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CICLO LECTIVO 2020

Cuadernillo de
lectura

HISTORIA

3 AÑO
Material de Lectura para Historia 3º 2020
Programa temático
Unidad 1: crisis del orden colonial. Guerras de la independencia

La sociedad tardo-colonial.
España en el siglo XVIII. La dinámica del sistema colonial. Las reformas borbónicas y la reorganización
del imperio.
Los intereses económicos de la Metrópoli y los intereses económicos de los españoles americanos.
Las Revoluciones de Independencia.
La independencia de las colonias británicas.
La coyuntura internacional. Las abdicaciones regias. El proceso político español 1808–1810. La ruptura
del pacto colonial y las vías de acceso a la modernidad política.
Las revoluciones y las guerras de Independencia. Persistencias del Antiguo Régimen y recepción de las
Nuevas Ideas.

Unidad 2: cambios en la estructura política, económica y social latinoamericana en la


primera mitad del siglo XIX

Las consecuencias de las guerras de independencia: transformaciones de la estructura social y


económica.
Formación de los centros dinámicos de la revolución. Impacto de las guerras en la vida cotidiana y en
la esfera productiva. Crisis en las economías regionales, creciente importancia de la presencia
económica de Gran Bretaña y su impacto sobre la organización económica de las ex-colonias
españolas.
El Río de la Plata después de la Independencia.
Transformación del perfil económico-social de la elite porteña. El gobierno de Buenos Aires y el plan
económico del grupo rivadaviano. La expansión ganadera. Los campesinos, la formación de los
núcleos burgueses regionales.
Los conflictos políticos de la postindependencia.
La inestabilidad en la organización de los nuevos Gobiernos. Guerras civiles. El caudillismo,
caciquismo. (1810-1852) Regionalismos, federalismo. El campesinado y los nuevos estados. La
herencia cultural de la colonia y las nuevas ideas: tensiones en la elite dirigente.
El proyecto de la Confederación Argentina en tiempos de Rosas.
La transición hacia el “federalismo rosista”. Relaciones con el sistema económico mundial. La política
de la Confederación: participación de los sectores populares. Rosas y la elite intelectual: alianzas y
exilio. La Generación del 37. Pactos, Ley de Aduanas.

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Unidad 3: transformaciones en el capitalismo, imperialismo y colonialismo

Fases de la Segunda Revolución Industrial.


Cambios en la ciencia, nuevos conocimientos y transformaciones ideológicas en el modo de pensar el
mundo. Los cambios tecnológicos. Transformaciones en la industria. Nuevos tipos de producción.
Desarrollo de las comunicaciones. Organización del capitalismo industrial. El nuevo pacto colonial.
Reparto del mundo y situación colonial.

Tensiones en la consolidación de la burguesía y los cambios sociales.


Revolución de 1848 y la Comuna en Francia. Formación de la clase obrera como sujeto económico y
político. Organizaciones y luchas obreras. Los problemas de vivir en la sociedad industrial.
Consolidación de la gran burguesía como clase dominante. La vida en los espacios urbanos.

Unidad 4: organización de la Argentina moderna.

Organización del Estado moderno.


Las variables de formación del Estado moderno: instituciones que lo conforman. Guerras civiles,
guerras internacionales en América Latina: Guerra de la triple Alianza Argentina: Constitución y
período de transición hasta 1860. La situación social en la frontera. Integración del territorio.
El crecimiento de la economía agroexportadora Argentina.
Redes ferroviarias y puertos. Ciclos del lanar, del cereal y las carnes. Organización del espacio
productivo: impacto de la población de inmigrantes. Inmigración y producción agropecuaria:
terratenientes, chacareros, peones y jornaleros. Cuestiones urbanas: transformaciones del espacio
urbano a partir de los cambios sociales y económicos.
Consolidación del poder económico de los sectores dominantes terratenientes.
El control del poder por parte de las elites oligárquicas: elecciones y participación política. Crisis del
régimen conservador: la revolución del 90, los sectores reformistas. El Centenario.

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CONTRATO PEDAGÓGICO ÁULICO
Año2020
Por medio del presente contrato, alumnos, docente y padres se comprometen a cumplir con las
normas pedagógicas y las socio-afectivas, luego de haber sido debatidas en clase:
1. ASISTENCIA: La asistencia de los/as estudiantes a clase es de fundamental importancia en
todas y en cada una de las materias que componen el plan de estudio de la secundaria
obligatoria. La concurrencia a horario resulta, entonces, imprescindible para que su hijo/a
pueda llegar a comprender en su totalidad los temas que se desarrollan interactuar y
participar.
2. INASISTENCIAS: Es por eso que si deben faltar a dase, es necesario que al reintegrarse, lo
hagan con todos los temas que se hayan dado consultados, los trabajos prácticos realizados,
y los materiales pedidos para poder cumplir con los ejercicios de la nueva dase. No hay
justificación alguna para presentarse a clase sin esto.
3. CITACIONES: Cuando los padres sean citados, en caso de no poder concurrir el día y la hora
señalados, es necesario hacerlo saber por medio del cuaderno de comunicados colocando su
posibilidad horaria.
4. APROBACIÓN DE LA MATERIA: En el caso de no alcanzar los 7 (siete) puntos como calificación
final de la materia con el porcentaje de asistencia (85%) previsto para alumnos no regulares,
el alumno deberá presentarse a una comisión evaluadora en Diciembre/Febrero acorde a la
reglamentación vigente.
5. NORMAS VIGENTES EN EL ACUERDO INSTITUCIONAL DE CONVIVENCIA: Es importante dar
lectura, recordar y respetar las Normas de Convivencia vigentes en el AÍC.
6. CRITERIOS DE EVALUACIÓN: Los estudiantes serán evaluados EN FORMA PERMANENTE por
su participación en clase, por los trabajos prácticos realizados tanto en el aula como en la
casa, por evaluaciones escritas, por la responsabilidad en traer la carpeta, por el compromiso
en conseguir y traer los materiales pedidos, y por cualquier otra actividad pactada entre el/la
profesor/a y los/as alumnos/as.
7. TAREA: Cuando los/las estudiantes lleven tarea a su casa trabajos prácticos o teóricos,
deberán entrégalos en la fecha pactada con el/la profesor/a. La reentrega y reescritura de los
trabajos estará habilitada hasta que se termine el tema que se está trabajando.
a. No se tendrán en cuenta aquellos trabajos copiados de otros alumnos ni hechos por
terceros.
8. CARPETA: Deben tener una capeta y traerla los días que cursan. La misma deberá estar
completa y al día. Ésta es un instrumento de responsabilidad y trabajo exclusivo de los
alumnos/as. Es una herramienta que les permitirá ordenar la materia y tener claro cada uno
de los contenidos aprendidos.
9. También será obligatorio traes a clase la bibliografía
10. INTERNET: podrá utilizarse para consulta pero se deberá chequear la fuente.
11. CELULAR: Está permitido su uso con fines pedagógicos.

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responsable

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LOS CAMBIOS DEL SIGLO XVIII EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA
En el siglo XVIII, en el contexto de la pérdida de la mayor parte de sus dominios europeos,
España concedió especial importancia a sus posesiones americanas. La dinastía de los
borbones emprendió una serie de reformas tendientes a reformular la relación entre la
metrópoli y sus colonias. Una de esas medidas, la creación del Virreinato del Rio de La Plata,
tuvo notables consecuencias para la sociedad y la economía de la región.

Las Reformas Borbónicas: la redefinición del vínculo colonial


Desde principios del siglo XVIII, la dinastía de los Borbones aplicó los principios del
despotismo ilustrado para organizar un
La expansión portuguesa y el Estado centralizado, capaz de administrar
Virreinato de manera más eficiente sus dominios
Los portugueses, alentados por Inglaterra, europeos y americanos. Si bien estos
tenían pretensiones sobre el Río de la últimos continuaban siendo una importante
Plata, ya que era la puerta natural de fuente de ingresos para Ia metrópoli, el
salida de los metales altoperuanos y de
sistema de gobierno y el de explotación
entrada de mercaderías en particular de
esclavos. En 1680 Portugal creó la Colonia económica utilizados hasta entonces habían
del Sacramento en la margen oriental, en resultado inadecuados. Mediante las
territorios que pertenecían a España. llamadas reformas borbónicas se intentó
Desde allí se intensificó la práctica del una redefinición del Vínculo colonial, cuyos
contrabando. En 1777, la Corona envió una
objetivos eran dar más flexibilidad al
expedición al mando del primer virrey del
Río de la Plata, Pedro de Cevallos, para comercio y fomentar la economía para
desalojar a los portugueses del territorio aumentar los ingresos de la Corona, y
comprendido entre Santa Catalina y la reorganizar la administración del vasto
Banda Oriental. Cevallos ocupó Santa territorio americano para evitar la corrupción
Catalina, puso sitio a Colonia y cuando iba
y el contrabando. Esta política tenía,
a avanzar sobre Rio Grande le llegó la
noticia de un acuerdo entre España y también, el propósito de combatir la
Portugal. Por medio de este tratado, intromisión de otras potencias europeas en
España se aseguraba el control de ambas las posesiones españolas.
márgenes del Rio de la Plata y Portugal se
quedaba con Rio Grande y Santa Catalina.
Así se puso fin al largo conflicto entre Las reformas económicas
España y Portugal por la región. EI sistema de flotas y galeones
implementado por España era un obstáculo
considerable al desarrollo de la mayor parte de las regiones de la América española. Estas
no podían comerciar libremente entre sí y dependían de un único puerto español, el de Cádiz.
Para superar estos problemas, los Borbones establecieron algunos cambios.
El sistema de galeones fue paulatinamente reemplazado por los navíos de registro, barcos
autorizados a comerciar con América luego de ser inspeccionados y registrados en Ia Casa
de Contratación. También se instrumentaron medidas para la eliminación del sistema de
puertos únicos en América. En 1764 se instaló el sistema de navíos de correo que llegaban
cuatro veces al año directamente desde España hasta algunos puertos para agilizar la
comunicación. La reforma más importante fue el Reglamento para el Comercio libre de
España e Indias de 1778, que permitió el intercambio entre catorce puertos españoles y

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Las reformas militares diecinueve americanos. Sin embargo, esta
Durante los dos primeros siglos de medida no suprimía el monopolio, ya que
dominación en América, España solo continuaba la prohibición de comerciar con otros
había enviado fuertes contingentes países.
militares a zonas que eran de su Esta liberalización parcial del comercio trajo
particular interés y que se veían importantes consecuencias para las colonias,
amenazadas por otras potencias como la prosperidad de regiones hasta entonces
europeas; por ejemplo, Cuba.
relegadas por el predominio de las zonas
En otras regiones la defensa se
mineras; el crecimiento de un nuevo sector de
organizaba con unos pocos militares
entrenados en la Península y la comerciantes y el abaratamiento de los bienes
colaboración de los vecinos que tenían importados. Los Borbones alentaron las
obligación de prestar “servicio de exportaciones americanas de ciertos productos
armas”. escasos en la metrópoli, como los cueros del Río
En el siglo XVIII, preocupada por las de la Plata o el cacao de Venezuela. Pero
guerras europeas y su influencia en desalentaron cualquier cultivo o artesanía que
América, por el proceso independentista pudiera competir con la producción española, por
de las colonias norteamericanas y por ejemplo la seda en México y los Vinos en Cuyo.
la negativa creciente de los habitantes Sin embargo, los productores de América
de las ciudades americanas a colaborar
desobedecían las órdenes reales y continuaban
con la defensa, la corona decidió crear
practicando el contrabando.
un ejército profesional con soldados
reclutados en España. La Corono española se benefició y aumentó sus
Además, en 1779 estableció un servicio ingresos gracias al nuevo sistema comercial y a
militar obligatorio en América para los una mayor presión impositiva sobre las colonias.
hombres de entre 15 y 45 años. De ese Esta política generó conflictos, que fueron
servicio estaban exceptuados los antecedentes del proceso de ruptura del vínculo
abogados, médicos, maestros, colonial.
funcionarios y, en las ciudades
mercantiles, los comerciantes. No
Las reformas administrativas
obstante, en momentos de peligro,
todos debían colaborar Para lograr una mayor centralización y remediar la
La autoridad real porenencima
la defensa.
de
ineficacia y la corrupción, Felipe V creó, a principios
la Iglesia
del siglo XVIII, un organismo de administración
Los Borbones practicaron el
colonial: el Despacho Universal de Indias. También
regalismo, doctrina que atribuía a
inició la división de los inmensos territorios de los dos
los reyes una mayor injerencia en
los asuntos de la Iglesia y la virreinatos existentes en América. En 1739 creó el
consecuente subordinación de Virreinato de Nueva Granada, cuya jurisdicción
esta institución al poder comprendía las actuales repúblicas de Colombia,
monárquico. Panamá, Ecuador y Venezuela. Posteriormente, el
Como la orden de los jesuitas se enriquecimiento de Venezuela, mediante el comercio
opuso a estas ideas y mantuvo su de cacao, algodón y café, determinó su separación
autonomía frente a la Corona y, a como capitanía general en 1773. En 1776 fue creado
la vez, su obediencia directa al el Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos
Papa, fue expulsada de América Aires. Chile se convirtió en capitanía general en 1778
por orden de Carlos III en 1767. y Cuba en 1795.
Como modo de organizar los virreinatos, en 1782

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Carlos III estableció las intendencias. Eran subdivisiones de los virreinatos que tenían como
objetivo agilizar la administración y facilitar la política impositiva, al unificar las atribuciones de
varias autoridades en la persona de los intendentes, funcionarios que eran nombrados
directamente por el rey. Sus principales funciones eran organizar la recaudación de los
tributos e impuestos; impulsar la agricultura, la ganadería, la industria, la minería y el
comercio; mejorar las calles, plazas, edificios públicos e iglesias; controlar precios y
mercaderías. Como los intendentes debían defender los intereses de la Corona frente a los
intereses locales, se volvieron funcionarios muy impopulares.
Este sistema no tuvo las consecuencias favorables que suponía la Corona, sino que fomentó
la aparición de una nueva burocracia, conformada por nuevos funcionarios y también por
comerciantes españoles atraídos por las ventajas del Reglamento para el Comercio Libre.

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AMÉRICA EN EL SIGLO XVIII

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La creación del virreinato del Río de la Plata
Originalmente la región del Río de la Plata dependía del Virreinato del Perú. Este virreinato
era demasiado extenso y sus autoridades tenían problemas para controlar las regiones más
distantes de Lima. La atención de los asuntos judiciales también se complicaba, porque el
tribunal más cercano era la Audiencia de Charcas, en el Alto Perú. Para enfrentar la
expansión portuguesa y combatir el contrabando, la Corona decidió establecer una nueva
jurisdicción. En 1776, Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata, que abarcaba las
actuales repúblicas de Argentina, Bolivia (entonces, Alto Perú), Paraguay, Uruguay
(entonces, Banda Oriental), parte del estado brasileño de Río Grande del Sur y una salida al
Pacífico, hoy perteneciente a Chile.
En 1782, el Virreinato del Río de la Plata fue el primero que se subdividió de acuerdo al
sistema de intendencias. Así, su territorio quedó organizado en ocho intendencias: Buenos
Aires, Asunción del Paraguay, Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán, Charcas, Potosí,
Cochabamba y La Paz. También se organizaron cuatro gobiernos político-militares en las
fronteras con el Brasil: Montevideo, Misiones, Moxos y Chiquitos. Para organizar la justicia,
en 1785 se creó la Audiencia de Buenos Aires.

La apertura del puerto de Buenos Aires


La entrada en vigencia del Reglamento para el Comercio Libre en 1778 permitió la apertura
del puerto de Buenos Aires y la instalación de una Aduana, lo que favoreció notablemente a
esta ciudad. De esta manera quedaban superados su aislamiento la competencia económica
con los comerciantes de Lima, los que habían usufructuado hasta entonces la riqueza minera
alto peruana.
Años después, el crecimiento de la ciudad-puerto justificó la creación de un Consulado en
1794. Este organismo funcionaba como tribunal judicial para asuntos mercantiles y como
junta de protección y fomento del comercio, la agricultura y la industria. Un abogado criollo,
Manuel Belgrano, fue nombrado como su primer secretario. En el seno de este organismo
chocarían los intereses de los comerciantes partidarios de continuar con el vínculo comercial
exclusivo con España, es decir, los monopolistas, y quienes pretendían el intercambio con
otras naciones, llamados librecambistas.

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La sociedad porteña cambia sus hábitos
La creación del Virreinato del Rio de la Plata y la apertura del puerto produjeron notables
cambios en la sociedad porteña. Al constituirse en capital del virreinato, Buenos Aires
adquirió la categoría política de las grandes ciudades americanas. Comenzaron a funcionar
nuevas instituciones y se formó un cuerpo de funcionarios, que en su mayoría provenían de
España.
La riqueza generada por la intensa actividad comercial del puerto permitió la consolidación de
una elite integrada por funcionarios, comerciantes, jefes militares y dignatarios de la Iglesia,
la mayor parte de ellos de origen peninsular. Este grupo adoptó costumbres y modos de
relación social propios de una capital virreinal: asistía a funciones teatrales, corridas de toros
y grandes celebraciones políticas y religiosas. El acceso a mercaderías más sofisticadas
provenientes de Europa modificó las vestimentas de hombres y mujeres e introdujo cambios
en el mobiliario y los enseres de las casas.
También formaba parte de la elite porteña el llamado grupo de los intelectuales criollos,
muchos de ellos abogados formados en Europa o en la Universidad de Charcas, cuya
intervención sería decisiva en el proceso de ruptura con España.
Existían sectores medios, conformados por comerciantes minoristas, empleados de casas
comerciales y de la administración, pulperos, maestros y artesanos especializados.
Los sectores populares de la ciudad estaban formados por gran número de mestizos, mulatos
y negros. El aumento de la cantidad de esclavos revelaba el poder económico creciente de
sus amos blancos.
Durante el período virreinal, la ciudad creció en número de habitantes, ya que la actividad
mercantil atrajo a comerciantes españoles y extranjeros, artesanos, profesionales y gente sin
un oficio fijo que buscaba oportunidades laborales.

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El impacto social de las Reformas borbónicas en América

Los primeros síntomas de la crisis colonial

A lo largo del siglo XVIII, en distintas regiones del imperio americano, se produjeron
numerosos levantamientos y protestas, que pusieron de manifiesto las numerosas
tensiones sociales y raciales existentes en el mundo colonial.
Antes de llegar a la primera mitad del siglo XVIII, en la
Gobernación del Paraguay -que aún dependía del Rebeliones comuneras: el
Virreinato del Perú- y en Venezuela, se produjeron común era el nombre con el que
motines que forzaron la renuncia de las se identificaba al pueblo. De
autoridades constituidas, bajo la consigna de “Viva el acuerdo con algunas doctrinas
Rey, muera el mal gobierno”. Algo similar ocurrió en de la época, el poder del rey no
Quito, hacia 1765, como respuesta al aumento de podía estar en contra del bien
algunos impuestos. Ambas rebeliones comuneras común. Habitualmente, este
fueron sofocadas, pero hacia fines de siglo estallaron concepto se utiliza para designar
casi simultáneamente dos rebeliones, en Nueva algunas rebeliones ocurridas en
Granada y en Perú, respectivamente. España y en América durante la
Edad Moderna.

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Los levantamientos de Nueva Granada y de Perú
El levantamiento de Nueva Granada comenzó en 1781, como una fuerte protesta contra los
abusos del Gobierno y contra la presión impositiva. Las autoridades de Bogotá lograron
frenar la revuelta otorgando algunos beneficios a los criollos, quienes finalmente colaboraron
en la represión a los indígenas, los mulatos y los negros esclavos que habían encabezado la
sublevación.
Mientras tanto, en Perú, en 1780, había comenzado una gran rebelión indígena que se
extendió desde el Cusco hasta el Alto Perú, acaudillado por Túpac Amaru. La revuelta tuvo
sus orígenes en los abusos que sufría la población indígena; pero, al igual que en Nueva
Granada, a estos grupos se sumaron algunos sectores criollos. El conflicto fue creciendo, y el
discurso de Túpac Amaru convocaba a sus seguidores a una revolución que desafiaba a la
monarquía e incluía una profunda transformación social. Como consecuencia, muchos de los
que, en un principio, lo habían apoyado se sintieron amenazados.
El movimiento rebelde perdió fuerza y fue sofocado por las autoridades coloniales en 1782. El
saldo fueron
miles de
víctimas, en
las que se
contaba su
líder e
inspirador,
quien fue
salvajement
e ejecutado.

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La independencia de las colonias británicas

El enfrentamiento de los colonos al dominio británico


En 1756, Inglaterra se enfrentó a Francia y España por el control del comercio y las
posesiones ultramarinas en la llamada Guerra de los
siete Años. Aunque el conflicto concluyó en 1763 con
la victoria de Inglaterra, puso a la economía de este
país en graves problemas. Por este motivo, el
gobierno inglés decidió imponer una política centralis-
ta en sus colonias de América, y el Parlamento
dispuso el cobro de nuevos impuestos para obtener
recursos.
En 1764, la Corona creó nuevos aranceles para las
colonias sobre diversos artículos, como té, azúcar,
vidrio y papel. Pero los colonos, que habían
participado en las guerras junto a la metrópoli, se
consideraban ciudadanos ingleses, con derecho a
ser consultados sobre estos temas. Si bien las
colonias dependían de la Corona Inglesa, en todas
ellas existían Asambleas Legislativas, integradas por
los colonos que eran propietarios o que contaban con
un determinado nivel de ingresos. De este modo, los
colonos, reunidos en asamblea, rechazaron las
imposiciones de la metrópoli.

En 1773, se produjo una fuerte conmoción en


Boston, cuando el rey inglés concedió a la
Compañías de las Indias Orientales el monopolio para vender té. Esta medida perjudicaba a
los comerciantes americanos que se dedicaban al transporte y la reventa del té inglés en
América. Como protesta, organizaron una revuelta, en la que arrojaron al mar tres
cargamentos de té. En respuesta, el gobierno inglés dispuso el cierre del puerto de Boston, el
reemplazo de las autoridades locales por otras británicas y el sometimiento de la región a un
sistema militar.

El Congreso de Filadelfia
En 1774, se organizó un Congreso General en Filadelfia, con representantes de varias
colonias, que peticionaron al rey para que cambiara su política. La respuesta fue negativa. En
1775, un segundo Congreso designó a George Washington (1732-1799) para que organizara
un ejército y lo nombró comandante en jefe. Los colonos fueron declarados rebeldes por el
rey Jorge III (1738-1820) y se inició el enfrentamiento bélico entre sus tropas y las or-
ganizadas por los colonos.

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Independencia y Constitución
Mientras se desarrollaba el conflicto bélico, el 4 de Julio de 1776 el Congreso de Filadelfia
declaró la Independencia de los Estados Unidos de América. Fue el primer país del
continente en romper con los lazos coloniales.
Luego de ocho años de lucha, los americanos ganaron la guerra. Contaron con el apoyo
militar y financiero de Francia y España, rivales tradicionales de Inglaterra. En 1783, la
Corona reconoció oficialmente la Independencia de las colonias.
Fue necesario, entonces, organizar el nuevo Estado. En 1787, se aprobó en Filadelfia una
Constitución. En la Declaración de Derechos, la Constitución establecía que todos los
hombres habían sido creados iguales, dotados por su creador de derechos inalienables,
como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los gobiernos habían sido instituidos
para garantizar esos derechos y, si una forma de gobierno destruía estos principios, el pueblo
tenía derecho a instituir un nuevo gobierno que se fundara en su restablecimiento.
En materia política, la Constitución introducía varias novedades, como la organización de una
república representativa y federal y la creación del cargo presidencial. Cada Estado
(correspondiente a las anteriores trece colonias) conservaba su autonomía legislativa y
administrativa. No obstante, existían autoridades nacionales, representadas de la siguiente
manera.
La independencia de las colonias españolas de América fue el resultado de un intenso
proceso, a lo largo del cual los países americanos tomaron conciencia paulatinamente de su
propia identidad y de sus posibilidades de crecimiento autónomo.

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16
EL PROCESO REVOLUCIONARIO EN EUROPA
El siglo XVIII se caracterizó por el surgimiento y la expansión de nuevas ideas políticas,
sociales y económicas que marcaron un giro importante en Europa y en América. Las ideas
de la ilustración conmovieron al Viejo Continente, incluyendo España. Pero el modelo del
Despotismo Ilustrado que llevaron adelante los monarcas europeos se agotó en las últimas
décadas del siglo.
El crecimiento material y el progreso cultural no fueron suficientes para que se manifestaran
algunos conflictos que estaban contenidos en esas sociedades, y que no terminaban de
resolverse. Por ejemplo, entre ellos: el interés de los nobles por no perder sus privilegios y su
competencia por el poder con los monarcas; la lucha de los burgueses por liberarse de las
trabas administrativas que limitaban sus derechos e impedían su progreso económico; la
presión de los sectores populares por mejorar sus condiciones de vida, realmente miserables.
Las ideas de soberanía popular y de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley abrieron
el camino para los cambios. La Revolución Francesa resulta de esa conmoción de las ideas.
Entre 1793 y 1794, se instaló en Francia el régimen del terror, encabezado por los jacobinos
durante el cual, los sospechosos de estar en contra de la revolución eran condenados a la
guillotina. Luego, tras la caída de los jacobinos, una nueva Constitución otorgó el poder al
Directorio, un poder ejecutivo de cinco miembros. Además, eliminó el sufragio universal
masculino y solo permitió el voto a los propietarios. ¿Qué quedaba de aquellos principios de
soberanía popular?
Los reyes de Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia estaban decididos a frenar el avance
republicano. En este contexto, el triunfo de la Revolución estaba atado a los triunfos militares
fuera de Francia. EI ejército se convirtió en el resguardo en contra de los avances
monárquicos. Uno de los generales, Napoleón Bonaparte, fue ganando popularidad con sus
campañas militares exitosas; muchos creían que sólo él podría garantizar cierto orden
interno.

Europa bajo el dominio de Napoleón


Después de varias campañas, el general Napoleón Bonaparte adquirió un gran prestigio e
inició una carrera política ascendente. En 1799, fue nombrado Primer Cónsul de Francia. En
1804, tras plebiscito popular, se transformó en emperador. Entre 1805 y 1807, dominó
Austria, Prusia e Italia, e impuso un bloqueo comercial a Inglaterra, que perjudicó su
desarrollo económico. En 1808, invadió Portugal y España; y su imperio alcanzó su máxima
extensión en 1812. Ese año intentó conquistar Rusia, pero la campaña militar fue un fracaso
y, a partir de ese momento, una coalición de reyes de los demás países europeos lo enfrentó
hasta derrotarlo en 1814. Después de un breve periodo de restauración de la monarquía en
Francia, Napoleón tomó nuevamente el poder, pero su gobierno duró apenas cien días y fue
vencido definitivamente en la batalla de Waterloo, en 1815. Fue exiliado a la Isla de Santa
Elena, donde murió.
La figura y la trayectoria de Napoleón en Europa significaron que allí donde se había
producido la revolución contra el absolutismo monárquico se volvía a crear un imperio, es
decir, nuevamente, la concentración del poder. Un congreso realizado en Viena en 1814
marcaba un giro político conservador, que duró alrededor de treinta años. Los reyes de
Europa se aliaron en contra de cualquier intento revolucionario en un sistema conocido como
la Santa Alianza.

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El impacto de la Revolución Francesa en América. Un ejemplo
Saint-Domíngue, la colonia francesa en el Caribe ubicada en el tercio occidental de la isla La
Española, dedicada a exportar azúcar y café a Francia, era un modelo de la sociedad
colonial: los blancos ricos estaban enfrentados a los blancos pobres los blancos pobres, a los
mulatos los mulatos, a los negros.
El sometimiento de alrededor de
medio millón de esclavos por la
fuerza militar para trabajar en las
plantaciones era como una olla a
presión, que podía estallar en
cualquier momento. Más aún en el
contexto de la revolución que se
vivía en su metrópoli, Francia.

Haiti: una república particular


En 1791, los esclavos iniciaron una violenta revuelta, atacaron las plantaciones y a sus
propietarios y reclamaron !a abolición de la esclavitud y la independencia.
La República francesa declaro la abolición de la esclavitud en 1 793, pero la guerra en Saint-
Domingue se prolongó hasta fines del siglo XVIII, cuando el líder negro Toussaint Louverture
logró controlar el territorio. Louverture restableció el orden y dispuso que los esclavos debían
convertirse en asalariados. Pero para ese entonces, la Revolución francesa había cambiado
de rumbo con Napoleón Bonaparte a la cabeza. Atento a los intereses de la burguesía y a los
beneficios económicos que reportaba la explotación de Saint-Domingue, Napoleón envío
fuerzas militares que sometieron brutalmente a la población negra y reimplantaron la
esclavitud. No obstante, la lucha continuó liderada por el ex esclavo Jean Jacques
Dessalines, y el 1 ° de enero de1804 los negros y los mulatos proclamaron la independencia
del territorio, que desde entonces adoptaría un nuevo nombre de origen nativo: Haití. Este
país se convertía, después de los Estados Unidos, en la segunda República que se constituía
en América.
Las nuevas autoridades persiguieron a los blancos y abrieron su país a cualquier negro o
mulato, descendiente de africano. De esta manera, se invitaba a los esclavos a desertar de
su condición. Para los españoles y los criollos de las colonias españolas vecinas, Haití
representaba el peligro de una verdadera revolución, no sólo política, sino también social,
que había que evitar.

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LAS REPERCUSIONES EN EL RÍO DE LA PLATA
Las alianzas y rupturas entre los países del Viejo Continente también repercutían en América.
Así sucedió, por ejemplo, con los cambios en la relación entre Inglaterra y España: aliadas al
principio y, enfrentadas luego de que España se alineara con Francia, los problemas se
manifestaron en el Rio de la Plata.
Durante el siglo XVIII, se había producido una gran transformación en la economía inglesa
sostenida en el desarrollo de la industria y, en particular, en la fabricación de textiles. Como
resultado de la Revolución Industrial, hacia el 1800, Inglaterra había aumentado
significativamente su producción y exportaba alrededor del 65% de sus tejidos. Las colonias
españolas, poseedoras de plata, era un mercado interesante para expandir las
exportaciones, pero el sistema comercial español, basado en el monopolio, representaba una
traba para ello. Imposibilitados de comerciar abiertamente con las colonias españolas, los
ingleses usaban cada vez más la vía del contrabando y podían así vender sus productos en
los puertos americanos. Después de 1796, durante los años en los que Inglaterra se enfrentó
con España, los británicos bloquearon el puerto de Cádiz y los puertos en América y atacaron
los barcos españoles en el mar.
El comercio entre la metrópoli y sus colonias americanas disminuyó sensiblemente. No
llegaban suficientes productos de España y los que sí arribaban, eran caros. La monarquía
española se vio obligada a permitir el comercio de sus colonias con barcos neutrales que, a
su vez, comercializaban productos ingleses. El rígido sistema de monopolio se relajó, pero
lejos de evitar el deterioro del intercambio entre España y América, el efecto fue una mayor
dificultad de la metrópoli para conectarse con sus dominios. En 1805, la flota británica derrotó
a la armada franco-española en la batalla de Trafalgar, lo que consagro el dominio inglés en
el océano Atlántico. Sin barcos, el futuro de España como potencia imperial era incierto.
Por su parte, tras el bloqueo de los puertos europeos impuesto por Napoleón, los ingleses
estaban más preocupados que antes en buscar nuevos mercados para sus productos
industrializados. Así, entre 1806 y 1807, en dos oportunidades, intentaron conquistar Buenos
Aires.

Los ingleses quieren ocupar Buenos Aires


En junio de 1806, tropas inglesas compuestas por unos 1.500 hombres desembarcaron en
Buenos Aires, convencidos de que sería fácil ocupar la capital del virreinato. EI virrey
Sobremonte abandonó la ciudad Y se llevó el tesoro real.
La Audiencia, el Consulado y las autoridades religiosas se rindieron a los invasores que
instauraron la libertad de comercio, creyendo que esta medida garantizaría el apoyo de la
elite comercial. Si bien algunos pobladores recibieron bien a los ingleses, una parte de los
vecinos, dirigidos por Santiago de Liniers —un oficial francés al servicio de España——, se
organizaron para enfrentar a los británicos. Llegó a reunirse una fuerza de unos 3.000
hombres, que lograron la rendición de los ingleses el 12 de agosto.
Un Cabildo Abierto exigió la renuncia de Sobremonte, que fue depuesto de su cargo. En su
reemplazo, fue designado Liniers, quien convocó a la organización de milicias. Así se
formaron varios cuerpos de voluntarios: entre ellos, el Regimiento de Patricios, cuyo
comandante electo fue Cornelio Saavedra.

19
En 1807, llegaron refuerzos para repetir el intento de ocupación. Con su liderazgo,
nuevamente los vecinos de Buenos Aires se impusieron a los ocupantes, que debieron
marcharse.

¿Que enseñaron las invasiones inglesas?


La experiencia de las Invasiones inglesas evidenció la debilidad de la administración
española, cuya cabeza no supo organizar la defensa de la ciudad. Además, quedó
demostrada la capacidad de los vecinos para defenderse por su cuenta y su rechazo a
pasar de un dominio a otro. No menos relevante fue la participación de los vecinos en las
milicias, que volvió menos rígidas las jerarquías sociales.
Los rangos militares se transformaron en una vía para el ascenso social. Además, la
pertenencia a un grupo, el uso de uniformes y estandartes otorgaban una identidad que, al
mismo tiempo, permitía no olvidar las diferencias. Según el historiador Tulio Halperin Donghi,
la milicia urbana se constituyó como una organización “peligrosamente independiente” del
antiguo sistema administrativo y militar de la colonia.
A partir de entonces, los oficiales fueron un nuevo actor político, cuyo apoyo se volvió
imprescindible para los que quisieran gobernar.

