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Hacer
Ciudad de Dios

Organización de Juventudes
Departamento de For Doc
ÍNDICE
Prólogo………………………………….……. 3
La Milicia es nueva, siempre……………….. 5
La obediencia es para valientes………….…….. 12
La Milicia, ¡es mi vocación!…………….……… 13
La Jefatura…………………………….………. 19
Pro Patria ad Deum……………………..…..… 27
2

Esto vir……………………………….………. 31
Mujeres milicianas…………………….………. 36
El canto en la Milicia………………….………. 38
El deporte en la Milicia………………..………. 40
Edificar la Ciudad de Dios………….………. 43
La caridad, la fe y el orden natural…….………. 45
El hombre………….…………………………. 46
La verdad…………..…………………………. 48
La libertad……..………………………………. 50
La sociedad……………………………………. 51
El bien común..……………………….………. 53
La justicia……..……………………….………. 54
Las leyes………………………………………. 55
La caridad…….……………………….………. 57
La familia……..……………………….………. 58
Los hijos..……………………………..………. 60
El noviazgo..………………………….………. 61
La amistad…………………………….………. 62
Repasemos……………………………………. 64
La educación………………………….………. 64
El estudio……………………………..………. 66
El trabajo……………………………..………. 67
El arte..………………………………..………. 69
La fiesta……………………………….………. 70

Prólogo
3

No tengáis miedo… de abrir las puertas del corazón a Cristo. Estas


palabras del Papa Juan Pablo II al inicio de su pontificado, son
también para nosotros.
No tengamos miedo, decimos, de dejar habitar en nuestras
almas a Aquel que es modelo de obediencia y de entrega al Padre;
pues El hará prosperar nuestra conciencia de hijos creados y
redimidos por Dios. Quienes se hacen de Cristo tienen una
mirada esperanzada del mundo y de la historia, y pueden discernir
quiénes somos, en dónde estamos situados y hacia dónde nos
debemos dirigir. Así, el combate se hace más simple; no fácil,
pero sí sencillo.
Permaneciendo con el Señor, la realidad deja de ser confusa,
y se hace visible. Observamos con claridad cómo el rumbo de los
tiempos no escapa a la Providencia Divina, la cual, en medio de la
difícil actualidad, genera un espíritu nuevo en la Iglesia, que no es
sino el mismo mensaje redentor de siempre, pero con un ardor
distinto y nuevo para este siglo. Y nosotros decimos, ante tiempos
nuevos, una Nueva Milicia; que no es una Milicia diferente, sino
una Milicia rejuvenecida en su espíritu, para las buenas contiendas
que nos tocan librar.
En lo esencial de nuestro Estilo está la militancia, el
compromiso con Dios, con la Iglesia y con la Patria. Por eso
queremos evangelizar la cultura, la familia y la juventud. Ese es
nuestro buen combate. Y lo hacemos testimoniando a los
hombres la noticia de Cristo Resucitado. Y esta noticia es Buena y
es Nueva. Por eso no tenemos miedo. Es que el Señor nos lo dijo:
“no teman, Yo he vencido al mundo”.
Nuevos tiempos, Nueva Milicia, y la misma batalla: iluminar
y alegrar a los hombres con la Novedad del Evangelio. Misión que
requiere milicianos comprometidos y rejuvenecidos en sus
conciencias milicianas. Se requieren, entonces, herramientas
suficientes para ser luz y sal en medio de un mundo oscurecido y
4

desabrido. Es esta la razón que motivó la publicación del presente


cuadernillo desde el Departamento de For Doc de la
Organización de Juventudes. A través del mismo pretendemos
brindar al miliciano nociones elementales sobre lo que somos,
sobre el hombre, la familia, la sociedad, la Patria y el mundo.
Somos cristianos, pero vivimos en el mundo en el que muchos
todavía no han conocido a Cristo; por eso, además de la fe, nos
valemos de la luz que nos da el orden natural.
Se dice que en nuestro tiempo “post-moderno” prima el
“pensamiento débil”. Pues bien, nosotros queremos pensar fuerte,
para ayudar a los débiles. Pues, la Ciudad de Dios que se edifica
invisiblemente en medio de la ciudad de los hombres, se
construye sobre roca, teniendo a Cristo como piedra fundamental
y a los apóstoles como sus cimientos. Frente a la debilidad y el
desconcierto, queremos ofrecer la fortaleza y el entusiasmo de la
“nueva primavera de la Iglesia”.

Mil. Leandro Morfú

La Milicia es nueva, siempre


Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Yo hago nuevas todas las cosas».
Ap. 21,5
Un nuevo tiempo
Dios no es ajeno al tiempo. Interviene en el tiempo, porque es suyo.
E interviene bien, de la manera más oportuna, conveniente y exacta.
Para cada tiempo Dios envía signos, obras y profetas. Es su
providencia: Dios provee siempre.
La Ciudad Miliciana es providencia de Dios, pero ¿para qué tiempo?
¿Para el pasado? Sin duda que no; Fasta no es una obra del pasado ni
5

para el pasado, sino para el presente y, sobretodo, es para el tiempo


que viene. Decimos que es para el presente porque Fasta ya ha dado
sus primeros frutos, y sin embargo no son estos los más abundantes,
sino los que vendrán. Y en esto se parece a la higuera, que produce
sus primeros frutos: las brevas; y detrás de estas vienen los higos.
Los frutos no llegan cuando recién se planta la higuera, sino después
de que crece y se desarrolla. Así también sucede con la Ciudad
Miliciana.
En nuestro tiempo el moderno paganismo ha desplazado a la
sociedad cristiana, de la cual solo quedan vestigios. “Paganismo” es
distinto de “ateísmo”. El ateo es aquel que no cree en Dios (en
ninguno, ni siquiera en los falsos dioses). El pagano, en cambio, es
un hombre religioso que cree en ídolos y dioses falsos, y estas
creencias lo llevan a un modo de vida de costumbres más o menos
corrompidas. Sabemos que lo pagano no conduce hacia arriba sino
hacia abajo; que desvía, que desordena, que afea, que corrompe; en
suma, sabemos que no es de Dios. Sin embargo, para nosotros los
cristianos, lo pagano no es tanto para despreciar cuanto para
evangelizar.
“¡Pasemos a los bárbaros!”, decía el Beato Federico Ozanam,
señalando que la Iglesia nunca se detuvo en su misión salvadora por
quedarse atada nostálgicamente a las estructuras de lo pasado, sino,
por el contrario, siempre se lanzó con esperanza a la evangelización
de los nuevos bárbaros que el tiempo le señalara. En distintos
tiempos de la historia la Iglesia salió en misión para cristianizar
diferentes formas de paganismo. Aunque confusamente, el
paganismo de hoy ya conoce lo cristiano; esto lo hace distinto al de
otras épocas.
Por ello su evangelización también debe ser distinta; reclama una
misión nueva. El vino nuevo no puede ser llevado en odres viejos. A
raíz de este proceso de descristianización del mundo, Juan Pablo II
convocó insistentemente a una “nueva evangelización”, “nueva en su
ardor, en sus métodos y en su expresión”.
Justamente eso es Fasta. Nuestra Ciudad Miliciana es joven y nueva,
en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones. Pues somos hijos y
6

fruto del Concilio Vaticano II; llevamos su impronta. Ni las guerras


mundiales, ni la llegada del hombre a la luna igualan en importancia
y valor a lo significado por el Concilio. No dudemos en afirmarlo: el
Vaticano II es el acontecimiento más significativo y trascendente del
siglo XX, y con él se inaugura un nuevo tiempo, para la Iglesia y para
el mundo. Es que este Concilio produjo una renovación de la
vitalidad de la Iglesia; la misma fe de siempre, el mismo mensaje, la
misma doctrina, el mismo anuncio de salvación, pero con un ardor
nuevo, con métodos nuevos y con expresiones renovadas, conforme a
los tiempos modernos, para que el hombre no transite caminos
opuestos y distantes de Dios. La actitud que pide el Concilio a los
cristianos es de acogida, de esperanza, de diálogo y alegría en el
testimonio de la fe. En este espíritu fue concebida la obra de Fasta, y
desde el inicio la actitud y el espíritu conciliar han sido tono
dominante en la Milicia Juvenil y en toda la Ciudad Miliciana.

La nueva primavera de la Iglesia


Junto con Fasta otros muchos frutos han brotado del espíritu del
Concilio; instituciones y nuevos movimientos eclesiales, con un
fervor renovado, han dado pie a lo que el Papa Juan XXIII anunció
como una “nueva primavera de la Iglesia”.
“Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” (Rm 5,20). La
necesidad del Concilio y los nuevos movimientos eclesiales resulta
clara cuando consideramos el marco de neo-paganismo reinante en el
mundo contemporáneo y el creciente proceso de desacralización de la
sociedad. Corrupción de las costumbres e idolatría por doquier,
indiferencia religiosa en algunos casos, y actitud anticristiana en
otros, caracterizan el inicio del siglo XXI. Esta “nueva primavera de
la Iglesia”, fruto del Concilio Vaticano II, significada con los nuevos
movimientos eclesiales –como Fasta- es la gracia que Dios
misericordioso envía para este tiempo, y que viene a sobreabundar
donde hoy abunda lo que no es de Dios.
Posteriormente, el Espíritu Santo inspiró al Papa Juan Pablo II para
convocar sucesivamente al Año del Rosario y al Año de la Eucaristía.
Es que “el obrar sigue al ser”. Entonces hay que preparar y fortalecer
7

el ser del hombre cristiano, para que luego se exprese en su obrar


como testigo valiente y apóstol entusiasta. Estos dos –el año del
Rosario y el año de la Eucaristía- parecieran ser preparatorios del
hombre de fe que se requiere para nuestros tiempos. Es como decir:
plegaria y sacramentos. Y ambos conducen al hombre a poner su
confianza sólo en Dios, en su amor, en su Providencia y su Gracia.
Ya en el pontificado de Benedicto XVI, hemos asistido a nuevos
signos inspirados por el Espíritu Santo: por un lado, el documento
emanado de la reunión de los obispos de América en Aparecida,
señalando un fuerte tono misionero y apostólico; y por otro, el Año
Paulino en el cual el Papa llamó a “una nueva generación de
apóstoles para una nueva era”.
Hace unos años el P. Fosbery, habiéndosele preguntado en una
reunión de la Organización de Juventudes acerca de cómo veía a la
rama juvenil de la Ciudad Miliciana en lo próximo, contestaba lo
siguiente: que Fasta se asemejaba a un tren, que en su fundación puso
en marcha una locomotora, trazó vías férreas y comenzó a transitar,
sumando vagones a lo largo de su recorrido. Que él veía que a este
tren inicial, con el cual se fundó, institucionalizó y creció Fasta ya no
le cabían más vagones; como que su misión ya estaba cumplida. Y
que la Milicia Juvenil debía poner en marcha un nuevo tren, explorar
territorios nuevos, trazar nuevas vías, y comenzar a transitar, en
cumplimiento de una nueva misión. Como que la primera gran etapa
de Fasta había consistido sobre todo –principalmente, aunque no
excluyentemente- en una misión ad intra, fundándose, edificándose
hacia adentro; de modo que lo próximo consistiría en una misión que
debiera mirar principalmente ad extra, hacia fuera, con un fuerte tono
apostólico.
Así pues, decimos: a nueva misión, nueva Milicia. Se trata de una
misión que mira más a lo apostólico, pero hacia fuera de la Ciudad
Miliciana, pero desde la Ciudad Miliciana. Se trata de asumir los
desafíos que el nuevo tiempo nos señale. Pero decimos “nueva
Milicia” no porque se trate de una nueva institución, o un nuevo
ideario con un nuevo Estilo o carisma; sino porque los nuevos
8

desafíos de la misión requieren que los milicianos sean preparados en


la Milicia con el fervor de la nueva primavera de la Iglesia.

La Milicia es nueva
Un paganismo distinto en un nuevo tiempo, es objeto de una misión
distinta y nueva. Por eso, se requiere de una Milicia nueva para este
tiempo. A nueva misión, nueva Milicia.
“Yo hago nuevas todas las cosas”. También la Ciudad Miliciana;
Cristo la hace nueva, pero no en el presente año, sino desde 1962. Lo
nuevo está en el origen. En aquel entonces, a través del P. Fosbery,
Cristo hizo una propuesta; ésta, a su vez, reclamaba una respuesta, la
cual inicialmente estuvo en manos de aquel grupo de jovencitos de la
ciudad de Leones, de Mendoza y de Buenos Aires en la fundación; a
dicha respuesta juvenil continuó un entusiasmo comprometido.
La propuesta original fue la Milicia Juvenil, que suponía y supone
amor a Dios, a la Iglesia y a la Patria, con tono militante.
La respuesta fue un acto de fe; aquellos jóvenes confiaron en lo que
se les proponía; creyeron.
Y el primer efecto de aquel acto de fe fue el entusiasmo juvenil que
se transformó en un compromiso ardiente.
Estas tres cosas – la Milicia, el acto de fe y el entusiasmo
comprometido- son la novedad de Fasta. Y mientras estas tres estén
presentes y vigentes… la Ciudad Miliciana será nueva.
Cuando decimos Milicia nos estamos refiriendo a una realidad
espiritual, un carisma, un Estilo, que según el tiempo y el lugar se
expresa en organizaciones, estructuras y símbolos diversos, según las
circunstancias. Una realidad espiritual que me convierte en un
hombre religioso, por el encuentro personal y comunitario con Cristo
vivo; un Carisma que me descubre a la Iglesia y mi lugar en ella; un
Estilo que revela a la Patria como misión y camino de salvación.
Pero la Milicia, como realidad espiritual, como Carisma, como
Estilo, para poder ser asumida reclama la fe personal de cada
miliciano. Una fe sin disimulos y completa, no recortada. Es un acto
9

de fe al que no le pongo condiciones. Esto es lo único que le toca


poner a cada uno.
Entonces lo demás sobreviene inevitablemente, y sucede por gracia:
una entrega generosa, una esperanza alegre, un compromiso firme y
siempre joven. Porque la propuesta fue y es Milicia, pero una Milicia
Juvenil. No se puede permanecer en Fasta sin ser joven –estamos
hablando de un estado del alma simbolizado en la edad de aquellos
que fueron los primeros jóvenes milicianos–. Cuando se pierde la
juventud espiritual –es decir, cuando pierdo la fe– no puedo seguirle
el ritmo a la Milicia, el alma se me llena de escepticismo, de desgano,
no entiendo, no tengo fuerzas, pierdo la creatividad, la iniciativa y el
coraje, me aburro, no creo, no espero, no amo, y hasta protesto. Es
decir, me hago viejo; los viejos (los viejos de corazón) son gruñones,
aburridos y suelen estar enfermos. La Milicia… no es para viejos.1

El miliciano, un hombre nuevo


San Pablo enseña que Cristo ha creado un hombre nuevo.2 Por eso es
Él quien hace nuevas todas las cosas.
La Milicia, porque es de Cristo, es nueva, y hace hombres nuevos; es
que los nuevos desafíos de la misión requieren que el miliciano se
prepare, se haga capaz y así se haga fuerte. No se trata de creerse
fuerte o de hacerse los fuertes; eso es de papanatas. Se trata en
cambio de ser fuertes en la Iglesia, en la Milicia, que es como decir
en Cristo. El que se separa… se hace débil y se suicida en su
debilidad.
“Les escribo, jóvenes, porque son fuertes”.3 Está dicho para los que
han creído, para los entusiastas y para los jóvenes de espíritu. ¡La

1
Alguna vez el P. Fosbery escribió un artículo en el que hablaba de los jóvenes
viejos; son aquellos que, jóvenes en edad, han envejecido por las alternativas
equivocadas que eligieron. Algunos amigos también hablaban de otra categoría a la
que apodaron los pende-viejos, que son viejos en la edad y también en el alma, pero
que exteriormente quieren parecer ridículamente jóvenes.
2
San Pablo describe al hombre viejo y al hombre nuevo en Rm 6, Col 3 y Ef 2 y 4
3
1 Jn 2,14
10

misión de estos tiempos se encomienda a los fuertes! El mundo,


desde su agonía, clama por su propio rescate, y la Iglesia, desde su
amor, engendra apóstoles fuertes para responder a su misión.
Apóstoles fuertes. Eso somos; o por lo menos eso debemos ser; es
algo que nos reclama nuestra conciencia, es una vocación, y viene de
Dios.

