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DESARROLLO LOCAL:

TEORÍA, CRÍTICA Y CUESTIONAMIENTOS

José Sánchez Parga*

El actual ocaso de las sociedades


rurales o campesinas coincide
con la culminación del proceso
urbanizador, donde se expresa no ha supuesto también una mayor
tanto el moderno modelo de estatalización de lo regional y lo local
acumulación y concentración de con la consiguiente recentralización
riqueza en la sociedad postsocie- estatal de dichos espacios. Cuando es
tal, como el fenómeno de la glo- una misma concepción y modelo de
balización de la “sociedad-en- Estado lo que se descentraliza, y cuan-
redes”, “en flujos”, “sociedad-de- do la descentralización del Estado no
mercado”. Se trata por consi- comporta otra concepción y modelo
guiente de explicar a qué res- diferentes de Estado, resulta inevitable
ponde esta fase terminal de ur- no sólo su recentralización regional y
banización del mundo (y su de- local, sino, también la reproducción
saruralización) y la categoría del mismo modelo de sociedades re-
teórico-práctica de “lo local” en gionales y locales con su correspon-
el contexto de la globalización. diente relación con el Estado.
Dicho fenómeno no es ajeno a
una modernizadora “descentra-
lización del Estado” tendiente a 1. Planteamientos críticos
desarrollar los gobiernos regio-
nales y locales con una creciente Cuando se adjetiva un con-
transferencia de poderes políti- cepto sin una suficiente justifica-
cos, competencias administrati- ción teórica, cabe siempre sospe-
vas y recursos. Pero este fenóme- char que se pretende compensar

* Docente de la Universidad Politécnica Salesiana, investigador del Centro Andino (CAAP), Quito.

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con un epíteto la pérdida de substan- cuestionable o descartado a nivel na-


tividad de la realidad significada. Es- cional, concentrando en los espacios
to parece haber ocurrido con el “de- más inmediatos y concretos todas las
sarrollo”, desde que se comenzó a expectativas y demandas colectivas
pensar “el fin del desarrollo”, y esto de un posible desarrollo: “el desam-
mismo explicaría que hoy se hable paro de las políticas frente a la deste-
tanto de “desarrollo humano”, “desa- rritorialización de la economía mun-
rrollo sostenible”, “desarrollo local”, dializada... coexiste con la fiebre del
etc1. Ahora bien, cuando una idea se anclaje territorial, que parece deber
pone de moda, como ha sido el caso sostener de nuevo tantas políticas
del “desarrollo local”, tiende tenaz- públicas”2.
mente a resistir los análisis teóricos y Los debilitamientos económico-
críticos, tanto de sus presupuestos –políticos e institucionales, debidos a
ideológicos como de las fuerzas e in- los procesos de globalización y pro-
tereses que lo han producido y difun- curados por las políticas neoliberales
dido. Sin embargo, tales cuestiona- y de “ajuste estructural”, todo ello
mientos no dejan de ser necesarios, conducido por los organismos finan-
para evitar que dichas nociones se cieros internacionales (FMI, Banco
presten a prácticas ideológicas con Mundial), han readecuado los pode-
frecuencia tan ineficaces como en res y las administraciones en benefi-
ocasiones contraproducentes. cio de las colectividades públicas in-
En el caso del desarrollo “local” la franacionales; permitiendo así, una
paradoja se muestra muy obvia: mejor articulación y dependencia de
cuanto más parece la globalización lo local con lo internacional.
despojar a las instancias territoriales En contra de las habituales sim-
de su posibilidad de controlar los plificaciones y de los presupuestos
reales procesos económicos y políti- muy diferentes de ambos fenóme-
cos, tanto más la idea de localidad te- nos, “descentralización y desarrollo
rritorial parece concentrar las virtua- local no son directamente asimila-
lidades de un desarrollo, que más bles en razón de la diversidad de rea-
bien resulta cada vez más incierto, lidades empíricas abordadas y de la

1 Entre la abundante literatura sobre “el fin del desarrollo” puede consultarse Fernando Mires, El Discurso de
la Miseria o Crisis de las Ciencias Sociales en América Latina, Nueva Sociedad, Caracas, 1993.
2 Martin Vanier,“Quel pouvoir économique pour les pouvoirs territoriaux?”, en La Pensée, n. 314, 1998: 91.

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pluralidad de construcciones analíti- horizontes diversos”, o como una


cas que intentan apuntar”3. De otro práctica masivamente investida de
lado, el desarrollo local no sólo ope- discurso político4. En cuanto a lo pri-
raría al margen o a costa del desarro- mero, entre los posibles componen-
llo nacional, sino que además estaría tes del “desarrollo local” cabe enu-
asociado a una concepción concen- merar “los efectos de aglomeración,
tradora y acumuladora de todo posi- la formación de una economía de
ble desarrollo, haciendo de las ciuda- proximidad, las condiciones de an-
des cualquiera que sea su escala su claje físico y de arraigamiento local
espacio privilegiado. Esto explica por de empresas, el impacto de progra-
qué “lo local” se ha convertido en un mas de creación de empleos y de in-
imperativo y el “desarrollo local” se gresos, las políticas de moderniza-
ha impuesto desde los organismos de ción del tejido interempresarial y de
cooperación internacional, fomen- mejoramiento de las cualificaciones
tando las iniciativas y reivindicacio- y competencias, las estrategias de in-
nes más particulares de las ciudades, corporación y de difusión de innova-
pueblos y espacios infranacionales. ciones, la construcción de territorios
Todo lo que sea desestatalizar y des- para un conjunto de organizaciones
nacionalizar al Estado nacional re- y de servicios, los modos de gober-
dundaría en beneficio de los poderes nancia asociando las esferas públicas
inter y transnacionales, de los “flu- y privadas y combinando diversas
jos” y “redes” de la política y la eco- fórmulas de coordinación, la crea-
nomía globalizadas. ción de instrumentos instituciona-
Carente de un cuerpo teórico só- les...”( A. Dubresson et. al. 2005:12).
lido y estable, y sin articulación con Por lo que se refiere al discurso polí-
paradigma conceptual alguno, la idea tico investido en las prácticas del “de-
de “desarrollo local” sólo puede en- sarrollo local”, es posible identificar
tenderse o bien como “una nebulosa una concepción tercermundista del
que recoge aportes procedentes de desarrollo autocentrado y desde las

3 Alain Dubresson & Ives–André Fauré, “Décentralisation et développement local: un lien a repenser”, Revue
du Tiers Monde, n. 181, enero-marzo 2005: 9.
4 Cfr. M. Leclerc-Olive,“Décentralisation: entre dynamiques locales et mondialisation”, en M. Leclerc-Olive &A.
Rochegude (dir. ), Décentralisation: entre dynamiques locales et mondialisation, Cahiers du GEMDEC, n. 27,
octobre 2001; P. Aydalot, Economie régionale et urbaine, Economia, Paris, 1985.

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las variables. A la pregunta de M. Va-


nier de cuál es el real poder económi-
co, que disponen los actores del desa-
Lo local en cuanto simple rrollo local, habría que añadir una
designación geográfica especificación: ¿en qué medida son
–espacial de un lugar locales tales actores y su poder eco-
nómico? Ya que separar u oponer lo
determinado y concreto global y lo local resulta injustificable,
ha de entenderse no sólo sobre todo si se reconoce que lo local
por sus usos actuales, sino se articula por redes y por flujos con
también por los precedentes lo global, no pudiendo ser estas me-
diaciones más que nacionales, regio-
de su actual acepción. nales e internacionales. En conclu-
sión “lo que se ha convenido en lla-
mar desarrollo local no es más que
bases, en contra de lo estatal y desde una nueva ideología de la acción pú-
arriba; la emergencia regionalista blica para tiempos de crisis: una ac-
contra lo nacionalista; el ideal de ción menos institucional y más flexi-
participación democrática posible a ble, que rebasa los marcos anterio-
escala global contra la representación res... pero que renuncia a pensar los
democrática. grandes mecanismos socio-econó-
Para compensar “el fin del desa- micos” (M. Vanier, p. 99).
rrollo” posible ya a inicios de los años
80 “precisamente el desarrollo local 2. Para una arqueología de la
muy rápido se puso de moda con idea de “local”
una fuerte carga moral e ideológica
(Venir, p. 97) y por ello dotado de Un equívoco tan arraigado como
una retórica muy interpelativa. Si no extendido supone que los conceptos
hay una teoría ni una práctica reales teóricos son los más lejanos y ajenos
de “desarrollo local”, este sólo se de la realidad, y los que menos pue-
muestra posible al nivel de los dis- den influir en ella, mientras que las
cursos políticos con fines interpelati- nociones más simples y concretas,
vos o bien en cuanto expresión local más descriptivas, las que mejor de–fi-
de procesos de desarrollo nacional y nen los hechos, es decir las que más
regional, y en cuanto resultado de limitan su comprensión, serían tam-
una combinación de factores a esca- bién las que mejor se aplican y con

