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LITERATURA

2º EVALUACIÓN

16 DE ENERO DE 2023
2º BTO C
Adela Martínez Martínez
NOVELA ESPAÑOLA DE PREGUERRA. PÍO BAROJA ____________________________ 4

1. LA PROSA DE PRINCIPIOS DE SIGLO ________________________________ 4

2. LA PROSA EN EL NOVECENTISMO Y LAS VANGUARDIAS _____________ 5

3. LA PROSA EN LA GENERACIÓN DEL 27 ______________________________ 6

4. PÍO BAROJA_______________________________________________________ 7

Narrativa de posguerra: novela existencial, social y experimental. Miguel Delibes y Camilo


José Cela. ___________________________________________________________________ 7

LA NOVELA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70 _______________________________ 7

1. INTRODUCCIÓN _________________________________________________ 7

2. LA NOVELA DE POSGUERRA (1939-1950) ___________________________ 8

3. SEGUNDA PROMOCIÓN. EL REALISMO SOCIAL. TEMAS Y TÉCNICAS 9

4. TERCERA PROMOCIÓN. TIEMPO DE SILENCIO, DE MARTÍN SANTOS,


COMO HITO RENOVADOR. _____________________________________________ 10

5. MIGUEL DELIBES_______________________________________________ 10

6. CAMILO JOSÉ CELA ____________________________________________ 11

La novela del exilio: características, autores y obras. Ramón J. Sender y Max Aub. ___ 11

La España peregrina ___________________________________________________ 11

Rosa Chacel (1898-1994) ______________________________________________ 12

Arturo Barea (1897-1957) ______________________________________________ 13

Ramón J. Sender (1901-1982) ___________________________________________ 13

Max Aub (1903-1972) _________________________________________________ 15

Francisco Ayala (1906-2009)____________________________________________ 15

La narrativa española de la democracia: Características, autores y obras. Juan Marsé y


Antonio Muñoz Molina. _______________________________________________________ 16

EL EXPERIMENTALISMO ____________________________________________ 16

TENDENCIAS DE LA NOVELA ACTUAL _______________________________ 17

JUAN MARSÉ_______________________________________________________ 19
ANTONIO MUÑOZ MOLINA __________________________________________ 20

La novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad del siglo XX: características,


autores y obras. Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. ___________ 21

JUAN RULFO _______________________________________________________ 22

JULIO CORTÁZAR __________________________________________________ 22

MARIO VARGAS LLOSA _____________________________________________ 23

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ________________________________________ 25

EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A 1939 ________________________________ 26

I.- EL TEATRO COMERCIAL DE PRINCIPIOS DE SIGLO: _________________ 26

II: EL TEATRO INNOVADOR. _________________________________________ 28

Características fundamentales de su teatro son las siguientes: ________________ 31

Evolución del teatro de García Lorca. ___________________________________ 32

TEXTOS COMPLEMENTARIOS _______________________________________ 33

EL TEATRO ESPAÑOL DESDE LA POSGUERRA A LA ACTUALIDAD. _______ 34

El teatro de la inmediata posguerra. _______________________________________ 34

El teatro existencial y del realismo social. __________________________________ 35

El teatro experimental y renovador (1968 –1975). ___________________________ 36

El teatro desde 1975. __________________________________________________ 37


NOVELA ESPAÑOLA DE PREGUERRA. PÍO BAROJA
1. LA PROSA DE PRINCIPIOS DE SIGLO
En el campo de la prosa se comprueba, como en el de la poesía, la progresiva crisis del Realismo,
que va dejando paso a las tendencias innovadoras. La prosa es cada vez menos el vehículo de narraciones
en sentido clásico y, así, los relatos más o menos convencionales conviven con libros en prosa
progresivamente más descriptivos, líricos o ensayísticos, en los que las fronteras genéricas empiezan a ser
difusas.

Lo característico es una prosa impresionista dominada por la sugerencia, la imprecisión, el gusto por
la vaguedad simbolista, la pincelada rápida, así como la tendencia a lo inconcluso, fragmentario.

Temas comunes de estos escritos de principios de siglo son el voluntarismo frente a la abulia, la
pasión frente a la inteligencia, problemas de personalidad, críticas sociales diversas... Las novelas se
pueblan, así, de personajes abúlicos, insatisfechos; y a su lado, como probable influencia de Nietzsche,
abundan personajes con voluntad de acción: aventureros, arrogantes, amantes del peligro... La crisis de la
novela realista no conduce a un modelo de novela alternativo, sino a una diversidad de experimentos
narrativos.

Autores relevantes de este período son: José Martínez Ruiz, Azorín. Como Maeztu, Baroja y
Unamuno, en su juventud defendió ideas políticas radicales (anarquistas) como en Anarquistas literarios
(1895). No obstante, pronto abandonó su radicalismo juvenil para militar en el Partido Conservador de
Maura. Tras la Guerra Civil, mostró su apoyo al régimen franquista. Sus obras literarias más interesantes
son La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903), Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), Los
pueblos (1905) y Castilla (1912). Las tres primeras, próximas al género del ensayo. Los pueblos y Castilla
son colecciones de artículos y pequeños relatos de tema diverso: evocaciones, antiguas lecturas, tipos
peculiares... La prosa de Azorín muestra un absoluto predominio de lo descriptivo y lo discursivo. El
discurso es fragmentario, se anula la acción narrativa, el período sintáctico es breve.

Miguel de Unamuno. Su primera novela, histórica o intrahistórica, fue Paz en la guerra (1897). En
1902 publica Amor y pedagogía una fantasía satírica y grotesca, próxima al ensayo, sobre la utopía
pedagógica y positivista que rompe los moldes realistas.

La más importante de sus novelas es Niebla (1913), subtitulada nivola, presenta novedades formales:
el autor se convierte en personaje de ficción. Su tema trascendental es la existencia y la identidad personal.

Otras novelas suyas son Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir
(1930).

Las novelas de Unamuno son un juego intelectual en el que se abren ante el lector múltiples
interrogaciones. Otros rasgos son la concentración de la acción y la ausencia de descripciones, salvo las de
carácter simbólico.

Ramón del Valle-Inclán. Podemos distinguir tres períodos:


a) Etapa modernista. Su producción hasta 1906 puede considerarse modernista. Las obras más
importantes del período son las cuatro Sonatas (1902-1905): Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de
primavera y Sonata de invierno. La serie de las Sonatas enlaza simbólicamente la estación del año y el
marco geográfico con la edad del protagonista y sus pasiones vitales. El esmerado lenguaje y cuidado estilo
producen la prosa más brillante del Modernismo español.

b) Etapa del primitivismo. En esta etapa escribe la trilogía La guerra carlista (1908-1909). La
violencia, la crueldad, la barbarie, la destrucción... son rasgos comunes a estas novelas. Técnicamente,
tienen rasgos que las alejan de la novela realista: fragmentarismo, estructura episódica, capítulos breves
dislocados temporalmente...

c) Etapa de los esperpentos. El año 1920 supone un importante giro hacia la deformación y lo
grotesco. Las grandes novelas de esta época (Tirano Banderas, El ruedo ibérico) están próximas a los
esperpentos no sólo en el estilo, lenguaje y configuración de personajes, sino también en la importante
relevancia del diálogo al que se subordinan narración y descripción.

2. LA PROSA EN EL NOVECENTISMO Y LAS VANGUARDIAS


La diversidad novelística durante la época es notable. Junto a la novela novecentista, abundan las
narraciones realistas (Concha Espina, W. Fernández Flórez), las novelas galantes o eróticas (Pedro Mata,
Alberto Insúa), los novelistas del 98...

Una intención estilística más renovadora se advierte en la novela lírica de Gabriel Miró, la novela
intelectual de Ramón Pérez de Ayala y en la novela vanguardista de Ramón Gómez de la Serna.

Gabriel Miró. La primera etapa está dominada por la estética modernista (Las cerezas del
cementerio). En la segunda etapa, Miró elabora una prosa muy personal, en la que lo importante son las
prolijas descripciones de ambientes y sensaciones, con una acción mínima. Sus dos novelas más ambiciosas
son Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926).

Ramón Pérez de Ayala. Sus primeras cuatro novelas, Tinieblas en las cumbres (1907), A.M.D.G
(1910), La pata de la raposa (1912) y Troteras y danzaderas (1913) tienen un marcado carácter
autobiográfico. Relatan la crisis de conciencia individual, próxima a los tipos pasivos y existencialmente
desorientados de las novelas de principios de siglo. En los años veinte escribe novelas intelectuales:
Belarmino y Apolonio (1921) y Luna de miel, luna de miel, Los trabajos de Urbano y Simona (1923), y
Tigre Juan y El curandero de su honra (1926). Lo importante de estas novelas no es la trama sino las
reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas...) que las acercan al ensayo. Predomina el tono
reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista).

Ramón Gómez de la Serna. Conecta con las letras europeas que intentaban nuevas formas de
expresión.

Las greguerías son el eje de su extensa obra. Es definida por el propio creador como humorismo +
metáfora, se enlazan las cosas más dispares o alejadas, y cuanto más lejanas son las relaciones entre las
realidades, más fuerte y potente será la imagen. Este arte de la greguería es puro juego de lenguaje. Además,
escribió multitud de relatos breves, memorias, biografías, ensayos y novelas. Como novelista, defiende la
introducción en la novela de lo inverosímil y fantasmagórico, reflexiona en ellas sobre el propio género, y
dignifica en El torero Caracho (1926) o La Nardo la estética de la materia folletinesca. El erotismo es, en
fin, el tema más recurrente y hasta obsesivo de sus novelas.

3. LA PROSA EN LA GENERACIÓN DEL 27


Como sucede en la lírica, se pasa desde una concepción de la literatura estrictamente vanguardista a
la consideración de que la obra de arte debe manifestar asimismo las preocupaciones morales, sociales y
políticas de sus autores.

Influyen decisivamente las ideas de Ortega sobre la novela. Estas novelas se plantean como un juego
intelectual que el novelista plantea al lector y desdeñan la narración tradicional, contar una historia. Es
importante la originalidad, las escenas insólitas, el recurso a la fantasía y a la imaginación, la creación de
ambientes, así como el humor, el ingenio y la ironía.

Benjamín Jarnés. Es el más importante de estos narradores vanguardistas. Algunos títulos son Teoría
del zumbel (1930), Escenas junto a la muerte (1931), El profesor inútil (1926), El convidado de papel
(1928), Paula y Paulita (1929) ...

Francisco Ayala. Como Jarnés, publicará diversos relatos en Revista de Occidente, que reunirá
después en El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930). Posteriormente, tras la Guerra Civil
retomará su obra literaria en el exilio.

Max Aub. Escribió algunas novelas propias de la prosa experimental del momento (juegos léxicos
y metafóricos) Geografía (1928) o Fábula verde (1933). Como Ayala, será en el exilio cuando desarrolle
su más valiosa obra narrativa y teatral.

Corpus Barga, seudónimo de Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna. Escribió relatos
vanguardistas, por ejemplo, Pasión y muerte, Apocalipsis (1930).

Rosa Chacel. Novela experimental, un largo monólogo introspectivo, es Estación, ida y vuelta
(1930), su primera novela.

La novela socialmente comprometida en los años 20 y 30 gozó de gran popularidad en la fórmula


editorial de las colecciones de novelas cortas (se publicaron más de 10.000). En principio, eran traducciones
de literatura pacifista y social alemana y novelas rusas, anteriores y posteriores a la Revolución soviética.
Esas mismas editoriales acabarán incorporando novelas originales de una nueva promoción de narradores
que han recibido varias etiquetas: la otra generación del 27, literatura de avanzada, realismo social de
preguerra...

Son características comunes de este grupo el compromiso sociopolítico, la estética realista, temas
sociales y políticos (la guerra de Marruecos, la mina, el medio rural...), la proyección hacia un futuro mejor
la realidad de la ficción novelesca. Algunos nombres son Isidoro Acevedo, José Mas, Manuel Benavides,
César M. Arconada. Ramón J. Sender es el novelista más destacado del grupo. Imán, su primera novela, es
una cruda visión de la guerra de Marruecos.
4. PÍO BAROJA
Nacido en San Sebastián, vive en Madrid, prácticamente toda su vida, dedicado a la literatura,
después de un breve tiempo en que ejerce la medicina. Es, sin duda, el máximo novelista de su tiempo.

De carácter solitario y huraño, aunque con un trasfondo de ternura emotiva, mantiene siempre un
pesimismo radical sobre la naturaleza y la condición humanas: «No hay fuente limpia sin que los hombres
metan allá sus patas y la ensucien. Está en su naturaleza», escribe. Por ello, su obra es crítica con todo. Pero
Baroja no critica un grupo humano concreto, sino una sociedad global corrupta -personas e instituciones-.
Como dice Ortega, «los vocablos que significan la máxima irritación son característicos de la literatura de
Baroja». En consecuencia, desconfía de las organizaciones sociales o religiosas, de los partidos políticos o
las iniciativas colectivas, y eso, porque no cree tampoco en los buenos sentimientos del ser humano y
porque concibe la vida como una lucha en la que siempre pierde el débil: «una cacería cruel en que nos
vamos devorando los unos a los otros».

En lo literario, confluyen en Baroja la desesperación y la angustia del Romanticismo recogidas por


el Modernismo, la visión determinista del mundo del Naturalismo y las formas modernistas que pueden
reconocerse en el impresionismo descriptivo de los ambientes y psicológico de los personajes o la tendencia
a la evocación nostálgica. Baroja, en efecto, al contrario que los

realistas decimonónicos, crea ambientes de perfiles difusos, apenas profundiza en la psicología de los
personajes (de ahí su abultado número en cada novela) y describe con la pincelada rápida de los
impresionistas, como si fuera un espectador de la vida humana a la que dirige su mirada social.

