Está en la página 1de 28

Siempre pensé, o más bien jamás creí que lo fuera a perder, creo que esa seguridad me la dio la manera en

la que lo conocí, pero eso no impidió que nuestra amistad, cariño y demás siguieran creciendo. Ya sé que mis
palabras parecen no tener sentido pero al final de cuentas son sólo el reflejo de mis pensamientos, y así tal
cual me siento, como vacía, como revuelta, como sin rumbo.

¿Cómo hacerle cuando una parte de ti sabe y siente que hay más cosas por las cuales salir adelante,
mientras que la otra parte lo único que necesita es acurrucarse en un rincón y llorar y llorar?

Creo que apenas estoy empezando a superar el estado de shock. Cuando me dio la noticia creí que era una
de sus tantas bromitas, de esas que me hace cuando anda aburrido.

“Any, te tengo que decir algo….”

Hasta ahorita acabo de recordar lo guapo que se veía ese día, siempre me ha gustado cuando viste de negro,
lo hace verse más sexy y no quiero decir que otros días no se vea atractivo porque eso es imposible, pero
llevo tantas y tantas horas seguidas pensando y llorando por él, que hay un punto en que los detalles se te
borran, pero esos, los más mínimos, como su barba de un día de no rasurar, o como sus ojos que ese día se
veían como de un verde olivo distinto, combinados con esa camisa entreabierta negra son los que apenas
estoy recordando. De milagro no me le aventé a sus brazos ahí mismo….

“Ay Poncho, neta no te voy a creer nada, me has escondido esas pulseras mil veces y siempre caigo en el
juego, ay cuando te canses las regresas a su lugar”

No puedo creer lo tonta que me oí, de haber sabido lo que me tenía preparado hubiera salido disparada de
ahí, en cambio me quedé ahí paradota admirando sus ojos y de mientras diciendo una bola de tonterías que
aparte me hicieron ver mamona o como si me molestaran sus jueguitos típicos de esconderme mis cosas,
cuando es algo de lo que ahorita extraño más.

¿Habrá pensado que qué tonta era? O a lo mejor y le di lástima. No creo que le valgan mis sentimientos, sé
que le importo, bastante me lo ha demostrado antes.

“No Any, no estoy jugando, hay algo que quiero que te enteres por mí”

Ouch!, ésta tampoco la vi venir, sí me di cuenta que ya no era broma, pero ¿qué podía ser tan serio?, ahora
que empiezo a recordar todo con más claridad, él no debió de haber estado con esa cara de preocupación si
se supone que era una buena noticia la que me estaba dando, ¿no?

“Ya wey, me estás asustando, ¿qué pasa?”

En todo este rato yo no dejaba de moverme, seguía poniéndome las pulseras, pero regresaba a sus ojos,
luego busqué una liga para amarrarme el pelo y regresé otra vez a sus ojos, siempre a esos malditos ojos
hermosos. Pero ya cuando vi que bajó la cabeza, supe, bueno más bien puedo decir que fue como una
sensación en el estómago lo que me advirtió la tempestad que se me venía encima.

“Claudia ya es mi novia”

Fue como una escena de película, con efecto de sonido como de eco… Claudia…Claudia…udiaa , y la vista
se pone borrosa y luego ya no sientes nada no ves nada ni oyes nada, es como un silencio y todo se pone en
cámara lenta y al mismo tiempo sabes que tienes que contestarle algo porque obvio que esos ojos te están
casi traspasando esperando alguna reacción. Bueno, pues así de dramático como se lee, así lo sentí. Lo que
sí no hay duda es que soy una maestra en el rollo de la actuación, así que con todo mi talento y con la
capacidad impresionante que tengo para ocultar mis sentimientos, hice lo más obvio…

“¿Neta?, ¡órale! ¡Qué chingón wey!, pues… ¡felicidades!”

Que tonta, a lo mejor y me hubiera servido más empezar a llorar, al cabo que ganas no me faltaban, o a lo
mejor y así de la nada hubiera acortado el espacio que había entre los dos y le hubiera dado el mejor beso de
toda su vida, y no es por presumir pero algo que Poncho jamás me resiste son los besos.

“Any no manches no sabes lo aliviado que me siento de ver que lo tomas así, pensé que ibas a reaccionar
diferente”

¿What?! , ¿Ahora hasta aliviado se siente que no le hice un pancho?, esa respuesta que me dio sólo se
merecía lo que hice…. Salir huyendo de ahí.

Estaría mintiendo si dijera que no sabía nada de Claudia, por supuesto que sabía que Poncho y ella se
conocían, por supuesto que notaba las llamadas que se hacían, o las salidas frecuentes con ella, pero jamás
creí que la estuviera tomando en serio, al final de cuentas no es la primera amiguita que Poncho se
conseguía, no tenía por qué preocuparme, y tampoco reclamarle porque yo era la única culpable de que
Poncho y yo no fuéramos novios. Así como él aguantaba mis coqueteos con mis amigos, yo también tenía
que soportar los suyos, era como un pacto secreto que teníamos, ya era el ritmo al que estábamos
acostumbrados. Al final de cuentas siempre terminábamos juntos, ahora ya puedo decir que era por amor, no
tengo ni la menor duda, pero tengo que admitir que muchas veces lo que nos motivaba a buscarnos era la
necesidad combinada con la atracción que siempre hemos sentido por el otro.

Que bonito regalo de cumpleaños tuve, el amor de mi vida me da la noticia que se anda revolcando con otra,
bueno, no precisamente me lo dijo así, pero es lo mismo, está con otra, besa a otra, se emociona con otra….
¡Feliz Cumple Any!....

Todo estaba saliendo mal, durante toda la temporada de la serie tuve casi cero acercamiento con el personaje
de Poncho, y justo para el final, casi todo se trató de nosotros, fueron los peores días de grabación, ya no
sabía si era realidad o ficción lo que le decía a la cámara. Eran horas de llorar delante y detrás de ellas, y
para rematar venía la parte de la confesión de mi amor y de darnos tremendo beso.

Después de que me dio la noticia de Claudia traté en ese par de días de no tener contacto con Poncho, lo
evitaba, y él tampoco hacía mucho intento por acercarse, sabía que algo estaba a punto de explotar, si tonto
no es. Pero a pesar de cualquier problema que podamos tener entre nosotros, la hora de grabar es pura y
simple magia, siempre ha sido así, la escena deja de ser escena, pierde su ambiente y todo lo que le rodea,
solo estamos él y yo, es química, es conexión, eso no lo puedo explicar, sólo se siente y ya.

Y vaya que lo sentí caray, fue demasiado fuerte para mí tenerle que decir todas esas cosas en ficción cuando
por dentro me estaba deshaciendo. En la última escena, en el último beso salí corriendo, ya no soportaba
tenerlo cerca, me dolía, quería cachetearlo por dejarme sufrir así y al mismo tiempo moría por no separarme
de su boca.

“Any, espérate, todavía no te vayas, no me has hablado en días, si no es por las escenas no sabría nada de
ti, ¿Qué traes ehh?”

De verdad que los hombres son medio brutos, ¿de plano no sabe que me estoy muriendo por él?, ¿qué literal
me mató que ya ande con ella? Ya no quería que me siguiera hablando, sólo empeorarían las cosas, si sólo
bastó que dijera mi nombre para que las lágrimas salieran de mí como llave de agua.
“Neta Poncho, déjame, sabes perfecto lo que me pasa, sabes perfecto lo que siento por ti, y no te quiero
hacer sentir culpable, créeme que quiero que estés feliz, así que mejor deja las cosas así”

No lo voy a voltear a ver. No lo voy a voltear a ver. No Anahí, no le veas esa carita de preocupación. Sigue
guardando tu ropa. Concéntrate en el zipper de la maleta. No sientas su mano en tu hombro. No sientas como
mueve tu cabello que quedó dentro del cuello de la playera. Maldita sea, que no quite su mano de ahí por
favor….

“Wera estás llorando, no soporto que llores, por favor no estés enojada conmigo, quiero compartir esta etapa
contigo, tu sabes que siempre vas a tener un lugar especial en mí, y ahorita necesito y quiero vivir esto… ¿me
entiendes?”

Uy, hasta ahí había logrado mantener mi dignidad podría decirse que intacta, pero a uno de repente y de la
nada le nace su otro –Yo- inmaduro que nada más hace que uno eche a perder más las cosas, ósea que
terminas por fregar todo el asunto.

“ Ahh ahora me estás insinuando que estoy pendeja?, claro que te entiendo!!! Pero parece que a ti se te
olvida todo lo que nos rodea!, ¿Cómo pretendes que funcione el “Anahí y Poncho de RBD”? ¿Y Las
Traumadas? ¿No significan nada para ti?¿y Pedro?¿¡ Qué dijo Pedro de todo esto¡?”

