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UNVERSIDAD POPULAR AUTONOMA DE

VERACRUZ

MATERIA: DERECHO Y BIOETICA

DOCENTE: DEMETRIO CUESTA MOLINA

ALMNO ROCIO CARMONA BLANCO


SEPTIMO CUATRIMESTRE
LICENCIATURA EN DERECHO

01 DE JULIO DE 2022
PRINCIPIOS GENETICOS EN MATERIA DE TRANSPLANTES
En 1984, 1a Ley General de Salud publicó, en su título decimocuarto, la
reglamentación para el control sanitario de la disposición de órganos, tejidos,
células y cadáveres de seres humanos. Por otra parte, el reglamento interior de la
Secretaría de Salud señala en su artículo 23, que es atribución de la Dirección
General de Regulación de los Servicios de Salud el control y vigilancia sanitaria de
la disposición de órganos, células y cadáveres de seres humanos.

El CONATRA se crea como una comisión intersecretarial de la administración


pública federal, que tiene como objetivo regular, apoyar, promover y coordinar las
acciones que en materia de trasplantes realizan instituciones de salud de los
sectores público, social y privado.

Este organismo tiene entre sus principales funciones:

— Proponer políticas, estrategias y acciones para la elaboración y aplicación del


Programa Nacional de Trasplantes.

— Diseñar, instrumentar y operar el Sistema Nacional de Trasplantes.

— Promover la constitución de consejos estatales de trasplantes en todo el país.

— Prevenir el tráfico ilegal de órganos y tejidos, en coordinación con autoridades


competentes.

— Coordinar sus acciones con el recién creado Centro Nacional de Trasplantes.

EL DONANTE DE ORGANOS Y TEJIDOS


La donación y el trasplante de órganos han supuesto un enorme avance en el
conocimiento de la biología y en el bienestar de las personas al tiempo que han
originado preguntas éticas sobre alguno de los aspectos relacionados con ellos.
Así, los trasplantes de órganos plantean múltiples cuestiones sobre el significado
de la muerte, la constitución de la identidad humana, las fronteras entre los
individuos y entre las especies, las diferencias entre la naturaleza y la cultura, el
tipo de ciencia biológica y médica que nuestra sociedad desarrolla, etc.1. Los
trasplantes nos dicen mucho sobre nosotros mismos porque revelan valores
culturales que asignamos al cuerpo y, a su vez, nos descubren nuevos terrenos
sobre los que reflexionar para entender los límites que definen los lazos sociales, y
cuestionan muchas asunciones generalizadas sobre la relación entre el cuerpo y
la identidad personal. El marco ético para analizar estas cuestiones se fundamenta
en tres pilares básicos que deben impregnar tanto la práctica sanitaria como su
análisis ético:
1. La idea que mantiene que las personas no somos sólo medios sino que también
somos fines en nosotros mismos y que por ello tenemos dignidad y no precio.

2. La convicción de que el fin no justifica los medios sino que, al revés, muchas
veces son los medios los que justifican y hacen buenos los fines.

3. La defensa de que todos los seres capaces de comunicación lingüística deben


ser reconocidos como personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones
son interlocutores virtuales y la justificación ilimitada del pensamiento no puede
renunciar a ningún interlocutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la
deliberación.

Para el análisis de los problemas éticos se propone seguir la metodología que


aplica los cuatro principios ya clásicos de la bioética8: a) la justicia, esto es, la
distribución equitativa de las cargas y los beneficios de nuestras acciones; b) la no
maleficencia, la obligación de no hacer daño o, si éste es necesario, que sea el
mínimo necesario para conseguir el fin propuesto, que debe ser siempre un bien
superior al daño causado; c) la autonomía, el obligatorio respeto de las decisiones
nacidas de la libre voluntad de las personas, y d) la beneficencia, el compromiso
de hacer el bien. Además, se propone que hay una ordenación jerárquica de estos
cuatro principios, una ordenación que los divide en dos niveles: el primero, al que
llamaré ética de mínimos o del deber o del consenso compartido, está compuesto
por los principios de justicia y de no maleficencia y constituye un mínimo
obligatorio para todos, algo que todos debemos cumplir y de lo que somos
responsables no sólo moralmente sino incluso legalmente porque, al menos en los
países democráticos, sus contenidos están habitualmente recogidos en las leyes.
Un nivel de exigencias éticas y legales, por tanto, que se nos puede obligar a
cumplir incluso expeditivamente desde instancias externas a nosotros mismos,
porque son derechos y deberes que los ciudadanos nos reconocemos los unos a
los otros.

DONANTE VIVO Y DONANTE CADAVER


Partiendo de la existencia de niveles entre principios, debemos asegurar de
entrada que la práctica del trasplante respeta estrictamente el principio de justicia.
Esto es, que no habrá discriminación injusta alguna, que se garantizará la igualdad
de oportunidades entre las personas a la hora de determinar quién es o quién
puede ser donante, y exactamente igual, quién es o quién puede ser receptor.
Para ello se debe redactar y consensuar protocolos y guías clínicas que recojan
las cuestiones médicas y sociales necesarias para especificar con claridad las
características de los donantes y el proceso de su selección, así como las de los
receptores y su proceso de selección y, finalmente, las de la distribución de
órganos. Estas guías han de ser consensuadas entre todos los sectores
involucrados en el mundo del trasplante, públicas, sujetas a revisión y, por tanto,
modificables. Para respetar el otro principio del primer nivel, el de no maleficencia,
en el caso de que el donante sea un donante cadáver, se debe especificar con
claridad y concisión el proceso de determinación diagnóstica de la muerte
encefálica y vigilar su estricto cumplimiento. Se debe asegurar, además, que la
donación respeta la voluntad expresada en vida por el paciente y parece
aconsejable éticamente preguntar a sus familiares al respecto (aunque una lectura
estricta de la ley permitiría la extracción de los órganos si el fallecido no hubiera
hecho constar lo contrario de manera fehaciente en vida). Esta indagación, que de
alguna forma se puede entender como solicitud de consentimiento, está
moralmente indicada porque, a pesar de que a veces los familiares deniegan el
permiso para la extracción y no se consiguen todos los órganos, su realización
refuerza los valores comunitarios de la solidaridad y el altruismo y ayuda a las
familias a superar el dolor de la pérdida de un ser querido10. En el caso de
donante vivo, se debe asegurar que la donación es fruto de una voluntad libre,
consciente, conocedora de los riesgos en que incurre por el hecho de donar y no
presionada ni económica ni socialmente. No hacerlo así sería maleficente para el
donante, además de injusto. Respetar el principio de justicia obliga también a no
hacer publicidad de la necesidad del trasplante concreto. Esto es, a no difundir la
necesidad que una persona tiene de un órgano concreto, cuestión que ha de
mantenerse en el anonimato y la confidencialidad. Como anónimo y confidencial
debe ser también el nombre del donante y el del receptor, para evitar, entre otras
cuestiones, la posibilidad de presiones indebidas desde la familia del donante
hacia el receptor. En la donación de vivo, casi por definición, o al menos por sus
propias características casi siempre, este carácter de confidencialidad y anonimato
no existe, por lo que el esmero en la evitación de presiones ha de ser más
exquisito aún.

