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Las estructuras coloniales generadas en siglos pasados habitan en forma invisible al día de hoy
como colonialidad de poder, de saber y de cultura. La colonialidad del saber gravita en nuestra
educación y en nuestras prácticas docentes. Aun así, el dispositivo educativo tiene que asumir
su semblante indelegable de la transmisión de saberes socialmente significativos, enraizado
con las sabidurías de prácticas extramuros.
Es pertinente convocar al asombro del docente, al estado de alerta para detectar los momentos
de la reflexión. El aula como paisaje y, el encuentro, como transformación. El pensamiento
como transgresión, buscando puntos de fuga que propongan otras estructuras significantes y
enunciaciones.
que lo que podemos escribir y enseñar, por eso la creación es constante. Esto implica poner en
juego un pensamiento vivo, emotivo, gravitado y profundo.
Con el inicio del colonialismo en América, simultáneamente con la constitución colonial de los
saberes, de los lenguajes, de la memoria y del imaginario social, se da inicio al largo proceso
que culminará en los siglos XVIII y XIX en el cual, por primera vez, se organiza la totalidad del
espacio y del tiempo -culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y pasados- en una
gran narrativa universal.
La conquista ibérica del continente americano es el momento fundante de los dos procesos que
articuladamente conforman la historia: la modernidad y la organización colonial del mundo. El
campo educativo, particularmente desde todo dispositivo áulico, permite en ese tiempo y
espacio, tener la posibilidad de crear algo diferente en esta secuencia reiterada que venimos
arrastrando.
Uno de los pensadores europeos que abre el camino hacia la consolidación de un pensamiento
único es Descartes. El autor manifestaba que tan solo debemos dejarnos persuadir por la
evidencia de nuestra razón, con sus conclusiones, sabiendo y advirtiendo que este método no
era aplicable de manera universal (Descartes, 2010).
Según Geneyro (2007) estos caracteres que imprimieron sentido a la modernidad desde su
génesis, nutren la instalación de la idea de progreso concibiendo a la educación como acción
formativa de individualidades libres, autónomas, reflexivas, críticas y con juicio propio,
orientando en su quehacer a la formación de un individualismo emprendedor y competitivo.
La educación se sustenta en las máximas expectativas de una sociedad, por definición, con sus
máximos anhelos.
que hay formas de subjetividad alienadas -aquellas que se niegan americanas- y también hay
instituciones y formas de gobierno alienadas y alienantes con el espíritu de nuestra América.
Son instituciones que provienen de otras realidades y que se aplican de manera imitativa a
realidades disímiles y que al fracasar dan lugar a experiencias de desgobierno (Tasat, 2019).
Pensar en América es hacerlo desde y sobre ella, no en América. Pensar desde América es
transformar las relaciones deshumanizantes en otras humanizantes. Rodolfo Kusch presenta
dos temporalidades, la de la cosecha y la del progreso, y dos concepciones de mundo, la
perspectiva occidental y la americana. El ideario de progreso que habita en la cotidianeidad de
la ciudad se opone a la espera sagrada de las entrañas americanas, un posicionamiento moral,
político y cultural diferenciado. Esta oposición le permite a Kusch, en primer lugar, dejar en
evidencia la convivencia de dos concepciones del mundo presentes en un mismo territorio, que
definitivamente se imbrican y se habitan. Hablar de dos mundos aquí hace alusión no a dos
creencias sino a dos mundos establecidos desde lo ético, lo simbólico, lo cultural e incluso,
desde lo perceptivo (Kusch, 2007).
Cusicanqui plantea que no puede haber un discurso ni una teoría de la descolonización sin una
práctica descolonizadora. Asimismo, diferencia que el discurso del multiculturalismo y el
discurso de la hibridez son lecturas esencialistas e historicistas de la cuestión indígena, que no
tocan los temas de fondo de la descolonización sino que encubren y renuevan prácticas
efectivas de colonización y subalternización: “Su función es la de suplantar a las poblaciones
indígenas como sujetos de la historia, convertir sus luchas y demandas en ingredientes de una
reingeniería cultural y estatal capaz de someterlas a su voluntad neutralizadora” (2010).
Entre tanto, la pensadora y socióloga Rita Segato, identifica cuatro teorías originadas en suelo
latinoamericano que establecieron su permanencia en el pensamiento mundial y, por lo tanto,
atravesaron la frontera geopolítica entre Norte y Sur. Estas teorías son: la Teología de la
Liberación, la Pedagogía del Oprimido, la Teoría de la Marginalidad y la Perspectiva de la
Colonialidad del Poder. Segato establece dos proyectos en pugna en esta época, uno el
proyecto de las cosas y otro el proyecto de los vínculos arraigado en las pedagogías de la
crueldad o en las pedagogías del cuidado (2018).
