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 No pares – pido, con cada penetración puedo sentir el orgasmo, Joseph es


increíblemente bueno en la cama, su mano acaricia mi espalda y luego
chupa mis pechos.
 Sigue así – susurra, me muevo de arriba abajo mientras él captura mis
pechos con su boca, puedo sentirlo, mi cuerpo se estremece, me penetra
duro y fuerte, siento que me falta el aire y lo beso, muerdo su labio inferior
y ambos sonreímos, ambos llegamos al clímax y permanecemos así un
momento más.
Permanecemos abrazados por un rato, Joseph vuelve a besarme y puedo sentir el
palpitar de su miembro, parece que aún se está viniendo.
 Susan me pidió el divorcio – comenta, me alejo por un momento de él y
frunzo el ceño.
 ¿Y qué vas a hacer? – pregunto.
 Es ella quien quiere separarse.
 ¿Tú no?
 Sí, pero no quiero que haya un escándalo y pelea familiar…
 Tienes que hacer que te perdone a como dé lugar – digo, parece
confundido, me levanto, le quito el preservativo y lo tiro al bote de basura,
cierro la cortina oscura y a la habitación le falta luz.
 Creí que querrías que me divorciara. – su voz parece diferente.
 ¿Por qué lo querría? – pregunto, me pongo una playera blanca y me vuelvo
a poner la tanga de encaje que traía puesta.
 Por esto – nos señala, cierro los ojos y luego sonrió.
 Esto solo es sexo. – contesto.
 ¿Es en serio? – pregunta con indignación, asiento mientras amarro mi
cabello.
 Pongamos las cosas claras, la primera vez que tuvimos sexo no sabíamos
que era el uno del otro, pero las demás somos conscientes, en la escuela
eres mi profesor pero en la cama somos amantes, solo eso. – me acerco
para darle un beso y sonríe. – Además me encanta como coges, es por eso.
 A mí me gusta verte con tangas de encaje. – dice.
 Deseo cumplido – digo, elevo un poco la blusa y me acerca a él.
 Me gusta tu claridad con las cosas, a mí también me encantas tú.
 ¿Qué tanto? – pregunto.
Nuestro coqueteo nos lleva nuevamente a estar juntos, me encanta su lengua
entre mis piernas, sus dedos y su maravilloso miembro, nunca antes había
experimentado un multiorgasmo, pero con él es fácil obtenerlo, sabe los puntos
exactos en dónde hace que mi piel se erice por completo, su cabeza esta entre mis
piernas, sus ojos se encuentran con los míos, cierro los ojos y echo mi cabeza
hacia atrás, mi espalda se arquea del deseo puro que siento cuando su lengua
juega con mi clítoris y sus labios lo aprisionan, eso me hace gritar y querer
sacudir la cama, por un momento se detiene, sé lo que quiere, pero odio el sabor
a látex, así que tomo una toalla y una botella de agua, la echo sobre su miembro y
luego lo seco con la toalla, mi lengua toca la punta de su miembro, lo miro al
sentir mi calidez, pongo una pastilla de menta en mi boca y mueve su cadera para
poder penetrarme la boca, pongo la pastilla en la punta de su miembro y continuo
saboreando, su cuerpo tiembla, retiro la pastilla y lo succiono por completo con
mi boca, siento su palpitar y sus manos enredadas en mi cabello, me aleja y me
acerca, penetra mi boca una y otra vez, se pone un preservativo y me penetra de
una embestida, quiero que me dé duro, lento y rápido a la vez, abro las piernas y
lo recibo, me da la vuelta y sujeta mis manos, mientras me penetra, una de sus
manos sostiene las mías y con la otra juega con mi clítoris, la sensación es
enloquecedora, grito de placer, quiero más, necesito más.
 ¡Si! – grito y gimo al mismo tiempo, me da un azote y vuelve a aprisionar
mi clítoris. ¡Dios!
 Date la vuelta. – ordena, me acuesto en la cama.
