Está en la página 1de 20

Abogada: Norma Rivas.

Integrantes del grupo 4: Samanda Lanza-202000192.

Catherin Alvarez-201800659.

Daysi Velasquez-202000520.

Lorena Moya-202101861.

Clase: Derecho Internacional Público II.

Tarea: Álbum organizaciones internacionales.

Fecha de entrega: 17-06-2022.


Álbum organizaciones internacionales.

La Comunidad Internacional Organizada.

Una organización internacional es toda organización formada normalmente


por sujetos de derecho internacional público y regulada por un conjunto de normas
propias, con miembros, alcance, o presencia internacional y unos fines comunes.
En el uso cotidiano, el término es generalmente reservado para las organizaciones
intergubernamentales como las Naciones Unidas, el Consejo de Europa, o
la Organización Mundial del Comercio, cuyos miembros son Estados soberanos o
de otras organizaciones interna mental. Sin embargo, ante la evolución y como
producto de la globalización.

Antecedentes históricos y doctrinales de las organizaciones internacionales.

El fenómeno de organización de las relaciones internacionales es tan antiguo como


las propias comunidades políticas. En efecto, los contactos regulares entre dos o
más sociedades no sólo generaron vínculos de cooperación, conflicto y asociación,
sino que también suscitaron nuevos problemas que al rebasar el ámbito y
competencias de cada comunidad política las indujo a desarrollar fórmulas estables
e institucionalizadas de cooperación internacional.

Como ha escrito ABI-SAAB:

«Como toda noción, la de organización internacional es evolutiva. Aunque los


intentos de cooperación institucional intercomunitaria pueden ser reconstruidos
hasta en los tiempos más remotos, la noción contemporánea de organización
internacional es de origen relativamente reciente. En sus contornos actuales es el
resultado de una rápida evolución de los acontecimientos y de las ideas desde
comienzos del siglo XIX».

Entre las primeras que se conocen figuran las asambleas, celebradas


periódicamente por los pequeños estados y reinos chinos, durante los siglos VII al
V a. de C estimulados por la permanente amenaza que para su independencia
ejercía el poder hegemónico del reino de Chu.

Importancia de la organización internacional: causas y efectos.

El desarrollo y universalización de los distintos tipos de organización internacional


que se aprecia desde el siglo XIX es el resultado de la combinación de una
diversidad de
fenómenos y causas, de entre los cuales podemos destacar los siguientes:
A) La innovación científico-tecnológica y su aplicación a los medios de transporte y
Comunicación. El descubrimiento y aplicación de nuevas formas de energía (vapor,
carbón, energía eléctrica, etc.) a los transportes terrestres (ferrocarriles) y marítimos
(navegación a vapor), así como a la comunicación y transmisión internacional de
informaciones, impuso la necesidad de establecer una regulación y control
internacionales que permitiesen la plena
explotación de tales avances. De esta forma surgieron la Comisión para la
navegación fluvial del Rhin (1815) y la Comisión para la navegación fluvial del
Danubio (1856).

También se crearon, durante la segunda mitad del siglo pasado, otras


organizaciones internacionales, denominadas genéricamente Uniones
Administrativas, algunas de las cuales, pese a sus cambios internos, subsisten
todavía. Entre ellas podemos destacar la Unión Telegráfica Internacional (1865), la
Unión Postal Universal (1878), la Unión de ferrocarriles (1890).

B) Las alteraciones experimentadas por las relaciones de producción, distribución y


consumo ocasionadas por el proceso de industrialización
La introducción y difusión del «maquinismo» supuso, al mismo tiempo, un
incremento
espectacular de la productividad del trabajo humano y la necesidad de una
producción
masiva y estandarizada de bienes de consumo que exigían la dominación de
sociedades
y1o mercados cada vez más extensos.
Los cambios experimentados en las relaciones económicas, nacionales e
internacionales, exigían un adecuado tipo de organizaciones que aproximasen y
uniformasen internacionalmente la pluralidad de decisiones, acciones y
regulaciones
nacionales.

