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JUEVES, 25 DE OCTUBRE DE 2012

Autopsia psicológica. La búsqueda de huellas psíquicas

Lic. Ps. Pablo Marso

“... en cada caso el ladró n ha dejado el rastro má s importante de su paso, es decir, la manera en
la que él ha cometido el robo. En efecto, cada ladró n tiene su estilo característico o modus
opererandi, del cual rara vez se aparta, y que es completamente incapaz de abandonar por
completo; a veces éste rasgo distintivo es tan visible y llamativo que incluso el policía novato
puede detectarlo sin dificultad; pero, por una parte, el novato no sabe có mo agrupar,
diferenciar o utilizar eso que ha observado, y por otra parte, el carácter particular del
procedimiento mostrado por el delincuente en ocasiones no es tan fácil de reconocer”.

Hans Gross, criminalista alemá n


Manual del Juez como sistema de criminalística 1893

En psicología se cuenta con ciertas herramientas, con la cuales se llega a conformar


una metodología que permite llegar al objeto de ésta disciplina, que es el estudio del
comportamiento humano.

Sigue siendo la herramienta principal, la entrevista psicoló gica, infaltable en el á mbito


clínico, laboral, educacional y jurídico-forense. Cada uno de estos á mbitos, obliga al psicó logo
profesional, a adquirir conocimientos e informació n, propios de su campo de desarrollo.

Para la psicología forense, será n de especial interés el derecho, la criminología y la


victimología, disciplinas que interaccionan necesariamente con lo forense. Pero también la
criminalística ha cobrado relevancia para la psicología.

Y ya existe otra herramienta para el psicó logo forense, que involucra o participa con la
criminalística.

Se la denomina Autopsia Psicoló gica (AP), y se puede definir como un método de


exploració n psicobiográ fico de las conductas y de la vida mental de una persona, con el
objetivo de esclarecer las causas de su muerte. Es un proceso de recolecció n de datos del
occiso, y elaboració n de hipó tesis, que permite reconstruir su perfil psicoló gico y el estado
mental inmediatamente antes del deceso. Se la resume como una valoració n retrospectiva e
indirecta de la personalidad, una reconstrucció n socio - psico - patoló gica postmortem del ser
humano.

Es importante destacar, que realizar una AP, es un proceso interdisciplinario, donde


participan; médicos, abogados, psiquiatras, psicó logos e investigadores policiales. Segú n la
característica y singularidad de cada caso, podrá n participar ademá s los peritos que se crean
necesarios, como por ejemplo: calígrafos, grafó logos, expertos en documentología, etc.
Se dice que el término AP, surgió en 1958 cuando el médico forense de Los Angeles,
Estados Unidos de Norteamerica, Theodore Curphey no podía establecer con certeza la
naturaleza de varias muertes, al parecer por drogadicció n.

La palabra autopsia, etimoló gicamente proviene del griego y significa: auto –propio de
sí mismo –y – ó psis – vista. Una autopsia refiere al acto de “ver por uno mismo” o “ver con sus
propios”. Esto es en referencia al que examina un cadá ver antes de ser sepultado. El término
necropsia corresponde al cadá ver que ya ha sido enterrado. Popularmente se acepta que la AP
fue descripta en el añ o 1961, también en Los Angeles, por el Dr. Edwin Shneidman y el Dr.
Norman Farberow, como: método para dilucidar los casos de muerte dudosa, mediante un
procedimiento focalizado en la clarificació n de la naturaleza del ó bito en cuestió n centrada en
los aspectos psicosocioló gicos.

En los añ os ’60 en Norteamérica, el FBI se interesó en ésta técnica, cuando tenían que
esclarecer la etiología medicolegal de muertes dudosas, y no existían suficientes evidencias o
elementos para afirmar si la causa era suicidio, accidente u homicidio. Con el paso del tiempo,
se busco estandarizar la técnica, diseñ á ndose guías y formularios de có mo, cuá ndo y quiénes,
podían aplicar la AP, esto dio lugar a la creació n de protocolos de aplicació n para dicha
técnica. Esta informació n a través de la literatura, llego a Cuba. Allí la Dra. Psiquiatra Teresa
García Pérez, elaboró en la década de los ’90, un modelo de AP, ajustado a la realidad Cubana y
lo llamo: MAPI (Modelo de Autó psia Psicoló gica Integrado).

