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2012 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la

memoria.
30-XI-2027. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBA).

Las cuatrocientas voces

Soñé decirte: “Estás atado a mí, no vas a caer”. Soñé un ave gris de
pecho blanco y larga cola, en una rama del manzano que da a tu
ventana: empezaba a cantar.
Entonces, veía en tus ojos aquél que fuiste, el que andaba en el
campo buscando agua, el que bailaba tap, jugaba tenis, leía tres o
cuatro libros por semana, se apasionaba por los toros, sabía de
memoria a García Lorca. Eras aquél que llegaba del trabajo buscando
las risas de las niñas que jugaban en el jardín.
Te soñé diciendo palabras que olvidaste: martini, raqueta,
martillo, domingo, hotcakes…
El ave era un cenzontle que cantaba con distintas voces. Cada
una te devolvía un recuerdo: aquel niño rebelde que fuiste en el patio
de la escuela, por la casa abarrotada de niños llorando; el joven que
odiaba a los maristas, que jugaba con las matemáticas, aquél que amó
a varías mujeres… De pronto eras tú diciendo: “Voy al club”.
Abrí los ojos para despedirte. Otros trinos habían estallado.

Silvia Molina

Dicen los lectores

Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2011 de la serie Un poema al día, dedicada al
poeta, traductor, narrador y ensayista Carlos Higuera. En 2012, Higuera publicó el ensayo
“Estética de Samuel Ramos” y el libro La última arquitectura del viento. En 2015 dio a
conocer La espera de las largas despedidas y una antología del poeta italiano Salvattore
Quasimodo titulada Con la hierba sobre el corazón.
En los poemas de esta entrega los ecos de la cultura italiana se advierten desde la
primera línea de “Croquis”: ''Cruzó la strada como espuma oscura''... Los poemas
parecerían instántaneas, viñetas o tarjetas postales que el poeta desengañado de Escaso y
amargo material para hacer una fogata lanza para que se consuman en el fuego de la
memoria. Una gramática de la lentitud y del decir en voz baja se desprende de estas
caligrafías que el sujeto elocuente va dibujando como una bitácora.  La música está
presente, aunque sea a través de una tonada de Manzanero tocada en un saxofón en una
remota ciudad italiana donde la sombra de los muertos se cruza con el aliento de los vivos.
También está presente la nostalgia que sienta sus reales en el subsuelo del poema. Muchas 
gracias, estimado Carlos Higueras.

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