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espectro. Con él, podemos averiguar parámetros físicos tan importantes como la composición
química, temperatura, presión, densidad, velocidad radial, frecuencia de rotación, etc.
Durante la mayor parte de la historia, la luz visible era la única parte conocida del espectro
electromagnético. Los antiguos griegos reconocieron que la luz viajaba en línea recta y estudiaban
algunas de sus propiedades, incluida la reflexión y la refracción. El estudio de la luz continuó, y
durante los siglos XVI y XVII, las teorías en conflicto consideraron la luz como una onda o una
partícula.
En 1666 Isaac Newton hizo uno de los más importantes descubrimientos en la historia de la
Astronomía: el espectro. En una habitación oscura, hizo pasar luz solar a través de una pequeña
abertura circular en una persiana. Colocó varias lentes y un prisma, y detrás de éste vio diferentes
colores. Encontró una explicación más aclaradora cuando cubrió el agujero con un trozo de papel
en el que había realizado una hendidura paralela a una de las caras del prisma. Los colores se
superponían uno sobre otro. El prisma había dividido la luz solar en los colores del arco iris. Dio a
este fenómeno el nombre latino "spectrum", en inglés "ghost".
La conclusión de Newton fue que la luz estaba constituida por innumerables partículas
microscópicas coloreadas (corpúsculos), que eran emitidas a altas velocidades por una fuente de
luz como el Sol. Todas juntas, parecían blancas ante nuestros ojos. Un prisma es capaz de
separarlas según su color.
Durante la mayor parte de la historia, la luz visible era la única parte conocida del espectro
electromagnético. Los antiguos griegos reconocieron que la luz viajaba en línea recta y estudiaban
algunas de sus propiedades, incluida la reflexión y la refracción. El estudio de la luz continuó, y
durante los siglos XVI y XVII, las teorías en conflicto consideraron la luz como una onda o una
partícula.
Al año siguiente, Johann Ritter, trabajando en el otro extremo del espectro, notó lo que llamó
“rayos químicos” (rayos de luz invisibles que indujeron ciertas reacciones químicas). Estos se
comportaron de manera similar a los rayos de luz violeta visibles, pero estaban más allá de ellos en
el espectro. Más tarde fueron renombrados como radiación ultravioleta.
Durante la década de 1860 James Maxwell desarrolló cuatro ecuaciones diferenciales parciales
para el campo electromagnético. Dos de estas ecuaciones predijeron la posibilidad y el
comportamiento de las ondas en el campo. Analizando la velocidad de estas ondas teóricas,
Maxwell se dio cuenta de que debían viajar a una velocidad que era aproximadamente la
velocidad conocida de la luz. Esta asombrosa coincidencia en el valor llevó a Maxwell a hacer la
inferencia de que la luz misma es un tipo de onda electromagnética.
Esto marco el comienzo de una ardua y larga investigación y listas de descubrimientos sobre la luz,
su naturaleza, composición y descomposición; a descubrir cuáles son los diferentes elementos que
componen el universo de manera remota, ya que cada cuerpo tiene una manera característica
propia de sí mismo para emitir la luz.
El espectro electromagnético cubre ondas electromagnéticas con frecuencias que van desde
menos de un hercio a más de 1025 hercios, que corresponden a longitudes de onda desde miles
de kilómetros hasta una fracción del tamaño de un núcleo atómico. Este rango de frecuencia se
divide en bandas separadas, y las ondas electromagnéticas dentro de cada banda de frecuencia
reciben diferentes nombres; comenzando en el extremo de baja frecuencia (longitud de onda
larga) del espectro, estas son: ondas de radio, microondas, infrarrojo, luz visible, ultravioleta, rayos
X y rayos gamma en el extremo de alta frecuencia (longitud de onda corta). Las ondas
electromagnéticas en cada una de estas bandas tienen diferentes características, tales como cómo
se producen, cómo interactúan con la materia y sus aplicaciones prácticas. El límite para
longitudes de onda largas es el tamaño del universo en sí, mientras que se cree que el límite de
longitud de onda corta está cerca de la longitud de Planck. Los rayos gamma, los rayos X y el
ultravioleta alto se clasifican como radiación ionizante ya que sus fotones tienen suficiente energía
para ionizar átomos, lo que provoca reacciones químicas. La exposición a estos rayos puede ser un
peligro para la salud, causando enfermedad por radiación, daño al ADN y cáncer. La radiación de
longitudes de onda de luz visible y menor se llama radiación no ionizante ya que no pueden causar
estos efectos.