Entre sus títulos, agrupados casi siempre en trilogías, cabe destacar: Camino de perfección (1902),
de la trilogía La vida fantástica; La busca (1904), de La lucha por la vida; Zalacaín el aventurero (1909) de
Tierra vasca; Las inquietudes de Shanti Andía (1911), de El mar; César o nada (1916), de Las ciudades; y,
sobre todo, El árbol de la ciencia (1911), de La raza.

Narrativa de posguerra: novela existencial, social y experimental.


Miguel Delibes y Camilo José Cela.
LA NOVELA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70
1. INTRODUCCIÓN

La Guerra Civil supuso un profundo corte en la evolución literaria española debido a una serie de
razones:

1. La muerte de algunos de los grandes modelos de la novela española del siglo XX Unamuno,
Valle-Inclán).
2. El exilio obligado de otros autores que habían comenzado a destacar en la década de los
treinta: Max Aub, Francisco Ayala, Ramón J. Sénder, etc...
3. Las nuevas circunstancias políticas y la censura impiden que se siga con una tendencia de
novela de corte social que se venía haciendo desde la década de los treinta y hacen que
pierda sentido otra de las tendencias novelísticas anteriores a la Guerra, como es el caso de
la novela deshumanizada y vanguardista.

Como consecuencia de las razones expuestas, la novela española en la década de los 40 debe,
prácticamente, comenzar de nuevo. En lo referente a la periodización de la novela que se inicia después del
año 1939, la crítica literaria ha señalado tres etapas sucesivas (POSGUERRA, REALISMO SOCIAL y
RENOVACIÓN TÉCNICA) y varias generaciones de novelistas que se han ido incorporando a lo largo de
estos años.

2. LA NOVELA DE POSGUERRA (1939-1950)

Por las razones arriba expuestas, los novelistas de estos primeros años, por tanto, tendrán que buscar
un nuevo camino, y ese hecho explica que nos encontremos en la década de los 40 con múltiples tendencias
novelísticas:

ɸ Novela triunfalista. Esta novela defiende los valores tradicionales (Dios, Patria, Familia) y
justifica la Guerra Civil y sus consecuencias, culpando de las mismas al bando perdedor.
Es lo que hace, por ejemplo, Agustín de Foxá en Madrid, de corte a checa.
ɸ Novela psicológica. Se basa en el análisis del carácter y del comportamiento de los
personajes desde unas técnicas tradicionales, es decir, realistas. Un autor importante será
Ignacio Agustí con Mariona Rebull.
ɸ Novela simbólica. Nos encontraremos con novelas en las que los personajes funcionan
como símbolos de ideas o conflictos. Sigue la línea, por tanto, de algunas novelas de
Unamuno. Un autor significativo será José Antonio Zunzunegui.
ɸ Tremendismo. Esta tendencia es iniciada por Camilo José Cela con La familia de Pascual
Duarte en el año 1942. Se ha hablado también de tremendismo para caracterizar a algunas
novelas que presentan un mundo rural de trágicos conflictos, con personajes de bajos
instintos y taras físicas o psíquicas, empleados para apoyar posturas moralistas. Estas
ficciones revelan un malestar, una amargura que les hace alcanzar cierto valor testimonial.
ɸ Novela existencial. Podríamos decir que se inicia con la novela Nada de Carmen Laforet
en 1945, y continuada en 1948 por Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada y
Gonzalo Torrente Ballester con Javier Mariño. Estas novelas reflejarán el tema de la
angustia existencial, la tristeza y la frustración de las vidas cotidianas.

Temáticamente, las novelas de este período girarán en torno a la amargura de las vidas cotidianas,
la soledad, la inadaptación, la muerte y la frustración. Los personajes se adaptarán a estos temas, de forma
que los protagonistas serán seres marginados socialmente (Pascual Duarte, en la novela de Cela, es un
condenado a muerte), angustiados y desarraigados (la protagonista de Nada llega a Barcelona para estudiar
y allí se encuentra fuera de su ambiente, insegura y triste). Las causas de esta amargura vital se encuentran
en la sociedad de la España de los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la
persecución política, la falta de libertades... Pero no encontraremos en ninguna de estas novelas una crítica
o denuncia directa. Para eso habrá que esperar a los años cincuenta.
Técnicamente, estas novelas se caracterizan por su sencillez y tradicionalidad: narración cronológica
lineal, narrador en tercera persona (mayoritariamente) y ausencia de saltos temporales.

3. SEGUNDA PROMOCIÓN. EL REALISMO SOCIAL. TEMAS Y TÉCNICAS

En los años cincuenta se produce un gran auge en la novela. En esta década la censura se relaja y
ese hecho permitirá la aparición de novelas en las que la denuncia de la pobreza, la persecución y la
injusticia sean los temas predominantes. A esta tendencia se le ha llamado novela social o Realismo social.

La novela social, como subgénero narrativo, con unos condicionamientos formales y temáticos
específicos, se da como fenómeno literario en la década que va de los cincuenta y tantos a los sesenta y
tantos. Los autores han sido denominados Generación del 55 o del medio siglo y la componen, entre otros:
Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan García
Hortelano, Alfonso Grosso, Juan Goytisolo…

Desde una posición ideológica, se proponen dar testimonio de la realidad histórica y social, y así se
desarrolla una

Novela realista, de actitud crítica. Se denomina Realismo crítico: el novelista no acepta la realidad
tal como es y pretende explicarla poniendo de relieve sus mecanismos profundos y denunciándola.

De enfoque objetivista: el novelista se comporta como un observador de la realidad sin tomar partido
ante ella.

Entre el compromiso moral y una posición política explícita. Se habla de Realismo socialista. Esta
tendencia pretende reflejar la realidad en su proceso revolucionario (la lucha de clases), reduciéndola a un
enfrentamiento en entre opresores y oprimidos.

Caracteres de la novela social son:

1. Su abandono de los aspectos técnicos y formales y esto es así porque su propósito es dar
valor al contenido, al argumento, y subordinar a él los procedimientos formales.
2. La estructura del relato es sencilla y se tiende a la narración lineal. No hay saltos al pasado
ni anticipaciones.
3. Condensación espacial y temporal. Los lugares donde se desarrollan las novelas suelen ser
únicos o cambiar muy poco. Además, la novela concentra su acción en un corto espacio de
tiempo (El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio, en algunas horas, o en Duelo en el
paraíso (1955), de Juan Goytisolo, en unos pocos días).
4. La preferencia por los personajes colectivos, desplazando al protagonista individual. El
personaje representa un grupo social. Pero no pretende abarcar toda una colectividad, se
centran en grupos humanos concretos.
5. Predominio del diálogo. Como pretenden, por su enfoque objetivista, que la figura del
narrador desaparezca o reducirla al mínimo, ceden la palabra a los personajes como
manifestación directa de su conducta y pensamientos. Por ello, existe un esfuerzo de
reflejar los rasgos lingüísticos propios de los distintos grupos sociales a los que se adscriben
los personajes.
6. Persiguen la sencillez, la claridad, y emplean un lenguaje directo; la frase sencilla, los giros
coloquiales, las formas lingüísticas populares y los vulgarismos.

Los temas principales de la novela española del Realismo Social serán:

ɸ La dureza de la vida en el campo (Dos días de septiembre, Caballero Bonald o Los santos
inocentes, de Miguel Delibes;
ɸ El mundo del trabajo urbano (Central Eléctrica, de Juan García Hortelano);
ɸ La ciudad (La colmena, de Cela);
ɸ Las clases trabajadoras (El Jarama, de Sánchez Ferlosio);
ɸ La burguesía (Entre visillos, Carmen Martín Gaite);
ɸ La Guerra Civil y sus consecuencias (Juan Marsé, Encerrados con un solo juguete).

4. TERCERA PROMOCIÓN. TIEMPO DE SILENCIO, DE MARTÍN SANTOS,


COMO HITO RENOVADOR.

En los años sesenta el Realismo social empieza a mostrar signos de agotamiento. Se manifiesta la
necesidad de una renovación formal. Era preciso trasladar a la novela española la experimentación narrativa
que habían aportado las grandes figuras europeas (Proust, Kafka, Joyce, el Nouveau roman francés) y
americanas (Faulkner, García Márquez, Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Cortázar...). Junto a estas razones
literarias no deben olvidarse otras de naturaleza socio-política: mayor desarrollo económico (Planes de
Desarrollo y la entrada de divisas por el turismo), la ley de prensa de 1966 que permite una relajación del
autoritarismo, una mayor difusión cultural (las series de libros de bolsillo) ...

Un hito de este período es Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos. El tema es la
frustración, la impotencia y el desarraigo de un joven médico investigador. Es un fiel reflejo de una realidad
nacional, de un estado socioeconómico, y en un marco social concreto: el Madrid de los años cincuenta.
Los rasgos formales de esta novela se convertirán en los generales de la novela del período: el planteamiento
subjetivista (el monólogo interior), personajes que funcionan como auténticos seres humanos en
contraposición a los tipos o arquetipos de la novela realista. Se incorpora la segunda persona narrativa y se
utiliza una prosa barroca, cargada de cultismos y términos científicos. La frase se alarga, y el discurso
abunda en digresiones, en comentarios sobre literatura, arte, medicina, u otras fuentes del saber. Estas
técnicas y otras, en diferentes grados, aparecen, en novelistas de diferentes generaciones, desde 1996 hasta
el final del franquismo (1975): Últimas tardes con Teresa (1966), de Juan Marsé, Cinco horas con Mario
(1966) de Miguel Delibes, Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo o Volverás a Región (1967) de
Juan Benet.

5. MIGUEL DELIBES

Es el novelista más coherente de nuestro tiempo. Fiel a sus convicciones ideológicas y a su


perspectiva humanista, se mantiene siempre en el análisis del mundo rural marginado, en la crítica de una
burguesía urbana despreocupada y en el logro de un lenguaje sobrio, natural y preciso de gran belleza.

Autor de una obra extensa y variada, en que figuran libros de viaje y crónicas, comienza su
etapa existencial con La sombra del ciprés es alargada (1948) y Aún es de día (1949). Pronto desemboca
en el realismo de ambiente rural, unas veces con tono amable en El camino (1950), pequeña obra maestra
de observación y lenguaje, y otras con desgarro en Las ratas (1962), testimonio ácido sobre la indefensión
de los campesinos y una de sus mejores novelas, y Los santos inocentes (1982), nueva obra maestra sobre
la vida de los humillados rurales.

También aplica el realismo al análisis de los ambientes urbanos, bien para denunciar la desolación
del ser humano en la sociedad en La hoja roja (1959), una novela inolvidable sobre un jubilado, o bien para
criticar a la burguesía estúpida, inútil y provinciana, en Cinco horas con Mario (1966), El príncipe
destronado (1973) o La guerra de nuestros antepasados (1975).

Sus novelas recientes son Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (1983), 377A, madera de
héroe (1987), Señora de rojo sobre fondo gris (1991) y El hereje (1998).

6. CAMILO JOSÉ CELA

Se dedicó por entero a la literatura (fue premio Nobel en 1989) después de unos comienzos de oscuro
funcionario. De ideas y visión del mundo tremendistas, cercano a Baroja en el pesimismo existencial y
la escasa fe en la naturaleza humana, pasa por ser más un creador del lenguaje que un novelista en sentido
estricto. Lo mejor de su producción, a juicio de los críticos, son algunas novelas y los libros de viaje,
como Viaje a la Alcarria (1948), Del Miño al Bidasoa (1956), Primer viaje andaluz (1959) o Viaje al
Pirineo de Lérida (1965). Su evolución novelística, siempre atenta a cambios y modas literarias, se reparte,
como la novela española de esta época, entre el realismo y la vanguardia.

En su primera etapa existencialista, llamada tremendista por los críticos escribe, entre otras, La
familia de Pascual Duarte (1942), cruda y excelente novela sobre la guerra que de forma ambigua culpa a
la República de los desmanes y los malos pasos de su protagonista.

Su segunda etapa, paralela al realismo social, está representada por La colmena (1951), muy
influyente en la década por su técnica de secuencias narrativas y costumbristas, y por su visión despiadada
del Madrid de la posguerra, donde se mueve un grupo colectivo de buscavidas, fantoches sin escrúpulos y
peleles. También destacan en esta época, Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953), por la narración
psicológica, y la recreación suramericana La catira (1955).

De su tercera etapa experimentalista son Vísperas, festividad y octava de San Camilo 1936 (1969)
y Oficio de tinieblas 5 (1973). Desde 1980, su obra se completa, en parecida tendencia, con Mazurca para
dos muertos (1983), Cristo versus Arizona (1988) y Madera de boj (1999).

La novela del exilio: características, autores y obras. Ramón


J. Sender y Max Aub.
La España peregrina
La España peregrina es el nombre que puso José Bergamín a una revista que se publicó
en México durante 1940 y que, por extensión, denomina también al conjunto de escritores españoles que
marchó al exilio al finalizar la Guerra Civil.
Pertenecen a esta España peregrina la mayoría de los autores que publicaron durante las décadas
de los años veinte y treinta: muchos de los poetas de la Generación del 27, León Felipe, Alejandro
Casona, Francisco Ayala, Arturo Barea, Rosa Chacel, Ramón J. Sender, Max Aub, José Bergamín... Las
obras que publican desde 1940 se conocen antes en México o Argentina que en España. Sus obras giran
en torno a la nostalgia de la patria perdida, el recuerdo de la guerra, la crítica e imprecación contra los
vencedores del conflicto, el deseo de recuperar el pasado, la experiencia dolorosa del exilio.

Como ejemplos de esta literatura leemos Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender,
y dos poemas de León Felipe que hablan del papel de la literatura en nuestros días. El primero fue escrito
en los años cuarenta en México y supone una aguda reflexión acerca del significado de la palabra (o de
los cuentos o de las mentiras no son siempre sinónimos) en nuestra sociedad.

