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Derecho Civil I

GES 4

Itinerario de aprendizaje

▪ Actividades evaluables:

● PEC 4

▪ Actividades no evaluables:

● Lectura de la GES 4
● Lectura y estudio de los recursos de aprendizaje del módulo 4
● Realización del cuestionario de autoevaluación del módulo 4
● Lectura del enunciado de la PEC 4
● Lectura de las soluciones orientativas de la PEC 4

▪ Dedicación estimada: 37,5 horas

Presentación y objetivos

La finalidad de esta Guía de estudio es facilitar al estudiante la preparación del Módulo 4


de la asignatura (Autonomía de la voluntad. El negocio jurídico y la representación) e
informar, en su caso, de posibles cambios normativos que afecten a las materias trabajadas
en el Módulo.

● Los objetivos del Módulo son los siguientes:


● Explicar el concepto de autonomía privada y sus límites.
● Distinguir entre hechos, actos y negocios jurídicos.
● Describir la estructura y clases del negocio jurídico.
● Conocer los posibles vicios que pueden afectar al negocio jurídico.
● Señalar los elementos que pueden condicionar la eficacia del negocio jurídico.
● Establecer qué causas pueden originar la ineficacia del negocio jurídico y analizar los
regímenes jurídicos de la nulidad y la anulabilidad.
● Conocer el concepto y clases de representación, y las formas de actuación del
representante.
● Analizar las figuras del apoderamiento y del poder.
● Identificar los posibles vicios que pueden afectar al negocio representativo.
● Conocer el concepto de ratificación.
● Definir la representación indirecta.

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Contenidos

1. El negocio jurídico

Previamente a definir el concepto de negocio jurídico, debemos tomar como punto de partida
la realización de la siguiente delimitación conceptual.

En primer lugar, entendemos por HECHO JURÍDICO todo acontecimiento del cual se derivan
consecuencias jurídicas. Ej.: el paso del tiempo puede conllevar la pérdida o adquisición de
un derecho. Los hechos jurídicos pueden clasificarse en función de varios criterios, pero la
clasificación que más nos interesa es la que distingue aquellos hechos jurídicos que derivan
de una voluntad humana voluntaria (actos jurídicos), como por ejemplo pegar un tortazo a
alguien, saludarle con la mano o decir que sí, de aquellos hechos en los que no interviene la
voluntad humana (simples hechos), como el paso del tiempo, un terremoto, el viento o una
actuación refleja de una persona.

De acuerdo con lo anterior, si le propinamos un golpe a alguien y le producimos una lesión


(acto jurídico), de nuestra conducta la ley extraería una serie de consecuencias, como la
obligación de indemnizar por los daños y perjuicios producidos.

Los actos jurídicos o hechos humanos voluntarios, a su vez, pueden clasificarse en función
de varios criterios. En función de sus efectos jurídicos, podemos distinguir entre:

● ACTOS JURÍDICOS EN SENTIDO ESTRICTO: serían todos aquellos hechos jurídicos


voluntarios cuyos efectos derivan de la ley.
● NEGOCIOS JURÍDICOS: serían todos aquellos hechos jurídicos derivados de la voluntad
humana, cuyos efectos también se producen según la voluntad.

Si yo pago un impuesto, he realizado un acto jurídico. De mi actuar, de acuerdo con la ley, se


han derivado unas consecuencias jurídicas; dichas consecuencias jurídicas no las he fijado
yo, sino la ley. Igualmente, si yo no pago el mismo impuesto, la ley deriva una serie de
consecuencias jurídicas de mi conducta. El pago puede considerarse una actuación material,
pero sin necesidad de abandonar el campo de las obligaciones tributarias podemos encontrar
ejemplos de actos jurídicos consistentes en declaraciones de voluntad cuyos efectos no
derivan de lo declarado o querido por las partes sino que ya están previstos en la ley. Así, por
ejemplo, cuando yo declaro optar por un determinado régimen fiscal, los efectos de mi
declaración de voluntad no los impongo yo, sino que los impone la ley. Por ello, no nos
encontramos ante un negocio jurídico sino ante un acto jurídico en sentido estricto.
Por el contrario, la realización del testamento es un acto que deriva de mi voluntad y, a
diferencia de lo que hemos visto más arriba, los efectos en lo relativo a su contenido no los
establece la ley, sino que soy yo quien determino cómo van a distribuirse mis bienes una vez
haya fallecido, y ello dentro de los límites establecidos en el ordenamiento jurídico. El
testamento, en consecuencia, sí es un negocio jurídico, que me permite autorregular mis
relaciones jurídicas.