Muchos han sido los retos científicos, técnicos y éticos a los que se ha tenido que
dar respuesta para llegar a la situación actual. Y muchos y variados siguen siendo
los retos actuales de los trasplantes11, algunos de los cuales menciono a
continuación.

La medicina como profesión moral

Es absolutamente necesario en este momento recordar el obligado respeto ético y


legal que por la autonomía del paciente debemos tener y ejercer los profesionales
de la sanidad. Pero tampoco debemos olvidar que nosotros también somos
agentes morales, que debemos reflexionar sobre la moralidad de lo que hacemos
(y de lo que dejamos de hacer) y que ello nos debe llevar a hacer lo que creemos
indicado técnica y éticamente y a no hacer lo que consideramos inadecuado.
Incluso llevando la contraria al paciente. Porque no somos una empresa de
servicios, sino profesionales con responsabilidad técnica, legal y moral.

Objetivo del trasplante

Toda la actividad trasplantadora debe tener un objetivo claro: ser beneficitos para
con los pacientes y, al mismo tiempo, actuar de manera justa y responsable
también respecto de la sociedad. Ello nos obliga a trabajar con la más elevada
calidad técnica y humana en todas y cada una de las actuaciones que al final
hacen posible la realidad del trasplante, desde el tratamiento a nuestros pacientes
al diagnóstico de la muerte cerebral, la información a las familias, la solicitud del
consentimiento familiar, el respeto al cuerpo del cadáver y el anonimato y la
confidencialidad de los datos, la elaboración y el cumplimiento estricto de los
criterios de selección de donantes y receptores, así como los de la distribución de
los órganos, la realización de campañas de sensibilización pública sobre la
necesidad de órganos, la defensa de los valores de la solidaridad y el altruismo, la
información veraz sobre nuestras actuaciones con nuestros fallos y nuestros
aciertos y, por qué no, de nuestros logros, de las vidas salvadas, de las vidas
mejoradas, de las sonrisas recuperadas.

Indicaciones del trasplante

Por otro lado, en el campo de las indicaciones, enfermedades que hasta hace
poco se consideraban contraindicaciones formales, tanto para la donación como
para recibir un órgano, están en proceso de revisión y eliminación de la lista de
exclusiones, entre ellas determinadas hepatitis, la infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana, etc. Algo similar está pasando con los límites de edad.
Son éstas cuestiones que deben ser analizadas detenidamente para evitar
discriminaciones de cualquier tipo que conduzcan a injusticias en la distribución de
los recursos. Los trasplantes ya no se justifican únicamente porque salvan vidas.
El proceso de trasplante también debe salir airoso del análisis de coste-beneficio
del tipo que socialmente se haya consensuado. Porque los trasplantes se
financian entre todos, y a las necesidades de todos deben responder.
DILIGENCIA DE CONSENTIMIENTO
El consentimiento informado es la expresión tangible del respeto a la autonomía
de las personas en el ámbito de la atención médica y de la investigación en salud.
El consentimiento informado no es un documento, es un proceso continuo y
gradual que se da entre el personal de salud y el paciente y que se consolida en
un documento. Mediante el consentimiento informado el personal de salud le
informa al paciente competente, en calidad y en cantidad suficientes, sobre la
naturaleza de la enfermedad y del procedimiento diagnóstico o terapéutico que se
propone utilizar, los riesgos y beneficios que éste conlleva y las posibles
alternativas. El documento escrito sólo es el resguardo de que el personal médico
ha informado y de que el paciente ha comprendido la información. Por lo tanto, el
consentimiento informado es la manifestación de la actitud responsable y bioética
del personal médico o de investigación en salud, que eleva la calidad de los
servicios y que garantiza el respeto a la dignidad y a la autonomía de las
personas. Debido a que los valores u objetivos de las personas varían, la mejor
elección no siempre es la que prioriza a la salud, sino la que prioriza el máximo
bienestar de acuerdo a los valores u objetivos de cada persona. Por lo tanto, no es
ya el médico el único que decide la mejor alternativa.

El consentimiento informado consta de dos partes:

a. Derecho a la información: la información brindada al paciente debe ser clara,


veraz, suficiente, oportuna y objetiva acerca de todo lo relativo al proceso de
atención, principalmente el diagnóstico, tratamiento y pronóstico del padecimiento.
De la misma manera es importante dar a conocer los riesgos, los beneficios físicos
o emocionales, la duración y las alternativas, si las hubiera. El proceso incluye
comprobar si el paciente ha entendido la información, propiciar que realice
preguntas, dar respuesta a éstas y asesorar en caso de que sea solicitado. Los
datos deben darse a personas competentes en términos legales, edad y
capacidad mental. En el caso de personas incompetentes por limitaciones en la
conciencia, raciocinio o inteligencia; es necesario conseguir la autorización de un
representante legal. Sin embargo, siempre que sea posible, es deseable tener el
asentimiento del paciente.

b. Libertad de elección: después de haber sido informado adecuadamente, el


paciente tiene la posibilidad de otorgar o no el consentimiento, para que se lleven
a cabo los procedimientos. Es importante privilegiar la autonomía y establecer las
condiciones necesarias para que se ejerza el derecho a decidir. Cuando se trata
de un procedimiento de riesgo mayor al mínimo, el consentimiento debe ser
expresado y comprobado por escrito, mediante un formulario firmado y será parte
del expediente clínico.
DISTRIBUCIÓN DE ORGANOS
Dado que la lista de espera para trasplante renal es la más numerosa y donde se
observan grandes variaciones en los tiempos de acceso al trasplante, coincidiendo
con idéntica necesidad receptores que solo llevan algunos meses en diálisis y
otros que han tenido que esperar 10 años o más, hay que actuar con más cuidado
para evitar polémicas que puedan resultar negativas en los índices de donación.
En el momento actual, los criterios de distribución de riñones tienen que ser
totalmente objetivos, exclusivamente médicos y que busquen el máximo beneficio
del receptor, de carácter público, aceptados con el mayor consenso posible y
basado en normas de actuación que tengan entre sus objetivos el elegir al mejor
receptor de entre todos los posibles. Estos criterios tienen que ser verificables,
esto es, cuando un facultativo elige a un posible receptor y deja a otros sin
trasplante, tiene que ser capaz de clarificar la selección y justificar los motivos de
aquella elección, y siempre dos observadores independientes deberían elegir al
mismo receptor si aplicaran idénticos razonamientos. Y finalmente, los criterios
aplicados en la distribución de los riñones tienen que ser revisables para que
puedan ser actualizados de acuerdo a los progresos y avances médicos. Asignar
órganos para trasplante mediante decisiones colectivas de una variedad de
profesionales diversos que tuvieran en cuenta variables médicas, técnicas,
psicológicas, socioeconómicas, etc., no parece operativo en el caso de los
trasplantes de donante cadáver, porque son decisiones urgentes. Sin embargo,
hasta hace unas décadas, cuando las posibilidades de diálisis en nuestro país
eran limitadas, sí existió este tipo de "tribunales" para decidir la inclusión o no de
cada paciente urémico en diálisis y, por ende, al trasplante. Aunque el azar sería
un criterio neutro en la distribución, entre una gran lista de espera, de un recurso
escaso como los riñones, es a todas luces injusto por irreflexivo, al no estimar
ningún criterio médico y disminuir probablemente las posibilidades de
supervivencia con injertos distribuidos aleatoriamente.