Aparecen en consecuencia la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (1875); la


Unión para la protección de la Propiedad Industrial (1883); la Unión para la
protección de la
propiedad intelectual y artística (1884) o la Oficina de Estadísticas Internacionales
(1913).

Concepto y caracteres generales de la organización internacional.

Hasta ahora hemos hablado de las organizaciones internacionales sin haber


procedido a su especificación conceptual. En general, podemos definir la
organización internacional, siguiendo a MEDINA, como:

«Todo grupo o asociación que se extiende por encima de las fronteras de un Estado
y que adopta una estructura orgánica permanente».
De esta definición se desprenden los dos caracteres esenciales que concurren en
toda organización internacional. Estos son:

1° Internacionalidad.
La organización que tratamos de estudiar se distingue de otros grupos
sociales por la nota de su internacionalidad. Esta internacionalidad significa que los
miembros que integran una organización de este género tienen que proceder o
formar parte de distintos estados, lo que les diferencia de aquellos grupos o
colectividades integradas por miembros pertenecientes a un solo Estado, y por
consiguiente, sometidos a los poderes y al derecho interno de éste.
Pero la nota de internacionalidad también cabe predicarla.
2° Estructura orgánica permanente.
Pero las organizaciones internacionales vienen singularizadas también, frente
a otras formas de relación internacional de carácter esporádico o transitorio, por el
hecho de que poseen una serie de órganos, de medios humanos y de recursos
financieros y jurídicos de una cierta permanencia temporal.

Relevancia jurídica.

Todas las organizaciones internacionales surgen de un acuerdo de


voluntades, de una decisión común entre sus miembros fundadores, que
transciende los límites de los derechos y obligaciones por ellos reconocidos como
mutuamente vinculantes. Este acuerdo constitutivo adquiere también una eficacia
jurídica frente a terceros, de acuerdo con un determinado ordenamiento legal
específico.

Esta doble relevancia jurídica, interna y externa, que muestra toda organización
internacional constituye un elemento común a esta categoría de actores
internacionales.

Pero la relevancia jurídica no emana exclusivamente del acto constituyente de la


organización, también deriva de sus actividades permanentes en el campo de las
relaciones internacionales, de tal modo que la propia dinámica de las
organizaciones internacionales es objeto de un tratamiento legal, tanto nacional
como internacional, al mismo tiempo que contribuye a producir modificaciones
jurídicas más o menos profundas.
Ahora bien, es lógico que puesto que las organizaciones internacionales presentan
notables diferencias, según se trate de organizaciones intergubernamentales o de
organizaciones no gubernamentales, tanto en la composición de sus miembros
como en sus competencias, también muestren un distinto alcance en su
personalidad y capacidad
jurídicas.
En términos generales, y salvo algunos supuestos excepcionales, podemos
afirmar que mientras las organizaciones intergubernamentales poseen una
relevancia jurídica internacional directa, tanto en lo relativo a su acto constitutivo,
como a sus normas internas y a las normas que regulan sus relaciones con otros
actores internacionales, lo que las convierte en sujetos sometidos al Derecho
Internacional Público; las organizaciones no gubernamentales y demás actores
transnacionales gozan de una relevancia jurídica internacional indirecta, hallándose
sujetas de modo inmediato o directo al derecho nacional, imperante en cada uno de
los estados en los que se encuentran implantados sus diversos miembros.

Clasificación de las organizaciones internacionales.

El desarrollo del fenómeno organizativo internacional durante el siglo XIX supuso la


coexistencia de organizaciones de diversa membresía y «status» jurídico, lo que
llevó a la introducción de una primera distinción entre Organizaciones Públicas y
Organizaciones Privadas, según existiese o no una participación de los estados y,
en consecuencia, quedasen reguladas por el Derecho Público o el Derecho Privado.

