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Cómo era el cardenal Tarancón

Author(s): JOSÉ MARÍA MARTÍN PATINO, JOSEP M. MARGENAT and FRANCISCO


MARTÍNEZ HOYOS
Source: El Ciervo, Año 56, No. 674 (mayo 2007), pp. 28-32
Published by: Ciervo 96, S.A.
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40827112
Accessed: 14-06-2016 03:43 UTC

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EL CICERONE

Cómo era
el cardenal Tarancón
El cardenal Tarancón, que este mes hubiera cumplido 100 años, fue arzobispo de Madrid en los años de la
Transición española. Su contribución al éxito del proceso fue extraordinaria. Uno de sus colaboradores más
cercanos durante 16 años, José María Martín Patino, y dos historiadores, Josep Maria Margenat y Francisco
Martínez Hoyos, recuerdan aquí su figura.

Hablaba casi siempre del futuro


JOSÉ MARÍA MARTÍN PATINO previsto. Al primer <(f ' y político. Tenía el sentido de la realidad.
Presidente de la Fundación Encuentro "excelencia" que le jK ' Al dirigirse por primera vez a sus fieles
solté hizo un gesto wU 1 de Solsona en su carta pastoral progra-
como es natural, muchísi- espontáneo de extra- jL^ j mática, en mayo de 1946, no pudo
mos recuerdos en mi memoria. ñeza. Lo que tenía rvt Jßi hv ocultar su decepción ante el triunfo
Aquí, a vuela pluma, voy a relatar delante de mí era un «pvl ^¿JmNX de los nacionales a quienes él había
los rasgos humanos de don Vicente hombre rebosante de m 1' uminj/ |J defendido acaloradamente. Toda la
Enrique y Tarancón que más huella han proyectos e inquie- ^-'¡ Mi 1yf 'J segunda parte de su carta pastoral
dejado en mi memoria. tudes, un amigo que r^''¡ '%k 1/y está dedicada a la posguerra y dice
A veces invocamos la humanidad de me brindaba su /|' lu VI 1/ entre otras cosas: "Parecía como si
los grandes personajes para justificar sus amistad para carni- 'V ' 'V' '' p li aquella guerra que tenía caracteres de
limitaciones. Una corriente general los nar juntos. No pude ^vOV' ^^ 1 verdadera cruzada, hubiese de producir
identifica con la debilidad de lo humano. entonces sospechar '^Sv' il un cambio notable en las convicciones
La revelación de Dios en Jesucristo, Dios que con aquella entre- ' |.' 'l de los hombres. Y aun muchos se
que actúa como un hombre cualquiera, vista estaba yo comen- 'l i habían forjado la ilusión que, como
nos hace ver la nobleza y sublimidad de lo zando una etapa de mi vida ^'' I consecuencia de la misma, se produci-
natural, de la limitación humana y hasta la totalmente distinta a lo que y / ría una transformación radical en las
energía y valor para enfrentarse con el yo pude imaginar durante mis j i convicciones y en las costumbres. Pero
mal. Tampoco sería justo subrayar sus largos estudios. / i ' aquella reacción de tipo puramente
defectos para hacerlos más imitables. Cuando aludía a su larga L/J % sentimental pasó presto y las cosas, en
Como testigo cercano durante 16 experiencia, no idealizaba el //■fl ^L el terreno particular y privado,
años, me atrevo a afirmar que don Vicente pasado. Lo analizaba crítica- // ^fl^^k siguieron el mismo rumbo que
con su sacerdocio y su largo pontificado mente y se servía de él para / / H ^^L antes, acentuado, como es
fue fecundo precisamente por haber manifestar lo mucho que se ¿J ■ ^^^k natural, por los gérmenes
demostrado con obras y palabras que era había progresado en la Iglesia ■ ^^^^ /A de desorden y desmora-
un hombre veraz, transparente, honesto y y en España a pesar del secu- ■ ^^^^L // j lización que lleva con-
servicial. Su ministerio apostólico consis- larismo, que se estaba apoderando 1 ^^^^Br / sigo toda guerra".
tió en encarnar en lo humano los valores de las conciencias. Siempre encon- 1 ^^^m / Con aquella misma
más sublimes del evangelio. El obispo, el traba rasgos, actitudes e incluso 1 ^^Êf ^L pastoral primera de su
sacerdote, el superior eclesiástico, el cre- avances sociales que reconocía y ^F^_^Ä pontificado comienza ya
yente y el amigo entrañable no pueden manifestaba antes de formular el
W /JB^^B una campaña por la recon-
entenderse sin ese sustrato personal de su juicio crítico que le merecía la f |/^^^^^ ciliación de los españoles.
humanismo desbordante. Animaba más
situación política, el régimen JT1 - ¿íü'^^^^^ Según pareció que se
que mandaba, proponía proyectos, más concordatario y aun la ideólo- A^ ^^^^^A había vencido al odio en
que limitar los de otros. Hablaba casi gización, con frecuencia cen- /mk' ^^ ^^^^A las trincheras, ahora
siempre del futuro. surable, de sus hermanos en | ¿JSP |w'p^^^^Ä tenía que ser desalo-
La primera vez que hablé con él, en su el episcopado. I MSaê JÊ T
despacho de Oviedo, entré sobrecogido. Le preocupaba que la fe ^^fl¡ I
Nunca me había visto a solas con un fuera perdiendo significado ^^V/ __^^^B magisterio pontificio
obispo. Y nada resultó como yo había personal en el contexto social i -^^ síUÍ==^ljHH| pensaron entonces
Tarancón visto por S^avvW&WV

