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ns aportaciones de WERNER HEISENBERG
l90l-1976) a Ia física moderna fueron tan
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numerosas como importantes. Tras alumbrar las ideas que


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conducirian a la elaboración de la rnecónica cuóntica, se
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ocupí dc la estructura de los núcleos atómicos, trabqió o H
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sobrc la radiación cósmica y sus propiedades, esbozó una
teoría de la superconductividad y trató de formular un
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trl c) cn
esquema cuántico unificado de las partículas elementales.
Premio Nobel de Física en 1932 y ftrndador del Instituto
Max Planck, también publicó varios libros de alta
dlvulgación científica; dentro de esa línea,
ENCI.]ENTROS Y CONYERSACIONES CQN EINSTEIN Y
*,. .cfll
ir:':'Fil
o
OTROS ENSAYOS recoge' con el ¡lesanollo de la física 4;,2 H
moderna como telón de fondo, una serie de hitos y temas
báslcos de su labor científica. Otrcs obras publicadas en
,'!.-i
LJH V)
o
Allauza Ed¡úorial relacionadas con este campo temótico:
ci c) a
"1,¡ lcoría de la relatividadtt, de Al!.rert Einstein y otros
(AU ó2); "Ciencia y conciencia en la t'ta atómicatt, de Max
j'ísica", de John G.
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(l)cd
F{
.v Hcdwlg Born (LB 313); "Ls nueva
CA
Taylor (AU 82h "Cien preguntas báricas sobre la
clcnclt", dc Is¡ac Asimov (tB ó63)í '-Panorama de I¡ HE o
fhlca contcmporónea", de O.R. Frist ir r otros (AU 125).
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l,ll llhro dc holsilkr Aliunzu ]lJiloriul Mudrltl
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I Oúos eNeyo§

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Tftulo rrriginal: Tradition in der \(issenschafr
L¡ tradición en l¡ ciencia
Tnduct«¡r: Mrguel Paredes

f*
I

Cu¡ndo celebramos el quinto centenario del naci-


mlento de Copérnico es porque creemos que la ciencia
rctu¡l e¡tá relacionada gon s.u obra,-que la dirección que
I mtrcaron sus investigacione§ astronómicas determina aún

punto
i por la
libre-
i nclina-
ciones, nos vienen dados por un proceso histórico?
o
o R. Fiper & C.o., Verlag, Müncheo 1977
¿Hasta qué punto es Posible elqgir los méto¿ot ciendficos
@ Ed.- cry!,l .Alianza.Editorial, S. á'., Mad¡id, 1979 áe acuerdo con el propósito correspondiente y hasta qué
Ca[e l{ilán,,38; {8 2@00 45
otro volvemos a xistente? Y Por
ISB§;,'8420617199
último, ¿en qué libres de elqgir
!-pi6sito legd: M.".11.3$-1979 4i' los conceplos con s Preguntas? [a
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Martloez Paie, 5, Madrrd-?9
Printed i¡ Sp¿in
acrividaá científi un modo, Y es
lVerner Heisenberg
[f lrdlelón ln lr ciencin

) el¡ntfflcr con los descubrimientos de Copérnico, Galileo


y frplcr. Es¡ actividad se ha prolongado hasta nuestros
I lhr, y no sabemos si perdurará mucho o si dará Paso a
Unl nucv¡ fese en Ia cual el interés tome rumbos muy
dlforentc¡,
Al conremplar retrospectivamente la historia desde
at a, vemos que Ia libertad de elección de los
pt al parecer, escasa. Estamos ligados al pro-
ct nuestra vida es parte de ese proceso, y la
llbortrd de elección parece agotarse en decidir si quere-
I

lldrde¡ habría tenido de ser un buen científico- Y ni


dquiera en una de esas fases fructíferas tiene el científico
dcme¡iada libertad en la elección de los problemas.
Crbrfa decir, por el contrario, que los problemas esán
d¡dos, que no hace faka inventarlos. Lo cual Parece
I vllido tanto para Ia ciencia como Para el arte. Cuando los
) pintores flamencos descubrieron en el siglo xv la posibi-
I i¡drd ¿e representar a los hombres como miembros
rctivos de la sociedad, hubo cantidad de artistas muy
¡

dotrdos que se sintieron atraídos Por esa posibilidad y


que compitieron por resolver el problema- Haydn, en el
riglo xvtll, había intentado expresar en sus cuartetos de
cuerda los sentimientos que deiaba traslucir la literarura
I contemporánea, la obra de Rousseau y el \Vertber de
il
Goethe; y a continuación se reunieron en Vieoa los
!t llrdtrtau cn ll rlrttrra ll
l0 rVerner Heisenbcrg

iltlrl pcrutlnrl <¡ cl resPeto entre hombres


músicos de la oueva generación Beethoven,
-Mozart,el problema. nr¡r él mismo obietivo' He ahí, quizás'-el
Schubert- y se afanaron por resolver mÁl cfi.ez de la'tradición' De entre los
Denrro ya de nuestro siglo, el desarrollo de la física hiz«r dríamos úaer Para ilustrar
caer a Niels Bohr en la cuenra de que los experimentos sólo evocar algunas de las
de Rurherford con rayos alfa, la reoría de la radiación dc n marcado la hisroria de Ia
Planck y los hechos de la química se podían resumir en itad del siglo. Einstein era
una teoría del átomo; y en los años siguienres marcharon ntenía corresPondencia con
muchos jóvenes físicos a Copenhague para colaborar en oría de la relatividad Y la
la solución de este problema concrero. No hay duda que le unía una estrecha amistad con Max
la tradición, el desarollo histórico, juega un papel esen- Itglfr eulntice,
cial en la selección de los problemas. 5áto trru,o t quc nunca se Pusieron.de
Hay ocasiones en que se da eso mismo, pero en i h lítotptetrción estadística de la
implic
sentido negativo. Puede ocurrir que los temas tradiciona- d¡rrrmlnó con Niels Bohr las
les se agoten y que las mentes más lúcidas vuelvan la di tr¡ relrciones de incertidumbre' problemas deriva-
espalda a un campo en el que no ven ninguna finalidad iñftii[ cicntlrico de los dificilísimos
sensata para su actividad. Después de Santo Tomás de ffiJe lr teorfa de la relatividad.y de Ia teoría cuántica se
Aquino se hartaron los filósofos de los problemas teoló- iflciuc tuarmente en conversaciones entre aquellos que
gicos y filosóficos de la escolásrica y se volcaron en el
áliit.ip.U.n Bctivamente en la investigación' principios
humanismo. En nuestro riempo pareceo haberse 4gotado
'-üliuif" de Sommerfeld en Munich fue, a
d¡loi-inot veinte, uny centro de investigación; Pauli'
los temas tradicionales del arte. Una de las exposiciones l*tz muchos otros Pertenecían a ese
de arte moderno más admiradas de Alemania, la "Do- iirntict, Laporte,
cumenta» de Kassel, fue el año pasado no taoto un $uPor y casr
centro de arte como de propaganda política; afuera, en el Drndoirs que
edificio de exposiciones, habían colocado jóvenes artistas IIDGrimenros.
un gigantesco cartel que decía: Bn¡¡cin o de
"El arte es superfluo., En lmDortentes e inme
atálogo sentido tampoco cabe exclult la posibilidad de
que en un futuro se €oten los temas de la ciencia y de la ióipi"Ui.*as clave. tenía estrecho con-

técnica, de que una generación futura se hastíe de nues-


iii¡á .on Lord Ruth n v Lise Meitner, y
tra actitud racionalista y pragmática y dedique su interés
;; d;-i. ;pinióo de que y
uo .lntercambio de
era tarea de
lniormación entre e*périmento teoría
a una actividad completamente distinta. En la situación
il¡;;i importancia para el .progteso
de la física' El
actual existen todavía, sin embargo, muchos problemas, que en su tiempo eierció Niels Bohr
tanto en la ciencia pura como en la aplicada; no hace falta
ñ;;.. inhufo principalmente a sus
iobre te física nó cabe atribuirlo
esforzarse para recordarlos, y los profesores se los tras- discutía coo
mitirán a sus discípulos.
liiritot, sino a que constantemente
l¡ ¡eoría
sus
ióieg.t las dificultades fundamentales de cuán-
En ese contexto es importante subrayar el gran papel
que desempeñan las relaciones personales en el desa- i¡..¡"¿in.ut,ades que, como él no ignoraba, no admidan
rrollo de la ciencia y el arte. No tiene por qué ser la
iliii tofr.iOn. Cuando Schr« dinger introduio laun mecir^ica
ondulatoria vio Bohr de inmediato que era nuevo
relación eotre maestro y alumno, puede ser lisa y llana-
l2 \(/erner Heisenl,t'r¡ I
r
I
¡l'ndlelátr rn lt (lulr(rB 1l

aspecto, y muy importante, per() s¡ll b¡ nlul:rdrn y uná iurrificación clel empeño científico
dejar de advertir que la m s órbitas dcmlc rnti¡¡tlo I une tradición que ha determi-
elecrrónicas del átomo por imensilr ll qullrrsor de múltiples.generaciones- Los físicos
nales no podía resolver ltades. I;r do lr ptlrner¡ mitad de nuestro siglo, al buscar
única posibilidad de anali a estribar, Oñlt ¡irlctic¡l pera la física atómica, no han hecho
un" ué, más, en la discu reador .lt' álr vicir tradicióo científica. Para ellos fue
la teoría. Schródinger fue invitado a Copenhague' y err ñlntr un. ¡mn decepción el que la primera apli-
dos semanas de intensísimas discusiones quedó allanadtr ¡ilttlcr fucse de índole bélica. Con todo, el
el camino para el ulterior desarrollo en la interpretacií>n Je quc tht¡ra se pudieran transformar grandes
de la teoría cuántica, para el concepto de complementa- üc unu, elemLntos químicos en otros fue
riedad y las relaciones de incertidumbre. No hace falta no rin r¡zón, como Sran triunfo de la ciencia.
que me explaye más en estos eiemplos. Es claro que las ln¡¡rél fror ls aplicación ptáctica de la ciencia se
relaciones personales desempeñan un papel decisivo en latlrutttr r henudo, coo Poco acierto, como trivial
el progreso de la ciencia y en la selección de los proble-
mas.
Existen, a no dudar, otros motivos que también han
jugado su papel en la historia de la ciencia. El más
conocido es el de la aplicabilidad ptáctica- El interés por
la astronomía y la matemática, ya en la Antigüedad, sc
vio espoleado por el hecho de que los conocimientos en
estos campos eran údles en la navegación y en la agri-
mensura. La navegación fue de capital importancia en el
siglo xv, cuaodo los exploradores abandonaron Europa y
el mediterránea y marcharon hacia Poniente. Sin
no es pura coincidencia que Copérnico hiciese sus
^rea
duda
descubrimieotos poco después de irrumpir esa época.
Galileo, defensor de las ideas de Copérnico, se sirvió de
un instrumento recién ioventado, el telescopio' Para
demostrar que la herramienta práctica puede ser útil en
el progreso de la ciencia, y que ésta, a su vez' puede ser dl un iuez imparcial, la propia naturaleza, para estar
de- utilidad en la medida en que conduce a inventar ¡üuro de que ha entendido su estructura. Y le gusta ver
herramientas prácticas. Galileo y sus sucesores estaban ¡l fruto de sus sudores.
muy interesados por el lado práctico de la ciencia. Inves- A prtir de esta acrirud es fácil también eotender los
tigaron aparatos mecánicos como el reloi, inventaron motlvo¡ gue detenninan la orientacióo investigadora de
instrumentos ópticos, Newton construyó un Puente so- erdr cieniífico. Descansa nórmalmente esa orientación
bre el río Cam a su Paso por Cambridge, etc. El que la an cicrtss ideas teóricas, en suposiciones acerca de la
ciencia debe aplicarse a fines prácticos y el que esa lnterpretación de los fenómenos conocidos. Pero ¿qué
aplicación prácúca debe ser uoa prueba de la validez de ¡eorfi es la que se aceptaZ [¿ historia enseña que por lo
\Werner Heisenberg
L4 h'WrdtrtOn ra lr clencil l,
común una teoría es aceptada, no Porque esté libre de
contradicciones ni en virtud de su claridad, sino Por,que
.tp.." poder participar en su elaboración y verifica-
"ná
.¡¿.r. Ét el deseo de nuestra propia actividad, la espe-
,^ora d, ver los resultados de nuestro esfuerzo Io que
nor g,ri, por el camioo de Ia ciencia' Y ese deseo es más
i;;r* ;; todo juicio racional ^ceÍc de las ventaias de
veinte
tut o .,r"t idea teórica. A principios de los años
ráti"*"t que era imposible que Ia- ¡eoría ¡tómica de
lát,. f".t" absolutaminte correcta. Sospechábamos, sin
que apuntaba en la dirección acettada, y esPe-
;rb;;t'ptder'euitar algún día las pecas- y sustituir la
"-b"rgo,
teoría de Bohr por un mocelo más satisfactorio'
E,t p"p.t de ü tradición en la ciencia no se limita'
.^r"io, a Ia selección de los problemas, y con ello
La tradi-
;;t';;; , tu tágu"d" parte de mi confe¡encia'
iiJr .i.t.. todo"su infliuio en estratos más profundoser;del
proceso cieotífico, donde no es Y

A;i;;y que habÍar en primer entí-


ñlá. Eá lá labo. científica del imt¡s
;;d""i;, ; esencia, el método ¿ llado
s sucesores en los siglos XVt
al
io_
en
en
Aristóteles, y recurrió a las ideas filosóficas de Platón'
Surii*v¿ l,a'cie¡cia descriptiva de aquél por Ia ciencia
.rtrrr.tírul de éste. Cuandb argumentaba a favor depor ln

á*feri.n.i^ se refería a una experiencia esclarecida


io'n."io""t matemáticas. Galileo, al igual que Copérnico'
frrÚi" ..r,.ndido que, apartándose de la experiencia in-
mediata e idealizándola, cabe descubrir estructuras ma-
temáticas en los fenómenos y llegar así a una nuevu
riÁpfl.iJ"¿ como base de una nueva comPrensión' Aris-
qttc
tótáles, por eiemplo, había comprobado con acierto
Iá, .r.rpot ligeros caen más despacio que los gravc§'
Galileo que en el vacío todos los cuerPos cacll
"nt-O

J
a- I

L6 rJlerner Heisenberg I
L¡ trodición en la ciencia t7

los mismos resultados. Lo cual no es en absoluto evi- : Por l«¡ general se cree que nuestra ciencia es emPírlca
dente. Sólo puede ser ciefto si los sucesos obedecen I
y que der-ivamos los concePtos y las relaciones matemáti-
estrictamente a una cadena causal, una sucesión de causas l,"t ¿. los datos empíricos. Si eso fuese toda la verdad, al
y efectos. Pero, andando el tiempo, y en vista de los t oisar un campo nuevo no podríamos introducir otras
triunfos cosechados, hemos aceptado esre tipo de causa- I msgnl
m8gnlruqe§ la§ que
m¡cnitudes que las cuPiera observar
qut cupiera
LuPrsr4 directamente,.yy
vuJErY4r directamente,
u¡r!
lidad como uno de los principios fundamentales de la tinirí"mos oue formular las leyes de la nauraleza co¡ La
a
ciencia. El filósofo Kant ya subrayó que la causaüdad, en
este sentido, no es una ley empírica, sino que peffenece
a nuestro método científico; es el supuesto previo de
aquella clase de ciencia que surgió en el siglo xvl y que
desde entonces se ha seguido practicaodo.
De esta actitud que preside la ciencia se sigue el
supuesto de que investfiamos la naturaleza como .real-
mente esr. Nos imaginamos un mundo que existe en el
espacio y en el tiempo y que obedece a las leyes oatura-
les, independientemente de cualquier sujeto observador.
De ahí que en Ia observación de los fenómenos cuide-
mos muy mucho de eliminar cualquier influencia del
observador. Cuando en un diseño experimental provo-
camos nuevos fenómenos, estamos persuadidos de que
en realidad no son verdaderamente nuevos, de que esos
fenómenos se dan a menudo en Ia oaturaleza sin nuestro
concurso, y de que nuestro diseño sólo sirve para aislar-
los e investigarlos. En todos estos puntos seguimos toda- dumbre.
vía confiando en la tradición de los tiempos de Copér- Mas esta nueva situación' que se da en la rcoría
nico y Galileo.
Pero ¿es lícito hacerlo, teniendo eo cuenta las conoci-
das dificultades epistemológicas de la teoría cuántica? Eo
los grandes aceleradores, pongamos por caso, investiga-
mos la colisión entre partículas elementales, y creemos
que aun cuando no hubiésemos coostruido esos acelera-
dores, se darían tales fenómeoos como consecuencia de
la radiación cósmica en la atmósfera. Mas ¿serían ondas o
partículas lo que vendría del espacio, y producirían pa- si repetimos tales series de experimentos., podemos lle-
trooes de interferencia o lrazas? ¿Qué sucede realmente gar iui.iot obfetivos acerca de estas distribuciones' Este
-Áe,á"
" es en la física de partículas el pan nuestro de
mientras no observamos, y sabemos acaso lo que significa
IapaLabra «realrnente» en este contexto? Son prqguntas di- cada día y cabe concebirlo como uoa prolongación natu-
fíciles, y vemos que la tradición nos puede meter en líos. ral del método tradicional.
I

l8 §íerner Heisenber¡¡ L¡ llrdiclón en lr tiencia 19

Asl pues, en último término rodo parece indicar d¡rcrlbir lrtr f'enrSmenos. Newton, quien en stsPrincipios
que en el método científico seguimos estrictamente la lr,tllrllticor dt la Íilo¡ofía natarul empleó además Ios
tradición creada en tiempos de Galileo. Aunque desde (oncoptot de masa y fuerza, introduio la "cantidad de
eotonces se han desarrollado muchas y muy diversas dis- m(rvlm¡cnto», etl€ en esencia coincide con lo que noso-
I
ciplinas química, biología, ciencia atómica y nu- I
lRrt lhmtmos uimpulso"; concePtos como el de eoergía
-física,el método fundamental sigue siendo el
clear, etc.-, clné¡lcr y energía potencial completaron más tarde la
mismo. Da la impresión de que hoy díala mayoría de los
I
bttr eonceptual de la mecánica. Ia mecá¡ica fue durante
científicos creen que éste es el único método aceptable nrll dc un siglo el fundamento de toda la ciencia exacta,
que puede conducir a juicios objetivos, o lo que es lo y ru éxito era tan convincente, que cada vez que los
mismo, correctos, acerca del comportamiento de la natu- fcnómenos sr¡gerían nuevos coocePtos intentaban los
raleza. clontfficos permanecer fieles a la tradición y reducirlos a
Un intento sí ha habido de crear un procedimiento lor rntiguos. El movimiento de los fluidos lo represen-
completamente distinto, y es oblfiado mencionarlo. El ¡¡tnot como movimiento de las infinitas partes minúscu-
poeta alemán Goethe intenró volver a una ciencia des- lr¡ del fluido, cuyo comPortamiento dinámico se puede
criptiva, interesada tan sólo en los fenómenos visibles, y tcplesentar satisfactoriamente mediante las Ieyes newto-
no en los experimentos, que engendran efectos nuevos y nlinaa. Cuando, en Ia segunda mitad del siglo xvlll, el
artificiales. Goethe era contrario a escindir los feoóme- interés se centró en la electricidad y el magnetismo, se
nos en una parte obfetiva y otra subjetiva y temía que la
naturaleza fuese destruida por la avalancha de la ciencia
técnica. Nosotros, que conocemos hoy la contaminación
del aire y del ryua, el envenenamieoto del suelo por los
abonos químicos, y las armas arómicas, entendemos los
temores de Goethe meior que sus coetáneos. Su intento, comportamiento químico de la materia había retomado
con todo, no tuvo en el fondo ninguna influencia sobre Gmsendi la idea de estructura arómica, y sus sucesores
el desarr<¡llo de la ciencia. El éxito del método rradicio- utilizaron la mecá¡ica newtoniana para describir el mo-
nal era demasiado impresionante. vimiento de los átomos y las consiguientes propiedades
Fuera de su influjo en la selección de los problemas y dc la materia. LJn rayo de luz cabía imaginarlo como un
en el método científico, la influencia de la tradición es
quizá máxima en la formación y transmisión de los
conceptos con que intentamos aprehender los fenóme-
nos. La historia de la ciencia no es sólo la historia de los I
descubrimientos y observaciones, sino también una his- a

toria de los conceptos, y por eso quiero, eo esta rercera I lu leyes de Newton.
parte de la conferencia, esbozar brevemente la historia Ai igual que en el caso de los métodos científicos,
de los conceptos a partir de Copérnico y Galileo, así nrdie tudaba de que esta reducción a los conceptos
como el papel qúe ha desempeñado en ella la tradición. mecánicos fuese viable. Pero el fallo de la historia fue
La nueva ciencia arrar.có de la astronomía, y por eso rquf muy otro. En el siglo xlx se hizo cada vez más claro
fueron posición y velocidad los primeros concepros para que los fenómenos electromagnéticos son de naturaleza
T-
¿o lVerner Heis<'rrlrlt¡
*l Fldlttnrr ¡lt lr r l.ttr l,t 2l
tlistinta. Faraday introdujo el concepto de campo t.lr.r uicr«¡ hacer constar, sln em-
tr()magoético, concepto que, tras completar Maxwt'll 4 ¿rl instiruto de Niels Bohr
la rc oría, ganó creci ente realidad ; los físi cos compre ntl i t' r . r r uc me pidió fue leer el libro
poco a poco que un camPo de fuerzas en el espacio y t'rr a. Y añadió que Gibbs había
el tiempo podía ser tan real como la posición o la velor itl,r,l veras la había entendido.
de una masa, y que no tenía ningún sentido conccbir r,l Ftrl gn l)lrttt ('ttlnltos la cosa tenÍa peor cariz alúo'
campo de fuerzas como característica de una sLlstiul(rrr fufimr,t qus rc((¡l¡(,(cr que en la teoríade la relatividad
desconocida que se denominaba .éterr. La rradici<in lr¡t. I lñ la lltirlE ctrúlrti«rt rcsultaban insatisfactorios algunos
aquí no tanto ayuda como impedimento. Laidea del titt'l
no fue en realidad abandonada hasra el descubrimicnr,,
il¡ lnr ñlll nrrti¡ttos (onccPtos tradicionales y que había
ágl lurtltutrlor ¡ror otros meiores' El espacio y el tiempo
de la relatividad, y con ella expiró también la esperanz,r ñtt r,,n lut lntle¡rcntlientes uno de otro como había
de poder reducir el electromagnerismo a la mecánicir tf:l+lrl Ncwtttn, rintl quc cstán relacionados Por la trans-
En la teoría del calor cabe detectar un desarrr¡llo fttmrrlón ¡lc l,tlrentz. El estado de un sistema, en Ia
parecido, bien que la desviación de los conceptos rlt. l,r ñrclnltr (uAntacl' puede caracterlzarse Por un vector en
mecánica sólo era reconocible aquí en punros muy su(¡ Uñ FlFrl lt¡ mr¡llitlimensiooal, y este vector implica enun-
les. Al principio parecia todo muy sencillo. lJn rrozo ,lr, itrdoi tltsr([ rlcl c«rmportamiento estadístico del sistema
materia consta de numerosos átomos de moléculas; c«,rr ¡á drtcrlnlnnthr cr¡ndiciooes de observación. La descrip-
sideraciones estadísticas aplicadas a los movimientos nrt' ilán nhlottvr dcl sistema, en el sentido tradicional, es
cánicos de estas numerosas partículas bastaban para «lt.s irnnlrllhis, Nt¡ hucc falta que entre en detalles. Sabido es
cribir el comportamiento de la mate¡ía bajo el influ jo .lt, i0 hurlttt qtte lcs costó a los físicos acePtar esta modifi-
calor o de transformaciones químicas. Los conceptos t.lr, tltlólr rlo klr (oncePtos fundamentales'
temperatura y entropía parecían igualmente idóneos parir Fu¡¡lo que mi propósito es hablar sobre el papel de
captar este comportamiento estadístico. En mi opinirirr b tndlclólr en la ciencia, he de plantear Ia pregunta de si
fue Gibbs el primero en comprender la brecha <¡ur. h llrdlt'ló¡r ho sid«¡ realmente sólo un obstáculo para
habían abierto en la física estos concepros. Su idea tk.l illn¡ dcrrrrollt¡s, de si lo único que ha hecho es llenarles
conjunto canónico muestra que la palabra temperarurir I lo¡ cl¡¡rtfficos la cabeza cle prejuicios,progreso'
cuya eliminación
caructeriza el grado de nuestro conocimiento acerca rl«.1 llr enndiciOn indispensable para el El pro-
comportamiento mecánico de los átomos, pero no tlt'l Sifmr ol¡r¡ba aquí en la palabra «preiuicio»' Cuando
comportamiento mecánico objetivo. I-a palabra ¡emitc ¡r h¡blrmor de nuestras invcst(¡¡aciones, de los fenómenos
una clase determinada de observación, pues supone un stf¡ar, utilizamos un lenguaje, pala-
intercambio de calor entre el sistema y el apararo (l(, son la expresión verbal de conceptos.
medida, el termómetro; presupone un equilibrio rermo a invcstigación es inevitable relacionar
dinámico. Por eso, conocer la temperatura de uo sisremlr hr prlrhlm con los conceptos antiguos, dado.que los nuevos
no es conocer exactarnenre su eoergia; la imprecisi<irr lúd nb Gxi¡ten, Los así llamados prejuicios son, Por
depende del número de grados de libertad del sisteml. nnl€r componentes neccsarios de nuestro lenguaie y no
La tradición fue naturalmente un claro obsráculo en cl clbl ollminrrl«¡s de un ¡rlumazo. Aprendemos el Ieoguaje
camino de esta interpretación, y creo que hasta que no s(. t lmvát de lo tradición, l«¡s coocePtos tradicionales con-
completó la teoría cuántica en ouesrro siglo, la mayoría dr. fnlmrn Ir msnera en quc pensamos sobre los problemas
22 §ferner llt.rsr.rrl,r r ¡ 2l
k Hf*rtalr rn lt (lrrr(ilr
y determioan nuestras preguntas. Cuando los ex¡.rt,rrrr, rr
tos de Lord Rutherford demosrraron que cl ,unnr r

consta de un núcleo rodeado de electrones, no hulro rrr,ir


remedio que preguotar: ¿dónde se encuentran y r<'¡r't¡r, ¡r,
mueven los electrones en estas regiones exterir¡rr-r ,lr,l
átomoi' ¿En qué consisren las trayectorias elecrrrj¡rrr,rr'
O cuando se observaban sucesos en estrellas muy lt.¡irn,rr,
parecía sensato inquirir: /'ocurren estos sucesos sinrrrlt,r
oeamente o no7 Hacerse a la idea de que pregunr¿rs rll
esta índole carecen de sentido es un proceso muy ilr(lrrr
y doloroso. No es justo denigrarlo con la palabra ,,¡,rr
juicio". Cabe, pues, decir que en un estadio de la ri«.rrr r,r
en el que hay que modificar concepros fundamenralt,s, lu
tradición es tanto condición cuanro obsáculo 1>irrir r,l
progreso. Por eso hace falta normalmente tanro ricl¡rl,rr
para que se acepten nuevos conceptos.
Apliquemos finalmente estas ideas al estado acrull tll
La fístca. La estructura fundamenral de la materia cs lroy
día uno de los problemas centrales, un problema ,¡rrr,
desde tiempos de Demócriro ha esrado presidido ¡ror t.l
concepto de panícula elemental, como delaran cl¡rr'¡r
mente las imágenes y pregunras que utilizamos. fJn rr()z()
de materia consta de moléculas: una molécula cr>nst¡r ,lt,
áromos; un áromo consta de núcleo y electrones; rrrr
núcleo consta de protones y neutrones. Un pr<>trirr.,.
bueno, podría ser una partícula elemenral. Per<¡ sólr¡ l,r
llamaríamos «elemental» si a su vez no pudiera diviclirsc,
nos gustaría, por tanto, que tuviese una masa y una carg,r
puntuales. Pero el prorón tiene un ramaño finito y prrc«lt,
ser dividido. De una colisión enrre dos prorones encrg(
ricos pueden surgir muchas partes. Mas esas parres n()
son menores que el prorón, sino partículas parecidas a ól;
es decir, son ciertos objetos, de todo un espectro (l(,
Partículas, cttya car1a que no sea nula- nr¡ cs
menor que la del protón.-siempre
De ahí que lo que observam()s
en una colisión de este ripo quizá no debiéramos lla-
marlo fisión del prorón; se rrara de la creación de nuevus
partículas a parrir de la energía cinética de los proroncs

_)
22 rVerner Heisenberg
La ¡radición en la ciencia 23
y determinan nuesrras pregunras. Cuando los experimen-
tos de Lord Rutherford demosrraron que el átomo
consta de un núcleo rodeado de electrones, no hubo más
remedio que preguotar: ¿dónde se encuentran y cómo se
mueven los electrones en estas regiones exteriores del
átomo? ¿En qué consisten las trayectorias electrónicasT
O cuando se observaban sucesos eo esrrellas muy lejanas,
parecia sensato inquirir: ¿'ocürr€o esros sucesos simultá-
planteando; y eso que la tradición se remonta 2'500 años
nearnente o no? Hacerse a la idea de que preguntas de 'atÉs,
hasta'l,os tiempos de Demócrito. Sin embargo, no
esta índole carecen de sentido es un proceso muy arduo
y doloroso. No es justo denigrarlo con la palabra ,rpre- tenemos más remedio que plantear las preguntas, porque
juicio". Cabe, pues, decir que en un estadio de la ciencia nuestro lengua
en el que hay que modificar conceptos fundamentales, la abocados a util
tradición es tanro condición cuaoto obstáculo para el o "número de
progreso. Por eso hace falta normalmente ranro tiempo vaciones nos d
limitada aplicación. Aun así es harto difícit liberarse de la
Para que se aceprcn nuevo§ conceptos. tradición. En uno de los últimos trabajos sobre partículas
Apliquemos finalmente estas ideas al estado acrual de
la física. La estructura fundameotal de la materia es hoy elementales leí lo siguiente: «Los resultados de Biorkén
día uno de los problemas cenrrales, uo problema que
desde tiempos de Demócrito ha estado presidido por el
concepto de parrícula elemental, como delata¡ clara-
mente Ias imágenes y pregunras que utilizamos. (Jn trozo
de materia consta de moléculas; una molécula consta de
átomos; un átomo consra de núcleo y elecrrones; un
oúcleo consta de protones y neurrones. Un protón...
bueno, podría ser una partícula elemenral. Pero sólo la
llamaríamos .elemental, si a su vez no pudiera dividirse;
nos gustaría, por tanto, que tuviese una masa y u¡a carga
puntuales. Pero el protón tiene un tamaño finito y puede
ser dividido. De una colisión entre dos prorones energé- materia. Pero aun cuando se descubrieran los quarks,
ticos pueden surgir muchas partes. Mas esas partes no serían a su vez divisibles, por lo que sabemos, en dos
son meoores que el prorón, sino partículas parecidas a él;
quarks y un antiquark, etc., es dec-ir, no serían rnás
es decir, son ciertos objetos, de rodo uo espectro de il"-.ntál.t q,r. ef protón. Así de difícil es liberarse de
partículas, cuya carga que no 59¿ ¡¡ul¿- ¡9 s5 una vieia tradición.
-siempre
menor que la del protón. De ahí que lo que observamos Lo que realmenre hace falta es un cambio en los
en una colisión de este dpo quizá no debiéramos lla- conceptos fundamentales. Tendremos que abandonar la
marlo fisión del protón; se r¡ara de Ia creación de nuevas filosoiía de Demócrio y el concepto de partícuh ele-
partículas a partir de la energía cinética de los prorones mental. Y en lugar de ello deberíamos aceptar el con-
cepto de simetríás fundamentales que deriva de la filoso-

