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FRANÇOIS VOUGA

¿QUIÉN ES LA POETISA CON EL NOMBRE DE


MARCOS?
El primer Evangelio ¿es obra de una mujer?

¿Y si hubiera buenas razones para pensar que la composición del Evan-


gelio de Marcos, y por tanto la creación de su género literario, es obra
de una mujer? François Vouga examina y evalúa en la narración la mi-
rada íntima dedicada a los personajes femeninos. En el Evangelio se-
gún Marcos, los discípulos y compañeros de Jesús, desorientados por
su ausencia, contrastan con varias figuras de mujeres independientes
y autónomas. Suya fue la iniciativa de recibirlo en Galilea y de acom-
pañarlo a Jerusalén. Y en momentos decisivos de la pasión, la muerte
y el anuncio de la Pascua, ellas los relevan. ¿Podría ser señal de una
firma indirecta?

De quelle poétesse Marc est-il le nom ? Le premier Évangile est‑il


l’œuvre d’une femme ? Études théologiques et religieuses, 93 année,
2018/3 369-383

A nadie se le ocurriría cuestio‑ y composición del Evangelio sean


nar en ninguna historia literaria obra de una mujer, ni una declara‑
que los poetas, dramaturgos, auto‑ ción antigua, ni un papiro escan‑
res de relatos y oradores responsa‑ daloso surgido de pronto en un de‑
bles de la redacción de los Evan‑ sierto. A diferencia de la epístola
gelios fueron unos honorables a los Hebreos (He 11,32), del Apo‑
señores. Cuatro señores, quizá cin‑ calipsis de Juan (Ap 1,9) y del con‑
co, si se trata de la versión larga junto de cartas apostólicas, presen‑
del Evangelio de Marcos (Mc tadas explícitamente, a título
1,1‑16,20), más una tropa adicional personal o de ficción literaria, co‑
si el Evangelio de Juan fuera resul‑ mo producción masculina, el Evan‑
tado de un proceso de reescrituras. gelio según Marcos no contiene
Pero a nadie se le ocurriría discu‑ indicio alguno que dé lugar a ex‑
tir que se trata de hombres. cluirlo. Por eso el lector cuidadoso
que dialogue con la creación poé‑
Ahora bien, lo que se asume tica del libro no puede dejar de ad‑
como obvio es una cosa y la evi‑ vertir que no hay evidencia, e in‑
dencia es otra. Es cierto que no hay terrogarse sobre la voz y el estilo
prueba alguna de que la invención que la configuran.

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Los papeles principales to del Evangelio, toman el relevo
femeninos del primer de los apóstoles, están presentes
Evangelio al pie de la cruz en su muerte y se‑
pultura y reciben del joven anóni‑
Se suele hablar del texto de Lu‑ mo el anuncio de la resurrección
cas como el Evangelio de las mu‑ y la tarea de restablecer el contac‑
jeres; pues en la obra lucana son to entre Jesús y sus discípulos, en
numerosas. No obstante, en su pa‑ especial con Pedro (Mc 15,14-41;
pel junto a Jesús y en el reflejo de 15,47; 16,1-8).