EL PROCESO POLÍTICO ESPAÑOL (1808-1810)


La expansión del poder de Napoleón incidió directamente en España y en sus colonias
americanas. En 1796, Bonaparte impuso a España una alianza que la enemistó con
Inglaterra. A partir de ese momento, Inglaterra representaba una amenaza constante para
el Imperio español. Para Napoleón, resultaba estratégico el control de los puertos europeos.
Por ello se propuso ocupar Portugal, aliado de Inglaterra, para quitar a los ingleses Ia única
base que les quedaba en el continente. Para cumplir con su objetivo, solicitó autorización a
las autoridades españolas para atravesar su territorio e invadir el país vecino.
El 30 de noviembre de 1 807, las tropas francesas entraron en Lisboa para obligar a Portugal
a cumplir la orden de bloqueo comercial a Inglaterra. Pero encontraron que la familia real

20
había partido hacia Brasil, y que había llevado consigo sus caudales y sus archivos, a fin de
evitar que cayeran en manos del emperador francés.
En 1808, tras un motín en Aranjuez (España) contra Manuel Godoy –un funcionario cercano
al rey-, el rey Carlos IV abdicó en favor de su hijo Fernando VII. Napoleón aprovechó la
debilidad y los problemas internos de la monarquía española: el 5 de mayo, convocó a
Fernando VII y a su padre a la localidad de Bayona, al otro lado de la frontera con Francia, y
obligó al joven monarca a devolver el trono a Carlos IV quien, a su vez, en una farsa, lo
delegó en José I, hermano de Bonaparte.
El pueblo español inició un levantamiento contra la ocupación francesa. El 2 de mayo, los
madrileños se sublevaron contra los franceses que habían invadido su ciudad. En los días
siguientes, comenzaron a formarse Juntas en diversas provincias que juraban fidelidad al rey
cautivo. Comenzó así la guerra de Independencia de España.
Con la idea de mantener la unión de España a pesar de la ausencia del rey, el 25 de
septiembre de 1808, se constituyó en Aranjuez una Junta Central Gubernativa del Reino,
depositaria de la autoridad del monarca, que envió varias proclamas a los dominios de
ultramar para invitarlos a que enviasen a sus delegados.

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DE LA REVOLUCIÓN A LA INDEPENDENCIA EN EL RÍO DE PLATA

La Revolución de Mayo, un proceso


Los sucesos de Mayo de 1810 marcaron el inicio de una nueva etapa en la historia del
territorio del Río de la Plata. Cuando en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, poco más de
250 vecinos votaron por quitar de su cargo al virrey Cisneros, lo hicieron porque
consideraban que, al haberse disuelto, en España la Junta Central que lo había designado, el
poder del funcionario no era legítimo. Y se basaron en el principio de que si no gobernaba el
rey, el poder volvía a los pueblos. Esta idea marcaría el rumbo de los tiempos posteriores.
Sin embargo, entre quienes participaron en la Semana de Mayo, existían ideas diferentes
sobre qué se debía hacer. ¿Eran conscientes estos hombres de que estaban iniciando una
revolución? ¿Estaban todos de acuerdo en el futuro que imaginaban para las provincias del
Río de la Plata? En general, coincidían en sostener la autonomía de las provincias
rioplatenses con respecto al Consejo de Regencia instalado en España, pero muchos
de los revolucionarios no pensaban aún en la independencia de las colonias españolas.
Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, elegido presidente de la Junta, lideraba
una de las tendencias. En sus memorias, explica su posición antes del 25 de Mayo: "Los
hijos de Buenos Aires con estos hechos ya querían que se realizase la separación del mando
de Cisneros, y se reasumiesen por los americanos. Se hicieron varias reuniones, se hablaba
con calor de estos proyectos y se quería atropellar por todo. Yo, siempre, fui opositor a estas
ideas. Toda mi resolución o dictamen era decirles: 'Paisanos y señores, aún no es tiempo;
[...] dejen que las brevas maduren y entonces las comeremos'. A la verdad, ¿quién era en
aquel tiempo el que no juzgase que Napoleón triunfaría y realizaría sus planes con la
España? Esto era lo que yo esperaba muy en breve, la oportunidad o tiempo que creía
conveniente para dar el grito de libertad en esas partes".

Los espacios para discutir de política


Durante los años de la colonia, era habitual que las personas se juntaran en alguna casa, en
las tertulias. En esas reuniones, se bailaba, se comía y también se discutía. Probablemente
era uno de los pocos momentos en los que las mujeres accedían a algún debate político, ya
que, en general, estos temas estaban reservados a los varones.
También los cafés eran espacios propicios para intercambiar ideas, como el de los
Catalanes, ubicado en las actuales calles San Martin y Perón, en la Ciudad de Buenos Aires.
Además de estos encuentros públicos, ya hacía tiempo que algunos vecinos se encontraban
en secreto y compartían acalorados debates sobre los cambios que se vivían en España. La
jabonería que hablan instalado Hipólito Vieytes y
Nicolás Rodríguez Peña en la actual esquina de *Soberanía popular: idea de
Venezuela y Tacuarí funcionaba como centro de que el gobierno de una sociedad
reunión de Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan se encuentra en el pueblo y es
José Paso y Mariano Moreno, todos abogados de ejercido por todos los
origen criollo que fueron designados miembros de la ciudadanos.
Junta de Gobierno.

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Entre quienes participaron del movimiento de Mayo de 1810, algunos se sentían españoles,
otros se diferenciaban como criollos. Algunos estaban convencidos de que era necesario
crear una Junta hasta que Napoleón fuera vencido y el rey volviera a ocupar el trono; otros,
influenciados por las ideas de la Revolución Francesa, creían en un cambio político más
profundo. Entre estos últimos, se destacaba Mariano Moreno, designado secretario de Ia
Junta, fundador de La Gaceta, el primer periódico político de Buenos Aires, creado el 7 de
junio de 1810. Desde esta publicación, defendía la libertad de pensamiento y de
expresión, y sostenía la idea de soberanía popular*.
Después de Mayo de 1810, se fundaron periódicos en los que cada sector manifestaba sus
ideas. La prensa no sólo fue un medio para difundir noticias, sino también para educar al
pueblo soberano y un elemento central en Ia vida política de la época.

¿Hubo un hombre clave en la Revolución?

“Si vemos el 25 de Mayo como una enorme puerta que abre el camino para la
independencia, no es por lo significativo de ese día, sino por la significativa mirada
presentada por Moreno, que fue tornando cada vez más lejana a idea de conservar el
orden preestablecido en el Río de la Plata. Es él quien tiene más argumentos para actuar
frente a las novedades que se van produciendo, fruto de la situación europea; quien
muestra la mayor capacidad de intentar llevar a la práctica Ideas cada vez más alejadas
del sistema monárquico español; quien introduce planteos respecto a la necesidad de
soberanía local y, luego, una mirada acerca poder. Un poder centralista, pero cercano al
republicanismo”

Schmit, Roberto: “La visión contemporánea de nuestra historia. Diez historiadores eligen al
hombre clave en la Revolución”, Clarín, 25 de mayo de 2004.

Conflictos de poder
Los conflictos y debates planteados a partir de Mayo de 1810 condujeron a una nueva
organización política, afectaron la vida de las personas y modificaron las relaciones entre
las provincias que integraban el Virreinato del Río de la Plata. Inmediatamente se planteó un
conflicto entre la Junta y el Cabildo de Buenos Aires, que le había otorgado poder y
legitimidad al nuevo organismo. En el acta firmada el 25, se establecía que la Junta, asumiría
las atribuciones correspondientes a un virrey, es decir, el gobierno, el control de la
economía y los temas de guerra. Las cuestiones de justicia quedaban en manos de la Real
Audiencia.
EI Cabildo era una institución local, una autoridad de la ciudad, que se reservaba I a
vigilancia de las acciones de los miembros de la Junta y podía destituirlos por mal
desempeño de sus funciones. Esta situación mostraba la dificultad para establecer los límites
entre las autoridades que ya existían y el nuevo gobierno. Además, es posible imaginar que
los miembros de la Junta sospecharan de los antiguos funcionarios; los criollos, de los
españoles, y muchos, de quienes sostenían las virtudes de la Revolución francesa y de la
independencia de los Estados Unidos de América.

23
Las decisiones de Mayo de 1810 dividieron a
Circular del 27 de mayo
los habitantes de Buenos Aires y de las demás
ciudades rioplatenses en diferentes bandos. “…los Diputados han de irse
Por ejemplo, un grupo muy importante en la incorporando en esta Junta, conforme
sociedad colonial eran los comerciantes. y por el orden de su llegada a la
Algunos eran partidarios del monopolio, y Capital, para que así se hagan de la
otros apoyaban el libre comercio. Cornelio parte de confianza pública que
conviene al mejor servicio del Rey y
Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios,
gobierno de los Pueblos, imponiéndose
también estaba vinculado con el comercio de con cuanta anticipación conviene a la
cueros y, por ello, estaba a favor del formación de la general, de los graves
intercambio con Inglaterra. asuntos que tocan al Gobierno. Por lo
mismo se habrá de acelerar el envío de
La revolución mas allá de Buenos Diputados, entendiendo debe ser uno
por cada ciudad o Villa de las
Aires Provincias [...] para contribuir en
El principio declamado por los vecinos de estrecha unión a salvar la Patria de
Buenos Aires al establecer la junta de Gobierno convulsiones que la amenazan, si no se
sostenía que, ante la ausencia del rey, la prestasen las Provincias a la unidad y
soberanía volvía a los pueblos. armonía que debe reinar entre
ciudadanos de un mismo origen, de
EI 27 de mayo, la Junta envió una circular a los
dependencia e intereses”.
Cabildos del resto del Virreinato que
informaba de la nueva situación en Buenos Real Fortaleza de Buenos Ayres, 27 de
Aires y los invitaba a elegir un diputado para mayo de 1810.
integrar la Junta. Simultáneamente, se
enviaron expediciones militares, que debían explicar el cambio y defender la posición del
nuevo gobierno. Una de ellas se dirigió al Alto Perú, y otra, al Paraguay.
En las ciudades del resto del territorio rioplatense, las autoridades y los vecinos reaccionaron
de manera diversa frente a las noticias que llegaban de la capital virreinal. En Córdoba, un
grupo liderado por el gobernador intendente Juan Gutiérrez de la Concha, el obispo Rodrigo
Antonio de Orellana y Santiago de Liniers se oponía a la decisión tomada en Buenos
Aires. Estos hombres no contaron con un apoyo local importante y fueron perseguidos y
fusilado (con excepción del religioso) por orden de la Junta. Esta acción frente a un intento de
rebeldía funcionó como lección para saber hasta dónde estaban dispuestos a llegar los
miembros del nuevo gobierno.
En el norte del territorio, en las ciudades de La Paz, Cochabamba, y Potosí, se opusieron a
la instalación de la Junta, pero unos meses después adhirieron los vecinos y las
autoridades al movimiento porteño.
En Paraguay, un congreso reunido en julio decidió no aceptar a las nuevas autoridades en
Buenos Aires.
Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, San Luis, San Juan, La Rioja, Catamarca, Santiago del
Estero, Tucumán, Salta, Misiones y Jujuy manifestaron su apoyo a la Junta.
Mientras tanto, en la Banda Oriental, se estableció un foco de resistencia realista (que se
oponía a la revolución): Francisco de Ello fue designado virrey por el Consejo de Regencia

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Saavedra y Moreno: un enfrenamiento que crece
Las diferencias entre Cornelio Saavedra y Mariano Moreno se acentuaban cada día. La
demostración más contundente del enfrentamiento entre los dos líderes sucedió durante los
festejos, que se realizaron en Buenos Aires, por el triunfo en la batalla de Suipacha, en el
norte del territorio. Algunos oficiales impidieron que Moreno ingresara al salón, y durante
la fiesta, un oficial le entregó a la esposa de Saavedra una corona de azúcar para que le
diera a su marido. Pronto se corrió la voz de que el presidente de la Junta tenía inten-
ciones de coronarse rey.
El 8 de diciembre, Moreno impulsó un decreto de supresión de honores, que valoraba los
principios republicanos, establecía la igualdad absoluta de todos los integrantes de la
Junta y le quitaba a Saavedra el mando militar supremo, que quedaba en manos de todos
los miembros del gobierno.
Como afirma la historiadora Marcela Ternavasio, este punto era muy importante porque
privaba al presidente de la Junta de una de las atribuciones fundamentales heredadas del
cargo de virrey: la comandancia general de las tropas. Es que para muchos
partidarios de Moreno que Saavedra contara con ese poder y la entrega de una
corona, aunque fuera de laurel o de azúcar, evocaba la imagen del despotismo
unipersonal y de la autoridad depuesta en Mayo de 1810.

Una junta más grande: ¿poper ejecutivo o legislativo?


En diciembre de 1810, en medio del conflicto entre Saavedra y Moreno, llegaron a la
antigua capital virreinal los diputados que enviaban las demás provincias.
Saavedra y los representantes de las demás ciudades defendían la inclusión de los diputados
al Poder Ejecutivo; Moreno y sus partidarios sostenían que era mejor que estos constituye-
un congreso con funciones legislativas.
Los saavedristas querían sostener la autonomía da con la creación de la Junta, pero al
formar una de ciudades no rompían con las leyes españolas. En cambio, los morenistas
creían que había llegado el momento de un cambio más profundo hacia la emancipación y
esperaban que un congreso pudiera sancionar nuevas leyes que lo permitieran.
La posición saavedrista triunfó y, el 18 de diciembre, se creó la junta Grande. Moreno fue
enviado a Inglaterra en misión diplomática y murió durante el viaje.

La inestabilidad de la Junta Grande


Una de las primeras medidas que tomó la Junta Grande fue la creación, en febrero de 1811,
de juntas provinciales y subalternas en las demás ciudades rioplatenses. De esta forma,
buscaba ganar nuevas adhesiones y disminuir el poder de los cabildos. La noticia fue bien
recibida, pero, en poco tiempo, se generaron luchas de poder entre las ciudades más y
menos importantes, y hacia mediados de año la medida ya no tenía vigencia.
El clima se iba enrareciendo. En ese contexto, se formó una asociación política: el Club
Morenista, que más tarde se convirtió en la Sociedad Patriótica, cuyos miembros se
manifestaban en contra de Saavedra. El 5 y el 6 de abril, se produjo una movilización popular
en la Plaza de la Victoria, y los manifestantes exigieron que se expulsara a los morenistas de
la Junta Grande y de la ciudad. Además, pedían que se le restituyera a Saavedra su poder
militar.

25
La Junta resolvió que los morenistas Domingo French y Juan Antonio Beruti fueran detenidos,
y que se enviase a juicio a Manuel Belgrano por su cuestionada gestión militar en el Alto
Perú. A pesar de estas medidas, la situación política no se estabilizó. A esto se sumaba el
resultado desfavorable de las campañas militares del Alto Perú y del Paraguay, que
afectaba el ánimo de los patriotas, como se designaban los partidarios de la revolución.
Saavedra partió hacia el norte, con el objetivo de hacerse cargo del ejército, y sus opositores
aprovecharon su ausencia para dar un cambio de timón.

El Primer Triunvirato y la concentración del poder


El 22 de septiembre de 1811, un Cabildo Abierto convocado por los morenistas
designó una nueva autoridad: un Triunvirato, integrado por Feliciano Chiclana, Juan José
Paso y Manuel de Sarratea. Nuevamente el Cabildo de la ciudad de Buenos Aires, de
carácter local, se atribuía poderes sobre las demás ciudades. La Junta Grande fue
transformada en Junta Conservadora de la Soberanía y, poco tiempo después, fue disuelta.
Se habían impuesto los partidarios de la centralización del poder bajo la hegemonía de
Buenos Aires, que tenían una posición más radicalizada frente a qué hacer con
respecto a España.
Los miembros del Triunvirato establecieron un Estatuto Provisional en el que se
comprometían a acelerar la reunión de un Congreso o Asamblea General. Además se
incluían dos decretos, uno sobre libertad de imprenta, y otro, sobre la seguridad individual,
considerados fundamentos de la felicidad pública. En ellos se establecía que todo hombre
podía publicar sus ideas libremente, sin censura previa, y que ningún ciudadano podía
ser penado ni expatriado sin un juicio previo y sentencia legal.

El Segundo Triunvirato
Con el correr de los días, los morenistas, nucleados en la Sociedad Patriótica,
comenzaron a criticar la postergación de la reunión del congreso y la débil política del
gobierno para decidir la independencia. A ellos se sumaron algunos jóvenes militares,
llegados recientemente de España, como José de San Martín y Carlos María de Alvear,
que participaban de la Logia Lautaro. Esta organización secreta tenía vínculos con otras
organizaciones del resto de América, cuya meta era contribuir a la emancipación de las
colonias. En octubre de 1812, los integrantes de estas asociaciones impulsaron un
nuevo cambio de gobierno y se designó un Segundo Triunvirato, integrado por Juan José
Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Alvarez Jonte. Una de sus primeras medidas fue
convocar a una Asamblea Constituyente.

La Asamblea del año XIII


En enero de 1813, se instaló la Asamblea General Constituyente, cuyo objetivo principal
era sancionar una Constitución que estableciera la forma de gobierno de las Provincias
Unidas del Río de la Plata. Pero no se logró un acuerdo entre quienes deliberaban. Los
llamados unitarios defendían una forma de gobierno única, indivisible, centralizada y
sostenían que debía sostenerse la supremacía de Buenos Aires, antigua capital virreinal,

26
Otros, de tenencia federal, afirmaban que todas las ciudades eran igualmente soberanas
querían amplias autonomías para las ciudades/provincias.
A pesar de que su principal objetivo no se cumplió, la Asamblea del Año XIII marcó un
momento importante en el proceso de independencia, ya que tomó medidas que
mostraban la voluntad emancipadora. Desde septiembre de 1813, la Asamblea había
perdido su impulso institucional. A comienzos de 1814, se creó una nueva forma de
gobierno: el Directorio, un Poder Ejecutivo unipersonal.

27
LAS GUERRAS DE LA INDEPENDENCIA
Las primeras expediciones que salieron desde Buenos Aires hacia el Alto Perú y el
Paraguay llevaban el mensaje de la junta con el objetivo de sumar apoyos, pero también
portaban la decisión de imponer el cambio de gobierno si encontraban resistencias.
En el Alto Perú, las autoridades españolas contaron con el apoyo del virrey del Perú, que
estaba interesado en sumar esta rica provincia a su jurisdicción. Entre 1810 y 1815, se
realizaron tres expediciones.
 Primera expedición (1810 y 1811): estuvo bajo el mando de Antonio González
Balcarce, acompañado del vocal de la Junta, Juan José Castelli. En Córdoba,
encontraron la oposición de Liniers y de otros líderes locales, pero la rebelión se
sofocó y se ejecutó a los cabecillas. En noviembre de 1810, el ejército
revolucionario obtuvo una victoria en la batalla de Suipacha, lo que permitió la
ocupación de las cuatro gobernaciones altoperuanas (Potosí, Charcas,
Cochabamba y La Paz). Castelli, partidario del principio de igualdad entre los
hombres, suprimió el tributo y los servicios personales, creó escuelas, otorgó
tierras y reconoció el derecho de representación a los indígenas, pero estas
medidas fueron mal recibidas por los sectores más altos de la sociedad altoperuana.
Estas iniciativas permitieron sumar más hombres al ejército patriota, aunque
desestabilizaron el orden social y pusieron en contra del movimiento revolucionario
a los sectores que se beneficiaban con el trabajo indígena. En junio, el ejército
realista, fortalecido, venció al ejército patriota en Huaqui. La tropa quedó
desmoralizada, enferma, sin recursos.
 La Segunda expedición (1812- 1814): al mando de Manuel Belgrano. Los triunfos
en Tucumán y Salta dieron respiro a los patriotas. El virrey del Perú envió
refuerzos a los españoles. A fines de 1813, los realistas vencieron en Vilcapugio y
Ayohuma, y nuevamente los patriotas debieron retirarse. Ante el peligro de invasión
a Salta, el coronel José de San Martín, militar de carrera, reemplazó a
Belgrano en la jefatura del Ejército del Norte, pero en abril renunció al mando y se
retiró a Córdoba. Estaba convencido de que había que buscar otra ruta para
vencer a los españoles.
 Tercera expedición (1815): el Ejército del Norte, al mando de José Rondeau, ocupó
Potosí, pero luego fue derrotado en Venta y Media, y en Sipe-Sipe. Finalmente, el Alto
Perú se perdió para la causa revolucionaria.

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Martín Miguel de Güemes y su guerra gaucha
En las acciones que se desarrollaron en el norte del territorio, se destacó Martín Miguel de
Güemes, miembro de una de las familias más ricas de Salta, quien había seguido la carrera
militar en Buenos Aires.
Antes de retirarse del Alto Perú, San Martín encomendó a Güemes la resistencia frente a los
españoles. El general salteño reclutó un grupo de gauchos, que se convirtieron en soldados y
con los que llevó adelante lo que se conoce como la guerra gaucha: ataques casi diarios
que consistían en cortos tiroteos seguidos de retiradas. Así, unas fuerzas poco disciplinadas
y mal equipadas, pero apoyadas por la población, pudieron impedir el avance del ejército
realista, que contaba con más recursos y mayor profesionalismo, y amenazaba per-
manentemente con invadir Salta. Güemes contó con la colaboración de su hermana,
Macacha, quien armó un taller en su casa para la confección de ropa para los soldados y fue
su consejera en momentos de negociación con los realistas.
Como reconocimiento a los servicios que prestaba en norte del país, desde Buenos Aires, en
general, se sostuvo la acción de Güemes, cuyo poder local fue creciendo con un amplio
apoyo de los sectores populares. Por el contrario, su relación con los sectores altos de la
sociedad se fue resintiendo pues para sostener la resistencia frente a los españoles, el jefe gau-
cho tuvo que recurrir a las contribuciones económicas en dinero y en recursos (muchas veces
forzadas) de esa élite salteña.

La campaña al Paraguay
La expedición enviada al Paraguay en diciembre
¿Qué significó la guerra? de 1810 estaba al mando del general Manuel
Belgrano. Después de un enfrenta-miento en
La guerra movilizó un número importante de Campichuelo, favorable a los revolucionarios,
personas y de recursos. Fue necesario
dos batallas ganadas por los paraguayos marcaron
convertir en soldados a los voluntarios que
habían participado en las milicias urbanas, la pérdida de este territorio: Tacuarí y Paraguarí.
por ejemplo, durante las Invasiones inglesas. En marzo de 1811, se firmó un armisticio, y el
Este proceso fue lento y no siempre exitoso. ejército de Belgrano se retiró. Dos meses
Del mismo modo, hombres de letras y después, el Paraguay inició su propia revolución y
abogados se transformaron en militares y su camino hacia la independencia de España,
debieron desarrollar estrategias, cuando no pero también de las provincias del Río de la
se habían formado para ello, como fue el
Plata.
caso de Manuel Belgrano. En las distintas
provincias, los pobladores fueron
incorporados a la tropa, las tierras quedaron
en manos de sus mujeres, y el ganado fue Las tensiones en la Banda Oriental
usado para alimentar el ejército.
En Mayo de 1810, el Cabildo de Montevideo se
declaró fiel al Consejo de Regencia de Cádiz, que había designado virrey a Francisco de
Elío, y la Banda Oriental rompió relaciones con la Junta de Buenos Aires.
La población rural estaba descontenta con las autoridades españolas, ya que no podían
acceder a la propiedad de la tierra y eran obligados a incorporarse al ejército. Estos
sectores, liderados por José Gervasio Artigas, apoyaron la revolución iniciada en la
antigua capital virreinal.

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Las fuerzas patriotas sitiaron a los españoles en Montevideo, es decir, los rodearon e
impidieron sus movimientos. Pero el interés de los portugueses por controlar la Banda
Oriental era una amenaza para los revolucionarios, que eligieron negociar con Francisco
de Elío. En octubre de 1811, las tropas de Buenos Aires se retiraron. Muchos de los
artiguistas que habían participado en el sitio de Montevideo abandonaron sus tierras y se
instalaron en Entre Ríos.
Un año después, José Rondeau sitió por segunda vez la ciudad de Montevideo, y la
tensión entre Artigas y los diferentes gobiernos instalados en Buenos Aires fue en aumento.
El momento más difícil fue cuando el líder oriental envió representantes a la Asamblea del
Año XIII con instrucciones precisas para impulsar la sanción de una Constitución que
estableciera una forma de gobierno federativa y que reconociera a la Banda Oriental como
una provincia autónoma. Estos diputados fueron rechazados y no pudieron sumarse a la
Asamblea.
Mientras tanto, en Buenos Aires, se formó una flota al mando de Guillermo Brown, que en
junio de 1814 venció a los realistas y contribuyó a su rendición en Montevideo. Si bien el
peligro español había sido eliminado, se inició una guerra civil entre los porteños y los
criollos de la Banda Oriental.

El Directorio
La creación del cargo de Director Supremo, que duraría en sus funciones dos años,
indicaba que había triunfado la idea de una mayor concentración de poder. El primer director
fue Gervasio Antonio de Posadas, quien gobernó en un contexto de profundos cambios.
Napoleón había sido vencido en Europa, y las monarquías definían una tendencia más
conservadora. Fernando Vil volvió a ejercer su reinado y mostró la voluntad de recuperar las
colonias en América. Mientras tanto, Artigas, enterado de un nuevo pacto entre Buenos
Aires y los portugueses, decidía romper con el Directorio.
En abril de 1815, Carlos María de Alvear reemplazó a Posadas. Su gestión,' caracterizada por
un intento de mayor concentración del poder, generó resistencias. El punto de mayor
conflicto era el litoral: Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos se habían unido en la Liga de los
Pueblos Libres, bajo el liderazgo de Artigas. Álvarez Thomas fue enviado por el mismo Alvear
para invadir Santa Fe, pero se sublevó y, luego, asumió el cargo de Director. Álvarez Thomas
orientó su gestión a tratar de resolver los conflictos internos, pero prestó especial atención a lo
que sucedía en Europa, el mayor peligro para la causa revolucionaria en ese momento. Se
hacía imprescindible lograr una definición respecto de la relación con España y de la forma
de gobierno que adoptarían las Provincias Unidas del Río de la Plata. Se convocó a un
nuevo congreso, que se reunió en San Miguel de Tucumán.

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San Martín en la Guerra de la Independencia
José de San Martín había nacido en Yapeyú, provincia de Corrientes, hijo de un capitán
español. Su familia se trasladó primero a Buenos Aires y, luego, a España, donde San Martín
hizo la carrera militar.
Cuando el joven militar José de San Martín llegó a Buenos Aires en 1812, no imaginaba que
iba a ser un protagonista tan importante de la independencia de las antiguas colonias
españolas. En cuanto regresó a Buenos Aires se sumó a la actividad revolucionaria. Estaba
convencido de que el camino para vencer a los españoles era realizar una campaña a gran
escala en varios puntos de América y, también, de la necesidad de contar con un ejército
entregado y bien equipado.
En 1814 fue nombrado jefe del Ejército del Norte, pero en pocos meses dejó ese cargo. Fue
designado gobernador intendente de Cuyo y, desde ese cargo, en 1815, reunió un ejército de
unos 2.800 hombres, con los que se proponía llegar a Chile para colaborar con el movimiento
emancipador en ese país.
San Martín contó con el apoyo del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón. En ese
momento, se había reunido en Tucumán el Congreso que declararía la independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata. Desde su cargo, San Martín alentaba la pronta
resolución de ese tema.
Aliado de Bernardo de O'Higgins, uno de los patriotas chilenos, cruzó la Cordillera de los
Andes y, en febrero de 1817, obtuvo un primer triunfo en Chacabuco, que le permitió la
ocupación de Valparaíso y facilitó la declaración de la independencia de Chile. Si bien poco
después San Martín fue derrotado en Cancha Rayada, en abril de 1818, una nueva victoria en
la batalla de Maipú consolidó la posición patriota frente al enemigo. En agosto de 1820, una
flota organizada por O'Higgins y San Martín partió rumbo al Perú, el punto más fuerte de los
españoles. En 1821 declararon la independencia de este país.

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32
Una nueva organización del territorio
Entre 1810 y 1820, el territorio que correspondía al Virreinato del Río de la Plata se fue
modificando. Hacia el final de esta década, el mapa mostraba el proceso de disgregación
política como resultado de la revolución y de la guerra.
El Alto Perú, formado por las gobernaciones de Potosí, Cochabamba, Charcas y La Paz, fue
dominado por los españoles, separado de las Provincias del Río de la Plata e incorporado al
Virreinato del Perú.
La gobernación del Paraguay se rebeló frente al poder de los porteños y llevó adelante su
propio proceso de independencia.
Por su parte, la Banda Oriental se mantuvo entre dos fuerzas: los intentos de Buenos Aires
por sostener su unión a las provincias rioplatenses y el avance de los portugueses estable-
cidos en Brasil. En contra de Artigas, Buenos Aires alentó el dominio portugués y, finalmente,
en 1817, la Banda Oriental fue incorporada al Reino Unido de Portugal y Brasil con el nombre
de Provincia Cisplatina.
En 1813, de las antiguas gobernaciones intendencias, sólo tres seguían unidas bajo el
gobierno establecido en Buenos Aires: la de Buenos Aires, la de Salta y la de Córdoba. El
Triunvirato separó las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis de la gobernación de
Córdoba y creó una nueva gobernación, la de Cuyo. En 1814, el director Posadas creó las
provincias de Entre Ríos y Corrientes, separándolas de Buenos Aires. Del mismo modo,
Tucumán fue segregado de la gobernación de Salta. Así, sobre la base de las principales
ciudades, fueron surgiendo nuevas provincias.

33
34
El Congreso de Tucumán y la independencia
En marzo de 1816, comenzó a sesionar el Congreso General Constituyente en San Miguel
de Tucumán, en un clima de hostilidad al poder de Buenos Aires. Las provincias de Jujuy,
Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Mendoza, San Juan, San Luis,
Buenos Aires, Córdoba, Charcas, Cochabamba, Tupiza y Mizque (los representantes de las
cuatro últimas provenían del Alto Perú, que estaba en manos españolas) habían enviado sus
representantes, la mayoría sacerdotes y abogados. No lo habían hecho las provincias del
litoral, que, aliadas con Artigas, desconocieron el Congreso.
En mayo, los congresales designaron a Juan Martín de Pueyrredón como Director
Supremo. Dos hombres que no eran diputados influyeron decisivamente para que se
declarara la independencia: Manuel Belgrano y José de San Martín. El primero alentaba,
además, el establecimiento de una monarquía incaica. Después de haber viajado como
diplomático a Europa, pensaba que era difícil que las monarquías del viejo continente
reconocieran otra forma de gobierno como legítima en América. Además, para Belgrano,
elegir un rey entre los antiguos pueblos americanos podría ayudar a que la Revolución
dejara de ser local y alcanzara una dimensión americana. Por su parte, a través de su
correspondencia, San Martín insistía en que no había que perder el tiempo: era
imprescindible romper formalmente con España.
La designación de Pueyrredón había mostrado un principio de acuerdo entre los diputados
porteños y los de las otras provincias. En ese marco, el 9 de Julio, los congresales votaron a
favor de romper los vínculos que ligaban a las Provincias Unidas con España.
Al día siguiente, Tucumán festejó la declaración de la independencia con un gran baile. Pero
inmediatamente se planteó el segundo tema por resolver: la forma de gobierno. Los
congresales decidieron postergar el debate, y el Congreso se trasladó a Buenos Aires, en
enero de 1817

La Constitución de 1819
Mientras San Martín llevaba adelante la independencia de Chile, el contexto en el Río de la
Plata se complicaba. En diciembre de 1817, el Congreso sancionó un Reglamento
Provisorio que ordenaba el flamante Estado y determinaba cómo se elegirían y se
regirían los tres poderes de gobierno, pero el debate sobre la forma de gobierno que debía
instaurarse no concluía. El punto de mayor conflicto no era si la forma de gobierno era
monárquica, constitucional o republicana, sino cómo se distribuiría el poder a nivel
territorial. Este tema ya había generado diferencias en la Asamblea: del Año XIII y se reins-
talaba para definir la relación entre las provincias rioplatenses. Algunos sostenían que la
mejor forma de gobierno era una forma centralizada, unitaria. Otros, en cambio, de
tendencia federal, planteaban que era necesario reconocer la soberanía de las provincias.
En 1819, los congresales sancionaron una Constitución que no definía la forma de gobierno,
pero reconocía los tres poderes: el Ejecutivo quedaba a cargo de un Director Supremo,
que duraría cinco años en el cargo y sería nombrado en forma indirecta por el Poder
Legislativo. Los gobernadores de las provincias serían elegidos por el Poder Ejecutivo, una
decisión difícil de aceptar por las provincias.
La Constitución fue jurada por todas las provincias, menos por las del litoral. Pero ocho

35
meses después, ya no tenía efecto. Pueyrredón renunció a su cargo y fue reemplazado por
José Rondeau. En ese momento, se abrieron tres frentes de conflicto que ya nadie pudo
detener.
 Norte: se sublevó una parte del ejército que buscaba mantenerse al margen del
enfrentamiento entre Buenos Aires y las provincias del litoral. Uno de sus
generales, Juan Bautista Bustos, se hizo elegir gobernador de Córdoba e invitó a
las provincias a un nuevo congreso.
 Cuyo: San Juan, Mendoza y San Luis se declararon independientes y crearon
ejércitos provinciales, convirtieron sus cabildos en Poder Legislativo y se aliaron a
Bustos.
 Los ejércitos de Santa Fe y Entre Ríos: al mando de
Estanislao López y de Francisco Ramírez, respectivamente,
avanzaron sobre Buenos Aires y se enfrentaron con las
fuerzas porteñas dirigidas por Rondeau en la batalla de
Cepeda, el 1 de febrero de 1820.