Finalmente, cuando la población percibe transparencia y criterios justos en la


selección de receptores, con imparcialidad respecto a condiciones de los
receptores, entonces esa población mayoritariamente apoya la donación y el
porcentaje de potenciales donantes en encuestas realizadas en vida es
significativamente mayor que cuando los encuestados perciben que existen
factores que discriminan tanto la atención médica como el acceso a tratamientos
con trasplantes. Por ello la ética, la transparencia y la justicia son alianzas que
acaban siendo muy rentables.
CUESTIONES BIOETICAS EN EL MARCO DE LA REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Según el principio de autonomía de la bioética, toda persona adulta y consciente,
en el seno de una sociedad secularizada, tiene derecho a decidir sobre su vida y
su salud, debiendo respetarse su voluntad o decisión respecto a la elección de
una determinada terapia, entre varias alternativas de tratamientos cuando éstos
existen. Sin embargo, la principal polémica existente en torno a este principio se
presenta entre personas creyentes y no creyentes. Para los primeros, persiste la
idea de que sólo Dios es dueño y señor de la vida, y los hombres no pueden
disponer libremente de ella, sólo les corresponde cuidarla y conservarla. Los
segundos por no aceptar a priori una instancia sobrehumana, afirmarán que el
hombre es dueño y señor de sí mismo, pudiendo decidir libremente sobre su vida
y lo que le conviene, en tanto, no atente contra los derechos de los demás. Debido
a lo anterior, el principio de autonomía es relativo, argumentándose que la
autonomía de la voluntad humana es válida dentro de un marco jurídico y nunca
puede estar en contra de principios que regulan el orden público. Como salida
ante este dilema, por regla general, suele respetarse la voluntad del paciente
sobre otros factores que también deberán considerarse. Pero ante casos
extremos, puede prevalecer el beneficio objetivo del paciente, de acuerdo con la
valoración que brinda el profesional médico, sobre su propia voluntad. Criterios
adicionales señalan que, dentro de un orden jurídico dado, la vida y la salud no
son bienes patrimoniales de los que cada ciudadano puede disponer libremente;
asimismo, los actos de disposición del propio cuerpo están prohibidos en muchos
países, cuando éstos puedan causar disminución permanente de la integridad
física.

Principio de beneficencia: Literalmente consiste en "hacer el bien", lo que obliga al


profesional de la salud a esforzarse al máximo por el bien del paciente. En casos
extremos, se tiende a hacer prevalecer el beneficio objetivo del paciente sobre su
propia voluntad y autonomía con el fin de mejorar su salud. La principal objeción
es que no hay consenso único de lo que es hacer el bien y existe la dificultad de
que cada persona puede decidir lo que es bueno según su propio entender. Por
ello el principio de beneficencia es válido únicamente en situaciones en que se
comparten unos mismos valores morales sobre el sentido del bien. Lo que en
apariencia puede ser visto como bueno para unos, no necesariamente lo es para
otros. Entre las limitaciones que presenta el principio de beneficencia, está la
proporción esperada de éxito de un tratamiento y sus costos e inconvenientes.
Otro límite está dado por el concepto moderno de "calidad de vida" que indica que
el bien de una persona no siempre es vivir más tiempo a costa de una existencia
precaria y dolorosa.
Principio de no - maleficencia

Este principio puede ser aplicado a cualquier intervención médica,


experimentación, etc. A este principio le corresponde la misma expresión de la
norma: no matar, no atentar contra la integridad personal, no perjudicar la salud,
etc. Como conclusión puede decirse que este principio se interpreta normalmente
en el sentido de que no se puede hacer daño o mal a otro directamente, excepto
por los efectos secundarios o daños colaterales, que son inevitables en
tratamientos farmacológicos o quirúrgicos. El deber de no hacer el mal, de no
dañar es más conciso y obligatorio que el deber de hacer el bien.

Principio de justicia

Para Justiniano, el principio de justicia es "la constante y perpetua voluntad de dar


a cada uno lo que le es debido". En el ámbito de la bioética tiene que ver con el
acceso, la distribución y priorización de los recursos médicos disponibles y su
utilización equitativa posible. La justicia será dar a cada paciente lo que permita
recuperar su salud o aliviar su sufrimiento. Pero esto nunca es posible debido a la
brecha existente entre los recursos disponibles y los requeridos para atender
debidamente las necesidades crecientes por el hecho concreto del crecimiento
demográfico de la población.

Valoración ética de la FIV

La valoración ética de las técnicas de reproducción humana, depende mucho de


los valores religiosos y antropológicos, - presentes o no -, a la hora de juzgar la
aceptación de las mismas. A la pregunta anteriormente planteada, de si ¿le es
lícito a la ciencia y la técnica hacer todo lo que tiene capacidad de hacer?, la
respuesta es que, no todo lo que desde el punto de vista científico - médico puede
realizarse, es éticamente aceptable. Es necesario con una actitud abierta y crítica,
darnos la oportunidad de discernir entre el rechazo a priori de la tecnología,
producto de la inteligencia humana, y su capacidad para contribuir al bienestar
humano, y el abuso de la misma con finalidades distintas a la preservación de la
vida, rechazando aquellas intervenciones técnicas con finalidades distintas a las
reproductivas. Marciano Vidal propone el rechazo de las siguientes:

Fecundar óvulos humanos y producir embriones para trasplantes de médula ósea


con el fin de salvar a otro hijo.

Mantener embriones vivos para proveer muestras utilizables.


