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¿Qué son

los
agujeros
negros?
Esta simulación de un agujero negro supermasivo muestra cómo distorsiona la región estrellada y captura la
luz, creando la silueta de agujero negro. Crédito: simulación Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA;
imagen de fondo ESA/Gaia/DPAC

Un agujero negro es un objeto astronómico con una fuerza gravitatoria tan fuerte
que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de él. La "superficie" de un agujero
negro, denominada horizonte de eventos, define el límite donde la velocidad
requerida para evadirlo excede la velocidad de la luz, que es el límite de velocidad
en el cosmos. La materia y la radiación son atrapadas y no pueden salir.

Se han estudiado extensivamente dos clases principales de agujeros negros. Los


agujeros negros de masa estelar, de tres a docenas de veces la masa del Sol, se
extienden por toda nuestra galaxia, la Vía Láctea, mientras que los monstruos
supermasivos que pesan entre 100.000 a milles de millones de masas solares se
encuentran en los centros de la mayoría de las galaxias grandes, incluida la
nuestra.
Durante mucho tiempo los astrónomos han teorizado sobre la existencia de una
tercera clase denominada agujeros negros de masa intermedia, con un peso de
entre 100 a más de 10.000 masas solares. Mientras un puñado de candidatos han
sido identificados por evidencia indirecta, el ejemplo más concreto hasta la fecha
se observó el 21 de mayo de 2019, cuando el Observatorio de Ondas
Gravitacionales por Interferómetro Láser (LIGO por sus siglas en inglés) de la
Fundación Nacional de la Ciencia de EE.UU., ubicado en Livingston, Luisiana y
Hanford, Washington, detectó las ondas gravitacionales de una fusión entre dos
agujeros negros de masa estelar. Este evento, denominado GW190521, creó un
agujero negro que pesaba 142 soles.

Un agujero negro de masa estelar se forma cuando una estrella de más de 20


masas solares agota el combustible en su núcleo y colapsa bajo su propio peso. El
colapso desencadena la explosión de una supernova que expulsa las capas
exteriores de la estrella. Pero si el núcleo aplastado contiene más de tres veces la
masa del Sol, ninguna fuerza podrá detener su colapso en un agujero negro. Se
tiene poco conocimiento sobre el origen de los agujeros negros supermasivos, pero
se sabe que existen desde los primeros días de vida de una galaxia.

Una vez formados, los agujeros negros crecen por la acumulación de la materia
que atrapan, incluyendo el gas desprendido de estrellas vecinas e incluso otros
agujeros negros.

En 2019, los astrónomos capturaron la primera imagen de un agujero negro


utilizando el Telescopio de Horizonte de Eventos (EHT por sus siglas en inglés), en
una colaboración internacional que conectó a ocho radiotelescopios terrestres bajo
una sola antena del tamaño de la Tierra. En la imagen aparece como un círculo
oscuro delimitado por un disco en órbita de materia caliente y brillante. El agujero
negro supermasivo se encuentra en el corazón de una galaxia llamada M87,
ubicada a unos 55 millones de años luz de distancia, y pesa más de 6 miles de
millones de masas solares. Su horizonte de eventos se extiende tanto que podría
abarcar buena parte de nuestro sistema solar más allá de los planetas.

La primera imagen de un agujero negro se creó usando observaciones del centro de la galaxia M87 captadas
por el Telescopio de Horizonte de Eventos. La imagen muestra un brillante anillo formado a medida que la luz
se dobla por la intensa gravedad que ejerce el agujero negro de 6.500 millones de veces la masa del Sol.
Créditos: Colaboración del Telescopio de Horizonte de Eventos

Otro hito importante en el estudio de los agujeros negros se dio en 2015 cuando
los científicos detectaron por primera vez las ondas gravitacionales, las mismas
ondas del tejido del espacio-tiempo que un siglo antes había predicho Albert
Einstein, en su teoría general de la relatividad. LIGO detectó las ondas de un
evento ocurrido hace 1.300 millones de años, conocido como GW150914, en el
que dos agujeros negros giraban entre sí, en espiral, mientras se fusionaban.
Desde entonces y a través del estudio de las ondas gravitacionales, LIGO y otras
instalaciones han observado numerosas fusiones de agujeros negros.