C{..
rVerner Heisenberg
26 La evolución de los conceptos en la historia 27

dencia con los dos primeros, el concepto de p¿rtícula porque en caso contrario no habría ninguna relación con
á;;;"á, .,ryo .r,,-riio no se ha agotado aún' Las dos el modelo de Rutherford, cuyos experimentos descansa-
por.tanto, hisróri- '
lii-.t"t p"t.át de este ensayo serán, todos los errores
ban en la mecánica clásica. Hacía filta además relacionar
cas, auoque no es mr intención señalar los estados estacionarios discretos con las frecueocias del
y faltas que cometimos ha ' espectro, lo cual exigía aplicar la ley descubierta por Ritz,
señalaré algunos), mientras formulada ahora de manera que á por la frecueniia de la
ocuparé de los Problemas ac líoea era igual a la diferencia entre las energías de los
Como es sabido, el conc estádos inicial y final. Sin embargo, la meior manera de
discreto fue introducido Por explicar esra ley era a través de un supuesto que Bohr no
concepto central en su teoría del átomo, cuyas intencto- aceptaba: la idea, propuesta por Einstein, del cuanto de
nes Bthr describió así: oHay que tener claro que esta ' luz. Hacía mucho que Bohr no estaba dispuesto a creer
teoría no intenta explicar fenómenos en el sentido en en cuantos de luz, y por eso contemplaba los estados
^palabra
o* t. .-pleaba la 'expücación' en Ia antigua estacionarios como estaciones en el movimiento del elec-
frti.r:-b i,r. in,.ni" es relaci'onar.:Htrtl.*:t:::: trón, el cual, en su órbita alrededor del núcleo, pierde
energía por radiación. Bohr suponía que durante este
ecía que era Preciso proceso de radiación el elecrrón cesaba de radiar en
aotes de Poder dar determinadas estaciones, que él llamaba estados estacio-
o de antigua física. Tres
la narios discretos. Por razones desconocidas el electrón no
eran ante todo los fenómenos que había que poner err radia en esas esraciones, la úlrima de las cuales es el
mutua. El primero era-el curioso hecho de la
I-
i.f".iát estado fundamental del átomo. Cuando hay radiación, el
estabitidad del átomó. Un átomo perturbado por Proce- electrón pasa de uno de los estados estacionarios al si-
sos químicos, colisio guiente.
reSresa slemPre, sln Según este cuadro, parecía que el tiempo de perma-
estado fundamental. nencia en el estado estacionario era mayor que el Áecesa-
no podía exPlicar satisfacto rio para pasar de un estado a otro. pero esa razón
leves espectr"les, en especial la famosa- de Ria'
que
¡remporal nunca fue claramente definida.
afirmeba que la frecuencia de las líneas de un esPectro *
¿Q,ré se podía decir acerca de la radiación propia-
;¡i;;;.t-ibi na diferencia eotre términos v ' menre dicha? Cabía aquí aprovechar las ideas generales
iue estos tér concebirlos como r¿§gos carac- de la reoría maxwelliana. Desde esre punto de vista
árísticos de Y por último estaban los expe- ptrecía que la causa de todas las dificultades era la
il;;il Je Rutherford, que le habían llevado a su , ihteraccióo enrre átomo y radiación. En el estado esta-
modelo del átomo. I cionario no había tal inreracción, y por eso era lícito
El asunto era conectar entre sí estos tres grupos de -o
ll menos así lo parecí+ utilizar la mecánica clásica. Mas
t eihos v. como el lector no ignorl, el punto de arrangue urir a la teoría de Maxwell para la radia-
á;--;;;'1"n.*i¿n fue la idia de estado esracionario que en realidad no era necesario adoptar
ált.t",o. En principio era obl creer que el compor- abía haber rornado los cuantos de luz más
ái.n,o def átomo en el e esracionario discreso üh serio y haber dicho que los patrones de interferencia
;;i; ;t ixplicado por la mecánic¿' Cosa necesaria'
{ue observamos en la Iuz surgen de ciertas condiciones
28 \Verner Heisenberg La evolución de los concepros en la historia 29
y por tanto se movía con una determinada frecuencia

troducido el número cuántico magnédco. Dado un


cafrrpo magnético en una dererminada dirección, el im-
pulso angr.ilar del átomo en dicho campo tiene que valer
1 ó 0 ó -1, como consecuencia de aquella cándición
cuántica. Pero al romar orro campo con distinra direc-

nes cuánticas parece, por tanto, inevitable.


Mi primera discusión con Niels Bohr, hace ahora
precisameote 50 años, giró en rorno a una de estas
dificultades. Bohr había dido en Gotinga una confereocia
en Ia que sostuvo que en un campo eléctrico constante la
energía de los estados estacionarios podía calcularse con
arreglo a las condiciones cuánticas; un cálculo realizado
hacía poco por Kramers para el efecto Srark cuadrático
contenía al parecer, según Bohr, los resuhados correctos,
lrporque este método se había revelado excelenre en orros
casos. Por orro lado
-opinaba
Bohr- la diferencia
entre un campo elécrrico constante y orro de ienta
variación e¡a muy pequeña. En un campo eléctrico que
variase no lenramente, sino con una frecuencia ,.rc^ia
h orbital, pongarnos por caso, sabríamos que la resonao-^
cia se presenta cuando la frecuencia del campo eléctrico
exterior coincide no con la orbital, sino con la frecuencia
que viene dada por las transiciones y es observada en el
c3PeCtro.
- En nuestro pausado examen del problema rrató Bohr
de explicar que en el momento en q.r. el campo eléc-
tilerner Heisenberg La evolución de los concepros en la hisroria )l
30
órbita del electrón. Su idea era que cada línea corres-
ponde a una componenre de Fourier en el desarrollo del
movimiento del elecrrón; del cuadrado de esta amplirud
se puede calcular Ia inrensidad. Esta intensidad no guarda
naturalmenre ninguna relación direcca con la probabili-
dad de transición de Einstein, pero de algún- modo sí
están relacionadas ambas, de manera que permire hacer
una cierta esrimación de las m4gnirudes de Einsrein. Así
pues, el interés fue desplazándose poco a poco de la
energía del esrado esracionario a la probabilidad de tran-
sición entre estados esracionarios, y fue Kramers quien
empezó a iovesrfiar en serio la dispersión en el átomo y
a relacio¡ar el comportamienro del modelo de Bohr baio
el efecto de la radiación con los coeñcienres de Einsrein.
En el cálculo de una fórmula para la dispersión Kra-
mers se dejó guiar por la idea de que los armónicos se
corresponden con osciladores armónicos virtuales en el
átomo. Kramers y yo analizamos luqgo rambién fenóme-
nos de scarrering en los que la frecuencia de la luz
dispersada es disrinra de la de la luz incidente. El cuanro
de luz dispersado es aquí diferenre del cuanto incidenre
porque duranre la dispersión el átomo pasa de un esrado
a otro. Raman acababa de descubrir ales fenómenos en
los espectros de bandas. Al inteorar elaborar fórmulas
para la deflexióo en esros casos era obligado hablar no

ta
de
,lTljf""il,ltá
na nueva pers_
Pe de mencionar,
y que Kramers y yo explicitamos en nuesrro trabaio
sobre el scatrering, eran ya casi productos de matrices.
32 \iüerner Heisenberg La evolución de los conceptos en la historia 33

De ahí había sólo un Paso a decir: abandonemos de una un método para calcular los valores discretos de la ener-
y sustiruyamos
*, i"¿" esta idea de Iá órbita electrónica de gia del átomo. También existía, al menos en principio, un
;ir";1."r.;.; hs componentes de Fourier Debo la órbita por método para calcular las probabilidades de traosición.
los elementos matrtctales correspondieotes' confe- ¿Pero en qué consistía esre estado del átomo? ¿Cómo
sar que -"ien aquel tiempo yo sabía lo que era
-n9 producto de matrices'
una describirlo? Por referencia a una órbita elecrrónica,
rn",.i, conocÍa las reglai del desde luego que no. Iaúnica posibilidad de describido
Pero esas oPeraclones se-podían tomar de,la física' v-más era determinar una ener¡¡ía y probabilidades de transi-
;^;;".;;*.tÁ;t;bó qr. .i" la multiplicación de matrices' ción; pero faltaba un cuadrc¡ del átomo. Por otro lado,
tan conocida para los maremáticos' estaba claro que de vez en cuando hay estados no
Ya se ve que por aquel eotonces habíamos abando- estacionarios. El ejemplo más sencillo de estado no
naáo p.á.tic"*.ni. la idea de órbita electrónica'
cooec- estacionario era el de un electrón que atraviesa una
,ad; ¿". h de estado estacionario discreto' Pero el cámara de niebla. Así pues, la cuestión era, en el fondo,
;;;.;,; á. .r,"do estacionario discreto había sobrevi- la de cómo ratar uo tal estado que puede darse en la
teola su base en las ¡aturaleza. Un fenómeno como el de la trayectoria de un
Por el contrario, no electrón a través de una cámara de niebla ¿puede ser
descrito en el lengua je abstracto de la mecánica de
, ,,",,i;lT¿'ffi ltili:- matrices?
Por suerte, Schródinger tenía elaborada por aquel
"-q"ir¿
nadas.
entonces Ia mecánica ondulatoria. Y en la mecánica
deba meocionar que aún antes de que ocurrle-
," ár,o en 1925, Born había subrayado en 1924' en su ondulatoria las cosas tenían otro aspecto. Allí se podía
r"*in"t¡" de Gotinga, que era falso atribuir todas las definir una función de ondas para el estado estacionario
áiñ."t,"¿.t de la teáría cuántica a la interacción entre discreto. Durante un tiempo creyó Schródinger que para
un estado estacionario discreto podía esbozarse el si-
guiente cuadro: una onda esracionaria tridimensional,
que puede describirse como el producto de una función
en el espacio po¡ una función periódica ei-' del tiempo, y
el cuadrado absoluto de esta función de ondas e¡a la
y de manera indePendiente D densidad elécuica. I¿ frecuencia de esta onda estaciona-
áouellas condiciooei adicionales que en mi primer
traba- ria había que igualarla al término en la ley espectral. He
i;-;;bi, ;;tibuido vo a h multiplicación de matrices ahí Io nuevo y decisivo en la idea de Schródinger. Estos
l; ;;ái;"-;scribir éfectivamente en la elegante forma términos no significaban necesariamente energías;
significaban simplemente frecuencias. Y así llegó Schró-
iq - q! : * De esta manera lograron crear un sencillo dinger a una nueva imagen "clásica, del estado estacio-
nario discreto, del cual pensó al principio que podía
para .la mecánica cuántica' realmenre aplicarse en la teoría del átomo. Mas pronto se
--i.to matemáticoasí
esquema
sabíamos qué era este estado
ni siquiera parte
comprobó que tampoco era posible. En el verano de
estacionario discreto, con lo cual llego a Ia segunda 1926 se llegó en Copenhague a discusiooes muy acalora-
áe mi charla: al concepto de 'estado'' Eo 1921 existia das. Schródinger pensaba que la imagen ondularoria del
2

)-
\íerner Heisenberg La evolución de los concePtos en la historia 35
34
el cuadrado de la función de ondas no era una densidad
de carga, como creyera Schródinger, sino la probabilidad
de encontrar el electrón en un lugar determinado.
Luego vino la teoría de la traosformación de Dirac y

por lo demás, no era la función de ondas en el esPacio


tridimensional, sino en el esPacio de configuración-
significaba la probabilidad de algo. Con este dato regre-
samos al electrón e¡ la cámara de niebla. ¿No sería que
habíamos planteado la pregunta improcedente? Recordé

aquelias situaciones que pueden rePresentarse en la me-


cánica cuántica o en la mecánica ondulatoria?,
Volvieodo Ia pregunta dc-l revés, se veía de inmediato
que esa trayectoria del electrón en una cámara de niebla
no era una línea infrnitamente delgada, con posiciones y
velocidades bien nítidas; la trayectoria era en realidad
una sucesión de puntos que no estaban demasiado bien
definidos por las gotitas de agua, como tamPoco Io esta-
ban las velocidades. De manera que planteé seocilla-
mente la siguiente preg.unta: "Si de un Paquete de ondas
queremos saber tanto su velocidad como su posición,
¿cuál es Ia máxima precisión que podemos obtener,
partiendo del principio de que en la naturaleza sólo se
dan aquellas situaciones que cabe rePresentar en el es-
quema matemático de la mecánica cuántica?r, I'a' tatea
matemática era muy sencilla y el resultado fue el princi-
pio de incertidumbre, que parecía ser compatible con la
situación experimental. Por fin sabíamos cómo represen-
tar un fenómeno como la trayectoria de un electrón,
)6 \Werner Heisenberg
La evolución de los concepros en la historia 37

pero a precio bien alro. Porque esta interpretación de la ob jetividad. I¿ resis de que tal descripción obietiva no
significaba que el paquere de ondas que representa al es posible en el mundo de los átomos, de que un estado
electrón vaÍia ei cada punto de observación, es decir en sólo lo podemos definir mediante una dirección en el
cada gotita de agua eo la cámara de niebla. En cada punto espacio de Hilbert, era verdaderameote uoa afrmación
obtenemos nueva información sobre el estado del elec- muy revolucionaria; y pienso que no es tan raro que
trón, de manera que tenemos que sustituir el paquete de muchos físicos de aquel tiempo no estuviesen dispuestos
ondas grigioal por uno nuevo que represente esa nueva a aceptarla.
información. Sobre este problema tuve una discusión con Einstein
El estado del electrón así representado no nos permire e¡ 1914, pocos rneses antes de su muerte. Fue una tarde
asignar al electrón en órbira propiedades deñnidas, como muy bella Ia que pasé con é1, pero cuando Ilqamos a Ia
coordenadas, momento, erc. Lo único que podemos ha- interpretación de la mecánica cuántica no logré cooven-
cer es hablar de Ia probabilidad de encontrar el electrón, cerle, ni él a mí. Repetía continuamente: "Admito que
en coirdiciones experimentales adecuadas, en un cierro cualquier experimento cuyos resultados se puedan calcu-
punto, o de encootra¡lo con un cierco valor de la veloci- Iar mediante la mecánica cuántica saldrá como Ud. dice,
dad. Habíamos llegado finalmente a una defrnición de pero aun así ese esquema no puede ser la descripción
estado que es mucho más abstracta que la órbira electró- definitiva de la naturaleza.,
nica original. Matemáticamente lo describimos mediante Llqgamos ahora al tercer concepto que quería comen-
un vector en el espacio de Hilbert, y ese vecror deter- tar, el concepto de partícula elemental. Antes de 1928,
mina probabiüdades para los resultados de cualquier cualquier físico sabía lo que significaba esa expresión. El
clase de experimentos que puedan realizarse sobre ese electrón y el protón eran los elemplos más claros, y por
estado. EI estado p\de cambiar con cualquier oueva aquel entonces nos hubiese gustado tomarlas simple-
información mente como cargas puntuales, infinitamente pequeñas,
Esta definición de estado indufo un gran cambio defrnidas por su c rga y su r,nasa. A rqgañadientes tenía-
como ha dicho Dirac, un gran salt> en la descripción -o mos que admitir que habían de poseer uo radio, Porque
de los fenómenos naturales, y dudo que la resistencia de su energía electromagnétíca rc¡ía que ser frnita. Nos
Einstein, Planck, von I¿ue y Schródinger a acepcarla disgustaba la idea de que semeiantes obietos tuviesen
quepa llamarla simplemente prejuicio. Ia palabra qoé pos.er propiedades como el radio, pero así y todo
"pre-
f uicio" es demasiada oegaiva en esre contexro y no hace nos alegraba que al menos pareciesen ser completamente
justicia a Ia situación. Es cierto, por ejemplo, que Eins- simétricas como uoa esfera. El descubrimiento del spin
tein pensaba que por fuerzahabía de ser posible dar una elecrónico cambió luego el panorama de manera sustan-
especie de descripción obietiva ile la situación, del es- cial. El electrón no era simétrico. Tenía un eie, y este
tado de un átomo, en do en que había sido resuitado ve¡ía a recordar que estas pardculas quizá
posible hacerlo en la Pero realmenre era tuviesen más de una propiedad y no fuesen tan simples,
muy difícil abandonar esra noción, porque todo nuestro tan elementales como habíamos pensado. [¿ situación
lenguaje va unido a ese concepto de obfetividad. Todas cambió otra vez por completo en 1928, cuaodo Dirac
Ias palabras que utilizamos en física para describir expe. puso a punto Ia teoría relativista del electrón y descubrió
rimentos posición, enet9ía, temperatura, él positrón. Una idea nueva no puede ser del todo clara
etcétera- -medida,
se basan en la física clásica y en su idea desde el principio. Dirac pensó primero que los agujeros
38 Verner Heisenberg
La evolucióo de los conceptos en la historia 39
de energía negativa de su teoría cabía identificarlos con
tiempo. Comprendíamos que existen proceso§ eo los
los protones, pero luego se vio que tenían que tener la
cuales se crean partículas a partir de energía' Ia posibili-
misma masa que el electrón; finalmente fueron descu-
dad de esos procesos venía expresada ya, desde luego, eq
biertos experimentalmente y llamados positrones. Pienso
Ia rcoría de la rel¿tividad especial, con su transformación
que este descubrimiento de la antimateria fue quizá de
los grandes saltos que ha habido en la física de nuestro
de su realidad se hizo PalPable
siglo, el mayor: un descubrimiento de la máxima impor-
po n con el descubrimiento de
tatcia, porque cambió toda la imagen de la rnateria. Lo
Di creación de pares.
explicaré con más detalle eo esta última parte de la
Si mal no recuerdo, Fermi publicó la teoría de la
desinregración beta e¡ L934. Años rnás tarde, y en
conferencia.
conexión con la radiación cósmica, planteamos la pre-
Dirac sugirió primero q stas partículas pueden ser gunta: ocurre si dos partículas elementales chocan
creadas por el proceso de producción de pares. Un "¿Qué
coo energra muy alta?» Ia respuesta inmediata era que
cuanto de luz puede elevar un electrón virtual desde uno no había razóo para que no se pudieran crear múltiples
de estos estados de energía negativa en el vacío a una partículas en tal evento. En efecto, tras e[ descubri-
etergía positiva superior, lo cual significa que el cuanto miento de Dirac resultaba rnás que natural la hipótesis de
luminoso ha creado un par electróo-positrón. Pero un
corolario inmediato es que el número de partículas ya no
es un buen número cuántico; no había ley de conserva-
ción para el número de partículas. Según la nueva idea de
Dirac cabía decir, por ejemplo, que el átomo de hidró-
geno no consiste necesariamente en un protón y un
electrón. A ratos puede también constar de un protón, un número arbitrario de pardculas' con [a sola con-
dos electrones y un positrón. Y lo cierto es que cuando
dición de que la simerría inicial sea idéntica a La Frr,'al,
uno tieoe en cueota los detalles más ñnos de la electro-
había que suponer también que cualquier partícula era
dinámica cuántica, esas posibilidades juqgan efectiva-
realmeñre uÁ compleio sistema comPuesto' pues sin
mente un papel.
. En cualquier interacción entre radiación y electrón faltar del todo a la verdad cabe decir que cualquier
pueden ocurrir fenómenos como la producción de pares.
Pero entonces era natural supooer que procesos pareci-
dos podían ocurrir en un sector mucho nr,ás amplio de la
física. Desde l9)2 sabíamos que en el núcleo no hay
electrones, que el núcleo consiste en protones y neutro-
nes. Pauli, rgo, sugiere más tarde que la desinte-
gración be describirse diciendo que en ella se
ciean un electrón y un neutrino, posibilidad que Fermi
formuló en su teoría de la desintegraciín beta. Vemos,
pues, que la ley de conservación del número de partícu-
simetría del pióo. De suerte que una de las consecuen-
las estaba ya completamente abandonada en aquel cias más espéctaculares del descubrimiento de Dirac fue
40 lilerner Heisenberg La evolución de los conceptos eo la historia 4I
el derrumbe completo del viejo concepro de partícula sigue sobre el tapete. Pero, tras las muchas discusiones
elemental. [a partícula elemental ya no era elemental. En habidas durante las últimas décadas, no cabe duda de que
realidad es un sistema compuesro, meior, un complejo se pueden construir consistentemente teorías con mé-
sistema de muchos cuerpos, con todas las complicaciones trica indefinida y que esas teorías pueden conducir a una
de una molécula o de cualquier objeto semejante. interpretacióo física razonable.
Otra consecueocia de Ia teoría de Dirac tampoco care- Así pues, el resultado final en este momento parece
ció de importancia. En la vieja reoría, digamos en la ser el siguiente: que la rcoría de Dirac del electrón ha
teoría cuántica no relativista, el estado fundamental era cambiado el panorama entero de la física atómica. Tras
un estado harto sencillo. No era más que el vacío, el abandonar el viejo concepto de partícula elemental, hay
mundo vacuo, nada más, y por tanto tenía la máxima que considerar ahora estos obietos como compücados
simetría posible. El estado IÍíndamental de la teoría de sistemas compuestos que afgún día habrá que calcular a
Dirac era diferente: un objeto Ileno de partfculas de pa¡dr de la ley naural subyacente, al igual que los
energia ne4aúva que no podían verse. Aparte de eso, si estados estacionarios de las moléculas compleias hay que
introducimos el proceso de producción de pares habria calcularlos a base de la mecánica cuántica u ondularoria,
que esperar que en el estado fundarnental se contuvieran Hemos aprendido que la er,ergia se convierte en materia
probablemente un número infinito de pares virtuales de cuando toma la forma de partículas elementales. Los
positrones y electrones o de partículas y antipartículas; se estados llamados partículas elementales son igual de
ve, pues, de inmediato que el estado fundamental es un complicados que los estados atómicos y moleculares.
sistema dinámico complicado. Es una de las soluciones O formulándolo de manera paradójica: cada partícula con-
propias definidas por [a ley natural subyacente. Interpre- siste en todas las demás partículas. De ahí que no poda-
tando el estado fundamental de esta suerre vemos ade- mos €sperar que la física de paftículas elementales llegue
más que no necesita ser simétrico baio los grupos de Ia a ser nunca más simple que la química cuántica. Punto
ley natural subyacente. En efecro, la explicación más importante, porque incluso hoy muchos físicos esperan
oatural de la electrodinámica parece ser la de que Ia ley descubrir algín día una manera muy sencilla de describir
natural subyacente es completamente invariante bajo el la física de partículas elementales, igual que el espectro
grupo de isospio, mientras que el estado fundamental no. del hidrógeno en los viejos tiempos. Pienso que eso es
Ia suposición de que, en virtud de lo anterior, el esrado imposible.
fundamental es degeoerado bajo rotaciones en el isospa- Para concluir quisiera volver a decir algunas palabras
acerca de Io que se ha llamado
cio, presupone, según rcoremp de Goldstone, la existen- "prejuicios". Hay quien
cia de fuerzas de largo alcance o de partículas de masa en dirá que ouestra creencia en las partículas elementales
reposo nula. La interacción coulombiana y los fotones era uo preiuicio. Por mi parre sigo opinaodo que sería
deberían interpretarse probablemente de esta manera. un veredicto demasiado nqgadvo, porque todo el len-
Como corolario de su teoría de los agujeros, Dirac guaje que veníamos usando en física atómica en los
laozó finilmente, en su conferencia Baker de 194L, la últimos 200 años estaba basado, directa o iodirecta-
idea de que eo una teoría de campo relativista con mente, en el concepto de partícula elemental. Ia pre-
interacción debería usa¡se un espacio de Hilbert con gunta sempiterna era: «¿.En qué consiste este objeto y
métrica indefinida. I¿ cuesdón de si esta extensión de la cuál es la configuración geométrica o dinrámica de las
teoría cuántica convencional es realmente necesaria o no partículas menores contenidas en el obieto grande?, Y
1üüerner Heisenberg
42 La evolución de los concepcos en la historia 43

podrían esrar producidas por la dioámica del sistema


como simerías aproximadas.
i Ese es orro de los asunros que dene que dirimir la
experiencia. Sólo quería decir que lo que tenemos que
buscar no son partículas fundamentalei, sino simetrías

que tenemos que hacer es aprender a tabaiar con esre


nuevo concepro --desgraciadamente bas rante abstracte
de las simetrías fundamentales; lo que quizá no sea poco.

exPerimental.
§ólo t.tt" una cuestión: ¿Con qué sustituimos el con-
cepto de partícula fundamqntal?- Pienso. que hay que
suitituirlo por el de simetríá fundamental' Las simetrías
i,rrrdamentales definen la ley subyacente que determina
el espectro de partículas elementales' No voy a eorar en
una iiscusión detallada de estas simerías' Del análisis
Los comienzos de la mécanica cuántica Los comienzos de la mecánica cuántica en Goringa 4,
en Gotinga
eran mlfhas las universidades que querían ocuparse en
serio dei. esra problemática. Fuera de Copenh4gue, la
teoría dei'Bohr era enseñada y desarrolladá sobre todo
por Sommerfeld en Munich, mienras que los de Gotir¡ga
no se decidieron definitivamente por esta dirección cien-
tífica hasta 1920, con la contratación de Franck y Born.
8_i se comparan los tres centros Munich y
-Copenhague,
Gotir¡ga- en los que principalmente ruvo lugar el desa-
rrollo posterior, cabe relaciona¡los con tres direcciones
de trabajo de la física teórica que todavía se pueden
distinguir claramenre: la tendencia fenomenológica in-
tenta relacionar signifi cativa¡nente nuevos resultados ob-
servacionales y representar esa relación rnediante fórmu-
las matemáticas que, según la física vigente, parezcan más
o menos verosímiles; la tendencia matemática se esfuerza
por representar los procesos de la naturaleza rnedianre
un formalismo matemático cuidadosamente elaborado
que satisfaga también las exigencias del matemático en
cincuenta años nació en Gotinga la mecánica punto a rigor; la tercera tendencia, que cabría llama¡
cu , y este aniversario es buena ocasión para infor- conceptual o filosófica, aspira anre todo a aclarar los
rnar, en la tradición del antiguo coloquio, sobre los conceptos con los que en úldmo término hay que descri-
inicios de este desarrollo. Y al hacerlo no puedo ni bir los procesos naturales. Retrospecriv¿rmente podemos
quiero asumir el papel del historiador, quien, tras con- asignar la escuela de Sommerfeld en Munich al modo de
cienzudo estudio de las fuentbs, intenta dibufar un cua- trabajo fenomenológico, el cenrro de Gotinga al matemá-
dro lo rnás correcto y obietivo posible de los aconteci-
mientos: exposiciones históricas las hay muy buenas, y
yo no podría mejorarlas. Lo que quiero es esbozar un
cuadro subjetivo, narrar detalles que no están en los
libros de historia, decir qué pasos me parecieron a mí
más importan aunque esq importancia quizá mere- Al hablar de Ios comienzos de la mecánica cuándca en
ciera juicio m distinto desde el punto de vista obie- Gotirga, hay que empezar sin duda por los fesdvales
tivo. Pero antes de empezar debo decir unas palabras Bohr en el verano de 1922: I¿ universidad había invi-
acerc^ de la situación geográfica de Gotinga en el mapa tado instancias segureriente de Hilbert y de los
de la física de entonces, y en especial de la física atómica físicos-a
Franck, Born y Pohl- al danés Niels Bohr para
de aquellos días. la teoría cuántica de Planck no era a la que diera un ciclo de conférencias sobre su teoría. Se
sazón ningu na teoría, y sí rnotivo de iñquietud. Traía al invito a gente de fuera, ai§ommerfeld entre ellos, que
sólido edificio de la física clásica ideas que en muchos residía en Munich, y la ocasión entera, como una de las
puntos conducían a dificultades y contradicciones, y no primeras que fue después de la gran penuria económica