Vuelve a lamer mis labios y mi clítoris, pone mis piernas sobre sus hombros y me
penetra, juega con mis pechos, los masajea, los chupa y me vuelve loca, mi boca
está seca, quiero que siga así, cierro un poco más las piernas para aprisionarlo,
veo que lo siente y lo disfruta tanto o igual que yo, sonríe y me sigue penetrando,
sus movimientos comienzan a ser lentos y duros, nuestros cuerpos reaccionan,
mis piernas tiemblan y mi entrepierna palpita aún con su miembro dentro, se echa
encima de mí y me besa.
 Creo que debemos parar. – comenta.
 No me gustaría, pero si no hay otra opción. – me encojo de hombros y él
sonríe, me agarra una nalga y la estruja.
 Nunca me cansaría de cogerte.
 No lo hagas. – lo beso y siento ese deseo que siempre hay cuando estamos
juntos.

Estamos a pocas semanas de que termine por fin el año escolar, pero según la
solución del juez, nuestro caso no termina hasta que en realidad o yo me vaya
porque termine mis estudios o me corran por coger con un maestro.
 Te mandan esto – dice un chico, miro el sobre amarillo, parece que tiene
una caja dentro.
 ¿Quién lo manda?
 Solo me dijeron que lo entregara – me entrega el paquete y lo miro. Daina
lo mira extrañada, abro el sobre y efectivamente hay una caja, hay decenas
de polaroids de mí en situaciones comprometedoras, aunque no se ve
quien es la otra persona, al fondo de la caja hay letras pegadas que dicen
“Hay más de dónde vino”
 Toda una actriz porno. – dice Britany.
 Eres una…
 No puedes tocarme, no es culpa mía que te estés cogiendo al profesor…
 ¿A ti en que te afecta? – pregunta Daina demasiado molesta. – ¿No será
que en realidad son celos porque nadie quiere coger contigo? – el color de
Britany cambia de un moreno a un moreno rojizo, ambas estamos
impactadas por las palabras de Daina.
 Si el que se coja al maestro le da ventaja, no voy a dejar que afecten mis
estudios y mis notas.
 Te recuerdo zorrita, que tú te cogías al decano de la high school, no creas
que todos son de tu misma condición. ¿Sabes qué? Incluso comienzo a
creer que tienes envidia, sí, eso debe de ser, querer a quien no te quiere,
por tu bien, es mejor que estas fotos no aparezcan en otro lado, porque si
no mal recuerdo, existen vídeos que aún están almacenados en algún lado
de mi nube. – el nerviosismo de Britany nos hace creer que todo lo que
dice Daina es cierto, la miro incrédula y varios curiosos que hay alrededor
comienzan a especular.
 Váyanse a la mierda. – dice Britany.
Daina se encoje de hombros y sonríe, los curiosos siguen especulando, salimos
del salón y nos quedamos en mi auto, sigo sin creer lo que acaba de pasar, Daina
la persona más centrada, delicada, sin problemas, acaba de agarrarse a la persona
más insoportable del planeta.
 Wow – consigo decir.
 No quiero que te sigan perjudicando ¿Y que si te coges a un maestro? Solo
es sexo, no te beneficia, no lo beneficias y punto ¿Por qué es eso tan malo?
 Bueno moralmente creo que lo sabes y éticamente también, sé qué
hacemos “mal” pero es que lo prohibido es lo más placentero, además,
hace unos orales, que te mueres.
 Demasiada información – pone su palma en mi boca.
 Lo siento. Pero igual gracias, lo que acaba de pasar es como ¡Wow! –
exclamo
 Soy increíble, lo sé. Britany también tiene un oscuro pasado, la diferencia
es que en eso entonces ella era ilegal, tú ya eres legal y es obvio que el
decano era mucho mayor que ella.
 ¿Y porque lo haría?
 Ella si lo hacía por las notas, no era la persona brillante que presume
ahora. – contesta Daina.