Estas son nuevas y emocionantes técnicas, sin embargo: los astrónomos han
estudiado los agujeros negros durante décadas a través de los diversos espectros
de luz que emiten. Aunque la luz no puede escapar del horizonte de eventos de un
agujero negro, las enormes ondas gravitacionales en sus cercanías hacen que la
materia cercana se caliente millones de grados y emita ondas de radio y rayos X.
Parte de la materia que orbita aún más cerca del horizonte de eventos pueden ser
expedida, formando chorros de partículas que se mueven cercanas a la velocidad
de la luz emitiendo ondas de radio, rayos X y rayos gamma. Los chorros de materia
de los agujeros negros supermasivos se pueden extender cientos de miles de
años-luz.

Datos de radio de la instalación de Observación de Campo Amplio de la Fundación Científica Nacional se usaron para crear esta imagen de
Cygnus A, la fuente de radio más brillante en las cercanías, fuera de nuestra galaxia. Los largos y delgados chorros de partículas producidos
por un agujero negro supermasivo en el centro de esa galaxia se unen a vastos “lóbulos de radio”, regiones donde los electrones que son
atrapados por campos magnéticos emiten ondas de radio. La estructura abarca medio millón de años luz en toda su extensión. Créditos:
NRAO/AUI

Los telescopios espaciales de la NASA: Hubble, Chandra, Swift, NuSTAR y


NICER, así como los instrumentos de otras misiones, continúan observando los
agujeros negros y sus entornos para que podamos aprender más sobre estos
enigmáticos objetos y su papel en la evolución de las galaxias y del universo.

como se forman

Gracias a las estrellas, en el vacío del cosmos hay luz. Pero son esas
mismas estrellas las que, al final de sus vidas, pueden convertirse en
los objetos más oscuros del universo, que arrastran a sus entrañas a
todo aquello que ose acercarse demasiado a sus dominios. Nada
puede escapar de ellos, ni siquiera la luz. Son los agujeros negros,
monstruos tan extremos que en su interior las leyes de la física como
las conocemos dejan de tener sentido.

La mayoría de agujeros negros son el fantasma de una estrella que


agotó su energía. Pero no todas acaban convertidas en uno. Ese es
un destino reservado sólo las estrellas más grandes, las más masivas
-nuestro sol se salvará de él-. “Para las estrellas de una masa a partir
de cinco veces la del sol, es muy probable que formen un agujero
negro”, explica Manel Martínez, investigador en el Institut de Física
d’Altes Energies (IFAE)y líder de la comunidad de astronomía de
rayos gamma de muy alta energía a nivel español. A estos agujeros
negros se les llama de tipo estelar, porque su masa es de la escala
de las estrellas, normalmente de entre 3 y 20 soles, señala María
Santos-Lleo, jefa de operaciones científicas del satélite de la
Agencia Espacial Europea (ESA) XMM Newton.

Sólo las estrellas más grandes acaban convertidas en


agujeros negros

“Los agujeros negros de tipo estelar son el final lógico, predicho por
la teoría de la relatividad, de la vida de una estrella grande”, relata
Santos-Lleo. Una estrella brilla gracias a las reacciones nucleares
que tienen lugar en su interior a partir del propio material que la
forma. “Durante la mayor parte de sus vidas, las estrellas están en
equilibrio. La fuerza de gravedad que las haría colapsar sobre sí
mismas queda compensada por la presión de la energía que generan
los procesos nucleares”, ilustra Manel Martínez. Pero, cuando ese
combustible nuclear se agota, la estrella explota en una supernova.
Expulsa sus capas externas en un brillante fogonazo y su centro
sucumbe a la atracción gravitatoria. “No hay fuerza capaz de frenar
este colapso. El núcleo no deja de condensarse hasta que al final
queda toda la masa concentrada en un punto”, declara María Santos-
Lleo.

