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Di.

rige tu mirada al interior y encontrarás


Mil regiones en ti mismo
Por descubrir. Recórrelas y serás
Un experto en la cosmografia doméstica91.

i~é significa África, qué Occidente? iNo está nuestro in-


tenor en blanco en el mapa? Podría ser negro, como la costa
cuando lo descubriéramos. /Serían la fuente del Nilo del Ní'.
ger, del Mississippi, o el paso del Noroeste por este continen-
CONCLUSIÓN te lo que encontráram~s? ¿son ésos los problemas que más
preocupan a la humanidad? iEs Franklin el único hombre
que se ha perdido para que su mujer se tome tan en serio la
L enfermo, los médicos le recomiendan sabiamente un tarea de encontrarlo? iSabe el señor Grinnell dónde está él

A cambio de aires y escenario. Gracias al cielo, éste no es


todo el mundo. El castaño de Indias no crece en Nue-
va Inglaterra y es raro oír aquí al sinsonte. El ganso silvestre es
mismo? Seamos _Mung'? Park, los Lewis, Clarke y Frobisher92
de _nuestras propias comentes y océanos; exploremos nuestras
latJ.tudes mas altas, con barcos cargados de víveres para man-
tenernos SI es necesano, y amontonemos las latas vacías hasta
más cosmopolita que nosotros; se desayuna en Canadá, al-
muerza en Ohio y se despluma para pasar la noche en alguna la altura del cielo como señal. iSe ha inventado la comida en
bahía del sur. Incluso el bisonte, hasta cierto punto, marcha al conserva sólo para conservar la comida? Seamos un Colón
paso de las estaciones y pace en los pastos de Colorado hasta para enteros continentes nuevos y mundos dentro de noso-
que una hierba más verde y más dulce le espera en Yellowstone. tros; abramos canales nuevos, no para el comercio, sino para
Sin embargo, pensamos que si se bajaran las barreras del ferro· el pensamiento. Todos los hombres son señores de un reino
carril y levantáramos muros de piedra en nuestras granjas, comparado con el cual el imperio terrenal del zar es un esta·
pondríamos límite a nuestras vidas y sellaríamos nuestro do_ d1mmuto,. una montículo de hielo. Sin embargo, habrá
hado. Si os eligieran para ocupar un cargo municipal, desde qu,1ei:i sea patnota sm tener respeto por sí mismo y sacrifique lo
luego, no podríais ir a la Tierra del Fuego este verano, aunque mas importante a lo menos. Amará el suelo que albergue su
nada os impediría ir a la tierra del fuego del infierno. El uni- tumba, pero no tendrá simpatía por el espíritu que anima su
verso es más amplio que nuestras perspectivas. arcilla. El patnonsmo es un gusano en su cabeza. i Cuál fue el
Deberíamos mirar con más frecuencia por encima de la bor- sentido de aquella expedición a los Mares del Sur, con todos
da de nuestra embarcación, como pasajeros curiosos, y no hacer sus desfiles y coste, smo un reconocimiento indirecto del he-
el viaje como marineros estúpidos, hilando estopa. La otra par· cho de que hay continentes y mares en el.mundo moralyres-
te del globo no es sino la casa de nuestro corresponsal. Nuestro p~cto a los cu~es cada hombre es un istmÓ o un afluente, que
viaje es una singladura circular y los médicos no prescriben su aun no han sido explorados, y que es más sencillo navegar
medicación más q~e para enfermedades de la piel. Unos se apre-
suran a ir al sur de Afiica para cazar jirafas, pero seguramente ésa :~ William Ha?bington, «To My Honoured Friend Sir Ed. P. Knight».
no es la pieza que buscan. Decidme, écuánto tiempo pasaría un John Franklm (1786-1847), explorador inglés que desapareció en el Paso
hombre cazando jirafas si pudiera? La agachadiza y la becada d_el Noroeste en 1847; el comerciante Henry Grinnell financió varias expedi-
Cl~n~s en su busca. Mungo Park (1771-1806), Meriwether Lewis (1774-1809),
proporcionan también un raro esparcimiento, aunque confio William Clark (1770-1838) y Mart:in Frobisher (1535-1594) fueron todos ex-
en que sea un juego más noble dispararse a sí mismo. ploradores.