Al llegar al departamento nos ponemos a limpiar y ordenar todo, es cierto, es fin
de semana pero en apariencia ninguna de las dos tiene planes, así que lo mejor es
limpiar. Pienso en que esas fotos tuvieron que tomarlas hace unas noches, por mi
seguridad y pequeña paranoia prefiero cerrar las cortinas oscuras, que le quitan
luz a mi habitación, quizá sea una forma de poder defenderme.
 ¿Qué haces? – pregunta Daina.
 Creo que tuvieron que sacar las fotos desde esta ventana, así que supongo
la mantendré así.
 ¿No es un poco paranoico?
 Quizá, pero es mejor. – digo y me siento en mi cama.
 ¿Esto que pasa te afecta? – pregunta con curiosidad.
 Honestamente no, solo me siento aburrida. – cierro los ojos y me recargo
en su hombro.
 ¿Y qué crees que pase con Joseph?
 Bueno es evidente que alguien quiere seguir el caso, o al menos eso fue lo
que me dijo la abogada y la profesora Romina, lo que ahora no sabemos es
¿Quién? Puede ser Britany o Susan la esposa o no lo sé, además dice
Joseph que su esposa le pidió el divorcio.
 ¿Y qué va a hacer? – pregunta alejándose de mí.
 No lo sé. – me encojo de hombros.
 Tú… ¿se lo pediste?
 Claro que no – niego – No, nunca haría algo así.
 ¿Y si la misma escuela lo hace porque ya no lo quieren más ahí?
 No lo sé, lo único es que no pueden vernos juntos por obvias razones, es
como un acceso restringido
 Que te encargas de violar cada vez que puedes – dice interrumpiéndome.
 No hay nada de malo, mira si esto no se hubiera dado a conocer, Susan no
estaría así de paranoica y no estaría pasando nada de esto, es obvio que
alguien nos delato por alguna razón.
 Puede ser Britany, ya te dije que ella también se acostaba con el decano
 La pregunta es ¿Por qué?
La cortina se eleva por un momento y se escucha un fuerte golpe en la ventana,
los vidrios caen, empujo a Daina y nos vamos agachando, no son piedras, son
balas.
 Hay que seguir así, trata de llamar al 911 – digo, Daina está muerta de
nervios, nos arrastramos hasta llegar al comedor y por la ventana vemos a
Susan.
 ¡Sal maldita puta! – grita, me pego a la pared y corro al baño, llevo
conmigo a Daina y llamamos a la policía.
 911 es una emergencia – grita Daina mientras pone el altavoz – Una mujer
está disparando a nuestro hogar.
 Podría compartir con nosotros su ubicación. – Daina les da la dirección y
descripción de vestimenta y aspecto físico de Susan. – En un momento
estamos con ustedes.
 Am – dice Daina y me abraza con fuerza, comienza a llorar y la abrazo.
 Tranquila Daina, lo, lo siento – digo apenada, mientras Susan continua
disparando. – Esto es mi culpa. – Daina me mira sin decir nada.
 ¡Esa mujer está loca! – grita Daina.
 ¡Sal maldita perra rompe hogares! ¡¿Te gusta cómo te coge?! ¡No eres más
que una puta! ¡Sal de ahí! – grita, por un momento sus gritos me vuelven
loca y pienso en salir, pero es obvio que corro peligro.
Las patrullas de la policía y ambulancia comienzan a sonar por todo el lugar, le
ordenan que deje el arma en el piso, pero en apariencia se resiste.
 Pase lo que pase, no salgas de aquí. – le digo a Daina, salgo del baño y
camino hasta la entrada de la casa.
 Sabía que eras tú la puta que se andaba revolcando con él. – dice Susan.
 ¡Señorita aléjese! – me grita un oficial, Susan se apunta en la cabeza y
sonríe.
 Solo espero que lo hayas disfrutado lo suficiente. – me mira, cambia la
dirección, me apunta y dispara.
Siento que me quema, pero permanezco de pie, la policía la toma de los brazos y
la esposa, un paramédico se acerca a mí.
