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La detección de ondas gravitacionales

gana el Nobel de Física 2017


Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne reciben el
galardón por su trabajo en LIGO

De
izquierda a derecha, Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne. AFP

Los científicos Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne han ganado el Premio Nobel
de Física 2017 por su trabajo en LIGO, el detector de ondas gravitacionales.  El jurado
ha reconocido a los científicos por un "descubrimiento que sacudió al mundo", ha dicho
Göran Hansson, secretario general de la academia de ciencias sueca.

Weiss recibe una mitad del premio y Thorne y Barish la otra por su "contribución
decisiva en los detectores de LIGO y la observación de ondas gravitacionales", ha
señalado el jurado. Los tres físicos estadounidenses recibieron este año el Premio
Princesa de Asturias por su trabajo decisivo al captar este fenómeno con el Observatorio
de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales. Los tres investigadores trabajan
ahora en la colaboración LIGO/VIRGO, centrada en dos detectores en EE UU y Europa.

Albert Einstein fue el primero en predecir la existencia de este fenómeno, pero dijo que
nunca se podría detectar. Su Teoría General de la Relatividad implicaba que algunos de
los fenómenos más violentos del universo —como el choque dos agujeros negros—
produce ondas gravitacionales que se expanden por el espacio-tiempo a la velocidad de
la luz deformándolo como hace una piedra al caer en la superficie de un estanque. Estos
cuerpos están tan lejos que, al llegar a la Tierra, las perturbaciones que ocasionan serían
tan débiles que no había tecnología capaz de captarlas, aseguró Einstein.

El 14 de septiembre de 2015,  los detectores de LIGO captaron la primera onda


gravitacional, producida por el choque de dos agujeros negros 1.300 millones de años
antes. La academia de ciencias reconoce a Rainer Weiss como uno de los pioneros en el
diseño de los primeros interferómetros láser cuyos haces de luz estaban concebidos para
moverse al paso de una onda gravitacional, un trabajo que inició a finales de los años 60
en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Albert Einstein fue el primero en predecir la existencia de este fenómeno, pero aseguró
que nunca se podría detectar

Unos años después, el físico teórico Kip Thorne comenzó a trabajar en el diseño de
dispositivos similares en el Instituto de Tecnología de California. Ambos proyectos
quedaron unidos en el actual LIGO, cuya construcción fue aprobada en 1990. Barry
Barish lideró la etapa de edificación y puesta en marcha de los dos grandes
interferómetros del proyecto, que están separados por más de 3.000 kilómetros para
maximizar las probabilidades de captar una señal real. También fue quien dio al
proyecto su actual proyección internacional —señala la academia— con más de 1.000
científicos de 20 países, incluida España.

Estas señales desde los confines del cosmos abren una nueva era en la exploración del
universo.  Por primera vez no se basan en la observación de luz y partículas en todas sus
variantes, sino en minúsculas deformaciones del espacio-tiempo, el material del que está
hecho el universo, que pueden desvelar las propiedadades de cuerpos invisibles para los
telescopios convencionales. “Es algo completamente nuevo y diferente, que nos abre la
puerta a nuevos mundos jamás observados”, ha destacado la Academia.

LIGO ha captado ya cuatro señales de ondas gravitacionales procedentes de otras tantas


fusiones de agujeros negros. La última la ocasionaron dos cuerpos de unas 30 veces la
masa del Sol al fusionarse. Tras viajar por el universo durante 1.800 millones de años la
señal fue la primera captada tanto por LIGO como su homólogo europeo, Virgo, dentro
del proyecto de colaboración internacional al que pertenecen los tres premiados.

El anuncio de la Academia se ha hecho un día después de concederse el Nobel de


Medicina, que este año ha recaído en los descubridores del reloj interno’ del cuerpo. Los
estadounidenses Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young han sido merecedores
"por sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo
circadiano", según el jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo, responsable del
galardón.

Entre esta semana y la próxima se entregarán el resto de categorías de estos premios:


Química, Literatura, de la Paz y Economía. Este año los vencedores se repartirán los 9
millones de coronas suecas (943.784 euros) con los que este año están dotados estas
distinciones. En 2012 redujo el monto en un 20 % y tras cinco años sin variaciones este
año ha vuelto a subir la dotación.

ONDAS GRAVITACIONALES

Las ondas gravitacionales son vibraciones en el espacio-tiempo, el material del que está
hecho el universo. En 1916, Albert Einstein reconoció que, según su Teoría General de
la Relatividad, los cuerpos más violentos del cosmos liberan parte de su masa en forma
de energía a través de estas ondas. El físico alemán pensó que no sería posible
detectarlas debido a que se originan demasiado lejos y serían imperceptibles al llegar a
la Tierra. Hoy, un grupo de investigadores ha hecho pública la detección por primera
vez de estas ondas.
¿Cómo se comportan las ondas gravitacionales?

Son comparables a las ondas que se mueven en la superficie de un estanque o el sonido


en el aire. Las ondas gravitacionales deforman el tiempo y el espacio y, en teoría, viajan
a la velocidad de la luz. Su paso puede modificar la distancia entre planetas, aunque de
forma muy leve. Como explica Kip Thorne, uno de los pioneros en la búsqueda de estas
ondas, estos efectos deben ser especialmente intensos en las proximidades de la fuente,
donde se producen "tormentas salvajes" que deforman el espacio y aceleran y
desaceleran el tiempo.

¿Se pueden escuchar estas ondas?

Las ondas gravitacionales curvan el tiempo y el espacio y viajan a la velocidad de la luz

Las frecuencias de algunas ondas coinciden con las del sonido, por lo que pueden
traducirse para ser escuchadas en forma de leves pitidos.

