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HAY QUE TRATAR A LOS HECHOS SOCIALES COMO COSAS"

Protestando contra los errores de lectura cometidos a propósito de


este precepto, Durkheim demuestra que al enunciarlo no pretendía
postular el primer principio de una filosofía social, sino la regla
metodológica que es la condición sine qua non de la construcción
del objeto sociológico. Ése es el sentido de los análisis con los que
trata de evitar que el análisis sociológico ceda a las tentaciones de
la sociología espontánea, invitando al investigador a orientarse pre-
ferentemente hacia los aspectos morfológicos o institucionales, es
decir a las formas más objetivadas de la vida social. Si hay que
tener presente este texto, es porque desde el comienzo dio lugar
a lecturas que, siendo contradictorias, eran igualmente inexactas y
también porque, ya clásico, está expuesto a que se lo mire sin
leerlo.

22. E. DURKHEIM

La primera regla y la más fundamental es considerar los hechos


sociales como cosas. [.. . ]
Y sin embargo, los fenómenos sociales son cosas y deben ser
tratados como cosas. Para demostrar esta proposición, no es pre-
ciso filosofar acerca de su naturaleza ni discutir las analogías que
presentan con los fenómenos de reinos inferiores. Es suficiente
comprobar que son el único datum que se le ofrece al sociólogo.
Efectivamente, es cosa todo lo que está dado, todo lo que se ofrece
o, más bien, se impone a la observación. Tratar los fenómenos
sociales como cosas, es tratarlos en calidad de data, que constituyen
el punto de partida de la ciencia. Los fenómenos sociales presentan
indiscutiblemente este carácter. Lo que nos es dado no es la idea
que los hombres se hacen del valor, ya que ésta es inaccesible: son
los valores que se intercambian realmente en el curso de las rela-
ciones económicas. No es tal o cual concepción del ideal moral,
218 EL OFICIO DE SOCIÓLOGO'

sino el conjunto de reglas que determinan efectivamente la con-


ducta. No es la idea de lo útil o de la riqueza, sino todo el detalle
de la organización económica. Es posible que la vida social sólo
sea el desarrollo de ciertas nociones; pero, suponiendo que así sea,
estas nociones no son dadas inmediatamente. Por lo tanto, no se
las puede alcanzar directamente, sino sólo a través de la realidad
fenoménica que las expresa. No sabemos a priori cuáles son las
ideas que están en el origen de las diversas corrientes entre las que
se divide la vida social, ni si existen; sólo después de haberlas
remontado hasta sus fuentes sabremos de dónde provienen.
Nos es preciso, pues, considerar los fenómenos sociales en sí
mismos, abstraídos de los sujetos conscientes que se lo representan;
hay que estudiarlos desde afuera como cosas exteriores; ya que es
en realidad de tales como se nos presentan. Si esta exteriori-
dad es sólo aparente, la ilusión se disipará a medida que la ciencia
avance y se verá, digámoslo así, lo exterior volverse interior., Pero
la solución no puede ser prejuzgada y, aunque finalmente no tuvie-
ron todas los caracteres intrínsecos de la cosa, hay que tratarlos
al principio como si los tuvieran. Esta regla se aplica, pues, a la
realidad social íntegra, sin que pueda realizarse ninguna excep-
ción. Hasta los fenómenos que más parezcan consistir en coordina-
ciones artificiales deben ser considerados desde este punto de vista.
El carácter convencional de una práctica o de una institución
jamás debe ser presumido. Si, por otra parte, se nos permite invo-
car nuestra experiencia personal, creemos poder asegurar que,
procediendo así, a menudo se obtendrá la satisfacción de ver a
los hechos aparentemente más arbitrarios presentar, después de
una observación más atenta, caracteres de constancia y de regu-
laridad, síntomas de su objetividad. [. , .]
Es este mismo progreso el que debe efectuar la sociología. Es
necesario que pase del estado subjetivo, que aún no ha superado,
a la fase objetiva.
Por otra parte, este pasaje puede efectuarse mucho más fácil-
mente que en psicología. En efecto, los hechos psíquicos se dan
naturalmente como estados del sujeto, del que ni siquiera parecen
separables. Interiores por definición, parece que sólo podría tra-
társelos como exteriores violentando su naturaleza. No sólo se
necesita un esfuerzo de abstracción, sino todo un conjunto de pro-
cedimientos y artificios para llegar a considerarlos desde este punto
de vista. Por el contrario, los hechos sociales tienen más natural
e inmediatamente todos los caracteres de la cosa. El derecho existe
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LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO

en los códigos, los movimientos de la vida cotidiana se inscri-


ben en las cifras estadísticas, en los monumentos históricos, las
modas en los trajes, los gustos en las obras de arte. En virtud de su
índole misma, tienden a constituirse fuera de las conciencias indi-
viduales, puesto que las dominan. Para verlos bajo su aspecto de
cosas, no es necesario, pues, torturarlos ingeniosamente.

EMILIO DURKHEIM

Las reglas del método sociológico

La proposición según la cual los hechos sociales deben ser tratados


como cosas —afirmación fundamental de nuestro método— es
quizá la que ha sido más discutida. Se encontró paradojal y escan-
daloso que asimiláramos las realidades de la vida social a las del
mundo exterior. Singular equivocación acerca del sentido y alcance
de esta asimilación, cuyo objeto no es rebajar las formas superio-
res del ser a sus formas inferiores, sino por el contrario, reivin-
dicar para las primeras un grado de realidad por lo menos igual
al que todo el mundo reconoce a las segundas. En efecto, no deci-
mos que los hechos sociales sean cosas materiales, sino que son
cosas, tanto como lo son las cosas materiales, aunque de otra
manera.
En efecto: ¿qué es una cosa? La cosa se opone a la idea como
lo que se conoce desde afuera a lo que se conoce desde adentro. Es
una cosa todo objeto de conocimiento que no sea naturalmente
aprehensible por la inteligencia, todo aquello de lo que no pode-
mos tener una noción adecuada por un simple procedimiento de
análisis mental, todo lo que el espíritu sólo puede llegar a com-
prender a condición de salir de sí mismo a través de observaciones
y experimentaciones, pasando progresivamente desde los caracte-
res más exteriores e inmediatamente accesibles hasta los menos
visibles y más profundos. Tratar como cosas a los hechos de un
cierto orden, no significa clasificarlos en cierta categoría de la
realidad, sino enfrentarlos con cierta actitud mental. Es abordar
su estudio tomando por principio que se las ignora absolutamente
y que tanto sus propiedades características como las causas deseo-

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