Trends, outcomes, and predictors of
mortality. Ann Surg. 2014;259(2):293–301.
Rabinovici R, et al. Cecal volvulus. Dis Colon Rectum. 1990;33(9):765–769.
81
Estado mental alterado en un niño:
¡no olvide la intususcepción!
Aaron E. Kornblith, MD y Jeffrey Bullard-Berent, MD
Tratamiento
Los pacientes con inestabilidad hemodinámica o signos vitales anormales deben reanimarse con
líquidos intravenosos. La evidencia de perforación o peritonitis obliga a una consulta quirúrgica.
En el paciente estable, la primera línea consiste en enema de aire, agua o bario con guía fluoroscó-
pica o ultrasonográfica, con un éxito de 75 a 95% . Las intususcepciones irreductibles requieren
manejo quirúrgico, al igual que la mayoría de las intususcepciones en el adulto.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Losek JD, Fiete RL. Intussusception and the diagnostic value of testing stool for occult blood.
Am J Emerg Med. 1991;9(1):1–3.
Lumba A, Conrad H. The young child with lower gastrointestinal bleeding or intussusception.
Pediatr Emerg Med Pract. 2012;9(1):1–16.
Riera A, Hsiao AL, Langhan ML, et al. Diagnosis of intussusception by physician novice
sonographers in the emergency department. Ann Emerg Med. 2012;60(3):264–268.
Roskind CG, Kamdar G, Ruzal-Shapiro CB, et al. Accuracy of plain radiographs to exclude
the diagnosis of intussusception. Pediatr Emerg Care. 2012;28(9):855–858.
82
No omita una fístula aortoentérica:
¡es una causa de hemorragia
gastrointestinal rara que pone
en riesgo la vida!
Kristin Berona, MD
La fístula aortoentérica es una causa rara de hemorragia gastrointestinal; sin embargo, sin trata-
miento, la mortalidad alcanza 100%. Desafortunadamente, la tríada clásica de hemorragia gas-
trointestinal, dolor abdominal y masa abdominal pulsátil solo ocurre en 11% de las ocasiones.
La fístula aortoentérica primaria consiste en una conexión fistulosa entre la aorta y cualquier
parte del intestino. La causa más frecuente (83%) de fístula aortoentérica primaria es el aneurisma
aórtico, pero se han informado infección, tumor, ingestión de cuerpo extraño y radioterapia. La fís-
tula aortoentérica primaria es extremadamente rara, con una incidencia en necropsias de < 0.1%.
La fístula aortoentérica secundaria se refiere a la formación de una conexión fistulosa pos-
terior a cirugía aórtica, y ocurre en 0.5 a 2.3% de las veces. Es mucho más frecuente después
de cirugía de urgencia para rotura de un aneurisma aórtico, pero puede presentarse después de
cualquier cirugía aórtica, lo que incluye resección programada de un aneurisma aórtico abdominal,
restitución o derivación aórtica para enfermedad oclusiva aortoiliaca y colocación de un injerto con
endoprótesis abierta o endovascular para un aneurisma aórtico. A menudo se relaciona con aortitis:
por la cirugía inicial, translocación de la flora intestinal o bacteriemia posoperatoria de otra fuente.
La mediana de tiempo de la cirugía inicial a la ocurrencia de la fístula es de 2 a 4 años, aunque hay
informes que señalan que ocurre una fístula aortoentérica de 1 sem a 26 años.
Tanto las fístulas aortoentéricas primarias como las secundarias tienen un claro predomi-
nio en hombres. Cincuenta a setenta por ciento de los casos se relaciona con la tercera y cuarta
porciones del duodeno debido a su ubicación retroperitoneal y su proximidad con la aorta.
El sangrado gastrointestinal es la presentación más frecuente de la fístula aortoentérica
y se observa en > 90% de los pacientes. La hematemesis es más frecuente, aunque también se
han documentado melena y hematoquecia. Asimismo, los pacientes pueden presentarse con un
pequeño sangrado autolimitado debido a la formación de trombos y a vasoespasmo. Este san-
grado inicial se ha denominado “sangrado de advertencia” y ocurre en cerca del 50% de los casos
de fístula aortoentérica. Un sangrado de advertencia puede ser anterior a un sangrado ulterior en
cualquier otro sitio de horas a semanas después. Los pacientes también pueden presentarse con
síntomas inespecíficos como dolor abdominal, lumbalgia, fiebre, sepsis o hipotensión.
La fístula aortoentérica debe considerarse y descartarse en cualquier paciente con anteceden-
tes de aneurisma aórtico abdominal o reparación aórtica que se presenta con sangrado gastrointes-
tinal. Es fundamental considerar una fístula aortoentérica al establecer el diagnóstico, debido a que
los procedimientos diagnósticos iniciales habituales de endoscopia y colonoscopia en el sangrado
intestinal llevan al diagnóstico en solo 30 y 10% de los pacientes, respectivamente. En una serie con
pacientes, solo 23% de casos con fístula aortoentérica primaria tuvo úlceras gástricas concurrentes,
lo que puede llevar a pasar por alto el diagnóstico. La preocupación por una posible fístula aor-
toentérica debe informarse al gastroenterólogo, de modo que puedan hacerse todos los esfuerzos
necesarios para evaluar hasta la tercera o cuarta porción del duodeno.
Si se está considerando una fístula aortoentérica y el paciente se encuentra hemodinámica-
mente estable, la tomografía computarizada de abdomen/pelvis con un aortograma es la prueba
diagnóstica de primera línea, con una sensibilidad informada del 94% y una especificidad del
85%. La extravasación del contraste de la aorta hacia el intestino adyacente es el dato patog-
nomónico en la tomografía computarizada, aunque rara vez se observa. Otros signos sugeren-
tes incluyen acumulaciones de gas alrededor de los injertos aórticos, engrosamiento de la pared
intestinal cerca de un injerto aórtico, pérdida del plano de grasa entre la aorta y el intestino y
hematoma duodenal intramural. Del mismo modo, la comunicación con el radiólogo en cuanto
a la preocupación por una posible fístula aortoentérica puede ayudar a establecer el diagnóstico.
Si una fístula aortoentérica es una fuerte consideración y el paciente no puede estabilizarse
para una tomografía computarizada, es fundamental una consulta sin demora con un cirujano
vascular para realizar una laparotomía exploratoria y posible reparación.
El manejo en la sala de urgencias de la fístula aortoentérica sigue los mismos principios que para
cualquier paciente en estado grave: al menos dos líneas IV de calibre grande, monitoreo cardiaco y
biometría hemática completa y química sanguínea, incluyendo pruebas de función renal, tiempo de
protrombina/RNI y tipo con cruce sanguíneo. Los productos sanguíneos y los líquidos IV son impor-
tantes para estabilizar a un paciente hipotenso con sangrado; sin embargo, en la fístula aortoentérica,
puede considerarse una hipotensión controlada similar a un traumatismo o rotura de un aneurisma
aórtico abdominal. Un coágulo puede detener de forma temporal el sangrado, de modo que puede ser
benéfico permitir que el paciente permanezca relativamente hipotenso antes de la operación.
Además de la estabilización de urgencia, deben administrarse antibióticos de amplio espectro
contra bacterias grampositivas y gramnegativas. Estos se continuarán por al menos 1 sem incluso des-
pués de haber cultivos quirúrgicos negativos y de 4 a 6 sem (ajustado a las sensibilidades del cultivo)
en caso de cultivos positivos.
El manejo definitivo es quirúrgico, por lo que es importante incluir de manera oportuna a
los cirujanos vasculares en el manejo de los pacientes con fístula aortoentérica. Los hospitales sin
un cirujano vascular deben estabilizar y transferir a estos pacientes. Históricamente, y dependiendo
del grado de infección, la reparación quirúrgica de una fístula aortoentérica ha incluido reparación
abierta de la aorta, colocación de un injerto y cierre de la fístula o eliminación del injerto con deri-
vación axilobifemoral. La mortalidad a 30 días se ha informado en cerca del 30 al 40% después de
la cirugía, aunque una serie más nueva de 1991 a 2003 informó una mortalidad a 30 días del 21%.
No resulta sorprendente que la muerte temprana se relacionara significativamente con casos que
se presentaron en choque hipovolémico o séptico. En años recientes, la reparación de una fístula
aortoentérica endovascular (una técnica radiológica intervencionista mínimamente invasiva) se ha
empleado como una medida para ganar tiempo con una menor mortalidad posoperatoria. De cual-
quier modo, la reparación endovascular está limitada a la fecha por las complicaciones de infección y
sangrado recurrentes –tal vez un reflejo del hecho de que la fístula no se repara de forma primaria.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Armstong PA, Back MR, Wilson JS, et al. Improved outcomes in the recent management of
secondary aortoenteric fistula. J Vasc Surg. 2005;42(4):660–666.
Bergqvist D, Björck M, Nyman R. Secondary aortoenteric fistula after endovascular aortic
interventions: A systematic literature review. J Vasc Interv Radiol. 2008;19(2 Pt 1):163–165.
Ranasinghe W, Loa J, Allaf N, et al. Primary aortoenteric fistulae: The challenges in diagnosis
and review of treatment. Ann Vasc Surg. 2011;25(3):386.e1–386.5.
Saers SJ, Scheltinga MR. Primary aortoenteric fistula. Br J Surg. 2005;92(2):143–152.
Tagowski M, Vieweg H, Wissgott C, et al. Aortoenteric fistula as a complication of open recon-
struction and endovascular repair of abdominal aorta. Radiol Res Pract. 2014;2014:383159.
83
Isquemia mesentérica aguda: una
verdadera catástrofe abdominal
Talib Omer, MD, PhD, RDMS
Ocurre isquemia mesentérica aguda cuando el flujo de sangre al intestino delgado no es suficiente
para que se lleve a cabo una función intestinal normal. La isquemia mesentérica aguda es un diag-
nóstico de riesgo elevado que se acompaña de un índice de mortalidad extremadamente alto (más
allá del 70%) si no se reconoce de forma oportuna antes de que ocurra un infarto intestinal.
La isquemia mesentérica aguda puede dividirse en tres síndromes diferentes con base en la
fisiopatología. Es importante distinguir entre ellos, dado que cada uno tiene diferentes factores
de riesgo y distintas estrategias de manejo:
1) La oclusión arterial mesentérica aguda es la causa más frecuente (65 a 70%) y la más
devastadora, con la mortalidad más elevada. Se encuentra con mayor frecuencia en ancia-
nos. La mayoría de estos casos resulta de la embolización de coágulos cardiacos. Los prin-
cipales factores de riesgo son la fibrilación auricular y acinesia del miocardio, por ejemplo,
como se observa en un infarto agudo de miocardio. Los casos restantes de oclusión arterial
mesentérica ocurren debido a un evento trombótico in situ en pacientes con aterosclerosis
grave, sobre todo en el sitio de la arteria mesentérica superior. Dado que el mecanismo se
asemeja al de un infarto de miocardio, los factores de riesgo principales también son edad,
hipertensión arterial y enfermedad vascular grave. Alrededor de la mitad de estos pacientes
tiene antecedentes de angina abdominal posprandial.
2) La trombosis venosa mesentérica (5 a 15%) es la única categoría de isquemia mesen-
térica aguda que tiende a afectar a pacientes más jóvenes. Tiene un mecanismo similar al
de otros casos de tromboembolia venosa (p. ej., trombosis venosa profunda y embolia pul-
monar) y de igual modo se observa en pacientes con estados hipercoagulables. De hecho,
la mayoría de los casos con isquemia mesentérica aguda tiene antecedentes de trombosis
venosa profunda. Si bien el índice de mortalidad es menor que en las otras categorías de
isquemia mesentérica aguda, sigue siendo elevado: cercano a 20 a 50 por ciento.
3) La isquemia mesentérica no oclusiva (20%) es un trastorno multifactorial que a menudo
se observa en pacientes hospitalizados sin evidencia de oclusión vascular. Puede deberse a
choque, una disminución del gasto cardiaco o medicamentos (p. ej., bloqueadores nodales,
vasoconstrictores) y puede ocurrir con o sin estrechamiento de la vasculatura mesentérica. Se
relaciona con una mortalidad elevada, a menudo debido al trastorno subyacente.
La presentación de la isquemia mesentérica aguda varía de acuerdo con la categoría,
pero la mayoría de los pacientes manifiesta un inicio repentino de dolor abdominal intenso,
tipo cólico y mal localizado, que suele ser desproporcionado con los datos de la exploración.
Sin embargo, no puede dependerse en esta presentación de isquemia mesentérica aguda que
clásicamente se enseña. Uno de los problemas principales de la isquemia mesentérica aguda
es que algunos pacientes pueden tener una exploración al parecer benigna y al inicio solo se
quejan de molestias abdominales difusas leves. La distensión abdominal y los signos peri-
toneales suelen ser datos tardíos que sugieren que el intestino ya se encuentra necrótico.
Puede desarrollarse choque séptico y disfunción multiorgánica mucho antes, pero la necrosis
intestinal a menudo ocurre 10 a 12 h después del inicio de los síntomas. En esta etapa, la
mortalidad es de un 70%.
Aunque en muchos estudios de laboratorio a menudo las concentraciones están elevadas (como
el recuento de leucocitos, creatina cinasa, fosfato y amilasa), no son lo bastante sensibles ni específicas
para ser de utilidad. Una concentración alta de lactato tiene una buena sensibilidad; sin embargo,
puede no identificar las etapas tempranas del proceso de la enfermedad, ni es específica para la isque-
mia mesentérica aguda. En fechas recientes, se ha promovido el ensayo de dímero d en la evaluación
de la isquemia mesentérica aguda. Debido a su elevada sensibilidad, algunos autores sugieren su uso
como una herramienta de detección para descartar la isquemia mesentérica aguda.
La elección de primera línea para los estudios de imágenes es la angiografía con tomo-
grafía computarizada, aunque solo tiene una sensibilidad del 12 al 15% para visualizar
directamente la lesión. Otros datos de la tomografía computarizada incluyen la falta focal
de aumento de la pared intestinal, engrosamiento de la pared intestinal, estrías grasas o
neumatosis intestinal. Debe evitarse el contraste oral ya que puede oscurecer la visibilidad
de los vasos sanguíneos. Si bien la tomografía computarizada se considera de primera línea
debido a su disponibilidad, el método de referencia sigue siendo la angiografía convencio-
nal para el diagnóstico y posible tratamiento en caso de una oclusión arterial.
El manejo incluye reanimación con líquidos intravenosos (IV), antibióticos IV, colocación
de una sonda nasofaríngea, evitación de bloqueadores nodales y medicamentos vasoconstrictores,
así como una consulta quirúrgica temprana. Si se requieren vasopresores para la reanimación, se
recomienda evitar los alfa agonistas. Si hay necrosis intestinal en la tomografía computarizada o
signos peritoneales, está indicada una laparotomía inmediata, sin importar la causa de la isquemia.
Si no hay necrosis intestinal evidente, el manejo específico difiere entre síndromes. Si
la causa es una oclusión arterial, debe intentarse la revascularización con infusión de vaso-
dilatador intraarterial (p. ej., papaverina) mediante radiología intervencionista o en algunos
casos angioplastia, trombectomía quirúrgica y trombólisis. Si la causa es trombosis venosa, el
paciente debe anticoagularse de inmediato (p. ej., con heparina IV), a menos que esté contra-
indicado. Para la isquemia mesentérica aguda sin evidencia de oclusión vascular, debe tratarse
el trastorno subyacente; puede considerarse la infusión de un vasodilatador intraarterial.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cudnik MT, Darbha S, Jones J, et al. The diagnosis of acute mesenteric ischemia: A systematic
review and meta-analysis. Acad Emerg Med. 2013;20(11):1087.
McCarthy E, Little M, Briggs J, et al. Radiology and mesenteric ischaemia. Clin Radiol.
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Reinus JF, Brandt LJ, Boley SJ. Ischemic diseases of the bowel. Gastroenterol Clin North Am.
1990;19(2):319.
84
No todo dolor epigástrico es benigno
Alessandra Conforto, MD
PUNTOS CLAVE
■■ La enfermedad por úlcera péptica puede ser una entidad benigna, pero sus complicaciones gra-
ves incluyen hemorragia gastrointestinal superior, perforación y obstrucción de la salida gástrica.
■■ Para hemorragia gastrointestinal superior: no se deje engañar por un falso sentido de segu-
ridad derivado de una hemoglobina inicial normal y no transfunda en exceso al paciente
estable. Los inhibidores de la bomba de protones a dosis elevadas y la endoscopia son los
tratamientos de primera línea, con radiología intervencionista y cirugía en las hemorragias
que ponen en riesgo la vida y son resistentes a la endoscopia.
■■ Para una perforación, las placas simples del tórax normales no la descartan.
■■ Para obstrucción de la salida gástrica: considerar el diagnóstico; ¡no todo vómito recurrente
es gastroparesia!
Lecturas recomendadas
Aquarius M, Smeets FGM, Konijin HW, et al. Prospective multicenter validation of the Glasgow
Blatchford bleeding score in the management of patient with upper gastrointestinal hemor-
rhage presenting at an emergency department. Eur J Gastroenterol Hepatol. 2015;27:1011–1016.
Barkum AN, Bardou M, Kuipers EJ, et al. International consensus recommendations on the
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gastrointestinal bleeding. Gastrointest Endosc Clin N Am. 2015;25:429–442.
85
¡No subestime una hemorragia aguda
por várices!
Lee Plantmason, MD, MPH
hemorragia rápida debe atenderse con cristaloides y productos sanguíneos, con un objetivo de he
moglobina > 7 g/dL (potencialmente los objetivos de transfusión son más elevados para aquellos
en riesgo de disfunción orgánica). Deben administrarse concentrados de complejo de protrombina
o plasma y plaquetas para corregir la coagulopatía, con un objetivo de razón normalizada interna-
cional (RNI) < 1.8 y plaquetas > 50 000. Sin embargo, hay que recordar que en la pérdida rápida de
sangre hay un retraso significativo en la caída de la concentración de hemoglobina medida, ¡así que
trate el estado hemodinámico y de perfusión del paciente, no los valores de laboratorio!
Los estudios de laboratorio pueden incluir una biometría hemática completa (pérdida de san-
gre, plaquetas), factores de la coagulación (función sintética hepática), pruebas de función hepática
(indicación de disfunción hepática), panel metabólico básico (nitrógeno ureico elevado por sangre
en el canal alimentario, y función renal), creatinina (función renal) y compatibilidad cruzada y tipo
(transfusión). Las pruebas a la cabecera como el lavado nasogástrico y las pruebas de guayaco en
heces se han utilizado de forma clásica para valorar la hemorragia gastrointestinal superior. Sin
embargo, el lavado nasogástrico es cuestionable en todos los casos, excepto en aquellos más graves
con hemorragia gastrointestinal superior que causa grandes molestias a los pacientes.
Tratamiento
Las intervenciones farmacológicas para sangrado de las várices incluyen el uso de inhibidores de
la bomba de protones, análogos de la somatostatina (octreótido) y antibióticos (ceftriaxona). Los
inhibidores de la bomba de protones suelen emplearse de forma empírica en el cirrótico con hemo-
rragia gastrointestinal superior debido a que el sangrado rápido por enfermedad por úlcera péptica
también es bastante frecuente. Las guías actuales recomiendan un bolo de 80 mg de pantoprazol
con una infusión de 8 mg/h, aunque un metaanálisis de 2014 mostró que la dosis en bolo inter-
mitente no fue inferior al bolo más infusión para úlceras sangrantes. Se recomiendan los análogos
de la somatostatina (en particular octreótido, en Estados Unidos) para tratar las hemorragias por
várices para reducir la hipertensión portal. El octreótido se administra a una dosis en bolo de 25 a
50 mcg IV, con una infusión de 25 a 50 mcg/h. A la fecha, los estudios han mostrado un mayor
índice de hemostasia temprana y hemostasia a 5 días, pero ningún cambio en eventos adversos o
una disminución en la mortalidad. Deben administrarse antibióticos profilácticos (a menudo cef-
triaxona 1 g IV) en todos los sangrados agudos por várices debido a que confieren un beneficio
de mortalidad además de disminuir la repetición del sangrado y la duración de la hospitalización.
Consulta y disposición
La consulta temprana con el servicio de gastroenterología se recomienda para endoscopia inme-
diata, dado que solo el 50% de los casos de sangrado por várices se detiene por sí solo. La mayoría
de los pacientes con hemorragia aguda por várices requiere el ingreso a la unidad de cuidados
intensivos: las indicaciones incluyen necesidad de endoscopia de urgencia, inestabilidad hemo-
dinámica o estado mental alterado, evidencia de sangrado activo (hematemesis o lavado sangui-
nolento abundante) o comorbilidades significativas (arteriopatía coronaria, cáncer, abstinencia de
alcohol, etc.). Los pacientes en quienes fracasa el tratamiento endoscópico pueden beneficiarse
de la derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS) de urgencia para reducir la
presión portal y lograr la hemostasia.
Por último, en el paciente inestable sin acceso a endoscopia inmediata, el taponamiento con
globo puede emplearse como una medida para ganar tiempo después de que el paciente se ha
intubado por vía orotraqueal. Cada dispositivo de globo disponible en el comercio tiene sus pro-
pios requerimientos particulares para su colocación. Las sondas de Sengstaken-Blakemore y la
Minnesota tienen tanto un globo gástrico como uno esofágico. La sonda de Linton-Nachlas solo
tiene un globo gástrico, que suele ser suficiente para proporcionar taponamiento local del sangrado
por várices gastroesofágicas. Las complicaciones pueden ser graves e incluir rotura esofágica, obs-
trucción de las vías respiratorias o neumonía por aspiración; sin embargo, el taponamiento con
globo tiene el potencial de salvar la vida cuando no se cuenta con otras opciones.
PUNTOS CLAVE
■■ Debe asumirse que todos los pacientes con cirrosis que se presentan con hemorragia gas-
trointestinal superior tienen hemorragia aguda por várices.
■■ Estos pacientes están enfermos y a menudo requieren manejo avanzado temprano de las vías
respiratorias y reanimación con múltiples productos sanguíneos.
■■ El tratamiento endoscópico (consulta gastrointestinal temprana) + tratamiento médico
(inhibidores de la bomba de protones, octreótido y ceftriaxona) es el de primera línea.
■■ Debe considerarse el TIPS o el taponamiento con globo para el sangrado descontrolado.
Lecturas recomendadas
Bhutta A, Garcia-Tao G. The role of medical therapy for variceal bleeding. Gastrointest Endosc
Clin N Am. 2015;25:479–490.
Bosch J, Thabut D, European Study Group on rFVIIa in UGI Haemorrhage, et al. Recombi-
nant factor VIIa for upper gastrointestinal bleeding in patients with cirrhosis: A random-
ized, double-blind trial. Gastroenterology. 2004;127:1123–1130.
Habib A, Sanyal AJ. Acute variceal hemorrhage. Gastrointest Endosc Clin N Am. 2007;17(2):
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cebo in the management of acute nonvariceal upper gastrointestinal hemorrhage: A meta-
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Sreedharan A, Martin J, Leontiadis GI, et al. Proton pump inhibitor treatment initiated prior
to endoscopic diagnosis in upper gastrointestinal bleeding. Cochrane Database Syst Rev.
2010;(7):CD005415.
86
No se deje engañar por una
presentación sutil: ¡la peritonitis
bacteriana espontánea puede ser letal!
Alessandra Conforto, MD
Cada año, ~7 a 30% de los pacientes con ascitis desarrolla peritonitis bacteriana espontánea, defini-
da como la presencia de infección en el líquido ascítico sin una fuente intraabdominal identificable.
Por lo tanto, es distinta de la peritonitis secundaria a otro proceso intraabdominal (p. ej., apendici-
tis) y de la que se desarrolla en pacientes que reciben diálisis peritoneal. La peritonitis bacteriana
espontánea es una de las causas más frecuentes de infección en pacientes con ascitis, solo después
de las infecciones urinarias. Si no se reconoce y trata, ¡tiene una mortalidad de hasta 90%! Con un
diagnóstico y tratamiento tempranos, esto mejora de forma considerable; sin embargo cada hora de
retraso en la administración de antibióticos aumenta la mortalidad de forma significativa.
La peritonitis bacteriana espontánea ocurre cuando las bacterias se desplazan de la luz
intestinal al líquido ascítico. Los microorganismos más frecuentes son Escherichia coli (70%),
especies de Klebsiella (10%), especies de Proteus (10%), Enterococcus faecalis (4%) y especies
de Pseudomonas (2%). Los pacientes cirróticos tienen una liberación no regulada de mediado-
res inflamatorios en respuesta a esta carga bacteriana. La cascada resultante de las vías de la
sepsis puede conducir rápidamente a insuficiencia orgánica multisistémica y la muerte.
Hasta 70% de los pacientes que tienen un episodio de peritonitis bacteriana espontánea
evoluciona para desarrollar episodios subsecuentes en el lapso de un año. Debido a lo anterior,
los pacientes con un episodio de peritonitis bacteriana espontánea deben recibir profilaxis secun-
daria de por vida (con frecuencia con una fluoroquinolona oral o trimetoprim-sulfametoxazol).
Otros dos grupos de pacientes cirróticos se benefician de la profilaxis primaria contra peritonitis
bacteriana espontánea: aquellos con hemorragia aguda por várices (que deben recibir cobertura
antibiótica por 7 a 14 días después del evento agudo) y otros con una menor concentración de
proteínas en el líquido ascítico (≤ 10 g/dL). Los antibióticos que se utilizan con frecuencia
incluyen norfloxacina, ciprofloxacina y trimetoprim-sulfametoxazol.
Los signos y síntomas de presentación de la peritonitis bacteriana espontánea incluyen
fiebre, confusión leve (o empeoramiento de la encefalopatía hepática), dolor abdominal difuso,
náusea, vómito, disminución del gasto urinario, sangrado gastrointestinal, sepsis y choque. Los
síntomas vagos, la leucocitosis no explicada, el empeoramiento de la función renal y la acidosis
deben todos hacer sospechar una posible peritonitis bacteriana espontánea en un paciente con
ascitis. Los pacientes con ascitis rara vez tienen abdomen rígido, por lo que la hipersensibilidad
leve o el dolor deben considerarse seriamente e investigarse.
El diagnóstico de presunción de la peritonitis bacteriana espontánea en la sala de urgencias
se basa en el recuento de células en el líquido peritoneal. El criterio aceptado con mayor frecuencia
es la presencia de > 250 PMN/mm3 de líquido ascítico, aunque algunos autores usan diferentes
valores de corte. Si hay contaminación sanguínea significativa (> 10 000 eritrocitos/mm3), puede
usarse un factor de corrección que reste 1 polimorfonuclear por cada 250 eritrocitos. El uso de una
tira reactiva para detectar PMN elevados en el líquido ascítico (por medio de una prueba de esterasa
leucocítica) permite un diagnóstico presuntivo temprano y la administración de antibióticos con
mejores resultados. Las tinciones de Gram rara vez son positivas debido a que la concentración de
bacterias suele ser baja. Si las botellas del cultivo de sangre se inoculan a la cabecera con al menos
10 mL de líquido ascítico, el resultado diagnóstico puede ser incluso del 80%, aunque estos resulta-
dos no están disponibles hasta varios días después de la visita inicial. Además del recuento celular, el
pH del líquido ascítico (< 7.35), un gradiente de pH de sangre-líquido ascítico ≥ 0.10, así como una
razón de suero-albúmina ascítica ≥ 1.1 g/dL pueden ayudar a confirmar el diagnóstico de peritonitis
bacteriana espontánea en casos equívocos.
En contraste con la peritonitis bacteriana espontánea, debe sospecharse peritonitis bac-
teriana si los polimorfonucleares ascíticos están muy por arriba de > 250/mm3 o si dos de
los siguientes criterios están presentes en el líquido ascítico: glucosa < 50 mg/dL, proteína
> 10 g/L o deshidrogenasa láctica ascítica > deshidrogenasa láctica sérica. La sospecha de
peritonitis secundaria obliga a ampliar la cobertura antibiótica para incluir microorganismos
anaerobios y la búsqueda de una fuente corregible con cirugía de peritonitis, con una consulta
quirúrgica inmediata e imágenes avanzadas.
Tratamiento
Los antibióticos de elección son las cefalosporinas de tercera generación (cefotaxima, ceftriaxona
o ceftazidima) durante 5 días. Pueden prescribirse fluoroquinolonas orales en pacientes despiertos
que no vomitan. Debe realizarse una paracentesis repetida solo si hay una respuesta inadecuada al
tratamiento o se sospecha peritonitis secundaria. Se recomienda albúmina para reducir la inciden-
cia de insuficiencia renal inducida por peritonitis bacteriana espontánea el día 1 (1.5 g/kg) y el día 3
(1 g/kg) de tratamiento en pacientes con Cr > 1 mg/dL o bilirrubina total > 4 mg/dL.
¿Qué hago si me informan de un cultivo
peritoneal positivo de un paciente que ya se
fue a casa?
El término bacteriascitis se utiliza para describir un líquido ascítico que está colonizado con bac-
terias (cultivo positivo) pero con un recuento de polimorfonucleares < 250/mm3. El diagnóstico
se retrasa, por lo general 3 días después de la paracentesis original cuando se cuenta con los
resultados del cultivo. Las recomendaciones actuales consisten en repetir la paracentesis el día
3. La bacteriascitis se trata como peritonitis bacteriana espontánea si en la segunda paracentesis
el recuento de polimorfonucleares es > 250/mm3 o si el segundo cultivo también es positivo.
Si el recuento de polimorfonucleares es < 250/mm3 y los cultivos siguen siendo negativos, no
se requiere ninguna acción adicional.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Koulaouzidis A, Bhat S, Saeed AA. Spontaneous bacterial peritonitis. World J Gastroenterol.
2009;15(9):1042–1049.
Lutz P, Nischalke HD, Strassburg CP, et al. Spontaneous bacterial peritonitis: The clinical
challenge of a leaky gut and a cirrhotic liver. World J Hepatol. 2015;7(3):304–314.
Wong CL, Holroyd-Leduc J, Torpe KE, et al. Does this patient have bacterial peritonitis or
portal hypertension? The rational clinical examination. JAMA. 2008;299:1166–1178.
87
Colangitis ascendente también
conocida como sepsis biliar o como
“esa otra pus bajo presión”
Prathap Sooriyakumaran, MD
La colangitis ascendente clásica del tipo “la pasarás por alto si no está en tu diferencial” se refiere
a una infección bacteriana del sistema biliar, que requiere tanto de la obstrucción como de la
colonización bacteriana de las vías biliares.
En condiciones normales, la bilis es estéril. Las sales biliares tienen propiedades bacteriostá-
ticas y el esfínter de Oddi controla la dirección del flujo de bilis, actuando como una barrera entre
el conducto biliar estéril y el duodeno lleno de bacterias. Sin una obstrucción del sistema biliar no
ocurre colangitis ascendente. Incluso la colonización bacteriana de la bilis en ausencia de obstruc-
ción no suele evolucionar a colangitis clínica. No siempre se sabe cómo es que las bacterias entran al
sistema biliar obstruido, pero un camino claro es cuando el médico hace el trabajo sucio al interferir
de forma inadvertida con la barrera fisiológica entre el conducto biliar y el intestino a través de
cirugía, colangiopancreatografía endoscópica retrógrada o colangiografía transhepática percutá-
nea. Las bacterias, de las cuales las más frecuentes son Escherichia coli, Klebsiella, Enterococcus y
Bacteroides, también pueden entrar en el sistema biliar desde los conductos linfáticos o a través de
la sangre de la vena portal. Una vez que las bacterias entran a un conducto biliar obstruido puede
ocurrir colangitis ascendente.
¿Quién sufre colangitis ascendente? Debe considerarse en cualquier paciente séptico que
presente signos y síntomas de enfermedad de las vías biliares (a menudo sutiles), en particular si el
paciente es diabético, geriátrico o está debilitado. Charcot fue uno de los primeros médicos en des-
cribir la colangitis, o “fiebre hepática”, como él la llamaba, y notó una constelación de síntomas que
constituían su tríada: fiebre intermitente con escalofríos, dolor en el cuadrante superior derecho
e ictericia. Si se añaden cambios en el estado mental y choque, se obtiene la péntada de Reynolds,
que confiere un pronóstico mucho más grave sin descompresión rápida. Los síntomas más frecuen-
tes en la colangitis aguda son la fiebre y el dolor abdominal (aproximadamente una incidencia de
80% en la mayoría de los informes). La ictericia clínica se observa con menor frecuencia (~60 a
70%). Las presentaciones graves (p. ej., con choque y un estado mental alterado) por fortuna son
mucho menos frecuentes (3.5 a 7.7%). La colangitis rara vez se presenta de manera clásica, por lo
que es una consideración importante en cualquier paciente séptico sin una fuente obvia. Resulta
importante mencionar que los casos más graves con frecuencia son los más difíciles de detectar, ya
que el paciente puede estar demasiado enfermo para ayudar al médico a localizar la infección en
los antecedentes y la exploración física. La exploración con ultrasonido a la cabecera puede ser de
ayuda particular en este escenario en forma de estudios de detección para una patología biliar en el
paciente séptico con un estado mental alterado.
Las causas de obstrucción biliar son varias. Las más frecuentes se presentan en la Tabla 87-1.
¡No debe olvidarse que los niños también pueden presentar colangitis ascendente! Los
niños que se han sometido a procedimientos en Y de Roux (como el procedimiento de Kasai
para atresia biliar) y aquellos con catéteres a permanencia o fallo de medro tienen mayor riesgo.
Una vez que se sospecha colangitis, la tarea es diferenciarla de la colecistitis, ya que
ambas pueden tener una presentación similar. La bilirrubina elevada es más característica
de colangitis. A la larga, sin embargo, la evidencia ultrasonográfica de colédoco y conducto
biliar intrahepático dilatados suele ser necesaria para distinguir entre colangitis y colecistitis.
La clave del tratamiento incluye estabilización hemodinámica, antibióticos de amplio
espectro, ingreso a un ambiente monitoreado (por lo general cuidados intensivos) y a la larga
descompresión de las vías biliares (cirugía, radiología intervencionista, gastroenterología). Estos
pacientes están enfermos ¡y si no establece el diagnóstico no tendrán una buena evolución!
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Flemma RJ, Flint LM, Osterhout S, et al. Bacteriologic studies of biliary tract infection. Ann
Surg. 1967;166(4):563–572.
Kiriyama S, Takada T, Strasberg SM, et al. TG13 guidelines for diagnosis and severity grading
of acute cholangitis (with videos). J Hepatobiliary Pancreat Sci. 2013;20(1):24–34.
Lai EC, Mok FP, Tan ES, et al. Endoscopic biliary drainage for severe acute cholangitis. N Engl
J Med. 1992;326:1582–1586.
Mosler P. Diagnosis and management of acute cholangitis. Curr Gastroenterol Rep. 2001;13(2):
66–72.
88
Colecistitis acalculosa: ¿no hay
cálculos, no hay problema?
Christopher Martin, MD y Lauren Longyear, BS
■■ Quemaduras ■■ Hombres
■■ Traumatismo ■■ Sexta década de vida
■■ Cirugías no biliares ■■ Hipertensión arterial
■■ Uso de vasopresores ■■ Arteriopatía coronaria
■■ Ventilación mecánica ■■ Vasculopatía periférica
■■ Parto ■■ Diabetes
presentaron en el ámbito ambulatorio. Resulta importante mencionar que 45% de esos casos
se ingresó eventualmente sin diagnóstico de colecistitis.1 Si se retrasa el tratamiento específico,
esta enfermedad tiene un índice de mortalidad hasta del 65%, en tanto que con intervención
temprana la mortalidad es ~7%.2 Esto se contrasta con cifras usualmente informadas de 1.5 a
3% de mortalidad para colecistitis calculosa.1 La colecistitis acalculosa es una entidad rara, pero
es importante tenerla en mente en los pacientes con sepsis debido a una fuente que no está clara,
en particular en caso de dolor abdominal.
Se ha postulado que la fisiopatología de la colecistitis acalculosa inicia con un trastorno agudo o
agudo sobre crónico que conduce a lesión endotelial e isquemia de la vesícula biliar. La falta de perfu-
sión crea estasis en la vesícula biliar, mayor distensión y respuesta inflamatoria localizada. Hay hipó-
tesis que señalan que las sales biliares y sus productos secundarios son tóxicos para la vesícula biliar
cuando ocurre estasis. Una vez que se ha establecido la colecistitis, puede haber una infección bac-
teriana secundaria, por lo general con coliformes y anaerobios (a menudo Escherichia coli y Klebsiella
pneumoniae).2 La naturaleza exacta y el mecanismo de las infecciones bacterianas no se entienden por
completo. De cualquier forma, los antibióticos siguen considerándose la base del tratamiento.
La presentación clínica puede ser diversa, pero más a menudo consiste en dolor abdominal
en el cuadrante superior derecho, fiebre, ictericia, náusea, vómito y en ocasiones choque séptico.
La exploración física puede encontrar una masa palpable en el cuadrante superior derecho y las
pruebas de laboratorio pueden mostrar leucocitosis y enzimas hepáticas elevadas. Los pacientes
hospitalizados tienen más probabilidades de presentar los principales factores de riesgo identifi-
cables: quemaduras, traumatismos, cirugías no biliares, uso de inotrópicos, ventilación mecánica
o parto. Sin duda es más difícil identificar a estos pacientes en el ámbito ambulatorio y en la sala
de urgencias. La colecistitis acalculosa es más frecuente en hombres (1:1 a 2.8:1 con predominio
de hombres a mujeres), edad avanzada (el promedio de edad está en la sexta década de vida),
enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión, vasculopatía periférica, hepatopatía alcohó-
lica y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.1,2 Estos casos pueden complicarse si el paciente
presenta demencia o retraso del desarrollo, lo que puede impedir la obtención adecuada de los
antecedentes y la realización de la exploración física. En niños, la colecistitis acalculosa puede
presentarse como una complicación de infección por virus de Epstein-Barr.3 Los pacientes con
síndrome de inmunodeficiencia adquirida también pueden presentar un pródromo infeccioso
inespecífico y dolor abdominal superior con colecistitis acalculosa secundaria a una infección
oportunista, aunque es más frecuente que estos casos tengan colangitis.
Las imágenes diagnósticas son fundamentales para establecer el diagnóstico de forma tem-
prana. Un estudio que evaluó la tomografía computarizada, el ultrasonido y la centellografía
encontró que el ultrasonido (sensibilidad de 92%, especificidad de 96%) y la tomografía (sensi-
bilidad de 100%, especificidad de 100%) fueron excelentes modalidades diagnósticas, pero que
la centellografía tenía una mala especificidad (38%).4 A menudo, al momento del diagnóstico,
el diferencial sigue siendo amplio y una tomografía puede ofrecer una valoración diagnóstica
ulterior para otras posibilidades del diferencial.
Un aspecto positivo es que una vez que se establece el diagnóstico, el tratamiento aún es parecido
al de la colecistitis calculosa. Deben iniciarse antibióticos con cobertura para coliformes y anaerobios,
por lo general un betalactámico con un inhibidor de la betalactamasa. Se requiere una consulta quirúr-
gica para decidir si el paciente debe llevarse al quirófano para colecistectomía frente a una colecistoto-
mía guiada con radiología intervencionista.1 Esta decisión suele girar en torno a las comorbilidades del
paciente y el riesgo perioperatorio. Las complicaciones, como la colecistitis enfisematosa y la vesícula
biliar perforada, pueden alterar drásticamente la evolución del paciente y el plan de tratamiento, lo que
refuerza aún más la importancia del diagnóstico temprano en la sala de urgencias.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Savoca PE, Longo WE, Zucker KA, et al. The increasing prevalence of acalculous cholecys-
titis in outpatients. Results of a 7-year study. Ann Surg. 1990;211:433.
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acute acalculous cholecystitis. World J Gastroenterol. 2003;9:2821.
3. Yi DY, Kim JY, Yang HR. Ultrasonographic gallbladder abnormality of primary Epstein–
Barr virus infection in children and its influence on clinical outcome. Celis MJC, ed.
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4. Mirvis SE, Vainright JR, Nelson AW, et al. The diagnosis of acute acalculous cholecystitis:
A comparison of sonography, scintigraphy, and CT. AJR Am J Roentgenol. 1986;147:1171.
89
Anticipar el sangrado y revertir
las coagulopatías en el paciente
con insuficiencia hepática
Derek K. Richardson, MD, MPH y Barry Schlansky, MD, MPH
Evaluación de la coagulopatía
Por fortuna para el profesional orientado a objetivos, se requiere un número reducido de pruebas
de laboratorio fundamentales para la valoración rápida de la coagulopatía en la sala de urgen-
cias. Cualquier paciente con insuficiencia hepática ya sea con sangrado activo o en riesgo de
sangrado debe someterse a las siguientes pruebas: tiempo de protrombina/RNI, concentración
de fibrinógeno y recuento de plaquetas. Una serie completa de pruebas puede ayudar a guiar la
evaluación y el manejo más adelante en el camino, pero las intervenciones agudas se enfocan en
estas tres pruebas.
Prueba de
laboratorio Umbral de tratamiento Tratamiento Comentarios
Recuento 50 × 10 /L con sangrado o
9
Transfusión de 1 unidad
plaquetario procedimiento de riesgo de plaquetas (después
elevado volver a valorar
100 × 109/L con procedi- las cifras antes del
mientos de riesgo muy procedimiento si hay
elevado tiempo y administrar
10 × 109/L con procedi- plaquetas adicionales
miento de bajo riesgo o sin si están por debajo de
sangrado activo las cifras objetivo)
Concentración 100 mg/dL con sangrado o Crioprecipitados, basa- Por lo general
de fibrinógeno procedimiento de riesgo dos en el peso 10 unidades
elevado
RNI > 2.0 con sangrado o proce- Plasma fresco congelado, Por lo general
dimiento de alto riesgo basado en el peso 2-4 unidades
en resultados siguen siendo limitadas, dado que este agente es muy costoso. La función de otros
medios, que incluyen concentrados de complejo de protrombina, sigue investigándose a la fecha.
Aunque la deficiencia de vitamina K total no está causada de forma directa por la hepatopatía
crónica, con frecuencia acompaña a la desnutrición que ocurre con el abuso crónico de alcohol. Por
lo tanto, debe considerarse la administración de vitamina K por vía parenteral (intravenosa, intra-
muscular o subcutánea) en pacientes alcohólicos con sangrado activo cuando la RNI está elevada,
sin importar si hay hepatopatía.
La coagulopatía en pacientes con insuficiencia hepática es compleja debido a desequili-
brios tanto en la vía procoagulante como anticoagulante. En caso de sangrado activo o antici-
pado, el profesional de urgencias debe evaluar el tiempo de protrombina/RNI, el fibrinógeno
y los recuentos plaquetarios en estos pacientes y corregir con prudencia las anormalidades con
base en el escenario clínico y la gravedad del sangrado o el riesgo anticipado del procedimiento.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Dasher K, Trotter JF. Intensive care unit management of liver-related coagulation disorders.
Crit Care Clin. 2012;28:389–398.
De Gasperi A, Corti A, Mazza E, et al. Acute liver failure: managing coagulopathy and the
bleeding diathesis. Transplantation Proceedings. 2009;41:1256–1259.
Munoz SJ, Stravitz RT, Gabriel DA. Coagulopathy of acute liver failure. Clin Liver Dis.
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Northup PG, Caldwell SH. Coagulation in liver disease: a guide for the clinician. Clin Gastro-
enterol Hepatol. 2013;11:1064–1074.
90
Síndrome de Boerhaave: no todo
el dolor torácico que pone en riesgo
la vida afecta el corazón
y los pulmones
Christopher J. Coyne, MD, MPH
El síndrome de Boerhaave consiste en la rotura espontánea del esófago. Suele resultar del barotrauma
relacionado con las arcadas o con cualquier incremento repentino de la presión intraabdominal contra
una glotis cerrada. Las perforaciones esofágicas son raras y el síndrome de Boerhaave es aún más raro,
pues solo representa alrededor del 15% de los casos. Sin embargo, la mortalidad por esta enfermedad
varía de ~8 a 60% y aumenta de manera significativa si se retrasa su atención. Aunque hemos sabido
de este síndrome por más de 200 años, su morbilidad y mortalidad relacionadas siguen siendo eleva-
das debido a sus síntomas de presentación inespecíficos y los retrasos resultantes en el diagnóstico.
De forma clásica, el síndrome de Boerhaave se relaciona con dolor torácico retroesternal,
vómito y enfisema subcutáneo (tríada de Mackler). Al igual que en muchos otros diagnósticos difí-
ciles, estos síntomas rara vez se presentan al mismo tiempo. Alrededor de 25 a 45% de los pacientes
no tienen antecedentes de vómito y aún menos enfisema subcutáneo. El diagnóstico del síndrome de
Boerhaave debe sospecharse en cualquier paciente que se presenta con dolor torácico retroesternal,
dolor cervical o dolor epigástrico, en especial si inició después de un episodio de arcadas intensas
o de pujar contra una glotis cerrada (levantamiento de pesas, defecación, trabajo de parto, etc.). La
ubicación del dolor por lo general se correlaciona con la ubicación de la rotura esofágica, que ocurre
más a menudo en la porción posterolateral izquierda distal. Esté consciente de que la gravedad de los
síntomas puede variar ampliamente dependiendo del momento en que ocurrió la rotura: de un dolor
retroesternal simple a colapso respiratorio, choque séptico e insuficiencia orgánica multisistémica.
La clave para diagnosticar el síndrome de Boerhaave es simplemente considerar el diagnós-
tico. Sin embargo, muchos casos se identifican de manera incidental en las radiografías torácicas
que revelan aire en el mediastino, enfisema subcutáneo, neumotórax o un derrame pleural. Aunque
el estándar de referencia del diagnóstico sigue siendo el esofagograma con contraste (con gastro-
grafina), la tomografía computarizada está cada vez más disponible y una radiografía torácica del
tórax a menudo puede sugerir una perforación esofágica mediante la detección de edema esofágico,
líquido periesofágico o aire en el mediastino o espacios pleurales. Además, si la sospecha clínica
es elevada, la esofagografía con tomografía computarizada puede realizarse usando contraste oral
diluido para permitir la visualización del sitio específico de perforación. Aunque la endoscopia
puede ayudar en el diagnóstico del síndrome de Boerhaave, por lo general no se recomienda debido
al riesgo de extender el desgarro esofágico mediante insuflación o traumatismo directo.
Una vez que se establece el diagnóstico de síndrome de Boerhaave, el tratamiento debe
proceder con rapidez. Incluso si el paciente se ve estable al inicio, la descompensación puede ser
muy rápida. Los pacientes con síndrome de Boerhaave deben considerarse como gravemente
enfermos y vigilarse de manera estrecha, en particular en lo referente a su estado respiratorio.
Muchos se presentan con deshidratación y requieren líquidos intravenosos mientras permane-
cen NPO (nada por vía oral). Deben iniciarse antibióticos intravenosos de amplio espectro de
forma temprana, que incluyan cobertura contra microorganismos entéricos. Los inhibidores
de la bomba de protones intravenosos también pueden considerarse con la finalidad de dismi-
nuir la gravedad de la mediastinitis química y la pleuritis.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Brinster CJ, Singhal S, Lee L, et al. Evolving options in the management of esophageal perfo-
ration. Ann Thorac Surg. 2004;77(4):1475–1483.
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91
Ingestión de cáusticos:
no lo empeore
Erika Flores Uribe, MD y
Christopher R. Peabody, MD, MPH
Las 5 000 a 15 000 ingestiones de cáusticos por año en Estados Unidos ocurren tanto en niños
como en adultos. Ochenta por ciento de estas ingestiones tiene lugar por accidente en niños de 1 a
5 años de edad y el resto suele ocurrir de manera intencional en adultos mayores de 21 años de
edad. Las ingestiones graves pueden causar de forma inmediata una perforación, choque e incluso
la muerte. Las ingestiones intencionales en adultos tienden a tener consecuencias más graves. Las
complicaciones a largo plazo pueden conducir a estenosis y mayor riesgo de cáncer esofágico. En
la sala de urgencias es necesario estar al tanto de las presentaciones atípicas de las ingestiones de
cáusticos en niños y estar preparados para la reanimación instantánea de ingestiones de grandes
volúmenes en adultos.
Los materiales cáusticos provocan lesiones tisulares mediante reacciones químicas. Estos
materiales por lo general son ácidos o alcalinos. La gravedad de la lesión tisular se determina
por el pH, la concentración, la duración del contacto, la cantidad y la forma física de la sustan-
cia ingerida. Los ácidos provocan necrosis coagulativa, que resulta en un patrón de quemadura
autolimitado, en tanto que los materiales alcalinos inducen necrosis con licuefacción y difusión
a las capas más profundas de la mucosa lesionada (véase la Tabla 91-1). Incluso las concentra-
ciones bajas de ingestión alcalina pueden causar una lesión extensa.
La ingestión de cáusticos puede provocar lesiones en la boca, vías respiratorias, en sentido
descendente por el esófago y hasta el intestino delgado. Dependiendo de la cantidad, intención
y momento de la ingestión del cáustico, los pacientes pueden presentarse con diversos síntomas.
Puede haber quemaduras obvias de los labios, boca y orofaringe, pero no hay que confundirse si
estos síntomas no están presentes. Los adultos con ingestiones intencionales sin afección de la oro-
faringe pueden tener afección esofágica significativa (considere una ingestión intencional rápida,
en la que el líquido no quema la orofaringe). Asimismo, el edema laríngeo o epiglótico puede pre-
sentarse con estridor, disfonía, ronquera, disnea y babeo, lo que provoca dificultad respiratoria y
obstrucción inminente de las vías respiratorias. La ingestión de cáusticos grave puede causar perfo-
ración esofágica y presentarse con dolor abdominal, rigidez, dolor torácico subesternal o lumbalgia.
Si bien el diagnóstico es obvio cuando los antecedentes son claros, hay informes de casos
de niños que se presentan con síntomas de reacción alérgica que se trata como anafilaxia y más
adelante se determina que es una ingestión de cáusticos. Así, en niños que se presentan con
síntomas alérgicos que no mejoran con el tratamiento debe incluirse la ingestión de cáusticos
en el diferencial, ya que la presentación inicial es similar y de otro modo puede pasarse por alto.
Por desgracia, incluso si el médico considera la ingestión de cáusticos, a la fecha no existe una
forma definitiva para establecer el diagnóstico en la sala de urgencias si no se informa de la inges-
tión. Las radiografías pueden proporcionar información relacionada con perforación, aunque no
siempre son diagnósticas. Solo mediante visualización directa (por lo general por endoscopia)
puede establecerse el diagnóstico definitivo de la ingestión de cáusticos. Cuando se realiza en las
primeras 72 h después de la ingestión, la endoscopia permite clasificar la patología e identifica
la necesidad de intervención ulterior. Si los pacientes tienen cualquier lesión en la orofaringe,
babeo, vómito, disfasia o dolor, es probable una lesión de alto grado, y debe realizarse una endos-
copia urgente para determinar si se requiere una intervención quirúrgica.
El único manejo de la ingestión de cáusticos que ha logrado un consenso es evitar los
fármacos que inducen el vómito, como la ipecacuana, ya que pueden causar una perforación
esofágica. En la sala de urgencias, el profesional debe tratar de identificar el producto ingerido
y la concentración de los ingredientes activos. Puede ocurrir una lesión ulterior por tratar de
neutralizar la sustancia usando un ácido o base débil, por lo que debe evitarse. Además, no deben
usarse diluyentes con ninguna ingestión de cáusticos. Debido a una mala absorción e interferen-
cia endoscópica, tampoco se administra carbón activado en las ingestiones cáusticas.
Al manejar la ingestión de cáusticos, debe recordarse primero evaluar las vías respiratorias
del paciente. Es necesario tener a la mano equipo para intubación endotraqueal y cricotirotomía.
Si hay edema significativo, debe considerarse intubación con asistencia fibróptica. Siempre hay
que mantener al paciente en estado NPO (nada por vía oral) hasta que pueda determinarse el
grado de lesión. Si se sospecha un intento de suicidio, considerar las concentraciones de etanol,
salicilato y paracetamol, así como una evaluación psiquiátrica. En algunos casos se ha demos-
trado que la ingestión de salicilato provoca formación de estenosis de manera independiente.
Con ingestiones de grandes volúmenes de líquidos ácidos puede recurrirse a succión con sonda
nasogástrica, pero su uso debe ponderarse frente al riesgo de perforación esofágica. La hidra-
tación intensiva y los medicamentos para disminuir la producción de ácido buscan prevenir la
lesión relacionada con reflujo, en tanto que los esteroides siguen siendo motivo de controversia.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bonnici KS, Wood DM, Dargan PI. Should computerised tomography replace endoscopy
in the evaluation of symptomatic ingestion of corrosive substances? Clin Toxicol (Phila).
2014;52(9):911–925.
Lupa M, Magne J, Guarisco JL, Amedee R. Update on the diagnosis and treatment of caustic
ingestion. Ochsner J. 2009;9(2):54–59.
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Case studies and literature review. Pediatrics. 2015;135(2):e547–e550.
Waasdorp Hurtado CE, Kramer RE. Salicylic acid ingestion leading to esophageal stricture.
Pediatr Emerg Care. 2010;26(2):146–148.
92
Ingestión de cuerpos extraños:
¿cuándo intervenir?
Brian Doane, MD
La impacción de cuerpos extraños tragados ocurre más a menudo en niños y adultos sin dientes
o con alguna otra afección. En adultos, por mucho, la ingestión de cuerpo extraño más frecuente
es de un bolo de carne que se impacta en una estructura anatómica preexistente, y en niños, la
ingestión de cuerpo extraño más frecuente es de monedas. Si bien la mayoría de estas ingestiones
pasa de forma espontánea, cerca del 20% requiere una endoscopia y 1% remoción quirúrgica.
Las manifestaciones son sorprendentemente amplias e incluyen la presentación típica de disfagia
e hipersensibilidad del cuello después de comer, pero también pueden comprender ahogamiento,
sibilancias, dificultad respiratoria o incluso un paciente relativamente asintomático. Para empeorar
las cosas, esta es una población de pacientes que con gran frecuencia no puede proporcionar ante-
cedentes precisos.
El esófago naturalmente se estrecha en tres lugares: en el esfínter esofágico superior, el
arco aórtico y el diafragma. Los tres sitios son áreas frecuentes de impacción; sin embargo,
muchas impacciones, en especial las recurrentes, son secundarias a redes, estenosis o masas.
Si bien es más frecuente una presentación aguda, las lesiones con obstrucción parcial pue-
den presentarse de forma retrasada (días después) y tienen un mayor riesgo de perforación
esofágica.
Los antecedentes clínicos no siempre son suficientes. Estos pacientes suelen ser ancianos,
o muy jóvenes o tener un diagnóstico psiquiátrico que hace que sus antecedentes clínicos sean
menos confiables. En la gran mayoría de los casos es apropiado realizar una radiografía de detec-
ción. ¡Tenga en cuenta que muchos cuerpos extraños no son radiopacos! Hay algunos trucos para
interpretar estas placas simples que pueden ser de ayuda:
■■ Las baterías de disco a menudo tienen la apariencia de una doble sombra o una pila de
monedas.
■■ Los cuerpos extraños traqueales suelen apreciarse mejor en la proyección lateral.
■■ Los cuerpos extraños esofágicos se aprecian mejor en la proyección coronal.
El momento de realizar la intervención varía dependiendo del escenario clínico, incluso
con objetos ingeridos similares (Tabla 92-1). El mantra de la medicina de urgencias de “los
ABC” sigue imperando aquí y, al igual que con cualquier otro caso, el compromiso de las vías
respiratorias es una verdadera urgencia. Otros “signos duros” para una endoscopia de urgencia
incluyen incapacidad para manejar secreciones, fiebre, crepitación o aire libre en las radiografías.
Asimismo, si el objeto está afilado, es una batería de disco o un imán, la endoscopia no debe
esperar. Los casos en que debe considerarse una endoscopia de emergencia (más que de urgen-
cia) abarcan objetos grandes, incapacidad para tolerar sólidos o líquidos por vía oral y cuerpos
extraños en el esófago por más de 24 horas.
Deben tenerse consideraciones especiales con los pacientes pediátricos. Sus ingestiones suelen
ser más insidiosas y los antecedentes por parte de los cuidadores son fundamentales. Una placa simple
suele ser de gran ayuda en estos casos; sin embargo, debe evitarse el contraste oral dado que no añade
mucha información e implica un riesgo elevado de aspiración. Una vez que se ubica e identifica el
cuerpo extraño, siempre y cuando no sea peligroso de forma aguda, el niño puede ser dado de alta
y darle seguimiento con imágenes en serie con su pediatra hasta que pase. Se recomienda el segui-
miento para todo aquel que se presente con esta queja, ya que una evaluación detallada de la causa de
la impacción será de ayuda para prevenir las recurrencias y posiblemente otras complicaciones. En
algunos casos, el episodio llevará a desenmascarar otros diagnósticos más siniestros, como una neopla-
sia, que requieren una intervención sin demora. A la larga, el objetivo es prevenir una perforación, que
se acompaña de un riesgo de mortalidad considerable, tanto agudo como en el futuro.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Ikenberry SO, Jue TL, Anderson MA, et al. Management of ingested foreign bodies and food
impactions. Gastrointest Endosc. 2011;73(6):1085.
Khan MA, Hameed A, Choudhry AJ. Management of foreign bodies in the esophagus. J Coll
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Kramer RE, Lerner DG, Lin T, et al. Management of ingested foreign bodies in children: A clinical
report of the NASPGHAN Endoscopy Committee. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2015;60:562.
93
La pancreatitis aguda de gravedad
puede ser engañosa
Dennis Hsieh, MD, JD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Forsmark CE, Gardner TB, eds. Prediction and Management of Severe Acute Pancreatitis. New
York: Springer, 2015.
Lankisch PG, Weber-Dany B, Hebel K et al. The harmless acute pancreatitis score: A clinical
algorithm for rapid initial stratification of nonsevere disease. Clin Gastroenterol Hepatol.
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Wu BU, Johannes RS, Sun X, et al. The early prediction of mortality in acute pancreatitis: A
large population-based study. Gut 2008;57(12):1698–1703.
94
Mesura al obtener imágenes en
pacientes con pancreatitis aguda
Derek K. Richardson, MD, MPH y Barry Schlansky, MD, MPH
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bharwani N, Patel S, Prabhudesai S, et al. Acute pancreatitis: The role of imaging in diagnosis
and management. Clin Radiol. 2011;66:164–175.
Dachs RJ, Sullivan L. Does early ED CT scanning of afebrile patients with first episodes of
acute pancreatitis ever change management? Emerg Radiol. 2015;22:239–243.
Shinagare AB, Ip IK, Raja AS, et al. Use of CT and MRI in emergency department patients
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Smith-Bindman R, Lipson J, Marcus R, et al. Radiation dose associated with common com-
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Tenner S, Baillie J, DeWitt J, et al. American College of Gastroenterology guideline: Manage-
ment of acute pancreatitis. Am J Gastroenterol. 2013;108:1400–1415.
95
El “dolor” en la pancreatitis crónica
Delphine J. Huang, MD, MS
La pancreatitis crónica ocurre cuando hay una destrucción irreversible y progresiva del pán-
creas.1 Los pacientes con frecuencia se presentan con dolor abdominal crónico incapacitante y
aquellos con dolor intratable requieren dosis elevadas de analgésicos.2,3 Debido a la pérdida de la
función pancreática, los pacientes pueden presentarse con esteatorrea, malabsorción, pérdida de
peso, anorexia, náusea, vómito y diabetes mellitus.3
La transición de pancreatitis aguda a crónica puede ser indistinta y difícil de distinguir.
Además, el cuadro clínico de la pancreatitis crónica puede ser muy variable.2,3 Los médicos con
frecuencia se encuentran en conflicto sobre realizar o no estudios detallados, ya que muchos de
estos casos se presentan a menudo en la sala de urgencias y pueden tener problemas de depen-
dencia de opioides. A pesar de todo, es importante valorar el dolor abdominal del paciente, así
como buscar complicaciones de la pancreatitis crónica.
En el enfermo con pancreatitis aguda, las concentraciones de lipasa a menudo están eleva-
das. Estas concentraciones de enzimas pueden normalizarse a medida que la enfermedad progresa.
En la pancreatitis crónica, los médicos pueden sentirse falsamente tranquilos cuando se encuen-
tran con una lipasa normal, a pesar de que la función pancreática esté verdaderamente afectada.2
Asimismo, los pacientes que no consumen alcohol y se presentan con pancreatitis crónica deben
someterse a detección de cálculos biliares y otras etiologías tóxicas-metabólicas, autoinmunita-
rias y genéticas. Para confirmar el diagnóstico en aquellos con presentaciones sospechosas, puede
recurrirse a la tomografía o resonancia para obtener imágenes del páncreas. En algunos casos, los
pacientes pueden requerir una referencia para ultrasonido endoscópico o colangiopancreatografía
con resonancia magnética, en especial para estados patológicos leves o tempranos.2 Sin embargo,
una vez que se establece el diagnóstico, las imágenes repetidas en las presentaciones subsecuentes
a la sala de urgencias no necesariamente están indicadas.
Si bien puede ser fácil descartar a los pacientes con pancreatitis crónica como “en
busca de opioides”, es importante considerar si las complicaciones de la enfermedad pueden
estar contribuyendo a la exacerbación aguda. Por ejemplo, ¿hay alguna nueva característica como
cambio en la naturaleza del dolor? ¿Hay presencia de fiebre? Los pacientes con vómito intratable,
o que no son capaces de tolerar alimentos o líquidos, pueden requerir una valoración ulterior.
Las estenosis de los conductos pancreáticos, seudoquistes, cálculos pancreáticos y fistulizaciones
son frecuentes en esta población. Las acumulaciones de líquido y la necrosis pancreática pueden
evolucionar a infecciones o abscesos que requieren antibióticos o drenaje.2 La diabetes mellitus
secundaria a pérdida de células de los islotes puede manifestarse en etapas posteriores de la
enfermedad. Estos enfermos pueden desarrollar neuropatía y retinopatía y, en casos raros,
incluso cetoacidosis diabética. Por último, el riesgo de cáncer pancreático es mucho más
elevado en esta población, en especial en pacientes con pancreatitis hereditaria.1-3
El manejo en la sala de urgencias del dolor pancreático puede ser un gran reto, ya que las
opciones terapéuticas pueden ser limitadas. Si bien la etiología del dolor no se comprende bien, lo
más probable es que se deba a inflamación crónica, nocicepción alterada e isquemia tisular.1 Se con-
sidera que el paracetamol es el fármaco de primera línea, pero para cuando estos pacientes llegan a
la sala de urgencias, pueden necesitar o solicitar opioides. En el ámbito ambulatorio con frecuencia
se utilizan otras opciones no narcóticas. Estas incluyen moduladores del dolor neuropático, como
antidepresivos (p. ej., antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la recaptación de serotonina), así
como gabapentina. Se ha mostrado que todos son eficaces.4 En fechas más recientes, se ha demos-
trado cierto éxito con el uso de ketamina oral e intravenosa y este fármaco sigue analizándose.5
La asesoría para reducción de riesgos es muy importante. Si bien no necesariamente es
reversible, la abstinencia de alcohol ha mostrado que hace más lenta o detiene la progresión
de la enfermedad, lo que puede mejorar el dolor crónico.3 El tabaquismo también es un factor de
riesgo y contribuyente a la morbilidad de la pancreatitis crónica. Los pacientes también pueden
disminuir el dolor al hacer comidas más reducidas y bajas en grasa; puede añadirse un inhibidor
de la bomba de protones y complementar la dieta con enzimas pancreáticas y micronutrientes,
para mejorar la digestión.1
En pacientes con dolor intratable, debe considerarse la referencia para bloqueo nervioso,
endoscopia o cirugía.6 La descompresión ductal, litotripsia, esfinterectomía o pancreatectomía
pueden desempeñar una función en estos casos para mejorar el control del dolor. El trasplante
de las células de los islotes también ha mostrado ser exitoso.2,3 Por último, el tratamiento con
corticoesteroides para quienes sufren una enfermedad autoinmunitaria puede ser benéfico.1
PUNTOS CLAVE
■■ Las concentraciones de lipasa pueden ser normales, a pesar de una función pancreática
verdadera alterada.
■■ Valorar a los pacientes en busca de complicaciones si no puede controlarse el dolor. Esto
incluye seudoquiste pancreático, necrosis, estenosis y absceso.
■■ Si no hay complicaciones y el dolor no está bien controlado, debe considerarse referir a los
pacientes para una consulta con un experto en gastroenterología, cirugía o manejo del dolor.
Referencias
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2. Nair RJ. Chronic pancreatitis. Am Fam Physician. 2007;76:1679–1688.
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2006;43:127–238.
4. Puylaert M. Pain in chronic pancreatitis. Pain Pract. 2011;11:492–505.
96
Dolor abdominal en enfermedad
inflamatoria intestinal:
¿exacerbación o una complicación de
urgencia?
Margaret Huang, MD
intestinal y la extensión de la colitis. En pacientes pediátricos, las imágenes tanto con ultraso-
nido como con resonancia magnética son modalidades imagenológicas alternativas que pueden
usarse para evitar la exposición a la radiación ionizante, aunque estas técnicas no están aún tan
establecidas y su uso se limita a la disponibilidad específica de los centros y su experiencia.
A menudo representa un reto distinguir si el paciente tiene una exacerbación aguda o com-
plicaciones de una enfermedad inflamatoria intestinal. Los síntomas de presentación son simila-
res en ambos casos, al igual que los resultados de las pruebas de laboratorio. Estas anormalidades
de laboratorio frecuentes incluyen trombocitosis, anemia y marcadores inflamatorios elevados
(proteína C reactiva y velocidad de eritrosedimentación). Además, el uso de corticoesteroides u
otros moduladores inmunitarios tiene el potencial de enmascarar los signos y síntomas de una
urgencia abdominal aguda, lo que lleva a un diagnóstico y tratamiento retrasados. Debe sospe-
charse una complicación en pacientes que tienen signos vitales inestables, escalamiento del dolor
abdominal, apariencia tóxica y signos de peritonitis.
Las exacerbaciones de la enfermedad inflamatoria intestinal aguda requieren corticoeste-
roides intravenosos a dosis elevadas. Se recomienda metilprednisolona 1 mg/kg cada 12 h (con
un máximo de 30 mg cada 12 h) como tratamiento de primera línea. Los pacientes deben per-
manecer sin recibir nada por vía oral para reposo intestinal e iniciar con líquidos intravenosos.
Los antibióticos están indicados cuando se sospecha colitis infecciosa, perforación y
megacolon tóxico. El tratamiento de primera línea suele ser una combinación de ciprofloxacina
y metronidazol, pero la elección de antibióticos debe ajustarse al microorganismo infeccioso
subyacente específico en pacientes pediátricos menores de 12 años y es una alternativa acep-
tada cuando no se cuenta con otros tratamientos eficaces y seguros, y los beneficios superan los
riesgos. En la enfermedad más grave puede estar indicada la intervención quirúrgica. Deben
tomarse decisiones de manejo en consulta con los departamentos de gastroenterología y cirugía.
Dado que las superinfecciones bacterianas, virales o parasitarias pueden precipitar las exa-
cerbaciones de la enfermedad inflamatoria intestinal, debe cultivarse una muestra de heces en
busca de patógenos entéricos, lo que incluye Campylobacter, C. difficile, citomegalovirus, E. coli,
Entamoeba, Giardia, Salmonella, Shigella y Yersinia spp. Entre estos patógenos entéricos, C. diffi-
cile es el más frecuente y se le ha relacionado con los peores resultados.
El uso de opioides es controvertido en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal,
dado que se ha relacionado con perforación intestinal y megacolon tóxico, sobre todo con colitis
concurrente. Pueden considerarse otros medicamentos para el dolor; algunos estudios han mos-
trado que ketamina (0.1 a 0.5 mg/kg) proporciona analgesia eficaz y disminuye el requerimiento
de la dosis de opioides. Las benzodiacepinas también han mostrado ser eficaces para el alivio del
dolor en pacientes con tenesmo.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Anupindi SA, Janitz E, Darge K. Bowel imaging in children: A comprehensive look using US
and MRI. Semin Roentgenol. 2012;47:118–126.
Cosnes J, Gower-Rousseau C, Seksik P, Cortot A. Epidemiology and natural history of inflam-
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Sauer CG, Kugathasan S. Pediatric inflammatory bowel disease: Highlighting pediatric differ-
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White M, Shah N, Lindley K, et al. Pain management in fulminating ulcerative colitis. Paedi-
atr Anaesth. 2006;16:1148–1152.
97
No todas las embarazadas con vómito
tienen hiperémesis gravídica
Rolando G. Valenzuela, MD, DTMH y
William K. Mallon, MD, FACEP, FAAEM, DTMH
La náusea y el vómito son síntomas frecuentes durante el embarazo. Se estima que entre 50 y
90% de las mujeres experimenta náusea y vómito durante el embarazo, y 35% presenta vómito
clínicamente significativo. La náusea y el vómito suelen iniciar en el primer trimestre y llegan
a su máximo a las 9 sem de gestación, con no más del 90% de los casos resolviéndose para la
semana 20 de gestación; esto al parecer se relaciona con las concentraciones de gonadotropina
coriónica humana y estradiol. Aunque es frecuente en embarazos por lo demás normales, es
necesario resistirse a la tentación de atribuir inmediatamente la náusea y el vómito a la fisiología
del embarazo o a hiperémesis gravídica. Es necesario mantener un diagnóstico diferencial cau-
teloso y fundamentado.
La hiperémesis gravídica se considera el extremo de un espectro de náusea y vómito en el
embarazo. Es notorio que la hiperémesis gravídica esté presente en solo 0.5 a 2% de todos los emba-
razos. Este diagnóstico requiere la exclusión de otras causas y se presenta con una medida de inanición
real, que se manifiesta como cetonuria considerable. Las pacientes también pueden tener un desequi-
librio electrolítico y deshidratación y suelen tener una pérdida de al menos 5% del peso previo al
embarazo. Sin importar la etiología, cuando es intenso, el vómito en sí mismo puede resultar en daño
tanto para la madre como para el feto. Se han informado casos de avulsión esplénica, rotura esofágica,
neumotórax, necrosis tubular aguda, encefalopatía de Wernicke y mielinólisis pontina central.
Los antecedentes detallados, que incluyen la revisión de trastornos médicos crónicos pre-
sentes antes del embarazo, además de una exploración física dirigida, proporcionan importantes
datos sobre causas potencialmente graves. Debe notarse que la náusea y el vómito del embarazo
rara vez se relacionan con otros síntomas de cuidado, como fiebre, cefalea, déficits neurológicos,
dolor abdominal, proteinuria, disuria, hematuria o dolor en el flanco. La presencia de cualquiera
de estos síntomas debe orientar a realizar una búsqueda intensiva de otras etiologías. La Tabla
97-1 ofrece un diagnóstico diferencial para la náusea y el vómito en el embarazo.
La evaluación debe incluir estudios hematológicos en busca de anormalidades electrolíticas,
así como pruebas de función hepática, análisis de orina y un ultrasonido pélvico para evaluar un
embarazo molar. Después de que se han excluido alteraciones graves, el abordaje primario con-
siste en controlar los síntomas mediante intervenciones en el estilo de vida y la dieta. Debe reco-
mendarse la evitación de los disparadores de la náusea (p. ej., olores fuertes, alimentos grasosos
Adaptada de Practice Bulletin No. 153: Nausea and Vomiting of Pregnancy. Obstet Gynecol. 2015;126(3):
687–688.
o condimentados, tabletas de hierro, etc.). Deben consumirse con frecuencia alimentos en can-
tidades reducidas y al parecer las dietas poco condimentadas, secas y abundantes en proteínas
se toleran mejor. El jengibre y la piridoxina (vitamina B6) han mostrado ser más eficaces que el
placebo. Ambos se consideran seguros en el embarazo y están disponibles sin receta médica.
Cuando los cambios en el estilo de vida y en la dieta han fracasado y los tratamientos de venta
libre son ineficaces, pueden considerarse los fármacos de prescripción. Las recomendaciones del
American College of Obstetrics and Gynecology (ACOG) para el manejo inicial incluyen clorhi-
drato de piridoxina 10 a 25 mg por vía oral tres a cuatro veces al día, y succinato de doxilamina, un
antihistamínico, a una dosis de 12.5 mg por vía oral tres o cuatro veces al día. Se consideran seguros
para la madre y el feto. Si esto no funciona, los fármacos de segunda línea incluyen difenhidra-
mina y prometazina. Ambos son antihistamínicos también, por lo que debe estarse atento a dosis
complementarias con doxilamina previamente prescrita. Los casos resistentes pueden tratarse con
antagonistas de 5-HT3 (ondansetrón). Estudios tempranos han mostrado que estos fármacos por
lo general son seguros en el embarazo, aunque un estudio retrospectivo ha mostrado un mayor
riesgo de defectos cardiovasculares.
PUNTOS CLAVE
■■ Aunque la náusea y el vómito fisiológicos del embarazo son frecuentes, siempre deben con-
siderarse otras causas subyacentes.
■■ Hay que familiarizarse con los cambios en el estilo de vida y la dieta que pueden mejorar la
náusea sin tratamiento farmacológico. Son de primera línea.
■■ Se considera que piridoxina y succinato de doxilamina son intervenciones farma-
cológicas seguras.
Lecturas recomendadas
American College of Obstetrics and Gynecology. Practice Bulletin Summary No. 153: Nausea
and vomiting of pregnancy. Obstet Gynecol. 2015;126:687–688.
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98
Cuidado con el paciente que presenta
ictericia indolora
Andrés Guzmán, MD y Rolando G. Valenzuela, MD, DTMH
Adaptada de Approach to the diagnosis of hemolytic anemia in the adult. UptoDate, 2015.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Pappas G, Christou L, Akritidis NK, et al. Jaundice of unknown origin: Remember zoonoses!
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99
¡La colangiopancreatografía puede
causar muchas complicaciones!
Abraham Flinders, MD
través del endoscopio para biopsia, extirpación, extracción de cálculos y esfinterotomía. La colan-
giopancreatografía tiene muchas complicaciones bien documentadas. Una revisión de estudios
prospectivos que incluyó aproximadamente 17 000 pacientes informó una incidencia de 6.5%
de complicaciones. Las más frecuentes son la pancreatitis, sepsis, perforación y hemorragia. A
medida que el procedimiento se ha hecho más frecuente, ha pasado al ámbito ambulatorio en
que los pacientes se vigilan por apenas 4 a 6 h después del procedimiento y posteriormente se
considera seguro darlos de alta. Así, los profesionales de urgencias deben estar preparados para
diagnosticar y tratar las complicaciones de la colangiopancreatografía, que más a menudo se pre-
sentan con dolor abdominal.
La pancreatitis aguda es frecuente en la sala de urgencias y suele presentarse con dolor
abdominal, náusea y vómito. La incidencia es de aproximadamente 3% en quienes se someten
a colangiopancreatografía. En cualquier paciente que se presente con dolor abdominal posterior a
este procedimiento deben verificarse las concentraciones de lipasa. La manipulación por la colan-
giopancreatografía por sí misma eleva un tanto la lipasa, pero suele ser menos de tres veces el límite
superior y debe estabilizarse para el día 2 después del procedimiento. La pancreatitis inducida
por colangiopancreatografía debe manejarse como cualquier otro caso de pancreatitis, pero con un
menor umbral para obtener imágenes, ya que puede imitar otras complicaciones, como una per-
foración. Si el paciente tiene una apariencia tóxica, está indicada la hospitalización (en una unidad
de cuidados intensivos) para hidratación intravenosa, reposo intestinal y observación, al igual que
la evaluación de urgencia por un cirujano general. Además, los antibióticos intravenosos empíricos
son apropiados en este ámbito, al igual que la tomografía computarizada del abdomen y la pelvis
con contraste intravenoso. Puede administrarse piperacilina-tazobactam o imipenem como mono-
terapia o, de forma alternativa, una fluoroquinolona combinada con metronidazol.
La sepsis posterior a colangiopancreatografía tiene una incidencia de 0.5 a 2%. La etiología
más frecuente es la colangitis/colecistitis aguda, aunque los pacientes también pueden presentarse
con sepsis debido a un absceso hepático, seudoquiste pancreático infectado, perforación de vísce-
ras o pancreatitis. Los pacientes manifiestan dolor abdominal y signos vitales anormales, lo que
incluye fiebre y choque. Debe sospecharse colangitis cuando el enfermo presenta una constelación
de ictericia, dolor en el cuadrante superior derecho y fiebre. Si la persona se encuentra estable, debe
iniciarse con un ultrasonido del cuadrante superior derecho, aunque tiene un bajo umbral para
solicitar una tomografía computarizada del abdomen y la pelvis con contraste IV. Estos casos deben
reanimarse con líquidos intravenosos, iniciar antibióticos de amplio espectro, asistir a una consulta
quirúrgica o gastroenterológica e ingresar a la unidad de cuidados intensivos. El tratamiento a
menudo requiere la repetición de la colangiopancreatografía, por lo que es fundamental contactar
a un cirujano o un gastroenterólogo.
Otra consideración importante para el diagnóstico diferencial en el paciente con dolor abdo-
minal posterior a colangiopancreatografía es la perforación. Esta complicación puede presentarse
de forma espectacular, con rotura de la pared esofágica libre y neumotórax a tensión, o de modo
mucho más sutil con una acumulación asintomática de aire libre retroperitoneal. Una radiografía
torácica en posición erguida con vista del diafragma es un buen punto de arranque si el paciente se
presenta con peritonitis, aunque la modalidad imagenológica más sensible es, una vez más, la tomo-
grafía computarizada del abdomen y la pelvis con contraste intravenoso. Si se sospecha perfora-
ción, debe restringirse la vía oral y someter al enfermo a descomprensión nasogástrica, antibióticos
intravenosos y consulta quirúrgica.
Cuando los pacientes presentan choque después de una colangiopancreatografía, debe sospe-
charse la presencia de una hemorragia, considerando el riesgo de sangrado por una lesión vascular.
Esto ocurre con frecuencia después de una esfinterotomía y por lo general no es excesivo. Sin embargo,
en casos raros, el sangrado es intenso y debe manejarse de manera correspondiente. La evaluación y
el manejo incluyen mediciones seriales de hemoglobina, tipo y compatibilidad y transfusiones san-
guíneas, según se requiera. Si el paciente se encuentra estable para tomar una imagen, la tomografía
computarizada del abdomen y la pelvis con contraste intravenoso puede ayudar a ubicar la patología.
Puede observarse coagulopatía en pacientes con cirrosis y también puede haber sangrado difícil de
PUNTOS CLAVE
LECTURAS RECOMENDADAS
Andriulli A, Loperfido S, Napolitano G, et al. Incidence rates of post-ERCP complications:
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100
No tenga miedo de solicitar una
tomografía computarizada en una
embarazada si en verdad la necesita
Marita M. Harris-Naddell, MD
y Michelle D. Lall, MD, MHS, FACEP
los protocolos de ahorro de dosis, la dosis de radiación suele ser de 10 a 25 mGy. No hay evidencia
significativa de que una sola tomografía del abdomen y la pelvis sea dañina para un embrión o feto
en desarrollo. Sin embargo, siempre que sea posible deben usarse los protocolos de ahorro de dosis
o adaptados.
Siempre debe obtenerse la autorización informada y hacerse todos los esfuerzos por reducir la
cantidad de radiación requerida para el estudio. De acuerdo con el ACR, cuando se obtiene la auto-
rización de la paciente, deben explicársele las generalidades realistas del riesgo limitado y la función
benéfica de las imágenes en un lenguaje fácil de entender. La ACR señala: “Transmitir información en
un formato positivo más que negativo resulta útil para que la paciente obtenga un perspectiva precisa
del riesgo”. La autorización informada debe documentarse en el expediente médico.
PUNTOS CLAVE
■■ Debe indicarse cualquier imagen diagnóstica requerida para establecer un diagnóstico crí-
tico si el beneficio para la madre supera el riesgo para el embrión o feto.
■■ Una sola tomografía computarizada del abdomen y la pelvis tiene pocas probabilidades de
causar daño fetal.
Lecturas recomendadas
American College of Obstetrics and Gynecology. ACOG Committee on Obstetric Practice.
ACOG Committee Opinion. No. 299, September 2004 (replaces No. 158, September 1995).
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Wieseler KM, Bhargava P, Kanal KM, et al. Imaging in pregnant patients: Examination appro-
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101
Cómo manejar el desplazamiento
de la sonda de gastrostomía
endoscópica percutánea
Julie Y. Valenzuela, MD y Rolando G. Valenzuela, MD, DTMH
A medida que el número de médicos capaces de colocar una sonda de gastrostomía endoscópica
percutánea ha aumentado, también hay un número mayor y tipos de estas sondas que pueden
colocarse. La sonda de gastrostomía endoscópica percutánea se coloca para acceso alimentario,
así como para descompresión intestinal. Cerca del 10% de los pacientes con una sonda de este
tipo sufre algún tipo de mal funcionamiento y el desplazamiento representa el 1.6 al 4.4% de los
casos. En la sala de urgencias el médico debe estar familiarizado con estas sondas y saber manejar
los casos de pacientes que llegan a urgencias quejándose de desplazamiento de la sonda.
La sonda de gastrostomía endoscópica percutánea consiste en una sonda de una sola luz que
sobresale hasta el estómago, con un fijador interno fijo y otro externo deslizante. Habitualmente,
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Jacobson G, Brokish PA, Wrenn K. Percutaneous feeding tube replacement in the ED—are
confirmatory X-Rays necessary? Am J Emerg Med. 2009;27(5):519–524.
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102
Errores comunes en el ultrasonido
de la vesícula biliar en el punto
de atención
Kristin Berona, MD
Cuando la vesícula biliar está completamente llena de cálculos, no puede observarse nada de bilis
o un área hipoecoica. Esto se conoce como el signo de “pared-eco-sombra” (Figura 102-1). Todo
lo que se observa es la pared hiperecoica, otra línea de ecos de los cálculos biliares y después una
sombra densa. Este signo hace muy difícil interpretar el grosor de la pared, pero es importante
no confundirlo como negativo para cálculos.
¿Y qué pasa con los falsos positivos? Hay muchos casos en que puede interpretarse el estu-
dio como positivo para cálculos cuando de hecho estos no están presentes. El imitador más fre-
cuente de un cálculo es el pólipo de la vesícula biliar. Estos pueden diferenciarse de los cálculos
en que no son dependientes o móviles y no forman sombra. Los pólipos de la vesícula biliar
requieren seguimiento ambulatorio, aunque el paciente suele estar asintomático. El aire en el duo-
deno adyacente a la vesícula biliar también puede interpretase erróneamente como positivo para
cálculos biliares. El aire en el duodeno es hiperecoico, pero no tiene una sombra densa y cuando
el paciente se coloca en decúbito lateral izquierdo, queda claro que el material hiperecoico (aire)
está en el exterior de la vesícula biliar. Por último, un artefacto del ultrasonido llamado artefacto
de borde puede simular un cálculo porque crea una sombra. El artefacto de borde ocurre cuando el
rayo del ultrasonido encuentra dos tejidos diferentes con una propagación de sonido contrastante
o golpea una estructura curva. El cambio en la dirección del rayo hace que el rayo ultrasonográfico
no se refleje de vuelta al transductor como se esperaría y causa una sombra. Estas sombras ocu-
rren en el borde de la vesícula biliar y no se relacionan con un cálculo hiperecoico. En la Figura
102-2 se demuestra la sombra tanto de un cálculo como de un artefacto de borde.
La colecistitis se diagnostica en el ultrasonido cuando hay cálculos biliares o sedimento
relacionados con signos secundarios de infección: un Murphy sonográfico positivo (hipersen-
sibilidad máxima cuando el transductor del ultrasonido empuja directamente sobre la vesícula
biliar visualizada), grosor de la pared de la vesícula biliar (> 3 mm) o líquido pericolecístico.
Sin embargo, hay varias entidades además de la colecistitis que pueden causar engrosamiento
de la pared de la vesícula biliar, lo que incluye una vesícula biliar contraída (es decir, pospran-
dial), ascitis, pancreatitis o hepatitis alcohólica. En estos casos, debe considerarse una pared
engrosada de la vesícula biliar en un contexto clínico y con datos de laboratorio.
PUNTOS CLAVE
■■ La mejor defensa contra una interpretación errónea es la evaluación detallada en dos planos
de la vesícula biliar. ¡Observe cuidadosamente el cuello de la vesícula biliar!
■■ Tenga en mente entidades que pueden confundirse con cálculos: pólipos, aire en el duodeno
y artefacto de borde.
■■ La vesícula biliar contraída, la ascitis, la pancreatitis y la hepatitis alcohólica pueden causar
engrosamiento de la pared de la vesícula biliar: no se deje engañar y los confunda con colecistitis.
Lecturas recomendadas
Miller AH, Pepe PE, Brockman CR, et al. ED ultrasound in hepatobiliary disease. J Emerg
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103
¡No pase por alto la fascitis necrosante!
Shaughn Keating, MD
232
toxicidad sistémica. Estas infecciones son notorias por su diseminación y producción rápidas de gas
dentro de los planos de la fascia.
Sin importar el tipo, la clave para el manejo de las infecciones necrosantes de los tejidos blandos
es un diagnóstico temprano que oriente a la realización de un desbridamiento rápido. Por desgra-
cia, los datos externos de eritema y edema pueden ser mínimos o estar ausentes en las infecciones
necrosantes de los tejidos blandos tempranas debido a que los tejidos blandos afectados se ubican en
la profundidad de la piel. Más adelante en la evolución pueden aparecer ampollas violáceas o crepi-
taciones. Estos datos son sumamente específicos pero no sensibles y sugieren que ya ha ocurrido una
necrosis tisular significativa. Diferenciar entre celulitis e infección necrosante de los tejidos blandos
temprana requiere la comprensión de la patología subyacente. Las infecciones de este tipo alteran y
después destruyen la vasculatura subyacente de los tejidos blandos, lo que permite un avance rápido.
El dolor intenso desproporcionado a la exploración sugiere una isquemia tisular subyacente, similar
a la isquemia mesentérica u oclusión arterial de las extremidades.
Una vez que hay sospecha clínica de la entidad, suelen realizarse pruebas de laboratorio y
estudios de imagen, aunque su utilidad puede ser limitada. Es posible que no haya leucocitosis al
inicio de la evolución del paciente y los marcadores inespecíficos como la proteína C reactiva no
permiten distinguir entre las infecciones necrosantes de los tejidos blandos y la celulitis. Trabajos
previos en sistemas de puntuación de laboratorio no han podido producir una herramienta sensible
y confiable para identificar infecciones necrosantes tempranas de los tejidos blandos. El gas a lo largo
de los planos de la fascia en las radiografías es patognomónico pero muy insensible. Las tomografías
computarizadas pueden mostrar inflamación difusa, necrosis, gas o acumulación de líquido. En un
estudio, cuando se usaron todos los criterios, la tomografía computarizada tuvo un valor predictivo
negativo del 100%. Sin embargo, la celulitis, la miositis y otras miopatías no necrosantes pueden
tener datos similares, lo que limita su especificidad. Las imágenes por resonancia magnética se han
sugerido como una modalidad sumamente sensible, pero se ven limitadas por el tiempo que toma
realizar el estudio y situaciones similares con la baja especificidad.
En todos los pacientes en quienes se sospecha una infección necrosante de los tejidos blandos
deben iniciarse cuidados de apoyo máximos y antibióticos, en espera de un tratamiento definitivo. La
intensa reacción inflamatoria a menudo obliga a la administración abundante de líquidos y algunos
pacientes pueden requerir 10 a 20 L de líquidos intravenosos a lo largo de su atención. Antes de
identificar la bacteria causal, debe iniciarse con antibióticos IV de amplio espectro con cobertura
tanto para S. aureus resistente a meticilina como para gramnegativos, por lo general vancomicina más
piperacilina/tazobactam. También debe iniciarse clindamicina para suprimir la síntesis de toxinas
bacterianas y modular la producción endógena de citocina. La inmunoglobulina intravenosa también
se ha investigado como un tratamiento coadyuvante en varias enfermedades para suprimir la res-
puesta inflamatoria y posiblemente para mejorar la supervivencia, aunque aún no es parte del manejo
estándar en urgencias.
El diagnóstico definitivo de una infección necrosante de los tejidos blandos requiere cirugía,
con inspección directa de los tejidos. El retraso hasta el primer desbridamiento aumenta la mortalidad
hasta nueve veces. Si hay una fuerte preocupación clínica, sobre todo con signos tardíos como crepi-
taciones o necrosis franca, la consulta quirúrgica debe realizarse de inmediato, y las pruebas diagnós-
ticas ulteriores no deben retrasar el desbridamiento. Si el diagnóstico todavía no es claro, la guía de
la Infectious Disease Society of America recomienda realizar cirugía después de la respuesta fallida a la
antibioticoterapia inicial, lo que se define como persistencia de la fiebre, toxicidad y falta de avance.
Deben realizarse revaloraciones frecuentes con un umbral bajo para permitir el manejo quirúrgico. Si
no se observa necrosis con una pequeña incisión exploratoria, el procedimiento puede terminarse con
un riesgo mínimo. En una era en la que las imágenes de alta resolución han permitido que el índice
quirúrgico negativo para muchos procedimientos haya caído de forma pronunciada, puede haber
reticencia a realizar una cirugía cuando las pruebas diagnósticas son equívocas. Los profesionales
de urgencia experimentados pueden tener otro punto de vista del paciente considerando la extrema
relación riesgo-beneficio de una cirugía negativa en comparación con dejar una infección necrosante
de los tejidos blandos avanzar sin desbridamiento.
PUNTOS CLAVE
■■ Al inicio, hay infecciones necrosantes de los tejidos blandos que carecen de toxicidad sis
témica o datos cutáneos superficiales. Las infecciones por estreptococos del grupo A pue-
den afectar a hospedadores jóvenes y sanos con traumatismos menores o ninguno aparente.
■■ El dolor desproporcionado a la exploración diferencia a estas infecciones de la celulitis. Las
crepitaciones, las ampollas violáceas y la esfacelación cutánea son datos tardíos patogno-
mónicos, pero tienen una baja sensibilidad.
■■ Incluir clindamicina en el tratamiento de estas infecciones, ya que detiene la producción
bacteriana de toxinas activas a nivel local y sistémico.
■■ El diagnóstico y tratamiento definitivos solo se hacen con cirugía y desbridamiento. La mor-
talidad aumenta al retrasar la cirugía, por lo que no debe demorar la consulta quirúrgica.
■■ Una incisión exploratoria negativa tiene un bajo riesgo. Valorar una exploración quirúrgica
en todos los pacientes si hay una elevada sospecha clínica o infección progresiva, incluso si
los datos de las imágenes son inespecíficos.
Lecturas recomendadas
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104
Síndrome de Stevens-Johnson
y necrólisis epidérmica tóxica:
¿son diferentes?
Arun Nair, MD, MPH
importante consideración. A menudo hay afección de los tejidos mucocutáneos que no pueden
verse: las vías alimentaria, pulmonar y genitourinaria que no se toman en cuenta en los cálculos
tradicionales del área de superficie corporal. La piel quemada no realiza sus funciones habituales
y forma cicatrices. La quemadura continúa creciendo si el agente causal sigue presente. Si no
se omiten estos datos, entonces el proceso de la enfermedad y el tratamiento tendrán sentido.
Datos cutáneos
Una vez que se entiende que la epidermis se está separando de la dermis de manera masiva, los
datos cutáneos, incluyendo el signo de Nikolsky, tienen más sentido. La epidermis se escinde de
la dermis en forma de una capa u hoja intacta que puede observarse cuando se aplica una fuerza
de cizallamiento a la piel. Otra manera en que esto puede ponerse a prueba es con las ampollas
que ya se encuentran formadas: si la totalidad de la ampolla puede moverse al aplicar una ligera
presión a un lado, demuestra que se ha alterado la interfaz epidérmica/dérmica. Este signo es
inespecífico y puede observarse con otros trastornos, pero su presencia combinada con cual-
quier lesión de la mucosa (se observa más a menudo en los labios o la boca, aunque también se
presenta en la conjuntiva y la córnea) debe considerarse seriamente un diagnóstico del espectro
del síndrome de Stevens-Johnson/necrólisis epidérmica tóxica. Las lesiones pueden variar de la
lesión en diana plana patognomónica color rojo y una lesión blanca (no debe confundirse con
las lesiones elevadas/edematosas color azul, blanco y rojo en diana del eritema multiforme), que
pueden ser confluentes, desarrollarse en ampollas de paredes delgadas o necrosarse en erosiones.
A medida que avanza el proceso patológico, puede observarse esfacelado de grandes áreas de piel
en las palmas de las manos, plantas de los pies, lengua, etc. Excepto cuando las áreas presentan
superinfección, no debe haber edema significativo o induración y las capas de piel deben ser
delgadas y parecer “tópicas”.
Pérdida de la barrera
La función de la epidermis consiste en separar el interior de la persona del mundo exterior. Es
la primera capa que protege la homeostasis, manteniendo los líquidos y el calor en el interior y
evitando la entrada de patógenos del exterior. El tratamiento de los datos cutáneos en el síndrome
de Stevens-Johnson/necrólisis epidérmica tóxica es el mismo que para cualquier otra quema-
dura de la piel: administrar analgesia, evitar infecciones y restituir líquidos y electrólitos según
se requiera. Dado que no hay una lesión térmica, la respuesta inflamatoria no es tan exagerada
y hay menos pérdidas insensibles. La restitución de líquido a las velocidades que recomienda la
fórmula Parkland probablemente sobreestimarán el déficit de líquidos causando una “sobrerre-
animación” y sus secuelas varían de edema periférico leve a síndrome compartimental y edema
pulmonar agudo. Sin embargo, el paciente puede requerir un gran bolo inicial para compensar
los déficits de líquido, dependiendo del tiempo de presentación. Debe considerarse una explora-
ción ultrasonográfica temprana de colapsabilidad de la vena cava inferior para estimar el estado
de líquidos inicial y la colocación de un catéter de Foley para vigilancia del gasto urinario conti-
nua con un objetivo de 0.5 a 1 mL/kg/hora.
Dado que la etiología suele ser un fármaco, NO debe aplicarse sulfadiazina de plata (deri-
vado de sulfa) a la piel, a menos que así lo indicara un especialista en quemaduras, y sólo si se ha
identificado de forma definitiva el agente causal. La lesión debe mantenerse húmeda, protegida y
estéril con una gasa de petrolato no adherente. Un gran porcentaje de pacientes con afección de
un área de superficie corporal importante evoluciona a una infección cutánea. Hay que tratar de
prevenirlo en la medida de lo posible para evitar el riesgo de administrar otro fármaco. Recetar
un antibiótico a una persona que está sufriendo una reacción de hipersensibilidad es, en el mejor
de los casos, una opción riesgosa.
Con la pérdida de la epidermis, el paciente ha perdido su medio primario de termorregu-
lación. Debe mantenerse al paciente mínimamente expuesto y por el menor tiempo posible. Para
mantener la temperatura, es posible que se requieran líquidos entibiados o un dispositivo de
calor externo, como un sistema Bair Hugger.
PUNTOS CLAVE
■■ El síndrome de Stevens-Johnson/necrólisis epidérmica tóxica es un espectro de reac-
ciones de hipersensibilidad a un agente causal en el que la epidermis mucocutánea se
separa de la dermis en masa.
■■ No debe olvidarse que la quemadura también se encuentra en el interior, con consecuen-
cias para el sistema gastrointestinal, genitourinario y pulmonar.
■■ Debe tratarse el síndrome de Stevens-Johnson/necrólisis epidérmica tóxica de la misma
forma que cualquier quemadura: mantener la normotermia, restituir las pérdidas de
líquidos y proteger las áreas afectadas de la infección.
■■ Los factores de predicción más importantes de los resultados clínicos son qué tan pronto
se suspende el agente causal y qué tan pronto llega el paciente al centro de quemaduras
¡no sea usted la causa de una demora!
Lecturas recomendadas
Endorf FW, Cancio LC, Gibran NS. Toxic epidermal necrolysis clinical guidelines. J Burn
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105
El espectro de la necrólisis
epidérmica tóxica
Alexander Jenson, MD, MPH
La necrólisis epidérmica tóxica es la forma grave de una reacción autoinmunitaria adversa (por lo
general inducida por fármacos) que implica la muerte de queratinocitos y la separación de la epi-
dermis de la dermis en la piel y las membranas mucosas. Es parte de un espectro de reacciones
epidermolíticas graves que incluyen síndrome de Stevens-Johnson. Aunque rara, afecta a 2 por
millón por año y tiene un índice de mortalidad general del 30%. En una sala de urgencias, el recono-
cimiento rápido (1), la determinación de la gravedad (2), el inicio temprano de la atención de apoyo
(3) y la vigilancia de las secuelas que ponen en riesgo la vida (4) son esenciales.
Reconocimiento de la necrólisis epidérmica tóxica
Aunque se caracteriza por afección cutánea y de la mucosa, la necrólisis epidérmica tóxica con fre-
cuencia está precedida por un pródromo consistente con una enfermedad viral (tos, fiebre, con-
gestión, malestar). Por lo general, unos cuantos días después del pródromo se desarrollan máculas
eritematosas dolorosas de forma simétrica a lo largo del tronco, cara, palmas de las manos y plantas de
los pies. Más del 90% de los pacientes con necrólisis epidérmica tóxica tiene afección de las mucosas,
lo que incluye eritema y erosiones en boca, genitales y ojos (conjuntiva o córnea), que pueden causar
disfagia, cambios visuales y dolor. En la segunda fase, estos parches evolucionan a ampollas y se des-
prenden. A la presentación, la piel puede variar de máculas a ampollas/vesículas y luego a erosiones.
Los antecedentes del padecimiento actual deben incluir la investigación de los medicamentos
recientes, ya que 80 a 95% de los casos de necrólisis epidérmica tóxica puede desarrollarse como
resultado de una reacción farmacológica, aunque la ausencia de estos antecedentes no descarta el
diagnóstico, ya que la identificación del fármaco implicado a menudo ocurre post hoc. Los fárma-
cos que suelen inducir síndrome de Stevens-Johnson/necrólisis epidérmica tóxica pueden dividirse
simplemente en categorías e incluyen antiepilépticos (carbamazepina, fenitoína y fenobarbital), sul-
fonamidas (notablemente trimetoprim/sulfametoxazol) y antibióticos (lo que incluye penicilinas,
cefalosporinas, carbapenems y quinolonas). Por lo general, la reacción inicia entre 1 y 8 sem después
de administrar el fármaco y para tratamientos crónicos, el riesgo de necrólisis epidérmica tóxica se
presenta de forma marcada después de 8 sem. Otras causas (aunque raras) de necrólisis epidérmica
tóxica incluyen infecciones por Mycoplasma pneumoniae, citomegalovirus, dengue, una reacción para-
neoplásica, inmunizaciones e incluso reacciones al medio de contraste. Los estudios de cohorte han
mostrado que los pacientes con neoplasias, VIH, lupus y enfermedad de la colágena vascular tienen
mayor riesgo de desarrollar necrólisis epidérmica tóxica cuando se exponen a estos medicamentos.
A la exploración física, el exantema característico se ubica sobre las superficies mucosas (labios,
orofaringe, genitales) y presenta parches a nivel periférico, con confluencia a lo largo de la cara, palmas
de las manos, plantas de los pies y tronco. El exantema es doloroso y evoluciona a ampollas y esface-
lación epidérmica, que puede verse precipitada por presión lateral (signo de Nikolsky). El porcen-
taje de área corporal define la necrólisis epidérmica tóxica, con < 10% de área de superficie corporal
como característica del síndrome de Stevens-Johnson, 10 a 30% de superposición de necrólisis
epidérmica tóxica/síndrome de Stevens-Johnson y > 30% de necrólisis epidérmica tóxica.
Es importante mencionar que el diagnóstico diferencial para necrólisis epidérmica tóxica
incluye dermatosis IgA, penfigoide paraneoplásico y síndrome estafilocócico de piel escaldada, todos
los cuales pueden presentarse con signo de Nikolsky y ampollas. Además, debe hacerse una impor-
tante distinción con la erupción farmacológica con eosinofilia y síntomas sistémicos (DRESS), que
incluye ampollas y erosiones labiales, pero sin esfacelación epidérmica e histológicamente distinto.
Además, el eritema multiforme puede parecerse a los parches dolorosos tempranos de la necrólisis
epidérmica tóxica, aunque la muerte epidérmica y las ampollas son infrecuentes.
Gravedad de la necrólisis epidérmica
tóxica: SCORTEN
Dada la elevada tasa de mortalidad de la necrólisis epidérmica tóxica, una valoración rápida del
pronóstico es esencial para dar prioridad a los recursos. Para ello, se ha desarrollado el sistema
SCORTEN, que se ha validado reiteradamente para guiar el pronóstico, manejo y disposición de los
pacientes que se presentan con necrólisis epidérmica tóxica.
Los componentes de SCORTEN son edad (> 40 años), neoplasia, taquicardia (> 120 lpm),
porcentaje de superficie de área corporal total desprendida (> 10%), nitrógeno ureico en sangre
sérico (> 28 mg/dL), glucosa sérica (> 252 mg/dL) y bicarbonato sérico (< 20 mEq/L). Cada
una es variable binaria que añade un punto a la calificación, hasta 5 puntos. Cada punto agrega al
riesgo relativo de mortalidad durante la hospitalización, de 3% (0 a 1 punto) a 90% (5 puntos). La
herramienta se ha validado en múltiples unidades de quemaduras en Estados Unidos y el extranjero.
¿Qué significa esto para el médico de urgencias? Las enseñanzas clásicas indican que una
puntuación de dos o más en SCORTEN debe obligar a un nivel de atención en la unidad de cui-
dados intensivos en un centro de quemaduras. Sin embargo, es importante recordar que esto es un
proceso progresivo y que la presentación inicial del paciente puede ocurrir en cualquier punto del
curso de la enfermedad. Si hay una elevada sospecha de necrólisis epidérmica tóxica, el paciente
requiere un nivel de atención que solo puede proporcionarse en una unidad de cuidados intensivos
de quemaduras. Es claro que, esta decisión debe tomarse en conjunto con el centro de quemaduras
local y también debe tomar en cuenta la superficie corporal involucrada, requerimientos de resti-
tución de líquidos y otras enfermedades sistémicas que puedan complicar la atención del paciente.
Guías de tratamiento para la necrólisis
epidérmica tóxica: ¿quién, qué, dónde y por qué?
Antes de decidir quién debe participar en el manejo de un paciente con necrólisis epidérmica tóxica,
es fundamental suspender el agente causal. En el ámbito de la sala de urgencias, esto significa tanto
una buena reconciliación de los medicamentos como una interconsulta con dermatología. A menos
que sea absolutamente necesario, deben suspenderse todos los medicamentos en casa si se sospecha
necrólisis epidérmica tóxica tomando en cuenta las posibles complicaciones.
A continuación, el quién. El paciente debe de transferirse al centro de quemaduras local para
su manejo. Solo un centro de quemaduras tiene la combinación de experiencia en cuidados intensivos
y manejo de heridas grandes. Múltiples estudios han mostrado que retrasar la transferencia a las
instalaciones de quemaduras directamente aumenta la mortalidad, por lo que estos pacientes deben
transferirse tan pronto como sea razonablemente posible.
A continuación, el dónde. Muchos pacientes con necrólisis epidérmica tóxica, en especial
aquellos con otras enfermedades graves, pueden requerir atención a nivel de cuidados intensivos,
como se comentó antes. Cuando se analice el caso con el centro de quemaduras locales, debe tenerse
un umbral bajo para solicitar un alto nivel de atención para estos pacientes, dado el complejo manejo
de líquidos y la afección visceral no aparente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Endorf FW, Cancio LC, Gibran NS. Toxic epidermal necrolysis clinical guidelines. J Burn
Care Res. 2008;29:5.
Harr T, French LE. Toxic epidermal necrolysis and Stevens-Johnson syndrome. Orphanet J
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patients with toxic epidermal necrolysis in the United States. Arch Dermatol. 2004;140:7.
106
Simuladores de celulitis
Shabana Walia, MD
Hay muchos trastornos dermatológicos que pueden ser extremadamente parecidos a la celulitis,
en particular en la primera presentación a la sala de urgencias. Si bien algunos diagnósticos son
más crónicos e indolentes, otros ponen en riesgo la vida y es fundamental que el médico de
urgencias los diagnostique. Distinguir entre celulitis y otras alteraciones cutáneas puede favore-
cer la disminución del uso de antibióticos, el desarrollo de la resistencia a antibióticos, así como
retrasos en el tratamiento de diagnósticos alternativos y letales.
La celulitis es una infección bacteriana aguda que causa inflamación de la epidermis, dermis
y tejido subcutáneo subyacente. Los Streptococcus hemolíticos beta del grupo A y Staphylococcus
aureus son las bacterias que causan celulitis con mayor frecuencia. Sin embargo, en niños, y con
menor frecuencia en adultos que no responden al tratamiento inicial, deben sospecharse otras
causas de celulitis cutánea. Haemophilus influenzae tipo B es una forma grave de celulitis que
se acompaña de infección respiratoria. La celulitis por H. influenzae puede diferenciarse de las
formas más frecuentes de celulitis mediante una exploración física, dado que el exantema puede
tener una apariencia azul-roja-púrpura característica. Otras formas poco frecuentes de celulitis
son por Vibrio vulnificus y Aeromonas hydrophila, ambos microorganismos relacionados con el
agua. Debe sospecharse A. hydrophila si hay antecedentes de exposición a agua fresca, si el trata-
miento de la celulitis estreptocócica fracasa o si hay ampollas y abscesos con exudados malolientes
en la exploración física. Debe sospecharse V. vulnificus si hubo exposición a agua salada, junto con
datos de ampollas y vesículas grandes en la exploración física. En etapas más intensas y graves,
V. vulnificus puede evolucionar a miositis y presentarse de modo similar a la gangrena gaseosa.
La erisipela es un tipo de celulitis superficial que afecta la epidermis, la capa dérmica supe-
rior y los canales linfáticos superficiales. En los antecedentes, los pacientes pueden describir una
infección con progresión más rápida que la celulitis. De forma similar a esta, el área infectada
de la piel puede estar eritematosa, tibia e hipersensible. En contraste, la erisipela puede dife-
renciarse por los márgenes elevados y los bordes claramente demarcados debido a la naturaleza
superficial de la infección frente a los márgenes indistintos de la celulitis. Dado que los estrep-
tococos del grupo A son la causa más frecuente de erisipela, el tratamiento y el manejo clínico
suelen ser iguales que para las formas más profundas de celulitis.
La dermatitis por estasis, que suele conocerse como “eccema varicoso”, suele diagnosti-
carse erróneamente como celulitis en el ámbito de urgencias. Es una complicación de la estasis
venosa crónica prolongada, que suele ser el resultado de una insuficiencia valvular relacionada
con la edad y menos a menudo de cirugía, trombosis venosa profunda previa y una lesión trau-
mática. La insuficiencia venosa causa edema y extravasación de las células sanguíneas, que puede
producir un menor flujo de sangre a los tejidos. Los pacientes con este trastorno a menudo
presentan piernas eritematosas, hinchadas, no sensibles, con áreas de hiperpigmentación y des-
camado a lo largo de varios meses a años. La dermatitis por estasis puede infectarse de manera
secundaria con celulitis superimpuesta o úlceras.
La lipodermatoesclerosis o “paniculitis esclerosante” puede ser una complicación de la
insuficiencia venosa crónica prolongada y de la dermatitis por estasis. La fisiopatología propuesta
es similar a la dermatitis por estasis que resulta en perfusión tisular disminuida, con la adición
de daño endotelial ulterior. Este daño causa la formación de trombos microvasculares, que lleva
a infarto tisular y la formación de fibroblastos y tejido de granulación. En la exploración física
se observa disminución gradual del grosor del tercio inferior de las piernas, semejándose a una
botella de champaña que se sostiene bocabajo, ya que la enfermedad suele afectar el tercio infe-
rior de las pantorrillas. Este dato puede ser el único factor que permite diferenciar de la celulitis
en la fase aguda, ya que los pacientes también pueden desarrollar dolor intenso, calor y enrojeci-
miento, con márgenes indistintos de la piel similares a la celulitis. La fase crónica se caracteriza
por piel indurada eritematosa, con decoloración parda y placas escleróticas, con lo que puede
diferenciarse con mayor facilidad de la celulitis.
La dermatitis por contacto es una reacción cutánea por un alérgeno o irritante que resulta
en inflamación de la piel. Diferenciar la celulitis de la dermatitis puede simplificarse con unos
antecedentes claros por parte del paciente. La presencia de eritema o exantema en el sitio de
exposición al alérgeno es una clave para diagnosticar este trastorno. Los pacientes también
pueden manifestar prurito intenso con el exantema o tener antecedentes de alergias. El médico
debe indagar sobre el uso de nuevos jabones, detergentes o cremas tópicas. La dermatitis por
contacto es una reacción de hipersensibilidad de tipo IV y por lo tanto suele ocurrir 1 a 2 días
después de la exposición. El trastorno mejora al evitar el alérgeno causal, con antihistamínicos
y una crema suave de esteroides. Los antibióticos no son la base para tratar la dermatitis por
contacto. La urticaria papulosa es otra reacción de hipersensibilidad frecuente que puede ocurrir
después de la picadura de un insecto. Consiste en pápulas pruríticas rodeadas de ruedas o
bases eritematosas que pueden evolucionar a ampollas y úlceras y tienden a localizarse cerca de
la picadura del insecto.
El imitador más letal de la celulitis que no puede pasarse por alto es la “fascitis necro-
sante”. Al inicio de la evolución de las infecciones profundas de los tejidos blandos, puede ser
extremadamente difícil detectar las diferencias en la exploración física, ya que estas infecciones
pueden compartir muchas características con la celulitis, como eritema, calor, hinchazón loca-
lizada e hipersensibilidad. La fascitis necrosante afecta los tejidos subcutáneos profundos y se
extiende rápidamente a través de la fascia y más adelante puede afectar el músculo. Aunque la
infección suele ser mixta, se han implicado diversas bacterias, incluyendo las gramnegativas,
grampositivas y anaerobias. El dolor desproporcionado durante la exploración debe alertar al
médico de que puede estar ocurriendo una infección de tejidos blandos más profundos. La pro-
gresión de la enfermedad es mucho más rápida que otras alteraciones cutáneas. En un lapso de
horas, las capas de la piel pueden volverse eritematosas, hinchadas y crepitantes, y formar absce-
sos. En las radiografías puede observarse gas, pero las imágenes nunca deben retrasar el diagnós-
tico. El tratamiento consiste en la administración temprana de antibióticos, incluyendo cobertura
amplia y para anaerobios, y más importante, desbridamiento quirúrgico temprano: sin embargo,
el diagnóstico se confirma en el quirófano mediante visualización directa del tejido necrótico.
Estos trastornos son imitadores frecuentes de la celulitis, aunque no es una lista com-
pleta. Otras presentaciones físicas como la trombosis venosa profunda, el tromboembolismo,
la vasculitis, los exantemas virales y farmacológicos, las infecciones micóticas o las neoplasias
deben considerarse en el ámbito clínico apropiado. Lo que es más importante, debe indicarse al
paciente que acuda con un médico de atención primaria para seguimiento en un lapso de 24 a
72 h de la presentación inicial del exantema agudo. Los trastornos dermatológicos en individuos
inmunosuprimidos o en quienes no responden al tratamiento inicial o con exantemas recurren-
tes/crónicos son causa de hospitalización sin demora o de seguimiento dermatológico urgente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Blum CL, Menzinger S, Genné D. Cellulitis: Clinical manifestations and management.
Rev Med Suisse. 2013;9:1812–1815.
Hirschmann JV, Raugi GJ. Lower limb cellulitis and its mimics: Part I. Lower limb cellulitis.
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Keller EC, Tomecki KJ, Alraies MC. Distinguishing cellulitis from its mimics. Cleve Clin J
Med. 2012;79:547–552.
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Wolfson AB, Cloutier RL, Hendey GW, et al. Harwood-Nuss’ Clinical Practice of Emergency
Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Wolters Kluwer, 2015.
107
Varicela y herpes zóster:
más que solo un exantema
Aaryn K. Hammond, MD
La varicela es una enfermedad frecuente y por lo general benigna de la infancia causada por el
virus de la varicela zóster. Más a menudo se caracteriza y diagnostica por su exantema prurítico
vesicular distintivo en varias etapas a lo largo del cuerpo. Sin embargo, hay que estar conscientes
de las complicaciones que van más allá de un exantema prurítico y estar preparado para tratar lo
que pueda presentarse. Las complicaciones más frecuentes de la varicela son las infecciones bac-
terianas cutáneas superficiales. La infección suele deberse a Staphylococcus aureus o Streptococcus
pyogenes. La celulitis localizada puede tratarse con antibacterianos. También se han observado
infecciones más graves, como el síndrome de choque tóxico y la varicela gangrenosa. Dado que
algunos estudios han demostrado una posible relación entre la varicela gangrenosa y los antiin-
flamatorios no esteroides, se recomienda evitar estos fármacos en el tratamiento de la fiebre y el
dolor que acompañan a la varicela. En niños inmunocomprometidos, se han observado varicelas
ampollosas y hemorrágicas y pueden relacionarse con trombocitopenia o coagulación intravas-
cular diseminada.
Más allá de la piel, también se ha encontrado que la varicela causa neumonitis en poblacio-
nes inmunocompetentes y de forma más acentuada en los inmunocomprometidos. Por lo gene-
ral, la neumonitis es visible en las radiografías torácicas como infiltrados nodulares intersticiales
difusos. Debe sospecharse esta complicación en quienes se presentan con disnea y tos en el
contexto de un exantema por varicela. Estos casos deben tratarse de manera intensiva con anti-
virales y observación estrecha, ya que puede registrarse una mortalidad significativa en caso de
no administrar tratamiento.
Otra complicación importante de la infección por varicela es la enfermedad neurológica.
Esta puede incluir ataxia cerebelosa, encefalitis, mielitis transversal, meningitis y síndrome de
Guillain-Barré. Cuando se presenta exantema junto con datos neurológicos en la exploración, es
importante considerar estas complicaciones. La función de los medicamentos antivirales no está
clara en enfermedades neurológicas relacionadas con varicela. Sin embargo, debido a los riesgos
limitados del tratamiento, este suele iniciarse en caso de encefalitis viral o enfermedad grave.
Después de la infección inicial con varicela zóster, el virus permanece latente en los gan-
glios de la raíz dorsal y en ocasiones se reactiva en forma de culebrilla o herpes zóster, a medida
que disminuye la inmunidad celular. La mayoría de los casos de herpes zóster ocurre después de
los 50 años de edad y el riesgo aumenta con el paso del tiempo. El herpes suele presentarse como
un exantema vesicular doloroso limitado a uno o dos dermatomas, por lo general precedido de 1
a 5 días de molestias cutáneas. A diferencia de la varicela, el tratamiento se recomienda para casi
todos los casos, ya que ha demostrado que disminuye los síntomas, la gravedad y las complicacio-
nes. Valaciclovir y famciclovir son los antivirales de elección y se prefieren frente a aciclovir. En
términos generales pueden administrarse corticoesteroides coadyuvantes en quienes no tienen
contraindicaciones, ya que se ha demostrado que mejoran los resultados. También es imperativo
proporcionar analgesia a quienes presentan herpes zóster, ya que el dolor puede ser muy intenso.
La complicación más frecuente del herpes zóster es la neuralgia posherpética. La frecuen-
cia aumenta con la edad y se diagnostica como un dolor que persiste durante más de 30 días
después del inicio del exantema por zóster. Si bien no es una complicación peligrosa, el dolor
no debe subestimarse y debe tratarse de forma intensiva. Diversos datos han señalado que los
opioides, antidepresivos tricíclicos y gabapentina pueden ser útiles para el tratamiento del dolor.
En pacientes con zóster que afecta la primera división del nervio trigémino es necesario
explorar los ojos ante la posibilidad de herpes zóster oftálmico. Los estudios han mostrado que
los pacientes con enrojecimiento ocular en el contexto de herpes zóster tienen una probabilidad
elevada de presentar enfermedad moderada o grave. Otras características clave incluyen fotofobia
y exantema en la división supratroclear, o signo de Hutchinson (lesiones cutáneas eritematosas en
la punta, lado o raíz de la nariz). Estos pacientes no solo requieren un tratamiento antiviral, sino
también deben someterse a una evaluación oftalmológica urgente, ya que los padecimientos ocu-
lares como la uveítis, queratitis, retinitis y neuritis óptica pueden representar una amenaza para
la vista. Otras complicaciones visuales del herpes zóster oftálmico o zóster a distancia en pacien-
tes con sida es la necrosis retiniana aguda. Esta lesión de la retina es causada por diseminación
hematógena. Aunque la enfermedad tiene una progresión lenta en pacientes inmunocompetentes,
en aquellos con sida evoluciona con gran rapidez y pasa de necrosis retiniana aguda a desprendi-
miento de la retina y ceguera, que pueden extenderse de forma bilateral sin tratamiento.
Las complicaciones neurológicas importantes del herpes zóster incluyen hemiparesia
contralateral, encefalitis y otras parálisis nerviosas. La hemiparesia contralateral puede ocurrir
semanas a meses después del desarrollo del exantema. Se cree que la reactivación del zóster en el
nervio trigémino es capaz de extenderse a las arterias cerebrales, causando inflamación e isque-
mia que resultan en hemiparesia contralateral. Los pacientes deben tratarse con corticoesteroi-
des y antivirales. Cabe señalar que el infarto es irreversible a pesar del tratamiento. La encefalitis
relacionada con zóster es una de las complicaciones más peligrosas. Suele presentarse con fiebre,
cefalea y otros datos neurológicos en el contexto de una infección reciente por zóster. Suele
observarse en pacientes con sida y a pesar del tratamiento a menudo evoluciona a la muerte. Sin
embargo, algunos informes indican cierto beneficio con aciclovir intravenoso a dosis elevadas.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Adam R, Vale N, Bona M, et al. Triaging herpes zóster ophthalmicus patients in the emergency
department: Do all patients require referral? Acad Emerg Med. 2010;17(11):1183–1188.
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Galetta K, Gilden D. Zeroing in on zóster: A tale of many disorders produced by one virus.
J Neurol Sci. 2015;358(1–2):38–45. doi:10.1016/j.jns.2015.10.004.
Gnann J Jr. Varicella-zóster virus: Atypical presentations and unusual complications. J Infect
Dis. 2002;186(s1):S91–S98. doi:10.1086/342963.
Gnann J, Whitley R. Herpes zóster. N Engl J Med. 2002;347(5):340–346. doi:10.1056/
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Solomon C, Cohen J. Herpes zóster. N Engl J Med. 2013;369(3):255–263. doi:10.1056/
nejmcp1302674.
108
Eritema nudoso, nódulos
e hipersensibilidad
Nicholas Risko, MD, MHS
El eritema nudoso es una reacción de hipersensibilidad retrasada que se caracteriza por la pre-
sencia de nódulos subcutáneos hipersensibles que suelen encontrarse en una distribución bila-
teral pretibial. El eritema nudoso rara vez aparece en la bibliografía de urgencias; sin embargo,
puede anunciar enfermedades subyacentes graves que por lo demás pasarían inadvertidas. Este
capítulo contiene información importante para el manejo del paciente que se presenta en la sala
de urgencias con eritema nudoso.
Se ha demostrado que el eritema nudoso ocurre a partir de diversas exposiciones, aunque
hasta 60% de los casos es idiopático.1 La incidencia anual de eritema nudoso varía de 1 a 5 por
100 000,2 con un mayor riesgo para las mujeres en edad fértil.3-5 El eritema nudoso puede ir
precedido por un pródromo de 1 a 3 sem que incluye fiebre (60%), malestar (67%), artralgias
(64%), artritis (31%) y síntomas de las vías respiratorias superiores.3 Las artralgias pueden per-
sistir hasta por 2 años después de la resolución de los otros síntomas.2 Los síntomas sistémicos
que se observan con menor frecuencia incluyen linfadenopatía, hepatomegalia, esplenomegalia
y prurito.4 Estas lesiones en sí mismas suelen encontrarse en las superficies extensoras y son
rojas, elevadas, no ulcerosas e hipersensibles. Tienen unos cuantos centímetros de diámetro y
a medida que sanan adquieren la apariencia de un hematoma, pasando de rojo a amarillo y por
último a morado.1,4
Las principales tareas al diagnosticar a un paciente con eritema nudoso son buscar las cau-
sas peligrosas y los simuladores. Las principales causas son idiopáticas (55%), infecciones estrep-
tocócicas (28 a 48%), sarcoidosis (11 a 25%), reacciones farmacológicas (3 a 10%), embarazo (2 a
5%) y enfermedad inflamatoria intestinal (1 a 4%). La infección estreptocócica es la causa prin-
cipal en las poblaciones pediátricas. Causas más raras incluyen linfoma/leucemia, tuberculosis,
VIH, virus del herpes simple, hepatitis viral, histoplasmosis y coccidioidomicosis.1,2,4,6
Otras alteraciones dermatológicas peligrosas pueden presentarse de forma similar en las eta-
pas tempranas. Este diferencial abarca celulitis, eritema multiforme, picaduras de arañas venenosas,
necrólisis epidérmica tóxica, síndrome de choque tóxico, enfermedad ampollosa, fiebre exantemática
de las Montañas Rocosas y meningococemia. Otros simuladores frecuentes de menor consecuen-
cia para el manejo en urgencias comprenden vasculitis cutánea, vasculitis nodular y tromboflebitis
superficial.1,7,8 Las presentaciones atípicas del eritema nudoso suelen diagnosticarse erróneamente
como celulitis, traumatismo o sarcoma.7,9,10
PUNTOS CLAVE
■■ El eritema nudoso suele ser idiopático, pero las causas identificadas con mayor frecuen-
cia son infección estreptocócica, sarcoidosis, infección pulmonar, infecciones virales
sistémicas, embarazo y reacciones farmacológicas.
■■ Debe tenerse precaución con otros exantemas peligrosos que puedan simular eritema
nudoso.
■■ Algunos estudios diagnósticos recomendados para la sala de urgencias incluyen los
siguientes:
■■ Para la mayoría de los pacientes: radiografía torácica, biometría básica, prueba de
embarazo, considerar pruebas para estreptococos
■■ Molestias gastrointestinales: imágenes, estudios en heces, referencia al especialista.
■■ Pacientes enfermos: cultivos de sangre, detección de VIH, detección de hepatitis
viral
■■ En términos generales, puede tranquilizarse a la mayoría de los pacientes informándoles
que todo se resolverá por sí solo y puede dárseles de alta para seguimiento con el médico
de atención primaria.
■■ La opción más segura y simple para el manejo sintomático es un esquema de antiinfla-
matorios no esteroides.
Referencias
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panniculitis. Dermatol Online J. 2014;20(4):22376.
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3. Passarini B, Infusino SD. Erythema nodosum. G Ital Dermatol Venereol. 2013;148(4):
413–417.
4. Requena L, Requena C. Erythema nodosum. Dermatol Online J. 2002;8(1):4.
5. Requena L, Sanchez Yus E. Erythema nodosum. Semin Cutan Med Surg. 2007;26(2):
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685–695.
8. O’Neill JH Jr. The differential diagnosis of erythema nodosum. Del Med J. 1991;63
(11):683–689.
9. Hyland-McGuire P, Guly H. Erythema nodosum—Diagnostic difficulties in the accident
and emergency department. J Accid Emerg Med. 1996;13(3):211–212.
10. Brady WJ, DeBehnke D, Crosby DL. Dermatological emergencies. Am J Emerg Med.
1994;12(2):217–237.
11. Horio T, Imamura S, Danno K, et al. Potassium iodide in the treatment of erythema
nodosum and nodular vasculitis. Arch Dermatol. 1981;117:29–31.
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109
Clásico no siempre significa clásico:
exantemas clásicos
Debra Ravert, MD
Los exantemas pueden ser intimidantes. Muchos son inespecíficos e inocuos, pero algunos se
relacionan con una patología importante y no pueden pasarse por alto. Los exantemas a menudo
se deben a virus y bacterias, pero también a hongos, parásitos, procesos neoplásicos, medicamen-
tos y otras sustancias químicas. Por ello, deben obtenerse antecedentes detallados que incluyen
preguntas sobre factores de riesgo para inmunosupresión, cambios en los medicamentos, alergias
y exposiciones. Aunque se consideran “clásicos”, algunos de los exantemas en este capítulo rara
vez se encuentran en la práctica clínica y merecen una revisión.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Allmon A, Deane K, Martin K. Common skin rashes in children. Am Fam Physician.
2015;92(3):211–216.
Nathavitharana R. Diseases from North America: Focus on tick-borne infections. Clin Med.
2015;15(1):74–77.
Ramdass P, Mullick S, Farber H. Viral skin diseases. Prim Care. 2015;42(4):517–567.
World Health Organization. (2012). Global Measles and Rubella Strategic Plan. Geneva, Swit-
zerland: World Health Organization. Disponible en: http://www.measlesrubellainitiative.
org/wp-content/uploads/2013/06/Measles-Rubella-Strategic-Plan.pdf
110
Un valor normal de bicarbonato no
excluye una alteración ácido-básica
Seth T. Stearley, MD e Ian Boyd, MD
Las alteraciones ácidos-básicas son uno de los problemas más difíciles que se encuentran en medi-
cina de urgencias. Es esencial que el profesional de urgencias determine con rapidez si un paciente
tiene una alteración ácido-básica. El diagnóstico erróneo de una anormalidad de este tipo o su
tratamiento retrasado conllevan complicaciones graves. La concentración de bicarbonato (HCO3)
en plasma, el pH y la concentración arterial de dióxido de carbono (pCO2) son fundamentales en
la fisiología ácido-básica. Ningún valor debe analizarse individualmente.
Las alteraciones ácido-básicas suelen dividirse en alteraciones metabólicas o respiratorias.
Las metabólicas causan un cambio primario en el HCO3, en tanto que las alteraciones respira-
torias llevan a un cambio primario en la pCO2. Aunque muchos pacientes en la sala de urgencias
tienen una alteración puramente metabólica o respiratoria, no es raro encontrar casos con una
alteración ácido-básica mixta.
La alteración ácido-básica más frecuente encontrada en la sala de urgencias es una acidosis
metabólica con brecha aniónica. Esta se calcula mediante la siguiente fórmula:
(
Brecha aniónica = Na + − Cl − + HCO3 − )
Existen varios aniones y cationes “no medidos” (es decir, calcio, magnesio y proteínas,
fosfato, sulfatos, lactato) que mantienen la neutralidad eléctrica del plasma. Un aumento en estos
aniones no medidos hace que el HCO3 disminuya y cause una acidosis metabólica de brecha
aniónica. A menudo, los profesionales médicos revisan rápidamente el HCO3 en un panel meta-
bólico básico como una clave para la presencia de acidosis metabólica de brecha aniónica. Es
importante mencionar que puede haber una alteración ácido-básica significativa con una concen-
tración normal de HCO3. Esto suele observarse ante un trastorno ácido-básico mixto. El ejemplo
clásico es un paciente que ha tenido tanto vómito como diarrea, lo que provoca una acidosis
metabólica concomitante y alcalosis metabólica. La diarrea lleva a una pérdida de bicarbonato y a
una acidosis metabólica, en tanto que el vómito resulta en alcalosis metabólica.
Otro ejemplo es el paciente con acidosis metabólica mixta y acidosis respiratoria. En estos
casos, la acidosis respiratoria resulta en una elevación de la pCO2, que después cambia al HCO3.
Es importante entender que los riñones regulan el HCO3 en caso de problemas respiratorios pri-
marios. Esta compensación renal a los cambios en pCO2 puede tomar horas a días para alcanzar
un equilibrio. Por lo tanto, el HCO3 puede caer en compensación en problemas respiratorios y por
lo tanto ser “normal”, cuando en realidad el cuerpo se encuentra en un estado de desequilibrio.
251
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chiu W, Jones KM, Chiu WC. Acid–base disorders. In: Farcy DA, Chiu WC, Flaxman A, et al.
eds. Critical Care Emergency Medicine. New York, NY: McGraw-Hill; 2012:Chapter 21.
Hyneck M. Simple acid-base disorders. Am J Hosp Pharm. 1985;42(9):1992–2004.
Morris JE. Fluid, electrolyte, & acid base emergencies. In: Stone C, Humphries RL, eds. Cur-
rent Diagnosis & Treatment Emergency Medicine. 7th ed. New York, NY: McGraw-Hill;
2011:Chapter 44.
Narins R, Emmett M. Simple and mixed acid-base disorders: A practical approach. Medicine.
1980;59(3):161–187.
Nicolaou DD, Kelen GD. Acid-base disorders. In: Tintinalli JE, Stapczynski J, Ma O,
et al. eds. Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. New York, NY:
McGraw-Hill; 2011.
111
No se olvide del octreótido
en la hipoglucemia
Haley M. Rapp, MD y Erica B. Shaver, MD
La hipoglucemia se define como una concentración de glucosa sanguínea < 50 mg/dL y es causa
de alrededor de 300 000 visitas a la sala de urgencias al año en Estados Unidos. Más a menudo, la
hipoglucemia ocurre en pacientes con antecedentes de diabetes mellitus. La incidencia de hipo-
glucemia ha disminuido en fechas recientes debido a la disponibilidad de nuevos medicamentos
y a una mejor educación acerca de las etiologías y el control de la diabetes. A pesar de ello, el
consumo de medicamentos sigue siendo una de las etiologías más frecuentes de hipoglucemia
para los pacientes de la sala de urgencias.
Los medicamentos de la clase de las sulfonilureas son la base del tratamiento de los pacien-
tes con diabetes. Las sulfonilureas que se utilizan con frecuencia incluyen gliburida, glipizida y
glimepirida. Estos medicamentos aumentan la liberación de insulina al hiperpolarizar los canales
de potasio sensibles al trifosfato de adenosina en las células beta del páncreas conduce a un estado
hiperinsulinémico, independiente de la concentración de glucosa en sangre, que puede causar
una hipoglucemia profunda y prolongada, ya que la respuesta contrarregulatoria del sistema de
la médula suprarrenal a la hipoglucemia suele verse alterada en pacientes diabéticos. La res-
puesta contrarregulatoria fallida a la hipoglucemia se conoce como insuficiencia autónoma rela-
cionada con hipoglucemia. Las sulfonilureas tienen vidas medias variables que pueden resultar
en una hipoglucemia que no se revierte fácilmente solo con dextrosa.
El manejo inicial de cualquier paciente que se presenta con hipoglucemia, sin importar la
causa, es la suplementación rápida de glucosa ya sea con dextrosa intravenosa (IV) o mediante
la administración oral de carbohidratos. El objetivo de la administración de la dextrosa IV es
crear un estado hiperglucémico relativo. Sin embargo, en un paciente que toma sulfonilureas,
el estado hiperglucémico potencia aún más la liberación pancreática de insulina, que perpetúa
entonces el círculo vicioso de la hipoglucemia persistente.
El tratamiento tradicional de la hipoglucemia inducida por sulfonilureas ha sido la adminis-
tración de una infusión continua de dextrosa, en ocasiones durante varios días. En fechas recientes,
el octreótido se ha utilizado como un tratamiento coadyuvante para la hipoglucemia inducida por
sulfonilureas. El octreótido es un análogo de las somatostatinas de acción prolongada que se utiliza
para el manejo de acromegalia, hemorragia gastrointestinal superior debida a várices y síntomas
carcinoides metastásicos. En el caso de la hipoglucemia inducida por sulfonilureas, el octreótido
actúa al antagonizar directamente la liberación de insulina del páncreas. Se han realizado múltiples
estudios para valorar la seguridad, eficacia y función del octreótido en la hipoglucemia inducida
por sulfonilureas. Un estudio controlado con asignación al azar valoró la eficacia de la administra-
ción de octreótido más dextrosa IV frente a la infusión de dextrosa por sí sola y encontró que los
pacientes que habían recibido octreótido tenían mayores concentraciones de glucosa sérica y menos
eventos hipoglucémicos que los que habían recibido dextrosa sola. Se han encontrado resultados
similares en numerosos análisis retrospectivos. La dosis recomendada de octreótido para la hipo-
glucemia inducida por sulfonilureas es de 1 a 2 mcg/kg administrados por vía IV o subcutánea
(SC) cada 8 h, por tres dosis. Los efectos secundarios de este medicamento por lo general son leves
y se limitan sobre todo a una alteración gastrointestinal (náusea, vómito, diarrea). Aunque se han
informado efectos adversos más graves como hipertensión, arritmias y síncope, estos fenómenos
suelen presentarse con el uso crónico y no se informan con el uso a corto plazo de octreótido para
la hipoglucemia inducida por sulfonilureas.
De acuerdo con datos disponibles actualmente basados en la evidencia, a los pacientes lleva-
dos a la sala de urgencias con sospecha o conocimiento de hipoglucemia inducida por sulfonilurea
o hipoglucemia refractaria a la administración estándar de dextrosa IV se les debe dar octreótido.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chan MM, Chan MM, Mengshol JA, et al. Octreotide: A drug often used in the critical care
setting but not well understood. Chest. 2013;144(6):1937–1945.
Cryer PE. Glycemic goals in diabetes: Trade-off between glycemic control and iatrogenic
hypoglycemia. Diabetes. 2014;63:2188–2195.
Dougherty PP, Klein-Schwartz W. Octreotide’s role in the management of sulfonylurea-
induced hypoglycemia. J Med Toxicol. 2010;6:199–206.
Dougherty PP, Lee SA, Lung D, et al. Evaluation of the use and safety of octreotide as antidotal
therapy for sulfonylurea overdose in children. Pediatr Emerg Care. 2013;29(3):292–295.
Fasano CJ, O’Malley G, Dominici P, et al. Comparison of octreotide and standard therapy
versus standard therapy alone for the treatment of sulfonylurea-induced hypoglycemia.
Ann Emerg Med. 2008;50(4):400–406.
112
Escollos en el manejo
de la cetoacidosis diabética
Anthony Roggio, MD
La cetoacidosis diabética es un desajuste metabólico crítico que suele verse precipitado por una enfer-
medad aguda (es decir, infección, infarto de miocardio, accidente vascular cerebral) o falta de cum-
plimiento con los medicamentos. La American Diabetic Association y la International Society for
Pediatric and Adolescent Diabetes proporcionan guías clínicas para el manejo de los pacientes con
cetoacidosis diabética. Sin embargo, estas guías son complejas y pueden ser difíciles de seguir. Dada
la mortalidad relacionada con la cetoacidosis diabética, es imperativo para el profesional de urgencias
conocer los distintos escollos que pueden presentarse en el manejo de estos pacientes en estado grave.
Líquidos intravenosos
El manejo inicial del paciente con cetoacidosis diabética debe iniciar con la administración de
líquidos intravenosos. Las guías actuales recomiendan un bolo inicial de 15 a 20 mL/kg de solu-
ción salina normal al 0.9%. Es importante notar que la solución salina normal al 0.9% contiene
concentraciones suprafisiológicas de cloro. Se cree que la hipercloremia es un estímulo inflama-
torio y se relaciona con efectos adversos sobre los sistemas orgánicos renal, pulmonar, cardio-
vascular y esplácnico. Además, la solución salina normal al 0.9% induce de forma confiable una
acidosis metabólica hiperclorémica y tiene el potencial de empeorar el equilibrio ácido-básico
alterado en pacientes con cetoacidosis diabética.
En fechas recientes, se han promovido las soluciones balanceadas (como Plasma-Lyte) como
mejores opciones de líquidos para la reanimación de pacientes en estado grave. Las soluciones balan-
ceadas tienen menores concentraciones de cloro y contienen iones orgánicos como un sustituto para
el bicarbonato. Los estudios que han comparado el uso de soluciones balanceadas con solución salina
normal al 0.9% en los pacientes con cetoacidosis diabética han demostrado un cierre más rápido de la
brecha aniónica elevada, aumento de la presión arterial media y resolución más rápida de la acidemia.
Dependiendo del líquido específico, las soluciones balanceadas también contienen concentraciones
variables de electrólitos (es decir, potasio, calcio, magnesio). Si bien no hay estudios actuales aleatorios
que demuestren una mejoría de la mortalidad con el uso de soluciones balanceadas, son una opción
alternativa viable a la solución salina normal al 0.9% en el manejo de la cetoacidosis diabética.
Después de un bolo de líquidos inicial, los líquidos de mantenimiento deben continuarse
a una velocidad de 250 a 500 mL/h. Debe considerarse una solución balanceada para pacientes
con hiponatriemia, en tanto que hay que considerar una solución salina normal al 0.45% en
pacientes con hipernatriemia o con concentraciones de sodio normales.
Insulina
La administración de insulina exógena es esencial en el manejo de la cetoacidosis diabética. La
insulina revierte la cetogénesis que ocurre en la cetoacidosis diabética y corrige la acidosis meta-
bólica. Los pacientes con cetoacidosis diabética pueden estratificarse en estado leve, moderado o
grave de acuerdo con su estado mental, pH y concentración de bicarbonato sérico. Esta estratifi-
cación se presenta en la Tabla 112-1.
Históricamente, la insulina se ha administrado como una dosis en bolo de 0.1 U/kg
seguida por una infusión de insulina. Se ha observado que esta estrategia de administración per-
mite alcanzar concentraciones séricas adecuadas de insulina a corto plazo. Sin embargo, la biblio-
grafía reciente ha demostrado que una dosis en bolo inicial de insulina no es necesaria, siempre
y cuando se inicie una infusión continua a una velocidad de al menos 0.1 U/kg/h. Además,
la evidencia reciente ha sugerido que los pacientes con cetoacidosis diabética leve o moderada
pueden tratarse de manera segura con dosis subcutáneas intermitentes de preparados de insu-
lina de acción breve o mediana en lugar de una infusión de insulina. Es importante mencionar
que la administración de insulina subcutánea para la cetoacidosis diabética requiere un estudio
más detallado y no está indicada en el tratamiento de pacientes con cetoacidosis diabética grave.
Los pacientes pediátricos con cetoacidosis diabética tienen un riesgo de edema cerebral. El
inicio de insulina en la primera hora de tratamiento o antes de la reanimación con líquidos se ha iden-
tificado como un factor de riesgo para el edema cerebral. Por este motivo, no debe administrarse un
bolo de insulina a los pacientes pediátricos con cetoacidosis diabética. Estos pacientes deben recibir
1 o 2 bolos de líquidos intravenosos (20 mL/kg) antes de la administración de cualquier insulina.
La administración de insulina debe continuar hasta que se haya resuelto la acidosis de la
cetoacidosis diabética. Una vez que la glucosa en sangre alcanza valores de ~250 mg/dL, el tipo
de líquido intravenoso debe cambiarse a otro que contenga dextrosa para mantener la normog-
lucemia mientras el paciente se trate con insulina. Una vez que la acidosis se ha resuelto y se ha
cerrado la brecha aniónica, debe administrarse insulina de acción prolongada por vía subcutánea.
La infusión de insulina debe continuarse por ~1 a 2 h después de la administración de la insulina
de acción prolongada para evitar la hiperglucemia de rebote o la cetosis una vez que se suspende
la infusión.
Potasio
Muchos pacientes con cetoacidosis diabética tendrán concentraciones elevadas de potasio a causa
de desvíos electrolíticos por la acidosis. Sin embargo, en su mayoría están hipopotasiémicos debido
a la pérdida de potasio en la orina por una diuresis osmótica. Es importante mencionar que las
concentraciones de potasio disminuirán aún más con la administración de insulina. La restitución
de potasio debe iniciar cuando sus concentraciones se encuentren por debajo de 5 mEq/L. Si las
concentraciones séricas de potasio son < 3.5 mEq/L, el potasio debe administrarse antes de la
insulina para prevenir una hipopotasiemia que ponga en riesgo la vida.
Bicarbonato de sodio
Contrario a los conocimientos tradicionales, la administración de bicarbonato de sodio puede
empeorar la acidosis intracelular y es un factor de riesgo para el edema cerebral en los pacientes
pediátricos con cetoacidosis diabética. Más aún, no se ha demostrado que el bicarbonato mejore
los resultados centrados en el paciente en el manejo de la cetoacidosis diabética. Como resultado
de ello, no se recomienda el bicarbonato de sodio para el manejo de la cetoacidosis diabética, con
la posible excepción del paro cardiaco secundario a acidosis profunda.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chua HR, Schneider A, Bellomo R. Bicarbonate in diabetic ketoacidosis—A systematic review.
Ann Intensive Care. 2011;1(1):23.
Chua HR, Venkatesh B, Stachowski E, et al. Plasma-Lyte 148 vs. 0.9% saline for fluid resusci-
tation in diabetic ketoacidosis. J Crit Care. 2012;27(2):138–145.
Goyal N, Miller JB, Sankey SS, et al. Utility of initial bolus insulin in the treatment of diabetic
ketoacidosis. J Emerg Med. 2010;38(4):422–427.
Kitabchi AE, Umpierrez GE, Miles JM, et al. Hyperglycemic crises in adult patients with
diabetes. Diabetes Care. 2009;32(7):1335–1343.
Mahler SA, Conrad SA, Wang H, et al. Resuscitation with balanced electrolyte solution pre-
vents hyperchloremic metabolic acidosis in patients with diabetic ketoacidosis. Am J Emerg
Med. 2011;29(6):670–674.
113
No confiarse en los signos vitales
ortostáticos para diagnosticar
agotamiento de volumen
Anand K. Swaminathan, MD, MPH y Gordon Wu, MD
Suele considerarse que las mediciones de la presión arterial ortostática son útiles en la valoración
del estado de volumen intravascular. La hipotensión ortostática se define como:
1) Una reducción de la presión arterial sistólica de al menos 20 mm Hg
2) Una reducción de la presión arterial diastólica de al menos 10 mm Hg
3) Un aumento en de frecuencia cardiaca de al menos 30 latidos por minuto (lpm)
Para cumplir con la definición de hipotensión ortostática, debe cumplirse uno de los crite-
rios anteriores cuando se miden al menos 3 min después de ponerse de pie tras estar en posición
supina. Además, los pacientes también deben experimentar síntomas de hipotensión ortostática.
Estos síntomas pueden incluir desfallecimiento, mareo, visión borrosa, náusea, palpitaciones,
cefalea o debilidad que se resuelven al recostarse.
La hipotensión ortostática es muy frecuente. Los datos de grandes estudios en pacientes
de asilos para individuos geriátricos no seleccionados demuestran que el índice de hipotensión
ortostática varía de 28 a 50%. Los estudios en adolescentes muestran índices similares, con
~44% de casos que presentan cambios ortostáticos. Es importante recordar que la hipotensión
ortostática es simplemente un dato en el examen, no una enfermedad.
En un intento por aclarar la relevancia de la hipotensión ortostática, Raiha y cols. realiza-
ron un estudio de cohorte prospectivo. Los autores demostraron que los cambios en la presión
arterial sistólica o media al ponerse de pie no predecían la mortalidad a 10 años. Sin embargo,
una disminución de la presión arterial diastólica de al menos 10 mm Hg al ponerse de pie
se relacionó con un aumento de la mortalidad vascular (razón de momios de 2.7). Esta relación
desapareció en un análisis multivariado cuando los autores ajustaron para trastornos subyacen-
tes, como enfermedad cardiovascular. Presentaron la hipótesis de que los pacientes con presiones
arteriales diastólicas más lábiles probablemente tienen trastornos comórbidos que los predispo-
nen a eventos como el infarto de miocardio y el accidente vascular cerebral.
Para investigar con más detalle la confiabilidad de la hipotensión ortostática como un mar-
cador de agotamiento del volumen intravascular, Witting y cols. realizaron pruebas con mesa de
inclinación en voluntarios sanos después de donar < 600 mL de sangre. En pacientes adultos
menores de 65 años de edad, un cambio en la frecuencia cardiaca > 20 lpm o un cambio en la
presión arterial sistólica > 20 mm Hg tuvo una sensibilidad de 47% y una especificidad de 84%
para el agotamiento de volumen. Los valores de sensibilidad y especificidad fueron similares
en pacientes mayores de 65 años de edad. Los resultados de este estudio sugieren que un dato
de hipotensión ortostática, ya sea por una caída de la presión arterial sistólica o un aumento de
la frecuencia cardiaca, no es lo bastante específico para señalar con certeza que hay un agota-
miento moderado de volumen. Es importante mencionar que solo porque el paciente no tenga
hipotensión ortostática no significa que tenga un volumen intravascular normal. Además, los
profesionales de urgencias a menudo sobreestiman la utilidad de la hipotensión ortostática en el
paciente geriátrico. Como han mostrado Witting y cols. no hay una diferencia estadísticamente
significativa entre la hipotensión ortostática en pacientes geriátricos comparados con otros más
jóvenes como un factor de predicción clínica del estado de volumen.
Con base en el trabajo de estudios previos, McGee y cols. valoraron la utilidad de los sínto-
mas de hipotensión ortostática. En su revisión sistemática, los autores demostraron que la queja de
hipotensión ortostática sintomática tuvo poco valor de predicción en relación con una pérdida
de volumen leve a moderada. Sin embargo, en pacientes con una pérdida de sangre intensa (600
a 1 100 mL), hubo un aumento pronunciado de la sensibilidad (97%) y especificidad (98%) en
pacientes que no podían ponerse de pie para las mediciones de los signos vitales debido a mareo
intenso. En esta subserie de pacientes marcadamente sintomáticos, la incapacidad para ponerse
de pie sirvió como un excelente factor de predicción de una pérdida de volumen intensa. Por
lo demás, simplemente la queja de náusea o mareo al ponerse de pie no fue clínicamente útil y no
debe considerarse de forma sistemática como una medida del estado de volumen intravascular.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes deben estar de pie por al menos 3 min antes de medir los signos vitales
ortostáticos.
■■ La hipotensión ortostática es muy frecuente. Hasta 55% de los pacientes puede tener
cambios en los signos vitales consistentes con hipotensión ortostática. Esto no significa
que tengan agotamiento del volumen intravascular.
■■ Las mediciones de la hipotensión ortostática no son ni sensibles ni específicas del agota-
miento de volumen intravascular leve o moderado.
■■ La medición de los signos vitales ortostáticos en el paciente geriátrico no es un factor de
predicción clínico útil acerca del estado de volumen.
■■ Si el paciente está sintomático y no es capaz de ponerse de pie para la medición de los signos
vitales, es factible que tenga una pérdida de volumen intravascular de al menos 600 mL.
Lecturas recomendadas
American Autonomic Society, American Academy of Neurology Consensus Conference.
Consensus statement on the definition of orthostatic hypotension, pure autonomic failure
and multiple system atrophy. Clin Auton Res. 1996;6:125–126.
McGee S, Abernethy WB, Simel DL. Is this patient hypovolemic? JAMA. 1999;281(11):
1022–1029.
Raiha I, Luutonen S, Piha J, et al. Prevalence, predisposing factors and prognostic importance
of postural hypotension. Arch Intern Med. 1995;155:930–935.
Stewart JM. Transient orthostatic hypotension is common in adolescents. J Pediatr.
2002;140:418–424.
Witting MD, Wears RL, Li S. Defining the positive tilt test: A study of healthy adults with
moderate acute blood loss. Ann Emerg Med. 1994;23(6):1320–1323.
114
Estado hiperosmolar hiperglucémico:
¡cuando la glucosa elevada lo tiene abajo!
Stephanie Lareau, MD, FAWM, FACEP
Aunque la cetoacidosis diabética suele ser la primera urgencia endocrina que se considera en el
paciente con hiperglucemia, es fundamental que el profesional de urgencias incluya el estado hiper-
osmolar hiperglucémico en el diagnóstico diferencial. No considerar el estado hiperosmolar
hiperglucémico puede resultar en importantes retrasos en el tratamiento y, a la larga, en una
mayor morbilidad y mortalidad en el paciente por este trastorno grave.
Los criterios diagnósticos para el estado hiperosmolar hiperglucémico incluyen un valor de
glucosa sérica > 600 mg/dL, osmolalidad sérica > 320 osm/kg, pH superior a 7.3, bicarbonato sérico
> 15 mEq/L y ausencia de cetonuria. En contraste con la cetoacidosis diabética, muchos pacientes
con estado hiperosmolar hiperglucémico se presentan con síntomas de disfunción neurológica. Estos
síntomas pueden incluir un estado mental alterado, letargo, convulsiones o déficits unilaterales que
semejan un accidente vascular cerebral. Dado que el estado hiperosmolar hiperglucémico es más
frecuente en pacientes geriátricos con diabetes tipo II, en ocasiones puede ser difícil determinar si
los cambios en el estado mental son agudos, en especial en aquellos con demencia. Asimismo, los
pacientes debilitados en asilos tienen un mayor riesgo de presentar estado hiperosmolar hiperglucé-
mico. Estos enfermos a menudo no están bien hidratados o reciben numerosos medicamentos que
pueden alterar el estado sensorial. Es fundamental descartar un estado hiperosmolar hiperglucémico
en pacientes hiperglucémicos con estado mental alterado, confusión o letargo.
La evaluación en la sala de urgencias del paciente con estado hiperosmolar hiperglucémico
debe incluir la búsqueda de la etiología precipitante. El causal más frecuente de estado hiperosmo-
lar hiperglucémico es la infección (p. ej., neumonía, infección urinaria, sepsis). Otros precipitantes
incluyen infarto de miocardio, accidente vascular cerebral, medicamentos, insuficiencia renal y
lesión cefálica (p. ej., hematoma subdural). Como resultado, la evaluación en la sala de urgencias
puede incluir un electrocardiograma, tomografía computarizada del cráneo, radiografía torácica,
análisis de orina y estudios de laboratorio (como biometría hemática completa, panel metabólico
completo, troponina, concentraciones de medicamentos, lactato).
Los pacientes con estado hiperosmolar hiperglucémico tienen un agotamiento de volumen
intravascular importante. De hecho, ¡el déficit de líquido promedio en el estado hiperosmolar
hiperglucémico es ~9 L! Por lo tanto, la reanimación apropiada con líquidos es fundamental. Los
pacientes que desarrollan un estado hiperosmolar hiperglucémico a menudo tienen numerosos
trastornos comórbidos, que incluyen disfunción cardiaca y renal. Como resultado, pueden no
tolerar una reanimación de volumen rápida y abundante. La administración rápida de líquidos
puede causar edema pulmonar y compromiso respiratorio. Debe administrarse un cristaloide
isotónico y vigilar estrechamente al paciente en busca de signos de sobrecarga de líquidos.
A pesar de la ausencia de cetoacidosis y de una brecha aniónica elevada, los pacientes con estado
hiperosmolar hiperglucémico se benefician de una infusión de insulina para controlar la hipergluce-
mia. Se inicia una infusión de insulina a 0.1 U/kg. En contraste con los pacientes con cetoacidosis
diabética, la conversión a una infusión de dextrosa no suele ser necesaria una vez que se corrige la
hiperglucemia. Puede cambiarse a un tratamiento de insulina subcutánea cuando el paciente tolera
la nutrición oral. Dada la necesidad de un monitoreo cuidadoso para prevenir hipoglucemia, hipo-
potasiemia y sobrecarga de volumen, suele ingresarse a los pacientes con estado hiperosmolar hiper-
glucémico a una unidad de cuidados intensivos o unidad de cuidados intermedios. Es importante
que el equipo hospitalario continúe la evaluación de la causa precipitante del estado hiperosmolar
hiperglucémico. Por último, deben proporcionarse al alta ajustes de los medicamentos y educación
para el paciente y el cuidador con la finalidad de prevenir recurrencias del trastorno.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Anna M, Weinreb JE. Hyperglycemic hyperosmolar state. In: De Groot LJ, Beck-Peccoz P,
Chrousos G, et al. eds. Endotext. South Dartmouth, MA: MDText.com, Inc., 2000.
Kitabchi AE, Umpierrez GE, Miles JM, et al. Hyperglycemic crises in adult patients with
diabetes: A consensus statement from The American Diabetes Association. Diabetes Care.
2009;32(7):1335–1343.
Pasquel FJ, Umpierrez GE. Hyperosmolar hyperglycemic state: A historic review of the clini-
cal presentation, diagnosis, and treatment. Diabetes Care. 2014;37(11):3124–3131.
Wolfsdorf JI, Allgrove J, Craig ME, et al. Diabetic ketoacidosis and hyperglycemic hyperosmo-
lar state. Pediatr Diabetes. 2014;15:154–179.
115
No tratar en exceso la hiponatriemia
o la hipernatriemia
Nicole Cimino-Fiallos, MD y Wan-Tsu Wendy Chang, MD
Las alteraciones de sodio son frecuentes en la sala de urgencias y con facilidad pueden confundir al
profesional de urgencias. El tratamiento de los trastornos de sodio se basa en los valores de laboratorio,
la evolución de la enfermedad y la etiología. El manejo inadecuado del paciente con hiponatriemia o
hipernatriemia puede empeorar rápidamente su resultado clínico. El siguiente capítulo trata algunos
aspectos fundamentales para el tratamiento de los pacientes con hiponatriemia e hipernatriemia.
Hiponatriemia: añada una pizca de sal
La hiponatriemia se define como la presencia de valores de sodio sérico < 135 mEq/L. La hipo-
natriemia puede causar edema cerebral, que puede llevar a herniación cerebral. La presentación
clínica de los pacientes con hiponatriemia puede variar de asintomática a convulsiones y coma.
Todos los casos deben valorarse en busca de la causa de hiponatriemia, ya que esto ayuda a
la toma de decisiones de manejo. Por ejemplo, las etiologías posoperatorias e intracraneales de
no corregirse de forma apropiada a pesar de un tratamiento adecuado. Deben vigilarse los electrólitos
con frecuencia después de iniciar el tratamiento. Si las concentraciones séricas de sodio no mejoran
después de 4 h de tratamiento, se recalcula el déficit de agua libre y se ajusta la velocidad de infusión.
Si el sodio del paciente se ha corregido demasiado rápido (a una velocidad que reduzca el sodio sérico
más de 10 mEq en 24 h), debe detenerse la infusión y volver a verificar el sodio sérico en 2 a 4 h. Un
motivo potencial para que fracase el sodio es la administración de dextrosa en agua al 5%. Este líquido
puede causar hiperglucemia y pérdida de agua libre debido a glucosuria. Para pacientes en quienes no
se corrige apropiadamente y han recibido dextrosa en agua al 5% para restitución de agua libre, debe
cambiarse el líquido intravenoso a solución salina al 0.45%.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Olsso K, Öhlin B, Melander O. Epidemiology and characteristics of hyponatremia in the
emergency department. Eur J Intern Med. 2013;24:110–116.
Pfennig CL, Slovis CM. Sodium disorders in the emergency department: A review of
hyponatremia and hypernatremia. Emerg Med Pract. 2012;14(10):1–26.
Sterns RH, Silver SM. Salt and water: Read the package insert. QJM. 2003;96:549–552.
Verbalis JG, Goldsmith SR, Greenberg A, et al. Diagnosis, evaluation and treatment of
hyponatremia: Expert panel recommendations. Am J Med. 2013;126(10 Suppl 1):S1–S42.
116
Abordaje de tres frentes para
el tratamiento de la hiperpotasiemia
Erica B. Shaver, MD y Christopher S. Kiefer, MD
En la sala de urgencias suelen encontrarse trastornos de la regulación del potasio (K+). La hiperpotasie-
mia, definida como una concentración de K+ > 5.0 mEq/L es el trastorno electrolítico más letal. Dado
que el K+ es el principal catión intracelular del cuerpo, incluso las desviaciones más pequeñas a través
de las membranas celulares pueden causar diversos síntomas que incluyen náusea, fatiga y debilidad
muscular. A medida que las concentraciones de K+ aumentan, puede haber inestabilidad de la mem-
brana cardiaca, cambios electrocardiográficos y arritmias letales. La hiperpotasiemia se diagnostica por
medio de la medición en suero o se sugiere por anormalidades ECG clásicas. Los cambios ECG cono-
cidos relacionados con hiperpotasiemia incluyen ondas T picudas (Figura 116-1), un complejo QRS
ensanchado y bradicardia, que pueden llevar a la morfología clásica de “onda sinusal” (Figura 116-2).
Nunca debe retrasarse el tratamiento de un paciente con signos ECG clásicos de hiperpo-
tasiemia mientras se espera la concentración sérica de K+. Si se notan cambios ECG preocupan-
tes, es imperativo iniciar el tratamiento para prevenir arritmias cardiacas y colapso circulatorio.
De forma similar, el tratamiento de un paciente con cambios ECG clásicos no debe retrasarse
debido a una concentración sérica de K+ que no pueda correlacionarse. Los pacientes con con-
centraciones normales de K+ al inicio por lo general muestran cambios ECG antes que aquellos
con concentraciones de potasio elevadas de forma crónica. Estos pacientes a menudo toleran
concentraciones más elevadas antes de que se aprecien los cambios en el ECG. Resulta impor-
tante mencionar que las anormalidades ECG por sí solas no son indicativas del grado de eleva-
ción de K+.
Este capítulo analizará un abordaje simple de tres frentes para el manejo de la hiperpota-
siemia: estabilizar, redistribuir y reducir.
Estabilizar
El calcio es la base de la estabilización de la membrana cardiaca en pacientes con cambios en
el ECG relacionados con hiperpotasiemia. Resulta importante mencionar que el calcio no cambia
las concentraciones séricas de K+. De cualquier modo, no administrar calcio puede causar arrit-
mias que ponen en riesgo la vida debido a la hiperpotasiemia. El calcio debe administrarse antes
de obtener los resultados de las concentraciones séricas de K+, en especial en pacientes con enfer-
medad renal crónica. Suelen administrarse dos formulaciones de calcio para la hiperpotasiemia:
cloruro de calcio y gluconato de calcio. Dado el potencial de lesión venosa periférica, el cloruro
de calcio debe administrarse mediante una línea venosa central. El cloruro de calcio contiene tres
veces el calcio elemental que el gluconato de calcio. Como resultado, el gluconato de calcio requiere
mayores dosis para obtener un efecto clínico similar.
Redistribuir
La redistribución de K+ sérico se facilita por la administración de salbutamol, insulina con
glucosa y bicarbonato de sodio. Las medidas de redistribución no eliminan el K+ del cuerpo, sino
más bien desvían el K+ al compartimiento intracelular.
El salbutamol desvía el K+ a través de las membranas celulares por medio de un sistema
mensajero secundario. Estudios recientes han informado una disminución de K+ de ~0.6 a
1.0 mm/L en pacientes que reciben dosis elevadas (10 a 20 mg) de salbutamol nebulizado. Las
dosis estándar (5 mg) de salbutamol nebulizado pueden ser de utilidad, pero no consiguen efec-
tos óptimos.
La insulina desvía el K+ extracelular a través de la membrana celular mediante la enzima
Na-K-ATPasa. Para evitar la hipoglucemia relacionada con la administración de insulina, se admi-
nistra dextrosa intravenosa de forma concomitante, con 10 unidades de insulina regular en pacien-
tes con glucosa sérica < 250 mg/dL. Es importante notar que la insulina se depura a través del
riñón. Los pacientes con insuficiencia renal pueden tener una depuración retrasada de insulina y
requieren dextrosa adicional para prevenir la hipoglucemia.
El uso de bicarbonato de sodio en el tratamiento de la hiperpotasiemia aguda sigue siendo
controvertido. La bibliografía reciente ha cuestionado la eficacia del bicarbonato para reducir las
concentraciones séricas de K+. Una revisión Cochrane reciente informó que la evidencia para
el uso de bicarbonato es equívoca. Sin embargo, otra revisión reciente destaca que no hay una
disminución significativa en el K+ sérico con bicarbonato y se desaconseja su uso sistemático.
Reducir
El K+ sérico corporal total puede reducirse mediante hemodiálisis, aumento de la excreción urinaria
o una resina de unión en las heces. Los pacientes hiperpotasiémicos que se presentan con sobrecarga
de líquidos y función renal normal pueden beneficiarse de los diuréticos de asa. Los diuréticos de
asa funcionan sobre el asa de Henle y aumentan la excreción de K+ en la orina. Otros diuréticos que
agotan el potasio, como los diuréticos tiazídicos, no son tan eficaces como los diuréticos de asa.
Los pacientes hiperpotasiémicos con hipovolemia y lesión renal aguda con gasto urinario
normal pueden beneficiarse de la reanimación con líquidos intravenosos. La administración de
líquidos en este grupo de pacientes puede reducir el K+ sérico mediante la dilución y excreción
de potasio a través de una perfusión renal mejorada.
El poliestireno sódico es una resina de intercambio catiónico que se administra por vía oral
o rectal para intercambiar sodio por K+ y eliminar K+ a través de las vías gastrointestinales. La
evidencia que apoya el uso del poliestireno sódico para tratar la hiperpotasiemia proviene de un
solo estudio publicado en la década de 1960, que demostró una reducción de K+ sérico en pacien-
tes con insuficiencia renal aguda y crónica. Sin embargo, la bibliografía reciente desaconseja la
administración sistemática de este poliestireno en el paciente con hiperpotasiemia debido a una
reducción impredecible del K+ sérico y un mayor riesgo de necrosis colónica.
Los pacientes oligúricos o anúricos con hiperpotasiemia requieren hemodiálisis para elimi-
nar de forma definitiva el K+ del cuerpo. Debe solicitarse una interconsulta temprana con nefro-
logía para hemodiálisis en pacientes con oliguria, anuria o enfermedad renal en etapa terminal.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Kovesdy CP. Management of hyperkalemia: An update for the internist. Am J Med.
2015;128:1281–1287.
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Weisberg LS. Management of severe hyperkalemia. Crit Care Med. 2008;36:3246–3251.
117
Cómo reconocer y tratar la crisis
tiroidea
Henderson D. McGinnis, MD
La crisis tiroidea es una versión extrema del hipertiroidismo, con una tasa de mortalidad que se
acerca al 30%, incluso con tratamiento. El reconocimiento y manejo de la crisis tiroidea pueden ser
difíciles en la sala de urgencias. Con frecuencia, los pacientes se presentan con síntomas inespecí-
ficos que pueden confundirse con otros trastornos observados comúnmente en la sala de urgencias
(p. ej., sepsis). El siguiente capítulo se enfoca en la presentación clínica, diagnóstico y manejo de
los pacientes con crisis tiroidea.
Debe recordarse que la glándula hipófisis secreta la hormona estimulante de la tiroides, que lleva
a la glándula tiroidea a secretar hormona tiroidea. La mayor parte de la hormona tiroidea se libera de la
glándula tiroides como tiroxina (T4), la forma fisiológicamente inactiva, en tanto que el resto se libera
como triyodotironina (T3), la forma activa. T4 se convierte en T3 en los tejidos periféricos. Cuando
hay suficiente hormona tiroidea presente, se inhibe la liberación ulterior de hormona estimulante de la
tiroides. Bajo circunstancias normales, este mecanismo de retroalimentación permanece en equilibrio.
Cuando se interrumpe el equilibrio, la glándula tiroides puede ser hipo o hiperactiva.
La crisis tiroidea suele presentarse con temperatura elevada, hipertensión, taquicardia (a menudo
más allá de lo esperado para la temperatura elevada) y estado sensorial alterado. El sensorio alterado
suele consistir en hiperactividad y puede variar desde sentimientos de ansiedad hasta coma. Es fácil
pasar por alto estos signos y síntomas, en especial en la evaluación de un paciente con molestias vagas.
Algunos datos clínicos adicionales incluyen temblores, diaforesis, pérdida de pelo, exoftalmos y bocio.
Los pacientes con crisis tiroidea también pueden manifestar signos y síntomas de insuficiencia cardiaca
congestiva de gasto alto, como edema pulmonar, distensión yugular venosa y aumento de la disnea de
esfuerzo. Algunos llamarían a la crisis tiroidea “el gran simulador”, ya que puede presentarse de forma
similar a varios diagnósticos frecuentes en la sala de urgencias.
El diagnóstico de la crisis tiroidea debe basarse en la presentación clínica. Se han publicado
herramientas de clasificación para la crisis tiroidea, pero ninguna herramienta ha mostrado ser
superior que las demás y ninguna de ellas suele utilizarse en la sala de urgencias. El diagnóstico
se confirma con pruebas de función tiroidea; deben obtenerse las concentraciones de hormona
estimulante de la tiroides, T3 libre y T4 libre. Los pacientes con crisis tiroidea suelen tener con-
centraciones bajas de hormona estimulante de la tiroides y elevación de T3, T4 o ambas. Aunque
es muy raro, un tumor productor de hormona estimulante de la tiroides puede demostrar una
concentración normal o elevada de esta hormona, junto con elevación de T3 y T4. Este tumor
debe considerarse en pacientes con estos datos de laboratorio y signos y síntomas de tirotoxicosis.
El manejo en la sala de urgencias de la crisis tiroidea incluye disminuir las concentracio-
nes circulantes de hormona tiroidea, reducir los efectos de la hormona tiroidea, tratar la etiología
supuesta y proporcionar cuidados de apoyo. Estos pasos del tratamiento deben iniciarse antes de
obtener los resultados de laboratorio confirmatorios en pacientes con crisis tiroidea. El manejo
inicial comienza con la administración de betabloqueadores. Durante la crisis tiroidea hay una
mayor expresión de receptores adrenérgicos beta 1, lo que resulta en muchas de las manifestaciones
clínicas. Aunque puede administrarse cualquier betabloqueador, por lo general propranolol es el
medicamento de elección, ya que también bloquea la conversión periférica de T4 en T3. El objetivo
del profesional de urgencias es obtener una frecuencia cardiaca < 100 lpm mediante el betablo-
queador. El control de la frecuencia cardiaca también mejora la hemodinámica en pacientes con
insuficiencia cardiaca de gasto alto debido a la crisis tiroidea. Si los enfermos son intolerantes a los
betabloqueadores, pueden usarse bloqueadores de los canales de calcio distintos a dihidropiridina,
con una eficacia similar. Es importante mencionar que estos fármacos no bloquean la conversión
periférica de T4 en T3.
Los medicamentos antitiroideos (p. ej., tionamidas, yodo) deben administrarse después de
los betabloqueadores. Las tionamidas, propiltiouracilo (PTU) y metimazol, bloquean la síntesis
de nueva hormona tiroidea y deben administrarse antes del yodo. Ambos se administran por vía
oral y han demostrado ser igualmente eficaces. De forma similar al propranolol, el PTU bloquea
la conversión periférica de T4 en T3. El yodo inhibe aún más la síntesis de hormona tiroidea,
pero debe administrarse al menos 1 h después de una tionamida. Si el yodo se administra antes
de una tionamida, proporcionará un sustrato para la nueva síntesis de hormona y aumento de las
concentraciones hormonales. Por último, los glucocorticoides bloquean la conversión periférica
de T4 en T3 y deben administrarse a pacientes con características de crisis tiroidea que pongan
en riesgo la vida.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Akamizu T, Satoh T, Isozaki O, et al. Diagnostic criteria, clinical features, and incidence of
thyroid storm based on nationwide surveys. Thyroid. 2012;22(7):661–679.
Bahn RS, Burch HB, Cooper DS, et al. Hyperthyroidism and other causes of thyrotoxicosis:
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Clinical Endocrinologists. Thyroid. 2011;21(6):593–646.
Devereaux D, Tewelde SZ. Hyperthyroidism and thyrotoxicosis. Emerg Med Clin North Am.
2014;32(2):277–292.
118
Entender la función del magnesio en
el tratamiento de la hipopotasiemia
Farhad Aziz, MD y Justin Boone Rose, MD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Ayuk J, Gittoes NJ. Contemporary view of the clinical relevance of magnesium homeostasis.
Ann Clin Biochem. 2014;51(Pt 2):179–188.
Cohn JN, Kowey PR, Whelton PK, et al. New guidelines for potassium replacement in clinical
practice: A contemporary review by the National Council on Potassium in Clinical Prac-
tice. Arch Intern Med. 2000;160:2429–2436.
Kraft MD, Btaiche IF, Sacks GS, et al. Treatment of electrolyte disorders in adult patients in
the intensive care unit. Am J Health Syst Pharm. 2005;62:1663–1682.
Rose BD, Post TW. Hypokalemia. In: Rose BD, Post TW, eds. Clinical Physiology of Acid–base
and Electrolyte Disorders. 5th ed. New York: McGraw-Hill, 2001:836.
Whang R, Flink EB, Dyckner T, et al. Magnesium depletion as a cause of refractory potassium
repletion. Arch Intern Med. 1985;145:1686–1689.
119
Cómo interpretar la gasometría
venosa
Joshua (Josh) Nichols, MD y Corey Heitz, MD
La decisión de obtener una gasometría venosa o una gasometría arterial puede ser un reto para
el profesional de urgencias. En ocasiones es difícil determinar cuándo está indicada cada una de
estas pruebas. Es importante considerar que la gasometría venosa puede ahorrar tiempo, evitarle
al paciente el dolor de la obtención de sangre arterial, prevenir una lesión arterial y eludir el
potencial de trombosis e isquemia arteriales. De cualquier modo, es fundamental que el profe-
sional de urgencias sepa cómo interpretar los resultados de la gasometría venosa. Este capítulo
trata sobre la correlación del pH, la presión arterial parcial de dióxido de carbono (PaCO2), la
presión arterial parcial de oxígeno (PaO2), el bicarbonato (HCO3) y las concentraciones de lactato
obtenidas con gasometría venosa en comparación con gasometría arterial.
pH
El pH de la gasometría venosa tiene una buena correlación con el pH de la gasometría arterial.
En dos grandes metaanálisis, los autores demostraron que la media de diferencia entre el pH
arterial y el venoso está entre 0.033 y 0.035. El pH de la gasometría venosa ha mostrado una
buena correlación en pacientes con acidosis (es decir, cetoacidosis diabética) y alcalosis, en los
que el pH varía de 7.05 a 7.61.
Hay dos instancias clínicas en que el profesional debe desconfiar del pH de la gasometría
venosa. Hay datos insuficientes para apoyar el uso del pH venoso en pacientes con trastornos
ácido-básicos mixtos. Además, se han realizado pocos estudios que correlacionen el pH venoso
y arterial en el paciente hipotenso, que tiene una presión arterial sistólica < 90 mm Hg. En un
pequeño estudio, los autores mostraron que la diferencia del pH arterial y venoso aumentaba
ligeramente en pacientes hipotensos en comparación con pacientes normotensos; sin embargo,
este aumento no fue estadísticamente significativo. Debido a la relativa escasez de estudios que
han examinado el pH de una gasometría venosa en caso de hipotensión, el profesional de urgen-
cias debe considerar el pH de una gasometría arterial en pacientes en choque.
Dióxido de carbono
La presión parcial de dióxido de carbono (PCO2) de la gasometría arterial es una medición impor-
tante. Por desgracia, la PCO2 de la gasometría venosa no se correlaciona lo suficientemente bien con
la PaCO2 de la gasometría arterial para usarse simplemente como un marcador sustituto. A concen-
traciones normales de PCO2, la PCO2 de la gasometría venosa y la gasometría arterial se correlacionan
bien. Esta relación no se mantiene en pacientes con hipercapnia. Sin embargo, la PCO2 de la gasome-
tría venosa puede usarse para buscar hipercapnia. Un valor de PCO2 venosa que es < 45 mm Hg ha
mostrado tener un valor de predicción negativo de 100% para una PaCO2 que es > 50 mm Hg. Si la
PCO2 de la gasometría venosa es normal, puede excluirse hipercapnia de manera confiable. Si la PCO2
de la gasometría venosa es > 45 mm Hg, el profesional de urgencias debe obtener una gasometría
arterial para medir la PaCO2 y determinar si hay hipercapnia clínicamente relevante.
Oxígeno
La presión parcial de oxígeno (PO2) de la gasometría venosa tiene una mala correlación con la PaO2
de la gasometría arterial. En un estudio, los autores estimaron que la PO2 de la gasometría venosa
era ~37 mm Hg menor que la PaO2 de la gasometría arterial. En este estudio, el intervalo de con-
fianza del 95% fue lo suficientemente amplio para establecer cualquier correlación entre los dos
valores. Una excepción notable son los casos de toxicidad por cianuro, en los que el profesional
de urgencias puede observar arterialización de la PO2 de la gasometría venosa debido a la unión
del cianuro a la citocromo C oxidasa. Esto detiene la cadena de transporte de electrones e impide
la conversión de oxígeno en agua. En este caso, la PO2 de la gasometría venosa puede estar a un
10% de diferencia de la PaO2 de la gasometría arterial.
Bicarbonato
Al igual que con el pH, el HCO3 de la gasometría venosa tiene una buena correlación con el HCO3
arterial. En dos grandes metaanálisis, la media de diferencia entre el HCO3 venoso y arterial fue
de 1.03 a 1.41. La pequeña media de diferencia y los intervalos de confianza estrechos hacen que la
estimación venosa del HCO3 arterial sea clínicamente útil en la mayoría de los casos. Sin embargo,
el profesional de urgencias debe estar al tanto de los trastornos médicos subyacentes del paciente.
En un estudio que comparó el pH venoso y arterial en pacientes con una exacerbación de enferme-
dad pulmonar obstructiva crónica que tenían insuficiencia respiratoria hipercápnica, las medicio-
nes individuales del HCO3 arterial y venoso difirió hasta en −6.24 a +10.0 mmol/L. Esto sugiere
que el HCO3 de la gasometría venosa es menos útil en estos pacientes. Aunque no está muy claro,
este bajo nivel de correspondencia puede deberse a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
que causa alcalosis metabólica crónica de inicio combinada con acidosis respiratoria aguda. Este
dato destaca la mala comprensión de la correlación entre la gasometría venosa y la arterial en los
trastornos ácido-básicos mixtos.
Lactato
El lactato de la gasometría venosa tiene una buena correlación con el lactato arterial a concentracio-
nes normales (< 2 mmol/L). Una revisión sistemática mostró que a concentraciones normales, la
diferencia media entre el lactato venoso y el arterial es 0.25 mmol/L. Sin embargo, los autores nota-
ron que en estudios que incluyeron a pacientes traumatológicos hemodinámicamente inestables con
mayores concentraciones de lactato había una correlación más leve entre el lactato arterial y el venoso.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Baskin S, Brewer T. Cyanide poisoning. In Sidell F, Takefuji E, Franz D, eds. Medical Aspects
of Chemical and Biological Warfare. Washington, DC: Office of the General Surgeon,
1997:271–286.
Bloom BM. The role of venous blood gas in the emergency department: A systematic review
and meta-analysis. Eur J Emerg Med. 2014;21:81–88.
Byrne AL. Peripheral venous and arterial blood gas analysis in adults: Are they comparable?
A systematic review and meta-analysis. Respirology. 2014;19:168–175.
Kelly AM. Review article: Can venous blood gas analysis replace arterial in emergency medical
care. Emerg Med Australas. 2010;22:493–498.
Kelly AM. Validation of venous pCO2 to screen for arterial hypercarbia in patients with chronic
obstructive airway disease. J Emerg Med. 2005;28:377–779.
120
Conozca las indicaciones para
el tratamiento con bicarbonato
Kimberly Boswell, MD
El uso del bicarbonato de sodio en la sala de urgencias ha variado a lo largo de las generacio-
nes. El bicarbonato se ha utilizado para tratar numerosos trastornos, como la cetoacidosis dia-
bética y para la prevención de la nefropatía inducida por contraste en pacientes que se someten
a estudios de tomografía computarizada. Sin embargo, la bibliografía reciente ha cuestionado la
utilidad y seguridad de la administración de bicarbonato para diversos procesos patológicos. A
la fecha, solo existen unas cuantas indicaciones para el uso de bicarbonato en la sala de urgen-
cias. Este capítulo analiza el uso y controversias acerca del tratamiento con bicarbonato en la
sala de urgencias.
Las bases del tratamiento de la cetoacidosis diabética incluyen una reanimación intensiva
con líquidos, manejo de electrólitos e insulina. El bicarbonato ya no se recomienda para tratar
la acidosis relacionada con la cetoacidosis diabética, a menos que el pH del paciente caiga por
debajo de 6.9. Si se administra bicarbonato para un pH < 6.9, debe hacerse en pequeñas propor-
ciones (100 mEq) e infundirse a lo largo de 1 a 2 h. El pH venoso debe verificarse cada 2 h y el
bicarbonato debe suspenderse cuando el pH esté por encima de 7.0. La controversia que rodea
el tratamiento con bicarbonato en la cetoacidosis diabética es doble. En primer lugar, hay poca
evidencia que apoye el beneficio de su administración y hay varios posibles efectos adversos, que
incluyen una disminución paradójica del pH cerebral y una reducción de las concentraciones
séricas de potasio. En segundo lugar, existe evidencia que sugiere que disminuye la depuración
de las cetonas. Es importante mencionar que se desaconseja su uso en pediatría debido a su rela-
ción con edema cerebral. El uso sistemático del tratamiento con bicarbonato en la cetoacidosis
diabética no debe considerarse la base del tratamiento y debe reservarse para pacientes más
graves.