Rosa Chacel (1898-1994)


Rosa Chacel Arimón (Valladolid, 3 de junio de 1898 - Madrid, 27 de julio de 1994) fue una
escritora española de la Generación del 27.

Nacida en una familia liberal, creció en un ambiente que le permitió desarrollar una personalidad
de gran independencia, amplia cultura literaria. Su madre fue su maestra y la educó en casa. En 1908, la
familia se traslada a Madrid y, aproximadamente a los once años, es matriculada en la Escuela de Artes y
Oficios.

En 1915, pasa a matricularse en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, con la
finalidad de estudiar escultura, pese a que abandonaría esta materia en 1918. Es en este momento cuando
conoce a su futuro marido, el pintor Timoteo Pérez Rubio, y a una de las grandes figuras intelectuales de
la época: Ramón María del Valle-Inclán. Se casó en 1921 con el pintor Timoteo Pérez Rubio («Timo»),
con quien tuvo un hijo: Carlos.

Entre 1922 y 1927, residieron en Italia, gracias a una beca obtenida por su marido en la «Academia
de España» de Roma.

Publicó en la Revista de Occidente dos relatos y el ensayo Esquema de los problemas culturales y
prácticos del amor en La Gaceta Literaria.

Al estallar la Guerra Civil, Pérez Rubio se alistó y Chacel firmó el Manifiesto de los intelectuales
antifascistas, colaboró con la prensa republicana y trabajó como enfermera. El agravamiento de la
situación militar provocó la decisión de enviar al exterior las obras del Museo del Prado, responsabilidad
que se encargó a Pérez Rubio. Chacel y su hijo partieron a Barcelona, Valencia y Francia, con una breve
etapa en Grecia. La familia logró reunirse tras la caída de la República y se trasladaron a Brasil.

En 1959, se le concedió una beca Guggenheim durante dos años en Nueva York. En 1963, residió
en España durante un año.

Regresó definitivamente en 1973, con una beca de la Fundación March para terminar Barrio de
Maravillas. Esta última etapa fue la más fecunda desde el punto de vista literario.

Murió en Madrid, el 7 de agosto de 1994. Entre sus obras, destacamos las siguientes:
NOVELA:

Estación ida y vuelta (1930).

Novelas antes de tiempo (1981).

CUENTO:

ɸ Ofrenda a una virgen loca (1961).

Recibió varios premios, entre ellos:

ɸ Premio de la Crítica (1976).


ɸ Premio Nacional de las Letras Españolas (1987).
ɸ Premio Castilla y León de las Letras (1990).

Arturo Barea (1897-1957)


Arturo Barea Ogazón nació en Badajoz, el 20 de septiembre de 1897, y murió en Inglaterra, el 24
de diciembre de 1957.

Fue un escritor español muy reconocido. Todos sus libros fueron publicados en versión inglesa,
pero luego se hicieron traducciones al castellano. Podríamos decir que su obra más importante es La forja
de un rebelde (1951), más tarde traducida al inglés por su mujer. Otra obra relevante es, sin duda, Valor y
miedo (1938), cuentos sobre la Guerra Civil. Obras principales:

ɸ Valor y miedo (1938).


ɸ La forja de un rebelde (1941-1944), trilogía autobiográfica, la primera en publicarse en
ɸ castellano.
ɸ Lorca, el poeta y su pueblo (1944).
ɸ La raíz rota (1952).
ɸ El centro de la pista (1960), recopilatorio de cuentos.

Ramón J. Sender (1901-1982)


Nacido en la pequeña localidad de Chalamera de Cinca (Huesca), el 3 de febrero de

1901. Los dos primeros años de vida, transcurrieron en Chalamera. En 1903, la familia se traslada
a la localidad vecina de Alcolea de Cinca.

Ocho años después, pasaron a Tauste. Ya en 1914, recalará en Zaragoza, ciudad en la que
terminará sus estudios secundarios y en la que permanece hasta 1918. Con apenas quince años,
comienza Sender su fase de aprendizaje literario a través de colaboraciones en la prensa del momento.

Por entonces se matriculó en Filosofía y Letras en Madrid, pero no pudo sostener esa rutina y
disciplina y abandonó los estudios para formarse por su cuenta leyendo vorazmente en las bibliotecas y
comprando libros cuando podía; compartió esa vocación de escritor con su vocación política y las
actividades revolucionarias con grupos de obreros anarquistas.

Al cumplir los 21 años (1922), tuvo que ingresar en el ejército, Al regresar de Marruecos, libre ya
del servicio militar, ingresó en la redacción del prestigioso diario El Sol como redactor y corrector, desde
1924 a 1930. En estas fechas, era ya un periodista muy cotizado y de sus novelas, especialmente Imán,
basada en la guerra de Marruecos. Colaboró además en los periódicos libertarios Solidaridad Obrera y La
Libertad y seguía militando en el anarquismo. Vivió la Guerra Civil, y tras pasar por un campo de
concentración, llegó en 1939 a Nueva York, donde fundó y dirigió Ediciones Quetzal. En esta editorial,
publicó varias novelas suyas. En esta etapa, su producción literaria aumentó considerablemente. Regresó
a España cuando le concedieron el Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morell y pasó allí largas
temporadas a partir de 1976, declarando su intención de volver de nuevo para fijar ya su residencia en su
país natal. En 1980, solicitó desde San Diego (California) recuperar la nacionalidad española y renunciar
a su nacionalidad estadounidense. Murió dos años después, en Estados Unidos, el 16 de enero de 1982.

Sus primeras novelas sostienen ideologías revolucionarias y constituyen reportajes del agitado
medio social español del momento: Imán (1930), novela sobre la guerra de Marruecos; Orden público,
novela de la cárcel (1932); Siete domingos rojos, basada en la historia del movimiento anarquista español
(1932); Viaje a la aldea del crimen (1935), sobre la represión gubernamental contra los jornaleros
libertarios de Casas Viejas; y Míster Witt en el cantón (1935), sobre el movimiento cantonalista
de Cartagena, acaudillado por Roque Barcia, por la que recibió el Premio Nacional de Literatura.
Cofundador el 11 de febrero de 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos
tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y
los problemas del socialismo en la URSS.

En 1935, publicó durante los meses de agosto, septiembre y octubre una revista llamada Tensor, de
información literaria y de orientación comunista. Al tema de la guerra civil, dedicó obras
como: Contraataque (1938), El rey y la reina (1947), Los cinco libros de Ariadna (1957) y Réquiem por
un campesino español.

Su obra maestra es la enealogía Crónica del alba, escrita entre 1942 y 1946. Los nueve libros se
agrupan en tres tomos de tres novelas cortas cada uno: I. Crónica del alba, Hipogrifo violento, La Quinta
Julieta. II. El mancebo y los héroes, La onza de oro, Los niveles del existir. III. Los términos del presagio,
La orilla donde los locos sonríen, La vida comienza ahora. La obra comienza con la descripción de la
infancia del protagonista, José Garcés. El autor se acerca a veces al realismo mágico al describir una
excursión al castillo de Sancho Abarca. La obra ha sido llevada al cine y a la televisión varias veces.
Junto con La forja de un rebelde, de Arturo Barea, es sin duda el mejor libro de narrativa
del exilio literario republicano. Otra de sus obras con contenidos autobiográficos es Monte Odina (1981).

Ramón J. Sender fue un autor de una inspiración y fecundidad torrenciales. Aunque cultivó
también la lírica y el ensayo, su producción novelística es extensísima y variadísima en estructuras y
géneros. Luego se orientó hacia la novela histórica y el autobiografismo. Fuera de las ya mencionadas
obras sobre la Guerra Civil, unas veces cultivó los temas americanos, como en Epitalamio del prieto
Trinidad (1942) y otras, la novela histórica, como en La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964).
Entre sus obras literarias más sobresalientes, destacamos:
Max Aub (1903-1972)
Max Aub Mohrenwitz (París, 2 de junio de 1903-México D.F., 22 de julio de 1972). Escritor
español de origen francés. Toda su obra la escribe en español, cultivando diferentes géneros: narrativa,
teatro y poesía. Siendo un niño, su familia, padre alemán y madre francesa, se traslada a España por
motivos de trabajo y en medio de la I Primera Guerra Mundial se establece en Valencia.

Recibe una educación muy rica y desde niño destaca por su facilidad para aprender idiomas. Al
terminar sus estudios, recorre el país como viajante de comercio y al cumplir los veinte años decide
adoptar la nacionalidad española. Es famosa la frase de Max Aub: Se es de donde se hace el bachillerato.

En los años 20, es afín a la estética vanguardista y gracias a su trabajo como viajante asiste
a tertulias de Barcelona de los vanguardistas de la época. Durante esta época, empieza a escribir teatro
experimental: El desconfiado prodigioso, Una botella, El celoso y su enamorada, Espejo de
avaricia y Narciso. De ideas socialistas, durante la guerra civil se compromete con la República.

Al terminar la contienda, se exilia a París, pero preparando su marcha a México lo detienen y es


recluido en diferentes campos de concentración de Francia y del norte de África. Gracias a la ayuda del
escritor John Dos Passos, tras tres años de encarcelamiento consigue embarcar para México.

Se gana la vida gracias al periodismo, escribiendo en los diarios Nacional y Excelsior, y también
en el cine ejerciendo de autor, coautor, director, traductor de guiones cinematográficos y profesor de
la Academia de Cinematografía. En 1944, es nombrado secretario de la Comisión Nacional de
Cinematografía. Durante estos años, escribe San Juan y Morir por cerrar los ojos y estrena su obra de
teatro La vida conyugal con gran éxito.

Desde mediados de los 50, viaja por Estados Unidos y Europa, pero sin poder entrar en España,
desarrollando activamente en estos años su actividad literaria, periodística y cineasta.

En 1969, por fin se le permite entrar en España y recupera parte de su biblioteca personal, que
estaba en la Universidad de Valencia. Da conferencias por todo el mundo. Tras otro viaje a España,
muere en 1972 en México. Entre sus obras, destacamos las siguientes:

Novela

ɸ Las buenas intenciones (1954).


ɸ Jusep Torres Campalans (1958).
ɸ La calle de Valverde (1961).

Francisco Ayala (1906-2009)


Francisco Ayala nació el 16 de marzo de 1906 en Madrid y falleció el 3 de noviembre de 2009.
Fue un gran escritor español, destacó por ser narrador, cultivando el relato corto la novela. También fue
ensayista y traductor.

Fue jurista, sociólogo y profesor de literatura. Miembro de la Real Academia Española desde 1983
y académico honorario de la Academia de Buenas Letras de Granada desde 2004.
Cuando se fue al exilio a causa de la Guerra Civil Española, dio comienzo una nueva etapa de su
vida en Argentina, donde escribió la colección de relatos Los usurpadores. Otras obras destacables son:

ɸ Muertes de perro (1958).


ɸ El fondo del vaso (1962).
ɸ El jardín de las delicias (1971).

La narrativa española de la democracia: Características,


autores y obras. Juan Marsé y Antonio Muñoz Molina.
EL EXPERIMENTALISMO
A la influencia directa de Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos y de autores de otras
promociones que hemos visto en el tema anterior (Delibes, Cela, Torrente Ballester, Juan Marsé...) que
practican innovaciones diversas, se unen la de la nueva novela latinoamericana (Vargas Llosa, Carlos
Fuentes, G. García Márquez...) y el Nouveau roman francés, así como la tardía de la novela norteamericana
y europea del siglo XX (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner...) sobre una nueva promoción de novelistas que,
en consecuencia, opta abiertamente por el experimentalismo. Se publican sus primeras obras entre finales
de los años sesenta y principios de los setenta. Son José María Guelbenzu, Ramón Hernández, Germán
Sánchez Espeso, Miguel Espinosa, Antonio F. Molina, Raúl Guerra Garrido, José Leyva, Pedro Antonio
Urbina, Juan Benet.

Cultivan una novela minoritaria y culturalista, hermética y experimental, cuya preocupación es el


lenguaje (léxico rebuscado, rupturas sintácticas, oraciones muy largas y complejas, y también lenguaje
coloquial y vulgar). Lo más importante no es contar una historia, rechazan la novela de argumento. El relato
no es lineal, sino que se fracciona y se funde en reiterados contrapuntos, y los personajes no tienen atributos
que los definan o los diferencien. Las técnicas narrativas que despliegan habían aparecido algunas ya en el
período anterior. El monólogo interior se transforma en flujo de conciencia, es decir, en un monólogo
caótico, que acaba perdiendo el sentido. De forma sistemática se usa en la narración la segunda persona, se
reclama el efecto expresivo de la tipografía - como lo hicieran las vanguardias europeas de principios de
siglo -, se añaden páginas en blanco, se prescinde de los signos de puntuación o se echa mano del collage;
se usa reiteradamente el perspectivismo (o visiones múltiples), el “behaviorismo” (técnicas objetivistas) y
tratamientos espacio- temporales diversos (reducción-concentración del tiempo – uno o varios días, apenas
unas horas-, rupturas temporales- flash-back, tiempo circular; espacios comprimidos e incluso desaparecen
espacios físicos...). Se habla de antinovela y metaliteratura.

Algunos títulos de esta tendencia son: El buey en el matadero (1967), de Ramón Hemández; Un
caracol en la cocina (1970) y El león recién salido de la peluquería (1971), de Antonio F. Molina; ¡Ay!
(1972), de Raúl Guerra Garrido, La primavera de los murciélagos (1974), de José Leyva y Escuela de
mandarines (1974), de Miguel Espinosa.

