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La hora

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Martin fierro

La primera sextina del Canto I presenta a un yo lírico que es el del protagonista, el gaucho cantor
Martín Fierro. Además plantea el tema de todo el poema y remarca la importancia del canto como
vehículo para trasmitir las vivencias del gaucho cantor, las cuales son representativas de la situación
de marginalidad y persecución de todos los gauchos. La denuncia de tal situación es el motivo del
canto, la razón para que el gaucho cantor presente su situación que era la de muchos, de ahí el éxito
inmediato que tuvo el poema en el momento de su aparición.

El poema comienza a originarse en el canto mismo con la afirmación del primer verso: “Aquí me
pongo a cantar”. Ese “aquí” que nos ubica en el canto es un actualizador, ya que lo vuelve presente
cada vez que lo leemos, mostrando la irrupción del canto en el sitio donde se produce, “aquí” se
ubica el comienzo del canto. En este primer verso todavía no se presenta al personaje sino que el
acento recae sobre un “yo” que es la voz lírica, el yo lírico que luego se revelará como el
protagonista del poema: el gaucho Martín Fierro.

En el segundo verso se plantea cómo es acompañado ese canto: “Al compás de la vigüela”; la
mención de la guitarra a través del nombre afectivo que le daba el gaucho hace surgir su mundo, un
mundo pastoril que estaba desapareciendo en ese momento. Además se vincula con el aspecto lírico
del texto, el cual se presenta como poesía cantada con acompañamiento de un instrumento musical
propio del campo.

Los versos siguientes nos indican la razón y la necesidad del canto: “Que el hombre que lo desvela
/ una pena estrordinaria, / como el ave solitaria / con el cantar se consuela”. El motivo originario es
la pena, y el gaucho siente la necesidad de cantar porque de ese modo consuela la pena cantando,
no consolaciones, sino la misma pena; así, el canto aumenta el dolor al recordarlo pero lo suaviza al
exteriorizarlo haciéndolo visible.

“Como el ave solitaria / con el cantar se consuela”, a través de esta comparación se va


completando el escenario del campo, ya que el gaucho cantor utiliza como término comparante un
habitante propio de ese medio. En relación con el ave surgen unidas la soledad y la pena, ya que es
de la soledad de lo que se consuela el ave con su canto, y también el hombre. Así esta primera
sextina nos plantea los elementos fundamentales: el gaucho cantor, la guitarra, la soledad y la pena.

En las dos estrofas siguientes tenemos la invocación o el pedido de ayuda para poder contar, a
través del canto, la vida del gaucho Martín Fierro. La invocación, dirigida primero a los santos: “Pido
a los santos del cielo” (…) “Vengan santos milagrosos,”/ “Vengan todos en mi ayuda” y luego recién a
Dios: “Pido a mi Dios que me asista”, muestra un carácter de fe popular y especialmente gauchesca
(dirigida en primera instancia a figuras más cercanas al hombre como son los Santos), desde la cual
invoca este gaucho a los seres divinos que pueden protegerlo. El pedido de ayuda es en dos
aspectos: para que la obra de cantar su vida se pueda llevar a cabo, y para que su pensamiento le
permita ordenar los hechos de su vida con claridad y precisión. “Me refresquen la memoria” sugiere
la importancia que ésta tiene para el canto, donde se deben exponer hechos frente a un auditorio en
forma clara y ordenada. Además, con la presencia de una invocación el poema se inscribe en una
tradición cultural, ya que el pedido de ayuda divina por parte del poeta para comenzar a cantar
aparece en los textos antiguos como los poemas homéricos (La Ilíada y La Odisea) donde el poeta
pide inspiración a las Musas.

En el verso: “Que voy a contar mi historia”, vemos que el poema se presenta como historia, o sea
como relato de hechos, si no verdaderos, perfectamente posibles con respecto a la Historia.
También este verso deja clara la hibridez del género de la obra, que definimos como épico-lírica
pues, escrita en versos, característica fundamental del género lírico, en ella el protagonista cuenta o
narra hechos de su vida, característica del texto épico o narrativo. Algunos cantos del poema son
predominantemente líricos como este Canto I donde se realizan consideraciones sobre el valor y la
importancia del canto, y en otros predomina lo épico como en el Canto VII cuando Martín Fierro
mata al negro.