El 11 de febrero de 1820, el Congreso Constituyente se autodisolvió. Las tensiones por la


distribución del poder entre las provincias y la antigua capital virreinal habían roto los débiles
acuerdos provisionales logrados desde 1810

36
La crisis de las economías regionales
La Revolución de Mayo fragmentó el espacio
El comercio y la guerra
económico que se había conformado desde las
reformas borbónicas. Predominaban los La guerra civil estuvo acompañada de
intereses de productores y comerciantes locales rapiña y saqueo. Los comerciantes
y regionales. Las economías provinciales debían hacer atravesar mercaderías y
tuvieron diversas orientaciones y dinero por provincias convulsionadas.
posibilidades de crecimiento: algunas pro- Muchas veces dejaban las provisiones
vincias experimentaron profundas en almacenes, que se transformaban
transformaciones en su desarrollo económico en tentadores botines para los
y otras mantuvieron una orientación soldados, sumado esto a las enormes
económica similar a la que tenían en los dificultades por mantener las rutas
tiempos coloniales. abiertas, como consecuencia de la
Al estar cerrado el acceso al Alto Perú desde inseguridad.
1810, que permaneció en manos realistas
hasta 1825, el interior mercantil sufrió de inmediato las consecuencias de la escasez de
metales. Esto se debió a que en Potosí la producción de plata disminuyó después de la
guerra; y el interior, como zona de tránsito
Los intereses económicos
entre el Alto Perú y Buenos Aires, se resintió
ingleses en el Río de la Plata
en su comercio.
Las provincias del noroeste padecieron la La presencia británica y su interés
ruptura con el mercado altoperuano, y las económico en el Río de la Plata
regiones debieron orientarse, o bien hacia estuvieron presentes desde las
Chile, como el caso de los llanos riojanos, Invasiones Inglesas de 1806 y 1807.
donde se criaban animales para ese mercado; o Pero a partir de la Revolución de
bien desarrollando actividades que las Mayo, los comerciantes vinculados a
integraran con el Litoral, como la zona ganade- las rutas españolas fueron
ra y agrícola del sur de Córdoba. desplazados por sus pares ingleses.
En esta etapa, surgieron centros de poder Esto se debió a que Inglaterra, en
político rivales de Buenos Aires, como el Litoral, pleno proceso de industrialización,
que buscaban no depender de este puerto para ofrecía el primer centro exportador y el
su comercio. primer mercado consumidor con que
La campaña bonaerense se benefició con la contaba el comercio ultramarino del
menor distancia al centro exportador, con un Río de la Plata. Además, con el
mayor orden rural y con la cercanía a la ciudad predominio de los medios de
transporte y de financiación, los
de Buenos Aires, donde
ingleses gobernaban el acceso al
había más acceso a las posibilidades de
mercado mundial. El principal rubro de
consumo.
exportación estuvo vinculado con el
El mayor problema de la campaña bonaerense
sector ganadero. Por este motivo, la
era el límite de la frontera, ya que había pocas
campaña de Buenos Aires se
tierras disponibles, las que se extendían hasta la transformó para aprovechar las
línea del Salado. Se intensificaron entonces las oportunidades ofrecidas por la
guerras contra los indios, como empresas liberación del comercio internacional.
financiadas por ios mismos terratenientes, que
proporcionaron dinero, ganado y hombres.

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Recursos limitados y gastos crecientes
Distintos gobiernos que actuaron entre 1810 y 1819 debieron hacer frente a los
innumerables gastos que provocaban las guerras revolucionarias. Durante este período,
las rentas provenientes de la Aduana suministraron los principales recursos con los que
contaron los gobiernos revolucionarios.
También se recurría a contribuciones extraordinarias en dinero, ganado, alimentos y
esclavos. Las contribuciones en dinero cayeron principalmente sobre los comerciantes si
bien dentro de este grupo había diferencias. El sector mercantil privilegiado, formado por
los comerciantes ingleses, pagaba pocas o ninguna contribución, ya que los gobiernos
surgidos de la Revolución querían entablar buenas relaciones comerciales con Inglaterra.
En cambio, el grupo más duramente, afectado fue el de los comerciantes españoles, sobre
los cuales la legislación hizo recaer los mayores impuestos.
La contribución en alimentos y ganado era casi totalmente rural, y la distribución de esa
carga fue decidida casi siempre por las autoridades locales. Por ejemplo, en Cuyo, San
Martín impuso tasas y contribuciones como comandante general.
Las contribuciones en esclavos para conformar los ejércitos de la guerra revolucionaria
debieron ser aportadas fundamentalmente por la Iglesia y, en menor medida, por los
particulares.

Buenos Aires y la aduana


Luego de la Revolución de Mayo, el puerto de Buenos Aires amplió su apertura al tráfico
exterior.
El beneficiario directo de la reactivación mercantil fue el gobierno porteño. Sus recursos
fiscales aumentaron con el aporte de las rentas aduaneras, que crecían junto con las
importaciones y las exportaciones. Mientras la provincia dueña del puerto se beneficiaba, el
Litoral y el interior no se sentían partícipes de esta reactivación y presionaban para recibir
parte de los recursos aduaneros.
Buenos Aires imponía su dominación tanto en lo económico como en lo político. Era la
dueña de la puerta que abría el país al mercado mundial y aplicó una política arancelaria
destinada a preservar y a consolidar la posición del sector ganadero.
Así se redujeron al mínimo los derechos de exportación de cueros, sebos, tasajo*, astas, y
de las materias primas importadas, indispensables para la incipiente industria ganadera,
entre ellas la de la sal.
La adopción de un librecambismo absoluto, propuesto por los hacendados y los
comerciantes, se vio matizada por la necesidad de tener en cuenta las exigencias fiscales
y la de los grupos artesanales y agrícolas de la provincia. En el orden político, este control
exclusivo de la principal fuente de ingresos le facilitó al gobierno porteño resistir las
demandas del interior, desbaratar las fuerzas que pretendieron oponérsele, y sacrificar el
resto de los sectores productivos a los intereses del grupo de comerciantes y hacendados
que dominaban en Buenos Aires.

38
La sociedad después de la Revolución de Mayo
El proceso revolucionario y la guerra también afectaron a la sociedad. Mientras que la
población blanca siguió siendo preponderante, numérica y socialmente, los pobladores
negros fueron declinando por el descenso del comercio de esclavos que entraba por el Río de
la Plata y porque muchos de ellos murieron en los ejércitos de la Independencia. También
disminuía la población indígena, situación que se agudizó con el corrimiento de la frontera
para la expansión de las actividades productivas.
La Revolución desplazó a los funcionarios virreinales, y la administración quedó en manos de
un conjunto inestable de funcionarios surgidos del mismo proceso revolucionario. Muchos de
ellos provenían de los sectores altos de la sociedad, transformados por los profundos cambios
que se vivían, creándose la nueva élite, que llevó a cabo la carrera de la Revolución. Así, la
clase alta criolla fue la más beneficiada con el proceso revolucionario. Se multiplicaron las
posibilidades de hacer carrera en los puestos administrativos, en la política y en los cargos
militares.
Las altas magistraturas civiles y eclesiásticas rivalizaron en el servicio del nuevo poder político,
del que dependía su supervivencia, y defendieron muy mal sus riquezas frente a la presión de
un gobierno que las necesitaba para la guerra. Los dirigentes revolucionarios pusieron límites
a esta situación, por ejemplo, el Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, ordenó en
1816 la movilización de todos los esclavos para el Ejército y pronto se dio cuenta de que el
descontento provocado fue demasiado grande y anuló su decisión.
Los sectores populares urbanos de Buenos Aires, si escapaban de la militarización, tenían
La población hacia 1819 trabajo constante, ya que había poca mano de
obra, y además se beneficiaban porque las
Provincia Habitantes
importaciones abarataron los productos de
Buenos Aires 120.000 consumo popular. En otras ciudades,
Córdoba 75.000 especialmente en las del interior, el deterioro fue
Tucumán 45.000 más notorio que en Buenos Aires, pues no sólo
sufrieron el impacto de la crisis comercial, sino
Santiago del Estero 60.000
las depredaciones y los saqueos provocados por la
Santa Fe 40.000 guerra civil.
La Rioja 20.000
San Juan 34.000
Mendoza 38.000
San Luis 16.000
Jujuy 25.000
Salta 50.000

Total 523.000

39
Comerciantes y terratenientes
La crisis revolucionaria provocó un cambio profundo en la relación comercial entre el
Río de la Plata y el mundo: la libertad de comercio se convirtió en el eje del orden
económico posrevolucionario.
El principal mercado era el británico y los comerciantes ingleses, que se instalaron en
Buenos Aires, introdujeron un nuevo estilo de comerciar, basado en la venta en subastas,
con circulación de moneda más que con crédito, lo que liberó al pequeño comerciante de
su atadura al mayorista, que además era su acreedor. Esto produjo la decadencia del
sector comercial local, que no podía competir con este dinamismo, mientras que
cambiaban también las pautas de consumo, ya que se amplió el mercado para nuevos
productos, mejores y más baratos que los elaborados localmente.
Aunque el libre comercio abrió oportunidades al sector ganadero exportador, hizo sentir
sus efectos positivos después de 1820, ya que la guerra fue una desenfrenada
consumidora de ganado y, por ejemplo, en el Litoral, destruyó buena parte de la riqueza
de esa región.
En la campaña, los sectores terratenientes padecieron los sacrificios económicos
impuestos por las guerras, pero a su vez, ganaron poder porque el Gobierno central dejó
en sus manos los atributos del gobierno local. De ellos dependía el reclutamiento de
los hombres y la contribución de ganado y alimentos. Estas autoridades locales,
capitanes y comandantes de milicias, dueños de tierras e importantes dirigentes
locales, se transformaron en el brazo armado de la Revolución.

Los vínculos personales y laborales


Aunque en la sociedad rioplatense cambiaron muchos aspectos a partir del movimiento
revolucionario que se inició en 1810, en los vínculos personales y laborales perduraron
características propias de la etapa colonial tardía.
Si bien la década posrevolucionaria creó condiciones particularmente favorables para la
ganadería bonaerense, en el mundo rural, por ejemplo, siguieron existiendo enormes
dificultades para controlar a los hombres y a los ganados, que circulaban con bastante
autonomía y libertad. Esta situación se vinculaba con la forma en que se explotaba la
ganadería a cielo abierto, en estancias sin cerco, con grandes reservas de ganado
accesibles a los pobladores, a los cuatreros (ladrones de ganado) y a los faeneros
clandestinos, quienes se hacían de su cuero, sebo y grasa, y los vendían más barato en el
mercado. Existía un circuito clandestino de comercialización, sin control por parte de los
estancieros, que brindaba una alternativa de trabajo a los gauchos e hijos de estancieros
que eran desheredados.
La existencia de una frontera con el indio también ayudaba a esta movilidad de los
hombres. Las tolderías recibían a los peones o a los esclavos que huían de sus patrones o
buscaban una vida con menos ataduras.
En el caso de la estancia pampeana, convivían y trabajaban estancieros, capataces,
agregados, peones y esclavos, que crearon vínculos sociales y laborales que fueron
conformando las relaciones sociales de la futura provincia de Buenos Aires.
Los estancieros eran un grupo heterogéneo, cuya principal riqueza era el ganado; en
segundo lugar, la tierra y, por último, los esclavos. Su estilo de vida era muy simple, tenían

40
un bajo nivel educacional y eran profundamente religiosos. En sus tierras se asentaban los
agregados, familias a las que se les daba terreno a cambio de trabajo. No recibían un
salario ni pagaban alquiler: debían colaborar con el estanciero en las tareas,
especialmente en la vigilancia del ganado.

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LOS CONFLICTOS POLÍTICOS TRAS LA INDEPENDENCIA

Fragmentación política y sistema de pactos interprovinciaies


Todos los intentos centralizadores
posrevolucionarios habían fracasado. Algunas
La importancia del Tratado del
regiones del antiguo virreinato se volvieron
Cuadrilátero
autónomas rápida y definitivamente, como
Paraguay y el Alto Perú; otras se fragmentaron, "Con este Tratado, las provincias
como Tucumán y Catamarca o Jujuy y Salta, del Litoral aceptaron subordinarse
pues cada provincia autónoma consideraba que a la conducción de Buenos Aires y
era soberana, es decir, independiente y capaz de separarse aún más del Interior,
gobernarse. conducido por Córdoba: 'No
Sin embargo, los pactos interprovinciales, firmados considerando útil al Estado de
desde 1820, hacían referencia a la voluntad de indigencia y devastación en que
reunirse en congresos para tratar la futura organi- están envueltas las provincias de
zación de un Estado central. Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes
Con el Tratado de Benegas, se modificaron las por dilatadas guerras civiles que
relaciones entre las provincias, ya que la alianza han soportado a costa de sangre y
de Santa Fe con Buenos Aires puso fin a varios sacrificios, su concurrencia al
años de enfrentamientos. De allí en más, se diminuto Congreso reunido en
sucedió un período de paz y orden que permitió Córdoba, menos conveniente a las
la consolidación de las instituciones provinciales. circunstancias presentes
Los Estados autónomos, surgidos a partir de 1820, nacionales, y al de separarse la de
no fueron el producto de la disgregación de una Buenos Aires, única en regular
nación preexistente, sino el punto de partida para aptitud respectiva para sostener los
una organización político-estatal sobre la única enormes gastos de un Congreso y
unidad sociopolítica existente en el período: la en sostén de su naciente
ciudad-provincia. autoridad, quedan mutuamente
Luego de fracasar en el intento de constituir un ligadas a seguir la marcha política
Estado rioplatense, las provincias se organizaron adoptada por aquella en el punto
de acuerdo con sus propias normas legislativas de no entrar en Congreso por
que mostraban los esfuerzos de las élites ahora'".
provinciales en consolidar espacios soberanos.
Si bien las provincias no surgieron como partes Sampay, Arturo: Las constituciones
de la Argentina. Buenos Aires:
integrantes de un Estado superior a ellas, sino
Eudeba, 1975.
como Estados independientes, las tendencias confluir en un Estado nacional que las
uniera convivió con la autonomía de cada provincia. La desaparición del Directorio había
acelerado el proceso de disgregación de la antigua estructura virreinal y, junto con las
soberanías provinciales, surgió una política de pactos interprovinciales.
El 25 de enero de 1822, Buenos Aires firmó el Tratado del Cuadrilátero con Santa Fe,
Corrientes y Entre Ríos, por el cual establecían la unión de las cuatro provincias, la
asistencia en caso de guerra, la libre navegación de los ríos, e incluso, el comercio
directo con el exterior, pese a la oposición de Buenos Aires. Estas provincias acordaron
que cualquiera de ellas podía convocar a un Congreso general invitando a las demás

42
provincias si se consideraba oportuno.
Este tratado significó el restablecimiento del prestigio de Buenos Aires, que asumió la
representación de las relaciones exteriores de las demás provincias.

La experiencia liberal de Bueños Aires


Hacia fines de 1820, Buenos Aires desarrolló una experiencia de gobierno liberal, con la
conducción de Martín Rodríguez y sus ministros Bernardino Rivadavia y Manuel García. Sus
objetivos eran: crear instituciones liberales en la provincia, obtener el reconocimiento de la
independencia por parte de los Estados extranjeros, y fomentar el desarrollo económico
tendiente a captar inversiones de capitales externos.
Para lograr la transformación del Estado provincial, se eliminó la institución colonial del
Cabildo y se abolió el Consulado; se llevó adelante una reforma de la Iglesia católica, aunque
el Estado se comprometió en el sostén de la institución. También, como en otras provincias,
cuando estalló la crisis que llevó a la disgregación del poder central y al fracaso de los inten-
tos de conformar una unidad política sobre el territorio del antiguo virreinato, al asumir los
Estados provinciales su soberanía, se establecieron nuevas y propias disposiciones
electorales.
En el caso de Buenos Aires, la ley electoral de 1821 establecía que "todo hombre libre,
natural del país o avecindado en él, desde la edad de 20 años, será hábil para elegir". Esto
produjo la ampliación de la cantidad de poten-
EL EMPRESTITO BARING BROTHERS ciales votantes, aunque el voto no era
obligatorio y, además, era público.
En julio de 1824 se negoció en Londres un Para fomentar el desarrollo productivo de la
empréstito con la banca Baring Brothers Co. En provincia, mediante la incorporación de tierras a
principio, los fondos se destinarían a la la explotación agropecuaria, se organizaron
construcción de un puerto en Buenos Aires, a la campañas militares a la frontera que se
realización de obras sanitarias en la ciudad y al disputaba con las comunidades indígenas,
establecimiento de pueblos en la campaña.
hacia el sur del río Salado. Se creó una línea de
Aunque el préstamo era por un millón de libras
fuertes, entre los que se encontraba el Fuerte
esterlinas, se recibió poco más de la mitad. Los
Independencia, actual ciudad de Tandil.
intereses comprometían el 13% de los ingresos
Rodríguez realizó acuerdos de paz con los
de la provincia y, cuando hubo que pagar, no
principales caciques, pero no los respetó y
había dinero disponible para las primeras cuotas
generó la reacción de las poblaciones
a causa de que se había desatado una guerra
contra Brasil y se habían interrumpido el indígenas.
comercio marítimo y la entrada de divisas. Este Las tierras que el Estado provincial iba
préstamo se transformó en un fracaso para los ocupando fueron incorporadas a la producción
prestamistas, pero fundamentalmente para el a través de una Ley de enfiteusis, de 1822, que
Estado provincial, ya que la deuda terminaría de buscaba obtener un rendimiento económico a
saldarse recién a principios del siglo XX través del alquiler de la tierra, a bajos precios,
con la intención de promover la instalación de
colonos. Si bien la ley fue reformándose, la
tierra más productiva pasó, a lo largo del tiempo, a manos de pocos propietarios.

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La influencia británica en el Río de la Plata
Mientras se desarrollaba el proceso de industrialización en Inglaterra, comerciantes e
industriales hacían explorar diversas regiones del mundo para determinar qué riquezas y
actividades, en función de la economía inglesa, podían expandirse.
En esa época, el establecimiento de los comerciantes británicos en diversas ciudades era
numeroso. Buenos Aires y Montevideo contaban con muchos de ellos. Y durante el
gobierno de Martín Rodríguez y, en particular, durante el ministerio de Bernardino
Rivadavia, se desarrolló una política de clara apertura al mercado externo y, en particular,
al británico.
Las misiones comerciales precipitaron el reconocimiento de la independencia por parte de
Inglaterra, lo que ocurrió pocos días después de la victoria de Ayacucho. Este proceso de
vinculación de nuestro país con los intereses británicos posibilitó el ingreso del primer
empréstito, que significó el ingreso de importantes divisas a nuestro país.
Desde 1824, el gobierno inglés había enviado como representante comercial a Woodwine
Parish. A sus primeras gestiones correspondió la firma del Tratado de Amistad, Comercio y
Navegación, firmado en 1825, cuya vigencia se prolongó por más de un siglo. Los cambistas
ingleses lanzaban empréstitos para las repúblicas americanas, en especial al Río de la Plata, y
Londres se transformaba en el mercado monetario del mundo. Parish contribuyó, sin duda,
con su gestión, su consejo y sus observaciones, al afianzamiento del comercio británico en
su lucha con el capital francés, que sin embargo, continuó prosperando en el Río de la
Plata.
Las mercaderías británicas se adaptaron mejor que las francesas a las necesidades del
consumo local. Inglaterra enviaba telas de algodón, lana y sedas, utensilios de hierro,
cuchillos, loza, vidrios y cristales, entre otros productos. Francia, en cambio, enviaba
artículos de lujo, paños y telas finas, guantes, joyería y perfumes, cuyo consumo era más
restringido.

Buenos Aires y sus grupos de poder: estancieros y comerciantes


En el marco del crecimiento de la economía ganadera en la provincia de Buenos Aires, a
partir de la década de 1820, el enriquecimiento de los estancieros se vio favorecido por la
posibilidad de quedarse con tierras a bajo costo y por la valorización del ganado.
La expansión acelerada de la gran estancia se vio amparada por el Estado, ya que era necesario
asegurar la mano de obra para el trabajo rural. Así, al ser necesario recurrir a un número cada
vez mayor de trabajadores, se estableció una política de control legal y represivo sobre los
sectores más pobres de la población.
En los pueblos de campaña se instalaron comisarías e instituciones para organizar este
control, con cargos que fueron ocupados por vecinos propietarios que sabían leer y escribir:
jueces de paz, alcaldes y tenientes alcaldes. Se dictó, en este marco, un conjunto de leyes
de vagancia que permitían convertir a los hombres disponibles del lugar en reclutas para el
ejército o en trabajadores forzados.
El interés creciente por ganar tierras, evidenciado en las campañas de la década de 1820 a
la frontera sur bonaerense, colocó a los grandes estancieros como protagonistas de este
proceso de transformación, que generó prosperidad para ellos y aseguró trabajo a crecientes
cantidades de pobladores.

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Esta economía estaba relacionada con el mercado externo, que garantizaba la venta de la
producción de artículos ganaderos, pero también el acceso a bienes importados, de calidad
y baratos; incluso se importaban harinas, lo que abarataba el consumo en la ciudad y, por lo
tanto, el costo de la mano de obra

El fenómeno del caudillismo


En la realidad política de un territorio con provincias autónomas, los gobiernos locales
defendieron su soberanía y se resistieron firmemente al centralismo. Los caudillos habían
surgido como comandantes militares, nombrados por el poder central antes de 1820; tras la
disolución del poder central, estos jefes quedaron al mando del poder militar local.
Conservaron el sistema de milicias, ahora bajo el control de las autoridades locales, que se
constituyeron en fuerzas con gran poder político provincial. Varios de los más importantes
caudillos ascendieron al poder como comandantes de milicias, como es el caso de Juan
Manuel de Rosas en la provincia de Buenos Aires.
Los caudillos eran líderes que basaban su poder, en parte, en relaciones de tipo informal,
familiares y amistosas, pero también este poder se sostenía en un conjunto de leyes
provinciales que había que cumplir. Sustentaron su dominio en formas republicanas y
representativas de gobierno, como solución para
El rol de las pulperías
afianzar un orden social y político luego de las
Las pulperías eran almacenes de luchas por la independencia. Fueron los
campo con despacho de bebidas representantes provinciales de la organización
y de comidas. Fueron ámbitos de política y social de cada Estado autónomo, actores
reunión, de discusión sobre de una compleja vida institucional local y defendieron
temas en común, de difusión de los intereses de ella en un momento en el que no
noticias y permitieron reforzar los existía una organización nacional. La mayoría de
vínculos entre el patrón y el peón, ellos tenía, además, gran poder económico: eran
más aún en aquellas pulperías terratenientes y contaban no sólo con un gran
que funcionaban dentro de las número de trabajadores sino también con ejércitos
estancias. disciplinados de hombres que mostraban una gran
lealtad. Pero su poder no se basaba necesariamente
en el abuso, ya que el apoyo al caudillo se manifestaba en movilizaciones y en elecciones.
La mayoría de los caudillos abrazaba la causa federal, entendida como una forma de
confederación entre las provincias que permitía resignar lo menos posible el control
político local.
Entre estos líderes provinciales se encontraban José Gervasio de Artigas, en la Banda
Oriental; Estanislao López, en Santa Fe; Francisco "Pancho" Ramírez, en Entre Ríos;
Manuel Dorrego y Juan Manuel de Rosas, en la provincia de Buenos Aires; Juan Felipe
Ibarra, en Santiago del Estero; Alejandro Heredia en Tucumán; Juan Bautista
Bustos en Córdoba; y Facundo Quiroga, en La Rioja, entre otros.

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Fracaso de la consolidación de un estado central
En 1824, al terminar el mandato de Rodríguez, el general Gregorio de Las Heras fue electo
gobernador de Buenos Aires. Una de sus primeras medidas fue invitar a las demás provincias
a enviar sus representantes a un Congreso General, el cual en diciembre de 1824 quedó
conformado por los diputados de las provincias en número proporcional a su población.
En 1825, el Congreso dictó la Ley Fundamental, por la que se declaraba Constituyente, es
decir, con facultades para dictar una constitución, aunque las provincias aún conservaban su
autonomía e independencia. También el Congreso ratificaba la delegación en Buenos Aires
del manejo de las relaciones exteriores. Ese mismo año, aprobó el Tratado de Amistad y
Comercio con Inglaterra, y el Tratado de Amistad con Colombia.
Este Congreso debió afrontar el inicio de la guerra contra el Imperio de Brasil, por la
ocupación de la Banda Oriental, para lo cual dictó una Ley de Presidencia, en 1826, y fue
elegido para ocupar ese cargo Bernardino Rivadavia. Junto con esta ley, fue dictada una Ley
de Capital, que separaba de su provincia a la ciudad de Buenos Aires y la constituía en
capital de la República, así le quitaba a la provincia la autoridad sobre su ciudad más
importante.

La Constitución de 1826
La discusión sobre Buenos Aires como capital mostró que el Congreso estaba dividido entre
unitarios —partidarios de un gobierno central— y federales —defensores de las autonomías
provinciales—. Ambos bandos contaban con diputados del Interior y de Buenos Aires y,
además, dentro del grupo de representantes por Buenos Aires, había opositores políticos al
grupo gobernante. En este marco de conflicto creciente, el sector unitario, que había logrado
la aprobación de la Ley de Capital, elaboró una carta constitucional que fue aprobada
después de tres meses de intenso debate. Sin embargo, tras considerarla, las provincias la
rechazaron. El fracaso de la Constitución de 1826 se debió a la imposibilidad de lograr un
acuerdo en relación con el tema de la soberanía. Se enfrentaron dos formas diferentes de
definirla: si bien la nueva nación tendría su origen en un pacto entre los pueblos que la
conformaban, no estaba tan claro si la soberanía nacional estaba por encima de las
soberanías provinciales.
Los unitarios consideraban que la creación de un gobierno central en 1810 era la base de
una soberanía nacional, mientras que los federales argumentaban que la caída del poder
central en 1820 había significado la recuperación de la soberanía por parte de las provincias.
A esta falta de acuerdo, se sumó la situación desfavorable provocada por la guerra con
Brasil.

El retorno del sistema de pactos interprovinciales


El rechazo de la Constitución y las dificultades económicas provocadas por la guerra
aceleraron la crisis política que puso fin al proyecto del grupo rivadariano. A mediados de
1827, el Congreso se disolvió y la situación se retrotrajo a lo que había sucedido en 1820. El
coronel Manuel Dorrego, que contaba con muchos seguidores entre los sectores populares,
fue nombrado gobernador de la provincia de Buenos Aires. Sus intenciones eran continuar
con la recuperación de la provincia como Estado autónomo y restablecer las relaciones con el

46
resto de las provincias a través de pactos que consolidaran una idea federal en todo el
territorio.
En 1828, se reunió una Convención Nacional que permitió recuperar el vínculo con la
provincia de Córdoba, lograr que se nombre al gobernador de Buenos Aires como
representante de las relaciones exteriores y aunar esfuerzos para concluir la guerra con el
Brasil, tras aceptar la paz propuesta por el mediador inglés.
La firma de la paz, sin embargo, creó un nuevo conflicto interno entre el gobernador y la
oficialidad del ejército que había combatido en la guerra con Brasil. Un clima de hostilidad
con el gobierno fue alentado desde la prensa opositora en Buenos Aires y, al momento de las
elecciones para diputados de la nueva Legislatura en mayo de 1828, Manuel Dorrego
restringió la libertad de prensa, lo que agudizó las tensiones entre los dirigentes políticos de
la provincia. Este conflicto derivó en una conspiración y en un alzamiento militar encabezado
por el general Juan Lavalle, que contó con el apoyo de los opositores al gobernador y
antiguos partidarios del grupo rivadaviano, como Julián Agüero, Salvador María del Carril,
Valentín Gómez y Juan Cruz Várela. El 1° de diciembre de 1828, el general Juan Lavalle, de
regreso del Brasil con la primera división del ejército, ocupó con sus tropas la Plaza de la
Victoria (actual Plaza de Mayo). Convocó a una asamblea donde fue elegido gobernador
provisorio y persiguió a Manuel Dorrego, quien había abandonado la ciudad en busca de la
ayuda de Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, el general Lavalle venció a Dorrego en
Navarro y lo fusiló el13 de diciembre.

Conflicto entre unitarios y federales


La Convención Nacional desconoció a las nuevas autoridades porteñas y convocó a
Estanislao López para organizar un ejército.
Mientras tanto, en la campaña bonaerense se desarrollaba un importante levantamiento rural,
originado por el descontento de muchos sectores populares del campo, que estaban
sufriendo penurias por una terrible sequía. A esto se sumaba un rechazo a ser convocados
para el ejército y una baja de los salarios por la existencia de un mayor número de
trabajadores disponibles, tras el regreso de las tropas de Brasil. Grupos de indígenas, peones
rurales, gauchos, que siempre habían admirado a Manuel Dorrego y que apoyaban a Juan
Manuel de Rosas, fueron los protagonistas de este alzamiento que colaboró para generar un
clima de desestabilización en el gobierno de Lavalle.
Finalmente, el 26 de abril de 1829, en la batalla del Puente de Márquez, sobre el río
Reconquista, los federales Rosas y López enfrentaron al unitario Lavalle y lo derrotaron. Este
les ofreció la paz en un clima político conmocionado e inestable. Rosas y Lavalle acordaron
en el Pacto de Cañuelas, el 24 de junio, el cese de las hostilidades y buscaron conformar una
lista en común para las próximas elecciones de las autoridades provinciales. La lista
convenida de representantes no fue aceptada por los políticos porteños y, luego de anularse
las elecciones, el 26 de agosto, se volvieron a reunir para firmar el Pacto de Barracas en el
que acordaron nombrar al general Juan José Viamonte como gobernador provisorio. El nuevo
gobernador tenía fuertes vínculos con Rosas y durante su gestión buscó retomar la iniciativa
de Dorrego de encauzar las relaciones interprovinciales.

47
Viamonte firmó con Santa Fe una actualización del compromiso asumido en el Tratado del
Cuadrilátero, y con Córdoba, una alianza defensiva. Además, buscó mediar entre el nuevo
gobernador de Córdoba José María Paz y el caudillo riojano Facundo Quiroga.
En tanto, en Buenos Aires, un grupo de federales pedía la restauración de la Legislatura que
había sido disuelta por el levantamiento de diciembre de 1828, lo que abría el camino del
ascenso al poder de la provincia de Buenos Aires al general Juan Manuel de Rosas.

Los sectores sociales en la ciudad y en el campo


La economía de la provincia de Buenos Aires tuvo un rápido crecimiento a partir de 1820,
debido a la expansión de la frontera sobre territorios indígenas y a la incorporación de esas
tierras a la producción agrícola y ganadera. La producción destacada era el ganado vacuno,
cuya carne se consumía en los mercados urbanos y sus cueros constituyeron la principal
mercadería de exportación. Así, el crecimiento de la economía rural aceleró el ritmo de la
exportación y dio empuje a una intensa actividad mercantil en la ciudad. También esta
actividad crecía por las importaciones y la introducción de mercaderías hacia el Interior. Los
productos arribados al puerto se reembarcaban hacia Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, o
partían en carretas: hacia el sur bonaerense, saliendo de Constitución y hacia el oeste,
saliendo por Miserere (actual "Plaza Once" de la Ciudad de Buenos Aires). Desde el sur, a su
vez, llegaban ganado y cueros para el consumo porteño y la exportación, así como llegaban
plumeros, pieles, botas y tejidos desde los toldos.
A Miserere arribaban carretas con aguardiente cuyano, vinos, tejidos y cueros de Córdoba y
Santa Fe. Este intercambio creaba un activo comercio local, que tenía tiendas, confiterías,
sastrerías y peluquerías por toda la ciudad.
En esos años, no había muchos emprendimientos industriales; tenían poco desarrollo
tecnológico y funcionaban en la ciudad: se fabricaban carros, cigarros, braceros, cerveza,
harina, fideos, chocolates, sebo, jabones, recipientes de madera y barro, peines y peinetas.
En la ciudad, también había una importante cantidad de artesanos: zapateros, herreros,
plateros, sastres y tapiceros.
En el ámbito rural, junto a las grandes estancias, también se desarrollaban pequeñas
unidades trabajadas con mano de obra familiar, dedicada a la producción agraria.
Estos productores eran financiados por pulperos y tenderos, que poseían crédito, tan
necesario en pueblos y lugares pequeños, especialmente cerca de las fronteras. Así, la
agricultura y la ganadería se complementaban en el espacio rural bonaerense.

La expansión de la frontera bonaerense hacia el sur


Con las campañas a la frontera sur realizadas por el gobernador Martín Rodríguez comenzó
la expansión hacia las sierras y se promovió la formación de pueblos como Dolores, Tuyú,
Monsalvo, Mar Chiquita, Lobería Chica, Chapaleufú, Vecino, Tapalqué, Azul, Flores, Real
Viejo de Ajó, Lobería Grande, Tandil, Laguna Blanca, 25 de Mayo, Chivilcoy, Bragado y
Bahía Blanca, entre otros. En un comienzo, muchos de ellos fueron modestos asentamientos
que mantenían las actividades productivas y la circulación de mercancías, y permitían la
instalación de las instituciones del Estado. La población del área Samborombón-Salado
creció cerca del 400% en la década de 1820. Esta expansión se dio en dos etapas: en 1826,

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se ocupó lo que se conoció como "nuevo sur", una franja de territorio que comprendía las
cuencas del Samborombón y del Salado, desde el sur hasta Tandil. En 1828, se fundó Bahía
Blanca, que fortaleció la protección costera, junto con el fuerte y pueblo de Patagones, en el
extremo sur.

