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CAPITULO 8

LA CRUELDAD

La crueldad se contrapone a la misericordia, como dice el versículo: "Son crueles y no


sienten misericordia". (Irmeyahu 50:42) Y entre los justos no se llega a encontrar este
atributo, sino en el alma de los malvados, como está escrito: "Mas las compasiones de los
malvados son crueldad". (Mishlé 12:10) Y también se encuentra entre los arrogantes,
como dice la Toráh: "Pueblo de rostro irreverente, que no respeta al anciano y no indulta
ni al niño". (Debarim 28:50) Y ahora, como ya has estudiado la desventaja del atributo de
la arrogancia, prosigue y estudia la del atributo de la crueldad, pues para entender el pago
del malvado, rebelde y astuto, el versículo nos enseña: "Sólo rebelión pide el malvado, así
que un emisario cruel será enviado en su contra". (Mishlé 17:11) Toda persona cruel
carece de amor piadoso, como está escrito: "El misericordioso hace con el alma el bien,
pero el cruel atormenta su carne". (Ibíd. 11:17)

El enojo ahuyenta a la misericordia y, entonces, entra la crueldad

El hombre cruel dista mucho de los atributos buenos, pues ni se apiada de los pobres ni
les presta, por muy necesitados que estén, ni les da nada, aunque el versículo enseñe: "A
Dios le presta quien socorre al desamparado", (Ibíd. 19:17) y "El hombre de bien es
compasivo y presta al necesitado; gobierna sus asuntos con juicio", (Tehilim 112:5) y
también "Bienaventurado el que se preocupa del pobre; del día malo lo librará Dios". (Ibíd.
41:2) Todo lo contrario aplica a la persona cruel. Ni siquiera se lamenta por el sufrimiento
de sus compañeros, ignorando lo que nos enseña el rey David cuando dice: "Pero yo,
cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio, afligí con ayuno mi alma, y mi oración se
volvía a mi seno"; (Ibíd. 35:13. El Rey David habla aquí de sus adversarios y enemigos ) y a
las de Iyob: "¿No lloré por el afligido? ¿Mi alma no se perturbó por el menesteroso?".
(Iyob 30:25)

Estas conductas son totalmente ajenas a la persona cruel; pues su atributo no se halla
más que en aquellos cuya naturaleza es como la de los leones, que devoran y destazan.
Cuando se impone el espíritu del enojo sobre el hombre, su atributo de la misericordia
sale ahuyentado, y entonces lo domina la crueldad destructiva y devastadora, como
describe el versículo: "Cruel es la furia, y agobiante la ira". (Mishlé 27:4) No hay furia que
se compare a la de la crueldad. Sin embargo, en el atributo del Bendito Creador
encuentras: "En la ira, acuérdate de la misericordia". (Jabakuk 3:2) Es muy difícil para el
hombre imponer la misericordia cuando está enojado.

Detrás de la crueldad llega la venganza

Además, este atributo provoca, en el alma de la persona, buscar la venganza contra sus
enemigos, como dice el versículo: "Y no será compasivo el día de la venganza", (Mishlé
6:34) que se interpreta: cuando hay venganza, no tiene cabida la indulgencia, sino la
crueldad. Pero la Toráh dice: "No te vengarás, ni guardarás rencor". (Vayikrá 19:18) Y si
nos advierte que ni siquiera podemos guardar rencor en el corazón, con mayor razón no
podemos hacer nada con nuestras manos para dañar al prójimo. E inclusive, si la persona
de quien querernos vengarnos llegara a caer sin que sea nuestra culpa, está prohibido
alegrarse, como está escrito: "Cuando cayere tu enemigo, no te alegres; y cuando
tropezare, que no se regocije tu corazón". (Mishlé 24:17) Quien se venga y guarda rencor,
no perdona cuando lo ofenden ni dispensa a sus compañeros cuando le hacen mal; así
que lo que acarrea con esa actitud son disputas y odio. Pero tú bien sabes lo bueno y
conveniente que es el atributo de la paz.

