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Fragmentos de Poesía Antigua

Recopilados en las Tierras Altas de Escocia y traducidos desde el


escocés gaélico o idioma Erse1

La segunda edición
Traducción de Thiago Huenupi

Vos quoque qui fortes animas, belloque peremtas


Laudibus in longum vates dimittitis ævum,
Plurima securi fudistis carmina Bardi.
Lucano2

Edimburgo: impreso para G. Hamilton y J. Balfour

1
Traducción del inglés, Erse language, haciendo referencia al nombre del escocés gaélico
2
“Vosotros también, poetas inspirados que con vuestros elogios dirigís hacia una larga posteridad a las
almas valerosas cobradas por la guerra, habéis entonado, ya si cuitas, numerosos cantos, bardos.” Lucano,
Farsalia. (Traducción de Antonio Holgado Redondo, Gredos, 1984).
MDCCLX.
PREFACIO
El público podrá depender de los siguientes fragmentos como remanentes genuinos de
antigua poesía escocesa. La fecha de su composición no puede ser verificada con exactitud.
La tradición, en el país en el que fueron escritos, los refiere a un área de la más remota
antigüedad: y esta tradición es respaldada por el espíritu y esfuerzo de los poemas mismos;
que abundan de esas ideas y pintan esas costumbres, que pertenecen al más temprano
estado de la sociedad. La dicción también, originalmente, es muy obsoleta; y difiere
ampliamente del estilo de ese tipo de poemas tal como han sido escritos en el mismo
idioma dos o tres siglos atrás. Ciertamente fueron compuestos antes del establecimiento de
los clanes en el norte de Escocia, acontecimiento de por sí muy antiguo; si los clanes
hubieran sido formados y reconocidos en ese entonces, habría surgido una figura
considerable en los trabajos de un bardo de las Tierras Altas; mientras que no existe ni la
más mera mención de ellos en estos poemas. Es increíble que no se encuentre en ellos
alusión alguna a la religión cristiana o al culto; en efecto, pocos rastros pueden ser hallados
sobre cualquier religión de cualquier tipo. Una circunstancia parece probar que son
coetáneos con la infancia misma del cristianismo en Escocia. En un fragmento de los
mismos poemas, que el traductor ha visto, un culdee3 o monje es representado como
deseoso de escribir de la boca de Ossian ―quien es el personaje principal en varios de los
siguientes fragmentos―, sus logros de guerra y los de su familia. Pero Ossian trata al
monje y a su religión con desdén, diciéndole que las hazañas de tales grandes hombres eran
temas demasiado grandes para que sean registrados por él o por cualquiera de su religión:
Una prueba contundente de que el cristianismo no estaba por ahora establecido en el país.
Aunque los poemas ahora publicados aparecen en esta colección como piezas separadas,
hay lugar para creer que la mayoría de ellos fueron originalmente episodios de una obra
mayor que relataba las guerras de Fingal. Innumerables tradiciones sobre este héroe existen
hasta hoy en las Tierras Altas de Escocia. La historia de Ossian, su hijo, es tan
generalmente conocida, que, para describir al último de la raza de una gran familia, ha
aparecido el proverbio: “Ossian, el último de los héroes.”
No puede haber duda que estos poemas deben ser atribuidos a los bardos; una raza de
hombres bien conocida por haber existido por muchos años en Irlanda y el norte de
Escocia. Cada jefe o gran hombre tenía en su familia un bardo o poeta, cuyo oficio era
registrar en verso las ilustras acciones de esa familia. Por la sucesión de estos bardos, tales
poemas eran legados de raza en raza; algunos en manuscrito, pero más que nada por
tradición oral. Y la tradición, en un país tan libre de entremezcla con extranjeros, y entre
gente tan fuertemente arraigada a la memoria de sus ancestros, ha preservado muchos de
ellos en gran medida incorruptos hasta la actualidad.