La acidosis láctica puede ser el resultado de numerosas lesiones o procesos patológicos y
refleja una hipoperfusión de los tejidos. El uso de bicarbonato de sodio para tratar acidosis láctica
sigue siendo causa de controversia y por lo general debe considerarse cuando el pH es < 7.1 y
el bicarbonato sérico es < 6. La acidosis profunda afecta de forma negativa la hemodinámica
del paciente a través de una reducción de la contractilidad cardiaca y una menor respuesta a las
catecolaminas. Esto a su vez causa vasodilatación arteriolar y puede provocar diversas arritmias.
Para pacientes con un pH > 7.1, se recomienda que el tratamiento se enfoque en la etiología de
la acidosis láctica más que en la administración de bicarbonato. Varios estudios han demostrado
que hay poca diferencia en la administración de bicarbonato en comparación con solución salina
en cuanto al gasto cardiaco y la presión arterial media en el paciente con un pH > 7.1. De hecho,
es importante recordar que la administración de bicarbonato exógeno puede afectar el equilibrio
electrolítico y resultar en hipocalciemia, hipernatriemia e hipopotasiemia. Además, el bicarbo-
nato exógeno estimula la producción arterial y tisular de dióxido de carbono. El objetivo del
tratamiento con bicarbonato en la acidosis láctica grave es simplemente alcanzar un pH > 7.1 al
tiempo que se trata la etiología.
Otro tema controvertido es la administración de bicarbonato para prevenir la nefropatía
inducida por contraste. La creencia de que la alcalinización protege los riñones del daño por
radicales libres llevó a la idea de que el tratamiento con bicarbonato sería benéfico en la profilaxis
de la nefropatía inducida por contraste. Sin embargo, el mecanismo por el cual el contraste
afecta los riñones no se entiende bien. Muchos estudios aleatorizados y metaanálisis han mos-
trado resultados equívocos al comparar bicarbonato con solución salina normal. En 2012, las
guías Kidney Disease: Improving Global Outcomes recomendaron la administración simple de
líquidos isotónicos para expansión de volumen como profilaxis de la nefropatía inducida por
contraste. Esta recomendación sigue siendo vigente.
La hiperpotasiemia grave que pone en riesgo la vida sigue siendo una indicación impor-
tante para el uso de bicarbonato en la sala de urgencias. El bicarbonato desvía el potasio extrace-
lular al compartimiento intracelular para mantener un ambiente eléctricamente neutro. Resulta
interesante mencionar que no hay estudios que demuestren en realidad un beneficio inmediato
o significativo (cambio agudo en la concentración sérica de potasio) con bicarbonato. Es impor-
tante observar que la administración de bicarbonato no debe ser la única intervención empleada
en el tratamiento agudo de la hiperpotasiemia. Sigue estando indicada la administración de cal-
cio, insulina y glucosa, así como de agonistas beta 2.
PUNTOS CLAVE
Lecturas Recomendadas
Kraut JA, Kurtz I. Use of base in the treatment of severe academic states. Am J Kidney Dis.
2001;38(4):703–727.
Kraut JA, Madias NE. Treatment of acute metabolic acidosis: A pathophysiologic approach.
Nat Rev Nephrol. 2012;8(10):589–601.
Latif KA, Freire AX, Kitabchi AE, et al. The use of alkali therapy in severe diabetic ketoacido-
sis. Diabetes Care. 2002;25(11):2113–2114.
Okuda Y, Adrogue HJ, Field JB, et al. Counterproductive effects of sodium bicarbonate in
diabetic ketoacidosis. J Clin Endocrinol Metab. 1996;81(1):314–320.
Solomon R, Gordon P, Manoukian SV, et al.; on behalf the BOSS Trial. Randomized trial of
bicarbonate or saline study for the prevention of contrast-induced nephropathy in patients
with CKD. Clin J Am Soc Nephrol. 2015;10(9):1519–1524.
121
¡No tan rápido! Recalentar
al paciente frío
Kubwimana Moses Mhayamaguru, MD, EMT-P
y Christopher G. Williams, MD, FAWM
Quien quiera que haya dicho “tómese su tiempo”, “despacio que voy de prisa”, “mide dos veces
y corta una” y “lento pero seguro” bien pudo haber estado refiriéndose al tratamiento de la hipo-
termia. En este capítulo se analizarán estos inteligentes consejos relacionados con el paciente con
hipotermia. Sin embargo, primero se revisarán los mecanismos de la termorregulación normal y
la transferencia de calor del cuerpo.
Termorregulación
Se dice que la temperatura corporal normal es de 36.4 a 37.5 °C. Alcanzar una temperatura corporal
normal es el resultado de un equilibrio entre la producción de calor y la pérdida de calor. La gran
mayoría del calor deja el cuerpo a través de la piel mediante irradiación, evaporación, conducción
y convección. La mayor parte de la pérdida de calor restante ocurre por medio de la respiración.
La regulación térmica está controlada por la parte anterior del hipotálamo. Hay factores/
condiciones que pueden alterar la termorregulación e incluyen extremos de edad, trastornos
endocrinos, desnutrición e hipoglucemia, que tienden a limitar la producción de calor. Otros fac-
tores comprenden interrupciones en la integridad cutánea (p. ej., quemaduras, raspones) o vaso-
dilatación inapropiada en la periferia (p. ej., mediadores, lesiones de la médula espinal, sepsis). La
hipotermia se ha definido como una temperatura corporal central ≤ 35 °C. Suele subdividirse en
tres niveles de gravedad: hipotermia leve (32 a 35 °C), hipotermia moderada (28 a 32 °C) e hipo-
termia grave, que equivale a una temperatura central < 28 °C. A temperaturas cercanas a 30 °C,
los seres humanos se alteran –incluso al punto de coma– y pueden ocurrir arritmias cardiacas. A
23 °C, la apnea es frecuente.
Tratamiento de la hipotermia
El recalentamiento externo pasivo no invasivo tiende a ser suficiente para los pacientes con hipo-
termia leve. Una acción básica como cubrir al paciente con ropa seca en una habitación tibia por
lo general es suficiente.
Para la hipotermia moderada está indicado un recalentamiento externo más intenso, mediante
el uso de mantas calientes, apósitos calientes, botellas de agua caliente y calentadores químicos.
En caso de hipotermia grave, deben emprenderse esfuerzos de recalentamiento invasivos. Esto
incluye derivación cardiopulmonar o recalentamiento intravenoso. El lavado intracavitario ya no
se recomienda.
274
Los pacientes con hipotermia leve pueden tener escalofríos intensos y piel blanca/
pálida. Aquellos con hipotermia moderada tienen un estado mental alterado en forma de dis-
fasia, amnesia, confusión o apatía –síntomas que simulan muchas patologías. Además, tienden
a estar hiporrefléxicos y mostrar ataxia o pérdida de las habilidades motoras finas. Las perso-
nas con hipotermia grave pierden por completo la capacidad de sacudirse; pueden encontrarse
delirantes o comatosas y tener pupilas fijas y dilatadas, oliguria, bradicardia, hipotensión y
edema pulmonar. Es fundamental tener en mente estos signos y síntomas. Ha ocurrido que
se encuentra un paciente con ataxia y un nivel de consciencia disminuido que llega a la sala
de urgencias sin escalofríos y termina intubado por sospecha de otras causas de estado mental
alterado sin considerar su temperatura central como la posible etiología.
Tal vez la mayor amenaza en la reanimación de los pacientes con hipotermia es la arritmia. Esto
puede causar fibrilación ventricular refractaria y se relaciona con sacudir o manipular al paciente.
Debe tenerse cuidado tanto antes de llegar al hospital como en el área de reanimación al transferir al
paciente, colocarle almohadillas, realizar procedimientos, etc. Una segunda amenaza más insidiosa es
el fenómeno de “caída posterior”. Esto ocurre cuando el recalentamiento del cuerpo provoca que la
sangre estancada y frígida de la periferia circule hacia el centro, lo que produce una caída paradójica
de la temperatura central. El autor de este capítulo ha viajado con población inuit de Groenlandia
quienes le refieren haber presenciado este evento con frecuencia. Uno de estos inuit (que también es
médico) le comentó que los brazos y las pantorrillas deben mantenerse fuera de las mantas de reca-
lentamiento y lejos de las almohadillas de calentamiento hasta que el centro esté lo bastante caliente.
También es importante notar que un paciente no necesariamente puede estar muerto
cuando se encuentra postrado, frío, cianótico y sin una aparente actividad cardiaca o respirato-
ria. De ahí el adagio “el paciente no está muerto hasta que esté tibio y muerto”. La American
Heart Association (AHA) recomienda recalentar a los pacientes hasta 35 °C antes de consi-
derar que los esfuerzos de reanimación son inútiles y retirar el apoyo. (Es evidente que esto
solo aplica en los casos en que la causa de muerte es ambigua o potencialmente ambiental).
La AHA tiene un algoritmo modificado para reanimación hipotérmica. Algunos aspectos que
deben recordarse son los siguientes: la administración de fármacos fríos y la desfibrilación deben
posponerse hasta recalentar al menos a 28 °C, y obtener un ECG puede dificultarse en la piel
fría, por lo que el uso de electrodos con fijación es una opción.
Además de la fibrilación ventricular y la caída posterior, algunas complicaciones potenciales
que deben tenerse en cuenta durante el recalentamiento del paciente con hipotermia pronunciada
incluyen hipopotasiemia e hipofosfatemia, hipoglucemia, hipertensión relacionada con recalenta-
miento, atonía vesicular, íleo paralítico, coagulopatía y rabdomiólisis. Cada paciente debe vigilarse
durante y después del recalentamiento, poniendo atención a las complicaciones anteriores.
PUNTOS CLAVE
LECTURAS RECOMENDADAS
Brugger H, Durrer B, Elsensohn F, et al. Resuscitation of avalanche victims: Evidence-
based guidelines of the international commission for mountain emergency medicine
(ICAR MEDCOM): Intended for physicians and other advanced life support personnel.
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122
Aclimatar o morir o descender
Clinton G. Keilman, MD
Tratamiento
Para el mal de montaña agudo leve, debe detenerse el ascenso para dar tiempo a aclimatarse y tratar con
analgésicos y antieméticos para un alivio sintomático. Puede administrarse 125 a 250 mg de acetazola-
mida dos veces al día para acelerar la aclimatación o descender 500 m o más hasta que se resuelvan los
síntomas. Para tratar el mal de montaña agudo moderado a grave, administrar 4 mg de dexametasona
por vía oral, intramuscular o intravenosa cada 6 h, oxígeno 2 L/min y acetazolamida 250 mg dos veces al
día. Descender de ser posible, pero si no puede ir a una menor altitud, tratar con hiperbáricos portátiles.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Auerbach P. Wilderness Medicine. Philadelphia, PA: Elsevier/Mosby, 2012.
Luks A, McIntosh S, Grissom C et al. Wilderness medical society practice guidelines for the
prevention and treatment of acute altitude illness: 2014 Update. Wilderness Environ Med.
2014;25(4):S4–S14.
Sutton J, Houston C, Coates G. Hypoxia and Molecular Medicine. Burlington, VT: Queen City
Printers; 1993.
Swenson E. Pharmacology of acute mountain sickness: Old drugs and newer thinking. J Appl
Physiol. 2016;120(2):204–215. doi:10.1152/japplphysiol.00443.2015.
123
El enfriamiento agresivo es (casi) siempre
el abordaje correcto para el paciente
con hipertermia ambiental crítica
Christopher G. Williams, MD, FAWM
Durante una tormenta decembrina en 1790, el médico local James Currie se encontró impotente
en la orilla cerca de la bahía de Liverpool mientras varios tripulantes estadounidenses batallaban
y sucumbían en aguas a 4 °C. Incapaces de sostenerse entre los restos de su nave, muchos de ellos
se ahogaron. Después de esta tragedia, el Dr. Currie comenzó a realizar diversos experimentos en
seres humanos relacionados con la inmersión en agua fría. Es a partir de estos ensayos limitados a
solo unos cuantos sujetos sanos eutérmicos que se derivó el fenómeno conocido como “respuesta
de Currie”. Este sostiene que un individuo que se coloca de forma repentina en un ambiente
frío presentará vasoconstricción, escalofrío y mantendrá su temperatura de forma temporal o la
elevará (en 0.1 a 0.2 °C en total). Estos datos se han filtrado en las enseñanzas de la medicina
moderna junto con el dogma de que la hipertermia solo debe tratarse con unos cuantos paquetes
de hielo estratégicamente colocados, enfriamiento por evaporación con agua templada a tibia, evi-
tar la inmersión en agua fría, etc. Durante unos 200 años, la comunidad médica, incluyendo a los
médicos de urgencias, han practicado bajo esta conclusión bien intencionada pero mal derivada de
que las medidas de enfriamiento deben implementarse con cuidado.
Del mismo modo en que la gravedad de las quemaduras térmicas es una función de la
intensidad del calor y la duración del contacto, la hipertermia que resulta en daño de órgano
terminal debe considerase de similar manera. En consecuencia, los tratamientos intensivos están
indicados para limitar la cantidad de tiempo que un paciente permanece hipertérmico. A diferen-
cia del tratamiento de la hipotermia grave, cuando la corrección prematura y demasiado intensiva
puede resultar en un fenómeno de caída posterior, arritmias o lesiones por recongelamiento, los
pacientes hipertérmicos toleran, de hecho requieren, una corrección oportuna de la manera más
segura posible. El tiempo puede significar salvar neuronas, nefronas, miocitos y hepatocitos, por
lo que es necesario enfriarlos y hacerlo con rapidez.
Las enfermedades relacionadas con el calor son la principal causa de morbilidad y morta-
lidad entre atletas preparatorianos en Estados Unidos, así como entre reclutas militares durante
su entrenamiento. Las ondas de calor matan al año a miles, sobre todo en los extremos de edad y
entre personas de estratos socioeconómicos bajos. Las enfermedades por calor en general deben
considerarse un espectro que incluye síntomas menores como edema por calor, exantema por
calor, calambres por calor, síncope por calor o síntomas moderados a graves, es decir, agotamiento
por calor, lesión por calor (lo que implica daño a órgano terminal) y golpe de calor (alteración del
sistema nervioso central).
Al llegar a la sala de urgencias, un paciente en quien se sospecha una enfermedad por calor
moderada a grave puede requerir más que simples medidas de enfriamiento pasivo. El calor se disipa
mediante conducción, convección, radiación y evaporación. Eliminar toda la ropa, en especial la
restrictiva como uniformes o equipo protector deportivo. Las temperaturas cutáneas pueden ser
engañosas, por lo que la temperatura central debe obtenerse ya sea por vía rectal o con un catéter de
Foley termosensible. (Tenga en mente que el recto está bien aislado, por lo que para que los esfuerzos
de enfriamiento tengan un efecto, la temperatura medida puede de hecho ir detrás de la temperatura
central.) Por lo general, una temperatura central > 40 °C se correlaciona con una lesión por calor
grave o golpe de calor, pero no es absoluta. Hipertermia + disfunción del sistema nervioso central =
golpe de calor. Una temperatura < 40 °C o la presencia de sudor no debe disuadir al médico dedi-
cado de establecer el diagnóstico de golpe de calor.
La deshidratación se relaciona con menores índices de sudoración y aumento de la tem-
peratura central, por lo que deben iniciarse esfuerzos de rehidratación. La rehidratación oral es
suficiente para los casos leves a moderados en los que el desarreglo de los órganos terminales no
está en duda. Los líquidos IV, por lo general cristaloides, se administran con gran frecuencia a
estos pacientes, pero no deben administrarse como un dogma; el objetivo debe ser la euvolemia.
Debe tenerse en cuenta que la hiponatriemia sintomática relacionada con el ejercicio puede
presentarse con síntomas similares al agotamiento por calor o el golpe de calor, como debilidad,
ataxia y estado mental alterado. Fomentar el consumo libre de agua en pacientes con hipona-
triemia que se consideran simplemente deshidratados ha tenido consecuencias catastróficas.
¿Entonces que pasa con esta “respuesta de Currie”? Los estudios y la experiencia prác-
tica han mostrado que en pacientes con hipertermia peligrosa, la inmersión en agua fría no
resulta en escalofríos o aumento de la temperatura. Cualquier vasoconstricción periférica es
insuficiente para contrarrestar los efectos de las medidas de enfriamiento intensivas. Estudios
de inmersión en agua fría muestran velocidades de enfriamiento de pacientes hipertérmicos
de 0.2 °C/min a 0.35 °C/min, órdenes de magnitud más rápidas que otros métodos con-
vencionales de enfriamiento. Sin embargo, a menos que el paciente sea por lo demás una
víctima sana de un golpe de calor por esfuerzo, la necesidad de monitorear, manejar las vías
respiratorias, evaluar en busca de trastornos comórbidos, etc., puede hacer que el tratamiento
por inmersión no sea factible.
Hay opciones comerciales costosas para enfriar al paciente en estado crítico. Suelen
encontrarse en forma de almohadillas o frazadas y tienen el beneficio añadido de monitorear
con mayor detalle la temperatura central, evitar el enfriamiento excesivo y mantener la tem-
peratura deseada. (Los últimos dos no suelen ser un factor en el tratamiento de pacientes con
hipertermia ambiental.) En muchas salas de urgencia, el uso infrecuente y la falta de familia-
ridad por parte del personal de enfermería hacen que la colocación y el uso de estos sistemas
registrados sea lento e impráctico. Tal vez el método de enfriamiento activo más frecuente
que no limita el monitoreo es el uso de evaporación/convección. Después de retirar la ropa,
las sábanas o toallas del hospital pueden colocarse sobre el paciente sin apretar y mojarse
con agua fría. Debe conseguirse un ventilador de escritorio o de pie –llame a mantenimiento
de ser necesario– y dirigirlo al paciente. Mientras se estén llevando a cabo los esfuerzos de
enfriamiento, las sábanas deben girarse o cambiarse cuando se calienten y volverse a mojar
cuando se sequen. Se ha confirmado que esto disminuye la temperatura central en prome-
dio de 0.04 °C/min a 0.1 °C/min. Añadir paquetes de hielo al paciente puede aumentar la
velocidad de enfriamiento.
PUNTOS CLAVE
■■ Una lesión hipertérmica es un proceso sensible al tiempo; ¡así que enfríe al paciente!
■■ Los esfuerzos de enfriamiento intensivos no hacen que los pacientes con hipertermia
crítica presenten escalofríos paradójicos y eleven su temperatura.
■■ Evaluar en busca de deshidratación concomitante y no pasar por alto la presencia de
hiponatriemia.
■■ Suspender las medidas de enfriamiento activo cuando la temperatura central sea < 39 °C.
Lecturas Recomendadas
Auerbach PS. Wilderness Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Elsevier/Mosby, 2012.
Della-Giustina D, Ingebretsen R, eds. Advanced Wilderness Life Support: Prevention, Diag-
nosis, Treatment, Evacuation. 8th ed. Salt Lake City, Utah: Wilderness Medical Society,
2013:68–78.
Lipman GS, Eifling KP, Ellis MA, et al. Wilderness Medical Society practice guidelines for
the prevention and treatment of heat-related illness: 2014 update. Wilderness Environ Med.
2014;25(4 Suppl):S55–S65.
Platt M, Vicario S. “Heat illness.” In: Rosen P, Marx JA, eds. Rosen’s Emergency Medi-
cine: Concepts and Clinical Practice. 8th ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders, 2014:
1896–1905.
124
Inhalación de humo: aspectos que
suelen tratarse en exceso o de forma
insuficiente
Dennis Allin, MD, FACEP, FAAEM, FAEMS
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Dries DJ, Endorf FW. Inhalation injury: Epidemiology. Pathology, treatment strategies. Scand
J Trauma Resusc Emerg Med. 2013;19:21–31.
Haponik EF, Summer WR. Respiratory complications in burned patients: Diagnosis and man-
agement of inhalation injury. J Crit Care. 1987;135:121–143.
Thai A, Xiao J, Ammit AJ, et al. Development of inhalation formulations of anti-inflam-
matory drugs to potentially treat smoke inhalation injury in burn victims. Int J Pharm.
2010;389(1–2):41–52.
Thom SR. Carbon monoxide mediated brain lipid peroxidation in the rat. J Appl Physiol.
1990;68:997–1003.
Thom SR. Taber RL, et al. Delayed neuropsychologic sequelae after carbon monoxide poison-
ing: Prevention by treatment with hyperbaric oxygen. Ann Emerg Med. 1995;25:474–480.
Weaver LK, Hopkins RO, et al. Hyperbaric oxygen for acute carbon monoxide poisoning.
N Engl J Med. 2002:347(14):1057–1067.
125
Intoxicación con monóxido de carbono:
requiere más que O2
Bryan Wilson, MD y Christopher G. Williams, MD, FAWM
El monóxido de carbono es un gas inodoro e incoloro que se forma por la combustión incompleta
de materiales que contienen carbono y que causa diversos síntomas inespecíficos. Si bien las mani-
festaciones típicas incluyen cefalea, mareo y náusea, existen informes de síntomas tan variados
como vómito, disnea e incluso fiebre con diarrea. Los antecedentes de exposición, como el uso de
Muchos casos desarrollan una amplia gama de complicaciones neuropsiquiátricas, como alte-
raciones de la cognición, anormalidades del estado de ánimo y movimientos anormales en los días
a semanas que siguen a la intoxicación. Es importante asegurarse que el paciente cuente con un
buen seguimiento para detectar y manejar estos síntomas en caso de que ocurran. Además, deben
hacerse todos los esfuerzos razonables para identificar la fuente de la exposición y contenerla. La
importancia de esta acción se ve subrayada por casos de gran notoriedad, como la intoxicación letal
por monóxido de carbono de un niño, tan solo 2 meses después de haberse registrado otra intoxi-
cación letal de una pareja de edad avanzada en el mismo cuarto de hotel.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Buckley NA, et al. Hyperbaric oxygen for carbon monoxide poisoning. Cochrane Database Syst
Rev. 2011;(4):CD002041.
Centers for Disease Control and Prevention. Nonfatal, unintentional, non—fire-related car-
bon monoxide exposures—United States, 2004–2006. MMWR Morb Mort Wkly Rep.
2008;57(33):896–899.
Mendoza JA, Hampson NB. Epidemiology of severe carbon monoxide poisoning in children.
Undersea Hyperb Med. (2006);33(6):439–446.
Tomaszewski C. Carbon monoxide. In: Hoffman RS, Howland MA, Lewin N, et al. eds. Gold-
frank’s Toxicologic Emergencies. 10th ed. New York: McGraw Hill, 2015.
Weaver LK. Clinical practice. Carbon monoxide poisoning. N Engl J Med. 2009;360:1217–1225.
126
Un exantema es más que “solo
un exantema”
Nash Whitaker, MD
Pocas cosas son más frustrantes para los médicos de urgencias que un exantema inexplicable.
Los profesionales de urgencias buscan una pieza en los antecedentes que revele el diagnóstico:
“¿un nuevo detergente? ¿O será una mascota? ¿Tal vez una nueva alhaja? ¿Su hijo apenas tuvo un
resfriado?” Las instrucciones típicas para el alta terminan con una suposición poco satisfactoria:
“Probablemente se trata de un virus, ya desaparecerá.” A menudo esto es cierto; sin embargo, una
patología más grave que se presenta con un exantema suele acompañarse de morbilidad y mortali-
dad significativas, como es el caso de las enfermedades transmitidas por garrapatas.
Las garrapatas son uno de los vectores más frecuentes en las enfermedades zoonóticas a nivel
mundial. Las enfermedades nativas de Estados Unidos incluyen, aunque no se limitan a, enfermedad
de Lyme, fiebre exantemática de las Montañas Rocosas, tularemia, ehrlichiosis, babesiosis, fiebre Q ,
fiebre por garrapata de Colorado, fiebre remitente y anaplasmosis. Es importante reconocer que las
enfermedades transmitidas por garrapatas tienen una distribución geográfica y variación estacional,
siendo más frecuentes durante los meses de verano, cuando las garrapatas son más activas.
La mayoría de las enfermedades transmitidas por garrapatas se presenta al principio en
forma similar a un síndrome viral: fiebre, escalofríos, malestar, mialgia, cefalea y síntomas
gastrointestinales (náusea, vómito, diarrea, anorexia) son las compilaciones típicas en la fase
aguda.1 Estos síntomas sutiles y ambiguos se observan a diario en las salas de urgencias en todo
el país, haciendo que el diagnóstico de las enfermedades transmitidas por garrapatas repre-
sente un reto. Dado que la mayoría de los pacientes no recuerda la picadura de la garrapata, el
profesional de urgencias debe incluir las enfermedades transmitidas por garrapatas en su diag-
nóstico diferencial en todos los pacientes que se presenten con un exantema febril.2 De todas
las enfermedades transmitidas por garrapatas, los tres diagnósticos “que no pueden pasarse
por alto” para el profesional de urgencias en Norteamérica son la enfermedad de Lyme, la
fiebre exantemática de las Montañas Rocosas y la tularemia.
Para aquellos casos que se presentan con una garrapata adherida, cabe destacar que casi no
hay riesgo de transmisión si la duración de incrustación del ácaro es < 72 h.2 Todos los pacientes con
sospecha de enfermedad transmitida por garrapatas requieren seguimiento ya sea con su médico
de atención primaria o un especialista en enfermedades infecciosas, dependiendo de su nivel de
enfermedad. Los antibióticos no deben retrasarse en caso de sospecha clínica elevada de cualquiera
de estas enfermedades. Puede ser necesario hospitalizar al paciente dependiendo de la gravedad de
los síntomas y de su capacidad para tolerar antibióticos orales.
Enfermedad de Lyme
La enfermedad de Lyme, la enfermedad más frecuente transmitida por garrapatas en
Norteamérica, es causada por la espiroqueta Borrelia burgdorferi.1 Se ubica de forma endé-
mica en la costa noreste, la parte media de la costa atlántica y los estados del norte-centro de
Estados Unidos, pero se ha informado en todos los 48 estados contiguos.
Hay tres etapas en la enfermedad de Lyme. El eritema migratorio, una erupción cutánea patog-
nomónica que se forma en el sitio de la picadura de la garrapata, caracteriza la etapa temprana. Este
exantema distintivo, vasculítico y no prurítico es característico de la enfermedad de Lyme y suele
aparecer 2 a 20 días después de la exposición.3 De forma clásica, se describe como “en diana”, pues
consiste de un anillo central con una zona de claridad central. Hay un exantema en 80% de los casos,
pero solo en 60% de quienes lo desarrollan este tiene la apariencia clásica de una diana.3
La diseminación de las espiroquetas conduce a la etapa media y tardía de la enfermedad,
que se caracterizan por una multitud de signos y síntomas. Los rasgos clínicos descritos con mayor
frecuencia incluyen poliartritis migratoria transitoria, bloqueo nodal A-V, pericarditis, meningitis,
uveítis o parálisis unilateral/bilateral del nervio facial. Además, pueden ocurrir múltiples exante-
mas difusos de eritema migratorio que orientan el diagnóstico.3
La enfermedad de Lyme es un diagnóstico clínico para el profesional de urgencias. El
tratamiento incluye doxiciclina o amoxicilina. Se cuenta con confirmación mediante reacción en
cadena de la polimerasa o inmunoensayo.
Fiebre exantemática de las Montañas Rocosas
Es la más grave de todas las enfermedades transmitidas por garrapatas en Estados Unidos. Tiene
un índice de mortalidad de ~15 a 20%. Rickettsia rickettsii es el agente pleomórfico, intracelular.
Cinco estados acumulan el 60% de los casos: Carolina del Norte, Missouri, Tennessee, Arkansas y
Oklahoma, pero se han informado casos esporádicos en la mayoría de los demás estados contiguos.4
Dos tercios de los casos totales ocurren en niños menores de 15 años de edad.
Cerca de 80% de los casos desarrolla un exantema 2 a 4 días después del inicio de fiebre, que
se presenta en 90% de los casos. En comparación con el eritema migratorio, el exantema relacionado
con fiebre exantemática de las Montañas Rocosas no es patognomónico.4 El exantema de la fiebre
exantemática de las Montañas Rocosas ocurre más temprano en niños e inicia como pequeñas mácu-
las eritematosas que se blanquean y aparecen en manos, pies, muñecas y tobillos. A medida que se
desarrolla trombocitopenia y empeora la vasculitis, se presentan lesiones petequiales y hemorrágicas.2
Esto suele ocurrir conforme el exantema se extiende en sentido central al tronco.
El antibiótico de elección es la doxiciclina, incluso para niños, ya que el riesgo de tinción
cosméticamente apreciable de los dientes es insignificante con un solo esquema de tratamiento.1
El frotis de sangre periférica, la biopsia cutánea y los ensayos de inmunoglobulina pueden
ayudar a confirmar el diagnóstico.
Tularemia
Considerada con frecuencia como una enfermedad similar a la peste y un arma bioquímica
potencial, la tularemia es causada por un cocobacilo gramnegativo, Francisella tularensis, que
utiliza como vectores la garrapata Dermacentor, junto con lagomorfos y roedores. También
puede contraerse por el contacto directo entre una herida abierta y el hospedador infectado. Se
han informado casos en todos los estados de la Unión Americana, excepto Hawái, pero son más
frecuentes en los estados centrales al sur.
La presentación clínica depende del portal de entrada. Existen varias formas, pero la presen-
tación más común (80% de los casos) es la forma ulceroglandular. Se presenta como una pápula
eritematosa hipersensible en el sitio de la picadura de garrapata que se ulcera alrededor de 2 días
después. La úlcera sana muy lentamente y suele seguir presente conforme la enfermedad avanza. De
forma significativa, se desarrolla una adenopatía dolorosa regional a medida que se forma una buba.
Los ganglios linfáticos necróticos, purulentos y dolorosos siguen aumentando de tamaño hasta que
potencialmente pueden romperse, lo que aumenta la posibilidad de bacteriemia y choque séptico.1 La
adenopatía femoral o la inguinal son los sitios más frecuentes de tularemia transmitida por garrapatas.
Los casos no tratados se acompañan de un índice de mortalidad del 25%. El tratamiento
incluye estreptomicina o gentamicina. El cultivo y el ensayo de inmunoadsorbencia ligada a enzi-
mas (ELISA) ayudan al diagnóstico entre especialistas.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Tintinalli J, Kelen GD, Stapczynski S. Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide.
7th ed. New York: McGraw Hill Companies, Inc., 2011:Ch 155 Zoonotic Diseases.
2. Marx J, Hockberger R, Walls R. Rosen’s Emergency Medicine: Concept and Clinical Practice.
8th ed. Philadelphia, PA: Saunders Inc., 2014:1785–1808.
3. Wormser GP: Clinical practice: Early Lyme disease. N Engl J Med. 2006;354:2794.
4. Center for Disease Control and Prevention. Tickborne Diseases of the United States.
Disponible en: http://www.cdc.gov/lyme/resources/tickbornediseases.pdf
127
Lesiones por buceo: ¡no pase por alto
estas lesiones graves por no tener aún
los antecedentes!
Michael Iacono, MD, MS y Tracy Leigh LeGros, MD, PhD
Las lesiones por buceo pueden tener presentaciones muy variadas que dificultan su reconocimiento.
Se debe preguntar a todos los pacientes sobre sus actividades recreativas. La obtención de los ante-
cedentes es fundamental para todas las actividades de buceo, así como volar o conducir a grandes
altitudes después de haber buceado. Los tipos de lesiones más frecuentes deben ser el enfoque de su
estudio: barotrauma, síndromes de sobrepresurización pulmonar y enfermedad por descompresión.
Barotrauma
El barotrauma es una lesión que ocurre debido a la incapacidad para equilibrar la presión. Los espa-
cios llenos de gas son muy susceptibles al barotrauma. El barotrauma es un riesgo constante en per-
sonas que bucean con equipo, en buceo libre y en aquellos que viajan en avión (Tablas 127-1 y 127-2).
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Francis TJR, Mitchell SJ. Manifestations of decompression disorders. In: Brubakk AO, Neu-
man TS, eds. Bennett and Elliot’s Physiology and Medicine of Diving. 5th ed. United States:
Saunders Ltd, 2003:578–599.
Moon RE, Gorman DF. Decompression sickness. In: Neuman TS, Thom SR, eds. Physiology
and Medicine of Hyperbaric Oxygen Therapy. United States: Saunders Ltd, 2008:283–319.
Murphy-Lavoie H, LeGros T. Dysbarism, dive injuries and decompression illness. In: Adams
J, Barton E, Collings J, et al., eds. Emergency Medicine. United States: Saunders Ltd, 2012.
128
Arteritis de células gigantes:
¿quién es Horton y por qué debo
preocuparme de su cefalea?
Aisha Parker, MD y James Aiken, MD, MHA
Antecedentes
La enfermedad de Horton, la arteritis temporal, la arteritis craneal y la arteritis de la edad avan-
zada son todas sinónimos para la enfermedad conocida con frecuencia como arteritis de células
gigantes. La arteritis de células gigantes es la manifestación más frecuente de la vasculitis sis-
témica en adultos. La descripción más antigua de esta enfermedad data del año 1350 a. C. y se
plasma en una imagen de la tumba del faraón Pa-Aton-Em-Heb.1 El relieve muestra un arpista
ciego, de edad avanzada, con una arteria temporal discontinua y aumentada de tamaño.
La arteritis de células gigantes es una vasculitis necrosante sistémica que afecta los vasos
medianos y grandes, causando inflamación granulomatosa. Esta enfermedad tiene predilección
por las arterias temporal superficial, oftálmica, vertebral proximal y ciliar posterior, por lo gene-
ral sin afectar las arterias intracraneales, aunque puede comprometer arterias de todos los tama-
ños y ubicaciones. Cabe notar que hay tres tipos subclínicos de la enfermedad:
■■ La arteritis craneal (arteritis temporal) se presenta con cefalea y claudicación de la mandíbula
y puede evolucionar a ceguera. Difiere de otros subtipos en que afecta solo las ramas de la
arteria carótida.
■■ El síndrome inflamatorio sistémico se presenta con fatiga, mialgias, debilidad, sudores noctur-
nos y fiebre de origen desconocido. Los síntomas se superponen con polimialgia reumática.
■■ La vasculitis de grandes vasos afecta las arterias subclavias, arterias axilares y la aorta. Se
presenta con claudicación del brazo y soplos arteriales, y puede evolucionar a dilatación
aórtica y aneurisma. Los pacientes con vasculitis de grandes vasos tienen una velocidad de
eritrosedimentación negativa.
Aunque es rara, con una prevalencia de 0.5 a 27 casos por 100 000 en personas de 50 años
de edad o mayores, la arteritis de células gigantes se relaciona con morbilidad significativa, en
especial si no se trata de inmediato,1 y por tanto no debe pasarse por alto. Las secuelas pue-
den incluir ceguera, estenosis de la arteria renal, disección aórtica y accidente vascular cerebral
isquémico. La arteritis de células gigantes afecta a mujeres en una proporción tres veces mayor
que a los varones, con una incidencia general mayor en personas de Escandinavia. Cabe señalar
que parece haber una relación genética con polimialgia reumática; 50% de los pacientes con
polimialgia reumática también se diagnostica con arteritis de células gigantes.
291
Presentación
Los pacientes diagnosticados con arteritis de células gigantes clásicamente se ubican entre
la séptima y octava décadas de la vida; sin embargo, debe mantenerse una elevada sospecha
clínica en pacientes mayores de 50 años de edad. El 72% de los casos se queja de cefalea de
nuevo inicio o cambio en el patrón de cefaleas crónicas, que puede relacionarse con hipersensi-
bilidad del cuero cabelludo alrededor de las arterias temporal y occipital.2 El signo clínico más
confiable es la claudicación de la mandíbula3 (razón de probabilidad [RP] de 4.2). De hecho, la
claudicación de la mandíbula es patognomónica de la arteritis de células gigantes y es causada
por isquemia del músculo masetero. Otros signos relacionados incluyen una arteria temporal
prominente palpable (RP 4.6) con protuberancias segmentarias (RP 4.3) y diplopía (RP 3.4).
Los síntomas oculares como diplopía, amaurosis fugaz y ptosis se deben a insuficiencia vascu-
lar. Si el paciente tiene oclusión de la arteria retiniana central, debe solicitarse angiografía con
fluoresceína para detectar oclusión concomitante de la arteria ciliar posterior.4
Diagnóstico
Para el médico de urgencias, la consideración de arteritis de células gigantes es la parte más
importante del tratamiento de la enfermedad; no es posible intervenir de forma eficaz si no se
considera el diagnóstico.
Según el American College of Rheumatology,5 el diagnóstico se confirma con tres de los
cinco siguientes criterios:
1) Edad de inicio: 50 años o mayor
2) Nuevo inicio de cefalea
3) Anormalidad clínica de la arteria temporal
4) Velocidad de eritrosedimentación > 50 mm/h
5) Biopsia anormal de la arteria temporal
Otros factores diagnósticos notables:
■■ Si la proteína C reactiva es > 2.45 mg/dL, la probabilidad de una biopsia positiva es 5 veces mayor.
■■ Si las plaquetas son > 400 000, la probabilidad de una biopsia positiva es 4 veces mayor.
■■ Si la velocidad de eritrosedimentación es de 47 a 107 mm/h, la probabilidad de una biopsia
positiva es 1.5 veces mayor.
■■ La velocidad de eritrosedimentación debe ajustarse para la edad; normal es una velocidad
de eritrosedimentación menor que la edad/2 para hombres y (edad + 10)/2 para mujeres.
Una biopsia negativa no excluye arteritis de células gigantes, ya que las lesiones no son con-
tiguas. De cualquier forma, la biopsia bilateral de la arteria temporal es el método de referencia
para el diagnóstico. Los médicos de urgencias deben referir al paciente para biopsia en un lapso
de 48 h después de iniciar el tratamiento con esteroides. Después de 1 sem de tratamiento, solo
50% de las biopsias resulta positivo. Por lo tanto, un retraso en la biopsia puede dar resultados
falsos negativos. Si la biopsia es negativa, las imágenes pueden ayudar al diagnóstico definitivo
para justificar el tratamiento crónico con esteroides. La ultrasonografía dúplex a color de la
arteria temporal es útil para descartar arteritis de células gigantes, con una especificidad de 80
a 100% en presencia de un signo de halo. Sin embargo, su sensibilidad es baja, especialmente en
las fases tempranas de la inflamación. La tomografía con emisión de positrones y las imágenes
por resonancia magnética también son una modalidad de diagnóstico por imagen de utilidad en
el subtipo de vasculitis de grandes vasos de la arteritis de células gigantes.1
TRATAMIENTO
El tratamiento con esteroides (prednisona 40 a 60 mg/día) debe iniciarse en la sala de urgencias
antes de la biopsia si el diagnóstico es factible. Esto puede no restaurar la pérdida preexistente de
la vista, pero puede evitar el daño ulterior. Si bien la mayoría de los pacientes pueden darse de alta
a casa con un seguimiento estrecho, aquellos con enfermedad grave o pérdida de la vista deben
hospitalizarse para administración de esteroides a dosis elevadas. Es imperativo discutir la impor-
tancia del cumplimiento con los medicamentos en las instrucciones del alta. También pueden
emplearse otros moduladores inmunitarios dirigidos, como tocilizumab; sin embargo, aún debe
establecerse su eficacia y prednisona sigue siendo la base del tratamiento. Los enfermos suelen
tratarse con una reducción gradual de esteroides a lo largo de 1 a 2 años para prevenir una recaída.
PUNTOS CLAVE
Referencias
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129
Zóster oftálmico que pone en riesgo
la vida: cómo reconocerlo y tratarlo
Suh H. Lee, MD y John Villani, MD
Antecedentes
El herpes zóster oftálmico es un herpes zóster que se distribuye en la rama V1 del nervio trigé-
mino, con afección ocular. El reconocimiento y el tratamiento rápidos son fundamentales debido al
potencial de perder la vista.1 Más de la mitad de los casos con zóster en V1 tendrá afección ocular.2
Presentación
El paciente típico es de edad avanzada o inmunocomprometido (VIH/sida, desnutrición, tras-
plante de órganos, etc.). A nivel cronológico, la historia típica inicia con antecedentes de 1 sem de
síntomas prodrómicos similares a una gripe, seguidos por un exantema vesicular unilateral más
reciente, con lesiones encostradas y dolor en la distribución de V1, siguiendo la línea media. Si el
exantema afecta la punta de la nariz (signo de Hutchinson), es sumamente específico para afec-
ción ocular. Esto se debe a que la rama nasociliar de V1 que inerva la punta de la nariz es la misma
que inerva al globo ocular.2 Los síntomas oculares pueden variar de lagrimeo, enrojecimiento,
fotofobia, alteraciones visuales hasta caída del párpado. La afección ocular puede retrasarse en
relación con el inicio de exantema, lo que va de ningún retraso a años; sin embargo, la mayoría de
los casos de afección ocular se presenta en un lapso de 2 sem del exantema.3
Desafortunadamente, no todos los pacientes se presentan con el exantema característico;
unos cuantos experimentan solo afección ocular.3 Los pacientes con VIH/sida pueden mostrar
un exantema generalizado con apariencia de gravedad.
Cualquier parte del ojo puede verse afectada: párpado, conjuntiva, esclerótica, córnea,
cámara anterior, iris, retina y nervios craneales. La mayoría (2/3) desarrolla afección corneal.2,4
Las áreas de posible morbilidad visual incluyen la córnea debido a adelgazamiento y perforación
corneales, la cámara anterior debido a uveítis con glaucoma subsecuente y formación de cataratas
y la retina debido a desprendimiento de la retina y necrosis.3
La varicela zóster se considera la causa primaria de necrosis retiniana aguda y necrosis reti-
niana externa progresiva. La necrosis retiniana externa progresiva es una versión grave de la necro-
sis retiniana aguda, que suele presentarse en pacientes con sida.3 La necrosis retiniana aguda se
presenta como visión borrosa y dolor. La pérdida rápida de la vista se debe a desprendimiento de
la retina, la que por desgracia es una complicación frecuente de la necrosis retiniana aguda.1,5 Casi
la mitad de los casos de necrosis retiniana aguda se presenta de forma bilateral.6
Diferencial
Conjuntivitis: viral (virus del herpes simple, adenovirus), bacteriana (gonorrea, Chlamydia),
alérgica y parasitaria (queratitis por Acanthamoeba en quienes usan lentes de contacto)
Pruebas
Agudeza visual, tinción con fluoresceína, examen con lámpara de hendidura y presiones intraoculares.
Si se sospecha herpes zóster oftálmico, el examen con lámpara de fluoresceína es indispen-
sable para verificar si hay afección corneal. Los datos de herpes zóster oftálmico son:
1) Lesiones punteadas o seudodendríticas (frente a queratitis por virus del herpes simple:
dendrita “verdadera”)
2) Seudodendritas y uveítis.
Seudodendritas (herpes zóster oftálmico) frente a dendritas (queratitis por virus del her-
pes simple): las seudodendritas presentan una tinción mínima, tienen una apariencia de estar
“pegadas” o elevadas y carecen de bulbos en los extremos terminales, en tanto que las dendritas
verdaderas se tiñen de forma brillante, se ulceran y tienen bulbos en los extremos terminales.7 La
reducción de la sensación corneal despierta la sospecha de virus del herpes simple y queratitis
por Acanthamoeba (intentar con un hilo delgado de algodón de la punta de un aplicador).8
Tratamiento
1) Piel, si las lesiones tienen < 7 días de edad:
Aciclovir 800 mg por vía oral cinco veces al día O famciclovir 500 mg tres veces al día O
valaciclovir 1 000 mg tres veces al día durante 7 a 10 días.9 Diversos estudios informan
alivio del dolor y disminución de la probabilidad de complicaciones oculares con aciclovir
oral si se administra en un lapso de 72 h del inicio.10 Debe considerarse que cinco veces al
día puede ser difícil de recordar, por lo que algunos pueden preferir valaciclovir.
2) Las lesiones cutáneas son susceptibles a estafilococos/estreptococos secundarios: estrepto-
micina, ungüento al 2% y compresas tibias.9
3) Eritromicina ungüento oftálmico al 0.5% dos veces al día.9
4) Iritis (sugerida por fotofobia dolorosa): acetato de prednisona al 1% una gota cada 1-6 h, PERO
CUIDADO, usar esteroides tópicos en queratitis por virus del herpes simple está contraindi-
cado; es por esto que la lámpara de hendidura y la consulta con oftalmología son importantes.9
5) Dolor: analgesia con opioides orales, fármacos ciclopléjicos (ciclopentolato al 1% una gota
tres veces al día) y compresas frías.9
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Ormerod LD, Larkin JA, Margo CA, et al. Rapidly progressive herpetic retinal necrosis:
A blinding disease characteristic of advanced AIDS. Clin Infect Dis. 1998;26:34–45.
2. Pavan-Langston D. Herpes zoster ophthalmicus. Neurology. 1995;45(Suppl 8):S50–S51.
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sician. 2002;66(9):1723–1730.
4. Baratz KH, Goins K, Cobo M. Varicella-zoster viral infections. In: Kaufman HE, ed.
The Cornea. New York: Churchill Livingstone, 1988:134–141.
5. Lau CH, Missotten T, Salzmann J, et al. Acute retinal necrosis features, management, and
outcomes. Ophthalmology. 2007;114:756–762.
6. Hellinger WC, Bolling JP, Smith TF, et al. Varicella-zoster virus retinitis in a patient
with AIDS-related complex: Case report and brief review of the acute retinal necrosis
syndrome. Clin Infect Dis. 1993;16:208–212.
7. Holland EJ, Schwartz GS. Classification of herpes simplex virus keratitis. Cornea.
1999;18:144–154.
8. Kunimoto DY, et al. Herpes zoster ophthalmicus. In: Kanitkar KD, Makar M, eds. Wills
Eye Manual. 4th ed. Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins, 2004:81–85.
9. Tintinalli J. Ocular emergencies. In: Cline DM, Kelen GD, Stapczynski JS, eds. Tintinal-
li’s Emergency Medicine Manual. 7th ed. New York: McGraw-Hill Medical, 2012:742–743.
10. Liesegang TJ. Herpes zoster keratitis. In: Krachmer JH, Mannis MJ, Holland EJ, eds.
Cornea. St. Louis, MO: Mosby, 1997:1229–1230.
130
Y está en los ojos
Summer Stears-Ellis, MD
El término neuritis óptica se refiere a un espectro de enfermedades que causan inflamación del
nervio óptico. Suele presentarse como una tríada de pérdida unilateral subaguda de la vista, dolor
periocular y alteración de la visión a color en adultos jóvenes por lo demás sanos. Se cree que la
neuritis óptica es sobre todo idiopática, aunque puede relacionarse con enfermedades desmie-
linizantes (la esclerosis múltiple es la más frecuente) y otras etiologías menos habituales, como
PUNTOS CLAVE
■■ La neuritis óptica incluye un espectro de enfermedades que causan inflamación del ner-
vio óptico.
■■ La neuritis óptica típica debe distinguirse de los signos de neuritis óptica atípica, ya que
la etiología, estudios y tratamiento son diferentes.
■■ No se recomienda realizar estudios de laboratorio ni punción lumbar en casos de neuritis
óptica típica.
■■ Cualquier síntoma atípico debe incluir estudios de laboratorio, estudios radiográficos y
posiblemente punción lumbar si lo justifica la sospecha clínica.
Lecturas recomendadas
Beck RW, Cleary PA, Anderson MM Jr, et al. A randomized controlled trial of corticosteroids
in the treatment of acute optic neuritis. N Engl J Med. 1992;326(9):581–588.
Behbehani R. Clinical approach to optic neuropathies. Clin Ophthalmol. 2007;1(3):233–246.
Hoorbakht H, Bagherkashi F. Optic neuritis, its differential diagnosis and management. Open
Ophthalmol J. 2012;6:65–72.
Volpe NJ. The optic neuritis treatment trial—a definitive answer and profound impact with
unexpected results. Arch Ophthalmol. 2008;267(7):996–999.
Voss E, Raab P, Trebst C, et al. Clinical approach to optic neuritis: Pitfalls, red flags and
differential diagnosis. Ther Adv Neurol Disord. 2011;4(2):123–134.
131
“Su paciente tiene un hematoma
retrobulbar. Me parece que
va a requerir una cantotomía”
Jonathan Dangers, MD, MPH
Sentado en un bar con varios residentes después de finalizar mi turno, recibo el mensaje anterior
de un médico del turno de noche; yo había revisado a mi paciente 1 h antes. Me refiero a un
paciente alcoholizado, de esas personas que comienzan a beber en cuanto amanece, que había
sido atacado y tenía una tomografía computarizada pendiente al momento en que terminé mi
jornada. Momentos después me encontré con las palmas sudorosas, una sensación de desastre,
mascullando insultos y sin poder seguir disfrutando de mi cerveza. Es una historia real. Para
evitar recibir una nota similar, siga leyendo.
El síndrome compartimental orbitario ocurre por sangrado o hinchazón en el espacio orbi-
tario parcialmente cerrado. Las presiones se elevan rápidamente, empujan el globo hacia el frente
ejerciendo tensión en el nervio óptico, y comprimiendo la vasculatura, primero la venosa.1 La
pérdida de la visión puede ser rápida y permanente. Es posible prevenirlo.2
Causas
La gran mayoría de estos casos se debe a un traumatismo facial, pero hay muchas causas no trau-
máticas.1 La mayoría de los hematomas retroorbitarios atraumáticos ocurre con:
1) Tendencia hemorrágica: coagulopatías (heredadas, adquiridas), anticoagulantes y trom-
bolíticos.
2) Posoperatorio: orbitarios y periorbitarios (ocular, extraocular, sinusal) e intracraneal
3) Aumento de la presión: Valsalva, parto (tanto la madre como el hijo) y enfermedad sinusal.
El diagnóstico y el tratamiento de las etiologías traumáticas y atraumáticas son idénticos.
Claves
1) Ptosis “tensa” dolorosa: fácil de descartar como hinchazón del párpado cuando está
cerrado por este motivo.
2) Disminución de la agudeza visual: determinar lo mejor que se pueda y volver a evaluar
con frecuencia. Gráfica ocular → contar dedos → describir formas → movimientos →
percepción de la luz.
3) Respuesta pupilar: respuesta lenta a la luz en comparación con el ojo no afectado; defecto
pupilar aferente.
4) Movimientos extraoculares restringidos o dolorosos.
5) Elevación de la presión intraocular: verificar varias mediciones, comparar con el ojo no
afectado, reevaluar. No presionar demasiado fuerte ya que esto puede elevar falsamente la
lectura del tonómetro portátil. No medir si se sospecha rotura del globo.
Algunos pacientes le orientarán en el diagnóstico. Pero no son casos frecuentes. Los casos
reales a menudo no pueden cooperar, están intoxicados, alterados o intubados. Estos enfermos
tienen un riesgo elevado y requieren atención especial. No descarte la ptosis como edema perior-
bitario. Abra los párpados hinchados. Use el tonómetro portátil. Apague las luces de la habitación
y verifique la respuesta pupilar con precisión. Recuerde realizar exámenes en serie, ya que puede
haber cambios rápidos.
El hematoma retroorbitario es un diagnóstico clínico. El ultrasonido o la tomografía compu-
tarizada en el punto de atención pueden ayudar a confirmar el diagnóstico, pero también pueden
retrasar el tratamiento. Ninguna es necesaria para el diagnóstico y ninguna indicará de forma
definitiva si intervenir o no hacerlo.
Cuándo intervenir
El diagnóstico diferencial es amplio para pacientes con ptosis o disminución de la vista o eleva-
ción de la presión intraocular, pero razonablemente específico para síndrome compartimental
orbitario cuando los tres están presentes. La indicación para cortar es la presencia de los tres:
Proptosis
Disminución de la vista. Su mejor juicio (véase antes).
Presión intraocular > 40. (Algunos sugieren > 30.)
Debe realizarse una cantotomía en el lapso de 60 a 90 min de la lesión para maximizar la
probabilidad de recuperación total.2
Cómo hacer el corte
Un hematoma retroorbitario es una verdadera urgencia y la cantotomía lateral es un procedi-
miento que salva la vida, con todo su potencial de grandeza o fracaso. Pedir a un especialista
experimentado (oftalmólogo) que se encargue del procedimiento es prudente y razonable, aun-
que no siempre factible. Hay pocas oportunidades para realizar o practicar una cantotomía en
la clínica, así que debe sacarse el mayor provecho de estas oportunidades: revisión de videos,
práctica con cadáveres y observar a otros profesionales. Cuando se presente el momento, usted
podrá estar dudoso, tratando de evitar la situación, o confiado y listo para actuar. Todo depende
de su preparación.
Los ligamentos laterales del canto se unen a los párpados en el borde orbitario, evitan el
desplazamiento hacia adelante del globo y deben cortarse para aliviar la presión orbitaria.
1) Anestesie el párpado lateral usando lidocaína con epinefrina. Dirija la aguja en sentido
lateral para evitar la lesión del globo.
2) Coloque una pinza y apriete el canto durante 60 s para reducir el sangrado.
3) Use fórceps para retirar el párpado del globo. Haga un corte horizontal de 1 cm con tijeras
esterilizadas (cantotomía lateral).
4) Encuentre la cruz inferior en el ligamento lateral del canto. Debe confiarse en “cómo se
siente”. Ayuda imaginar una banda tensa que recupera su forma después de pasar los fór-
ceps sobre ella. Tire del ligamento hacia afuera con los fórceps y corte a través de él (cantó-
lisis). La punta de las tijeras debe estar dirigida hacia abajo y a un lado.
5) El ligamento y el párpado inferior deben sentirse flojos una vez que se liberan.
6) Verifique la presión intraocular y la agudeza visual.
7) Proporcione atención adecuada al paciente en el quirófano.
Tratamiento coadyuvante
Elevar la cabecera de la cama.
Tratar el dolor y la náusea.
Aplicar hielo y evitar la compresión.
Las recomendaciones sobre medicamentos para disminuir la inflamación y la presión
intraocular provienen de las opiniones de expertos, ya que no existen estudios clínicos confiables
en este tema.1 Muchas fuentes recomiendan lo siguiente, a menos que esté contraindicado:3-5
1) Acetazolamida 500 mg en bolo IV
2) Manitol 1 g/kg IV a lo largo de 30 min; contraindicado si hay hipotensión o es un paciente
con traumatismo que está sangrando
3) Hidrocortisona 100 mg IV.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Perry M. Acute proptosis in trauma: Retrobulbar hemorrhage or orbital compartment
syndrome—does it really matter? J Oral Maxillofac Surg. 2008;66(9):1913–1920.
2. Chen Y-A, Dhruv S, Yu-Ray C, et al. Management of acute traumatic retrobulbar haemato-
mas: A 10-year retrospective review. J Plast Reconstr Aesthet Surg. 2012;65(10):1325–1330.
3. Lima V, Benjamin B, Leibovitch I, et al. Orbital compartment syndrome: The ophthalmic
surgical emergency. Surv Ophthalmol. 2009;54(4):441–449.
4. Winterton JV, Patel K, Mizen KD. Review of management options for a retrobulbar
hemorrhage. J Oral Maxillofac Surg. 2007;65(2):296–299.
5. Popat H, Doyle PT, Davies SJ. Blindness following retrobulbar haemorrhage—it can be
prevented. Br J Oral Maxillofac Surg. 2007;45(2):163–164.
Lectura recomendada
Fattahi T, Brewer K, Retana A, et al. Incidence of retrobulbar hemorrhage in the emergency
department. J Oral Maxillofac Surg. 2014;72(12):2500–2502.
132
Cuidado con la garganta
irritada que mata
Diane Rimple, MD, FACEP
El diferencial para un paciente con epiglotitis incluye infección respiratoria superior, farin-
gitis viral, faringitis estreptocócica, absceso periamigdalino, absceso retrofaríngeo y esofagitis.
Una radiografía lateral de los tejidos blandos del cuello suele ser la prueba inicial si se sospecha
epiglotitis. Si bien la especificidad de las radiografías es buena, hay un índice de falsos negativos
de un 20%.1 La mejor forma de descartar o confirmar epiglotitis es mediante la visualización
directa, como con un endoscopio nasofaríngeo fibróptico.
La epiglotitis implica un manejo definitivo y temprano de las vías respiratorias. Es una
situación en la que el ego no debe interferir con la mejor atención del paciente. Debe solicitarse
ayuda si se cuenta con un otorrinolaringólogo o se dispone de anestesia. Muchos textos reco-
miendan la intubación nasofaríngea fibróptica con el paciente despierto de ser posible. Hay que
considerar el uso de un dilatador (bougie) para maniobrar alrededor de una epiglotitis ingurgi-
tada si está realizando intubación endotraqueal. Un dispositivo extraglótico puede en realidad
comprometer más la vía respiratoria al empujar la epiglotis ingurgitada sobre la tráquea y una
epiglotis hinchada tiende a inflamarse rápidamente con incluso menor contacto físico. Siempre
hay que estar preparado para realizar una cricotirotomía. El gancho de cricotirotomía debe estar
a la mano en su bolsillo cuando maneje este tipo de vías respiratorias.
El manejo médico incluye esteroides y antibióticos de amplio espectro, como una cefalospo-
rina de tercera generación. El uso de epinefrina racémica inhalada es controvertido y no se ha anali-
zado en la bibliografía reciente o de pacientes adultos. El ingreso a una unidad de cuidados intensivos
para observación estrecha de las vías respiratorias del paciente no intubado suele estar justificado.
Por último, la epiglotitis puede verse desencadenada por la inhalación de un cáustico o por
lesiones térmicas de las vías respiratorias. Ha habido muchos informes de epiglotitis causada
por inhalación de crack o vapor.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Cheung CS, Man SY, Graham CA, et al. Adult epiglottitis: 6 years experience in a univer-
sity teaching hospital in Hong Kong. Eur J Emerg Med. 2009;16(4):221–226.
2. Dworkin MS, Park L, Borchardt SM. The changing epidemiology of invasive h aemophilus
influenzae disease, especially in persons >65 years old. Clin Infect Dis. 2007;44(6):
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3. Isakson M, Hugosson SJ. Acute epiglottitis: Epidemiology and Streptococcus pneumoniae
serotype distribution in adults. J Laryngol Otol. 2011;125(4):390–393.
4. Hermansen MN, Schmidt JH, Krug AH, et al. Low incidence of children with acute
epiglottis after introduction of vaccination. Dan Med J. 2014;61(4):A4788.
5. Westerhuis B, Bietz MG, Lindemann JS. Acute epiglottitis in adults: An under-recognized
and life-threatening condition. S D Med. 2013;66(8):309–311, 313.
6. Suzuki S, Yasunaga H, Matsui H, et al. Factors associated with severe epiglottitis in adults:
Analysis of a Japanese inpatient database. Laryngoscope. 2015;125(9):2072–2078.
133
Considerar una infección del espacio
profundo del cuello en un niño con
fiebre y dolor de cuello o tortícolis
Joanna Schwartz, BA, MD
La irritación de garganta o el dolor del cuello son un motivo frecuente de consulta para niños
en una sala de urgencias. La mayoría de las veces, el pequeño tendrá una enfermedad benigna
y autolimitada. Sin embargo, en ocasiones puede haber una infección del espacio profundo del
cuello que pone en riesgo la vida. Algunas claves sutiles y un nivel elevado de sospecha ayudan
al profesional de urgencias a detectar qué niños están verdaderamente enfermos. Los dos tipos
más frecuentes de infecciones profundas del cuello son los abscesos retrofaríngeos y los parafa-
ríngeos, que ocurren ya sea por un traumatismo penetrante directo o debido a la diseminación de
un área contigua. Son complicaciones por lo general raras de infecciones respiratorias superiores
en niños que se derivan de la diseminación de una infección o de la eventual supuración de los
ganglios linfáticos retrofaríngeos. De manera similar, la mayoría de las infecciones parafaríngeas
surge de los ganglios linfáticos dentro del espacio parafaríngeo. Las infecciones pediátricas del
espacio profundo del cuello se han relacionado históricamente con morbilidad y mortalidad sig-
nificativas debido a la obstrucción de las vías respiratorias, mediastinitis, trombosis venosa yugu-
lar, neumonía por aspiración o aneurisma de la carótida. Los avances en la detección temprana
mediante imágenes y el tratamiento con antibióticos han reducido en gran medida estas compli-
caciones y hoy las infecciones del espacio profundo del cuello rara vez producen consecuencias
a largo plazo si se detectan de forma oportuna.
Los abscesos retrofaríngeos son más comunes en niños y la media de edad al momento
del diagnóstico es de 4 años. Se cree que los ganglios linfáticos retrofaríngeos involucionan alre-
dedor de los 5 años de edad, haciendo que un absceso sea un dato poco frecuente en un niño
de mayor edad a menos que se relacione con un traumatismo. Los síntomas más frecuentes a la
presentación incluyen fiebre, dolor del cuello, tortícolis, disfagia, protuberancia en el cuello, gar-
ganta irritada y, con menor frecuencia, dificultad respiratoria, estridor o ambos. La exploración
física suele revelar restricción de la movilidad del cuello y linfadenopatía cervical. Los abscesos
retrofaríngeos a menudo se presentan en niños preverbales, por lo que puede ser difícil obtener
buenos antecedentes sintomáticos. Así, la movilidad restringida del cuello en un niño con fiebre
es una clave centinela para diagnosticar un absceso retrofaríngeo o parafaríngeo. Debe tenerse
cuidado de atribuir una simple faringitis o tortícolis a un niño que no quiere mover su cuello.
El diagnóstico diferencial más bien amplio incluye faringitis, estomatitis, linfadenitis cervical,
meningitis y, en casos de dificultad respiratoria o estridor, crup y epiglotitis. Los abscesos peria-
migdalinos, aunque técnicamente no son una infección del espacio profundo del cuello, pueden
presentarse con muchos síntomas similares. Sin embargo, una protuberancia en la cara posterior
del paladar blando y una desviación uvular deben ser fácilmente aparentes en la exploración física.
Una exploración adecuada de la orofaringe puede ser difícil en niños y suele ser normal en
aquellos con una infección en el espacio profundo del cuello. De hecho, una faringe normal
en un niño sintomático debe ser una señal de alerta. Si el pequeño coopera, puede observarse
una protuberancia faríngea posterior. Una radiografía lateral del cuello puede ayudar en el diag-
nóstico de un absceso retrofaríngeo. Sin embargo, debe ser totalmente lateral y el paciente ha
de mantener el cuello en extensión durante la inspiración para evitar un falso engrosamiento del
espacio retrofaríngeo. Como puede imaginarse, esto suele ser un desafío, incluso en centros de es-
pecialidades pediátricas, y son frecuentes los estudios de imágenes falsas positivas. Los datos con-
sistentes con un absceso retrofaríngeo en las placas simples incluyen un espacio prevertebral que
tiene mayor profundidad en comparación con la medición anteroposterior del cuerpo vertebral
adyacente o un espacio retrofaríngeo que es > 7 mm en C2 o 14 mm en C6. Otro método es que
el ancho del espacio prevertebral debe medir no más que la mitad del grosor del cuerpo vertebral
de C1 a C4 o que el grosor total de C5 a C7. El espacio prevertebral puede cambiar con el llanto,
en especial en lactantes, la deglución y la ventilación, por lo que habitualmente no es el estudio
radiológico de elección a menos que el paciente se encuentre inestable.
La tomografía computarizada del cuello con contraste es la modalidad de imagen de elec-
ción para los abscesos retrofaríngeos y parafaríngeos; la sensibilidad para detectar un absceso
varía de 72 a 81% y la especificidad es de 57 a 59%. Cuando se detecta una anormalidad en la
tomografía computarizada, es importante consultar con un especialista en otorrinolaringología
para ayudar a guiar el manejo. Anteriormente, el drenaje quirúrgico se consideraba el estándar
de tratamiento para el absceso retrofaríngeo o parafaríngeo. La bibliografía actual apoya ahora
un curso inicial de antibióticos intravenosos a menos que el paciente se encuentre inestable o
haya un absceso con aumento del borde con un eje > 20 mm en la tomografía computarizada.
Los beneficios del manejo médico incluyen evitar una lesión yatrógena a los nervios craneales o
grandes vasos mientras se intenta no aumentar la duración de la hospitalización.
Los cultivos del drenaje del absceso suelen ser polimicrobianos. Los microorganismos que
se recuperan con mayor frecuencia de los cultivos intraoperatorios son Staphylococcus aureus,
incluyendo el resistente a meticilina, Streptococcus pyogenes (estreptococos del grupo A) y anaero-
bios respiratorios. El tratamiento inicial con antibióticos debe dirigirse a estos microorganismos.
Ya sea que se trate con medios médicos o quirúrgicos, la duración de la estancia en el
hospital para ambos grupos promedia 3 a 5 días para las infecciones pediátricas de los espacios
profundos del cuello. Los índices de recaída son bajos, menores de 5%. Cuando se detectan
al inicio y se tratan de forma apropiada, los niños con infecciones del espacio profundo tienen
excelentes resultados.
PUNTOS CLAVE
■■ Considerar una infección del espacio profundo del cuello en un niño con fiebre y movi-
lidad limitada del cuello o tortícolis.
■■ Las radiografías laterales del cuello pueden ser útiles para ayudar al diagnóstico si se
realizan de forma adecuada, en especial en el paciente inestable.
■■ La tomografía computarizada del cuello con contraste es la modalidad de imagen de
elección, aunque la especificidad para un absceso puede ser tan baja como del 57%.
■■ La consulta temprana con un especialista en otorrinolaringología es esencial para pla-
near el tratamiento.
■■ En un niño estable con un absceso < 20 mm en la tomografía computarizada, un curso
inicial de antibióticos IV es la recomendación terapéutica actual, con intervención qui-
rúrgica subsecuente si no hay mejoría.
Lecturas recomendadas
Carbone PN, Capra GG, Brigger MT. Antibiotic therapy for pediatric deep neck abscesses:
A systematic review. Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2012;76:1647–1653.
Chang L, Chi H, Chiu NC, et al. Deep neck infections in different age groups of children.
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Elsherif AM, Park AH, Alder SC, et al. Indicators of a more complicated clinical course
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Hoffmann C, Pierrot S, Contencin P, et al. Retropharyngeal infections in children. Treatment
strategies and outcomes. Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2011;75:1099–1103.
134
Síndrome de Lemierre: un fuerte
dolor en el cuello
Frank J. Edwards, MD, FACEP
Aunque la garganta irritada se presenta en diversas alteraciones, los pacientes con faringitis
suelen ser jóvenes y sanos, y se recuperan sin importar si se les prescriben antibióticos o no.
Por un buen motivo, tratamos de no prescribir antimicrobianos en exceso para las infecciones
frecuentes. Incluso hay una corriente de actuación médica que sostiene que tratar la faringitis
estreptocócica hemolítica grupo A con antibióticos solo puede acortar el curso de la enferme-
dad de forma insignificante pero no previene la fiebre reumática o la glomerulonefritis poses-
treptocócica. Sin embargo, una complicación menos conocida de la faringitis –el síndrome de
Lemierre– puede estar resurgiendo.
En 1936, André Lemierre describió a una serie de adultos jóvenes que desarrollaron una rara
constelación de síntomas en los días y semanas que siguieron a un episodio agudo de faringitis. Las
cuatro características clásicas del síndrome de Lemierre, también conocido como “sepsis posan-
ginal” (de angina, sensación de constricción o dolor), son (1) antecedentes recientes de garganta
irritada, (2) cultivos sanguíneos positivos, (3) evidencia clínica o radiográfica de tromboflebitis
de la vena yugular interna y (4) diseminación metastásica de la infección a sitios remotos, más a
menudo los pulmones. Los cultivos sanguíneos positivos para Fusobacterium necrophorum, la etio-
logía habitual, son muy característicos.
Fusobacterium necrophorum es un bacilo pleomórfico gramnegativo anaerobio y parte de la
flora normal de la cavidad oral humana. Bajo circunstancias adecuadas después de una infección
faríngea, F. necrophorum se vuelve patógeno, aprovechando la destrucción tisular localizada y las
condiciones anaerobias en la región faríngea lateral. Debido a la estrecha proximidad de la vena
yugular interna, puede desarrollarse tromboflebitis séptica y sembrarse en estructuras distantes,
como los pulmones, con émbolos sépticos. También puede desarrollarse arteritis carotídea.
En la sala de urgencias, el reto principal es establecer el diagnóstico.
La mediana de edad de los pacientes con síndrome de Lemierre es de 19 años. Pueden o no
tener una apariencia tóxica, pero suele haber fiebre, al igual que cefalea, junto con irritación per-
sistente de la garganta. La garganta irritada puede haber estado presente por varios días o semanas
e ir mejorando. Con frecuencia hay dolor de cuello unilateral e hinchazón acompañante. Otros
síntomas dependen de la ubicación de la infección metastásica, que puede variar ampliamente. Los
pulmones con frecuencia están involucrados, lo que ocasiona neumonía. La infección y la infla-
mación también pueden diseminarse directamente, subir por la vaina carótida para afectar el seno
cavernoso e inducir la temida complicación de trombosis del seno cavernoso. Cuando esto ocurre,
puede haber disfunción de los nervios craneales que pasan a través de esta región: pares craneales
VI, IX, XI y XII. Con la afección de los nervios craneales, en la bibliografía se han publicado varios
casos en los que los síntomas de presentación incluyen diplopía secundaria a parálisis del músculo
recto lateral debido a afección del VI par craneal, el nervio abductor. Ya que la cadena simpática
cervical viaja a través del seno cavernoso, también se ha informado síndrome de Horner (ptosis,
miosis y anhidrosis) con afección del seno cavernoso.
El síndrome de Lemierre suele iniciar menos de una semana después del inicio de la farin-
gitis y pasarse por alto en las etapas tempranas. El médico debe mantener un índice elevado de
sospecha al valorar a un adolescente con apariencia enferma o a un adulto joven que se presenta
con garganta irritada de larga duración con dolor de cuello unilateral y signos de una infección
importante en otro lugar, en especial los pulmones.
Los cultivos de sangre suelen ser positivos para Fusobacterium hasta en 50% de los casos.
Fusobacterium es un microorganismo inoportuno que puede requerir varios días para crecer.
Debe mantenerse un bajo umbral para obtener imágenes del cuello en busca de defectos de lle-
nado intraluminal de la vena yugular o la arteria carótida. La tomografía computarizada aumen-
tada con contraste es útil, pero el ultrasonido a la cabecera puede revelar el diagnóstico sin
demora. Debe obtenerse una radiografía torácica para buscar neumonía, a menudo bilateral,
debida a una siembra hematógena. Otros sitios de infección metastásica incluyen los huesos
largos, articulaciones, hígado, cerebro, meninges, endocardio, mastoides y senos faciales.
Resulta conveniente señalar que la infección inicial de la garganta no tiene que ser de origen
bacteriano. No es F. necrophorum el principal causal de la faringitis; este microorganismo invade
los tejidos de forma oportunista debido a una hipoxia localizada. Incluso hasta 10% de los casos
de síndrome de Lemierre puede ocurrir después de una faringitis por virus de Epstein-Barr.
Otros diagnósticos que deben considerarse incluyen abscesos periamigdalinos o retrofaríngeos y
angina de Ludwig. La ausencia de inflamación submentoniana, cambios vocales, compromiso de
la vía respiratoria o sitios distantes de infección apuntan a otros trastornos.
El tratamiento del síndrome de Lemierre implica un esquema de 1 a 2 sem de antibióticos
IV seguidos por 2 a 4 sem de antibióticos orales, dirigidos a erradicar la infección endovascu-
lar. Al inicio, deben administrarse dosis elevadas de antimicrobianos con buena cobertura para
anaerobios, como clindamicina o metronidazol. Fusobacterium también es sensible a penicilina y
cloranfenicol. En una serie de casos, los cultivos de sangre fueron positivos para Staphylococcus
aureus resistente a meticilina. Por lo tanto, el tratamiento inicial con vancomicina está justificado.
Si el manejo médico fracasa, puede requerirse intervención quirúrgica para ligar el vaso con
trombosis o drenar el absceso. El uso de heparina en el síndrome de Lemierre es controversial
y no se cuenta con estudios prospectivos sobre el tema. Si la trombosis de la vena yugular se ha
extendido al seno cavernoso, la mayoría de los expertos coincide en que es apropiado administrar
heparina. Algunas consideraciones de tratamiento ulteriores suelen hacerse en consulta con los
servicios de enfermedades infecciosas y otras especialidades.
Antes de la era de los antibióticos, el síndrome de Lemierre a menudo causaba septice-
mia letal en un lapso de 2 sem. Hoy, la mortalidad por este síndrome se informa en menos del
5%, aunque los estudios sugieren que los pacientes en quienes el diagnóstico inicialmente se ha
pasado por alto tienen un pronóstico más ominoso.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Ochoa R, Goldstein J, Rubin R. Clinicopathological conference: Lemierre’s syndrome. J Acad
Emerg Med. 2004;(10):152–157.
Olson K, et al. Case 36-2014—an 18-year-old woman with fever, pharyngitis, and double
vision. N Engl J Med. 2014;371:2018–2027.
Weesner C, Cisek J. Lemierre syndrome: The forgotten disease. Ann Emerg Med. 1993;22(2):
256–258.
135
Absceso periamigdalino
Ben Leeson, MD y Kimberly Leeson, MD
Introducción
El absceso periamigdalino es una complicación frecuente de la amigdalitis aguda. Ocurre más a
menudo en adolescentes y adultos jóvenes, pero puede presentarse en niños menores. La inci-
dencia anual estimada es de 30 por 100 000 personas de 5 a 59 años de edad, con 3 por 100 000
confirmados mediante aspiración de pus con procedimientos de drenaje. En Estados Unidos
ocurren aproximadamente 45 000 casos por año.
Un absceso periamigdalino es una infección supurativa aguda que se localiza entre las
amígdalas palatinas y el constrictor superior y el músculo palatofaríngeo de la faringe. Este tras-
torno debe sospecharse en pacientes que se presentan con fiebre y garganta muy irritada. El
diagnóstico depende de los datos clínicos, incluidos trismo, desviación uvular y desplazamiento
inferior del polo superior de la amígdala en el lado afectado. Puede haber voz apagada, así como
inflamación ipsolateral del cuello y dolor de oído. Los abscesos periamigdalinos bilaterales son
raros. El diagnóstico del absceso periamigdalino pediátrico puede representar un desafío, dado
que puede presentarse de forma atípica con síntomas más sutiles.
Imágenes
Si bien las imágenes no son necesarias para identificar un absceso periamigdalino, pueden faci-
litar el diagnóstico y ayudar a delinear la anatomía para establecer estrategias de tratamiento.
Deben considerarse las imágenes para distinguir entre celulitis y absceso, evaluar la disemina-
ción de la infección en casos de un examen inadecuado debido a trismo grave y excluir otros
diagnósticos probables.
■■ Tomografía computarizada con contraste IV.
■■ Radiografías laterales del cuello: ayudan cuando se consideran diagnósticos alternativos
como epiglotitis y absceso retrofaríngeo.
■■ Ultrasonografía (útil para distinguir un absceso periamigdalino de celulitis y guiar la aspi-
ración con aguja)
Manejo
Prioridades de evaluación
El paso inicial más importante en el manejo de los abscesos periamigdalinos consiste en valorar
el grado de obstrucción de las vías respiratorias superiores. Los pacientes con una apariencia
tóxica, ansiosa, babeo y postura anormal deben vigilarse estrechamente y pueden requerir con-
trol sin demora de las vías respiratorias. Considerar un abordaje multidisciplinario para pacien-
tes con mayor deterioro que incluya los servicios de otorrinolaringología, cirugía y anestesiología
al inicio del curso en urgencias.
Estrategias
1) Absceso periamigdalino: aspiración/drenaje, tratamiento con antibióticos y cuidados de
apoyo (hidratación, analgesia, vigilancia de complicaciones).
2) Probable absceso periamigdalino: intentar con aspiración con aguja (preferido) o incisión
y drenaje y antibióticos.
3) Celulitis periamigdalina: esquema de 24 h de antibióticos y cuidados de apoyo, con segui-
miento estrecho.
4) Los pacientes que no mejoran y presentan deterioro pueden requerir antibióticos parente-
rales e intervención quirúrgica (amigdalectomía, incisión y drenaje).
Técnicas de drenaje (aspiración, incisión y drenaje)
Los abscesos periamigdalinos suelen requerir drenaje mediante aspiración con aguja y en casos
más raros incisión y drenaje, que deben estar a cargo de un médico experimentado. La aspiración
con aguja es menos dolorosa y se relaciona con un menor sangrado.
Aspiración con aguja
Equipo necesario: cetacaína, lidocaína con epinefrina, jeringa de 5 mL con una aguja calibre 27,
aguja raquídea calibre 18, jeringa de control de 10 mL, succión de pared, Yankauer, abatelenguas,
fuente de luz (puede usarse un espéculo vaginal desarmado con luz fibróptica o laringoscopio),
vasija para emesis, vaso de agua helada y popote.
■■ Asegurarse de tener todo el equipo a la mano.
■■ Usar el abatelenguas y otro dispositivo para asegurar una visualización adecuada.
■■ Anestesiar la parte posterior de la faringe con cetacaína en aerosol.
■■ Palpar y ubicar el área de máxima fluctuación.
■■ Inyectar el área con 2 a 4 mL de lidocaína con epinefrina, (aguja calibre 27, jeringa de 5 mL).
■■ Cortar sobre la aguja raquídea calibre 18 y remplazar, dejando 1.5 cm de la aguja expuesta, y
acoplar a una jeringa de control de 10 mL.
■■ Aspirar el absceso, que suele estar cerca de la parte posterior de la amígdala lateral a la úvula.
■■ Pedir al paciente que enjuague su boca con agua helada para ayudar a reducir el sangrado y
succionar por razón necesaria.
■■ Enviar el aspirado para cultivo y sensibilidad al laboratorio.
■■ Si se cuenta con ultrasonido a la cabecera, considerar imágenes posteriores al procedimiento
para confirmar un drenaje adecuado.
Incisión y drenaje
Puede considerarse usar un escalpelo como una alternativa a la aspiración con aguja. Si se usa
este abordaje, envolver con cinta la porción interior de una hoja número 11 antes de usarla para
minimizar la penetración y evitar una lesión vascular. Anestesiar y acomodar al paciente como
para una aspiración con aguja, según se mencionó. Después de la perforación inicial, usar disec-
ción roma para exprimir pus de la cavidad del absceso.
Parenteral
■■ Ampicilina-sulbactam
■■ Clindamicina
■■ Vancomicina (si se sospecha Staphylococcus aureus resistente a meticilina)
Esteroides
Dexametasona 10 mg más el antibiótico IV clindamicina resultó en menos dolor a las 24 h en
comparación con antibióticos solos. Asimismo, el regreso a una actividad y una ingesta de ali-
mentos normales es más rápido con esteroides, aunque no estadísticamente significativo.
Disposición
■■ El manejo ambulatorio puede ser apropiado para pacientes de mayor edad sin complica-
ciones que están bien hidratados, pueden tolerar el procedimiento de drenaje y la vía oral,
incluyendo medicamentos.
■■ Ingresar a los pacientes pediátricos, aquellos con compromiso inminente de las vías respirato-
rias, complicaciones y comorbilidades, así como quienes no pueden tolerar el consumo oral.
Complicaciones
Las complicaciones, si bien raras, ocurren en los abscesos periamigdalinos y pueden poner en
riesgo la vida. La clave para evitar complicaciones es el diagnóstico temprano y el tratamiento
adecuado.
Las complicaciones de los abscesos periamigdalinos incluyen:
■■ Obstrucción de las vías respiratorias
■■ Ludwig
■■ Sepsis
■■ Mediastinitis
■■ Neumonía por aspiración
■■ Trombosis de la vena yugular interna
■■ Tromboflebitis supurativa de la yugular interna
■■ Secuelas de estreptococos del grupo A
La aspiración con aguja y la incisión y drenaje también pueden tener complicaciones, que
incluyen punción/lesión/sangrado de la arteria carótida. Estas preocupaciones pueden mini-
mizarse usando una cubierta de aguja o escalpelo que impide que la aguja puncione estructuras
más profundas. El ultrasonido a la cabecera puede ayudar si la visualización directa de la aguja se
mantiene a lo largo de todo el procedimiento. Si no se utiliza el ultrasonido durante el procedi-
miento, puede realizarse después de la aspiración o la incisión y drenaje, para asegurarse que el
drenaje sea adecuado y que el absceso no requiera una mayor intervención. Esto es importante,
dado que la recurrencia del absceso periamigdalino es de entre 10 y 15 por ciento.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chau JK, Seikaly HR, Harris JR, et al. Corticosteroids in peritonsillar abscess treatment:
A blinded placebo-controlled clinical trial. Laryngoscope. 2014;124(1):97–103.
Fasano CJ, Chudnofsky C, Vanderbeek P. Bilateral peritonsillar abscesses: Not your usual sore
throat. J Emerg Med. 2005;29:45.
Herzon FS, Martin AD. Medical and surgical treatment of peritonsillar, retropharyngeal, and
parapharyngeal abscesses. Curr Infect Dis Rep. 2006;8:196.
Hsiao HJ, Huang YC, Hsia SH, et al. Clinical features of peritonsillar abscess in children.
Pediatr Neonatol. 2012;53(6):366–370.
Schraff S, McGinn JD, Derkay CS. Peritonsillar abscess in children: A 10-year review of
diagnosis and management. Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2001;57:213.
136
No diagnostique erróneamente, trate en
exceso o perfore la membrana timpánica
John Herrick, DO
Existen muchas causas de perforación de la membrana timpánica, incluyendo otitis media, trau-
matismo contuso, barotrauma y lesión yatrógena. Si bien el tratamiento está bien definido, hay
varios errores que deben evitarse.
La mayoría de las perforaciones son causadas por una infección. El líquido y la presión se
acumulan detrás de la membrana timpánica causando dolor. A la larga, la membrana se rompe, lo
que causa otorrea. La presencia de otorrea en ausencia de otitis externa confirma la perforación,
ya que el oído medio suele estar lleno de aire. La ocurrencia de dolor también sugiere infección
y aumento de la presión detrás de la membrana timpánica, dado que las perforaciones simples
no causan dolor. Los pacientes a menudo experimentan alivio de la presión cuando se perfora la
membrana timpánica en casos de otitis media.
Los intentos por limpiar el oído son otra causa frecuente de perforación de la membrana
timpánica. Los pacientes pueden insertar un hisopo de algodón, pasadores u otros objetos en
la profundidad del canal causando la perforación. Los trabajadores de atención a la salud pue-
den provocar una perforación con irrigación exagerada para la impacción de cerumen.1 La mala
visualización al usar instrumentos y los pacientes que no pueden estarse quietos también pueden
llevar a una perforación mientras se intenta retirar un cuerpo extraño del canal auditivo. Por este
motivo, debe considerarse seriamente la sedación durante el procedimiento antes de intentar la
extracción. Una batería de botón alojada en el oído puede causar perforación de la membrana
timpánica. Si no se retira de manera oportuna, puede provocar destrucción de los huesecillos y
daño auditivo permanente.2
Un golpe directo con la palma abierta, golpear el lado de la cabeza contra el agua, los rayos,
las lesiones por explosión y las quemaduras a través de la membrana timpánica por residuos de
soldadura son otras causas bien documentadas de perforación de la membrana timpánica. Si la
rotura es resultado de una lesión de buceo o de un deporte acuático, hay una mayor probabilidad
de infección debido a que entra agua contaminada en el oído medio y está indicada una profilaxis
antibiótica. No debe limpiarse el oído con jabón, ya que reduce la tensión de superficie y permite
una penetración más fácil a través de la membrana timpánica perforada.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Orji FT, Agu CC. Determinants of spontaneous healing in traumatic perforations of the
tympanic membrane. Clin Otolaryngol. 2008;33(5):420–426.
2. Marin JR, Trainor JL. Foreign body removal from the external auditory canal in a pediatric
emergency department. Pediatr Emerg Care. 2006;22:630.
3. Lieberthal AS, Carroll AE, Chonmaitree T, et al. The diagnosis and management of acute
otitis media. Pediatrics. 2013;131:e964.
4. Suzuki K, Nishimura T, Baba S, et al. Topical ofloxacin for chronic suppurative otitis media
and acute exacerbation of chronic otitis media: Optimum duration of treatment. Otol Neu-
rotol. 2003;24:447.
137
Si no es cáncer, ¿por qué se le llama
otitis externa maligna?
Allison D. Lane, MD
La otitis externa maligna, la otitis externa necrosante y la otitis externa invasiva son lo mismo
y no son cancerosas. ¿Entonces por qué el nombre común de este trastorno es otitis externa
maligna? En caso de no saberlo, una de las definiciones de la palabra “maligna” de acuerdo con el
diccionario Merriam-Webster es “que tiende a producir la muerte o deterioro”. Así que si bien
el cáncer se considera maligno, también lo son la peste, la rabia, o la vida en general – ¡ninguno
de nosotros va a salir vivo! Pero estoy desviándome del tema. Este trastorno fue descrito por
primera vez por Meltzer y Kelemen en 1959 y más tarde fue nombrado y descrito por Chandler
en 1969 como otitis externa maligna debido a su conducta clínica agresiva e índice de mortali-
dad elevado, cercano al 50% en esos momentos (ahora se considera que es < 10% para la otitis
externa maligna no complicada). Algunos médicos han sugerido que debe cambiarse el nombre a
otitis necrosante o invasiva, lo que describiría con exactitud la naturaleza clínica de la enferme-
dad al tiempo de disminuir la confusión de considerarla una enfermedad cancerosa.
La otitis externa maligna es una infección invasiva del canal auditivo externo y la base del
cráneo, por lo general debida a Pseudomonas aeruginosa, con complicaciones que pueden poner
en riesgo la vida. La otitis externa maligna suele ser posterior a una otitis externa, aunque tam-
bién puede iniciar con una infección del oído medio. Es más frecuente en hombres, con una edad
> 60 años, de climas húmedos y tibios, y casi siempre con diabetes. El pronóstico es peor para
aquellos con inmunodeficiencias sistémicas.
La diabetes es el factor de riesgo más significativo para el desarrollo de otitis externa
maligna. El 90% de quienes tienen un diagnóstico de otitis externa maligna padece diabetes. No
hay una diferencia en predisposición entre las personas con diabetes de tipo I y II, ni tampoco
necesariamente una correlación con los periodos de hiperglucemia. Otras formas de inmunosu-
presión también son factores de riesgo para la enfermedad, por ejemplo, los trastornos linfopro-
liferativos y la ingesta de ciertos medicamentos. Y si bien los pacientes con sida y otitis externa
maligna se presentan con síntomas similares, estos casos por lo general son más jóvenes, no pade-
cen diabetes, pueden no tener tejido de granulación en el canal, quizá no tengan otro microorga-
nismo causal dominante distinto a Pseudomonas y por lo general tienen un peor resultado.
Habitualmente el paciente describe una otalgia intensa y profunda que puede empeorar
durante la noche, con cefaleas temporales y otorrea purulenta. La fiebre es poco frecuente. Los datos
más importantes en la exploración que sugieren otitis externa maligna son el dolor desproporcionado
a la exploración física y tejido de granulación en el piso de la unión osteocartilaginosa. La última
característica es patognomónica. La membrana timpánica suele estar intacta. El deterioro del estado
mental y las anormalidades en el nervio craneal pueden sugerir complicaciones intracraneales.
El nervio facial (VII) es el más comúnmente afectado (incidencia de un 20%), aunque
esto no se relaciona con un peor pronóstico. Sin embargo, la recuperación de esta parálisis es
impredecible y mala. Con la progresión de la enfermedad, los nervios IX, X, XI y XII pueden
verse afectados y después V y VI. La afección de estos nervios craneales adicionales se acompaña
de un mayor índice de mortalidad.
Otras complicaciones intracraneales suelen ser letales, ya que reflejan una enfermedad
grave. Rara vez ocurren en ausencia de parálisis del nervio craneal. Debe considerarse una trom-
bosis del seno sigmoides, trombosis del seno cavernoso, meningitis, absceso cerebral y trombosis
del seno dural.
El diagnóstico de la otitis externa maligna es sobre todo clínico y puede apoyarse mediante
estudios de laboratorio y de imagen. La velocidad de eritrosedimentación estará elevada y puede
considerarse para apoyar el diagnóstico clínico, ya que una simple otitis externa y una neoplasia del
canal auditivo no causan esta elevación. Los valores de proteína C reactiva por lo general son norma-
les. La biometría hemática completa puede mostrar una leucocitosis ligera o ausente. De ser posible,
antes del tratamiento antimicrobiano debe obtenerse un cultivo del drenaje del oído y sus sensibili-
dades. El 95% muestra P. aeruginosa, aunque deben considerarse causas estafilocócicas y micóticas.
Las imágenes por tomografía computarizada pueden mostrar una extensión de la infección
hasta el hueso. Es posible que no se observe osteomielitis al inicio de la enfermedad, dado que
se requiere 30 a 50% de destrucción de hueso para que los cambios radiológicos sean evidentes.
La sospecha debe permanecer elevada incluso sin cambios óseos. Las imágenes por resonancia
magnética pueden ser útiles para detectar complicaciones intracraneales.
Las bases del tratamiento para otitis externa maligna incluyen el control de la glucosa,
corrección de la inmunosupresión cuando sea posible, limpieza aural, tratamiento antimicro-
biano y, en pacientes seleccionados, cirugía. De contar con ello, consultar con el servicio de
otorrinolaringología de forma temprana. Es probable que se requiera hospitalización.
La otorrea y los residuos pueden ocluir el canal auditivo y deben eliminarse. Los métodos
adecuados incluyen succión bajo visualización directa o un hisopo esponjado. También puede
colocarse una tira de algodón para permitir el drenaje. Por lo general se evita el enjuague ya que
puede causar irritación ulterior.
Los pacientes con otitis externa maligna pueden requerir hospitalización para recibir anti-
bióticos sistémicos y nunca tratamiento tópico por sí solo. El tratamiento tópico puede alterar la
flora normal, causar problemas para el aislamiento de patógenos y provocar infecciones micóti-
cas secundarias, en especial si se combina con esteroides. El tratamiento empírico debe cubrir
Pseudomonas y Staphylococcus. Es necesario un esquema con dosis altas debido a una mala visua-
lización del área objetivo y se requiere que sea prolongado para tratar la osteomielitis. La mayoría
de los autores recomienda tratamiento con ciprofloxacina oral, 750 mg dos veces al día durante
6 a 8 sem, aunque puede recurrirse a una combinación de fármacos. La cirugía se reserva para
debridación local, extracción del secuestro óseo o drenaje del absceso.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bock K, Ovesen T. Optimised diagnosis and treatment of necrotizing external otitis is
warranted. Dan Med Bull. 2011;58(7):A4292.
Chandler JR. Malignant external otitis. Laryngoscope. 1968;78(8):1257–1294.
Handzel O, Halperin D. Necrotizing (malignant) external otitis. Am Fam Physician.
2003;68(2):309–312.
Meltzer PE, Kelemen G. Pyocyaneous osteomyelitis of the temporal bone, mandible and
zygoma. Laryngoscope. 1959;169:1300–1316.
Nussenbaum B, Hawes CJ, Hawes RS. Malignant otitis externa. Otolaryngol Head Neck Surg.
2014;150(1 Suppl):S1–S24.
138
Abordaje para el ojo rojo
Lindsey Retterath, MD y Hans Bradshaw, MD
xona). Debe solicitarse interconsulta con oftalmología para evaluar si hay ulceración corneal, lo
que produciría una perforación.
La conjuntivitis gonocócica neonatal se presenta 2 a 5 días después del parto. Debe mane-
jarse con una dosis de ceftriaxona (cefotaxima si el bebé tiene ictericia) e ingreso del paciente
para vigilancia estrecha ante un posible compromiso corneal.
II. Ojo rojo que justifica tranquilizar al paciente, tratamiento no invasivo o referencia
ambulatoria
A. Hemorragia subconjuntival
B. Conjuntivitis (no gonocócica)
C. Blefaritis
D. Epiescleritis
E. Escleritis
F. Pterigión
G. Queratitis superficial
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Khan AA, Kelly RJ, Carrim ZI. Acute anterior uveitis. BMJ. 2009;339:b2986.
Kimberlin DW. Chlamydia trachomatis. In: Kimberlin DW, ed. Red Book: 2015 Report of
the Committee on Infectious Diseases. 30th ed. Illinois: American Academy of Pediatrics,
2015:288.
Leibowitz HM. The red eye. N Engl J Med. 2000;343:345.
Workowski KA, Bolan GA. STD treatment guidelines, 2015. MMWR Recomm Rep.
2015;64(RR-3):1.
139
Centrándose en las causas
de la pérdida aguda de la visión
Benjamin Karfunkle, MD y Anna McFarlin, MD
La pérdida aguda de la visión es una experiencia aterradora para los pacientes y una queja
importante que si no se trata y clasifica de forma apropiada puede llevar a pérdida permanente
de este sentido. Las etiologías pueden radicar en el propio ojo o representar manifestaciones
de un traumatismo, exposición a sustancias químicas o enfermedad neurológica, cardiovas-
cular o inflamatoria. El médico debe hacer una amplia semiología y abordar esta molestia de
modo sistemático con base en los antecedentes del paciente. Este capítulo se enfocará sobre
todo en las etiologías dentro del ojo.
Los antecedentes completamente enfocados en las quejas de pérdida de la visión deben
incluir si esta se presenta en uno o ambos ojos, si afecta todo el campo visual, si es dolorosa, la
velocidad de inicio y el uso de lentes correctivos o de contacto. Indagar sobre antecedentes de
diabetes, trastornos neurológicos o cardiacos, cirugía ocular o traumatismos previos, así como la
exposición ocular a sustancias químicas, irritantes o medicamentos que puedan afectar de manera
adversa el ojo, como soldaduras, herramientas de alto poder o medicamentos anticolinérgicos.
La exploración física debe iniciar con la valoración de la agudeza visual en ambos ojos. Si
el paciente suele usar lentes correctivos, valorar la agudeza usando esos lentes. De no ser posible,
utilizar un oclusor estenopeico. Informar la línea más pequeña en la que el paciente pueda leer la
mitad de las letras correctamente y cuántas letras no acertó. Si sufrió una exposición a sustancias
químicas, la primera acción debe ser una irrigación abundante, hasta que el análisis del efluyente
en una tira de pH sea neutro. Evaluar los movimientos extraoculares y preguntar si hay dolor
con el movimiento. Buscar movimientos oculares asimétricos, en especial asimetría que provoca
visión doble preocupante por atrapamiento. Al valorar la respuesta pupilar a la luz, realizar una
prueba con luz oscilatoria. Aproximar a grandes rasgos los cambios visuales del paciente con los
propios. Aplicar fluoresceína tópica a los ojos e inspeccionar bajo una lámpara de Wood buscando
una mayor captación de tinte. No debe olvidarse la eversión de los párpados para buscar lesiones
o un cuerpo extraño. La presión intraocular se mide directamente en la córnea y no en la escleró-
tica. ¡Hay que asegurarse de anestesiar primero el ojo! Debe cuidarse de no alterar las mediciones
de forma artificial al presionar sobre la órbita o no calibrar bien el instrumento.
Las patologías en este amplio diferencial pueden caracterizarse por su presentación –ver si
la pérdida de la vista es indolora o dolorosa y si se presenta en uno o ambos ojos. Hay que recor-
dar que deben considerarse tanto causas sistémicas como etiologías dentro del ojo (Tabla 139-1).
El glaucoma agudo es una causa grave de pérdida unilateral dolorosa de la vista que debe
reconocerse sin demora. El dolor a menudo se describe como cefalea con ojo rojo que lagri-
mea. Recuerde la presentación clásica del paciente mayor con dolor que inicia en una habitación
oscura. La presión intraocular estará significativamente elevada.
La queratitis, una inflamación dolorosa de la córnea, puede ser bacteriana, viral, micótica,
parasitaria o no infecciosa. Deben buscarse nuevas opacidades o úlceras corneales que puedan
observarse sin lámpara de hendidura y que capten fluoresceína. En la exploración con lámpara de
hendidura es posible observar células inflamatorias y opacidad. Los pacientes deben suspender
de inmediato el uso de lentes de contacto. Se requiere una referencia oftalmológica el mismo día
para realizar cultivos y selección de antibióticos.1
La uveítis es una inflamación dolorosa del iris, cuerpos ciliares y coroides. Se sospecha
uveítis cuando hay un enrojecimiento ciliar de inyección alrededor del iris o cuando una luz
brillante dirigida al ojo que no está afectado provoca dolor en el ojo afectado.1 La exploración con
lámpara de hendidura revela células inflamatorias y opacidad.
La endoftalmitis se refiere a la infección de los humores vítreo o acuoso, por lo general
como resultado de microorganismos introducidos por un traumatismo, cirugía o extensión de
queratitis.1 La endoftalmitis bacteriana se presenta con mayor frecuencia en el lapso de 1 sem
de la cirugía de extracción de cataratas,2 con leucocitos en capas en la cámara anterior en la
a
Esta patología se estudia con más detalle en otro capítulo.
exploración con la lámpara de hendidura y una visión borrosa de la retina. Es necesaria una
consulta oftalmológica inmediata y antibióticos empíricos, ya que este trastorno puede resultar
en afección visual o incluso la pérdida del ojo.2
El desprendimiento de la retina a menudo hace que aparezcan “moscas volantes” en la
visión del paciente, junto con centelleos de luz en uno o ambos ojos. Esto puede visualizarse en
el ultrasonido a la cabecera.3
La oclusión de la arteria retiniana suele derivarse de un trastorno de la arteria carótida o
embolismo por fibrilación y se presenta con un inicio repentino de pérdida indolora de la visión
en un ojo a lo largo de unos cuantos segundos. Puede haber un defecto pupilar aferente relativo o
una mancha color rojo cereza en una mácula pálida.3 Debe buscarse una referencia de urgencia.
Puede ocurrir hemorragia del vítreo en caso de un traumatismo, o de forma espontánea, en
especial en caso de drepanocitemia o neovascularización patológica en la diabetes.1 Puede haber dis-
minución del reflejo rojo, con eritrocitos evidentes en la exploración con lámpara de hendidura y el
ultrasonido puede revelar hemorragia en el segmento posterior.1 Debe revisarse la razón normalizada
internacional en pacientes que toman warfarina. Es indispensable la consulta oftalmológica temprana.
PUNTOS CLAVE
■■ Se requiere una referencia de urgencia para muchas causas de pérdida de la visión que
pueden alterar la vida. La participación temprana de expertos y equipo adecuado puede
salvar la vista del paciente.
■■ Siempre valorar la agudeza visual en ambos ojos, ¡es el signo vital del ojo!
■■ Los déficits del campo visual y los defectos pupilares aferentes pueden revelar un tumor
cerebral en el paciente –la exploración física es importante.
■■ Nunca enviar a un paciente a casa con anestésicos oftálmicos tópicos.
■■ Usar el ultrasonido a la cabecera al valorar si hay desprendimiento retiniano, hematoma
retrobulbar, hemorragia del vítreo e incluso movimiento extraocular si el ojo está tan
hinchado que se cierra.
Referencias
1. Walker RA, Adhikari S. Eye emergencies. In: Tintinalli JE, ed. Tintinalli’s Emergency Medi-
cine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed. New York: McGraw-Hill, 2011:1517–1549.
2. Taban M, Behrens A, Newcomb RL, et al. Acute endophthalmitis following cataract sur-
gery: A systematic review of the literature. Arch Ophthalmol. 2005;123(5):613–620.
3. Guluma K, Sharma A, Jagoda A. An evidence-based approach to abnormal vision. Emer-
gency Med Pract. 2007;9:9.
140
Hongos devoradores de la cara:
mucormicosis rinocerebral
Eric C. Funk, MD y Casey M. Clements, MD, PhD
nario. Aún así, los resultados siguen siendo bastante desfavorables, en especial en la enfermedad
avanzada. El diagnóstico rápido proporciona la mejor oportunidad a los pacientes.
Al respecto de la nomenclatura de la mucormicosis, hay que notar que ha habido un cam-
bio en la taxonomía de los agentes infecciosos que causan mucormicosis. Todos los hongos causa-
les ahora se agrupan en el subfilo mucormicotina.3 Si bien muchos clínicos pueden seguir usando
“mucor”, “rhizopus,” o “cigomicosis” para identificar estas enfermedades, es importante notar
que estos descriptores no son completamente exactos y pueden no aparecer en los nombres del
género o especie del organismo.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Kontoyiannis DP, Lewis RE. How I treat mucormycosis. Blood. 2011;118(5):1216–1224.
2. Mignogna MD, Fortuna G, Leuci S, et al. Mucormycosis in immunocompetent patients: A
case series of patients with maxillary sinus involvement and a critical review of the litera-
ture. Int J Infect Dis. 2011;15(8):e533–e540.
3. Sun H-Y, Singh N. Mucormycosis: Its contemporary face and management strategies. Lan-
cet Infect Dis. 2011;11(4):301–311.
4. Neblett Fanfair R, Benedict K, Bos J, et al. Necrotizing cutaneous mucormycosis after a
tornado in Joplin, Missouri, in 2011. N Engl J Med. 2012;367:2214–2225.
141
Buscando oro: algunas pepitas
de oro sobre la epistaxis
Josh Mugele, MD
El primer paciente que encontré con epistaxis fue durante mi primer día del internado. Era una
monja de edad avanzada que sostenía varios pañuelos desechables contra su nariz, tratando de
detener el sangrado, mientras yo me senté a su lado para tomar sus antecedentes. Por fortuna,
el médico de guardia se presentó poco después y empezó a tapar su nariz. Lección aprendida:
cuando trata uno con epistaxis, hay que actuar rápido.
Debido a que la epistaxis puede ser rápida e intensa, es importante contar con un algo-
ritmo fácil de manejar. Debe incluir un abordaje escalonado y una combinación de anestesia,
cauterización, presión y vasoconstrictores. Es conveniente saber con lo que se cuenta en la sala
de urgencias, dónde se ubica y cómo obtenerlo sin demora.
La mayoría de los libros de texto divide la epistaxis en anterior y posterior. Esta división no
necesariamente es útil para el médico de urgencias debido a que la epistaxis anterior puede ser
abundante y resistente a los esfuerzos iniciales de taponamiento y, de forma similar, la epistaxis
posterior puede responder bien a un gran tapón nasal. Es más útil considerar la epistaxis como
aquella que puede controlarse sin demora en la sala de urgencias o la epistaxis refractaria que
requiere una intervención más definitiva.
Debido a que hay tantas causas de epistaxis –infección respiratoria superior, hurgarse la
nariz, traumatismo menor, aire seco, presión positiva continua de las vías respiratorias, uso de
esteroides nasales, cocaína, malformación arteriovenosa, coagulopatías–, el médico de urgencias
con frecuencia tiene que improvisar la respuesta. A continuación se presenta una muestra de un
algoritmo que se puede usar en urgencias.
Paso 1
Hacer que el paciente oprima la nariz en las aletas y se incline hacia adelante durante 10 a 15 min
mientras se reúnen los suministros necesarios. Al regresar, pedirle que se suene la nariz para eli-
minar los coágulos grandes. Es posible que haya que auxiliar con fórceps. Si puede encontrarse
una fuente pequeña de sangrado –en muchos casos esto no es posible–, hay que anestesiar las
narinas con un anestésico tópico (administrar alrededor de 2 mL de lidocaína con epinefrina
como para suturar heridas mediante un atomizador nasal) y cauterizar el sitio con palillos apli-
cadores de nitrato de plata.
Si el sangrado se resuelve con presión directa o simple cauterio, es posible dar de alta al pa-
ciente con seguridad. Aconsejar que se aplique presión de forma similar en casa y tomar el
tiempo con el reloj (10 min pueden sentirse como mucho tiempo). Dependiendo de los antece-
dentes y el motivo del sangrado, pueden recomendarse medidas coadyuvantes como un aerosol
salino nasal, un esquema breve de oximetazolina o una pequeña cantidad de vaselina o ungüento
antibiótico en cada narina a la hora de dormir.
Paso 2
Si no se controla el sangrado, debe pasarse a una combinación de presión y medicamentos.
Enjuagar dos a tres torundas de algodón en una mezcla de oximetazolina y lidocaína viscosa.
Usar fórceps largos de otorrinolaringología, insertar el algodón en la narina afectada (tan
posterior como sea posible). Dejar el algodón en las narinas por unos 20 min y después
volver a valorar como en el paso 1.
La combinación de un vasoconstrictor y presión de las torundas de algodón suele bastar
para detener el sangrado si se le da tiempo. La lidocaína ayuda al paciente a tolerar la presión y
cualquier empaque adicional o cauterio al que se tenga que recurrir. Pueden usarse otros vaso-
constrictores como epinefrina o cocaína, dependiendo de lo que esté disponible. El ácido tranex-
ámico tópico también es una opción.1
Paso 3
Si el sangrado continúa, deben empacarse las narinas afectadas con un tapón nasal (o catéter
nasal de globo). Las marcas disponibles en el mercado son igualmente eficaces.2,3 Enjuagar el
tapón en agua estéril, solución salina o oximetazolina para facilitar la inserción. Evitar la vaselina
o el ungüento antibiótico, ya que esto puede contrarrestar la superficie protrombótica en algunos
productos. Usar el mayor tamaño disponible que ajuste en las narinas del paciente y apuntar
hacia atrás (no en sentido caudal) en la inserción. Inflar el globo interno con unos 10 mL de
solución salina o aire.
Observar al paciente por otra media hora y verificar si hay sangrado alrededor del tapón o
en la parte posterior de la garganta. Si se observa un sangrado continuo, tratar de usar un tapón
más grande o insertar un segundo tapón en la narina opuesta para proporcionar taponamiento
adicional. Los pacientes con comorbilidades, pérdida importante de sangre o que requieren
empaque bilateral deben hospitalizarse. De otro modo, puede darse de alta al paciente con segu-
ridad, solicitando consulta con otorrinolaringología en 2 a 3 días. Los antibióticos no suelen ser
necesarios (pero tranquilizan al otorrinolaringólogo).4
Paso 4
Si la epistaxis no cede a pesar de los mejores esfuerzos, es momento para el taponamiento poste-
rior. La mayoría de los productos comerciales para empaque usa un sistema de doble globo –un
globo grande para la parte anterior de la narina y otro pequeño para la parte posterior. Muchos
médicos de urgencias están familiarizados con un catéter de Foley para los sangrados posteriores
al insertar la punta del Foley en la nariz hasta que el globo se ubica en la orofaringe, inflando el
globo y después jalando hacia adelante para alojar el globo contra el sangrado posterior. Entonces
puede aplicarse un tapón anterior. Esto es extremadamente incómodo, por lo que hay que ser
generoso con la analgesia y la ansiólisis (aunque debe tenerse cuidado con la inestabilidad hemo-
dinámica y los eventos vagales).
Tenga precaución al colocar un dispositivo con un globo posterior, dado que puede caer
hacia atrás y obstruir la orofaringe, en especial en pacientes con una clase Mallampati elevada.
Hay que pedir a estos pacientes que se sienten erguidos y asegurar el dispositivo posterior con
presión anterógrada usando un homeostato que se asegura con cinta a la cara. Debe obtenerse
una consulta urgente con otorrinolaringología e ingresar a estos enfermos a cuidados intensivos
o a una unidad de transición para observar si hay obstrucción de las vías respiratorias, estabilidad
hemodinámica y eventos vagales. En todos los casos, si el paciente está anticoagulado, deben
obtenerse estudios de coagulación y considerar la reversión por el sangrado intenso.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Zahed R, et al. A new and rapid method for epistaxis treatment using injectable
form of tranexamic acid topically: A randomized controlled trial. Am J Emerg Med.
2013;31:1389.
2. Badran K, et al. Randomized controlled trial comparing Merocel and RapidRhino packing
in the management of anterior epistaxis. Clin Otolaryngol. 2005;30:333.
3. Singer AJ, et al. Comparison of nasal tampons for the treatment of epistaxis in the emergency
department: A randomized controlled trial. Ann Emerg Med. 2005;45:134.
4. Alter H. Approach to the adult with epistaxis. UpToDate. 2015. Disponible en: www.upto-
date.com.
142
Angina de Ludwig –“la llave alemana”
Dustin Leigh, MD
La angina de Ludwig es una celulitis gangrenosa rápidamente progresiva y con frecuencia letal
de los tejidos blandos del cuello y el piso de la boca. Fue descrita por primera vez en 1836 por el
médico alemán Wilhelm Frederick von Ludwig, quien la consideró una “entidad mórbida”. Si bien
el término “de Ludwig” se aplica sin mucho miramiento a las infecciones del espacio profundo del
cuello, afecta espacios específicos y debe limitarse a las infecciones que son bilaterales y afectan el
espacio submandibular (incluyendo tanto los espacios sublingual como submilohioideo). Antes de
la era de los antibióticos, la hinchazón con frecuencia llevaba a obstrucción respiratoria y la muerte;
así, el término angina se añadió a la descripción, que surge de angere, que significa “estrangular”.
La fuente identificable varía ampliamente en la bibliografía, de 30 a 90% de los casos con una
fuente identificada de infección. El espacio submandibular es el sitio más frecuente, afectado por
una fuente odontógena en hasta 85% de los casos. Otras causas relacionadas con el desarrollo de
infección en el espacio profundo del cuello incluyen laceración del piso de la boca, fractura man-
dibular, tumor, linfadenitis, sialoadenitis, inyección de fármacos intravenosos, infección sistémica,
diseminación hematógena de la infección o después de la ingestión de un cuerpo extraño.
Es fundamental conocer la anatomía de la fascia cervical para identificar una fuente pro-
bable y predecir la extensión y progresión de la infección. Desde un punto de vista meramente
anatómico, estas infecciones siguen la vía de menor resistencia, penetrando en los tejidos más
cercanos y más delgados, y siguiendo el trayecto de los planos fasciales en el cuello y la cara. La
fascia cervical profunda en el cuello está dividida en las capas superficial, media y profunda. Este
grueso tejido conjuntivo evita la salida de pus hacia la piel. Como resultado de ello, las infeccio-
nes descienden hacia el mediastino, ascienden a la porción lateral de la faringe y los espacios del
masticador o se expanden hasta el punto de obstruir las vías respiratorias.
La odinofagia es la queja de presentación más frecuente (83.9% de los casos). Esto va
seguido por disfagia (71%), fiebre (67.7%), dolor de cuello (54.8%), hinchazón (45.2%), trismo
(38.7%) y dificultad respiratoria (9.7%).
La exploración física puede organizarse en las siguientes categorías:
General: nivel general de comodidad, notar la posición del paciente; sentarse hacia ade-
lante en posición de olfateo es un signo ominoso y colocar al paciente en posición
supina puede conducir al colapso total de las vías respiratorias. Los enfermos a
menudo se encuentran en estado grave, algunos con estados de choque relacionado.
Debe completarse la exploración física documentando la presión arterial, el pulso, la
perfusión periférica mediante la valoración del llenado capilar, la temperatura de la piel
y el nivel de humedad.
Boca: valoración visual en cuanto a simetría, color, exudado de las amígdalas, parte posterior
de la faringe, úvula y purulencia de las amígdalas. Una ingesta oral deficiente es la norma
en estos pacientes; tomar nota de la mucosa oral, ya sea húmeda o seca. Valorar si hay
edema sublingual, elevación de la lengua y acumulación de secreciones orales. Inspec-
cionar de cerca las encías y los dientes en busca de enfermedad gingival, caries dentales,
fractura y drenaje purulento con consideración de los molares inferiores como la causa
frecuente. El trismo y la abertura interincisal limitada deben hacer pensar en intubación
orotraqueal en este momento, ya que se relacionan con una vía respiratoria muy difícil.
Cuello: exploración de la piel con la presencia de inflamación, eritema, equimosis, pús-
tulas o infección “señalada”. Debe realizarse la palpación de los triángulos anterior y
posterior. La amplitud de movimiento puede demostrar vacilación, con afección retro-
PUNTOS CLAVE
■■ La exploración física puede ser engañosa con unas cuantas claves externas de afección
subfascial profunda.
■■ Acceso IV temprano con líquidos intravenosos y suspender la vía oral.
■■ Infecciones polimicrobianas; antibióticos con cobertura para aerobios y anaerobios.
■■ La tomografía computarizada del cuello es la modalidad de diagnóstico por imagen de
elección.
■■ Tratar a todos los pacientes como si tuvieran una vía respiratoria difícil. Involucrar
desde el inicio a un otorrinolaringólogo para ayudar con el control de las vías respirato-
rias y el manejo hospitalario primario.
Lecturas recomendadas
Larawin V, Naipao J, Dubey SP. Head and neck space infections. Otolaryngol Head Neck Surg.
2006;135:889–893.
Lee JK, Kim HD, Lim SC. Predisposing factors of complicated deep neck infection: An
analysis of 158 cases. Yonsei Med J. 2007;48(1):55–62.
Moreland LW, Corey J, McKenzie R. Ludwig’s Angina: Report of a case and review of the
literature. Arch Intern Med. 1988;148:461–466.
Neff SPW, Merry AF, Anderson B. Airway management in Ludwig’s angina. Anesth Intensive
Care. 1999;27:659–661.
143
Las exploraciones dentales no
son solo para los dentistas: recuerde
cómo identificar y tratar las
infecciones orales
Ashley Sievers, MD
Las exploraciones orales a menudo son desalentadoras y se pasan por alto. ¿Aquel es el diente
número 14 o el primer molar? ¿Qué piezas son los molares? Sin importar el conocimiento per-
sonal respecto a la numeración y nombre de las piezas dentales, no hay que arredrarse ante la
exploración de la cavidad oral cuando los pacientes se presentan con dolor dental o inflamación.
La exploración oral no es solo para dentistas. Según la American Dental Association, apro-
ximadamente un tercio de los estadounidenses carece de acceso a la atención dental. Por desgra-
cia, casi todos son personas con enfermedades crónicas, pacientes geriátricos y con desventajas
socioeconómicas. Se sabe que las enfermedades crónicas, como las cardiopatías y la diabetes, se
relacionan con una mala salud dental.
Hay tres etapas de la infección odontógena que incluyen inoculación, celulitis y absceso.
Cuando un paciente se presenta a la sala de urgencias, a menudo es para la evaluación de dolor,
hinchazón o fiebre. Puede presentarse en cualquier fase de infección y la exploración oral
es el primer paso para distinguir la etapa infecciosa. Al inicio de la infección, el dolor suele
describirse como un “dolor de muelas”, que empeora con los cambios de temperatura. Con
el tiempo, el dolor puede describirse como más continuo e intenso. Un médico hábil revisará
lo siguiente: dolor a la percusión del diente, presencia o ausencia de trismo, masa fluctuante,
fiebre, soplos cardiacos y trastornos comórbidos.
Exploración
Veamos la exploración a detalle. Hay que examinar cada diente en cuanto a hipersensibilidad
a la percusión y no omitir los espacios de tejidos blandos del masticador y las áreas submandi-
bulares, así como las áreas periamigdalinas. Palpar las áreas de mucosa gingival tanto en el lado
bucal (carrillo) como lingual (lengua) de cada lado del diente en busca de una masa fluctuante.
El trismo es una abertura reducida de la mandíbula y a menudo se debe a un espasmo, dolor o
hinchazón. Cuando el trismo impide realizar una exploración detallada, puede usarse una tomo-
grafía computarizada para identificar las piezas causales y la presencia de un absceso. Un estudio
reciente que usó tomografía computarizada para identificar abscesos encontró que el espacio
cervical afectado con mayor frecuencia por una infección es el espacio masticador, seguido por
el área submandibular.1 Las indicaciones de una infección más grave incluyen fiebre, trastornos
comórbidos (como diabetes, edad avanzada, enfermedad cardiovascular y VIH), trismo, signos
vitales anormales y la presencia de un soplo cardiaco.
Absceso odontógeno
Cada infección odontógena se origina en una placa en la superficie del diente. Hay dos áreas de
entrada de placa, que resultan en dos tipos distintos de infección.
La placa puede entrar al diente por encima del margen gingival (el área de las encías que
rodea al diente, sin estar unida a él) y llevar a caries dentales que invaden la estructura profunda
de la pieza (pulpa) y a la larga alteran el hueso, formando un absceso periapical (Figura 143-1).
De forma alternativa, la placa que entra por debajo del margen gingival puede causar
un absceso periodontal y está en riesgo de extensión hacia los espacios profundos del cuello.
Un absceso periodontal es diferente de uno apical debido a que se origina en las encías, no en el
diente, y puede observarse incluso en ausencia de caries dental. Una complicación importante y
Pulpa necrótica
Margen gingival
Celulitis –
diseminación
de la infección
hacia los tejidos
colindantes
grave de ambos es su extensión a los planos de menor resistencia, lo que conduce a infecciones
de los espacios profundos.
Tratamiento
Una vez que se identifica una infección, ya sea por exploración clínica o radiografía, debe tra-
tarse de forma adecuada. Existen tres componentes del tratamiento que permiten una resolución
satisfactoria de la infección: antibioticoterapia empírica, drenaje quirúrgico de la infección y
extracción o restauración apropiadas de la pieza afectada. Aunque la sala de urgencias rara vez
es el lugar para extraer una pieza dental, a menudo es un componente clave para el tratamiento
definitivo. Cualquier absceso identificado debe drenarse, ya que los antibióticos por sí solos no
bastan para tratar la infección. Un estudio más reciente demostró que los abscesos en los pacien-
tes con comorbilidades múltiples tienen más probabilidades de requerir tratamiento de múl-
tiples especialidades.3 Las infecciones dentales suelen ser polimicrobianas y diversos estudios
han señalado que la bacteria aerobia aislada con mayor frecuencia son los estreptococos alfa
hemolíticos. De los aislados bacterianos, 69% es aerobio y anaerobio mixto, con los estreptococos
anaerobios seguidos por los bacteroides como los aislados anaerobios más frecuentes. Un absceso
agudo suele ir precedido por periodontitis apical aguda y se infiere que el contenido microbiano
tendrá una característica similar. Un estudio extrajo 98 especies de abscesos endodónticos y mos-
tró una sensibilidad del 100% para amoxicilina/ácido clavulánico y una susceptibilidad de 91%
a amoxicilina por sí sola (aumenta a 99% cuando se combina con metronidazol). Clindamicina
otorga una sensibilidad del 96%.4 Es vital recordar que las susceptibilidades de los microorga-
nismos varían entre regiones y esto debe considerarse al seleccionar el antibiótico y dirigirlo a los
microorganismos más probables.
PUNTOS CLAVE
■■ La tercera parte de los estadounidenses carece de acceso a una atención dental apro-
piada; una cantidad desproporcionada de estas personas son mayores y de un estatus
socioeconómico bajo.
■■ La salud oral deficiente crónica se relaciona con una mayor morbilidad si hay enferme-
dad coronaria y cerebrovascular.
■■ Puede presentarse infección odontógena en la sala de urgencias en cualquier parte del
espectro de inoculación, celulitis o absceso. Es conveniente recordar que debe realizarse
una exploración oral.
■■ El tratamiento adecuado de una infección odontógena es triple e incluye antibióticos
empíricos, drenaje de un absceso y extracción (o tratamiento quirúrgico) del diente afec-
tado. La mayoría de las infecciones odontógenas es polimicrobiana y susceptible a la
amoxicilina más ácido clavulánico o amoxicilina combinada con metronidazol, aunque
para la selección de antibióticos hay que considerar las sensibilidades locales.
Referencias
1. Wabik A, Hendrich BK, Nienartowicz J, et al. Odontogenic inflammatory processes of head
and neck in computed tomography examinations. Pol J Radiol. 2014;79:431–438.
2. Mahmoodi B, Weusmann J, Azaripour A, et al. Odontogenic infections: A 1-year retrospec-
tive study. J Contemp Dent Pract. 2015;16(4):253–258.
3. Opitz D, Camerer C, Camerer DM, et al. Incidence and management of severe odon-
togenic infections-a retrospective analysis from 2004 to 2011. J Craniomaxillofac Surg.
2015;43(2):285–289.
4. Baumgartner J, Xia T. Antibiotic susceptibility of bacteria associated with endodontic
abscesses. J Endod. 2003;29(1):44–47.
144
La infección detrás de la infección:
distinguir entre celulitis orbitaria
y periorbitaria
Samuel J. Tate, MD y John S. Rose, MD
Cuando un paciente se presenta con enrojecimiento de la piel que rodea el ojo, puede representar
un desafío clínico. ¿Se trata de una simple celulitis de la piel o es algo más siniestro que puede
extenderse a las estructuras orbitarias profundas, o peor aún, al cerebro? Este es el reto al dife-
renciar entre celulitis periorbitaria (o preseptal) y orbitaria (o postseptal). Estos dos procesos
patológicos están divididos a nivel anatómico por el tabique orbitario, que es una membrana
delgada de tejido conjuntivo que proporciona una barrera para las infecciones potenciales a fin
de que no invadan las estructuras más profundas: celulitis periorbitaria anterior al tabique y
celulitis orbitaria posterior al tabique.
Las infecciones periorbitarias están integradas por una constelación de infecciones de dife-
rentes estructuras anatómicas. Incluyen dacriocistitis, orzuelo y celulitis, que suele iniciar por un
traumatismo cutáneo menor (como picaduras de insectos). Habitualmente estas infecciones tien-
den a manejarse de manera conservadora y ambulatoria, pero las estructuras únicas de la órbita
pueden hacer que sean la base para que la situación clínica empeore. En primer lugar, las venas
orbitarias sin válvulas permiten un flujo bidireccional que tiene el potencial de llevar infecciones
más remotas a la órbita. En segundo lugar, las delgadas paredes orbitarias permeables predisponen
a la migración de la infección local a estructuras más profundas. Por último, la proximidad con los
senos nasales, sobre todo los senos etmoidales que son susceptibles a sinusitis complicada, puede
ser un reservorio para una infección que se expande.
La celulitis orbitaria se extiende a través de las vías anteriores y puede causar un absceso
orbitario, un absceso subperióstico, osteomielitis, trombosis del seno cavernoso e incluso infec-
ciones intracraneales que incluyen meningitis, absceso epidural o subdural o empiema, y absceso
intracerebral. Obviamente, estas son infecciones graves que requieren hospitalización, antibióti-
cos IV y posiblemente intervención quirúrgica. El problema para el médico de urgencias es que
la celulitis periorbitaria y la orbitaria pueden presentarse de forma muy parecida, dificultando
la diferenciación entre ellas. Ambas son frecuentes en niños, pero también pueden afectar a los
adultos; llegan a presentarse con edema periorbitario y eritema, fiebre, infecciones respiratorias
superiores y rinosinusitis, y relacionarse con un procedimiento quirúrgico reciente.
Por suerte, las características de presentación únicas permiten diferenciar entre ambas. Las
infecciones preseptales tienden a ocurrir en pacientes más jóvenes (3.9 años) en comparación con
la celulitis orbitaria (7.5 años). La sinusitis aguda y la fiebre son más frecuentes en la celulitis
orbitaria (90 frente a 10% y 94 frente a 47%, respectivamente). En las infecciones preseptales,
el ojo por lo general tiene una apariencia normal, sin inyección de la esclerótica o dolor. Los
antecedentes de traumatismo reciente, lo que incluye picaduras de insectos, son más frecuentes
en la celulitis preseptal (40 frente a 11%).1
Algunos signos clínicos que no pueden pasarse por alto permiten reconocer una infección
más profunda. Algunos focos rojos como diplopía, oftalmoplejía, proptosis y disminución de la
agudeza visual son extremadamente sugerentes de celulitis orbitaria. De estar presentes, estos
datos deben llevar a la obtención sin demora de imágenes diagnósticas y a consultar con el servi-
cio apropiado (otorrinolaringología, oftalmología o neurocirugía).
El manejo de la celulitis tanto preseptal como postseptal se basa en el tratamiento de la
causa subyacente. Haemophilus influenzae tipo B es el principal agente causal en prácticamente
todos los casos de ambos trastornos hasta la vacunación diseminada. Aún debe considerarse
enfermedad por H. influenzae tipo B en pacientes que no están vacunados y en niños meno-
res de 5 años de edad, ya que hay una incidencia mucho mayor en esta población.2 A la fecha,
la causa más frecuente de infección es por estreptococos típicos, estafilococos y posiblemente
Staphylococcus aureus resistente a meticilina.3
El manejo de la celulitis periorbitaria se basa en un principio en las cualidades clínicas del
profesional de urgencias. Si el paciente tiene una buena apariencia y no hay ningún foco rojo
presente, entonces no es necesario obtener ningún tipo de imagen y el tratamiento se dirige a la
causa subyacente. Por ejemplo, si el enfermo presenta dacrocistitis, debe obtenerse una tinción
de Gram y cultivos del líquido e iniciar con antibióticos empíricos que tengan cobertura para
estreptococos y estafilococos.
Si se sospecha celulitis orbitaria, debe obtenerse sin demora una tomografía computari-
zada aumentada con contraste de las órbitas y los senos. Si el paciente se observa enfermo, debe
proporcionársele cobertura antibiótica empírica sin demora, con cefalosporinas de tercera gene-
ración y vancomicina o clindamicina. Los cultivos sanguíneos tienen poca utilidad y los cultivos
de líquidos o los cultivos de líquidos intraoperatorios por lo general guían el manejo para el
equipo en el hospital, aunque esto puede ser específico para cada institución. Las consultas y la
hospitalización deben decidirse según el resultado de las imágenes.
Dado que la celulitis orbitaria puede ser una infección muy dificultosa, hay varias com-
plicaciones que no pueden pasarse por alto o trastornos similares potenciales que deben consi-
derarse en todos estos pacientes. En primer lugar, la trombosis del seno cavernoso se presenta
de forma muy similar con proptosis, oftalmoplejía y pérdida de la vista. La trombosis del seno
cavernoso también puede presentarse con parálisis de los pares craneales III, IV, V y VI, siendo el
VI el más frecuente, aunque tiene una presentación notoriamente variable. Las imágenes o veno-
grama por resonancia magnética del cerebro es la prueba de elección, en tanto que el tratamiento
debe iniciarse con antibióticos similares a los usados en la celulitis orbitaria. La heparina es
controvertida, por lo que la decisión de usarla debe tomarse en conjunto con un especialista. En
segundo lugar, los seudotumores orbitarios pueden presentarse de forma similar, aunque en rea-
lidad representan una inflamación idiopática que requiere corticoesteroides para su tratamiento.
En tercer lugar, el herpes zóster oftálmico puede presentarse con eritema y cambios en la vista,
y se prescriben medicamentos antivirales.
La complicación de la celulitis periorbitaria que causa más preocupación son los episodios
repetidos conocidos como celulitis periorbitaria recurrente, que se define como tres infecciones
en 1 año con al menos 1 mes entre los episodios. Estas presentaciones obligan a una búsqueda
de causas atípicas que incluyen virus del herpes simple, micosis, VIH, micobacterias y neoplasia.
La celulitis orbitaria y la periorbitaria pueden ser difíciles de diferenciar, pero debe con-
fiarse en la experiencia clínica, dejar que la imaginación dirija el manejo (cuando sea necesario)
y recordar que siempre deben tomarse en cuenta los focos rojos y las complicaciones que no
pueden pasarse por alto.
PUNTOS CLAVE
■■ El tratamiento de la celulitis periorbitaria se dirige a la causa subyacente y no requiere
la obtención de imágenes.
■■ Los focos rojos para la celulitis periorbitaria incluyen diplopía, oftalmoplejía, proptosis
o disminución de la agudeza visual.
■■ La tomografía computarizada aumentada con contraste de las órbitas y los senos es el
método de imágenes de elección cuando existe la sospecha de celulitis orbitaria.
■■ Las causas más frecuentes de celulitis tanto preseptal como postseptal son los estrepto-
cocos y los estafilococos, pero hay que considerar Haemophilus influenzae tipo B en niños
no vacunados y < 5 años de edad.
■■ Sospeche trombosis del seno cavernoso y considere solicitar imágenes o venograma con
resonancia magnética del cerebro.
Referencias
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infections are different diseases: A retrospective review of 262 cases. Int J Pediatr
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thalmol. 2007;144:497–501.
145
Cuando los riñones explotan: todo está
mal con el síndrome de lisis tumoral
Daniel Cabrera, MD
331
error frecuente es diagnosticar insuficiencia renal aguda en estos pacientes y pasar a la etapa de
tratamiento sin identificar la causa.
Es importante identificar el síndrome de lisis tumoral ya que hay un tratamiento específico
que puede representar una gran diferencia. En otras palabras, es necesario superar el sesgo de
satisfacción y considerar el síndrome de lisis tumoral como etiología de una insuficiencia renal
aguda nueva en pacientes oncológicos. Puede ser recomendable obtener cifras de ácido úrico
sérico en todos los pacientes oncológicos con apariencia enferma que presentan insuficiencia
renal aguda de nuevo inicio.
Evitar la explosión renal
Aunque fuera del alcance del control de los médicos de urgencias, la prevención del síndrome
de lisis tumoral con hidratación y alopurinol previos al tratamiento es de gran importancia y un
detalle clave que debe obtenerse en los antecedentes clínicos. Los pacientes con síntomas clínicos
leves, buena apariencia y disfunción renal mínima o una función normal pero que han desarro-
llado anormalidades químicas probablemente deben ingresarse para hidratación, alopurinol y
monitoreo de electrólitos. Aquellos con un perfil clínico similar pero con más anormalidades de
laboratorio y signos de disfunción renal deben recibir líquidos de forma intensiva, rasburicasa,
ingreso a una unidad de cuidados intensivos y consulta con oncología y nefrología.
El tratamiento farmacológico del síndrome de lisis tumoral se basa en alopurinol y rasbu-
ricasa. Alopurinol es un inhibidor de la xantina oxidasa que previene la conversión de xantinas
en ácido úrico; por lo tanto, evita la formación de nuevo ácido úrico pero no altera el ácido que
ya se encuentra en el plasma. Rasburicasa es una oxidasa de urato recombinada que convierte el
ácido úrico en alantoína, lo que la hace más soluble y facilita 5 a 10 veces la excreción; la cuestión
principal es que el fármaco es muy costoso y en algunos centros se requiere la aprobación de
oncología o nefrología antes de usarlo.
Adaptada de Halfdanarson TR, Hogan WJ, Moynihan TJ. Oncologic emergencies: diagnosis
and treatment (Review). Mayo Clin Proc. 2006;81(6):835–848.
■■ Corregir la hipovolemia de una manera intensiva similar al choque séptico. Las recomenda-
ciones son 30 a 40 mL/kg hasta que se alcanza alrededor de 100 mL/h del gasto urinario.
■■ Iniciar con alopurinol e idealmente también rasburicasa, dado que inhibe la producción de
ácido úrico y ayuda a excretar los uratos que ya se han formado.
■■ Tratar de corregir la hipocalciemia; sin embargo, esto puede representar un reto y requerir
hemodiálisis.
La hemodiálisis en pacientes con síndrome de lisis tumoral es frecuente y suele recomen-
darse de forma más liberal en comparación con otras urgencias renales; es aconsejable involucrar
al nefrólogo de urgencias desde el inicio. Entre las indicaciones de restitución renal se incluyen
oliguria, sobrecarga de volumen, hipocalciemia refractaria e hiperpotasiemia grave.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Halfdanarson TR, Hogan WJ, Moynihan TJ. Oncologic emergencies: Diagnosis and treatment.
Mayo Clinic Proceedings [Internet]. Elsevier; 2006:835–848. Disponible en http://www.
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2012;7(10):1730–1739.
146
Trombocitopenia inmunitaria: las
plaquetas
Nicole Muhlbauer, MD, MPH y Neha Bhasin, MD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cines DB, Bussel JB, Liebman HA, et al. The ITP syndrome: Pathogenic and clinical diver-
sity. Blood. 2009;113(26):6511–6521.
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evidence-based practice guidelines for immune thrombocytopenia. Blood. 2011;117(16):
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147
Púrpura trombocitopénica trombótica y
síndrome urémico hemolítco: trastornos
sanguíneos fáciles de confundir
Stephen A. Manganaro, FACEP, FAAFP
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Al-Nouri Z, Reese J, Terrell D, et al. Drug-induced thrombotic microangiopathy: A systemic
review of published reports. Blood. 2015;125 (4):616–618.
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Hunt BJ. Critical care medicine: Bleeding and coagulopathies in critical care. N Engl J Med.
2014; 370:847–859.
148
Temperaturas elevadas y recuentos
bajos: tratar a los pacientes con
neutropenia febril con antibióticos
tempranos y adecuados
Matthew W. Connelly, MD y Steven Roumpf, MD
Al enfrentarse con una fiebre neutropénica, la reacción inicial de muchos médicos de urgen-
cias es declarar la guerra química a cualquiera y a todas las posibles causas infecciosas. Dado que
la mitad de estos pacientes tiene una fuente identificable de infección, la evaluación y el reconoci-
miento eficientes son clave para iniciar el tratamiento. El reto clínico al tratar a los pacientes con fie-
bre neutropénica consiste en manejar cuidadosamente el equilibrio entre la cobertura antibiótica lo
bajo la cobertura de los betalactámicos, la vancomicina no debe ser parte del tratamiento empírico
estándar y no se ha mostrado que altere de forma significativa los índices de mortalidad en esta
población. La adición de vancomicina (o linezolid/daptomicina en presencia de enterococos resis-
tentes a vancomicina) debe considerarse en casos de inestabilidad hemodinámica, neumonía radio-
gráfica, infección sospechada de catéter vascular o tejidos blandos o antecedentes de colonización con
Staphylococcus aureus resistente a meticilina. Pueden considerarse aminoglucósidos (gentamicina,
tobramicina) además de la monoterapia estándar en pacientes críticamente enfermos en quienes
exista la preocupación de bacterias gramnegativas. Deben considerarse antivirales y antimicóticos
en pacientes con fiebre persistente o signos claros de infección activa (p. ej., lesiones herpéticas o
esofagitis por Candida) pero a menudo están fuera del alcance del tratamiento empírico de la sala
de urgencias.1,3
A medida que el tratamiento del cáncer tiende más hacia la terapéutica ambulatoria, la fie-
bre neutropénica será una ocurrencia más frecuente en la sala de urgencias. Al ser la evaluación
y el tratamiento de primera línea de estos pacientes, es imperativo que los médicos de urgencias
diagnostiquen y manejen sin demora la fiebre neutropénica de forma intensiva pero apropiada, en
consulta con profesionales de enfermedades infecciosas y hematología/oncología. El tratamiento
temprano con esquemas antibióticos dirigidos, determinado por la presentación clínica individual
junto con antibiogramas y protocolos institucionales, ayuda a tratar de forma más eficaz la fiebre
neutropénica al tiempo que minimiza los costos y riesgos de la resistencia bacteriana que suele
relacionarse con los antibióticos IV de amplio espectro.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Freifeld AG, Bow EJ, Sepkowitz KA, et al. Clinical practice guideline for the use of antimi-
crobial agents in neutropenic patients with cancer: 2010 update by the infectious diseases
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for the treatment of febrile neutropenic patients with cancer. Cochrane Database Syst Rev.
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149
¡Mi pecho! ¡Mi espalda! ¡Mi crisis drepanocítica!
Cullen Clark, MD y Anna McFarlin, MD
El dolor en un paciente con drepanocitemia puede ser un indicador de patología que pone en riesgo
la vida. El profesional puede estar inclinado a diagnosticar y tratar el dolor como un episodio vaso-
oclusivo sin valorar en busca de signos de deterioro clínico inminente. Un episodio vasooclusivo es un
diagnóstico de exclusión; primero hay que descartar los trastornos de urgencia relacionados con dre-
panocitemia apoyándose en los antecedentes detallados y la exploración física. Este capítulo no es un
análisis detallado de la drepanocitemia, sino que destaca los aspectos principales de las complicaciones
que pueden llevar en un momento de un episodio vasooclusivo a una urgencia catastrófica.
Síndrome torácico agudo
Es la principal causa de muerte en pacientes con anemia drepanocítica.1 El síndrome torácico agudo
debe estar en el diferencial de cualquier paciente con drepanocitemia y dolor torácico. No debe atribuirse
la taquipnea del paciente a dolor. Es importante valorar si hay síndrome torácico agudo mediante una
radiografía y una exploración física detallada; buscar estertores (el signo más frecuente en la exploración
física), disminución de los ruidos respiratorios o sibilancias.2 La fiebre y la tos son síntomas frecuentes del
síndrome torácico agudo.1 Debe iniciarse una oximetría de pulso continua al llegar a la sala de urgencias y
monitorear el posible desarrollo de hipoxia debida a síndrome torácico agudo.3
Al valorar el dolor torácico en un paciente con anemia drepanocítica, debe mantenerse el
diferencial abierto. Estos pacientes tienen un riesgo elevado de síndrome torácico agudo, pero
esto no los excluye de causas frecuentes de dolor torácico que se observan en la población gene-
ral, como infarto agudo de miocardio, émbolo pulmonar o neumotórax.4 La detección rápida del
síndrome torácico agudo es importante, ya que el inicio temprano de transfusión de intercambio
y antibióticos puede mejorar los resultados de forma marcada.2
Accidente vascular cerebral
Es absolutamente fundamental buscar una discapacidad durante la valoración primaria del
paciente con un episodio de dolor. Un suceso vasooclusivo no está confinado a la circulación
periférica; estos pacientes tienen un riesgo elevado de accidente vascular cerebral debido a adhe-
sión celular y cambios inflamatorios en la vasculatura cerebral. Debe realizarse una valoración
completa de su estado mental y de algún déficit neurológico.3
El accidente vascular cerebral no es solo un problema de adultos. Los niños con drepano-
citemia de entre 2 y 9 años de edad tienen un riesgo importante de sufrir un accidente vascular
cerebral.4 En niños pequeños que no pueden cumplir con un examen neurológico, los padres o cui-
dadores pueden ser la mejor fuente de información en cuanto a cambios en el estado neurológico.
Secuestro
Una exploración física detallada puede ser un factor salvador de vida. Es imperativo palpar el
bazo del paciente. El secuestro esplénico es equivalente a hemorragia mayor; estos pacientes
pierden una cantidad importante de sangre de su volumen intravascular hacia el bazo. El bazo
es peligrosamente capaz de ser un reservorio de sangre; puede aumentar de tamaño con gran
rapidez a varias veces su tamaño normal debido a la acumulación de sangre.
Los niños con drepanocitemia tienen más probabilidades de desarrollar secuestro esplénico dado
que la mayoría aún conserva un flujo adecuado al bazo. Esto es menos frecuente en adultos con drepano-
citemia porque a menudo tienen atrofia o fibrosis esplénica debido a infartos en etapas previas de la vida.2
Incluso con asplenia funcional, los adultos continúan en riesgo de secuestro hepático.5
PUNTOS CLAVE
Referencias
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Clinical presentation and course. Blood. 1997;89(5):1787.
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globin SC disease. Am J Emerg Med. 2008;26(9):1064.e5–e8.
150
Reversión de la warfarina: factorizarla
William B. Stubblefield, MD y Daren M. Beam, MD, MS
están sangrando. Asimismo, la disponibilidad limitada de evidencia no apoya el uso de plasma fresco
congelado en pacientes con una RNI elevada antes de procedimientos invasivos menores como colo-
cación de una línea central y punción lumbar. El plasma fresco congelado tampoco está indicado para
el sangrado gastrointestinal, a menos que cumpla la definición de sangrado que pone en riesgo la vida.4
La administración de plasma fresco congelado puede acompañarse de un riesgo significa-
tivo, por lo que no debe darse si no está indicado. El gran volumen relacionado que se requiere
para reducir la RNI se relaciona con tiempos de transfusión prolongados, sobrecarga circulato-
ria, riesgo de lesión pulmonar aguda relacionado con la transfusión, además del riesgo de trans-
misión de patógenos, reacciones alérgicas y hemólisis.
El plasma fresco congelado contiene todos los factores de coagulación. Una unidad tiene un
volumen de 200 a 250 mL. Para la transfusión, iniciar con infusiones de 10 a 30 mL/kg. Los resulta-
dos serán un tanto impredecibles; se requiere una valoración clínica y de laboratorio de seguimiento.3
En general, 1 unidad de plasma fresco congelado aumenta la mayoría de los factores de la coagulación
en 3 a 5% en un adulto de 70 kg. La práctica frecuente de administrar 2 unidades de plasma fresco
congelado a un adulto (~ 7 a 8 mL/kg) solo aumenta los factores de la coagulación en 10%. Para la
corrección clínicamente relevante de las deficiencias de factores de coagulación, se requiere una dosis
de 15 mL/kg (o 4 unidades en un adulto de 70 kg). Esto eleva la concentración de la mayoría de los
factores de la coagulación en ~ 20%.3 El plasma fresco congelado en sí mismo tiene una RNI de ~ 1.7,
por lo que la transfusión no suele reducir la RNI del paciente por debajo de estos valores. Es un error
administrar de forma repetida plasma fresco congelado a pacientes con una RNI ligeramente elevada
con la intención de alcanzar un objetivo de RNI poco realista de 1.0.
Originalmente desarrollado para la hemofilia B, el concentrado de complejo de protrom-
bina contiene factores de coagulación dependientes de vitamina K. Octaplex contiene los facto-
res II, IX y X y FEIBA contiene factores II, IX, X más VII. Ambos contienen proteína C, S y
también cantidades mínimas de heparina. La ventaja es un menor volumen y una administración
rápida. Esto es particularmente importante debido a que la mayoría de pacientes con warfarina
tiene comorbilidades en las que la sobrecarga de volumen sería deletérea. Un estudio prospectivo
con asignación al azar controlado reciente demostró que un concentrado de complejo de pro-
trombina de 4 factores fue superior al plasma fresco congelado para producir tanto una homeos-
tasia eficaz como una reducción rápida de la RNI en pacientes que requieren reversión de un
antagonista de la vitamina K para procedimientos quirúrgicos o invasivos urgentes.5
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Shehab N, Sperling LS, Kegler SR, et al. National estimates of emergency department v isits
for hemorrhage-related adverse events from clopidogrel plus aspirin and from w arfarin.
Arch Intern Med. 2010;170:1926–1933.
151
Reversión de urgencia
de anticoagulante:
ser apropiadamente intenso
Keith Azevedo, MD e Isaac Tawil, MD, FCCM
En el caso de una hemorragia que pone en riesgo la vida, puede reconsiderarse el ABC estándar como
A2BC, en el que la “A” adicional representa la reversión concomitante de anticoagulantes. El paciente
anticoagulado con hemorragia que pone en riesgo la vida no permite tomar tiempo para una discusión
detallada y un análisis pausado de la evidencia, ya que la reversión es una acción sensible al tiempo.
Un escenario clásico de la hemorragia que amenaza la vida y requiere reversión del anticoagulante de
urgencia es la hemorragia intracraneal. Se extrapolan las recomendaciones para otras hemorragias a
partir de este grupo de pacientes frecuentemente estudiados. Los objetivos de este capítulo son: (1)
explorar el fundamento para una reversión del anticoagulante rápida en una hemorragia que pone
en riesgo la vida; (2) analizar la reversión del anticoagulante más frecuente: warfarina; (3) identificar
los nuevos anticoagulantes orales con un objetivo específico, las estrategias de reversión propuestas y
los fármacos de reversión futuros que están en desarrollo; y (4) proporcionar una guía de referencia
práctica que pueda utilizarse en la siguiente guardia.
Anticoagulantes y hemorragia
El anticoagulante oral usado con mayor frecuencia es el antagonista de vitamina K warfarina. Los
anticoagulantes orales con un objetivo específico han ganado popularidad debido a la falta del moni-
toreo requerido y a una mayor confiabilidad de anticoagulación, e incluye a los inhibidores del factor
Xa e inhibidores directos de la trombina. Otros antitrombóticos usuales comprenden los antipla-
quetarios. Refiérase a la Tabla 151-1 para ver su mecanismo de acción, vida media y reversión. Si
bien se ha demostrado la seguridad relativa de todos estos fármacos, hay una urgencia que pone en
riesgo la vida cuando estos pacientes sangran, en especial si se trata de una hemorragia intracraneal.
La mortalidad típica con este tipo de hemorragia se estima en ~40%, que aumenta a ~ 60% cuando
se complica con anticoagulación.1 La morbilidad neurológica ulterior aumenta con la expansión de
un hematoma, que empeora si hay anticoagulación.2
Reversión de la warfarina
La reversión de los anticoagulantes se informa por niveles variados de evidencia y la reversión de
warfarina es la más investigada. La reversión de warfarina puede lograrse por medio de varios
medicamentos, cada uno de los cuales difiere en tiempo de inicio y duración de la acción: vita-
mina K, concentrado de complejo de protrombina y plasma fresco congelado (Tabla 151-1). La
vitamina K intravenosa tiene un inicio de acción de 2 a 6 h y requiere hasta 24 h para lograr la
directos de la trombina pueden eliminarse con la hemodiálisis, pero esto puede resultar impráctico
en el ámbito de urgencias. A la fecha se están desarrollando antídotos, como el recién aceptado por
la FDA, el fragmento de anticuerpos idarucizumab, que tuvo resultados promisorios en un estudio
clínico observacional reciente para la reversión de dabigatrán.5 En lo referente a los antiplaquetarios,
el consenso sobre la reversión es menos claro, pero muchos expertos indican que dado a que estos
FÁRMACOS PARA
ANTITROMBÓTICOS
REVERSIÓN
Vitamina K:
Dosis: 10 mg IV
MÁS, YA SEA
Concentrado de complejo de
WARFARINA protrombina (preferido)
Menos volumen
Dosis: RNI: 1.5-4.0: 25 u/kg
RNI: 4.0-6.0: 35 u/kg
RNI: > 6.0: 50 u/kg
Topar todas las dosis a 100 kg
O
Plasma fresco congelado:
más volumen
Dosis: 15-30 ml/kg
Inhibidor directo
de la trombina (IIa) Idarucizumab
(dabigatrán)
ÁCIDO
ACETILSALICÍLICO
Desmopresina
Dosis: 0.3 mcg/kg
DERIVADOS DE Considerar
transfusión
TIENOPIRIDINA plaquetaria
(clopidogrel y prasugrel)
Figura 151-1
fármacos tienden a aumentar el sangrado, su acción debe revertirse igualmente. Mientras se están
realizando otros estudios clínicos, los tratamientos recomendados incluyen transfusión de plaquetas
funcionales y desmopresina, que induce la liberación del factor de von Willebrand y del factor VIII,
lo que aumenta la hemostasia. Considere la Figura 151-1 en su siguiente guardia cuando un paciente
con anticoagulantes se presente con una hemorragia que pone en riesgo la vida.
PUNTOS CLAVE
Referencias
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152
Reconocer la leucostasis y saber
cuándo solicitar una consulta para
tratamiento de urgencia
Cameron Hypes, MD, MPH
hiperleucocitosis; sin embargo, la medición del potasio sérico puede complicarse por la ocurren-
cia de seudohiperpotasiemia en caso de hiperleucocitosis, en especial con leucemia linfocítica
crónica. La seudohiperpotasiemia es un fenómeno in vitro en el que el gran número de eritrocitos
frágiles se lisan en la muestra de sangre antes de extraer el plasma para análisis. El uso de un ana-
lizador de gases en sangre para medir el potasio en las muestras enviadas en hielo puede reducir
la ocurrencia de seudohiperpotasiemia.
El tratamiento de la leucostasis gira sobre todo alrededor de una citorreducción rápida al
tiempo que se proporcionan cuidados de apoyo, como prevención del síndrome de lisis tumoral.
Debe evitarse la transfusión de eritrocitos antes de la citorreducción cuando sea práctico, ya que
esto puede incrementar aún más la viscosidad de la sangre circulante. Pueden emprenderse tres
abordajes básicos para la citorreducción y cualquiera de ellos requerirá una consulta oncológica
antes de iniciarlo; todavía es motivo de controversia cuál es el mejor método de citorreducción
inicial. La citorreducción se ha logrado tradicionalmente mediante leucoféresis. En este método,
los leucocitos se separan por medios mecánicos del resto de los componentes sanguíneos,
regresándolos a la circulación. Algunos métodos alternos de citorreducción incluyen el uso de
hidroxiurea oral o el inicio inmediato de quimioterapia de inducción. Se administra hidroxiurea
por vía oral, o bien se inicia la quimioterapia de inducción de forma inmediata. La hidroxiurea
se administra por vía oral y reduce el recuento de leucocitos en 50 a 80% en un lapso de 1 a 2
días sin inducir neumopatía por lisis tumoral o coagulación intravascular diseminada. Los médi-
cos de urgencias pueden desempeñar un papel importante después de la consulta oncológica al
emprender el inicio temprano de hidroxiurea, así como obtener el acceso venoso de gran calibre
para leucoféresis de forma similar a como se hace para la hemodiálisis.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Ganzel C, Becker J, Mintz PD, et al. Hyperleukocytosis, leukostasis and leukapheresis: Practice
management. Blood Rev. 2012;26:117–122.
Marx JA, Rosen P. Rosen’s Emergency Medicine: Concepts and Clinical Practice. 8th ed. Philadel-
phia, PA: Elsevier/Saunders, 2014.
Porcu P, Cripe LD, Ng EW, et al. Hyperleukocytic leukemias and leukostasis: A review of
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153
Que la anafilaxia no lo pique
Vincent Devlin, DO, MHS y Jerussa Aita-Levy, MD, MPH
La anafilaxia es un problema grave que pone en riesgo la vida, el cual suele diagnosticarse de forma
errónea y requiere atención inmediata en la sala de urgencias. La clave para obtener mejores resul
tados es el reconocimiento y la intervención tempranos. Si no se reconoce la anafilaxia debido a sín
tomas inespecíficos, las consecuencias pueden ser letales. La revisión de una descripción detallada
de los eventos que condujeron al episodio es esencial para diagnosticar y reconocer.
Es importante identificar los disparadores en la sala de urgencias. En la población pediátrica, los
desencadenantes más factibles son alimentos como los cacahuates/nueces, mariscos/crustáceos, hue
vos, leche de vaca y trigo. En los adultos, la causa más probable es la picadura de algún insecto perte
neciente al orden de los himenópteros. Otras causas incluyen antibióticos, látex o factores idiopáticos.1
Los expertos han creado tres criterios diagnósticos que permiten a los médicos reconocer
las sutilezas de la presentación.2 El diagnóstico de anafilaxia es SUMAMENTE probable cuando
se demuestra UNO de los siguientes criterios:
Criterio 1: inicio agudo de síntomas que afectan la piel, la mucosa o ambas MÁS ya sea
compromiso respiratorio o disminución de la presión arterial (o signos y síntomas
relacionados de daño a órgano terminal). Esta se considera la presentación clásica de
anafilaxia con prurito agudo, rubor, hinchazón de los labios/lengua, ronchas, disnea,
broncoespasmo, estridor, hipoxemia, síncope y cambios en el estado mental.
Criterio 2: el segundo criterio es más sutil. El paciente tendrá dos o más de los siguientes
síntomas después de la exposición a un alérgeno sospechado: afección de la piel/tejido
de la mucosa, compromiso respiratorio, disminución de la presión arterial (o síntomas
relacionados) o síntomas gastrointestinales persistentes. El paciente puede no tener afec
ción de la piel. Es importante notar que no hay síntomas cutáneos en 20% de los casos
de anafilaxia.
Criterio 3: requiere la exposición a un alérgeno conocido para el paciente. El único síntoma
en esta categoría es una disminución de la presión arterial, en adultos una presión arterial
sistólica < 90 mmHg (o disminución de 30% de valores iniciales si se conocen). Para niños
menores de 10 años de edad, la hipotensión se define como 70 mm Hg + 2 × edad. A
nivel clínico, el paciente puede presentarse con síncope como un signo de hipotensión. Es
importante recordar esta categoría, ya que a menudo puede pasarse por alto.3
La administración de epinefrina debe limitarse a pacientes que cumplen los criterios antes
mencionados. En casos raros, debe administrarse epinefrina cuando ninguno de estos se cum
plen. Un ejemplo sería alguien con antecedentes de una reacción casi letal a un alérgeno que se
presenta a la sala de urgencias con prurito, urticaria y rubor.
351
La muerte por anafilaxia por lo general ocurre rápidamente de forma secundaria a obstrucción
de las vías respiratorias y colapso cardiovascular. La sensación de tragedia inminente (angor animi) del
paciente es causa de preocupación y nunca debe ignorarse. Los asmáticos tienen un mayor riesgo de
anafilaxia letal debido a un retraso en el diagnóstico si los síntomas se confunden con asma.4
Deben revisarse los medicamentos del paciente. Los antihipertensivos, incluyendo los beta
bloqueadores, inhibidores de la ECA y alfa bloqueadores pueden reducir la respuesta a la epi
nefrina y, en caso de los betabloqueadores, requerir la administración de glucagón con tratamiento
de la anafilaxia.1
Los antecedentes y los síntomas siempre tendrán más peso que la necesidad de solicitar prue
bas de laboratorio; el tratamiento rápido siempre debe ser la prioridad. Después del inicio de los
síntomas, la triptasa plasmática seguirá elevada durante 3 h y la histamina plasmática menos de
60 min. Estas pruebas pueden ser útiles para los alergólogos durante el seguimiento.5
Siempre debe recordarse el ABC. El manejo inmediato debe incluir la eliminación del
agente causal, epinefrina IM, colocación del paciente en posición supina para prevenir el síndrome
de ventrículo vacío, O2 complementario (8 a 10 L con mascarilla facial) y restitución de volumen.
Los pacientes con hipotensión deben recibir 1 a 2 L de solución salina normal a 5 a 10 mL/kg para
los adultos y 20 mL/kg para niños a lo largo de 5 a 10 min para apoyo cardiovascular. Si hay signos
de estridor o dificultad respiratoria significativa debe asegurarse la vía respiratoria sin demora.
La inyección intramuscular es la modalidad preferida para administrar epinefrina; permite
un aumento más rápido de las concentraciones tisulares del fármaco. Debe inyectarse una dosis
inicial de 0.3 a 0.5 mg/dosis de la concentración de 1:1 000 en la parte media y externa del muslo.
Esto puede repetirse en 5 a 15 min con base en el cuadro clínico. Para niños y lactantes, la dosis es
de 0.01 mg/kg, con una dosis máxima de 0.5 mg. Si el paciente tiene síntomas persistentes a pesar
de recibir múltiples dosis de epinefrina IM, debe iniciarse una infusión intravenosa continua (2 a
10 mcg/min para adultos, 0.1 a 1 mcg/kg/min para niños). Siempre debe instituirse epinefrina
de inmediato con base en los síntomas clínicos.5
No se ha encontrado que los medicamentos coadyuvantes como los antihistamínicos H1/
H2, broncodilatadores y glucocorticoides resulten útiles para el tratamiento sistémico inmediato
de la anafilaxia. Estos coadyuvantes pueden proporcionar alivio sintomático para el prurito o las
sibilancias. Pueden administrarse glucocorticoides al alta durante 3 días, ya que la mayoría de
los casos de reacciones bifásicas ocurre en un lapso de 72 h. Nunca deben administrarse como
tratamiento de primera línea.2
Los pacientes que requieren dosis múltiples de epinefrina o aquellos con síntomas graves,
incluyendo inestabilidad hemodinámica, deben hospitalizarse para observación. Es probable que
todos los demás casos puedan darse de alta de forma segura después de un periodo de obser
vación en la sala de urgencias de 4 a 6 h. La educación del paciente antes de dejar la sala de
urgencias resulta de gran importancia debido a la posibilidad de anafilaxia bifásica o reexposición
al alérgeno. Debe indicársele que regrese a la sala de urgencias DE INMEDIATO si se vuele
a presentar cualquiera de los síntomas diagnósticos durante este periodo. Debe darse de alta al
paciente solo después de enseñarle a usar un autoinyector de epinefrina (EpiPen), recibir un
EpiPen o haber sido referido con el alergólogo.5
PUNTOS CLAVE
■■ El manejo inmediato de la anafilaxia debe incluir ABC, eliminación del agente causal,
epinefrina IM, O2 complementario y restitución de volumen.
■■ No hay ninguna contraindicación absoluta para la administración de epinefrina si se
sospecha anafilaxia.
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5. Dhami S, et al. Management of anaphylaxis: A systematic review. Eur J Allergy Clin
Immunol. 2014;69:168–175.
154
el angioedema y la anafilaxia no son
iguales, aunque tienen una
presentación similar
Lui Caleon, MD, MPH y Pierre Detiege, MD
El diagnóstico diferencial para un paciente que se presenta en la sala de urgencias con los labios
hinchados puede incluir una cirugía estética con resultados desfavorables, aunque es más factible
que se deba ya sea a una reacción alérgica o a los efectos adversos de un medicamento. La hincha
zón aguda de los tejidos se debe a varios factores. Por ello, es fundamental descartar un proceso
que ponga en riesgo la vida. El angioedema y la anafilaxia tienen una presentación similar y sue
len confundirse entre sí, pero tienen una fisiopatología diferente y tratamientos muy distintos.
En términos simples, la anafilaxia es una reacción aguda mediada por alérgenos, en tanto
que el angioedema es una reacción vascular. De forma más específica, la anafilaxia es una verda
dera reacción inflamatoria alérgica mediada por IgE de hipersensibilidad sistémica. Sin embargo,
el angioedema se considera un estado patológico no inflamatorio durante el cual el líquido intra
vascular se extravasa de forma secundaria a una mayor permeabilidad capilar hacia la dermis o la
submucosa, más a menudo en la cara, vías respiratorias superiores y vías gastrointestinales. Esta
reacción vascular provoca un edema no compresible, asimétrico y profundo, bien demarcado en la
dermis subcutánea que se considera similar a la reacción más superficial tipo roncha y brote que
se observa en la urticaria alérgica. El angioedema es mayormente idiopático, pero puede ser indu
cido por inhibidores de la ECA, de carácter hereditario o adquirido con deficiencia de esterasa
C1. Por otro lado, la anafilaxia se relaciona con mayor frecuencia con reacciones farmacológicas
adversas y picaduras de insectos en adultos e hipersensibilidad a los alimentos en niños. Tanto el
angioedema como la anafilaxia pueden poner en riesgo la vida (Tabla 154-1).
Epinefrina IM (1:1000) en el muslo cada 0.3–0.5 mg 0.03 mg/kg (máx 0.5 mg)
15–20 min
Oxígeno
Bolo inicial con solución salina normal 1–2 L 20 mL/kg
Difenhidramina IV si hay afección cutánea 25–50 mg 1–2 mg/kg (máx 50 mg)
Ranitidina IV 50 mg 1 mg/kg (máx 50 mg)
Metilprednisolona IV 125 mg 1–2 mg/kg (máx 125 mg)
con molestias más vagas como dolor abdominal por edema de la pared intestinal. En contraste, la ana
filaxia tiene una presentación más amplia. Los signos preocupantes que pueden indicar una posible
necesidad de intervenir las vías respiratorias incluyen cambios en la voz, ronquera, disnea o estridor.
El angioedema es autolimitado. En ausencia de compromiso de las vías respiratorias, el
edema localizado se resuelve en 24 a 72 h después de la suspensión inmediata del agente causal
(en la mayoría de los casos, descontinuación del inhibidor de la ECA). Aunque no se ha estudiado
o comprobado específicamente, por lo general se recomienda el tratamiento coadyuvante con
antihistamínicos H1/H2 y glucocorticoides, en particular en casos con duda diagnóstica. En
caso de compromiso de las vías respiratorias o hipotensión sistémica, la epinefrina IM se rela
ciona con una disminución marcada de la mortalidad. La farmacoterapia coadyuvante puede dis
minuir la duración de la enfermedad pero no ha mostrado que afecte la mortalidad. De manera
clásica, el angioedema relacionado con inhibidores de la ECA es refractario a la farmacoterapia.
El tratamiento actual aprobado por la FDA para el angioedema incluye el uso de plasma fresco
congelado, concentrado de esterasa C1 o fármacos más nuevos como los inhibidores C1 recom
binantes, inhibidores de la calicreína o antagonistas del receptor de bradicinina. Se recomienda
asegurar las vías respiratorias del paciente “mejor antes que después” y se aconseja tener un
umbral más bajo para intubar (Tabla 154-2).
Antes del alta, debe aconsejarse a los pacientes que eviten cualquier sustancia que
pueda haber precipitado su enfermedad. Si se usan para estabilización, también debe pres
cribirse un breve esquema de antihistamínicos y esteroides para prevenir la descompen
sación por cualquier episodio prolongado o de rebote. Se entregan indicaciones sobre los
síntomas relacionados con la recurrencia que son motivo de regresar con el médico. Si
hay cualquier sospecha acerca de una afección de las vías respiratorias, debe ingresarse al
paciente a una unidad de vigilancia para observación (Tabla 154-3).
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Culley CM, DiBridge JN, Wilson GL Jr. Off-label use of agents for management of s erious
or life-threatening angiotensin converting enzyme inhibitor-induced angioedema. Ann
Pharmacother. 2016;50(1):47–59.
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Ishoo E, Shah UK, Grillone GA, et al. Predicting airway risk in angioedema: Staging system
based on presentation. Otolaryngol Head Neck Surg. 1999;121(3):263–268.
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anaphylaxis. Rosen’s Emergency Medicine: Concepts and Clinical Practice. Philadelphia, PA:
Mosby/Elsevier; 2013.
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121(4):282–286.
Wilkerson, RG. Angioedema in the emergency department: An evidence-based review.
Emergency Medicine Practice. 2012;14(11):4–16.
155
Toxicidades traicioneras en trasplantes
Christopher J. Edwards, PharmD, BCPS y Tsz Yee (Janice)
Tsui, PharmD, BCPS
El CDC informa que en Estados Unidos cada año los eventos farmacológicos adversos repre
sentan 700 000 visitas a las salas de urgencias. Los esquemas inmunosupresores crónicos después
de un trasplante de órgano sólido representan un reto único considerando su gran variedad de
efectos adversos, necesidad médica e índice terapéutico estrecho. Este capítulo busca familiarizar
al lector con las toxicidades de los inmunosupresores frecuentes mediante la presentación de una
queja principal que pueda explicarse por los medicamentos analizados en la siguiente sección.
Inhibidores de la calcineurina
“He tenido este temblor raro desde hace unos días, además de un terrible dolor de cabeza
durante 2 semanas.”
Los inhibidores de la calcineurina ciclosporina y tacrolimús revolucionaron el trasplante
de órganos sólidos al inicio de la década de 1980 y siguen usándose ampliamente hoy en día.
Bien llamados, estos fármacos alteran el proceso intracelular encargado de la activación de los
linfocitos T al inhibir la calcineurina.1 También se han usado en el manejo de varias enferme
dades autoinmunitarias, aunque su utilidad para indicaciones distintas a trasplante está limitada
por su toxicidad significativa.
Neurotoxicidad: temblores y cefaleas
La mayoría de los pacientes desarrolla a la larga un temblor mientras recibe inhibidores de la
calcineurina.1 Las cefaleas también son bastante frecuentes. Los efectos psiquiátricos incluyen
inquietud, desorientación y alucinaciones visuales, así como cambios en la articulación del habla.
Trastornos más graves como síndrome extrapiramidal, convulsiones, estado epiléptico, ence
falopatía y leucoencefalopatía posterior se han relacionado con ambos inhibidores de la calci
neurina. Los efectos sobre el sistema nervioso central son más frecuentes al poco tiempo de
iniciar el fármaco, pero pueden ocurrir luego de meses o incluso años de tratamiento. Si bien
deben medirse las concentraciones séricas del fármaco en pacientes que experimentan efectos
del sistema nervioso central, no hay una correlación fuerte entre las concentraciones del fármaco
y la neurotoxicidad.
Nefrotoxicidad: seguridad laboral para cirujanos de trasplantes
A pesar de su uso frecuente en los trasplantes renales, tanto ciclosporina como tacrolimús tie
nen el inconveniente de la nefrotoxicidad.1 Se cree que las anormalidades funcionales como
la vasoconstricción de las arteriolas aferentes, la activación del sistema de renina-angiotensi
na-aldosterona, el bloqueo de los poros mitocondriales y la disfunción endotelial contribuyen a
las anormalidades estructurales, como hialinosis arterial, atrofia tubular, glomeruloesclerosis y
vacuolización isométrica de las células tubulares, que se observan con frecuencia con la exposi
ción a largo plazo a los inhibidores de la calcineurina. El monitoreo farmacológico terapéutico es
esencial considerando que tanto las concentraciones séricas altas como las bajas del fármaco se
han relacionado con nefrotoxicidad inducida por inhibidores de la calcineurina.
Otras toxicidades
También pueden ocurrir desajustes cardiovasculares, metabólicos y electrolíticos. Tanto tacroli
mús como ciclosporina pueden causar estos efectos; sin embargo, las dislipidemias, hipertensión
arterial e hiperuricemia son más frecuentes con la ciclosporina, en tanto que la diabetes se rela
ciona más a menudo con tacrolimús.
Farmacocinética y concentraciones
Tanto tacrolimús como ciclosporina pasan por un metabolismo hepático extenso mediante
CYP3A4 y se eliminan sobre todo en las heces. Los objetivos para las concentraciones séricas
dependen de muchos factores, que incluyen la administración concomitante de inmunosupreso
res, fármacos de inducción usados y periodo desde el trasplante.
Micofenolato
“He estado defecando como loco y acudí aquí cuando noté que había sangre.”
Micofenolato o MMF se utiliza con frecuencia para la prevención y tratamiento del
rechazo agudo para diversos aloinjertos de órgano sólido.2 Micofenolato es un inhibidor reversi
ble no competitivo de la deshidrogenasa de monofosfato de inosina. Al interferir con esta vía, la
síntesis de ADN de los linfocitos se inhibe.
Gastrointestinal: un dolor de estómago
Los efectos secundarios más frecuentes de micofenolato son gastrointestinales, entre ellos dia
rrea, dolor abdominal y dispepsia.2,3 Si bien son menos frecuentes, los pacientes pueden desa
rrollar efectos graves, lo que incluye hemorragia rectal, úlceras duodenales, enterocolitis erosiva
y perforación del colon.
Farmacocinética y concentraciones
El ácido micofenólico se metaboliza a glucurónido de ácido micofenólico en el hígado y a la larga
se excreta a través de los riñones.2 El monitoreo sistemático de las concentraciones de micofenolato
es poco frecuente, ya que las concentraciones no se correlacionan con un aumento de los efectos
adversos.
sirolimús
“He tenido esta tos durante algún tiempo y ahora mis piernas están bien hinchadas.”
Sirolimús, también conocido como rapamicina, es un antibiótico macrólido que se investigó
originalmente por su actividad antimicótica.4 Durante la investigación preclínica, se mostró que
sirolimús posee actividad inmunosupresora al bloquear el receptor de la diana de rapamicina en
mamíferos (mTOR), que inhibe de forma subsecuente la activación de los linfocitos T y la pro
ducción de anticuerpos. Se prescribe sobre todo después de un trasplante renal.
Hematológico: plaquetas, eritrocitos, leucocitos...Ninguno está a salvo
Los efectos adversos más frecuentes de sirolimús son una disminución plaquetaria dependiente
de la dosis y una reducción leucocítica no dependiente de la dosis.4 Como resultado, sirolimús
se acompaña de una advertencia de caja negra relacionada con un mayor riesgo de infección.
Sirolimús también se ha vinculado con anemia, trombocitopenia y epistaxis.
Neumonitis: un hueso duro de roer
En una revisión retrospectiva de 186 pacientes con trasplante hepático, 2.2% de ellos desarrolló
neumonitis atribuida a sirolimús.4 Los síntomas de presentación más frecuentes fueron disnea,
tos y fatiga. La resolución de la neumonitis inducida por sirolimús ocurre al suspender el trata
miento; sin embargo, la recuperación puede tomar varios meses.
Otras toxicidades
Los pacientes que toman sirolimús pueden tener un aumento importante de las concentraciones
de colesterol y triglicéridos. Otros efectos adversos frecuentes (> 30%) incluyen edema perifé
rico, dolor abdominal, cefalea, fiebre, infección urinaria, náusea y artralgia.4
Farmacocinética y concentraciones
Sirolimús se metaboliza sobre todo por CYP3A4 en el hígado y se elimina a través de las heces.4
Los medicamentos que inhiben las enzimas CYP3A4 como diltiazem y ketoconazol pueden
aumentar las concentraciones de sirolimús. Las concentraciones mínimas por arriba de 15 ng/mL
se correlacionan con un mayor riesgo de hipertrigliceridemia, trombocitopenia y leucopenia.
PUNTOS CLAVE
■■ Las concentraciones pueden ser útiles para ciclosporina, tacrolimús y sirolimús, pero no
para micofenolato.
■■ Los pacientes a menudo están tomando múltiples medicamentos inmunosupresores, lo
que aumenta el riesgo de toxicidades aditivas.
■■ Obtener adecuadamente los antecedentes farmacológicos de los pacientes de trasplante
puede tener un enorme beneficio.
Referencias
1. Azzi JR, Sayegh MH, Mallat SG. Calcineurin inhibitors: 40 years later, can’t live without.
J Immunol. 2013;191(12):5785–5791.
2. Bardsley-elliot A, Noble S, Foster RH. Mycophenolate mofetil: a review of its use in the
management of solid organ transplantation. BioDrugs. 1999;12(5):363–410.
156
Piense fuera de la “caja de injerto” al
evaluar al paciente trasplantado
Timothy S. Davie, MD
Después de terminar su capacitación, usted ha decidido descansar un poco de todos los com
plicados pacientes de tercer nivel y dirigirse a una pequeña área rural para practicar medicina
de urgencias ordinaria. Una tarde tranquila acude a la habitación de su siguiente paciente, un
empresario de 44 años de edad que está cruzando el país para asistir a una convención. En el
segundo día de su viaje, comenzó a experimentar un dolor en el cuadrante inferior derecho del
abdomen, molesto y profundo, febrícula y anorexia. Usted está a punto de solicitar una tomogra
fía computarizada para confirmar su sospecha de apendicitis cuando el paciente le informa que
hace 8 meses recibió un riñón que le donó su hermana debido a que su nefropatía hipertensiva
había empeorado. Su injerto se ubica en la fosa iliaca derecha y el cirujano dejó el apéndice
intacto. Rápidamente se da cuenta que este no va a ser el caso rápido que había pensado.
El primer paso más importante para el abordaje del paciente de trasplante es dar un paso atrás
para evitar un cierre prematuro. Siempre deben considerarse posibilidades de urgencia distintas al
injerto. En el paciente anterior, la apendicitis es “diagnóstico que no puede pasarse por alto”, del
mismo modo que lo sería en un paciente sin trasplante. Hay que asegurarse que los antecedentes y
la exploración sean detallados para cubrir todas las bases. A continuación, debe desarrollarse un plan
para obtener información diagnóstica preliminar, así como un procedimiento para comentar los datos
y el tratamiento propuesto con el equipo quirúrgico de trasplante del paciente. No hay que olvidar
que muchas de las maniobras diagnósticas y terapéuticas pueden ser dañinas para el injerto.
Una vez considerados los problemas distintos al trasplante, hay que tener en cuenta la infección
del mismo. El rechazo representa solo 6% de los diagnósticos relacionados con trasplante en la sala de
urgencias, en tanto que las infecciones representan el 36%. Estos pacientes toman medicamentos de por
vida para suprimir su sistema inmunitario. Además, los órganos no nativos son de forma inherente más
susceptibles a la infección incluso en ausencia de fármacos inmunosupresores. Si se observan leucocitos
en la orina de un paciente con trasplante renal, no debe asumirse automáticamente que esto confirma
una infección, ya que el rechazo por sí solo también puede hacer que se encuentre este dato.3
El rechazo del injerto es la causa principal de muerte en el primer año después del trasplante. Sólo
debe sospecharse rechazo después de que se ha considerado infección del injerto, así como urgencias no
relacionadas con el trasplante. En esencia, el rechazo es un diagnóstico de exclusión. Hay que centrarse en
él solo después de que ya se consideró absceso en la periferia del injerto, obstrucción, estenosis vascular y
trombosis. Debe recordarse que muchos de los medicamentos antirrechazo en sí mismos son nefrotóxi
cos, por lo que hay que diferenciar entre rechazo agudo primario y nefrotoxicidad inducida por fármacos.
Por suerte, con el advenimiento de los nuevos inmunosupresores, la incidencia de rechazo durante el pri
mer año posterior al trasplante ha descendido de 40 a 50% en el pasado a 15 a 25%.1 Al solicitar estudios
de laboratorio, hay que verificar las concentraciones farmacológicas de estos inmunosupresores. Antes de
solicitar una tomografía, hay que considerar cuidadosamente el riesgo y el beneficio del tinte de contraste
intravenoso nefrotóxico. Es necesario involucrar al equipo de trasplante desde un inicio.
Una vez que se cuenta con un diagnóstico preliminar, hay que hacer todo lo posible por
contactar al equipo quirúrgico de trasplante responsable del paciente. Si la persona está enferma
y no es posible contactar al equipo de trasplante, hay que considerar seriamente la transferencia
a un centro de referencia que sea capaz de hacerlo. Si se recomiendan esteroides como parte del
esquema de tratamiento, deben ser administrados lentamente (a lo largo de 60 a 120 min), ya que la
muerte intempestiva por arritmias cardiacas se ha atribuido a la administración rápida de esteroides
en pacientes de trasplante.1 En la mayoría de los problemas infecciosos se indican dos o más anti
bióticos. Hay que asegurarse de comentar esto en detalle con el equipo de trasplante, ya que varios
antibióticos, incluidos los aminoglucósidos, también son inherentemente nefrotóxicos.2
Después de recabar los antecedentes y realizar una exploración detallada del paciente, se
entera que el cirujano es uno de sus excompañeros de la universidad. Recibe los resultados de los
estudios de laboratorio, que muestran una creatinina de 2.3, que ha aumentado de valores ini
ciales de 1.2. Sus concentraciones de tacrolimús están dentro de límites normales. Contacta a su
excompañero y después de recordar un poco los viejos tiempos, le recomienda indicar una tomo
grafía sin contraste e iniciar esteroides a dosis elevadas, metilprednisolona a 1 000 mg al día por
3 días. El radiólogo puede descartar sin problema apendicitis a pesar de la ausencia de contraste
y el paciente se transfiere al centro médico universitario cercano para continuar su tratamiento.
Se le da de alta 3 días después, a tiempo para tomar su avión y asistir a los dos últimos días de su
conferencia. Una semana después recibe una nota de agradecimiento en el correo.
PUNTOS CLAVE
reconocimiento
El autor agradece a William F. Rutherford, MD, autor de un capítulo similar en la edición previa
de este libro.
Referencias
1. Chan L, Gaston R, Hariharan S. Evolution of immunosuppression and continued impor
tance of acute rejection in renal transplantation. Am J Kidney Dis. 2001;38(6 Suppl 6):S2–S9.
2. McDougal BA, Whittier FC, Cross DE. Sudden death after bolus steroid therapy for
rejection. Transplant Proc. 1976;8:493–496.
3. Brown PD. Urinary tract infections in renal transplant recipients. Curr Infect Dis Rep.
2002;4:525–528.
157
Qué hacer y no hacer en el manejo de
los pacientes con trasplante cardiaco
en la sala de urgencias
Lawrence DeLuca Jr., EdD, MD
Hay que enfocarse no solo en la queja principal, sino también en el esquema de trasplante
actual y en los aspectos de fármacos/cumplimiento. Debe examinarse al paciente en busca de
signos de insuficiencia cardiaca congestiva o sobrecarga de volumen. Casi siempre están justifi
cados un electrocardiograma y una placa torácica. Hay que considerar una ecocardiografía a la
cabecera para valorar el estado del volumen, la función cardiaca y la respuesta al tratamiento.
Tener cuidado con el paciente de trasplante con dolor abdominal o del cuadrante superior
derecho vago. Considerar insuficiencia cardiaca congestiva y congestión hepática como causa de
los síntomas antes de apresurarse a extirpar la vesícula biliar.
tienen el riesgo de desalojarlo. Deben proporcionarse medidas estándar de apoyo vital cardiaco
avanzado (antiarrítmicos, presores, etc.) y cuidados de apoyo.
Los valores de ScvO2% reducidos pueden deberse a hipoxia, anemia o gasto cardiaco bajo. Si se ha
corregido la hipoxia y la anemia y el paciente sigue teniendo apariencia de choque, debe iniciarse apoyo
inotrópico. Administrar 5 mcg/kg/min de dobutamina (o milrinona a 0.25 mcg/kg/min). Los signos
de un tratamiento adecuado son mejoría del choque, aumento de ScvO2% y normalización del lactato.
9) ¡Usar ventilación con presión positiva para edema pulmonar agudo y choque
refractario!
La ventilación con presión positiva beneficia a los pacientes con edema pulmonar o choque
cardiogénico al reducir el trabajo de la respiración, disminuir la precarga (al aumentar la presión
intratorácica), aumentar la presión transmural del miocardio (facilitando el vaciado ventricu
lar durante la sístole) y, como una “bomba torácica”, incrementar el flujo cardiaco. La presión
teleespiratoria positiva puede ayudar al reclutamiento alveolar.