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miles de millas a través del frío y la torm enta y los caníbales, valor como un salteador de caminos ... que el honor y la reli-
en un barco del gobierno, con quinientos hombres y mucha- gión no se han interpuesto nunca en el camino de una reso-
chos para ayudamos, que exp lorar a solas el mar privado, el lución bien tomada y fume». Según está el mundo, era una
Atlántico y el Pacífico de nuestro ser? afirmación valiente y, sin embargo} ociosa, si no desesperada.
Un hombre más sano se encontraría a menudo «formalmen-
Erret, et extremos.--al_ter scrutetur Iberos. te opuesto» a lo que se consideran «las más sagradas leyes de
Plus habet hio vitae.tplus habet ille viae. la sociedad» si obedeciera leyes aún más sagradas y, de este
modo, pondría a prueba su resolución sin apartarse del cami-
[ Que vayan y escruten a los extraños australianos. no. No es propio del hombre adoptar esa actitud respecto a la
Yo tengo más'Dios; ellos más camino93.] sociedad, sino mantenerse en la actitud en que se encuentre
debido a la obediencia a las leyes de su ser, que nunca serán
No vale la pena dar la vuelta al mundo para contar los ga- opuestas a un gobierno justo, si por azar encontrara uno.
tos de Zanzíbar. Sin embargo, hacedlo mientras no tengáis Dejé los bosques por una razón tan buena como la que me
otra cosa mejor que hacer y, tal vez, encontréis algún «aguje- llevó allí. Tal vez me pareciera que tenía más vidas que vivir y
ro de Symrnes-" por el que llegar por fin al interior. Inglate- no podía dedicarle más tiempo a aquélla. Es sorprendente
rra y Francia, España y Portugal, la Costa Dorada y la Costa con qué facilidad e insensibilidad seguimos una ruta particu-
de los Esclavos se sitúan frente a este mar privado, pero nin- lar y la convertimos en un camino trillado. No llevaba allí
gún barco se ha aventurado a perder de vista la tierra, aunque una semana y mis pisadas ya habían trazado un sendero des-
sea el camino seguro hacia la India. Si queréis aprender a ha- de mi puerta a la orilla de la laguna y, aunque han pasado cin-
blar todas las lenguas y conformaros a las costumbres de to· co o seis años desde que lo seguía, aún es visible. Es cierto,
das las naciones y viajar más lejos que todos los viajeros, na· temo que otros puedan haberlo seguido y, de este modo, con-
turalizaos en todos los climas y obligad a la Esfinge a golpear tribuido a mantenerlo despejado. La superficie de la tierra es
su cabeza contra una roca, incluso obedeced al viejo filósofo suave e impresionable a las pisadas de los hombres y lo mis-
y exploraos a vosotros mismos. Para ello se necesita ojo y ner- mo ocurre con los senderos que recorre la imaginación. iQ!té
vio. Sólo los derrotados y los desertores van a las guerras, co- gastadas y polvorientas deben de estar las carreteras del mun-
bardes que corren a alistarse. Marchad ahora hacia_ ac¡uel leja- do, qué profundos los surcos de la tradición y la conformi-
no camino del oeste que no se detiene en el M1ss1SS1pp1 o el dad! No querría tomar pasaje de camarote, sino ir delante del
Pacífico ni lleva a una postrada China o Japón, sino que tra- mástil y sobre la cubierta del mundo, pues allí podré ver me·
za una tangente hacia esta esfera, en verano y en invierno, de jor la luz de la luna entre las montañas. Ahora no deseo ir ha-
día y de noche, a la caída del sol, a la caída de la luna y, por cia abajo.
