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Viktor Frankl, 

una respuesta humanista y ética al nihilismo contemporá-


neo.
Este fin de semana pasado tuve el gusto de leer las memorias del psiquia-
tra vienés, padre de la logoterapia o tercera escuela austríaca de psiquiatría,
que tiene por título Lo que no está escrito en mis libros. Memorias (Trad. de
Cristina Visiers Würth, Herder, Barcelona, 1995. 2016).
La impresión que me produjo el libro es que era un producto de la editorial,
la que, viendo el final previsible del señor a mediados de los años noventa, le pi-
dió al nonagenario autor que dictara sus recuerdos personales.
El libro es irregular, algo fragmentario. Poco más que una colección de vi-
ñetas de recuerdos, reflexiones personales al hilo de anécdotas, personajes, te-
mas o periodos de su vida. Por momentos es una colección de chistes o humo-
radas. El tema de su profesión como psiquiatra vertebra todo el libro y la expe-
riencia en los campos de concentración nazis es una referencia y marco cons-
tantes que, sin embargo, como aparece contada en su famoso libro El hombre
en busca de sentido, queda en todo momento hurtados en este libro de memo-
rias. De modo añadido, no es un libro extenso, ni muy complejo.
Destacaré en esta reseña algunas cosas que sí me han llamado la atención
en relación a las creencias e ideas religiosas del vienés y su influencia en su
psicoterapia y su reflexión sobre el sentido de la vida y la muerte.
Influencia estoica
La primera idea que me llamó la atención es que en el retrato de su padre
Frankl dijera que “La concepción de la vida de mi padre se hubiera podido califi-
car no solo de espartana sino también de estoica, si no hubiera tenido una cier-
ta tendencia a la irascibilidad […] A pesar de todo ello, siempre vi en él la perso-
nificación de la justicia” (p. 16). Supongo que debe haber trabajos que analicen
la similitud de ambas escuelas de pensamiento o influencia de la filosofía estoi-
ca en la logoterapia, con la que de modo intuitivo se encuentran tantas similitu-
des, pero me parece un dato curioso que fuese una forma de ver el mundo que
heredó de su padre, un judío liberal vienés, y tuviese una raíz religiosa hebrea.
Esto posiblemente fuera debido a las dificultades de ser una minoría religiosa
marginada -tal y como cuando cuenta que su padre fue multado por observar el
Yom Kippur y no ir a trabajar ese día en la Viena imperial-. Más adelante
dice del padre:
“Pero su sentido de la justicia debe de haber estado enraizado en la fe en la
justicia divina. De otra manera no se entiende que tomara como divisa las pala-
bras que a menudo le oí repetir: ‘Lo que Dios quiera, yo lo acepto.’” (p. 20)
No obstante, la fuente de este estoicismo también tiene un origen en lectu-
ras. Él explica que el sentido último de la vida es un suprasentido, pero no en un
sentido sobrenatural o trascendental, sino en uno inmanente en el que solo po-
demos creer. Como él mismo reconoce:
“El suprasentido no se puede conocer, solo se puede creer en él. En último
término, se trata del redescubrimiento del amor fati, el amor al destino, propaga-
do por Spinoza” (p. 53).
¿Era Frankl un deísta no dual o monista? El amor fati es una idea que llega
a Spinoza de los estoicos de la Antigüedad. E igualmente estoica parece la
idea de transfigurar el sufrimiento, mediante el amor, en un logro humano (p.
62). La idea de la objetivización del sufrimiento, de la visión correcta, desapasio-
nada de lo que ocurre, parece ser otra idea estoica que aparecen en la teoría
del autodistanciamiento y autotrascendencia desarrollada por Frankl a partir de
su experiencia en los campos de concentración (pp. 97–99).
Angustia existencial e influencia del orientalismo

Viktor, en el centro, con sus hermanos


En la página 54 describe haber sido creyente de niño y ateo de adolescen-
te. No cuenta la razón de esa pérdida momentánea de la fe, ni la razón y forma
de su recuperación, pero parece ser que el hecho de haber estado a punto de
morir siendo muy pequeño en un accidente de tranvía que su padre evitó en el
último momento tuvo alguna impronta en su tierna psique. Esta experiencia de-
bió dejar una fuerte impresión en el niño, que desde muy pronto meditó sobre
la muerte (el memento mori estoico), sufrió la angustia existencial y se pre-
guntó sobre el sentido de la vida (pp. 22 y 23):
“Debía de tener también 4 años cuando una noche, poca antes de dormir-
me, me sobresalté, sacudido por la conciencia de que yo también tendría que
morir un día. Pero mi preocupación no ha sido en ningún momento de mi vida el
temor a la muerte, sino la pregunta de si la finitud de la vida le quita el sentido. Y
la respuesta a esta pregunta, la respuesta por la que finalmente me decidí fue la
siguiente: de algún modo, es precisamente la muerte la que hace que vida ten-
ga sentido.” (p. 22)