La clasificación de las organizaciones internacionales más difundida y aceptada en


la actualidad es la introducida por el propio texto constitutivo de la ONU que, en sus
artículos 52, 53, 54, 57 y 59, hace referencia a los «organismos regionales» y a los
«organismos especializados», señalando, para estos últimos, que «serán
establecidos por acuerdos intergubernamentales».

Más adelante, al tratar las competencias del Consejo Económico y Social, la Carta
de las Naciones Unidas indica, en su artículo 71, como una de tales competencias,
que: «El Consejo Económico y Social podrá hacer arreglos adecuados para celebrar
consultas con organizaciones no gubernamentales que se ocupen de asuntos de la
competencia del Consejo. Podrán hacerse dichos arreglos con organizaciones
internacionales y, si a ello hubiere lugar, con organizaciones nacionales, previa
consulta con el respectivo miembro de las Naciones Unidas».
De la consideración conjunta de todos los artículos mencionados, se desprende de
la Carta una tipología de las organizaciones, que distingue entre:

1. 0rganizaciones Nacionales.
Aquellas sometidas a la soberanía de un Estado.

2. Organizaciones Internacionales.
a. Gubernamentales:
- Organismos especializados.
- Organismos regionales.

b. No Gubernamentales.

Esta tipología ha sido completada por diversos autores como TRUYOL, MEDINA,
MESA, MERLE, VELLAS, etc. Mediante la incorporación de una categoría de
actores internacionales con un creciente protagonismo en la vida internacional, a
saber:

Las Empresas Trans o Multinacionales, que presentan, frente a las organizaciones


internacionales apuntadas, el rasgo distintivo de su finalidad lucrativa.
Además, dado el carácter no gubernamental que es común tanto a las
Organizaciones Internacionales no Gubernamentales como a las Empresas
Multinacionales diferenciándolas de las Organizaciones Internacionales
Gubernamentales, algunos autores
como TRUYOL, han considerado oportuno encuadrar a las primeras bajo una
misma categoría denominada Asociaciones Internacionales y que nosotros
preferimos denominar
como Actores Transnacionales, para poner de relieve su carácter actoral y su
dimensión trans o multinacional, con independencia de que posean una naturaleza
agregativa (caso más frecuente entre la ONG) o integradora (EM).

La clasificación definitiva de las organizaciones internacionales que resulta de toda


la exposición precedente la podemos esquematizar así:

I. Organizaciones Internacionales:
1. Organizaciones Internacionales Gubernamentales (OIG)
2. Actores Transnacionales:
2.1. Organizaciones Internacionales no Gubernamentales (ONG).
2.2. Empresas Multinacionales (EM).
II. Organizaciones Nacionales.

La continuidad e interdependencia entre las organizaciones internacionales.

A lo largo del presente capítulo hemos intentado poner de relieve que, desde la
perspectiva histórica o desde la perspectiva teórica, las diversas formas
organizativas
internacionales presentan unas causas y unos caracteres generales que les son
comunes, al tiempo que las singularizan frente a otro tipo de actores internacionales.
Junto a esta perspectiva, hemos señalado algunos elementos diferenciales entre
las organizaciones internacionales, a partir de los cuales es posible fijar una
clasificación y avanzar, como se verá en los capítulos posteriores, un análisis teórico
más pormenorizado para cada una de las categorías de organizaciones
internacionales.

En cuanto a su proceso constitucional, las organizaciones internacionales, sean o


no gubernamentales, rara vez surgen de un acto aislado de sus miembros
fundadores. Con frecuencia la aparición de una nueva organización internacional es
el fruto de una decisión o acuerdo entre sus fundadores que se ha gestado y
negociado durante un período de tiempo, más o menos dilatado, y en un complicado
proceso en el que participan o ejercen su influencia un sinnúmero de actores y
grupos sociales, tanto nacionales como internacionales.

Por ejemplo:

La constitución de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, por el Convenio


de Madrid del 9 de diciembre de 1932, no es comprensible si se desvincula del
conjunto de conferencias internacionales, que desde 1865 se habían celebrado por
la Unión Telegráfica Internacional para establecer, desarrollar y actualizar la
normativa internacional reguladora de las comunicaciones telegráficas.