fin, a la caída de la tierra. Al menos, aprendí con mi experimento que si avanzára-
Se dice que Mirabeau probó a saltear los caminos «para mos confiadamente en la dirección de nuestros sueños y nos
averiguar qué grado de resolución era necesario para oponer- esforzáramos por vivir la vida que habíamos imaginado, nos
se formalmente a las más sagradas leyes de la sociedad». De- encontraríamos con un éxito inesperado en las horas corrien-
claró que «un soldado que lucha en las filas no requiere tanto tes. Dejaríamos cosas detrás, traspasaríamos un límite invisi-
ble; leyes nuevas, universales y más liberales empezarían a
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promulgarse alrededor y dentro de nosotros, o se extenderían
Claudiano, «El anciano de Verana». Thoreau cambia «Iberos» por «aus-
rralianos- y «vitae» por «Dios». . las antiguas y serian interpretadas a nuestro favor de un modo
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John Symmes defendía que la cierra era hueca y habitable. más liberal, y viviríamos con el permiso de un orden más ele-
vado de seres. Conform e simplificáramos nuestra vida, las le- El sentido más común es el sentido de los hombres que duer-
yes del universo parecerían menos complejas y _la soledad ya men y se expresa con ronquidos. A veces tendemos a clasifi-
no sería soledad, ni pobreza la pobreza, m debilidad la debili- car a quienes están dotados de un ingenio y medio con quie-
dad. Si habéis construido castillos en el aire, vuestra obra no nes sólo tienen la mitad de ingenio, porque sólo apreciarnos
tiene por qué perderse: están donde deben estar. Ahora hay una tercera parte de su ingenio. Algunos encontrarían faltas
que poner los cimientos debajo. _ en el matiz rojizo de la mañana si se levantaran tan temprano.
Es una exigencia ridícula la de Inglaterra y_ Aménca de que «Pretenden +-he oído decir- que los versos de Kabir rienen
habléis de modo que puedan entenderos. N1 los hombres m cuatro sentidos diferentes: ilusión, espíritu, inteligencia y la
las setas venenosas crecen de ese modo. Como si eso fuera doctrina exotérica de los Vedas», pero en esta parte del mun-
importante y no fuera bastante con entendemos sin ellas. do se considera motivo de queja que los escritos de un hom-
Como si la naturaleza sólo pudiera soportar un orden del en- bre admitan más de una interpretación. Si Inglaterra trata de
tendimiento y no mantuviera tanto a los pájaros como a los curar la enfermedad de la patata, éno habrá nadie que trate
cuadrúpedos a los seres que vuelan y a los que se arrastran, y de curar la enfermedad del cerebro, que se extiende de un
so y arre, que el buey entiende, fueran las _mejores palabras. modo mucho más amplio y fatal?
Como si sólo hubiera segundad en la estupidez. Temo, sobre No creo haber alcanzado la oscuridad, pero estaría orgullo-
todo, que mi expresión no sea suficientemente extra-vagante, so si no se encontrara otra falta más fatal a ese respecto en mis
que no vaya más allá de los estrechos límites de mi experien- páginas que la que se encontraría en el hielo de Walden. Los
cia diaria, de modo que sea adecuada a la verdad de la que es· consumidores del sur se quejaban de su color azul, que es la
toy convencido. iExtra vagancia! Depende de lo acorralados prueba de su pureza, como si fuera fangoso, y preferían el hie-
que estéis. El búfalo errante, que busca nuevos pastos en otra lo de Cambridge, que es blanco, pero sabe a mala hierba. La
latitud, no es extravagante como la vaca que cocea el cubo, pureza que aman los hombres es como las brumas que ro·
salta la valla del patio y corre tras su ternera a la hora de orde- <lean la tierra y no como el éter azul que está más allá.
ñar. Deseo hablar en alguna parte sin límites, como un hom- Algunos ensordecen nuestros oídos diciéndonos que noso-
bre en un momento de vigilia, a hombres en momentos de vi- tros, los americanos, y, en general, los modernos, somos ena-
gilia, pues estoy convencido de que no exageraría tanto como nos intelectuales comparados con los .antiguos, incluso con
para fundar una expresión sincera. iQyién que haya oído una los isabelinos. Pero iqué importa esoj-Un perro vivo es rnejor .
melodía musical teme que pueda volver a hablar extravagan· que un león muert<f iTendrá que colgarse un_ hombre por"
temente? Con la perspectiva del futuro o de lo posible, debe- pertenecer a la raza de los pigmeos en lugar de intentar ser el -
ríamos vivir con bastante laxitud e indefinición, siendo nues- _pigmeo más alto? Que cada uno se ocupe de lo suyo y trate
tro contorno borroso y confuso por ese lado, como !1uestras de ser como ha sido creado.
