LECCIÓN 13 Sábado, 18 de septiembre

18 AL 25 DE SEPTIEMBRE Expandirnos;
achicarlos a ellos
ABRAZAR AL MUNDO INTRODUCCIÓN
Mateo 28:19

El 12 de febrero de 2003, como parte de la serie de conferencias Liz Carpenter de

la Escuela de Artes Liberales de la Universidad de Texas (Austin), el ex presidente Bill
Clinton dirigió un discurso a una multitud de estudiantes y no estudiantes en el salón
más grande que había disponible. El tema de su discurso fue la necesidad de la com-
prensión internacional - un tema de actualidad, con una guerra con Iraq pendiendo
sobre la humanidad.
Con un celo digno de un predicador que hablaba de fuego y azufre, Clinton, ani-
mó a sus conciudadanos a aceptar a otras culturas y promover así una interacción po-
sitiva en todo el mundo. “Hemos de construir un mundo con más amigos que
enemigos”, dijo ante lo resonantes aplausos de la audiencia, que era diversa en edad,
raza, y origen nacional.
El llamado de Clinton resonó positivamente, tanto en los ciudadanos norteamerica-
nos como en los que no lo eran, que estaban presentes. Eva, mi amiga y compañera
de asiento, y yo, representando la última categoría, escuchamos con arrobada aten-
ción. Sin ponernos de acuerdo, ambas recordamos muy bien su memorable declara-
ción: “Debemos expandir la definición de quiénes somos “nosotros” y achicar la
definición de quienes son “ellos”. También fue la declaración que apareció en un artí-
culo publicado en un diario estudiantil,1 y en un breve resumen publicado por el pe-
riódico de la universidad,2 publicado por la oficina de relaciones públicas.
No sé si había otros adventistas del séptimo día además de Eva y yo en la audien-
cia, pero mi corazón ardió con el deseo de que este mensaje fuera dado a una audien-
cia compuesta por adventistas del séptimo día de idénticas edades, origen étnico, y
origen nacional. ¡Qué resumen tan apropiado de la comisión dada por Jesús de hacer
discípulos en todas las naciones (Mat. 28:19).
Las personas que son de diferente origen étnico, cultura, o religión pueden colo-
carse fácilmente en la categoría de “enemigos”. Para los cristianos esto podría tradu-
cirse como “el mundo”. El presidente de Radio Mundial Adventista, Ben Schoun.3
promueve la comunicación (hablar y escuchar) como la forma de comenzar a romper
las barreras. En vez de condenarlos “a ellos” como el enemigo que debe ser evitado,
buscaremos medios de abrazar al mundo como el círculo más grande de “nosotros”.