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La capacidad de actuar en Derecho y la legitimación son presupuestos del negocio jurídico.


La capacidad es requisito de validez del negocio jurídico. Si falta ésta, el negocio es
anulable. Ahora bien, debemos distinguir entre la capacidad de actuar en Derecho, que es
aquella que el ordenamiento reclama en función de cada negocio concreto, y la capacidad
natural, que es la capacidad para querer y entender o discernir, que se determina en función
de la madurez o conciencia del sujeto y que se aprecia en el momento de la celebración del
negocio.

La legitimación es un presupuesto que plantea una cuestión de eficacia. Hace referencia a


la concreta relación entre el sujeto y los bienes que ha de gestionar, o respecto de los cuales
ha de disponer. Es una relación personal, no necesariamente de titularidad, que justifica la
intervención de un sujeto en determinados intereses; es decir, que la hace eficaz o
jurídicamente relevante. La titularidad de los intereses objeto de negocio comporta
normalmente legitimación. En dicho sentido, se puede distinguir entre:

● Legitimación ordinaria. Deriva de la propia configuración de cada derecho subjetivo.


Por ej. todo propietario está legitimado para ejercer los derechos de los cuales es titular.
Esta legitimación deriva a contrario sensu del artículo 1259 CC, el cual, además, permite
plantear el estudio de aquellos supuestos en los cuales se otorga para que otra persona
actúe en interés nuestro.

● Legitimación extraordinaria. Es necesaria para intervenir en intereses ajenos. A su vez,


puede ser de varios tipos:
✔ Legitimación legal: La establece la ley en función de diversos motivos: 1) Con
carácter tuitivo, cuando estima que determinadas personas están necesitadas de
protección (los menores de edad se encuentran representados por sus padres, de
conformidad con el art. 154.2 CC; semejante situación se plantea en los supuestos
de incapacidad y de ausencia). 2) Para proteger a quien confió en una determinada
apariencia. Así, quien ha actuado de buena fe creyendo que ostentaba una
determinada legitimación no se puede ver perjudicado por el hecho de que esta
legitimación, no exista o se haya extinguido. Por ej. el mandatario que contrata de
buena fe una vez su mandante ha fallecido. Y, 3) para proteger el interés patrimonial
del titular de un crédito. Los acreedores están legitimados para ejercer los derechos
y las acciones de su deudor para obtener todo lo que les debe (art. 1.111 CC).
✔ Legitimación voluntaria: La legitimación voluntaria se da cuando el titular legitima a
un tercero a través de un negocio de apoderamiento u otro negocio apto para
comportarla. Así, en el caso del contrato de mandato, el mandatario con su gestión
vincula al mandante y tan sólo se obliga personalmente si así lo realiza expresamente
o si excede los límites del mandato (arts. 1709 y ss. CC). También en el caso del
contrato de sociedad, desde el momento en que el administrador gestiona los
intereses de los socios, también realiza una gestión de intereses ajenos.

2. La causa del negocio jurídico

Entendemos por causa de los negocios jurídicos la función económica típica del negocio. En
tal sentido, y de acuerdo con el artículo 1274 CC, “en los contratos onerosos se entiende por

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causa, para cada parte contratante, la prestación o promesa de una cosa o servicio por la
otra parte; en los remuneratorios, el servicio o beneficio que se remunera, y en los de pura
beneficencia, la mera liberalidad del bienhechor”.