44
48 \üerner Heieenberg Los comienzos de la mecánica cuántica en Gotinga 49

apoyado en el lado gastronómico por la fruta y los consideraba el cálculo exacto de diversos estados como
bizcochos de la señora Born. I¿ lista de participantes no el éxito más importante de la rcotía cuántica, catalogando
podría recordarla completa: Jordan, Hund, Fermi, Pauli, en cambio el principio de correspondencia como un
Northeim y el matemático Karekjarto pertenecieron de parche menos sadsfactorio,
seguro a é1, aunque quizá no simultáneamente; la tarea ocupaba ese princiPio un I
de averiguar los detalles prefiero, como ya diie, defarla eso se aladía que en Ios tr
en manos del historiador. Los trabaios que en e[ ma¡co escuela muniquesa sobre el
de este seminario nos asignaba Born procedían todos del sobre la separáción e intensidad de las Iíneas de muldple-
campo de Ia mecánica, lo cual indicaba que también él tes se habían obtenido uoa y oüa vez fórmulas de
buscaba las verdaderas dificultades allí, y no en la elec- aspecto muy parecido al de las que se podían derivar de
trodinámica ni eo la teoría de Ia radiación. Mi cometido la mecánica clásica. En esas fórmulas aparecía muy a
fue el de ocuparme de Ia teoría clásica de perturbaciones menudo,-el por ejemplo, el cuadrado del impulso angular;
en astronomía; porque a ninguno de los participantes se pero si númeró cuáotico del impulso angular del
nos ocultaba que no bastaba con tratar el sencillo pro- iir,.-" eral, el cuadrado, empíricamente' oo era12 sino
blema de un solo electrón del hidrógeno. En el hidró- I(I + 1), de manera que yo' en un trabajo sobre el efecto
geno, au urbado por campos electromagnéticos ex- ir.^ n, llamé impulso angular a la raíz cuadrada de esa
teriores, absolutamente satisfactorias las reglas de expresión. Lo cuaf dio pie a que Sommerfeld, que consi-
Bohr-Sommerfeld; pero en sistemas de muchos elec- deiaba decisivos los números eoteros, ,calificase de bo-
trones aparccian dificultades iosuperables. De los mate- rrosa la magniud I introducida por mí' Poco a Poco se
mádcos de Gotinga podía uno sobre todo aprender las fue imponiéndo en las discusiones de Gotirga la sensa-
famosas dificultades del problema astronómico de los ción de que las fórmulas clásicas nunca eran correctas
rres cuerpos. I¿s soluciones periódicas y las no periódi- sino a *ádi"t, pero medio correctas al fin y al cabo, y
cas yacen allí arbitrariameote próximas unas a otras. Por que con habilidad se podían adivinar las fórmulas cu'ánti-
otro lado, las condiciones.cuánticas descansaban en el cas adecuadas.
supuesto de soluciones periódicas. to primero que hici- En Gotinga siguieron elaborándose también las otras
mos fue, por tan adentrarnos en la teoría general de sugerencias áe Bohr en Punto a los sistemas de muchos
perturbaciones d a meci¡ica de Hamilton-Jacobi, tal eláctrones y al sistema periódico. Creo recordar que eso
como era udüzada por los asrrónomos. Más tarde se ocurrió sobre todo en dis usiones entre Born y Hund,
.estudiaron efectos de resonancia entre diversas órbitas mientras que yo, pese al efecto Zeema¡ anómalo y a los
planetarias del mismo sistema; en cierta ocasión tuve que multipletei, qr.r" arrast¡aba desde los tiempos de
Muniih, "ún
didiqué a las cuestiones fundamentales
informa¡ sobre el llamado método de Bolin. Ia verda- me más
dera udlidad de este .-p&o fue el reconocimiento de del principio de corresPondeoc
que aunque la mecánica clásica no podía ser correcta, po.tánte en esta dirección fue la
poseía, eso sí, muchos rr§gos que reaparecian en la teoría áe Kramers y Lacienburg sobre
cuántica en forma de leyes empíricas, y que el principio que establecíat la relación ent
de correspondencia de Bohr constituía de algún'modo el Éo,r.ier del movimiento orbital clásico y las probabilida-
puente eotre estas dos representaciones, por Io demás des de transición de Einstein en la dispersión de la luz' El
tao diversas. Así, pues, mientras que en Munich se principio de correspondencia de Bohr fue interpretado
50 §flerner Heisenberg
Gotinga
Los comienzos de la mecánica'cuántica eo 51
por taoto eo sus detalles a rravés de relaciones de la
teoría clásica de la dispersión, de suerre que a la mente hablar de otra cosa que no fuese la teoría cuán¡ica,
tao absortos estaban en sus éxitos y contradicciones
mecá_
nica clásica volvía a reconocérsele una mirád de verdad.
El estado de las discusiones en aquel momenro esrá internas. Por aquel entonces a
recogido. coo gran precisión en un trabajo de Born del nuestro frugal almuerzo en una
verano de 7924, que lleva por tírulo Sóbre la mecánica
la universidad. Un día, acabado
cuántica. Aquí aparece la expresión .mecánica cuántica, Ia dueña, para gran sorpre§a mía, que la acompañara, que
quería tener una conversación privada conmiSo en su
Éabitación. Me comunicó que, lamentándolo mucho¡
nuestro grupo de físicos no Podría ,en adelante -seguir
almorzanlo a[í, porque la eterna verborrea científica de
nuestra mesa era tan insoPortable pata el resto de los
comensales, que, de quedarnos, perdería a los demás
clientes. Ota-vez habíamos ido iuntos a las montañas del
Ha n plan de esquí, probablemente con la intención
contienen las fórmulas de dispersión de Kramers, mos_ de r al Brocken. A Ia vuelta hacia Andreasberg se
trando estrecho parentesco con las formulaciones de
Munich de las reglas del efecto Zeemar anómalo., Born
tenía claramente la sensación se desprende de
los detalles del rabaje de que -como
la diferencia entre Ia
mecánica clásica y la cuántica estribaba en sustituir las
ecuaciones diferencia mos dónde buscar.
nes de diferencias en Pero vayamos a los sucesos del año 1925. E¡ eL
la tarca de estudiar la semesúe de invierno de 1924/21 había vuelto a trabaiar
muy desarrollada ya en Copenhague y, iunto con Kramers, a seguir desarro-
llando Ia teoría de Ia dispersión. En relación con esto

1925 quiero narrar dos breves episodios que muestran


con qué intensidad nos dedicábamos por aquel entonces Born nos llevó a Ia conclusión de que debería yo intentar
a la problemática de la rcoría cuántica. Elgrupo de gente adivinar las amplitudes e intensidades correctas del hi-
ioven que esrudiaba con Born y Franck pbdi" lñeral_ drógeno a p^rúr de las correspondientes fó¡mulas (segúo
"ó el piincipio de correspondencia) de la teoría clásica' Este
,2 Werner Heisenberg Lr-¡s comienzos de la mecánica cuántica en Gotinga 5)

método de la adivinanza había demostrado su eficacia. expresamente. Una transformación acorde con el princi-
Creíamos haberlo aprendido suficientemente bien de pió de correspondencia condujo Pronto a la rqgla suma-
ioria deducidá por Thomas y Kuhn de la teoría de la
dispersión y que yo ya c to
parecia quedar sentado Y

ahora habia que comPr se


como una mecánica. Para lo cual era preciso mostrar que
existe una expresión parala energía que puede represen¡
tarse mediante laS tablas de coordenadas y que se corres-
ponde con la fórmula clá.sica de Ia energía, y que esa
expresión es constante en el tiempo, es, decir que la
ecuación de la energia es válida y que la tabla de la
etergia es, como decimos hoy, una matr.z diqgonal'
Final-mente había que demostrar que las diferencias de
tiempo que no demasiado trivial. los va es de la enetgía en distintos estados dan la
Por aquel entonces de mayo o principios de frecue a de la radiación emitida en la transición salvo
junio- tuve que pedir -finales
a Born un permiso de dos un factor b, la constante de Planck. Eran muchas las
semanas, porque había contraído una fiebre del heno condiciones a satisfacer; los cálculos eran elementales,
muy molesta y quería recuperarme en la solitaria isla de pero por eso mismo muy incómodos.-Al final resultó que
se cumplían todos los requisitos: cabía la esperanza de
haber enconrado la base para una mecánica cuántica' De
vuelta a Gotinga le enseñé a Born el trabaio; lo encontró
interesante pero a§o extraño, en la medida en que el
concepto de órbita electrónica había sido eliminado por
movimiento, empleaodo en el miembro no lineal .ornpÉto. Pero aun así lo envió Para su publicación a la
-el Zeitibr;ft far Pbysik. Born y Jordan ahondaron luego en
las conieCuencias matemáticas de ese trabajo, aunque
ahora sin mi presencia, Porque Ehrenfest y Fowler me
habían invitado a dar una serie de conferencias en Ho-
landa y Cambridge, Inglaterra. Born y Jordan encontra-
matemáticas que hasra entonces desconocía yo. Me in_ ron en pocos días la relación decisiva Pq - qP 7 b/2ni,
tranquilizó.saber que en esra clase de multipiicación de con de la cual se hacía transparente todo el es-
series, d x b no es necesariamente igual ab x-a, pero con ^yuta
qo.-á matemático. En particular se podían deducir
la ecuación del movimiento no estaban todavía unívoca- ahoraficíl y elegantemente leyes como la de la conserva-
represenraban la posi- ción de la ell.ergía.
ruro para la condición Al marchar yo a Copenh4gue en septiembre creo
rque ésta udlizaba el recordar que el trabafo de Born-Jordan, en el que se
que yo había vetado contenía una fundamentación matemática convincente de
I

)4 Verner Heisenberg Los comienzos de la mecánica-cuántica en Gotinga 55

la mecánica cuánrica, esraba ya escrito. AIgún tiempo finales de octubre; nos quedaban muy pocos días de
después a finales de ocrubr+-, encóntrándorire
-quizá recibí de Dirac, desde Cambrifue, una
ya en Gotinga.,
cafta en la que me comunicaba su forma de la mecánica
cuántica, que había confeccionado sobre la base de mis
informes en Cambridge. No utilizaba el cálculo de mari-
ces, sino que introduciapara las variables dinámicasp y q
un álgebra en el que la relación de intercambio jüábi
naturalmeore un papel decisivo. Se echaba inmediata-
menre de ver que la formulación de Dirac era equiva-
lente al método de Born-Jordan. Lo cud nos hizo plnsar
que con la nueva mecánica esábamos pisando terreno
así que los rres
escribir un trabajo
de los sistemas con
el
tratar
-que
había iugado tan
a de perturbaciones
gran pap oria cuá¡tica el
-sqgúnun
mecánico-cuántica y de las relaciones con la teoría de la í"¿r"á" cuántica. Utilizando
radiación. Ia tradición matemática de la universidad de método debido a l.enz, de Hamburgo, obtuvo pleno
Gotinga nos vino como anillo al dedo en esre tabajo. éxito, y antes de que termináramos el «trabaio de los
Born no sólo estaba plenamenre fami[anzado con la tres hómbres, en Gotinga, Pauli había ya demostrado
el que la nueva teoría proporcionaba-también el esPectro
cía
de hs
ár...,o del átomo de tidrqgeno. Pauli logró asimismo
on €s,
tratar con toda exactitud el caso, más complicado, del
de un
átomo de hidrógeno en
sistema mecánico-cuántico equivale a una t¡ansformación trasversales, triunfo que
de eies principales de infinitas formas cuadráticas. De ahí der de convicción de la n
se podía deducir también fácilrnente la rcoría de pertur- descritos los sucesos teórico-cuánticos más importantes
baciones. En los cálculos de Jordan sobre fenóhenos I
del año 1925, e¡ cuanto relacionados directamente con
oscilatorios se puso claramente de manifiesro el carácter Gotinga; quisiera decir ahora algunas palabras más acerca
discootinuo de los saltos cuánticos.
) J. .ti áiñcultades que en torno al problema ocontenido
Pero en ese resumen trrmpoco faltaron las dificultades,
que Born menciona en sus memorir¡s. A mí me intere-
saba resaltar sobre todo el contenido flsico de le teoría,
en especial la ausencia de órbiras electrónicas en el
átomo, mientras que Born consideraba la transformación
de ejes principales decir un formalismo maremá-
-esla teoría. Otra
ticG-- como centro de dificultad, ésta de
índole exterior, fue que Born march6 paraAmérica hacir
56 §ü'erner Heisenberg Los comienzos de la mecánica cuántica en Gotinga 57
matemárica, sino en el punto donde ésra hay que apü_
duda, el problema conceptual, Porque al lado del tiempo
carla a la ¡aturaleza. Al fin y al cabo queríamós á.r.ri^H,
absoluto de la vieja física introdujo un tiempo aparente'
la ¡aturaleza. no hacer matemática puia, y yo intuía que pero fue, como digo, Einstein quien algunos años más
con- el «rabajo de los tres hombres» oo'quedaba ie- tarde comprendió realmente el verdadero contenido. El
suelto el problema. Cierto que se podía calcular la ener-
gía de estados estacionarios o la intensidad de líneas, estado de nuestros conocimientos en Gotinga hacia fina-
pero cómo describir, por ejemplo, la rrayecroria de un les de 1925 puede resumirse más o meoos así: el
formalismo matemático de la mecánica cuántica estaba
electrón eo la cámara de niebl, que es claro, pero su desarrollo no era completo, como más
-t.ayéctoria
directamente visible.- eso no lo sabíaÁos. Nos iabía- tarde se comprobaría. Había iuicios concretos acerca de
mos propuesro oo hablar de rrayectorias, pero al fin y al
cómo aplicar el formalismo a la experiencia, pero a la
cabo las rrayectorias pertenecían evidentimente, de un
modo u orro, a fa realidad física. Tras concluir el ,,trabajo
auténtica elucida conceptual no se había llegado aún.
de los tres hombres», escribí una desconsolada ca¡ta'a El año de 1926 comeozó con una sorPresa. Primero
Pauli, a quien siempre confiaba todas mis pfeocupacio_
por vía de ru¡nores, luego en forma de pruebas de
nes; a continuación transcribo uno de sus párrafosi
imprenta, tuvimos conocimiento del primer trabajo de
he esforzado al máximo para dar al trabalo un carácter "Me Schródinger sobre la mecánica ondulatoria, en el que la
más que el que renía, y esroy más o determinación de los valores de energía del átomo de
-físico menos hidr(geno se reducía a un problema de valores propios
sadsfecho. Pero todavía esroy bastante desconrenro con
para ondas materiales tridimensionales. Ia imagen física
toda la teoría, y por eso me alegró mucho saber que en el
asunro de la matemática frente a la fisica esá úd. com_ de la que había partido Schródinger, y que Provenía de
pletarnente de mi parte. Aquí estoy en un ambiente que de Brqglie, tenía un aspecto completamente diferente de
piensa y siente justamente al contrario, y no sé si es que la del modelo atómico de Bohr, con el que habíamos
soy demasiado lerdo para comprendei la matemática. trabajado hasta entonces. Pero los resultados eran los
mismos, y había importantes analogias formales. El con-
Qo¡inga se divide en dos bandos: los unos, que, corno cepto de órbita electrónica fal¡aba en Schródinger igual
Hilbert o incluso Veyl eo una carta a Jordan, ñablan del
gran éxito que se ha conseguido en la fisica gracias a la que en la mecá¡ica cuántica de Gotinga, y la determina-
introducción del cálculo de marrices; los orros, que, ción de los valores de energía de los estados estaciooa-
como Franck, dicen que las .matrices jamás se eniende_ rios se reducía en ambas teorías a un problema de
rán.» En realidad habían chocado en este punto dos valores propios del álgebra lineal. No tardó en surgir y
rnaneras de trabajar de Ia física teórica, qr. ,i principio en discutirse (también en nuestra correspondencia con
distinguí como la cooceptual y la matemáii." y ü, asigné Pauli) la sospecha de que ambas teorías fuesen matemáti-
a las ciudades de Copenhague y Goting,e. I¿ fármulac-ión cameote equivalentes, es decir transformables una en
matemática no basta para una formulación conceptual, otra. Born, junto con Norbert.§fiener, había escrito ya a
cosa que puede verse también muy claramenre in la finales de L92) en América una nueva formulación ma-
historia de la teoría de la relatividad. Lorenu, con sus temática de la mecánica cuántica que utilizaba el con-
cepto de operador lineal y que pudo luego
fórrnulas de transformaci6n, había hallado en lo esencial
comprobarse- hubiese conducido -como
fácilmente al forma-
la formulación matemática, pero fue Einstein quien lismo de Schródinger de la mecánica ondulatoria. Pero lo
brindó la clarificación conceptual. Lorentz intuyó, sin
cierto es que Born y Viener no encootraron ese Paso.
\
Los comienzos de la mecánica cuántica en Gotinga ,9
58 | \íerner Heisenberg
electromagnéticas- y pretendía eliminar por completo
Schródinger logró enviar la prueba de equivalencia el 18 los rasgos discontinuos de la teoría cuántica, en especial
de marzo de 1926 alos Annalet der Physik' Ahora bien, los llamados saltos cuánticos. Contra ello protesté en la
si no recuerdo mal, Pauli dio también rnuy Pronto con discusión, porque de ese modo no podría explicarse
esa prueba y me la comunicó Por carta' aunque luego oo siquiera la ley de Planck de la radiación térmica. En
llegó a publicarla. Mi recuerdo tampoco es aquí muy aquel momento no pudimos llegar a ningún acuerdo, y la
firme. Sea como fuere, en la primavera de 1926 sabíamos mayoria de los demás físicos esperaban, como Schródin-
ya que la mecánica ondulatoria de Schródirrger y la ger, que de algún modo cabría evitar los saltos cuánticos.
mecánica cuántica de Gotinga eran equivalentes. Dado En septiembre hubo largas discusiones entre Bohr y
que a los físicos les era más famiüar el método de Schródinger en Copenhague, que, si mal no recuerdo, se
Schródinger en ecuaciones diferenciales en de- prolongaron durante más de una semana y en las cuales
-basado
rivadas parciales- que las matrices, resultaba cómodo participé mientras pude. Esta vez se luchó apasionada-
udlizarlo para ca les. Nosotros, mente, llevando las discusiones hasta sus últimas y arnar-
los de Gotinga, de 1926 Pa:.a gas consecuencias. Al final estábamos convencidos, los
hacernos con los Para lo cual lo de Copenhague, de que la interpretación de Schródinger
más simple era escribir un trabaio sobre un problema era insostenible y de que los saltos cuánticos peftenecían
físico concreto que permitiera estudiar paralelamente de manera esencial a los sucesos atómicos; y Schródinger
ambos métodos. Born escribió un trabaio sobre procesos comprendió que se hallaba ante dificultades que, por el
de colisión, Jordan elaboró una teoría general de las momento al menos, eran irresolubles.
transformaciones y yo intenté calcular el espectro del Entretanto había conse-guido Born aquí, en Gotinga,
helio, desembocando en la relación entre la simetría de un avance importante. Siguiendo la prueba de equivalen-
la función de ondas bajo el grupo de permutaciooes y la cia de Schródinger examinó, en su teoría de los procesos
existencia de los sisremas de términos no combinatorios de colisión, las ondas de Schródinger en el espacio de
del orto y parahelio. A partir del semestre de verano de confrguración multidimensional, no en el tridimensional.
1926 trabaié en Copenhague, pero la unión entre los tres ¡
Llegó al supuesto de que el cuadrado de esta función de
cenúos Copenhague y Munich- era a la ondas había que considerarlo como una medida de la
sazón tan-Gotinga.,
estrecha, que regularmente intercambiábamos ) probabilidad de la configuración correspondiente. Con lo
carrÍs y de cuando en cuando nos reuníamos también en cual quedaba claramente dicho que las ondas materiales
cualquiera de las tres ciudades. en el espacio tridimensional no permiten describir sufi-
Los tres trabaios tenían ya directa o indirectamente ¡ cientemente la ¡aturaleza y que en la ¡eoria cuántica se
que ver con el difícil problema de la clarificación concep- contiene un elemento estadístico. A raiz de la discusión
rual. Antes de comentar esto en detalle, quiero mencio- de Copenh4gue investigué en un pequeño trabaio si el
nar sin ernbargo, dos discusiooes que tuvieron lugar el intercambio de energía en la resonancia entre dos átomos
verano de 1926 e*re Schródioger y los mecánico-
t
ocurría continua o discontinuamente. Con la ayuda de
cuánticos. Sommerfeld había invitado a Schródinger a los priocipios fundamentales de la mecá¡ica cuántica ya
su teona en el marco del establecidos cabía deducirlo a partir de los t-enómenos
iulio. Schródinger concebía oscilatorios, y una vez más la decisión cayó claramente
auténticas ondas materiales
por eiemplo, a las ondas del lado de la discontinuidad, es decir de los saltos
E
I
I

I
Il

60 \üü'erner Heisenberg I
¡ Los comienzos de la mecánica cuántica en Gotinga 6l
r

cuánticos. Finalmente, la rcoría de Jordan de las trans- I

electrón e¡ la cámara de niebla.


EI problema fue discutido eo Copenhague entre los tico. Con esta interpretación esraba de acuerdo incluso
meses de octubre de 1926 y febrero de 1927, casi sin Pauli..
interrupción. Bohr, en sus
conmigo en el Hainberg, en
1922,labía insistido ya una Y
corriente del físico no bastab
cribir los sucesos atómicos. Había ahora que averiSuar
qué conceptos del términos en clases de simetría. Pero el desarrollo se
les desechar. Bohr ramiftca luego tan aprisa que su descripción desbordaría
en direcciones alg
sazón tan educado
que supuse que la consecuente aplicación del formaüsmo
á.cánko-.,rántico permitiría extraer también cooclusio-
nes acerca del resto de los viejos conceptos que sobrevi-

mentales que puede uno rePresentrir en el formalismo


maremáticó de h teoría cuántica?, Dicho de otro modo:
¿es cierta Ia tesis, que eo cierta ocasión
le oí a Einstein,
á. q". es la teoría la que decide lo que se puede
r-
rtrlerner Heisenberg
62 La radiació¡ cósmica y los problemas
) fundamentales en la física
de
damentales de la física anterior' Así como en la teoría
h;;üii;iá;i hubo que sacrificar el vieio concepto de si- ,
ñ"fi"..i¿"i, o eo la mecánica cuántica el concepto de
árbita electrónica, en Ia física de partículas hay que
nconstar de"' La
'htr,"ti; el concepto de udiüdir" o de
inmolar
que abando-
J" i" fitii" de nuestro siglo, enseña
,r"i.ott..p,os antiguos es mucho más difícil que acePtÍIr
-C"n ,l

i;;;;;;;. .á habrá que contar' Pero creo que la It

párUfia"á ¿. >lena claridad en la física de


a quien'
iaitíc,rlrs elem a formu-
como entonces
i"-.ion ulgo más oriental-, est de hacer J
.r.ü.iifiao no sólo con el entendimiento, sino también
co., el corazó¡. EI proceso es hoy tan interesante y
como hace cincuenta años, y esPero que Ia
"áo.io""n,.
iáu.n g"n"tación participe en él con igual entusiasmo' )
I

Ia investigación de los rayos cósrnicos ha permitido


)
una mejor comprensión de los problemas fundamentales
de la física, al mostrar que el radio de aplicación de

sobre la materia residual y los campos magnéticos en el

63
64 \üferner Heisenberg La rrdi¡ción cósmica y los problemas 65

espacio interestelar, así como sobre los procesos que las propiedades visibles de las diversas clases de materia.
posiblemente provoquen la radiación cósmica. Pero mi Todo c¡te cuadro, tan pausible como parece, quedó
intención no es esbozar ese proceso histórico. Voy a absolutrmente destruido por la teoría de Dirac y su
intentar limitar mi discurso a aquellos problemas funda- conlecuencia, el descubrimiento del positrón. Lo deci-
mentales de la física que se vieron tocados o impulsados sivo no fue tanto la existencia de una partícula nueva,
de manera sustaocial por el creciente conocimienro de la hasta entonces desconocida se han descu-
bierto otras muchas, sin que eso-después
repercutiera seriamente
radiaciót cósmica. Me ocuparé aquí de la interacción
entre este campo especialísimo y los problemas que son en las bases de la física-, cuanto el desctbrimiento de ana
n aan ¡ i melría, la coojugación partícula-antipartícula, es-
fundamentales para la física entera. Dicha interacción se
hizo por primera vez visible a principios de los años trechamente relacionada con el grupo de Lorentz de Ia
treinta, cuando se vio que la radiación cósmica tenía relatividad especial y con la traosformación recíproca de
parte esencial en uno de los descubrimientos físicos más erergía y materia. En la física no relativista el número de
importantes de este siglo: el descubrimiento del posi- partículas de cualquier clase era una constante del movi-
trón. Cierto es que el hallazgo no provino directamente miento, como la energía o el impulso. En Ia física relati-
de la invest[ación de la radiación cósmica en su vista ese número dejó de ser un buen número cuántico.
teoría del elecrrón, había predicho una-Dirac,
contrapartida Un átomo de hidrógeno, pongamos por caso, no consistía
positiva del electrón-, pero el primer elemento fáctico neceiariamente en protón y electrón; cabe concebirlo
convincente a favor de su existencia lo encontraron también como compuesto de un protón, dos electrones y
Anderson, así como Blackett y Occhialini, en la radiación un positrón, aunque esta última configuración se reduce
cósmica. Ias primeras fotografías (tomadas en la cámara a una corrección relativista mínima de la función de
de niebla) de cascadas en las cuales fotones producían ondas completa del hidrógeno. Consecuencia de esta
pares de electrón-positrón y estas partículas producían a situación fue Ia hipótesis de que en una colisión muy
su vez fotones al atravesar la materia, proporcionaron la energética entre dos partículas se podrían producir un
prueba incontestable de la existencia de los positrones y número superior de nuevas partículas, y el abanico de
de la validez de Ia teoría de Dirac. Poco después se logró posibilidades sólo vendría limitado por las leyes de
observar positrones en procesos nucleares, concreta- conservación de la energía, del impulso, del isospin, etc.
mente en la desintegración beta. Esta suposición también pudo contrastzuse eo Ia radia-
No estaría de más añadir unas palabras acerca de la ción cósmica.
fundamental importancia de esre descubrimienro. Hasra Efectivamente, ya a finales de los años treinta Blau y
entonces los físicos habían seguido o menos in- Wambacher, utilizando placas fotográficas expuestas a la
-másfilósofo griego
conscientemente- la filosofía del antiguo radiación e Era¡ altura, descubrieron las así llamadas
Demócrito. Creíase que al dividir una y orra vez un trozo «estrellas», procesos en los que desde un punto de la
de materia se llegaría finalmente a parres mínimas que, placa prrtfan gran número de trazas. Lo que había ocu-
por no admitir división, recibieron el nombre de átomos. rrido ert, ¡in duda, que una partícula incidente muy
Los átomos diríamos: las parrículas energéticr hrbfa chocado contra un núcleo atómico, y
-hoyindivisibles e inmutables elementales-
eran las unidades de la materia, éste, cotno @ntecuencia del choque, había emitido una
algo así como los ladrillos de que está construida ésta, y serie de pútlcuhs.Ia interpretación de estas estrellas no
determinaban, por su posición y movimiento relarivos, era senc¡lh, porque el comienzo del proceso podía ser
3
66 Werner Heisenberg
La radiación cósmica y los problemas 67
una especie de cascada en el núcleo, análoga a las cono-
cidas cascadas electrón-posirrón, y seguida de una evapo- se confundió este obieto con la partícula que Yukawa
raciín del núcleo. De ahí que los resultados no fuesen había predicho como cootrapartida material de la inte-
prueba directa de la producción múltiple de partículas en racción fuerte entre nucleones. Pero pronto se vio que la
un choque de sólo dos, que antes mencioné a título de interacción de muones con parrículas pesadas como el
hipótesis. Con el tiempo se logró sin embargo refinar los protón y el neutróo era demasiado precaria; el muón no
experimentos con la radiación cósmica y quince años podía ser responsable de la interacción fuerte en el
después se demostró Ia presencia de la producción múl- núcleo. Parecía más bien un hermano más pesado del
tiple de partículas. electrón, del cual difería por su mayor masa solamente.
Estos resultados demosrraron que los conceptos de El descubrimiento del muón no indujo una modificación
"dividir" y «coosistir en» renían un radio de aplicación tan fundamental de las bases de la física como la que
limitado. Así como el concepto de "simulráneo» en operara el hallazgo del'positrón, pero reveló un hecho
relatividad o los conceptos de «posición» y «velocidad» interesante en el espectro de partículas. Este especrro se
en teoría cuántica no cabe aplicarlos sino coo caracrerís- desglosa en do¡ sistemas de término¡, s6lo débilmente rehcio-
ticas limitaciones y pierden todo sentido cuando son nado¡ entre ¡í, los hadrones y los leptones. Tales sistemas
utilizados acríricamente y a destiempo, también los con- de térrninos débilmente relacionados son bien conocidos
cepros de "dividir" y «consistir en» están sólo bien en los espectros ópticos de los átomos. Pero la cuesrión
definidos en situaciooes especiales. Cuando una partícula de si tal desglose respoode o no en ambos casos a causas
se puede desglosar, mediante un pequeño aporte de análogas está todavía pendiente. Los muones, iunro con
eoergía, en dos o más parres cuya masa eo reposo sea los neutrinos, representan la parre más penetrante de la
muy grande al lado de dicha energía, entonces, y sólo radiación cósmica y juqgan por eso un papel importante
entonces, es lícito decir que la parrícula consta de esas en la determinación de la intensidad de la radiació¡
partes, que se puede descomponer en ellas. En todos los cósmica en funcióo de la altura atmosférica.
demás casos las palabras
"dividir" y «constar de, carecen Mencionaré otro caso muy curioso, en el que los
de significado bien definido. Lo que realmente ocurre en muones contribuyeroo a aclarar un problema muy fun-
una colisión muy energérica entre dos partículas es la damental. Poco antes de la guerra, la teoría de la relativi-
creación de nuevas parrículas a partir de energía cinética. dad no estaba reconocida en Alemania por el poder
I-a energia se convierte en mareria, adoptando la forma político, siendo sobre todo la dilatación temporal de los
de partículas elementales. Pero la diferencia enrre parrí- cuerpos en movimientos el blanco de las críticas, tachán-
cula "elemental" y "sistema compuesto» tampoco tiene dolo de absurdo y de pura especulación reórica. Hubo
un significado bien nírido. Las partículas son estados incluso procesos judiciales por la cuesrión de si la teoría
estacionarios del sistema físico de la relatividad debería enseñarse o no en las universi-
"materia". Todos estos
resultados, tan importantes y fundamentales, tuvieron su dades. En una de esas discusiones expuse que el tiempo
base experimental en la investigación de los rayos cós- de desintegración de los rnuones debía depender de su
mrcos. velocidad; la predicción de la teoría de la relatividad era
Otro interesante producto de la investigación de los que los muones que se mueven con velocidad próxima a
rayos cósmicos fue el descubrimiento del muón o mesón la de la luz se desintegrao más despacio que los de
p por Neddermayer y Anderson e¡ 1937. Al principio velocidades más bajas. Los resultados experimentales lo
confirmaron; la dilatación temporal fue observada direc-
68 - Werner Heisenberg La radiación cósmica y los problemas 69