la vida de las comunidades, llama La ficción literaria según Mar‑
la atención su conformismo social. cos juega con los contrastes. Pe‑
Son destinatarias de la misericor‑ dro, o Pedro, Juan y Santiago, o
dia de Jesús, albergan a los após‑ los Doce, o los discípulos se com‑
toles y, cuando son ricas, son me‑ prometieron para acompañarlo,
cenas de las iglesias. estar con Él, anunciar con Él la
Esto no es así en la realidad Buena Nueva del Reino, de la pre‑
que construye la ficción literaria sencia de un Dios que invita a la
según Marcos. La trama del prin‑ confianza, y para liberar a los hu‑
cipio del Evangelio convierte a fi‑ manos de la propia esclavitud, de
guras femeninas (sorprendente las adicciones que ellos mismos se
singularidad) en sujetos ejempla‑ infligen (Mc 3,13-19; 6,7-13). Re‑
res de curación, renacimiento y li‑ cibieron de Jesús toda autoridad y
beración. (Mc 5,21-43; 7,24-30). se conducen como aprendices su‑
Los hombres se presentan como yos, lentos en comprender. El au‑
beneficiarios o como interlocuto‑ tor muestra al lector un camino de
res en los diálogos terapéuticos de libertad para quienquiera que
Jesús (Mc 1,23-28; 1,40-45; 2,1‑12; acepte el milagro de ya no tener
3,1-6; 5,120; 9,14-29; 10,46-52), en que desear salvar el alma y, a la
cambio las mujeres son quienes los vez, la dificultad de aceptar ese
inician. Y en el desenlace revela‑ don (Mc 8,31-38). Este conflicto
dor de la pasión, la crucifixión y toma cuerpo, en el texto según
el anuncio de Pascua, el lector Marcos, en la huida de los discí‑
asiste a un verdadero cambio de pulos en cuanto se enfrentan a los
equipo. Una mujer anónima, cuya riesgos de la vida y de la muerte
memoria viva se encarga de guar‑ (Mc 14,22-52). En cambio, las mu‑
dar el Evangelio, realiza el don jeres, en el mundo poético del
gratuito que refleja el sentido del Evangelio, no tienen nada de
conjunto del Evangelio (Mc aprendizas. Actúan de manera
14,3‑11). Y cuando Jesús se despi‑ ofensiva, plantan cara a Jesús, lo
dió de los doce en la última cena, perfuman considerando su muer‑
fueron mujeres quienes lo acom‑ te cercana (Mc 14,3-11) y se en‑
pañaron a Galilea, le siguieron de cuentran del modo más natural al
allí a Jerusalén y, según el trayec‑ pie de la cruz (Mc 15,40-41).
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Una firma al pie del Su presencia nueva se expresa
cuadro: Marcos 15,40-41 como un efecto literario. Los ver‑
bos en imperfecto: ellas no surgen
La aparición no prevista de las sin más ante la muerte de Jesús, de
mujeres al final de la escena de la hecho, estaban allí todo el tiempo:
crucifixión, y como punto de par‑ ya lo acompañaban y acogían en
tida de la consumación pascual del sus casas de Galilea (se dice que
Evangelio en Mc 15,40-41, debe‑ «lo servían», Mc 1,29-31). Y fue‑
ría sorprender al lector. Ni el gru‑ ron con él a Jerusalén. Con esta en‑
po como tal, ni cada una de ellas trada en escena tardía puede pare‑
formaban parte del cuadro hasta cer que el evangelista, consciente
entonces: de la importancia histórica de las
mujeres cercanas a Jesús, lamenta
Había también unas mujeres no haberlas integrado antes en su
mirando desde lejos. Entre obra. Pero es posible atreverse a
ellas María Magdalena, María imaginar lo contrario. En según
la madre de Santiago el menor Marcos, primero, el reparto de pa‑
y de José, y Salomé, que le se‑ peles es convencional, el mismo
guían y le servían cuando esta‑ del Evangelio de Tomás, de las car‑
ba en Galilea, y otras muchas tas de Pablo o lo reconstruido de
que habían subido con él a Je‑ la fuente Q, con los discípulos en
rusalén. los papeles solistas. Pero a la hora
La entrada en escena de estas de la verdad, de la comprensión de
mujeres anuncia, en el texto según Dios y de la existencia humana, de
Marcos, un nuevo comienzo, una la vida y de la muerte, lo visible es
nueva secuencia, la última, la del la mirada y el testimonio de las
desenlace, cuya continuidad garan‑ mujeres. ¿Es de ahí de donde vie‑
tizan con su presencia: ellas asis‑ ne la necesidad literaria de la es‑
ten a la muerte de Jesús, acuden a cena? El grupo de mujeres, con los
su sepultura y, al llegar, descubren tres o cuatro nombres que les con‑
la piedra retirada y reciben la ex‑ fieren un rostro un poco desdibu‑
plicación del joven. Y Marcos pre‑ jado, ¿no viene a representar la voz
cisa: ellas miran y ven. Adoptan el femenina que habla en el Evange‑
papel de testigos. Son testigos de lio?