En ese momento para mí eran razones válidas y bastantes convincentes sobre lo malo que era el hecho de
que Poncho se atreviera a tener una novia que no fuera obviamente yo, pero creo que a él no le parecieron
tanto, y de todos es sabido el carácter medio explosivo que se carga.

“¡ Anahí escucha por dios lo que estás diciendo!, tengo todo el derecho de andar con quien yo quiera y a las
fans no las metas en esto. Tú solita vas a tener que decidir si quieres ser parte de esto que te estoy
compartiendo”

Y se fue, ahí me dejó, ahh pero claro que antes alcancé a gritarle que lo odiaba, es horrible no ser uno el de la
última palabra en una discusión.
 
Esa noche tuve que ponerle paréntesis a mi sesión de lágrimas, tenía que atender mi fiesta de cumpleaños,
fue mucha gente, Poncho incluido, por supuesto que sin la novia. Si como dije antes, tonto no es.
Siempre he sido una soñadora, a veces o la mayoría de mis sueños son locuras pero al fin y al cabo son muy
mis locuras, y si hay algo que puede hacer mis sueños más perfectos, es imaginarlos todos estando en el
mar. No hay lugar más mágico que la playa, amo estar ahí, me relajo, me conecto conmigo misma, pienso,
imagino, sueño… bueno al menos todo eso solía hacerlo. Ya no. Llevo días de vacaciones con mi familia en
el lugar que más me gusta y no puedo disfrutarlo, y eso es lo que más me molesta, que la única razón por la
que no puedo se llama Poncho, y lo odio más por eso, por quitarme ese placer.

Que injusto, pensé que alejándome estos días me iba a tranquilizar, me iba hacer ver las cosas desde otra
perspectiva, no sé, tal vez dejar de ver a Poncho como hombre y sólo concentrarme en verlo como amigo.

Pero ¿a quién fregados engaño?, ¡eso es imposible!, no puedo separar a Poncho en partes, lo que amo de él
es eso… todo, el hombre, el amigo, el conjunto. De igual forma tampoco puedo dividir lo que siento,
sinceramente puedo decir que quiero verlo feliz pero no puedo dejar de sentir el querer verlo feliz pero
conmigo.

Todavía no puedo creer que lo perdí, qué estúpida fui. No sé qué fue lo que me hizo pensar que viviría por
siempre esperando a que yo me decidiera a formalizar, o a lo mejor me hizo estar tranquila el hecho de que
literalmente no tenemos tiempo libre, ¿a qué hora iba a conseguirse novia si casi no tenemos vida fuera de
RBD?

Pero también tengo razones bastante válidas para no haber aceptado andar con él, bueno más bien sólo es
una razón, lealtad. Maldita lealtad a Dulce, y también un poco de miedo a la reacción colectiva. Ya me
imagino lo que no iban a decir de mí, y creo que si no fuera yo la involucrada también lo pensaría.

Yo empecé a tratar a Poncho cuando ya andaba con Dulce, pero era sólo eso, el novio de Dulce, el
compañero de novela, el nuevo en el medio artístico, pero desde el primer momento hicimos conexión. Y
siempre existió esa atracción pero oculta, no había de otra más que hacerme tonta cuando sentía esas
mariposas en el estómago, mariposas por la pareja de mi amiga. Fue horrible, pero en ese entonces yo
también traía otros intereses amorosos por ahí, así que me ayudaba a distraer lo que sentía por Poncho.

Y viene Rebelde, y viene mi pareja protagónica…él. Me vería bastante falsa si dijera que casi ni me emocioné
cuando me enteré que él sería el Miguel de mi Mía, lo vi como un escaparate, no lo podía tener en la vida
real, pero ahhh vaya que lo iba a disfrutar en ficción. ¿Mala amiga? No sé, a lo mejor si son pensamientos de
una mala amiga, pero a ver, ¡dile al corazón y a las hormonas que dejen de hacerte sentir eso!, Está cañón,
no es tan fácil, y menos cuando sabes que no le eres indiferente al susodicho.

Antes de Rebelde nunca pasó nada entre nosotros, el coqueteo existía, y no voy a echar mentiras, hubieron
intentos de besos, pero ganaba la lealtad y el miedo de echar a perder todo. Juré que después de darle en
escena el primer beso se me quitaría la tentación, y listo podría seguir viviendo a gusto, ¡pero qué sorpresa
nos llevamos caray!, nadie me avisó de las chispas que iban a saltar cuando él tocara mis labios, o de lo
agitado que iba a traer el corazón, o de las ganas que me dieron de que desaparecieran en ese mismo
instante todos los camarógrafos, director y hasta la misma Dulce del foro. Mala amiga, ya sé que soy una
mala amiga, pero que rico beso, y no sólo eso, que increíble era compartir escena con él, amaba la magia y la
tensión y la conexión que teníamos, todo fluía natural, y esa confianza junto con las horas intensas de
grabación ayudaron a que se fortaleciera la amistad. Me volví réferi en la relación de Poncho y Dulce, a los
dos los quería y por supuesto que dejaba de lado lo mucho que me gustaba él, y trataba de que ellos
estuvieran estables, por su bien y por el del resto del elenco.

Así que mientras ellos arreglaban su vida, yo casi sin darme cuenta me enamoré de otra persona. Christopher
representaba lo opuesto a Poncho, a pesar de que los dos siempre me han consentido y tratado como
princesa, Christopher es como el lado pacífico, me daba tranquilidad, estabilidad, me provocaba ternura, me
salía mi lado niña con él, mientras que Poncho me hacía sentir sexy, coqueta, madura, eran otros temas,
otros juegos, otro entendimiento.

Somos actores profesionales, tenemos que aprender a dejar de lado celos que podamos sentir por el trabajo
que realiza el otro, y no me refiero a quién consigue el mejor papel, o quién canta más estrofas en una
canción. Estoy hablando de los celos que dan por ver que tu novio besa y acaricia a otra en pantalla, y esa
otra es tu mejor amiga por eso sabes que está mal sentirlos, ¿pero cómo evitar no hacerlo cuando al mismo
tiempo te mueres de ganas por que el novio de tu mejor amiga te bese y te acaricie a ti en lugar de a ella?

Revuelto, yo sé, pero así pasaba, era un conflicto asqueroso de sentimientos. Aquí eran todos con todos. No
había de otra.

Después de bastantes meses así, llega la tranquilidad, ay cómo disfruté esa etapa, ya no había noviazgos de
por medio, las tensiones entre ex parejas se iban bajando y las amistades con otras personas se iban
fortaleciendo. Como quien dice, ya no había nada, bueno casi nada, que me impidiera estar más y más cerca
de Poncho.
Que chistoso que ahorita lo que más quiero es estar pero a kilómetros de distancia de él. ¿Y él? ¿Pensará en
mí?

Más amargada y sensible no pude haber regresado de mis vacaciones, cero descansada y sin ánimos de
subirme a un avión, lo único que me hacía sentir bien era que íbamos a estar cerca de muchos fans y eso me
distrae y me recarga las pilas de energía. Pero antes de viajar fuera del país, tenía que afrontar algo, ver a
Poncho con Claudia.

Si por mí fuera jamás me hubiera parado en ese teatro, nada más porque a Christian lo amo y necesitaba
verlo en escena, era su noche. Iban a ser unas cuantas horas, por supuesto que iba a poder lograrlo, lo único
que tenía que hacer era sentarme lejos de ellos, concentrarme en el escenario, felicitar a mi hermano y salir lo
más rápido posible de ese lugar. Fácil.

¡Ja!, pero que equivocada estaba, todo estuvo de mal en peor, el teatro estaba lleno de fans y de prensa,
tenía que poner mi mejor sonrisa, no dejé de buscar a Poncho con la mirada, tenía casi una semana sin saber
de él, eso es demasiado, y más cuando a una la tienen acostumbrada a estar pegados casi las 24 hrs. del
día.

Moría de ganas por oír su voz, que me dijera que todo había sido un error y que ya no andaba. Pobre ilusa.

Durante la función lo vi de reojo, tenía su mano recargada en la pierna de Claudia, y eso fue lo que necesité
para agarrar valor, fue un click, en un instante pasé de quererlo a odiarlo (por enésima vez en esos días).

Arriba del escenario no quería ni sentirlo cerca, me quemaba, intentó abrazarme y me moví sin voltearlo a ver,
de todas maneras él se acercó a mi oído, me dijo palabras en bajito que me pusieron la piel chinita.