Análogamente, desde 1903 se celebraron varias conferencias internacionales para


tratar de regular la problemática de la radiotelegrafía. En la Conferencia de Madrid
de 1932 concurrieron, simultáneamente, la Quinta Conferencia de Plenipotenciarios
de la Unión Telegráfica Internacional y la Cuarta Conferencia Radiotelegráfica
Internacional, de la fusión de ambas resultaría una nueva Organización
Internacional Gubernamental: la Unión Internacional de Telecomunicaciones,
todavía existente y activa. El hecho de que en la Conferencia de Madrid
participasen, junto a las delegaciones de 80 países, un total de 60 delegaciones de
organizaciones o compañías privadas, demuestra claramente la simbiosis
entre las OIG, los estados y las ONG.
Organizaciones internacionales de integración.

En este tipo de Organizaciones


Internacionales los Estados miembros
no sólo aceptan limitar sus
competencias, como ocurre en las
Organizaciones Internacionales de
cooperación, sino que transfieren el
ejercicio de competencias soberanas a
la Organización Internacional de que se
trate. Su ejemplo más significativo es el
de las Comunidades Europeas, respecto
de las que tiene sentido lo dispuesto en el artículo 93 de la Constitución española al
referirse a los tratados por los que se atribuya a una organización o institución
internacional el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución. A pesar de
la aparente claridad de la distinción entre Organizaciones Internacionales de
integración y Organizaciones Internacionales de cooperación, tal distinción no está
exenta de dificultades ya que, incluso en las Comunidades Europeas, subsiste el
principio básico de la soberanía de los Estados, originando un difícil problema
jurídico, el del reparto de competencias entre las Comunidades y los Estados
Miembros, y una grave cuestión política, la de la pervivencia de lo
intergubernamental en el plano supranacional comunitario.

Ello explica que el Tribunal Constitucional alemán, en su sentencia de 12 de octubre


de 1993 (mediante la que resolvió diversos recursos de inconstitucionalidad
interpuestos contra la Ley alemana de ratificación del Tratado de la Unión),
sostuviera expresamente que “los Estados miembros fundaron la Unión Europea
con el fin de ejercer mancomunadamente la soberanía .El Tratado de la Unión tiene
presentes la independencia y la soberanía de los Estados miembros por cuanto
compromete a la Unión a respetar la identidad nacional de los Estados miembros
dotando a la Unión y a las Comunidades tan sólo de determinadas competencias y
facultades y erigiendo acto seguido a la norma de subsidiariedad en principio
jurídico vinculante para la Unión”. El Tribunal Constitucional alemán insistió en que
no existía en aquel momento el proyecto de fundar unos Estados Unidos de Europa,
por lo que, en consecuencia, incluso después de ratificar el Tratado de la Unión
Europea, Alemania seguiría siendo un Estado soberano, miembro de una
asociación de Estados cuyo poder comunitario deriva de los Estados miembros.
Alemania, concluía el Tribunal Constitucional en este punto, 4079 “es uno de los
“señores de los Tratados” que justificaron su vinculación al Tratado de la Unión
suscrito por un período de tiempo ilimitado con la voluntad de ser miembro a largo
plazo, aunque, en definitiva, podrían anular tal pertenencia en virtud de un acto en
sentido contrario”. La cuestión ha sido abordada recientemente en España en razón
de lo dispuesto en el artículo 1-6 del Tratado por el que se establece una
Constitución para Europa, cuyo tenor literal es el siguiente: “La Constitución y el
Derecho adoptado por las instituciones de la Unión en el ejercicio de las
competencias que se le atribuyen a ésta primarán sobre el Derecho de los Estados
miembros”. A requerimiento del Gobierno, el Consejo de Estado emitió el 21 de
octubre de 2004 un Dictamen en el que señaló la posibilidad de un conflicto entre
dicho precepto y la Constitución española en la medida en que la redacción del
artículo 1-6 puede chocar con la consideración de la Constitución española como
norma suprema de nuestro ordenamiento jurídico, por lo que recomendó que se
hiciera uso de la facultad prevista en el artículo 95.2 de la Constitución para que el
Tribunal Constitucional declarase si existía o no contradicción entre el Tratado y la
Constitución española. El problema no era únicamente de naturaleza técnico-
jurídica, sino que tenía un alcance más amplio. La integración europea se ha ido
realizando de forma progresiva y si al principio se trataba de materias económicas
y técnicas, a medida que las instituciones comunitarias han ido asumiendo
competencias cuyo ejercicio afecta progresivamente a la vida de los ciudadanos, la
Unión Europea tenía necesidad de fijar los valores sobre los que se fundamenta así
como sus objetivos mediante la adopción de un tratado que por su contenido pudiera
ser percibido y entendido como una auténtica Carta constitucional. Con el Tratado
por el que se establece una Constitución para Europa la integración europea entra
pues en una nueva fase del proceso iniciado por seis Estados en 1951 (con la
creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero), proseguido en 1957
con los Tratados de Roma (constitutivos de la Comunidad Económica Europea y la
Comunidad Europea de la Energía Atómica), en 1986 con el Acta Única, y más tarde
con el Tratado de la Unión Europea (Maastricht, 1992, reformado por los Tratados
de Amsterdam, 1997, y Niza, 2000).