la revelación de la cruz (el gesto de
libertad de aquél que no quiso sal‑
La mujer anónima que trae
var el alma lo hace ver como hijo
a la memoria el Evangelio:
de Dios, Mc 15,29-32.39); testigos
Mc 14,3-9
también de su sepultura y del mi‑
lagro de la piedra retirada. Estos
momentos recuerdan la confesión
de 1 Co 15,3-5: murió, fue sepul‑ Antes de traer a escena la mi‑
tado, resucitó. rada femenina posándose en la re‑
¿Quién es la poetisa con el nombre de Marcos?   373
nuncia a salvarse a sí mismo, es ya sentido reside en su radicalidad. La
una mujer, que nadie sabe de dón‑ mujer va hasta el límite del don,
de surge, la que en el umbral del sin guardar nada en reserva –ni si‑
relato de la Pasión encarna el ges‑ quiera el frasco de alabastro–. El
to de la consumación del don (Mc Evangelio de Marcos da dos lectu‑
14,3-9) y le da sentido explícito. ras opuestas de esta intrusión pro‑
La composición poética según vocadora. La primera, no exenta
Marcos sitúa el último día en co‑ de humor, muestra su carácter ra‑
mún de Jesús con sus discípulos zonable: a la gratuidad inesperada,
entre los relatos simétricos de dos que lleva en sí su significado y su
cenas, de dos «vísperas», la del fin, opone el pretexto general de
prendimiento y la de la ejecución: una teórica utilidad.
la celebración de la Pascua, que
Algunos comentaban indigna‑
sirve de marco para compartir el
dos: «¿Para qué este despilfarro de
pan y el cáliz (Mc 14,22-25) y su
perfume? Se podría haber vendi‑
reflejo previo, la unción de Jesús
do por más de trescientos denarios
en casa de Simón el leproso (Mc
y dárselo a los pobres». Y murmu‑
14,3-9).
raban contra ella.
La escena de Betania da paso
En la segunda lectura, Jesús, da
al relato del adiós de Jesús, del
valor a la «belleza» del acto, a la
anuncio de la traición y el abando‑
singularidad del reconocimiento
no de los discípulos, de su nega‑
personal entre el hombre que va a
ción y de la ejecución, con un acto
entregar su alma, su cuerpo y su
que, a la vez, anticipa su muerte,
sangre (Mc 14,22-25), por la mul‑
la interpreta y la sitúa en una pers‑
titud y por sus discípulos (Mc
pectiva del exceso y de la gratui‑
10,45), y la mujer que ofrece «todo
dad del don. Introduce una dimen‑
lo que tenía». Un acto absurdo pa‑
sión de la desmesura y la belleza
ra la moral, la religión y la eficacia
inútil:
económica, detiene el tiempo en lo
Estando Jesús en Betania, en esencial, el recíproco reconoci‑
casa de Simón el leproso, re‑ miento gratuito de la persona.
costado a la mesa, vino una
Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por
mujer que traía un frasco de
qué la molestáis si ha hecho
alabastro con perfume puro de
una obra buena conmigo? Por‑
nardo de mucho precio, quebró
que pobres tendréis siempre
el frasco y lo derramó sobre su
con vosotros y podréis hacerles
cabeza.
bien cuando queráis, pero a mí
La escena evita toda explica‑ no me tendréis siempre. Ha he‑
ción. La intrusión de la mujer da cho lo que ha podido. Se ha an‑
sentido a la cena, pero ella no dice ticipado a embalsamar mi cuer‑
ni una palabra. Un comentario de‑ po para el entierro.» (Mc
bilitaría el alcance del gesto. El 14,6-8)
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En este encuentro de dos dones perfumado por la mujer, encarna‑
de sí mismo, la mujer anónima no do ahora en el reconocimiento mu‑
solo anuncia la muerte de Jesús; tuo de los discípulos bebiendo en
con una anticipación confesora, la misma copa? Y esa copa ¿no ce‑
encarna su sentido. Su respuesta lebra la Alianza del don de sí mis‑
de reconocimiento y confianza al mo representado en Betania y que
don que va a hacer Jesús de su se actualiza en la repetición del
cuerpo quebrantado adelanta el es‑ don de la mujer? La mujer anóni‑
píritu de gratuidad que revelará Je‑ ma que interrumpió la cena de Si‑
sús ante la muerte en la cruz. món ¿no está en la escena del gran
poema del Evangelio para anunciar
¿No es lógico que el creador o a quienes la oigan el camino de la
creadora del Evangelio de Marcos Buena Nueva?