28 El Ciervo / Mayo 2007

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que la lucha de clases había entronizado el ción de que se estaba produciendo un cunstancias, y aun nuestro apoyo a la gue-
odio en la vida pública. Pero ahora el trueque muy peligroso y que podía aca- rra, era un medio de restablecer después la
joven obispo de Solsona tenía que confe- rrearnos graves dificultades para el futuro. confesionalidad del Estado. Pero empeza-
sar: "Pareció por un momento que la gue- Comentó este incidente con su colega de mos a darnos cuenta de que ni la Iglesia ni
rra había de producir una sana reacción en Madrid, Emilio Bellón y con los jóvenes. la Acción Católica, que era su organiza-
este sentido. Pero la realidad ha sido muy El primero estaba de acuerdo con ción oficial para seglares, podía ser causa
otra de la que todos esperábamos. Tarancón; los segundos, en cambio esta- de división entre los cristianos y aun entre
Después de la guerra el egoísmo ha cre- ban entusiasmados. En aquellos días los españoles. Corríamos el riesgo de
cido en el corazón de los hombre de una intensos de convivencia con los dirigentes hacer imposible la tarea de reconciliación
manera alarmante". de la Juventud de Acción Católica y con que la Iglesia había de asumir ineludible-
los redactores de Signo, tuvo que discre- mente cuando terminase la contienda".
par varias veces del ambiente que se respi- En todas sus pastorales de Solsona,
LIBERTAD DE ESPÍRITU raba. Escribe: "Comprendíamos todos que fueron muchas, resuena la misma pre-
Para los que vivimos el triunfalismo que de momento era imprescindible man- ocupación: el amor a la España total, a la
de los años cuarenta estas palabras prue- de los creyentes y a la de los no creyentes.
Tratar de que no se invocara la religión
ban la libertad de espíritu y la valentía que
Nunca le vi preocupado para establecer fronteras entre españoles.
demostraba, en aquel momento, con estas
afirmaciones. Ya en plena guerra, el año por vencer, sino por llegar Algunos han podido pensar que
1938, tuvo la posibilidad de trasladarse de a convencer, aunque Tarancón quería estar a bien con todos a
Tuy a Burgos, donde sus colegas de la cambio de no comprometerse con nin-
debiera tolerar a insidiosos guno. No pocas veces puso a prueba mi
Casa del Consiliario habían logrado reu-
nir a un grupo de periodistas católicos impaciencia natural, fogueada por el sen-
como núcleo original de la revista Signo. tener el tono religioso-patriótico que tido de la eficacia y del resultado inme-
Pudo asistir a una manifestación reflejaba Signo. Estábamos, además, con- diato. Nunca le vi preocupado por vencer,
patriótica ante la Capitanía General. Allí vencidos de que la unidad católica era el sino por llegar a convencer, aunque le
cayó en la cuenta de la confusión que sumo bien en todos los órdenes. Porque el supusiera tolerar a los insidiosos e intri-
estaba generando la guerra: el capitán Estado confesional -defensor de la fe y de gantes. Los colaboradores más inmediatos
general hablaba de la religión y el arzo- la Iglesia- continuaba siendo el ideal. Y pudimos siempre tratarle como un amigo
bispo del amor patriótico. Tenía la sensa- nuestra actuación patriótica en esas cir- entrañable. Tenía una fe casi ingenua en la