¿De dónde vienen?

Las explosiones estelares en supernovas, las parejas de estrellas de neutrones y otros


eventos producen ondas gravitacionales que tienen más energía que billones y billones
de bombas atómicas. La fusión de dos agujeros negros supermasivos es la fuente más
potente de estas ondas que puede haber, pero estos fenómenos no son muy frecuentes y
además suceden a millones de años luz del Sistema Solar. Para cuando las ondas llegan
a nuestro vecindario son tan débiles que detectarlas supone uno de los mayores retos
tecnológicos a los que se ha enfrentado la humanidad.

¿Por qué son importantes?

Abren una nueva era en el conocimiento del universo. Hasta ahora toda la información
que tenemos del cosmos (solo conocemos el 5%) es por la luz en sus diferentes
longitudes de onda: visible, infrarroja, ondas de radio, rayos X… Las ondas
gravitacionales nos dan un sentido más y permiten saber qué está pasando allí donde
hasta ahora no veíamos nada, por ejemplo, en un agujero negro.

Este fenómeno permite saber qué está pasando allí donde hasta ahora no veíamos nada,
por ejemplo en un agujero negro

La intensidad y la frecuencia de las ondas permitirá reconstruir qué sucedió en el punto


de origen, si las causó una estrella o un agujero negro, qué propiedades tienen esos
cuerpos y entender mejor esas tempestades en el espacio-tiempo de las que habla
Thorne. También permiten saber si la Teoría General de la Relatividad se mantiene
vigente en los rangos de presión y gravedad más intensos que pueden concebirse.
Detectar estas ondas por primera vez es un hallazgo histórico que probablemente reciba
un premio Nobel de Física.

¿Qué se ha observado?

El anuncio consiste en que el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas


Gravitacionales (LIGO), en EE UU, ha captado las ondas producidas por la fusión de
dos agujeros negros. Sería la primera vez que se captan ondas gravitacionales y esto
sucede justo un siglo después de que Einstein predijera su existencia. Hasta ahora solo
había pruebas indirectas de estas ondas. En 1978, Rusell Hulse y Joseph Taylor
demostraron que un púlsar binario (dos estrellas orbitando juntas, una de ellas un
púlsar) estaban cambiando ligeramente su órbita debido a la liberación de energía en
forma de ondas gravitacionales en una cantidad idéntica a la que predecía la relatividad.
Ambos ganaron el Nobel de Física en 1993. En 2003 se confirmó que lo mismo sucede
con otra pareja estelar, en este caso de dos púlsares.

¿Qué es LIGO?

Es un gran instrumento óptico de precisión desarrollado por los institutos tecnológicos


de California (Caltech) y Massachusetts, (MIT) y la Colaboración Científica LIGO, en
la que participan unos 1.000 investigadores de 15 países, incluida España. La
instalación consta de dos detectores láser con forma de L. Cada brazo de esa L tiene
cuatro kilómetros y hay dos detectores idénticos, uno en Luisiana y otro a 3.000
kilómetros en el estado de Washington.

LIGO puede identificar variaciones equivalentes a una diezmilésima parte del diámetro
de un átomo, la medición más precisa jamás lograda por un instrumento científico

Estos detectores llevan buscando ondas gravitacionales desde el año 2002. En


septiembre de 2015 comenzó a funcionar el LIGO avanzado, una versión mejorada del
detector que multiplica por 10 la sensibilidad de los brazos láser y por tanto la distancia
a la que pueden captar ondas gravitacionales. En la actualidad son capaces de identificar
diferencias en la longitud de los brazos láser equivalentes a una diezmilésima parte del
diámetro de un átomo, la medición más precisa jamás lograda por un instrumento
científico, según LIGO.

Se necesitan al menos dos detectores para evitar falsos positivos causados por cualquier
vibración local como terremotos, tráfico o fluctuaciones del propio láser. Al contrario
que todos ellos, una onda gravitacional causará una perturbación exactamente igual en
Luisiana que en Washington.

¿Qué pasará a partir de ahora?

La búsqueda de ondas gravitatorias no ha hecho más que empezar. Con la configuración


actual, LIGO puede ver a una distancia de unos 1.000 millones de años luz de la Tierra.
El equipo va a hacer nuevas mejoras tecnológicas para aumentar su sensibilidad. En
otoño de 2016 se espera que comience a funcionar una versión mejorada de VIRGO, el
detector europeo que debería captar señales idénticas a LIGO. La Agencia Espacial
Europea ya prepara LISA, un observatorio espacial de ondas gravitacionales. A su vez,
LIGO alcanzará su máxima potencia en 2020.
Ilustración 1. Los detectores LIGO avanzado son interferómetros Michelson con brazos de 4
km de longitud. Los brazos están formados por cavidades ópticas de tipo Fabry-Perot para
amplificar la señal de una onda gravitacional. El campo electromagnético de la fuente láser es
modulado a valores de radio frecuencia (9 y 45 MHz) generando señales que se usan para
controlar el detector. El perfil espacial del haz es purificado por medio de una cavidad óptica
(Input Mode Cleaner). Un espejo situado entre la cavidad óptica de entrada de purificación del
haz y el divisor de haz (beamsplitter), llamado Power recycling mirror en la ilustración, se usa
para reciclar la potencia óptica del láser que es reflejada de vuelta por los brazos del
interferómetro. Otro espejo (Signal Recycling Mirror) entre el divisor de haz y los foto-
detectores de salida se usa para modificar la respuesta en frecuencia del interferómetro. La
cavidad óptica de salida, llamada Output mode cleaner en la ilustración, despoja la luz laser de
contenido en exceso no deseado antes de ser medida por los foto-detectores de salida
generando la señal interferométrica.

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