Buena parte de estas novelas y autores, con el paso del tiempo, han caído en el olvido. Quizá el autor
de fama más perdurable dentro de esta tendencia sea Juan Benet. En 1967 publica Volverás a Región. En
esta novela hermética se crea un lugar, espacio mítico, Región, y se narra con una sintaxis complejísima,
con digresiones de todo tipo, sin orden cronológico, con personajes difusos... No obstante, en sus últimas
novelas- mediados años 80- Benet opta por una técnica narrativa más simple y tradicional.

TENDENCIAS DE LA NOVELA ACTUAL


Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, hacia 1975, empieza a publicar una nueva
promoción. Reaccionan contra la complejidad experimental, se produce un viraje hacia la concepción
realista de la novela. Se habla de REALISMO RENOVADO. Obra clave de esta nueva perspectiva será La
verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza. Se reivindica el placer de narrar: un relato con
intriga, aventura, enredo, amoríos - elementos propios de la novela folletinesca. A partir de este momento
lo que interesa es contar una historia y la trama, el argumento, es el eje. Por lo general vuelven a la
concepción clásica, se narra una única acción y de forma lineal (Los delitos insignificantes (1986), de
Álvaro Pombo, Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares, La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo
Mendoza o Bélver Yin (1986) de Jesús Ferrero). Además, vuelven por lo general al relato cerrado y de final
explícito (En días como estos (1981), de Lourdes Ortiz).

Hay un cambio significativo hacia las personas tradicionales del relato, la primera y la tercera. La
segunda sólo permanece en algunos autores consagrados que han participado de determinados hallazgos y
renovaciones del experimentalismo, como es el caso de Gonzalo Torrente Ballester en La isla de los jacintos
cortados (1980).

Estas novelas del Realismo renovado ponen al descubierto los atributos del hombre de hoy, la
confusión del hombre moderno obligado a reflexionar sobre la realidad que le rodea, a buscarle un sentido
porque ha perdido la fe en aquellos valores que garantizaban y explicaban el mundo. Los personajes de esta
novela son personajes desvalidos, inseguros, desorientados, a la búsqueda de su propia identidad.

En la ACTUALIDAD se observa, además de esta tendencia del Realismo renovado, una gran
LIBERTAD Y DIVERSIDAD de tendencias. No debe olvidarse que la novela es objeto de consumo en una
oferta diversificada del mercado editorial. Repasemos algunas de estas tendencias:

1. Metanovela. El narrador reflexiona los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a
la ficción como tema o motivo del relato. Uno de los recursos habituales que usan los
novelistas es la invención de un personaje escritor- o profesor de Literatura o perteneciente
al mundo editorial- que indaga y dialoga sobre temas literarios, sobre cómo se debe escribir
una novela. Algunos ejemplos: La orilla oscura, de José Mª Merino; Juegos de la edad
tardía de Luis Landero; El vano ayer de Isaac Rosa; Los enamoramientos (2011) o Así
empieza lo malo (2014), ambas de Javier Marías o Papel mojado, de Juan José Millás.
2. Novela histórica. Se trata de una tendencia muy valorada por los lectores. Se enmarca
dentro de una tendencia europea que recupera a viejos maestros como Robert Graves, M.
Yourcenar, Gore Vidal o nuevas formas como El nombre de la rosa de Umberto Eco. Se
trata de un tipo de novela, por lo general, de gran precisión histórica que obliga al novelista
a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende
novelar. Junto a la novela histórica cuyo principal cometido es reflejar fielmente unos
determinados acontecimientos aparece otra que pone en cuestión la interpretación de esos
hechos y establece una verdad nueva o distinta, como en las novelas de Vázquez
Montalbán, las de Javier Cercas- Anatomía de un instante (2009), Las leyes de la frontera
(2012) o El impostor (2014)-, las de Rafael Chirbes - En la orilla (2013) o Crematorio
(2007)-, Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez o algunas de Antonio Muñoz
Molina, como La noche de los tiempos (2009). Dentro de la tendencia de fiel reconstrucción
de un momento histórico, podemos citar: El manuscrito carmesí, de Antonio Gala; El hereje
de Miguel Delibes; El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverte; o las novelas sobre el
Imperio Romano de Santiago Posteguillo - La legión perdida (2016)- o de Yeyo Balbás,
Pan y circo (2013).
3. Novela de intriga y policíaca. En la década de los 70 se produce una invasión de
traducciones de novela negra europea y norteamericana. Los autores españoles adoptarán
estos modelos y los adaptarán (Andreu Martín, Juan Madrid), y en otros casos, los
transgredirán para servir a otros fines (la serie Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán
como crónica socio-política, mordaz e irónica, de la transición democrática). Otras obras
son: La tabla de Flandes, de Arturo Pérez Reverte; El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz
Molina; La marca del meridiano (2012) o Los cuerpos extraños (2014) de Lorenzo Silva;
El silencio de los claustros (2009) de A. Jiménez Bartlet; La sombra del viento de C. Ruiz
Zafón; Ronda del Guinardó de Juan Marsé.
4. Novela neorrealista o de la generación X. Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los
años que van desde la caída del muro de Berlín (1989) hasta el 11 de septiembre de 2001,
cuando el nihilismo de esta generación de escritores perdió el favor de los lectores. Su
interés temático se centró en la representación de la conducta de los entonces jóvenes
adolescentes, sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del
sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta tendencia: Historias
del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que inauguró esta tendencia, Ray Loriga con
Héroes o Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas.
5. Otras tendencias son:
ɸ Novela lírica. El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda
de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares o La fuente de la edad,
de Luis Mateo Díez, Manuel Rivas, El lápiz del carpintero.
ɸ Novela autobiográfica: Corazón tan blanco, de Javier Marías; Ardor guerrero de
Antonio Muñoz Molina; El balcón en invierno (2015) de Luis Landero. Muchas de
estas novelas se han ocupado de los años del franquismo y de la lucha contra la
dictadura (El río de la luna, de José Mª Guelbenzu) y también del desengaño por la
transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo).
ɸ Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes
que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la
cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel
de Prada con Las máscaras del héroe o La tempestad. En general, desde un punto de
vista ideológico, rechazan los códigos éticos y morales.

Existe un marcado individualismo de los autores: los autores no forman hoy grupos porque no existe
una tendencia clara- por afinidad estética y/o ideológica- que los aglutine. Ante los problemas colectivos
manifiestan una mirada distanciadora, un tono humorístico o de amargo cinismo que, a veces, se manifiesta
como trivialidad. Las preocupaciones existenciales, los problemas en la realización de la propia
personalidad (se habla de neorromanticismo, de apoteosis de lo privado) siguen siendo los motivos que
prevalecen, como la soledad, la dificultad de las relaciones interpersonales, la intimidad, el amor, el
erotismo o la muerte.

JUAN MARSÉ
Juan Marsé nació el 8 de enero del año 1933 en Barcelona (España). Su nombre real era el de Juan
Faneca Roca, pero adoptó el apellido Marsé al morir su madre y ser adoptado por el matrimonio Marsé,
compuesto por José Marsé y Berta Carbó.

Después de terminar sus estudios primarios, Juan Marsé abandonó su instrucción académica para
comenzar a trabajar como aprendiz en un taller de relojería, en el que estuvo hasta los veintiséis años.

A finales de los años 50, el autodidacta Marsé inició su carrera como literato al escribir relatos cortos
para publicaciones como El Ciervo o Ínsula. También escribió sobre cine en una revista llamada Arcinema.

El cuento “Nada Para Morir” logró el Premio Sésamo, hecho que espoleó su carrera como escritor.
Marsé debutó como novelista con “Encerrados Con Un Solo Juguete” (1960), novela finalista de la
Biblioteca Breve de Seix Barral.

A partir de los años 60 residió en París trabajando como ayudante de laboratorio en el Departamento
de Bioquímica del Instituto Pasteur. Después de “Encerrados En Un Solo Juguete”, Marsé escribió “Esta
Cara De La Luna” (1962).

En Francia conoció a Teresa Casadesús, hija del pianista Robert Casadesús, a quien tomó como
inspiración para su personaje femenino de “Últimas Tardes Con Teresa” (1966), uno de sus libros más
populares con el que logró el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral.

A mediados de la década de los 60, Marsé colaboró en la escritura de guiones cinematográficos y


regresó a España, contrayendo matrimonio con Joaquina Hoyas. Escribió en las revistas Boccaccio y Por
Favor, y prosiguió su trayectoria literaria con títulos como “La Oscura Historia De La Prima Montse”
(1970), que prorrogó temáticas de su novela anterior.

Posteriormente aparecieron novelas como “Si Te Dicen Que Caí” (1973), título censurado en la
España franquista que recibió el Premio Internacional de Novela en México e introdujo las Aventis, “La
Muchacha De Las Bragas De Oro” (1978), libro por el que ganó el premio Planeta, “Un Día Volveré”
(1982), “Ronda De Guinardó” (1984), “El Amante Bilingüe” (1990), novela que consiguió el Premio
Ateneo de Sevilla, “El Embrujo De Shanghái” (1993), galardonada con el Premio Nacional de la Crítica y
el Aristeión, y “Rabos De Lagartija” (2000), novela que logró el Premio Nacional de la Crítica y el Premio
Nacional de Narrativa. En el año 1997 fue galardonado con el Premio Juan Rulfo.
Al margen de sus novelas, Juan Marsé ha escrito también libros de cuentos, como “El Teniente
Bravo” (1986) o “Cuentos Completos” (2003).

Después de “Rabos De Lagartija”, Marsé publicó “Canciones De Amor En Lolita’s Club” (2005),
novela ambientada en los años 80 y centrada en un expolicía que retorna a su pueblo para verse involucrado
en una intriga de terrorismo, prostitución y tráfico de inmigrantes. En el 2008 fue nombrado Premio
Cervantes. El galardón le fue entregado al año siguiente.

En “Un Día Volveré” (2009) narró la historia de Jan Julivert Monn, un guerrillero y atracador de
bancos que sale de prisión en la posguerra con la intención de reconducir su vida y desechar ánimos de
venganza. “Caligrafía De Los Sueños” (2011) es una historia ambientada en el barrio barcelonés de Gracia
de mediados de los años 40.

Sus últimas novelas fueron “Noticias Felices En Aviones De Papel” (2014) y “Esa Puta Tan
Distinguida” (2016). En el año 2017 apareció su recopilatorio de cuentos “Colección Particular” (2017).
Josep María Cuenca escribió su biografía en “Mientras Llega La Felicidad”. Falleció en Barcelona, tras
sufrir un fallo renal, el 18 de julio del año 2020. Tenía 87 años de edad.

ANTONIO MUÑOZ MOLINA


(Jaén, 10 de enero de 1956- ). Escritor y periodista español. Estudia Historia del Arte en la
Universidad de Granada y periodismo en Madrid, y trabaja durante unos años como funcionario
municipal. Paralelamente colabora con el diario Ideal y en 1984 publica El Robinsón urbano, libro que
recopila sus distintos artículos periodísticos.

En 1986, publica su primera novela Beatus ille, en la que ya aparece la ciudad imaginaria de Mágina,
que utilizará en repetidas ocasiones a lo largo de su carrera. Al año siguiente publica El invierno en Lisboa y
con ella obtiene el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa. En su obra se aprecia claramente
la influencia del cine negro y la novela policíaca, como puede constatarse en Beltenebros (1989). Con esta
obra se da a conocer al gran público, especialmente tras la adaptación al cine dirigida por Pilar Miró dos
años después.

En 1992, gana de nuevo el Premio Nacional de Literatura, esta vez por El jinete polaco, que le lleva
a obtener además el Premio Planeta de 1991. Los misterios de Madrid se edita como novela en 1992,
después de haberse publicado inicialmente por capítulos en El País. Otras de sus obras son Nada del otro
mundo (1994), Plenilunio (1997, Premio Femina Étranger de Francia y también llevada al cine), En
ausencia de Blanca (1999) y Ventanas de Manhattan (2004).

En 2004, es nombrado director del Instituto Cervantes de Nueva York, cargo que ocupa durante dos
años. Muñoz Molina es además miembro desde 1995 de la Real Academia Española, en la que ocupa el
sillón “u”. Su labor periodística le lleva a obtener en 2003 el Premio González-Ruano de Periodismo y el
Premio Mariano de Cavia. En 2007 es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén como
reconocimiento a toda su trayectoria. El 5 de junio de 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de
Asturias de las Letras convirtiéndose en el autor más joven a lo largo de sus treinta y tres ediciones pasadas
del premio. Además de los ya citados, ha recibido distintos premios como el Ícaro, el Crisol o el Euskadi
de plata.
La novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad
del siglo XX: características, autores y obras. Julio Cortázar,
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Aunque a principios del s. XX se cultiva un tipo de relato no realista, la tendencia más importante
es la no realista. Se pueden distinguir dos tipos de novela realista: de tema político-social, que denuncia la
marginación de los indios y su explotación por parte de los blancos (Los de debajo de Mariano Azuela y El
mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría), y de la tierra, cuya protagonista es la salvaje naturaleza americana
al que el hombre intentó dominar (La vorágine de José Eustasio Rivera, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos
y Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes).

La década de 1940 es un periodo de gran esplendor cultural para América Latina. Al finalizar la
Guerra Civil Española, muchos escritores y editoriales españolas se instalan en los países
hispanoamericanos. Al comenzar la segunda guerra mundial harán lo mismo numerosos intelectuales de
diversos países europeos. Por otra parte, se produce el regreso de los intelectuales hispanoamericanos a sus
países. En este marco socio-cultural se produce la renovación de la narrativa hispanoamericana, iniciada
por el argentino Jorge Luis Borges, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el cubano Alejo Carpentier.