La expresión “nueva Milicia”

“Sí, un nuevo género de milicia ha nacido, desconocido en siglos


pasados, destinado a pelear sin tregua un doble combate contra la
carne y sangre y contra los espíritus malignos que pueblan los
aires”. Con estas palabras explicaba San Bernardo de Claraval, en el
siglo XI, en un escrito suyo titulado “Loas a la nueva Milicia”, el
espíritu de aquellos terribles, religiosos y valientes Caballeros
Templarios, que mitad monjes y mitad soldados, se aprestaban para
cumplir la misión que se les señalaba. Frente a un enemigo de la fe
que se había armado y organizado para despojar a los cristianos de lo
sagrado, se necesitaba de quienes con genuino espíritu de fe, con
amor sin medida al Rey de reyes, y con valor cristiano, se
organizaran en sólida milicia de Cristo para dar testimonio y guardar
el templo de las iniquidades del mundo.

Nuestra impronta apostólica: herencia de Santo Domingo

En los inicios del siglo XIII, las actitudes poco cristianas y la


ignorancia de muchos habían conducido a graves errores y desvíos de
la fe que se plasmó en la herejía que se instaló en diversas
poblaciones europeas. La Providencia divina envió, pues, a dos
grandes santos que tuvieron la misión de renovar vigorosamente la
catolicidad en Europa: San Francisco de Asís y Santo Domingo de
Guzmán. Este último fundó la Orden de los Frailes Predicadores,
significando para aquel momento una colosal novedad para el
testimonio de la fe cristiana. Los frailes de Santo Domingo se
formaban sólidamente en sus conventos en la contemplación de los
misterios divinos y el estudio de la doctrina de la fe, para desde allí
11

salir al mundo como apóstoles predicadores de la verdad. Tantos


fueron los frutos de su misión que el Papa Honorio III les llamó
“campeones de la fe” y “lumbreras del mundo”. La Orden de
Predicadores dio grandes Santos a la Iglesia, entre los cuales figura el
Patrono de FASTA: Santo Tomás de Aquino. Nuestro fundador, Fr.
Aníbal Fosbery, sacerdote de la Orden de Predicadores, quiso que
fuera Santo Tomás el protector y la luz de la Ciudad Miliciana. Los
Escudos de las Secciones de nuestra Milicia Juvenil –en su forma y
su color blanco y negro- se fundan en el escudo de la Orden de Santo
Domingo. De modo que Fasta hereda desde su origen la
espiritualidad que inició Santo Domingo y el espíritu apostólico que
se desprende de la misma. Por nuestro carisma los milicianos
queremos construir la invisible presencia del Reino de Dios, con una
gran confianza en la Providencia Divina:
a- en nuestros corazones, por la gracia y una sólida formación
doctrinal;
b- y en la temporalidad, es decir, en la ciudad de los hombres,
evangelizando la cultura, la familia y la juventud, con el fervor, la
esperanza y el entusiasmo de la Buena Noticia.

La obediencia es para valientes


1- Toda institución se organiza sobre el principio de la autoridad y
la obediencia. Nuestra Milicia Juvenil, que no es tanto nuestra sino
de nuestro Señor, por ser obra de la Iglesia, se afirma también en la
obediencia como en su pilar fundamental.
2- No se trata de la obediencia como instrumento humano de
disciplina; se trata de la obediencia como virtud, obediencia que hace
bueno al hombre y lo santifica, porque es la obediencia que se realiza
a imitación de Cristo, el supremo obediente, que nos ha dicho
“sígueme”, es decir: imítenme, hagan como yo.
3- El Demonio fue el primer desobediente, y tentó a nuestros
primeros padres a la desobediencia; y continúa en la Iglesia
empujando y tentando a la desobediencia a todos los que quieren ser
12

fieles al Altísimo. Tanto en el caso de la rebelión de Lucifer, como en


el caso de Adán y Eva, el vehículo que llevó a la desobediencia fue la
soberbia, al punto de querer ser como dioses. El Maligno querrá
desarticular la Milicia de Fasta con la misma tentación, nos ofrecerá
la posibilidad de ser como dioses, y nos animará a rebelarnos y a
desobedecer. Nosotros contestaremos como Cristo el Señor: con la
obediencia virtuosa, obediencia humilde, obediencia fundada en el
amor a Dios y al prójimo –como afirmamos en nuestras promesas:
“construir toda mi vida en el amor a Dios y al prójimo”- y no en el
odio, la vanidad o el amor propio.
4- Hay que escuchar con cuidado a San Pablo; él enseña a todo
cristiano, con su fervor apostólico, hasta qué punto Cristo fue
obediente: “fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Pero tal
obediencia no se puede llevar a cabo por motivos pequeños; tal
obediencia sólo puede tener lugar si es realizada por un amor infinito.
La obediencia virtuosa no es posible sino por amor. Solo se es
obediente si acaso se ama, y con amor de Dios. El Padre envía a su
Hijo unigénito en un acto admirable de amor; y Cristo le contesta en
los mismos términos, con amor; y por eso obedece.
5- A su vez, el Señor envía, por amor, a los Apóstoles, para que
continúen la obra de la Redención de los hombres; y éstos contestan
con amor ofreciendo también sus vidas en el martirio. Desde
entonces el Reino de Dios se edifica entre nosotros los hombres por
la obediencia de los obedientes, y el mundo se seculariza y aparta de
Dios por la desobediencia de los obstinados.
6- En el siglo XXI observamos el avance de la rebeldía que
pretende instalarse como estilo de vida. Todo es protestado. Nadie
parece recordar aquel elemental principio cristiano: “el que quiera
venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz
de cada día, y que me siga”.
7- En la Milicia desde temprano se nos forma en la obediencia. Es
que Dios, en su infinita y perfecta Providencia pareciera haber
previsto que de su obra -la Ciudad Miliciana- brotaran los hombres
capaces de conducir las temporalidades por el camino de la
obediencia salvadora de Cristo.
13

La Milicia ¡es mi vocación!


La Vocación Miliciana:
1- Es un llamado de Dios a la salvación personal, lo cual supone la
santificación; con la particularidad de que este llamado lo escucha el
miliciano en Fasta.
2- Esto supone un encuentro con Dios o, en algunos, un
redescubrimiento de la fe adormecida. Por ello Fasta se convierte en
el camino de mi salvación, es el signo que Dios me ha enviado para
recuperarme.
3- Algunas reflexiones del Fundador respecto a la Vocación
Miliciana nos orientan en el redescubrimiento de la misma:
“Si perdemos nuestra vocación miliciana por no haber hecho nada
para mantenerla, tendremos que dar cuenta de nuestra actitud delante
de Dios”.
“Si los que estamos acá no servimos para cumplir con los ideales de
la Ciudad Miliciana, no importa; el Espíritu del Señor suscitará las
vocaciones milicianas capaces de empezar de nuevo”.
“En la Ciudad Miliciana no puede haber aburridos. El miliciano se
aburre cuando pierde el sentido de la lucha”.
4- Para no confundirnos en nuestro caminar, ¿qué hacer?: hay que
volver siempre a la originalidad del carisma, es decir, del Estilo.4
5- Esta vocación miliciana contiene un Estilo y una Mística (es
decir, un Carisma y una Espiritualidad), sin estos dos no puede
sostenerse dicha vocación. “La vida miliciana debe estar
fundamentada en el estilo y la mística que nos exige y nos enseña
nuestra Institución” (Fosbery)

4
Leer “Volver a la originalidad del Carisma”, A. Fosbery; y “Seamos originales”,
G. Varela, en Acampando
14

6- El Estilo (Carisma) y la Mística (Espiritualidad) de Fasta se


aprenden y viven en las comunidades milicianas (Rucas,
Jurisdicciones, Convivios) donde, desde la amistad miliciana, se
intenta realizar la Ciudad Miliciana como espacio de salvación, de
formación y de misión.

El Estilo

El Estilo es el modo de ser y obrar propio del miliciano, que nos


viene del Carisma del Fundador. Está descripto en el texto “Las
configuraciones del Estilo”, de Fr. Aníbal Fosbery.
a- El Estilo confiere identidad, y consecuentemente distingue.
b- Nuestro Estilo nunca se presentó amigo de lo fácil. Amamos lo
difícil y lo heroico. No es que nos guste lo difícil por lo que tiene
de difícil, eso sería ser masoquista. Nos gusta porque sabemos que
el camino que nos conduce al Reino de los Cielos es semejante al
camino de Jesús hacia el Calvario. El Bien se hace buscar y desear.
Los caminos fáciles son suelen ser para desconfiar.5

La Mística

La Mística es la espiritualidad que requiere y con la cual se vive el


Estilo.
a- Sin la Mística, el Estilo se desfigura en formas exteriores
vacías, y no hay santificación.
b- Mística y Estilo no pueden separarse. Cuando describimos a
este último decimos que su primera característica o configuración
consiste precisamente en construir esta vida interior, mística,
espiritual: la presencia del Reino de Dios en el corazón.
c- Recordando la frase de San Bernardo, en Fasta solemos decir
metafóricamente que el miliciano es “mitad monje y mitad

5
Leer “Amar lo difícil y lo heroico”; artículo del P. Fosbery en la revista “La Boina”
Nº 8
15

guerrero”; pues bien, cuando decimos que es “mitad monje” nos


estamos refiriendo a esta parte espiritual de su vida.
d- Nuestra espiritualidad, nuestra mística la heredamos de la
Orden de Predicadores fundada por Santo Domingo de Guzmán; y
es una espiritualidad que da principal importancia a la Gracia
Santificante que nos viene por los sacramentos, y es sostenida por
la Oración y el Estudio de la Verdad.

La Milicia

Para nosotros “la vida es Milicia”, y lo decimos en su doble sentido:


1- Espiritualmente, significa que nuestro modo de vivir la fe y
nuestra vocación miliciana hacia el Cielo, cumpliendo una misión
encomendada, implica una disciplina espiritual decidida y
perseverante. Esta disciplina consiste en vivir intensamente los
sacramentos acompañados de la plegaria, que nos van marcando un
ritmo espiritual en camino de lo perfecto.
2- Institucionalmente, significa que para nosotros la Milicia –como
institución, como movimiento eclesial, como agrupación juvenil- es
nuestro ámbito propio de pertenencia, y que es signo de Dios, de
modo que es en la Ciudad Miliciana donde nos encontramos con Él y
experimentamos su amistad y descubrimos el sentido de nuestras
vidas, como vocación miliciana; por este motivo no nos entendemos
fuera de la Milicia de Fasta, y no dudamos en afirmar con fervor y
verdad: “Fasta es mi vida” o “mi vida es Milicia”. Significa pues que
encontramos el sentido de nuestras vidas en el Estilo y los espacios
de la Milicia, porque allí descubrimos nuestra Misión.

La Misión

1- La vocación incluye una Misión a cumplir. Respondemos a


nuestra vocación si acaso cumplimos la misión que se nos
encomienda.
2- La 2ª y la 3ª configuración del Estilo señalan la Misión de un
miliciano.
16

3- El Padre envió a su Hijo en Misión, para redimir; Jesucristo envió


a los Apóstoles en Misión. La Misión es la apostolicidad, el envío
que recibimos de la Iglesia. Por el Estilo Miliciano somos hombres
apostólicos, somos hombres de Misión; y no nos entendemos a
nosotros mismos sin la Misión.
4- Nuestra espiritualidad nos mueve a la Misión, y al mismo tiempo
se desarrolla y crece en la Misión; por eso cuando nos salimos de la
Misión se nos desmorona la vida espiritual.
5- Cuando parafraseando a San Bernardo decimos que el miliciano
es “mitad soldado” nos estamos refiriendo a lo que tiene de apóstol.
6- “Asumir las estructuras temporales para realizarlas según el
espíritu del Evangelio: he aquí nuestro programa de acción”
(Fosbery) Para entender la actitud, el espíritu y el objeto de nuestra
misión hay que leer detenidamente el Preámbulo al Estatuto de Fasta.
7- Hoy, como en el origen del cristianismo, vivimos en el marco de
un mundo pagano; hay dos características de lo pagano: la idolatría y
la corrupción de las costumbres; la Iglesia hoy está hablando de un
“neopaganismo”, en el cual, a las dos características mencionadas se
suma el hecho de que el mundo actual ya conoce al cristianismo,
respecto al cual genera “autodefensas” y también odio hacia lo
cristiano. La Iglesia se ve asediada en muchas partes (por violencia,
por leyes, o por una simple actitud de desprecio).
8- Hoy se trata de poder mostrar fidedignamente un Estilo de vida
cristiano, hacerlo gustar ejemplarmente, y así evangelizar.

La Milicia, el Estilo y su Misión en el mundo de hoy

“La Milicia es un modo, no una moda” (Fosbery). Es decir, no está


sujeta a lo cambiante como la moda; sino a lo permanente. Pero toda
Fasta es un movimiento de la Iglesia, y el “movimiento” supone algo
que permanece y algo que cambia. En la Milicia lo permanente es lo
esencial, es decir, su Estilo (que implica nuestro ideario y los fines
que se señalan en el Estatuto); y lo que puede cambiar son sus
expresiones vivenciales exteriores (ej: símbolos). En el Consejo de la
17

Organización de Juventudes de 2008 se consideraron algunos temas


al respecto, que transcribimos a continuación:
“Pero sobre todo notamos una serie de modas y costumbres
corrompidas, propias del neopaganismo que se vive actualmente,
tales como: las relaciones pre-matrimoniales, el concubinato, el
sensualismo en variadas formas, el homosexualismo y lesbianismo,
los boliches y el alcohol, los tatuajes y piercings, las llamadas tribus
urbanas, las tergiversadas fiestas de 15 años, etc… Todas estas suelen
confundir a nuestros jóvenes milicianos en el propósito de encarnar
un Estilo de vida conforme a nuestro carisma. Al respecto:
i. Creemos que la actitud a tomar no debe ser primariamente a
partir de la oposición y la condena de estas maneras y modas
señaladas; sino, conforme al espíritu del Concilio Vaticano II y
como bien lo señala el Preámbulo del Estatuto de Fasta, la cual
“aspira a instaurar un diálogo profundo con el mundo de hoy,
marcado por un radical proceso de secularización, pero a partir de
una visión conscientemente esperanzada en la historia de la
humanidad. Se tratará entonces, de respetar los valores del mundo,
sostener sus esfuerzos, sacralizar sus aspiraciones, empleando "la
voz fácil y amiga de la caridad pastoral" tratando siempre de
expresarse con el estilo de la conversación corriente de hoy,
recurriendo a la experiencia vivida y al empleo del sentimiento
cordial”, y además: “los miembros de FASTA deben detenerse a
considerar más el aspecto dichoso del hombre que el desdichado;
más que una condenación, volcar hacia el hombre una corriente de
afecto y admiración. Esta actitud de inmensa simpatía hacia el
hombre y la sociedad que lo rodea, no significa desconocer y, aún
más, no reprobar sus errores, como exigencia propia de la caridad
que inspira toda acción evangelizadora. Se trata, sin embargo, de
que, para las personas como tales, haya respeto, invitación y amor.”
ii. Es decir, creemos que primeramente, en la misión de evangelizar
la cultura y la juventud, debemos predicar y testimoniar la virtud y
las virtudes, mostrar su belleza y esplendor, enseñarlas de modo
que iluminen las mentes y cautiven los corazones. Recién como
corolario hay que señalar lo errores y los vicios de lo que las
18

contraría. Tenemos que salir a evangelizar a los nuevos bárbaros de


nuestro tiempo anunciando y viviendo las verdades del evangelio y
las virtudes cristianas.
iii. Creemos que debemos tener cuidado de no hacer consistir la
identidad de nuestra vocación miliciana en un “no a esto, y no a
aquello”; sino en una actitud positiva, alegre y esperanzada de
pertenecer a Cristo, haciendo gustar a otros nuestro Estilo de vida.”

