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Caminando juntas

Autora: Ayelén López (*)

(…) La Institución elegida fue el Hogar San José ubicado en la Ciudad de San
Miguel, donde se alojan niñas y adolescentes cuyos derechos fueron vulnerados y
se las ayuda en su crecimiento personal.

Es allí donde conozco a Sofía, una niña de 13 años que convivía en el Hogar
hacía dos años.

Hija de padres separados, ingresa debido a que su mamá presentaba adicción al


alcohol, y su padre a las drogas, por este motivo repite en dos ocasiones y cursa
el sexto año de la educación primaria.

Tiene dos hermanas, una bebé fallecida, que se desconoce concretamente cómo
sucedió el hecho, luego durante los encuentros Sofí habla acerca de que le
contaron que su Padre mató a su hermanita, fruto de la pareja con quien formó
una nueva familia.

Sofía tiene una hermana mayor, quien es hija de su mamá y su ex pareja, se cree
que fue abusada por el padrastro (Papá de Sofí). Esta joven vive con su novio, y
tiene un bebe que es criado por la familia del padre del niño.

Sofía y su mamá vivían juntas, es por eso que al tener seguidas recaídas no podía
cuidar de ella, en una ocasión al estar alcoholizada se descompuso y la niña se
encargó de llamar a la ambulancia, desde ese momento se comenzó con el
traslado a una Institución.

Tiene también dos abuelos por parte de su padre, a quienes visita durante los
fines de semana largo, luego por parte de su madre a su abuela fallecida de
cáncer, y su abuelo sin poder verlo por estar degustado con su mamá. Con sólo
un tío que se suicidó, su círculo familiar es muy reducido y de poca suficiencia
como para cuidar de ella.

Sofía tenía fuera del Hogar su encuentro con su psicóloga una vez por semana, de
esta manera se le realizaba un seguimiento y también se cuidaba de su salud
emocional. Sucedía que no hablaba mucho con los profesionales, no acerca de
cuestiones importantes.

Por su edad debía pasar al siguiente grupo de adolescentes, y ya no pertenecer al


de niñas, lo cual le cambiaría la rutina, su habitación y sus compañeras en nuevas
actividades. Sofía no quería hacerlo, pertenecía a un grupo de niñas de su edad y
más pequeñas en el que se sentía a gusto.
Durante los primeros encuentros Sofí me hablo mucho de sus intereses, desde la
simpleza de sus gustos musicales, las películas que miraba, los videos de You
tube que tanto le gustaban, lo feliz que la ponía que la visite su mamá los días
sábados, su hermana mayor durante la semana, e ir a la casa de sus abuelos.

No mucho acerca de su papá, pero sí de sus ganas de irse con su mamá.


Conociendo que tratamiento realizaba, me dijo en nuestro primer encuentro «Yo
no estoy por nada malo, mi mamá se desmayó y yo llamé a la ambulancia». No
me expresaba con claridad la verdad de su situación, sólo hablaba de que no iba a
estar mucho tiempo y que ella era diferente a otras chicas del Hogar, hablaba de
sus compañeras, de sus diferencias con su ropa y gustos musicales.

Sofía antes de su llegada al Hogar vivía en Palermo, perteneciente a una familia


en buena situación económica a diferencia de muchas otras niñas convivientes, se
los expresaba y mediante llamarse «cheta» se alejaba, o realizaba comentarios,
explicando que eran las demás quienes la cargaban, criticaban y se alejaban
porque no les gusta su música. Esto tenía mucho que ver en cuanto a lo pequeño
que logró ser su grupo de amistades, compartir con niñas más pequeñas, y ser la
líder.

Durante los encuentros tuve la oportunidad de conocer a su hermana mayor, su


vestimenta y sus gustos musicales muy semejantes a los de Sofía, daban indicio
de las características de su relación. Sofía la admiraba, le gustaba compartir
tiempo y también imitarla.

Durante la práctica se comprobó cuanto Sofí se identificaba con ella.

Vez tras vez hablaba de sus compañeras, y sus dos mejores amigas, de sus
peleas, sus travesuras, y también sus momentos tristes, como en una ocasión,
cuando le robaron su celular.

Otro momento difícil para ella: cuando dejó de recibir las visitas de su mamá
porque no cumplía con el tratamiento en la adicción al alcoholismo, la extrañaba
mucho, y habiendo crecido su relación conmigo, me hablaba de lo triste que se
sentía al no poder verla, que iba a insistir para que lo haga, y así poder irse pronto.

Pasaba el tiempo y aún más confirmaba el hecho de que era Sofía quien elegía no
compartir con sus compañeras, me comentaba que era a mí a quien le contaba
más cosas y que en nadie podía confiar. Descubrí que a sus mejores amigas
tampoco les contaba mucho, cuando en un principio se creía que sólo sucedía eso
con los profesionales, no, Sofía no tenía muchas relaciones, ni amistades que
hagan un poco más agradable su día a día en el Hogar y sin la visita de su mamá.

Comencé a darme cuenta lo importante que estaba siendo para ella, cada
encuentro continuaba al otro, en conversaciones, temas, ideas y planes. Sabía
que su hermana también era muy importante en su vida, pero al comenzar un
nuevo empleo y no verla todas las semanas, era conmigo con quien compartía
más tiempo, me pedía que la visitara un día más en la semana para no estar tan
aburrida.

En oportunidades se acercaban otras niñas a nosotras, querían ver que hacíamos


y también jugar, a Sofía esto no le gustaba, quería que jueguen en otro lado. Les
respondía de manera tajante y agresiva.

Un momento difícil durante la práctica fue cuando me cuenta que estaba triste
porque falleció la bebe recién nacida de su papá, me dice que su mamá le dijo que
él la mató, como a su hermanita asfixiándola con la almohada mientras estaba en
el Hospital.

Durante el último mes de acompañamiento su mamá logra poder visitarla


nuevamente ya que retomó su tratamiento. Muy contenta por esto y no mucho
porque yo iba a estar sólo un tiempito más con ella, en cada encuentro finalizando
la práctica me lo hacía notar, me preguntaba la fecha de la última vez que nos
veríamos, me pedía que la visitara más, que le había contado a su mamá acerca
de mí, «Su acompañante Ayelén», me preguntaba si nos íbamos a seguir viendo o
hablando, e inclusive mencionó la posibilidad de tener una madrina dentro de la
Institución como algunas de sus compañeras.

Como idea para cierre de nuestro último encuentro…

El último encuentro fue previo a sus vacaciones de invierno, iba a pasar los días
en la casa de sus abuelos, y seguramente allí también recibiría las visitas de su
mamá.

Si sucedía que era el día viernes que decidían ir a buscarla, iba a pedirles a sus
abuelos que la pasaran a buscar el día sábado y así poder pasar un día más
juntas y terminar el regalo. Se dio de esa manera, Sofía pudo compartir el día
viernes como último encuentro junto a mí.

Nos despedimos y finalizó nuestro encuentro diciéndome «Te voy a extrañar».

Pude estar y ser herramienta en su vida y en la Institución, Y aunque el tiempo fue


muy breve, resultó ser muy enriquecedor, como experiencia y como aprendizaje.

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