anuncie, como promesa, la repeti‑
ción «de lo que ella ha hecho»? La pregunta permanece: ¿a
quién representa la mujer anónima
Yo os aseguro que dondequie‑ del inicio de la Pasión? ¿De quién
ra que se proclame la Buena es ese acto suyo y de quién es por‑
Nueva, en el mundo entero, se tavoz por «lo que ha hecho»?
hablará también de lo que ella ¿Quién se expresa trayendo a esce‑
ha hecho para que su recuerdo na con rasgos femeninos el com‑
perdure. (Mc 14,9) promiso de la confianza? ¿Será que
Es necesario que el acto de la el Evangelio de Marcos deja oír
mujer, si revela la verdad, sea con‑ aquí una voz de mujer, inventando
tado en memoria de la mujer. Tam‑ un género literario nuevo, valién‑
bién lo es que su figura permanez‑ dose por primera vez de registros
ca anónima. La paradoja de traer de ficción poética en un comienzo
a la memoria a una desconocida, posible del Evangelio? ¿El instinto
de la que el lector no sabe nada femenino que se trasluce es el del
más, ni siquiera el nombre, se re‑ personaje o el de la mano que lo
suelve al comprobar que la mujer creó?
sustituye la consigna que sería de
esperar en la segunda cena: el «Ha‑
ced esto en memoria mía» (1 Co, Palabras de mujeres en el
11,23-26) se omite visiblemente en Evangelio: Marcos 5,21-43
el relato según Marcos. Los deta‑ y 7,24-30
lles de una cena de despedida y la
cita con los discípulos en el Reino El lector puede notar una se‑
(Mc 14,22-25) no es necesario re‑ mejanza entre las mujeres como
petirlos. Lo esencial se encuentra, sujetos del Evangelio en el relato
en la segunda cena, en las palabras de la Pasión y los retratos femeni‑
que acompañan los actos. Ese pan nos que las preceden. Los diálogos
fraccionado y repartido ¿no figura terapéuticos de Jesús con el señor
el cuerpo de Jesús, reconocido y que se había refugiado entre las
¿Quién es la poetisa con el nombre de Marcos?   375
tumbas (Mc 5,1-20), o con el padre por sí sola, dice lo esencial: es ver‑
del niño sometido a un espíritu sor‑ daderamente el relato de un rena‑
do y mudo (Mc 9,14-29) tienen que cimiento. Pero no viene del exte‑
ver con la retórica, la lógica argu‑ rior, resulta de una transformación
mentativa y las paradojas de la co‑ íntima, de un reajuste del diálogo
municación. La curación del ciego de la mujer consigo misma por el
que al principio tomaba a las per‑ que se da cuenta a sí misma de su
sonas por árboles que andan plan‑ propia vida. Expresado en una cas‑
tea el tema de la visión que se tie‑ cada de participios pasivos, como
ne de uno mismo y de los otros. Y víctima de su situación, en este
sugiere el milagro de transformar darse cuenta, o quizá en el rumor
las relaciones íntimas con uno mis‑ de nuevos comienzos gracias a Je‑
mo y las relaciones sociales sús, encuentra la ocasión de cam‑
«yo‑ello» en un reconocimiento in‑ biar su lenguaje interior, detener la
terpersonal «yo-tú» (Mc 8,22‑26). lógica victimaria de la que era ob‑
Estos encuentros masculinos se jeto para renacer como sujeto de
describen como vistos del exterior su historia y de su cuerpo. Se diri‑
por una pluma objetiva. Algo total‑ ge a sí misma una palabra, hace lo
mente distinto es la vida interior que dice y toma conciencia prag‑
que aparece con las mujeres que se máticamente de que su palabra se
deciden a abordar a Jesús. ha realizado, se ha hecho carne.