Para pacientes con un estado mental normal y reflejos de las vías respiratorias, la presión
positiva de dos niveles de la vía respiratoria (BiPAP) es útil en las exacerbaciones de la insuficien
cia cardiaca congestiva o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La insuficiencia respira
toria debida a otras causas puede requerir intubación endotraqueal.
Si se está estudiando la BiPAP, debe valorarse al paciente con frecuencia. Si no ha mejo
rado de forma sustancial en la primera hora, o si empeora, hay que intubarlo sin demora.
Lecturas recomendadas
Chacko P, Philip S. Emergency department presentation of heart transplant recipients with
acute heart failure. Heart Fail Clin. 2009;5(1):129–143, viii. doi:10.1016/j.hfc.2008.08.011.
Chinnock R, Sherwin T, Robie S, et al. Emergency department presentation and management
of pediatric heart transplant recipients. Pediatr Emerg Care. 1995;11(6):355–360.
Field JM, Kudenchuk PJ, O’Connor R, et al. The acute pulmonary edema, hypotension, and
shock algorithm. The Textbook of Emergency Cardiovascular Care and CPR. The American
Heart Association, 2012:124.
Marino P. Chapter 2. Carbon dioxide and oxygen transport. The ICU Book. 3rd ed. Philadel
phia, PA: Lippincott Williams & Wilkins, 2007.
158
Anafilaxia y epinefrina: ¿se puede
tener una sin la otra?
Ronna L. Campbell, MD, PhD
La anafilaxia es una reacción alérgica potencialmente letal que se trata muy a menudo en la
sala de urgencias. La epinefrina es el fármaco de elección para el tratamiento de la anafilaxia y
diversos estudios han demostrado que la administración retrasada de epinefrina se relaciona con
Es factible que haya anafilaxia cuando se cumple cualquiera de los siguientes tres criterios:
1. Inicio agudo de una enfermedad (minutos a varias horas) con afección de la piel, tejidos mucosos
o ambos (p. ej., ronchas generalizadas, prurito o rubor, hinchazón de labios-lengua-úvula)
Y AL MENOS UNO DE LOS SIGUIENTES
a. Compromiso respiratorio (p. ej., disnea, broncoespasmo, estridor, reducción del flujo espirato-
rio máximo, hipoxemia)
b. Presión arterial reducida o síntomas relacionados de disfunción de órgano terminal (p. ej.,
hipotonía [colapso], síncope, incontinencia)
2. Dos o más de los siguientes que ocurren al poco tiempo de la exposición a un alérgeno proba-
ble para el paciente (minutos a varias horas):
a. Afección de la piel-tejido mucoso (p. ej., ronchas generalizadas, comezón-rubor, hinchazón de
labios-lengua-úvula)
b. Compromiso respiratorio (p. ej., disnea, sibilancias-broncoespasmo, estridor, disminución del
flujo espiratorio máximo, hipoxemia)
c. Disminución de la presión arterial o síntomas relacionados (p. ej., hipotonía [colapso], sínco-
pe, incontinencia).
d. Síntomas gastrointestinales persistentes (p. ej., dolor abdominal tipo cólico, vómito)
3. Presión arterial reducida después de la exposición a un alérgeno conocido para el paciente
(minutos a varias horas):
a. Lactantes y niños: presión arterial sistólica baja (específica para la edad) o disminución > 30%
en la presión arterial sistólica*
b. Adultos: presión arterial sistólica de < 90 mm Hg o disminución > 30% de los valores inicia-
les del flujo espiratorio máximo de la persona.
*La presión arterial sistólica baja para niños se define como < 70 mm Hg de 1 mes a 1 año,
< (70 mm Hg + [2 × edad]) de 1 a 10 años y < 90 mm Hg de 11 a 17 años.
Modificada de Sampson y cols. (2006). Usada con autorización.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Campbell RL, Hagan JB, Manivannan V, et al. Evaluation of National Institute of Allergy and
Infection Disease/Food Allergy & Anaphylaxis Network criteria for the diagnosis of ana
phylaxis in emergency department patients. J Allergy Clin Immunol. 2012;129:748–752.
Campbell RL, Li JT, Nicklas RA, et al.; Members of the Joint Task Force; Practice Parameter
Workgroup. Emergency department diagnosis and treatment of anaphylaxis: A practice
parameter. Ann Allergy Asthma Immunol. 2014;113(6):599–608.
Gelincik A, Demirturk M, Yilmaz E, et al. Anaphylaxis in a tertiary adult allergy clinic:
A retrospective review of 516 patients. Ann Allergy Asthma Immunol. 2013;110:96–100.
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Sampson HA, Munoz-Furlong A, Campbell RL, et al. Second Symposium on the definition
and management of anaphylaxis: Summary report—Second NIAID/Food Allergy and
Anaphylaxis Network symposia. J Allergy Clin Immunol. 2006;117:391–397.
159
Evite depender de la presencia
del síndrome de respuesta inflamatoria
sistémica para diagnosticar sepsis
Kami M. Hu, MD y Joseph P. Martinez, MD
La sepsis se define como la disfunción de un órgano que pone en riesgo la vida debido a una
respuesta mal regulada del hospedador a la infección. En Estados Unidos, la sepsis es la décima
causa general de muerte y la número uno de muertes en la unidad de cuidados intensivos no
coronarios. Los índices de mortalidad actuales para sepsis varían de 20 a 60%. El reconocimiento
y tratamiento rápidos de la sepsis son imperativos para prevenir el choque y limitar la elevada
morbilidad y mortalidad relacionada con este diagnóstico.
Desde que las definiciones de sepsis se propusieron por primera vez por el consenso de
la conferencia del American College of Chest Physicians (ACCP) y la Society of Critical Care
Medicine (SCCM) en 1991 (Tabla 159-1), la respuesta sistémica del cuerpo humano a la infección
se ha considerado un continuo de gravedad que empeora, comenzando con el síndrome de res-
puesta inflamatoria sistémica, y progresa a disfunción orgánica e hipotensión refractaria. Resulta
importante mencionar que el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica no es específico de
las enfermedades infecciosas; los pacientes con quemaduras, pancreatitis grave, traumatismo
y otras enfermedades inflamatorias a menudo cumplen la definición del síndrome. De forma
similar, si bien algunos de los criterios del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica son
indicadores claros de posible infección (es decir, fiebre, leucocitosis), los criterios menos obvios
como taquipnea o leucopenia no siempre hacen que la infección sea aparente con facilidad. Los
criterios del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica por sí solos tienen un mal desempeño
en cuanto al diagnóstico de infección, con una sensibilidad de 70% y una especificidad de 35% en
los pacientes de la sala de urgencias con al menos dos de los cuatro criterios. Asimismo, limitar
el diagnóstico a dos o más criterios pasa por alto a ~12% de los pacientes con infección y
disfunción orgánica. También es importante reconocer a dos grandes grupos de pacientes que
pueden no presentar el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica clásico antes de desarrollar
sepsis grave y choque séptico: los adultos mayores y los inmunocomprometidos.
La inmunosenescencia del envejecimiento aumenta el riesgo de infección en los adultos
mayores y también embota la expresión de las citocinas inflamatorias que son parcialmente res-
ponsables de la respuesta inmunitaria a la infección. Una proporción importante de pacientes de
edad avanzada mayores de 65 años de edad se encuentran afebriles a pesar de una infección grave.
Ocurren hipoxia y taquicardia con menor frecuencia en la población séptica de edad avanzada en
comparación con sus contrapartes de menor edad, en tanto que los signos menos específicos de
taquipnea y estado mental alterado son más frecuentes. Por último, las enfermedades comórbidas
y los medicamentos pueden oscurecer el diagnóstico de sepsis (p. ej., supresión con betabloquea-
dores de la taquicardia o leucopenia inducida por medicamentos que enmascara una leucocitosis).
367
IV, intravenoso.
DE, desviación estándar; RNI, razón normalizada internacional; aPTT, tiempo de protrombina activada.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Balk RA. Severe sepsis and septic shock. Definitions, epidemiology, and clinical manifesta-
tions. Crit Care Clin. 2000;16(2):179–192.
Dellinger RP, Levy MM, Rhodes A, et al. Surviving sepsis campaign: International guidelines
for management of severe sepsis and septic shock: 2012. Crit Care Med. 2013;41(2):580–637.
Girard TD, Opal SM, Ely EW. Insights into severe sepsis in older patients: From epidemiol-
ogy to evidence-based management. Clin Infect Dis. 2005;40(5):719–727.
Kaukonen KM, Bailey M, Pilcher D, et al. Systemic inflammatory response syndrome criteria
in defining severe sepsis. N Engl J Med. 2015;372:1629–1638.
Singer M, Deutschman CS, Seymour CW, et al. The Third International Consensus Defini-
tions for Sepsis and Septic Shock (Sepsis-3). JAMA. 2016;315(8):801–810.
160
Prevención de infecciones urinarias
relacionadas con el catéter en la
sala de urgencias
Stephen Y. Liang, MD, MPHS
En la sala de urgencias suelen insertarse catéteres urinarios, en especial al ingresar a los pacientes
al hospital. El comité consultor en prácticas de control de infecciones en la atención a la salud de
los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) ha definido las indicaciones apropiadas
para los catéteres urinarios a permanencia (Tabla 160-1). Los catéteres no deben usarse para
obtener orina para análisis si el paciente puede orinar por sí solo. De igual modo, un catéter
urinario a permanencia nunca debe sustituir una buena atención de enfermería en pacientes con
incontinencia o recluidos a la cama.
Las infecciones urinarias son una de las infecciones más frecuentes relacionadas con la aten-
ción a la salud, de las cuales más de dos terceras partes pueden atribuirse a un catéter urinario. En
Estados Unidos, los índices de infecciones urinarias relacionadas con el catéter varían de 1.3 a 5.3
por 1 000 días de catéter urinario en adultos en áreas de atención crítica y 0.2 a 3.3 por 1 000 días de
catéter urinario en salas de atención hospitalaria. La mayoría de estas infecciones se relaciona con
una morbilidad menor. Sin embargo, en algunos pacientes, una infección de este tipo puede evolu-
cionar a una infección del torrente sanguíneo que pone en riesgo la vida, con un índice de mortali-
dad tan alto como el 15%. La duración de la cateterización urinaria es el factor de riesgo clave para
desarrollar una infección relacionada con el catéter. Las mujeres, las personas de edad avanzada y
aquellos con diabetes mellitus también son más propensos a infecciones relacionadas con el catéter.
La falta de continuidad en la técnica estéril durante la inserción del catéter urinario y la incapacidad
de mantener un sistema de drenaje cerrado aumentan de igual modo el riesgo de infección.
Los médicos de urgencias pueden prevenir las infecciones urinarias relacionadas con el caté-
ter al evitar la inserción innecesaria de un catéter urinario. Debe hacerse una valoración deliberada
de si existe una indicación apropiada para insertar un catéter urinario a permanencia. En un estu-
dio transversal en salas de urgencias que utilizó los datos administrativos del alta, a 8.5% de los
pacientes ingresados en la sala de urgencias se le colocó un catéter urinario, de los cuales dos ter-
cios se consideraron potencialmente evitables. Los pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva
que reciben un diurético pueden no requerir un catéter urinario para medir con exactitud el gasto
cardiaco si pueden orinar por sí mismos y recolectar la orina de forma confiable. Puede decirse lo
mismo para otros pacientes estables y alertas que ingresan a salas de menor urgencia que requieren
monitoreo del gasto urinario. La cateterización intermitente en poblaciones selectas de pacientes,
incluyendo aquellos con lesión de la médula espinal o disfunción del vaciado vesical, también
puede representar una alternativa más segura a un catéter urinario a permanencia.
Debe usarse una técnica aséptica estricta cuando se coloque un catéter urinario a perma-
nencia. Ha de ir precedida de, y realizarse siguiendo, una buena higiene de las manos (es decir,
con desinfectante de alcohol o agua y jabón). Se deben utilizar guantes estériles, un campo y otros
suministros necesarios. Debe limpiarse el meato urinario con una solución antiséptica. Se aplica
lubricante estéril de un solo uso para facilitar el paso de un catéter del menor tamaño aceptable
para minimizar el traumatismo uretral. Una vez que se ha asegurado el catéter, la bolsa de recolec-
ción se mantiene por debajo del nivel de la vejiga, pero sin tocar el suelo, para promover un flujo de
orina sin obstrucciones. Hay que evitar que el catéter y los tubos se acoden. Cualquier desviación
de la técnica aséptica o compromiso del sistema de drenaje cerrado que resulte en la desconexión o
en filtración deben promover la restitución de todo el catéter y el sistema recolector.
Si bien no todos los catéteres urinarios a permanencia tienen que evitarse durante la fase
inicial de la atención del paciente en la sala de urgencias, limitar la duración de la cateterización
puede mitigar el riesgo de una infección urinaria relacionada con el catéter. El catéter urinario
debe retirarse sin demora una vez que ya no esté indicado y a medida que mejora el estado del
paciente. A través del uso apropiado y juicioso de los catéteres urinarios, los médicos de urgen-
cias pueden desempeñar una parte vital en prevenir las infecciones relacionadas con el catéter y
optimizar la seguridad de los pacientes que se hospitalizan.
PUNTOS CLAVE
■■ Las infecciones urinarias relacionadas con el catéter pueden evolucionar a una infección
del torrente sanguíneo con una mortalidad importante.
■■ Los factores de riesgo para estas infecciones incluyen género femenino, edad avanzada
y diabetes mellitus.
■■ La mayoría de los catéteres colocados en la sala de urgencias es potencialmente evitable.
■■ Insertar un catéter urinario a permanencia con base en las indicaciones clínicas apropia-
das y no solo por conveniencia propia.
■■ Si se requiere un catéter urinario, el riesgo de infección relacionada con el catéter puede
reducirse mediante un apego estricto a la técnica aséptica durante la inserción, el mante-
nimiento apropiado del sistema recolector y el retiro del catéter a la primera oportunidad
una vez que ya no sea necesario para la atención del paciente.
Lecturas recomendadas
Dudek MA, Edwards JR, Allen-Bridson K, et al. National Healthcare Safety Network report,
data summary for 2013, device-associated module. Am J Infect Control. 2015;43(3):206–221.
161
Conozca las complicaciones embólicas
de la endocarditis infecciosa
Brian Edwards, MD
La endocarditis infecciosa es una infección bacteriana o micótica de las válvulas cardiacas o estruc-
turas perivalvulares y es un trastorno sumamente mórbido relacionado con una mortalidad intra-
hospitalaria significativa. La morbilidad de la endocarditis infecciosa está mediada por efectos
directos sobre el corazón y complicaciones embólicas. Las repercusiones cardiacas directas de la
endocarditis infecciosa incluyen incompetencia valvular, abscesos perivalvulares, anormalidades
de la conducción e insuficiencia cardiaca. Las secuelas no cardiacas de la endocarditis infecciosa
resultan de la embolización de fragmentos de vegetación a órganos selectos. El diagnóstico opor-
tuno de la endocarditis infecciosa y la disfunción cardiaca relacionada con endocarditis infecciosa
es imperativo para prevenir un aumento de la morbilidad y mortalidad de esta entidad patológica.
La presentación de la endocarditis infecciosa puede ser sutil. A menudo, los pacientes se
presentan con síntomas atribuibles a múltiples sistemas orgánicos. La mayoría acude con fie-
bre. La presencia de un nuevo soplo cardiaco ha mostrado ser un dato sensible en pacientes
con endocarditis infecciosa. Los signos clásicos de endocarditis infecciosa, como los nódulos de
Osler, lesiones de Janeway y manchas de Roth, se presentan en casos raros. Los criterios de Duke
(Tabla 161-1) pueden usarse para el diagnóstico oportuno y la estratificación de riesgos de los
pacientes con endocarditis infecciosa.
La embolización séptica ocurre en muchos pacientes con endocarditis infecciosa y se debe
a la fragmentación de una vegetación valvular. Los factores de riesgo para embolización inclu-
yen diabetes, edad, longitud de la vegetación, fibrilación auricular y endocarditis infecciosa por
Staphylococcus aureus. Los órganos principalmente afectados por la embolización séptica dependen
de la válvula cardiaca afectada. La endocarditis infecciosa que afecta la válvula mitral o aórtica se
emboliza con mayor frecuencia al cerebro, bazo, hígado, riñones y sistema musculoesquelético.
La endocarditis infecciosa que afecta la válvula tricúspide suele embolizarse a los pulmones. Las
derivaciones de derecha a izquierda, como las que se encuentran con un foramen oval permeable,
pueden causar una embolización séptica paradójica.
Suele encontrarse endocarditis infecciosa de la válvula tricúspide en quienes consumen dro-
gas intravenosas, pacientes con catéteres venosos a permanencia o con desfibriladores o marcapa-
sos cardiacos implantables automatizados. De forma característica, los pacientes con endocarditis
infecciosa de la válvula tricúspide tienen fiebre y síntomas respiratorios. Una placa torácica por lo
general muestra múltiples áreas de opacidad. La tomografía computarizada es más sensible que
la placa torácica para diagnosticar émbolos pulmonares sépticos. Estos suelen observarse como
numerosos nódulos periféricos en la tomografía computarizada.
extrínseca de las arterias coronarias. Las vegetaciones de la válvula mitral pueden embolizarse a las
arterias coronarias y conducir a un síndrome coronario agudo. Esto por lo general también ocurre en
un escenario clínico que sugiere endocarditis infecciosa. En caso de cambios en el ECG consistentes
con un infarto de miocardio con elevación de ST, sigue requiriéndose revascularización urgente.
La presencia de abscesos hepáticos o esplénicos encontrados en las imágenes deben des-
pertar sospechas de endocarditis infecciosa. La embolización de los riñones también puede llevar
a la formación de abscesos y bacteriuria. La presencia de S. aureus en un paciente sin catéteres a
permanencia y sin instrumentación reciente debe despertar la sospecha de endocarditis infecciosa.
Es importante para los profesionales estar familiarizados con la prevalencia de endocar-
ditis infecciosa en su población. Las lesiones sospechosas de fenómenos embólicos pueden ser
un dato importante para establecer un diagnóstico temprano de endocarditis infecciosa y evitar
complicaciones ulteriores.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Hubert S, Thuny F, Resseguier N, et al. Prediction of symptomatic embolism in infective
endocarditis: Construction and validation of a risk calculator in a multicenter cohort. J Am
Coll Cardiol. 2013;62(15):1384–1392.
Klein M, Wang A. Infective endocarditis. J Intensive Care Med. 2014;31:151–163.
Li JS, Sexton DJ, Mick N, et al. Proposed modifications to the Duke criteria for the diagnosis
of infective endocarditis. Clin Infect Dis. 2000;30(4):633–638.
Pruitt AA. Neurologic complications of infective endocarditis. Curr Treat Options Neurol.
2013;15(4):465–476.
Stawicki SP, Firstenberg MS, Lyaker MR, et al. Septic embolism in the intensive care unit.
Int J Crit Illn Inj Sci. 2013;3(1):58–63.
162
El diagnóstico que no debe pasarse
por alto: síndrome retroviral agudo
Adeolu Ogunbodede, MD y Joseph P. Martinez, MD
El síndrome retroviral agudo, también llamado infección aguda por el virus de la inmunodefi-
ciencia humana o síndrome antiviral, es una manifestación clínica de hiperinfección con VIH.
El síndrome retroviral agudo ocurre en 40 a 90% de pacientes con nueva infección por VIH.
Por desgracia, el diagnóstico se pasa por alto hasta en 75% de los pacientes. Se caracteriza por
molestias inespecíficas que pueden atribuirse a cualquier número de otras infecciones o enfer-
medades. Los signos y síntomas pueden ocurrir en 1 a 4 sem después de la exposición y durar de
unos cuantos días a varias semanas. El síndrome retroviral agudo no tiene una predilección racial
o genérica y se informa en individuos de todas las edades. Se cree que ciertos modos de transmi-
sión conduce a mayores índices de manifestaciones del síndrome retroviral agudo. La sospecha
de la enfermedad, el reconocimiento de las manifestaciones clínicas y las pruebas apropiadas en
pacientes de alto riesgo pueden permitir su detección, notificación y tratamiento tempranos.
Esto, a su vez, puede salvar vidas y limitar en gran medida la diseminación del VIH.
Los síntomas más frecuentes del síndrome retroviral agudo incluyen fiebre, escalofríos,
fatiga, glándulas inflamadas, garganta irritada y dolores musculares. En casos raros, el síndrome
retroviral agudo puede presentarse como insuficiencia orgánica, síndromes similares a accidente
vascular cerebral con parálisis de nervios craneales o periféricos, anemia, trombocitopenia o el
desenmascaramiento de neoplasias u otras infecciones virales indolentes como citomegalovirus,
Epstein-Barr, herpes, varicela o hepatitis. Las manifestaciones clínicas adicionales del síndrome
retroviral agudo se enlistan en la Tabla 162-1.
Dado que el síndrome retroviral agudo se observa en pacientes con nueva infección, las
pruebas de anticuerpos de VIH frecuentes (es decir, ELISA e inmunotransferencia de Western)
serán negativas. El profesional debe solicitar suero para ácido ribonucleico (ARN) de VIH. Una
prueba positiva de ARN de VIH, definida como > 50 000 copias, puede diagnosticar el síndrome.
El ARN de VIH puede detectarse hasta 10 días después de la infección aguda. En este momento,
el virus puede replicarse hasta a unos cuantos millones de copias en < 5 días. Después de que la
fase sindrómica aguda ha pasado, el ARN de VIH puede disminuir a concentraciones indetec-
tables. Las pruebas estándar de anticuerpos de VIH entonces pueden ser positivas. Durante el
periodo en que el ARN de VIH es indetectable y los anticuerpos de VIH aún están por tornarse
positivos, los recuentos de CD4 pueden ser normales a normales bajos. Es vital reconocer que los
pacientes son sumamente infecciosos durante este tiempo. Considerando lo anterior, ~30% de
los pacientes con VIH se encuentra asintomático, lo que representa un reto epidemiológico para
controlar esta pandemia global.
El tratamiento del síndrome retroviral agudo sigue siendo controvertido. La mejor prác-
tica en mucha de la bibliografía principal y consorcios sobre enfermedades infecciosas sigue
sin estar clara y probablemente se determine en consulta con un clínico o virólogo experto en
enfermedades infecciosas. El tratamiento temprano puede permitir el alivio de los síntomas, así
como detener la replicación viral rápida característica de esta fase de la infección. También se ha
mostrado que el tratamiento temprano disminuye la declinación de los recuentos de CD4 con el
tiempo, mediante el uso continuo y consistente del tratamiento antirretroviral. El beneficio de
a
En orden de prevalencia decreciente.
salud pública de iniciar el tratamiento antirretroviral de forma temprana está bien documentado,
con una reducción significativa de la transmisión de VIH entre individuos con supresión viral.
PUNTOS CLAVE
■■ El diagnóstico de síndrome retroviral agudo se pasa por alto en 75% de los pacientes.
■■ Sospechar síndrome retroviral agudo en pacientes que se presentan con síntomas ines-
pecíficos y tienen factores de riesgo para VIH.
■■ Las pruebas de anticuerpos no serán positivas en el síndrome retroviral agudo. Si se
sospecha en clínica, las pruebas de antígeno para ARN de VIH son apropiadas.
■■ Para los individuos diagnosticados con síndrome retroviral agudo, el tratamiento temprano
puede mejorar los síntomas, preservar los recuentos de CD4 y reducir la transmisión.
■■ Si se establece un diagnóstico positivo, hay que referirse a las leyes locales en lo relacio-
nado con la notificación de las parejas.
Lecturas recomendadas
Fauci A. Immunopathogenic mechanisms of HIV infection. Ann Intern Med. 1996;124:654–663.
Kahn JO, Walker BD. Acute human immunodeficiency virus type 1 infection. N Engl J Med.
1998;339:33–39.
Pilcher C. Detection of acute infections during HIV testing in North Carolina. N Engl J Med.
2005;352:1873–1883.
Página web
www.hivguidelines.org
163
Cuándo y cómo iniciar profilaxis posterior
a exposición a vih en la sala de urgencias
Stephen Y. Liang, MD, MPHS y
Ed Casabar, PharmD, BCPS, AQ-ID
PUNTOS CLAVE
■■ La saliva, las secreciones respiratorias, el sudor, las lágrimas, la orina, el vómito y las heces
tienen pocas probabilidades de transmitirVIH a menos que se observe sangre macroscópica.
■■ Las exposiciones laborales de alto riesgo son sobre todo lesiones percutáneas que impli-
can una lesión profunda, contaminación visiblemente sanguinolenta o presencia reciente
de un dispositivo en la vena o arteria del paciente de quien se origina el líquido, lesión
con aguja hueca o lesión que implica a un paciente de quien se origina el líquido con
infección avanzada por virus de inmunodeficiencia humana.
■■ Las exposiciones no laborales de alto riesgo incluyen coito anal receptor y por inserción,
coito peneano-vaginal receptor y por inserción y uso de drogas intravenosas.
■■ La profilaxis posterior a la exposición tiene mayores probabilidades de ser eficaz en un
lapso de 72 h después de la exposición.
■■ Los pacientes requieren seguimiento estrecho para monitorear si hay toxicidades farma-
cológicas por la profilaxis posterior a la exposición, proporcionar asesoría apropiada y
repetir pruebas para VIH y otros patógenos potenciales.
Lecturas recomendadas
Cardo DM, Culver DH, Ciesielski CA, et al. A case–control study of HIV seroconversion in
health care workers after percutaneous exposure. N Engl J Med. 1997;337(21):1485–1490.
Kuhar DT, Henderson DK, Struble KA, et al. Updated U.S. Public Health Service guidelines
for the management of occupational exposures to human immunodeficiency virus and recom-
mendations for post exposure prophylaxis. Infect Control Hosp Epidemiol. 2013;34(9):875–892.
Patel P, Borkowf CB, Brooks JT, et al. Estimating per-act HIV transmission risk: A systematic
review. AIDS. 2014;28(10):1509–1519.
Smith DK, Grohskopf LA, Black RJ, et al. Antiretroviral post exposure prophylaxis after
sexual, injection-drug use, or non-occupational exposure to HIV in the United States:
Recommendations from the U.S. Department of Health and Human Services. MMWR
Recomm Rep. 2005;54(RR-2):1–20.
Workowski KA, Bolan GA; Centers for Disease Control and Prevention. Sexually transmitted
diseases treatment guidelines, 2015. MMWR Recomm Rep. 2015;64(RR-03):1–137.
164
Identifique la presentación
de agentes de bioterrorismo
Stephen P. Shaheen, MD y
Jon Mark Hirshon, MD, MPH, PhD
Si bien la mayoría de los profesionales médicos nunca tendrá que actuar con respecto a un inci-
dente de bioterrorismo, reconocer con rapidez estos agentes y responder sin demora es funda-
mental para limitar la morbilidad y mortalidad. Los Centers for Disease Control and Prevention
(CDC) han clasificado los agentes de bioterrorismo en tres categorías (clase A, clase B y clase
C) según la facilidad de diseminación y el potencial de mortalidad significativa. Este capítulo
se enfoca en los agentes de clase A: carbunco, botulismo, peste, poxvirus, tularemia y las fiebres
hemorrágicas virales. Los aspectos más importantes para el manejo en la sala de urgencias son
el reconocimiento temprano, la notificación a las autoridades de salud pública y la activación de
protocolos de desastre si existe el potencial de enfermedad diseminada.
Bacillus anthracis (carbunco)
Hay tres formas de carbunco: gastrointestinal, cutáneo e inhalable. El carbunco gastrointestinal
y el inhalable son las principales preocupaciones para bioterrorismo, ya que tienen índices de
mortalidad de ~50% una vez que aparecen los síntomas. Los síntomas de carbunco gastrointes-
tinal incluyen náusea, vómito, hemorragia y sepsis, en tanto que el carbunco inhalable produce
disnea, tos y mediastinitis hemorrágica. Aunque el carbunco no se disemina de una persona a
otra, se recomiendan respiradores y ropa protectora hasta la descontaminación del área afectada.
El tratamiento consiste en ciprofloxacina o doxiciclina.
Toxina Clostridium botulinum (botulismo)
La bacteria C. botulinum crea una toxina que causa bloqueo neuromuscular mediante la libe-
ración presináptica de acetilcolina. La entrada al organismo es más a menudo a través de las
vías gastrointestinales o heridas abiertas, aunque las versiones utilizadas en armas resultan en la
inhalación de la bacteria. El botulismo se caracteriza por parálisis nerviosas bulbares y una pará-
lisis descendente. Hay náusea y vómito si se absorbe por la vía gastrointestinal. Puede ocurrir
insuficiencia respiratoria y es la causa más frecuente de muerte por botulismo. Este se diagnos-
tica por medio de un estudio con suero, vómito y heces o crecimiento bacteriano en un medio
específico. El tratamiento primario del botulismo es la antitoxina. La mortalidad por todas las
causas varía de 1 a 17%. Solo se requieren precauciones de aislamiento estándar para la mayoría
de los casos de botulismo. Las precauciones acerca de las gotículas deben aplicarse cuando se
sospecha botulismo por inhalación.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
2007 Guideline for Isolation Precautions: Preventing Transmission of Infectious Agents in Healthcare
Settings. Centers for Disease Control and Prevention. January 13, 2014. Web. August 19,
2015.
Marx JA, Hockberger RS, Walls RM, et al. Weapons of mass destruction, disaster prepared-
ness. In Rosen’s Emergency Medicine: Concepts and Clinical Practice. 7th ed. Philadelphia,
PA: Mosby/Elsevier, 2010:2484–2504.
NIAID Emerging Infectious Diseases/Pathogens. Biodefense Category A, B, C Pathogens. U.S.
Department of Health and Human Services, February 25, 2015. Web. August 19, 2015.
Tintinalli JE, Cline D. Bioterrorism recognition and response: Implications for the emergency
clinician. In: Tintinalli’s Emergency Medicine Manual. 7th ed. New York: McGraw-Hill
Medical, 2010:40–56.
165
Síndrome de choque tóxico
estafilocócico: no dude, reanime
Sarah B. Dubbs, MD
A finales de la década de 1970, surgió una nueva enfermedad crítica que afectaba a mujeres jóve-
nes, por lo demás sanas, caracterizada por fiebre, hipotensión, exantema difuso y lesión multior-
gánica. Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) lanzaron un programa nacional
de vigilancia para determinar la causa de este trastorno con gran morbilidad. El programa de
vigilancia encontró una relación con la menstruación y el uso de tampones de alta absorbencia,
con índices especialmente elevados en pacientes que usaban una marca en particular. Esta marca
se retiró del mercado más adelante y se estableció una relación específica con una cepa produc-
tora de endotoxinas de Staphylococcus aureus.
Aunque los tampones fueron los primeros en relacionarse con el síndrome de choque
tóxico estafilocócico, hay muchas otras causas. Las esponjas anticonceptivas y los diafragmas,
el empaque nasal, la infección posparto, la mastitis, la osteomielitis, las heridas quirúrgicas, los
abscesos no drenados y las úlceras se han relacionado, todos, con síndrome de choque tóxico
estafilocócico. También hay casos ocasionales en los que no se identifica la causa.
Las manifestaciones clínicas del síndrome de choque tóxico estafilocócico se deben a res-
puestas mediadas por citocinas a la toxina TSST-1. Estas respuestas producen los síntomas clí-
nicos de fiebre, malestar, vómito, diarrea, mialgias y mareo. Estos síntomas inespecíficos pueden
descartarse sin problema como síntomas de influenza u otros síndromes virales, en especial al
inicio del síndrome. La presencia de hipotensión y estado mental alterado debe hacer pensar
en una infección más grave. La hiperemia de las membranas mucosas (conjuntivas, orofaringe,
genitales) y un exantema eritematoso difuso deben alertar al médico y hacerlo sospechar sín-
drome de choque tóxico estafilocócico. Este exantema característico es generalizado, rojizo, plano
y no prurítico. La descamación de las manos (superficies dorsal y palmar) y las plantas de los pies
ocurre entre 3 días y 2 sem después del inicio. Si bien la descamación de manos y pies hace que
el diagnóstico de síndrome de choque tóxico sea más obvio, no debe descartarse si estos signos
están ausentes. Muchos pacientes con síndrome de choque tóxico estafilocócico se presentan
antes del inicio de la descamación.
Los criterios del CDC para síndrome de choque tóxico estafilocócico requieren las siguien-
tes características clínicas:
■■ Fiebre: temperatura ≥ 38.9 °C
■■ Exantema: eritroderma macular difuso
■■ Descamación: 1 a 2 sem después del inicio del exantema
■■ Hipotensión: presión arterial sistólica ≤ 90 mm Hg para adultos o < 5º percentil para la edad
en niños < 16 años de edad
■■ Afección multisistémica: tres o más de los siguientes sistemas de órganos
■■ Gastrointestinal: vómito o diarrea al inicio de los síntomas
■■ Muscular: mialgia grave o concentración de fosfocinasa de creatina ≥ 2 × el límite
superior de lo normal
■■ Membranas mucosas: hiperemia conjuntival, orofaríngea o vaginal
■■ Renal: nitrógeno de la urea sanguínea o creatinina ≥ 2 × el límite superior de lo normal
o sedimento urinario con piuria
■■ Hepático: bilirrubina total, enzima aminotransferasa de alanina o enzima aminotrans-
ferasa de aspartato ≥ 2 × el límite superior de lo normal
■■ Hematológico: plaquetas < 100 000/mm3
■■ Sistema nervioso central: estado mental alterado sin datos focales en ausencia de fiebre
o hipotensión
El tratamiento intensivo con líquidos intravenosos, antibióticos de amplio espectro y con-
trol de la fuente debe instituirse tan pronto como sea posible. Incluso si la sospecha clínica de
síndrome de choque tóxico estafilocócico es elevada, el manejo antimicrobiano inicial en la sala
de urgencias debe ser amplio hasta que puedan excluirse otras causas. El síndrome de choque
tóxico causado por estreptococos del grupo A se presenta de forma similar (se conoce como sín-
drome de choque tóxico estreptocócico) pero suele tener una fuente muy obvia y rara vez ocurre
con el exantema. La fiebre exantemática de las Montañas Rocosas, la rubéola y la leptospirosis
también pueden presentarse con signos y síntomas similares a los del síndrome de choque tóxico
estafilocócico.
Los estudios de laboratorio e imágenes deben dirigirse a cultivar fuentes potenciales y
vigilar ante posibles complicaciones. El síndrome de choque tóxico estafilocócico puede causar
coagulopatía intravascular diseminada, síndrome de dificultad respiratoria aguda e infarto de
miocardio. Los pacientes deben ingresarse en una instalación con monitoreo, por lo general a la
unidad de cuidados intensivos. Cuando el control de la fuente es más complicado que retirar un
tampón o drenar un absceso, puede requerirse una consulta quirúrgica temprana.
El paso más crítico al establecer el diagnóstico del síndrome de choque tóxico estafilocócico
es simplemente considerar el diagnóstico. Si los síntomas son sospechosos para síndrome de
choque tóxico, debe buscarse la fuente y eliminarla tan pronto como sea posible. Puede ser la
diferencia entre la vida y la muerte para estos pacientes.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Burnham JP, Kollef MH. Understanding toxic shock syndrome. Intensive Care Med.
2015;41(9):1707–1710.
Gynecologic infections. In: Williams Gynecology. 2nd ed. New York: McGraw Hill,
2012:105.
Toxic shock syndrome (other than Streptococcal) (TSS) 2011 Case Definition. Disponible en:
wwwn.cdc.gov/nndss/conditions/toxic-shock-syndrome-other-than-streptococcal/case-
definition/2011. September 11, 2015.
166
No se deje engañar por los mitos
tradicionales de la diarrea
Michael Nitzberg, MD y Kevin Reed, MD, FAAEM, FACEP
La diarrea aguda es una queja frecuente tanto en adultos como en niños en la sala de urgencias.
Existen tratamientos antidiarreicos seguros para pacientes con diarrea aguda y muy pocos de
ellos deben dejar la sala de urgencias sin tratamiento sintomático.
Un mito frecuente es que los fármacos antimotilidad aumentan la duración de la enfer-
medad en la diarrea infecciosa y son peligrosos para los pacientes. La bibliografía acerca de
este mito está basada en un solo artículo de 1973 en el que 25 pacientes con diarrea sanguinolenta
inducida por shigellosis se aleatorizaron a varios tratamientos incluyendo clorhidrato de dife-
noxilato con atropina. Los pacientes tratados con clorhidrato de difenoxilato con atropina tuvie-
ron una mayor duración de la fiebre y menos probabilidades de eliminar la infección. El cuerpo
de publicaciones que apoya loperamida con simeticona en la diarrea acuosa, no sanguinolenta,
es mucho más robusto e incluye múltiples estudios controlados aleatorizados y revisiones siste-
máticas que muestran beneficios significativos. Sin embargo, estos estudios por lo general exclu-
yeron a pacientes con una temperatura superior a 39 °C, a pacientes con diarrea sanguinolenta
y a pacientes hospitalizados. Las recomendaciones actuales fomentan el uso de loperamida con
simeticona para adultos con diarrea acuosa aguda. Si bien hay datos que sugieren que puede ser
seguro en niños mayores de 3 años de edad, las recomendaciones actuales indican evitar el uso de
loperamida en niños, ante el temor de precipitar un síndrome hemolítico urémico causado por
toxina Shiga de E. coli O157:H7. Estudios retrospectivos han mostrado que el uso de fármacos
antimotilidad en niños es un factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad.
Para pacientes adultos ambulatorios con diarrea no acuosa, se ha demostrado que lopera-
mida con simeticona es un tratamiento seguro y eficaz y debe prescribirse. Para profesionales
fuera de Estados Unidos, el antisecretor racecadotril es una alternativa bien tolerada.
En pacientes en quienes loperamida se considera insegura, los antibióticos empíricos pueden
ser una elección apropiada. Existe evidencia de que los pacientes con diarrea del viajero se benefi-
cian de un esquema breve de antibióticos si los síntomas son de moderados a graves. El tratamiento
suele ser con una fluoroquinolona o trimetoprim-sulfametoxazol (TMP/SMX) durante 3 a 5 días.
Los pacientes con diarrea sanguinolenta o fiebre elevada poseen mayores probabilidades de tener
una etiología bacteriana invasiva, que puede beneficiarse más de los antibióticos. Los pacientes de
edad avanzada y los inmunocomprometidos también pueden beneficiarse de la antibioticoterapia.
Los fármacos antimotilidad se evitan de forma tradicional en pacientes en quienes se sospecha
infección con Clostridium difficile, aunque hay poca evidencia para indicar que son verdaderamente
dañinos. Sin embargo, estos pacientes tienen mayores probabilidades de mejorar con antibióticos
dirigidos a infección por C. difficile. Con la antibioticoterapia siempre hay daños potenciales, como
aumentar los patrones de resistencia, exantema, infecciones por levaduras y rotura de tendones.
Los profesionales deben sopesar los riesgos y beneficios de indicar antibióticos para cada paciente.
En pacientes pediátricos con diarrea infecciosa por E. coli O157:H7 hay un pequeño estudio que
demuestra un mayor riesgo de desarrollar síndrome hemolítico urémico cuando reciben TMP/
SMX o una cefalosporina. Por lo tanto, los antibióticos sistemáticos por lo general deben evi-
tarse en la población pediátrica o en cualquier paciente con una elevada sospecha clínica de E. coli
enterohemorrágica.
En pacientes en quienes están contraindicados tanto loperamida como los antibióticos hay
otras opciones para el control sintomático de la diarrea. El subsalicilato de bismuto ha mostrado
ser más eficaz que placebo para controlar la diarrea aguda. Si bien no es tan eficaz como lope-
ramida, las mismas preocupaciones de seguridad en términos de prolongar la enfermedad no
aplican (aunque debe advertirse a los pacientes sobre la decoloración negruzca en la lengua y
las heces). Si bien el subsalicilato de bismuto está contraindicado en pediatría debido al salici-
lato, sigue siendo un tratamiento alternativo seguro para ayudar con el control sintomático. Los
probióticos han demostrado ser más eficaces que placebo en pacientes pediátricos con diarrea
aguda y no hay temores sobre la prolongación de la enfermedad o la precipitación del síndrome
hemolítico urémico.
No hay que confundirse con el mito tradicional de la diarrea infecciosa. Los fármacos
antimotilidad son una opción de tratamiento eficaz y segura para la mayoría de los pacientes con
el fin de acelerar la resolución de la diarrea. Para pacientes adultos con heces no sanguinolentas,
loperamida con simeticona es más eficaz. Los pacientes con heces sanguinolentas o fiebre elevada
probablemente se beneficien con antibióticos empíricos selectos. Por último, en pacientes pediá-
tricos los probióticos son una opción segura para el alivio sintomático.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Barr W, Smith A. Acute diarrhea. Am Fam Physician. 2014;89(3):180–189.
DuPont HL, Hornick RB. Adverse effect of lomotil therapy in shigellosis. JAMA. 1973;
226(13):1525–1528.
Goodman LJ, Trenholme GM, Kaplan RL, et al. Empiric antimicrobial therapy of domesti-
cally acquired acute diarrhea in urban adults. Arch Intern Med. 1990;50(3):541–546.
Hanauer SB, DuPont HL, Cooper KM, et al. Randomized, double-blind, placebo-controlled
clinical trial of loperamide plus simethicone versus loperamide alone and simethicone
alone in the treatment of acute diarrhea with gas-related abdominal discomfort. Curr Med
Res Opin. 2007;23(5):1033–1043.
Safdar N, Said A, Gangnon RE, et al. Risk of hemolytic uremic syndrome after antibiotic treat-
ment of Escherichia coli O157:H7 enteritis: A meta-analysis. JAMA. 2002;288(8):996–1001.
167
La meningitis no tiene que ser
un dolor de cuello
Nick Tsipis, MD y Liesl A. Curtis, MD, FACEP
Exploración física
Por lo general se enseña que los pacientes con meningitis bacteriana presentan rigidez de la nuca,
signo de Kernig o signo de Brudzinski. Desafortunadamente, estos datos clásicos en la exploración
física son de valor limitado en la evaluación de pacientes con sospecha de meningitis. De hecho, la
sensibilidad de los signos de Kernig y Brudzinski y la rigidez nucal para meningitis es muy baja;
estos signos están presentes en < 33% de los pacientes con meningitis. Asimismo, grandes estudios
han informado que la tríada clásica de fiebre, rigidez del cuello y estado mental alterado está pre-
sente en solo 44 a 66% de los pacientes con meningitis. Una revisión integral evaluó la utilidad de
la exploración física en el diagnóstico de pacientes con meningitis confirmada y encontró que nin-
gún dato clínico individual tuvo una sensibilidad o especificidad significativa para excluir menin-
gitis. En este estudio, las sensibilidades agrupadas más altas fueron para cefalea (0.50, IC: 0.32 a
0.68) y náusea y vómito (0.30, IC; 0.22 a 0.38). En contraste con la rigidez de la nuca, el signo de
Kernig y el signo de Brudzinski, la acentuación de las sacudidas (cefalea con rotación horizontal
de la cabeza a dos rotaciones por segundo) ha mostrado que aumenta la probabilidad de meningitis
en pacientes con fiebre y cefalea. De hecho, se ha encontrado que la sensibilidad de la acentuación
de las sacudidas en el diagnóstico de meningitis es del 100%, con una especificidad de 54%.
Punción lumbar
Dadas las limitaciones de la exploración física, debe realizarse una punción lumbar para confirmar
el diagnóstico de meningitis. De ser posible, la punción lumbar debe efectuarse tan pronto como sea
posible para maximizar el rendimiento diagnóstico del cultivo del líquido cefalorraquídeo (LCR).
Este puede esterilizarse en un lapso de horas de iniciar la antibioticoterapia. Resulta importante
mencionar que la administración de antibióticos no debe retrasarse para hacer la punción lumbar.
Análisis del líquido cefalorraquídeo
Una presión de abertura elevada, un color turbio del LCR, pleocitosis del LCR (es decir,
recuento leucocítico elevado), proteínas elevadas en LCR, glucosa baja en LCR y una relación
de glucosa en LCR a glucosa sanguínea < 0.4 apoyan el diagnóstico de meningitis bacteriana. En
general, estos estudios de LCR deben considerarse como métodos para confirmar el diagnóstico
de meningitis (relaciones de probabilidad positivas > 10) más que como métodos para excluir el
diagnóstico (relaciones de probabilidad negativas < 0.1).
Tomografía computarizada
Para la mayoría de los pacientes con meningitis rara vez se requiere una tomografía computari-
zada del cráneo antes de efectuar una punción lumbar. En cuanto a las características y los datos
relacionados con el paciente que deben motivar a la realización de una tomografía computarizada
antes de una punción lumbar, incluyen inmunosupresión, antecedentes de enfermedad del sis-
tema nervioso central (es decir, lesión volumétrica, accidente vascular cerebral, infección focal),
anormalidad focal en la exploración neurológica o convulsiones de nuevo inicio que ocurren en
el lapso de 1 sem de la presentación.
Tratamiento
En la mayoría de los casos, la presentación clínica y los resultados del análisis de LCR son suficien-
tes para guiar el tratamiento y la disposición. Para pacientes en quienes hay ambigüedad clínica,
es mejor administrar tratamiento antimicrobiano mientras se esperan los resultados del cultivo de
LCR, ya que cualquier retraso en los antibióticos en casos de meningitis confirmada se relaciona
con un aumento significativo de la mortalidad. Resulta importante mencionar que se administran
medicamentos antibióticos a dosis más elevadas cuando se sospecha meningitis. Por ejemplo, deben
administrarse 2 g de ceftriaxona o 2 g de cefotaxima a pacientes inmunocompetentes menores de
50 años de edad para tratar meningitis debida a Streptococcus pneumoniae o Neisseria meningitides.
Debe administrarse vancomicina en casos en los que se sospecha Staphylococcus aureus resistente
a meticilina, en tanto que se prescribe ampicilina a pacientes con meningitis cuando se sospecha
Listeria monocytogenes.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Adarsh B. Acute community-acquired bacterial meningitis in adults: An evidence-based
review. Cleve Clin J Med. 2012;79(6):393–400.
Attia J, Hatala R, Cook DJ, et al. Does this adult patient have acute meningitis? JAMA.
1999;282:175–181.
Hasbun R, Abrahams J, Jekel J, et al. Computed tomography of the head before lumbar
puncture in adults with suspected meningitis. N Engl J Med. 2001;345:1727–1733.
Proulx N, Fréchette D, Toye B, et al. Delays in the administration of antibiotics are associated
with mortality from adult acute bacterial meningitis. QJM. 2005;98:291–298.
Thomas KE, Hasbun R, Jekel J, et al. The diagnostic accuracy of Kernig’s sign, Brudzinski’s
sign, and nuchal rigidity in adults with suspected meningitis. Clin Infect Dis. 2002;35:46–52.
168
Conozca las infecciones emergentes
Travis Thompson, MD y Lindsey White, MD
Las enfermedades febriles agudas son un motivo habitual de consulta en la sala de urgencias.
Aunque el profesional de urgencias conoce el manejo de trastornos frecuentes, como un sín-
drome viral agudo, es fundamental considerar las enfermedades infecciosas emergentes en el
paciente que se presenta con una enfermedad aguda. El paso fundamental en el diagnóstico
de una enfermedad infecciosa emergente es obtener antecedentes detallados de viajes y expo-
siciones. Además, también es importante indagar sobre los antecedentes de inmunización del
paciente. Si se sospecha una infección emergente con base en los resultados de los antecedentes
de viaje, exposición e inmunización, debe consultarse con el personal del departamento de salud
local y profesionales de enfermedades infecciosas. Los sistemas de vigilancia globales, como los
Centers for Disease Control (CDC), también son útiles para determinar la probabilidad de una
enfermedad infecciosa emergente. Si se sospecha una enfermedad de este tipo, deben tomarse
precauciones y establecer un aislamiento apropiado hasta que puedan completarse pruebas con-
firmatorias. Este capítulo describe la presentación y el manejo clínico de infecciones emergentes
selectas, lo que incluye síndrome respiratorio de Oriente Medio, chikungunya, enfermedad por
el virus del Ébola y sarampión.
Síndrome respiratorio de Oriente Medio
Este síndrome es un coronavirus de ARN nuevo. Es similar al virus del síndrome respiratorio
agudo grave, aunque menos transmisible. La presentación clínica del síndrome respiratorio de
Oriente Medio puede variar de asintomático a neumonía o disfunción renal grave. El diagnóstico
requiere la presencia de fiebre y neumonía junto con viaje a un área endémica o contacto con
alguien de un área endémica en los 14 días previos. El diagnóstico se confirma por reacción en
cadena de la polimerasa. El tratamiento de los pacientes con síndrome respiratorio de Oriente
Medio consiste sobre todo en cuidados de apoyo y manejo del síndrome de dificultad respirato-
ria aguda grave. Ningún tratamiento específico ha mostrado un beneficio para la supervivencia.
Aunque no se entiende por completo la transmisión viral, a la fecha se recomiendan las precau-
ciones de transmisión aérea.
Chikungunya
El chikungunya es un alfavirus que se transmite por mosquitos. Aunque se identificó por primera
vez en el sur de África, ahora se encuentra en Asia, Oceanía y América. El periodo de incubación
es ~3 días después de la exposición. La presentación clínica es similar al dengue y el paludismo
y se caracteriza por el inicio de fiebre elevada, poliartralgias, mialgias, cefalea y exantema. El
exantema se describe como maculopapuloso, está presente en el tronco y puede extenderse a
las extremidades, palmas de las manos y plantas de los pies. Puede apreciarse infección grave
con insuficiencia multiorgánica en niños y adultos con enfermedades comórbidas significativas.
Las anormalidades de laboratorio con este virus incluyen linfopenia, trombocitopenia y transa-
minitis. El diagnóstico definitivo del chikungunya se hace con reacción en cadena de la polime-
rasa. No se cuenta con un tratamiento específico. Pueden usarse antiinflamatorios para tratar las
artralgias y mialgias. No se requiere aislamiento específico en la sala de urgencias.
Enfermedad por el virus del Ébola
El virus del Ébola es un filovirus que es endémico de África y causa síndrome febril hemorrágico.
Con base en datos recientes, la presentación clínica de la enfermedad suele iniciar con fiebre
elevada y malestar. Aproximadamente 3 a 5 días después, los pacientes desarrollan dolor abdomi-
nal, vómito y diarrea. En este punto se considera que los pacientes son sumamente infecciosos
y la transmisión de la enfermedad puede ocurrir mediante el contacto con cualquier líquido
corporal. El virus del Ébola tiene una morbilidad y mortalidad muy altas que se cree se deben
sobre todo a hipovolemia. Muy pocos casos desarrollan en realidad hemorragia clínicamente
significativa. El diagnóstico de la enfermedad por el virus del Ébola es con reacción en cadena de
la polimerasa. Es importante señalar que estas pruebas pueden ser negativas en un lapso de 72 h
después del inicio de los síntomas. El tratamiento de la enfermedad por virus del Ébola consiste
en reanimación con líquidos y restitución de electrólitos. Se requiere protección completa de
barrera y de transmisión aérea. Se han usado pruebas en el punto de atención para limitar la
exposición del personal en la atención de pacientes con enfermedad por virus del Ébola reciente.
Sarampión
El sarampión es un virus ARN monocatenario en sentido negativo que es sumamente contagioso.
Los seres humanos son el único hospedador conocido de este virus. Con discontinuidades en la
vacunación, los casos de sarampión han vuelto a diagnosticarse en Estados Unidos. La presenta-
ción clínica del sarampión inicia con fiebre elevada, tos, coriza, conjuntivitis y malestar. Pueden
observarse manchas de Koplik en la orofaringe y se consideran patognomónicas del sarampión.
El exantema característico comienza en la cabeza ~2 a 4 días después del inicio de los síntomas y
evoluciona en dirección caudal. Para la mayoría de los pacientes, el sarampión es una enfermedad
benigna. Sin embargo, pueden desarrollarse infecciones secundarias y panencefalitis esclerosante
subaguda. Para diagnosticar sarampión, deben enviarse frotis nasales y faríngeos para pruebas de
reacción en cadena de la polimerasa. El tratamiento es de apoyo y con antipiréticos, hidratación y
tratamiento de las infecciones secundarias que se hubieran desarrollado. En la sala de urgencias, los
pacientes en quienes se sospecha sarampión deben usar una mascarilla y mantenerse en aislamiento
para transmisión aérea. Aunque los pacientes con sarampión pueden enviarse a casa, es imperativo
notificar a las autoridades de salud pública antes del alta de la sala de urgencias. Debe indicarse a
los pacientes que se mantengan recluidos en casa hasta que los síntomas se hayan resuelto.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Alimuddin Z, Hui DS, Perlman S. Middle East respiratory syndrome. Lancet. 2015;386(9997):
995–1007.
Campion EW, Weaver SC, Lecuit M. Chikungunya virus and the global spread of a mosquito-
borne disease. N Engl J Med. 2015;372:1231–1239.
Chertow DS, Kleine C, Edwards JK, et al. Ebola virus disease in West Africa—clinical
manifestations and management. N Engl J Med. 2014;371:2054–2057.
Koenig K, Wajdan A, Burns M. Identify-isolate-inform: A tool for initial detection and manage-
ment of measles patients in the emergency department. West J Emerg Med. 2015;16:212–219.
WHO Ebola Response Team. Ebola virus disease in West Africa—the first 9 months of the
epidemic and forward projections. N Engl J Med. 2014;371:1481–1495.
169
Tuberculosis y sífilis:
infecciones que no deben olvidarse
Kayla Dewey, MD y Ghofrane Benghanem, MD
La tuberculosis y la sífilis son enfermedades infecciosas que causan una miríada de manifestacio-
nes clínicas. La variabilidad en las presentaciones clínicas, junto con un amplio rango de índices
de prevalencia, con frecuencia llevan a un diagnóstico equivocado de estas enfermedades. En
fechas recientes se han informado formas resistentes a los fármacos tanto de tuberculosis como
de sífilis. De hecho, la tuberculosis resistente a múltiples fármacos ha surgido como una amenaza
grave de salud pública en muchos países.
Tuberculosis
Mycobacterium tuberculosis se transmite por núcleos de gotículas respiratorias provenientes de la
tos y los estornudos. La mayoría de los individuos inmunocompetentes desarrolla inmunidad de
mediación celular, la cual contiene la infección inicial. Los pacientes pueden entonces desarrollar
tuberculosis latente y tuberculosis activa o curarse. La tuberculosis latente puede persistir durante
años y se define simplemente como una infección contenida sin síntomas de tuberculosis activa.
Los pacientes con tuberculosis latente tienen un riesgo de ~5 a 10% de desarrollar enfermedad
activa en algún momento de sus vidas. Esto ocurre más a menudo en los primeros 2 años después
de la infección inicial.
La tuberculosis activa se define como el desarrollo de signos y síntomas. Estos síntomas,
junto con los pacientes con riesgo elevado de tuberculosis activa, se enlistan en la Tabla 169-1.
Resulta importante mencionar que los niños pequeños tienen menos probabilidades de presen-
tarse con los síntomas típicos que se enlistan en la Tabla 169-1. Pueden observarse manifestacio-
nes extrapulmonares de tuberculosis; los síntomas dependen del sistema orgánico afectado por la
tuberculosis. La afección extrapulmonar de tuberculosis puede incluir linfadenopatía, meningitis,
enfermedad esquelética (enfermedad de Pott), síntomas abdominales y síntomas genitourinarios.
Puede haber síntomas extrapulmonares en 40 a 75% de los pacientes coinfectados con virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH). Los pacientes con VIH tienen un riesgo de aproximadamente
10% de desarrollar tuberculosis activa durante el curso de su enfermedad.
Los pacientes de la sala de urgencias con sospecha de tuberculosis deben colocarse de inme-
diato en aislamiento para transmisión aérea. Se solicita entonces una radiografía torácica. Aunque
los pacientes con tuberculosis activa pueden tener una placa torácica normal, las anormalidades
frecuentes incluyen linfadenopatía hilar, lesiones cavitarias (sobre todo del lóbulo medio derecho)
y derrames pleurales. Las pruebas de tuberculosis también deben enviarse fuera de urgencias. El
estándar de referencia siguen siendo las pruebas de esputo con bacilos ácido-resistentes para con-
firmar la infección activa. Las pruebas cutáneas de tuberculina y los ensayos de liberación de inter-
ferón gamma pueden indicar exposición previa a tuberculosis. Estudios recientes han mostrado que
los ensayos de liberación de interferón gamma tienen una mejor sensibilidad y especificidad que
las pruebas cutáneas de tuberculina tradicionales para detectar infección latente con tuberculosis.
Los pacientes que se sabe que tienen tuberculosis latente y presentan signos o síntomas de
infección activa deben aislarse e ingresarse. Los pacientes sin antecedentes de tuberculosis pero
con una sospecha clínica elevada de la enfermedad también deben ingresarse y mantenerse en aisla-
miento. En pacientes selectos con una infección activa o con una sospecha clínica elevada de infec-
ción activa, el tratamiento de la tuberculosis debe iniciarse en la sala de urgencias. Esto se prepara
mejor en consulta con un equipo intrahospitalario y un especialista en enfermedades infecciosas.
Sífilis
Treponema pallidum es el microorganismo causal de la sífilis. El índice de nuevas infecciones por
sífilis ha estado aumentando desde 2001. Esto tiene importantes implicaciones de salud pública,
ya que se ha demostrado que la infección por sífilis incrementa el índice de transmisión de VIH.
Esta infección suele ocurrir por medio de contacto directo con una lesión infecciosa durante el
contacto sexual. Esto se debe más a menudo a un microtraumatismo de las membranas mucosas
que tiene lugar durante la actividad sexual. Las lesiones de la sífilis primaria (es decir, chancros)
son las lesiones más infecciosas de la sífilis.
Los profesionales de urgencias deben considerar sífilis primaria en cualquier paciente que
se presente con una lesión genital. El chancro característico de la sífilis primaria es indoloro, a
menudo es pasado por alto por los pacientes y habitualmente sana en 2 a 6 sem sin tratamiento.
De no tratarse, muchos pacientes con infección primaria evolucionan a sífilis secundaria. Las
manifestaciones de la sífilis secundaria incluyen un exantema maculopapuloso, linfadenopatía
y condiloma lata. Si no se tratan, los pacientes desarrollan sífilis latente y por último sífilis ter-
ciaria. Esta se caracteriza por daño a órgano terminal debido a T. pallidum. En la Tabla 169-2 se
enlistan los signos y síntomas de cada etapa de la sífilis.
El diagnóstico de sífilis depende de la etapa de la enfermedad. La sífilis primaria y secun-
daria puede diagnosticarse de acuerdo con los datos característicos de la exploración física.
Pueden realizarse pruebas de reagina plasmática y del laboratorio de investigación de enferme-
dades venéreas y son especialmente útiles para identificar a los individuos que pueden estar en
las etapas latente o terciaria de la enfermedad.
El tratamiento primario para la sífilis es la penicilina benzatínica. Los pacientes con alergia
a la penicilina pueden recibir una tetraciclina (es decir, doxiciclina) o un antibiótico macrólido.
La disposición de la sala de urgencias depende de la etapa de la sífilis. Los pacientes con sífilis
primaria o secundaria pueden recibir una sola dosis de penicilina y darse de alta con pruebas de
seguimiento en 6 a 12 meses. Los pacientes en quienes se sospecha sífilis terciaria deben ingre-
sarse para evaluación ulterior de su disfunción orgánica terminal y de su prolongado tratamiento
con antibióticos. Hay que informar a los pacientes que su pareja sexual reciente debe someterse
a pruebas y tratarse.
PUNTOS CLAVE
■■ Si bien los signos y síntomas neurológicos suelen relacionarse con sífilis terciaria, pue-
den ocurrir en cualquier etapa de la enfermedad.
■■ La sífilis aumenta la transmisión de VIH; debe analizarse a los pacientes para ambas
infecciones.
Lecturas recomendadas
Birnbaumer D. Sexually transmitted diseases. In: Wolfson AB, ed. Harwood-Nuss’ Clinical
Practice of Emergency Medicine. 5th ed. Lippincott Williams & Wilkins. 2009:892–897.
Faddoul D. Childhood tuberculosis: an overview. Adv Pediatr. 2015;62:59–90.
Fogel N. Tuberculosis: A disease without boundaries. Tuberculosis. 2015:1–5.
French P. Syphilis. BMJ. 2007;334:143–147.
Sokolove PE, Lee BS, Krawczy JA, et al. Implementation of an emergency department triage
procedure for the detection and isolation of patients with active pulmonary tuberculosis.
Ann Emerg Med. 2000;35:327–336.
170
Evitar errores frecuentes en el
tratamiento de la influenza
Eric Stephen Kiechle, MD, MPH y
Maryann Mazer-Amirshahi, PharmD, MD, MPH
La influenza es una enfermedad infecciosa causada por los virus A y B de la influenza que resulta
en brotes anuales, de forma más notable durante los meses de invierno. En general, la influenza
es una enfermedad autolimitada que se manifiesta con síntomas respiratorios, mialgias, fatiga y
fiebre. La influenza puede causar morbilidad y mortalidad significativas en poblaciones de alto
riesgo, en particular entre personas de edad avanzada, niños pequeños, embarazadas y pacientes
con trastornos médicos crónicos. Las poblaciones adicionales de alto riesgo se enlistan en la
Tabla 170-1.
a
IMC, índice de masa corporal.
Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) recomiendan la vacunación esta-
cional contra la influenza para casi todas las poblaciones de pacientes. Cuando se diagnostica
una infección aguda por influenza, o se requiere profilaxis, hay dos clases de medicamentos que
están disponibles para el tratamiento: los inhibidores de la neuraminidasa y los adamantanos.
Los CDC recomiendan que el paciente en el que se sospeche o confirme influenza que requiera
hospitalización o evidencie infección prolongada o complicada (es decir, neumonía) o los pacien-
tes de riesgo elevado reciban un inhibidor de la neuroaminidasa. Para pacientes sin factores
de riesgo para enfermedad complicada que se presenten en un lapso de 48 h del inicio de los
síntomas, el profesional de urgencias debe sopesar los riesgos y beneficios del tratamiento con
un inhibidor de la neuraminidasa. Los adamantanos (p. ej., amantadina, rimantadina) ya no se
recomiendan para el tratamiento de la influenza debido a su espectro limitado de actividad y los
elevados índices de resistencia.
Los inhibidores de la neuraminidasa que tienen actividad contra la mayoría de los virus
de influenza A y B incluyen oseltamivir, zanamivir y peramivir. Las indicaciones, dosificación y
efectos adversos de estos medicamentos se resumen en la Tabla 170-2. Es importante considerar
los datos de vigilancia y los patrones de resistencia locales, estatales y nacionales de influenza
cuando se elige un inhibidor de la neuraminidasa. A la fecha, más del 99% de los virus de
influenza estacional es sensible a oseltamivir.
Oseltamivir se administra por vía oral, por lo general es bien tolerado y ha demostrado que
reduce el tiempo hasta la mejoría de los síntomas en ~16 h. Aunque la evidencia sigue siendo mixta,
un metaanálisis de 2015 demostró una reducción de la hospitalización y las complicaciones por
influenza en pacientes con influenza confirmada en el laboratorio que se trataron con oseltamivir.
Zanamivir se administra mediante inhalación y ha mostrado que reduce el tiempo hasta la
mejoría de los síntomas en ~14 h. En contraste con oseltamivir, zanamivir no ha demostrado dis-
minuir las hospitalizaciones o las complicaciones de la influenza. Zanamivir puede causar bron-
coespasmo y debe evitarse en pacientes con asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Peramivir fue aprobado para su uso en Estados Unidos en 2014 y es el inhibidor de la neu-
raminidasa más reciente. Se administra como una sola dosis intravenosa de 600 mg. Se encontró
que peramivir no era inferior a oseltamivir en un estudio multinacional que comparó los dos
medicamentos. Debe considerarse peramivir en pacientes que no pueden recibir oseltamivir o
zanamivir y en aquellos en quienes existen dudas sobre su cumplimiento farmacológico.
El tratamiento no debe depender de la confirmación de influenza en el laboratorio. Se
obtiene un beneficio máximo con el tratamiento temprano con un inhibidor de la neuramini-
dasa. Las pruebas de diagnóstico rápido carecen de sensibilidad para influenza. De hecho, un
Oseltamivir 75 mg por vía oral, Náusea, vómito Primera opción para emba-
dos veces al día por razadas. Requiere ajuste de
5 días la dosis renal
Zanamivir 10 mg inhalados, dos Broncoespasmo Evitar en asmáticos o
veces al día por pacientes con enfermedad
5 días pulmonar obstructiva
crónica
Peramivir 600 mg por vía intra- Diarrea Requiere ajuste de la dosis
venosa, dosis única renal
metaanálisis de 2012 demostró una sensibilidad agrupada de solo 62% para las pruebas rápidas
de influenza. Dada la eficacia variable de la vacuna para la influenza, el tratamiento no debe omi-
tirse, incluso en pacientes vacunados, cuando haya una sospecha clínica elevada de influenza. Los
pacientes de alto riesgo que son dados de alta de la sala de urgencias con tratamiento antiviral
deben mantenerse bajo seguimiento ambulatorio estrecho.
PUNTOS CLAVE
■■ Tratar a todos los pacientes de alto riesgo y hospitalizados con sospecha o confirmación
de influenza con un inhibidor de la neuraminidasa sin importar el tiempo de inicio de
los síntomas.
■■ Considerar los beneficios y riesgos del tratamiento en pacientes de bajo riesgo que se pre-
sentan en un lapso de 48 h del inicio de los síntomas. No tratar a estos pacientes si se
presentan después de 48 horas.
■■ Los antecedentes de vacunación contra la influenza no descartan la enfermedad. Tratar
al paciente si existe una elevada sospecha clínica de infección.
■■ No basar la decisión de tratar al paciente con sospecha de influenza en la confirmación
del laboratorio.
■■ Considerar las comorbilidades del paciente y su cumplimiento al elegir un inhibidor de
la neuraminidasa.
Lecturas recomendadas
Chartrand C, Leeflang MM, Minion J, et al. Accuracy of rapid influenza diagnostic tests:
A meta-analysis. Ann Intern Med. 2012;156:500–511.
Dobson J, Whitley RJ, Pocock S, et al. Oseltamivir treatment for influenza in adults: A meta-
analysis of randomized controlled trials. Lancet. 2015;385:1729–1737.
Fiore AE, Fry A, Shay D, et al. Antiviral agents for the treatment and chemoprophylaxis of
influenza: Recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices.
MMWR Recomm Rep. 2011;60:1–24.
Heneghan CJ, Onakpoya I, Thompson M, et al. Zanamivir for influenza in adults and children:
Systematic review of clinical study reports and summary of regulatory comments. BMJ.
2014;348:g2547.
Kohno S, Yen MY, Cheong HJ, et al. Phase III randomized, double-blind study comparing
single-dose intravenous peramivir with oral oseltamivir in patients with seasonal influenza
virus infection. Antimicrob Agents Chemother. 2011;55:5267–5276.
171
Opciones apropiadas de antibióticos
para microorganismos resistentes
Jessica E. Shackman, MD, PhD y Kathryn M. Kellogg, MD, MPH
Se prescriben antibióticos a ~15% de los pacientes en la sala de urgencias y están entre los medica-
mentos utilizados con mayor frecuencia en este ámbito. A menudo, el profesional de urgencias debe
tomar decisiones clínicas relacionadas con antibióticos con base en datos microbiológicos incom-
pletos o ausentes. A pesar de lo anterior, la lista de microorganismos resistentes ha crecido de forma
exponencial. Para mejorar los resultados y limitar la cantidad de microorganismos resistentes, es
imperativo que el profesional de urgencias elija el esquema antibiótico apropiado para el trata-
miento de pacientes de urgencias con enfermedades infecciosas específicas. Este capítulo analiza
los medicamentos antibióticos apropiados para infecciones frecuentes en la sala de urgencias, inclu-
yendo infecciones urinarias, neumonía extrahospitalaria e infecciones cutáneas y de tejidos blandos.
Infecciones urinarias
El patógeno causal más frecuente en las infecciones urinarias es Escherichia coli. Tradicionalmente
se han usado trimetoprim-sulfametoxazol o ciprofloxacina para tratar las infecciones urinarias no
complicadas en pacientes de urgencias. Resulta importante mencionar que los índices de resisten-
cia de estos dos antibióticos han aumentado a más del 20% en algunas regiones. De forma similar,
las aminopenicilinas y las cefalosporinas de primera y segunda generación también han reducido
su eficacia para el tratamiento de las infecciones urinarias. Como resultado, hoy se recomienda
nitrofurantoína como antibiótico de primera elección para infecciones urinarias no complicadas.
Los índices actuales de resistencia de la nitrofurantoína son bajos. Es importante considerar que
nitrofurantoína tiene una eficacia reducida para Enterococcus, Klebsiella y Pseudomonas.
Las infecciones urinarias causadas por microorganismos productores de betalactamasas de
espectro extendido han aumentado. Hasta 20% de las infecciones causadas por Enterobacteriáceas
se debe hoy a microrganismos productores de betalactamasa de espectro extendido. Los factores
de riesgo para infecciones de este tipo incluyen edad > 65 años, múltiples comorbilidades, resi-
dir en un asilo, hospitalización reciente e infecciones urinarias recurrentes. Los microorganismos
productores de betalactamasas de espectro extendido tienen índices elevados de resistencia a cef-
triaxona, pipercilina-tazobactam y ciprofoloxacina. Los antibióticos carbapenem a la fecha son
la mejor opción para pacientes con una infección de este tipo. Es importante recordar que estos
medicamentos deben usarse de forma juiciosa para evitar también el desarrollo de resistencia a
esta clase de antibióticos. Deben solicitarse cultivos de orina en pacientes con riesgo de infecciones
urinarias resistentes a fármacos.
Neumonía
La neumonía extrahospitalaria es una enfermedad infecciosa frecuente que evoluciona a hospita-
lización después de la sala de urgencias. Los criterios diagnósticos estándar para neumonía extra-
hospitalaria incluyen signos y síntomas clínicos de neumonía (es decir, fiebre, tos, dolor torácico
pleurítico) y la presencia de infiltrados en la placa torácica. Es sorprendente que hasta 30% de
los pacientes diagnosticados con neumonía en la sala de urgencias no cumple con estos criterios
estándar. Además, muchos pacientes tienen una etiología viral para su neumonía y no requieren
tratamiento con antibióticos.
En Estados Unidos, Streptococcus pneumoniae es el patógeno más común de la neumonía
extrahospitalaria. El tratamiento ambulatorio primario de esta neumonía en pacientes adultos de
bajo riesgo es un antibiótico macrólido (es decir, azitromicina). Para pacientes ambulatorios con
comorbilidades se recomienda una fluoroquinolona o la combinación de un macrólido y un anti-
biótico betalactámico. Es importante mencionar que hasta 30% de las infecciones neumocóci-
cas graves es resistente a estos antibióticos de primera línea. Los pacientes menores de 5 años o
mayores de 65 están en riesgo de contraer infecciones neumocócicas graves. En 2010 se desarrolló
una vacuna neumocócica 13-valente que redujo de manera considerable la diseminación de cepas
neumocócicas resistentes. De cualquier modo, los pacientes con infección neumocócica grave por
lo general se ingresan.
Se recomienda un antibiótico macrólido en combinación ya sea con una fluoroquinolona
respiratoria o un betalactámico para los pacientes en urgencias con neumonía extrahospitalaria que
requieren hospitalización. Para pacientes en quienes se sospecha una infección por S. pneumoniae o
Pseudomonas resistente a fármacos, o en quienes presentan enfermedad grave, debe administrarse
un betalactámico contra Pseudomonas (es decir, piperacilina-tazobactam) además de un antibiótico
macrólido. Los factores de riesgo del paciente para infección con un neumococo o Pseudomonas
resistente a fármacos incluyen cardiopatía o neumopatía crónicas, diabetes mellitus, asplenia,
neoplasia, inmunosupresión y uso reciente de antibióticos. Debe añadirse vancomicina al esquema
de antibióticos cuando se sospeche una infección con Staphylococcus aureus resistente a meticilina.
Las neumonías relacionadas con atención a la salud ocurren en un lapso de 90 días de la hospitali-
zación o ingreso a un asilo y se acompañan de un riesgo elevado de infección con microorganismos
resistentes a múltiples fármacos. Por lo tanto, se recomienda cobertura con antibióticos de amplio
espectro (p. ej., tratamiento combinado con piperacilina-tazobactam y vancomicina) y ajustes ulte-
riores con base en los resultados de los cultivos microbiológicos.
Infecciones de la piel y tejidos blandos
Las visitas a la sala de urgencias por infecciones de la piel y tejidos blandos prácticamente se han
triplicado en los últimos 15 años. Aunque S. aureus resistente a meticilina suele estar implicado
como patógeno causal en estas infecciones, las especies betahemolíticas de Streptococcus siguen
representando cerca del 80% de los casos de celulitis sin absceso. Estos microorganismos siguen
siendo sensibles a las penicilinas y antibióticos tipo cefalosporina de primera generación. El trata-
miento para las infecciones con estos microorganismos por lo general es innecesario en pacientes
con celulitis no purulenta. Además, muchos abscesos cutáneos pueden tratarse solo con incisión
y drenaje, ya que no se ha demostrado que el tratamiento con antibióticos mejore los índices de
curación. El tratamiento de la infección con S. aureus resistente a meticilina debe considerarse en
pacientes con heridas abiertas, lesión penetrante previa, uso de drogas intravenosas e inmuno-
supresión. Los antibióticos de amplio espectro deben reservarse para pacientes con sospecha de
infecciones cutáneas necrosantes o aquellos con signos de enfermedad sistémica. Aunque a la fecha
vancomicina es la primera opción para las infecciones cutáneas y de tejidos blandos relacionadas
con S. aureus resistente a meticilina, el profesional de urgencias debe evitar administrar una sola
dosis de vancomicina antes de dar de alta al paciente de urgencias. Una sola dosis de vancomicina
no produce concentraciones sanguíneas terapéuticas y contribuye al desarrollo de microorganis-
mos resistentes. Los esquemas ambulatorios apropiados para sospecha de infección de la piel y
tejidos blandos con S. aureus resistente a meticilina incluyen clindamicina, doxiciclina o la combi-
nación de trimetoprim-sulfametoxazol y cefalexina.
PUNTOS CLAVE
■■ Los índices de resistencia de los microorganismos locales y los antibiogramas hospitala-
rios deben revisarse al seleccionar un antibiótico.
■■ Nitrofurantoína es el antibiótico de primera línea para infecciones urinarias no complicadas.
■■ Debe usarse un antibiótico carbapenem como fármaco de primera línea para tratar una
infección urinaria en pacientes con riesgo de infección debida a un microorganismo pro-
ductor de betalactamasa de espectro extendido.
■■ Considerar la posibilidad de infección por neumococo, Pseudomonas resistentes a fárma-
cos o S. aureus resistente a meticilina en pacientes graves con neumonía.
■■ Evitar los antibióticos para S. aureus resistente a meticilina en pacientes con celulitis
simple y un aspecto favorable.
Lecturas recomendadas
Centers for Disease Control and Prevention. Antibiotic Resistance Threats in the United States,
2013. Disponible en: http://www.cdc.gov/drugresistance/threat-report-2013/. Úlltima
actualización en julio 2014. Consultado el 20 de agosto,, 2015.
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Treatment of Acute Uncomplicated Cystitis and Pyelonephritis in Women: A 2010 Update
by the Infectious Diseases Society of America and the European Society for Microbiology
and Infectious Diseases. Clin Infect Dis. 2011;52:e103–e120.
Mandell LA, Wunderink RG, Anzueto A, et al. Infectious Diseases Society of America/Amer-
ican Thoracic Society Consensus Guidelines on the management of community-acquired
pneumonia in adults. Clin Infec Dis. 2007;44(S2):s27–s72.
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agement of skin and soft tissue infections: 2014 Update by the Infectious Diseases Society
of America. Clin Infec Dis. 2014;59:e10–e52.
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en: https://www.acep.org/Content.aspx?id=70630. Consultado el 15 de agosto, 2015.
172
Prevención de infecciones
Lindsey DeGeorge, MD y Lauren Wiesner, MD
protocolos estrictos de triaje para identificar sin demora a los pacientes potenciales con estos
trastornos. A cada caso con una posible enfermedad infecciosa debe preguntársele sobre sus
antecedentes de viaje. Además, los profesionales de urgencias deben estar familiarizados con los
patrones epidemiológicos actuales de patógenos emergentes.
Una vez que se sospecha un patógeno nuevo, debe aislarse de inmediato al paciente en un
área predefinida de la sala de urgencias. Además, es importante limitar el número de profesio-
nales de atención a la salud que tengan contacto directo con el paciente. Los profesionales de la
salud asignados para trabajar con pacientes que se estudian para un patógeno novedoso deben
ser capacitados adecuadamente en cómo ponerse y quitarse el equipo de protección personal.
Desafortunadamente, el índice de preservación de los procedimientos correctos para ponerse y
quitarse el equipo después de pasados 6 meses de la capacitación ha demostrado ser bajo. Debido
a la complejidad del proceso para ponerse y quitarse el equipo, debe desarrollarse y seguirse una
lista de verificación. Además, un observador capacitado debe supervisar el procedimiento para
ponerse y quitarse el equipo de modo que se asegure de que se hace correctamente.
También es fundamental usar una antesala para separar de forma inequívoca las áreas lim-
pias de las contaminadas. Debe obtenerse una consulta urgente con un especialista en control de
infecciones en las instalaciones y referencia con atención especializada de manera temprana en el
proceso diagnóstico de estos pacientes. Quizá lo más importante es que un jefe del área supervise
la atención del paciente en investigación por un nuevo patógeno para asegurar que se sigan las
medidas apropiadas de prevención de infecciones.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Centers for Disease Control and Prevention. Guidance on Personal Protective Equipment to
be Used BY Healthcare Workers During Management of Patients with Ebola Virus Disease
in U.S. Hospitals, Including Procedures for Putting On (Donning) and Removing (Doffing).
2015. Disponible en: http://www.cdc.gov/vhf/ebola/healthcare-us/ppe/guidance.html
Centers for Disease Control and Prevention. Infection Prevention and Control Recommenda-
tions for Hospitalized Patients Under Investigation (PUIs) for Ebola Virus Disease (EVD) in
U.S. Hospitals. Disponible en: http://www.cdc.gov/vhf/ebola/healthcare-us/hospitals/
infection-control.html
Centers for Disease Control and Prevention. Prevention Strategies for Seasonal Influenza in
Healthcare Settings. Disponible en: http://www.cdc.gov/flu/professionals/infectioncon-
trol/healthcaresettings.htm
Liang S, Theodoro DL, Schuur JD, et al. Infection prevention in the emergency department.
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Siegel JD, Rhinehart E, Jackson M, et al. 2007 Guideline for Isolation Precautions: Preventing
Transmission of Infectious Agents in Healthcare Settings. Disponible en: http://www.cdc.
gov/hicpac/pdf/isolation/Isolation2007.pdf
173
Tratamiento de la neumonía en la
enfermedad pulmonar obstructiva crónica
Diana Ladkany, MD y Jeffrey Dubin, MD, MBA
El término enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se utiliza para describir varias
neumopatías, incluyendo enfisema, bronquitis crónica y enfermedad de las vías respiratorias
pequeñas. La EPOC se caracteriza por destrucción alveolar con pérdida de la elasticidad pul-
monar, inflamación de las vías respiratorias, hipersecreción de moco y fibrosis. Los factores
predisponentes para EPOC incluyen infecciones crónicas, exposiciones ambientales (p. ej.,
tabaquismo) y factores genéticos. Las complicaciones de la EPOC que suelen encontrarse en
la sala de urgencias incluyen exacerbaciones agudas con broncoespasmo o neumonía. Ambos
trastornos pueden ser causales de estancias prolongadas en el hospital o en la unidad de cuidados
intensivos, y la necesidad de ventilación mecánica se relaciona con una mayor mortalidad en
pacientes con EPOC. Cada año, en Estados Unidos hay más de 1 millón de hospitalizaciones y
más de 50 000 muertes que obedecen a neumonía. La neumonía grave ocurre más a menudo en
pacientes que han estado hospitalizados, que reciben diálisis, están inmunosuprimidos o padecen
enfermedad cardiaca, hepática o pulmonar crónica.
La EPOC es un factor de riesgo independiente para mortalidad en pacientes con neumo-
nía. Específicamente, hay un elevado índice de mortalidad si el paciente está intubado o fracasa
un esquema de ventilación mecánica no invasiva. Aunque los corticoesteroides inhalados com-
binados con agonistas beta de acción prolongada reducen el número de exacerbaciones agudas
de EPOC, un estudio reciente demostró un aumento de la mortalidad en pacientes con EPOC
tratados con corticoesteroides inhalados crónicos que desarrollaron neumonía. Fluticasona-
salmeterol se relaciona con un mayor índice de mortalidad en pacientes con EPOC con neumo-
nía en comparación con budesonida-formoterol.
Es importante recordar que la flora pulmonar se encuentra alterada en pacientes con
EPOC, lo que los pone en riesgo de colonización con microorganismos resistentes. Algunas
posibles explicaciones para la alteración de la flora incluyen infecciones frecuentes y el uso cró-
nico de corticoesteroides inhalados. Estos factores alteran la inmunidad epitelial pulmonar y
permiten que las bacterias proliferen dentro de las vías respiratorias. Además, también pueden
encontrarse numerosos virus en las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa en caso de
una exacerbación aguda de la EPOC. Asimismo, el virus de la influenza desnuda el epitelio de las
vías respiratorias, puede precipitar neumonía viral y aumenta el riesgo de infecciones bacteria-
nas superimpuestas. Es difícil determinar cuál de estos patógenos es clínicamente importante.
Considerando las alteraciones en la arquitectura pulmonar, puede ser difícil diagnosticar neu-
monía en la placa torácica de un paciente con EPOC. De hecho, a menudo no se observa consoli-
dación lobular en los pacientes con EPOC y neumonía clínicamente significativa.
El tipo de neumonía (extrahospitalaria, relacionada con la atención a la salud e intrahospita-
laria) se clasifica de acuerdo con los diferentes patógenos encontrados en las muestras de esputo del
paciente. Streptococcus pneumoniae sigue siendo el patógeno más frecuente en la neumonía extra-
hospitalaria, pero no es el único importante en los pacientes con EPOC y neumonía. Los patóge-
nos más frecuentes relacionados con neumonía en los pacientes con EPOC incluyen Haemophilus
influenzae, Moraxella catarrhalis, S. pneumoniae y Pseudomonas aeruginosa. El tratamiento con
antibióticos debe ajustarse para tratar estos patógenos. También es importante considerar el tra-
tamiento con oseltamivir en las primeras 48 h de los síntomas durante la temporada de influenza.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Crim C, Calverley PM, Anderson JA, et al. Pneumonia risk in COPD patients receiving inhaled
corticosteroids alone or in combination: TORCH study results. Eur Respir J. 2009;34:641–647.
Janson C, Larsson K, Lisspers KH, et al. Pneumonia and pneumonia related mortality in
patients with COPD treated with fixed combinations of inhaled corticosteroid and long act-
ing β2 agonist: Observational matched cohort study (PATHOS). Br Med J. 2013;346:f4375.
Mandell LA, Wunderink RG, Anzueto A, et al. Infectious Diseases Society of America/Amer-
ican Thoracic Society consensus guidelines on the management of community-acquired
pneumonia in adults. Clin Infect Dis. 2007;44:S27–S72.
Restrepo M, Mortensen EM, Pugh JA, et al. COPD is associated with increased mortality in
patients with community acquired pneumonia. Eur Respir J. 2006;28:346–351.
Sethi S, Murphy TF. Infection in the pathogenesis and course of chronic obstructive
pulmonary disease. N Engl J Med. 2008;359:2355–2365.
174
¡Diagnostique y trate las infecciones
necrosantes de tejidos blandos
sin demora!
Tabitha Gargano, MD y Korin Hudson, MD, FACEP, CAQSM
La infección necrosante de tejidos blandos es una infección rara, si bien grave y de progresión rápida
de la fascia, el tejido subcutáneo, la dermis profunda o el músculo. Estas infecciones se caracterizan
por una invasión microbiana angiotrombótica de los tejidos y necrosis con licuefacción. Estas infec-
ciones que ponen en riesgo la vida tienen un índice de mortalidad que varía de 20 a 40%, incluso
cuando se tratan de forma apropiada. Los supervivientes a menudo sufren una morbilidad signifi-
cativa que puede incluir amputaciones, hospitalizaciones prolongadas, múltiples procedimientos
Adaptada de Wong CH, Khin LW, Heng KS, et al. Crit Care Med. 2004;32:1535–1541.
que inhibe la síntesis de proteínas (es decir, clindamicina) para reducir la producción de toxinas.
La consulta quirúrgica temprana es fundamental y debe hacerse tan pronto como se sospeche el
diagnóstico. La desbridación quirúrgica de urgencia sigue siendo el tratamiento de elección para una
infección necrosante de tejidos blandos.
PUNTOS CLAVE
■■ Una infección necrosante de tejidos blandos es una infección que evoluciona rápida-
mente con morbilidad y mortalidad elevadas que suele diagnosticarse de manera errónea.
■■ La diabetes mellitus, el abuso de drogas intravenosas, la inmunosupresión, los procedi-
mientos quirúrgicos recientes y los traumatismos recientes son factores de riesgo para
estas infecciones.
■■ Los datos característicos de una infección necrosante de tejidos blandos incluyen dolor
desproporcionado durante la exploración cutánea e hipersensibilidad que se extiende
más allá del área del eritema.
■■ Tratar con reanimación intensiva con líquidos, antibióticos empíricos de amplio espec-
tro y referencia quirúrgica temprana.
■■ La desbridación quirúrgica de urgencia es la opción de tratamiento para una infección
necrosante de tejidos blandos.
Lecturas recomendadas
Anaya DA, McMahon K, Nathens AB, et al. Predictors of mortality and limb loss in necrotiz-
ing soft tissue infections. Arch Surg. 2005;140:151–157.
Elliott D, Kufera JA, Myers RA. The microbiology of necrotizing soft tissue infections. Am J
Surg. 2000;179:361–366.
Stamenkovic I, Lew PD. Early recognition of potentially fatal necrotizing fasciitis: The use of
frozen-section biopsy. N Engl J Med. 1984;310:1689–1693.
Wong CH, Chang HC, Pasupathy S, et al. Necrotizing fasciitis: clinical presentation, microbi-
ology, and determinants of mortality. J Bone Joint Surg Am. 2003;85:1454–1460.
Wong CH, Khin LW, Heng KS, et al. The LRINEC (Laboratory Risk Indicator for Necro-
tizing Fasciitis) score: a tool for distinguishing necrotizing fasciitis from other soft tissue
infections. Crit Care Med. 2004;32:1535–1541.
175
¿Cuál es la mejor manera de medir
la temperatura central?
Matthew Morrison, MD
catéter con sensor de temperatura para medir la temperatura central. Por último, puede usarse
una sonda esofágica o un catéter de la arteria pulmonar para obtener la temperatura central,
aunque la mayoría de las salas de urgencias no cuenta con el equipo o la experiencia necesarios
para estas mediciones.
PUNTOS CLAVE
■■ La temperatura elevada con frecuencia advierte el inicio de una enfermedad que pone
en riesgo la vida.
■■ La fiebre se pasa por alto usando métodos timpánicos y orales hasta en 20% de los
pacientes.
■■ No debe confiarse en un factor de corrección para ajustar las temperaturas orales de
modo que reflejen las mediciones rectales.
■■ No debe medirse la temperatura rectal en pacientes neutropénicos.
■■ Se prefiere la temperatura rectal a la medición de la temperatura oral, timpánica y
temporal.
Lecturas recomendadas
Couilliet D, Meyer P, Grosshans E. Comparative measurements of oral and rectal tempera-
tures in 224 hospitalized patients. Ann Med Interne (Paris). 1996;147:536–538.
Fulbrook P. Core temperature measurement in adults: A literature review. J Adv Nurs.
1983;18:1451–1460.
Ilsley AH, Rutten AJ, Runciman WB. An evaluation of body temperature measurement.
Anaesth Intensive Care. 1983;11:31–39.
Sermet-Gaudelus, Chadelat I, Lenoir G. Body temperature measurement in daily practice.
Arch Pediatr. 2005;12:1292–1300.
Walker G, Runde D, Rolston D, et al. Retrospective observational study of emergency depart-
ment rectal temperatures in over 10 years. World J Emerg Med. 2013;4(2).
176
¿otra consulta por lumbalgia?
¡considere el absceso epidural
en el diagnóstico diferencial!
Elaine Hua Situ-LaCasse, MD
La lumbalgia es una queja frecuente en la sala de urgencias y los estudios diagnósticos no siempre
son fáciles. Queda a juicio del médico determinar si el paciente requiere antiinflamatorios no este-
roides (AINE) y realizar el papeleo habitual o solicitar estudios de sangre, prescribir antibióticos y
resonancia magnética de la totalidad de la columna. La clave para un manejo apropiado es el diag-
nóstico. En este capítulo nos enfocaremos en el diagnóstico de los abscesos epidurales raquídeos.
Los abscesos de este tipo son raros, pero pasar uno por alto puede ser devastador tanto para
el médico como para el paciente. Alrededor de la mitad de los casos con estos abscesos es dado de
alta y regresa para una segunda visita a urgencias debido a sus síntomas inespecíficos iniciales.
El aspecto más importante de la evaluación inicial es realizar las preguntas correctas. Los
siguientes son factores de riesgo frecuentes para abscesos epidurales raquídeos: uso de drogas intrave-
nosas, hospitalizaciones recientes, diabetes mellitus, nefropatía en etapa terminal, cáncer, alcoholismo
y cualquier factor que pueda causar inmunosupresión. Los procedimientos raquídeos, como inyec-
ciones, punciones lumbares, epidurales, etc., también predisponen a los pacientes a estos abscesos.
Hay que estar atentos a algunos distractores, como traumatismo menor reciente o lumbalgia crónica,
porque pueden oscurecer una causa más insidiosa de lumbalgia. No se deje engañar.
Los signos y síntomas son fundamentales. La presentación clásica de un absceso epidural
raquídeo sería un hombre febril usuario de drogas IV con lumbalgia y déficits neurológicos; pero
estos casos rara vez corresponden a lo que indican los libros de texto, por lo que esta tríada clásica
es rara y se observa en < 20% de los pacientes; ¡solo alrededor de la tercera parte de los pacientes
presenta fiebre! El objetivo del diagnóstico temprano de estos abscesos es la prevención de una
infección que empeora y del síndrome de cauda equina. Los síntomas del paciente y su progre-
sión son útiles: lumbalgia que se agrava, debilidad, incontinencia, disminución de la sensación o
parálisis. Es el momento de escuchar a su paciente.
Al revisar las gráficas de estos pacientes, muchos doctores olvidan documentar la explo-
ración de forma precisa. La documentación de una buena exploración física, en especial de una
investigación neurológica detallada, incluyendo un tacto rectal para evaluar el tono del esfínter,
resulta útil, en especial si el paciente regresa por la misma queja principal. Hay que asegurarse
de presentarse primero al paciente antes del tacto rectal. Deben documentarse sensación, fuerza
motora, función cerebelosa y reflejos del paciente. Se recomienda ser detallado; evite escribir
“exploración neurológica no focal”. La exploración sensorial también debe incluir evaluación de
anestesia en silla de montar.
406
Debe realizarse primero una inspección visual detallada de la espalda, buscando áreas de enro-
jecimiento, mayor calor o hinchazón, sobre todo si el paciente se ha sometido a un procedimiento en
fechas recientes. Probablemente experimente lumbalgia en la línea media, la cual puede empeorar con
la percusión de las apófisis espinosas. Es necesario que el paciente se quite toda la ropa, de modo que
pueda revisarse la piel, asegurándose de no pasar por alto un absceso, celulitis o úlcera por decúbito.
Esto también incluye revisar entre los dedos de manos y pies, retirar pañales de adulto, etcétera.
Encontrar retención urinaria en un paciente es un dato más sensible que otros en la exploración
física. Si existe la preocupación de incontinencia urinaria por rebosamiento, debe hacerse una gamma-
grafía vesical antes y después de que el paciente orine, para determinar si hay residuos posteriores al
vaciamiento.
Los estudios en sangre son obligados: cultivos de sangre × 2 si el paciente se encuentra febril
con retención urinaria, biometría hemática completa, panel metabólico completo y velocidad de
eritrosedimentación. Los leucocitos pueden ser normales debido a que solo 60% de los casos tiene
elevación de los mismos. La velocidad de eritrosedimentación probablemente esté elevada si hay un
absceso epidural raquídeo y los cirujanos especializados utilizarán este valor para determinar la mejo-
ría de la enfermedad.
En lo referente a los estudios de imágenes, hay que omitir las radiografías. El estudio de ima-
gen más apropiado es la resonancia magnética. Las imágenes por resonancia magnética de toda la
columna con contraste IV sirven para (a) identificar un absceso epidural raquídeo, (b) revelar la exten-
sión del absceso y (c) ayudar a descartar un absceso epidural raquídeo y otros diagnósticos como neo-
plasias, mielitis transversal, hematomas o disco protuberante. Si en la sala de urgencias o el hospital
no se dispone de resonancia magnética o el paciente no puede someterse a una debido a un dispositivo no
compatible, entonces la siguiente mejor opción es una mielografía con tomografía computarizada. El
encargado de realizarla suele ser un radiólogo, quien inyecta tinte de contraste en el espacio subaracnoi-
deo para identificar áreas de compresión medular en el mielograma con tomografía de contraste.
Este capítulo se ha enfocado sobre todo en el diagnóstico de los abscesos epidurales raquídeos
y poco en su manejo. Si la sospecha de este absceso es elevada, hay que iniciar antibióticos de forma
temprana, en especial en caso de sepsis. El microorganismo causal suele ser Staphylococcus aureus,
pero lo antibióticos utilizados también deben ofrecer cobertura contra Escherichia coli y Pseudomonas
aeruginosa, por lo que el esquema sugerido es vancomicina IV más cefepima o meropenem. Cuide a
su paciente y asegúrese de que sea el siguiente en la lista para una resonancia magnética. Entre más
pronto se diagnostique el absceso, más pronto podrá el enfermo pasar al quirófano. Los abscesos
pequeños pueden drenarse mediante radiología intervencionista, pero hay que contactar primero a
un cirujano especializado. Si en el hospital no hay servicio de cirugía de la columna, el paciente debe
transferirse sin demora a un centro que sí cuente con él. Los retrasos en la transferencia pueden sig-
nificar el desarrollo o empeoramiento de déficits neurológicos mientras el paciente siga en urgencias
y eso debe evitarse a toda costa.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
ACEP Now. 2010. Spinal epidural abscess—Avoiding neurologic catastrophe in the ED.
[April 1, 2010; August 15, 2015]. www.acepnow.com/article/spinal-epidural-abscess-
avoiding-neurologic-catastrophe-ed/.
Davis D, et al. The clinical presentation and impact of diagnostic delays on emergency depart-
ment patients with spinal epidural abscess. J Emerg Med. 2004;26(3):285–291.
Lurie J. What diagnostic tests are useful for low back pain? Best Pract Res Clin Rheumatol.
2005;19(4):557–575.
177
Si sospecha cola de caballo,
¡revise la silla de montar!
Courtney K. Soley, MD y Heather Miller Fleming, MD
Como médico en la sala de urgencias, casi cada turno requiere atender a un paciente con lum-
balgia. Alrededor del 90% de los individuos experimenta un episodio de lumbalgia en algún
momento.1 Muchos casos se resuelven en 4 a 6 sem con intervención mínima y sin secuelas sig-
nificativas. Sin embargo, hay muchas causas de lumbalgia que pueden significar una morbilidad
importante para el paciente y llevar a consecuencias médico-legales graves para el médico de
urgencias si no se diagnostican de forma expedita.2 Al estar pendiente a los signos de alerta en
los antecedentes y exploración física, el médico de urgencias puede evitar estudios de imágenes
innecesarios al tiempo que identifica casos con diagnósticos que no deben perderse de vista.
El síndrome de cauda equina es una causa de lumbalgia que no debe pasarse por alto. La
cauda equina, llamada así por su similitud con la cola de un caballo, es un haz de raíces nerviosas que
comienza a nivel de la vértebra L1. El síndrome de cauda equina se debe a la compresión de la parte
del mismo nombre. Aunque el trastorno fue descrito por primera vez en 1934, no existe una definición
formal.2 Las causas son varias. La más frecuente sigue siendo una herniación central de gran tamaño
de un disco intervertebral, con frecuencia a nivel de L4-L5.3 Otras causas incluyen absceso epidural,
neoplasia, hematoma raquídeo, estenosis de la columna, espondilitis anquilosante y traumatismo.
Es fundamental que el médico de urgencias tenga un alto índice de sospecha para detectar
el síndrome de cauda equina entre los muchos casos que se presentan con lumbalgia. Por des-
gracia, los síntomas y signos de síndrome de cauda equina pueden ser sutiles. La mayoría de los
retrasos en el tiempo de la presentación al tratamiento ocurre al momento del diagnóstico.4 Por lo
tanto, debe tenerse un abordaje sistemático para evitar posibles diagnósticos erróneos.
Los antecedentes y la exploración física sistemáticos a menudo contienen indicios sobre una
etiología subyacente más grave. Las “alertas” en los antecedentes que sugieren una mala etiología
de la lumbalgia incluyen edad < 20 o > 50 años, duración de los síntomas (> 4 sem), presencia de
síntomas sistémicos (fiebre, pérdida de peso), antecedentes de traumatismo, antecedentes de uso
de drogas inyectadas, estado de inmunocompromiso, déficits neurológicos por debajo de la cintura,
disfunción intestinal y retención urinaria, lo que puede ir acompañado de incontinencia por rebosa-
miento. De estos, la anestesia en silla de montar, la debilidad de las extremidades inferiores y la pér-
dida de la función vesical o intestinal son la tríada clásica de síntomas relacionados con el síndrome
de cauda equina. Sin embargo, el síndrome puede presentarse de diversas formas. Otros síntomas
relacionados con el síndrome de cauda equina incluyen lumbalgia, ciática bilateral, disfunción
sexual, alteraciones de la marcha y parálisis. Un estudio de pacientes con síndrome de cauda equina
que se presentaron a la sala de urgencias encontró que los síntomas más frecuentes eran dolor, flaci-
dez y dificultad para la ambulación.5 Por desgracia, si a la presentación hay alteraciones de la marcha
o retención urinaria, muchos pacientes conservarán cierto grado de déficit después del tratamiento.1
Es fundamental realizar una exploración detallada y sistemática. Algunas señales de alerta
que pueden revelarse durante la exploración física incluyen fiebre, prueba positiva con la pierna
levantada, déficits neurológicos como anestesia en silla de montar, arreflexia o marcha anormal.
La exploración física de un paciente con lumbalgia debe incluir la exploración de la columna, lo
que incluye buscar cambios dermatológicos, hipersensibilidad puntual y deformidad. La explora-
ción física también debe comprender pruebas de fuerza; pruebas sensoriales, específicamente en la
región de la “silla de montar” y extremidades inferiores; tacto rectal; prueba de reflejos tendinosos
profundos y valoración de la marcha. ¡No omita el tacto rectal!2 Esta prueba solo puede omitirse si
el paciente no tiene recto. Hay disminución del tono rectal en ~60 a 80% de los casos de síndrome
de cauda equina.1 Entre los datos de la exploración física, la anestesia en silla de montar tiene una
sensibilidad de 0.75.6 Así que si sospecha que está afectada la cola de caballo, ¡verifique la silla!
Además de la exploración física, debe realizarse cateterización vesical residual posterior a
la micción si se sospecha síndrome de cauda equina. La retención urinaria (> 100 mL) tiene una
sensibilidad de ~0.9 y un valor de predicción negativo de 99.99%.1 De hecho, se ha encontrado
que la retención urinaria de 500 mL o más combinada con ciática bilateral, molestias subjetivas de
retención urinaria o incontinencia rectal pueden ser factores de predicción del síndrome de cauda
equina confirmado con resonancia magnética.7
Las pruebas de laboratorio suelen dirigirse a causas específicas del síndrome de cauda equina,
como una infección o neoplasias. Las pruebas que se indican con mayor frecuencia incluyen biome-
tría hemática completa, velocidad de eritrosedimentación y análisis de orina.1,8 Las imágenes por
resonancia magnética siguen siendo el método de referencia para el diagnóstico debido a la mejor
diferenciación de tejidos blandos.1,9 Si se sospecha síndrome de cauda equina, debe obtenerse una
resonancia magnética de urgencia. Si esta no se encuentra disponible o está contraindicada debido a
implantes metálicos, puede usarse una mielografía con tomografía computarizada. Se administran
esteroides IV de forma sistemática tanto en el síndrome de cauda equina traumático como en el
atraumático, aunque la evidencia para apoyar su uso en la variedad atraumática es controvertida.
Los fármacos empleados con frecuencia incluyen dexametasona y metilprednisolona. Es indis-
pensable una consulta quirúrgica sin demora, ya que la descompresión en un lapso de 48 h es el
estándar de atención actual,2 aunque el momento en que debe realizarse la intervención quirúrgica
sigue siendo motivo de controversia.3
PUNTOS CLAVE
■■ El síndrome de cauda equina es una causa rara de lumbalgia que puede llevar a mor-
bilidad significativa si no se diagnostica de forma oportuna.
■■ Es fundamental una revisión sistemática de los antecedentes y una exploración física
detallada, que incluya un tacto rectal, para el diagnóstico temprano de la cauda
equina.
■■ ¡Siempre debe revisarse la cateterización vesical residual posterior a la micción! La
retención urinaria normal es < 100 mL.
■■ Las imágenes por resonancia magnética son la herramienta diagnóstica de elección.
■■ Si se confirma el síndrome de cauda equina con la resonancia magnética, deben con-
siderarse esteroides IV y solicitar una consulta quirúrgica sin demora.
Referencias
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8. Arce D, Sass P, Abul-Khoudoud H. Recognizing spinal cord emergencies. Am Fam
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9. Schmidt R, Markovchick V. Nontraumatic spinal cord compression. J Emerg Med. 1992;10:
189–199.
178
Bajo presión: diagnóstico y tratamiento
rápidos del síndrome compartimental
agudo de las extremidades
Anna L. Waterbrook, MD
El síndrome compartimental agudo es una urgencia quirúrgica verdadera que pone en riesgo las
extremidades y la vida misma, por lo que se requiere un alto grado de sospecha clínica para estable-
cer su diagnóstico. Si se reconoce y se trata lo suficientemente temprano, puede prevenirse el daño
permanente a los tejidos de las extremidades, que puede causar una discapacidad grave que incluye
parálisis, contracturas o pérdida de las extremidades, rabdomiólisis, daño renal e incluso la muerte.
El síndrome compartimental agudo ocurre en cualquier momento en que hay un aumento de
la presión de un compartimiento musculoesquelético que comprime los músculos, nervios y vasos y
produce una menor perfusión tisular, isquemia y eventualmente muerte celular. Si bien puede afectar
los espacios cerrados de tejido, ocurre más a menudo en los compartimientos musculares de brazos y
piernas. La pantorrilla contiene cuatro compartimientos que rodean la tibia y el peroné, que son los
compartimientos anterior, lateral, superficial posterior y posterior profundo, y representan el 40% de
los casos del síndrome. El antebrazo contiene tanto un compartimiento volar como uno flexor y un
compartimiento dorsal y extensor, que son los siguientes en orden de afección. Otras áreas, como las
manos, los pies y el muslo, también pueden verse afectadas, pero con una frecuencia mucho menor.
Si bien existen muchas causas potenciales del síndrome compartimental agudo, ocurre
más a menudo después de una fractura. Las fracturas más comúnmente relacionadas con el
síndrome incluyen las de la tibia, epífisis humeral, antebrazo y fracturas supracondilares. Otras
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Köstler W, Strohm PC, Südkamp NP. Acute compartment syndrome of the limb. Injury.
2004;35(12):1221–1227.
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syndrome of the leg. J Orthop Trauma. 2008;22(8):581–587.
179
La exploración física y los estudios
en sangre no permiten diferenciar
adecuadamente entre la artritis
infecciosa y la inflamatoria
Derick D. Jones, MD, MBA y Casey M. Clements, MD, PhD
La artritis séptica puede destruir y dañar de forma irreversible una articulación si no se diagnostica y
trata con premura. ¿Cómo es que esto ocurre? Las bacterias dentro de una articulación producen una
respuesta inflamatoria que consume el cartílago, evita que se forme nuevo cartílago e incluso puede
causar necrosis por presión de las estructuras articulares colindantes. Si este proceso no se detiene
rápidamente, los resultados pueden ser un deterioro funcional de la articulación, fusión o incluso
amputación articular. Ningún médico quiere ser responsable de estos resultados en su paciente. Por
si esto no fuera lo bastante malo, las articulaciones sépticas se relacionan con índices de mortalidad de
10 a 15%, con comorbilidades variables. Las complicaciones como bacteriemia, sepsis, endocarditis
y choque distributivo no son raras. Considerando la preocupación de daño articular y aumento de la
mortalidad, el diagnóstico y tratamiento rápidos de una articulación séptica son fundamentales. Por
desgracia, en la sala de urgencias, si se depende solo de la exploración física, los antecedentes y los
estudios en sangre, no puede diferenciarse de manera confiable entre una articulación séptica y una
articulación inflamada y se está en riesgo personal y para el paciente de pasar el diagnóstico por alto.
Por tradición se cree que la articulación séptica se presenta como una articulación tibia,
roja, dolorosa e inflamada con movimiento restringido, y que cuando se encuentra, hay que per-
cutir. De hecho, algunos estudios han mostrado que el dolor articular, los antecedentes de infla-
mación articular y fiebre son los únicos datos que se presentan en más del 50% de los pacientes
con una articulación séptica confirmada. En muy pocos casos hay escalofríos y sudores. Esto sig-
nifica que se requiere un índice de sospecha mucho mayor para las articulaciones sépticas, dado
que muchos pacientes pueden presentarse sin los datos “clásicos”. Las combinaciones de datos
“positivos” en la exploración aumentan la probabilidad de una articulación séptica, en tanto que
la ausencia de estos mismos datos no disminuye de forma sustancial el riesgo de enfermedad
en una articulación dolorosa e inflamada de forma aguda (8 a 27%). Por lo tanto, el médico no
puede confiar solo en los datos de la exploración física para prescribir u omitir un tratamiento
con confianza. Es necesario realizar la prueba correcta: ¡percuta la articulación!
Varios factores de riesgo, como antecedentes de diabetes, artritis reumatoide, cirugía articular
previa, prótesis e infección sobrepuesta, han mostrado que aumentan las probabilidades de artritis
séptica previas a la prueba; sin embargo, su ausencia no reduce de forma significativa la probabilidad de
descartar una infección articular. Las excepciones son los antecedentes de prótesis con celulitis super-
puesta (+LR 15) y cirugía articular reciente (+LR 6.9), que cuando son positivos pueden aumentar
de manera sustancial la probabilidad de infección y ayudar a descartar la enfermedad. Sin importar lo
anterior, lo recomendable es percutir el área en estos casos para la confirmación diagnóstica.
Las pruebas sanguíneas no son tan útiles como podría pensarse. Muchos estudios han
investigado la precisión de la leucocitosis para el diagnóstico de artritis séptica, pero han usado
umbrales variables. Sin importar el umbral, ningún estudio ha demostrado una sensibilidad
aceptable o una precisión diagnóstica general del recuento de leucocitos periféricos para artri-
tis séptica. Los marcadores inflamatorios, como la velocidad de eritrosedimentación y proteína
C reactiva, tienen una sensibilidad razonable; sin embargo, no hay un punto de corte para
estos dos parámetros que aumente o reduzca de forma significativa la probabilidad posterior
a la prueba de artritis séptica. Los marcadores de respuesta bacteriana como la procalcitonina
tienen el mismo problema. En resumen, las pruebas sanguíneas proporcionan información
interesante pero no son útiles para descartar la enfermedad y no deben alterar el manejo.
Considerando el bajo valor predictivo de la exploración física y los estudios serológicos, si
se sospecha artritis séptica debe percutirse la articulación y enviar líquido para cultivo, tinción de
Gram, recuento de leucocitos con diferencial y evaluación de cristales. El cultivo de líquido será
positivo en la mayoría de los pacientes con artritis bacteriana, aunque tiene altos índices de falsos
negativos y no debe usarse por sí solo para descartar la enfermedad. Además, puede ser falso nega-
tivo si el paciente ha recibido antibióticos en fechas recientes. El recuento de leucocitos sinoviales
puede aumentar o reducir de manera significativa la probabilidad posterior a la prueba de artritis
séptica, dependiendo del recuento leucocítico en el líquido sinovial. Algunos estudios han demos-
trado que los valores de 0 a 25 × 109/L reducen de forma significativa la probabilidad posterior a
la prueba de artritis séptica y los valores superiores a 50 × 109/L aumentan de modo significativo
la probabilidad posterior a la prueba de artritis séptica. Los valores intermedios requieren una
cuidadosa consideración. Algunos autores han propuesto antibióticos empíricos con resultados de
la prueba con un riesgo intermedio, aunque esto es motivo de controversia.
Para manejar articulaciones infectadas hay que realizar cultivos de sangre y consultar con
cirugía ortopédica desde el inicio para manejo quirúrgico además de la antibioticoterapia. Todos
los pacientes deben ingresarse al hospital para tratamiento continuo. Percuta la articulación si
está considerando una infección, evite estos errores diagnósticos frecuentes y duerma mejor
durante la noche (o durante el día).
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Carpenter CR, et al. Evidence‐based diagnostics: Adult septic arthritis. Acad Emerg Med.
2011;18(8):781–796.
Kaandorp CJ, Krijnen P, Moens HJ, et al. The outcome of bacterial arthritis: A prospective
community-based study. Arthritis Rheum. 1997;40:884.
Margaretten ME, Kohlwes J, Moore D, et al. Does this adult patient have septic arthritis?
JAMA. 2007;297:1478.
180
No hay que sentirse devastado
por la degradación muscular
H. Shae Sauncy, MD
La tríada clásica de síntomas incluye dolor muscular, debilidad y orina oscura, aunque los tres
síntomas pueden no presentarse en la población pediátrica. Los datos de presentación en la explora-
ción física varían dependiendo de la gravedad, pero pueden comprender hipersensibilidad muscular,
edema o debilidad, con anormalidades de los signos vitales incluyendo taquicardia y fiebre. La explo-
ración física debe abarcar una evaluación cuidadosa de la piel en busca de lesiones por aplastamiento,
formación de hematomas y anormalidades compartimentales. Los síntomas de presentación pueden
ser vagos, por lo que es fundamental recabar antecedentes detallados para una identificación apropiada
de la rabdomiólisis, tomando en cuenta si hubo consumo de drogas o alcohol, exposición al calor o
traumatismo. Los antecedentes farmacológicos deben considerar los antipsicóticos y las estatinas, que
son los medicamentos prescritos ofensores más frecuentes.
Al iniciar los estudios en la sala de urgencia, las herramientas diagnósticas que sirven de guía son
los estudios de laboratorio. Los datos incluyen elevación de las concentraciones de cinasa de creatina,
anormalidades electrolíticas, acidosis metabólica, mioglobinuria y lesión renal aguda, como se observa
en los casos más graves. Las concentraciones de cinasa de creatina comienzan a elevarse 2 a 12 h des-
pués de que inicia la lesión. El diagnóstico de rabdomiólisis debe considerarse cuando la cinasa de crea-
tina está a o por encima de cinco veces el límite superior de lo normal a la presentación, ~1 000 UI/L.
La declinación de las concentraciones comienza en 1 a 3 días y debe volverse a valorar si hay una lesión
continua en caso de que las concentraciones no declinen de forma apropiada.
El manejo en la sala de urgencias incluye identificación y corrección de la etiología subyacente,
reanimación intensiva con líquidos y corrección de las anormalidades electrolíticas y metabólicas, según
se requiera. Si bien no se acepta de forma universal, hay quienes recomiendan la alcalinización urinaria
para protección renal. Deben evaluarse cuidadosamente las extremidades ante el posible desarrollo de sín-
drome compartimental, con monitoreo e intervención apropiados, según se necesite. Los casos graves de
insuficiencia renal y anormalidades electrolíticas y metabólicas pueden requerir diálisis para su corrección.
Ocurre hipovolemia secundaria a la formación de tercer espacio y contribuye a una lesión renal
ulterior, haciendo de la reanimación con líquidos una intervención fundamental. Las posibles anor-
malidades electrolíticas incluyen hiperpotasiemia, hiperfosfatemia, hipocalciemia e hiperuricemia.
Cada una de estas causa daño a las células musculares y liberación de los contenidos intracelulares.
Es importante vigilar el gasto urinario, pues la oliguria es un signo ominoso. La lesión renal aguda
es una complicación frecuente, con mayor incidencia entre los casos relacionados con deshidrata-
ción, sepsis y acidosis. La lesión renal aguda es más frecuente con concentraciones de cinasa de crea-
tina > 5 000 UI/L. La coagulación intravascular diseminada, que es una complicación rara, puede
observarse como resultado de la liberación de tromboplastina y protrombóticos a partir de las células
musculares dañadas. La mayoría de los pacientes con rabdomiólisis debe ingresar al hospital para
reanimación continua con líquidos y monitoreo estrecho de la función renal y los electrólitos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bosch X, Poch E, Grau JM. Rhabdomyolysis and acute kidney injury. N Engl J Med.
2009;361(1):62–72.
Cervellin G, Comelli I, Lippi G. Rhabdomyolysis: Historical background, clinical, diagnostic
and therapeutic features. Clin Chem Lab Med. 2010;48(6):749–756.
Elsayed EF, Reilly RF. Rhabdomyolysis: A review, with emphasis on the pediatric population.
Pediatr Nephrol. 2010;25(1):7–18.
Marx J. Rhabdomyolysis. In: Rosen’s Emergency Medicine. Obtenido en septiembre de 2015 de:
http://0-www.r2library.com.innopac.lsuhsc.edu/Resource/Title/1455706051/ch0127,
2014.
181
Cuando la lumbalgia es una urgencia
James Bohan, MD
La lumbalgia es una queja extremadamente frecuente en todas las salas de urgencias. Es fácil vol-
verse complaciente debido a lo común que es. Una gran mayoría de las veces, el diagnóstico es
una lumbalgia inespecífica que se trata con un manejo conservador. Como médicos de urgencias,
es necesario poner atención a las causas de urgencia de la lumbalgia, causas que pueden resultar
en una disfunción neurológica permanente o incluso la muerte. El síndrome de cauda equina, los
abscesos epidurales, las neoplasias y los aneurismas aórticos abdominales rotos son etiologías que
deben tenerse presentes y diagnosticarse en la evaluación.
El síndrome de cauda equina es una entidad rara pero grave que debe diagnosticarse y tratarse.
La columna lumbar está compuesta por cinco vértebras (L1-L5), seguidas por el sacro. Debajo de cada
cuerpo vertebral se encuentra el foramen neural, por el que pasa la raíz nerviosa con el número corres-
pondiente. La médula espinal culmina en el cono medular a nivel de L1-L2. A partir de ese punto, las
raíces nerviosas se conocen como cauda equina. El síndrome de cauda equina es con mayor frecuencia
el resultado de una herniación de disco central masiva que comprime múltiples raíces nerviosas. Otras
causas incluyen neoplasia, traumatismo y absceso epidural. Los síntomas más frecuentes son lumbalgia
que irradia por las dos piernas, anestesia en silla de montar y disfunción urinaria o vesical que resulta en
retención urinaria y disminución del tono rectal. Es una urgencia quirúrgica que requiere descompresión.
¿Entonces cómo es que un médico de urgencias astuto la diagnostica? Por supuesto, el paciente
se presenta con lumbalgia, por lo general con síntomas radiculares, a menudo bilaterales. Un dato clave
es la incontinencia urinaria. Es una incontinencia por rebosamiento en una vejiga neurógena. La verifi-
cación del volumen residual posterior a la micción con un ultrasonido o gammagrafía vesical confirma
este dato (> 200 mL).1 El paciente también puede tener disminución del tono del esfínter anal o aneste-
sia en silla de montar. La anestesia en silla de montar es un déficit sensorial en el perineo, glúteos y área
proximal del muslo (áreas con las que se sientan las personas en una silla de montar). Con cualquiera
de estos datos se requiere una resonancia magnética para establecer el diagnóstico. El resultado mejora
si se procede a la descompresión en un lapso de 2 días de haberse iniciado los síntomas.
El absceso epidural es una infección raquídea peligrosa y difícil de diagnosticar. Quienes usan
drogas IV, tienen inmunosupresión, enfermedad hepática/renal, quienes se sometieron a un proce-
dimiento raquídeo, diabéticos y alcohólicos tienen un mayor riesgo de absceso epidural. Las bacterias
llegan al espacio epidural por vía hematógena desde un sitio remoto, de un procedimiento raquídeo o
por la extensión local de infecciones como infección del espacio discal o infección del psoas. La bacte-
ria causal más frecuente es Staphylococcus aureus, responsable del 63% de los casos.
La tercera parte de las veces no se encuentra un portal de entrada. Sin embargo, los sitios
de ingreso más habituales son posteriores a un procedimiento raquídeo o por una infección de
la piel y los tejidos blandos (en especial abscesos).2 La tríada de presentación clásica consiste
en fiebre, lumbalgia y déficit neurológico, pero tener los tres es raro. A menudo, los pacientes se
presentan sin fiebre y con frecuencia no tienen déficits neurológicos. Sí, puede ser que solo tengan
lumbalgia. Por ello este diagnóstico suele pasarse por alto en la primera presentación. El paciente
se queja de lumbalgia, incluso en reposo, y fiebres subjetivas. Puede haber hipersensibilidad a la
percusión en el área afectada. Algunos estudios de laboratorio útiles incluyen velocidad de eri-
trosedimentación y biometría hemática completa, aunque al inicio no suele haber leucocitosis. A
la larga, el diagnóstico se establece por medio de una resonancia magnética de urgencia con o sin
contraste. Los abscesos epidurales se tratan con drenaje neuroquirúrgico y descompresión, además
de antibióticos IV de amplio espectro. Es importante incluir vancomicina, considerando la elevada
prevalencia de S. aureus resistente a meticilina.3 Los cultivos de sangre deben obtenerse una vez
que se establece el diagnóstico. La punción lumbar no suele realizarse debido a que su rendimiento
es bajo. En usuarios de drogas IV es importante incluir cobertura para Pseudomonas.
Las neoplasias de la columna también se presentan con lumbalgia. Las lesiones en la columna
pueden provocar compresión medular, que debe tratarse de urgencia. El dolor es la queja de pre-
sentación más frecuente. De forma clásica, es un dolor que empeora durante la noche, con un inicio
insidioso y que se alivia de forma parcial con la actividad. Un dolor repentino puede ser el resultado
de una fractura patológica. La tomografía computarizada es la que mejor muestra los detalles óseos;
sin embargo, está indicada la resonancia magnética si hay signos de compresión medular. La reso-
nancia magnética con contraste muestra la extensión de la enfermedad epidural, edema alrededor
de cualquier fractura y pequeñas lesiones que pueden pasarse por alto en la tomografía computari-
zada. El tratamiento incluye dosis elevadas de esteroides y consulta neuroquirúrgica.
Por último, en el diagnóstico diferencial de la lumbalgia es extremadamente importante consi-
derar la rotura de un aneurisma aórtico abdominal. Estos aneurismas son asintomáticos a menos que
se extiendan con rapidez o se rompan. Una revisión detallada de un aneurisma aórtico abdominal está
más allá del alcance de este capítulo, pero es un importante diferencial que debe tomarse en cuenta. La
rotura de un aneurisma se puede presentar solo como dolor lumbar o en el flanco, sin molestias abdo-
minales. Esto con frecuencia puede diagnosticarse erróneamente como un cólico renal. El ultrasonido a
la cabecera o una tomografía computarizada con contraste pueden usarse para establecer el diagnóstico.
El síndrome de cauda equina, el absceso epidural, la neoplasia de la columna y el aneurisma aórtico
abdominal son “señales de alerta” sobre causas de lumbalgia que necesitan incluirse en el diagnóstico dife-
rencial de cada paciente con esta queja importante. Los datos de los antecedentes y la exploración física a
menudo pueden descartar estos diagnósticos como una causa, si bien en ocasiones se requieren imágenes.
PUNTOS CLAVE
■■ La retención urinaria > 200 mL, la anestesia en silla de montar y la lumbalgia son
signos que llevan a considerar síndrome de cauda equina y la realización de una
resonancia magnética.
■■ Los abscesos epidurales suelen ser difíciles de diagnosticar. Los antecedentes de lum-
balgia, fiebre y déficits neurológicos constituyen la tríada clásica, aunque no siempre
están presentes. Las poblaciones con riesgo elevado incluyen usuarios de drogas IV,
procedimiento raquídeo reciente, diabetes e inmunocompromiso.
■■ La neoplasia de la columna se presenta con un inicio insidioso de lumbalgia que
empeora durante la noche. La tomografía computarizada es la que mejor muestra la
integridad de los huesos, en tanto que la resonancia magnética muestra mejor el edema
y las neoplasias pequeñas.
■■ La rotura de un aneurisma aórtico abdominal puede presentarse solo con dolor en el
flanco que se diagnostica erróneamente como un cólico renal.
Referencias
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915 patients. Neurosurg Rev. 2000;23(4):175–204; discussion 205.
3. Della-Giustina D. Evaluation and treatment of acute back pain in the emergency depart-
ment. Emerg Med Clin North Am. 2015;33(2):311–326.
182
Artritis reumatoide
y espondiloartropatías
J. Stephan Stapczynski, MD
Artritis reumatoide
La artritis reumatoide es un trastorno inflamatorio crónico que afecta principalmente las articu
laciones y los ligamentos, y en ocasiones los pulmones, arterias y ojos. La afección articular es
sobre todo simétrica y afecta las pequeñas articulaciones (manos y muñecas) y en casos más raros
las articulaciones más grandes. Hay dos posibles errores que vale la pena destacar al evaluar a los
pacientes con artritis reumatoide en la sala de urgencias.
Evitar atribuir el dolor articular y la inflamación a una exacerbación de la artritis reumatoide
subyacente, con lo que se deja de investigar la posibilidad de una infección. La enfermedad articular pre-
existente aumenta el riesgo de artritis séptica de una incidencia de 2 a 5 por 100 000 en la población
general a 28 a 38 por 100 000 en pacientes con artritis reumatoides. Debido a que la prevalencia
de artritis reumatoide es cercana al 1%, es más probable que una exacerbación del dolor articular
e inflamación sea reumatoide que séptica. Los factores de riesgo para artritis séptica en artritis
reumatoide son edad > 80 años, uso de drogas inyectadas, ulceración o infección superficial de
la piel, presencia oral de Staphylococcus aureus, rodillas o caderas protésicas, diabetes mellitus y
tratamiento con fármacos biológicos. Dos indicios útiles que indican una articulación séptica en
una exacerbación de artritis reumatoide son (1) síntomas o signos en una articulación despropor-
cionados con las otras (más dolor, inflamación, enrojecimiento, disminución de movimiento) y (2)
afección sobre todo de articulaciones más grandes. Las exacerbaciones de la artritis reumatoide
tienen predilección por articulaciones pequeñas de manos y pies. La afección de articulaciones más
grandes, sin las articulaciones más pequeñas, es poco frecuente. Otros indicios de artritis séptica en
la artritis reumatoide son afección significativa del movimiento, enrojecimiento marcado y sensa-
ción de calor en la articulación, y presencia de fiebre, escalofríos y sudores.
La aspiración articular para análisis es importante. La artrocentesis es más fácil en la rodilla,
donde ocurre la mitad de los casos de artritis séptica que complican la artritis reumatoide. La aspi-
ración de líquido de otras articulaciones (hombro, codo, muñeca, tobillo) es más difícil, pero puede
facilitarse mediante una guía fluoroscópica o ultrasonográfica. La aspiración de las articulaciones
pequeñas (metacarpofalángica, interfalángica proximal o metatarsofalángica) es difícil incluso para
técnicos experimentados.
El retraso para iniciar el tratamiento con antibióticos aumenta la incidencia de destrucción
cartilaginosa y ósea, que producen daño permanente. Los microorganismos sumamente viru-
lentos (S. aureus) pueden producir daños en un lapso de 4 días, con bacterias menos virulentas
(estreptococos) que toman hasta 10 días. Si la artrocentesis en la sala de urgencias no tiene éxito,
retrasar hasta 12 h para volver a intentar el procedimiento (¿bajo guía?) no tiene un impacto
sustancial en el resultado. A la inversa, iniciar antibioticoterapia empírica antes de la aspiración
articular puede reducir la identificación del microorganismo causal cuando eventualmente se
obtiene el líquidos. Así, el médico de urgencias debe realizar un esfuerzo de buena fe al aspirar la
articulación y si no tiene éxito, no iniciar la antibioticoterapia intravenosa, sino hacer los arreglos
para hospitalizar al paciente y realizar la artrocentesis más adelante.
Evitar adjudicar el dolor cervical a una distensión muscular y no considerar una afección reu-
matoide de la columna cervical. La afección de la columna cervical en la artritis reumatoide es
frecuente, con evidencia radiográfica en 25% de los pacientes con artritis reumatoide menores
de 40 años de edad y hasta en 85% de aquellos mayores de 60. Los tres sitios más frecuentes de
afección son la inestabilidad atlantoaxial, la inestabilidad subaxial y la invaginación basilar. Las
manifestaciones son dolor, características debidas a la compresión del tronco encefálico o médula
espinal (mielopatía) y compresión de un nervio cervical (radiculopatía) (Tabla 182-1).
El dolor del cuello es, por tanto, frecuente; puede ser difícil de distinguir de las compli-
caciones reumatoides. El dolor por una subluxación cervical suele empeorar con el movimiento,
en particular la flexión hacia adelante, en la que algunos describen la sensación de que la cabeza
cae hacia el frente. El dolor relacionado con mielopatía o radiculopatía es más específico de una
enfermedad importante de la columna cervical, pero no es específico de la artritis reumatoide.
Los síntomas de mielopatía incluyen alteración de la destreza manual o torpeza con el equili-
brio y dificultades de la marcha. La mielopatía se relaciona con inestabilidad atlantoaxial o subaxial,
por lo general exacerbada por flexión hacia adelante. Diferenciar las características de mielopatía
de una discapacidad subyacente (inflamación articular, daño y edad) no es fácil y el retraso en el
diagnóstico es frecuente.
La invaginación basilar describe la destrucción inflamatoria de la vértebra C1 y las articula-
ciones adyacentes, permitiendo que el cráneo se ajuste hacia abajo. La odontoides puede avanzar
en sentido ascendente, presionando sobre el bulbo raquídeo. Es posible la estimulación del cen-
tro del vómito, la compresión del centro respiratorio y la afección de los pares craneales IX a XII.
La mayoría de los pacientes con artritis reumatoide, con dolor cervical agudo no trau-
mático, no requiere imágenes diagnósticas. Sin embargo, si el dolor de cuello se relaciona con
características de mielopatía (como una alteración aguda de la marcha) o radiculopatía, están
indicadas las imágenes. Las imágenes de la columna cervical también están indicadas cuando hay
cefalea occipital sin dolor del cuello y cuando hay dolor cervical de nuevo inicio en un paciente
con artritis reumatoide prolongada y evidencia de daño articular grave. Las placas simples (en
particular combinadas con proyecciones de flexión-extensión) tienen cierta utilidad para valorar
la estabilidad de la columna y la invaginación basilar. Sin embargo, la capacidad de las imágenes
por resonancia magnética para evaluar los tejidos blandos y los cambios en el tronco encefálico y
la médula espinal las convierten en la modalidad imagenológica de elección.
Espondiloartropatías
Las espondiloartropatías son una grupo de trastornos inflamatorios crónicos que afectan la
columna axial (espondilitis), las articulaciones sacroiliacas y las inserciones de los tendones o
ligamentos. Se consideran cuatro trastornos dentro de esta familia: espondilitis anquilosante,
artritis psoriásica, artritis reactiva y artritis enteropática. Cada una tiene una propensión variable
para oligoartritis, uveítis, dactilitis y afección de la piel.
Un error potencial con las espondiloartropatías es no identificar una inflamación aguda del ojo,
como la uveítis anterior o la iridociclitis. La uveítis anterior tiene una prevalencia de 25% con
espondilitis anquilosante. No hay correlación entre la afección del ojo y la intensidad de la infla-
mación articular. La uveítis suele ser aguda y unilateral, pero puede ser recurrente con afección
alternante del ojo. Son típicos la fotofobia consensual (dolor en el ojo afectado al iluminar el ojo
opuesto), la visión borrosa y el lagrimeo. El tratamiento sin demora ayuda a prevenir complica-
ciones (sinequia posterior, glaucoma).
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cha TD, An HS. Cervical spine manifestations in patients with inflammatory arthritides. Nat
Rev Rheumatol. 2013;9:423–432.
Deibel JP, Cowling K. Ocular inflammation and infection. Emerg Med Clin North Am.
2013;31:387–397.
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review. Autoimmun Rev. 2014;13:1195–1202.
Kaandorp CJ, Van Schaardenburg D, Krijnen P, et al. Risk factors for septic arthritis in patient
with joint disease. A prospective study. Arthritis Rheum. 1995;38:1819–1825.
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CMAJ. 2007;176:1605–1608.
Stolwijk C, van Tubergen A, Castillo-Ortiz JD, et al. Prevalence of extra-articular manifesta-
tions in patients with ankylosing spondylitis: A systematic review and meta-analysis. Ann
Rheum Dis. 2015;74:65–73.
183
Una actualización sobre hipertensión
intracraneal idiopática
Evelyn Lee, MD y Ramin Tabatabai, MD
421
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bruce B, Biousse V, Newman N. Update on idiopathic intracranial hypertension. Am J
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184
LOS ESTUDIOS DIAGNÓSTICOS
NORMALES NO DESCARTAN FUNCIÓN
INADECUADA DE LA DERIVACIÓN
Amy Buckowski, MD
toneal, espacio pleural, aurícula derecha, vesícula biliar o uréter) a fin de mantener una presión
intracraneal normal. Desafortunadamente, hasta 50% de las derivaciones de LCR requiere revi-
sión durante el primer año de colocación. Las derivaciones pueden funcionar de forma inade-
cuada por infección, obstrucción, migración, fractura/desconexión o drenaje excesivo. Más de la
mitad de las infecciones de la derivación ocurre en el primer mes de colocación.
El mal funcionamiento de la derivación puede presentarse con síntomas de aumento de la
presión intracraneal, como cefalea, náusea, vómito, letargo y estado mental alterado. Debido a
los sitios de drenaje distal de las derivaciones de LCR, los pacientes también pueden presentarse
con dolor abdominal, disnea y síntomas específicos de infección o perforación distal. La fiebre
puede acompañar infecciones de derivación de LCR, pero los patógenos típicos tienen una baja
virulencia y suelen causar infecciones indoloras, sin fiebre o cambios neurológicos. Los síntomas
iniciales pueden ser vagos y es importante detectar problemas con las derivaciones de LCR antes
de que se eleve la presión intracraneal o avance la infección de la derivación.
El diagnóstico de mal funcionamiento e infección de la derivación de LCR requiere un
grado elevado de sospecha clínica debido a que las imágenes y los datos de laboratorio pueden
ser falsos negativos o equívocos. La infección temprana con flora cutánea es la causa más fre-
cuente de infección de una derivación del sistema nervioso central. Para evaluar la infección de
la derivación, debe muestrearse el líquido ventricular directamente de la misma, dado que la
punción lumbar no es sensible para detectar infección de la derivación. Aunque la leucocitosis
(leucocitos > 100/mm3) y los neutrófilos elevados (neutrófilos > 10%) en el líquido ventricular
son específicos para infección de la derivación, estos datos pueden estar ausentes hasta en 20%
de las infecciones de las derivaciones en las que hay cultivos positivos. De igual modo, la tinción
de Gram negativa del líquido ventricular no descarta infección. Es importante entender las
limitaciones del análisis del líquido de derivación debido a que, si no se reconoce, la infección
de la derivación puede evolucionar hasta causar insuficiencia de la derivación, ventriculitis o
encefalitis, todas las cuales se acompañan de una elevada morbilidad y mortalidad.
Las radiografías para la detección de mal funcionamiento de la derivación incluyen una serie de
placas simples de la derivación y una tomografía o una resonancia magnética de la cabeza. La utilidad
de una serie de la derivación en la sala de urgencias es cuestionable, con una sensibilidad de solo 11
a 30% para detectar fallas de la derivación que requieren revisión quirúrgica. Varios estudios también
han observado que en presencia de una tomografía craneal normal, una serie de la derivación cambió la
decisión de realizar la cirugía en 1% de los casos. Sin embargo, la serie de la derivación puede ser valiosa
en la evaluación temprana de la desconexión de la derivación, su acodamiento o migración. Se usa la
tomografía o la resonancia craneal en combinación con series de la derivación para observar la apariencia
de los ventrículos. Los niños con derivaciones de LCR suelen tener una tomografía o una resonancia
con apariencia anormal al inicio, de modo que los estudios deben compararse con imágenes previas. El
tamaño ventricular tiende a disminuir tras la colocación de la derivación de LCR y se estabiliza para los
12 meses, por lo que cualquier aumento de tamaño del ventrículo en comparación con un estudio previo
probablemente sea anormal.
La resonancia del cerebro es una alternativa aceptable a la tomografía y debe usarse cuando
esté disponible para reducir la exposición a radiación ionizante. Sin embargo, algunas derivacio-
nes de LCR emplean un mecanismo magnético para controlar el drenaje de LCR y la resonancia
puede alterar el ajuste de la presión de la válvula de derivación; es importante saber qué tipo de
derivación tiene el paciente o involucrar a un neurocirujano antes de realizar una resonancia.
Al igual que con el análisis de líquido ventricular para detectar una infección de la derivación, las
imágenes para detectar el mal funcionamiento de la derivación no son lo bastante sensibles para des-
cartar una patología de la misma. Incluso cuando se realizan en conjunto, las series de la derivación y la
tomografía computarizada de la cabeza pueden pasar por alto una obstrucción de la derivación en uno de
cada ocho niños. Los estudios radiográficos son incluso menos sensibles para infección de la derivación.
Existe un riesgo significativo de pasar por alto el mal funcionamiento e infección de la derivación de
LCR cuando el diagnóstico se basa en estudios realizados en la sala de urgencias. Las pruebas diagnósti-
cas pueden aumentar la sospecha de una patología de la derivación, pero no la descartan. Si se sospecha
una patología de la derivación pero los estudios diagnósticos iniciales son negativos, debe involucrarse a
un neurocirujano para determinar si se requieren mayores pruebas, tratamientos y disposición.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Conen A, Naemi Walti L, Merlo A, et al. Characteristics and treatment outcome of cerebro-
spinal fluid shunt–associated infections in adults: a retrospective analysis over an 11-year
period. Clin Infect Dis. 2008;47:73–82.
Di Rocco C, Turgut M, Jallo G, et al. eds. Complications of CSF Shunting in Hydrocephalus.
Switzerland: Springer International Publishing, 2015.
McClinton D, Carraccio C, Englander R. Predictors of ventriculoperitoneal shunt pathology.
Pediatr Infect Dis J. 2001;20(6):593–597.
Vassilyadi M, Tataryn Z, Alkherayf F, et al. The necessity of shunt series. J Neurosurg Pediatr.
2010;6:468–473.
Zorc J, Krugman S, Ogborn J, et al. Radiographic evaluation for suspected cerebrospinal fluid
shunt obstruction. Pediatr Emerg Care. 2002;18(5):337–340.
185
No se equivoque al diagnosticar
erróneamente vértigo periférico
Daniel Mindlin, MD
El vértigo, la sensación ilusoria de movimiento físico, es una queja de presentación difícil para
muchos médicos de urgencias, lo que no tiene nada de raro. El síndrome vestibular agudo no solo
es difícil de tratar, sino que distinguir las causas urgentes y que ponen en riesgo la vida de las más
benignas representa un reto.
El abordaje tradicional y habitualmente aceptado para el síndrome vestibular agudo es
dividir sus causas en etiologías centrales y periféricas (véase la Tabla 185-1), aunque hay etiolo-
gías que se clasifican sin tanta facilidad bajo este sistema (p. ej., efectos de los fármacos, polifar-
macia y sobredosis). Cabe señalar que este abordaje no determina si un paciente está de hecho
experimentando vértigo, en lugar de otra forma de “mareo”, como presíncope o desequilibrio.
Una vez que se establece que el vértigo es en realidad el síntoma real, el enfoque cambia a descar-
tar causas vasculares y otras centrales de vértigo –específicamente insuficiencia vertebrobasilar
y accidente vascular cerebral.
Por desgracia, la tomografía computarizada no es lo bastante sensible para descartar de
forma confiable la mayoría de los diagnósticos centrales potencialmente catastróficos. Incluso
las imágenes por resonancia magnética pueden ser negativas al inicio de la evolución de acci-
dentes vasculares cerebrales de la circulación posteriores; por ello, es esencial que el profesional
se sienta cómodo con la evaluación clínica. En la Tabla 185-2 se resume la distinción tradicional
que se ha marcado entre las características clínicas de las causas centrales y periféricas de vértigo.
Una nueva herramienta, la exploración “HINTS” se ha popularizado en un intento por
mejorar la precisión diagnóstica en pacientes con vértigo. Busca detectar casos de accidente
vascular cerebral e insuficiencia vascular que de otro modo se pasarían por alto en pacientes
que se presentan con vértigo aislado. “HINTS” es una nemotecnia práctica (por sus siglas en
inglés) para la clínica que significa impulso cefálico, valoración de nistagmo central (vertical o
bidireccional) y prueba de inclinación mediante una prueba de “cubrir y descubrir”. Esta explo-
ración, cuando la realiza un profesional experimentado y con conocimientos, parece superar a la
resonancia magnética.
Es fundamental estar al tanto de un posible obstáculo para HINTS: si bien la ausencia de
nistagmo central y de inclinación (es decir, los datos negativos) son tranquilizadores, es una prueba
de impulso cefálico normal en caso de síndrome vestibular agudo la que es gran motivo de preocu-
pación para una etiología central. Esto en un principio parece contradictorio, pero debido a que el
reflejo vestibuloocular tiene mediación periférica, las anormalidades en la prueba de impulso cefá-
lico sugieren una lesión periférica y por tanto un resultado positivo es en realidad favorable. Cuando
se utiliza de manera apropiada, la exploración HINTS puede ser una herramienta poderosa para
complementar la evaluación clínica sistemática a la cabecera en el paciente con vértigo.
La maniobra de Dix-Hallpike es una prueba de uso amplio en la exploración clínica del paciente
con vértigo. En términos generales, una maniobra de Dix-Hallpike positiva, cuando se realiza e inter-
preta correctamente, sugiere vértigo posicional paroxístico benigno. Sin embargo, esto también puede
ser un falso tranquilizante, dado que los cambios posicionales de la maniobra de Dix-Hallpike pue-
den empeorar el vértigo y el nistagmo incluso en el síndrome vestibular agudo, que también puede
lateralizarse hasta cierto punto. Cuando se realiza en pacientes mal seleccionados –es decir, pacientes
de edad avanzada, frágiles o aquellos con presentaciones que sugieren de forma inherente una etiología
central, como ataxia truncal o, notablemente, vértigo continuo más que intermitente–, la maniobra
de Dix-Hallpike puede conducir a un diagnóstico erróneo de vértigo posicional paroxístico benigno.
En términos generales, la presencia de anormalidades auditivas –clásicamente acúfenos o
hipoacusia– es típica de las lesiones periféricas. Sin embargo, es importante no excluir la presen-
cia de accidente vascular cerebral solo con base en ello. Los infartos medulares suelen producir
un “rugido” en el oído ipsolateral. Los accidentes vasculares cerebrales pontinos laterales, más
a menudo debido a oclusión de la arteria cerebelosa inferior anterior, con frecuencia afectan los
núcleos vestibulococleares, por lo que la presencia de audición desordenada por sí sola no puede
excluir de modo confiable un accidente vascular cerebral. Es particularmente preocupante que,
dado que el flujo sanguíneo al oído interno es proporcionado por la arteria auditiva interna, una
rama de la arteria cerebelosa inferior anterior, la perfusión reducida produce rápidamente una dis-
función auditiva marcada y síndrome vestibular agudo; así, la disfunción del oído interno debida a
infarto del laberinto puede ser un signo temprano sensible de infarto inminente en el territorio de
la arteria cerebelosa inferior anterior. Los infartos del laberinto tienen una similitud desconcertante
con la presentación típica de la enfermedad de Ménière, que es un vértigo intermitente relaciona-
do con acúfenos o hipoacusia. Esto subraya la importancia de considerar la edad, las comorbilida-
des y otros factores de riesgo de accidente vascular cerebral en la evaluación completa del paciente
con síndrome vestibular agudo. Es razonable mantener un umbral bajo para angiografía con tomo-
grafía computarizada o resonancia magnética del cerebro y el cuello en pacientes seleccionados de
forma apropiada, dado que la resonancia magnética (sin angiografía) del cerebro puede ser normal
al inicio de la evolución de un accidente vascular cerebral o con un infarto del laberinto aislado.
El cumplimiento con las bases de la evaluación del síndrome vestibular agudo puede evitar
un diagnóstico erróneo de los pacientes con vértigo. Al tener en mente estos puntos –que una
prueba de impulso cefálico normal puede sugerir vértigo central, que la maniobra de Dix-Hallpike
puede ser anormal en el vértigo central y que el accidente vascular cerebral pontino o un infarto del
laberinto pueden producir anormalidades auditivas que pueden simular enfermedad de Ménière,
puede esperarse evitar pasar por alto eventos vasculares centrales devastadores cuando se presenten
en la sala de urgencias.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Kattah JC, Talkad AV, Wang DZ, et al. HINTS to diagnose stroke in the acute vestibular
syndrome: three-step bedside oculomotor examination more sensitive than early MRI
diffusion-weighted imaging. Stroke. 2009;40(11):3504–10.
Seemungal BM, Bronstein AM. A practical approach to acute vertigo. Pract Neurol.
2008;8:211–221.
Sinha, KK. Brain stem infarction: clinical clues to localise them. Indian Acad Clin Med.
2000;1(3):213–21.
Tarnutzer AA, Berkowitz AL, Robinson KA, et al. Does my dizzy patient have a stroke? A system-
atic review of bedside diagnosis in acute vestibular syndrome. CMAJ. 2011;183(9):E571–E592.
Thompson TL, Amedee R. Vertigo: a review of common peripheral and central vestibular
disorders. Ochsner J. 2009;9(1):20–26.
186
El diagnóstico de disección de la
arteria cervical en urgencias: ¡un
verdadero dolor de cuello!
Erik R. Hofmann, MD, MS y Ramin Tabatabai, MD
Si bien la incidencia de disección de la arteria cervical es baja, pasar por alto el diagnóstico en la
sala de urgencias puede ser devastador. Dos subtipos de disección de la arteria cervical incluyen
disección de la arteria carótida y disección de la arteria vertebral, ambas causadas por daño a las
paredes arteriales de la íntima. La disección de la arteria carótida es la causa subyacente de 2.5% de
todos los accidentes vasculares cerebrales y hasta del 20% de los accidentes vasculares cerebrales
en niños y adultos jóvenes. La incidencia anual de disección de la arteria vertebral es mucho menos
frecuente que la disección de la arteria carótida y ocurre en menos de 1 en cada 100 000 pacientes.
La disección de la arteria cervical suele clasificarse por su mecanismo, ya sea de origen
traumático o espontáneo. Se cree que el término disección de la arteria cervical “espontánea”
se relaciona con un traumatismo menor en pacientes con una predisposición subyacente. Por lo
tanto, se ha sugerido un término más apropiado de disección de la arteria cervical “espontánea
provocada”; las diferencias entre estas categorías son un tanto artificiales.
Los estresantes mecánicos que se han implicado en la disección de la arteria cervical inclu-
yen los traumatismos contusos del cuello o cualquier manipulación menor del cuello, como
vomitar, pintar el techo, practicar yoga, manipulaciones del cuello por un quiropráctico o aun
estornudar. Alrededor el 15 al 20% de los pacientes también tiene una anormalidad arterial sub-
yacente como displasia fibromuscular, síndrome de Marfán, nefropatía poliquística autosómica
u osteogénesis imperfecta.
Sin importar el mecanismo, la disección de la arteria cervical ocurre como resultado de
daño a la pared arterial y puede causar la formación de trombos, lo que tiene el potencial de lle-
var a un accidente vascular cerebral tromboembólico. En caso de disección de la arteria caró-
tida, los pacientes pueden presentarse con síntomas de accidente vascular cerebral típicos de la
circulación anterior (p. ej., hemiparesia, disartria) u otros síntomas como síndrome de Horner
y amaurosis fugaz. En contraste, los pacientes con disección de la arteria vertebral pueden pre-
sentarse con síndrome de accidente vascular cerebral de la circulación posterior (p. ej., nervio
craneal, datos del tracto cerebeloso y largo).
La disección de la arteria cervical se considera uno de los grandes simuladores en la sala de
urgencias debido a su presentación variable. Dado que la mayoría de los pacientes con disección
de la arteria cervical no se presenta con datos neurológicos impactantes, son frecuentes los retra-
sos importantes en el diagnóstico. Los síntomas inespecíficos en pacientes con disección de la
arteria carótida incluyen dolor cervical anterolateral, dolor facial y cefalea. En la disección de la
arteria vertebral, los pacientes suelen presentarse con dolor cervical posterior o cefalea occipital.
En ausencia de un accidente vascular cerebral relacionado, es fácil pasar por alto a un paciente
con cefalea aislada, dolor facial o dolor cervical.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Edvardsson B. Symptomatic cluster headache: A review of 63 cases. Springerplus. 2014;3:64.
Headache Classification Committee of the International Headache Society (IHS). The Inter-
national Classification of Headache Disorders, 3rd edition (beta version). Cephalalgia.
2013;33(9):629–808.
Patel RR, Adam R, Maldjian C, et al. Cervical carotid artery dissection: Current review of
diagnosis and treatment. Cardiol Rev. 2012;20(3):145–152.
Rigamonti A, Iurlaro S, Reganati P, et al. Cluster headache and internal carotid artery dissec-
tion: Two cases and review of the literature. Headache. 2008;48(3):467–470.
Shea K, Stahmer S. Carotid and vertebral arterial dissections in the emergency department.
Emerg Med Pract. 2012;14(4):1–23; quiz 23–24.
187
Accidente vascular cerebral isquémico
de la circulación posterior: si no lo
toma en cuenta, lo pasará por alto
Craig Torres-Ness, MD, MPH
Usted entra a la habitación de una paciente con múltiples síntomas principales que incluyen
náusea, vómito y mareo ocasional al caminar. Este último síntoma de mareo aparece en las notas
de enfermería, pero no sale al tema en la entrevista. Valora a la paciente con detalle, empleando
un amplio diferencial para náusea y vómito y determina que tiene una exploración abdominal
benigna, tiene heces pardas en la ampolla rectal y tolera el agua y las galletas saladas. Descarta
cualquier causa abdominal quirúrgica de este cuadro, lo califica como gastritis viral y rápidamente
procede a la disposición de la paciente. Pero al verla retirarse de la sala de urgencias, observa que
tiene dificultades para caminar y que su marcha es ligeramente amplia. ¿Fue correcto su diagnós-
tico? ¿Descartó todas las causas de urgencia de esta presentación? Si no consideró un accidente
vascular cerebral de la circulación posterior, lo puede haber pasado por alto. Como dice el viejo
adagio, no puede diagnosticar lo que no aparece en su diagnóstico diferencial.
El accidente vascular cerebral isquémico se define como una oclusión aguda de los vasos
intracraneales que provoca un menor flujo sanguíneo al área irrigada por dichos vasos. Cuando el
flujo sanguíneo cerebral cae a cero, ocurre un infarto del parénquima cerebral en un lapso de 4 a
10 min. La mayoría de estos accidentes vasculares cerebrales incluye las arterias carótidas internas
y sus ramas. Dependiendo del tamaño del infarto y de la duración de la oclusión, estos pacientes se
presentan de forma típica: debilidad unilateral, caída facial y afasia. Algunas herramientas útiles,
como la escala de accidente vascular cerebral de los National Institutes of Health (NIH), se han
desarrollado para ayudar a identificar estos eventos cerebrovasculares. Aunque la mayoría de los
accidentes vasculares cerebrales isquémicos ocurre en la circulación anterior, ~10 a 20% tiene
lugar en sentido posterior, lo que hace necesario estar familiarizado con los síntomas del accidente
vascular cerebral de la circulación posterior. La oclusión aguda de la circulación posterior, que
surge del sistema vertebrobasilar más allá de la arteria subclavia, se presenta de manera mucho
menos típica y rara vez con un solo síntoma. Como resultado de ello, los accidentes vasculares
cerebrales que afectan la circulación posterior pueden pasarse por alto cuando no se incluyen en el
diagnóstico diferencial del médico. El costo de pasar por alto un accidente vascular cerebral de este
tipo puede ser catastrófico para el paciente. El edema cerebral por un accidente vascular cerebral
en la fosa posterior puede conducir rápidamente a hidrocefalia obstructiva, herniación y la muerte.
Los accidentes vasculares cerebrales aumentan con la edad, el género masculino, la enfer-
medad aterosclerótica, la fibrilación auricular, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol. De
modo adicional, debido a que la población está envejeciendo en Estados Unidos, se espera que la
incidencia de accidente vascular cerebral isquémico agudo aumente de forma drástica a lo largo de
los siguientes 15 años. Por ello, es importante permanecer atento al trabajar con pacientes con estos
factores de riesgo y reconocer los síntomas que puedan no ajustarse a un cuadro clásico de acci-
dente vascular cerebral. Los síntomas de un accidente vascular cerebral de la circulación posterior
incluyen vértigo, desequilibrio, déficit sensorial o motor unilateral, visión doble, náusea, vómito y
cefalea. Los síntomas bulbares como disfagia, disfonía y disartria también pueden ocurrir tanto con
oclusiones arteriales vertebrales como basilares. Un estudio encontró que la presentación más fre-
cuente del accidente vascular cerebral posterior era con náusea, vómito y ataxia troncal. ¡Recuerde
que ninguno de estos datos se registra en la escala de accidente vascular cerebral de los NIH!
En un paciente con factores de riesgo y los síntomas antes mencionados está justificado realizar
una evaluación neurológica que incluya una exploración completa de los nervios craneales. Además
de la valoración sistemática para debilidad motora y sensorial, todos los enfermos también deben ana-
lizarse de manera específica en busca de signos de ataxia de las extremidades y disfunción cerebelosa.
Las pruebas para la ataxia de las extremidades incluyen investigar dismetría por medio de la prueba
del dedo a la nariz o talón a pantorrilla, además de una evaluación para disdiadococinesia mediante
movimientos alternantes rápidos de las manos. Un componente importante y que a menudo se deja de
lado del examen neurológico es la ambulación para determinar si hay ataxia troncal. La evidencia de
una marcha de base amplia o inestable puede ser el único dato neurológico anormal del paciente. Las
pruebas oculares deben incluir una verificación en busca de nistagmo, evaluación de la mirada y un
examen confrontacional de los campos para detectar signos de hemianopsia homónima. En pacientes
con vértigo aislado, al incluir una prueba de impulso cefálico, evaluar si hay nistagmo bidireccional o
vertical (p. ej., central) y una prueba ocular de inclinación; un médico experimentado puede tener una
sensibilidad y especificidad de > 95% para identificar un accidente vascular cerebral de la circulación
posterior. Esta combinación de maniobras se conoce como HINTS (véase también el Capítulo 185).
Los pacientes con accidentes vasculares cerebrales de la circulación posterior experimen-
tan de forma sistemática retrasos en la atención cuando se comparan con accidentes vasculares
cerebrales de la circulación anterior. Esto se aplica tanto a la evaluación por un neurólogo y,
cuando es apropiado, a la administración de tratamiento fibrinolítico. Como resultado, es impor-
tante que los pacientes que se presentan con síntomas vagos pero con factores de riesgo signifi-
cativos se evalúen con detalle. Una exploración neurológica detallada, con especial atención a los
nervios craneales, pruebas de ataxia de las extremidades, evaluación de la marcha, y el examen
HINTS pueden ayudar a reducir los retrasos en el diagnóstico. En relación con la presentación
del caso anterior, el profesional debió haber pedido a la paciente que caminara antes de entregarle
los documentos para el alta. ¡Y por favor, no olvide leer las notas de enfermería!
PUNTOS CLAVE
■■ Estar atento a factores de riesgo de accidente vascular cerebral y considerar una explo-
ración neurológica extendida en estos pacientes, teniendo en mente que cerca del 20%
de todos los accidentes vasculares cerebrales isquémicos es posterior.
■■ La náusea, el vómito y los déficits neurológicos sutiles hacen sospechar un accidente
vascular cerebral de la circulación posterior.
■■ La exploración física debe incluir una exploración neurológica completa que com-
prende buscar dismetría, disdiadococinesia y valoración de la marcha.
Lecturas recomendadas
Datar S, Rabinstein AA. Cerebellar infarction. Neurol Clin. 2014;32(4):979–991.
Goldberg C, Topp S, Hopkins C. The locked-in syndrome: Posterior stroke in the ED. Am J
Emerg Med. 2013;31(8):1294.e1–e3.
Kattah JC, Talkad AV, Wang DZ, et al. HINTS to diagnose stroke in the acute vestibular
syndrome: Three-step bedside oculomotor examination more sensitive than early MRI
diffusion-weighted imaging. Stroke. 2009;40(11):3504–3510.
Martin-Schild S, Albright KC, Tanksley J, et al. Zero on the NIHSS does not equal the
absence of stroke. Ann Emerg Med. 2011;57(1):42–45.
Sarraj A, Medrek S, Albright K, et al. Posterior circulation stroke is associated with prolonged
door-to-needle time. Int J Stroke. 2015;10(5):672–678.
188
Entender la utilidad y limitaciones
de las imágenes diagnósticas
en la hemorragia subaracnoidea
no traumática
Manuel R. Montano, MD
Cada año, la cefalea es el síntoma principal para el 3% de los pacientes en la sala de urgencias. Solo
1% de ellos se diagnostica a la larga con una hemorragia subaracnoidea no traumática El diagnós-
tico de hemorragia subaracnoidea es un reto, pero resulta esencial en la sala de urgencias dado que
la enfermedad es potencialmente catastrófica si no se identifica con precisión. El primer día de la
enfermedad, los pacientes con hemorragia subaracnoidea no traumática tienen una mortalidad del
12%. Esto aumenta a una sorprendente mortalidad del 40% para el primer mes después del evento.
Para asegurar un diagnóstico apropiado de esta enfermedad que pone en riesgo la vida, deben
entenderse la utilidad y las limitaciones de las diversas modalidades de diagnóstico con imágenes
que se emplean en la actualidad en el paciente en quien se sospecha hemorragia subaracnoidea.
Por fortuna, la combinación de una tomografía del cráneo sin contraste negativa seguida
de una punción lumbar negativa descarta una hemorragia subaracnoidea. La sangre subarac-
noidea que se observa en la tomografía o en una muestra de líquido cefalorraquídeo ya sea con
eritrocitos que no se aclaran o con xantocromía es muy sugerente de hemorragia subaracnoidea.
La tomografía sin contraste tiene una elevada sensibilidad para descartar una hemorragia suba-
racnoidea cuando se obtiene muy al inicio del evento, pero esta disminuye rápidamente con el tiempo.
Un par de estudios controlados recientes aleatorios encontró una sensibilidad ~ 100% para descartar
hemorragia subaracnoidea con solo una tomografía sin contraste negativa del cráneo; sin embargo, es
importante que se cumpla con los siguientes criterios: (1) la cefalea claramente tiene que haber iniciado
< 6 h antes, (2) la tomografía debe obtenerse al menos con un escáner multidetector de 3.ª generación
y (3) la lectura la finalizó un radiólogo adjunto (ya sea un neurorradiólogo o un radiólogo general con
exposición sistemática a tomografías del cráneo). También debe apreciarse que estos datos solo se aplican
a pacientes con síntoma principal de cefalea. Los autores de estos estudios sugieren que una tomografía
del cráneo sin contraste puede ser suficiente para descartar una hemorragia subaracnoidea cuando se
obtiene en un lapso de 6 h de que inicia la cefalea. Sin embargo, la realización de una tomografía del
cráneo sin contraste después de 6 h seguirá necesitando de una punción lumbar.
En fechas recientes, algunos médicos han promovido el uso de la angiografía con tomografía
computarizada en lugar del abordaje tradicional con tomografía sin contraste/punción lumbar. La
angiografía con tomografía claramente tiene ciertas características favorables para apoyar su empleo:
es rápida, fácil de obtener y mínimamente invasiva. Además, la angiografía con tomografía puede ser
bastante sensible para descartar aneurismas > 3 mm. Sin embargo, la estrategia de utilizar angiogra-
fía con tomografía en lugar de tomografía y punción lumbar enfrenta ciertos posibles obstáculos que
deben reconocerse. Esto incluye una mayor exposición a la radiación ionizante, exposición al contraste
con posibles reacciones y, quizá lo más importante, el diagnóstico de aneurismas incidentales (asinto-
máticos). La prevalencia de aneurismas en la población general es bastante elevada (~3%), en tanto
que la incidencia de hemorragia subaracnoidea es muy baja (0.01%). Por lo tanto, una mayoría de los
aneurismas detectados en la angiografía con tomografía es incidental; conllevan un riesgo bajo o ausente
de rotura. Simplemente identificar estos aneurismas “inocentes” puede representar un riesgo potencial
para el paciente en el futuro en la forma de una consulta neuroquirúrgica innecesaria, más imágenes
y el potencial de reparación invasiva o quirúrgica innecesaria. Aunque obtener una angiografía con
tomografía puede a la larga ser una labor menos intensiva en la sala de urgencias y tentadora por evitar
la necesidad de realizar una punción lumbar, hay que apreciar su daño potencial.
La angiografía con resonancia magnética es otra modalidad diagnóstica que está cada vez más
disponible en la sala de urgencias. Aunque la calidad de la imagen puede ofrecer una mayor capacidad
para evaluar otras causas potenciales de cefalea, existen los mismos riesgos y limitaciones inherentes
que se comentaron antes para la angiografía con tomografía, es decir la identificación de un aneurisma
incidental. Tanto la angiografía con resonancia como con tomografía pueden ser herramientas diag-
nósticas valiosas para el neurocirujano una vez que se ha diagnosticado una hemorragia subaracnoidea
mediante tomografía sin contraste o punción lumbar; sin embargo, ninguna se recomienda de forma
sistemática para la evaluación inicial de una cefalea.
A la fecha, tanto las guías de la American Heart Association (AHA) sobre el manejo de la hemo-
rragia subaracnoidea como las políticas clínicas del American College of Emergency Physicians (ACEP)
sobre la evaluación y el manejo de la cefalea aguda promueven la realización de una tomografía com-
putarizada sin contraste seguida por una punción lumbar para la evaluación inicial de la sospecha de
hemorragia subaracnoidea. Aunque hoy se cuenta con nuevas modalidades diagnósticas, es importante
estar al tanto de los posibles obstáculos que aquí se analizan si se pretende alejarse de las guías publicadas.
PUNTOS CLAVE
■■ Las guías siguen recomendando la combinación de tomografía sin contraste del crá-
neo seguida por punción lumbar para descartar de manera adecuada una hemorragia
subaracnoidea.
■■ Una tomografía del cráneo sin contraste puede descartar una hemorragia subaracnoidea
cuando se obtiene en un lapso de 6 h del inicio de la cefalea.
■■ La angiografía con tomografía computarizada y la resonancia magnética no se reco-
miendan como parte de los estudios sistemáticos iniciales dado que pueden exponer
al paciente a riesgos innecesarios.
Lecturas recomendadas
Backes D, Rinkel GJ, Kemperman H, et al. Time-dependent test characteristics of head
computed tomography in patients suspected of nontraumatic subarachnoid hemorrhage.
Stroke. 2012;43(8):2115–2119.
Edlow JA. What are the unintended consequences of changing the diagnostic paradigm for sub-
arachnoid hemorrhage after brain computed tomography to computed tomographic angiogra-
phy in place of lumbar puncture? Acad Emerg Med. 2010;17(9):991–995; discussion 996–997.
Edlow JA, Malek AM, Ogilvy CS. Aneurysmal subarachnoid hemorrhage: Update for emer-
gency physicians [Review]. J Emerg Med. 2008;34(3):237–251.
Perry JJ, Spacek A, Forbes M, et al. Is the combination of negative computed tomography
result and negative lumbar puncture result sufficient to rule out subarachnoid hemor-
rhage? Ann Emerg Med. 2008;51(6):707–713.
Perry JJ, Stiell IG, Sivilotti ML, et al. Sensitivity of computed tomography performed within
six hours of onset of headache for diagnosis of subarachnoid haemorrhage: Prospective
cohort study. BMJ. 2011;343:d4277.
189
¡No olvidar las causas atípicas
del estado epiléptico!
R. James Salway, MD
La definición de estado epiléptico ha evolucionado a medida que han aumentado los conocimientos
sobre sus secuelas potenciales. Antes de explorar las diferentes causas del estado epiléptico convul-
sivo generalizado, es importante analizar primero esta definición cambiante. Antes definido como
actividad convulsiva que dura más de 30 min, la mayoría de las organizaciones y los estudios ahora
definen el estado epiléptico convulsivo generalizado como dos convulsiones o más sin regresar
a valores iniciales neurológicos O cualquier convulsión que dura más de 5 min. Esta definición
actualizada refleja un nuevo reconocimiento de la mayor morbilidad y mortalidad relacionadas con
una actividad convulsiva prolongada. Algunos estudios han mostrado una mortalidad a 30 días en
adultos con estado epiléptico convulsivo generalizado de 19 a 27%. Es importante mencionar que
la mortalidad ha mostrado correlacionarse directamente con la duración de la convulsión. Estos
hechos subrayan la importancia de identificar con rapidez la etiología subyacente de este trastorno.
Si bien la falta de cumplimiento con los medicamentos en los pacientes con convulsiones
conocidas sigue siendo la causa subyacente más probable de estado epiléptico convulsivo gene-
ralizado, hasta 50% de los pacientes con este trastorno no tiene antecedentes convulsivos previos. Esto
significa que deben considerarse otras causas del estado epiléptico convulsivo generalizado al
enfrentarse a convulsiones que son resistentes al tratamiento estándar. La forma más fácil de
abordar estas causas atípicas del estado epiléptico es dividirlas en categorías amplias: infecciosas,
metabólicas, relacionadas con sustancias y otras. Las consideraciones diagnósticas y de trata-
miento para cada una de estas categorías se enlistan en la Tabla 198-1.
Las etiologías infecciosas como la meningitis y la encefalitis pueden causar estado epilép-
tico convulsivo generalizado. La fiebre y la infección se han citado como la causa más frecuente
de convulsiones en niños. La tomografía computarizada del cráneo y la punción lumbar (¡una
vez que el paciente ha dejado de convulsionarse!) pueden ser necesarias para descartar una infec-
ción del sistema nervioso central, en especial en un adulto con fiebre no diferenciada.
Las alteraciones metabólicas con frecuencia son la causa del estado epiléptico convulsivo
generalizado. La hipoglucemia es una de las etiologías más habitual y fácil de diagnosticar. Puede
ocurrir actividad convulsiva cuando la glucemia está por debajo de 45 mg/dL. Debe realizarse una
prueba de glucosa rápida a la cabecera tan a la brevedad. La hiponatriemia y la hipernatriemia son
desajustes metabólicos frecuentes que pueden conducir a este trastorno. Una concentración de
sodio < 120 o > 160 mEq/L alerta sobre el diagnóstico. A menudo ocurren hipocalciemia, hipopo-
tasiemia e hipomagnesiemia al mismo tiempo, y deben tratarse de forma simultánea.
Muchas sustancias pueden causar estado epiléptico convulsivo generalizado y la lista es
muy amplia para analizarla por completo en esta obra. Los principales responsables que no deben
pasarse por alto incluyen isoniacida (INH), antidepresivos (en especial antidepresivos tricíclicos,
que están reapareciendo) y litio. La intoxicación con metanfetaminas y la abstinencia de alcohol
también se enlistan en el diagnóstico diferencial.
Por último, hay muchas “otras” causas de estado epiléptico convulsivo generalizado. En muje-
res jóvenes (y posiblemente embarazadas) con convulsiones debe considerarse eclampsia, incluso en
el periodo posparto, ya que un número importante de casos ocurre en las semanas que siguen al parto.
Además, los traumatismos, accidentes vasculares cerebrales, neoplasias y enfermedades degenerativas
del sistema nervioso central completan la lista de “otras” causas que deben considerarse.
Al enfrentarse al estado epiléptico convulsivo generalizado, hay que considerar todas las posi-
bilidades y el amplio rango de etiologías posibles más allá de la falta de cumplimiento con los medi-
camentos. Muchas de estas etiologías son rápidamente reversibles con tratamientos que ponen fin
a cualquier actividad convulsiva ulterior y reducen directamente la morbilidad y la mortalidad.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Huff JS, Fountain NB. Pathophysiology and definitions of seizures and status epilepticus.
Emerg Med Clin North Am. 2011;29(1):1–13.
Millikan D, Rice B, Silbergleit R. Emergency treatment of status epilepticus: Current think-
ing. Emerg Med Clin North Am. 2009;27(1):101–113.
Shearer P, Riviello J. Generalized convulsive status epilepticus in adults and children: Treat-
ment guidelines and protocols. Emerg Med Clin North Am. 2011;29(1):51–64.
190
No intervenir: determinación de la
presión arterial en el accidente
vascular cerebral isquémico
Amir A. Rouhani, MD
El accidente vascular cerebral se define como cualquier lesión vascular que lleva a una reducción
del flujo sanguíneo cerebral a un área del cerebro que resulta en afección neurológica. El acci-
dente vascular cerebral isquémico representa el 85% de los eventos vasculares cerebrales y puede
ser resultado de una trombosis, embolia o hipoperfusión sistémica. El accidente vascular cerebral
hemorrágico, que incluye hemorragia intracerebral y hemorragia subaracnoidea no traumática,
representa el 15% restante.
Después de un accidente vascular cerebral agudo, el flujo sanguíneo y por lo tanto el trans-
porte de oxígeno se reducen a nivel local, lo que provoca hipoxia de las áreas cercanas al sitio
de la lesión original. Dentro del lecho cerebrovascular isquémico hay dos zonas principales de
lesión: la zona isquémica central y la “penumbra” isquémica. La penumbra es el tejido viable
inmediatamente colindante con el centro isquémico con daño irreversible en el que las ramas
distales se dilatan y la presión de perfusión es baja. El objetivo del manejo agudo del accidente
vascular cerebral es salvar este tejido en penumbra y optimizar la función cerebral resultante.
Un concepto central en el manejo médico de todos los accidentes vasculares cerebrales
agudos se ha enfocado en mantener la presión de perfusión cerebral para optimizar la per-
fusión a estas zonas de lesión. La presión de perfusión cerebral se obtiene con la siguiente
fórmula: presión de perfusión cerebral = presión arterial media – presión intracerebral. La
hipertensión permisiva implica evitar la reducción intensiva de la presión arterial para man-
tener una presión arterial media y así conservar la presión de perfusión cerebral.
En contraste con el accidente vascular cerebral hemorrágico, en el que recientemente ha
habido un enfoque intenso en la reducción de la presión arterial en la fase de manejo en la sala de
urgencias (véase el Capítulo 193), las guías para el accidente vascular cerebral isquémico siguen
destacando la “hipertensión permisiva” –no intervenir de forma deliberada sobre la presión arte-
rial en la sala de urgencias.
La presión arterial elevada es una ocurrencia frecuente al momento de la presentación
entre pacientes con accidente vascular cerebral isquémico, que ocurre hasta en el 75% de los
casos. Esto puede deberse a hipertensión crónica subyacente, una respuesta simpática aguda u
otros mecanismos relacionados con el accidente vascular cerebral. Esta respuesta hipertensiva
inicial es más pronunciada justo después de un accidente vascular cerebral agudo. La presión
arterial por lo general comienza a disminuir de manera espontánea en un lapso de 90 min y se
reduce de modo constante a lo largo de las primeras 24 horas.
Múltiples estudios han encontrado una relación en forma de U entre la presión arterial
al ingreso y los resultados clínicos adversos. La hipertensión arterial extrema puede ser deleté-
rea debido a que puede llevar a un empeoramiento del edema cerebral y a una transformación
hemorrágica, encefalopatía, complicaciones cardiacas e insuficiencia renal. Además, la hipotensión
arterial extrema puede causar una menor perfusión a múltiples órganos, en especial al cerebro
isquémico. Por último, existen ciertas situaciones en las que los trastornos concomitantes, como
isquemia miocárdica, disección aórtica o insuficiencia cardiaca, pueden acompañar al accidente
vascular cerebral isquémico agudo y exacerbarse por la hipertensión arterial. Por lo tanto, la hiper-
tensión arterial moderada puede representar la mejor oportunidad para optimizar la presión de
perfusión cerebral al tiempo que se evita el daño de una hipertensión extrema. Como resultado,
las guías actuales recomiendan que la hipertensión “se permita” a menos que sea extremadamente
elevada [presión arterial sistólica > 220 mm Hg o presión arterial diastólica > 120 mm Hg].
Las guías de 2013 de la American Heart Association (AHA)/American Stroke Association
(ASA) para el manejo temprano de los pacientes con accidente vascular cerebral isquémico
agudo indican hipertensión permisiva en pacientes que no son candidatos para tratamiento de
reperfusión con fármacos fibrinolíticos a fin de mantener una perfusión cerebral. La hiperten-
sión permisiva implica no realizar intentos activos por reducir la presión arterial, a menos que el
paciente tenga una presión sistólica > 220 mm Hg o una diastólica > 120 mm Hg. El control de
la presión arterial también debe iniciarse en pacientes con un trastorno médico concurrente en
el que se obtenga un beneficio clínico al reducir la presión arterial. Si se inician estrategias para
reducir la presión arterial, un objetivo sugerido es una reducción del 15% en la presión arterial
sistólica durante las primeras 24 h. En pacientes que son elegibles para tratamiento con agentes
fibrinolíticos intravenosos, la presión arterial debe reducirse cuidadosamente, de modo que la
presión sistólica sea < 185 mm Hg y la diastólica < 110 mm Hg. La presión arterial debe mante-
nerse por debajo de 180/105 mm Hg por al menos 24 h (véase la Tabla 190-1).
Los fármacos de primera línea para el manejo de la presión arterial en el accidente
vascular cerebral isquémico agudo incluyen labetalol y nicardipina. Ambos permiten un ajuste
rápido y seguro hasta el objetivo de presión arterial. Labetalol puede iniciarse a 10 a 20 mg por
vía intravenosa durante 1 a 2 min y repetirse una vez antes de iniciar una infusión continua
de 2 a 8 mg/min. Nicardipina puede iniciarse por vía intravenosa a 5 mg/h, ajustando hasta
2.5 mg/h cada 5 a 15 min (máximo 15 mg/hora).
G uías para el manejo temprano de
pacientes con accidente vascular cere-
bral isquémico agudo: pauta para los
Tabla 190-1 profesionales de atención a la salud de
la American Heart Association/American
Stroke Association (2013): recomenda-
ciones clase I a
■■ En pacientes con presión arterial marcadamente elevada que no reciben fibrinólisis, un
objetivo razonable es reducir la presión arterial en 15% durante las primeras 24 h después
del inicio del evento. No se conocen los valores de presión arterial que motivarían este
tratamiento, pero existe un consenso de que deben suspenderse los medicamentos a menos
que la presión sistólica sea > 220 mm Hg o la diastólica sea > 120 mm Hg (clase I; nivel de
evidencia C). (Revisado de las guías previas)
■■ En los pacientes que tienen una presión arterial elevada y son por lo demás elegibles para
tratamiento con activador tisular del plasminógeno recombinante, la presión arterial debe
reducirse con cuidado, de modo que la sistólica sea < 185 mm Hg y la diastólica
< 110 mm Hg (clase I; nivel de evidencia B) antes de iniciar el tratamiento fibrinolítico. Si
se administran fármacos para reducir la presión arterial, el médico debe estar seguro de que
la presión arterial se estabilice al nivel más bajo antes de comenzar el tratamiento con el
activador tisular y mantenerla a < 180/105 mm Hg por al menos las primeras 24 h después
del tratamiento intravenoso con el activador. (Sin cambios de las guías previas)
Clase I (fuerte): condiciones para las que existe evidencia, acuerdo general o ambos de que un procedi-
a
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Aiyagari V, Gorelick PB. Management of blood pressure for acute and recurrent stroke. Stroke.
2009;40:2251.
Hemphill JC III, Greenberg SM, Anderson CS, et al. Guidelines for the management of
spontaneous intracerebral hemorrhage: A guideline for healthcare professionals from the
American Heart Association/American Stroke Association. Stroke. 2015;46(7):2032–2060.
Jauch EC, Saver JL, Adams HP Jr, et al. Guidelines for the early management of patients with
acute ischemic stroke: A guideline for healthcare professionals from the American Heart
Association/American Stroke Association. Stroke. 2013;44:870.
Qureshi AI. Acute hypertensive response in patients with stroke: Pathophysiology and
management. Circulation. 2008;118:176.
191
Trombosis del seno venoso cerebral:
un diagnóstico raro con un síntoma
principal frecuente
Margarita Santiago-Martinez, MD y
Stuart Swadron, MD, FRCPC
La trombosis del seno venoso cerebral es una causa grave si bien rara de accidente vascular cerebral,
convulsiones y cefaleas que suele no reconocerse o entenderse lo suficiente. La trombosis del seno
venoso cerebral representa ~0.5 a 1% de todos estos eventos y es resultado de trombosis y obstruc-
ción de los senos durales venosos cerebrales. Esta enfermedad tiene predilección por mujeres en edad
reproductiva y se relaciona con factores de riesgo como anticonceptivos orales y embarazo, aunque la
trombosis del seno venoso cerebral también afecta a los hombres. La mayoría de los pacientes está en
la tercera o cuarta década de vida, aunque 8% de los casos tiene más de 65 años. Una investigación
detallada en busca de una patología protrombótica subyacente o de antecedentes familiares de coa-
gulopatía revela al menos un factor de riesgo en 85% de los pacientes (véase la Tabla 191-1), aunque
algunos, en especial los de edad avanzada, pueden no tener factores de riesgo identificables.
El mecanismo implicado en la trombosis del seno venoso cerebral depende del evento trom-
bótico inicial. Un trombo oclusivo de las venas cerebrales causa edema localizado que es tanto
citotóxico por muerte celular como vasógeno por aumento de las presiones en las vénulas. Por
otro lado, un trombo en los senos causa una presión venosa aumentada de forma secundaria que
disminuye el flujo de líquido cefalorraquídeo y produce un aumento de la presión intracraneal.
A la larga, ambas formas de trombos conducen a una sintomatología similar por diferentes vías.
El reto más grande con la trombosis del seno venoso cerebral es su curso clínico temprano
inespecífico. En promedio, toma 7 días después del inicio de los síntomas para poder establecer un
diagnóstico definitivo. La cefalea es el síntoma más frecuente en estos pacientes: ocurre en 90% de
los casos. La cefalea puede ser el único síntoma en un principio y precede a síntomas neurológicos
más específicos o preocupantes por varios días. Para complicar aún más las cosas, la presentación
de la cefalea es variable, más a menudo difusa, y empeora gradualmente a lo largo de las semanas,
pero a veces es unilateral o repentina e intensa al inicio de forma similar a una hemorragia subarac-
noidea. Por fortuna, la mayoría de los pacientes se presenta con edema de papila.
Una cefalea que empeora en posición supina o con la maniobra de Valsalva debe motivar a
hacer más preguntas sobre los posibles trastornos predisponentes porque pueden ser signos de
aumento de la presión intracraneal. Una convulsión debe llevar a una evaluación más detallada dado
que ~40% de los pacientes con trombosis del seno venoso cerebral tendrá una actividad convulsiva
más focal o generalizada –sin dejar de considerar otros diagnósticos más frecuentes que amenazan la
vida, como meningitis o una lesión que ocupa espacio. Sin embargo, el diagnóstico de trombosis del
seno venoso cerebral debe mantenerse en el diferencial durante las pruebas diagnósticas, sobre todo
si la presión de abertura de la punción lumbar es mayor de 20 cm H2O.
