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“... en cada caso el ladró n ha dejado el rastro má s importante de su paso, es decir, la manera en
la que él ha cometido el robo. En efecto, cada ladró n tiene su estilo característico o modus
opererandi, del cual rara vez se aparta, y que es completamente incapaz de abandonar por
completo; a veces éste rasgo distintivo es tan visible y llamativo que incluso el policía novato
puede detectarlo sin dificultad; pero, por una parte, el novato no sabe có mo agrupar,
diferenciar o utilizar eso que ha observado, y por otra parte, el carácter particular del
procedimiento mostrado por el delincuente en ocasiones no es tan fácil de reconocer”.
Y ya existe otra herramienta para el psicó logo forense, que involucra o participa con la
criminalística.
La palabra autopsia, etimoló gicamente proviene del griego y significa: auto –propio de
sí mismo –y – ó psis – vista. Una autopsia refiere al acto de “ver por uno mismo” o “ver con sus
propios”. Esto es en referencia al que examina un cadá ver antes de ser sepultado. El término
necropsia corresponde al cadá ver que ya ha sido enterrado. Popularmente se acepta que la AP
fue descripta en el añ o 1961, también en Los Angeles, por el Dr. Edwin Shneidman y el Dr.
Norman Farberow, como: método para dilucidar los casos de muerte dudosa, mediante un
procedimiento focalizado en la clarificació n de la naturaleza del ó bito en cuestió n centrada en
los aspectos psicosocioló gicos.
En los añ os ’60 en Norteamérica, el FBI se interesó en ésta técnica, cuando tenían que
esclarecer la etiología medicolegal de muertes dudosas, y no existían suficientes evidencias o
elementos para afirmar si la causa era suicidio, accidente u homicidio. Con el paso del tiempo,
se busco estandarizar la técnica, diseñ á ndose guías y formularios de có mo, cuá ndo y quiénes,
podían aplicar la AP, esto dio lugar a la creació n de protocolos de aplicació n para dicha
técnica. Esta informació n a través de la literatura, llego a Cuba. Allí la Dra. Psiquiatra Teresa
García Pérez, elaboró en la década de los ’90, un modelo de AP, ajustado a la realidad Cubana y
lo llamo: MAPI (Modelo de Autó psia Psicoló gica Integrado).
- Informació n que identifique a la víctima (nombre, edad, estado civil, prá cticas
religiosas, nivel de estudios).
1. Primer Objetivo
a) Natural
b) Accidental
c) Suicidio
d) Homicidio
É ste ordenamiento para delimitar las causas de la muerte fue creado por el Dr.
Shneidman, se la abrevia con las siglas NASH.
2. Segundo Objetivo
3. Tercer Objetivo
4. Cuarto Objetivo
Terapéutico. La entrevista y la investigació n en general son mecanismos terapéuticos
para los familiares y allegados a la víctima, ya que permiten comunicar pensamientos y
sentimientos sobre la persona fallecida, de igual forma, la percepció n que cada uno tiene
sobre la muerte de aquella persona cercana, que por lo general es de culpa, dolor, vergü enza,
resentimiento, entre otras.
METODOLOGÍA
Este proceso, implica una gran inversió n de tiempo por parte de los profesionales que
lo llevan a cabo, y puede llegar a prolongarse de 6 meses a dos añ os, dependiendo de la
complejidad del caso. Este período de tiempo, se debe a que la investigació n tiene dos
momentos; uno es en el que ocurren los supuestos hechos y el otro, el resto de la vida del
sujeto, por lo que hay que hacer un recorrido retrospectivo de varios añ os, segú n la edad del
occiso, para llegar a una posible conclusió n.
_Entrevistas con no menos de 3 personas allegadas, con citació n por oficio judicial y
firma de consentimiento informado.
Se suele comenzar por las personas mas allegadas a la victima, como los familiares
directos, su pareja o conyugue. Siguiendo con amigos, compañ eros de trabajo, vecinos,
compañ eros de estudio. Dada la informació n confidencial, muchas veces se llega a entrevistar
a personas que son desconocidas para el círculo má s íntimo de la víctima, como relaciones
ocasionales o extramatrimoniales. Se van descubriendo diversos grupos de relaciones de
sujetos, donde la victima interactuaba o sociabilizaba, confeccioná ndose una especie de mapa
social o vincular.
_Aná lisis minucioso de la documentació n personal. En la actualidad, cobra un especial
interés, la relació n que la victima pudo tener con los medios de comunicació n informatizados;
como ser, el uso que pudiera haberle dado a Internet (e-mails, redes sociales, foros, blogs, etc.)