Comerciar con embriones o con sus células con fines cosméticos. En los países
avanzados de Europa, se utilizan, desechos de fetos humanos abortados como
materia prima para muchos de sus productos. En Estados Unidos, la industria del
aborto factura aproximadamente seiscientos millones de dólares anuales por esta
actividad.

Utilizar industrialmente embriones para importación o exportación.

INVESTIGACIÓN DE EMBRIONES
Cuando se pregunta a los científicos y la gente de la calle qué piensan sobre la
naturaleza ontológica y ética del embrión, es decir, qué cosa es o quién es el
embrión humano, cuáles son las exigencias morales que reclama de nosotros, se
obtiene un muestrario muy variado y contradictorio de respuestas. La mayoría
responde con la consabida frase de las encuestas de opinión: “No sabe, no
contesta”. Pero lo curioso del caso es que entre los que responden “No sabe” no
faltan los científicos, más aún, los expertos en Embriología clínica. Esta ignorancia
específica es un fenómeno reciente. Porque hasta el advenimiento de la FIVET,
todo el mundo consideraba al embrión de cualquier especie como un ser
(embrionario) de esa misma especie. Cualquier libro de Embriología humana
podía empezar así: “El desarrollo de un individuo humano comienza con la
fecundación, fenómeno en virtud del cual dos células muy especializadas, el
espermatozoo del varón y el oocito de la mujer, se unen y dan origen a un nuevo
organismo, el cigoto”.

Esta afirmación ya no es sostenida en muchos círculos. Parece como si la


desmitificación de la fecundación humana, la observación visual directa de este
fenómeno siempre sorprendente, produjera efectos opuestos entre los
observadores. A unos les provoca una duradera sonrisa de asombro, al
contemplar la sencillez indescriptible y misteriosa con que un nuevo hombre es
engendrado. A otros les causa una especie de incrédulo desengaño, como si no
aceptaran para el hombre una génesis tan humilde y dicen que el zigoto es algo
irrelevante, un producto molecular que carece de valor humano, un momento
vacío de significado. Para resumir adecuadamente las respuestas a esta pregunta
capital, qué dicen los hombres que es el embrión humano, voy a limitarme a
mostrar dos posiciones prototípicas y altamente significativas. Una es la del
Informe del Comité de Estudio sobre Fecundación y Embriología Humanas, el
Informe Warnock, que muchos consideran como una obra maestra de la ética
secularista. La otra es la que nos ofrece la Instrucción de la Congregación para la
Doctrina de la Fe sobre el Respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la
procreación, el documento que nos expone la visión cristiana -respeto y dignidad-
sobre el embrión y su génesis. No puede ocultarse la decisiva influencia que el
Informe del Comité Warnock ha tenido sobre lo que mucha gente piensa acerca de
las técnicas de reproducción humana asistida y sobre el embrión humano. Pero es
necesario recalcar que, en lo que ahora nos concierne, la contribución principal del
Informe Warnock ha consistido en lanzar una bomba de humo sobre la cuestión
del rango ético y biológico del embrión. La mayoría de los miembros del Comité,
con el propósito de neutralizar éticamente al embrión humano y de despojar de
significación moral nuestras relaciones con él, optó por privar al embrión humano
de consistencia ontológica y lo convirtió en una noción funcional. El Comité
escribió: “Aunque las cuestiones de cuándo la vida y la personalidad comienzan a
aparecer son susceptibles de respuestas netas, sostenemos que las respuestas a
tales cuestiones son de hecho complejas amalgamas de juicios factuales y
morales. Por ello, en vez de intentar responder directamente a esas preguntas,
hemos pasado sin más a la cuestión de cómo es correcto tratar al embrión
humano”.

PROBLEMAS ABIERTOS EN REPRODUCCION ASISTIDA


La Reproducción Asistida ha experimentado progresos médicos y tecnológicos
enormes e impensables. El número de tratamientos que se realizan en todo el
mundo aumenta cada vez más, y son millones los niños nacidos por estos
procedimientos. Desde el punto de vista médico, clásicamente, la solución a los
problemas morales surgidos en el ejercicio profesional se ha resuelto atendiendo a
dos directrices marcadas por la moral religiosa y los códigos deontológicos. Hoy
se vive bajo la influencia del derecho como armonizador de valores en conflicto en
una sociedad ética y culturalmente plural, por lo que existe el deber de su
cumplimiento cuando en una situación determinada existe una legítima legislación
vigente, lo que puede provocar la creencia de que la única verdad radica en los
jueces y que la única responsabilidad es la legal. Sin embargo, las técnicas de
reproducción asistida (TRA), han abierto innumerables interrogantes éticos
distintos de los planteamientos religiosos o legales, que se han intentado abordar
mediante la elaboración de distintas guías y recomendaciones por parte de
sociedades científicas en diversos países. Nuestra contribución como
profesionales de la reproducción humana ha sido el Código Ético que elaboró el
Grupo de Ética y Buena Práctica Clínica en el seno de la Sociedad Española de
Fertilidad (1). En cualquier tratamiento médico nos encontramos normalmente ante
dos agentes morales, el equipo asistencial, por un lado, y los pacientes, por otro.
Ambas partes, mediante el diálogo e intercambio de ideas e información
consensuan la utilización de una técnica médica con un fin determinado. Sin
embargo, en las Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) existe otro agente
potencial implicado ligado al fin de las mismas: tener un hijo y la actuación de los
profesionales de la medicina reproductiva se centra en un aspecto especialmente
sensible para muchos ciudadanos: su deseo de reproducirse.
Las excesivas expectativas ante los avances tecnológicos, la incertidumbre de los
resultados, la limitación temporal de los tratamientos, la apertura hacia una
medicina del deseo, etc. pueden generar tensiones que requieren un análisis
profundo. Las parejas que desean tener un hijo son un grupo especialmente
vulnerable, susceptible en muchos casos de ser explotadas: en el entorno de la
medicina reproductiva, se hace necesaria esta reflexión, para evitar que criterios
estrictamente económicos sustituyan en buena medida al compromiso
responsable con la actitud médica. Tal enfoque obliga por lo tanto a los
especialistas en reproducción a ofrecer un cuidadoso trato y respeto con los
pacientes y con los potenciales niños nacidos mediante estas técnicas. Por todo
ello, se hace también necesario tener en cuenta el conjunto de valores afectados
en cada caso.

Los problemas que suscitan estas técnicas, por todo lo previamente comentado,
son numerosos e importantes. Es difícil poder resumir todos y cada uno de los
interrogantes éticos que se plantean, por lo que se intentará reducir los mismos,
agrupándolos en los siguientes apartados:

a) Los relacionados con los profesionales de la medicina reproductiva

b) Inherentes a las técnicas

c) Los que competen a la sociedad: reproducción transfronteriza

d) Futuro e investigación

Previamente se presentará un resumen de la situación actual en el panorama


mundial de las técnicas de reproducción asistida.