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El Cicerone 29

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bondad de los hombres y una desmedida UN OBISPO VALIENTE sepelios del almirante Carrero Blanco y
confianza en la fuerza de la verdad y de la Lo que no soportaba este hombre del jefe de Estado. Se expuso a los insul-
propia honestidad, que más pronto o más manso era la mentira o el comporta- tos y descalificaciones. Aguantó impasi-
tarde tendría que imponerse en el curso de miento oscuro. Este temor le llevó a sos- ble las calumnias durante la Asamblea
los acontecimientos. pechar incluso de la diplomacia vaticana. Conjunta. Se plantó con firmeza ante el
Esa amistad franca de la que nos dio Invitado por el nuncio Dadaglio a renun- deseo de los ministros de Asuntos
continuas pruebas, no le impedía decidir ciar a la archidiócesis primada de Toledo Exteriores, López Bravo y López Rodó,
por su cuenta, no pocas veces, en contra para llevarle a Madrid, quiso comprobar que presionaban al Vaticano para repro-
de nuestras opiniones. Los que hayan lle- personalmente el origen de esta decisión ducir un Concordato que nos devolvía a
gado a pensar que el cardenal era un hom- en una audiencia privada con Pablo VI. la España confesional.
bre manipulable, demuestran que no lo Salió de la audiencia confortado, porque Fue fraternal con los débiles y exi-
conocían. Ni manipulaba ni se dejaba era el mismo Papa el que le pedía ese gente con los poderosos. Su figura per-
manipular. Sus declaraciones espontáneas sacrificio. manece en la memoria de un trecho,
más de una vez nos proporcionaban el tra- Otro tanto podemos afirmar de su quizá el más difícil, de nuestra historia
bajo de desmentidos y puntualizaciones. valentía. Demostró su entereza en los del siglo XX. □