Éste es el sentido y la razón de ser del artículo 1-6 del Tratado, que al afirmar que
la Constitución Europea y el Derecho adoptado por las instituciones de la Unión en
el ejercicio de las competencias que se le atribuyen a ésta primarán sobre el
Derecho de los Estados miembros parece chocar abiertamente con la 408 constante
interpretación que el Tribunal Constitucional ha dado a la supremacía de la
Constitución española, sobre la base de lo dispuesto en los artículos 1 y 9-1 de la
misma. El artículo 1-6 refleja la jurisprudencia existente del Tribunal de Justicia de
las Comunidades Europeas y es el resultado de una larga y zigzagueante evolución,
cuyos hitos fueron sentados casuísticamente por el Tribunal de Justicia en un
proceso en el que han sido jalones notables sentencias como las de los casos Van
Gend and Loos, Costa/ENEL, Internacionales Handelsgesellschaft, Simmenthal y
otras. No obstante, es innegable que algunos de los Tribunales Constitucionales -
como el alemán y el italiano- no han aceptado, al menos de forma expresa, el
principio de primada con el alcance incondicional con que aparece configurado en
la jurisprudencia del Tribunal de Luxemburgo, y han sostenido que existen ciertos
límites derivados tanto del fundamento constitucional para la atribución de
competencias a la Comunidad como de las normas constitucionales relativas a la
protección de los derechos fundamentales. En la misma línea, el Tribunal
Constitucional español sostuvo en su Declaración de 13 de diciembre de 2004 que
la cesión del ejercicio de competencias a la Unión Europea y la integración
consiguiente del Derecho comunitario en el nuestro imponen límites a las facultades
soberanas del Estado, “aceptables únicamente en tanto el Derecho europeo sea
compatible con los principios fundamentales del Estado social y democrático de
Derecho establecido por la Constitución nacional”. Por ello, “la cesión constitucional
que el artículo 93 de la Constitución española posibilita tiene límites materiales que
se imponen a la propia cesión”. Esos límites, que implícitamente se derivan de la
Constitución, añade la Declaración del Tribunal Constitucional, “se traducen en el
respeto de la soberanía del Estado, de nuestras estructuras constitucionales
básicas y del sistema de valores y principios fundamentales consagrados en nuestra
Constitución”. El Tribunal Constitucional examinó los artículos 1-2 y 11-113 del
Tratado (en los que se enuncian los valores que fundamentan la Unión y se
proclama que ninguna de las disposiciones de la Carta de los derechos
fundamentales de la Unión podrá interpretarse de modo limitativo o lesivo de los
derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos por las Constituciones
de los Estados miembros) y sostuvo que, para interpretar correctamente la primacía
proclamada del Derecho comunitario, y el marco en el que se desenvuelve, el dato
a tener en cuenta es que el Tratado parte del respeto a la identidad de los Estados
integrados en ella y de sus estructuras constitucionales básicas, pues como dispone
el artículo 1.5.1: “La Unión respetará la igualdad de los Estados miembros ante la
Constitución, así como su identidad nacional, inherente a las estructuras políticas y