La causa, de acuerdo con el artículo 1275 CC, es uno de los elementos estructurales
esenciales del negocio jurídico. Así, en función de la causa, los negocios jurídicos pueden
clasificarse en:

● Onerosos: se caracterizan por su reciprocidad o, lo que es lo mismo, una prestación


existe en consideración de la otra. Esta onerosidad puede tener lugar en negocios
jurídicos con obligaciones recíprocas, como en contratos que generan una sola
obligación, como son los reales con pacto de intereses.
● Gratuitos: sólo comportan una atribución y generan un beneficio sin contrapartida. El
contrato de comodato, previsto en el artículo 1740 CC, es esencialmente gratuito.

2.1. Los vicios de la causa.

● Inexistencia. Un negocio sin causa es radicalmente nulo o inexistente (art 1275 CC).
● Falsedad. De acuerdo con el artículo 1276 CC, la expresión de una causa falsa dará
lugar a la nulidad, a no ser que se probase que estaba fundada en otra verdadera y lícita.
● El artículo 1276 CC sanciona también con la nulidad absoluta el negocio que se
fundamenta en una causa ilícita, aclarando que es ilícita la causa cuando se opone a las
leyes o a la moral.

2.2. La obligación moral como causa.

El cumplimiento de una obligación moral no es exigible ni coercible jurídicamente, pero si el


deudor paga voluntariamente, no le está permitido reclamar posteriormente la restitución de
lo pagado bajo la alegación de que no estaba obligado. Así, de acuerdo con el artículo 1901
CC, ante la petición del deudor, el acreedor puede rechazar la demanda de restitución de lo
cobrado, probando que la entrega se hizo a título de liberalidad o por otra justa causa,
expresión que hace referencia a la pura obligación moral.

2.3. La abstracción de la causa. Negocios jurídicos abstractos. Simulación de la


causa.

Según DÍEZ PICAZO, se entiende por negocio jurídico abstracto aquel que produce efectos
desvinculados de su causa, o lo que es lo mismo, que prescinde de la causa para su
operatividad. En nuestro ordenamiento jurídico no se admiten los negocios jurídicos
abstractos. Problema distinto es el de la ausencia de expresión de la causa o el de la
manifestación de una causa distinta a la real.

Ejemplo a): Negocio sin causa: yo firmo un documento donde reconozco adeudar 1.000.000
euros a Pedro, sin expresar el título de la deuda.
1) El ordenamiento jurídico, de acuerdo con el artículo 1277 CC, presume, aunque no se
exprese, que ésta existe y que es lícita. En principio, la reclamación de Pedro prosperará.

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2) Ahora bien, al ser increpado de pago por Pedro, yo puedo alegar, si tengo pruebas para
ello, también, de acuerdo con el artículo 1277 CC, que la deuda era de juego (causa ilícita).
Entonces, a pesar de haber efectuado un reconocimiento de deuda, la reclamación no
prosperará.

Ejemplo b): Negocio con causa falsa o simulada: yo vendo a mi hijo un piso por un precio
simbólico (por ej. por razones fiscales). Con posterioridad, un acreedor, que lo es por una
deuda que he contraído dos años después de la venta del piso, pretende que se declare la
nulidad de la venta por ausencia o ilicitud de la causa, para que el piso vuelva nuevamente a
mi patrimonio.
En tal supuesto, a pesar de que la causa expresada no era real, de acuerdo con el artículo
1275 CC, es evidente que el negocio tenía causa la cual era gratuita y por ello fue ocultada,
ya que le era aplicable un tipo impositivo más alto.

Al ser planteada la cuestión de la anulación de la venta por el tercer acreedor ante los
Tribunales, las soluciones dadas por la jurisprudencia han sido distintas:

● La más estricta niega la validez de la donación disimulada, ya que en ella falta la


existencia de una escritura pública de donación en la que conste la aceptación por parte
del donatario, la cual no se puede suplir por la escritura de compraventa (STS de 20 de
octubre de 1992).
● Otro corriente jurisprudencial admite que, una vez declarada la nulidad de la compraventa
simulada, la misma aceptación formulada en la escritura vale como aceptación de la
donación, ya que ambas partes, en definitiva, acudieron al notario con la intención de
efectuar una donación y no una compraventa (STS de 30 de septiembre de 1995). Esta
solución no se admite, por supuesto, cuando la donación disimulada se ha efectuado en
fraude de acreedores.
Ahora bien, también es cierto que, en todo caso, el Juez estaría facultado para acordar
deducir testimonio de particulares y remitirlos a la Delegación de Hacienda para que se
incoase el correspondiente expediente sancionador por la falta de pago del Impuesto
sobre Donaciones.

