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JUVENIL I
NIVEL 1
MIJECAD | PASTORAL JUVENIL
Formando Líderes de Excelencia
CONTENIDO
DEFINICIÓN DE TÉRMINOS: Abuso, Maltrato Y Violencia…………………………………...………….. 3
PERFIL PSICOLÓGICO……………………………………………………………………………………... 4
Cognitivo……………………………………………………………………………………………… 4
Emocional……………………………………………………………………………………………... 4
Comportamentales…………………………………………………………………………………….. 5
Psicológico…………………………………………………………………………………………… 10
Neurológico………………………………………………………………………………………….. 11
Mecanismo de defensas………………………………………………………………………………. 13
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………..… 17
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PERFIL PSICOLÓGICO
▪ COGNITIVO
Los agresores suelen tener pensamientos distorsionados sobre los roles personales, familiares y
sociales. Consideran que el otro es inferior a ellos y lo justifican mediante la violencia, el maltrato o el abuso.
Son personas que están repletas de prejuicios, lo que les hace reaccionar de manera violenta u agresiva. Sus
signos de intolerancia les convierten en tiranos, testarudos, obstinados y antidemocráticos. Su rigidez de
pensamiento hace que impongan siempre y ante cualquier circunstancia su criterio personal, convirtiéndolos
en abusadores, maltratadores y violentos; no dejan espacio para la crítica, la autocrítica u otros puntos de vista
contrarios a los suyos. Algunas de las características que debes tomar en cuenta para observar su perfil es:
1. Incapacidad para la resolución de problemas
Su inflexibilidad cognitiva les imposibilita aprender o buscar soluciones a sus problemas. Esto puede
ser debido a que presentan un pensamiento polar o dicotómico. Es decir, se posicionan en uno de los dos
extremos: o bien o mal. No existe término medio o mesura posible. La evidencia explica que todo lo ven
blanco o negro porque han sido criados según este criterio. Suelen ser hijos de personas con una educación
muy estricta y recta.
2. La rumiación en el pensamiento:
Es un rasgo importante que está asociado a la inseguridad, los celos desmedidos y el aislamiento entre
otros, porque la persona vive sus preocupaciones, desarrollando un monólogo interno en el que las dudas y los
celos se tornan certezas en su fantasía. Estas ideas se le van imponiendo lentamente y llevan a que el hombre
se aísle y no hable con nadie. Se torna más callado, serio y enojado a medida que aumenta la tensión, este
mecanismo de pensamiento se autentifica.
▪ EMOCIONAL
3. Baja autoestima
Su infancia ha marcado el curso de su desarrollo emocional. Por eso, el perfil psicológico de un
maltratador, abusador y violento, evidencia una clara falta de autoestima. Esta poca consideración y amor hacia
uno mismo puede ser la causa o la consecuencia del maltrato, abuso o violencia. Por supuesto que, en ninguno
de los dos casos, está justificado. El problema es que no es consciente de su falta de amor propio. Y en vez de
entrenar su autoconcepto, opta por adoptar una actitud pasivo-agresiva en todos los ámbitos de su vida.
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4. Dependencia emocional
El desgaste en las relaciones con otras personas tiene como principal consecuencia un paulatino
aislamiento social. Al carecer de todo tipo de amistades, las atenciones que presta se centran únicamente en su
pareja. Poco a poco, su relación amorosa se vuelve una obsesión para ellos. Generan dependencia
emocional porque consideran al otro como su único punto de apoyo y la fuente de toda intimidad. Y le exigen
cada vez más y más y la relación se torna enfermiza.
▪ COMPORTAMENTALES
8. Abuso de sustancias:
Si bien el consumo de sustancias es un rasgo característico en este tipo de personas, no se debe asociar
directamente como causa del maltrato, en todo caso el alcohol u otro tipo de drogas pueden ser un precipitante
del acto de agresión. Por ello, es un error culpar al alcohol de la conducta violenta. Este punto es importante
ya que algunos agresores suelen escudarse tras el alcohol: Ejemplo: “Es que ese día había bebido, ella me
provocaba y provocaba, yo sólo quería dormir y me pudo. Si no hubiera bebido, me hubiera controlado”.
9. Dificultades de comunicación
Esta resistencia pasiva a la hora de desenvolverse con las personas evidencia sus dificultades para
comunicarse de manera eficaz con los demás. De hecho, la falta de asertividad es uno de los rasgos
característicos del perfil psicológico de un maltratador, abusador y violento. La manera que tienen
de imponerse a la autoridad y a las reglas es a través del resentimiento, la terquedad o la desidia. Este tipo de
personas suelen ser poco asertiva, por lo que no se expresa ni de manera directa ni con claridad.