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mayor éxito. Este último error igno- Lo local en cuanto simple desig-
ra que los conceptos aplicados nunca nación geográfica–espacial de un lu-
son resultado de un conocimiento gar determinado y concreto ha de
(real) de los hechos, sino que, más entenderse no sólo por sus usos ac-
bien, responden a intereses y necesi- tuales, sino también por los prece-
dades, posibilidades y facilidades de dentes de su actual acepción. Cuando
intervención en dicha realidad. Y, a finales de la década de los 80 entra
precisamente, por tal razón tales in- en crisis no sólo el desarrollo rural, si-
tervenciones fracasan inexorable- no también la misma concepción de
mente, ya que son incapaces de in- ruralidad (incluso de lo agrícola y lo
fluir y cambiar una realidad, de la campesino), se opera un desplaza-
que ignoran las causas y los factores miento práctico así como conceptual
o procesos de su existencia. Por el hacia los centros urbanos o pequeñas
contrario, los conceptos teóricos, en aglomeraciones poblacionales inser-
la medida que comprenden y expli- tos en el medio rural. De hecho, será
can la realidad en sus razones y sus a partir de ellos que se repiensan y
causas, interpretan sus sentidos, son reprograman las nuevas orientacio-
los que mejor pueden orientar las nes del desarrollo rural convertido
prácticas relativas a intervenir en di- en desarrollo local. A este proceso ha
cha realidad, y los únicos que logran correspondido otro de manera para-
dirigir sus transformaciones. lela y que se consolida en la década
Dos razones determinan el valor de los 90: la descentralización del Es-
teórico de un concepto: en primer tado y su recentralización en los es-
lugar el efecto de conocimiento de pacios–gobiernos–sociedades regio-
sus relaciones conceptuales, ya que nales y locales.
es sólo en relación con otros con- La descampesinización de las so-
ceptos, que se demuestran sus posi- ciedades rurales no puede entender-
bilidades de comprensión y explica- se sino es en el marco de las transfor-
ción; en segundo lugar, la genealo- maciones agrarias en todo el mundo,
gía de sus usos, puesto que la proce- y de manera muy particular el cre-
dencia de un concepto, su “arqueo- ciente desfase económico entre el
logía” como diría Foucault, sus orí- sector agrícola y los otros sectores de
genes y empleos más o menos teóri- la economía. Mientras que la agricul-
cos o ideológicos garantizan tam- tura tiene que ser subvencionada in-
bién sus competencias explicativas cluso en aquellos países, donde la
e interpretativas. producción agrícola podría resultar

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viable en razón de las ventajas com- posibilidades de desarrollo de la “so-


petitivas para su explotación y el de- ciedad rural” e incluso de los sectores
sarrollo de su productividad (exten- campesinos residuales. Pero ésta
sión latifundista de las propiedades, también ha sido la principal causa,
calidad de los suelos y favorable con- para que las sociedades rurales decli-
figuración geográfica, regularidad naran, se hicieran cada vez más pue-
climática, rentable recurso del riego, blerinas, “descomunalizándose” y ur-
tecnología y crédito, favorable acceso banizándose progresivamente.
a mercados), la agricultura ha dejado De esta manera lo local se define,
de ser objeto de cooperación para el se forma y se consolida en la conver-
desarrollo en los países subdesarro- gencia de dos procesos relativamen-
llados, donde además de no estar te concomitantes: por una centrali-
subvencionada resulta inviable a zación urbana del desarrollo de las
causa de las desventajas comparati- áreas rurales y una descentralización
vas o factores adversos para garanti- de los organismos y políticas del Es-
zar su productividad: minifundios tado. Pero esta formación de lo local
con geografías accidentadas, baja ca- no tiene en cuenta dos fenómenos
lidad de los suelos, riesgos climáti- de carácter más estructural y estruc-
cos, ausencia o dificultad de riego, turante: la globalización y el cambio
falta de tecnología y de crédito, pre- de modelo hacia una sociedad post-
cario y contingente acceso a merca- societal, una “sociedad en redes”
dos. Esta ha sido la principal razón (network society) tal y como la conci-
por la cual las políticas, proyectos y be Castells5.
programas de desarrollo rural se re-
convertirán en el transcurso de la dé- 3. De lo rural a lo local:
cada de los 90 en políticas, proyectos la comunidad andina
y programas de desarrollo local, tras-
ladando hacia los pueblos rurales o Una indagación muy somera so-
pequeños centros urbanos todas las bre la genealogía y procedencia de la

5 Manuel Castells, La sociedad de la información. Economía, Sociedad y Cultura. 1 La sociedad en red, Alianza,
Madrid, 1996. Nada tiene de casual que el nuevo modelo de concentración y acumulación capitalista a nivel
global haya hecho de las ciudades y grandes urbes en todo el mundo el lugar privilegiado de todos los
otros procesos concentradores y acumuladores (demográficos, tecnológicos, políticos y culturales, adminis-
trativos y de servicios).

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idea de “desarrollo local”, nos condu- categoría sociológica, a partir de la


ce a considerar el carácter sustitutivo cual comprender y explicar los dife-
que adopta respecto del “desarrollo rentes fenómenos y procesos socio-
rural”, y, sobre todo, cómo las “socie- económicos, políticos y culturales
dades locales”, urbanas o puebleri- que tienen lugar en el medio de las
nas, y “poderes locales” aparecen poblaciones indígenas de los Andes;
compensando el decline de las socie- es decir, en cuanto producidos e in-
dades rurales. formados comunalmente6. Pero ya
Hace 25 años, en 1981, se publica- desde inicios de los 80, se comienza a
ban dos libros, uno en Ecuador Co- detectar, junto con las transforma-
munidad andina: estrategias políticas ciones que tienen lugar en el medio
de desarrollo (CAAP, Quito), y otro rural y agrario de la Sierra, procesos
en Perú, de O. Plaza y Marfil Francke, de cambio en el campesinado indíge-
Formas de dominación, economía y na y en las mismas condiciones de la
comunidades (DESCO, Lima), coin- comunidad andina7. Sin ignorar las
cidiendo ambos en el mismo interés resistencias e inercias a los cambios, y
teórico y práctico, al identificar “un tampoco la diversidad de situaciones
campo conceptual y metodológico regionales y aun zonales, donde han
para comprender el funcionamiento tenido lugar transformaciones mo-
de las comunidades andinas”. No se dernizadoras y de desarrollo, estos
trataba simplemente de definir y de- enfoques y otros análogos han enfa-
limitar un espacio de análisis y de in- tizado la tendencia hacia la proletari-
tervención, sino sobre todo de consi- zación del campesinado indígena, su
derar la comunidad indígena como “informalización urbana” y hasta su

6 De hecho, durante más de una década, todas las investigaciones y publicaciones del CAAP en torno a la pro-
blemática rural y campesina indígena adoptaron este enfoque comunal. “políticas de salud y comunidad an-
dina” (1982), “estrategias de supervivencia en la comunidad andina” (1984),“la trama del poder en la comuni-
dad” (1986),“faccionalismo, organización y proyecto étnico” (1988),“aprendizaje, conocimiento y comunicación
en la comunidad andina” (1988),“medicina andina. Situaciones y respuestas” (1992).
7 L. Martínez Valle, ya a partir de su primera obra La descomposición del campesinado en la Sierra ecuatoriana
Ed. El Conejo, Quito, 1980), no dejará de observar las diversas y sucesivas formas que adoptan los cambios
en medio rural de la Sierra andina y del campesinado indígena: Economía política de las comunidades indí-
genas (CIRE, Quito, 1987); El empleo rural en el Ecuador (ILDIS–INEM, Quito, 1992); Los campesinos artesanos
en la Sierra Central. El caso Tungurahua, (CAAP, Quito, 1994); Economías rurales: actividades no agrícolas (CAAP,
Quito, 2000).

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progresiva caída en la mendicidad de campesinos subdesarrollados al su-


las ciudades8. puesto desarrollo nacional, y de inte-
Para entender los cambios opera- grar todos aquellos factores (produc-
dos en el medio rural y campesino de tivos, infraestructurales, financiero-
las comunidades indígenas hay que /crediticios, tecnológicos, mercanti-
enmarcarlos dentro de las más am- les y de capacitación) capaces de un
plias transformaciones de lo “rural” y estructural desarrollo de los sectores
de lo “agrario”, e incluso al interior rurales. Sin embargo, a partir de la
de la misma crisis del desarrollo na- crisis del desarrollo nacional, ya pa-
cional, que ya desde los inicios de la tentizada en la primera mitad de los
década de los 80, marcará la crisis de- 80 (1982, cuando declara la crisis de
finitiva del “desarrollo rural”. Son ta- la deuda), también el desarrollo ru-
les cambios los que permitirán, a su ral, muy estrechamente asociado al
vez, comprender los factores que desarrollo agropecuario y campesi-
conducirán a la sustitución del ante- no, declina y entra en crisis; y no só-
rior “desarrollo rural” por el actual lo por falta de los subsidios guberna-
“desarrollo local”, pero también a los mentales, sino porque tales proyectos
equívocos y cuestionamientos que de desarrollo han dejado de ser “ru-
comporta una tal sustitución. rales” por defecto de condiciones y
posibilidades de la misma agricultu-
Cambios en la concepción de
ra andina y de las áreas de las comu-
“ruralidad” y sus morfologías nidades indígenas9.
Fue también hace 20 años cuando La noción de “rural” se ha modi-
en pleno auge del desarrollo rural, ficado en primer lugar en razón de su
los proyectos DRI (Desarrollo Rural desconexión con lo agrario o agrope-
Integral) pretendían el doble objeti- cuario y la separación creciente entre
vo de integrar los sectores rurales y ambas categorías: una ruralidad no

8 No sólo la casi totalidad de los mendigos de las ciudades de la Sierra son indígenas, también un gran por-
centaje de beneficiarios del gubernamental “bono de la pobreza”, rebautizado como “bono solidario”son in-
dígenas. Cfr. J. Sánchez – Parga, CAAP, Quito, 1996.
9 En la región del Quilotoa, provincia del Cotopaxi, donde hemos realizado la última investigación (cfr. Crisis
en torno al Quilotoa. Mujer, cultura y comunidad, CAAP, Quito, 2000), hasta finales de la década de los 80 tra-
bajaban más de 25 ONG’s, organismos nacionales e internacionales, además de un DRI y un proyecto FO-
DERUMA del Estado. En la actualidad, no quedan más que los programas PRODEPINE (financiamiento inter-
nacional con gestión indígena) y la agencia italiana de cooperación Matto Grosso.