3. Vicios de la voluntad

3.1. Las divergencias entre la voluntad y su declaración

Como ya hemos adelantado, el negocio jurídico implica la volición de unos determinados


efectos jurídicos, la consecución de los cuales se instrumenta a través de una determinada
declaración de voluntad. Como consecuencia de lo anterior, es posible efectuar una distinción
entre a) el sentido de nuestra voluntad y b) la declaración efectuada.

A raíz de ello, se deben estudiar por separado dos problemas distintos:

● La simulación, el error obstativo, la reserva mental y la declaración no hecha seriamente,


que se caracterizan por ser supuestos de divergencia entre lo internamente querido y lo
que es manifestado o declarado.
● Los vicios de la voluntad negocial, que únicamente hacen referencia a la correcta

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formación de la voluntad negocial o contenido volitivo. A este problema nos referiremos


más adelante.

La divergencia entre voluntad y declaración es consciente en los supuestos de declaración


no hecha seriamente, reserva mental y simulación. Es inconsciente en el caso del error
obstativo. Pasamos a estudiar los distintos supuestos:

DIVERGENCIA CONSCIENTE:

● La declaración no hecha seriamente: dentro de este apartado podemos incluir todas


aquellas declaraciones que se hacen sin que exista una verdadera voluntad negocial
(por ej. enseñanzas didácticas, representaciones teatrales o de broma). Es evidente que
estas declaraciones se realizan en situaciones que no ofrecen duda sobre la ausencia
de voluntad. Ahora bien, en ocasiones, pueden existir supuestos dudosos, y como
consecuencia de la actitud deliberadamente equívoca del emisor, el destinatario puede
haber creído en la validez de la declaración. En tales supuestos, podría plantearse la
posibilidad de solicitar una indemnización de daños y perjuicios ex artículo 1902 CC.
● Reserva mental: supone la expresión de una declaración vacía de voluntad y la
ocultación voluntaria de la verdadera voluntad, la cual permanece interna y no trasciende
en ningún momento. Según ALBALADEJO, como consecuencia de la absoluta falta de
exteriorización de la voluntad interna, el receptor de la declaración no ha podido tener
ningún indicio, lo que conlleva la irrelevancia jurídica de la reserva mental y la validez
del negocio celebrado.
● La simulación: en tal supuesto ambas partes participan en la ausencia de
correspondencia entre voluntad y declaración. La simulación consiste en una
declaración querida únicamente por su formulación externa, sin intención de que se
produzcan los efectos jurídicos que comporta. La finalidad de esta declaración aparente
es el engaño a terceras personas, lo cual no implica que la simulación deba ser siempre
ilícita o comporte un fraude, aunque sí en muchos casos (por ej. a través de una
compraventa se realiza una donación). Es posible distinguir entre simulación absoluta,
la cual tiene lugar cuando la misma únicamente comporta una apariencia de negocio
jurídico, la cual es nula por no concurrir en ella los requisitos del artículo 1261 CC; y la
simulación relativa, que tiene lugar en los supuestos en los que el negocio aparente
oculta otro, realmente querido. En tal caso, deberíamos distinguir entre el negocio
simulado y el disimulado y el acuerdo simulatorio. El ejemplo más frecuente de
simulación relativa es el de la simulación en la causa del negocio: para ocultar un
negocio a título gratuito (donación) por razones fiscales, se simula realizar uno a título
oneroso (compraventa). Dicho supuesto se analiza en el apartado 4.- de esta guía de
estudio.