Protagonista de la reconciliación
JOSEP M. MARGENAT los sínodos, hasta su jubilación como
Profesor de filosofía social en ETEA Libros esenciales
arzobispo en 1983. Once años después
(Universidad de Córdoba) Memorialísticos: Vicente Enrique Tarancón, murió en su tierra, en 1994.
Recuerdos de juventud, Barcelona 1984, y
el siglo XX las Iglesias de las Confesiones, Madrid 1996. Ensayos: José
Españas han tenido dos grandes car- María Javierre, Aconteció Tarancón, Madrid LOS CONSEJOS AL REY
denales: el cardenal de la paz 1996, y José Luis Martín Descalzo, Escribía Javier Tusell en 1996 que,
Francese Vidal i Barraquer, primado tarra- Tarancón, el cardenal del cambio, Barcelona durante los años de las transiciones ecle-
conense (1919-1943), y el cardenal -de la 1982. Además, los libros homenaje: Al ser- sial (desde 1965) y política (desde 1975),
reconciliación Vicente Enrique y vicio de la Iglesia y del Pueblo. Homenaje al "Tarancón no se equivocó en nada esen-
Tarancón, arzobispo de Madrid (1971- cardenal Tarancón en su 75 aniversario, cial. Supo liderar un cambio que si tam-
1983). Si el cardenal Vidal ha pasado a la Madrid 1984, e Iglesia, Estado y Sociedad bién tuvo contraindicaciones no fueron su
historia por su empeño en la renovación en España. 1930-1982, Barcelona 1984; las culpa. Como consecuencia se produjeron
de la Iglesia catalana, por su labor de apro- entrevistas de María Luisa Brey (Bilbao indudable desgarros que para él, un hom-
ximación de la Iglesia con la segunda 1994) y de Julio Manzanares, Juan María bre esencialmente bueno, pudieron con-
República y por haber muerto en un exi- LABOA y Joaquín Luís Ortega (Brescia vertirse en heridas profundas". Nuestro
lio al que le "redujo" el régimen nacional- 1996); y la biografía de Jesús Infiesta cardenal, que estaba en la tribuna de invi-
católico por la "alta traición" de no haber (Madrid 1995). tados el día que las Cortes aprobaron la
firmado la carta colectiva del episcopado constitución de 1978, había contribuido a
de 1937, ei cardenal de la reconciliación que la Iglesia se democratizase (asamblea
ocupa su puesto por haber orientado el ejerció el ministerio en Vinaroz y pasó a la conjunta de obispos y sacerdotes, 1971) y
cambio de la Iglesia española para salir de "casa del consiliario" de Acción Católica a que recuperase un discurso propio ante
la dictadura y lograr que aquélla pudiese en Madrid. Tarancón iba enviado por la el régimen (documento del episcopado La
figurar para siempre como uno de los provincia eclesiástica tarraconense, es Iglesia y la comunidad política, 1973).
actores fundamentales de la recuperación decir por el cardenal Vidal, a un centro Este discurso lo tradujo en "homilía
de las libertades públicas democráticas y donde debía prepararse una elite sacerdo- de la coronación" el 27 de noviembre de
de la reconciliación en la España de la tal culta que formase y acompañase al lai- 1975 cuando en "los Jerónimos" dijo al
monarquía parlamentaria. cado adulto que ya entonces era necesario rey lo que necesitaba escuchar para poder
en una España muy descristianizada, llevar adelante la reconciliación política
como entonces diagnosticaban el papa Pío por la que ya venían trabajando gentes de
LA PERSONA Y EL PERSONAJE XI y los obispos españoles. Iglesia desde 1939. El cardenal Vidal i
"Los de mi generación hemos tenido Desde 1945 fue obispo primeramente Barraquer había escrito al embajador
una juventud muy zarandeada", escribía 19 años de la pequeña diócesis rural cata- español cerca de la santa sede: "Quiera
en 1983 el cardenal Tarancón, quien aña- lana de Solsona, más tarde de la impor- nuestro divino Redentor otorgarnos la
día que los jóvenes sacerdotes de los años tante archidiócesis de Oviedo (1964- gracia de la reconciliación más completa"
de la república sabían que aquella actua- 1969), de donde pasó a ser arzobispo de (1939). Para contribuir a esa reconcilia-
ción estaba "injustamente condicionada". Toledo y académico de la lengua (1969), ción aún necesaria, Tarancón resolvió
Había nacido en mayo de 1907 en la costa contribuyendo a la renovación del caste- asuntos complicados: presunto docu-
mediterránea, en Burriana, un importante llano litúrgico. En 1971, por una hábil y mento romano sobre la asamblea con-
pueblo valenciano que entonces dependía madrugadora "jugada" de Pablo VI y del junta, asamblea de Vallecas, funerales tras
de la diócesis de Tortosa, sufragánea de nuncio Dadaglio, tras el fallecimiento del el asesinato de Carrero, plan de expulsión
Tarragona. Su familia era de labradores obispo Morcillo, fue nombrado adminis- de Añoveros, negociaciones concordata-
acomodados, católicos y conservadores. trador apostólico de Madrid. La decisión rias, escaso apoyo a la democracia cris-
En el seminario tortosino hizo sus estu- formaba parte de la estrategia montiniana tiana y rechazo de concluir la Almudena
dios, completados en la pontificia de para el cambio en la Iglesia española. de Madrid, mención de la Iglesia en la
Valencia, fue ordenado sacerdote (1929), Como obispo asistió al concilio y a todos constitución de 1978, visita del papa Juan