constitucionales de éstos, también en lo referente a la autonomía local y regional.
Respetará las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por
objeto garantizar su integridad territorial, mantener el orden público y salvaguardar
la seguridad nacional”. Sobre estas bases, el Tribunal concluyó en este punto que
los preceptos antes citados consagran “la garantía de la existencia de los Estados
y sus estructuras básicas, así como sus valores, principios y derechos
fundamentales, que en ningún caso podrían llegar a hacerse irreconocibles tras el
fenómeno de la cesión del ejercicio de competencias a la organización supraestatal,
garantía cuya ausencia o cuya falta de proclamación explícita justificó en etapas
anteriores las reservas opuestas a la primacía del Derecho comunitario frente a las
distintas Constituciones por conocidas decisiones de las jurisdicciones
constitucionales de algunos Estados”. Junto a esas garantías, debe destacarse
además que la primacía que para el Tratado y el Derecho comunitario derivado se
establece en el artículo 1-6, “se contrae expresamente al ejercicio de las
competencias atribuidas a la Unión Europea. No es por tanto una primacía de
alcance general, sino referida exclusivamente a las competencias propias de la
Unión. Tales competencias están delimitadas con arreglo al principio de atribución
(art. 1-11.1 del Tratado), en cuya - virtud la Unión actúa dentro de los límites de las
competencias que le atribuyen los Estados miembros”. En definitiva, la primacía
opera respecto del ejercicio de las competencias cedidas a la Unión por voluntad
soberana de los Estados y también soberanamente recuperables a través del
procedimiento de retirada voluntaria previsto en el artículo 1-60 del Tratado. Se tiene
así la impresión de que asistimos a una especie de puesta en cuestión de la noción
de supranacionalidad, en el sentido de que tanto los Gobiernos como algunas
jurisdicciones Constitucionales reaccionan y ponen límites al alcance de la
supranacionalidad. Acaso ocurra, sin embargo, que habíamos exagerado el sentido
de expresiones tan generalizadas como “transferencia o cesión de soberanía” o
“abandono de la soberanía” y que hayamos tomado conciencia de que, después de
todo, la supranacionalidad no consiste tanto en esto último cuanto, en un ejercicio
en común de competencias soberanas, confirmándose así todo lo que hay de
simplificación y exageración cuando se distingue tajantemente entre integración y
cooperación. Una diferencia existe desde luego, pero se trata de una distinción de
grado que es preciso no exagerar ni simplificar; desde mi punto de vista, es así
como podemos comprender mejor los límites y las reservas con que es preciso
emplear expresiones como “transferencia o cesión de competencias soberanas” o
“abandono de soberanía” cuando se habla de Organizaciones Internacionales
supranacionales ya que, en definitiva, la supranacionalidad no consiste en
“transferir”, “ceder” o “abandonar” parcelas de soberanía sino, más bien, en el
ejercicio en común de competencias soberanas de los Estados, que siguen siendo
los sujetos primarios del Derecho internacional.
El Individuo.