 No está dentro, solo fue un rozón. – explica.
 Quema como el infierno. – contesto.
 ¿Has estado ahí? – pregunta y niego. – Tranquila, todo va a estar bien.
Dentro de la ambulancia comienzan a curarme, la gente se junta a ver el
espectáculo, la patrulla se lleva a Susan del lugar y Daina sale corriendo al verme
dentro de la ambulancia.
 ¿Am? ¿Estás bien?
 Si – susurro.
 Está un poco anestesiada, pero todo está bien. – Daina mira la herida,
niega y frunce el ceño.
 Estoy bien – contesto.
Los vecinos preguntan ¿Qué ha pasado? Al ser uno de los condominios y
municipios más tranquilos, es obvio que esto resulta ser alarmante y muy
extraño. Daina les cuenta una historia de una mujer confundida, que en un
arranque de locura ha venido a hacer todo este teatro sin fundamento ni
argumento alguno. Mucha gente se ofrece a ayudarnos, como testigos e incluso a
cuidarme.
 Todo listo – dice el paramédico. – Tendrás que tomarte estos analgésicos
cada ocho horas y untarte esta pomada por treinta días.
 ¿Va a quedar cicatriz? – pregunto.
 Quizá. – responde.
 Gracias.
 Es mi deber. – me mira con interés, Daina me ayuda a salir de ahí y llegar
hasta la casa.
Cuando veo todas las cosas rotas a causa de lo que acaba de pasar me quedo
impactada, no debí de haber salido eso es obvio, me siento mal por Daina, por
cargar con todo esto, soy la peor de las amigas, las lágrimas salen por si solas y
Daina me abraza.
 Solo te equivocaste – susurra y me abraza más fuerte.
 Me deje llevar por una estúpida tentación. – contesto.
 Ya, tranquila, siéntate, yo voy a barrer todo esto. – responde, me siento en
el sillón y quiero hacer algo por ayudar, pero en verdad duele y más ahora
que ha pasado el efecto de la anestesia.
Mientras la miro limpiar sé que no es muy seguro estar aquí, sobre todo por ella,
ella no tiene por qué vivir todo esto, con ayuda de algunos vecinos nos ayudan a
cerrar las ventanas con algunos trozos de madera o plásticos gruesos, realmente
es un desastre y no puedo evitar sentirme fatal.
 ¿Daina? – pregunto, mientras ella pone los últimos vidrios dentro del bote
de basura.
 Dime. – me mira y se sacude las manos.
 En verdad lo lamento, sé que me equivoque en todo esto, no creí que esto
pudiese llegar hasta este punto…
 Tranquila Am, sabemos que te equivocaste, pero no hay nada más para
remediarlo, tampoco sabíamos que esa señora iba a enloquecer, mira cómo
te ha atacado.
 ¿Crees que con esto ya puedan cancelar todo? – pregunto, frunce el ceño y
pregunta:
 ¿Por eso lo hiciste? – niego y me acomodo en el sillón.
 No, es solo que no quiero seguir con todo esto, solo son problemas y
habladurías de todo el mundo, esto está cansándome y matándome al
mismo tiempo. – confieso, Daina acaricia mi cabello como si fuera una
criatura desprotegida.
 Lo único que queda es que sigas defendiéndote como lo has hecho hasta
ahora, no hay marcha atrás. – dice animándome.
Por la noche nos sentamos a comer pan con un poco de chocolate caliente, los
vecinos aun preocupados por lo que ha pasado dan rondines y pasan a la casa a
preguntar si estamos bien, es apreciable hasta cierto punto.
Nos disponemos a continuar viendo nuestra serie, mientras la serie avanza y cada
vez se pone más y más interesante, Daina comienza a respirar irregularmente y sé
que ha caído rendida, no la culpo, prácticamente limpio toda la casa. La abrazo y
trato de que no se recueste en mi reciente herida. Bebo las pastillas que me
recomendaron al sentir dolor y por un momento pienso en ella, en sus razones
para perder la cabeza de esa manera.
