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El término de equilibrio químico, remonta desde la antigua Grecia, el cual resultó ser
fundamental para el razonamiento matemático de Arquímedes. Esto fue debido a que, tras la
primera ley mecánica enunciada (ley de la palanca), el término equilibrio fue mencionado. El
equilibrio químico es una idea central de las ciencias químicas, la cual ha tenido repercusiones
en grandes científicos, empleando diversas relaciones para llegar a esta idea.
Robert Boyle pretendió explicar todos los procesos sobre las bases de las fuerzas microscópicas
(atractivas, repulsivas), pero esto resultó ser bastante exigente para la época. Tras varios
métodos para entender el equilibrio químico, se pasó a la revolución newtoniana, donde se
introdujo nueva simetría dinámica en la que se afirma que las fuerzas de acción y reacción entre
dos cuerpos al interaccionar son similares. Así queda el equilibrio químico como un caso
dinámico. El auge de la revolución química se logra tras la eliminación de lo que quedaba de
alquimismo, gracias a Lavoisier. El cual, además de proponer un sistema de nomenclatura para
los elementos químicos, demostró la conservación de la masa en las reacciones químicas, lo que
reavivo la teoría atómica de la materia.
Por otro lado, se necesitaba estudiar la energía para entender el término de equilibrio químico.
Por ello, se introdujo la expresión de energía potencial, la cual antes tenía el nombre de tensión
y de energía cinética (por Rankine y Thomson). Kelvin por su parte introdujo el término de
conversión de la energía.
Los planteamientos de Gulgberg y Waage fueron dinámicos. Anunciaron la ley del equilibrio
químico investigando la cinética de las reacciones, donde en casos particulares correspondía a
un estado estacionario. Esto considera la naturaleza microscópica del equilibrio, hablando en
estos términos, las concentraciones no cambian al alcanzar el equilibrio químico. Faraday,
contribuyó en la electricidad y el magnetismo, pero en 1834 estableció las leyes de la electrólisis
mediante el estudio de la descomposición de sustancias por acción de una corriente eléctrica.
Tras la elaboración de tres artículos dirigidos por Guldberg y Waage, los cuales siguieron a
Berthollet, relacionaron la afinidad o tendencia a la reacción de una sustancia no solo con la
naturaleza, sino con la cantidad presente de la misma. Tomando como modelo la reacción
reversible: ácido + alcohol → éster + agua. Decían que una reacción ocurría cuando las moléculas
de todos los reactivos coincidían con el mismo entorno en proporciones por los coeficientes
estequiométricos.
Finalmente fue Gibbs el que proporcionó la expresión funcional correcta para la constante de
equilibrio, “K”. Además, Van’t Hoff fue el encargado de reconocer este descubrimiento.