Un paciente que se presenta con una combinación de cefalea y síntomas visuales como
diplopía horizontal y parálisis del VI par craneal (abducens) (secundaria a un aumento de la pre-
sión intracraneal) también debe motivar a más preguntas sobre los factores de riesgo potenciales
para trombosis del seno venoso cerebral. Cuando hay edema de la papila, también se justifican
más imágenes para evaluar la posibilidad de una trombosis del seno venoso cerebral.
Los casos graves pueden ser resultado de un infarto venoso con o sin hemorragia y edema
cerebral. Estos pacientes se presentan con signos neurológicos focales que no siguen una distri-
bución arterial típica de accidente vascular cerebral. El déficit neurológico más frecuente es la
debilidad motora, que ocurre de forma bilateral o unilateral. Otros posibles déficits neurológicos
incluyen encefalopatía, parálisis de nervios craneales y afasia.
Si la sospecha es muy elevada, las imágenes adecuadas ayudan a obtener un diagnóstico defi-
nitivo y un tratamiento que salve la vida. A la fecha, la técnica más sensible para el diagnóstico es la
resonancia con venografía. La combinación de la ausencia de flujo sanguíneo con un signo anormal
en el seno confirma el diagnóstico de trombosis. Varios estudios han evaluado el valor de las cifras de
laboratorio, como el dímero d, para diagnosticar trombosis del seno venoso cerebral pero, por des-
gracia, ninguno tiene un valor de predicción negativo lo bastante bajo para descartar este trastorno.
El tratamiento con heparina debe iniciarse sin demora una vez que se ha confirmado el
trombo, incluso en caso de una hemorragia venosa, para disminuir la propagación del coágulo
y otras complicaciones. La heparina ha mostrado ser relativamente segura incluso en pacientes
con un componente hemorrágico en caso de trombosis del seno venoso cerebral. Estos casos
deben ser hospitalizados, de preferencia en una unidad de neurociencias. Puede considerarse
una trombectomía en las variantes letales y agresivas de la trombosis del seno venoso cerebral.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Ferro JM, Canhão P. Cerebral venous sinus thrombosis: Update on diagnosis and manage-
ment. Curr Cardiol Rep. 2014;16:523–533.
Ferro JM, Canhão P, Stam J, et al. Prognosis of cerebral vein and dural sinus thrombosis:
Results of the international study of cerebral vein and dural sinus thrombosis (ISCVT).
Stroke. 2004;35:664–670.
Piazza G. Cerebral venous thrombosis. Circulation. 2012;125:1704–1709.
Stam J. Thrombosis of the cerebral veins and sinuses. N Engl J Med. 2005;352:1791–1798.
192
grandes simuladores del accidente
vascular cerebral agudo
Aarti Jain, MD
Los simuladores del accidente vascular cerebral, o los trastornos no vasculares que producen défi-
cits neurológicos focales, con frecuencia confunden el diagnóstico de un accidente vascular cerebral
isquémico agudo. Incluso hasta 20 a 25% de las presentaciones de accidente vascular cerebral sospe-
chado puede atribuirse a procesos patológicos no vasculares. En una época de nuevos tratamientos
intervencionistas para los accidentes vasculares cerebrales que incluyen tratamiento endovascular y
fibrinólisis, es cada vez más importante identificar los simuladores del accidente vascular cerebral y
evitar el daño potencial de los tratamientos secundarios de prevención de accidente vascular cere-
bral. Algunos Simuladores frecuentes del accidente vascular cerebral incluyen, aunque no se limitan
a: parálisis de Todd, hipoglucemia, neoplasia cerebral, migraña hemipléjica y hemiparesia funcional.
Parálisis de Todd
La parálisis de Todd es un trastorno neurológico transitorio que suele caracterizarse por pare-
sia focal después de una convulsión. Las alteraciones reversibles no estructurales en la función
neuronal que ocurren en el periodo posictal causan déficits neurológicos focales que simulan
accidente vascular cerebral agudo. Si bien la duración de estos déficits suele ser transitoria, los
datos focales pueden durar hasta 1 a 2 días. La debilidad posictal se observa sobre todo después
de convulsiones motoras parciales, aunque también se presenta después de convulsiones gene-
ralizadas. A menudo, este simulador de accidente vascular cerebral solo se identifica después de
atestiguarse más actividad convulsiva o de indagar sobre los antecedentes de trastorno convulsivo.
Hipoglucemia
La hipoglucemia puede definirse como una concentración de glucosa sérica por debajo de lo nor-
mal y se considera grave cuando cae por debajo de 45 mg/dL. Es el simulador más representativo
del accidente vascular cerebral dado que es la causa de déficit neurológico no vascular que puede
identificarse con mayor rapidez y revertirse con facilidad. La hemiplejía, la ceguera cortical y la
afasia se han informado como presentaciones frecuentes similares a accidente vascular cerebral
de hipoglucemia. Si bien es esencial que los médicos obtengan concentraciones de glucosa sérica
rápida en cualquier paciente en quien se sospecha un accidente vascular cerebral agudo, también
debe señalarse que los déficits neurológicos pueden persistir en ocasiones durante horas después
de la administración IV de glucosa. Otros desequilibrios metabólicos como hiperglucemia, hiper-
natriemia, hiponatriemia y encefalopatía hepática pueden tener una presentación similar.
Neoplasia cerebral
Aunque con una presentación indolente primaria, las lesiones intracerebrales en masa pueden cau-
sar cambios visuales de progresión rápida, afasia y otros déficits neurológicos focales que simulan un
acci-dente vascular cerebral agudo. Hasta 6% de los pacientes con tumores cerebrales se presenta con
síntomas < 1 día de duración. Este cuadro clínico similar a un accidente vascular cerebral puede atri-
buirse a diversos mecanismos, como hidrocefalia obstructiva, compresión vascular y apoplejía tumoral.
Migraña hemipléjica
Los trastornos de cefalea primaria representan un 9% de los simuladores del accidente vascular
cerebral. La migraña hemipléjica familiar, una rara variante migrañosa, se define como una migraña
con aura y debilidad motora completamente reversible. De herencia autosómica dominante, este
tipo de migraña afecta más a mujeres jóvenes y tiene una elevada penetrancia familiar. Aunque la
migraña hemipléjica familiar es un diagnóstico de exclusión, los antecedentes familiares detallados
o la evidencia de episodios recurrentes similares despiertan la sospecha de este subtipo de migraña.
Hemiparesia funcional
El trastorno de conversión, o trastorno de síntomas neurológicos funcionales, se caracteriza por sín-
tomas neurológicos que no son consistentes con una etiología médica, pero que no son producidos
de forma intencional por el paciente. Puede apreciarse debilidad hasta en 30% de estos individuos y
aunque con mayor frecuencia es unilateral o hemiparésica, también puede ser bilateral o afectar una
sola extremidad. La clave para identificar el trastorno de conversión como un simulador del accidente
vascular cerebral es una exploración inconsistente, en la que a menudo se encuentra que el grado de
afección depende de la tarea realizada. A la exploración física, un signo de Hoover, o debilidad con
extensión de la cadera en la pierna afectada que desaparece durante la flexión contralateral de la pierna
no afectada contra resistencia, puede sugerir una etiología funcional de la paresia.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Fernandes PM, Whiteley WN, Hart SR, et al. Strokes: mimics and chameleons. Pract Neurol.
2013;13:21–28.
Huff JS. Stroke mimics and chameleons. Emerg Med Clin North Am. 2002;20(3):583–595.
Magauran BG, Nitka M. Stroke mimics. Emerg Med Clin North Am. 2012;30(3):795–804.
Nguyen PL, Chang JJ. Stroke mimics and acute stroke evaluation: Clinical differentiation and
complications after intravenous tissue plasminogen activator. J Emerg Med. 2015;49(2):244–
252.
Yong AW, Morris Z, Shuler K, et al. Acute symptomatic hypoglycaemia mimicking ischaemic
stroke on imaging: A systemic review. BMC Neurol. 2012;12:139.
193
Presión arterial en el paciente con
hemorragia intracraneal ¡a bajarla!
Daniel R. Rutz, MD y Edward Stettner, MD
Los pacientes con hemorragia intracerebral a menudo presentan presión arterial elevada coe-
xistente. La hipertensión es tanto una causa de hemorragia intracerebral espontánea como una
respuesta a una lesión fisiológica. Se cree que esta última se debe a un mayor tono simpático y un
aumento de la presión intracraneal. Las elevaciones graves, que son típicas, empeoran los resulta-
dos mediante la expansión de un hematoma con sangrado constante. Datos observacionales han
demostrado una relación entre una presión arterial sistólica superior a 150 mm Hg en las primeras
12 h después de la hemorragia intracerebral y un aumento del doble en el riesgo de muerte o
dependencia. Otros estudios han relacionado el crecimiento del hematoma con peores resultados.
Dada la carga sustancial de morbilidad y mortalidad de la hemorragia intracerebral, ha resurgido la
atención enfocada en la eficacia del control temprano de la presión arterial en urgencias. En la Tabla
193-1 se resumen las guías de manejo actuales de la presión arterial (2015) de la American Heart
Association/American Stroke Association para la hemorragia intracerebral espontánea.
A muchos médicos les preocupa que reducir la presión arterial demasiado rápido en caso de
accidente vascular cerebral resulte peligroso debido a que los pacientes con hipertensión crónica
y enfermedad cerebrovascular se vuelven dependientes de una presión arterial mayor de lo nor-
mal para recibir una perfusión cerebral apropiada. Esto parece ser cierto en el accidente vascular
cerebral isquémico, en el que un área vulnerable (penumbra isquémica) alrededor del infarto es
sensible a una presión reducida. Sin embargo, las neuroimágenes modernas han demostrado que
los pacientes con hemorragia intracerebral no tienen una penumbra isquémica. Esta diferencia
crítica inclina la balanza hacia un manejo más intensivo de la presión arterial para tratar de preve-
nir la expansión del hematoma y la reanudación del sangrado.
La seguridad de una reducción intensiva de la presión arterial está apoyada por los estu-
dios Antihypertensive Treatment of Acute Cerebral Hemorrhage (ATACH) e Intensive Blood
Pressure Reduction in Acute Cerebral Hemorrhage (INTERACT). El estudio INTERACT
aleatorizó a los pacientes con hemorragia intracerebral a un control intensivo de la presión arte-
rial (objetivo de presión sistólica < 140 mm Hg en la primera hora, mantenida durante 24 h)
en comparación con un control más permisivo (objetivo de presión sistólica < 180 mm Hg en
la primera hora, mantenida durante 24 h). Este estudio mostró una tendencia hacia un menor
crecimiento relativo y absoluto de la hemorragia en el grupo de tratamiento intensivo compa-
rado con el control. Resulta importante mencionar que hubo cantidades comparables de eventos
adversos y resultados funcionales de pacientes similares.
El estudio aleatorizado más grande a la fecha relacionado con reducción temprana de la
presión arterial en hemorragia intracerebral, el estudio INTERACT2, demostró mejoría en los
resultados funcionales en pacientes con un control intensivo de la presión arterial, sin diferen-
cias en la mortalidad o eventos adversos mayores no letales. En INTERACT2, los pacientes con
hemorragia intracerebral y una presión sistólica entre 150 y 220 mm Hg se asignaron aleatoria-
mente a un control de la presión arterial intensivo (objetivo de presión sistólica < 140 mm Hg
en 1 h de la aleatorización, mantenida por 7 días) frente a uno permisivo (objetivo de presión
sistólica < 180 mm Hg). Cabe señalar que este estudio no demostró una reducción significativa
del resultado primario de muerte o discapacidad mayor (puntuación mRS de 3 a 5). Sin embargo,
un análisis de las puntuaciones de mRS para los pacientes del grupo intensivo mostró mejores
resultados funcionales y los pacientes de este grupo informaron mejor calidad de métricas de
vida relacionadas con la salud. Datos recientes del estudio clínico ATACH-II contradicen los
beneficios secundarios observados en INTERACT2. Los pacientes en ATACH-II se aleatoriza-
ron a objetivos de reducción de la presión arterial de 110 a 139 mm Hg (reducción intensiva de
la presión arterial) o 140 a 179 mm Hg (estándar de atención). Los autores no informaron dife-
rencias significativas en el resultado primario (puntuación mRS de 4 a 6 a 3 meses) y una mayor
incidencia de eventos adversos graves en un lapso de 3 meses en el grupo de intervención (25.6%
en intervención, 20% en control; p = 0.05). Los datos de estos estudios demuestran la necesidad
de más investigaciones acerca de los riesgos y beneficios de la reducción intensiva de la presión
arterial por debajo de 140 mm Hg en pacientes con hemorragia intracerebral espontánea.
Los medicamentos utilizados en los estudios anteriores incluyen labetalol, nicardipina,
hidralacina, nitroprusiato, nitroglicerina, enalapril y esmolol. Los más utilizados fueron labe-
talol y nicardipina. Las guías actuales no apoyan el uso de un medicamento sobre otro, pero en
términos generales se requieren fármacos intravenosos ajustables para proporcionar el tipo de
control necesario en la hemorragia intracerebral.
Debe tenerse en cuenta que si bien el beneficio de mortalidad no se ha delineado con
claridad, la presión arterial elevada sostenida se relaciona con peores resultados funcionales para
estos pacientes. Se requiere mayor investigación para examinar el efecto de reducir la presión
arterial sobre el crecimiento del hematoma y el efecto de la reducción intensiva por debajo de
140 mm Hg de la presión arterial. Además, los pacientes con las elevaciones más pronunciadas
de la presión arterial (presión sistólica > 220 mm Hg) se excluyeron del estudio INTERACT2;
se requieren más datos para guiar el tratamiento en estos pacientes.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Anderson CS, Huang Y, Arima H, et al. Effects of early intensive blood pressure-lowering
treatment on the growth of hematoma and perihematomal edema in acute intracerebral
hemorrhage: The Intensive Blood Pressure Reduction in Acute Cerebral Haemorrhage
Trial (INTERACT). Stroke. 2010;41(2):307–312.
Hemphill JC III, Bonovich DC, Besmertis L, et al. The ICH Score: A simple, reliable grading
scale for intracerebral hemorrhage. Stroke. 2001;32(4):891–897.
Hemphill JC, III, Greenberg SM, Anderson CS, et al. Guidelines for the management of
spontaneous intracerebral hemorrhage: A guideline for healthcare professionals from the
American Heart Association/American Stroke Association. Stroke. 2015;46(7):2032–2060.
Qureshi AI, Palesch YY, Barsan WG, et al. ATACH-2 Trial investigators and the neurological
emergency treatment trials network. Intensive blood-pressure lowering in patients with
acute cerebral hemorrhage. N Engl J Med. 2016;375(11):1033–1043.
194
Tratamiento del paciente con sospecha
de crisis isquémica transitoria
Allen Chiou, MD y Mindi Guptill, MD, FACEP
La crisis isquémica transitoria es un trastorno frecuente que pone en riesgo la vida y ocurre con
una incidencia anual estimada de 240 000 casos por año en Estados Unidos. Representa el 0.3% de
todas las visitas a las salas de urgencias. En un pasado no distante, la crisis isquémica transitoria
se describía como un evento neurológico de inicio repentino, focal, de origen vascular, con una
duración < 24 h. Sin embargo, a medida que los estudios de imágenes se vuelven más sensibles para
detectar infarto tisular, se ha hecho evidente que muchas supuestas crisis isquémicas transitorias
son en realidad eventos vasculares cerebrales. De hecho, en algunos casos, puede observarse un
infarto en la resonancia magnética ponderada con difusión después de incluso 10 a 15 min de los
síntomas. La American Heart Association/American Stroke Association (AHA/ASA) a la fecha
define la crisis isquémica transitoria como un “episodio transitorio de disfunción neurológica causado
por isquemia focal cerebral, de la médula espinal o retiniana sin infarto agudo”. La crisis isquémica
transitoria es, por lo tanto, una enfermedad isquémica del sistema nervioso central en el mismo
espectro que el accidente vascular cerebral, que se diferencia por la presencia de infarto tisular.
Los pacientes con sospecha de crisis isquémica transitoria deben someterse a una evaluación
rápida y precisa en la sala de urgencias. Aunque muchos pacientes pueden tener un curso benigno
de la enfermedad, hay un considerable riesgo a corto plazo para un accidente vascular cerebral.
Estudios con grandes cohortes basados en la población informados en los últimos años han demos-
trado un mayor riesgo de accidente vascular cerebral temprano después de una crisis isquémi-
ca transitoria que lo apreciado anteriormente. De 10 a 15% de los pacientes tienen un accidente
vascular cerebral en un lapso de 3 meses y la mitad de ellos ocurre en las primeras 48 h. Por lo tanto,
el manejo de una crisis isquémica transitoria requiere una estratificación cuidadosa de riesgo.
Una herramienta ampliamente usada para la estratificación del riesgo de accidente vascular
cerebral después de una crisis isquémica transitoria es la puntuación ABCD2, desarrollada y
validada en 2007 por Johnson y cols. La puntuación ABCD2 está optimizada para la reducción
del riesgo de accidente vascular cerebral de 2 días. ABCD2 también predice el riesgo a 7 y 90 días
después de una crisis isquémica transitoria. El sistema asigna puntos según la edad, elevación
de la presión arterial, características clínicas, duración de los síntomas y presencia de diabetes
(véase la Tabla 194-1). Los pacientes del estudio inicial se clasificaron como de riesgo elevado
(puntuación de 6 a 7), riesgo moderado (puntuación de 4 a 5) o riesgo bajo (puntuación de 0 a
3). El riesgo general de accidente vascular cerebral de 2 días para las categorías de riesgo elevado,
moderado y bajo fue de 8.1, 4.1 y 1.0%, respectivamente.
Es importante observar que la validación externa de la puntuación ABCD2 no ha sido defi-
nitiva. A la fecha, el estudio de validación prospectivo multicéntrico más grande realizado en
2011 por Perry y cols. mostró un bajo valor de predicción de la puntuación ABCD2 a intervalos
de 7 y 90 días después de una crisis isquémica transitoria. No se incluyó en el estudio una valo-
ración de riesgo de accidente vascular cerebral de 2 días. Aunque la puntuación ABCD2 se usa
ampliamente para estratificar el riesgo de los pacientes, no debe sustituir el juicio clínico.
A la fecha, la AHA/ASA recomienda usar la puntuación ABCD2 y sugiere que la hospi-
talización es razonable si los pacientes se presentan en un lapso de 72 h de los síntomas y está
presente cualquiera de los siguientes criterios: puntuación ABCD2 ≥ 3, puntuación de ABCD2
de 0 a 2 e incertidumbre de que los estudios diagnósticos puedan completarse en un lapso de 2
Fuente: Easton JD, Saver JL, Albers GW, et al. Definition and evaluation of transient ischemic attack. A
scientific statement for healthcare professionals from the American Heart Association/American Stroke
Association Stroke Council; Council on Cardiovascular Surgery and Anesthesia; Council on Cardiovascular
Radiology and Intervention; Council on Cardiovascular Nursing; and the Interdisciplinary Council on
Peripheral Vascular Disease. Stroke. 2009;40(6):2276–2293.
días como paciente ambulatorio o puntuación ABCD2 de 0 a 2 y otra evidencia que indique que
el evento del paciente fue causado por isquemia focal.
Los estudios para crisis isquémica transitoria, según la AHA/ASA, incluyen neuroimágenes
en 24 h del inicio de los síntomas (de preferencia con resonancia magnética del cerebro ponderada
con difusión), imágenes no invasivas de los vasos cervicales e intracraneales (con ultrasonido Doppler,
tomografía computarizada o angiografía con resonancia), ECG y pruebas sanguíneas sistemáticas.
En el futuro, según avancen las neuroimágenes se irán refinando la evaluación y el manejo de la crisis
isquémica transitoria.
La disposición y el momento de realizar los estudios diagnósticos de pacientes de urgencias
tras una crisis isquémica transitoria deben basarse en el juicio clínico y la disponibilidad local de
recursos. El médico tratante debe considerar las características de riesgo elevado así como la dura-
ción de los síntomas, síntomas en aumento o presencia de una patología conocida como estenosis de
la arteria carótida, hipercoagulabilidad o fuente cardiaca de émbolos. Además, los pacientes deben
someterse a un seguimiento estrecho y confiable para considerarse para el alta, ya que deben com-
pletarse estudios detallados tan pronto como sea posible, de preferencia en un lapso de 48 horas.
PUNTOS CLAVE
■■ La crisis isquémica transitoria se caracteriza por isquemia temporal en el sistema ner-
vioso central que no resulta en infarto (accidente vascular cerebral) pero anuncia un
mayor riesgo de accidente vascular cerebral en los siguientes días y semanas.
■■ La puntuación ABCD2 tiene una exactitud de predicción razonable y puede usarse
para estratificar a pacientes con crisis isquémica transitoria. En lo absoluto es infalible
y debe usarse junto con el juicio clínico del médico.
■■ También debe considerarse la capacidad para completar los estudios ambulatorios de
crisis isquémica transitoria. Se aconseja en gran medida la hospitalización para los
pacientes de riesgo moderado y elevado.
Lecturas recomendadas
Easton JD, Saver JL, Albers GW, et al. Definition and evaluation of transient ischemic attack.
A scientific statement for healthcare professionals from the American Heart Association/
American Stroke Association Stroke Council; Council on Cardiovascular Surgery
and Anesthesia; Council on Cardiovascular Radiology and Intervention; Council on
Cardiovascular Nursing; and the Interdisciplinary Council on Peripheral Vascular Disease.
Stroke. 2009;40(6):2276–2293.
Edlow JA, Kim S, Pelletier AJ, et al. National study on emergency department visits for tran-
sient ischemic attack, 1992–2001. Acad Emerg Med. 2006;13(6):666–672.
Giles MF, Rothwell PM. Risk of stroke early after transient ischaemic attack: A systematic
review and meta-analysis. Lancet Neurol. 2007;6(12):1063–1072.
Johnston SC, Nguyen-Huynh MN, Schwarz ME, et al. National Stroke Association guidelines
for the management of transient ischemic attacks. Ann Neurol. 2006;60(3):301–313.
Johnston SC, Rothwell PM, Nguyen-Huynh MN, et al. Validation and refinement of scores
to predict very early stroke risk after transient ischaemic attack. Lancet. 2007;369(9558):
283–292.
195
Los elusivos abscesos cerebrales
Shikha Kapil, MD y Jeffrey N. Siegelman, MD
Los abscesos cerebrales son lesiones focales o multifocales dentro del parénquima cerebral que
son resultado de la diseminación directa o hematógena de una infección. Aunque su incidencia
es muy baja (varía de 0.4 a 0.9 casos por 100 000), la mortalidad permanece elevada a ~10%. Los
abscesos cerebrales pueden ser notoriamente difíciles de diagnosticar con la “tríada clásica” de
fiebre, déficit neurológico focal y cefalea presente en solo 20% de los casos.
Aproximadamente la mitad de todos los casos de absceso cerebral ocurre en pacientes con
trastornos predisponentes, como inmunosupresión (p. ej., VIH o farmacoterapia inmunosupre-
sora) o exposición del sistema nervioso central a factores externos (p. ej., traumatismo, sinu-
sitis/mastoiditis, infecciones dentales o intervención quirúrgica). La diseminación directa por
lo general causa abscesos focales, en tanto que la diseminación hematógena resulta en abscesos
multifocales, más a menudo en la distribución del territorio de la arteria cerebral media.
El síntoma de presentación más frecuente es la cefalea, que es uno de los síntomas prin-
cipales más comunes que se evalúan en la sala de urgencias. El dolor relacionado con el absceso
cerebral casi siempre es descrito por los pacientes como intenso y no suele aliviarse con analgé-
sicos orales. Hay déficits neurológicos focales en 50% de los pacientes y ocurren convulsiones en
25% de los casos. Cabe señalar que casi la mitad de estos casos está afebril. Si el paciente tiene
una predisposición subyacente y síntomas que causan preocupación, deben incluirse los abscesos
cerebrales en el diagnóstico diferencial.
La tomografía computarizada con contraste o resonancia magnética es la prueba de elec-
ción en la evaluación de los abscesos cerebrales. La resonancia magnética con contraste con
gadolinio es la prueba más sensible para detectar los abscesos en desarrollo y puede detectar
lesiones antes que la tomografía computarizada con contraste. De cualquier modo, la tomografía
computarizada claramente es más práctica en la sala de urgencias y es suficiente para descartar
Adaptada de Brouwer MC, Tunkel AR, McKhann GM II, et al. Brain abscess. New Engl J Med.
2014;371(5):447–456.
abscesos que ponen en riesgo la vida de forma inminente debido a su efecto de masa. La apari-
ción de abscesos cerebrales en la tomografía computarizada depende de su cronicidad, aunque la
apariencia clásica es una lesión con aumento en anillo.
Es importante notar que la punción lumbar está contraindicada si se sospecha un absceso, en
particular en caso de un déficit neurológico focal. El procedimiento se acompaña de un riesgo signifi-
cativo de herniación cerebral (hasta 30% en algunos estudios). Además, el rendimiento diagnóstico de
la punción lumbar y del análisis de líquido cefalorraquídeo es bajo para el diagnóstico de absceso cere-
bral. Si el diagnóstico diferencial también incluye meningitis, deben obtenerse cultivos sanguíneos e
iniciar antibióticos empíricos, pero no debe realizarse una punción lumbar hasta que la tomografía
computarizada o la resonancia magnética confirmen la ausencia de una lesión que ocupa espacio.
Los patógenos más frecuentes incluyen especies de Staphylococcus y Streptococcus. Debe consul-
tarse a un neurocirujano al momento del diagnóstico debido a que el tratamiento a menudo incluye
drenaje quirúrgico. Está indicado transferir al paciente a otra institución si no se cuenta con experiencia
neuroquirúrgica. La antibioticoterapia suele ser prolongada (p. ej., 4 a 8 sem) y varía dependiendo de los
factores del paciente, lo que incluye trastornos subyacentes y gravedad de la enfermedad; está justificada
la consulta con un experto en enfermedades infecciosas. En la Tabla 195-1 se resume la antibioticoterapia
empírica para los abscesos cerebrales con base en la fuente sospechada.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Brouwer MC, Coutinho JM, van de Beek D. Clinical characteristics and outcome of brain
abscess: Systematic review and meta-analysis. Neurology. 2014;82(9):806–813.
Brouwer MC, Tunkel AR, McKhann GM II, et al. Brain abscess. New Engl J Med.
2014;371(5):447–456.
Chun CH, Johnson JD, Hofstetter M, et al. Brain abscess. A study of 45 consecutive cases.
Medicine (Baltimore). 1986;65(6):415–431.
Edlow JA, Panagos PD, Godwin SA, et al. Clinical policy: Critical issues in the evaluation and
management of adult patients presenting to the emergency department with acute head-
ache. Ann Emerg Med. 2008;52(4):407–436.
Heilpern KL, Lorber B. Focal intracranial infections. Infect Dis Clin North Am. 1996;10(4):
879–898.
Helweg-Larsen J, Astradsson A, Richhall H, et al. Pyogenic brain abscess, a 15 year survey.
BMC Infect Dis. 2012;12:332.
196
Síntomas bulbares en la sala de
urgencias: vigile las vías respiratorias
Ariel Bowman, MD
Los músculos bulbares de la boca, lengua, paladar blando, faringe y laringe son responsables del
habla, la masticación y la deglución. La disfunción de estos músculos puede causar disartria, dis-
fagia y alteración del reflejo nauseoso y tusígeno, todo lo cual aumenta el riesgo de broncoaspira-
ción y compromiso de las vías respiratorias. Puede ser fácil pasar por alto estos síntomas debido
a las sutilezas de los datos en las exploraciones relacionadas y la naturaleza al parecer subjetiva
de las quejas. De cualquier modo, varios trastornos que resultan en síntomas bulbares pueden
poner en riesgo la vida; de este modo, deben considerarse un posible indicador temprano de
compromiso inminente de las vías respiratorias e insuficiencia respiratoria. Si bien varios trastor-
nos pueden resultar en síntomas bulbares, lo que incluye accidente vascular cerebral y esclerosis
lateral amiotrófica, tres diagnósticos clave que suelen confundir al profesional de urgencias son la
miastenia grave, el botulismo y el síndrome de Guillain-Barré (véase la Tabla 196-1).
La miastenia grave es el trastorno más frecuente de la transmisión neuromuscular. Afecta más
a menudo a mujeres entre la adolescencia y la tercera década de vida, y a los hombres de 50 a 70 años.
Es un trastorno autoinmunitario que ataca al receptor postsináptico nicotínico de acetilcolina en la
unión neuromuscular. La destrucción de estos receptores lleva a un menor número de sitios de unión
para la acetilcolina y por lo tanto se manifiesta debilidad o fatigabilidad de los músculos con el uso
repetido, la característica distintiva de la miastenia grave. De forma clásica, los pacientes se presentan
con síntomas oculares que resultan en ptosis, debilidad de los movimientos extraoculares y diplopía,
pero ~15% de los pacientes al inicio se presenta con síntomas bulbares que afectan los músculos
orofaríngeos, palatinos y mandibulares. Los pacientes pueden quejarse de disartria o disfagia, fatiga
al masticar, cambios de la voz, regurgitación nasal e incapacidad para mantener la mandíbula cerrada.
Cualquier músculo esquelético puede verse afectado a la larga, lo que incluye los músculos de las
extremidades y respiratorios. El diagnóstico de miastenia grave en la sala de urgencias debe enfocarse
Características clínicas de la
Tabla 196-1 miastenia grave, botulismo y síndrome
de Guillain-Barré
Miastenia grave Botulismo Guillain-Barré
Fisiopatología Autoanticuerpos a recep- La toxina de Clostridium Destrucción de media-
tores de acetilcolina botulinum inhibe la libe- ción inmunitaria de
postsinápticos. ración de acetilcolina la vaina de mielina o
en la membrana el axón.
presináptica.
Presentación Síntomas fluctuantes Parálisis flácida simétrica Debilidad ascendente
peores entre más avanza descendente. simétrica, reflejos
el día o con la actividad tendinosos profundos
sostenida. disminuidos; puede
presentarse con debili-
dad facial.
Síntomas Ptosis, diplopía, debilidad Náusea, vómito y diarrea. Afección autónoma con
relacionados proximal de las extre- Síntomas anticolinérgicos, inestabilidad de signos
midades, el cuello y los lo que incluye afección vitales, retención
músculos respiratorios. pupilar con midriasis. urinaria.
No hay afección pupilar. Reflejos tendinosos
profundos normales o
disminuidos.
Diagnóstico Pruebas de Tensilon y Excluir otras causas, Líquido cefalorraquí-
(además de los de paquete de hielo, pruebas en heces y deo con aumento de
antecedentes y pruebas serológicas, suero para toxinas pero proteínas sin elevación
la exploración) síndrome de cuello rojo, no están fácilmente de leucocitos, electro-
electromiograma de disponibles y a menudo miograma, estudios de
fibra única. se retrasan, cultivo de conducción nerviosa.
heridas para anaerobios
cuando se sospecha
botulismo de la herida.
Tratamiento Intubación, inmunoglobu- Manejo de las vías Intubación, inmu-
lina IV y plasmaféresis respiratorias, antitoxina, noglobulina IV,
en crisis, a largo plazo notificar al CDC y plasmaféresis.
con inhibidores de la departamento de salud
colinesterasa e inmuno- para pruebas de la
supresión, timectomía. fuente alimentaria sos-
pechada, antibióticos en
botulismo de heridas.
en los antecedentes y la exploración física. La prueba a la cabecera con edrofonio (un inhibidor rever-
sible de la acetilcolina de acción breve), conocida como prueba de Tensilon, o la prueba del paquete
de hielo pueden realizarse con precaución en la sala de urgencias, pero ambas se recomiendan solo
para casos con ptosis, en que la respuesta puede cuantificarse con mayor facilidad. La confirmación
del diagnóstico de urgencias con pruebas serológicas para autoanticuerpos contra el receptor de ace-
tilcolina, así como con pruebas de estimulación nerviosa y electromiografía, suele realizarse de forma
ambulatoria. El manejo en urgencias de la miastenia grave debe enfocarse en la evaluación de una cri-
sis miasténica y en la valoración de la función respiratoria del paciente con la medición de la capacidad
vital forzada y la fuerza inspiratoria negativa. La intubación y la hospitalización para plasmaféresis e
inmunoglobulina intravenosa pueden ser necesarias para pacientes en crisis.
El botulismo es causado por una neurotoxina producida por la bacteria grampositiva anaerobia
formadora de esporas Clostridium botulinum. Existen tres formas principales de botulismo: transmi-
tido por los alimentos (ingestión de la toxina preformada), infantil (ingestión de esporas que produ-
cen de forma subsecuente toxinas en el intestino) y botulismo de heridas (producción de toxinas en
una herida infectada por C. botulinum). La enfermedad es causada por la unión irreversible de toxinas
a la membrana presináptica en la unión neuromuscular, inhibiendo la liberación de acetilcolina, lo
que causa debilidad muscular y datos autónomos. Los pacientes se presentan con una parálisis flácida
simétrica descendente, que inicia en el nervio craneal, y afección bulbar e incluye los músculos de la
respiración. No hay afecciones cognitivas o sensoriales. Los pacientes pueden tener signos consisten-
tes con toxíndrome anticolinérgico, incluso midriasis. Este dato ayuda a distinguir entre botulismo
y miastenia grave, que no afecta las pupilas. El botulismo transmitido por los alimentos tiene un
periodo de incubación de 12 a 36 h y puede acompañarse de náusea, vómito y diarrea. Los pacientes
con botulismo por la herida suelen tener antecedentes de traumatismo menor o uso de fármacos
inyectables, más a menudo inyección subcutánea de heroína de alquitrán negro, y a la exploración se
encuentran datos dermatológicos relacionados. Hay un pródromo prolongado (días a semanas) y los
pacientes pueden tener fiebre concomitante, aunque probablemente es secundaria a una infección
bacteriana relacionada de la herida. El botulismo infantil (que afecta a lactantes < 12 meses de edad),
causado por la ingestión de esporas que no se eliminan en el ambiente gastrointestinal menos ácido
del lactante, puede representar un reto diagnóstico. El clásico “bebé hipotónico” también puede
presentarse con una facies inexpresiva, alimentación deficiente, llanto débil y estreñimiento. Los
antecedentes clave son la ingestión de miel o vivir cerca de un sitio de construcción, lo que expone
al paciente a las esporas al remover la tierra. Deben solicitarse análisis de heces y suero en busca de
la toxina, pero no deben retrasar el diagnóstico de presunción en los casos sospechados. Existe una
antitoxina disponible en los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos
para niños mayores de 1 año y para adultos. También se dispone de una inmunoglobulina botulínica
intravenosa para lactantes. Los pacientes con botulismo de la herida deben recibir antibióticos para
la infección local, evitando aminoglucósidos, ya que pueden potenciar el bloqueo neuromuscular.
También se recomienda la desbridación de la herida y la actualización de la inmunización tetánica.
Notificar a los CDC y al departamento local de salud pública ayuda a asegurar estos tratamientos y
a analizar las fuentes sospechadas.
El síndrome de Guillain-Barré se refiere a un grupo heterogéneo de polineuropatías agudas de
mediación inmunitaria. La presentación más frecuente es una debilidad muscular simétrica ascen-
dente, con disminución de los reflejos tendinosos profundos y afección sensorial variable. Aunque
esta es la presentación clásica, hay múltiples subtipos, incluyendo la variante de Miller Fisher
que puede presentarse con debilidad que afecta los músculos de la orofaringe, cuello y hombros.
Asimismo, ~50% de todos los pacientes con síndrome de Guillain-Barré a la larga presenta afección
de los músculos faciales o bulbares. Los enfermos pueden informar una infección diarreica o respi-
ratoria previa. La incidencia aumenta al avanzar la edad y los hombres se ven afectados con mayor
frecuencia que las mujeres. Los síntomas de progresión de la enfermedad ocurren a lo largo de días
a semanas, alcanzando la máxima gravedad de los síntomas a las 4 sem de evolución de la enferme-
dad. La punción lumbar a menudo revela elevación de proteínas en el líquido cefalorraquídeo, sin
pleocitosis concomitante. La prevalencia de estos datos aumenta con la duración de la enfermedad y
se presenta en más del 75% de los pacientes para la tercera semana de la enfermedad. La electromio-
grafía y los estudios de conducción nerviosa se utilizan para la confirmación y el pronóstico. Al igual
que con la miastenia grave y el botulismo, la consideración de manejo clave en la sala de urgencias en
el síndrome de Guillain-Barré es la protección de las vías respiratorias y el estado respiratorio. Debe
realizarse la intubación temprana con signos de compromiso de los músculos respiratorios y hasta
30% de los pacientes con el síndrome tendrá disfunción autónoma/inestabilidad y puede requerir
medicamentos vasoactivos IV, pero solo deben usarse fármacos de acción breve debido al potencial
de fluctuaciones rápidas en los signos vitales como resultado del proceso patológico subyacente. Los
pacientes con o sin insuficiencia respiratoria deben ingresarse para plasmaféresis o tratamiento con
inmunoglobulina intravenosa. Ya no se recomiendan los esteroides.
PUNTOS CLAVE
■■ Los síntomas bulbares afectan los músculos del habla, masticación y deglución.
■■ Tres trastornos que pueden presentarse en un inicio con síntomas bulbares incluyen
miastenia grave, botulismo y síndrome de Guillain-Barré.
■■ Entre otras consideraciones, una prioridad frecuente en el manejo es poner especial
atención a la protección de las vías respiratorias en todos estos pacientes. Ante sig-
nos de compromiso respiratorio, son esenciales la vigilancia estrecha y la intubación
temprana.
lecturas recomendadas
Basiri K, Ansari B, Okhovat AA. Life-threatening misdiagnosis of bulbar onset myasthenia
gravis as a motor neuron disease: How much can one rely on exaggerated deep tendon
reflexes? Adv Biomed Res. 2015;4:58.
Burakgazi AZ, Höke A. Respiratory muscle weakness in peripheral neuropathies. J Peripher
Nerv Syst. 2010;15(4):307–313.
Keesey J. Clinical evaluation and management of myasthenia gravis. Muscle Nerve. 2004;29(4):
484–505.
Sobel J. Botulism. Clin Infect Dis. 2005;41(8):1167–1173.
Yuki N, Hartung HP. Guillain-Barré syndrome. N Engl J Med. 2012;366(24):2294–2304.
197
Esclerosis múltiple en la sala de
urgencias: primero descarte otros
diagnósticos
Christopher Bodle, MD y Melissa White, MD, MPH
La esclerosis múltiple es una enfermedad desmielinizante crónica del sistema nervioso cen-
tral. La fisiopatología de la esclerosis múltiple no se entiende por completo, pero se cree que
incluye predisposición genética, factores ambientales y posiblemente infección viral. El resul-
tado es una desmielinización inflamatoria de las fibras nerviosas y enlentecimiento subsecuente
de la conducción nerviosa. La incidencia es tres veces mayor en mujeres que en hombres y dos
veces mayor en personas de raza blanca que de raza negra. A mayores latitudes, existe una inci-
dencia elevada de la enfermedad y un mayor índice de recaídas.
La evolución general de la enfermedad en la esclerosis múltiple varía ampliamente de un
paciente a otro. La mayoría presenta una enfermedad con recaídas y remisiones en la que ocurre
una crisis discreta que después se resuelve. Sin embargo, otros tienen una progresión estable de
la discapacidad o una progresión estable de la discapacidad con crisis agudas superimpuestas.
Los pacientes pueden presentarse con importantes síntomas neurológicos que incluyen debili-
dad focal, parestesias, disfunción cerebelosa, datos de nervios craneales, disfunción intestinal/
vesical o disautonomía. La neuritis óptica es el síntoma inicial en casi 30% de los pacientes
diagnosticados con esclerosis múltiple. En pacientes con desmielinización en la médula espinal
cervical, la flexión del cuello puede causar la irradiación de un dolor intenso y penetrante por la
columna. Esto se conoce como signo de L’Hermitte y puede simular estenosis de la médula espinal
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con esclerosis múltiple pueden presentarse con síntomas neurológicos
importantes, que incluyen debilidad focal, parestesias, disfunción cerebelosa, datos de
nervios craneales, disfunción intestinal/vesical y disautonomía.
■■ La evaluación en la sala de urgencias se centra en descartar otras causas de los sínto-
mas que ponen en riesgo la vida y pueden incluir imágenes con tomografía computa-
rizada y análisis del líquido cefalorraquídeo.
■■ Consultar con un neurólogo para guiar el tratamiento temprano y la disposición en
pacientes con síntomas preocupantes o que evolucionan con rapidez.
Lecturas recomendadas
Gajofatto A, Benedetti MD. Treatment strategies for multiple sclerosis: When to start, when to
change, when to stop? World J Clin Cases. 2015;3(7):545–555.
Polman CH, Reingold SC, Banwell B, et al. Diagnostic criteria for multiple sclerosis: 2010
Revisions to the McDonald criteria. Ann Neurol. 2011;69(2):292–302.
198
Embarazo temprano: diferenciando
entre catástrofes potenciales
y preocupaciones
Jared T. Marx, MD, FACEP
Una paciente que se presenta a la sala de urgencias con embarazo temprano puede representar un
caso de catástrofe potencial o simplemente una mujer preocupada. A pesar de los avances tecnoló-
gicos, el diagnóstico de un embarazo ectópico no siempre es claro en la sala de urgencias debido a
que algunas pacientes pueden acudir con una gran variedad de síntomas e incluso pueden no estar
al tanto de que están embarazadas al momento de la presentación y el estándar de referencia para el
diagnóstico sigue siendo la laparoscopia.
Cada mujer en edad reproductiva que se presenta a la sala de urgencias debe someterse a
una prueba de embarazo. Una prueba positiva puede alterar el diagnóstico diferencial, la selec-
ción de imágenes o los medicamentos prescritos.
La prueba de embarazo suele hacerse en el punto de atención con hCG β en orina. Un
resultado negativo debe tomarse con cierto escepticismo. Estas pruebas son realizadas por personal
atareado que además tiene muchas obligaciones. Una distracción puede conducir a una interpre-
tación prematura que conduce a un resultado falso negativo. Cuando hay una sospecha elevada de
que un síntoma está relacionado con embarazo, debe considerarse la prueba de hCG β en suero.
Los signos vitales son esenciales para vigilar y seguir a las embarazadas. Cualquier paciente
embarazada con signos vitales críticos requiere una consulta obstétrica de urgencia sin retrasos
mientras se realizan otras pruebas o se espera por sus resultados.
El ultrasonido es la primera opción en la sala de urgencias cuando se estratifica a una paciente
para embarazo ectópico, ya sea que se realice a la cabecera o en radiología. En cualquier pacien-
te femenina que NO se esté sometiendo a tratamiento de reproducción asistida, la identificación de
un embarazo intrauterino esencialmente descarta un embarazo ectópico.
Colocar una sonda de ultrasonido en el abdomen de la paciente e identificar un embarazo
no es suficiente para diferenciar entre un embarazo intrauterino y uno ectópico. La anatomía
uterina debe definirse con detalle con imágenes ultrasonográficas meticulosas del útero tanto en
el eje largo como en el corto. Para determinar que un embarazo es intrauterino, debe identificarse
dentro del canal endometrial del fondo uterino en ambos planos.1
Debe evaluarse la pelvis para una cantidad significativa de líquido libre, que se define como
líquido que se extiende > 1/3 de la pared posterior del útero o se extiende fuera de la pelvis.
Además, los anexos bilaterales deben evaluarse en busca de masas. Cualquiera de estos datos
puede sugerir un embarazo ectópico.
454
PUNTOS CLAVE
■■ La evaluación meticulosa del útero en los ejes largo y corto es fundamental para identi-
ficar la ubicación del embarazo.
■■ Un embarazo intrauterino definitivo se identifica mediante un saco gestacional que con-
tiene un saco vitelino dentro del fondo del endometrio.
■■ Los valores de hCG β pueden ser útiles cuando el útero está vacío en el ultrasonido, pero
las concentraciones por debajo de la zona de discriminación pueden seguir represen-
tando un embarazo ectópico y debe establecerse un seguimiento estrecho.
Referencias
1. Sohoni A, Bosley J, Miss JC. Bedside ultrasonography for obstetric and gynecologic
emergencies. Crit Care Clin. 2014;30(2):207–226, v.
2. Sullivan MG. Beta-HCG of Little Value For Ectopic Pregnancy Dx. 2008 [cited 2015
Aug 24]; July: Available at: http://www.acep.org/Clinical---Practice-Management/Beta-
HCG-of-Little-Value-For-Ectopic-Pregnancy-Dx/.
3. Layman K, Antonis M, Davis JE. Pitfalls in emergency department focused bedside sonog-
raphy of first trimester pregnancy. Emerg Med Int. 2013;2013:982318.
199
Dificultades en la determinación
de la torsión ovárica
Matthew C. DeLaney, MD, FACEP, FAAEM
Si bien la incidencia general de la torsión ovárica es bastante baja, los casos que se presentan a
la sala de urgencias tienen un índice elevado de diagnóstico erróneo en su visita inicial, con una
morbilidad relacionada significativa, y pueden ser una fuente de riesgo médico-legal significativo
para el profesional. Por lo tanto, la torsión ovárica debe ser parte del diagnóstico diferencial al
evaluar a cualquier mujer con dolor abdominal. Estar al tanto de los varios mitos y creencias
erróneas persistentes puede permitir a los profesionales refinar sus estudios diagnósticos y esti-
mar con mayor precisión las probabilidades de torsión antes y después de estos estudios.
Clásico no significa común
De forma clásica, el dolor de la torsión ovárica se ha descrito como un dolor agudo, repentino y
unilateral que ocurre en mujeres en edad reproductiva. En la práctica, las características demo-
gráficas y los síntomas de la paciente tienen una variabilidad significativa; sin embargo, varias
características pueden aumentar las probabilidades previas a la prueba de torsión ovárica. En una
revisión retrospectiva, 70% de las pacientes informó dolor “agudo o lacerante”, síntomas con un
inicio abrupto en solo 59% de los casos y náusea y vómito relacionados en otro 70%.1 La mayoría
de los casos de torsión ocurre después del inicio de la menarca; sin embargo, hasta 15% de los
casos se presenta en niñas, un porcentaje similar ocurre en pacientes posmenopáusicas y cerca
de 20% de los casos de torsión ovárica tiene lugar durante el embarazo.2 Si bien la mayoría de las
pacientes con torsión ovárica tiene un ovario con estructura anormal, no suele haber anteceden-
tes, pues sólo 25% de las pacientes informan quiste o masa ovárica previos. En casos pediátricos,
hasta 58% de las pacientes no han presentado una patología ovárica obvia. Características como
antecedentes de cirugía pélvica previa o enfermedad inflamatoria pélvica pueden aumentar la
probabilidad de que una paciente desarrolle torsión; sin embargo, estos elementos de los antece-
dentes están presentes en una minoría de los casos informados.
preocupantes de torsión ovárica. En muchos escenarios en que la paciente tiene una eleva-
da probabilidad previa a la prueba de torsión ovárica, los profesionales deben tener un umbral
bajo para consultar a un ginecoobstetra a pesar de haber estudios de imágenes negativos si existe
una preocupación clínica de torsión ovárica.
PUNTOS CLAVE
■■ Los antecedentes y la exploración física no son confiables para descartar una torsión
ovárica.
■■ La tomografía computarizada puede identificar de forma confiable la torsión en la mayo-
ría de los casos.
■■ El ultrasonido puede ser normal en caso de una torsión intermitente.
■■ La torsión es extremadamente rara en pacientes que tienen una anatomía ovárica com-
pletamente normal.
■■ Si se sospecha una torsión intermitente, debe solicitarse interconsulta con ginecoobstetricia.
Referencias
1. Houry D, Abbott JT. Ovarian torsion: A fifteen-year review. Ann Emerg Med. 2001;38(2):
156–159.
2. Schmitt ER, Ngai SS, Gausche-Hill M, et al. Twist and shout! Pediatric ovarian torsion
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3. Padilla LA, Radosevich DM, Milad MP. Accuracy of the pelvic examination in detecting
adnexal masses. Obstet Gynecol. 2000;96(4):593–598. PubMed PMID: 11004365.
4. Swenson DW, Lourenco AP, Beaudoin FL, et al. Ovarian torsion: Case–control study com-
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diagnosis in the emergency department. Eur J Radiol. 2014;83(4):733–738. doi:10.1016/
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5. Mashiach R, Melamed N, Gilad N, et al. Sonographic diagnosis of ovarian torsion: Accuracy
and predictive factors. J Ultrasound Med. 2011;30(9):1205–1210.
200
Anti-D en la sala de urgencias
Brent Lorenzen, MD, FACEP
Una minoría de pacientes no expresa el antígeno de superficie Rhesus D en sus eritrocitos. Estos
pacientes se consideran Rh negativos. Alrededor del 15% de la población de raza blanca es Rh
negativa y la prevalencia es mucho más baja en otros grupos étnicos: alrededor de 5 a 8% en
personas de raza negra y solo 1 a 2% en asiáticos y nativos americanos. Si una madre Rh negativa
tiene un feto Rh positivo, la hemorragia fetomaterna puede ocasionar que entre sangre fetal a
la circulación materna. Esto hace que la madre produzca anticuerpos anti-D en respuesta al
antígeno percibido. Este proceso se denomina sensibilización o aloinmunización. Si bien esto no
suele resultar en ningún efecto adverso inmediato, dado que los anticuerpos IgM no cruzan la
placenta, puede causar problemas significativos en embarazos subsecuentes. Si una madre sensi-
la estancia. Todas las embarazadas deben tener su tipo determinado al inicio del embarazo como
parte de la atención sistemática. Las pacientes también pueden tener una visita previa a la sala
de urgencias que incluya la determinación del tipo Rh. Una revisión rápida de los expedientes
antes de indicar esta prueba como reflejo en cualquier paciente con un evento potencialmente
sensibilizante puede reducir costos y mejorar la eficacia del departamento.
PUNTOS CLAVE
■■ Las pacientes con amenaza de aborto al inicio del primer trimestre (antes de 52 días) y
sangrado menor no requieren anti-D.
■■ Considerar cualquier traumatismo significativo como un posible evento sensibilizante y
determinar el estado Rh de la paciente.
■■ Usar el expediente electrónico para confirmar el estado Rh y evitar pruebas innecesarias
y prolongadas.
Lecturas recomendadas
Fyfe IM, Ritchey MJ, Iaruc C, et al. Appropriate provision of anti-D prophylaxis to RhD
negative pregnant women: A scoping review. BMC Pregnancy Childbirth. 2014;14:411–416.
Hannafin B, Lovecchio F, Blackburn P. Do Rh-negative women with first trimester spontane-
ous abortions need Rh immune globulin? Am J Emerg Med. 2006;24:487–489.
Royal College of Obstetricians and Gynaecologists (RCOG). The Use of Anti-D Immunoglobu-
lin for Rhesus D Prophylaxis. London, UK: Royal College of Obstetricians and Gynaecolo-
gists (RCOG), 2011.
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Thorp JM. Utilization of anti-RhD in the emergency department after blunt trauma. Obstet
Gynecol Surv. 2008;63(2):112–115.
201
¿Mujer joven con convulsiones?
Sospeche eclampsia.
¿Está considerando eclampsia?
Piénselo de nuevo
Kenneth D. Marshall, MD, MA
Las pacientes con convulsiones activas o posictales se presentan con frecuencia en la sala de
urgencias. Hay una causa en particular que requiere una consideración especial, dado que su
fisiopatología y tratamiento son únicos, las claves diagnósticas son a veces sorprendentemen-
te sutiles y el manejo inadecuado puede conducir a una mayor morbilidad o incluso la muerte.
La eclampsia debe ser una consideración primaria en todas las mujeres con convulsiones en
edad fértil.
y realizar una evaluación sin demora para el parto. El parto es el tratamiento definitivo para la pre-
eclampsia y la eclampsia. El profesional de urgencias debe permanecer alerta a estas presentaciones
diversas y variadas de la eclampsia, preparándose para diagnosticarlas y manejarlas correctamente.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Liu S, Joseph KS, Liston RM, et al. Maternal Health Study Group of Canadian Perinatal
Surveillance System (Public Health Agency of Canada). Incidence, risk factors, and
associated complications of eclampsia. Obstet Gynecol. 2011;118(5):987–994.
2. Fong A, Chau CT, Pan D, et al. Clinical morbidities, trends, and demographics of eclamp-
sia: A population-based study. Am J Obstet Gynecol. 2013;209(3):229.e1–229.e7.
3. Douglas KA, Redman CW. Eclampsia in the United Kingdom. BMJ. 1994;309(6966):
1395–1400.
4. Mattar F, Sibai BM. Eclampsia. VIII. Risk Factors for maternal morbidity. Am J Obstet
Gynecol. 1990;163:1049–1155.
5. Berhan Y, Berhan A. Should magnesium sulfate be administered to women with mild
preeclampsia? A systematic review of published reports on eclampsia. J Obstet Gynaecol
Res. 2015;41(6):831–842.
6. Lubarsky SL, Barton JR, Friedman SA, et al. Late postpartum eclampsia revisited. Obstet
Gynecol. 1994;83(4):502–505.
7. Leitch CR, Cameron AD, Walker JJ. The changing pattern of eclampsia over a 60-year
period. Br J Obstet Gynaecol. 1997;104(8):917–922.
8. Kathula SK, Bolla Sridhar R, Magann EF. HELLP syndrome leading to a diagnosis of
pregnancy. South Med J. 2002;95(8):934–935.
9. Chenkin J, Heslop CL, Atlin CR, et al. Bilateral retinal detachments caused by severe
preeclampsia diagnosed with point-of-care ultrasound. CJEM. 2015:1–4.
10. Ramsey PS, Van Winter JT, Gaffey TA, et al. Eclampsia complicating hydatidiform
molar pregnancy with a coexisting, viable fetus. A case report. J Reprod Med. 1998;43(5):
456–458.
11. Edlow JA, Caplan LR, O’Brien K, et al. Diagnosis of acute neurological emergencies in
pregnant and post-partum women. Lancet Neurol. 2013;12(2):175–185.
Lecturas recomendadas
Berhan Y, Berhan A. Should magnesium sulfate be administered to women with mild pre-
eclampsia? A systematic review of published reports on eclampsia. J Obstet Gynaecol Res.
2015;41(6):831–842.
Douglas KA, Redman CW. Eclampsia in the United Kingdom. BMJ. 1994;309(6966):
1395–1400.
Edlow JA, Caplan LR, O’Brien K, et al. Diagnosis of acute neurological emergencies in preg-
nant and post-partum women. Lancet Neurol. 2013;12(2):175–185.
Fong A, Chau CT, Pan D, et al. Clinical morbidities, trends, and demographics of eclampsia:
A population-based study. Am J Obstet Gynecol. 2013;209(3):229.e1–229.e7.
202
Sangrado vaginal en el embarazo
avanzado
Heather A. Heaton, MD
La función del médico de urgencias ante el sangrado vaginal en el embarazo avanzado es la esta-
bilización de la madre y el feto, con la identificación de etiologías que pongan en riesgo la vida
de la madre y el feto después de la reanimación, lo que incluye líquidos intravenosos, vigilancia,
productos sanguíneos cuando sea necesario, y el parto en caso que resulte apropiado. Las desace-
leraciones o pérdida de la variabilidad que se observan con el monitoreo fetal continuo pueden
resolverse con la reanimación materna; sin embargo, si el monitoreo fetal no resulta tranquiliza-
dor de forma persistente, la paciente puede requerir cesárea urgente.
La valoración inicial por el profesional de urgencias debe incluir antecedentes, exploración
física con signos vitales y ultrasonido para la evaluación de la ubicación placentaria. Puede rea-
lizarse una exploración con espejo vaginal para cuantificar la cantidad de sangrado y determinar
una etiología. La exploración digital cervicouterina no debe efectuarse hasta que se conozca la
ubicación de la placenta.
Este capítulo presenta una revisión general de las etiologías de urgencias más frecuentes de
sangrado vaginal en embarazos > 20 sem. No debe confundirse con la pérdida del tapón mucoso,
un término usado para describir la pequeña cantidad de sangre con una descarga de moco que
puede preceder al parto hasta por 72 h, por lo que se analizan aquí la placenta previa, el despren-
dimiento placentario, la rotura uterina y la vasa previa.
Placenta previa
Las teorías clásicas señalan que la placenta previa es un sangrado vaginal en mujeres > 20 sem
de embarazo, que es indoloro y se define como implantación placentaria que subyace o está a un
intervalo de 2 cm del orificio cervicouterino interno.
Curso clínico
A menudo se diagnostica durante los estudios de imágenes al inicio del segundo trimestre y las
pacientes suelen estar asintomáticas. Alrededor del 90% de los casos en la gestación temprana
se resuelve, aunque con una edad gestacional avanzada la resolución es menos probable. En 70 a
80% de los casos de placenta previa, el sangrado vaginal indoloro se presenta en la segunda mitad
del embarazo. Sin embargo, 10 a 20% tiene contracciones uterinas relacionadas.
Diagnóstico
Los cuidadores deben considerar la placenta previa como una etiología de sangrado vaginal en
cualquier mujer más allá de 20 sem de gestación. El diagnóstico se establece con la identificación de
tejido placentario que cubre el orificio cervicouterino interno mediante ultrasonido.
Manejo
La placenta previa aumenta el riesgo de hemorragia anteparto, intraparto y posparto. La mayoría
de la morbilidad y mortalidad neonatales resulta de prematuridad y, por lo tanto, la estrategia de
manejo primario consiste en prolongar el embarazo hasta que se alcance la madurez pulmonar
fetal. A la larga, la disposición de la sala de urgencias suele seguir a una reunión con el equipo
obstétrico.
Desprendimiento placentario
En contraste con el típico sangrado vaginal indoloro de la placenta previa, el desprendimiento
placentario suele describirse como doloroso. El desprendimiento de la placenta consiste en la
separación de esta de la pared uterina antes del parto. Se considera la causa más frecuente de san-
grado vaginal grave y sucede en 1% de los embarazos, con una importante mortalidad neonatal.
Ocurre muerte neonatal en 10 a 30% de los casos.
Curso clínico
Con frecuencia, las embarazadas se presentan con sangrado vaginal, hipersensibilidad uterina
o lumbalgia, así como evidencia de sufrimiento fetal. En 10% de los desprendimientos puede
haber coagulación intravascular diseminada debido a la liberación de tromboplastina en la circu-
lación materna, con separación de la placenta.
Diagnóstico
Aunque el ultrasonido habitualmente permite a los profesionales establecer la etiología del san-
grado vaginal, no es un medio confiable para diagnosticar el desprendimiento placentario. La
incapacidad para identificar el desprendimiento en el ultrasonido no debe retrasar el manejo.
Manejo
Considerando la importante morbilidad y mortalidad relacionada con el desprendimiento, la
reanimación intensiva se recomienda con monitoreo fetal continuo para valorar el bienestar del
feto. Si los trazos cardiacos fetales no son confiables, deben activarse los recursos del hospital
para un parto rápido, por lo general por cesárea, dado que puede ocurrir muerte perinatal a las
pocas horas del ingreso.
Rotura uterina
La rotura uterina puede ser un diagnóstico difícil de establecer en la parturienta. Si se ha admi-
nistrado anestesia epidural, las pacientes son a menudo incapaces de describir el dolor. Para
aquellas que se presentan a la sala de urgencias, debe considerarse rotura uterina si a la palpación
del útero este parece tener una forma inusual.
Curso clínico
Durante la valoración inicial de la paciente grávida con > 20 sem de gestación que se presenta en
la sala de urgencias, la valoración fetal es clave. La bradicardia fetal es el síntoma más frecuente
relacionado con rotura uterina, pero no es sensible o específica. El dolor abdominal y los signos y
síntomas consistentes con hemorragia intraabdominal, lo que incluye hipotensión y taquicardia,
son síntomas de presentación materna frecuentes. El sangrado vaginal no siempre se observa
con este diagnóstico. Además, los médicos pueden registrar hipersensibilidad uterina, cambio
en la forma del útero, pérdida de la posición de la parte de presentación del feto o cese de las
contracciones uterinas.
Manejo
El manejo en la sala de urgencias incluye estabilización en la medida de lo posible. La consulta
inmediata con el servicio obstétrico es imperativa para cesárea y reparación del sitio de rotura o
histerectomía. Los resultados maternos y fetales dependen de la ubicación y tamaño de la rotura,
así como de la velocidad de la intervención.
Vasa previa
Aunque poco frecuente, la vasa previa tiene un índice significativo de mortalidad perinatal que
va de 33 a 100%. La vasa previa resulta en vasos fetales entre el cuello uterino y la parte de
presentación fetal.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chilaka VN, Konje JC, Clarke S, et al. Practice observed: Is speculum examination on admis-
sion a necessary procedure in the management of all cases of antepartum haemorrhage?
J Obstet Gynaecol. 2000;20:396–398.
Hladky K, Yankowitz J, Hansen WF. Placental abruption. Obstet Gynecol Surv. 2002;57:299–305.
Oyelese Y, Smulian JC. Placenta previa, placenta accreta, and vasa previa. Obstet Gynecol.
2006;107:927.
203
Prediciendo lo impredecible:
parto prematuro
Priya Kuppusamy, MD
Hay muy pocas urgencias obstétricas que se sepa inducen taquicardia, diaforesis e incontinencia
profunda, incluso entre los médicos más competentes. El parto pretérmino que conduce a un
parto precipitado sin duda está en esa lista. Nadie quiere ser el médico que da de alta a la paciente
falso positivo de fibronectina fetal si la prueba se realiza después de exploración bimanual del
cuello uterino o después del coito hasta ~24 h antes. La presencia de sangrado vaginal y el uso de
lubricante también pueden sesgar los resultados.6
Una vez que se ha diagnosticado parto prematuro, puede haber varias intervenciones que
deben considerarse en conjunto con una participación estrecha con el ginecoobstetra. Hay
que colocar a la paciente en posición de Trendelenburg, ajustando la camilla de modo que
los pies de la paciente estén más arriba que su cabeza en 15 a 30° y colocar un apoyo (toalla
enrollada, etc.) bajo la cadera derecha para desviar el abdomen grávido a la izquierda sin que
se apoye sobre la vena cava inferior de la madre. Los tocolíticos pueden retrasar el parto pre-
maturo por al menos 48 h, lo que puede dar tiempo para la administración de corticoesteroides
para el desarrollo del pulmón fetal. También es importante considerar antibióticos como pro-
filaxis contra estreptococos del grupo B.7
Es fundamental que el médico de urgencias tenga una comprensión sólida del parto pre-
maturo, ya que la detección y predicción tempranas son difíciles. Los síntomas pueden ser leves
y fáciles de pasar por alto durante las etapas iniciales. Sin embargo, en las etapas tardías, suele
ser demasiado tarde.
PUNTOS CLAVE
■■ El ultrasonido puede evaluar un acortamiento del cuello uterino, lo que hace que la
embarazada esté en riesgo del parto prematuro.
■■ La prueba de fibronectina fetal (tanto cualitativa como cuantitativa) es una forma eficaz
de descartar el parto pretérmino, dado su elevado valor de predicción.
■■ Puede obtenerse un resultado falso positivo de fibronectina fetal si la prueba se realiza en
un lapso de 24 h posteriores al coito o a una exploración bimanual.
■■ Una vez que se establece el diagnóstico de parto prematuro, considerar la administración
de tocolíticos, esteroides y profilaxis contra estreptococos del grupo B en conjunto con
una consulta de urgencia con ginecoobstetricia.
Referencias
1. Lega-Hadzi M, Markova A, Stefanovic M, et al. Interleukin 6 and fetal fibronectin as a
predictors of preterm delivery in symptomatic patients. Bosn J Basic Med Sci. 2015;15(1):
51–56.
2. Meguerdichian D. Complications in late pregnancy. Emerg Med Clin North Am. 2012;30(4):
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3. Romero R, Dey S, Fisher S. Preterm labor: One syndrome, many causes. Science.
2014;345(6198):760–765.
4. Van Baaren GJ, Vis J, Wilms F, et al. Predictive value of cervical length measure-
ment and fibronectin testing in threatened preterm labor. Obstet Gynecol. 2014;123(6):
1185–1192.
5. Abbott D, Hezelgrave N, Seed P, et al. Quantitative fetal fibronectin to predict preterm
birth in asymptomatic women at high risk. Obstet Gynecol. 2015;125(5):1168–1176.
6. McLaren J, Hezelgrave N, Auubi H, et al. Prediction of spontaneous preterm birth
using quantitative fetal fibronectin after recent sexual intercourse. Am J Obstet Gynecol.
2015;212(89):1–5.
7. Locatelli A, Consonni S, Ghidini A. Preterm labor: Approach to decreasing complications
of prematurity. Obstet Gynecol Clin North Am. 2015;42(2):255–274.
204
Un golpe en el abdomen: traumatismo
abdominal menor en el embarazo
Elias J. Jaffa, MD, MS y Sreeja Natesan, MD
Imágenes
La radiación es otro tema de preocupación al atender a la paciente embarazada con trauma-
tismo. En caso de sospechar una lesión grave, nunca es apropiado evitar las imágenes diagnós-
ticas fundamentales a favor del feto.3 Cuando aplica, es apropiado proteger el abdomen durante
las imágenes o elegir un estudio alternativo como una resonancia magnética o un ultrasonido.4
Si bien muchas pacientes pueden resistirse a la idea de exponer a su feto a los efectos dañinos
de la radiación, es importante destacar el hecho de que es poco probable que haya algún efecto
significativo de la exposición a la radiación diagnóstica después de la semana 15 de gestación.1
Desprendimiento placentario/rotura uterina
Varias lesiones traumáticas relacionadas con el embarazo incluyen el desprendimiento de la pla-
centa y la rotura del útero. Ambos trastornos se acompañan de un riesgo elevado de muerte fetal,
incluso hasta del 50% en algunos estudios de desprendimiento placentario, y deben sospecharse
en presencia de dolor abdominal, sangrado vaginal, signos de choque o frecuencia cardiaca fetal
preocupante.3,4 El desprendimiento sigue siendo un diagnóstico clínico, pero puede apoyarse por
la presencia de estudios de coagulación anormales (plaquetas, fibrinógeno) o de una hemorragia
subcoriónica, que aumenta el riesgo.
Exploración rápida
En la paciente embarazada con un traumatismo abdominal menor y sin signos iniciales de des-
prendimiento placentario o rotura uterina, un abordaje apropiado incluye antecedentes deta-
llados y una exploración física, seguidos por una ultrasonografía a la cabecera. Esta evaluación
sonográfica se utiliza para descartar un traumatismo intraabdominal significativo (exploración
FAST para evaluar si hay líquido intraperitoneal libre) y para evaluar el estado del feto.1 Los
signos preocupantes incluyen frecuencia cardiaca fetal anormal (intervalo normal 120 a 160),
ausencia de tonos cardiacos fetales o movimiento fetal, hemorragia en la cavidad amniótica o
hemorragia subcoriónica, todos los cuales confieren un riesgo elevado de muerte fetal.
Monitoreo fetal en traumatismo
En ausencia de cualquier dato inicial de traumatismo materno grave o muerte fetal, todos los
fetos viables (por lo general considerados > 23 sem) deben monitorearse por al menos 4 h.1,2 Esto
por lo general se realiza en un ambiente de priorización de trabajo de parto y alumbramiento
debido a la necesidad de monitoreo fetal continuo y tocometría. Las anormalidades durante
este periodo pueden indicar la necesidad de monitoreo o intervención ulteriores, pero si no hay
signos de sufrimiento fetal, contracciones uterinas persistentes o rotura de membranas durante
este lapso de 4 h, las pacientes por lo general deben considerarse aptas para el alta.4
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Grossman NB. Blunt trauma in pregnancy. Am Fam Physician. 2004;70(7):1303–1310.
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Support Student Course Manual. 9th ed. Chicago, IL: American College of Surgeons,
2012:286–297.
205
Estable es el nuevo anormal:
cuidado con los signos vitales
normales en el embarazo
Priya Kuppusamy, MD
Los signos vitales en el embarazo son exactamente eso: VITALES. Sirven como una ventana a la
salud general tanto de la madre como del feto. También pueden ser muy engañosos y malos pre-
dictores de la morbilidad y mortalidad. Son tranquilizadores, al igual que una señal de desastre y
catástrofe inminentes. El embarazo se caracteriza por diversos cambios fisiológicos normales en
el organismo y esto a menudo se ve reflejado en los signos vitales. Estos incluyen presión arterial,
frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, saturación de oxígeno y frecuencia cardiaca fetal. Es
importante entender los signos vitales que se consideran “normales” durante el embarazo, dado
que es muy fácil hacer más daño que bien.
Presión arterial
La presión arterial es producto del gasto cardiaco multiplicado por la resistencia vascular sisté-
mica. Las concentraciones elevadas de progesterona durante el embarazo causan una disminu-
ción de la resistencia vascular sistémica, lo que reduce la presión arterial. Esto se aprecia durante
las primeras 16 a 18 sem de la gestación. A ~36 sem, la presión arterial aumenta lentamente de
vuelta a los niveles previos al embarazo.
A medida que el útero aumenta de tamaño con la progresión del embarazo, puede compri-
mir físicamente la vena cava inferior y la porción inferior de la aorta cuando se está en posición
supina. Esta alteración, conocida como síndrome de compresión aortocava, puede causar una
disminución de la presión arterial, tan marcada como de 30 mm Hg, y aumenta el riesgo de hipo-
perfusión uteroplacentaria.1 No hay que dejarse engañar y pensar que esta hipotensión se debe
a choque por otra causa. Puede corregirse con facilidad al recolocar a la paciente en posición de
decúbito lateral izquierdo, lo que desplaza el útero por encima de la vena cava inferior. Si es nece-
sario mantener a la paciente en una tabla, pueden colocarse mantas debajo del lado derecho de
la tabla para obtener una inclinación de 15 grados. Estas pacientes deben evitar estar en posición
completamente supina por periodos prolongados.
La preeclampsia es un trastorno importante del embarazo caracterizado por presión arte-
rial elevada y daño de órganos terminales, que puede presentarse en forma de trombocitopenia,
insuficiencia renal, alteración intracraneal, proteinuria, elevación de pruebas de función hepática
o edema pulmonar. La eclampsia ocurre cuando las pacientes con eclampsia convulsionan y
puede presentarse con cualquier cifra de presión arterial, sin importar si la elevación es leve,
moderada o grave.2
Frecuencia cardiaca
La frecuencia cardiaca aumenta ~10 a 20 lpm para el tercer trimestre del embarazo. Esto es sobre
todo resultado del aumento del volumen sanguíneo y la demanda de oxígeno. En consecuencia,
los cambios en la frecuencia cardiaca (y la presión arterial) pueden no apreciarse hasta que haya
una pérdida de sangre de ~1.5 a 2 L. La taquicardia por arriba de una frecuencia cardiaca inicial
normal para una embarazada puede ser un signo tardío de hipovolemia por hemorragia. Para
complicar todo, las pacientes pueden de hecho presentar un diagnóstico que pone en riesgo la
vida, como rotura de un embarazo ectópico en presencia de signos vitales normales, lo que le
confiere un valor de predicción negativo muy bajo cuando se usa como marcador diagnóstico.3
Algunos estudios se han enfocado en el uso del “índice de choque” para predecir la pre-
sencia de un embarazo ectópico roto al detectar hipovolemia temprana. Se define como la razón
de frecuencia cardiaca (en latidos por minuto) a la presión arterial sistólica (en mm Hg), con un
intervalo normal de 0.5 a 0.7. En un estudio en particular que analizó los signos vitales en mujeres
con embarazos ectópicos conocidos con o sin rotura, aquellos con un índice de choque de 0.81 o
mayor tuvieron más probabilidades de romperse.4 El índice de choque utiliza la potencia combi-
nada de la presión arterial y la frecuencia cardiaca, dado que la pérdida aguda temprana de sangre
de hasta 450 mL es insuficiente para producir cambios en cada signo vital por sí solo.4 Con una
especificidad mucho mayor (frente a la sensibilidad), esta medición puede utilizarse para conside-
rar la probabilidad de rotura.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Kinsella SM, Lohmann G. Supine hypotensive syndrome. Obstet Gynecol. 1994;83
(5 Pt 1):774–788.
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Executive summary: hypertension in pregnancy. Obstet Gynecol. 2013;122(5):1122–1131.
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Am J Emerg Med. 1990;8(1):23–26.
4. Jaramillo S, Barnhart K, Takacs P. Use of the shock index to predict ruptured ectopic preg-
nancies. Int J Gynecol Obstet. 2011;112(1):68.
5. Mehta N, Chen K, Hardy E, et al. Respiratory disease in pregnancy. Best Pract Res Clin
Obstet Gynecol. 2015;29(5):598–611.
206
¡No tema al cordón!
Erika Hoenke McMahon, MD y Kristina Colbenson, MD
Aunque informes recientes indican que los nacimientos en Estados Unidos se ubican en alre-
dedor de 4 millones al año, los partos en la sala de urgencias son relativamente raros. A pesar
de lo anterior, los partos en urgencias son precipitados y los profesionales de urgencias deben
estar familiarizados con las complicaciones que pueden ocurrir. Estos nacimientos sorprenden a
muchos profesionales debido en parte a lo raro de su ocurrencia y a la población de mayor riesgo
que se presenta a urgencias para dar a luz, mucha de la cual ha recibido atención prenatal limi-
tada, si acaso. La familiaridad con el manejo de las urgencias obstétricas, lo que incluye las circu-
lares del cordón o el prolapso del mismo, es fundamental para los profesionales de urgencias.
Las circulares del cordón son frecuentes y ocurren en 15 a 34% de los partos. Las evi-
dencias sugieren que la mayoría de los lactantes con circular de cordón durante el parto tiene
resultados favorables; sin embargo, las complicaciones potencialmente catastróficas de la circular
del cordón incluyen puntuaciones APGAR bajas, acidemia y muerte fetal. En medio del caos de
un parto vaginal en la sala de urgencias, es fundamental tener en mente la posibilidad de una
circular de cordón después de que sale la cabeza del lactante. Esto se hace al usar el dedo índice
para palpar rápidamente, aunque con cuidado, alrededor del cuello del lactante.
Si se palpa una circular de cordón, debe reducirse rápidamente pero con cuidado deslizándola
por arriba de la cabeza del lactante. En caso de que la circular del cordón esté demasiado apretada
para esta maniobra, debe cortarse el cordón. Esto se hace colocando dos pinzas con varios centíme-
tros de separación y cortando cuidadosamente el cordón entre ellas. El pinzado y corte prematuros
del cordón no son lo ideal, ya que las evidencias muestran que pueden causar hipovolemia neonatal,
ictericia e hiperbilirrubinemia. Sin embargo, en la situación de urgencia de una circular del cordón
que no puede reducirse, es un procedimiento necesario para permitir que se complete el parto.
El prolapso del cordón umbilical ocurre en casos raros (hasta en 0.6% de los nacimientos)
pero pone en riesgo la vida del feto de forma secundaria al compromiso del flujo sanguíneo de los
vasos umbilicales. El prolapso del cordón se define como la presentación del cordón antes de la parte
de presentación fetal (prolapso manifiesto) o junto a la parte de presentación (prolapso oculto). En
los casos de prolapso manifiesto, el profesional de urgencias puede visualizarlo o palparlo durante
la exploración vaginal. El prolapso oculto a menudo no se observa o palpa en la exploración, pero
debe sospecharse en casos de bradicardia fetal sostenida. Sin importar el tipo, el tratamiento final es
una cesárea de urgencia. Los factores de riesgo para prolapso del cordón umbilical que pueden estar
presentes en la paciente de urgencias incluyen mala presentación fetal (transversal o de nalgas), pre-
maturidad, multiparidad, rotura espontánea de membranas y polihidramnios. Estos aumentan el
riesgo de prolapso del cordón debido a que la cabeza fetal no está bien acomodada.
El profesional de urgencias debe realizar una exploración vaginal estéril de forma rápida
después de que la paciente en trabajo de parto se presenta. El objetivo de esta exploración es
valorar la dilatación uterina, rotura de membranas y presentación fetal. En este momento, es fun-
damental revisar si hay prolapso del cordón (que suele sentirse como una masa suave y pulsátil).
Incluso si no se palpa el cordón al inicio, la bradicardia fetal prolongada (frecuencia cardiaca fetal
< 110) que se observa en el monitor debe llevar al profesional de urgencias a sospechar prolapso
del cordón y volver a revisar a la paciente. Es posible que haya prolapso oculto incluso si no se
palpa el cordón en la exploración, aunque también deben considerarse otras causas de bradicar-
dia fetal, como vasa previa, desprendimiento de la placenta y rotura uterina.
Ante un prolapso del cordón deben tomarse medidas inmediatas para maximizar la per-
fusión uterina y por lo tanto la perfusión al feto mientras se espera una cesárea de urgencia. El
primer paso es que el profesional de urgencias alivie la presión sobre el cordón al levantar de forma
manual la parte de presentación para liberar el cordón. Esto se hace aplicando presión suficiente
sobre la cabeza fetal (u otra parte de presentación) y levantando el cordón, usando los dedos o
toda la mano del examinador. Después de que la mano del profesional está en su sitio, la paciente
debe colocarse en posición de Trendelenburg o con las rodillas al tórax, lo que alivia aún más
la presión sobre el cordón. A continuación, se coloca un catéter y se infunden 500 a 750 mL de
solución salina normal en la vejiga, lo que ayuda a elevar la parte de presentación fetal de encima
del cordón. Si el sufrimiento fetal o la taquicardia persisten a pesar de estas medidas para ganar
tiempo, debe administrarse un tocolítico (terbutalina 0.25 mg). Por fortuna, la mayoría de los lac-
tantes se encuentra bien después del prolapso del cordón umbilical siempre y cuando la perfusión
se maximice con las medidas mencionadas y la cesárea se realice en un lapso de 30 min. En una
pequeña proporción de pacientes con prolapso del cordón que se encuentran en etapas avanzadas
del parto, puede ser más rápido que el lactante nazca por vía vaginal.
Los partos en la sala de urgencias son intimidantes por su propia naturaleza y dos compli-
caciones temidas son la circular de cordón y el prolapso del cordón. Sin embargo, los profesio-
nales de urgencias no deben temer al cordón en tanto conozcan y entiendan las intervenciones
necesarias para manejarlo.
PUNTOS CLAVE
■■ Las medidas inmediatas que deben tomarse si hay prolapso del cordón incluyen eleva-
ción manual de la parte de presentación, colocar a la paciente en posición de rodillas a
tórax y Trendelenburg, así como infusión de solución salina normal a la vejiga con un
catéter Foley.
■■ Si el sufrimiento fetal persiste en caso de prolapso del cordón, debe administrarse un
tocolítico.
Lecturas recomendadas
Desai S, Henderson SO. Labor and delivery and their complications. In: Marx J, Hockber-
ger RS, Walls RM, eds. Rosen’s Emergency Medicine. 8th ed. Philadelphia, PA: Saunders,
2014:2331–2350.
Hasegawa J, Sekizawa A, Ikeda T, et al. Clinical risk factors for poor neonatal outcomes follow-
ing umbilical cord prolapse. J Matern Fetal Neonatal Med. 2016;29(10):1652–1656.
Henry E, Andres RL, Christensen RD. Neonatal outcomes following a tight nuchal cord.
J Perinatol. 2013;33(3):231–234.
Holbrook BD, Phelan ST. Umbilical cord prolapse. Obstet Gynecol Clin North Am. 2013;
40(1):1–14.
Hutchon DJ. Immediate or early cord clamping vs. delayed clamping. J Obstet Gynaecol.
2012;32(8):724–729.
207
El tiempo es esencial:
cesárea perimortem
Vivienne Ng, MD, MPH
El dios griego Apolo realizó la primera cesárea en su esposa, Coronis, mientras estaba en la pira
funeraria, para que naciera su hijo, Asclepio, el semidiós de la medicina y la curación. El segundo
rey de Roma, Numa Pompeyo, decretó que se extirpara al bebé de cualquier mujer que muriera
con un embarazo avanzado para poder dar sepultura adecuada a ambos. Conocida como la lex
regis de inferendo mortus, la “cesárea perimortem” apareció por primera vez en el año 715 a. C.
Históricamente, las cesáreas perimortem se realizaron para el salvamento fetal de último
minuto cuando la muerte de la madre era inevitable. En total, la bibliografía médica describe más
de 300 cesáreas perimortem, con pocas en la última década debido a que se previenen más muertes
maternas y a una mejor salud materna. Actualmente, la causa más frecuente de muerte fetal en el ter-
cer trimestre es el choque materno, en el que se registra una mortalidad del 80%.1,2 En 1986, una serie
de casos publicados notó un sorprendente incremento de la supervivencia de las madres moribundas
que se sometían a cesárea perimortem oportuna con reanimación cardiopulmonar materna, lo que
llevó a las recomendaciones actuales del procedimiento.3
Las características clave de una cesárea perimortem exitosa incluyen realización expedita
y reanimación adecuada de la embarazada. Como tal, es esencial apreciar los cambios en la fisio-
logía cardiopulmonar durante el embarazo. Si bien el gasto cardiaco aumenta en general, ~30%
se desvía para irrigar el útero grávido.4 Adicionalmente, alrededor de las 20 sem de gestación,
el útero grávido reduce el retorno venoso y el flujo aórtico distal debido a una compresión
aortocava. El consumo de oxígeno es mayor durante el embarazo, complicado por una capa-
cidad residual funcional reducida y disminución de la capacidad de transporte de oxígeno por
anemia dilucional. La progesterona causa edema de la mucosa, en tanto que el estrógeno hace
que el tejido se encuentre friable e hiperémico. Además de la lasitud de los tejidos conjuntivos,
la intubación resulta más dificultosa. Por último, las compresiones cardiopulmonares externas,
las cuales deben hacerse por arriba del esternón, solo proporcionan un tercio del gasto cardiaco
normal. Por lo tanto, el manejo temprano de las vías respiratorias y el desplazamiento manual
del útero a la posición lateral izquierda optimizan los esfuerzos de rescate. De forma alternativa,
una toalla enrollada debajo de la cadera derecha o el inclinar a la paciente también funcionan. La
evacuación del útero –es decir, la cesárea– optimiza la reanimación materna de diferentes formas
y debe considerarse al inicio de la evolución.
Los dos factores más importantes que deben considerarse al realizar una cesárea pos-
mortem son la viabilidad fetal y el momento de hacerla. La supervivencia fetal con resultados
neurológicos favorables está directamente relacionada con el tiempo entre la muerte materna
y el nacimiento fetal, con los mejores resultados en los productos que nacen en un lapso de
5 min posteriores al paro cardiaco materno. Las recomendaciones actuales consisten en iniciar
la cesárea posmortem para el minuto 4 de la ausencia de pulso materno, completando el naci-
miento fetal en 1 min de la incisión.3 Cabe señalar que se han informado nacimientos exitosos
hasta 30 min después del paro cardiaco.5 La cesárea posmortem debe seguirse considerando
si las pacientes se presentan en una etapa avanzada del paro. En segundo lugar, la cesárea
posmortem solo debe intentarse en fetos ≥ 24 sem de edad gestacional. El tiempo es esencial,
por lo que no se recomienda calcular la edad gestacional con ultrasonido. El fondo uterino que
se extiende hasta el ombligo es ~20 sem de gestación. Por lo tanto, una forma rápida y fácil
de determinar la viabilidad fetal de 24 sem es la capacidad de palpar el fondo ~4 dedos por
arriba del ombligo.
Al tiempo que se realiza la cesárea posmortem deben emprenderse esfuerzos constantes
de reanimación cardiopulmonar. De forma óptima, deben organizarse dos equipos de profesio-
nales, uno para la madre y el otro para el neonato. En condiciones ideales, también se obtiene la
asistencia y experiencia de un obstetra y un neonatólogo. Si el tiempo lo permite, debe tenerse
un acceso vascular por arriba del útero, preparar el abdomen y descomprimir la vejiga con una
sonda de Foley; sin embargo ¡no debe retrasarse el procedimiento por todo esto!
La exposición máxima es fundamental para tener un acceso rápido al feto. Iniciar con una
incisión vertical en la línea media, comenzando de la apófisis xifoides y extendiéndose hasta la
sínfisis del pubis (cortar alrededor del ombligo). Con disección roma, separar la musculatura
abdominal hasta el peritoneo, en el que se hace una incisión vertical con tijeras. Para exponer el
útero, retraer cualquier porción de intestino o vejiga del campo visual. Extraer el útero y hacer
una incisión vertical 5 cm hasta la pared uterina inferior usando tijeras. Con la otra mano elevar
la pared uterina alejándola del feto, extender la incisión hacia arriba hasta que se obtenga líquido
amniótico o se entre con claridad a la cavidad uterina. Cortar a través de una placenta con dispo-
sición vertical causa poco daño. Encontrar la cabeza y, de ser necesario, desalojarla de la pelvis.
Como en el parto vaginal espontáneo, aplicar succión al neonato, extraer el cuerpo y pinzar y cor-
tar el cordón umbilical, reteniendo un segmento para realizar gasometría del cordón. Los lactan-
tes prematuros tienen mayores probabilidades de presentarse de nalgas, en cuyo caso se extraen
primero los pies. Separar y extraer la placenta, asegurándose de limpiar el útero para evitar la
retención de productos placentarios. Cerrar el útero con grandes suturas de cierre absorbibles
iniciando en el segmento inferior y trabajando en dirección cefálica y con capas según se requiera.
La madre tiene la mayor probabilidad de retorno de la circulación espontánea al momento del
nacimiento fetal. Anticipar un aumento del sangrado. Aplicar masaje al fondo y considerar una
inyección directa de oxitocina, carboprost o metilergometrina al miometrio antes de cerrar las
capas restantes. Ahora, respire profundamente, puede haber salvado una vida, tal vez dos.
PUNTOS CLAVE
Referencias
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Wiley-Blackwell, 2010.
2. Cunningham F, Leveno KJ, Bloom SL, et al. Critical care and trauma. Williams Obstetrics.
23rd ed. New York: McGraw-Hill, 2010, Chapter 42.
3. Katz V, Balderston K, DeFreest M. Perimortem cesarean delivery: Were our assumptions
correct? Am J Obstet Gynecol. 2005;192(6):1916–1920. Discussion 1920–1921.
4. Whitten M, Irvine LM. Postmortem and perimortem caesarean section: What are the
indications? J R Soc Med. 2000;93(1):6–9.
5. Capobianco G, Balata A, Mannazzu MC, et al. Perimortem cesarean delivery 30 minutes
after a laboring patient jumped from a fourth-floor window: Baby survives and is normal at
age 4 years. Am J Obstet Gynecol. 2008;198(1):e15–e16.
208
Pulmones con coágulos:
no toda la disnea en el embarazo
es por el método Lamaze
Jeremy Lux, DO, FACEP, FAAEM
de la proteína S). Los antecedentes previos de trombosis venosa profunda o trombofilia incremen-
tan aún más este riesgo. El riesgo sigue aumentando en pacientes que se someten a una cesárea.
Presentación
Los signos de presentación más frecuentes de embolia pulmonar son taquipnea y taquicardia;
los síntomas “clásicos” son el dolor torácico y la disnea. La embolia pulmonar masiva (como la
embolia pulmonar tipo “silla de montar”) puede relacionarse con síncope y presión arterial baja,
seguida por actividad eléctrica sin pulso/asistolia. Se requiere un bajo índice de sospecha en todos
los casos. No es raro para las mujeres experimentar disnea inducida por el embarazo; tampoco el
síncope o el síncope inminente son raros en la gestación. La frecuencia cardiaca está incrementada
en las etapas avanzadas (pero por lo general no es mayor de 100). Considerar esta constelación de
signos y síntomas mientras se mantiene vigilancia en busca de la enfermedad lo mantendrá alejado
de cualquier problema y evitará que este trastorno se pase por alto (letal en 30% de las pacientes
no tratadas).
Diagnóstico
Las pruebas adecuadas para diagnosticar una embolia pulmonar en el embarazo incluyen modalida-
des como electrocardiograma, dímero d, ultrasonido, gammagrafía de ventilación/perfusión (VQ)
y angiografía con tomografía computarizada helicoidal. Los cambios relacionados con el electrocar-
diograma en la embolia pulmonar incluyen taquicardia (más frecuente) y signos de sobrecarga del
hemicardio derecho (a menudo se enseñaban los datos SIQIIITIII, es decir, una onda S en la derivación
I y una onda Q significativa en la derivación III con una onda T invertida en la derivación III, presen-
tes en 20% de las embolias pulmonares, así como inversiones de la onda T en las derivaciones pre-
cordiales derechas y patrones de bloqueo incompleto de la rama derecha del haz). Pueden realizarse
pruebas de dímero d pero varían en el embarazo y a menudo son positivas. Sin embargo, se considera
que los ensayos de dímero d negativos mantienen un valor de predicción negativo razonable al menos
para los casos de bajas probabilidades. Se recomienda iniciar con un ultrasonido de las extremidades
inferiores, sobre todo en pacientes que se presentan con síntomas de trombosis venosa profunda de
la extremidad inferior. Se asume que las pacientes con trombosis diagnosticada en el ultrasonido
y síntomas relacionados de embolia pulmonar tienen enfermedad tromboembólica. Por desgra-
cia, la ultrasonografía por compresión puede pasar por alto la trombosis venosa profunda. Debe
realizarse una radiografía torácica antes de la angiografía con tomografía computarizada/gamma-
grafía VQ. Las pacientes con una radiografía torácica normal tienen mayores probabilidades de obte-
ner un estudio VQ diagnóstico (menos ambiguo) y puede encontrarse un diagnóstico alternativo
(como neumonía). Por lo general se acepta que tanto la gammagrafía VQ como la tomografía con
angiografía representan un bajo riesgo de radiación para el feto y ambas son aceptables para descartar
esta entidad patológica potencialmente letal. Considerando una placa torácica normal y ausencia de
antecedentes de neumopatía, se prefiere la gammagrafía VQ; de lo contrario, se prefiere la angiografía
con tomografía del tórax. Las pacientes con una gammagrafía VQ no diagnóstica y un índice elevado
de sospecha para embolia pulmonar deben someterse a más pruebas en forma de un angiograma
pulmonar con tomografía computarizada. Nótese que las gasometrías arteriales para anormalidades
del gradiente AA no son sensibles en el embarazo y por lo tanto su utilidad es limitada.
Los avances recientes que usan imágenes por resonancia magnética para el diagnóstico
de embolia pulmonar han sido promisorios. Aunque es una técnica ideal debido a su falta de
radiación ionizante, carece de precisión. Esto puede cambiar en algunos años a medida que la
técnica avance para mejorar el tiempo de adquisición, resolución y artefactos de movimiento. Por
desgracia, los agentes de contraste a base de gadolinio no han demostrado ser seguros en embara-
zadas y las técnicas de imágenes por resonancia magnética sin contraste a la fecha son imprecisas
para detectar coágulos en las ramas pulmonares subsegmentarias.
Tratamiento
La warfarina está contraindicada en el embarazo. El tratamiento consiste en heparina de bajo
peso molecular o heparina no fraccionada con base en el peso de la paciente previo o al inicio del
embarazo. Antes de iniciar el tratamiento, debe obtenerse sangre para pruebas de función hepá-
tica y renal y tiempos de protrombina y tromboplastina, así como razón normalizada internacio-
nal iniciales. La detección de trombofilia en el embarazo puede ser imprecisa y no es sistemática.
En la embolia pulmonar masiva, se prefiere la heparina no fraccionada en un inicio, usando otras
medidas adicionales y más extremas de forma individual y apoyándose en un equipo multidis-
ciplinario. Con signos de colapso cardiovascular que no responde al manejo no invasivo, debe
considerarse trombólisis por vía mecánica o mediante trombolíticos. Los filtros de la vena cava
inferior tienen una función en el manejo de la trombosis venosa profunda/embolia pulmonar
recurrente a pesar de anticoagulación o en pacientes que no pueden usar productos de heparina.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cahill AG, Stout MJ, Macones GA, et al. Diagnosing pulmonary embolism in pregnancy using
computed-tomographic angiography or ventilation-perfusion. Obstet Gynecol. 2009;193:114–124.
James A; Committee on Practice Bulletins—Obstetrics. Practice bulletin no. 123: Throm-
boembolism in pregnancy. Obstet Gynecol. 2011;118(3):718–729.
Leung AN, Bull TM, Jaeschke R, et al. American Thoracic Society documents: An official
American Thoracic Society/Society of Thoracic Radiology Clinical Practice Guideline–
Evaluation of Suspected Pulmonary Embolism in Pregnancy. Radiology. 2012;262:635–646.
Thomson AJ, et al.; RCOG (Royal College of Obstetricians and Gynaecologists). Thromboembolic
disease in Pregnancy and the Puerperium: Acute Management. Green-Top Guideline no. 37b.
London, UK: RCOG, 2015.
209
Complicaciones posparto
Heather A. Heaton, MD
La mujer que se presenta en el posparto a la sala de urgencias puede constituir un reto diagnós-
tico para el profesional de urgencias. Más allá de las enfermedades y padecimientos frecuentes
de este grupo de edad, la fisiología del posparto aporta una capa adicional de complejidad para
estas mujeres.
Hemorragia posparto
La hemorragia posparto suele describirse en relación con el tiempo: la hemorragia primaria, a
menudo causada por atonía uterina, ocurre en las primeras 24 h que siguen al parto, en tanto
que la secundaria ocurre entre 24 h y 12 sem del posparto. En ocasiones, los profesionales de
urgencias encuentran a pacientes que han dado a luz en un lapso de 24 h previas a la presenta-
ción. La evaluación inicial debe incluir una exploración pélvica bimanual para valorar si hay un
útero “blando”. De encontrarse, considerar la compresión del útero para expulsar la sangre y
los coágulos y ayudar a disminuir el sangrado. Explorar en busca de laceraciones y hematomas
como posibles causas del sangrado. Si han pasado más de 8 sem del parto, considerar una infec-
ción, retención de los productos de la concepción, diátesis hemorrágica o coriocarcinoma. De
cualquier modo, el tratamiento inicial comienza con la administración de medicamentos uterotó-
nicos, como la oxitocina. Puede considerarse empacar el útero como medida para ganar tiempo,
con frecuencia como preparación para una laparotomía exploratoria.
Preeclampsia/eclampsia posparto
Aunque raro, se ha observado el inicio de preeclampsia/eclampsia en el posparto hasta 6 sem des-
pués del alumbramiento. La presentación puede ser atípica, pero suele manifestarse con hiperten-
sión de nuevo inicio y cefalea o visión borrosa. Debe administrarse sulfato de magnesio a pacientes
con riesgo de desarrollar convulsiones, además de iniciar tratamiento antihipertensivo.
Fiebre e infección en el posparto
La fiebre es una temperatura de 38 °C o mayor. Algunas etiologías frecuentes en el periodo pos-
parto incluyen infecciones urinarias, infecciones de la herida y mastitis. Las mujeres en el posparto
tienen mayor riesgo de una infección urinaria secundaria a varios factores de riesgo, lo que incluye
cateterización, anestesia epidural y procedimientos vaginales. Con más frecuencia después de las
cesáreas que de los partos vaginales, suele desarrollarse endometritis en un lapso de 5 días del parto
y se presenta con fiebre, hipersensibilidad uterina, loquios malolientes y leucocitosis. La mastitis a
menudo se relaciona con la lactancia y se presenta con fiebre, hipersensibilidad mamaria, calor al
tacto, hinchazón y piel enrojecida.
Edema vulvar
A menudo se observa edema vulvar posterior a un parto vaginal. El manejo típico incluye hielo
y otras medidas de confort. Los profesionales de urgencias deben tener un índice elevado de
sospecha para las pacientes que se presentan con aumento del edema, induración, dolor en el
perineo y leucocitosis importante con desviación hacia la izquierda y fiebre elevada; puede haber
una etiología más significativa del edema vulvar, como infección, incluyendo fascitis necrosante.
Temas de salud mental
Ocurre tristeza posparto en 15 a 85% de las mujeres en un lapso de 10 días posteriores al parto.
Los síntomas frecuentes incluyen cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, llanto inexpli-
cable, fatiga y confusión. Por lo general, este es un problema transitorio en el posparto y no
requiere intervención del médico; sin embargo, es importante reconocerlo como un factor de
riesgo para el desarrollo de la depresión posparto.
La depresión posparto es un trastorno depresivo que inicia en un lapso de 1 mes de haber
dado a luz. A menudo se requiere un índice elevado de sospecha para establecer el diagnóstico,
ya que la mayoría de las madres se sienten culpables en relación con los síntomas depresivos y
los ocultan a los médicos. Hay varios factores de riesgo para la depresión posparto, que incluyen
antecedentes depresivos o depresión posparto en embarazos anteriores, familiares con depresión
o trastornos del estado de ánimo, aumento de los estresantes en la vida personal como estar
desempleada o haber experimentado complicaciones en el embarazo, un bebé con problemas de
salud o necesidades especiales y dificultades para amamantar.
La psicosis posparto es una urgencia psiquiátrica que con frecuencia requiere hospitalización.
Ocurre en 1 de cada 500 madres, con inicio rápido de los síntomas 2 a 4 sem después del parto. El
infanticidio es uno de los riesgos más graves relacionados con esta enfermedad. En una madre con
psicosis, las alucinaciones auditivas que dan órdenes y el estrés de cuidar a un recién nacido pueden
aumentar el riesgo de infanticidio después del parto. Los factores de riesgo incluyen antecedentes
de psicosis posparto, hospitalización previa por un episodio maniaco o psicótico, descontinuación
reciente de estabilizadores del estado de ánimo, así como los factores de riesgo relacionados con la
depresión posparto.
Miocardiopatía periparto
El desarrollo de una disminución de la fracción de expulsión del ventrículo izquierdo en el último
mes del embarazo o en un periodo de 5 meses del parto se considera una miocardiopatía periparto.
Aunque rara, puede ser letal, con progresión a insuficiencia cardiaca y muerte cardiaca intempestiva.
Las pacientes se presentan en un inicio con síntomas de insuficiencia cardiaca leve, como
disnea y edema de las extremidades inferiores, que es frecuente en embarazos no complicados y
puede ser diagnosticada erróneamente por el médico. Las pacientes también pueden presentar
arritmias, eventos embólicos debidos a ventrículo izquierdo disfuncional dilatado e infarto agudo
de miocardio secundario a una menor perfusión a las arterias coronarias. En la sala de urgencias,
el tratamiento puede incluir vasodilatadores intravenosos y medicamentos inotrópicos, aunque
puede evolucionar y requerir apoyo circulatorio más avanzado.
Neuropatía posparto
Le neuropatía posparto complica el 1% de los partos. Por lo general resulta de compresión, estira-
miento, transección o lesión vascular; el nervio lesionado con mayor frecuencia es el cutáneo femoral
lateral, pero también puede verse con el nervio femoral, el nervio peroneo, el plexo lumbosacro, el
nervio ciático y el nervio obturador. Las pacientes suelen presentarse con dolor unilateral, debilidad
o anormalidades sensoriales en las extremidades inferiores, dependiendo del nervio afectado. Los
profesionales de urgencias deben considerar un diagnóstico alternativo si la paciente tiene lumbal-
gia significativa, fiebre inexplicable o síntomas neurológicos que empeoran. Los antiinflamatorios
son el tratamiento de primera línea. La mayoría de los síntomas de la paciente se resuelve a lo largo
de unos días a semanas, con una mediana de tiempo de resolución de 8 semanas.
PUNTOS CLAVE
■■ Puede observarse hemorragia posparto hasta 12 sem después del alumbramiento. Tratar
de forma intensiva usando reanimación con líquidos, productos sanguíneos y medica-
mentos uterotónicos.
■■ Puede desarrollarse preeclampsia/eclampsia en el periodo posparto.
■■ La miocardiopatía periparto con frecuencia se presenta con síntomas típicos del emba-
razo y requiere un índice elevado de sospecha para diagnosticarla.
■■ Los temas de salud mental en las mujeres durante el posparto varían de la tristeza típica
del posparto hasta la psicosis del posparto, con riesgos para la salud tanto de la madre
como del recién nacido.
■■ Los antiinflamatorios son el tratamiento de primera línea para la neuropatía posparto,
pero debe considerarse una etiología más complicada de los síntomas si se relaciona con
fiebre, lumbalgia o déficits neurológicos que empeoran.
Lecturas recomendadas
American College of Obstetricians and Gynecologists, Task Force on Hypertension in
Pregnancy. Hypertension in pregnancy. Report of the American College of Obstetricians and
Gynecologists’ Task Force on Hypertension in Pregnancy. Obstet Gynecol. 2013;122:1122.
American College of Obstetricians and Gynecologists. ACOG Practice Bulletin: Clinical Man-
agement Guidelines for Obstetrician-Gynecologists Number 76, October 2006: Postpar-
tum hemorrhage. Obstet Gynecol. 2006;108(4):1039–1047.
Henshaw C. Mood disturbance in the early puerperium: A review. Arch Womens Ment Health.
2003;6:S33–S42.
O’Neal MA, Chang LY, Salajegheh MK. Postpartum spinal cord, root, plexus and peripheral nerve
injuries involving the lower extremities: A practical approach. Anesth Analg 2015;120(1):141–148.
Williams J, Mozurkewich E, Chilimigras J, et al. Critical care in obstetrics: Pregnancy-specific
conditions. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2008;22(5):825–846.
210
No hay una prueba única para
descartar la enfermedad pélvica
inflamatoria: ¡solo trátela!
Theresa Q. Tran, MD y Casey M. Clements, MD, PhD
Introducción y fisiopatología
El término “enfermedad pélvica inflamatoria” abarca cualquier combinación de trastornos inflama-
torios de las vías reproductivas femeninas superiores, lo que incluye endometritis, salpingitis, mio-
metritis, parametritis, ooforitis, absceso tuboovárico y peritonitis pélvica. Es una alteración engañosa
debido a que no hay antecedentes, exploración física o datos de laboratorio que sean tanto sensibles
como específicos para el diagnóstico. Las complicaciones a largo plazo de la enfermedad pélvica infla-
matoria leve o incluso asintomática pueden tener consecuencias devastadoras sobre la salud repro-
ductiva femenina. Es la principal causa prevenible de infertilidad y se relaciona con una gran
proporción de embarazos ectópicos. Pasar por alto el diagnóstico y no proporcionar tratamiento es
una decisión de alto riesgo; ¡nadie quiere ser el motivo por el cual una paciente no pueda tener hijos!
Al encontrar a una mujer en edad fértil con cualquier espectro de dolor abdominal inferior
en la sala de urgencias, debe:
1) Mantener un índice elevado de sospecha para enfermedad pélvica inflamatoria
2) Tratar la enfermedad pélvica inflamatoria de forma intensiva con antibióticos
Establecer el diagnóstico
La enfermedad pélvica inflamatoria es un diagnóstico clínico. Muchos episodios no se reconocen
debido a que las pacientes se encuentran asintomáticas o tienen signos y síntomas inespecíficos.
Las pacientes pueden quejarse de dolor abdominal inferior, dispareunia, flujo vaginal maloliente o
mucopurulento, disuria, sangrado uterino anormal o fiebre y escalofríos. Sin embargo, cuando las
pacientes se encuentran asintomáticas, el diagnóstico en urgencias de enfermedad pélvica inflama-
toria tiene un valor de predicción positivo de hasta 90% incluso comparado con la laparoscopia. Ese
valor predictivo positivo aumenta si la paciente pertenece a grupos de mayor riesgo: adolescentes
sexualmente activas, mujeres con múltiples parejas sexuales masculinas, mujeres que asisten a clínicas
de enfermedades de transmisión sexual, aquellas que han sufrido enfermedad pélvica inflamatoria
con anterioridad, mujeres de grupos socioeconómicos bajos y las que viven en áreas con índices
elevados de gonorrea y clamidia.1
Existen datos en la exploración física que apuntan a enfermedad pélvica inflamatoria y no se
limitan a hipersensibilidad con el movimiento cervicouterino. Cualquiera de estos datos –hipersen-
sibilidad al movimiento cervicouterino, hipersensibilidad uterina o hipersensibilidad de los ane-
xos– puede ser suficiente para iniciar el tratamiento empírico para enfermedad pélvica inflamatoria.
Recordar que otras patologías, lo que incluye embarazo ectópico, apendicitis, diverticulitis, infec-
ciones urinarias y quistes ováricos, pueden causar hipersensibilidad a la palpación en la exploración
bimanual. Datos adicionales como fiebre, flujo vaginal mucopurulento, cuello uterino friable, una
preparación salina (frotis húmedo) de líquido vaginal que muestre muchos leucocitos y una infección
documentada por gonorrea/clamidia aumentan la especificidad del diagnóstico clínico de enferme-
dad pélvica inflamatoria.
La mayoría de las pacientes en quienes se sospecha enfermedad pélvica inflamatoria debe
someterse a ecografía transvaginal para buscar abscesos tuboováricos, líquido libre, hiperemia tuba-
ria, embarazo ectópico y torsión ovárica. Todas las pacientes diagnosticadas con enfermedad pél-
vica inflamatoria deben someterse a pruebas de embarazo, gonorrea y clamidia. Las pruebas para
VIH en pacientes no hospitalizadas deben realizarse en la sala de urgencias o de forma ambulatoria,
dependiendo de los recursos específicos del sitio disponibles para el seguimiento de los resulta-
dos. “Pero oye”, estará pensando, “mi paciente resultó negativa para enfermedades de transmisión
sexual hace apenas unos días”. De hecho, menos del 50% de las pacientes con enfermedad pélvica
inflamatoria tiene pruebas positivas para N. gonorrhoeae o C. trachomatis y un frotis endocervicoute-
rino negativo no descarta infección en las vías reproductivas superiores por estos microorganismos.
Como si esto no fuera suficiente, la flora vaginal transmitida por vía no sexual y otras bacterias de
las vías urogenitales inferiores también pueden causar enfermedad pélvica inflamatoria.
En conclusión: debe administrarse tratamiento.
Tratamiento
Prevenir complicaciones de la enfermedad pélvica inflamatoria depende de una antibioticoterapia
temprana. El tratamiento apropiado consiste en una cobertura adecuada para gonorrea, clamidia y
anaerobios tanto para la paciente como para sus parejas sexuales. Los antibióticos orales son equi-
valentes a los intravenosos para enfermedad leve a moderada,2 y el tratamiento por lo general toma
14 días. Refiérase a las guías de tratamiento para enfermedades de transmisión sexual de los CDC
(más adelante) para información actualizada sobre los esquemas recomendados. También hay una
aplicación práctica (CDC STD TX Guide) disponible sin costo para descargar a su dispositivo móvil.
Además de tomar precauciones para que la paciente regrese, las indicaciones para el alta deben
incluir abstinencia de las relaciones sexuales hasta después de que la paciente y sus parejas completen
el tratamiento. El seguimiento con un ginecólogo debe tener lugar después de 3 días y las pruebas
para gonorrea y clamidia una vez más luego de 3 meses del tratamiento o si la paciente tiene una
presentación similar en un lapso de 12 meses.1
Hay que ingresar a las pacientes si:
■■ No puede excluirse una urgencia quirúrgica
■■ Hay un absceso tuboovárico
■■ Embarazo (riesgo elevado de morbilidad materna y parto prematuro)
■■ Sepsis o apariencia de gravedad
■■ Tratamiento ambulatorio fallido (es decir, no hay mejoría sintomática después de 72 h de trata-
miento ambulatorio)
Consideraciones especiales
Las pacientes con VIH y enfermedad pélvica inflamatoria tienen mayores probabilidades de desarro-
llar abscesos tuboováricos, aunque responden a los antibióticos de forma similar que las pacientes que
no son positivas a VIH. Las pacientes con dispositivos intrauterinos (DIU) tienen un mayor riesgo
de desarrollar enfermedad pélvica inflamatoria en un lapso de 3 sem después de la inserción. Si una
paciente con un DIU se presenta con enfermedad pélvica inflamatoria, no es necesario retirar el DIU
a menos que no mejore después de 3 días de tratamiento.3
El síndrome de Fitz-Hugh-Curtis es una inflamación perihepática de la cápsula hepática que
causa dolor repentino e intenso del cuadrante superior derecho, hipersensibilidad a la palpación,
fiebre, escalofríos y malestar. La exploración bimanual, el ultrasonido del cuadrante superior derecho
y la tomografía computarizada del tórax o el abdomen pueden ser negativos. Muchas veces, la única
clave para diagnosticar este síndrome es el conocimiento o la sospecha de que la paciente tiene gono-
rrea o clamidia sin otra causa demostrable de dolor en el cuadrante superior derecho. El síndrome de
Fitz-Hugh-Curtis se trata con el mismo esquema de antibióticos que el utilizado para la enfermedad
pélvica inflamatoria. Si el dolor persiste, puede requerirse cirugía para extirpar las adhesiones en la
cápsula hepática.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Pelvic Inflammatory Disease. Sexually Transmitted Diseases Treatment Guidelines: Centers for
Disease Control and Prevention, 2015. Disponible en: http://www.cdc.gov/std/tg2015/pid.
htm on August 27, 2015.
2. Ness RB, Soper DE, Holley RL, et al. Effectiveness of inpatient and outpatient treatment
strategies for women with pelvic inflammatory disease: Results from the Pelvic Inflammatory
Disease Evaluation and Clinical Health (PEACH) randomized trial. Am J Obstet Gynecol.
2002;186(5):929–937.
3. Tepper NK, Steenland MW, Gaffield ME, et al. Retention of intrauterine devices in
women who acquire pelvic inflammatory disease: A systematic review. Contraception.
2013;87(5):655–660.
211
No dar de alta a una paciente
joven con disnea sin considerar
miocardiopatía periparto
Kathi Glauner, MD, PhD
Su paciente es una mujer de 33 años de edad que se presenta con disnea y tos. Niega antece-
dentes médicos, no toma medicamentos y no fuma. Presenta taquipnea con tos productiva. La
evalúa y nota crepitaciones en las bases pulmonares. Diagnostica neumonía y la envía a casa con
antibióticos porque considera que tiene un bajo riesgo para un resultado desfavorable.
La paciente número dos es una mujer de 28 años con disnea y edema bilateral de miembros
inferiores. Tiene 38 sem de embarazo. Es su primer embarazo. Por lo demás se encuentra sana.
Le explica los cambios esperados normales en el embarazo tardío, lo que incluye aumento del
volumen sanguíneo, edema de las extremidades inferiores y disnea debido a una mayor presión
por el abdomen distendido. La envía a casa luego de felicitarla e indicarle los motivos por los que
debe regresar.
Ambas pacientes regresan más adelante con signos de insuficiencia cardiaca descom-
pensada. Se les intuba sin demora y se les envía a la unidad de cuidados intensivos con goteo
de nitroglicerina e infusiones de dobutamina. Se les diagnostica miocardiopatía periparto de
acuerdo con los datos del ecocardiograma. ¿En qué se equivocó? ¿Cómo puede evitar este error
en el futuro?
Su primera tarea es reconocer la posibilidad de miocardiopatía periparto en pacientes jóve-
nes y sanas. La miocardiopatía periparto es un tipo potencialmente letal de insuficiencia cardiaca
que se encuentra en mujeres en edad fértil. Por definición, la miocardiopatía periparto ocurre en el
embarazo avanzado o en el periodo posparto temprano. El trastorno es relativamente raro y ocurre
en solo ~1 de 4 000 embarazos en Estados Unidos. Si no se trata, tiene un índice de mortalidad de
5 a 30%.1 Debido a que la miocardiopatía posparto es rara, puede pasarse por alto con facilidad.
Sin embargo, su gravedad obliga a que siempre deba incluirse en el diagnóstico diferencial de
mujeres en edad fértil con disnea. Siempre debe preguntarse sobre un embarazo reciente para
evitar pasar por alto esta alteración en mujeres en el posparto.
La miocardiopatía posparto tiene una etiología desconocida, aunque estudios recientes han
implicado concentraciones anormales de prolactina como la causa potencial. También se ha suge-
rido que la miocarditis desempeña un papel en el desarrollo de esta enfermedad. La miocardio-
patía posparto es más frecuente en mujeres > 30 años de edad, multíparas, con antecedentes de
hipertensión y aquellas con uso prolongado de tocolíticos. Existe un riesgo elevado de recurrencia
en mujeres que vuelven a embarazarse después de haber presentado miocardiopatía posparto.
Sin embargo, es importante recordar que las mujeres sin estos factores de riesgo también pueden
desarrollar miocardiopatía posparto.2
Las mujeres con este trastorno se presentan con signos y síntomas de insuficiencia car-
diaca. Pueden quejarse de disnea, edema de miembros inferiores, fatiga o tos. Otros síntomas
pueden incluir disnea paroxística nocturna o hemoptisis. El diagnóstico con frecuencia se pasa
por alto debido a que los síntomas se superponen a algunos de las molestias típicas del embarazo
avanzado o del posparto.2,3
A la exploración física, las pacientes pueden tener soplos, distensión venosa yugular o un
tercer ruido cardiaco. Pueden tener crepitaciones a la auscultación pulmonar, así como edema de
las extremidades inferiores. Una vez más, algunos de estos signos se superponen a cambios nor-
males del embarazo y pueden ser descartados por un médico menos cauteloso. Algunas pruebas
sencillas pueden guiarlo en el diagnóstico.
El diagnóstico de miocardiopatía posparto solo puede establecerse al excluir otras causas
de estos síntomas. La investigación debe incluir una radiografía torácica, un electrocardiograma,
un ecocardiograma, troponina, péptido natriurético beta, hormona estimulante de la tiroides,
biometría hemática completa y un panel metabólico amplio. Esto permite evaluar si hay un
infarto de miocardio, trastornos electrolíticos y metabólicos, embolia pulmonar y otros síndro-
mes preocupantes en el embarazo, como HELLP y preeclampsia/eclampsia. La elevación del
péptido natriurético beta y la evidencia en el ecocardiograma de función deprimida del ventrí-
culo izquierdo ayudan a establecer un diagnóstico de insuficiencia cardiaca.
La radiografía torácica puede mostrar edema pulmonar o cardiomegalia, pero por lo demás
puede ser irrelevante. El electrocardiograma puede de igual modo tener datos inespecíficos, lo
que incluye taquicardia sinusal o hipertrofia del ventrículo izquierdo. Si bien el péptido natriu-
rético beta a veces está ligeramente elevado en el embarazo, puede estar extremadamente elevado
en la miocardiopatía posparto.
Para decir con mayor certeza que se trata de miocardiopatía posparto, la paciente debe
cumplir tres criterios: (1) estar en una etapa avanzada del embarazo o en el periodo posparto
temprano, (2) tener insuficiencia cardiaca de nuevo inicio sin otra causa y (3) tener disfunción del
ventrículo izquierdo, por lo general con una fracción de expulsión < 45 por ciento.3
El manejo de las mujeres con miocardiopatía posparto es similar al de cualquier persona con
insuficiencia cardiaca, es decir estabilizar la insuficiencia cardiaca. Sin embargo, deben evitarse
los medicamentos fetotóxicos. El tratamiento inmediato en la sala de urgencias incluye el uso de
inotrópicos y reductores de la precarga/poscarga, como dobutamina o milrinona y nitroglicerina.4
Los diuréticos de asa y los inhibidores de la ECA deben usarse con precaución en el embarazo,
dado que los diuréticos de asa pueden disminuir el flujo de sangre al feto y los inhibidores de la
ECA son teratógenos. Sin embargo, son tratamientos estándar en mujeres en el posparto. Las
pacientes descompensadas pueden requerir intubación y ventilación. Las líneas arteriales para
monitorear la presión arterial y administrar nitroglicerina y dobutamina para regular la precarga y
la inotropía son tratamientos importantes. Debe iniciarse heparina para prevenir eventos embóli-
cos. Los pacientes con insuficiencia cardiaca compensada y descompensada deben ingresarse para
tratamiento y estabilización de la miocardiopatía de nuevo inicio.5
En resumen, la identificación será el paso más importante en el diagnóstico de miocardio-
patía posparto. Hay que evaluar con cuidado incluso a las pacientes jóvenes y supuestamente
sanas con péptido natriurético beta, placa de tórax, electrocardiograma y ecocardiograma. Una
vez diagnosticadas, tratar la insuficiencia cardiaca de forma intensiva e ingresar al hospital para
tratamiento ulterior.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Davis M, Duvernoy C. Peripartum cardiomyopathy: Current knowledge and future direc-
tions. Womens Health. 2015;11(4):565–573.
2. Bhattacharyya A, Basra SS, Sen P, et al. Peripartum cardiomyopathy: A review. Tex Heart
Inst J. 2012;39(1):8–16.
3. Capriola M. Peripartum cardiomyopathy: A review. Int J Womens Health. 2013;5:1–8.
4. Johnson-Coyle L, Jensen L, Sobey A; American College of Cardiology Foundation,
American Heart Association. Peripartum cardiomyopathy: Review and practice guidelines.
Am J Crit Care. 2012;21(2):89–98.
5. Carlin AJ, Alfirevic Z, Gite GML. Interventions for treating peripartum cardiomyopathy to
improve outcomes for women and babies. Cochrane Database Syst Rev. 2010;9(9):CD008589.
212
Delirio
Casey Carr, MD
486
tales, cambios vasculares agudos, toxinas y metales pesados. Las intervenciones diagnósticas
deben buscar intensivamente estas causas, ya que el tratamiento se basa en tratar la causa sub-
yacente. Los antecedentes enfocados y físicos con estudios de laboratorios básicos –incluyendo
un análisis de orina– son un paso inicial adecuado para su manejo.
Tratamiento
El tratamiento del delirio debe enfocarse en tratar etiologías de urgencia del delirio. El trata-
miento temprano dirigido a objetivos debe ser el primer enfoque al manejar a un paciente con
delirio. Sin embargo, un reto que se encuentra con frecuencia es la decisión de cuándo intervenir
en casos en que el paciente se encuentra cada vez más combativo y agitado. El primer paso al
manejar la agitación del delirio son las intervenciones ambientales. Deben reducirse las alteracio-
nes del ciclo de sueño-vigilia del paciente: privación sensorial con un ambiente calmado y oscuro
durante la noche y una cantidad modesta de estimulación durante el día. Las alteraciones físicas
de los pacientes empeoran el delirio, por lo que es importante que utilicen sus propios anteojos y
auxiliares auditivos. Cualquier paso que aumente la familiaridad del paciente con sus alrededores
reducirá la carga conductual del delirio, sobre todo en adultos mayores. Fomentar la regularidad
de las tareas que necesitan realizarse con el paciente. Las restricciones físicas y químicas deben
mantenerse al mínimo.
PUNTOS CLAVE
■■ Conocer los factores de riesgo para los pacientes con riesgo de delirio: edad, función
cognitiva deficiente, estado funcional alterado, afección sensorial, enfermedad médica
coexistente y polifarmacia.
■■ Nunca asumir que la agitación del paciente se debe a demencia o una enfermedad psi-
quiátrica –siempre debe incluirse el delirio en el diagnóstico diferencial.
■■ Conocer la evolución natural del delirio: inicio agudo, curso variable, falta de atención,
pensamiento desorganizado, alteraciones perceptuales, alteraciones emocionales y alte-
ración del ciclo sueño-vigilia.
■■ Conocer las etiologías frecuentes del delirio y aquellas que requieren intervención inme-
diata en la sala urgencias.
■■ Implementar intervenciones ambientales para control conductual en la sala de urgen-
cias; evitar el uso de restricciones químicas y físicas.
Lecturas recomendadas
American Psychiatric Association. Practice Guideline for the Treatment of Patients with Delirium.
Am J Psychiatry, 1999.
American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders - Delir-
ium, 5th ed. APA. 2013.
Gleason OC. Delirium. Am Fam Phys. 2003;67:1027–1034.
Gower LE, et al. Emergency department management of delirium in the elderly. West J Emerg
Med. 2012;13:194–201.
Inouye SK. Delirium in older persons. N Engl J Med. 2006;354:1157–1165.
213
Mesura con las limitaciones:
restringir al paciente
Grant Nelson, MD y Robert B. Dunne, MD, FACEP
paciente pueda predecirse. El personal del hospital puede valorar así al paciente con mayor detalle
y tratarlo con mayor seguridad. Es importante colocar un monitor a los pacientes con restriccio-
nes, pues requieren observación constante.
Una vez que se han colocado restricciones firmes al paciente, el objetivo debe ser agregar
sedación lo más pronto posible para evitar eventos adversos y volver a involucrar al enfermo en su
propio tratamiento. El fármaco de restricción ideal es una inyección absorbible por vía intramuscular
(IM), dado que esto evita la necesidad de obtener acceso intravenoso (IV) en un paciente agitado. Un
paciente dirigido a menudo puede cooperar con la administración oral de medicamentos una vez
que se le redirige. Las decisiones relacionadas con los medicamentos deben basarse en el diagnóstico
diferencial de la causa subyacente. Un paciente cuya queja inicial es que ya no tiene medicamentos
antipsicóticos y después se encuentra agitado puede beneficiarse de fármacos distintos a los usados
en un paciente con delirio no diferenciado.
Las benzodiacepinas son la base del tratamiento y una buena primera opción, debido a su
relativa facilidad de predicción del efecto y perfil de efectos secundarios. Las dos benzodiacepinas
usadas de forma más tradicional son lorazepam, 1 a 4 mg IM o IV, y diazepam, 5 a 10 mg IM o IV.
Midazolam IM es el fármaco usado con mayor frecuencia para la agitación antes de llegar al hospital y
ha mostrado ser el medicamento más predecible y de acción más rápida con 5 mg IV o 10 mg IM, que
tranquilizan de forma confiable a la mayoría de los pacientes. Las benzodiacepinas deben ajustarse
hasta lograr su efecto, y debe tenerse cautela en pacientes mayores y en individuos alcoholizados para
evitar la sedación excesiva. En algunos pacientes, las benzodiacepinas pueden causar un efecto de
desinhibición que llega a exacerbar o incluso causar un estado agudo de confusión.
Los antipsicóticos típicos como el haloperidol (2.5 a 5 mg IM) suelen administrarse des-
pués de una estrategia inicial, a menudo en combinación con una benzodiacepina, y en muchos
estudios han mostrado ser seguros. Es importante recordar que todos los antipsicóticos tienen
el potencial de causar prolongación del segmento QT. Existe un potencial en casos de ingestión
desconocida para exacerbar una disfunción cardiaca existente, por lo cual es prudente evitar los
antipsicóticos en esos casos para evitar una descompensación.
Los antipsicóticos atípicos han demostrado ser útiles y tienen el beneficio de causar menos
síntomas extrapiramidales que los antipsicóticos típicos. Los antipsicóticos atípicos usados con
mayor frecuencia en la sala de urgencias son olanzapina y risperidona. Aunque risperidona solo
está disponible en presentación oral, ha mostrado ser tan eficaz como haloperidol IM y es una
buena opción en un paciente que está dispuesto a tomar medicamentos por esta vía. Olanzapina
se ha considerado en fechas más recientes como una posible alternativa a haloperidol y ha mos-
trado una eficacia similar para la agitación, con un menor riesgo de síntomas extrapiramidales.
Existen numerosos estudios pequeños que han valorado la ketamina en pacientes agitados, sobre
todo en el ámbito previo al hospital. Ketamina IM tiene un efecto rápido y ha mostrado que es
segura, pero se requieren más estudios para valorar su uso en la sala de urgencias.
Hay innumerables casos en los que la impresión inicial de la causa de agitación fue errónea
y los pacientes se descompensaron de forma subsecuente. Siempre que sea posible es esencial rea-
lizar una exploración física completa, al igual que buscar antecedentes adicionales. Los pacientes
agitados deben revalorarse de manera continua. Siempre hay que estar pendiente de la seguri-
dad del personal y de los pacientes. Ya sea por agitación debida a una intoxicación o medicación,
hipoxia o choque, es importante reconocer cuando alguien tiene el potencial de representar un
peligro para sí mismo o para los demás.
PUNTOS CLAVE
■■ Si los intentos de disminución verbal y reclusión han fracasado, no dudar en usar restric-
ciones para proteger a un paciente alterado y agitado de dañarse a sí mismo o al personal.
■■ El tratamiento inicial con midazolam IM puede ser la forma más confiable de sedar a un
paciente extremadamente agitado para facilitar la evaluación inicial.
■■ Haloperidol y lorazepam juntos o por separado tienen una acción rápida, confiable y
segura para una sedación más prolongada.
■■ Usar dosis de inicio más bajas en pacientes pediátricos, intoxicados y de edad avanzada
para evitar una sedación excesiva.
■■ Todos los pacientes restringidos deben tener un monitor cardiaco y deben reevaluarse
con frecuencia con documentación apropiada.
Lecturas recomendadas
ACEP POLICY: Use of Patient Restraints. Revised and approved by the ACEP Board of
Directors April 2014, April 2001, June 2000, January 1996. Reaffirmed by the ACEP Board
of Directors October 2007. Originally approved by the ACEP Board of Directors January
1991.
Coburn VA, Mycyk MB. Physical and chemical restraints. Emerg Med Clin North Am.
2009;27:655–667.
Newman DH. Training the mind, and the food and drug administration, on droperidol. Ann
Emerg Med. 2015;66:243–245.
Nobay F, et al. A prospective, double-blind, randomized trial of midazolam versus haloperidol
versus lorazepam in the chemical restraint of violent and severely agitated patients. Acad
Emerg Med. 2004;11(7):744.
Wilson MP, Pepper D, Currier GW, et al. The psychopharmacology of agitation: Consensus
statement of the American Association for Emergency Psychiatry Project BETA Psycho-
pharmacology Workgroup. West J Emerg Med. 2012;13(1):26–34.
214
¿Preocupaciones sobre el estado
mental? considere psicosis
Sarika Walia, MBBS y Shabana Walia, MD
La psicosis se entiende mejor como un síndrome. El término se usa para describir un grupo
inespecífico de signos y síntomas que afectan la capacidad de entender la realidad. Combina
causas médicas y psiquiátricas para la dificultad del paciente de entender lo que le rodea. La
psicosis no es una enfermedad en sí misma, pero ocurre de forma secundaria a una amplia
variedad de enfermedades médicas y psiquiátricas. Cuando el médico considera que el
paciente puede presentar psicosis, debe buscar la causa subyacente para descubrir la etiología
de sus síntomas.
La psicosis puede presentarse con delirio, agitación, ideas delirantes, paranoia, alucinaciones
visuales o auditivas, confusión o estado mental alterado. Hay dos clasificaciones para la psicosis:
funcional y orgánica. Si bien la psicosis funcional no se ha entendido por completo, suele conocerse
como psicosis sin una causa médica clara. A menudo se subdivide ampliamente en esquizofrenia,
psicosis bipolar y trastornos del estado de ánimo con psicosis. El diagnóstico de psicosis funcional
tiende a ser de exclusión, en especial en la presentación de primera vez. Después de que se han des-
cartado causas médicas, pueden emprenderse esquemas terapéuticos y la respuesta al tratamiento
confirma el diagnóstico de estas enfermedades psiquiátricas.
La psicosis orgánica se refiere a la actividad mental anormal debida a una causa médica o
física, más que a una enfermedad psiquiátrica. En ocasiones se le llama “síndrome cerebral orgá-
nico” y puede subdividirse en delirio frente a demencia. Algunas causas frecuentes de visita a la
sala de urgencias por psicosis orgánica incluyen enfermedad cerebrovascular, trastornos endo-
crinos como tirotoxicosis y crisis tiroidea, abuso de sustancias, abstinencia de drogas o alcohol,
encefalopatía hepática o metabólica, traumatismo, polifarmacia y sepsis. Uno puede imaginar
que si un paciente está hipóxico o hipercápnico, puede presentarse alterado o incluso con delirio,
y hasta no realizar una evaluación médica completa puede diagnosticarse falsamente con una
enfermedad psiquiátrica. La demencia es otro motivo frecuente de psicosis orgánica, que se
define como una declinación progresiva en la memoria o la cognición, como la enfermedad de
Parkinson, enfermedad de Alzheimer, demencia con cuerpos de Lewy o demencia vascular .
Las presentaciones variables de psicosis a menudo apuntan a cierta enfermedad. Por ejem-
plo, un paciente con ideas delirantes (creencias fijas que son falsas) en conjunto con una conducta
antisocial y pensamiento desorganizado, sería una presentación frecuente de esquizofrenia. Sin
embargo, un paciente con alucinaciones visuales de insectos que se arrastran por su piel, que
presenta taquicardia y está trémulo puede sufrir delirium tremens secundario a abstinencia de alco-
hol. El médico de urgencias debe considerar los antecedentes, exploración física y cuadro clínico
completo para identificar correctamente la causa de la conducta psicótica.
El médico de urgencias debe ser capaz de identificar la psicosis aguda, diferenciar entre
psicosis funcional y orgánica, regular la conducta del paciente y tratar las causas de psicosis
que ponen en riesgo la vida. El abordaje del paciente psicótico debe ser similar al de otros pacien-
tes en la sala de urgencias. A continuación se presenta un abordaje escalonado para evaluar a un
paciente con psicosis.
1) ABC: asegurarse que las vías respiratorias, respiración y circulación estén intactas.
2) El paciente debe tratarse de una forma no amenazante en un ambiente tranquilo y calmado.
La necesidad de restricciones químicas y físicas para para realizar estudios primarios y
secundarios debe ponderarse con gran cuidado.
3) Antecedentes del paciente y familiares/amigos: la información colateral de la policía,
familiares, amigos cercanos y colegas ayuda a obtener datos sobre los antecedentes médi-
cos del paciente y su estado mental inicial. A menudo resulta útil evaluar si los síntomas
tuvieron un inicio agudo o gradual, si el paciente tiene antecedentes de enfermedad psi-
quiátrica y obtener una lista completa de medicamentos.
4) Exploración física que incluya un examen del estado mental: siempre desvestir a cada
paciente para buscar signos de traumatismos como causas médicas del cambio en el
estado mental.
5) Estudios de laboratorio e imágenes: para la psicosis de primera vez, deben indicarse estu-
dios de laboratorio, como pruebas tiroideas, de amoniaco, análisis de orina, electrólitos,
toxicología urinaria y una posible tomografía computarizada de cráneo sin contraste.
6) Observación y monitoreo frecuente de los signos vitales.
Siguiendo el sistema anterior, el médico de urgencias puede determinar si un paciente tiene
un trastorno orgánico o funcional y por lo tanto iniciar el tratamiento con rapidez si se requiere.
Un estudio realizado por Dubin y cols. en 1983 mostró que hay cuatro factores que favorecen el
diagnóstico de psicosis orgánica frente a psicosis funcional: signos vitales anormales, pérdida de la
memoria de nuevo inicio, edad del paciente > 40 años sin antecedentes psiquiátricos y desorien-
tación con un estado mental de confusión. La psicosis aguda es una urgencia. La mayoría de las
psicosis orgánicas requiere hospitalización hasta que se resuelvan los síntomas o se traten de forma
apropiada, y la psicosis funcional a menudo requiere hospitalización ya que estos pacientes sue-
len considerarse peligrosos para sí mismos o para la sociedad, o no cuentan con una disposición
confiable y segura.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Dilsaver SC. Differentiating organic from functional psychosis [Review]. Am Fam Physician.
1992;45(3):1173–1180.
Dubin WR, Weese KF, Zeezardia JA. Organic brain syndrome: The quiet imposter. JAMA.
1983;249:60.
Frame DS, Kercher EE. Acute psychosis. Functional versus organic [Review]. Emerg Med Clin
North Am. 1991;9(1):123–136.
Marx JA. Chapter 13: Confusion. In: Rosen’s Emergency Medicine: Concepts and Clinical Prac-
tice. 7th ed. St. Louis, MO: Mosby, 2010.
Tintinalli JE, Kelen GD, Stapczynski JS, et al., eds. Chapter 141: Behavioral and psychiatric
disorders in children and infants. In: Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide.
6th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2004.
215
Preguntar sobre el riesgo de suicidio
Trent R. Malcolm, MD, MS y Donald W. Alves, MD, MS, FACEP
CASO
Un hombre indigente de 24 años de edad con antecedentes de trastorno bipolar, abuso
de múltiples sustancias y de alcohol se presenta a la sala de urgencias con intoxicación
aguda por alcohol e ideación suicida. Informa que tiene depresión que ha ido empeo-
rando desde que se le agotaron sus medicamentos, hace varias semanas.
los factores de predicción más fuertes de conducta suicida. Algunos otros factores de riesgo
clave incluyen edad (adolescentes y adultos mayores), género (las mujeres tienen mayores
probabilidades de intentarlo, aunque los varones tienen más probabilidades de completarlo),
abuso de sustancias y de alcohol, plan organizado, enfermedad psiquiátrica comórbida, antece-
dentes familiares de suicidio, impulsividad, desempleo reciente, encarcelación reciente, inicio
reciente de antidepresivos, aislamiento social (p. ej., siempre soltero, separado o divorciado)
y enfermedad crónica. El profesional de urgencias debe considerar estos factores de riesgo en
la valoración general de cada paciente, cada vez. Varias herramientas clínicas, incluyendo la
escala SADPERSONS y la escala de intención suicida (SIS, por sus siglas en inglés), se utili-
zan ampliamente para auxiliar en la valoración del riesgo de suicidio. Sin embargo, se advierte
a los profesionales acerca de depender de las herramientas dado que pocas están validadas
para usarse en el ámbito clínico. La herramienta SADPERSONS tiene una baja sensibilidad
y no puede predecir los actos autolesivos futuros mejor que la probabilidad por sí sola. Por
desgracia, no hay un sustituto para la valoración individualizada detallada.
Algunos profesionales disfrutan el privilegio de contar con un consultor psiquiátrico,
pero la gran mayoría debe realizar estas valoraciones críticas por sí solos. Al trabajar con un
consultor psiquiátrico, es esencial recordar que solo son eso: consultores. A la larga, la decisión
de ingresar o dar de alta (y la responsabilidad legal por los resultados del paciente) radica en
el médico de atención primaria. Por lo tanto, es esencial mantener conversaciones detalladas
con los consultores para entender el razonamiento detrás de sus recomendaciones. Cuando
las opciones varían, hay que recordar nunca dar de alta a un paciente si se considera que estará
inseguro. Por último, es fundamental documentar todos los aspectos pertinentes de los ante-
cedentes, que incluyen cambios en el estado de ánimo e ideación suicida, evidencia de intoxi-
cación o sobriedad, comentarios con los consultores y el proceso de pensamiento que llevó a la
valoración de riesgo general. Si no está escrito en un papel, nunca ocurrió.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Harriss L, Hawton K. Suicidal intent in deliberate self-harm and the risk of suicide: The pre-
dictive power of the Suicide Intent Scale. J Affect Disord. 2005;86:225–233.
Hawton K, Saunders KEA, O’Connor RC. Self-harm and suicide in adolescents. Lancet.
2012;379:2373–2381.
Lukens TW, et al. Clinical Policy: Critical issues in the diagnosis and management of the adult
psychiatric patient in the emergency department. Ann Emerg Med. 2006;47(1):79–99.
Skegg K. Self-harm. Lancet. 2005;366:1471–1483.
Warden S, Spiwak R, Sareen J, et al. The SAD PERSONS scale for suicide risk: A systematic
review. Arch Suicide Res. 2014;18:313–326.
216
¿Conducta extraña? trastornos de
personalidad en la sala de urgencias
Kerri N. Booker, RDH, MMS, PA-C
Los profesionales de urgencias atienden a una gran variedad de pacientes con síntomas psiquiátricos.
Es responsabilidad del profesional asegurar que cualquier trastorno médico agudo se atienda para
determinar la etiología subyacente de estas manifestaciones. Muchos pacientes que se atienden en
la sala de urgencias tienen trastornos de la personalidad, los cuales pueden no diagnosticarse o el
paciente no estar al tanto de ellos. Los profesionales deben entender las características centrales de
estos trastornos para reconocer a los pacientes afectados y proporcionarles la mejor atención posible.
Los trastornos de la personalidad se definen como patrones arraigados y generalizados de
conducta de mala adaptación, lo que conduce a una función alterada. El simple hecho de que estos
patrones conductuales sean inflexibles y arraigados en el paciente representa un reto único para
el médico tratante. La tarea difícil de tratar trastornos de la personalidad específicos es manejada
mejor por los psiquiatras y otros profesionales de salud mental después de que se ha dado el alta
médica al paciente. Sin embargo, los profesionales de urgencias a menudo son el primer punto de
contacto para estos pacientes. La American Psychiatric Association ha clasificado los trastornos
de la personalidad en tres grupos de acuerdo con sus características prominentes, que el médico de
primera línea puede recordar y aplicar con mayor facilidad al tratar al paciente.
Los trastornos del grupo A (“extraños”) incluyen personalidades esquizoides, paranoides y
esquizotípicas. Los tipos de personalidad esquizoide tienden a ser retraídos, introvertidos y evi-
tan las relaciones cercanas. Los tipos de personalidad paranoide tienden a ser extremadamente
sensibles, suspicaces y defensivos. Los tipos de personalidad esquizotípica también son suspica-
ces, a menudo supersticiosos y socialmente aislados. También pueden mostrar conductas y habla
excéntricas. Es difícil interactuar con los pacientes con trastornos del grupo A, en particular los de
tipo paranoide, así como tratarlos, ya que pueden percibir agresión y hostilidad en otros, incluso
cuando no está presente. Los trastornos de personalidad esquizotípica difieren de otros trastornos
del grupo A en que los pacientes tienden a presentar conductas más extrañas, como disociación,
pensamiento mágico o clarividencia. Los pacientes del grupo A por lo general muestran un patrón
constante de desconfianza y suspicacia de otras personas y sus motivaciones. A menudo es difícil
tratarlos y es incómodo convivir con ellos en situaciones interpersonales. Es importante mantener
el profesionalismo, al tiempo que se muestra empatía hacia sus temores. Para mejorar la comuni-
cación con estos pacientes, debe dar explicaciones claras sobre su plan de tratamiento y su función
en él, así como evitar participar en exceso en los aspectos sociales o personales. Es importante no
reaccionar de manera emocional a su conducta. Para pacientes con trastorno paranoide de la perso-
nalidad, no hay que tratar de poner a prueba sus ideas paranoides o distraerse con ellas. Más bien,
dar al paciente una oportunidad para describir sus ideas y simplemente seguir adelante.
Los trastornos del grupo B (“dramáticos”) incluyen trastornos de la personalidad limítrofe,
histriónica, narcisista y antisocial. Los pacientes con trastornos de la personalidad limítrofe tienden
a ser los más afectados, ya que entran en conflicto con la sociedad. Pueden ser impulsivos y agresivos,
carecer de autocontrol y tener relaciones personales inestables. Estos pacientes también presentan
una elevada incidencia de intentos suicidas y abuso de drogas. Los tipos histriónicos a menudo son
vanidosos, con labilidad emocional y muestran una conducta inmadura, seductora y egocéntrica.
Los trastornos de personalidad narcisista con frecuencia están preocupados por el poder, exigen
atención y presentan una conducta exhibicionista o grandiosa, al tiempo que exhiben una falta de
interés por los demás. Los tipos antisociales tienden a ser egoístas, insensibles y a menudo tienen
dificultad para aprender de experiencias previas. Pueden ser impulsivos y promiscuos, lo que con
frecuencia les acarrea problemas legales. Con los trastornos del grupo B, es importante comunicarse
claramente al tiempo que se establecen límites durante la conversación. Hay que evitar las explica-
ciones técnicas y, una vez más, no reaccionar de forma emotiva ante los exabruptos o la conducta
dramática. Reconocer las preocupaciones del paciente y dar respuestas simples y apegadas a los
hechos a todas las preguntas. Debido a que este tipo de pacientes tienden a tener más problemas
con las relaciones conductuales, es importante documentar las interacciones con detalle. Un registro
médico bien documentado puede ser útil para entender y manejar a estos pacientes más adelante.
Los trastornos del grupo C (“ansiosos”) incluyen a los trastornos de la personalidad obsesi-
vo-compulsivo, dependiente y de evitación. Los pacientes con trastornos del grupo C se conside-
ran los más funcionales en comparación con sus contrapartes de los grupos A y B. Los pacientes
con trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo a menudo son perfeccionistas y egocéntri-
cos pero indecisos y poseen patrones de pensamiento rígidos y una necesidad de control. Los tipos
dependientes muestran falta de confianza, baja autoestima y a menudo son excesivamente acep-
tadores, pasivos e incapaces de tomar decisiones. Los tipos de evitación tienen miedo al rechazo,
baja autoestima y reaccionan de manera exagerada al fracaso o el rechazo. De nuevo, hay que
validar sus preocupaciones al tiempo que se les tranquiliza y se establecen límites en su participa-
ción. Esto es especialmente pertinente en el caso de personalidades dependientes; recuerde que
no puede ser todo para todos. En los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo se requieren
antecedentes y exploración detallados, proporcionándoles explicaciones integrales sobre su trata-
miento y animándolos a participar. Los tipos de evitación pueden requerir apoyo adicional para
informar sus preocupaciones, síntomas y motivos por los que se presentaron a la sala de urgencias.
Los pacientes con trastornos de la personalidad con frecuencia cumplen los criterios para
más de un trastorno y tienen múltiples trastornos comórbidos, lo que incluye abuso de drogas y
alcohol, ansiedad y depresión. Pueden tener percepciones fijas del mundo como un lugar inseguro
y poco confiable debido a negligencia o abuso sexual, físico o emocional. Debido a las múltiples
presentaciones en la sala de urgencia, los pacientes con trastornos de la personalidad a menudo se
identifican como “clientes frecuentes”, lo que induce una sensación de complacencia en el evalua-
dor. La valoración precisa del estado médico del paciente puede ser difícil cuando existe una opi-
nión ya formada del paciente. Los estudios han mostrado que la exploración física en los pacientes
psiquiátricos muchas veces está incompleta. Es fácil considerar al paciente estrictamente como
un paciente psiquiátrico y descartar otras posibles causas médicas de su presentación a urgencias,
además de que el sesgo puede acentuarse con múltiples visitas.
Aunque los pacientes con trastornos de la personalidad pueden presentarse con frecuencia
a la sala de urgencias, sus motivos para las visitas pueden variar e incluir tanto quejas psiquiá-
tricas como médicas. Los antecedentes y la exploración física inadecuados son las principales
causas de que se pasen por alto los diagnósticos o que no se identifiquen trastornos médicos que
simulan problemas psiquiátricos. El alta médica de un paciente psiquiátrico implica descartar
enfermedades orgánicas subyacentes, causas infecciosas, intoxicación o toxíndrome, así como
valorar un grupo preciso de signos vitales. Cuando se completa la evaluación y la exploración
de detección, el paciente puede ser dado de alta a nivel médico para su disposición de la sala de
urgencias y su evaluación psiquiátrica ulterior.
PUNTOS CLAVE
■■ Al interactuar con pacientes con trastornos de la personalidad hay que ser directo, profe-
sional y empático, y recordar que no debe reaccionarse con emotividad ante la conducta
dramática o inapropiada.
■■ Estar consciente de que los pacientes con trastornos de la personalidad a menudo presentan
múltiples trastornos comórbidos que incluyen abuso de sustancias, ansiedad y depresión.
■■ Documentar las interacciones con el paciente de forma detallada, ya que los registros
pueden ayudar a entender mejor el trastorno del paciente y dar claridad a su manejo.
■■ Dado que los pacientes con trastornos de la personalidad pueden presentarse a la sala
de urgencias por múltiples motivos, es importante obtener antecedentes detallados y
realizar una exploración física completa para descartar enfermedades infecciosas que
puedan simular síntomas psiquiátricos.
Lecturas recomendadas
Bateman AW, Gunderson J, Mulder R. Treatment of personality disorder. Lancet.
2015;385(9969):735–743. ISSN: 0140-6736, http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(14)
61394-5
Downey LV, Zun LS. Reasons for readmissions: What are the reasons for 90-day readmissions
of psychiatric patients from the ED? Am J Emerg Med. 2015;33(10):1489–1491.
Gilbert SB. Psychiatric crash cart: Treatment strategies for the emergency department. Adv
Emerg Nurs J. 2009;31(4):298–308.
Karas S. Behavioural emergencies: Differentiating medical from psychiatric disease. Emerg
Med Pract. 2002;4(3):1–20.
McPhee SJ, Papadakis M, Rabow MW. Current Medical Diagnosis and Treatment 2012. 51st ed.
New York, NY: McGraw Hill Professional, 2011:1023–1025.
Mitchell AJ, Dennis M. Self harm and attempted suicide in adults: 10 practical questions and
answers for emergency department staff. Emerg Med J. 2006;23(4):251–255.
National Collaborating Centre for Mental Health (UK). Borderline Personality Disorder: Treat-
ment and Management. Leicester, UK: British Psychological Society, 2009. (NICE Clinical
Guidelines, No. 78.) 7, Management of Crises. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.
gov/books/NBK55407/
Szpakowicz M, Herd A. “Medically cleared”: How well are patients with psychiatric presenta-
tions examined by emergency physicians? J Emerg Med. 2008;35(4):369–372.
Ward RK. Assessment and management of personality disorders. Am Fam Physician.
2004;70(8):1505–1512.
217
¡No deben ignorarse los trastornos
afectivos!
Trent R. Malcolm, MD, MS
CASO
Una mujer de 53 años de edad con antecedentes de hipertensión, dislipidemia e hipotiroidismo
se presenta con dolor abdominal. Informa que durante varias semanas ha tenido un dolor
abdominal sordo y generalizado que no tiene ningún factor claro que lo agrave o lo alivie. A
la exploración, se observa que su afecto es plano, pero por lo demás no hay datos relevantes.
Luego de continuar con los antecedentes, indica que su estado de ánimo ha sido desfavorable,
con problemas para dormir y pérdida de interés en sus actividades cotidianas. Cuando se le
pregunta si alguna vez ha considerado hacerse daño a sí misma, comienza a llorar.
Los trastornos del estado de ánimo, incluyendo la depresión mayor y el trastorno bipolar, están
representados de forma desproporcionada en la sala de urgencias. Las prevalencias de por vida de
depresión y trastorno bipolar en la población general son de ~13 y ~1%, si bien estos trastornos
están presentes en incluso 25 a 30% y 7% de todos los pacientes de urgencias, respectivamente. Los
pacientes con enfermedades psiquiátricas representan un reto único para el profesional de urgencias y
se acompañan de un riesgo elevado de resultados desfavorables. Por ejemplo, los trastornos del estado
de ánimo suelen presentarse con molestias somáticas que representan retos diagnósticos. Lo que
resulta preocupante es que los trastornos psiquiátricos pueden enmascarar enfermedades médicas
subyacentes que resultan en problemas graves que se pasan por alto y no se diagnostican. Además, los
pacientes con trastornos del estado de ánimo poseen un riesgo significativamente elevado de suicidio,
tienen índices elevados de abuso de sustancias, demuestran un bajo cumplimiento con el manejo de las
enfermedades crónicas y utilizan los servicios de atención a la salud de urgencias con una frecuencia
mucho mayor. Aunque puede haber una tendencia cognitiva a restar importancia a la atención de
urgencia de los pacientes con trastornos del estado de ánimo, debe ponerse especial atención a atender
las necesidades médicas, psicológicas y sociales de esta población de pacientes en riesgo.
Los síntomas clásicos de depresión incluyen estado de ánimo desfavorable, pérdida de interés y
pensamientos de desesperanza o culpa. Cuando estos síntomas psicosociales están presentes, la sospe-
cha clínica de depresión mayor debe acentuarse. Sin embargo, la presentación de depresión mayor a
menudo es insidiosa. Las quejas somáticas dominan hasta en dos tercios de los pacientes, lo que causa
retrasos y omisiones en el diagnóstico. Los síntomas frecuentes incluyen fatiga, dolorimiento difuso
en el cuerpo, dolor abdominal, dolor torácico, mareo, pérdida del apetito y alteraciones del sueño. En
pacientes con quejas inexplicables después de una evaluación médica apropiada, considerar depresión
no diagnosticada en el diagnóstico diferencial. Unas cuantas preguntas de detección pueden llevar a
un diagnóstico inesperado y facilitar el enlace hacia una atención psiquiátrica apropiada.
A la inversa, un número preocupante de trastornos médicos pueden enmascararse como
depresión. No se engañe en pensar que un estado de ánimo desfavorable y una falta de interés son
siempre de origen psiquiátrico. Las causas frecuentes de síntomas depresivos reversibles o secun-
darios en la sala de urgencias incluyen anormalidades endocrinas (p. ej., hipotiroidismo, síndrome
de Cushing), efectos de los medicamentos (p. ej., antihipertensivos, hormonoterapia), deficiencias
nutricionales (p. ej., B12, tiamina), ingestiones tóxicas, infecciones y trastornos del sistema nervioso
central. En pacientes que se presentan con síntomas del estado de ánimo sin antecedentes previos
de depresión es esencial emprender una evaluación detallada de causas potencialmente reversibles.
Los componentes clave incluyen antecedentes médicos detallados, antecedentes farmacológicos
y exploración física y estudios de laboratorio. Se requiere un amplio diagnóstico diferencial y un
agudo sentido diagnóstico para identificar enfermedades médicas potencialmente graves y evitar
referencias psiquiátricas innecesarias para pacientes con causas orgánicas de depresión.
Todos los casos con alteraciones en el estado de ánimo o evidencia de depresión deben someterse
a detección de ideación suicida. Los trastornos del estado de ánimo son importantes factores de riesgo
de suicidio; el riesgo de por vida de suicidio es cerca de ocho veces mayor en pacientes con trastornos del
estado de ánimo que en la población general. El suicidio es una de las principales causas de años de vida
perdidos y un importante problema de salud pública. Además, los profesionales de urgencias pueden
estar en una posición única para identificar e intervenir de forma oportuna dada la frecuencia de visitas a
la sala de urgencias de pacientes con trastornos del estado de ánimo. Los pacientes que resultan positivos
para pensamientos suicidas deben someterse a una valoración integral del riesgo de suicidio (véase el
Capítulo 215, Preguntar sobre el riesgo de suicidio) y tratar de forma correspondiente.
La evaluación de los pacientes con trastornos del estado de ánimo en la sala de urgencias
a la larga ofrece una oportunidad para enlazar a los individuos de alto riesgo con la atención
apropiada. Los pacientes con trastornos del estado de ánimo o con síntomas de depresión deben
estar bajo el seguimiento cercano de su médico de atención primaria o psiquiatra. Tristemente,
muchos de estos pacientes no tienen acceso a un seguimiento regular. De estar disponible, uti-
lizar recursos para manejo de caso y/o de trabajo social para ayudar a establecer la atención en
estos pacientes. Por último, se advierte a los profesionales de urgencias que eviten iniciar medi-
camentos antidepresivos para el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo. Considerando
el riesgo de aumento del índice de suicidios inmediatamente después de iniciar ciertos antidepre-
sivos, la decisión de iniciar estos fármacos es mejor dejarla a los médicos de atención primaria o
psiquiatras que son capaces de vigilar mejor los efectos del tratamiento.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chang B, Gitlin D, Patel R. The depressed patient and suicidal patient in the emergency
department: Evidence-based management and treatment strategies. Emerg Med Pract.
2011;13(9):1–23.
Katon WJ, Young BA, Russo J, et al. Association of depression with increased risk of severe
hypoglycemic episodes in patients with diabetes. Ann Fam Med. 2013;11(3):245–250.
Kumar A, Clark S, Boudreaux E, et al. A multicenter study of depression among emergency
department patients. Acad Emerg Med. 2004;11(12):1284–1289.
Tylee A, Ghandi P. The importance of somatic symptoms of depression in primary care. Prim
Care Companion J Clin Psychiatry. 2005;7(4):167–176.
Vu F, Daeppen JB, Hugli O, et al. Screening of mental health and substance users in frequent
users of a general Swiss emergency department. BMC Emerg Med. 2015;15:27.
218
Directivas de búsqueda de fármacos
en la sala de urgencias
Michael Wolfe Pierce, MD
Sin lugar a dudas hay una epidemia de uso inadecuado y abuso de fármacos de prescripción en
Estados Unidos. La muerte por sobredosis de fármacos (más a menudo opioides de prescrip-
ción) superó en fechas recientes las colisiones en vehículos automotores como la principal causa
de muertes accidentales en ese país. Los efectos de ese problema tan extenso se observan con
claridad en las salas de urgencias, donde las sobredosis son una queja frecuente, aunque por
desgracia, las mismas instalaciones son también una fuente frecuente de los fármacos causales.
Tratar el dolor es un componente fundamental de la práctica en urgencias. De acuerdo con varios
datos, una mayoría de las visitas a la sala de urgencias se deriva al menos en parte de un deseo de
aliviar el dolor. Si bien la decisión de tratar el dolor por cáncer o los síndromes de dolor agudo
no es motivo de controversia, el tratamiento de pacientes con dolor crónico o de aquellos sin
una fuente de dolor que pueda identificarse de forma objetiva sigue estando plagado de posibles
complicaciones.
Diferenciar apropiadamente a los pacientes que tienen como prioridad buscar fármacos
de quienes en realidad tienen una necesidad terapéutica legítima es un objetivo admirable, pero
no uno que pueda lograrse a la fecha en una sala de urgencias ocupada. De cualquier modo, los
médicos tienen la responsabilidad no solo de tratar de forma apropiada el dolor y el sufrimiento
de sus pacientes, sino también protegerlos de los efectos desfavorables del tratamiento innece-
sario. Los efectos secundarios de los medicamentos, sus adicciones y sus secuelas dañan tanto a
quienes usan los fármacos con fines recreativos como a quienes los usan para aliviar el dolor cró-
nico o la angustia. De hecho, la adicción manifiesta solo representa un pequeño componente del
panorama general del uso problemático de los fármacos; una manifestación mucho más frecuente
es una dependencia sutil, que no es fácilmente evidente para el médico o incluso para el paciente.
Central al problema desde el punto de vista del prescriptor es la falta de medios obje-
tivos para verificar la presencia o intensidad del dolor que indica el paciente. Existen ciertas
conductas clásicas que se ha demostrado se relacionan con la búsqueda de fármacos en la sala
de urgencias, pero ninguna ha probado ser particularmente sensible o específica. Esto incluye
a pacientes con una lista impresionante de alergias a todo menos a su(s) fármaco(s) de elec-
ción, pacientes que mencionan que cualquier fármaco no opioide o benzodiacepina es ineficaz
(preocupación con la clase de fármaco), quienes solicitan medicamentos por su nombre y per-
sonas que comentan que perdieron o les robaron sus prescripciones previas. De modo similar,
existen varias quejas principales que suelen describirse, que incluyen cefalea, dolor dental y
dolor abdominal/pélvico, que se han relacionado con búsqueda de fármacos. Por supuesto,
cualquiera de estos elementos de los antecedentes del paciente puede estar presente en alguien
con una intensa necesidad de analgesia, pero su presencia justifica la aplicación de una toma de
decisiones clínicas particularmente meticulosa.
Al valorar si un paciente está buscando fármacos, es fundamental recordar que los sesgos
del médico en relación con los antecedentes socioeconómicos, educativos o raciales, edad y género
alteran de forma significativa las decisiones terapéuticas sobre el manejo del dolor. La introspección
y la revisión frecuente de las propias decisiones tomadas son de gran importancia en estas situacio-
nes y dar al paciente el beneficio de la duda en relación con la intensidad de su dolor por lo general
es el mejor abordaje. Cualquiera que llegue al punto de solicitar alivio del dolor en la sala de urgen-
cias está teniendo un muy mal día por donde se le mire y es merecedor de un alto grado de empa-
tía. De manera similar, los pacientes con conductas conocidas de búsqueda de fármacos o incluso
disruptiva en la sala de urgencias desarrollan patologías orgánicas que ponen en riesgo la vida y es
importante tomar en cuenta esta posibilidad en cada presentación.
El camino necesario pero difícil de negarse a prescribir al enfrentar a pacientes que especí-
ficamente solicitan fármacos cuando no están indicados representa un reto, pero puede lograrse
con compasión. De forma ideal, esto se hace al reconocer la angustia del paciente mientras se le
explica que los medicamentos solicitados probablemente le hagan más mal que bien. Esta es una
recomendación precisa pero bastante mal recibida para algunos pacientes cuando se analiza su
uso de opioides de acción breve para el dolor crónico. Las demandas continuas de medicamentos
una vez que se ha establecido el razonamiento del médico y que el paciente ha reconocido que
está solicitando un tratamiento potencialmente dañino justifican una charla sobre la dependen-
cia fisiológica y psicológica. Por desgracia, incluso la negativa más compasiva y bien razonada a
prescribir puede no ser bien recibida e incluso puede conducir a escalamiento conductual. El
abordaje del médico debe ajustarse al paciente, así como su presentación específica e, incluso en
el mejor de los casos, puede no tener éxito hasta que varios médicos lo hayan reforzado.
Los pacientes con dolor crónico o dependencia farmacológica se manejan idealmente en
el contexto de una relación de atención primaria longitudinal dado que el ambiente apresurado
e impersonal de la sala de urgencias se presenta con retos adicionales. Dicho lo anterior, la sala
de urgencias también puede ser el lugar ideal para la identificación inicial y los primeros pasos
en el manejo del abuso de drogas. Los pacientes con mayor riesgo de abuso y adicción son
aquellos que acuden con frecuencia a la sala de urgencias con el objetivo de obtener opioides (a
menudo en caso de manejo del dolor crónico subterapéutico). Aquellos con disfunción psicoló-
gica o psicosocial preexistente son particularmente vulnerables. Esta subserie de pacientes tiene
incluso menos probabilidades de mantener una relación con un médico de atención primaria,
lo que hace que este punto de contacto con la atención a la salud sea todavía más esencial. Los
pacientes con dependencia farmacológica en la sala de urgencias a menudo buscan ayuda de una
forma u otra y se han presentado como resultado de una crisis relacionada de manera directa
o indirecta con el uso o el suministro del fármaco causal. En este caso, los pacientes pueden
ser más accesibles a la sugerencia de cambios conductuales y la referencia a programas de tra-
tamiento ambulatorios. Específicamente, aquellos con una dependencia conocida de opioides
que se presentan con síntomas de abstinencia se tratan mejor con opioides de menor riesgo con
propiedades menos eufóricas (es decir, buprenorfina o metadona) y deben apoyarse para buscar
tratamiento adicional para su adicción.
PUNTOS CLAVE
■■ Hay una epidemia de uso inadecuado y abuso de fármacos de prescripción con conse-
cuencias individuales y sociales devastadoras.
■■ Los médicos siembre deben ponderar la importancia de tratar el dolor frente a los daños
potenciales a cada paciente. Es fundamental considerar los propios sesgos en el proceso
de toma de decisiones.
■■ La declinación de solicitudes de medicamentos innecesarios debe hacerse con compa-
sión; cualquiera que esté pidiéndolos debe estar pasando un mal día.
■■ La presentación a la sala de urgencias es una excelente oportunidad para intervenir ante
el abuso de fármacos (de prescripción u otro tipo).
Lecturas recomendadas
Grover CA, Elder JW, Close RJ, et al. How frequently are “classic” drug-seeking behav-
iors used by drug-seeking patients in the emergency department? West J Emerg Med.
2012;5:416–421.
Hansen GR. The drug-seeking patient in the emergency room. Emerg Med Clin North Am.
2005;2:349–365.
Hawkins SC, Smeeks F, Hamel J. Emergency management of chronic pain and drug-seeking
behavior: An alternate perspective. J Emerg Med. 2007;2:125–129.
Vukmir RB. Drug seeking behavior. Am J Drug Alcohol Abuse. 2004;3:551–575.
Weiner SG, Griggs CA, Mitchell PM, et al. Clinician impression versus prescription drug
monitoring program criteria in the assessment of drug-seeking behavior in the emergency
department. Ann Emerg Med. 2013;4:281–289.
219
Ansiedad en la sala de urgencias
Sachin Moonat, MD, PhD
Una visita a la sala de urgencias es una experiencia estresante para el paciente, un individuo con
preocupaciones de salud inesperadas con un resultado incierto en un ambiente que no le es fami-
liar. Como médicos de urgencias, es fácil percibir la angustia emocional que el paciente puede
estar experimentando. Es posible notar pánico en sus expresiones y su voz. Se entiende que la
ansiedad contribuye sustancialmente a las molestias y disforia del paciente. Aunque alrededor de
75% de los pacientes informa cierto grado de ansiedad al presentarse a la sala de urgencias (con
cerca de 25% que refiere ansiedad intensa), estas manifestaciones deben atenderse en < 5% de
los pacientes.
El estado de ansiedad
En ciertas situaciones, el estado de ansiedad puede tener un beneficio biológico. El sistema lím-
bico, en particular la amígdala, facilita la excitación autónoma bajo condiciones de incertidumbre
o angustia. El aumento del tono simpático contribuye a un estado de alerta, con la puesta en
marcha de la reacción de “lucha o huida”. Las pupilas se dilatan, el gasto cardiaco aumenta,
los reflejos se aceleran y surge una hipervigilancia. Aunque estas reacciones fisiológicas pueden
proporcionar un beneficio durante ciertas situaciones estresantes, en la práctica, el paciente de
urgencias ansioso informa inquietud, angustia y sentimientos de tragedia inminente. Estos senti-
mientos con frecuencia se observan en la sala de urgencias en forma de síntomas somáticos como
dolor torácico, palpitaciones, disnea, molestias gastrointestinales, diaforesis, mareo, debilidad y
fatiga. Es importante notar que los pacientes por lo general no están al tanto de que estos sínto-
mas pueden relacionarse con ansiedad. El umbral de dolor también se reduce por el estado de
ansiedad, de modo que estas personas pueden quejarse de dolor intenso que parece incongruente
durante su exploración física.
Evaluación del paciente ansioso en la sala
de urgencias
Los síntomas de ansiedad pueden deberse al ambiente caótico de la sala de urgencias (ansiedad
de “bata blanca”), un trastorno médico subyacente grave, intoxicación o abstinencia de drogas
o alcohol o un trastorno de ansiedad primario. Puede haber más de una alteración presente al
mismo tiempo. Aunque puede ser tentador diagnosticar ansiedad primaria para lograr una dis-
posición rápida, es importante atender los síntomas del paciente con seriedad. Esto ayuda a
establecer una relación de confianza y asegura que no se pase por alto algún trastorno médico.
Aproximarse al paciente ansioso con preguntas abiertas y escuchar con calma puede ayu-
dar a limitar la angustia y de hecho puede ser terapéutico. Determinar los factores ambientales
o estresantes vitales que han desencadenado el episodio de ansiedad puede ayudar a discer-
nir entre la ansiedad exógena y la endógena. La ansiedad exógena en el contexto del estrés
ambiental agudo con frecuencia responde a la tranquilización. Estos pacientes se benefician de
una charla con la trabajadora social o de la referencia con un profesional de salud mental. Por
otro lado, los trastornos de ansiedad primarios son endógenos y tienen contribuciones genéti-
cas y ambientales a largo plazo, como el estrés crónico. Las exacerbaciones suelen ocurrir sin
un disparador identificable y los pacientes pueden tener antecedentes de crisis recurrentes. Si
se sospecha un trastorno de ansiedad primario, debe sugerirse una referencia para evaluación
De Craven P, et al. Patient anxiety may influence the efficacy of ED pain management. Am J Emerg
Med. 2013;31(2):313–318.
psiquiátrica. El espectro de ansiedad abarca diversos diagnósticos específicos. Para fines de este
texto, y para el profesional de urgencias, es más importante diferenciar entre las causas prima-
rias y secundarias de la ansiedad que hacer un diagnóstico psiquiátrico específico.
La ideación suicida u homicida debe atenderse en cualquier paciente con ansiedad
intensa, lo que lleva a considerar una evaluación psiquiátrica de urgencia y hospitalización.
Es importante valorar el uso de drogas o alcohol en todos los pacientes ansiosos. El uso y
abstinencia de sustancias, en particular la abstinencia de alcohol, son causas frecuentes de
ansiedad. Los estimulantes, que incluyen cafeína y nicotina, pueden empeorar la ansiedad y
deben evitarse en estos pacientes.
Incluso si se sospecha una etiología psiquiátrica, los estudios para ansiedad deben considerar
la posibilidad de un trastorno médico subyacente. Pasar por alto un infarto de miocardio o embolia
pulmonar en un paciente dado de alta con un diagnóstico de ansiedad sería desastroso. Es necesario
considerar seriamente las molestias somáticas y guiar los estudios ulteriores. Ciertas patologías car-
diovasculares, respiratorias, endocrinas, neurológicas y toxicológicas pueden causar ansiedad como
síntoma primario (véase la Tabla 219-1). El paciente ansioso puede responder de forma afirmativa
a casi toda la lista de verificación para la revisión de sistemas. Es conveniente solicitar estudios para
las etiologías médicas frecuentes de ansiedad, dado que no puede confiarse en los antecedentes.
Aunque la ansiedad puede causar taquicardia, taquipnea e hipertensión, deben descartarse trastor-
nos médicos primarios cuando hay signos vitales anormales.
tratar al paciente ansioso en la sala de urgencias
Sin importar la causa, los profesionales deben intentar aliviar los síntomas de la ansiedad en
la sala de urgencias. El proceso terapéutico puede iniciarse tranquilizando al paciente durante la
entrevista. En algunos casos, los ansiolíticos como difenhidramina o, en casos selectos, las ben-
zodiacepinas pueden considerarse en pacientes con angustia continua. El manejo apropiado
PUNTOS CLAVE
■■ Escuchar calmadamente las quejas de los pacientes ansiosos; ¡la entrevista puede ser tera-
péutica!
■■ Tomar en serio todas las quejas somáticas y descartar cualquier causa médica potencial
de ansiedad.
■■ Considerar las causas toxicológicas de ansiedad y aconsejar a los pacientes que eviten
sustancias ansiógenas como cafeína, nicotina, alcohol y drogas ilícitas.
■■ Valorar si hay ideación suicida u homicida en el paciente con ansiedad grave.
■■ Proporcionar tranquilización y referencia apropiada a los pacientes con ansiedad exó-
gena y endógena primaria.
■■ El tratamiento de la ansiedad con ansiolíticos ayuda a reducir la angustia y puede ayudar
a valorar de forma confiable al paciente ansioso.
Lecturas recomendadas
American Psychiatric Association, American Psychiatric Association, DSM-5 Task Force.
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-5. 5th ed. Washington, DC:
American Psychiatric Association, 2013:947.
McPheeters R, Tobias JL. Chapter 112: Anxiety disorders. In: Marx JA, Rosen P, eds. Rosen’s
Emergency Medicine: Concepts and Clinical Practice. 8th ed. Philadelphia, PA: Elsevier/
Saunders, 2014.
Nicholas LM, Shumann E. Chapter 287: Panic disorder. In: Tintinalli JE, Stapczynski J,
Ma O, et al. eds. Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed.
New York, NY: McGraw-Hill, 2011.
Williams N, DeBattista C. Psychiatric disorders. In: Papadakis MA, McPhee SJ,
Rabow MW, eds. Current Medical Diagnosis & Treatment 2016. New York, NY: McGraw-
Hill, 2016.
220
Atención del abuso de sustancias
en la sala de urgencias
Sachin Moonat, MD, PhD
que a los pacientes se les dé de alta, se les ingrese o se les refiera a recursos externos sin que los temas
de abuso de sustancias se analicen directamente con el médico de urgencias. Se ha sugerido que una
breve intervención de 10 a 15 min puede ser exitosa para motivar a los pacientes dependientes de
sustancias a buscar o continuar su tratamiento. Cabe señalar que los episodios que destacan las con-
secuencias sociales, legales y de salud del uso de sustancias, como aquellas que llevan a los pacientes a
la sala de urgencias, pueden ser el momento más eficaz para iniciar la intervención. A la fecha, se cree
que la “entrevista negociada breve” es la técnica más rápida y eficaz para aumentar la participación del
paciente en programas ambulatorios de abuso de sustancias. Para ayudar a los pacientes a tomar una
decisión personal de buscar tratamiento para el abuso de sustancias, las técnicas de entrevista motiva-
cional se centran en cuatro estrategias clave: (1) establecer un buen entendimiento, (2) proporcionar
retroalimentación sobre las consecuencias del uso de sustancias, (3) fomentar la motivación para bus-
car asistencia y (4) negociar un objetivo y un esquema para el seguimiento. Aunque va más allá del
alcance de este capítulo proporcionar capacitación para las entrevistas motivacionales, hay muchos
recursos, videos en línea y cursos disponibles para el profesional de urgencias.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bernstein E, Bernstein JA, Fernandez W, et al. Chapter 289: Alcohol and other drugs of abuse.
In: Tintinalli JE, Stapczynski J, Ma O, et al., eds. Tintinalli’s Emergency Medicine: A Com-
prehensive Study Guide. 7th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2011.
Center for Substance Abuse Treatment. Enhancing Motivation for Change in Substance Abuse Treat-
ment. Revised 2014 ed. Rockville, MD: U.S. Department of Health and Human Services,
Substance Abuse and Mental Health Services Administration, 2014. Vol (SMA) 13–4212.
Mid-America Addition Technology Transfer Center. A Tour of Motivational Interviewing. Disponible
en: http://www.healtheknowledge.org/course/index.php?categoryid=22 (Curso en línea).
NIAAA. Exploring treatment options for alcohol use disorders. NIAAA Alcohol Alert. 2010;81.
Wheeler E, Burk K, McQuie H, et al. Guide to Developing and Managing Overdose Prevention
and Take-Home Naloxone Projects. New York, NY: Harm Reduction Coalition, 2012.
221
No permita que el síndrome
de desequilibrio por diálisis
lo tome por sorpresa
Carmen Wolfe, MD
Los profesionales de urgencias pueden ser llamados para evaluar a pacientes que han desarrollado
síntomas neurológicos durante la hemodiálisis. Una causa poco frecuente, aunque importante y a
menudo inadvertida, de esta presentación es el síndrome de desequilibrio de la diálisis. Este es un sín-
drome raro que abarca una variedad de síntomas neurológicos y el reconocimiento de este trastorno
que puede poner en riesgo la vida es clave para asegurar un tratamiento dirigido inmediato.
La presentación del síndrome de desequilibrio por diálisis puede ocurrir durante la diálisis o
hasta 24 h después. Los síntomas menores incluyen cefalea, náusea, mareo o calambres musculares.
Las presentaciones más graves varían de un estado mental alterado y convulsiones hasta coma y la
muerte.
El mecanismo subyacente que conduce al síndrome de desequilibrio por diálisis es un inicio
agudo de edema cerebral. Si bien la etiología exacta es motivo de debate, la principal teoría para el
mecanismo de edema es una desviación osmótica inversa. A medida que la urea se elimina rápidamente
de la circulación periférica durante la hemodiálisis, un retraso en la desviación de urea fuera del tejido
cerebral conduce a la creación de un gradiente osmótico y, de forma subsecuente, edema cerebral.
Si bien puede desarrollarse síndrome de desequilibrio por diálisis en cualquier paciente que se
somete a hemodiálisis, los factores de riesgo específicos hacen que este diagnóstico resulte más probable.
La uremia grave, la diálisis de primera vez, la acidosis metabólica grave, la enfermedad renal crónica (a
diferencia del inicio agudo), los extremos de edad (tanto pacientes de edad avanzada como pediátricos)
y una enfermedad neurológica subyacente pueden aumentar el riesgo de síndrome de desequilibrio
por diálisis. Además, cualquier trastorno que aumente la permeabilidad de la barrera hematoencefálica
como la sepsis, la meningitis y la vasculitis también puede conducir a un mayor riesgo.
El síndrome de desequilibrio por diálisis debe considerarse un diagnóstico de exclusión. El
médico debe primero emprender estudios de otras causas más frecuentes de estado mental alterado
antes de llegar a este diagnóstico. Iniciar con los signos vitales; la hipotensión durante y después de la
diálisis puede causar isquemia cerebral en el área vascular limítrofe. Las pruebas de laboratorio están-
dar pueden revelar desajustes en la glucosa, el sodio o el calcio, que pueden explicar los síntomas del
paciente. Deben obtenerse imágenes neurológicas para descartar un accidente vascular cerebral o hemo-
rragia intracraneal, que es mucho más frecuente en pacientes en diálisis debido a su coagulopatía adqui-
rida. Si existe cualquier duda de que haya sepsis, también es apropiado realizar estudios al respecto, que
incluyen radiografía torácica, cultivos de orina y sangre. Por último, una valoración de los medicamentos
del paciente puede revelar una encefalopatía inducida por fármacos como la causa potencial.
El tratamiento del síndrome de desequilibrio por diálisis inicia con cuidados de apoyo debido
a que la reanimación inicial se dirige a asegurar los ABC y descartar las anomalías corregibles ya
mencionadas. Si se está llevando a cabo la diálisis, debe suspenderse de inmediato. La principal
508
estrategia de tratamiento dirigida para el síndrome de desequilibrio por diálisis implica el manejo
del edema cerebral. Puede utilizarse manitol intravenoso, solución salina hipertónica e hiperventi-
lación mecánica para tratar de reducir la presión intracraneal.
El síndrome de desequilibrio por diálisis se está haciendo cada vez más raro dado que los
nefrólogos han modificado sus algoritmos de inicio de la diálisis en un intento por prevenir este
trastorno potencialmente letal. De cualquier modo, el síndrome de desequilibrio por diálisis sigue
ocurriendo y a menudo se pasa por alto hasta que los síntomas son intensos e irreversibles. Debido
a que el diagnóstico de síndrome de desequilibrio por diálisis se acompaña de un pronóstico tan
desfavorable, es importante considerarlo en cualquier paciente en hemodiálisis en quien no sea
aparente otra causa más obvia y reversible de síntomas neurológicos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Arieff AI. Dialysis disequilibrium syndrome: Current concepts on pathogenesis and preven-
tion. Kidney Int. 1994;45:629–635.
Bagshaw SM, Peets AD, Hameed M, et al. Dialysis disequilibrium syndrome: Brain death
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Esnault P, Lacroix G, Cungi P-J, et al. Dialysis disequilibrium syndrome in neurointensive
care unit: The benefit of intracranial pressure monitoring. Crit Care. 2012;16(6):472.
Silver S, DeSimone J Jr, Smith D, et al. Dialysis disequilibrium syndrome (DDS) in the rat:
Role of the “reverse urea effect”. Kidney Int. 1992;42:161–166.
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Zepeda-Orozco D, Quigley R. Dialysis disequilibrium syndrome. Pediatr Nephrol. 2012;
27(12):2205–2011.
222
Gangrena de Fournier: ¡una infección
letal que no puede esperar sentado!
Shoma Desai, MD
Las bacterias causales incluyen coliformes (más a menudo Escherichia coli), Streptococci,
Staphylococci, Clostridia, Bacteroides y Pseudomonas spp. En casos raros, puede haber hongos
involucrados, como Candida albicans. El esquema estándar incluye tratamiento triple, por lo
general una combinación de clindamicina, un antimicrobiano betalactámico y metronidazol.
Puede añadirse vancomicina para cobertura extendida con grampositivos. Se puede administrar
anfotericina B en casos de infecciones micóticas. El tratamiento intensivo temprano, en forma
de desbridamiento quirúrgico, se relaciona con un índice de mortalidad reducido. Un abordaje
multidisciplinario, que implica una consulta de urgencia con un cirujano general y un urólogo
(o ginecólogo), es óptimo. En la cirugía, puede observarse pus que se describe como “agua sucia
de los trastes” y debe eliminarse el tejido necrótico. Los pacientes pueden requerir varios pro-
cedimientos quirúrgicos para controlar la infección; un estudio informó una impresionante cifra
de 3.5 procedimientos quirúrgicos por paciente en promedio.
Las consecuencias de un diagnóstico o un manejo quirúrgico retrasados son numerosas,
debilitantes y a menudo ponen en riesgo la vida. A corto plazo, puede ocurrir la muerte por
cetoacidosis diabética, choque séptico, coagulopatía, insuficiencia renal aguda o falla multior-
gánica. Quienes sobreviven pueden sufrir dolor de por vida, disfunción sexual, incontinencia
intestinal, cicatrices desfigurantes o linfedema.
PUNTOS CLAVE
■■ Puede presentarse gangrena de Fournier de forma atípica: prestar atención a los signos
sistémicos, palpar para detectar crepitaciones y no esperar la aparición de un dolor des-
proporcionado para realizar el análisis clínico.
■■ Una vez que se sospecha, los esfuerzos de reanimación, antibióticos tempranos y con-
sulta quirúrgica de urgencia son fundamentales para salvar la vida del paciente.
Lecturas recomendadas
Chawla SN, Gallop C, Mydlo JH. Fournier’s gangrene: An analysis of repeated surgical
debridement. Eur Urol. 2003;43(5):572–575.
Davis JE, Silverman M. Scrotal emergencies. Emerg Med Clin North Am. 2011;29:469–484.
Eke N. Fournier’s gangrene: A review of 1726 cases. Br J Surg. 2000;87(6):718–728.
Pawlowski W, Wronski M, Krasnodebski IW. Fournier’s gangrene. Pol Merkur Lekarski.
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Thwaini A, Khan A, Malik A, et al. Fournier’s gangrene and its emergency management. Post-
grad Med J. 2006;82(970):516–519.