Mi celular vibra y veo que es un mensaje:
Joe: Lo siento mucho ¿Cómo estás?
Al leer su mensaje solo pienso en no responder, por ahora no quiero saber
absolutamente nada de él.
Joe: ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?
Solo miro los mensajes y los dejo sin contestar.
Joe: Por favor, solo dime si puedo hacer algo por ti. Contesta.
En cuanto recibo sus mensajes sé que estoy muy molesta, frustrada, quisiera decir
todo y a la vez nada, no puedo tirar todo a la borda solo porque sí. Como dice
Daina, no hay marcha atrás. Y me doy cuenta que mi frustración es quizá por
cometer un error que implico el peligro para mi mejor amiga, mi confidente, casi
una hermana.
Afortunadamente Joseph no insiste más con sus mensajes, solo con un último
diciéndome “Espero que tengas una buena noche” ¿En serio? ¿Cómo lo espera?
¿Qué venga una hada madrina y me quite este maldito dolor de la herida y
reacomode nuestra casa? El aire frío entra por los pequeños huecos que quedaron
al descubierto, cubro a Daina con una cobija caliente y me quedo ahí cuidándola,
esperando no dormirme para cuidar mi maldito desastre.

 ¿Am? – escucho, la luz del sol entra directo a mis ojos, los cierro con
fuerza y pongo mi mano delante de ellos.
 ¿Si? – pregunto.
 Am ¿tu llamaste a la agencia? – esa pregunta me levanta y trato de
reaccionar lo más pronto posible.
 ¿Qué? – pregunto confundida.
 Hay unos hombres arreglando las paredes y ventanas de la casa. – miro a
mi alrededor e incluso escucho los martilleos y ese sonido de los taladros
mientras perforan algo.
 No ¿Qué está pasando? – pregunto y Daina se encoje de hombros.
 Am, tu herida, estas sangrando. – dice, me miro y es cierto, aunque es muy
poco. Solo alcanzo la pomada y la unto.
 Tranquila, ¿Qué pasa allá afuera?
 Hay gente reparando la casa. – contesta.
 ¿No son los vecinos?
 También algunos de ellos están ayudando, pero hay una camioneta afuera,
así que vienen de una agencia o algo parecido. – dice Daina.
Salimos de la casa para saber qué es lo que está pasando y a lo lejos veo a
Joseph, la agencia que está arreglando todo supongo viene de él por los
desperfectos que vino a hacer su esposa, los vecinos al mirarme me preguntan
por la herida y les digo que en apariencia todo va mejorando, la pomada y
pastillas tienen buen efecto.
Tras muchas horas de trabajo, Daina decide preparar bocadillos y agua fresca
para los trabajadores, aunque dicen que no es necesario Daina es muy insistente,
en ocasiones parece una mamá, prácticamente ordena que coman para que
puedan continuar con su duro trabajo.
 ¿Ya lo viste? – pregunta Daina, asiento y me meto nuevamente a la casa. –
¿Qué pasa?
 Sabes, ayer cuando dormías, me puse a pensar que tú no tenías por qué
estar pasando por esto, todo es mi culpa y tú corrías peligro, mientras yo
me la había pasado bien entre los brazos de Joseph y no puedo evitar sentir
esta culpa tan grande…
 Hey Am… tranquila, sé lo que sientes, pero no tienes que culparte, no
sabemos que paso por la cabeza de aquella mujer. – dice comprensiva,
mientras yo niego.
 Es obvio, está perdiendo a alguien que ama y todo por mi culpa. –
contesto.
 Mira Am, sé que lo que voy a decir es duro, pero esto no solo lo
provocaste tú, también él ¿Por qué sientes culpa de las acciones de él? Si
él no hubiera tenido siquiera la intención de ser infiel por una vez, esto no
hubiera pasado ¿Realmente crees que él la ama?