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Pablo II tras la reciente victoria socialista. que tenía 16 años, estudiaba. El prefecto 1985: "No me gusta aceptar compromi-
£1 cardenal representaba aquel cambio de nos invitó a asistir a aquella asamblea de sos para actuar en la diócesis de Madrid.
campo para aquella Iglesia que en 1937 se obreros que presidía el cardenal. Para mí Pero voy a hacer una excepción, porque
había alineado mayorítaríamente con los un obrero entonces era alguien sospe- me resulta nuevo (sic) e interesante vues-
vencedores de la Guerra civil y ahora era choso y sólo la invitación de aquel buen tra invitación. Estoy dispuesto a dar la
capaz de hacerse Iglesia de todos. profesor y el hecho de que presidiera el lección inaugural sobre 'La Iglesia
Sin la actitud de Tarancón, y de la cardenal me animaron a estar presente. Católica y su aportación a la Paz en
gente como él, mayoritaria en el catoli- Aquella asamblea cambió mi vida, pues España a los veinte años del Concilio*. He
cismo español de finales de los 60 y 70, no tenido que ser 'protagonista' en esa etapa
hubiese sido posible que el rey se presen- histórica, por parte de la Iglesia, y podré
Tarancón era una persona,
tase como rey de todos los españoles. Lo decir algo interesante".
que El Ciervo significó en los años 50 de no un mito. Quienes le
forma minoritaria, Tarancón lo representó conocimos sabemos que DEL MITO A LA PERSONA
para toda la Iglesia a principios de los 70.
era un buen sacerdote
En el fondo se trataba de deshipotecar la Tarancón era una persona, no un mito.
religión de su servidumbre política y pro- Quienes le conocimos sabemos que era y
clamar la primacía de lo espiritual y ecle- descubrí otra realidad, la del sufrimiento quería ser un buen sacerdote al servicio de
sial. La Iglesia y la sociedad de la transi- y la lucha de la clase obrera contra la su Iglesia y su pueblo. Providencialmente
ción española se lo deben al cardenal. injusticia y la dictadura, de la mano de la Pablo VI logró que este sacerdote fuese
HO AC y del cardenal, por lo que siem- durante unos años decisivos arzobispo de
pre atribuya a aquel hondo sentido cris- Madrid y líder indiscutible del catolicismo
DOS RECUERDOS tiano y eclesial mi votación cívico-polí- español. Sin Tarancón no sabemos cómo
No traté apenas al cardenal Tarancón, tica. Cuando ya había dejado de ser arzo- estaríamos escribiendo una historia pare-
pero sí conservo recuerdos sencillos, aun- bispo de Madrid, le invité a dar una con- cida. Por eso se trató de una persona pro-
que el primero para mí fuese decisivo. ferencia en un aula cultural que yo dirigía, videncial, pues para quienes creemos en la
Acababa de ser nombrado arzobispo de con la que colaboraba el ayuntamiento providencia ésta es lo contrario de un
Madrid cuando hubo una asamblea de la comunista de la villa. Yo creo que le hizo mito. Basta creer en Dios, mirar a los ojos
HO AC que pidieron celebrar en çl cole- gracia aquella originalidad pues me res- a la gente y dejar hacer. El cardenal de la
gio de los escolapios de Madrid donde yo, pondió desde Villarreal el 27 de julio de reconciliación creía en Dios. □