Argumentos sobre la negación de la personería del individuo Referencias


jurídicas del individuo en el sistema internacional.

Para comenzar el estudio de la situación se debe en primer lugar ubicar en la


materia. Esto quiere decir que al individuo como sujeto de derecho internacional se
lo analiza como tal dentro de las características que debe reunir un sujeto para
considerarlo, en el sentido relevante del término, como sujeto de derecho
internacional. No obstante, lo más resaltante en esta materia es la clase de sistema
jurídico al que obedece filosóficamente el Derecho Internacional, ya que como lo
destaca la inmensa mayoría de la doctrina nos situamos frente a un sistema de
coordinación por oposición al sistema de subordinación. En los sistemas de
coordinación los individuos que lo integran, revestidos de determinados caracteres,
son quienes lo estructuran y por otra parte fijan las reglas a las cuales habrán de
someterse,

Cuando hablamos de individuos como sujetos de derecho internacional, es decir,


individuos capaces de tener derechos y deberes en virtud del derecho internacional;
el término "individuo" aquí tiene una connotación jurídica más amplia.

Individuo en el sentido jurídico significa cualquier sujeto de derecho internacional,


es decir, el ser humano, pero también una empresa comercial con personalidad
jurídica, pero también un fundamento, no por supuesto que todos los individuos
tengan los mismos derechos, sino que "individuo" se entiende en el sentido más
amplio.

El individuo, antes de 1945, tenía un estatus muy especial en el derecho


internacional, ese estatus era que estaba prácticamente ausente del derecho
internacional, podía ser objeto de regulación en virtud del derecho internacional,
pero no gozaba de derechos y deberes como individuo directo en virtud del
ordenamiento jurídico internacional.
¿Propósito del derecho internacional? Toda una serie de tratados y normas
consuetudinarias se referían a las personas, había tratados que protegían a las
minorías, había en el derecho consuetudinario una "norma mínima" que era en ese
momento una serie de normas consuetudinarias que establecían la forma en que
los Estados debían tratar a los extranjeros; había una serie de derechos para los
extranjeros; si los nacionales de un país se encontraban en otro Estado, el Estado
de origen tenía derecho a exigir un nivel mínimo de trato.

Todas estas regulaciones pueden haber beneficiado al individuo, en el sentido de


que los bienes no vendidos eran un objeto de derecho internacional que también
estaba afectado, pero el individuo no podía reclamar directamente sobre la base del
tratado o de la norma consuetudinaria porque no tenía derechos u obligaciones
directos en virtud del derecho internacional.

Los regímenes anteriores funcionaban de manera diferente, no otorgaban derechos


y obligaciones directamente aplicables en virtud del derecho internacional y que la
persona podía reclamar en su nombre ante las organizaciones internacionales.

Se dispuso que los Estados incorporarían esos tratados a su derecho interno, y fue
en el marco del derecho interno donde los particulares podían beneficiarse de las
normas de esos tratados.

El funcionamiento del régimen consistía en establecer una determinada norma en


el derecho internacional e incorporarla al derecho interno; la violación de esos
regímenes sólo podía dar lugar a la protección diplomática.
Si un ciudadano suizo se encuentra en Rusia acusado de piratería y se considera
que esto viola la norma mínima, Rusia podría ser considerada responsable de la
protección diplomática, pero sólo de Estado a Estado. El derecho internacional
establece regímenes que benefician a los individuos, pero los derechos siempre
pasan por el derecho interno, el individuo no puede hacer valer sus derechos y
obligaciones directamente en virtud del derecho internacional.

Esto cambió después de 1945, este tipo de pantalla que consiste en decir que el
derecho internacional es sólo relaciones interestatales, y que el individuo está sujeto
al derecho interno, esto ha cambiado ya que ahora concedemos ciertos derechos e
imponemos ciertas obligaciones a los individuos directamente bajo el derecho
internacional, estos son derechos subjetivos fundamentales que se resumen bajo el
término derecho de los derechos humanos y por otro lado las obligaciones que
imponemos a los individuos bajo el derecho penal internacional con respecto a los
crímenes mayores por los cuales podemos hacer responsable directamente a un
individuo.

Para que un tratado de derechos humanos se aplique a un Estado, debe ser


ratificado, en lo que respecta a los derechos humanos basados en el derecho
consuetudinario, no hay ningún obstáculo para su ratificación.

¿Por qué se adoptó este nuevo enfoque?