El primero de esos personajes La creatividad del poema de
femeninos se debate «desde hace Marcos al narrar este nuevo naci‑
doce años» con un problema pura‑ miento consiste en reinventar el gé‑
mente ginecológico (Mc 5,25-34): nero del relato de un milagro y re‑
nunciar al momento sobrenatural
Había una mujer que padecía o de magia para convertirlo en cri‑
flujo de sangre desde hacía do‑ sol del descubrimiento de sí mis‑
ce años, y que había sufrido mo en primera persona. La apor‑
mucho con numerosos médi‑ tación de Jesús no consiste en
cos. Había gastado todos sus sanar sino en transformar la sana‑
bienes sin encontrar alivio, al ción en salvación y, al procurar y
contrario, había ido a peor. Sa‑ ofrecer un diálogo real entre dos
bedora de lo que se decía de Je‑ personas, reconocer al sujeto acon‑
sús, se acercó por detrás entre tecido. Adoptando una confianza
la gente y tocó su manto. Y es recíproca («¡Hija!»), da a la mujer
que pensaba: «Si logro tocar la posibilidad nueva de reconocer‑
aunque solo sea sus vestidos me se a sí misma, pues ella «le contó
salvaré». Inmediatamente se toda la verdad», que no puede ser
detuvo la hemorragia y sintió otra que la verdad de su vida:
en su cuerpo que quedaba sana
Al instante Jesús, dándose
del mal.
cuenta de la fuerza que había
La construcción gramatical, salido de él, se volvió entre la
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gente y preguntó: «¿Quién me de a «su» hija, va a buscar al padre
ha tocado los vestidos?». Sus y la madre de la «niña», entra en
discípulos le contestaron: «Es‑ la estancia privada y la hace levan‑
tás viendo que la gente te opri‑ tar, y aquí sabemos que tiene doce
me, ¿y preguntas quién te ha años: «Muchacha, a ti te digo, le‑
tocado? Pero él miraba a su al‑ vántate».
rededor para descubrir a la que
Ya solo queda dar las consig‑
lo había hecho. Entonces la mu‑
nas elementales: darle de comer y
jer, viendo lo que le había su‑
mantener la historia de este triple
cedido, se acercó atemorizada
nacimiento –la joven, el padre y la
y temblorosa, se postró ante él
madre– en la intimidad que le co‑
y le contó toda la verdad: Él le
rresponde.
dijo: «Hija, tu fe te ha salvado.
Vete en paz y queda curada de La tercera de las mujeres es
tu enfermedad.» más impertinente. El diálogo jue‑
ga con virtuosismo con la provo‑
La composición literaria según
cación y la paradoja:
Marcos encaja estrechamente dos
escenas en la historia dramática de
un verdadero nacimiento. El se‑ Jesús partió de allí y se fue a la
gundo personaje femenino no se región de Tiro. Entró en una ca‑
nos revela por la gramática sino sa y, aunque no quería que la
por el vocabulario. La trama es un gente lo supiese no logró pasar
juego de definiciones, papeles asig‑ inadvertido. Enseguida una
nados, reconocimientos y no reco‑ mujer que había oído hablar de
nocimientos. Una niña, hija de Jai‑ él y cuya hija estaba poseída
ro, un jefe de la sinagoga, está por un espíritu inmundo vino
agonizando. Hay aquí la oportuni‑ y se postró a sus pies. Esta mu‑
dad de un nuevo desarrollo, un jer era griega, sirofenicia de na‑
nuevo conflicto de interpretacio‑ cimiento, y le rogaba que ex‑
nes. Personas allegadas a Jairo le pulsara de su hija al demonio.
anuncian que «su» hija ha muerto. Él le dijo: «Espera que primero
El escritor no se para a discutir es‑ se sacien los hijos, pues no es‑
ta lectura; a través de la persona de tá bien tomar el pan de los hi‑
Jesús le opone otra, insta al padre jos y echárselo a los perritos.»
a tener confianza: «No temas, bas‑ Pero ella le respondió: «Sí, se‑
ta con que tengas fe» (Mc 5,36). ñor, pero también los perritos
Una segunda palabra, importante comen bajo la mesa las migajas
y paradójica, provoca risa y nos da de los niños.» Él entonces le di‑
la clave: la muchachita no está jo: «Por eso que acabas de de‑
muerta sino que está en su crisáli‑ cir, puedes irte; el demonio ha
da: está dormida. Surge entonces salido de tu hija.» Volvió a su
la tercera, cuando Jesús, en lugar casa y encontró que la niña es‑
de al jefe de la sinagoga que pier‑ taba echada en la cama y que
¿Quién es la poetisa con el nombre de Marcos?   377
el demonio se había ido. tan fina de la psicología masculi‑
na, o un análisis crítico tan deta‑
llado de su génesis, como las his‑
La redacción del Evangelio de
torias de estas tres mujeres, con
Mateo saca partido de la identidad
una sensibilidad que se impone?