“Te extrañé Any”

¿Cómo se atrevía a tocarme o hablarme delante de ella? Yo no podía olvidarme que la tipa estaba ahí
sentada entre el público, me sentía tan consciente de su presencia, y eso sólo me hacía rechazar más a
Poncho. ¿Además que pretendía diciéndome eso?, creyó que por unos días que no lo vi ya las cosas iban a
ser como antes?, nada sería como antes, así como yo tenía que afrontar la situación, él también iba a tener
que entender que perdía cualquier derecho que tuviera sobre mí. Ya no más coqueteos ni tampoco toqueteos,
ya no más consolarte ni confortarte en las noches. Ya tenía a otra que lo hiciera. ¿Y entonces ahora que
éramos?

¿Es posible pasar de amigos a ser amigos con derecho y luego volver a ser amigos sin derecho? Qué
situación tan más incómoda, se sentía una tensión impresionante en el grupo. Nadie sabía ni que decir, ni
cual bando tomar. En las horas de vuelo a Rumania volvía a cambiar de sentir con respecto a Poncho, ya no
lo odiaba como una noche antes, pero me invadía una tristeza inmensa. Sólo verlo u oírlo me provocaba
ganas de llorar, lo tenía cerca pero como si lo tuviera lejos, lo extrañaba, me sentía tan confundida. Y él no
decía nada, no sabía cómo portarse conmigo. Poncho es orgulloso, y no iba a estar aguantándome tantos
rechazos, se portaba distante, nervioso, quiero pensar que se sentía culpable.

Tuvimos presentación en un programa donde aproveché para desahogarme un poco y de pasó tirarle
bastantes indirectas, que más bien fueron muy directas. Todo es culpa de lo voluble que he andado estos
días, o tal vez fue sentir a nuestras fans tan cerca lo que me hizo darle un golpe bajo, preguntarle por Las
Traumadas. Sabía que con eso él entendería perfecto lo que trataba de decirle. ¿Ahora que somos? ¿Qué va
a pasar con todo?

Y vaya que captó el mensaje. Lo primero que hizo fue decirle a Pedro que las parejas “falsas” formadas para
el grupo tenían que acabar. La gente estaba tomando las cosas demasiado en serio y eso le afectaba en su
vida personal. Lo odié. ¿Esa era su respuesta? ¿Llevarnos de encuentro a los fans? Perfecto, haríamos lo
que él quisiera. Y el primer pasó….no más besos en los conciertos. Pero antes algo tenía que quedar bien
claro.

Esto no era mi culpa.

Jamás voy a olvidar el momento en que nos convertimos en algo más que amigos. La parte de la amistad ya
la teníamos bastante dominada, era la tensión sexual la que se nos estaba saliendo de control. Era algo de lo
que no hablábamos, ya hasta nosotros mismos nos creíamos el cuento de que nos teníamos un amor
fraternal pero nuestro comportamiento no demostraba precisamente eso.

Todos los que estaban a nuestro alrededor estaban acostumbrados a nuestros juegos y coqueteos, no había
mucha diferencia entre la interacción que teníamos como Mía y Miguel a cuando éramos sólo Any y Poncho.
Y era frustrante, me moría de pena de hablarlo con él, además ¿qué tal si no me correspondía? Yo sabía que
sí, lo podía sentir, pero a una le entran todo tipo de dudas e inseguridades en rollos como éstos. Y a pesar de
que son situaciones que se disfrutan, ya estábamos en una bastante incómoda.
No sé si sea normal, pero hay un punto en que ya no entiendes razones, ya te valen las consecuencias, lo
que quieres es acabar con esto que te está atormentando y listo, pasar a otras cosas. Más o menos así puedo
explicar lo que pasó esa noche. Fue una noche de esas de concierto en otro país, esos conciertos en donde
las dos horas nos la pasamos increíble en el escenario, todo era sonrisas, miradas intensas, acercamientos
provocativos y demás. Y como es de esperarse uno termina con una adrenalina impresionante y digamos que
bastante alborotado.

“No Any espérate….”

“Ay Tonto! jaja, ya mero te cierro la puerta en la mano, ¿que quieres eh? Me tengo que cambiar... Pero
pásale”

Ni tiempo me dio de saber que estaba pasando, en dos segundos se acercó a mí, me tomó de la cara y me
besó. No fue cómo me imaginé que sería, no fue un beso tierno, ni tampoco un roce lento de labios. Fue
mejor. Fue perfecto, lo que necesitábamos los dos. Apasionado, desesperado, diferente. Diferente a las miles
de veces antes que nos habíamos besado. Esto era sólo para él y para mí, no había ni televidentes ni público
presente como testigo.

Nos separamos sólo el tiempo suficiente para tomar aire, ninguno de los dos queríamos hacer pausas
grandes que se pudieran prestar a remordimientos o sentimientos de culpa. Y así como uno tiene esos
arranques de valemadrismo también a uno le llegan esos de sensatez. Y me asusté. Me asustó lo que estaba
sintiendo por Poncho, y las cosas pasan por algo, y pasaron justo cuando todo estaba subiendo de tono. De
repente se me vinieron mil preguntas a la cabeza. ¿Y Dulce? ¿Y la banda? No se suponía que era sólo por
cuestión de hormonas? Una vez más nadie me advirtió lo que iba a sentir en el corazón. Así que me asusté, y
sé que él también, los dos preferimos detener lo que estaba pasando en esa habitación. Pero en lugar de
sentirnos incómodos fue todo lo contrario, como que nuestra relación (por llamarla así) pasó a otro nivel,
ahora si ya éramos algo más que amigos. Ya no había marcha atrás. Y las cosas siguieron su rumbo, había
un entendimiento entre los dos, era algo secreto, otro más. Me sentía su cómplice, y eso me encantaba.

Sólo recuerdos. Tenía tanto de no pensar en estas cosas, pero sigo mal, sigo triste, y ahora más que nunca
me quiero aferrar a mi historia con él.

El concierto de Rumania fue raro, hace mucho que no pasaba algo así. Traté de portarme normal y no
mostrar mi enojo por los cambios dentro del show, iba a hacer mi mayor esfuerzo por que la gente disfrutara
el concierto y viera que Poncho y yo seguíamos siendo los mismos. Pero no fue así. Aquí no hubo esa
conexión. Él casi ni me miraba, no se me acercaba, me cantaba pero como si no lo hiciera consiente que yo
era la que estaba enfrente de él. No hay nada más humillante y cruel que sentirte rechazada por el niño que
adoras. Y a lo mejor y lo lógico sería mostrar un poquito de orgullo y no quebrarte ante él. No hablarle,
pagarle con la misma moneda. Yo no puedo, ya ni ganas de enojarme tenía, sólo quería seguir llorando,
esconderme de todos.

Pero la función debe de continuar, le hablé lo necesario durante la grabación del nuevo video, procuraba no
quedarme en lugares sola con él, siempre estaba pegada al resto de los chavos, los traía casi, casi de
protección. Siguió otro concierto, Valladolid, otro concierto casi sin él, ya no aguanté, me desahogué con
quien más me conoce, mis fans. Cuando grabé mi canción jamás creí que la fuera a llegar a sentir así o que
me iba a identificar tanto con ella. La canté con todo mi corazón. Algún día. Algún día espero recordar todo
este sufrimiento y saber que valió la pena, algo bueno tiene que venir de todo esto, quiero pensar que es sólo
una prueba más. Pero que tamaño de prueba caray! Siento mucho haberme quebrado así en el escenario, me
ganó la emoción, se me salieron las lágrimas. Sabía que él me estaba escuchando atrás, y sabía que había
captado mi mensaje.

Me vas a extrañar wey, yo sé que me vas a extrañar.

Nos pusieron distancia. Era necesario y obligatorio que las aguas se calmaran, yo estaba en completa
depresión, ni el consuelo de mis amigos me ayudaba, necesitaba a mi familia y sobretodo quería cerca a
Poncho, a mi Poncho de siempre. A él lo mandaron a un país unos días y yo me fui con el resto de los chavos
a otro. Ayudó? Claro que no. Por más que me hiciera la desinteresada trataba de escuchar las
conversaciones por teléfono de Chris con él, o me asomaba a ver si Mai o Dul estaban leyendo alguno de sus
mails. Necesitaba saber de él, fueron sólo unos días, y yo sentía que había sido una eternidad. Moría por
regresar a Madrid y verlo. De cualquier manera estaba sufriendo, así que cual era el caso de tenerlo tan lejos,
mejor sufrir de cerca, ¿no?
 
Sí, a ese grado había llegado mi situación. Totalmente masoquismo. El típico “Pégame pero no me dejes”,
que vergüenza. ¿Pero quién nos entiende a las mujeres? Por fin ya lo tenía delante de mí, comiendo en el
lobby conmigo y con todos los chavos y ahora no quería verlo, no sabía cómo comportarme, quería saber que
pensaba de mí, que sentía por mí. ¿Habrá al menos notado mi presencia? Pues si acaso no la notó, Pedro se
la hizo saber, porque en ese momento se armó una grande. Nuestro querido jefe/padre/guiador/etc. nos
explicó lo que había estado pasando con los fans durante los días que nos dieron de descanso. Como era de
esperarse y tal cual lo advertí, se armó la revolución por quitar los besos de los conciertos. Y me da pena pero
tengo que confesar que una parte de mi se sintió tan orgullosa de sus Traumadas, con su reacción supe que
su corazón también había resentido lo que estaba pasando con Poncho y conmigo, estábamos conectadas.