La razón de este cambio es simplemente la experiencia del período de entreguerras,


que demuestra que el derecho interno puede ser muy deficiente, incluso los Estados
culturales pueden caer en una barbarie relativa, el derecho interno puede ser
disfuncional o utilizarse con fines oscuros.

Se sugirió que el derecho internacional no ofrece suficientes garantías porque


puede fluctuar, mientras que la protección internacional que vincula a los Estados y
que éstos no pueden modificar unilateralmente permite que la persona tenga un
número mínimo de garantías.
Se trataba de un enfoque optimista, pero la idea es mantener un cierto nivel cuando
con el derecho interno no estamos seguros de que, por el hecho de que los Estados
están obligados por normas comunes, se trata de una mayor protección que el
derecho interno no proporciona.

Los Individuos.

Sin duda que el hecho de considerar o no a los individuos como sujetos de Derecho
internacional Público depende mucho del momento histórico y de la evolución
misma del sistema.

La comunidad internacional se ha hecho universal, también la cantidad o ámbito de


materias reguladas por normas internacionales, se han extendido mucho. Hoy los
Estados son muy diferentes tanto en su número como en sus funciones, de lo que
eran antes de la primera guerra mundial. En este sentido son incapaces para
solucionar por sí mismos, aisladamente, una serie de problemas que exige un
esfuerzo de cooperación internacional de carácter permanente y asentado en
instituciones

Dentro de la doctrina podemos encontrar distintas posiciones:

• Quienes consideran que el individuo es el único sujeto del Derecho internacional.


Un ejemplo de esta corriente es la escuela sociológica francesa. En este caso se
considera al Estado solo como un hecho, como una asociación de individuos.

• También están quienes admiten cierta personalidad internacional del individuo,


pero sometida a limitaciones. Esta posición es la más aceptada.
• El individuo es un sujeto pasivo del Derecho internacional ya que sólo recibe de él
derechos y obligaciones. No puede ser sujeto del Derecho internacional porque
carece de capacidad para celebrar Tratados y no tiene legitimación para acudir ante
los Tribunales Internacionales para hacer valer sus derechos.

El individuo como sujeto de deberes internacionales.

Es importante tener en cuenta que el individuo puede ser responsable


internacionalmente cuando viola normas fundamentales del Derecho internacional.
Son actos ilegales de violencia que pueden ser cometidos en el mar o en el espacio
aéreo. Los únicos sujetos que pueden cometer estos actos son las personas físicas,
los individuos, pero los Estados están autorizados por el ordenamiento internacional
a detener a los infractores de la norma y someterlos a su jurisdicción; pero quien
tipifica el delito es el Derecho internacional.

Algunos ejemplos:

• Piratería: son aquellos actos de violencia en alta mar contra personas o


propiedades por la tripulación de un navío con intento de pillaje, Solo puede ser
cometida por particulares, y la obligación de abstenerse emana del orden jurídico
internacional, otros dicen que el Derecho internacional autoriza a cada Estado a
tipificar en sus leyes penales el acto de piratería. Sería la ley interna la que crea la
responsabilidad personal, pero es el Derecho internacional el que autoriza a
sancionar. La realidad indica que la norma de Derecho internacional tipifica el delito
y no sólo se limita a autorizar. La piratería es un delito contra el Derecho
internacional, el cual da la definición y además impone el castigo.
• Crímenes de guerra: el Derecho internacional, en esta materia, admite al lado de
la responsabilidad estática, la responsabilidad individual, siendo el individuo
responsable de sus propios actos y por consiguiente, destinatario directo de
obligaciones impuestas por el orden jurídico internacional.

Al igual que en la piratería las normas internacionales autorizan a los estados a


sancionar, y a la vez definen los hechos determinantes de tales sanciones.
Bibliografías.

• https://www.boe.es/biblioteca_juridica/anuarios_derecho/abrir_pdf.php?id=A
NU-M-2007-10040300411

• https://www.derecho-internacional-publico.com/2015/02/responsabilidad-
internacional-individuos.htm

• https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-55159/lib1cap8.pdf

También podría gustarte