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agrícola y una agricultura no rural. sociedad urbana, dichos sectores de


Este desdoblamiento se refuerza con la población rural, campesina e indí-
otra diferencia adicional: una agri- gena mantienen sus identidades y
cultura más rural que sigue siendo adhesiones tradicionales. También
campesina, y otra menos rural y más en términos operativos el carácter
bien empresarial. Las empresas de disperso de los asentamientos rurales
flores y de ciertos cultivos de consu- no sólo hace muy difícil la “presencia
mo selectivo o producidos para la ex- del Estado”, donde siempre estuvo
portación se encuentran más vincu- ausente, sino porque también la am-
lados a las áreas urbanas que al me- pliación de los servicios, organismos
dio rural. e instituciones de la sociedad moder-
En cuanto categoría operativa lo
“rural” sigue definiendo identidades
dentro de la oposición campo / ciu-
dad (rural / urbano). Esta oposición Mientras que antes
mantiene ciertas características inal- las tareas agrícolas
teradas, pero no en todos sus aspec- compartidas por varones y
tos. En el medio del campesinado in- mujeres se diferenciaban
dígena las identidades de origen y
pertenencia rurales y comunales si-
en actividades masculinas
guen definiendo amplios sectores, y femeninas, en la actualidad
que no sólo han dejado de vivir de la casi todas las actividades
agricultura, sino que la mayor parte agropecuarias han quedado
de su vida la pasan en la migración
confiadas a las mujeres
urbana10. Sin embargo, ya sea por la
fuerza de tales vinculaciones “étni- en ausencia de los varones
cas” o por las dificultades e impedi- migrantes.
mentos para lograr una mayor y más
estable o definitiva integración en la

10 Mientras que el joven comunero migraba en la década de los 80, de entre los 16 ó 18 años de edad, en la
actualidad, dicha migración se ha vuelto mucho más precoz: 14 años. Edad a la que migran también las ni-
ñas, que antes, en los 80, quedaban al margen de la migración.Y, mientras que antes, el migrante regresaba
para casarse y generalmente no volvía a migrar o al menos con la misma frecuencia, en la actualidad, el mi-
grante sólo regresa a una edad cada vez más tardía.

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na se mantienen distantes del medio nuye su rendimiento estructural y


rural, y no logran superar las difíciles peso productivo. Mientras que antes
comunicaciones entre ambos espa- las tareas agrícolas compartidas por
cios. Aun cuando tanto la masa de varones y mujeres se diferenciaban
población migratoria como la circu- en actividades masculinas y femeni-
lación de mercancías hacen que la nas, en la actualidad casi todas las ac-
complementariedad urbano / rural tividades agropecuarias han quedado
se sobreponga cada vez más a sus dis- confiadas a las mujeres en ausencia
tancias y oposiciones. de los varones migrantes.
Una ulterior caracterización, que En cuanto categoría analítica “lo
opone y complementa “lo rural” y “lo rural” connota la constitución de
urbano” se refiere al alto nivel de cen- nuevos actores sociales, de nuevas
tración de la ruralidad, expresada en instituciones, recursos y procesos. La
la misma comunidad andina, sin que migración urbana no ha logrado
ello signifique un completo repliegue proletarizar en un porcentaje signifi-
sobre sí misma, a diferencia de la cen- cativo la población indígena, y mu-
tralidad que caracteriza lo urbano, el cho menos de manera definitiva; pe-
cual genera y desarrolla un campo de ro tampoco ha permitido su recam-
atracción tendiente a descentrar lo pesinización y ruralización, tenden-
rural. Estas dinámicas imprimen a cia ésta última que parecía dominar
las comunidades una apertura selec- hace 20 años las primeras estrategias
tiva a la modernidad, manteniendo migracionales: el regreso al agro, con
enclaves tradicionales, de mayor un capital de inversión para comprar
inercia o resistencia al cambio. Este más tierras y mejorar las condiciones
mismo fenómeno, que se manifiesta de la producción agropecuaria. Más
de distintas formas y en diversos ám- bien una elevada proporción de mi-
bitos, explica que la agricultura con- grantes tiende a engrosar el sector in-
serve un peso simbólico/residual, en- formal urbano más precario11. Sin
clave de las seguridades reproducti- embargo, se ha operado más recien-
vas, de las estrategias de subsistencia temente una cierta proletarización
e identitarias, pero en cambio dismi- campesino/rural en las industrias

11 Un elevado número de migrantes campesinos indígenas trabajan como jornaleros, contratados por día o
por semana, y muchos de ellos, tanto en Quito como en Latacunga, no como “fuerza de trabajo” sino como
“fuerza de carga”, en los mercados y terminales de transporte.

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agrícolas o empresas de flores, sobre que ingresan se ha vuelto cada vez


todo vinculadas a las periferias urba- mucho mayor al de los que egresan,
nas que a los perímetros rurales, así los mercados intermedios cantonales
como el trabajo artesanal tiende a también tienden a declinar. Por otra
ocupar un nicho económico inter- parte, el desarrollo tecnológico, la
medio cada vez más importante. ampliación de los sectores crediticios
La “sociedad rural” se ha ido mo- y financieros han obligado a una im-
dificando en su misma estructura es- portante ampliación de servicios,
pacial por las nuevas condiciones de que tienden a concentrarse en los
trabajo, medios de transporte y co- pueblos o pequeñas y medianas ciu-
municación, siendo estas redes de dades, sobre todo, en aquellas regio-
comunicación, los itinerarios labora- nes y zonas donde se concentra el de-
les, las intermediaciones de los pue- sarrollo de una agricultura industrial
blos con los medianos y grandes cen- y empresarial12.
tros urbanos, y no tanto las distan- La más reciente y progresiva inte-
cias y oposiciones entre campo y ciu- gración de la agricultura y sociedad
dad, las que realmente organizan el rural a la economía y sociedad global
mundo rural y sus formas de sociali- instaura una nueva interdependen-
zación. El desarrollo de las comuni- cia entre funciones y grupos, que no
caciones y el transporte, la circula- se reduce al aspecto cultural, sino
ción de nuevas mercancías y la for- que posee dimensiones más amplias,
mación de nuevos circuitos comer- económicas y políticas: lo que com-
ciales han modificado la estructura porta una reorganización social del
de los mercados rurales y sus flujos espacio, incluyendo una mayor in-
mercantiles: mientras que en los pe- terpenetración territorial. Tal fenó-
queños mercados parroquiales o co- meno de “urbanización” de la “socie-
munales el volumen de productos dad rural” responde a una “difusión

12 Para estimar los cambios operados a partir de las más recientes observaciones cabe tomar como refe-
rencia el estudio de Raymon J. Bromley, El papel de la feria semanal en el desarrollo rural, JUNAPLA, Quito,
1975 (mimeo); reeditado en “Traditional and modern Change in the growth of system of market in high-
land Ecuador” en Market-Place:Periodic Markets, Hawkers and Traders in Africa, Asia and Latin America, Uni-
versity British Columbia, Vancouver, 1978. Mientras que el crecimiento y multiplicación de los mercados
rurales corresponde en la década de los 70 hasta los 80, a una expansión de la producción agricóla cam-
pesina, la actual reducción de dichos mercados y ferias resulta del declinar de la producción agopecua-
ria en dichas zonas.

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de comportamientos y valores”, que de procesos y topologías diversas:


Castells traduce con el nombre de desde el crecimiento de pueblos in-
“cultura urbana”. Ambas dimensio- termedios, tanto centros parroquia-
nes se combinan y condicionan mu- les como cantonales, hasta la crecien-
tuamente, al divesificar y compleji- te atrofia de otros con el consiguien-
zar territorialmente las actividades te despoblamiento y pérdida de im-
generando una combinación múlti- portancia económica y política.
ple de relaciones urbano/rurales: vi- Todas estas alteraciones, nuevas
vir en el campo y trabajar en la ciu- interdependencia y penetraciones
dad, vivir en la ciudad y trabajar en entre “lo rural” y “lo urbano” no pue-
el campo, vivir y trabajar en la ciu- den ser plenamente comprendidas y
dad manteniendo relaciones familia- explicadas sin referencia a las trans-
res y comunales en el campo, y vice- formaciones y modernización del
versa; vivir y trabajar simultánea- Estado. De un lado, a diferencia de
mente en la ciudad y en el campo. Tal los países desarrollados, donde el
morfología de situaciones corres- sector agropecuario se encuentra só-
ponde a modelos y estrategias eco- lidamente subvencionado por el Es-
nómicas tan diversas como diversas tado (caso EE.UU. y Unión Euro-
son también las configuraciones so- pea), el fin del “desarrollo rural” y de
cio culturales, que al mismo tiempo las políticas agrarias de los gobiernos
que homogeneizan lo urbano y lo nacionales han abandonado el sector
rural, introducen en ambas esferas agrario a su suerte más incierta; por
una creciente heterogeneidad. otro lado, menos por iniciativas y
Según esto, cabría suponer que el planificación del mismo Estado na-
fin de las “sociedades rurales”, inclu- cional y más por inducciones forá-
so a mediano y largo plazo, no signi- neas o por dinámicas generadas des-
fica el fin de “lo rural”, el cual consi- de las mismas regiones, el “desarrollo
derado en cuanto espacio social no local” ha sido interpretado y prota-
distinto ni compartimentalizado, si- gonizado desde los gobiernos locales,
no como segmento de la sociedad y desde una perspectiva urbana, no
global, podrá seguir siendo pensado agraristas ni campesina13. Desde esta
como un espacio singular susceptible nueva perspectiva asistimos a una in-

13 En esta dirección se han orientado las ayudas de la cooperación internacional, y muy en particular los pro-
gramas del FMI y del Banco Mundial.