En este comienzo también está expresada la intensidad de la emoción del cantor, la cual le otorga
autenticidad, sinceridad al canto: “Que la lengua se me añuda / y se me turba la vista”; la emoción lo
turba y enmudece, y el cantor debe superarla con la ayuda de su Dios, para cumplir su misión de
opinar sobre la situación social de los suyos en ese momento.

En la cuarta estrofa encontramos la visión del cantor respecto a otros cantores, presentada desde
su experiencia: “Yo he visto muchos cantores, / con fama bien otenidas, / y que después de
alquiridas / no las pueden sustentar: / parece que sin largar / se cansaron en partidas”. En el juicio
de este cantor, la actitud de los otros aparece relacionada con una actividad festiva propia del
campo, la carrera de caballos, aludida por los dos últimos versos citados, ya que las partidas son las
prácticas previas a la largada definitiva; estos cantores, una vez conseguida la fama, no son capaces
de sostenerla en momentos importantes. Quizás aquí Fierro se refiera al canto de contrapunto, la
payada, donde los cantores tienen que ir respondiendo a cada tema que plantea su contrincante, y
donde hay que demostrar rapidez en la respuesta y un conocimiento profundo del mundo rural,
además de expresar una opinión sobre temas muy sentidos por los gauchos como la libertad, la
ausencia de justicia, etc. Se estaría denunciando así, la falta de valor de esos otros cantores que no
se atreven a desafiar a la autoridad denunciando la persecución de que se hacía objeto al gaucho.

En la quinta estrofa recién aparece mencionado el nombre y el apellido del cantor, quien se
refiere a su vocación de tal a lo largo de las tres sextinas siguientes. En este pasaje vemos la
importancia del canto para Martín Fierro quien, despojado de todo, encuentra alegría cantando, ya
que el canto lo engrandece construyendo su gloria: “El cantar mi gloria labra,”. Además, ese canto es
tan sincero y poderoso que al escucharlo se conmueve la naturaleza: “como si soplara el viento /
hago tiritar los pastos”. Y aparecen también elementos de la cultura del gaucho a través de la
mención de las figuras de la baraja española que éste utiliza para el juego típico del truco: “Con oros,
copas y bastos / juega allí mi pensamiento”; a través de la mención de tres de los cuatro palos (oros,
copas y bastos) se da otra característica del canto que es la riqueza y variedad de sus imágenes.

A pesar de haber sido despojado de todo, Martín Fierro manifiesta cierto orgullo o dignidad
personal en lo que se refiere al canto, él es uno más entre el gauchaje, no es más ni menos que otros
y se propone cantar su historia como una especie de desafío personal: “Mas ande otro criollo pasa /
Martín Fierro ha de pasar / nada lo hace recular / ni las fantasmas lo espantan, / y dende que todos
cantan / yo también quiero cantar”.

En este retrato moral (etopeya) que Martín Fierro hace de sí mismo, lo esencial está dado por el
hecho de ser cantor, presentado a su auditorio (que seríamos nosotros, los lectores del texto) como
un modo de vida, como una voluntad y un destino, como motivo de su vida y fin de ésta: “Cantando
me he de morir, / cantando me han de enterrar. / Y cantando he de llegar / al pie del Eterno Padre; /
dende el vientre de mi madre / vine a este mundo a cantar.” En los tres primeros versos de la
estrofa, la reiteración de la expresión “Cantando” constituye una anáfora que destaca el significado
del canto en la vida del protagonista, la cual está marcada por el canto desde su origen hasta el final.
La misión con la que nació es cantar y eso es lo que hará aun hasta después de morir.

En esa etopeya, la personalidad de Fierro está presentada a través de un recurso denominado


hipérbole que consiste en aumentar exageradamente los rasgos de una persona, objeto,
acontecimiento, etc., ya que dice que aún después de muerto seguirá cantando y que para su
valentía, “la tierra es chica / y pudiera ser mayor”. El personaje muestra también el lugar social que
ocupa, cuando dice, “Nací como nace el peje, / en el fondo de la mar;” la comparación con un pez le
sirve al gaucho cantor para ilustrar en forma gráfica su ubicación en esa sociedad rural de finales del
siglo XIX, él ha nacido en el lugar más bajo, más ‘profundo’ de la sociedad, la cual aparece
identificada por medio de una metáfora con el mar donde viven y se desarrollan variadas especies
de seres con distintas jerarquías. Las comparaciones o analogías con animales, o con elementos del
mundo circundante del gaucho se repiten en el poema, ya que Fierro compara sus propias
reacciones con conductas llevadas adelante por los animales de su entorno.