3
Los culdee era miembros de comunidades ascéticas cristianas ―monásticas y eremíticas― de Irlanda,
Escocia, Gales e Inglaterra en el medioevo.
No están establecidos ni con música ni son cantados. La versificación original es simple; y
al entender el idioma, son fluidos y hermosos. La rima es raramente usada: pero la cadencia
y la longitud de la línea son variadas, para adecuarse al sentido. La traducción es
extremadamente literal. Incluso el arreglo de las palabras en el original ha sido imitado; a lo
cual deben atribuirse algunas inversiones en el estilo, que de otra manera no habrían sido
elegidas.
Nada ha de ser dicho en cuanto al mérito poético de estos fragmentos. Dejemos que el
público juzgue y declare. Se cree que, a través de una cuidadosa indagación, muchos más
restos de antiguo genio, no menos valiosos que aquellos ahora dados al mundo, pueden ser
encontrados en el mismo país donde estos han sido recolectados. En particular, hay razón
para tener esperanza de que un trabajo de longitud considerada, y que merece ser un poema
de estilo heroico, pueda ser recuperado y traducido, si fomento fuese dado a tal tarea. El
tema del mismo es la invasión de Irlanda por parte de Swarthan, Rey de Lochlyn ―nombre
de Dinamarca en el idioma Erse. Cuchulaid, el General o Jefe de las tribus irlandesas, al
enterarse de la invasión, reúne sus fuerzas; se llevan a cabo concilios; y se pelean batallas.
Pero luego de varios combates, los irlandeses son forzados a rendirse. Finalmente, Fingal,
Rey de Escocia, llamado en este poema “El desierto de las colinas”, arriba con sus barcos
para asistir a Cuchulaid. Él expulsa a los daneses del país y retorna victorioso a su hogar.
Este poema se considera de mayor antigüedad que cualquiera de los que fueron
preservados: Y el autor habla por sí mismo como presente en la expedición de Fingal. Los
tres últimos poemas en la colección son fragmentos que el traductor obtuvo de este poema
épico, y, aunque imperfectos, fueron juzgados no merecedores de ser parte de la misma. Si
el poema entero fuese recuperado, podría servir para dar luz considerable a las antigüedades
escocesas e irlandesas.
FRAGMENTO I.
SHILRIC, VINVELA.

Vinvela.
Mi amor es un hijo de la colina. Él persigue al ciervo volador. Sus grises perros jadean a su
alrededor; la cuerda de su arco suena en el viento. Ya sea en la fuente de la roca, o en el
arroyo de la montaña, tú yaces; cuando los arbustos se balanceen con el viento, y la niebla
vuele sobre ti, déjame acercar mi amor desapercibido, y verlo desde la roca. Preciosamente
te vi por primera vez junto al viejo roble de Branno; volvías altivo de la cacería; el más
hermoso entre tus amigos.
Shilric.
¿Qué voz es esa que escucho? Esa voz como el viento estival. No me siento cerca de los
arbustos balanceantes; no escucho la fuente de la roca. Lejos, Vinvela, lejos voy a las
guerras de Fingal. Mis perros ya no me atienden. Ya no más camino por la colina. Ya no
más desde lo alto te veo, moviéndote hermosamente junto a la corriente del valle; radiante
como el arco del cielo; como la luna en la ola occidental.
Vinvela.
¡Entonces te vas, oh Shilric! Y yo estoy sola en la colina. Los ciervos se ven en la cima;
mientras pastan el vacío del miedo. Ya no más temen al viento; ya no más al árbol
crujiente. El cazador está alejado; está en un campo de tumbas. ¡Desconocidos! ¡Hijos de
las olas! Salven a mi querido Shilric.
Shilric.
Si caer debo en el campo, levanta alto mi tumba, Vinvela. Piedras grises, y tierra
amontonada, me marcará para tiempos futuros. Cuando el cazador se siente junto al
montículo, y produzca su comida al mediodía, “Algún guerrero descansa aquí,” dirá; y mi
fama vivirá en su elogio. ¡Recuérdame, Vinvela, cuando profundo bajo tierra yazca!
Vinvela.
¡Sí!—Te recordaré—ciertamente mi Shilric caerá. ¿Qué haré, ¡mi amor!, cuando te hayas
ido para siempre? A través de estas colinas iré al mediodía: Iré a través del silencioso
páramo. Allí veré el lugar de tu descanso, volviendo de la caza. Ciertamente, mi Shilric
caerá; pero lo recordaré.