1. The Daily Texan, 13 de febrero de 2003.

2. On Campus, vol. 30, No. 2, 11 de marzo de 2003.
3. AWR Listener Mail Newsletter, vol. 2, número 02, noviembre, 2002.

“No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del
maligno [...] Como tú me enviaste al mundo, yo también los envío Gloria Brown Wright, Austin, Texas
al mundo” (Juan 17:15, 18).
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 Domingo, 19 de septiembre
Lecciones del gallinero
LOGOS
Mateo 13:33; 25:31-46; Juan 17:15-17; 2 Corintios 5:19, 20; Hebreos 2:9; 1 Juan
4:14
Últimamente ha habido mucha excitación en nuestra casa, porque una vez más ha
sido visitada. Somos los orgullosos dueños de dos preciosos pollitos, un negro, llama-
do “negrito, uno rojo, llamado “colorado”, y un blanco que debe ser entregado en una
o dos semanas. (¡Todavía estamos rompiéndonos la cabeza para decidir cómo llamar-
lo!) Jacob, nuestro hijo de cuatro años, se ha mostrado muy dispuesto a cuidar de
nuestros nuevos huéspedes, de modo que yo me he sentado a explicarle cuidadosa-
mente el trabajo que tiene que hacer cada día. Incluye:
1. Darles mucha comida sana y nutritiva.
2. Asegurarse que la puerta del gallinero esté cerrada cada noche.
3. Asegurarse que la tela de alambre que rodea el gallinero esté bien cerrada a fin
de evitar que entren zorras o serpientes.
4. Recoger los huevos cuando lleguen a la edad en que los pongan.
Jamás dije a mi hijo que debería rascar el suelo con los pollos, beber del mismo
bebedero, o dormir en el mismo palo donde duermen parados. ¡Tampoco se me ocu-
rrió que debería tener un huevo al día para que fuera parte de la familia! ¿Suena ridí-
culo? ¡Por supuesto! Entonces, ¿por qué hallamos tan difícil de entender el concepto
de “estar en el mundo”, pero no ser del mundo?
Dios nos ha pedido que asumamos la responsabilidad de cuidar de sus hijos hasta
que él regrese. Incluso se ha tomado el tiempo para definir nuestras responsabilidades
y los ha anotado en su Libro. Incluyen:
1. Proveerles abundante alimento nutritivo (Mat. 25:31-46).
2. Asegurarse que estén protegidos del más grande abusador que existe (Juan
17:15-17).
3. Cuando sean maduros espiritualmente, guiarlos para que lo conozcan y lo amen
a él, a fin de que sean cristianos productivos, de contagiosa fe para los demás
(Mat. 13:33).
Jamás se nos pidió que bajáramos nuestras normas de comportamiento, sentarnos
en el cerco, o andar rascando el piso por allí. Tampoco se nos pidió separarnos de la
gente a fin de lograr nuestra salvación. De hecho, se nos dijo que debemos usar nues-
tros talentos para Dios, y mientras más crezcan, más nos fortaleceremos. Por otra par-
te, si no los usamos, los perderemos (Mar. 4).
Hebreos 2:9 dice que Cristo “gustó la muerte por todos”. Si este es el caso, ¿cómo
deberíamos responder a los indeseables del mundo, los que son sucios del cuerpo y
del alma? ¿No son también hijos de Dios de quienes somos responsables? Si en verdad
somos embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20), ¿no debería todo el mundo ver en nosotros
un lugar de refugio confiable?
Habiendo dicho esto, hay algo vitalmente importante que debemos discutir. Antes
de aventurarnos en los terrenos del enemigo (y es exactamente eso en este momento),
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debemos considerar cuidadosamente nuestra condición espiritual para estar seguros de
nuestra salvación eterna. Después de todo, ¿no dijo Elena de White: “Aléjense de las
influencias corruptas del mundo. No vayáis a lugares donde las fuerzas del enemigo
están fuertemente atrincheradas”? Hay, obviamente, algunos lugares del mundo donde
sentirás un fuerte llamado a entrar, y quizá no sería apropiado para la mayoría de los
cristianos. Incluso entonces, para estar preparados para hacer frente al enemigo, y te-
ner un máximo impacto sobre aquellos que están perdidos pero andan buscando la
verdad, debemos:
1. Orar fervientemente.
2. Alimentarnos de la Biblia diariamente. Satanás sabe bien que vencerá a todos
aquellos que logre inducir a descuidar la oración y el escudriñamiento de las
Escrituras. Recordemos que Cristo mismo usó las Escrituras y la oración para de-
safiar al diablo y soportar sus tentaciones.