Dios mismo libra la guerra del pobre al que han robado

Entre todo lo que abarca la crueldad, encontramos al que roba algo que pertenece a su
compañero, causándole aflicción. El castigo es inmenso para el que roba de un pobre,
pues incurre en pena de muerte, como dice el versículo: "No robes al pobre, ¡porque es
pobre!", (Ibíd. 22:22) e mediatamente sigue: "Por cuanto Dios librará su batalla, y
despojará a quienes despojaron sus almas", (Ibíd. 22:23) Y aunque hay transgresiones
peores y más graves que la de robar, el castigo por robar es terrible. Así lo aprendemos
de la generación del Diluvio: "El fin de toda carne ha venido delante de Mí; porque la tierra
está llena de asalto a causa de ellos”. (Bereshit 6:13) Y nos enseñan nuestros Sabios:
(Kohélet Rabá 1:13) "En una balanza llena de pecados, ninguno incrimina más que el del
robo". Y quien aflige al huérfano o a la viuda robándoles o avergonzándolos, o con
cualquier otro tipo de sufrimiento, incurre en pena de muerte por mano del Cielo.
Igualmente si los jueces, en cuyo poder está rescatarlos de mano de sus opresores, no
juzgan con justicia al huérfano y a la viuda, por eso se acarrean su propia muerte, pues la
Toráh ordena: "A toda viuda o huérfano, no maltratarás"; (Shemot 22:21) e
inmediatamente agrega: "Porque si llegas a maltratarlo, con que clame a Mí bastará para
que Yo escuche su clamor"; (lbíd. 22:22) y después decreta: "Y mi ira se encenderá, y los
mataré a filo de espada, y sus mujeres serán viudas, y sus hijos, huérfanos". (Ibíd. 22:23)
Medida por medida: sus mujeres serán viudas, por afligir a las viudas: sus hijos serán
huérfanos, por afligir a los huérfanos. Además, quien oprime a cualquier israelita está
transgrediendo un precepto de abstención, pues la Toráh establece: "Nadie afligirá a su
prójimo, sino que temerás de Dios". (Vayikrá 25:17) En este caso "nadie afligirá" se refiere
a hacerlo verbalmente, (TB Babá Metzía 58b) y nos enseñan nuestros Maestros, de bendita
memoria: (Ibíd. 59a) "Todas las puertas [del Cielo] se cerraron, menos la puerta de la
aflicción (llanto)". Por lo tanto, todo hombre debe tener cuidado de no causar ningún
sufrimiento a su compañero, de ningún modo, ni con acciones ni con palabras.

La crueldad de la difamación

Quien roba de un pobre es como si le quitara el alma; (TB Babá Kamá 119a) y aunque lo
que robe sea insignificante, como un centavo, incurre en pena de muerte.

He aquí otra categoría de la crueldad: el que difama la reputación de su compañero,


provocándole con ello dolor y vergüenza. Así, la persona que difama la reputación de una
familia nunca conseguirá expiación. (TY Babá Kamá 8:7)

La advertencia de la Toráh para los acreedores

"No serás con él como acreedor". (Shemot 22:24) No hay que afligir a quien tomó un
préstamo. Y que el acreedor no vaya con él a cobrar su deuda si sabe que no tiene con
qué saldar su cuenta, (TB Babá Metzía 75b) pues de hacerlo estaría angustiándolo. La
Toráh nos advierte que debemos extirpar de nuestras almas el atributo de la crueldad,
pues dice: "A toda viuda o huérfano, no maltratarás" (Shemot 22:21) y "Nadie afligirá a su
prójimo, sino que temerás de Dios". (Vayikrá 25:17) Y también que hay devolver al pobre
lo que haya dejado en prenda, como se indica: "Si tomares en prenda el vestido de tu
prójimo, has de devolvérselo al ponerse el sol" (Shemot 22:25) e inmediatamente advierte:
"Y será que si él clamare a Mí, Yo lo escucharé, porque soy Misericordioso", (Ibid. 22:26) y
también establece: "Y al Guer no lo agraviarás ni lo oprimirás". (Ibid. 22:20. Guer: el que
adopta y cumple con la Toráh y las mitzvot)