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Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

versión del paradigma vigente hace espacios de flujos, surge la pregunta


20 años (los DRI): en lugar de pensar sobre qué ha ocurrido con las “socie-
el desarrollo (rural) como una inte- dades comunales” del campesinado
gración de sectores agrarios y cam- indígena andino en el transcurso de
pesinos al desarrollo nacional (urba- las dos últimas décadas.
no), el “desarrollo local” se planifica
como una extensión desde los cen- La comuna indígena y sus
tros locales (ciudades o pueblos in- descomunalizaciones
termedios) hacia sus periferias rura-
A este interrogante la primera
les, los interland de las comunidades
respuesta es la diversificación de es-
campesinas, enfatizando y reforzan-
trategias y reacciones a dichos cam-
do la descentralización de los recur-
bios. Aunque cada comunidad andi-
sos estatales y su gestión. na fue siempre una ecuación irrepe-
Si se toma en serio la hipótesis de tible y distinta de sus vecinas, siem-
la “sociedad en redes” (network so- pre era posible definir numerosos
ciety) como nuevo modelo de socie- rasgos comunes, que les conferían
dad global, que tiende a transformar una cierta homogeneidad por enci-
los espacios socio-locales en “espacios ma de las diferencias, en la actuali-
de flujos”, también “lo rural” e inclu- dad, la heterogeneidad de estrategias
so en su nueva versión de “local” ha- y de transformaciones parece impo-
brá de ser repensado en todo aquello nerse más bien sobre los rasgos com-
que más lo caracterizaba: la interac- partidos. Más allá de una caracteriza-
ción social y la organización institu- ción muy simplificada que diferencie
cional atendiendo a su contigüidad un modelo de comunidades que, en
territorial, cuando “la mayoría de los mejores condiciones para responder
procesos dominantes, que concen- a los retos acturales, adoptan una
tran poder, riqueza e información se orientación modernizadora, mien-
organizan en espacios de flujos”14. En tras que otras comunidades incapa-
el marco de estos cambios de las “so- ces de entrar por la vía de la moder-
ciedades rurales” y de los nuevos pro- nización resisten a los cambios, se re-
cesos sustitutivos de los espacios te- quiere más bien reconocer la diversi-
rritoriales (rurales y locales) por los ficación de estrategias y la fragmen-

14 M. Castells, La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. II. El poder de la identidad, Alianza Ed. Ma-
drid, 1998: 148.

93
José Sánchez Parga

tación de sectores y situaciones. De reproductivas, por una amplia inte-


manera más precisa cabría distin- gración al mercado laboral (ya sea en
guir, por un lado, un doble proceso las empresas e industrias agropecua-
de “descomunalización” moderniza- rias o al sector formal urbano) y al
dora y sin modernización, y por otro mercado de bienes y servicios, una
lado una recomunalización así mis- creciente movilidad socio–espacial
mo emprendedora de moderniza- (con el consiguiente predominio de
ción o resistente a ella. la exogamia, muy sintomática de la
apertura cultural de las comunida-
des). Pero esta plena articulación a la
economía y socio-cultura urbanas
Pero esta plena no impide que se mantenga la estre-
articulación a la economía cha cohesión e identidad comunales.
y socio-cultura urbanas Más aún, muchas de las nuevas for-
no impide que se mantenga mas de organización (cooperativas,
asociaciones, juntas, comités...) coe-
la estrecha cohesión xisten con el modelo de socialización
e identidad comunales. comunal. Lo que tampoco excluye
que en no pocas ocasiones estas ins-
titucionalidades modernas se super-
pongan con las tradicionales, puedan
La descomunalización moderniza- entre ellas restarse competencias y
dora no comporta una destrucción, autoridad, pero no necesariamente
sino una transformación de la socie- tales tensiones o conflictos compor-
dad comunal, la cual se vuelve cada tan incompatibilidades15.
vez más funcional e interdependien- Hay ciertos procesos de moder-
te y hasta integrada a las “sociedad nización, que sin llegar a destruir la
societal” urbana. Los cambios en este sociedad comunal pueden a media-
modelo se realizan fundamental- no y largo plazo erosionar las solida-
mente por una relativa desagrariza- ridades e interdependencias más
ción de las estrategias productivas y profundas de la sociabilidad y estra-

15 Este modelo de descomunalización modernizadora ha sido objeto de una investigación hace algo menos de
una década en tres zonas muy representativas del fenómeno: Calderon, Tabacundo y Cayambe: cfr Trans-
formaciones socio culturales y educación indígena, CAAP, Quito, 1993.

94
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

tegias más compartidas de la comu- Un proceso diferente de desco-


na, como puede ser el caso de un de- munalización sin modernización tiene
sarrollo de la competitividad en uno lugar en aquellas zonas de comuni-
o varios sectores económicos16. dades campesinas indígenas, que dis-
Mientras que la descomunalización tantes de los centros urbanos y en
modernizadora es un fenómeno pro- áreas de subdesarrollo rural y depre-
pio de zonas de significativo desa- sión agropecuaria, acusan los impac-
rrollo rural (no necesariamente tos de una modernización sin lograr
agropecuario), y de fuerte influencia que dichos impactos puedan ser asi-
urbana (por cercanía de la ciudad o milados comunalmente, transfor-
crecimiento de pueblos grandes e in- mando y modernizando las estructu-
termedios), una situación simétrica- ras y cultura comunales. Se trata, en
mente opuesta tiene lugar en áreas
general, de comunas que sufren una
marginales y distantes de la influen-
sangría demográfica por efecto de
cia urbana y de gran depresión agra-
una migración cada vez más precoz
ria: la descomunalización sin moder-
de varones y mujeres, y de un regre-
nidad. Este modelo de descomunali-
zación modernizadora, el que quizás so cada vez más tardío e incierto de
con mayor propiedad habría que de- los migrantes. Esta deserción pobla-
nominar modernización comunal, se cional, por falta de las mínimas con-
funda en un principio, que bien po- diciones de reproducción y sin pers-
dría ser objeto de generalización, y pectivas de futuro, que adopta la for-
según el cual, un proceso de moderni- ma de una exclusión tanto familiar
zación, capaz de refuncionalizar obje- como comunal, comporta una rup-
tos, prácticas e instituciones tradicio- tura de vínculos, que se traduce en
nales, lejos de tener efectos destructo- deslegitimaciones y violencias dentro
res, se consolida a la vez que refuerza y contra de las mismas familias y co-
la cultura del grupo. munidades17.

16 Cfr. Rudi Colloredo,“Artesanía, competencia y la concertación de la expresión cultural en las comunidades an-
dinas”, en Ecuador Debate, n 52, 2001: 135-150. El autor llega a distinguir una competitividad tradicional, más
enmarcada y condicionada por una fuerte estructura y cultura comunales, y una competitividad capitalista o
moderna, que con el tiempo tiende a fracturar las redes de vínculos y solidaridades de la comunidad.
17 Hemos ampliamente estudiado este modelo en una investigación reciente: cfr Crisis en torno al Quilotoa.
Mujer, cultura y comunidad. CAAP, Quito, 2000.

95
José Sánchez Parga

Una sorda y poco visible disolu- tradicionales, muy asociados al re-


ción de los vínculos del parentesco chazo de un medio de vida que impi-
se expresa también en matrimonios de toda sobrevivencia, hace extrema-
cada vez más contingentes y efímero, damente permeables estos comune-
y en un fácil abandono de los hijos a ros y comunidades a los imaginarios
los cuidados de los parientes. La fal- culturales urbanos y mercantiles. Lo
ta de trabajo y de tareas colectivas, y que por otra parte agudiza tensiones
el gran ausentismo de varones y mu- y conflictos de repliegues culturales,
jeres, vuelve raras e innecesarias ins- que suelen adoptar con frecuencia
tituciones como la minga, activida- formas de gran intolerancia.
des compartidas, las prácticas tradi- Muy exponencial de esta crisis de
cionales de la reciprocidad y el inter- comunidad es la que afecta a las au-
cambio (randi–randi, maquita ma- toridades y poder representativo de
ñachi), todo lo cual contribuye a que los Cabildos comunales. Rebasados
la comunidad deje de ser percibida por las formas e intensidades de los
como un soporte común para las es- nuevos conflictos y violencias al in-
trategias familiares o individuales, terior de la familia y la comuna (el
apareciendo más bien ante los mis- nuevo fenómeno de las bandas juve-
mos comuneros como un impedi- niles), sin capacidad de negociación
mento asociativo, que más bien y mediación, despojados de ciertas
constriñe y limita las iniciativas pri- competencias asumidas por los Te-
vadas y proyectos particulares. La nientes políticos o las nuevas Juntas
declaración que a veces se escucha, parroquiales, las tradicionales diri-
“no somos comuna, sino indios li- gencias de la comunidad han perdi-
bres” es muy reveladora de esta nue- do competencias y funciones tanto
va conciencia y valoración de la co- internas como externas. De otro la-
munidad18. do, la hipertrofia organizacional, con
Si por un lado la migración masi- la aparición de numerosas OSG (or-
va hacia las ciudades o regiones de la ganizaciones de segundo grado) in-
costa refuerza las desidentificaciones tegrando las comunidades de dife-
comunales, por otro lado, la misma rentes zonas o parroquias y canto-
negación de los valores culturales nes, han despojado a las comunida-

18 La formula recibe toda su fuerza significativa de su carácter evocador de un pasado en el que los “indios li-
bres” eran indios de comunidad por oposición a los “indios de hacienda”.