223
Trucos de la torsión testicular
Solomon Behar, MD
La torsión testicular ocurre cuando el testículo gira sobre sí mismo, interrumpiendo el suminis-
tro de sangre arterial al testículo afectado, lo que da como resultado un testículo muerto si no se
instituye una intervención oportuna. Existen dos rangos de edad para la torsión testicular: uno
en la lactancia y otro al inicio de la adolescencia. Normalmente, el testículo está fijo a la túnica
vaginal en sentido posterior y superior. Los pacientes con variantes anatómicas congénitas, como
la deformidad en “badajo”, en la que el testículo no está unido en sentido posterior sino más bien
360 grados alrededor de la túnica vaginal superior, tienen un mayor riesgo de torsión testicular.
La torsión testicular es la causa del dolor escrotal agudo en 15 a 30% de los casos.
Los síntomas de torsión testicular incluyen inicio agudo de dolor, vómito, enrojecimiento e
hinchazón del testículo afectado. A la exploración, los datos típicos incluyen eritema, hinchazón
y cambio en la posición del testículo de disposición vertical a horizontal. Puede haber un reflejo
cremastérico ausente durante la torsión testicular, pero su presencia no descarta el diagnósti-
co de torsión. Hay que sospechar este diagnóstico en el adolescente que se queja de “dolor abdo-
minal” y siempre debe realizarse una exploración testicular en la evaluación de estos pacientes
en ocasiones tímidos que pueden no admitir fácilmente que presentan dolor en la región genital.
En un estudio retrospectivo que consideró 84 casos de torsión testicular, 9 niños (11%) se pre-
sentaron con dolor abdominal y vómito. Seis de estos casos se pasaron por alto y no tuvieron una
exploración testicular documentada y tres no se identificaron a pesar de tener una exploración
genitourinaria documentada. Hay que recordar también que los pacientes con antecedentes de
un traumatismo testicular tienen mayor riesgo de torsión.
Los pacientes con torsión testicular suelen tener antecedentes de dolor testicular, con un
patrón de “torsión/destorsión”. No debe omitirse la evaluación con ultrasonido en un paciente
que se presenta con dolor testicular que empeora simplemente debido a que tuvo un “ultrasonido
negativo” reciente. Las precauciones para regresar en un paciente que está libre de dolor y tiene un
ultrasonido tranquilizador incluyen un análisis documentado del fenómeno de torsión/destorsión.
Otro grupo de riesgo elevado es el paciente no verbal o preverbal que se presenta con dolor
agudo o llanto de origen desconocido. Siempre debe realizarse una exploración genitourinaria
para buscar los signos principales de torsión en el lactante que se presenta con llanto como la
principal queja. Si los testículos no se palpan con facilidad en el escroto del lactante, la preocu-
pación aumenta. Los pacientes con testículos no descendidos tienen un riesgo mayor de torsión
testicular. Sin datos externos obvios en la exploración física que sugieran torsión de un testículo
intraabdominal, de todas formas hay que considerarla. Los datos en el ultrasonido de torsión del
testículo intraabdominal también pueden ser un desafío para la interpretación en comparación
con lo que ocurre cuando el testículo está en el saco escrotal. Si la sospecha clínica es elevada,
debe proseguirse con la evaluación quirúrgica a pesar de los resultados del ultrasonido.
El tratamiento consiste en la destorsión, ya sea manual o quirúrgica, tan pronto como sea
posible. Los índices de salvamiento de un testículo con torsión se desploman después de 12 h de
la presentación de los síntomas y, en condiciones ideales, la torsión debe solucionarse de manera
definitiva antes de 6 h de los síntomas. La destorsión manual debe intentarse si no se cuenta con
los recursos quirúrgicos de forma oportuna. Al realizar una destorsión manual, las enseñanzas
clásicas recomiendan una rotación del testículo hacia afuera en dirección medial a lateral (como si
estuviera “abriendo un libro”). Sin embargo, un estudio retrospectivo de Sessions y cols. mostró
que hasta en un tercio de los casos el testículo se giró en sentido contrario, por lo que hay que
tomar nota de la mejoría de los síntomas y la restauración del flujo sanguíneo en el ultrasonido (si
está disponible) al realizar la destorsión manual. Recordar que el testículo puede presentar torsión
de más de 360 grados, por lo que debe continuarse con la destorsión hasta que el paciente exprese
alivio del dolor o un ultrasonido a la cabecera muestre el retorno del flujo sanguíneo al testículo
afectado. Incluso después de una destorsión manual debe realizarse una cirugía exploratoria tan
pronto como sea posible, ya que puede existir torsión residual hasta en 1/3 de los pacientes.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Anthony T, D’Arcy FT, Lawrentschuk N, et al. Testicular torsion and the acute scrotum: Cur-
rent emergency management. Eur J Emerg Med. 2016;23:160–165.
Knight PJ, Vassy LE. The diagnosis and treatment of the acute scrotum in children and ado-
lescents. Ann Surg. 1984;200(5):664–673.
Pogorelić Z, Mrklić I, Jurić I. Do not forget to include testicular torsion in differential diag-
nosis of lower acute abdominal pain in young males. J Pediatr Urol. 2013;9(6):1161–1165.
Seng YJ, Moissinac K. Trauma induced testicular torsion: A reminder for the unwary. J Accid
Emerg Med. 2000;17:381–382.
Sessions AE, Rabinowitz R, Hulbert WC, et al. Testicular torsion: Direction, degree, duration
and disinformation. J Urol. 2003;169(2):663–665.
Zilberman D, Inbar Y, Mor Y, et al. Torsion of the cryptorchid testis—can it be salvaged?
J Urol. 2006;175(6):2287–2289.
224
Hemodiálisis: ¿quién la necesita
ahora?
Michael Levine, MD
Los profesionales de urgencias con frecuencia encuentran a pacientes con insuficiencia renal,
tanto crónica como aguda. Muchos pacientes con lesión renal aguda se tratan sin hemodiálisis, al
menos en un inicio, en tanto que otros requieren hemodiálisis de urgencia.
Los pacientes con insuficiencia renal aguda que no acuden a su cita regular para diálisis
pueden presentarse con sobrecarga de volumen o hiperpotasiemia y requerir diálisis. En estos
casos, si el paciente no se presenta con hipoxia significativa y es capaz de estabilizarse a nivel
clínico (es decir, con nitroglicerina, diuréticos y oxígeno para sobrecarga de volumen o polies-
tireno sulfonato sódico, salbutamol, glucosa/insulina para la hiperpotasiemia), puede ser capaz
de esperar hasta que su rutina de diálisis esté disponible (p. ej., durante las horas de atención
habituales). Sin embargo, si el manejo médico no resulta eficaz para estabilizar al paciente, debe
realizarse diálisis de urgencia.
En términos generales, la hemodiálisis puede administrarse en el ámbito de urgencias para
eliminar toxinas o corregir electrólitos o el estado de volumen. Las indicaciones habitualmente
aceptadas para hemodiálisis de urgencia incluyen edema pulmonar, hiperpotasiemia o acidosis
metabólica refractaria a manejo médico, uremia y eliminación de toxinas. Las toxinas frecuentes
que pueden eliminarse con hemodiálisis de flujo alto se enlistan en la Tabla 224-1.
a
La lista no es inclusiva y no debe servir como sustituto de una consulta con un centro regional de
control de intoxicaciones o toxicólogo.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Fertel BS, Nelson LS, Goldfarb DS. Extracorporeal removal techniques for the poisoned
patient: A review for the intensivist. J Intensive Care Med. 2010;25:139–148.
Levine M, Brooks DE, Truitt CA, et al. Toxicology in the ICU: Part 1: General overview and
approach to treatment. Chest. 2011;140:795–806.
Ronco C, Ricci Z, De Backer D, et al. Renal replacement therapy in acute kidney injury: Con-
troversy and consensus. Crit Care. 2015;19:146.
Sacchetti A, Stucio N, Panebianco P, et al. ED hemodialysis for treatment of renal failure
emergencies. Am J Emerg Med. 1999;17:305–307.
225
Con frémito o sin frémito: cuando
las cosas pueden salir mal
en los sitios de acceso para diálisis
Caroline Brandon, MD
PUNTOS CLAVE
■■ Las complicaciones del acceso de diálisis deben reconocerse sin demora y tratarse de
forma apropiada.
■■ Debe realizarse una exploración física en el sitio de acceso para la diálisis.
■■ La ausencia total de un soplo y un frémito sobre el sitio de acceso justifican la admisión
o la consulta vascular urgente en la sala de urgencias.
■■ En la hemorragia rápida, la vida del paciente va primero que la conservación del sitio
de acceso.
Lecturas recomendadas
ACEP News. Focus On: Dialysis Access Emergencies. Available at: http://www.acep.org/Clini-
cal—Practice-Management/Focus-On–Dialysis-Access-Emergencies/. Consultado el 29
de agosto, 2015.
Mudoni A, Cornacchiari M, Gallieni M, et al. Aneurysms and pseudoaneurysms in dialysis
access. Clin Kidney J. 2015;8:363–367.
Nassar G, Ayus JC. Infectious complications of hemodialysis access. Kidney Int. 2001;60:1–13.
Schild AF. Maintaining vascular access: The management of hemodialysis arteriovenous
grafts. J Vasc Access. 2010;11(2):92–99.
Stolic R. Most important chronic complications of arteriovenous fistulas for dialysis. Med
Princ Pract. 2013;22:220–228.
226
Medite en esto: evitar los errores
en el manejo de la fimosis
y la parafimosis
Kelly A. Painter, MD, FACEP
con obstrucción de la salida urinaria debido a fimosis. Para asegurar que esto no ocurra, pida al
paciente que orine y solicite un ultrasonido de la vejiga a la cabecera para buscar retención urina-
ria. Si esta ocurre, puede tratarse con dilatación delicada del prepucio con fórceps y la colocación
de una sonda uretral. Todos los pacientes con fimosis adquirida deben referirse al urólogo.
La parafimosis es un trastorno raro en que el prepucio de un hombre no circuncidado
queda atrapado en posición retraída proximal al glande (Figura 226-1). La causa más frecuente
de parafimosis es una fimosis previa que resulta en la formación de una cicatriz circular en el
extremo distal del prepucio. Esto actúa como un torniquete cuando el prepucio se retrae. Otra
causa significativa es yatrógena –cuando un profesional de atención a la salud no logra reducir
el prepucio después de una cateterización uretral. A la larga, el anillo constrictor del prepucio
impide el flujo venoso, provocando edema del glande. A medida que el edema empeora, el flujo
de sangre arterial se ve afectado y pueden desarrollarse isquemia, gangrena o autoamputación de
la porción distal del pene. Los pacientes suelen presentarse con dolor muy intenso en el glande
e incapacidad para retraer el prepucio en sentido proximal o distal. Esto puede tener una apa-
riencia idéntica a un torniquete de pelo ¡así que no olvide preguntar al paciente si en realidad
está circuncidado!
La parafimosis es un trastorno extremadamente doloroso que requiere analgesia parenteral
y a menudo también un bloqueo nervioso peneano dorsal. Después de esto, debe intentarse una
reducción manual inmediata. Se realiza una reducción manual al colocar ambos pulgares sobre
el glande con los índices y los anulares rodeando el prepucio atrapado. Entonces se empuja el
glande hacia atrás a través del prepucio con presión constante de los pulgares en tanto que los
índices y anulares jalan el prepucio sobre el glande (Figura 226-2). Si la reducción manual fra-
casa, hay múltiples técnicas que aquí se describen para reducir el edema y facilitar la reducción
(Tabla 226-1). El mayor problema al manejar la parafimosis es olvidar que el tiempo es pene. No
espere horas a que su urólogo le devuelva la llamada. El edema empeora con el tiempo y hace
que la reducción sea más difícil. Después de una reducción exitosa, si el paciente puede orinar,
está indicado el seguimiento ambulatorio con el urólogo y el paciente puede darse de alta. Si los
intentos de reducción manual fracasan, debe solicitarse una consulta urológica de urgencia y el
paciente puede requerir un procedimiento de corte dorsal o circuncisión.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Dubin J, Davis JE. Penile emergencies. Emerg Med Clin North Am. 2011;29(3):485–499.
Kessler CS, Baumi J. Non-traumatic urologic emergencies in men: A clinical review. West J
Emerg Med. 2009;10(4):281–287.
227
Pielonefritis: cuando se trata de
problemas urinarios complicados
Molly Hartrich, MD, MPH y Sophie Terp, MD, MPH
La pielonefritis es una infección de las vías urinarias superiores, lo que incluye los riñones y los
uréteres, que por lo general resulta de una infección urinaria inferior ascendente. En casos raros,
las infecciones descendentes pueden resultar de la diseminación hematógena en pacientes bacte-
riémicos. Los síntomas clínicos de pielonefritis incluyen fiebre, lumbalgia, náusea, vómito, males-
tar, confusión (en especial en adultos mayores), así como micción dolorosa, urgente o frecuente.
Todos los pacientes en los que se sospecha pielonefritis deben someterse a cultivo de orina y
pruebas de sensibilidad e iniciar tratamiento empírico mientras se cuenta con el resultado de los
cultivos. Escherichia coli es el patógeno responsable de 75 a 95% de las infecciones urinarias. Los
patrones de resistencia a antibióticos varían de forma considerable entre regiones y la selección del
tratamiento debe reflejar las alergias del paciente, las interacciones farmacológicas y los patrones
de resistencia locales. Sin un tratamiento oportuno y apropiado, la pielonefritis puede relacionarse
con una morbilidad significativa debido a su progresión natural a sepsis en la mayoría de los casos.
Los profesionales pueden optimizar la atención de los pacientes con pielonefritis en la sala de
urgencias al evitar los errores frecuentes de manejo que se describen a continuación.
Un error frecuente en el manejo de la pielonefritis en la sala de urgencias es el uso de
antibióticos con mala penetración en tejidos renales. Aunque se emplea con frecuencia para
tratar la cistitis, la nitrofurantoína no debe usarse en pacientes con pielonefritis debido a que
no se alcanzan concentraciones adecuadas en tejidos renales. Cuando los síntomas de cistitis
se acompañan de fiebre subjetiva, dolor vago en el flanco, hipersensibilidad leve en el ángulo
costovertebral o una duración prolongada de los síntomas (> 5 a 7 días), debe considerarse pielo-
nefritis temprana. En caso de que la cistitis no pueda distinguirse con claridad de la pielonefritis
temprana, deben evitarse la nitrofurantoína y otros medicamentos con una mala penetración
renal, como la fosfomicina.
Un segundo error frecuente en el manejo en la sala de urgencias es la incapacidad de dis-
tinguir adecuadamente entre una pielonefritis no complicada y una complicada. La disposición
en la sala de urgencias a menudo depende de si la infección es complicada o no. La pielonefritis no
complicada ocurre en mujeres jóvenes, sanas, inmunocompetentes, no embarazadas, sin anorma-
lidades estructurales o funcionales conocidas de las vías urinarias. La mayoría de los pacientes con
pielonefritis no complicada que son capaces de tolerar medicamentos orales y no parecen estar sép-
ticos puede tratarse de forma ambulatoria con antibióticos orales y seguimiento de los resultados
del cultivo de orina. Los esquemas antibióticos frecuentes para el paciente ambulatorio en la pielo-
nefritis no complicada incluyen ciprofloxacina 500 mg dos veces al día durante 7 días, levofloxacina
750 mg al día por 5 días o trimetoprim-sulfametoxazol 160/800 mg dos veces al día por 14 días.
Hay una tendencia a los esquemas de tratamiento más breves en los últimos años –al momento de
prescribir, consulte las guías actualizadas.
Cualquier caso de pielonefritis que ocurre en un hombre o una mujer embarazada, en
diabetes, inmunocompromiso (p. ej., sida), una anormalidad genitourinaria ya sea funcional
(p. ej., vejiga neurógena) o estructural (p. ej., nefrolitiasis) o que tenga cualquier trastorno
médico subyacente que aumente el riesgo de infección se clasifica como complicado. En estos
casos, el riesgo de fracaso del tratamiento por lo general se eleva en gran medida. Si bien la dis-
posición del paciente queda a la larga a discreción clínica del profesional de urgencias, la
observación o ingreso en urgencias para antibióticos IV y vigilancia estrecha debe considerarse
en gran medida para pacientes con una infección complicada. Quienes requieren hospitaliza-
ción deben tratarse en un inicio con un esquema antimicrobiano intravenoso como una fluo-
roquinolona; un aminoglucósido, con o sin ampicilina; una cefalosporina de amplio espectro o
penicilina de amplio espectro, con o sin un aminoglucósido; o un carbapenem.
Las embarazadas deben tratarse de forma intensiva, ya que la pielonefritis puede inducir
parto prematuro y evoluciona a sepsis con una frecuencia relativa entre las embarazadas. Debe
considerarse la hospitalización para administrar antibióticos intravenosos en la mayoría de las
embarazadas con pielonefritis, aunque el tratamiento ambulatorio se está aceptando cada vez
más en pacientes bien hidratadas y con acceso confiable a seguimiento. Las cefalosporinas se
prescriben con mayor frecuencia a embarazadas con pielonefritis. Puede usarse aztreonam para
embarazadas con alergias graves a la penicilina o cefalosporina. Las tetraciclinas, fluoroquinolo-
nas, aminoglucósidos, trimetoprim y sulfonamidas deben evitarse en el embarazo.
Un tercer error frecuente en el manejo de la pielonefritis en la sala de urgencias es
no ofrecer una cobertura antibiótica adecuadamente amplia para pacientes con infección
conocida por microorganismos resistentes a fármacos (o con un riesgo elevado de ella).
Considerando la mayor prevalencia de infecciones urinarias debidas a patógenos resistentes a
múltiples fármacos como microorganismos productores de betalactamasa de espectro extendido
y Enterobacteriaceae resistente a carbapenem, cuando estén disponibles, deben usarse los resul-
tados de cultivos de orina y susceptibilidades previos para guiar la selección de antibióticos.
Para pacientes con antecedentes de infección por microorganismos productores de betalacta-
masa de espectro extendido, los carbapenems son los fármacos de elección. Iniciar un esquema
de tratamiento eficaz para pacientes con antecedentes de infección previa por Enterobacteriaceae
resistente a carbapenem puede requerir una consulta con un farmaceuta o especialista en enfer-
medades infecciosas. Cuando no se cuenta con resultados de un cultivo previo, deben conside-
rarse antibióticos de amplio espectro para aquellos en riesgo de infección por microorganismos
resistentes a múltiples fármacos, incluyendo pacientes hospitalizados con frecuencia, receptores
de trasplante y residentes de asilos de alto nivel.
PUNTOS CLAVE
■■ Evitar el uso de antibióticos con una penetración renal deficiente cuando no puedan
excluirse infecciones urinarias.
■■ Identificar con precisión y tratar de forma apropiada los casos de pielonefritis complicada.
■■ Basar la elección de antibióticos sobre los resultados de cultivos previos, cuando se
cuente con ellos, y proporcionar una amplia cobertura apropiada a los pacientes con
mayor riesgo de infección por microorganismos resistentes.
■■ Considerar y evaluar complicaciones de la pielonefritis que requieran una intervención
con procedimientos.
Lecturas recomendadas
Gilstrap LC, Ramin SM. Urinary tract infections during pregnancy. Obstet Gynecol Clin North
Am. 2001;28(3):581–591.
Gupta K, Hooron RM, Naber KG, et al. International clinical practice guidelines for the treat-
ment of acute uncomplicated cystitis and pyelonephritis in women: A 2010 update by the
Infectious Disease Society of America and the European Society for Microbiology and
Infectious Diseases. Clin Infect Dis. 2011;52(5):e103–e120.
Lane DR, Takhar SA. Diagnosis and management of urinary tract infection and pyelonephri-
tis. Emerg Med Clin North Am. 2011;29(3):539–552.
Terp S, Waxman M. Infectious disease/CDC update (commentary). Carbapenem-resistant
Klebsiella pneumoniae associated with a long-term-care-facility—West Virginia, 2009–
2011. Ann Emerg Med. 2012:59(5);436–437.
228
Priapismo: todo lo que sube tiene
que bajar
Jessica Lange Osterman, MS, MD
El priapismo es una erección sostenida, que por lo general dura > 4 h, en ausencia de estimu-
lación sexual o que persiste después de que termina la estimulación sexual. Es un trastorno
raro pero potencialmente devastador que puede causar disfunción eréctil permanente, y debe
considerarse una urgencia urológica cuando se presenta en la sala de urgencias.
Tal vez el error más frecuente al manejar el priapismo es la incapacidad del médico para
establecer una etiología del problema. Hay dos tipos principales de priapismo, el isquémico
y el no isquémico, y su tratamiento difiere de forma significativa. Por lo tanto, es importante
que el médico tratante identifique sin demora el tipo para facilitar el tratamiento. El priapismo
isquémico, o de flujo bajo, es mucho más frecuente y constituye una urgencia urológica que
debe tratarse con prontitud para evitar un daño estructural permanente al pene y una disfun-
ción eréctil permanente. En el priapismo isquémico existe una acumulación de sangre venosa en
los cuerpos cavernosos, lo que causa dolor por congestión venosa, isquemia y a la larga fibrosis.
El priapismo isquémico es en esencia un síndrome compartimental del pene y si dura más de
24 h, se relaciona con un índice hasta de 90% de disfunción eréctil subsecuente. La forma
isquémica se debe más a menudo al uso de medicamentos pero también puede relacionarse
con trastornos subyacentes como drepanocitemia, síndromes de hiperviscosidad o neoplasia. El
priapismo no isquémico, o de flujo elevado, es el más raro de ambas formas y se debe a un flujo
arterial entrante anormal hacia los cuerpos cavernosos. El priapismo no isquémico a menudo
se relaciona con un traumatismo y suele ser ya sea libre de dolor o significativamente menos
doloroso que la forma isquémica. La aspiración y una gasometría de la sangre de los cuerpos
son métodos confiables para determinar la categoría del priapismo y pueden realizarse si existe
cualquier duda clínica sobre el tipo en cuestión. Si es isquémico, la sangre de los cuerpos será
hipóxica, hipercárbica y acidótica (por lo general hay Po2 < 30 mm Hg, Pco2 > 60 mm Hg, pH
< 7.25). En la forma no isquémica, la gasometría de la sangre cavernosa debe reflejar un flujo
arterial normal. El tratamiento debe iniciarse con rapidez después de determinar el tipo de
priapismo que experimenta el paciente.
Después de establecer el tipo de priapismo, otro posible error es la incapacidad de evaluar
la etiología subyacente del trastorno cuando no hay una causa obvia. En casos de priapismo
isquémico sin antecedentes distintivos de medicamentos o sustancias contribuyentes, deben rea-
lizarse estudios detallados para descartar otros trastornos relacionados. El priapismo isquémico
puede ser el síntoma de presentación de una nueva neoplasia, como un linfoma, o estar relacio-
nado con un síndrome de hiperviscosidad por otra neoplasia subyacente. De igual forma, en
niños, puede ser la primera presentación de drepanocitemia. En estas situaciones, los estudios de
laboratorio como la biometría hemática completa o la electroforesis de hemoglobina pueden ser
de utilidad para establecer un trastorno o causa subyacente.
Por último, el tratamiento de urgencia exitoso del priapismo isquémico es esencial para
restaurar una función eréctil normal y evitar una morbilidad significativa. El tratamiento de
primera línea del priapismo isquémico se enfoca en la aspiración de la sangre venosa de los
cuerpos, así como en la instilación de agonistas adrenérgicos alfa, como fenilefrina, en los cuer-
pos cavernosos. La clave del tratamiento exitoso es una anestesia apropiada para facilitar el
drenaje y la detumescencia corporal; no debe cometerse el error de anestesiar de forma inade-
cuada al paciente. La anestesia debe lograrse mediante un bloqueo peneano dorsal o un bloqueo
local del cuerpo del pene. El bloqueo peneano dorsal se dirige a los nervios peneanos dorsa-
les izquierdo y derecho que corren en las posiciones ~2 y 10 del reloj en la base del pene.
Después de la limpieza, el médico debe iniciar anestesiando la piel sobre las 2 y las 10 del reloj
con ámpulas superficiales de lidocaína sin epinefrina (aunque existe cierta controversia sobre
el uso de la epinefrina en estos bloqueos peneanos). La aguja debe insertarse entonces alrede-
dor de 0.5 cm en la piel o hasta que entre a la fascia de Buck a las 2 y 10 del reloj. Después de
aspiración para asegurar que la aguja no esté en un vaso, deben instilarse ~ 2 mL de lidocaína
en cada lugar. Un bloqueo completo facilitará en gran medida la aspiración y la instilación de
medicamentos para lograr la detumescencia y restaurar la función peneana normal.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Burnett AL, Bivalacqua TJ. Priapism: Current principles and practice. Urol Clin North Am.
2007;24:631–642.
Levey HR, Segal RL, Bivalacqua TJ. Management of priapism: An update for clinicians. Ther
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Vilke GM, et al. Emergency evaluation and treatment of priapism. J Emerg Med. 2004;
26(3):325–329.
229
Racionalizar la uretritis: impedir que
las infecciones de transmisión sexual
escapen de urgencias
Clare Roepke, MD
La uretritis es la inflamación de las vías urinarias que puede deberse a trastornos infecciosos y
no infecciosos. Se presenta tanto en hombres como en mujeres y es una queja frecuente en la
sala de urgencias.
Los síntomas y el manejo de la uretritis en hombres son claramente diferentes de
los de las mujeres. En los hombres, el síntoma de presentación habitual es la disuria. Otras
manifestaciones frecuentes incluyen ardor, pruritis y flujo en el meato uretral. El flujo puede
estar presente durante todo el día o solo con la primera micción de la mañana. Los hombres
también pueden notar la formación de una costra en el meato uretral al despertar o la posibi-
lidad de exprimir flujo. La mayor parte de la bibliografía se enfoca en las causas infecciosas de
la uretritis, lo que incluye Neisseria gonorrhoea, Chlamydia trachomatis, Mycoplasma genitalium,
Ureaplasma urealyticum, Trichomonas vaginales y M. genitalium; N. gonorrhoea y C. trachomatis
son los más frecuentes.
Si un paciente masculino tiene síntomas de uretritis, todos los estudios inician con una
muestra de orina limpia del chorro para evaluar si hay N. gonorrhoea y clamidia (pruebas
basadas en ADN). Estas pruebas no proporcionan resultados inmediatos; sin embargo, deter-
minar la etiología específica de la uretritis es tanto importante como recomendable para
prevenir complicaciones, reinfección y transmisión de la enfermedad. ¿Así que cuál es el
siguiente paso?
Primero, el diagnóstico de uretritis puede confirmarse en un hombre sintomático con los
siguientes datos:
■■ Flujo mucopurulento o purulento a la exploración.
■■ Prueba de esterasa leucocítica positiva o > 10 leucocitos por campo de alto poder en una
muestra de orina de la primera micción.
■■ Tinción de Gram de las secreciones uretrales que demuestra > 2 leucocitos por campo de
inmersión en aceite o diplococos intracelulares.
Así, en caso de no haber flujo en la exploración y si en la sala de urgencias no se cuenta con
la capacidad de realizar una tinción de Gram a partir de un hisopo uretral, debe obtenerse una
muestra de orina de la primera micción para identificar piuria.
Una vez que se confirma el diagnóstico de uretritis, hay que recordar que las pruebas a base
de ADN para detectar N. gonorrhoea y clamidia pueden no arrojar resultados en más de 24 h.
¿Qué hacer mientras tanto? ¿Hay que tratar de forma empírica a todas las personas con uretritis
para infecciones de transmisión sexual? Los siguientes principios deben guiar sus decisiones
terapéuticas.
Los hombres que cumplen al menos uno de los criterios para uretritis antes menciona-
dos deben tratarse de manera empírica para N. gonorrhoea y clamidia. Los hombres estudiados
que tienen síntomas de uretritis, pero no datos clínicos (p. ej., sin flujo uretral, orina de la pri-
mera micción negativa para leucocitos) solo deben tratarse de forma empírica si se considera
que el paciente masculino es de alto riesgo (que se define como que practica coito sin protec-
ción, tiene múltiples parejas, tiene una pareja de riesgo elevado o antecedentes de infecciones
de transmisión sexual o abuso de drogas intravenosas). El tratamiento empírico también debe
considerarse en pacientes en quienes se considera poco probable que regresen para realizarles
evaluaciones de seguimiento o darles resultados de sus pruebas (Figura 229-1).
El esquema de tratamiento recomendado dirigido contra N. gonorrhoea y clamidia (dado
el elevado índice de coinfección) es ceftriaxona 250 mg IM ×1 y azitromicina (1 g vía oral ×1)
o doxiciclina 100 mg vía oral dos veces al día ×7 días. Los objetivos del tratamiento son aliviar
los síntomas, prevenir complicaciones, reducir la transmisión de coinfecciones e identificar
y tratar a los contactos cercanos. Para disminuir los índices de transmisión y reinfección,
los hombres tratados para N. gonorrhoea y clamidia deben abstenerse de mantener relaciones
sexuales durante 7 días (ya sea que eso signifique los 7 días de tratamiento o durante 1 sem
después del tratamiento con dosis única) hasta la resolución de los síntomas o hasta que la
pareja también se trate de forma adecuada.
No Sí
En este paciente
-Hay alto riesgo Tratar de forma empírica
de enfermedad para N. gonorrhoea
-Se anticipa un y clamidia
seguimiento deficiente
No Sí
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Brill JR. Diagnosis and treatment of urethritis in men. Am Fam Physician. 2010;81:873–878.
Centers for Disease Control and Prevention. Diseases characterized by urethritis and cervicitis.
Sexually Transmitted Infection Treatment Guidelines. 2015. August 16, 2015. Disponible en:
http://www.cdc.gov/std/tg2015/default.htm
230
¡No creo que mi orina deba tener esta
apariencia!
Landon A. Jones, MD
La hematuria no es un tema seductor. Sin embargo, es una cuestión importante y una que todos
los profesionales de urgencias encontrarán muchas veces durante su carrera. Pocas quejas llevan
al paciente con más rapidez a la sala de urgencias que “orinar sangre” y el primer paso para
atender el problema consiste en identificar al paciente con una pérdida de sangre importante.
Para el resto de los pacientes, la clave es tranquilizarlos –se requiere muy poca sangre para que
la orina se vea roja. Incluso hasta 1 mL de sangre puede teñir 1 L de orina. La bibliografía
sobre hematuria tiende a enfocarse en las causas glomerulares (relacionadas con el riñón) frente
a las no glomerulares (urológicas). Sin embargo, es importante dar un paso atrás y ver el cuadro
completo al atender una sospecha de hematuria. El proceso de evaluación de la hematuria puede
simplificarse en tres preguntas amplias.
¿El paciente puede orinar?
Los coágulos son la causa más frecuente de bloqueo urinario. Si el paciente no puede orinar,
deben considerarse trastornos electrolíticos importantes (hiperpotasiemia, creatinina elevada).
Si es el caso que no puede orinar y es posible cateterizarlo, lo mejor es una sonda de irrigación
de 3 vías. Una vía infla el globo que se usa para asegurar que la sonda permanezca colocada en la
vejiga. La segunda vía permite que la orina drene y la tercera vía puede usarse para la irrigación
de los coágulos potenciales. La colocación de la sonda también ofrece un importante control del
dolor en un paciente que no ha podido orinar.
¿El paciente en realidad tiene hematuria?
La hematuria se define como la presencia de eritrocitos en la orina. Hay un gran número de
causas, además de hematuria, que pueden cambiar el color de la orina. Estas incluyen, aunque
no se limitan a, mioglobina, hemoglobina, bilirrubina, alimentos, medicamentos y tintes. Por
ejemplo, un paciente con rabdomiólisis y la producción de mioglobina urinaria puede tener una
prueba de tira reactiva en orina positiva y orina de color oscuro, pero sin eritrocitos al observar la
orina al microscopio. Si se confirma hematuria, suele describirse como hematuria microscópica
(> 5 eritrocitos/campo de alto poder y solo al observar la orina en el microscopio) o hematuria
macroscópica (se observa a simple vista).
¿Por qué –y de dónde– es que el paciente
presenta hematuria?
Las causas más frecuentes de hematuria son las infecciones de vías urinarias, la urolitiasis y
los traumatismos. Los antecedentes del paciente son la parte más importante de la valoración
y deben incluir preguntas como la duración de la hematuria, las circunstancias (lo que incluye
traumatismo e instrumentación/cirugía recientes) y signos/síntomas relacionados. También
es importante preguntar sobre posibles causas de coagulopatía, como uso de anticoagulantes,
hemofilia, trombocitopenia y antecedentes familiares de diátesis hemorrágica. Como ya se men-
cionó, las causas de hematuria con frecuencia se subdividen en causas glomerulares (relacionadas
con el riñón) y no glomerulares (urológicas). Puede ser más fácil para el médico simplemente co-
menzar con los riñones y seguir bajando por el sistema urológico hasta la uretra y los genitales
externos. Las evaluaciones ulteriores con estudios de laboratorio o de imagen se irán determi-
nando a partir de los antecedentes y exploración física. Una biometría hemática completa puede
detectar trombocitopenia. Es posible que sea necesario valorar los electrólitos si se sospecha la
presencia de una afección renal significativa. Los estudios de coagulación pueden estar justi-
ficados en pacientes que toman warfarina. Deben realizarse estudios urinarios, lo que incluye
pruebas de embarazo en mujeres de edad apropiada. Las modalidades imagenológicas también se
determinan por los antecedentes y la exploración. Pueden requerirse imágenes con ultrasonido
o tomografía computarizada.
Al atender una hematuria hay dos grandes complicaciones. La primera (y más peligrosa) es
asumir que la hematuria proviene de una fuente renal o genitourinaria. Si bien estas fuentes son las
más frecuentes, situaciones vasculares que ponen en riesgo la vida también pueden causar hema-
turia. Vale la pena detenerse y considerar brevemente estos diagnósticos raros antes de proceder a
dar de alta a estos pacientes. La bibliografía médica cuenta con numerosos informes de compresión
aórtica, aneurisma, fístula y disección que causan hematuria. Por fortuna, las causas vasculares gra-
ves de hematuria a menudo tienen otros signos físicos, como hipersensibilidad abdominal, déficits
neurológicos de extremidades inferiores y pulsos simétricos en las extremidades inferiores. Esto
subraya la importancia de realizar una buena exploración física.
La segunda mayor complicación es francamente ignorarla. A pesar de que muchos casos de
hematuria se resuelven en forma espontánea, debe recomendarse el seguimiento oportuno con
análisis de orina repetido para confirmar la resolución. La hematuria que no se resuelve requiere
evaluación ulterior en el ámbito ambulatorio debido a que una neoplasia renal/urológica está
muy arriba de la lista de diagnósticos diferenciales, sobre todo en pacientes de edad avanzada.
Algunos estudios han demostrado que la hematuria macroscópica tiene una sensibilidad supe-
rior al promedio para neoplasia urológica y alrededor de 30% de los pacientes con hematuria
indolora se diagnostica con una neoplasia urológica. Si bien rara vez se requieren estudios
extensos de la hematuria en el ámbito de la sala de urgencias, es importante informar y educar
al paciente, haciéndole entender que es necesario dar seguimiento oportuno a la hematuria en el
ámbito ambulatorio.
PUNTOS CLAVE
■■ Reconocer desde el inicio los trastornos electrolíticos que pueden poner en riesgo la
vida. Puede ocurrir insuficiencia renal en caso de hematuria y estos pacientes llegan a
descompensarse con rapidez.
■■ Confirmar la presencia de hematuria en la exploración microscópica. Otras entidades
pueden hacer que la orina se vea roja.
■■ Hay trastornos vasculares que ponen en riesgo la vida y que se presentan con hematuria.
No debe asumirse simplemente que la hematuria proviene de una fuente gastrointestinal.
■■ Los pacientes estables con hematuria requieren un seguimiento ambulatorio debido al
riesgo elevado de neoplasia. Debe informarse esto al paciente.
Lecturas recomendadas
Hicks D, Li CY. Management of macroscopic haematuria in the emergency department.
Emerg Med J. 2007;24(6):385–390.
Pade KH, Liu DR. An evidence-based approach to the management of hematuria in child in
the emergency department. Pediatr Emerg Med Pract. 2014;11(9):1–13.
Sokolosky MC. Hematuria. Emerg Med Clin North Am. 2001;19(3):621–632.
231
No olvide administrar esteroides
a pacientes con exacerbaciones
agudas de asma
Michele Callahan, MD
El asma es un trastorno inflamatorio crónico de las vías respiratorias que afecta a más de 22 millones
de estadounidenses. Las exacerbaciones agudas del asma representaron más de 1.8 millones de
visitas a la sala de urgencias solo en 2011. Alrededor de 10% de los pacientes en la sala de urgencias
con exacerbaciones agudas del asma requiere hospitalización, en tanto que 12 a 16% de aquellos
dados de alta regresa a urgencias en un lapso de 2 sem debido a recaídas o persistencia de los sínto-
mas. Las recomendaciones en este capítulo se derivan de una combinación de las guías existentes,
la evidencia clínica y el consenso médico.
Las guías del National Heart, Lung and Blood Institute para el diagnóstico y manejo del asma
definen las exacerbaciones del asma como “episodios de disnea, tos, sibilancias y opresión torácica, o
una combinación de estos síntomas, que empeoran de forma progresiva”. Los procesos subyacentes
que impulsan una exacerbación aguda de asma incluyen inflamación de las vías respiratorias, hiperreac-
tividad de las vías respiratorias y broncoconstricción. Con el tiempo, estos procesos conducen a remo-
delación de las vías respiratorias con pérdida progresiva e irreversible de la función pulmonar.
Los objetivos del tratamiento durante una exacerbación aguda del asma consisten en revertir
la obstrucción del flujo de aire, corregir la hipoxemia y disminuir la respuesta inflamatoria. Como
tal, las bases del manejo en la sala de urgencias incluyen agonistas beta2 inhalados de acción breve,
administración de oxígeno para mantener la saturación de oxígeno (SpO2) > 92% y la administra-
ción de glucocorticoides sistémicos. La función crítica de la inflamación en el asma hace que la admi-
nistración de corticoesteroides sistémicos resulte esencial para el manejo de una exacerbación aguda.
La clasificación de la gravedad del asma del Expert Panel Report 3 (EPR-3) (Tabla 231-1)
es una herramienta útil para clasificar a los pacientes como con una exacerbación leve a moderada
o grave. Esto sirve como marco de referencia útil junto con el juicio clínico del profesional. Los
aspectos de los antecedentes de la enfermedad actual que colocan a los pacientes en riesgo de
una mayor morbilidad y mortalidad incluyen ingresos previos a la unidad de cuidados intensivos,
intubación previa, estado socioeconómico bajo, comorbilidades significativas (p. ej., enfermedad
cardiovascular) y más de dos hospitalizaciones o más de tres visitas a la sala de urgencias durante
el año previo.
Estudios anteriores apoyan el uso de corticoesteroides sistémicos como tratamiento de pri-
mera línea en todos los pacientes asmáticos que se presentan en la sala de urgencias, ya que han
demostrado acelerar la resolución de la obstrucción al flujo de aire, reducir los índices de recaídas y
disminuir la necesidad de hospitalización. Una revisión de Cochrane de 2001 estableció que la admi-
529
Adaptada del National Asthma Education and Prevention Program. Expert Panel Report 3: Guidelines for the
diagnosis and management of asthma. National Heart Lung and Blood Institute, 2007:375.
nistración de esteroides sistémicos a niños y adultos que se presentan a la sala de urgencias con exa-
cerbaciones moderadas o graves de asma resultó en una reducción de 25% en las hospitalizaciones.
En particular, se observó que la administración de esteroides en un lapso de 1 h de haber ingresado
a urgencias mostró el mayor beneficio para reducir la necesidad de hospitalización. Intuitivamente,
esto tiene sentido con base en el tiempo hasta el inicio de los corticoesteroides, que se sabe es de
~2 a 4 h. Un metaanálisis de 2008 realizado por Rowe y cols., mostró diferencias significativas en
los índices de recaída en un lapso de 7 a 10 días para pacientes que han recibido corticoesteroides
en comparación con aquellos que no los recibieron. Este estudio mostró un número necesario para
tratar de solo 8 para la prevención de la hospitalización y uno de 10 para disminuir la recaída en los 7
a 10 días siguientes al alta. Además, el número necesario para prevenir una recaída y hospitalización
después de la atención ambulatoria fue de 11. El uso de corticoesteroides no solo disminuye los índi-
ces de recaídas, sino también las hospitalizaciones subsecuentes a las exacerbaciones agudas del asma.
Ha habido poco consenso sobre el mejor modo de administración (oral, intramuscular,
intravenoso o inhalado), el esquema óptimo (ajustado frente a dosis fija) o la duración del trata-
miento con esteroides sistémicos. No hay beneficios adicionales cuando se administran esteroi-
des sistémicos a dosis más elevadas (es decir, 60 a 80 mg o 2 mg/kg/día) en comparación con las
dosis estándar. Las guías más recientes de EPR-3 recomiendan 40 a 80 mg/día de prednisona (o
su equivalente), divididos en 1 a 2 dosis. Los esquemas pediátricos frecuentes basados en el peso
incluyen prednisona o prednisolona, 1 a 2 mg/kg por vía oral durante 5 días (dosis máxima de
60 mg/día) o dexametasona 0.6 mg/kg por vía oral, intravenosa o intramuscular una vez al día
durante 1 a 2 días (máximo 16 mg/dosis). Si se requiere una dosis intravenosa, puede adminis-
trarse metilprednisolona a dosis de 1 a 2 mg/kg.
No hay un beneficio demostrado de la administración de esteroides orales en comparación
con la vía intravenosa o intramuscular; sin embargo, las reacciones adversas como el dolor en el sitio
de la inyección y la formación de hematomas hacen que la vía intramuscular sea la opción menos
favorable. Las investigaciones han demostrado que no hay una diferencia significativa en los índices
de recaída entre la administración intramuscular y la oral de esteroides, sobre todo en los primeros 7
a 10 días después del alta de la sala de urgencias. Los esteroides orales se recomiendan como fárma-
cos de primera línea, a menos que el paciente tenga una menor capacidad para absorber los medica-
mentos por vía enteral. Existen muchas formulaciones de corticoesteroides sistémicos disponibles
con base en factores del paciente de este tipo, a la larga todos con una eficacia similar demostrada.
Anteriormente se consideraba que los esquemas ajustados de esteroides orales, en los que
la dosis se disminuía de forma gradual a lo largo de varios días, tenían una ventaja teórica de un
riesgo reducido de insuficiencia suprarrenal o recaídas. En realidad, el uso de un esquema de dosis
ajustada tiene la misma eficacia cuando se compara con esquemas de dosis fijas. Los estudios no
han logrado demostrar diferencias en la función pulmonar, índices de recaídas o la ocurrencia de
insuficiencia suprarrenal cuando se compara con esquemas de dosis ajustada y dosis fijas. En la
práctica, los esquemas de dosis fija de < 10 días de duración son a menudo los más factibles para
los pacientes. Al hacer la dosificación más sencilla para los pacientes, los índices de falta de cumpli-
miento pueden disminuir y a la larga reducir el fracaso del tratamiento y la recaída.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Krishnan JA, Davis SQ , Naureckas ET, et al. An umbrella review: corticosteroid therapy for
adults with acute asthma. Am J Med. 2009;122(11):977–991.
Lazarus S. Emergency treatment of asthma. N Engl J Med. 2010;363:755–764.
Rowe BH, Spooner C, Ducharme F, et al. Early emergency department treatment of acute
asthma with systemic corticosteroids. Cochrane Database Syst Rev. 2001;(1):CD002178.
Rowe BH, Spooner C, Ducharme F, et al. Corticosteroids for preventing relapse following
acute exacerbations of asthma. Cochrane Database Syst Rev. 2007;(3):CD000195.
232
No aplazar el oxígeno en el paciente
hipóxico con enfermedad pulmonar
obstructiva crónica
Brian J. Lin, MD y Anand K. Swaminathan, MD, MPH
Tradicionalmente se ha postulado que la administración de oxígeno (O2) a los pacientes con enfer-
medad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) puede empeorar la hipercapnia y llevar a insuficien-
cia respiratoria. Como resultado de ello, muchos médicos dudan de administrar O2 a pacientes con
EPOC debido a esta preocupación. Sin embargo, esta teoría clásica de hecho es falsa.
PUNTOS CLAVE
■■ El tratamiento con oxígeno no debe retenerse en pacientes con hipoxia grave con una
exacerbación aguda de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
■■ La hipercapnia inducida por O2 en pacientes con una exacerbación aguda de EPOC
puede explicarse por una falta de correspondencia Va/Q y el efecto Haldene.
■■ Una disminución del impulso respiratorio no explica la hipercapnia en caso de admi-
nistración de O2 en pacientes con una exacerbación aguda de enfermedad pulmonar
obstructiva crónica.
■■ Administrar oxigenoterapia para mantener la saturación de oxígeno de 88 a 92% en
pacientes con una exacerbación aguda de enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
■■ No hay diferencia entre los métodos para suministrar oxígeno cuando el objetivo son
concentraciones de saturación de oxígeno determinadas.
Lecturas recomendadas
Abdo WF, Heunks LM. Oxygen-induced hypercapnia in COPD: Myths and facts. Crit Care.
2012;16(5):323.
Austin MA, Wills KE, Blizzard L, et al. Effect of high flow oxygen on mortality in chronic
obstructive pulmonary disease patients in prehospital setting: Randomised controlled trial.
BMJ. 2010;16:c5462.
Brill SE, Wedzicha JA. Oxygen therapy in acute exacerbations of chronic obstructive
pulmonary disease. Int J Chron Obstruct Pulmon Dis. 2014;9:1241–1252.
O’Driscoll BR, Howard LS, Davison AG. BTS guideline for emergency oxygen use in adult
patients. Thorax. 2008;16(Suppl 6):vi1–vi68.
Robinson TD, Feiberg DB, Regnis JA, et al. The role of hypoventilation and ventilation-
perfusion redistribution in oxygen-induced hypercapnia during acute exacerbations of
chronic obstructive pulmonary disease. Am J Respir Crit Care Med. 2000;16:1524–1529.
233
Enfermedades agudas que llevan
a un deterioro rápido a pacientes
con hipertensión pulmonar
Dhaval Thakkar, MD y James Mathew Dargin, MD
Clasificación de la hipertensión
Tabla 233-1 pulmonar de la Organización Mundial
de la Salud
Clasificación de la OMS de HP Etiologías
1. HP arterial ETC, hipertensión portal, CC, inducida por
fármacos/toxinas, idiopática, esquistosomiasis
2. HP por cardiopatía izquierda Disfunción del VI, enfermedad valvular
3. HP por neumopatías e hipoxia EPOC, NI, desórdenes de la respiración durante el sueño
4. HP tromboembólica crónica Enfermedad tromboembólica
5. HP con mecanismos multifactoriales Trastornos hematológicos, sarcoidosis, histiocitosis
poco claros pulmonar, trastornos metabólicos, vasculitis
CC, cardiopatía congénita; EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica; ETC, enfermedad de
tejido conjuntivo; HP, hipertensión pulmonar; NI, neumopatía intersticial; OMS, Organización
Mundial de la Salud; VI, ventrículo izquierdo.
Vasodilatadores frecuentemente
Tabla 233-2 usados para la hipertensión pulmonar
del grupo 1 de la OMS
Fármaco Vía Efectos adversos Comentarios
Inhibidores de Oral Cefalea, rubor, diarrea, Se utilizan en pacientes con
PDE-5 (sildenafil, cambios en la visión, síntomas leves a graves
tadalafil) hipoacusia
Antagonistas del Oral Hepatotoxicidad, edema Se usan en pacientes con
receptor de endo- periférico, cefalea síntomas leves a graves
telina (bosentán,
ambrisentán)
Análogos de la prostaciclina: reservados para síntomas graves y progresión rápida de la
enfermedad
Epoprostenol IV Rubor, cefalea, dolor mandi- Vida media extremada-
bular, náusea, diarrea mente breve, de minutos.
HP de rebote con des-
continuación abrupta
Treprostinil IV, SC, IV/SC –igual que Vida media breve, de horas.
inhalada epoprostenol HP de rebote con des-
continuación abrupta
Iloprost Inhalada Tos, alteración del sabor, rubor, Se usa en síntomas modera-
diarrea, dolor mandibular dos a graves
HP, hipertensión pulmonar; IV, intravenoso; OMS, Organización Mundial de la Salud; SC,
subcutáneo.
PUNTOS CLAVE
■■ La sepsis es una causa frecuente de deterioro del ventrículo derecho en pacientes con
hipertensión pulmonar.
■■ Los pacientes con hipertensión pulmonar no toleran bien las arritmias auriculares. La
cardioversión eléctrica puede ser necesaria para restaurar el ritmo sinusal.
■■ Administrar oxígeno complementario a pacientes hipóxicos con hipertensión pulmonar.
■■ Reiniciar de inmediato las infusiones continuas de vasodilatadores, sobre todo de
epoprostenol.
■■ Incluso las embolias pulmonares pequeñas pueden causar un deterioro significativo del
paciente con hipertensión pulmonar grave.
Lecturas recomendadas
Agarwal R, Gomberg-Maitland M. Current therapeutics and practical management strategies
for pulmonary arterial hypertension. Am Heart J. 2011;162:201–213.
Etienne Gayat E, Mebazaa A. Pulmonary hypertension in critical care. Curr Opin Crit Care.
2011;17:439–448.
Hoeper M, Granton J. Intensive care unit management of patients with severe pulmonary
hypertension and right heart failure. Am J Respir Crit Care Med. 2011;184:1114–1124.
Perrin S, Chaumais MC, O’Connell C, et al. New pharmacotherapy options for pulmonary
arterial hypertension. Expert Opin Pharmacother. 2015;12:1–19.
234
Aspectos críticos en la reanimación
del paciente descompensado con
hipertensión pulmonar
Jacob C. Jentzer, MD, FACC y James Mathew Dargin, MD
Los pacientes con hipertensión pulmonar e insuficiencia del ventrículo derecho son susceptibles
a deterioro rápido por cualquier lesión que altere la función del ventrículo derecho o que eleve de
forma abrupta la presión de la arteria pulmonar. El manejo de la enfermedad crítica en pacientes
con hipertensión pulmonar puede ser un reto y deben considerarse los efectos de cualquier
intervención terapéutica sobre la presión de la arteria pulmonar y el ventrículo derecho.
La hipoxia induce vasoconstricción pulmonar, aumenta de forma aguda la presión de la arte-
ria pulmonar y puede causar un deterioro rápido del paciente con hipertensión pulmonar. Debe
administrarse oxígeno complementario para corregir la hipoxia. En algunos pacientes, pueden ser
necesarias la intubación y la ventilación mecánica. Resulta importante mencionar que el paciente con
hipertensión pulmonar tiene un alto riesgo de complicaciones y colapso cardiovascular con el manejo
de las vías respiratorias e inicio de ventilación mecánica. Esto puede resultar de los efectos de los
medicamentos usados para sedación y parálisis, precarga reducida por ventilación con presión posi-
tiva o empeoramiento de la hipoxia. En preparación para la intubación y la ventilación mecánica, los
pacientes deben preoxigenarse de manera adecuada. Se recomienda seleccionar fármacos de induc-
ción con efecto hemodinámico mínimo (es decir, etomidato, ketamina) y administrarlos a una dosis
reducida para minimizar el riesgo de hipotensión. Además, también debe usarse un medicamento con
un inicio rápido de acción (es decir, succinilcolina, rocuronio). Se prepara una infusión de vaso-
presor en caso de que se desarrolle hipotensión durante el periodo que rodea a la intubación. Una
vez que el paciente está intubado, la acidosis y la hipoxia deben corregirse de forma intensiva, ya
que estos trastornos pueden empeorar la presión de la arteria pulmonar y la función del ventrícu-
lo derecho. Los volúmenes corriente elevados y los niveles altos de presión teleespiratoria positiva
(PEEP) pueden elevar la presión intratorácica y empeorar aún más la función del ventrículo derecho.
La hipoxia debe tratarse con concentraciones relativamente elevadas de oxígeno más que con niveles
altos de PEEP. Un objetivo de volumen corriente de 6 a 8 mL/kg de peso corporal ideal y una
presión meseta menor que o igual a 30 cm H2O son apropiados para la mayoría de los pacientes.
La hipotensión en pacientes con hipertensión pulmonar e insuficiencia aguda del ventrículo
derecho debe tratarse de forma intensiva. La hipotensión puede deberse a hipovolemia, vasodila-
tación (es decir, sepsis), contractilidad reducida del ventrículo derecho o aumento de la poscarga
del ventrículo derecho. Para muchos pacientes graves, la administración de líquido a menudo es el
primer paso en la reanimación. En el paciente con hipertensión pulmonar grave, la administración
excesiva de líquido puede empeorar la función del ventrículo derecho y alterar el gasto cardiaco.
Los líquidos intravenosos deben administrarse con cautela. La determinación precisa del estado
de volumen en pacientes con hipertensión pulmonar es un reto. La presión venosa central es un
mal predictor del estado hídrico, en especial en pacientes con hipertensión pulmonar. Es posible
que la variación en la presión de pulso tampoco sea un factor de predicción preciso del estado de
volumen o de la respuesta a los líquidos en pacientes con hipertensión pulmonar o disfunción del
ventrículo derecho. La ecocardiografía a la cabecera puede ayudar a identificar signos de sobrecarga
del ventrículo derecho, como dilatación del ventrículo derecho y una vena cava inferior dilatada sin
variación respiratoria. Los pacientes con estos datos ecocardiográficos no deben recibir reanima-
ción con líquidos y, de hecho, la diuresis puede mejorar la función del ventrículo derecho.
Los pacientes con insuficiencia del ventrículo derecho a menudo requieren apoyo con ino-
trópicos y vasopresores. Puede administrarse milrinona o dobutamina para apoyo inotrópico, aun-
que ambos pueden causar hipotensión y con frecuencia requieren la adición de un medicamento
vasopresor (es decir, norepinefrina). Milrinona causa menos taquiarritmias y más vasodilatación
pulmonar que dobutamina y es el inotrópico de primera línea para hipertensión pulmonar e insufi-
ciencia del ventrículo derecho. Los pacientes con choque vasodilatador (es decir, sepsis) a menudo
requieren vasopresores después de la reanimación con líquidos. Todos los vasopresores pueden
aumentar la resistencia vascular pulmonar y empeorar la función del ventrículo derecho. La nore-
pinefrina tiene efectos inotrópicos modestos por su actividad adrenérgica beta-1 y puede causar
menos vasoconstricción pulmonar que otros vasopresores. Como resultado, la norepinefrina se usa
como vasopresor de primera línea en pacientes con hipertensión pulmonar. Fenilefrina es un ago-
nista adrenérgico alfa puro, causa vasoconstricción pulmonar sin ningún efecto inotrópico y suele
evitarse en pacientes con hipertensión pulmonar. La vasopresina puede reducir el tono vascular
pulmonar y puede usarse con norepinefrina en pacientes con choque vasodilatador. Dopamina y
epinefrina proporcionan apoyo inotrópico y apoyo vasopresor, pero son fármacos de segunda línea
debido a que conllevan un mayor riesgo de taquiarritmias.
El ventrículo derecho es sensible al aumento de la poscarga y una reducción de la presión de la
arteria pulmonar puede mejorar la insuficiencia del ventrículo derecho. El tratamiento vasodilatador
pulmonar puede salvar la vida en la hipertensión arterial, pero también puede producir efectos adver-
sos graves cuando no se usa en forma apropiada. Por ejemplo, los pacientes con formas de hipertensión
pulmonar distintas al grupo 1 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pueden empeorar clí-
nicamente con los vasodilatadores pulmonares. En el grupo 1 de hipertensión pulmonar de la OMS
con insuficiencia del ventrículo derecho se usan prostanoides intravenosos (es decir, epoprostenol,
reprostinil) como vasodilatadores pulmonares de primera línea. Estos fármacos suelen administrarse
en la unidad de cuidados intensivos mediante un catéter de la arteria pulmonar para monitorear los
cambios hemodinámicos en respuesta a un aumento lento en la dosis de medicamento con los días.
Los prostanoides intravenosos pueden causar hipotensión sistémica y los vasodilatadores pulmonares
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Agarwal R, Gomberg-Maitland M. Current therapeutics and practical management strategies
for pulmonary arterial hypertension. Am Heart J. 2011;162:201–213.
Badesch DB, McLaughlin VV, Delcroix M, et al. Prostanoid therapy for pulmonary arterial
hypertension. J Am Coll Cardiol. 2004;43:56S–61S.
Jentzer JC, Mathier MA. Pulmonary hypertension in the intensive care unit. J Intensive Care
Med. 2016;31:369–385.
Kwak YL, Lee CS, Park YH, et al. The effect of phenylephrine and norepinephrine in patients
with chronic pulmonary hypertension. Anaesthesia. 2002;57:9–14.
Tayama E, Ueda T, Shojima T, et al. Arginine vasopressin is an ideal drug after cardiac surgery
for the management of low systemic vascular resistance hypotension concomitant with
pulmonary hypertension. Interact Cardiovasc Thorac Surg. 2007;6:715–719.
235
Evaluación y manejo del paciente
con sarcoidosis
Harman S. Gill, MD
un paciente con disnea marcada, tos y una radiografía sospechosa para sarcoidosis. La tomo-
grafía de alta resolución ayuda a determinar el grado de enfermedad parenquimatosa y a excluir
otros diagnósticos fundamentales.
El siguiente paso en la evaluación de los pacientes con sospecha de sarcoidosis es la refe-
rencia a neumología para pruebas de función pulmonar ambulatorias y un examen de cami-
nata de 6 min. Las pruebas de función pulmonar revelan un patrón pulmonar restrictivo y una
menor capacidad vital, capacidad pulmonar total y difusión de dióxido de carbono. A la larga, es
necesaria una biopsia de las lesiones pulmonares para confirmar el diagnóstico. Una importante
excepción es el síndrome de Lofgren. Este se presenta con fiebre, artralgias, eritema nudoso y
linfadenopatía hiliar bilateral. La presencia de todas las características del síndrome de Lofgren
ha mostrado que tiene una especificidad de 95% para sarcoidosis, ya que las biopsias en caso de
este síndrome tienen un elevado índice falso negativo.
El tratamiento se basa en el grado de afección pulmonar y extrapulmonar. Si bien el tra-
tamiento con glucocorticoides es el tratamiento primario para sarcoidosis pulmonar, el manejo
coadyuvante con medicamentos distintos a los glucocorticoides también está indicado en ciertos
casos. Las principales consideraciones terapéuticas para el profesional de urgencias son cuándo
iniciar el tratamiento con esteroides, a qué dosis y la duración del tratamiento.
La mayoría de los pacientes con sarcoidosis pulmonar no requiere tratamiento en la sala
de urgencias, ya que muchos se encuentran asintomáticos y tienen un índice elevado de remi-
sión espontánea. El tratamiento con esteroides no está indicado para la enfermedad en etapa I
(Figura 235-1) y para la mayoría de los pacientes con enfermedad estable en etapa II o III (Figura
235-1) debido a los efectos secundarios del tratamiento con esteroides. Está indicado iniciar el
tratamiento con esteroides para pacientes con síntomas debilitantes y datos radiográficos que
empeoran, combinados con una función pulmonar que declina. La intención del tratamiento con
esteroides es prevenir la fibrosis pulmonar irreversible. El tratamiento con dosis elevadas de este-
roides (80 a 100 mg al día) puede estar indicado para la enfermedad cardiaca, neurológica, ocular
o de las vías respiratorias superiores. Los profesionales de urgencias también deben considerar la
insuficiencia suprarrenal como una etiología de los síntomas en pacientes con sarcoidosis y falta
de cumplimiento con los medicamentos esteroides o incapacidad temporal de tolerar los medi-
camentos. En términos generales, el tratamiento con esteroides a corto plazo no es suficiente,
ya que la mayoría de los pacientes debe iniciar con 0.3 a 0.6 mg/kg/día (peso corporal ideal)
durante 6 sem. Debe considerarse sin demora la consulta con el neumólogo para coordinar la
atención, evaluación y seguimiento.
Se consideran otros fármacos inmunosupresores en el paciente que no puede tolerar los
efectos secundarios de los esteroides, no pudieron separarse de los esteroides a largo plazo y no
lograron responder a pesar de recibir una dosis adecuada de esteroides. Los fármacos usados con
mayor frecuencia incluyen metotrexato, leflunomida, antagonistas del factor de necrosis tumoral
alfa, azatioprina y fármacos antipalúdicos. El inicio de este tratamiento coadyuvante no debe
ocurrir en la sala de urgencias.
PUNTOS CLAVE
Etapa I Etapa II
(linfadenopatía) (linfadenopatía e infiltrados)
Figura 235-1
■■ Iniciar tratamiento apropiado con esteroides para los síntomas debilitantes, empeora-
miento de opacidades radiográficas con una mayor afección de la función pulmonar.
Empezar con 0.3 a 0.6 mg/kg/día (peso corporal ideal) de prednisona.
Lecturas recomendadas
Amin EN, Closser DR, Crouser ED. Current best practice in the management of pulmonary
and systemic sarcoidosis. Ther Adv Respir Dis. 2014;8(4):111–132.
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Valeyre D, Bernaudin JF, Uzunhan Y, et al. Clinical presentation of sarcoidosis and diagnostic
work-up. Semin Respir Crit Care Med. 2014;35:336–351.
236
Estratificación apropiada
de los riesgos en el paciente con
sospecha de embolia pulmonar
Kelly Williamson, MD
PUNTOS CLAVE
Sospecha de EP
Valorar la probabilidad
previa a la prueba
(calificación de Wells)
positiva positiva
PERC Dimero D Tomografía- EP
Lecturas recomendadas
Douma RA, le Gal G, Sohne M, et al. Potential of an age adjusted d-dimer cut-off value to
improve the exclusion of pulmonary embolism in older patients: A retrospective analysis
of three large cohorts. BMJ. 2010;340:c1475.
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pulmonary embolism using an algorithm combining clinical probability, d-dimer testing,
and computed tomography. JAMA. 2006;295(2):172–179.
237
Cómo diagnosticar y tratar
la embolia pulmonar
Ryan Dick-Perez, DO y Nicholas M. Mohr, MD, MS, FACEP
Tabique desviado y
empujado hacia el
ventrículo izquierdo
Ángulo
Figura 237-2 Las presiones de la arteria pulmonar pueden estimarse con medios
ecocardiográficos y corresponden al grado de esfuerzo ventricular en la embolia pul-
monar aguda. En esta medición de onda Doppler continua del chorro de regurgitación
tricúspide, el gradiente tricúspide se estima en 29.9 mm Hg con base en una velocidad
pico de 2.7 m/s. Añadir este estimado a la presión venosa central medida de forma
concurrente de 11 mm Hg arroja un estimado de presión sistólica de la arteria pulmonar
de 40.9 mm Hg.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cohen R, Loarte P, Navarro V, et al. Echocardiographic findings in pulmonary embolism:
An important guide for the management of the patient. World J Cardiovasc Dis. 2012;2:
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Kearon C, Akl EA, Comerota AJ, et al. Antithrombotic therapy for VTE disease: Antithrom-
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Yusuff HO, Zochios V, Vuylsteke A. Extracorporeal membrane oxygenation in acute massive
pulmonary embolism: A systematic review. Perfusion. 2015;30;611–616.
238
Qué pacientes con embolia pulmonar
submasiva pueden beneficiarse
del tratamiento trombolítico
Sangeeth Dubbireddi, MD y Lillian L. Emlet, MD, MS
Para pacientes con una embolia pulmonar masiva y una embolia de bajo riesgo, las opciones
de tratamiento son claras. Para la masiva, la poscarga intensa sobre el ventrículo derecho debe
realizarse con urgencia, ya sea con trombólisis o con embolectomía quirúrgica. Para los pacien-
tes hemodinámicamente estables con una embolia pulmonar y sin evidencia de disfunción del
ventrículo derecho, resulta adecuada la anticoagulación estándar. Para pacientes con una embo-
lia pulmonar submasiva (que también se conoce como de riesgo intermedio) definidos como
hemodinámicamente estables con evidencia de disfunción del ventrículo derecho, la selección
de la intervención terapéutica correcta sigue siendo motivo de controversia. Para este grupo de
pacientes, los beneficios de la trombólisis (es decir, disminución de muertes, hipertensión pul-
monar y embolia pulmonar recurrente) pueden verse contrarrestados por el riesgo de eventos
hemorrágicos mayores, como la hemorragia intracerebral.
Para pacientes con embolia pulmonar recién diagnosticada, puede detectarse evidencia de
disfunción del ventrículo derecho en el electrocardiograma (ECG), angiograma con tomografía
computarizada del tórax, ecocardiografía y marcadores bioquímicos. Las anormalidades clásicas
en el ECG relacionadas con embolia pulmonar incluyen un bloqueo completo o incompleto de
la rama derecha del haz de His, inversiones de la onda T en las derivaciones V1 a V4 y la combi-
nación de una onda S en la derivación I, onda Q en la derivación III e inversión de onda T en la
derivación III (S1Q3T3). La disfunción del ventrículo derecho se aprecia en la angiografía con
tomografía del tórax si la proporción del diámetro interno del ventrículo derecho al ventrículo
izquierdo es > 0.9 en el plano transverso. En la ecocardiografía, la disfunción del ventrículo
derecho se define con cualquiera de los siguientes datos:
■■ Diámetro telediastólico del ventrículo derecho > 30 mm (proyección del eje largo paraesternal
o eje corto)
■■ Diámetro telediastólico del ventrículo derecho al izquierdo > 0.9 (proyección de 4 cámaras
apical o subcostal)
■■ Hipocinesia de la pared libre del ventrículo derecho (cualquier proyección)
■■ Velocidad sistólica tricúspide > 2.6 m/s (proyección de 4 cámaras apical o subcostal)
Los marcadores bioquímicos de disfunción del ventrículo derecho incluyen las siguientes
anormalidades de laboratorio:
■■ Péptido natriurético cerebral > 90 pg/mL o NT-pro-péptido natriurético cerebral > 900 pg/mL
■■ Troponina I > 0.06 μg/L o troponina T > 0.01 μg/L.
La trombólisis sistémica en pacientes con embolia pulmonar submasiva puede conside-
rarse en individuos hemodinámicamente estables que tienen evidencia objetiva de disfunción del
ventrículo derecho (como se detalla antes) sin contraindicación absoluta para trombólisis. Sin
embargo, la evidencia para trombólisis sistémica, incluso en esta población específica de pacien-
tes, sigue siendo incierta debido a la falta de estandarización sobre el tipo, dosis o vía de admi-
nistración trombolítica usada en estudios recientes. Es igualmente importante el momento en
que se inicia la anticoagulación después de la administración del fármaco trombolítico. Para
pacientes mayores de 65 años de edad, los datos actuales sugieren que por cada 51 pacientes con
una embolia pulmonar submasiva tratada con trombólisis se salva una persona. En este grupo
de edad, ocurre hemorragia mayor en uno de cada 176 pacientes tratados con trombólisis. El
sangrado mayor en diversos estudios se define ampliamente como hemorragia intracraneal, una
disminución de la hemoglobina de 2 g/dL en un lapso de 24 h que requiere transfusión o la nece-
sidad de intervención endoscópica, radiológica o quirúrgica. Para pacientes mayores de 65 años
de edad, el riesgo de sangrado con trombólisis es demasiado alto para proporcionar un beneficio
terapéutico. Esto es comparable con el ácido acetilsalicílico, con que el número necesario para
tratar es 42 para un infarto de miocardio con elevación del segmento ST, en tanto que el número
necesario para dañar en el sangrado no peligroso es de 167.
También pueden administrarse medicamentos trombolíticos mediante un catéter que se
coloca en las arterias pulmonares usando guía ultrasonográfica. Si bien estudios recientes han
demostrado el beneficio de una menor dosis de tratamiento trombolítico con guía ultrasonográ-
fica en comparación con la anticoagulación por sí sola, no se ha comparado con la administración
sistémica de trombolíticos. Debido a que la circulación pulmonar recibe 100% del gasto cardiaco
en comparación con las circulaciones cerebral o coronaria, puede asumirse que la dosis requerida
para lisar el coágulo no necesita ser tan alta como en el caso de un accidente vascular cerebral o
infarto de miocardio con elevación de ST, ni debe requerir un catéter especial para llevarla a la
Ecocardiografía, troponina,
péptido natriurético cerebral
Inestable o riesgo elevado Disfunción del ventrículo derecho, embolia Sin disfunción del
o embolia masiva pulmonar submasiva o de riesgo intermedio ventrículo derecho,
embolia pulmonar
estable o de
riesgo bajo
Ingreso a
cuidados
intensivos
Trombólisis sistémica o
Edad < 65 años Edad > 65 años Anticoagulación estándar
embolectomía quirúrgica
*Si no hay disfunción renal, administrar enoxaparina, 1 mg/kg SC; la dosis máxima no debe superar 80 mg dos veces al día. Si hay
disfunción renal, infusión de heparina IV con un bolo inicial de 70 mg/kg, sin que la dosis máxima exceda 6 000 unidades. Durante
la infusión de activador del plasminógeno tisular y 3 h después de la infusión, la infusión de heparina se dosifica a 10 U/kg/h o a un
máximo de 1 000 U/h. La dosis subsecuente se ajusta a 1.5-2 veces el tiempo de tromboplastina parcial activado con un
mantenimiento inicial de 18 U/kg/h.
Dosis adaptadas del estudio MOPETT.
Figura 238-1
circulación pulmonar para mitigar el riesgo de sangrado. Hasta que se realicen más estudios, la
dosis óptima de tratamiento trombolítico para pacientes con una embolia pulmonar submasiva
es una que cause el menor daño posible y represente el mayor beneficio económico. En la Figura
238-1 se ilustra un algoritmo de embolia pulmonar.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chatterjee S, Chakraborty A, Weinberg I, et al. Thrombolysis for pulmonary embolism and
risk of all-cause mortality, major bleeding, and intracranial hemorrhage: A meta-analysis.
JAMA. 2014;311(23):2414–2421.
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catheter directed thrombolysis for acute intermediate-risk pulmonary embolism. Circula-
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273–277.
239
Entender el manejo apropiado
del respirador en pacientes con
exacerbaciones agudas de asma
Salim Rezaie, MD y Anand K. Swaminathan, MD, MPH
PUNTOS CLAVE
■■ La ventilación invasiva del paciente asmático puede estar llena de peligros y conducir a
un mayor aumento de la morbilidad y la mortalidad.
■■ Un error frecuente en la ventilación del paciente asmático es ajustar el respirador para
“disipar” CO2 en un intento por resolver la acidosis respiratoria.
■■ Un concepto crítico en la ventilación del paciente asmático es usar una frecuencia res-
piratoria baja.
■■ El volumen corriente se basa en el peso corporal ideal y no en el peso corporal real.
■■ Si el uso de las frecuencias respiratorias bajas no resulta en un tiempo adecuado para la
exhalación, puede aumentarse el tiempo de flujo inspiratorio.
Lecturas recomendadas
Brenner B, Corbridge T, Kazzi A. Intubation and mechanical ventilation of the asthmatic
patient in respiratory failure. J Allergy Clin Immunol. 2009;124:S19–S28.
Papiris S, Kotanidou A, Malagari K, et al. Clinical review: Severe asthma. Crit Care.
2002;6(1):30–44.
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Rodrigo GJ, Rodrigo C, Hall JB. Acute asthma in adults: A review. Chest. 2004;125:
1081–1102.
240
Causas, evaluación y manejo
de la hemoptisis
Matthew P. Borloz, MD, FACEP
computarizada del tórax con contraste intravenoso. Los resultados de laboratorio dependen del
estado del paciente y pueden incluir marcadores de intensidad del sangrado e insuficiencia res-
piratoria (es decir, hemoglobina, gasometría arterial), estudios para diagnosticar la causa (como,
estudios de coagulación, tinción de Gram del esputo, bacilos acidorresistentes, dímero d), así
como pruebas para facilitar el tratamiento (es decir, tipo y cruzamiento).
Manejo
El tratamiento de los pacientes con hemoptisis masiva se realiza en condiciones ideales en una
instalación con acceso a neumología intervencionista (para taponamiento con globo, aplicación
hemostática tópica o lavado con solución salina helada), radiología intervencionista (para embo-
lización de la arteria bronquial) y cirugía torácica (para lobectomía o neumonectomía si fracasan
otras medidas). Deben hacerse arreglos para la transferencia al hospital cuando se anticipe que
el paciente pueda ameritar estos servicios. Los enfermos inestables requieren tratamiento inme-
diato para optimizar la oxigenación y la ventilación, y evitar la asfixia por sangre. La transfusión
de productos sanguíneos para corregir la anemia, optimizar la hemodinámica y corregir la coa-
gulopatía y la disfunción plaquetaria debe emprenderse desde el inicio. Si puede determinarse el
lado del sangrado a partir de los antecedentes, exploración o imágenes, debe colocarse al paciente
en posición de sangrado pulmonar hacia abajo para explotar la gravedad y evitar que la sangre se
escurra hacia el pulmón no hemorrágico.
En casos de hemoptisis masiva que resulta en insuficiencia respiratoria, debe realizarse
intubación endotraqueal o endobronquial. Es deseable usar una sonda 8.0 o de mayor tamaño
para facilitar la extracción del coágulo y la introducción de un broncoscopio flexible. Si se
ha determinado el lado del sangrado y este pone en riesgo la vida, el pulmón no afectado
puede aislarse mediante intubación del bronquio principal. Esto se intenta idealmente bajo
guía broncoscópica. La intubación del bronquio principal derecho se complica por la oclusión
del bronquio del lóbulo superior derecho, pero a menudo es la solución más rápida y segura
para la hemorragia del pulmón izquierdo. Si se realiza a ciegas, la rotación de la sonda endotra-
queal a 90 grados en dirección del lado deseado puede ayudar en la colocación correcta. Si esto
fracasa, puede considerarse la colocación de una sonda de dos vías o el uso de bloqueadores
bronquiales cuando esté disponible.
La mayoría de los pacientes en la sala de urgencias tendrá hemoptisis “no masiva”. Casi
todos los casos con < ~30 mL de sangre en 24 h pueden ser dados de alta, siempre y cuando
tengan signos vitales normales, un curso estable en la sala de urgencias y ausencia de trastornos
comórbidos significativos o de trastornos agudos que pongan en riesgo la vida. Lo que es más
importante, debe organizarse una referencia y un seguimiento oportunos.
PUNTOS CLAVE
■■ Inspeccionar cuidadosamente las cavidades oral y nasal para evaluar si hay una fuente de
sangrado en las vías respiratorias superiores.
■■ Considerar un aspirado nasogástrico y una prueba de pH del material para diferenciar
hematemesis de hemoptisis.
■■ Los pacientes con hemoptisis masiva deben a la larga tratarse en una instalación con
neumólogo intervencionista, radiólogo intervencionista y cirujano torácico.
■■ De identificarse, el pulmón sangrante debe colocarse en posición dependiente.
■■ En casos de hemoptisis masiva que pone en riesgo la vida, debe intentarse la intubación
del bronquio principal del pulmón que no sangra con una sonda tamaño 8.0 o mayor.
Lecturas recomendadas
Hurt K, Bilton D. Haemoptysis: Diagnosis and treatment. Acute Med. 2012;11(1):39–45.
Jean-Baptiste E. Clinical assessment and management of massive hemoptysis. Crit Care Med.
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Sakr L, Dutau H. Massive hemoptysis: An update on the role of bronchoscopy in diagnosis
and management. Respiration. 2010;80:38–58.
Yendamuri S. Massive airway hemorrhage. Thorac Surg Clin. 2015;25:255–260.
241
Uso de cánula nasal de flujo elevado
en pacientes con dificultad
respiratoria leve a moderada
por hipoxemia
Ross McCormack, MD y Jonathan Elmer, MD, MS
Los profesionales de urgencias a menudo clasifican a los pacientes con dificultad respiratoria en
categorías selectas con base en la gravedad de la enfermedad. Los pacientes con dificultad respi-
ratoria leve a moderada por lo general conservan la capacidad de fonación y no presentan hipoxe-
mia significativa, de acuerdo con la oximetría de pulso. En contraste, los casos con dificultad
respiratoria grave pueden tener hipoxemia significativa, hipercapnia y estado mental alterado,
o signos de insuficiencia respiratoria inminente (es decir, taquipnea grave, cianosis). Algunos
pacientes pueden incluso presentarse con una mezcla de hipoxemia e hipercapnia. La cánula
nasal de flujo elevado ha surgido como un tratamiento potencial para pacientes con insuficiencia
respiratoria hipoxémica leve a moderada.
Los dispositivos de cánula nasal de flujo elevado pueden suministrar hasta 60 L/min de oxí-
geno calentado humedecido a un paciente adulto. En contraste con la mascarilla estándar no rein-
halatoria que proporciona aire ambiental a través de orificios laterales, estos dispositivos pueden
suministrar una fracción de oxígeno inspirado (FiO2) cercana al 100% debido a índices de flujo que
superan el flujo inspiratorio máximo intrínseco del paciente. Los dispositivos de cánula nasal de
flujo elevado también pueden proporcionar una pequeña cantidad de presión teleespiratoria posi-
tiva (PEEP), aunque esto es motivo de controversia. Varios estudios han sugerido que estos dis-
positivos pueden generar ~5 a 8 cm H2O de PEEP. La cantidad de PEEP generada depende de la
posición de las puntas nasales y de si la boca del paciente está abierta o cerrada. Desgraciadamente,
la PEEP no puede medirse en estos dispositivos como puede hacerse con los dispositivos tradicio-
nales de ventilación no invasiva (p. ej., presión positiva continua de las vías respiratorias, presión
positiva binivel de las vías respiratorias). Los beneficios adicionales de estos dispositivos incluyen
la capacidad para reducir el espacio muerto en la vía respiratoria superior a través de un lavado de
dióxido de carbono y una mejor ventilación minuto. Por último, el aire calentado y humedecido
mejora la tolerancia del paciente al dispositivo y puede fomentar la depuración mucociliar.
A la fecha, la mejor evidencia del uso de una cánula nasal de flujo elevado es en el paciente
con hipoxemia aislada debido a neumonía que no requiere manejo inmediato de la vía respirato-
ria y ventilación mecánica. Un estudio prospectivo, multicéntrico, aleatorizado y controlado en
pacientes con insuficiencia respiratoria hipoxémica y trabajo respiratorio normal demostró una
menor mortalidad con el uso de cánula nasal de flujo elevado en comparación con ventilación
no invasiva. Es importante mencionar que la mortalidad fue un resultado secundario y el bene-
ficio se observó sobre todo en pacientes con neumonía. Se excluyeron del estudio pacientes con
neumopatía crónica. El dispositivo de cánula también puede usarse en pacientes con hipoxemia
debida a otras etiologías (es decir, insuficiencia cardiaca congestiva); sin embargo, la evidencia
que apoya su uso es menos sólida.
El uso del dispositivo de cánula para pacientes con insuficiencia respiratoria hipercápnica
se limita a informes de casos. Es importante considerar que estos dispositivos no tienen un efecto
directo sobre el volumen corriente o la frecuencia respiratoria, los dos principales determinantes
de la ventilación y el intercambio de dióxido de carbono. Los riesgos de utilizar el dispositivo de
cánula en esta población específica de pacientes incluyen la administración de niveles elevados
de oxígeno que pueden enmascarar el empeoramiento de la función pulmonar y la intubación
retrasada. Como resultado, el uso del dispositivo de cánula en pacientes con insuficiencia respira-
toria hipercápnica no puede recomendarse de forma sistemática.
La cánula nasal de flujo elevado también se ha usado para preoxigenación y para proporcio-
nar oxigenación apneica en pacientes que se someten a intubación en secuencia rápida. Destaca
que esto se ha empleado en pacientes obesos en estado crítico. Sin embargo, no hay estudios a la
fecha que hayan demostrado de manera formal el beneficio del dispositivo de cánula en caso de
preoxigenación en comparación con una mascarilla no reinhalatoria con cánula nasal.
Dado el tamaño del dispositivo y la falta de datos clínicos robustos, la cánula nasal de flujo ele-
vado en este ambiente no debe considerarse el estándar de atención. Si se utiliza para preoxigenar a
pacientes selectos antes de la intubación endotraqueal, debe considerarse una maniobra de empujón
mandibular para mantener la permeabilidad de la vía respiratoria y maximizar su efecto.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Frat JP, Thille AW, Mercat A, et al. High-flow oxygen through nasal cannula in acute h
ypoxemic
respiratory failure. N Engl J Med. 2015;372:2185–2196.
Gotera C, Diaz Lobato S, Pinto T, et al. Clinical evidence on high flow oxygen therapy and
active humidification in adults. Rev Port Pneumol. 2013;19(5):217–227.
Miguel-Montanes R, Hajage D, Messika J, et al. Use of high-flow nasal cannula oxygen therapy
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to-moderate hypoxemia. Crit Care Med. 2015;43(3):574–583.
Nishimura M. High-flow nasal cannula oxygen therapy in adults. J Intensive Care. 2015;3(1):15.
Vourc’h M, Asfar P, Volteau C, et al. High-flow nasal cannula oxygen during endotracheal intu-
bation in hypoxemic patients: A randomized controlled clinical trial. Intensive Care Med.
2015;41(9):1538–1548.
242
Intoxicación con alcohol y abstinencia
Candice Jordan, MD
559
Abstinencia de alcohol
Al otro extremo del espectro está la abstinencia de alcohol. Un estimado de 40% de todos los
pacientes con abuso de alcohol desarrolla un síndrome de abstinencia aguda de alcohol si dejan
de tomarlo o reducen su consumo sustancialmente. La abstinencia de alcohol tiene un espectro
clínico que se caracteriza por hiperactividad autónoma después de la descontinuación abrupta de
alcohol en pacientes que han desarrollado dependencia física.
La fisiopatología de la dependencia del alcohol es compleja. Se cree que el consumo cró-
nico de alcohol induce una remodelación de los neurotransmisores del sistema nervioso central,
en especial una disminución de los receptores GABA inhibitorios y aumento de los receptores
glutamatérgicos excitatorios. La interrupción abrupta del alcohol causa un desequilibrio en la
actividad de los neurotransmisores e hiperexcitabilidad del sistema nervioso central.
El diagnóstico de abstinencia de alcohol se basa en los antecedentes y la exploración física.
Es importante determinar la causa precipitante de la abstinencia de alcohol, ya que no debe
pasarse por alto una infección o lesión subyacente que pueda haber llevado a la suspensión del
alcohol. El médico debe mantener un elevado grado de sospecha para la abstinencia de alcohol
en pacientes en estado grave o que tienen un nivel de consciencia deprimido. Hay muchas herra-
mientas bien validadas para valorar la presencia y gravedad de la abstinencia de alcohol, que
incluyen las escalas CIWA, AWS y PAWSS.
Los síntomas de abstinencia de primer grado suelen iniciar 6 a 12 h después del último
trago. Los pacientes pueden presentar temblor, diaforesis, náusea, vómito, hipertensión y taqui-
cardia. Alrededor de 12 a 24 h del último trago, puede haber alucinaciones visuales y táctiles, con
un sensorio por lo demás claro. Aproximadamente 10% de los casos con síntomas de abstinencia
desarrolla convulsiones por abstinencia –casi siempre convulsiones tónico-clónicas generaliza-
das con un periodo posictal breve o ausente. El delirium tremens representa la manifestación más
grave de la abstinencia aguda de alcohol y en caso de no tratarse se acompaña de una mortalidad
muy elevada. Suele ocurrir 48 a 72 h después del último trago, pero puede no aparecer sino hasta
varios días después. Los síntomas incluyen desorientación, delirio, hipertermia, convulsiones y
agitación que pueden durar hasta por 5 a 7 días incluso con tratamiento. Los pacientes de mayor
edad, aquellos con antecedentes previos de delirium tremens y quienes presentan antecedentes
de beber en abundancia tienen un mayor riesgo de desarrollar delirium tremens. La abstinencia
de alcohol es un espectro continuo de síntomas, pero es importante recordar que no todos los
pacientes siguen el mismo curso clínico. El síndrome de abstinencia agudo puede iniciar con
síntomas leves y empeorar de forma progresiva o presentarse con delirium tremens.
El objetivo del tratamiento es minimizar la gravedad de los síntomas y evitar la progre-
sión a síntomas graves. No todos los casos requieren tratamiento médico u hospitalización. Las
intervenciones iniciales deben incluir disminuir la estimulación, lo que implica tranquilizar al
paciente y mantenerlo en un área oscura y calmada. Las benzodiacepinas representan el método
de referencia farmacológico para el tratamiento de la abstinencia de alcohol y a la fecha son los
únicos medicamentos que se ha comprobado que previenen el empeoramiento sintomático de la
abstinencia de alcohol. La elección de la benzodiacepina varía ampliamente con base en la práctica
clínica y todas son eficaces. Existe mayor evidencia para las benzodiacepinas de acción más pro-
longada (diacepam, clordicepóxido) dado que producen una abstinencia más suave. Sin embargo,
en pacientes de edad avanzada o con hepatopatía avanzada, el uso de sustancias de acción más
breve puede reducir el riesgo de sedar en exceso. Los pacientes con síntomas leves de abstinencia
probablemente puedan tratarse con formulaciones orales, en tanto que aquellos con síntomas
moderados a graves deben tratarse con medicamentos IV. El tratamiento motivado por los sínto-
mas es superior al tratamiento con dosis fijas y no hay un límite para la cantidad de benzodiace-
pinas que pueden administrarse a un paciente con síndrome de abstinencia agudo en situaciones
cuidadosamente monitoreadas. Puede estar justificado escalar el tratamiento para aquellos que
requieren dosis muy elevadas de benzodiacepinas y que siguen teniendo síntomas que empeoran.
En esos casos más raros, los barbitúricos pueden aumentar los efectos de las benzodiacepinas.
Además, propofol es otra opción terapéutica en pacientes con síntomas refractarios.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Allison M, McCurdy M. Alcoholic metabolic emergencies. Emerg Med Clin North Am.
2014;32(2):293–301. doi:10.1016/j.emc.2013.12.002.
Gold J, Nelson L. Ethanol withdrawal. In: Hoffman RS, Goldfrank LR, et al., eds. Goldfrank’s
Toxicologic Emergencies. 10th ed. New York, NY: McGraw-Hill Professional Publishing, 2015.
Kosten TR, O’Connor PG. Management of drug and alcohol withdrawal. N Engl J Med.
2003;349(4):405–407. doi:10.1056/nejm200307243490420.
Mirijello A, D’Angelo C, Ferrulli A, et al. Identification and management of alcohol with-
drawal syndrome. Drugs. 2015;75(4):353–365. doi:10.1007/s40265-015-0358-1.
Sachdeva A. Alcohol withdrawal syndrome: Benzodiazepines and beyond. J Clin Diagn Res.
2015;9:VE01–VE07. doi:10.7860/jcdr/2015/13407.6538.
243
Toxicidad por paracetamol:
reencontrarse con Matthew y Rumack
David Rose, MD
La causa más frecuente de insuficiencia hepática aguda en Estados Unidos es la intoxicación por
paracetamol. La toxicidad puede resultar de ingestiones intencionales o no intencionales, ya sea de
forma aguda o crónica. La toxicidad aguda comienza a ocurrir con ingestiones > 150 mg/kg en la
población pediátrica o más de 7.5 a 10 g en la población adulta en un periodo de 8 h. Las concentra-
ciones máximas en suero para intoxicación por paracetamol ocurren alrededor de 4 h posteriores a
la ingestión. La intoxicación por paracetamol se metaboliza más a menudo por la conjugación con
sulfato y glucurónido y se excreta en la orina. Un pequeño porcentaje se oxida por el sistema del
citocromo P450 a N-acetil-p-benzoquinona imina (NAPQUI) tóxica, que normalmente se conjuga
con glutatión. Si el sistema se ve superado, puede ocurrir una lesión hepática a través de NAPQI.
El antídoto para la intoxicación con paracetamol es la N-acetilcisteína (NAC), que actúa para resti-
tuir el glutatión y por lo tanto reduce los efectos tóxicos de NAPQI mediante conjugación.
Se evitan los errores frecuentes en la toxicidad por paracetamol al seguir los puntos que se
detallan a continuación.
Iniciar N-acetilcisteína de forma empírica en
ciertos pacientes con insuficiencia hepática
Si se sospecha intoxicación con paracetamol ante cualquier signo o síntoma de insuficiencia
hepática, entonces debe tratarse con NAC. La administración de NAC ha demostrado que dis-
minuye la morbilidad y mortalidad en la insuficiencia hepática inducida por toxicidad con para-
cetamol, sin importar la cronología.
Si la concentración de paracetamol está
por debajo de la línea de tratamiento,
entonces no iniciar N-acetilcisteína
En una sobredosis aguda, obtener las concentraciones séricas de paracetamol 4 h después de la inges-
tión. El nomograma de Rumack-Matthew predice el riesgo de hepatotoxicidad con base en la crono-
logía y la concentración de paracetamol. El nomograma solo puede usarse entre 4 y 24 h posterior a la
ingestión. Usar el nomograma de Rumack-Matthew modificado en el que la “línea de tratamiento”
se intersecta a 150 mcg/mL; las concentraciones de paracetamol por arriba de estos valores orientan
al tratamiento con NAC, en tanto que las menores no. La línea original inicia a 200 mcg/mL a 4 h. La
“línea de tratamiento” más conservadora se grafica 25% por debajo de la línea original (150 mcg/mL),
permite el margen de error y es recomendada por la Food and Drug Administration. La línea original
separó a las personas con y sin aminotransferasas elevadas que toman paracetamol. No es una línea que
separa a los pacientes con y sin insuficiencia hepática, aumentando aún más la sensibilidad de las líneas
de tratamiento para quienes requieren y no requieren tratamiento. Esta mayor seguridad da confianza
para no tratar concentraciones por debajo de esta línea. Si la concentración de paracetamol está por
encima de 150 mcg/mL, tratar con N-acetilcisteína.
Con productos de liberación sostenida, hay cierta incertidumbre sobre el abordaje más
seguro. Si bien algunos especialistas sugieren solo una concentración de paracetamol, puede ser
prudente considerar una concentración subsecuente de paracetamol a las 4 a 6 h cuando están
involucrados productos de liberación extendida. Debe notarse que el nomograma se diseñó y
validó para un solo valor de paracetamol. Puede ocurrir que se “crucen las líneas” del nomo-
grama con niveles subsecuentes, pero esto nunca ha afectado el resultado.
Si no hay certeza sobre el momento de ingestión, considerar la hora más temprana posible.
Esto permite un abordaje terapéutico más conservador. Si no puede estimarse una hora o la ven-
tana es > 24 h, verificar las concentraciones de paracetamol y aspartato aminotransferasa (AST)
e iniciar NAC si cualquiera de ellos está elevado. Si ambos niveles son normales, entonces no está
indicado el tratamiento con N-acetilcisteína.
Iniciar N-acetilcisteína de forma empírica
si la concentración de paracetamol se
conocerá hasta en 8 h
Si no puede obtenerse la concentración de paracetamol en un lapso de 6 a 8 h de la ingestión,
administrar NAC usando solo los antecedentes de ingestión de paracetamol mientras se esperan
los valores de laboratorio. NAC es más eficaz cuando se administra en un lapso de 8 h de la inges-
tión y por lo tanto el tratamiento empírico es benéfico hasta que se pueda guiar la terapéutica con
datos objetivos y el nomograma de Rumack-Matthew.
Tratar las ingestiones crónicas con base
en los antecedentes y concentraciones
de paracetamol/AST
Los pacientes con riesgo de intoxicación crónica por paracetamol incluyen aquellos con abuso de
alcohol, niños con fiebre y pacientes que usan medicamentos inductores de P450.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Melanson P. Acetaminophen. McGill Critical Care Medicine. November 2015. https://www.
mcgill.ca/criticalcare/teaching/files/toxicology/acetaminophen
Burns MJ, Friedman SL, Larson AM. Acetaminophen (paracetamol) poisoning in adults:
Pathophysiology, presentation, and diagnosis. UpToDate. October 2015.
Nelson LS, et al. Acetaminophen. Goldfrank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. China: McGraw-
Hill Education, 2011.
Rumack BH, Matthew H. Acetaminophen poisoning and toxicity. Pediatrics. 1975;55:871.
Sporer KA, Khayam-Bashi H. Acetaminophen and salicylate serum levels in patients with
suicidal ingestion or altered mental status. Am J Emerg Med. 1996:14(5):446–447.
244
Alteración mixta: considerar
intoxicación por salicilatos
Harry E. Heverling, DO y Tiffany C. Fong, MD
Los salicilatos se ubican entre los medicamentos conocidos más antiguos, dado que se ha regis-
trado el uso de salicilato contenido en la corteza de sauce por los antiguos sumerios y los egipcios.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American College of Medical Toxicology. Guidance Document: Management Priorities in Salicy-
late Toxicity. American College of Medical Toxicology Web site. Disponible en: http://
www.acmt.net/cgi/page.cgi/zine_service.html?aid=4210&zine=show. Consultado el 15 de
noviembre de 2015.
Chyka PA, Erdman AR, Christianson G, et al. Salicylate poisoning: An evidence-based
consensus guideline for out-of-hospital management. Clin Toxicol. 2007;45:95–131.
Greenberg MI, Hendrickson RG, Hofman M. Deleterious effects of endotracheal intubation
in salicylate poisoning. Ann Emerg Med. 2003;41:583–584.
Nelson L. Goldfrank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York: McGraw-Hill Medical Pub-
lishing Division, 2011.
Proudfoot AT, Krenzelok EP, Brent J, et al. Does urine alkalinization increase salicylate elimi-
nation? If so, why? Toxicol Rev. 2003;22:129–136.
245
Alcoholes tóxicos
Candice Jordan, MD
El metanol, el etilenglicol y el isopropanol son alcoholes tóxicos que cuando se ingieren pueden
causar alteraciones muy importantes. La intoxicación por alcoholes tóxicos es un tema que con-
templa la educación médica, pero en la práctica no es tan fácil de reconocer y tratar. Requiere
un índice elevado de sospecha por parte del médico tratante y una interpretación apropiada de
los datos de laboratorio. La ingestión aguda de todos los alcoholes puede causar embriaguez,
dependiendo de la cantidad ingerida. Los alcoholes en sí mismos no son agudamente tóxicos,
pero sus metabolitos pueden ser letales.
Todos los alcoholes se oxidan en el hígado por la deshidrogenasa del alcohol y la deshidro-
genasa de aldehído a sus metabolitos tóxicos. El etanol, que es el alcohol que se ingiere con mayor
frecuencia, también se une a la deshidrogenasa alcohólica, pero con una afinidad cerca de 10 a
20 veces mayor que otros alcoholes. Por lo tanto, la coingestión de etanol retrasa el metabolismo
de otros alcoholes, lo que retrasa el inicio de la acidosis y los síntomas, y en algunos casos puede
proteger al paciente de algunos de los efectos tóxicos.
El metanol es mejor conocido por su uso como líquido para limpiar parabrisas, pero
también puede encontrarse en el combustible de coches a escala, combustible sólido para cocinar
e incluso en lociones y perfumes. El metanol más a menudo se ingiere, pero hay informes de casos
de toxicidad por metanol debido a exposición transdérmica y por inhalación. Los pacientes suelen
experimentar síntomas de toxicidad por metanol 12 a 24 h después de una ingestión significativa.
El metanol se metaboliza a ácido fórmico, que es tóxico para la retina, nervio óptico y parénquima
cerebral. Los pacientes se quejan de alteraciones visuales, molestias gastrointestinales y disnea,
y pueden desarrollar ceguera irreversible, incluso a pesar de recibir un tratamiento apropiado.
El uso principal del etilenglicol es como anticongelante para los radiadores de automóviles.
Su sabor dulce y su color azul fluorescente lo hacen un buen objetivo para la ingestión no inten-
cionada en niños. Los pacientes suelen desarrollar síntomas 6 a 12 h después de su ingestión.
El etilenglicol se metaboliza a ácido glicólico (que causa acidosis) y después a ácido oxálico (que
produce los efectos tóxicos). El ácido oxálico forma un complejo con el calcio y se precipita en
los túbulos renales para provocar lesión renal aguda e incluso insuficiencia renal. Además, estos
pacientes pueden desarrollar convulsiones, coma e insuficiencia cardiovascular. Muchas fórmu-
las de anticongelante contienen fluoresceína (para detectar si hay fugas del radiador) y la orina de
algunos que han ingerido etilenglicol puede presentar fluorescencia si se examina con lámpara
de Wood en un lapso de 6 horas.
El isopropanol es diferente de otros alcoholes tóxicos en cuanto a que no causa acidosis y
tiende a ser menos tóxico que otros alcoholes. Más conocido como alcohol para uso tópico, el
alcohol isopropílico se encuentra ampliamente en el hogar por sus usos medicinales y también se
utiliza en varios productos cosméticos y farmacéuticos, incluyendo desinfectantes para manos.
Se metaboliza a acetona, que causa cetosis, pero no acidosis. Las características clínicas de la
ingestión de isopropanol incluyen depresión del sistema nervioso central que va de letargo a
coma, depresión respiratoria e incluso convulsiones. El isopropanol es un irritante directo de las
superficies de la mucosa y puede causar náusea, vómito y gastritis hemorrágica grave.
A la fecha, las pruebas rápidas para las concentraciones tóxicas de alcohol o sus metabolitos
no están ampliamente disponibles y por lo tanto no pueden guiar la necesidad de tratamiento.
De este modo, deben usarse otros marcadores sustitutos de la ingestión tóxica de alcohol para
establecer el diagnóstico. El metanol, el etilenglicol y el isopropanol son sustancias con activi-
dad osmótica que causan una brecha osmolar elevada. Es importante recordar que las brechas
osmolares varían de un paciente a otro y con el tiempo. Además, para poder calcular con preci-
sión la brecha osmolar, debe obtenerse un panel metabólico y las concentraciones de etanol al
mismo tiempo que la osmolalidad sérica. Existe controversia sobre si la brecha osmolar es motivo
de preocupación, dado que muchos trastornos pueden causar una brecha elevada. Una brecha
osmolar > 15 es elevada y una > 50 es muy preocupante para ingestión tóxica de alcohol. Con el
tiempo, a medida que el alcohol se metaboliza a su metabolito ácido, la brecha osmolar disminuye
y la brecha aniónica aumenta, causando acidosis de brecha metabólica grave. El isopropanol no
causa acidosis de brecha aniónica.
La base del tratamiento para las ingestiones de metanol y etilenglicol es la inhibición de
la deshidrogenasa alcohólica con fomepizol. Las ingestiones de isopropanol pueden tratarse con
cuidados de apoyo, ya que su metabolito no es tóxico. Fomepizol es in inhibidor competitivo de
la actividad de la deshidrogenasa alcohólica con una afinidad de casi 1 000 veces la de otros alco-
holes tóxicos y evita la formación de metabolitos tóxicos después de la ingestión tóxica de alcohol;
además, ha mostrado que disminuye la necesidad de hemodiálisis. Puede administrarse como un
bolo cada 12 h y no requiere monitoreo de la concentración sérica. En teoría, también puede usarse
etanol como tratamiento para la intoxicación con alcohol, ya que tiene una mayor afinidad por la
deshidrogenasa alcohólica. Sin embargo, fomepizol es muy superior porque se une a la deshidroge-
nasa alcohólica con mayor afinidad y tiene menos efectos adversos que el etanol.
Cualquier paciente con antecedentes plausibles de ingestión o con una brecha osmolar o
aniónica marcadamente elevada de etiología dudosa debe tratarse, hasta que se cuente con las
concentraciones de alcohol.
La hemodiálisis es el tratamiento definitivo, ya que elimina tanto el alcohol tóxico como
sus metabolitos. La hemodiálisis debe iniciarse en pacientes con daño a órgano terminal, acidosis
grave e insuficiencia renal aguda.
PUNTOS CLAVE
■■ Debe revisarse la brecha osmolar en pacientes que se presentan con exposición temprana
a alcoholes tóxicos.
■■ El isopropanol causa una brecha osmolar elevada, pero no una brecha aniónica elevada.
■■ La congestión con etanol puede llevar a un retraso en los síntomas y a acidosis.
■■ La presentación tardía de la ingestión alcohólica de metanol y etilenglicol puede tener
una brecha osmolar normal, pero una acidosis metabólica de brecha aniónica elevada.
■■ El tratamiento temprano con fomepizol puede evitar la necesidad de hemodiálisis.
Lecturas recomendadas
Buller GK, Moskowitz CB. When is it appropriate to treat ethylene glycol intoxication with
fomepizole alone without hemodialysis? Semin Dial. 2011;24(4):441–442.
McMartin K, Jacobsen D, Hovda K. Antidotes for poisoning by alcohols that form toxic
metabolites. Br J Clin Pharmacol. 2016;81(3):505–515. doi:10.1111/bcp.12824.
Slaughter RJ, et al. Isopropanol poisoning. Clin Toxicol. 2014;52(5):470–478.
The American Academy of Clinical Toxicology Ad Hoc Committee on the Treatment Guidelines
for Methanol Poisoning, et al. American Academy of Clinical Toxicology practice guidelines
on the treatment of methanol poisoning. J Toxicol Clin Toxicol. 2002;40(4):415–446.
Weiner S. Toxic alcohols. In: Hoffman RS, Goldfrank LR, et al., eds. Goldfrank’s Toxicologic
Emergencies. 10th ed. New York, NY: McGraw-Hill Professional Publishing, 2015.
246
Las cinco etapas de la toxicidad
por hierro: cuidado con el periodo
de latencia
Christina Clark, PA-C
Los complementos de hierro se utilizan con frecuencia en el ámbito ambulatorio para pacientes con
anemia por deficiencia de hierro, en vitaminas prenatales para pacientes embarazadas y en multivi-
tamínicos de venta libre. Los complementos de hierro pueden encontrarse en tres formas: gluco-
nato ferroso, sulfato ferroso y fumarato ferroso, y cada uno de ellos contiene una cantidad variable
de hierro elemental. La toxicidad por hierro puede ocurrir cuando se consumen grandes dosis, ya
sea de forma intencionada o no intencionada. En términos generales, los síntomas de toxicidad por
hierro ocurren una vez que se alcanzan dosis de 40 a 60 mg/kg. Después de que se han consumido
concentraciones tóxicas, las manifestaciones clínicas de la toxicidad por hierro pueden presentarse
en cinco etapas; sin embargo, las etapas a menudo se superponen. Por lo tanto, el médico debe estar
alerta al posible deterioro del paciente.
La primera etapa de la toxicidad por hierro puede presentarse 30 min a 6 h después de
la ingestión y suele incluir molestias gastrointestinales generalizadas que comprenden náusea,
vómito, diarrea y dolor abdominal. El paciente también puede presentar sangrado gastrointesti-
nal, con hematemesis o melena.
La segunda etapa de la toxicidad por hierro puede ocurrir 6 a 24 h después de la ingestión.
Los signos y síntomas pueden incluir letargo, taquicardia, hipotensión, hipovolemia y acido-
sis metabólica. El médico debe mantenerse alerta durante esta etapa, dado que los pacientes
con toxicidad de grado bajo y síntomas gastrointestinales leves pueden estar en resolución; sin
embargo, los pacientes con un alto grado de toxicidad pueden evolucionar y deteriorarse rápida-
mente hasta la siguiente etapa.
La tercera etapa de la toxicidad por hierro puede presentarse incluso a partir de 6 h des-
pués de la ingestión y hasta 72 h después de la misma, y se caracteriza por toxicidad y colapso
cardiovasculares. El paciente evoluciona a choque hipovolémico, distributivo o cardiogénico.
Pueden desarrollarse acidosis metabólica de brecha aniónica, coagulopatía, disfunción hepática,
insuficiencia renal, síndrome de dificultad respiratoria aguda y coma, que influyen en la morta-
lidad durante esta etapa de toxicidad.
La cuarta etapa de la toxicidad por hierro suele observarse 2 a 4 días después de la inges-
tión y se manifiesta con insuficiencia hepática grave y necrosis. Debido a la disfunción hepática,
puede ocurrir hipoglucemia. La insuficiencia hepática contribuye a la mortalidad durante esta
fase de la toxicidad.
La quinta y última etapa de la toxicidad por hierro se presenta 2 a 8 sem después de la
ingestión inicial. La presentación clínica más frecuente es obstrucción o estenosis intestinal
secundaria a cicatrización gastrointestinal.
Además de la identificación temprana de la toxicidad por hierro con base en los anteceden-
tes y la exploración física, el diagnóstico puede apoyarse en resultados de laboratorio y estudios con
imágenes. Los estudios de laboratorio estándar incluyen un panel de química completo, perfil hepá-
tico, biometría hemática completa, gasometría arterial o venosa, estudios de coagulación, lactato, tipo
y compatibilidad cruzada, prueba de embarazo si es apropiado y concentración sérica de hierro. Las
concentraciones séricas de hierro llegan a su máximo 4 a 6 h después de la ingestión (y a las 8 h para
las formulaciones de hierro de liberación lenta). Una radiografía abdominal puede confirmar la inges-
tión si hay tabletas radiopacas pero no puede descartar la ingestión aunque no se observen en la placa.
Las concentraciones séricas de hierro pueden correlacionarse con toxicidad a los siguientes
valores:
■■ < 300 mcg/dL: síntomas gastrointestinales mínimos
■■ 350 a 500 mcg/dL: síntomas gastrointestinales leves a moderados
■■ > 500 mcg/dL: toxicidad por hierro
■■ > 1 000 mcg/dL: morbilidad y mortalidad elevadas, insuficiencia hepática
Los pacientes con toxicidad por hierro deben sujetarse a monitoreo hemodinámico estre-
cho, cuidados de apoyo tempranos y reanimación intensiva con líquidos. Es conveniente realizar
lavado orogástrico con una sonda orogástrica de gran calibre para ayudar a la remoción de las
tabletas de hierro que se visualizan en la placa abdominal; sin embargo, las tabletas de hierro
pueden ser demasiado voluminosas para extraerse con una sonda orogástrica. Por lo tanto, debe
iniciarse la irrigación de todo el intestino en pacientes con grandes cantidades de tabletas de
hierro identificadas en la placa abdominal.
El antídoto para la toxicidad por hierro grave es el tratamiento con quelación mediante
deferoxamina intravenosa. La dosificación inicial de deferoxamina es de 15 mg/kg/h, con ajuste
recomendado al alza hasta una dosis máxima de 35 mg/kg/h. Aunque la duración típica del
tratamiento con deferoxamina es de 24 h, se recomienda una consulta telefónica con el centro
local de intoxicaciones y en Estados Unidos puede accederse a través de la línea de ayuda para
intoxicaciones al 1-800-222-1222. El profesional de urgencias debe reconocer los posibles efectos
adversos de deferoxamina, que incluyen hipotensión con dosis IV rápidas o altas, síndrome de
dificultad respiratoria aguda con tiempos de infusión prolongados y sepsis, dado que tanto la
toxicidad por hierro como la infusión de deferoxamina pueden predisponer a los pacientes a una
infección por Yersinia enterocolitica. Además, se recomienda una consulta gastroenterológica y
de medicina crítica.
Las recomendaciones de disposición para pacientes con toxicidad por hierro en la sala de
urgencias incluyen:
■■ La ingestión de 10 a 20 mg/kg puede observarse en 6 a 12 h; los pacientes con manifestaciones
gastrointestinales mínimas o ausentes pueden ser dados de alta, con seguimiento estrecho.
■■ La ingestión de 20 a 60 mg/kg debe llevar a hospitalización para observación.
■■ La inestabilidad hemodinámica, letargo, choque o acidosis metabólica obligan al ingreso a la
unidad de cuidados intensivos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chyka PA, Butler AY. Assessment of acute iron poisoning by laboratory and clinical observa-
tions. Am J Emerg Med. 1993;11:99–102.
Hernandez SH, Lewis NS, eds. Iron. In: Tintinalli JE, Stapczynski JS, Cline DM, et al., eds.
Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed. New York, NY: McGraw-Hill
Medical Publication Division, 2011:1283–1287.
Jeanmarie P, Howland MA. Iron. In: Goldfrank LR, Nelson LS, Howland MA, et al., eds.
Goldfrank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York, NY: McGraw-Hill Medical Publica-
tion Division, 2011:596–607.
Liebelt EL, Kronofol R. Acute iron poisoning. In: Burns MM, Train SJ, Wiley JF II, eds.
247
¡No pasar por alto los síndromes
anticolinérgicos!
Theodore Fagrelius, MD
gica es solo un aspecto. Debe considerarse la fisostigmina como una prueba diagnóstica y como
una medida terapéutica en caso de síndrome anticolinérgico central; puede usarse una dosis de
prueba para confirmar la presencia de toxicidad anticolinérgica. La reversión rápida del estado
mental anormal es consistente con el diagnóstico.
Las medidas de urgencia y de apoyo incluyen mantener una vía respiratoria abierta y apoyo
ventilatorio, según se requiera. La descontaminación con carbón activado puede administrarse
en condiciones apropiadas en que el paciente esté alerta y cooperativo y el carbón pueda adminis-
trarse en un lapso de apenas 1 h de la ingestión. El toxíndrome anticolinérgico suele tratarse con
medidas de apoyo (líquidos, enfriamiento, etc.), benzodiacepinas y fisostigmina.
Para fármacos específicos y tratamiento con antídoto, puede administrarse una pequeña
dosis de fisostigmina (un inhibidor reversible de la acetilcolinesterasa, que aumenta la concen-
tración sináptica de acetilcolina para superar el bloqueo del receptor tóxico) a los pacientes con
toxicidad anticolinérgica grave (p. ej., hipertermia, delirio grave y taquicardia). Sin embargo, la
mayoría de los pacientes se encuentra bien solo con atención de apoyo. La dosis de fisostigmina
es de 0.5 a 1.0 mg de bolo IV lento a lo largo de 2 a 5 min, que puede repetirse con incrementos
de 0.5 mg hasta un total de 2 mg a lo largo de la primera hora. El inicio de acción es en 3 a 8 min,
la duración del efecto es de 30 a 90 min y la vida media de eliminación es de 15 a 40 min. Debe
tenerse precaución con la fisostigmina ya que puede causar alteraciones de la conducción cardiaca,
bradiarritmias y asistolia, en especial en pacientes que consumen antipsicóticos, con sobredosis
de antidepresivos tricíclicos o QRS prolongado > 100. También debe administrarse fisostigmina
con cautela en pacientes con enfermedad reactiva de las vías respiratorias, obstrucción intestinal
y antecedentes de convulsiones. Asimismo, fisostigmina tampoco debe usarse al mismo tiempo
que bloqueadores neuromusculares despolarizantes (p. ej., succinilcolina). El paciente debe estar
conectado a un monitor cardiaco cuando se administre fisostigmina.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chadwick A, Ash A, Day J, et al. Accidental overdose in the deep shade of night: A warning on
the assumed safety of ‘natural substances’. BMJ Case Rep. 2015, publicado en línea el 5 de
noviembre de 2015. doi:10.1136/bcr-2015-209333.
Heritage E, Shih R. Chapter 247. In: Kazzi ZN, Shih R. eds. Resident & Student Association
Toxicology Handbook. 2nd ed. Milwaukee, WI: AAEM, 2011:27–28.
Kimlin EJ, Easter JS, Ganetsky M. A 46-year-old woman with altered mental status and gar-
bled speech. J Emerg Med. 2009;37(1):69–74.
Olson KR, et al. Poisoning & Drug Overdose. 5th ed. New York: McGraw Hill, 2007:85–87,
497–499.
Watkins JW, Schwarz ES, Arroyo-Plasencia AM, et al. The use of physostigmine by toxicolo-
gists in anticholinergic toxicity. J Med Toxicol. 2015;11(2):179–184.
248
Intoxicación colinérgica
Theodore Fagrelius, MD
El toxíndrome colinérgico es producido por un exceso del neurotransmisor acetilcolina (ACh), que
resulta en una estimulación excesiva de los receptores muscarínicos y nicotínicos. Este síndrome
puede ser causado por inhibidores de la acetilcolinesterasa (p. ej., medicamentos como neostigmina,
rivastigmina y fisostigmina; plaguicidas y gas nervioso), muscarínicos (p. ej., betanecol, pilocarpina
y hongos) y nicotínicos (p. ej., nicotina). Los plaguicidas que contienen organofosforados y carba-
mato causan toxíndrome colinérgico. El carbamato se refiere de forma inespecífica a un compuesto
químico que también está presente en muchos medicamentos inhibidores de la acetilcolinesterasa.
El síndrome de toxicidad colinérgica incluye una gran variedad de causas, pero más a menudo se
observa en caso de intoxicaciones por plaguicidas (organofosfatos o variedad de carbamato).
La presentación inicial de un paciente con toxíndrome colinérgico puede variar amplia-
mente con base en el índice de acción de la toxina individual, la vía de absorción, la distribu-
ción de lípidos y su metabolismo. El diagnóstico se establece clínicamente y los antecedentes de
exposición o ingestión de la toxina son fundamentales (¿La ingestión de un medicamento fue
intencional o accidental? ¿Hubo exposición a plaguicidas? ¿Fue un ataque con gas nervioso?).
La inhibición de la acetilcolinesterasa conduce a un aumento de la ACh sináptica en los sitios
receptores colinérgicos nicotínicos y muscarínicos tanto centrales como periféricos. Hay recep-
tores tanto nicotínicos como muscarínicos en el cerebro que contribuyen a los signos y síntomas
de depresión respiratoria, letargo, convulsiones y coma. A nivel periférico, los receptores mus-
carínicos se ubican en los órganos efectores del sistema parasimpático. La estimulación causa
bradicardia, miosis, sudación, hiperperistalsis, cólicos abdominales, náusea, broncorrea, sibilan-
cias, salivación excesiva, incontinencia urinaria y convulsiones. La estimulación de los receptores
nicotínicos en los ganglios autónomos activa tanto el sistema parasimpático como el simpático,
con resultados impredecibles. Esto suele causar fasciculaciones musculares, calambres, temblo-
res, hipertensión y midriasis. La frecuencia de estimulación excesiva puede en realidad ocasionar
bloqueo de la despolarización, como en el caso de la succinilcolina, lo que conduce a debilidad y
parálisis. Así, la taquicardia y la hipertensión iniciales pueden ir seguidas de bradicardia y blo-
queo cardiaco, y las fasciculaciones musculares pueden ir seguidas por parálisis. Combinada con
aumento de las secreciones y broncoespasmo, la debilidad de los músculos respiratorios produce
la muerte por insuficiencia respiratoria.
El tratamiento se enfoca en la protección intensiva de las vías respiratorias, uso liberal de
atropina para el control de las secreciones excesivas de las vías respiratorias, descontaminación y,
en caso de los compuestos organofosforados, administración temprana del antídoto pralidoxima
(2-PAM), que reactiva la colinesterasa. El reconocimiento sin demora de la toxicidad y la inter-
vención temprana suelen lograr una recuperación completa.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chowdhary S, Bhattacharyya R, Banerjee D. Acute organophosphorus poisoning. Clin Chim
Acta. 2014;431:66–76.
Exner CJ, Ayala GU. Organophosphate and carbamate intoxication in La Paz, Bolivia. J Emerg
Med. 2009;36(4):348–352.
Kazzi ZN, Shih R, eds. Resident & Student Association Toxicology Handbook. 2nd ed. Milwau-
kee, WI: AAEM, 2011:297–300.
Olson KR, et al. Poisoning & Drug Overdose. 5th ed. New York, NY: McGraw Hill/Lange,
2007:28–29, 292–296.
Raucci U, et al. Transient cardiac effects in a child with acute cholinergic syndrome due to
rivastigmine poisoning. J Emerg Med. 2014;47(1):21–25.
249
Un fármaco cardiaco favorito
de antaño: digoxina
Daniel B. Savage, MD, MPH
La digoxina es un glucósido cardiaco usado para tratar la insuficiencia cardiaca y las arritmias
cardiacas supraventriculares, como la fibrilación auricular y el aleteo (flúter) auricular. Si bien
este medicamento no se prescribe con frecuencia, su estrecha ventana terapéutica deja a los
pacientes susceptibles a la toxicidad tanto aguda como crónica.
La digoxina actúa inhibiendo la bomba cardiaca de Na/K ATPasa, lo que lleva a un
aumento del sodio intracelular y un influjo subsecuente de calcio a través de la bomba Na/Ca
que causa un aumento de la contractilidad miocárdica, ¡que es útil en la insuficiencia cardiaca!
La digoxina también suprime la conducción nodal AV, lo que aumenta el periodo refractario y
disminuye las frecuencias ventriculares rápidas debido a arritmias auriculares.
Por su mecanismo de acción, la presentación clínica primaria de la toxicidad por digo-
xina son las arritmias cardiacas, seguidas por anormalidades electrolíticas (hiperpotasiemia
en sobredosis aguda, hipopotasiemia en sobredosis crónica), trastornos gastrointestinales (es
decir, náusea/vómito/dolor abdominal) y disfunción neurológica (confusión/debilidad). La
toxicidad cardiaca aguda tiene amplias manifestaciones electrocardiográficas, pero suele incluir
bradicardia, aplanamiento/inversión de la onda T, acortamiento del intervalo QT, depresión de
PUNTOS CLAVE
■■ La ventana terapéutica para digoxina es muy estrecha, lo que lleva a toxicidad tanto
aguda como crónica de digoxina. La insuficiencia renal conduce a una depuración de
digoxina reducida y concentraciones séricas de digoxina elevadas.
■■ Las concentraciones séricas de digoxina no siempre se correlacionan con el cuadro clínico.
Los pacientes pueden estar asintomáticos con concentraciones elevadas en una ingestión
aguda y solo se vuelven sintomáticos cuando el fármaco se ha equilibrado en las células.
■■ La hipomagnesiemia puede aumentar la captación miocárdica de digoxina. Debe ase-
gurarse que las concentraciones séricas de magnesio estén optimizadas en la sobredosis
de digoxina.
■■ Después de la administración de digoxina inmune Fab, las concentraciones séricas de
digoxina ya no son precisas. Usar el cuadro clínico del paciente para determinar si
se requiere más digoxina inmune Fab.
■■ La digoxina inmune Fab restaura la función de la bomba de Na/K ATPasa, que impulsa
el potasio intracelular, debiendo tener cuidado por una posible hipopotasiemia rápida
con el tratamiento.
Lecturas recomendadas
Ehle M, et al. Digoxin: Clinical highlights: A review of digoxin and its use in contemporary
medicine. Crit Pathw Cardiol. 2011;10(2):93–98.
Howland MH, Ann M. Antidotes in depth (A20): Digoxin-specific antibody fragments.
In: Nelson LS, et al., eds. Goldfrank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York, NY:
McGraw-Hill, 2011.
Kanji S, et al. Cardiac glycoside toxicity: More than 200 years and counting. Crit Care Clin.
2012;28(4):527–535.
Kashani J. Cardiac glycosides. In: Wolfson AB, et al., eds. Harwood-Nuss’ Clinical Practice of
Emergency Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Wolters Kluwer, 2014.
250
¿Ha considerado el tratamiento
de emulsión lipídica intravenosa?
Aaryn K. Hammond, MD y
Donald W. Alves, MD, MS, FACEP
Las ingestiones tóxicas son una presentación frecuente y complicada en la sala de urgencias. Los
pacientes pueden haber ingerido medicamentos de forma accidental o puede tratarse de una
ingestión intencional como la que se observa en los intentos de suicidio. Hay diversos tratamien-
tos para las ingestiones tóxicas y es importante recordar que cada ingestión debe manejarse con
estas opciones en mente. Específicamente, es imperativo incluir la emulsión lipídica intravenosa
en el repertorio de tratamientos contra los efectos negativos de las toxinas.
Se informó de este tratamiento por primera vez en 1962 destinado para revertir los efectos
neurológicos de la toxicidad por barbitúricos en ratas. El primer informe de caso en humanos se
documentó en 2006 en un caso de paro cardiaco debido a toxicidad por bupivacaína. A pesar de
estos antecedentes, hay datos limitados tanto de la comprensión que se tiene sobre la farmacoci-
nética del tratamiento con emulsión lipídica intravenosa como de registros relacionados con su
uso. Si bien hay estudios en animales, la investigación en sujetos humanos se limita a informes
de casos. Hay dos teorías dominantes relacionadas con cómo es que funciona este tratamiento
para las sobredosis. La primera se conoce como la teoría del “fregadero de lípidos”, también
llamada teoría de partición, la cual sostiene que la emulsión de lípidos crea un gradiente de
concentración, el cual atrae al agente lipofílico fuera del suero y por lo tanto lo aleja de los
receptores debido a la elevada solubilidad lipídica de los agentes. Este abordaje ha mostrado ser
incompleto debido a que los informes exitosos incluyen fármacos más lipofóbicos. La segunda
teoría se enfoca en la capacidad de los fosfolípidos y los triglicéridos de ser una fuente alterna de
energía para los miocitos cardiacos. Dado que algunos anestésicos locales demuestran la capaci-
dad de bloquear la actividad de la translocasa carnitina-acilcarnitina (CACT), pueden prevenir
la entrada de los ácidos grasos de cadena larga a la mitocondria celular, donde se requieren como
fuente de energía. En esta teoría, se cree que grandes cantidades de lípidos pueden superar este
bloqueo y proporcionar una fuente de energía, lo que revierte la depresión cardiaca. Una crítica
frecuente a este modelo es su incapacidad para explicar por qué la emulsión lipídica intravenosa
también revierte los efectos no cardiacos, como la toxicidad neurológica.
Los informes de casos han demostrado el uso exitoso de la emulsión lipídica intravenosa,
sobre todo para toxicidad sistémica por anestésicos locales debido a fármacos como bupivacaína y
lidocaína; sin embargo, su uso también se ha demostrado en diversas ingestiones tóxicas de anesté-
sicos que no son locales, como amitriptilina, citalopram, bupropión, venlafaxina, quetiapina, vera-
pamilo, diltiazem, propanol, amlodipina, difenhidramina, cocaína y muchos más. En estos informes
de casos se registra una mejoría tanto cardiaca como neurológica cuando la emulsión lipídica intra-
venosa se administra a los pacientes. Sorprendentemente, se ha demostrado éxito en ingestiones
no lipofílicas, como metoprolol y lamotrigina. Si bien no hay consenso sobre la formulación prefe-
rida, el esquema de dosificación exacto o las indicaciones de uso, existen ciertas recomendaciones.
Las recomendaciones actuales de la American Society of Regional Anesthesia and Pain Medicine
(ASRA) respaldan el uso de la emulsión lipídica intravenosa para el tratamiento de la toxicidad
sistémica por anestésicos locales y recomiendan un bolo de tratamiento de emulsión lipídica al 20%
a 1.5 mL/kg IV a lo largo de 1 min, con un bolo repetido según se requiera para colapso cardio-
vascular persistente, seguido por una infusión continua de 0.25 mL/kg/min por al menos 10 min
después de la recuperación hemodinámica. Recomiendan un límite superior de 10 mL/kg en los
primeros 30 min. A pesar de estas guías, existe una amplia variación entre la práctica clínica y el
uso se recomienda en consulta con el departamento de control de intoxicaciones. También se han
documentado casos de resultados favorables tanto en pediatría como en el embarazo.
No obstante muchos resultados positivos, ha habido algunos efectos secundarios docu-
mentados, que se cree están relacionados con el uso de emulsión lipídica intravenosa. Algunos
de estos efectos documentados con frecuencia incluyen un fracaso analítico debido a concentra-
ciones elevadas de lípidos en las muestras de sangre después de su administración, lo que afecta
la capacidad para interpretar correctamente algunos valores de laboratorio, hiperlipidemia, pan-
creatitis y síndrome de dificultad respiratoria aguda, que, según algunos informes, pueden ser
menos probables con menores velocidades de infusión.
Como médicos, a menudo ejercemos un importante papel en el diagnóstico y tratamiento
inicial de las ingestiones tóxicas. Es esencial estar preparados para esta tarea y estar familiariza-
dos con las opciones de tratamiento existentes. Al tratar ingestiones tóxicas, es importante antes
que nada estabilizar al paciente usando el muy familiar ABC. Después, al seguir manejando a un
paciente que está grave debido a una ingestión tóxica, estar consciente de los recursos disponi-
bles, incluyendo consultar al centro de control de intoxicaciones, estar preparados para tratar las
ingestiones con los medicamentos disponibles y considerar las emulsiones lipídicas intravenosas
como un curso de acción opcional.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Arora N, Berk W, Aaron C, et al. Usefulness of intravenous lipid emulsion for cardiac tox-
icity from cocaine overdose. Am J Cardiol. 2013;111(3):445–447. doi:10.1016/j.amj-
card.2012.10.022.
Cao D, Heard K, Foran M, et al. Intravenous lipid emulsion in the emergency department: A
systematic review of recent literature. J Emerg Med. 2015;48(3):387–397. doi:10.1016/j.
jemermed.2014.10.009.
Eren Cevik S, Tasyurek T, Guneysel O. Intralipid emulsion treatment as an antidote in
lipophilic drug intoxications. Am J Emerg Med. 2014;32(9):1103–1108. doi:10.1016/j.
ajem.2014.05.019.
Garrett R, Kaura V, Kathawaroo S. Intravenous lipid emulsion therapy—The fat of the land.
Trends Anaesth Crit Care. 2013;3(6):336–341. doi:10.1016/j.tacc.2013.04.001.
Presley J, Chyka P. Intravenous lipid emulsion to reverse acute drug toxicity in pediatric
patients. Ann Pharmacother. 2013;47(5):735–743. doi:10.1345/aph.1r666.
251
Manejo del paciente con calor e inquieto:
sobredosis de simpaticomiméticos
Arun Nair, MD, MPH
En medicina de urgencias, tarde o temprano se presenta este difícil paciente: no pueden obte-
nerse antecedentes apropiados, todos sus signos vitales están desacoplados, es imposible man-
tenerlo en cama o colocar una línea intravenosa y sus enfermeras están muy frustradas. He aquí
como mantener la calma.
Trate primero a su paciente y después sus cifras
Recuerde el toxíndrome simpaticomimético: hipertérmico, taquicárdico, hipertenso y diaforé-
tico, ¿por dónde empezar? Los pacientes con toxicidad simpaticomimética se encuentran en
un estado hiperadrenérgico debido a lo que sea que hayan tomado. Sin importar la sustancia
particular ingerida, la agitación altera la estabilidad de los signos vitales. Si se busca cuidar del
paciente, primero debe aliviarse la agitación. No hay que desperdiciar tiempo tratando de averi-
guar exactamente qué fue lo que tomo, ya que en realidad no importa en la mayoría de los casos.
Al igual que con muchas otras ingestiones sin un fármaco de reversión particular (e incluso en
aquellos que sí cuentan con uno), los objetivos son el control de los síntomas, la seguridad del
paciente y permitir que el metabolismo y la depuración se hagan cargo del resto. Las precisiones
de cada posible ingestión de esta clase no son algo que deba memorizarse o sobre lo que haya
que preocuparse en exceso para ofrecer una atención adecuada. Con demasiada frecuencia, los
pacientes se presentan con ingestión de múltiples sustancias, lo que dificulta aún más establecer
el diagnóstico de un toxíndrome particular. Claro que debe obtenerse la detección en orina, pero
hay tantas variantes a la fecha que no resultan positivas. Solo hay que enfocarse en los síntomas
de presentación y tratarlos. El paciente está agitado y antes que nada necesita sedación. ¿Cuál es
el fármaco de primera línea en este caso?
Benzodiacepinas
Las benzodiacepinas son la respuesta –en grandes cantidades hasta que se logre el efecto deseado.
Hay muchas discusiones sobre cuál fármaco es mejor, pero la respuesta real es cualquier fármaco
con el que el médico y el personal estén familiarizados y se sientan cómodos con su uso. Dicho lo
anterior, debe considerarse comenzar con diacepam debido a su rápido pico de inicio y duración
breve de efecto, a pesar de sus metabolitos activos conocidos. Las dosis repetidas de diacepam
cada 5 a 7 min por lo general dan buenos resultados (5, 10, 10, 20 mg); el único error es ser
demasiado tímido en la dosificación y no conseguir una sedación adecuada o no dar suficiente
tiempo entre cada dosis. Pasar a una dosis IV tan pronto como sea posible, ya que los efectos IM
son menos predecibles. Sí, estos medicamentos son depresores respiratorios, pero la dosificación
calmada y metódica casi nunca hará que un paciente verdaderamente agitado pierda su vía res-
piratoria. Estos enfermos tienden en general a ser más jóvenes, lo que permite que toleren bien
las benzodiacepinas. Aunque dexmedetomidina está en el horizonte después de haber probado
su eficacia en cuidados intensivos, la mayoría de los profesionales no tiene acceso a este fármaco
en la sala de urgencias, el personal no está familiarizado con él y requiere infusión continua
después de la carga inicial. Los antipsicóticos tienen un tiempo de inicio demasiado largo (15
a 20 min incluso para IV), duran 6 a 8 h y pueden reducir el umbral convulsivo en un paciente
con antecedentes médicos desconocidos. Sin embargo, algunos promueven su uso como coadyu-
vantes, administrando una sola dosis con la ronda inicial de benzodiacepinas. Si la intubación se
vuelve necesaria, evitar la ketamina (disociar a un paciente agitado puede no ser el mejor plan) y
evitar los fármacos despolarizantes, que prolongan los efectos de la cocaína y pueden empeorar
la hiperpotasiemia o potenciar arritmias en la rabdomiólisis/hipertermia.
Efectos cardiovasculares
Una vez que el paciente está adecuadamente sedado, volver a valorar los signos vitales. Si per-
manece significativamente hipertenso (presión diastólica > 100), puede requerirse una mayor
intervención, dado que los simpaticomiméticos ejercen sus efectos vasoactivos mediante acti-
vación tanto alfa 1 como beta. Cualquier síntoma neurológico focal, incluyendo cefaleas inten-
sas, requiere una tomografía craneal, y el dolor torácico siempre amerita un electrocardiograma
repetido. (Todos estos pacientes requieren electrocardiogramas iniciales.) En sobredosis graves,
la cocaína puede producir bloqueo de los canales de sodio, con ensanchamiento de QRS e ino-
tropía negativa. Si ocurre ensanchamiento de QRS, administrar bolos de NaHCO3 hasta que el
complejo se estreche. Estar al tanto del mayor riesgo por el uso concurrente de cocaína y alcohol.
El metabolito resultante, cocaetileno, potencia los efectos neurotóxicos y cardiotóxicos de cual-
quiera de los dos por sí solos.
Aunque se ha puesto en duda la evidencia subyacente, sigue siendo parte de la práctica están-
dar evitar el uso de betabloqueadores como antihipertensivos debido a la estimulación alfa sin oposi-
ción resultante. Aquí los fármacos de elección son fentolamina (5 a 10 mg IV cada 10 min) o un goteo
de nitroprusiato (empezar con 0.3 mcg/kg/min, ajustar en 0.5 mcg, máximo 10 mcg/kg/min).
Si se inicia uno de estos medicamentos vasoactivos, el paciente requiere una línea arterial,
forzosamente.
Hipertermia
La hipertermia en la mayoría de los pacientes se resuelve o mejora significativamente una vez que
se encuentran sedados en forma adecuada. Una advertencia es que estas ingestiones (MDMA/
drogas de diseño/cocaína) a menudo tienen lugar en antros o centros nocturnos donde hace
mucho calor y en los que el paciente se ha agotado y deshidratado. Esto debe hacerle pensar en
rabdomiólisis, en especial si hay mioclono o temblores. Iniciar líquidos intravenosos y monito-
rear las concentraciones de cinasa de creatina. Aunque la inmersión en un baño de hielo es el
método más rápido para disminuir la temperatura central, es más fácil decirlo que hacerlo. Si la
temperatura central permanece > 38.8 °C, desnudar al paciente, proteger las axilas y las ingles y
empacarlas con hielo, mojar la piel (los atomizadores funcionan muy bien) y dirigir ventiladores
directamente sobre el paciente para lograr un efecto de “agua y viento”. Este es un método eficaz
de enfriamiento y las benzodiacepinas administradas deben ayudar a evitar los escalofríos, que
resultan contraproducentes. Hay que asegurarse de verificar la temperatura central con frecuen-
cia de modo que no se exagere la hipotermia. Una idea excelente es la colocación de una sonda
de Foley que detecte temperatura en estos pacientes (una vez que estén adecuadamente sedados)
para la medición continua de la temperatura y el gasto urinario.
Lesión concomitante
Estos pacientes son a menudo parte de una población vulnerable con alto riesgo de comorbilidades
médicas y lesiones traumáticas no atendidas que no deben pasarse por alto al tratar el toxíndrome.
Asimismo, el paciente tuvo que encontrar la manera de consumir la sustancia causal de algún
modo y estas vías pueden constituir problemas subyacentes. Fumar crack y anfetaminas requiere
altas temperaturas, que causan quemaduras en las vías respiratorias, edema pulmonar, neumotó-
rax y pulmón de crack. Estos pacientes a menudo tienen cambios enfisematosos subyacentes, que
también pueden estar presentes en la exacerbación aguda. En quienes consumen cocaína debe con-
siderarse la presencia de úlceras sangrantes. Si su práctica se encuentra en un área con un tráfico
importante de drogas, el paciente puede ser una mula y en ese caso se requiere irrigación intestinal
total o intervención quirúrgica. Por último, debe desnudarse por completo al paciente y buscar
signos de infección cutánea en los sitios de inyección de la droga, ya que se corre el riesgo de pasar
por alto una sepsis en desarrollo en el arduo camino de tratar estas toxicologías.
PUNTOS CLAVE
■■ Una vez que se ha identificado el toxíndrome, debe darse prioridad a resolver la agita-
ción del paciente frente a la identificación de la sustancia o el manejo farmacológico de
las alteraciones vitales.
■■ Las benzodiacepinas son el fármaco de elección y deben administrarse de forma metó-
dica y no reaccionaria.
■■ Los simpaticomiméticos son estimuladores alfa y beta potentes con efectos cardiotó-
xicos/neurotóxicos y los pacientes deben someterse a detección para lesiones vascu-
lares. La hipertensión resultante puede requerir reversión con fármacos distintos a los
betabloqueadores.
■■ La agitación y las circunstancias de la ingestión simpaticomimética aumentan el riesgo
del paciente de hipertermia y rabdomiólisis, que pueden requerir monitoreo de la tem-
peratura y del gasto urinario.
Lecturas recomendadas
DeSilva DA, Wong MC, Lee MP, et al. Amphetamine-associated ischemic stroke: clinical pre-
sentation and proposed pathogenesis. J Stroke Cerebrovasc Dis. 2007;16:185.
Nelson, Lewis, ed. Goldfrank’s toxicologic emergencies. New York: McGraw-Hill Medical, 2011.
Richards JR, Albertson TE, Derlet RW, et al. Treatment of toxicity from amphetamines, related
derivatives, and analogues: a systematic clinical review. Drug Alcohol Depend. 2015;1:150.
252
Nuevas drogas de abuso
Chelsea Williamson, MPAS, PA-C
Derivados de la piperazina
Algunos de sus nombres callejeros incluyen pastillas de fiesta, éxtasis legal, furia benzo, MDAI,
exótica súper fuerte, entre otras.
Sintetizadas originalmente en el laboratorio como antihelmínticos, se encontró que el com-
puesto activo N-benzilpiperazina (BZP) tenía efectos similares a la anfetamina al estimular la libera-
ción de serotonina, así como al inhibir su recaptación. Desde 2004, el uso de derivados de piperazina
como drogas recreativas ha aumentado exponencialmente junto con el desarrollo de generaciones más
nuevas de compuestos similares a BZP. Sus efectos duran entre 6 y 8 h después de ingerirse. Los sín-
tomas incluyen euforia, hiperactividad, aumento de la energía, cefalea, vómito, ansiedad, taquicardia,
QT prolongado y convulsiones.
Al igual que con la mayoría de las drogas de abuso emergentes, poco se ha estudiado acerca
del manejo de estas ingestiones específicas. Como tales, desafortunadamente no hay antídotos
y los pacientes tienen que tratarse de forma sintomática de acuerdo con su caso individual. Si
el paciente no quiere o no puede ofrecer antecedentes de uso de cannabinoides sintéticos, cati-
nona o piperazina, entonces el diagnóstico puede convertirse en un desafío. Dado que estos
compuestos son imperceptibles en las detecciones sistemáticas de toxicología, los profesionales
deben basar su manejo solo en los antecedentes y la presentación clínica. Debido a la naturaleza
hostil y violenta de los pacientes que han ingerido estos compuestos sintéticos, con frecuencia
se administran cocteles de sedantes intramusculares para mantener un ambiente seguro tanto
para el paciente como para el personal. Si existe cualquier sospecha de uso de drogas sintéticas,
no deben administrarse antipsicóticos de primera generación como haloperidol, ya que pueden
reducir el umbral convulsivo del paciente. Las benzodiacepinas en dosis repetidas y las restric-
ciones físicas son las intervenciones recomendadas para el control del paciente agresivo. Los
trastornos relacionados, como la deshidratación, hipertermia y alteraciones electrolíticas, deben
manejarse mediante medidas generales de apoyo.
Con la misma celeridad con que se crean restricciones para regular la venta de estas sustan-
cias dañinas surgen procesos de fabricación para producir otras nuevas. Los cambios oportunos
al marco de referencia químico de estos compuestos permiten la venta legal de estas sustancias
dañinas bajo el pretexto de que “no son para consumo humano”. Dado que se venden de forma
legal y son fácilmente accesibles, su popularidad como drogas recreativas en Estados Unidos y
Europa sigue aumentando, al igual que sus complicaciones potenciales.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Khullar V, Jain A, Sattari M. Emergence of new classes of recreational drugs—synthetic can-
nabinoids and cathinones. J Gen Intern Med. 2014;29(8):1200–1204. doi:10.1007/s11606-
014-2802-4.
NIDA. Messages from the Director: Marijuana's Lasting Effects on the Brain. 2012. Disponible
en: http://www.drugabuse.gov/about-nida/directors-page/messages-director/2012/09/
marijuanas-lasting-effects-brain
Rosenbaum CD, Carreiro SP, Babu KM. Here Today, gone tomorrow… and back again? A
review of herbal Marijuana alternatives (K2, Spice), synthetic cathinones (Bath Salts),
Kratom, Salvia divinorum, methoxetamine, and piperazines. J Med Toxicol. 2012;8(1):
15–32. doi:10.1007/s13181-011-0202-2.
Woo TM, Hanley JR. How high do they look?: Identification and treatment of common inges-
tions in adolescents. J Pediatric Health Care. 2013:24(2):135–144.
253
Intoxicación con cianuro:
una historia de dos antídotos
Scott E. Sutherland, MD
La intoxicación con cianuro es una ocurrencia rara en la sala de urgencias, pero el inicio rápido de
inestabilidad hemodinámica y el tratamiento con un antídoto único hacen que este sea un diag-
nóstico que el médico de urgencias no puede pasar por alto. En 2007, la American Association of
Poison Centers informó cinco muertes por cianuro, que es la misma cantidad que por digoxina y
betabloqueadores. La causa más frecuente de la toxicidad por cianuro proviene de la inhalación
de humo durante los incendios domésticos e industriales, con evidencias recientes que sugieren
que muchas de las muertes inmediatas se deben a cianuro inhalado.
La toxicidad por cianuro se deriva de su capacidad para reaccionar con una alta afinidad con
metales como el hierro férrico y el cobalto, permitiéndole unirse a numerosas enzimas críticas
en el cuerpo. Cabe destacar que inhibe de forma competitiva la oxidasa de citocromo c (complejo
IV), la última enzima en la cadena de transporte de electrones que causa la cesación de la fosforila-
ción oxidativa. Esto a la larga ocasiona una hipoxia histotóxica, que es la incapacidad de las células
para utilizar oxígeno del torrente sanguíneo a pesar de tener un suministro normal.
Las manifestaciones clínicas tempranas de la toxicidad por cianuro se derivan de la hipoxia
histotóxica y del intento del organismo por aumentar la oxigenación por medio de taquicardia y
taquipnea. Estos síntomas tempranos pueden evolucionar rápidamente a una hipotensión pro-
funda, arritmias cardiacas y paro cardiaco. Ocurren choque y paro cardiaco en cerca del 50% de
los pacientes expuestos a cianuro. Además, las investigaciones de laboratorio revelan concentra-
ciones elevadas de lactato en plasma que suelen ser mayores de 10 mmol/Litro.
En Estados Unidos hay dos tratamientos aprobados por la Food and Drug Administration
para el tratamiento de la intoxicación por cianuro: hidroxicobalamina y nitrato de sodio. En esen-
cia, estos antídotos actúan transformando el cianuro en una forma no tóxica. Ambos antídotos
se complementan con tiosulfato de sodio, que funciona como un donante de sulfhidrilo en la
conversión enzimática de cianuro en tiocianato, que es relativamente no tóxico.
La hidroxicobalamina actúa al quelar el cianuro para formar el metabolito no tóxico cia-
nocobalamina (vitamina B12). Esta vitamina hidrosoluble se excreta después en la orina. La
administración de hidroxicobalamina se relaciona con hipertensión transitoria, así como con
enrojecimiento temporal de la piel y la orina. Considerando el color rojo de la hidroxicoba-
lamina, puede interferir con ciertas pruebas de laboratorio colorimétricas, como la creatinina,
carboxihemoglobina, metahemoglobina y oxihemoglobina.
El mecanismo de acción del nitrito de sodio se deriva de su capacidad para oxidar el hierro
en la hemoglobina y causar metahemoglobinemia. Esta se une entonces al cianuro circulante y da
al cuerpo la oportunidad de destoxificar el veneno. Considerando que la metahemoglobinemia
reduce el nivel de hemoglobina funcional, puede ser dañina para los pacientes que ya tienen una
deficiencia en la capacidad de transporte de oxígeno, como aquellos expuestos a monóxido de
carbono o con anemia. Además, el uso de nitrito de sodio puede causar hipotensión considerando
la potente acción vasodilatadora de los nitritos.
A la fecha, no se han realizado estudios aleatorizados en humanos que comparen la eficacia
de las dos combinaciones de antídotos. En fechas recientes, un modelo porcino que contrastó las
dos combinaciones de antídotos no mostró ninguna diferencia en la mortalidad.
En términos generales, el paso más importante al tratar la toxicidad por cianuro es el reco-
nocimiento temprano. Una vez que se identifica, es importante saber qué antídotos están dispo-
nibles en la sala de urgencias local para tratamiento.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bebarata VS, Tanen DA, Lairet J, et al. Hydroxocobalamin and sodium thiosulfate versus
sodium nitrite and sodium thiosulfate in the treatment of acute cyanide toxicity in a swine
(Sus scrofa) model. Ann Emerg Med. 2009;55:345–351.
Hall AH, Dart R, Bogdan G. Sodium thiosulfate or hydroxocobalamin for the empiric treat-
ment of cyanide poisoning? Ann Emerg Med. 2007;49:806–813.
Hamel J. A review of acute cyanide poisoning with a treatment update. Crit Care Nurse.
2011;31:72–82.
Reade MC, Davies SR, Morley PT, et al. Review article: management of cyanide poisoning.
Emerg Med Australas. 2012;24:25–238.
Thompson JP, Marrs TC. Hydroxocobalamin in cyanide poisoning. Clin Toxicol. 2012;50:875–885.
254
Metahemoglobinemia: perlas azules
Dilnaz Panjwani, MD, FACEP y
Mitchell Louis Judge Li, MD
¿Qué es?
La metahemoglobinemia es una de varias dishemoglobinemias que causan anemia funcional en la
que el grupo heme se oxida de 2+ a 3+, haciéndolo incapaz de suministrar oxígeno. La curva de
disociación de oxígeno de la hemoglobina funcional restante se desvía a la izquierda, resultando
en afección adicional del suministro de oxígeno. Los síntomas son esencialmente lo que se espe-
raría en un paciente anémico, reflejando un estado de choque a concentraciones elevadas.
Cómo no pasarla por alto
La metahemoglobinemia es rara y las etiologías pueden ser difíciles de memorizar. Por fortuna,
la mayoría de los pacientes con metahemoglobinemia significativa tendrá la cara azul al tratar de
explicarle lo que les sucede. Se requiere 1.5 g/dL de metahemoglobinemia para presentar ciano-
sis, en comparación con unos 5 g/dL de hemoglobina desaturada, lo que hace que la cianosis sea
relativamente sensible. La cianosis que se debe a hipoxia debe relacionarse con datos pulmonares
prominentes (o antecedentes), ya que 5 g/dL de hemoglobina desaturada corresponderían a una
saturación de O2 de 67% en un paciente con una concentración de hemoglobina de 15.
Si el diagnóstico se pasa por alto en un paciente acianótico, hay una elevada probabilidad de
que el diagnóstico no tenga consecuencias clínicas en pacientes previamente sanos. Una caída en
la hemoglobina funcional de 15 a 14 g/dL es relativamente benigna, incluso con una desviación
hacia la izquierda de la curva de disociación. Sin embargo, si el paciente tiene una anemia pre-
existente, puede haber una metahemoglobinemia significativa sin la advertencia de la coloración
azul (cianosis). Un paciente con hemoglobina de 7.0 g/dL y 1 g/dL de metahemoglobina puede
no estar cianótico, pero sí sintomático. En estos casos, puede ser útil familiarizarse con las causas
más frecuentes.
¿Qué la causa?
Pueden encontrarse muchas tablas de causas, pero rara vez tienen utilidad clínica y es poco prác-
tico memorizarlas. Muchas exposiciones ambientales pueden causar metahemoglobinemia, lo que
una transfusión de intercambio, puede ser apropiada una transfusión de paquete globular
estándar. Deben tenerse precauciones especiales en pediatría. Los lactantes tienen mecanismos
de reducción subdesarrollados, lo que los hace más susceptibles a la metahemoglobinemia, en
especial por factores ambientales. Para complicar aún más el tema, algunas fuentes califican el azul
de metileno como “no recomendado” para menores de 6 años de edad, aunque Lexicomp indica
“refiérase a la dosis en adultos” para la dosificación pediátrica. Aquí debe ejercerse el juicio clínico.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cortazzo JA, Lichtman AD. Methemoglobinemia: A review and recommendations for man-
agement. J Cardiothorac Vasc Anesth. 2014;28(4):1043–1047.
Lata K, Janadhanan R. Methemoglobinemia: A diagnosis not to be missed. Am J Med.
2015;128:10 e45–e46.
Olson K. Poisoning & Drug Overdose. 6th ed. New York: McGraw Hill, 2012.
Skold A, Cosco D, Klein R. Methemoglobinemia: Pathogenesis, diagnosis, and management.
South Med J. 2001;104(14):757–761.
Tintinalli J. Dyshemoglobinemias. In: Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study
Guide. 7th ed. New York: McGraw Hill, 2011:1326–1329.
255
¿Me conviente tomarlo?
Complementos nutricionales
Edmund Timpano, MD y Sarika Walia, MBBS
Los complementos nutricionales son consumidos por una mayoría de la población estadounidense.
Las multivitaminas se encuentran entre los coadyuvantes alimentarios consumidos con
mayor frecuencia. Las vitaminas son compuestos orgánicos esenciales para el metabolismo básico
que no pueden producirse de forma intrínseca en cantidades suficientes o en absoluto. Deben
obtenerse de fuentes alimentarias extrínsecas o de lo contrario se desarrolla una deficiencia. Las
vitaminas pueden clasificarse como hidrosolubles o liposolubles. Los adultos sanos y las mujeres no
embarazadas pueden obtener todas las vitaminas necesarias de una dieta balanceada y la American
Medical Association no las recomienda para su consumo diario de forma sistemática. Si se com-
plementan de forma inapropiada, algunas de estas vitaminas pueden tener toxicidades potenciales
graves que requieren atención médica de urgencia.
La mayoría de las vitaminas son hidrosolubles. Estas incluyen tiamina (B1), riboflavina
(B2), niacina (B3), ácido pantoténico (B5), piridoxina (B6), biotina (B7), ácido fólico (B9), cia-
nocobalamina (B12) y ácido ascórbico o vitamina C. Las vitaminas hidrosolubles se excretan con
facilidad en lugar de almacenarse y por lo tanto tienen una toxicidad limitada si hay exceso. De
estas, solo niacina, piridoxina y vitamina C tienen una toxicidad potencial.
La niacina, o ácido nicotínico, es una vitamina que se ha popularizado por su uso para la
hiperlipidemia y tiene reacciones bien conocidas cuando se toma en exceso. Su consumo normal
en la dieta suele ser benigno. Las dosis de casi 100 veces la ingesta diaria recomendada se utilizan
para el tratamiento de la hiperlipidemia y pueden causar síntomas. De forma aguda se observa
con mayor frecuencia rubor, enrojecimiento y prurito secundario a sus propiedades vasodilata-
doras. La premedicación con ácido acetilsalilcílico o antihistamínicos puede ayudar. Los efectos
más prolongados del consumo excesivo de niacina pueden incluir concentraciones elevadas de
glucosa, hiperpigmentación cutánea, hiperuricemia, disfunción hepática y hepatotoxicidad. La
deficiencia es relativamente rara, pero puede causar pelagra, que se caracteriza por la tríada de
diarrea, dermatitis y demencia.
Se sabe que la piridoxina, o vitamina B6, es tóxica en exceso. Resulta interesante que tanto
la toxicidad como la deficiencia de esta vitamina pueden tener efectos deletéreos sobre el sistema
nervioso. Las deficiencias pueden causar tanto una neuropatía sensorial periférica como convul-
siones. Esto se debe a que la piridoxina es un precursor del neurotransmisor inhibitorio GABA.
Los medicamentos tienden a ser la causa principal de deficiencia, sobre todo la isoniacida. El
tratamiento definitivo de las convulsiones en estos casos consiste en restaurar las reservas de
piridoxina. Cuando se toman en exceso, pueden desarrollarse neuropatías periféricas subagudas
y crónicas. Los pacientes tienen una pérdida de la sensación en los pies y manos y una proprio-
cepción alterada que es potencialmente reversible al suspender estos complementos.
La vitamina C se encuentra en la mayoría de las frutas y verduras, y ayuda a facilitar la
absorción de hierro en el organismo, además de auxiliar a la síntesis de colágeno. Las deficiencias
de vitamina C causan escorbuto, con debilidad de los vasos y sangrado fácil. En alguna ocasión
se creyó que su consumo excesivo ocasionaba nefrolitiasis, aunque no existen estudios definitivos
que los relacionen. De forma más consistente, la hipervitaminosis C puede causar diarrea osmó-
tica, brotes de gota y esofagitis con contacto prolongado.
Las vitaminas hidrosolubles, D, E, A y K, a diferencia de las hidrosolubles, a menudo se
almacenan en grandes cantidades. En consecuencia, se acumulan en exceso, con una mayor toxi-
cidad potencial. Con excepción de una anafilaxia potencial cuando se administra vitamina K por
vía intravenosa, la vitamina K tiene una toxicidad limitada.
La vitamina E es un nutriente esencial que se considera importante para diversos sistemas
corporales y por sus efectos antioxidantes. Ante su carencia, se ve afectado sobre todo el sistema
nervioso. Puede haber neuropatías periféricas y sensación de mala posición y vibración, que cau-
san problemas para caminar y falta de equilibrio. En la toxicidad, los síntomas gastrointestinales
son frecuentes junto con fatiga, problemas visuales y también tromboflebitis. Las concentra-
ciones de vitamina K activa también pueden estar reducidas, aunque la coagulopatía es rara, a
menos que ocurra en presencia de otros antagonistas de la vitamina K.
La vitamina A, o los retinoides, juegan un importante papel en muchas funciones corpo-
rales. El retinol es la principal forma de almacenamiento en el hígado. Se conoce por sus efectos
benéficos para la piel y, en otras formas, por su papel clave en la función de la visión normal
y la salud retiniana. Su deficiencia afecta el epitelio normal, lo que conduce a cambios cutá-
neos, queratinización excesiva de la córnea (xeroftalmia) y problemas para ver en la penumbra.
Demasiada vitamina A también tiene consecuencias preocupantes. Los retinoides suelen usarse
para el tratamiento del acné y deben evitarse en el embarazo dado que son teratógenos conoci-
dos. Su consumo en exceso también se ha relacionado con hipertensión intracraneal idiopática,
también conocida como seudotumor cerebral, con cefaleas y edema de papila. En ingestiones
agudas puede desarrollarse hepatotoxicidad en cuestión de horas a unos cuantos días. De manera
clásica, puede haber una decoloración cutánea amarilla-anaranjada macroscópica que no afecta
la esclerótica. El consumo excesivo más prolongado de vitamina A puede causar fibrosis hepática
e incluso cirrosis. En regiones donde hay un consumo masivo de hígado animal, las personas
pueden desarrollar un desequilibrio progresivo de la marcha, con fluctuaciones en el estado de
ánimo e incluso psicosis florida.
La vitamina D actúa sobre la homeostasis del calcio al aumentar la absorción de calcio y
estimular el recambio óseo y la liberación de calcio. El ergocalciferol, que es la vitamina D2, y
el colecalciferol, que es la vitamina D3, son dos formas que se encuentran en humanos. Ambas
son biológicamente inactivas y deben metabolizarse a su forma activa, el calcitriol. Cuando hay
carencia de ellas, el sistema óseo es el afectado con mayor frecuencia, lo que lleva al desarrollo de
raquitismo en niños y osteomalacia en adultos. El efecto más preocupante de la hipervitaminosis
D es la hipercalciemia. Por lo tanto, las manifestaciones de un exceso de vitamina D tienden a
imitar a las de la hipercalciemia, con debilidad, fatiga y deshidratación desde un inicio. Más
adelante puede desarrollarse dolor de huesos, con estreñimiento, insuficiencia renal e incluso
psicosis. El tratamiento se enfoca en corregir la hipercalciemia y eliminar todos los complemen-
tos de vitamina D y calcio de la dieta. Además, pueden considerarse esteroides dado que se cree
que ayudan a prevenir una mayor absorción de calcio de los intestinos.
La atención en la sala de urgencias para la hipervitaminosis suele ser solo de apoyo. Debe
suspenderse la causa. Hay que considerar descontaminación gástrica para las sobredosis agudas
conocidas de vitamina A o D con carbón activado. La hipercalciemia debida a toxicidad por vita-
mina D debe manejarse con una atención estándar, lo que incluye líquidos y furosemida. Pueden
considerarse esteroides, aunque los datos al respecto son limitados. En caso de consumo excesivo
de vitamina A, el seudotumor cerebral, sobre todo con edema de papila y cambios visuales, puede
requerir una punción lumbar diagnóstica y tratamiento. Puede considerarse N-acetilcisteína en
caso de hepatotoxicidad aguda por sospecha de hipervitaminosis A.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Braen G, Joshi P. Chapter 199. Vitamins and herbals. In: Tintinalli JE, Stapczynski J, Ma O,
et al., eds. Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed. New
York, NY: McGraw-Hill, 2011. Disponible en: http://accessmedicine.mhmedical.com/
content.aspx?bookid=348&Sectionid=40381680. Consultado el 12 de noviembre, 2015.
Ginsburg BY. Chapter 41. Vitamins. In: Nelson LS, Lewin NA, Howland M, et al., eds. Gold-
frank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2011. Disponible
en: http://accessemergencymedicine.mhmedical.com/content.aspx?bookid=454&Sectio
nid=40199421. Consultado el 12 de noviembre, 2015.
Howland M. Antidotes in depth (A15): Pyridoxine. In: Nelson LS, Lewin NA, Howland M,
et al., eds. Goldfrank’s Toxicologic Emergencies. 9th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2011.
Disponible en: http://accessemergencymedicine.mhmedical.com.ezp.welch.jhmi.edu/
content.aspx?bookid=454&Sectionid=40199448. Consultado el 13 de noviembre, 2015.
Thornton SL. Chapter 116. Herbals and vitamins. In: Cline DM, Ma O, Cydulka RK, et al.,
eds. Tintinalli’s Emergency Medicine Manual. 7th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2012.
Disponible en: http://accessemergencymedicine.mhmedical.com.ezp.welch.jhmi.edu/
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Wolfson AB, Hendy GW, Ling LJ, et al., eds. Harwood-Nuss’ Clinical Practice of Emergency
Medicine. Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins, 2010.
256
Lesiones eléctricas: ¿con choque
o sutiles?
Tim Horeczko, MD, MSCR, FACEP, FAAP
Las lesiones eléctricas se presentan en dos formas: (1) inestabilidad cardiovascular (en casos
raros) o, más a menudo, (2) con síntomas y signos sutiles sin mayor problema. En pacientes
inestables, trate la disritmia de presentación (que suele ser fibrilación ventricular o asistolia) y
proteja contra las disritmias secundarias inducidas por hipoxia. En el paciente con buena apa-
riencia, debe tener presentes posibles errores; los síntomas iniciales pueden ser vagos e incluir
dolor mal definido, ansiedad o debilidad. Aquí se presentan algunos puntos clave a considerar de los
antecedentes que pueden ayudar a identificar posibles lesiones.
¿Fue doméstica o industrial?
La electricidad doméstica utiliza corriente alterna (AC) de 100 a 240 voltios (V) y puede causar
disritmias y quemaduras. La electricidad industrial (y los rayos) vienen como corriente directa
(DC). El contacto con el alto voltaje (AC > 1 000 V; DC > 1 500 V) puede repeler a la víctima
y causar un traumatismo subsecuente o desencadenar tetania y un contacto prolongado resul-
tante con este nivel de corriente. Los pacientes con lesiones por DC pueden tener lesiones que
no son evidentes en un inicio: las estructuras más profundas como el hueso, los tendones y la
grasa tienen una mayor resistencia a la corriente que la piel y las membranas mucosas. La mayor
resistencia a la corriente eléctrica calienta los tejidos más profundos, lo que causa coagulación y
necrosis que no se observan a simple vista; así, son necesarias las exploraciones y la observación en
serie en las lesiones con corriente de alto voltaje.
¿Qué camino tomó la corriente?
¿Pasó la corriente por el tórax? (Sospeche disritmias.)¿Pasó por la cabeza o el cuello? (Piense en paro
respiratorio central, daño de nervio acústico o cataratas.) ¿A lo largo de una extremidad? (Sospeche
síndrome compartimental y rabdomiólisis.)
¿Cuál fue el tiempo de contacto?
La carga eléctrica se convierte en energía térmica y provoca necrosis tisular con un tiempo de
contacto significativo, lo que se considera cualquier duración mayor que la liberación o repelen-
cia inmediata. Entre mayor sea el tiempo de contacto, más carga eléctrica se convierte en energía
térmica, con necrosis tisular subsecuente. Los pacientes con antecedentes de tetania o necesidad
de que los separen de la corriente tienen un mayor riesgo de lesión térmica extensa con síntomas
retrasados, que pueden presentarse horas después de la lesión.
591
PUNTOS CLAVE
■■ Las lesiones por quemaduras eléctricas pueden ser sutiles. Debe considerarse a los
pacientes como si tuvieran un multitraumatismo oculto. Los antecedentes y la explora-
ción deben ser detallados. Hacer planes para volver a explorar ya sea durante un periodo
de observación en urgencias o como parte de un seguimiento ambulatorio estrecho.
■■ Dar de alta a los pacientes solo si la lesión fue de bajo voltaje, si no hay síntomas y si
el ECG es normal. Dar asesoría a los pacientes ambulatorios y proporcionar segui-
miento estrecho según sea apropiado.
■■ Ingresar a los pacientes con lesiones de alto voltaje y a aquellos con lesiones de bajo
voltaje y signos o síntomas (pérdida de la consciencia, cambios en el ECG, evidencia
de daño de órgano terminal o detección de laboratorio).
■■ Transferir a los pacientes con lesiones de alto voltaje o quemaduras significativas a un
centro regional de quemaduras o traumatismos.
Lecturas recomendadas
Celik A, Ergün O, Ozok G. Pediatric electrical injuries: A review of 38 consecutive patients.
J Pediatr Surg. 2004;39(8):1233–1237.
Fish RM. Electric injury, part I: Treatment priorities, subtle diagnostic factors, and burns.
J Emerg Med. 1999;17(6):977–983. doi:10.1016/S0736-4679(99)00127-4.
Fish RM. Electric injury, part II: Specific injuries. J Emerg Med. 2000;18(1):27–34.
doi:10.1016/S0736-4679(99)00158-4.
Fish RM. Electric injury, part III: Cardiac monitoring indications, the pregnant patient, and
lightning. J Emerg Med. 2000;18(2):181–187. doi:10.1016/S0736-4679(99)00190-0.
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Surg. 1999;46(5):933–936.
257
“¡No me dispares!” el paciente atacado
con arma de electrochoque
Peter Milano, MD, MHA
trodo con dardos sale disparada hacia la víctima a una velocidad de unos 50 m/s, con un rango de
hasta 10 m. Los dardos se clavan en la piel o la ropa de la víctima y están acoplados al dispositivo
portátil mediante alambres. Los dardos pueden penetrar hasta 5 cm en la ropa y transmitir electri-
cidad en pulsos breves, lo que lleva a tetania muscular involuntaria y dolor. La duración típica de
un choque es de 5 segundos.
Posible riesgo #1: no considerar trastornos
predisponentes/relacionados que hayan
llevado al uso del arma de electrochoque
Los pacientes con frecuencia tienen trastornos coexistentes como uso de psicoestimulantes,
intoxicación por alcohol y delirio excitado, que pueden haber llevado al uso del arma de electro-
choque. En el delirio excitado, los pacientes tienen insensibilidad al dolor, diaforesis, agitación
grave y fuerza inusual. Estos pacientes tienen gran riesgo de complicaciones graves como hiper-
termia, rabdomiólisis, acidosis metabólica y muerte intempestiva. Con frecuencia se requieren
restricciones físicas (con atención a la protección de las vías respiratorias y la columna cervical)
y sedación intensiva con fármacos.
Posible riesgo #2: no considerar una lesión
subyacente grave
La mayoría de las lesiones causadas por estos dispositivos son menores, pero pueden ocurrir algunas
graves. Los pacientes están incapacitados por el choque y pueden caerse y no tener reflejos protectores.
A menudo sufren un traumatismo contuso que puede causar lesiones como fracturas y hemorragia
intracraneal. Pueden ocurrir varias lesiones multisistémicas después de una caída de altura. También
puede haber ahogamiento. La contracción muscular con fuerza relacionada con los choques se ha
implicado en las fracturas de la escápula y por compresión espinal. Pueden ocurrir lesiones penetran-
tes por el impacto de los dardos (se han informado rotura del globo ocular, laceración de los conductos
lagrimales, perforación traqueal, lesiones digitales complejas y lesiones intracraneales penetrantes a
través del cráneo). En pacientes delgados puede haber neumotórax. También se informan quemaduras
cutáneas superficiales. Es importante considerar lesiones a las estructuras subyacentes, sobre todo con
dardos alojados en regiones vulnerables como cabeza, cara, cuello, genitales, articulaciones y manos.
Manejo en la sala de urgencias del paciente
atacado con arma de electrochoque
Los antecedentes y la exploración física obligan al manejo de estos pacientes en la sala de urgencias.
Los estudios de laboratorio, radiográficos y el electrocardiograma no están indicados en pacientes
asintomáticos sin exposición prolongada (> 15 s) o características que sugieran lesiones traumáti-
cas o trastornos médicos coexistentes. La observación sistemática o el ingreso en urgencias no son
necesarios. Debe realizarse un electrocardiograma en pacientes sintomáticos (p. ej., con disnea,
dolor torácico o palpitaciones) para evaluar si hay anormalidades de la conducción o lesión cardiaca.
Se han informado abortos con el uso de armas de electrochoque en embarazadas, pero la relación
causal no está clara. Puede estar indicada la observación en pacientes embarazadas cuando el feto
es viable. Los marcapasos y los defibriladores cardioversores implantados son susceptibles a fallas y
deben considerarse en la obtención de antecedentes.
como retirar los dardos del arma
de electrochoque
Los dardos deben retirarse si solo están alojados en los tejidos blandos (y no en sitios de riesgo
elevado, como el ojo). El extremo afilado de la sonda tiene 9 mm de largo y tiene una superficie
cortante en un extremo del dardo (como un anzuelo enderezado acoplado a una hoja cilíndrica
de mayor tamaño). La dirección del filo en el dardo por debajo del tejido se alinea con el surco
en la hoja que está fuera del tejido. Puede infiltrarse anestésico local en el área del dardo. Hay
que sostener la sonda con una pinza y tirar firmemente con tracción. En caso necesario, puede
usarse una hoja #11 para hacer una pequeña incisión en la piel de la superficie para facilitar la
extracción del dardo. Examinar la sonda después de retirarla para asegurarse que está intacta.
Es posible que deba guardarse como evidencia para las autoridades, según lo dicten las políticas
locales. Administrar profilaxis para tétanos y atención general de la herida según esté indicado.
Los pacientes que han sido atacados con un arma de electrochoque por las fuerzas de la ley
a menudo están intoxicados, combativos y sufren una enfermedad psiquiátrica. Es importante ser
sensible a la naturaleza socialmente cargada de estos encuentros y sus ramificaciones médico-legales.
Debe usarse un lenguaje objetivo en los antecedentes y documentar la fuente de toda la información,
ya que las narraciones proporcionadas por los agentes de la ley y los pacientes suelen diferir.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American college of emergency physicians excited delirium task force. White Paper Report on
Excited Delirium. September 10, 2009.
Haileyesus T, Annest JL, Mercy JA. Non-fatal conductive energy device-related injuries
treated in US emergency departments, 2005-2008. Inj Prev. 2011;17(2):127–130.
Pasquier M, Carron PN, Vallotton L, et al. Electronic control device exposure: A review of
morbidity and mortality. Ann Emerg Med. 2011;58(2):178–188.
Vilke GM, Bozeman WP, Chan TC. Emergency department evaluation after conducted energy
weapon use: Review of the literature for the clinician. J Emerg Med. 2011;40(5):598–604.
258
manejo de las lesiones penetrantes
en el cuello: ¿duro o blando,
superficial o profundo?
Melissa Joseph, MD
Las lesiones penetrantes en el cuello van de un rango de heridas menores y superficiales a lesio-
nes que ponen en riesgo la vida, cargadas con una importante morbilidad y mortalidad. Los
estudios son mínimos en las lesiones superficiales, pero las heridas profundas requieren mayor
investigación. Es importante un abordaje algorítmico para guiar la evaluación y determinar qué
pacientes requieren imágenes y una exploración quirúrgica.
Zona del
|
Tabla 258-1 Zonas del cuello y estructuras vitales
contenidas
La división del cuello es importante para identificar qué estructura subyacente está en
riesgo de lesión, aunque las clásicas “zonas” del cuello ya no ofrecen una guía firme para
los estudios iniciales.1-3 (Véase la Tabla 258-1.) Además, muchas lesiones penetrantes cruzan
zonas.
PUNTOS CLAVE
■■ Vigile con cuidado una lesión cervical penetrante para determinar si hay afección del
músculo cutáneo.
■■ Se recomienda vigilancia estrecha para detectar compromiso de las vías respiratorias,
anticipando una vía respiratoria difícil.
■■ La evaluación inicial de la lesión en un paciente estable incluye un angiograma con
tomografía computarizada; los pacientes sintomáticos y aquellos con imágenes anor-
males requieren una investigación más detallada.
■■ No coloque un collarín cervical en un paciente con una exploración neurológica normal.
■■ Los pacientes con signos duros de una lesión cervical deben manejarse con cirugía.
Referencias
1. Sperry JL, Moore EE, Coimbra R, et al. Western Trauma Association critical decisions in
trauma: Penetrating neck trauma. J Trauma Acute Care Surg. 2013;75:936.
2. Tisherman S, Bokhari F, Collier B, et al. Penetrating zone II neck trauma. J Trauma.
2008;64(5):1392–1405.
3. Bell RB, Osborn T, Dierks EJ, et al. Management of penetrating neck injuries: A new para-
digm for civilian trauma. J Oral Maxillofac Surg. 2007;65(4):691–705.
4. McConnell DB, Trunkey DD. Management of penetrating trauma to the neck. Adv Surg.
1994;27:97.
5. Inaba K, Branco BC, Menaker J, et al. Evaluation of multidetector computed tomography
for penetrating neck injury: A prospective multicenter study. J Trauma Acute Care Surg.
2012;72:576.
259
Romper o no romper: indicaciones para
una toracotomía en la sala de urgencias
Sanjay Bhatt, MD, MS, MMM
Pocos escenarios son tan impresionantes, sensibles al tiempo y con un potencial de salvar la vida
como aquellos que requieren una toracotomía en la sala de urgencias. La decisión de realizar una
toracotomía debe tomarse sin demora y sin dudarlo en el paciente apropiadamente seleccionado.
El beneficio de la toracotomía
Un tórax abierto permite visualizar lesiones potencialmente reversibles y da un acceso directo
para intervenir. Es posible controlar la hemorragia en las estructuras cardiopulmonares, aliviar
el taponamiento cardiaco, pinzar la aorta para desviar la sangre al corazón y mejorar la perfusión
coronaria, y tener un acceso directo para masaje cardiaco interno y desfibrilación.
Los índices de supervivencia varían de 2.5 a 27.5% en datos epidemiológicos disponibles
limitados. La supervivencia es más probable cuando hay signos de vida en la sala de urgencias. De
cualquier modo, existe controversia sobre las indicaciones para la toracotomía en urgencias, consi-
derando el alto costo, bajos índices de supervivencia, bajos índices de recuperación neurológica y
riesgo elevado para los profesionales médicos.1
Asumiendo que se tenga un quirófano y un cirujano a la mano, las guías para realizar una
toracotomía en urgencias se resumen en la Tabla 259-1. La mayoría de las guías recomiendan
la toracotomía después de la pérdida de los signos vitales, aunque algunos validan el procedi-
miento en pacientes que se desangran y no responden a la restitución de volumen inicial. La
toracotomía rara vez tiene éxito después de un traumatismo contuso -las indicaciones poten-
ciales incluyen exanguinación por rotura cardiaca o aórtica. Las indicaciones en el traumatismo
penetrante siguen siendo controvertidas, pero por lo general se centran en el tiempo de la pér-
dida de actividad cardiaca y los signos de vida.
Contraindicaciones para la toracotomía
de urgencia
Las contraindicaciones incluyen falta de actividad cardiaca en un traumatismo penetrante 15 min
antes de la llegada a urgencias, falta de actividad cardiaca en un traumatismo contuso 10 min antes
de la llegada a urgencias, lesión cefálica grave o multisistémica e instituciones con recursos limita-
dos (personal o equipo) para realizar el procedimiento e intervenir quirúrgicamente al reanudarse
la circulación.2
La supervivencia fuera de las indicaciones detalladas en la Tabla 259-1 es mala. A la larga,
la decisión de realizar una toracotomía de urgencia se toma de forma individual.3 Si se recu-
pera una actividad cardiaca estable después de una toracotomía, el paciente debe transferirse de
inmediato al quirófano para su manejo definitivo. A menudo, el manejo definitivo requiere un
abordaje multidisciplinario que incluye traumatólogos, cirujanos cardiotorácicos y vasculares, y
un personal de apoyo sumamente capacitado.
Complicaciones de una toracotomía en urgencias
Las complicaciones incluyen daño al nervio frénico (que transcurre a lo largo de la cara lateral
del pericardio), hipoperfusión neurológica que resulta en una lesión cerebral anóxica, daño al
esófago e isquemia de los órganos distales secundaria a hipoperfusión inducida por el pinza-
miento de la aorta.
Hay resultados neurológicos normales en la mayoría de los pacientes que sobreviven des-
pués de una toracotomía en urgencias.4 Aunque las indicaciones son limitadas, existe el potencial
de supervivencia con un resultado excelente. La selección del paciente es de gran importancia
para obtener resultados óptimos y utilizar mejor los recursos.
Traumatismo Sí 15 Sí Sí
penetrante
Traumatismo Sí 5–10 Sí Sí
contuso
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Slessor D, Hunter S. To be blunt: Are we wasting our time? Emergency department tho-
racotomy following blunt trauma: A systematic review and meta-analysis. Ann Emerg Med.
2015;65(3):297.
2. Ross C, Schwab TM. Cardiac trauma. In: Tintinalli JE, Stapczynski J, Ma O, et al., eds.
Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed. New York, NY:
McGraw-Hill, 2011.
3. Seamon MJ, Shiroff AM, Franco M, et al. Emergency department thoracotomy for pen-
etrating injuries of the heart and great vessels: An appraisal of 283 consecutive cases from
two urban trauma centers. J Trauma. 2009;67:1250.
4. Rhee PM, Acosta J, Bridgeman A, et al. Survival after emergency department thoracotomy:
Review of published data from the past 25 years. J Am Coll Surg. 2000;190(3):288.
260
Realizar una toracotomía en la sala
de urgencias
Sanjay Bhatt, MD, MS, MMM
Una toracotomía es parte del proceso de reanimación y debe ocurrir junto con otras interven-
ciones. Debe designarse a un profesional como líder de la reanimación mientras otro realiza el
procedimiento. Un tórax abierto permite visualizar lesiones potencialmente reversibles y otorga
acceso directo para intervenir. Algunas intervenciones que pueden salvar al paciente agonizante
después de una lesión traumática incluyen control de la hemorragia, alivio del taponamiento
cardiaco, pinzamiento de la aorta, evacuación de un émbolo de aire y masaje cardiaco abierto.
Seguir precauciones universales con bata, guantes, escudo facial y calzado protector.
Riesgo potencial: tener cuidado con las costillas afiladas y rotas. Hay una mayor prevalencia de
patógenos transmitidos por la sangre en la población que sufre traumatismos y es frecuente que el
personal médico se lesione. Debe aplicarse solución yodada en abundancia sobre la totalidad del
tórax para desinfectar la piel. Riesgo potencial: los objetos penetrantes deben dejarse en su sitio, a
menos que interfieran con la realización de la toracotomía.
Cómo hacer una incisión de toracotomía
Iniciar en el borde esternal y hacer una incisión anterolateral izquierda generosa con una hoja
núm. 10 en el 4.° o 5.° espacio intercostal izquierdo. Esta incisión debe ser lo bastante pro-
funda para exponer el músculo intercostal y extenderse del esternón a la línea axilar posterior
izquierda. Hacer la incisión a lo largo del margen costal superior para evitar el haz neurovascu-
lar. En mujeres, retraer la mama en sentido superior y hacer una incisión por debajo del tejido
mamario. Riesgo potencial: evitar los haces intercostales neuromusculares debajo de las costillas.
Usando tijeras de Metzenbaum, hacer una pequeña abertura a través de los músculos
intercostales hacia el espacio pleural. Cortar a través de los músculos intercostales a lo largo
del margen costal superior.
Cómo exponer apropiadamente los órganos
Después de ingresar al tórax se inserta un separador costal (Finochietto) entre las costillas, con
el brazo del retractor dirigido hacia la axila izquierda. Esto permite extender la incisión a lo largo
del esternón para una exposición adicional. De ser necesario, la incisión puede extenderse a lo
largo del esternón hacia la derecha con una sierra de Gigli o un esternótomo de Lebsche. Esta
incisión bivalva mejora el acceso a la parte anterior del mediastino, el arco aórtico y los grandes
vasos. Riesgo potencial: controlar el sangrado de las arterias mamarias internas después de que el
esternón se divide para prevenir hemorragia yatrógena.
El control de daños es la prioridad inicial
El manejo inmediato luego de ingresar al tórax consiste en controlar el sangrado con presión
directa o una pinza.
Indicaciones y técnica para una
pericardiotomía
El pericardio suele abrirse para evitar que el corazón sufra taponamiento. Si hay otras lesiones
obvias y no hay evidencia de taponamiento pericárdico, puede saltarse este paso, aunque muchos
autores siguen sugiriendo la abertura del pericardio, ya que las acumulaciones de sangre pueden
ser engañosamente difíciles de detectar.
Para realizar una pericardiotomía, debe sostenerse el saco pericárdico con fórceps y hacer
una pequeña incisión con un bisturí o unas tijeras de Metzenbaum. Extender la pericardiotomía
con cuidado en sentido paralelo y medial al nervio frénico. Riesgo potencial: el nervio frénico
izquierdo se adhiere a la superficie anterolateral del pericardio y puede lesionarse de forma inadvertida
durante la pericardiotomía. Tomar el corazón del saco pericárdico e inspeccionarlo junto con los
grandes vasos en busca de lesión. Controlar en un inicio el sangrado rápido con compresión
digital; también puede insertarse un catéter vesical pinzado e inflar el globo para hemostasia.
Reparar las lesiones en el corazón usando suturas de nailon o grapas.
Indicaciones y técnicas para pinzado aórtico
El pinzamiento de la aorta redistribuye el volumen disponible de sangre intravascular al miocar-
dio y al cerebro, lo que duplica la presión arterial media y el gasto cardiaco. Además, la posible
pérdida de sangre de las lesiones abdominales/pélvicas se minimiza. Riesgo potencial: el pinza-
miento de la aorta antes de controlar las fístulas broncovenosas y retirar el aire residual puede causar
émbolos aéreos devastadores.
