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NERON

INTRAGRANTES:
MARIEL NATHALY ALANOCA VILA
ALEX HENRY ALBORTA CADENA
WANDA NASHIRA CABALLERO QUISPE
DOCENTE:
JAIME MURILLO MONTES
CARRERA:
DERECHO
MATERIA:
DERECHO ROMANO
PARALELO: A
TURNO: SABADO
EL ALTO – LA PAZ –BOLIVA
INTRODUCCION
Durante los catorce años que duró el gobierno de Nerón (54-68 d.C.), el Senado de Roma vivió
un ambiente similar al que respiró el senado de Estados Unidos durante la famosa «caza de
brujas» instigada por el senador republicano Joseph McCarthy (1950-1956). Si en este
segundo caso cualquier individuo con influencia política o mediática podía ser acusado de
«comunista», en el de Nerón todos temían ser declarados «enemigo del emperador». Fue un
período de continuas sospechas y condenas políticas, de conspiraciones y represión despiadada,
que terminaría trágicamente con el suicidio del emperador tras haber sido declarado enemigo
del Estado por el Senado de Roma.

Para entender el papel que en este proceso desempeñó el Senado hay que tener en cuenta la
evolución política del Estado romano en aquellos años. En Roma, el emperador no era
omnipotente. Su voluntad tenía que ser ratificada por el Senado, de modo que la tensión de
poderes y los intentos por influir o controlar a los senadores eran constantes. El Senado había
sido la quintaesencia de la política romana: durante la República fue el órgano de gobierno
central. Pero las constantes guerras civiles que sufrió Roma durante el siglo I a.C.
desembocaron en el enaltecimiento de un individuo, el emperador Augusto, quien recibió del
Senado numerosos poderes especiales de manera perpetua para acabar con la guerra,
garantizar una paz duradera y mantener la unidad de Roma.
A partir de entonces se impuso un nuevo orden político basado en la primacía de una sola
persona. Aun así, durante toda la época imperial, el Senado mantuvo una serie de funciones
políticas importantes: era el encargado de elegir a los magistrados, todas las leyes tenían que
ser consultadas y aprobadas por él, controlaba los fondos públicos y era el responsable de
reconocer los honores y decidir sobre las cuestiones religiosas que afectaran al Estado. Un
gobierno que no tuviera en cuenta al Senado tenía que chocar necesariamente con él. Y eso fue
lo que ocurrió con el emperador Nerón.

AL SERVICIO DEL EMPERADOR

En la práctica, las relaciones entre el emperador y el Senado se caracterizaron siempre por un


teatral cuidado de las formas, y, de hecho, aunque algunos senadores se implicaron en conjuras
contra Nerón, la mayoría de ellos tuvieron una actitud conformista e incluso de acatamiento
servil de las órdenes del emperador. El Senado sirvió a menudo de caja de resonancia para las
decisiones de Nerón, quien gustaba justificar la persecución de sus enemigos políticos a través
de los discursos dirigidos a la curia. Por ejemplo, en el año 65, Nerón hizo frente a la
conspiración más peligrosa de las que había sufrido hasta entonces, dirigida por el senador
Pisón.

Tras deshacerse de los cabecillas –entre ellos personajes cercanos al emperador, como el
filósofo Séneca, el poeta Lucano y el escritor Petronio– por medios expeditivos, ejecutándolos
o forzándolos a suicidarse, convocó una sesión del Senado. Ante una cámara repleta, leyó las
confesiones de los condenados y otorgó las máximas condecoraciones a los que le habían
ayudado a reprimir la conjura. Todos los senadores presentes «se humillaron con sus
alabanzas» a Nerón, incluidos los parientes de las víctimas, quienes a lo largo de varios días se
postraron ante el emperador y le besaron la mano mientras negaban tener nada que ver con la
conspiración.
Otro ejemplo de cómo el Senado sirvió de instrumento del despotismo neroniano lo ofrece el
caso de Barea Sorano. Senador él mismo, su amistad con Rubelio Plauto, un patricio que había
sido asesinado por el emperador por tratar de organizar un golpe de Estado, hizo que también
él fuera visto con suspicacia. Primero se le acusó de malversación de fondos, y cuando esto no
funcionó las imputaciones se dirigieron contra su hija –cuyo marido acababa de ser condenado
al exilio– por practicar artes mágicas. La hija compareció ante el Senado en presencia de su
padre y, temiendo perjudicarle, rompió a llorar y se arrojó al suelo mientras negaba haber
realizado ningún rito impío. Pero el Senado no se conmovió y lo único que ofreció a Sorano fue
elegir la manera en que prefería morir.
Cuando las acusaciones de malversación de fondos contra el senador Barea Sorano no
funcionaron las imputaciones se dirigieron contra su hija por practicar artes mágicas.