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10. Necesidad de control
Al desarrollar ese sometimiento, se sienten en la necesidad y la obligación de controlar todo lo que hace
o siente su pareja: su trabajo, las relaciones que tiene con su familia, su círculo de amistades, sus gustos.
Desarrolla actitudes de vigilancia extrema y celos enfermizos. Uno de los problemas del maltratador
psicológico es que piensa que solo su manera de pensar y hacer las cosas es la correcta, por lo que los demás
deben someterse a su voluntad. Si no le obedecen se enfada, aunque no tenga razón. Obviamente, esta persona
no está abierta al diálogo porque cree que solo existe una verdad: la suya. Todo lo que no encaje en su manera
de ver el mundo simplemente está mal. Como resultado, intentará controlar a todos, llegando a provocar una
asfixia emocional.
11. Frustración
Son muy frecuentes los casos en los que, a raíz de su frustración
laboral, los maltratadores descargan toda su ira y rabia en el ambiente
doméstico. Manifiestan irritabilidad exacerbaba y una falta
generalizada de control de sus impulsos. Este tipo de violencia,
denominada expresiva, tiende a reforzarse a medida que van
sucediéndose los episodios violentos.
El ciclo de la violencia, abuso y maltrato se compone de tres fases, las cuales pueden variar en
intensidad y en duración:
1. Acumulación de tensión: la persona agresora se empieza a enfadar por cualquier cosa, provocando un
aumento de la violencia verbal. Al mostrarse como episodios aislados, la víctima cree que puede controlarlos
y que acabarán por desaparecer, sin embargo, la tensión aumenta y se acumula.
2. Explosión o agresión: la acumulación de tensión acaba provocando una explosión de ira, en forma de
violencia psicológica, física y/o sexual. Tras el episodio la víctima queda atemorizada y angustiada. Durante
los primeros episodios es difícil que la víctima pida ayuda, de hecho, es probable que tenga un fuerte
sentimiento de culpa y vergüenza que hagan que oculte lo sucedido, distanciándose de sus familiares y amista-
des. Esta situación también provoca que la víctima se muestre distante con su pareja.
3. Calma, reconciliación o “luna de miel”: La persona agresora intenta recuperar a la víctima mostrándose
arrepentida, haciendo falsas promesas de cambio, mostrándose cariñosa y/o dándole regalos hasta conseguir
ser perdonada. Tras esta fase la pareja vive un periodo de cierta tranquilidad, en la que la víctima se muestra
ilusionada y esperanzada de que la situación no vuelva a ocurrir. Pasado un tiempo, cuando quien agrede
considere amenazado su control y poder en la relación, por ejemplo, si la víctima intenta actuar de manera libre
o autónoma (salir sin haberle pedido permiso, que quiera estudiar o trabajar sin que la pareja lo considere
adecuado, realizar una compra sin su autorización, contestarle…), lo considerará un acto de rebeldía e iniciará
de nuevo el ciclo.
• Vergüenza: se siente la única persona que está sufriendo esa situación y está avergonzada por la
situación que vive, por haber aguantado la violencia, por no ser capaz de dejar a su pareja y por lo que
la gente pueda opinar.
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• Justificación: trata de razonar y comprender a la persona agresora, disculpándole y no reconociendo
la realidad (“son los nervios”, “no está en un buen momento” o “lo hace porque me quiere”).
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▪ Señales físicas repetidas (moratones, magulladuras, quemaduras)
▪ Falta de higiene (suciedad, malolientes, con ropa inadecuada, etc.)
▪ Cansancio o apatía permanente (se suele dormir en el aula)
▪ Cambio significativo en la conducta escolar sin motivo aparente.
Otras conductas en niños y adolescentes:
▪ Lloran fácilmente.
▪ Quieren y anhelan la atención de los adultos, tal vez incluso del agresor.
▪ Evitan o están desinteresados o excesivamente interesados en una
conversación sobre el sexo apropiada para su edad.
▪ Tienen muchos miedos que carecen de explicación.
▪ Descuidan las tareas escolares, o se evaden con un exceso de trabajo escolar, deportes u otras
actividades.
▪ Mienten fácilmente.
▪ Se rebelan contra padres y maestros.