La organización de los espacios productivos: las estancias


Las estancias eran unidades productivas rurales dedicadas fundamentalmente a la ganadería
vacuna. A partir de la década de 1820, se produjo una expansión acelerada, por lo que se
extendieron hacia el sur de la provincia de Buenos Aires, a medida que se iba corriendo la
frontera y se ganaban tierras a las naciones indígenas.
Las actividades productivas ganaderas se organizaron en estancias, por la necesidad de
ordenar una producción que, cada día, se hacía más lucrativa por la demanda que los países
europeos tenían de los cueros vacunos rioplatenses, y que, por lo tanto, hacía que los
estancieros debieran buscar la forma de ordenar eficientemente las tareas necesarias.
Además, esta actividad tenía como característica fundamental la escasez de mano de obra,
que era a la vez especializada, pero también, desde los tiempos coloniales, tenía gran liber-
tad de movimiento, y esta característica hacía que fuera difícil de disciplinar para llevar ade-
lante un trabajo organizado.
Si bien la gran estancia monoproductora (de ganado vacuno) fue la tendencia en el mundo
rural bonaerense y constituyó algunos emporios ganaderos (como los de Rosas y
Anchorena, por ejemplo) que concentraban la producción y la mano de obra disponible, ese
crecimiento no hizo desaparecer las pequeñas producciones agrícolas o ganaderas. Algunos
propietarios permitían que se instalasen familias y que ocuparan tierras como "pobladores" y,
en vez de pagar una renta, colaboraban en algunas tareas con el propietario.

Los saladeros
El salado de carnes en forma comercial apareció en el Río de la Plata a fines del siglo XVIII,
pero la industria saladeril se desarrolló después de la Revolución de Mayo de 1810, con la
implantación del libre comercio. Esta situación permitió aprovechar la existencia de un amplio
mercado externo para el tasajo, lonjas de carne secada al sol y conservada con sal, con el
que habitualmente se alimentaba a la mano de obra esclava de las regiones como el Caribe y
Brasil. A medida que ese mercado aumentó, la actividad saladeril practicada de forma simple
por el estanciero comenzó a transformarse en un establecimiento industrial especializado.
Uno de los primeros saladeros de este tipo fue "Las Higueritas", abierto en 1815, en el actual
partido bonaerense de Quilmes, propiedad de la sociedad Rosas, Terrero y Cía.
El saladero transformó a la estancia en un empresa industrial y comercial. Esta industria
alcanzó relevancia debido al aprovechamiento integral que hizo de los animales: con la carne
se preparaba el tasajo, pero también del ganado vacuno se utilizaban la grasa y las patas, de
las que se obtenían el sebo para fabricar jabón y el aceite para la iluminación con lámparas.
Además, se acondicionaban para las ventas los huesos, las pezuñas, las cerdas y los cueros,
secos o salados, con pelos y sin ellos.
El saladero también preparaba los cueros vacunos, debido a que la sal alarga la vida de los
cueros secados al sol, que sin ese proceso se apolillaban fácilmente.

49
Otra ventaja aprovechable fue la extracción de grasa, que se hacía vertiendo en grandes
recipientes de agua hirviendo todas las partes del animal no utilizadas para el tasajo.
Los saladeros fueron los primeros establecimientos no pastoriles que concentraron una gran
cantidad de trabajadores. Ellos vivían cerca del saladero o en sus terrenos, pero en forma
independiente del establecimiento, y no en viviendas colectivas, como el peón de
estancias. Tampoco recibían la comida, la que se procuraban con su jornal. El trabajo del
saladero era estacionario, se hacía en primavera y verano, que era cuando había animales
aptos para esa empresa. Esto hacía que los trabajadores tuvieran mucha inestabilidad.

Economías regionales entre la primera década post revolucionaria


(1820-1829)
A partir de la tercera década del siglo XIX, la economía ganadera de Buenos Aires inició un
ciclo de crecimiento ligado con la plena inserción de la producción ganadera porteña en el
mercado atlántico. La campaña rural bonaerense sostuvo un exitoso crecimiento, que se
evidenció en una expansión territorial, económica y comercial.
El Estado bonaerense iniciaba una transformación de
sus estructuras financieras para sanear los gastos de La discusión sobre la libre
la etapa revolucionaria y comenzaba a definir su navegación de los ríos
política de ingresos. El nuevo eje estaba basado en
el reemplazo de los ingresos de metálico del Alto "A pesar del Tratado del
Perú por los ingresos de la Aduana, desde ese Cuadrilátero, que garantizaba la
momento, sostén de la política fiscal. libertad de navegación (por los ríos
La evolución económico-financiera a partir de 1820 Forana y Uruguay) Buenos Aires era
experimentó comportamientos diferentes en cada insensible al respecto. [...] Rivadavia
uno de los territorios provinciales. no estaba dispuesto a permitir que
los artículos extranjeros pasaran por
Buenos Aires sin pagar impuestos, tal
La región bonaerense-litoraleña como lo señala un testigo de la
época: 'Mientras que los porteños, al
Las guerras de la independencia cambiaron
obligar a las naves que transitaban
notablemente los vínculos comerciales de la región
bonaerense-litoraleña; hasta tal punto se modificaron aguas arriba y abajo del Río de la
que, cuando estas guerras finalizaron, se había Plata a que atracaran en su puerto y
quebrado definitivamente el eje comercial entre pagaran derechos, estaban
Buenos Aires y Potosí. Pero al mismo tiempo que se implícitamente imponiendo tributos
cortaban los vínculos con el Alto Perú, se entretejían a las demás provincias... las
nuevos nexos comerciales cada vez más fuertes con provincias lo sentían así, y por eso,
los mercados de ultramar. en lugar de hacer causa común con
El territorio bonaerense-litoraleño, por sus recursos y Buenos Aires en la guerra, hubieran
posibilidades económicas, fue el más beneficiado por preferido más bien ver reducido su
el nuevo rumbo del comercio rioplatense. El principal poder' [...]"
motor e impulsor de este esquema fue Buenos Aires,
Kroeber, Clifton: La navegación de
cuyo puerto recuperó el liderazgo y su rol los ríos en la historia argentina.
fundamental para la expansión de la actividad Buenos Aires: Paidós, 1967
económica a través del Atlántico. Esta creciente

50
conexión permitía colocar los productos primarios de la ganadería en las plazas mercantiles
de los países europeos que se hallaban en pleno proceso de industrialización. Por ello, los
porteños defendieron, desde 1810, la libertad de comercio de su puerto e impulsaron
decididamente el estrechamiento de los vínculos mercantiles con Inglaterra, la principal
potencia económica y comercial de la época.

El puerto de Buenos Aires: un gigante que hace sombra


Para el resto de las provincias litorales, integradas por Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, la
situación no se modificó tan rápidamente ya que la circulación de su comercio quedó
subordinada al puerto de Buenos Aires. Las reformas de libre comercio sólo involucraron a
los puertos de Buenos Aires y de Montevideo, y no a aquellos situados en los ríos Paraná y
Uruguay.
Para los pueblos litoraleños, que también eran productores ganaderos, los cambios no
llegaban lo suficientemente lejos, ya que el esquema fortalecía la concentración comercial en
el puerto de Buenos Aires, que intermediaba en el ingreso y egreso del mercado a través del
Atlántico.
La situación era más difícil en Corrientes, cuya economía productiva de yerba mate y tabaco
sufrió la competencia de los productores de Paraguay y Brasil, pese a los esfuerzos
proteccionistas de sus gobernantes.

El centro y el noroeste del territorio


La década de 1820 registró algunos cambios en la región del Interior en los circuitos
comerciales. En el noroeste, a partir de la independencia de Bolivia, en 1825, la relación con
el litoral cambió; los bienes importados no llegaron ya desde Buenos Aires, sino desde los
puertos del Pacífico, que reforzaron otra red comercial, en la cual los productos de Salta y
Jujuy fueron de "sur a norte", mientras que los productos que se importaban de países
europeos ingresaron a la región de "norte a sur".
Las provincias cuyanas eran un importante vínculo entre las economías de las provincias del
norte y Chile. Por ellas pasaban los productos importados que ingresaban desde Chile y,
además, los cuyanos vendían en el mercado chileno vinos y aguardiente.
En Córdoba, este cambio provocó que su producción de muías, que antes destinaba al
mercado altoperuano, decayera. Pero su producción artesanal de tejidos perduró por muchos
años más. La zona sur de la provincia se convirtió en productora de ganado vacuno y
también lanar, con destino a los mercados de Buenos Aires.
En el caso de Santiago del Estero, se mantuvo una producción agrícola destinada al mercado
local, combinada con una producción textil artesanal, y también se desarrolló, como en el
caso de Córdoba, una limitada producción ganadera.
Estas diferentes orientaciones económicas se mantuvieron hasta mediados del siglo XIX,
pero paulatinamente, mientras que los circuitos regionales vinculados a los mercados locales
eran modestos y variables, el mercado vinculado al comercio a través del Atlántico fue
mostrando una vitalidad cada vez más creciente, lo que tuvo consecuencias en el período de
la organización nacional, ya que le dio poder a Buenos Aires frente a las demás provincias.

51
LA CONFERDERACION ARGENTINA EN TIEMPOS DE ROSAS

Juan Manuel de Rosas: una figura polémica


Juan Manuel de Rosas fue un poderoso estanciero de la provincia de Buenos Aires. Hacia
1820, las luchas agitaban a esta provincia y paralizaban el comercio. Rosas organizó a sus
seguidores en Los colorados del Monte, ejército que respondía a su voluntad, con el que
apoyó al gobernador Martín Rodríguez, y fue nombrado por esté Comandante General de la
Campaña de Buenos Aires, cargo que tendría durante la década de 1820 y que convertiría a
sus milicias rurales en un factor de poder provincial y de avanzada sobre la frontera indígena.
En 1828, se desató un amplio levantamiento rural por las tensiones sociales derivadas de la
expansión ganadera —como la leva rural (la obligación de trabajar en las tareas rurales) — y
por una exaltación popular de la figura de Manuel Dorrego, de quien se exhibían imágenes y
a quien se cantaban coplas en su honor, en las pulperías de la campaña bonaerense.
Fue entonces cuando Rosas apareció como aquel que podía encauzar la opción política por
el federalismo, frente a la organización y consolidación en las provincias interiores de la Liga
Unitaria, comandada por el general José María Paz.
A partir de ese momento, el prestigio y el poder de Rosas fueron en aumento, y tras veinte
años de guerra civil, la Confederación Argentina constituyó un particular modelo de
organización política y de desarrollo económico.
La figura de Rosas generó numerosas polémicas en la historia argentina: para sus
opositores, fue un tirano que gobernó con métodos autoritarios. Para sus admiradores, fue un
gobernante que pacificó la provincia y un defensor de la soberanía nacional frente a las
agresiones de las potencias europeas más poderosas.
Sin embargo, ambas visiones son parciales y exageradas, y nos invitan a reconocer y
distinguir matices sin perder de vista la época y el contexto histórico en el que tuvieron lugar
los hechos.

El primer gobierno de Rosas en la provincia de Buenos Aires (1829-


1832)
Rosas fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires el 8 de diciembre de 1829,
asumió el cargo con facultades extraordinarias otorgadas por la Legislatura, que, por
iniciativa de Rosas, estuvo conformada por los mismos representantes que tenía antes
del derrocamiento de Dorrego. Por eso fue nombrado Restaurador de las leyes y de las
instituciones de la provincia.
Su objetivo principal como gobernador fue restablecer un orden f social y político, después
de veinte años de inestabilidad debido a las tierras de la Independencia y a los conflictos
internos.

52
La organización política de la provincia se basó en la división de poderes existente desde su
autonomía a partir de 1820 y en la ley electoral de 1821, que le permitió contar con el apoyo
de la población.
Esta estabilidad política debía garantizar el
predominio del sector ganadero y mercantil, del
que el gobernador formaba parte, y al cual le
interesaban la expansión de la producción
ganadera para su exportación al mercado mundial
y el control de los recursos obtenidos por este
comercio a través del puerto y de la Aduana de
Buenos Aires.
Rosas trató de retardar la creación de poderes que
estuvieran por encima de los Estados provinciales,
ya que esa alternativa obligaría a la provincia de
Buenos Aires a redistribuir los ingresos de la
Aduana, y debilitaría, así, el poder del gobernador.
La solución adoptada fue la creación de una
Confederación, integrada por un conjunto de
Estados provinciales que llevaban, desde la caída
del poder central en 1820, varios años de
autonomía, en los que habían logrado establecer
un conjunto de instituciones republicanas, basadas
en la división de poderes.
Las relaciones entre las provincias fueron
reguladas por el Pacto Federal del año 1831, que
fortaleció el ejercicio de las soberanías
provinciales. Paralelamente, fue creciendo la
influencia política de Buenos Aires sobre las
demás provincias. Este pacto estuvo vigente hasta
la sanción de la Constitución Nacional en 1853.

La Liga Unitaria y el Pacto Federal


Aunque la organización política federal fue admitida por las provincias porque preservaba el
ejercicio de sus respectivas soberanías, hubo varios intentos de establecer una organización
política unitaria.
En abril de 1829, el general José María Paz, al mando de divisiones del ejército que habían
participado de la guerra contra el Brasil, tomó el poder en Córdoba, al derrotar al gobernador
federal Juan Bautista Bustos. Poco después, derrotó a Facundo Quiroga en las batallas de La
Tablada y de Oncativo, tras las cuales Quiroga se refugió en Buenos Aires. Paz envió expedi-
ciones militares para asegurarse del control de Cuyo y del Norte. Finalmente, en 1830, reunió
a las provincias que lo obedecían en la Liga Unitaria. A comienzos de 1831, la Liga Unitaria le
retiró a Buenos Aires la facultad para hacerse cargo de las relaciones exteriores. Rosas, por
su parte, aliado con los gobernadores de La Rioja, Facundo Quiroga; Santa Fe, Estanislao
López; y Santiago del Estero, Felipe Ibarra, impulsó la Liga Federal.

53
La Liga Unitaria era frágil y dependía de la presencia de tropas del general Paz, que
enfrentaban dificultades para sostenerse en regiones pobres, por lo que, a veces, recurrían al
saqueo. Paz fue tomado prisionero por una partida de hombres de Estanislao López, en
agosto de 1831, mientras hacía un reconocimiento del terreno en El Tío, provincia de
Córdoba. Sin su principal jefe, la Liga Unitaria se derrumbó. Lo sucedió el general Gregorio
Aráoz de Lamadrid, que en noviembre de 1831, fue derrotado por Quiroga en La Ciudadela,
en Tucumán. Vencida la Liga Unitaria, el Pacto Federal se convirtió en la base de un
acuerdo entre las provincias. Al mismo tiempo que aseguraban su autonomía, delegaban el
manejo de las relaciones exteriores en el gobierno de Buenos Aires.

54
Crisis política en Buenos Aires
Después de tres años de gobierno, Rosas había conseguido la pacificación de Buenos Aires
y la consolidación de los pactos con las otras provincias. Al culminar su período de gobierno,
la Legislatura ofreció a Rosas un nuevo mandato pero este lo rechazó porque no incluía la
prórroga de las facultades extraordinarias.
Por este motivo, en diciembre de 1832, fue designado gobernador el federal Juan Ramón
Balcarce, ex ministro de guerra de Rosas. Balcarce, en principio lea! a Rosas, encontró
serias dificultades para enfrentar las divisiones internas del federalismo y los reclamos de los
gobernadores de otras provincias por el reparto de las rentas de la Aduana. A partir de este
momento, la crisis política en Buenos Aires se agravó.
En un clima de agitación política, el partido federal porteño se dividió en los seguidores de
Rosas, llamados apostólicos y los disidentes de la política rosista, que eran los doctrinarios.
Se crearon la Sociedad Popular Restauradora, integrada por miembros de las clases altas
porteñas seguidores de Rosas, y la Mazorca, un grupo reclutado entre los sectores populares
para intimidar a los opositores, dirigido por Encarnación Ezcurra, la esposa de Rosas, ya que
este había emprendido una expedición hacia la frontera sur.
Las tensiones políticas provocaron la renuncia de Balcarce y la elección como gobernador,
por parte de la Legislatura de Buenos Aires, de Juan José Viamonte, quien intentó una
política de conciliación para recuperar la estabilidad política. Sin embargo, durante 1834, se
sucedieron hechos de violencia que agravaron la situación de inestabilidad, hasta que
Viamonte presentó su renuncia en junio de ese año. Frente a esta situación, Manuel Maza,
presidente de la Legislatura, debió asumir el cargo de gobernador.

55
El conflicto en el interior y el asesinato de Facundo Quiroga
En el noroeste, luego de la derrota de la Liga Unitaria,
Suma del poder público: por
el gobernador tucumano Alejandro Heredia y el
decisión de la Sala de
gobernador salteño Pablo de la Torre se disputaron el
Representantes, Rosas concentró
poder de la región, y pusieron en peligro el frágil
en su persona los tres poderes
equilibrio que se había alcanzado con el Pacto Federal.
del Estado: Ejecutivo, Legislativo
Por este motivo el gobernador Maza le solicitó a
y Judicial. Sin embargo, la
Facundo Quiroga que intercediera en el conflicto, pero Legislatura siguió funcionando, y
al llegar a Santiago del Estero, se enteró de que De la aunque no había justicia
Torre había muerto en un confuso episodio. A su independiente del Poder
regreso, en febrero de 1835, Quiroga fue asesinado en Ejecutivo, el gobernador interfirió
la localidad cordobesa de Barranca Yaco, por poco con la administración de
partidarios de los caudillos provinciales José Vicente y justicia.
Guillermo Reynafé.

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En Buenos Aires, la noticia provocó temor de que se desatara una nueva guerra civil y, en
marzo de 1835, la Legislatura nombró a Juan Manuel de Rosas gobernador y capitán general
de la provincia por cinco años con la suma del poder público* y facultades extraordinarias.
Para asegurar el respaldo político a su gobierno, Rosas convocó a una votación y ganó
ampliamente con el voto popular.

Facundo Quiroga por Sarmiento

"Quiroga no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares, en la política y en las


revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento: [...] Facundo,
provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta
Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador. [...]
Tirano sin rival hoy en la tierra. [...] Sí; grande y muy grande es, para gloria y vergüenza
de su patria, porque si ha encontrado millares de seres degradados que se unzan a su
carro para arrastrarlo por encima de cadáveres, también se hallan a millares las almas
generosas que, en quince años de lid sangrienta, no han desesperado de vencer al
monstruo que nos propone el enigma de la organización política de la República".

Sarmiento, Domingo Faustino: Facundo. Buenos Aires: Losada, 2009

La expedición de Rosas a la frontera sur pampeana

Rosas emprendió en 1833 una expedición con el objetivo de asegurar la frontera sur,
fundamental para los intereses del sector ganadero. La campaña militar de Rosas, que
llegó a la isla de Choele Choel en el río Negro, consolidó la disponibilidad de nuevas
tierras para la producción de cueros, sebo, carne salada y unos años después, lana.
Cerca de 5.000 indígenas fueron sometidos y, en muchos casos, Rosas contó con
indios aliados, aprovechando la rivalidad existente entre las distintas comunidades.
Este éxito le dio prestigio y poder. Aunque Rosas no participaba directamente de las
luchas políticas en Buenos Aires, se mantenía en contacto con la política porteña a
través de la correspondencia con amigos y con su esposa.

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El segundo gobierno de Rosas en la provincia de Buenos Aires
(1835-1852)
Entre 1835 y 1852, durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas en la provincia de
Buenos Aires, se consolidó la Confederación Argentina. Aunque la suma del poder público le
fue concedida a Rosas por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, cada año, Rosas
veía respaldada su autoridad en elecciones en las que participaba una altísima proporción de
votantes.
El orden político instaurado en 1835 no era liberal, a Rosas le interesaba defender el sistema
federal, la independencia de la Confederación Argentina y el gobierno republicano. Podemos
decir que era republicano porque su poder estaba basado en la voluntad popular y había sido
elegido dentro del marco de las instituciones republicanas.
Para sostener su poder y combatir a la oposición política, Rosas utilizó múltiples
instrumentos: cargos públicos para los federales fieles, la censura de la prensa y la
confiscación de propiedades de sus opositores. Listas con nombres de unitarios circulaban
entre los juzgados y destacamentos de policía como advertencia y amenaza para los
opositores al régimen. También impuso la obligación de utilizar la divisa punzó, símbolo del
federalismo rosista.
Gran parte de la oposición se exilió en Montevideo o en Santiago de Chile, lo que mostraba
una cuota de exclusión e intolerancia política.
La Sociedad Popular Restauradora, organización federal que identificaba y perseguía a los
unitarios, y la Mazorca, su fuerza de choque, cabalgaban de noche por la ciudad, disparando
a las ventanas de las casas de los que se sospechaba eran opositores a la causa federal.
El orden federal que Rosas impulsó desde su gobierno se basaba en un acuerdo entre las
provincias, pero con una centralización del poder político en Buenos Aires. Se oponía a la
convocatoria a un congreso para dictar una Constitución porque consideraba que, primero,
debían pacificarse internamente las provincias.

El dictado de una Constitución Nacional

"Mi querido compañero, señor don Juan Facundo Quiroga:

[...] Nadie, más que Vd. y yo, podrá estar persuadido de la necesidad de la organización
de un gobierno general y de que es el único medio de darle ser y responsabilidad a
nuestra República. Una República Federativa es lo más quimérico y desastroso que
pueda imaginarse, toda vez que no se componga de Estados bien organizados en sí
mismos. [...] Si dentro de cada Estado en particular no hay elementos de poder para
mantener el orden respectivo, la creación de un Gobierno general representativo no sirve
más que para poner en agitación a toda la República y hacer que el incendio de cualquier
Estado se derrame por todos los demás".

Barba, Enrique M. (compilador): Correspondencia entre Rosas, Quiroga y López. Buenos


Aires: Hyspamérica,1986.

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La visión del orden según Rosas
Los rosistas creían que el federalismo representaba una continuidad de la república ideada
por los hombres de Mayo, pero adaptada a las circunstancias históricas de la realidad política
local.
Buscaban el ideal de un mundo rural estable y armónico, pero con propiedad privada y
jerarquías sociales bien delimitadas. Este orden social implicaba el respeto a las leyes, la
persecución del comercio indígena y de los cazadores furtivos, la regulación del comercio de
ganado; todos aspectos tendientes a proteger el
derecho de propiedad de los grandes terratenientes, Cepo: instrumento de tortura que
pero también el de los medianos y pequeños inmoviliza cabeza, pies y manos
propietarios rurales.
El orden social resista también era católico, en el sentido de ordenar las costumbres de los
habitantes rurales; el respeto a los domingos y a las fiestas religiosas mostraban el uso de la
religión para implantar y mantener un orden social.
Además, las ideas federales eran expresadas en las fiestas populares. Los rituales para
festejar las fiestas mayas y julianas, así como los bailes públicos, los carnavales, las corridas
de toros y los juegos de sortijas, se acompañaban con carteles colgados donde decía
"Mueran salvajes unitarios y viva el gran ciudadano Rosas".
La justicia era sostenida por el miedo al castigo. Para lograr el acatamiento a la ley por parte
de la población, se difundían advertencias y se ejecutaban castigos públicos a los
reincidentes, como el cepo* y los azotes.

La economía de Buenos Aires y su relación con las provincias


A partir de la década de 1830, la economía porteña experimentó un notable desarrollo. Esto
fue posible gracias al estímulo que recibió la explotación de la riqueza ganadera (cueros,
cebo, tasajo) y a la intensa actividad mercantil que promovía el puerto de Buenos Aires.
La expansión del comercio entrerriano se relacionó con el poblamiento de su costa oriental.
Alrededor de Concepción del Uruguay, se irán consolidando la estancia ganadera y los
saladeros, espacio en el que el gobernador Justo José de Urquiza edificó su poder. Santa Fe
se destaca por el crecimiento del puerto de Rosario, que manejaba buena parte del comercio
provincial y lo consolidó como el principal puerto del río Paraná.
La provincia de Corrientes tenía una economía diversa en la que convivían algunas industrias
textiles artesanales, la producción de yerba mate y tabaco, y ganadería en el sur de su
territorio.

59
En los territorios del interior, las realidades
económicas eran diversas. Córdoba reorientó
su economía hacia Buenos Aires y colocó
progresivamente su producción en el mercado
atlántico: cueros vacunos y ovinos, lana,
cerdas, también tejidos, harina y cal para los
mercados urbanos del litoral. También
acentuó su rol como intermediaria de
productos europeos entre Buenos Aires y las
provincias del noroeste, y vendía, además, a
Buenos Aires suelas, lana de vicuña y tejidos.
En el caso de las provincias del Noroeste, la
introducción de mercaderías desde el puerto
de Cobija en el Pacífico intensificó un circuito
mercantil a ambos lados de la cordillera de los
Andes, que a lomo de muía conectaba el
litoral Pacífico con el Noroeste.
Las provincias cuyanas eran una importante
cone
Productos ultramarinos: son las
xión
mercaderías que se
entre
comercializan con países que se
las
ubican al otro lado del océano, a
provi
través de los mares.
ncia
s del
norte y los mercados chileno y boliviano. Por
ellas pasaban los productos ultramarinos* que
ingresaban desde Chile y los, cuyanos
(aguardiente y vinos en el mercado chileno), y
ganado que llegaba desde los llanos de La
Rioja.

El librecambio y el comercio
atlántico
Dos fuertes discusiones se dieron entre las
provincias de los diversos espacios regionales
que se estaban conformando. Una de ellas giró en torno a la política de librecambio o la
proteccionista. Ya a comienzos de la década de 1830, el gobernador de Corrientes, Pedro
Ferré, polemizaba con el representante de Buenos Aires, José María Rojas y Patrón.
Mientras que este último defendía las ventajas del libre comercio, Ferré sostenía que este
destruiría las industrias locales.

60
Otra de las grandes discusiones de la época estuvo ligada a la libre navegación de los ríos.
Las provincias del litoral solicitaban que se abrieran los ríos a la navegación extranjera para
acceder libremente al comercio atlántico y que se elevaran los aranceles de importación y se
distribuyeran los ingresos entre las provincias.

La ley de aduanas
Con el objetivo de lograr un equilibrio entre los intereses de las distintas regiones, en 1835, al
iniciar su segundo gobierno, Rosas promulgó la Ley de Aduanas. Esta establecía que los
artículos importados pagarían un arancel del 25%, que aumentaba al 30% para los aceites y
a un 40% para ropas y calzados. También se dictaminó la prohibición de importar
productos que la Confederación estaba en condiciones de proveer (cuero, madera,
hierro, textiles y
ponchos).
Así, Rosas obtuvo la
adhesión de las
provincias, excepto
de Corrientes, ya
que la ley no
protegía su
producción de yerba
mate y tabaco, y
reafirmó la fidelidad
de los sectores
medios y populares
porteños.
Los representantes
británicos se
mostraron cautelosos, sin oponerse firmemente a la medida, ya que temían más a los
disturbios políticos que al proteccionismo económico.

Los conflictos internos


El delicado equilibrio entre los diversos intereses regionales, que Rosas había creído manejar
con la Ley de Aduanas, no impidió que se sucedieran conflictos y levantamientos.
En 1839, el gobernador de Corrientes, Genaro Berón de Astrada, exigió a Buenos Aires su
participación en las rentas de la Aduana y la libre de los ríos. El gobernador entrerriano
Pascual Echague, aliado de Rosas, lo enfrentó y derrotó en la batalla de Pago Largo.
En Buenos Aires, en junio de 1839, se planeaba un alzamiento militar. Rosas mandó arrestar
a los principales conspiradores, entre ellos Ramón Maza, hijo de Manuel Maza, presidente de
la Legislatura. Este fue asesinado por mazorqueros y, al día siguiente, su hijo fue fusilado por
orden de Rosas.
En la campaña bonaerense, a fines de 1839, también hubo un pian para provocar un
levantamiento, aprovechando el descontento de algunos estancieros sureños por la política

61
de Rosas de no renovar los contratos de arrendamiento de la tierra pública. Esta estaba, en
gran parte, en manos de personas que la arrendaban por largo tiempo y pagaban alquileres
muy bajos. La rebelión se produjo en Dolores y en Chascomús, y fue sofocada por las tropas
dirigidas por el hermano del gobernador, Prudencio Rosas, en la batalla de Chascomús.
En 1840, la coalición de las provincias del norte (Tucumán, Salta, Catamarca La Rioja y
Jujuy), comandada por el general Gregorio Aráoz de Lamadrid, desconoció la representación
del gobernador bonaerense en los asuntos exteriores de las provincias. Sin embargo, las
fuerzas de la coalición no pudieron hacer frente a los ejércitos aliados a Rosas, que
contuvieron su avance.
Ese mismo año, el general Juan Lavalle invadió la provincia de Buenos Aires, pero sin el
apoyo de la población debió retirarse hacia Córdoba, donde sus tropas fueron derrotadas.
A partir de estos triunfos, Rosas consolidó su poder sobre la Confederación. Los ejércitos
federales eran más numerosos, disciplinados y contaban con el apoyo de las poblaciones,
indispensable para el aprovisionamiento y las comunicaciones.

Los desafíos externos de la Confederación Argentina


Como encargado de las relaciones exteriores, Rosas
Rosas y San Martín
debió enfrentar una serie de conflictos externos.
 1837: guerra contra la Confederación Durante el bloqueo anglo-francés,
peruano-boliviana por la región de Tanja, San Martín ofrece sus servicios a
reclamada por Salta y retenida por Solivia. la Confederación y, conocido el
Duró dos años y fue muy costosa para resultado de la batalla de la
Tucumán, Salta y Jujuy. Las tropas federales Vuelta de Obligado, le escribe a
tuvieron el apoyo de Chile, que reclamaba para Rosas, en una carta, que se debe
sí territorio del norte. La victoria del ejército "considerar a esa contienda [...]
chileno llevó a la disolución de la de tanta trascendencia como la
Confederación peruano-boliviana. de nuestra emancipación de
 1838-1840: el intento del gobierno francés de España" [...]. Luego, le entrega,
en su testamento, el sable: "El
obtener trato preferencial para el comercio con
sable que me ha acompañado en
la provincia más la presión de los exiliados en
toda la guerra de la
Montevideo desató un bloqueo francés al Río
independencia de la América del
de la Plata, que redujo el comercio externo y
Sud le será entregado al general
los ingresos de la Aduana. Francia ocupó la
de la República Argentina
isla Martín García y, desde allí, hostigó a las
Donjuán Manuel de Rosas, como
fuerzas federales. Después de dos años, se una prueba de la satisfacción que
firmó un tratado por el cual la Confederación como argentino he tenido al ver la
recuperaba la isla a cambio de concederles a firmeza con que ha sostenido el
los franceses el trato de nación más favorecida honor de la República contra las
y de privilegiar el comercio con ella frente a injustas pretensiones de los
otras naciones. extranjeros que trataban de
humillarla".

62
 1845 y 1848: la política expansionista de Inglaterra y de Francia, que buscaba la
apertura de los ríos interiores de la Confederación para su comercio, fue la principal
causa del nuevo bloqueo. A esta situación, se sumó la intervención de Rosas en la
guerra civil de Uruguay entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. El
inminente triunfo de Oribe, aliado de Rosas, instó a los exiliados unitarios a pedir
ayuda a las potencias extranjeras para enfrentar al gobernador de Buenos Aires. La
flota anglo-francesa bloqueó el puerto de Buenos Aires y organizó una incursión
aguas arriba del Paraná para abrirlo al comercio internacional. El general federal
Lucio Mansilla les cortó el paso en el lugar conocido como la Vuelta de Obligado. A
pesar de la resistencia de los artilleros federales, las naves británicas consiguieron
pasar. Sin embargo, no lograron expandir su comercio, ya que el apoyo de las
provincias a Rosas creció y se pusieron en contra de la invasión externa a la
Confederación. El bloqueo duró tres años, hasta que la firma del tratado Arana-
Southern levantó la intervención inglesa. Este triunfo acrecentó el prestigio de Rosas:
era el único líder americano que había resistido las presiones de las dos naciones
más poderosas de la tierra

La ocupación de las Islas Malvinas


Desde fines del siglo XV, las islas Malvinas pertenecían a la Corona española, pero fueron objeto de
disputa entre las naciones europeas, por estar ubicadas en la ruta de navegación de los barcos que
transitan por los mares australes. Francia fue la primera en establecer una colonia en la isla Soledad,
en 1764. Ante el reclamo de la Corona española, la colonia fue entregada por los franceses a cambio
de una suma de dinero. Entre tanto, los ingleses fundaron Puerto Egmont, en 1766, cuyos ocupantes
fueron expulsados en 1770 por una escuadra española. La reacción de Inglaterra llevó la situación al
borde de la guerra, pero finalizó con el abandono de los ingleses de las islas. A partir de ese
momento, los españoles ocuparon las islas hasta 1811.
Una vez producida la independencia de España, recién en 1823 el alemán Luis Vernet solicitó un
permiso, concedido por el gobierno de Buenos Aires, para asentar un establecimiento productivo en
las islas.
En 1829, Juan Lavalle, desde su cargo de gobernador de Buenos Aires, instauró un puesto fronterizo
a cargo de Luis Vernet, como acto de jurisdicción soberano sobre el territorio y las islas adyacentes al
Cabo de Hornos.
En 1831, la fragata estadounidense Lexington atacó Puerto Soledad y saqueó sus costas. Tras el
ataque, Vernet viajó a Buenos Aires para informar de la situación, y el gobernador Juan Ramón
Balcarce envió la goleta Sarandí, comandada por José María Pinedo. El 3 de enero de 1833, la
fragata inglesa Clío, comandada por John Onslow, obligó a Pinedo a retirarse e inició la ocupación
inglesa de las islas, nombradas por los ingleses como Falckland.
Pinedo regresó a Buenos Aires sin haber resistido a los ingleses: fue juzgado y separado de la
Marina. Desde ese momento, se produjo la ocupación inglesa de las islas, que aún continúa.