A mediados de los años sesenta, la narrativa hispanoamericana alcanzó una proyección internacional
extraordinaria. La cantidad y la calidad de las obras que aparecieron en esos años hicieron que el fenómeno
se calificara de auténtico boom. En esta época destacan los siguientes narradores:

Julio Cortázar con su novela Rayuela, con la que causó numeroso impacto ya que utilizada técnicas
narrativas revolucionarias (como la estructuración de secuencias sueltas). También destacan sus cuentos
impregnados de realismo mágico con influencia de Kafka, entre los que destacan Bestiario, Final de juego
y Todos los fuegos, el fuego.

Mario Vargas Llosa sigue una tendencia realista renovada heredera del realismo del s. XIX, sin
influencias del realismo mágico. Dentro de su narrativa corta figura Los Cachorros, retrato de los ambientes
juveniles limeños. Sus obras más destacadas son La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en
la catedral.

Juan Carlos Onetti, cuyas novelas más destacadas son La vida breve y El astillero. Su obra se
caracteriza por la influencia del existencialismo, con personajes faltos de horizonte vital.

Ernesto Sábato, con obras como El túnel y Sobre héroes y tumbas.

Augusto Roa Bastos, autor de Yo El Supremo.

Carlos Fuentes que ha publicado dos novelas fundamentales: La región más transparente y La muerte
de Artemio Cruz.

José Donoso, cuyas obras más importantes son Coronación y El obsceno pájaro de la noche.

El autor más importante del boom es Gabriel García Márquez, cuya obra Cien años de Soledad es
la novela más emblemática del movimiento, al igual que el máximo exponente del realismo mágico, ya que
lo fantástico se mezcla con la realidad cotidiana. Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos
del cólera y Del amor y otros demonios son otras de sus novelas importantes.

Después del nivel alcanzado de los años 60 y 70, la narrativa hispanoamericana ha seguido aportando
autores de alta calidad. La temática sigue centrada en la realidad latinoamericana, pero ha remitido el
experimentalismo formal de los años 60. Destacan Augusto Monterroso, Roberto Bolaño, Fernando del
Paso, César Aira…

JUAN RULFO
En 1953 publicó El llano en llamas (al que pertenece el cuento Nos han dado la tierra) y en 1955
apareció Pedro Páramo. De esta última obra dijo Jorge Luis Borges: Pedro Páramo es una de las mejores
novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de toda la literatura”.

Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que pertenecieron al
movimiento literario denominado “realismo mágico”, y en sus obras se presenta una combinación de
realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios americanos, y sus personajes representan y
reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo
fantástico.

A Juan Rulfo le bastaron una novela y un libro de cuentos para ocupar un lugar de privilegio dentro
de las letras hispanoamericanas. Creador de un universo rural inconfundible, el narrador plasmó en sus
narraciones no sólo las peculiaridades de la idiosincrasia mexicana, sino también el drama profundo de la
condición humana. El llano en llamas (1953) reúne quince cuentos que reflejan un mundo cerrado y violento
donde el costumbrismo tradicional se desplaza para vincularse con los mitos más antiguos de Occidente: la
búsqueda del padre, la expulsión del paraíso, la culpa original, la primera pareja, la vida, la muerte. Pedro
Páramo (1955) trata los mismos temas de sus relatos, pero los traslada al ámbito de la novela rodeándolos
de una atmósfera macabra y poética. Este libro ostenta, además, una prodigiosa arquitectura formal que
fragmenta el carácter lineal del relato.

JULIO CORTÁZAR
(Bruselas –Bélgica–, 26 de agosto de 1914 - París –Francia–, 12 de febrero de 1984). Escritor,
profesor y guionista. Hijo de padres argentinos. Su padre fue destinado a la Embajada de Argentina en
Bélgica. Su familia se refugia en Suiza durante la Primera Guerra Mundial hasta 1918, que regresan a
Buenos Aires (Argentina). Obtiene el título de maestro en 1932.

Se identifica con el Surrealismo a través del estudio de autores franceses. Sus obras se reconocen
por su alto nivel intelectual y por su forma de tratar los sentimientos y las emociones. Fue un gran seguidor
de Jorge Luis Borges.

En 1935 comienza la carrera de Filosofía y Letras, da clases y publica estudios de crítica literaria.
De esta época es conocida su colección de sonetos Presencia (1938), que publica bajo el seudónimo de Julio
Denis.
En los años cuarenta, por problemas políticos, tiene que abandonar su puesto de profesor en la
universidad, y comienza la publicación de artículos y relatos en revistas literarias. Tras conseguir el título
de traductor oficial de inglés y francés se traslada a París, donde trabaja como traductor de la UNESCO.

En 1951 comienza su exilio. Dedica su vida a viajar, pero reside principalmente en París. Las
traducciones que realiza de Edgar Allan Poe (entre otros) influyen en su obra, como por ejemplo en su
colección de relatos Bestiario (1951).

A pesar de haber realizado distintas publicaciones durante todos estos años, no se hace famoso hasta
la publicación de Rayuela (1963), su obra maestra que refunda el género. Cortázar destaca por sus
misceláneas o del género “almanaque”, donde mezcla narrativa, crónica, poesía y ensayo, como por ejemplo
en La vuelta al día en ochenta mundos (1967) y 62, modelo para armar (1968).

El viaje que realiza a Cuba en los sesenta, le marca tanto que comienza su andadura política. Apoya
a líderes políticos como Fidel Castro, Salvador Allende o Carlos Fonseca Amador. Forma parte del Tribunal
Internacional Russell, que estudiaba las violaciones de Derechos Humanos en Hispanoamérica. En su Libro
de Manuel (1973), queda reflejado su compromiso político. En los años siguientes se destacan los
poemas Pameos y meopas (1971), los relatos de Octaedro (1974) y Queremos tanto a Glenda (1980) o Un
tal Lucas (1979) y Los autonautas de la cosmopista (1983) de su obra miscelánea. Éste último fue escrito
en colaboración con su tercera y última esposa, Carol Dunlop. En 1984, recibe el Premio Konex de Honor
en Argentina.

Poco antes de fallecer, publica su libro de poemas Salvo el crepúsculo (1984) y los
artículos Argentina, años de alambradas culturales (1984). En 1996, se publica póstumamente su
ensayo Imagen de John Keats y en el 2009 aparece Papeles inesperados, una obra miscelánea encontrada
por su primera esposa, Aurora Bernárdez.

MARIO VARGAS LLOSA


Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Arequipa, 28 de marzo de 1936), conocido como Mario Vargas
Llosa, es un escritor peruano que cuenta también con la nacionalidad española desde 1993. Considerado
uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos, sus obras han cosechado numerosos
premios, entre los que destacan el Nobel de Literatura 2010, el Cervantes (1994) (considerado como el más
importante en lengua española), el Premio Leopoldo Alas (1959), el Biblioteca Breve (1962), el Rómulo
Gallegos (1967), el Príncipe de Asturias de las Letras (1986) y el Planeta (1993), entre otros. En 2011 fue
acreditado y nombrado, por el rey Juan Carlos I de España, primer marqués de Vargas Llosa. Como escritor,
alcanzó la fama en la década de 1960 con novelas como La ciudad y los perros (1962), La casa verde (1965)
y Conversación en La Catedral (1969).

Continuó escribiendo prolíficamente en varios géneros literarios, incluyendo la crítica literaria y el


periodismo. Entre sus libros se encuentran obras de teatro, novelas policiacas, históricas y políticas. Varias
de sus novelas, como Pantaleón y las visitadoras (1973) y La fiesta del Chivo (2000), han sido adaptadas y
llevadas al cine. Muchas de las obras de Vargas Llosa están influidas por la percepción del escritor sobre
la sociedad peruana y por sus propias experiencias como peruano; sin embargo, de forma creciente ha
tratado temas de otras partes del mundo.
Desde que inició su carrera literaria en 1958 reside en Europa (entre España, Gran Bretaña, Suiza y
Francia) la mayor parte del tiempo, de modo que en su obra se percibe también una cierta influencia
europea. Al igual que otros autores hispanoamericanos, también ha participado en política.

Luego de simpatizar con el comunismo en su juventud, a partir de la década de 1970 se adscribió al


liberalismo. Fue candidato a la presidencia del Perú en las elecciones de 1990 por la coalición política de
centroderecha Frente Democrático perdiendo la elección en segunda vuelta frente al candidato de Cambio
90, Alberto Fujimori. Mario Vargas Llosa ha sido definido como uno de los más completos narradores de
su generación y una figura destacada de la literatura hispanoamericana.

Representante ideal del espíritu del Boom latinoamericano, pues nació literariamente con él y ayudó
a definirlo y a identificarlo con una nueva generación de escritores, su obra narrativa se caracteriza por la
importancia de la experimentación técnica, aspecto por el que es valorado como un maestro de la
composición novelística y en el que se ha desempeñado como un notable innovador de posibilidades
narrativas y estilísticas.

Desde el punto de vista temático, sus novelas tratan de la antinomia entre lo histórico y lo estructural,
en las que la presencia de estructuras demuestra el interés casi obsesivo que el autor tiene por estas.
Asimismo, en cuanto a los tonos, su obra presenta las características más variadas, desde el humor, el amor
y la comicidad hasta la caída trágica.

Por otra parte, el hecho de que el grueso de su producción literaria la haya realizado desde el
extranjero, explica el sesgo retrospectivo que domina buena parte de esta, así como la reconstrucción
constante que hace de vivencias íntimas o colectivas del Perú como base de su ficción, salvo algunas
excepciones como La guerra del fin del mundo y algunas de sus últimas novelas.

Novela

ɸ La ciudad y los perros (Seix Barral, 1963), Premio Biblioteca Breve 1962 y Premio de la
Crítica de Narrativa Castellana 1964
ɸ La casa verde (Seix Barral, 1966), Premio Internacional de Novela Rómulo
Gallegos 1967, Premio de la Crítica de Narrativa Castellana 1967 y Premio Nacional de
Cultura (Perú) 1967
ɸ Conversación en La Catedral (Seix Barral, 1969)
ɸ Pantaleón y las visitadoras (Seix Barral, 1973)
ɸ La tía Julia y el escribidor (Seix Barral, 1977)
ɸ La guerra del fin del mundo (Seix Barral, 1981)
ɸ Historia de Mayta (Seix Barral, 1984)
ɸ ¿Quién mató a Palomino Molero? (Seix Barral, 1986)
ɸ El hablador (Seix Barral, 1987)
ɸ Elogio de la madrastra (Tusquets, 1988)
ɸ Lituma en los Andes (Planeta, 1993), Premio Planeta 1993
ɸ Los cuadernos de don Rigoberto (Alfaguara, 1997)
ɸ La fiesta del Chivo (Alfaguara, 2000)
ɸ El Paraíso en la otra esquina (Alfaguara, 2003)
ɸ Travesuras de la niña mala (Alfaguara, 2006)
ɸ El sueño del celta (Alfaguara, 2010)
ɸ El héroe discreto (Alfaguara, 2013)
ɸ Cinco esquinas (Alfaguara, 2016)
ɸ Tiempos recios (Alfaguara, 2019)

Cuento

ɸ Los jefes (1959); incluye seis relatos:


₰ Los jefes, El desafío, El hermano menor, Día domingo, Un visitante y El abuelo
ɸ Los cachorros (1967)
ɸ «El hombre de negro» 126 (2019), en Letras Libres n.º 248.
ɸ «Los vientos» 127 (2021), en Letras Libres n.º 274.

Cuento infantil

ɸ Fonchito y la luna (2010)


ɸ El barco de los niños (2014)

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


(6 de marzo de 1927, Aracataca, Colombia - 17 de abril de 2014, México D.F.). Escritor y periodista
colombiano.

Nace y pasa sus primeros años en una zona caribeña del norte de Colombia, que le marca
especialmente por su contraste con Bogotá y otras zonas del país en las que vive más tarde. En 1947 empieza
a estudiar Derecho, carrera que abandona para dedicarse al periodismo. Sus primeros artículos se publican
en El Espectador y en El Heraldo y pasa a integrar el conocido como “Grupo de Barranquilla”, de cuya
mano conoce la obra de los autores que más adelante le influenciarán: Faulkner, Virginia Woolf,
Hemingway y Kafka, entre otros.

Su primera obra, La hojarasca, se publica en 1955. En esa misma fecha viaja a Europa por primera
vez y se queda allí cuatro años, viviendo en Ginebra, Roma y París. Durante su estancia en Francia, donde
atraviesa dificultades económicas, escribe El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora (publicadas
en 1961 y 1962, respectivamente).

Regresa a América en 1958 y se instala temporalmente en Venezuela, donde compagina una intensa
actividad periodística con la escritura de los relatos de Los funerales de la Mamá Grande (1962). Tras pasar
unos meses en Cuba, donde acaba de triunfar la revolución, y vivir un tiempo en Nueva York como
corresponsal, decide establecerse en México. Allí trabaja en publicidad y escribe su primer guion para el
cine, El gallo de oro, en colaboración con Carlos Fuentes.

Unos años después, en 1967, publica la que pronto se convierte en su obra más conocida, y a cuya
escritura dedica más de un año de intenso trabajo: Cien años de soledad. El éxito es inmediato, agotándose
la primera edición en apenas unos días, y para alejarse de la fama decide ir a Barcelona, donde vive de 1968
a 1974. Allí escribe El otoño del patriarca (publicado en 1975) y cuentos como Isabel viendo llover en
Macondo (1968) o Relato de un náufrago (1970).

En los años sucesivos alterna su residencia entre México, Cartagena de Indias, La Habana y París.
En 1982 recibe el Premio Nobel de Literatura y más adelante escribe El amor en los tiempos del
cólera (1985), El general en su laberinto (1989) y Doce cuentos peregrinos (1992). En ese tiempo participa
también en la fundación de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba), donde dirige
anualmente un taller de guion.