En ese punto queda un agujero negro, “una deformación brutal del


espacio-tiempo”, explica Jaume Garriga, catedrático de física teórica
de la Universidad de Barcelona (UB) e investigador en el Institut de
Ciències del Cosmos de la UB (ICCUB). Es lo que se conoce como
una singularidad, un punto en el que las soluciones de las ecuaciones
de la teoría de la relatividad de Einstein, las que mejor describen
nuestro universo a escala macroscópica, dejan de tener sentido. La
densidad de la materia se vuelve infinita y el tiempo se detiene,
apunta Garriga.

El origen de los agujeros negros

Cuando el combustible de las grandes estrellas se agota,


su masa colapsa por la atracción gravitatoria hasta
condensarse en un punto de densidad infinita, que
deforma el espacio-tiempo hasta el punto que ni la luz
puede escapar

Cualquier cosa que se acerque lo suficiente a esa singularidad sufre


su atracción gravitatoria. De hecho, existe un punto de no retorno a
partir del cual absolutamente nada puede escapar, lo que se conoce
como horizonte de sucesos. “Si se cruza es frontera, no puede
escapar ni la luz, que es lo que más rápido viaja en el universo y lo
que más probabilidades tiene de escapar de la atracción de un
agujero negro”, explica Santos-Lleo.

Los agujeros negros de tipo estelar son los más abundantes en el


universo. En nuestra galaxia, se conocen a fondo 22, segúnJosep
Maria Paredes, catedrático de astronomía y astrofísica de la UB y
director científico del ICCUB.

Pero incluso entre tales monstruos hay gigantes. Los agujeros negros
de tipo estelar parecen miniaturas al lado de los agujeros negros
supermasivos que habitan el centro de las galaxias. Su masa oscila
entre pocos millones y, lo que es más habitual, miles de millones de
soles, señala Josep Maria Paredes. “El del centro de nuestra galaxia
tiene 4 millones de masas solares”. En este sentido, no es gran cosa
en el mundo de gigantes.

Los agujeros negros del centro de las galaxias son


millones, incluso miles de millones, más masivos que
los de tipo estelar

“No está tan claro cómo se forman este tipo de agujeros negros.
Podría ser que se formasen a partir de la primera generación de
estrellas que surgieron cuando el universo se comenzó a expandir”,
relata Paredes. Probablemente no eran tan masivos al principio, pero
crecieron al ir devorando todo el material que los rodeaba: gas,
estrellas, sistemas solares enteros, incluso agujeros negros de tipo
estelar o, en el caso de que chocaran dos galaxias, puede que otros
gigantes de su tamaño. Otra posibilidad es que inicialmente nacieran
por el colapso de materia oscura, una sustancia desconocida pero
que se sabe que forma alrededor del 25% del universo, puntualiza
Paredes.

En cualquier caso, esos leviatanes actuaron como la semilla a partir


de la cual emergieron las galaxias actuales. A su alrededor se
arremolinó la materia que, más tarde, formaría los brazos espirales,
las estrellas y los planetas tal y como los conocemos. A día de hoy,
las estrellas de la Vía Láctea siguen rotando en torno al agujero
negros supermasivo de su centro. Aunque no lo notemos, nosotros
también.

de cuando datan

Centelleando como faros cósmicos en una costa a 13 mil millones de años luz de la Tierra,
los cuásares son algunas de las reliquias más antiguas y brillantes del universo primitivo que
los astrónomos pueden detectar hoy.

Abreviatura de "fuentes de radio cuasi-estelares", los cuásares son gigantescos agujeros


negros que brillan tan intensamente como las galaxias y son de millones a miles de millones
de veces más grandes que el sol de la Tierra . Hoy en día, los cuásares existen en los centros
de muchas galaxias grandes.

Gracias a su luminosidad excepcional, los cuásares se han rastreado a lo largo del espacio-
tiempo, y se ha identificado que aproximadamente 200 de ellos se formaron en los primeros
mil millones de años de la historia de nuestro universo.