▪ Se escapan de la casa.
Abuso sexual en niños:
• Pesadillas u otros problemas para dormir sin una explicación
• Parece distraído/a o distante en momentos extraños
• Cambio repentino en el apetito (aumento o disminución)
• Cambios repentinos de humor: ira, miedo, inseguridad o retraimiento
• Deja “pistas” que pueden provocar una conversación sobre temas
sexuales
• Miedo nuevo o inusual a ciertas personas o lugares
• Negarse a hablar sobre un secreto que comparte con un adulto o un niño
mayor
• Escribe, dibuja, juega o sueña con imágenes sexuales o aterradoras
• Habla sobre un nuevo amigo mayor
• De pronto tiene dinero, juguetes u otros regalos sin razón
• Piensa en sí mismo/a o en su cuerpo como repulsivo, sucio o malo
• Muestra nuevos comportamientos, lenguaje y conocimientos sexuales similares a los de los adultos
• Tiene signos físicos de abuso sexual (estos son más raros, pero pueden incluir lo siguiente):
• Dolor, sangrado, secreción u otro trauma físico en los genitales, en el ano o en la boca
• Infecciones vaginales (niñas) o enfermedades de transmisión sexual
• Dolor persistente o recurrente al orinar o defecar
• Accidentes de humectación o suciedad no relacionados con el entrenamiento para ir al baño
• Dificultad al tragar
Comportamiento que con mayor frecuencia presentan los adolescentes:
• Señales de depresión o ansiedad
• Comportamientos autodestructivos (cortarse, quemarse)
• Pensamientos o intentos de suicidio
• Comer compulsivamente o hacer una dieta extrema
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• Higiene personal inadecuada
• Abuso de drogas y alcohol
• Promiscuidad sexual
• Huir de casa
• Miedo a la intimidad o cercanía
• Dinero extra o regalos sin explicación
El abuso, maltrato y la violencia, ya sea físico, emocional, verbal o sexual, puede tener efectos a largo
plazo en tu salud mental. El trauma puede afectar a la manera en que te sientes sobre ti misma/o y cómo te
relacionas con otros. Las personas que han pasado por el abuso, maltrato u otro trauma tienen mayor riesgo de
desarrollar una afección de salud mental, como depresión, ansiedad o trastorno por estrés postraumático
(TEPT). Por ende, los efectos del maltrato, la violencia y el abuso físico son fáciles de ver, e incluso de valorar.
Sin embargo, cuando hablamos de maltrato psicológico, manipulación, abuso y agresión emocional, la cosa
cambia.
No se puede objetivar, ni ver a simple vista, ni radiografiar. Es tal la complejidad, tal el impacto invisible
que deja, que la víctima se ve muchas veces incapacitada a la hora de pedir ayuda. ¿Cómo explicarlo, cómo
esperar que me crean si lo que duele es la autoestima, es la propia identidad y todo nuestro ser más íntimo y
privado? El maltrato, abuso y la violencia psicológica es devastador y cercena vidas enteras, vamos ahora qué
impacto tiene está sobre nuestra mente y emociones:
PSICOLÓGICO:
Inestabilidad emocional, fuertes altibajos. Hay épocas en las que se piensa que las cosas pueden cambiar,
mejorar y que será posible recuperar la felicidad, la integridad y el equilibrio. Sin embargo, al poco, llega el
abismo y la recaída. Aparecen la frustración, la ira, la rabia y, al instante, la desesperación y el miedo. Es
común experimentar un complejo caleidoscopio de sensaciones y emociones donde la persona es consciente
de que no tiene el control de su vida.
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• Sentimientos de soledad y abandono: Pueden sentirse aislados, abandonados y poco queridos.
Pensamientos suicidas
En el momento en que la persona se dice a sí misma que ya no hay salida, empiezan a surgir los pensamientos
suicidas. Al principio solo son súbitas ideas, deseos momentáneos. Sin embargo, puede llegar el fatídico
momento en que se vea como la única solución al problema.
Trastornos en la identidad
Pueden tener una mala imagen de sí mismos, creer que son malos y por
eso merecen ser castigados y abusados. A veces, como modo de
defenderse, desarrollan la creencia de que son fuertes y todopoderosos, capaces de vencer.