Tras obras como Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1996) publica en
2002 Vivir para contarla, donde narra aspectos biográficos de su infancia y juventud. Sus últimas obras
publicadas son Memoria de mis putas tristes (2004) y Yo no vengo a decir un discurso (2010).

Muere en México D.F. el 17 de abril de 2014. Los herederos de Gabriel García Márquez depositaron
el 24 de febrero de 2015 en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado del escritor in memoriam.

EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A 1939


Como espectáculo, sobre el teatro pesan unos condicionamientos comerciales muy fuertes:
predominio de locales privados, cuyos empresarios han de tener en cuenta los gustos del público (burgués
en su mayoría) que acude a sus salas. Esto tiene consecuencias tanto en el terreno ideológico (porque son
escasas las posibilidades de un teatro que vaya más allá de dónde puede llegar la capacidad de autocrítica
del público) como en el terreno estético (ya que habrá fuertes resistencias ante las experiencias que se salgan
de las formas tradicionales.)

Esto se manifiesta especialmente durante la primera mitad del siglo XX: el aislamiento de nuestro
país respecto a la cultura europea y los intereses económicos de los empresarios teatrales, que no se
arriesgaban a montar obras vanguardistas alejadas de los gustos y la mentalidad del público medio,
condicionan el estilo del teatro español que se resiste a evolucionar y se mantiene alejado de las
innovaciones del drama europeo. Muchos dramaturgos se verán ante un penoso dilema: o claudicar ante
tales condiciones o resignarse a que su producción, salvo excepciones, quede relegada a la “lectura”
minoritaria. Hasta el punto de que los intentos renovadores y rupturistas de autores que querían abrir nuevos
caminos, (Azorín, Unamuno, Valle-Inclán, Alberti, García Lorca...) estuvieron condenados a no verse casi
nunca sobre un escenario. Así se explica que el teatro español del primer tercio de siglo se reparta, a grandes
rasgos, en dos frentes:

1. El teatro que triunfa, conformista y continuador del teatro del XIX


2. El teatro innovador, casi siempre condenado al fracaso o incluso a no ser representado.

I.- EL TEATRO COMERCIAL DE PRINCIPIOS DE SIGLO:


El teatro que triunfa a principios de siglo es continuador en gran parte del que imperaba a finales del
XIX (drama posromántico de Echegaray, “alta comedia”, costumbrismo...) Se pueden señalar en él tres
grandes líneas:

1. la alta comedia o comedia burguesa, con Benavente y sus seguidores


2. el teatro poético
3. el teatro humorístico.

a) La alta comedia hace una crítica suave de los conflictos morales de la burguesía. Su
principal objetivo era entretener al público burgués que accedía al teatro.

Su máximo representante es Jacinto Benavente que compuso, con gran éxito de público, numerosos
dramas y triunfó en los escenarios españoles durante casi sesenta años.

Benavente dignificó el drama burgués eliminando los excesos posrománticos. Destaca su interés por
realizar una obra de calidad, con una buena construcción dramática, lujosos decorados y lenguaje cuidado,
en la que se defienden los valores morales tradicionales, aunque en ocasiones se permita una sátira suave
de la sociedad de su época. Pero su teatro resulta conservador y escapista, apenas implicado en los conflictos
que plantea.

Sus obras se mantendrán en esta línea de la llamada “comedia de salón” (El nido ajeno, La noche
del sábado, Rosas de otoño...), salvo excepciones. La excepción más notable es Los intereses creados, su
obra maestra, una farsa que utiliza el ambiente y personajes de la vieja Comedia Dell ‘arte, pero que encierra
una cínica visión de los ideales burgueses y de una época dominada por el materialismo. También intentó
el drama rural con obras como Señora ama o La malquerida.

b) El teatro poético, de tono neorromántico y con aportaciones formales del Modernismo


(el verso sonoro, los efectos coloristas, etc.)

Este teatro, escrito en verso, mezcla el drama histórico-romántico con un lenguaje modernista
superficial y sensorial. Presenta una ideología tradicionalista que exalta los ideales nobiliarios y los grandes
hechos del pasado. Los cultivadores más destacados de esta corriente son:

ɸ Francisco Villaespesa: Doña María de Padilla.

ɸ Eduardo Marquina. Cosechó grandes éxitos de público con dramas como Las hijas del Cid,
En Flandes se ha puesta el sol o Teresa de Jesús.
ɸ Dentro del teatro en verso, aunque con diferencias de enfoque, cabe situar las obras escritas
en colaboración por los hermanos Machado. También se inspiraron en personajes históricos
como en Juan de Mañara. Otras son de tema moderno, como La Lola se va a los puertos.
c) El teatro cómico: la comedia costumbrista y el sainete.

El teatro humorístico de principios de siglo aborda temas superficiales con una trama fácil que se
resuelve favorablemente. Presenta personajes populares y castizos que resultan divertidos por su lenguaje.

Autores: los hermanos Quintero (Serafín y Joaquín) llevan a escena una Andalucía tópica y sin más
problemas que los sentimentales. Ligereza y diálogo intrascendente son los rasgos de obras como El patio,
El genio alegre, Las de Caín.
Carlos Arniches ha merecido mayor interés de la crítica. Dos sectores presenta su producción. De
una parte, los sainetes de ambiente madrileño, interesantes por un habla «castiza» en parte creada por el
autor y en la que se basa la gracia del diálogo (El santo de la Isidra, Los milagros del jornal, La chica del
gato, Don Quintín el amargao...)

Su otra vertiente, de mayor nivel dramático, es lo que él llamó “tragedia grotesca”, obras en las que
se funden lo risible y lo conmovedor, con una observación de costumbres más profunda y una actitud crítica
ante las injusticias. Ejemplo de ello es La señorita de Trevélez sobre una sangrante broma de unos señoritos
provincianos. La visión social alcanza cierta agudeza en Los caciques.

En un nivel inferior de calidad -no de éxito-, se sitúa el género cómico llamado “astracán” (o
“astracanada”), cuyo creador fue Pedro Muñoz Seca. Son piezas descabelladas, sin más objetivo que
arrancar la carcajada, pero no puede olvidarse un título como La venganza de don Mendo, hilarante parodia
de dramas románticos o neorrománticos y, de rechazo, del teatro en verso de aquellos años.

II: EL TEATRO INNOVADOR.


Durante el primer tercio de siglo, el teatro comercial convive con algunos intentos de autores que,
influidos por corrientes europeas (Ibsen, Chejov, Pirandello, vanguardias.) escriben un teatro que pretende
innovar, sea aportando nuevas técnicas, sea adoptando nuevos enfoques ideológicos, o ambas cosas a la
vez. En esa dirección se hallan, en la primera generación, la experiencia de algunos noventayochistas o
coetáneos como Valle-lnclán; más tarde, nuevos impulsos renovadores, debido a las vanguardias y a la
generación del 27.

a) El teatro del 98 y sus coetáneos

Unamuno cultivó el teatro como un cauce más para presentar los conflictos e ideas que le
obsesionaban. Es un teatro filosófico, sin acción, con un diálogo denso y sin concesiones a las exigencias
escénicas. Fedra y El otro.

Azorín hizo tardíamente unos experimentos teatrales que iban en la línea de lo irreal y lo simbólico.
Su teatro da gran importancia a la palabra y muestra la obsesión del autor por el paso del tiempo. Lo
invisible, sobre el sentimiento de angustia ante la muerte.

Ramón Mª del Valle-lnclán. Su originalidad lo aleja de cualquier encasillamiento pues, aunque la


crítica más tradicional lo suele encuadrar en la Generación del 98, su visión estética le aleja de este grupo.

La producción de Valle es considerable y variada: novelas, cuentos, teatro, poesía..., aunque


seguramente es su teatro el que más trascendencia ha tenido. En todos los géneros presenta una singular
evolución: de un Modernismo elegante y nostálgico a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión
de la realidad. Esta sátira deformadora será la base de lo que él llamará después esperpento.

Evolución: Podemos clasificar su obra en tres etapas:

1. Etapa modernista. En sus primeras obras se observa la influencia directa de Rubén Darío,
con un lenguaje cuidado y refinado, para plasmar un mundo decadente y esteticista: El
yermo de las almas, El marqués de Bradomín.
2. Etapa de transición (También llamada etapa del ciclo mítico). Se inicia a partir de 1907. El
autor adopta un tono más crítico y agresivo y un lenguaje que, aunque no se aleja
completamente del Modernismo, se vuelve más duro. Podemos destacar el ciclo de las
Comedias bárbaras, una trilogía (Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de plata)
sobre su Galicia natal cuyo protagonista, Don Juan de Montenegro, es un personaje vicioso
y pendenciero.
3. La época de los esperpentos. Valle- Inclán inicia la estética del esperpento en 1920. En ese
año publica cuatro obras dramáticas decisivas: Farsa italiana de la enamorada del rey, Farsa
y licencia de la Reina Castiza, (ambas ubicadas grotescamente en la corte de Isabel II),
Divinas palabras (con una cruel visión de la Galicia rural) y Luces de bohemia. La
deformación “esperpéntica” está ya presente en esas obras, sobre todo en las dos últimas,
pero es Luces de bohemia la primera a la que Valle-Inclán da el nombre de esperpento.
Tres son los esperpentos escritos en los años siguientes: Los cuernos de don Friolera, Las
galas del difunto y La hija del capitán, recogidos después bajo el título común Martes de
carnaval.

El esperpento es, según Valle-Inclán, una estética deformadora que resalta lo grotesco y supone “una
superación del dolor y de la risa”, es decir, supone una deformación de la realidad contemporánea,
presentada de forma humorística y cruel. En los diálogos de Luces de Bohemia lo formula con frases como
éstas: “El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente
deformada”; “España es una deformación grotesca de la civilización europea”; o “Las imágenes más bellas
en un espejo cóncavo son absurdas”. A través del esperpento, Valle-Inclán hace una crítica ácida de la
España de la época y sus instituciones, y muestra un mundo absurdo en el que todo está del revés. Para
lograrlo, utiliza los siguientes procedimientos:

₰ Deformación caricaturesca de la realidad y de los personajes que, desprovistos de


humanidad, son tratados como marionetas, mediante procedimientos de animalización y
cosificación.
₰ Creación de situaciones absurdas y exageradas.
₰ Utilización de la ironía y la sátira.
₰ Uso de un lenguaje coloquial, que llega incluso a lo vulgar, lleno de casticismo y de juegos
de palabras. Respecto al lenguaje, hay que citar también la gran originalidad. Las
acotaciones, muy largas, y de gran valor literario, describen en pocos trazos a un personaje
o sitúan con gran plasticidad en un ambiente.

Valle-Inclán destaca como un conocedor profundo del castellano y como un gran innovador teatral
que anticipó técnicas cinematográficas (saltos en el tiempo, escenarios múltiples, etc.) y acercó el teatro
español a lo que se estaba haciendo en el resto de Europa. Puede decirse que se anticipó a su tiempo y,
durante mucho tiempo se consideró que su teatro era irrepresentable, por su manera de concebir la realidad
y el texto dramático. Sin embargo, actualmente, las nuevas técnicas escénicas permiten montar sus obras,
con la libertad e imaginación que las caracterizan. Jacinto Grau. Su teatro “distinto”, denso, culto y
profundo, despertó interés en París, Londres, Berlín... y fracasó en España. Su obra, poco extensa, se
interesa especialmente por grandes mitos o temas literarios. El Conde Alarcos, trata el tema de Don Juan
en Don Juan de Carillana y El burlador que no se burla, El hijo pródigo sobre la parábola evangélica... Pero
su obra maestra es El señor de Pigmalión (1921), transposición moderna del famoso mito clásico, en la que
presenta a un artista, creador de unos muñecos que, anhelantes de vida propia, se rebelarán contra él.

En la generación del 14, destaca Ramón Gómez de la Serna (pionero del Vanguardismo español).
Escribe obras vanguardistas con un lenguaje difícil que, en su mayoría, se quedaron sin representar. Era,
como él mismo dijo, un teatro escrito para “el que no quiere ir al teatro”. En 1.929 estrenó Los medios
seres, cuyos personajes aparecen con la mitad del cuerpo totalmente negra, como símbolo de la personalidad
incompleta, parcialmente realizada y parcialmente frustrada.

b) Teatro de humor intelectual


En 1927 inicia su carrera teatral Jardiel Poncela, autor que juega con el lenguaje y las
situaciones grotescas, pero su obra más abundante se sitúa en la posguerra. También Miguel
Mihura, precursor del teatro del absurdo, escribe sus Tres sombreros de copa en 1932, pero
sólo la estrenaría veinte años más tarde.
c) El teatro de la Generación del 27

Tres facetas destacaremos en la dramática de la generación:

a) una depuración del “teatro poético”,


b) la incorporación de las formas de vanguardia, y
c) el propósito de acercar el teatro al pueblo.

Rafael Alberti escribe un teatro vanguardista que evoluciona hacia el compromiso. El hombre
deshabitado, de tipo surrealista y Fermín Galán, sobre un héroe republicano fusilado, que representa su giro
hacia una literatura comprometida. Alberti seguirá cultivando un teatro político, cuya obra más importante
es Noche de guerra en el Museo del Prado (1956).

Miguel Hernández se sitúa entre la G. del 27 y la del 36. Escribe un teatro reivindicativo y
comprometido, de trama sencilla.