96
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

des y sus Cabildos de la “soberanía” ciales a su interior, un debilitamiento


que antes gozaban, aun cuando a de sus formas asociativas, de las co-
través de las nuevas instancias orga- hesiones y dimensiones colectivas co-
nizativas puedan haber ganado ma- mo un recurso para las familias y los
yor poder y representación a escala individuos. Cabría concluir que son
provincial y nacional. las condiciones de empobrecimiento
Esto mismo parece haber influido y pérdida de recursos productivos y
en una nueva representación de la materiales lo que vuelve extremada-
comunidad, la cual estaría declinan- mente frágiles estas comunidades ba-
do en tanto modelo de sociedad y de jo los impactos de una modernidad
socialización, para convertirse en un tan ajena como distante.
modelo asociativo y organizativo, lle- Lo que de común comparten am-
gando a concebirse y planificarse co- bas “descomunalizaciones”, con y sin
mo jurisdición territorial, con sus modernización, es que la sociedad
propias delimitaciones político-ad- comunal, las actividades colectivas, la
ministrativas, contradiciendo al ca- participación en estrategias y proyec-
rácter tradicionalmente abierto de lo tos comunes, las interdependencias
comunal a relaciones intercomuna- entre familias y miembros dejan de
les, de parentesco, de intercambios e ser un soporte para convertirse en un
interdependencias, con otros ayllus limitante u obstáculo para las estra-
de comunidades vecinas; lo cual per- tegias particulares y privadas, ya sea
mite que las redes y vínculos comu- en términos de su desarrollo o de su
nales entre los ayllus atravesara y so- supervivencia. Por el contrario, los
brepasara las delimitaciones de la otros dos modelos de “comunaliza-
misma comunidad19. Esta “descomu- ción” con y sin modernidad, coinci-
nalización” destructora de socialidad den en el hecho que la comunidad,
comunal no significa el fin o la desa- en cuanto recurso social y referente
parición de las comunidades, sino de identidad sigue siendo un apoyo
una precarización de los vínculos so- para las actividades y estrategias de

19 Es importante recordar al respecto, por su extraordinaria “modernidad”, que en los Andes la tradicional or-
ganización social del espacio se fundaba en la combinación de un doble eje: la verticalidad territorial que
adoptaba el asentamiento de cada ayllu, cuyas familias se distribuían en diferentes pisos ecológicos, esta-
bleciéndose entre ellos el flujo y circulación de productos y mujeres, y la horizontalidad territorial de las llaj-
tas o poblados, donde coincidían diferentes ayllus, compartiendo la contigüidad de un mismo espacio de
circulación de servicios y fuerza de trabajo.

97
José Sánchez Parga

las familias, grupos e individuos, ya también refuerzan los recursos tradi-


sea en sus estrategias de desarrollo cionales de la comunidad, al mismo
(en el caso de la modernización de la tiempo que estos sirven de soporte
comunidad) como en sus estrategias para la implementación de nuevas
de supervivencia (caso de la comuna prácticas20.
tradicional). Según esto, es la misma cohesión
Por modernización de la comuni- social de la comunidad, la que garan-
dad puede entenderse una categoría tiza las mejores condiciones para la
relativamente poco numerosa de co- implementación y desarrollo de las
munas campesinas indígenas, que si- iniciativas más modernizadoras. De
gue reproduciéndose en base de sus hecho todos los factores que conver-
recursos agropecuarios, y cuyo desa- gen en reforzar el desarrollo agrope-
rrollo se sustenta en la suficiente dis- cuario y rural de estas comunidades
ponibilidad y calidad de tierra y de (pleno acceso y uso de la tierra, apro-
otros recursos colectivos, que garan- vechamiento de las potencialidades
tizan una exitosa explotación de las de riego, adopción tecnológica, dis-
condiciones rurales de dichas comu- ponibilidad de crédito y articulación
nas. Esto mismo permite la combi- al mercado), al mimo tiempo que
nación de estrategias comunes con consolida su ruralidad, evitando la
otras de desarrollo privado, propias migración y proletarización campe-
de cada familia o grupo. Mientras sinas, da lugar a la creación de mo-
que la descomunalización moderniza- dernas instituciones (cooperativa,
dora termina supeditando excesiva- crédito, servicios...), que lejos de
mente las instituciones, relaciones competir con las comunales, tienden
sociales y prácticas comunales a las más bien a un mutuo reforzamiento.
iniciativas y dinámicas más privadas Más aún, esta modernización de la co-
y a los proyectos más particulares, en munidad llega incluso a resolver con-
este otro modelo los factores de mo- flictos y tensiones más propios de su
dernización instrumentalizan pero cultura tradicional, y que pudiera re-

20 En una investigación anterior (cfr. Exitos y fracasos de los pequeños agricultores en experiencias de intensifica-
ción de la producción y conservación de recursos naturales en los Andes ecuatorianos: estudios de casos sobre
el análisis de las causas, FAO/CELA, Quito, 1995; Doc. CAAP, 1996) se pudo observar cómo la “minga”y el “pres-
tamanos” se combinan con el pago de jornales, reforzando la reciprocidad en una práctica de intercambio
muy importante: la cosecha diaria de cebolla en la comuna de Colta Zambrano para su comercialización en
los mercados de Guayaquil.

98
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

sultar un impedimento para dicha


modernización21.
Quizás el factor más determinan-
Como ocurre con todas
te de este modelo de comunidad re-
side en las posibilidades de seguir re- las tipologías, también estos
produciendo una estrategia agrope- modelos de comunidad,
cuaria y/o artesanal que consolida aun a pesar de las referencias
las condiciones de ruralidad, con la a casos y ejemplos concretos,
que tan estrechamente se identifica
la comunidad andina, pero sin mar-
más que caracterizar
ginarla del desarrollo regional y na- comunidades, sólo permite
cional. No siempre se requiere una identificar tendencias y
modernización y desarrollo excesi- racionalizar ciertos procesos,
vamente exitosos para que la comu- sin pretender definir
nidad pueda entrar en una dinámica
de modernización, y ni siquiera es diferencias claras y
necesario que un desarrollo regio- fijas entre ellas.
nal, para que la comunidad pueda
beneficiarse potenciando sus pro-
pios recursos y estrategias agrope- precaria supervivencia a partir de sus
cuarias; basta que éstas garanticen recursos agropecuarios y rurales. Pe-
una cierta rentabilidad22. ro tampoco sufre las rupturas de una
La comuna tradicional es aquella exclusión/migración excesiva, ni los
que, en parte marginal a los procesos impactos de aquellos factores de la
de cambio y modernización, y en modernidad que más pudieran de-
parte sujeta a ciertas inercias y resis- sestructurarla (diferenciación inter-
tencias, logra mantenerse en una na o desvaríos y tensiones cultura-

21 La comunidad de Colta Zambrano fue la primera comunidad indígena, junto con otras 4 empresas agríco-
las mestizas, que contrató la privatización de los servicios del Ministerio de Agricultura en 1995, superando
tradicionales “faccionalismos” ha resuelto dos grandes problemas de la comuna tradicional: la borrachera y
los enfrentamientos entre católicos y evangélicos.
22 Este sería por ejemplo, el caso de la gran comuna de Maca, en la provincia del Cotopaxi, que en más de una
ocasión sirvió de testigo o referente comparativo, para el estudio de las comunas de la zona del Quilotoa.
Maca es considerada una comunidad próspera, aun sin contar con un desarrollo agropecuario y mercantil,
como el que ofrecen algunas de las comunidades de Colta.

99
José Sánchez Parga

les). Es posible que esta género de co- sistencia y oposición a los cambios, o
munidad tradicional responda a un bien entran en un proceso de brico-
modelo residual, o transitorio y con- lage con nuevos elementos23.
tingente, que oscile entre una u otra Como ocurre con todas las tipo-
forma de descomunalización. Y, sin logías, también estos modelos de co-
embargo, quizás esta categoría de co- munidad, aun a pesar de las referen-
munas consideradas tradicionales, cias a casos y ejemplos concretos,
porque hacen de su cultura, prácticas más que caracterizar comunidades,
y relaciones tradicionales, una suerte sólo permite identificar tendencias y
de capital y estrategia de superviven- racionalizar ciertos procesos, sin
cia, siga siendo la más numerosa en pretender definir diferencias claras y
la Sierra ecuatoriana. fijas entre ellas. En este sentido, es
Lo que analíticamente puede ser muy difícil demarcar los perfiles en-
pensado como distintas modalida- tre la comuna tradicional y la desco-
des de “tradicionalismo” en la comu- munalización sin modernidad, o en-
na tradicional parece coexistir en tre la descomunalización moderniza-
cuanto formas o funciones que dora o la modernización comunal,
adopta la cultura indígena tanto pa- considerando que entre estos cuatro
ra preservar la sociedad comunal co- modelos no hay una precisa solu-
mo para resistir a los cambios de la ción de continuidad. Dichas carac-
modernidad o adaptarse a ellos. En terísticas se vuelven todavía más
este sentido, la sociedad y cultura complejas, si se tiene en cuenta que
comunales tratan de “salvaguardar dentro de una misma comunidad
valores, modelos y prácticas arraiga- pueden encontrarse “mitades” o sec-
dos en la continuidad”, al mismo tores y grupos tan diferentes, que al-
tiempo que “mantienen institucio- gunos de ellos correspondan más a
nes, formas y modos de relación so- otro de los modelos que al que per-
cial, cuyo contenido se ha modifica- tenecen. Otro elemento de comple-
do”, mientras que en otros casos di- jidad, que atraviesa estas tipologías
cha cultura y tradición o bien son duales, pero, que penetra también
empleados como expresiones de re- sus distintas dinámicas y proyectos,

23 Cfr. G. Balandier, Anthropologie politique, PUF, Paris, 1967; Le détour, Fayard, Paris, 1985: 167. Estos distintos tra-
dicionalismos, “fundamentalista”, “formal”, “de resistencia” o “pseudo-tradicionalismo”, analizados por Balan-
dier se pueden encontrar en combinaciones y con énfasis muy diversos en una misma comuna tradicional.