La Jefatura
En Milicia, ¿qué es y para qué es la Jefatura?

1- La Jefatura, en Milicia, es una suerte de preparación para el


hombre que necesitamos, para luego llevar adelante la Misión en el
mundo. En el ejercicio de la Jefatura dentro del Ruca el miliciano
comienza a poner en práctica lo recibido. Es semejante al primer
envío de los 72 discípulos que hizo Cristo, después de haber recibido
estos las primeras enseñanzas apostólicas y dándoles algunas
instrucciones precisas. Así, la Jefatura para nosotros es el inicio de la
misión, y es formación y preparación, para ser dirigentes en el
mundo.
2- El obrar sigue al ser; es decir, de acuerdo a lo que soy, así obro.
Y según sean las obras, serán los frutos de las mismas. “Por sus
frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o
higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y
todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede
producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al
19

árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al


fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.” (Mt 7, 16-
20).
3- Entonces es de gran importancia tomar conciencia de quién soy:
bautizado, hijo de Dios, Príncipe heredero del Reino de los Cielos.
Debo cuidar esta dignidad y actuar conforme a lo que soy.
4- Debo cultivarme, mejorar lo que soy, según las capacidades y
gracias que Dios me conceda. Si hay capacidad es para llenarla. Es la
parábola de los talentos. Cuidado con despreciar las capacidades
recibidas.

La autoridad viene de Dios

“Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras


recibido de lo alto.” Que la autoridad venga de Dios es una verdad
conocida, pero no bien considerada. Por venirme de Dios, se trata,
pues, de un honor altísimo. Que me viene de Dios implica que algo
espera Dios de mí; hay un gesto de confianza en mí; Dios quiere
realizar algo a través mío, como con el joven pastor David, elegido
para ser el Rey de Israel (cfr. 1 Samuel 16). La Jefatura, forma parte
del plan que Dios tiene. Debiera preguntarme: ¿por qué y para qué
me entrega esta potestad?
De donde se advierte que renunciar a una Jefatura no es algo tan
sencillo; deben existir serios y válidos motivos para tal decisión
(como por ej. haber comprobado que se es inútil para tal función). El
P. Fosbery suele decir que cuando uno renuncia a un mando “el lugar
vacío lo ocupa el enemigo”.

Autoridad, potestad, coherencia y ejemplaridad

No todo el que tiene una potestad tiene autoridad; y no todo el que


tiene una autoridad posee la potestad. Ambas pueden darse
separadamente, aunque lo ideal es que estén juntas. Fosbery suele
decir: “¿quién tiene la autoridad?: el que la tiene”. Existe una
20

autoridad moral que se gana por el testimonio de vida, más


precisamente por:
a- La coherencia. Éste es el punto desde el cual los demás miden
la autoridad de otro. Ser coherente: asunto exclusivo para hombres de
coraje. Al cobarde no le sale. Obrar y vivir conforme a lo que se cree,
piensa y dice: sólo los que no tienen miedo pueden hacerlo.
b- La ejemplaridad: No vamos a repetir aquí lo que ya hemos
escuchado en clásicas charlas; pero queremos que quede claro: la
ejemplaridad permite que otros crean, admiren e imiten. La
ejemplaridad transmite y engendra convicciones en el conducido,
porque el Jefe comunica lo que vive. También existe una falsa
ejemplaridad, propia de los pseudo-conductores, propia de hipócritas
que se adueñan de autoridades que no tienen.6

Si viene de Dios, entonces es Misión

1- Cuando hay misión, la respuesta debe ser amor, porque la misión


pide fidelidad, y solo se es fiel a lo que se ama.
2- “Cuando un Jefe no asume la responsabilidad del mando con
amor, su dedicación es limitada, de tal manera que no despierta
admiración, no mueve a la imitación y no genera adhesión. A las
claras deja notar sólo el aspecto de carga que supone la Jefatura y el
desgano con que esta es asumida. Por el contrario, cuando un Jefe
asume con fervor la misión encomendada su dedicación suscita tal
adhesión que motiva la imitación de otros, al punto de que sucederlo
en la jefatura se convierte en un honor a la vez que un desafío”
(Conclusiones Consejo O. Juventudes; 2008).
3- A la Jefatura se la asume desde la consigna “ser el mejor de uno
mismo, para Dios”; lo cual implica prepararse espiritualmente.

6
Recomendamos leer el artículo “No ser hombre ejemplar”, de J. Ortega y Gasset
21

4- La Jefatura adquiere su mayor sentido cuando es vista desde la


Misión. Por ello la Jefatura es uno de los canales por donde se
desarrolla nuestra vocación de militancia apostólica.
5- A partir del Consejo de la Organización de Juventudes del año
2008 se ha determinado no usar tanto el término “cargo”, sino más
bien la palabra “mando”, la cual denota más el sentido de misión. Es
cierto que la Jefatura es la “suprema carga”, pero mayor importancia
tiene su significado de “misión”.

Y debe producir frutos

El Jefe debe aspirar a que su misión produzca frutos agradables a


Dios; por ello, a ejemplo de los santos, debe ser llevada a cabo con
amor, oración y ayuno, o como lo señala el Preámbulo al Estatuto:
“Aunque parezca paradójico, esta acción que pretendemos realizar o
la hacemos de rodillas o no dará frutos. O la encaramos con una
enorme cuota de renunciamiento y de sacrificio o quedará estéril,
reducida a una buena intención no concretada”. Quien conduce tiene
presente en su mente la maldición que hizo Cristo de la higuera que no
había dado frutos. Otra vez: “por sus frutos los conoceréis”. Un Jefe que
al cabo de un año no ha logrado más que reunir a 4 o 5 jovencitos, sin
poder motivar en ellos algún compromiso, alguna renuncia, algún gesto
de entrega o de piedad genuinos, alguna vocación laical o sacerdotal…
es un jefe que todavía no ha ofrecido nada por los frutos de su misión.

La Jefatura, puesto de servicio

1- En Fasta entendemos la Jefatura como servicio: Vale quien sirve,


servir es un honor. ¿En qué sentido lo decimos? Es cierto que la
Jefatura es una potestad, un poder… sí, pero para la salvación, para
ayudar a otros a salvarse y salvarse uno también: salvarse salvando.
¿Qué significaría decir “no acepto el mando”?: significaría que no
quiero servir, que no quiero salvar, que solo me amo a mí mismo.
2- Esto quiere decir que nos importa mucho la persona; es la
destinataria de nuestros desvelos. Nos importa el hombre concreto. El
22

Jefe piensa en sus hombres, aquellos que se le han confiado, directa o


indirectamente.
3- Y como está en juego el bien de otros, por ello el Jefe atiende en
primer lugar el Bien Común y, subordinado a éste y hasta donde
puede, los bienes particulares también.
4- Entonces se hace imprescindible la Prudencia, virtud
fundamental para quien conduce. La Prudencia política es lo que hay
que hacer aquí y ahora en orden al Bien Común. Cuidado: es más lo
que hay que hacer, que lo que no hay que hacer. Decimos así porque
a veces se confunde la prudencia con una abstención constante, fruto
del miedo y la cobardía. La prudencia le permite al Jefe ver lo que
hay que hacer.
5- El Jefe es el que ve más: en este sentido, por lo que ve, el Jefe se
convierte en un referente; y puede conducir a otros que no ven, puede
señalarles direcciones.7
6- Se ve con los ojos del cuerpo, con los ojos del entendimiento
(inteligencia) y con los ojos de la Fe. El Jefe cristiano es el que ve
mejor, pues desde la Fe puede tener certeza de realidades y misterios
que para los demás permanecen ocultos. Hay que confiar en los datos
que nos da la fe; es una ventaja inmedible.
7- Atendamos ahora a la inteligencia. Hay que cultivar la
inteligencia con la verdad. Es una lástima observar a hombres que
poseen un carisma y talentos notables para conducir, pero mantienen
sin cultivar la inteligencia, en un estado bruto, por lo cual sólo apelan
a sus intuiciones geniales, perdiéndose de las luces que podrían
llegarles por las maravillosas verdades que la inteligencia podría
recibir. Como resultado, estos hombres no terminan de superar la
medida de lo mediocre, y, a falta de mejores luces, terminan
cometiendo gruesos errores de conducción. En Fasta la formación de
la Fe y de la inteligencia es algo propio y distintivo. Es por eso el
lugar principal que ocupa la For Doc en la Ciudad Miliciana. El

7
Recomendamos leer de Giovanni Papini, “Volverse Genio”, “Himno a la
Inteligencia” y “Plegaria por el imbécil”
23

sentido de la Formación Doctrinal es transmitir una doctrina para que


se haga pensamiento en el miliciano, es decir, para que viva
conforme a lo que ha recibido de la Iglesia. “Actuar como hombres
de pensamiento y pensar como hombres de acción”, decía el filósofo
Bergson.8

El Conductor

Refiriéndose a los que conducen., el P. Fosbery precisa tres ámbitos


en los que estos se desenvuelven, y así distingue el hombre de obras,
el hombre de ideas y el hombre de hombres. El conductor puede
desenvolverse en algunos ámbitos más que en otros, y mejor si acaso
en todos lo hace muy bien.
El hombre de obras es aquel que es capaz de organizar y llevar
adelante proyectos que se plasman en obras concretas.
El hombre de ideas cuenta con una aguda y creativa capacidad
intelectual que le permite señalar direcciones y caminos a seguir.
Finalmente, el hombre de hombres es aquel que posee una
personalidad carismática –a veces al modo de un caudillo- con la cual
motiva y aglutina a otros en torno de sí, suscitando la adhesión y
muchas veces hasta el compromiso.
En las agrupaciones juveniles de Fasta, la For Doc, los planes, los
proyectos, la organización del Ruca, la experiencia de la jefatura,
etc., sirven y son instrumentos para la formación del miliciano como
dirigente y conductor en las distintas modalidades mencionadas.

Tres condiciones del conductor

1- Conciencia histórica: es la capacidad de la inteligencia


iluminada por la fe, de interpretar la realidad del presente, desde el
conocimiento del pasado, proyectando el porvenir.
Resulta claro que para esto el estudio y el conocimiento de la historia
es imprescindible: los grandes rasgos de la historia universal,
específicamente la historia de la salvación, y particularmente la

8
Recomendamos leer los artículos: “El estudio y la Formación Doctrinal en Fasta”,
de A. Fosbery, 1984; e “Inteligencia y gobierno”, de Leonardo Castellani.
24

historia de la propia Patria 9. Aspiramos a que el miliciano se haga


capaz de leer los acontecimientos actuales, distinguiéndose así de la
masa adoctrinada por los grandes medios de comunicación que le
condicionan el modo de vivir y la dirección de sus emprendimientos,
perdiendo autonomía y personalidad al obrar.
2- Capacidad de organización: no existen en la historia de la
humanidad grandes conductores que no tuvieran la brillante
capacidad de organizarse y de organizar a otros, a través de los
planes y estructuras de conducción correspondientes. En la Milicia,
desde muy jóvenes nos acostumbramos a trabajar con planes
(órdenes del día, planificaciones anuales, planes de For Doc, etc.) y
estructuras de conducción (Comandos nacionales y regionales,
Rucas, agrupaciones, secciones, departamentos, etc,). Los grandes
proyectos suponen hombres geniales capaces de conformar equipos
de hombres, delegar funciones, escuchar consejos y perspectivas,
abrir medidos espacios de participación, organizar comunidades. Un
Jefe de Fasta no puede desaprovechar las oportunidades de formación
que se le presentan en las misiones que se le encomiendan; a veces
sucede que un Jefe asume la Jefatura como si solamente le estuviera
haciendo un favor a alguien, y deja escapar las riquezas contenidas en
la experiencia de la conducción. Hay que recordar siempre que una
de las 4 notas propias de la Ciudad Miliciana es la dimensión
Organizacional.
3- Iniciativa y creatividad: el hombre común se aboca a conservar
lo que tiene, y huye al riesgo de crear, innovar, mejorar, modificar. No
se trata de cambiar por cambiar, cuidado. El conductor, aspirando a
mayor bien, desde la capacidad de interpretación de la realidad que
hemos descripto arriba, no duda en lanzarse con iniciativa para crear
las condiciones o respuestas necesarias que reclama la misma
realidad. Los grandes conductores han sabido salir del ahogo de
determinadas situaciones por la inventiva y la creatividad de nuevas
situaciones, nuevos objetivos, nuevas estructuras. Es crear para

9
Es por eso que incorporamos en los planes de formación textos como “Fundada
sobre Roca”, de L. de Wohl; o “Crónica de 5 siglos”, de J. L. Gallardo
25

solucionar. Esta capacidad también es deudora de la conciencia


histórica, que le permite vislumbrar las necesidades y oportunidades
del momento. En la Milicia, el Jefe también se forma desde temprano
en este requerimiento de creatividad: por la planificación variada de
las actividades según las necesidades que se advierten; por la
adaptación de las estructuras de organización de la Ciudad Miliciana a
través de los años; por la determinación de objetivos y consignas; por
los replanteos que se hacen en comandos locales o Consejos
Plenarios; etc. Es más, nuestro Estatuto nos lo pide explícitamente al
referirse a los fines próximos, en el art. 5º: “Desarrollar la personalidad
de sus miembros, creando en ellos un recto espíritu de disciplina,
compuesto de obediencia e iniciativa personal armónicamente
conjugadas”.

Dos advertencias

En el Consejo Plenario de la Organización de Juventudes del año


2008, se hicieron dos llamadas de atención referidas a ciertos
obstáculos que hieren el espíritu del mando:
La 1ª: La exacerbación del “ego”. “El entorno socio cultural actual
promueve desmedidamente la egolatría y la vanidad del individuo.
Existe una invitación permanente al éxito individual, al quererse a
uno mismo, al confort indefinido, al reconocimiento y a la idolatría
del “yo”. Contrasta notablemente con el espíritu del mando, que
supone renuncia de sí mismo, sacrificio y dedicación al bien común.
Cristo promete a los Apóstoles que por su causa los perseguirán y
los condenarán, y exige que, para seguirlo, hay que renunciar a uno
mismo y cargar con la cruz. La Jefatura, pues, se funda en la virtud
de la humildad, y es escuela de santidad, por el servicio a los demás
y al Bien Común”. Esto no significa que el Jefe deba ser un bobo, de
ninguna manera, es más, ni siquiera debe parecerlo.
La 2ª: “La desobediencia. Así como para un subordinado resulta
más dificultosa la obediencia si acaso está ausente la autoridad
moral del jefe, se hace también dificultosa la jefatura cuando no se
responde a ella con obediencia. También aquí encontramos una
influencia del entorno social, por cuanto está instalada una suerte de
26

rebeldía generalizada frente al sentido de autoridad”. En nuestros


Rucas, contrastando valientemente con el mundo, debemos instalar
sólidamente la obediencia como virtud y realidad desde temprano.

¿Compromiso o talentos?

En Milicia lo queremos todo; frente a las acostumbradas y falsas


disyuntivas nosotros ponemos una “y” donde aparece una “o”. Por
ejemplo: ¿el estudio o el Ruca? Es una pregunta de mediocres; para
nosotros es el estudio y el Ruca, es decir, todo, y lo mejor posible.
Para la Jefatura queremos a los talentosos, porque están hechos para
reunir a otros en torno a sí y conducirlos; y también queremos a los
responsables y a los comprometidos, porque sin estos ninguna meta
seria se alcanza. Pero si acaso la disyuntiva fuera inevitablemente
excluyente… no lo dudamos: ¡arriba los comprometidos! Los
talentos que les faltaren a éstos, los suplirá Dios con su Divina
Providencia, y los frutos serán magníficos.