tamente y el camino para enseñar la relatividad quedó Casi simultáneamente con el mesón z se descubrieron
expedito. Nunca se lo he dejado de agradecer a Ios en la radiación cósmica otras partículas, más pesadas que
muones. aquél y de algún ¡¡qds «raras» en su comportamiento.
Poco después de la guerra descubrió Powell, en Bris- Eran de vida bastantelarga, del orden de 10-t0 sqgundos,
tol, el mesón Í, que tiene parte muy importante en la lo cual permitía observar su huella en las cámaras de
mayoría de fenómenos de Ia radiación cósmica. Este niebla o en emulsiones. Pero esa misma longevidad era
objeto cumple todas las condiciones que Yukawa formu- imposible explicarla si se tenían sólo en cuenta las sime-
lara paru Ia contrapartida material de la interacción trías conocidas y los correspondientes números cuánticos
fuerte; no era, como fnás tarde se vio, la única partícula (número bariónico, isospin, impulso angular), porque a
de esta especie, pero por ser el hadrón de menor masa tenor de esos datos habría que esperar una vida mucho
fue descubierto muy pronro en casi todos los procesos más corra; en es.e sentido su comportamiento era Íaro. Ia
de altas energías. Además, el mesón r se desintegra en ioterpretación correcta la dio Pais en L912, al introducir
un muón y un neutrino, con lo cual quedaba aclarada la un nuevo número cuántico, la rareza o extrañeza, coo su
creación de muones. correspondiente simetría (o propiedad de transforma-
Tampoco indujo el mesón n transformaciones funda- ción). I¿ investigación de los rayos cósmicos había con-
mentales en los cimientos de la física. Vioo sólo a ducido, pues, a un nuevo grupo de simetría; y dado
confirmar que las diversas partículas son estados estacio- que, como ya dije antes, los grupos son más importan-
narios del sistema materia, que se diferencian por su res que las partículas, esta contribución fue otro
distinto comportamiento bajo Ia transformación de los aporte muy fundamental a los problemas básicos de
grupos fundamentales. Los grupos son más fundamenta- la física.
les que las partículas. la sazó¡ ert
La, mayoría de los físicos concordaban a
En aquella época sólo estaba reconocido como funda- que, de poder observar objetos de vida muy breve, se
mental, además del grupo de Lorentz de la relatividad, el descubrirían muchas más partículas. Las partículas no son
grupo de isospin. Habia sido descubierto en 1932 e¡ más que estados estacionarios del sistema materia, y por
relación con la física nuclear, pero gracias a los mesones eso había que contar con multitud de pardculas diversas,
z se comprendió plenamente su carácter fundamental. la mayoría de ellas de vida muy corta. Tales objetos sólo
Experimentos de radiación de altura con el mesón n serían observables en la forma de estados dc resonancia, y
mostraron que el grupo de isospin representa una sime- con tal fin se necesitaba una base estaüstica mejor que
lrÍa exacta para la interacción fuerte, simetría que sólo la que podían ofrecer las observaciooes de la radiación
violan Ia interacción electromagnética y las interacciones cósmica. A los físicos de partículas le cupo la suerte de
más débiles. Cabía interpretru estos resultados mediante que para entonces estuvieran terminados los primeros
el supuesto de que la ley de la ¡aturaleza sobre la que grandes aceleradores, el Cosmotrón en Brookhaven, el
descaosa el espectro de partículas es exactamente inva- Bevatrón en Berkeley y el sincrotrón de protones del
riante baio la transformación de isospin y de que las CERN en Ginebra. Durante bastante riempo, los resul-
desviaciones de esta simetría son provocadas por un tados importantes de la física de partículas se consegui-
estado fundamental asimétrico y degenerado. Situaciones rían con ayuda de los grandes aceleradores, mientras que
atálogas son de sobra conocidas en Ia mecá¡ica cuánrica la investfuación de los rayos cósmicos se dedicaría a
de sólidos. problemas astrofísicos. Destino inevitable, pero que no
70 Werner Heisenberg La radiació¡ cósmica y los problemas 7l
siempre reflejó el deseo de los físicos de partículas; un ¿dónde toca problemas fundamentales de la física?
cambio lamentable. Acabo de mencionar los palsares, que pertenecen a las
Atás quedaban ya los tiempos románticos, los días en estrellas con la máxima densidad observada hasta Ia
que la investigación de fotografías d,e cáman de niebla en fecha. Su deosidad de materia es equiparable ala del nú-
un laboratorio de alta montaña no excluía la práctica del cleo atómico. Los pulsares maotienen su integridad mer-
esquí o del montañismo, o cuando, desde una preciosa ced a fuerzas gravitatorias. Estas estrellas plantean dos
isla del Mediterráneo, podían hacerse experimentos con problemas fundamentales; el uno tiene que ver con la re-
globos, con ayuda de un avióo y un barco de guerra, lación entre gravitación y las demás fserzas de interac-
como hicieron nuestros amigos italianos. El cálido sol ción de la materia, el otro afecta a la ecuación de estado
mediterráneo contribuyó, de eso no cabe duda, al éxito para la materia de densidad semeiante o superior. Pero
científico de los experimentos. Pero los tiempos alegres antes de entrar en estos problemas quisiera mencionar
pertenecían ya al pasado, y la investigación de partículas algunas contribuciones valiosas que la investigación de
había que practicarla ahora en la atmósfera los rayos cósmicos ha brindado a problemas muy impor-
"fáctica" de
ingentes instalaciones de aceleradores. tantes de la física de partículas, aun existiendo ya los
Dentro de la astrofísica, la radiación cósmica se convir- grandes aceleradores.
tió en nuevo y valioso insrrumento que prometía cono- Ias partículas de la radiación cósmica tienen energías
cimientos por encima y más allá de la información reco- de hasta 10re eV, y es evidente que los aceleradores no
gida de la luz visible e infrarroja de las estrellas. El pueden alca¡zar cotas tan altas, ni ahora ni en un futuro
problema más inmediato era naturalmente el del origen próximo. De ahí que las colisiones'entre partículas de
de la radiación. Forbush descubrió que una parre poco etergía tao extrema sólo puedan invest[arse en Ia radia-
energética de la radiación cósmica era emidda de cuando ción cósmica; y aunque Ia escasa intensidad y la peque-
en cuando por ciertos fenómenos turbulentos de la su- ña frecuencia estadística impedían obtener resultados
perficie solar. Pero no tardó en comprenderse que la exactos, se planteó no obstante la pregunta de cómo la
solución definitiva al problema del origen de lós rayos sección efrcaz y otras características de las cascadas
cósmicos presuponía un conocimiento profundo de los varia¡ con Ia energía en la región de Ias energías extre-
campos electromagnéticos en el plasma interestelar, en madamente altas. ¿Hay una región asintótica, mucho más
nuestro sistema planetario hay que mencionar el allá de la energía de las partículas o estados de resonancia
viento solar, mencionado -aquí
por primera vez por Bier- corrientes, eo la que no se dan o no cabe esperar nuevos
mann-, en nuestra gala;<ia y, por úitimo, en el espacio procesos ni modificaciones drásticas? La información ad-
extragaláctico. Las investigaciones en estos campos se han quirida gracias a La radiación cósmica no era más que un
convertido en los últimos años en partes centrales de la vago indicio; con todo, impulsó las investigaciones teóri-
astrofísica,y la radiación cósmica ha proporcionado no cas que, hace ya más de veinte años, llevaro¡ a la
poca información. En cuanto a su origen, la opinión hipótesis de que a energías alta.s la sección eftcaz total
general parece ser hoy día la siguiente: las fuentes princi- para colisiones entre hadrones tenía que aumentar con el
pales de radiación cósmica de alta etergia son las su- cuadrado del logaritmo de la energía. Por tanto, tenía
pernovas y sus reliquias, los pulsares. Pero no quiero que haber una región asintótica; pero las secciones eficaces
entrar en los detalles de la astrofísica, sino más bien totales en esta región no podían ser constaotes, tenían
volver a mi primera pregunta: la radiación cósmica que crecer lqgarítmicamente. Esta suposicióo ha sido
72 \ilerner Heisenberg
La radiación cósmica y los problemas 73
confirmada por experimentos muy recientes con los ani- su existencia. De ser definitivos estos resultados, se me
llos de álmacenamiento del CERN y con el acelerador de attoja muy difícil dar un sftnificado preciso el enunciado
Batavia. «un protón consiste en tres quarksrr, porque ni «consiste
I-a rcgiín asintótica parece ser que comienza en una en» ni ..quark, posee un significado bien definido.
energía de aproximadamente 10 GeV en el sistema del
¿Cómo inrerpretar, pues, un enunciado de esa índole?
centro de masas, y para colisiones protón-protón ha sido Análogo escepticismo está justificado en el caso de orras
investigada en los anillos de almacenamiento del CERN partículas que han sido predichas pero no descubiertas:
hasta 50 GeV. I¿ contribución esencial de la instalación mesones §(i', partones, gluones, polos magnéticos y partí-
de Batavia consistió en observar el incremento lqgarít- culas .encanto». Si no son observables ni en acelerado-
mico también en el caso de colisiones entre mesones n o res ni en la radiación cósmica, apenas cabe decir que sean
mesones K y protones, argumento muy fuerte a favor de conceptos defendibles de cara a una descripción feno-
la suposición de que existe una región asintótica general menológica. I¿ situación no es bien conocida en la
y de que tal región fue alcanzada en estos experimentos. mecá¡ica cuántica. El lenguaje corriente nos induce a
Para comprender Ia región asintótica basta con describir plantear preguntrrs que no tienen ningún sentido: «¿Cuál
las partículas como nubes casi esféricas de materia conti- es la trayectoria de un electrón que se mueve alrededor
nua, sin hablar de partículas en las que pudiesen consistir de un núcleo atómico?» En virtud de las relaciones de
esas nubes. Lo cual es satisfactorio en la medida en que incertidumbre no esú bien definida ¡i la palabra «rrayec-
la expresión «consistir en» carece por lo general de toria, ni la palabra <<se mueve»; la prqgunta carece, por
sentido en la física de partículas. tanto, de sentido.
Hay otro problema que en los últimos diez años ha Lo cual me lleva a un problema central que está ínti-
ocupado la mente de los físicos de partículas. Sabemos mamente relacionado con experimentos de radiación
que elgrupo SU, juega un cierto papel en el espectro de cósmica. Pero antes quisiera tocar el aspecto empírico y
partículas como simetría aproximada. La representación dejar constancia de su fundamental importancia en la
más sencilla de SU, es cridimensional, y de acuerdo con física de partículas y eo toda la física en general.
ella cabria esperar por tanto un triplete de partículas: la Los experimentos de los últimos decenios oos hao
carga eléctica de estas partículas seria l/3 6 2/) de la enseñado que las distintas partículas no son sino difereo-
carga elemental, y se Ies ha dado el nombre de tes estados estacionarios del sistema materia. Esrán carac-
"quarksr.
Pero esas partículas jamás han sido observadas en los
experimentos que se realiza¡ en las grandes instalacio- I terizadas por números cuánticos o, si se quiere, por sus
propiedades de transformación bajo grupos fundamenta-
nes. Por eso se ha supuesto que los quarks quizá sean les. [¿ comprensión teórica de la física de partículas sólo
bastante pesados y estén unidos por energías de ligadura puede significar esto: comprensión del espectro de partí-
muy grandes, de suerte que las actuales instalaciooes no culas. Una línea aislada del espectro óptico del hierro no
bastarían para separarlos. Ia radiaciót cósmica se mostró admite comprensión alguna, pero sí el espectro com-
aquí sumamente útil, porque la energía de los rayos cósmi- pleto: uno puede remitirse a la ecuación de Schródinger
cos primarios puede ser más de mil veces mayor que la de un sistema que contiene 26 electrones al¡ededor del
energía máxima de las partículas en una gran máquina. El núcleo de hierro.
hecho de que ni siquiera en la radiación cósmica se Los elementos esenciales de la inrerpretación teórica
encontraran quarks es un argumento muy fuerte contra de un espectro son bien conocidos y puedeo tomarse
t4 rVerner Heisenberg La, rtdiació¡ cósmica y los problemas 75

tanto de la física clásica como de la mecá¡ica cuántica' dinárnica de la materia. La cuestión es como hacernos
Pensemos eo las vibraciones elásticas de una cuerda, en con su formulación matemática.
las oscilaciones electromagnéticas de una cavidad o en los Toda vez que el concepto de partícula no es significa-
estados estacionarios de un átomo, del de hierro, pon- dvo en este coorexto, deben ser las propiedades di
gamos por caso. En todos y cada uno de los casos grupo de la ley dinámica l¿s que desempeñen un papel
fundamental. Ia ley dinámica de la cuerda vibrante,
lrecisamos primero de un enunciado exacto acerca de las porgamos por caso, es invariante bajo rraslaciones en el
oropiedadeJ dinámicas del sistema, para luego añadir las
.o.rái.ion.t de contorno especiales. En el caso de la tiempo y traslaciones a lo largo de la cuerda, así como
cuerda, el primer paso consiste en la formulación mate- bajo rotaciones alrededor de la misma. La'se,gunda inva-
má¡ica p..iit" de És propiedades elásticas y dinámicas de riancia es violada por las condiciones de cootorno, mien-
la misma; determinando luego en qué Puntos está suieta tras que la tercera no es violada en general. En cuanto a
la cuerda podemos calcular el espectro de vibraciones' las oscilaciones electromagnéticas en un cuelpo hueco, la
Para las oicilaciones electromagnéticas de una cavidad ley dinámica es invariante balo todo el grupo de Iorentz;
son las ecuaciones de Maxwell las que definen las pro- la invariancia es violada parcialmente por las condiciones
piedades dinámicas del sistema. I¿s condiciones de con- de contorno.
iorno vienen dadas por la forma de la cavidad' Por la Algunas de las invariancias fundamentales para la di-
complejidad del próblema, a menudo no es posible námica de la materia son conocidas: el grupo de Lorene
calcúhr exactamente el espectro entero, pero sí buenas y el grupo de isospin SUr. También el grupo escalar
aproximaciones Para las oscilaciones más bajas' En el debiera posiblemente figurar enrre las invariancias fun-
áiomo de hierro-las propiedades dinámicas vienen defi- damentales. Pero mi intención no es enrrar en los por-
nidas por La mecá¡ica cuántica, es decir por la ecuación menores de estas simetrías de la ley dinámica, sino
de Schródinger. Con la condición adicional de que la volver a la radiación cósmica. Ia investigación de la radia-
función de óndas se desvanezca en el infinito quedan ción cósmica o, en un plano más geoeral, la investigación
fiiados los estados estacionarios. Si el átomo estuviese astrofísica ¿cómo podría contribuir al conocimiento de la
encerrado. en un pequeño recipiente, los estados estacio- dinámica de la materia?
narios serían otros. En primer lngar, unas palabras acetca de la causalidad.
En base a estas analogias está claro que la condición Por las relaciones de dispersión sabemos que la inrerac-
primera para comPrender el espectro de partículas es la ción en la materia obedece a la ley de la causaüdad. Es
posible que la formulación matemática exacta de este
fornahciin matemática clara de la dinámica d¿ l¿ materia' principio no sea del todo conocida, pero hay fundamento
Huelga decir que en esta rrmulación no debe aparecer
la pllabra «paitícula». Porque las partículas se definen para suponer que la interacción puede formularse como
después al cómbinar la dinár ica del sistema materia con una interacción local; ral, por ejemplo, en la electrodi-
hs londiciones de contorno; las partículas son estructu- ¡ámica cuántica. La. fuerza de Coulomb no local es
ras secundarias. En nuestra región del universo puede compatible coo esre principio. En tales circunsancias es
muy bien ser que el espectro de partículas sea difereote plausible suponer que la investigación de la mate¡ia
del que existe én el inrérior de una densísima estrella de extremadamente densa proporcionaÉ información direc-
neut;ones, por ser distintas las condiciones de contoroo tísima sobre esra ioteracción local y, por tanto, sobre la
en ambos casos. De ahí la capital importancia de la dinámica de la materia.
76 Werner Heisenberg La radirción cósmica y los problemas 77

I¿ densidad en una esrella de neutrones es del mismo dos partículas de energía extremadamente alta, se crea, en
orden de magnirud que la que reina en un núcleo el primer rnomento de la colisión, una pequeña rebanada
atómico. A densidades de esa magnitud s(gue teniendo de materia densísima que luego explosiona y que, al
sentido decir que el núcleo consiste en un cierto número disminuir la densidad, se desintqgra finalmenre en nume-
de nucleones, porque un pequeño aPorte de energía roszrs partículas. Es el conocido proceso de producción
en iomparación con la masa en reposo del múltiple de partículas, que, naturalmente, es ranto más
-pequeño
núclee basta para desaloiar del mismo un protón o un interesante cuanto mayot es la energía de las partículas
neutrón. Los nucleones dentro del núcleo están todavía que chocan. Si la partícula primaria de radiación de alrura
tiene una energia de 106 GeV, la densidad inicial de la
rebanada creada en la colisión puede ser mil veces mayor
que la de una estrella de neutrones.
I-a investfiación del comportamiento de estas lluvias
de rayos cósmicos de altísima etergía debería proporcio-
tante mayor eiemplo, en una estrella de gfan masa, nar, por tanto, vaüosa información sobre la dinámica de
-por la materia. En este sentido es alenrador que en los anillos
de almacenamiento del CERN y en la máquina de Bata-
via se haya alca¡zado ya Ia región asintótica o zonas muy
próximas. Para la fase inicial de las colisiones en esra
región cabe imaginarse las parrículas primarias como
las partículas no se hallaríat por lo general constreñidas a nubes de materia continua cuya densidad cae exponen-
su ámbito másico. Dicho con otras palabras, sólo cabría cialmente en la superficie. Este modelo explica el
hablar de una mezcla de todas las partículas, y en esas aumento logarítmico de la sección eficaz total con el au-
circunstancias es más razooable hablar de materia conti- meoto de energía. No quiero dejar de indicar una dife-
nua. El problema fundameotal de la física de Partículas rencia característica que existe entre los experimen-
estriba en el comportamiento dinámico de esa materia i
tos con estrellas de densidad extrema y los experimentos
contrnua. I con choques de partículas muy energéticas. En el primer
Para comprender el comportamiento dinámico de la I caso Ia gravitacióo desempeña un papel señalado, en el
materia sería harto importante conseguir más informa- I segundo es irrelevante. De ahí que estas dos clases de
ción acerca de la ecuación de estado no solo en las experimentos nos puedan proporcionar dos tipos distin-
estrellas de neutrones sioo sobre todo en estrellas de tos de información.
densidad incluso mayor. En lo que ataie al problema de Volviendo, para acabar ya, a las preguntas generales
si sería meior apoyarse en observaciones de Ia radiación que rnencioné al principio, diré que el siogular papel de
cósmica o en investigaciones astrofísicas más ampüas no la radiación cósmica en el ámbito total de la física des-
puedo emitir iuicio alguno. Lo único que pretendía era I cansa en dos hechos. La. radiació¡ cósmica contieoe
iesaltar la importancia del problema. información sobre el comportamiento de la materia en
La radiacióá cósmica alberga otro campo especial en el las dimensiones mínimas, pero contribuye también al
que se puede abordar el problema de la dinámica de la cooocimiento de la estructura del universo, es decir, del
materia-desde otro lado muy distinto. Cuando chocan mundo en sus dimensiones máximas. Ninguno de los dos
78 \üíeroer Heisenberg
¿Qué es una partícula elemental?
extremos es accesible a la observación directa,, sólo pue-
den investigaÍse a través de deducciones muy indirectas
en las cuales hay que reemplazar los conceptos cotidia-
nos por nociooes ouevas, bastante abstractas; seá enton-
ces, que no antes, cuando averigüemos Io que quieren decir
expresiones como «límite extremo» o "infinito» en rela-
ción con la na¡uraleza. En este sentido cabe seguir descri-
biendo la investigación de la radiación cósmica a
-pese
rodas las modificaciones en el estilo de los experimen-
tos- como una ciencia muy romántica e inspiradora.

La pregunta de qué es una parrícula elemental tiene


que ser contestada, desde luego, experimentalmente. Por
eso voy a describir primero, de forma resumida, los
resultados experimeotales más importantes de la física de
partículas elementales en los últimos cincuenta años;
intentaré hacer ver que. si uno contempla sio prejuicios
esos experimentos, la pregunta queda ya contestada en
gran medida por los resultados, y que, como teórico,
poco queda que añadir. En la segunda parte y a modo de
complemento, me ocupo de los problemas filosóficos
que tienen relación con el concepto de partícula elemen-
tal. Pues creo que ciertos desarrollos erróoeos en la
teoría de partículas elementales temo que efectiva-
-y por la circunsran-
mente los haya- estén condicionados
cia de que sus autores, auoque asegurarían que no pre-
tenden meterse en filosofía, parten inconscientemeote
de una mala filosofía y acaban, por culpa de los prefui-
cios, en planteamientos poco razonables. Cargando un
poco las tintas cabría quizá decir que una buen física se
ha visto inconscientemente corrompida por una mala

79
80 rülerner Heisenberg ¿Qué es una partícula elemental? 81

filosofía. Finalmente quiero hablar .*pti.lt*.rlte de es- por eiemplo, eo el impulso aogolar o en Ia
tos desarrollos problemáticos, comPararlos con errores
-pienso,
caiga elécirica-, números que pueden tomar valores
en la historia de la mecánica cuántica que he vivido positirnos y negativos; para éstos sí existe una ley de
personalmente, y hacer algunas reflexiohes acerca de conservación. i
cómo evitar esos caminos equivocados. El final de la-, En los años reinta se produjo otro importante descu-
conferencia volverá a ser, por tanto, optimista. brimiento experimental' Se comprobó que en la radia-
Vamos pues primero con los hecho,s exPerimentales. cióo cósmica existen partículas muy energéticas que, al
Hace poco menos de cincuenta años prediio Drac, en su chocar con otras partículas un protón de Ia emul-
-con
sión de una placa fotográfica, porigamo§ Por caso-, Pue-
reoría del electrón, que además de esta partícula tenía
que existir la correspondiente antipartícula, el positrón; den desencaáenar una lluvia de numerosas Partículas se-
pocos años después demostraron Anderson y Bleckett po creyeron algunos físicos
experimentalmente la existencia de los positrones, su earse mediante una esPecie
creación en la producción de pares y por tanto la exis- los núcleos atómicos; más
tencia de la así Ilamada antimateria. Fue uo descubri- tarde, sin embargo, se comprobó que tambiéo en el
miento de primer ordeo. Hasta eotonces se Pensaba, en choque de sólo dos partículas energéticas se daba efecti-
general, que había dos clases fundamentales de partícu- u"*árr,. la producción múltiple de partículas secunda-
las, los electrooes y los protones, destacadas de todas las
demás por ser inmutables y porque su número era por
tanto siempre constante; de ahí el nombre de partículas
elementales. Toda Ia materia estaría constituida en úl-
timo término por electrones y protones. Ia prueba exPe-
rimental de la creación de pares y de la existencia de
positrones demostró Ia falsedad de esa idea. Los electro-
nes pueden ser creados y volver a desaparecer; su nú-
mero no es ni mucho menos constante; no son elementa-
les en el sentido que antes se suponía.
El siguiente paso importante fue el descubrimiento de
la radiactividad artificial por F'ermi. Tras muchos experi-
menros se supo que un núcleo atómico puede transfor-
marse, bajo emisión de partículas, en otro distinto' siem-
pre que las leyes de conservación de la energía, del
impulso angular, de la carga eléctrica, etc., lo permitao.
I¿ transformación de energia en materia, contemplada ya
como posibilidad en la rcoría de Ia relatividad einste-
niana, es también un fenómeno frecuentemente obser-
vable. De la conservación del número de partículas no
hay allí ni rastro. Lo que sí hay son propiedades físicas
que se pueden caracterizar mediante números cuánticos .más importante de los últimos cincuenta años'
82 rVerner Heisenberg ¿Qué es una partÍcula elemental? 83

ha cumplido en el curso de su desarrollo tareas parecidas a


las que realizó la espectroscopí^ a principios de los años
veinie. Así como eotonces surgieron grandes tabulacio-
¡¡s5 de Paschen-Gótze- que recogtan los estados
-t¿s de todas las cortezas atómicas, también hoy
estacionarios
existen los Reaiew¡ of Particle Propertia, completados cada
año y en los cuales se registran los estados estacionarios
de la materia y sus propiedades de transformación' El
trabajo que reqüere tan amplia tabulacióo recuerda un
poco al de la célebre prospección de los cielos de los
astrónomos; cada observador espera, claro está, hallar eo
su sector algún obieto de especial interés.
Pero también hay diferencias características entre la
física de la corteza atómica y la de partículas. En la
cotteza atómica se las tiene uno que ver con energías tan
baias, que cabe despreciar los rasgos característicos de la
teoría de la relatividad y utilizar, con fines descriptivos,
la mecá¡ica cuántica no relativista Lo cu¿l quiere decir
que los grupos de simetría de la física de la corteza
atómica pueden ser distintos de los de las partículas. En
las partículas, el grupo de Gaüleo de la física atémica es
sustiruido por elgrupo de Lorentz; al cual hay que añadir
otros nuevos, como el grupo de isospin, que es isoformo
al grupo SUr; luego el grupo SUr, el grupo escalar, etc.
Tarea experimental importante es la de determinar los
grupos rectores de la física de partículas, problema que
estacionarios de un átomo los hay de vidas muy diversas, ha sido resuelto en buena parte durante los veinte últi-
lo mismo ocurre entre las partículas. El estado funda_ mos años.
mental de un áromo es estable, tiene una vida infioira_ La, fisica de la cortez atÓrnic nos enseña a e§te
mente larga, y lo mi respecto que ,usto en aquellos Srupos aPareotemente
electrón, el prorón, e relacionados con simetrías de validez sólo aproximada
las estables no son ni cabe distinguir dos tipos fundamentalmente diferentes-
inestables. El estado Pensemos, por ejemplo, en, el campo de los esPectros
la misma ecuación de Schródinger de la ópticos, en el grupo O, de las rotaciones espaciales y en
dos excitados. Tampoco el electión ni el el grupo O, x Or, determinante de la estructura de mul-
ni pizca más elementales que el hiperón tipletes en los espectros. [¿s ecuaciones fundamentales
de la mecánica cuántica son estri€tamente invariantes
La. fisica de partículas experimental de los úlcimos años frente al grupo de las rotaciones espaciales. Por eso los
84 rVerner Heisenberg
¿Qué es una partícula elemental? 8,
estados de áromos con imp
como simetrías fundamentales de la ley natural subya-
estrictamente degenerados, cente. El electromagnetismo y la gtavítación aparecen
igual energia. Los estados s
entonces como las fuerzas de largo alcarlce correspon-
dientes a la perturbación de la simetría por el estado
fundamental. Los grupos superiores SU3, SU{, SU. o
SU, x SUr, SU, x SUr, etc.' prevalecerían entonces
coáo simétrías dinámicas, igual que O, x O, en la física
de la corteza atómica. En el caso del grupo de dilatacio-
nes, o grupo escalar, cabría dudar si contarlo o no entre
las simetrías fundamentales; dicho Srupo es pertur-
bado por la existencia de partículas de masa finita y por
la graitaciín, que depende de las masas del universo.
Por su estrecha relación coo el grupo de Lorentz debería
figurar entre las simetrías fundamentales. Tal asignación
de las simetrías perturbadas a los dos tipos fundamenta-
les viene sugerida, como ya dije, por los resultados
No ocurre orro tanro en el grupo O, x Or, del cual experimentales, pero de una fijación definitiva quizá no
resultan los conocidos multipletes de los- espeitros ópti- quepa hablar todavía. Lo
cos. Trátase aquí de una simetría aproximada, debida a en los grupos de simetría
que en una determinada zo¡a las interacciones spin- lqgía de los espectros s
órbita son pequeñas, pudiendo uno intercambiar los conteste la pregunta de a
spins y las órbitas de los electrones sin modificar mucho tales pertenecen.
Señalemos otra particularidad más de la física de Ia
cortez^ atómica: en los espectros ópticos hay sistemas de
términos que no se combinan, o meior dicho, que se
combinan débilmente, como el espectro del parahelio y
del ortohelio. En Ia física de partículas quizá quePa
i
,
equiparar esta peculiaridad con la división del espectro
de fermiones en bariones y leptones.
i La. atalogía entre los esmdos estacionarios de un
átomo o molécula y las partículas de Ia física de Partículas
elementales es por tanto cruti perfecta, con lo cual creo
haber contestado también cuaütativamente la pregunta
inicial «¿Qué es una partícula elemental?» ¡Pero sólo
cualitativamente! A los teóricos les resta luego el pro-
D

blema de si son capaces de cirnentar esta comprensión


cuaütativa mediante cálculos cuantitativos . Para lo cual es
preciso contestar antes una Pregunta preüminar: ¿Qué
86 Werner Heisenberg 87
¿Qué es una partícula elemental?
significa comprender cuantitarivamenre un espectro? elemento contingente, las condiciones de contorno' que
Tanro la física clásica como la mecánica cuántica nos en este caso cottsisten e§encialmente en enunciados so-
brindan ejemplos aprovechables. pensemos, verbigracia,
en el espectro de las vibraciones elásticas de una pláca de
acero. Si uoo no se conforma con una comprensión
cualitativa, partirá del hecho de que la placa de'acero se
puede caracterizar por determinadas propiedades elásti_
cas que admiren representación maremática. Una vez
logrado ese propósito, habni que añadir las condiciones ellas no puede quedar definido el espectro. Yo sospecho,
de contorno, diciendo, por ejemplo, que la placa es por ejeÁplo, qrre en uno de esos «aguieros nq¡ros» de. la
circular o cuadrada, o que esrá o no tensada; a iartir de actual el espectro de partículas elementales
ahí se puede calcular ya, al menos en principio, el "ttrofiri.á
sería completamente distinto que en nuestro entorno'
espectro de las vibraciones elásticas o acústicás. Ci,erto es Desgraciadamente es imposible experimentrlr en ese te-
que el grado de complicación no permitiá calcular exac_ rreno.
tameore rodas las vibraciones, pero quizá sí las más bajas,
las de menor número de líneas nodales.
Dos elementos exfte por ranro la comprensión cuan-
titativa: el conocimienro, maremáticameñte formulado
con exacrirud, del comportamienro dinámico de la placa,
y las condiciones de contorno, que cabe conremplar me desconcierta. Porque de algún modo tiene que existir
como «conringenresr, es decir determinadas por las cir-
cunstancras concretas; porque la placa podríamos haberla
cortado de otra forma. Algo.parecido ocurre con las
oscilaciones electrodinámicas de un resonador hueco. I¿s
ecuaciones de Maxwell deterrninan el comportamiento
dinámico, mientras que la forma de la cavidád define las estacionarios de la materia, probabilidades de transición,
condiciooes de contorno. Análogamenre con el especrro etc., uo *Super of Particle Properties», es decir
óptico del átomo de hierro. I-a ecuación de Schróiinger una tabla en lá que no habría nada que entender y que
para un sistema formado por un núcleo y 26 electroñes por tanto oo sería leída P
determina el comportarniento dinámico, a lo cual se no hay ni el más ligero
agrega¡ las condiciones de contorno, que eo este caso esto me interesa deiado
dicen que la función de ondas debe deivanecerse en el servafnos es uo espectro
infinito. Si el átomo estuviera encerrado en una pequeña indirectamente, pues, una diaámica de la materia neta-
caja, resultaría un especrro algo modificado. mente definida. Los resultados exPerimeotales que antes
Aplicando estas ideas a la física de pardculas vemos ES
que lo que interesa primero es determinar experimen- to
talmente y formular rnatemática-mente las propiedades es
dinámicas del sistema materia. Luego se agregan, como di
88 §lerner Heisenberg ¿Qué es una partícula elemental? 89