100
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

desde los más particulares hasta adscripción territorial, aun cuando


aquellos de grupos y sectores de ca- combinara diferentes referencias te-
da comunidad, es lo que hemos de- rritoriales: a) mientras que cada “ay-
nominado su doble estructura nor- llu” o grupo endogámico de paren-
mativa, vertebrada por dos órdenes tesco ampliado se distribuía en dife-
de interacción: el orden simbólico, rentes territorios con asentamientos
que corresponde a una visión más familiares en pisos ecológicos más o
idealizada que la sociedad comunal menos distantes, y entre los cuales
posee de sí misma, y el orden estraté- circulaban los intercambios de pro-
gico, donde las exigencias y estímu- ductos y mujeres, b) “ayllus” diferen-
los de la realidad apremian y hasta tes compartían un mismo territorio,
urgen los cambios y adaptaciones. la “llajta”, donde se intercambiaban
Si hemos partido de un análisis servicios y fuerza de trabajo; c) al
general de los actuales procesos y mismo tiempo “ayllus” y “llajtas”
transformaciones que afectan las no- coincidían en asentamientos mul-
ciones y representaciones de “lo tiétnicos o “mitma” (en minas, em-
agrario” y “rural”, para mejor encua- plazamientos urbanos y costeños)
drar y entender los cambios opera- para complementar y diversificar sus
dos en la tradicional comunidad recursos y economías. Esta tradicio-
campesina, quizás sea necesario re- nal geometría variable de lugares
considerar de nuevo ahora en qué contiguos y distantes adopta nuevas
medida lo agrario y lo rural en las re- formas en la actualidad, cuando mu-
giones de la Sierra andina se encuen- chas comunas son tan rurales serra-
tran atravesadas por esa microfísica nas como rurales subtropicales, o ru-
tan compleja de las comunidades, rales y urbanas a la vez, ya que no só-
lo combinan un doble asentamien-
que si bien participa de los cambios
tos, sino también condiciones de re-
más amplios, mantiene también una
producción económica y cultural tan
relativa distancia y marginalidad res-
rurales como urbanas.
pecto de ellos, sujetas a sus propias
Según esto las comunidades in-
dinámicas internas.
dígenas no son “locales” en razón
En conclusión, ¿qué es lo local? de una identificación o fijación te-
rritorial, sino porque en términos
La comunidad andina nunca fue analíticos y operativos, se organizan
un territorio ni se identificó territo- en redes y flujos de relaciones, pro-
rialmente, ni tuvo una definición o ductos y servicios, que se comple-

101
José Sánchez Parga

mentan y circulan, reproduciendo A medida que la investigación so-


al nivel local la diversidad y diferen- bre los cambios operados en la co-
cias y particularidades, de lo que al munidad andina “veinte años des-
nivel global adopta formas homogé- pués” ponía de manifiesto las nuevas
neas y comunes. formas que adoptaban los procesos
Son estas diversificaciones y hete- migracionales con sus nuevos flujos,
rogeneidades, todos éstos correspon- volúmenes y composición social; los
dientes procesos de complejización, fenómenos de identificación y desi-
lo que debería ser pensado como “lo- dentificación, de reconocimiento y
cal”; más que una identificación mi- desreconocimiento, repudios y hos-
crofísica de la sociedad se trata de tilidades culturales; los fracasos de la
una categoría analítica e interpretati- interculturalidad provocados preci-
va, pero también de intervención so- samente por programas y políticas
cial. Si por el contrario se hace de “lo de interculturalidad; la desintegra-
local” una simple escala territorial, ción de la familia indígena con sus
de pueblos más o menos grandes o diferentes ejes parentales (ausencia
de ciudades más o menos pequeñas, de padre, quiebras matrimoniales,
orfandades infantiles...) con sus con-
para pensarlo desde lo micro-urba-
siguientes violencias; los cambios en
no, adoptando a esta escala los pro-
la producción, circulación y partici-
yectos de desarrollo, programas de
pación de poderes políticos y de au-
descentralización administrativa, los
toridad; todos estos fenómenos, en-
planes de gestión política, se incurre tre muchos más, constituían la ver-
en el equívoco y hasta en la torpeza sión local de aquellos que con una
de sustituir lo rural por lo microur- visibilidad macrofísica caracteriza-
bano, desconociendo ese fenómeno ban la globalización.
nuevo de “lo local”, que más bien de- Serge Latouche se muestra muy
be ser pensado y tratado desde “lo explícito: no existe la sociedad global
global” y en correspondencia con “lo y por consiguiente tampoco existe la
global” (para también poder pensar y sociedad local; lo local y global son
tratar lo global desde lo local). categorías analíticas y operativas24; si

24 “No hay verdadera sociedad global, no es seguro que haya jamás alguna, ni que sea deseable... Los princi-
pales problemas vienen de que tampoco hay verdaderas sociedades locales” (S. Latouche, La déraison de la
raison économique, Albin Michel, Paris, 2001: 145).

102
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

lo global penetra lo local, este atra- des intermedias y pueblos (conside-


viesa aquél. Lo “local” y lo “global” rando lo “local” como efecto de des-
no son más que espacios de transpo- centralización y descomposición de
siciones recíprocas, y por consi- lo “nacional”), en lugar de pensar y
guiente no pueden ser pensados ni trabajar lo local no desde una su-
tratados o intervenidos más que en puesta territorialidad imaginaria, si-
correspondencia. no desde los flujos, intercambios y
La actual categoría analítica de comunicaciones, que configuran un
“lo local” presupone que las distan- nuevo y determinado espacio, donde
cias y diferencias espaciales que se- lo urbano/rural se encuentre integra-
paraban lo “urbano” y lo “rural” se do; pero también desde las diversida-
han acortado o abolido en razón de des, heterogeneidades y complejida-
los amplios e intensos intercambios, des, que caracterizan “lo local” en di-
comunicaciones, “flujos” de perso- ferencia de “lo global”.
nas, mercancías, mentalidades, pro- En conclusión, no cabe pensar “lo
ductos e imaginarios culturales; en local” como una simple sustitución
este sentido, “lo local” en cuanto ca- de “lo rural”, con su consiguiente
tegoría operativa debería precisa- transformación en lo “microurbano”,
mente identificar en cuanto ámbitos sino como una nueva mirada, una
u objetos de intervención tales “flu- nueva categorización, para pensar y
jos” y “redes”, interdependencias, in- tratar tanto lo rural como lo urbano,
teracciones e intercambios, que son desde esa nueva dimensión de la glo-
los que realmente definen el carácter balización, en parte en correspon-
“glocal”, que en la actualidad adopta dencia con lo global y en parte como
la circulación de información, rique- efecto de los procesos globales. Se-
za y poder. gún esto, cabría entender el “desarro-
Sin embargo, lo que ocurre es una llo local”, no tanto como un desarro-
situación compleja, de transición o llo de los pueblos y ciudades inter-
tiempos mixtos, donde las distancias medias, ni tampoco como un desa-
y territorialidades que diferencian lo rrollo desde ellos, sino un desarrollo
rural y lo urbano no han sido todavía desde los intercambios y comunica-
plenamente integradas a los “espa- ciones en un determinado espacio;
cios de flujos” y “espacios de redes”. en otras palabras, integrar “lo local” a
Esto puede dar lugar a un equívoco: la “sociedad de flujos” y a la “socie-
conceptualizar y tratar “lo local” des- dad en redes” (network society), o
de los espacios urbanos, de las ciuda- bien reproducir y desarrollar estas

103
José Sánchez Parga

morfologías de la globalización a es- tan exacto, ni pertinente restringir el


cala local. planteamiento de “lo local” como
Finalmente, habría que concluir una transformación de “lo rural”.
preguntándose si “lo local” no es más
bien y precisamente ese paradigma
4. Hacia una sociología global
de la desterritorialización, el lugar
imaginario donde se revelen todos de lo local
los desarraigos territoriales, donde El concepto de local ha sufrido de
mejor se expresan los efectos de la este doble equívoco: se ha optado
pulverización espacial resultante de por su acepción más empírica, posi-
la implosión de los territorios nacio- tivista y funcional, que se limita a de-
nales, lo únicos que durante más de signar un lugar muy bien definido
cinco siglos habrían marcado y deli- espacial y geográficamente, a la vez
mitado todos los procesos y fenóme- que se ignora que lo local puede en-
nos sociales: desde las pertenencias tenderse como una categoría espacial,
históricas hasta las identidades cul- pero que no define un lugar determi-
turales, lingüísticas, y religiosas, pa- nado y concreto en términos geográ-
sando por la economía y mercado. ficos sino en otros aspectos.
“Lo local” aparecería entonces como En este sentido lo local deberá en-
la categoría de la desterritorializa- tenderse más bien como un concepto
ción de todos estos fenómenos y pro- teórico capaz de comprender y expli-
cesos; y por consiguiente, no sería ni car todos los fenómenos, que tienen
lugar en un espacio determinado, pe-
ro que relevan de otras escalas o di-
Esto es precisa y mensiones espaciales. Por esta razón
específicamente lo que lo local corresponde pero de manera
define lo local como simétricamente opuesta a lo global, y
un campo de fuerzas y no puede entenderse sino en referen-
cia a este; pues tampoco lo global de-
de flujos, y sólo dentro
signa un lugar geográfico determina-
de este sistema de lógicas ‘ do y concreto, sino más bien una di-
y de fuerzas puede mensión espacial, en la que conver-
comprenderse y gen todos los flujos, fuerzas e intere-
explicarse lo local. ses de los procesos locales. Según es-
to lo local se manifiesta como un es-
pacio donde se expresan de manera