DIVERGENCIA INCONSCIENTE

● El error obstativo: de acuerdo con el artículo 1262.1 CC, existirá cuando falte el
concurso de la oferta y la aceptación sobre la misma cosa o causa, lo cual lleva a la
inexistencia de negocio jurídico por ausencia de uno de los elementos esenciales. El
error obstativo puede recaer:

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1) en el negocio: una parte entiende que celebra una compraventa, mientras que la
otra entiende que celebra un comodato;
2) en el objeto: una parte cree que vende la finca A, mientras la otra cree que adquiere
la finca B; y,
3) sobre la identidad de la otra parte: de acuerdo con el artículo 773 del CC, el error
en el nombre, apellidos o cualidades del heredero, no vicia la institución cuando se
puede saber de otro modo cuál es la persona designada.

3.2. Los vicios de la voluntad

A diferencia de los supuestos que acabamos de ver, cuando estudiamos el problema de


los vicios de la voluntad, no debemos plantearnos la discordancia entre lo querido y lo
declarado, sino la concurrencia de una serie de circunstancias anómalas que han influido
en la formación de la voluntad negocial. Dichas circunstancias son:

● La violencia y la intimidación. De acuerdo con el artículo 1267 CC, existe violencia


cuando para arrancar el consentimiento se utiliza una fuerza irresistible. Hay
intimidación cuando se inspira a uno de los contratantes un temor racional y fundado
de sufrir un mal inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona o bienes
de su cónyuge, descendientes o ascendientes. Para calificar la intimidación debe
atenderse a la edad y a la condición de la persona. El temor a desagradar a las
personas a las cuales se debe sumisión y respeto no anulará el contrato.
● El error como vicio del consentimiento. El error como vicio del consentimiento es
aquel que se genera de forma espontánea en el ánimo del sujeto declarante como
consecuencia de una apreciación equivocada de la realidad, lo cual redunda en una
incorrecta formación de la misma. De acuerdo con el artículo 1.266 del CC, para que
el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre la sustancia de la cosa que
fue objeto del contrato o sobre aquellas condiciones de la misma que principalmente
hubiesen dado motivo a celebrarlo. El error sobre la persona sólo invalidará el contrato
cuando la consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo. El simple
error de cuenta tan sólo dará lugar a su corrección.
● El dolo. De acuerdo con el artículo 1269 CC, “hay dolo cuando con palabras o
maquinaciones insidiosas de parte de una de los contratantes, es inducido el otro a
celebrar un contrato que sin ellas no hubiera hecho”. En lo relativo a los requisitos, el
artículo 1270 CC establece que para que el dolo produzca la nulidad de los contratos,
deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes contratantes. El dolo
incidental sólo obliga al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios.

Aunque el artículo 1265 CC diga que será nulo el consentimiento prestado por error,
violencia, intimidación o dolo, como veremos más adelante, en realidad, el tipo de
ineficacia que produce la concurrencia de vicios de la voluntad es la anulabilidad.

4. La ineficacia del negocio jurídico

En un sentido general, según DIEZ PICAZO, la ineficacia del negocio jurídico consiste en la
no producción de los efectos que le son propios, es decir, en la ausencia de los efectos

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típicos, aunque sí puede producir otros, como, por ejemplo, la indemnización de daños y
perjuicios. Ahora bien, la ineficacia del contrato puede venir determinada por causas
diversas:

● En el supuesto en que al negocio jurídico le falte alguno de sus elementos esenciales


para su formación, el negocio no puede llegar a nacer, por lo cual se habla de
INEXISTENCIA.
● Cuando el negocio jurídico se celebra violando un mandato o una prohibición legal, el
vicio que se origina es el de la NULIDAD DE PLENO DERECHO.
● Cuando el problema deriva de la falta de capacidad del sujeto o de la existencia de un
vicio del consentimiento, el vicio que se origina es de NULIDAD RELATIVA o
ANULABILIDAD.
● Cuando lo que tiene lugar, a raíz de la celebración del negocio, es un perjuicio para las
partes o terceros, lo que tiene lugar es la acción de RESCISIÓN.
● Por último, la ineficacia puede derivar de otras causas derivadas del acto o sobrevenidas
con posterioridad. En tales supuestos, lo que se origina es la RESOLUCIÓN O LA
REVOCACIÓN.

