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“Dios es sutil, pero no puede ser picarillo.” (Einstein)
Imaginemos que tenemos mil granos de polvo blanco y mil granos de polvo
negro situados en un tubo de cristal transparente, cuyo diámetro es ligeramente
mayor al de los granos. Estos granos están colocados de modo que en el tubo
vemos los 1.000 granos negros en la parte inferior, y sobre ellos los 1.000 granos
blancos. El tubo muestra dos colores por mitad: blanco y negro. El grado de
disimetría es total, o sea, 1, matemáticamente hablando: todos los granos blancos
están juntos y luego los negros igual, sin mezclarse. Vemos una mitad blanca y
otra mitad negra, o sea, disimetría total o 1.
Ahora bien, el tubo, mediante un cierre que impide que caigan los granos, está
unido a un recipiente en forma de bola de cristal.
Si repetimos la operación muchas veces, agitando cada vez los granos, es muy
improbable que volvamos a obtener la disimetría total inicial, aunque no
imposible.
Una simple molécula de proteína tiene un grado de disimetría del 0,9, y como
mínimo la constituyen no dos, sino cuatro elementos ordenados
disimétricamente, como son el carbono, el hidrógeno, el oxígeno y el nitrógeno,
además del cobre, hierro o azufre.
Una de las moléculas más sencillas, la albúmina del huevo, tiene un peso
molecular de 34.500, con grado de disimetría 0,9. Pues bien, para simplificar los
cálculos, tomemos como peso molecular de tan simple proteína como si fuera de
20.000, y que sus elementos fueran solo dos. La posibilidad de que por azar se
combinaran disimétrica y adecuadamente sería de 2,02 x 10 elevado a menos
321, y eso para lograr una simple proteína, no un huevo completo.
Por otro lado, la probabilidad de que una sola molécula de disimetría 0,9 se haya
formado al azar con el material existente en la tierra, precisaría de 10 elevado a
243 miles de millones de años, pero la edad del sol es de sólo 5 x 10 elevado a la
20 segundos. Por tanto, dadas las circunstancias, es imposible que ni una sola
molécula de albúmina se haya creado al azar, y si, por esas cosas del azar, la
posibilidad se hubiera dado al principio de “las tiradas”, tendríamos sólo una
simple molécula de albúmina, no la vida en la tierra. La vida en la tierra sólo
pudo aparecer después de que ésta se hubiera enfriado, lo cual nos deja sólo 1 x
10 elevado a 9 años. Obviamente tiempo insuficiente para que haya obrado el
azar, aun dándole las mejores condiciones posibles.
Hay que significar que, en todo lo anterior, estamos hablando de una simple
molécula, y que para que haya una célula viva se precisaría que se combinaran
adecuadamente millones de moléculas. Huelga hacer el cálculo probabilístico de
lo que esto supone para que se haya podido dar al azar.
Mucho más compleja es la vida que un reloj y, sin embargo, aún hay necios que
sostienen que no hay Dios: “Dijo el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos,
53).
Si hay cosas que existen, por fuerza debe haber algo que existe desde siempre y
que tiene en sí mismo la razón de su existencia, la aseidad, pues sin este ser “que
es”, no cabe que haya nada posterior, y hoy día nadie afirmará que la materia
inerte trae en sí misma la razón de su existencia, mientras que, a la par, sabemos
que los seres vivos, tampoco.
¿Por qué, entonces, hay algunos que sostienen que Dios no existe? Muy sencillo,
como dijo Virchov, grandísimo biólogo que vivió en la antigua URSS, sólo hay
dos posibilidades: la generación espontánea o la creación, pero aunque la
generación espontánea no es científica y nunca se podrá demostrar, puesto que
rechazamos a Dios por principios, aceptamos la generación espontánea. Virchov
era tributario de la sociedad en que vivía, pero tal reconocimiento de Dios, sensu
contrario, es muy significativo.