63
Crisis y caída de la Confederación Argentina
Entre 1848 y 1851, los años que siguieron a la intervención anglo-francesa, Rosas consolidó
su control sobre la vida política de la Confederación.
Sin embargo, en el Litoral, el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, publicó un
pronunciamiento, el 1 de mayo de 1851, en el que expresaba la decisión de su provincia de
reasumir el ejercicio de la representación externa, facultad delegada hasta ese momento en
Buenos Aires, hasta que se organizara constitucionalmente el país.
La invitación de Urquiza a las provincias para que se adhirieran al pronunciamiento no tuvo el
efecto esperado, excepto en Corrientes. Ambas provincias carecían de un ejército capaz de
enfrentar a Rosas, por lo que buscaron el apoyo del Brasil y de la oposición a Oribe, en
Uruguay.
El conocimiento de esta alianza desató una reacción popular de apoyo a Rosas, quien no
tuvo en cuenta la fuerza que pudieran tener sus adversarios y no ordenó preparativos
militares, hasta que, a fines de ese año, naves brasileñas comenzaron a bombardear las
costas del Paraná. Rosas puso al general Ángel Pacheco al frente de diez mil hombres, pero
la defensa fue tardía y desorganizada. Finalmente, el 3 de febrero de 1852, en los campos de
Caseros, se enfrentaron ambos ejércitos y resultó victorioso el bando que respondía al
gobernador Urquiza.
La batalla de Caseros puso fin a la Confederación Argentina. Rosas se exilió con su hija
Manuelita en Inglaterra, donde vivió hasta su muerte, en 1877.
Por su parte, Urquiza comenzó las negociaciones con los liberales porteños para organizar
una transición hacia un proceso constituyente.

64
LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La expansión del capitalismo


A partir de 1850 en Europa occidental y Estados Unidos se produjo una extraordinaria
transformación' económica. El capitalismo se consolidó como sistema mundial y la actividad
industrial, impulsada por nuevos descubrimientos científicos y técnicos, se afirmó como el
principal sector de la economía. La segunda fase de la revolución industrial —como se
denominó a este proceso— se desarrolló en varios países, particularmente Inglaterra, Francia
y Alemania. Y, fuera de Europa, en los Estados Unidos y en Japón.

Los nuevos tipos de producción


El comienzo de la nueva fase económica se produjo a partir del desarrollo de industrias
basadas en el carbón, el hierro y el acero. Y hacia fines del siglo XIX, se utilizaron nuevas
fuentes de energía como el petróleo y la electricidad. Desde 1870 se realizaron importantes
descubrimientos científicos y técnicos que, aplicados a la industria, dieron origen a profundos
cambios en la economía mundial.
Así como en la primera Revolución Industrial, la industria textil del algodón fue el motor del
desarrollo, las industrias pesadas que utilizaban hierro y carbón fueron los pilares básicos de
la nueva etapa. La expansión de la construcción de
ferrocarriles desde 1850, es el principal ejemplo. El ferrocarril. El desarrollo de los
ferrocarriles fue una de las
actividades económicas de la
segunda mitad del siglo XIX. En la
ilustración se observa una
locomotora de vapor como las que
se utilizaban en la época. La
construcción de ferrocarriles le dio
un gran impulso a la industria
metalúrgica, que se convirtió en
una de las más importantes de la
segunda fase de la revolución
industrial.
El desarrollo de las comunicaciones
El desarrollo del ferrocarril significó una verdadera revolución en los transportes, ya que
integró nuevos mercados, facilitó las comunicaciones e incentivó el crecimiento de aquellas
industrias basadas en el hierro, el cartón y el acero.
Las redes ferroviarias se extendieron por casi todo el mundo. En Europa fueron
complementarias de las grandes líneas de navegación internacional. En regiones como
Australia, América Latina y África unieron las zonas productoras de materias primas los
grandes puertos, desde donde, por vía marítima se transportaba la producción a los países
industrializados.
El transporte marítimo también tuvo importantes mejoras; se aplicó en gran escala el uso del
vapor y se construyeron grandes navíos que, junto al desarrollo del ferrocarril, permitieron un
mayor crecimiento del tráfico comercial.

65
Entre 1850 y 1870 el comercio internacional creció en un 260%. La revolución en las
comunicaciones permitió reducir distancias y crear la idea de que el mundo se "achicaba". En
este sentido tuvo gran importancia también la difusión del telégrafo. En 1870 la red telegráfica
unió a toda Europa, creció en Estados Unidos y alcanzó Oriente. Las consecuencias de este
hecho repercutieron en todos los planos de la vida social. Por ejemplo, permitió a los
empresarios conocer las cotizaciones de los valores de la libra y del oro en todo el mundo.
Además, los gobiernos y la población conocieron lo que ocurría en diferentes lugares del
mundo al poco tiempo de sucedidos los hechos. Estos adelantos técnicos permitieron que el
capitalismo penetrara en todas las regiones del planeta y transformara profundamente la vida
de los hombres de fines del siglo XIX.

La nueva división internacional del trabajo

En la segunda mitad del siglo XIX, el proceso de unificación del mundo se aceleró
rápidamente. Los intercambios entre las distintas regiones del planeta se hicieron cada
vez más fluidos, gracias a los nuevos sistemas de transporte y de comunicaciones. La
unificación no se registró sólo en el plano económico. Los cambios en los transportes
posibilitaron el traslado masivo de personas a largas distancias, mientras que el
telégrafo, por su parte, revolucionó las formas de circulación de la información.
Sin embargo, la integración de un sistema económico mundial provocó, al mismo
tiempo, una nueva división internacional del trabajo.
La economía mundial creció y se diversificó como consecuencia de la demanda de
viejas y nuevas materias primas por parte de los países industrializados. Además de
insumos industriales, estos últimos países demandaban metales preciosos y alimentos
para una población que crecía y que disponía de ingresos en aumento. Estas
condiciones estimularon la incorporación de nuevas regiones productoras a la economía
mundial.
Por otra parte, en las regiones proveedoras de materias primas y alimentos, los
capitalistas de los países industrializados podían invertir su capital excedente, por
ejemplo, en el desarrollo de la infraestructura y los transportes ligados al circuito de su
comercio. A su vez, las sociedades periféricas se transformaron en mercados
consumidores de los productos industrializados de las economías metropolitanas.
En el nuevo sistema económico mundial, rápidamente, se diferenciaron conjuntos de
países con distintas funciones. Por un lado, un centro integrado por países
industrializados se especializó y concentró la producción de manufacturas, de bienes de
capital y de tecnología. Por otro lado, el resto de los países del planeta se especializó en
la producción primaria, de alimentos y materias primas, para abastecer a los países
centrales. Por esta razón, porque organizaron sus producciones económicas alrededor
de las demandas del centro, comenzaron a ser denominadas periferias capitalistas.
En la nueva división internacional del trabajo, cada país se especializaba, según el
principio de las ventajas comparativas, en aquellas producciones para las cuales
contaba con las condiciones más ventajosas y, por lo tanto, podía ofrecer a mejor
precio. Al mismo tiempo, los países importaban el resto de los productos que
necesitaban.

66
67
NUEVOS INVENTOS Y
1837DESCUBRIMIENTOS
el telégrafo (Morse)

1867 la dinamita (Nobel)


1876 el teléfono (Bell)
1877 el fonógrafo (Edison)
1878 la lámpara eléctrica (Edison)
1879 la locomotora eléctrica (Siemens)
1882-84 descubrimiento del bacilo de la tuberculosis (Krebs, Loffler)
1885 el automóvil a gasolina (Daimler/Benz)
1893 el motor Diesel (Diesel)
1893 la aspirina (Bayer)
1895 el cinematógrafo (los hermanos Lumiére)
1896 el telégrafo sin hilos (Marconi)
1900 el dirigible (Zeppelin)

La explosión demográfica
En la segunda mitad del siglo XIX se acentuó una tendencia que ya se había iniciado en el
siglo anterior: el crecimiento de la población. Este fue posible porque desaparecieron algunos
factores que lo limitaban, como la escasez de alimentos y las altas tasas de mortalidad por
epidemias. El desarrollo científico y técnico que acompañó a la industrialización permitió au-
mentar notablemente la producción agrícola, mejorar los transportes, agilizar las redes
comerciales y reducir los índices de mortalidad gracias a los avances en el campo de la
medicina y de las medidas higiénicas. Aunque las epidemias no desaparecieron por
completo, su impacto en el conjunto de la población fue menor. La industrialización hizo que
los hombres ya no estuvieran tan expuestos a los ciclos de la naturaleza (sequías,
catástrofes naturales, enfermedades) y favoreció entonces un crecimiento continuado de la
población.
También fue importante la política encarada por algunos gobiernos para atender a la salud
pública y resolver los múltiples problemas que presentaban las grandes ciudades. El
crecimiento urbano vertiginoso y desordenado había originado pésimas condiciones de vida
entre los pobladores más pobres, y esto facilitaba la difusión de enfermedades infecciosas.
Las políticas de reformas urbanas consistieron en la construcción de redes para el suministro
de agua potable, la ampliación de los sistemas de alcantarillado, el trazado de anchas
avenidas, bulevares y parques, con la finalidad de sanear el ámbito urbano y disminuir el
peligro de contagios.

68
Crecimiento demográfico
TAMAÑO DE LA POBLACION (EN MILLONES)
1800 1850 1900
RUSIA 40 57 100
ALEMANIA 23 35 56
ITALIA 18 25 33
FRANCIA 28 36 41
GRAN BRETAÑA 11 21 37

Los cambios en el campo


En la agricultura europea se produjo un importante crecimiento de la producción. Éste se
logró debido a la incorporación de nueva tecnología: el uso cada vez más frecuente de
trilladoras, cosechadoras, plaguicidas y fertilizantes permitió una mayor eficiencia y
productividad en el campo.
Los terratenientes propietarios de las grandes extensiones de tierras —por ejemplo en
Inglaterra— fueron los que pudieron incorporar estas mejoras técnicas ya que poseían el
capital suficiente para adquirirlas. En regiones donde había un gran número de pequeñas
propiedades, —Francia y Europa oriental— estas transformaciones tecnológicas tardaron
más en llegar.
A partir de estos cambios, la población del área rural resultó excesiva para las- nuevas
necesidades productivas, ya que con los adelantos técnicos se necesitaban menos
trabajadores. Por esto, en las zonas en las que la agricultura se modernizó, una gran parte de
la población rural debió trasladarse hacia las grandes ciudades. En los países con desarrollo
industrial, fue empleada como mano de obra en las nuevas actividades económicas urbanas.
En países como España, Italia e Irlanda, en los que la agricultura no se modernizó —no
incorporó las nuevas tecnologías—, también se produjo una expulsión de población de las
áreas rurales a las urbanas. El factor que provocó estas migraciones fue el crecimiento
demográfico, ya que la agricultura tradicional no era capaz de producir la suficiente cantidad
de alimentos. En estos casos, como tampoco existía un desarrollo industrial que los requiriera
como mano de obra, muchos de ellos emigraron —a partir de 1860— a otros países como
Estados Unidos, Canadá, Australia y la Argentina.

Las transformaciones urbanas


El aumento de la población en las ciudades, durante este período, dejó de ser un proceso
exclusivamente inglés. Se extendió a otros países, como por ejemplo Francia y Alemania. El
crecimiento demográfico urbano se debió — entre otras causas — al exceso de población en
el campo y su posterior afluencia a las ciudades. Ésta fue una época en la que el nivel de
mortalidad descendió ya que hubo mejoras en la alimentación, en las condiciones de higiene
y en la medicina.

69
En las ciudades se desarrolló, cada CRECIEMIENTO DE LA POBLACION URBANA
vez más, la actividad comercial e
industrial y por ello fueron AÑOS PORCENTAJE DE
convirtiéndose en un polo de
POBLACION URBANA
permanente atracción para los
hombres que buscaban trabajo. Reino Unido 1851 48
También era el lugar de vivienda
1881 63
de los burgueses. Éstos habitaban
1911 73
en barrios residenciales, de calles
as, en casas confortables con Alemania 1871 36
sistemas de calefacción y hacia 1891 53
fines del siglo, también con 1911 60
electricidad. Estados Unidos 1840 ' II
En las mismas ciudades, pero
1870 26
separados de las zonas 1890 35
residenciales mediante amplios 1910 46
bulevares, se hallaban los barrios
Francia 1851 25
obreros. Estos siguieron siendo
zonas cubiertas por el humo de las 1886 36
1911 44
fábricas, con problemas de higiene
y hacinamiento. Las ciudades Rusia 1851 7
reflejaron en su forma de 1900 13
organización física la división en 1914 20
clases sociales, característica del
capitalismo.

Las transformaciones en la industria


La unión entre industrias y bancos
Entre 1850 y 1914, el desarrollo tecnológico posibilitó un aumento extraordinario de la
producción industrial. La expansión del ferrocarril originó el crecimiento de industrias
complementarias como las del hierro, el carbón y el acero. Desde fines del siglo crecieron
también las industrias químicas y eléctricas.
Ante este crecimiento económico, los bancos ampliaron sus actividades. Otorgaron gran
cantidad de préstamos o créditos a largo plazo y, en muchos casos, los mismos bancos
invirtieron capitales en las industrias. Esta etapa se caracterizó por la frecuente unión entre
industrias y bancos. En Francia, por ejemplo, este proceso fue encabezado por los bancos
Credit Mobilier —fundado en 1852— y el Credit Lyonnais, creado en 1863. En Alemania, el
Darmastadter Bank y el Deustche Bank adquirieron grandes industrias en ese país y
extendieron su influencia a Rusia, Austria e Italia.

70
Las crisis en el capitalismo

La economía capitalista no mantiene siempre un estado de equilibrio. Los economistas


afirman que, en cambio, en la economía capitalista se producen fluctuaciones llamadas
ciclos. Un ciclo económico consta de cuatro fases. En la fase de crisis, se acumulan
mercaderías sin vender, se reduce la producción, disminuyen las ganancias, bajan las
cotizaciones de las acciones, se producen quiebras de las empresas y la producción
llega a su punto más bajo. En la fase de depresión se mantienen las dificultades para
vender la producción y obtener ganancias. Los niveles de producción comienzan a
recuperarse en la fase de reanimación, cuando existe un mayor poder de compra y un
alza de la demanda de los artículos de consumo. Finalmente, en la fase de auge la
capacidad productiva llega a su punto más elevado y se repiten las condiciones para
que se produzca una nueva crisis y el consecuente inicio de un nuevo ciclo. Las crisis
de la economía capitalista se inician cuando se produce un desajuste entre la oferta de
bienes producidos y la capacidad de la demanda de comprarlos. El desajuste puede
deberse a un exceso de producción —sobreproducción— o a una disminución de la
capacidad de compra —subconsumo—.

La depresión económica y el fin del capitalismo liberal


Entre 1873 y 1896 aproximadamente, la economía capitalista mundial sufrió los efectos de
una gran depresión. La crisis se originó por la superproducción que tuvo lugar a partir del
desarrollo tecnológico y el aumento de la producción. Los precios de los productos
industriales y agrícolas bajaron y disminuyeron las ganancias de los capitalistas.
Las acciones que se emprendieron para salir de la depresión económica significaron el fin del
capitalismo liberal, organizado sobre los principios de la libre competencia entre empresas
privadas en el interior de un país, la no intervención del Estado en la economía, y la libre
competencia entre los Estados por los mercados del comercio mundial. Con el objetivo de
evitar futuras superproducciones que originaran la caída de los precios de los productos y de
las ganancias, los capitalistas y, desde entonces, también los Estados, decidieron intervenir
en la economía y regular el libre juego del mercado —es decir, de la oferta y la demanda—
mediante acciones de diferente tipo.

71
En el plano político, los Estados comenzaron a EL CAPITALISMO POSLIBERAL
establecer medidas de protección a su producción
industrial con el objetivo de evitar la penetración "La era del triunfo liberal había
comercial de productos extranjeros en sus mercados sido la del monopolio industrial
interiores. Iniciaron también la expansión imperial con británico de hecho, a nivel inter-
el fin de obtener nuevos mercados y nuevas fuentes nacional, en el que los beneficios
de materias primas. En el plano económico, los estaban asegurando pocos pro-
cambios tecnológicos y la reorganización de los blemas, gracias a la competencia
procesos de trabajo acentuaron la concentración de la pequeña y mediana empre-
industrial, y ésta fue reforzada por la creación de sa. La era posliberal se
caracterizó por la existencia de
monopolios.
una competencia internacional
entre economías industriales
La concentracion industrial nacionales rivales: la británica, la
El desarrollo de las nuevas industrias —la alemana y la norteamericana;
siderúrgica, la química y la eléctrica— estuvo ligado competencia agudizada por las
cada vez más a la incorporación de las nuevas dificultades que las empresas de
cada una de esas economías
tecnologías. Pero únicamente las grandes empresas
encontraban, durante el período
—vinculadas a los bancos---pudieron hacer frente a
de depresión, para obtener los
los altos costos que significaba incorporar los
beneficios adecuados. Así, la
adelantos tecnológicos (las fundidoras de hierro y los
competencia desembocó en la
convertidores de acero, por ejemplo). Por otro lado,
concentración económica, en el
los bancos otorgaban mayores facilidades de crédito control y la manipulación del
y capital a las empresas dedicadas a esas nuevas mercado. El mundo entraba en el
actividades industriales que eran las que permitían período imperialista (...): es decir,
obtener mayores ganancias. En estas condiciones, la nueva integración de los países
las pequeñas empresas no pudieron competir con las subdesarrollados como
mayores y por ello, tendieron a desaparecer, dependencias de una economía
quebrando o vendiendo sus bienes a las más mundial dominada por los países
grandes. Este proceso de concentración industrial se desarrollados."
intensificó durante las últimas décadas del siglo XIX.
En Francia, por ejemplo, de 1866 a 1896, el número Eric Hobsbawm, La era del
capital.
de establecimientos industriales se redujo a la mitad,
pasando de 1.450.223 a 784.240. En Alemania la
concentración fue más intensa.

72
El surgimiento de los monopolios: el fin de la libre competencia
La concentración industrial llevó a que algunas de las empresas más poderosas estuvieran
en condiciones de ejercer el control exclusivo de la oferta de productos en el mercado. Desde
entonces, se consideró que existía monopolio cuando una única empresa dominaba el
mercado. Cuando el control lo ejercían unas pocas empresas se consideraba que existían

73
oligopolios. Las primeras empresas que formaron monopolios en Estados Unidos recibieron
el nombre de trusts. Desde 1880 fue cada vez más frecuente que un número reducido de
empresas concentrara una producción cada vez mayor. Los monopolios eliminaban a las
empresas competidoras y, de este modo, podían fijar los precios, de sus productos en el
mercado, establecer la cantidad de bienes a fabricar y repartirse las regiones del planeta en
las que iban a comerciar. La eliminación de la EL FUNCIONAMIENTO DE LOS
competencia significaba, además, la posibilidad de MONOPOLIOS
obtener; mayores ganancias. Para ampliar el control
sobre los mercados, muchas empresas que actuaban en Hacia fines del siglo XIX grandes
diferentes sectores de la economía y ramas de la industrias de una misma actividad
industria, se asociaron. Las asociaciones de empresas fueron fusionándose y logrando
con fines monopólicos recibieron el nombre de cárteles. acuerdos entre ellas con el objeti-
La palabra cártel se utilizó por primera vez en 1879, en vo de controlar el mercado y ob-
Alemania, para designar los acuerdos establecidos entre tener mayores ganancias. A este
proceso se lo llama concentración
empresas alemanas productoras de rieles, de vías y de
horizontal. La concentración in-
locomotoras para elevar el precio de los ferrocarriles.
dustrial podía ser también verti-
cal, cuando una misma empresa
Cronología de la formación de trusts en controlaba todo el proceso pro-
europa y estados unidos ductivo desde la obtención de la
1853: fusión de II compañías de ferrocarriles materia prima hasta la elabora-
norteamericanas. ción del producto final. Por ejem-
1859: concentración de los ferrocarriles franceses en 6 plo, la empresa alemana Krupp
grandes compañías. poseía minas de hierro y de car-
bón, fundidoras de acero y fábri-
1864: concentración vertical de Krupp, por medio de la
cas de armas.. La concentración
compra de minas de hierro.
vertical permitía a las empresas
1877: formación de la Destillers Company, trust
monopólicas obtener mayores
escocés del whisky.
ganancias porque ellas mismas
1882: creación del trust petrolero de la Standard Oil, de
producían los insumos necesarios
origen norteamericano.
para todas las etapas del proceso
1885: fundación de la American Telephone and industrial.
Telegraph Co.
1892: fundación del trust General Electric Co. de origen americano.
1896: 20 bancos ingleses forman el Barclays Bank Ltd.
1898: formación de la Federal Steel Co. por J. Morgan, de origen norteamericano.
1899: se crea la United Fruit Co. Compra 12 sociedades de plantaciones.
1900: reorganización de la General Electric Co. (inglesa)

El capital financiero
Las ventajas que se obtenían de la concentración monopólica estimularon a los bancos a
invertir parte de su capital en la actividad industrial. Este, capital bancario invertido en la
industria permitió que las empresas incorporaran las nuevas tecnologías, ampliaran su
capacidad de producción y obtuvieran mayores ganancias. A la fusión del capital bancario
con el capital industrial se lo denominó capital financiero.,

74
Las mayores ganancias llevaron a que las empresas
más poderosas ofrecieran una parte de su capital, LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS
en las bolsas de valores, en forma de acciones que Eran asociaciones —empresas—
el público podía adquirir. Las acciones tenían un que funcionaban con el aporte
valor según el rendimiento económico de la económico de muchas personas,
empresa, y podían comprarse y venderse en la a quienes se llamaba socios o
bolsa. La emisión y venta de acciones les permitía a accionistas. Las acciones eran
las empresas obtener ganancias extras que no documentos que acreditaban el
provenían directamente de la producción. Las aporte económico realizado a una
bolsas de valores y el capital financiero ocuparon un sociedad anónima. Sus
lugar cada vez más importante en la economía propietarios —accionistas—
capitalista. tenían derecho a participar en la
toma de decisiones de empresa y
en el reparto de sus ganancias.
La dirección de estas sociedades
anónimas estaba integrada por
un un consejo de administración
compuesto por los socios
poseedores de la mayor cantidad
de acciones de la empresa.
Periódicamente todos los
accionistas propietarios se
reunían en las llamadas
asambleas generales de accionis-
tas.

75
LA EXPANSIÓN COLONIAL: EL IMPERIALISMO

Entre 1873 y 1896, el capitalismo atravesó una crisis. Los países industrializados recurrieron,
entonces, a medidas proteccionistas y a la conquista de nuevos mercados en Asia, África y
América latina. Para controlar esos mercados iniciaron una etapa de expansión conocida
como imperialismo.

El origen del imperialismo


A partir de 1873, el capitalismo experimentó una crisis que se extendió hasta 1896. Las
causas de esta crisis se hallan en las condiciones del mercado internacional. Por un lado, el
aumento de la oferta de productos agrícolas provenientes de América latina perjudicó a los
productores agrícolas europeos que no estaban en condiciones de competir, ya que sus cos-
tos eran más elevados. Por otra parte, el surgimiento de nuevos países industriales y el
crecimiento de las industrias pusieron en circulación una gran cantidad de bienes elaborados
que no podían ser absorbidos por los mercados.
Como respuesta a esta situación, tanto los productores agrícolas como los empresarios
industriales exigieron a sus gobiernos medidas proteccionistas, para evitar la competencia de
otros países. Los industriales recurrieron a la concentración económica y la aplicación del
taylorismo como medios para aumentar sus márgenes de ganancia. En cambio, muchos
campesinos y habitantes pobres de las ciudades europeas, ante la falta de soluciones a su
situación, optaron por migrar fuera de Europa a destinos como los Estados Unidos, la
Argentina, el Brasil y Australia. Como otra forma de salir de la crisis y buscar nuevos
mercados para sus economías, los países centrales comenzaron un proceso de expansión
sobre otros territorios, denominado imperialismo.
El control, directo o indirecto, sobre otros países aseguraba a las potencias industriales el
acceso a las materias primas necesarias para sus industrias y alimentos para su población,
además de mercados para la venta de sus productos elaborados y la inversión de capitales, y
abundante mano de obra barata. Asimismo, algunos lugares se convirtieron en destino de los
excedentes de población de los países imperialistas que, de ese modo, disminuían los
conflictos en sus propios territorios.

El imperialismo formal
Una de las formas de dominio que adoptaron los países imperialistas fue el imperialismo
formal o colonialismo. Se trata de la dominación política y militar de un país (metrópoli) sobre
otro (colonia). La potencia dominante envía funcionarios y militares a sus colonias o designa
funcionarios locales para gobernar y controlar a la población. Además, controla la economía.
La región bajo dominio solo puede comerciar con otros lugares que no sean su metrópoli si
esta lo autoriza. Por ejemplo, en el siglo XIX Gran Bretaña controlaba de esta manera a la
India

El imperialismo informal o neocolonialismo


El imperialismo informal o neocolonialismo es la influencia y predominio que ejerce una
potencia sobre un país en términos económicos, sociales y culturales. En este caso, el país
dominado es políticamente independiente, pero el país dominante condiciona sus decisiones

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económicas. La potencia es la principal compradora de los bienes que produce el país
dominado o controla una o más actividades económicas clave, a través de sus inversiones de
capital o la presencia de sus empresas. Por ejemplo, a fines del siglo XIX, Gran Bretaña
mantenía relaciones comerciales e invertía capitales en la Argentina. También existe el
imperialismo informal cuando un país impone sus valores culturales a otro, por ejemplo, la
influencia de los Estados Unidos sobre tos países latinoamericanos a través de la publicidad.

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78
Economías de enclave y países semicoloniales
En algunos países, se organizaron formas de explotación de los recursos denominadas
economías de enclave. Se trataba de espacios económicos cerrados en los que una empresa
perteneciente a una potencia capitalista controlaba desde la extracción de un bien primario
hasta su traslado a los puertos y su comercialización en el exterior.
En estos casos, el gobierno del país independiente realizaba la concesión a la empresa
extranjera del territorio donde se hallaba el recurso, a cambio del pago de impuestos.
Mientras durara la concesión, la empresa tenía derechos sobre ese territorio y sus habitantes,
a los que utilizaba como mano de obra barata. Así sucedió en la Argentina con la explotación
del quebracho, realizada por una empresa inglesa, en la región del Chaco.
También existieron países semicoloniales que, como resultado de guerras o de las presiones
económicas, se sometieron al control de una o varias potencias imperialistas. En algunos
casos, estas potencias imperialistas administraban parte del territorio del país en situación
semicolonial. En otros casos, aunque no tenían dominio sobre el territorio, las potencias
imperialistas manejaban áreas claves de la economía o intervenían en los asuntos internos
del país semicolonial. Por ejemplo, a fines del siglo XIX, China era un país semicolonial.

La justificación del imperialismo

El avance del nacionalismo


Las revoluciones del siglo XVIII consolidaron la idea liberal de nación, proveniente de los
pensadores ilustrados. Según este concepto, la nación era el vínculo político entre los
ciudadanos de un Estado. Por lo tanto, la nacionalidad se originaba en el "pacto o contrato
social" que daba origen al Estado-nación y que se manifestaba en las leyes y las
constituciones liberales. En cambio, durante el siglo XIX, el Romanticismo impuso una idea
diferente de nación, basada en contenidos y valores culturales, como la lengua, la historia,
las costumbres y las creencias religiosas. Para esta concepción, la nacionalidad existe antes
que las instituciones políticas y los ciudadanos, una esencia preexistente al Estado, que
mantiene vigentes los vínculos culturales entre los integrantes de una misma comunidad.
Estos dos sentidos de nación, el liberal y el esencialista, coexistieron en el imaginario de los
europeos y americanos hasta que, debido a los cambios que se produjeron hacia 1870, se
fue imponiendo el segundo.
El avance del nacionalismo esencialista se debió, en gran medida, a la acción de los
gobiernos y los partidos políticos que reforzaron sentimientos de pertenencia a una misma
comunidad. Por su parte, los Estados promovieron el sentimiento patriótico, como modo de
"unión afectiva" en la que los intereses comunes prevalecían sobre las diferencias sociales,
económicas y políticas.
A partir de la "gran depresión" de 1873 y en la medida en que crecieron el movimiento obrero
y sus ideologías, los grupos y partidos de derecha se apropiaron del nacionalismo. Para ellos,
la ideología nacionalista sirvió para criticar a sus gobiernos, a los que acusaban de falta de
patriotismo en caso de derrotas militares y de debilidad frente al internacionalismo que
planteaba el socialismo. También se valieron del sentimiento nacional para rechazar la

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libertad de comercio y la libertad de asociación. Este nacionalismo de derecha fue partidario
de la expansión imperialista y del belicismo.

La educación nacionalista
Al mismo tiempo que se consolidaba el nacionalismo como ideología, los Estados estaban
llevando a cabo el proceso de alfabetización de amplias capas de la población. Este aumento
del alumnado favoreció la difusión de una educación nacionalista. Los Estados abandonaron
los principios liberales hasta entonces vigentes para introducir u na enseñanza de la Lengua,
la Historia y la Geografía basada en valores nacionales, que exaltaban el patriotismo. El culto
a los héroes y hazañas (sobre todo, militares) del pasado nacional y a los símbolos patrios
(bandera, himno, escudo) formó parte de la educación escolar así como de la vida de toda la
población, a través de actos, desfiles, publicaciones, etcétera.

El biologicismo
Durante la segunda mitad del siglo XIX tuvieron amplia difusión teorías que intentaban
explicar las diferencias socioculturales entre los grupos humanos a partir de criterios
biológicos. A esta tendencia se la denomina biologicismo.
En 1859 el científico inglés Charles Darwin publicó El origen de las especies, obra en la que
realizó una interpretación de la evolución biológica. Según Darwin, las especies evolucionan
a partir de tres mecanismos básicos: la lucha por la existencia, la selección natural y la
supervivencia del más apto. Estas ideas fueron tomadas por otros científicos para elaborar
teorías sobre las diferencias sociales. Así se originó el darwinismo social.
Los socialdarwinistas analizaron a las sociedades como si fueran organismos vivos, en los
que se libraba una lucha por la existencia que permitía la supervivencia de los más aptos
biológicamente. Este "organicismo" justificaba, a través del lenguaje tomado de las ciencias
naturales (salud/enfermedad, patología social, cuerpo social, etc.), la "superioridad" de
algunos grupos humanos sobre otros, así como las diferencias entre clases sociales, y entre
hombres y mujeres.
Entre las propuestas biologicistas que alcanzaron mayor difusión a fines del siglo XIX se
encontraban la craneometría, la "teoría científica de la criminalidad" y la eugenesia. La
craneometría postulaba que existían diferencias en el tamaño y peso del cerebro de los
distintos grupos humanos. Para demostrarlo, los craneómetras realizaron mediciones
selectivas, en las que manipulaban los datos a favor de concepciones previas, como la
"superioridad" de los blancos y la "inferioridad" de los pobres, los negros y las mujeres.
El médico italiano Cesare Lombroso elaboró una teoría sobre la criminalidad, que sostenía la
existencia del "criminal nato", es decir que algunas personas heredaban la compulsión a
cometer delitos. A estos criminales se los podía reconocer por características físicas, como la
cabeza pequeña, el rostro grande, la frente estrecha, las orejas grandes, la piel oscura y
mucho cabello, y por ciertas conductas, como no sonrojarse.
En 1883, el inglés Francis Galton elaboró la teoría de la eugenesia, según la cual se debía
impedir, aun apelando a métodos crueles e inhumanos, la reproducción de los grupos
humanos considerados "inferiores".

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El racismo
La expansión imperialista y las migraciones internacionales pusieron en contacto a diversas
poblaciones y culturas. En ese contexto se extendieron las teorías biologicistas que, más allá
de los ámbitos científicos, llegaron a toda la población europea y americana, que las adoptó
como parte del "sentido común", es decir que no se sometían a discusión y se tomaban
directamente, sin ponerlas en tela de juicio.
El darwinismo social estableció que existían diferentes "razas" humanas, según rasgos
físicos hereditarias (color de piel, tamaño del cerebro, forma del cráneo y la cara, etc.), que
tenían características intelectuales, sociales y culturales diferentes. A partir de la concepción
darwiniana de especies superiores y especies inferiores, los socialdarwinistas elaboraron una
distinción entre "razas superiores" (los blancos) y "razas inferiores" (los negros, los amarillos).
De este modo, el racismo halló supuestos fundamentos científicos, que hasta el presente son
utilizados para justificar la dominación y los abusos sobre otras culturas.