4.1. La inexistencia

El negocio jurídico es inexistente cuando carece de alguno de los elementos esenciales para
su perfección: consentimiento, objeto, causa y forma si es un contrato formal. El Derecho
considera el acto inexistente, como si no se hubiese realizado; y si produce algún efecto, éste
no será el del negocio jurídico en cuanto tal, sino una mera consecuencia de los hechos
puestos en juego al concluir el acto nulo. En nuestro Código Civil no aparece el término
inexistencia, pues sólo se habla de actos nulos; pero no cabe duda de que diversos artículos
(1261 y 1310 CC) reconocen implícitamente la distinción entre la inexistencia y la
anulabilidad. Por otra parte, la jurisprudencia la admite sin vacilación.

Siguiendo a DE CASTRO, podemos admitir los siguientes supuestos de inexistencia:

● Contratos defectuosos: son aquellos a los que les falta algún elemento esencial
(consentimiento, objeto o causa).
● Contratos aparentes: la apariencia del contrato no se corresponde con la realidad
jurídica, faltando en ésta un elemento esencial; es el caso de la simulación absoluta.
● Contrato en formación: no ha llegado a reunir los elementos esenciales.
● Contrato por representación sin poder.

4.2. La nulidad

La nulidad de pleno Derecho o nulidad tiene lugar cuando un acto se ha realizado en contra
de lo dispuesto en las normas de carácter imperativo. A esta especie de nulidad se refieren
principalmente los artículos 6.3 del CC, que dispone que “los actos contrarios a las normas
prohibitivas e imperativas son nulos de pleno derecho salvo que en ellas se establezca un
efecto distinto para el caso de contravención”; el artículo 1255 CC, que restringe la autonomía
de la voluntad estableciendo como límite los pactos contrarios a la Ley, a la moral o al orden

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público; y el artículo 1271 CC, referente a los pactos sobre sucesión futura, así como las
convenciones usurarias.

La nulidad se produce ipso iure, sin necesidad de declaración judicial, y es apreciable de


oficio. Ahora bien, como un negocio nulo puede ocasionar una apariencia de negocio, en
ocasiones, será necesario entablar un procedimiento para que se declare la nulidad. Para el
mismo, estará legitimada cualquier persona, y ello sin que exista límite temporal para el
ejercicio de la acción, por ser imprescriptible. Tampoco puede ser objeto de confirmación.

No engendra, ni modifica, ni extingue la relación obligacional a que el contrato nulo se refería.


Ahora bien, si se hubiese ejecutado en todo o en parte el contrato, procede la reposición de
las cosas al estado que se encontraban antes de su celebración. Deben aplicarse las
disposiciones contenidas en el artículo 1303 CC, según el cual “declarada la nulidad de una
obligación, los contratantes deben restituirse recíprocamente las cosas que hubieran sido
materia del contrato con sus frutos y el precio con sus intereses”. En los artículos 1305 y
1306 CC, se establecen normas especiales para el supuesto de que la nulidad del contrato
derive de la ilicitud de la causa.

En general, la conversión del negocio jurídico nulo es el medio jurídico para evitar su
ineficacia cuando el mismo contiene los requisitos para ser estimado como un negocio válido
de diferente tipo. El CC no contiene normas sobre la conversión; pero es admisible a la luz
del principio general de conservación del negocio jurídico, regulado en el art. 1258 del CC.

Ej. de conversión: Puede que un testamento cerrado sea nulo por infringir algún precepto
sobre forma. Ahora bien, es posible que el mismo reúna los requisitos del testamento ológrafo.
Entonces, tendría lugar, en vistas a dar relevancia a la voluntad del testador, la consideración
del testamento que originariamente debía ser cerrado como testamento ológrafo, el cual, por
ejemplo, deberá ser objeto de protocolización.

4.3. La anulabilidad

La anulabilidad o nulidad relativa tiene lugar cuando un negocio jurídico se encuentra


adolecido de un vicio que lo invalida, de acuerdo con la Ley. Nos encontramos con un
contrato que reúne todos los elementos esenciales y, además, no va contra las normas
imperativas, pero que adolece de un vicio o defecto susceptible de motivar su anulación
mediante el ejercicio de la acción de impugnación que, si tiene éxito, produce la destrucción
del negocio con fuerza retroactiva. El contrato produce efectos jurídicos hasta que se anula,
dicha eficacia provisional desaparecerá si es anulado o se mantendrá definitivamente si es
confirmado.