3. Morir al yo cada mañana y asegurarnos que estamos viviendo bajo la voluntad
de Dios y no bajo la nuestra. Porque es la muerte al yo en las sencillas transac-
ciones diarias la que nos hace vencedores.
Seguir estas pautas nos asegurará que nuestros motivos son puros y nuestra fortale-
za espiritual sobrenatural.
Pocas semanas habían pasado desde que nuestros pollos habían llegado a vivir
con nosotros, comenzaron a ocurrir cosas interesantes. En primer lugar, Jacob atendió
muy bien sus necesidades. Luego notamos que comenzaron a ponerse muy amigables
con el resto de la familia. ¿Será que cuando vieron que aquel en quien confiaban era
muy amable con nosotros, respondieron de la misma manera? Yo no estoy seguro si
eso fue lo que pensaron los pollos, pero estoy seguro de cómo actúa la gente.
PARA COMENTAR
1. ¿Cuán lejos podemos ir (o permitir que vayan nuestros hijos) para alcanzar a todos
los hijos de Dios? ¿Crees que hay lugares inaceptables para que vaya un cristiano
incluso en cumplimiento de la misión? Explica tu respuesta.
2. ¿Cómo se aplica tu respuesta a lo que dice Romanos 14:13?
3. Lee Mateo 13:33; 25:31-46. Haz una lista de formas específicas de cómo podrías
leudar al mundo fuera del círculo familiar y de la iglesia. ¿Hay formas y ya las es-
tás haciendo?
4. ¿Cuál es la función de un embajador? ¿En qué formas participa un embajador de la
cultura del país anfitrión? ¿Cuándo sostiene el embajador las costumbres de su pro-
pio país? (2 Cor. 5:19, 20; Juan 17:15-17).
Carol Boehm, Murwillumbah, Australia
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 Lunes, 20 de septiembre
Unidos venceremos; dividi-
dos seremos derrotados
TESTIMONIO
Efesios 4:3, 4
Crecí en un hogar donde no se respetaban los principios bíblicos. Ni mi padre ni
mi madre eran creyentes sólidos de la fe cristiana. Esto hizo difícil mi sendero desde
mi infancia, y no fue fácil aferrarme a Cristo como mi Salvador personal.
Para mí la vida era particularmente deprimente porque mi padre era alcohólico.
Este vicio lo hizo abusivo, tanto física como verbalmente. No orábamos juntos como
familia, y supongo que esa fue la razón por la que no permanecimos unidos.
Cuando yo tenía 21 años, conocí a alguien que me presentó a lo que consideraría
como la familia de Dios. Su padre era el pastor de mi iglesia; su madre desempeñaba
una función muy importante para su esposo en su ministerio. Esta vibrante dama y sus
hermanos también servían muy bien en el ministerio. Tuve el más asombroso privile-
gio que pueda uno imaginarse al adorar con ellos. Comencé a sentir que crecía; era
como si un sueño estuviera convirtiéndose en realidad. Siempre anhelé ser miembro
de una familia cuyos fundamentos estuvieran arraigados en Cristo. Poco a poco co-
mencé a tener lazos más estrechos con ellos de los que jamás había tenido con mi fa-
milia.
“La primera obra de los cristianos consiste en estar unidos en familia. Luego la
obra debe extenderse hasta sus vecinos cercanos y lejanos. Los que hayan recibido la
luz deben dejarla brillar en claros rayos. Sus palabras, fragantes con el amor de Cristo,
han de ser sabor de vida para vida”.1
Inmediatamente viene a la mente la historia de Noé y su familia: cómo permane-
cieron unidos y cómo Dios los salvó. “Una familia bien ordenada y disciplinada influ-
ye más en favor del cristianismo que todos los sermones que se puedan predicar. Una
familia tal prueba que los padres han sabido seguir las instrucciones de Dios y que los
hijos le servirán en la iglesia”.2 Aquella jovencita fue una gran influencia en mi vida.
Ellos participaron en el desarrollo de mi “carácter cristiano”.
Ahora estoy estudiando en una importante institución educativa adventista para
llegar a ser pastor porque la luz que mis amigos me dieron continúa brillando sobre
mí.
Recordemos, como iglesia, que somos una familia, por lo que deberíamos unirnos
como Noé y los suyos para que, juntos, podamos ser salvos en el reino.
1. El hogar cristiano, p. 31.
2. Id., p. 26.
Ryan Wiggan, Kingston, Jamaica
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Martes, 21 de septiembre
Los cristianos y el mundo
EVIDENCIA
Juan 17; 18; 1 Juan 2:15
Al leer la Biblia nos damos cuenta de las claras diferencias que existen entre los