104
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

concreta, múltiple y diversa o dife- Es evidente que las personas viven


renciadamente los fenómenos globa- todavía y seguirán viviendo en luga-
les, mientras que lo global es la di- res, pero son todos los flujos de fuer-
mensión o escala donde se amplifi- zas e intereses e informaciones, que
can, en la que convergen, se unifican actúan en dichos lugares, pero que se
y generalizan toda la diversidad y di- generan y circulan por otras dimen-
ferencia locales. En otras palabras, lo siones espaciales-globales (en todo el
local ha de ser pensado en cuanto mundo, entre continentes, regiones y
complementario de lo global, ya que naciones), los que condicionan la vi-
ambas dimensiones o categorías es- da de esas personas así como definen
paciales enmarcan todos los fenóme- la naturaleza local de dichos lugares:
nos y procesos que tienen lugar en el “la dominación estructural de la ló-
mundo entero así como en cada lu- gica de los flujos modifica funda-
gar del mundo. mentalmente el sentido y dinámica
De acuerdo a estos planteamien- de estos lugares” (o.c., p. 480).
tos lo local es un fenómeno nuevo, Se puede operar una tensión y
propio de la moderna sociedad post- conflicto, pero, también una suerte
societal, donde los espacios de flujos y de esquizofrenia estructural entre
fuerzas se imponen y dominan sobre ambas lógicas espaciales: la de los
los espacios lugares. Por ello, observa- flujos y la de los lugares, aunque
ción ésta muy importante, son los siempre bajo la tendencia dominante
flujos los que definen los espacios y del espacio de los flujos sobre el espa-
no al contrario (Castells, I, p. 468). cio de los lugares. Esto es precisa y es-
Aun cuando las relaciones entre es- pecíficamente lo que define lo local
pacio de flujos y espacio de lugares, como un campo de fuerzas y de flu-
entre la dimensión global de los fe- jos, y sólo dentro de este sistema de
nómenos y procesos y su dimensión lógicas y de fuerzas puede compren-
local nunca estén predeterminadas derse y explicarse lo local. Y no sim-
por muy simultaneas que sean (o.c., plemente como un lugar amorfo e
p. 477). La idea de “flujos” expresa inerme. Mientras que el anterior mo-
muy acertadamente cómo los intere- delo de sociedad se podía suponer
ses, fuerzas e informaciones fluyen que los fenómenos microsociales
entre lo local y lo global, atravesando condicionaban los macrosociales,
e interconectando todos los espacios hoy es preciso reconocer que lo global
intermedios: regionales, nacionales e determina lo local. Según esto lo local
internacionales. se halla tan simétricamente opuesto

105
José Sánchez Parga

a lo global como articulado en estre- manera que desde una explicación


cha correspondencia: ninguno de las local de los fenómenos globales se
dos dimensiones es pensable sin la garantizaría también una mejor in-
otra, ya que es el sistema de flujos en- tervención en éstos.
tre ellas lo que las constituye tanto en Ahora bien ¿cómo los flujos defi-
su polaridad como en sus interaccio- nen lo local? ¿De qué manera los flu-
nes e interdependencias. Lo cual jos de información, de intereses y
conduce a la conclusión, en términos fuerzas, recursos, productos y mer-
muy estructuralistas, que tanto lo lo- cancías... que circulan por distintos
cal como lo global han de ser pensa- niveles espaciales entre lo global y lo
dos a partir de las redes de flujos, que local configuran esta última reali-
interactúan entre ellos, y no al con- dad? Tomemos el caso de una zona o
trario. ciudad de la región amazónica ecua-
La categoría de local en su corres- toriana. El carácter local de tal zona,
pondencia e interacción con lo global ciudad, pueblo o población se en-
permite superar la convencional y cuentra definido en primer lugar por
funcionalista diferencia entre lo ma- un escenario petrolero, al que fluyen
cro-social y lo micro-social en cuanto los intereses petroleros de toda la re-
aspectos o dimensiones analíticas gión, los nacionales, internacionales
distintas de la sociedad, debiendo re- y mundiales; en segundo lugar por
conocer que no es posible una com- un escenario ambiental o ecológico de
pleta y coherente comprensión de extraordinario interés y riesgo no só-
ambas realidades y de cada una de lo para la región y para el país, sino
ellas, sino a partir de sus recíprocas también para todo el subcontinente
relaciones, de tal modo que se puede sudamericano y hasta para todo el
entender mejor lo micro-social desde mundo; en tercer lugar, un escenario
lo macro-social, y este desde aquél. étnico en el que así mismo se cifran
No se trata propiamente de planos intereses y preocupaciones tanto re-
superpuestos de la realidad, sino las gionales y nacionales como interna-
diferentes escalas que adoptan los fe- cionales y globales, ya que la cuestión
nómenos y procesos sociales en el étnica de los pueblos amazónicos es
mundo actual. Así mismo sería nece- parte importante de la problemática
sario plantear que únicamente desde indígena en todo el mundo; incluso
una explicación global de los fenó- cabe pensar en un flujo poblacional
menos locales se permite una mejor de migrantes y “desplazados” no sólo
actuación a nivel de éstos, de igual regionales y nacionales sino también

106
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

internacionales, como parte de ese En términos prácticos y operati-


fenómeno más global de masas mi- vos es posible verificar el mismo tipo
gratorias movilizadas por todo el de análisis y comprensión de lo local.
mundo. Finalmente, se podrían aña- Un proyecto de desarrollo, que inte-
dir otros escenarios que si no apare- gra un conjunto de programas desti-
cen hoy tan relevantes pueden llegar nados a una determinada zona o lo-
a serlo en el futuro: el escenario de la calidad (una parroquia o un cantón),
droga y el narcotráfico y el escenario y cuyos objetivos pueden abarcar
guerrillero; ambos atravesados por desde riego, tecnología y crédito has-
flujos de fuerzas e intereses que cir- ta educación, promoción de género e
culan por los distintos niveles espa- infraestructura vial, pasando por ca-
ciales entre lo global y local. pacitación administrativa, etc., y to-
De esta manera lo local queda das estas actividades pueden tener
comprendido en cuanto espacio de efectos visibles en cada uno de sus
flujos, que condicionan e incluso de- programas de desarrollo y promo-
terminan el espacio lugar; y ese espa- ción. Sin embargo, la eficacia de to-
cio local de la Amazonía no puede dos ellos, puede quedar en parte muy
ser entendido de manera completa y limitada y en parte puede resultar
coherente al margen de los diferentes muy contingente y efímera, en la me-
flujos que se localizan en él. Cada dida que son incapaces de neutrali-
“flujo” presenta siempre o bien una zar todos los factores constringentes o
cierta complejidad o bien contradic- factores restrictivos (que “se represen-
ciones internas. Así, por ejemplo, los tan” en cuanto “externos” al lugar),
intereses y poderes de la compañías que ejercen su influencia en cada uno
petroleras expresan, a la vez que sir- de los ámbitos de dichos programas
ven de soporte la geopolítica petrole- y actividades.
ra de EE.UU., los intereses petroleros Un ejemplo muy simple, concre-
del Estado ecuatoriano al mismo to y real: todos los mejoramientos
tiempo que le proporcionan una re- educativos se encontrarán limitados
lativa autonomía y soberanía energé- por el sistema escolar nacional, por
ticas y financieras contribuyen a re- los recursos presupuestarios anua-
producir su dependencia económico les, sus debilidades pedagógicas y
política respecto de la Banca global a curriculares, por la formación de los
través del endeudamiento y del pago maestros, por una concepción de la
de la deuda externa. misma escuela, por las grandes

107
José Sánchez Parga

transformaciones que definen hoy yugoslavo o tchetcheno), se reprodu-


una nueva relación con el conoci- cen al nivel más microfísico de las co-
miento, la información y el pensa- munidades andinas, donde la acultu-
miento. Una situación análoga cabe ración de los jóvenes varones provo-
considerar en el caso del desarrollo ca tensiones y conflictos con los
de la agricultura, de su mayor renta- adultos, pero también con el sector
bilidad, muy condicionada por los de mujeres, en el que así mismo la
precios de los productos agrícolas en aculturación de algunas de ellas ge-
los mercados locales y regionales, a nera tensiones y conflictos aún más
su vez condicionados por la econo- encarnizados dentro del mismo sec-
mía nacional y ambos por los efectos tor femenino, con los varones y los
del TLC, etc. Cabría suponer que hay adultos. Así, mientras que en países
lugares en parte tan “locales” a nivel occidentales mujeres musulmanas
de escala y en parte tan aparente- pueden reivindicar el derecho a lle-
mente aislados y autónomos, que re- var el velo, pero también a no llevar-
sultaría más difícil pensarlos en lo, en el medio indígena andino mu-
cuanto espacios de flujos e influidos chas mujeres reivindican el derecho a
por procesos y fenómenos de carác- cambiar, reivindican un derecho a
ter más global. Y, sin embargo, ha- una identidad cultural opuesta a una
bría más bien que sostener todo lo supuesta “identidad étnica”, a cam-
contrario: son precisamente estos biar su vestimenta tradicional, mien-
lugares, cuya localidad debería ser tras que otras entran en conflicto por
más pensada en cuanto definida por reivindicar el no-cambio.
los espacios-flujos, y mucho más con- La concepción de lo local se com-
dicionada por la globalidad. plejiza aún más, cuando se tiene en
Baste para confirmar esto como cuenta en qué medida los diferentes
ejemplo uno de los resultados de una flujos se articulan y relacionan entre
investigación reciente en una región ellos, convergen o compiten entre sí,
de comunidades indígenas en la sie- se sobreponen, sobredeterminan e
rra central del Ecuador. En primer interpenetran, o se neutralizan recí-
lugar, conflictos de identidad cultural, procamente. Siempre habrá que pre-
que se supondrían más bien propios guntarse cuál de los flujos se impone
de aquellos espacios de una gran sobre los otros de manera más o me-
confrontación étnica con arraigos nos estructural o coyuntural. Es evi-
históricos y producto de las transfor- dente, por ejemplo, que en el caso de
maciones estatales y nacionales (caso la Amazonía el escenario petrolero

108
Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

condiciona todos los otros escena-


rios. En otros casos la localización de
los flujos puede resultar mucho más
compleja. En el mencionado ejemplo Pero ahora son
de las mujeres indígenas el fenómeno ya las mujeres jóvenes
de sus identidades étnicas o culturales que se convierten en
entra en conflicto con sus identidades el principal sector migrante.
femeninas, y de hecho no son pocas
las mujeres en dicha región, que es-
capan de sus comunidades y abdican
de sus “relaciones de género” (de su tampoco hubieran protagonizado un
identidad tan tradicional en el medio conflicto cultural “intra-étnico”, tal
andino de ser madres y esposas), pa- proceso migratorio ha sido posible
ra en sus estrategias migratorias a las por los cambios operados en los
ciudades o a la costa dotarse de una mercados laborales urbanos, y debi-
nueva imagen de mujer. do a una creciente oferta de empleos
Ahora bien, este proceso no hu- femeninos; mientras que las posibili-
biera sido posible sin un cambio en dades de empleo para migrantes va-
el fenómeno migracional: hasta aho- rones tiende a limitarse. Fenómeno
ra en el medio indígena (de la región este que no es ni diferente, ni ajeno
estudiada) sólo migraban los varo- del que se constata a escala más in-
nes, aunque la migración se volvía ternacional o global, donde son tam-
cada vez más precoz: mientras que, bién las mujeres las que encuentran
en la década de los 80, la migración una más amplia oferta laboral.
promedio concluía la fase de la ado- Cuando Castells diferencia los
lescencia y actuaba casi como “rito de “espacios flujos” de los “espacios lu-
pasaje” a la edad adulta, en la actua- gares”, precisa que “un lugar es un es-
lidad la migración tiende a situarse pacio cuya forma, función y sentido
en la transición de la infancia a la componen un conjunto en el marco
adolescencia. Pero ahora son ya las de una continuidad física” (p. 475).
mujeres jóvenes que se convierten en La idea de “continuidad física” es de-
el principal sector migrante. Obvia- terminante, ya que nada distingue
mente, esta estrategia migratoria fe- más y mejor la idea de lugar del con-
menina de las mujeres indígenas, sin cepto de local, que el diferente mode-
la cual éstas no hubieran buscado lo de sociedad y de socialidad, en el
una nueva estrategia identitaria, ni que se inscriben ambas realidades.

