Está en la página 1de 4

TEXTOS-IMÁGENES:

LO INSÓLITO EN RELATOS DE LA MADRE ÁGREDA

Comunión de la Virgen por Juan Correa de una colección particular mexicana

“Hizo Cristo nuestro Bien, en comulgándose, un cántico de alabanzas al Eterno Padre,


y se ofreció a sí mismo Sacramentado por la salud humana, y luego partió otra
partícula del pan consagrada, y la entregó al arcángel San Gabriel, para que la llevase
a María Santísima. Quedaron los Santos Ángeles con este favor, como satisfechos y
como recompensados de que la dignidad Sacerdotal tan excelente les tocase a los
hombres y no a ellos. Y sólo el haber tenido en sus manos el Cuerpo Sacramentado de
su Señor y verdadero Dios, les causó grande y nuevo gozo a todos. Esperaba la gran
Señora y Reina, con abundantes lágrimas el favor de la Sagrada Comunión, cuando
llegó San Gabriel con otros innumerables ángeles y de la mano del Santo Príncipe la
recibió, la primera, después de su Hijo Santísimo, imitándole en la humillación,
reverencia y temor santo. Quedó depositado el Santísimo Sacramento en el pecho de
María Santísima y sobre el corazón, como legítimo Sagrario y Tabernáculo del
Altísimo. Y duró este depósito del Sacramento inefable de la Eucaristía todo el tiempo
que pasó desde aquella noche, hasta después de la Resurrección, cuando consagró San
Pedro y dijo la primera Misa, como diré adelante….”
MARÍA JESÚS DE ÁGREDA, Mística Ciudad de Dios, vol II,
Madrid, 1765, p. 720. Segunda parte, núm. 1197

1
Adoración de los pastores por José Rodríguez Carnero en San Antonio de Puebla

El Sagrado Evangelista San Lucas dice que la Madre Virgen, habiendo parido a su Hijo Primogénito,
lo envolvió en paños y le reclinó en un pesebre. Y no declara quien le llevó a sus manos desde su Virginal
Vientre, porque esto no pertenece a su intento. Pero fueron ministros de esta acción los dos Príncipes
Soberanos San Miguel y San Gabriel que…, le recibieron en sus manos, con incomparable reverencia.
…Y al punto que los Santos Ángeles presentaron al Niño Dios a su Madre.. Y desde las manos de los
Santos Príncipes habló el Príncipe celestial a su Madre….
MARÍA JESÚS DE ÁGREDA, Mística Ciudad de Dios…
op. cit., Segunda parte, núm. 480

Nacimiento de Francisco Salzillo

2
Lienzos del bautismo del Bautista y de la Virgen por José Joaquín Magón
Tecamachalco (Puebla)

“y conoció otros misterios en la visión y revelación que queda dicha, sino que sobre
todo esto fue bautizado por el Redentor. Y aunque el Evangelio no dice más de que lo
pidió, pero tampoco lo niega, porque sin duda Cristo nuestro Señor, después de haber
sido bautizado, dio a su Precursor el bautismo que le pidió y el que su Majestad
instituyó desde entonces, aunque su promulgación general y el uso común lo ordenó
después y mandó a los apóstoles después de resucitado. . Y como adelante diré también
bautizó el Señor a su madre María Santísima antes de esta promulgación en que
declaró la forma del bautismo que había ordenado”
MARÍA JESÚS DE ÁGREDA: Mística Ciudad e de Dios,
vol. II … op. cit., p. 574. Segunda Parte, núm. 981

“Pidióle también la Beatísima Señora a su Hijo Santísimo que la diese el sacramento


del bautismo, que había instituido, como ya se lo tenía prometido y dije en su lugar.
Para celebrarle con la digna solemnidad del Hijo y de la Madre, por la divina
disposición y ordenación, descendieron del cielo innumerable multitud de los coros
angélicos en forma visible. Y con su asistencia, el mismo Cristo bautizó a su Purísima
Madre. Luego se oyó una voz del Eterno Padre que dijo: Esta es mi hija querida, en
quien Yo me recreo. El Verbo humanado dijo: Esta es mi Madre muy amada, a quien
Yo elegí y me asistirá en todas mis obras. Otra voz del Espíritu Santo dijo: Esta es mi
Esposa, escogida entre millares. Sintió y recibió la Purísima Señora tantos y tan
divinos efectos en su alma que no caven en humano discurso, porque fue realzada en la
gracia y retocada la hermosura de su alma purísima y subió toda a nuevos grados y
quilates….”
Ibíd., pág. 608, núm. 1030

3
Cristo azotado de Morlete

Cristo consolado por los ángeles de Juan Patricio Morlete en la Pinacoteca Virrenial
de San Diego de México

“rompieron las inmaculadas y virgíneas carnes de Cristo nuestro Redentor, derribando al suelo muchos
pedazos de ella y descubriendo los huesos en muchas partes de las espaldas, donde se manifestaban
patentes y rubricados con la sangre, y en algunas se descubrían en más espacio del hueso que una palma
de la mano. Y para borrar del todo aquella hermosura que excedía a todos los hijos de los hombres, le
azotaron en su divino rostro, en los pies y en las manos, sin dejar lugar que no le hiriesen, donde
pudieron extender su furor y alcanzar la indignación, que contra el Inocentísimo Cordero habían
concebido. Corrió su divina sangre por el suelo, rebalsándose en muchas partes con abundancia” . Un 1

poco más adelante, refiere sor María cómo los ángeles le trajeron la túnica por disposición de María,
“para vestir su sagrado y lastimado cuerpo” y acaba con este párrafo que encaja perfectamente con la
2

crueldad de la pintura, aunque se refiere al momento inmediatamente posterior al que vemos en la


imagen: “Vistióse nuestro Salvador, habiendo padecido sobre sus llagas el nuevo dolor que le causaba el
frío, porque de los evangelistas consta que le hacía. Y su Majestad había estado desnudo gran rato, con
que la sangre de las heridas se le había helado y comprimían las llagas que estaban entumecidas y más
dolorosas. Las fuerzas eran menos para tolerarle, porque el frío las debilitaba, aunque el incendio de su
infinita caridad las esforzaba a padecer y desear más y más. Y con ser la compasión tan natural en
criaturas regionales, no hubo quien se compadeciese de su aflicción y necesidad, sino es la dolorosa
Madre, que por todo el linaje humano lloraba, se lastimaba y compadecía” .3

El detalle de los ángeles que recogen la sangre en cálices y los fragmentos de carne en una
especie de patenas está relacionado con otro pasaje de la Mística, en que se nos narra la Resurrección,
haciendo constar que algunos de ellos “por mandato de su Reina y Señora, habían recogido las reliquias
de la sangre que derramó su Hijo Santísimo, los pedazos de carne que le derribaron de las heridas, los
cabellos que arrancaron de su Divino rostro y cabeza y todo lo demás que pertenecía al ornato y perfecta
integridad de su humanidad santísima, que de todo esto cuidó la Madre de la prudencia. Y los ángeles
guardaban estas reliquias, gozoso cada uno con la parte que alcanzó a cogerla” .
4

1
MARÍA JESÚS DE ÁGREDA: Mística Ciudad de Dios, Vol. II, Madrid, 1765, pp. 818-819.
Segunda Parte, num. 1340
2
Ibíd., p. 820, núm. 1342
3
Ibíd.
4
Ibíd. p. 899, núm. 1466

También podría gustarte