Ya no me sentía tan sola. Siguiente paso, Pedro nos sugiere que regresemos los besos al show, al final de
cuentas al público lo que quiera. Dulce y Christopher no tuvieron problema, ellos se ajustaban a lo que
nosotros dos decidiéramos. Ahora quedaba el peso entre Poncho y yo. No podía ni verlo a los ojos. Yo no
podía obligarlo a hacer algo que él ya no quería hacer. Así que la decisión iba a estar en él. Yo me quedé
callada.
 
“No manchen, de verdad es increíble lo que está pasando. Pero está bien, no voy a provocar más problemas
con mi atrevimiento de querer hacer una vida normal. Si Pedro cree que es lo mejor, adelante.”

No gritó, dijo lo que tenía que decir, se dio la vuelta y se fue, pero su sarcasmo, su enojo interno me hicieron
sentir como si me hubieran golpeado de repente.

¿Ahora era un sacrificio besarme?

Más que nunca he estado pensando en besos, pero si tuviera que escoger algo que nos une, algo simbólico
para los dos, sería eso. Ese contacto con él no lo cambio por nada, desde el primer momento fue como
magia, somos simétricos, y se oirá cursi, pero de verdad es como si mi boca la hubieran diseñado justo para
su boca. Detalles, todo está en los detalles. Adoro la manera en que me toma de la cintura para acercarme
más a él, justo ahí cuando paso mi brazo por su cuello para sentirlo mío. O que mi estatura queda perfecta a
la altura en donde puedo acurrucarme en su cuello y oler su loción,  o las palabras lindas que me dice al oído
antes de tocar mi boca.
 
Pero para lo que pasó esa noche en el concierto de Madrid, más me hubiera válido ahorrarme la pena.
 
¿Qué te pasa Poncho?, ¿Cómo me hiciste eso?”
 
Fue el peor beso jamás dado en la historia de los conciertos. Intenté hacerme mensa y salirme del escenario
pero él me detuvo, ninguno de los dos sabía cómo acercarse al otro. Aquí no hubo ni palabras bonitas, ni
caricias, casi ni nos tocamos los labios. Fue frío, rápido, sin magia.
 
“¿Yo?, ¿De qué estás hablando Anahí? Por poco y me dejas parado como tara do solo en el escenario. Si ya
sabías que nos teníamos que besar ¡para que fregados te vas!”
 
“Ese es el punto, el TENER que besarnos………no es a la fuerza wey, no me estás haciendo a mi ningún
favor. ¿Crees que la gente no se da cuenta que lo haces de mala gana? Para el beso que les dimos mejor me
hubieras dejado salirme antes del escenario y te ahorraba el sacrificio”
 
Y no sólo eso, me moría por gritarle lo mucho que me hicieron faltan en el escenario sus miradas, sus
jugueteos. Quería acariciarle la cara en Este Corazón, pero no me atrevía, ya no tenía caso, yo no quería que
fingiera. Y de verdad que las viejas estamos súper mensas. Me hubiera encantado hacerme la muy macha y
regresárselas todas y tampoco hacerle caso en el escenario, disfrutar mi momento con el público. Pero no
podía, me la pasé con cara de tarada viéndolo todo el tiempo, nada más me faltaba suspirar entre canción y
canción. Más obvia no me podía ver.
 
Y sé que también es obvio para los fans todo esto. A ellos menos que nadie los podemos engañar, nos
conocen, nos quieren, y de verdad que trato de hacer el esfuerzo por ellos, pero me duele, me duele mucho
que Poncho me rechace y más delante de ellos.
 
Sé que me estoy comportando como la víctima, pero así me siento, muy en el fondo sé que hay razones que
tengo que llegar a entender, pero ahorita la única perspectiva que tengo es la mía, y es la que me está
hundiendo.
 
Estoy luchando por aceptar la situación, por hallar una nueva manera de convivencia, pero todo ha sido muy
rápido. No puedo sanar pensando solo en mí, tengo que sanar también al público. Quiero aceptar que él ya
no es mío y que me tengo que desacostumbrar a él. ¿Pero cómo se hace eso?

Conocer los hábitos o las pequeñas cosas que le gustan a Poncho y que nadie más sabe me da un
sentimiento como de orgullo, de posesión. Como por ejemplo que le gusta cantar mientras está en la
regadera, o si empieza a tararear alguna canción de Santana significa que anda de buen humor, odia lavar su
ropa (el arte de la lavadora y secadora es demasiado para él), adora el helado y no soporta las espinacas; su
punto sensible es el cuello y no resiste que le haga cosquillas. Lo he visto llorar tanto como lo he visto reír.
Conozco sus miedos así como conozco sus sueños. Es un experto para sacarme de quicio en un pleito, pero
también es el único que me puede hacer tocar el cielo. Saca lo peor y lo mejor de mí.
 
A pesar de que ahorita está con otra, por razones que aún no he llegado a analizar y mucho menos a
comprender, significo algo importante para él, de eso no me cabe duda. Y también sé que le duele lo que
estoy sufriendo. Poncho transmite madurez, se ve centrado, seguro de sus convicciones, y lo es, pero
también por dentro es un ser muy sensible, tiene un corazón enorme. No oculta sus sentimientos, nunca ha
aguantado mucho sin hacerme saber que algo le enoja de mí, si lo llegué a herir o si lo hice el hombre más
feliz. Y sé que este momento tenía que llegar.
 
“Any, ¿puedo hablar contigo? No quiero pelear”
 
"Yo tampoco quiero ya pelear”
 
Me estaba alistando para el próximo concierto de Palmas. Después de la discusión  de anoche no habíamos
hablado.

“Wera…. ¿Ni siquiera me vas a voltear a ver?”

Maldita sea, ya volvimos al “Wera”, y justo lo que no quería hacer era verlo mientras me hablaba, y menos si
ya podía notar en su tono que traía carita triste, era obvio el sentimiento en su voz, además su loción(mi
preferida), no me estaba ayudando mucho a guardar la compostura.

“Yo también te extrañé en el concierto Anahí”

¡Yeeeees!, qué lindura, qué increíble por fin saber que él también está medio sintiendo lo mismo. Fue como si
de repente me quitaran un peso de encima. Un poco de alivio. Ya era justo y necesario que él demostrara
algo, ¿no? …Con eso tuve para voltearme y verlo, era inevitable. ¡Mi amor!, Se veía hermoso.
 
“¿Qué vamos a hacer Poncho?”

“¿Intentar encontrarnos otra vez?, no sé…..poco a poco”

“Wey, no es fácil……. Dame chance, necesito tiempo, pero no quiero que hagas nada a la fuerza, conmigo no
tienes derecho a fingir”
“No seas así Anahí!, yo no finjo. Si te sonrío, si te toco o te acaricio es porque me nace hacerlo, punto”

“Sí Poncho, ¿y yo mientras que hago?, necesitamos poner cierta distancia. Tienes novia mi rey. Ya no es
como antes”

“¡No manches!, yo sé que estoy con Claudia pero eso no significa que tú y yo tengamos que estar a dos
metros de distancia. Vamos a intentarlo…”

Bueno al menos ya habíamos llegado a algo, ya era un avance. Pero era obvio que él también tenía muchas
cosas en que pensar. Estaba como confundido, como ansioso. Tampoco sabía lo que éramos ahora.

Antes de irse me tomó de la mano y me jaló hacía él para darme un abrazo. ¡Dios, cómo lo extrañaba!, me
colgué prácticamente de su cuello mientras me tenía toda apretada a él.

No me queda ya duda de que Poncho también me necesitaba, no sé bajo qué título, creo que ni él lo
descubre aún, pero los dos necesitábamos esto.

El concierto estuvo mucho mejor. Se notaba cierta mejoría, no tal cual como antes pero al menos ya no era
raro cuando nos acercábamos. La verdad si tuve que contenerme varias veces y no correr a abrazarlo o
recargarme en su pecho. A la hora del beso me esperé a que él marcara el ritmo. Estaba tan nerviosa, no
podía ni moverme. Fue lindo, muy lindo, me tomó de la mano, me acercó y me besó, ahora sí lo sentí, no lo
pude evitar y lo abracé fuerte, sentía su mano en mi espalda y por poquito y me dejo llevar por el momento.