Viktor Frankl como joven psiquiatra


Describe igualmente su contacto temprano con la tradición filosófica y
espiritual de Oriente. En un pasaje describe un poema de juventud inspirado
en la metafísica y la mística indias de los Vedantas (p. 31), mientras que en
otro pasaje reconoce haber tenido “vivencias iluminadoras y reveladoras”, sobre
mística budista: “El nirvana es la muerte térmica ‘vista desde dentro’” afirma
sin abundar más en el tema en la p. 44. Por su capítulo dedicado ex profeso al
tema y en las numerosas referencias al humor y a los chistes, de los que dice
que hubiera querido escribir un libro de metafísica (p. 36), junto con el estilo
fragmentario del libro, que recuerda a los koan japoneses, quizás podamos
aventurar una cierta influencia del budismo zen en el doctor vienés.
La respuesta al nihilismo
Frankl escalando Rax Mountain
¿Es Frankl alguien que tras atravesar una crisis espiritual propia de
los intelectuales del siglo XX, que entienden que la espiritualidad tradicio-
nal deja de tener sentido en la sociedad industrial, busca el sentido en una
espiritualidad alternativa, personal, que responda a inquietudes humanis-
tas?
En la página 57, al discutir su relación con el psicologismo de su maes-
tro Adler, Frankl afirma que el psicologismo forma parte de otros reduccionis-
mos como el sociologismo o biologismo, que en el fondo conducen al nihilis-
mo, o al subhumanismo, a la reducción de la dimensión humana, en definitiva.
De ahí que, con ayuda de la filosofía, quisiera darle a la psicoterapia un enfoque
humano integral, mediante el análisis existencial y las técnicas de la logoterapia.
El religioso y psiquiatra español afincado en Viena Juan Bautista Tore-
lló dijo un día al doctor vienés que “entraría en la historia de la psiquiatría como
el que había abordado terapéuticamente la enfermedad del siglo, el sentimien-
to de falta de sentido” (p. 65). Podemos decir que Frankl es de los primeros que
da una respuesta constructiva, si bien desde ciertos presupuestos humanistas,
espirituales o místicos, aunque sean monistas o no duales, a la anuncia-
da muerte de Dios por parte de Nietzsche. La respuesta a la angustia existen-
cial tiene un enraizamiento también, con Søren Kierkegaard, de existencialis-
mo cristiano. Una frase del danés fue fundamental en la decantación de su vo-
cación por la psiquiatría: “No querer ser uno mismo desesperadamente” (p.48).
También la influencia del existencialismo queda patente en su admiración ma-
nifiesta al describir su encuentro con Martin Heidegger, Ludwig Binswan-
ger o Karl Jaspers (pp. 113–115)
Frankl, precisamente en el capítulo dedicado al Papa Pablo VI, el Papá que
quiso dialogar de modo productivo con el mundo moderno, establece una com-
paración implícita entre la logoterapia y el esfuerzo del Concilio Vaticano II. Creo
que esta comparación es intencionada porque se identifica con el Papa en ha-
ber protagonizado, uno en el campo de la teología y el otro en el de la psiquia-
tría, un mismo intento de dar una respuesta al nihilismo, mediante una lla-
mada ética a reconocer los valores de verdad y humanidad en nuestros
congéneres:
“Mis ataques se dirigen de forma intencionalmente unilateral hacia el cinis-
mo, que debemos agradecer a los nihilistas, y al nihilismo, que debemos agra-
decer a los cínicos. Se trata de un círculo vicioso que general el adoctrinamiento
nihilista y la motivación cínica. Y para romper este círculo vicioso es necesa-
rio desenmascarar a los que desenmascaran. [..] El psicólogo que tampoco pue-
de parar de desenmascarar en estos momentos, desenmascara tan solo su pro-
pia e inconsciente tendencia a desvalorizar lo verdadero y lo humano del ser hu-
mano.” (p.126)

Esta es, en términos logoterapéuticos responsabilidad libremente asumida


por Frankl, alguien que dio sentido a su vida, como él mismo reconoce,
ayudando a los demás a darle sentido a las suyas (p. 129).
El autodistanciamiento y la autotrascendencia, son técnicas psicoterapéuti-
cas que posiblemente fueran fruto de sus lecturas del misticismo oriental, de su
educación judía y cristiana, de sus lecturas filosóficas, en su aprendizaje autodi-
dacta (autobiblioterapia), pero, sobre todo, de sus experiencias vivenciales: en
los campos de concentración, en su asistencia psiquiátrica a suicidas, en la de-
cisión ética de no administrar la eutanasia a enfermos mentales, ni de abando-
nar a sus padres ancianos en la Austria tomada por los nazis, etc. Gracias a to-
das ellas se forjó la vida y la obra de este excepcional hombre, que puede resu-
mirse como una respuesta humanista y ética al nihilismo contemporáneo
mediante una llamada a la responsabilidad individual, alejada de cualquier
culpa colectiva (pp. 102–103).
Dejo para cerrar, y al hilo de esta llamada a la responsabilidad individual,
esta otra cita que me impresionó profundamente de los muchos pasajes citables
de esta autobiografía y que bien puede servir de colofón a esta reseña:
“en realidad no podemos preguntar por el sentido de la vida, porque somos
nosotros los que somos preguntados: somos nosotros los que debemos res-
ponder a las preguntas que nos plantea la vida. Y estas preguntas vitales las
podemos contestar únicamente en tanto nos responsabilizamos de nuestra
existencia.” (p. 53)
Contáctenos si quiere saber más sobre nuestro programa de Posgrado /
M.A. en Filosofía.
Manuel Pulido Mendoza es director de la Escuela de Posgrado de la UFM
(Guatemala) y autor habitual en el blog Praxis & Lexis y en la revista digital Disi-
dentia. Se pueden encontrar sus publicaciones en Academia.com.

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