“Pro Patria ad Deum”


Qué es y para qué es la Patria

La tercera nota que configura nuestro Estilo (Carisma) dice: el amor


sereno, esperanzado y viril a la Patria. Pero hay que precisar un
poco, porque es muy fácil confundirse cuando se habla de la Patria.
Para nosotros, cristianos, la Patria es:
a- Don de Dios:
La disgregación tras la Torre de Babel fue un castigo salvador, para
curar al hombre de su error. Así se originaron pueblos con un
lenguaje propio y distinto, y se afirmaron en tierras, y comenzaron a
tener su propia historia: se hicieron patrias. Desde entonces las
Patrias son para salud del hombre. Ningún hombre elige la Patria en
la que nace, pero Dios sí. Los dones de Dios deben ser recibidos y
27

cuidados, y deben producir sus frutos. Dios no otorga dones para que
queden estériles.

b- Herencia de los padres:


En lo que tiene de temporal, la Patria nos viene de otros que nos
antecedieron, a quienes llamamos “padres”, porque de algún modo y
en cierta medida somos producto de ellos. El P. Fosbery lo dice así:
“Los argentinos de ahora son porque fueron los de antes. Los de
mañana serán porque tú ayudas.” Independientemente de la bondad
o maldad de los que nos antecedieron en la Patria, no podemos
desconocer que hemos recibido de lo que ellos hicieron, y lo que
hemos recibido nos da una forma (nos conforma). Heredamos de
ellos. No solo sería ilícito sino también imposible desentenderse de lo
heredado. Si un hijo dijera a su padre: “rechazo la herencia”, debiera
también rechazar la sangre que lleva en su cuerpo, porque le viene en
herencia, y los alimentos que ingirió desde pequeño, y el lenguaje
que aprendió, y las habilidades que adquirió, como el aprender a
caminar. Y todo esto es, sencillamente, imposible. No es posible
desconocer la herencia; y en esta encontraremos bienes y también
males. Los bienes deben ser conservados y los males deben ser
curados. Quien desconoce la herencia de los padres no tiene padres y
no tiene Patria, es un apátrida, y eso lo hace indigno, es decir, sin
valor.

c- Unidad de destino:
“¿La Patria? Un recóndito llamado de la sangre que me impulsa a
amarla como destino y realidad” (Fosbery). Las Patrias las dio Dios
para disgregar respecto al pecado (por lo de la Torre de Babel), y al
mismo tiempo para unir respecto al bien. Dios crea a un hombre para
que éste se realice como tal; y también deben realizarse una familia,
una comunidad, una institución, una asociación, etc. Toda Patria
tiene un fin para el cual fue concebida, una misión, un destino que
realizar. Para que el hombre pueda realizarse necesita de la unidad de
su naturaleza: su alma y su cuerpo, inteligencia y voluntad. Un
hombre dividido no se realiza como hombre. Así también con la
28

familia, y con la Patria: necesita de la unidad, y la unidad le viene de


su misión, de su destino. “Por la Patria, hasta Dios”: es nuestro
invariable saludo miliciano desde la fundación de la Fasta; y en este
saludo está compendiado el sentido de nuestro amor a la Patria. Para
nosotros la Patria es instrumento de salvación, y si no es posible que
sirva para esto, entonces, no nos interesa la Patria.

Patriotismo

“En Milicia no solamente nos importa la Patria; exigimos el


patriotismo” (Fosbery) El patriotismo es el amor a la Patria. Y es
virtud que hace bueno al hombre; pero es todavía mejor si es virtud
cristiana, es decir, si es conducida por la fe. Dice Juan Pablo II: “Si
se pregunta por el lugar del patriotismo en el decálogo la respuesta
es inequívoca: es parte del cuarto mandamiento, que nos exige
honrar al padre y a la madre. Es uno de esos sentimientos que el
latín incluye en el término pietas (piedad), resaltando la dimensión
religiosa subyacente en el respeto y veneración que se debe a los
padres, porque representan para nosotros a Dios Creador. Al darnos
la vida, participan en el misterio de la creación y merecen por tanto
una devoción que evoca la que rendimos a Dios Creador. El
patriotismo conlleva precisamente este tipo de actitud interior, desde
el momento que también la patria es verdaderamente una madre
para cada uno. Patriotismo significa amar todo lo que es patrio: su
historia, sus tradiciones, la lengua y su misma configuración
geográfica. La patria es un bien común de todos los ciudadanos y,
como tal, también un gran deber” 10. En Fasta el patriotismo es
virtud cristiana, y por eso nuestro Estilo nos lo reclama de esta
manera: “amor sereno, esperanzado y viril a la Patria”.11
Decía un pensador español: “Nosotros amamos a la Patria porque no
nos gusta. Los que aman a su Patria porque les gusta la aman con
una voluntad de contacto, la aman física, sensualmente. Nosotros la

10
Juan Pablo II, en “Memoria e identidad”
11
Recomendamos leer el artículo “Hablamos de la Patria porque es difícil”, de
Sebastián Schuff, en Revista “La Boina”, Nº 7.
29

amamos con una voluntad de perfección. Nosotros no amamos a esta


ruina, a esta decadencia de nuestra Patria física de ahora. Nosotros
amamos a la eterna e inconmovible metafísica de la Patria”. Es
decir, la Patria –como la familia- es un desafío, una oportunidad, y
por ello no cabe la desesperanza y la desunión; aunque sí el dolor y el
sufrimiento, pero estos no nos habilitan para hacer consistir nuestro
patriotismo en ser “profetas de catástrofes”.12

Aristocracia

“El país necesita una aristocracia: hay que nivelar para arriba”;
“Un miliciano debe aspirar a ser un aristócrata”; “Toda
superioridad intelectual y moral constituye una aristocracia: qué
bien sería para el país que nos gobernaran los mejores” (A.
Fosbery).
Desde niños aprendemos en el Ruca a querer ser “los mejores de
nosotros mismos para Dios”; pues bien, cuando la filosofía define la
aristocracia etimológicamente traduce: “el gobierno de los mejores”,
esto es, de los más aptos, los más preparados, los que más claridad
alcanzan respecto al Bien Común; los que más dispuestos están a
sacrificarlo todo a favor de los demás; simplemente: los mejores. En
Milicia el hombre se forma Doctrinal y moralmente para alcanzar
aquella superioridad intelectual y moral de la que habla nuestro
Fundador. Nos formamos desde pequeños, en Milicia, como
aristócratas, pero por el poder del espíritu, y no de la casta o del
dinero.

Fasta y la Patria

1- En la Milicia Juvenil aprendemos a reconocer el amor a la Patria


que llevábamos en nuestra sangre desde temprano y que habíamos
mamado en la sencillez de la vida familiar. Y desde este primer
reconocimiento nos formamos como hombres de la Patria, en lo que
la Patria nos requiera.

12
Recomendamos leer el artículo “Que te llama la Patria”, de G. Varela, en
Acampando.
30

2- Es verdad, Fasta, obra de Dios, obra de la Iglesia, ha nacido en la


Patria Argentina. Dios sabrá por qué habrá elegido la humildad de la
argentinidad para este Carisma Miliciano que comienza a proyectarse
en el mundo llevando el mensaje de Cristo Salvador; como supo
también por qué el Cristo Salvador habría de nacer en la humildad
del pesebre de Belén. Y eso nos lleva a pensar que no podemos
entender a Fasta, sin aquello que de esta Patria ha tomado o recibido.
3- Pero creemos que tampoco podemos entender a la Patria, sin lo
que Fasta -obra de Dios- ha de aportarle por divina Providencia.
4- En las Patrias, que son de Dios, queremos –por misión-
evangelizar la cultura, la familia y la juventud. Estos tres estandartes
que señalan nuestras opciones pastorales como milicianos, hombres
de misión de la Iglesia, no soportan espacios y circunstancias
diluidos en el universalismo indefinido de los apátridas ingratos. La
cultura, la familia y la juventud requieren de la Patria y son la Patria
misma.
5- Nuestro amor a la Patria y nuestra misión en la Patria, no mira
tanto al pasado cuanto al futuro; se funda en el anhelo y la imitación
de aquella Patria definitiva que hallaremos en los Cielos. Por ello,
amar a la Patria es evangelizarla en sus hombres y en sus familias.
Una Patria económicamente sólida, fortísima en sus soberanías, pero
pagana en su credo y en los corazones de los hombres… no nos
interesa. Una Patria que nos conduzca, aunque por caminos espinosos
y empinados, siempre arriba, hasta el trono de Jesucristo Rey del
universo, es la Patria que gritamos cada mañana y cada tarde en el
saludo miliciano: ¡Por la Patria, hasta Dios!

Esto vir
La identidad del varón en Cristo
31

El término “Adán” significa “hombre”, en el sentido de varón, es


decir, el hombre masculino. Al varón Dios lo ha pensado en amistad
con él, de modo que el hombre es verdadero y completo cuando está
en amistad con Dios. Sólo cuando el hombre se aparta de Dios por el
pecado aparecen sus debilidades: “Por eso, dejándolos abandonados
a los deseos de su corazón, Dios los entregó a una impureza que
deshonraba sus propios cuerpos, ya que han sustituido la verdad de
Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar
del Creador, que es bendito eternamente. Amén”. (Rm 1, 24)
Jesús, el “nuevo Adán”, también es hombre-varón. Sabemos que
Cristo como Redentor reestablece la amistad del hombre con Dios,
pero además, y por lo mismo, restablece la condición del varón.
Claro que permanecen en el hombre las heridas del pecado original,
por eso Cristo insiste en que permanezcamos en Él, porque si nos
separamos…
El hombre-varón es verdaderamente tal cuando está con Cristo:
“instituyó a doce para que estuvieran con Él” (Mc. 3,14). En Cristo
el varón encuentra su identidad, fuera de Él se transforma en poco
menos que un monstruo. Cristo habita en el alma, en el corazón, por
la Gracia; de modo que si se lo permitimos, funda en nosotros una
interioridad, que hace al varón sólido, seguro, definido, valiente y
fuerte.

El falso varón

En la Sagrada Escritura se habla de un anti-Cristo, es decir de algo o


alguien que se opondrá totalmente a Cristo. Es más, en una de sus
cartas, el apóstol San Juan dice que el anticristo ya está entre
nosotros. Ocurre que Cristo –entre otras cosas- es el modelo perfecto
y máximo del varón; por lo tanto el anticristo intentará producir –
entre otras cosas- un falso varón. Así, el Demonio, que es el gran
rebelde, promueve la rebelión contra la humanidad que Cristo ha
asumido, que es en particular la del varón. La hombría de Cristo es
obediencia al Padre; por eso el Demonio propone al hombre la
rebeldía y la desobediencia, que se anime a transgredirlo todo, sin
límites. Aquí tenemos que recordar que la trasgresión de los límites
32

comenzó con el pecado original, respecto a los frutos del árbol de la


ciencia del bien y del mal, que no debían ser tomados.
Si bien no es lo único que sucede, San Pablo describe uno de los
efectos producidos por la rebeldía del hombre y sus transgresiones
sin medida: “Por eso, Dios los entregó también a pasiones
vergonzosas: (…) cambiaron las relaciones naturales por otras
contrarias a la naturaleza. Del mismo modo, los hombres dejando la
relación natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los
otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí
mismos la retribución merecida por su extravío”. (Rm 1, 27)
Esto está sucediendo desde hace siglos, y hoy también. Actualmente
asistimos a una suerte de amariconamiento del varón (física y
psicológicamente hablando), con comportamientos y criterios de
discernimiento feminoides. Se intenta desde diversos medios imponer
una suerte de “cultura gay”; algo así como que el marica está de
moda.
Es cierto que existe una “rebeldía” propia del joven, conforme a la
crisis de la maduración psicológica por la que necesariamente debe
atravesar; pero ahora asistimos a una suerte de promoción de dicha
rebeldía tergiversada y llevada a su más baja expresión. Colaboran
con esto: los fotologs y demás alternativas de Internet, las novelas de
TV, la promoción del consumismo, el dinero fácil, el éxito
superficial, la promoción del consumismo y el confort, los cuidados
de la belleza masculina, la ideología del género, las perversas leyes
de educación sexual, y también las promotoras de la homosexualidad
(matrimonios entre maricones, adopción de hijos, pensiones, etc.).
La ausencia de “combates” colabora a que el varón pierda su
identidad. Es que en los combates el varón desarrolla las notas
peculiares de su naturaleza, que lo impulsan a la audacia y al valor, le
obligan a tomar decisiones de riesgo, se transforma en caudillo,
organiza, inventa, etc. En Argentina es llamativamente coincidente el
aceleramiento del amariconamiento en estos últimos años con la
desaparición del servicio militar obligatorio (colimba).
33

Cada vez pareciera ser más difícil encontrar varones dispuestos al


compromiso.
Pareciera el varón de nuestro tiempo guiarse más por lo emocional
que por lo racional. Normalmente la mentalidad del varón tiende a
ser simple; hoy la observamos fuertemente inclinada a la complejidad
que supone subordinar las razones a los afectos, lo cual sería
psicológicamente más entendible en la mujer.
Es llamativa en el varón de hoy la falta de seguridad psicológica, que
se observa en la toma de decisiones importantes y ordinarias, como
así también en las relaciones humanas, sobre todo en las afectivas
respecto a la mujer (los matrimonios en crisis o fracasados, en su
mayoría últimamente tienen como causa principal la inseguridad del
varón).
La decadencia cultural-educativa, y el mundo de la imagen generan
varones ineptos para el mundo de las ideas y la especulación
intelectual, lo cual conduce también a la ausencia de combates, pues
no hay ideales con los cuales comprometerse ni ideas para debatir
seriamente.
Todo esto -a lo cual se suma la ideología del feminismo que
promueve una supuesta “liberación” de la mujer y una igualación
absoluta con el hombre- ocasiona que el varón abandone
progresivamente espacios que le son propios, lo cual provoca que la
mujer se vea obligada o motivada a ocuparlos (como cuando una
mujer debe hacerse cargo de toda la familia, por viudez o porque el
marido es un holgazán). Así, asistimos a un impresionante despliegue
de la mujer en los distintos ámbitos de la vida social: Presidentes,
Ministros de Relaciones Exteriores, empresarias, taxis, prácticamente
toda la docencia, Fuerzas Armadas, los distintos escenarios laborales,
inclusive en el deporte: futbol, box, etc. Lo cual no lo señalamos
como malo o bueno, simplemente señalamos un fenómeno que
resulta muy llamativo.

¿Cómo ha sucedido esto?


34

¿Todo esto es casual? Pensar que todo esto sucede por una serie de
coincidencias lamentables e inoportunas… resulta tan absurdo como
pensar que al lanzar las muchas piezas de un reloj hacia arriba, las
mismas pudrieran caer ordenadamente con tal precisión que el reloj
funcionara. Admitimos que las teorías conspirativas suelen ser poco
creíbles; admitimos que es difícil pensar que exista alguien en el
mundo con la inteligencia y el poder suficientes como para organizar
los distintos factores y fuerzas intervinientes muchas veces
contrapuestas entre sí, de modo que los efectos sean tan lamentables
como los que apreciamos con perplejidad. Pero nos resulta más
difícil aún pensar que las solas distracciones del ser humano y un
cúmulo de simples coincidencias sean capaces de producir una
monstruosidad que pueda contra la fuerza de siglos de tradiciones,
costumbres, identidades culturales, leyes, convicciones religiosas, el
orden de la naturaleza, incontables testimonios ejemplares y
principios morales propios del sentido común. Es cierto, las teorías
conspirativas suelen ser poco creíbles; pero si atendemos a un dato
que nos otorga la Fe, no podemos dudar de que existe una gran
conspiración desde la primera rebelión: la del Demonio. El ángel
caído posee la inteligencia y el poder necesario para producir
monstruosidades. Y esta, la que estamos describiendo, sólo puede ser
concebida con tanta perversión… por el Demonio. No podemos ser
ingenuos. Es decir: el maligno ha montado un aparato bestial de
manipulación del hombre, atacándolo por diferentes frentes, para su
destrucción13.