sombras revelan una transpiración imperceprible hacia el sol. iPor qué hemos de apresuramos desesperadamente por tener
La volátil verdad de nuestras palabras debería mostrar cona· éxito y en empresas tan desesperadas? Si un hombre no guar-
nuamente la inadecuación del resto del enunciado. Su verdad da el paso con sus camaradas, tal vez sea porque oye un tam-
es traducida de inmediato y sólo queda su monumento literal. bor distinto. Que siga la música que oye, por distinto que sea
Las palabras que expresan nuestra fe_ y nuestra piedad no es- su ritmo o por lejana que suene. No es importante que madu-
tán definidas; sin embargo, son significativas y fragantes re tan pronto como el manzano o el roble. iTendrá que con-
como el incienso para las naturalezas supenores. vertir su primavera en verano? Si la condición de las cosas
iPor qué descender siempre hasta el nivel de nuestra ~er; para las que hemos sido creados aún no se cumple, icon qué
cepción más grosera y alabarla como SI fuera sentido comun. realidad podríamos sustituirla? No naufraguemos en una rea-

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lidad vana. iNos esforzaríamos por erigir un cielo de cristal sola centella del cerebro de Brahma caiga e inflame la hojaras-
azul sobre nosotros mismos si, cuando estuviera hecho, estu- ca de un cerebro mortal. El material era puro y su arte era
viéramos seguros de que seguimos viendo el verdadero cielo puro. iCuál podría haber sido el resultado, sino maravilloso?
etéreo más allá, como si no existiera el primero? Ningún otro aspecto que podamos darle a la materia resul-
Había un artista en la ciudad de Kouroo dispuesto a lograr tará al fin tan beneficioso como la verdad. Sólo ella es adecua·
la perfección. Un día se le ocurrió ha~er un bastón. Teniendo da. En la mayoría de las ocasiones no estamos donde esta-
en cuenta que el tiempo es un ingrediente de las obras imper- mos, sino en una posición falsa. Por una falta de firmeza en
fectas, y que no forma parte de las perfectas, se dijo a sí mis· nuestra naturaleza, suponemos una situación y nos coloca-
mo: «El bastón será perfecto en todos los sentidos, aunque no mos en ella y, por tanto, estamos en dos situaciones a la vez y
haga otra cosa en la vida.» Fue en seguida al bosque en busca es doblemente dificil salir. En los momentos de cordura sólo
de madera, pues había resuelto que no haría el bastón con un tenemos en cuenta los hechos, la situación tal y como cs. De-
material inapropiado, y, mientras buscaba y rechazaba una cid lo que tengáis que decir, no aquello a lo que estéis obliga·
rama tras otra, sus amigos le fueron abandonando, pues fue- dos. Una verdad cualquiera es mejor que un engaño. A Tom
ron envejeciendo en su trabajo hasta morir, aunque él ya no Hyde, el calderero, cuando ya estaba en el cadalso, le pregun-
envejeció. La singularidad de su propósito y resolución, y su taron si tenía algo que decir. «Decidles a los sastres -contes-
elevada piedad, le habían dado, sin que lo supiera,. la eterna tó- que no se olviden de hacer un nudo en el hilo antes de
juventud. Como no se había comprometido con el tiempo, el dar la primera puntada.» La plegaria de su camarada ha sido
tiempo se apartó de su camino y suspiraba a distancia, porque olvidada.