En esta revisión no se incluirán dos temas que, por su gran envergadura y


controversias éticas que suscita, pueden ocupar por sí solos una extensa
investigación bibliográfica. Estos son: el estatuto del embrión y la subrogación
uterina.
TECNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Como parte de esta revolución científica ha surgido la maternidad subrogada. Una
mujer acuerda ya sea con fines altruistas o económicos, gestar en su útero un
embrión, que puede o no tener su material genético. Al término del embarazo,
entrega el recién nacido a los solicitantes.

De esta forma se ha diversificado el concepto de “maternidad” como se conoce


tradicionalmente, generando el debate sobre quién puede considerarse la madre
del bebé que nace, explica la doctora Alicia Hamui Sutton, secretaria de
Educación Médica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Aquella que presta su vientre para llevar a cabo el proceso de gestación, aunque
el material genético no sea de ella

Aquella que aporta el material genético del bebé que se gesta en otro vientre

Aquella que cría al bebé sin aportar el material genético o gestarlo

La maternidad subrogada ha sido un tema de debate en el ámbito médico,


científico, bioético, social y jurídico, por los diferentes escenarios que pueden
intervenir en el proceso. “Hay movimientos feministas que se oponen a la
maternidad subrogada porque lo consideran una cosificación del cuerpo de la
mujer al ser utilizado con un fin mercantil. Mientras una mujer está embarazada,
no es solo ella y el proceso biológico que se está llevando a cabo en su cuerpo,
sino que hay otros interesados en su embarazo. La mujer se ve limitada en su
acción por ser portadora de un bebé que no es suyo” explica la académica de la
UNAM. Otras posturas apelan a que lejos de condenar y prohibir el avance
científico, es necesario legislar, vigilar y proteger a las diversas partes a fin de
evitar la trata reproductiva, la trata de bebés y garantizar los derechos de los
infantes.

“En México, no hay una legislación federal que establezca una postura del país
frente a este tema, por lo que hay estados que lo permiten y otros que no” Por
esta razón deben considerarse para su estudio la Constitución Mexicana de los
Estados Unidos Mexicanos, la Ley General de Salud, el Reglamento en materia de
Investigación de la Salud, así como los Códigos Civiles y el Códigos Penales de
cada entidad. En la Constitución Mexicana en el artículo 4, se establece que
“Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada,
sobre el número y el espaciamiento de sus hijos”. Sin embargo, ni en la Ley
General de Salud ni en el Reglamento en Materia de Investigación para la Salud
se contempla el término y proceso de la maternidad subrogada, únicamente se
menciona la fertilización in vitro.
GENETICA CLINICA
Ello es especialmente notorio en el Proyecto Genoma Humano (PGH) que
identifica y localiza espacialmente los genes y se refiere a los procesos genéticos
en términos materiales de secuencias, desdoblamientos, uniones, replicaciones.
También el concepto de patrimonio se basa en una concepción espacial y como
tal encuentra su aplicación en el derecho. Al gen materializado se le da ubicación
y adscripción patrimonial pública pero, por ser de todos, es de nadie, volviéndose
susceptible de manipulación sin protestas en tanto se escabulle de todo análisis
ético. De manera que, cuando Broeckman3 dice que "la aplicación clínica de la
genética no se encuentra ya en la metáfora del espacio euclidiano, sino que
desarrolla un concepto probabilístico y estadístico del espacio", está apuntando a
dificultades éticas y jurídicas de consideración. Posiblemente haya que extremar
este argumento, pues la genética manipulativa obedece, más allá de un cálculo de
probabilidades, a una presunción de potencialidades y, si pensamos influir
genéticamente sobre futuras generaciones, nunca podrá dejar de ser una hipótesis
probabilística. Una conclusión importante para la bioética es que la genética
clínica deja de hablar el lenguaje individual de la medicina terapéutica tradicional y
comienza a referirse a conceptos poblacionales tales como norma, probabilidad,
tamizaje, pool genético, futuras generaciones potencialmente modificadas. Y eso
significa que la bioética principia lista, que nutre todos nuestros esfuerzos en el
campo del encuentro clínico individual, deja de ser operativa en estos nuevos
ámbitos de la genética pública y de sus problemas ético-sociales propios. En la
etapa de la investigación topográfica del genoma humano se fue perfilando un
análisis ético simplificado que celebraba los beneficios de todo conocimiento
genético, así como la necesidad de fomentar investigaciones génicas,* cuidando
únicamente de no menoscabar la privacidad ni la autonomía de los probando. Un
programa ético por de pronto sencillo, fácil de cumplir pero igualmente simple de
ser transgredido. Acumulados los conocimientos, por lo demás aún rudimentarios
dentro de todo lo que se necesita saber para influir sobre el genoma humano,
comenzaron los conflictos éticos más de fondo, referentes al diagnóstico y manejo
de información genética, cuestiones patrimoniales, la legitimidad y consecuencias
de transformaciones genéticas, la ecuanimidad en la asignación de recursos,
todos problemas con profundas repercusiones sociales que la bioética aún no
debate a fondo.

La intervención genética es un servicio de bien común y por lo tanto debe ser


disponible en programas de acción equitativos para toda la ciudadanía. En este
nuevo marco general se ha de desarrollar un discurso bioético que estudie las
acciones sanitario-genéticas desde el punto de vista social elaborando, tal como
sucede en otros programas de salud pública, procesos de protección a la
ciudadanía que se preocupen del bien común y eviten quedar empantanados en
decisiones principia listas únicamente preocupadas del derecho reproductivo y
genético de individuos aislados.

TERAPIA GENICA
Algunas veces un gen es defectuoso o parcialmente incompleto desde el
nacimiento, o puede cambiar o mutar durante la vida adulta. Cualquiera de estas
variaciones puede interrumpir la manera en que se elaboran las proteínas, lo cual
puede conllevar a problemas de salud o enfermedades. Mediante la terapia
genética, los científicos pueden hacer una de varias cosas dependiendo del
problema existente. Pueden substituir un gen que esté ocasionando un trastorno
de salud por uno sano; agregar genes que le ayuden al cuerpo a combatir o a
tratar la enfermedad, o desactivar los genes que están ocasionando problemas.
Para insertar genes nuevos directamente dentro de las células, los científicos
utilizan un medio conocido como un “vector” que ha sido diseñado genéticamente
para administrar el gen. Los virus, por ejemplo, poseen la capacidad inherente
para suministrarle material genético a las células y, por lo tanto, pueden ser
utilizados como vectores. Sin embargo, antes de que un virus pueda utilizarse
para trasmitir genes terapéuticos a las células humanas éste es modificado para
remover su capacidad para ocasionar una enfermedad infecciosa. La terapia
genética se puede emplear para modificar las células al interior o por fuera del
cuerpo. Cuando se hace al interior del cuerpo, un doctor inyectará el vector que
porta el gen directamente a la parte del cuerpo que tiene las células defectuosas.
En la terapia genética que se utiliza para modificar las células fuera del cuerpo, se
puede tomar sangre, médula ósea u otro tejido de un paciente, y se pueden
separar tipos específicos de células en el laboratorio. El vector que contiene el gen
deseado se introduce a estas células. Las células se dejan para que se
multipliquen en el laboratorio y luego le son inyectadas nuevamente al paciente
para que continúen multiplicándose y, con el tiempo, generar el efecto deseado.