Desfibrilación interna
Si hay fibrilación ventricular (diagnosticada por visualización directa), debe realizarse des-
fibrilación interna. Colocar una paleta de desfibrilación interna en sentido anterior y la otra
en sentido posterior sobre el corazón. Aplicar 10 J de desfibrilación y escalar a 50 J según se
requiera.
Si la reanimación tiene éxito, debe transferirse al paciente de urgencia para la reparación
quirúrgica de sus lesiones con un equipo multidisciplinario (cirujanos traumatólogos, vasculares
y cardiotorácicos).
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Macho JR, Markison RE, Schecter WP. Cardiac stapling in the management of penetrating
injuries of the heart: Rapid control of hemorrhage and decreased risk of personal con-
tamination. J Trauma. 1993;34(5):711–715.
Partin W, Dorroh C. Chapter 7. Emergency procedures. In: Stone C, Humphries RL,
eds. CURRENT Diagnosis & Treatment Emergency Medicine. 7th ed. New York, NY:
McGraw-Hill, 2011.
Ross C, Schwab TM. Chapter 259. Cardiac trauma. In: Tintinalli JE, Stapczynski J, Ma O,
et al., eds. Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed. New
York, NY: McGraw-Hill, 2011.
261
¡Salve una extremidad! Lesión
vascular en el traumatismo
penetrante de la extremidad
Taylor McCormick, MD
Las lesiones de la extremidad pueden pasarse por alto en un inicio durante la reanimación del
paciente con traumatismos múltiples con lesiones importantes en cabeza, cuello, tórax y abdo-
men. Sin embargo, hay una morbilidad y mortalidad potencial significativa en las extremidades.
Este potencial existe en un paciente con múltiples heridas por arma de fuego, pero también
con una sola herida de arma blanca. Las lesiones vasculares que amenazan la vida y las extre-
midades deben reconocerse, lograr la hemostasia e identificar las lesiones arteriales sutiles (que
pueden resultar en complicaciones tromboembólicas retrasadas). Las prioridades para reconocer
y manejar los traumatismos penetrantes en las extremidades se destacan más adelante.
Las lesiones vasculares en las extremidades
pueden ser sutiles
Las lesiones vasculares pueden ser oclusivas, parcialmente oclusivas u ocultas e incluir corte transver-
sal parcial o completo, trombosis aguda o retrasada, espasmo arterial reversible, formación de fístulas
arteriovenosas, formación de seudoaneurismas y colgajos de la íntima, con el desarrollo subsecuente de
trombos. El trayecto de la lesión suele ser predecible en las heridas por corte y las estructuras en riesgo
pueden anticiparse según la trayectoria del arma. En contraste, el daño por arma de fuego es menos
predecible debido a las fuerzas de contusión de alta velocidad y los rebotes en hueso.
Dar prioridad al control de la hemorragia
La hemostasia es fundamental y se logra mejor mediante presión directa. Puede aplicarse un tor-
niquete cuando la presión directa fracasa o en un lugar con recursos limitados. Los índices de
complicaciones son bajos cuando los torniquetes se aplican de forma apropiada y proporcionan una
hemostasia esencial en tránsito al hospital o mientras se espera a la reparación quirúrgica definitiva.
Los signos duros de lesión vascular
requieren exploración quirúrgica
La exploración quirúrgica en < 6 h después de la lesión maximiza el salvamento de la extremidad en
pacientes con “signos duros” de lesión vascular (véase la Tabla 261-1). Más del 90% de los pacien-
tes con signos duros tendrá una lesión arterial importante que requiere reparación. La angiografía
intraoperatoria o la angiografía con tomografía computarizada preoperatoria pueden ser razonables
en el paciente estable con signos duros para planeación quirúrgica ante lesiones complejas (p. ej., heri-
das con escopeta/disparos de arma de fuego a múltiples niveles o extremidad destrozada).
Evaluar a un paciente en busca de signos
blandos de lesión vascular
Los pacientes con un traumatismo penetrante en una extremidad sin signos duros de lesión vascu-
lar deben explorarse en busca de “signos blandos” (véase la Tabla 261-1) y debe medirse el índice
tobillo-braquial (ITB) o el índice de presión arterial (IPA). Alrededor del 25% de los pacientes con
signos blandos o índices tobillo-braquial/presión arterial anormales tiene lesiones vasculares que
requieren cirugía. Los pacientes sin signos duros o blandos de lesión vascular e ITB/IPA > 0.9
pueden darse de alta.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Fox N, Rajani RR, Bokhari F, et al. Evaluation and management of penetrating lower extremity
arterial trauma: An Eastern Association for the Surgery of Trauma practice management
guideline. J Trauma Acute Care Surg. 2012;73(5 Suppl 4):S315–S320.
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raphy for extremity vascular trauma. J Trauma. 2011;70(4):808–815.
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Manthey DE, Nicks BA. Penetrating trauma to the extremity. J Emerg Med. 2008;34(2):187–
193.
Newton EJ, Love J. Acute complications of extremity trauma. Emerg Med Clin North Am.
2007;25(3):751–761.
262
Obtención juiciosa de imágenes
abdominales en traumatismos
Erick A. Eiting, MD, MPH, MMM
La evaluación y el manejo de los pacientes con traumatismos han evolucionado con el avance
de tecnologías como la tomografía computarizada y el ultrasonido en el punto de atención.
Las imágenes avanzadas negativas dan confianza y permiten dar de alta a los pacientes más
rápido de la sala de urgencias. Antes, muchos de estos mismos casos requerían observación
prolongada o eran llevados al quirófano para exploración.
Si bien la tomografía computarizada esta fácilmente disponible, su uso debe ser juicioso.
Hay dos importantes riesgos que evitar: primero, el potencial de usarla en demasía con una
exposición excesiva a la radiación y, segundo, el impulso de obtener estudios de imágenes en
pacientes muy graves que conducen a retrasos en el manejo quirúrgico y la atención definitiva.
Las indicaciones y riesgos frente a los beneficios de las imágenes deben sopesarse con cuidado
para evitar estos dos posibles riesgos.
Indicación de imágenes según el mecanismo
de la lesión
Un paciente está en riesgo de diferentes patrones de lesiones dependiendo del mecanismo de la
lesión. La valoración enfocada con ultrasonido para traumatismo (FAST, por sus siglas en inglés)
puede proporcionar rápidamente información pertinente que guíe el manejo tanto en el trau-
matismo penetrante como en el contuso. Si bien la FAST puede tener solo una sensibilidad del
40%, tiene una especificidad del 99% con un usuario experimentado, con un valor de predicción
positivo de 94% y valor de predicción negativo de 95%.1
Traumatismo contuso
La exploración física es relativamente confiable en pacientes despiertos y alertas que han sufrido
un traumatismo abdominal contuso y no tienen una lesión neurológica. Las indicaciones para imá-
genes incluyen hipersensibilidad abdominal importante, evidencia de peritonitis, dolor referido,
una exploración FAST positiva, hematuria macroscópica o “signo de cinturón de seguridad” abdo-
minal. La hipersensibilidad en la parte inferior de la caja torácica puede relacionarse con lesio-
nes significativas del hígado, bazo o riñón. El dolor referido a los hombros también puede indicar
irritación diafragmática debido a una lesión visceral y acumulación de sangre. Las exploraciones
abdominales en serie pueden ayudar a identificar a los pacientes con sangrado continuo o lesión vis-
ceral que causa peritonitis. Un “signo del cinturón de seguridad” también se relaciona con lesiones
abdominales importantes, lo que incluye lesiones de la columna y los intestinos.
Traumatismo penetrante
El mecanismo de lesión y la estabilidad del paciente dictan las indicaciones para imágenes en el
traumatismo penetrante. Las heridas con arma de fuego se producen a una velocidad alta y causan
una lesión significativa en los tejidos colindantes. La tomografía computarizada (TC) abdominal
puede ser informativa, pero debe reservarse para pacientes estables en quienes se considera que
la probabilidad de una lesión que pone en riesgo la vida es baja. La mayoría de estos pacientes
requiere una laparotomía y los estudios con imágenes no deben retrasar el manejo quirúrgico
definitivo. Debe realizarse una TC abdominal cuando se sospeche lesión del peritoneo. Esta tam-
bién permitirá caracterizar mejor las lesiones en pacientes hemodinámicamente estables con una
FAST positiva.2
Imágenes en poblaciones especiales después
de un traumatismo abdominal
Población pediátrica
La mayoría de los traumatismos pediátricos son contusos y casi todas las lesiones abdominales
sufridas se manejan sin cirugía. Los niños tienen un mayor riesgo de sufrir las consecuencias
de exposición a radiación y la TC debe indicarse juiciosamente. Las indicaciones para TC
en niños son similares a lo mencionado con anterioridad. El ultrasonido puede ser útil para
identificar una lesión, aunque el médico debe estar al tanto de los riesgos del ultrasonido en la
población pediátrica. Específicamente, la exploración FAST puede ser negativa en niños con
una lesión intraabdominal importante y los casos normales sin lesiones pueden tener restos de
líquido pélvico libre.3 El escenario clínico y la exploración abdominal deben guiar la decisión
para la TC en lugar de depender en gran medida del ultrasonido.
Embarazadas
La exploración FAST sigue siendo útil en embarazadas que sufren una lesión abdominal por
traumatismo. El ultrasonido pélvico y el monitoreo fetal pueden además diagnosticar urgencias
obstétricas traumáticas, como el desprendimiento de placenta, rotura uterina o lesión fetal. Sin
embargo, el embarazo no debe evitar una evaluación apropiada con tomografía para lesiones
viscerales que puedan poner en riesgo la vida. Siempre que sea posible, es esencial un análisis
detallado sobre los riesgos y beneficios de las imágenes en embarazadas.4
Pacientes geriátricos
En contraste con los niños, debe haber un umbral más bajo para obtener imágenes en pacientes
geriátricos. Los individuos mayores de 65 años de edad tienen dos a tres veces más probabilida-
des de morir por un traumatismo que sus contrapartes más jóvenes. Al inicio pueden tener un
buen aspecto, por lo que es menos probable que se les ingrese a un ambiente monitoreado, pero
están en riesgo de complicaciones secundarias a su fisiopatología y comorbilidades relacionadas.5
Los pacientes geriátricos son más susceptibles al sangrado y las lesiones vasculares. Suelen
tener aterosclerosis y tomar fármacos antiplaquetarios o anticoagulantes. La disminución del
tono muscular abdominal puede hacer que los pacientes tangan menos probabilidades de desa-
rrollar peritonitis. Los pacientes de mayor edad también tienen una menor reserva general para
compensar la acidosis y otras manifestaciones de una lesión traumática. Una nutrición deficiente
y el uso de diuréticos a menudo los deja deshidratados antes de un traumatismo, lo que aumenta
el reto de los esfuerzos de reanimación.6
Además de la obtención de imágenes, debe considerarse cuidadosamente la observación
extendida u hospitalización en el paciente geriátrico después de un traumatismo. De igual modo,
es necesario asegurar un sistema de apoyo social adecuado antes de dar de alta al paciente geriá-
trico de urgencias.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con un estado mental normal, exploración abdominal benigna, ausencia
de hematuria macroscópica y sin un signo de cinturón de seguridad no requieren una
TC abdominal después de un traumatismo abdominal contuso, a menos que haya
comorbilidades de importancia.
■■ Evitar una TC abdominal en pacientes inestables y que tengan indicaciones claras
para manejo quirúrgico.
Referencias
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2. Demetriades D. The Initial Assessment and Management of the Trauma Patient. 5th ed.
University of Southern California, 2009.
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US in children—initial experience. Radiology. 2008;246(8):903–909.
4. Chen MM, Coakley FV, Kaimal A, et al. Guidelines for computed tomography and
magnetic resonance imaging use during pregnancy and lactation. Obstet Gynecol.
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5. Taylor MD, et al. Trauma in the elderly: Intensive care unit resource use and outcome.
J Trauma. 2002;53(3):407–414.
6. Schwaub CW, Kauder DR. Trauma in the geriatric patient. Arch Surg. 1992;127(6):701–806.
263
Lesión cerebral traumática grave:
¡evite empeorarla!
Ashkon Ansari, MD
No hay una lesión tan letal o con tantas probabilidades de causar secuelas neurológicas a largo
plazo en los sobrevivientes como la lesión cerebral traumática. No solo es la principal causa
de muerte en niños y adultos jóvenes, sino que quienes sobreviven a ella a menudo sufren una
afección neurocognitiva significativa y discapacidad. Aunque la prevención de la lesión primaria
claramente es la medida más eficaz para salvar la vida, la morbilidad y la mortalidad pueden
disminuir mediante la prevención de una lesión secundaria.
Clasificación y definición de la lesión
Las lesiones cerebrales traumáticas representan un espectro de enfermedad que va de contusión
leve a muerte cerebral. La escala de coma de Glasgow es la puntuación más usada del índice de
gravedad que clasifica estas lesiones y predice su resultado (véase la Tabla 263-1). La utilidad
de este sistema es limitada en pacientes intoxicados.
La lesión inicial durante el evento traumático corresponde a la lesión primaria. Los meca-
nismos de la lesión incluyen traumatismo contuso, traumatismo penetrante, ondas explosivas y
aceleración-desaceleración rápida. Todos ellos llevan a daño directo al cerebro. Los patrones de
lesión abarcan contusión cerebral, hemorragia intraparenquimatosa/intraventricular, hematomas
extraaxiales (epidural/subdural), hemorragia subaracnoidea traumática y lesión axonal difusa.
Gravedad
|
Tabla 263-1 Puntuación
de la lesión
de gravedad de la lesión
usando la escala de coma de Glasgow
PUNTOS CLAVE
■■ Establecer vigilancia estrecha del estado respiratorio del paciente con una lesión cefá-
lica para evitar hipoxia.
■■ Manejar de forma intensiva las lesiones concomitantes para evitar hipotensión.
■■ Elevar la cabecera de la cama y proporcionar sedación suficiente posterior a la intuba-
ción para prevenir la agitación y aumentar la presión intracraneal.
■■ La solución salina hipertónica es el medio osmótico más seguro para reducir de forma
aguda la presión intracraneal en pacientes con politraumatismos y herniación inminente.
Lecturas recomendadas
Badri S, Chen J, Barber J, et al. Mortality and long-term functional outcome associated
with intracranial pressure after traumatic brain injury. Intensive Care Med. 2012;38:
1800–1809.
Joseph B, Haider A, Pandit V, et al. Changing paradigms in the management of 2184 patients
with traumatic brain injury. Ann Surg. 2015;262:440–448.
Kamel H, Navi B, Nakagawa K, et al. Hypertonic saline versus mannitol for the treatment of
elevated intracranial pressure: A meta-analysis of randomized clinical trials. Crit Care Med.
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Rosenfeld J, Maas A, Bragge P, et al. Early management of severe traumatic brain injury.
Lancet. 2012;380:1088–1098.
264
Reanimación con líquidos en
traumatismos: cinco riesgos
potenciales
Erick A. Eiting, MD, MPH, MMM
La reanimación con líquidos en pacientes con traumatismos se rige por el estado clínico del
paciente. Esto inicia con la revisión primaria. Los signos vitales anormales, los pulsos debilita-
dos, el llenado capilar retrasado y las extremidades frías y pegajosas indican una pérdida de san-
gre. La taquicardia a menudo es la primera manifestación de una pérdida de sangre significativa,
seguida por una presión de pulso estrecha en el choque temprano. La disminución en el volumen
intravascular conduce a hipoperfusión de órgano terminal, liberación de catecolaminas y aumento
del tono vascular. A medida que continúa la pérdida de sangre, la presión de pulso se ensancha, la
presión arterial cae, la frecuencia respiratoria puede aumentar y el estado mental declina.
Los objetivos tempranos de la reanimación deben enfocarse en identificar y detener la
fuente de sangrado, mantener la perfusión del órgano terminal, tratar las coagulopatías rela-
cionadas, prevenir la sobrecarga de líquidos y facilitar la atención definitiva. La reanimación
con líquidos debe iniciar con cristaloides (ya sea solución salina normal o lactato de Ringer). La
cantidad ideal de reanimación con cristaloides se desconoce y la hipotensión permisiva puede
ser benéfica en casos de traumatismos. Los líquidos deben entibiarse para evitar la hipotermia.
PUNTOS CLAVE
■■ La transfusión sanguínea debe iniciarse de urgencia en todos los pacientes con trau-
matismo con apariencia de gravedad o hemodinámicamente inestables.
■■ Debe iniciarse un protocolo de transfusión masiva en pacientes inestables y en aque-
llos con hemorragia significativa.
Referencias
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Curr Opin Anesthesiol. 2011;24(2):202–208.
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ratios improves outcome in 466 massively transfused civilian trauma patients. Ann Surg.
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4. Cotton BA, Dossett LA, Haut ER, et al. Multicenter validation of a simplified score to
predict massive transfusion in trauma. J Trauma. 2010;69(Suppl 1):S33–S39.
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bleeding trauma patients: An exploratory analysis of the CRASH-2 randomised controlled
trial. Lancet. 2011;377(9771):1096–1101.
265
¿Cómo llenar un tanque que tiene
orificios? Acceso vascular óptimo
en la reanimación de traumatismos
Benjamin D. Musser, MD
catéteres de tres vías con su mayor longitud resultan en una menor velocidad de flujo por vía en
comparación con el acceso periférico. Además, la colocación de líneas altas puede interferir con
los esfuerzos de reanimación, en particular con la reanimación cardiopulmonar.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Advanced Trauma Life Support Student Course Manual. 9th ed. American College of Surgeons,
2012.
Barcelona S, et al. A comparison of flow rates and warming capabilities of the level 1 and
rapid infusion system with various-size intravenous catheters. Anesth Analg. 2003;97:
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Von Hoff DD, et al. Does intraosseous equal intravenous? A pharmacokinetic study. Am J
Emerg Med. 2008(26):31–38.
266
No tenga miedo de colocar una sonda
pleural
Dhara P. Amin, MD
Los traumatismos son la causa principal de muerte en individuos jóvenes. El neumotórax ocurre
como resultado de la rotura de la pleura visceral o mediastínica, lo que permite la entrada de aire
al espacio pleural. El neumotórax traumático puede deberse a un traumatismo penetrante o con-
tuso, sea abierto o cerrado, y sea simple o a tensión. En el traumatismo torácico, la intervención
más frecuente es el drenaje de aire o líquidos del espacio pleural mediante una sonda torácica.
El procedimiento de toracostomía puede hacerse al lado de la cama o en el quirófano y es el
tratamiento definitivo en la mayoría de los casos. En la sala de urgencias, se realiza en situaciones
que ponen en riesgo la vida.
La radiografía torácica sigue siendo la prueba diagnóstica estándar para la evaluación
de un traumatismo torácico en urgencias. En el paciente erguido, la imagen clásica de un
nivel de líquido con un menisco puede observarse en caso de un hemotórax. Puede reque-
rirse hasta 400 a 500 mL de sangre para obliterar el ángulo costofrénico en una radiografía
torácica. En posición supina no se observa un nivel de líquido ya que la sangre se encuentra
en sentido posterior a lo largo de la parte posterior del tórax, aunque dependiendo del
tamaño del hemotórax, la placa torácica puede mostrar opacidad difusa del hemitórax, a
través de la cual pueden observarse marcas pulmonares.
El uso del ultrasonido en el punto de atención de traumatismos al tórax se ha extendido
gradualmente en los últimos años. La capacidad del ultrasonido para detectar un neumotórax
en el punto de atención es muy valiosa, sobre todo cuando se considera que más de la mitad de
los casos de neumotórax se pasan por alto en las radiografías torácicas en posición supina. Un
ultrasonido pulmonar es más sensible que la radiografía torácica para detectar un neumotó-
rax y puede realizarse sin problema a la cabecera, evitando cualquier retraso en el diagnóstico.
Los datos consistentes en ausencia de una interfaz pulmonar-pleural normal y de deslizamiento
pulmonar son 95% sensibles para neumotórax. La tomografía tiene mayor sensibilidad para la
detección de neumotórax o hemotórax, pero consume más tiempo y requiere un paciente más
estable.
Las indicaciones para la colocación de una sonda pleural en un traumatismo pueden
dividirse en absolutas y relativas. Las indicaciones absolutas son neumotórax, hemotórax o
paro traumático. Las indicaciones relativas incluyen ventilación con presión positiva y frac-
turas costales e hipoxia profunda o hipotensión con lesión torácica penetrante. Los pacien-
tes en paro traumático sin gasto cardiaco deben tener descompresión inmediata de ambos
lados del tórax para excluir un neumotórax a tensión. De modo similar, en los pacientes en
choque o con hipoxia profunda y signos torácicos unilaterales o evidencia de traumatismo
penetrante al hemitórax debe colocarse una sonda pleural de forma urgente. La sonda torácica
también debe considerarse para pacientes que van a transportarse por aire y que tienen riesgo
de neumotórax.
PUNTOS CLAVE
■■ La radiografía torácica puede omitir hasta la mitad de todos los casos de hemotórax y
neumotórax. El ultrasonido es más sensible e ideal en el paciente demasiado inestable
para una tomografía computarizada.
■■ Las sondas pleurales/torácicas están indicadas en caso de un hemotórax o neumotó-
rax traumático, así como en paro traumático.
■■ Debe considerarse la colocación de una toracostomía pleural en pacientes hipóxicos o
hipotensos con un traumatismo torácico, en pacientes intubados con fracturas costa-
les y en aquellos que se transportan por aire con riesgo de neumotórax.
Lecturas recomendadas
Kwiatt M, Tarbox A, Seamon MJ, et al. Thoracostomy tubes: A comprehensive review of com-
plications and related topics. Int J Crit Illn Inj Sci. 2014;4(2):143.
Miller KS, Sahn SA. Chest tubes. Indications, technique, management and complications.
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Sethuraman KN, Duong D, Mehta S, et al. Complications of tube thoracostomy placement in
the emergency department. J Emerg Med. 2011;40(1):14–20.
267
Transfusión masiva en traumatismos:
un panorama cambiante
Tarlan Hedayati, MD
Los objetivos del manejo de un caso con hemorragia traumática son mantener el volumen, restaurar
el suministro de oxígeno a los órganos vitales y evitar una pérdida adicional de sangre mediante el
control de la hemorragia y la corrección de la coagulopatía. En algunos casos, la presencia de una
hemorragia masiva es evidente, por ejemplo, un paciente hipotenso con una fuente de sangrado
externa abundante. Sin embargo, en muchos casos, es muy difícil predecir el inicio de un choque
hemorrágico en un paciente que hasta ese momento se encuentra estable o casi estable. Siempre es
preocupante tanto una reanimación insuficiente (p. ej., esperar demasiado para recibir sangre) como
una reanimación demasiado agresiva (p. ej., administración inapropiada de productos sanguíneos).
La reanimación previa a la hospitalización y en la sala de urgencias del paciente con un
traumatismo sangrante tradicionalmente inicia con la infusión de cristaloides, como solución
salina normal o lactato de Ringer. Sin embargo, a pesar de que la infusión de cristaloides puede
mejorar el estado de volumen, también contribuye a la hemodilución, la acidosis y la coagulo-
patía, todas las cuales conllevan una mayor morbilidad y mortalidad en pacientes que ya están
graves y tienen una hemorragia. En fechas más recientes ha habido un cambio en las guías de
reanimación, la mayoría de las cuales postulan ahora evitar la administración de grandes cantida-
des de líquidos a favor de la transfusión de productos sanguíneos como se hacía antes. A la larga,
los cristaloides no pueden sustituir la capacidad que tiene la sangre para transportar oxígeno.
Una transfusión masiva se define históricamente como la administración de 10 unidades o más
de eritrocitos en un periodo de 24 h, la transfusión de más de 4 unidades en 1 h o la restitución de
más del 50% del volumen sanguíneo del paciente en un periodo de 3 h. Los protocolos de transfusión
masiva para la atención del paciente con hemorragia son algoritmos institucionales que se desarrollan
para coordinar recursos como el banco de sangre, el laboratorio, la unidad de enfermería y la farmacia.
¿Qué pacientes con traumatismos requieren una transfusión masiva antes de mostrar signos
de inestabilidad clínica? Los estudios han demostrado que la “intuición clínica” es poco confiable y
un mal factor de predicción de la necesidad de transfusión. Existen varios sistemas de puntuación
disponibles para ayudar a predecir qué pacientes con traumatismo requieren transfusiones, lo que
incluye la calificación para valoración del consumo de sangre (ABC), la puntuación de hemorragia
grave relacionada con traumatismo (TASH) y la puntuación de la gravedad del sangrado traumático
(TBSS), entre otros. El más simple, que es el sistema de puntuación ABC, se ha validado de forma
prospectiva y asigna un punto para cada uno de los siguientes elementos: frecuencia cardiaca > 120,
presión sistólica < 90, un mecanismo penetrante y una valoración enfocada positiva con sonogra-
fía para la exploración del traumatismo (FAST). Una puntuación > 2 indica que el paciente pro-
bablemente requerirá una transfusión masiva. La mayoría de los médicos utiliza una combinación
de la puntuación ABC, inestabilidad clínica persistente, sangrado activo (en clínica o con estudios de
imágenes) o transfusiones múltiples en urgencias para activar un protocolo de transfusión masiva.
La transfusión en los pacientes con traumatismos no se ha informado con evidencia e inves-
tigaciones de alta calidad hasta fechas recientes. La experiencia de la milicia estadounidense llevó
a la propuesta de usar una proporción 1:1:1 de plasma, plaquetas y paquete globular en pacientes
con traumatismo que requieren transfusión masiva. El estudio Pragmatic Randomized Optimal
Platelet and Plasma Ratios (PROPPR), publicado en 2015, buscó determinar la proporción ideal de
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Elmer J, Wilcox SR, Raja AS. Massive transfusion in traumatic shock. J Emerg Med.
2013;44(4):829–838.
Holcomb JB, Tilley BC, Baraniuk S, et al. Transfusion of plasma, platelets, and red blood
cells in a 1:1:1 vs. a 1:1:2 ratio and mortality in patients with severe trauma: The PROPPR
Randomized Clinical Trial. JAMA. 2015;313(5):471–482.
Pham HP, Shaz BH. Update on massive transfusions. Br J Anaesth. 2013;111(Suppl 1):i71–i82.
Pommerening MJ, Goodman MD, Holcomb JB, et al. Clinical gestalt and the prediction of
massive transfusion after trauma. Injury. 2015;46(5):807–813.
Shakur H, Roberts I, Bautista R, et al. Effects of tranexamic acid on death, vascular occlusive
events, and blood transfusion in trauma patients with significant haemorrhage (CRASH-
2): A randomised, placebo-controlled trial. Lancet. 2010;376(9734):23–32.
268
Reversión de warfarina en un traumatismo
Joseph S. Palter, MD
tiempo para la normalización cuando se compara con plasma congelado. Si bien el complejo es más
eficaz para corregir la RNI, conlleva un aumento de los eventos tromboembólicos. Estudios tem-
pranos con complejo de tres factores encontraron más incidentes de trombosis venosa profunda
e infarto de miocardio en comparación con plasma, pero estudios más recientes con complejo de
cuatro factores no mostraron diferencias en los eventos tromboembólicos.
El factor recombinante VIIa (rFVIIa) es un producto sanguíneo sintético, desarrollado en
un inicio para el tratamiento de hemofilia pero disponible hoy para uso fuera de indicación en la
reversión de la warfarina. A pesar de los estudios iniciales que resultaron promisorios, ningún tra-
bajo a la fecha ha demostrado que rFVIIa mejore los resultados en comparación con el tratamiento
estándar. Además, tiene un mayor riesgo de eventos tromboembólicos y a la fecha es muy costoso.
Mención especial merece el traumatismo cefálico menor en un paciente anticoagulado. Si
bien no existen investigaciones fundamentales que demuestren la necesidad absoluta de obtener una
tomografía craneal para todos estos pacientes, la mayoría de los médicos son muy liberales con las
imágenes. Si bien una tomografía positiva (es decir, sangrado agudo) requiere la reversión completa
de la RNI, las negativas pueden representar un dilema de disposición. Varios estudios han destacado
un riesgo de sangrado retrasado. Este se ha informado de 0.5 a 6.0% de los casos, aunque sigue sin
estar claro qué porcentaje es clínicamente significativo. La mayoría de los expertos recomienda la
reversión de cualquier RNI supraterapéutica, un periodo de observación y consideración para repetir
las imágenes. Las recomendaciones más específicas que la anterior son muy variables y el manejo debe
considerar tanto la gravedad del traumatismo como el estado del paciente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cohen DB, Rinker C, Wilberger JE. Traumatic brain injury in anticoagulated patients.
J Trauma. 2006;60:553–557.
Goldstein JN, Refaai MA, Milling TJ Jr, et al. Four-factor prothrombin complex concentrate
versus plasma for rapid vitamin K antagonist reversal in patients needing urgent surgical
or invasive interventions: a phase 3b, open-label, non-inferiority, randomised trial. Lancet.
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Ivascu FA, Howells GA, Junn FS, et al. Rapid warfarin reversal in anticoagulated patients
with traumatic intracranial hemorrhage reduces hemorrhage progression and mortality.
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Emerg Med. 2012;59(6):460–468.
269
Reversión de los anticoagulantes
y nuevos antiplaquetarios
Dhara P. Amin, MD
En años recientes, se han aprobado nuevos anticoagulantes y antiplaquetarios que se están pres-
cribiendo con mayor frecuencia. Con un aumento en su uso, estos fármacos crean nuevos retos
para el manejo de urgencia de los pacientes con hemorragia. Conocer el nombre de los medica-
mentos, su mecanismo de acción y, más importante, el manejo de sus complicaciones y posibles
métodos de reversión es fundamental para el personal de urgencias.
Los numerosos anticoagulantes y antiplaquetarios se clasifican con base en su meca-
nismo de acción. Argatrobán, bivalirudina y lepirudina son inhibidores directos de la trom-
bina IV y tienen vidas medias breves que van de 25 a 80 min. Estas medicaciones rara vez
se inician en urgencias y, por lo tanto, las complicaciones en urgencias son raras. El manejo
de urgencias de las complicaciones hemorrágicas es sobre todo de apoyo e inicia con la inte-
rrupción del tratamiento, transfusión de paquete globular según se requiera y transfusión de
plasma fresco congelado. No se cuenta con un fármaco de reversión específico. Dabigatrán
es un inhibidor directo de la trombina que se absorbe con rapidez, pero de forma deficiente,
por vía gastrointestinal. Si el paciente requiere reversión en un lapso de 2 a 3 h de la inges-
tión, debe administrarse carbón activado, ya que el fármaco es lipofílico y el carbón impide
su absorción. La hemodiálisis es eficaz para eliminar ~60% del fármaco. Algunos estu-
dios en animales y humanos han mostrado que los efectos de dabigatrán pueden revertirse
mediante un concentrado de complejo de protrombina activado, aunque este sería a la fecha
un uso fuera de indicación del producto. Estos concentrados contienen factores dependien-
tes de vitamina K II, VII, IX y X en forma parcialmente activada. Idarucizumab ha sido
aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos específicamente
para la reversión de dabigatrán en situaciones de urgencia o que ponen en riesgo la vida. Sin
embargo, se requieren estudios ulteriores para determinar la duración de la reversión y su
impacto sobre los resultados de los pacientes.
Apixabán, rivaroxabán y fondaparinux son inhibidores directos del factor Xa y no tie-
nen un fármaco de reversión específico; el manejo es, de nuevo, solo de apoyo. Además, la
hemodiálisis es ineficaz para estos fármacos debido a su elevada capacidad de unión a proteí-
nas plasmáticas. El concentrado del complejo de protrombina y el concentrado activado han
mostrado que revierten los efectos de la anticoagulación de apixabán y rivaroxabán en algunos
estudios en animales y humanos, aunque esto a la fecha representa un uso fuera de indicación
para el producto. No hay una función para la vitamina K en la reversión de cualquiera de estos
nuevos fármacos.
Los antiplaquetarios disponibles en Estados Unidos que inhiben de forma irreversible
la función plaquetaria incluyen aspirina, clopidogrel, prasugrel y ticagrelor. La duración de la
inhibición plaquetaria no depende de la vida media de los fármacos, pero puede persistir
por 5 a 7 días. No hay fármacos de reversión específicos para los antiplaquetarios. El manejo
de los eventos hemorrágicos relacionados con antiplaquetarios incluye la descontinuación del
medicamento. La suspensión del fármaco debido a un evento hemorrágico debe sopesarse
frente al riesgo de que el paciente presente trombosis arterial. Puede considerarse la infusión de
plaquetas como una medida adicional para la hemorragia grave o como profilaxis antes de una
cirugía de urgencia, pero, como se mencionó antes, puede acompañarse de un riego de trom-
bosis. Otro coadyuvante en la reversión es la desmopresina, aunque también puede llevar a
vasoespasmo arterial.
El uso de los nuevos anticoagulantes y antiplaquetarios para el tratamiento de la fibrilación
auricular, la trombosis venosa profunda aguda, la arteriopatía coronaria y el accidente vascu-
lar cerebral ha aumentado a pesar de la falta de antídotos conocidos para la mayoría de estos
medicamentos. Las ventajas frente al tratamiento tradicional con warfarina son inicio rápido,
menos interacciones con fármacos y alimentos, no requerir monitoreo de laboratorio e índices
casi equivalentes en la prevención de un accidente vascular cerebral y tromboembolismo. Los
índices de hemorragia son similares, aunque puede afirmarse que mucho más peligrosos debido
a la evidencia limitada que se tiene tratando las complicaciones hemorrágicas.
Sin importar el fármaco, el abordaje de la hemorragia en un paciente anticoagulado implica
volver a lo básico. Descontinuar el fármaco, aplicar compresión en el sitio de sangrado y restituir
con líquidos/transfusión de sangre son todas tácticas simples que funcionan. La hemodiálisis
solo funciona para dabigatrán, pero puede tener una función en los concentrados de complejo de
protrombina (incluidos los activados) para otros fármacos. Por fortuna, la ayuda viene en camino.
A la fecha, hay antídotos de reversión específicos que se están estudiando y que pueden revolu-
cionar el manejo de las complicaciones hemorrágicas en pacientes que reciben nuevos fármacos
anticoagulantes y antiplaquetarios.
PUNTOS CLAVE
■■ El manejo inicial del sangrado que pone en riesgo la vida en pacientes que toman
anticoagulantes y antiplaquetarios nuevos incluye suspender el medicamento, aplicar
compresión en el sitio de sangrado, de ser posible, transfusión de paquete globular
para corregir una anemia presente o potencial y transfusión apropiada de plasma y
plaquetas.
■■ Idarucizumab está aprobado por la FDA para la reversión de dabigatrán en situacio-
nes de urgencia o que ponen en riesgo la vida. Ninguno de los otros fármacos tienen
agentes específicos de reversión.
■■ Puede haber un papel para los concentrados de complejo de protrombina activados y
estándar en el manejo de los pacientes con hemorragia que toman inhibidores directos
del factor Xa (apixabán, rivaroxabán y fondaparinux).
Lecturas recomendadas
Crowther MA, Warkentin TE. Managing bleeding in anticoagulated patients with a focus on
novel therapeutic agents. J Thromb Haemost. 2009;7(s1):107–110.
Majeed A, Schulman S. Bleeding and antidotes in new oral anticoagulants. Best Pract Res Clin
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Siegal DM, Cuker A. Reversal of novel oral anticoagulants in patients with major bleeding.
J Thromb Thrombolysis. 2013;35(3):391–398.
270
Cuándo sospechar una lesión vascular
cervical
Tarlan Hedayati, MD, FACEP y Stuart Swadron, MD, FRCPC
El paciente que sufre un traumatismo contuso está en riesgo de sufrir lesiones vasculares cervi-
cales, específicamente de las arterias carótida, subclavia y vertebral, así como de las venas yugu-
lares interna y externa. Hasta la tercera parte de los pacientes con lesiones vasculares cervicales
contusas tiene lesiones de múltiples vasos que afectan más de una arteria carótida o vertebral.
La lesión contusa de la carótida tiene una baja incidencia (0.24 a 0.33%) entre pacientes con
traumatismo, pero una elevada morbilidad (hasta 58%) y mortalidad (hasta 33%); la mortalidad se
debe más a menudo a un accidente vascular cerebral. La carótida se lesiona con más frecuencia por
hiperextensión o estiramiento del vaso, por un golpe directo o por laceración debida a fragmentos
óseos. Puede ocurrir disección de la arteria vertebral incluso con un traumatismo “menor”, como
manipulación quiropráctica o yoga. A menudo se relaciona con fracturas de la columna cervical. Con
una lesión cervical contusa no suele haber una alteración vascular franca y exanguinación; en vez de
ello es más típico encontrar disección, trombosis, embolización o formación de seudoaneurisma. El
escenario clínico clásico relacionado con una lesión vascular cervical es el de un paciente con trauma-
tismo que presenta defectos neurológicos hemisféricos o un nivel de consciencia disminuido ante una
tomografía computarizada sin contraste inicialmente negativa del cráneo. Sin embargo, los signos y
síntomas de lesión vascular cervical pueden no ser evidentes de forma aguda; 17 a 35% de los pacien-
tes con disección carótida traumática no tiene ningún síntoma durante 24 h. Esta fase latente retrasa
el diagnóstico y el tratamiento, lo que aumenta la morbilidad y la mortalidad.
Los criterios de detección de Denver modificados son un conjunto de signos y síntomas
desarrollados para ayudar al médico de urgencias a buscar una lesión vascular cervical en caso de
un traumatismo contuso. Estos signos incluyen (1) hemorragia arterial, (2) soplo carotídeo, (3)
hematoma cervical en expansión, (4) déficit neurológico focal, (5) datos neurológicos que no se
explican con imágenes neurológicas y (6) accidente vascular cerebral isquémico en una tomografía
cefálica secundaria. Además, las siguientes lesiones también están sumamente relacionadas con
lesiones vasculares cervicales: fractura de la columna cervical, fractura de Le Fort II o III, fractura
craneal basilar que afecta el canal carotídeo, ahorcamiento no letal con lesión cerebral anóxica y
lesión axonal difusa con una escala de coma de Glasgow < 6. Un paciente con una lesión de fuerza
considerable y cualquiera de los signos o lesiones antes mencionados debe someterse a imágenes
diagnósticas para descartar una lesión vascular.
El estándar de referencia tradicional para las imágenes de la vasculatura cerebral era la angio-
grafía de sustracción digital, con una sensibilidad y especificidad que se aproximaban a l00%. Sin
embargo, esta técnica es costosa, invasiva, no está disponible con facilidad debido a los requerimientos
de personal y equipo, y se relaciona con complicaciones que incluyen disección, trombosis, emboli-
zación, vasoespasmo e insuficiencia renal. La angiografía de sustracción también tiene un índice de
complicación de accidente vascular cerebral de 0.1 a 1%. La angiografía con tomografía computari-
zada ha desplazado en gran medida a la de sustracción digital debido a su disponibilidad, velocidad,
costo-eficacia y capacidad para evaluar otras estructuras y lesiones cervicales. Se han informado sen-
sibilidades de 97 a 100% y especificidades de 94 a 100% para la lesión vascular. Las desventajas de
la angiografía con tomografía incluyen artefactos por cuerpos extraños metálicos, como amalgamas
dentales o cirugías previas de la columna cervical, dificultad para visualizar los vasos que transcurren
por el hueso, radiación y toxicidad por contraste. La angiografía con resonancia magnética es otra
opción, pero al igual que la angiografía de sustracción, tiene una disponibilidad limitada, puede no
ser una opción en caso de un traumatismo agudo debido a su ubicación remota y está contraindicada
en pacientes con muchos tipos de cuerpos extraños metálicos. Además, debido a los tiempos prolon-
gados de adquisición de la imagen, no es una opción práctica en un paciente con traumatismo multi-
sistémico que requiere imágenes rápidas de tórax, abdomen y pelvis. Asimismo, en la resonancia, un
hematoma en sus etapas tempranas puede aparecer isodenso a las estructuras colindantes y dificulta
la identificación de una disección aguda. Las sensibilidades de la angiografía con resonancia van de 50
a 100% y las especificidades de 29 a 100%. En este punto, la mayoría de las guías recomienda el uso
de la angiografía con tomografía para fines diagnósticos y reservar la angiografía de sustracción digital
para los casos en que los datos de la angiografía con tomografía son confusos.
PUNTOS CLAVE
■■ Los pacientes con una lesión vascular cervical contusa pueden no presentarse en un
inicio con signos y síntomas neurológicos o vasculares.
■■ Tanto los mecanismos mayores (fracturas cervicales) como los aparentemente meno-
res (manipulación quiropráctica) pueden causar una lesión vascular cervical.
■■ Los signos, como un hematoma o un soplo sobre la arteria carótida, los mecanismos
de riesgo elevado (p. ej., ahorcamiento no letal) o datos neurológicos (accidente vas-
cular cerebral) todos deben motivar la obtención de imágenes de los vasos cervicales.
■■ La angiografía con tomografía es la modalidad diagnóstica de detección. La angiografía
con sustracción digital solo debe hacerse si la angiografía con tomografía es equívoca.
Lecturas recomendadas
Bromberg WJ, Collier BC, et al. Blunt cerebrovascular injury practice management guidelines:
the Eastern Association for the Surgery of Trauma. J Trauma. 2010;68:471–477.
Cothren CC, Moore EE, et al. Cervical spine fracture patterns mandating screening to rule out
blunt cerebrovascular injury. Surgery. 2007;141:76–82.
Franz RW, Willette PA, et al. A systematic review and meta-analysis of diagnostic screening
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O’Brien PJ, Cox MW. A modern approach to cervical vascular trauma. Perspect Vasc Surg Endo-
vasc Ther. 2011;23(2):90–97.
271
Alternativas al paquete globular:
lo último
Tarlan Hedayati, MD, FACEP
La práctica actual en Estados Unidos requiere la restitución de sangre con productos san-
guíneos alógenos del banco o líquidos en caso de hemorragia. La búsqueda de un sustituto
sanguíneo exitoso lleva cerca de un siglo. Los prospectos de eliminar la escasez de sangre, la
transmisión de enfermedades relacionadas con la transfusión y las reacciones transfusionales
antigénicas han motivado la investigación y los intentos por desarrollar un sustituto adecuado.
Lamentablemente, a la fecha no hay sustitutos sanguíneos que transporten oxígeno aprobados
por la Food and Drug Administration (FDA).
En la sala de urgencias, el volumen de sangre perdido suele restituirse en un inicio con
cristaloides, como solución salina normal o lactato de Ringer. Sin embargo, si bien los líquidos
pueden restituir el volumen y mejorar la presión arterial, son un sustituto inadecuado para la
sangre; no pueden sustituir la capacidad de la hemoglobina para transportar oxígeno. Múltiples
estudios han demostrado que los pacientes con traumatismos que requieren volúmenes de líqui-
dos intensivos tienden a tener peores resultados que quienes requieren menos líquido o reciben
antes productos sanguíneos. La administración intensiva de cristaloides causa hemodilución,
sobrecarga de volumen, acidosis, coagulopatía e hipotermia.
La solución salina hipertónica puede usarse en caso de una lesión cerebral traumática
o presión intracraneal elevada. Otras opciones para restitución de volumen incluyen coloides
no proteínicos, como albúmina hidroxietílica, albúmina, dextranos y gelatinas. La albúmina
hidroxietílica, un coloide sintético, no ha mostrado ser superior a los cristaloides y se relaciona
con empeoramiento de la función renal y lesión renal aguda, aunque se cree que se debe a una
mayor filtración glomerular de los coloides hiperoncóticos. Se observan elevaciones similares en
la creatinina en pacientes que reciben dextranos. Las gelatinas pueden causar anafilaxia, hiperna-
triemia e hipotensión secundaria a la liberación de bradicininas. La albúmina, que se obtiene del
plasma humano, es un coloide proteínico que tampoco ha mostrado ser clínicamente superior a
los cristaloides como un expansor de volumen, se ha relacionado con mayor mortalidad en algu-
nos estudios, es costosa y tiene una disponibilidad limitada. La albúmina se ha relacionado con
hipoventilación si se infunde con rapidez, insuficiencia cardiaca congestiva aguda en aquellos
pacientes en riesgo y el potencial de transmitir priones. Debe considerarse una “tercera opción”
después de los cristaloides y de que los coloides no proteínicos se han usado a dosis máximas.
La transfusión de sangre autóloga, o la recolección y reinfusión de la propia sangre
del paciente, es una alternativa muy factible a la transfusión de sangre de donador. Esto es
particularmente útil antes de un procedimiento quirúrgico si la necesidad potencial de sangre
se identifica con anticipación. El paquete globular tiene una vida de almacenamiento de 35
días, lo que permite que se recolecten múltiples unidades de sangre y se almacenen antes del
procedimiento. En la sala de urgencias, la transfusión de sangre autóloga suele realizarse en
pacientes con hemotórax que requieren una toracotomía con sonda, usando un dispositivo
de recolección específicamente para transfusión autóloga. Las ventajas de este tipo de trans-
fusión frente al paquete globular de donador son múltiples: la sangre está inmediatamente
disponible; no se acompaña del riesgo de enfermedades transmisibles o reacción de incompa-
tibilidad; ya está tibia; tiene una mejor capacidad de transporte de oxígeno; no produce anor-
malidades electrolíticas como hipocalciemia, hiperpotasiemia o acidosis; contiene plaquetas
y factores de la coagulación; y es aceptable para pacientes con objeciones religiosas o de otro
tipo a la transfusión de sangre alógena. Los riesgos de transfusión autóloga incluyen infec-
ción secundaria a contaminación, sobre todo en pacientes con lesiones torácicas penetrantes
y embolia gaseosa.
Por último, en trastornos crónicos como la anemia por enfermedad renal crónica, quimio-
terapia y uso de antirretrovirales, puede recurrirse a factores del crecimiento como la eritropo-
yetina alfa para aumentar la hemoglobina. Toma varias semanas registrar una elevación de la
hemoglobina a partir de la administración de eritropoyetina y no es, por lo tanto, una alternativa
apropiada a la transfusión sanguínea en pacientes con anemia sintomática o hemorragia aguda.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Chatrath V, Khetarpal R, Ahuja J. Fluid management in patients with trauma: Restrictive ver-
sus liberal approach. J Anaesthesiol Clin Pharmacol. 2015;31(3):308–316.
Lira A, Pinsky MR. Choices in fluid type and volume during resuscitation: Impact on patient
outcomes. Ann Intensive Care. 2014;4:38.
Liumbruno G, Bennardello F, Lattanzio A, et al.; as Italian Society of Transfusion Medicine
and Immunohaematology (SIMTI) Working Party Group. Recommendations for the use
of albumin and immunoglobulins. Blood Transfus. 2009;7(3):216–234.
Rhee P, Inaba K, Pandit V, et al. Early autologous fresh whole blood transfusion leads to less
allogeneic transfusions and is safe. J Trauma Acute Care Surg. 2015;78(4):729–734.
Scott MG, Kucik DF, Goodnough LT, et al. Blood substitutes: Evolution and future applica-
tions. Clin Chem. 1997;43:1724–1731.
272
Valoración y tratamiento
de las fracturas costales
Michael Gottlieb, MD, RDMS
Las fracturas costales pueden relacionarse con un traumatismo directo, así como con proce-
sos más benignos (p. ej., tos excesiva). Las fracturas costales deben sospecharse en cualquier
paciente con dolor localizado, hipersensibilidad o crepitación a la palpación de una o más cos-
tillas. Se ha demostrado que las radiografías convencionales no detectan más del 50% de las
fracturas costales. A pesar de ello, las fracturas costales aisladas tienen una relevancia clínica
mínima siempre y cuando se consideren los siguientes aspectos.
La consecuencia más importante de las fracturas costales es el potencial de una lesión
subyacente. Debe tenerse cuidado al valorar si hay contusiones pulmonares relacionadas, neu-
motórax, hemotórax y lesiones intraabdominales. La mayoría de estos puede identificarse con
facilidad en la radiografía torácica inicial, pero en ciertos casos la tomografía computarizada
del tórax o el ultrasonido pueden ser necesarios para complementar las imágenes iniciales.
Las radiografías costales aisladas tienen una utilidad mínima. Las fracturas costales también
pueden ser muy dolorosas, ya que interfieren con la ventilación adecuada debido a rigidez
antiálgica, lo que resulta en atelectasia y neumonía.
Inmovilizar la pared torácica con cinta o fajas ya no se recomienda dado que se ha demos-
trado que favorece la hipoventilación. El dolor debido a fracturas costales puede ser difícil de
manejar. Por lo general, se requiere una combinación de antiinflamatorios no esteroides y opioi-
des junto con espirometría de incentivo para prevenir atelectasia. Los parches de lidocaína colo-
cados directamente sobre la fractura costal también son un coadyuvante analgésico útil. Debe
tenerse cuidado de no colocar el parche directamente sobre la piel lesionada. Para pacientes que
requieren dosis más significativas de analgésicos o en quienes estos medicamentos están contra-
indicados, puede preferirse un bloqueo del nervio intercostal o un catéter epidural.
Una excepción a las recomendaciones previas es la presencia de un tórax inestable. Este
se define como la presencia de dos o más fracturas costales en tres o más costillas adyacentes y
puede identificarse por el movimiento paradójico hacia adentro de la porción afectada del tórax
durante la inspiración. En presencia de dificultad respiratoria, estos pacientes deben vigilarse
estrechamente con un umbral bajo para intubación y ventilación mecánica.
La mayoría de las fracturas costales cura sin novedades en un lapso de 3 a 6 sem. Los
pacientes con múltiples costillas fracturadas, con enfermedad pulmonar preexistente o de edad
avanzada deben considerarse para hospitalización por 24 a 48 horas.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Holcomb JB, McMullin NR, Kozar RA, et al. Morbidity from rib fractures increases after age
45. J Am Coll Surg. 2003;196(4):549–555.
Karmakar MK, Ho AM. Acute pain management of patients with multiple fractured ribs.
J Trauma. 2003;54(3):615–625.
Livingston DH, Shogan B, John P, et al. CT diagnosis of Rib fractures and the prediction of
acute respiratory failure. J Trauma. 2008;64(4):905–911.
Parris R. Towards evidence based emergency medicine: Best BETs from the Manchester Royal
Infirmary. Epidural analgesia/anaesthesia versus systemic intravenous opioid analgesia in
the management of blunt thoracic trauma. Emerg Med J. 2007;24(12):848–849.
Simon B, Ebert J, Bokhari F, et al. Management of pulmonary contusion and flail chest: An
Eastern Association for the Surgery of Trauma practice management guideline. J Trauma
Acute Care Surg. 2012;73(5 Suppl 4):S351–S361.
273
No tan rápido: perlas y riesgos
de la exploración FAST
Michael Gottlieb, MD, RDMS
La evaluación enfocada con sonografía en traumatismo (FAST) es uno de los procedimientos sono-
gráficos en el punto de atención realizados con mayor frecuencia. Inicialmente descrita a principios
de la década de 1990, la investigación y la capacitación en la exploración FAST han sido abundantes
y hoy se le considera una exploración sonográfica fundamental en medicina de urgencias. La explo-
ración FAST típica incluye una proyección abdominal del cuadrante superior derecho, proyección
abdominal del cuadrante superior izquierdo, proyección suprapúbica y proyección cardiaca subxi-
foidea o paraesternal. Hay diversas perlas y posibles riesgos con este procedimiento.
La proyección FAST inicial más frecuente es la del cuadrante superior derecho para valo-
rar si hay líquido en la bolsa de Morison (receso hepatorrenal). Es importante mover la sonda
a su máximo en cada dirección, ya que pueden pasarse por alto pequeñas fracciones de líquido
intraperitoneal con una visualización incompleta. Esto puede ser difícil en pacientes con peque-
ños espacios costales y puede requerir que se mueva la sonda hacia arriba o abajo del espacio
costal para proporcionar una visualización adecuada. Si se identifica líquido en el cuadrante
superior derecho, es importante diferenciar el verdadero líquido intraperitoneal de los falsos
positivos, como líquido perinéfrico o quistes renales. Es posible diferenciarlos mejor al revisar
todo el líquido sospechado cuando se detecte. Los intestinos mostrarán peristalsis si se deja la
sonda en su sitio por 3 a 5 s. El líquido perinéfrico y los quistes renales pueden diferenciarse al
identificar la fascia de Gerota, una línea sumamente ecógena que rodea el riñón. El líquido intra-
peritoneal se ubica entre esta línea y el hígado, en tanto que el líquido perinéfrico y los quistes
renales se ubican entre esta línea y el riñón.
La proyección del cuadrante superior izquierdo puede ser más difícil de obtener dado
que el profesional a menudo tiene que colocar la sonda más posterior y superior, lo que puede
resultar en espacios costales más estrechos. Un riesgo frecuente con esta proyección es la inca-
pacidad para visualizar el espacio esplenofrénico (infradiafragmático). En el cuadrante superior
derecho, el hígado está junto al diafragma, por lo que es raro que el líquido se acumule por arriba
del hígado. Sin embargo, en el cuadrante superior izquierdo hay un gran espacio potencial entre
el bazo y el diafragma, y en el paciente en posición supina este es un sitio frecuente para que se
acumule líquido libre.
La proyección suprapúbica es mucho más accesible que las dos proyecciones previas pero
puede representar un reto en pacientes sin una vejiga llena debido a la pérdida de la ventana acús-
tica. Considere infundir solución salina normal estéril en la vejiga si hay una sonda colocada para
recrear la ventana acústica. También es importante notar que las mujeres en edad fértil pueden
tener una pequeña cantidad de líquido fisiológico. La ascitis o el líquido yatrógeno preexistentes
(p. ej., en pacientes que reciben diálisis peritoneal) también pueden resultar en falsos positivos.
La visualización cardiaca para valorar si hay derrame pericárdico o taponamiento puede con-
seguirse mediante un abordaje subxifoideo o paraesternal. Se prefiere la proyección subxifoidea en
pacientes más delgados o en aquellos con EPOC, ya que los espacios costales delgados y los pulmo-
nes hiperaereados pueden interferir de forma significativa con la obtención de buenas proyecciones
paraesternales. En el paciente obeso o en los que presentan dolor abdominal, la subxifoidea puede
ser difícil de obtener y se prefiere la proyección paraesternal. Un riesgo frecuente con esta explora-
ción consiste en confundir el líquido pleural con el líquido pericárdico en la proyección paraester-
nal larga. Estos pueden diferenciarse al identificar la aorta descendente. El líquido pericárdico se
localiza anterior a la aorta descendente, en tanto que el líquido pleural se ubica posterior. Otro error
frecuente es no valorar el pericardio posterior en busca de líquido. En el paciente supino, el líquido
libre se reubica preferentemente en sentido posterior debido a la gravedad y puede pasarse por alto
si solo se visualiza el pericardio anterior. Además, la sangre coagulada puede tener una apariencia
ecógena y no debe pasar inadvertida al buscar en los espacios pericárdicos.
Por último, es importante estar al tanto de que las exploraciones FAST son dinámicas y solo
válidas mientras se están realizando. Cualquier cambio en los signos vitales o los síntomas debe
motivar a repetir la exploración FAST sin demora. Además, no todas las lesiones que requieren
una laparotomía de urgencia producen suficiente líquido libre para resultar en una exploración
FAST positiva; sigue siendo importante utilizar un buen juicio clínico en estos pacientes.
PUNTOS CLAVE
■■ Debe revisarse hasta la bolsa de Morison para evitar pasar por alto pequeñas áreas de
líquido libre.
■■ Diferenciar el líquido peritoneal del líquido perinéfrico al identificar la fascia de
Gerota, que es hiperecoica.
■■ Asegurarse de observar tanto las áreas esplenorrenales como las infradiafragmáticas al
valorar el cuadrante superior izquierdo.
■■ Considerar instilar agua en la vejiga para mejorar la proyección suprapúbica.
■■ La exploración FAST debe repetirse con cualquier cambio clínico significativo.
Lecturas recomendadas
Daignault MC, Saul T, Lewiss RE. Right flank pain: A case report of an interesting sono-
graphic finding. J Emerg Med. 2012;43(6):1059–1062.
Hafez NM, Gottlieb M, Bailitz J. Pitfalls and pearls in emergency point-of-care sonography.
Ultrasound Clin. 2014;9(2):123–141.
Mandavia DP, Joseph A. Bedside echocardiography in chest trauma. Emerg Med Clin North
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McGahan JP, Richards J, Fogata ML. Emergency ultrasound in trauma patients. Radiol Clin
North Am. 2004;42(2):417–425.
Rose JS. Ultrasound in abdominal trauma. Emerg Med Clin North Am. 2004;22(3):581–599, vii.
274
Cerrar el libro: usar una sábana para
estabilizar las fracturas pélvicas
Michael Gottlieb, MD, RDMS y Stuart Swadron, MD, FRCPC
Las fracturas pélvicas se deben más a menudo a colisiones en vehículos automotores y caídas de
altura. Se relacionan con un riesgo importante de morbilidad y mortalidad. Hay tres patrones
PUNTOS CLAVE
■■ Todas las clases principales de fractura pélvica (con la excepción de las lesiones por
avulsión) pueden causar hemorragia que pone en riesgo la vida.
■■ En pacientes con múltiples lesiones con sospecha de fractura pélvica, estabilizar la
pelvis antes de la intubación en secuencia rápida.
■■ Las fajas pélvicas se ajustan sobre los trocánteres mayores, no sobre las crestas iliacas.
■■ Puede usarse una sábana con pinzas o hemostatos en lugar de un dispositivo comercial.
Lecturas recomendadas
Gardner MJ, Parada S, Chip Routt ML Jr. Internal rotation and taping of the lower extremities
for closed pelvic reduction. J Orthop Trauma. 2009;23(5):361–364.
Giannoudis PV, Grotz MR, Tzioupis C, et al. Prevalence of pelvic fractures, associated inju-
ries, and mortality: The United Kingdom perspective. J Trauma. 2007;63(4):875–883.
Knops SP, Schep NW, Spoor CW, et al. Comparison of three different pelvic circum-
ferential compression devices: A biomechanical cadaver study. J Bone Joint Surg Am.
2011;93(3):230–240.
Miller PR, Moore PS, Mansell E, et al. External fixation or arteriogram in bleeding pelvic fracture:
Initial therapy guided by markers of arterial hemorrhage. J Trauma. 2003;54(3):437–443.
Routt ML Jr, Falicov A, Woodhouse E, et al. Circumferential pelvic antishock sheeting:
A temporary resuscitation aid. J Orthop Trauma. 2002;16(1):45–48.
275
¿Sigue siendo necesaria la
inmovilización de la columna?
Joseph Palter, MD
En Estados Unidos, las lesiones de la columna siguen siendo una fuente importante de morbilidad
y costos de atención a la salud. La incidencia de lesiones de la columna vertebral relacionadas con
traumatismos se estima en 30 000 al año, de las que apenas la tercera parte representa lesiones agu-
das de la médula espinal. A pesar de estos datos, 1 a 5 millones de pacientes son transportados por
los servicios médicos de urgencias con inmovilización de la columna usando un collarín cervical y
una tabla larga rígida, lo que indica un uso extremo de las precauciones de la columna.
La inmovilización de la columna ha sido una característica de la atención de los servicios médicos
de urgencias antes de llegar al hospital desde la década de 1970. Las investigaciones en las décadas
que siguieron a esta implementación mostraron que hubo una disminución del 31% en pacientes que
llegaron con lesiones completas de la columna. Aunque en un inicio se atribuyó al uso de la inmovi-
lización de la columna, es probable que otros varios factores de confusión (mejor infraestructura de
los servicios de urgencia y mejor seguridad en los vehículos) también desempeñaran un papel en este
tema. A la fecha, no se han realizado estudios rigurosos que demuestren que la inmovilización de la
columna reduzca las lesiones ulteriores, ni que mejore los resultados neurológicos a corto o largo plazo.
La declaración de postura del Consortium of Metropolitan Medical Directors incluso reconoce que los
protocolos actuales de los servicios médicos de urgencia se “basan sobre todo en precedentes históricos,
dogmas y preocupaciones médico-legales y no en evidencia científica.”
La inmovilización de la columna no es un procedimiento benigno y tiene un potencial de riesgo.
Es irónico que aquellos pacientes que la inmovilización de la columna busca proteger de una lesión ulte-
rior puedan en realidad estar en más riesgo de morbilidad yatrógena. En casos con una lesión incom-
pleta de la médula espinal cervical, las capacidades respiratorias ya pueden estar comprometidas y una
posición supina fija restringe aún más la función respiratoria y aumenta el riesgo de asfixia. Los pacien-
tes de edad avanzada y aquellos con paraplejía o cuadriplejía (por una lesión nueva de la médula espinal)
no pueden reajustarse de forma eficaz en una tabla larga rígida, lo que aumenta su riesgo de desarrollar
úlceras por decúbito y necrosis tisular, incluso en periodos breves. Muchos estudios han documentado
una función adversa del collarín cervical en pacientes con aumento de la presión intracraneal y en
casos raros puede incluso distraer de fracturas inestables. Por último, el dolor y la molestia que añaden
la inmovilización de la columna al manejo del paciente de traumatismo no deben subestimarse; para
muchos pacientes, a menudo es la parte más incómoda de todo el proceso.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Domeier RM, Swor RA, Evans RW, et al. Multicenter prospective validation of prehospital
clinical spinal clearance criteria. J Trauma. 2002;53(4):744–750.
Hauswald M, Ong G, Tandberg D, et al. Out-of-hospital spinal immobilization: Its effect on
neurologic injury. Acad Emerg Med. 1998;5(3):214–219.
Haut ER, et al. Spine immobilization in penetrating trauma: More harm than good? J Trauma.
2010;68(1):115–121.
Kwan I, Bunn F, Roberts I. Spinal immobilisation for trauma patients. Cochrane Database Syst
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McHugh TP, Taylor JP. Unnecessary out-of-hospital use of full spinal immobilization. Acad
Emerg Med. 1998;5(3):278–280.
276
¿Son los signos vitales confiables
para valorar el grado de hemorragia?
Michael K. Safa, MD
La hemorragia se define como el escape de sangre de un vaso roto. Puede dividirse en causas trau-
máticas y no traumáticas. Las lesiones traumáticas frecuentes que causan una hemorragia impor-
tante incluyen lesión de órgano sólido, fracturas de huesos largos o lesión vascular. El choque
hemorrágico no reconocido es la causa más frecuente de muerte prevenible después de una lesión
traumática. Las fuentes no traumáticas frecuentes de hemorragia incluyen sangrado gastrointesti-
nal, sangrado aneurismático o rotura de un embarazo ectópico. La evaluación inicial de un paciente
con hemorragia en la sala de urgencias implica determinar el grado de pérdida de sangre que ha
sufrido. Es fundamental la detección temprana de hipovolemia en un paciente con sangrado agudo
para el tratamiento oportuno de la hemorragia, lo que incluye la restitución de la sangre perdida.
Por lo general, el volumen de sangre circulante de un paciente adulto es del 7% del peso
corporal ideal o alrededor de 5 L para un individuo de 70 kg. Los médicos casi siempre apren-
den a calcular la pérdida de sangre con base en los signos vitales (frecuencia cardiaca, presión
arterial y frecuencia respiratoria). A menudo se espera que la frecuencia cardiaca y la frecuencia
respiratoria aumenten mientras que la presión arterial disminuya en caso de una hemorragia. La
dependencia en los signos vitales puede ser una función de la amplia participación del curso de
apoyo vital para traumatismo avanzado (ATLS, por sus siglas en inglés) del American College of
Surgeons. El ATLS clasifica el grado de choque hipovolémico secundario a hemorragia en cua-
tro grupos y está firmemente asentado en el análisis de los signos vitales (véase la Tabla 276-1).
Desafortunadamente, la clasificación ATLS del choque hemorrágico nunca se ha apoyado
con evidencia prospectiva. Un gran estudio observacional demostró que si bien existen relacio
nes entre el desajuste de los signos vitales y la cantidad de sangre perdida, no son del grado y
consistencia que sugiere la clasificación ATLS. Por ejemplo, en este estudio, la mediana de las
presiones arteriales sistólicas en pacientes que se considerarían en choque hemorrágico clase III
o IV con base en la frecuencia cardiaca no disminuyeron (133 y 130 mm Hg, respectivamente).
Otro gran estudio observacional encontró resultados similares. Por ejemplo, en este trabajo se
observó que los pacientes con una pérdida estimada de sangre de > 40% tuvieron una presión
arterial sistólica promedio de 120 mm Hg. De hecho, en casos de hemorragia traumática, la
PUNTOS CLAVE
■■ Los cambios en los signos vitales son imprecisos para calcular la pérdida de sangre en
la hemorragia aguda.
■■ Los pacientes de edad avanzada, aquellos que reciben medicamentos de bloqueo
nodal y los que tienen una hemorragia intraabdominal pueden presentarse sin taqui-
cardia en la hemorragia aguda grave.
Lecturas recomendadas
Fildes J, et al. Advanced Trauma Life Support Student Course Manual. 8th ed. Chicago:
American College of Surgeons, 2008.
Guly HR, Bouamra O, Little R, et al. Testing the validity of ATLS classification of hypovolae-
mic shock. Resuscitation. 2010;81:1142–1147.
Guly HR, Bouamra O, Spiers M, et al. Vital signs and estimated blood loss in patients with
major trauma: Testing the validity of the ATLS classification of hypovolaemic shock.
Resuscitation. 2011;82:556–559.
Mutschler M, Paffrath T, Wolfl C, et al. The ATLS((R)) classification of hypovolaemic shock:
A well established teaching tool on the edge? Injury. 2014;45(Suppl 3):S35–S38.
277
El ABC de las quemaduras mayores
Mary L. Cheffers, MD y Stuart Swadron, MD, FRCPC
La American Burn Association define las quemaduras mayores (graves) como el 25% del área total
de superficie corporal o mayor en pacientes de 10 a 40 años de edad (excluyendo quemaduras super-
ficiales), 20% de área total de superficie corporal o mayor en niños menores de 10 años de edad y
adultos mayores de 40, 10% del área total de superficie corporal o más de quemaduras de espesor total
o cualquier quemadura que afecte los ojos, oídos, cara, manos, pies o el perineo que probablemente
resulte en una afección cosmética o funcional. La mayoría de los pacientes con quemaduras mayores
es llevada por los servicios médicos de urgencias a la sala de urgencias más cercana considerando la
posible necesidad de manejo de las vías respiratorias. Para los médicos de urgencias, el manejo de las
quemaduras mayores debe enfocarse en lo básico: asegurar la vía respiratoria, reanimación apropiada
con líquidos, identificar lesiones concomitantes, detener cualquier quemadura que continúe, tratar
el dolor y obtener una atención definitiva. Los riesgos frecuentes de que los médicos proporcionen
atención subóptima caen en tres categorías: no conseguir asegurar la vía respiratoria, reanimación
inadecuada con líquidos y no transferir sin demora al paciente a la unidad de quemaduras.
Vía respiratoria
Se realiza la intubación sin demora para proteger la vía respiratoria en cualquier caso en que se sos-
peche una lesión por inhalación, tanto por el mecanismo como por los datos físicos. Estos incluyen
quemaduras que ocurrieron en espacios reducidos, tiempo de exposición prolongado, quemadura de
las vibrisas y hollín en la nasofaringe o la orofaringe. Las vías respiratorias pueden cerrarse rápida-
mente con la reanimación con líquidos, dado que la lesión tisular provoca el fenómeno de fuga capilar.
La intubación debe considerarse seriamente en cualquier paciente que tenga quemaduras en > 50%
del área total de superficie corporal. Esto se debe a que a menudo requieren grandes volúmenes de
líquidos, tienen reacciones de síndrome de respuesta inflamatoria sistémica graves y necesitan grandes
dosis de analgesia con opioides. Además, se considera la intubación cuando una víctima de quemadura
deba trasladarse a una gran distancia. Una vez intubado, la estrategia de ventilación debe seguir el pro-
tocolo ARDSNet de los National Institutes of Health para evitar tanto barotrauma como atelectrauma.
Reanimación con líquidos
Esta es la intervención que más afecta la mortalidad relacionada con quemaduras mayores. Tanto la
reanimación excesiva como la insuficiente se relacionan con malos resultados en el paciente. En los
últimos años, la reanimación excesiva (más líquido de lo necesario) ha sido el error más frecuente
que se observa en los centros de quemaduras. La reanimación excesiva causa complicaciones que
incluyen tiempo prolongado en el respirador y morbilidad relacionada; insuficiencia cardiaca con-
gestiva; síndrome compartimental del abdomen, globos oculares y extremidades; y extensión de la
zona de coagulación. La reanimación insuficiente también puede conducir a la extensión de la zona
de coagulación además de choque hipovolémico y distributivo, lo que es difícil de revertir. Una solu-
ción simple al problema de reanimación apropiada con líquidos consiste en aplicar correctamente las
herramientas clínicas disponibles para calcular el porcentaje del área total de superficie corporal de la
quemadura y después calcular el volumen de reanimación necesario mediante la fórmula de Parkland
u otra validada. La mayoría de las revisiones realizadas por los centros de quemaduras sugiere que
el error radica en el cálculo del porcentaje de área de superficie corporal afectada y no en el cálculo
subsecuente de requerimientos de líquidos.
Ninguna herramienta clínica ha mostrado ser superior a otras para calcular el tamaño de la que-
madura. Las tres más frecuentes para adultos incluyen la “regla de los 9”, la “Palma 1%” y la gráfica
de Lund-Browder. Hay algunas perlas frecuentes que surgen en la aplicación de estas reglas que vale la
pena mencionar:
■■ Solo deben contarse las quemaduras de espesor parcial o peor; la zona de estasis o hiperemia
que rodea la zona de la lesión no debe incluirse. Esto puede resultar difícil con las escalda-
duras y quemaduras por contacto, ya que al inicio puede ser difícil distinguir sus límites.
■■ El área debe limpiarse para diferenciar entre las áreas sucias que rodean la herida y la escara
de la quemadura.
■■ Cuando hay quemaduras no contiguas, puede ser más preciso utilizar la palma como un
estimado de 1%.
■■ Existe una herramienta clínica modificada para estimar el porcentaje de área total de super-
ficie corporal en niños.
Estimar en exceso el tamaño de una quemadura puede en ocasiones ser intencional o sub-
consciente. La propensión del profesional puede ser a pensar que subestimar el tamaño de la
quemadura puede ser más dañino que sobreestimarlo, ya que los pacientes pueden no cumplir
con los criterios de transferencia a una unidad de quemaduras. Resulta interesante que los datos
apoyan esta teoría en que las quemaduras con mayores probabilidades de sobreestimarse son
aquellas que se aproximan a los criterios de transferencia para quemaduras de espesor parcial (10
a 20% del área total de superficie corporal).
Una vez que se ha deducido la extensión de la quemadura y que se ha calculado el peso del
paciente, el siguiente paso consiste en aplicar una fórmula de reanimación con líquidos, como la de
Parkland. Todas las fórmulas validadas inician el reloj al momento de la lesión, no a la hora de llegar
a urgencias. Todas las fórmulas sugieren el lactato de Ringer como líquido de elección. Los niños
deben recibir dextrosa además del lactato de Ringer, por lo general en una preparación distinta y a
una velocidad diferente. Por ejemplo: usando la fórmula de Parkland para un paciente de 80 kg, una
quemadura de 20% del área de total superficie corporal significa 6.4 L en las primeras 24 h. En las
primeras 8 h deben administrarse 3.2 L, o 400 mL/h. Si el paciente llega 2 h después de la lesión,
los 3.2 L deben administrarse en 6 h a una velocidad cercana a 500 mL/h. Otro error frecuente en
la reanimación con líquidos es olvidar reducir la frecuencia de líquidos después de la marca de 8 h.
En el ejemplo anterior, los 3.2 L deben administrarse en las 16 h restantes, lo que significa que los
líquidos deben reducirse a 200 mL/h después de la marca de 8 h posterior a la lesión.
Transferencia
El error final en el manejo de los pacientes con quemaduras mayores es la transferencia inadecuada
o retrasada a centros de quemaduras. La American Burn Association publica criterios de transfe-
rencia que deben revisarse periódicamente. El umbral para transferir a estos pacientes es bajo, ya
que la atención de las quemaduras debe de ser multidisciplinaria. Retrasar la transferencia puede
causar daño importante a estos pacientes y cuando hay duda, puede llamarse al centro de quemaduras
local para consulta. Cualquier lesión concomitante, incluyendo traumatismo, intoxicación con CO,
intoxicación con cianuro o lesión eléctrica debe atenderse antes de la transferencia, a fin de permitir
una transferencia segura.
En resumen, las quemaduras mayores son raras, pero los médicos de urgencias requieren
un abordaje claro para su manejo. Enfocarse en proteger la vía respiratoria, hacer estimados
precisos del porcentaje de área corporal total de la quemadura, aplicar fórmulas precisas de
reanimación con líquidos y transferir sin demora a una unidad de quemaduras evita los riesgos
frecuentes relacionados con el manejo de quemaduras.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Baxter CR. Fluid volume and electrolyte changes in the early post-burn period. Clin Plast
Surg. 1974;1:693.
Friedstat J, Endorf FW, Gibran NS. Burns. In: Brunicardi F, Andersen DK, Billiar TR, et al.,
eds. Schwartz’s Principles of Surgery. 10th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2014.
Giretzlehner M, Dirnberger J, Owen R, et al. The determination of total burn surface area:
How much difference? Burns. 2013;39(6):1107–1113.
Lee JO, Herndon DN. Chapter 48. Burns and radiation. In: Mattox KL, Moore EE, Feliciano
DV, eds. Trauma. 7th ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2013.
Swords DS, Hadley ED, Swett KR, et al. Total body surface area overestimation at referring
institutions in children transferred to a burn center. Am Surg. 2015;81(1):56–63.
278
¿Cuándo puede la radiología
intervencionista ser amigable
en traumatología?
Lee Plantmason, MD, MPH y Eric Wei, MD, MBA
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de Salud (OMS), los traumatismos son la
principal causa de muerte en personas menores de 40 años de edad, con un estimado de 5 millo-
nes de muertes anuales a nivel mundial. El choque hemorrágico sigue siendo la causa principal
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Gould JE, Vedantham S. The role of interventional radiology in trauma. Semin Intervent
Radiol. 2006;23(3):270–278.
Omert LA, Salyer D, Dunham M, et al. Implications of the “contrast blush” finding on com-
puted tomographic scan of the spleen in trauma. J Trauma. 2001;51:272–278.
Poletti PA, Mirvis SE, Shanmuganathan K, et al. CT criteria for management of blunt liver
trauma: Correlation with angiographic and surgical findings. Radiology. 2000;216:418–427.
Tominaga GT, Simon FJ, Dandan IS, et al. Immunologic function after splenic embolization,
is there a difference? J Trauma. 2009;67:289–295.
279
No pasar por alto el pulgar
de guardabosques
Brian R. Sharp, MD, FACEP
El ligamento colateral cubital (LCC) y el ligamento colateral radial (LCR) son los estabilizadores
primarios de la articulación metacarpiana del pulgar. Se unen proximales a la base de la primera
cabeza del metacarpiano y se insertan en la cara volar de la falange proximal del pulgar. La lesión
al LCC es 10 veces más frecuente que al LCR y suele denominarse “pulgar de guardabosques”.
Puede ser una lesión importante si se pasa por alto, ya que las lesiones tratadas de forma inade-
cuada pueden causar una inestabilidad crónica, dolor persistente, disminución de la fuerza de
pinzamiento o cambios degenerativos.
El pulgar de guardabosques o rotura del LCC fue descrito por primera vez por Campbell
en 1955. La base histórica del nombre es una lesión que ocurría en guardabosques escoceses al
romper el cuello de conejos heridos mientras estaban de cacería. Ahora se conoce mejor como
pulgar del esquiador, ya que las lesiones en pulgares están en segundo lugar solo después de las
lesiones de rodilla entre los esquiadores. También se aprecia con frecuencia en deportes con
pelotas, caídas y actividades de la vida cotidiana (sobre todo caídas sobre la mano extendida). El
mecanismo suele ser un estrés radial (fuerza en valgo) abrupto y significativo sobre el pulgar en
abducción que fuerza a la abducción e hiperextensión de la articulación metacarpiana. El LCC
presenta avulsión de la falange proximal en 90% de los casos.
A la exploración se encuentra hipersensibilidad en la cara cubital del metacarpo del pul-
gar, a menudo con hinchazón y equimosis que pueden afectar toda la articulación. En ocasiones
Grado 1
|
Tabla 279-1 colateral
Grados de lesión del ligamento
cubital
Dolor solo con estrés en valgo (no hay aumento de la laxitud)
Grado 2 Dolor y aumento leve de la laxitud del ligamento (a menudo solo en posición
flexionada)
Grado 3 Laxitud marcada del ligamento, a menudo sin dolor sobre el ligamento
estresado (rotura total del ligamento colateral cubital)
se aprecia una masa palpable en la cara cubital (que es el extremo desplazado del LCC). La
lesión puede producir una fuerza débil de pinzamiento e incapacidad para resistir el estrés de
aducción. La maniobra clave de la exploración física consiste en aplicar estrés en valgo tanto
al pulgar afectado como al no afectado. Esto demuestra una pérdida de integridad del LCC y
se realiza al tomar la articulación metacarpiana del pulgar con una mano (estabilizándola de la
rotación) y la parte distal del pulgar con la otra mano, mientras se aplica estrés en valgo a lo
largo de la articulación metacarpiana. Esto debe realizarse tanto en una posición neutra (0 gra-
dos de flexión) como en flexión (30 grados). La posición flexionada permite que la placa volar
(un ligamento muy grueso que evita la hiperextensión) se relaje, haciendo la prueba más sensi-
ble y a menudo detectando una rotura incompleta del LCC. Se determina una prueba positiva
con aumento de la laxitud o la falta de un parámetro (véase la Tabla 279-1). Algunos textos
quirúrgicos citan una laxitud de > 30 grados de la falange proximal en la cabeza metacarpiana
o > 15 a 20 grados más que en el lado no afectado, pero esto puede ser difícil de determinar de
forma definitiva. Lo que dificulta la situación en algunos individuos es que hay cierta discre-
pancia normal en la laxitud articular entre los pulgares.
La radiografía es la prueba inicial de elección para evaluar una “fractura de guardabos-
ques” relacionada o fractura por avulsión en la base de la falange proximal. La utilidad del ultra-
sonido u otras modalidades imagenológicas avanzadas es cuestionable.
Si se sospecha una lesión del LCC, debe colocarse al paciente una férula de espiga en el
pulgar, con el dedo flexionado a ~20 grados. Está indicada la referencia con un cirujano de mano.
Las recomendaciones para el periodo de inmovilización varían, pero por lo general incluyen 4
sem iniciales. A continuación, con un manejo conservador, el paciente debe iniciar ejercicios
suaves de amplitud de movimiento pasivos (con inmovilización cuando no se realizan los ejerci-
cios). Por lo general se recomienda cirugía si hay una rotura completa, debido a resultados más
predecibles, en un periodo de 3 a 4 sem de la lesión. La cirugía puede ser eficaz para la estabilidad
de la articulación incluso si se retrasa durante años después de la lesión.
PUNTOS CLAVE
■■ Ocurre una lesión colateral cubital con abducción e hiperextensión del pulgar.
■■ Se requiere realizar una exploración de estrés del LCC en una posición neutra, así
como en flexión (30 grados).
■■ El tratamiento inicial de una lesión sospechada del LCC es una férula de espiga del
pulgar y referencia para cirugía de la mano.
Lecturas recomendadas
Fairhurst M, Hansen L. Treatment of “Gamekeeper’s Thumb” by reconstructions of the ulnar
collateral ligament. J Hand Surg Br. 2002;27(6):542–545.
Malik AK, Morris T, Chou D, et al. Clinical testing of ulnar collateral ligament injuries of the
thumb. J Hand Surg Eur Vol. 2009;34:363.
Newland CC. Gamekeeper’s thumb. Orthop Clin North Am. 1992;23(1):41–48.
Pichora DR, McMurtry RY, Bell MJ. Gamekeeper’s thumb: A prospective study of functional
bracing. J Hand Surg [Am]. 1989;14(3):567–573.
Ritting A, Baldwin P, Rodner C. Ulnar collateral ligament injury of the thumb metacarpopha-
langeal joint. Clin J Sport Med. 2010;30(2):106–112.
Tsiouri C, Hayton M, Baratz M. Injury to the ulnar collateral ligament of the thumb. Hand
(NY). 2009;4(1):12–18.
280
Ingresar las fracturas
supracondilares desplazadas para
revisiones neurovasculares
Allison S. Luu, MS, MD y Eric Wei, MD, MBA
Las fracturas supracondilares representan 16% de todas las fracturas pediátricas y constituyen más
de la mitad de todas las fracturas pediátricas de codo. En 70% de los casos, son resultado de una lesión
causada por una caída sobre el brazo extendido en la que se transmite fuerza a través del olecranon
a un área supracondilar débil que resulta en una fractura. Estas fracturas ocurren más a menudo en
niños entre las edades de 3 y 10 años, con una incidencia máxima entre los 5 y 7 años de edad.
Hay dos tipos de fracturas supracondilares, las que ocurren durante la extensión y la hipe-
rextensión y las que ocurren durante la flexión. Más del 95% de estas fracturas es por extensión,
es decir, aquellas causadas por una caída con el brazo extendido. En el tipo de flexión, el meca-
nismo suele ser una caída desde una altura sobre el codo flexionado.
Para diagnosticar una fractura supracondilar es importante recordar que hay varias cosas
que se deben buscar en la radiografía. La primera es el desplazamiento de las almohadillas de
grasa causado por una fractura con hemorragia. La almohadilla de grasa anterior que normal-
mente está presente adquiere una forma triangular que se conoce como el signo de la “vela”.
Además, debe poderse observar una almohadilla de grasa anterior, que siempre es anormal sin
importar su forma, y que es diagnóstica de fractura.
También es importante tener en mente el orden en que aparecen y desaparecen los cen-
tros de osificación o placas del crecimiento. Una nemotecnia usada para predecir la aparición de
estas estructuras es CRITOE. Los centros de osificación se fusionan con el tiempo y el epicóndilo
medial es el último que se fusiona (Tabla 280-1). Un error frecuente es confundir una placa de
crecimiento en el epicóndilo medial con una fractura, dado que es la última en fusionarse en el codo
pediátrico. En caso de duda, comparar radiografías con el codo no lesionado puede ser de utilidad.
Lo último que debe considerarse es que en una radiografía normal, la línea humeral ante-
rior debe pasar por el tercio medio del cóndilo humeral. Si el cóndilo humeral es anterior a la
línea humeral anterior, este es el diagnóstico para una fractura supracondilar de tipo flexión. Un
cóndilo humeral que se observa posterior a la línea humeral anterior es diagnóstico de una frac-
tura supracondilar de tipo extensión. Las fracturas supracondilares de tipo extensión se separan
en clasificaciones basadas en su tratamiento (Tabla 280-2).
|
Tabla 280-1 Nemotecnia CRITOE para los centros de
osificación en el codo de niños
Sin importar el tipo de fractura, el codo en un inicio debe apoyarse en una posición cómoda
a ~20 a 30 grados de flexión y elevarse por arriba del nivel del corazón. Debe tenerse cuidado de
no apoyar la extremidad en extensión total, ya que esto puede dañar el haz neurovascular, sobre
todo en fracturas desplazadas o inestables. Además, apoyar a > 90 grados de flexión aumenta en
gran medida las presiones compartimentales del antebrazo, lo que pone al paciente en riesgo de
sufrir un síndrome compartimental.
Según la bibliografía actual, ocurren lesiones neurovasculares en 12% de todas las frac-
turas supracondilares. El índice aumenta con el grado de desplazamiento. En las fracturas por
extensión, el nervio mediano se ve lesionado más a menudo, específicamente la rama interósea
anterior (28 a 60%). La integridad del nervio interóseo anterior puede ponerse a prueba usando
la fuerza del paciente mientras hace el signo de “OK” usando los dedos pulgar e índice. El
segundo nervio más lesionado en frecuencia es el radial (26 a 61%), seguido por el cubital (11 a
15%). En las fracturas supracondilares de tipo flexión, el nervio cubital es el que se ve lesionado
más a menudo. Esto puede analizarse al examinar la fuerza de los músculos intrínsecos de la
mano. La afección motora al momento de la lesión casi siempre se debe a neuropraxia y suele
mejorar en un periodo de 3 meses. No se requieren estudios adicionales a menos que el déficit
persista más allá de este lapso.
|
Tabla 280-2 Clasificación de las fracturas
supracondilares de tipo extensión
Tratamiento en la sala de
Características urgencias
Tipo I Fractura con desplazamiento mínimo Apoyar con una férula posterior larga del
o ausente (anormalidad de la almo- brazo con flexión ligera y dar de alta
hadilla de grasa) con seguimiento estrecho en 24 h
Tipo II Fracturas desplazadas o aquellas con Evaluación por un ortopedista pediátrico
una línea humeral anterior que pasa con elección de reducción cerrada
anterior al cóndilo humeral en la frente a tornillos percutáneos.
radiografía lateral, con una corteza Hospitalización para revisiones
posterior intacta neurovasculares
Tipo III Desplazamiento importante de la parte Evaluación por un ortopedista
distal del húmero con alteración de pediátrico con reducción abierta
la corteza posterior o cerrada, colocación de tornillos
percutáneos y hospitalización para
revisiones neurovasculares
Debe sospecharse síndrome compartimental en un paciente que requiere cada vez más anal-
gésicos o si se desarrollan parestesias. Esta es una urgencia; el paciente debe pasar al quirófano para
una fasciotomía. La temida complicación del síndrome compartimental es la contractura isquémica
de Volkmann. Esta resulta de un síndrome compartimental no tratado del antebrazo y se caracteriza
por flexión fija en la muñeca y el codo, con el antebrazo en pronación y las articulaciones metacar-
pofalángicas en extensión.
Debido a la elevada incidencia de lesión neurovascular y las temidas consecuencias per-
manentes de la contractura isquémica de Volkmann, la mayoría de las fracturas supracondilares
tipo II y todas las de tipo III deben ingresarse para revisiones neurovasculares, con una consulta
ortopédica pediátrica urgente para una posible reparación quirúrgica.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Babal JC, Mehlman CT, Klein G. Nerve injuries associated with pediatric supracondylar
humeral fractures: A meta-analysis. J Pediatr Orthop. 2010;30(3):253–263.
Brubacher JW, Dodds SD. Pediatric supracondylar fractures of the distal humerus. Curr Rev
Musculoskelet Med. 2008;1(3/4):190–196.
Carson S, Woolridge DP, Colletti J, et al. Pediatric upper extremity injuries. Pediatr Clin North
Am. 2006;53(1):41–67.
Cheng JC, Wing-Man K, Shen WY, et al. A new look at the sequential development of elbow-
ossification centers in children. J Pediatr Orthop. 1998;18(2):161–167.
Farnsworth CL, Silva PD, Mubarak SJ. Etiology of supracondylar humerus fractures. J Pedi-
atr Orthop. 1998;18(1):38.
281
Identifique los signos radiográficos
de una dislocación escafolunar
Nicholas Abraham, MD y Stuart Swadron, MD, FRCPC
extensión, desviación cubital y supinación carpiana. Esto causa un desgarro agudo del ligamento
escafolunar, que crea un espacio entre el semilunar y el polo proximal del escafoides. Además, la
lesión puede coexistir con una rotura en el ligamento radioescafolunar que resulta en rotación
palmar (o subluxación rotaria) del escafoides.
La dislocación escafolunar con frecuencia se pasa por alto en la presentación inicial y puede
ser muy sutil, en especial cuando se encuentra aislada o si se relaciona con otras lesiones más graves.
Es inherentemente más difícil de detectar debido a que suele presentarse sin una fractura. En la
clínica, los pacientes acuden con grados variables de debilidad de prensión, movimiento limitado,
hinchazón dorsorradial e hipersensibilidad puntual. Estos signos y síntomas con frecuencia se rela-
cionan con una sensación de tronido o chasquido con el movimiento de la muñeca. La prueba de
inclinación del escafoides es valiosa para determinar la presencia de una lesión. Se ha descrito que
una prueba positiva es diagnóstica cuando la realiza un profesional experimentado.
Prueba de inclinación del escafoides
1) Coloque cuatro dedos detrás del radio, con el pulgar en la tuberosidad del escafoides.
2) Use su otra mano para moverse de forma pasiva de la desviación cubital a la radial.
Cuando la mano se encuentra en desviación cubital, el escafoides está en una posición extendida
en línea con el antebrazo, en tanto que en la desviación radial, el escafoides está flexionado.
Aplicar presión a la tuberosidad mientras se mueve la mano de la desviación cubital a la radial
evita que el escafoides se flexione. Si los ligamentos escafolunares están alterados, el polo proxi-
mal se mueve en sentido dorsal fuera de alineación con el radio, a menudo induciendo dolor en
la cara dorsorradial de la muñeca. Cuando se libera la presión aplicada, el escafoides se reduce a
sí mismo a lo largo del borde dorsal del radio, a menudo induciendo dolor en la cara dorsorradial
de la muñeca. Cuando se libera la presión aplicada, el escafoides se reduce a sí mismo a lo largo
del borde dorsal del radio, induciendo el típico tronido o chasquido ya descrito.
Una vez sospechado, el diagnóstico se confirma por la presencia de una o más característi-
cas que se observan en las radiografías. Los médicos de urgencias deben conocer los huesos del
carpo y contar con un esquema estandarizado para evaluar las placas de la muñeca. Si bien exis-
ten diversas nemotecnias, como “Esa Señora Pidió Pizza, Traga, Traga Grande Ganchoso” para
escafoides, semilunar, piramidal, pisciforme, trapecio, trapezoide, grande, ganchoso, respectiva-
mente. En la proyección anteroposterior, el médico debe buscar el ensanchamiento del espacio
articular escafolunar. La exploración de este espacio debe ser parte del proceso de revisión de
las placas de la muñeca. Una medición > 3 mm es patognomónica y se conoce como el signo de
“Terry Thomas” por el popular cómico de la década de 1960 con un espacio característico entre
sus incisivos. En años más recientes se le ha llamado el signo de “David Letterman” por este
comediante más contemporáneo. El segundo signo que debe tenerse en cuenta es el signo del
anillo cortical, formado por un escafoides compactado debido a subluxación rotaria e inclinación
volar, lo que causa una densidad doble con forma de anillo en su polo distal (véase la Figura
281-1). La proyección lateral también debe examinarse de cerca para asegurar que el radio, el
semilunar y el hueso grande formen una línea recta. La porción proximal del escafoides se pro-
yecta sobre el semilunar con el segmento volar distal. Una línea que se dibuja por el centro del
semilunar y el escafoides forma el ángulo escafolunar, que debe ser de entre 30 y 60 grados. Las
radiografías deben examinarse a detalle en busca de dislocaciones perilunares o lunares, así como
fracturas radiales distales, estiloides radiales o escafoides, dado que tienen una fuerte relación
con la dislocación escafolunar.
A los pacientes con dislocación escafolunar debe colocárseles una férula de espiga en el
pulgar, con la muñeca en posición neutra o a 10 a 15 grados de dorsiflexión. Se debe solicitar
una referencia urgente con el ortopedista o cirujano de mano para reparación quirúrgica, dado
que estas lesiones suelen ser difíciles de reparar, con resultados impredecibles. Las modalidades
más frecuentes para reparación son la reducción cerrada con tornillos percutáneos o reducción
abierta y reparación ligamentosa interna. La reparación sin demora durante la fase aguda de la
lesión se acompaña del potencial más elevado de resultados satisfactorios. Es importante estable-
cer el diagnóstico temprano para evitar secuelas relacionadas, lo que incluye artritis degenerativa
grave y a menudo debilitante.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Geissler WB, Freeland AE, Savoie FH, et al. Intracarpal soft-tissue lesions associated
with an intra-articular fracture of the distal end of the radius. J Bone Joint Surg Am.
1996;78:357–365.
Linscheid RL, Dobyns JH, Beabout JW, et al. Traumatic instability of the wrist: Diagnosis,
classification, and pathomechanics. J Bone Joint Surg Am. 1972;54:1612–1632.
Watson HK, Ashmead D IV, Makhlouf MV. Examination of the scaphoid. J Hand Surg [Am].
1988;13:657–660.
Wolfe SW. Chapter 15. Carpal instability. In: Green’s Operative Hand Surgery. 6th ed. London,
UK: Churchill-Livingstone, 2011:481–488.
282
Conozca las diferencias entre las
fracturas y seudofracturas de Jones
Brian R. Sharp, MD, FACEP
El quinto metatarsiano proximal es el sitio más frecuente de fracturas del mesopié y representa
45 a 70% de todas las fracturas metatarsianas. La más conocida es tal vez la fractura de Jones,
que describió por primera vez en 1902 Sir Robert Jones después de que se lesionó el pie mientras
bailaba. Sin embargo, esta fractura de hecho es menos frecuente que la seudofractura de Jones o
fractura por avulsión del quinto metatarsiano.
El quinto metatarsiano está compuesto por tres zonas anatómicas, cada una con una fractura
correspondiente. Diferencias significativas en el pronóstico y el tratamiento pueden depender de
simples milímetros, lo que hace que sea muy importante diferenciar las tres zonas y los tipos
de fractura correspondientes.
Zona 1: fracturas por avulsión de la
tuberosidad: seudofractura de Jones/
fractura del bailarín
Las fracturas por avulsión de la tuberosidad del quinto metatarsiano a menudo se conocen como
seudofracturas de Jones o de bailarín. Representan 90% de las fracturas de la base del quinto
metatarsiano. Aunque suelen ser visibles en las proyecciones anteroposterior estándar, lateral y
oblicua del pie, las placas del tobillo suelen ser necesarias para visualizar la fractura; hasta 23%
se pasa por alto nada más con radiografías del pie. La fractura en sí misma puede tener una apa-
riencia transversa u oblicua y siempre ocurre proximal a la articulación intermetatarsiana entre
el cuarto y quinto metatarsiano. Aunque una fractura por avulsión puede afectar la articulación
metatarsocuboide, nunca debe afectar la articulación intermetatarsiana entre el cuarto y el quinto
metatarsiano.
El mecanismo típico de una fractura de la tuberosidad por avulsión es la inversión forzada
del pie y del tobillo mientras el pie está en flexión plantar (p. ej., un basquetbolista que cae mal
después de saltar o un corredor con inversión del tobillo en una superficie desigual). La tensión
generada por el tendón del peroné corto o el cordón lateral de la aponeurosis plantar (fascia)
PUNTOS CLAVE
■■ Ocurre una fractura de avulsión del quinto metatarsiano con una lesión por inversión,
en tanto que una fractura de Jones es una fuerza lateral mientras el talón no está
tocando el suelo.
■■ Ocurre una fractura de avulsión del quinto metatarsiano proximal a la articulación
intermetatarsiana entre el cuarto y el quinto metatarsiano.
■■ Si bien una fractura de avulsión puede tratarse con un zapato posoperatorio, tanto
las fracturas de Jones como las fracturas por estrés del quinto metatarsiano requieren
inmovilización prolongada y estado estricto de no apoyar peso.
LECTURAS RECOMENDADAS
Den Hartog BD. Fracture of the proximal fifth metatarsal. J Am Acad Orthop Surg. 2009;17:
458–464.
Hatch RL, Alsobrook JA, Clugstron JR. Diagnosis and management of metatarsal fractures.
Am Fam Physician. 2007;76:817–826.
Polzer H, Polzer S, Mutschler W, et al. Acute fractures to the proximal fifth metatarsal bone:
Development of classification and treatment recommendations based on the current evi-
dence. Injury. 2012;43:1626–1632.
Zwitser EW, Breederveld RS. Fractures of the fifth metatarsal; diagnosis and treatment. Injury.
2010;41:555–562.
283
Búsqueda de otras lesiones en
pacientes con fracturas de la escápula
John W. Martel, MD, PhD, FACEP
Las fracturas de la escápula son raras, con una incidencia anual de 10 a 12 por 100 000 personas.
Suelen relacionarse con mecanismos de fuerza contusa de alta energía, lo que incluye colisiones en
vehículos automotores y caídas de alturas, y por lo tanto a menudo se acompañan de otras lesio-
nes graves. Aunque constituyen < 1% de todas las fracturas, las de la escápula se relacionan con un
índice de mortalidad de 10 a 15%. Es importante señalar que más de 90% de los pacientes tiene
lesiones concomitantes cuyos diagnósticos pueden retrasarse o pasarse por alto por completo si no
se consideran con cuidado. En especial, existe el riesgo de lesión torácica multisistémica, ortopédica,
intracraneal, intraabdominal y neurovascular coexistente. Por ejemplo, hay una incidencia informada
muy alta (75 a 98%) de lesiones pulmonares ipsolaterales, de la pared torácica y la cintura escapular.
Durante la exploración física, el paciente completamente consciente suele mantener el
hombro afectado en una posición de aducción, con la extremidad cercana a la pared torácica. En
un contexto clínico apropiado, diversos datos del hombro, lo que incluye equimosis ipsolateral,
hematoma, hipersensibilidad focal o crepitación, deben despertar la sospecha de una fractura
de la escápula, así como sus lesiones graves relacionadas. Las fracturas de la escápula ocurren
sobre todo en el cuerpo del hueso, seguidas por el cuello, cavidad glenoidea y acromion, en orden
descendente. Las placas del hombro en tres proyecciones (anteroposterior, transescapular lateral
y axilar lateral) ayudan en el diagnóstico rápido mediante la evaluación tanto de las estructuras
glenohumerales como del cuerpo escapular. En algunos casos, las fracturas de la escápula tam-
bién pueden observarse en las placas torácicas, pero igualmente pueden pasarse por alto en una
placa portátil en un paciente con una lesión crítica. La tomografía computarizada delinea la
fractura de forma más eficaz y también es de gran utilidad para descartar lesiones relacionadas
en el paciente estable con lesiones múltiples.
Con respecto a los patrones de la lesión, los más frecuentes son las fracturas de las costi-
llas y patologías intratorácicas agudas, como neumotórax, hemotórax y contusiones pulmonares.
Estos se encuentran junto con fracturas de la escápula (en algunas combinaciones) en hasta dos
tercios de los casos. Además, las fracturas craneales y las lesiones intracraneales, incluyendo
hemorragia intracraneal y contusión, ocurren hasta en 40% de los pacientes. Por último, hasta
10% de los casos se relacionan con lesión en la vasculatura regional, incluidas las arterias bra-
quial, subclavia y axilar.
También es prudente buscar otras lesiones ortopédicas, con un enfoque especial en el esque-
leto axial, la pelvis y las extremidades. Una revisión retrospectiva de 10 años de hospitalizaciones
por traumatismo contuso en dos grandes centros urbanos para traumatismos nivel 1 informó que
los pacientes con fracturas escapulares tendían a tener puntuaciones de gravedad de las lesio-
nes más graves y lesiones torácicas subyacentes. Otra revisión retrospectiva de la base de datos
nacional de traumatismos de Estados Unidos informó que las lesiones concomitantes al tórax,
extremidades superiores y pelvis se observan con una mayor frecuencia en pacientes con fracturas
de la escápula.
Por fortuna, las fracturas aisladas de la escápula no suelen relacionarse con discapacidad
permanente. La gran mayoría de los casos se maneja sin cirugía, aplicando un cabestrillo y con
amplitud de movimiento temprana, con excepción de las fracturas que son inestables y requieren
intervención quirúrgica.
PUNTOS CLAVE
■■ Dados los mecanismos de alta energía que suelen romper la escápula, se requiere una
evaluación cuidadosa del traumatismo para evitar pasar por alto lesiones que pueden
poner en riesgo la vida.
■■ Las lesiones relacionadas más frecuentes son las fracturas costales, neumotórax,
hemotórax y contusiones pulmonares.
Lecturas recomendadas
Baldwin KD, Ohman-Strickland P, Mehta S, et al. Scapula fractures: A marker for concom-
itant injury? A retrospective review of data in the national trauma database. J Trauma.
2008;65:430–435.
Brown CV, Velmahos G, Wang D, et al. Association of scapular fractures and blunt thoracic
aortic injury: Fact or fiction? Am Surg. 2005;71:54–57.
Cole PA, Freeman G, Dubin JR. Scapula fractures. Curr Rev Musculoskelet Med. 2013;6(1):
79–87.
Veysi VT, Mittal R, Agarwal S, et al. Multiple trauma and scapula fractures: So what? J Trauma.
2003;55:1145–1147.
284
¿Sabe cómo registrar el índice
tobillo-braquial?
John C. Ray, MD
El índice tobillo-braquial (ITB) es una herramienta diagnóstica clave en la valoración del flujo
arterial en las extremidades inferiores. Es una herramienta de detección no invasiva para la iden-
tificación de arteriopatía periférica y lesión arterial que se usa en todos los ámbitos clínicos, lo
que incluye ambulatorio, hospitalario y de urgencias. El ITB se obtiene rápidamente y es simple
de interpretar, además que puede auxiliar en el tratamiento de pacientes que se presentan con
cualquier sospecha de compromiso arterial en la extremidad inferior. Aunque se utiliza con más
frecuencia en el ámbito ambulatorio para cuantificar el grado de arteriopatía periférica, existen
varias aplicaciones en la sala de urgencias (véase la Tabla 284-1).
En términos simples, el ITB se obtiene al medir la presión arterial en las extremidades
superior e inferior y comparar sus valores respectivos. El equipo necesario para obtener el ITB
se encuentra a la cabecera de cualquier sala de exploración estándar de urgencias. Esto incluye
manguitos de presión arterial de diferentes tamaños, un esfigmomanómetro manual, un ultraso-
nido Doppler portátil y gel para ultrasonido o jalea lubricante. Los siguientes pasos delinean la
técnica apropiada para medir y calcular este índice:
■■ Paso 1: colocar al paciente en posición supina.
■■ Paso 2: elegir el manguito de presión arterial de tamaño adecuado para el brazo del paciente,
así como para el tobillo y aplicar el manguito de presión en el lugar adecuado. Ir 2.5 cm por
arriba de la fosa antecubital para mediciones braquiales y 5 a 7.5 cm por arriba del maléolo
para las mediciones del tobillo.
■■ Paso 3: para las mediciones braquiales, aplicar una cantidad adecuada de gel en la fosa antecu-
bital del paciente y colocar el transductor del Doppler a un ángulo de 45 a 60 grados dirigido
hacia la cabeza del paciente para obtener la señal de pulso arterial más clara y mantener el
transductor bien colocado.
■■ Paso 4: inflar el manguito de presión arterial braquial a 20 mm Hg por arriba del punto en
que ya no se aprecie la señal del pulso arterial.
■■ Paso 5: desinflar lentamente el manguito de presión arterial braquial, manteniendo la sonda
Doppler en su sitio, hasta que regrese la señal del pulso arterial. Registrar este número como
la presión sistólica braquial para el brazo medido.
|
Tabla 284-1 Indicaciones para el uso del índice tobillo-
braquial en la sala de urgencias
Infección de la herida o celulitis en una extremidad isquémica
Evaluación de las úlceras o gangrena del pie
Evaluación del flujo arterial en lesiones traumáticas de la extremidad inferior
Isquemia aguda de la extremidad relacionada con un trombo
Evaluación posoperatoria después de angioplastia, colocación de prótesis endovascular o ciru-
gía de derivación de la extremidad inferior
ITB derecho
|
Tabla 284-2 Calcular el ITB para las extremidades
derecha e izquierda
Presión sistólica más alta del tobillo derecho (pedia dorsal o tibial posterior) mm Hg
Presión sistólica braquial más alta (derecha o izquierda) mm Hg
ITB izquierdo Presión sistólica más alta del tobillo izquierdo (pedia dorsal o tibial posterior) mm Hg
Presión sistólica braquial más alta (derecha o izquierda) mm Hg
■■ Paso 6: repetir los pasos 3 a 5 para el brazo contralateral y registrar esa presión sistólica
braquial.
■■ Paso 7: para mediciones del tobillo, ubicar tanto los pulsos dorsal pedio como tibial posterior
usando el transductor Doppler.
■■ Paso 8: colocar el transductor Doppler firme sobre el pulso dorsal pedio e inflar el manguito
del tobillo a 20 mm Hg por arriba de la marca donde ya no se aprecia la señal del pulso dor-
sal y desinflar el manguito lentamente hasta que regrese la señal del pulso arterial. Marcar
este número como la presión arterial sistólica del dorsal pedio para el lado medido. Algunos
pacientes pueden tener pulsos dorsales pedios ausentes de forma congénita.
■■ Paso 9: repetir el paso 7 con transductor Doppler sobre el pulso tibial posterior para medir la
presión sistólica del tibial posterior para el lado medido y registrar ese número.
■■ Paso 10: aplicar el manguito de presión arterial al tobillo opuesto y repetir los pasos 6 y 7 en
dicho tobillo y registrar ambos números.
■■ Paso 11: usar las ecuaciones mostradas en la Tabla 284-2 para calcular el ITB para las extre-
midades inferiores derecha e izquierda del paciente.
■■ Paso 12: interpretar los resultados como se indica en la Tabla 284-3.
En la Tabla 284-3 se delinea la interpretación del ITB en la arteriopatía periférica. En un
traumatismo u otros procesos agudos, el ITB también puede ser útil para identificar a los pacientes
en riesgo de lesión arterial de la extremidad inferior. En pacientes con traumatismo de la extremi-
dad inferior, por ejemplo, los valores del ITB ≤ 0.9 tienen una sensibilidad de 87% y una especi-
ficidad de 97% para lesión arterial de la extremidad inferior y por tanto se justifican más imágenes
con angiografía o cirugía. Los valores ≥ 0.91 sugieren una menor probabilidad de lesión arterial y
una estrategia de observación, mediciones ITB repetidas o angiografía no de urgencia.
Valor ITB
|
Tabla 284-3 Interpretación de los valores medidos
de ITB en arteriopatía periférica
Interpretación
> 1.3 Vasos calcificados
1.3–0.91 Flujo normal del vaso
0.9–0.4 Arteriopatía periférica leve a moderada
0.39–0.00 Enfermedad periférica grave
PUNTOS CLAVE
■■ El ITB es una prueba no invasiva importante para valorar una arteriopatía o lesión,
tanto en urgencias como en el ámbito ambulatorio.
■■ Los valores de ITB ≤ 0.9 en una extremidad inferior con una lesión aguda justifican
una evaluación ulterior con angiografía o cirugía.
Lecturas recomendadas
Grenon SM, Gagnon J, Hslang J. Ankle-brachial index for assessment of peripheral arterial
disease. N Engl J Med. 2009;361:e40.
Johansen K, Lynch K, Paun M, et al. Non-invasive vascular tests reliably exclude occult arte-
rial trauma in injured extremities. J Trauma. 1991;31(4):515–519.
Newton EJ, Arora S. Peripheral vascular injury. In: Marx JA, ed. Marx: Rosen’s Emergency
Medicine: Concepts and Clinical Practice. 7th ed. Philadelphia, PA: Saunders Elsevier, 2009.
Vol. 1: Part II—Trauma.
285
No omita una fractura proximal
en el peroné en pacientes
con fractura de tobillo
Shawn K. Kaku, MD y Stuart Swadron, MD, FRCPC
pacientes solo pueden manifestar dolor en el tobillo e incapacidad resultante para desplazarse
y no quejarse de dolor proximal en el peroné. Esto puede deberse a las demandas mínimas de
apoyo de peso de la parte proximal del peroné. A la exploración, hay hipersensibilidad sobre
el ligamento deltoides (en el lado medial) y la sindesmosis sin hipersensibilidad del ligamento
lateral o la parte distal del peroné. Si bien probablemente no habrá ninguna deformidad obvia
o hinchazón sobre la parte proximal del peroné, suele haber hipersensibilidad a la palpación.
Además, el paciente puede quejarse de menor sensación en el dorso del pie. Esto es resultado
de una lesión en el nervio peroneo, en su trayecto por la cabeza del peroné.
La ausencia de un antecedente de dolor proximal en el peroné es precisamente el motivo
por el que se requiere una exploración profunda, que se extiende al menos a la parte proximal
del peroné (¡articulación arriba y articulación abajo!) de cualquier paciente con molestias por le-
sión del tobillo. Una radiografía del tobillo a menudo muestra un ensanchamiento de la articu-
lación tibioperoneal distal, así como una fractura del maléolo medial o el maléolo posterior. Sin
embargo, en algunos casos, la fractura tibial proximal puede ocurrir solo con daño a los tejidos
blandos a nivel del tobillo (véase la Figura 285-1). Solo las placas de la tibia-peroné o la rodilla,
si se indican, muestran la fractura en la parte proximal del peroné. Asimismo, el astrágalo puede
reducirse de forma espontánea en sentido medial, dejando pocos elementos para sospechar solo
con las placas del tobillo que puede haber una fractura alta del peroné. Así, sin reconocer el
patrón de la lesión y la exploración de la parte proximal del peroné, se pasan por alto muchos
casos con patrones de fractura de Maisonneuve. Las radiografías de la tibia y el peroné no nece-
sariamente se solicitan de forma sistemática, pero deben obtenerse si hay hipersensibilidad ósea
sobre la parte proximal del peroné en caso de una lesión del tobillo o si se aprecia una fractura
del tobillo en la radiografía.
PUNTOS CLAVE
■■ La fractura de Maisonneuve es una fractura en espiral del tercio proximal del peroné
con alteración relacionada del tobillo. Se presenta más a menudo como un tobillo torcido.
■■ El manejo con mayor frecuencia es quirúrgico y los retrasos en el diagnóstico pueden
causar complicaciones.
■■ Los retrasos en el diagnóstico pueden ocurrir por no realizar una exploración o, si
hubieran sido necesarias, falta de imágenes de la parte proximal del peroné en lesiones
del tobillo.
■■ La ausencia de una verdadera fractura del tobillo en algunos casos (solo lesión de teji-
dos blandos) puede hacer que el médico subestime la gravedad de esta lesión.
Lecturas recomendadas
Duchesneau S, Fallat LM. The Maisonneuve fracture. J Foot Ankle Surg. 1995;34(5):422–428.
Kalyani BS, Roberts CS, Giannoudis PV. The Maisonneuve injury: A comprehensive review.
Orthopedics. 2010;33(3):196–197.
Millen JC, Lindberg D. Maisonneuve fracture. J Emerg Med. 2011;41(1):77–78.
Taweel NR, Raikin SM, Karanjia HN, et al. The proximal fibula should be examined in all
patients with ankle injury: A case series of missed maisonneuve fractures. J Emerg Med.
2013;44(2):e251–e255.
286
¿Fractura de boxeador? ¡Busque
una deformidad rotacional!
Jennifer Marvil, MD, MA
La fractura del boxeador es el nombre comúnmente usado para la fractura del cuello del quinto
metacarpiano, aunque el término suele aplicarse a las fracturas tanto del cuarto como del quin-
to metacarpianos. Las fracturas metacarpianas explican ~40% de las lesiones de la mano; las
fracturas del cuello del metacarpiano son las fracturas más frecuentes de este tipo, el quinto
hueso es el que se lesiona más a menudo y representan ~20% de todas las fracturas de la mano.
La mayor incidencia de fracturas del boxeador se aprecia en hombres de ~15 a 30 años de edad. A
pesar de su nombre, las fracturas del boxeador no son muy frecuentes en boxeadores entrenados,
sino que se observan más a menudo en peleadores sin entrenamiento.
El patrón de la fractura del boxeador ocurre debido a un impacto directo o carga axial a
la cabeza del metacarpiano, con la articulación metacarpofalángica en flexión, a menudo como
resultado de un golpe que se lanza contra una superficie sólida. Este fractura es en sí misma
inestable debido a una pérdida de las fuerzas estabilizantes proximales a la cabeza del metacar-
piano, pues los ligamentos colaterales se insertan en sentido proximal en los lados de la cabeza del
metacarpiano y en sentido distal de la falange. La pérdida de las fuerzas estabilizantes proximales
conduce a la angulación volar de la cabeza del metacarpiano.
En clínica, una fractura del boxeador puede diagnosticarse por hinchazón, deformidad o
hipersensibilidad sobre el metacarpiano o depresión de la quinta articulación metacarpofalán-
gica. Además, debe revisarse la integridad cutánea de la mano, ya que una laceración ocurrida
por golpear la boca del oponente (también llamada “mordedura por pelea”) puede causar una
infección bacteriana grave y alteración funcional. Las características radiográficas de una frac-
tura del boxeador incluyen una fractura típicamente oblicua del cuello del metacarpiano, con
angulación volar del segmento distal de la cabeza del metacarpiano (véase la Figura 286-1).
Las fracturas del cuello del metacarpo pueden tolerar un grado variable de angulación sin
afección funcional. La angulación se valora mejor en una radiografía lateral de la mano. El grado
aceptable de angulación es diferente para cada dedo. Si bien el número exacto de angulación permi-
tida en cada dedo varía entre diferentes fuentes, se permiten ~10, 20, 30 y 40 grados de angulación
del segundo al quinto metacarpianos. La angulación volar aceptable es además de los 15 grados
inherentes de angulación volar entre la cabeza y el cuello del quinto metacarpiano. Se permite
una mayor deformidad volar en el quinto metacarpiano debido a que su articulación es más móvil
que otras articulaciones carpometacarpianas, lo que permite una mayor capacidad rotacional para
facilitar la oposición. De forma similar, el pulgar también puede tolerar ~40 grados de angulación
volar para una fractura del cuello del primer metacarpiano debido a la mayor capacidad rotacional
en la primera articulación carpometacarpiana para permitir la oposición.
Si bien las fracturas del cuello del quinto metacarpiano pueden tolerar un alto grado de
angulación, no es aceptable ningún grado de deformidad rotacional. La deformidad rotacional
produce una alteración funcional debido a que se traslapan los dedos y esto causa una dismi-
nución de la fuerza de prensión. La deformidad rotacional puede valorarse por los datos tanto
clínicos como radiográficos. Con los dedos flexionados tanto en la articulación metacarpofalán-
gica como la interfalángica proximal, todos los dedos deben apuntar a la tuberosidad escafoidea.
Además, los lechos ungulares de los dedos deben estar alineados con los dedos en extensión.
Debe sospecharse una deformidad rotacional si todos los dedos no se alinean uniformemente o
si hay una superposición del cuarto y quinto dedos con el puño cerrado. Además de los datos de
la exploración física, deben valorarse las radiografías de la mano en busca de rotación además
de angulación. Si bien la angulación volar se valora mejor en las placas laterales, cualquier angu-
lación aparente observada en una placa anteroposterior representa una malrotación significativa.
Sin embargo, es importante observar que las radiografías de la mano no son muy sensibles para
detectar malrotación. Por lo tanto, el médico debe ser diligente al valorar en clínica las defor-
midades rotacionales. Las fracturas con malrotación requieren una referencia ortopédica para
fijación quirúrgica a fin de prevenir una alteración funcional.
PUNTOS CLAVE
■■ La fractura del boxeador es una fractura del cuello del quinto metacarpiano como
resultado de un impacto con el puño cerrado contra una superficie dura. Esta es la
fractura más frecuente del metacarpiano de la mano.
■■ Si bien las fracturas metacarpianas pueden tolerar grados variables de angulación
volar (dependiendo del dedo afectado), ningún grado de deformidad rotacional es
aceptable. Los médicos deben valorar de forma diligente todas las fracturas del boxea-
dor en busca de deformidad rotacional en clínica debido a que los datos radiográficos
pueden no ser lo bastante sensibles para detectar malrotación del fragmento distal.
■■ La deformidad rotacional puede valorarse al buscar la superposición del cuarto y
quinto dedos mientras se forma un puño o al evaluar la alineación de los lechos ungu-
lares de todos los dedos en extensión. Todas las fracturas con deformidad rotacional
requieren una referencia ortopédica para fijación quirúrgica, de modo que se pre-
venga la alteración funcional por disminución de la fuerza de prensión.
Lecturas recomendadas
Ali A, Hamman J, Mass DP. The biomechanical effects of angulated boxer’s fractures. J Hand
Surg [Am]. 1999;24A(4):835–844.
Leung YL, et al. Radiographic assessment of small finger metacarpal neck fractures. J Hand
Surg [Am]. 2002;27A(3):443–448.
Pace GI, Gendelberg D, Taylor KF. The effect of closed reduction of small finger metacarpal
neck fractures on the ultimate angular deformity. J Hand Surg [Am]. 2015;40:1582–1585.
Sletten IN, et al. Assessment of volar angulation and shortening in 5th metacarpal neck
fractures: An inter-and intra-observer validity and reliability study. J Hand Surg [Am].
2012;38E(6):658–666.
Soong M, Got C, Katarincic J. Ring and little finger metacarpal fractures: Mechanisms, loca-
tions, and radiographic parameters. J Hand Surg [Am]. 2010;35A:1256–1259.
287
Piense en rotura del tendón de Aquiles
en pacientes con torcedura de tobillo
Jennifer Farah, MD
Las torceduras del tobillo son muy variadas, pues algunas a la exploración física presentan datos
muy llamativos (p. ej., edema difuso, equimosis extensa) y otras solo causan limitaciones leves
en la amplitud de movimiento. De cualquier modo, los estudios pueden incluir radiografías,
que de ser negativas para una fractura suelen ir seguidas por la aplicación de un vendaje elástico
y la recomendación de tratamiento con RHiCE (reposo, hielo, compresión y elevación). Sin
embargo, es posible que un diagnóstico muy preocupante se esté pasando por alto y a menudo,
en lo que parece ser una torcedura benigna del tobillo, no se considera una rotura del tendón
de Aquiles.
El tendón de Aquiles es el tendón más grande del cuerpo. Desafortunadamente, también es
uno de los que tienen peor vascularización y es, por lo tanto, susceptible de lesiones. Conecta los
músculos gastrocnemio y sóleo con el calcáneo. Con cada paso, sufre inversión y eversión repeti-
tivas, que con el tiempo pueden causar una gran cantidad de microtraumatismos e inflamación.
Correr, saltar y realizar otros movimientos relacionados con los deportes puede exacerbar un ten-
dón de por sí debilitado, lo que causa aún más daño. La tendinitis y la bursitis son trastornos
frecuentes, pero incluso más preocupante es la rotura parcial del tendón de Aquiles.
Considerando la sutileza de la presentación, cerca del 25% de todas las lesiones del tendón
de Aquiles se pasa por alto en un inicio. La mayoría de estas lesiones ocurre en hombres, de 30
a 50 años de edad, y los atletas experimentados son tan vulnerables como los principiantes. El
paciente puede informar que hizo un movimiento repentino, escuchó un chasquido y no pudo
continuar con lo que estaba haciendo. Por ejemplo, un jugador de basquetbol puede describir
haber tenido los pies firmemente plantados cuando pivoteó para agarrar un pase. Otra descrip-
ción frecuente es la sensación de “recibir una patada en la parte posterior del tobillo”.
A la exploración, el profesional puede palpar un defecto notorio o “nudo” a lo largo de la
longitud del tendón. También puede apreciarse una pérdida de la flexión plantar o una incapacidad
para levantar los dedos del pie. Sin embargo, no todos los casos son tan obvios y pueden requerirse
pruebas de mayor presión. En la prueba de Thompson, se coloca al paciente en posición supina
con la extremidad afectada a 90 grados de flexión en la rodilla. A continuación, el médico oprime
la pantorrilla y observa si hay flexión plantar en el pie. De estar ausente, se considera que la prueba
es anormal y debe sospecharse una lesión del tendón de Aquiles. Si hay flexión plantar limitada,
el médico puede seguir investigando al colocar un esfigmomanómetro en la pantorrilla. Con el
paciente en la misma posición supina y el pie en flexión plantar, el manguito se infla a 100 mm Hg.
El médico entonces coloca el pie en dorsiflexión pasiva en la planta y observa si hay una elevación en
la presión. Si el tendón está intacto, la presión debe aumentar a 140 mm Hg. Esta cifra puede variar
de una persona a otra; por lo tanto, para asegurar una mayor precisión, esta prueba también debe
hacerse en la extremidad no afectada para obtener los valores iniciales del paciente.
Es importante recordar que los pacientes con lesiones del tendón de Aquiles pueden haber
conservado la flexión plantar debido a la acción de otros músculos colindantes, como el flexor
largo del dedo gordo y el tibial posterior. Por lo tanto, puede ser que se requieran otras imágenes
para establecer un diagnóstico definitivo. La resonancia magnética y el ultrasonido son de gran
ayuda. Debido al alto costo y acceso limitado a la resonancia en urgencias, se prefiere el ultraso-
nido en la sala de urgencias. Los datos incluyen pérdida de la continuidad del tendón o una varia-
ción en la textura ecógena del tendón que puede representar un desgarro parcial. Sin embargo,
estos datos dependen del operador y no son tan sensibles como la resonancia magnética.
El tratamiento de la rotura del tendón de Aquiles implica inmovilización prolongada o
reparación quirúrgica más inmovilización. La decisión de qué camino seguir se toma junto con
un cirujano ortopedista y debe considerar el nivel de actividad del paciente. Si se realiza inmo-
vilización en urgencias, el tobillo debe inmovilizarse en flexión plantar (férula o yeso en equino)
y el paciente debe anticipar que la inmovilización permanezca colocada por unas 8 a 12 sem, sin
apoyar peso durante las primeras 3 a 4 sem. Deben establecerse las expectativas; el paciente debe
esperar una recuperación lenta que puede no llevar a una recuperación completa de la función.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Copeland SA. Rupture of the Achilles tendon: A new clinical test. Ann R Coll Surg Engl.
1990;72(4):270–271.
Gulati V, Jaggard M, Al-Nammari SS, et al. Management of Achilles tendon injury: A current
concepts systematic review. World J Orthop. 2015;6(4):380–386.
Kayser R, Mahlfeld K, Heyde CE. Partial rupture of the proximal Achilles tendon: A differ-
ential diagnostic problem in ultrasound imaging. Br J Sports Med. 2005;39(11):838–842;
discussion 838–842.
Mazzone MF, McCue T. Common conditions of the Achilles tendon. Am Fam Physician.
2002;65(9):1805–1810.
Reiman M, Burgi C, Strube E, et al. The utility of clinical measures for the diagnosis of Achilles
tendon injuries: A systematic review with meta-analysis. J Athl Train. 2014;49(6):820–829.
288
Reducir la dislocación de la cadera
de manera oportuna
Erik A. Berg, MD
Línea de Shenton
Figura 288-1 Línea de Shenton (línea punteada). (De Pope TL Jr, Harris JH
Jr. Harris & Harris’ The Radiology of Emergency Medicine. 5th ed. Philadelphia, PA:
Lippincott Williams & Wilkins, 2012.)
rativos adecuados para apoyar la fractura antes de su reducción. Deben evitarse los intentos
múltiples de reducción en urgencias, ya que existe un mayor riesgo relacionado de daño a la
superficie articular y necrosis avascular con cada intento. Si la fractura no puede reducirse, el
paciente tendrá que ingresar a quirófano ya sea para reducción cerrada bajo anestesia general o
para reducción abierta.
Las complicaciones de las dislocaciones de cadera incluyen artritis traumática, disfunción
del nervio ciático y, lo más importante, necrosis avascular de la cabeza femoral. La necrosis
avascular es tal vez la secuela más discapacitante en las dislocaciones de cadera. Para minimizar
el riesgo de que ocurra, ¡reduzca la cadera en un lapso de 6 h posteriores a la lesión!
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Brooks RA, Ribbans WJ. Diagnosis and imaging studies of traumatic hip dislocations in the
adult. Clin Orthop Relat Res. 2000;377:15–23.
Clegg TE, Roberts CS, Greene JW, et al. Hip dislocations—Epidemiology, treatment, and
outcomes. Injury. 2010;41:329–334.
Hak DJ, Goulet JA. Severity of injuries associated with traumatic hip dislocation as a result of
motor vehicle collisions. J Trauma. 1999;47:60–63.
Newton E, Love J. Emergency department management of selected orthopedic injuries. Emerg
Med Clin North Am. 2007;25:763–793.
Sahin V, et al. Traumatic dislocation and fracture dislocation of the hip: A long-term follow-up
study. J Trauma. 2003;54:520.
Yang EC, Cornwall R. Initial treatment of traumatic hip dislocation in the adult. Clin Orthop
Relat Res. 2000;377:24.
289
Buscar hipersensibilidad de la
tabaquera anatómica y no pasar por
alto una fractura del escafoides
Benjamin D. Musser, MD
tanto, si la sospecha clínica de una fractura escafoidea es alta a pesar de contar con radiografías
negativas, se recomienda una inmovilización empírica. En estos casos pueden obtenerse radiogra-
fías repetidas de la muñeca en 1 sem. Esto da más tiempo para que cualquier fractura se haga evi-
dente, mientras se mantiene al paciente hospitalizado en el intervalo. Si se requiere un diagnóstico
más rápido, como en caso de atletas que de lo contrario volverían a jugar, Carpenter y cols. mostra-
ron que la resonancia magnética y la tomografía computarizada tienen sensibilidad y especificidad
excelentes para identificar fracturas del escafoides incluso en casos agudos.
Las férulas o enyesados después de una fractura escafoidea se destinan a la inmovilización
del escafoides y suelen requerir la colocación de un yeso en espiga o férula del pulgar. La dura-
ción de la inmovilización varía, pero se requiere una inmovilización más prolongada para las
fracturas proximales debido al mayor riesgo de necrosis avascular y falta de unión. Este mayor
riesgo puede explicarse por el patrón de irrigación sanguínea que ya se describió. El compromiso
de la irrigación al polo proximal en una fractura proximal o del cuello puede impedir la curación
y por lo general aumenta la probabilidad de necrosis avascular.
Si hay una sospecha importante de una complicación posterior a la fractura escafoidea,
está justificada la referencia de urgencias con un ortopedista. Varios criterios para una referencia
ortopédica urgente incluyen:
■■ Fracturas del polo proximal
■■ Mas de 1 mm de desplazamiento de los segmentos de la fractura
■■ Presentación retrasada. Langhoff y cols. demostraron que los pacientes con una presenta-
ción retrasada de 4 sem después de la lesión escafoidea inicial tienen un índice de falta de
unión hasta del 40%.
En pacientes con fracturas escafoideas no complicadas sin evidencia de falta de unión, no
hay pruebas que muestren un beneficio a largo plazo de la intervención quirúrgica en compa-
ración con la inmovilización. Sin embargo, hay una ligera reducción en el tiempo hasta regresar
a las actividades con la intervención quirúrgica, según se encontró en el estudio de Bond y cols.
(8 sem frente a 15 sem en un pequeño estudio que incluyó a 25 pacientes).
PUNTOS CLAVE
■■ Las fracturas escafoideas son las fracturas más frecuentes que afectan los huesos
del carpo en la muñeca. El mecanismo de lesión más habitual es caer sobre la mano
extendida.
■■ La hipersensibilidad en la tabaquera anatómica, hipersensibilidad a la palpación del
tubérculo escafoides y dolor con carga axial del metacarpiano del pulgar son datos
de la exploración física que deben aumentar la sospecha de fractura del escafoides.
■■ Es importante inmovilizar la muñeca y el pulgar con una férula de espiga del pulgar si
hay sospecha clínica de fractura del escafoides, incluso si las radiografías son negativas.
Lecturas recomendadas
Bond CD, et al. Percutaneous screw fixation or cast immobilization for nondisplaced scaphoid
fractures. J Bone Joint Surg Am. 2001;83-A(4):483–488.
Carpenter CR, et al. Adult scaphoid fracture. Acad Emerg Med. 2014;21:102.
Langhoff O, Andersen JL. Consequences of late immobilization of scaphoid fractures. J Hand
Surg Br. 1988;13(1):77–79.
Waeckerle JF. A prospective study identifying the sensitivity of radiographic findings and the
efficacy of clinical findings in carpal navicular fractures. Ann Emerg Med. 1987;16:733.
290
¿Fractura del calcáneo? ¡No pase por
alto una lesión de la columna!
Sara Khaghani, MD, MPH
Las fracturas del calcáneo son una fuente de enfermedad debilitante y es importante identificar-
las sin demora. La incidencia de fracturas del calcáneo es de 11.5 por 100 000, con un predomi-
nio de hombres a mujeres de 2.14:1. Estas fracturas tienen índices elevados de complicaciones
agudas y a largo plazo. A menudo son el resultado de un traumatismo de alto impacto que ocurre
después de una lesión con carga axial en el pie posterior a una caída (¡o salto!) de 1.80 m o más.
En un estudio, 72% de las fracturas del calcáneo tuvo lugar después de una caída.
Las placas simples son el estudio inicial de elección para confirmar la presencia de una fractura
del calcáneo. Están indicadas las proyecciones lateral y axial (de Harris) del calcáneo, así como la pro-
yección anteroposterior del pie. Pueden requerirse proyecciones adicionales o tomografía computari-
zada para definir con mayor detalle la extensión de la fractura. La tomografía suele usarse en casos en
que la fractura es intraarticular. Estas fracturas tienen un pronóstico más desfavorable debido a que se
extienden a la articulación subastragalina que apoya peso. Debe consultarse a un cirujano ortopedista
para el manejo adecuado de estas lesiones; por lo general es necesaria una referencia urgente.
Las fracturas abiertas, cualquier lesión neurovascular, las fracturas con dislocación y el
síndrome compartimental agudo son complicaciones potenciales que requieren consulta de
urgencia con un cirujano ortopédico. Es importante vigilar una posible necrosis de la piel, que
con frecuencia puede ocurrir cuando hay desplazamiento posterior del calcáneo.
El manejo inicial de la fractura del calcáneo incluye elevación de la extremidad por arriba
del nivel del corazón, así como hielo sobre la lesión. Debe colocarse un vendaje de compresión
voluminoso (también conocido como vendaje de Jones). Por supuesto que está indicada la apli-
cación de anestesia. Se requieren exploraciones frecuentes de la piel para valorar si hay necrosis
cutánea y síndrome compartimental. La reparación quirúrgica puede estar indicada para patro-
nes de fracturas desplazadas y conminutas que afectan los espacios articulares del pie.
Se ha demostrado que hasta 50% de los pacientes con fracturas del calcáneo tienen lesiones
relacionadas. Las lesiones concomitantes que se observan con mayor frecuencia son en las extremi-
dades inferiores (13.2%) y de la columna toracolumbar (6.3%). Además, alrededor del 5% de los
pacientes tienen fracturas calcáneas bilaterales. Por lo tanto es importante realizar una exploración
cuidadosa de la cabeza a los pies del esqueleto axial y apendicular, y un examen neurológico que
incluya la función motora, sensación, reflejos y sentido de posición. En pacientes con un meca-
nismo de alto impacto o signos de lesión a la exploración, son apropiadas las imágenes del esqueleto
axial (p. ej., radiografía o tomografía de la columna toracolumbar). La tomografía computarizada
tiene una mayor sensibilidad para detectar fracturas de la columna.
PUNTOS CLAVE
■■ Las proyecciones radiográficas iniciales adecuadas para valorar las fracturas del calcáneo
incluyen proyecciones lateral y axial (de Harris), así como una proyección anteroposte-
rior del pie.
■■ El médico debe estar atento a la posibilidad de síndrome compartimental y necrosis de
la piel del pie como resultado de una fractura del calcáneo; está indicada una consulta
ortopédica de urgencia si parece inminente cualquiera de estas alteraciones.
Lecturas recomendadas
Antevil JL, Sise MJ, Sack DI, et al. Spinal computed tomography for the initial evaluation of
spine trauma: A new standard of care? J Trauma. 2006;61(2):382.
Mitchell MJ, McKinley JC, Robinson CM. The epidemiology of calcaneal fractures. Foot
(Edinb). 2009;19(4):197–200.
Walters JL, Gangopadhyay P, Malay DS. Association of calcaneal and spinal fractures. J Foot
Ankle Surg. 2014;53(3):279–281.
291
Estar atento a lesiones por inyección
a alta presión con apariencia benigna
Jennifer Farah, MD
“Las apariencias engañan” nunca ha sido más cierto que al identificar lesiones por inyección a
alta presión. La presentación puede limitarse a una pequeña herida por punción o a un déficit
neurológico vago. Así, hay que ser diligentes al investigar los detalles de la lesión. Algunas cau-
sas de las lesiones por inyección a alta presión son pistolas de pintura, pistolas de lubricantes
y otros instrumentos laborales. Los hombres tienen más probabilidades de presentarse con
estas lesiones, con una edad promedio en la década de los 30. A menudo, los pacientes estaban
revisando una boquilla tapada al momento de la lesión. Es por este motivo que el dedo índice de
la mano no dominante es el dedo que se lesiona con mayor frecuencia. Incluso los trabajadores
capacitados más experimentados no son inmunes a estos accidentes.
El retraso en la presentación es frecuente, ya que en un inicio el material inyectado puede
no causar molestias. Es posible que pasen muchas horas antes de que el paciente sienta la nece-
sidad de acudir a la sala de urgencias. Dado que la sustancia altera los tejidos colindantes, se
producen procesos inflamatorios y esto causa mayor inflamación y dolor. Al tiempo que los vasos
sanguíneos y los nervios cercanos se comprimen, el dedo adquiere una apariencia más edema-
tosa, tensa y pálida, y a menudo el paciente se queja de dolor y parestesia. A la exploración se
aprecian limitaciones en la amplitud de movimiento y está comprometida la perfusión, en tanto
que solo se observa una pequeña lesión punteada de forma macroscópica. El material extraño usa
los haces neurovasculares y las vainas de los tendones como una carretera para viajar en sentido
más proximal. Un informe de caso encontró que un mecánico automotriz sufrió un neumome-
diastino como consecuencia de la inyección de aire comprimido en su mano. Esto sirve como
recordatorio, una vez más, de que aunque estos pacientes puedan tener heridas poco llamativas a
primera vista, el nivel de daño subyacente puede ser devastador.
Desde luego que debe determinarse el material inyectado. Las revisiones sistémicas han
observado que los solventes orgánicos, como la pintura, el disolvente, los combustibles y el aceite
tienden a ser más cáusticos y por lo tanto más probables de llevar a la amputación. Por otro lado,
la respuesta inflamatoria al aire o el agua es menos intensa.
Desde un inicio, las inyecciones deben explorarse con más detalle mediante radiografías.
El médico puede notar una sustancia radiopaca, por ejemplo pintura, que revela la extensión de
la lesión. Asimismo, puede haber una mayor translucidez, lo que indica que el agua o el aire han
alterado el tejido. Se aconseja la administración de antibióticos de amplio espectro y la profilaxis
contra el tétanos. La función de los esteroides sigue en duda; su efecto para disminuir el proceso
inflamatorio puede ser benéfico, pero no han mostrado que reduzcan la incidencia de amputa-
ción. A la larga, ningún tratamiento médico debe retrasar la intervención más importante, que
es la desbridación quirúrgica.
El tiempo hasta la desbridación quirúrgica es de gran importancia, dado que los índices de
amputación pueden ser incluso hasta del 50%. Algunos estudios han mostrado que el riesgo
de amputación es menor si el paciente se somete a desbridación en un lapso de 6 h de la lesión.
Se requiere exploración quirúrgica no solo para erradicar la sustancia química causal e irrigar el
tejido necrótico, sino también para descomprimir los nervios y vasos colindantes. Hay mínimos
datos publicados en relación con el resultado funcional general de estos pacientes, pero debe
emprenderse cualquier esfuerzo para reducir la posibilidad de amputación; los pacientes que
suelen padecer estas lesiones por lo general son más dependientes de mantener una destreza
adecuada que la mayoría.
PUNTOS CLAVE
■■ Las lesiones por inyección de alta presión a menudo tienen una apariencia benigna a
la exploración, si bien este mecanismo de lesión indica una lesión tisular subyacente
significativa.
■■ Las placas simples de la extremidad afectada pueden ayudar a revelar la verdadera
extensión de la lesión subyacente.
■■ Aunque se aconsejan antibióticos de amplio espectro y profilaxis para tétanos en
estos casos, el tiempo hasta la exploración quirúrgica y la desbridación es el factor
más importante para prevenir un resultado devastador y minimizar la probabilidad
de amputación.
Lecturas recomendadas
Amsdell SL, Hammert WC. High-pressure injection injuries in the hand: Current treatment
concepts. Plast Reconstr Surg. 2013;132(4):586e–591e.
Hogan CJ, Ruland RT. High-pressure injection injuries to the upper extremity: A review of the
literature. J Orthop Trauma. 2006;20(7):503–511.
Kennedy J, Harrington P. Pneumomediastinum following high pressure air injection to the
hand. Ir Med J. 2010;103(4):118–119.
Rosenwasser MP, Wei DH. High-pressure injection injuries to the hand. J Am Acad Orthop
Surg. 2014;22(1):38–45.
292
Lesión de Lisfranc: peligro
en el mesopié
Lee Plantmason, MD, MPH
La lesión de Lisfranc es una lesión del complejo articular tarsometatarsiano. Constituye apenas
0.2% de todas las fracturas y se considera una de las causas de discapacidad importante por
lesiones al mesopié y el antepié. Puede ocurrir por mecanismos de baja energía, como caídas
estando de pie y lesiones atléticas, y por mecanismos de alta energía, como caídas de altura,
lesiones por aplastamiento del pie y colisiones en vehículos automotores. Si bien los anteceden-
tes y la exploración física con atención cuidadosa a las radiografías simples son importantes,
las radiografías simples no siempre son diagnósticas debido a superposición de los huesos, en
especial en proyección lateral. Hasta 20% de estas lesiones puede no diagnosticarse con precisión
en las radiografías simples iniciales, lo que las convierte en una lesión de alto riesgo para que los
médicos de urgencias las pasen por alto.
Una breve revisión de la anatomía del pie ayuda a entender las lesiones de Lisfranc. El antepié
está compuesto por cinco huesos metatarsianos y sus falanges relacionadas. El mesopié también
consiste de cinco huesos: tres cuneiformes (medial, medio y lateral), el cuboides y el navicular. La
articulación de Lisfranc o tarsometatarsiana consiste en las articulaciones entre los metatarsianos
y los tres cuneiformes y el cuboides, todos críticos para la estabilidad del pie. La articulación de
Lisfranc está compuesta por tres elementos longitudinales, la columna medial (cuneiforme medial
y primer metatarsiano), la columna media (cuneiformes medio y lateral con el segundo y tercer
metatarsianos) y la columna lateral (el cuboides y el cuarto y quinto metatarsianos). El ligamento
de Lisfranc transcurre del cuneiforme medial plantar a la base del segundo metatarsiano, en tanto
que el segundo al quinto metatarsianos están interconectados por medio de una serie de ligamentos
intermetatarsianos, lo que conecta la columna medial con los cuatro metatarsianos laterales y sirve
como apoyo primario de los tejidos blandos de la articulación tarsometatarsiana.
La lesión de Lisfranc resulta de un traumatismo tanto directo como de uno indirecto; más
a menudo, el traumatismo directo incluye lesiones por aplastamiento relacionadas con una lesión
significativa de tejidos blandos, insuficiencia vascular y síndrome compartimental del pie. Los
patrones de lesión indirecta más frecuentes se deben a una rotación externa forzada, carga axial
de un pie en flexión plantar o torsión de un pie con carga axial en posición equina fija en que la
abducción forzada del antepié causa dislocación del segundo metatarsiano y desplazamiento del
metatarsiano lateral. Por ejemplo, cuando fue descrita por primera vez por el cirujano de guerra
francés Jacques Lisfranc de St. Martin, un soldado pudo haberse caído de su caballo con el pie
todavía en el estribo y haber tenido este tipo de lesión.
En términos generales, los pacientes con lesiones de Lisfranc tienden a presentarse con
hipersensibilidad del mesopié, edema e incapacidad para apoyar peso. El edema del antepié y
el mesopié con equimosis plantar se considera patognomónico para la lesión de Lisfranc. Otros
datos de la exploración física que sugieren lesión de la articulación tarsometatarsiana incluyen
la “prueba de las teclas del piano”, en la que puede inducirse dolor o subluxación mediante
dorsiflexión y flexión plantar (o abducción y aducción) del primero y segundo metatarsianos.
Las proyecciones radiográficas anteroposterior, oblicua y lateral se utilizan para la valo-
ración inicial de una lesión de Lisfranc. La anteroposterior se usa para valorar la alineación
de la primera y segunda articulaciones tarsometatarsianas al determinar si el borde medial del
segundo metatarsiano se alinea con el del cuneiforme medio. La oblicua se emplea para valorar
las otras articulaciones tarsometatarsianas al determinar si el borde medial del cuarto metatar-
siano se alinea con el cuboides. La radiografía lateral puede mostrar dislocación dorsal o subluxa-
ción entre el primero y el segundo metatarsianos. Además, las fracturas por avulsión del segundo
metatarsiano o cuneiforme medial, también conocidas como “signo de la mancha”, o > 2 mm de
diástasis entre el primero y segundo metatarsianos sugieren lesión de la articulación tarsometa-
tarsiana (véase la Figura 292-1).
Si existe una sospecha clínica de fractura de Lisfranc a pesar de haber imágenes normales,
deben obtenerse proyecciones con apoyo de peso o con estrés del pie, lo que incluye proyecciones
oblicua, lateral y anteroposterior. Cualquier desplazamiento > 2 mm entre el primero y segundo
metatarsianos es diagnóstico de lesión ligamentosa de Lisfranc. Comparar las proyecciones
radiográficas del pie no afectado también puede ayudar al diagnóstico. Considerando el dolor y
la molestia que acompañan a la obtención de estas proyecciones, el paciente debe recibir analge-
sia antes de obtener las placas y una explicación sobre por qué se requieren imágenes adicionales.
El manejo de las lesiones de Lisfranc depende del grado de desplazamiento. La lesión de
Lisfranc con un desplazamiento mínimo (< 1 mm entre el primero y segundo metatarsianos)
por lo general se maneja de forma conservadora, con una férula sin apoyo de peso, reposo, hielo
y elevación, con una evaluación ortopédica ambulatoria a las 2 sem. En general, estos pacientes
permanecen con una bota de movimiento controlado del tobillo por 6 a 10 meses antes de iniciar
la fisioterapia. Por otro lado, las lesiones de Lisfranc desplazadas (> 2 mm de desplazamiento)
son inestables y requieren una consulta ortopédica desde urgencias con especial atención en vigi-
lar un posible síndrome compartimental. Estas lesiones por lo general requieren fijación transar-
ticular o artrodesis, dependiendo del grado de lesión, y no apoyar peso durante 8 a 15 semanas.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Aronow MS. Treatment of the missed Lisfranc injury. Foot Ankle Clin. 2006;11(1):
127–142.
Mantas JP, Burks RT. Lisfranc injuries in the athlete. Clin Sports Med. 1994;13(4):719–730.
Peicha G, Labovitz J, Seibert FJ, et al. The anatomy of the joint as a risk factor for Lisfranc dis-
location and fracture-dislocation. An anatomical and radiological case control study. J Bone
Joint Surg Br. 2002;84(7):981–985.
Schenck RC Jr, Heckman JD. Fractures and dislocations of the forefoot: Operative and nonop-
erative treatment. J Am Acad Orthop Surg. 1995;3(2):70–78.
Trevino SG, Kodros S. Controversies in tarsometatarsal injuries. Orthop Clin North Am.
1995;26(2):229–238.
Watson TS, Shurnas PS, Denker J. Treatment of Lisfranc joint injury: Current concepts. J Am
Acad Orthop Surg. 2010;18(12):718–728.
293
El fragmento dorsal:
¿es una fractura del piramidal?
Caroline Brandon, MD
Las fracturas de los huesos del carpo son muy frecuentes y la fractura del escafoides es la que
constituye la mayoría. El segundo tipo más común de fractura del carpo es la del piramidal, que
representa del 15 al 19% de todas las fracturas del carpo. Las fracturas del piramidal ocurren por
mecanismos similares a las fracturas del escafoides. Sin embargo, pueden ser muy sutiles en su
presentación y en las radiografías, por lo que es importante estar atento a estas lesiones.
Existen tres tipos principales de fracturas piramidales: dorsal cortical, del cuerpo y volar.
Las fracturas dorsales corticales ocurren por una caída sobre la mano en dorsiflexión y desvia-
ción cubital. Los pacientes se presentan con hipersensibilidad en la mitad de la muñeca, edema y
dolor con la amplitud de movimiento. Las radiografías anteroposteriores y oblicuas de la muñeca
por lo general no muestran una anormalidad aguda. Sin embargo, la radiografía lateral de la
muñeca puede presentar un fragmento dorsal de hueso (véase la Figura 293-1). Como resultado,
este patrón de fractura también se denomina frecuentemente fractura de fragmento dorsal. Esta
fractura rara vez requiere cirugía y suele apoyarse con una férula volar y después enyesarse. Se
espera que la función total se reanude en 6 a 8 semanas.
Las fracturas del cuerpo del piramidal constituyen 3% de las fracturas de este hueso y
pueden sublcasificarse en tres categorías. Las fracturas sagitales se relacionan con lesiones por
aplastamiento y dislocaciones axiales. Las fracturas de la tuberosidad medial ocurren por un
golpe directo al piramidal. Las fracturas del hueso transversal se relacionan con un traumatismo
de alta velocidad, lesiones perilunares y otras fracturas conminutas. Dado que estas lesiones son
el resultado de mecanismos de alta energía, la exploración física de estas muñecas suelen revelar
hinchazón significativa y limitación de la amplitud de movimiento. Las radiografías simples sue-
len demostrar estos patrones de fractura variados, así como inestabilidad ligamentosa. De cual-
quier modo, si las radiografías son negativas y la sospecha clínica (basada en el mecanismo de la
lesión y el grado de lesión de tejidos blandos) sigue siendo elevada, resulta adecuado solicitar una
tomografía computarizada de la muñeca. Estas lesiones suelen requerir reparación quirúrgica
con reducción abierta; la cirugía ortopédica debe ser motivo de consulta en la sala de urgencias.
Las fracturas volares se han descrito como lesiones por avulsión que afectan los liga-
mentos piramidal cubital palmar o lunopiramidal. Estas fracturas son inestables debido a la
afección ligamentosa y requieren una referencia rápida con ortopedia. Son difíciles de diag-
nosticar con radiografías simples y a menudo se necesitan imágenes por resonancia magnética
para evaluar el grado de inestabilidad. Cuando hay una duda significativa en cuanto a la pre-
sencia de una lesión grave y las placas simples no son diagnósticas, es apropiado inmovilizar la
muñeca con una férula volar y programar un seguimiento ortopédico estrecho. Si no se tratan,
estos pacientes desarrollan artritis e inestabilidad ligamentosa.
Las fracturas piramidales (y otras fracturas de los huesos del carpo) se relacionan con fractu-
ras de la parte distal del radio. Por lo tanto, una vez que se identifican, un riesgo importante para el
médico de urgencias es omitir la búsqueda de fracturas adicionales en la misma extremidad.
En términos generales, el diagnóstico de las fracturas piramidales puede ser engañoso.
Los riesgos relacionados con un diagnóstico que se omite o se retrasa incluyen falta de unión y
compromiso vascular. Si el mecanismo de la lesión y la exploración física hacen sospechar una
fractura piramidal, pero no se observa en la radiografía, hay que considerar imágenes avanzadas.
Si hay una fractura de la porción distal del radio, asegurarse de examinar la mano para descartar
una fractura concurrente de un hueso del carpo.
PUNTOS CLAVE
■■ La fractura piramidal es la segunda fractura más frecuente de los huesos del carpo.
■■ Las fracturas de fragmento dorsal pueden diagnosticarse en las radiografías laterales
de la muñeca como un fragmento de hueso en el dorso de la muñeca. Estas se tratan
sin problema mediante inmovilización simple.
■■ Las fracturas piramidales del cuerpo y volares pueden ser resultado de mecanismos
de alta energía y suelen relacionarse con otras lesiones óseas o ligamentosas. Son lesio-
nes graves que pueden causar morbilidad. Es importante una evaluación ortopédica
rápida.
■■ Las radiografías pueden no ser diagnósticas para fracturas piramidales. Si se sospecha
esta lesión, se inmoviliza la muñeca del paciente con una férula volar hasta poder rea-
lizar una evaluación ortopédica o conseguir imágenes más avanzadas.
Lecturas recomendadas
Becce F, Theumann N, Bollmann C, et al. Dorsal fractures of the triquetrum: MRI findings with
an emphasis on dorsal carpal ligament injuries. AJR Am J Roentgenol. 2013;200:608–617.
Komura S, Yokoi T, Nonomura H, et al. Incidence and characteristics of carpal fractures
occurring concurrently with distal radius fractures. J Hand Surg Am. 2012;37A:469–476.
Oh E, Kim HJ, Hong S, et al. Evaluation for fracture patterns around the wrist on three-
dimensional extremity computed tomography, especially focused on the triquetrum. J Med
Imaging Radiat Oncol. 2015;59:47–53.
Suh N, Ek E, Wolfe SW. Carpal fractures. J Hand Surg Am. 2014;39:785–791.
294
Dislocaciones del semilunar y el
perilunar: ¡detéctelas desde
la presentación inicial!
Todd Schneberk, MD, MA
Las dislocaciones del semilunar y perilunar, aunque tienen una apariencia radiográfica diferente,
representan lesiones similares a lo largo de un continuo de inestabilidad del carpo, con la dislocación
del semilunar representando una alteración ligamentosa más grave que la dislocación del perilunar.
Ambas dislocaciones son raras y pueden pasarse por alto con facilidad. También son similares en
términos de consideraciones de manejo y tratamiento. Estas dos lesiones representan la naturaleza de
alto riesgo de la medicina de urgencias; no reconocerlas y no proporcionar reducción de urgencia y
referencia rápida con un cirujano de mano lleva a resultados desfavorables para los pacientes.
Las dislocaciones semilunares y perilunares ocurren más a menudo en hombres jóvenes alre-
dedor de los 30 años de edad, por lo general como resultado de hiperextensión de la muñeca con
desviación cubital, por un mecanismo de alta energía (accidente en vehículo motorizado, caída de
gran altura, etc.). Deben considerarse parte del diagnóstico diferencial del dolor de muñeca en cual-
quier paciente con un mecanismo de lesión de caída con la mano extendida. A la exploración física, la
muñeca muestra una amplitud de movimiento significativamente reducida e hinchazón profunda, con
hipersensibilidad difusa a la palpación. Los pacientes están en riesgo de desarrollar síndrome compar-
timental debido a edema tisular significativo. También puede haber déficits relacionados del nervio
mediano y el desplazamiento que ocurre en ambas lesiones puede causar compresión nerviosa sub-
secuente. Además, puede haber otras lesiones. Por ejemplo, las dislocaciones perilunares a menudo
se acompañan de fracturas escafoideas; el enfoque inicial en una fractura escafoidea aparentemente
aislada puede hacer que el médico pase por alto una dislocación más grave.
La radiografía lateral es la proyección más útil para diagnosticar una dislocación de la
muñeca y distinguir una dislocación semilunar de una perilunar. Aunque puede ser un tanto
confuso, la identificación de estas lesiones se basa en la apariencia del semilunar. En la radiogra-
fía lateral de una muñeca normal, el radio, el semilunar y el hueso grande están colineales con
el hueso grande arriba del semilunar, que a su vez yace sobre el radio. La dislocación perilunar
puede considerarse una translocación del hueso grande en sentido dorsal de la parte superior del
semilunar. El semilunar sigue articulándose con el radio en sentido interior, con solo una ligera
rotación volar. Por otro lado, la dislocación del semilunar representa una alteración carpiana y
ligamentosa más extensa. En esta dislocación, el semilunar presenta una rotación y desplaza-
miento volares profundos, sin articularse más con el radio. Sin embargo, el hueso grande puede
permanecer casi en posición anatómica colineal con el radio. Esta apariencia se conoce como el
signo clásico de la “taza de té derramada”. La placa posteroanterior, aunque suele ser menos útil
que la lateral, a menudo muestra el semilunar con una apariencia mucho más triangular de lo
normal. Esto se conoce como el signo de “rebanada de pay” y si bien es de ayuda si se identifica,
puede ocurrir en las dislocaciones semilunares y perilunares. Por lo tanto, es poco útil cuando
se trata de diferenciar entre las dos proyecciones laterales comparadas (Figuras 294-1 y 294-2).
Una vez que se reconocen, está indicada la reducción cerrada antes de enviar al paciente
a casa. La técnica para reducción cerrada de ambas dislocaciones es similar y se logra mediante
tracción axial e hiperextensión en la muñeca, con presión volar al semilunar, seguida por fle-
xión con presión continua del semilunar. El uso de trampas para los dedos puede facilitar la
reducción en ambos casos. La consulta con el especialista es apropiada en casos en los que hay
múltiples lesiones y cuando el personal de urgencias no puede realizar la reducción. Una vez que
se consigue la reducción, la muñeca debe apoyarse con una férula en pinza de azúcar y referirse
con urgencia con un cirujano de mano, ya que casi todos los casos requieren fijación quirúrgica.
Incluso después de la cirugía inicial, estas lesiones pueden evolucionar y desarrollar neuropa-
tía mediana, artritis postraumática o inestabilidad ligamentosa crónica, que a menudo ameritan
intervención quirúrgica ulterior y que subrayan aún más la necesidad de un manejo apropiado
de la presentación inicial.
A B
Figura 294-1 Dislocación semilunar. A: la radiografía lateral de la muñeca
muestra el semilunar (L) inclinado lejos de la parte distal del radio, en tanto que
el hueso grande (C) parece estar alineado normalmente en relación con el radio,
si bien está dislocado del semilunar. B: la proyección anteroposterior muestra un
semilunar (L) en forma de pay más que uno con una forma más romboide. Un
semilunar en forma de pay en la proyección anteroposterior es diagnóstico de
dislocación perilunar o semilunar. (De Brant WE, Helms CA, eds. Brant and Helms
Solution. Philadelphia, PA: Wolters Kluwer, 2005.)
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Grabow RJ, Catalano L III. Carpal dislocations. Hand Clin. 2006;22:485–500.
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295
Señales de alerta para violencia
de pareja y trata de personas
Kristi Stanley, MD
La violencia de pareja es un problema de salud grave que puede poner en riesgo la vida. Se define
como cualquier agresión o violencia física, psicológica o sexual por una pareja o cónyuge actual o
previo. Durante su vida, más del 30% de las mujeres y 21% de los hombres enfrentan violencia de
pareja. Los médicos de urgencias deben estar al tanto de la violencia de pareja y sus signos de alerta,
ya que constituye un desafío identificarla y manejarla. Si bien los pacientes pueden presentarse a
la sala de urgencias para el tratamiento de lesiones resultantes de la violencia de pareja, a menudo
son reacios a reportar el abuso que sufren, debido a vergüenza o miedo. Por lo tanto, la violencia de
pareja está tanto subinformada como subreconocida.
El encuentro en la sala de urgencias es una oportunidad para detectar a los pacientes que
son víctimas de violencia de pareja y para prevenir más lesiones. Los profesionales de urgencias
tienen grandes posibilidades de encontrar a víctimas de este problema en su práctica diaria ya
que suelen buscar atención para lesiones agudas. Debido a que las víctimas pueden ser difíci-
les de diagnosticar, la detección universal tiene mayores probabilidades de identificarlas que la
detección dirigida. Al realizar la detección, es importante usar preguntas abiertas y un tono y
lenguaje corporal libre de juicios. El profesional de urgencias debe estar preparado con una
repuesta para quienes resulten positivos a la violencia de pareja.
Al entrevistar al paciente, recabe sus antecedentes a solas, a fin de permitir que revele la vio-
lencia de pareja si existe. Una pareja o cónyuge que parece estar a la defensiva o que responde por
el paciente o no permite que esté solo con el profesional de la salud es una señal de alerta de abuso.
El profesional de urgencias debe asegurarle al paciente su confidencialidad, excepto por el reporte
obligatorio de violencia de acuerdo con la legislación local. Los signos de alerta que el profesional
debe tener en cuenta incluyen antecedentes inconsistentes con el patrón de la lesión, hematomas en
diferentes etapas de evolución, evidencia de retraso para buscar atención y minimización de las lesio-
nes. Además, las víctimas de violencia de pareja tienen un riesgo mayor de padecer enfermedades
psiquiátricas, abuso de sustancias y suicidio. La detección debe realizarse una vez que se resuelva la
intoxicación. A todos los pacientes que resulten positivos para violencia de pareja se le debe pregun-
tar sobre ideación suicida y homicida. Las presentaciones más sutiles de violencia de pareja incluyen
pacientes con síntomas vagos, dolor crónico o múltiples visitas a la sala de urgencias.
A la exploración física, las lesiones pueden no ser muy evidentes, por lo que es importante exami-
nar por completo al paciente. Las víctimas de abuso tienen lesiones ubicadas más al centro, es decir, cara,
cuello, mamas, abdomen y genitales que las lesiones periféricas que se observan en los traumatismos
accidentales. El profesional de urgencias también debe reconocer las heridas defensivas, como lesiones
cubitales o en las manos cuando la víctima trata de bloquear los golpes o en los pies al patear al agresor.
Las mujeres están en riesgo particular de daño por violencia de pareja durante el embarazo,
momento en el que la situación puede escalar. Las mujeres que sufren abuso durante el embarazo están
en mayor riesgo de seguir sufriendo abuso posgestacional. Un retraso en la búsqueda de atención pre-
natal puede ser un indicador de violencia de pareja. Los traumatismos abdominales y genitales en el
embarazo deben motivar al profesional a interrogar sobre violencia de pareja.
Además de esta situación, el profesional de urgencias puede encontrar a víctimas de trata
de personas. Estos pacientes experimentan aislamiento social y a menudo no están familiariza-
dos con su ubicación específica. Puede haber barreras del idioma, en que el traficante funciona
como traductor. Algunos signos de alerta incluyen pacientes que no hablan por sí mismos y que
no controlan sus propios documentos de identificación. Cuando estos pacientes proporcionan
sus antecedentes, pueden sonar aleccionados, ensayados e inconsistentes. Su apariencia puede
ser ansiosa y temerosa, evitando el contacto visual. El médico puede identificar desnutrición y
problemas de salud no tratados a la exploración, además de signos de abuso físico o sexual.
Cuando se sospecha violencia de pareja o tráfico de personas, es fundamental garantizar
la seguridad del paciente. El profesional de urgencias debe involucrar a trabajadores sociales o
defensores comunitarios para proporcionar recursos al paciente y desarrollar un plan de segu-
ridad a largo plazo. Antes del alta, el paciente y el equipo de salud debe decidir si el paciente se
encuentra seguro para volver a su propia casa. Debe asegurársele que el abuso que ha sufrido es
inmerecido y que la conducta de su agresor no es parte de una relación sana. Es responsabilidad
del médico informar la violencia de pareja, según lo indique la legislación local. Hay leyes que
obligan a informar sobre el abuso a menores o a pacientes geriátricos; sin embargo, los informes
sobre violencia de pareja son variables, al menos en Estados Unidos. Los médicos también deben
informar sobre abuso infantil si se enteran de ello durante la detección de violencia de pareja.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Becker HJ, Bechtel K. Recognizing victims of human trafficking in the pediatric emergency
department. Pediatr Emerg Care. 2015;31(2):144–147.
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296
Perlas y riesgos de la sedación:
procedimientos para sedación
en la sala de urgencias
Chidubem Iloabachie, MD y Dena Reiter, MD
La sedación como procedimiento, definida por lo general como una estrategia de tratamiento
para la administración de sedantes o analgésicos que supriman intencionalmente el nivel de
consciencia del paciente, es frecuente en las salas de urgencias actuales. Aunque es muy segura
cuando la realizan médicos de urgencias bien capacitados, sin duda pueden ocurrir eventos
adversos no anticipados. En consecuencia, es fundamental la atención cuidadosa en la fase pre-
paratoria, así como en la selección de fármacos.
Selección farmacológica
Entender la farmacología es fundamental para hacer que la sedación sea segura y suave. Debe
considerarse tanto el nivel de sedación deseado (que va de la ansiólisis a la sedación profunda)
como la duración deseada de los efectos sedantes. Un paciente que se somete a cardioversión
solo requiere segundos de sedación, en tanto que uno que se somete a reducción de una fractura
compleja puede requerir 30 min de sedación y analgesia adecuadas.
Las características específicas del paciente también deben dirigir la selección del medi-
camento. Un paciente hipotenso no es un candidato apropiado para propofol y uno susceptible
675
a convulsiones puede no ser un candidato ideal para etomidato, que puede reducir el umbral
convulsivo. Los pacientes que están agitados o hipertensos pueden no ser buenos candidatos para
ketamina. Las evidencias recientes sugieren que la combinación de fármacos, cada uno usado a
menores dosis que cuando se usan por sí solos, puede mitigar los efectos adversos de cada uno
y mejorar de forma sinérgica los efectos analgésicos y sedantes. Esto ha resultado ser particular-
mente cierto para ketamina y propofol.
partes de la dosis del medicamento que se va a administrar. Esta recomendación refleja la falta
de familiaridad relativa con los fármacos sedantes, disociativos y anestésicos (p. ej., en compa-
ración con los analgésicos, antibióticos, etc.) y las consecuencias potencialmente letales de un
punto decimal mal colocado cuando se prepara una concentración en solución o se calcula la
dosis por peso corporal. La comunicación cíclica al administrar estos potentes medicamentos
es más importante que nunca.
Una vez que se completa el procedimiento, es importante continuar la observación hasta
que el paciente muestre una clara trayectoria hacia la recuperación. Dependiendo de las políticas
locales, es razonable para el médico dejar la proximidad del paciente cuando la trayectoria de
recuperación ha pasado el punto en que se requiera apoyo cardiopulmonar. Cabe destacar que
esto no necesariamente coincide con el regreso a valores iniciales, sino que pueden ser nive-
les consistentes con sedación mínima (ansiólisis) o incluso sedación moderada (sedación cons-
ciente). Sin embargo, el alta de la sala de urgencias no debe tener lugar hasta el regreso a valores
iniciales. Si los pacientes van a darse de alta, debe haber un familiar responsable u otro adulto
involucrado que acompañe al paciente a su hogar.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American Society of Anesthesiologists Task Force on Sedation and Analgesia by Non-
Anesthesiologists. Practice guidelines for sedation and analgesia by non-anesthesiologists.
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297
Capnografía en la sala de urgencias:
¿monitoreo cualitativo o cuantitativo?
Para reanimación cardiopulmonar
y mucho más
Arun Nair, MD, MPH
repentina puede significar laringoespasmo si el tórax sigue elevándose o apnea total en caso contrario.
La medición de la frecuencia respiratoria en la mayoría de los monitores puede ser un mal indicador
de la ventilación real debido a que se ve afectada por el movimiento y el sudor del paciente y no refleja
los volúmenes corrientes. Diversos estudios han mostrado que los pacientes con oxigenación pasiva y
SO2 > 97% que parecen estar respirando de forma espontánea, ¡pueden tener EtCO2 entre 70 y 90!
Esta acumulación en ocasiones puede apreciarse minutos antes de que la hipoxia siquiera se registre en
la oximetría de pulso. El uso de capnografía cuantitativa puede guiarle para disminuir la sedación, pro-
porcionar estimulación adicional o incluso dar algunas respiraciones con bolsa-válvula-mascarilla para
restaurar el impulso respiratorio. El reconocimiento y la intervención tempranos con suerte evitan la
necesidad de asegurar las vías respiratorias cuando las saturaciones del paciente caen de forma repentina
a los 80 mientras que todos se están fijando en la cadera protésica que el ortopedista está reduciendo.
Evaluación de la dificultad respiratoria
A menudo los médicos se conforman con conocer la cifra de EtCO2 e ignoran por completo la
forma de onda, ¡pero contiene mucha información! Así que, ¿exactamente qué muestra esa curva
amarilla? El trazo ascendente inicial de la onda representa los alveolos que vacían rápidamente
su CO2 en las vías respiratorias principales. La línea casi vertical debe trazar un ángulo casi de
90 grados hacia la meseta a medida que el CO2 se suministra exitosamente a la nariz a lo largo
de la exhalación. Cuando este ángulo es más bien obtuso y redondeado como una aleta de tibu-
rón, significa que los alveolos no se están vaciando de manera eficaz, probablemente debido a
un proceso obstructivo (EPOC/asma/broncoespasmo). Esta forma de onda puede ser útil para
diferenciar exacerbaciones de EPOC e insuficiencia cardiaca congestiva, así como la respuesta
del paciente a los tratamientos con nebulizaciones sin tener que esperar al resultado de la gaso-
metría. Si la forma de onda no se estabiliza y el EtCO2 está aumentando, quizá deba considerarse
ventilación con presión positiva no invasiva o intubación, ya que los alveolos siguen colapsándose
y el paciente se está cansando. Si se usa este monitoreo en un paciente muy grave que está obnu-
bilado, ¡una forma de onda normal y CO2 de 35 a 45 mm Hg indican una vía respiratoria permea-
ble, respiración espontánea y perfusión adecuada de los pulmones en unos cuantos segundos!
Para reanimación cardiopulmonar
Si el protocolo de reanimación cardiopulmonar actual no incluye el uso de EtCO2, se está des-
perdiciando un recurso valioso.
■■ El EtCO2 calibra la eficacia de la reanimación: las cifras elevadas indican un aumento de la perfusión
pulmonar y coronaria y las cifras más elevadas se correlacionan de forma positiva con profundidades
de compresión torácica adecuadas, retorno espontáneo de la circulación y supervivencia.
■■ El EtCO2 es el indicador más temprano del retorno espontáneo de la circulación: cuando el
corazón reinicia hay un incremento rápido del EtCO2 ya que el CO2 acumulado en los tejidos
ahora reperfundidos se está entregando efectivamente a los pulmones. Esta elevación puede
verse bastante antes de que se sienta un pulso.
■■ El EtCO2 puede mostrar cuándo detenerse: EtCO2 < 10 mm Hg después de 20 min de una
buena reanimación predice la muerte con precisión.
En resumen: no usar el EtCO2 es el error frecuente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Burton JH, Harrah JD, Germann CA, et al. Does end-tidal carbon dioxide monitoring detect
respiratory events prior to current sedation monitoring practices? Acad Emerg Med.
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department. Ann Emerg Med. 2007;50:172.
Sheak KR, Wiebe DJ, Leary M, et al. Quantitative relationship between end-tidal carbon diox-
ide and CPR quality during both in-hospital and out-of-hospital cardiac arrest. Resuscita-
tion. 2015;89:149.
298
Transfundir o no transfundir
Debra Ravert, MD
presenta inmediatamente después de una pérdida de sangre de 2 L por una puñalada puede
tener una hemoglobina inicial de 14, pero puede caer a 8 después de unas cuantas horas. En
este caso, la hemoglobina absoluta tiene menos valor y el juicio clínico, que se basa sobre todo
en los antecedentes y la exploración física, se vuelve más importante. Las preguntas clave de
los antecedentes que se enfocan en fuentes posibles de sangrado incluyen epistaxis, hemate-
mesis, hematoquecia, melena, hematuria, menorragia y lesión, y en los síntomas de anemia,
como mareo, vértigo, dolor torácico y disnea. Una exploración física detallada es especialmente
importante cuando existe la sospecha de sangrado activo y debe abarcar todas las fuentes
potenciales del mismo, tanto externas como internas (lo que incluye una detallada explora-
ción pulmonar y abdominal). Si existe preocupación de antecedentes y exploración física con
sangrado activo, puede estar indicada una transfusión incluso si la hemoglobina analizada está
dentro de límites normales.
La anemia puede contribuir a la presencia de diversos signos y síntomas. Pueden aparecer
síntomas después de una caída relativamente rápida en la hemoglobina (ya sea por pérdida de
sangre o hemólisis) o posterior a una declinación más gradual. Es importante valorar a cada
paciente en busca de signos o síntomas que puedan atribuirse a anemia. Los síntomas pueden ser
muy vagos, como fatiga, mareo, vértigo y, en casos graves, síncope, pero también pueden incluir
angina, disnea, palpitaciones, pica y síndrome de piernas inquietas. A la exploración física hay
que buscar cuidadosamente signos como presión arterial baja, palidez, coiloniquia (uñas cónca-
vas), letargo, taquicardia, soplo de flujo sistólico o esplenomegalia. Incluso cuando los valores
de laboratorio de hemoglobina están por arriba de 7 g/dL, si el cuadro clínico del paciente es
consistente con anemia sintomática, puede estar indicada la transfusión.
Los umbrales numéricos para las transfusiones también tienen una función en la sala de
urgencias. Aunque la mayoría de los estudios de transfusiones desde 1999 se han realizado en el
ámbito quirúrgico o de cuidados críticos, en muchos casos sus resultados pueden extrapolarse
a la sala de urgencias. En ausencia de síndrome coronario agudo, un umbral absoluto de trans-
fusión de 7 g/dL parece ser seguro y los pacientes con una hemoglobina por debajo de esta
cifra probablemente requieran una transfusión incluso en ausencia de sangrado activo o signos
y síntomas manifiestos de anemia. De forma similar, los pacientes con sospecha de síndrome
coronario agudo requieren transfusión a un umbral más elevado, por lo general de 10 g/dL.
Las excepciones a estos umbrales numéricos incluyen pacientes con una patología conocida que
están en su hemoglobina inicial conocida, como pacientes con drepanocitemia u otra enfermedad
hematológica u oncológica. Estos enfermos pueden tienen un mayor riesgo que la población
general para presentar secuelas de transfusión frecuente (como sobrecarga de hierro) y por lo
tanto deben transfundirse de forma más juiciosa y, de ser posible, en consulta con su médico de
atención primaria.
En años recientes se ha puesto más énfasis en la comunidad médica para usar productos
sanguíneos con mesura. Junto con la campaña para Elegir Sabiamente, el American Board of
Internal Medicine ha recomendado evitar las transfusiones en pacientes hemodinámicamente
estables sin sangrado activo cuya hemoglobina sea > 7 g/dL. La transfusión sanguínea no es
una intervención benigna y se relaciona con importante morbilidad y mortalidad, así como con
elevados costos para el sistema de salud. Es fundamental entender cuándo está indicada una
transfusión y cuándo puede posponerse con seguridad. La mayoría de los estudios que informan
sobre la comprensión de los umbrales de transfusión se ha realizado en ámbitos quirúrgicos o de
atención crítica, pero las lecciones aprendidas en estos ambientes pueden informar las decisiones
que se toman en la sala de urgencias. En casos de sangrado activo, deben prevalecer el juicio clí-
nico y el perfil de síntomas del paciente. Si los pacientes están sintomáticos, las cifras absolutas
son menos importantes y es apropiado considerar una transfusión. En pacientes estables sin
síntomas de síndrome coronario agudo, un umbral de hemoglobina de 7 g/dL es probablemente
apropiado para la mayoría de los casos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Carson JL, Sieber F, Cook DR, et al. Liberal versus restrictive blood transfusion strategy:
3-Year survival and cause of death results from the FOCUS randomised controlled trial.
Lancet. 2015;385(9974):1183–1189.
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Holst L, Haase N, Wettersley J, et al. Lower versus higher hemoglobin threshold for t ransfusion
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Napolitano L, Kurek S, Luchette F, et al. Clinical practice guideline: Red blood cell transfusion
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299
Confusión en la transfusión: tipos y
manejo de las reacciones a la transfusión
Scott E. Sutherland, MD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Emery M. Chapter 7. Blood and blood components. In: Marx JA, Hockberger RS, Walls RM,
et al. Rosen’s Emergency Medicine Concept and Clinical Practice. 8th ed. Philadelphia, PA:
Elsevier, 2014.
Gajic O, Gropper MA, Hubmayr RD. Pulmonary edema after transfusion: How to differentiate
transfusion-associated circulatory overload from transfusion-related acute lung injury. Crit
Care Med. 2006;34:S109–S113.
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Emergency Medicine Manual. 7th ed. NewYork, NY: McGraw-Hill, 2012. Disponible en: http://
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Consultado el 16 de enero, 2016.
300
Consejos para la artrocentesis
Christine Mlynarek, MD y Ashley Sullivan, MD
pequeñas. El médico debe sostener la aguja en la mano dominante y mantener el control del
transductor con la mano no dominante. Una vez que se ha centrado el área de interés en la
pantalla, la aguja se inserta en la piel equidistante del transductor y se avanza a lo largo de su
trayectoria al espacio articular. La aguja idealmente debe verse con un abordaje en el plano y
toda la longitud de la aguja identificarse durante todo el procedimiento.
La artritis séptica es una urgencia médica y el profesional debe mantener un bajo umbral
para realizar artrocentesis en pacientes que se presentan con una articulación caliente hinchada.
La artrocentesis directa guiada con ultrasonido es superior a la técnica tradicional de punto de
referencia.
PUNTOS CLAVE
■■ Los médicos de urgencias deben descartar artritis séptica en pacientes que se presen-
tan con una articulación atraumática con hinchazón aguda.
■■ Las enfermedades articulares inflamatorias crónicas aumentan el riesgo del paciente
de desarrollar artritis séptica.
■■ Deben considerarse pruebas de laboratorio auxiliares dentro del contexto del escena-
rio clínico y no deben usarse solas para descartar artritis séptica.
■■ Se prefiere la artrocentesis guiada con ultrasonido frente al abordaje tradicional
basado en punto de referencia, utilizando el enfoque con ultrasonido directo y visua-
lización de la aguja en el plano siempre que sea posible.
Lecturas recomendadas
Levine M, Siegel LB. A swollen joint: Why all the fuss? Am J Ther. 2003;10(3):219–224.
Li SF, Henderson J, Dickman E, et al. Laboratory tests in adults with monoarticular arthritis:
Can they rule out a septic joint? Acad Emerg Med. 2004;11(3):276–280.
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Samuelson CO, Cannon GW, Ward JR. Arthrocentesis. J Fam Pract. 1985;20(2):179–184.
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centesis and corticosteroid injection of the knee? Scand J Rheumatol. 2012;41(1):66–72.
301
Punción lumbar y la
punción perfecta
Chelsea Williamson, MPAS, PA-C
y anestésico. Los efectos del fentanilo son de acción breve y desaparecerán poco después de haberse
completado el procedimiento. El médico puede elegir administrar una benzodiacepina de acción
breve como midazolam en conjunto con un opioide, o como una forma alternativa de ansiólisis.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Boon JM, Abrahams PH, Meiring JH, et al. Lumbar puncture: Anatomical review of a clinical
skill. Clin Anat. 2004;17(5):44–53.
Gopal AK, et al. Cranial computed tomography before lumbar puncture. Arch Intern Med.
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Joffe AR. Lumbar puncture and brain herniation in acute bacterial meningitis: A review.
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Rezaie S, Swaminathan A. Post-lumbar Puncture Headache Treatment and Prevention [Podcast].
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302
Punciones abdominales: paracentesis
en la sala de urgencias
Thaer Ahmad, MD y Leonard Bunting, MD
No es raro que los pacientes con ascitis se presenten a la sala de urgencias y requieran paracen-
tesis. La etiología de la ascitis puede ser diversa, pero la mayoría de los casos que se presentan
en urgencias tiene una patología hepática subyacente. Según un estudio del American Journal of
Gastroenterology, retrasar la paracentesis puede aumentar el riesgo de mortalidad del paciente
en más del doble, al tiempo que el realizarla dentro de las 12 h después de la presentación puede
aumentar la supervivencia a corto plazo.
A medida que aumenta el líquido en la cavidad abdominal, los pacientes pueden presen-
tarse con ciertos síntomas y características distintivas en la exploración física. Estas incluyen
disnea, dolor abdominal, náusea y vómito, matidez a la percusión, matidez que cambia de lugar y
una prueba de onda de líquido positiva. Sin embargo, los pequeños volúmenes de ascitis pueden
no ser evidentes en la exploración física.
Es importante que el médico esté familiarizado con las indicaciones de la paracentesis en la
sala de urgencias. La paracentesis puede ser terapéutica, diagnóstica o ambas. Las indicaciones
incluyen sospecha de peritonitis bacteriana espontánea (fiebre, dolor o hipersensibilidad abdo-
minal, encefalopatía que empeora, diarrea, etc.), ascitis de primera vez, compromiso respiratorio
y ascitis tensa que haga sospechar síndrome compartimental abdominal.
Las contraindicaciones absolutas para una paracentesis son la coagulación intravascular
diseminada y el abdomen agudo que requiere evaluación quirúrgica. Otras consideraciones
incluyen problemas que pueden aumentar el riesgo de daño colateral (vejiga urinaria o intestinos
distendidos, embarazo, adhesiones abdominales) y signos de celulitis de la pared abdominal. En
los pacientes con recuentos plaquetarios < 20 000 μL y una razón normalizada internacional >
2.0 deben atenderse estos puntos antes del procedimiento.
Una técnica de paracentesis apropiada comienza con entender los puntos de referencia.
Los sitios de punción más frecuentes se ubican por debajo del ombligo y lateral a los músculos
rectos. Las áreas de matidez a la percusión pueden ayudar a confirmar la presencia de líquido.
Considérese girar al paciente hacia la punción para aumentar el volumen de líquido en el sitio.
Las dos estructuras que se sienten en el trayecto de la aguja son la piel y el peritoneo.