La teoría del "destino nacional"


El nacionalismo esencialista sostenía que la vitalidad de una nación se expresaba en su
deseo de ser una potencia, es decir, en su capacidad de imponerse a otras naciones. Esta
era una noción expansionista, ya que suponía que el Estado-nación debía dominar otras
regiones del mundo para demostrar su poder ante otras naciones.
El expansionismo se sustentaba en la idea de predestinación, es decir que la propia nación
estaba destinada por sus características naturales e históricas a tener un papel
preponderante en el escenario mundial. Por eso, sus defensores utilizaban la expresión
romántica de "destino de grandeza" para explicar el poder económico, político, militar y
cultural de u na nación.
Según estas ideas nacionalistas, la grandeza de una nación se ponía a prueba en relación
con las otras naciones del mundo y en su expansión imperialista. De esta manera, el
nacionalismo contribuyó a dar sustento ideológico a la competencia entre los países
industrializados por el dominio del mundo.
Estos principios del nacionalismo se unieron a las ideas biologicistas, que, al afirmar la
"superioridad de los blancos", establecían una jerarquización entre pueblos "superiores" y
pueblos "inferiores". Los primeros, por ser los poseedores de la cultura y de los valores
morales "superiores", tenían una misión civilizadora frente a los pueblos "bárbaros". Para ello,
cual padres preocupados por sus hijos, debían llevarles los valores y costumbres de la
burguesía, entre ellos, el trabajo, los modales de cortesía y la religión cristiana, e imponerles
su propia lengua. Este principio "civilizador" fue una de las principales motivaciones del
imperialismo, aceptado por la mayoría de los grupos sociales y políticos de los países
imperialistas.

El armamentismo
La difusión de las ideas nacionalistas y el biologicismo contribuyeron a incentivar la
competencia entre los países expansionistas. Así se desató una carrera imperialista, en la
que cada competidor pugnaba por aumentar los territorios bajo su dominio, no solo por
razones económicas sino también para imponer sus propios valores y cultura.

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Esta disputa impulsó otra forma de competencia: el armamentismo, es decir, la producción
creciente de armamentos. Este proceso tuvo consecuencias en la economía local al
convertirse en una forma de inversión muy redituable y en una importante fuente de trabajo.
En algunos países ayudó a salir de la "larga depresión". También sirvió para desarrollar
nuevos materiales y maquinarias.
Pese a los discursos pacifistas y los acuerdos para repartirse el mundo colonial, las
potencias estimularon la producción de más y mejores armamentos y, a través del
nacionalismo, difundieron el belicismo. Esta actitud, inevitablemente, llevaría a un gran
conflicto armado, la Primera Guerra Mundial.

Las consecuencias del imperialismo


La expansión imperialista transformó profundamente a las sociedades que la padecieron.
Algunas huellas de esa dominación perduran hasta el presente.
 La imposición de la lengua y la cultura dominantes desarticuló las culturas existentes,
a las que desvalorizó y, en algunos casos, las hizo desaparecer. Asimismo, los
misioneros impusieron la religión católica o la protestante sobre las creencias locales.
 Las nuevas formas de trabajo modificaron las economías de subsistencia e intro-
dujeron relaciones de tipo capitalista. Además, se fomentaron hábitos de consumo
con el fin de crear un mercado masivo para los productos de las economías centrales.
 El reparto del mundo entre las potencias imperialistas configuró espacios geográficos
y políticos que respondían a los intereses de las metrópolis y no a las realidades
históricas de quienes habitaban estos espacios. Así, por ejemplo, pueblos que
compartían lenguas y tradiciones comunes quedaron separados por las fronteras
coloniales y otros fueron incluidos en condición de grupos minoritarios en territorios
coloniales más vastos.

El Imperialismo en Asia, África y Oceanía


El interés por las materias primas, los alimentos y la mano de obra aceleró la ocupación de
África, Asia y Oceanía por las potencias imperialistas. Esta expansión produjo numerosos
conflictos; por un, lado, se enfrentaban las naciones imperialistas entre sí y, por otro, las
potencias imperialistas y las poblaciones que se resistían a la dominación.

El colonialismo en el África
Desde el siglo XV, los europeos explotaron las materias primas de África y sometieron a sus
habitantes para venderlos como esclavos, sin adentrarse en el territorio. A principios del siglo
XIX, Gran Bretaña comenzó su expansión en ese continente, sobre todo por el interés en el
oro y los diamantes de Sudáfrica. Durante la etapa imperialista, los ingleses dominaron la
región llamada Rhodesia, Nigeria, Costa del Oro (actual Ghana), Sierra Leona, Gambia,
Kenia, Uganda y parte de Somalia. En 1882 incorporaron Egipto como protectorado británico.
Poco después, Sudán se convirtió en posesión anglo-egipcia.
Francia ocupó Argelia, Túnez y Marruecos en el norte de África. Luego se instaló en el
Congo, Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Benín y la isla de Madagascar.

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Tanto Gran Bretaña como Francia tenían fuertes intereses en el norte de África; por eso,
realizaron grandes inversiones en esa región. Como ambas potencias tenían, además,
colonias en el sur de Asia, decidieron impulsar la construcción de un canal que uniera los
mares Mediterráneo y Rojo. Después de numerosas dificultades, en 1869 se inauguró el
canal de Suez.

La expansión en Asia
A mediados del siglo XIX, Gran Bretaña incorporó como colonia a la India. Este territorio era
proveedor de materias primas y, a la vez, base para la expansión en Asia y el control de las
rutas marítimas en los océanos Índico y Pacífico. A fines del siglo XIX, Gran Bretaña

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estableció los protectorados de Cachemira y Beluchistán e incorporó como colonias a
Birmania, Ceilán, Malaca, la isla de Singapur y el norte de la isla de Borneo.
Francia dominó la región de Indochina, en el sudeste asiático. Los Países Bajos controlaban
las islas de Indonesia. En 1898 las islas Filipinas pasaron del control de España al de los
Estados Unidos. Rusia incorporó las regiones de Siberia, el Cáucaso, Turkestán, Pamir y la
zona costera del Pacífico.
China era un territorio clave por su salida al océano Pacífico. A principios del siglo XIX, las
potencias se limitaron a obtener permisos comerciales sobre la costa. Sin embargo, luego de
las llamadas guerras del opio (1839-1842 y 1856-1860), Gran Bretaña obtuvo amplias
concesiones por parte del emperador chino, entre ellas la apertura de varios puertos y la
cesión de la isla de Hong Kong por ciento cincuenta años. Posteriormente, Rancia, Rusia y
los Estados Unidos también consiguieron ventajas comerciales.
Aunque formalmente China no era una colonia, en la práctica la presencia extranjera
condicionaba su economía. Su dependencia se agravó luego de la derrota ante el Japón en
1895 cuando debió entregarle al Japón la isla de Taiwán y hacerle concesiones comerciales.
Posteriormente, la reacción nacionalista contra la presencia extranjera, conocida como la
rebelión de los boers (1899-1901), culminó con una gran represión por parte del gobierno
chino con apoyo militar extranjero. Estos acontecimientos desprestigiaron a la dinastía
gobernante, los Qing, quienes fueron derrocados en 1911 por una revolución que proclamó la
República.
Medio Oriente estaba bajo el dominio del Imperio Otomano, aunque desde mediados del siglo
XIX Francia, Gran Bretaña y Alemania mostraron interés por la 3. En la década de 1860,
Francia creó un protectorado en la región del Líbano. A principios del siglo XX, Gran
Bretaña, Alemania y los Países Bajos comenzaron a explotar el petróleo en la zona de Irak.

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La ocupación de Oceanía
Durante el siglo XIX, colonos británicos se instalaron en Australia para dedicarse a la
ganadería del ovino. Más tarde, llegaron inmigrantes, que se dedicaron a la agricultura y a la
búsqueda de oro. A principios del siglo XX, una vez incluida en la Comunidad británica,
Australia inició su urbanización e industrialización.
Nueva Zelanda también fue incluida en la Comunidad británica. El resto de las islas de
Oceanía fueron colonizadas por Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos.

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TENSIONES DURANTE LA CONSOLIDACIÓN DE LA BURGUESÍA

Europa en 1848
Entre 1820 y 1848, en Europa, se produjeron tres oleadas de revoluciones contra el poder de
las monarquías absolutas que, después de la derrota de Napoleón, se habían reinstalado en
la mayoría de los países del continente. Estos levantamientos fueron protagonizados por
amplios sectores de la sociedad, entre los que se incluían burgueses y trabajadores, que se
unieron contra el absolutismo.
El objetivo político de los revolucionarios de 1820 fue lograr el establecimiento de monarquías
constitucionales, corno la inglesa, y asegurar el funcionamiento de los parlamentos —
institución que permitía la participación de algunos burgueses en el gobierno—.
Las revoluciones de 1830 significaron la derrota definitiva del absolutismo en varios países de
Europa occidental. Desde entonces, la monarquía constitucional se consolidó como régimen
de gobierno en Inglaterra, Francia y Bélgica, y los representantes de los burgueses más
poderosos —los dueños de las grandes industrias y de los bancos— desplazaron del
gobierno a los representantes de la aristocracia terrateniente. Los nuevos gobiernos
aseguráronla vigencia de las libertades individuales económicas y políticas; pero solamente
reconocieron el derecho al sufragio a una parte de la población. El derecho al voto y a ser
elegidos representantes parlamentarios les fue reconocido sólo a aquellos ciudadanos que
eran propietarios o tenían cierto nivel de ingresos o determinado grado de instrucción escolar.
Los resultados de las revoluciones de 1830 crearon las condiciones para la tercera oleada
revolucionaria. En 1848, el primer estallido se produjo en Francia y se extendió rápidamente
por Italia, Viena, Berlín, Hungría y otras ciudades del continente.
Con el objetivo de lograr un mayor grado de participación en el gobierno, los grupos de
burgueses de menores ingresos, los profesionales y los trabajadores exigían el
establecimiento del sufragio universal y una reforma del sistema parlamentario. Pero,
además, por primera vez, a las demandas de los burgueses, se sumaron demandas
específicas de los trabajadores. Los obreros pedían soluciones para terminar con la
desocupación y el hambre que sufrían.
El movimiento revolucionario de 1848 fue el que más se extendió por Europa, pero el menos
exitoso. Con la única excepción de Francia, en todos los países, los antiguos gobiernos
recuperaron el poder en muy poco tiempo; y los revolucionarios fueron encarcelados o
exiliados. En Francia, se proclamó una República, que sólo duró algo más de dos años. El
único cambio irreversible fue la abolición de la servidumbre en algunas regiones de Alemania.

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La rápida derrota de las fuerzas revolucionarias fue consecuencia de su fragmentación.
Frente a las demandas de los obreros, los grupos de burgueses que, hasta entonces habían
luchado junto con los trabajadores, consideraron que la propiedad privada estaba en peligro y
se retiraron de la alianza. Los burgueses liberales
se convirtieron en conservadores y apoyaron a los La primavera de los pueblos
partidos del orden, que representaban los
intereses de la burguesía más poderosa. Las revoluciones de 1848 requerirían
Los gobiernos conservadores que retomaron el un detallado estudio por Estados,
poder se propusieron poner en práctica muchos de pueblos y regiones. Digamos, no
los principios del liberalismo económico, político, obstante, que tuvieron mucho en
jurídico y cultural. Entre 1848 y 1849. los con- común como, por ejemplo, que
servadores habían comprendido que la revolución ocurrieron casi simultáneamente,
era peligrosa y que las demandas más importantes que sus destinos se hallaban
de los burgueses radicales y de los obreros — entrelazados y que todas ellas
especialmente las económicas— se podían tuvieron un estilo común: una
satisfacer a través de reformas. En las décadas curiosa atmósfera romántico-utópica
siguientes, las reformas económicas reemplazaron y una retórica similar. Cualquier
a la revolución; y la burguesía dejó de ser una historiador lo reconoce
fuerza revolucionaria. inmediatamente: las barbas, las
chalinas y los sombreros de ala
ancha de los militantes, las banderas
La sociedad en los países tricolores, las ubicuas barricadas, el
industrializados sentido inicial de liberación, de in-
El avance de la industrialización transformó mensa esperanza y de confusión
profundamente la organización de la sociedad y optimista. Era la primavera de los
las formas de vida en Europa y en Estados pueblos y, como tal estación, no
Unidos. A medida que se expandía y consolidaba perduró.
el capitalismo como forma de organizar el trabajo y
Eric Hobsbawm, historiador inglés
la producción, en las sociedades, se profundizaba
contemporáneo, La era del
la diferenciación entre las dos clases sociales que
capitalismo. Adaptación.
habían originado las relaciones de producción
capitalistas: la burguesía y el proletariado.
En las sociedades industrializadas, hubo un importante desarrollo de las ciudades; la clase
obrera se hizo cada vez más numerosa; y la burguesía creció y se diversificó. Por el
contrario, y como resultado de las transformaciones en la organización de la producción
agropecuaria, la población rural disminuyó significativamente.

Las nuevas ciudades


El desarrollo industrial atrajo hacia las ciudades a numerosos campesinos expulsados del
campo por las transformaciones en la explotación agrícola. Durante la segunda mitad del
siglo XIX, se registró un constante aumento de la población urbana en Gran Bretaña, Francia,
Alemania, Estados Unidos y, también, en otros países europeos.

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En los primeros tiempos de la industrialización, las ciudades crecieron en forma
desorganizada alrededor de las fábricas. Pero desde mediados del siglo XIX, los gobernantes
emprendieron planes de reformas urbanísticas con el objetivo de mejorar el trazado de las
calles, ampliar las avenidas, extender los servicios de iluminación (primero a gas y, más
tarde, eléctrica), de transportes y comunicaciones, y de agua corriente y alcantarillado. Sin
embargo, las mejoras tardaron mucho en llegar a los barrios obreros, donde persistieron gra-
ves problemas de higiene y de hacinamiento.

La burguesía triunfante
A partir de la industrialización y la expansión de la vida urbana, la burguesía se consolidó
como el grupo social dominante. La mayoría de los burgueses adhería a las ideas liberales,
defendía el capitalismo y la empresa privada, y era partidaria de la participación de los ciuda-
danos en el gobierno a través de la elección de sus representantes.
En la burguesía, se distinguían varios sectores que tenían diferente poder económico y
realizaban distintas actividades. El grupo más poderoso estaba integrado por los banqueros,
los propietarios de grandes industrias y los comerciantes más prósperos. Los pequeños
comerciantes y artesanos independientes, los grupos de profesionales y empleados en la
administración pública y en los servicios ocupaban posiciones más modestas. Estos últimos
grupos fueron denominados clases medias urbanas.

La belle époque
Hacia finales del siglo XIX, la burguesía elaboró una visión muy optimista de la vida. Esta
concepción estuvo profundamente relacionada con sus éxitos en el terreno económico. Al
mismo tiempo, la prosperidad económica le permitió vivir una vida más cómoda y adoptar
nuevas costumbres —como por ejemplo, construir chalés, ir a pasar el verano en balnearios
termales y playas, y hacer turismo en general—. En las ciudades, los contactos sociales se
hicieron más intensos y las reuniones y las visitas vespertinas fueron más frecuentes. Los
burgueses, los profesionales y los estudiantes iban a los cafés, a veces acompañados de sus
esposas, donde conversaban, leían la prensa, hacían negocios o jugaban al billar y otros jue-
gos de mesa. También se difundieron los hábitos de hacer ejercicios de gimnasia y practicar
deportes, como el tenis, entre otros.
Las transformaciones en las costumbres sociales fueron acompañadas por cambios en el
cuidado del cuerpo. Los burgueses prefirieron vestidos más cómodos y prácticos: se dejaron
de usar las faldas con miriñaque, las pelucas, las puntillas, los pañuelos y el polvo de arroz
para la cara. Para los varones y las mujeres de la belle époque, lo importante era que la
vestimenta se adaptara a los movimientos del cuerpo. Cambiaron también las costumbres
relacionadas con la higiene y el cuidado del cuerpo como consecuencia de la ampliación de
las redes de agua corriente y el alcantarillado público. Se difundió el uso del jabón, los
cosméticos y las aguas aromáticas, entre las cuales el Agua de Colonia, originaria de la
ciudad alemana del mismo nombre, fue la más famosa.

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La clase obrera

El desarrollo de la industrialización provocó un constante crecimiento del número de obreros,


especialmente en los países de Europa occidental, Estados Unidos y Japón. Además de las
industrias, las obras de infraestructura, la construcción de los servicios urbanos, los
ferrocarriles y los puertos requerían cada vez más trabajadores.
En los primeros tiempos de la Revolución Industrial, los obreros vivían en barrios miserables,
situados en los suburbios de las ciudades sin servicios públicos ni sanitarios. Debían soportar
condiciones de trabajo y de vida muy duras: la jornada laboral superaba las doce horas
diarias, incluso para mujeres y niños, y se pagaban salarios muy bajos.
Recién hacia 1870, la situación de los trabajadores había registrado algunas mejoras. Los
varones trabajaban de 10 a 12 horas diarias en casi todos los países, pero se había limitado
el horario para mujeres y niños. Como consecuencia del constante crecimiento de la
población urbana, las viviendas resultaron cada vez más escasas, y subieron mucho sus
precios. Las familias de los trabajadores se hacinaban en espacios pequeños, y los hijos de
los obreros tenían grandes dificultades para acceder a la educación y encontrar trabajos
mejor pagos.
Hacia 1890, la combinación de salarios muy bajos y el aumento del costo de vida agravó las
dificultades y provocó numerosos conflictos. Pero las posibilidades de lucha de los obreros
eran limitadas, porque los trabajadores recién empezaban a organizarse.

Obreros y sindicatos
Las primeras organizaciones que crearon los trabajadores reunían exclusivamente a obreros
y artesanos calificados, que ejercían un oficio; en cambio, los trabajadores no calificados
tardaron más en organizarse para defender sus intereses.
Pero a medida que avanzó la industrialización, los obreros consolidaron nuevas formas de
organización. Los sindicatos por rama de la industria sustituyeron los viejos sindicatos por
oficio. Los nuevos sindicatos agrupaban a todos los trabajadores de una rama industrial sin
tener en cuenta la tarea que cada trabajador desempeñaba en ella. Los sindicatos que
agrupaban a los obreros ferroviarios y a los textiles tuvieron cada vez más poder frente a los
gremios tradicionales, como el de los cardadores de lana o los carpinteros de los astilleros de
Liverpool.

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Los trabajadores ingleses fueron El movimiento obrero internacional
los primeros en organizar sindi-
catos modernos. Después de una En 1864, representantes de organizaciones obreras
serie de huelgas que se de distintos países se reunieron en Londres y
sucedieron a principios de la fundaron la Asociación Internacional del Trabajo
década de 1880, surgieron (AIT). Esta asociación, también conocida como
Primera Internacional, tenía como objetivo la defensa
organizaciones de obreros no
de los intereses de los trabajadores frente al
calificados, y aumentó
capitalismo que se consolidaba como sistema
notablemente la cantidad de
económico mundial. Los dirigentes de la AIT
obreros sindicalizados, que pasó
sostuvieron algunos debates y enfrentamientos. Los
de 750.000 en 1888 a 1.500.000
socialistas, seguidores de Karl Marx, consideraban
en 1892. que la lucha de los obreros tenía que desarrollarse en
Desde entonces, el número de el plano económico y social y, al mismo tiempo, a
afiliados, los recursos y el poder través de la organización de partidos obreros y la
de los sindicatos británicos no participación política. Por el contrario, los anarquistas,
dejó de aumentar: en 1900 liderados por Mijail Bakunin y Pierre-Joseph
reunían dos millones de Proudhon, rechazaban la participación política como
miembros; para 1914, ese número forma de lucha, porque sostenían que el sistema
se había duplicado. político estaba al servicio de los burgueses y de la
En Francia, el movimiento sindical explotación de los trabajadores. En 1872, en el
tuvo su origen en las llamadas Congreso de La Haya, los anarquistas abandonaron
bolsas de trabajo, que desde la la Primera Internacional. La AIT entró en crisis y,
década de 1880, y con apoyo de poco después, se disolvió. En 1889, año del
las autoridades comunales, centenario de la Revolución Francesa, un congreso
funcionaban para proporcionar de organizaciones obreras reunido en París fundó la
trabajo a sus miembros. Por esta Internacional Socialista o Segunda Internacional.
razón, el sindicalismo francés se Desde entonces, los más importantes dirigentes
caracterizó por una fuerte socialistas se reunieron cada tres años en los
fragmentación: en 1890, mil congresos de la Segunda Internacional y discutieron
temas fundamentales; entre otros, si el socialismo
sindicatos diferentes reunían a
debía ser reformista o revolucionario, si sus dirigentes
200.000 obreros. En 1895, había
debían participar en los gobiernos burgueses del
más de 2000 sindicatos; y el
momento, qué posición debían tomar los obreros
número de obreros sindicalizados
frente al colonialismo y el nacionalismo, cuáles
alcanzaba los 419.000.
debían ser los objetivos del internacionalismo obrero,
y cuál debía ser la postura del movimiento obrero
frente a la guerra. Desde el congreso de 1907, la
preocupación fundamental de la Internacional
Socialista fue la búsqueda de medios para garantizar
la paz.

90
Las ideas y la cultura
Durante el período de la Restauración y las oleadas revolucionarias del siglo XIX, los
escritores y filósofos europeos replantearon una serie de ideas ilustradas que, para muchos,
habían quedado cuestionadas luego de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas.
La revalorización de los sentimientos y nuevas formas de concebir la libertad y el progreso
fueron producto de esos replanteos.

El Romanticismo
El Romanticismo fue un movimiento filosófico, artístico y literario que marcó la cultura
europea y americana del siglo XIX. Surgió en Gran Bretaña y Alemania desde finales del
siglo XVIII, como una reacción ante las ideas racionalistas de la Ilustración y los cambios que
la Revolución Industrial y, luego, la Revolución Francesa, introdujeron en la sociedad.
Los orígenes del romanticismo se pueden encontrar en los escritos de Jean-Jacques
Rousseau y su ideal de vuelta al estado de naturaleza, para recuperar la bondad original y el
gusto por lo salvaje y primitivo. En Alemania, Friedrich Schiller y Johann Wolfgang von
Goethe estimularon el interés por la naturaleza, la emoción y los sentimientos.
Los románticos buscaban la regeneración del individuo a través de las "fuerzas auténticas"
de la naturaleza. Daban predominio a la emoción y la intuición sobre la razón y valoraban las
tradiciones y la historia pasada de los pueblos, como un tiempo en que la humanidad estaba
más cerca de sus raíces. Esta nostalgia por el pasado, unida a una tendencia a la
melancolía, generó un creciente interés hacia las civilizaciones antiguas desaparecidas, lo
sobrenatural y los temas históricos de la Edad Media. Este romanticismo exaltaba los
sentimientos nacionalistas y las particularidades de los pueblos, contra los ideales de tipo
universal que había propuesto la Revolución Francesa.
Sin embargo, algunos autores románticos consideraban como valor fundamental la libertad, y
en este sentido rescataban la herencia de la Revolución Francesa, como fueron los casos de
Stendhal y Víctor Hugo en Francia y Alessandro Manzoni en Italia.

El idealismo
El idealismo fue una corriente desarrollada principalmente en Alemania por los filósofos
Johann Gottlieb Fichte y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Estos pensadores trataban de
resolver una contradicción que había surgido entre las ideas racionalistas de la Ilustración,
que consideraba que mediante la razón pura y la lógica tradicional se podía llegar a la
verdad, y las comprobaciones experimentales de las ciencias físicas, que muchas veces
contradecían esas deducciones lógicas.
En las concepciones de Fichte y Hegel, este problema se resolvía con la introducción de una
nueva lógica: la dialéctica. Mientras que la lógica tradicional considera que las cosas son de
una manera fija y determinada (algo es verdadero o falso, sin término intermedio), la
dialéctica se basa en entender que nada permanece igual y que por lo tanto, no es verdadero
o falso en sí mismo, sino que está sujeto a movimiento y transformación. A toda afirmación
(tesis) corresponde una negación (antítesis), y del movimiento entre ambas surge una
superación (síntesis), que es una nueva afirmación que reabre ese movimiento dialéctico.
Esta manera de entender la realidad y el conocimiento daba gran importancia a la historia,

91
que era entendida como el movimiento del espíritu y el entendimiento humano en busca de
alcanzar la libertad.

El positivismo
Otra corriente de pensamiento surgida en el siglo xix, a partir de los avances en la
experimentación científica, fue el positivismo. Su iniciador fue el pensador francés Auguste
Comte (1798-1857), para quien solo eran verdaderas las afirmaciones basadas en
comprobaciones positivas, es decir, verificadas mediante la observación y la
experimentación.
El positivismo no consideraba que hubiese contradicciones entre la razón y la experiencia,
sino fallas o errores de apreciación que se solucionaban mediante la aplicación del método
de investigación de la física y las ciencias naturales a todo tipo de problemas. Para los
positivistas, este método científico permitiría hallar las leyes que gobiernan no solo la
naturaleza sino también la sociedad, que era entendida como un organismo similar al de los
seres vivos.
Los positivistas hacían un paralelo entre la humanidad en su conjunto y el individuo.
Entendían que ambos, a lo largo del tiempo, pasaban por tres estados sociales, que
correspondían a distintos grados de desarrollo intelectual: el estado teológico o ficticio, el
estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo.
En el primero de estos estados, que Comte equiparaba con la infancia, los hombres
buscaban las causas de los fenómenos naturales en fuerzas divinas y sobrenaturales, a
través de creencias religiosas. A este estado correspondía una sociedad basada en las ideas
de autoridad y jerarquía. En el estado metafísico, lo sobrenatural era reemplazado por ideas
abstractas vinculadas a las cosas (formas, esencias, etc.) para explicar la naturaleza. Este
estado era considerado por Comte como una época de tránsito entre la infancia del espíritu y
su madurez. Esta última correspondía al estado positivo, en el que el hombre no buscaba ya
saber qué son las cosas, sino que trataba de explicar cómo se comportan, mediante la
observación y la experiencia, y de deducir leyes generales, útiles para prever, controlar y
dominar la naturaleza y la sociedad. A este estado de conocimientos le correspondía, según
Comte, la sociedad industrial, dirigida por científicos y expertos.
Para los positivistas, el paso de un estado a otro era una ley universal del progreso de la
sociedad, que emanaba de la naturaleza del espíritu humano

Orden y progreso
El positivismo tuvo una gran difusión en la segunda mitad del siglo xix, impulsado por el gran
desarrollo científico y técnico de la segunda fase de la Revolución Industrial. Sobre todo e
divulgaron las ideas de que la sociedad respondía a un orden similar al de las leyes de la
naturaleza, y que el progreso de un estado social a otro era una de esas leyes. Si, por
cualquier razón, la sociedad o un país quedaba detenido en un estado anterior, las
sociedades o naciones más "avanzadas" en ese progreso lo absorberían o someterían. Esta
noción, que justificaba eclógicamente la expansión colonial europea, no solo tuvo aceptación
en las grandes potencias, también tuvo muchísima fluencia en las clases dirigentes
latinoamericanas del período. Estos grupos dirigentes latinoamericanos buscaron a toda esta

92
equiparar sus naciones con esa idea positivista del progreso cuyo modelo eran las
sociedades más industrializadas.

Las ideologías del siglo XIX


Durante el siglo xix surgió y se consolidó una serie de ideologías políticas cuya influencia,
con transformaciones y adecuaciones, ha llegado hasta nuestros días. Liberalismo,
socialismo, comunismo, anarquismo y nacionalismo son expresiones que se desarrollaron y
definieron durante ese período.

El siglo del liberalismo


El liberalismo, surgido en el siglo XVIII, sostenía que la sociedad está formada por individuos,
cuyas libertades deben respetarse al máximo en el marco de las leyes. Frente al absolutismo,
los liberales sostenían la existencia de derechos individuales, políticos y económicos que
eran propios de todo hombre sin distinción, que las leyes debían reconocer. Así quedó
proclamado por los independentistas estadounidenses y los revolucionarios franceses en
1789. Sin embargo, la Revolución Francesa y sus movilizaciones populares llevaron a que
muchos burgueses liberales vieran un peligro en la "irracionalidad de las masas", que durante
el período del terror habían desconocido las libertades individuales. A partir de la
Restauración, muchos liberales dejaron entonces de considerar las libertades políticas como
un derecho de todos los miembros de sociedad y lo restringieron a los sectores más
acomodados económicamente y más educados.
En Francia, el político y jurista Benjamin Constant (1767-1830) afirmaba que el sufragio no
era un derecho para la mayoría de la población, sino una obligación para ciertos ciudadanos
que reunían las condiciones necesarias para votar. El político e historiador Fran^ois Guizot
(1787-1874) defendía la idea de que solo los que ahorraban y se enriquecían debían tener
participación política.
En Gran Bretaña, la corriente liberal iniciada por el filósofo Jeremy Bentham (1748-1832),
conocida como utilitarismo, consideraba que la organización social se basaba en la utilidad o
conveniencia de los individuos que la formaban. Negaba que los derechos políticos y
económicos fuesen naturales y sostenía que eran establecidos por la sociedad, en función de
esa conveniencia. Otro filósofo y economista liberal británico, John Stuart Mili (1806-1873),
continuó los planteos de Bentham, al considerar que la libertad de cada individuo está
limitada por la libertad de los demás. El utilitarismo sostenía también que las libertades
políticas son un derecho de las "sociedades civilizadas", concepto que aplicaba a países
europeos como Gran Bretaña y Francia, pero no a los pueblos que consideraba "bárbaros" o
"primitivos", como los asiáticos y africanos. Estas ideas tuvieron gran influencia entre los
liberales latinoamericanos de su época.
Con estos cambios de concepción, muchos liberales formaron parte de los gobiernos de la
Restauración y, en Francia, fueron la principal fuerza política de la "Monarquía de Julio".
Otros, en cambio, mantuvieron las ideas de libertad e igualdad que venían de la Ilustración y
de la Revolución Francesa. Por ejemplo, en Italia, Giuseppe Mazzini (1805-1872), miembro
de las hermandades carbonarias, luchó por la constitución de una república, al igual que los
republicanos demócratas en Francia.

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Los primeros socialistas
A partir de la posición cada vez más moderada y hasta conservadora de la burguesía liberal,
algunos políticos y pensadores europeos cuestionaron el liberalismo y sus fundamentos.
Inicialmente, estas corrientes recibieron el nombre de socialismo, por cuanto entendían que
el hombre es por naturaleza un ser social y se oponían al individualismo característico de las
ideas liberales clásicas. Estas corrientes se vinculaban, además, al desarrollo de la
producción fabril, al aumento de la población obrera asalariada y al surgimiento de sus
reclamos.
Los primeros socialistas, como el aristócrata francés Claude de Saint-Simon (1760-1825) y el
industrial británico Robert Owen (1771-1858), cuestionaban al capitalismo como un sistema
que fomentaba el egoísmo y la desigualdad. Proponían, en cambio, la cooperación entre
industriales y trabajadores, como forma de lograr una sociedad más justa y solidaria.
Otros socialistas, en cambio, negaban la posibilidad de un acuerdo entre los asalariados y la
burguesía. Entre ellos se destacó el francés Charles Fourier (1772-1837), que proponía la
creación de comunidades llamadas falansterios, basadas en la cooperación entre los
productores y consumidores, que eran los integrantes de cada comunidad.
Louis-Auguste Blanqui (1805-1881), que había actuado en los grupos carbonarios franceses,
consideraba que la burguesía era enemiga de cualquier reforma y que propuestas como las
de Saint-Simon, Owen y Fourier eran utópicas, es decir, ideas irrealizables. Blanqui sostenía
que era necesaria una revolución de los oprimidos, para imponer una dictadura, cuyo modelo
era el régimen del terror jacobino de la Revolución Francesa.

El origen del comunismo


Hacia la década de 1840, otras corrientes surgidas del socialismo y del liberalismo
comenzaron a ser conocidas con el nombre de comunismo, que provenía de la palabra
"comuna" (commune, en francés), que en Francia era el nombre de los municipios. El término
fue usado por primera vez para referirse a los planteos de Francois Babeuf (1760-1797),
quien durante la Revolución Francesa había encabezado una conspiración contra el
Directorio, al que proponía reemplazar por un régimen igualitario basado en una federación
de comunas. Pero Babeuf planeaba, además, establecer la propiedad colectiva de la tierra y
demás medios de producción (talleres, maquinarias, etc.) y suprimir la propiedad privada,
característica del capitalismo.
Hacia 1845 se consideraba "comunista" a todos los que plantearan el reemplazo de la
propiedad privada de los medios de producción por formas colectas de propiedad. El término
incluía a la gran variedad de corrientes ideas, algunas, como la de Etienne Cabet 788-1856),
planteaban un mundo utópico de comunas, al que se llega mediante el convencimiento.
Otras, cambio, como las encabezadas por Pierre-Joseph Proudhon (1800-1865) y Karl Marx
(1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), sostenían la necesidad de una revolución social.

Marxistas y anarquistas
La oleada revolucionaria de 1848 llevó a que se establecieran dos grandes tendencias dentro
de las corrientes comunistas originales. Una de esas tendencias fue la que se basaba en las
ideas de Marx y Engels, llamada "socialismo científico" por sus iniciadores y que, desde fines
del siglo XIX, pasó a ser conocida como marxismo. En 1848, Marx y Engels publicaron el

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Manifiesto del partido comunista, en el que sostenían la necesidad de una revolución social,
en la que los trabajadores debían tomar el poder del Estado para iniciar la socialización de
los medios de producción. Para lograrlo, previamente los trabajadores debían unirse, no solo
en un país sino internacionalmente, para constituir una clase obrera organizada sindical y
políticamente.
Para la misma época, el revolucionario ruso Mijaíl Bakunin (1814-1876); planteó, a partir de
las ideas de Proudhon, que la revolución social debía suprimir al Estado y sus instituciones,
ya que consideraba que todo poder y cualquier tipo de gobierno eran, en sí mismos, una
forma de opresión. Por ese motivo, rechazaba la participación política (por ejemplo, en las
elecciones) y la organización partidaria. Esta corriente, llamada comunismo anárquico, fue
conocida como anarquismo (de "anarquía", falta de gobierno).
Ambas corrientes lograron un importante apoyo entre los trabajadores europeos y, desde
fines del siglo XIX, sus ideas y organizaciones llegaron a América a través de muchos
inmigrantes. Hasta 1872, marxistas y anarquistas participaron en algunas organizaciones
comunes, pero sus diferencias de posición los fueron alejando cada vez más.