La terapia genética promete transformar la medicina y generar opciones para los


pacientes que viven con enfermedades difíciles e incluso incurables. A medida que
los científicos continúan logrando grandes avances en este tipo de terapia, la FDA
está comprometida a ayudar a acelerar su desarrollo mediante el análisis oportuno
de tratamientos innovadores que pueden salvar vidas.
PROYECTO GENOMA
El Proyecto del genoma humano (PGH) fue un programa de investigación
colaborativo e internacional cuya meta era la del mapeo (cartografía) y el
entendimiento completo de todos los genes de los seres humanos. Todos nuestros
genes juntos se conocen como nuestro "genoma". El PGH fue la culminación
natural de la historia de la investigación de la genética. En 1911, Alfred Sturtevant,
en aquel entonces investigador como estudiante universitario en el laboratorio de
Thomas Hunt Morgan, se dio cuenta de que él podía - y que tenía que, para poder
gestionar sus datos - mapear las necesidades de los genes de la mosca de la fruta
( Drosophila melanogaster ) cuyos miembros fueron estudiados por el laboratorio
de Morgan a lo largo de varias generaciones. El primer mapa génico de Sturtevant
puede ser comparado con el primer vuelo de los hermanos Wright en Kitty Hawk.
A su vez, el Proyecto del genoma humano puede ser comparado con el programa
Apollo que llevó a los seres humanos a la luna. El material hereditario de todos los
organismos multicelulares es la famosa doble hélice de ácido desoxirribonucleico
(ADN), que contiene todos nuestros genes. El ADN, a su vez, está elaborado de
cuatro bases químicas, cuyos pares forman los "peldaños" de las moléculas de
ADN que serpentean en forma de una escalera de caracol. Todos los genes están
formados por tramos de estas cuatro bases, ordenados de distintas maneras y en
diferentes longitudes. Los investigadores del PGH han descifrado el genoma
humano de tres maneras principales; han: determinado el orden, o "secuencia", de
todas las bases en el ADN de nuestro genoma; elaborado mapas que muestran
las condiciones de los genes para las principales secciones de todos nuestros
cromosomas; y produjo lo que se conoce como mapas de ligamiento,Drosophila ,
a través de los cuales puede realizar un seguimiento de características heredadas
(tales como aquellas para enfermedades genéticas) a lo largo de varias
generaciones.

El PGH ha revelado que existen probablemente alrededor de 20.500 genes


humanos. La secuencia humana completa ahora puede identificar sus tiempos.
Este producto final del PGH ha dado al mundo un recurso de información detallada
sobre la estructura, organización y función del conjunto completo de genes
humanos. Esta información puede requerirse como el conjunto básico de
"instrucciones" hereditarias para el desarrollo y función de un ser humano. El
Consorcio Internacional de Secuenciación del Genoma Humano ( International
Human Genome Sequencing Consortium ) publicó la primera versión preliminar
del genoma humano en la revista Nature en febrero de 2001, con el 90 por ciento
de la secuencia de los tres mil millones de pares de bases del genoma completo.
Un dato sorprendente de esta primera versión preliminar fue que el número de
genes humanos pareció ser significativamente menor que las estimaciones
anteriores, que variaron desde 50.000 genes hasta tantos como 140.000. La
secuencia completa fue terminada y publicada en abril de 2003.

Tras la publicación de la mayor parte del genoma en febrero de 2001, Francis


Collins, el director del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano
( National Human Genome Research Institute , NHGRI), dijo que podría pensarse
del genoma como un libro con múltiples usos: "Es un libro de historia - una
narrativa de la travesía de nuestra especie al paso del tiempo. Es un manual de
taller, con un plano increíblemente detallado para construir cada célula humana. Y
es un libro de texto transformativo de medicina, con entendimiento que dar a los
proveedores de atención de la salud inmensos poderes nuevos para tratar,
prevenir y curar enfermedades". Las herramientas creadas a través del PGH
también ofrecen información sobre trabajos para caracterizar los genomas
completos de otra variedad de organismos utilizados extensamente en
investigaciones biológicas, cuentos como ratones, moscas de la fruta y
platelmintos. Estos trabajos se respaldan entre sí porque la mayoría de los
organismos similares tienen muchos genes similares, u "homólogos", con
funciones. Por lo tanto, la identificación de la secuencia o función de un gen en un
organismo modelo, por ejemplo, en el nematodo C. elegans,tiene el potencial de
explicar un gen homólogo en los seres humanos o en uno de los otros organismos
modelo. Estas ambiciosas metas requirieron y continuarán exigiendo una variedad
de nuevas tecnologías que han hecho posible construir relativamente rápido una
primera versión preliminar del genoma humano y continuar refinando dicha
versión. Estas técnicas incluyen:

Secuenciación del ADN

El empleo de polimorfismos de longitud de los fragmentos de restricción (RFLP)

Cromosomas artificiales de levaduras (YAC)

Cromosomas artificiales bacterianos (BAC)

La reacción en cadena de la polimerasa (RCP)

Electroforesis

Claro que, la información es tan buena como la capacidad para usarla. Por
consiguiente, se necesitan métodos avanzados para la amplia difusión de la
información por el PGH a los científicos, médicos y otros profesionales, a fin de
asegurar la aplicación más rápida de los resultados de las investigaciones para el
beneficio de la humanidad. La tecnología y la investigación biomédica son
beneficiarios específicos del PGH.