“Encontramos agujeros negros supermasivos en los centros de la mayoría de las galaxias


masivas de hoy, que pueden tener millones o miles de millones de veces la masa del sol. Pero
en 2003 comenzamos a encontrar cuásares (agujeros negros supermasivos altamente
luminosos que se acumulan activamente y que son como faros cósmicos en el universo
primitivo) que existieron menos de mil millones de años después del Big Bang. Y nadie
entendió cómo se formaron en tiempos tan tempranos”. explica el Dr. Whalen, del Instituto
de Cosmología y Gravitación de la Universidad de Portsmouth.

¿Cómo pudieron formarse objetos tan masivos tan pronto, cuando las galaxias eran escasas y
las estrellas grandes eran excepcionalmente raras? La pregunta ha intrigado a los
investigadores durante más de dos décadas, desde que se identificaron los primeros cuásares,
y ahora, un nuevo estudio publicado el 6 de julio en la revista Nature, puede proporcionar la
tan ansiada respuesta.

Usando una simulación por computadora, los investigadores modelaron la formación de


estrellas en el universo primitivo, centrándose en una de las raras coyunturas donde se
encontraron dos corrientes de gas frío y turbulento. Mientras que las corrientes de gas de
formación estelar atraviesan el universo como las interestatales cósmicas de hoy, las "nubes"
naturales o depósitos donde dos corrientes se encontraban eran extremadamente raras en los
primeros mil millones de años después del Big Bang , lo que las convertía en áreas de estudio
tentadoras pero esquivas.

En la simulación, dos grandes "grupos" de gas formador de estrellas se acumularon en el


centro de estas corrientes a lo largo de millones de años. Pero, para sorpresa del equipo, estos
grupos nunca se fusionaron en estrellas de tamaño normal como predijeron los modelos
anteriores del universo primitivo.

"Las corrientes frías provocaron turbulencias en la nube de gas que impidieron que se
formaran estrellas normales hasta que la nube se volvió tan masiva que colapsó
catastróficamente por su propio peso, formando dos gigantescas estrellas primordiales", dijo
Whalen, "Una estrella tenía 30.000 masas solares y otra tenía 40.000".

Estudios anteriores estimaron que un cuásar debe medir entre 10 000 y 100 000 masas solares
en su nacimiento. Si ese es el caso, las dos gigantescas estrellas primordiales de la nueva
simulación podrían ser "semillas" viables para los primeros cuásares del universo, escribieron
los autores del estudio.
De hecho, es factible que ambas grandes estrellas se hayan colapsado en agujeros negros casi
instantáneamente y luego continuaron engullendo gas a medida que crecían hasta convertirse
en cuásares supermasivos como los que los científicos han detectado en el universo primitivo.

A medida que los monstruosos agujeros negros continúan creciendo, incluso podrían
fusionarse, liberando un torrente de ondas de espacio-tiempo conocidas como ondas
gravitacionales, escribieron los investigadores. Es posible que los científicos puedan incluso
detectar estas ondas utilizando observatorios especiales en las próximas décadas, lo que
podría confirmar los resultados de la simulación.

Si se confirma, esta investigación anularía décadas de pensamiento sobre la formación de


estrellas en el universo primitivo. Estudios anteriores sugirieron que las grandes estrellas
primordiales podrían formarse sólo en entornos extremos donde las fuerzas externas, como la
fuerte radiación ultravioleta, podrían evitar la formación de estrellas más pequeñas.

Esta nueva simulación muestra, sin embargo, que entornos tan exóticos pueden no ser
necesarios. Las semillas de los cuásares podrían surgir de forma natural donde se encuentran
raras corrientes de gas frío.

“En consecuencia, las únicas nubes primordiales que podrían formar un cuásar justo después
del amanecer cósmico, cuando se formaron las primeras estrellas del universo, también
crearon convenientemente sus propias semillas masivas. Este resultado simple y hermoso no
solo explica el origen de los primeros cuásares, sino también su demografía: su número en los
primeros tiempos” señala Whalen.