NEUROLÓGICO
Pérdida de memoria o sentimiento de irrealidad
Cuando estamos sometidos a un alto nivel de ansiedad, estrés y sufrimiento constante, es común que
las estructuras cerebrales relacionadas con la memoria, como el hipocampo, pierdan conectividad. La persona
tiene fallos de memoria, no se puede concentrar, ni tomar decisiones con la mente clara. No puede pensar con
claridad y puede tener sentimientos de irrealidad hacia su situación. Es un mecanismo de defensa por el cual
la mente establece una distancia de la realidad para despersonalizarla, para pensar aquello de que “esto no me
está pasando a mí”.
• Exclusión del diálogo y la reflexión: La violencia bloquea y dificulta la capacidad para encontrar
modos alternativos de resolver conflictos de forma pacífica y dialogada.
Cambios en los Neurotransmisores
Hay casos en los que los trastornos de estrés postraumático afectan a el cerebro y a las hormonas de la
víctima. “La serotonina (hormona de la felicidad), la dopamina empieza a moverse o a descontrolarse de la
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cantidad que deberían tener. Unas empiezan a bajar, otras a subir, lo que genera depresión”, “Las cortezas
frontales y prefrontales del cerebro también se afectan”.
Disminuye el funcionamiento de circuitos neuronales
El maltrato, el abuso y la violencia no solo influye sobre el funcionamiento de los circuitos neuronales,
sino que modifica las etapas finales de su construcción y, por tanto, puede llevar a alteraciones que perdurarán
durante toda nuestra vida. Estas modificaciones son las que pueden dar lugar a anomalías en el comportamiento
que finalmente pueden resultar patológicas.
Hay diversas líneas de investigación que han mostrado estas alteraciones en individuos que sufrieron
maltrato, como un incremento en la inflamación de su sistema nervioso o alteraciones en el eje hipotalámico,
pituitario y adrenal (el sistema hormonal que controla nuestra respuesta al estrés). También se han identificado
algunas alteraciones genéticas que podrían influir sobre la vulnerabilidad de nuestro cerebro al maltrato.
Aumenta el riesgo de consumo de drogas
A través de investigaciones con neuroimágenes, se descubrió que el abuso altera las redes neuronales
en la corteza cerebral. Por un lado, ocasiona que los centros encargados de la conciencia emocional sean mucho
más activos de lo normal. En consecuencia, las emociones toman dominio sobre el comportamiento racional.
Por otro lado, los centros que participan
en el control de impulsos permanecen
tienen poca actividad sináptica.
Entonces, como resultado del abuso,
maltrato y violencia las personas se
vuelven más susceptibles a actuar según
sus emociones y se reduce su control de
impulsos. De esta manera, aumenta el
riesgo de caer en el consumo de
sustancias.
Alteraciones en el desarrollo cognitivo
Amores-Villalba y Mateos-
Mateos (2017) publicaron una revisión sobre la neurobiología del abuso infantil. Así, encontraron que uno de
los efectos del maltrato y abuso en el cerebro, eran déficits importantes en el desarrollo cognitivo. Por una
parte, afecta de forma importante la capacidad de memoria y atención, sobre todo en casos de abuso sexual y
psicológico. Sumado a esto, altera el desarrollo normal del lenguaje, con más profundidad en casos de
negligencia emocional y abandono. De igual manera, la evidencia señala que las funciones ejecutivas (juicio,
planificación, autocontrol, toma de decisiones, etc.) están alteradas.
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La incapacidad de responder adecuadamente a este suceso, (esto obviamente se potencializa aún más
si se es niño o adolescente)
El trastorno y el efecto desequilibrante que provoca ese suceso
Etimológicamente trauma proviene del griego y significa HERIDA, y es
interesante tener presente que esta palabra deriva del término PERFORAR; de alguna manera cuando estamos
hablando de trauma estamos haciendo referencia a un hecho que deja su marca, su sello, algo que fractura
nuestro interior. Frente a todo hecho traumático que nos afecta, se ponen en juego una serie de conductas que
tendrán como consecuencia potencializar aún más el conflicto. Es decir, que la persona frente al trauma intenta
una salida. A estas conductas en el ámbito de la psicología se las denomina mecanismos de defensas.
La esencia de este mecanismo de defensa consiste en mantener, lo más alejado posible de la conciencia,
aquellas situaciones traumáticas que causan angustia. Dicho de otro modo, ante una circunstancia dolorosa,
frente a un hecho desagradable que provoca angustia, la persona lo reprime enviando este recuerdo al
inconsciente. El resultado visible de la represión es el olvido. Ante el peligro de recordar y producir la angustia,
la persona prefiere olvidar.