BIOETICA Y NUEVAS TECNOLOGIAS BIOETICAS


La historia de la genética es relativamente reciente, pero es una historia de
cambios acelerados que han obligado a que a cada paso nos cuestionemos sobre
las opciones éticas que se nos presentan. Aunque se hicieron avances en
genética desde que Mendel inauguró la disciplina, podemos situar el inicio de la
genética contemporánea —la genética molecular— con el descubrimiento de la
estructura del ADN por Watson y Crick en 1953. En los siguientes años, la
genética verá el desarrollo de técnicas para secuenciar el código genético
humano. En la década de 1960 el eje central de la investigación en genética fue la
regulación de la expresión de los genes, que ya en los años 70 se pudo controlar y
manipular. Pasamos entonces a la era de la genómica, que sin duda tiene su
momento estelar en 2003 cuando Craig Venter y Francis Collins anunciaron que
habían completado la secuencia del genoma humano. La genética ha seguido
avanzando desde entonces en la dirección de la edición genética, es decir, en la
capacidad de modificar el código genético para que un organismo presente rasgos
genéticos específicos. Todo esto, particularmente la edición genética, nos ha dado
un poder inmenso para modificar el mundo natural —finalmente, todos los seres
vivos compartimos la misma estructura genética básica, el ADN, y todos nuestros
genes son susceptibles de ser modificados—. Así, por un lado, nos ha dado el
poder de modificar plantas y animales y de crear organismos genéticamente
modificados o transgénicos; por otro lado, el poder de prevenir y tratar
enfermedades, de influir sobre la reproducción, así como de modificar y mejorar
rasgos genéticos de un ser humano. Aquí dejaré de lado el asunto de la
modificación genética de plantas y animales y me centraré en las aplicaciones de
la genética para la salud humana.
EL DERECHO ANTE LAS TECNOLOGIAS GENETICAS
El 'derecho genómico es la rama del Derecho que regula el desarrollo de la
genética y su influencia en el ser humano, las especies animales y vegetales y el
medio ambiente, de manera directa indirecta. En otras palabras, se trata de una
rama del Derecho considerada interdisciplinar y transdisciplinar dada la
complejidad del conocimiento de ciencias que ocupa, ya que toca todos los puntos
de vista involucrados (Social, Científica, Jurídica, Bioética, Filosófica, etc) en su
relación con el Derecho. El Derecho genómico, entonces, se dedica desde esas
ópticas al estudio y regulación de las actividades genéticas que manipulen el
genoma de las especies vivas, considerando como posibles intervenciones las que
se hagan directamente sobre él, o las que puedan hacerse indirectamente (por
ejemplo, por un contagio o por ingesta). Además de ello, también estudia de qué
manera esas técnicas genéticas pueden servir al sistema judicial y de salud, entre
otros.

El Derecho Genómico, en la doctrina jurídica comparada, reconoce una serie de


denominaciones equivalentes, tales como: Derecho Genético, derecho y genética,
Derecho de la genética, Biojurídica, Bioderecho, derecho de las biotecnologías,
Derecho y genoma humano, iusgenética, Derecho de las actividades genéticas,
Derecho de las nuevas tecnologías de la vida, etc. e incluso, ha sido asociada a
un capítulo específico de la Bioética o de la Filosofía del Derecho. Como puede
apreciarse, no existe consenso en la doctrina en el empleo de una denominación
uniforme para la disciplina.

El objeto principal de estudio del Derecho Genómico lo constituyen los fenómenos


jurídicos, existentes o aún no propuestos (tales como leyes, reglamentos, códigos,
etc.), consecuencias (responsabilidad en sus diversos tipos, por ejemplo,
subjetiva, objetiva, contractual, extracontractual o culpabilidad en sentido amplio,
etc.), o interrelaciones que tienen su nacimiento en las actividades científicas que
desarrolla la Genética (vgr. admisibilidad en materia probatoria, es decir la
posibilidad de ser presentado como prueba en juicio, aplicación para políticas de
salud pública, criminalística, etc)

Los elementos que constituyen la estructura del Derecho Genómico son los
siguientes:

Sujeto activo: Es un ser humano que puede desplegar o realizar la conducta en


actividad técnica o científica genética, teniendo o no los conocimientos específicos
- dado que podría ser, incluso, una actividad genética accidental -, pero que
realiza una intervención en el genoma de cualquier especie viva o que genera un
impacto ambiental determinado, positivo o no.
Sujeto pasivo: Puede ser cualquier ser vivo – concebido o no -, su descendencia –
presente o futura – o, incluso, un grupo de ellos por la modificación de su medio
ambiente, sea ésta positiva o no.

Responsabilidad: Tanto en materia civil como penal o administrativa, esta puede


darse por la intervención en el genoma o en el impacto en el medio ambiente, sea
a título de culpa o de dolo con los alcances que cada uno de estos tienen en cada
rama del Derecho. (Recordemos que el dolo y la culpa en cada materia no son
considerados de la misma manera, ni tampoco producen las mismas
consecuencias jurídicas).

Antijuridicidad: Entendida bajo los principios y reglas bioéticas que deben regir la
actividad genética. Cuando una actividad técnica o científica genética se opone a
los principios y reglas que establece la Bioética, se considera una actividad
antijurídica, en otras palabras, contraria a Derecho.

Conducta: Es la actividad humana, por acción u omisión, dirigida a perseguir un fin


específico y que produce un resultado determinado, o puede poner en peligro a un
individuo, una especie o un grupo de ellas. La conducta se considera positiva si no
se opone a los principios y reglas bioéticas, es decir, si no es antijurídica.7

Esta enumeración es semejante a la correspondiente a otras ramas del Derecho.


En concreto, se trata de los mismos elementos que se requieren para el
nacimiento de la relación entre los sujetos
LA CLONACIÓN
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos tutela la vida, protege la
salud y prohíbe la discriminación por cualquier motivo o condición. En este
sentido, una práctica como la clonación de seres humanos es incompatible con
nuestra Carta Magna. La Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció en
sentencia del 14 de febrero de 2002: "el ser humano tiene vida desde el momento
de la concepción y/o fecundación, por tanto es una persona con derechos". La
creación de embriones humanos por medio de clonación, independientemente de
que se realice con fines reproductivos o terapéuticos, atenta contra el mandato
constitucional de no discriminación al permitir la destrucción de los últimos.
Asimismo, la Constitución garantiza la libertad e integridad de la persona lo que
significa que el patrimonio genético es irrepetible e inalterable. Contrario a ello, la
clonación elimina el azar genético que garantiza la evolución de la especie y crea
una línea de relación difusa entre el nacido y el donador de la célula somática. La
clonación como opción reproductiva detiene el proceso evolutivo por la falta de
recombinación genética entre los gametos femenino y masculino y daña al
producto por la transmisión de las mutaciones somáticas del donador.

