Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(UTESA)
Filosofía en Latinoamérica
Nombres: Matrículas:
Maxiely Magdalena Rosario Castillo 1-22-5576
Ideas parecidas, y también una muy notable influencia de Ortega y Gasset y su sentido de
la historia, llevan a Leopoldo Zea (n.1912), profesor de la Universidad Nacional Autónoma
de México e historiador de la filosofía mexicana -tal como expresan algunos de los títulos
de sus obras principales: Entorno de una filosofía americana (1945), América como
conciencia (1953), La filosofía en México (1955), Latinoamérica en la encrucijada de la
historia (1981)-, a estudiar las condiciones de posibilidad de una auténtica cultura
latinoamericana que llene el vacío ideológico dejado por la cultura occidental tras la
Segunda Guerra mundial. El grupo «Hiperión», fundado precisamente por Zea en 1950,
constituido por Luis Villoro, Ricardo Guerra, Jorge Portilla y Emilio Uranga, a finales de los
cuarenta e inicios de los cincuenta, insistirá en estos ideales mexicanistas y americanistas.
Emilio Uranga escribe Análisis del Ser del mexicano con la pretensión de lograr una
ontología del ser mexicano; José Gaos (1900-1969), uno de los filósofos exiliados en 1939,
discípulo de Ortega, le objetará que, si acaso, ha de tratarse de una óntica. Pero también
Gaos impulsará a discípulos suyos hacia el estudio de la historia de las ideas en
Latinoamérica y el sentido de una posible incardinación nacional de la filosofía.
Las ideas orteguianas se renuevan y cobran nuevo empuje cuando, en 1939, y tras la caída
de la República española, América ofrece asilo a exiliados españoles republicanos, los
también llamados «transterrados»; hay filósofos destacados entre ellos pertenecientes a
las denominadas Escuela de Madrid, de herencia orteguiana, y Escuela de Barcelona
(además del ya mencionado José Gaos, están Eugenio Imaz, Juan David García Bacca,
Eduardo Nicol, Manuel Granell, Luis Recasens Siches, José Manuel Gallegos Rocafull, María
Zambrano, Jaume Serra i Húnter, Joaquín Xirau, Ramón Xirau, Wenceslao Roces y Adolfo
Sánchez Vázquez, etc.). Su aportación es históricamente importante para la cultura
latinoamericana: tradujeron colecciones enteras, fundaron instituciones, formaron
discípulos y produjeron obras respetables. Hubo entre ellos, además de orteguianos,
grandes conocedores de los clásicos y de las lenguas clásicas, historiadores e historicistas,
neokantianos, espiritualistas cristianos, fenomenólogos, existencialistas, heideggerianos,
lógicos, marxistas, etc.; la «generación del exilio» que enriqueció sensiblemente la
filosofía y la cultura iberoamericana, en especial la mexicana y cuyos miembros
compartían casi todos -con la excepción de algunos independientes- la característica
común de estar influidos por las ideas filosóficas de Ortega y la Institución Libre de la
Enseñanza.
A partir de los años cuarenta se difunde por los países de Latinoamérica, en especial
Argentina, Brasil y Chile, la corriente originariamente europea del llamado empirismo
lógico o positivismo lógico, ausente hasta este momento de los intereses filosóficos de
Sudamérica, pese al positivismo generalizado. Hacia 1967 aparece en México el grupo
«Crítica», al que pertenecen Fernando Salmerón, Luis Villoro, Alejandro Rossi y otros, y
que ha de ejercer un notable influjo en toda Latinoamérica. A la vez que sus componentes
criticaban la posibilidad de una filosofía de lo mexicano, requerían una filosofía capaz de
reflexionar sobre el lenguaje, la ciencia y la técnica, susceptible de recibir expresión en
lenguaje formal. Mario Bunge (n. 1919), profesor de física inicialmente y luego de filosofía
de la ciencia, en Buenos Aires y Canadá, es indiscutiblemente el representante más
notable de la tendencia a dar a la filosofía mayor rigor «científico» (inseparable de la
necesidad de exponerla mediante la lógica formal); toda su obra viene a ser una reflexión
filosófica sobre la ciencia. A sus muy conocidas obras, como La ciencia: su método y su
filosofía (1966) o La investigación científica (1969), se debe en buena parte la amplia
difusión que han tenido nociones tan fundamentales como, por ejemplo, la de que la
ciencia es un conocimiento metódico, verificable y revisable. Existe, además, un buen
número de lógicos, epistemólogos y filósofos del lenguaje en diversos países
iberoamericanos -Gerold Stahl (que acepta la lógica matemática, pero rechaza la filosofía
analítica), Armando Asti Vera, Alejandro Rossi, Eduardo García Máynez, Eli de Gortari,
etc.-, cuya importancia, en palabras de A. Guy «debería ser tenida en cuenta en Europa».