SENADORES REBELDES

Hubo también senadores que colaboraron espontáneamente con el régimen de terror de Nerón,
engordando mediante acusaciones oportunistas las listas negras de supuestos enemigos del
Estado; una forma, para ellos, de mejorar su cota de poder a través de las sentencias del
princeps. Sin embargo, no todos aplaudieron la política de Nerón ni aceptaron comprometerse
en ella. Hubo algunos que se mantuvieron fieles a los principios de una República ideal, pero
utilizando estrategias diferentes al intento de golpe de Estado.
Uno de ellos fue Peto Trasea. Al principio, Trasea se limitaba a callar cuando el resto de sus
colegas adulaban al emperador por sus acciones despóticas, pero al cabo de un tiempo su
silencio se convirtió en muestra de disconformidad. Así, cuando el emperador reconoció ante el
Senado el asesinato de su madre Agripina y trató de justificarlo, Trasea salió de la curia
mientras el resto de senadores aplaudía a Nerón. Tampoco mostraba especial entusiasmo en los
espectáculos públicos de Nerón, y solía utilizar su influencia en el Senado para rebajar las
condenas de algunos de los enemigos del emperador. Nerón manifestó su disgusto al prohibirle
acudir a la ceremonia fúnebre por la muerte prematura de su hija en Ancio; Trasea, sin
embargo, recibió la noticia inmutable, incluso con cierto agrado ya que así no tendría que fingir
tristeza por la desgracia del emperador.
El silencio de Petro Trasea fue interpretado por Nerón como una muestra de disconformidad.
Durante años salvó su cabeza al retirarse de la vida pública y renunciar a todos los
reconocimientos que le otorgaba el emperador.
El senador impasible fue durante mucho tiempo un auténtico superviviente. Se salvó de la caza
de brujas por la conspiración de Pisón y sobrevivió también a otras persecuciones. Su
estrategia fue retirarse de la vida pública y darle la espalda a sus obligaciones como senador:
dejó de ir a la curia, rechazó proclamar el discurso de año nuevo cuando se le ofreció, no
asistió a la ceremonia en la que se le otorgaba el importante cargo de sacerdote quindecenviro,
y así un largo etcétera.

Finalmente, en el año 66, Nerón hizo que Trasea fuera acusado de sedición ante la curia. El
patricio se hallaba en sus jardines cuando recibió la noticia de que el emperador le concedía la
gracia de elegir su propia muerte. Según cuenta Tácito, allí mismo se abrió las venas y,
mientras su sangre regaba el suelo, se dirigió al emisario: «Hagamos –dijo– una libación a
Júpiter Liberador. Mira, joven, ¡y que los dioses prohíban este presagio! Por otro lado, a ti te
ha tocado nacer en estos tiempos en los que conviene fortalecer el alma mediante ejemplos de
rectitud».

NERÓN, ENEMIGO PÚBLICO

Igual que Trasea, fueron cayendo poco a poco los enemigos de Nerón o de los senadores afines
al emperador. No por ello, sin embargo, logró el césar una completa seguridad. Los numerosos
asesinatos que ordenó –incluyendo los de su madre Agripina, su primera esposa, Octavia, y su
segunda esposa, Popea–, el saqueo permanente de los tesoros de los templos y de las arcas de
las provincias para pagar sus correrías y la humillación constante a la que sometió a las familias
más antiguas de Roma hicieron que su impopularidad acabara por desbordarse.

LA MUERTE DE NERÓN

Finalmente, las legiones en las provincias empezaron a desertar, el pueblo se atrevía a


abuchearlo en el teatro y el Senado, que siempre había actuado de manera oportunista y
mantuvo su actitud aduladora hasta el final, decidió declararlo enemigo público cuando vio que
a Nerón no le quedaban apoyos. El 9 de junio del año 68, Nerón dejó la ciudad de Roma
prácticamente sólo en medio de la oscuridad de la noche. Oculto en una villa de su propiedad,
sin amigos a su alrededor, ordenó a su fiel liberto Epafrodito que acabar con su vida clavándole
un puñal en la garganta.

CONCLUSIÓN:

Nerón, Obsesionado por las conspiraciones contra su poder, reales o imaginarias, Nerón
persiguió de forma implacable a numerosos miembros de la nobleza romana. Acusados de
traición ante el Senado, muchos de ellos fueron obligados a suicidarse.

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