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Licencias ministeriales

Con el fin de salvaguardar la reverencia debida a los ministerios sagrados y la dignidad de


los propios ministros.

Canon 1044 § 1. Son irregulares para ejercer las órdenes recibidas;


1º quien ha recibido ilegítimamente las ordenes estando afectadas por
una irregularidad;
2º quien ha cometido el delito del que trata el can. 1041, 2º, si el
delito es público;
3º quien ha cometido algún delito de los que trata en el can. 1041, 3º,
4º, 5º, 6º.
§ 2. Están impedidos para ejercer las órdenes recibidas:
1º quien ha recibido ilegítimamente las órdenes estando afectado por
un impedimento;
2º quien sufre de amencia o de otra enfermedad psíquica de la que se
trata en el can. 1041, 1º hasta que el Ordinario, habiendo consultado a
un experto, le permite el ejercicio del orden.

peligro de grave daño o de infamia


el clérigo puede interponer el recurso

Incardinación por la admisión en un instituto religioso o


sociedad de vida apostólica
Lo prevé el canon 268 § 2: “El clérigo que se incardina a un instituto o sociedad de
conforme a la norma del canon 266 § 2, queda excardinado de su propia Iglesia
particular, por la admisión perpetua o definitiva en el instituto de vida consagrada o en la
sociedad de vida apostólica”.
Por lo tanto, el único requisito que pide la legislación es la admisión perpetua o definitiva
en el instituto o sociedad. La referencia que se hace al canon 266 § 2 especifica que se
refiere a la incardinación en un instituto o en una sociedad clerical de vida apostólica. No
se alude a los institutos seculares con indulto para incardinar sacerdotes.
Se debe observar que en este supuesto no se requiere el consentimiento del propio
ordinario. Se debe al favor iuris que concede el Código a la vida religiosa.
Un supuesto especial
Se trata de la incardinación de un profeso de votos perpetuos que pide el indulto de
salida de su instituto.
Este es el canon 693: “Si [el profeso de votos perpetuos que pide el indulto de salida de
su instituto religioso] es clérigo, el indulto no se concede ante de que haya encontrado
un Obispo que le incardine en su diócesis o, al menos, le admita a prueba. Si es admitido
a prueba, queda, pasados cinco años, incardinado por el derecho mismo en la diócesis, a
no ser que el Obispo le rechace”.
Por lo tanto, en este supuesto el clérigo puede ser incardinado por concesión del Obispo
de acogida (sería una incardinación por concesión), o bien queda admitido a prueba (y no
pasa a estar incardinados). En este segundo supuesto la incardinación se produce
automáticamente a los cinco años, si el Obispo no le rechaza. Según algunos
comentaristas, en este supuesto hay una laguna del derecho, al no especificar la situación
del clérigo si el Obispo le rechaza. No queda incardinado en la diócesis (el Obispo le ha
rechazado) ni en el Instituto del que procede (le han concedido el indulto de salida). Sería
una excepción al principio que prohibe los clérigos acéfalos.
El objetivo de la licencia, concedida o denegada, pertenece a la función de vigilancia de la
autoridad eclesiástica, que con este instituto establece un instrumento de control preventivo14
con el cual regula el ejercicio de los derechos de los fieles en relación con el bien común15

el pleno uso de las facultades mentales y jurídicas

La concesión o denegación de la licencia ad normam iuris La licencia como responsum in scriptis se


entiende como respuesta a una instancia o petición de una persona, petitione alicuius (c. 59 §1).
La concesión o denegación de la licencia ha de efectuarse conforme a la norma del derecho, cuyo
primer presupuesto es que la petición de la licencia se apoye en la verdad32. Los cánones del
código establecen diversos requisitos previos según los cuales la autoridad eclesiástica
competente decide la concesión o denegación:

libre de impedimento canónico

cuando, no conociendo a la persona, puede juzgarse prudentemente que nada le impide celebrar
(cc. 561; 903).

evitando el escándalo

La concesión de la licencia o su denegación ha de darse según el prudente juicio de la autoridad


competente (c. 830 §3).

En todo caso, la concesión o la denegación de la licencia es una aplicación de la ley al caso singular
que no puede tener su origen en la arbitrariedad del ejercicio de la potestad ejecutiva eclesial.

La respuesta negativa de la autoridad competente y la posibilidad de recurrir la licencia denegada


La autoridad competente, recibida la solicitud, tiene la obligación de dar una respuesta, y el
solicitante el derecho a recibir una respuesta cuando solicite la licencia43. Cuando el peticionario
no recibe respuesta y opera la presunción de respuesta negativa (c. 57) o cuando la respuesta
contiene una denegación cabe la proposición de recurso.

Quien solicita a la autoridad eclesiástica una licencia, un permiso o una autorización pide la
posibilidad de ejercer un derecho o facultad que ya posee.

El rescripto, en cuanto acto administrativo singular, está sometido a las normas de los c. 5744,
sobre el llamado silencio administrativo en el derecho eclesial, y de los cánones 1732-1739, sobre
el recurso contra los decretos administrativos, en los que se excluyen los dados por el Romano
Pontífice y el Concilio Ecuménico45.

La denegación de la licencia, a nuestro parecer, aun siendo legítima, en algunos casos singulares
entraña una limitación del ejercicio de los derechos que ya posee aquel que, a tenor de derecho,
necesita la licencia para actuar lícita o lícita y válidamente. En esta situación no carece de
fundamento jurídico la posibilidad de presentar un recurso

c. 561, licencia (licentia) del rector o de otro superior legítimo dada para celebrar la eucaristía,
administrar sacramentos o realizar otras funciones sagradas en la iglesia, esta licencia (licentia)
danda aut denegando ad normam iuris;

Canon 967 § 1: Además del Romano Pontífice, los Cardenales tienen ipso iure la
facultad de oír confesiones de los fieles en todo el mundo; y asimismo los Obispos,
que la ejercitan también lícitamente en cualquier sitio, a no ser que el Obispo
diocesano se oponga en un caso concreto.
§2: Quienes tienen facultad habitual de oír confesiones, tanto por razón del oficio
como por concesión del Ordinario del lugar de incardinación o del lugar en que
tienen su domicilio, pueden ejercer la misma facultad en cualquier parte, a no ser
que el Ordinario de algún lugar se oponga en un caso concreto, quedando en pie lo
que prescribe el can. 974, §§ 2 y 3.
Canon 974 § 2: Si la facultad de oír confesiones es revocada por el Ordinario
del lugar que la concedió, del que trata el can. 967, § 2, el presbítero queda
privado de la misma en todas partes; si es revocada por otro Ordinario del
lugar, queda privado de ella sólo en el territorio del que la revoca.
§ 3: Todo Ordinario del lugar que revoca a un presbítero la facultad de oír
confesiones debe comunicarlo al Ordinario propio del presbítero por razón
de la incardinación o, si se trata de un miembro de un instituto religioso, a su
Superior competente.

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