Pero me agarré de valor y lo medio empujé. No me soltaba. Ok, estoy exagerando, no precisamente que no
me soltara, más bien yo necesitaba alejarlo, ya estaba sintiendo las ganas de llorar. Otra vez.

Y justo ahí se me vino una idea a la cabeza. Dicen que puede que algo entre nosotros ya se haya terminado,
pero ¿significa que todo tiene que detenerse ahí? Ahora ya sabía que a él también le costaba trabajo estar
lejos de mí. ¿Y si usaba eso a mi favor para recuperarlo?

Mi plan no estuvo tan bien pensado. Creo que esa idea se me vino a la cabeza por la mejoría que tuvimos,
pero en realidad antes de empezar a hacer cualquier cosa por recuperar a Poncho tendría que averiguar
primero la razón por la cual lo perdí. Yo siento que no fue sólo por no aceptar en aquél entonces haber
andado con él. Eso es sólo parte de, pero no la razón principal.
 
He tenido días libres para pensar un poco más allá de mí y de mis sentimientos, ahora me toca ponerme, o
intentar al menos comprender la posición de Poncho. Porque si bien las cosas habían quedado un poco más
relajadas, aún no tocábamos el tema bien a bien. Oficialmente no era como que me debiera una explicación,
jamás me engañó, simplemente no lo compartió conmigo mientras lo fue viviendo. Por eso digo que jamás
creí que fuera a tomar a Claudia tan en serio, porque en realidad nunca hizo evidente sus ganas de formalizar
con ella, al menos no las hizo evidentes conmigo.
 
Hemos pasado por muchas etapas, algunas hemos estado como chicles, todo es felicidad, todo sale padre,
derramamos amor, y otras hemos estado un poco más alejados, pero no peleados simplemente dejándonos
respirar pero siempre sin soltarnos mucho, seguimos bien al pendiente de si el otro conoció a alguien o si se
portó mal por ahí. Y al final de cuentas siempre nos reencontramos en el mismo punto. Ese en donde
estamos juntos.
 
Creo que es bastante normal que nos pase eso, es demasiado el tiempo que por el trabajo estamos cerca, de
repente se necesita como que señales del mundo exterior, saber que hay más gente fuera de nuestro
“mundoerrebedezco”, salirse de la rutina. Así que creo que ahí puede partir la onda de lo que pasó con
Poncho. Claudia lo deslumbró, lo sacó de lo cotidiano. Es una cara nueva para él, tiene experiencias
diferentes que contarle, pláticas nuevas por que viven cosas diferentes. Yo soy la cara de siempre, la de
todos los días, la de los mismos juegos y los mismos cariños.

Ay dios, no me había caído de verdad el veinte de la parte física. Ahora la toca a ella y la besa a ella. Basta.

Se supone que esto tenía como fin ser una reflexión madura sobre lo que está pasando Poncho. ¡Pero caray!,
no soporto pensar que se aburrió de mí. No me quiero comparar con ella, pero ¿y si él me compara a mí? No.

Estoy haciendo las cosas mal, otra vez me estoy dejando llevar por el corazón, no estoy pensando bien las
cosas. No puedes comparar el cariño de un enamoramiento reciente, a las de un amor de años. Que fuerte.

Ahora ya hablo de amor. Si bien dicen que uno necesita el golpe fuerte para entender y aceptar tan así, libre,
sus sentimientos.
 
Puede que lo de ellos sea algo pasajero. Puede que no. No me puedo confiar ni tampoco hacer falsas
esperanzas. ¿Sabrá ella de mí? Sé que me conoce, pero no sé que tanto conoce de mi historia con Poncho.
En otra circunstancia podría casi firmar que Poncho le contó la verdad, así es él. Pero a como lo veo todavía
de inseguro con lo que estamos viviendo ahorita, tengo el presentimiento que no fue tan honesto con ella, al
menos no todavía.
 
La verdad no la odio, creo que más bien odio la idea en general de lo que representa ella en mi vida. Pudo
haber sido Claudia, Juana o Pancha. Para mí iba ser lo mismo. Tengo que ser objetiva, así fea, fea no es hee,
digamos que asco no da. Lo reconozco, no me ayuda nada que la tipa esté guapísima y tenga un cuerpazo.

De su personalidad no tengo idea. Supongo que debe de hacer reír mucho a Poncho, eso le gusta a él. Y
también supongo que….
 
Ay ya basta, esto no está ayudando, sigo igual. Ya necesito tantita paz, es desgastante estar así. Ya no sólo
me siento triste, ahora hasta enferma. Otra vez mi garganta. No me puedo descuidar, no puedo descuidar a
mi gente, ellos no tienen la culpa de nada, no se merecen verme así. Necesito tomar una decisión. Puedo
seguir llorándole y ver cómo nos alejamos más y más. O puedo igual llorarle (porque a quién engaño, soy lo
más chillona y todavía no está tan superado) pero al mismo tiempo hacer el intento si no es de reconquistarlo,
al menos de no perderlo.
 
¿Pero y si lo que lo motivó a andar con ella, en verdad fue algo que yo hice? ¿Me debo de sentir culpable?

No me desperté una mañana sabiendo que estaba enamorada de Poncho, digamos que fue algo que fui
captando con el tiempo. Cosas que a lo mejor y se vuelven habituales y sin importancia, de repente
descubres que son vitales para ti, que sin esas no podrías vivir, como darte cuenta que una habitación se
siente sola sin él, o buscar su olor impregnado en mi almohada.

De pronto descubres que a pesar de conocerlo y tenerlo tanto tiempo conviviendo contigo las mariposas en el
estómago nunca desaparecen, y lo más importante de todo es que descubres que es a la única persona que
puedes odiar con la misma intensidad con la que la amas. Odio que tenga tanto efecto en mí pero al mismo
tiempo amo que lo tenga.
 
Ahora que he estado enferma se ha portado divino conmigo. Se la pasa al pendiente de mi, checa si ya tomé
las pastillas, procura que no hable para no desgastarme así que él es quien hace toda la conversación,
obviamente evitando temas incómodos, me cuenta todas las mensadas que hizo en Londres, me presta su
ipod para oír las canciones nuevas que bajó, o simplemente se queda conmigo en silencio mientras me obliga
con la mirada a terminarme la comida. No necesitamos decir nada, simplemente tenernos cerca es
reconfortante. Y odio eso, odio que con esos gestos pueda hacerme olvidar lo triste que he estado y odiar que
muero porque me abrace o que se quede conmigo en mi cuarto mientras me duermo, pero no puedo. ¿Y
cómo no amarlo? Me ha cuidado como princesa, en los conciertos se la ha pasado viéndome, me consuela
cuando lloro por la impotencia de no poder cantar al máximo, ¿Cómo no amar sus atenciones? Todo es
natural, ya no hay nada forzado, sé que lo que hace porque le nace, no puedo evitar no sonreír ni sentir en el
pecho como una opresión cada vez que me ve, no puedo evitar no oler su loción ni envolverme en la bufanda
que me dio en el escenario si toda huele a él, son cosas que hago por inercia.
 
Pero quién me asegura que vamos a continuar así? Me siento tan insegura, aparentemente las cosas están
estables pero me quedan pocos días “sola” con él. En unos días más nos vamos de España, en unos días va
a regresar a ella y ¿yo?, no sé si voy a poder soportarlo. Me tranquiliza el estar aquí porque lo tengo a unos
pasos de distancia, sé lo que hace y a donde va. Pero  el día que regresemos a México fuera de nuestros
compromisos ya no lo voy a ver. Me encantaría pensar que seguro llegando la corta y todo vuelve a la
normalidad, pero ni para que me hago tonta, él ni siquiera me ha dicho nada, los dos nos hemos creado una
burbujita para no tener problemas, todavía no sé lo que piensa, todas mis conclusiones son basadas en lo
que siento con su comportamiento.
 
No sé si enfrentarlo y hablar con él de una vez por todas, quitarme de tantas preguntas que me he estado
haciendo todo el viaje o ya dejar las cosas así y esperar a ver como avanza su relación con Claudia.
 
Ya hasta risa me da de lo irónico de todo, si me  hubieran dicho lo que me esperaba ni me lo hubiera creído.

Ahora me arrepiento tanto de tantas actitudes que tuve y decisiones mal tomadas. Debí haber dejado a un
lado el rollo de Dul, ella me quiere y entiende lo que pasó con Poncho y conmigo, sé que al principio no le fue
tan fácil digerirlo pero era algo que ya lo veía venir y si ella que era la principal afectada nos apoyaba, ¿qué
importaba el resto del mundo?, creo que hasta ella fue la más sorprendida cuando le conté que no había
aceptado andar formalmente con Poncho, error mío, hecho está. ¿Otro más?, no debí dejar que la relación se
volviera tan abierta, tan libre, lo de nosotros no era sólo calentura, había y creo que todavía hay un
sentimiento fuerte, así que ¿por qué compartir a mi niño cuando lo puedo tener sólo para mí? Tantas escenas
de celos que nos hubiéramos evitado por las dos partes. También hecho está. Debí, debí, debí, bla bla bla, ya
ni caso tiene lamentarme.
 
