Está en la página 1de 7

Sofía Jiménez Alfonsea.

PRIMERA PARTE, CARTA:

CARTA DIRIGIDA AL GRANDÍSIMO REY DE MIS TIERRAS, por el general Javier


Jiménez de Zárate, en la que trata temas sobre su expedición en las tierras remotas más
allá del océano únicamente vistas por él y por su ejército, sus opiniones acerca de los
habitantes que más tarde serían colonizados, sus inquietudes, su colonización exitosa y
la gran cantidad de riquezas que encontraría y obtendría. Dichas tierras puse como
nombre Utopía, grandes paisajes y personas poseía, aunque contaba con un emperador
odioso al que todos querían terminar, la falta de preparación material y técnicas era
evidente, contábamos con la mano de obra agrícola e introdujimos diferentes tipos de
innovaciones que tenemos presentes en nuestra amada tierra.

Queridísimo y supremo rey, mi marcha inició un 9 de septiembre de 1432, preparé a


fondo todo lo que necesitaría para poder afrontar dicha contienda junto a mi ejército,
preparamos los barcos con mercancía y alimento suficiente para abastecer a todos, y sin
olvidarnos de nuestro gran armamento para nuestra defensa en aquellas misteriosas
tierras. Mis ganas de explorar y encontrar una civilización eran notables, yo al ser
ambicioso y curioso infecté a mi tripulación mis ganas de descubrir, no eran temerosos,
y si lo eran no lo hacían relucir, yo ni miedo sentía, solo pensaba en todos los hallazgos
que podríamos traer a nuestra amada tierra mi gran Rey. Tardamos en torno a tres o
cuatro días en llegar, durante el viaje tuvimos un día con lluvia que nos complicó un
poco la navegación, pero pudimos controlar el barco y seguimos adelante. Cuando
estábamos llegando más allá de lo ya avistado pudimos observar nuevos paisajes poco
conocidos, no nos sonaba la fauna ni la vegetación, era muy diversa. Los árboles tenían
colores rosados y tenían una forma diferente, no esperaba encontrar tanta diversidad,
aunque también avistamos vegetación conocida como los perales o los naranjos. En
cuanto a las infraestructuras sí que eran realmente diferentes a la de nuestras tierras,
tenían gran tamaño con diferentes pisos rectangulares y acababan con una larga antena
en el techo, las casas eran de color rojizo y parecían grandes templos, todos nos
quedamos asombrados viendo aquel paisaje que se abría ante nosotros.

Espero que estas descripciones le sirvan gran Rey, aunque no hacen justicia a como se
podía ver en persona, era fascinante, cuando encontramos un buen lugar para embarcar
nos recibieron rápidamente los habitantes de la zona, que al igual que el paisaje, la
fauna, la vegetación y las infraestructuras, eran muy diferentes a nosotros. Tenían la piel
amarillenta y los ojos rasgados, tenían una gran altura y vestían con un traje que parecía
bastante pesado, todos poseían una máscara por lo que solo pudimos apreciar de la cara
los ojos que estaban descubiertos. A su vez tenían como arma una larga espada que
portaban en una funda negra, la verdad que al principio nos sentimos un poco
intimidados por aquel estruendoso recibimiento, pero en seguida reaccionamos y supe
poner paz y calma. Ellos no parecían fiarse de nuestras palabras, les intenté explicar que
no queríamos pelear, aunque no dudaríamos en hacerlo si ellos se rebelan, pero al decir
estas palabras ninguno se inmutó y empezaron a hablar en una lengua desconocida. Se
miraban entre ellos compartiendo códigos que nosotros, los españoles, no conseguíamos
descifrar, confundidos a más no poder nos hallábamos. Acto seguido se acercaron a
nosotros con espada en mano y nos hicieron un gesto con la cabeza intentando decir que
les siguiéramos, no sabíamos si fiarnos del todo, pero tenté a la suerte y decidí seguirles.
Fui con cinco de mis soldados, ya que solo me dejaron llevar a ese número, a los demás
les acorralaron en un círculo, nos llevaron hasta uno de esos edificios con pisos
rectangulares rojizos, pero este tenía algo diferente, era de mayor tamaño que los
anteriores que vimos, y de él salió una persona. De una persona grande se trataba, con
las mismas características físicas que los demás habitantes, aunque diferente vestía,
utilizaba un ropaje parecido al suyo, mi queridísimo Rey, por lo que pude notar que de
alguien importante de estas tierras se trataba, como si fuera el líder. Este líder,
llamémosle así, no parecía muy preocupado por nuestra presencia, estaba realmente
tranquilo, y empezó a hablarnos en la misma lengua anterior, y todos quedamos
perplejos sin saber qué decir, ya que no entendíamos nada. Se dio cuenta de que no
sabíamos qué responder, y con un gesto amistoso nos invitó a entrar a aquella casa, y sin
dudarlo proseguimos a seguirlo. Por dentro parecía un bello palacio, pero no como el
suyo alteza, era un palacio con unos elementos decorativos totalmente desconocidos