Son causas de anulabilidad:

● Los defectos en la capacidad, que no impliquen ausencia de consentimiento (por ej. los
negocios celebrados por menores), siempre que el defecto no sea total y absoluto, de tal
modo que llegue a producir la ausencia de consentimiento, lo cual implicaría la
inexistencia.

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● Vicios del consentimiento, como la violencia, intimidación, error y el dolo. No obstante,


como dice DE BUEN, el error obstativo y la violencia material, más que viciar el
consentimiento determinan su inexistencia.

A diferencia de la nulidad radical, que se produce ipso iure y en la que predomina el interés
general, la anulabilidad se establece exclusivamente como una medida de protección de los
intereses de la parte contratante, que ha sido víctima de inexperiencia o de error, de violencia
o de dolo.

Por ello, la acción de nulidad sólo puede ser entablada por aquellas personas en cuya
protección es acordada y el acto anulable es susceptible de quedar subsanado por la
confirmación o por la prescripción. Según el artículo 1301 del CC, “la acción de nulidad
(anulabilidad) durará cuatro años. Este tiempo empezará a correr en los casos de intimidación
o violencia, desde el día en que éstas hubiesen cesado. En los de error, dolo o falsedad en
la causa, desde la consumación del contrato. Cuando la acción se refiera a los contratos
celebrados por menores, desde que salieron de la patria potestad o de la tutela...”. Cuando
la acción se refiera a los contratos celebrados por personas con discapacidad prescindiendo
de las medidas de apoyo previstas cuando sean precisas, desde la celebración del contrato.
La legitimación pasiva corresponde a las personas que hubiesen sido parte en el contrato o
a sus causahabientes.

La confirmación es el medio para subsanar los contratos anulables mediante la renuncia de


la acción de nulidad, hecha por quien pueda invocar el vicio o defecto de aquél. De acuerdo
con el artículo 1310 CC, sólo son confirmables los contratos que reúnan los requisitos del
artículo 1261 CC. La confirmación es un negocio jurídico unilateral a través del cual el
afectado por el vicio del consentimiento manifiesta la voluntad de convalidar los efectos
jurídicos del negocio viciado. Los requisitos de la confirmación son los siguientes:
● Que la realice el sujeto activamente legitimado para entablar la acción de anulación.
● Que se efectúe con conocimiento de la causa de anulabilidad.
● Que la causa de anulabilidad haya desaparecido.

La confirmación extingue la acción de anulabilidad y convalida el contrato anulable


retroactivamente.

4.4. La rescisión

Según DE CASTRO, la rescisión es un remedio in extremis arbitrado para evitarle al protegido


un perjuicio resultante del juego normal de la Ley, pero que se estima especialmente injusto.
Son presupuestos para poder declarar la rescisión a) la existencia de un contrato válido
inicial, y b) la lesión o perjuicio patrimonial en los casos previstos en los artículos 1291 y 1292
CC.

Son supuestos de rescisión:

● Art. 1291.1 CC. Los contratos que pudieran celebrar los tutores sin autorización judicial,
cuando el tutelado haya sufrido lesión en más de la cuarta parte del valor de las cosas

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objeto de contrato.
● Art. 1291.2 CC. Los celebrados en representación de los ausentes, siempre que éstos
hayan sufrido la misma lesión y siempre que no se hayan celebrado con autorización
judicial (art. 1296 CC).
● Art. 1291.3 CC. Los celebrados en fraude de acreedores cuando éstos no puedan de otro
modo cobrar lo que se les deba.
● Art. 1291.4 CC. Los contratos que se refieran a cosas litigiosas cuando hubiesen sido
celebrados por el demandado sin conocimiento y aprobación de las partes litigantes o de
la autoridad judicial.
● Art. 1292 CC. Los pagos hechos en estado de insolvencia por cuenta de obligaciones a
cuyo cumplimiento no podía ser obligado el deudor al tiempo de hacerlos.
● El artículo 1291.5 CC menciona como rescindibles cualesquiera otros contratos en que
especialmente lo determine la Ley. Así, la partición de la herencia (arts. 1073 y ss. CC) y
la división de la cosa común (art. 406 CC).