sirofenicia de la mujer para hablar
una vez más de la relación entre
judíos y paganos y la identidad de
El final del humor
lo que llama Iglesia. El poema se‑
evangélico: Mc 16,1-8
gún Marcos la introduce por algo
muy distinto: preparar la provoca‑
ción terapéutica que sigue. Inter‑ Se ha tratado de describir con
preta el aforismo de Jesús y da un algo de fantasía el escándalo de la
pretexto plausible a su negativa a irrupción de una mujer en la con‑
la petición directa de la mujer. Pe‑ currencia de un banquete, en ge‑
ro en la composición todo son jue‑ neral masculina, y lo interrumpe
gos y contra-juegos con paradojas. de improviso rompiendo su frasco
La escena tiene una precisión de y ungiendo a uno de los comensa‑
relojería. La primera provocación les. No obstante, es razonable pen‑
ya sucedió al retirarse Jesús y es‑ sar que quien redactó el Evangelio
conderse en una casa donde solo según Marcos, en Alejandría, en
podrá encontrarlo quien lo busque. Roma o en alguna parte del Impe‑
O mejor, se oculta para que lo en‑ rio, no imaginó la mesa de Simón
cuentre la que se pone a buscarlo. el leproso de forma distinta de las
Y la oposición ilusoria y pseudo que mencionan las cartas paulinas.
moralista entre los perros, a los que Las mujeres acogían las asam‑
no se debe echar el pan, y los hi‑ bleas, presidían la celebración de
jos, a quienes se privaría de él, da la comida del Señor y seguramen‑
pie a la mujer a devolver la para‑ te tomaban la palabra con toda na‑
doja y repetir la iniciativa de la pro‑ turalidad, ya que Pablo les pide que
vocación. «Sí, señor», lanza como no llamen la atención inútilmente
un desafío. Y cambia la alternati‑ profetizando con la cabeza descu‑
va hijos/perros, que la excluía, por bierta (1 Co 11,2-16). ¿Qué podría‑
la continuidad del destino del pan, mos encontrar de escandaloso en
el mismo para unos y para otros, que Prisca o Febe tomaran la plu‑
y que por esta continuidad le da ma para componer según Marcos
derecho a la liberación de su hija. e inventar el género del Evangelio?
Ha ganado con su palabra, pero no
La escena final que da el papel
contra Jesús, sino a favor de ella
principal a las mujeres testigos de
misma: al convertirse en sujeto ha
la crucifixión y muerte de Jesús
liberado a su hija de la necesidad
(Mc 15,40-41) y en el entierro
ficticia y adictiva del demonio.
(Mc 15,42-47) induce a repetir la
¿Dónde encontrar en el conjun‑ pregunta: ¿a quién corresponde el
to del Evangelio una introspección nombre de Marcos? Esta primera
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biografía del Resucitado ¿no sería a Pedro, a los Doce, a Santiago, a
obra de una visión femenina de las los apóstoles: «Se apareció a Ce‑
personas y las cosas? La doble de‑ fas, luego a los Doce…» (1 Co
cisión de situar la culminación en 15,5-7) y dar una visión final su‑
la tumba vacía y elegir a dos mu‑ gerente. Ahora bien, el Evangelio
jeres, María y Salomé, como des‑ de Marcos va por otro camino.
tinatarias del anuncio pascual no Compone una miniatura, un pe‑
tiene nada de anodina. Al contra‑ queño relato lleno de finura.
