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Derecho Agrario en Testamento

El Derecho Agrario es un derecho de actividad, donde lo importante es el


ejercicio, el actuar, el hacer, y cuya representación se manifiesta a través de la
empresa. Es por ello que debió concebirse un régimen hereditario específico para el
Derecho Agrario. La aplicación del régimen hereditario se vincula con la característica
de la asignación de ser un contrato de duración, en consecuencia desde el momento
mismo en que el beneficiario se encuentra en el fundo y hasta que hayan transcurrido
15 años desde la inscripción del derecho en el Registro Público y se haya procedido a
la cancelación de las obligaciones con el Instituto, el mismo operará plenamente, sin
perjuicio de que el Instituto pueda intervenir cuando actos post morten pongan en
peligro la unidad de la empresa o el sistema fundiario basado en una racional
distribución de la tierra.

En materia dentro de la vía judicial se encuentran dos modalidades: La


testamentaria: existe un testamento debidamente otorgado ya sea cerrado o abierto. Y
la sucesión legítima: ante la falta de testamento o si existe, pero no cumple con los
requisitos, se tiene que no existe voluntad del causante por lo que la declaratoria de
herederos y la distribución se hace conforme a la ley.

La determinación del sucesor no es competencia de los tribunales civiles, ni


tampoco de los tribunales agrarios, la Ley la otorgó exclusivamente al ente agrario
encargado de la asignación, es decir al Instituto de Desarrollo Agrario, por una parte
para vigilar y proteger la integridad física del bien, y por otra porque en caso de no
existir sucesor idóneo, en los términos establecidos por la Ley el bien debe volver a la
titularidad y patrimonio del ente agrario para que éste proceda a adjudicarlo a otro
beneficiario que reúna los requisitos establecidos por el ordenamiento jurídico. Pero si
la determinación del sucesor ha sido otorgada como competencia al ente agrario, ello
no significa que va a ser éste quien decida la que van a suceder al causante. Desde
este punto de vista procede tanto la sucesión testamentaria como la ab intestato.
Por lo tanto solo podrá ser designado heredero quien reúna las condiciones
exigidas por la Ley, y así aún cuando el causante haya otorgado testamento éste no
podrá tener validez si el designado no reúne las condiciones exigidas para ser
adjudicatario, o si tratándose de una sucesión ab intestato los posibles herederos no
pueden ser beneficiarios, procediendo en consecuencia el Instituto a adjudicarse por
falta de heredero idóneo, y en ese caso se deposita en el Juzgado el valor del bien,
para que los herederos sean satisfechos económicamente y el Instituto pueda luego
adjudicar a otro beneficiario el inmueble en virtud de otro contrato de asignación de
tierras. Como no se establece en la Ley ningún procedimiento administrativo deberá
aplicarse subsidiariamente el de la Ley de Administración Pública, declarando al
Instituto beneficiario, mediante acuerdo de su Junta Directiva al heredero que
corresponda según el caso.
La herencia o legado, es un modo mortis causa, por medio de una disposición
testamentaria, posibilidad autorizada y contemplada en el artículo 69 de la Ley de
Tierras y Colonización, la cual no establece que requiera de autorización de la Junta
Directiva del INDER. Siendo que la eficacia de todo testamento requiere del
cumplimiento de una condición suspensiva (hecho futuro e incierto) consistente en la
muerte del testador, condición a partir de la el testamento empieza a generar efectos
jurídicos y no antes.

Un adjudicatario puede testar y al momento de su deceso estar las limitaciones


vencidas. La eficacia de la disposición testamentaria está sujeto en que el heredero o
legatario califique en el procedimiento administrativo que ha de llevarse estando o no
las limitaciones vencidas; pero esto es un requisito de eficacia y no de validez del
testamento, el cual, por sí solo, es válido al ser reconocido como tal por la norma
indicada, pero con eficacia relativa por las limitaciones mortis causa que la ley impone
a los herederos, no a la voluntad de testador.
ANEXOS

Normativa aplicable

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