"Los primeros agujeros negros supermasivos fueron simplemente una consecuencia natural
de la formación de estructuras en el universo primitivo: hijos de la red cósmica", concluye el
científico.

cuales son los tipos

#4 Agujero negro supermasivo


El primer caso con el que nos encontramos es con el agujero negro supermasivo. En este
caso son objetos tan inmensamente grandes, se cree que pueden superar en tamaño al
Sistema Solar, que no somos capaces de imaginar su envergadura.

Las teorías dicen también que el centro de las galaxias podría ser una agujero negro
supermasivo, lo que permite que la misma se mantenga unida.

#3 Agujero negro mediano


Otro tipo sería el agujero negro mediano. En este caso hablaríamos de los estertores de
vida de una estrella supergigante, que ya ha pasado su estado de supernova, expulsando
materia, quedando en su núcleo los elementos más pesados, precipitándose sobre sí
mismos por la fuerza del campo gravitacional. Se estima que su tamaño puede ser similar al
de la Tierra, aunque con una masa muy superior, hasta 100 veces la del Sol.

#2 Agujero negro estelar


En tercer lugar nos encontramos con el agujero negro estelar. En este caso, también es una
especulación. Este tipo habría sido provocado por la explosión de una estrella menor que
una supergigante. Así pues, son de tamaño más reducido, incluso podríamos hablar de
kilómetros de diámetro, aunque con masas superiores a la de nuestro propio Sol.

#1 Microagujero negro
Por último tendríamos los microagujeros negros. Se especula que fueron creados en los
inicios del Universo tal como hoy lo conocemos, aunque en realidad no se conoce su origen.
Son de tamaños minúsculos, como un grano de arena de playa, pero con una masa similar
a la de nuestro propio Sol.

Es muy probable que estas teorías estén equivocadas o se queden cortas en comparación
con lo que existe en realidad en nuestro universo. Sin embargo, salen de estudios muy
detallados y concienzudos que durante años están desarrollando los astrónomos más
talentosos del planeta.

que tan peligroso es

● Primero: el agujero negro más cercano a la Tierra está a 26.000


años luz¹, de modo que tendríamos varias decenas de miles de años
de tranquilidad sin preocuparnos por el hecho de que «nos vaya a
tragar». Eso si acaso nos dirigiéramos allí, que tampoco es el caso.
Estamos hablando de Sagitario A*, en el centro de la Vía Láctea, y su
«esfera de influencia» es de tan solo 10 años luz; el resto de las
estrellas siguen tranquilamente dando vueltas alrededor por los siglos
de los siglos.
● Segundo: esto es porque estar cerca de un agujero negro no
implica que te trague inmediatamente. Imaginemos el sistema
Sol-Tierra. Si el Sol se convirtiera mágicamente en un agujero negro de
la misma masa en un instante cualquiera, pasando a ser un agujero
negro mucho más pequeño, el centro de masas y la atracción
gravitacional serían las mismas. De modo que la Tierra seguiría
orbitando ese nuevo «sol-negro» como hasta ahora, y daría vueltas
y vueltas durante miles y miles de años más. Como dicen en el vídeo
«tal vez echaríamos un poco en falta la radiación» y haría un frío de
tres pares, pero aparte de eso la Tierra no se vería instantáneamente
atraída a un abismo oscuro de forma inexorable como se suele pensar.
Mi favorita de todas estas cuestiones es el pánico asustaviejas que pone los
pelos como escarpias sobre las increíbles fuerzas gravitatorias que tienen los
agujeros negros… Aunque dependiendo de su tamaño y masa algunos son
incluso menos densos que el airey cuando se atraviesa su horizonte de
sucesos no se nota absolutamente nada extraño aunque, eso sí: ya no se
puedes salir de allí nunca jamás. Quizá hasta estamos dentro de uno de ellos
y ni nos damos cuenta.
cual es el agujero negro más grande y cuantos años luz de distancia tiene

¿Qué tan poderoso es TON 618?


TON 618 es un agujero negro ultramasivo cuya masa equivale a la de 66.000 millones de soles. Está a
18.000 millones de años luz de distancia, pero el disco de acreción que gira a su alrededor brilla con tanta
fuerza (tanto como cien billones de estrellas) que podemos verlo desde la Tierra.

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