Sus palabras tienen como un efecto de curación en mi muy destruida moral, pero
tiene razón a pesar de ser una tercera en su historia, sé que no solo yo busque
esto, sino también él. Él ya tenía un compromiso mucho antes de conocerme del
cual yo no sabía y rompió todo por una tentación que hasta ahora ha valido la
pena, pero lo que en verdad me apena es la situación de su esposa y familia.
Escuchamos unos golpes por la ventana, es uno de los trabajadores, abrimos
nuestra nueva ventana y sonríe.
 Ya todo está en funcionamiento, en el techo parecía que tenían una nuevas
goteras, pero todo está solucionado. – dice un hombre de barba y cabello
rubio.
 Muchas gracias. – respondo.
 No es nada, estamos para servirle. – comienzan a recoger su equipo y los
vemos marcharse.
 ¿Crees que tus padres se habrían enterado de esto? – pregunto. Los padres
de Daina son extremadamente sobreprotectores con ella.
 No lo creo, ya estarían dando un grito en el cielo por el peligro, tendríamos
algo así como mil camionetas negras como una caravana y cientos de
policías rondando por aquí, supongo que aún no lo saben y espero no lo
sepan, será uno de nuestros muchos secretos. – sonrió ante su respuesta y
ella me abraza, presiona mi herida y eso libera una queja. – Lo siento.
 Yo también. – digo y vuelvo a abrazarla.
Mi celular comienza a vibrar, Daina y yo miramos el nombre, es Joseph, decido
dejarlo sonar una y otra vez hasta acumular 17 llamadas perdidas, honestamente
es mejor que por ahora este lejos de mí, no quiero decir cosas de las que después
me pueda arrepentir ni mucho menos quiero que nos vean juntos bajo ninguna
circunstancia.
Por la noche unos compañeros nos visitan con unas pizzas, cerveza, refresco y un
poco más de porquerías, su supuesta intención es cuidarnos, aunque dudo mucho
que sea así, son otros dos que quieren más información del caso, aunque son de
confianza no saben absolutamente nada.
 ¿Te duele mucho? – pregunta Scott.
 Solo cuando me rio. – contesto. Scott tiene es la pinta de chico malo pero
en realidad es la mejor persona que conozco, cabello negro, piel morena,
atlético, un adonis para el 80% de la población femenina de la universidad.
 ¿Y porque? – pregunta, mientras repartimos la pizza.
 ¿Qué? – pregunto.
 ¿Por qué te disparo? – pregunta, inhalo muy profundo, Daina le da un zape
y niega.
 ¿No venían a cuidarnos? – pregunta Daina.
 Por eso necesito información. – rio ante su comentario y luego me encojo
por el dolor.
 Que chismoso eres. – digo, Matt es el otro chico que viene a cuidarnos,
cabello castaño, piel blanca, ojos de color, otro de los más guapos,
supuestamente.
 ¿Fue la esposa del profesor? – pregunta y niego.
 Vaya par. – digo y comenzamos a comer pizza.
Daina conecta el celular con la pantalla y continuamos viendo series, Matt y
Scott tratan de hacernos spoiler, pero simplemente no lo logran, cada vez que lo
intentan, Daina les propina un buen golpe o les avienta algo directamente a la
boca.
 Un celular está sonando. – dice Matt, mientras estamos en la cocina
sirviendo más porquerías.
 Es el mío, déjalo así. – digo para quitarle importancia y al ver que va a
tomarlo, se lo quito y contesto sin mirar. – ¿Hola?
 ¿Qué hacen ellos ahí dentro?
 ¿Qué? – pregunto confundida y miro a todos lados, Matt, Scott y Daina me
miran un poco preocupados y hago un movimiento con la mano para restar
la importancia de mi acosador. – No te oigo bien mamá. – digo.
 ¿Ahora soy tu madre? – pregunta.
 Sí, todo bien ¿Y tú? – Daina lleva a Scott y Matt a la sala y los veo platicar
con ella. – ¿Se puede saber qué quieres? – pregunto molesta.