Pero a pesar de todo hay algo de lo que no me arrepiento y es el haberle entregado todo de mí.

Mis sueños y mis realidades. Mi cuerpo y mi espíritu.


 
No sé qué es lo que nos espera cuando regresemos, pero cuando él la vea, deseo con todo mi corazón que al
menos en un segundo me recuerde a mí. Que recuerde nuestra historia.

Comprobado. El tiempo no ayuda. Es imposible arrancarte a alguien de tan adentro. Quién haya dicho que se
podía, mintió. ¡Está cañón!

Ya pasó bastante tiempo desde el “suceso”, bastante tiempo, bastantes viajes y un montón de intentos. Y la
verdad de las cosas es que me merecía el trancazo que me di hace meses, me lo merecía por confiada, por
pretenciosa, por querer cambiar mi destino.

Ya no recuerdo bien la primera conversación a solas que tuvimos después de que cortó. Como que cuando
uno tiene muchas ganas de saber algo se concentra sólo en las palabras claves, en esas que nos hagan
sentir conformes. Y así fue, al final lo que recuerdo de esa conversación es

“Any, la regué”….

Y con eso fui feliz.

Y no dijimos más.

En realidad ni hacía falta. Fue bastante obvio que se sentía de la fregada, traía una cara de perdedor que no
podía con ella. Y la odié, la odié tanto por hacerlo sentir así, y lo odié más a él por tarado, por caprichoso, por
querer también cambiar su destino.

Ahorita lo recuerdo y me conmueve muchísimo, me da cosa y me dan unas ganas horribles de ir y abrazarlo y
consolarlo – a pesar de que me vaya a ver raro porque es algo bastante ya superado- , pero en ese momento,
como buena vieja ardida, me sentía feliz, satisfecha. Verlo con la “cola entre las patas” me provocaba
bombardearlo de comentarios para hacerle saber – obviamente delante de todos- lo poquito que le había
durado el gustito.
Pero no aguanté. Sí, soy débil con él. Soy lo que quiera que sea. Me convierto en lo que se le da la gana.

Nada más esos ojos y tres pinches palabras bastaron para que yo lo perdonara.

Y mi corazón, y mi estómago y algo más me pedían a gritos estar con él, sentirlo cerca.

Pero no.

Me ganó algo, no sé donde dentro de mí, no sé si fue el recordar la hinchazón que me dejó en los ojos
después de haberle llorado tanto, o darme cuenta que a pesar de que estaba descubriendo y reconociendo mi
amor por él, también descubrí con todo esto que hay una Anahí que aunque está dispuesta a enamorarse y
afrontar las consecuencias que eso lleva, tampoco podía dejarse quebrar así por alguien, por nadie. Soy
dueña de mí, nadie más.

Y bueno, también está la otra parte.

Él………….Estaba dolido, se arriesgó y falló, eso cala y mucho. Siguió siendo el mismo coqueto y consentidor
de siempre, siguieron los juegos y los cariños, pero había algo que nos marcaba el limite, había algo que no
sabíamos que era, que no tenía nombre y que aún así buscábamos. Siempre como con un ansia de querer
estar cerca, pero al mismo tiempo lejos, y nadie decía nada y nadie hacía nada.

Y yo mientras… imaginando… soñando despierta que lo hago besarme como entonces… como nunca.

Y de mientras… ya no me aturdo, ya no me preocupo. Mejor disfruto de las maravillas de mí día a día.

Comerme un chocolate, ver a un chavo guapo, soñar con la playa, una tarde de caricaturas, una plática con
mi hermana, un fan cantando mi canción…

Estoy bien. Siempre, al final de cuentas, seguimos bien.

Es una etapa más, un pasito más que me hace entender que lo voy queriendo para siempre… como no
querré a nadie más.
Hay veces que ya no puedo más. Es demasiada la presión, demasiado movimiento, constante estrés, nunca
paro. Y adoro lo que hago, pero si de verdad me detengo a pensar en estos tres años, creo que se me han
pasado como una película adelantada, no sé si he tenido realmente el tiempo de procesar el sueño que he
estado viviendo. Me da miedo despertar. Me aterra no saber si voy a seguir existiendo una vez que ese
movimiento pare. Tengo tantas ideas revoloteando en mi cabeza. Ni dormida dejo de moverme. Siempre
adelantando, planeando, imaginando y deseando.

Pero este sentimiento no es permanente, pocas cosas en mi vida lo son. Ahorita puedo sentir que me ahogo
pero a la hora ya estoy riéndome de un chiste de Christian o jugando a que Peter y yo creamos el cuento
perfecto.

Pero ni cuento, ni perfecto, resultó lo del Peter pero de carne y hueso. Me acabo de enterar que se pospuso
una gira que ya habíamos empezado. ¿Por qué?, No lo sé. Son causas ajenas a nosotros, en realidad el 90%
de las veces son por cosas que están fuera de nuestro alcance, eso si es que nos llegamos a enterar.

Nosotros sólo somos el títere, los hilos los manejan las manos de arriba. Allá en el cielo que se hagan bolas.

Lo que sí me duele es que les duela a ellos. Ellos que mueven fronteras por vernos, ellos para los que con
sacrificio pagan un boleto y ellos para quienes simplemente nos quieren y nos quieren tener cerca.

Si nosotros seis pudiéramos, ya nos hubiéramos dividido en cachitos y estar en cada rincón de cada país que
ha sentido lo que cantamos. Desde el país que nos vio nacer hasta el que aprende el idioma por amor.

Pero es imposible, no puedo ni dividirme en pedazos ni pisar cada lugar. Lo intento, lo hemos intentando
estos años. Cumplir, regresar al menos un poquito de amor a cada sonrisa, a cada grito, a cada coro cantado.

Pero no se puede, y por eso me siento así. A punto de explotar. No sé si de impotencia, de agradecimiento,
de cansancio, o de las tres o ninguna a la vez.

Pero vienen cosas nuevas. Vamos a empezar de cero. Volamos muy alto y muy pronto. Necesitamos todos
tocar piso, volver a sentir la emoción de los primeros conciertos, la emoción de las primeras canciones, a
recargarnos de energía de esas primeras veces en todo.

Pero eso no quiere decir que me olvide o haga de menos todo lo que hemos vivido juntos. Cada error y cada
logro lo repetiría sin dudarlo. Jamás cambiaría esa cena en Chile llena de confesiones y perdones entre los
seis. Tampoco ese concierto lluvioso en Colombia, o la primera vez que llenamos un masivo en México. Las
lágrimas de una fan en Brasil o el abrazo de uno en España.

Jamás cambiaría sentir sus besos en la playa de Miami, su boca en Puerto Rico o sus caricias esa tarde en
Salvador. Simplemente no me imagino vivir todo esto sin él.

“Any, ven córrele, chécate esta vista, está impresionante...” Dios, había visto tantos atardeceres antes, en
diferentes playas, con diferentes personas, pero jamás me había maravillado como esa vez.

“No manches, está hermosa Poncho, se me pone hasta la piel chinita...”

Y ahí, parados solos en ese balcón del hotel en Cancún, se puso detrás de mí y me envolvió en sus brazos, y
así los dos, en silencio seguimos admirando como el azul del mar se perdía con el azul del cielo mientras el
día se iba haciendo noche.

Y así de cursi como se oye, así de real e increíble estuvo. Ya había visto antes paisajes como estos, pero lo
que hace de esa tarde algo inolvidable, es que fue el primer atardecer que pasé con él, fue como marcar el
inicio de una cantidad de aventuras que viviríamos juntos, fue una señal que me advirtió que a partir de ese
momento todo lo vería diferente y más vivo a su lado.

Y por esto y mil memorias más, sigo adelante. Por eso escribo, para desahogar lo que no puedo ahora gritar.

Y porque la verdad de las cosas... es que no lo quiero despertar.

Ay ay ay, estúpidas hormonas, ellas tienen la culpa de todo. Luego por eso los hombres nos critican
tanto......... que si somos volubles, que si somos imposibles de entender, digo, es parte del encanto, pero no
es nuestra culpa! ....Si quiero llorar y los cinco minutos reírme, ¿qué importa? Si un día no quiero tener cerca
a nadie del sexo masculino y al otro día muero de ganas por uno, ¿a quién le importa?