No hay que caer en la prepotencia

Hay que apartarse incluso de la crueldad con los animales, como dice el versículo:
"Conoce el justo las necesidades de su bestia”. (Mishlé 12:10) No debe agobiarlo con el
trabajo ni hacerlo pasar hambre, pues al respecto dice la Toráh: "Cuando vieres al asno
del que odias vencido por su carga, ¿lo dejarás desamparado? ¡Deberás ayudarlo!".
(Shemot 23:5) Y nos enseñan nuestros Maestros: (TB Babá Metzía 32b) "La prohibición de
maltratar a los animales proviene de la Toráh". Ahora, si eres una persona de quien la
gente siente temor y de quien todos tienen miedo, de modo que a cualquiera le daria
miedo negarte lo que le ordenes, sé muy cuidadoso de no exigir sin razón, ni aunque se
trate de que te calienten un recipiente con agua o de enviar a alguien a la calle para
comprarte tan sólo una hogaza de pan, pues sobre dicha conducta la Toráh advierte:
"Pero con sus hermanos, los hijos de Israel, no regirá nadie a su hermano con dureza".
(Vayikrá 25:46) La Toráh nos está previniendo de no obligar una persona a la otra a
trabajar demasiado duro, y a ordenarle que haga sólo lo que puede hacer con voluntad y
consentimiento. Y aunque sí se permita hacer que trabaje duro un esclavo gentil, de todos
modos es una cualidad piadosa ser compasivo con él, y no agobiarlo con trabajo ni
rebajarlo con hechos o palabras. La Toráh lo asignó para que trabaje, más no para que
soporte vergüenzas. (TB Nidá 47a) Y hay que hablarle con calma, aunque se trate de una
disputa, y deben escucharse sus argumentos, pues así aprendemos de Iyob: "¿Hube
despreciado el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos disputaron conmigo?
¿Qué haría yo si Dios se levantara en mi contra?

Y cuando Él exigiera cuentas, ¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí,
¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en La matriz?". (Iyob 31:13-15) Los Sabios
de antaño daban a sus siervos de comer de cada uno de los guisos que ellos comían, (TB
Ketubot 61a) y antes de que ellos comieran, primero daban de comer a sus animales y a
sus siervos, (TB Berajot 40a) como dice el versículo: "He aquí, como los ojos de los
siervos miran la mano de sus señores, y como los ojos de la esclava a la mano de su
señora, así nuestros ojos miran a Dios, nuestro Dios". (Tehilim 123:2) El hombre piadoso
daba de comer primero, de cada guisado, a su siervo, antes de sentarse a comer, y por
ese mérito Eliyahu, el profeta, se adelantó a hablar con él. (TB Ketubot 61a)

Debe evitarse el pecado de la crueldad cuando se reprende a alguien

La Toráh dice: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"; (Vayikrá 19:18) pero todo el que
padece del defecto de la crueldad se encuentra muy lejos de cumplir este mandato. La
gente se muestra intranquila en presencia del hombre cruel, que tampoco halla gracia
entre los demás. Incluso cuando se trata de reprender, se nos ha advertido no caer en la
crueldad cuando se corrige a un compañero, como está escrito: "Has de reprender a tu
prójimo, pero no has de cargar con pecado por su causa", (Ibíd. 19:17) que quiere decir:
no lo reprendas con dureza ni crueldad, de modo que le ocasiones vergüenza y por ello
incurras en el pecado. (TB Arajín 16b)

