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RESPUESTAS: REGISTRO, FUNCIÓN EXPRESIVA Y APELATIVA

REGISTRO IDIOMÁTICO (examen Selectividad 2019)

El registro utilizado por Rosa Montero viene condicionado por ser un texto periodístico de
opinión: para adaptarse al lector de cultura media de este tipo de textos, la autora utiliza el
registro coloquial que encontramos en palabras y expresiones habituales (ej.: amorrados,
pifias, maldito abono, whatsapp, la tecnología nos atonta, se han convertido en una especie de
virus, ya digo) (En estos últimos ejemplos se aprecia también una sintaxis sencilla) y en un
tema de interés general como es el uso de la tecnología. Aparecen también verbos
plurisignificativos (ej.: intentando sacar entradas por Internet – en vez de “conseguir” o
“comprar”-, en estos momentos no cortas jamás, -en vez de “descansas”). Sin embargo, no es
el único registro que encontramos en este texto pues también aparece el registro culto, como
corresponde a la función crítica y educativa que toda columna tiene. Rosa Montero quiere que
el lector recapacite sobre el uso que hacemos de la tecnología y, para que sienta que merece
la pena seguir con la lectura, la autora utiliza un léxico cuidado y adaptado al tema (ej: manos
libres, smartphones, hechiceros, alterando, hipnotizando, pasmado), una sintaxis compleja en
ocasiones, con oraciones extensas y variedad de nexos, como por ejemplo “pero, por otro
lado, lo digital ha invadido nuestras vidas de una manera tan profunda y tan rápida que los
humanos ni siquiera somos conscientes de lo que hemos cambiado”), una selección de
adjetivos (ej.: progresiva, desesperada, diversos, apasionada, increíbles, profunda, rápida),
sustantivos abstractos (ej.: humanidad, desesperación, idea, dedicación, salud, sensación) y
referencias culturales (ej.: desesperación algo kafkiana, “homo sapiens” que, aunque no se
menciona, está latente en el texto como contrapunto del hombre “pasmado”).

FUNCIÓN EXPRESIVA

La función principal del texto es la función expresiva, ya que se trata de una columna de
opinión en la que la autora expresa su punto de vista sobre un tema de interés general (el uso
de la tecnología). La emisora expresa directamente su actitud ante el tema, predominando los
contenidos afectivos frente a los lógicos. Dentro de las características propias de esta función
destaca claramente el uso de la primera persona (ej.: me acabo, para mí, traté, me rendí, he
conseguido, soy), así como la presencia de adjetivos explicativos (ej.: progresiva, desesperada,
increíbles, profunda, bárbara, amorrados, distraídos…), abundantes en el texto y que marcan la
subjetividad del mismo. También llama la atención el uso del registro coloquial, como
podemos ver en “todo el rato”, “maldito abono”, “amorrados”, “ya digo”, y la presencia de
alguna figura literaria como símiles (ej.: los smartphones son como hechiceros que nos han
hipnotizado) o metáforas (ej: los smartphones se han convertido en una especie de virus), que
remarcan la opinión de la autora. Para terminar, son abundantes las expresiones en las que
Rosa Montero indica su valoración personal (No me extraña, para mi desgracia, soy una
apasionada partidaria, no me extraña que los cines cierren…, hay algo aún peor…)
FUNCIÓN APELATIVA

La función apelativa está presente en el texto, ya que se trata de una columna de opinión en la
que el emisor, además de presentar su punto de vista (función expresiva), quiere influir en el
lector, hacerle pensar y moverle a una reflexión para que se forme una opinión crítica sobre el
tema que está tratando. Como características de esta función, encontramos verbos en 2ª
persona del singular (ej.: terminas, podías cortar, no cortas) y en 1ª persona del plural (ej.:
somos, pensamos, creemos, hemos cambiado), con los que la autora incluye al receptor en su
reflexión; Además, utiliza argumentos para llamar la atención de este, como por ejemplo “en el
mundo hay más de 7000 millones de personas…si pensamos que solo 4.500 millones tienen
acceso a baños…”; “un reciente estudio en Inglaterra demostraba que el 41% de los jóvenes…
antes que abandonar el móvil”). Por último, el uso del lenguaje coloquial acerca al lector a la
reflexión desarrollada por la autora (el maldito abono, pifias electrónicas, amorrados, ya digo).

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