Este modelo es el que actualmente se aplica en Argentina. En otros países de


Latinoamérica el uso de la AP también se ha extendido y ya se aplica en Colombia, Costa Rica,
Honduras, México y Chile. En Europa la desarrollan Españ a y Alemania, en Asia la aplican
Israel y Sri Lanka.

OBJETIVOS DE LA AUTOPSIA PSICOLÓGICA

Diversos autores, plantean que para la realizació n de la AP se debe tener en cuenta


varias categorías como ser:

- Informació n que identifique a la víctima (nombre, edad, estado civil, prá cticas
religiosas, nivel de estudios).

- Detalles de la muerte (incluyendo la causa o método y otros datos pertinentes).

- Breve resumen de la historia de la víctima (hermanos, matrimonios, relaciones


extramatrimoniales, enfermedades médicas, tratamientos médicos, psicoterapia, intentos de
suicidio).

- Historial de muertes en la familia de la víctima (suicidios, cá ncer u otras


enfermedades relevantes, edades en el momento de la muerte y otros detalles).

- Descripció n de la personalidad y estilo de vida de la víctima.


- Patrones típicos de reacció n al stress, los trastornos emocionales y períodos de
desequilibrio de la víctima.

- Cualquier disturbio como discusiones, presiones, tensió n o preocupaciones, de pocos


días hasta 12 meses.

- Fantasías, sueñ os, pensamientos, premoniciones de la víctima relacionados con la


muerte, accidente o suicidio.

- Cambios objetivos en la víctima anteriores a la muerte (há bitos, hobbies, patrones de


alimentació n y sexuales u otras rutinas).

Para mayor sistematizació n se establecen 4 objetivos:

1. Primer Objetivo

Determinar la causa de la muerte, explicar las razones del acto, enfocarse en


determinar la cadena causal, lo que implica la bú squeda de la reconstrucció n de las
motivaciones, filosofía, psicodinamia y crisis existenciales del muerto.

Las causas pueden ser:

a) Natural

b) Accidental

c) Suicidio

d) Homicidio

É ste ordenamiento para delimitar las causas de la muerte fue creado por el Dr.
Shneidman, se la abrevia con las siglas NASH.

Generalmente, la causa de muerte suele ser bastante má s clara de determinar, lo que


no ocurre con el modo en có mo se sucedieron los hechos con exactitud y los motivos.

2. Segundo Objetivo

Establecer el momento y el tiempo en el cual se produjo la muerte; para esto, se debe


indagar acerca de las situaciones que atravesaba la víctima y tratar de relacionarlas con el
hecho.

3. Tercer Objetivo

Prevenció n. Obtener la informació n suficiente para evaluar los datos obtenidos de


diversos intentos de suicidio, con el fin de prevenir dichos intentos y la letalidad de los
mismos.

4. Cuarto Objetivo
Terapéutico. La entrevista y la investigació n en general son mecanismos terapéuticos
para los familiares y allegados a la víctima, ya que permiten comunicar pensamientos y
sentimientos sobre la persona fallecida, de igual forma, la percepció n que cada uno tiene
sobre la muerte de aquella persona cercana, que por lo general es de culpa, dolor, vergü enza,
resentimiento, entre otras.

METODOLOGÍA

La AP se aplica preferentemente, luego de los 6 meses de producido el fallecimiento,


considerando el proceso de duelo que afecta a los allegados, pero antes del añ o y medio, para
que los datos obtenidos no estén lo suficientemente alterados por los procesos cognitivos.

Este proceso, implica una gran inversió n de tiempo por parte de los profesionales que
lo llevan a cabo, y puede llegar a prolongarse de 6 meses a dos añ os, dependiendo de la
complejidad del caso. Este período de tiempo, se debe a que la investigació n tiene dos
momentos; uno es en el que ocurren los supuestos hechos y el otro, el resto de la vida del
sujeto, por lo que hay que hacer un recorrido retrospectivo de varios añ os, segú n la edad del
occiso, para llegar a una posible conclusió n.