Entonces… la Milicia

El varón necesita de combates. Dice el Señor en el libro de Job:


“Milicia es la vida del hombre sobre la tierra” (Job 7,1). Se necesita
entonces de una buena Milicia. El P. Fosbery fundó Fasta con la que
se llamó originalmente Milicia Juvenil Santo Tomás. Recurriendo al
clásico lenguaje de la Iglesia referido al sacramento de la
Confirmación, podemos decir que en la Milicia Juvenil se forman

13
Al respecto, es interesante considerar la semejanza que ofrece el argumento de
fondo de la película “Matrix”.
35

soldados de Cristo, “mitad monjes y mitad guerreros” –


metafóricamente hablando-. En general, veamos cómo:
 se nos da una doctrina clara, definida, fundada en el magisterio de
la Iglesia, que siembra convicciones sólidas y hace al miliciano
seguro y aguerrido.
 en sus actividades se forma el temple y la actitud propios del varón
(un ejemplo de esto es nuestro tradicional “Asalto al Fortín”, el cual
curiosamente es un juego inventado por el Fundador y en su
simplicidad es una de las actividades que más gustan a pesar de que
los tiempos van cambiando; otros ejemplos son la Forja, la Marcha,
el campamento).
 Se nos forma como conductores, a través del ejercicio del mando,
conduciendo hombres, ejercitándonos en la organización,
fomentando nuestra creatividad.
 Se nos forma como varones apostólicos, y se nos señala y prepara
para la Misión. Los combates de un miliciano son justamente los que
le reclaman la militancia apostólica, para lo cual se prepara, primero,
dentro del Ruca, para luego librar el “Buen combate” en el mundo.

Mujeres milicianas
 No se trata de encontrar tampoco una nueva identidad de la mujer
en Fasta. Sino de reconocer los signos que señalen la Misión y
asumir lo que la Misión demanda. Así pues, en la sociedad civil se
advierte un creciente protagonismo de la mujer, el cual no debe ser
desatendido, pues algo significa.
 Pareciera que –generalizando- el varón se halla en crisis; lo cual
se revela en una suerte de abandono de su puesto y de sus
responsabilidades propias. Pareciera que el varón se ha vuelto
incapaz. Viajando en el subte, a la distancia pude leer el título de una
entrevista que le realizaban a alguna mujer de la farándula en una
36

revista superficial; dicha mujer decía: “a los hombres les falta


actitud”. El varón pareciera haber perdido el hábito del combate y,
consecuentemente, el desarrollo de sus aptitudes psicológicas
varoniles, tales como la capacidad de decisión, la seguridad, la
primacía de la racionalidad por sobre la afectividad, etc.
 Esto tiene mucho que ver con la mujer, pues el abandono del
varón da lugar y obliga en cierto modo a la mujer a asumir funciones,
decisiones y actitudes que antes parecíanle vedadas.
 Por tanto, en la Milicia Juvenil la mujer ha de prepararse
conforme a los requerimientos del tiempo. Si la mujer ha de ocupar
un mayor protagonismo necesitamos que sean las buenas mujeres
quienes lo hagan. En el Antiguo y el Nuevo Testamento, como así
también en la historia del cristianismo, aparecen muchas mujeres
ejemplares que testimonian con sus vidas cómo hay puestos que sólo
una mujer puede asumir, y cómo también, cuando el varón no ha sido
apto, la mujer ha sido capaz de responder a las necesidades del
momento. Así por ejemplo, la historia de Judith en el AT. 14
 Si en el mundo es creciente el protagonismo de la mujer,
entonces la Iglesia -y Fasta como obra de la Iglesia-, debe formar a
las mujeres que saldrán a dar testimonio de la fe. Lo cual implica una
seria y profunda vida espiritual, fundada en la fe, la esperanza y la
caridad, virtudes que instalan a los hijos de Dios delante de Dios
mismo como objeto primero y supremo de todas sus aspiraciones. A
las virtudes teologales deben acompañar por extensión las virtudes
cardinales –prudencia, fortaleza, templanza y justicia- que harán a
nuestras mujeres capaces en las cosas del mundo terreno sin olvido
de Dios. Pero las virtudes no son infundidas ni adquiridas si no hay
Gracia Santificante. Se trata de la vida de la Gracia como estado
habitual y no esporádico. La mujer miliciana debe -de modo
ordinario- vivir en amistad amorosa con Cristo, el Señor, lo cual
supone que el pecado mortal pasa a ser un extraño en la vida del
alma. Obviamente la vida en gracia supone una asidua y piadosa vida
sacramental, pues por los sacramentos nos viene la santificación. A

14
Leer su gesto heroico y lleno de fe en el libro de Judit, capítulos 4-13.
37

las virtudes y la Gracia se agrega como tercer soporte del trípode de


la vida espiritual la oración. La miliciana debe ser mujer orante. Esto
implica superar la plegaria mínima, mecánica, vaciada muchas veces
de fe, de esperanza y de amor. La oración requiere constancia,
compenetración y humildad.
 Desde la sólida y fiel vida espiritual la mujer miliciana podrá
sostener una vida moral coherente, impecable y ejemplar, aún en las
duras adversidades que le tocará afrontar.
 En Fasta-Milicia, la mujer deberá unir su vida espiritual y moral
a una dedicada formación doctrinal, que le permita distinguir lo que
pertenece a Dios y lo que pertenece al mundo, y ejercer la militancia
apostólica con sólidos fundamentos para descubrir el error y
testimoniar la verdad.
 Entonces podrá asumir los desafíos del tiempo, con un fervor
particular de su condición de la mujer, que le viene del sentido de
maternidad incorporado a su naturaleza. La Santísima Virgen María
se hace Madre de toda la Iglesia, de todos los hijos de Dios, por
amor. La mujer miliciana, por amor maternal, con fervor se abocará a
la misión que la Divina Providencia le depare. Su amor de madre se
hará sacrificio, misericordia, ternura y valor conforme lo requieran
las circunstancias.
 Sin ninguna duda el referente más claro para la miliciana,
conforme a la espiritualidad que heredamos de Santo Domingo y el
Carisma-Estilo propio de nuestra vocación miliciana, lo encontrará
en Santa Catalina de Siena. Ninguna miliciana debería prescindir de
conocer y meditar sobre su vida ejemplar y sus enseñanzas.
 Que la mujer cobre protagonismo en la sociedad moderna es algo
peligroso si la mujer no es de Dios; pero, al mismo tiempo, no hay
que olvidar que la mujer tiene una especial sensibilidad religiosa que
la inclina a la vida de piedad, en forma más notable que el varón.
Esto es algo interesante, que no hay que desatender. Por tanto, las
milicianas deben cultivar y desarrollar su vida religiosa y espiritual.
38

 Y por lo dicho anteriormente acerca del varón, la miliciana debe


ayudar a éste a sostener su identidad:
1- En la educación de los niños y los jóvenes, formándolos como
varones. Esto significa que tendrán que tener en cuenta el peligro
de: consentirles mucho y de hacerlos demasiado sensibles a la
afectividad. Al mismo tiempo deberán ayudarlos a desarrollar la
dimensión racional (la cultura de la imagen puede ser un
obstáculo para esto), y la capacidad de decisión; inducirlos a la
fortaleza y el valor, al sentido del honor y de la responsabilidad.
2- Acompañando al varón (y no obstaculizando o compitiendo)
cuando éste bien ocupa su sitio.
3- Pero la mujer no tiene que dejar de hacer lo que se debe si acaso
el varón abandona su vocación.

El Canto en la Milicia
Nuestro Fundador comenzó la obra de la Ciudad Miliciana fundando
la Milicia Juvenil Santo Tomás. Lo decimos a propósito, para resaltar
que el espíritu juvenil es parte esencial de nuestro Estilo. Pues bien,
entre otros modos posibles, la alegría y fervor juvenil se expresan
naturalmente a través del canto. Por eso, desde temprano, en Fasta
hemos cantado siempre.
El canto en Fasta no es una “actividad”, sino una expresión vivencial
del Estilo. Por tanto, es también un símbolo, que expresa y significa
algo.
El peligro radica en que exprese y signifique algo que no somos, o
peor, algo contrario al Estilo.
Existe un canto ya desvirtuado, y que también desvirtúa. Por nombrar
algunos: el heavy, la cumbia villera, el cántico de hinchada estándar,
etc. Muchas veces algunos tonos de ese tipo de cantos amenazan con
entremezclarse con nuestro Estilo. Tenemos que tener cuidado,
39

porque estos ejemplos de cánticos y pseudos-músicas no van solos,


son un paquete que implica “otro estilo”, que se expresa primero en
cosas accidentales: modos de vestir, de peinarse, o de hablar, para
luego involucrar también malas costumbres y hasta incluso falsas
ideologías.
Pero claro, no podemos caer en extremos absolutos cuando no cabe
esta postura. Recordemos que la virtud es el justo medio. No
podemos ignorar que vivimos en el mundo, y nuestra misión es
continuar con la obra de redención iniciada por Cristo, evangelizando
la cultura. Y la Milicia se conforma con juventudes. Por eso se trata
de ser fieles a nuestro Estilo con una cierta medida de
condescendencia (la que se pueda, la conveniente) hacia las nuevas
formas del mundo moderno. Es decir, que podemos hacer uso medido
de los cánticos de hinchada –por ejemplo- si acaso somos capaces de
darles la impronta de nuestro Estilo, en sus letras, en sus modos,
atendiendo a la conveniencia y oportunidad de las circunstancias (no
en cualquier momento, ni en cualquier lugar, y mucho menos
“siempre”), y sin que esto signifique que ocupen más del lugar que
les corresponde en los ámbitos de nuestro Estilo y de nuestra vida,
desplazando lo que nos es más propio.
Además tenemos que ser capaces de recrear espacios donde tenga
lugar también el buen canto y la buena música, que permitan expresar
la buena alegría del encuentro con Cristo: en el sábado de
actividades, en el campamento, en los cumpleaños y encuentros
informales, etc.
Finalmente tenemos que poner atención en un punto: a veces
pareciera que nuestras tradicionales marchas milicianas caen en
descrédito; como si sólo pudieran ser cantadas en circunstancias
solemnes, o pseudo-solemnes, o formales, o aburridas; lo cual
provoca que sean cantadas por obligación, sin fervor, sin gusto, sin
alegría. Eso hace que nuestro canto miliciano vaya perdiendo
espacios, y con el canto, parte de nuestro Estilo.
La marcha miliciana es ocasión de motivar y expresar alegría
resuelta, convicciones e ideales, fervor y entusiasmo. Pero sucede
como con el uniforme: si se lo usa mal, feo, sucio, arrugado, y lo
40

usan pocos… el uniforme es feo entero. Así, si la marcha es cantada


por pocos, y sin alegría; y, encima, si es cantada sin su ritmo propio,
como si fuera una balada o un bolero… se transforma en algo feo,
que, lejos de congregar y encender, disgrega y apaga.

El Deporte en la Milicia
En la Milicia Juvenil el deporte nos sirve mucho como instrumento
para la buena formación de nuestros milicianos, si acaso sabemos
darle el buen uso, enseñando y promoviendo virtudes, como así
también señalando y corrigiendo actitudes que no son propias de
nuestro Estilo -ni siquiera de un cristiano-, así por ejemplo, cuando el
adversario es objeto de odio o burla.
El deporte mantiene su atractivo para la juventud en la actualidad, y,
como se trata de algo moralmente neutro en sí mismo, podemos
utilizarlo buenamente, a diferencia de otras alternativas modernas de
las que no podemos sacar provecho, como sucede, por ejemplo, con
los “boliches”.
Salvando las distancias, el deporte sirve como figura del “buen
combate” del que habla San Pablo15, y así colabora con la formación
del joven miliciano:
- promoviendo la competitividad –que, en el caso del varón, es
necesaria en su estructura psicológica-.
- exigiendo disciplina, tanto en la preparación como durante el juego
- reclamando sacrificio y entrega personal
- formando en la templanza y el dominio de sí mismo
- requiriendo de audacia, la cual se sigue de la esperanza que se tiene
en la victoria

15
2 Tm 4,7
41

- motivando hacia virtudes concretas: así por ejemplo, se puede jugar


mezquinamente, por pura vanidad, o también puedo jugar
honestamente, sin trampa, respetando al adversario
- En el deporte hay un espacio notable para el ejercicio de la
obediencia: al árbitro, al entrenador, al equipo
Conforme a nuestro Estilo, se trata de ser el mejor de uno mismo -
individual y grupalmente- y no tanto mejor que el otro. Por eso, para
nosotros, la frase “lo importante no es ganar, sino hacer perder al
otro”, no solo es equivocada sino también perversa.
Y tampoco nos gusta la mezquindad que encierra el otro dicho: “lo
importante es competir”; bien entendida la frase puede ser aceptada,
pero si acaso significa no buscar lo mejor, la victoria, la superación…
no nos sirve. De ahí que cuando uno juega sin espíritu de triunfo lo
normal es que resulte muy aburrido.
En el deporte aplicamos nuestro Estilo, y eso lo hace claramente
distinto al fenómeno deportivo moderno, el cual se ha convertido en
un inmenso negocio que hace que todo valga; de ahí que la trampa
pase a formar parte del juego, al punto de que desde niños nos
enseñan a ser mañosos, simuladores, especuladores, etc.
Juan Pablo II decía que la lógica del deporte es también la lógica de la
vida: “sin sacrificio no se obtienen resultados importantes, y tampoco
auténticas satisfacciones”.16 Comentando a San Pablo17 decía el Papa
que todo cristiano debe convertirse en un buen atleta de Cristo, es
decir, en un testigo fiel y valiente de su Evangelio, porque Cristo es el
verdadero atleta de Dios; “Cristo es el hombre "más fuerte" 18, que
por nosotros afrontó y venció al "adversario", Satanás…”.