En los últimos cuatro versos de la sextina, Martín Fierro completa su descripción haciendo
referencia a su situación económica: “Naides me puede quitar / aquello que Dios me dio: / lo que al
mundo truje yo / del mundo lo he de llevar”. No tiene nada más que su propia existencia que es
“aquello que Dios me dio”, la cual, a pesar de todos los infortunios que padece, está presentada
como su principal riqueza.

Siguiendo el retrato moral que Martín Fierro hace de sí mismo, el protagonista anuncia que, a
pesar de su “pena estrordinaria”, aun le resta una posibilidad de alegría que “es vivir tan libre /
como el pájaro en el cielo”, en una nueva comparación con un ave. A continuación se presenta el
desarraigo como consecuencia de este “vivir tan libre”, el no permanecer en un mismo sitio, ya que
el desarraigo es el precio que debe pagarse por la libertad: “No hago nido en este suelo, / ande hay
tanto que sufrir, / y naides me ha de seguir / cuando yo remuento el vuelo.”

Como culminación de ese no permanecer en un mismo lugar, y a través de una nueva


comparación con aves, Martín Fierro presenta una de las principales características de la vida para el
gaucho, que es la de pensar que está arraigado al mundo todo como casa, viéndose a sí mismo como
un integrante más del medio natural, formando parte de un todo que es la naturaleza: “Como esas
aves tan bellas / que saltan de rama en rama, / yo hago en el trébol mi cama / y me cubren las
estrellas”.

Pero enseguida de destacar la libertad y amplitud de su vida, Martín Fierro presenta una
característica de su personalidad totalmente opuesta, la “necesidá”, que es un factor externo que
limita su libertad: “Y sepan cuantos escuchan / de mis penas el relato, / que nunca peleo ni mato, /
sino por necesidá, / y que a tanta alversidá / sólo me arrojó el mal trato.” Esta necesidad surge de
un agente externo que se opone a que el gaucho viva según el principio esencial de libertad; se trata
del nuevo orden social imperante donde no hay lugar para el gaucho y su concepción de sentirse
dueño de todo el campo, tal como lo dice el propio Fierro: “Soy gaucho, y entiendaló / como mi
lengua lo explica: / para mi la tierra es chica / y pudiera ser mayor; / ni la víbora me pica / ni quema
mi frente el sol.”

Esta necesidad que limita la libertad surge del “mal trato”, entendido por el protagonista como
destino, fuerza exterior inevitable que coincide con la voluntad ajena, es la voluntad de los otros
hombres, especialmente de aquellos que tienen el dominio de la sociedad en que vive Fierro: las
autoridades políticas, los ricos dueños de los establecimientos que imponen otra forma de
producción ganadera, ya no basada en las vaquerías donde solo se aprovechaba el cuero y la grasa,
sino en el cuidado del ganado a través de un sistema de marcas y cruzas, y sobre todo la propiedad
de los campos bien delimitados ahora por la introducción del alambrado que limita la movilidad libre
del gaucho. A todo esto debe agregarse la figura de los jefes militares y civiles; al respecto Martín
Fierro denuncia más adelante el ejercicio abusivo de la autoridad que realiza el juez de paz cuando lo
llevan por la fuerza junto con otros hombres que estaban “en una gran diversión”, una reunión en la
cual él estaba cantando.

La última estrofa completa la situación de Martín Fierro, mostrándonos que la libertad no es sólo
un valor que el gaucho cantor reclama para sí, sino una necesidad a que lo condena su desgracia,
que es la de ser un marginado social, tal como lo indica la estrofa que cierra el primer canto: “Y
atiendan la relación / que hace un gaucho perseguido, / que padre y marido ha sido / empeñoso y
diligente, / y sin embargo la gente / lo tiene por un bandido.”

En esta última estrofa también queda planteada la intención de denuncia del poema, que plantea
el contraste de la situación del gaucho en el momento en que Hernández escribe el poema, con su
misma situación en el pasado. En el presente, el ser gaucho equivale a ser “perseguido”, sin embargo
Martín Fierro remarca que en un pasado reciente el gaucho tuvo un lugar social importante y
reclama que el auditorio no se olvide de ello y que no lo juzgue tan ligeramente como hace la
mayoría de “la gente”.

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