en ella. Así pues, obrao ya en nuesrro poder las piezas mente se llega finalmente, según Platóa, a formas mate-
esenciales de la ley narural, y rras haber comprendido máticas: los cuerpos regulares de la estereometría, que
cuantrtatrvamente tantos y rantos espectros de la física pueden definirse por sus propiedades de simerría, y los
creo que aquí, pese al grad,o de complejidad, también lo triángr:.los, con los cuales cabe formar aquéllos. Estas
consqguiremos. En esta ocasión no quiero hablar formas no son de suyo materia, pero la conforman. Bajo
cisamente por su complejidad- de la propuesra -pre-
que el elemento tierra subyace la forma del cubo, bajo el
Pauli y yo hiciéramos hace riempo para la formulación elemento fuego la del tetraedro. Todas estas filosofías
matemárica de la ley subyacente, que sigo creyendo tienen en común la voluntad de acabar de algún modo
posee máximas probabilidades de ser la correcta. pero con la antinomia de lo infinitamente pequeño, analizada
sí quiero señalar con fuerza que la formulación de esa ley en detalle por Kant, como es bien sabido.
es condición sine qaa lron para comprender el espectro Naturalmente que hay y hubo otros intentos más
de partículas elementales. Lo demás no es comprensión, ingenuos de racionalizar est^ antinomia. Algunos biólo-
sino poco más que la consulta de unas tablas, y con eso gos lanzaron por ejemplo la idea de que en la semilla de
no debería darse por cootenro ningún teórico. una maozaoa se contiene un pequeño manzano invisible,
Arribamos así ala filosofía que, consciente o incons- que a su vez florece y da frutos, Ios cuales encierran otra
cieotemente, preside la física de partículas elementales. vez semillas, en las cuales se esconde un rnanzano aún
Desde hace dos siglos y medio vienen esrudiando filóso- rnás pequeño, y así sucesivamente, ad infinitam. Es algo
fos e investfuadores el problema de qué sucede cuando análogo a lo que hacíamos nosotros cuando ¡ació la
uno inrenra dividir y dividir la materia. ¿Cuáles son los teoría de Bohr-Rutherford del átomo como sistema pla-
componenres mínimos de la materia? Los filósofos han netario a escala reducida: nos entretenía iugar con la
dado respuestas pa(a todos los gustos, y todas ellas han tesis de que en los planetas de ese sistema, los electro-
ejercido su influfo en Ia historia de la ciencia. I¿, más nes, vivían seres muy pequeños que construían casas,
conocida es la del filósofo Demócrito. En el intento de plantaban huertos, hacia¡ física atómicay alfinal llegaban
dividir sin parar, uno ropa finalmente con objetos indi- también a la tesis de que sus átomos eran sistemas
visibles, inmutables, Ios átomos, de los cuales se com- planetarios en pequeño, y asi ad infinitam. DetÉs de
ponen todas las substancias. En Aristóteles y en sus todo ello siempre se esconde, como ya dije, la antinomia
sucesores medievales no esrá ran nítidamente definido el kantiana: por una parte es muy difícil imqginarse que la
concepro de partículas mínimas. Cierto que para cada materia pueda dividirse sin frn, pero por otra t¿rmpoco es
tipo de substancia hay estos autores- uot§ fácil hacerse a la idea de que esa diüsión llegue obliga-
-según
partículas mínimas (al seguir dividiendo cesarían de mos- damente a un 6n. Hoy día sabemos que la antinomia
trar esas partes las propiedades características de la subs- surge en último término de suponer, erróoeamente, que
tancia), pero estas partes mínimas son continuamente es lícito aplicar nuestra visión del mundo a las condicio-
modificables, al igual que la propia substancia. Así pues, nes que imperan en el reino de lo muy pequeño. El
desde el punto de visra matemático las substancias serían infujo más fuerte sobre la fisica y la química de los
arbitrariamente divisibles; la materia se concibe como últimos siglos lo ejerció sin duda la doctrina atómica de
continua. Demócrito, que brinda una descripción muy gráfrca de
Ia posición antagónica más clara frente a Demócrito es los procesos químicos a escala reducida. Los átomos
la de Platón. En el intenro de dividir ininterrumpida- pueden equipararse a las masas puntuales de la mecánica
90 §(/erner Heisenberg ¿Qué es una partícula elemental? 9L

newtoniana, y sa comparació¡ cooduce a una teoría en los que se funda la teoría de la relatividad
estadística del calor nada insatisfactoria. Cierto que los -dice
Dingler- hay que describirlos por tanto de una manera
átomos de los químicos no eran masas puntuales, sino que no diverja de la geometría euclídea, como hace la de
sistemas planetarios en pequeño, y el núcleo atómico Riemann; porque si no quedaremos atrapados en uoa
estaba compuesto de protones y neutrones; pero aún así marala de conradicciones. Tal requisito es a rdas luces
se creía poder ver en el electrón, el protón y, más tarde, exqgerado. Para justifrcar nuestro quehacer experimental
en el neut¡ón los verdaderos átomos, es decir los sillares basta con que en las dimensiones de los aparatos sea
últimos e indivisibles de la materia. La concepcióo ató- válida, con suficiente aproximación, la geometría euclí-
mica de Demócrito pasó a ser, pues, elemento integrante dea. Hay que hacerse alaidea de que los fenómenos de
de la cosmovisión materialista del físico en los últimos lo muy pequeño y de lo muy grande no proporcionan ya
cien años: era fácilmente inteligible, más o menos grífrca, irnágenes visualizables, y hay que aprender a arreglárnos-
y moldeó el pensamiento de los físicos, incluso de aqué- las allí sin visualizar las cosas. Y entonces vemos que esa
llos que nada querían,saber de filosofías. En eso quisiera antinomia de lo in6nitamente pequeño en el ámbito de
fundamentar mi crítica, eo el sentido de que hoy día, en las partículas elementales se disuelve de manera muy
el campo de Ia física de partículas, se está echando a sutil, como ni Kant ni los filósofos ant(guos pudieron
perder buena física por culpa de mala filosofía. imaginar: perdiendo la palabra dividir todo-ou sentido.
Sin duda es inevitable u¡Llízar un lenguaje arraigado en
" "
Puestos a comparar los conocimientos de Ia actual
esta frlosofía tradicional. Preguntamos: ¿de qué se com- física de pardculas con alguna de las filosofías anteriores,
pone el protón? ¿El electrón se puede dividir o es sólo podríamos hacerlo con la de Plarón; porque según la
indivisibleT ¿EI cuanto luminoso es simple o compuesto? teoría cuántica, las partículas de la física actual son repre-
etc. Preguntas, insistió, mal planteadas, Porque las expre- sentaciones de grupos de simetría, y en ese senrido se
siones "dividir" y «componerse de, han perdido gran asemejan a los cuerpos simérricos de la doctrina plató-
parte de su seotido. Nos incumbe, por tanto, adaptar mca.
Iengua,ie y pensamiento decir, también nuestra 6lo- Pero aquí no queríamos ocuparnos de filosofía, sino de
-es situación creada por los
sofía natural- a esta nueva física, por lo cual voy a hablar ahora de ese desarrollo de
experimentos. EI asunto, por desgracia, no es fácil, y así la física teórica de partículas que, a mi entender, atrarrca
es como se deslizan cootinuamente en Ia física de partí- de planteamientos erróneos. En primer lugar la tesis de
culas falsas preguotas e ideas que llevan a los errores de que las partículas observadas, como los protones, piones,
los que ahora hablaré. Pero antes una observación en hiperones y muchas otras, se componeo de partículas
torno al requisito de "visualizabilidad". más pequeñas, no observadas, los quarks, o bien de
Ha habido filósofos para quienes la calidad de visuaü- partones, gluones, partículas encantadas o como quiera
zable era prerrequisito de toda auténtica comprensión. El llamarse a todas estas partículas inventadas. Lo que se ha
filósofo Dingler, por ejemplo, defendió aquí en Munich hecho aquí es plantear la pregunta: ¿de qué se componen
la opioión, contraria a la rcoria de Ia reladvidad, de que los protones? Pero se ha olvidado que la expresión
la geometría euclídea, por ser visualizable, era la :úrlica <<componerse de" sólo tiene un sentido medio claro si la
auténtica, ya que es el supuesto previo sobre el cual partícula puede ser desintegrada en componentes con un
construimos nuestros aparatos de medida; y en esto gasto pequeño de energía y esas componentes tienen una
último no le falta razó¡. Los fenómenos experimentales masa en reposo mucho más grande que dicha energía; en
92 rÜerner Heisenberg ¿Qué es una partícula elemental? 93

caso contrario la expresión "compooerse de» carece de el efecto Zeema¡ anómalo correcto, y con campos mag-
sentido. Y esa es la situación de los protones. Para néticos muy intensos el efecto Paschen-Back. Para el
eiemplificar esa pérdida de sentido de una palabra apa- interregno de las intensidades medias se obtenían largas y
rentemente bien definida no tengo por menos que contar complicadas raíces cuadradas para las frecuencias e inten-
una anécdota que Niels Bohr gustaba de relatar en tales sidades, es decir fórmulas muy abstruszrs, pero que evi-
ocasiones. Un niño entra en uoa tienda con una moneda dentemente explicaban muy bien los experimentos.
en la mano y le dice al tendero que le dé diez céodmos Quince años después nos tomamos Jordan y yo el trabaio
de caramelos variados. El dependiente le alarga dos de calcular el mismo problema por los métodos de la
caramelos y Ie dice: "Variarlos puedes variarlos tú teoría de perturbaciones de la mecánica cuántica. Para
mismo.r, I¿ noción <<componerse de, tiene para el pro- gran sorpresa nuestra, obtuvimos exactamente las mismas
tón tao poco sentido como el concepto de «variado» en viejas fórmulas de Vo[t, tanto para las frecuencias como
el relato del niño. para las intensidades, y además también para el inte-
Muchos responderán: ¡pero Ia hipótesis de los quarks rregno de los campos intermedios. El motivo lo vislum-
proviene de los experimentos, concretamente de consta- bra-mos claramenre después; era de índole puramenre
tar la relevancia empírica del grupo SU', y además está formal y matemática. Ia teoría de 'perturbaciones
comprobada en la interpretación de muchos experimen- mecánico-cuántica conduce a un sistema de ecuaciones
tos al margen de la aplicación del grupo SU.! No lo lineales acopladas, y las frecuencias vienen determinadas
discuto. Pero quisiera mencionar un contraeiemplo to- por los valores propios del sistema de ecuaciones. En la
mado de la historia de Ia mecánica cuántica, que yo teoría clásica, un sistema de osciladores acoplados con-
mismo viví y que demuestra claramente la debilidad de duce también a un sistema de ecuaciones lineales acopla-
esta suerte de argumentos. Antes de Ia teoría de Bohr das de ese tipo. Dado que en la teoría de Voigt se habían
habían afirmado muchos físicos que el átomo debía cons- igualado los parámerros más importantes, no era de
tar de osciladores armónicos, porque el espectro óptico extrañar que saliese la solución correcta. Pero a la com-
contiene rayas níridas, y esas rayas sólo pueden emitirlas prensión de la estructura del átomo no contribuyó nada
osciladores armónicos. Ias cargas de esos osciladores Ia teoría de Voigt.
debían corresponder a valores de e/m distintos del del El intento de Voigt fue por un lado a¡ feLz y por otro
electrón, y aparre de eso tenía que haber numerosos tao vano porque sólo quiso ocuparse de las líneas D,
osciladores, porque en el espectro las rayas son múlti- haciendo caso omiso del resto del espectro. Voigt urilizó
ples. fenomenol@icamente un determinado aspecto de la hi-
Sin dejarse amilanar por estas diñcultades, §Toldemar pótesis de los osciladores e [noró, o dejó consciente-
Voigt elaboró en Gotinga, en el añ,o 1912, una teoría del mente en suspenso, todas las demás pegas del modelo. Es
efecto Zeema¡ anómalo de las rayas D en el espectro decir, en realidad no tomó en serio su hipótesis. De la
óptico del sodio, de Ia siguiente manera: imaginó dos misma manera, temo que la hipótesis de los quarks no
osciladores acoplados que, en ausencia de campo magté- sea tomada en serio por sus autores. El problema de la
tico exterior, daban las frecuencias de las dos nyas D. estadística de los quarks, de las fuerzas que los mantie-
Logró además disponer de tal suerte el acoplamiento nen unidos, de las partículas a que corresponden esas
mutuo de los osciladores, y el de éstos coo el campo fuerzas, de los motivos por los que los quarks nunca se
exterior, que con camPos magnéticos débiles se obtenía presentan como partículas libres, de la producción de
I

96 Verner Heisenberg
El papel de la física de
partículas elementales en el desarrollo
matemático a lo largo de los años, pero no de le noche
a
actual de la cieocia

ricas de contenido que la soPa' Que la física de las partículas elemenrales desernpeña
un papel muy importante en la ciencia actual, sobre eso
parece que todo el mundo está de acuerdo. Y se, echa de
ver en el gran número de físicos que invest[an en esre
campo y en los enormes presupuestos de las institucio-
nes nacionales e internacionales que proveen las instala-
ciones experimentales para dichas investfuaciones. Ia
presente conferencia tiene, por tanto, los siguientes pro-
pósitos: examinar con más detalle este papel; investigar
una a una las ¡elaciones entre este sector y otras partes
de la física u otras ciencias; determinar las causas y
consecuencias de este campo de actividad en el marco de
la así llamada ciencia grande; y finalmente, echar una
mirada a los resultados consqguidos en los últimos dece-
nios y extraer las consecuencias que afectan al marco
conceptual de la ciencia.
Cuando, a principios de siglo, el trabajo de Rutherford
/ Bohr permitió vislumbrar por primera vez la estructura
dcl átomo, no fue difícil percatarse de que el compren-
dcl,hs capas atómicas del átomo tendría consecuencias
97
El papel de la física de partÍculas elementales 99
98 §lerner Heisenberg
modificarlas, convertirlas en objetos muy inestables, que
harto imporrantes para muchos secrores de la física y de a su vez se desintegran en los pocos objetos estables que
la ciencia. Sobre esa base cabría explicar el comporta- conocemos por el nombre de electrón, protón, fotón y
miento de la materia en sus diversas formas, sólidos, neutrino. Para aplicaciones técnicas no parece haber
líquidos y gases; comprender propiedades concretas mucho lugar. Cierto que podernos combinar entre sí
como la estructura cristalina, la conducrividad eléctrica, estos objetos, obtener combinaciones rnayores, provocar
la elasticidad de los sólidos y la superfluidez de los así reacciones y extraer energía, pero son procesos que
líquidos; y deducir, de las órbicas electrónicas del átomo, pertenecen a la física nuclear y atómica y son ya bien
el color de los gases en los tubos de descarga. El abun- conocidos.
dante material que los químicos habían reunido acerca de Preguntémonos, por tanto, en primer lugar, qué rela-
las moléculas, las propiedades de los enlaces químicos y ciones cabe establecer entre el conocimiento profundo
el mecanismo de su reacción podría interpretarse y anali- de la física de partículas elementales y ot¡as ramas de la
za¡se con ayuda de estos nuevos conocimientos del ciencia. Los experimentos de los dos úldmos decenios
átomo. De allí tendrían que salir sin duda importantes han proporcionado un cuadro bastante consistente del
aplicaciones prácticas; y en efecto, después de 1930, mundo de las partículas. Cuando dos partículas de muy
entendido ya el comportamiento de las regiones exterio- aka energía chocan en un acelerador, no debe verse el
res del átomo, hubo ricas aportaciones en la física de los resultado como una fisión de las partículas que han
sólidos, en la investigación de las baias temperaruras y en colisionado. Lo que en realidad ocurre es la creación de
la astrofísica. partículas nuevas las más de las veces- a
Semejante desarrollo no era en cambio de esperar partir de la energía-inesrables
cinédca de los obietos que chocan y
cuando Ia física nuclear inició su andadura. En Ia mayor según las leyes de la rcoría de la relatividad especial. Ia
parte de los fenómenos de la radiactivi- energía se convierte en materia y roma la forma de
dad- aparece el núcleo-prescindiendo
atómico como unidad inmuta- partículas. El espectro de partículas posibles es ran com-
ble, y todavía a mediados de los años treinta dudábase de plicado como el de los estados estacionarios de átorrios,
que la física nuclear llegara a rener aplicación técnica. moléculas o núcleos. Ias partículas, igual que los átomos
Pero cuando §íeizsácker y Bethe demostraron que las y moléculas, vienen caractedzadas por números cuánti-
estrellas son grandes hornos arómicos, y Hahn descubrió cos, es decir por su simetría, por su comportamiento
la fisión del uranio, nada rabó ya la marcha del ingente bajo las transformaciones fundamentales. Por eso no es
desarrollo técnico. impropio comparar el campo de la física de partículas
Eo la física de partículas elementales ¿cabe contru con elementales al de las reacciones químicas en gases, por
aoálogas consecueocias? Por razones históricas, utiliza- ejemplo. Lo que hace falta es conocer muchísimos obje-
mos la expresión «parrículas elementales» Ia tos diferentes en un caso, partículas en el
dida en que la -en me-n -moléculas
otrr y sus reacciones al chocar. En los últimos veinre
número bariónic o años se han recogido efectivamente abundantes datos
lóO,yeselco e sobre las partículas elementales; cabe preguntrir, pues,
invest§a
ha sido e qué importancia tienen esos datos en otros sectores de la
años. En la mayor parte de fenómenos naturales aparc- ciencia.
cen esras parrículas como unidades inmutables; sólo con Empecemos por el lado teórico de la cuestión. Tanto
el cc,ncurso de los grandes acelerado¡es podemos
100 lVerner Heisenberg El papel de la física de partículas elementales 101

los métodos como los resultados pueden ser relevantes atómicos, salvo la gravitación, que iuega un papel deci-
en otros campos. Los métodos con los que discutimos los sivo en las estrellas pero no en los núcleos. En las
procesosen física de partículas guardan cierto pare- estrellas cuya masa es muy superior a la del sol cabe
cido con aquéllos que se emplean en la química esperar una mayor contracción gravitatoria, y en ese caso
cuántica en relación con las reacciones entre átomos o la física nuclear no proporcio¡aría ninguna información
moléculas o electrones. Estos métodos Pertenecen a un sobre la estructura interna de materia de tamaña densi-
campo teorético que se denomina "física de muchos dad. Mas, conocidas las leyes narurales en las que des-
cuerpos», y cualquier avance que se logre en la física de cansa la existencia de las partículas elementales, es posi-
partículas puede ser útil en ese sector: en la investfuación ble que tal conocimiento brinde no poca información
de las reacciones químicas o en estudios sobre el com- acerca de las condiciones que reinan en el interior de
portamiento de estados excitados en sólidos. Y a la dichos obieros astrofísicos, incluidos los famosos aguje-
inversa: esos estados excitados llamados polarones, exci- ros neSros.
tones, etc. son quizá la meior imagen que cabe encontrar La física de partículas tiene rambién interesantes apü-
en la teoría de campos no relatiiista. Se ha logrado, pues, caciones en la física de sólidos, la física nuclear y la
un fructífero intercambio de ideas entre ambos campos. astrofísica, pero que no bascan para explicar el eoorme
En cuanto a los resultados, la aplicación más señalada interés y los ingentes esfuerzos que moviüza. No hace
de los conocimientos adquiridos en la física de partículas mucho se planteó la pregunta de si las leyes narurales con
pertenece segurameote al campo de la física nuclear. Ias Ias que se interpreta a las partículas no podrán servir como
fuerzas entre los componentes nucleares protón y neu- fundamento general para todas las ramas de la física, es
trón no son demasiado bien conocidas. Existen descrip- decir, si en ese sentido no seÉn fundamentales dichas
ciones fenomenol@icas de esas fuerzas que, en cálculos leyes. En efecto, uno de los objetivos de la física atómica
de los estados estacionarios de núcleos, llevan a una o de la doctrina atómica fue desde un principio enconrrar
concordancia aceptable; pero incluso la determinación de leyes básicas que permitieran comprender la ¡aturaleza.
fuerzas entre tres cuerpos es muy incierta. Ias fuerzas Pero sobre este aspecro del problema pre6ero volver en
son creadas menos en gran medida- por el inter- la última parte de la conferencia. Ahora quisiera descri-
-al
cambio de partículas, sobre todo de bosones como los bir las magníficas actividades experimentales y técnicas
mesones rr, mesones q, efc., de suerte que el conoci- de la física de partículas elementales.
miento de las pardculas y de sus interacciones contribuye En lo experimental la física de partículas es una pro-
al conocimiento de las fuerzas nucleares. longación o continuación natural de la física atómica y
En este contexto cabría imaginar una futura influencia nuclear. Ias rqgiones exteriores del átomo, las capas
de la física de partículas sobre la astrofísica. Como es electrónicas, que coostituyeron el foco de interés a prin-
sabido, recientes observaciones han revelado la existen- cipios de los años veinte, acusaban fuerzas muy peque-
cia de estrellas densísimas, cuya densidad supera en uo ñas. Los campos eléctricos y magnéticos eran capaces de
factor del orden de 1015 a la de la materia normal. Esas provocar modificaciones que se reflejaban en los espec-
estrellas, los pulsares o estrellas de neutrones, Parece tros atómicos; electrones acelerados en tubos de descarga
que consisten en mareria nuclear neutra. I¿s interaccio- de pocos voltios lograban colocar el átomo en estados
nes responsables de las propiedades físicas de esta mate- excitados, y la luz emitida proporcionaba valiosa infor-
ria deben de asemeiarse a las que se dan en los núcleos mación sobre la estructura dinámica de las capas. Por eso
ro2 ltrlerner Heisenberg
Et papel de Ia física de partículas elementales 103
era posible realizat por aquel entonces los experimentos
en laboratorios pequeños, con ayuda de un equipo muy que se habían cataloga.do como Partículas elementales,
baraco al lado de los instrumentos de investfuación de los como unidades últimas e indivisibles de Ia materia, a
modernos institutos. Los núcleos atómicos, sin embargo, saber, los protones y electrones. Había argumentos teó-
no podían investigarse con esos aParatos. Para llevar un ricos en el sentido de que en colisiones muy energéticas
núcleo a un estado excitado hace falta una energía apro- entre dos partículas .,elementales» podían crearse nuevas
ximadamente un millón de veces superior a la que re- partículas, a veces en Sran número, y que semeiantes
quieren las capas atómicas. procesos no merecían el nombre de división o escisión o
Por eso constmyeron Cockcroft y §üalton un instru- excitación de partículas, sino que debía hablarse simple'
mento de alta tensión, el generador de cascada, y kw- mente de transformación de etergÁ en materia. Los
rence el ciclotrón. Con p-rotones acelerados a través de experimentos efectuados con la radiación cósmica antes
una tensión del orden de un millón de voltios sí era de la guerra proporcionaron indicios en esa dirección,
posible excitar los núcleos atómicos, transformarlos en pero no pruebas irrefutables de la producción múltiple
otros y formar a partir de ellos otros muchos núcleos de partículas.
ouevos, inestables y radiactivos. Al mismo tiempo se Terminada Ia goerra, los físicos plantearon la posibili-
fueron inventando nuevos instrumenlos para detectar dad de construir gigantescos aceleradores para investfgar
fragmentos nucleares: contadores de diversos tipos, cá- sistemáticamente estos procesos. la realización de tales
maras de niebla activadas por los propios procesos, y planes exigía un esfuerzo técnico y un presupuesto que
nuevos procedimientos para la medición de coinciden- sobrepasaban con mucho todo cuanto había contemplado
cias. La física nuclear se convirtió así durante los años hasta entonces la investigación fundamental. Mas, por
treinta en un importante sector de la ciencia, aún antes una parte, el gobierno norteamericano se había acosrum-
de que Otto Hahn descubriera la fisión del uranio y brado durante la guerra a destinar importantes sumas a la
abriera el camino a un ingente desarrollo técnico. Las investfiación nuclear, y por otro, el problema de las
aplicaciones prácticas y sus consecuencias políticas cabía unidades mínimas de la materia parecía harto importante
contemplarlas, bien que retrospectivamente, como e interesante, de manera que el pioyecto frucdficó.
justificación bastante de los altos PresuPuestos que pedía Como oadie ignora, en las dos décadas siguientes se
la investfiación nuclear. Nada tiene de extraño que el construyeron aceleradores de creciente tamaño. El pri-
presupuesto norteamericano PaÍa investigación nuclear mero fue el Cosmotrón de Brookhaven, con una energía
áscendiese durante la guerra a miles de millones de de 3 GeV para los protones acelerados; luego el Beva-
dólares, ni que la actitud global de la sociedad hacia la trón de Berkeley de 6 GeV; después la instalación del
tecnología moderna cambia¡a de raí2. Pero hubo todavía CERN y otro acelerador en Brookhaven de 30 GeV; las
una tercera etaPa que los físicos previeron ya antes de la máquinas soviéticas en Du\na con 10 GeV y en Serpu-
guerra. jov con 70 GeV vinieron después. I-as máximas energías
En la radiación cósmica aparecían de vez en cuando se coosiguen hoy día en el acelerador de Batavia y en los
partículas cuya eoergía era mil veces o más superior a las anillos de almacenamiento en Ginebra. No voy a descri-
que requería la transmutación nuclear. El choque de bir la increíble precisión y fiabilidad que exige el funcio-
semejantes partículas podría posiblemente provocar la namiento de semeiantes máquinas, ni el ingente saber
transformación o escisión incluso de aquellos obietos récnico de que se ha hecho gala en su construcción.
Lo que los ingenieros y físicos han conseguido en
ro4 rJíerner Heisenberg El papel de la física de partículas elementales 105

este empeño es verdaderamente digno de encomio. idea era acer.tada, y también la de sus ayudantes, que
En el curso de esta evolución la física de partículas habían logrado demostrarlo.
elementales ha pasado a ser parre de lo que se denornina Veamos ahora una situacióo equiparable en la mo_
ciencia grande; y corno todas las cosas de este mundo derna física de partículas elementales. H"ce siete años
tienen su precio, el estilo de la física experimental hubo calculó un joven y diligenre físico de nuesrro Instituto
de sufrir hondas transformaciones a lo largo de esa
expansión. Debo admitir que ante esos cambios siempre
he sentido cierto malesrar, y no quisiera pasar de largo
sin comentarlos coo detenimienro. La dificultad no es-
triba sólo en que los costos de un gran acelerador
.asciendan a miles de millones de dólares y que su
construcción dure años. Eso es muy corriente en los
grandes proyectos de ingeniería y tiene poco que ver
con la investigación fundamental en física. I¿ ver-
dadera dificultad es que un solo experimento con un
acelerador exige una larga fase de planificación, un antes había que poner fin a otro experimenro que ya
pingüe presupuesto y muchos años y hombres para estaba en curso.
realiza¡lo.
Hablemos por un momenro de los viejos tiempos.
Niels Bohr me contó en cierta ocasión uno de los
primeros experimentos de Lord Rutherford en la Uni-
versidad McGill de Montreal y lo describió de la si-
guierite manera. En la investigación del comportamiento experiencia acumulada durante esos años decidió el
de las substaocias radiacrivas se Ie ocurrió un día a Lord
Rutherford la idea de que en la desinteg¡ació¡ del ¡adio
se origina un gas noble (llamado más tarde radón o
emanación de radio) y que tenía que ser posible licuar
este gas a muy bajas temperaturas, concentrarlo e inves-
dgar sus propiedades. Rutherford encargó en Europa una
instalación de bajas remperaturas; llegada por barco a
Montreal, no permitió Rutherford que ningún miembro
del Instituto abandonara el edifrcio hasra terminar el
experimento. Todos tuvieron que colaborar en la instala-
ción del apaÍato, en la preparación de los conradores,
etcétera, y los ayudantes hubieron de pasar toda la noche
en vela. Al cabo de 36 horas se consiguió efectivarnente
licuar el gas y demostrar así la existencia del radón.
Im4gínense la sadsfacción de Rutherford al ver que su
v
I
ef
¡

\iüerner Heisenberg
106 El papel de la física de partículas elementales r07

cemos algunos de estos ¿r¡gumentos con más detalle.


