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¿De dónde viene el estrés?

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19 de octubre de
2020

Lo noto cada vez que tengo la oportunidad de tener cerca a alguno de ellos. Los mejores
líderes, sean mujeres u hombres, viven en “modo campeonato.” No bajan la guardia
jamás, y pueden manejar muchas decisiones, acciones y responsabilidades complejas a
la vez.

Esto no significa que no descansen, sino que no se relajan. Y es que hay una diferencia
entre una cosa y la otra. El descanso es activo; el relajarse es pasivo. Relajarse tiene que
ver con bajar la guardia y no darle la atención o la intensidad debida a algo que debe ser
solucionado; y esto no es lo mismo que descansar, ya sea en las fuerzas y promesas de
Dios, o porque nuestro físico lo requiere. Irnos a descansar para estar listos mañana es
una disciplina, pero detenernos a esperar a que las circunstancias cambien para hacer
lo que debemos, es el axioma de la pasividad y una de las más monstruosas trampas
devoradoras de líderes.

La Biblia tiene un nombre para esto de esperar a que las circunstancias “sean las
ideales” para hacer lo que debemos, y esa palabra es pereza. Y no solo la menciona, sino
que tiene varias advertencias en cuanto a ella.

Pero la pereza no es tu único enemigo, y puede ser que no sea tu peor debilidad. Por eso
te presento a otro contrincante. En la esquina contraria, con guantes dorados y una
mirada asesina, se encuentra “el perro”. Su naturaleza es el activismo. “El perro” te hace

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correr por el ring de la vida sin descanso. No te permite disfrutar de estar en la pelea,
porque sus golpes son constantes.

Con él nada es suficiente para estar en paz. No te deja disfrutar del gozo de sentirte
amado, y no te permite ningún tipo de seguridad en las riendas del uso de tu tiempo. Y
claro, por más fuerte que pegues, “el perro” te gana por cansancio. Absorbe todas tus
fuerzas porque te hacer correr sin respiro y con un stress que no tiene que ver con tus
movimientos sino con las sensaciones, percepciones y motivaciones por las que “el
perro” te hace mover.

El síndrome de Marta

¿Te acuerdas de Marta En Lucas 10.38-42? Si miramos con atención, lo extraño de esta
historia no es lo que pasó con Marta, sino lo que sucedió con María. Ella decidió no
preocuparse por las tareas pendientes, para poder escuchar a Jesús. Esa es la anomalía
en la historia y claro que tuvo sus consecuencias. La primera es que, claramente, irritó a
Marta. Ella estaba trabajando como loca mientras María estaba sentada con Jesús. Esto
la exasperó a tal punto que fue a hacerle el reclamo al mismísimo Jesús. ¿Y qué fue lo
que le respondió el maestro? Él le dijo: “Marta, Marta, te preocupas demasiado por
muchas cosas. Pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se lava a
quitar.”(Lucas 10.41-42)

La primera pregunta que suelo escuchar en la mayoría de los sermones con respecto a
esta escena es: ¿Cuál es la única cosa necesaria? Pero vamos más atrás: ¿Qué es lo que
en realidad estaba poniendo a Marta tan ansiosa? El texto dice que ella estaba ansiosa
“por muchas cosas”, y yo personalmente creo que la raíz de todo ese estrés era
imaginarse qué iba a pensar toda esa gente si la casa no estaba en orden y si ella no
tenía lista la comida a tiempo. A Marta le preocupaba que su hogar y su servicio
pudieran dar un reflejo pobre de su identidad, y esta carga la cegó, impidiéndole
disfrutar lo que en esa situación era lo más valioso: que el Maestro de maestros estaba
en su casa. ¡Esa debió haber sido su prioridad!

El problema de Marta no era lo que estaba haciendo, sino lo que no estaba haciendo.
Ella se estaba perdiendo un asombroso tiempo de intimidad con Jesús. “El perro” no le
estaba dejando descansar en la presencia de Cristo. Ella estaba ansiosa, a simple vista
por todo lo que tenía que hacer, pero debajo de la piel, por algo más. Y es que la peor
ansiedad es muy sutil y es un deseo de aprobación disfrazado de deseo de servir, que
tarde o temprano frustra, fatiga, y detiene el crecimiento de tu liderazgo. Y reitero: El
problema crucial no está en las actividades ni en el volumen de ellas. El problema está
en las motivaciones equivocadas con expectativas irresueltas, y en el estrés que estas
producen.

Lo que suele producir el desbalance en nuestras vidas no son las actividades, sino el
porqué de ellas, y el no tenerlas en el orden de prioridades correcto. Entonces, la
pregunta clave aquí es: ¿A quién servimos en nuestro servicio?

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Este artículo fue extraído del libro «Stámina» de Lucas Leys.

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Lucas Leys
Es el fundador de e625.com y tiene más de 25 años de experiencia en el discipulado de nuevas
generaciones habiendo trabajado en distintos países, estilos de iglesia y circunstancias. Lucas es
autor de más de 20 libros y es considerado una de las principales fuerzas de cambio en la pastoral de
nuevas generaciones en el mundo.

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