no podía con él. Antes de que hubiera encontrado una rama Por mediocre que sea vuestra vida, aceptadla y vividla; no
apropiada, la ciudad de Kouroo se había convertido en vene- la esquivéis ni la denostéis. No es tan mala como vosotros. Pa-
rables ruinas, y el artista se sentó sobre sus escombros a des- rece más pobre cuando más ricos sois. Quien a todo Je saca
cortezar la rama. Antes de que le hubiera dado forma, la di- punta encontrará faltas incluso en el paraíso. Amad vuestra
nastía de los Candahar se extinguió y, con la punta de la vida por pobre que sea. Tal vez tengáis una hora grata, con-
rama, el artista escribió en la arena el nombre del último de movedora, gloriosa, incluso en un asilo. El sol poniente se re-
aquella raza y, luego, acabó su obra. Cuando hubo alisado y fleja en las ventanas de la casa de la caridad con el mismo res-
pulido el bastón, Kalpa ya no era la estrella polar y, antes de plandor que en la morada del rico; la nieve se funde en su
que hubiera adornado la cabeza del bastón con piedras pre- puerta igual de pronto en primavera. No veo sino que un
ciosas, Brahma se había despertado y dormido muchas veces. hombre .tranquilo pueda vivir tan contento aquí, y albergar
iPor qué me detengo a mencionar esto? Cuando la obra reci- pensamientos tan joviales, como en un palacio. Creo que el
bió el último toque, se convirtió, de repente, ante la mirada pobre de la ciudad suele vivir la vida más independiente de
del asombrado artista, en la más hermosa de las creaciones de todas. Tal vez sea suficientemente magnánimo para recibir sin
Brahma. Al hacer un bastón, había creado un nuevo sistema, recelo. La mayoría piensa que está por encima de tener que
un mundo de plenas y hermosas proporciones, en el c_ual, ser mantenida por la ciudad, pero a menudo ocurre que no
aunque las viejas ciudades y dinastías habían desaparecido, está por encima de ser mantenida por medios deshonrosos,
otras más hermosas y gloriosas habían ocupado su lugar. El lo que debería ser más indecoroso. Cultivad la pobreza como
artista se dio cuenta, por el montón de virutas que aún había un jardín de hierbas aromáticas, como la salvia. No debe
a sus pies, de que, en lo que a él y a su obra se refería, el tiem- preocuparos lograr más cosas, sean vestidos o amigos. Dad la
po que había transcurrido había sido una .ilusión, y que no vuelta a los viejos; volved a ellos. Las cosas no cambian; cam-
había pasado más tiempo del que se requiere para que una biamos nosotros. Vended vuestras ropas y conservad vuestros
pensamientos. Dios proveerá para que no os falte compañía. transitorios y pasajeros, hasta que estoy listo para saltar de su
Si estuviera confinado en el rincón de una buhardilla el resto
patio como el bey mameluco. Prefiero seguir mi camino, no
de mi vida como una araña, el mundo seguiría siendo tan ir de procesión con pompa y en desfile por un lugar ilustre,
grande mie~tras tuviera mis pensamientos conmigo. Un filó- sino caminar iunto al constructor del universo, si puedo; no
sofo decía: (,A un ejército de tres divisiones podríamos quitar- vivir en este inquieto, nervioso, bullicioso, trivial siglo XL'X,
le al general y ponerlo en desbandada, pero ni siquiera al más sino estar de pie o sentado pensativamcnte mientras pasa.
abyecto y vulgar de los hombres le podríamos quitar su pen: iQ!¡é celebran los hombres' Todos forman parte de un corni-
sarniento.» No busquéis con tanta ansia vuestro desarrollo ni té de preparativos y cada hora esperan el discurso de alguien.
someteros a demasiadas intluencias que puedan obrar sobre Dios es sólo el presidente de turno y Webster su orador.
vosotros; todo es disipación. La humildad, como la oscuri- Quiero sopesar, decidir, gravitar hacia lo que me atrae con
dad, revela las luces celestiales. Las sombras de la pobreza y la más fuerza y derecho, no colgar del astil de la balanza para pe·
mediocridad nos rodean (<y, mirad, la creación se ensancha sar menos; no suponer algo, sino tomar las cosas como son,
con nuestra rnirada-". A menudo nos recuerdan que, si nos viajar por el único sendero por el que puedo viajar y en el cual
dieran la riqueza de Creso, nue~tros fine~ deberían segu~r sien- ningún poder se me resiste. No me produce satisfacción em-
do los mismos y nuestros medios esencialmente los mismos. pezar a trazar un arco antes de haber puesto cimientos sóli-
Aunque la pobreza restrinja vuestra esfera de acción y no_ po· dos. No juguemos a patinar sobre biela delgado. I lay un fon-
dáis comprar libros ni periódicos, por ejemplo, quedaréis !_,·
do sólido en cualquier parte. Leemos que el viajero le pregun-
mitades a las experiencias más significativas y vitales; os veréis tó al mucbacbo si el pantano delante de ellos tenía un fondo
obligados a tratar con la materia prima que proporciona más duro. El muchacho replicó que lo tenía. Pero el caballo del
azúcar y vigor. Cuando la vida está en los huesos es más dul- viajero se hundió hasta las cinchas y le dijo al muchacho:
ce. Entonces ya no podéis ser frívolos. Nadie pierde en un ni· «Creía que me habías dicho que esta ciénaga tenía un fondo
vel inferior por la magnanimidad en uno superior. La riqueza duro,» «Lo tiene -respondió el muchacho-, pero no has
superflua sólo puede comprar cosas superfluas, No hace falta recorrido ni la mitad del camino que lleva hasta él.» Lo mis·
dinero para comprar lo que el alma necesita. mo ocurre con las ciénagas y las arenas movedizas de la so·
Vivo en el ángulo de una pared de plomo, en cuya compo· ciedad; un muchacho crecido lo sabe. Sólo es bueno lo que
sición se vertió una pequeña aleación del metal de las campa- se cree dicho o hecho en una rara coincidencia. No querría
nas. A menudo, en el reposo del mediodía, alcanza mis oídos ser como los que insisten absurdamente en meter un clavo
un confuso tintinnabulum del exterior. Es el ruido de mis con- en un listón o un revoque; algo así me quitaría el sueño por
temporáneos. Mis vecinos me cuentan sus aventuras con da- la noche. Dadme un martillo y dejadme que me percate de
mas y caballeros famosos y a cuántos personajes notables co-
dónde hay que perforar. No os fiéis de la masilla. Clavad el
nocieron en la cena, pero no estoy más interesado en esas co- clavo basta fijarlo tan confiadamente que podáis despertar·
sas que en los contenidos del Daily Times. El interés y la os por 1a noche y pensar en vuestro trabajo con satisfacción,
conversación versan principalmente sobre la i:noda y los ~10- un trabajo en el que no os diera vergüenza invocar a la
dales, pero un ganso sigue siendo un ganso, vista com? vista. musa. Así, y sólo así, Dios nos ayudará. Cada clavo clavado
Me hablan de California y Texas, de Inglaterra y las Indias, del será un remache más en la máquina del universo si hacéis
honorable señor... de Georgia o de Massachusetts, fenómenos vosotros el trabajo,
Dadme la verdad, más que amor, dinero, fama. Me senté a
una mesa donde había buena comida y vino en abundancia v
55 Paráfrasis del poema -Night and Dearh- de José Mana Bianco-Whice. un servicio solícito, pero no había sinCeri<lad ni verdad, y me

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marché con hambre de aquel inhóspito banquete. La hospita- tenernos un orden establecido en la superficie. iVerdadera·
lidad fue tan fría corno los helados. Creo que no habría he- mente somos pensadores profundos, espíritus ambiciosos!
cho falta hielo para congelarlos. Me hablaban de la antigüe- Cuando estoy por encima del insecto que se arrastra entre las
dad del vino y de la fama de la cosecha, pero yo pensaba en agujas de pino por el suelo del bosque y trata de ocultarse a
un vino más añejo, más reciente, más puro, de una cosecha mi vista, y me pregunto por qué acaricia esos humildes pen-
más gloriosa que no habían recogido y no podían comprar. samientos y esconde su cabeza de mí, que podría ser su bene-
El estilo, la casa, el terreno y las «diversiones- no son nada factor y transmitir a su raza una información jubilosa, recuer-
para mí. Fui a visitar a un rey. pero me hizo esperar en el ves· do al gran benefactor y a la inteligencia que está por encima
tíbulo y se comportó corno un hombre incapacitado para la de mí, el insecto humano.
hospitalidad. Había un hombre en mi vecindario que vivía en Hay un flujo incesante de novedad en el mundo y, sin em-
el hueco de un árbol. Sus modales eran verdaderamente re- bargo, toleramos una torpeza increíble. Sólo tengo que seña-
gios. Me habría ido mejor si le hubiera visitado a él. lar los sermones que aún se escuchan en los países más ilustra-
i Cuánto tiempo seguiremos sentados en nuestros porches dos. Contienen palabras como gozo y pena, pero sólo son la
practicando ociosas y rancias virtudes que cualquier trabajo carga del salmo, entonado-con un gangueo nasal, mientras se-
haría impertinentes? i Corno si alguien pudiera empezar el día guimos creyendo en lo ordinario y mediocre. Pensamos que
con resignación y contratar a un hombre para que cultivara sólo podemos cambiar de vestido. Se dice que el Imperio Bri-
sus patatas y, por la tarde, acudir a practicar la mansedumbre tánico es muy grande y respetable y que los Estados Unidos
y la caridad cristianas con premeditada bondad! Considere· son una potencia de primer orden. No creemos que una ma-
mos el orgullo chino y la sofocante complacencia de la huma- rea suba y baje detrás de cada hombre, en la cual el Imperio
nidad consigo misma. Esta generación tiende a congratularse Británico flotaría corno una astilla si los hombres la abrigaran
de ser la última de una estirpe ilustre y en Boston, Londres, en su imaginación. i Quién sabe qué plaga de langostas de
París y Roma, pensando en su larga descendencia, habla satis- diecisiete años saldrá del suelo? El gobierno del mundo en el
fecha de sus progresos en el arte y la ciencia y la literatura. que vivo no se ha formado, como el de Gran Bretaña, en con-
iHay actas de las sociedades de filosofía y elogios públicos de versaciones de sobremesa regadas con vino.