para nosotros, tenía figuras de animales marinos que parecían peces, pero con una forma
diferente a los que conocemos, y todo era de cristal y carecía de ventanas. Antes de
subir el primer escalón señaló nuestros zapatos de manera agresiva, y dimos por hecho
que debíamos entrar descalzos y así lo hicimos, en nuestras tierras nunca habríamos
hecho algo así mi señor, pero así lo hicimos en lo que llamamos Utopía, estas tierras
desconocidas que empezaban a ser cada vez más exóticas y curiosas. Al quitarnos los
zapatos le seguimos, y pudimos subir por unas largas escaleras con forma circular que
conducían hasta un patio en lo alto del edificio, era bastante hermoso, con unos árboles
cuyas hojas eran de color morado como ya vimos anteriormente. Nos sentamos encima
de una especie de manta bastante cómoda con el líder delante de nosotros, mirándonos
de manera intimidante, yo intenté mostrar un comportamiento amigable y dejé el arma
que llevaba conmigo durante todo el trayecto en el suelo y los cinco soldados que me
acompañaban hicieron lo mismo, aunque mostraban preocupación por la posible
reacción violenta de aquel líder. Él nos miró y sonrió, y nos ofreció fruta que ya
conocíamos, naranjas y peras, y decidimos comerla, estaba en muy buen estado, jugosa
y dulce, y le devolví el favor mostrándole monedas, él las recibió de manera gentil y me
estrechó la mano, parecía contento y aunque no compartiéramos la misma lengua, nos
entendíamos de manera gestual o con solo mirarnos, no eran tan diferentes como
pensábamos antes de llegar a estas tierras, teníamos muchas cosas en común. Después
de este recibimiento nos enseñó todo lo que nos quedaba por ver de Utopía, aunque
ellos llamaban a estas tierras de otra manera, pero no sabría como escribir dicho
nombre, no era muy entendible. Tenían muy pocas innovaciones técnicas, todo el
trabajo y riquezas que poseían lo obtenían por la mano agrícola, me sorprendió el
diferente trato que tenía con los habitantes, que era bastante seco y duro, porque les
ponía a trabajar constantemente, al que tenía con nosotros, unos españoles a los que no
conocía de absolutamente nada que tenían el objetivo de colonizar dichas tierras,
aunque por ahora mantuvimos un carácter pacífico esperando el momento de realizar la
conquista.