Por su parte, la Ley General de Salud y el Reglamento de Investigación para la


Salud recogen los principios básicos del buen ejercicio científico y de la ética
médica, contenidos en instrumentos internacionales como el Convenio sobre
Derechos Humanos y Biomedicina y el Protocolo Adicional para Prohibir la
Clonación Humana del Consejo de Europa y códigos de bioética, tales como
autonomía, beneficencia no maleficencia y protección de la dignidad que derivan
en consentimiento informado, riesgos mínimos para los participantes y los
lineamientos de aplicación de otras alternativas terapéuticas o de investigación. La
clonación, independiente del fin para el que se utilice no cumple con dichas
premisas. En ningún momento se toma en consideración al ser humano creado
mediante la técnica de clonación para efectos de consentimiento informado y
respeto a su dignidad. Ante la imposibilidad de obtener tal consentimiento se
asume que el procedimiento es en su provecho, principio inexistente debido a que
el beneficio para el embrión es nulo sobre todo en caso de que sea creado con
fines terapéuticos ya que será destruido para extraerle las células troncales.

Respetar la dignidad humana es reconocer el proyecto de vida de cada persona,


es hacer referencia al bienestar individual, es defender y preservar su integridad
genética, es respetar los derechos del hombre desde su gestación. Los anteriores
enunciados no se oponen a diversas concepciones filosófico-jurídicas, ya que en
todas las formas de interpretación de la realidad, se asume la libertad del hombre
y su preeminencia sobre cualquier interés colectivo. Así lo ha entendido la
comunidad internacional, prueba de ello son los instrumentos legislativos a nivel
nacional, regional e internacional. La Declaración Universal sobre el Genoma
Humano y los Derechos Humanos establece que "no deben permitirse las
prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines
de reproducción de seres humanos". El Convenio sobre Derechos Humanos y
Biomedicina del Consejo de Europa prohíbe la producción de embriones humanos
para la investigación, lo que se interpreta como la prohibición de la clonación con
fines terapéuticos. Por su parte, el Protocolo Adicional a la Convención Sobre la
Prohibición de la Clonación en Seres Humanos de 1998 prohíbe cualquier
intervención que tenga como finalidad crear un ser humano genéticamente
idéntico a otro ser humano vivo o muerto. Por su parte diversas legislaciones
nacionales como las de Alemania, Argentina, España, Italia, Francia, Noruega,
Suecia, Suiza, entre otras, establecen disposiciones claras en contra de la práctica
de la clonación humana y de protección al embrión humano, conscientes del
atentado que esta práctica representa para la dignidad humana, el orden social y
el marco jurídico. Desafortunadamente en nuestro país no existen normas que
aborden de manera expresa la manipulación de embriones y la clonación,
aspectos que han sido regulados en otras naciones hace ya más de quince años.
De ahí la importancia de evitar que la indefinición y el vacío jurídico existente en
nuestro país, lo convierta en un paraíso para aquellos científicos que se dedican a
dichas prácticas.

El avance en la biología molecular, la biotecnología y la biomedicina nos sitúan


con frecuencia en temas frontera donde los medios, las expectativas y los efectos
generados trastocan valores y principios básicos de nuestra comprensión sobre la
vida. Hemos constatado que la investigación libre y el simple avance científico no
siempre han contribuido al bienestar de la sociedad. El desarrollo de la ciencia y la
técnica como un fin en sí mismo, carente de análisis sobre sus beneficios o sus
efectos dañinos a las personas y al medio ambiente, ha generado hechos
catastróficos y degradantes a la humanidad. Al extremo de utilizar al propio ser
humano como simple objeto, como animal de laboratorio. Estos acontecimientos
nos han enseñado a ser cautos, a reflexionar, a analizar las teorías, las
investigaciones y las aplicaciones sobre todo en el terreno de la biomedicina a fin
de construir una ciencia responsable, benéfica para el ser humano, respetuosa de
sus derechos y su dignidad. La técnica de clonación más desarrollada hasta el
momento y que se utiliza como base para proyectos de clonación en seres
humanos consiste en la transferencia de material nuclear de una célula somática
en un óvulo enucleado. Es decir, la clonación es una forma de reproducción
asexual, en cuyo procedimiento no interviene la presencia de los dos gametos: el
óvulo y el espermatozoide. Sin la presencia de estos dos gametos, que aporten
igual número de cromosomas y den como resultado que el ser formado tenga una
información genética proporcionada casi en partes iguales por cada uno de los
progenitores, se tiene que el ser clonado resulta, prácticamente, una réplica del
donador.

BASE DE DATOS GENETICO


Para que los descubrimientos y las invenciones tengan un impacto duradero sobre
toda civilización, deben ser recordados y diseminados entre quienes son capaces
de actuar en ellos. Es indudable que los sistemas de comunicación influyeron en la
adopción de las ideas de Gregor Mendel, con una fuerza que ni en su propia
época pudo tener.

En la actualidad, enormes cantidades de pensamientos innovadores y trabajos


creativos, son capturados y diseminados de manera instantánea mediante la
computación.

De este modo, las biociencias no han sido ajenas a esta vorágine comunicacional,
y ello es desde hace unos años atrás, por lo que me permito hacer un breve
reconteo histórico – a modo de relato – para poder situarnos perfectamente en el
contexto que hace a la problemática que trataremos, pero cuya especificidad
amerita este tipo de tratamiento.

En la década de 1970 surge, con la aparición de los primeros genomas virales, la


bioinformática, es decir, la integración de disciplinas computacionales y teorías de
sistemas con la información biológica que requería un tipo de procesamiento y
análisis muy distintos. Una vez que esta nueva disciplina tomó suficiente cuerpo,
surge un conjunto integrado con otras ciencias, que conformarían, finalmente, la
llamada Biología Molecular Computacional, consistente en una serie de
herramientas, procedimientos y disciplinas para generar nuevo conocimiento a
partir de ese volumen encriptado de información. ¿Qué sucede – como ahora –
cuando esas investigaciones tienen directa repercusión en el ser humano, cuyos
resultados interesan en sobre manera a la colectividad? Tomemos en cuenta que,
estamos hablando de la decodificación de la información íntima de los miembros
de la colectividad, cuyos datos quedarían bajo el manejo estatal, quien, puede
delegar por la especificidad concreta del estudio en cuestión, su investigación en
entes que mantengan sobre sus cabezas un mero control. Evidentemente, entran
en juego cuestiones de índole de derechos humanos, consecuencia lógica del
Estado de Derecho que venimos tratando, los cuales no constituyen ni una falacia
ni una ilusión sin sustento. Con estas prescripciones, se estaría cumpliendo con lo
acordado por el Art. 7 de la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los
Derechos Humanos; asimismo, se estaría respondiendo a los principios
garantistas de igualdad – en igualdad de condiciones– e intimidad.
Lo que resta es esperar para ver cómo se deberán preparar las instituciones
jurídicas para el siguiente cambio, pero no por ello permanecer de brazos
cruzados. La concientización necesaria que surge del debate es el ingrediente
imprescindible para estos días que nos tocan vivir.

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