Las nuevas instituciones políticas


El derecho al sufragio y la democracia liberal como régimen
político

Uno de los problemas políticos más importantes que enfrentaron los gobernantes europeos
durante la segunda mitad del siglo xk fue el reclamo por el reconocimiento de los derechos
políticos de la mayoría de la población, hasta entonces excluida de la participación política.
A partir de 1848, los dirigentes europeos y los grupos de mayor poder económico
consideraron que, para evitar nuevos estallidos revolucionarios en Europa, era conveniente
ampliar el derecho al sufragio. Pero los sectores privilegiados de la sociedad estaban
acostumbrados a manejar el poder político en forma directa y exclusiva, y la ampliación de la
participación generó fuertes temores: no podían saber lo que pasaría cuando el conjunto de
la población comenzara a participar en la toma de decisiones. De todos modos, la
democracia liberal se consolidó como régimen político en los Estados Unidos y en Europa
occidental durante la segunda mitad del siglo XIX.
Paulatinamente, los gobiernos fueron reconociendo los derechos políticos de los integrantes
de la sociedad; pero, al mismo tiempo, organizaron y pusieron en práctica diversos
mecanismos institucionales con el fin de manipular los resultados de la democracia política.
En consecuencia, las primeras experiencias fueron regímenes políticos en los que la
democracia fue restringida. En primer lugar, porque sólo votaban los varones mayores de una
determinada edad, y las mujeres no tenían derecho al voto. Además, porque algunos
gobiernos establecieron el sufragio calificado o censitario que exigía determinado nivel de
rentas, ingresos o de educación, para poder votar.
Finalmente, las votaciones públicas, que se realizaban bajo la supervisión de las personas de
mayor poder económico y político, significaban una presión para los votantes

95
Los nuevos partidos políticos
El establecimiento de la democracia liberal como régimen político provocó la movilización de
sectores de la sociedad que, hasta entonces, habían permanecido excluidos y no habían
tenido canales para expresar sus ideas y preferencias políticas.
La ampliación del derecho al sufragio impulsó el surgimiento y la organización de un nuevo
tipo de partido político: los partidos de masa. Hasta entonces, sólo existían los llamados
partidos de notables, que representaban los intereses de los grupos sociales más poderosos
y sostenían sus actividades con los aportes económicos de los aristócratas y los burgueses
de mayor poder económico. Los partidos de masa, en cambio, se propusieron representar los
intereses generales de todos los integrantes de la sociedad.
En las últimas décadas del siglo xix, además, algunos dirigentes del movimiento obrero
impulsaron la organización de partidos políticos que representaran los intereses de los
trabajadores a través de sus propios programas y candidatos. Estos nuevos partidos fueron
llamados partidos de clase, porque representaban los intereses particulares de una clase
social determinada

Las nuevas formas de la política


La ampliación de la participación política transformó profundamente las formas de hacer
política. Las campañas de prensa, los mítines masivos y los partidos de masas sustituyeron a
los viejos clubes exclusivos y a los acuerdos entre dirigentes. En los mítines, los líderes se
dirigían directamente a un público ampliado que concurría informado por la prensa. En
Inglaterra, por ejemplo, en ocasión de la campaña electoral de 1887, la sociedad inglesa se
escandalizó porque el líder liberal Gladstone hablaba en las calles, en grandes manifesta-
ciones populares.
Al mismo tiempo, los nuevos partidos políticos adoptaron una organización permanente; sus
dirigentes y candidatos fueron elegidos por el voto de los afiliados y comenzaron a realizar
reuniones periódicas de congresos para discutir y definir sus objetivos y programas de
acción. Estos nuevos partidos se mantenían con los aportes económicos de sus afiliados.
Hasta entonces, la política había sido asunto de los notables, gente con fortuna propia. Pero
como resultado del proceso de democratización, surgió un nuevo tipo de dirigente político: se
trataba de hombres que ejercían la política como profesión, que muchas veces, carecían de
ingresos independientes y que vivían exclusivamente de la actividad política

Los obreros y la participación política

Los obreros que adherían a las ideas socialistas organizaron sus propios partidos y, hacia
1900, tenían una importante fuerza electoral.
En varios países europeos, los partidos socialistas tuvieron el apoyo de la mayoría de los
trabajadores y constituyeron organizaciones gigantescas. El Partido Socialdemócrata
Alemán, por ejemplo, superó el millón de afiliados en 1904 y alcanzó los dos millones y medio
antes de 1914.
En otros países, los partidos socialistas fueron organizaciones más modestas: tuvieron un
número mucho menor de afiliados, pero lograron un importante apoyo electoral. En 1914, por

96
ejemplo, el Partido Socialista Unificado francés sólo tenía 76.000 afiliados, pero obtuvo
1.400.000 votos en las elecciones.
Los grupos dirigentes europeos, que representaban los intereses de la burguesía, se
propusieron integrar a los partidos socialistas dentro del sistema político porque pensaron
que la clase obrera sería más peligrosa si no estaba integrada en el juego democrática Sin
embargo, en muchas ocasiones, los gobiernos siguieron utilizando la represión. Por ejemplo,
ante el avance electoral de la socialdemocracia en Alemania, el canciller Otto von Bismarck
proscribió al partido pero, más tarde, cambió de actitud y buscó un acercamiento con los
trabajadores: otorgó beneficios sociales, como las jubilaciones y los seguros de enfermedad,
entre otros.
Los cambios en el régimen político significaron un duerna fundamental para el movimiento
obrero: sus dirigentes tuvieron que decidir si participar o no en los gobiernos burgueses.
Los anarquistas rechazaron la participación desde los tiempos de la Primera Internacional.
Pero entre los socialistas, se perfilaron distintas tendencias. Los más moderados
recomendaban centrar la lucha de la clase obrera en la obtención de mejoras y reformas
graduales, y dejar para un futuro más lejano los ideales de la revolución social y la creación
de una sociedad diferente. El ala izquierda, compuesta por los socialistas revolucionarios, fue
más intransigente. Sus dirigentes criticaron al socialismo reformista por su pasividad y
burocratización y sostuvieron la necesidad de llevar adelante, en forma simultánea, la
participación política y la lucha en el plano económico y social.
A partir de 1900, entre los partidos socialistas, tuvieron cada vez más fuerza las fracciones
moderadas, que proponían la lucha electoral y la participación en los gobiernos burgueses.
Eduard Bernstein, dirigente del Partido Socialdemócrata Alemán, sostuvo la conveniencia de
reemplazar el objetivo de la revolución por la concreción de reformas económicas graduales.
Esta tendencia se generalizó también entre los dirigentes del Partido Laborista inglés, creado
en 1906.

97
LA ORGANIZACIÓN DE LA ARGENTINA MODERNA

Buenos Aires y la Confederación (1852-1862)

El Acuerdo de San Nicolás


Luego de su victoria en Caseros, Urquiza se instaló en la residencia que hasta entonces
había ocupado Rosas, designó como gobernador interino de la provincia de Buenos Aires a
Vicente López y convocó a elecciones para la Legislatura. López contaba con el apoyo de
grupos porteños opositores a Rosas y también con el de sectores relacionados con el
régimen derrotado en Caseros. Al mismo tiempo, Urquiza designó a Bernardo de Irigoyen —
porteño y federal— para negociar con los gobernadores su adhesión al nuevo orden y la
realización de una reunión en la ciudad de San Nicolás.
A fines de mayo de 1852, los gobernadores de
Las facciones políticas todas las provincias, con excepción de Córdoba,
Después de la batalla de Caseros, se Salta y Jujuy que enfrentaban graves problemas
fueron perfilando distintas fuerzas internos, y de Catamarca, que delegó su
políticas. Se trataba de facciones más representación en Urquiza, se reunieron en San
Nicolás. Allí firmaron un acuerdo, conocido como
que de partidos, es decir, eran
Acuerdo de San Nicolás, y decidieron convocar a
parcialidades que expresaban y
un Congreso Constituyente, según lo establecido
defendían intereses locales y regionales,
en el Pacto Federal de 1831. Los gobernadores
unidas alrededor de la figura de un
establecieron que cada provincia debía enviar al
caudillo y que —a diferencia de los
Congreso Constituyente dos diputados, sin tener
partidos modernos—carecían de base
en cuenta la cantidad de habitantes. Al mismo
doctrinaria y de principios definidos.
tiempo, Urquiza fue designado Director Provisorio
En el interior del país, eran mayoría los de la Confederación Argentina, con facultades
urquicistas o federales. En Buenos Aires, para garantizar la paz, asegurar las fronteras,
los llamados chupandinas—por su comandar el ejército creado por el Acuerdo,
costumbre de realizar asados en los que reglamentar la navegación de los ríos y
se bebía mucho—eran partidarios de la administrar los correos y los caminos. A partir de
anexión de la provincia a la entonces, Urquiza concentró numerosas atri-
Confederación. En cambio, los miembros buciones y le fue reconocida su autoridad sobre
del Partido Liberal, denominados las tropas provinciales y para disponer de los
pandilleros —por su costumbre de ingresos de las aduanas del interior.
recorrer las calles en grupos ruidosos— Cuando los términos del Acuerdo de San Nicolás
rechazaba n el federalismo y se definían fueron conocidos en Buenos Aires, los dirigentes
como autonomistas. Entre los porteños repudiaron lo actuado por el
representante de la provincia y rechazaron el
chupandinos, figuraban muchos antiguos
pacto. Los porteños no aceptaban la
resistas, como Lorenzo Torres. Entre los
representación igualitaria en el Congreso, porque
pandilleros, se destacaban Bartolomé
este criterio no consideraba que Buenos Aires era
Mitre, Domingo F. Sarmiento y Valentín y
la provincia con más habitantes; también
Adolfo Alsina.
rechazaron la declaración que establecía que las

98
provincias debían participar proporcionalmente con el producto de sus aduanas para sostener
así la administración nacional. Según este criterio, la carga más elevada recaía sobre Buenos
Aires.
López finalmente renunció y fue reemplazado por Manuel Pinto, jefe de la Legislatura que
había rechazado el acuerdo. Ante esta situación, Urquiza decidió disolver la Legislatura de
Buenos Aires y expulsó del país a los principales dirigentes porteños: Bartolomé Mitre y
Valentín Alsina. Además clausuró la prensa opositora y restituyó a López en el gobierno

La separación de Buenos Aires y la sanción de la Constitución


Nacional
El 11 de septiembre de 1852, mientras Urquiza se disponía a inaugurar el Congreso
Constituyente en Santa Fe, en Buenos Aires estalló una sublevación, organizada por civiles y
apoyada por militares, que destituyó al gobernador Vicente López y repuso la Legislatura.
Bartolomé Mitre fue uno de los jefes de la revolución. Buenos Aires no envió representantes
al Congreso Constituyente y no lo reconoció como autoridad nacional. Después de la
revolución del 11 de septiembre, Valentín Alsina asumió como gobernador de Buenos Aires.
Mitre, el líder del Partido Liberal, fue designado ministro de gobierno y jefe de las milicias
provinciales.
El 1° de mayo de 1853, los representantes de todas las provincias, con excepción de Buenos
Aires, sancionaron la Constitución de la Nación Argentina. El Congreso General
Constituyente proclamó a Urquiza Presidente de la Confederación Argentina. La Constitución,
en su artículo 1, establecía la forma representativa, republicana y federal de gobierno y la
división de los poderes de gobierno en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Garantizaba, además,
los derechos de los habitantes. Establecía, también, la federalización de la ciudad de Buenos
Aires y la nacionalización de los ingresos de su Aduana. Pero la Confederación no estuvo en
condiciones de imponerle a Buenos Aires estas medidas. El país se dividió: Buenos Aires con
su ciudad-puerto por un lado, y la Confederación con capital en Paraná, en la provincia de
Entre Ríos, por el otro.
En 1854, Buenos Aires sancionó su propia Constitución. En ella no asumía la separación
definitiva del resto del país, pero se autoproclamaba como un Estado con libre ejercicio de su
soberanía interior y exterior, hasta que no la delegara expresamente en un gobierno federal.
Ese mismo año, Pastor Obligado fue elegido gobernador. Durante su gestión, el Estado
provincial construyó el primer ferrocarril que, a partir de 1857, circuló en el país; fundó nuevos
pueblos; instaló la primera usina de gas, y comenzó a organizar la enseñanza primaria, con
Domingo Faustino Sarmiento como director del Departamento de Escuelas. La provincia de
Buenos Aires contaba con los recursos económicos necesarios para poner en marcha estos
proyectos, ya que controlaba el puerto más importante del país y su aduana.

Los problemas económicos de la Confederación


Mientras Buenos Aires incrementaba su riqueza, la Confederación enfrentaba serios
inconvenientes económicos y financieros. La pobreza de las provincias interiores se reflejó en
el déficit del gobierno nacional. Para remediar esta situación, el Congreso de la
Confederación habilitó el puerto de Rosario al comercio internacional y, en 1854, aprobó una

99
ley conocida como la Ley de Derechos Diferenciales. Esta ley establecía que los productos
extranjeros que llegaran directamente a los puertos de la Confederación pagarían un
impuesto más bajo que los procedentes de Buenos Aires. El objetivo de esta decisión era
atraer al puerto de Rosario una parte del comercio exterior; pero, a pesar de los esfuerzos
realizados por el gobierno de la Confederación, los comerciantes extranjeros siguieron
prefiriendo desembarcar sus cargamentos en Buenos Aires.
Al mismo tiempo, la Confederación tuvo muchos problemas para obtener préstamos. El
Banco Nacional, creado a principios del año 1854, fue clausurado pocos meses después.

La batalla de Cepeda y el intento de reincorporar Buenos Aires a la


Confederación
La convivencia entre Buenos Aires y la Confederación
La solución de compromiso y las se tornó cada vez más tensa. La elección como
tendencias en el partido liberal: gobernador de Valentín Alsina, uno de los dirigentes
autonomistas y nacionalistas del autonomismo más intransigente, provocó un
nuevo enfrentamiento con la Confederación. En
Como presidente, Mitre pretendió
febrero de 1859, Valentín Alsina estableció, mediante
federalizar todo el territorio de la
un decreto, que los productos del interior del país
provincia de Buenos Aires. Esta
serían tratados en Buenos Aires como si fueran
iniciativa contó con el apoyo del
extranjeros. La medida constituyó una represalia a la
Congreso Nacional, pero fue
Ley de Derechos Diferenciales que impulsaba el
rechazada por la Legislatura
gobierno de Paraná. En consecuencia, la situación
bonaerense. Finalmente, las partes
económica de la Confederación empeoró aún más.
llegaron a un arreglo denominado
Como respuesta, el Congreso Nacional autorizó a
solución de compromiso, que
Urquiza a lograr la reincorporación de la provincia de
establecía la coexistencia del
Buenos Aires a la Confederación por medios
gobierno nacional y el provincial en
pacíficos o por la fuerza. En octubre de 1859, las
la ciudad de Buenos Aires. La tropas porteñas de Mitre y las confederadas de
Legislatura de la provincia aceptó Urquiza se enfrentaron en Cepeda. Aunque el
que las autoridades nacionales combate terminó con la victoria de la Confederación,
residieran en la ciudad de Buenos Urquiza no marchó sobre Buenos Aires. Se instaló en
Aires hasta que se llegara a un San José de Flores dispuesto a negociar. Después de
acuerdo definitivo sobre la cuestión la renuncia de Valentín Alsina, una condición exigida
capital. Este conflicto dividió a los por Urquiza, el 11 de noviembre de 1859, Buenos
liberales porteños en dos grupos, los Aires y la Confederación firmaron el Pacto de San
autonomistas, liderados por Adolfo José de Flores. De acuerdo con las clausulas del
Alsina, y los nacionalistas, liderados pacto, Buenos Aires se reintegró en la Confederación,
por Bartolomé Mitre —crudos y pero se reservó el derecho de revisar el texto
cocidos, según la denominación de la constitucional de 1853 y proponer las reformas que
época—. Los primeros no querían consideraba indispensables para garantizar los
subordinarse al gobierno central y intereses provinciales.
aspiraban a mantener la autonomía
de Buenos Aires; los segundos
buscaban consolidar la autoridad
nacional.

100
El triunfo de Buenos Aires: la batalla de Pavón y el fin de la
Confederación

En 1860, una Convención Constituyente reunida en la provincia de Santa Fe aprobó las


modificaciones al texto constitucional propuestas por la Convención porteña, y Buenos Aires
se reincorporó a la Confederación. Ese mismo año, Santiago Derqui asumió la presidencia;
Urquiza fue nuevamente elegido gobernador de Entre Ríos, y Mitre, gobernador de Buenos
Aires.
Pero, al poco tiempo, estalló un nuevo conflicto cuando Buenos Aires eligió a sus diputados
al Congreso Nacional según los criterios de una ley provincial, y no, de acuerdo con los
establecidos en la Constitución nacional De este modo, los dirigentes porteños intentaban
asegurarse la mayoría en el cuerpo legislativo. Urquiza se opuso a la incorporación de los
diputados porteños y marchó sobre Buenos Aires. El 17 de septiembre de 1861, las tropas
urquicistas se encontraron con las de Mitre en Pavón. Urquiza no logró o no quiso concretar
lo que parecía una victoria segura y se retiró del campo de batalla. El presidente Derqui
renunció. Desaparecido el gobierno nacional, las provincias delegaron en Mitre el ejercicio
provisional del Poder Ejecutivo Nacional En mayo de 1862, el Congreso Nacional inauguró
sus sesiones y convocó a elecciones generales. Poco tiempo después, Mitre asumió como
presidente de la República Argentina.

101
La organización del Estado Nacional (1862-1880)

¿Qué es el Estado?

Una primera aproximación a la noción de Estado nos plantea que este se caracteriza
por el conjunto de instituciones que ejercen el poder sobre una sociedad en un
determinado territorio. Ese poder lo ejerce de una forma muy particular ya que el
conjunto de la sociedad lo reconoce y lo acepta. Por eso se afirma que el Estado ejerce
el poder en forma legítima.
El proceso de formación de un Estado es dinámico y su consolidación implica una
centralización de sus funciones y poderes.
El estudio del surgimiento de los Estados modernos suministra información valiosa. Por
ejemplo, en América Latina, la construcción de los Estados nacionales implicó el
enfrentamiento con los caudillos y otros representantes de los poderes locales; así
como con la Iglesia, una institución que desde los tiempos coloniales había desarrollado
un importante control sobre las personas y las sociedades a través del registro de
nacimientos, matrimonios, defunciones, y, sobre todo, por su influencia en la educación.
Para imponer su autoridad, el Estado cuenta con el consenso entre los diferentes
actores sociales y, por otra parte, con los medios de coerción. El consenso significa el
acuerdo, a través de alianzas y/o compromisos, entre diferentes sectores de la sociedad
que posibilitan la creación y la realización de políticas económicas, sociales y culturales.
Por su parte, los medios de coerción (uso de la fuerza) le otorgan al Estado la
capacidad legítima de reprimir ante la falta de acatamiento de sus políticas, o en el caso
de eventuales sublevaciones o enfrentamientos con el poder.

La centralización de la autoridad política


Entre 1862 y 1880, se consolidó la autoridad del Estado nacional; y Bartolomé Mitre,
Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda se sucedieron en el cargo de presidente
de la República. Durante este período, el gobierno central fue asumiendo y concentrando
muchas funciones que, hasta entonces, tradicionalmente, ejercían los poderes locales. Los
distintos presidentes impulsaron la centralización de la autoridad política a través de distintas
acciones: algunas de las más importantes fueron la formación de un Ejército nacional, que
garantizó la autoridad del Estado sobre los cuerpos militares de las provincias; la
organización de un sistema de rentas y un aparato recaudador de impuestos de alcance
nacional; la organización del sistema bancario y la centralización de la emisión monetaria.
También se consolidó un sistema jurídico, a través de la elaboración y sanción de los
Códigos Civil, Penal y Comercial, y la creación de la Corte Suprema de lusticia. Al mismo

102
tiempo, el Estado fomentó la inmigración extranjera y favoreció el desarrollo de las comunica-
ciones y de los transportes, para hacer efectiva la integración del territorio nacional.
A partir del establecimiento del Registro Civil de las Personas, la Ley de Matrimonio Civil, la
administración estatal de los cementerios y la Ley de Educación Común, el Estado nacional
se fue apropiando, también, de funciones tradicionalmente desempeñadas por la Iglesia
católica.
Para lograr la obediencia del conjunto de la sociedad, las autoridades nacionales se
propusieron vencer las resistencias, que el proceso de concentración del poder político
generó en algunos sectores, combinando la violencia (la coacción) con la búsqueda de
consensos —es decir, tratando de lograr acuerdos con los grupos dirigentes locales y los
grupos de mayor poder económico—.

La organización de los poderes de gobierno


En 1862, poco tiempo después de la asunción de Mitre a la presidencia, comenzaron a
funcionar la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores previstos por la Constitución
de 1853; se completó así la división de los poderes de gobierno. Mitre encargó a Dalmacio
Vélez Sarsfleld la redacción del Código Civil y del Código de Comercio, y dictó una ley que
estableció que todos los territorios que quedaban fuera de los límites provinciales pertenecían
a la nación.
En 1868, se planteó el conflicto político por la suceción de Mitre en la presidencia. El
Presidente saliente apoyaba a Rufino de Elizalde, su ministro de Relaciones Exteriores. Los
grupos federales del litoral apoyaban a Urquiza, y los autonomistas porteños a Adolfo Alsina.
Finalmente, la opinión de los jefes militares del ejército fue determinante y Domingo Faustino
Sarmiento —que se encontraba en los Estados Unidos— fue elegido presidente. Durante su
gobierno, creó el Colegio Militar y la Escuela Naval, y el Estado nacional promovió la
educación mediante la creación de escuelas primarias y normales, bibliotecas y algunos
institutos de investigación —como el Observatorio Astronómico de Córdoba—.
En 1874, el tucumano Nicolás Avellaneda, con apoyo de los gobernadores del interior y del
Ejército, sucedió a Sarmiento en la presidencia. Su elección fue rechazada por el Partido
Nacionalista de Mitre. El ex presidente organizó y dirigió una revolución contra Avellaneda,
pero fue derrotado por el Ejército nacional. Avellaneda continuó con las políticas de sus
predecesores, y el gobierno nacional consolidó su poder.
Durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, el desarrollo del ferrocarril
permitió la incorporación a la producción de vastas extensiones de tierra. Comenzaron a
llegar cada vez más inmigrantes y más capitales extranjeros, y el Estado nacional impulsó
proyectos de colonización agrícola.

103
Las resistencias frente al
avance del gobierno central
Después de Pavón y hasta 1880, distintos
grupos sociales y políticos se negaron a
subordinarse al gobierno central y lo
enfrentaron. En el litoral y en el interior, la
resistencia se .exprese) a través de
alzamientos dirigidos por caudillos
federales. Las llamadas montoneras, que
contaban con el apoyo de los sectores más
pobres de las provincias, exigieron la
mejora de la grave situación económica y
social que padecían las poblaciones
provinciales. La producción artesanal del
interior —la de tejidos era la más
importante— estaba alejada de los puntos
de contacto con el mercado externo y,
además, no podía competir con los
productos manufacturados extranjeros que
ingresaban por el puerto de Buenos Aires.
Las consecuencias de esta situación
fueron la falta de trabajo y el
empobrecimiento de la población.
Por otra parte, en Buenos Aires, el
gobierno central enfrentó a los sectores
autonomistas que se opusieron a la
federalización de la ciudad de Buenos
Aires. Además de las rebeliones provinciales y de la oposición de los grupos autonomistas
porteños, el gobierno federal participó en un conflicto internacional —la guerra del
Paraguay— y organizó distintas acciones para frenar los avances de los indígenas en la
frontera sur. La participación del Ejército nacional en estos conflictos consolidó y perfeccionó
su organización, y lo transformó en un instrumento fundamental en el proceso de
centralización de la autoridad.

La derrota de las montoneras federales


El 1863, el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza, el "Chacho", encabezó un alzamiento
contra el gobierno central. Después de sufrir una serie de derrotas, fue tomado prisionero y
muerto a lanzazos por el coronel Pablo Irrazábal. Como forma de escarmiento, fue degollado;
y su cabeza fue expuesta en una pica, en la plaza del pueblo de Olta. Esta orden había sido
dada por el responsable de la represión en el interior, el gobernador sanjuanino y miembro

104
del Partido Liberal, Domingo E Sarmiento, quien se había autoproclamado un "baluarte
contra la barbarie".
Después de la muerte de Peñaloza, se produjeron otras revueltas en Córdoba, Mendoza,
Santa Fe, Corrientes y Catamarca. El último alzamiento federal de envergadura estuvo
relacionado con la guerra del Paraguay. La contienda era muy impopular en el interior del
país. Los caudillos federales se negaban a combatir contra el Paraguay, ya que lo
consideraban un país hermano. La oposición popular a la guerra impulsó la rebelión. En
1866, el caudillo catamarqueño Felipe Várela, que había sido lugarteniente de Peñaloza,
encabezó un nuevo alzamiento contra el gobierno nacional. Várela lanzó una proclama en la
que proponía la unidad de los pueblos latinoamericanos contra las potencias extranjeras,
defendía a Urquiza y acusaba a Mitre de usurpar el gobierno nacional. Várela fue derrotado
definitivamente hacia el año 1870.
En la provincia de Entre Ríos, el caudillo Ricardo López Jordán se opuso al gobierno central.
López Jordán, igual que Peñaloza y Várela, esperaba que Urquiza encabezara un ejército
federal contra los liberales; pero el gobernador de Entre Ríos se mantuvo fiel a sus acuerdos
con el gobierno central. En 1870, Urquiza fue asesinado; y la Legislatura provincial designó a
López Jordán como gobernador. El presidente Sarmiento decretó la intervención de la
provincia; López Jordán resistió, pero en 1871 fue derrotado. En 1873 y 1876, encabezó
nuevos alzamientos contra las autoridades nacionales, pero fue vencido.

La "conquista del desierto" y la integración del territorio


La centralización de la autoridad del Estado se manifestó también en la integración del
territorio nacional y el afianzamiento de su soberanía en las zonas más alejadas. Con estos
objetivos, las autoridades nacionales se propusieron controlar definitivamente los avances de
los indígenas sobre la frontera en el sur. Los terratenientes bonaerenses, que tenían cada
vez mayor influencia en el gobierno, estaban directamente interesados en la. expulsión de los
indígenas y en la explotación económica de esas tierras.
Durante la presidencia de Avellaneda, el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, planificó y ordenó
la construcción de una línea de fuertes y fortines unidos entre sí por una extensa zanja, para
impedir el paso de los malones indígenas y del ganado que estos se llevaban. Pero el plan de
Alsina no contó con el acuerdo del general Julio A. Roca, uno de los jefes militares más
importantes. Roca sostenía que los fuertes fijos constituían un riesgo para la disciplina de los
soldados y dificultaban el control. A juicio del general, "el mejor sistema" para "concluir con
los indios" era "extinguirlos o arrojarlos al otro lado del Río Negro", a través de una "guerra
ofensiva".
Roca, designado ministro de Guerra luego de la muerte de Alsina, puso en marcha su plan,
que se proponía la eliminación de los indígenas que habitaban entre la frontera y los ríos
Negro y Neuquén. Para alcanzar sus objetivos, Roca contó con nueva tecnología, como el
telégrafo y las armas de repetición; suprimió la pesada artillería y aumentó la cantidad y la
calidad de las tropas. Hacia 1881, había logrado el sometimiento de 14.000 indígenas y la
incorporación de 15.000 leguas de tierra al territorio sujeto al control del Estado nacional.
La llamada conquista del desierto favoreció a los terratenientes bonaerenses, que pasaron a
controlar las tierras arrebatadas a los indígenas y las organizaron como enormes latifundios.

105
La "cuestión Capital" y la subordinación de los autonomistas
porteños
Los sectores autonomistas porteños, que contaban con el apoyo de los terratenientes y los
comerciantes de Buenos Aires, constituyeron un serio obstáculo para el proceso de
centralización de la autoridad del Estado nacional.
En 1867, las autoridades nacionales devolvieron a las autoridades provinciales la jurisdicción
sobre el municipio de la ciudad de Buenos Aires. Desde entonces y hasta 1880, el gobierno
nacional, presidido por Sarmiento y luego por Avellaneda, se mantuvo en calidad de huésped
del gobierno provincial. El conflicto finalmente se resolvió por la fuerza. En junio de 1880, las
milicias provinciales de Buenos Aires, organizadas por el gobernador Carlos Tejedor, en-
frentaron a las tropas del Ejército nacional, dirigidas por el general Julio A. Roca, ministro de
Guerra de Avellaneda y presidente electo. El Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional
trasladaron su sede al pueblo de Belgrano. Luego de violentos enfrentamientos entre las
tropas que respondían al gobernador y el Ejército nacional, Tejedor fue derrotado y renunció
a su cargo, y la Legislatura provincial se disolvió. El general Mitre se hizo cargo de las
fuerzas de Buenos Aires e inició negociaciones con las autoridades nacionales.
Finalmente, el 20 de septiembre de 1880, la nueva Legislatura provincial sancionó la
federalización de la ciudad de Buenos Aires. Desde entonces, Buenos Aires fue la Capital
Federal de la República Argentina.

106
La modernización de la economía y la sociedad
La inserción de la economía argentina en el mercado internacional
Entre los años 1862 y 1880, a medida que se
centralizaba la autoridad política y se consolidaba
el poder del Estado nacional, los países
industrializados comenzaron a requerir volúmenes
cada vez mayores de materias primas y alimentos.
Para satisfacer la demanda del mercado
internacional, los grupos de terratenientes más
poderosos comenzaron a organizar la economía
argentina como complemento de las economías de
las sociedades industriales, particularmente de la
inglesa. Las decisiones tomadas con este objetivo
tuvieron como resultado la conformación de un
mercado de tierras, un mercado de trabajo y de un
mercado de capitales. Desde entonces, las tierras,
el trabajo (la mano de obra) y el capital se
transformaron en mercancías que circulaban
libremente y que se podían comprar y vender.
El mercado de tierras se conformó con las tierras
conquistadas a los indígenas y las hasta entonces
consideradas tierras públicas. El mercado de
trabajo se integró con mano de obra nativa —los
habitantes de las zonas rurales, denominados
gauchos, fueron obligados a abandonar su
tradicional modo de vida errante— y con la fuerza
de trabajo de los inmigrantes. El mercado de
capitales se constituyó a partir del ingreso de
capitales extranjeros, provenientes en su mayo-ría
de Inglaterra, en forma de empréstitos —
préstamos al gobierno—, primero y, luego, en
forma de inversiones directas —destinadas a la
construcción de la red ferroviaria y a la
organización de compañías colonizadoras de
tierras—. Sobre estas bases, se organizó una
nueva economía exportadora de productos
primarios.

Los cambios en la producción agropecuaria


Entre 1880 y 1910, la economía argentina se integró definitivamente al mercado mundial a
través de la exportación en gran escala de carnes y cereales. Estas nuevas producciones
reemplazaron las exportaciones tradicionales de cueros y lanas.

107
La producción de ovinos fue la actividad ganadera más importante de la Argentina hasta fines
del siglo XIX. A partir de 1895, las exportaciones de ganado vacuno en pie a Inglaterra
comenzaron a desplazar las de carne ovina.
El desarrollo agrícola se vio favorecido por el aumento de la demanda internacional y por el
crecimiento de las ciudades. En muy poco tiempo, la Argentina pasó de importar harinas a
exportar más de un millón de toneladas de cereales —maíz y trigo, fundamental'-mente—. La
expansión cerealera se inició en las colonias agrícolas de Santa Fe y se extendió luego en la
provincia de Buenos Aires.
A principios del siglo XIX, la invención del frigorífico generó la posibilidad de exportar carnes
congeladas al mercado europeo, primero ovina y luego vacuna. Los terratenientes debieron
mejorar la calidad del ganado productor de carne para la exportación. Los rodeos fueron
mejorados a través de la aumentación y la cruza con razas europeas.
Para alcanzar estos objetivos, los terratenientes de la provincia de Buenos Aires comenzaron
a explotar sus propiedades a través del sistema de arrendamiento, que combinaba el
desarrollo de la agricultura con las necesidades de refinamiento del ganado destinado a la
exportación.
Los arrendatarios —productores, muchos de ellos, inmigrantes, que alquilaban las tierras—
estaban obligados a sembrar un año lino, otro trigo y el tercero, alfalfe. De este modo, los
riesgos de poner en producción la tierra virgen recaía sobre los arrendatarios. Después del
tercer año, en general, tos contratos no se renovaban; y los ^ campos sembrados con alfalfa
proveían el forraje adecuado para el _ ganado de calidad que ya no podía criarse con
pasturas naturales.