Una vez que se ha ubicado el sitio óptimo, se utiliza una aguja calibre 25 o más pequeña para
anestesiar la piel superficial y la profundidad del peritoneo. A continuación se inserta la aguja
de aspiración a un ángulo de 45 grados y se avanza mientras se aspira hasta obtener líquido de
ascitis. El líquido peritoneal debe enviarse para análisis en ascitis de primera vez y si hay
sospecha de infección.
Pueden retirarse pequeños volúmenes de líquido de la cavidad abdominal (< 100 mL) en
la sala de urgencias con seguridad. A medida que aumenta el volumen aspirado, la atención a la
estabilidad hemodinámica se vuelve fundamental. El líquido debe extraerse lentamente para
minimizar la posibilidad de hipotensión, taquicardia, desequilibrios electrolíticos y afección
renal. La administración de albúmina también puede ayudar a reducir la frecuencia de las reac-
ciones. La dosis de albúmina es de 8 g por litro de líquido ascítico extraído.
La paracentesis es un procedimiento seguro cuando se realiza correctamente, con un
índice de complicaciones informado de < 1%. Las complicaciones de la paracentesis pueden
dividirse en hemorrágicas y no hemorrágicas.
Las complicaciones hemorrágicas son raras, pero representan un riesgo más grave. Los
pacientes con estas complicaciones pueden presentarse en choque manifiesto o con síntomas
más sutiles, como molestias o dolor abdominal. El sangrado no reconocido o retrasado puede
conducir a inestabilidad hemodinámica y poner en riesgo la vida. Las complicaciones hemo-
rrágicas incluyen hematomas de la pared abdominal, lesiones de la arteria epigástrica inferior y
hemoperitoneo. Los pacientes que desarrollan un hematoma grave en la vaina del recto deben
estudiarse en busca de una lesión en la arteria epigástrica inferior o un seudoaneurisma. Ambos
suelen ocurrir por debajo de la línea arqueada. Estos pacientes deben referirse para una tomo-
grafía computarizada con contraste y posible embolización. El hemoperitoneo puede ser una
complicación aguda o retrasada. Ocurre debido a una caída de la presión intraperitoneal por la
paracentesis, que puede causar rotura de várices mesentéricas. Una paracentesis diagnóstica que
muestra líquido sanguinolento puede ayudar en el diagnóstico y las imágenes ulteriores en forma
de tomografía, ultrasonido o angiografía pueden dirigir el tratamiento.
Las complicaciones no hemorrágicas por lo general son más benignas, pero no insigni-
ficantes. La paracentesis representa un riesgo de perforación del intestino delgado y siembra
yatrógena de bacterias, lo cual puede conducir a infección secundaria y formación de abscesos.
Los pacientes que muestran nuevos signos de peritonitis, fiebre, escalofríos o síntomas inexpli-
cables de choque después de una paracentesis deben evaluarse con imágenes, consulta quirúr-
gica y/o paracentesis repetida.
Tal vez la complicación más frustrante para un médico de urgencias es la filtración per-
sistente de líquido peritoneal desde el sitio de la punción. Para minimizar esta complicación,
hay que considerar usar una aguja de calibre pequeño o aplicar la técnica de trayecto en Z. Esta
última implica aplicar presión descendente sobre la piel en el sitio de punción antes de avanzar
la aguja. Una vez que se aspira el líquido, se libera la piel para formar un sello alrededor del
trayecto de la aguja.
Las complicaciones mecánicas de la paracentesis pueden reducirse y tener éxito con la
primera punción si se hace bajo guía ultrasonográfica. El ultrasonido puede ayudar a detectar
la ubicación del mayor depósito de líquido e identificar las estructuras que deben evitarse,
como hígado, bazo, intestino y vejiga. Buscar las correderas parietocólicas (caudales al polo
inferior del riñón) proporciona una visualización integral del líquido. Notar la distancia hasta
el centro del depósito de líquido a drenar permite determinar con precisión qué tan lejos
puede avanzarse con seguridad la aguja.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
De Gottardi A, Thévenot T, Spahr L, et al. Risk of complications after abdominal paracentesis
in cirrhotic patients: A prospective study. Clin Gastroenterol Hepatol. 2009;7(8):906–909.
Katz MJ, Peters MN, Wysocki JD, et al. Diagnosis and management of delayed hemoperito-
neum following therapeutic paracentesis. Proc (Bayl Univ Med Cent). 2013;26(2):185–186.
Kuiper JJ, Van Buuren HR, De Man RA. Ascites in cirrhosis: A review of management and
complications. Neth J Med. 2007;65(8):283–288.
Sharzehi K, Jain V, Naveed A, et al. Hemorrhagic complications of paracentesis: A systematic
review of the literature. Gastroenterol Res Pract. 2014;2014:985141.
Thomsen TW, Shaffer RW, White B, et al. Paracentesis. N Engl J Med. 2006;355(19):e21.
303
Cuidado con esa punción: acceso a la
derivación ventriculoperitoneal
Derrick Ashong, MD
Las derivaciones intracraneales se han usado desde hace mucho para el manejo de la presión
intracraneal elevada. Para principios de la segunda mitad del siglo XIX se habían inventado
muchas variaciones (derivación ventriculoperitoneal [VP], ventriculovenosa, ventriculopleural y
ventriculoureteral) de estos instrumentos para derivar el líquido cefalorraquídeo. Para el médico
de urgencias actual, estas derivaciones se relacionan con una multitud de síntomas que requieren
diagnóstico y tratamiento. En el paciente pediátrico o adulto, el retraso en el diagnóstico puede
conducir a una morbilidad grave. Entender las indicaciones para colocar una derivación VP, así
como los signos y síntomas relacionados con un mal funcionamiento, son vitales para manejar
al paciente con este dispositivo. Además, aprender cómo acceder a una derivación es funda-
mental para el manejo óptimo de un paciente con descompensación y una posible obstrucción
de la derivación ventriculoperitoneal.
la aguja debe retirarse lentamente y aplicar presión suave en el sitio, seguida por cuidados apropiados
de la herida. El líquido cefalorraquídeo se recolecta en tubos estándar estériles y se valora en cuanto
a xantocromía, recuento celular, concentraciones de proteínas y glucosa, así como tinción de Gram y
cultivo. Se solicitan pruebas de laboratorio adicionales con base en la indicación clínica.
En la obstrucción proximal o drenaje excesivo de líquido cefalorraquídeo, el flujo puede ser
escaso o inexistente, lo que requiere una intervención de urgencia de neurocirugía. En casos con
presiones manométricas elevadas, el líquido cefalorraquídeo debe extraerse hasta que la presión
manométrica esté por debajo de 15 mm Hg. Cabe notar que las obstrucciones distales son espe-
cialmente probables cuando las presiones medidas son > 25 mm Hg.
Las complicaciones que siguen a la punción de la derivación VP incluyen infección, filtra-
ción de líquido cefalorraquídeo en el sitio de punción, daño a la válvula subyacente y colapso
ventricular. La infección puede evitarse con una técnica aséptica apropiada. La filtración de
líquido cefalorraquídeo es menos probable si se aplica una presión apropiada después del proce-
dimiento por alrededor de 1 a 2 min y se usa una aguja de pequeño calibre (< 23). La extracción
rápida de líquido cefalorraquídeo durante el procedimiento puede causar un hematoma subdural
o bloqueo del tubo debido a aspiración del plexo coroides, aunque ambos son raros. Como tal, las
exploraciones neurológicas repetidas son claves después del procedimiento.
Los pacientes con falla de la derivación VP en ocasiones pueden presentarse con muchos
signos y síntomas sutiles. Reconocer los datos de falla en los antecedentes y la exploración física
es esencial para el diagnóstico y tratamiento finales de una enfermedad potencialmente preocu-
pante. Para la mayoría de los pacientes estables, la punción de la derivación VP debe hacerla un
neurocirujano debido al riesgo de infección o daño al dispositivo. Sin embargo, en caso de que
un paciente se presente con síntomas que ponen en riesgo la vida (p. ej., tríada de Cushing),
entender cómo completar esta habilidad es de importancia vital para la atención del paciente.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Browd SR, Gottfried ON, et al. Failure of cerebrospinal fluid shunts: Part II: Overdrainage,
loculation, and abdominal complications. Pediatr Neurol. 2006;34(3):171–176.
Key CB, Rothrock SG, et al. Cerebrospinal fluid shunt complications: An emergency medicine
perspective. Pediatr Emerg Care. 1995;11(5):265–273.
Kim TY, Stewart G, et al. Signs and symptoms of cerebrospinal fluid shunt malfunction in the
pediatric emergency department. Pediatr Emerg Care. 2006;22:28.
Miller JP, Fulop SC, Dashti SR, et al. Rethinking the indications for the ventriculoperitoneal
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Naradzay JF, Browne BJ, et al. Cerebral ventricular shunts. J Emerg Med. 1999;17(2):311–322.
304
Sin acceso intravenoso, considerar
el intraóseo
Daniel B. Savage, MD, MPH
El acceso intraóseo (IO) puede servir como una alternativa que salva la vida al acceso intravenoso (IV),
sobre todo en el paciente hipovolémico en choque. El espacio medular no colapsable de un hueso es
un punto de entrada confiable al sistema vascular en pacientes con acceso IV difícil o retrasado.
En el paciente en choque, ¡no dejar que el acceso IV sirva como un retraso para administrar
medicamentos, líquidos o productos sanguíneos que salven la vida! En lugar de ello, hay que
moverse rápido para obtener acceso IO. Numerosos estudios han mostrado que el acceso IO es
más rápido, sencillo y tan confiable como el acceso IV. Esto es cierto para pacientes de todas las
edades (neonatos, lactantes, niños y adultos).
Dependiendo del escenario clínico, el acceso IO puede colocarse en el área proximal del
húmero y parte proximal o distal de la tibia. No hay límites a lo que puede instilarse en el espacio
medular del hueso. Todos los medicamentos, líquidos y productos sanguíneos pueden transfun-
dirse por vía IO. Sin embargo, los índices de infusión sí dependen del sitio de acceso. Se ha mos-
trado que la parte proximal del húmero tiene una velocidad de infusión bajo presión de ~5 L/h
en comparación con ~1 L/h a través de la parte proximal/distal de la tibia.
Al colocar una línea IO es importante palpar en busca de los puntos de referencia. En
la pierna extendida, el sitio de inserción en la parte proximal de la tibia es ~2 cm por debajo
de la rótula y 2 cm mediales. El sitio de inserción en la parte distal de la tibia se ubica ~3 cm
proximales a la cara más prominente de la parte medial del maléolo. La aguja IO debe insertarse
a un ángulo de 90 grados cuando se accede a la tibia. Al acceder a la parte proximal del húmero,
colocar al paciente con la mano descansando sobre el abdomen (de modo que el codo esté en
aducción y el hombro en rotación interna). El sitio de inserción en el húmero es en la cara más
prominente del tubérculo mayor. La aguja debe inclinarse hacia abajo en un ángulo de 45 grados.
Una vez que se han verificado los puntos de referencia, la aguja debe insertarse a través de
la piel y los tejidos blandos hasta que entre en contacto con el hueso. ¡No debe activarse el taladro
hasta que la aguja ha pasado a través de la piel/tejidos blandos y esté reposando en la orientación
adecuada sobre el hueso! En este momento, el taladro debe activarse con presión firme hasta que
el operador sienta un chasquido a medida que la aguja entra al espacio medular del hueso. La
longitud de la aguja debe elegirse con base en el nivel del tejido blando en la superficie. Si la aguja
está reposando sobre el periostio y no puede verse al menos una línea negra en la extensión de la
aguja, ¡esta es demasiado corta y no permitirá la entrada adecuada al espacio medular!
Los estudios básicos de laboratorio son vitales en las decisiones de manejo en urgencias, en
especial en casos graves. Una biometría hemática obtenida por vía IO tendrá concentraciones de
hemoglobina y hematócrito que se correlacionan estrechamente con las muestras de sangre IV;
sin embargo, las concentraciones de plaquetas pueden ser bajas y el recuento de leucocitos alto.
Además, muchos de los valores de laboratorio del panel metabólico, incluyendo las concentraciones
de glucosa, NUS, creatinina, cloro, albúmina y proteínas totales, serán similares si se comparan
con lo obtenido por vía IV; no obstante, las concentraciones de potasio, CO2, sodio y calcio pueden
variar. La sangre obtenida de la línea IO debe enviarse para análisis; sin embargo, ¡debe interpre-
tarse en el contexto clínico correcto!
Las contraindicaciones a la colocación IO incluyen absceso/celulitis en la superficie, fractura y
colocación IO fallida en las 48 h previas en el hueso objetivo. Una fractura o colocación IO previa en
el hueso elegido causará una extravasación del líquido fuera del espacio medular y en el tejido blando,
¡lo que coloca al paciente en riesgo de síndrome compartimental!
La extracción debe realizarse en un lapso de 24 h. Simplemente acoplar la jeringa Luer-
Lock a una aguja IO y aplicar fuerza firme hacia arriba mientras se gira en sentido de las mane-
cillas del reloj. Jalar recto; ¡no inclinar o mecer la aguja ya que esto puede llevar a un cuerpo
extraño retenido!
PUNTOS CLAVE
■■ Puede obtenerse acceso intraóseo en pacientes de todas las edades (neonatos, lactan-
tes, niños y adultos).
■■ Los sitios frecuentes de acceso intraóseo incluyen la parte proximal del húmero y las
partes proximal y distal de la tibia (puede permanecer en su sitio durante 24 h).
■■ Todos los medicamentos, líquidos y productos sanguíneos pueden administrarse por
la vía intraósea.
■■ Las velocidades de flujo varían dependiendo del sitio de inserción: ~5 L/h a través
del húmero y 1 L/h a través de la tibia.
■■ El acceso IO está contraindicado si hay una fractura en el sitio elegido para la infusión
ósea o o si se ha intentado un acceso IO en el mismo sitio en las 48 h previas.
Lecturas recomendadas
Anson J. Vascular access in resuscitation: Is there a role for the intraosseous route?
Anesthesiology. 2014;120(4):1015–1031.
Deitch K. Chapter 25. In: Roberts J. Roberts and Hedges’ Clinical Procedures in Emergency
Medicine, 6th ed. Philadelphia, PA, 2014:455–468.e2.
Lewis P, Wright C. Saving the critically injured trauma patient: A retrospective analysis of
1000 uses of intraosseous access. Emerg Med J. 2015;32:463–467.
Miller LJ, et al. A new study of intraosseous blood for laboratory analysis. Arch Pathol Lab
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Palsey J, et al. Intraosseous infusion rates under high pressure: A cadaveric comparison of
anatomic sites. J Trauma Acute Care Surg. 2015;78(2):295–299.
305
¡Qué nervio! Bloqueo nervioso regional
guiado con ultrasonido
Casey Lee Wilson, MD, RDMS
Los médicos de urgencias son verdaderos especialistas en dolor agudo; muchos pacientes que se
presentan en la sala de urgencias experimentan cierto grado de molestia que los lleva a buscar
atención médica. El dolor se controla mejor cuando se considera un continuo y se aborda desde
un punto de vista multimodal. El médico puede iniciar con métodos menos invasivos, como anal-
gésicos orales, y escalar a opioides parenterales o un procedimiento de sedación a fin de optimizar
5 mL. Debe retirarse la aguja varios milímetros si se encuentra resistencia significativa o cuando el
paciente experimente parestesias dolorosas, ya que esto puede significar una inyección intraneural.
Al elegir qué anestésico local administrar, debe considerarse la indicación para el bloqueo
nervioso, en especial en lo que se refiere al inicio de los efectos clínicos y duración deseada de
la analgesia. Hay que evitar exceder las dosis recomendadas. Es importante conocer los signos y
síntomas de la toxicidad sistémica por anestésicos locales. En un lapso de 5 min de una inyección
supraterapéutica, la toxicidad sistémica por lo general se manifestará como signos de excitación
del sistema nervioso central, con adormecimiento perioral y agitación. Estos síntomas pueden
evolucionar a convulsiones refractarias, coma e incluso colapso cardiovascular. Si bien los riesgos
de toxicidad sistémica por anestésicos locales es muy baja en caso de visualización directa bajo
guía ultrasonográfica, cualquier profesional que realice un bloqueo nervioso debe conocer el
único tratamiento para esta toxicidad, que es el tratamiento intralípido.
Los bloqueos nerviosos guiados con ultrasonido son utilizados con frecuencia por los
anestesiólogos para facilitar el control del dolor en la atención crítica y la cirugía. También están
adquiriendo popularidad en las salas de urgencias contemporáneas y sus claras ventajas se están
convirtiendo en áreas de investigación en la bibliografía de la medicina de urgencias. A medida que
más profesionales de urgencias se gradúan con importante experiencia en ultrasonografía durante
su residencia, el bloqueo nervioso periférico guiado con ultrasonido debe considerarse una herra-
mienta útil en el arsenal del profesional de urgencias capacitado.
PUNTOS CLAVE
■■ Considerar el bloqueo del nervio femoral para el control del dolor en pacientes geriá-
tricos con fracturas del fémur.
■■ El bloqueo nervioso periférico guiado con ultrasonido puede utilizarse como coadyu-
vante al tratamiento sistémico para el manejo del dolor agudo en la sala de urgencias.
■■ La anestesia exitosa requiere un conocimiento apropiado de la anatomía del sistema
nervioso periférico; a menudo debe bloquearse más de un nervio periférico para
lograr una anestesia apropiada.
■■ Es necesaria una valoración y documentación detalladas de la exploración neurovascu
lar antes de realizar cualquier bloqueo nervioso.
■■ Antes de efectuar un bloqueo nervioso, el médico debe conocer los signos y síntomas
únicos y el tratamiento para la toxicidad sistémica por anestésicos.
Lecturas recomendadas
Beaudoin FL, Nagdev A, Merchant RC, et al. Ultrasound-guided femoral nerve blocks in
elderly patients with hip fractures. Am J Emerg Med. 2010;28(1):76–81.
Blaivas M, Adhikari S, Lander L. A prospective comparison of procedural sedation and
ultrasound-guided interscalene nerve block for shoulder reduction in the emergency
department. Acad Emerg Med. 2011;18(9):922–927.
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zation by ED physicians for treatment of pain in the hip fracture patient population. Can
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blocks of the radial, ulnar, and median nerves for hand procedures in the emergency
department. Ann Emerg Med. 2006;48(5):558–562.
306
Un asunto de agujas: descompresión
del neumotórax a tensión
Arun Nair, MD, MPH
estos pacientes, considerar la colocación en la línea medioaxilar del 5.° espacio intercostal (el
mismo lugar en que se pondría una sonda pleural) dado que la pared torácica tiende a ser más
delgada, con menos tejido muscular sobre ella y sin vasos sanguíneos mayores. Este punto tam-
bién puede ser difícil de ubicar en pacientes grandes, por lo que conviene practicar esta técnica:
Con el paciente en posición supina y los hombros relajados, colocar la mano abierta con el
pulgar extendido y la palma mirando hacia el paciente en dirección a la axila, hasta que el pulgar
esté sobre el surco deltopectoral, y después empujar todo lo que se pueda sin levantar el hombro.
A menos que sus manos sean muy pequeñas, el ancho de la palma de la mano a nivel de la 5.a
articulación metacarpofalángica corresponderá aproximadamente al 5.° espacio intercostal en la
línea medioaxilar. En personas con obesidad mórbida o fisicoculturistas, la pared torácica puede
seguir siendo demasiado gruesa y debe considerarse el uso de una aguja más larga (una aguja
raquídea) o incluso hacer un corte rápido en la costilla antes de colocar la aguja. Tener en cuenta
que entre más tejido haya en la superficie, mayor es el riesgo de que el catéter se desplace y el
neumotórax vuelva a acumularse. El otro beneficio de la colocación en el 5.° espacio intercostal
es que con frecuencia ahí se coloca la sonda pleural, lo que evita que el paciente tenga un orificio
adicional.
¡No debe olvidarse la máquina de ultrasonido!
Si bien se dice que nunca hay que diagnosticar un neumotórax a tensión en una placa torácica,
los pocos segundos que le toma al transductor diferenciar entre aire y líquido en el tórax, ver qué
está haciendo el corazón y encontrar un espacio intercostal que no puede ni siquiera detectarse
cuando alguien está buscando un catéter parecen estar bien aprovechados. No hay que olvidar
que el ultrasonido también es útil después de la descompresión, ya que puede ayudar a detectar
si se está reacumulando el neumotórax o si la aguja sigue en el espacio pleural.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Beckett A, Savage E, Pannell D, et al. Needle decompression for tension pneumothorax in
Tactical Combat Casualty Care: Do catheters placed in the midaxillary line kink more
often than those in the midclavicular line? J Trauma. 2011;71:S408–S412.
Carter TE, et al. Needle decompression in appalachia do obese patients need longer needles?
West J Emerg Med. 2013;14(6):650–652.
Chang SJ, et al. Evaluation of 8.0-cm needle at the fourth anterior axillary line for needle chest
decompression of tension pneumothorax. J Trauma Acute Care Surg. 2014;76(4):1029–1034.
Givens ML. Needle thoracostomy: Implications of computed tomography chest wall thick-
ness. Acad Emerg Med. 2004;11:211–213.
Martin M, Satterly S, Inaba K, et al. Does needle thoracostomy provide adequate and effective
decompression of tension pneumothorax? J Trauma Acute Care Surg. 2012;73(6):1412–1417.
307
¿De qué línea se trata? Colocación
de una línea central
Dilnaz Panjwani, MD, FACEP y Richard Paul, MD
Una segunda técnica para evitar la lesión arterial es la medición de la presión mediante
la aguja. Los estudios han mostrado que casi 1% de las punciones arteriales no se reconoció
por el color y el flujo pulsátil de sangre de la aguja. Un gran análisis retrospectivo de más de
9 000 colocaciones de líneas centrales con uso obligatorio de medición de presión resultó en cero
inserciones de catéter arterial. Para medir la presión, se coloca un tubo estéril o un catéter cor-
to de plástico (en caso necesario puede usarse el tubo que contiene el alambre guía) a la aguja y se
sostiene de forma vertical mientras se espera a que suba la sangre. La sangre que sigue subiendo
y rebosa el tubo indica presión arterial, en tanto que la sangre que deja de salir o que gradual-
mente comienza a bajar hacia la aguja indica presión venosa. También hay manómetros estériles
disponibles en el comercio que pueden usarse para confirmar la presión venosa. Debe notarse
que el tubo estéril o el manómetro pueden acoplarse ya sea al cono de la aguja o al catéter corto
de plástico que se incluye en el equipo. Se recomienda usar el catéter, ya que la manipulación del
tubo mientras está acoplado a la aguja puede causar movimiento de la punta de la aguja a la arte-
ria o fuera de la vena. Este método puede no ser útil en pacientes hipotensos, ya que la presión
arterial baja puede confundirse con una presión venosa.
Además de las técnicas anteriores, puede hacerse una gasometría venosa rápida antes de
la canulación para poder asegurar el acceso venoso, con la gran desventaja de que esta técnica
puede ser más engorrosa y requerir más tiempo.
Conclusión
Minimizar las complicaciones de la colocación de la línea central es esencial para el médico de
urgencias. La consideración cuidadosa de la selección del sitio antes de la colocación de la línea
ayuda a minimizar las complicaciones inmediatas y diferidas. Además, la visualización ultraso-
nográfica de la aguja y el alambre guía en la luz venosa, en combinación con la confirmación
manométrica del acceso venoso, reduce las lesiones arteriales.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Blaivas M. Video analysis of accidental arterial cannulation with dynamic ultrasound guidance
for central venous access. J Ultrasound Med. 2009;28:1239–1244.
Bowdle A. Vascular complications of central venous catheter placement: Evidence-based
methods for prevention and treatment. J Cardiothorac Vasc Anesth. 2014;28(2):358–368.
Ezaru CS, Mangione MP, Oravitz TM, et al. Eliminating arterial injury during central venous
catheterization using manometry. Anesth Analg. 2009;109:130–134.
Hind D, Calvert N, McWilliams R, et al. Ultrasonic locating devices for central venous
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Kusminsky R. Complications of central venous catheterization. J Am Coll Surg. 2007;204:
681–696.
308
El tamaño importa; neumotórax
espontáneo: sonda pleural frente
a doble jota
Derrick Ashong, MD
Las sondas pleurales han servido como la modalidad principal de evacuación pleural desde que se
hicieron populares (y el estándar de práctica) en tiempos de la guerra de Vietnam. La evolución
de sus componentes e indicaciones ha servido para ayudar a obtener mejores resultados para los
pacientes, con menos complicaciones. Al igual que con muchos avances médicos, con el tiempo y
más investigaciones se ha llegado a innovaciones como el catéter doble jota o pigtail. Con la ten-
dencia de limitar las hospitalizaciones, las herramientas como los catéteres de pequeño diámetro
se han hecho más populares debido a su conocida reducción de costos en comparación con la
sonda pleural estándar. Sin embargo, con la introducción de los catéteres doble jota, las ventajas y
limitaciones de cada modalidad merecen comentarse.
Si bien las sondas pleurales de calibre grande tradicionalmente han estado indicadas en el
neumotórax, las sondas pleurales de calibre pequeño son una alternativa valiosa en el neumotó-
rax espontáneo. No se han explorado con detalle los casos que requieren ventilación mecánica o
de pacientes médicamente inestables. Dada la mayor posibilidad de fuga de aire, debe conside-
rarse una sonda pleural de calibre grande hasta que se cuente con más datos en estas poblaciones
de pacientes. A la larga, el uso de las sondas pleurales de calibre pequeño en pacientes médica-
mente estables es una opción terapéutica óptima para pacientes con un neumotórax espontáneo
grande, sin importar el tipo.
PUNTOS CLAVE
■■ Las sondas pleurales de calibre pequeño (< 14 Fr) se relacionan con menor dolor en el
sitio de inserción que las sondas torácicas de gran calibre (> 16 Fr).
■■ Las sondas pleurales de calibre pequeño suelen ser más fáciles de insertar usando la
técnica de Seldinger.
■■ Al compararse frente a frente, las sondas pleurales de calibre pequeño tienen un
índice similar de complicaciones y eficacia.
■■ El manejo ambulatorio con una válvula de Heimlich y una radiografía torácica de
seguimiento son opciones viables en ciertos pacientes con sondas torácicas de calibre
pequeño.
■■ Las sondas torácicas de calibre grande siguen estando indicadas en pacientes en
estado grave o ventilación mecánica.
Lecturas recomendadas
Benton IJ, Benfield GF. Comparison of a large and small-calibre tube drain for managing spon-
taneous pneumothoraces. Respir Med. 2009;103(10):1436–1440.
Cooke DT, David EA. Large-bore and small-bore chest tubes: Types, function, and placement.
Thorac Surg Clin. 2013;23(1):17–24.
Fysh E, et al. Optimal chest drain size: The rise of the small-bore pleural catheter. Semin
Respir Crit Care Med. 2010;31(6):760–768.
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pigtail catheters. Ann Emerg Med. 2014;64(3):222–228.
309
Reconocer el abuso infantil
desde el inicio
Clifford C. Ellingson, MD
Se calcula que ~896 000 niños estadounidenses sufren de abuso y negligencia cada año, en tanto
que las muertes infantiles debido a abuso se estiman en más de 2 000 al año. Las consecuencias a
largo plazo del abuso infantil pueden ser devastadoras para la víctima, para el perpetrador y para la
comunidad. La carga general de abuso se extiende mucho más allá de las lesiones físicas. El abuso,
en todas sus formas, puede afectar la salud psicológica del niño a lo largo de su vida. Sin embargo,
los efectos completos del abuso no pueden medirse y desgraciadamente no suelen apreciarse.
Los niños que son víctimas de abuso tienen un mayor número de visitas a la sala de urgencias
en comparación con los niños que no son abusados. Se estima que 20% de los niños que fallecen
cada año por abuso fue atendido por un profesional médico en un lapso de 1 mes antes de su
muerte. Si no se detecta abuso físico en la valoración médica inicial, existe una probabilidad del
50% para abuso recurrente y un sorprendente 10% de probabilidad de muerte. De ahí que la sala
de urgencias sea un lugar fundamental para la identificación y la prevención del abuso y su mor-
talidad subsecuente. Por fortuna, el abuso infantil a menudo puede reconocerse mediante antece-
dentes cuidadosos, una exploración física detallada y manteniendo un nivel obligado de sospecha.
El abuso puede sospecharse por primera vez al investigar los antecedentes. La información de los
antecedentes que debe despertar sospechas de abuso incluye la incapacidad del cuidador de explicar una
lesión significativa. Deben activarse las alarmas internas cuando hay cambios en detalles importantes o
cuando los antecedentes no sean consistentes con los datos de la exploración física o con las capacidades
del desarrollo del niño. No debe descartarse simplemente la sospecha de abuso. Los antecedentes que no
tienen sentido son antecedentes que deben estudiarse más a detalle y que deben llevar a una exploración
física meticulosa. Esto incluye, pero no se limita a, una valoración completa de la piel de la cabeza, cuello,
extremidades, glúteos, genitales y espalda. Debe observarse la cavidad oral en busca de traumatismos y
palpar las extremidades, el tronco y la pared torácica para detectar deformidades óseas y dolor.
Los hematomas son frecuentes en el niño ambulatorio que suele presentar moretones en las
pantorrillas, parte superior del codo y frente. Sin embargo, la probabilidad de encontrar un hema-
toma no infligido en un niño preambulatorio es < 1%. Hay que considerar maltrato en lactantes
que se presentan con hematomas si no han comenzado a desplazarse (alrededor de los 9 meses de
edad). Los hematomas que se observan en áreas del cuerpo como los glúteos, la espalda, el tronco,
los genitales, la cara interna del muslo, las mejillas, los lóbulos de la oreja, el cuello o el surco
subnasal no son típicos de las actividades cotidianas de la infancia. Los hematomas con un patrón
son resultado de instrumentos como cinturones, correas, agujetas, mordeduras u objetos de uso
cotidiano. Estas marcas pueden tener patrones reveladores y siempre deben hacer sospechar abuso.
705
Las quemaduras comprenden ~6 a 20% de todos los casos de abuso infantil. El mecanismo
más frecuente es el de escaldadura por una quemadura con agua caliente de la llave. Las quemaduras
que hacen pensar en abuso incluyen aquellas con distribución simétrica, que no afectan los pliegues
o que están bien demarcadas en un patrón de media o guante que sugiere inmersión. Además, las
quemaduras a los glúteos, parte posterior del cuello o espalda, en múltiples lugares o que requieren
manejo en cuidados intensivos deben investigarse detalladamente.
Los traumatismos cefálicos por abuso son una causa importante de morbilidad y mortalidad
en lactantes que sufren abuso. Estas lesiones pueden diagnosticarse equivocadamente con facili-
dad y los profesionales deben tener un umbral bajo para solicitar una tomografía computarizada
de cráneo en el neonato o niño que aún no habla y en quien se sospecha abuso. Las hemorragias
subdurales son una lesión intracraneal frecuente relacionada con abuso y deben llevar a la hospita-
lización para estudios integrales intrahospitalarios por abuso. Las hemorragias subdurales, que son
bilaterales, tienen múltiples densidades radiográficas sugestivas de una lesión repetida o en un sitio
intrahemisférico son particularmente específicas de traumatismo cefálico por abuso.
Las lesiones abdominales contusas son una forma rara pero muy letal de abuso infantil. Solo 1%
de los niños hospitalizados por abuso sufre una lesión abdominal. No debe dependerse de hematomas
abdominales, para determinar si se requieren imágenes ya que a menudo no se ven incluso con golpes
muy fuertes al abdomen,. Las pruebas de enzimas pancreáticas y hepáticas y el análisis de orina pue-
den ser útiles para la detección de traumatismo abdominal en niños. Las imágenes están justificadas
en casos en que hay antecedentes de traumatismo abdominal, exploración abdominal anormal o datos
de laboratorio anormales. También deben solicitarse imágenes cuando la exploración física sea poco
confiable debido a la edad del paciente, lesiones que la compliquen o cambios en el estado mental.
Las lesiones esqueléticas a menudo pueden ser difíciles de detectar en el niño que aún no habla.
Si hay sospecha de una lesión infligida después de los antecedentes y la exploración física, deben
solicitarse imágenes radiográficas. Si se descubren fracturas en un niño no verbal, en especial en uno
menor de 2 años de edad, debe realizarse una revisión de alta calidad de todo el esqueleto. No hay
que limitarse solo a imágenes de las áreas que son motivo de preocupación. El objetivo no solo es
identificar lesiones agudas dolorosas, sino también lesiones anteriores no dolorosas. En un niño verbal
que puede expresar dolor de forma confiable deben obtenerse imágenes de las áreas dolorosas, pero de
igual modo puede ser benéfico obtener una revisión de todo el esqueleto para evaluar si hay fracturas
anteriores. Hay que considerar abuso en todos los niños no ambulatorios que se presentan con una
fractura. Las fracturas que son más consistentes con un mecanismo de abuso incluyen lesiones meta-
fisarias (fracturas en asa de cubo o de avulsión), fracturas de la escápula, parte posterior de las costillas,
apófisis espinosas y esternón. Además, las fracturas múltiples, en especial a diferentes edades, hacen
pensar en abuso. Las fracturas del cráneo que despiertan la sospecha de abuso suelen ser bilaterales,
múltiples y a lo largo de las líneas de sutura.
El médico tiene la responsabilidad legal y ética de informar sobre cualquier sospecha de
abuso. Cuando se sospecha esta situación, la consulta con una trabajadora social puede ayudar
a facilitar la participación de las agencias apropiadas. Si se cuenta con un especialista en abuso
infantil, debe hacerse una consulta temprana. Si el niño víctima de abuso no puede darse de alta
con seguridad o el grado del abuso es muy amplio, entonces se justifica la hospitalización.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
King W, Kiesel E, Simon H. Child abuse fatalities: Are we missing opportunities for
intervention? Pediatr Emerg Care. 2006;22(4):211–214.
Peck M, Priolo-Kapel D. Child abuse by burning: A review of the literature and an algorithm
for medical investigations. J Trauma. 2002;53:1013–1022.
Sirotnak A, Grisby T, Krugman R. Physical abuse of children. Pediatr Rev. 2004;24(8):264–276.
Swerdlin A, Berkowitz C, Craft N. Cutaneous signs of child abuse. J Am Acad Dermatol.
2007;57(3):371–392.
310
Consejos para manejar la totalidad
de la reanimación pediátrica
Jason Saunders, MD y Heather Saavedra, MD
Paro respiratorio, a 5 min de la institución y los servicios médicos de urgencias no pueden asegurar
la vía respiratoria. Como profesional de urgencias, esto es algo que se encuentra casi en todos los
turnos, excepto por un detalle, el paciente es un niño. ¿Entonces por qué es tan diferente? Para
empezar, los niños no son adultos pequeños. Todos los paros, todas las reanimaciones, son estresan-
tes, pero esto es a otro nivel. Probablemente haya un gran público, incluyendo a los padres. Así que,
como profesionales, ¿cómo asegurar que no haya incidentes? En las siguientes páginas se presentan
algunas sugerencias o guías para ayudar a superar el reto que representa la reanimación pediátrica.1
1) Primero, saber lo que es “normal”.
(a) Rápido, ¿cuál es la frecuencia cardiaca normal de un lactante de 9 semanas? ¿Y la de un niño
de 9 años? Es fácil determinar si un adulto está o no grave desde el momento que cruza la
puerta. Sin embargo, los niños tienen la sorprendente capacidad de verse muy bien, hasta
que dejan de hacerlo, momento en que ya no se cuenta con tiempo. La pediatría va de la
lactancia a la edad adulta, incluyendo todo lo que está en medio. Además de pasar horas
haciendo revisiones en niños sanos en clínica, ¿cómo puede esperarse que los profesionales
adultos sepan todos estos detalles? Recurra a tarjetas, aplicaciones del teléfono, Internet o
incluso un libro de texto, aquello con lo que se sienta cómodo, y tómese un par de segundos
antes de entrar a la sala para recordar qué es normal en un paciente de esa edad.
(b) Siempre sea capaz de identificar y explicar los signos vitales anormales en la población
pediátrica. Es así como se identifica al paciente enfermo antes de que caiga en picada y es el
marcador que guía una reanimación exitosa. Los niños pueden tener una mayor capacidad
para compensar y si ya está enfrentando hipotensión, es tarde y debe actuarse sin demora.
2) Pero mi paciente no puede decirme qué está mal.
(a) ¿Recuerda cómo en la escuela de medicina aprendió a realizar una exploración física? Es
poco probable, pero debe hacerse un esfuerzo para escarbar en la memoria. Todos los
pacientes, pero en especial los niños, requieren una exploración física detallada. Hay un
motivo por el que se expone a todos los pacientes con traumatismos, por lo que hay que
exponer por completo al paciente pediátrico. Busque torniquetes de pelo en un lactante
inquieto. Esté atento a la asimetría de las extremidades para detectar fracturas. Los padres
conocen el estado normal de sus hijos mejor que nadie y si ellos insisten en que algo
está mal, tómese el tiempo para indagar. Obtenga antecedentes detallados de los servicios
médicos de urgencias antes de que se retiren: ¿cómo encontraron la escena? ¿Cómo se
encontraba el paciente cuando llegaron?, etc.
(b) Cuando el niño no puede expresar sus propias preocupaciones, y con toda probabi-
lidad no se pueden obtener muchos antecedentes, la exploración física es la forma de
determinar la disposición del paciente pediátrico.
3) No empeore el problema.
(a) El niño con sibilancias, crup o estridor que está cómodo en los brazos de su mamá debe
permanecer ahí. Eso no significa que no hay que realizar una exploración detallada (véase
antes), pero un niño tranquilo conservará su vía respiratoria por más tiempo. Lo mismo
aplica para los tratamientos. Utilice sus recursos y verifique sus dosis dos veces. Una
dosis de epinefrina será muy distinta para un recién nacido de código que para un niño
pequeño o un adolescente.
(b) Los medicamentos, los bolos de líquido e incluso los volúmenes de alimentación se
basan en el peso y la edad en niños. Si hay algún momento en que conviene medir dos
veces y cortar una es en la población pediátrica. Hay que determinar el peso con la
mayor precisión posible, usar la cinta de Broselow o recurrir a recomendaciones apro-
piadas para la edad en un código, pero jamás deben usarse dosis de adultos en niños
sin antes verificar dos veces. La reanimación con líquidos debe iniciar con un bolo
en un niño sin antecedentes cardiacos a 20 mL/kg y puede repetirse con seguridad
según se requiera hasta tres veces.
4) Situaciones que hay que tener en cuenta
(a) Lesiones dependientes de conducto: neonato en choque, tenga en mente la persisten-
cia del conducto arterioso. Las prostaglandinas ayudan a mantenerlo abierto. Alprostadil
(PGE1) a 0.03 a 0.4 mcg/kg/min, vigile posible apnea y prepárese para intubar.
(b) Traumatismo no accidental: tener claros los hitos del desarrollo; un lactante de 2 sem
no va a rodarse de una mesa y un bebé de 6 meses no va a caminar. Tenga presentes
las fracturas y patognomónicos datos de la exploración. Los desgarros del frenillo, las
fracturas en espiral o las fracturas en la parte posterior de la costilla y los hematomas en
un patrón TEN-4 (tórax, orejas, cuello o cualquier hematoma en un niño < 4 meses2,3)
deben encender las alarmas.
(c) Fiebre con exantema: pregunte siempre sobre el estado de las vacunas. Los senti-
mientos en contra de las vacunas están al alza y es factible tener que diagnosticar
sarampión o varicela.
5) Consideraciones finales
(a) La cinta de Broselow es su aliada: sepa en dónde está en su departamento antes de
n
ecesitarla.
(b) La vía intraósea es una excelente herramienta: úsela de forma oportuna y frecuente
cuando el acceso se dificulta.4 No más de tres punciones o 90 s. Use la cabeza del
húmero o la parte proximal/medial de la tibia para el acceso.
(c) Utilice tratamiento intensivo en el asma: la epinefrina y la ventilación con presión
positiva no invasiva hacen maravillas para evitar la intubación. Cabe destacar que
una sibilancia no siempre es asma; hay que tener en cuenta los cuerpos extraños en el
diagnóstico diferencial.
(d) Los padres deben estar a la cabecera siempre que sea posible, incluso en caso de
código. Es importante que vean que se hace todo lo posible por su hijo.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Kleinman M, Chameides L, Schexnayder S, et al. Part 14: Pediatric advanced life sup-
port: 2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and
Emergency Cardiovascular Care. Circulation. 2010;122(18 suppl 3):S876–S908.
2. Johnson K, Bradshaw K. Skeletal aspects of non-accidental injury. Endocr Dev. 2015;28:247–258.
3. Pierce MC. Bruising characteristics discriminating physical child abuse from accidental
trauma. Pediatrics. 2010;125(1):67–74.
4. Abe K, Blum G, Yamamoto L. Intraosseous is faster and easier than umbilical venous catheter-
ization in newborn emergency vascular access models. Am J Emerg Med. 2000;18(2):126–129.
5. Oakley E, Borland M, Neutze J, et al. Nasogastric hydration versus intravenous hydration
for infants with bronchiolitis: A randomised trial. Lancet Respir Med. 2013;1(2):113–120.
311
¡Mantenga caliente al bebé! Y otros
pasos en la reanimación neonatal
Ashley Grigsby, DO y Jessica Kanis, MD
Una vez que se ha iniciado la ventilación con presión positiva, colocar un monitor de O2
en la mano derecha. ¡No hay que sorprenderse si la saturación de oxígeno está en los 70! No hay
una saturación normal de O2 sino hasta ~10 min de vida.2 Deben proporcionarse respiraciones
a 40 a 60 respiraciones por minuto con una presión de inflación de 20 cm H2O. Para lactantes a
término, la FiO2 debe comenzar a 0.21 a 0.40 para lactantes prematuros.1,2 Hay que recordar que
el oxígeno al 100% puede ser tóxico para los recién nacidos y se reserva para reanimaciones difí-
ciles. La ventilación con presión positiva debe proporcionarse hasta que el bebé esté iniciando
sus propias respiraciones y la frecuencia cardiaca sea > 100 lpm.
Estos pasos a menudo permiten la mejoría clínica, evidente por frecuencia cardiaca, tono y
esfuerzo respiratorio mejorados. De no ser así, el bebé requerirá una reanimación más avanzada.
Importancia de entibiar al bebé
Entibiar al bebé después del parto es uno de los pasos más importantes en la reanimación, pero
puede ser difícil considerando la rápida naturaleza de los partos en la sala de urgencias. Se reco-
mienda mantener una temperatura de 26 °C en la sala de partos, lo que no es una expectativa
razonable para la sala de urgencias.1,3 Un bebé frío puede ser más difícil de reanimar y las medi-
das iniciales pueden no tener éxito en caso de hipotermia (< 36.5 °C). Por fortuna, hay muchas
formas prácticas de entibiar a los lactantes en un ambiente con recursos limitados.
Cada sala de urgencias debe tener un calentador disponible y debe estar encendido durante la
preparación en cuanto se sepa que se va a atender un parto. También hay que tener a la mano mantas
tibias inmediatamente después del parto, que se usan para entibiar y secar al recién nacido.4 Colocar al
bebé piel con piel con su madre para la reanimación es una técnica que suele usarse en países del tercer
mundo como una forma primaria de calentar al bebé y puede ser benéfica en la sala de urgencias.
Los lactantes prematuros pueden ser incluso más difíciles de mantener tibios debido
a sus sistemas corporales inmaduros y mayores pérdidas de calor. Los lactantes de 28 sem o
menos, o con un peso < 1 500 g deben contar con un medio adicional de calor al colocarlos
inmediatamente en una envoltura plástica.3 Las bolsas de plástico especiales para lactantes no
están fácilmente disponibles en urgencias, pero en lugar de ellas pueden usarse bolsas de riesgo
biológico, grandes bolsas resellables y envoltura de plástico apropiadas para alimentos.2 El bebé
debe envolverse inmediatamente después de nacer y cubrirse por completo del cuello para abajo
en envoltura plástica; los pasos adicionales de la reanimación pueden realizarse con esto puesto.2,4
Reanimación avanzada
Alrededor del 1% de los nacimientos requiere reanimación avanzada. Si se ha proporcionando ven-
tilación con presión positiva eficaz con oxígeno complementario por más de 30 s y la frecuencia car-
diaca es < 60, iniciar compresiones torácicas.1 Las compresiones torácicas deben administrarse a una
proporción de 3:1 coordinadas con las respiraciones, con un objetivo de 90 compresiones por minuto.
Si se están dando compresiones torácicas, debe usarse una FiO2 al 100% y considerar intubación.
Si la frecuencia cardiaca del lactante sigue siendo < 60 lpm después de una ventilación con presión
positiva y compresiones torácicas adecuadas, puede requerirse epinefrina y expansión de volumen.1
Sin embargo, esto necesita acceso IV o intraóseo, que puede ser difícil en la sala de urgencias.2 La rea-
nimación avanzada es un evento raro incluso en urgencias y como tal los profesionales tienen menos
exposición a estas situaciones clínicas, por lo que deben repasar las habilidades necesarias.
PUNTOS CLAVE
■■ Hágase tres preguntas: ¿El bebé nació a término? ¿Está llorando? ¿Tiene un buen
tono?
■■ Si la respuesta a cualquiera es un “no”, inicie la reanimación neonatal básica con
calentamiento, secado y estimulación del lactante para que llore.
■■ ¡Mantenga al bebé caliente! Use mantas tibias, calentadores de irradiación, contacto con
el pecho de la madre o envolturas de plástico para lactantes muy pequeños o prematuros.
■■ En la reanimación inicial de un lactante a término se recomienda una concentración
de oxígeno de 21%, ¡use aire ambiente!
■■ Familiarícese con las técnicas avanzadas, ya que es un evento raro en la sala de urgencias.
Referencias
1. Kattwinkel J, et al. Part 15: Neonatal Resuscitation, 2010 American Heart Association guide-
lines for cardiopulmonary resuscitation and emergency cardiovascular care. Circulation.
2010;122(18 suppl 3):S909–S919.
2. Clifford M, Hunt RW. Neonatal resuscitation. Best Pract Res Clin Anaesthesiol. 2010;24(3):
461–474.
3. Fernanda Branco de Almeida M, et al. Hypothermia and early neonatal mortality in pre-
term infants. J Pediatr. 2014;164(2):271–275.e1.
4. Laptook AR, et al. Admission temperature of low birth weight infants: Predictors and
associated morbities. Pediatrics. 2007;119(3):643–649.
312
La vía respiratoria pediátrica:
¡apréndasela, vívala, contrólela!
Garrett S. Pacheco, MD
Los médicos de urgencias rara vez son llamados para manejar la vía respiratoria pediátrica, pero
es fundamental que estén preparados para hacerlo en el niño gravemente enfermo o lesionado,
con rapidez y sin complicaciones. Existen varias características anatómicas y fisiológicas que son
únicas de los niños y que deben considerarse al manejar la vía respiratoria pediátrica. Las dife-
rencias en la función respiratoria los hace susceptibles a la desaturación de oxihemoglobina, que
puede exacerbarse en el niño grave con compromiso fisiológico. Los niños en estado de choque
también tienen un gran riesgo de hipotensión peri-intubación que puede a la larga causar un
colapso cardiovascular.
Los niños < 2 años de edad tienen diferentes características que deben tenerse en cuenta
al prepararse para la intubación endotraqueal. Tienen una lengua relativamente larga, un gran
occipucio y una laringe en posición rostral a nivel de C2-C3. La vía respiratoria tiene forma de
cono justo debajo de la glotis, en tanto que en el adulto la vía respiratoria debajo de la glotis tiene
forma cilíndrica. Su vía respiratoria es más estrecha en el anillo cricotiroideo y la epiglotis es
suave. Las vías respiratorias inferiores también son más pequeñas y menos desarrolladas que las
de niños mayores o adultos. Cada una de estas características anatómicas debe tomarse en cuenta
al preparar la intubación endotraqueal.
Es fundamental contar con sondas de tamaño apropiado para evitar problemas de filtra-
ción de aire y ventilación una vez que se asegura la vía respiratoria. Las presiones del manguito
endotraqueal deben tener como objetivo 20 a 30 cm H2O, permitiendo una perfusión adecuada
de la mucosa traqueal en todas las edades. Para lactantes a término de hasta 1 año de edad, el
tamaño de la sonda traqueal suele ser 3.0 a 3.5 mm. Los niños de 1 a 2 años suelen recibir una
sonda de 4.0 mm. Las guías de apoyo vital avanzado pediátrico proporcionan la siguiente fórmula
para obtener una sonda de tamaño apropiado para niños > 2 años de edad: sonda traqueal con
manguito (ID mm) = edad (años)/4 + 3.5.
Los niños tienen una menor capacidad de reserva funcional y mayor metabolismo de oxí-
geno. Esto pone a los lactantes y niños en mayor riesgo de fatiga respiratoria y desaturación
de oxígeno que los adultos. Estas características fisiológicas justifican por qué es tan importante
preoxigenar de forma adecuada al niño en estado grave. La bibliografía sobre anestesia ha demos-
trado que los niños sanos tienen la mitad de “tiempo de apnea seguro” que un adulto, lo que es
probablemente menos en el niño que se encuentra grave.
En estados de hipoxemia con derivación intrapulmonar o saturación venosa de oxígeno
baja, lo que se aprecia en neumonía, atelectasia o sepsis grave, es fundamental tener una preoxi-
genación adecuada. Debe evitarse la hipoxemia crítica, ya que puede provocar convulsiones,
bradicardia y a la larga colapso cardiovascular. Las guías para sobrevivir a la sepsis en pediatría
recomiendan oxigenación con cánula nasal a flujo elevado o presión positiva continua nasofarín-
gea para dificultad respiratoria e hipoxemia. La oxigenación con cánula de flujo elevado ayuda a
la oxigenación y ha mostrado que reduce el espacio muerto e incluso proporciona cierta presión
teleespiratoria positiva de 3 a 5 cm H2O. La ventilación no invasiva ayuda con la derivación intra-
pulmonar y el reclutamiento de unidades alveolo-capilares funcionales que puedan participar en
la oxigenación-ventilación. Estos métodos pueden usarse para preoxigenación aumentando así el
“tiempo de apnea seguro” antes de la intubación. La oxigenación apneica no se ha estudiado bien
en la población pediátrica. Sin embargo, considerando la elevada incidencia de desaturación de
oxihemoglobina en niños durante el periodo peri-intubación, sería razonable implementar este
procedimiento en un intento por evitar o minimizar complicaciones.
La hipotensión peri-intubación está bien documentada en la bibliografía de adultos y tiene una
incidencia informada tan alta como el 21% en las intubaciones pediátricas en la sala de urgencias. Los
niños son muy sensibles a los cambios hemodinámicos durante el periodo peri-intubación y están en
riesgo de bradicardia de inducción vagal, que puede potenciar el colapso cardiovascular. La evidencia
disponible no apoya el uso sistemático de atropina para premedicación en la intubación de urgencia.
Sin embargo, en ciertas circunstancias, el niño pequeño que se somete a intubación de urgencia puede
beneficiarse de bloquear la bradicardia de inducción vagal mediante la administración de atropina
0.02 mg/kg (sin dosis mínima) antes de la inducción a fin de prevenir esta complicación.
El niño hipotenso debe reanimarse adecuadamente antes de cualquier intento de intubación.
La intubación y la ventilación mecánica aumentan la presión intratorácica, que eleva directamente
la presión de la aurícula derecha. El aumento de la presión de la aurícula derecha junto con una
disminución de la media de presión sistémica tiene un efecto de disminución en el retorno venoso.
Esto lleva a una disminución de la precarga, que resulta en depresión cardiaca e hipotensión.
Los sedantes hipnóticos usados para la inducción también pueden causar una disminución de la
presión arterial mediante simpaticólisis. Estos efectos hemodinámicos son el motivo por el que
las guías para sobrevivir la sepsis recomiendan una carga de volumen intensiva en el paciente con
choque séptico antes de un intento de intubación.
Como ya se mencionó, la elección del fármaco de inducción puede ayudar a evitar episodios de
hipotensión después de la intubación. La ketamina es un fármaco que proporciona analgesia, amne-
sia, broncodilatación y conservación de la respiración espontánea, y tiene propiedades simpatico-
miméticas que aumentan la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Etomidato es otro fármaco que
se informa “hemodinámicamente neutro”. Ambos fármacos tienen sus desventajas respectivas y el
profesional de urgencias debe considerarlas antes de elegir el fármaco para inducción en secuencia
rápida. El paciente grave que tiene agotamiento de catecolaminas puede en realidad experimentar
depresión miocárdica con la adición de ketamina. Etomidato no está aprobado por la FDA para uso
en niños menores de 10 años de edad. Asimismo, hay una preocupación razonable de que la adminis-
tración de etomidato puede llevar a una mayor mortalidad en los niños debido a su efecto de supresión
suprarrenal y debe evitarse en un paciente obviamente séptico.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bhagwan SD. Levitan’s no desat with nasal cannula for infants with pyloric stenosis requiring
intubation. Paediatr Anaesth. 2013;23(3):297–298.
de Caen AR, Berg MD, Chameides L, et al. Part 12: Pediatric advanced life support: 2015
American Heart Association guidelines update for cardiopulmonary resuscitation and
emergency cardiovascular care. Circulation. 2015;132(18 suppl 2):S526–S542.
Dellinger RP, Levy MM, Rhodes A, et al. Surviving sepsis campaign: International guide-
lines for management of severe sepsis and septic shock, 2012. Intensive Care Med.
2013;39(2):165–228.
Long E, Sabato S, Babl FE. Endotracheal intubation in the pediatric emergency department.
Paediatr Anaesth. 2014;24(12):1204–1211.
313
No toda la tos de perro es crup
Sheryl Yanger, MD
Los lactantes y los niños pequeños con frecuencia se presentan en la sala de urgencias con
estridor. Al igual que muchas alteraciones potencialmente urgentes, esto a menudo pasa a altas
horas de la madrugada, cuando la disponibilidad de recursos o los especialistas son limitados.
Es importante para el médico de la sala de urgencias diferenciar entre el crup y otras causas más
crónicas o peligrosas de estridor. Se requieren antecedentes y exploración física cuidadosos para
valorar si se requiere una intervención inmediata, para determinar qué puede estar causando el
estridor y para decidir si hay que referir con el otorrinolaringólogo u otro especialista.
Como con cualquier caso en urgencias, la exploración inicial debe enfocarse en determinar si el
paciente tiene un colapso inminente de las vías respiratorias. Un aumento del esfuerzo respiratorio con
reacciones intercostales o supraesternales significativas es más indicativo de dificultad que el grado de
estridor. La hipoxia, la hipercapnia o los cambios en el estado mental indican insuficiencia respiratoria
inminente y requieren intervención inmediata. No debe confiarse en las pruebas de laboratorio para
guiar el manejo; mire al paciente frente a usted y actúe de forma correspondiente.1 Para el estridor agudo,
si la vía respiratoria del paciente se encuentra estable y se sospecha crup, puede administrarse una dosis
de esteroides orales. Si el niño tiene estridor en reposo, un esquema de epinefrina racémica inhalada
puede ayudar a aliviar la inflamación en las vías respiratorias. Hay que estar al tanto de que el tratamiento
respiratorio puede aumentar la agitación y empeorar el estridor en algunos niños pequeños inquietos,
¡así que no se sorprenda y dele tiempo al paciente! Algunos pasos en el manejo dependen de la agudeza
de los síntomas y de los datos adicionales en la exploración y los antecedentes.
Después de enfocarse en las vías respiratorias y la respiración, pasar a los síntomas rela-
cionados y cualquier indicación externa que pueda señalar una causa anatómica del estridor. La
mitad de los pacientes con hemangiomas subglóticas tiene hemangiomas cutáneos, en especial
en “distribución de barba”. Muchos síndromes se relacionan con anomalías congénitas de las
vías respiratorias, como el síndrome de Down con estenosis subglótica o síndrome CHARGE
con parálisis nerviosa craneal.2 La inspección cuidadosa puede revelar malformaciones linfáticas
o masas faciales, cervicales o torácicas, que pueden comprimir las vías respiratorias de forma
externa. En pocas palabras, tener cuidado con el niño que tiene anormalidades congénitas cono-
cidas o sospechadas; si algo no se ve bien en el niño, puede extenderse a las vías respiratorias.
Es importante determinar si el estridor es agudo o crónico y congénito o adquirido.
Preguntar a los padres sobre los detalles del inicio del estridor, gravedad, progresión, con episo-
dios cianóticos o apneicos, o retracciones. La información adicional sobre los antecedentes del
nacimiento, relación con la alimentación y posición del cuerpo, sospecha de aspiración o inges-
tión de cuerpo extraño, calidad de la voz, reflujo, dificultades con la alimentación o cualquier
antecedente de enfermedad pulmonar o neurológica también es de ayuda.
Las causas congénitas más frecuentes de estridor en lactantes y niños son laringomalacia, parálisis
de las cuerdas vocales, estenosis subglótica congénita, traqueomalacia, hemangioma subglótico, redes
laríngeas y hendiduras laríngeas posteriores. Las causas adquiridas pueden ser una intubación traumá-
tica/estenosis subglótica, presencia de cuerpo extraño, infección o papilomatosis laríngea juvenil.
El crup, o laringotraqueobronquitis, es la causa más frecuente de estridor agudo en niños
pequeños y que empiezan a caminar. Suele deberse a una infección viral de la laringe y parte supe-
rior de la tráquea. Una tos “de perro” y una infección de vías respiratorias superiores en niños de
6 a 36 meses son patognomónicas. La traqueítis bacteriana se presenta con un cuadro de apariencia
tóxica, con tos y estridor progresivo. La epiglotitis, cuya incidencia ha declinado de forma notoria
desde la introducción de la vacuna contra Haemophilus influenzae, puede presentarse con aparien-
cia de enfermedad y voz apagada, babeo y posicionamiento en trípode. En estos niños, es reco-
mendable la consideración temprana de intubación en un ámbito controlado como el quirófano.3
La ingestión o aspiración de cuerpo extraño siempre debe ser una consideración en niños que
se presentan con estridor, en especial si no hay fiebre o infección de vías respiratorias superiores.
La laringomalacia es un tejido supralaríngeo anormalmente laxo que presenta colapso pasivo
durante la inspiración. Es un estridor inspiratorio que suele ser estable y se presenta en las primeras
2 sem de vida, empeora en posición supina y puede verse agravado por el sueño, la alimentación o la
irritabilidad. La mayoría se resuelve espontáneamente en 12 a 24 meses y no requiere intervención;
sin embargo, hasta 20% puede tener una enfermedad grave que requiera cirugía.2
La parálisis bilateral de las cuerdas vocales es menos frecuente y puede ser congénita o adqui-
rida. Puede presentarse al nacimiento o tardar meses en aparecer. Esto suele demandar intervención
para asegurar las vías respiratorias y traqueotomía mientras se espera la recuperación de la función
neurológica. Puede deberse a malformación de Chiari y estos lactantes requieren más estudios, que
incluyen imágenes por resonancia magnética del cerebro.
Aunque no son necesariamente parte de la evaluación sistemática de un niño con síntomas típicos
de crup, las placas simples del tórax o el cuello pueden ser útiles para visualizar cuerpos extraños radio-
pacos o atrapamiento de aire. Si los síntomas son atípicos, las imágenes pueden ser útiles para diagnosti-
car crup o estenosis subglótica (signo del campanario), epiglotitis, masas subglóticas, estenosis traqueal o
anillos. Con menor frecuencia, puede usarse la tomografía computarizada o las imágenes por resonancia
magnética para evaluar la presencia de masas en el cuello o el tórax, o anillos o cuerdas tendinosas.
El estridor crónico, el crup recurrente o los síntomas progresivos requieren la referencia con un
especialista en otorrinolaringología para laringoscopia fibróptica.1 Los antecedentes de cianosis, retrac-
ciones, episodios apneicos o cualquier dificultad respiratoria en la exploración justifican la hospitaliza-
ción con monitoreo apropiado y consulta de urgencia con un especialista después de la estabilización
inicial. Los antecedentes de enfermedad pulmonar, aspiración o reflujo también pueden justificar el
seguimiento con neumopatía o gastroenterología.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Boudewyns A, Claes J, Van de Heyning P. An approach to stridor in infants and children.
Eur J Pediatr. 2010;169:135–141.
2. Ida JB, Thompson DM. Pediatric stridor. Otolaryngol Clin N Am. 2014;47:795–819.
3. Virbalas J, Smith L. Upper airway obstruction. Pediatr Rev. 2015;36:62–73.
314
No se meta en problemas por no saber
cómo tratar las quemaduras pediátricas
Megan Litzau, MD y Sheryl E. Allen, MD, MS, FAAP
La valoración de las quemaduras pediátricas inicia con la impresión al cruzar la puerta: si las lesiones
parecen graves a simple vista, habrá que comenzar con un algoritmo estándar para traumatismo de vías
respiratorias, respiración, circulación, discapacidad y exposición. Al valorar las vías respiratorias, debe
examinarse el interior y el exterior de la boca y la nariz en busca de hollín, ampollas o quemaduras, ya
que son signos de que el paciente puede tener mayores lesiones en sus vías respiratorias internas. Si se
sospechan lesiones sobre la vía respiratoria del paciente, deténgase y atiéndalas de inmediato.1 El tejido
lesionado de la mucosa se inflama, por lo que se dificulta asegurar la vía respiratoria. Al atender la circu-
lación debe asegurarse de palpar los pulsos en todas las extremidades en un sitio distal a la quemadura.
Una lesión en circunferencia puede afectar la circulación en un área distal a la lesión. De igual modo,
las lesiones en la circunferencia del tórax pueden restringir la respiración y la circulación. Desvista por
completo al paciente, ya que la ropa puede estar contaminada, seguir ardiendo u ocultar lesiones adi-
cionales. Como siempre, si hay un dato positivo durante el algoritmo, hay que detenerse y solucionarlo.
Una vez que se han atendido las amenazas iniciales a la vida, comenzar la fase de valoración
más detallada para estimar la gravedad, el área de superficie corporal impactada y los mecanis-
mos de la lesión relacionados con las quemaduras. Las quemaduras ahora se clasifican como
superficiales (epidermis lesionada), de espesor parcial (epidermis lesionada con lesión parcial a
la dermis) y de espesor total (epidermis y dermis con lesión completa).
En niños puede ser difícil estimar el área de superficie corporal. En términos generales, la palma
de la mano del niño se considera el 1% del área de superficie corporal y puede usarse para calcular
rápidamente el área total afectada. Además, puede aplicarse la regla de Wallace modificada de los 91
asignando a cada área del cuerpo un porcentaje del total del área de superficie corporal. La cabeza
(frente y posterior combinados) corresponde al 18%, el frente del torso es 18%, la parte posterior del
torso es 18%, cada brazo 9%, cada pierna 13.5% y el perineo 1%. En general, estos parámetros se usan
para cualquier paciente menor de 5 años, aunque pueden aplicarse hasta la pubertad.
Por último, es necesario identificar el mecanismo de la quemadura, ya que este determinará los
tratamientos específicos requeridos para el tipo de quemadura. Las quemaduras pueden ser de tipo
eléctrico, químico o térmico. Las quemaduras eléctricas con frecuencia tienen lesiones internas a los
nervios y el músculo, que son mucho más significativas que las lesiones externas. Como resultado
puede haber arritmias y rabdomiólisis. Las quemaduras químicas a menudo requieren descontami-
nación del sitio de la herida; por lo tanto, es importante determinar el agente causal de ser posible.
Las escaldaduras y quemaduras por contacto son frecuentes en niños debido a contacto directo con
superficies o líquidos calientes. Hay que asegurarse que el patrón sea consistente con los antecedentes
y mecanismos informados. Si hay inconsistencias en los antecedentes o un patrón de distribución
preocupante de las quemaduras, hay que considerar un traumatismo no accidental.
En la atención de las quemaduras hay varios factores inmediatos que deben considerarse. El
primero es la reanimación con líquidos y debe iniciarse de inmediato en cualquier paciente que no haya
pasado la valoración al cruzar la puerta. Establecer la reanimación correcta con líquidos es fundamen-
tal debido a que la reanimación excesiva puede causar edema tisular y síndromes compartimentales,
en tanto que la reanimación insuficiente puede conducir a hipoperfusión orgánica. La fórmula usada
con mayor frecuencia es la de Parkland: volumen de líquido intravenoso (en mililitros) [peso corporal
(en kilogramos) × porcentaje de área de superficie corporal quemada × 4 mL de solución lactada de
Ringer].2 Líquido para las primeras 24 h = (4 × kg × % de área de superficie corporal quemada). La
fórmula de Parkland representa la cantidad de líquidos que deben administrarse para la quemadura en
las primeras 24 h con 50% en las primeras 8 h y el otro 50% en las siguientes 16 h. Hay que considerar
que la cuenta empieza a registrarse a partir del momento en que ocurre la lesión, no a la presentación en
urgencias. Deben restarse del total los líquidos que ya administraron los servicios médicos de urgencias
o fuera del hospital y añadir los líquidos de mantenimiento cada hora. La respuesta del paciente a la
reanimación con líquidos se mide mejor al colocar un catéter de Foley para monitorear el gasto urinario.
El objetivo del gasto urinario en pacientes pediátricos es 1.5 mL/kg/h. El inicio temprano de la reani-
mación con líquidos es fundamental y debe instituirse antes de que se transfiera al paciente a un centro
de quemaduras. El segundo factor que debe considerarse es el control del dolor del paciente. Hay que
tener en mente que se trata de lesiones muy dolorosas y deben tratarse de forma correspondiente. Si la
quemadura no es dolorosa, entonces debe haber una quemadura de espesor total.
Una vez que se ha completado la valoración inicial, debe contactarse al centro regional de
quemaduras pediátricas para analizar el caso. Al llamar, es vital tener a la mano información detallada
de la valoración, lo que incluye el estimado de la gravedad de las quemaduras, el área de superficie
corporal afectada por las mismas y el mecanismo de la quemadura.3 El centro de quemaduras pro-
PUNTOS CLAVE
■■ Como en todas las situaciones de traumatismos, iniciar primero con los ABCDE.
Asegurar la vía respiratoria desde un inicio.
■■ Usar la regla de 9 modificada para estimar el área de superficie corporal total y tomar el
resultado para la fórmula de Parkland para calcular los requerimientos de reanimación
con líquidos en 24 h. ¡Añadir el mantenimiento! ¡Restar el total de líquidos administra-
dos antes de la llegada!
■■ Recordar que el reloj de 24 h para los líquidos comienza al momento de la lesión, no
al llegar a urgencias.
■■ ¡Control del dolor!
■■ Si no está en un centro de quemaduras, contactar desde el inicio al centro de quema-
duras regional para organizar la transferencia y recibir recomendaciones.
Referencias
1. Jeschka MG, Herndon DN. Burn in children: Standard and new treatments. Lancet.
2014;383:1168–1178. http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(13)61093-4. Consultado el
14 de agosto, 2015.
2. Hettiaratchy S, Papini R. Initial management of a major burn: II—assessment and resus-
citation. Br Med J. 2004;329(7475):100–103. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/
PMC449823/. Consultado el 30 de agosto, 2015.
3. Jamshidi R, Thomas S. Initial assessment and management of thermal burn injuries in
children. Pediatr Rev. 2013;34(9):395–404. http://pedsinreview.aappublications.org/.
Consultado el 15 de agosto, 2015.
315
¡Mi bebé no deja de llorar!
J. Adam Hawkins, DO y Timothy Ruttan, MD
Para frustración de la mayoría de los médicos, los profesionales de urgencias a menudo se enfren-
tan a un lactante con llanto persistente. Al parecer esto ocurre con mayor frecuencia a las 3:00 h de
la mañana, cuando los padres están al límite de la frustración y la preocupación. Es fundamental
que el médico de urgencias cuente con un abordaje sistemático a estos niños para evitar una
tormenta perfecta de ansiedad y frustración por parte de los padres y el potencial de pasar por
alto una patología significativa en el lactante.
Es importante entender lo que es un llanto normal para reconocer lo que es potencialmente
preocupante. El llanto por lo general comienza poco después del nacimiento, llega a su máximo
~3 h por día a las 6 a 8 sem de edad y después se reduce de forma notoria hasta que llega a un
punto estable alrededor de los 4 meses de edad. Nótese que es normal que un lactante pequeño
llore unas 3 h al día, lo que no es divertido para nadie en casa. Brindar una asesoría apropiada
sobre lo que es normal no solo ayuda a la toma de decisiones clínicas, sino también a aliviar la ansie-
dad de los padres e incluso evitar futuras visitas innecesarias a urgencias. Además de la cantidad de
llanto, lo inusual es un llanto que persiste a pesar del paso del tiempo y de implementar métodos
apropiados para tranquilizar al lactante.
El llanto puede ser la manifestación primaria o única de muchos trastornos que deben conside-
rarse en los lactantes pequeños y que ponen en riesgo la vida. Muchos de ellos pueden excluirse con
los antecedentes y una exploración física detallados, aunque es útil recurrir a una nemotecnia para
asegurar que nada se pasa por alto en un abordaje sistémico. La nemotecnia ICTERICO, inspirada en
la que desarrollaron Herman y cols. es de gran utilidad:
I: infecciones (infecciones virales, infecciones urinarias, meningitis, osteomielitis y
similares…)
C: cirugía (vólvulo, intususcepción, hernia inguinal)
T: traumatismo (accidental o no accidental), torsión testicular
E: estrangulación (torniquete de pelo/fibras)
R: reflujo, reacciones a medicamentos, reacciones a fórmulas lácteas
I: inmunizaciones (vacuna reciente de difteria, tétanos, tosferina), picaduras de insectos
(alacranes)
C: cardiaco (insuficiencia cardiaca congestiva, taquicardia supraventricular, infarto de
miocardio)
O: ojo (abrasiones corneales, cuerpos extraños en el ojo, glaucoma).
Algunos estudios han demostrado que rara vez se requieren pruebas de laboratorio para eva-
luar el llanto inconsolable y los antecedentes y la exploración física siguen siendo la base en la sala de
urgencias. Además de los elementos estándar, los antecedentes dirigidos deben incluir antecedentes del
nacimiento, enfermedades o vacunas recientes y cualquier antecedente social o exposición ambiental
sugerentes. Debe realizarse una exploración detallada y sistemática de pies a cabeza con el paciente
completamente expuesto. Esto significa un lactante totalmente desnudo; los torniquetes de pelo u otros
datos cutáneos importantes pasan fácilmente inadvertidos por los profesionales que están demasiado
preocupados por la “comodidad” del lactante para hacer su labor correctamente. Una nota de adver-
tencia sobre la exploración de los ojos; las abrasiones corneales son frecuentes en este grupo de edad
y algunos estudios sugieren que pueden ser un dato incidental más que la etiología del llanto. Debe
tenerse cuidado con los diagnósticos apresurados y asegurarse de realizar una exploración completa.
Este es particularmente el caso si la aplicación de anestesia ocular tópica no alivia el llanto.
El verdadero problema es qué hacer si los antecedentes y la exploración física detallados
no proporcionan una respuesta. En el niño con una apariencia favorable y no tóxica es útil una
progresión escalonada. La mayoría de los lactantes deja de llorar para el momento en que se com-
pleta la evaluación inicial; estos probablemente no tengan una patología subyacente significativa
y por lo general puede dárseles de alta con seguimiento ambulatorio cercano. Sin embargo, si el
lactante sigue llorando lo suficiente como para no querer permanecer en la misma habitación,
puede estar indicado el abordaje escalonado, que incluye estudios de laboratorio e imágenes, y
hospitalización para observación. Regresando a la nemotecnia ICTERICO, estos estudios pue-
den abarcar sangre, orina, líquido cefalorraquídeo e imágenes del abdomen y la cabeza para
excluir una patología que amenace la vida en un lactante verdaderamente irritable. Sin embargo,
como ya se mencionó, este es un fenómeno raro y no debe ser parte sistemática de la evaluación.
Una advertencia sobre el diagnóstico de cólico, que probablemente se haga en exceso en la
sala de urgencias y que rara vez debe hacerse en el primer encuentro con el paciente. El cólico a
menudo se define como llorar por más de 3 h al día por al menos 3 días a la semana por más de 3
sem de duración, la llamada regla de los tres. Lo que es más importante, deben descartarse otras
patologías con el tiempo. Como puede observarse, esto no suele ser un diagnóstico instantáneo,
sino más bien requiere la observación con el tiempo. Para el médico de urgencias, es apropiado
mencionar el tema de un posible cólico y comentar lo que esto puede significar para la familia,
pero debe tenerse cuidado de diagnosticar al lactante en un lapso de 24 h de llanto excesivo con
“cólico” basándose en hábitos o suposiciones.
Tal vez la función más importante del profesional de urgencias después de que se ha des-
cartado una patología que pone en riesgo la vida es proporcionar apoyo a los cuidadores. Como
puede imaginarse, el llanto persistente es muy estresante para los cuidadores y siempre debe
considerarse el riesgo de un traumatismo no accidental. La visita a la sala de urgencias puede
ofrecer una oportunidad de intervenir, aconsejar y enlazar con los recursos necesarios para evi-
tar un traumatismo futuro. De estar disponibles, los trabajadores sociales de urgencias pueden
ayudar a conectar a las familias con recursos de apoyo y el seguimiento estrecho con atención
primaria puede ayudar a proporcionar asistencia constante al cuidador y al paciente.
Nadie disfruta de estar con un lactante que llora, pero entender que esto es normal y contar
con un abordaje sistemático a los antecedentes y exploración física ayuda a asegurar la atención
apropiada de estos casos desafiantes y asegurarse que no sea el médico el que acabe llorando.
PUNTOS CLAVE
■■ Obtener antecedentes completos y realizar una exploración física detallada a todos los
lactantes que lloran, lo que incluye desvestirlos por completo.
■■ Minimizar las pruebas en la mayoría de los pacientes.
■■ Dar un poco de tiempo al niño si tiene una buena apariencia, ya que en muchos casos
el llanto se termina para el final de la consulta.
■■ Proporcionar apoyo a los padres del niño que llora.
■■ Recordar la nemotecnia ICTERICO para guiarse en el diagnóstico diferencial.
Lecturas recomendadas
Barr RG, Rajabali F, Aragon M, et al. Education about crying in normal infants is associated
with a reduction in pediatric emergency room visits for crying complaints. J Dev Behav
Pediatr. 2015;36(4):252–257.
Freedman SB, Al-Harthy N, Thull-Freedman J. The crying infant: Diagnostic testing and
frequency of serious underlying disease. Pediatrics. 2009;123(3):841–848.
Herman M, Le A. The crying infant. Emerg Med Clin North Am. 2007;25(4):1137–1159.
Trocinski DR, Pearigen PD. The crying infant. Emerg Med Clin North Am. 1998;16(4):895–910.
316
Sedación para procedimientos pediátricos
en urgencias: más fácil de lo pensado
Jordan Alexander Justice, MD
En todo el orbe, los procedimientos a la cabecera que requieren sedación son frecuentes en las
salas de urgencias. La sedación para procedimientos ha demostrado ser una forma segura y poco
costosa para facilitar muchas intervenciones que por lo demás requerirían anestesia general o que
no podrían realizarse debido al dolor y falta de cooperación del paciente.
Antes de iniciar la sedación, debe evaluarse la vía respiratoria del paciente y su estado car-
diovascular. No existen contraindicaciones absolutas; sin embargo, las contraindicaciones relati-
vas incluyen anormalidades craneofaciales/de las vías respiratorias, vías respiratorias difíciles o
clasificación ASA III o mayor. En estas circunstancias, el paciente puede beneficiarse de sedación
en el quirófano por un anestesiólogo pediátrico. Otras consideraciones deben incluir el estado de
ayuno del paciente, para reducir el riesgo de aspiración. ACEP ha emitido recomendaciones nivel
B para no retrasar la sedación necesaria para el procedimiento en pacientes adultos o pediátricos
según el tiempo de ayuno, ya que la duración del ayuno no ha reducido el riesgo de vómito o
aspiración.
La preparación debe incluir monitoreo apropiado y asegurar que todo el equipo necesa-
rio esté fácilmente accesible. El monitoreo debe incluir ECG/respiraciones, presión arterial no
invasiva, oximetría de pulso y capnografía. La capnografía es especialmente útil dado que un
CO2 teleespiratorio elevado o una caída en las respiraciones serán el primer indicador de hipo-
ventilación y compromiso respiratorio inminente. Siempre debe estarse preparado para lo peor
y tener a la mano equipo de vía respiratoria de urgencia.
Cuando las circunstancias lo permitan, debe administrarse sedación y quedar a cargo de un
profesional que no esté participando en el procedimiento. De esta forma, uno puede enfocar su
concentración en el monitoreo del paciente y manejar complicaciones potenciales. Hay que estar
familiarizado con el procedimiento que se va a realizar para anticipar cuánto tiempo de sedación
se requerirá y la necesidad de analgesia adicional durante o después del procedimiento.
Están disponibles numerosos sedantes-hipnóticos y analgésicos para procedimientos que
requieren sedación breve. La elección del medicamento se basa sobre todo en la comodidad del
profesional y en la disponibilidad institucional. Algunos fármacos de uso frecuente incluyen:
Propofol ha ganado popularidad para la sedación durante procedimientos. Puede adminis-
trarse como una infusión continua para procedimientos más largos; sin embargo, para los más
breves en la sala de urgencias, la dosis en bolo suele ser suficiente. Propofol se administra como una
dosis en bolo de 1 a 2 mg/kg con dosis repetidas de 0.5 mg/kg según se requiera para mantener la
sedación. Propofol puede combinarse con otro fármaco como ketamina o fentanilo, en cuyo caso
la dosis del bolo inicial debe ajustarse a 0.5 mg/kg.
Propofol ofrece el beneficio de tener un inicio muy rápido y un tiempo de recuperación
muy breve. Sin embargo, si no se utiliza con cuidado, llega a ser difícil de ajustar, lo que puede
llevar a complicaciones como depresión respiratoria e hipotensión.
Midazolam es una benzodiacepina de acción breve que puede administrarse a través de
varias vías, lo que lo hace una opción atractiva para sedar al paciente pediátrico. El inicio de acción
suele ser rápido, pero depende de la vía de administración. Midazolam tiene fuertes propiedades
ansiolíticas y amnésicas, pero puede no tener suficiente acción analgésica para algunos procedi-
mientos y por lo tanto quizá sea necesario combinarlo con un opioide. Puede producir depresión
respiratoria, sobre todo si se combina con un opioide. Se han informado reacciones paradójicas
en 1 a 3% de los niños, caracterizadas por conducta agresiva, hiperactividad y llanto inconsola-
ble. Estos síntomas son autolimitados y si ocurren, debe considerarse otro fármaco.
Ketamina es una opción muy popular para la sedación durante un procedimiento en
pediatría. Produce un estado disociativo “similar a un trance” al tiempo que conserva el impulso
respiratorio, tono muscular de las vías respiratorias y reflejos protectores de las vías respiratorias.
Tiene una duración de la acción relativamente breve y tiene excelentes propiedades analgésicas
y amnésicas. Ketamina puede administrarse por vías IV o IM. La dosis IV es de 1 a 1.5 mg/kg,
con una dosificación repetida de 0.5 a 1 mg/kg según se requiera para mantener una sedación
adecuada. Las dosis IM son de 4 a 5 mg/kg con dosis repetidas de 2 a 4 mg/kg según sea necesa-
rio. Cabe notar que con la administración IM, el tiempo de recuperación puede ser prolongado.
Las reacciones adversas más frecuentes al administrar ketamina son la náusea y el vómito; así,
muchos profesionales eligen premedicar con un antiemético. También se sabe que aumenta las
secreciones de las vías respiratorias y puede ser una mala opción para ciertos procedimientos de
las vías respiratorias/pulmonares, lo que requiere tratamiento previo con atropina. Puede ocu-
rrir fenómeno de emergencia, lo que causa un breve periodo de agitación y ansiedad.
El óxido nitroso (N2O) es un gas anestésico inhalado que proporciona sedación, analge-
sia, amnesia y ansiólisis. Tiene un inicio de acción y un tiempo de recuperación muy rápidos y
es bien tolerado por pacientes pediátricos. El gas N2O se administra mediante una mascarilla de
válvula a demanda o sistema de flujo continuo. Algunos sistemas proporcionan una concentra-
ción fija 50/50 de N2O y oxígeno, en tanto que otros permiten al operador ajustar la concentra-
ción de N2O hasta 70%. Si bien está contraindicado en el embarazo, el N2O por lo demás tiene
un excelente perfil de seguridad y los efectos adversos son mínimos, aunque hay riesgo de náusea
y vómito, por lo que debe considerarse premedicar con un antiemético.
Por supuesto que la sedación no se limita a los medicamentos antes mencionados. Otros
sedantes como la dexmedetomidina, etomidato y los barbitúricos también pueden usarse en la
sedación para procedimientos. Es de vital importancia estar familiarizado con el perfil de seguri-
dad, duración de la acción, contraindicaciones y efectos adversos del fármaco que se está usando.
Hay que considerar el efecto de los múltiples fármacos que se administran a la vez; por ejem-
plo, el uso de opioides puede reducir la cantidad de sedante necesario para lograr una sedación
adecuada.
Observe al paciente en urgencias de acuerdo con las políticas institucionales después de
la sedación o hasta que haya regresado al estado mental inicial y pueda tolerar líquidos por vía
oral. No hay que olvidar que debe proporcionarse un control del dolor adicional después del alta
según se requiera.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Babl FE, Oakley E, Seaman C, et al. High-concentration nitrous oxide for procedural sedation
in children: Adverse events and depth of sedation. Pediatrics. 2008;121:e528.
Godwin SA, Burton JH, Gerardo CJ, et al. Clinical policy: Procedural sedation and analgesia
in the emergency department. Ann Emerg Med. 2014;63:247–258.
Kennedy RM, Luhmann JD. Plarmacological management of pain and anxiety during emer-
gency procedures in children. Paediatr Drugs. 2001;3:337.
Zempsky WT, Cravero JP; American Academy of Pediatrics Committee on Pediatric Emer-
gency Medicine and Section on Anesthesiology and Pain Medicine. Relief of pain and
anxiety in pediatric patients in emergency medical systems. Pediatrics. 2004;114:1348.
317
Todos los vericuetos
de la intususcepción
Geoffrey P. Hays, MD y Debra S. Rusk, MD, FAAEM, FAAP
La decisión de observar por un tiempo o dar de alta después de una reducción exitosa con
enema de contraste sigue siendo controvertida. Los índices de recurrencia de intususcepción varían
según el estudio; sin embargo, un metaanálisis reciente informó un índice de recurrencia general
de 7.5 a 12.7% después del enema de contraste. Este es más elevado en el primero o segundo día
después de la reducción (recurrencia de 2.2 a 3.9% en 24 h, recurrencia de 2.7 a 6.6% en 48 h).7 A
pesar de que el índice de recurrencia es bajo y las complicaciones graves después de una reducción
exitosa son raras, la decisión de enviar al niño a casa solo debe tomarse después de tener una charla
detallada con la familia que incluya los motivos por los que deberían regresar a la sala de urgencias.
Cualquier evidencia de inestabilidad hemodinámica, acidosis, incapacidad para regresar a la sala de
urgencias, reducción difícil o factores que colocan al paciente en riesgo elevado de recurrencia pueden
justificar la hospitalización. Los factores que aumentan el riesgo de recurrencia incluyen presencia de
los síntomas > 24 h y ubicación de la punta de la intususcepción en o proximal a la flexura hepática.8
Ante la falla para reducir una intususcepción con enema de contraste, puede hacerse con
seguridad un segundo intento en un niño con buena apariencia. La controversia en este punto ha
disminuido, ya que han ido surgiendo datos que apoyan el segundo intento. Al tratar a un niño
con una reducción fallida con un segundo enema de contraste con aire, el número necesario para
tratar para prevenir una resección del intestino delgado es 7.9 Estos niños también registran una
hospitalización más breve y reducción de los costos hospitalarios. Los factores de riesgo para
reducción fallida incluyen duración de los síntomas > 24 h, diarrea, letargo y extensión de la
intususcepción.10 Un segundo fracaso requerirá una interconsulta con el cirujano pediátrico para
evaluación quirúrgica y posible hospitalización.
PUNTOS CLAVE
■■ Sospechar intususcepción en cualquier niño (en especial menor de 5 años) que apa-
renta o presenta molestias de dolor abdominal tipo cólico.
■■ Evaluar de forma concurrente deshidratación y acidosis mientras se obtiene un ultra-
sonido (si está disponible).
■■ Es razonable intentar un enema de contraste con aire en un niño con buena apariencia
sin evidencia de choque, perforación intestinal, peritonitis o punto guía patológico.
Referir a todos los demás para consulta de urgencia con el cirujano pediátrico.
■■ Puede intentarse un segundo enema de contraste con aire en un niño con buena apa-
riencia en caso de que falle el primer intento o recurra la intususcepción.
■■ Dar de alta a casa después de una reducción exitosa puede ser razonable para niños
con buena apariencia y la capacidad de regresar a la sala de urgencias, después de
comentarlo con sus padres. Hospitalizar a todos los demás.
Referencias
1. Bishop W, Ebach D. The digestive system. In: Marcdante K, Kliegman R, eds. Nelson’s
Essentials of Pediatrics. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders, 2014:442–443.
2. Silen W, Cope Z. Cope’s Early Diagnosis of the Acute Abdomen. Oxford, UK: Oxford
University Press, 2010.
3. Hryhorczuk A, Strouse P. Validation of US as a first-line diagnostic test for assessment of
pediatric ileocolic intussusception. Pediatr Radiol. 2009;39(10):1075–1079.
4. Henderson A, Anupindi S, Servaes S, et al. Comparison of 2-view abdominal radio-
graphs with ultrasound in children with suspected intussusception. Pediatr Emerg Care.
2013;29(2):145–150.
5. Fisher J, Sparks E, Turner C, et al. Operative indications in recurrent ileocolic intussuscep-
tion. J Pediatr Surg. 2015;50(1):126–130.
6. Beres A, Baird R. An institutional analysis and systematic review with meta-analysis of pneu-
matic versus hydrostatic reduction for pediatric intussusception. Surgery. 2013;154(2):328–334.
7. Gray MP, et al. Recurrence rates after intussusception enema reduction: A meta-analysis.
Pediatrics. 2014;133(7):110–119. Pediatrics. 2014;134(4):827–827.
8. Lessenich E, Kimia A, Mandeville K, et al. The frequency of postreduction interventions
after successful enema reduction of intussusception. Acad Emerg Med. 2015;22(9):1042–1047.
9. Lautz T, Thurm C, Rothstein D. Delayed repeat enemas are safe and cost-effective in the
management of pediatric intussusception. J Pediatr Surg. 2015;50(3):423–427.
10. Fike F, Mortellaro V, Holcomb G, et al. Predictors of failed enema reduction in childhood
intussusception. J Pediatr Surg. 2012;47(5):925–927.
318
No dependa del análisis de orina para
excluir infecciones urinarias en niños
menores de 2 años de edad
Arturo S. Gastañaduy, MD
Las infecciones urinarias son las infecciones bacterianas graves más frecuentes que se diagnostican en
niños y representan 7 a 14% de las visitas pediátricas a la sala de urgencias. La prevalencia de infec-
ciones urinarias varía con la edad, género, raza y estado de circuncisión de los niños. Por ejemplo, la
prevalencia de infecciones urinarias en niñas con fiebre de 0 a 12 meses y de 12 a 24 meses es de 8 y
2%, respectivamente. En niños, la prevalencia de infecciones urinarias es de un tercio a un cuarto de las
niñas; sin embargo, la frecuencia de infecciones urinarias en niños no circuncidados es 4 a 8 veces más
alta que en los circuncidados, llegando hasta 20% en aquellos menores de 3 meses. Los niños de raza
blanca tienen infecciones urinarias con una frecuencia dos a cuatro veces mayor que los de raza negra.1
Otros factores relacionados con una mayor prevalencia de infecciones urinarias en niños pequeños
incluyen anomalías de las vías urinarias, disfunción vesical, estreñimiento, reflujo vesicouretral, instru-
mentación reciente de vías urinarias y antecedentes familiares de infecciones urinarias.2
Casi todas las infecciones urinarias son causadas por flora entérica; Escherichia coli es causal
de cerca del 80% de los casos. Otros microorganismos incluyen Klebsiella, Proteus, Enterobacter,
Citrobacter, Staphylococcus saprophyticus, enterococos y Staphylococcus aureus. La mayoría de las
veces, las bacterias llegan a las vías urinarias por vía ascendente después de colonizar la mucosa
periuretral y de un acoplamiento de los microorganismos a las células uroepiteliales mediante
receptores de glucoesfingolípidos. También es factible la vía descendente (hematógena), espe-
cialmente en los neonatos.2
El tratamiento retrasado o las infecciones urinarias no tratadas pueden llevar a la extensión o
diseminación de las infecciones (pielonefritis, urosepsis) y pérdida del parénquima renal (cicatrices
renales), con consecuencias a largo plazo como hipertensión, disminución de la función renal y
enfermedad renal en etapa terminal. En consecuencia, un diagnóstico rápido y preciso y el trata-
miento de las infecciones de vías urinarias son de gran importancia para los niños afectados.2
Las guías actuales de la AAP para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones urinarias ini-
ciales en niños febriles de 2 a 24 meses de edad requieren “la presencia de piuria y al menos 50 000
colonias por mililitro de un solo microorganismo uropatógeno en una muestra de orina recolectada
de forma apropiada”. En este grupo de edad debe obtenerse una muestra de orina recolectada ade-
cuadamente mediante cateterización vesical o aspiración suprapúbica para análisis de orina y cultivo
antes del tratamiento con antibióticos. La cateterización se utiliza con mayor frecuencia. La aspiración
suprapúbica está indicada para hombres con fimosis grave o mujeres con adhesiones de los labios que
evitan el acceso al meato urinario. Ambos métodos son comparables; si se usa aspiración suprapúbica
como método de referencia, la sensibilidad y especificidad de las muestras de orina cateterizadas para
cultivo son de 95 y 99, respectivamente. En este grupo de edad las muestras de orina limpias obtenidas
a mitad del chorro no son factibles y las muestras de orina en bolsa arrojan hasta 85% de cultivos
falsos positivos y por lo tanto no deben usarse.3
Los componentes más usados en el análisis de orina para el diagnóstico de infecciones uri-
narias son la esterasa leucocítica y los nitritos con tira reactiva, así como la detección de leucocitos
y bacterias al microscopio. La esterasa leucocítica es producida por los neutrófilos y sugiere piuria.
Los nitritos resultan de la reducción de nitratos urinarios por las bacterias e indican bacteriuria.
Las sensibilidades y especificidades de los componentes individuales o combinados del análisis de
orina se presentan en la tabla.3 (Tabla 318-1)
La esterasa leucocítica es positiva en la mayoría de los casos de infecciones urinarias.
Pueden ocurrir resultados falsos positivos si la muestra se contamina con secreciones periu-
retrales. Otras enfermedades febriles (cistitis viral, infecciones estreptocócicas, enfermedad de
Kawasaki) o el ejercicio vigoroso pueden causar piuria estéril. También ocurren pruebas de este-
rasa leucocítica falsas negativas con cultivos positivos; las explicaciones más probables son un
corte alto para positividad y orina diluida. Otro motivo es la bacteriuria asintomática, que se ha
informado en 0.7% de las niñas asintomáticas de 2 a 24 meses de edad.3
Una prueba de nitritos positiva es muy específica para el diagnóstico de infección urinaria,
aunque no es muy sensible. Los resultados falsos negativos son frecuentes. La orina debe per-
manecer en la vejiga hasta por 4 h para tener concentraciones detectables de nitritos y los niños
pequeños orinan con frecuencia. Además, no todos los uropatógenos reducen nitratos.3
Ni el diagnóstico excesivo ni el insuficiente son aceptables. La concordancia del análisis de
orina y el cultivo confirman o descartan el diagnóstico de infección urinaria. Si en una muestra
cateterizada o con aspiración suprapúbica el análisis urinario es positivo pero el cultivo es nega-
tivo, entonces debe considerarse piuria estéril y su diagnóstico diferencial. Por otro lado, si el
análisis de orina es negativo y el cultivo es positivo, lo más probable es que se trate de un análisis
de orina falso negativo; las infecciones urinarias siguen siendo el diagnóstico más probable. La
bacteriuria asintomática con fiebre por otra causa es otra explicación posible.
El cultivo es indispensable para identificar el agente causal de la infección urinaria y sus sen-
sibilidades antibióticas; por lo tanto, debe indicarse en todos los lactantes con fiebre sin una fuente.
Adaptada de Subcommittee on Urinary Tract Infection, Steering Committee on Quality Improvement and
Management; Roberts KB. Urinary tract infection: Clinical practice guideline for the diagnosis and manage-
ment of the initial UTI in febrile infants and children 2 to 24 months. Pediatrics. 2011;128(3):595–610.3
Asimismo, tanto la aspiración suprapúbica como la cateterización vesical son procedimientos inva-
sivos y sería inadecuado no extraer toda la información posible de la muestra urinaria obtenida por
estos métodos. El tratamiento cuando se presume una infección urinaria solo con base en los resul-
tados del análisis de orina debe iniciarse en la sala de urgencias pediátrica debido a que todavía no se
contará con los resultados del cultivo. Debe organizarse el seguimiento apropiado para monitorear
la eficacia del tratamiento y modificarlo en caso necesario.
PUNTOS CLAVE
■■ Las infecciones urinarias son las infecciones bacterianas graves más frecuentes en niños.
■■ El diagnóstico preciso de las infecciones urinarias requiere tanto el análisis de orina
como su cultivo.
■■ Las muestras de orina en niños sin control de esfínteres deben recolectarse con cate-
terización vesical o aspiración suprapúbica.
■■ Un análisis urinario positivo no siempre significa una infección urinaria.
■■ Un análisis de orina negativo en un niño pequeño no excluye una infección urinaria.
Referencias
1. Shaikkh N, Morone NE, Bost JE, et al. Prevalence of urinary tract infection in childhood.
A meta-analysis. Pediatr Infect Dis J. 2008;27:302–308.
2. Reinberg M, Rempe B. Urinary tract infection in children: Emergency department diag-
nostics and interventions. Pediatr Emerg Med Prac. 2014;11(5):1–17.
3. Subcommittee on Urinary Tract Infection, Steering Committee on Quality Improvement
and Management; Roberts KB. Urinary tract infection: Clinical practice guideline for the
diagnosis and management of the initial UTI in febrile infants and children 2 to 24 months.
Pediatrics. 2011;128(3):595–610.
319
El neonato enfermo
Robert Vezzetti, MD, FAAP, FACEP
No hay nada en medicina de urgencias o pediatría que atemorice tanto al médico como un neo-
nato enfermo (un lactante < 28 días de edad). El diagnóstico diferencial es muy amplio y en
muchas ocasiones el diagnóstico real no es evidente en la sala de urgencias. Lo que es importante
recordar es que hay que contar con un abordaje sistemático para la evaluación y mantener la
calma al tratar al pequeño paciente.
La preocupación más frecuente al confrontar a un neonato enfermo en la sala de urgencias
es la sepsis. Si bien una temperatura de 38 °C o más automáticamente justifica los estudios sép-
ticos tradicionales en neonatos, en ocasiones los signos de sepsis pueden ser sutiles, como una
disminución de la alimentación o la actividad. A veces los padres informan que su hijo “no actúa
como debe”. Si los padres están preocupados, usted también debe estarlo. Es causa de más preo-
cupación la presencia de hipotermia (35 °C o menos), que puede ser un dato de mal pronóstico.
Las lesiones por abuso pueden simular sepsis u otros trastornos. Si hay antecedentes
inconsistentes o datos sospechosos en la exploración, siempre debe considerarse un traumatismo
no accidental. La evaluación varía dependiendo de los protocolos locales, pero suele involucrar
una combinación de estudios de laboratorio y gabinete.
PUNTOS CLAVE
■■ Los neonatos febriles (o hipotérmicos) requieren estudios completos para sepsis, pero
no debe retrasarse la administración de antibióticos si no pueden completarse todas
las pruebas. Considerar aciclovir para neonatos particularmente graves.
■■ Sospechar enfermedad metabólica en neonatos con apariencia débil y obtener sangre
adicional para pruebas futuras.
■■ Las lesiones dependientes del conducto pueden simular sepsis; valorar la administra-
ción de prostaglandina.
■■ Considerar causas quirúrgicas en neonatos con apariencia desfavorable con vómito.
No retrasar la consulta quirúrgica en un neonato grave con sospecha de vólvulo.
■■ Sospechar un traumatismo no accidental al evaluar a neonatos enfermos.
Lecturas recomendadas
Baraff LJ. Management of fever without a source in infants and children. Ann Emerg Med.
2000;36:602.
Cantey JB, Lopez-Medina E, Nguyen S, et al. Empiric antibiotics for serious bacterial infec-
tion in young infants: Opportunities for stewardship. Pediatr Emerg Care. 2015;31(8):568.
Calado CS, Pereira AG, Santos VN, et al. What brings newborns to the emergency depart-
ment?: A 1-year study. Pediatr Emerg Care. 2009;25(4):244–248.
Shabnam J, Cheng J, Alpern, ER, et al. Management of febrile neonates in US pediatric
emergency departments. Pediatrics. 2014;133(2):187.
320
Cuidado con la apendicitis pediátrica
Julia Schweizer, MD
Introducción
La apendicitis en la población pediátrica puede ser un reto diagnóstico. Los pacientes con frecuencia
se presentan a la sala de urgencias sin un letrero fluorescente con una flecha que señale el punto de
McBurney y diga “Duele aquí”. Para complicar más el asunto, los síntomas suelen superponerse
con otras enfermedades pediátricas frecuentes que causan dolor abdominal. Por ello, se han desarro-
llado sistemas de puntuación para ayudar a diferenciar los síntomas. Las puntuaciones usadas con
mayor frecuencia son la de Alvarado y la puntuación para apendicitis pediátrica (PAS)/de Samuel.1-3
Ambos sistemas son ponderados y toman en cuenta el dolor en el cuadrante inferior derecho des-
encadenado por rebote/tos/percusión/golpeteo de los talones, leucocitosis (>10 000), desviación a
la izquierda (> 75% de neutrófilos), fiebre (≥ 38 °C), anorexia, náusea/vómito y migración del
dolor al cuadrante inferior derecho.1-3 Cada sistema de puntuación tiene un total de 10 puntos. Los
pacientes con puntuaciones de 1 a 3/4 (dependiendo de qué sistema de puntuación se esté usando)
se consideran negativos para apendicitis. Las puntuaciones de 4/5 a 7/8 se consideran intermedias y
requieren mayor evaluación. Las puntuaciones de 8/9 a 10 se consideran diagnósticas de apendicitis
y no ameritan más estudios. El manejo inicial en la sala de urgencias de un niño en quien se sospe-
cha apendicitis debe incluir un bolo de solución salina normal de 20 mL/kg, biometría hemática
completa con diferencial, panel metabólico y análisis de orina. Si el dolor/síntomas del paciente se
resuelven por completo durante el tiempo que toma completar el bolo y se reciben los resultados de
laboratorio, considere que ha completado su evaluación.
IMÁGENES
“Estoy ocupado; ¿no puedo solo sacar una tomografía del abdomen/pelvis para todos los niños con
dolor abdominal y vómito en la sala de espera?”. La respuesta rápida es “no”. Múltiples estudios
han comentado la preocupación de que los niños pequeños (en especial las niñas) tengan un riesgo
de por vida significativamente mayor de tumor de órgano sólido después de radiación ionizante
relacionada con tomografías computarizadas del abdomen/pelvis.4,5 Debido a esta preocupación,
el ultrasonido se ha convertido en la primera opción para imágenes de un apéndice inflamado.6,7
Su siguiente pregunta puede ser: “¿Qué pasa si no tengo la posibilidad de obtener un ultra-
sonido diagnóstico?” La pregunta de seguimiento sería: “Si el paciente tiene apendicitis, ¿hay un
cirujano en las instalaciones que opere a pacientes pediátricos?” Si la respuesta a esta pregunta
es no, entonces considere transferir a su paciente a un centro que ofrezca cuidados pediátricos;
tienen mayores probabilidades de contar con ultrasonido pediátrico y experiencia. Si la respuesta
es sí y la PAS del paciente es > 8, considere comentar el caso con el cirujano, sin imágenes. Una
exploración física por parte del cirujano en combinación con una puntuación alta puede ser toda
la evidencia que se requiere para llevar al paciente al quirófano.1-3 Si la puntuación del paciente es
entre 4 y 8 y el ultrasonido no es una opción, el cirujano puede requerir una tomografía en este
punto para diagnosticar apendicitis aguda.
TRATAMIENTO
La apendicitis aguda se confirma ya sea por una puntuación elevada o por imágenes diagnósticas defi-
nitivas. Los pacientes pueden tratarse con líquidos IV, antibióticos IV (como piperacilina/tazobactam),
analgésicos (morfina o hidromorfona), antieméticos (ondansetrón) y una consulta quirúrgica.7,8
Los pacientes estables que caen en la “zona gris” intermedia a causa de imágenes no diagnósticas
o por la imposibilidad de obtener imágenes, pueden tratarse con líquidos IV, un antiemético y analgési-
cos (aunque hay quienes consideran que debe esperarse hasta completar la consulta quirúrgica). Estos
casos deben transferirse a un centro pediátrico terciario o, si ya están en uno, ingresarse con un equipo
médico o quirúrgico para observación y exploraciones abdominales en serie sin antibióticos.7,8
Los pacientes inestables (con anormalidades de signos vitales/evidencia de choque) o
aquellos con rotura del apéndice deben reanimarse de forma apropiada e iniciarles la administra-
ción de antibióticos (cefoxitina).8
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Samuel M. Pediatric appendicitis score. J Pediatr Surg. 2002;37:877–881.
2. Schneider C, Kharbanda A, Bachur R. Evaluating appendicitis scoring systems using a
prospective pediatric cohort. Ann Emerg Med. 2007;49(6):778–784, e771.
3. Shera AH, Nizami FA, Malik AA, et al. Clinical scoring system for diagnosis of acute
appendicitis in children. Indian J Pediatr. 2011;78(3):287–290.
4. Brenner D, Elliston C, Hall E, et al. Estimated risks of radiation induced fatal cancer from
pediatric CT. AJR Am J Roentgenol. 2001;176:289–296.
5. Miglioretti D, et al. Pediatric computed tomography and associated radiation exposure and
estimated cancer risk. JAMA Pediatr. 2013;167(8):700–707.
6. Sulowski C, Doria AS, Langer JC, et al. Clinical outcomes in obese and normal-weight children
undergoing ultrasound for suspected appendicitis. Acad Emerg Med. 2011;18(2):167–173.
7. Saucier A, et al. Prospective evaluation of a clinical pathway for suspected appendicitis.
Pediatrics. 2014;133(1):e88–e95.
8. Lee SL, Islam S, Cassidy LD, et al. Antibiotics and appendicitis in the pediatric popula-
tion: An American Pediatric Surgical Association Outcomes and Clinical Trials Committee
systematic review. J Pediatr Surg. 2010;45:2181.
321
Diagnósticos que no deben pasarse
por alto en el niño que cojea
de forma aguda
Guyon J. Hill, MD
En la sala de urgencias suelen presentarse casos de niños con cojera o dificultad para caminar y la
variedad de causas varían de trastornos benignos y autolimitados a diagnósticos que ponen en riesgo
la vida. El reto para el profesional de urgencias es distinguir entre estas posibilidades. Debe mantenerse
un índice elevado de sospecha para etiologías como la osteomielitis o un traumatismo no accidental que
puede pasarse por alto con facilidad y sin embargo tener consecuencias graves para la salud del niño.
Infección
El reconocimiento rápido de la artritis séptica es esencial para conservar la articulación y evitar la dis-
capacidad a largo plazo. Si bien suele afectar la rodilla o la cadera, hay otras articulaciones que pueden
estar afectadas. Los niños por lo general se ven enfermos, tienen fiebre y se resisten a apoyar peso o per-
mitir la amplitud de movimiento. En la exploración física puede encontrarse hipersensibilidad a la carga
axial, derrame y una articulación tibia e hipersensible. La biometría hemática completa, la velocidad de
eritrosedimentación, la proteína C reactiva y los cultivos de sangre pueden ser útiles en cualquier niño
que cojea y en quien se sospecha una infección. Sin embargo, en la artritis séptica, la proteína C reactiva
es el examen de laboratorio más útil. Un estudio demostró que la probabilidad de artritis séptica puede
ser de 74% ante la presencia tanto de incapacidad para apoyar peso como de proteína C reactiva mayor
de 2.0 mg/dL.1 Los niños con ninguno de estos factores tenían una probabilidad < 1%. Otro estudio
mostró una sensibilidad de 100% y una especificidad de 87% para la proteína C reactiva elevada y una
temperatura mayor de 38.3 °C.2 Sin embargo, a la larga, el diagnóstico se confirma mediante el análisis
de líquido sinovial después de aspiración. Al considerar osteomielitis, la velocidad de eritrosedimenta-
ción y la proteína C reactiva pueden ayudar a excluir o sugerir una investigación ulterior, como la reso-
nancia magnética o la gammagrafía ósea. Los pacientes con mayor riesgo son aquellos con heridas por
punción o úlceras, o quienes tienen inmunocompromiso. Los abscesos en varios sitios, disquitis, celu-
litis o miositis también pueden causar cojera en niños y deben incluirse en el diagnóstico diferencial.
Lesión
Es posible que no pueda contarse con antecedentes precisos de traumatismo en niños no verbales,
eventos no presenciados o víctimas de traumatismo no accidental. Una lesión frecuente es una fractura
en un lactante, que puede ser una fractura en espiral sin desplazamiento de la tibia, a menudo por
un mecanismo insignificante. La mayoría ocurre en la parte dorsal de la tibia y se observa en niños
desde que comienzan a caminar hasta los 5 a 6 años de edad. Cabe señalar que no suelen relacionarse
con abuso, a diferencia de otras fracturas en espiral de los huesos largos. Las radiografías iniciales de
hecho pueden ser normales. Es importante estar familiarizado con las causas de cojera que pueden
sugerir un traumatismo no accidental. Algunos ejemplos de fracturas que son motivo de preocupación
incluyen fracturas en diversas etapas de curación, lesiones metafisarias-epifisarias (es decir, fracturas
de las esquinas), fracturas bilaterales de huesos largos o fracturas transversales. Hay que mantener un
alto índice de sospecha para las lesiones por abuso y buscar una evaluación detallada según se requiera.
Inflamación
La causa más frecuente de cojera no traumática es la sinovitis transitoria.3 Se cree que es una artri-
tis reactiva que afecta sobre todo la cadera. Una presentación típica es una cojera de varios días
en un niño que no se aprecia enfermo y está afebril, después de una enfermedad viral reciente.
La pierna suele estar en abducción y rotación externa. El diagnóstico diferencial principal es la
artritis séptica y el diagnóstico de sinovitis transitoria es de exclusión. Puede ser útil tratar a un
paciente con posible sinovitis transitoria con antiinflamatorios no esteroideos mientras se lleva a
cabo la evaluación, dado que la mejoría puede ayudar al egreso una vez que el niño puede apoyar
peso. Solo requiere cuidados de apoyo y se resuelve por sí sola.
Neoplásico
Una variedad de tumores pueden hacer que un niño cojee. Los tumores malignos más frecuentes
son el osteosarcoma y el sarcoma de Ewing, que se encuentran en la parte distal del fémur o proximal
de la tibia. Las lesiones metastásicas por leucemias y linfomas también pueden ser causa de cojera
aguda. Los síntomas pueden ser sutiles y con frecuencia se atribuyen a otras lesiones , y la sospecha
debe aumentar si no hay antecedentes de traumatismo, dolor en reposo o dolor durante la noche.
Numerosos tumores benignos, como los osteomas osteoides, los osteocondromas y los quistes óseos,
pueden causar síntomas similares. Las radiografías en las neoplasias malignas no muestran márgenes
claros y los tumores benignos crecen más lento y suelen presentar cambios escleróticos.4
Estructurales
El deslizamiento de la epífisis de la cabeza femoral suele afectar a niños en la adolescencia tem-
prana y se relaciona más a menudo con obesidad. El diagnóstico suele hacerse con radiografías
anteroposterior y en posición de rana, que muestran en la epífisis femoral la apariencia clásica
de helado que se desliza del cono. La enfermedad de Legg-Calvé-Perthes es una necrosis avas-
cular idiopática de la cabeza femoral. Las radiografías simples en etapas tempranas suelen ser
normales, por lo que la resonancia magnética es la mejor modalidad si la sospecha es elevada.
La presentación puede ser similar a la de la sinovitis transitoria, pero con un curso temporal
distinto. La sinovitis transitoria dura de 1 a 2 sem y es autolimitada, en tanto que la enfermedad
de Legg-Calvé-Perthes puede durar de 18 a 24 meses. El manejo en urgencias consiste en hacer
que el paciente no apoye peso y asegurar el seguimiento ortopédico.
Las causas de cojera en un niño no ubicadas en las extremidades inferiores también deben
considerarse cuando no es evidente otra causa. Algunos ejemplos incluyen apendicitis y otros
trastornos gastrointestinales, causas reumatológicas y anormalidades de la columna. Si algo no
está bien y el niño no puede caminar, insista hasta tener el diagnóstico. El niño que no puede
caminar no puede ir a casa.
PUNTOS CLAVE
■■ La proteína C reactiva es el estudio de laboratorio más útil para la artritis séptica. Esto, com-
binado con la incapacidad para apoyar peso, hace que el diagnóstico sea aún más probable.
■■ Siempre hay que asegurarse de estudiar todas las proyecciones radiográficas debido
a que los datos sutiles en las lesiones pediátricas pueden ser muy fáciles de pasar por
alto. Muchas fracturas también presentan radiografías normales iniciales.
■■ Siempre considerar los traumatismos no accidentales como una posible causa cuando
la lesión no corresponde al mecanismo o a la edad de desarrollo del niño, o si es bien
sabido que ocurren con abuso.
■■ Los diagnósticos graves como la artritis séptica y la osteomielitis pueden tener valores
normales en las pruebas de laboratorio.
Referencias
1. Kocher MS, Zurakowski D, Kasser JR. Differentiating between septic arthritis and tran-
sient synovitis of the hip in children: An evidence-based clinical prediction algorithm.
J Bone Joint Surg Am. 1999;81(21):1662.
2. Singhal R, Perry DC, Khan FN, et al. The use of CRP within a clinical prediction algo-
rithm for the differentiation of septic arthritis and transient synovitis of the hip in children.
J Bone Joint Surg Br. 2011;93(11):1556–1561.
3. Fischer SU, Beattie TF. The limping child: Epidemiology, assessment and outcome.
J Bone Joint Surg Br. 1999;81:1029.
4. Billett AM, Kesselheim JC. Oncologic emergencies. In: Fleisher GR, Ludwig S, eds. Textbook
of Pediatric Emergency Medicine. 6th ed. Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins,
2010:1051–1052.
322
No diagnosticar sepsis en un lactante
con alcalosis
Lisa D. Mills, MD y Julianne Awrey, MD
bases de la epidemiología son útiles para ajustar el índice de sospecha. La enfermedad afecta a los
hombres cuatro veces más que a las mujeres. También tiende a presentarse en familias; aunque el
patrón de herencia no se entiende bien, debe tenerse cuidado si un hermano o padre tuvo estenosis
pilórica. Se observa con frecuencia en personas de raza blanca y rara vez en asiáticos.1,2
Los lactantes suelen presentarse entre 3 y 6 semanas de edad después de nacer con un
píloro normal que se hipertrofia a lo largo de varias semanas. Por lo general, tienen antecedentes
médicos irrelevantes previos a los síntomas de presentación. El vómito es no bilioso en un inicio
y puede parecer aleatorio. A lo largo de unos cuantos días, el vómito se hace más frecuente,
con más fuerza y más relacionado con las comidas. El vómito clásico en proyectil puede solo
presentarse varios días después de desarrollar hipertrofia. Es importante mencionar que debe
haber ausencia de diarrea y fiebre. El niño se alimenta vigorosamente y sin dificultades hasta
más adelante en el curso de la enfermedad, cuando se encuentra letárgico por la deshidratación.
De hecho, una de las señales de advertencia en los antecedentes debe ser un lactante que se
encuentra hambriento y desea alimentarse inmediatamente después de un episodio de vómito.1,2
La exploración física varía con el momento en que ocurre el proceso. Al inicio, el lactante tiene
buena apariencia, con buen apetito. Más adelante, a medida que la alimentación comienza a dificul-
tarse, se desarrollan signos y síntomas de deshidratación. En casos prolongados, los pacientes pueden
desarrollar marasmo, que se caracteriza por pérdida de masa muscular y subcutánea en los glúteos y
extremidades superiores; para fines descriptivos, parece ciruela pasa. En la enfermedad avanzada tam-
bién puede verse la peristalsis abdominal en respuesta a las contracciones contra el píloro cerrado.1,2
Los pacientes suelen presentarse varias veces con distintos médicos a lo largo del curso de
la enfermedad. Esto no necesariamente significa que el diagnóstico se ha pasado por alto, sino que
representa la evolución natural de la estenosis pilórica a medida que el paciente avanza de una buena
apariencia a más enfermo, con el aumento de la hipertrofia pilórica. Los diagnósticos iniciales fre-
cuentes son alimentación normal, intolerancia a la fórmula y reflujo gastroesofágico. Cabe señalar
que el ultrasonido en un inicio puede no mostrar un píloro hipertrófico, por lo que no debe descar-
tarse el diagnóstico si en una consulta reciente hubo un ultrasonido normal. No debe retrasarse el
diagnóstico de la enfermedad hasta las etapas avanzadas de la desnutrición.1,2
De forma clásica, aunque no frecuente, la exploración física revela una “aceituna” palpa-
ble en la región epigástrica. Con modalidades diagnósticas modernas, la aceituna ahora solo se
observa cuando el paciente se somete a anestesia general en el quirófano1,2 o después de colocar
una sonda nasogástrica y descomprimir el estómago.
Los estudios de laboratorio muestran alcalosis metabólica hipoclorémica, hipopotasiémica,
por la pérdida del ácido gástrico en un caso lo bastante avanzado de estenosis pilórica. La alca-
losis diferencia al paciente de aspecto grave con estenosis pilórica del paciente séptico, que debe
estar acidótico. La alcalosis debe llevar al profesional de urgencias a considerar estenosis pilórica
en un lactante de mal aspecto que se presenta con vómito.1,2
Las imágenes con ultrasonido son el estándar para establecer el diagnóstico de estenosis
pilórica y su sensibilidad y especificidad se acercan al 100%. Los criterios diagnósticos incluyen
una longitud del canal pilórico > 14 mm y espesor de la pared del píloro ≥ 4 mm. A los pacientes
se les alimenta con biberón durante el estudio para facilitar la identificación del píloro. Esto
también permite la valoración dinámica de la función pilórica.3,4
El tratamiento definitivo de la estenosis pilórica es una piloromiotomía quirúrgica, aunque no
es un procedimiento de urgencia. En lugar de ello, el tratamiento de la estenosis pilórica comienza
en urgencias con una reanimación adecuada y corrección de electrólitos. El ingreso a cuidados
intensivos puede ser necesario debido a la gravedad de la deshidratación y el trastorno electrolítico,
y estas anormalidades deben corregirse antes de la administración de cualquier tipo de anestesia.
La coordinación con los cirujanos pediátricos y los equipos de hospitalización sobre la reanimación
apropiada y la programación de la cirugía es una parte importante del manejo de urgencias luego
de diagnosticar al lactante.1,2
PUNTOS CLAVE
■■ Los lactantes con estenosis pilórica pueden tener un buen aspecto y comer vigorosa-
mente si están al inicio del curso de la enfermedad.
■■ Si hay alcalosis, sospechar estenosis pilórica en lugar de sepsis.
■■ La ausencia de diarrea es un signo de advertencia para considerar estenosis pilórica
como diagnóstico.
■■ La reanimación con líquidos es fundamental para el manejo inicial de la estenosis pilórica.
■■ No confundir enfermedad por reflujo gastroesofágico con estenosis pilórica en el lac-
tante pequeño con una presentación sospechosa.
Referencias
1. Marx JA, Hockberger RS, Walls RM. Rosen’s Emergency Medicine—Concepts and Clinical
Practice. Philadelphia, PA: Mosby/Elsevier, 2010.
2. Humphries JA. Diagnosing infantile hypertrophic pyloric stenosis. Clin Rev. 2012;22(9):10, 12–15.
3. Babcock D. Sonography of the acute abdomen in the pediatric patient. J Ultrasound Med.
2002;21(8):887–899; quiz 900–901.
4. Manson D. Contemporary imaging of the child with abdominal pain or distress. Paediatr
Child Health. 2004;9(2):93–97.
323
Evento breve resuelto e inexplicado:
el diagnóstico antes conocido como
evento que aparentemente pone
en riesgo la vida
Julia N. Magana, MD y Taylor Stayton, MD
Uno de los eventos más aterradores que los padres pueden encontrar es que su bebé se ahogue,
cambie de color o se encuentre apneico. Por supuesto que las familias terminan en la sala de urgen-
cias. Un suceso que aparentemente pone en riesgo la vida se definía en 1986 en términos muy
amplios. Debido a que la mayoría tiene una buena apariencia y solo antecedentes preocupantes en
la sala de urgencias, una guía de práctica clínica de la AAP propone un término más preciso: evento
breve resuelto e inexplicado (EBRI). Se define como un evento en un lactante < 1 año de edad en
el que el observador informa un episodio repentino, breve y ahora resuelto con uno o más de los
siguientes datos: cianosis, palidez; respiración ausente, disminuida o irregular; cambio marcado en
el tono; o nivel de respuesta alterado. Los médicos deben diagnosticar un EBRI solo cuando no hay
una explicación después de obtener antecedentes y una exploración física apropiados.
La incertidumbre lleva a muchos médicos a solicitar exámenes y hospitalizar. Incluso en
evaluaciones rápidas, la etiología del evento se encuentra solo en la mitad de los pacientes y no
mejora los resultados orientados al paciente o evita eventos futuros. Los antecedentes y la explora-
ción detallados deben guiar la evaluación. Las guías de la AAP estratifican a los lactantes de mayor
riesgo como aquellos < 2 meses de edad, con más de un evento, con eventos que duran > 1 min,
necesidad de reanimación cardiopulmonar y prematuridad (< 32 sem de edad gestacional hasta
las 45 sem de edad posterior a la concepción). Los pacientes con menor riesgo tienen > 60 días de
edad, sin prematuridad, primer EBRI, < 1 min, sin reanimación cardiopulmonar por un profesio-
nal capacitado y sin características preocupantes en los antecedentes/exploración física. La obser-
vación o ingreso a urgencias puede considerarse en pacientes de alto riesgo con pruebas enfocadas.
El dilema ocurre en el niño con una buena apariencia y solo un evento histórico; por supuesto
que el niño con apariencia desfavorable es sometido a una exploración detallada, tratamiento y hospi-
talización. Pero ninguna prueba de laboratorio o con imágenes ayuda de forma confiable a la estratifi-
cación de riesgo. Para pacientes de menor riesgo, las guías de la AAP 2016 sugieren que el profesional
“puede” considerar una prueba de tosferina como única prueba de laboratorio. La biometría hemá-
tica rara vez contribuye al diagnóstico. La anemia es más frecuente en pacientes con episodios recu-
rrentes, pero ningún estudio ha informado un papel causal o ha evaluado el efecto de los resultados
de laboratorio sobre el tratamiento. Una detección toxicológica mediante cromatografía de gas/
espectroscopia de masa encontró medicamentos como los de venta libre para el resfriado en 8.4% de
los pacientes que no se informaron en los antecedentes. A pesar de ello, no está clara la función en la
detección masiva y los resultados. Los análisis de electrólitos, gasometría venosa u otras detecciones
metabólicas sin antecedentes sugestivos no son de ayuda. El electrocardiograma sistemático encuen-
tra anomalías solo en 1.4% de los pacientes que ameritó tratamiento y “puede” considerarse. Todas
estas pruebas se añaden a los costos, duración de la estancia y a menudo las molestias para el paciente.
El reflujo gastroesofágico es una causa frecuente de episodios de ahogamiento en lactantes. El
reflujo relacionado con ahogamiento a menudo ocurre con alimentación excesiva y los antecedentes
cuidadosos de la alimentación con frecuencia proporcionan este indicio. Considerar el monitoreo
del bebé en urgencias durante una alimentación, atendiendo a las preocupaciones de los padres y
organizando seguimiento con el pediatra. El reflujo es un diagnóstico clínico y no requiere mayor
evaluación u hospitalización.
Si los antecedentes sugieren convulsiones, el médico debe considerar una tomografía de
cráneo, electrolitos, evaluación para abuso infantil, una consulta con neurología para posible
ingreso o electroencefalograma. Considerar un electrocardiograma, placas torácicas, consulta
de cardiología y hospitalización en aquellos con antecedentes de cambio de color, sudación con
las alimentaciones, dificultad respiratoria, fallo de medro, hipoxia, soplos o sospecha de cardio-
patía. Los pacientes con infecciones de vías respiratorias tienen un mayor riesgo de recurrencia
de estos eventos. La hospitalización debe basarse en la edad y el estado clínico. La fiebre, la
hipotermia, la irritabilidad o la mala perfusión deben motivar una investigación sobre infección
bacteriana grave en relación con la edad del niño (a menudo análisis de orina/cultivo, cultivo de
sangre, placa torácica, perfil/cultivo de líquido cefalorraquídeo) y posible hospitalización.
En cada paciente debe hacerse una exploración completa de la piel. Debe considerarse una
evaluación de abuso infantil en todos los casos con lesiones cutáneas, sin un diagnóstico alternativo
claro, eventos recurrentes, discrepancias en la historia clínica, antecedentes familiares de muerte
o evento inexplicado, vómito, irritabilidad, convulsiones o si el cuidador llamó al 911. Esto puede
incluir antecedentes sociales, tomografía de cráneo, exploración de la retina dilatada, detección
toxicológica, pruebas de función hepática y revisión esquelética. Este diagnóstico grave se informa
en 0.4 a 11% de los lactantes con buen aspecto que son llevados a urgencias o se ingresan al hospital
después de un evento, y debe considerarse en todos los casos.
Los cuidadores de un EBRI de bajo riesgo deben conocer los recursos para reanimación
cardiopulmonar, recibir educación sobre los EBRI y participar en la toma compartida de deci-
siones. Los pacientes se pueden beneficiar de un periodo de observación breve con oximetría de
pulso continua y observaciones en serie para ayudar a los padres a sentirse cómodos. Si usted
tiene preocupaciones sociales o los padres muestran inquietudes que no mejoran con la obser-
vación en urgencias, no dude en ingresar al niño para una observación más detallada. Los bebés
de riesgo más elevado con buena apariencia pueden beneficiarse de estudios enfocados a los
síntomas y hospitalización. Hay que separar a los pacientes de alto riesgo de los de bajo riesgo a
fin de evitar el error de realizar evaluaciones y hospitalizaciones no justificadas.
PUNTOS CLAVE
■■ Es por definición un evento aterrador para los padres. Estos casos requieren una his-
toria clínica y una exploración física detalladas para estratificar los riesgos.
■■ No hay una “prueba que se ajuste a todos” estos eventos. La evaluación debe guiarse
con los síntomas.
■■ Siempre considerar abuso infantil.
■■ En pacientes con menor riesgo, considerar pruebas de tosferina y electrocardiograma.
No hay más pruebas que sean uniformemente útiles. Los pacientes con EBRI de bajo
riesgo pueden observarse y enviarse a casa con seguimiento, educación para los padres
y recursos para reanimación cardiopulmonar de forma segura.
■■ En pacientes de mayor riesgo considerar una evaluación enfocada y hospitalización
para observación.
Lecturas recomendadas
De Piero AD, Teach SJ, Chamberlain JM. ED evaluation of infants after an apparent life-
threatening event. Am J Emerg Med. 2004;22(2):83–86.
Santiago-Burruchaga M, Sánchez-Etxaniz J, Benito-Fernández J, et al. Assessment and man-
agement of infants with apparent life-threatening events in the paediatric emergency
department. Eur J Emerg Med. 2008;15(4):203–208.
Sarohia M, Platt S. Apparent life-threatening events in children: Practical evaluation and man-
agement. Pediatr Emerg Med Pract. 2014;11(4):1–14.
Tieder JS, Altman RL, Bonkowsky JL, et al. Management of apparent life-threatening events
in infants: A systematic review. J Pediatr. 2013;163(1):94–99, e91–96.
Tieder JS, Bonkowsky JL, Etzel RA, et al. Brief resolved unexplained events (formerly apparent
life threatening events) and evaluation of lower-risk infants. Pediatrics. 2016;137(5):e1–32.
324
“Los ECG de niños no son
pequeños ecg de adultos”
Krista Young, MD
La fisiología cardiaca cambia con la edad durante la infancia y los cambios respectivos pueden observarse
en el electrocardiograma (ECG). Algunos de estos patrones esperados en el ECG solo se observan en los
trazos pediátricos y por lo tanto es importante diferenciar entre lo normal y lo patológico. En esta sección
se revisan los datos frecuentes que se observan específicamente en los ECG pediátricos normales.
Durante la circulación fetal, el ventrículo derecho bombea contra una circulación pulmonar de
relativamente alta resistencia mientras los pulmones no están en uso. Como resultado, el ventrículo
derecho es más grande y grueso que el ventrículo izquierdo, y al nacimiento, el ECG del neonato se
parece al de un adulto con hipertrofia ventricular derecha. De forma específica, el eje estará a la dere-
cha; se observa una onda R dominante en V1; las ondas Q se observan en las derivaciones precordiales
inferior e izquierda; y la onda T se invierte en V1-3.1,2 Cada dato se describe con detalle más adelante.
Una forma de revisar el eje es mirar las derivaciones I y aVF. En condiciones normales, el
complejo QRS será positivo, o ascendente, en ambas derivaciones. Sin embargo, en neonatos, la
derivación I puede ser negativa en general. Después del nacimiento, las presiones intratorácicas
disminuyen de forma llamativa con las primeras respiraciones del bebé y la resistencia vascular
pulmonar disminuye, con un aumento de la resistencia vascular sistémica. Después de unos
cuantos días, el conducto arterioso normalmente se cierra y el gasto sistémico depende del ven-
trículo izquierdo. Para la infancia temprana o a los 3 a 4 años de edad, el corazón adquiere un eje
normal más parecido al del adulto, con un ventrículo izquierdo más grande y grueso.1
Si se recuerda que V1 a V3 son derivaciones del lado derecho, no es sorprendente que
una onda R dominante positiva también se observe normalmente en la infancia. Muchos niños
también presentan un patrón rsr’ (dos picos/orejas de conejo), que suele interpretarse como un
bloqueo parcial de la rama derecha del haz usando criterios de adultos. En niños, si el segundo
pico (r’) no mide 10 mm más que el primer pico, se trata de una variante normal que suele desa-
parecer para los 5 años de edad (véase la Figura 324-1).3,4
Figura 324-1 Rsr’ que se observa en V1 con una inversión de onda T. El seg-
mento ST titubeante en V2 es un ejemplo de elevación del punto J.
De igual modo, las ondas Q pequeñas y estrechas que apuntan hacia abajo o son negativas
pueden verse normalmente en las derivaciones precordiales inferior e izquierda (II, III, aVF, V5,
V6) en pacientes asintomáticos y por lo demás sanos. Sin embargo, debe tenerse cuidado, ya que las
ondas Q profundas pueden ser un signo de un proceso patológico subyacente que incluye isque-
mia/infarto de miocardio, hipertrofia ventricular y miocardiopatía hipertrófica. Cualquier paciente
con dolor torácico nuevo debe tomarse en serio, en especial si varias derivaciones adyacentes mues-
tran cambios similares o si se observan nuevas ondas Q que no estaban en un ECG previo.
Durante la repolarización ventricular, el patrón de onda T en niños es proporcionalmente
negativo o invertido en V1-3, lo que representa un patrón de onda T juvenil después de la
primera semana hasta cerca de 8 años de vida. Después, si el patrón de onda T juvenil sigue
apreciándose en la adolescencia, en ocasiones se trata de una variante normal llamada ondas T
juveniles persistentes (véase la Figura 324-1).1
El corazón pediátrico es mucho menor que el corazón adulto y late más rápido para mantener
el gasto cardiaco. Así, las frecuencias cardiacas parecen ser taquicárdicas si se consideran estándares
adultos, por lo general por arriba de 100 hasta los 4 años de edad. Los intervalos de conducción
como PR y QRS están disminuidos debido a que se requiere menos tiempo para que el impulso
eléctrico se mueva a través del corazón.1
Otros dos datos especiales que suelen confundir con anormalidades quienes no están familiariza-
dos con el ECG pediátrico son la arritmia sinusal y la repolarización temprana benigna o elevación del
punto J. Cuando un paciente está en ritmo sinusal, el ECG muestra una morfología consistente de la
onda P en el eje esperado para la edad seguido por un QRS. En niños sanos, el intervalo P-P puede en
ocasiones variar con respiraciones y se le llama arritmia sinusal (véase la Figura 324-1). Este dato es fisio-
lógicamente normal y se debe a disminuciones del tono vagal a la inspiración, lo que causa un aumento
de la frecuencia cardiaca, seguido por restauración del tono vagal a la espiración. Con la edad, la sensi-
bilidad barorreceptora y la capacidad de las carótidas para estirarse muy probablemente disminuye y la
incidencia de arritmia sinusal se reduce. Comparativamente, en el paciente geriátrico, la arritmia sinusal
suele ser patológica debido a cardiopatía o toxicidad por digoxina y no se relaciona con las respiraciones.3,5
En la elevación del punto J, el inicio de la onda T parece estar elevado de forma asimétrica, escotado
o borrado después del complejo QRS concordante, en especial en las derivaciones precordiales (véase la
Figura 324-1). En adultos, esto sería alarmante para elevación de ST que pueda representar pericarditis
o un infarto agudo de miocardio. En niños sanos, esto representa una repolarización temprana benigna.
La base fisiológica no se conoce, pero este dato puede observarse hasta los 50 años de edad.3,4
Durante la infancia, se observan datos normales específicos en el ECG y representan el creci-
miento normal del corazón pediátrico. Diferenciar lo normal de lo anormal en esta población puede ser
difícil, dado que algunos datos normales imitan datos preocupantes en la población adulta. El recordar
los datos ECG normales puede tranquilizar a los profesionales, los pacientes y las familias por igual.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. O’Connor M, McDaniel N, Brady W. The pediatric electrocardiogram. Am J Emerg Med.
2008;26(2):221–228.
2. Goodacre S. ABC of clinical electrocardiography: Paediatric electrocardiography. BMJ.
2002;324(7350):1382–1385.
3. Park M, Guntheroth W. How to Read Pediatric ECGs. 4th ed. Philadelphia, PA: Mosby/
Elsevier, 2006:35–61, 86–88, 107–108.
4. Tipple M. Interpretation of electrocardiograms in infants and children. Images Paediatr
Cardiol. 1999;1(1):3–13.
5. Dickinson D. The normal ECG in childhood and adolescence. Heart. 2005;91(12):1626–1630.
325
No todas las lesiones cefálicas
pediátricas requieren una tomografía
de cráneo
Heather Miller Fleming, MD y Kara Kowalczyk, MD
Las lesiones pediátricas cefálicas representan cerca de 500 000 visitas a urgencias cada año, que van acom-
pañadas por más de un millón de padres y abuelos preocupados que consideran que su niño requiere
imágenes neurológicas. Es cierto que las lesiones cefálicas pueden conducir a mortalidad y morbilidad
importantes, y que aquellos que requieren una intervención precisan de una detección rápida. Sin
embargo, muchos niños que se presentan con síntomas de lesión cefálica no requieren imágenes y cuando
la abuela le pregunte: “¿Por qué no?” debe estar preparado con una respuesta que ella acepte.
Los niños tienen un mayor riesgo de presentar neoplasias inducidas por radiación debido a que
se asume que vivirán todavía muchos años y a una mayor sensibilidad de los órganos en desarrollo en
comparación con los adultos; entre más pequeño sea el niño, mayor es el riesgo. El riesgo de por vida
de muerte secundaria a cáncer por tomografía computarizada del cráneo se estima que es entre 1:1 500
a 1:5 000.1 Considerando este riesgo, las tomografías del cráneo solo deben indicarse en pacientes con
riesgo de una lesión encefálica traumática clínicamente importante. Aunque las definiciones varían
entre estudios, la mayoría estaría de acuerdo en que estas lesiones incluyen alguna de las siguientes: (1)
lesión intracraneal (p. ej., contusión epidural, subdural y cerebral), (2) intervención neuroquirúrgica,
(3) intubación endotraqueal por al menos 24 h, (4) hospitalización por al menos 48 h o (5) la muerte.
En pacientes con puntuaciones de la escala de coma de Glasgow < 14, el riesgo de lesión
encefálica traumática es hasta del 20%. Esto hace que la decisión de efectuar el estudio sea senci-
lla; deben obtenerse estudios de imágenes en todos estos niños. ¿Pero quién necesita una imagen
después de una lesión cefálica menor con una escala de coma de Glasgow de 15?
Múltiples estudios a lo largo de los últimos 15 años han buscado determinar qué pacientes requie-
ren imágenes. El estudio Canadian Assessment of Tomography for Childhood Head Injury (CATCH)
buscó determinar qué niños de 0 a 16 años de edad con traumatismo cefálico menor requerían el
estudio. El algoritmo de lesiones cefálicas en niños para la predicción de eventos clínicos importantes
(CHALICE) busca derivar una regla de decisiones clínicas para lesiones cefálicas a partir de una gran
cohorte de pacientes pediátricos en el Reino Unido. Estos estudios demuestran una elevada sensibilidad
para detectar lesiones cerebrales traumáticas de importancia clínica, pero también han aumentado los
índices de utilización de tomografía computarizada.4,5 El estudio de derivación de la regla PECARN
(Pediatric Emergency Applied Research Network) es la regla de decisión clínica pediátrica más robusta a
la fecha y fue un gran estudio multicéntrico que dividió en dos cohortes a los niños preverbales (menores
de 2 años) y verbales (más de 2 años) para determinar a aquellos con bajo riesgo de lesiones cerebrales
traumáticas que no requieren imágenes craneales.
PECARN encontró que las imágenes craneales no deben realizarse en niños de 2 años
de edad o mayores con un estado mental normal, sin pérdida de la consciencia, sin vómito ni
signos de fractura craneal basilar, así como sin cefaleas ni signos de un mecanismo de lesión
de alto riesgo. A la inversa, deben obtenerse imágenes neurológicas en pacientes ≥ 2 años de
edad con un estado mental alterado o signos de fractura craneal basilar, hemotímpano u ojos
de mapache. Los niños con factores de riesgo intermedio tienen una incidencia de 0.9% de
lesión cerebral traumática importante y pueden observarse o bien obtener la tomografía.6 Los
factores que influyen sobre esta decisión son la experiencia del médico, datos múltiples frente a
aislados, síntomas que empeoran y la preferencia de los padres. Un estudio de validación sub-
secuente encontró que los pacientes más jóvenes, los hematomas más grandes y los hematomas
no frontales tienen el mayor riesgo.7
Puede obtenerse una tomografía del cráneo en todos los pacientes < 2 años de edad con
una puntuación en la escala de coma de Glasgow ≤ 14 o con una fractura craneal palpable. Todos
los pacientes menores de 3 meses con cualquier traumatismo cefálico requieren imágenes debido
a la futilidad de la exploración neurológica en este grupo de edad. Si se sospecha un traumatismo
no accidental, debe realizarse la tomografía. Los factores de riesgo intermedios para este tipo de
lesiones en menores de 2 años incluyen hematoma no frontal, pérdida de la consciencia > 5 s,
mecanismo grave de lesión o no actuar de forma normal de acuerdo con los padres. Estos niños
pueden observarse o realizar el estudio dependiendo de la experiencia del médico y la preferencia
de los padres.
En fechas recientes, estas tres reglas de decisión se pusieron a prueba frente a frente.
Aunque la población de estudio fue menor (n = 1 009), PECARN demostró ser 100% sensible
y 62% específico. Incluso más interesante fue que la intuición del médico resultó ser marcada-
mente sensible y específica. Así, si su instinto le dice que algo está mal, hágale caso (y PECARN).8
PUNTOS CLAVE
Solicitar una tomografía del cráneo en los siguientes casos con una lesión cefálica menor:
■■ Todos los niños con una lesión cefálica traumática y una escala de coma de Glasgow < 14.
■■ Niños < 2 años de edad con fractura craneal palpable, hematoma (excepto frontal),
edad de 3 meses o menos, o sospecha de abuso.
■■ Niños ≥ 2 años de edad con estado mental alterado o signos de fractura craneal basilar.
■■ Tomografía versus observación: hematoma del cuero cabelludo, mecanismo grave de la
lesión, no actuar normal, cefalea intensa, vómito y pérdida de la consciencia.
■■ Cuando su instinto se lo indique, ¡solicite la tomografía!
Referencias
1. Brenner D, Elliston C, Hall E, et al. Estimated risks of radiation-induced fatal cancer from
pediatric CT. AJR Am J Roentgenol. 2001;176:289.
2. Schunk JE, Rodgerson JD, Woodward GA. The utility of head computed tomographic
scanning in pediatric patients with normal neurologic examination in the emergency
department. Pediatr Emerg Care. 1996;12:160–65.
3. Osmond MH, Correl R, Stiell IG, et al. Multicenter prospective validation of the
Canadian Assessment of Tomography for Childhood Head Injury (CATCH) Rule. E PAS.
2012:3155.4.
4. Dunning J, Daly JP, Lomas JP, et al. Derivation of the children’s head injury algorithm for
the prediction of important clinical events decision rule for head injury in children. Arch
Dis Child. 2006;91(11):885–91.
5. Crowe L, et al. Application of the CHALICE clinical prediction rule for intracranial injury
in children outside the UK: Impact on head CT rate. Arch Dis Child. 2010;95(12):1017–22.
6. Kuppermann N, Holmes JF, Dayan PS, et al. Pediatric Emergency Care Applied Research
Network (PECARN). Identification of children at very low risk of clinically-important
brain injuries after head trauma: A prospective cohort study. Lancet. 2009;374:1160–1170.
7. Bin SS, Schutzman SA, Greenes DS. Validation of a clinical score to predict skull fracture
in head-injured infants. Pediatr Emerg Care. 2010;26:633.
8. Easter JS, Bakes K, Dhaliwal J, et al. Comparison of PECARN, CATCH, and CHALICE
rules for children with minor head injury: A prospective cohort study. Ann Emerg Med.
2014;64:145.
326
Con cuidado: sea cauteloso con el
paciente cardiaco pediátrico
posoperado y cianótico
Timothy Ruttan, MD
Los niños con una cardiopatía congénita compleja viven hoy vidas más prolongadas y sanas
como resultado de un mejor manejo. Un subtipo particular con el que muchos médicos de
urgencias en la comunidad probablemente no estén familiarizados son los niños con una fisio-
logía ventricular única. Es fundamental tener una comprensión básica de la fisiología y la
reparación quirúrgica para evitar complicaciones catastróficas o que puedan amenazar la vida.
Existen informes de casos en la bibliografía sobre niños mal atendidos que fallecen en la sala
de urgencias de la comunidad debido en parte a la incapacidad para reconocer aspectos fun-
damentales de su manejo.
Los detalles de la anatomía y fisiología en realidad no importan para el profesional de
urgencias, pero es necesario tener una comprensión básica de lo que ocurre en las diferentes
etapas de la reparación. El síndrome del hemicardio izquierdo hipoplásico es el ejemplo prototí-
pico de una fisiología de ventrículo único, aunque diversas lesiones cardiacas tienen reparaciones
similares. Los niños con ventrículo único pasan por tres etapas quirúrgicas para permitir que
su ventrículo funcional proporcione una circulación sistémica. La circulación pulmonar ocurre
como resultado del flujo sanguíneo pasivo impulsado por el retorno venoso sistémico. La primera
etapa de reparación se realiza antes de que el lactante salga del hospital después del nacimiento;
a menudo referida como de Norwood (no es importante aprenderse los nombres, pues cambian
constantemente con las nuevas técnicas quirúrgicas), se crea una derivación arterial para pro-
porcionar un flujo sanguíneo pulmonar (véase la Figura 326-1). Esta derivación puede conside-
rarse como un conducto arterioso permanente y estos niños tienen una saturación de oxígeno
de referencia de 75 a 85%. Esta es la etapa más peligrosa de la reparación. Una vez que el niño
llega a la segunda etapa a los 4 a 6 meses de edad (a menudo llamada de Glenn), la supervivencia
suele ser mayor de 90%. En esta reparación se retira la derivación arterial y se remplaza con una
derivación venosa que conecta la vena cava superior con las arterias pulmonares para permitir
un flujo sanguíneo pasivo a los pulmones (véase la Figura 326-1). Dado que la vena cava inferior
no está alterada, el niño tiene una mezcla constante y permanece cianótico. La tercera etapa de
reparación suele ocurrir entre los 18 meses y los 3 años de edad y se le conoce como de Fontan.
Esto completa la ruta del retorno venoso a los pulmones, donde las venas cavas superior e inferior
se anastomosan a las arterias pulmonares para un retorno venoso pasivo a los pulmones (véase la
Figura 326-1). Una vez que se alcanza la tercera etapa, el niño tendrá concentraciones de oxígeno
normales o casi normales y no será tan frágil como el niño entre la primera y segunda etapa.
Esto es lo que se refiere a la fisiología y los antecedentes. El resto de este capítulo se enfoca en
niños entre la primera y segunda etapa de reparación, ya que son los pacientes más frágiles a nivel
clínico. A los padres debe compartírseles dos temas para su información: cuántas cirugías (etapa de
reparación), así como la saturación de oxígeno de referencia. Con esta información y la exploración
física y antecedentes detallados, puede manejarse sin problema a estos niños complicados.
Permita que la saturación de oxígeno guíe su comprensión sobre lo que está ocurriendo.
En resumen, estos niños suelen tener circulación insuficiente (más frecuente) o excesiva en los
pulmones. Como se aprecia en una sección anterior sobre anatomía y fisiología, la sangre puede
ir ya sea a los pulmones o a la circulación sistémica a través de la derivación en la reparación de
la primera etapa. Si la resistencia vascular pulmonar es elevada o no hay suficiente sangre (pre-
carga), entonces los pulmones tienen una circulación insuficiente. A la inversa, si la resistencia
vascular pulmonar cae, la sangre fluye a los pulmones y el niño tendrá una circulación excesiva.
El problema menos frecuente en urgencias es la circulación excesiva de los pulmones, a
menos que nosotros la causemos. La circulación excesiva se manifiesta por una saturación de
oxígeno de más del 85% y significa que demasiada sangre está llegando a los pulmones. Esto
puede ocurrir si la derivación es excesivamente grande o si hay colaterales, pero estos rara vez
causan una presentación aguda a la sala de urgencias. Más frecuente es que el oxígeno exógeno
ocasione vasodilatación pulmonar. Esto suele ser nuestra culpa; un niño se presenta con una
saturación de oxígeno de 80% (¡normal!) y alguien suele colocarle una mascarilla sin reinhalación
para “arreglar” la hipoxia. El resultado es vasodilatación pulmonar, circulación excesiva a los
pulmones y falta de flujo sanguíneo sistémico. Si no se arregla rápidamente, esto puede llevar a
deterioro rápido y al paro cardiaco.
Hay que recordar que el niño con un solo ventrículo depende de un retorno venoso pasivo
para perfundir los pulmones, lo que lo hace muy susceptible a la deshidratación con una enfermedad
común. Por lo tanto, el profesional de urgencias más a menudo encuentra circulación insuficiente,
que se ve representada por una oxigenación de pulso menor de 70%. Por lo general esto se debe
a la deshidratación o a una enfermedad respiratoria y con menos frecuencia a la obstrucción de la
derivación o a una derivación demasiado pequeña. Aquí es donde el manejo cuidadoso puede salvar
una vida. Hay que corregir con cuidado cualquier hipoxia relativa; por lo general a 75 u 85%, pero
sin excederse o habrá problemas, como ya se mencionó. Lo más importante en la sala de urgencias
es no temer a la administración de pequeños bolos de líquidos. Ellos no son pacientes adultos con
insuficiencia cardiaca congestiva. Si estos niños dependientes de la precarga se deshidratan, no llega
suficiente sangre a los pulmones. Hay que administrar líquidos y volver a valorar; es sorprendente
cuánto ayuda esto. Es importante llamar al cardiólogo pediatra desde el inicio para ayudar en la toma
de decisiones sobre el manejo y la disposición, ya que con frecuencia los niños en la primera etapa de
reparación se observan durante la noche en el hospital para mantener la precarga.
En resumen, con los niños que tienen fisiología de un solo ventrículo, lo que no se hace
no importa tanto como lo que se hace. Administre suficiente oxígeno, pero no demasiado.
Administre suficientes líquidos, pero no demasiados. Hay que hacer las preguntas correctas a
los padres para ayudar a guiar el manejo y usar oxígeno de pulso para decidir si el niño tiene
circulación excesiva o insuficiente, de modo que esto pueda guiar las decisiones de manejo. Lo
que es más importante, no tenga miedo de estos casos interesantes y complicados, y representará
una diferencia en sus vidas.1-5
PUNTOS CLAVE
■■ Los padres son sus mejores amigos; confié en ellos para saber qué es normal y anormal.
■■ Esté al tanto de la etapa de la cirugía; el nombre no importa, ¡pero tenga mucho cui-
dado si solo ha habido una cirugía!
■■ Usar oxígeno de pulso para guiar el manejo.
■■ Los pequeños cambios en el oxígeno y los líquidos hacen una gran diferencia.
■■ La consulta temprana y la consideración de la transferencia son importantes; no tema
consultar a alguien más.
Referencias
1. Cashen K, Gupta P, Lieh-Lai M, et al. Infants with single ventricle physiology in the
emergency department: Are physicians prepared? J Pediatr. 2011;159:273–277 e1.
2. Prentice E, Morey N, Richards K, et al. Emergency department use after stage II palliation
for children with single ventricle lesions. Pediatr Emerg Care. 2015;31:343–347.
3. Chauhan M, Mastropietro CW. Hypoplastic left heart syndrome in the emergency
department: An update. J Emerg Med. 2014;46:e51–e54.
4. Ghanayem NS, Allen KR, Tabbutt S, et al. Interstage mortality after the Norwood proce-
dure: Results of the multicenter Single Ventricle Reconstruction trial. J Thorac Cardiovasc
Surg. 2012;144:896–906.
5. Woods WA, McCulloch MA. Cardiovascular emergencies in the pediatric patient. Emerg
Med Clin North Am. 2005;23:1233–1249.
327
No muy dulce: acertando
en el manejo de la cetoacidosis
diabética pediátrica inicial
Dariush Garber, MD, MPH y Nathan Kuppermann, MD, MPH
La cetoacidosis diabética es un motivo frecuente por el que los niños con diabetes mellitus insu-
linodependiente se presenten a la sala de urgencias. Los profesionales de urgencias deben estar
preparados para proporcionar un manejo inicial y reanimación, al tiempo que se evitan las com-
plicaciones de la cetoacidosis diabética. Aunque algunas complicaciones son similares a las de los
adultos (p. ej., anormalidades electrolíticas), otras son más frecuentes en niños y son el punto
central de este capítulo. Entender las diferencias claves entre niños y adultos con cetoacidosis
diabética y los factores de riesgo para posibles complicaciones ayuda al profesional de urgencias
a evitar una catástrofe y manejar con habilidad estos pacientes jóvenes tan desafiantes.
La complicación más temida de la cetoacidosis diabética pediátrica es el edema cerebral,
que se considera secundario a una lesión cerebral. El edema cerebral clínicamente evidente ocu-
rre en ~0.5% de los episodios de cetoacidosis diabética en niños y es letal en cerca del 25% de los
niños afectados. Incluso aquellos que sobreviven tienen un riesgo elevado de consecuencias neu-
rológicas a largo plazo, lo que hace del edema cerebral el “peor primer” diagnóstico que siempre
debe considerarse en niños con cetoacidosis. Los niños con edema cerebral pueden presentarse
con cefalea y vómito, cambios neurológicos progresivos, déficits de los nervios craneales, aniso-
coria, letargo, obnubilación, incontinencia, bradicardia y disminución de la saturación de oxí-
geno. De hecho, algunos de los más tempranos de estos signos y síntomas no son tan distintos
de aquellos que presentan los niños con cetoacidosis diabética sin edema cerebral. Sin embargo,
una vez que se desarrollan los signos neurológicos, debe asumirse que se ha desarrollado lesión
cerebral y edema cerebral.
Se ha considerado de forma clásica que el edema cerebral suele ocurrir 4 a 12 h después de
iniciar el tratamiento de la cetoacidosis. Sin embargo, esta complicación puede manifestarse incluso
a las 48 h después de iniciar el tratamiento (a pesar de la resolución de la cetoacidosis) y se ha des-
crito en 5 a 10% de los niños afectados a la presentación inicial en urgencias con cetoacidosis antes
de recibir tratamiento. Históricamente, se pensaba que el volumen y velocidad de la administración
inicial de líquidos desempeñaban una función importante en el desarrollo del edema cerebral, pero
la evidencia que ha surgido en la última década sugiere que no es la causa principal y la etiología
del edema cerebral en la cetoacidosis diabética aun no se entiende por completo. Una escuela de
pensamiento sugiere que ocurre inflamación cerebral intracelular debido a cambios en los gra-
dientes osmóticos con la restitución de volumen. Sin embargo, estudios recientes con resonancia
magnética han propuesto una etiología más compleja en la que existe una hipoperfusión inicial
del tejido cerebral en un estado hipovolémico de flujo bajo, con una lesión por reperfusión des-
pués de la administración de líquidos. Esta hipoperfusión inicial puede llevar a una fase de edema
cerebral extracelular. A la larga, no está claro a qué grado el edema cerebral se basa en factores del
paciente frente a intervenciones terapéuticas, pero datos más recientes sugieren que el grado inicial
de enfermedad del niño desempeña una función muy importante. Un estudio pediátrico grande y
multicéntrico en curso está buscando aclarar cómo es que la velocidad y el contenido de la reani-
mación con líquidos impactan la lesión cerebral, si acaso lo hacen.
Hasta que haya respuestas más definitivas, debe atenderse a los pacientes con la evidencia dis-
ponible. Los factores de riesgo establecidos para lesión cerebral por cetoacidosis diabética y edema, de
acuerdo con estudios epidemiológicos, señalan que las edades menores de 3 años, diagnóstico de nuevo
inicio de diabetes mellitus insulinodependiente y los valores de laboratorio marcadamente anormales
(p. ej., pH < 7.1, bicarbonato sérico bajo, nitrógeno en la urea sanguínea alto, PCO2 baja, sodio sérico
que no logra aumentarse con el tratamiento) se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar edema
cerebral y deben vigilarse estrechamente.
Cuando se sospecha edema cerebral, debe iniciarse tratamiento urgente. Este es un diagnóstico
clínico, no radiológico, y el tratamiento debe iniciarse antes (o a menudo al mismo tiempo) de obtener
imágenes cerebrales más avanzadas. Además de elevar la cabecera de la cama a 30 grados, debe propor-
cionarse tratamiento para mitigar el aumento de la presión intracraneal. El tratamiento hiperosmolar
reduce la viscosidad de la sangre y extrae agua del tejido cerebral, lo que resulta en periodos tempora-
les de presión intracraneal reducida. Las opciones incluyen manitol intravenoso 1 g/kg a lo largo de
10 min o solución salina hipertónica (3%) intravenosa a 5 a 10 mL/kg durante 10 min. Sin embargo,
el efecto de estos fármacos, y cuál es superior, no está claro debido a la falta de estudios controlados.
Aunque son una amenaza para la vida menos aguda que el edema cerebral, los eventos trom-
bóticos son más frecuentes en niños que en adultos con cetoacidosis diabética e incluyen trombosis
vascular cerebral y trombosis venosa profunda. La trombosis vascular cerebral puede ocurrir unas
cuantas horas después de la presentación a urgencias, secundaria a deshidratación, estasis vascular
y el estado hipercoagulable de la cetoacidosis diabética. En ausencia de contraindicaciones, la anti-
coagulación puede ser apropiada una vez que se diagnostica trombosis vascular cerebral relacio-
nada con cetoacidosis; sin embargo, por lo general no se recomienda la anticoagulación profiláctica.
El riesgo de trombosis venosa profunda es más sustancial si está colocado un catéter venoso central.
Los pacientes más jóvenes tienen un mayor riesgo debido a un menor diámetro de sus vasos y, a
menudo, una presentación más grave de la enfermedad. Si debe colocarse una línea central, hay que
evitar las líneas femorales y retirar la línea tan pronto como sea posible.
A la larga, los niños con cetoacidosis diabética suelen tener una enfermedad aguda y pueden des-
compensarse de forma precipitada incluso antes de iniciar el tratamiento. El reconocimiento rápido de
las complicaciones graves de la cetoacidosis diabética pediátrica y el tratamiento dirigido son esenciales.
PUNTOS CLAVE
■■ Reconocer que todos los niños con cetoacidosis diabética tienen cierto riesgo de lesión
cerebral/edema y que los niños más enfermos y jóvenes corren mayor riesgo.
■■ Lesión cerebral/edema es un diagnóstico clínico. Debe vigilarse estrechamente al
paciente ante una posible descompensación neurológica y, si se sospecha, tratar temprana-
mente con un manejo hiperosmolar.
Lecturas recomendadas
Bialo S, Agrawal S, Boney C, et al. Rare complications of pediatric diabetic ketoacidosis. World
J Diabetes. 2015;6(1):167.
Glaser N, Ghetti S, Casper C, et al.; PECARN. Childhood diabetic ketoacidosis, fluid therapy
and cerebral injury: The design of a factorial randomized controlled trial. Pediatr Diabetes.
2013;14:435–446. PMID: 23490311
Lavoie M. Management of a patient with diabetic ketoacidosis in the emergency department.
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Watts W, Edge J. How can cerebral edema during treatment of diabetic ketoacidosis be avoided?
Pediatr Diabetes. 2014;15(4):271–276.
328
Concusión pediátrica: un abordaje
bien pensado
Kendra Grether-Jones, MD y Erin Osiecki, MD
y puede ser necesario recordarles que deben estar libres de síntomas durante la actividad escolar de
tiempo completo antes de pasar a las actividades físicas.
Sea o no un atleta, fomentar un seguimiento con el médico de atención primaria o el espe-
cialista para realizar evaluaciones en serie y desarrollar guías apropiadas para reanudar la activi-
dad es una parte importante de la atención de urgencias para ayudar a su paciente a regresar de
forma segura a sus actividades normales.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Boutis K, Weerdenburg K, Koo E, et al. The diagnosis of concussion in a pediatric emer-
gency department. J Pediatr. 2015;166:1214–1220.
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cognitive rest. Pediatr Ann. 2012;41:377–382.
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children and adolescents. Pediatr Neurol. 2015;53:108–118.
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5. Kinnaman K, Mannix RC, Comstock RD, et al. Management of pediatric patients with
concussion by emergency medicine physicians. Pediatr Emerg Care. 2013;30:458–461.
329
No subestimar la morbilidad potencial
del dolor abdominal en adultos
mayores
Christina L. Shenvi, MD, PhD
El dolor abdominal es el síntoma principal más frecuente no relacionado con una lesión en la sala
de urgencias. Los adultos mayores con dolor abdominal tienen más probabilidades que los más
jóvenes de tener una causa subyacente peligrosa que pueda requerir cirugía o que resulte letal y
el riesgo aumenta con la edad.
Tener un índice de sospecha elevado
para etiologías peligrosas
Existen diferentes causas peligrosas de dolor abdominal en adultos mayores. Deben considerarse
entre los primeros lugares del diagnóstico diferencial, utilizando antecedentes y una exploración
física enfocados para decidir qué estudios son los que están indicados. En cada adulto mayor
con dolor abdominal, considerar las siguientes patologías en el diagnóstico diferencial: disección
aórtica, rotura de aneurisma aórtico, isquemia mesentérica, perforación intestinal, colecistitis,
diverticulitis y obstrucción intestinal.
Alrededor del 50% de los adultos mayores que se presentan con dolor abdominal requiere
hospitalización y se ingresa por periodos mayores que los adultos jóvenes. Quienes se hospitali-
zan tienen un índice de mortalidad de 5 a 10% y 20 a 30% amerita cirugía u otra intervención.
Las dos indicaciones más frecuentes para cirugía en adultos mayores son la enfermedad biliar y
las obstrucciones intestinales. En adultos más jóvenes, no se encuentra una causa específica de
dolor durante la vista a urgencias en 36% de las veces, en tanto que en adultos mayores (> 64
años de edad), solo 22% no tiene una causa identificable.
No sentirse falsamente tranquilizado
por los signos vitales, la exploración
y los estudios de laboratorio
Los adultos mayores pueden tener una exploración “falsa negativa”. Por ejemplo, los adultos
mayores con peritonitis tienen menos probabilidades que los pacientes más jóvenes de presentar
los signos clásicos de rigidez peritoneal, fiebre y leucocitosis. De hecho, 30% de los adultos
mayores con peritonitis carece de fiebre y leucocitosis. También tienen una exploración abdomi-
nal “benigna” y aun así presentan una patología grave. Por ejemplo, los pacientes sin hipersen-
sibilidad abdominal focal pero que se quejan de dolor intenso pueden tener también isquemia
mesentérica, con dolor desproporcionado a su exploración.
749
Por otro lado, los estudios no deben terminar cuando se encuentra leucocitosis leve en el
análisis de orina. Los adultos mayores tienen más probabilidades que los de menor edad de tener
un análisis de orina positivo sin una infección urinaria clínicamente significativa. Los adultos
mayores, en especial aquellos que son incontinentes, inmóviles o están en una institución de
atención a largo plazo a menudo tienen piuria y bacteriuria incidental crónica. Si el paciente tiene
dolor abdominal, no debe atribuirse a anormalidades leves en un análisis de orina sin al menos
considerar y explorar otras posibilidades.
Utilizar las imágenes apropiadas
El ultrasonido a la cabecera por personal capacitado puede ayudar a identificar rápidamente cier-
tas causas de riesgo elevado del dolor abdominal, como aneurismas aórticos, disección aórtica,
colecistitis, colelitiasis, líquido libre y obstrucción intestinal. Si el ultrasonido es positivo, puede
ayudar a facilitar una disposición y una consulta rápidas con el cirujano apropiado. Así que la
próxima vez que encuentre a un adulto mayor con dolor abdominal, coloque el transductor de
modo que se busquen estas entidades. Sin embargo, en muchos casos también se requiere una
tomografía computarizada o un ultrasonido formal. En adultos mayores, la proporción riesgo:be-
neficio para la tomografía está muy a favor de estas imágenes. Los adultos mayores tienen menos
probabilidades de tener efectos negativos más adelante debido a la radiación, como formación de
cáncer, y más probabilidades de sufrir las consecuencias de un diagnóstico que se pasa por alto.
Pensar fuera del abdomen
Los síntomas abdominales también pueden ocurrir por problemas fuera del abdomen. Por ejem-
plo, aquellos con un infarto de miocardio pueden tener dolor abdominal superior o náusea y
vómito. Un paciente con dolor en el cuadrante superior izquierdo o derecho puede en realidad
tener neumonía de lóbulo inferior. Los pacientes con vómito pero sin un abdomen hipersensible
pueden tener hemorragia intracraneal. Aquellos con cetoacidosis diabética pueden presentarse
con dolor abdominal y vómito, pero no tener nada intrínsecamente mal con el abdomen. Hay que
pensar en qué cosas fuera del abdomen causan dolor o náusea.
Evitar los diagnósticos fijos
Los pacientes a menudo tratan de explicar su dolor o sus síntomas y relacionarlos con algo que
han experimentado. Por ejemplo, pueden atribuir su dolor a indigestión o a un “bicho estomacal”
que alguien más en la familia haya presentado. No hay que aferrarse a lo que le digan. Puede
ser que tengan razón, pero de todos modos se debe realizar el ejercicio de considerar los trastor-
nos sumamente mórbidos que pueden estar presentes y realizar la exploración o pruebas nece-
sarias para descartarlos.
PUNTOS CLAVE
■■ Hay que asignar a las causas más graves de dolor un lugar más alto en el diagnóstico dife-
rencial, como disección o rotura aórticas, isquemia mesentérica, perforación intestinal,
colecistitis, diverticulitis y obstrucción intestinal.
■■ Tener en cuenta que los adultos mayores con infecciones abdominales pueden no tener
fiebre y leucocitosis.
■■ No suspender los estudios después de un análisis urinario un tanto anormal, ya que
muchos adultos mayores tienen piuria y bacteriuria incidentales.
■■ Tener un bajo umbral para obtener imágenes avanzadas en adultos mayores con dolor
abdominal.
■■ Pensar fuera del abdomen.
■■ No aferrarse a lo que el paciente comente.
Lecturas recomendadas
Hendrickson M, Naparst TR. Abdominal surgical emergencies in the elderly. Emerg Med Clin
North Am. 2006;21:937–969.
Kizer KW, Vassar MJ. Emergency department diagnosis of abdominal disorders in the elderly.
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Laurell H, et al. Acute abdominal pain among elderly patients. Gerontology. 2006;52:339–344.
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tive, multicenter study. J Gerontol A Biol Sci Med Sci. 2005;60A(8):1071–1076.
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Ragsdale L, Southerland L. Acute abdominal pain in the older adult. Emerg Med Clin
North Am. 2011;29:429–448.
330
Pensar en síndrome coronario agudo
en adultos mayores, incluso
sin dolor torácico
Christina L. Shenvi, MD, PhD
síndrome coronario agudo no activan la indicación automática de un ECG, lo que deja a criterio
del médico considerar el síndrome e indicar el estudio. Por estos motivos, los pacientes que tienen
presentaciones atípicas del síndrome tienden a tener tiempos de presentación al ECG mayores
y por lo tanto más tiempo hasta la intervención coronaria percutánea.
Los pacientes con síntomas atípicos
tienen peores resultados
Incluso después de que se diagnostica el síndrome coronario agudo, los pacientes con síntomas atípi-
cos también se subtratan y tienen peores resultados. Por ejemplo, para los casos con IMEST, aque-
llos con síntomas atípicos (sin dolor torácico) reciben fibrinólisis o intervención coronaria percutánea
37% de las veces, en comparación con 67% de las veces para aquellos con presentaciones típicas.
Los pacientes sin dolor torácico también tienen menos probabilidades de recibir una aspirina en un
lapso de 24 h y menos probabilidades de recibir estatinas y betabloqueadores al alta. Para pacientes
con infarto de miocardio sin elevación del segmento ST (IMSEST) y angina inestable, las tenden-
cias son similares. Menos pacientes que se presentan sin dolor torácico reciben intervención corona-
ria percutánea, heparina de bajo peso molecular o heparina, aspirina, betabloqueadores o estatinas.
Considerando los retrasos en la identificación de infartos de miocardio en pacientes con
síntomas atípicos y su tratamiento insuficiente, no es sorprendente que la mortalidad también sea
mayor en pacientes con síntomas atípicos. En mujeres mayores que se presentan con dolor torácico e
infarto de miocardio, la mortalidad es de 13%, pero es de 21% para aquellas sin dolor torácico. Para
los hombres, es de 7% para aquellos con dolor torácico y 22% para aquellos sin él.
Los adultos mayores, en especial los de edad muy avanzada, tienden a presentar mayores índi-
ces de síntomas atípicos de síndrome coronario agudo, pero irónicamente pueden beneficiarse más
del tratamiento invasivo temprano para IMSEST de alto riesgo. La razón de momios para muerte
e infarto de miocardio no letal en adultos de 75 años y más es de 0.44 con manejo invasivo frente al
tratamiento conservador. En contraste, en adultos de 55 años de edad y menores, no hay una clara
ventaja del manejo invasivo temprano.
PUNTOS CLAVE
■■ Considerar síndrome coronario agudo en pacientes que se presentan con disnea, diafo-
resis, síncope o náusea/vómito, incluso si no tienen dolor torácico.
■■ Mantener un bajo umbral para solicitar un ECG en pacientes con estos síntomas atípicos, en
especial en aquellos que tienen una mayor edad, son mujeres o presentan diabetes subyacente.
■■ Una vez que se identifica el síndrome coronario agudo, tratar a los pacientes con sínto-
mas atípicos de forma tan intensiva como se trataría a aquellos con dolor torácico activo.
■■ Los adultos mayores con IMSEST de alto riesgo tienen mayores probabilidades de pre-
sentar síntomas atípicos que los pacientes más jóvenes, pero pueden beneficiarse más del
tratamiento invasivo temprano.
Lecturas recomendadas
Alexander KP, Newby LK, Cannon CP, et al. Acute coronary care in the elderly, part I: Non-
ST-segment-elevation acute coronary syndromes: A scientific statement for healthcare
professionals from the American Heart Association Council on Clinical Cardiology: In col-
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underdiagnosed and undertreated high-risk group: Insights from the global registry of
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Canto JG, Rogers WJ, Goldberg RJ, et al. Association of age and sex with myocardial infarction
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331
Interrogar al paciente geriátrico:
lo atípico son las diferencias en
el tratamiento típico en síndrome
coronario agudo en geriatría
Terrence Mulligan, DO, MPH, FACEP, FAAEM, FACOEP,
FIFEM, FNVSHA
de los pacientes mayores de 85 años con infarto de miocardio con elevación de ST (IMEST) en com-
paración con solo 5% de aquellos menores de 65 años, lo que dificulta el diagnóstico. Debido a que
las anormalidades en el ECG son relativamente frecuentes a una edad avanzada, es particularmente
importante obtener resultados de ECG previos siempre que sea posible, de modo que los datos en
urgencias pueden compararse con cambios previos e interpretarse de forma correspondiente.
Diferencias en el tratamiento
Tal vez debido a presentaciones atípicas, dificultades diagnósticas, cambios en el ECG y una propor-
ción riesgo/beneficio menos clara, la edad en sí misma se relaciona con un menor uso de los trata-
mientos médicos e intervencionistas recomendados en pacientes geriátricos con síndrome coronario
agudo, incluso después de controlar presentaciones atípicas y cambios en el ECG. Específicamente,
la probabilidad de tratamiento para el síndrome coronario agudo en pacientes geriátricos con aspi-
rina y betabloqueadores disminuye en 15 y 21%, respectivamente, por cada 10 años de aumento de
la edad después de los 65 años. Esto es a pesar de estudios que han demostrado que los beneficios
del tratamiento coadyuvante (antiplaquetarios, betabloqueadores, inhibidores de la ECA y estatinas)
son tan grandes, si no es que mayores, en adultos mayores como en adultos más jóvenes.
Los adultos mayores pueden obtener mayores beneficios absolutos con una estrategia inva-
siva temprana en comparación con adultos más jóvenes, debido a su mayor riesgo de resultados
adversos con el manejo conservador (a menudo a pesar de un mayor riesgo del procedimiento).
La reperfusión para IMEST proporciona un claro beneficio de mortalidad comparada con nin-
guna reperfusión hasta la edad de 85 años y posiblemente más allá. La selección de trombo-
líticos frente a intervención coronaria percutánea se basa en la disponibilidad de esta última,
el momento del inicio de los síntomas, los riesgos y beneficios, pero en general se favorece la
intervención coronaria primaria.
Los adultos mayores tienen un mayor riesgo de resultados adversos, incluyendo mortali-
dad, sangrado, insuficiencia cardiaca y complicaciones mecánicas de infarto que los adultos más
jóvenes. Los adultos mayores tienen un riesgo particularmente alto de muerte, con un aumento
de 15 veces de los 45 a los 85 años de edad después de ajustar para la gravedad de la enfermedad.
En términos generales, las decisiones del tratamiento deben depender más de una evalua-
ción detallada de las comorbilidades, estado funcional y calidad de vida.
PUNTOS CLAVE
Los pacientes geriátricos con síndrome coronario agudo que acuden a urgencias presentan
importantes diferencias en su cuadro clínico, diagnóstico, tratamiento y disposición al com-
pararse con pacientes más jóvenes. En general, los pacientes mayores:
■■ Tienen más probabilidades de presentarse con síntomas atípicos como disnea, vómito
y dolor abdominal;
■■ Tienen más probabilidades de presentarse con comorbilidades significativas, que pue-
den obstruir o complicar el diagnóstico;
■■ Tienen más probabilidades de presentarse con IMSEST y bloqueo del haz en el ECG;
■■ Tienen menos probabilidades de recibir tratamiento médico e intervencionista apro-
piado a pesar de tener una mayor posibilidad de beneficiarse;
■■ Tienen más probabilidades de ser mal diagnosticados y recibir tratamiento inadecuado.
Lecturas recomendadas
Audio grabado: http://freeemergencytalks.net/2012/07/amal-mattu-usa-2012-06-27-
d1t4-1200-acs-in-the-elderly-where-the-guidelines-fall-short/
Jokhadar M, Wenger NK. Review of the treatment of acute coronary syndrome in elderly
patients. Clin Interv Aging. 2009;4:435–444.
Kahn JH, Magauran BG Jr, Olshaker JS, eds. Geriatric Emergency Medicine: Principles and
Practice. Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2014:379.
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Samaras N, Chevalley T, et al. Older patients in the emergency department: A review.
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332
Siga los pasos de sus mayores,
pueden estar atáxicos
Jennifer L. Plitt, MD y Michelle Rhodes, MD
PUNTOS CLAVE
■■ El mareo en el adulto mayor suele ser vago y multifactorial y cada vez se reconoce más
como un síndrome geriátrico.
■■ Los antecedentes y la exploración física detallados ayudan a identificar a los pacientes
de alto riesgo.
■■ Los diagnósticos más preocupantes son el síndrome coronario agudo, accidente vascular
cerebral, hemorragia intracraneal e infección.
■■ La tomografía suele tener bajo rendimiento excepto en la hemorragia intracraneal; con-
siderar una resonancia para evaluar si hay accidente vascular cerebral.
■■ Considerar los riesgos y beneficios antes de prescribir meclizina o benzodiacepinas para
vértigo periférico.
Lecturas recomendadas
Lin HW, Bhattacharyya N. Balance disorders in the elderly: Epidemiology and functional
impact. Laryngoscope. 2012;122(8):1858.
Lo AX, Harada CN. Geriatric dizziness: Evolving diagnostic and therapeutic approaches for
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Newman‐Toker DE, Kerber KA, Hsieh YH, et al. HINTS outperforms ABCD2 to screen for
stroke in acute continuous vertigo and dizziness. Acad Emerg Med. 2013;20(10):986–996.
Stam H, van der Wouden JC, van der Horst HE, et al. Impairment reduction in older dizzy people
in primary care: Study protocol for a cluster randomized controlled trial. Trials. 2015;16:313.
333
Fracturas de cadera y de compresión
vertebral
Sang Keun “Sam” Yi, DO y Paul Blackburn, DO
Con una generación de baby boomers que envejece y experimenta la fragilidad de la edad, puede
esperarse un aumento de sus visitas a la sala de urgencias. Al parecer, las caídas menores pueden
causar lesiones y morbilidad importantes. Dos de las lesiones más frecuentes son las fracturas de la
cadera y las fracturas de compresión vertebral.
Los pacientes con una fractura de la cadera pueden o no presentar dolor relevante, depen-
diendo de su estado mental de inicio, enfermedades comórbidas o una lesión que cause distrac-
ción. La obtención de antecedentes precisos y la respuesta a las maniobras de la exploración física
pueden ser problemáticos por motivos similares. Es necesario tener cuidado y evitar pasar por alto
lesiones o enfermedades no sospechadas.
La pierna afectada puede no mostrar la rotación externa y el acortamiento “clásicos”. Debe
explorarse la amplitud de movimiento de la cadera, teniendo cuidado de no exacerbar el dolor o
las fracturas potenciales. Hay que notar el estado neurovascular. Confirmar también que no haya
fracturas distales (fémur, rodilla) o proximales (pelvis, columna lumbar) a la cadera. No aplicar
tracción de forma empírica, pues puede causar o empeorar el desplazamiento.
Las placas simples de la cadera y la pelvis son las imágenes iniciales de elección habituales.
Las fracturas pélvicas pueden enmascararse como fracturas de la cadera. No deben ordenarse pro-
yecciones “de rana” si se sospecha fractura o dislocación de la cadera. Las imágenes avanzadas son
necesarias para el dolor o discapacidad si no se detecta una fractura.
La tomografía de la pelvis tiene una sensibilidad similar a la resonancia y puede ser la moda-
lidad imagenológica avanzada de elección en urgencias. La resonancia tiene mucha mayor sen-
sibilidad y especificidad que las placas simples en cuanto a detalle de la fractura y tejido blando
colindante, pero tiene desventajas: su costo, disponibilidad, mayores tiempos de estudio y posible
necesidad de sedación.
El tratamiento inicia con el reconocimiento de la lesión y el manejo del dolor, lo que en ocasio-
nes es difícil de lograr solo con narcóticos. Los estudios han mostrado que el bloqueo nervioso femoral
guiado con ultrasonido, más narcóticos, puede reducir la cantidad de medicamentos administrados y
mejorar el manejo del dolor general. En condiciones normales, los pacientes ambulatorios se ingresan
para control del dolor y manejo médico, en anticipación a la reparación de la cadera. La bibliografía
reciente demuestra que los pacientes con fractura de cadera mayores de 70 años de edad tienen una
mejor movilidad 4 meses después de la lesión cuando se atienden en una instalación geriátrica integral.
Las fracturas de compresión vertebral son frecuentes, con una incidencia de 1.5 millones/
año en Estado Unidos. Ocurren en 25% de todas las mujeres posmenopáusicas, y su prevalencia
aumenta a 40% para los 80 años de edad. La mayoría ocurre en la región toracolumbar (60 a 75%),
una zona de transición de columna torácica rígida adyacente a las vértebras lumbares móviles.
Se desarrollan relaciones análogas cuando las fracturas por compresión vertebral se “fijan” o sos-
tienen quirúrgicamente sobre vértebras “normales”. Sufrir una de estas fracturas aumenta el riesgo
de una segunda en cinco veces y dos (o más) en 12 veces.
PUNTOS CLAVE
■■ Fragilidad: cuidado con la lesión más grave por lesiones al parecer de bajo impacto.
■■ Fijación: la mejor manera de pasar por alto un diagnóstico es hacer un diagnóstico.
Cuando se encuentra una fractura, no dejar de buscar otras lesiones o trastornos.
■■ Modalidades de imágenes: considerar imágenes avanzadas (tomografía o resonancia) si
las placas simples son negativas.
■■ Tratar el dolor: reconocer y tratar el dolor de forma adecuada.
■■ Unidades especiales: cuando esté disponible, disposición del paciente a una unidad de
atención geriátrica.
Lecturas recomendadas
Alexandru D, So W. Vertebral compression fractures. Perm J. 2012;16(4):46–51.
Anders P, et al. Comprehensive geriatric care for patients with hip fractures: A prospective,
randomised, controlled trial. Lancet. 2015;385:1623–1633.
Beaudoin FL, et al. Ultrasound-guided femoral nerve blocks in elderly patients with hip
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Chou R, Qaseem A, Owens DK, et al. Diagnostic imaging for low back pain: Advice for high-
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Hakkarinen DK, et al. Magnetic resonance imaging identifies occult hip fractures missed by
64-slice computed tomography. J Emerg Med. 2012;43(2):303–307.
Kirby M, Spritzer C. Radiographic detection of hip and pelvic fractures in the emergency
department. AJR Am J Roentgenol. 2010;194(4):1054–1060.
334
Asegurarse de construir una red
de seguridad alrededor del paciente
geriátrico débil que se envía a casa
Eric M. LeFebvre, MD
una osteomielitis sacral. Si una detección sistemática para delirio usando una herramienta validada
no es parte de su valoración acostumbrada para adultos mayores, añádala. El método de valoración
breve de confusión (bCAM) está validado en urgencias. De ser positivo, asegúrese de buscar una
causa médica para el delirio.
¿Qué dice?, ¿Que la exploración es normal? Entonces no hay delirio, así que puedo enviar al
paciente a casa, ¿cierto? No, no es así; hay ciertas enfermedades que causan debilidad generalizada
que puede ser muy difícil detectar solo con los antecedentes y la exploración física. Esto hace
pensar en hiponatriemia, insuficiencia renal, anemia, isquemia de miocardio e infección uri-
naria. Un panel metabólico básico, hemoglobina, electrocardiograma (ECG) y análisis de orina
con cultivo son probablemente las pruebas mínimas necesarias. Muchos profesionales aconsejan
verificar la troponina sin importar los datos del ECG, considerando la prevalencia de presenta-
ciones atípicas del síndrome coronario agudo en adultos mayores y la baja sensibilidad del ECG
por sí solo. Considerar hormona estimulante de la tiroides, velocidad de eritrosedimentación
y calcio en cada caso individual. La interpretación de un análisis de orina de mitad de chorro
no tan limpio en pacientes de esta edad es un reto. Muchos adultos mayores tienen bacteriuria
asintomática y si el paciente no tiene signos de enfermedad sistémica, estado mental alterado,
ausencia de fiebre, hipersensibilidad suprapúbica, disuria, frecuencia o leucocitosis, puede ser
más seguro arreglar un seguimiento estrecho y esperar al cultivo urinario. El tratamiento para
las infecciones urinarias no es benigno. El delirio resultante relacionado con Clostridium difficile
o fluoroquinolonas daña a miles de pacientes al año.