————————————

16
Homilía Jubileo de los Deportistas 29/10 de 2000
17
1 Co 9, 25
18
cf. Mc 1, 7
42

Edificar la Ciudad de Dios


I- Primero, en nuestra alma. Se trata de edificar la Ciudad de Dios
en el corazón, es decir, hacer que habite Cristo en nuestro espíritu. En
otras palabras, se trata de tener vida espiritual. Para que exista vida
espiritual necesitamos:
a- la Gracia Santificante, la cual nos la da Dios para purificarnos de
nuestros pecados y hacernos capaces de las cosas santas, es decir,
la Gracia hace que nuestra inteligencia y nuestra voluntad puedan
obrar agradando a Dios, cosa que no podríamos si Dios no nos
diera su auxilio.
b- ¿Por dónde nos llega la Gracia? Por los sacramentos. Por eso,
para poder desarrollar una vida espiritual necesitamos una
profunda y piadosa vida sacramental; esto supone que debemos
meditar y hacer presente en nuestra mente y nuestro corazón el
significado y el valor del Bautismo y de la Confirmación, y
disponernos seriamente para frecuentar los sacramentos de la
Penitencia y de la Eucaristía.
43

c- Para eso es necesaria la plegaria, la vida de oración. Recordemos


que Jesús oraba asiduamente y enseñaba a los apóstoles a hacerlo
también. Es que no puede perseverar nuestra alma en los mejores
propósitos si la mente y el corazón no están invadidos de Dios, lo
cual ocurre si acaso conversamos con Él cotidianamente, tratando
de superar la plegaria mecánica y distraída. Entonces resultan
importantes: los espacios de meditación personal, la adoración
del Santísimo Sacramento, el rezo piadoso del Santo Rosario
meditando sus misterios, la lectura religiosa de la Sagrada
Escritura, el rezo de la Liturgia de las Horas, el ofrecimiento de
las obras del día con el rezo del Angelus, etc.
d- Finalmente, la vida espiritual termina de realizarse y afirmarse
cuando se busca y se alcanzan las virtudes. Lo cual supone el
intento insistente de querer obrar el bien.
Así pues, la Gracia Santificante, los Sacramentos, la Oración y las
Virtudes, conforman la vida espiritual, y cada uno de estos son como
los edificios que van conformando una ciudad en nuestro corazón; así
se va haciendo la “ciudad de Dios” en nuestro espíritu.
II- Segundo: más allá de nosotros, en el mundo temporal. Nosotros
por la fe sabemos que Dios ha creado el mundo, y lo ha creado bien,
con una admirable organización y armonía. En distintos momentos de
la historia el hombre se ha separado de Dios, y esto lleva al hombre a
tomar decisiones equivocadas, lo cual tiene sus efectos en el mundo
en el que vive. Así, el mundo se desordena y, al tomar distancia de
Dios, se hace pagano. Es claro que hoy vivimos tiempos de un neo-
paganismo; el hombre moderno se asemeja en mucho a antiguos
pueblos paganos envueltos en idolatrías y costumbres corrompidas.
Estos tiempos paganos son destinatarios de una nueva tarea de
civilización y evangelización; se trata de enseñarle al hombre del
tercer milenio a vivir en una nueva cultura cristiana; se trata de
construir una nueva ciudad, la de Dios, en medio de la ciudad de los
hombres. Al cristianismo le ha tocado en otras épocas evangelizar el
mundo; así por ejemplo: la obra evangelizadora que realizaron las
primeras comunidades cristianas después de Pentecostés; como así
también la evangelización de los bárbaros después de la caída del
44

Imperio Romano; o los misioneros que llegaron desde España y


evangelizaron y civilizaron nuestro continente americano; y los
misioneros que evangelizaron a los aborígenes de la Patagonia de
nuestra patria. Es decir, Jesucristo es quien re-crea la humanidad
devolviéndole su sentido, y la gran misión de la Iglesia es continuar
la obra redentora de Cristo, iluminando y ordenando las estructuras
temporales conforme al Evangelio, lo cual tiene como fruto una
nueva cultura cristiana que conduce al hombre al Reino de Dios.

La caridad, la fe
y el orden natural
Civilizar y evangelizar un mundo que no conoce a Cristo, un mundo
desierto de Dios. Nosotros somos milicianos y por carisma y
vocación nos dedicamos a construir la Ciudad de Dios en medio de la
ciudad de los hombres.
¿Cómo proceder?
a- Ante todo, tener presente que la obra apostólica que realiza el
cristiano se lleva adelante por amor a Dios y a los hombres. Por ello
el único modo válido de proceder es el de la caridad, la cual mueve a
procurar el bien del prójimo en orden a su salvación. La caridad es la
única virtud que otorga méritos, y por eso produce frutos.
b- Pero la verdadera caridad no es ciega, por el contrario, cuenta
con luces que le señalan la dirección de la verdad. Por eso a la actitud
del cristiano, además de la caridad, se suman las luces que nos
brindan el orden natural y la fe.
¿Qué es el orden natural?
45

 La observación, la experiencia y el sentido común le demuestran


al hombre que existe en las cosas naturales un admirable orden, una
asombrosa regularidad que rige los fenómenos físicos, químicos,
biológicos y humanos. A esto le llamamos orden natural, el cual
manifiesta que hay leyes en la naturaleza y, consecuentemente, existe
también un derecho natural, que es el que es conforme a dichas leyes.
Dicho orden natural puede ser conocido y explicado por la razón.
Pero el orden en la naturaleza significa que las cosas están ordenadas
hacia un fin. Los cristianos sabemos que Dios ha determinado dicho
orden y ha impreso leyes en los seres naturales.
 ¿Por qué la importancia del orden natural para edificar una nueva
cultura cristiana? Porque el orden de la naturaleza y sus leyes
conducen a Dios, que es quien las establece. De alguna manera el
orden natural nos revela a Dios, pues las leyes naturales son
expresión de la voluntad de Dios, y por eso nos conducen a las leyes
divinas, conocidas luego por la fe. El hombre pagano necesita
descubrir el sentido que tienen las cosas y cómo estas se ordenan
hacia su fin propio. El cristiano tiene que ayudarle a descubrir el
orden y las leyes de la naturaleza. Muchas veces resulta imposible
entablar un diálogo con el hombre pagano haciéndolo desde la fe,
precisamente porque la fe es lo que dicho hombre no tiene; pero sí
puede iniciarse dicho diálogo apelando al sentido común y al orden
de la naturaleza.
La fe
 El otro instrumento es la fe, la cual nos da certezas acerca de
Dios y las verdades reveladas, sin necesidad de evidencias. La fe nos
permite descubrir -más perfectamente que el orden natural- el sentido
de las cosas creadas, y nos otorga el conocimiento cierto de las leyes
divinas.
 Mirar desde la fe es como contemplar la realidad como la mira
Dios. Proceder de acuerdo a la fe es lo que permite conformar una
cultura cristiana abierta a la mayor trascendencia.
46

El hombre
Entonces, queremos construir la Ciudad de Dios, atendiendo al orden
y las leyes de la naturaleza y a la voluntad de Dios, valiéndonos para
ello de la fe. Pero se trata de una ciudad compuesta por hombres, por
tanto, es de máxima importancia que precisemos qué es el hombre.
Pues si pensamos que el hombre es igual a un cerdo, entonces
tendremos que pensar una ciudad para cerdos; pero si el hombre es
más que un cerdo… entonces tendremos que pensar la Ciudad de otra
manera.
Desde el orden natural el hombre es…
 un animal racional. Es decir, posee los atributos propios del resto
de los animales, pero es distinto a estos y los supera en dignidad
por su alma racional:
1- posee vida como los vegetales y animales
2- se nutre y crece como los vegetales y animales
3- puede trasladarse como los animales
4- posee instintos, conocimiento sensible (por los sentidos
externos e internos) y apetito sensible (concupiscible e
irascible), como los animales
5- pero posee además conocimiento intelectual, voluntad racional
(capaz de actuar conforme a la razón), libertad y conciencia. Es
decir, puede comprender y amar. Y todo esto es distintivo y
propio del hombre.
 también podemos definir al hombre como una “unidad substancial
de cuerpo material y alma espiritual”.
1. El cuerpo, por ser material, está sujeto a la corrupción;
mientras que el alma, al ser inmaterial, es inmortal.
2. Lo cual significa que el hombre no es dos realidades unidas
accidentalmente, sino una unidad, un todo: un cuerpo animado
por un alma.
47

 que el alma sea racional es lo que hace que el hombre sea


“persona”, diferente y superior en dignidad al resto de los animales.
La definición clásica de “persona” es la de Boecio: “es una
sustancia individual de naturaleza racional”.
Desde la fe cristiana, el hombre es…
 criatura de Dios, y creado de la nada. Esto significa que Dios me ha
pensado y formado completamente, lo cual me hace suyo, le
pertenezco, soy su obra, yo le debo todo.
 El hombre es creado a imagen y hacia la semejanza de Dios. El
hombre es imagen de Dios por el alma espiritual; y “hacia la
semejanza” significa que Dios quiere asemejarnos a Él,
santificándonos por la gracia.
 El hombre es hijo de Dios: Dios es Padre y ha amado a cada
hombre como a un hijo y quiere para cada hombre la felicidad en el
Cielo. Son los méritos de Jesucristo los que nos hacen hijos de
Dios, cuando recibimos el Bautismo.
 Así, al hacer al hombre hijo suyo, Dios lo ha hecho también
heredero del Reino de los Cielos.
 Si el hombre es hijo y es heredero de Dios, entonces importa
mucho la relación que mantenga con Dios, importa cumplir su
Voluntad, la cual está resumida en los mandamientos de Dios.
Para los paganos…
 para muchos paganos y/o ateos el hombre es solo un cuerpo con
funciones un poco más desarrolladas que los demás animales. Si
esto es así, entonces sólo importa darle al hombre salud y placer
para su cuerpo. Pero como el hombre también posee un alma
espiritual… hay que atenderla también en sus necesidades
espirituales.

La verdad
Desde el orden natural, ¿qué es la verdad?
48

El hombre es una unidad de cuerpo y alma. El alma posee dos


potencias principales, a través de las cuales actúa: la inteligencia y la
voluntad. Pues bien, la inteligencia es la potencia del alma que se
encamina al conocimiento de la verdad, su objeto propio es la verdad,
respecto a la cual hay que distinguir:
 la verdad lógica: es la adecuación de la inteligencia con la
realidad. Esta verdad está en la inteligencia.
 La verdad ontológica: es lo que la cosa es, es decir, es la realidad.
Toda cosa por el solo hecho de ser es verdadera. Esta verdad está
en las cosas mismas.
 La verdad moral: es la correspondencia de lo que decimos o
hacemos con lo que pensamos o conocemos.
Desde la fe:
 la verdad es Dios. Así lo afirma Cristo: “Yo soy el camino, la
verdad y la vida” (Jn 14,6).
 La verdad hace libre al hombre; lo libera del pecado, de la
ignorancia, de la incredulidad. Es decir, el encuentro con “la
Verdad” permite al hombre lanzarse sin ataduras a su destino de
felicidad con Dios en el Cielo.
 La inteligencia es socorrida por la virtud sobrenatural de la fe,
infundida en el alma, para que el cristiano alcance certeza de Dios
y de las verdades reveladas por Dios. Hay certezas y verdades a las
que el hombre ha llegado con la razón gracias al auxilio de la fe.
¿Es necesaria la verdad para construir una ciudad de Dios?
 Una civilización, una cultura sana, una ciudad de Dios no pueden
edificarse en la mentira, la falsedad, el error. Sería algo caótico,
todos desconfiarían de todos, y solo existiría enemistad y odio entre
los hombres. Es repugnante a la razón pensar tal posibilidad. Pues
los hombres se separarían y no habría sociedad, y el hombre no
podría desarrollarse. Es decir, sería el fin del hombre.
 Así, no sólo advertimos la necesidad de la verdad, sino también la
estrecha relación que guarda con la caridad, pues la verdad conduce
a la confianza, a la amistad, al amor entre los hombres.
49

 "Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se


convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente.
Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad". 19 La
caridad le da fuerza a la verdad; la verdad le da puntería a la
caridad
 En el contexto social y cultural actual, en el que está difundida la
tendencia a relativizar lo verdadero, vivir la caridad en la verdad
lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo
no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la
construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo
humano integral. 20
 El hombre pagano, confundido, relativiza a la verdad, proponiendo
que cada hombre tenga “su” verdad. De modo que nadie tendría “la
verdad” sino solo “una verdad”, pudiendo existir otras y hasta
contrapuestas; lo cual resulta absurdo para la razón. Esta es la
dictadura del relativismo: no importa lo que la cosa es, sino lo que
yo piense o me parezca que es, según mis gustos, educación e
intereses.

La libertad
Desde el orden natural, ¿qué es la libertad?:
 La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de
hacer o de no hacer, de hacer esto o aquello. 21
 Por ella, cada hombre ejerce el dominio de sus obras, dispone de sí
mismo, se auto posee por su voluntad o se autodetermina. Es, por
tanto, un medio de perfección en la verdad y en la bondad, aunque
frecuentemente se la entiende como la pura licencia para hacer
cualquier cosa, sea buena o mala

19
Caritas in veritate, n 3
20
Caritas in veritate, n 4
21
Catecismo 1731
50

 el acto propio de la libertad del hombre es la elección


 Hay elección respecto a los medios para conseguir el fin. Pero no
hay libertad para elegir el fin último. El fin último se lo quiere
natural y necesariamente. En todo hombre hay un deseo de lo
perfecto; todo hombre quiere siempre ser feliz.
 Que el hombre tenga la facultad de elegir, lo distingue de las demás
criaturas. Por ello se dice que en la libertad del hombre reside su
dignidad, es decir, su valor.
¿Y desde la fe?
 Cristo ha traído la verdadera libertad por su muerte en la Cruz y su
Resurrección, la libertad de los hijos de Dios: libertad respecto a la
muerte y el pecado.
 La libertad se alcanza por la verdad: “La verdad os hará libres” (Jn
8,32).
 A partir de Cristo, el cristianismo ha sido quien ha liberado a los
hombres de las diversas esclavitudes (esclavitudes morales,
sociales, intelectuales, etc.), y por ello la sociedad cristiana ha
acercado al hombre a la libertad verdadera.
Para construir la ciudad de Dios…
 Hay que mostrarle al hombre pagano lo que es la libertad de un
modo ejemplar, es decir, siendo libres nosotros mismos; de modo
que el hombre se vea atraído por la libertad alegre, mansa y
confiada con la que se desenvuelve un cristiano.
 Pero, claro está, sabiendo que la libertad no es hacer cualquier cosa
que nos viene en gana; sino aquello que nos permite elegir entre los
mejores medios que nos conduzcan hacia el Reino de los Cielos; lo
cual implica ser libres respecto al pecado.

La Sociedad
51

Nosotros, milicianos, por carisma y vocación, debemos construir el


Reino de Dios en medio de la ciudad de los hombres. Se trata de
conformar una nueva cultura y civilización cristiana, atendiendo al
orden y las leyes de la naturaleza, y a las verdades que nos descubre
la fe, al modo como los misioneros cristianos comunicaban a los
paganos y aborígenes una nueva manera de vivir. Ya hemos visto qué
es el hombre, porque hay que decirle al hombre lo que él es, y tratarlo
como lo que es; hemos visto también la necesidad de la verdad para
fundar una ciudad; y hemos considerado el don maravilloso de la
libertad que Dios ha concedido a los hombres, para descubrir a los
hombres el poder de su dignidad. Ahora queremos mirar a la
sociedad.
Desde el orden natural:
 Aristóteles decía que el hombre es un animal político (zoon
politikón), es decir que por naturaleza tiende a organizarse en
sociedad.
 El hombre no puede desarrollarse sanamente en la soledad, necesita
de otros para realizarse: para alimentarse, para aprender a hablar y
comunicarse, para compartir esfuerzos y habilidades. El hombre
asociado con otros va progresando en el grado de civilización.
 La sociedad civil es una red de relaciones que busca el desarrollo
de aquellos que la conforman. Pero para alcanzar su fin (que es el
Bien Común, del cual ya hablaremos) necesita organizarse como
comunidad política. El fin de la sociedad política es alcanzar y
asegurar el Bien Común de la sociedad.
Desde la fe…
 en el Génesis vemos cómo desde el origen el hombre (Adán) no
pudo estar solo, y por eso Dios creó a Eva como su compañera.
 La sociedad de los hombres en este mundo si se configura desde la
caridad y la justicia, es figura de la Jerusalén celestial, es decir, la
maravillosa sociedad que conformarán los hombres
bienaventurados en el Cielo junto a los ángeles, sociedad feliz en la
adoración al único Dios verdadero.
Para algunos paganos:
52

 Las sociedades y pueblos se han equivocado de rumbo cuando


perdieron de vista su origen, o simplemente lo ignoraron. Así hubo
diversos modelos de sociedad basados en diversos conceptos del
hombre. Los modernos (Rousseau, Locke) concibieron un hombre
solitario, de naturaleza salvaje, pero “bueno”. Este hombre se
corrompe con la sociedad, la cual es para él un mal necesario. Así,
el hombre es lobo del hombre. De esta concepción nacerá más
tarde el modelo liberal capitalista.
 Los marxistas sostuvieron que el hombre solo tiene sentido en la
sociedad, y así el individuo se pierde en el todo y se colectiviza. Y
este es el fundamento del comunismo acérrimo donde la persona no
cuenta. Para Marx no hay una dimensión espiritual en el hombre,
sino que éste es solo materia.