Nos ofreció una gran casa para poder dormir, con alimentos y agua, y decidimos
asentarnos hasta esperar el momento perfecto para la colonización. Durante una semana
estuvimos conociendo más sobre Utopía y los habitantes nos tenían cada vez más
respeto, intentamos hablarles en nuestra lengua y algunos eran capaces de elaborar
frases completas, para nuestra sorpresa entendían nuestra lengua con facilidad, y le
hablamos de usted querido gran Rey, y siempre mostraban respeto y curiosidad por
saber más, aunque el líder de aquellas tierras, que después de dos días descubrimos su
nombre, Jinmun así lo pronunciaban, cada vez que le nombrábamos con gran altitud
mostraba recelo y rechazo, por lo que delante de aquel envidioso líder decidimos no
hablar mucho sobre usted para evitar enfrentamiento antes de lo previsto. Conseguimos
quedarnos seis meses enteros en los que los habitantes de Utopía consiguieron dominar
más o menos nuestra querida lengua, y constantemente preguntaban por usted y sentían
más rechazo por Jinmun, era tan grande el desprecio que se rebelaron contra él, y
terminó trágicamente son su muerte, los españoles no participamos en la batalla fueron
los propios habitantes de Utopía quienes decidieron acabar con su líder, ya que ellos no
le consideraban de dicha manera, era una persona apática y controladora con todos
ellos, solo les obligaba a realizar duros trabajos mientras él observaba o se montaba un
manjar para él solo, por eso me impactó el diferente trato que tenía con nosotros,
aunque más tarde pudimos ver que por pura conveniencia se trataba. Nos pedía casi
todas las semanas monedas de oro y nos fue introduciendo en los duros trabajos junto a
los demás, así que decidimos hablar con los habitantes y llegaron a la conclusión de que
ese líder los manipulaba a su antojo, y decidieron batallar y darle fin. Querido Rey era
lo justo, teníamos que hacerlo, para que pudieran ser libres y así podrían adoptar nuestra
forma de vida y lengua, les liberamos de aquella prisión en la que sometidos estaban por
Jinmu, somos sus salvadores, eran medidas totalmente necesarias, espero que lo
entienda, estoy seguro de que lo hará. Después de esta lucha que termino favoreciendo
tanto a los habitantes como a nosotros, decidimos enseñarles por completo nuestra
lengua e introdujimos nuevas innovaciones técnicas para acelerar la producción y que
así no tuvieran un trabajo demasiado pesado. Como recompensa por liberarles y
salvarles, nos ofrecieron oro y plata, nos abastecimos con grandes mercancías y nos
dieron gran variedad de alimentos, valió la pena el duro trabajo que tuvimos que
afrontar estos seis meses para poder colonizarlos por completo sin tener que provocar
una gran batalla.

No lo he mencionado anteriormente mi alteza, pero ellos tenían un Dios diferente al que


conocemos y oramos, tenían varios santuarios en los que rezaban a otro tipo de
supremo, y nosotros les hablamos de nuestro Dios e iniciamos una evangelización por
toda Utopía, algunos de ellos se opusieron al principio, pero poco a poco conseguimos
impartir nuestra religión por todo el territorio.