En primer lugar está el caácter internacional de la
física de partículas. No hay apenris ningún crimpo cientí-
fico en el que la colaboración internaciota;lhaya sido tan
oecesaria y mn feliz como aquí. I¿ ausencia de aplicacio-
nes técnicas inmediatas protege a este campo de la
injerencia de intereses ecooómicos o nacionales. Por eso
no ha sido difícil repartir los altísimos cosros de un
acelerador entre varios países, y la vida ciendfica eo rales
iostituciones contribuye de modo esencial al entendi-
miento entre los físicos, los ingenieros y los empleados
I admioistrativos de las disdntas naciones. La orgatización
I
del CERN en Ginebra me parece la institución ioterna-
cional más eficaz de esta especie.
Al mismo tiempo, estos laboratorios inrernacionales
pueden muy bien impulsar el progreso técnico en cam-
pos concretos, y ese esdmulo repercutiÉ en cada una de
las naciones parricipantes. En física de partículas, cual-
quier experimento fiable exige la más moderna tecno-
Iogía, lo que a su vez contribuye a desarrollarla. Pero
tampoco conviene exagerar esta utiüdad, el ufall-out,
técnico de los grandes aceleradores, porque análogos
efectos, quizá en otros campos, lleva consigo cualquier
rama de la ciencia grande. I,o anterior no constiruye por
tanto un ¿rgumento válido para dar prioridad a la físicz
de partículas.
Con todo, la tendencia a concentrar la física de partícu-
las en grandes centros internacionales tieoe ciertas ümi-
taciones, impuestas por la duración de los experimentos.
I¿ colaboracióo entre universidades e insritutos de inves-
tftación de los países miembros, por un lado, y el centro
internacional, por otro, significa en principio que los
físicos o equipos de investfación de cualquiera de las
instituciones nacionales pueden desplazarse a menudo al
centro, realizar allí el experimento y, a la vuelta, llevar
las experiencias y el saber científico y técnico a la institu-
ción nacional de turno. Pero cuando un experimento
normal requiere seis años o más, la situación cambia de
I _§-"

108 Verner Heisenberg EI papel de la física de partículas elementales 109

niz. ü¡ físico que haya vivido seis años con su famiüa en construcción de aceleradores mucho más grandes que
las inmediaciones del centro internacional no querrá, por los que hoy están en marcha. Partimos, por tanto, del
regla geteral, volver. Se supuesto de que en los próximos diez años la física de
entorno, los hiios tienen partículas tendrá que apoyarse por enrero en las máqui-
de trabaio científico son nas que ya existen y en las que se hallan en construcción.
universidad. De manera Los anillos de almacenamiento de Ginebra producirán
del centro no revertiÉ a menudo al país miembro. Al los procesos de rr¡rixima energía. Si los nuevos resultados
contrario, puede que éste pierda afgunos de los ióvenes experimentales desviasen el interés hacia energías aún
científicos más dotados en beneficio del centro interna- más altas, quizá cupiera utilizar la radiación cósmica para
cional. Es de suponer que el problema sólo tiene solu- una exploración provisional, como ocurrió a principios
ción si el país miembro crea una intensa actividad en de los años ciniuenta. Estos experimentos serán segura-
física de paitículas dentro de sus fronteras. Si una insti- mente más baratos que la construcción de aceleradores
tución naiional fomenta el interés por la física de partícu- aún mayores, si bien los resultados no podrán ser ran
las con un acelerador más pequeño, especiali- fiables.
-quizá
zad*, se establecerá un ir y venir de información entre Hay físicos que, a pesar de las consecuencias ecsnómi-
el instituto nacional y el centro internacional, y las cas, políticas y sociales, abogan por aceleradores mayo-
contribuciones de éste redundarán eo beneficio del es- res, y comparan est¿s máquinas del mundo actual con las
tado miernbro. Pero lo cierto es que una institución pirámides de Egipto o con las catedrales medievales.
nacional requiere un PresuPuesto muy cuantroso. Afirman que esros imponentes monumentos fueron eri-
En último término nos vemos abocados una vez más a gidos para simbolizar la esencia más íntima de la socie-
la pregunta de si la física de partículas elementales es dad, su relación con el poder supremo. Esos magníficos
realménte un sector tan fundamental de la ciencia como símbolos ma¡ena\za¡, sqgún ellos, una interpretación del
mundo que es fundamental para la sociedad. De la
misma manera, los grandes aceleradores de nuestro
tiempo podrían ser los símbolos de nuestra interpreta-
ción científica del mundo.
No creo que pueda aprobar del todo esta clase de
argumentación. Hay ciertamente indicios de que hoy día
la ciencia se ha converddo en el eje de confianza de las
gentes. En medicina, en agricultura, en las aplicaciones
técnicas nos fiamos de la corrección científica. Pero al
mismo tiempo se nos antoia demasiado estrecha esa
concepción del mundo: omite elemeotos esenciales que
pertenecían al meollo de las viefas religiones, y los omite
de manera tan absoluta, que incluso resulra difícil hablar
del tema. Pero la inquietud de las generaciones jóvenes y
muchos otros exponentes de inseguridad parecen indicar
sociales del mundo actual harán muy difícil financiar Ia la presencia de un hueco a llenar. Por eso me cuesra
ts

El papel de la física de partículas elementales 111


110 Werner Heisenberg
formulada la mecánica cuántica, lapalabra «estado, tomó
creer que el hombre de la calle pueda tomar, como un significado distinto del que tenía en la mecá¡ica
símbolo de su interpretación del mundo, un gran acele- clásica. En la física anrerior, la reacción de un sistema a
rador, que desde fuera parece una fáb¡ica. Mas puede fuerzas exteriores el proceso de observación, por
que me eqüvoque. -en
ejemple- venía unívocamente definida por aquello que
Quizá sea mefor deiar abierta la pregunta y plantear- se denominaba
"estado" del sistema. En la mecánica
nos en cambio eo qué sentido cabe concebir la física de cuántica, conocido el e
partículas elementales como fundamental en la ciencia. dades para la reacción.
Sin duda alguna, el objetivo de la física atómica fue, venía dada por una ley
desde el principio, abrirse prso a través de los fenóme' de Newton. Hay estados que en condiciones externas
nos visibles y avanzar hacia la estructura fundamental, constaores no experimentan ningún cambio temporal y
hacia la comprensión de la naturaleza. El camino histó- reciben por eso el nombre de oestados estacionarioso;
rico de la ciencia conduio desde la química al modelo tales estados corresponden a valores de energía disc¡etos
arémico de Bohr-Rutherford; de este modelo a la hipó- y matemáticameore son determinados como las solucio-
tesis de que los núcleos atómicos constan de protones y nes propias de un sistema de ecuaciones lineales. El
neutrones y a la idea de que la materia toda está com- concepto de estado estacionario discreto operó en la
puesta de las tres partículas elementales protón, neutréo antigua concepción del átomo una modificación esencial.
y electrón; y, por último, a uo espectro de pardculas que l,a ant§ua concepción veía en el átomo una unidad
ie .re"r, al transformat etergia en materia. Hubo en ese fundamenral e inmodificable de la materia. El átomo de
camioo sorptesus que condujeron a modificaciones esen- Bohr, por el contrario, en tanto que estado estacionario
ciales en el marco cooceptual de la física, y esas modifica- discreto de un sistema mecánico, no era inmutable, sino
ciones son importantes a la hora de preguntarse si en la perturbable por fuerzas exteriores, colisiones o reaccio-
física de partículas hemos alca¡zad,o o no esüucturzrs nes químicas; pero volvía a restablecerse cuando termi-
fundamentales y qué tipo de estructuras son ésas. ¡aba la perturbación. En la interacción de Ia materia, los
La primera sorpresa tuvo que ver con las limitaciones átomos son perturbados y restaurados una y orra vez.
en la aplicación de la mecánica newtoniana. Antes de que Este comportamiento característico del esrado estaciona-
Planck descubriese el cuanto de acción, los procesos rio discreto guarda relación, en la descripción matemá-
mecánicos era¡ a¡alizados con ayuda de los conceptos de tica, con sus comportamiento pera-
la mecánica clásica, y siempre habían sido entendidos así. ciones de simetría. Si la ley ie al
I¿ estabilidad del átomo, sin embarSo, no podía ser sistema es invariante frente a
explicada con este esquema teórico. Un átomo Pertur- rotación espacial, por ejemple, entonces la represenra- -la
bado por fuerzas exteriores en una reacción química, por ción matemática del estado esracionario discieto será
colisiones en una descarga o por campos electromagnéti- también una de rotaciones y
cos, vuelve siempre al por consiguie nte bajo esta ley
sistema planemrio de el dinámica. Ni elación entre los
un núcleo no mostraría estados estacionarios discretos y las simetrías del sistema
fue el punto de arraoque de la hipótesis de Bohr del no era ta¡ cla¡a en la época en que Bohr formuló su
estado estacionario discreto, con la cual se introduio el hipótesis; fue descubierta rnás tarde por süigner y una
cuanto de acción planckiano en la mecánlca. U¡a vez
tt2 §íerner Heisenberg El papel de la física de partículas elementales tt3

serie de matemáticos como resultado de estudios más de los estados estacionarios discretos de la teoría de
de la mecánica cuántica. Bohr. Cabe caraccenzar\os mediante números cuánticos
'orofundos
Una vez entendida esta catacterística del estado esta-
cionario discreto, la primera conclusión que se extraio, y
oo sin precipitación, fue que el átomo químico no es un
átomo, sino un sistema compuesto de protones' neutro-
nes y electrones, y que estas partículas elementales eran
las verdaderas unidades fundamentales e inmodificables
de la materia. En el caso de los neutrones no podía ser
eso del todo cierto, porque se desintegraban en proto-
nes, electrones y neutrinos; pero los protones y electro-

drado del impulso, y esta relación cuadrática conduce a


una duplicación de los estados; el positrón comple-
menta al electrón. Por eso pueden crearse Pares

larse. I¿ energia puede convertirse en materia, adop-


tando la forma de partículas. Este enunciado general fue

materia en energía y viceversa, con lo cual no vemos en

K o los hiperones. Y estos procesos no debemos verlos


colho división o desintegración de partículas; Io que
demuestran es Ia conversión de etergía en materia. Fuera
de las partículas estables protón y electrón, los experi-
-".rtot han revelado uo espectro muy compleio de
que parecen
partículas inestables todos los rasSos
Poseer
I --.-
----
tt4 rJüerner Heisenberg
El papel de la física de partículas elementales 11,
acruales conocimientos no procuran el más leve indicio

leza, mi opinión es que se han hallado las simetrías


fundamentales. Con la expresión «simetría fundamental,
queremos.decir que la ley natural de la cual dependen el
especrro de partículas y sus interacciones es invariante comprenderlo.
bajo derermioados grupos de transformaciones. Estos
grupos definen el espacio total en el cual se da el mundo
¡eal. Los n probablemente el
gruPo de acio y el tiempo; el
grupo SU los fenómenoJ elec_

tales es, por el conrrario, un problema pleno de sentido,


aunque parezca muy abstracto. Sólo se obtendÉn res_
puestas definitivas cuando los abundantes detalles de los
I

Encuentros y conversaciones con


{
Encuent¡r¡s y conversaciones con Albert Einstein
Albert Einstein tt7
orra cosa que de un caso especialmente
simple de la
transfor¡nación de Lorertr_,'perr-ir')r¿¿
rarme de que las verdaderai i¡ñ."iiáal, en perca_
yacían en otra parte. AIIí de la teoría
concepro de simultaneidad
cuesrión de si dos sucesos a
eran o no simultáneos d
miento del observador. Se
netrar esta problemática,
-en
Einstein hubiera condimeít
vocatrvos como
comprehsión. Me "euerido I
quedó, es
adoode quería llegar Einstein, así
proposicione ' como la idea de que sus
ir"dic.iOn i. ".--;:^-:_- ninguna con_
arentemenre
mo, claro esá, el deseo
ardiente de
::11_üv,dad.-Así
que para mis-,t$,l:"::, lir:::ih *.",:
taflos me propuse asistir, fuera como frr.ra,
,;;;r;: '-'
La ciudad de Ulm, en la que nació Einstein, y la Casa
Einstein del Ulmer Volkshochschule son sin duda lu¡¡a-
quiera confereocias sob.e'dicha " cuales_
Fue así como mi ini
res apropiados para hablar de encuentro. y coruers"ci.r- se desvió imperceptibl
oes con é1. Aclaremos de entrada que la palabra .en- cual apenas sabía á
cuentros» remite aquí a eotrevistas personales, pcr<l
h s
gran suerre de dar, al comien
también a contactos con su obra; y esos contacr<ls .lc- maesrro excelente, Arnold
sempeñaron desde muy pronto un papel en mi vida. y la circunstanci
.Empezaré, pues, por el primer episodio de esra cs¡rc-
:lYTtoh,
diera con eniusiasmo la teoría de la relativi
cie del que guardo recuerdo. Tenía yo ala sazóo I 5 añils, dad y guard,ara
además con Einstein estrecho .;;;;;';.rsonal
era alumno del Max-Gymnasium de Munich y me intcre- óptima creó
saban sobremanera las cuestiones matemáticas. Un dfa lles de
cayó en mis manos un delgado romito de una colección cuente
de monografías científicas, en el cual Einstein exponía en últimas
tono divulgador su reoría especial de la relatividad. Su que entendiéramos el rexto
nombre lo había visro de vez eo cuando en los periódi- discusiones me acue¡do aún
cos, y. de la teoría de la relatividad tenía oído lue era en mi fuero interno tenía I
muy difícil de entender. Lo cual me incitó n"trr"lrncnte
tanto más, de suerte que intenté peneftar a fonckt cn esle el discurso de Som_
jamás le había visto.
opúsculo. Al cabo de un tiempo creí entender ¡llenr.
menre la parte matemática el fondo no se trat;hn (le o _bien que frus_
-en Einstein, reogo que
tt6

¡r
t*
Encuentros y conversacrones con Albert Einstein ll9
118 Verner Heisenberg
cia, tan a menudo estudiados y observados' Parecían
ha.bfar de orro campo de la ciencia que rne atraio a su
;;;;t-;; contradicción abierta con la hipótesis de los
órbita y en el cual el nombre de Einsrein desémpeña .""i-t f"*inosos. Pero en la física atómica no faltaban
también un papel importante. átomo cons-
Buena parre de interés de Sommerfeld, mi maestro,
;;; ;i;;. de contradicciones irresolubles' Elrelativamente
i"U", tlgri" Bohr, de un núcleo atómico
estaba acaparado, incluso en su labor privada de investi- lanetas
g.ación, por la reoría atómica; para ser exacros: por aque- licaron
lla aplicación de la reoría cuántica y de la imageo'del s decir
átomo con la cual Niels Bohr diera en l9l3 él paso mismo
decisivo en la moderna física atómica. Desde el primer lectrones sólo Podían tener
día de mis estudios asisrí a las conferencias y seminarios terizadas Por condiciones
de Sommerfeld sobre esre tema, aunque no iabe duda de
cuánticas. Tal cosa contranaba la mecá¡íca newtoniana'
que por enronces no reunía yo todavía los conocimientos
porque según ésta no hay problema en que una Pertur-
necesarios. Pero la fascinación que suscitaba el apasio_ paso de una órbita cuántica a
nado interés de Sommerfeld poi esas cuesriones com-
t".i3n exérior prouoq.,.'.i
otra uá n ti cam e n te n'ó t'i bi á"
nrr
pensaba las evenruales decepciones de ver estériles los
esfuerzos por comprenderlas. En relación con esro se
c
:nltt."*;:*'f,";
ón luminosa extertor' Por
hablaba mucho de Ia hipótesis de los cuantos luminosos a cuántica a oüa' También
de Einstein, que a contiouación paso a comeorar. En las su hiPótesis de los cuantos
clases de Sommerfeld aprendimos la concepción tradi_ isión o absorción de luz era,
cional, aceptada con carácrer geoeral desde Maxwell la
según é1, un proce§o estadístico en el cual el átomo
luz cabe interprerarla como un movimienro ondulatorio [¿s
exlulsa o c"pt,rr" cuantos de luz de cierta frecuencia'
elecrromagnédco que sólo se diferencia de las ondas de por .las así
radio, por un lado, y de los rayos X, por orro, por su
iil'*n.i"t i. .ro, procesos venían fiiadas
longirud de onda. Frente a eso, y en relación ion la il-;;á;; ;tJabilidaáes de transición; a partirla de lev
este
de
;;;;;-Éi;;;.i' habí" conseguido..deducir
teoría cuánrica de Planck y determinados experimentos publicándolo en el céle-
sobre el efecto fotoeléctricc, había estableciáo Einsrein
i,f"*t'¿á la radiación térmical
bre artículo de 1918.
-^itl,-p""i,
la hipótesis de qr,re la luz consistía en cuantos de energía en los primeros años de mis estudios uni-
muy pequeños, los cuanros luminosos, y de que, p-or Por ahoodar en la
tanto, un rayo de luz podía equipararse a una ráfagi de a Y oúa vez con el
muchos proyectiles muy pequeños. Ias dos concepcLnes deseo de conocer
eran ran radicalmen¡e diferentes, qüe oo veii yo la
manera de interpretar las palabras de Sommérfeld
cuando.decía que ambas versiones parecían poseer cierto
ento de iffiii'.::":':t::
fracasó.
grado de verdad. Einstein volvía a apruecer con uoa
ficos y
afirmación qu muy fundamenta- congres
les de la física z fakaba la prueba confere
de que la nue cía a contraiiccio- general de la relatividad. So
nes internas. Al contrario: Ios fenómenos de inrerferen-
af,

*
t20 Werner Heisenberg
Encuentros y conversaciooes con Albert Einstein L2l
congreso y oír la conferencia de Einsteio, con la inten_
ción de presentármelo personalmente. peio to, tie.rfo, aquí se tratabá única y exclusivamente de la verdad. Fui
eran. de gran inquietud política. El enoio por la derrota presa de tal estado de excitación, que ya oo puede
de Alemania en la primera Guerra tr,t"nii"t atender a la conferencia. Sentado a gran distancia de la
duras condiciones de los vencedores no se habíá
t ñ;i;; tribuna de oradores, ni siquiera me percaté de que era
;p^gd; v. I¿ue y no Einstein quien hablaba. Tampoco después de
aún, y el desacuerdo acercr de qué hacer llevab".á"i_
nuamenre a siruaciones de guerra civil. En aquella época la sesión hice intento alguno de conocer a Einstein, sino
surgieron también los primeros indicios dL antislmi_ que cogí el primer treo que salíapara Munich. Hasta mi
tismo, patrocinado por círculos de extrema derecha. En primer encuentro personal con Einstein transcurrieron
el verano ,]e 1922, poco anres de aquel congreso de luego otros cuatro años, durante los cuales se operaron
científicos alemanes, fue asesinado el ior entonces mi_ grandes e incisivos cambios en la física.
nistro de Asuntos Exteriores Walther Iiathenau a manos Hablemos brevemente de ellos. I¿s contradicciones
de terroristas nacionalisras. Era un intento consciente de que se habían puesto de manifiesto en la teoría cuántica
impedir_cualquier.paso hacia la «fiualaciónr. Ias pasio_ de la estructura del átomo que ya
nes. políticas volvieron a encendárse y el movir¡iiento mencioné antes- tornáronse con -contradicciones
el tiempo cada vez más
antisemita comenzó a dirrgir ru .r.ng"ná" también .;;;; crasris e,irresolubles. Nuevos experimentos efecto
Einstein, judío y gozar de-especial pr.r,igü-á" -el
Compton y el efecto Stern-Gerlach, por ejemple de-
-por ser
los círculos cultos de Alémania. Fue así mostraron que sin uoa modificación radical de la forma-
¡.rrro
antes.del congleso, se.decidió, a pedción de -rrro,-
Einstáiá, no ción de los conceptos físicos no podía uno describir ya
ser él en persona quien leyera la conferencia, sinó el rales fenómenos. En esas ci¡cunstancias recordé una idea
señor yo de tal exrremo al marchar que había leído en algún libro de Einstein: una teoría
hacia me ilamó la atención fue la física sólo debe manejar magnirudes que puedan obser-
nefan que se echaba d. lr., .r, i, varse directamente. Este requisito E^ra¡úzaba, tal eÍa la
mayorí.a de los congresistas. Al ir a enrar en el gran opinión, el nexo entre las fórmulas matemáticas y los
salón de acros para asistir a la conferencia de Einstein] un fenómenos. Al hilo de esa idea llqgábase a un formalismo
joven me deslizó un panfleto rojo en la mano, matemático que realmenrc p^recía cuadrar con los fenó-
en el que
más o menos se decía que la teoría de la relatividad era menos atómicos. En colaboración con Born, Jordan y
Dirac fue luego elaborado en una mecánica cuáotica
cerrada de aspecto tan convincente, que en verdad no
cabia ya ninguna duda. Pero todavía no sabíarnos cómo
interpretar esa mecánica cuántica, cómo hablar de su
contenido. Hacia aquella época, la primavera de 1926,
fui invitado por los físicos berlineses para hablar allí, en
un coloquio, sobre la nueva mecánica cuántica. Berlín
experimentales más famosos de Alemania, al parecer con era a la sazó¡ la cátedra de la física alemar.a. Alü enseña-
su consenrimiento, se me vino abajo una áe mis más ban Planck, v. Iaue, Nernst y sobre todo Einstein. Allí
rmportanres esperanzas. Así que la ciencia también podía había descubierto Planck la ¡eoría cuántica y allí la con-
ser emponzoñada por las pasiones políticas, r¿rmpoco firmó Rubens coo sus mediciones de la radiación tér-
mica. Y allí había formulado Einstein en 1916 la teoría
I Encuentros y conversaciones con Albert Einstein t23
t22 §lerner Heisenberg
Cuando repliqué que me había ümitado a emplear la
general de la relatividady la teoria de la gravitación. clase de filosofía en la que él había basado su teoría
Einstein estaría por tanto entre los oyentes y yo le especial de la relatividad, repuso: uPuede que en afgúo
conocería por fin en persona. Ni que decir dene que momento haya utilizado esa filosofía y que incluso haya
preparé con cuidado exquisito mi conferencia, porque escrito sobre ella, pero no deja de ser un absurdo." Así
quería hacerme intefuible y ga¡ar sobre todo el interés pues, Einstein había revisado entretanto su posición filo-
de Einstein para Ias nuevas posibilidades. I¿ conferencia il sófica en ese puoto. Me hizo notar que incluso el con-
salió más o menos según mis deseos, y en el coloquio cepto de observación era de suyo problemático. Toda
subsiguiente surgieron preguntas útiles e interesantes. En f observación presupone que entre el
cuanto al interés de Einstein, noté que lo había captado fenómeno a -argumentaba-
observar y la percepción sensorial que fi-
cuando, inmediatamente después, me pidió que Ie acom- nalmente entra en nuestra conciencia exista una relación
paiara a casa para poder discutir allí con más sosiego y unívoca y conocida. Pero de esa relación solo podríamos
profuodidad los problemas de la teoría cuántica. Por fin estar sqguros si conociésemos las leyes de la naturaleza
tenía la oportunidad de hablar cara a cara con é1. En el que la determinan. Ahora bien, cuando es preciso poner
camino a casa me preguntó por mi trabajo y mis estudios en duda esas leyes sería el caso de la moderna
con Sommerfeld. Pero llegados a nuestro destino acome- -comoel concepto de
física atémica-, entonces
"observación"
tió inmediatamente una cuestión central, la del funda- pierde también su claro significado. Entonces es la teoría
mento filosófico de Ia nueva mecánica cuántica. Me hizo la que determina lo que puede observarse. Tales coosi-
notar que en mi descripción matemática no aparecia para deraciones me eran completamente nuevas y ejercieron
nada el concepto de "órbita de un electrfn", mientras sobre mí una honda irnpresión; desempeñaron también
que en una cámara de niebla sí podía uno observar más tarde un papel importante en mis trabajos y se
directamente su trayectoria. Se Ie antojaba absurdo afir- revelaron harto fructíferas en el desa¡rollo de la nueva
mar que la trayectoria del electrón existía eo Ia cámara fisica. La, conversación viró luego haciala cuestión de qué
de niebla, pero no en el interior del átomo. El concepto sucede en la transición del electrón de un estado estacio-
de trayectoria no podía depender del tamaño del espacio nario a otro. EI electrón podía saltar de manera repentina
en el que tuvieran lugar los movimientos del electrón. y discontinua de una órbita cuántica a o¡ra y emitir un
Yo me defendí justificando con detalle la necesidad de cuanto luminoso, o por el contrario radiar continua-
abandonar el concepto de órbita para el interior del mente un movimiento ondulatorio, como una emiso¡a de
áromo. Señalé que esa órbita no se podía observar; que radio. En el primer caso resultaban incomprensibles los
lo que realmente uno registraba eran frecuencias de la tan a menudo observados fenómenos de interferencia; en
luz emidda por el átomo, intensidades y probabiüdades el segundo, la nitidez de las rayrs espectrales. A la
de transición, pero no órbitas. Y que, como lo lógico pregunta de Einstein recurrí al punto de vista de Bohr,
era introducir en una teoría sólo magnitudes directa- en el sentido de que los fenómenos a tratar aquí caen
mente observables, el concepto de órbita electrónica no muy fuera del dominio de la experiencia cotidiana, y que
debía aparecer en la teoria. Eiostein, para mi sorpresa, no por tanto no cabe exigir una descripción utiüzando los
se dio por sadsfecho con esta ,iustificación. Opinaba que conceptos tradicionales. A Einstein no le satisfizo del
cualquier teoría entraña magnirudes inobservables y que todo esta excusa; quería saber en qué estado cuántico
el principio de utilizar sólo magnitudes observables no tenía lugar la radiación continua de una onda. Propuse
era posible llevarlo consecuentemeote a la práctica.
t24 \ülerner Heisenberg Encuentros y conversaciones con Albert Einsteio r25

compararlo con una película en la que el paso de un tregua refutar las relaciones de incertidumbre. Dichas
fotograma al siguiente no ocurra de manera repentina, relaciones vienen a decir que dos determinantes de un
sino que Ia primera se va debiütando mientras surge sistema <uyo conocimiento simultáneo es necesario en
gradualmente Ia segunda, de suerte que en el interin no la física clásica para determinar compleramenre el sis-
sabe uno con cuál quedarse. De la misma manera podría tema- no pueden ser conocidas, en la teoría cuántica,
surgir en el átomo una siruación en la que durante cierto con precisión absoluta al mismo tiempo, o lo que es lo
lapso no sepamos en qué estado cuántico se encuentra el mismo, que entre las incertidumbres o imprecisiones de
electrón. Pero esta interpretación le satisfacía aún me- esas magnitudes existen relaciones matemáticas que im-
nos. Imposible que la cuestión gtrase en torno al cono- piden el conocimiento exacto de ambas ala vez. Einstein,
cimiento del átomo, porque podría muy bien suceder que como digo, intentó incansablemente refutar durante el
dos físicos distintos supieseo cosas diversas, cuando el congreso las relaciones de incertidumbre a base de con-
áromo es uoo y el mismo. Einstein intuyó segurrrmeote traeiemplos, formulados en la forma de experimentos
de inmediato que por ese camino se iba derecho a una mentales. Todos residíamos en el mismo hotel, y oo era
interpretación en Ia cual se reconoce en esencia el carác- raro que ya en el desayuno nos traiera Einstein una de
ter estadístico de las leyes naturales. porque en la esta- esas propuestas, que había que pasar a a¡alizar. Por lo
dística está realmente en juego nuestro incompleto co- general íbamos Einstein, Bohr y yo juntos hasra la sala de
nocimiento de un sistema. Pero por ahí no quería de congresos, de suerte que este corto paseo nos ofrecía Ia
ningún modo pasar. El mismo había introducido concep- posibilidad de a¡alizar y cLariñcar los supuestos. A lo
tos estadísticos en su trabaio de 1918, pero se negaba a largo del día discutíamos Bohr, Pauü y yo el ejemplo de
otorgarles una importancia esencial. Tampoco a mí se me Einstein, con Io cual a la hora de la cena ya estábamos eo
ocurría nada meior, de modo que nos separamos en Ia condiciones de demostrar que el experimento teórico de
común convicción de que hasta entender plenamente Ia Einstein concordaba con las relaciones de incertidumbre
teoría cuántica quedaba todavía mucha labor por hacer. y no podía ser utilizado para refutarlas. Einstein lo
Antes de volver a vernos, en el otoño de L927, co¡ admiúa, pero al día siguiente volvía al desayuno con un
motivo del Congreso Solvay de Bruselas, se operaron nuevo experimento, por lo general más complicado que
otra vez grandes cambios. Schródinger h¿rbía desarrollado el anterior, que pretendía proporcionar la refutació¡. Ia
e¡ 1926 su mecánica ondulatoria sobre anteriores indica- nueva propuesta no corría meior suerte que la prece-
ciones de de Broglie y había demostrado su equivalencia dente, y al llqgar la cena ya estaba rebatida. Al final
matemática con Ia mecánica cuántica. Fracasó, sin em- sabíamos Pauli y yr que nos podíamos sentir
bargo, en el intento de sustituir sin más los electrones seguros de-Bohr,
nuestra teoría; y Einstein comprendió que la
por ondas materiales, quedando todo en la paradoja de nueva interpretación de la mecánica cuántica no se de-
que los electrones podían ser tanto partículas como iaba rechazar tan fácilmente. Pero a pesar de todo perse-
ondas. En la primavera de L927 oacieron luego las rela- veraba eo su artículo de fe, expresado del sfuuiente
ciones de incertidumbre, que tendían deñnitivamente el modo: "El buen Dios no iuqa a los dados." A lo cual
puente a la interpretación estadística de la teóría cuán- Bohr replicaba: "Pero es que no es asunto nuestro
tica. Y por eso mismo fueron el tema principal de prescribir a Dios cómo tiene que regir el mundo."
discusióo en Bruselas. Einstein no quería reconocer, Tres años después, en 1930, se celebró de nuevo un
como ya dije, la interpretación estadística, e intenraba sin Congreso Solvay en Bruselas, eo el cud se discutieron
I