Alejandro Casona. sitúa sus obras, de tono intensamente lírico, en el mundo irreal de los sueños.
Aporta un aliento poético a su dramaturgia. Un gran éxito fue Nuestra Natacha. Continuó su producción en
el exilio, con títulos como La barca sin pescador, Los árboles mueren de pie, La dama del alba... Alejandro
Rodríguez Álvarez, que se hizo conocido como autor teatral con el seudónimo de Alejandro Casona, nació
en Besullo - Cangas del Narcea, Asturias, 23 de marzo de 1903. Fue hijo de maestros. Pasó su primera
infancia en el pueblo asturiano de Besullo y a los cinco años la familia se trasladó a Villaviciosa. Estudió
el Bachillerato en Gijón, y Filosofía y Letras en las universidades de Oviedo y Murcia. En 1922 entró en la
Escuela Superior de Magisterio de Madrid, realizó las prácticas en 1927. En 1928 fue destinado como
maestro al pueblo de Les (Lérida), en el valle de Arán, como inspector de enseñanza primaria. Allí fundó,
con los chicos de la escuela, el teatro infantil “El Pájaro Pinto”, y se casó en San Sebastián con Rosalía
Martín Bravo, compañera de estudios de Madrid.

En 1931, tras una fugaz estancia como inspector en Asturias y en León, opositó con éxito por una
plaza en la Inspección Provincial de Madrid, donde fijó su residencia hasta el comienzo de la Guerra Civil.
Proclamada la II República, el recién creado Patronato de Misiones Pedagógicas le asignó el cargo de
director del «Teatro del Pueblo» (1933). Escribía sin cesar obras teatrales y también publicó algo de poesía:
El peregrino de la barba florida (1926) y La flauta del sapo (1930). En 1934 recibió el premio Lope de Vega
por su comedia La sirena varada, que se estrenó en el Teatro Español con un éxito clamoroso. También
ganó el Premio Nacional de Literatura en 1934 por su libro de prosas infantiles Flor de leyendas.

En 1937 tuvo que exiliarse a Argentina por la Guerra Civil Española, Buenos Aires le brindó sin
embargo éxitos clamorosos como el de Los árboles mueren de pie estrenada en 1949 y representada
ininterrumpidamente hasta 1952.

En 1963 regresó a España tras veinticinco años de exilio, y estrenó una obra sobre Quevedo, El
caballero de las espuelas de oro que fue estrenado en el teatro Bellas Artes de Madrid la noche del 1 de
octubre de 1964, por la compañía de José Tamayo, con ilustraciones musicales de Cristóbal Halffter. Murió
en Madrid, el 17 de septiembre de 1965.

Max Aub entre 1923 y 1935 escribe, como él dice, “comedias de vanguardia” impropias para los
teatros españoles al uso benaventino.

Su tema central es la incapacidad del hombre para comprenderse, para comprender la realidad y para
comunicarse. Durante la guerra, contribuye al teatro político y “épico”. Sus obras más importantes son las
del exilio: Los trasterrados (sobre el destierro), grandes dramas sobre el nazismo, la guerra mundial y sus
secuelas: San Juan, Morir por cerrar los ojos, No...

Pero el gran dramaturgo de la G. del 27 es García Lorca.

La personalidad de Lorca ofrece un doble rostro: de un lado, su vitalidad arrolladora, desbordante


de simpatía; de otro, un íntimo malestar, un dolor de vivir, un sentimiento de frustración. Ese malestar, esa
frustración, laten en toda su obra, junto a manifestaciones de creación bulliciosa, llena de gracia, hasta
juguetona. El tema del destino trágico, la imposibilidad de realización sería el elemento que da unidad a su
producción poética y teatral.

Su producción para el teatro raya a una altura pareja a la producción poética y es una de las cumbres
de la dramaturgia española. García Lorca es, junto con Valle Inclán, el máximo exponente de la renovación
teatral de principios del siglo XX en España, si bien su temprana muerte cortó una trayectoria ejemplar,
que, además, sufrió la censura después de la guerra, que impidió la representación de sus obras durante
muchos años.

Sin embargo, en el extranjero fue pronto considerado un clásico.

Características fundamentales de su teatro son las siguientes:

1. La visión del teatro como obra social y didáctica. Por ello creó, junto a jóvenes universitarios, el
grupo La Barraca con el que pretendía difundir el legado del teatro clásico por los pueblos de
España.: (“En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay
que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan
las azucenas”)
2. El tratamiento de un tema básico, tanto en sus obras menores o farsas como en sus tragedias: el
enfrentamiento entre el deseo y la realidad opresiva. Este tema engloba otros, como el malestar
del marginado, la lucha contra las convenciones, el amor imposible o frustrado, la maternidad y la
esterilidad, la rebeldía y la sumisión, la crítica política, etc. El destino final de sus personajes, fruto
de ese enfrentamiento es la muerte trágica, lo cual revela la influencia de los mitos clásicos de la
tragedia griega y su intento de insuflar a la escena española el espíritu de la tragedia (“Hay que
volver a la tragedia. Nos obliga a ello la tradición de nuestro teatro dramático. Tiempo habrá de
hacer comedias, farsas. Mientras tanto, yo quiero dar a nuestro teatro tragedias”). Lorca lleva a
escena amores condenados a la soledad o a la muerte, casi siempre encarnados en mujeres (con un
aspecto particular como el de las ansias insatisfechas de maternidad). Pero el alcance es mucho
más amplio que el de un teatro “feminista”; se trata de la tragedia de la persona condenada a una
vida estéril, a la frustración vital, por fuerzas que se sitúan unas veces en un plano metafísico (el
Tiempo, la Muerte) y otras en un plano social (los prejuicios de casta, los yugos sociales, las
convenciones)
3. La poetización constante de elementos de la vida cotidiana. Se consigue a través de:
₰ Fragmentos poéticos, cargados de simbolismo que interrumpen el diálogo en prosa.
₰ Alegorías (la Muerte) y símbolos que tienen un significado preciso (colores, ruidos,
paisajes...)
₰ Personajes genéricos (la Madre, el Novio...), sin nombre propio y que representan un
estereotipo.
₰ Música y elementos populares. (Como también aparecen en su obra poética).
4. La tradición popular está también muy presente en su producción dramática, no sólo en los
personajes, el lenguaje, la ambientación rural, sino también en su interés por el teatro de títeres
(heredero de la muñequización propia de la estética del esperpento de Valle- Inclán). Lorca
escribió “farsas para guiñol” (El Retablillo de don Cristóbal, por ejemplo) “farsas para personas”
(La zapatera prodigiosa), en todas ellas la imaginación y la ternura poética son rasgos dominantes.

Evolución del teatro de García Lorca.

El teatro de Lorca evoluciona hacia una mayor densidad dramática y una dimensión más universal,
al tiempo que, paradójicamente, sus dramas se enraízan cada vez más en la realidad española. Combina el
verso y la prosa, pero poco a poco, el verso se reserva para momentos de especial intensidad o para
canciones populares que ahonden el clima dramático, mientras en su última obra domina una prosa
descarnada llena de patetismo. Por otra parte, cada vez se interesa más por los problemas colectivos y el
teatro de dimensión social.

Podemos clasificar su producción en tres etapas:

ɸ Primera etapa. En la década de los años veinte, tras pequeñas obras guiñolescas como El
maleficio de la mariposa (1920) y Títeres de cachiporra (1923), le llega el éxito con
Mariana Pineda (1927), drama en verso sobre la joven ajusticiada en Granada en el s.
XIX por bordar una bandera liberal. De más calidad es La zapatera prodigiosa (1926),
simpático texto sobre una joven zapatera casada con un hombre mayor que ella. la etapa
se cierra con Amor de Perlimplín con Belisa en su jardín y Retablillo de don Cristóbal,
farsas sobre el amor imposible.
ɸ Segunda etapa. Igual que en poesía, tras su viaje a Nueva York, el lenguaje surrealista
irrumpe también en su teatro. De esta época son El público (1930), obra en la que
condena a una sociedad llena de prejuicios y Así que pasen cinco años (1931), donde
aparecen temas como el paso del tiempo y la muerte.
ɸ Tercera etapa. De 1933 a 1936 escribe sus dramas más importantes, protagonizados por
mujeres, en los que lo popular cobra mayor relevancia. A esta etapa pertenecen la farsa
dramática Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935), sobre el patético
problema de la soltería de una señorita de provincias. Y sobre todo la cima de su teatro,
la Trilogía dramática de la tierra española, integrada por tres tragedias de ambiente rural:
Bodas de sangre (1933), donde una novia huye con su amante el día de la boda; Yerma
(1934) sobre la maternidad frustrada, y La casa de Bernarda Alba (1936), considerada
su obra maestra y que no pudo ver representada en vida.

En síntesis, Lorca combina las técnicas surrealistas, especialmente en el lenguaje (símbolos,


metáforas e imágenes originales y nuevas), con la temática tradicional y popular (lo andaluz, lo folclórico,
el mundo de los gitanos). Respecto a la temática profunda de sus obras, asombra por su unidad, y no es
distinta de la que vertebra su poesía. García Posada señala que “el elemento neurálgico del universo
lorquiano es la frustración”. En toda su producción se refleja su hondo malestar y dolor de vivir. Lorca lleva
a escena destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o a la muerte, amores marcados por la
esterilidad.

TEXTOS COMPLEMENTARIOS
“Si Lope de Vega viviese hoy, lo más probable es que no fuese autor dramático, sino novelista.
¡Habría que oír al “Fénix” cuando los empresarios le hablasen de las conveniencias de escribir manso y
pacato para no asustar a las niñas del abono!... El autor dramático con capacidad y honradez literaria hoy
lucha con dificultades insuperables, y la mayor de todas es el mal gusto del público. Fíjese usted que digo
el mal gusto y no la incultura. Un público inculto tiene la posibilidad de educarse, y esa es la misión del
artista. Pero un público corrompido con el melodrama y la comedia ñoña es cosa perdida [...]”

Valle-Inclán

“...El teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y color genuino
de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego
o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama “matar el tiempo”. [...] Mientras que actores y autores estén
en manos de empresas absolutamente comerciales, libres y sin control literario ni estatal de ninguna especie,
empresas ayunas de todo criterio y sin garantía de ninguna clase, actores, autores y el teatro entero se
hundirá cada día más, sin salvación posible. [...,] Aquí lo grave es que las gentes que van al teatro no quieren
que se les haga pensar sobre ningún tema moral. [...] En cuanto los de arriba bajen al patio de butacas, todo
estará resuelto. Lo de la decadencia del teatro a mí me parece una estupidez. Los de arriba son los que no
han visto Otelo ni Hamlet, ni nada, los pobres. Hay millones de hombres que no han visto teatro. ¡Ah! ¡Y
cómo saben verlo cuando lo ven!”

F. García Lorca.

EL TEATRO ESPAÑOL DESDE LA POSGUERRA A LA


ACTUALIDAD.
Al terminar la Guerra Civil el teatro español había perdido a los autores más innovadores de la época
inmediatamente anterior, como Valle-Inclán, Lorca o Unamuno.

Otros muchos estaban en el exilio: Max Aub, Alberti y Alejandro Casona, cuyas obras no serán
conocidas hasta muchos años después por el público español.

Mientras en los escenarios europeos se representaban obras muy novedosas (el teatro épico-colectivo
de Bertold Brecht o el “teatro del absurdo” de Eugène Ionesco y Samuel Beckett), la escena española estaba
invadida por un teatro burgués convencional destinado a entretener a un público mayoritariamente
conservador. Por otra parte, la censura impedía estrenar obras que supusieran el mínimo atentado contra los
valores sociales o morales establecidos. Así seguirá el panorama hasta 1949, año del estreno de Historia de
una escalera, de Buero Vallejo, que inicia un camino hacia la

renovación.

El teatro de la inmediata posguerra.


En la posguerra se representan en los teatros de las ciudades piezas escritas para el público burgués.
Este tipo de teatro acoge una larga nómina de dramaturgos (José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo, José
López Rubio, Juan Ignacio Luca de Tena...). cuyos estrenos se convierten en acontecimientos sociales. Se
puede decir que este teatro continúa en la línea de la comedia de salón de principios de siglo: diálogos
fluidos, sorpresas bien calculadas, personajes de clase media sin problemas económicos y asuntos que se
repiten: enredos amorosos, aparentes infidelidades o conflictos entre padres e hijos. Entre los tipos de obras
que se representan, destacamos las siguientes:

ɸ La comedia de enredo, el género por excelencia de este tipo de teatro. Lo representa en


todos sus rasgos JOSÉ LÓPEZ RUBIO, premio nacional de Teatro en 1954. Todos sus
estrenos (Celos del aire, La otra orilla, La venda en los ojos) fueron un gran éxito de
taquilla.
ɸ El costumbrismo, cultivado por JOSÉ MARÍA PEMÁN en obras como, La viudita naviera.
ɸ Las obras de tema histórico de LUCA DE TENA: ¿Dónde vas, Alfonso XII?
ɸ El humor absurdo, de JARDIEL PONCELA y MIGUEL MIHURA, que practican una
comedia de humor bastante innovadora, en la que integran lo inverosímil y lo absurdo con
un lenguaje irónico y crítico con las convenciones burguesas. Jardiel Poncela tiene como
base de su teatro la inverosimilitud y lo fantástico para presentar una caricatura de la
sociedad. Así sucede en Eloísa está debajo de un almendro (1940) o Los habitantes de la
casa deshabitada (1942). Miguel Mihura ya rompió los esquemas del teatro cómico en
1932, escribiendo Tres sombreros de copa, que no se estrenaría hasta 1952. En esta y otra
piezas teatrales, Mihura se burla de los tópicos, de la vida burguesa, la autoridad y las
normas sociales mediante una comedia disparatada, irónica y exagerada, pese a su
desenlace pesimista.

El teatro existencial y del realismo social.


Entre las décadas de los cincuenta y los setenta se sitúan tres autores que llevan al teatro las angustias
de la condición humana, el compromiso, la denuncia ante la injusticia y la lucha por la libertad: Antonio
Buero Vallejo, Alfonso Sastre y Antonio Gala.