Se puede resumir en los siguientes pasos:

_Lectura y aná lisis de datos aportados en el expediente.

_Estudio exhaustivo de la escena del hecho. Se estudiaran las fotografías de la escena


de la muerte, incluyendo una relectura de los resultados de los peritos intervinientes (de
balística, químicos, ADN, etc.)

_Entrevistas con no menos de 3 personas allegadas, con citació n por oficio judicial y
firma de consentimiento informado.

Las entrevistas será n de tipo abierta, permitiendo que el entrevistado se explaye y


traiga a través de su lenguaje y personalidad, todos sus recuerdos, fantasías, dudas e
interrogantes con respecto al hecho y su vivencia de la victima, por lo que deben ser
realizadas por un psicó logo, que pueda retomar y poner de relieve, las temá ticas que evalué
má s pertinente al caso que se pretende dilucidar.

Se suele comenzar por las personas mas allegadas a la victima, como los familiares
directos, su pareja o conyugue. Siguiendo con amigos, compañ eros de trabajo, vecinos,
compañ eros de estudio. Dada la informació n confidencial, muchas veces se llega a entrevistar
a personas que son desconocidas para el círculo má s íntimo de la víctima, como relaciones
ocasionales o extramatrimoniales. Se van descubriendo diversos grupos de relaciones de
sujetos, donde la victima interactuaba o sociabilizaba, confeccioná ndose una especie de mapa
social o vincular.
_Aná lisis minucioso de la documentació n personal. En la actualidad, cobra un especial
interés, la relació n que la victima pudo tener con los medios de comunicació n informatizados;
como ser, el uso que pudiera haberle dado a Internet (e-mails, redes sociales, foros, blogs, etc.)
La necesidad de indagar sobre historiales de cuentas telefó nicas o detalles de llamadas de un
celular, es cada vez má s fundamental, como así también el aná lisis informá tico forense, sobre
la computadora personal o laboral del fallecido. Podrá n ser de tan importantes, los archivos
que tenga guardados en el sistema, como la elecció n del fondo de pantalla o escritorio, o los
iconos que allí dejaba ver. Todo refleja las conductas del sujeto, una firma personal, o una
“huella psíquica”.

_Discusió n colectiva. Una vez finalizada la recolecció n de datos, el aná lisis de los
mismos y la formulació n de hipó tesis, los participantes del proceso deben reunirse para
elaborar un informe pericial, siempre en términos probabilísticos, como toda evaluació n
indirecta e inferencial, que tendrá valor al integrar el resto de los elementos criminalísticos,
psicoló gicos y medicolegales. El intercambio de hipó tesis en el grupo interdisciplinario,
aumenta la eficacia de la técnica de la AP, lográ ndose una mayor visualizació n de las
circunstancias que rodearon la muerte de la persona en cuestió n.

HUELLAS PSÍQUICAS

Como parte de la investigació n criminal la AP también logra establecer un círculo de


sospechosos en los homicidios de autor desconocido, al caracterizar a la víctima con sus
conflictos, motivacionales y estilos de vida, se le ofrece a los investigadores policiales
elementos de probabilidad en cuanto a posibles autores, un perfil con las características que
de quienes tendrían interés o necesidad, en vincularse a este tipo de personas.

Para realizar un procedimiento má s completo y eficaz, es importante que el psicó logo


visite y estudie el lugar donde se encontró el cuerpo, ya que esto le puede permitir obtener
má s indicios que ayuden a avanzar en el proceso. El psicó logo como investigador tiene la
posibilidad de establecer un perfil de la escena del crimen, ademá s de hacer un bosquejo de la
personalidad del sujeto que habitaba en el lugar, a partir de detalles tales como; los objetos
hallados, la disposició n de los muebles, y de todo aquello que rodeaba a la victima, ya que todo
objeto perteneciente a la misma, cuenta una historia que se relaciona a las fantasías de la
misma.