Decidimos volver a España para descansar unos días y poder dejar toda la mercancía
obtenida e informar de todo lo que hemos hallado a un gran amigo mío que decidió
venir con nosotros cuando volviéramos a zarpar hacia Utopía. Descansamos dos
semanas en España y decimos navegar de nuevo hacia allí con Nicolás, mi querido
amigo que más tarde se convertiría en mi peor enemigo, siento no haberme dado cuenta
de lo que iba a pasar a continuación su alteza. Después de cuatro días en barco llegamos
a Utopía y nos recibieron con los brazos abiertos hablando en nuestro idioma, fue
bastante gratificante y me sentí poderoso en ese momento, viendo todo lo que había
conseguido y saber que para ellos era como la autoridad, alguien que tenían que
respetar. Mi amigo Nicolás se quedó asombrado, no daba crédito, no podía creer lo que
tenía ante él, personas físicamente tan diferentes a nosotros, un paisaje tan diverso y
unas infraestructuras sumamente exóticas, no sabía cómo reaccionar, y para que se
tranquilizara le presenté a todos los habitantes de Utopía, que le recibieron tan
cálidamente como a los demás. Después de un par de semanas Nicolás ya se fue
instalando en la comunidad y aprendió muchísimas cosas nuevas, pero noté algo en el
muy diferente, hablaba con tono más autoritario y mandaba arduos trabajos a los
habitantes, cada vez más y más, hasta que llegó un día en el que todo cambió por
completo. Cuando decidimos llevar a unos cuantos habitantes de Utopía a España todo
mi ejército y yo, Nicolás empezó a rebelarse y a intentar que cambiemos de opinión, y
me pidió hablar con él a solas. Nos fuimos a la antigua vivienda de Jinmu, que pasó a
ser nuestra, y me explicó que aquí teníamos todo lo que necesitábamos, no hacía falta
volver a España, quería dominar y someter a los habitantes para beneficiarse de malas
maneras a costa de todos ellos, y yo me negué rotundamente, no me esperaba esta
reacción tan soberbia por su parte e intenté que entrara en razón. El ambiente parecía
que estaba más calmado cuando de pronto Nicolás, al que consideraba mi gran amigo y
en el que deposité gran confianza, se lanzó contra mí con una espada en mano que robó
de algún habitante de Utopía, y quiso acabar conmigo, pero por suerte varios soldados
entraron y frenaron a Nicolás causando su muerte. No sabía cómo reaccionar en aquel
momento, fue una gran traición que no esperaba encontrar por parte de Nicolás, y los
habitantes de Utopía mostraron signos de preocupación y estaban bastante alterados,
pero conseguimos calmarlos entre todos. Tuve dos semanas bastante duras asimilando
lo ocurrido, pero gracias a todos los habitantes de Utopía pude reanimarme y seguir
hacia delante. Todos ellos me confesaron que era el líder de todos, me consideraban su
autoridad, pero les negué cierto nombramiento y les confesé que el verdadero líder de
todos es usted mi alteza, y quisieron conocerte en el momento, todos esperan
impacientemente su visita y muestran gran respeto por su figura.
Esto es todo lo descubierto y la gran aventura en la que nos embarcamos mi ejército y
yo, tuvo sus peligros y momentos bastante duros, pero mereció la pena por las riquezas
que conseguimos y las grandes tierras que ahora están en nuestro poder, todos ellos nos
tienen alta estima y desean en gran medida poder conocerle, por lo que mi propuesta es
la de venir cuando usted desee para verlo en persona y poder apreciar nuestro gran
paraíso conquistado, la gran Utopía que a día de hoy es nuestra.

SEGUNDA PARTE, ANÁLISIS:

El principal objetivo de la redacción es adaptarse a la manera de redactar y de contar los


hechos de Cortés. Es destacable nombrar como destinatario de la carta a una persona
con autoridad como lo hace Cortés, su carta va dirigida al Rey, y yo he querido reflejar
lo mismo, teniéndole una alta estima y a su vez proclamando como Rey de, en este caso,
Utopía. Engrandece la figura del Rey para conseguir un puesto nobiliario alto y
prestigioso. Los habitantes le reciben de manera cordial y sienten curiosidad por
conocerle como ocurre en su carta.

También la evangelización está muy presente en su carta, quería que los colonizados
tuvieran la misma religión que ellos. La carta está escrita de manera objetiva.

El propio Cortés es el protagonista de su obra, la carta está escrita en primera persona


del singular.

Cortés es una persona avariciosa que intenta justificar constantemente sus acciones
como justas o necesarias, su principal objetivo es abastecerse y conseguir un buen
cargo, aunque frente a los aztecas tiende a mostrarse como una persona justa. En mi
carta he querido reflejar todos estos rasgos en el protagonista, dirigiéndome a otro Rey,
glorificándole de manera constante e impartiendo por Utopía su religión en vez de
mantener la que ellos creían. Aparte de la cantidad de riquezas que obtuvieron en su
viaje. Las descripciones son muy abundantes y así se reflejan en esta carta, nada más
llegar a Utopía el protagonista empieza a describir todo aquello que observa de manera
detallada, al igual que Cortés lo hace en su carta.

También podría gustarte