Ahora bien, ¿Por qué se ha mencionado que el mecanismo de defensa lleva a potencializar o a agravar
aún más este conflicto? En primer lugar, porque no ayuda a resolver el trauma. Uno, de los peores errores que
cometemos es negar que tenemos problemas; para que Dios pueda actuar en nuestra vida, lo primero que
debemos hacer es reconocer que algo no anda bien en nuestra vida y entregárselo a Él. En segundo lugar, y en
el caso específico de represión, lo que se reprime es la idea, el concepto, pero la angustia que rodea el trauma
queda en la conciencia. Toda circunstancia traumática con la que nos enfrentamos tiene dos componentes. Por
un lado, el hecho en sí, la idea o el suceso, y por otro, la angustia o carga emotiva que contiene este suceso.
2. El Aislamiento
Este segundo mecanismo de defensa lo encontramos cuando una persona logra separar la idea o seceso
traumático de la angustia. De esta manera el individuo puede narrar el suceso sin contenido emocional o sin
carga afectiva. Ejemplo: Muchas veces ocurre que, al preguntarle a una persona por su infancia,
inmediatamente nos dice: Sí recuerdo muy bien cuando mi papá me golpeaba con el cinto.
3. El Desplazamiento
Es cuando la persona coloca su angustia o conflicto en otra persona u objeto menos angustiante que la
verdadera causa. Ejemplo: Cuando alguien tiene miedo a algún animal, o a la oscuridad, o a algún objeto
determinado.
4. La Proyección
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Es cuando la persona atribuye al exterior los aspectos negativos de su interior, que no quiere reconocer
como propios. Ejemplo: Este mecanismo es observable por medio de la crítica, la descalificación, la culpa en
el otro, etc.
5. Racionalización:
La racionalización consiste en formular razones aceptables, pero no reales, para nuestra conducta o
nuestra incapacidad de lograr algo. Todos nosotros racionalizamos nuestros actos, encontrando excusas a
nuestro favor y explicando nuestras limitaciones en términos adecuados para libramos de la culpa. Los
psicólogos describen este mecanismo como un «camuflaje mental» que «cambia y adorna los motivos indignos
de manera que parecen satisfactorios y hasta loables ante los demás, incluso ante nosotros mismos».
Se ven muchas ilustraciones de este mecanismo. Ejemplo: El perezoso de Proverbios que prefiere
descansar en casa en vez de salir a trabajar, justifica su pereza diciendo: «El león está fuera; seré muerto en la
calle» (22:13). El alumno que no estudia bien y queda aplazado en el examen, explica que su mente no
funcionaba bien o que el profesor no ha formulado bien las preguntas.
El zorro de la fábula de Esopo, que no puede alcanzar las uvas por más alto que salte, se consuela
diciendo que las uvas están agrias. El ladrón justifica su robo diciéndose a sí mismo que la víctima es rica y
probablemente explote a los pobres. Un hombre da mucho dinero a una causa pensando que es muy generoso,
pero quizás su verdadero motivo es que la gente lo alabe. La racionalización hace más tolerables las
frustraciones de la vida, si no racionalizamos excesivamente.
6. Regresión:
Con este mecanismo, la persona que se encuentra en dificultades o frustrada regresa a la conducta
infantil, la cual le servía para resolver algunos problemas; pero ahora solo sirve para ponerla en ridículo. Se
aísla de los demás, hace pucheritos, llora, grita o manifiesta de otras maneras su mal genio cuando las cosas no
le agradan. Ninguna persona se escapa completamente de este mecanismo.
En las personas de edad avanzada no es raro hallar la regresión de forma marcada, pues de esta manera
reciben más atención de parte de los demás. Hay creyentes que siempre están dispuestos a renunciar a su puesto
o dejar la iglesia cuando las cosas no marchen a su gusto. Si estos síntomas se presentan en el miembro de la
iglesia que viene al pastor en busca de consejos, conviene que el consejero traiga a la luz esta línea de conducta.
7. Substitución:
Este mecanismo funciona cuando la persona no tiene el valor o la oportunidad de descargar su enojo
directamente contra la persona que lo provoca. Entonces transfiere su emoción contra otro. Por ejemplo, el
empleado en la fábrica tiene miedo de reaccionar negativamente ante las represiones de su patrón. Pero cuando
llega a su casa, descarga su frustración criticando a su esposa. Su señora no se defiende, pero sí le da un golpe
a su hijito por una insignificancia; el niño a su vez maltrata al gato de la casa. Así el ciclo continúa; cada uno
descargando su frustración sobre un substituto, inocente pero más débil.