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El Cicerone 31

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Desde franquista a promotor de la Transición
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS las miserias que sufre el pueblo. Como les advierte que no se posicionen públi-
HISTORIADOR miembro del episcopado, considera su camente sobre cierta cuestión que no
obligación defender el derecho de los llega a mencionar. ¿El motivo? Que se
■ Bp^s compatible la Acción pobres a llevar una existencia digna. Toma trata de un problema político. Movi-
f ■■ Católica con la Falange? En entonces la pluma y escribe una carta pas- miento ligado a la jerarquía, la JOC
'J ■■11939, la respuesta de Vicente toral resonante, "El pan nuestro de cada debía limitarse a orientar sobre el
Enrique y Tarancón, consiliario de la pri- día": "La raíz de la pastoral estuvo en la aspecto moral del asunto, sin entrar en
mera de estas organizaciones, habría sido HOAC del Alto Llobregat", admitiría valoraciones demasiado concretas. Los
que sí. Cierto que en su parroquia de más tarde. jocistas no son libres de expresar cual-
Vinaroz tuvo sus más y sus menos con los Su comienzo es impactante, con pala- quier punto de vista en sus publicaciones
camisas azules, pero en un libro titulado bras rotundas dignas de un profeta porque éstas dependen de la Comisión
Curso Breve de Acción Católica explicó bíblico: "No debemos callar por más Episcopal de Asuntos Sociales. Antes de
por qué una y otra se complementaban. tiempo. Llegan a nuestros oídos los cla- salir a la luz, el paso por la censura ecle-
Mientras la Falange está encaminada el mores de la multitud". En consecuencia, siástica es inexcusable.
engrandecimiento material del país, la lanza su anatema contra quienes impidan
Acción Católica procura su engrandeci- que los trabajadores tengan lo necesario
miento espiritual. Ambas iban a forjar la para vivir. Otra cosa es el resto del escrito, EL INTENTO FALLIDO
"España grande y católica que todos dese- más tibio, donde no faltan elogios al La jerarquía, en aquellos momentos,
amos, reencarnación gloriosa de aquella gobierno por haber aminorado las priva- acusaba a los movimientos de Acción
España tradicional en la que el senti- ciones de la Guerra civil. Católica especializada, como la JOC y la
miento religioso y el sentimiento patrió- Pese a todo, su defensa de la HOAC HOAC, de anteponer el antifranquismo
tico se fundían en un solo anhelo en el es inequívoca. Gracias a este movimiento a la vida cristiana. Como sus militantes se
corazón de todos los españoles". genuinamente católico y genuinamente situaban a la izquierda, los obispos no
Como acabamos de comprobar, el obrero, los trabajadores sabrán que la pudieron convertir la HOAC en el ger-
"cardenal del cambio", el aperturista que Iglesia se preocupa sus problemas y los men de un partido democristiano. El
tanto facilitó la transición, era un hombre afronta con valentía. Claro que también es intento fallido provocó un encontronazo,
diferente a comienzos del franquismo. cierto que parte de esta simpatía se deriva mal conocido, entre los dirigentes hoacis-
Apoyaba al nuevo régimen y se felicitaba de que la HOAC esté dirigida por la jerar- tas y Tarancón. En los años 90, el histo-
de la supresión de los partidos políticos, quía, control que garantiza su autentici- riador Emili Ferrando abordó el tema al
esas organizaciones funestas que habían dad católica. Para él, como para el resto de finalizar una entrevista con el cardenal. A
suscitado la división de la sociedad. los obispos, la autonomía del laicado éste, según Ferrando, le cambió de pronto
En 1950, sin embargo, su posición ya todavía es algo extraño. la cara, dijo entonces que tenía prisa y dio
empieza a cambiar. Entonces es obispo de Muestra de este afán dirigista es la por finalizada la conversación.
Solsona y, de la mano de los militantes de carta que Tarancón dirige, en 1958, a los El choque entre los movimientos
la HOAC, obreros y cristianos, conoce responsables de la JOC española. En ella obreros cristianos y la jerarquía, ya en los
años 60, sería fatal para los primeros.
Muchos de sus miembros, hartos de la
incomprensión episcopal, abandonan la
fe. En sus memorias, Tarancón recoge
esta crisis. Admite que los obispos no
estaban preparados para asimilar la auto-
nomía de los seglares, que identificaban
con la independencia absoluta. También
reconoce la falta de sensibilidad de la
Iglesia por trabajar apostólicamente den-
tro de la clase obrera.
A través de su relación con la Acción
Católica se reflejan las contradicciones y
ambigüedades de un hombre que acabó
haciendo un papel progresista sin dejar de
sentirse conservador, profundamente con-
servador. Hay que recordar, por supuesto,
su papel impagable en la transición, pero
la historia sólo es historia si se cuenta
completa y desde el principio. Conocer su
apoyo al franquismo en determinados
momentos nos ayuda a trazar con más
objetividad el perfil de una figura com-
pleja, pero también a comprender el pro-
ceso que llevó a la Iglesia española -al
menos, a un sector- desde el nacionalcato-
licismo a la democracia. □

32 El Ciervo / Mayo 2007

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