El uso positivo de la crueldad

Hasta aquí hemos explicado los males de la crueldad, pero hay casos en que la persona
tiene que ser cruel; por ejemplo, contra los malvados, como dijo Iyob: "Y quebraba las
quijadas del inicuo, y de sus colmillos libraba la presa"; (Iyob 29:17) y como la Toráh
establece: hay que matar a los malvados y azotarlos, como está escrito: "Y los
apedrearás". (Debarim 17:5) Y también nos enseñan nuestros Sabios: (TB Ketubot 86a)
"Aquel que se niega a cumplir con el precepto de la sucá, tzitzit, y de poner mezuzá en su
puerta, lo golpean hasta que acepte, aunque se le salga el alma". Para ello se requiere de
crueldad: para perseguir al malvado y para presionarlo hasta que retorne al bien.

La imparcialidad exige crueldad

También es necesario ser cruel en el juicio, a fin de evitar apiadarse de los parientes y
seres queridos, o de los desamparados, pues hay que aplicar sobre ellos justicia.

Nuestros Maestros también nos enseñan: (Erubín 22a) "¿Con quién encuentras palabras
de Toráh? Con aquel que es con sus hijos tan cruel como un cuervo, como fue el caso de
Rabí Adá bar Matná, quien iba de camino al salón de estudios, y su esposa le dijo: Con
tus hijos, ¿qué hago?, a lo cual respondió: 'Ya no queda hierba en el pantano?", pues es
sabido que la persona que se apiada demasiado de sus hijos se siente motivada a
conseguir dinero por cualquier medio posible, lícito o ilícito, por cuanto el amor la conduce
al extremo; y también, por el gran esfuerzo que realiza día y noche para conseguir con
qué alimentarlos y sustentarlos, acaba por dejar a un lado el estudio de la Toráh, pues da
prioridad a sus negocios, y la consecuencia es que acaba actuando envuelto en
confusión.

Debe aplicarse la crueldad con los malvados

Es necesario ser cruel con los malvados, no hay que apiadarse de ellos. Al respecto,
nuestros Maestros nos enseñan: (Kohélet Rabá 7:16) "Todo el que se conduce con
indulgencia en lugar de conducirse con crueldad, acabará volviéndose cruel en lugar de
indulgente". Similarmente, vemos que el Rey Shaúl acarreó la opresión de los israelitas
por perdonar la vida a Agag, ancestro de Hamán. (TB Meguilá 13a)
Por otro lado, hay que ser crueles con el cuerpo, siempre haciendo esfuerzos para cumplir
con la voluntad del Bendito Creador; y no hay que compadecerse de él para complacerlo
satisfaciendo los caprichos del corazón. La persona debe ser cruel consigo misma para
someter a su instinto maligno y así poder llevar una vida austera, a fin de dedicarse a la
Toráh y cumplir las mitzvot, por mucho que le cueste trabajo. Sin embargo, no debe ser
cruel consigo misma al punto de perjudicar la salud; debe serlo con mesura.

El justo se venga con el bien

Y tú, ser humano, obsérvate y extirpa de ti la crueldad, pues debes ser compasivo con los
pobres y desvalidos, y debes tratar a los pobres como tratas a tu familia. (Abot 1:5) Nos
enseñan nuestros Maestros de bendita memoria: "El versículo: 'Y te otorgue misericordia,
y se apiade de ti, y te multiplique', (Debarim 13:18) significa: todo aquel que se apiada de
las demás criaturas, de él se apiadan en el Cielo". (TB Shabat 131b) Por lo tanto, no te
despojes de la misericordia, sino que has de cuidarte del atributo de la crueldad, como
dijo el Rey Shelomó: "No sea que des tu honor a extraños, y tus años al cruel". (Mishlé
5:9) Y cuídate de la venganza, que se deriva de la crueldad. Si quieres vengarte de tu
enemigo, aumenta tus buenas cualidades y anda por los caminos rectos; así estarás
vengándote de quien te odia, pues tus buenas cualidades y tu buena reputación lo
corroerán, y se cubrirá de luto cuando sepa de tu buena fortuna. Pero si cometes
acciones reprobables, se alegrará tu enemigo con tu deshonra y vergüenza, y entonces el
que se habrá vengado es él.