El Bien Común
Desde el orden natural:
 Hemos visto cómo los hombres, por naturaleza, se congregan en
sociedad; pues bien, el fin propio de la sociedad es el Bien Común.
Consecuentemente el Bien Común deriva de la naturaleza humana.
 El bien común no es la suma de los bienes particulares; sino aquel
bien que conviene a todos los miembros de la sociedad para su
mayor perfeccionamiento; incluye los bienes materiales como así
también los bienes espirituales.
 El Bien Común no es solamente responsabilidad de quienes ejercen
la autoridad (si no caeríamos en un totalitarismo), sino que es una
obligación moral de todos los miembros de la sociedad.
 Pero sí corresponde a la autoridad el discernimiento del Bien
Común; de ahí que resulte de tanta responsabilidad la función de
gobierno. Si quien conduce no tiene conciencia del Bien Común
verdadero, el daño en la sociedad es enorme.
Desde la fe:
 En realidad el Bien Común de una sociedad solamente puede
atenderlo y buscarlo seriamente una sociedad cristiana, pues la fe
53

es quien mejor nos lleva a considerar al hombre como persona, con


sus necesidades materiales y espirituales; y la necesidad de la
justicia, de la misericordia, de la paz, etc.
 Hombres y ciudades paganas no tienen conciencia del bien común,
por el contrario, priman los bienes particulares fundados en el
egoísmo, la vanidad, la avaricia. Puede constatarse esto en
actitudes frecuentes de individualismo, la indiferencia ante los más
pobres hasta llegar a situaciones contrastantes de escándalo (pensar
en cuántas obras y eventos fundados en vanidades y
superficialidades se realizan con ostentación a la par de situaciones
de pobreza extrema)
 Nosotros debemos alegre y esperanzadamente, con entusiasmo
cristiano, lanzarnos a la edificación del Reino de Dios en la ciudad
de los hombres buscando el Bien Común en todo lo que hagamos.
 El mayor ejemplo de Bien común, sacrificando el bien particular,
lo encontramos en Cristo, en la Cruz.

La justicia
Desde el orden natural:
 La justicia, según Aristóteles: es dar a cada uno lo suyo, o lo que le
corresponde.
 Santo Tomás distingue:
- la justicia general: tiene por objeto el bien común.
- la justicia particular: se aplica a las personas privadas.
Y subdivide, a su vez, la justicia particular en:
- la justicia conmutativa: que regula el intercambio entre
individuos; vela para que una persona de a la otra lo que se le
debe.
- la justicia distributiva: que regula la relación entre la comunidad
y sus integrantes; distribuye el bien común de la sociedad
proporcionalmente entre sus miembros.
54

 Lo que hoy se llama “justicia social”, se asimila a la justicia


general arriba mencionada, por la que se busca el bien común.
Desde la fe:
 En la doctrina cristiana la justicia es la virtud moral que consiste en
la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les
es debido. La justicia para con Dios es la virtud de religión.
 El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas
Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos
y de su conducta con el prójimo: ‘Siendo juez no hagas injusticia,
ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia
juzgarás a tu prójimo’ (Lv 19, 15). ‘Amos, den a sus esclavos lo
que es justo y equitativo, teniendo presente que también ustedes
tienen un Amo en el cielo’ (Col 4, 1).22
 Pero el cristiano ha de tener cuidado de que no se transforme el
deseo de justicia en un absoluto (o en una psicosis obsesiva), como
suele sucederle hoy al hombre pagano o ateo que, sin lugar a la
misericordia y no pudiendo esperar en la justicia de Dios, pretende
aplicar la justicia en todos los órdenes en este mundo, buscando
culpables por cada desventura que se sufre y aplicando castigos
muchas veces inútiles.
 El cristiano es quien mejor visión tiene acerca de la justicia en una
comunidad, porque cuenta con la caridad, la cual le permite ver y
atender las necesidades de los demás y del todo. El fruto y ejemplo
de esto es la llamada “Doctrina Social” de la Iglesia.

Las leyes
Desde el orden natural:

22
cfr. Catecismo nº 1807
55

 ¿Qué es la ley? "Una prescripción de la razón, ordenada al bien


común dictada por el que tiene el cuidado de la comunidad".
(Santo Tomás de Aquino)
 La Ley es regla y medida de nuestros actos en tanto que manda,
prohíbe, permite o castiga. Ahora bien, regla y medida de nuestros
actos es la razón, pues es el principio primero de esos actos; de ahí
se sigue que la Ley es obra de la razón.23
 Los indios en América (por poner solo un ejemplo) vivían
prácticamente sin leyes o con muy pocas, y éstas sujetas a la
arbitrariedad o con graves desvíos respecto al bien, la verdad y la
justicia; a menudo sus escasas normas eran monstruosas, fundadas
en actitudes idolátricas que incluían sacrificios perversos.
 Las leyes son importantes, porque a través de ellas se regula la
dirección de la comunidad hacia el Bien Común. Si las leyes
pierden su sentido, si ya no se ordenan a la justicia ni al bien, si se
las tergiversa en su espíritu, si se las viola desde la ciudadanía y
también desde el poder, entonces se tornan poco creíbles y pierden
vigencia, así reina la arbitrariedad de cada uno, se invita a la
anarquía, a la mentira y a la trampa.
Desde la fe:
 Existe la Ley Eterna: que es la Sabiduría de Dios que dirige todos
los actos y movimientos, y así mueve todas las cosas hacia su
debido fin.24
 La Ley eterna se expresa a través de la ley natural, a la cual se
refiere San Pablo 25, para explicar que los paganos, aún sin conocer
los Mandamientos, guiados por la razón natural, pueden conocer lo
esencial de sus preceptos, ya que lo sustancial de ella lo llevan
inscrito en sus corazones, y lo detecta la conciencia en sus juicios.
Y por eso puede descubrir el pagano la ley natural en su conciencia
por propia reflexión.

23
cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, q 90
24
cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 1-2 q 93 a1
25
en Rm 2
56

 La ley divina positiva: es la ley eterna revelada por Dios a los


hombres en la llamada Ley Antigua -los mandamientos del
“Antiguo Testamento”-, y en la Ley Nueva -resumida en el
“mandamiento nuevo” de Jesús: “ámense los unos a los otros como
Yo los he amado”-. Esta revelación es para guiar a los hombres a
su salvación, y ha sido necesaria para compensar las limitaciones
de la razón humana en la interpretación de la ley natural.
 En las Sagradas Escrituras se invita al cristiano a respetar el orden
social, a las autoridades y al cumplimiento de las leyes26; la única
excepción que se señala es cuando la ley o la autoridad mandan
algo que es contrario a una ley o mandato superior, como por
ejemplo la ley de Dios. «Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres» (Hch 5,29)
 El Catecismo dice: “El ciudadano tiene obligación en conciencia de
no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos
preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los
derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del
Evangelio”.27

La caridad
 ¿Qué es la caridad? “La caridad es la virtud teologal (es decir,
infundida por Dios en el alma) por la cual amamos a Dios sobre
todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros
mismos por amor de Dios”.28 Es decir, es el amor con que ama
Dios, y que nos lo da para que amemos nosotros de manera
semejante.

26
por ejemplo: 1 Pe 2,13.17; Rm 13,1.5
27
Catecismo, 2242
28
Catecismo, 1822
57

 La caridad es la virtud más típica y distintiva del cristiano, y es la


gran novedad que tiene para presentar al hombre pagano, el cual en
general no sabe más que amarse a sí mismo.
 Es cierto que la sociedad perfecciona al hombre, pero a su vez, es
necesario que cada individuo sirva a esa sociedad. Las leyes
positivas han nacido para regular esto. Son un instrumento para
asegurar el orden, la justicia, la paz.
 Pero en el hombre hay una ley aún más alta y que trasciende toda
ley positiva; el hombre, por su voluntad, es capaz de amar, de
querer y procurar el bien para otros.
 Dice el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in veritate,
que la verdadera caridad se realiza en la verdad. Por eso se debe
conocer al hombre y respetar el orden inscrito en su naturaleza.
 La caridad es imprescindible para conformar una comunidad, pues,
si acaso la caridad no estuviera presente, el hombre -de un modo
habitual- no podría perseguir el Bien Común, ni las leyes tenderían
a lo justo, ni la justicia podría atender lo que le corresponde al otro
o distribuir las riquezas o considerar las necesidades.
 “La comunidad no es simple aglomerado de personas. (…). Porque
una cosa es la mera ley que hace tolerable el convivir humano y
otra cosa muy distinta el amor que hace dichosa esa convivencia”.29

La Familia
Desde el orden natural…
 La familia es una comunidad de vida de padres e hijos.
 La familia se funda en el matrimonio, el cual es una sociedad
natural permanente entre un varón y una mujer, establecida de
común acuerdo, que tiene como fin primario la generación de los

29
Romano Guardini, “Cartas de autoformación”
58

hijos, y como fin secundario la ayuda mutua y la vida común de los


esposos.
 Decimos que es una sociedad natural, pues, si bien el matrimonio
es un acto voluntario, los fines del mismo (arriba señalados) son
inclinaciones de la misma naturaleza humana. Esto significa que no
es un artificio de los hombres.
 No solo es natural la mutua inclinación del hombre y la mujer que
los impulsa a acercarse y unirse; sino también la inclinación a la
estabilidad de la unión.
 Todo hombre tiene derecho natural a la familia, lo requiere su
dignidad humana y lo exige su formación humana y espiritual.
 Qué no es el matrimonio: no es la unión de dos personas del mismo
sexo: esto repugna al orden natural, lo cual queda de manifiesto
porque las relaciones homosexuales no realizan la
complementariedad de los sexos y por ello no pueden engendrar
hijos.
Desde la fe cristiana…
 Dios coronó la creación haciendo al hombre a Su imagen y dándole
por compañera una mujer, para que ya no fueran dos, sino una sola
carne. Jesús lo confirmó enseñándonos que el hombre no debe
separar lo que Dios ha unido.
 La unión del hombre y la mujer establecida desde el principio, es la
única bendición que no fue abolida por la pena del pecado original,
ni por la condenación del diluvio.
 La sociedad natural familiar ha sido consagrada por Cristo,
elevando el matrimonio a la dignidad de “sacramento”.
 El matrimonio, como sacramento, es un compromiso que los
esposos adquieren delante de Dios; por eso el matrimonio es
indisoluble.
 Por tratarse de un sacramento la familia es un espacio de
santificación y de salvación, como lo son todos los sacramentos.
 Por tratarse de un espacio de salvación se agrega a los fines propios
naturales del matrimonio una finalidad más: el amor de los esposos
y los hijos.
59

 A la familia se le llama “Iglesia doméstica”, pues en ella se hace


presente a Cristo y se trata de vivir la fe cristiana: los padres
bautizan a sus hijos, rezan juntos e individualmente, se les
comunica el catecismo domésticamente, se vive la caridad y la
verdad entre los miembros de la familia.
 Los padres significan a Dios Padre; los hijos significan a Dios Hijo;
y el amor entre ellos significa al Espíritu Santo.
 Así pues, la familia cristiana edifica la Iglesia
 En resumen, los fines del matrimonio son: el amor y la ayuda
mutua, la procreación y la educación de los hijos.
Para la sociedad la familia es necesaria, por…
 El matrimonio es necesario porque sin él no hay familia, y sin
familia no hay sociedad
 El matrimonio no es un contrato temporal y pasajero; si así fuera
las familias no serían estables. Mientras más familias estables hay,
la sociedad es más ordenada y sana.
 La Familia es la célula básica de una sociedad. Toda comunidad o
pueblo o nación se construye a partir de familias que los
constituyen.
 La familia produce lazos de unión –de afecto y de sangre- entre los
miembros de la misma y con otras familias, lo cual es
indispensable para que exista una identidad.
 La ausencia de la familia produce carencias diversas: falta de
sentido de la autoridad y la obediencia, incapacidad de sana
convivencia, falta de sentido de colaboración y servicio, trastornos
afectivos, defectos en el desarrollo del lenguaje y la inteligencia;
etc.
 “La familia, como comunidad educadora fundamental e
insustituible, es el vehículo privilegiado para la transmisión de
aquellos valores religiosos y culturales que ayudan a la persona a
adquirir su propia identidad. Fundada en el amor y abierta al don de
la vida, la familia lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad;
60

su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro


de paz.” 30
 “Las autoridades públicas, convencidas de que el bien de la familia
constituye un valor indispensable e irrenunciable de la comunidad
civil, deben hacer cuanto puedan para asegurar a las familias todas
aquellas ayudas –económicas, sociales, educativas, políticas,
culturales- que necesitan para afrontar de modo humano todas sus
responsabilidades.” 31

Los hijos
En el hombre pagano:
 Si bien las inclinaciones de la naturaleza lo mueven a engendrar y
criar a los hijos, las costumbres corrompidas a las que se encuentra
sometido lo llevan a cometer atrocidades: sacrificios humanos,
mutilaciones, abortos, contracepción, experimentos, etc.
Desde el orden natural:
 el varón y la mujer naturalmente se ven atraídos e inclinados a la
generación de los hijos y a la educación de los mismos, para
perpetuar la especie.
Desde la fe:
 la procreación es además un mandato divino: “Crezcan y
multiplíquense; llenen la tierra” (Gn. 1,28).
 para el cristiano los hijos son fruto del amor de los padres, y son
concebidos por voluntad de Dios, y los padres los engendran, crían
y educan para Dios.
 Los hijos son un don de Dios, más que un derecho de los hombres.

30
Juan Pablo II, Mensaje Jornada de la paz de 1994
31
Juan Pablo II, Familiaris consortio, 1981
61

 La educación de los hijos no es solo un acto de generosidad sino


también un deber y derecho de los padres, a lo que se
comprometieron en el ritual del matrimonio a: “recibir
amorosamente los hijos y a educarlos según la ley de Cristo y de
Iglesia”

El noviazgo
¿Qué es? En rigor, el noviazgo es un concepto y una realidad
cristiana; porque, considerando la dignidad del sacramento del
matrimonio y la importancia del compromiso que se adquiere, se
hace necesario un tiempo de preparación para el mismo.
Este tiempo de preparación incluye:
 un proceso de conocimiento mutuo de los novios (no se ama lo que
no se conoce) que conduce al amor entre ellos, pero no inspirado
tanto en la posesión del otro, sino en la entrega de uno mismo.
 y al mismo tiempo un proceso de crecimiento en el respeto y la
confianza en el otro, para lo cual deben existir espacios de
“misterio”, sin evidencias, pues solo se tiene fe y se confía en
aquello de lo cual no tengo pruebas. Es decir, no se puede
pretender que los novios se conozcan absolutamente.
 el pagano, al no tener en tan alta estima la dignidad del
matrimonio, distorsiona el sentido del noviazgo
transformándolo en un período de “pruebas”, por eso los
novios se van a vivir en concubinato.
 un camino, desde el amor de concupiscencia (te amo por el bien
que me causas) para llegar al amor de benevolencia (te amo
queriendo tu bien, sin esperar nada a cambio). Estos dos amores
pueden darse juntos. Pero el amor de benevolencia es
imprescindible para poder formalizar un matrimonio; si acaso
faltara, desaparecido algún día el “bien que me causas”,
desaparecería todo amor, y el matrimonio se derrumbaría.
62

 Es también una escuela de virtud, de modo que al casarse, el


marido sea ya un verdadero hombre y la esposa sea una verdadera
mujer.
Una clave, “Guarda tu puesto”:
 que cada uno sea lo que deba ser en el noviazgo:
a- el varón: decidido, fiel, definido, seguro de sí, templado, viril,
honesto
b- la mujer: pura, rica en vida espiritual, afectuosa y respetuosa

La amistad 32

Desde el orden natural:


 Hay una amistad imperfecta, que se funda en el amor de
concupiscencia, por el cual amo a alguien por el bien que el otro
me causa. Es lo que se suele llamar una amistad “interesada” o
utilitaria.
 Hay una amistad más perfecta, que se funda en el amor de
benevolencia, por el cual se ama queriendo el bien para el otro sin
esperar nada a cambio.
 Propiamente hay amistad cuando dos personas se aman con un
mutuo amor de benevolencia. Así se desean y se comunican el
bien.
Desde la fe:
 Jesucristo nos ha enseñado acerca de la amistad. Primero se hizo
amigo nuestro y nos explicó cómo: “yo los llamo amigos, porque
les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre”(Jn 15,15)

32
Recomendamos leer: “La amistad miliciana”, A. Fosbery; y también “La amistad
y la Misión”, en Acampando, G. Varela
63

 Y nos enseñó también cómo podíamos ser amigos suyos: “ustedes


son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Jn 15,14). “Lo que
yo les mando es que se amen los unos a los otros” (Jn 15,17)
 Luego, en la Cruz, se ocuparía de reconciliarnos con el Padre con
el más grande amor, que es el de la amistad: “no hay amor más
grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13)
 Así pues, sabemos que existe una amistad entre Dios y los
hombres, la cual fue reestablecida por Cristo. Cuando el cristiano
vive en estado de Gracia Santificante, es decir, apartado del
pecado, vive en amistad con Dios.
 La amistad se sostiene en la obediencia, es decir, cumpliendo los
mandamientos, por amor.
 Solo el cristiano tiene un hábito de la verdadera amistad hasta
llegar a lo perfecto, pues para procurar el bien para el otro, a costa
del propio sacrificio, se requiere la virtud sobrenatural de la
caridad, que nos viene de Dios y se nos infunde en el alma por la
Gracia.
 El cristianismo le enseña al hombre a querer el mayor bien de todos
para el amigo: el Reino de los Cielos, su salvación.
 Es necesaria la amistad:
a- Para la convivencia en sociedad
b- Para la vida familiar
c- Para dar testimonio de Cristo
d- Para salvarse

Repasemos…
Se trata de edificar una nueva civilización cristiana. Hemos visto qué
es el hombre, y la sociedad que conforma, y el Bien Común que ésta
persigue, y el valor de la familia en una sociedad, etc.
Es decir, estamos viendo cómo se edifica una nueva ciudad de Dios
entre los hombres, y qué elementos construyen una cultura cristiana.
Ahora consideraremos otros de estos elementos:
64

La Educación
Desde el orden natural…
 El hombre en su naturaleza posee potencias. Ser en potencia
significa la capacidad que se tiene de llegar a ser algo distinto de lo
que se es; por ej: un niño es un hombre en potencia, es decir, tiene
capacidad de llegar a ser un hombre maduro, aunque todavía no lo
es.
 En el hombre hay potencias del cuerpo y potencias del alma (la
inteligencia y la voluntad son potencias del alma). Pues bien, para
alcanzar sus fines como hombre, este debe lograr que sus potencias
se hagan acto, es decir, se actualicen y desarrollen.
 Educar al hombre significa ayudarle a desarrollar esas potencias, de
acuerdo a su fin propio. Así por ejemplo, la educación física trata
de que el cuerpo se desarrolle bien; la inteligencia debe alcanzar la
verdad; la voluntad debe alcanzar el bien. Es así como el hombre se
hace hombre.
 ¿Qué es la educación? Dice Santo Tomás: “Conducción y
promoción de la prole al estado perfecto del hombre en cuanto
hombre, que es el estado de la virtud”. Expliquemos:
1- Conducir: es guiar, dar una dirección
2- Promoción: orientar hacia lo mejor, lo más perfecto. Desde lo
inferior, mover hacia lo superior.
3- La prole: son los hijos
4- El estado de la virtud: veamos…
 La virtud es un hábito operativo bueno. Es decir, repitiendo
intensivamente un mismo acto adquiero un hábito. El hábito
me ayuda a obrar mejor (es decir, más rápido, más fácilmente y
con mayor deleite). Si el hábito se ordena al bien… es una
virtud; si el hábito se ordena al mal… es un vicio. Hay hábitos
buenos del cuerpo, hábitos buenos de la inteligencia, hábitos
buenos de la voluntad. Todos estos hábitos (virtudes) puede
adquirirlos un hombre, y se les llama virtudes naturales o
65

adquiridas. Pero hay otros hábitos (virtudes) que el hombre los


tiene solo si los recibe de Dios; son hábitos o virtudes
sobrenaturales (como las virtudes teologales: fe, esperanza y la
caridad).
 Por lo tanto, desde el orden natural, el estado de virtud
significa que el hombre se ha hecho perfectamente hombre,
desarrollando sus potencias, por las virtudes naturales.
Desde la fe cristiana…
 Desde el orden sobrenatural, es decir, desde la fe cristiana, el
estado de virtud significa que el hombre alcanza su perfección en
Dios, en quien encuentra su felicidad plena, por las virtudes
sobrenaturales.
 Por eso decimos que la mejor educación es la cristiana, porque
conduce por la fe, la esperanza y la caridad al hombre a su mayor
perfección.

El estudio
La educación, aunque no es solamente estudio, reclama el estudio.
Los pueblos –aún los pueblos paganos- empiezan a madurar
culturalmente y salir de la vida más rudimentaria cuando comienzan
a estudiar. Eso los lleva a ser pueblos fuertes y organizados
culturalmente hablando. Así ha sucedido desde la antigüedad con
pueblos diversos: egipcios, chinos, griegos, etc…
Desde el orden natural:
 Aristóteles enseña que el deseo de saber es natural al hombre. Hay
un apetito por conocer la verdad, y para ese apetito existe una
virtud que lo modera: la “estudiosidad” (o estudio), que regula el
deseo de conocer la verdad, según la recta razón.
66

 El fin del estudio es la verdad, pues bien, la estudiosidad ayuda a


evitar errores y engaños; por eso es importante que se realice según
la recta razón.
 Pero además la estudiosidad nos señala el modo de aspirar a la
verdad: ni abandonar su búsqueda por pereza o negligencia, ni
lanzarnos hacia ella desmedidamente por codicia o curiosidad.
 Entre otras cosas, la estudiosidad requiere:
a- Concentración (dice Santo Tomás que el estudio supone una
aplicación intensa de la mente a algo; es decir, dedicarse,
trabajar con empeño);
b- Lectura.
c- Memoria: es la madre de los estudiosos, según los medievales.
d- Profundización: más que muchas cosas, hay que buscar lo
mucho de las cosas.
Desde la fe:
 El estudio guiado por la recta razón nos conduce a la verdad. Pero
sabemos que la razón tiene sus limitaciones, es más, la fe nos
enseña que nuestra naturaleza está herida por el pecado original,
incluida nuestra inteligencia.
 De allí viene que la misma fe –virtud sobrenatural que nos infunde
Dios en el alma por el bautismo, y que nos da certezas acerca de la
suma Verdad, que es Dios- se convierte en una enorme ayuda para
el estudio, pues ilumina y sobreeleva a la razón hacia las verdades
superiores, le señala certezas que motivan a la razón en la dirección
más alta y más acertada. Así, la verdad conocida se hace verdad
saboreada, es decir, se hace sabiduría (sapientia): gozo del
conocer. La fe nos enseña que el gozo pleno lo encontramos en el
cielo cuando contemplamos la Verdad tal cual es.
 Por la fe el estudio nos lleva a la teología, que es la ciencia de
mayor sabiduría.
 La vida de Gracia y los dones del Espíritu Santo perfeccionan
nuestra inteligencia, y la mantienen en tensión constante en la
verdad.
Su necesidad:
67

 Si no hay estudio, búsqueda y conocimiento de la verdad, la


inteligencia se embota, se hace torpe, y no puede iluminar nada;
entonces la voluntad actúa ciega: desea mucho pero
equivocadamente.
 El estudio es uno de los deberes de estado propios de un joven que
todavía depende cotidianamente de sus padres. Es decir, es la sana
obligación que le corresponde asumir en su camino de preparación
para la vida adulta. Un joven que asume el deber de estado del
estudio, se ejercita en la disciplina, en la perseverancia y en la
responsabilidad, esto lleva al señorío de sí mismo y de su tiempo.

El trabajo
Desde el orden natural…
 En primer lugar el trabajo tiene sentido por la realización del
hombre. La misma naturaleza del hombre lo inclina al trabajo;
porque las potencias de su naturaleza (las del cuerpo y las del alma)
justamente están en potencia, es decir, necesitan pasar al acto. Por
eso una persona no puede estar inactiva mucho tiempo sin sentir
cierta angustia, tedio o aburrimiento. La conciencia de ser un “in-
útil” es insoportable. Por el contrario se experimenta cierta
satisfacción al lograr realizar algo que demandaba cierta dedicación
y esfuerzo.
 En 2º lugar: el trabajo tiene sentido como un medio para el
sostenimiento del hombre, para la supervivencia, para el
mantenimiento de los suyos (como la familia).
Para el cristiano…
 El hombre, en cuanto que es imagen de Dios en este mundo, a
diferencia de las otras criaturas, colabora con Dios por medio del
trabajo. Solamente el hombre es capaz de trabajar.
 El trabajo es una bendición de Dios, un mandato y misión que Dios
le encomendó al hombre: someter y dominar la tierra (Gn 1, 28)
68

 y también es una penitencia, por el pecado… «Por ti será maldita la


tierra, con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida, te dará
espinas y abrojos, con el sudor de tu rostro comerás el pan» (Gén
3,17-19).
 Así, los fines del trabajo son 3:
1- glorificación de Dios
2- santificación del hombre
3- perfeccionamiento de la tierra
 El trabajo es instrumento para la evangelización de la cultura,
cuando se lo realiza virtuosamente, buscando el bien.
 El trabajo no es un obstáculo para vivir la fe, porque el cristiano
santifica el trabajo, se lo ofrece a Dios, inclusive como penitencia
en reparación por los pecados de la humanidad.
 Para un miliciano: “Recordar que el estudio y el trabajo
constituyen la aportación personal a la tarea común” ( 4ª
promesa)
Para el pagano…
 El trabajo muchas veces se convierte en un fin, y no en un medio,
por eso el hombre suele subordinar y hasta sacrificar otras cosas
indebida y desmedidamente, por el trabajo; así por ejemplo: se
sacrifica la vida familiar, la oración, el descanso necesario, la Misa,
etc.
 Conduce al materialismo y de ahí al consumismo (tener más y
consumir más); también al egoísmo, al deseo desordenado de poder
y de éxito.
 Inclusive hay trabajos que en sí mismos son malos, es decir, hacen
daño a la creación, al bien del prójimo, o al alma del que “trabaja”.

El arte
Desde el orden natural:
69

 El hombre no solo produce cosas útiles, sino que, por el arte,


también produce obras a través de las cuales expresa su alma.
 El arte es una virtud de la inteligencia práctica (la Inteligencia
especulativa busca conocer; la Inteligencia práctica dirige y ordena
las acciones) que nos permite producir obras conforme a la recta
razón.
 Esta virtud no hace bueno al hombre sino a la obra. Por el arte el
hombre se sirve de sus conocimientos para hacer bien alguna obra a
ejecutar.
 Las llamadas “bellas artes” clásicas (arquitectura, pintura, música,
escultura y literatura) son aquellas artes en las que el hombre
intenta expresar la belleza (lo bello es aquello que posee
perfección, proporción, y claridad).
Desde la fe:
 Por el arte el hombre se asemeja a Dios Creador, que produce obras
verdaderas, buenas y bellas.
 Los frutos del arte: Según sea el grado de civilización y de cultura
de un pueblo, serán las obras artísticas producidas, pues estas
expresan el alma de los hombres (el obrar sigue al ser). Por eso, en
distintos tiempos el cristiano se valió del arte para civilizar y
evangelizar en pueblos más rústicos y bárbaros. Los misioneros en
América utilizaban pinturas para catequizar a los indios; y luego les
enseñaron a componer música y a construir bellas capillas, etc. Si
en el mundo pagano en el que vivimos hoy vemos un arte feo o
confuso o frío o desordenado o distorsionado, es porque el hombre
moderno es pobre en su espíritu, distanciado de lo verdadero, de lo
bueno y de lo bello.
 Dos actitudes a las que nos mueve la fe:
- Acercarnos y contemplar lo verdadero, lo bueno y lo bello,
- para poder expresarlo artísticamente en las obras, para bien de
otros.
70

La fiesta
Desde el orden natural…
 Por la experiencia sabemos que la naturaleza humana no nos
permite concebir la vida del hombre sin descansos, ya sea del
cuerpo o del alma.
 Inclusive hay una virtud que atiende a estas necesidades: la
eutrapelia, que tiene por objeto regular, según la recta razón, los
juegos y las diversiones.
 Santo Tomás se refiere a la necesidad del recreo explicando que así
como la fatiga del cuerpo se repone por el descanso, también la
fatiga espiritual se restaura por medio de algún descanso espiritual,
lo cual es un deleite para el alma. A aquello que provoca este
placer del alma le llamamos juegos o pasatiempos.33
 La fiesta es algo extraordinario, que no se da todos los días. Dice
Pieper: “el trabajo es lo cotidiano, mientras que la fiesta, algo no
diario.” 34
 La fiesta se realiza como expresión de la alegría, y la alegría es la
manifestación del amor. Tiene que existir un motivo de alegría para
festejar. El motivo es lo que determina la intensidad de la fiesta.
 La verdadera fiesta más que un olvidarse de la realidad, es un
contemplarla. Es un frenar un instante de mi vida cotidiana y
observar este acontecimiento, que forma parte de mi realidad
personal y merece ser celebrado. Como si extendiera la duración
del precioso suceso para gozarlo, y es en ese deleite donde
descansa mi alma. Es un gozo en la contemplación de aquello que
merece ser festejado.
Desde la fe…
 Quien más conciencia tiene de la necesidad de la fiesta y de su
verdadero sentido es el cristiano:

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S.Th. II-II, q168 a2 c.
34
Josef Pieper; Una teoría de la fiesta
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- por la consideración que tiene de la dimensión espiritual del


hombre
- y por la esperanza que tiene en el gozo futuro de la gloria del
Cielo, lo cual le permite anticiparlo -con medida- en la vida
terrena.
 Mientras más digno sea el objeto de contemplación, más digna será
la fiesta. Por eso la fiesta más importante es la fiesta religiosa
ligada a la fe cristiana porque el objeto de su contemplación es la
realidad más excelsa: Dios mismo. De allí que, por ejemplo,
tradicionalmente en los pueblos cristianos se asiste a las
celebraciones litúrgicas con la mejor vestimenta (los domingos, la
Pascua, la Navidad, bautismos, Comuniones, Matrimonios, etc.).
 Por ser la fiesta expresión de la alegría como fruto del amor, es
muy propia del Estilo miliciano. Desde el origen la Ciudad
Miliciana celebra de diversos modos con la impronta de su Carisma
la invisible presencia del Reino de Dios entre nosotros. “La alegría
es la sal de nuestro estilo.”
Para el pagano…
 La fiesta suele no tener un motivo, o se sobreeleva la importancia
de lo celebrado, o se la utiliza para escapar de una realidad que
angustia. El resultado no es la alegría.
 La fiesta suele ser un momento de olvido y desenfreno. De ahí
proviene el derroche desmedido y muchas veces escandaloso.
 La fiesta pagana, más que contemplar, apunta a la pérdida de la
conciencia; una manera de hacerlo es por la exaltación de los
sentidos, a fin de disminuir la capacidad racional; así por ejemplo:
- La alta intensidad del sonido, que dificulta la comunicación.
- Lo cual obliga al acercamiento físico exagerado, incentivando el
tacto y la sensualidad.
- La visión es confundida en el juego de luces y flashes.
- El gusto es exacerbado por el consumo indiscriminado de
alcohol.
 Mientras menos conciencia tiene el hombre más se asemeja a un
animal, pues lo que distingue al hombre del animal es su capacidad
racional.

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