cristianos y el mundo. De hecho, vemos una y otra vez que este tema se trata en los
escritos de Juan (al compararlo con los otros evangelios) con más de 80 veces que usa
la palabra kosmos como opuestos a Dios y su verdad.*
En el primer capítulo del Evangelio de Juan (Vers. 10), se muestra que aunque Jesús
era el Creador, vino al mundo, el mundo no lo conoció, y, consecuentemente, “no lo
recibieron” (vers. 11). Amaron más las tinieblas que la luz que es él, y fueron conde-
nados por ello (Juan 3:19). El mundo lo odiaba porque señalaba sus pecados (7:7).
Hacia el final de su ministerio sobre la tierra, habló extensamente con sus discípu-
los sobre el tema del juicio del mundo (12:31), y también de su futuro (caps. 13-16). Él
predijo varios problemas y pruebas que ellos tendrían que afrontar, todo por ser segui-
dores de él y de su misión –los verdaderos objetos del odio del mundo (15:18, 19). Sin
embargo, a causa de su relación salvadora con Cristo, la que se caracterizaba por su
luz, su verdad su vida y su paz (1:9; 14:17-19, 27); 16:33), ellos podían mirar confia-
damente hacia adelante, al juicio, y después, a los lugares celestiales que estaban pre-
parados para ellos (14:1-4). Jesús entonces elevó a su Padre aquella oración que le
salía del corazón, suplicando que no los sacara del mundo, sino que los guardara el
mal porque ellos no eran del mundo (17:15).
Por lo tanto, Dios ama al mundo (3:16), pues es la razón por la cual vino aquí co-
mo ser humano y murió nuestra muerte para satisfacer su santa y justa ley (1:29; 3:17;
6:33, 51; 8:12; 9:5; 11:9; 12:46, 47). Al final de su vida en la tierra encargó a sus dis-
cípulos (los cristianos) que fueran al mundo y continuaran su misión de atraer a todos
a él (Mat. 28:19, 20).
En nuestros esfuerzos por cumplir esa comisión, se nos advierte contra el amor al
mundo con toda su lascivia y orgullo. Los cristianos tendrán, por tanto, “el amor del
Padre” (1 Juan 1:15) que alcanza a todas las personas del mundo y los gana para el
reino.
PARA COMENTAR
Sustenta tu posición a favor o en contra de las siguientes declaraciones:
1. Es imposible para los cristianos abrazar al mundo y al mismo tiempo mantenerse
sin mancha del mundo.
2. Dadas las realidades de hoy (geografía, política, nacionalismo, crecimiento de la
población, etc.) llevar el evangelio a todo el mundo no es un objetivo realista.
3. Insistir que la gente cambie su religión por la tuya es un imperialismo religioso.
*Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 900.
Karla L. Wright, Kingston, Jamaica
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 Miércoles, 22 de septiembre
La vida que cuenta
CÓMO HACERLO
Filipenses 4:3-7
Pablo, el apóstol elegido para predicar “entre los gentiles” (Gál. 1:16) visitó regu-
larmente y escribió cartas a las iglesias que fueron establecidas por sus esfuerzos. A la
iglesia de Filipos le hizo una lista, en menos de un párrafo, de cómo deberíamos vivir
nosotros los cristianos.
1. Ayudar a aquellos que trabajan en la predicación del evangelio (Fil. 4:3). Como
comunidad cristiana tenemos diferentes funciones: sanadores, maestros, predicadores,
y así, hasta el cumplimiento de nuestra comisión: Predicar el evangelio. Algunos
miembros de nuestra familia lo hacen tiempo completo y como tales necesitan quie-
nes les ayuden en diversas formas –económicamente, acompañándolos, o alentándo-
les con palabras. Cuando Aquila y Priscila llevaron a Pablo a su casa mientras
viajaban, eso le dio a él una sensación de aliento, seguridad y pertenencia, y la seguri-
dad de sus oraciones por él; y fue una fortaleza para él en el camino.
2. “Regocijaos en el Señor siempre” (vers. 4). Todos aquellos que se pusieron en
contacto con el Dador de la vida se fueron de su presencia saltando de gozo. Ahora
tenemos seguridad de vida a causa de su muerte; el diablo ha perdido su derecho de
estar en nuestra vida. Regocijaos. Dad gracias continuamente. Ved la bondad de Dios
en todas las circunstancias. La vida que refleja a Cristo amplifica las palabras que pro-
nuncia en su nombre.
3. Decir a todos que el Señor está a las puertas (vers. 5). La obra de la ganancia
de almas no es exclusiva, sino para todos. Los no creyentes deben ver a Cristo en