los grandes hombres! El buen Adán contempla su propia vir- La vida está en nosotros como el agua en el río. Podría su-
tud. «Sí, hemos hecho grandes cosas y entonado canciones di- bir este año más de lo que el hombre ha conocido jamás e
vinas que nunca morirán», es decir, mientras nosotros las recor- inundar las sedientas tierras altas, incluso podría ser el año
demos. /Dónde están las sociedades ilustradas y los grandes memorable en que se ahoguen todas nuestras ratas almizcle-
hombres de Asiria? iQué jóvenes filósofos y experimentado- ras. No siempre ha sido seca la tierra donde vivimos. Veo tie-
res somos! No hay uno solo de mis lectores que haya vivido rra adentro las orillas que la corriente bañaba antiguamente,
una vida humana en su integridad. Tal vez sean éstos los me- antes de que la ciencia empezara a registrar sus crecidas. Todo
ses de primavera de la vida de la raza. Aunque hayamos pasa- el mundo ha oído contar la historia que circula por Nueva In-
do la sarna de los siete años, aún no hemos visto la plaga de glaterra del fornido y hermoso insecto que salió de la tabla
langostas de diecisiete años en Concord. Estamos familiariza- seca de una vieja mesa de madera de manzano y que había es-
dos con una mera película del globo sobre el que vivimos. La tado en la cocina de un granjero durante sesenta años, prime-
mayoría no ha cavado más de seis pies de hondo en la super- ro en Connecticut y luego en Massachusetts, de un huevo de-
ficie ni saltado otro tanto sobre ella. No sabernos dónde esta· positado en el árbol vivo muchos años antes, como se vio al
mos. Además, casi la mitad del tiempo estamos profunda- contar las capas anulares a su alrededor. Lo oyeron roer du-
mente dormidos. Sin embargo, juzgarnos que somos sabios y rante semanas, tal vez empollado por el calor de una cafetera.
i Quién no siente fortalecida su fe en la resurrección y la in-
mortalidad al oír esto? iQ¡ién sabe qué hermosa y alada vida
---<:uyo huevo ha estado sepultado durante años bajo muchas
capas concéntricas de rigidez en la seca vida muerta de la so-
ciedad, depositado al principio en la albura del árbol verde y
vivo, gradualmente convertido en la semblanza de su tumba
acondicionada, una vida a la que tal vez la asombrada familia
del hombre, sentada a la mesa festiva, haya oído roer durante
años- podrá salir inesperadamente del mobiliario más trivial
y usado para disfrutar, por fin, su perfecta vida de verano! ÍNDICE
No digo que John o jonathan'" se den cuenta de todo esto,
pero ése es el carácter de la mañana que el mero paso del
tiempo no puede hacer que amanezca. La luz que deslumbra INTRODUCCIÓN . 7
nuestros ojos es oscuridad para nosotros. Sólo amanece el día Una vida con principios . 9
para el que estarnos despiertos. Queda más día por amanecer. Cómo empezar a leer Walden .. 34
El sol no es sino una estrella matutina.
ESTA EDICIÓN,, ,, ,,,,,,,,,,, ,............................... 51
BIBLIOGRAF ÍA . 53

WALDEN . 59
Economía . 61
Dónde vivía y para qué . 130
Leer . 146
Sonidos . 156
Soledad . 174
Visitas . 184
El campo de judías . 197
La ciudad . 208
Las lagunas . 214
La granja de Baker . 239
Leyes superiores . 247
Vecinos animales . 258
Calentar la casa , . 270
Primeros habitantes y visitas de invierno . 286
Animales de invierno . 300
La laguna en invierno . 310
Primavera . 325
96 Apodos corrientes del inglés y del americano en el siglo XIX. Conclusión . 344

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