Me propuse no caer en tentación. Se lo merecía. Después de andar toqueteando a esa vieja él tarado no iba a
tocarme a mí con sus sucias manos (lindas, pero sucias por ella), hasta que no pasara un tiempo razonable,
según yo, un castiguito bien merecido. Total, no es como que yo anduviera tan urgida para no poder aguantar
sin sus encantos, y él sabía que no podía irse de mi casi meses y regresar como si se hubiera ido dos
horas......Él lo intentaba pero yo lo rechazaba.

No es no.

Digo, nunca he batallado para ser mamona. Un abrazo está bien, un besito en la frente también se lo pasaba,
pero más ya no, a pesar de lo mucho que mi piel lo extrañaba cerca, mi corazón sentía que era muy rápido.

Me encanta volverlo loquito, confundirlo, distraerlo con mis movimientos, que sienta mi contacto en las
coreografías, más acercamientos, roces en presentaciones, el punto... tentarlo. Pero de regreso a la realidad,
detrás del escenario y del micrófono, yo volvía a guardar mi distancia, al menos física. Pobrecito, ponía su
cara de frustración, pero él entendía que el paso lo iba a marcar yo.

Aunque Ponchito también me las regresó varias veces hee, él sabe perfecto que lo que más odio es que me
ignore, uy no lo soporto, sobre todo cuando me deja de pelar a mí por irse a pellizcarle los cachetes de ardilla
a Dulce o simplemente de amargoso a querer estar solo en su mundito con sus mega audífonos, pero eso es
lo de menos, no importa lo que haga, es el hecho de no ser yo quien ocupe toda tu atención. Pero tengo que
aguantarme porque yo también lo he hecho infinidad de veces, sobre todo cuando él no quiere acompañarme
cuando estoy con alguno de mis amigos, y he tratado de compartir con él ese cachito de mi gente pero no se
deja. No me da a escoger entre él y ellos, simplemente él toma la decisión por mí y se aleja. Pero esto no es
nada nuevo, ya ni pleito nos ocasiona, es uno de los tantos acuerdos en silencio que tenemos que tarde o
temprano vamos a tener que enderezar.

El caso es que iba a llegar el día en que esto explotaría. Moría por estar más cerca de él, pero yo misma no
me lo permitía y eso me estaba poniendo mal, muy mal.

Un día bipolar como tantos, de levantarme extremadamente temprano (como otros tantos) se vino abajo mi
plan. Y desde que abrí los ojos como que tenía un presentimiento de que no iba a ser un buen día, me sentía
de mal humor, frustrada pero con unas ganas impresionantes de verlo y eso que apenas tenía 5 minutos
despierta.

Todo el día estuvimos en friega, al menos estábamos en México de promoción intensa con el CD, así que en
cualquier break podía correr a mi casa y refugiarme en mi recámara y dejar de verlo. No soportaba mirarlo y
no tenerlo todo así despeinándote, quería comérmelo a besos. Tal vez y mi problema lo hubiera podido
solucionar con Chris, pero la verdad es que él ya no me provoca nada más que ternura, así que lo descartaba
junto con otros amigos bastante dispuestos por que el problema era que solo lo quería a él.

Así que todo el resto del día siguió peor, ya estaba histérica, gritaba por cualquier cosa y ya hasta guapos
estaba empezando a ver a los guaruras que de repente nos cuidan. Señal clarísima de que esto ya estaba
muy grave.

Llegando a la sala donde daríamos las entrevistas y después de mucho ajetreo con la prensa, le hablé medio
feo al Osito por haberme dejado a merced de los reporteros... y eso fue la gota que derramó el vaso.

Recibí un mensajito a mi celular “TE VEO EN 5 MINUTOS EN EL BAÑO”, por supuesto que era de Poncho,
pero rarísimo por que el tipo estaba enfrente mío, así que debía de ser algo delicado lo que me tenía que
decir para que anduviera tan misterioso, y la verdad lo menos que tenía en ese momento era paciencia para
dramas. Pero con la duda no me iba a quedar, así que me fui para allá.

“¿Qué pasó Poncho?, ¿Cual es el misterio?,¿ no me podías hablar ahí?”

Y eso fue todo lo que alcancé a decir, me agarró de la cintura, me acorraló entre él y el lavabo y me calló con
un beso. Ni tiempo me dio de reaccionar y se lo agradezco. Fueron segundos los que duramos sin movernos,
sin separarnos, los dos saboreando y procesando el momento, había pasado tanto tiempo sin estar así, sin
sentirlo así, que hasta ganas tenía de llorar. Él era justo lo que mi cuerpo necesitaba..... Todo lo yo que
necesitaba. Y mi boca le respondió, como si fuera el último o como si hubiera sido el primero, ya más cerca
de mí no lo podía tener y como quiera se me hacía lejos. Perdí noción del tiempo, ya ni siquiera sentía el filo
del lavabo en mi espalda, sólo estaba consciente de sus manos en mi pelo y en mi cintura, de mi pierna
enredada en él y del corazón saliéndoseme del pecho.

Nos separamos por que en algún momento teníamos que respirar, pero no se movió de mi cara...

“ ¿Ya deja ese mal humor, no? La gente no tiene la culpa de tus necesidades Any...”

¿Perdón?!!!!......Descarado, todavía se reía de mí. Intenté – fallidamente- de quitarme de él y medio decirle


que a mí no me estaba haciendo ningún favor y que el no tener sus besos en nada afectaba mi humor pero...

“Y ni te enojes wera, te lo digo de broma, además esto fue para los dos, tenía meses muriéndome de ganas
por hacerlo...”
Y se fue. Sin yo poder decir palabra. Todavía tenía su sabor y esto era lo que yo exigía para alegrar mi día.

Que vergüenza aceptarlo pero es la verdad, mi pleito con el mundo era reflejo de lo mucho que lo
extrañábamos mi boca y yo (y está de más decir que el resto del día fue felicidad y sonrisas para mí).

Así es esto, así funcionamos él y yo. Poncho ha aprendido a conocerme completamente, se sabe perfecto el
camino a seguir para tocar mis sueños. Bien o mal es la realidad, al parecer no podemos estar ni juntos ni
separados.

Lejos de él se supone que tendría paz, y la tuve, pero así no la quiero... prefiero tener su magia

Me han dicho que mi número es el 6, el de la suerte, y me agrada, significa muchas cosas; es un número par,
es la perfección de las partes, el símbolo del amor, la estrella de David... Por eso yo creo que para mí esto de
ser 5 de 6 no estaba funcionando muy bien que digamos. Me faltaba mi par. No era lo mismo en ningún
sentido, ni en voz, ni en presencia, ni en espíritu. Una presentación se resiste pero es horrible. Ahora, ¿vivirlo
por semanas? ¡Es insoportable!

Tengo que reconocer que disfruté bastante mis vacaciones, me ayudaron a distraerme de todo, sólo a ratos
era cuando sentía como una opresión en el pecho y era la señal de que lo estaba extrañando, me entraban
unas ansias!, sobre todo estando en la playa como que se antojaba estar en la alberquita con él, o salir de
antro y bailar las canciones que nos gustan y ser Poncho quien estuviera frente a mí y no otro. Pero nada de
esto pasó, a lo más que llegamos fue a llamadas por celular, pero con oírlo todo contento platicando de sus
grabaciones me tranquilizaba, pero colgaba y sólo me quedaba una sensación más fuerte de querer tenerlo
conmigo. Muchas veces lo invité a pasar el Año en Acapulco pero se complicaba su agenda, o al menos eso
me decía.

Pero las vacaciones pasaron y era hora de regresar a las actividades, ya tenía ganas de ver a los chavos,
aunque seguía faltando él. Se siente tan extraño cuando uno no está, todos son irremplazables, nadie podría
ocupar el lugar de alguno nunca. Me duele que hayan creído que yo podría atreverme a hacerlo. Mi corazón
en ese momento se dividió en mil cachitos. Me sentí como en una de las peleas que he tenido con Poncho
por mis amigos, nunca me había pasado algo parecido con los fans, pero al mismo tiempo lo entiendo y lo
acepto, cuando se trata de Poncho yo me transformo, es intocable, lo defendería con uñas y dientes. Pero
juro que mi intención nunca fue lastimarlos, a nadie. Todos son mi vida, mi mundo. No puedo escoger, jamás
podría, son amores diferentes.

Me sentí rara cuando regresó ya de tiempo completo con el grupo. No sé si eran los nervios o ideas mías,
pero las mariposas de siempre se hicieron presentes. Toda tonta no sabía si aventármele encima o llorar de
sentimiento. Pero ni una ni otra, ¡sólo nos dimos uno de los abrazos más ricos de la historia!