La crueldad con los hijos

Ahora bien, si deseas ser piadoso con tus hijos y familiares, y darles gran honor, dedícate
a la Toráh, a las buenas acciones y a los actos de amor piadoso. Con eso les darás gran
honor y les harás un bien inmenso: recibirán honra por ti y no cargarán con ninguna
vergüenza por tu culpa. Pues no hay peor vergüenza para nadie que la de tener padres y
familiares malvados. Aquel cuyo padre es ladrón o asaltante, o alguien que comete en
público pecados despreciables a los ojos de la gente es despreciado, y también sus
descendientes, por generaciones, hasta el punto en que digan: "Esos son los
descendientes de tal malvado". Pues por el pecado de los padres también mueren los
hijos, como está escrito: "Castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los nietos
y sobre los biznietos". (Shemot 20:5) Fíjate y entiende: ¿existe alguien más cruel que la
persona cuyos hijos mueren por causa de su pecado? No hay nadie que se apiade más
de sus hijos que un hombre justo, ya que sus méritos perduran hasta mil generaciones.
Tenemos, pues, que como Abraham ató a su hijo como ofrenda, el Santo Bendito juró
recordarles ese mérito a sus descendientes por generaciones. Entonces, cuando Israel
pecó con el becerro de oro, Moshé Rabenu se presentó con plegarias y dijo: "Acuérdate
de Abraham, de Itzjak, y de Israel Tus siervos"; (Shemot 32:13) y también, del mismo
modo, el Rey Shelomó dijo: "Acuérdate de las misericordias de David Tu siervo": (Dibré
haYamim ber 6:42) y ambos recibieron respuesta a sus plegarias. Similarmente, todos los
días nosotros recordamos el mérito de nuestros patriarcas.

Por eso, has de saber que no hay más cruel que los pecadores; por cuanto el Segundo
Templo fue destruido a causa del pecado del odio infundado (TB Yomá 9b) y todos los
desastres que ocurren en el mundo son por los pecados, como nos enseñan nuestros
Maestros: (TB Shabat 32b) "Por el pecado de no separar jalá no tienen bendición los
almacenes". Y "por el pecado de no separar los diezmos, las lluvias han cesado"; "por el
pecado de dictar sentencia con demora, de pervertir el juicio, de abusar la ley, y de
abandonar el estudio de la Toráh, hay guerra y gran asalto, y llegan la plaga y la sequía".
(Ibíd. 33a) Y por las mismas razones ocurren muchas otras calamidades. Ciertamente,
aquellos que provocan estas desgracias son crueles consigo mismos, con sus hijos y con
la gente de su generación, mientras que los justos son misericordiosos consigo mismos,
con sus hijos y con su generación, como aprendemos del ejemplo de Rabí Janiná Ben
Dosa, (TB Berajot i7b) por cuyo mérito el mundo entero recibió su sustento. Hasta un
pobre debe dar limosna Esto también sirve de respuesta para los pobres que preguntan:
"¿Qué tenemos para obrar el bien? ¡No tenemos nada con qué re-partir caridad a los
necesitados!". Esas no son más que palabras vanas, puesto que pueden hacer caridad
con acciones buenas y cumpliendo mitzvot, siendo cuidadosos del servicio Divino lo más
que puedan. Pues gracias a la gente buena y justa el Santo Bendito beneficia al mundo y
lo sustenta. Habrá una mejor caridad que ésa? ¡También el pobre debe dar un poco de
limosna! ¡Aunque viva de ella! (TB Guitín 7b) Y si lo hace, su recompensa será duplicada y
cuadruplicada, siendo que lo poco que da es considerado como la dádiva del hombre rico,
como nos enseñan nuestros Maestros: (TB Berajot 17a) "Tanto aquel que da mucho como
aquel que da poco: lo que importa es que dirijan su corazón al Cielo".

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