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Liderazgo Adaptativo y cómo navegar en

tiempos de incertidumbre

En estos tiempos DC (durante-COVID) hay una palabra que todas las


personas hemos aprendido, la incertidumbre. Pero sin duda no
todos hemos aprendido a gestionarla.

Cuando la incertidumbre surge, las organizaciones, públicas o privadas, sienten


que necesitan un cambio. Las personas que lideran dicho proceso, desde sus
diferentes posiciones, deben ajustarse ante las demandas de las nuevas
situaciones que surgen, encontrándose en general bajo presiones y tensiones.

El liderazgo adaptativo se define como la práctica de movilizar a las personas para


que afronten desafíos difíciles y prosperen, tomando como referencia el concepto
de evolución de la biología, en el sentido  de que una adaptación exitosa tiene tres
características: preservar el ADN que garantiza la supervivencia, descartar el ADN
innecesario, y crear el ADN necesario para adaptarse a desafiantes entornos de
forma de combinar experiencias y aprendizajes con nuevas competencias y
capacidades para hacer frente a nuevos desafíos y retos. Desde esta perspectiva,
se construye lo nuevo aprovechando el pasado; pero también implica creatividad,
innovación y experimentación.

La metodología de Liderazgo Adaptativo fue desarrollada por el Profesor Ronald


Heifetz, cofundador del Centro de Liderazgo de Harvard Kennedy School. Esta
metodología nos permite reflexionar sobre cómo analizar el contexto de las
organizaciones que formamos parte frente a la incertidumbre y el cambio; cómo
lidiar con la resistencia y los conflictos que inevitablemente surgen; y cómo
congregar y movilizar gente alrededor del cambio y la innovación, aún más en
tiempos difíciles.

El liderazgo adaptativo promueve la responsabilidad de habilitar a otros a alcanzar


su propósito bajo condiciones de incertidumbre. La dimensión de incertidumbre es
la que requiere la condición adaptativa de liderazgo. No necesariamente es “hacer
las cosas bien” o “ya sé cómo hacerlo”. Es, por lo tanto, el desafío de liderar, de
gestionar equipos, de conducir el barco, cuando no es tan fácil definir el rumbo.
En ese sentido, una de las claves fundamentales es distinguir entre desafíos
técnicos de los desafíos adaptativos. Los problemas técnicos son aquellos que por
lo general son fáciles de identificar, no significa que no sean complejos, pero hay
alguien que lo puede solucionar. Mientras que los desafíos adaptativos son
diferentes, involucran valores, creencias, estrategias, varias dimensiones y
actores. Volviéndolos más difíciles de identificar y sin soluciones de manual sino
resoluciones que implican procesos de idas y vueltas, conflictos y resistencias.
Tomemos, por ejemplo, un proceso de transición de una empresa familiar, donde
el dueño por más de 30 años le pasa la posta a su hija. Eso sin duda produce un
cambio en la organización, que va más allá de un desafío técnico de fin de ciclo.
Implica una reconfiguración de valores, creencias y formas de hacer las cosas.
Para algunos actores involucrados como los trabajadores, clientes, proveedores,
este cambio puede ser desestabilizador y negativo, para otros/as una buena
noticia. El cómo enfrentar ese tiempo de transición constituye en sí un desafío
adaptativo para la organización, más aún en un contexto de negocios competitivo
y cambiante.

En este tiempo, a la hora de liderar estos procesos, nos podemos cuestionar qué
desafíos va a enfrentar nuestra comunidad y nuestra organización, cómo puedo
ayudar a otros/as a gestionar este tiempo y a prepararse para los cambios que
emerjan.

Entonces, algunas ideas para afrontar este tiempo desde el liderazgo adaptivo
son:

1.- Ir al balcón: el desafío del liderazgo en este momento es poder alejarse un


rato del minuto a minuto y mirar con otra perspectiva lo que realmente está
pasando en la parte de la organización que me involucra, con mi equipo, con la
gente para la cual trabajo. ¿Cuáles son las pérdidas que están sucediendo?
¿Puedo ver alguna oportunidad de este tiempo?

2.- Identificar el desafío adaptativo: hay mucho de lo que está pasando hoy que
está fuera de nuestro control o de lo que podemos resolver desde nuestro radio de
acción. Por eso es importante buscar ser claro sobre cuál es el desafío adaptativo
que está enfrentando mi organización o empresa hoy. Hay que evaluar si es
sobrevivir, reinventarse, mantener el equipo. ¿Cuáles son las costumbres, valores,
hábitos de la organización/equipo que deben ser cambiados en este escenario y
cuáles deben ser reforzados?

3.- Regular el desequilibrio: regular el estrés no significa negarlo, lo que significa


es reconocer el momento que cada uno/a está viviendo, haciendo énfasis en que
cada uno se puede apoyar en nosotros y/o en el equipo, aumentando nuestro nivel
de empatía, especialmente por aquellos que por situaciones de salud o
económicas la están pasando peor. Tratar de generar confianza y compasión,
pero también poder ser honesto/a y transparente sobre situaciones que están
fuera de tu capacidad o control.

4.- Mantener el foco: nadie sabe cuánto tiempo nos llevará esta crisis, si hay un
día después, si nos acostumbraremos a la “nueva normalidad”. Esto puede
implicar una pérdida de foco o motivación en los equipos. Tratar de estar
comunicados, fijar constantemente metas a corto plazo, pensar juntos
innovaciones o soluciones diferentes para el trabajo que debemos hacer y para la
gente para la cual trabajamos.  También es fundamental crear un espacio para
fortalecer nuevas habilidades y capacidades.

5.- “Devolver la pelota” al equipo: es fundamental compartir tareas y


responsabilidades con el equipo, no sentir que hay que cargar solo/a todo el peso
o la carga de las decisiones. Por eso, es importante mostrar cómo cada uno/a
tiene que hacer su parte, y poder cuestionarnos desde dónde podemos aportar.
Trabajar para empoderar a cada miembro del equipo en su rol; sobre todo con el
trabajo remoto, que se basa en la confianza y donde hay que evitar el
“micromanagement”. Esta es una excelente oportunidad de construir de verdad un
trabajo colectivo.
Liderar en tiempos de incertidumbre no es fácil, pero es posible. Podemos
aprovechar este período de la vida de nuestras organizaciones para potenciar las
capacidades de nuestros equipos, y para tomar decisiones difíciles que muchas
veces posponemos para evitar desequilibrios. Porque como dice el dicho, ningún
mar en calma, hace expertos marineros ni marineras, ¿no?
 

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