rio, implica una doble revolución
El Evangelio de Pascua empie‑
en la manera de entender el cris‑
za con la tentativa de una segunda
tianismo y sus fundamentos. Deja
unción; el lector presiente que va
de lado las imágenes clásicas de
a fracasar: llega tarde o se equivo‑
Pascua que circulaban en los orí‑
ca en el lugar de la presencia real
genes de las iglesias, por ejemplo,
del cuerpo. Antes del encuentro, al
en las cartas de Pablo que mencio‑
principio aterrador, pero de hecho
nan la aparición del Resucitado a
grato y agradable, con el joven que
los apóstoles. De estas visiones no
los espera.
dice ni palabra el Evangelio de
Marcos, y les opone un guion al‑
ternativo con otra forma de comu‑ Pasado el sábado, María Mag‑
nicación y otros destinatarios. dalena, María la de Santiago y
Identifica el acontecimiento pas‑ Salomé compraron aromas pa‑
cual con la proclamación confeso‑ ra ir a embalsamarlo. Y muy de
ra, diríamos, de un joven vestido madrugada, el primer día de la
de blanco, anónimo como la mujer semana, a la salida del sol fue‑
de Betania. La promesa de la re‑ ron al sepulcro. Se decían unas
surrección de Jesús, tres veces a otras: «¿Quién nos retirará la
anunciada en el Evangelio como piedra de la puerta del sepul‑
continuación de su sufrimiento, su cro?» Pero al alzar la mirada
rechazo por parte de los jefes reli‑ vieron que la piedra estaba ya
giosos y su asesinato (Mc 8,31-33; retirada; y eso que era muy
9,30-32; 10,32-34), se cumple al sa‑ grande. Al entrar en el sepul‑
ber que el lugar del Crucificado, cro, vieron a un joven, sentado
que no sacrificó su alma ante la en el lado derecho, vestido con
muerte, no está en la tumba, sino una túnica blanca y se asusta‑
viviente en medio de sus compa‑ ron. Pero él les dijo: «No os
ñeros. Esta opción consolida otra, asustéis; sé que buscáis a Jesús
desde el principio del relato de la de Nazaret, el Crucificado. Pe‑
Pasión, que relega a Pedro y los ro ha resucitado, ya no está
discípulos a segundo plano, detrás aquí. Ved el lugar donde lo pu‑
de las mujeres, testigos constantes sieron. Id, sin embargo, a decir
de la muerte y la resurrección. Ha‑ a sus discípulos y a Pedro que
bría sido respetuoso con la tradi‑ irá por delante de vosotros a
ción traer a escena las apariciones Galilea. Allí lo veréis, como os
¿Quién es la poetisa con el nombre de Marcos?   379
dijo.» Ellas salieron huyendo responsabilidad de recordar a los
del sepulcro, pues un gran tem‑ discípulos la cita que Jesús había
blor y espanto se había apode‑ concertado con ellos antes de su
rado de ellas. Y no dijeron na‑ prendimiento (Mc 14,28) y de res‑
da a nadie porque tenían tablecer el contacto interrumpido
miedo. con la Pasión. Cumplen su tarea
retirándose como simples interme‑
El final, que siempre ha intri‑ diarias y llevando, no sin humor,
gado a mucha gente, es un golpe su tesoro en vasijas de barro. Si
de ingenio. Si es verdad que en el bien, en verdad, ¿a quién llevan su
origen del Evangelio está una poe‑ mensaje, ellas que a la vez repre‑
tisa, hay una necesidad literaria y sentan y enmascaran la voz feme‑
teológica del silencio de las muje‑ nina –y por qué no– que habla en
res. No es un fracaso ni una dimi‑ este primer Evangelio de Marcos?
sión. Es más bien resultado de una Ni a los discípulos ni a Pedro, fi‑
coherencia estética y una lógica de guras de la ficción, que no lo van
pensamiento. Se crea un género a oír ni a leer, sino al lector. Para
que no es el de la hagiografía sino él está escrito el poema y a él se
el del Evangelio. El sentido del dirige la Buena Nueva, que por
poema no es suscitar asombro o cierto no es una Buena Nueva por‑
admiración en el lector ante un que la historia acaba bien sino, pre‑
ideal de perfección, sino poner en cisamente, porque prepara el espa‑
movimiento. Ellas, que oyeron la cio, en «Galilea» para reflexión y
buena noticia del joven, aceptan la deleite del lector.

Tradujo y condensó: María Méndez

380  François Vouga

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