109
José Sánchez Parga

Mientras que el lugar se define por la culan en el sistema de redes inter – y


contiguidad y la homogeneidad terri- trans – nacionales de la sociedad glo-
torial de todos los fenómenos que bal. Mientras que la noción de “re-
tienen lugar en él, propio de las socie- des” hace referencia a la intercone-
dades societales, cuya socialidad “me- xión entre ámbitos, instituciones,
cánica” (no “orgánica” como la de las sectores, grupos y personas, la idea
sociedades comunales) se funda en de “flujos” se refiere más bien a las
pertenencias, vínculos y contractua- fuerzas e intereses e informaciones,
lidades, lo local propio del modelo que articulan cada sociedad y todas
postsocietal de sociedad, “sociedad en las sociedades entre sí.
redes”, se define por la conectividad, Aunque de pasada, al definir el es-
por los contactos o conexiones, ne- pacio lugar Castells los identifica co-
gociaciones o “alianzas estratégicas”, mo el espacio donde viven las perso-
todos ellos establecidos en espacios nas. Sin embargo, ya en el mundo
no-contiguos, sino discontinuos y moderno, son muchas las personas,
distantes. De esta manera se pone de determinados grupos y sectores socia-
manifiesto la correspondencia entre les, las clases dirigentes (ruling class)
dos categorías o enfoques, que defi- más globalizadas, que ya no viven en
nen conceptualmente lo local: por un un lugar, sino que viven viajando, o
lado en cuanto espacio de flujos y por bien desplazándose constantemente o
otros lados la conectividad propia de bien habitando una multiresidenciali-
una “network society”; puesto que es dad; esta ubicuidad expresada en mo-
a través de redes y flujos que circulan vilidades residenciales manifiesta có-
y operan (recursos, personas, infor- mo lo global se localiza de manera di-
maciones, fuerzas y poderes...). Si el ferente: cuanto más globalizado es un
actual modelo de sociedad responde grupo social menos vinculado a un
a una “estructura en redes”, dichas re- lugar de residencia y más fácilmente
des y sus interconexiones no sólo es- localizable en cualquier lugar.
tructuran cada sociedad particular, Sin embargo en el otro extremo de
sino también el conjunto de la socie- la sociedad existen también grupos
dad global. Esto significa que la so- marginales, sectores excluidos, expul-
ciedad local funciona articulada en sados de sus lugares habituales por la
redes al interior de la sociedad regio- pobreza o las guerras, que tampoco
nal, aquella y ésta se articulan a la so- viven en lugares, sino que habitan
ciedad nacional, y todas ellas se arti- desplazados o formando parte de esas

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Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

inmensas masas migratorias. Conce- truye todo el sistema de pertenen-


bida en cuanto espacio de flujos, una cias, arraigos y adhesiones territoria-
sociedad local no presenta el mismo les y familiares o comunales, los vín-
tipo de vínculo social, ni de tejido so- culos, las contractualidades las rela-
cial, ni de socialidad, ni de relaciones ciones “face-to-face”. Pensar lo local y
sociales que los que caracterizan las tratar localmente una determinada
sociedades concebidas como espacios sociedad, concebida como “espacio
de lugar, ya que los flujos, fuerzas, in- de flujos”, no significa excluir com-
tereses e informaciones que se ejercen pletamente su dimensión de “espacio
en el espacio local alteran profunda- de lugares”, sino únicamente consi-
mente el anterior modelo de socie- derar que las propiedades de lo local,
dad. Por esta precisa razón lo local es a su vez enmarcadas en lo global, pre-
la forma propia de una sociedad post- dominan sobre las características te-
societal, de una “sociedad en redes”. rritoriales de una sociedad.
En otras palabras hemos pasado de Según Castells “lo que distingue a
una “solidaridad orgánica”, basada en la nueva estructura social, la socie-
las relaciones personales, a una “soli- dad en red, es que la mayoría de los
daridad mecánica” basada en la com- procesos dominantes, que concen-
plementariedad de intereses y opcio- tran poder, riqueza e información, se
nes racionales, para terminar en una organizan en el espacio de los flujos.
sociedad glocal dominada por una so- La mayor parte de la experiencia y el
lidaridad de carácter concurrencial y sentido humanos siguen teniendo
competitiva. una base local. La disyunción entre
A partir de estos planteamientos las dos lógicas espaciales es un meca-
teóricos es posible entender el des- nismo fundamental de dominio en
plazamiento que se opera desde los nuestras sociedades, porque despla-
espacios rurales hacia los espacios lo- za el núcleo de los procesos econó-
cales urbanos, ya que la sociedad ru- micos, simbólicos y políticos del ám-
ral queda prácticamente disuelta y bito donde puede construirse senti-
aniquilada bajo el paradigma de lo do social y puede ejercerse control
global y lo local: y por efecto de un político”25. Según esto no hay hecho,
nuevo modelo de sociedad, que des- fenómeno o institución social, que

25 Manuel Castells, La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. Vol. 2 El poder de la identidad, Ed.
Alianza, Madrid, 1998: 148.

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José Sánchez Parga

no deba ser repensado tanto en su puede ser aplicada también a la eco-


dimensión glocal y como parte de nomía, al mercado, al capital finan-
una trama que atraviesa las distintas ciero; todos ellos reticulares, omni-
dimensiones espaciales (lo regional, presentes, fluyendo por el entramado
nacional, internacional y mundial) glocal de todo el mundo.
cuanto en su dimensión de flujos y En la sociedad local hay que con-
redes. siderar no tanto los hechos y las rea-
En las sociedades post-societales lidades, los grupos y las personas en
y en el mundo globalizado los pode- sí mismos, cuanto la lógica de la red,
res, por ejemplo, ya no tienen lugar, la única capaz de canalizar las fuerzas
pues no hay propiamente un lugar y poderes desordenados de la com-
del poder: más aún toda topología plejidad y la interactividad. También
del poder, cualquiera de sus ubica- la topología de la red obliga a pensar
ciones, por muy visibles y simbólicas de manera diferente todos los hechos
que aparezcan, no hacen más que en- y realidades sociales, como por ejem-
cubrir la realidad de sus fuerzas, las plo el poder y la política. En la mo-
cuales se distribuyen en redes, se in- derna sociedad glocal los poderes y
terconectan, se dejan sentir por todo las fuerzas globales y locales son de
el tejido social y por todo el mundo, tal índole que han ido quedando en
y se ejercen de manera tanto más parte desinstitucionalizados y en ma-
ubicua y efectiva como invisible. Esta yor parte aún desterritorializados.
nueva morfología del poder, extraor- Bajo la apariencia y el residuo de “es-
dinariamente poderosa para residir tructuras” de poder, de “jerarquías” y
en un solo sitio, se ha capilarizado y “arquitécturas” políticas, hay que
entramado por toda la sociedad; es descubrir la nueva forma de redes y
su capacidad de dilatación y de con- de tramas, de flujos y circuitos que
centración, de metabolizarse en las adoptan los poderes y las fuerzas. La
fuerzas más microfísicas (las que van masa de tales fuerzas y poderes se ha
del voto ciudadano hasta la raciona- hecho tan extraordinariamente su-
lidad burocrático administrativa) o perior a sus volúmenes, que se han
en las instituciones más macrofísicas vuelto u – tópicos, y por consiguien-
(desde las armas nucleares hasta las te ya ni se limitan ni se desgastan al
tecnologías más especializadas, pa- quedar fijados a un lugar determina-
sando por la ciencia genética). Esta do; todo lo contrario es en la medida
transformación de la realidad del po- que circulan por la maya global y lo-
der y de la manera de concebirlo cal, que se vuelven tan eficientes co-

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Desarrollo local: teoría, crítica y cuestionamientos

mo intangibles e invisibles. Al perder ción de los hechos, definido por la


su verticalidad, al horizontalizarse, el cuantificación de los fenómenos y
poder –como el capital– gana en ra- por los datos estadísticos, nunca será
pidez de acumulación y de cambio. capaz de comprender y explicar los
Esta ubicuidad del poder es análoga a procesos en su génesis y en sus cau-
la del capital y a la de la información; sas, en las formas de actuar afectando
y su eficacia nunca ha sido tan pro- las diferentes dimensiones espaciales
porcional a su invisibilidad. e interactuando recíprocamente por
Esta comprensión de lo local, que todas ellas. No es casual que ante una
propiamente se debería llamar glocal, complejización cada vez más densa
afecta incluso al conocimiento: un del mundo glocal el pensamiento
modo de conocer basado en la expe- tiende a simplificarse. Este fenómeno
riencia inmediata, en la simple iden- no haría más que expresar un “meca-
tificación, caracterización y clasifica- nismo fundamental de dominación”.

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