Los habitantes de América tenían identidad: aztecas, mayas, chimús, aymaras, incas,
chibchas, entre otros. Trescientos años más tarde todos ellos quedaron reunidos en una sola
identidad: indios. Esta nueva identidad da noción racial, colonial y negativa. Todos aquellos
pueblos fueron despojados de sus propias y singulares identidades históricas. Su nueva
identidad racial, colonial y negativa implicaba el despojo de su lugar en la historia de la
producción cultural de la humanidad. Eran pueblos definidos como inferiores y primitivos con
una perspectiva de conocimiento que simbolizaba el pasado y una epistemología arcaica. Esta
lógica se aplicó en cada territorio colonizado en el sistema mundo que orientaban los imperios,
desarrollado por la colonialidad del poder (Quijano, 2000).
“Inventamos o erramos”
Simón Rodríguez
Para construir ese currículum que asuma su función social, se propone un dispositivo pensado
desde América, que aborde los imaginarios visibles e invisibles de la educación intercultural, un
instrumento de intervención educativa para permitir una pedagogía del encuentro, sin
romantizar o idealizar a la otredad, sin quedarnos en reiterar desde la cultura occidental
saberes socialmente significativos para exacerbar la mercantilización de la vida.
Si bien reconocemos que infancia y niñez son sinónimos, se suele hablar de infancia como
categoría social y de niñez para aludir a la población de determinada franja etaria, cuyos límites
varían según las posiciones que se adopten. Sin embargo, consideramos que la niñez y las
niñeces también deben ser pensadas como categorías teóricas. La nombramos niñez porque
tomamos su propia palabra, dado que no se trata de alguien que no sabe hablar y al que hay
que enseñarle1, sino que se trata de alguien que tiene un singular modo de hablar y al que
acompañamos y andamiamos mientras aprende a hablar con las voces de su cultura sin
perder la propia voz.
Si bien podemos suponer, tal como algunas investigaciones lo proponen, un primer momento
inicial en el que la niñez fue invisibilizada como categoría social, consideramos que el momento
en que comienza a ser “mirada” coincide con el momento en que se institucionaliza la escuela
como espacio específico para atender sus necesidades.
Desde esta perspectiva, la niñez es un momento definido de vida que requiere de cuidados
específicos. Se la concibe como una etapa de dependencia e indefensión, a la vez que se le
1
Según Joan Corominas, el vocablo infante proviene del latín “infans” -de donde deriva infancia- que significa el que
no habla, incapaz de hablar. Otras acepciones consideran la palabra niña y niño como una onomatopeya de los
primeros balbuceos, por tanto, ese modo de hablar lo define.
adjudican características pensadas en el Siglo XVII, tales como su condición innata de bondad
e inocencia. La escuela se funda sobre las bases de esta representación acerca de la niñez
como objeto de protección.
Durante el siglo XX y este inicio del siglo XXI, se produce una serie de debates sobre la niñez,
que culmina en el reconocimiento de sus derechos y en la necesidad de proponer políticas
estatales. De ser un mero objeto de cuidados pasa a instituirse como sujeto de derecho, al
reconocerse el estatus de persona y de ciudadana o ciudadano.2
Desde esta mirada, la docencia se posiciona en disponibilidad ante las niñeces, al decir de
Volnovich (2020), para ofrecer, acompañar, sostener, habilitar, intervenir, entablar lazos, abrir
caminos intersubjetivos que posibiliten ese “bien-estar que convoca al descubrimiento, la
enseñanza y el aprendizaje”. Recuperamos la postura de Violante y Soto, quienes reconfiguran
el rol docente como figura de sostén y mediador de cultura: “descubrir los mundos y caminar
2
Como correlato de estas representaciones acerca de la niñez, se producen una serie de declaraciones y
legislaciones nacionales e internacionales, como la Declaración de los Derechos del Niño, del año 1959 y la
Convención sobre los derechos del Niño de UNICEF que entra en vigor en 1990, entre otras, que impactan a nivel
nacional y se modifica la ley del Patronato de Menores, que regía en Argentina desde el año 1919, por la Ley de
Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes sancionada en el año 2005. Esta nueva manera
de pensar la niñez desde el paradigma de los derechos humanos se condice con la perspectiva de la Ley Nacional
de Educación y de todas las legislaciones vigentes que atienden a las niñeces.
Pensar las niñeces a partir de la diversidad de las experiencias según sean sus tránsitos y del
reconocimiento de la institución educativa como un espacio de convivencia en la pluralidad son
dos puntos claves a considerar. Hay múltiples modos de transitar la niñez.