108
La inmigración extranjera
La inmigración extranjera aumentó a partir de 1852, pero se tornó vertiginosa a partir de
1880, cuando el desarrollo de las nuevas producciones agropecuarias y las nuevas
actividades urbanas generaron el aumento de la demanda de mano de obra.
Durante el gobierno de Nicolás Avellaneda, el Congreso Nacional dictó la Ley 817, que
reglamentó la entrada de extranjeros al país. Desde entonces, el ritmo y la magnitud de la
inmigración extranjera transformaron profundamente la organización y la cultura de la
sociedad argentina. Entre 1869 y 1930, el aporte inmigratorio provocó un crecimiento
demográfico del 60%.
En una primera etapa, el Estado o particulares con algún grado de apoyo gubernamental
asumieron la responsabilidad de la organización del proceso inmigratorio. En Santa Fe, Entre
Ríos y, en menor medida, en la provincia de Buenos Aires, se fundaron colonias agrícolas,
habitadas por suizos, alemanes, franceses y judíos. Posteriormente, la mayoría de los
inmigrantes comenzaron a llegar espontáneamente; y la intervención del Estado se limitó a la
protección y al fomento de la inmigración. La Ley 817 instrumentó algunos mecanismos de
promoción de la inmigración europea; por ejemplo, la instalación de oficinas y consulados en
los países europeos, el otorgamiento de pasajes gratuitos, el alojamiento temporario a cargo
del Estado en el Hotel de Inmigrantes al arribar a Buenos Aires y los traslados al interior del
país.

109
Hasta el año 1880, sin embargo, el saldo de
entradas y salidas era muy bajo. La mayoría de
los inmigrantes que ingresaban a la Argentina
regresaba a sus países de origen después de
ejercer algún empleo temporario. Pero durante
las últimas décadas del siglo XIX y los primeros
años del siglo XX, la situación cambió: fueron
cada vez más los extranjeros que
permanecieron en el país.
Entre 1875 y 1914, la Argentina recibió cinco
millones de inmigrantes, aproximadamente el
14% del movimiento migratorio mundial total.
De ellos, más de 2,5 millones se radicaron en
forma definitiva. La mayoría de los inmigrantes
eran italianos y españoles, aunque también llegaron eslavos, rusos, sirios y portugueses.
Entre 1860 y 1890, llegaron italianos oriundos de las regiones del norte. Posteriormente,
arribaron nuevos contingentes provenientes del sur de la península. El mayor número de los
españoles llegó entre 1905 y 1910.
Al arribar al puerto de Buenos Aires, la mayoría de los inmigrantes declaraban ser
agricultores. Pero muy pocos se convirtieron en dueños de una parcela de tierra. Hacia 1880,
los grandes terratenientes habían acaparado la mayor parte de las tierras en la región
pampeana. Además, los inmigrantes carecían de capitales y las tierras eran caras. Como
consecuencia de las dificultades para accedí der a la propiedad de la tierra y las posibilidades
que ofrecían las | grandes ciudades, la mayoría de los inmigrantes se radicó en los centros

110
urbanos. Hacia 1910, el 50% de los habitantes de Buenos Aires y el 40% de los habitantes de
Rosario eran extranjeros. Este movimiento inédito de personas desbordó la capacidad de las
ciudades que no contaban con la infraestructura necesaria para alojar a los recién llegados.
Hacia el año 1870, las viejas casonas de los barrios del sur de Buenos Aires, abandonadas
por sus propietarios después de las epidemias de tifus y fiebre amarilla, fueron adaptadas y
convertidas en viviendas colectivas —a las que se accedía pagando un alquiler por pieza—.
Los llamados conventillos se transformaron en un negocio excepcional para los dueños de
inquilinatos. Las condiciones sanitarias eran malas, ya que las ordenanzas municipales sobre
normas de higiene no se cumplían. Por otra parte, el precio de los alquileres significaba
alrededor del 30% —a veces más— de los ingresos de los trabajadores.
Los conventillos, siempre cercanos al empleo —real o potencial—, se convirtieron en el
prototipo de la vivienda popular y en el ámbito de socialización e intercambio de ideas y
costumbres de los trabajadores. En la imagen, el patío de un conventillo porteño, en los
primeros años
del siglo XX.

La cotidianeidad de un conventillo hacia 1895. Colección Luis Priamo

111
Organización y crisis del régimen oligárquico (1880-1916)

El funcionamiento del sistema de


gobierno oligárquico
En 1880, Julio A. Roca asumió como presidente
de la República. En su primer discurso dijo: "En
adelante, libres ya de las preocupaciones y de
las conmociones internas, que a cada momento
ponían en peligro todo, hasta la integridad de la
República, podrá el gobierno consagrarse a la
tarea de la administración y las labores
fecundas de la paz; y cerrado de una vez para
siempre el período revolucionario, que ha
detenido constantemente nuestra marcha
regular, en breve cosecharemos los frutos de
nuestro acierto y entereza". De este modo,
Roca y los grupos que lo apoyaban sintetizaron los objetivos del nuevo gobierno en el lema
"paz y administración".
Los grupos dirigentes adherían a los principios del liberalismo político que habían sido el
fundamento de la Constitución nacional sancionada en 1853; es decir, a la soberanía popular
como fuente de la autoridad política, a la forma representativa de gobierno, y a la división de
los poderes de gobierno. Pero, al mismo tiempo, estos grupos entendían que los contenidos
de la Constitución no reflejaban las prácticas y las costumbres reales de la sociedad
argentina de la época, sino que marcaban un rumbo y expresaban un proyecto para el futuro
del país. Por esta razón, estuvieron de acuerdo en postergar la aplicación de algunos
principios constitucionales hasta que cambiaran algunas condiciones del estado de la
sociedad.
De acuerdo con estas ideas, el régimen político se mantuvo organizado según las reglas de
la democracia política —es decir, los ciudadanos ejercían el derecho de sufragio y elegían
representantes—. Pero, al mismo tiempo, se fue consolidando un sistema de gobierno que
aseguraba el ejercicio del poder político a una minoría y restringía la participación política de
la mayor parte de la sociedad argentina. Por esta razón, este sistema de gobierno fue
caracterizado como oligárquico. Este calificativo deriva del concepto de oligarquía, palabra de
origen griego que significa 'gobierno de unos pocos'.
A partir de 1880, en la Argentina, el poder político fue controlado en forma exclusiva por
algunos miembros del grupo social con mayor poder económico —integrado por los grandes
terratenientes y comerciantes exportadores—. Estos se consideraron los más aptos para ser
gobernantes, no sólo por su poder económico sino, además, por su educación y su
preparación para ejercer cargos públicos.
El funcionamiento del sistema de gobierno oligárquico estuvo basado en el control del acceso
a los cargos de gobierno y de la administración, y en el fraude electoral. Los integrantes del
grupo gobernante, nucleados en el Partido Autonomista Nacional (PAN), elegían a las
personas destinadas a ocupar los cargos públicos. En los hechos, eran los miembros de esta
reducida élite política quienes ocupaban, sucesivamente, todos o el mayor número de los

112
cargos de gobierno más importantes: diputado nacional, senador nacional, ministro del Poder
Ejecutivo Nacional, gobernador y presidente o vicepresidente. El PAN controlaba, además, la
sucesión presidencial. La Constitución nacional de 1853 establecía la elección indirecta del
presidente y vice; es decir, los ciudadanos elegían electores, quienes, a su vez, elegían al
presidente. Pero, en la práctica, el presidente designaba a su sucesor. La Cámara de
Senadores, que reunía a los representantes de las provincias, se transformó en un espacio
privilegiado para los acuerdos entre las élites políticas de todo el país.
Al mismo tiempo, el grupo gobernante organizó diversas formas de fraude electoral, como
método para excluir a la oposición política no tolerada y a las mayorías populares. De
acuerdo con la Constitución nacional y las sucesivas leyes electorales que, desde 1863,
nunca restringieron el sufragio, en las elecciones podían participar todos los varones
argentinos mayores de 21 años. Pero el gobierno oligárquico alteraba el registro electoral y
organizaba el voto colectivo, el voto doble, la repetición del voto y la compra de sufragios.

La Generación del 80. Sus ideas y proyectos


Los miembros de la élite que ocuparon cargos de gobierno y en la administración pública
entre 1880 y 1890, durante las presidencias de Roca y Miguel Juárez Celman, compartieron
un conjunto de principios e ideas que se convirtieron en los objetivos de las acciones de
gobierno que llevaron a la práctica. Aunque entre ellos también se registraron diferencias de
opiniones sobre algunos temas, todos impulsaron un proyecto de desarrollo que, desde 1880,
caracterizó la organización de la economía y de la sociedad, e influyó en el desarrollo
posterior de la Argentina. Este grupo de dirigentes fue conocido como la Generación del 80.
El programa de la Generación del 80 se puso de manifiesto a través de los discursos políticos
y parlamentarios, los mensajes presidenciales, la correspondencia y las notas periodísticas.
Pero nunca fue enunciado explícitamente en forma integral.
Los miembros de este grupo dirigente pensaban que la Argentina debía imitar los avances de
los países europeos, y muchos de ellos menospreciaron algunas de las costumbres y
tradiciones autóctonas. Desde el punto de vista político, fueron conservadores, ya que
consideraban que los asuntos políticos estaban reservados a la minoría, culta y rica, de la
que formaban parte. Por esta razón, estuvieron de acuerdo en organizar una democracia
restringida y se opusieron al sufragio universal. Al mismo tiempo, se propusieron extender la
educación e impulsaron el desarrollo de la ciencia.
Desde el punto de vista económico, fueron liberales. Partidarios del librecambio, buscaron
profundizar los lazos con Inglaterra. Impulsaron la inmigración y fomentaron las actividades
agropecuarias. Concretaron muchos de los proyectos elaborados en la Argentina desde
1862.

Los hombres de la Generación del 80 elaboraron una visión del mundo —que se propusieron
difundir y generalizar—, y organizaron las instituciones públicas con el objetivo de integrar al
conjunto de la sociedad. A través de la obligatoriedad de la educación básica y el servicio
militar, buscaron homogeneizar culturalmente a los inmigrantes extranjeros y a los sectores
de población criolla.
El espectacular auge de la economía exportadora de productos primarios, que se registró
durante las últimas décadas del siglo XX, permitió al grupo dirigente sostener con hechos
concretos su idea de que el desarrollo del capitalismo era el motor que impulsaba un

113
progreso indefinido y guiaba a la sociedad hacia un valor cultural que, desde su óptica, era
indiscutible: la civilización. A partir de estas ideas, se propusieron erradicar las herencias
materiales, jurídicas, políticas e ideológicas —a las cuales el grupo dirigente calificó como
demoras— de las tradiciones hispánica e indígena, que desde su punto de vista dificultaban
la imposición del orden y obstaculizaban el avance del progreso.

Profesora Mariana Villagrasa


Profesor José Ferro
Febrero 2020

114
ANEXO DE ACTIVIDADES

ACTIVIDAD N° 1

LEER NOVELAS HISTORICAS


Los relatos, las novelas y las poesías son escritos literarios que, en muchos casos, ofrecen información
sobre distintos aspectos del pasado. Estos textos de ficción no pretenden brindar datos exactos y reales
sobre un determinado proceso o acontecimiento. Sin embargo, en algunos casos, los autores han reunido
documentación y datos que les permite describir con precisión una sociedad.
Los historiadores pueden recurrir a los textos literarios como fuente, siempre que no olviden que, en la
literatura, pueden mezclarse personajes y hechos reales con otros que son producto de la creatividad de
los autores.

La revolución es un sueño eterno


1. Lee el siguiente fragmento del autor argentino Andrés Rivera sobre la vida de Juan José Castelli y
responde a las preguntas.

"¿Llovió en la infundada noche del 5 de julio de 1807? Castelli escribe que disparó su fusil contra las
escurridizas sombras de los soldados ingleses, desde una azotea y caminó hacia el Fuerte entre barricadas
y gemidos, antorchas, gritos desaforados de centinelas, olor a sangre, excrementos, carne asada, vino,
orines, lluvia quizá.
Allí, en una sala del Fuerte estaba, de pie, Martín de Álzaga. [...] Y Álzaga repartía entre jefes y soldados,
ricos y esclavos, blancos y negros, imprecaciones, dones y sentencias, que un amanuense transcribía a
papeles sucios, para que en una noche de domingo, por segunda vez en doce meses, pusieran de rodillas
al invasor y arrastraran sus banderas por las calles de una aldea inmunda y pretenciosa".
Rivera, Andrés. La revolución es un sueño eterno. Buenos Aires: Planeta, 1998. (Adaptación).

2. ¿A qué acontecimiento hace referencia este texto? ¿Qué imagen brinda el autor sobre el
acontecimiento, qué datos precisos ofrece sobre la escena que describe?
3. ¿Quién es el autor del texto literario? ¿Es contemporáneo de los hechos que describe? Busquen
datos sobre su obra.
4. ¿A qué personajes de la época hace referencia? ¿Quiénes eran? ¿Cómo describe Buenos Aires?
5. ¿Cuál es el valor de la descripción que realiza el autor? ¿Es útil para reconstruir un momento del
pasado? Fundamenten su respuesta.

115
ACTIVIDAD N° 2
ANÁLISIS DE FUENTES - PASADO Y PRESENTE

1. Lean los siguientes fragmentos acerca de la vida de los jóvenes en la época colonial, tomados de
la obra de Mariquita Sánchez, Recuerdos del Buenos Aires virreynal, publicada en 1860. Luego,
respondan a las consignas:

"Venía un paisano a buscar la vida, lo ayudaban al momento. [...] Este era un novio para alguna de las
hijas. El padre arreglaba todo a su voluntad [El jefe de la familia decidía con quién casar a sus hijas]. Se lo
decía a su mujer y a la novia tres o cuatro días antes de hacer el casamiento; esto era muy general. Hablar
de corazón a estas gentes, era farsa del diablo; el casamiento era un sacramento y cosas mundanas no
tenían que ver en esto, ¡ah, jóvenes del día! Si pudieras saber los tormentos de aquella juventud, ¡cómo
sabrías apreciar la dicha que gozáis! Las pobres hijas no se habrían atrevido a hacer la menor observación,
era preciso obedecer. Los padres creían que ellos sabían mejor lo que les convenía a sus hijas y era perder
tiempo hacerles variar de opinión.
Se casaba una niña hermosa, con un hombre que ni era lindo, ni elegante, ni fino y además que podía ser
su padre, pero, era hombre de juicio, era lo preciso.
La niña iba a su casa, que ahora dirían una cárcel, salía a misa a ver a sus conocidas cada dos o tres meses,
atender su casa, coser todo el día. [...]
[...] muchas jóvenes preferían hacerse religiosas, que casarse contra su gusto, con hombres que les
inspiraban aversión más bien que amor. ¡Amor!, palabra escandalosa en una joven, el amor se perseguía,
el amor era mirado como depravación. [...]"
"No había carreras para ellos [los hombres] sino la de la Iglesia y los oficios mecánicos. Los niños de 14 o
15 años (decentes) iban de mozo a una tienda, pero esto era verdaderamente ser criado. Se hacía un
estudio de humillarlos; debían de barrer la vereda y la tienda, fregar el candelera, porque no se conocía
otra iluminación, tender la cama del patrón y hacer la suya sobre el mostrador, limpiar los platos con que
se comía y comer las sobras del patrón. Sin sueldo hasta que estaban bien experimentados y entonces les
daban una miseria.
Vestidos lo más miserables, era juicio esto. Jamás fraque, chaqueta ordinaria. Así pasaban los mejores
años de su vida, para tener un capital reducido.
Los jóvenes aristócratas los mandaban a España, a la Marina y a los Guardias de Corps; eran los dos
cuerpos más distinguidos, les pasaban una pensión de sus casas, hasta que su graduación era bastante.
[...]
Los hijos de Buenos Aires, no han tenido nunca inclinación a la carrera militar, más bien les gustaba ser
abogados. Estudiaban lo que podían en Buenos Aires y para doctorarse, tenían que ir a Córdoba o a
Chuquisaca. Esto era muy costoso, pero sus padres eran recompensados en esos gastos, por lo que se
distinguían sus hijos."

2. De acuerdo con el contenido de la fuente, describan cómo eran los vínculos entre:
a. las hijas y sus padres;
b. los esposos y sus esposas;
c. los hijos y sus padres.

116
3. Enumeren las ocupaciones que podían tener los varones. ¿Qué diferencias sociales reflejaban
esas actividades?
4. Mariquita Sánchez dice con respecto a la conducta de las hijas que "era preciso obedecer". Sin
embargo, ella se negó a casarse con la persona que eligieron sus padres y en 1804, cuando tenía
18 años, presentó una carta al virrey pidiendo autorización para casarse con su primo. Busquen
más información acerca de la historia de amor de Mariquita. Escriban un texto que cuente esta
historia de amor. Elijan un título adecuado
5. Comparen los siguientes temas en la época colonial y en la actualidad:
a. la relación entre padres e hijos;
b. las ideas acerca del amor y del matrimonio.

ACTIVIDAD N° 3
EL MATADERO

1. Lee este fragmento de El matadero, un relato ficcional de Esteban Echeverría. El texto se sitúa
durante el gobierno de Rosas, luego de la muerte de su esposa, Encarnación Ezcurra.

"El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quintas al sur de la ciudad, es una gran playa en
forma rectangular, colocada al extremo de dos calles [...] está cortada por un zanjón [...] en cuyos bordes
laterales se muestran innumerables cuevas de ratones y cuyo cauce recogen en tiempo de lluvia toda la
sangranza seca o reciente del matadero.
[...] En la casilla se hace la recaudación del impuesto de corrales, se cobran las multas por violación de
reglamentos y se sienta el juez del matadero, personaje importante, caudillo de los carniceros y que
ejerce la suma del poder en aquella pequeña república, por delegación del Restaurador. [...]. Es un
edificio tan ruin y tan pequeño que nadie lo notaría en los corrales a no estar asociado su nombre al del
terrible juez y no resaltar sobre la blanca cintura los siguientes letreros rojos: Viva la Federación, Viva el
Restaurador y la heroica doña Encarnación Ezcurra, Mueran los salvajes unitarios".
Echeverría, Esteban: El matadero.

2. ¿Qué personajes se mencionan en el relato? ¿A quién se refiere el nombre de "Restaurador"


3. Teniendo en cuenta que Echeverría perteneció a la Generación del 37, ¿a quién crees que
representa el juez del relato? Busca elementos en el texto que te permitan afirmar tu idea.
4. Explica el sentido de la frase: "Es un edificio tan ruin y tan pequeño que nadie lo notaría en los
corrales a no estar asociado su nombre al del terrible juez".
5. ¿Cuál crees que es el sentido de incluir en el relato el texto de los letreros?

117
ACTIVIDAD N° 4
ANÁLISIS DE FUENTES

1. Lean los siguientes textos escritos durante la rebelión de Túpac Amaru. Luego, respondan las
consignas:
"Ya en Cuzco con empeño quieren sacudir y es ley, el yugo de ajeno rey y reponer al que es dueño.
¡Levantarse, americanos! Tomen armas en las manos y con osado furor ¡maten sin temor a los ministros
tiranos!"
Cartel pegado en Oruro en abril de 1780 por los partidarios de Túpac Amaru.

“Y pues, el indio ha exhortado a criollos, atrevido a seguir el vil partido que alevoso se ha fraguado para
que entienda el alzado que a todas luces se engaña Criollo es el que desengaña y exhorta a la recia plebe
que solo conocer debe por Padre y Rey al de España."
Panfleto español difundido en Arequipa.

2. Comparen ambos textos y respondan a las siguientes preguntas. Fundamenten sus respuestas:
a. ¿A quién consideraban legítima autoridad?
b. ¿Contra qué actores sociales se expresaban?
c. ¿A qué actores sociales convocaban a actuar?
3. En el primer texto se utilizó el término "americano". ¿Por qué creen que los rebeldes usaron esa
palabra? ¿A cuál la oponían? ¿Por qué?

ACTIVIDAD N° 5
ANÁLISIS DE FUENTES
1. Lean el siguiente testimonio de Manuel Belgrano acerca de la primera invasión inglesa. Luego,
respondan las consignas.
"[...] no habiendo tropas veteranas ni milicias disciplinadas que oponer al enemigo, venció este todos los
pasos con la mayor facilidad [...].
Confieso que me indigné [...] todavía fue mayor mi incomodidad cuando vi entrar las tropas enemigas, y
su despreciable número para una población como la de Buenos Aires: esta idea no se apartó de mi
imaginación, y poco faltó para que me hubiese hecho perder la cabeza: me era muy doloroso ver a mi
patria bajo otra dominación, y sobre todo en tal estado de degradación que hubiese sido subyugada por
una empresa aventurera, cual era la del bravo y honrado Beresford, cuyo valor admiro y admiré siempre
en esta peligrosa empresa."
Manuel Belgrano, Autobiografía

a. ¿A qué causas atribuía Belgrano la ocupación de Buenos Aires por los ingleses?
b. ¿A qué territorio creen que llamaba "patria"? ¿Por qué?
c. ¿Por qué creen que expresaba sentimientos de admiración hacia el jefe inglés?

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2. Lean el siguiente fragmento de un artículo periodístico publicado en Londres después de la
derrota de la segunda invasión. Luego, respondan las consignas.
"El ataque, de acuerdo con el plan preestablecido, se llevó a cabo el 5 de julio, y los resultados fueron los
previsibles. Las columnas se encontraron con una resistencia decidida. En cada calle, desde cada casa, la
oposición fue tan resuelta y gallarda como se han dado pocos casos en la historia. La consecuencia fue
que el plan de operaciones se frustró [...].
El comandante en jefe parece haber estado en la más perfecta ignorancia tanto acerca de la naturaleza
del país como sobre el monto y el carácter de la resistencia que debía esperar. Con el propósito,
suponemos, de evitar un encuentro molesto, desembarca a treinta millas [una milla equivale a 1.609,30
metros] del lugar donde debía operar, prosigue su marcha a través de un territorio lleno de pantanos,
cortado por riachuelos, y finalmente, con ejército jadeante y exhausto, se asienta frente a una plaza
fortificada enteramente, en la cual, según el tenor de su despacho, llovían sobre él metrallas desde todas
las esquinas y, desde los techos de las casas, mosquetazos, granadas de mano, ladrillos y piedras. Bajo
estas circunstancias, lo notable no es que no haya tenido éxito, sino que haya podido escapar de la
dificultad en que se hallaba envuelto, y obtener las condiciones favorables que le fueron concedidas. El
general Whitelocke ha demostrado más talento como negociador que como comandante de una fuerza
de operaciones. [...]
[... ] este ha sido un desgraciado asunto del principio al año. Los intereses de la nación, así como su
prestigio militar, han sido seriamente afectados. El plan original era malo y mala fue su ejecución. No
hubo nada de honorable o digno en él; nada a la altura de los recursos o el prestigio de la nación. Fue una
empresa sucia y sórdida."
The Times, Londres, 14 de septiembre de 1807.

a. ¿Cómo describe este artículo la resistencia de los habitantes de Buenos Aires? Subrayen los
adjetivos que utiliza para calificarla.
b. Analicen las causas a las que atribuye el fracaso inglés.
c. ¿Cómo caracteriza al comandante Whitelocke?
d. Expliquen el sentido del último párrafo.

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ACTIVIDAD N° 6
ANALIZAR DOCUMENTOS ECONÓMICOS
Leer textos económicos escritos por los protagonistas de los sucesos estudiados nos permite conocer las
ideas que circulaban en la sociedad en ese momento. Mariano Moreno y Manuel Belgrano, integrantes
de la Primera junta de Gobierno, tenían ideas precisas sobre el rumbo económico que debía tomar la
Revolución de Mayo de 1810.
Las ideas económicas de Moreno y de Belgrano
1. Lee los siguientes fragmentos de documentos económicos.

"Debieran cubrirse de ignominia los que creen que abrir el comercio a los ingleses en estas
circunstancias es un mal para la Nación y para la Providencia; pero, cuando concediéramos
esta calidad [...] debe reconocérsele como un mal necesario, que siendo imposible evitar,
se dirige por lo menos al bien general, procurando sacar provecho de él, haciéndolo servir a
la seguridad del Estado".
"Se dice generalmente que un empréstito bajo las seguridades que están a disposición del
Gobierno sería capaz de remediar los presentes apuros; pero [...] todas las naciones en el
apuro de sus rentas han probado el arbitrio de los empréstitos, y todas han conocido a su
propia costa que es un recurso miserable con que se consuman los males que se intentaban
remediar [...]".
Moreno, Mariano: Plan revolucionario de operaciones. Bs. As.: Plus Ultra, 1993.
"La industria debía ser alentada y guiada por el gobierno. [...] Tomar otras medidas para
llevarlas por la senda recta y no dejarlas caminar al antojo y capricho, sin principio ni regla
fija [...]".
"El modo más ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra es ponerlas
antes a obra o manufacturarlas [...] La importación de mercancías que impide el consumo
de las del país, o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo lleva tras sí
necesariamente la ruina de una nación [...]
La importación de las mercaderías extranjeras de puro lujo en cambio de dinero, cuando
este no es un fruto del país, como es el nuestro, es una verdadera pérdida para el Estado".
Belgrano, Manuel: Escritos Económicos. Bs. As.: Círculo Militar, 1963.
2. Establece cuáles son las principales ideas económicas de Moreno y de Belgrano.
3. Señala, teniendo en cuenta lo estudiado en el capítulo, si esas ideas se llevaron a la práctica
o no. Fundamenta tu respuesta.

ACTIVIDAD N° 7

LEER TESTIMONIOS DE LA ÉPOCA


La lectura de documentos, escritos por quienes están viviendo un determinado momento de la historia,
nos permite entender mejor cómo pensaban algunos personajes sobre esos acontecimientos que se
estaban desarrollando ante sus ojos.

El imperialismo
1. Lee los siguientes textos sobre el imperialismo y, luego, responde a las preguntas.

"Necesitamos mercados para nuestra creciente producción industrial; necesitamos nuevas


salidas para invertir nuestros sobrantes de capital y las energías del excedente de nuestra
población. Esa expansión es una necesidad vital para una nación con la grande y creciente
capacidad de producción que tiene nuestra... Estos nuevos mercados tienen que estar en

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países hasta ahora no desarrollados, principalmente en los trópicos, en los que existe una
numerosa población con crecientes necesidades que nuestros fabricantes y comerciantes
pueden satisfacer. [...] La experiencia muestra que la manera más segura de afianzar y
desarrollar dichos mercados es la creación de protectorados o la anexión.
Por costosa que sea, y por llena de peligros que esté, la expansión imperial es necesaria para
que nuestra nación continúe existiendo y progresando. Si renunciamos a ella, dejaremos la
dirección del desarrollo del mundo en manos de otras naciones, que entorpecerán nuestro
comercio e incluso pondrán en peligro los suministros de alimentos y materias primas que
necesitamos para la supervivencia de nuestra población. El imperialismo resulta, por tanto, no
una preferencia, sino una necesidad".
Atkinson Hobson, John: Imperialismo, 1902.

"La libre competencia es la característica fundamental del capitalismo y de la producción


mercantil en general; el monopolio es todo lo contrario de la libre competencia, pero esta
última se va convirtiendo ante nuestros ojos en monopolio, creando la gran producción,
desplazando a la pequeña, reemplazando la gran producción por otra todavía mayor y
concentrando la producción y el capital hasta tal punto, que de su seno ha surgido y surge el
monopolismo: los cárteles, los sindicatos, los trust y, fusionándose con ellos, el capital de una
docena escasa de bancos que manejan miles de millones. [...] enteramente repartido".
Lenin, Vladimir llich: El imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916.

2. Busca datos biográficos sobre estos pensadores.


3. Establece los argumentos a favor o en contra del imperialismo que se presentan en estos textos.
4. Relaciona su postura considerando su ideología y sus intereses.

ACTIVIDAD N° 8
ANALIZAR LOS DIARIOS DE SESIONES
Una de las fuentes históricas más importantes son los Diarios de Sesiones, en donde se registran los
debates parlamentarios. En ellos, queda consignado lo que se discute en el Parlamento (tarea de la que se
encargan los taquígrafos). Al leer los Diarios de Sesiones, se puede obtener información sobre el proceso
que lleva a la sanción de leyes fundamentales para el país, sus motivaciones más profundas y las
características de los gobiernos y las diferentes fuerzas políticas.

DEBATES SOBRE LA EDUCACION


1. Lee los siguientes fragmentos del Diario de Sesiones de 1883.
Debates sobre la Ley 1420 de Educación Común
Al debatirse la Ley 1420, el 4 de julio de 1883, el diputado Onésimo Leguizamón, afirmaba:
"... La educación no es asunto puramente doméstico o religioso, que afecte solamente a las
conciencias o a las familias; es un asunto que se relaciona directamente con la vida social y
política de la entidad nacional.
La influencia de la educación es un medio de gobierno, es un medio de poder sobre las
sociedades y, tal vez, este es el único secreto porque todos los poderes se han disputado,
en todas las épocas, el derecho exclusivo de dirigir la educación [...] Si la educación es un
medio de difundir las nociones elementales de su gobierno, una Nación cometería el acto
más contrario a sus propios intereses dejando que fuesen enseñados con entera libertad
doctrinas y principios tendientes a derribar las instituciones que se han dado...".

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Debate parlamentario sobre la Ley 1420 de Educación Común, sesión del 4 de julio de 1883.
En San Román, Cristina: Roca y su tiempo. Buenos Aires: CEAL, 1983, pp. 52-55

2. Responde a las siguientes preguntas.


a. Según el diputado Leguizamón, ¿quién debe hacerse cargo de la educación? ¿Por qué?
b. ¿Por qué podemos afirmar que los objetivos de la extensión del aparato educativo
fueron "políticos"?
c. Según lo estudiado en el capítulo: ¿cuál era la situación política y social en la década de
1880?
d. ¿Quiénes pensás que se opondrían a la sanción de la Ley 1420? ¿Por qué?
3. Conversen entre todos.
a. ¿Cuál fue la importancia de la Ley 1420?
b. ¿Qué sectores de la sociedad se vieron favorecidos? ¿Por qué?

ACTIVIDAD N° 9
LEER LAS FUENTES PRIMARIAS
Los historiadores, para reconstruir el pasado, deben recurrir a testimonios, Entre ellos, se encuentran las
fuentes, que pueden ser primarias o secundarias.
Las fuentes primarias son documentos históricos producidos por los protagonistas o por los testigos
directos de los hechos y de las situaciones que se narran; entre otras, podemos mencionar algunos
documentos oficiales, las crónicas, etcétera.

El trabajo en el siglo XIX


1. Lee los siguientes documentos sobre las condiciones laborales en el siglo XIX.
Descripción de San Quintín, Francia
"La duración de la jornada, en todos los lugares en los que se puede trabajar con luz artificial, para ambos
sexos y para todas las edades, es de catorce a quince horas, según las estaciones del año, de las cuales se
dedican una o dos horas a la comida y al descanso, lo que reduce el trabajo efectivo a trece horas diarias.
Pero para muchos obreros, que viven a media legua o a legua y cuarto de San Quintín, hay que añadir
cada día el tiempo necesario para ir de su casa al taller...".
Villermé, Louis: Tableau de l'état physíque et moral des ouvriers employes dans les manufactures de
cotón, de laine et de so/e (Cuadro del estado psíquico y moral de los obreros empleados en las
manufacturas de algodón, lana y de seda), París, 1840.

Trabajo de los niños


"La edad de seis años es la normal para empezar a trabajar, no sólo en Cataluña, sino en los demás
centros fabriles de España [...]. En estas regiones [...], trabajan de doce a trece horas, ganan muy poco y
se los trata muy mal. Últimas pinceladas de este cuadro sombrío de miseria y de explotación son las
infelices criaturas de seis años, que para llegar al trabajo necesitan recorrer largas distancias y que se
duermen a cada momento en las fábricas...".
Informe de Luis Aner sobre el trabajo infantil, presentado ante la Comisión de Reformas Sociales, 1883

1. ¿Cuáles eran las condiciones en las que se trabajaba en San Quintín?


2. ¿Cómo era la vida de los niños trabajadores en España? ¿Creen que esta situación se modificó en
la actualidad? ¿Por qué?
3. Busquen datos sobre el trabajo infantil en el mundo o en la Argentina, y redacten un breve texto.

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BIBLIOGRAFIA UTILIZADA

 Alonso, M. y otros. Historia. Europa moderna y América colonial. Aique. Buenos Aires.
 Alonso M., Vázquez E. Historia del mundo contemporáneo. Aique.
 Alonso M., Vázquez E. Historia Argentina contemporánea. Aique
 Cristofori, Alejandro y otros. Historia 3. La expansión del capitalismo y de los Estados
nacionales en América Latina. Aique. Buenos Aires. 2010.
 Eggers-Brass, Teresa. Historia III. La formación de los Estados nacionales en América
Latina en el contexto mundial del siglo XIX. Maipue. Buenos Aires 2010.
 Historia universal, colección diario Clarín. Editorial Sol 90. Barcelona. 2004.
 Carrozza, W ; Musa, M y otros. Historia. La Argentina, América Latina y Europa entre
fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XX. Santillana. Buenos Aires. 2010.
 Hochman, Nicolas. Historia. Entre las revoluciones y la consolidación de los Estados-
nación: el capitalismo en el siglo XIX. Longseller. Buenos Aires. 2010.
 Rizzi, Analia, Bárbara Raiter y otros. Una Historia para pensar: la Argentina en el largo
siglo XIX. Buenos Aires. Kapelusz. 2009
 Rizzi, Analía , Bárbara Raiter y otros. Una Historia para pensar: Moderna y
contemporánea. Buenos Aires. Kapelusz. 2009
 Rizzi, Analía ; Bárbara Raiter y otros. Una Historia para pensar: Moderna y
contemporánea. Buenos Aires. Kapelusz. 2008
 Vázquez de Fernández S. Historia. Kapelutz. 2018.

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