El psicó logo britá nico David Canter, conocido referente de la llamada psicología
investigativa y destacado perfilista criminal, que desarrollo el método del perfil geográ fico,
sostiene que un agresor sistemá tico va contando una historia ó narració n, donde cada uno de
sus crímenes forma un capítulo de esa historia que el psicó logo investigador debe leer o
interpretar, para responder a la pregunta central de qué es lo que lo motiva y qué fantasía
pretende satisfacer con sus actos criminales. Canter afirma que un crimen es una transacció n
personal entre el asesino y su víctima dentro de un contexto social. El aporte del psicó logo
investigador se centra en determinar cuá les de los aspectos de la transacció n se pueden
vincular con otros aspectos de la vida presente o pasada del criminal, y cuá les de ellos se
pueden identificar como propios del individuo frente a los de los grupos sociales a los que
pertenece.

Las metodologías de aná lisis criminal ya no pueden prescindir de lo psicoló gico en


estos fenó menos. Los indicadores de la violencia instrumental y fundamentalmente, de la
violencia expresiva; son signos que se codifican en el plano de las significaciones. Con
frecuencia sin demasiadas posibilidades metafó ricas, casi deben leerse al pie de la letra.
Cualquier elemento dejado en la escena constituye un conjunto de relaciones diferenciales
que solo adquieren sentido a través de su propio efecto retroactivo, entonces, só lo adquieren
sentido retroactivamente en la medida en que la significació n de un mensaje sobreviene al
termino de la articulació n significante misma, de la articulació n de todos los elementos
encontrados.

Esto implica un escenario, donde algo de lo íntimo, de lo privado se dispone en la


escena pú blica.

Habrá delincuentes con una estructura psicó tica y otros con una perversa, sin
descartar los montajes psicopá ticos y rasgos de perversió n que nos llevan a la polémica de las
clasificaciones diagnó sticas, como sucede en el polémico caso del tirador de Belgrano, Martín
Ríos. Psicó logos comportamentales, plantean que se deben dedicar de veinte a treinta horas
de investigació n para formular una opinió n preliminar sobre el estado particular de la mente
de un sujeto antes de su muerte. Sin embargo, el tiempo que se emplea está determinado por
la facilidad para recolectar la informació n y las personas que se deben entrevistar.

Uno de los países de habla hispana con un importante desarrollo de la AP, es Cuba. A
partir de mú ltiples revisiones de los modelos, escalas, guías y formularios encontrados en la
literatura especializada han creado su propio modelo al cual inicialmente denominaron MAP
(Modelo de Autopsia Psicoló gica); a medida que incorporaron otros ítems durante la
validació n de dicho modelo, en víctimas de suicidio, homicidio y accidente, lo han
perfeccionado hasta llegar al que actualmente se utiliza, el MAPI (Modelo de Autopsia
Psicoló gica Integrado).

Segú n la Dra. Teresa García Pérez, el MAPI a diferencia de todos los modelos revisados
está completamente estructurado y sistematizado, de forma tal que se disminuye al mínimo el
margen de sesgo, debido a que todos los peritos o auxiliares de la justicia que aplican dicho
protocolo deben realizarlo de la misma manera, guiá ndose por un instructivo con posibilidad
de respuesta cerrada, precisamente para evitar la inclusió n de elementos subjetivos en la
valoració n de cada c aso y,ademá s, para hacerlo verificable por terceras personas.

La metodología científica utilizada para validació n del MAPI, fue desarrollada por el
Ministerio de Salud Pú blica y el Instituto de Medicina Legal de Cuba a través de tres
investigaciones realizadas durante el período de 1990 a 1996 en víctimas de suicidio,
homicidio y accidente, las cuales demostraron que recurrir a terceras personas para obtener
informació n de fallecido resulta confiable, que el método es viable y el instrumento MAPI es
aplicable y generalizable. Lo de generalizable es lo que puede o debería llevar a mayor
estudio.
Para proporcionar ésta prueba judicial, las ciencias forenses como la psiquiatría y la
psicología enfrentan frecuentemente, tareas muy difíciles tales como determinar el estado
mental de un acusado en el momento de los hechos (imputabilidad), y es má s difícil,
obviamente, cuando ha transcurrido un tiempo considerable desde el momento de su
ocurrencia. Siendo mucho má s complejo cuando se trata de determinar el estado mental de
una persona ya fallecida en el momento de su muerte.