Hoy, hablamos de la niñez como sujeto de derechos y, a la vez reconocemos que, junto a esos
derechos adquiridos, hay múltiples derechos vulnerados. Si situamos la libertad en la escena
educativa en el sentido en que Freire plantea la pedagogía de la autonomía, se requiere de
experiencias estimuladoras para el pensamiento crítico que concebimos como “un tráfico
constante en ilusión, un reiterado acceso a la interacción entre la creatividad y lo que el mundo
tiene para ofrecernos” (Winnicott, 1990, p.100). Este horizonte emancipador sitúa el acto de
enseñar y de aprender en un lugar de vigencia de los derechos humanos. Nos igualamos en la
posición de sujetos de derechos, luchando por la conquista de derechos de manera colectiva.
Las tramas de las niñeces se tejen a través del juego, el modo singular de vivenciar las
experiencias en un tiempo intenso (tercera zona, como la llama Winnicott o frontera indómita
como la denomina Montes) y la alteridad.
3
P. Merieu. La opción de educar y la responsabilidad pedagógica, en:
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL005089.pdf
La niñez se vive estando en un tiempo intenso, subjetivo, circular, que no se puede medir ni
describir, sino vivenciar. No es una experiencia excepcional, sino justamente cotidiana, común
al tiempo de la niñez. Es el tiempo (Aión) en intensidad4, el tiempo de lo creativo, que habita en
la frontera indómita, como afirma Graciela Montes5.
La escuela es un lugar privilegiado para hacer posible ese derecho a vivir plenamente en un
tiempo lúdico e intenso. Esto no significa encontrar un juego para cada contenido curricular,
sino hacer de la experiencia del conocimiento un tiempo de jugar, un estar jugando. Esta es la
manera en que la niñez se apropia del mundo, lo inventa, lo investiga, lo descubre y lo
reconoce.
La alteridad, al igual que el juego, son constitutivos en la niñez6. Alicia Fernández recupera a
Winnicott y propone pensarnos como seres entramados “ya que no hay sujeto posible sin trama
social ni sociedad humana sin subjetividad en juego” (2011, p.214). Es a través de la tensión
productiva de este tejer que se constituye el objeto de conocimiento que es simultáneamente,
externo al sujeto y, a la vez, construido por él.
Somos seres entramados desde el inicio. Freire nos habla de una pedagogía de la
emancipación partiendo de la alteridad y las singularidades de cada persona, por lo que
considera a los sujetos como constituidos por el otro mutuamente en una acción dialógica
donde el otro irrumpe y se transforma y nos transforma. En esta relación dialéctica se
4
Esto nos dice Skliar en su conferencia Niñez e infancia en la encrucijada: época, justicia y educación. Y agrega: la
infancia es tiempo en intensidad (Aión) y es alteridad. Le agregamos un complemento circunstancial de modo:
jugando, que, como tal, modifica al verbo: la niñez es jugando. Habitamos en diferentes espacios y tiempos. En
espacios físicos, culturales, simbólicos y, como dice Skliar, en diferentes tiempos. Un tiempo (Cronos) cuantitativo,
secuenciado, cronológico. Otro tiempo (Kairos) de naturaleza cualitativa, de oportunidades que hacen posible que
algo ocurra en la actualidad y en un tiempo (Aión). Y agrega: “Las instituciones educativas son puro Cronos. La
infancia es puro Aión. Hay una imposición del Cronos, démosle una oportunidad al Aión. No hablo de la infancia feliz,
hablo de la infancia ligada a la intensidad del tiempo.” (Skliar, 2010)
5
Graciela Montes afirma que es el único margen donde realmente se puede ser libre, es decir no condicionado por
lo dado, no obligado por las demandas propias ni por los límites del afuera. Winnicott llama a este espacio tercera
zona o lugar potencial. (…) Se trata de un territorio en constante conquista, zona de intercambio entre el adentro y el
afuera, pero también algo más: única zona liberada (1971, pp.51-52).
6
Winnicott focaliza en la constitución del sujeto la importancia de la dependencia, y la función del otro
“madre-ambiente”: “Al principio los niños juegan solos o con la madre. No hay una necesidad inmediata de contar con
compañeros de juego. Es en gran parte a través del juego, en el que los otros niños vienen a desempeñar papeles
preconcebidos, que una criatura comienza a permitir que sus pares tengan existencia independiente” (Winnicott,
1942, p.156).
experimenta la autonomía con otros hacia lo común7. Cullen utiliza la metáfora de la escuela
como telar de la esperanza y nos dice: “la escuela como telar de la esperanza alude, en primer
lugar a la necesaria dimensión política de la educación, en este sentido del arte del tejido. Lo
que importa aquí es definir cuáles hilos conforman la urdimbre y qué tramas se tejen con ellos”
(2004, p.199).