 Yo quiero saber ¿Qué hacen ellos dos ahí?
 No eres nadie para reclamar nada, ahora si no te molesta déjame en paz. –
digo y cuelgo. Apago el teléfono y lo meto al cajón, no quiero más
molestias, al menos no por ahora.
 ¿Todo bien con tu mamá? – pregunta Daina y asiento, es obvio que ella
sabe quien llamó realmente.
Ahora vemos películas que son del agrado de ellos, zombies y guerras ¿Acaso
solo piensan en eso? Incluso debaten de qué harían si hubiera un apocalipsis
zombie, las armas que utilizarían y su supuesta estrategia por ser los únicos
sobrevivientes entre miles de millones de zombies. Daina y yo solo escuchamos
sus locuras y aunque no nos dicen nada, nosotras nos unimos a la plática
debatiendo de igual manera aunque a diferencia de ellos, nosotras no sabemos
absolutamente nada.
Cuando por fin nos llega la noche, los chicos continúan ahí, en verdad quieren
cumplir la buena función de guardaespaldas, así que Daina les da unas frazadas y
almohadas para que se queden dormidos en la sala, yo tomo algunas cosas más
personales como mi laptop, celular cualquier medio que tenga información y no
deba estar en las manos incorrectas.
 Descansen – digo antes de entrar a mi habitación y dar un brinco del susto
al ver a Joseph parado aquí dentro. – ¿Qué haces aquí? – pregunto en un
susurro.
 Tranquila, solo quería saber cómo esta. – miro las cortinas, están cerradas,
nadie puede vernos.
 Mejor que ayer. – contesto.
 Lamento mucho lo que paso. – dice y niego.
 Más lo lamento yo, por hacer todo lo que hice, Daina estuvo en peligro por
mi culpa y si algo le hubiera pasado, nunca me lo hubiera perdonado.
 Escucha, sé que esto fue difícil, Susan sigue en el ministerio público, tiene
que pasar por evaluaciones psicológicas y todo esto antes de poder ser
libre otra vez, vamos a pagar una fianza y…
 Escucha, no quiero saber nada, ni de ella ni de ti ¿Qué haces aquí si tienes
unas hijas que te necesitan? Yo no te necesito ¿No terminas por
comprender que lo nuestro es solo sexo?
 Lo sé, pero no quiero que se acabe, además mis hijas están en buenas
manos, me interesaba saber de ti y tu salud.
 Joseph, solo vete, quiero estar tranquila unos días, por favor. – digo, en
verdad estoy exhausta y no quiero seguir discutiendo.
Cuando lo veo marcharse por la ventana y escondiéndose entre los arboles siento
que esto se está terminando y no sé si me afecta o solo siento una culpa inmensa
por todo esto.

 Quiero que imagines mis manos en tus pechos, mi boca sobre tu cuello y
la irregularidad de mi respiración al tener cerca tu cuerpo, siente mis
manos masajeando sus pechos y acariciando cada centímetro de tu piel,
quiero sensibilizarte para que sientas el mayor de los orgasmos. Voy a
hundir mis dedos en ti, ábrete y déjame entrar, así es, siéntelo, siente mis
besos, mis dedos dentro de tu vagina y mi mano aprisionando tu pecho,
mientras tu cuerpo recibe mi placer y tu tentación por seguir así, conmigo
y aquí.
Abro los ojos mi respiración es irregular, soñar con él tampoco me hace ningún
bien, quiero y deseo volver a estar con él, pero a la vez saber que es incorrecto y
los peligros a los que someto a Daina hace que simplemente mi deseo
desaparezca. No quiero ni imaginarme las habladurías de la universidad, el
periódico local dice que dos alumnas de la universidad recibieron un atentado y
aunque no mencionan nuestros nombres, si esta la foto de nuestro departamento.
 Va a ser difícil – dice Daina.
 No más que los días de Juicio.
 Y por cierto, ya se acerca. – asiento y vamos directas a la universidad.

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