nuestras palabras y nuestros hechos: ser honestos en todas las cosas; ser consistentes;
que sean nuestras convicciones y no nuestros sentimientos los que dicten nuestras pa-
labras; tener control propio. Por medio de nuestro comportamiento sabrán a quién re-
presentamos. La vida que vivimos nunca debiera ocultar los efectos salvadores de las
palabras que hablamos, y el mundo escuchará.
4. No se preocupen por el alimento (vers. 6). En toda su vida David nunca vio al
pueblo de Dios abandonado para que mendigara su pan. Mateo 6:25-33 nos recuerda
que no debemos preocuparnos por la comida, el abrigo, la ropa. Más bien, debemos
presentar a Dios todas nuestras preocupaciones. Queremos saber que él puede prove-
er para nosotros y que lo hará.
5. Creer que Dios está con nosotros (vers. 7). Jesús nos dio su paz. A causa de su
amor murió por nosotros y pronto vendrá para llevarnos a donde él vive (Juan 14:3).
Dudar de su presencia y amor es rehusar esa vida.
PARA COMENTAR
Sabemos que aquellos que trabajan para el evangelio deber vivir literalmente del
evangelio. ¿Por qué, entonces, deberíamos dar apoyo adicional, si el salario, a través
de los diezmos, es suficiente?
Suzette Ann Thompson, St. Thomas, Jamaica
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Jueves, 23 de septiembre
Escuchar es una palabra
activa
OPINIÓN
1 Samuel 3:10
Durante la oración de un pastor hubo un fuerte silbido en la congregación. La ma-
má de Gary se horrorizó. Más tarde, al final de la oración, le preguntó en un susurro:
“Gary, ¿por qué hiciste eso?” Gary respondió con calma: “Le pedí a Dios que me ense-
ñara a silbar, y lo hizo precisamente en ese instante”.
No sé qué le dijo Dios a Gary, pero sé que él contesta las oraciones. Cuando ha-
blamos con él por medio de la oración, siempre escucha y contesta. Pero cuando ha-
blamos acerca de la famosa “vocecita” (1 Rey. 19:12), muchos de nosotros podemos
preguntarnos si alguna vez la habremos escuchado. Si hemos de escuchar a Dios ha-
blándonos, hemos de poner atención. Permítanme sugerir una nueva dimensión del
acto de escuchar la voz de Dios.
Escuchar, como sabemos, es un verbo, y por lo tanto, es una palabra activa. Pero
es interesante notar que escuchar también evoca una acción bondadosa. Si no escu-
chamos, puede ser que algún día digamos: “Si tan sólo hubiera escuchado”. Escuchar
es sumamente importante. Cualquier tipo de relación, si queremos saber lo que agrada
al otro, cada uno debe tomar tiempo para escuchar. Por lo tanto, escuchar requiere
tiempo para que la relación crezca, y la relación más importante que cualquiera pue-
de tener es una relación con Dios. La pregunta es: ¿Estamos demasiado ocupados para
escuchar su voz?
Como cristianos se nos ha dado la responsabilidad de ayudar a otros a encontrar el
camino de la cruz. Pero si estamos demasiado ocupados para escuchar, ¿cómo pode-
mos escucharle decirnos lo que debemos hacer? ¿Has tenido alguna vez la experiencia
de sentir que debes ayudar a alguien que encuentras en el camino de la vida? Dios te
estaba hablando a través de la mente. En tal instante, yo creo, debemos detenernos un
momento y decir algo así en nuestra mente: “Habla, Señor, que tu siervo oye”. Al ha-
cerlo, nos apoyamos, no en nuestra propia comprensión, sino en la sabiduría de Dios,
mientras él nos dirige para manejar la situación de la manera más apropiada. Yo estoy
seguro que un trabajo hecho con la ayuda del Espíritu Santo es un trabajo bien hecho.
El amor semejante a Cristo generado en ese instante creará una calidez que un alma
perdida en el pecado jamás podrá ignorar o resistir. Puede ser que tal persona no se
convierta en ese instante, pero puede estar un paso más cerca de la cruz porque tú te
tomaste el tiempo para escuchar y actuar. Escuchar es una palabra activa.
Escuchemos a Dios y respondamos con corazones dispuestos.
PARA COMENTAR
¿Habla Dios a través de una mente que es constantemente espiritual o puede ha-
blar también aunque mi mente esté ocupada con las cosas seculares? Explica.
*Michael Hodgin, 1001 Humorous Illustrations for Public Speaking (Grand Rapids, MI.: Zonderban
Publishing House, 1994), p. 225.
Glenetia Carr, Kingston, Jamaica
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 Viernes, 24 de septiembre