Nacidas hace más de tres décadas como políticas focalizadas para dar respuesta a los
reclamos respecto de la discriminación y exclusión escolar que se observaba en estudiantes
pertenecientes a pueblos originarios, las escuelas de EIB transitaron experiencias pedagógicas
singulares en el tratamiento de la diversidad con gran protagonismo de sus comunidades
educativas.
7
Meirieu va a decirnos sobre la alteridad que es un aprendizaje muy difícil para los chicos. El aprendizaje del rostro
del otro, como dice Manuel Levinas, aparece progresivamente como una interpelación a la vez imperativa y
misteriosa porque jamás sé quién es y la conciencia del otro se me escapa radicalmente. (...) En la presencia del
otro hay como un llamado a la identidad, porque su existencia misma me obliga a salir de mi propia identidad, a
escuchar otra cosa. Y ahí hay todo un trabajo permanente de aceptación de la alteridad que es consustancial a la
educación. (...) Y esto me lleva a una idea: que la educación es aprendizaje para la renuncia a la omnipotencia”
(2006, párr. 13).
Desde los inicios de la conformación del Estado nacional el intento por homogeneizar a su
población constituyó una característica central de su organización, incluyendo al sistema
educativo, al no reconocer las diversas identidades culturales preexistentes a su creación y, con
- El principio de igualdad, respeto y justicia como constitutivos en las relaciones sociales y con
la naturaleza.
- El principio de igualdad desde el enfoque de género, que contempla los análisis y aportes de
las corrientes ecofeministas.
- El cuidado del patrimonio natural y cultural, a fin de valorar las identidades culturales y el
patrimonio natural y cultural en todas sus formas.
Definición y principios
Proponemos pensar el medio ambiente como una categoría que incorpora las dimensiones:
económica, política, cultural, social, ecológica, tecnológica y ética, y sus interacciones, y
visibiliza las controversias, confrontaciones e intereses de diversos actores sociales que se
disputan los bienes naturales.
Consideraciones
La sanción de la Ley 26.150 y la creación del Programa de Educación Sexual Integral en el año
2006, se constituyen en un punto de llegada de las múltiples demandas y debates que se
dieron en diversos espacios: el parlamentario, los medios de comunicación, el ámbito educativo
y la opinión pública en general.
La propuesta de la ESI está anclada en una concepción integral de la sexualidad, lo que implica
que ésta no se reduce ni a la genitalidad, ni a la reproducción, ni a la heterosexualidad, ni a la
adolescencia/adultez, ni a la naturaleza, sino que la noción de la misma es compleja. La ley
toma como coordenadas la definición de sexualidad de la Organización Mundial de la Salud
que la define como “una dimensión fundamental del hecho de ser humano […] Se expresa en
forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas,
roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos,
psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. […] se practica y se
expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”.
Respetar la diversidad:
Sustenta la enseñanza del respeto, el reconocimiento y la valoración de todas las formas de
identidad. El abordaje de este eje implica reconocer las múltiples diferencias de los seres
humanos (origen étnico, nacionalidad, creencias religiosas, políticas, condición social, edad,
orientación sexual e identidad de género, entre otras) Supera la idea de “tolerancia” y
promueve la ética del respeto hacia las diferencias, rechazando activamente toda forma de
discriminación o maltrato.
Valorar la afectividad:
La afectividad forma parte de la concepción integral de sexualidad que se promueve desde la
ESI y debe ser tenida en cuenta, valorada, reconocida, tanto en la interacción cotidiana como
en las propuestas pedagógicas. Implica reconocer el conflicto inherente a los vínculos humanos
para construir formas de expresión y diálogo que fomenten la valoración de la palabra propia y
ajena fortaleciendo la autoestima, la autonomía y la noción de consentimiento.
Los lineamientos curriculares de la ESI para la educación inicial se organizan en cuatro ejes
respetando las necesidades psicosexuales de niñas y niños. Los mismos son transversales a
todos los ámbitos y áreas del conocimiento:
• “Conocimiento y cuidados del cuerpo” está centrado en el cuidado del cuerpo y la salud,
incluyendo tanto los aspectos físicos como los socio-afectivos. Así, se propicia el conocimiento
del propio cuerpo y de sus partes externas e internas; de los cambios que experimentan las
personas a lo largo de su vida (nacimiento, reproducción, muerte); y se favorece la utilización
de un vocabulario apropiado.
La pedagogía del cuidado implica el abordaje del ejercicio de los derechos; el conocimiento y el
respeto del propio cuerpo y del cuerpo de otras y otros; el reconocimiento de la importancia de
la intimidad, el modo en que las construcciones de género condicionan la percepción,
Para esta tarea, es fundamental tener en cuenta los cinco ejes conceptuales de la ESI: cuidar
el cuerpo y la salud, valorar la afectividad, garantizar la equidad de género, respetar la
diversidad y ejercer nuestros derechos.
Normativa y Documentos:
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