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martes, 25 de septiembre de 2018

¿dolo eventual en el determinador?

Si en la ecuación o mejor en la relación: Determinador-Determinado o


Inductor-Inducido, el determinador carece del dominio del dominio del
hecho, y el dominio del injusto lo ejerce la persona inducida:

De esa precisión conceptual, se proyecta que resulta complejo y


problemático derivar al determinador una responsabilidad penal a título
de dolo eventual, en las circunstancias en las que el ejecutor inducido
modifica, altera, se excede o va más allá de la conducta inducida.

De conformidad con la sentencia del 9 de mayo de 2018, identificada con


el radicado 45889, y las sentencias de septiembre 15 de 2004 y 25 de
agosto de 2010, identificadas con los radicados 20.560 y 32.964
respectivamente, se plantea por la jurisprudencia que el determinador
responde a título de dolo eventual por los excesos consumados por el
ejecutor inducido, cuando el determinador se represente como probables
los excesos y no hace nada para evitarlos.

El planteamiento en cita, contrae problemas sustanciales, toda vez que al


derivarse responsabilidad al determinador por no evitar los excesos en los
que incurre el ejecutor inducido y respecto de los cuales se los hubiera
representado como probables, significa derivar responsabilidad penal al
determinador a partir de dos horizontes a saber:

1.- Responsabilidad penal dolosa a título de acción, respecto de la


conducta que fue objeto de inducción, y

2.- Responsabilidad penal a título de omisión, por no haber


evitado los excesos consumados por el ejecutor inducido, al habérselos
representado como probables.

Al respecto, podemos afirmar que resulta demasiado problemático


derivar responsabilidad penal al determinador por acción, y a su vez por
omisión, respecto de los excesos consumados por el inducido en las
circunstancias en cita.

En efecto, la responsabilidad penal, por la no evitación de una conducta,


es propia o característica de los delitos de comisión por omisión de que
trata el artículo 25 de la Ley 599 de 2000, cuando se tiene el deber
jurídico de impedir un resultado perteneciente a una descripción típica y
no lo llevare a cabo, estando en posibilidad de hacerlo, o cuando no se
evita el resultado, estando en las posiciones de garante de que trata la
norma en cita.

Al determinador es dable derivar responsabilidad penal a título de acción,


valga decir, por las conductas activas de coacción superable, orden no
vinculante, promesa remuneratoria, consejo, esto es, por las acciones
mediante las cuales genera en el inducido e incide en la voluntad de este
en la resolución de cometer un delito o delitos concretos o por la conducta
de reforzar al inducido una idea preexistente criminal con efecto
resolutorio.

Pero, derivar responsabilidad penal al determinador por acción de lo


inducido y a su vez por omisión al no evitar los excesos que se pudo
representar, traduce complejidades y problemas dogmáticos sustanciales,
pues no se termina de entender cómo es que el determinador pueda
actuar de manera dual a título de acción y omisión.

De otra parte, es claro que la conducta a título de dolo eventual, es dable


derivarla a quien tiene el dominio del hecho, o de manera más puntual
(Mario Salazar Marín) a quien tiene el dominio del injusto total, bajo el
entendido que en ese horizonte, el sujeto actor prevé la realización de una
infracción penal y la producción de la misma la deja librada al azar.

Dada la anterior precisión conceptual, si el dolo eventual es derivable a


quien tiene el dominio del hecho, bajo los alcances de ese dominio del
hecho es como se representa como probable la realización de un resultado
antijurídico y su producción la deja al azar:
No se entiende y no se comprende, cómo se puede llegar a derivar
responsabilidad penal al determinador a título de dolo eventual, cuando
el determinador como se ha dicho, no tiene el dominio del hecho de la
conducta que realiza el ejecutor, y menos se entiende o comprende que
ese dolo eventual se pueda estructurar habida existencia de una omisión,
esto es, de la omisión de no evitar los excesos en los que incurrió el
ejecutor inducido, y menos cuando el determinador no tiene el deber
jurídico de impedir resultados, ni posee ninguna calidad de garante de las
que trata el artículo 25 en cita.

Así las cosas, dejamos abierta la discusión académica para vuestra


verificación o reformulación de nuestra parte. 

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