Pero el psiquismo del ser humano, o simplemente su comportamiento, dejan huella de


una u otra forma: en documentos, obras de arte, espacios habitados, a lo largo de su
existencia, en la forma como se relacionaban con las otras personas.

El aspecto principal de la AP es el proceso en sí mismo y el modo como se llevan a cabo


las cosas. Dicho proceso parte desde el mismo lugar de los hechos, en el cual no só lo se
pueden levantar huellas objetivas por los peritos en criminalística, también se pueden
“levantar” las huellas psicoló gicas o subjetivas que quedan impresas en los lugares en que
estuvo la víctima y en las personas que interactuaron con ella. La funció n del psicó logo que
realiza la peritació n es el de decodificar e interpretar las señ ales latentes en la escena del
crimen.

Dentro del contexto de la investigació n criminal el proceso de la AP, comienza desde el


examen de la propia escena de la muerte y no debe ser realizado por un solo perito. Por el
contrario, se requiere de un trabajo en equipo con los criminalistas, médicos legistas e
investigadores policiales, só lo a sí se lograra una caracterizació n profunda y científicamente
fundamentada de la víctima. Se coincide que es necesario un grupo interdisciplinario de
expertos que aporten sus conocimientos para conseguir un mejor aná lisis de las condiciones,
relaciones, comportamientos y situaciones de un ser humano muerto en circunstancias
dudosas. El estudiar al hombre desde una sola dimensió n sería un error, ya que nadie puede
negar la diversidad de instancias por las que se encuentra atravesando la vida de un ser
humano.

La AP en su aplicació n al estudio de las muertes equívocas exige un alto nivel de


preparació n, por lo que, incorporar profesionales en psicología, posibilita un avance
importante en el aumento de la calidad científico-técnica y al progreso de la investigació n
criminal.

García Pérez insiste que son los psicó logos quienes deben aplicarla, pero que éstos
deben tener conocimientos de criminalística, cuando el objeto es la investigació n criminal.

Estar al lado de los investigadores policiales permite acceder directamente a


elementos judiciales tales como notas, fotografías, cartas, documento y todo tipo de evidencias
que posiblemente para ellos sea informació n evaluada desde otra ó ptica, y adquiere otro valor
para el psicó logo, que hará otra lectura diferente de la vida del occiso y como resultado pueda
ofrecer otro nivel de informació n, que ayude a esclarecer la muerte o la motivació n que llevo a
la misma. Todos esto aspectos son fundamentales si se quiere lograr una intervenció n eficaz
en el procedimiento de la AP. En Argentina ésta técnica, se aplica en la policía judicial de
Có rdoba, siendo uno de los responsables el psicó logo Javier Chilo y en la policía científica de
gendarmería nacional, por la psicó loga Sandra Musumeci.

Es destacable ademá s, la importante labor de divulgació n en el á mbito universitario,


de ésta temá tica, que lleva a cabo añ o a añ o, el psicó logo y psicoanalista Luis Alberto Disanto,
profesor en la U.B.A. y en la U.N.L.P.

En dichas universidades, imparte un seminario donde desarrolla la temá tica de la


serialidad criminal. En éste seminario: “La escena del crimen como un texto. Aportes del
campo ‘Psi’ a la investigació n criminoló gica”, presenta una variedad de temas criminalísticos,
a cargo de diferentes profesionales, (médicos forenses, entomó logos forenses, etc.),
incluyendo a la licenciada Sandra Musumeci, como responsable expositora, dada su
experiencia, en la aplicació n de la AP.

El profesor Luis Disanto, ademá s de haber participado en grupos interdisciplinarios en


alguna investigació n criminal, colaboró con el jurista cubano Rainieri Rojas Ló pez, en la
confecció n del glosario de términos, que aparece al final del libro “Pericia en Autopsia
Psicoló gica”, de la referida experta García Pérez editado en 2007.

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