r26 \ülerner Heisenberg


Encuentros y conversaciones con Albert Einstein r27
las mismas cuestiones; y el desarrollo general fue tam-
bién mismo. Derrochando esfuerzo de Einstein entraña por tanro muchas contradicciones.
y ana ad las consideraciones de Eins- Era un alemát que odiaba a los alemanes; un pacifista
tein, encerle de que la nueva inter- que exhortaba a sus conciudadanos a las armrs y que
pretación de la teoría cuántica era correctai Pero en tuvo parte importante en el desarrollo de la bomba
vano. Ni siquiera el exactísimo análisis escrito del último atómica; un sionista que anhelaba la reconciliación con
experim los árabes y que no emigró a Israel sino a América.,
la teoría Pero nosotros no queremos dejar el asunto en esas
que tuvi contradicciones, sino que tenemos que intentar conocer
que no con más exactitud los motivos que le impulsaban, para
como dicen los ingleses. así aproximarnos a la comprensión de su persona.
Por desgracia no volví a ver luego a Einstein durante Eiostein se destacó desde pronto como paci6sta.
muchos años. Porque entretanto se había oscurecido aún Desde el comienzo mismo de la Primera Guerra Mundial
más el horizonte político; el poder de los nacionalsocia- apoyó el movimiento paci6sta y tod,avia en los años
listas había aumentado en Alemania y Einstein veía claro veinte estaba seguramente convencido de que el naciona-
que ni quería ni po empo allí. Por esa üsmo era la causa principal de las guerras. Su esperanza
razón pasaba gran en viaies Por el era que al remitir el nacionalismo cabría crear las condi-
extranjero. Muchas mundo entero an- ciones para una paz más duradera. Sin duda reconoció
siaban tenerle com para una estancia tarde que los jóvenes movimientos políticos del siglo xx,
quizá más larga. I-a revolución nacionalsocialista de L933 que en parte aprobaba y en parte rechazaba, conducían
puso punto fr¡al a su permanencia en Alemania' Tras en última instancia a la formación de grandes complejos
diversas estancias intermedias emigró por último a los de poder totalitarios, que si bien no eran Estados nacio-
Estados Unidos de América, donde tomó posesión de nales en el antiguo sentido de la palabra, sí estaban
una cátedra en la universidad Princeton. Allí encontró ) decididos a llevar adelante sus pretensiones con aparato
residencia estable para los últimos años de su vida y militar muy superior al de aquellos Estados nacionales.
también el ocio necesario para investigar los problemas Así pues, Einstein no se enfrentó realmente con el
filosóficos relacionados con la física y la política. Pero la problema del pacifismo sino al iniciarse Ia Segunda Gue-
rra Mundial eo 1919. E¡ 1929 había declarado todavía a
un diario de Praga que en el caso de una nuevaguerra se
negaría a prestar servicio de armas. Diez años más tarde
tuvo que preguntarse si esa postura seguía sieodo
iustificable cuando en el otro lado estaban Hitler y los
Einstein demasiado incompleta tenemos que hablar de su nacionalsociaüstas.
postura ante la polídca o, en general, ante la vida pública, ) Para eotender la respuesm de Einstein es preciso
a pesar de que yo iamás hablé con él del tema. reflexionar un poco sobre el concepto de pacifrsmo.
Su posición en cuestiones de este tipo parece a pri- Quizá quepa diferenciar dos posturas, que podemos lla-
mera vista contradictoria. Uno de sus biógrafos más mar pacifismo extremo y pacifismo realista- El pacifista
puntuales, el inglés Clark, escribe sobre él: "La persona extremo rehusa hacer servicio de armas en cualquiera de
sus formas, aun en el caso de que el grupo humano al
r28 §íerner Heisenberg Encuentros y conversaciones con Albert Einstein 129

el se encuentre oc&eión: «En tiempos críticos lo más difícil no es obrar


cual pertenece o en
rectamente, sino saber qué es lo recto., Con esto qui-
en grave peligro; está él mismo la
siera dejar Ia cuesrión de la posrura política de Eins-
vidá, o bieo inteota hu ofrezca asilo.
tein, sobre todo porque yo nunca hablé con él de tan
complejos problemas.
Puesto que el tema que me ocupa son mis eocuentros
con Einstein, no quisiera defar de mencionar un pequeño
episodio que ocurrió durante la guerra en la ciudad suaba
de Hechingen. Mi instituto, el Instituto Kaiser Vilhelm
de Física en Berlín-Dahlem, estaba dedicado durante la
guerra en la construcción de un reactor atómico. Como
consecuencia de los cada vez más frecuentes ataques
aéreos sobre Berlín se decidió trasladarlo en 1943 al sur
de Alemania, encontrando alojamiento en las naves de
una fábrica de textiles de la pequeña ciudad de Hechin-
gen, en el sur de lVurttemberg. Los colaboradores fui-
mos alojados en distintas casas particulares, y quiso el
azar que a mí me asignaran dos habitaciones en la espa-
ciosa vivienda de un fabricante de textiles. Al cabo de
algunas semanas habíamos trabado ya cierta arnistad, y un
buen día me hizo notar una pequeña casa situada frente
por frente a la nuestra. Ve Ud. esa casa, pues pertenece a
la familia Einstein. No son los ascendientes directos del
independiente acerca de la situación y luego decidir qué
famoso físico, sino orra rama de la familia que vive aquí
sacrificios se pueden hacer en aras de la paz.
en Suabia desde hace varios cienros de años. De modo
Es cierto que Einstein se manifestó al principio partida-
que Einsrein, pese a roda su animadversión hacia Alema-
rio del pacifismo extremo; pero al comienzo de la guerra nia, era un suabo de pura cepa. Y cabe muy bien suponer
del 19 se decantó en sus acciones por la segunda versión que la inusual actividad filosófica y artística de este
como se echa de ver en labiografia de Clark' A urgentes pueblo alemán dejara también su impronta en el pensa-
instancias de sus amigos, sobre todo de su antiguo ayu-
miento de Einstein.
danre berlinés Szillard, escribió tres c¿utas al presidente
Después de la guerra sólo volví a verle una vez, pocos
Roosevelt que contribuyeron decisivamente a poner en
me3et antes de su muerte. En otoño de 1914 di un ciclo
marcha el proyecto de la bomba atómica en los Estados
Unidos. Y en ocasiones colaboró también activamente de conferencias en los Estados Unidos y Einstein me
rqgó visitarle en su casa de Princeton. Vivía a la sazón en
eo este proyecto. Había llegado, Pues, a la convicción de
que con-Hitler había irrumpido una fuerza tan nefasta en
un¡ modesta y simpática vivienda unifamiliar, con su
pequeño iardín, al borde del campus de la universidad
la historia mundial, que era derecho y deber oponerse a
Princeton, y los imponentes árboles y bellas praderas del
su violencia, auoque fuese con los medios más aterrado-
res. Tal fue su decisión. Un escritor francés diio en cierta
campus radiaban aquel día de mi visita con el roio y
5
Encuenros y conversaciones con Albert Einstein r3r
130 Werner Heisenberg

amarillo lumiooso de los últimos días de octubre. Pre- debaio de los pies a la representación de la reaüdad de la
viamente me advirtieron abreviar al máxirno la visita: física clásica. A una modificación tan radical no se podía
Einstein padecía una afección cardíaca y rcnia que cui- acosrumbrar Einstein. En los 21 años que habían rranscu-
darse. Mas él no permitió tal cosa, con Io cual pasé allí rrido desde los congresos Solvay en Bruselas no habían
casi toda la tarde. Sobre política no se habló. Todo el convergido para oada los dos punros de vista, y al despe-
interés de Einstein g¡raba en torno a la interpretación de dirnos pensábamos en el futuro desarrollo de la física
la teoría cuántica, que seguía inquietándole como ,2J con expectativas muy distintas. Pero Einsrein estaba dis-
años antes en Bruselas. Para atraer su interés hacia mi puesto a aceptar la siuación sin ningún asomo de amar-
concepción Ie conté un poco sobre mis intentos de lle,gar gura. Sabía las nrodificaciones tan ingentes que había
a una teoría de campo unificada, a la que él había inroducido él en la ciencia a lo largo de su vida, y sabía
dedicado también el trabajo de muchos años. Sólo que también lo difícil que es ---<n ciencia como en la vida-
yo no creía, a diferencia de é1, que cupiera concebir la acostumbrarse a cambios tan grandes.
teoría cuántica como una consecuencia de la teoría de
campo: mi opinión era que una teoría de campo unificada
de la materia por tanto de las partículas elementa-
-y construir sobre los cimientos de la
les- sólo se podía
reoría cuántica. Es decir, que ésta, con sus extrañas
paradojas, era el verdadero fundamento de la física mo-
derna. Tan fundarnental papel no estaba Einstein dis-
puesto a concederle a una teoría estadística. Admitía
que, teniendo en cuenta los conocimientos del mo-
menro, era el mejor resumen de los fenómenos atómi-
cos, pero no estaba dispuesto a aceptarla como formula-
ción de6nitiva de esras leyes de la naturaleza. [¿ frase
.Pero no va a creer Ud. que Dios .iuega lot d¿des» la
profería uoa y otra vez casi como un"reproche. Ias
diferencias entre las dos concepciones yacían en realidad
más hondo. En la física aoterior, Einstein podía arrancar
siempre de la imagen de un mundo objedvo que se
desenvuelve en el espacio y en el tiempo y que nosotros,
en cuanto físicos, sólo observamos desde afuera, por así
decirlo. Ias leyes de la naturaleza determinan su decurso.
En Ia teoría cuántica ya no era posible esa idealización.
[¿s leyes de la naturaleza versaban aquí sobre la
modificación temporal de lo posible y de lo probable.
Pero las decisiones que conducen de lo posible a lo
fácúco sólo cabe registrarlas estadísticamente, no prede-
cirlas. Lo cual es, en el fondo, como quitarle el suelo de
Los criterios de verdad de Los criterios de verdad t33
las teorías cerradas en física
que los experimerrtos deben confrrmar las predicciones
derivadas del formalismo. I¿ mecánica newtoniana, por
eiemplo, es en ese sentido el prototipo de una teoría
cerrada. Otros ejemplos más recientes son la teoría
estadísrica del calor rodo en la versión de
Gibbs-, la ¡eoría de -sobre
la relatividad especial (con inclu-
sión de la electrodinámica) y ñnalmenre la mecánica
cuántica y ondulatoria, sobre todo su axiomadzación
matemáúca por von Neumann. Cada una de estas teorías
posee un cfimpo de aplicación acotado, cuyas fronteras
vienen dadas, en Io esencial, por los conceptos emplea-
dos en la rcoría. Fuera de este rerreno no puede repre-
sentar la teoría los fenómenos naturales, porque sus
conceptos no son capaces de aprehenderlos.
¿De dónde viene entonces .,la convicción de que una
teoría es definitivamente correcta? ¿Por qué creemos
que las teorías no pueden admitir pequeñas modi6cacio-
nes que las mejorenT En primer lugar, cabe argumentar
En un coloquio celebrado hace algún tiempo en el históricamente y señalar que ni siquiera la más antigua de
Instituto Max Planck para la investigación de las condi- las teorías cerradas, la mecánic¿ newroniana, ha sido
ciones de vida del mundo científico-técnico, cuyo tema jamás meiorada mediante pequeños reroques. Allí donde
eran aquellos fundamentos filosóficos de la teoría cuán- es lícito emplear sin reservas los conceptos de .masan,
tica a cuya comprensión tanto había conribuido v. \Weiz- ofuerza, y
"aceleraciónr, sigue valiendo hoy la ley "ma-
sácker, plaoteó ésre la pregunta de cuál era el origen del sa x aceleración = fúerzan, sin ningún tipo de restric-
poder de convicción de las teorías cerradas en física; de ciones. Y si objetáramos que la mecánica cuántica puede
qué criterios iustificaban la suposición de que esas teo- contemplarse como una versión meiorada de la mecánica
rÍas no admitían ya mejoras, siquiera pequeñas, y que newtoniana, habría que advertir que aquello no fue una
por tanto eran, en cierto sentido, definitivas. pequeña mejora, sino una transformación radical de las
Antes de intentar responder a la pregunta, recordemos bases concepruales. El comportamiento de los elecrones
brevemente el concepto de teoría cerrada. Por esa ex- en el átomo, pongamos por cáso, es ininreligible con los
presión enrendemos un sistema de a:<iomas, defrniciones instrumentos concepruales de la mecánica newtoniana,
y leyes que permite describir correctamente y sin con- pero no con el ap rato de l¿ mecrínica cuántica, que
rradicciooes lo que es lo mismo, representar mare- pertenece a una especie completamente diferente.
máticamente- -o un extenso ámbito de fenómenos. El Un segundo argumenro, quizá aitn más fuerte, que abo-
rérmino "sin contradicciones" remite aquí a la consis- Ea por el carácter definirivó de las teorías cerradas es su
tencia y completud matemáticas del formalismo cons- compacidad y su múltiple confirmación experimental.
truido sobre los supuestos básicos, mientras que la pala- De una serie de supuestos fuodamentales, relativamente
bra "correctamente» se refiere a la empiría y significa pocos y sencillos, emanan una plérora infinita de solucio-

r32
r)4 rVerner Heisenberg
Los criterios de verdad r35
nes, de entre las cuales se elige en cada caso una deter- lugar central el concepto de distribución canónica, que
minada, según las condiciones externas del proceso en permite aprovechar el sencillo comportamiento matemá-
cuestión. Los experimenros han confirmado hasta ahora tico de Ia función exponencial; pero fuera de eso no cabe
la teoría en todos y cada uno de los casos, y son ya hablar para nada de sencillez matemática. En la mecánica
muchos los que se han realizado. Pero con eso no queda cuántica es donde quizá mejor quepa hablar de una
aún rigurosarnente demostrada la teoría, porque podría estructura matemática sencilla, basándose como se basa
ser que un experimento ulterior la refu¡ara. Con ello en Ia bien elaborada teoría de las transformaciones linea-
cree Popper fuodamentar su afrrmación de que una les. Pero los problemas relacionados con la función delta
teoría puede ser falsada, pero nunca verificada; a lo cual de Dirac marcan también aquí los límites de la simplici-
cabría replicar, siguiendo a von Weizsácker, que en dad matemática. Así pues, la compacidad de las teorías
cualquier experimento que aparentemente conradiga a la cerradas es más de índole lógica y conceptual que
teoría se contienen también supuestos que, quizás in- matemático-formal. Lo cual seguramente es también el
lustificadamente, se dieron por sentados, con lo cual lo motivo de que en la histo¡ia genéúca de las teorías
que se falsa no es en reaüdad la teoría, sino uno de esos
cerradas, el esclarecimiento físico-conceptual suela pre-
supuestos. La decisión acerca de lo correcto de una ceder a la plena comprensión de la estrucrura matemá-
teoría es por tanto un proceso histórico que dura largo tica.
riempo y que, si bien no posee Ia fuerza demostrativa de El correlato empírico de Ia compacidad es la relación
una conclusión rnatemática, tiene, eso sí, el poder de interna entre multitud de experimentos, o dicho de otra
convicción de un hecho histórico. Y una teoría cerrada manera, el hecho de que una divergencia entre experien-
tampoco es nunca representación exacta de Ia naturaleza cia y teoría et an experimento debe por fuerza entrañar
en un campo determinado, sino ideaüzación de,la expe- divergencias, en muchos otros. Apresurémonos a decir
riencia, realizada felizmente con ayuda de las bases con- que este hallazgo es de nuestros tiempos; para el pensa-
ceptuales de la teoría. mieoto andguo o medieval no existía relación entre la
Ia mencionada compacidad de la teoría y la idealiza- caída de la ma¡za¡a y el movimiento de la luna alrededor
ción de la realidad, emprendida a través de aquélla, de la tierra, por ejemplo. Fue Newton el primero en ver
podrían llevar a la conclusión de que la sencillez y que la mar,zana también se podía arrojar, que entre la
belleza matetnáticas criterio estético, a fin de cuen- cúda y el tiro no debía haber por tanto diferencia
tas- quizá elerzan -uninfluencia decisiva en el poder de fundamental, que la ma¡za¡a era sustituible por otros
convicción de las teorías cerradas. Mas no conviene cuerpos más pesados, y que la luna, por último, también
valorar en exceso este influio. Porque si miramos bien puede verse como un cuerpo arrojado. La ¡ave espacial
las teorías cerradas que hoy son, comprobamos que sus de nuestros tiempos es, por así decirlo, la marcrialtzacií¡
fundamentos conceptuales sí son sencillos, pero no los práctica de ese eslabón intermedio eotre manzana y luna.
matemáticos. I¿ mecánica newtoniana, pongrimos por Así pues, cuando las relaciones internas entre los nume-
caso, se reduce normalrnente a un sistema de ecuaciones rosos fenómenos expresados en una teoría cerrada han
diferenciales no lineales acopladas que no son ni mucho quedado confirmadas en múltiples experimentos, oo po-
menos sencillas en su estructura rnatemática; basta con demos ya dudar de que están formuladas de maoera
recordar el problema de muchos cuerpos de la astrono- que está sujeto
mía. La termodinámica estadística de Gibbs coloca en "definitivamente correct¿¡ -s¡un6fado
a una limitación ya mencionada, y es que se trata de una
1)6 W'erner Heisenberg Los crirerios de verdad L)7

idealización que arranca de un sistema conceptual de- cuánticas de Bohr-Sommerfeld, eo los enunciados
terminado. cualitativameore údles- del principio de corres-
Todos los criterios hasta aquí mencionados deian sin
-sólo
pondencia de Bohr, o en Ia compleja fórmula para la
embargo incontestad/una parte importante del problema masa en reposo del electrón en movimiento, que parecía
planteado por von \íeizsácker: ¿Cómo es que una teoría deducirse de la antigua electrodinámica. Cuando luego,
cerrada y el momento en que
correcta posee, desde en la búsqueda intensiva de nuevas posibilidades concep-
aparece (sobre todo para quien primero la ve), un uales o formales, surge la propuesta correcta pnf,a una
enorme poder de convicción, mucho antes de que se teoría cerrada, tiene de entrada un enorme poder de
clarifiquen por entero las'bases conceptuales o incluso convicción, precisamente porque no puede ser refutada
las matemáticas y mucho antes de que pueda decirse que de inmediato. El invest(gador que se haya ya ocupado a
está confirmada por numerosos experimentos? Newton, fondo del campo en cuestión estaá probablemente con-
por ejemplo, no disponía de la teoría matemática de vencido, y con razóo, de que es caplz de rebatir inmedia-
ecuaciones diferenciales no üneales acopladas, y en tamente cualquier propuesta incorrecta de ca¡a a una
cuanto a datos empíricos apenas tenía otra cosa que Ias teoría definidva. Si la nueva propuesta surge como uoa
leyes de caída de Galileo y las de Kepler sobre el posibilidad lqíúma que evita las anteriores dificultades,
movimiento de los planetas; y auo así escribió sus es decir si no choca de entrada con contradicciones
Principia. A comienzos de siglo se descubrió Ia famosa irresolubles, entonces tiene que ser la propuesta co-
transformación de Lorentz y Poincaré y no se le escatimó rrecta. Porque los sistemas cooceptudes que entran en
crédito alguno... mucho antes de que la revolución con- consideración forman una variedad discreta, no continua.
ceptual de la teoría de la relatividad permiriera com- Puede que en el estadio inicial del desarrollo de la teoría
prenderla plenamente y pese a que apenas hebía otros se deslicen todavía errores que más tarde haya que
datos empíricos que el experimento de Michelson. Y lo erradicar, pero en esencia no hay ya duda de que el
mismo ocurrió con la mecánica cuándca y ondulatoria. planteamiento es correcto.
Para iustificar la afirmación de que es fácil ¡ebatir una
¿De dónde viene, pues, ese inmediato poder de convic-
ción? propuesta falsa echar de p¿rso una mirada retrospec-
Ia hipótesis decisiva tal vez sea ésta: los físicos que se tiva en el ma¡co-y de este escrito conmemorative na-
han ocupado intensamente del campo en cuesdón intu- rraré una anécdota que se remoota a la época del semina-
yen, por una parte, que los diversos fenómenos de ese rio de kipzip, allí por los años 1930 a 1932, e¡ el cual
crimpo guardan estrecha relación entre sí y no pueden ser participaban v. §leizsácker y muchos de los hoy farnosos
entendidos cada uno por su lado; pero, por otra Parte, físicos atómicos, pero también matemáticos como vao
que esa relación no puede ser interpretada en el ma¡có der §üaerden. A la hora del té, después del semioario,
de vieios conceptos. El intento de emprender, así y todo, era costumbre hablar también de cuestiones más genera-
ral interpretación ha llevado una y otra vez a los físicos a les que no pertenecíat al campo estricto de la física
supuestos plagados de contradicciones, a embrolladas atémica. En cierta ocasión el rema se ceotró en el famoso
distinciones de casos, o a una selva impenetrable de teorema de Fermat de la teoría de números, que dice
fórmulas semiempíricas que se echa de ver no pueden que es imposible enconrar enteros a, b y c que cumplan
ser correctas. Piénsese, por ejemplo, en los intentos de la ecuación a' + bn = cn para z entero y mayor que 2.
limiar la mecánica newtoniana mediante las coodiciones Pregunté yo entonces si no podría ocurrir que un mate-
118 Werner Heisenberg Reflexiones en torno al
«Viaje del arte al interior"

seguida enérgicamente que Pen-


rá yo cualqirier ejem a Y él me
demostraría en menos ecuación

muchos más criteri El desarrollo espiritual que Erich Heller describe en su


Ias propuestas in cerrada L|úoViaje del arte al inteior €s manifiesto en numerosos
dentro de un ampli Podrán campos música, poesía, filosofía-; no es de
rebatirse en tres m era que extrañar -pintura,
que en la ciencia se dé un proceso análogo, que
esté realmen rc famtliatizado con el campo desenmascarará acaso quepa llarnar el viaje de la ciencia a la abstracción.
muy pronto los fallos. El efecto de sorpresa de la pro- Sobre la raíz común de ambas ramas de la evolución
p,r.tt" correcta, el descubrimiento de, que oes'to real- cultural llamó ya Goethe indirectamente la atención, al
h"n,. puede ser verdad,, le confiere desde el principio remerlas por igual y adverrir insistentemente de sus
un gran poder de convicción. graves consecuencras.
Dando por bueoa la consa.r-guinidad de ambos procesos,
Io inmediato es replantear vez eo relación con la
ciencia- las cuestiones que -esta
han quedado incontestadas
en el viaje del arte al inrerior, por ver si de la compara-
ción ernerge a§una luz. La.§uesdón más impor@nte es de
sqguro la siguiente: ¿A dónde conduce este viaje? ¿No es
posible definir la meta coo un poco más de precisión que
la. que ofrecen las palabrar .el interiorr y abstr4c-
"la
ción"? Y ¿qué ocurrirá.,;.r.rna vez alcanz4da la meta?

Antes de entrar en las tespuestas que la ciencia da al

r39
t40 Werner Heisenberg Reflexiones en rorno al inrerior, l4I
"Yiaje del arte al
respecto conviene retener que este proceso, o al menos diversos órganos, hoja, ní2, flor, fruto, por su esructura
sus consecuencias en el arte y en Ia ciencia, encontró celular, prosiguiendo luego el camino hacia la esrrucrura
muy pronto fuertes resistencias que no pocas veces de la célula, la estrucrura atómica de sus componentes y
hallaron expresión en la ira y la exasperación de sus Ios procesos de la división celular. Cuando el viaje llqa a
opositores, los cuales, sin embargo, no lograron detener su desrino, los biólogos ven que han topado con un
el viaje ya iniciado. Citamos antes Ia amonestación de paquete de informaciones escritas químicaimente sobre la
Goethe. Erich Heller, por un lado, recuerda las opiniones doble cadena del ácido nucleico (igual que la cinta perfo-
de Rilke, cargadas de enoio y horror, ante la pintura de iada de una calculadora electrónica) y eri la cual se
un Matisse, un Picasso o un Braque. Y no sería difícil contiene el plan de construcción del organismo. En esta
encontrar otros muchos juicios análogos contra el arte colección de informaciones, o en sus distintos correlatos
moderno. Procesos parecidos en el ámbito de las ciencias químicos, cabría ver una especie de ser prirnigenio. Mas
exactas tampoco son desconocidos. Me refiero a los no hay que olvidar que en esre extremo inferior se borra
ataques, algunos desaforados, contra larcoría de la relati- toda frontera entre materia viviente e inerte y que por
vidad de Einstein; y en tiempos más recientes también tanto sólo cabría hablar de una molécula muy compleja.
contra la teoria cuánrica y contra la de partículas elemen- A efectos de.compararlo con los procesos artísticos quizá
tales, desarrollada en terreno cada vez más abstracro. no sean tan importantes estos hallazgos concretos como
Tanto aquí como allí Flguran entre los agresores repre- otras dos constaraciones. El camino de la biología hacia el
sentantes sumameote significados de su discipl.ina, lo cual interior, es decir a la abstracción, no ha sido infinito, ha
hace ranto más sorprendente que su crítica se haya visto encontrado un fin claro y natural en el punto antes
tan poco correspondida por el éxito. Y con eso tiene señalado. Cierto que a lo largo del paisaie recorrido
seguramente que ver el hecho de que en el bando de los quedan aún infinitas cosas por invesdgar, pero eso no
detractores se hayan despertado fuertes emociones que a pooe en tela de juicio el piunro final. Lo segundo: al
veces se toroan en odio, increpaciones personafes y llegar a la meta se plantea la vieja cuestión platónica de
rraslado de la lucha al terreno político. Si es cierto que el lo real. Fse paquete de informaciones ¿es realmente el
odio nace de la impotencia, entooces es lícito concluir ser viviente o es sólo su forma, mientras que las molécu-
qúe los críticos oo poseÍan una auténtica alternativa a la las químicas consrituyen la cosa realmente vivienre? La
marcha del viaje. Ahí está el meollo del problema: los totalidad de las informaciones es en cierto modo Ia idea
peügros de la mera nos asustan, pero no vemos ninguna platónica del ser viviente. Y con eso volvemos al antiquí-
posibilidad de apearnos del viaie y buscar otros destinos. simo problema de si la idea es o no más real que su
Tanto más importante es por eso calibrar Ia magnitud realizació¡ material, lo cual susiira la duda de si acaso no
real de los peligros. se trata sólo de averiguar o definir lo que significa la
Empecemos por la biolqgía. El viaje comienza más palabra. «r€al».
o menos allí donde el poeta Goethe, en el intento de Muy parecido ha sido el camino hacia el interior en el
comprender la multiplicidad de formas vegetales, vis- caso de Ia invesdgación física y química- Goethe el
lumbra con los oios de la mente la planta primigenia, que geólogo reunía y examinaba minerales; las geheraciones
en cierto modo encarna y hace directamente visible el siguientes se interesaron pot la composición química de
principio por el cual están construidas las plantas. Sus los cristales; la molécula, como elemenro mínimo de un
mistnos sucesores se preguntan ya por el papel de los compuesto químico, fue im-4ginada como unión de áto-
r42 \Terner Heiseoberg
Reflexiones en torno al nViaje del arte al interior, 143

bién ca¡acterizada por sus propiedades de simetría bajo


mos; los átomos, a su vez, eran las partes más pequeñris las transformaciones del grupo. Enunciados como los
en que se puede descomponer un elemento químico sin anteriores son ya, por desgracia, muy poco gráficos y
modificar su oaturaleza. Pero a parrir de ahí el camioo apenas comprensibles para el lector carente de formación
conduce de lleno a lo abstracto. El átomo consiste iice matemática. Pero, eso sí, vuelven a poner de manifiesto,
la teoría de Bohr- en un núcleo pesado y los electrones primero, que el camino a la abstracción no prosigue
que lo rodean. Ahí ya no se sabe con exactitud lo que indefinidamente, sino que tiene un fin natural bien claro,
significa la palabra ,.rodear, en este contexto. El ámbito y segundo, que al llegar a la meta se replantea la cuestión
de aplicación de los gráficos conceptos de la antigua física platónica de la realidad, aquí aproximadamente en la
velocidad, enefgía- está ya muy recortado al siguiente forma: estos entes mínimos, ¿son realmente los
-lugar,
hablar de electrones. Sin esa restricción no se podría ladrillos de la materia o sólo las representaciones mate-
comprender la estabilidad de los átomos. Podemos re- máticas de grupos de simetría de acuerdo con los cuales
presentar mediante fórmulas matemáticas los posibles
está construida aquélla?
avatares del electrón en un dererminado experimento, De entrada dijimos que este viaje a la abstracción ha
pero lo que no podemos es obietivizar ese enunciado en
encontrado grandes resistencias en su camino, pero que
tanto que enunciado sobre el electrón solamente. La al parecer oo podía sugerirse otra via de comprensión.
pregunta de en qué consisten los electrones o las demás
partículas elementales, como protones y neutrones, es un
No deja de ser característico que los decididos adversa-
rios del viaje, antes que prescindir del carácter intuirivo
paso más en el terreno poco visualizable de la abstrac-
de las representaciones, se hayan refugiado en las anri-
ción. Estos €ot€s 7'€s posible seguir dividiéndolos eo ele- nomias del infinito, comentadas ya por Kanr y señalado-
mentos aún más pequeños, o son por el contrario autén- ras de la frontera del conocimiento. Hubo un tiempo,
ricos sillares básicos e indivisibles en el sentido de la por ejemplo, en que en relación con el problema de la
filosofía atómica de Demócri o? Ia respuesta la han dado herencia se lanzó la idea ingenua de que en el núcleo de la
en los últimos veinte años los graodes aceleradores: manzana se condene un pequeño manzano invisible; que
cuando chocan dos partículas elementales de alta energía, en los frutos de este árbol, una vez florecido y madu-
puede que en el proceso de destrucción se generen rado, existían a su vez multitud de manzanos aún más
múltiples partes, pero esas partes no son necesariamente pequeños, etc., ad infinitam. Ideas no menos ingenuas
más pequeñas que lo dividido. En realidad se trata de la
son las que defienden todavía hoy algunos especialistas
creación de nuevas partículas elementales a partir de la en física de partículas: por eiemplo, la de que los proro-
eoergia cinética de las partes concurrentes. El concepto
nes coostan de entes aún más pequeños, los así llamados
de división ha perdido, por tanto, su significado, y lo quarks, que los quarks se componen de partículas aún
msimo ocurre con el concepto de partícula mínima. más pequeñas, para las cuales se ha sugerido el nombre
Cuando la energía se convierte en materia
-posibilidadla
contemplada ya antes en la teoría de la reladvidad-,
de partones, etc., ad infinittm. Diríase que nuestro
espíritu se defiende con todas sus fuerzas contra la idea
primera adopta la forma de partículas elementales. Esta
forma aparece en la descripción matemática como repre-
de que el camino de la comprensión se aleja de lo
sentaciónde un grupo de transformaciones, digamos que
inuitivo y visualizable, pata al cabo de un número finito
de pasos, conducir a la meta. Y junto a ese rechazo quizá
de las rotaciones en el espacio o de Ia transformación de vibre el temor de que alcaozada la meta se termine
Lorentz, por ejemplo; la partícula elemental vieoe tam-
r44 Werner Heisenberg Epílogo
por Hans-Petr Dün
también la ciencia. Craso error. Porque clausurar sólo se
pueden sectores aislados de la ciencia la me-
-citemos
cática,la electricidad, la teoría del calor-, pero nunca la
ciencia entera. Cuando hablábamos de "lo visualizable"
en las anterio¡es reflexiones nos referíamos a ese mundo
de representaciones que nos impone la experieocia cod-
diana y que desde la infancia constituye el presupuesto
de que nos podamos mover con solrura en el mundo. No
es extraño que nos resistamos coo fuerza a sacrifica¡ esa
cualidad. Exagerando uo poco las cosas quizá quepa decir
que en Ia meta del viaie no habrá mundo ni habrá ya
vida, pero sí comprensión y claridad acerca de las ideas
con las cuales está construido el mundo.
Mas como quiera que de toda comprensión viva eotra
siempre a formar parte Ia cuaüdad de lo inruitivo y
visualizable, llqados ala meta del viaie surge una clari- A finales de 1970 deló rVerner Heisenberg los pues-
dad implacable acerca de las fronteras que ümitan la tos de director gerente del Insticuto de Física y Astrofí-
compreosión racional aporia que conoce perfec- sica y Director del Instituto de Física de Munich. En
-uoa Sobre la penuria y sole-
tamente la psicología moderna. 1942 había asumido Ia dirección ciendfica de este Insti-
dad de la meta nos habla Erich Heller en las últimas tuto, el antiguo Instituto Kaiser §7ilhelm, fundado en
p{ginas de su libro, cerrando con una cita de las reflexio- 1917 en Beil¡n-Dahlem. Finalizada la gueta, eo 1946,
nes filosóficas de §litqgenstein que suena a grito de fundó y dir[ió el Instituto Max Planck de Física, estable-
desesperación: .,¿Cuál es tu meta en la filosofía? Mostrar cido a la sazó¡ en los edificios del laboratorio experi-
a la mosca la salida de la botella.» Y Erich Heller añade: mental de aerodinámica en Gotinga.
"Aquí no hay salida., Quizá
sea bueno oponer a esta cita Con motivo de la solemne ransmisión de poderes el
unas palabras del físico y filósofo Niels Bohr, en las que 17 de diciembre de 1970, tuve, como director designado
los claros y los oscuro§ se reparten equitativamente: «El del Inscituto de Física, el grato deber y la grao alqria d'e
sentido de la vida estriba eo que oo tiene ningún sentido agradecer a Herrn Heisenberg su meritoria labor durante
decir que Ia vida no dene sentido'» También aquí se cLi treinta años como director científico del Instituto.
formulan las fronteras del pensamiento raciooal con pre- En nombre de éste tuve Ia ocasióo de expresarle nuestro
cisión implacable, pero al mismo tiempo vibra la idea de
que cualquier fin es a la vez priocipio. I¿ circunstancia
de que en Ia ciencia natural se pueda alca¡zat la meta tras
,ro ñúmeto finito de pasos deja abierta la esperanza de
que a partir de z¡hí oazca una clase nueva de pensa-
miento, una cl¿se que por el momento sólo cabe inuir, orie mente nuestrfi§ vidas. Pro'
pero no desc¡ibir. con Palabras:
aría el marco de este acto si