Por la belleza de la tierra

EXPLORACIÓN
Mateo 25:34-46

CONCLUSIÓN
Cuando Dios creó la tierra, vio que era buena, y el máximo sacrificio se realizó
para salvar a todos los habitantes, sin excepción. Es nuestro llamado, por tanto, abra-
zar al mundo como creación de Dios, y tratar a todos sus habitantes con genuina
compasión. Nuestra dependencia de los ideales de Dios y nuestra fe en que él provee-
rá, deberían llenarnos de poder para ser inclusivos. Nuestras creencias comunes debe-
rían convertirnos en puerto seguro para todos aquellos que nos necesiten y no un club
exclusivo. En la escena de juicio de Mateo 25 se ve que el mayor crimen es volvernos
sordos a los clamores que se escuchan fuera de nuestra zona de confort. Debemos es-
cuchar y actuar para que la gran comisión se cumpla en todo el mundo.

CONSIDERA
• Hacer una lista de todas las personas que conoces o con las que pasas tiempo re-
gularmente. Dibuja círculos alrededor de aquellos que son adventistas, triángulos
alrededor de aquellos que son de otras religiones, y cuadros alrededor de aquellos
que no profesan ninguna religión. ¿Están los tres grupos representados igualmente?
Si no, ¿qué puedes hacer para cambiar el cuadro? ¿Es necesario que estos grupos
estén igualmente representados?
• Ir a un lugar que consideres hermoso (una montaña, museo, parque, arroyo, etc.).
Lee la historia de la creación y medita en la idea de que el mundo es, en su mejor
forma, diverso y digno de ser amado, y con frecuencia, muy bello.
• Ofrecerte como voluntario regularmente en algún centro comunitario.
• Tomar un Evangelio y calcular el número de versículos dedicados al tiempo que
Jesús dedicó a la sinagoga, comparado con el número de versículos dedicados a
ayudar a la gente o a reunirse con ella. ¿Debiera este balance de tiempo ser tradu-
cido a nuestra experiencia contemporánea?
• Unirte a un grupo pequeño o clase en tu comunidad local sobre el tema que te in-
terese. El grupo no puede asociarse con tu iglesia local. Construye relaciones fuera
de tu zona de confort comenzando con los aspectos comunes que tienes con otros
fuera de la religión.

LEE
• Génesis 1; el Evangelio de Juan.
• Jonathan Kozel, Amazing Grace; Bill Hybels, Rediscovering Church.

Stephanie Johnson, Silver Spring, Maryland

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