8. Compensación:
Por medio de este mecanismo, las personas tratan de compensar por sus deficiencias, ya sean físicas,
sociales o intelectuales, desarrollando su capacidad positiva. Por ejemplo, algunas personas que tienen
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defectos físicos y que no pueden participar en deportes ni trabajar físicamente, compensan destacándose en el
campo intelectual, científico o artístico.
En cambio, la compensación exagerada obra muchas veces en contra de la persona misma. Algunas
personas que tienen complejo de inferioridad no solamente tratan de distinguirse en algo, sino también
desarrollan un complejo de superioridad para compensar un sentido de inferioridad en otra esfera, pero resulta
censurable exagerar la sociabilidad siendo muy ruidoso o jactancioso. ¿Quién no ha conocido a un hombre de
poca capacidad, que se haya convertido en un bravucón o dictador al alcanzar un puesto de responsabilidad?
9. Identificación:
Este mecanismo se manifiesta cuando una persona trata de incluir en su personalidad las características
de otra persona. Si se identifica exitosamente con otra persona, será semejante a ella. Los adolescentes tienden
a identificarse con un héroe o persona popular. Imitan al héroe en su forma de vestirse y comportarse. Los
niños, en sus juegos, se identifican con el mundo de los adultos y actúan como deportistas, policías o vaqueros.
Algunos predicadores tienden a imitar a ciertos predicadores famosos.
Otro motivo de identificación viene de la frustración y la ansiedad. Por ejemplo, una señorita ve que
sus compañeras se casan y se pregunta: «¿Por qué no tengo yo un pretendiente?» Imita a sus amigas con la
esperanza de contraer matrimonio. Esto se denomina «identificación orientada hacia una meta». ¿Es buena o
mala la identificación? Por regla general contiene ambos aspectos. La persona que se identifica con otras
asimila tanto las buenas como las malas características del objeto de su identificación, pues es casi imposible
aislar los rasgos buenos. Esto impone a los pastores la necesidad de dar un buen ejemplo en todo, pues muchos
de sus miembros están expuestos a imitar al ministro.
10. Fantasía:
Un mecanismo muy conocido por todos es la fantasía. Algunas personas se escapan de sus frustraciones
y limitaciones fantaseando que son ellas las que ganan, que son admiradas y que satisfacen sus deseos. Por
ejemplo, por la mente de un niño débil pasan cuadros de episodios ficticios de sus hazañas; por la mente de la
chica sin amigos, cuadros de experiencias románticas en las cuales ella tiene muchos pretendientes.
La fantasía alivia algo las frustraciones, pero es un escape a la realidad. Si la persona es muy dada a la
fantasía, llega a ser abstraída, aislada de la realidad y de los demás, y no se adapta a las circunstancias de la
vida. En su forma extrema, puede conducir a un cuadro psicótico en el cual la persona pierde contacto con la
realidad.
Los instintos y sus derivados se pueden agrupar en pares de contrarios: Vida frente a muerte; amor
frente a odio; positivo frente a negativo; acción frente a pasividad. Cuando un instinto produce ansiedad y así
presiona a la persona, la mente puede disimular el impulso agresivo produciendo su expresión contraria.
Por ejemplo, si la hostilidad hacia otro produce ansiedad en la persona, la mente puede facilitar la
expresión de amor con el fin de ocultar la hostilidad. Sin embargo, la hostilidad queda; la expresión de cariño
es nada más que una máscara que disimula la verdadera emoción. Se denomina «formación de reacción»
cuando un instinto se disfraza de otro que es su contrario.
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Hay muchos ejemplos de este mecanismo que se ven con facilidad. Una persona que le tiene miedo a
otra, y actúa como si fuera su gran amiga; hombres con tendencias femeninas, que las disimulan poniéndose
duros y muy masculinos; personas rebeldes que temen las sanciones de la sociedad, y cumplen exageradamente
sus reglas; la madre a la que le disgusta su hija, se mete mucho en los asuntos de ella, o la protege
excesivamente, con el pretexto de tener solicitud por su bien (su motivo inconsciente es castigar a la chica); la
persona que se escandaliza demasiado por la inmoralidad de otra, ocultamente tiene el deseo de ser partícipe
del mismo pecado.
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BIBLIOGRAFÍA
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