Cuando los antecedentes, exploración física y pruebas auxiliares no son reveladores, es
momento de hacer dos cosas: valore al paciente y elabore un plan para un alta segura. El obje-
tivo de la evaluación de urgencias no necesariamente debe ser diagnosticar al paciente de forma
definitiva, sino más bien excluir una enfermedad peligrosa y construir una red de seguridad lo
bastante amplia para apoyarlo hasta su siguiente cita con el sistema médico. Antes del alta a la
comunidad, el paciente debe ser capaz de desplazarse, así como de someterse a una evaluación
inicial previa (asegurándose que use sus dispositivos de apoyo habituales). Los pacientes que no
pueden hacerlo tienen un mayor riesgo de regresar a urgencias de forma imprevista. Indague
sobre el apoyo del paciente y los recursos en casa. ¿Cuenta con transporte, alimentos, una forma
de ponerse en contacto con su médico y alguien que lo supervise en caso de que su estado físico
no vaya bien en las siguientes 24 a 72 h? Es posible que sea necesario ponerse creativo para con-
seguir a los pacientes la atención que necesitan, pero evitar el costo y los riesgos de seguridad
para el paciente que acompañan a una hospitalización para observación añade un verdadero valor
a la estancia en urgencias. Y una última cosa: imprima los estudios de laboratorio, copie el ECG
y escriba unas líneas en el resumen del alta para el médico de la clínica para explicar lo que usted
cree que está sucediendo. Hará que la nota “seguimiento con el médico de atención primaria en
1 a 2 días”, sea mucho más útil.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Gordon LB, Waxman MJ, Ragsdale L, et al. Overtreatment of presumed urinary tract
infection in older women presenting to the emergency department. J Am Geriatr Soc.
2013;62(5):788–792.
Gregoratos G. Clinical manifestations of acute myocardial infarction in older patients. Am J
Geriatr Cardiol. 2001;10:345–347.
Hajjar ER, Cafiero AC, Hanlon JT. Polypharmacy in elderly patients. Am J Geriatr Pharmaco-
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Han JH, Shintani A, Eden S, et al. Delirium in the emergency department: An independent
predictor of death within 6 months. Ann Emerg Med. 2010;56(3):244–252.e1.
Rowland K, Maitra AK, Richardson DA, et al. The discharge of elderly patients from an acci-
dent and emergency department: Functional changes and risk of readmission. Age Ageing.
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335
La abuela está rara: consideraciones
especiales para el estado mental
alterado en el adulto mayor
Christine R. Stehman, MD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Elie M, Rousseau F, Cole M, et al. Prevalence and detection of delirium in elderly emergency
department patients. CMAJ. 2000;163:977–981.
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336
El paciente geriátrico con traumatismo
está más enfermo de lo que parece
Rebecca Milligan, MD y Michelle Rhodes, MD
La quinta causa principal de muerte en la población geriátrica son los traumatismos, que repre-
sentan 23% de todas las hospitalizaciones por esta causa. Cuando se ajusta para la gravedad de
la lesión, los pacientes geriátricos tienen un mayor nivel de morbilidad y mortalidad a lo largo
de todos los niveles de gravedad. Las caídas son el mecanismo de lesión más frecuente y la causa
más común de lesión no intencional y muerte entre los pacientes mayores, seguida por los acci-
dentes en vehículos automotores.
Múltiples factores ponen a la población geriátrica en riesgo elevado de eventos traumáti-
cos. Las enfermedades crónicas predisponen a los pacientes a debilidad y falta de condición. Son
frecuentes las alteraciones de la vista y la inestabilidad de la marcha, lo que aumenta la suscep-
tibilidad a las caídas. Medicamentos como los antihipertensivos y los psicotrópicos se relacionan
con traumatismos. La polifarmacia se relaciona con un mayor riesgo de caídas. Muchos de estos
pacientes toman anticoagulantes, que pueden hacer que las lesiones sean más graves y dificultar
la reanimación.
Los pacientes geriátricos con traumatismos a menudo no se clasifican bien debido a que
el mecanismo de lesión parece insignificante. La morbilidad y la mortalidad mejoran cuando el
paciente geriátrico se lleva de inmediato a un centro de traumatismos de alto nivel para su atención.
Los pacientes geriátricos pueden informar menos dolor para una misma lesión que pacientes más
jóvenes, lo que resulta falsamente tranquilizante.
La identificación de una causa subyacente para el traumatismo del paciente es esencial. ¿La
caída que ocurrió con pérdida de la consciencia es en verdad síncope? ¿Fue el choque de un solo
vehículo causado por un episodio de arritmia o una convulsión? Incluso las caídas aparentemente
sencillas pueden anunciar un traumatismo futuro y morbilidad. Los esfuerzos para prevenir epi-
sodios posteriores, como las evaluaciones de seguridad en el hogar, deben considerarse seriamente.
Los principios de apoyo vital avanzado para traumatismos se aplican al tratamiento de los
pacientes geriátricos, aunque con un enfoque especial en lesiones ocultas y un umbral más bajo
para referencia y activación en un centro de traumatismos. Vía respiratoria, respiración, circu-
lación, discapacidad y exposición/ambiente tienen cada uno consideraciones específicas en
geriatría para el adulto mayor.
A nivel anatómico, la vía respiratoria geriátrica puede ser difícil de manejar. Los pacientes
desdentados son difíciles de ventilar con una bolsa-válvula-mascarilla. Si está presente, dejar la den-
tadura colocada para este tipo de ventilación. Durante la intubación endotraqueal, estar preparado
para la posibilidad de una abertura limitada de la boca y menor movilidad del cuello. Utilizar un
videolaringoscopio para la intubación a menudo es el abordaje más seguro en estos pacientes.
La respiración y la ventilación requieren atención cuidadosa. Las enfermedades comór-
bidas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), lo mismo que el proceso de
envejecimiento, disminuyen la reserva. Al intubar, tener presente la preoxigenación, la oxigena-
ción apneica y estar preparados para una caída más precipitosa del oxígeno de pulso. Los adultos
mayores son particularmente susceptibles a las fracturas costales y a las contusiones pulmonares
con mayor morbilidad y mortalidad derivadas de lesiones similares sostenidas en adultos más
jóvenes. Puede ocurrir insuficiencia respiratoria que requiere ventilación mecánica en el adulto
mayor, en tanto que una persona de 20 años con la misma lesión puede ser candidata para el alta.
Considerar seriamente la hospitalización para tres o más fracturas costales.
Los parámetros hemodinámicos estándar son inadecuados para determinar inestabilidad
en estos pacientes. La presión arterial aumenta con la edad y los parámetros normales para un
adulto probablemente representen hipotensión relativa en el paciente geriátrico. Se ha obser-
vado una mayor mortalidad entre pacientes geriátricos con traumatismo, una frecuencia cardiaca
> 90 y una presión sistólica < 110 mm Hg. Las etapas tempranas del choque pueden estar
enmascaradas por la ausencia de taquicardia secundaria a medicamentos como los betabloquea-
dores. No postergar la reanimación con líquidos o sangre debido a preocupaciones infundadas de
insuficiencia cardiaca y sobrecarga de líquidos. Muchos adultos mayores tienen agotamiento de
volumen debido a reducción del mecanismo de la sed y consumo de diuréticos. La incapacidad
para reconocer el compromiso circulatorio y tratar de forma intensiva aumenta la mortalidad.
El cerebro normalmente pierde volumen a través del proceso de envejecimiento, lo que
permite un mayor movimiento del cerebro en respuesta a la movilidad y, por lo tanto, se puede
acumular más sangre en y alrededor del cerebro antes de que el paciente presente síntomas.
Deben usarse tomografías computarizadas de cráneo con libertad en el paciente geriátrico. Los
pacientes mayores pueden tener lesiones intracraneales importantes a pesar de haberse regis-
trado mecanismos menores, con un estado mental y exploración neurológica normales. Tanto las
reglas de tomografía computarizada de cráneo canadienses como NEXUS II sugieren imágenes
si la edad es de 65 años o más. De forma similar, incluso las caídas de una baja altura pueden cau-
sar lesiones graves en la columna cervical con índices del doble que en poblaciones más jóvenes.
Tener cuidado al usar reglas de columna cervical para justificar no obtener imágenes. Los crite-
rios NEXUS se han validado en una cohorte de pacientes geriátricos con una sensibilidad ade-
cuada; sin embargo, las reglas de columna cervical canadienses consideran una edad ≥ 65 años
un factor de riesgo elevado que requiere estudios con imágenes.
Poner atención cuidadosa a la exposición ambiental y al mismo ambiente. Los desgarros y
abrasiones en la piel son causados por traumatismos pequeños y tienen un mayor riesgo de infec-
ción. Los adultos mayores también son más susceptibles a hipotermia en una habitación abierta
y fría. Debe evitarse la hipotermia yatrógena con mantas y líquidos tibios.
Es fundamental realizar un buen interrogatorio secundario. Las lesiones ortopédicas son
frecuentes en esta población; las fracturas pélvicas y femorales tienen una mayor incidencia de
morbilidad y mortalidad. Las radiografías pueden pasar por alto las fracturas ocultas y debe soli-
citarse tomografía o resonancia para evaluar si hay lesiones en caso de que el paciente continúe
con dolor a pesar de tener radiografías negativas. Al igual que con pacientes más jóvenes, la explo-
ración eFAST es útil para hemopericardio, hemoperitoneo y neumotórax.
Aunque los pacientes geriátricos con traumatismos tienen una mayor morbilidad y morta-
lidad para una lesión determinada, si se reconoce la lesión de forma temprana, se evita la clasifi-
cación de menor gravedad y se proporciona un manejo y tratamiento intensivos, muchos pueden
volver al estado funcional previo a la lesión.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American College of Surgeons, Committee on Trauma. ATLS, Advanced Trauma Life Support
for Doctors: Student Course Manual. Chicago, IL: American College of Surgeons, 2012.
Bonne S, Schuerer DJ. Trauma in the older adult: Epidemiology and evolving geriatric trauma
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ology, outcomes, and future implications. J Am Geriatr Soc. 2006;54:1590–1595.
337
En el paciente geriátrico,
una exploración física normal
no excluye infecciones
Danya Khoujah, MBBS, FAAEM
Existen ciertas características físicas en los pacientes en la sala de urgencias que de inmediato
hacen pensar en “infección”; la fiebre es la principal. Algunas otras son taquipnea, taquicardia
y síntomas localizados, como estertores en el paciente con neumonía o hipersensibilidad abdo-
minal en un paciente con colecistitis. ¡Es un error que resulta dañino depender solo de estas
características en el paciente geriátrico!
Los pacientes geriátricos tienden a presentarse de forma atípica cuando hay infección. Las
molestias de presentación más frecuentes en pacientes con infección demostrada incluyen sín-
tomas como estado mental alterado, disminución del estado funcional, fallo de medro, anorexia,
vómito, caídas frecuentes o “debilidad generalizada”.
La fiebre en adultos mayores es un dato muy específico y es causada por infecciones el 90%
de las veces, siendo la infección bacteriana la causa dominante y los virus < 5%. Una tempera-
tura > 37.8 °C en el adulto mayor se relaciona con marcadores de enfermedad grave en más del
75% de las ocasiones, con cultivos sanguíneos positivos o la muerte en el lapso de 1 mes.
La ausencia de fiebre no excluye una causa infecciosa para la presentación del paciente
mayor. En urgencias, menos del 20% de los adultos mayores con bacteriemia demostrada informa
fiebre antes de la presentación y hasta 30% no tiene fiebre documentada en absoluto. Esto proba-
blemente se deba a la menor temperatura de referencia, además de una respuesta febril embotada
entre adultos mayores. Se ha propuesto que la temperatura de referencia disminuye en 0.15 °C
por década, lo que lleva a los expertos a sugerir que se redefina la fiebre en este grupo de edad.
Varios estudios han buscado investigar un menor umbral de fiebre para el paciente geriátrico;
un estudio de Castle y cols. mostró que reducir el umbral de “fiebre” de 38.3 °C por vía oral
a 37.2 °C aumenta la sensibilidad para detectar infecciones en la población geriátrica de 40 a
83%, al tiempo que se mantiene una especificidad del 89%. Cabe notar que la forma más precisa
de diagnosticar fiebre es identificarla como un incremento de la temperatura de referencia de
1.3 °C si se cuenta con una temperatura de referencia, como el caso de pacientes que habitan en
asilos. Además, los pacientes geriátricos tienen mayores posibilidades de encontrarse hipotér-
micos, lo que es un signo de mal pronóstico ya que predice mortalidad en presencia de sepsis.
La taquicardia puede estar embotada en los adultos mayores, ya sea debido a los medica-
mentos que están tomando, como betabloqueadores, o simplemente por su menor capacidad de
generar una elevación de catecolaminas en respuesta al estrés.
Un dato sensible en la exploración física para una infección en adultos mayores es la pre-
sencia de taquipnea, en especial con neumonía. Sin embargo, algunos estudios han cuestionado
la confiabilidad para la clasificación de los signos vitales o los monitores electrónicos en el cálculo
de una frecuencia respiratoria precisa.
Al tratar de identificar la fuente de una infección, el médico tiende a enfocar sus estudios
en los signos o síntomas que apuntan a un sistema orgánico específico. En los adultos mayo-
res, esto no es ni sensible ni específico. Por ejemplo, 20% de los pacientes con pielonefritis se
presenta con síntomas respiratorios o gastrointestinales. La tos solo se presenta en 50% de los
adultos mayores con neumonía. La hipersensibilidad abdominal no necesariamente está presente
en pacientes con patología intraabdominal. De un 25 a un 33% de los pacientes geriátricos con
colecistitis, apendicitis y diverticulitis se presenta a la sala de urgencias sin ninguna hipersensibi-
lidad abdominal a la exploración. También puede ocurrir perforación sin dolor o fiebre. Además,
un tercio de los pacientes geriátricos de urgencias con bacteriemia no tiene una fuente local
identificada de infección. Dicho lo anterior, es necesario realizar una exploración física detallada,
buscando lesiones cutáneas (en especial úlceras por decúbito), afección del oído (como otitis
externa) y complicaciones de tejidos blandos relacionadas con prótesis.
En conclusión, esté atento a signos sutiles de infección en adultos mayores ¡y no se deje
engañar por una exploración “normal”!
PUNTOS CLAVE
■■ Hay que tener una sospecha clínica elevada para infecciones en adultos mayores, ya que
su presentación es atípica.
■■ La fiebre no es sensible para infecciones en pacientes geriátricos.
■■ Para redefinir la fiebre en el adulto mayor se considera una temperatura oral por arriba
de 37.2 °C como línea de corte para fiebre.
■■ Calcular la frecuencia respiratoria personalmente para identificar a pacientes geriátricos
con taquipnea, y por lo tanto una posible infección.
■■ La falta de hipersensibilidad abdominal no excluye una patología intraabdominal (o
incluso perforación) en pacientes mayores.
Lecturas recomendadas
Caterino JM. Evaluation and management of geriatric infections in the emergency depart-
ment. Emerg Med Clin North Am. 2008;26:319–343.
Khoujah D, Shen CS. Systemic infections in elderly patients. Critical Decisions in Emergency
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Marco CA, Schoenfeld CN, Hansen KN, et al. Fever in geriatric emergency patients: Clinical
features associated with serious illness. Ann Emerg Med. 1995;26:18–20.
Niederman MS, Ahmed QAA. Community-acquired pneumonia in elderly patients. Clin
Geriatr Med. 2009;19:101–120.
Roghmann MC, Warner J, Mackowiak PA. The relationship between age and fever magnitude.
Am J Med Sci. 2001;322:68–70.
338
Respetar a los mayores:
definir, detectar e informar
el abuso en el adulto mayor
Patricia Bayless, MD
El abuso en adultos mayores es un tema difícil pero importante, ya que la población geriátrica
aumenta en todo el mundo. De acuerdo con el censo de 2010, 14% de los estadounidenses tenía
65 años de edad o más y se espera que esta proporción aumente a medida que los baby boomers
envejecen. Una de las categorías demográficas de crecimiento más acelerado fueron los adultos
mayores de 85 años de edad. La mayoría de estos adultos también informó discapacidad que afec-
taba sus actividades cotidianas. La definición y el reconocimiento de abuso en adultos mayores
han sido difíciles para los profesionales de atención a la salud y de otras áreas. De acuerdo con
el National Center on Elder Abuse, solo se informó 1 en 14 casos a las autoridades apropiadas
debido a falta de reconocimiento. ¿Cómo puede mejorar el reconocimiento y entendimiento de
las complejidades del abuso en adultos mayores?
Se han identificado varios tipos de abuso, lo que incluye maltrato psicológico o emocional,
abuso físico, abuso sexual, negligencia o abandono, explotación financiera y autonegligencia. Los
signos de negligencia pueden ser mucho más sutiles que los hematomas o las fracturas. La mejor
definición única de abuso en adultos mayores ha sido aceptada por la Organización Mundial de
la Salud como sigue:
“El abuso es un acto único o repetido, o la falta de una acción apropiada, que tiene lugar
en cualquier relación en que existe una expectativa de confianza que causa daño o angustia a una
persona mayor.”
Los cuidadores que cometen abuso son muy probablemente familiares o amigos. En oca-
siones, el abuso es la continuación de relaciones disfuncionales prolongadas o se desarrolla como
una respuesta a cambios en la situación familiar como resultado de la creciente fragilidad del
paciente y la necesidad de ayuda. Los perfiles en casos de abuso de personas mayoras muestran
que muchos de estos cuidadores abusivos perciben que el paciente geriátrico requiere mayor
carga subjetiva de atención, que incluye actividades cotidianas, apoyo financiero y atención
médica. La mayoría de las encuestas en las investigaciones son completadas por adultos mayo-
res con una buena cognición mental. Ha sido mucho más difícil valorar en adultos con demencia,
con lo que se subestima la verdadera incidencia del crimen. Los pacientes con demencia, en
especial aquellos que se encuentran agitados o son físicamente agresivos, están en mayor riesgo
de abuso. Los pacientes en asilos y otras instituciones de atención a la salud, lo que incluye hos-
pitales, no son inmunes al abuso geriátrico, aunque la mayoría de esto ocurre en el hogar.
Aunque como profesionales de la salud, y nuestros colegas en servicio social, nos conside-
ramos capacitados para detectar abuso geriátrico, los estudios muestran lo contrario. Hay menos
probabilidades de preguntar sistemáticamente a los pacientes geriátricos sobre un posible abuso
y cuestionar a los cuidadores sobre el uso de restricción excesiva para un paciente con demencia.
Existen herramientas para mejorar la detección del abuso geriátrico. El índice de sospecha de
abuso geriátrico (EASI, por sus siglas en inglés) es una de las herramientas más sencillas y claras.
La mayoría de los protocolos de clasificación en urgencias incorpora preguntas para valorar la
seguridad del paciente, como: “¿Lo han lastimado, amenazado o atemorizado?” Esto puede pro-
porcionar la oportunidad de solicitar una detección adicional o referencia con servicios sociales
para detectar abuso geriátrico como se hace en casos de violencia interpersonal. Esta interven-
ción no se ha estudiado.
Las leyes federales en Estados Unidos permiten que los estados interpreten cómo debe
informarse y manejarse el abuso geriátrico. Casi todos los estados tienen requerimientos para in-
formar a las fuerzas de la ley o a entidades como los servicios de protección para los adultos.
Existen requisitos federales para presentar reportes en asilos y otras instituciones de atención
a la salud. La mayoría de los estados también incluye indemnizaciones para los informes que
presentan de buena fe las personas interesadas y profesionales de atención a la salud o de otras
áreas, como trabajadores sociales. Entre mayor educación exista, más probabilidades habrá de
identificar e informar. Las penalizaciones por no informar también varían de un estado a otro.
En Estados Unidos existen guías en línea sobre los recursos de cada estado, que incluyen leyes,
agencias y estadísticas para abuso geriátrico.
La autonegligencia es una forma frecuente de abuso geriátrico identificado en urgencias,
en especial entre quienes se encuentran en situaciones de aislamiento. Las agencias de salud en
el hogar son un recurso que puede proporcionar evaluaciones domiciliarias y fomentar que el
paciente acepte recursos que lo ayuden a mantener su bienestar. También es útil proporcionar
apoyo de salud conductual y evaluación de salud mental para la capacidad y competencia.
Una de las principales barreras en el manejo del abuso geriátrico es que un adulto cogniti-
vamente intacto reconozca y acepte el abuso, pues puede declinar cualquier intervención. Esto es
marcadamente distinto cuando se compara con un niño en riesgo que puede retirarse del hogar
sin su consentimiento; es más parecido a las situaciones que se encuentran en la violencia inter-
personal. Quienes reciben la atención pueden resistirse a dejar una situación peligrosa por miedo
a las repercusiones en su hogar o relaciones, pérdida de un ambiente familiar o falta de recursos
financieros. Los profesionales de la salud a veces se resisten a informar de la situación por falta
de conocimiento de los signos de abuso, de conocimiento sobre los requisitos para presentar el
informe, miedo a las represalias del cuidador, evitación de posibles procedimientos legales e
incluso a veces empatía por el cuidador que tiene la difícil tarea de proporcionar los cuidados.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bond MC, Butler KH. Elder abuse and neglect: Definitions, epidemiology, and approaches to
emergency department screening. Clin Geriatr Med. 2013;29(1):257–273.
Burnett J, Dyer CB, Halphen JM, et al. Four subtypes of self-neglect in older adults: Results
of a latent class analysis. J Am Geriatr Soc. 2014;62(6):1127–1132.
Cooper C, Selwood A, Livingston G. Knowledge, detection, and reporting of abuse by health
and social care professionals: A systematic review. Am J Geriatr Psychiatry. 2009;17:
826–838.
Levine JM. Elder neglect and abuse: A primer for primary care physicians. Geriatrics 2003;
58:37–40.
Wiglesworth A, Mosqueda L, Mulnard R, et al. Screening for abuse and neglect of people with
dementia. J Am Geriatr Soc. 2010;58(3):493–500.
Yaffe MJ. Detection and reporting of elder abuse. Fam Med. 2010;42(2):83.
339
Cómo no sobremedicar
al paciente geriátrico: analgésicos
y sedación para procedimientos
en el adulto mayor
Lisa C. Goldberg, MD y Michelle Rhodes, MD
Los adultos mayores suelen visitar la sala de urgencias porque sufren dolor agudo. En muchas
salas de urgencias, los adultos mayores tienen menos probabilidades de recibir analgésicos apropia-
dos cuando se comparan con adultos más jóvenes. Esto se explica en parte por el miedo al mayor
riesgo de efectos adversos a los analgésicos que se aprecia en los adultos mayores. Se deriva un ries-
go adicional de los cambios relacionados con la edad en el hábito corporal que afecta la distribución
del fármaco, polifarmacia con interacción fármaco-fármaco, declinación relacionada con la edad de
la enzima P450 y cambios en la depuración renal y hepática. Hay un equilibrio delicado entre no
conseguir controlar el dolor de los pacientes de edad avanzada y sobremedicarlos.
El objetivo del manejo del dolor en el paciente geriátrico es valorar la intensidad del dolor,
elegir una analgesia específica para el paciente y reducir el dolor de forma eficaz. La documenta-
ción de las escalas de dolor mejora los resultados; la escala de clasificación numérica verbal es la
que se emplea más a menudo. El dolor debe valorarse en el lapso de 1 h de llegar a urgencias, antes
y después del tratamiento, volverse a valorar si el paciente sigue en urgencias > 6 h y hacer una
valoración final antes del alta. También es importante valorar al paciente mayor con impedimentos
cognitivos en busca de dolor. Hay varias puntuaciones que pueden usarse, pero simplemente pue-
den buscarse expresiones de dolor, gesticulación, retirada o gemidos. Los familiares y cuidadores a
menudo están conscientes de los signos de dolor y puede preguntárseles también.
La American Geriatric Society (AGS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) reco-
miendan el uso de fármacos no opioides para el dolor leve (0 a 3/10). El paracetamol tiene un
buen perfil de seguridad, pero está limitado a 4 g por día y no es una opción apropiada para
pacientes con problemas hepáticos. Si bien son eficaces, los AINE son problemáticos en los adul-
tos mayores con insuficiencia renal, gastropatía, insuficiencia cardiaca, enfermedad cardiaca o
factores de riesgo para cardiopatía. Además, los AINE tienen múltiples interacciones farmaco-
lógicas importantes. Antes de prescribir AINE, el adulto mayor debe revisarse para determinar
si hay contraindicaciones y las dosis deben ser las más reducidas posibles para eficacia y por el
periodo más breve posible.
Para el dolor moderado a grave y en ausencia de contraindicaciones, los medicamentos
opioides son lo indicado. Un adagio clave en geriatría: “comienza bajo y avanza lento” es muy
cierto en este caso. Hay que empezar con dosis 25 a 50% más bajas que la dosis típica en adultos,
con revaloraciones frecuentes para mantener la seguridad del paciente mayor.
Los opioides orales suelen usarse para dolor moderado (4 a 6/10). La hidrocodona es una
buena opción, aunque limitada en dosis por su combinación con AINE o paracetamol en Estados
Unidos. También puede usarse morfina oral, aunque con precaución en la insuficiencia renal. Si
va a enviar al paciente a casa con opioides orales, hay que añadir un esquema intestinal para evitar
una visita de regreso por estreñimiento o incluso para corregir una impacción.
Para el dolor intenso (7 a 10/10) o en quienes no pueden tolerar los medicamentos orales,
se requieren opioides. La hidromorfona y la morfina son grandes opciones, pero deben adminis-
trarse con cautela en caso de disfunción hepática. También puede usarse fentanilo, aunque su vida
media breve requiere repetir las dosis con frecuencia. Los opioides que deben evitarse en pacientes
geriátricos muy mayores incluyen meperidina y codeína. La codeína tiene un metabolismo variable
que hace impredecibles sus efectos y meperidina tiene metabolitos cardiotóxicos y neurotóxicos.
La anestesia regional en forma de bloqueos nerviosos usando bloqueadores de los canales
de sodio de acción más prolongada es una excelente opción para el paciente geriátrico. Pueden
aplicarse bloqueos nerviosos para la reducción de una fractura o dislocación, drenaje del absceso
y manejo del dolor en espera de fijación quirúrgica. Particularmente para las fracturas de la
cadera y el cuello femoral, reducen la necesidad de opioides parenterales y han mostrado que
pueden usarse con seguridad y eficacia en urgencias para pacientes geriátricos con y sin guía
ultrasonográfica.
La guía ultrasonográfica para los bloqueos de nervios femorales mejora la precisión y
reduce la cantidad de anestesia local necesaria. Los médicos de urgencias pueden dominar este
procedimiento sin mucho problema.
La sedación para los procedimientos en pacientes geriátricos requiere cuidados por moti-
vos similares a los del manejo del dolor, pero puede hacerse con seguridad. El medicamento
de elección debe basarse en el procedimiento y las comorbilidades del paciente. A menudo se
elige propofol debido a la facilidad para ajustarlo, con un efecto y recuperación rápidos. Los
adultos mayores requieren cerca de la mitad de la dosis habitual. Se ha usado ketamina con éxito
en pacientes geriátricos. Hay que asegurarse de considerar si el posible aumento de la presión
arterial y la frecuencia cardiaca sería deletéreo para el paciente. También puede administrarse
etomidato con seguridad y una recuperación rápida, siempre y cuando no haya objeción al mio-
clono durante el procedimiento. Para muchos médicos de urgencias, midazolam, por lo general
en combinación con fentanilo, es la única opción para sedación; sin embargo, el mayor tiempo de
recuperación y el riesgo de delirio es menos que ideal para adultos mayores.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Hwang U. The quality of emergency department pain care for older adult patients. J Am
Geriatr Soc. 2010;58(11):2122–2128.
Hwang U, Platts-Mills TF. Acute pain management in older adults in the emergency depart-
ment. Clin Geriatr Med. 2013;29(1):151–164.
Ritcey B, Pageau P, Woo MY, et al. Regional nerve blocks for hip and femoral neck fractures in
the emergency department: A systematic review. Can J Emerg Med. 2015;2:1–11.
Weaver CS, et al. ED procedural sedation of elderly patients: Is it safe? Am J Emerg Med.
2011;29(5):541–544.
340
Las consecuencias del botiquín
repleto del abuelo
Ryan Gallagher, MD y Stephen Thornton, MD
Considere por un momento al paciente geriátrico típico: toma aspirina y clopidogrel para sus
arterias coronarias con endoprótesis; metformina y múltiples insulinas para sus problemas en el
control de la diabetes; alguna combinación de amlodipina, carvedilol, furosemida e hidrocloro-
tiacida para la hipertensión (dependiendo de qué recuerda tomar en un día determinado); napro-
xeno para su artritis, pero en ocasiones altera su estómago, por lo que toma prometazina para la
náusea y un poco de oxicodona/paracetamol para el dolor; y está tomando también otros medi-
camentos, pero la familia olvidó ponerlos en la bolsa (y de todos modos no están muy seguros
de cuáles son) antes de llevarlo a urgencias porque no tenía buen aspecto después de marearse,
caerse y golpearse la cabeza.
Las complicaciones de la polifarmacia son de gran preocupación para los pacientes geriátri-
cos en la sala de urgencias. Esto se debe a una combinación de uso inapropiado de medicamentos
de alto riesgo, efectos farmacológicos adversos y barreras a tomar medicamentos según se prescri-
ben. El riesgo está directamente relacionado con el número de medicamentos previos y aumenta
cuando se añaden fármacos adicionales al esquema. Los estimados sugieren que 20% de los bene-
ficiarios de Medicare en Estados Unidos tiene cinco o más trastornos crónicos y la mitad toma
cinco o más medicamentos. Muchos fármacos se acompañan de riesgos inherentes que aumentan
en el adulto mayor e incluso son causa de mayor preocupación cuando se consideran las interac-
ciones potenciales con otras prescripciones. Los pacientes de mayor edad también tienen más
probabilidades de no contar con la capacidad de cumplir con un esquema farmacológico por
diversos motivos, que incluyen la falta de apoyo social y una elevada prevalencia de demencia.
Siempre que sea posible, deben identificarse los medicamentos de alto riesgo y evitarse. La
adición de cualquier nuevo medicamento debe considerarse con cuidado y hacerse con cautela.
Es especialmente importante asegurarse que no se añadan medicamentos para tratar los efectos
adversos de los fármacos preexistentes, lo que suele llamarse la cascada de la prescripción. Se
calcula que ocurren cerca de 100 000 hospitalizaciones al año para atender los efectos farmacoló-
gicos adversos en pacientes mayores de 65 años de edad, sobre todo debido a una sobredosis no
intencional; los fármacos involucrados más a menudo son warfarina, insulina, antiplaquetarios
orales e hipoglucemiantes orales.
También debe hacerse el mejor esfuerzo por no administrar medicamentos de alto riesgo.
Un estudio retrospectivo mostró que a 16.8% de los pacientes geriátricos dados de alta de urgen-
cias se le prescribe uno o más medicamentos potencialmente inapropiados. Las clases generales
de fármacos que son motivo de preocupación comprenden opioides, antihistamínicos, antiin-
flamatorios no esteroides (AINE), antidepresivos, antiepilépticos, antipsicóticos y antibióticos.
De estos, los principales causantes incluyen prometazina, ketorolaco, propoxifeno, meperidina
y difenhidramina.
La función del profesional de urgencias en el manejo de los fármacos crónicos es causa de
controversia y no está bien definida. Las alteraciones significativas a los esquemas farmacológicos
crónicos en urgencias deben hacerse solo en consulta con el médico de atención primara o farma-
ceuta. Cuando se evalúa la lista de medicamentos del paciente geriátrico, es importante conside-
rar la indicación para cualquier medicamento preexistente. Los estudios han sugerido que hasta
60% de los pacientes geriátricos está tomando medicamentos con indicaciones inapropiadas o
ausentes. Sin importar que se haga o no algún cambio en urgencias, es importante asegurar que
los pacientes que son dados de alta tengan un plan establecido para el seguimiento con el médico
de atención primaria para evaluar sus medicamentos.
El riesgo inherente de la polifarmacia se complica aún más en pacientes geriátricos por el
hecho de que a menudo son menos capaces de cumplir con esquemas de prescripción complejos.
Esto aumenta el riesgo de efectos adversos debido a un uso inapropiado de los medicamentos. Es
sobre todo causa de preocupación con fármacos que tienen un estrecho índice terapéutico, como
warfarina, digoxina y fenitoína. Así, es importante no solo considerar el efecto adverso de cual-
quier medicamento añadido, sino también si el paciente o su cuidador será capaz de administrar
el medicamento de forma apropiada. La educación del paciente y su cuidador es fundamental
para asegurar la mejor oportunidad de que se siga el esquema farmacológico. También debe
considerarse el seguimiento y la comunicación con el médico de atención primaria, ya que será el
responsable de cualquier cambio futuro al esquema de medicamentos.
En resumen, el paciente geriátrico está en riesgo elevado de presentar complicaciones por
polifarmacia debido a medicamentos que ya se han prescrito, los efectos adversos de medicamen-
tos de uso frecuente en urgencias y los desafíos de seguir todas las indicaciones de la prescrip-
ción. En esta población en riesgo, los riesgos y beneficios de cualquier medicamento adicional
deben considerarse con cuidado. Los efectos farmacológicos adversos, la necesidad médica y la
probabilidad de una administración y un seguimiento apropiados deben ponerse en duda antes
de prescribir cualquier nuevo medicamento.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Budnitz DS, Lovegrove MC, Shehab N, et al. Emergency hospitalizations for adverse drug
events in older Americans. N Engl J Med. 2011;365:2002–2012.
Mallet L, Spinewine A, Huang A. The challenge of managing drug interactions in elderly
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Meurer WJ, Potti TA, Kerber KA, et al. Potentially inappropriate medication utilization in
the emergency department visits by older adults: Analysis from a nationally representative
sample. Acad Emerg Med. 2010;17:231–237.
Tinetti ME, Bogardus ST Jr, Agostini JV. Potential pitfalls of disease-specific guidelines for
patients with multiple conditions. N Engl J Med. 2004;351:2870–2874.
341
Comunicarse y entender
al paciente mayor
Collyn T. Murray, MD y Kevin Biese, MD, MAT
Hay una gran cantidad de adultos mayores que buscan atención médica en las salas de urgencias
(~19.6 millones) y los CDC estiman que se duplicará la población geriátrica en los siguientes 25
años. Los profesionales deben poder comunicarse de manera eficaz con los adultos mayores para
cuidar bien de ellos. Si bien la naturaleza agitada de urgencias puede limitar las interacciones
entre pacientes y médicos, acercarse a los adultos mayores con un marco de referencia de comu-
nicación establecido mejorará la atención que proporcione.
Calidad de la comunicación y consideraciones
especiales
La preparación es fundamental para la valoración exitosa de los adultos mayores. Se recomienda
iniciar la entrevista cuando se tenga un periodo sin interrupciones. Aunque los adultos mayores
pueden requerir más tiempo para la entrevista, pasar un tiempo adicional discutiendo sus sín-
tomas actuales, las experiencias previas con el sistema de atención a la salud y sus objetivos de
atención puede a la larga ayudar a enfocar el curso de tratamiento. Si hay tiempo y el paciente se
encuentra estable, revisar los registros médicos recientes, ya que a menudo dan un contexto para
la visita actual a urgencias. Hay que asegurarse que el paciente tenga sus auxiliares auditivos o
sus lentes. Considerar proporcionarle lentes para leer y auxiliares auditivos de bolsillo al paciente
mayor en urgencias. Es importante tomar en cuenta la frecuencia de la voz. Las voces con un
tono más bajo son más fáciles de escuchar. Hable con claridad y cuide que el paciente pueda ver
su boca para dar múltiples oportunidades de comprensión. Esto es particularmente importante
antes de completar las valoraciones cognitivas. Por último, tome asiento. Se ha demostrado que
los pacientes creen que los médicos pasan más tiempo con ellos cuando están sentados.
Los médicos también deben recordar que no todos los adultos mayores son iguales. Hay
muchos adultos mayores vivaces, así como hay otros que demuestran una declinación cognitiva;
hacer por conocer al paciente ayuda a identificar las necesidades de atención. La presentación de
los síntomas también puede variar. Los cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento,
múltiples comorbilidades y polifarmacia pueden llevar a desviaciones de la patología según la
presentan los libros de texto. Se requieren un alto índice de sospecha y una exploración física y
antecedentes detallados para identificar una enfermedad aguda.
Valoración cognitiva
Conocer el estado mental de referencia del paciente y realizarle valoraciones cognitivas son com-
ponentes fundamentales de cada entrevista con adultos mayores. Es peligroso asumir que los
retrasos en la función cognitiva, la respuesta limitada o la confusión son el estado “normal” del
paciente. Si una persona se presenta con características de estado mental alterado, se requiere
una investigación más detallada. Hay que contactar a los familiares o cuidadores del paciente si
este se presenta por sí solo. Durante el interrogatorio, hay que determinar la capacidad mental
del paciente, el estado de orientación y cualquier cambio agudo que se haya notado en fechas
recientes.
También son importantes los últimos estados mentales conocidos normales y de referen-
cia, sobre todo en términos de atención para un accidente vascular cerebral y evolución de la
enfermedad. Se han diseñado diversas herramientas para una valoración rápida y precisa del
estado mental y para diferenciar delirio (caracterizado por una falta aguda de atención) y demen-
cia (pérdida crónica de la memoria). Los autores recomiendan el método de valoración breve de
confusión (bCAM) para valorar el delirio. Esta herramienta clínica es una adaptación del método
de valoración de confusión-escala de cuidados intensivos que valora el delirio por medio de un
interrogatorio dirigido a identificar un estado mental alterado/fluctuante, nivel de consciencia
alterado (agitación) y pensamiento desorganizado como indicadores de delirio. Si bien las carac-
terísticas de demencia tardan en desarrollarse, el delirio apunta a un proceso médico agudo que
requiere mayor investigación y tratamiento. Para valorar la pérdida de memoria y posible demen-
cia, se recomienda el Mini-Cog, que es una valoración breve que incluye recordar tres palabras y
una prueba de dibujo de reloj. Se determina que el paciente tiene síntomas de afección cognitiva
si no puede recordar ninguna de las palabras mencionadas. Si los resultados son indeterminados
(p. ej., recuerda una o dos palabras), se le pide que dibuje un reloj. Los errores al dibujar el reloj
se clasifican como indicadores de demencia. Esta medida se ha validado en diferentes ambientes
y se correlaciona con los resultados de valoraciones más profundas.
Defensa del paciente
Más allá de los diagnósticos, una de las responsabilidades más importantes para el médico es la
defensa del paciente. La población geriátrica está en riesgo de tener y padecer por interacciones
frecuentes con el sistema de atención a la salud, de limitaciones en su cuidado personal y de
restricciones financieras. Servir como una voz para el paciente puede mejorar la calidad de cada
interacción. Hay que involucrar a la familia del paciente o a quien tenga poder notarial en su
atención. Debe hablarse con el paciente de forma directa y esforzarse por diferenciar sus deseos
de los de sus cuidadores, ya que se estima que solo hay un 60% de acuerdo entre las partes en
casos que involucran una afección física o cognitiva intensa. Las discusiones deben considerar
los objetivos de atención, que incluyen los estudios deseados, las intervenciones y la notificación
de los resultados. Cuando sea posible, hay que discutir o preparar discusiones futuras sobre
directrices avanzadas, testamentos en vida y directivas para no reanimar/no intubar más allá
de la breve plática sobre reanimación cardiopulmonar que tiene lugar en caso de enfermedad
aguda. Al hacerlo, pueden evitarse pruebas y hospitalizaciones innecesarias, lo que a la larga
mejora la calidad de vida. Las asistentes sociales son invaluables para saber con qué recursos se
cuenta en la comunidad. Los profesionales deben aprovechar también el apoyo de los equipos
de transición y de los avances en la tecnología que permiten un seguimiento estrecho después de
las visitas a urgencias.
El envejecimiento actual de la población está llevando la atención geriátrica a un primer
plano en las discusiones sobre atención a la salud. Aunque existen varios factores que pueden
complicar la valoración de la población geriátrica, tener en mente las consideraciones antes men-
cionadas y las herramientas de valoración cognitiva permite proporcionar una mejor atención, y
más apropiada, en y más allá de la sala de urgencias.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Borson S, Scanlan JM, Chen P, et al. The Mini-Cog as a screen for dementia: Validation in a
population-based sample. J Am Geriatr Soc. 2003;51:1451–1454.
Centers for Disease Control and Prevention. The State of Aging and Health in America 2013.
Atlanta, GA: Centers for Disease Control and Prevention, U.S. Department of Health and
Human Services, 2013.
Fried TR, Bradley EH, Towle VR. Valuing the outcomes of treatment: Do patients and their
caregivers agree. Arch Intern Med. 2003;163(17):2073–2078.
Han JH, Wilson A, Vasilevskis EE, et al. Diagnosing delirium in older emergency depart-
ment patients: Validity and reliability of the delirium triage screen and the brief confusion
assessment method. Ann Emerg Med. 2013;62(5):457–465.
342
Suturas profundas: ¿cuándo,
por qué y por qué no?
Hollynn Larrabee, MD y R. Alissa Mussell, MD
Al cerrar una herida de primera intención, los objetivos del manejo incluyen obtener un cierre
funcional con fuerza óptima de la herida al tiempo que se mantiene un bajo riesgo de infección
y se minimiza la formación eventual de cicatrices. Múltiples factores afectan el abordaje del
médico al manejo de la herida: la ubicación, longitud y profundidad de la herida; el tipo de tejido
afectado; la tensión a lo largo del tejido; el nivel de contaminación de la herida; y el tiempo trans-
currido desde que ocurrió la lesión. El cierre ideal de una herida incluye lograr aposición de los
bordes al tiempo que se minimiza la tensión y se evita la inversión o espacio muerto.
Las dos técnicas empleadas para el cierre primario de heridas en el ámbito de urgencias
son las suturas percutáneas (piel) y dérmicas (profundas). Las suturas percutáneas pasan por las
capas epidérmica y dérmica de la piel; las suturas dérmicas pasan por la dermis sin siquiera pene-
trar la epidermis. Tanto las suturas percutáneas como las dérmicas pueden colocarse de forma
interrumpida o continua. La integridad estructural de la reparación determina por completo el
material de la sutura que pasa a través de la dermis o la fascia. No se deben colocar suturas en
el tejido adiposo, ya que esta capa proporciona muy poco apoyo para el cierre de la herida.
Las suturas dérmicas pueden usarse solas o junto con las suturas percutáneas para el cierre
de la herida. Las suturas dérmicas, por sí solas, están indicadas para cerrar una herida que más
adelante se cubrirá con un yeso, o en poblaciones especiales de pacientes. Esto incluye casos que
desarrollan queloides, pacientes con un seguimiento deficiente para retirar la sutura y aque-
llos en quienes retirar la sutura será desafiante o traumatizante (lactantes). Además, las suturas
dérmicas a menudo son la única técnica disponible para cerrar laceraciones que afectan tejido
macerado o en avulsión, en el que el cierre percutáneo es imposible. Las suturas profundas
también son obligatorias para reparar tejidos como la galea, el periostio, el músculo o la fascia.
Si bien las suturas percutáneas por sí solas pueden cerrar heridas bajo una tensión baja o media,
las suturas dérmicas son un auxiliar útil para las heridas abiertas o aquellas bajo gran tensión. La
tensión excesiva a lo largo de una herida interrumpe el flujo sanguíneo capilar al borde de la mis-
ma y puede retrasar la curación y causar isquemia local y necrosis celular. Colocar una sutura
dérmica interrumpida en cada cuadrante de la herida permitirá que se aproxime el borde de la
herida en aposición, al tiempo que se elimina tensión a lo largo de la superficie epidérmica. Este
tipo de colocación dérmica también refuerza el tejido lo bastante para permitir la retirada tem-
prana de la sutura, que puede mejorar el resultado cosmético final.
Cuando están indicadas las suturas dérmicas, son fundamentales la colocación y la técnica
apropiadas. Para colocar una sutura dérmica, primero se introduce la aguja cerca de la base de la
776
dermis y después se pasa a través de sus capas más superficiales. El segundo punto se realiza
al introducir la aguja en la dermis superficial del borde opuesto de la herida y salir en el plano
fascial dérmico profundo. Ambas colas de la sutura deben permanecer en el mismo lado de la
puntada cruzada, de modo que el nudo quede enterrado de forma adecuada después de atarlo.
Aunque todas las suturas tienen el potencial implícito de aumentar el riesgo de infección
de la herida, las suturas dérmicas se relacionan con mayores índices de infección que las suturas
percutáneas. Las investigaciones han demostrado que las suturas absorbibles enterradas aumen-
tan los índices de infección y el grado de inflamación en heridas contaminadas, incluso con irri-
gación adecuada. Este efecto es incluso más pronunciado con un cierre dérmico continuo, que no
solo usa una gran cantidad de material de sutura sino que también crea una barrera apretada que
facilita la diseminación de la infección entre los tejidos adiposo y profundo y afecta la totalidad
de la herida antes de que cualquier infección sea clínicamente aparente. A la inversa, las suturas
dérmicas tienen poco a ningún efecto sobre los índices de infección en las laceraciones limpias o
no contaminadas. Si bien existen claras indicaciones y muchos beneficios usando suturas dérmi-
cas para la reparación de laceraciones, en las heridas contaminadas esto debe equilibrarse frente
al mayor riesgo de infección. La bibliografía actual apoya el uso de suturas dérmicas en espacio
muerto cerrado solo en heridas no contaminadas o con contaminación mínima, usando tan pocas
suturas como sea posible.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Austin PE, Dunn KA, Eily-Cofield K, et al. Subcuticular sutures and the rate of inflammation
in noncontaminated wounds. Ann Emerg Med. 1995;25(3):328–330.
Berk WA, Welch RD, Bock BF. Controversial issues in clinical management of the simple
wound. Ann Emerg Med. 1992;21(1):72–80.
Hollander JE, Singer AJ. Laceration management. Ann Emerg Med. 1999;34:356–367.
Lloyd JD, Marque MJ, Kacprowicz RF. Closure techniques. Emerg Med Clin N Am.
2007;25:73–81.
Mehta PH, Kunn KA, Bradfield JF, et al. Contaminated wounds: Infection rates with
subcutaneous sutures. Ann Emerg Med. 1996;27(1):43–48.
Miller CJ, Antunes MB, Sobanko JF. Surgical technique for optimal outcomes, Part II. Repair-
ing tissue: Suturing. J Am Acad Dermatol. 2015;72(3);389–402.
343
Riesgos en la incisión y drenaje
de abscesos en la sala de urgencias
David Wein, MD y Jesse Dubey, DO
ces posteriores. Se coloca una “incisión por punción” inicial en el punto medio del absceso o el
área donde ha ocurrido el drenaje espontáneo. Después se utiliza una pinza de hemostasia para
romper las loculaciones y se irriga el absceso como suele hacerse. A continuación se explora el
margen distal del absceso seguido por una segunda “incisión por punción”. Después se usa la
pinza de hemostasia para atravesar toda la cavidad del absceso de forma subcutánea, se toma el
asa del vaso de silicón o el dren de Penrose de ¼ de pulgada y se tira del asa por la cavidad del
absceso. Luego se atan los extremos sin apretar, y el nudo se mueve de un lado a otro a diario para
permitir que continúe el drenaje del absceso hasta que se retire en 7 a 10 días.
PUNTOS CLAVE
■■ Considerar los factores de riesgo, comorbilidades y sitios de alto riesgo del paciente
antes de realizar la incisión y drenaje.
■■ No se requieren cultivos de la herida para abscesos simples en jóvenes y sanos.
■■ No se recomiendan antibióticos a menos que haya celulitis y otros factores de alto riesgo.
■■ Empacar la cavidad del absceso puede retrasar la curación y se relaciona con más dolor.
■■ Considerar la técnica de “drenaje en espiral”, ya que requiere menos seguimiento, pro-
duce menos cicatrices y aumenta la satisfacción del paciente.
Lecturas recomendadas
Gaspari RJ, Resop D, Mendoza M, et al. A randomized controlled trial of incision and drain-
age versus ultrasonographically guided needle aspiration for skin abscesses and the effect
of methicillin-resistant Staphylococcus aureus. Ann Emerg Med. 2011;57(5):483–491.e1.
Singer AJ, Taira BR, Chale S, et al. Primary versus secondary closure of cutaneous abscesses
in the emergency department: A randomized controlled trial. Acad Emerg Med.
2013;20(1):27–32.
Singer AJ, Thode HC, Chale S, et al. Primary closure of cutaneous abscesses: A systematic
review. Am J Emerg Med. 2011;29(4):361–366.
Stevens DL, Bisno AL, Chambers HF, et al. Practice guidelines for the diagnosis and manage-
ment of skin and soft tissue infections: 2014 update by the Infectious Diseases Society of
America. Clin Infect Dis. 2014;59(2):e10–e52.
Tintinalli J, et al. Tintinalli’s Emergency Medicine: A Comprehensive Study Guide. 7th ed. New
York, NY: McGraw-Hill, 2011.
344
Manténgala limpia: riesgos en la
irrigación de heridas traumáticas
Anand K. Swaminathan, MD, MPH y Elicia Skelton, MD, MPH
Protección personal
La protección personal adecuada es fundamental al irrigar cualquier herida. Antes de preparar
al paciente, el profesional debe colocarse una mascarilla facial con protección para los ojos y
pueden usarse batas desechables, según el riesgo estimado de contaminación.
Preparación de la piel
Limpiar la piel que rodea la herida puede ser útil para reducir la cantidad de bacterias cercanas.
Sin embargo, nunca deben aplicarse soluciones de limpieza directamente a las heridas abiertas.
Los limpiadores de uso frecuente como povidona yodada, clorhexidina y peróxido de hidrógeno
pueden ser tóxicos para el tejido de la herida. Estos limpiadores no solo pueden afectar la cicatri-
zación de la herida, pueden incluso promover el crecimiento bacteriano al debilitar las defensas
del hospedador.
Las heridas que ocurren en áreas del cuerpo cubiertas de pelo pueden ser particularmente
desafiantes. El pelo puede ocultar los cuerpos extraños y dificultar la exploración y la reparación
de las heridas. Además, el propio pelo puede servir como contaminante. En ocasiones, puede ser
benéfico cortar el pelo en las áreas cercanas. No debe rasurarse el área con una navaja, ya que esto
puede aumentar los índices de infección.
Tallar la herida
En heridas excesivamente sucias o en aquellas con cantidades importantes de material extraño
atrapado, puede ser necesario tallar la lesión. Si es necesario hacerlo, es importante no aplicar
demasiada fuerza, ya que puede causar un mayor daño al tejido y una mala cicatrización de la
herida. Si se toma la decisión de tallar de forma mecánica, debe usarse una esponja de poros
pequeños para minimizar la cantidad de daño tisular.
Irrigación
La irrigación es de gran importancia en las heridas contaminadas, como en áreas mal vasculari-
zadas. Aunque a menudo se utiliza solución salina estéril para limpiar las heridas, la irrigación
con agua de la llave ha mostrado ser igual de eficaz. Además, el agua de la llave es costo-efectiva
y puede obtenerse sin mayor problema en grandes cantidades (pero es importante observar que
estos estudios aplican a zonas donde hay agua potable disponible). No hay un beneficio añadido
de adicionar un limpiador de heridas o desinfectante al irrigante.
Técnica de irrigación
La cantidad de presión que debe usarse durante la irrigación depende tanto del nivel de con-
taminación como del sitio de la herida. Para heridas limpias o en áreas de piel suelta (es decir,
párpados, testículos), puede aplicarse una presión baja, 0.5 libras por pulgada cuadrada (psi). Sin
embargo, debe observarse que la irrigación de alta presión (≥ 7 psi) es más eficaz para eliminar
las bacterias y otros contaminantes extraños. El método más frecuente y costo-efectivo para la
irrigación a baja presión es la jeringa de bulbo, que suele producir una presión de 0.5 psi.
La irrigación a alta presión puede lograrse usando una aguja o catéter calibre 19 y una jeringa
de 35 mL. Sin embargo, la irrigación de alta presión no está libre de riesgos y se ha relacionado
con daño tisular. Es concebible, aunque no está demostrado, que bajo presiones muy altas, las
bacterias y el material extraño puedan diseminarse a lo largo del plano tisular y contaminar áreas
previamente no contaminadas. Para optimizar los efectos de la irrigación al tiempo que se limita
el daño tisular, se han recomendado presiones de 5 a 8 psi.
Aunque se desconoce la cantidad óptima de irrigación, suele recomendarse usar al menos
200 mL. Otra cantidad recomendada se basa en la longitud de la laceración y requiere de apenas
60 mL por centímetro lineal de la herida. Lo más importante es que hay que aplicar el juicio
clínico. Por lo general es mejor irrigar de más que de menos. Las heridas contaminadas y las
quemaduras químicas requieren una irrigación más copiosa.
Por último, hay que considerar el tiempo transcurrido desde que ocurrió la herida. Esperar
por periodos prolongados para irrigar después de la lesión inicial puede llevar a un mayor riesgo
de infección de la herida. Un estudio que usó un modelo animal contaminado de forma expe-
rimental demostró una reducción estadísticamente significativa en la cantidad de crecimiento
bacteriano con irrigación temprana de la herida comparada con irrigación posterior. En general,
la optimización del manejo de la herida debe basarse en la presentación clínica al tiempo que
se tienen en mente los conceptos clave y los riesgos para la limpieza de la herida destacados en
este capítulo.
PUNTOS CLAVE
■■ Evitar tallar con demasiada fuerza, pues esto puede llevar a mayor daño tisular y una
mala cicatrización de la herida.
■■ El agua de la llave ha demostrado ser segura y eficaz en la irrigación de heridas.
■■ Para optimizar los efectos limpiadores de la irrigación, se han recomendado una canti-
dad copiosa de irrigante y presiones de 5 a 8 psi.
Lecturas recomendadas
Atiyeh B, Dibo S, Hayek S. Wound cleansing, topical antiseptics and wound healing. Int
Wound J. 2009;6(6):420–430.
Chatterjee JS. A critical review of irrigation techniques in acute wounds. Int Wound J.
2005;2(3):258–265.
Edlich RF, Rodeheaver GT, Thacker JG, et al. Revolutionary advances in the management of
traumatic wounds in the emergency department during the last 40 years: Part I. J Emerg
Med. 2010;38(1):40–50.
Hollander JE, Richman PB, Werblud M, et al. Irrigation in facial and scalp lacerations: Does
it alter outcome? Ann Emerg Med. 1998;31(1):73–77.
Lammers RL, Fourré M, Callaham ML, et al. Effect of povidone-iodine and saline soak-
ing on bacterial counts in acute traumatic contaminated wounds. Ann Emerg Med.
1990;19(6):709–714.
345
Perlas y riesgos en las heridas
por punción plantar
R. Gentry Wilkerson, MD
Las heridas por punción plantar son una presentación frecuente en la sala de urgencias. El
manejo de estas heridas es motivo de controversia debido a la falta de un cuerpo robusto de evi-
dencia científica. Mucha de la bibliografía actual consiste en revisiones retrospectivas de pacien-
tes con complicaciones de la herida. Estas heridas a menudo tienen una apariencia benigna a la
presentación y suelen tener una buena evolución clínica. Sin embargo, en algunos casos, tienen
resultados devastadores a largo plazo a pesar de haber recibido una atención médica adecuada.
La evaluación debe iniciar con antecedentes detallados que incluyan el momento de la
lesión, tipo de objeto penetrante, tipo de calzado al momento de la lesión y medidas tomadas
por el paciente. También es importante preguntar si el objeto penetrante estaba intacto en caso
de que el paciente lo haya retirado. Los antecedentes precisos de inmunización determinarán la
necesidad de profilaxis adecuada para tétanos con toxoide tetánico. Los pacientes con inmuniza-
ción previa contra tétanos ausente o incompleta requieren inmunoglobulina tetánica.
La exploración física debe determinar la ubicación de la herida y valorar la integridad del
tejido colindante. Hay que evaluar la función neurológica y vascular proximal y distal a la herida.
Las heridas por punción plantar pueden clasificarse con base en la ubicación en el pie en tres
zonas: la zona I se extiende de los cuellos metatarsianos a los dedos, la zona 2 de la parte distal del
calcáneo a la parte proximal del cuerpo metatarsiano, y la zona 3 cubre el calcáneo. Debe lavarse
la superficie externa del pie. Si la herida es lo bastante grande, puede irrigarse con cuidado.
Debe evitarse la irrigación a alta presión debido al riesgo de causar lesión al tejido y el potencial
de empujar un cuerpo extraño retenido o bacterias más adentro de la herida. La revisión simple de
la herida puede tranquilizar falsamente al profesional de que no hay un cuerpo extraño y también
puede resultar en empujar el cuerpo extraño más adentro de la herida. Para heridas por pun-
ción simple en riesgo de contaminación o fragmentos retenidos, puede ser necesario extender
la longitud de la herida y explorar e irrigar el área con cuidado. Un bloqueo nervioso regional
apropiado puede facilitar la exploración de la herida.
Cualquier preocupación por un cuerpo extraño retenido requiere una evaluación ulterior.
El médico debe considerar que el objeto retenido puede ser parte del calzado y no el objeto pe-
netrante en sí. Las radiografías simples ayudan a detectar la mayoría de los objetos metálicos. Los
fragmentos de vidrio mayores de 2 mm deben poderse ver sin importar el contenido de plomo
del vidrio. El ultrasonido puede tener una mayor sensibilidad para la detección de madera y otros
objetos radiolúcidos. En ocasiones hay falsos positivos con el ultrasonido como resultado de aire
atrapado dentro de la herida, presencia de huesos sesamoideos y calcificaciones. Otras modalida-
des de imágenes incluyen tomografía computarizada y resonancia magnética.
Los pacientes que se presentan poco después de la lesión no necesitan estudios de labo-
ratorio. Aquellos que solicitan atención médica tardíamente suelen hacerlo debido a un dolor
persistente o que va en aumento, o ante signos de infección. En casos en que se sospeche infec-
ción, las pruebas de laboratorio a considerar incluyen biometría hemática completa, velocidad de
eritrosedimentación y proteína C reactiva, aunque no hay pruebas de laboratorio que puedan des-
cartar una infección. En casos de osteomielitis, una biopsia de hueso con cultivo ayuda a dirigir
la antibioticoterapia.
El riesgo general de infección para heridas por punción plantar es de 2 a 10%. El riesgo
de infección aumenta a medida que la herida se hace más profunda, la ubicación es en la zona
1, hay presencia de tejido desvitalizado, presencia de cuerpos extraños retenidos, retraso en la
presentación > 48 h y antecedentes de diabetes. Los profesionales deben determinar la necesi-
dad de antibioticoterapia. El objetivo de la profilaxis con antibióticos es evitar complicaciones
como celulitis, abscesos, osteocondritis, osteomielitis y artritis piógena. Los microorganismos
que suelen relacionarse con estas infecciones son Staphylococcus aureus, estreptococos hemolí-
ticos beta y Pseudomonas aeruginosa. La infección con Pseudomonas se relaciona con heridas por
punción a través de zapatos atléticos con suela de goma. No hay estudios prospectivos aleato-
rizados que valoren la eficacia de los antibióticos profilácticos. En un estudio retrospectivo de
pacientes adultos que desarrollaron complicaciones infecciosas, solo la mitad de ellos recibieron
antibióticos profilácticos. Esto sugiere que no hay un beneficio de los antibióticos profilácticos en
una población de pacientes no diferenciada. Los pacientes con diabetes que desarrollan compli-
caciones infecciosas tienen un curso clínico mucho peor que aquellos sin diabetes. En un estudio
se encontró que los diabéticos tienen un riesgo 46 veces mayor de amputación de la extremidad
inferior. A pesar de la falta de datos prospectivos, los diabéticos pueden ser una población que se
beneficie de la profilaxis. Si el profesional opta por iniciar antibióticos, entonces debe proporcio-
narse cobertura contra S. aureus resistente a meticilina y Pseudomonas.
Los pacientes con presentaciones simples de heridas por punción plantar por lo general
pueden ser dados de alta. Deben proporcionárseles instrucciones detalladas sobre el cuidado
de la herida, con seguimiento en 2 a 3 días para volver a evaluar la herida. Algunos pacientes
pueden beneficiarse de usar muletas y colocarse en un estado sin apoyo de peso hasta la primera
reevaluación.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
American College of Emergency Physicians. Clinical policy for the initial approach to patients
presenting with penetrating extremity trauma. Ann Emerg Med. 1999;33(5):612–636.
Chachad S, Kamat D. Management of plantar puncture wounds in children. Clin Pediatr.
2004;43(3):213–216.
Eidelman M, Bialik V, Miller Y, et al. Plantar puncture wounds in children: Analysis of
80 hospitalized patients and late sequelae. Isr Med Assoc J. 2003;5(4):268–271.
Fisher MC, Goldsmith JF, Gilligan PH. Sneakers as a source of Pseudomonas aeruginosa in
children with osteomyelitis following puncture wounds. J Pediatr. 1985;106(4):607–609.
Rubin G, Chezar A, Raz R, et al. Nail puncture wound through a rubber-soled shoe:
A retrospective study of 96 adult patients. J Foot Ankle Surg. 2010;49(5):421–425.
346
No crea el adagio de que
la epinefrina no puede usarse
para bloqueos digitales
Feras Khan, MD
Las lesiones en los dedos de las manos y pies son frecuentes en medicina de urgencias. Estas heri-
das se relacionan con un mayor riesgo de sangrado debido a la vascularidad de los dedos. Lograr la
hemostasia al tiempo que se proporciona una analgesia adecuada es fundamental al tratar estas le-
siones. Para la mayoría de las lesiones de los dedos (es decir, laceraciones, lesiones de las uñas,
reparación de tendón) se requiere de un bloqueo digital para conseguir la analgesia. Además de
estas lesiones, las uñas enterradas, panadizos, paroniquia, hematoma subungular, dislocaciones y
fracturas pueden requerir bloqueo digital para proporcionar el tratamiento apropiado.
El bloqueo del nervio digital es una inyección de anestésico en la base del dedo de la mano o
pie. Puede permitir el uso de una cantidad mínima de anestésico para lograr un control del dolor
adecuado. Además, el bloqueo digital evita la inyección del anestésico directamente en la herida,
lo que puede distorsionar la anatomía, ser más doloroso para el paciente y dificultar la reparación.
Las enseñanzas estándar para el bloqueo digital han consistido en usar lidocaína u otro anestésico
local, sin epinefrina. Se ha creído durante mucho tiempo que la epinefrina disminuye la circula-
ción a la punta de los dedos, llevando a necrosis y posible pérdida de los dedos. Por lo tanto, el ada-
gio común es evitar usar epinefrina al anestesiar a los pacientes para tratar las lesiones digitales.
Los datos originales relacionados con la epinefrina en los bloqueos del nervio digital pro-
vienen de finales del siglo XIX a mediados del siglo XX. Existen múltiples informes de casos de
uso de epinefrina que se relacionaron con necrosis digital. La mayoría de los estudios no se realizó
en la sala de urgencias, ni se diseñó para determinar la seguridad de la epinefrina. Al revisar estos
casos con más detalle, es probable que la necrosis digital ocurriera debido a infección, tornique-
tes o uso de anestésicos más antiguos, como la cocaína o la procaína. Asimismo, no está clara la
cantidad de epinefrina usada en la mayoría de los casos. No se han informado casos de necrosis
digital con el uso de las formulaciones más recientes de lidocaína y epinefrina. De hecho, una
revisión reciente de la bibliografía, que incluyó 12 estudios con control aleatorizados, encontró
que la epinefrina (1:100 000-20 000) es segura para usarse en los bloqueos nerviosos digitales en
casi todos los pacientes. Asimismo, no se han informado casos con mala circulación periférica
que hayan sufrido daños por la epinefrina, aunque la mayoría de los estudios excluyó a pacientes
con vasculopatía periférica. El autor concluye que el riesgo de vasoconstricción se ha exagerado.
También ha habido estudios de cohortes retrospectivas en pacientes podiátricos que tienen más
de 250 000 inyecciones combinadas de epinefrina sin complicaciones informadas.
Como ya se mencionó, lograr la hemostasia es importante en la evaluación de las lesiones
digitales para permitir una exploración más detallada de la herida. La irrigación vascular de
los dedos proviene de las arterias digitales que discurren a lo largo de la cara cubital y radial
de los dedos. Cada dedo está inervado por cuatro nervios, que surgen de los nervios mediano
y cubital. Los dedos de los pies tienen inervaciones similares que surgen de los nervios tibial y
peroneo. Los beneficios de la epinefrina incluyen un inicio más rápido de la anestesia, así como
un efecto analgésico más prolongado. La lidocaína (grupo amida) es el anestésico usado con
mayor frecuencia para los bloqueos digitales. La lidocaína puede combinarse con epinefrina
(lidocaína al 1 o 2% con epinefrina 1:100 000 o 1:200 000) para anestesia. Dado que las arterias
digitales transcurren en estrecha proximidad con los nervios digitales, es posible inducir vaso-
constricción de las arterias, aunque este efecto tiende a desaparecer después de 60 a 90 min.
Los anestésicos de acción más prolongada, como bupivacaína, también pueden usarse si se
requiere una duración prolongada de acción (4 a 8 h para bupivacaína). Para los pacientes
alérgicos a los anestésicos amidas, puede usarse un anestésico éster, como la procaína.
En conclusión, es seguro usar epinefrina en los bloqueos nerviosos digitales en la mayoría
de los pacientes. Para aquellos con vasculopatía periférica, debe tenerse cuidado antes de cual-
quier bloqueo.
PUNTOS CLAVE
■■ La epinefrina en los bloqueos digitales puede resultar en un inicio más rápido y una
duración más prolongada de la anestesia.
■■ Los datos citados para evitar el uso de epinefrina en los bloqueos digitales se basaron en
informes de casos más antiguos que tenían más motivos plausibles de isquemia digital.
■■ La epinefrina puede conducir a vasoconstricción transitoria de los dedos que no tiene
complicaciones a largo plazo.
■■ Tener cuidado con la epinefrina para bloqueos digitales en pacientes con vasculopatía
periférica o síndrome de Raynaud.
Lecturas recomendadas
Andrades PR, Alguin FA, Calderon W. Digital blocks with or without epinephrine. Plast
Reconstr Surg. 2003;111:1769–1770.
Denkler K. A comprehensive review of epinephrine in the finger: To do or not to do. Plast
Reconstr Surg. 2001;108:114–124.
Ilicki J. Safety of epinephrine in digital nerve blocks: A literature review. J Emerg Med.
2015;49(5):799–809.
Kaplan EG, Kashuk K. Disclaiming the myth of use of epinephrine local anesthesia in feet.
J Am Podiatry Assoc. 1971;61:335–340.
Krunic AL, Wang LC, Soltani K, et al. Digital anesthesia with epinephrine: An old myth
revisited. J Am Acad Dermatol. 2004;51:755–759.
347
¿Cuándo están indicados los antibióticos
profilácticos para las heridas?
Dale Cotton, MD
Los cimientos de una buena atención de la herida incluyen irrigación, exploración y cierre
selectivo. La decisión de prescribir antibióticos profilácticos es un componente importante del
manejo integral de las heridas agudas. Desgraciadamente, existen investigaciones limitadas para
guiar a los médicos en la prescripción de antibióticos profilácticos para heridas agudas. Como
resultado, las decisiones clínicas suelen basarse en la experiencia personal y patrones de práctica
frecuentes. En general, la incidencia de infección de heridas varía de 4 a 6% y en su mayoría se
debe a flora cutánea como Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes. La decisión de prescri-
bir antibióticos debe basarse en la probabilidad de que se desarrolle infección, las consecuencias
de la infección y los efectos adversos de los antibióticos en el paciente individual.
Deben considerarse los factores específicos del paciente y de la herida al determinar la pro-
babilidad de que la herida desarrolle infección. Esto representa la parte más compleja de la valo-
ración de riesgo y es el tema que más depende del criterio del médico. Los factores del paciente
relacionados con un mayor riesgo de infección de la herida incluyen diabetes, insuficiencia vascu-
lar, mayor edad, obesidad, insuficiencia renal e inmunosupresión (p. ej., uso de corticoesteroides,
VIH). Los factores de la herida incluyen ubicación distal, tiempo prolongado desde que ocurrió
presencia de tejido macerado o aplastado y contaminación de la herida. Desgraciadamente, no
existen datos duros para indicar que los antibióticos profilácticos previenen la infección en estos
casos. La toma de decisiones compartida, la buena comunicación con el paciente en relación con
el plan de tratamiento y seguimiento, y la documentación meticulosa son importantes en estos
escenarios.
Los pacientes sanos con heridas limpias y simples no se benefician de los antibióticos pro-
filácticos. Las heridas que afectan estructuras profundas (p. ej., articulaciones) o relacionadas
con fracturas son urgencias ortopédicas y requieren consulta con el especialista para ayudar
al tratamiento. Estas heridas tienen un riesgo de infección sustancial dependiente del tiempo;
por lo tanto, la profilaxis con antibióticos no debe retrasarse. Otras lesiones a estructuras profun-
das que tienen un mayor riesgo de infección y deben recibir antibióticos profilácticos incluyen
lesiones del tendón extensor o heridas de la oreja con cartílago expuesto.
Las laceraciones intraorales con frecuencia se infectan. Datos limitados sugieren que la pro-
filaxis antibiótica es benéfica para las heridas intraorales que se extienden de la cavidad intraoral
a la superficie externa de la piel, las que son mayores de 1 cm o abiertas o las de espesor total. De
forma similar a las infecciones dentales, la penicilina o la clindamicina son los antibióticos usados
con mayor frecuencia en la profilaxis de las lesiones intraorales.
Las heridas por mordeduras de mamíferos tienen un importante riesgo de infección
debido al mecanismo de la lesión (punción y aplastamiento), la ubicación de la herida (p. ej., las
manos) y la inoculación de múltiples microorganismos. Las heridas por mordeduras de perro
en la parte distal de las extremidades y las heridas por mordeduras humanas se benefician de la
profilaxis con antibióticos. Para otras mordeduras, la evidencia es menos clara. Deben conside-
rarse con cuidado los factores del paciente y de la herida al decidir si se prescriben antibióticos
profilácticos. Para estas heridas, se usan a menudo antibióticos con actividad de amplio espectro,
como la amoxicilina con ácido clavulánico.
Las exposiciones ambientales representan un riesgo de infección único. Las lesiones en
agua dulce se relacionan con infección por Aeromonas, en tanto que las heridas en agua salada se
relacionan con infección por Vibrio vulnificus. Ambos microorganismos gramnegativos pueden
causar infecciones agresivas y no quedar cubiertos por antibióticos que simplemente se dirigen
a la flora cutánea. Aunque estas infecciones son poco frecuentes, puede ser prudente adminis-
trar antibióticos contra estos microorganismos si ocurrió exposición en agua. La contaminación
del suelo es otro factor de riesgo para infección. Estas heridas están en riesgo de infección por
Clostridium perfringens, un anaerobio grampositivo que es el causal más habitual de gangrena
gaseosa. La penicilina es el tratamiento profiláctico apropiado cuando se consideran infecciones
por clostridios. Las heridas por punción pueden introducir microorganismos en los tejidos
subcutáneos profundos y deben considerarse para profilaxis antibiótica. Existe una relación
entre la infección por Pseudomonas aeruginosa y las heridas por punción a través de suelas de
goma de zapatos deportivos. Por lo general se utiliza ciprofloxacina para la profilaxis antibiótica
de heridas por punción a través de ese tipo de zapatos.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Cummings P, Del Beccaro MA. Antibiotics to prevent infection of simple wounds: A
meta-analysis of randomized studies. Am J Emerg Med. 1995;13(4):396–400.
Hoff WS, Bonadies JA, Cachecho R, et al. East Practice Management Guidelines Work
Group: Update to practice management guidelines for prophylactic antibiotic use in open
fractures. J Trauma. 2011;70(3):751–754.
Mark DG, Granquist EJ. Are prophylactic oral antibiotics indicated for the treatment of
intraoral wounds? Ann Emerg Med. 2008;52(4):368–372.
Medeiros I, Saconato H. Antibiotic prophylaxis for mammalian bites. Cochrane Database Syst
Rev. 2001;(2):CD001738.
Raz R, Miron D. Oral ciprofloxacin for treatment of infection following nail puncture wounds
of the foot. Clin Infect Dis. 1995;21(1):194–195.
348
No pase por alto un cuerpo extraño
en una herida
Jason W. Wilson, MD, MA y Constantino Diaz, MD
Las heridas representan ~5% de todas las visitas a la sala de urgencias. Estas lesiones están en
riesgo elevado de contaminación y retención de cuerpo extraño. Los cuerpos extraños retenidos
predisponen a infecciones y pueden migrar y causar lesión a las estructuras críticas cercanas. Es
fundamental identificar y retirar, de ser posible, un cuerpo extraño para mejorar los resultados
del paciente. Es importante mencionar que la atención inadecuada de la herida y la incapacidad
de reconocer un cuerpo extraño representan una cantidad sustancial de demandas legales contra
los médicos de urgencias. Una revisión reciente de demandas por mala práctica clínica demostró
que los cuerpos extraños retenidos y las heridas contaminadas representan 11 a 20% de los liti-
gios exitosos contra profesionales de urgencias.
Los cuerpos extraños encontrados con mayor frecuencia en las heridas son vidrio, madera, hueso,
dientes, proyectiles, metal, grava, conchas, roca y plástico. Cada objeto tiene propiedades que afectan
la capacidad para detectarlos usando diferentes modalidades de imágenes. Con frecuencia, los cuerpos
extraños se definen como radiopacos o radiolúcidos. Sin embargo, la bibliografía reciente ha mostrado
que son términos relativos y dependen de la profundidad del cuerpo extraño dentro de la herida.
Las modalidades de imágenes usadas para la detección de los cuerpos extraños incluyen
placas simples, ultrasonido, tomografía computarizada e imágenes por resonancia magnética. En
fechas recientes, la resonancia ha demostrado tener una menor sensibilidad en la detección de
cuerpos extraños debido a artefactos creados por el material extraño. Un tema frecuente en los
casos litigados con éxito de cuerpos extraños pasados por alto en la herida es la incapacidad para
obtener imágenes diagnósticas durante la visita inicial a la sala de urgencias.
Debe obtenerse una placa simple en cualquier paciente cuando se sospeche un cuerpo
extraño, en especial vidrio. Este suele verse sin problema en la radiografía. Deben solicitarse
múltiples proyecciones del área de la herida. Al hacerlo, pueden detectarse fragmentos de vidrio
> 2 mm más de 99% de las veces. En la radiografía también puede detectarse la mayoría de meta-
les, hueso y materiales de plástico selectos. Sin embargo, en la radiografía es posible pasar por
alto pedazos delgados de aluminio, ya que se confunden fácilmente con los tejidos colindantes.
Debe considerarse la tomografía cuando el cuerpo extraño es profundo, cercano a estructuras
anatómicas críticas o cuando se planea una cirugía para su extracción.
El ultrasonido es un abordaje no invasivo y costo-efectivo para la detección y extracción de
cuerpos extraños. De hecho, el ultrasonido es muy sensible para la identificación de fragmentos de
madera mayores de 5 mm. Si un paciente se presenta poco después de la lesión, la madera puede
tener una apariencia brillante y ecógena en el ultrasonido. Si el paciente se presenta más de 24 h
después de la lesión, suele observarse un borde hipoecoico alrededor del fragmento de madera.
Los cuerpos extraños de vidrio y metal también pueden detectarse usando ultrasonido y aparecen
como estructuras ecógenas con un artefacto de reverberación. Se usa un transductor ultrasono-
gráfico lineal de alta frecuencia (10 Hz) en una orientación “en el plano” para conseguir la mayor
probabilidad de detectar el cuerpo extraño. La administración local de lidocaína también puede
ayudar a la aparición del cuerpo extraño. Además, un baño con agua puede mejorar la conducción
de las ondas sonoras y ayudar a identificar los cuerpos extraños en los tejidos blandos.
En algunos pacientes, puede haber una fuerte sospecha de cuerpo extraño que no se ve en
las imágenes diagnósticas o en la visualización directa de la herida. Además, el cuerpo extraño
puede ubicarse en una posición peligrosa en la que los riesgos de retirarlo superen el beneficio.
En estas situaciones, el paciente debe recibir asesoría en cuanto a la posibilidad de una infección
y pedirle que regrese en 48 h para una revisión de la herida o antes en caso de fiebre, eritema,
secreción purulenta y empeoramiento del dolor. Si bien no se prescriben antibióticos por una
simple laceración, aquellos con cuerpos extraños retenidos están en mayor riesgo de infección y
puede estar justificada una antibioticoterapia profiláctica.
PUNTOS CLAVE
■■ Un cuerpo extraño retenido puede llevar a malos resultados del paciente y representa un
alto riesgo médico-legal para el profesional.
■■ Debe indicarse una radiografía simple con múltiples proyecciones si se sospecha un
cuerpo extraño retenido.
■■ Las placas simples identifican sin problema fragmentos de vidrio con un tamaño > 2 milímetros.
LECTURAS RECOMENDADAS
Halverson M, Servaes S. Foreign bodies: Radiopaque compared to what? Pediatr Radiol.
2013;43:1103–1107.
Ingraham CR, Mannelli L, Robinson JD, et al. Radiology of foreign bodies: How do we image
them? Emerg Radiol. 2015;22:425–430.
Jarraya M, Hayashi D, de Villiers RV, et al. Multimodality imaging of foreign bodies of the
musculoskeletal system. AJR. 2014;203:W92–W102.
Kaiser CW, Slowick T, Spurling KP, et al. Retained foreign bodies. J Trauma. 1997;43:107–111.
Quinn JV, Polevoi SK, Kohn MA. Traumatic lacerations: What are the risks for infection and
has the golden period of laceration care disappeared. Emerg Med J. 2014;31:96–100.
349
Cómo tratar las mordeduras
de mamíferos
Christopher I. Doty, MD, FAAEM, FACEP
Los pacientes que solicitan tratamiento por mordeduras de mamíferos son frecuentes en la sala
de urgencias y se calcula que representan cerca de un millón de visitas a urgencias cada año en
Estados Unidos. La verdadera incidencia de mordeduras de mamíferos se desconoce, ya que
muchos pacientes no buscan tratamiento por mordeduras causadas por animales conocidos (es
decir, mascotas y animales del vecindario). Además, en muchos lugares no hay directrices para
informar de manera obligatoria las mordeduras de mamíferos. Se calcula que sólo 50% de los
pacientes que sufren una mordedura de este tipo se presenta a urgencias para tratamiento.
La gran mayoría de las mordeduras que se atienden en urgencias es causada por perros.
Las mordeduras de gatos representan < 10% de las visitas. Se cree que las mordeduras de feli-
nos no se informan lo suficiente porque casi todas son de las mascotas del propio paciente. Las
lesiones por perros y gatos suelen ser mordeduras a las manos o brazos y rara vez provocan
destrucción tisular importante. Las razas más grandes, sobre todo las razas grandes de terriers y
los perros entrenados para el servicio policiaco, pueden causar destrucción extensa de los tejidos
blandos, fracturas y lesiones por aplastamiento. Las mordeduras de gato tienen mayores proba-
bilidades de causar heridas por punción, en tanto que sólo la tercera parte de las mordeduras de
perro es por punción. Una herida de este tipo debe llevar al médico a aumentar la cantidad
de líquidos usados para irrigar la herida.
La infección es casi universal en las mordeduras de mamíferos, ya que su boca está repleta
de bacterias. Sin embargo, la mayoría de estas infecciones sana bien sin antibióticos o desbrida-
ción. Los estudios han mostrado una gran variación en los índices de infección que van de 1.44
a 30%. Es importante recordar que la mayoría de los pacientes de urgencias se presenta debido
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Medeiros I, Saconato H. Antibiotic prophylaxis for mammalian bites (Cochrane Review). The
Cochrane Library. 2001;2.
Nakamura Y, Daya M. Use of appropriate antimicrobials in wound management. Emerg Med
Clin North Am. 2007;25(1):159–176.
Phair IC, Quinton DN. Clenched fist human bite injuries. J Hand Surg Br. 1989;14(1):86–87.
Shewring DJ, Trickett RW, Subramanian KN, et al. The management of clenched fist ‘fight
bite’ injuries of the hand. J Hand Surg Eur. 2015;40(8):819–824.
Talan DA, Abrahamian FM, Morgan GJ, et al.; Emergency Medicine Human Bite Infection
Study Group. Clinical presentation and bacteriologic analysis of infected human bites in
patients presenting to emergency departments. Clin Infect Dis. 2003;37(11):1481–1489.
350
¿Es esa lesión en la piel una infección
o una picadura?
Spencer Greene, MD, MS, FACEP, FACMT
y Veronica Tucci, MD, JD, FAAEM
Los pacientes con frecuencia se presentan a la sala de urgencias con una queja principal de
“picadura de araña”. La probabilidad de que una lesión cutánea se deba a una araña a menudo
depende de dónde vive el paciente. La mayoría de las lesiones atribuidas a arañas son en realidad
abscesos cutáneos, celulitis u otro trastorno de los tejidos blandos como vasculitis, neoplasias,
quemaduras químicas y úlceras por estasis venosa. El reto para el médico de urgencias consiste
en reconocer al paciente con una auténtica picadura de araña, ya que el manejo es muy distinto
del tratamiento de los trastornos de tejidos blandos más frecuentes.
Existe un estimado de 4 000 especies de arañas en Estados Unidos. Lo importante es que
solo algunas especies causan reacciones clínicamente significativas en humanos. Las más impor-
tantes son Latrodectus mactans, la viuda negra o capulina, y Loxosceles reclusa, la araña reclusa
parda o violinista. La viuda negra se encuentra en todo el país. El envenenamiento produce
toxicidad sistémica más que datos cutáneos de relevancia. Como resultado, es poco frecuente que
el profesional de urgencias confunda una infección cutánea con una picadura de viuda negra.
PUNTOS CLAVE
■■ Las picaduras de araña reclusa parda se restringen a ciertas regiones geográficas selectas.
■■ Se presenta una picadura de araña reclusa parda con una ampolla pequeña, no puru-
lenta, que se desarrolla en un área central de necrosis rodeada por anillos concéntricos
de isquemia y eritema.
■■ El área de necrosis central forma una escara durante la primera semana y suele sanar de
forma espontánea a lo largo de las siguientes semanas.
■■ Las picaduras de araña reclusa parda no producen lesiones fluctuantes y purulentas.
■■ El loxoscelismo sistémico se caracteriza por un exantema de progresión rápida, dolor
abdominal y hemólisis.
Lecturas recomendadas
Rogers KM, Klotz CR, Jack M, et al. Systemic loxoscelism in the age of community-acquired
methicillin-resistant Staphylococcus aureus. Ann Emerg Med. 2011;57(2):138–140.
Swanson DL, Vetter RS. Bites of brown recluse spiders and suspected necrotic arachnidism.
N Engl J Med. 2005;352(7):700–707.
Vetter RS. Arachnids submitted as suspected brown recluse spiders (Araneae: Sicariidae):
Loxosceles spiders are virtually restricted to their known distributions but are perceived to
exist throughout the United States. J Med Entomol. 2005;42(4):512–521.
Wasserman GS, Siegel C. Loxoscelism (Brown Recluse Spider Bites): A review of the litera-
ture. Clin Toxicol. 1979;14:353–358.
Wright SW, Wrenn KD, Murray L, et al. Clinical presentation and outcome of brown recluse
spider bite. Ann Emerg Med. 1997;30(1):28–32.
351
Cómo tratar mordeduras de serpiente
Frederick C. Blum, MD, FACEP, FAAP, FIFEM y
Shabnam Nourparvar, MD
serpientes venenosas. Tienen colores brillantes con anillos negros, amarillos y rojos. La frase
“rojo y amarillo, mata al chiquillo; rojo y negro, no hay veneno” suele usarse en Estados Unidos
para diferenciar las coralillos verdaderas de las falsas, pero en México esto no aplica pues hay
más de dos variedades*.
La mayoría de las mordeduras de serpiente se limita a los tejidos subcutáneos. Solo en casos
raros una mordedura alcanza tejidos más profundos. Cuando se inyecta el veneno, viaja a lo largo
del sistema linfático y las venas superficiales hasta llegar a la circulación sistémica. Puede ocurrir
un envenenamiento rápidamente letal si el veneno se inyecta directamente en un vaso. El veneno
de crótalo causa daño celular directo, fuga capilar, una coagulopatía de consumo y, en menor grado,
neurotoxicidad. Los síntomas clínicos varían de síntomas locales a reacciones sistémicas que ponen
en riesgo la vida. Los síntomas locales incluyen dolor, eritema, edema o equimosis en el sitio de la
lesión. Los síntomas sistémicos comprenden náusea, vómito, letargo, debilidad y parestesias perio-
rales y de la extremidad. También puede observarse hipotensión, taquipnea, dificultad respiratoria,
taquicardia, estado mental alterado, insuficiencia renal y muerte en las reacciones graves. Las mor-
deduras por víbora de cascabel a menudo resultan en coagulopatía de consumo, según se manifiesta
por elevaciones de la razón normalizada internacional, tiempo de protrombina y productos de
degradación de la fibrina. La trombocitopenia (< 20 000 células/mm3) también es característica.
El veneno de la coralillo es una neurotoxina α. Esta toxina bloquea los receptores postsi-
nápticos de acetilcolina nicotínica en la unión neuromuscular. Las marcas de los colmillos suelen
ser difíciles de ver y a menudo los datos locales son mínimos. Los síntomas inmediatos pueden
incluir falta de sensibilidad en el sitio de la mordedura. En ocasiones se aprecian anormalidades
de los nervios craneales e incluyen ptosis, disartria y disfagia. También puede desarrollarse pará-
lisis respiratoria. Los síntomas sistémicos llegan a retrasarse hasta por 12 h, pero son difíciles de
revertir una vez que están presentes.
El tratamiento previo al hospital de la víctima con una mordedura de serpiente incluye
inmovilización de la parte del cuerpo afectada, evitar la actividad excesiva y transporte a un hos-
pital local. La extremidad afectada debe mantenerse a nivel del corazón. Toda la joyería y ropa
apretada debe retirarse. Los torniquetes arteriales, las incisiones intencionadas en la herida y el
hielo ya no se recomiendan. Puede aplicarse una banda ancha proximal al sitio de la mordedura
que solo comprima los vasos superficiales y dejarse colocada hasta que el paciente se presente
para atención médica definitiva. Se ha mostrado que la inmovilización y la compresión son útiles
en las mordeduras por serpientes Elapidae, pero siguen sin demostrar su utilidad para el envene-
namiento por víboras de foseta. El uso de un extractor de veneno ha demostrado que aumenta el
daño a los tejidos locales y no se recomienda.
En la sala de urgencias también debe proporcionarse atención para la herida, actualizando
la vacuna contra el tétanos si aplica. Los pacientes deben someterse a una evaluación en busca de
anormalidades hematológicas, neurológicas, renales y cardiovasculares. Hay que tomar muestras
de sangre de la extremidad no afectada y enviarse para biometría hemática completa, estudios de
coagulación, electrólitos, nitrógeno de la urea en sangre, creatinina sérica y fosfocinasa de crea-
tina. Estudios adicionales en sangre pueden incluir tipo y compatibilidad cruzada, fibrinógeno,
productos de degradación de la fibrina y tiempo de sangrado. También debe solicitarse un aná-
lisis de orina y un electrocardiograma, así como consultar con el centro de intoxicaciones. Si se
sospecha la presencia de un colmillo retenido debe solicitarse una radiografía. No se recomien-
dan los antibióticos profilácticos.
Los pacientes con mordeduras por víboras de foseta deben observarse durante aproxima-
damente 8 a 12 h. Si no hay signos de envenenamiento, el paciente puede ser dado de alta a casa.
Cuando sí hay envenenamiento, el borde de la hinchazón debe demarcarse con una pluma y
medir la circunferencia de la extremidad cada 15 a 30 min. Si no hay progresión de la hinchazón
y no se desarrolla coagulopatía en los valores de laboratorio seriados, puede darse al paciente de
alta a casa.
En contraste con las mordeduras por víbora de foseta, los pacientes con mordeduras por
coralillo deben observarse al menos durante 24 h, incluso sin signos definitivos de envenena-
miento. Si este se sospecha, debe tratarse de inmediato con antiveneno, dado que los síntomas
son irreversibles.
El antiveneno Crotalidae polivalente Fab inmune (ovino) (CroFab; BTG International,
West Conshohocken, PA) ha sustituido al antiveneno (Crotalidae) más antiguo derivado de caba-
llo (ACP) para el tratamiento de envenenamiento por crótalos. La formulación ovina es tan efi-
caz como el antiveneno derivado de caballo, pero con un menor riesgo de reacción alérgica. El
antiveneno idealmente debe administrarse en un lapso de 4 h del envenenamiento, pero puede
ser eficaz hasta por 24 h después de la mordedura. Las indicaciones para el antiveneno incluyen
hinchazón progresiva, una anormalidad de la coagulación o desarrollo de efectos sistémicos. La
dosis inicial de antiveneno es de 4 a 6 viales administrados a lo largo de 1 h. Si se controlan los
síntomas, el paciente debe recibir 2 viales a las 6, 12 y 18 h. Si no se logra el control inicial, el
paciente debe recibir 4 a 6 viales adicionales. Hay que estar preparado para tratar anafilaxia en
cualquier paciente que reciba antiveneno.
Para cualquier mordedura de coralillo, sin importar los síntomas, se recomienda el antive-
neno Micrurus fulvius (equino). Este antiveneno no tiene actividad alguna contra la coralillo de
Sonora y Arizona. Los suministros de este antiveneno pronto se agotarán, dado que el fabricante
suspendió su producción en 2003. Existe a la fecha un estudio de antiveneno F(ab’)2 en estudios
clínicos fase 3. Si ocurre una mordedura por una serpiente exótica, debe contactarse a los exper-
tos del zoológico o centro de venenos local.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Gold BS, Barish RA, Dart RC. North American snake envenomation: Diagnosis, treatment,
and management. Emerg Med Clin North Am. 2004;22(2):423–443.
Gold BS, Dart RC, Barish RA. Bites of venomous snakes. N Engl J Med. 2002;347(5):
347–356.
Juckett G, Hancox JG. Venomous snakebites in the United States: Management review and
update. Am Fam Physician. 2002;65(7):1367–1374.
Lavonas, EJ, et al. Unified treatment algorithm for the management of crotaline snakebite
in the United States: Results of an evidence-informed consensus workshop. BMC Emerg
Med. 2011;11:2.
Sullivan JB. Bites and envenomations. In: Harwood-Nuss’ Clinical Practice of Emergency
Medicine. 5th ed. 2010:1624–1628.
Zúñiga Carrasco IR, Caro Lozano J. Aspectos clínicos y epidemiológicos de la mordedura de
serpiente en México. Evidencia Médica e Investigación en Salud. 2013;6(4):125-136.*
352
Laceraciones en los párpados: cuándo
reparar y cuándo referir
Erin Setzer, MD
Es importante para el profesional de urgencias saber cómo manejar una laceración del párpa-
do. Estas lesiones mal manejadas a menudo causan disfunción del párpado y del conducto lagri-
mal, lo que representa una fuerte molestia para el paciente, así como una posibilidad de acción
legal en contra del profesional de urgencias.
El párpado está compuesto por varias capas, incluyendo la piel, músculo orbicular y tabique
orbicular. Este último es un material fibroso que separa las estructuras superficiales del párpado de
las estructuras más profundas. La grasa orbitaria y el músculo elevador del párpado yacen debajo
del tabique orbicular. El músculo elevador es importante para la función del párpado y se inserta
en la placa tarsiana a lo largo del margen del párpado. El punto se ubica en los márgenes mediales
del párpado y se conecta mediante los canalículos en el sistema de conductos lagrimales.
Las reparaciones de las laceraciones del párpado deben tener lugar solo después de que
se ha evaluado el ojo a detalle en busca de una lesión. Se documenta la agudeza visual y se com-
pleta una exploración del ojo. Si se sospecha rotura del globo, no debe realizarse reparación de
la laceración, ya que una mayor presión sobre el globo puede causar una lesión adicional. Los
antecedentes del incidente son importantes para valorar la complejidad de la laceración. Algunas
características importantes en los antecedentes incluyen el mecanismo de la lesión (es decir,
contuso frente a penetrante), momento de la lesión, presencia de cuerpos extraños y antece-
dentes oculares previos. Los cuerpos extraños retenidos pueden causar infección y molestias.
Deben obtenerse radiografías simples, ultrasonido o tomografía computarizada si se sospecha la
presencia de un cuerpo extraño retenido. Hay que tener en mente que el párpado es sumamente
vascular y la reparación de la laceración puede diferirse hasta por 36 h si hace falta.
Es importante determinar si la laceración del párpado es simple o compleja. Las caracterís-
ticas que definen si es simple o compleja incluyen ubicación, profundidad y tamaño.
1) Ubicación. Cualquier laceración que afecte el margen del párpado o que se comunique con
el sistema de conductos lagrimales es compleja y debe referirse con un especialista para
su reparación. Colocar una gota de fluoresceína en el ojo y después examinar la laceración
con luz azul permite evaluar el sistema de conductos lagrimales. Si se detecta fluoresceína
dentro de la lesión, entonces se comunica con el sistema de conductos lagrimales.
2) Profundidad. La presencia de grasa dentro de una laceración del párpado indica que pue-
den estar lesionadas estructuras más profundas, como el músculo elevador. La presencia de
ptosis es otro dato clave en la exploración que sugiere que el músculo elevador está com-
prometido. Estas laceraciones deben considerarse complejas y referirse con un especialista
para su reparación.
3) Tamaño. Las lesiones por avulsión deben considerarse laceraciones complejas y referirse
para su reparación, ya que si esta no es adecuada, puede causar tensión en la herida que
afecta la función del párpado. Las laceraciones pequeñas que son superficiales y abarcan
menos del 25% del ancho del párpado pueden dejarse para que sanen por intención secun-
daria. El adhesivo de tejido es una opción para laceraciones pequeñas, pero debe tenerse
cuidado de evitar que el adhesivo entre al ojo.
El profesional de urgencias puede reparar las laceraciones simples. Puede usarse una sutura
pequeña, sutura de nailon de 6-0 o 7-0, o rápidamente absorbente, con una técnica interrumpida
simple. Los extremos de la sutura deben cortarse bastante para evitar irritar el ojo. Si la herida está
cerca del margen del párpado, entonces deben enterrarse las suturas más proximales al margen.
Una alternativa es dejar los extremos de la sutura proximal largos e incorporarlos al siguiente nudo
de la sutura, lo que los amarra de forma eficaz y los mantiene alejados del ojo. Es posible que se
pique el ojo con la aguja de sutura. Una técnica para evitar la lesión del globo es dejar largos los
primeros extremos de la sutura. El profesional usa entonces los extremos para ejercer una tracción
gentil y levantar el párpado lejos del globo. Otro truco consiste en insertar un anestésico ocular
y después una lente de Morgan, que puede actuar para proteger el globo durante la reparación.
Las laceraciones del párpado son un problema complejo que enfrenta el profesional de
urgencias. El primer paso consiste en evaluar la lesión al globo ocular. Las laceraciones complejas
que afectan el margen del párpado, el conducto lagrimal o el músculo elevador deben referirse a
un especialista para su reparación. Esta puede retrasarse hasta 36 h. Las heridas sencillas pueden
repararse usando una sutura pequeña con una técnica interrumpida. Debe tenerse cuidado de
evitar una lesión yatrógena al ojo.
PUNTOS CLAVE
■■ Documentar la agudeza visual y realizar una exploración detallada del ojo antes de repa-
rar la laceración.
■■ La presencia de grasa en la laceración indica penetración en el tabique orbicular.
■■ Cualquier laceración que afecte el margen del párpado o el sistema lagrimal debe refe-
rirse para su reparación.
■■ La aparición de fluoresceína en la herida después de colocarla en el ojo sugiere una
violación del sistema lagrimal.
■■ Puede usarse una lente de Morgan para proteger el globo de una lesión yatrógena
durante la reparación de la laceración.
Lecturas recomendadas
Chang EL, Rubin PA. Management of complex eyelid lacerations. Int Ophthalmol Clin.
2002;42:187.
Nelson CC. Management of eyelid trauma. Aust N Z J Ophthalmol. 1991;19:357.
SITIOS WEB
http://lacerationrepair.com/special-situations/lacerations-around-the-eye/
353
Lesiones y laceraciones en las orejas
Anas Sawas, MD, MPH, MS y Eric J. Morley, MD, MS, FAAEM
Las lesiones de la oreja por lo general ocurren como resultado de un traumatismo contuso o una
mordedura de mamífero. El manejo apropiado de estas lesiones es fundamental para evitar com-
plicaciones graves. El contorno irregular de la oreja, su irrigación y las estructuras cartilaginosas
subyacentes pueden hacer que estas lesiones sean difíciles de manejar. Desafortunadamente no
se cuenta con estudios controlados aleatorizados para guiar la atención de estas lesiones en la
sala de urgencias.
Uno de los primeros pasos al evaluar una lesión de la oreja es determinar si el cartílago se
ha lesionado o expuesto. Cuando el cartílago está afectado, las lesiones deben clasificarse como
avulsiones completas o incompletas. Debe consultarse de urgencia a cirugía plástica o a otorrino-
laringología en caso de lesiones con avulsión completa. Los tejidos con avulsión deben volverse a
unir tan pronto como sea posible. El tejido desprendido puede limpiarse con solución salina fría,
pero es mejor hacer esto en consulta con un especialista. La consulta también debe hacerse para
lesiones con avulsión parcial con pedículos de tejido muy pequeños.
La decisión de reparar las lesiones externas de la oreja en la sala de urgencias depende del
grado de pérdida de tejido, el tiempo transcurrido desde la lesión y las lesiones relacionadas. La
reparación apropiada de las lesiones y laceraciones de la oreja requiere una anestesia adecuada.
Se ha enseñado tradicionalmente que se evite el uso de epinefrina en esta región. Sin embargo,
la hemostasia es importante para la reparación y prevención de un hematoma auricular. Existe
evidencia de que la epinefrina no causa complicaciones cuando se utiliza para reparar lesiones
de la oreja. Puede requerirse un bloqueo auricular regional para laceraciones grandes o com-
plicadas. Los niños y los pacientes que no cooperan pueden requerir sedación para realizar una
reparación apropiada.
El profesional de urgencias puede considerar el cierre primario si la porción no lesionada
de la oreja está en un pedículo grande y muestra un buen llenado capilar distal. El pericondrio y
las capas subcutáneas deben cerrarse con sutura absorbible. La piel debe aproximarse con sutu-
ras no absorbibles 5-0 o 6-0 (es decir, nailon o polipropileno). Las suturas 5-0 o 6-0 de absorción
rápida pueden ser aceptables en niños cuando existe preocupación de un retiro difícil. Hay que
usar la oreja contralateral como referencia para ayudar a guiar la reparación de la oreja afectada.
Los pacientes deben acudir con un especialista para el seguimiento después del cierre primario,
ya que la reparación puede revisarse si el resultado cosmético no es satisfactorio.
Permitir que las heridas de la oreja cicatricen por segunda intención puede ser apropiado
en pacientes seleccionados, en particular en personas con diabetes, inmunocompromiso o aque-
llos con heridas muy contaminadas. Las heridas pequeñas en la porción cóncava de la aurícula
(concha de la oreja y antihélix) cicatrizan particularmente bien por segunda intención, siem-
pre y cuando el resto de la oreja esté intacto para proporcionar apoyo estructural. La herida
requiere irrigación abundante incluso cuando no se realice el cierre primario. Además, la herida
debe cubrirse con ungüento antibacteriano y retirar cualquier costra. Debe evitarse el cartílago
expuesto, ya que la piel que lo cubre proporciona un suministro vascular. Los pacientes cuyas
heridas no se cierran en la sala de urgencias deben referirse para seguimiento en un lapso de 1 a
2 días con un otorrinolaringólogo o cirujano plástico.
Las complicaciones primarias de las lesiones de la oreja son infección, hematoma auricular
y una mala apariencia cosmética. Deben considerarse antibióticos para pacientes con diabetes,
trastornos de inmunosupresión, que reciben quimioterapia o corticoesteroides, o si el paciente
sufrió lesión por una mordedura humana o de un animal. El profesional de urgencias también
debe considerar antibióticos para lesiones contaminadas o maceradas. Los hematomas auricula-
res suelen ser el resultado de un traumatismo contuso a la aurícula. La piel se adhiere al pericon-
drio, que suministra sangre al cartílago, y la anatomía única de la oreja no permite una expansión
significativa del tejido subcutáneo. La sangre se acumula en el espacio subpericondrial y altera la
irrigación sanguínea al cartílago subyacente. Para prevenir la formación de un hematoma auri-
cular, hay que considerar aplicar un vendaje de presión después del cierre de la herida y dar al
paciente instrucciones detalladas para regresar ante cualquier signo de hinchazón. Los hemato-
mas auriculares deben drenarse tan pronto como sea posible para prevenir el desarrollo de sobre-
crecimiento fibrocartilaginoso y deformidad de la oreja. Se han descrito en la bibliografía dos
abordajes para auxiliar con el drenaje de estos hematomas. En general, los hematomas menores
pueden drenarse con aspiración con aguja, en tanto que los hematomas más grandes deben dre-
narse con incisión y drenaje. Después de este último, hay que mantener un seguimiento regular
por al menos 1 semana para asegurar que no haya recurrencia. Los hematomas que persisten más
de 7 días deben referirse con un especialista.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Brickman K, Adams DZ, Akpunonu P, et al. Acute management of auricular hematoma:
A novel approach and retrospective review. Clin J Sport Med. 2013;23(4):321–323.
Giles WC, Iverson KC, King JD, et al. Incision and drainage followed by mattress suture
repair of auricular hematoma. Laryngoscope. 2007;117(12):2097–2099.
Hafner HM, Rocken M, Breuninger H. Epinephrine-supplemented local anesthetics for ear
and nose surgery: Clinical use without complications in more than 10,000 surgical proce-
dures. J Dtsch Dermatol Ges. 2005;3(3):195–199.
Lavasani L, Leventhal D, Constantinides M, et al. Management of acute soft tissue injury to
the auricle. Facial Plast Surg. 2010;26(6):445–450.
Mudry A, Pirsig W. Auricular hematoma and cauliflower deformation of the ear: From art to
medicine. Otol Neurotol. 2009;30(1):116–120.
354
Distinga qué heridas cerrar...
Y qué heridas dejar abiertas
Raymond Beyda, MD y Mark Silverberg, MD, MMB, FACEP
Varios millones de pacientes se presentan al año a la sala de urgencias con una herida aguda.
Para estos casos, el profesional de urgencias debe decidir entre un cierre primario, un cierre
retrasado o permitir que la herida sane por intención secundaria. Tanto el paciente como los
factores de la herida son fundamentales para tomar esta decisión. Además, es importante valo-
rar las inquietudes del paciente, como su resultado funcional, el potencial de procedimientos
PUNTOS CLAVE
■■ Los antecedentes y la exploración física deben dirigirse a la valoración del riesgo general
de infección.
■■ Algunos elementos importantes en los antecedentes del padecimiento actual incluyen
tiempo desde la lesión, comorbilidades del paciente, ubicación anatómica, dimensio-
nes de la herida y la presencia de material extraño, contaminación considerable o tejido
desvitalizado.
■■ Las heridas por mordedura en la cara a menudo pueden cerrarse de forma primaria, ya
que el beneficio cosmético supera el riesgo de la infección.
■■ Todas las heridas deben irrigarse en abundancia.
■■ Analizar los riesgos y beneficios del cierre de la herida con cada paciente y documentar
la conversación de forma apropiada.
Lecturas recomendadas
Garcia-Gubern CF, Colon-Rolon L, Bond MC. Essential concepts of wound management.
Emerg Med Clin North Am. 2010;28:951–967.
Nicks BA, Ayello EA, Woo K, et al. Acute wound management: Revisiting the approach to
assessment, irrigation, and closure considerations. Int J Emerg Med. 2010;3:399–407.
Philipsen TE, Molderez C, Gys T. Cat and dog bites. What to do? Guidelines for the treatment
of cat and dog bites in humans. Acta Chir Belg. 2006;106(6):692–695.
Quinn JV, Polevoi SK, Kohn MA. Traumatic lacerations: What are the risks for infection and
has the ‘golden period’ of laceration care disappeared? Emerg Med J. 2014;31:96–100.
Zehtabchi S, Tan A, Yadav K, et al. The impact of wound age on the infection rate of simple
lacerations repaired in the emergency department. Injury. 2012;43:1793–1798.
355
Comunicación óptima
con los consultores
Hugh F. Hill III, MD, JD, FACEP, FCLM
Si pregunta por qué se solicitan interconsultas, si se pregunta cuáles son los elementos comunes
en las interconsultas, entonces sabrá cómo evitar los errores frecuentes. En otras palabras, ¡divida
el todo en sus partes!
Se solicitan interconsultas para:
■■ Ayudar con el diagnóstico
■■ Asesoría sobre los estudios y el tratamiento
■■ Asistencia con un procedimiento específico (médica y administrativa)
■■ Asegurar a la familia y al paciente el detalle y la precisión de la labor realizada
■■ Coordinar y compartir la responsabilidad de la atención
Una vez que se presenta la oportunidad o la necesidad de una interconsulta, los elementos
lingüísticos de cada interconsulta se alinean en un orden consistente:
■■ Contacto
■■ Comunicación sobre el paciente
■■ Pregunta(s) o acción(es) solicitadas
■■ Consentimiento
■■ Respuesta e informe
■■ Cierre del solicitante
Ayuda con el diagnóstico
Nuestras solicitudes son menos frecuentes para las opiniones de otro especialista sobre un diag-
nóstico que las solicitadas en la consulta externa o en el entorno hospitalario. Pero seguimos
requiriendo el apoyo de nuestros colegas de la siguiente forma, por ejemplo, ¿qué es este exan-
tema?, ¿pudiera estar pasando por alto otros motivos para esta hipotensión persistente? Estas
solicitudes requieren la inclusión de información más completa. Deben evitarse los sesgos en la
presentación de esa información; el consultor tiene menos probabilidades de detectar algo que
pasamos por alto si lo dirigimos demasiado.
Consejos sobre estudios diagnósticos
y tratamiento
A menudo pedimos comentarios sobre los estudios previos a la admisión o la elección de imáge-
nes. Si bien estas comunicaciones pueden ser breves, nos beneficiamos al entrenarnos pensando
en ellas como solicitudes de interconsulta. Hablar con el equipo encargado de atender al paciente
después del ingreso puede ser de ayuda. No es una renuncia a la autonomía profesional o al
803
estatus modificar nuestro trabajo para que se ajuste mejor a lo que ocurrirá después, cuando ya
no tenemos control, cuando sea razonable.
Asistencia en procedimientos específicos
(médicos y administrativos)
Sabemos lo que debe hacerse, así que llamamos al especialista apropiado para hacerlo. De cual-
quier forma, nos incumbe reconocer su juicio independiente. Las buenas relaciones entre el
personal del hospital y a la larga la atención del paciente dependen de interacciones sin com-
plicaciones. Es raro que haya necesidad de llegar al extremo de solicitar una segunda consulta
en la misma especialidad debido a que la primera fue una elección riesgosa. Los colegas que no
pertenecen a urgencias por lo general no tienen una lista de llamadas: le hablan a quien quieren.
Si nuestros pacientes no están recibiendo el apoyo que requieren por parte de un consultor en la
lista de llamadas, tenemos que solucionarlo mediante un proceso de respuesta.
Responder e informar
Esto es lo que hace el consultor. Si no lo apunta en ese momento, nosotros tenemos que registrar
lo que entendimos que respondió. Cuando el consultor se hace responsable –“Sí, vamos a ingre-
sarlo en mi servicio”– es evidente. (Nota: de todos modos hay que juzgar si las intenciones inme-
diatas comunicadas por el consultor son razonables. Asimismo, nuestra responsabilidad continua
es más clara hasta que el consultor ve al paciente.)
Cierre del solicitante
Al igual que se hace con los expedientes seriados, se corre el riesgo de tener declaraciones conflic-
tivas si el consultor añade información una vez que hemos hecho nuestras anotaciones. En algunos
casos, es posible leer la siguiente entrada y a continuación añadir un anexo apropiadamente fechado.
Por último, muchos autores sugieren que nos abstengamos de hacer interconsultas “de
oportunidad”. Si hablamos informalmente con otro especialista, hay que ser honestos. No debe
registrarse lo que se platicó como si fuera el resultado de un proceso formal. Si va a incluirse a
otro médico en un proceso con una responsabilidad indeseada, los problemas que se tendrán con
ese médico irán más allá de un simple conflicto. Si quiere incluirse algo en el expediente, puede
considerarse: “Llamé al Dr. X y él se hará cargo del seguimiento”.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Guertler AT, Cortazzo JM, Rice MM. Referral and consultation in emergency medicine prac-
tice. Acad Emerg Med. 1994;1(6):565–571.
Habermas J. The Theory of Communicative Action. Boston, MA: Beacon Press, 1981.
Kessler CS, et al. The 5C’s of consultation: Training medical students to communicate effec-
tively in the emergency department. J Emerg Med. 2015;49:713–721.
Lee T. Consultation guidelines for primary care providers. Forum (The Risk Management
Foundation of the Harvard Medical Institutions), 2000:20.
Lee T, Pappius EM, Goldman L. Impact of inter-physician communication on the effective-
ness of medical consultations. Am J Med. 1983;74(1):106–112.
356
Tratar al paciente y no a la enfermedad:
consejos para la satisfacción del paciente
Dylan Sean Kellogg, MD
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Boudreaux ED, O’Hea EL. Patient satisfaction in the emergency department: A review of the
literature and implications for practice. J Emerg Med. 2004;26:13–26.
The Disney Institute; Kinni T. Be Our Guest: Revised and Updated Edition: Perfecting the Art of
Customer Service (The Disney Institute Leadership Series). New York: Disney Editions, 2011.
Patel PB, Vinson DR. Physician e-mail and telephone contact after emergency department
visit improves patient satisfaction: A crossover trial. Ann Emerg Med. 2013;61(6):631–637.
Welch SJ. Twenty years of patient satisfaction research applied to the emergency department:
A qualitative review. Am J Med Qual. 2010;25:64–72.
Worthington K. Customer satisfaction in the emergency department. Emerg Med Clin North
Am. 2004;22:87–102.
357
Su paciente ha muerto, ahora
enfóquese en la familia: cómo dar
malas noticias a los familiares
Dylan Sean Kellogg, MD
Son las 2 de la mañana, ha pasado los últimos 45 min tratando de reanimar a un hombre de mediana
edad sin éxito. Agradece a su equipo y se prepara para llenar los formatos correspondientes cuando
un encargado de recepción se aproxima y le dice: “Doctor, la esposa del paciente está aquí.”
La mayoría de nosotros recibimos cierta enseñanza sobre cómo “dar malas noticias”
durante la carrera que incluía representar el papel de cada persona involucrada. Esto a menudo
se hace antes de tener experiencia clínica y casi con certeza no se consideró en casos de urgencias.
Durante la residencia se empiezan a tener estas conversaciones. Nunca se hacen más fáciles y
dado que cada familia reacciona de forma distinta, ¿cómo puede saberse que se hace un buen
trabajo? Además, estas conversaciones a menudo se consideran como un extra; hemos atendido
al paciente, ahora hay que informar a la familia.
Este no es el abordaje apropiado. Tratar a un familiar en duelo con la misma atención que
se cuida del paciente facilita a ambas partes enfrentar una situación increíblemente difícil y pro-
porciona mejores resultados a largo plazo para la familia.
Somos extremadamente sistemáticos en la forma en que atendemos al paciente y el mismo
rigor debe aplicarse en las interacciones con los familiares. Dos nemotecnias que se han estudiado
como herramientas para ayudar en las conversaciones que dan malas noticias son PPICER (Tabla
357-1) y RRIEV_IDD (Tabla 357-2). La primera se estudió originalmente en oncología, pero se ha
aplicado con éxito a la sala de urgencias, en tanto que la segunda se ha estudiado menos, pero fue
diseñada para aplicarse en la sala de urgencias. Ambas destacan la importancia de prepararse para la
conversación, proporcionar un espacio privado, no clínico, asegurarse que estén presentes las per-
sonas apropiadas, determinar cuánto se sabe antes de empezar a hablar, ser directo pero empático al
comunicar las noticias y dar la oportunidad de hacer preguntas y dar seguimiento.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Baile WF, Buckman R, Lenzi R, et al. SPIKES—A six-step protocol for delivering bad news:
Application to the patient with cancer. Oncologist. 2000;5:302–311.
Hobgood C, et al. The educational intervention “GRIEV_ING” improves the death notifica-
tion skills of residents. Acad Emerg Med. 2005;12(4):296–301.
Kazimiera A, et al. Sudden unexpected death in the emergency department: Caring for the
survivors. Can Med Assoc J. 1993;149(10):1445–1451.
Marrow J. Telling relatives that a family member has died suddenly. Postgrad Med J.
1996;72:413–418.
Oczkowski SJ, et al. The offering of family presence during resuscitation: A systematic review
and meta-analysis. J Intensive Care. 2015;3(41):1–11.
358
No tenga miedo de discutir las
decisiones sobre el final de la vida
con el paciente y la familia
Emily Streyer Carlisle, MD, MA
Encontramos a muchos pacientes cerca del final de sus vidas. Debido a la naturaleza de nuestra pre-
paración y de nuestra función en el sistema de atención a la salud, restaurar la salud a un estado de
plenitud es nuestro objetivo natural. Sin embargo, en muchos casos el paciente se ha presentado a la sala
de urgencias con un estado tan deteriorado o una lesión tan grave que una salud plena ya no es un obje-
tivo realista o deseable y no es aconsejable desplegar la totalidad de nuestro arsenal, si no es que inútil.
Iniciar pláticas sobre el final de la vida en estos casos puede ahorrar al paciente procesos dolorosos y
fútiles, ayudar a movilizar la toma de decisiones y conservar los recursos del hospital.
La bibliografía es unánime en que entre más pronto se hable sobre los aspectos relacionados
con el final de la vida, mejor, en particular en pacientes con enfermedades terminales. En condi-
ciones ideales, el médico de atención primaria comenta sobre estos temas de forma oportuna y sin
presiones durante la planeación del final de la vida y la transición de objetivos curativos a paliativos
tiene lugar según los propios tiempos del paciente. Los programas de atención paliativa han mos-
trado que reducen las visitas a urgencias, las hospitalizaciones y la atención intensiva en el último
mes de vida. En muchos casos, mejoran el control de síntomas y pueden incluso prolongar la vida.
Sin embargo, en otros casos, estas decisiones se presentan a los pacientes y sus familiares de
forma abrupta ante un evento inesperado o agudo. Como médicos de urgencias, a menudo encontra-
mos a estos pacientes en la fase aguda de la crisis. Dar malas noticias de cualquier tipo en la sala de
urgencias es un desafío. Por lo general no hay una relación previamente establecida con el paciente
o sus familiares. El ambiente de urgencias suele ser caótico, ruidoso y generador de ansiedad. La
urgencia del encuentro clínico a menudo requiere que el paciente o su representante tomen decisiones
de gran relevancia, con un tiempo limitado para reflexionar, después de recibir una gran cantidad de
información nueva, muchas veces técnica y en ocasiones difícil de asimilar. De cualquier modo, puede
recaer en el profesional de urgencias iniciar estas pláticas. Asimismo, el encuentro en urgencias puede
ser la última oportunidad para determinar los deseos del paciente de boca de él mismo.
Las pláticas sobre el final de la vida, al igual que con todos los casos de toma de decisiones
médicas informadas, requieren que el médico explique las opciones y proporcione asesoría. El primer
paso consiste en identificar cuánto entienden el paciente y sus familiares sobre su situación médica en
ese momento. Pueden no apreciar que la enfermedad es terminal o que la muerte es inminente, sin
importar lo obvio que pueda ser para el médico. Hay que llevar a la familia de la información antigua
a la reciente, por ejemplo, “Ya ha tenido problemas con sus pulmones desde hace tiempo, pero ahora
su función pulmonar ha empeorado. ¿Ha comentado con ella alguna vez qué es lo que quiere hacer
en caso de que no pueda respirar por sí misma?” Hay que indagar sobre directrices avanzadas o indi-
caciones del médico para tratamiento que sostenga la vida. En este punto, comentar las opciones dis-
ponibles en urgencias y proporcionar una perspectiva, por ejemplo, la opción más agresiva puede ser
prolongar la vida, pero es dolorosa y se acompaña de varias complicaciones, en tanto que las medidas
de comodidad dan prioridad a la tranquilidad pero probablemente no se dirijan al problema agudo.
Las familias pueden requerir ayuda para evitar preferencias con una lógica inconsistente derivadas
de no entender bien la situación (p. ej., querer vasopresores, que se entienden como “medicinas para
ayudar a la presión”, pero no una línea central).
Como profesionales de urgencias, con frecuencia tenemos que tomar decisiones de vida o
muerte en segundos, pero para los pacientes y las familias estas decisiones pueden tomar tiempo.
Decidir si se prefieren las medidas de comodidad, en especial cuando el evento no se había
anticipado, puede requerir varias pláticas a lo largo de muchas horas a días. Los pacientes y
sus familias pueden necesitar tiempo para ajustarse, así como para dar tiempo a que lleguen
parientes de fuera, o para platicar con otros médicos o asesores. Incluso si no se toma ninguna
decisión, la primera plática en urgencias puede facilitar las discusiones posteriores con el equipo
del hospital y permitir una transición a los cuidados paliativos que sea tanto más sencilla como
oportuna. Cuando el tiempo lo permita (p. ej., la necesidad de intubación no es inmediata), hay
que retirarse para dar tiempo a la reflexión, pero sin dejar de estar disponible para preguntas. En
este momento, ofrecerse a llamar al equipo de cuidados paliativos si está disponible. Los miem-
bros de este equipo a menudo pueden responder preguntas y dar apoyo a la familia cuando las
enfermeras y otros profesionales de urgencias tienen poco tiempo para ello.
Las familias pueden tomar la decisión de optar por medidas de comodidad desde urgen-
cias. El momento de la muerte puede ser impredecible y ocurrir en minutos o en horas a días.
A menos que la muerte sea notoriamente inminente (p. ej., saturaciones de oxígeno bajas y
bradicardia), ingresar al paciente, de preferencia a una habitación privada, sin monitores, que
permita a la familia estar junto a él o ella en lo que la naturaleza sigue su curso. Mientras el
paciente espera a que haya una cama disponible, hay que hacer el intento de encontrar una
cama en un sitio tranquilo de urgencias. Solicitar una consulta para cuidados paliativos si
están disponibles y no se han activado todavía. Hay que tener presente que debe anticiparse el
hambre de aire y el dolor para que los pacientes estén tan cómodos como sea posible.
PUNTOS CLAVE
■■ Hablar sobre las preferencias para el final de la vida siempre que sea apropiado.
■■ Estar preparado para comunicar múltiples fragmentos de información, en especial si
el evento que motivó la visita a la sala de urgencias no se había anticipado.
■■ Llamar al equipo de atención paliativa si hay uno disponible.
■■ De ser posible, tratar de llevar al paciente y su familia a un sitio tranquilo del departamento.
■■ Recordar que la conversación en urgencias ayudará al paciente, la familia y los profe-
sionales de otros pisos incluso si no se toma ninguna decisión en urgencias.
Lecturas recomendadas
Lamba S, Nagurka R, Walther S, et al. Emergency-department-initiated palliative care con-
sults: A descriptive analysis. J Palliat Med. 2012;15:633–636.
Limehouse WE, Feeser VR, Bookman KJ, et al. A model for emergency department end-of-life
communications after acute devastating events—Part I: Decision-making capacity, surro-
gates, and advance directives. Acad Emerg Med. 2012;19:1068–1072.
Limehouse WE, Feeser VR, Bookman KJ, et al. A model for emergency department end-of-life
communications after acute devastating events—Part II: Moving from resuscitative to end-
of-life or palliative treatment. Acad Emerg Med. 2012;19:1300–1308.
Müller-Engelmann M, Keller H, Donner-Banzhoff N, et al. Shared decision making in
medicine: The influence of situational treatment factors. Patient Educ Couns.
2011;82:240–246.
Zakhour M, LaBrant L, Rimel BJ, et al. Too much, too late: Aggressive measures and the tim-
ing of end of life care discussions in women with gynecologic malignancies. Gynecol Oncol.
2015;138:383–387.
359
¿Demasiados a la vez? Sobrecupo
en la sala de urgencias
Ryan Brooks, MBA y Arjun Chanmugam, MD, MBA
Las salas de urgencias a lo largo de todo el mundo están enfrentando una situación cada vez
más frecuente: una demanda creciente de los recursos en la sala de urgencias y una capacidad
limitada de camas para hospitalización, lo que resulta en sobrecupos inmanejables. Por más de
una década, los índices de atención en las salas de urgencias se han elevado de forma constante,
lo que contribuye a la presencia de este sobrecupo. Las grandes cantidades de personas en urgen-
cias tienen diversos efectos deletéreos, que incluyen estancias más prolongadas, aumento de la
morbilidad, aumento de los errores adversos y previsibles, retrasos en el tratamiento y esperas
más prolongadas para ser evaluados por los cuidadores. El sobrecupo en urgencias conduce a
multitudes en las salas de espera y tiene un impacto negativo sobre la experiencia del paciente,
lo que también conduce a que baje el ánimo entre el personal y los profesionales (Figura 359-1).
Errores frecuentes con el sobrecupo
Existen diversas estrategias para combatir el problema del sobrecupo. El éxito de cada una de
estas depende del grado de liderazgo en el sistema de salud. El sobrecupo en urgencias no es
un problema que solo ocurra en la medicina de urgencias. De hecho, el componente del sobre-
cupo en urgencias puede considerarse relativamente pequeño.
Varias publicaciones han informado en fechas recientes que la principal causa de que haya
sobrecupo en las salas de urgencias es el mayor tiempo de estancia de los pacientes ingresados
en este departamento. La falta de una transferencia oportuna de los pacientes de urgencias a una
cama apropiada en piso se complica por la capacidad limitada de los hospitales y se agrava por
la ineficacia de los procesos intrahospitalarios. Cuando se atienda este problema, el liderazgo en
todos los niveles de la organización debe reconocer que la resolución de este problema requiere la
coordinación de las unidades intrahospitalarias, las clínicas ambulatorias, los servicios auxiliares
e incluso de otros hospitales dentro del propio sistema de salud.
Es de utilidad considerar dos dominios básicos de las variables que afectan las operaciones
en la sala de urgencias. El primer dominio incluye las variables que son intrínsecas a la propia
sala de urgencias. Las operaciones en urgencias tienen que optimizarse para reducir las esperas
innecesarias, aumentar la eficiencia de la carga de trabajo y reducir el tiempo de estancia para los
pacientes en las camas. El índice de rotación de camas tiene un impacto crítico sobre el número
de pacientes que pueden evaluarse a detalle. Así, mejorar el índice de rotación de las camas puede
ayudar a optimizar la capacidad y mitigar el sobrecupo. El segundo dominio tiene que ver con
las variables externas a urgencias, que incluyen la eficiencia de la transferencia de los p
acientes
ingresados o en observación a otras unidades, tiempos de interconsulta de especialidades, dispo-
nibilidad y accesibilidad a las clínicas ambulatorias y servicios auxiliares. La disponibilidad de
servicios de referencia ambulatorios, lo que incluye citas para atención primaria y especialidades,
puede tener un impacto significativo sobre el tiempo de estancia del paciente en urgencias. Si
los recursos clínicos y ambulatorios no están disponibles sin demora para la referencia de los
médicos de urgencias, el resultado es que las evaluaciones e intervenciones prolongadas ocu-
rrirán ahí mismo. Esto prolonga las evaluaciones en urgencias, lo que exacerba el problema del
sobrecupo.
Figura 359-1 Las salas de urgencias tienen la tarea de atender a una cantidad
cada vez mayor de pacientes.
PUNTOS CLAVE
■■ A lo largo de los últimos 10 años, los índices de visitas a las salas de urgencias han
aumentado, en tanto que la disponibilidad de camas en piso ha disminuido, lo que
resulta en la presencia de sobrecupo en urgencias.
■■ Una importante causa de este problema es la estancia de pacientes ingresados en
urgencias mientras esperan una cama en piso.
■■ Otras variables que afectan la presencia de sobrecupo caen en dos categorías básicas:
factores que son intrínsecos a las operaciones en urgencias y factores que tienen que
ver con las operaciones del hospital.
■■ Las estrategias para enfrentar la presencia de sobrecupo en urgencias deben lograrse
al nivel operativo del hospital.
■■ La mayoría de las salas de urgencias carece de los recursos necesarios para resolver los
problemas relacionados con la presencia de sobrecupo, en especial debido a que esta
situación es más a menudo un reflejo de las operaciones del hospital más que de las
operaciones de urgencias.
Lecturas recomendadas
Agency for Healthcare Research and Quality (Information on ED visits from the HCUP
Nationwide Emergency Department Sample [NEDS] (http://hcupnet.ahrq.gov/)).
Coil CJ, Flood JD, Belyeu BM, et al. The effect of emergency department boarding on order com-
pletion. Ann Emerg Med. 2016;67(6):730–736.e2. doi:10.1016/j.annemergmed.2015.09.018.
Kayden S, Anderson PD, Freitas R, et al. Emergency Department Leadership and Management:
Best Principles and Practice. n.d.
Kelen G, Peterson S, Pronovost P. In the name of patient safety, let’s burden the emergency depart-
ment more. Ann Emerg Med. 2016;67(6):737–740. doi:10.1016/j.annemergmed.2015.11.031.
360
Documentos para el alta: información
clara, concisa y completa
David Rose, MD
Todos los pacientes dejan la sala de urgencias en algún momento, ya sea que se ingresen al
hospital o se den de alta. Es tranquilizador cuando manos capacitadas asumen su cuidado en
el hospital, pero a menudo es motivo de desasosiego cuando se les envía al mundo solo con el
consejo que les damos y unas cuantas hojas de papel.
Las instrucciones del alta son una parte fundamental de la atención del paciente y pueden
alterar la evolución de la enfermedad. Proporcionan información esencial al paciente y a los profe-
sionales que participan en el seguimiento, además de funcionar como un documento médico-legal.
Evitar los errores frecuentes al escribir
las instrucciones para el alta
Incluir todos los elementos esenciales de las instrucciones del alta (véase la Tabla 360-1).1
Usar plantillas preformateadas y hojas de instrucciones
Los resúmenes de trastornos frecuentes pueden ayudar al profesional a construir las instruc-
ciones para el alta de forma más eficiente. Estos a menudo están disponibles a partir de fuentes
médicas confiables en línea o a través de un sistema de expedientes electrónicos en el hospital.
Personalizar las instrucciones para el alta
Entre menos genéricas y más personalizadas sean las instrucciones para el alta, más probabilidades
habrá de que los pacientes las entiendan en verdad y las usen. Subrayar las partes importantes
y repasar las instrucciones para el alta con el paciente le ayudará a entenderlas. Algunos lugares
específicos para hacerlo son en la “evolución esperada” e “instrucciones posteriores a la atención.”
Adaptada de Taylor DM, Cameron PA. Discharge instructions for emergency department patients: What
should we provide? J Accid Emerg Med. 2000;17:86–90.
PUNTOS CLAVE
Referencias
1. Taylor DM, Cameron PA. Discharge instructions for emergency department patients:
What should we provide? J Accid Emerg Med. 2000;17:86–90.
2. McCarthy DM, Engel KG, Buckley BA, et al. Emergency department discharge instruc-
tions: Lessons learned through developing new patient education materials. Emerg Med Int.
2012;306859:7.
3. Engel KG. Patient understanding of emergency department discharge instructions: Where
are knowledge deficits greatest? Acad Emerg Med. 2012;19(9):E1035–E1044.
4. Horwitz LI, et al. Quality of discharge practices and patient understanding at an academic
medical center. JAMA Intern Med. 2013;173(18):1715.
5. Schillinger D, et al. Closing the loop: Physician communication with diabetic patients who
have low health literacy. Arch Intern Med. 2003;163(1):83.
361
Supervisión de los residentes y
profesionales de práctica avanzada
Patricia Petrella Nouhan, MD, FACEP y Robert B.
Takla, MD, MBA, FACEP
Existe un equilibrio entre el nivel ideal de supervisión médica en la medicina de urgencias y la autono-
mía de los residentes de la especialidad y los profesionales de práctica avanzada (asistentes médicos y
practicantes de enfermería). El servicio de profesionales de práctica avanzada en los centros de urgen-
cias es frecuente, pero se ha visto catalizado por diversos factores que incluyen restricción de las horas
de servicio de los residentes y el número limitado de médicos de urgencias en algunos lugares. Además,
los programas de capacitación para los residentes de medicina de urgencias requieren planes de super-
visión con médicos graduados que estén a cargo de la enseñanza adecuada y la seguridad del paciente.
En las salas de urgencias rurales puede ser difícil conseguir médicos de urgencias certificados y es
necesario depender de profesionales de práctica avanzada para cubrir los turnos. ¿Cuánta supervisión
requieren los residentes y los profesionales de práctica avanzada y cuáles son los factores críticos que
deben tenerse en mente al hacerlo?
En el curso de la residencia en urgencias hay una progresión gradual de la autonomía en la
práctica del año 1 al 2 y en lo sucesivo hasta niveles más avanzados (años 3, 4 o 5 dependiendo del pro-
grama de urgencias). El Accreditation Council for Graduate Medical Education (ACGME) requiere
que los residentes de primer año reciban supervisión directa cara a cara o indirecta con disponibilidad
inmediata de supervisión directa en todo momento en las urgencias. A medida que el residente avanza
en su preparación en urgencias, se le asignan mayores responsabilidades de atención del paciente por
parte de sus supervisores y director del programa, de acuerdo con el nivel de habilidad obtenido.
Pueden avanzar al nivel en que atienden a múltiples pacientes antes de la revisión y la evaluación del
paciente por parte del médico. Sin importar el grado de residencia, los procedimientos avanzados
(como intubación, inserción de sonda pleural o toracotomía) siempre deben realizarse bajo supervi-
sión directa de un médico. Las guías del ACGME requieren supervisión flexible con base en el nivel
del residente, su habilidad, preocupaciones de seguridad del paciente y servicios de apoyo disponibles.
Los médicos deben estar atentos a estos factores, ya que dirigen a los residentes en estrategias de aten-
ción segura del paciente y a medida que guían el aprendizaje para que en el futuro sean supervisores.
Los profesionales de práctica avanzada no tienen el mismo tipo de capacitación estructurada en
urgencias que los residentes en medicina de urgencias, donde avanzan de un año a otro en su capacita-
ción enfocada específicamente en medicina de urgencias. Además, hay una variabilidad significativa en
las leyes estatales que dictan la práctica de los profesionales de práctica avanzada. Dependiendo de su
programa escolar, los estudiantes apenas pueden estar expuestos a la medicina de urgencias. En lugar
de ello, adquieren conocimientos en la sala de urgencias, habilidades especializadas y experiencia en
el trabajo. Debido a esta variación, su nivel de supervisión requerida y nivel de autonomía dependen
mucho de los profesionales de práctica avanzada. Una practicante de enfermería que estuvo en enfer-
mería de urgencias por 12 años antes de completar su práctica avanzada requiere menos supervisión
que una que acaba de salir de la escuela y tiene poca experiencia en urgencias.
Para la supervisión de estos profesionales, un método sugerido consiste en definir por protocolo
qué tipos de encuentros requieren que el paciente sea atendido por un médico de urgencias. Además,
ese encuentro con el médico debe documentarse en la gráfica. Por ejemplo, un paciente que regresa
de forma repetida o cuyo estado es muy agudo puede requerir que el paciente sea evaluado por el
médico de urgencias y no simplemente comentarse durante una llamada telefónica entre el profe-
sional de práctica avanzada y el médico de urgencias. Estas guías deben desarrollarse y establecerse
con anticipación, además de ajustarse a las legislaciones estatales, reglamentos del hospital y reglas y
reglamentos del departamento. Una sala de urgencias rural puede solo tener un profesional de prác-
tica avanzada sin ningún médico de urgencias en el lugar; por lo tanto, el alcance y la autonomía de
ese profesional de práctica avanzada pueden ser mayores en relación con uno en la sala de urgencias
de un hospital de enseñanza urbano en el que hay residentes y médicos de medicina de urgencias.
Lo que parece ser fundamental para la atención y la eficacia óptimas del paciente, así como para
la educación y desarrollo de habilidades continuos de los residentes y profesionales de práctica avan-
zada es una comunicación y una retroalimentación honestas y abiertas. Si el profesional de práctica
avanzada o el residente de medicina de urgencias se sienten incómodos con cualquier aspecto de la aten-
ción del paciente, deben solicitar ayuda y supervisión sin dudarlo. Cualquier cosa distinta pone en riesgo
la atención del paciente y la integridad del proceso educativo para ambos tipos de aprendizajes.
PUNTOS CLAVE
■■ Hay un equilibrio entre la autonomía individualizada que se da a cada residente y profesional
de práctica avanzada de medicina de urgencias con base en sus habilidades y experiencia,
junto con el nivel de comodidad del médico supervisor con ese aprendiz en particular.
■■ Los residentes de medicina de urgencias de primer año requieren supervisión directa
por un medico de urgencias de acuerdo con los estándares del ACGME.
■■ Una supervisión apropiada por el residente de medicina de urgencias de años poste-
riores permite más flexibilidad para los médicos en el sitio; sin embargo, la evaluación
del paciente en estado crítico y los procedimientos no dejan de requerir supervisión
directa cara a cara.
■■ La autonomía y el alcance de la práctica parecen ser mayores en las salas de urgen-
cias rurales para los profesionales de práctica avanzada debido a la falta de médicos de
urgencias certificados.
■■ La comunicación abierta es esencial entre el médico a cargo y el residente o el pro-
fesional de práctica avanzada para una atención y supervisión del paciente que sean
seguras y eficaces.
Lecturas recomendadas
Accreditation Council for Graduate Medical Education. ACGME Common Program Require-
ments. Revised September 28, 2014, effective July 1, 2015.
Blum AB, Shea S, et al. Implementing the 2009 Institute of Medicine Recommendations on Resident
Physician Work Hours, Supervision, and Safety. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov. 2011.
Hooker RS, Klocko DJ, Larkin GL. Physician assistants in emergency medicine: The impact
of their role. Acad Emerg Med. 2011;18(1):72–77.
Sawyer BT, Ginde AA. Scope of practice and autonomy of physician assistants in rural versus
urban emergency departments. Acad Emerg Med. 2014;21(5):520–525.
362
¿Qué hacer con tanta gente?
Estrategias para reducir el sobrecupo
en la sala de urgencias
Ryan Brooks, MBA y Arjun Chanmugam, MD, MBA
Tener la habilidad para anticipar el sobrecupo en la sala de urgencias es una de las estrategias
más valiosas y costo-efectivas que puede emplear una organización. La demanda histórica de
servicios de urgencias puede analizarse para tener una idea de cuándo esperar que se alcance un
punto máximo en la llegada de pacientes. Seguir las llegadas de los pacientes por día de la semana
y hora del día permite a los responsables ajustar los patrones de asignación de personal para que
correspondan mejor a la demanda de sus servicios. Los patrones de llegada son el elemento más
básico que debe entenderse en urgencias. De forma secundaria a los patrones de llegada está
entender mejor los niveles de ocupación en el hospital y unidades de observación. En condicio-
nes ideales, los mayores índices de llegadas deben corresponder de cerca a los momentos en que
el hospital tiene la menor ocupación. El objetivo final es emparejar el suministro de camas de
hospital disponibles con la demanda de estas camas.
Un ejemplo que aparece más adelante utiliza el formateo condicional para identificar
cuándo es mayor el censo en la sala de urgencias. Usando los datos que aparecen más adelante, los
directores de enfermería pueden decidir asignar a una enfermera adicional en el turno de la tarde
en lugar de hacerlo en el turno de la mañana con un menor censo. Los siguientes datos también
muestran cuándo se necesitan más las camas de hospital y de unidades de observación. A medida
que aumentan los índices de llegada, tener la capacidad de sacar a los pacientes de urgencias es
fundamental para el éxito. Hacer que los pacientes permanezcan en una sala de urgencias que
se utiliza en exceso mientras se espera que haya una cama disponible solo exacerba el problema
del sobrecupo en urgencias, tiene un impacto negativo sobre la experiencia del paciente y el
potencial de complicar la seguridad del paciente y el profesional. La morbilidad y la mortalidad
se ven afectadas de forma adversa cuando se fuerza al paciente de urgencias a esperar horas por
una cama apropiada en la unidad de cuidados intensivos. Desgraciadamente, este escenario se
está haciendo cada vez más frecuente en las salas de urgencias (Figura 362-1).
La sala de urgencias no puede esperar hasta que el sobrecupo se convierta en un problema
antes de que se enfrente el problema a nivel de todo el hospital. La planeación avanzada es fun-
damental al presentar estrategias contra el sobrecupo. Cada organización puede establecer las
métricas que determinan cuándo iniciar la planeación. Las usadas más a menudo son las métricas
de volumen, lo que incluye los censos de urgencias y los índices de ingreso en urgencias (número
de pacientes que esperan una cama en piso pero permanecen en urgencias) y métricas basadas
en el tiempo, como cuánto le toma al paciente ser evaluado por el médico en urgencias o cuánto
tarda el paciente en ingresar a un cuarto en urgencias. Pueden tomarse acciones predeterminadas
con base en un censo en urgencias en el que los pacientes son 40% más que el número de camas
o cuando la métrica de tiempo hasta llegar al médico sea mayor de 90 minutos.
Uno de los factores más frecuentes que llevan al sobrecupo es la falta de disponibilidad de
camas en piso. Al dar de alta más temprano durante el día, los hospitales pueden darse más abasto
para satisfacer la demanda de camas en piso (pacientes de urgencias o quirófano que esperan para
ingresar) de modo que corresponda al suministro de camas abiertas y con personal. Para fomen-
tarlo, muchos hospitales están implementando objetivos de alta fijos diarios para cada unidad en el
hospital. Un ejemplo de esta estrategia es indicar a las unidades en el hospital que den de alta a dos
pacientes cada día para las 10:00 am. Al hacerlo, la sala de urgencias cuenta con una disponibilidad
de camas en piso que reduce la necesidad de albergar al paciente en urgencias y a la larga crea
espacio para los que llegan a urgencias. Para conseguirlo, un equipo de alta dedicado puede ayudar
a organizar altas seguras y apropiadas, asegurando que los pacientes tengan un buen destino en el
ámbito ambulatorio. Algunas instituciones están desarrollando una nueva clínica de especialidad
que atiende a los pacientes que han sido dados de alta recientemente del hospital a medida que
pasan a una atención longitudinal más tradicional. Desarrollar estas clínicas de transición tiene
dos funciones: (1) asegurar que los pacientes hospitalizados cuenten con un plan de alta apropiado
en un esfuerzo para que tengan una transición eficiente a la atención ambulatoria y reducir así la
duración de la hospitalización y (2) proporcionar a los pacientes de urgencias la opción de un segui-
miento ambulatorio, lo que incluye una clínica de transición multidisciplinaria.
A menudo se crean salas de alta para facilitar a las unidades del hospital el alta de los
pacientes a horas más tempranas del día. Estas salas pueden utilizarlas los pacientes que están lis-
tos para irse a casa pero que no pueden hacerlo por un tema de transporte o algún otro obstáculo
menor. Permitir que este tipo de pacientes permanezca en una sala y no en una cama tan nece-
saria puede ser clave para reducir el sobrecupo en urgencias. El obstáculo que se informa con
mayor frecuencia para no crear una sala de alta es el impacto en la satisfacción del paciente.
Sin embargo, existen estudios que demuestran el impacto que tiene sobre la experiencia del
paciente de una sala de alta dedicada y bien construida equipada con los servicios apropiados.
Tristemente, muchos hospitales no toman en cuenta el gran impacto de alojar a los pacientes
en lugar de enfocarse en cómo utilizar mejor las camas del piso, en especial en pacientes cuyas
intervenciones médicas se han completado y solo están esperando que se les dé de alta.
Si el alta obligada no es factible o es impopular en una organización, una estrategia alternativa
consiste en crear un abordaje multidisciplinario (tanto clínico como no clínico) para la planeación
de la capacidad. Pueden programarse reuniones matutinas a la cabecera para planear el día. Los
administradores de la sala de urgencias y las enfermeras a cargo se conectan con las enfermeras a
cargo de la unidad hospitalaria para determinar cuáles son las principales necesidades de camas.
Al comenzar con el censo actual de cada unidad e identificar cuántos pacientes pueden esperarse
durante el día (con base en un estimado de datos históricos y cuántos pacientes hay en ese momento
en el quirófano o en urgencias), los hospitales pueden identificar con facilidad dónde se necesitan
más camas. Estas reuniones no deben enfocarse en compartir información, que es el primer paso.
Desarrollar un plan de acción claro a diario con rendición de cuentas y responsabilidad compartida
para resolver los problemas es fundamental, pero por lo general no se hace.
Por ejemplo, una unidad de 30 camas con 28 pacientes en ese momento y 4 ingresos antici-
pados sabe que para atender las necesidades de urgencias es necesario dar de alta a dos pacientes.
Tener a todos los participantes necesarios permite que las unidades se conviertan en el objetivo
específico de la ayuda para el alta. Los equipos de transporte saben qué unidades con una alta
demanda serán la prioridad. Los equipos de farmacia pueden empezar a planear qué medica-
mentos se surtirán para que los pacientes se lleven a casa. La clave del éxito al usar esta estrategia
es eliminar tantas barreras para el alta como sea posible. Si simplemente no es posible dar de alta
al paciente para satisfacer las necesidades del hospital, se pide a otras unidades que participen y
de ser factible se encarguen de estos ingresos.
Esta estrategia, acoplar la demanda y la capacidad en tiempo real, puede ser muy exitosa
a nivel hospitalario. Sin embargo, también puede adoptarse y aplicarse a nivel del sistema de
salud (en particular cuando los hospitales dentro de un sistema de salud se encuentran cerca de
los demás). Si dos hospitales del mismo sistema de salud están dando servicio a la misma área,
es conveniente entender en tiempo real la capacidad disponible y la demanda de cada hospital
respectivo. Muchos consideran que el índice de ocupación ideal de los hospitales es del 85%.
Cuando la capacidad del hospital llega a 85%, se hace cada vez más difícil asignar a los pacientes
a las unidades apropiadas, hacer las transferencias de pacientes a las unidades indicadas y agru-
par por géneros y aislar a ciertos pacientes.
Cuando uno de estos hospitales supera el índice de ocupación ideal (85%), la organización
hermana debe considerar transferir a los pacientes ingresados a urgencias (que están esperando
una cama en piso) a otro hospital. Crear un paso adicional de transferencia del paciente es un
obstáculo mucho menor de superar que tratar de crear capacidad al dar de alta a los pacientes
antes. Si la satisfacción del paciente es una preocupación, incluso puede dársele la opción de
transferirse si así lo desea. Un breve trayecto en ambulancia puede llevarlos a una cama en
piso más rápido que si optan por permanecer en un hospital lleno en espera de una cama.
Muchas veces el paciente incluso aprecia las opciones que se le dan, lo que resulta en una
mayor satisfacción del paciente/puntuación de la experiencia, sin importar la decisión que
tome el paciente.
Otra opción popular para atender el sobrecupo en urgencias ha sido crear o promover el
acceso a las clínicas preexistentes. En ocasiones, las organizaciones que están tratando de reducir
su sobrecupo en urgencias están al mismo tiempo intentando aumentar los índices de consultas
a sus clínicas ambulatorias. Las clínicas ambulatorias son un excelente recurso para muchos
pacientes de urgencias, un gran número de los cuales puede atenderse en el ambiente ambu-
latorio sin mayor problema. La clave de hacer que esta estrategia sea lo más exitosa posible es
identificar los tipos de pacientes que se beneficiarían de esta oferta tan pronto como sea factible
durante su visita en urgencias. Es igualmente importante asegurar que haya un acceso apropiado
y el medio para facilitar la asistencia del paciente a estas clínicas.
Después de una exploración médica de detección, si se determina que no existe una urgen-
cia real en el paciente, pueden hacerse citas a la clínica como una alternativa a la atención en
urgencias, pero estas citas deben ser en 24 h a 2 sem dependiendo del estado y la preferencia del
paciente. Una vez que se ha evaluado al paciente y se le ha informado que es seguro esperar 1
o 2 días más, a menudo aprecia que se haga una cita que se ajuste a sus horarios y preferencias.
Recuerde, las visitas a urgencias suelen ser imprevistas y estresantes. Siempre que sea
posible, hay que ofrecer a los pacientes la mejor experiencia que también ayude a reducir el
sobrecupo.
PUNTOS CLAVE
■■ Desarrollar mecanismos como seguir los patrones de llegada para predecir el censo de
urgencias es una estrategia valiosa para manejar las posibles situaciones de sobrecupo
en urgencias.
■■ Las métricas de volumen incluyen un censo de urgencias e índices de ingreso en
urgencias (número de pacientes que esperan ingresar a una cama pero que permane-
cen en urgencias) y las métricas basadas en el tiempo, como cuánto tardan los pacien-
tes en ser evaluados por el médico en urgencias o cuánto tarda el paciente en llegar a
una cama en urgencias, pueden proporcionar datos útiles para ayudar con la planea-
ción en condiciones con un alto censo.
■■ Otras estrategias, lo que incluye transferencia a otros hospitales, promover mecanis-
mos de alta intrahospitalaria más eficientes y utilizar clínicas ambulatorias de forma
más eficaz, ayudan a mejorar la capacidad del hospital.
Lecturas recomendadas
Hernandez N, John D, Mitchell J. A reimagined discharge lounge as a way to an efficient dis-
charge process. BMJ Qual Improv Rep. 2014;3(1):u204930–w2080.
Kelen G, Peterson S, Pronovost P. In the name of patient safety, let’s burden the emergency depart-
ment more. Ann Emerg Med. 2016;67(6):737–740. doi:10.1016/j.annemergmed.2015.11.031.
Patel P, Combs M, Vinson D. Reduction of admit wait times: the effect of a leadership-based
program. Acad Emerg Med. 2014;21:266–273.
363
¿Qué hacer cuando llegan
documentos legales?
Kevin M. Klauer, DO, EJD, FACEP
El miedo a lo desconocido suele ser la respuesta inicial de los médicos cuando reciben una noti-
ficación de una demanda judicial. En lo que se refiere a la negligencia médica, los médicos son
como avestruces que entierran su cabeza en la arena. Existe una aversión tal a los procesos lega-
les, que muchos profesionales prefieren evitar por completo el proceso legal en lugar de prepa-
rarse para entenderlo. Esta es una estrategia fallida. Lo que no se conoce definitivamente puede
lastimar. El mejor abordaje consiste en estar preparado. Tristemente, un abordaje de sentido
común para entender las complejidades del sistema legal no basta debido a que estos procesos
no siempre son lógicos. Muchos médicos son demandados; conocer y emplear las estrategias que
se delinean en este capítulo pueden ayudarle a entender mejor y manejar una situación que es
tanto desafiante como estresante.
La notificación inicial de la demanda probablemente sea en la forma de una carta cer-
tificada y en ocasiones como una notificación de la intención de iniciar un proceso legal o un
citatorio. Estas notificaciones deben indicar las partes interesadas, la demanda o demandas y
las acusaciones, y si se trata de una demanda de acuerdo, incluirá un resumen de los daños y la
cantidad propuesta para un acuerdo monetario. Sin embargo, la primera notificación puede ser
la de reclamación y demanda, seguida por su presentación en el juzgado.
Son tres áreas distintas en las que hay que enfocarse cuando se recibe una notificación de
intención de demandar, una carta de demanda o la notificación de haber sido nombrado como
el acusado en una demanda: una respuesta oportuna, una comunicación privilegiada y su salud.
Aunque las leyes estatales varían en lo relacionado con los procedimientos civiles y la adju-
dicación de las reclamaciones bajo el marco de negligencia, hay algunos principios generales que
aplican y pueden ser de utilidad. La respuesta a la notificación debe ser rápida. Hay que entender
que si una persona recibe una notificación de demanda, la falta de una respuesta oportuna puede
llevar a un juicio expedito para el demandante. Hay muchas historias de horror de médicos que
han ignorado el problema al arrumbar la notificación en un cajón de su escritorio. El médico
demandado debe avisar a su supervisor, aseguradora y departamento de riesgos/reclamaciones de
inmediato. Al ser avisadas, estas entidades deben empezar a formar un archivo, una estrategia
de defensa y una respuesta legal apropiada. Nunca conviene responder de forma individual sin
asesoría legal. De ninguna manera hay que ponerse en contacto con el demandante (su antiguo
paciente) sin la consulta y participación de su asesor para la defensa.
Una reacción frecuente de los médicos es querer discutir los detalles del caso con sus colegas
para sentirse apoyados y validar su competencia. Sin embargo, esto puede ser riesgoso. Una de las
primeras preguntas que se plantean en estos procesos es si ha comentado el caso con alguien más,
y de ser así, con quién. Las pláticas con los colegas no suelen ser confidenciales. Aunque algu-
nas conversaciones con otros profesionales puedan clasificarse como confidenciales bajo las leyes
vigentes, esta protección es variable y el grado de confidencialidad suele sobreestimarse. La mayor
protección de la confidencialidad es entre el abogado y su cliente. Sin embargo, la protección que
otorga esta relación no suele entenderse en su totalidad. En resumen, estas conversaciones están
protegidas, no pueden ser divulgadas por el abogado y no son sujetas a la presentación de pruebas.
Sin embargo, la comunicación protegida es solo aquella que se deriva de la representación legal. Así,
hablar con un abogado que es amigo de la familia no está protegido a menos que le esté represen-
tando en un asunto específico. Simplemente escribir “protegido por la relación abogado-cliente”
en el asunto de un correo electrónico no necesariamente le otorga protección. Por ejemplo, si ha
copiado el correo a otras personas que no son sujeto de esa protección puede estar renunciando a
su derecho a la confidencialidad.
El privilegio conyugal y la confidencialidad del confesionario (p. ej., un sacerdote de buena
fe a discreción de lo que determine la corte) sí otorgan protección y la oportunidad de comentar
su caso con seguridad. Como ya se mencionó, esta confidencialidad puede declinarse de forma
inadvertida si esas personas hablan con otras en quienes no aplica la confidencialidad o que
escuchan las revelaciones.
La negligencia médica es parte de la práctica cotidiana y a menudo un gusto para el abo-
gado del demandante. Sin embargo, para el médico y otros profesionales de atención a la salud es
un asunto personal que puede causar una gran cantidad de estrés y problemas de salud mental.
Es importante reconocer que este proceso se oculta detrás de un manto de verdad y justicia. Sin
embargo, es función del abogado recabar y entender los hechos del caso y apoyar la postura de su
cliente con lo mejor de sus capacidades. Sus objetivos no incluyen un imperativo para encontrar
la verdad absoluta de la cuestión.
El suicidio entre médicos es mucho mayor que en la población general; 40% mayor en
hombres y 130% en mujeres, y la negligencia médica y los litigios son uno de los disparadores
más frecuentes. Es fundamental contar con apoyo para el estrés que causa el litigio. No es una
cuestión de que el litigio cause estrés. Es un tema del grado de estrés que causa y cómo impacta
al acusado de forma individual. Debe buscarse el apoyo de un profesional de salud mental, asesor
legal, cónyuge o clérigo, y este apoyo debe ser constante. Esperar a que haya signos manifiestos de
depresión, abuso de sustancias o dependencia y otras formas de compensación solo causa retra-
sos en el tratamiento e incluso suicidio. Aunque a los médicos se les enseña que sean fuertes y
funcionen en aislamiento, no debe esperarse que nadie enfrente solo esta situación desconocida
y difícil.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bal BS. An introduction to medical malpractice in the United States. Clin Orthop Relat Res.
2009;467(2):339–347. doi:10.1007/s11999-008-0636-2.
Carrier ER, Reschovsky JD, Mello MM, et al. Physicians’ fears of malpractice lawsuits are not
assuaged by tort reforms. Health Aff. 2010;29:91585–91592. doi:10.1377/hlthaff.2010.0135.
Kessler DP. Evaluating the medical malpractice system and options for reform. J Econ Per-
spect. 2011;25(2):93–110.
Struve CT. Malpractice crisis: Improving the medical malpractice litigation process. Health
Aff. 2004;23:433–441. doi:10.1377/hlthaff.23.4.33.
Weinstock MB, Klauer KM, Henry GL. Bouncebacks! Medical. Columbus, OH: Anadem Pub-
lishing, 2007.
364
Su declaración
Kevin M. Klauer, DO, EJD, FACEP
Aquello que no entendemos no solo causa ansiedad, sino que puede resultar en autovictimiza-
ción por la “ley” de las consecuencias no intencionadas. Su declaración es un excelente ejemplo.
Declaración se define en el diccionario legal de Black como “el testimonio fuera de la corte de
un testigo que se plasma por escrito para utilizarse más adelante en la corte o para fines de pre-
sentación de pruebas”.
Lo que está claramente ausente de esta definición es, “Que esta es la oportunidad del
médico para decirle a la corte lo que piensa”. Este es, quizás, el mayor y más peligroso malenten-
dido que los médicos tienen del proceso legal.
La declaración se programará al inicio del caso médico-legal, después de que se presenta la
demanda. La declaración es la base de la presentación de pruebas. Muchas decisiones se toman
con base en su desempeño en la declaración, lo que incluso puede resultar en que se retiren los
cargos. Sin embargo, si el abogado del demandante ha hecho su tarea, esto es muy poco probable,
ya que el objetivo de la declaración no es “revelar hechos” sino más bien encontrar información
que respalde argumentos y teorías específicas del alegato.
En términos generales, la declaración tiene varios objetivos: poner a prueba las teorías/
alegatos existentes, identificar nuevas teorías, tomarle la medida y ponerle una trampa.
Antes de considerar incluso tomar el caso, el abogado del demandante habrá conseguido
expertos que revisen el caso y den su opinión sobre si la atención correspondió o no a los
estándares y qué aspectos de ella fueron deficientes y son defendibles o indefendibles. Estos
expertos son los que proporcionan la base de la demanda y los alegatos contra usted. Sin
un experto que respalde su demanda, no hay forma de sustanciarla y por lo tanto, es inexis-
tente. Sin embargo, estas teorías y alegatos deben ponerse a prueba. ¿Tiene el demandado una
explicación plausible? ¿Hay hechos adicionales que rebatan sus teorías? Esto puede buscarse
durante el proceso de la declaración, tanto suya como de otros, incluyendo a los expertos que
pueden llamarse para atestiguar más adelante en el juicio.
A grandes rasgos, las declaraciones son excursiones de pesca. Pueden revelar nuevos
hechos, nuevas perspectivas e incluso nuevas teorías/alegatos y opciones para seguir la demanda.
Es por ello que cuando presente su declaración al abogado del demandante, es su oportunidad
para estar lo más callado posible y no “su oportunidad para decir lo que piensa”. Que ellos hagan
el trabajo. No caiga víctima del impulso bien intencionado de dar su versión de los hechos con la
esperanza de convencerlos de lo injustas que son sus acusaciones. Entre más diga, más se trans-
cribe y más tendrá que explicar en el futuro, especialmente durante el juicio. En otras palabras,
si quieren ir a pescar hechos con que acusarlo, no les ponga los peces en el bote. Hágalos que
trabajen.
Gran parte de la fase de presentación de pruebas de una demanda es para determinar la
estrategia. Otro aspecto muy importante de las estrategias del demandante y el acusado es
la determinación de qué tipo de testigo será usted. ¿Es creíble? ¿Le agradará al juez? ¿Está dema-
siado nervioso al presentar su declaración? ¿Puede defender sus acciones y la atención que pro-
porcionó? Estas y muchas otras preguntas se responderán durante la declaración. De hecho,
es muy probable que la declaración se grabe en audio o video justo para este fin. Si es un buen
testigo, esto lo favorecerá. Si no lo es, dará mayor oportunidad y ventaja al abogado del deman-
dante para solicitar un arreglo mayor. Pueden usar esta oportunidad para tratar de intimidarlo
y amedrentar al equipo de la defensa diciendo que las probabilidades de que el veredicto sea
favorable para el demandante son mayores ahora que le han tomado la medida.
Tal vez la parte más desafiante de la declaración es mantener la consistencia de su
mensaje. Esto puede ser mentalmente agotador. Lo último que desea es que el abogado del
demandante use sus propias palabras para desacreditarlo, fortaleciendo su caso. Es verda-
deramente malo que puedan hacerlo y conseguirán a un testigo experto para debilitar su
caso y fortalecer el de ellos, pero es devastador cuando el propio acusado es quien los ayuda
a conseguir este fin. Como ya se mencionó, el abogado del demandante tiene sus teorías y
pretende demostrarlas y hacerlo a costa suya. Es probable que le hagan la misma pregunta
exactamente u otra similar tres, cuatro o más veces. Puede ser desesperante, pero no debe
perder la concentración. Es un juego del gato y el ratón. Están tratando de dar forma a su
testimonio del modo que desean y puedan usar, y tratarán de tenderle una trampa.
La trampa consiste en un juego de confusión mental. Si le hacen una pregunta sufi-
cientes veces o de formas lo bastante distintas, es probable que se contradiga. No se equi-
voque. Estos errores, ya sea que usted y su equipo legal se den cuenta o no, regresarán a
perjudicarlo. Se le hará al demandante la misma pregunta u otra parecida durante el juicio y
estas declaraciones autoincriminatorias se leerán frente a usted durante el juicio. El abogado
del demandante incluso puede pedirle que lea una parte de su testimonio durante la decla-
ración. Por supuesto que para ese momento nadie sabrá de qué artilugios se valieron para
que usted diera esa respuesta en particular. Simplemente parecerá que el día de su declara-
ción usted dijo una cosa y en el juzgado dijo algo distinto. Estas contradicciones socavan la
credibilidad del acusado, si es que no son devastadoras para su caso. Así que sea astuto, sea
consistente y no hable de más. Entre menos diga en la declaración, mejor le irá.
La preparación para su declaración es fundamental. Es esencial que ensaye para su decla-
ración con preguntas preparadas sobre lo que se espera que le pregunten. Su abogado puede
ayudarle a elaborar sus mensajes y hacerlo que se sienta cómodo con el proceso. Anticipe un día
largo. Debe ir bien descansado y alimentado. Aunque parezca una distinción innecesaria, está
rindiendo declaración, no se le está interrogando. Si necesita descansar o quiere descansar por
cualquier motivo, solicite un descanso. Vístase formal, sea respetuoso, diga la verdad y mantenga
contacto visual. Si no entiende una pregunta, no la responda hasta que se la aclaren.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Bal BS. An introduction to medical malpractice in the United States. Clin Orthop Relat Res.
2009;467(2):339–347. doi:10.1007/s11999-008-0636-2.
Carrier ER, Reschovsky JD, Mello MM, et al. Physicians’ fears of malpractice lawsuits
are not assuaged by tort reforms. Health Aff. 2010;29:91585–91592. doi:10.1377/
hlthaff.2010.0135.
Kessler DP. Evaluating the medical malpractice system and options for reform. J Econ Persp.
2011;25(2):93–110.
Struve CT. Malpractice crisis: Improving the medical malpractice litigation process. Health
Aff. 2004;23:433–441; doi:10.1377/hlthaff.23.4.33.
Weinstock MB, Klauer KM, Henry GL. Bouncebacks! Medical. Columbus, OH: Anadem Pub-
lishing, 2007.
365
Sobrevivir a una demanda
Hugh F. Hill III, MD, JD, FACEP, FCLM
El resultado desfavorable de su paciente fue doloroso, ¡pero ahora lo acusan de causarlo! O lo que
usted pensó que era un éxito ahora lo llaman un fracaso, en una demanda que sostiene que debió
haberlo hecho mejor. O tal vez, menos doloroso pero más irritante, no pasó nada malo pero de
todos modos lo acusan de haberse equivocado.
Se entiende a nivel intelectual que las personas perjudicadas por acciones equivocadas
o por falta de acción no deben sufrir las consecuencias, que los individuos o instituciones res-
ponsables deben compensar a la víctima inocente. Puede aceptarse el argumento económico de
que la persona más capaz para potencialmente evitar el daño debe ser responsable. Podemos
reconocer que al “sistema” no le importa tanto la justicia; la sociedad simplemente prefiere
que las personas lleven sus desacuerdos ante la ley en lugar de recurrir a riñas, venganzas o
alternativas violentas.
Todas estas justificaciones son de poco consuelo cuando un profesional de atención a la
salud recibe una demanda por negligencia médica. Para la mayoría de los médicos, la compen-
sación solo es una parte de lo que nos motiva. Hacemos lo que hacemos por ayudar a nuestros
pacientes; que se nos acuse de dañarlos atenta contra nuestra razón de ser. Es raro el médico que
toma las demandas como “gajes del oficio”. Algunos describen la experiencia como comparable
a la muerte de un amigo o pariente cercano.
Cuando llega una demanda se sabe que viene acompañada de una humillación pública y el
médico se siente prácticamente impotente a medida que sus conocimientos, atención y eleccio-
nes durante un turno muy ocupado se desmenuzan y critican. Los jueces sin comprensión de la
medicina, y probablemente de la ciencia, son los que deciden si tuvimos o no culpa.
Y luego las consecuencias. En cada certificación y ascenso preguntan: “¿Alguna vez lo han
demandado?” A partir de este momento la respuesta será sí y requerirá una explicación. Cualquier
acuerdo se informa al banco de datos. Incluso si gana, ya no será un médico que no genera gastos para
la aseguradora. Los profesionales informan que experimentan una sensación de vergüenza luego de
ser demandados, incluso si están seguros que su atención fue la correcta. Aparecen síntomas de estrés
postraumático. Y lo que es importante, debe monitorearse una nueva fuente de sesgos potenciales en
su práctica, por ejemplo, si el caso incluyó una aseveración de que usted debió haber indicado una
tomografía al demandante, ¿ahora estará sometiendo a sus pacientes a radiación innecesaria?
Existen estrategias de afrontamiento. Algunas son obvias y naturales, algunas requieren la
superación de barreras psicológicas. También hay importantes “no hacer”; es posible empeorar
la situación.
Qué hacer
■■ Reconozca sus sentimientos. La ira y la depresión son respuestas universales. La com-
partamentalización tiene su costo. Creemos que los médicos que se han suicidado después
de ser demandados ya tenían problemas, pero esto es difícil de determinar. La negación no
es la estrategia de afrontamiento ideal.
■■ Comparta. Esto es difícil. La sensación de vergüenza y miedo de ser juzgado bloquean
nuestro impulso de buscar retroalimentación y afirmación. Nuestros seres queridos nece-
sitan saber qué está pasando. Necesitamos oír de forma repetida lo que ya sabemos: no
importa lo que el demandante y su abogado digan sobre nosotros, somos buenas personas y
profesionales atentos. Incluso si se limita a hablar solo de sus sentimientos, sigue siendo útil.
NOTA: le pueden preguntar bajo juramento si ha comentado el caso con alguien más. Su
abogado conocerá la ley en su jurisdicción y le indicará con quién y qué es lo que puede
compartir.
■■ Considere registrar lo que recuerda ahora sobre el caso. Ponga las fechas adecuadas.
Los litigios pueden demorar años antes de que verdaderamente vayan a juicio. El deman-
dante es uno de los muchos pacientes o familias que ha atendido, en tanto que él tendrá
recuerdos muy claros de lo que ocurrió, los que va reforzando con el tiempo.
■■ Recupere la sensación de control. Trate de superar el deseo de negar todo y tome un papel
activo en su defensa, en cada etapa. Investigue en la bibliografía sobre la atención que se cri-
tica y tome nota de cuándo se publicó. Reúnase desde el inicio y con frecuencia con el asesor
asignado por la aseguradora. A menudo le dicen que trabajan para usted, pero pueden tener
otras filiaciones. Tanto los abogados como usted deben estar al tanto de los posibles conflictos
de interés. Considere contratar a su propio abogado y pagarle de su bolsillo como control de
calidad y apoyo adicionales. Los testigos expertos serán fundamentales. Debe participar en la
elección que haga el abogado de los expertos investigando sus publicaciones y antecedentes;
seguramente el otro lado lo hará. Y cuando sepa quiénes son los expertos del demandante,
profundice. Debe obtener y examinar todas sus publicaciones y presentaciones. Aunque no
se hace con frecuencia, le recomendamos que asista a todas las declaraciones de los expertos
que pueda. Si no asiste a una, lea la transcripción con mucho cuidado. La manera como se
conducen durante la declaración sugiere cómo lo harán en el juicio. Si el mismo abogado que
lo está demandando es quien toma las declaraciones y hace las preguntas en el juicio, usted
estará más preparado.
■■ Existe asesoría profesional. La terapia conversacional y las técnicas de mitigación del
estrés de los terapeutas conductuales pueden ayudar. La ACEP ha ofrecido en Estados Uni-
dos asesoría entre colegas para médicos de urgencia demandados a través de los comités
médico-legales y de bienestar.
■■ Hable con su asesor sobre la posibilidad de emitir una carta de demanda. Consi-
dere informar a su aseguradora que desea que le ofrezcan límites a la póliza. Si se niegan y el
juez otorga más dinero de lo que abarca la póliza, puede tener una base legal para la cantidad
adicional contra la aseguradora. Esto es particularmente importante si el demandante pide
más de los límites de la póliza.
■■ Prepárese para dar testimonio. Antes de la declaración, su abogado querrá prepararlo.
Insista en usar tanto tiempo como requiera. En general, se le aconsejará que solo responda
a lo que se le pregunta y se abstenga de ofrecer información adicional. La mayoría de los
abogados del demandante busca que usted hable de más durante la declaración; se reservan
los ataques para el juicio. Si usted y su abogado están preocupados por su presentación en el
juzgado, existen servicios que proporcionan asesorías e incluso pueden organizar un juicio
simulado para practicar su caso antes de que llegue la fecha real.
Qué no hacer
■■ No trate de alterar o destruir registros, incluso si son incorrectos o engañosos. Casos sus-
ceptibles de defenderse se han perdido por la revelación de registros mal fechados, alterados
o perdidos.
■■ No hable directamente con el demandante, sus expertos o los colegas de sus expertos. Esto
puede interpretarse como intimidación. Y no hable con nadie más del otro bando o con nin-
gún extraño sin que su abogado esté presente.
■■ No comente los hechos del caso con los colegas u otros demandados a menos que su abogado
esté de acuerdo. Sentirá la necesidad de ser absuelto por sus colegas, pero esta plática puede
convertirse en un elemento del caso, o su amigo puede ser convocado como testigo.
■■ No disfrace los hechos con su abogado. Sí, usted quiere que él esté profundamente com-
prometido con su versión de lo que ocurrió y usted espera que defienda esa versión, pero
el abogado puede verse impedido en su acción por no tener la información clara.
Un último consejo: recuerde que todo pasará. Toma alrededor de 1 año de que el caso haya
terminado para sentir que todo volvió a la normalidad. Puede ser que pase por todas las etapas
del proceso de duelo, pero regresará a lo que hace que su trabajo le proporcione la satisfacción
habitual: cuidar a sus pacientes.
PUNTOS CLAVE
Lecturas recomendadas
Andrew L. GPS for malpractice litigation. Emergency Physicians Monthly. Disponible en:
http://epmonthly.com/article/gps-for-malpractice-litigation/
Brenner I. How to Survive a Medical Malpractice Lawsuit: The Physician’s Roadmap for Success.
Oxford, UK: Wiley Blackwell, 2010.
Work Group Chair; Syzek T, Andrew L, et al. So You Have Been Sued (Resource Paper). Devel-
oped by members of the ACEP Medical Liability Committee, 2004.
American College of Legal Medicine. The Medical Malpractice Survival Handbook. Philadel-
phia, PA: Mosby Elsevier, 2007.
The ACEP Interviews: Louise B. Andrew. Emergency Physicians Monthly, Telemedicine
Magazine. Disponible en: http://epmonthly.com/article/the-acep-interviews-louise-b-
andrew/
Nota: los números de página en cursivas indican figuras; los que van seguidos de una “t” indican tablas.
831
definición, 75 Catéteres
fármacos inotrópicos, 76 de triple luz, 612
fármacos para síndrome coronario agudo, 76 doble J, 702, 703
fisiopatología, 76 IV periféricos, 612
tratamiento, 76 Cauda equina, síndrome, 408–409, 416
vasopresores, 76 Cáusticos, ingestiones
Cardiología accidentales, 206–207
arteriopatía coronaria ácidos/alcalinos, 207, 207t
factores de riesgo no tradicionales, 141–143 graves, 206
factores de riesgo tradicionales, 139–140 manejo, 208
bloqueo auriculoventricular Cefalea, 432–433
Mobitz tipo I, 123–125, 125, 125t abscesos cerebrales, 447
Mobitz tipo II, 123–125, 125, 125t arteritis de células gigantes, 291–293
bloqueo de la rama izquierda del haz de His, disección de la arteria carótida, 428
164–166, 165, 166 enfermedades transmitidas por garrapatas, 285
disección aórtica, 117–118 glaucoma agudo, 317
dolor torácico y cambios isquémicos, hipertensión intracraneal idiopática, 421
117–118 inmunoglobulina intravenosa, 335
presión arterial y frecuencia cardiaca, mal de montaña agudo, 276
119–120 mucormicosis, 319
dispositivo de asistencia ventricular, 153–155 posterior a punción lumbar, 688
disritmia, artefacto del ECG, 126–127, 127 presión intracraneal, 61
dolor torácico síncope, 176
disección aórtica torácica, 144 síndrome de desequilibrio por diálisis, 508
elevación del segmento ST, 161–162 toxicidad por monóxido de carbono, 281, 282
embolia pulmonar, 144–145 trombosis del seno venoso cerebral, 439
neumotórax a tensión, 145 Cefalosporinas, 197, 324, 521
protocolos de descarte rápido, 148–150, Celulitis, 232, 233, 240–242, 328–329
150t Cerebral orgánico, síndrome, 491
rotura esofágica, 145 Cerebral traumática, lesión
taponamiento cardiaco, 145 clasificación y definición, 607–608, 608t
trastorno de ansiedad/pánico, 146–147 hipotensión y aseguramiento del drenaje
edema pulmonar venoso, 608
coadyuvantes del tratamiento en, 169–170 oxigenación adecuada y presión de perfusión
uso intensivo de nitroglicerina, 167–168 cerebral, 608
ensayos de troponina “altamente sensible”, profilaxis para convulsiones, 608
151–153, 152t saturación de oxígeno y ventilación, 608
fibrilación auricular sedación adecuada, 609
con respuesta ventricular rápida, 130–132 tratamiento osmótico, 609
control de la frecuencia frente a conversión Cerebrales, abscesos , 447–448, 448t
del ritmo, 128–129 Cesárea perimortem, 474–475
en síndrome de Wolff-Parkinson-White, Cetoacidosis diabética, 52, 744–745
132–134, 134 bicarbonato de sodio, 256
taquicardia auricular multifocal y, 121, estado hiperosmolar hiperglucémico, 259–260
121–123, 122t insulina, 255–256, 255t
infarto inferior del miocardio, 158 líquidos intravenosos, 255
prueba de estrés, 156–157 potasio, 256
síncope, 171–172, 172t Chikungunya, 388
acciones precipitadas, 175–176 Choque
causas cardiacas frente a no cardiacas, cardiogénico, 70
171–172, 172t definición, 70
interpretación del ECG, 173–175 distributivo, 70
síndrome coronario agudo “el tanque,” 70–71, 71t
diagnóstico, 117 hipovolémico, 70
presentación de, 116 índice, 471
presentaciones, 116–117 “la bomba,” 70–71, 71t
síntomas, 116 “los tubos,” 70–71, 71t
taquicardia ventricular obstructivo, 70
simuladores de, 137–139, 138 Choque tóxico, síndrome, 381–383
y taquicardia supraventricular, 135–136, 136 estafilocócico, 381–383
urgencias hipertensivas, 159–160, 160t Cianuro, toxicidad causa de, 583
Carótida, lesión contusa, 622 manifestaciones clínicas de, 584
Carpo, fracturas, 668, 669 presión parcial de oxígeno, 270
Cascada de prescripción, 772 toxinas sistémicas, 270, 281, 583, 584
Circulación Conducta
excesiva, 743 de búsqueda de fármacos, 499–501
reanudación espontánea, 26–27, 34, 36 extraña, 495
Circulatorio, choque, 47 tipo A, 117–118
Clindamicina, 324, 327, 339, 399 Conjuntivitis
Clostridium botulinum, 379, 450 alérgica, 315
Coagulopatía bacteriana, 314, 314t
anticipar su corrección, 203 herpes zóster oftálmico, 294
de la hepatopatía, 202 inclusión (por Chlamydia), 315
evaluación, 203 viral, 314, 314t
profilaxis para convulsiones y, 608 Control asistido
tratamiento, 203–204, 204t fracción de oxígeno inspirado (FiO2), 32
Codeína, 770 frecuencia respiratoria, 31
Cognitiva, valoración, 774 presión meseta, 32–33
Cojera, niño con presión teleespiratoria positiva (PEEP), 32
estructural, 731–732 proporción I/E, 32
infección, 730–731 volumen corriente, 31
inflamación, 731 Control de daños (véase Reanimación equilibrada)
lesión, 731 Control dirigido de la temperatura (véase
neoplásica, 731 Temperatura, control dirigido)
Colangiopancreatografía, endoscópica retrógrada, Convulsiones
222–225 neonatales, 727
Colangitis ascendente, 198–199, 199t profilaxis, 608
Colateral radial, ligamento, 638, 639 Convulsivo generalizado, estado epiléptico
Colecistitis (véase Estado epiléptico convulsivo
acalculosa, 200–202, 201t generalizado)
complicaciones, 202 Corazón roto, síndrome, 147
diagnóstico y epidemiología, 200 Cordón umbilical, 473
exploración física, 201 circular, 472–473
factores de riesgo, 200, 201t Coronario agudo, síndrome, 35, 101
fisiopatología, 201 diagnóstico, 117
imágenes diagnósticas, 201–202 elevación del segmento ST, 161–162
presentación clínica, 201 factores de riesgo tradicionales para, 139–140
ultrasonido diagnóstico, 230–231 fármacos, choque cardiogénico, 76
Colocación de sonda endotraqueal (véase Sonda geriatría
endotraqueal, colocación) diagnóstico, 751–752
Coloides, 51, 624 ECG en, 753–754
Columna presentación, 753
inmovilización, 630–631 resultados, 752
lumbar, 416 síntomas, 751
neoplasia, 417 tratamiento, 754
Compartimental, síndrome, 642 paro cardiaco intempestivo, etiología para, 39
abdominal presentaciones atípicas de, 116–117
algoritmo de manejo, 98, 99, 100 prueba de estrés en, 156–157
diagnóstico diferencial, 72–73 síntomas, 116, 529
etiología, 72 Corticosteroides, 142, 218, 335, 387, 400, 530
factores de riesgo, 72, 73t, 98t Costales, fracturas, 625–626
mediciones de presión transvesical, 98 Cricotirotomía
preparación de muestra y pasos, 73, 74t contraindicaciones, 13
primario, 97 ingestiones de cáusticos, 208
reconocimiento y diagnóstico, 97 posterior a cricotirotomía, 14
recurrente, 98 preparación, 13
secundario, 97–98 procedimiento, 14
signos clínicos, 72 Crisis isquémica transitoria, 445–446, 446t
tratamiento, 74 Crisis tiroidea
agudo, 72–74, 73t, 74t, 410–411 antitiroideos, 266
orbitario, 297, 298 diagnóstico, 266
Complejo ancho, taquicardia (véase Taquicardia manejo, 266
de complejo ancho) presentación clínica, 266
Compresión vertebral, fracturas por, 757–758 técnicas de enfriamiento pasivo, 267
Concentrado de complejo de protrombina Cristaloides
(véase Protrombina, concentrado de almidón hidroxietilo, 624
complejo) bolo, 34, 70, 676
Concusiones, pediátricas, 746–748 fríos, 35