Pero como lo de nosotros siempre está fuera de lo normal, y como somos y no somos, creo que él también se
sentía raro. Sé y sentí que le dio mil gusto verme pero estaba medio distante, no se le notaba que estuviera
muriéndose de amor eh y por supuesto que me llené de ideas, ¿qué tal que hubiera conocido a una
argentina? O si en este tiempo se dio cuenta que lo de nosotros ya le da flojera? Y así me la pasé durante y
después del programa, en mi mundo, pensando las mil cosas que pudieron haber pasado en estas
larguísimas semanas de separación............. y casi sin darme cuenta............... ya había pedido que me
llevaran a su departamento.

“¿Any qué haces aquí? ¡Pásale!...”

“Hola Poncho...”

Toda la vida, mi vida, me he sentido segura delante de una cámara, de un micrófono, el pararme frente a un
público me hace sentir dueña del escenario, el nervio se convierte en adrenalina. Pero estar en su
departamento tiene un efecto inverso, nunca he podido dejar de sentir como mis piernas se paralizan justo en
la puerta. ¿Qué ironía, no?

“Apenas me estaba haciendo algo de cenar, ¿te preparo algo?...”

“Va...pensé que no ibas a estar, no se me ocurrió marcarte antes de venir...”

“No wera no importa, además en Televisa casi no tuvimos chance de platicar y la neta ya quería estar en mi
casita, la extrañaba.... extrañaba ya muchas cosas”

¡Eso caray!, ¿qué le cuesta ser así lindo? ¿Qué le cuesta ponerme esa carita? .... Y así empezamos a platicar
mensada y media, me tenía atacada de la risa contándome de la película y de chistes internos que por
supuesto ni entendía porque no había estado yo ahí pero me vale, con tal de estarle viendo sus ojos, o ver los
tres diferentes tipos de sonrisa que hace mientras me cuenta algo... Fue la mejor cena que tuve en días. No
me importaba que no me dijera nada de nosotros, o de mí, no necesitaba hablarlo, se podía sentir en la
comodidad en la que estábamos, en el ritmo. En cómo me miraba o acariciaba la mano, en su tono de voz o
en su modo de acomodarme el cabello detrás de la oreja. Andaba coqueto y de buen humor, y yo de mientras
casi volviéndome loquita, pero es algo que también se disfruta y hasta hace la espera más antojable.

“Estuvo poca madre que te quedaras a cenar...”

“Si Ponchito te quedaron ricos los sándwiches jajá...... ¡qué bueno que ya regresaste y acabaste tu película
eh!, ya no nos estabas pelando mucho...”

“Cállate sonsa no digas eso... extrañé esos ojitos”

Y se me iba acercando mucho.

“Y esa boquita..”

Y me dio un besito chiquito, despacito, en la orilla de mi boca.

“Y extrañé...”

“No, no, basta Ponchito que si no de aquí no me voy...”

Se rió y me despidió con un kiko en la frente y me fui, me fui contenta, casi sin aire, con la palpitación a punto
del infarto pero contenta y lo sigo estando. ¿Por qué me fui? No sé, en asuntos de Poncho siempre me gana
el corazón…y mi mente y mi cuerpo esta vez estuvieron de acuerdo, así que salimos huyendo de ahí.

No sé si me estoy todavía protegiendo a no sufrir, no sé si es el miedo a hacernos daño lo que nos mantiene
en esta situación tan rara, pero cada vez me convenzo más de que el miedo a no tener esta vida a su lado es
lo que nos debería mover a estar juntos...

¿Seré injusta por decir que no soy completamente feliz? ¿Seré mal agradecida con mi Dios por desear tener
una bendición más?

¿Qué más hago? Quiero llorar, quiero quitarme este vacío de adentro, quiero sacudirlo y gritarle que me
quiera, que no me ignore, que luche y pelee por mí. Ya me di por vencida, ya no sé que más hacer.

Rodrigo no es mi novio, novio, pero ya no es sólo mi amigo. Poquito a poquito se fue ganando un pedacito de
mi corazón…. Pero no es Poncho…

Me hace sentir querida, me consciente, me habla y me mira a los ojos, ve más allá de ellos. Se antepone a
mis necesidades, compartimos gustos y amigos. ..Pero no es Poncho….

Se ha ganado el derecho a conocer un poquito de mis sueños y de mis miedos, me protege y me quiere, me
quiere mucho... Pero no es Poncho…

Y tengo derecho a intentarlo, tengo todo el derecho a darle la oportunidad a alguien que me ha enamorado,
es un hombre bueno, trabajador, guapo. Pero no es la misma luz, no tiene los ojos miel con rayos de verde,
mi cabeza no se amolda a su cuello, no huele igual y sus besos no me hacen igual.

No sé cuál fue el momento exacto en que tomé la decisión, no puedo hablar de alguna pelea porque no la
hay, no hubo ningún disgusto, simplemente dejó de verme. Creo que ahorita su corazón y su mente están en
otro lado, y no precisamente en otra falda. Tiene proyectos, tiene metas y sueños y simplemente sentí que yo
dejé de estar en ellos. Me adora, eso lo sé y lo siento cada vez que estamos cerca, yo de eso estoy segura,
pero lo necesito siempre, no a ratos, no le pido ser prioridad sólo ser fundamental.

Cuando Rodrigo hizo más obvia su presencia en cada uno de los viajes, muy dentro de mí creí que eso lo
haría reaccionar un poco, sentir un poco de celos, que me diría algo… pero nada, lo único que hice fue
acercarlo más a Dulce, se refugió en ella para no estar cerca de mí. Fue tan obvio, fue tan evidente para
todos, los jueguitos con el bebé siguieron iguales, ¿pero y Poncho? Poncho me ignoraba, no eran desplantes,
simplemente a ratos era como si yo no estuviera. Y dejé de hacerme presente como otras veces en donde
siempre iba a reclamarle que no me hiciera caso, ahora ya no, él sabía perfecto lo que me estaba pasando
con Rodrigo y no hizo nada para impedirlo, hasta hoy no sé qué piensa, ni siquiera sé si le molesta o no, él
tiene una manera muy diferente a mí a la hora de tomar decisiones, su lógica es diferente, tal vez piensa que
es lo mejor para mí, no sé, no sé nada y me desespera mucho, me desespera que me deje ir.

Pero me siento más fuerte, las altas y bajas que hemos tenido me han madurado, claro que me duele lo que
está pasando, claro que le lloré y mucho sobre todo empezando los conciertos fue cuando más resentí la
diferencia…estoy casi segura que él me está dando mi espacio, lo noto en sus miradas y en sus sonrisas, lo
notó cuando me canta y me impone su presencia y él sabe la influencia que tiene en mí por eso lo hace, es
como hacerse notar, como diciendo “vete pero sabes que siempre voy a ser yo”….. ¿Y entonces?

No lo entiendo, de verdad que ahora más que nunca estoy confundida, no sé lo que está pasando por su
cabeza, y no lo voy a presionar a que me lo diga. La culpa no es de uno, este ha sido un largo camino para
los dos, han sido muchas barreras las que hemos tenido, y creo en lo que siento por él y en la magia que
tenemos juntos, en ciertos momentos cada uno se ha ajustado a lo que el otro necesita, nos hemos cuidado,
nos hemos amado, peleado horrible y reconciliado hermoso, pero ya no puedo cegarme a la realidad.

Y tengo miedo, me asusta la idea de pensar en el día en el que se acabe el grupo, en el día en que los
compromisos ya no nos obliguen a estar juntos, ¿qué va a pasar? Ni siquiera sé si vamos a seguir siendo
amigos, si ahorita no estamos compartiendo tiempo libre, el único sueño que nos queda juntos es RBD… y se
me encoje el corazón nada más de imaginarme no tenerlo cerca el resto de mi vida.

Lo que he hecho en el pasado queda comprobado que de muy poco me ha servido porque obviamente no
estoy con él, así que tengo que seguir adelante, aún creo en un “nosotros”, así que intentaré estar contenta, la
vida me ha consentido muchísimo, me está dando cosas que me hacen estar tranquila, estoy descubriendo
emociones nuevas. Y no quiero hacerle daño a nadie, quiero que la gente que me rodea esté feliz por mí.

Ahorita no puedo evitar sentirme melancólica, estoy en Playa y este lugar es mágico para mí, siempre me
sensibiliza al máximo, siento y pienso en todo y en él con más fuerza, pero no soy ninguna víctima, no tengo
derecho a quejarme, tengo que ver las cosas positivas, hacer balanza, en mis arranques- que es cuando
comúnmente escribo- siempre tengo mi corazón y mi mente a mil por hora, lo traduzco tal cual lo siento y
tengo que madurar, necesito entender que por algo estoy viviendo esto, aprender de mis errores.

ADORO a Poncho, con mayúsculas y sintiendo sus besos y sus manos y teniendo mil recuerdos en cada una
de esas letras, eso no va a cambiar… nunca…, pero hay dentro de mi unas ganas de al menos esta vez, sólo
por esta vez, no planear el tiempo, sólo crear sueños nuevos.

También podría gustarte