Las condiciones de ejercicio de la acción rescisoria son:


● Carecer de otro mecanismo legal para restablecer la situación (art. 1294 CC).
● Que el perjudicado puede devolver aquello a que por su parte estuviese obligado.
● Que las cosas no estuvieran en poder de tercero de buena fe (art. 1295 CC).

La acción de rescisión tiene un plazo de ejercicio de 4 años (art. 1299 CC) y la estimación de
la misma produce efectos retroactivos ex tunc, esto es, al momento de perfección del
contrato. En consecuencia, las partes deben restituirse las prestaciones o en su defecto su
equivalente económico.

4.5. La resolución

La resolución de un contrato significa que éste deviene ineficaz con efecto retroactivo, en
virtud de una causa que no sea una invalidez inicial. La relación inicial desaparece y las
partes deben volver a la situación jurídica anterior a la perfección del contrato, reintegrándose
las prestaciones que hubiesen recibido. Supuestos:
● Resolución como consecuencia del cumplimiento de una condición resolutoria.
● Resolución por incumplimiento de las obligaciones de una de las partes en un contrato
bilateral (artículo 1124 del CC), según el cual “ la facultad de resolver las obligaciones
se entiende implícita en las recíprocas para el caso de que uno de los obligados no
cumpliere lo que le incumbe).
● Resolución por pacto expreso por incumplimiento de las obligaciones de una de las
partes en contrato bilateral.

5. La representación

La representación no se encuentra específicamente regulada en nuestro Código Civil;


aunque, de la lectura de la regulación del contrato de mandato (arts. 1709 y ss. CC), sí se
infieren gran número de prescripciones que, en realidad, hacen referencia al fenómeno
representativo, que de ordinario tiene lugar en los supuestos de mandato.

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El negocio jurídico que confiere legitimación a otra persona para actuar eficazmente sobre
intereses propios es el negocio de apoderamiento. Se lleva a cabo entre representante y
representado; y la actuación que este lleva a cabo en virtud de la representación, se llama
negocio representativo.

Las características más destacadas del negocio jurídico representativo son las siguientes:

● La representación confiere una autorización a una persona para que actúe por cuenta
de otra. Por sí sola la representación únicamente faculta para actuar, pero no obliga. La
obligación, en su caso, derivará del contrato en cuyo marco se confiere la representación.
Por ej. el mandato, en el cual una persona se obliga a realizar una determinada conducta.
Por ello, el negocio de apoderamiento es unilateral y revocable.
● La representación implica una actuación en nombre y por cuenta de otro. Si es así, la
doctrina habla de representación directa. Pero, es posible plantear la viabilidad de la
representación indirecta, que es la que tendría lugar cuando el representante actúa en
interés ajeno, pero en nombre propio. La representación INDIRECTA se encuentra
regulada en el artículo 1717 del CC, en los siguientes términos: “cuando el mandatario
obra en su propio nombre, el mandante no tiene acción contra las personas con quienes
el mandatario ha contratado, ni éstas tampoco contra el mandante. En este caso el
mandatario es el obligado directamente a favor de la persona con quien ha contratado,
como si el asunto fuera personal suyo. Se exceptúa el caso de que se trate de cosas
propias del mandante”.
● La capacidad para otorgar poder es la general para obligarse. Por dicho motivo, el
menor emancipado puede otorgarlo, excepto para la realización de las actividades que le
vienen vedadas por el artículo 323 CC.

Un negocio realizado por una persona en nombre de otra sin poder, no produce efecto alguno
para el representado. Sería inexistente por ausencia total de consentimiento, a no ser que,
de acuerdo con el artículo 1259 del CC, sea ratificado por éste.

Bibliografía

Vid. la bibliografía recomendada en el Plan docente. Recuerde que debe consultar siempre
las últimas ediciones de los manuales recomendados.

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