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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CURSO
PSICOPATOLOGÍA
DOCENTE
SECCIÓN
28282
INTEGRANTES:
La paciente refiere que se levantaba por las noches, iba a la cocina y comía todo lo que
hubiera a su alcance. Se detenía sólo después de una o dos horas cuando no podía encontrar
nada más que comer. Los ataques de gula siguieron durante cinco años hasta que consultó a
su médico general, quien la derivó para tratamiento psiquiátrico, por una supuesta depresión
relacionada con sus ataques de ansiedad comer. Sus episodios de gula estaban precedidos por
sentimientos de tensión severa y obtenían una cierta relajación, aunque esto iba acompañado
por vergüenza y desesperación.
Durante el año anterior a la derivación los períodos de gula habían aumentado de 2 a 3 veces
por semana. Por lo general ocurría a la noche después de dormir algunas horas. Después de
comer como desaforada se sentía explotar, pero no vomitaba, trataba de deshacerse de la
comida tomando grandes cantidades de laxantes.
Su peso era inestable, pero había logrado mantenerlo dentro de los límites normales
simplemente ayunando entre sus crisis de gula. Odiaba la gordura, pero en realidad, nunca
había sido delgada. Sus ataques de comer en exceso la hacían sentir culpable y
desesperanzada. Había pensado en el suicidio tomando una sobredosis de los somníferos
Tenía sólo unas pocas amigas íntimas porque le resultaba difícil hacer amigos. A menudo se
sentía tensa e incómoda al estar en compañía. Evitaba ir a reuniones porque tenía miedo a las
críticas o al rechazo.
A.
Se detenía sólo después de una o dos horas 1. Ingestión en un periodo
cuando no podía encontrar nada más que determinado
comer.
A. 2. Sensación de falta de
Después de comer como desaforada se control sobre lo que ingiere en
sentía explotar el episodio
B. Comportamiento compensatorio
Trataba de deshacerse de la comida inapropiado recurrentes para
tomando grandes cantidades de laxantes. evitar el aumento de peso.
D. La autoevaluación se ve
Odiaba la gordura, pero en realidad, nunca indebidamente influida por la
había sido delgada. Además, siempre había constitución y el peso corporal.
sido sensible, temerosa de las críticas y
tenía baja estima personal.
E. La alteración no se produce
Los episodios también se presentan en exclusivamente durante los
algunos de los síntomas del Trastorno de episodios de Anorexia Nerviosa
Rumiación y/o Trastorno de Atracones
CASO 2
Tenía miedo de tener una enfermedad grave, probablemente un tumor cerebral maligno y
creía que quizá los estudios no habían considerado el total de su cerebro. Por esa razón volvió
a ir a su médico general quien trató de persuadirla de que no tenía nada malo. Finalmente, se
dio por vencida y la derivó al departamento neurológico para otra evaluación.
El neurólogo primero trató de convencerla, pero ella presionó para que le hagan nuevos
estudios y se la internó para ello. Luego el neurólogo le explicó que nada era anormal. Aceptó
las explicaciones, pero unos pocos días después de ser dada de alta volvió a dudar de los
resultados. Volvió a sentirse preocupada con la idea previa de que posiblemente tenía un
tumor maligno. No podía pensar en nada más que en sus dolores de cabeza y en sus mareos
causados por el tumor maligno que le causaría la muerte irremediable. La paciente hizo
planes para su funeral y los cantos religiosos que le gustaría que se canten. Convirtió la vida
de su esposo y de sus hijos en una tortura, al hablar sólo de su condición. No podía hacer las
tareas de la casa y pasaba en cama casi todo el día. No le importaba casi nada su apariencia.
Varias veces por semana llamaba a su médico para pedirle que la ayude prescribiéndole
calmantes o si fuera posible internándola de nuevo en el departamento de neurología.
Las últimas semanas anteriores a su internamiento parecía haber perdido todas las esperanzas,
y dijo que sería mejor que se suicidara para evitar los últimos dolorosos meses de su
enfermedad. Tenía dificultad para dormir y no tenía apetito. notó que su vista se había
nublado. Se sintió aterrada y creyó que su muerte era inminente. Llamó a su médico
inmediatamente y lo convenció de que la internara nuevamente en la sala de neurología por
tercera vez. Los exámenes, que incluyeron un estudio oftalmológico y una nueva TAC, no
revelaron absolutamente nada anormal. Ella lloraba, estaba agitada y finalmente aceptó ser
transferida al departamento psiquiátrico.