A Óscar Miró Quesada (n. 1919), que publica en 1946 el primer texto de esta materia en
América latina, se debe también la introducción de la filosofia analítica en Perú.
Pese a los diversos cambios de mentalidad filosófica, hechos con la intención de educar a
las nuevas naciones en formas de pensar no inspiradas en la tradición escolástica de las
colonias, la filosofía de inspiración cristiana es todavía vigente en las naciones
latinoamericanas, en las que el cristianismo permanece arraigado en las clases populares.
En forma de filosofía tradicional de fondo escolástico, pero preferentemente tomista, se
cultiva sobre todo entre los miembros pertenecientes al clero católico. Octavio Nicolás
Derisi (n. 1907), filósofo argentino, fundador de la Universidad católica de Buenos Aires y
de las revistas «Sapientia» y «Revista de Filosofía» profesa una rigurosa filosofía tomista
en la senda de Garrigou-Lagrange, Gilson o Maritain y defiende la existencia de una
«filosofía cristiana». Tomistas más eclécticos son Nimio de Anquín (1891-1970), Ismael
Quiles (n. 1906), jesuita, profesor de la Universidad del Salvador, y el peruano Víctor
Belaúnde (1883-1955). Tomista ecléctico es también José Rubén Sanabria, profesor de la
Universidad Iberoamericana de México, preferentemente orientado hacia la antropología
existencial y el personalismo (El enigma del hombre, 1966; Filosofía del hombre, 1987;
Historia de la filosofía cristiana en México, 1994).
Independiente de la escolástica, pero también de orientación cristiana, y muy relacionada
con corrientes de filosofía contemporánea, es la filosofía que puede denominarse
«espiritualismo agustiniano» de inspiración pascaliana (de la que A. Guy opina que en
estos países adquiere cierta idiosincrasia y originalidad), y cuyos representantes más
significados son Agustín Basave y Fernández del Valle (n. 1923), mexicano, que desarrolla
un humanismo teocéntrico inspirado en Zubiri; el catalán Luis Farré (n. 1902),
nacionalizado argentino, discípulo y ayudante de Rodolfo Mondolfo, en la universidad de
Tucumán, buen historiador de la filosofía y espiritualista de tendencia ecléctica, y Alberto
Caturelli (n. 1927), argentino, espiritualista cristiano -muy influido por Michele Federico
Sciacca, en especial por su concepto de «interioridad objetiva»-, profesor de la
Universidad de Córdoba y organizador del «Congreso mundial de Filosofía cristiana» de
1979, en Argentina.
A finales del siglo XVI se inició una etapa de controversia doctrinal. Hay lucha ideológica
entre las órdenes religiosas y como una débil proyección del Renacimiento hacen su
aparición el platonismo y el neoplatonismo. La filosofía del siglo XVII es ajena a los avances
logrados en Europa. La política de España tiene aisladas a sus colonias de América y es
sólo en las últimas décadas de ese siglo cuando se advierten algunos indicios del
pensamiento moderno.
Para la segunda mitad del siglo XVIII, los jesuitas, originalmente enemigos de Descartes,
rectifican su opinión y propician el cambio intelectual a favor del modernismo.
Al terminar la primera mitad del siglo XIX los países de América habían logrado su
independencia política, sin embargo, persisten las ataduras que subordinan el
pensamiento de los latinoamericanos a su pasado colonial. En búsqueda de la
emancipación intelectual, es el venezolano Andrés Bello, el primero en declarar una
segunda independencia: la ideológica.
Durante las últimas décadas, las tendencias de mayor influencia en Latinoamérica han
sido:
1. La filosofía cristiana-Tomista
2. El Marxismo
3. El existencialismo
4. La filosofía analítica
5. El movimiento americanista
Movimiento americanista
Desde 1842, cuando el argentino Juan Bautista Alberdi se planteó la interrogante sobre la
posibilidad de una filosofía latinoamericana auténtica, la mera pregunta ponía de
manifiesto una peculiaridad de nuestra filosofía, pues ésta es la única que se cuestiona a sí
misma y con ello ya tenemos una característica distintiva del pensamiento filosófico
iberoamericano.
Nuestra filosofía se caracteriza por su hondo contenido social. La política, la educación, la
moral, el derecho, la antropología y la religión, han proporcionado constantemente temas
de interés para la reflexión filosófica.
La dependencia
Filosofía de la liberación
Aportes