ANTONIO BUERO VALLEJO resume en la evolución de su obra la trayectoria del teatro español
después de la guerra, ya que sus dramas han ido adaptándose a las distintas corrientes del teatro de este
siglo. Todas sus piezas indagan sobre la condición humana. Sus personajes viven en un eterno interrogante,
pero apoyados en la esperanza. Recupera para el teatro la “catarsis” de la tragedia clásica: sus obras
conmueven al espectador y le obligan a tomar conciencia de lo que vive.

Luchó en las filas republicanas y, al término de la guerra civil, permaneció varios años en la cárcel
franquista, donde coincidió con Miguel Hernández. En 1949 se dio a conocer (y obtuvo ya el premio Lope
de Vega) con Historia de una escalera, que trata de las aspiraciones y frustraciones de los inquilinos de una
casa de vecinos del viejo Madrid. La obra causó impacto por su realismo y su contenido social.

En sus primeras obras, Buero Vallejo se propuso desvelar la angustia y soledad en las que se debate
la existencia humana, casi siempre en condiciones mediocres, cuando no hostiles. Representativas de esta
primera tendencia son la citada Historia de una escalera y Palabras en la arena, ambas de 1949.

En la etapa posterior, particularmente vasta, el autor muestra una tendencia al mito, la leyenda y la
fábula, en obras como En la ardiente oscuridad (1950), La tejedora de sueños (1952), Madrugada (1953),
Hoy es fiesta (1956), Las cartas boca abajo (1957), La doble historia del doctor Valmy (1964), El tragaluz
(1967), Llegada de los dioses (1971), La fundación (1974), Caimán (1981), Diálogo secreto (1984), Lázaro
en el laberinto (1986) y Música cercana (1989).

Una poderosa tendencia que anima su teatro es incorporar, convenientemente retocadas, corrientes
antiguas del teatro español que han sido desdeñadas. Otro de los ejes de su dramaturgia es la preocupación
por la realidad española y el intento de propiciar una reflexión apasionada y serena, rigurosa pero abierta,
que abra la conciencia civil al espejo de la historia.

Siguiendo esta línea de interpretación, el crítico Rodríguez Puértolas, al referirse a Las Meninas
(1960), ha escrito: “Buero obliga (...) a los espectadores y lectores a entrar, violentamente casi, a través del
espejo (...) en el espíritu y los problemas del siglo XVII, pero al propio tiempo, esos espectadores y lectores,
como el mismo autor, pertenecen a la España del siglo XX. Los dos mundos, no tan distantes como podría
suponerse, se unen así ante la pintura- símbolo”. El suyo resulta de este modo un valioso instrumento en la
tarea de desbrozar las líneas que unen el pasado con el presente.

Mediante el recurso al simbolismo y a la reflexión histórica, el autor esquivó de paso los rigores de
la censura bajo el régimen de Francisco Franco y pudo ver estrenadas sus obras con relativa normalidad.
En todo caso, el “posibilismo” defendido y practicado por Buero Vallejo provocó en los años sesenta una
áspera polémica con Alfonso Sastre.

Pero no se puede afirmar que los problemas políticos de España no sean abordados en su teatro: por
ejemplo, en El tragaluz, donde unos investigadores del siglo XXII reconstruyen con reflectores
(procedimiento distanciador con ecos de Bertolt Brecht) los pensamientos y la actuación de una familia
española en la posguerra; y en La doble historia del doctor Valmy (1968), estrenada en Inglaterra y
prohibida por la censura española hasta 1976, que trata el tema de la tortura y la inconsciencia de los
torturadores.

El concierto de San Ovidio (1962) y El sueño de la razón (1970) son otras obras que hablan de esa
preocupación por desvelar enigmas que cubren momentos cruciales de la historia española. Buero Vallejo,
que luchó contra toda clase de adversidades (particularmente contra la censura) y que nunca abdicó de sus
ideas ni de una actitud ética de compromiso con los más débiles, recibió numerosos homenajes a lo largo
de su vida. El mundo oficial se rindió ante su talento, y le concedió el Premio Nacional de Teatro (1980) y
el Cervantes (1986). Fue también galardonado con el Premio Nacional de las Letras (1996) y con el Premio
Max Honorífico (1999).

El teatro de ALFONSO SASTRE se caracteriza principalmente por una actitud de denuncia social,
acompañada por intentos de renovación de técnicas dramáticas. Fundó un grupo de teatro experimental que
llamó Arte Nuevo y que derivó más tarde en T.A.S (Teatro de Agitación Social) con el que representaba
obras de Bertold Brecht y otros autores europeos y americanos, pero el proyecto no llegó a tener grandes
éxitos.

Publicó diversos artículos en los que expuso su teoría del teatro como un arte social que serviría para
agitar las diversas esferas de la vida española. Su producción dramática es amplia y aún no se han
representado muchas de sus obras, ya que nunca conectó totalmente con el gusto del público, además de
los grandes problemas de censura que tuvo que sufrir.

Entre sus dramas destacan Escuadra hacia la muerte (1953), una pieza antibelicista en la que
desarrolla el conflicto entre autoridad y libertad; y La mordaza (1954) en la que vuelve al tema de la tiranía
con un planteamiento parecido al de Lorca en Bernarda Alba.

En esta época inicia también su andadura teatral ANTONIO GALA, que enlaza con la comedia de
salón y un teatro más existencial y simbolista. La amplia obra teatral de Gala ha sido más apreciada por su
público que por parte de la crítica, la cual encuentra dificultad a la hora de clasificarla debido al carácter
lírico y épico que el autor imprime en su trabajo. Entre sus obras destacan Los verdes campos del edén
(1963), Noviembre y un poco de hierba (1967); en los setenta cultiva los dramas históricos, como Anillos
para una dama (1973) Las cítaras colgadas de los árboles (1974). En los setenta destaca la comedia ¿Por
qué corres, Ulises? (1975). Otras obras suyas son El cementerio de los pájaros (1982) y Los bellos
durmientes, sobre la juventud sin ideales.

El teatro experimental y renovador (1968 –1975).


Poco a poco, las innovaciones teatrales europeas llegan a España. Hacia 1970 se produce una
renovación teatral basada en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales. Casi se destruye
la acción y se utilizan la alegoría, los símbolos y lo abstracto en escena. A este modo de representar se le
ha llamado “teatro subterráneo”. Son autores y grupos disconformes con el sistema que pretenden llevar su
protesta a través del teatro.

Es en esta etapa de renovación cuando surgen los grupos de teatro independientes, con montajes de
espectáculos propios: el TEI (Teatro Experimental Independiente), Tábano, La Cuadra, y los grupos
catalanes, muy numerosos: Els Joglars, Els Comediants, Dagoll Dagom, Teatre Lliure y La Fura dels Baus.

Mención aparte en esta línea merece la figura de FERNANDO ARRABAL, quien propuso una
revolución total de la escena en la línea vanguardista. Creó su llamado teatro pánico, estrenado siempre en
Francia, con rasgos tomados del Surrealismo y del Esperpento de Valle-Inclán. Sobresale una actitud de
rebeldía ante lo que el autor considera lo absurdo y la sinrazón del mundo. Entre sus obras destacan El
cementerio de automóviles, Picnic y Róbame un billoncito.

El teatro desde 1975.


La restauración de las libertades democráticas a partir de 1975 posibilitó la llegada a los escenarios
de buena parte del teatro que había permanecido soterrado, invisible. Nos encontraremos en estos años y
en la actualidad con una gran diversidad de tendencias. Veamos algunas de las más significativas:

ɸ Obras de técnica vanguardista que continúan las experimentaciones del período anterior.
En esta tendencia destacan Francisco Nieva, Fernando Arrabal y los Grupos de Teatro
Independientes (Els Joglars, Els Comediants, La fura dels Baus, La cubana, Esperpento-
Mediodía, Dagoll-Dagom, Teatro de La Abadía, La Cuadra, etc.).
ɸ Obras de técnica y orientación realista. Tenemos, por un lado, obras de tema histórico y
contenido crítico, como ¡Ay, Carmela! (1987) de JOSÉ SANCHÍS SINISTERRA o Las
bicicletas son para el verano, de FERNANDO FERNÁN GÓMEZ, frente a otras obras de
corte más comercial que continúan las formas de la comedia de salón, aunque adaptadas a
los nuevos tiempos. Entre otros autores, podemos destacar a FERMÍN CABAL que tuvo
gran éxito con Tú estás loco, Briones (1978).
ɸ La comedia de costumbres, donde destaca JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS,
ambientada en la ciudad moderna con los problemas que en ella se encuentran: paro,
delincuencia, droga, como La estanquera de Vallecas (1980) y Bajarse al moro (1984)
ɸ Y, por supuesto, seguimos contando con las nuevas obras de autores ya consagrados:
Buero Vallejo, ya fallecido, Sastre o Antonio Gala, por ejemplo, que se han ido adaptando
a las nuevas tendencias y a los nuevos problemas de nuestra sociedad. Una constante del
teatro en la actualidad es que ya nada tiene en común con el teatro de cámara: se ha olvidado
de los vestuarios elaborados, de las pelucas, de maquillaje y de las escenografías que
intentaban ser realistas. La escena contemporánea ya no intenta retratar la realidad sino ser,
en sí misma, una realidad alternativa. La imaginación de los espectadores es más
importante que nunca, pues la austeridad de elementos escenográficos es compensada con
diferentes estímulos auditivos y visuales.
JUAN MAYORGA nació en Madrid en 1965. Realiza sus estudios superiores de Filosofía en la
UNED y de Matemáticas en la UAM.

Obtiene la licenciatura en ambas disciplinas en 1988. Amplía estudios en Münster (1990), Berlín
(1991) y París (1992). Se doctora en Filosofía en 1997 con una tesis sobre Walter Benjamín, “Revolución
conservadora y conservación revolucionaria. Política y memoria en Walter Benjamín”, por la que recibe el
premio extraordinario.

Ha estudiado Dramaturgia con Marco Antonio de la Parra, José Sanchis Sinisterra y en la Royal
Court Theatre International Summer School de Londres. Ha sido profesor de Matemáticas en Madrid y
Alcalá de Henares, profesor de Dramaturgia y de Filosofía en la Real Escuela Superior de Arte Dramático
de Madrid y director del seminario Memoria y pensamiento en el teatro contemporáneo en el Instituto de
Filosofía del CSIC. Ha dado talleres de dramaturgia y conferencias sobre teatro y filosofía en diversos
países. Ha sido miembro del consejo de redacción de la revista “Primer Acto” y fundador del colectivo
teatral “El Astillero”. Actualmente es Director de la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos
III de Madrid.

Entre otros ha obtenido los premios Nacional de Teatro (2007), Nacional de Literatura Dramática
(2013), Valle-Inclán (2009), Ceres (2013), La Barraca (2013), Premio Max al mejor autor (2006, 2008 y
2009) y a la mejor adaptación (2008 y 2013) y Premio Europa de Nuevas Realidades Teatrales (2016).

Ha escrito versiones de textos de Calderón, Lope, Shakespeare, Lessing, Dostoievski, Chejov, Ibsen,
Kafka y Dürrenmatt. Su obra ha sido estrenada en treinta países y traducida a veinte idiomas.

En 2011 Juan Mayorga funda la compañía La Loca de la Casa, con la que en 2012 puso en escena
su obra “La lengua en pedazos”, en 2015 “Reikiavik” (estrenada en marzo de 2016 en el centro Niemeyer)
y en 2016 “El cartógrafo “.

Su obra ‘El chico de la última fila ‘ha sido llevado a la gran pantalla en 2012 de la mano de François
Ozon con el título de ‘En la casa ‘(Dans la maison). La película consiguió, entre otros premios, la Concha
de Oro a la Mejor Película y al Mejor Guion en el Festival de San Sebastián. Actualmente Paula Ortiz
prepara la adaptación de ‘El arte de la entrevista ‘(sobre una nieta que hace una entrevista a su abuela) y de
‘La lengua en pedazos ‘.

El teatro de Juan Mayorga es un teatro de palabra y de pensamiento, que se disfruta viéndolo y


también leyéndolo. Mi padre lee en voz alta (Teatro 1989-2014. La Uña Rota, 2014).

CONCEPCIÓN TEATRAL

ɸ TEMAS HABITUALES: la familia, el amor, el deseo, la fantasía, el poder, la violencia, la


dominación. Gran parte de su producción parte de hechos reales o históricos. También es
habitual lo que el autor ha llamado “la necesidad de representar vidas ajenas”.
ɸ Concibe el teatro como un espacio de lucha y de crítica.
ɸ Gran parte de sus obras tienen un contexto histórico real, en especial la II Guerra Mundial.
ɸ Fuertemente influenciado por Walter Benjamín (autor alemán de principios del siglo XX).
Autor que defendía el pacifismo y la oposición al Tercer Reich, En teatro es uno de los
representantes, con Bertolt Brecht del “teatro épico” que quiere generar un sentimiento de
distanciamiento.

OBRA DRAMÁTICA (tipos de teatro):

1) Basado en hechos reales: Bulgakov, Copito de nieve, La lengua en Pedazos (sobre Sta. Teresa de
Jesús como personaje histórico, pero con trama ficticia).
2) Textos históricos: El traductor de Blummemberg, Himmelweg, Reikiavik (sobre la partida de
ajedrez llevada a cabo en esta capital entre un estadounidense y un ruso, que es el paradigma de la
guerra fría de la época). El cartógrafo (2016, situada en la Varsovia actual donde una niña
encuentra un mapa del antiguo gueto.
3) Temas políticos: Siete hombres buenos, Hamelin, La paz perpetua.
4) Temas sociales: Animales nocturnos, El chico de la última fila, Los yugoslavos.
5) Obras dramáticas de ensoñación: Más ceniza, El gordo y el flaco.

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