La necesidad de indagar sobre historiales de cuentas telefó nicas o detalles de llamadas de un
celular, es cada vez má s fundamental, como así también el aná lisis informá tico forense, sobre
la computadora personal o laboral del fallecido. Podrá n ser de tan importantes, los archivos
que tenga guardados en el sistema, como la elecció n del fondo de pantalla o escritorio, o los
iconos que allí dejaba ver. Todo refleja las conductas del sujeto, una firma personal, o una
“huella psíquica”.
_Discusió n colectiva. Una vez finalizada la recolecció n de datos, el aná lisis de los
mismos y la formulació n de hipó tesis, los participantes del proceso deben reunirse para
elaborar un informe pericial, siempre en términos probabilísticos, como toda evaluació n
indirecta e inferencial, que tendrá valor al integrar el resto de los elementos criminalísticos,
psicoló gicos y medicolegales. El intercambio de hipó tesis en el grupo interdisciplinario,
aumenta la eficacia de la técnica de la AP, lográ ndose una mayor visualizació n de las
circunstancias que rodearon la muerte de la persona en cuestió n.
HUELLAS PSÍQUICAS
El psicó logo britá nico David Canter, conocido referente de la llamada psicología
investigativa y destacado perfilista criminal, que desarrollo el método del perfil geográ fico,
sostiene que un agresor sistemá tico va contando una historia ó narració n, donde cada uno de
sus crímenes forma un capítulo de esa historia que el psicó logo investigador debe leer o
interpretar, para responder a la pregunta central de qué es lo que lo motiva y qué fantasía
pretende satisfacer con sus actos criminales. Canter afirma que un crimen es una transacció n
personal entre el asesino y su víctima dentro de un contexto social. El aporte del psicó logo
investigador se centra en determinar cuá les de los aspectos de la transacció n se pueden
vincular con otros aspectos de la vida presente o pasada del criminal, y cuá les de ellos se
pueden identificar como propios del individuo frente a los de los grupos sociales a los que
pertenece.
Habrá delincuentes con una estructura psicó tica y otros con una perversa, sin
descartar los montajes psicopá ticos y rasgos de perversió n que nos llevan a la polémica de las
clasificaciones diagnó sticas, como sucede en el polémico caso del tirador de Belgrano, Martín
Ríos. Psicó logos comportamentales, plantean que se deben dedicar de veinte a treinta horas
de investigació n para formular una opinió n preliminar sobre el estado particular de la mente
de un sujeto antes de su muerte. Sin embargo, el tiempo que se emplea está determinado por
la facilidad para recolectar la informació n y las personas que se deben entrevistar.
Uno de los países de habla hispana con un importante desarrollo de la AP, es Cuba. A
partir de mú ltiples revisiones de los modelos, escalas, guías y formularios encontrados en la
literatura especializada han creado su propio modelo al cual inicialmente denominaron MAP
(Modelo de Autopsia Psicoló gica); a medida que incorporaron otros ítems durante la
validació n de dicho modelo, en víctimas de suicidio, homicidio y accidente, lo han
perfeccionado hasta llegar al que actualmente se utiliza, el MAPI (Modelo de Autopsia
Psicoló gica Integrado).
Segú n la Dra. Teresa García Pérez, el MAPI a diferencia de todos los modelos revisados
está completamente estructurado y sistematizado, de forma tal que se disminuye al mínimo el
margen de sesgo, debido a que todos los peritos o auxiliares de la justicia que aplican dicho
protocolo deben realizarlo de la misma manera, guiá ndose por un instructivo con posibilidad
de respuesta cerrada, precisamente para evitar la inclusió n de elementos subjetivos en la
valoració n de cada c aso y,ademá s, para hacerlo verificable por terceras personas.
La metodología científica utilizada para validació n del MAPI, fue desarrollada por el
Ministerio de Salud Pú blica y el Instituto de Medicina Legal de Cuba a través de tres
investigaciones realizadas durante el período de 1990 a 1996 en víctimas de suicidio,
homicidio y accidente, las cuales demostraron que recurrir a terceras personas para obtener
informació n de fallecido resulta confiable, que el método es viable y el instrumento MAPI es
aplicable y generalizable. Lo de generalizable es lo que puede o debería llevar a mayor
estudio.
Para proporcionar ésta prueba judicial, las ciencias forenses como la psiquiatría y la
psicología enfrentan frecuentemente, tareas muy difíciles tales como determinar el estado
mental de un acusado en el momento de los hechos (imputabilidad), y es má s difícil,
obviamente, cuando ha transcurrido un tiempo considerable desde el momento de su
ocurrencia. Siendo mucho má s complejo cuando se trata de determinar el estado mental de
una persona ya fallecida en el momento de su muerte.
García Pérez insiste que son los psicó logos quienes deben aplicarla, pero que éstos
deben tener conocimientos de criminalística, cuando el objeto es la investigació n criminal.