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Orientaciones para los padres de los alumnos del primer ciclo de ESO

Vuestros hijos han comenzado una nueva etapa del sistema educativo, que tiene una
estructura y unos objetivos diferentes a la educación primaria. A su vez, esta etapa coincide
con los años en que viven un proceso de cambio especialmente significativo: la
preadolescencia. Por ello, nos parece conveniente entregaros estos apuntes sobre algunas
características básicas de este período para que os sirvan de referencia de cara a la educación
de vuestros hijos.

A lo largo de esta etapa, el niño experimentará una serie de cambios físicos, psicológicos y
sociales que le irán alejando del mundo infantil y acercando a la vida del adulto.

* Son los años del estirón o crecimiento corporal, en los que las transformaciones físicas son
unas de las preocupaciones fundamentales de los adolescentes. Para los adultos, suele parecer
excesivo el comportamiento del adolescente sobre su propio cuerpo: el tiempo que dedica
para arreglarse, para elegir la ropa, el efecto que le producen los comentarios sobre su
aspecto, etc.
Lo cierto es que una de las características de este período evolutivo es la aceptación del
propio cuerpo y la búsqueda de un nuevo estilo propio.

* También en esta etapa hay una evolución de la capacidad intelectual. A partir de ahora,
empieza a adquirir un pensamiento de carácter abstracto que le permitirá, progresivamente,
realizar operaciones lógicas y resolver problemas complejos. En este proceso tiene una gran
influencia el tipo de enseñanza que reciben, pero también la familia puede estimularlo más o
menos con experiencias y recursos adecuados y, sobre todo, con el estilo de educación de la
propia casa. Es muy importante que favorezcamos una buena convivencia mediante la cual
puedan expresar sus ideas y sus razonamientos y que facilite un intercambio sereno de puntos
de vista.

* Unido al crecimiento corporal e intelectual, se inicia un proceso interno de construcción de


la propia identidad. En este proceso, el adolescente tiene que integrar las experiencias
pasadas, asumir la problemática de su maduración sexual, su necesidad de autonomía y tomar
sus primeras decisiones. Esto implica la adopción de creencias, valores y compromisos vitales
característicos que constituirán una identidad propia. Los modelos más próximos son
fundamentales: el adolescente necesita la cercanía de adultos que empaticen con él y a los
que pueda imitar. Los padres, los hermanos y amigos de alrededor tienen, pues, una influencia
importante en este proceso.

* Hay que aclarar que esta etapa de crecimiento global, suele darse antes en las chicas que
en los chicos y que hay diferencias en el comienzo de la pubertad entre los de la misma edad.
Esta natural diversidad en el comienzo, a veces es vivida por los chicos y las chicas con algunos
síntomas de ansiedad, al compararse con otros compañeros. La pubertad precoz en algunas
chicas y el desarrollo tardío en algunos chicos, requieren frecuentemente explicaciones y
apoyos. Tenemos que transmitir tranquilidad y comprensión en estas situaciones.

* En estos años se produce una integración social en el grupo de compañeros y compañeras


de la misma edad. La aceptación y consideración por el grupo de iguales comienza a ser muy
importante y condiciona su comportamiento. Nuestro papel como adultos es facilitar al
adolescente una integración positiva en el grupo, que le permitirá participar activamente en él,
aportando ideas propias y no sólo sometiéndose a los criterios de otros. Es habitual en esta
etapa que el adolescente tenga conflictos y ajustes de relación con sus compañeros y que
necesite ser escuchado y comprendido. El que estemos disponibles para dedicarle nuestro
tiempo cuando lo necesita, nos permitirá poder acompañarle y orientarle en esta etapa.

* En esta etapa educativa, los aprendizajes escolares son una de las preocupaciones de los
padres. Comienza a preocupar el nivel adquirido en los instrumentos básicos, los hábitos de
trabajo o la responsabilidad en el trabajo personal. A veces, el agobio y la presión social
pueden hacer que se pase de una actitud más centrada en las características y evolución de
vuestro hijo a otra más centrada en los resultados y en las calificaciones. De esta manera,
solamente recibe valoración y aprobación si el hijo responde positivamente a esas exigencias
externas, y a veces olvidamos el esfuerzo y el trabajo que le permite progresar. Es importante
recordar que la etapa Secundaria Obligatoria es fundamentalmente educadora, donde la
enseñanza de las actitudes de respeto o de solidaridad es tan importante como la enseñanza
de las matemáticas. No nos adelantemos, pues, a las exigencias específicas del Bachillerato.

Los padres y educadores podemos favorecer, en cambio, la motivación interna para


aprender, orientando al hijo en las tareas escolares para que se centre en los procesos de
resolverlas más que en los resultados. Ayudándole en la búsqueda de los medios para superar
las dificultades y en tener satisfacción por lo que se ha aprendido más que por la nota
obtenida.

* Durante la etapa adolescente, los padres seguiremos siendo los principales e insustituibles
educadores. Puede parecer que determinadas actitudes autosuficientes de los hijos significan
que los padres ya no tenemos un papel positivo que ejercer. Sí lo tenemos, aunque diferente al
de etapas anteriores. Conviene recordar algunas actitudes educativas para tratar con
adolescentes.

Actitud comprensiva y positiva con vuestros hijos, valorándoles tanto los aspectos positivos
como los negativos. Deberemos evitar tanto la sobrevaloración del mundo adolescente, como
la calificación de etapa conflictiva y peligrosa. Todavía no son adultos y tenemos que saber
contener sus ambivalencias y su inmadurez, desde una perspectiva de educadores, no de
jueces.

Actitud firme y serena, sabiendo que necesitan los límites, siempre que sean claros y
razonables. La responsabilidad se aprende. La colaboración en las tareas de la casa, el
cumplimiento de sus responsabilidades como estudiante y el respeto a la convivencia y a las
necesidades de los demás, se asume en un clima en el que se puede participar, decidir y exigir
responsabilidad.

Actitud favorecedora de una progresiva autonomía. No se les puede tratar como a niños.
Las actitudes autoritarias o las proteccionistas son provocadoras de posturas de ruptura o de
sometimiento, que entorpecen el desarrollo natural y sin conflicto, del adolescente hacia la
independencia.

* La mejor tarea educativa es la que se basa en la colaboración estrecha entre los


profesionales de la educación, los alumnos y sus padres. Por separado o en solitario, los
resultados son significativamente inferiores.

Esta colaboración siempre es necesaria, incluso si los hijos no plantean problemas


específicos, porque ayuda a progresar con menos dificultades. Se facilita una relación fluida,
cuando las actitudes de desconfianza son sustituidas por las de cooperación. De este modo,
asistir e implicarse en las reuniones y en las propuestas del profesorado, así como consultar los
problemas que nos preocupen con el tutor y el orientador, puede ser una concreción de la
participación de los padres en el Centro.

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