r45
t46 \)Terner Heisenberg
Epílogo 147

En esta teoría fundamental se


rés principal.
los trabaios de iovestigación de
esros últimos veinte años casi Por eotero a
-dedicados
esa reoría unificada de Ia materiu-, los anteriores traba-
jos de Heisenberg parecen una esPecie de preparación

rJüerner Heisenberg a los fundamentos


de la mecánica
cuántica. A los más jóvenes se nos antoja casi un ana-
cronlsfno teoer ante nosotros, en persona, al autor de de las propiedades
estas ideas, porque en nuestra imaginación, Heisenberg y samente estos dos
el comienzo de la mecánica cuá¡tica son ya parte dJtá en su teoría unific
historia. teoría de espinores no lineales. Su íntimo conocimiento
El influjo de la física le brinda un rico tesoro de experien-
"tómic"
cias con sistemas mecánico-cuánticos de muchos cuerPos'
variado. Ar
quería que así como el importante conocimiento de que incluso una
teó un prob dinámica en piincipio sencilla puede llevar a formas en
Pero la fascinación por la física atómica no tardó en ser
más fuerte, y en rápida sucesión aparecieron todos los
trabajos que finalmente conduciria¡ a la mecánica cuán-
tica, tal como se aprende hoy en
Aun después de tan ingente logro
a Heisenberg en los parajes más altura muy eoergética le lleva bien pronto a negar a las
lemental, mucho an-
me proliferación de
ntos de los grandes
cuáDdca de campos,

energ{as; en los años de guerra calculó reactores nuclea-


res e intentó más rarde una teoría de la superconductivi-
dad. En el año 1950 abordó de nuevo Heisenberg un
problema fundamental, el intento de una teoría cuándca ello una salida de anteriores dificultades. Una métrica
unificada de los elementos mínimos de la materia, indefinida en el espacio de estados mecánico-cuántico le
las
proporciona la jusdficación formal buscada. Su teoría del
t48 'J7erner Heisenberg Epílogo 149

gue sus ideas, el celo coo el que lleva adelante cualquier


investigación de detalle, el optimismo y laenergía con los
que ataca nuevas y difíciles tareas. Pero su obstinación
no es rigidez, va emparejada con esa peculiar sensibilidad
que reacciona prootamente ante cualquier discordancia
premonitora de cambios radicales. Heisenberg posee en
medida suma Ia capacidad de dejar abierta una cuestión
y, sin impaciencia, ordenarla groserameote en el ma¡co
de ideas. Las ideas novedosas cuyo tratamiento no parece
todavía inmediatamente accesible prefiere deiarlas en el
aire, para así protegerlas de esos preiuicios que con harta
facilidad surgen de uoa comprensión deficiente y para
protegerlas también de Ia crítica apresurada, expresión
tantas veces de nuestra limitada fa¡tasia para pensar lo
inusual. Las ideas tienen que madurar aotes de someter-
las a dura crítica. Heisenberg nos ha enseñado cómo, de
este modo, cabe encontrar soluciones en situaciones
ap¿¡rentemente desesperadas.
En las numerosas conversaciones científicas que sostu-
vimos con él desaparecíatoda diferencia entre profesor y
alumoo. Enfrascados en el problema de turno, intentá-
bamos asirlo, convencer al otro, hablábamos sobre ello,
quizá entrecortadamente y de forma incomprensible, y
sin embargo el otro nos entendía. Se criticaba con toda
dureza pero no valia herir. En el centro estaba el pro-
blema y también el deseo de entenderlo y aclararlo. Un
falso indicio podía acarrear abatimiento, un telefonazo a
las 11 de la noche podía resolver el atasco con la jubilosa
noticia: ¡Funciona!
Usted nos ha enseñado, honorable y querido Sr. Hei-
senberg, que la ciencia puede ser algo enormemente
divertido cuando se está dispuesto a comPrometerse de
cuerpo y alrna. Pero también nos ha permitido experi-
mentar que la cieacia, practicada en comunidad, puede
Ilevar a los encuentros humanos más felices. Eso se lo
queremos agradecer en especial. "

1 de noviembre de 1976
>

Referencias Referencias 15 I

4. .Cosmic Radiadon and Fundamental Problems in


Physics." E¡: 14. lnlernat. Cosmic Ray Conference,
Conference Papers, Vol. 11, p. 3461-1474, Max'
Planck-Inst. für extraterrestische Physik, München
1975; Die Natarwissenscbaften 63, p. 63-67 (1976).
Springer 1976.
(Ponencia para la XIV Conferencia Internacional
sobre Rayos Cósmicos, el 18-8-1971 en Munich. El
texto fue leído por el profesor R. Lüst.)
1. .lVas ist ein Elementarteilchen?" Según ponencia
presentada en el Congreso de la Sociedad Alemana
de Física el 5-3-1971. Eo: Die Nattrwi¡¡enscbaften
61, p. l-7 11976) SPringer 1976'
6. "The role of elementary
particle physics in the pre-
seot development of science., Conferencia ante la
Academia de Ciencias de Estocolmo, el 24 de abril
de 1974. Publicado eo Doctmenta de la Academia de
Estocolmo, 1974.
1. "Tradition in Science., Science and Púlic Af- 7. Begegnangen and Gespriiche mit Albert Ein¡tein. Ma-
fairs - Ballctin of Tbe Atomic Scienti¡t¡ 29, No 10, nuscrito inédito de la Conferencia leída en la Casa
p. 4LO (1973,) y en: Tbe Natue of Di¡cooery, Einstein en Ulm, el 27-6-1974.
ed. por O. Gingerich, Smith nstitution 8. oDie Richtigkeitskriterien der abgeschlossenen
Press 1975. Theorien in der Physik., E¡: Einbeit and Vielheit.
(Conferencia pronunciada el 24-4-73 en §íashington Futscbrift für C. F. t.'Veizsách,er ztm 60. Geburtstag.
en el sirnposio de la Smirhsonian Insritution y la Compilado por E. Scheibe y G. Süssmann, Van-
Nadonal Academy of Sciences.) denhoeck ft Ruprecht, Góttingen 197 2, p. l4O-144.
2. "Developmenr of conceprs in the hirtory of quao-
9. "Gendanken zur Reise der Kunst
ins Innere., En:
tum theory., Er.: Tbe Pbysicitt's Conccption of Natare, Verstcbe zr Goetbe. Fatscbrift fiir Ericb Heller zan 65.
ed. by J. Mehra, Reidel Publ. Co., Dordrechr- Gebtrtstag. Compilado por V. Dürr y G. v. Molnár-
Boston L973, p. 264-275. Lothar Stiehm Verlag Heidelberg 1976.
@ Reidel Publ. Co., Dordrecht.
, (Conferencia en el simposio sobre
"El desa¡rollo de
la concepción física de. la naturaleua en el siglo xx",
celebrado en el Centro Int. de Física Teórica, Mi-
rarnare, Trieste, Ialia, 18-25 de,sept. de 1972.1
3. Die Anfánge dcr Qaantcnmecbanih in Giittingen.
Manuscrito inédito de una conferencia a celebrar el
26 de mayo de L97) en Gotinga

1t0
Indice

I¿ uadicióri en la cieacia
I¿ evolución de los concepros en la historia deila !
mecánica cuántica 25
Los éomienzos de la mecánica cuántica en Gotirrga . . 44
I¿ radiación cósmica y los problernas fundamenta-
les en física .;.... . 6'
¿Qué es una partícul¿ elemental? . " ;. .. 7?
El papel de la física de partículas elirrientales en el
desarrollo actual de h ciencia i.-.... .. .. . .:. 97
Encuenuos y convers¡ciones con AEén Einstein . . 1r6
Los criterios de verdad de las teorías cerrades en
fisica . L)2
Reflexiones en torrro al del arte al inte- \
nof» .:. .. ,::....... "Viale r39
Epílqgo del profesor Hans-Percr Dtirr . 145
Refe¡eocias 1r0
t
El Libro de Bolsillo Alianza Ed¡tor¡al Madrid ñ4a58 lraac Allmov:
¡€0 P€ter Funk6:
Ultimos tftulos publicados Oscar wlld. El unlvcBo
370 Wllllam Faulkner: §*r:400 Ben¡to Pérez Galdós: *¡Ítl Csrlos Castllle d.l P¡no: r+450 Jean-Luc Godard:
Gamb¡to de caballo La fam¡l¡a de León Roch La culpo Clnco eulonas
r37t Roland Ol¡yer y J. D. Fage: 40t Henr¡ Plrenne: ,(12 Clrarc Pave!.: .¡m Chrhtoph.r Tug€ndhrt:
Brov6 historla do Afrlca Las cludades de la Edad M€d¡a Ds tu tl6rr! Le! cmprola! multlmclon¡loo
*t37il Gonzalo Torronto BSlloster: ri4(}¿ Enzo Collottl: ft¡(Il Enrlqu€ Rulz Garcf!: 461 Mortlmcr Oltil:
2. Donde da la vuelta 6l alre La Aloma¡¡a nazl Subdesarrcllo y llbotaclón La dcprc¡lón: D.lcologf¡
r37:t Svond Dahl: r¡o3 Rlcordo Agullera: rql¡l Joycs C!ry: d. l. ml¡noll¡'
Hlstorie del llbrc El ajed.ez L¡ bocs dol csbsllo r¡La N¡rrltlw p.ruua 1960-1970
371 Harry Wlldo: .¡(N Slgmund Freud: ¡€5 AlEú Llndbeck: S.leclón d3 Ab.lardo Oqurndo
Trot3kl Sexualldad lnfantll y nourosls La mmmfs polltlce dc fi¡Gl Nom¡n F. C¡nto¡:
*r37s José Elanco Wh¡te: r«r5 Albert Camus: la nu6v¡ lzqulolda. La c¡¡ dc la protartr
Cartas ds Espsña El ostado d6 sltlo Prólogo de Paul Samuol¡on il3a Edg¡r All.n Poa:
376 lsaak Bábel: r¿|116 *$,(35 lgnaclo Aldocoa: Etrmyor y crftlcs!
Frledrlch Nlatzsche:
Cuentos do Odssa y otros rol¿tos Más allá d6l blen y del mal . Cuentos complcto!, I Truduelón d. Jullo Cortáar
*377 Fr¡edr¡ch Ni6Esch€: 40ll Jorge Luls Borgaa:
fi.437 lonrclo Aldc@ar r¡185 Carl J. Frlodrlch:
Asf habló Zaratustra El hacodor Cu6nto! mpl.tot. I I Eurcpa: sl surglmloÍto
r3r8 Henri Lefebvre: fi48 Vlalos por España
ñ¡lll¡ Hrnry Kmen: d6 una naclón
La revoluclón urbana Selácclón ds José Garcfs Mercedal La lnqulllclón a.p!ñola ¡165 Adolfo Bloy Cal8rali
tr4c, .¡a3g John Do! Pssss: Dlarlo d6 la gucrra d€l csrdo
3r9 Mlrcea Elladel Gonzalo Torrente Ballost€r:
El mlto del oterno rstorno 3. La Pascua trlste D! brlllrntc aorymlr /167 Frlldrlch Nlot8cho:
*lg, Chumy Chúmoz: 410 J. H. Elllott:
¡|{, Hslnrlch Bóll: Cropúlslo d. lo! fdolog
Y asf pars sl€mpre El vle.lo Mundo y €l Nuevo Lo! lllomloJ dol Dr- Murka ¡l6E Wlll¡am Goldlng:
É381 Wllllam coldlng: (l/t92-r6$) r4ll lsalah Barlln: El dlor asorplón.
ilÉ4ll Federlco F6lllni: K¡rl Mlrx Trua mvols 6rt¡r
El Señor ds las Moscas r/m
El Joque Blsnco. Mt€llonl. ¡!i2 Antonlo Buoro Vsllclo: Arnold J. Tonb..:
3&l Bernt Engalmánn: Cludado! an msrchr
Los traflcantos de armas La St8da. ll Bldone Tros mmrtrc3 anta ol públl@
r3&l Carlo Collodl:
ral2 Johan Hulzlnga: ¿l.3 A. Hórlor, E. BlGh, H. Müdsc, 470 Samuol Bcckott:
Homo ludons A. Mltlch.rllch y otrc¡: Mllono muorc
Las aventuras de Plncho
fi¡ll3 Mlguel Ang6l Asturlas: El odlo cn €l múndo rctull *¡l7l Nomln Mackemlo:
381 Edgar Allan Poe: ¿lll Slomnd Frlud: Soc¡cdldas sacr€ta!
Eu16ka Hombros do mafz
.*1305 Ocho slglos de poesía gallega ¿14 Pierro Tollhard ds Chardln: lnlroducclón al narclallmo Úaz Poclfs chlm: dal alglo XXll a. C.
El mcdlo dlvlno y
otroa tnuyo3 r lra crnclonat do la FMluclón
Selocolón de C. Mertfn Galte ¡l¡5 Ern€ato Slbato:
y A. Bulz Tarazona fir415 Thomae Hardy: Cultur!l
Jude cl oscuro Hombrls y ongrsn¡163. Hctcrcdoxl! Prófogo y iradu@lón dr
386 Slgmund Froud: ¿l/o V. Gordon Chllda: Msrcll! da ¡¡en
Tr€s onsayos Sobre teorfa Soxual 4t6 R. H. Tawnoy:
*1387 El ant¡colonlalismo surcpeo La soclodad adqulsltlve L! .rcluclón elll rtazl Sát¡rú polfll@ dc ls E!pañ.
¿L? Muall Shololov: modcrna
Sslecclón do M. Merl6 y R. Mesa illT Goorg€ Llchtholm: Salamlón dc Tcóflnos E0ldo
El lmpcrlall3mo Cunto! dol
oon
388 Andró Breton: ¡L8 Annl. Krlogol: drar4
Loe paeos perdldos al8 Mlguol Andrá Mrurols:
Dollbos:
La crzs an Elpaña Los grandos prc€ma q lG Láll. o l! vld! d6 Goorgo Sand
il89 Eduardo Garcfa do Entarríá: !l!tam6! @munlatu ta75 Slomund Fr.ud:
La Admln¡straclón ospsñol¡ ralg Hcnrl Lof6bv6:
r3gl Llam O'Flah6rty: La vlda @tldlane en el mundo
¡l¡19 Carlo! Cstllh
dGl Plm: El yo y cl allo
modrrrc lntroducclón al maloqúlrmo fi4rl
lnsurrscclón Leopold von Sachor-Mamh: LG vanguardlstas sspañol€!
fi/l:Io Jorgo Luls Borges: La vcnus do ls. pl.l.! (r9l5r$sl
t]91 Martin Gardner: Obru poótlcr S€lacclón d. Bemón Bucklcy
Nuevor pasat¡ompoa matsmáticos 4!t0 Andr€ss G. Papandrail: y John Crlspln
r4fl Crrlo¡ Fuanto!: El opltrllsmo prtlmllata
392 Már¡o Dlonfsio: cuarpo! y
ohcnda! r45, Ramón dol Valb.loclán: a7, Karl R. Popp€r:
lntroducclón I la pintura ,122 Lr mllarle dol hlltorlclsm
Frangolr Meurlsc: El ruedo lbérlco.
39il Adolfo Bloy Casares: El mlco La @rte do lo! mlbglo! r¡rrl Franz KEÍka:
La ¡nv€nc¡ón de Morel azl Slgmund Frcud: /Iiz John J. La mu¡alla chlns
Frlod:
304 E. Goldsmlth, B. Allen, M Allaby, Nu€vea aponaclon€3 a la El mlst€rlo de h hü.nch r.¡l?9 zoler:
J. Davo¡|, S. Lawranca: lntarprctmlón do los suoños ñ¡Eil Rogor Martln du Gard: Enclclopodls dol sb€r fftlgüo
M8nlflosto pEr¡ Ia superuivonclr ilA Evelyn Waugh: Jorn B!rc|! y prohlbldo
r:tgi Emllia Perdo B.zán: Un puñado do polvo r¡fl Pel B.lroch: r¡m Jusn Bonoyto:
La madr6 naturalM **¡l25 Edmund Wllaon: El tsr@r mundo cn la Con@lm¡snto dc l¡ lnformaclón
35 Eva Flges: Hacl! la Estrclón dc Flnlandle rncrucUada ñr¡ltt Lul! Dlsz d6l Corral:
Actltudes patrlarcalss: r/l28 Plo Brrol!: i|lf¡ Lswls Carrcll: El rapto dc Eurcpr
las mul6ro8 gn la soclodad La forl¡ d3 lo! dllcratos Allc¡e a trrvés dol lrp.lo ra&¡ Han! Chrlltlan Andorson:
3EI Theodor W. Adorno: r4!i8 Frledrlch Nlet¿sch3:
l?? Paul Rouen: La sombü! y otrc! cuonto!
Filosoffa y suporstlclón Hcmano anlmal El nrclmlrnto da l. tr.grdla Sslcccldn, traducclón y rctas
r3S Roo€r James: tfi¡|28Slmono Ortooa:
*457 Lmpoldo Alss (Cl.rfn): de Alberto Adcll
lntrcducclón I lo Modlclna Mll ochonta Éc€las de coclna CuonlN M€l€a Próloco de An. M.rla Matute
1399 Franz Kafka: a20 Macfarlane Burnot:
La condon! El mlmfflro domlnanto
L.,
't

Ér¡184 Wllbur R. Jscobsr úrd'slo René Jeanne y Chafles Ford: t*535 Gordon 8. Lowe: 15ñ! Roger Mártln Ou G*d:
El expollo del indlo norteamerlcaoo Histor¡a ¡fustrada dol c¡ne El desar.ollo de la personalidad Los Thlbault
'1. El clne mudo (1895-19«)) 4.
El verano de l9l4 (pr¡mera parts)
*¡¡85 Arthur Kogrtlor: 'tisi$ Narratlva rumana contomporánog
Autoblogrsfía
fir5ll René Jeanns y Chsrle! Ford: Selección de Darle Nove@anu **rscl George Llchthslm:
l. Flecha sn al Historle llustrad¡ dsl clne Brovo hiatorie d6l 3@lal¡smo
azul
2 El clna enoro (.l9:}7l94t ) 5ll7 H. Saddhat¡ssa:
lntroducción al budlsmo Érs8a Max Aub:
r,186 M. R. J8mor: §*512 y Charl$
Tre6 hlstorlas de tsntúmaE Roné J68nne Ford: É16lÍ16 Bernard Malomud: Jusp Torrss Campelena
HlstorlE llultreda del cln6 .fi565 A. Tovar y J. M. Blázquoz
Prólogo d€ Bafael Llopl! 3. El cln€ de hoy ('194t1965) Una nueva vlda
ft$g S¡gmund Freud: Hhlorle do la Hlspilla rolm¡
Q¡18l7 Las Casa8, Slhagún. Zumárrag€ rSlS Voltalro: ftrleo
v otrcl Cándldo y otYo! @anto! Esqugms del psl@8nál¡llE y otro! Louls Aragon:
ido v quorcll¡ do l. Nu€ve EsPañ8 escr¡tos d6 doctrlna psl@anllftlcr Tlampo dc mrlr
r5l¡l C. M. Bowra: r*illo
Solccclón do Ramón Xlrau Marc Slonlm: 157 S. E. Lurh:
La Atrne! dc Perlclc¡ Escr¡tore! y problema de lr Lr vlda, €xpcrlmenlo lnerb¡do
r*a¡3 John Dos Paa!o!: Ú515
Años lnolvldables ¡a slPada
I ltorstura sovlótice, lSlT-lS? rl.8 PlÉrra FmMstol:
*¡m fl|turc lsPonts *rsal Danlsl Guorln: Smlologfa dll srto
Galmr Gómd do la Sorna: La luch¿ de clN! on ol epogso do ftte
Lo3'vlrlcrcs dc l. llurtrmlón 1516 Don gom Tomr la Rsvoluclón Francola, 1793-1795
Lloyd,G. Baymld!:
Lo! tro! mundor d6 la oconomfa:
¡¡$ Antonln Artaud: Glola! do sbldurfa o Pucrbloa fiir¡:l Juan Benet: cspltall!mo, socllllrm y paflaE
E¡ c¡m morulc! Y otras rlm¡r Volvorás a Roglón mcno¡ des¡r¡oll¡do¡
Edlclón d'c Agultfn G8rcfe C.lvo fism Antologfe dol fm¡nlsmo
¡lgt Ramón TrfaE Fargas: fill7 *tr!a:l Swaml Vlshnudovananda:
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lg 6@nomfa Denl6¡ Suolrc:

pona dr mucrta: caremonlal, El llbrc do yoga Sclsclón d6 Amslla Martfn-Grmre
dc Cataluñ¡ hlstorlr, Proccdlmlanto¡ rtL Bog6r Mart¡n Du Gard: fi5,t Elllot Arcn8on:
¡l9¿l JamoE Btldwln, Loc Thlbault lntrcducclón a la psloloef. s@la¡
Bluor para mlrtcr Ch¡rllo 5t0 Donls D¡derci: 2. Estfo rü*5?2 Judith M. Blrdwlck:
Esto no er un oonto
*r¡!9(¡ G€orgs E. Wellw.rth: rs¡|tt Arthur Koe8tler: Pllcologf. do l. mu¡ü
519 Famón Tm.mal: Autobl ograffa +r5r:l Constantln Stanlslavskl:
Toatrc do 18 Prctsste Y Plrrdole Ls polémlca sobrs los lfmlta!
É49{ Amérlco Ca8tre: sl creclm¡anto
y 5. La €scrltura lnv¡llblc L! conrtrucclón d€l pcrsonal6
Ceryentaa y lor ertlcltmt r52o Preaa mod€rnlste hltpeoamcrls¡' 15¡16 En torno I Marcol Prcust üt5?a Los marqulstss
€spañoler gi""i8lJ: ic
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Autobloorefíe fiJ:l1 Glvn Drnlal:
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2. El camlm hrcls Marx -óiioinum¡os'8
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S¡omurld Freudr
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Cortas a Mll€n! Mldamo Bovery Un dc.trlpador do antsño
ra97 Josá Fo[ator Mo]a:
rs¿:t Slomund Frudr Prólogo de Marlo Varga! Llosa y otm cuantos
C8mblo de m!rchr €n f¡losffs rl50 Srllclón do Jo!é Luls Lópoz Muñoz
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ftr¡€8 Rel6to3 ltall8nor d.l slglo XX oará ncurólogor Y otrc! o*rltos Kefka ftsll T. E. La[rnc!:
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Lo! ldur do morzo 5lú Pctar Wcl!!: rs!¡il Arturo Ualsr Pletrlr 8. El vor.no do l9f4 (fln). Epflogo
lnfoma! La otra Amérl6 rtCO 138rc Aslmv;
rsm Juil Foslá: rt53a Francols Truffet: .
Hlrtorlr do Cateluñ! r58, Arthur K$!tl.?r Brovo hlstorle dc la qrrfmle
Prólogo dc Jcar¡s Psbón Autoblogtrdh El ctno sogrln Hltchc@k r.rttl Dloz slglor d6 posrla c¡ltallana
rsoll Andró Gldc: ¡. El dratlrro Itltl¡ G.brlel Jackson: Sel.cclón de vlcont. Gm.
Los sótanos d.l Vetlc¡no r5:¡! Roíllr M.rtln du G!rd: lntrcducclón a ls Erpañs m€dleval fi.lE
Lo!- Thlb.lllt r5l5 Evclyn Wauch: stgmmd Frud:
*501 C.mllo Josó Colr: i. Ét cu¡¿m grh' El reformtorlo Los orfq6ms dcl pll@nálhlr
Dlcc¡mrrlo &crcto, I 1...Má! bandarell rlt! lul¡
Érsct Camltro Jo¡é Ccla: !2¡ Harmann H€!rc: rltt Jo!á Ramón L8!uon: Cernuda:
Antoloel¡ x¡éilca
Dlcclonerlo !.mto, 2
Lch¡rú Para mlnutot Mlrarla y rlqu.á: El cmfllcto
(Prlmrru plrt l ri53o E. L. Woodllrd: pratantc entra la! nmlons 58a J. W. G@tho:
ñ5G Camllo Josá C.la:
Hlstorl! d. lngl.tort r.6aE Bornhardt J. Hulwood: Ponas d€l loveo w€rthÜ
Dlcclona?lo lccrcto,2 r!3t Arlhur C. Cl¡rkc: P¡rsoorto plra lo lobrd¡tural: Itta5 Vlttora Brarct:
(S.g¡¡nd! pür!) El vlmto dc¡ sol: Rchior dc vmplrc!, brule!, B@lclo y e époÉ
50? Frl€drlch Nlets¡ch.:
R.l.to¡ d. l¡ rn otp$l¡l dcmonlos y frntelms rs Phl¡lppa Drsx:
El AntlcrlliD rütrtl C.mllo Josó Ccl¡: !l0 F IE J. R¡ddets: lntrc&Ec¡ón ! 16 ocologf¡
fi.50 A. s. Dlamnd: S.n C¡llllo' lgtr Lr¡l¡tc¡ ü.5ü, J!m! Joyco:
Hllto¡l¡ y orl06ncr dol r5:B Ml@! Elhd.: Elcrltos crftl@!
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r58 Artlrur KGrtl.r: Y Hlotorla! d. slmrmerc .5!¡ Cerlo! Prleto:
Autoblogrlff r lill Mlouel Hcmández: r{lcl Sclantlflc An€rlm: El Ocóano Pscfflo:
3. Eufofla y utopfa Po.mu dr amol. Antoloo¡¡ La cncrcf¡ nmgrnt€r 6p.ñol.r dal llglo XVI
É1509 Adolfo Bloy Ca¡rc¡: r3la Jorg€ Lul! Borga!:
rú633 Jules Vcrna: .686 Rubón Dsrfo:
Hlstorla! do lmr Dlsqlalón
ro500 E. O. Jrmss: .1015 Jullo Cortáúr: L¡ vuelt! !l mundo rn och€nta dfás Poesfa
l-o! iclato! 1667 John Holi;
Hlstor¡! da l.s rallg¡om! *6a0 Adolfo Bioy Casar€s:
*5&l GoMlo R. Lalora: '|. R¡to. El su€ño d6 los héroes El fraeso do la €scuala
Don Juan, loa mlhgrc! fi616 Flor! Dels:
tal Mlguol da Unamuno:
rt@, úr3e¡ Chsrlas Dailln:
y otrcr msyot La @munlcaclón rc varbal Autoblograffo
fltl? Antologfa poátlca
fi59? Julcr Vamc: Js@b y Wllh.lm Grlmm: Solccclón c lntroducción r6im Gsbrl€l Colaya:
Vlelc al contrc ds le Tlorru Cuantoa do JoEé Marfa Vslvordo Pocsf!
cr¡S¡3 Stendh¡l: rtlS Klru Elrkenhaur: il64:¡ Cha¡l€s Dicken!:
Vlde d6 Honry Brulird S!|ml Bcck€tt 67t C. P. Snow:
ü619 Umborto E@, Edmuod Lsrch, John Pap€lo6 póstumos dol Club Les dor culturar y m lrgurdo
Recu€rdos de egotlrmo Plckwlck, r 6ntoque
fir§ta Plorrc Navlll6: Lym3, Taotln Todorov Y otreS:
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