II.
Me siento junto a la musgosa fuente; en la cima de la colina de vientos. Un árbol cruje
sobre mí. Oscuras olas pasan por el páramo. El lago está turbio debajo. Los ciervos
descienden de la colina. Ningún cazador en la distancia se ve; ningún pastor silbante está
cerca. Es mediodía: pero todo está en silencio. Tristes son mis pensamientos a solas. ¿Pero
apareciste, oh mi amor? ¡Un errante en el páramo! Tu cabello flotando en el viento detrás
de ti; tu pecho jadeando a la vista; ¡tus ojos llenos de lágrimas por tus amigos, a quienes la
niebla de la colina había ocultado! A ti te consolaría, mi amor, y te llevaría a la casa de tu
padre.
¿Pero es ella la que allí aparece, como un rayo de luz en el páramo? Radiante como la luna
autumnal, como el sol en una tormenta estival, ¿viniste tú, hermosa muchacha, sobre rocas,
sobre montañas, a mí?— Ella habla; ¡pero qué débil su voz! Como la brisa entre los juncos
del estanque. “¡Oye!”
“¿Volviste a salvo de la guerra? ¿Dónde están tus amigos, mi amor? Escuché de tu muerte
en la colina; ¡escuché y te lloré, Shilric!”
“Sí, mi bella, he vuelto; pero solo yo de mi estirpe. Ya no más los verás: sus tumbas levanté
en el valle. Pero, ¿por qué estás en el desierto de la colina? ¿Por qué en el páramo, a solas?”
“Sola estoy, ¡oh Shilric! Sola en la casa hibernal. Con dolor por ti fallecí. Shilric, estoy
pálida en la tumba.”
Ella se desvanece, zarpa en la lejanía; ¡como la gris niebla precedente al viento! “¿Y, no te
quedarás, mi amor? ¿No te quedarás y observarás mis lágrimas? ¡Bella apareciste, mi amor!
¡Bella eras, cuando vivías!”
“Junto a la musgosa fuente me sentaré; en la cima de la colina de vientos. Cuando el
mediodía sea silencioso alrededor ¡conversa, oh mi amor, conmigo! ¡Ven en las alas del
vendaval! ¡En el estallido de la montaña, ven! Déjame escuchar tu voz, mientras pasas,
cuando el mediodía sea silencioso alrededor.”
III.
La tarde es gris en las colinas. El viento norteño resuena entre los bosques. Nubes blancas
se elevan en el cielo: la tenue y ondulante nieve desciende. El río aúlla en la lejanía, a lo
largo de su sinuoso curso. Triste, junto a una roca hueca, el canoso Carryl se sentó. Un
helecho seco ondulaba sobre su cabeza; su asiento es un viejo abedul. Claro a vientos
rugientes alza su voz de aflicción.
Echado sobre el ondulado océano está Él, la esperanza de las islas: Malcolm, el apoyo de
los pobres; ¡enemigo de los orgullosos en armas! ¿Por qué nos has dejado atrás? ¿Por qué
vivimos para llorar tu destino? Quizás podríamos haber escuchado, contigo, la voz de las
profundidades; podríamos haber visto la roca limosa.
Triste en la orilla con latidos de mar tu esposa busca por tu retorno. El tiempo de tu
promesa ha llegado; la noche se acerca. Pero ninguna vela está en el mar; ninguna voz más
que la de los bravucones vientos. ¡Baja es el alma de la guerra! ¡Húmedas son las
cerraduras de la juventud! Junto al pie de alguna roca yaces; mojado por las olas como
vienen. ¿Por qué, vientos, se lo llevaron a una roca desierta? ¿Por qué, olas, lo arrastraron?
Pero, ¡oh! ¿Qué voz es esa? ¡Quién monta ese meteoro de fuego! Verdes son sus ligeros
miembros. ¡Es él! ¡Es el fantasma de Malcolm! “Descansa, hermosa alma, descansa en las
rocas; y déjame escuchar tu voz.” Él se ha ido, como un sueño de la noche. Lo veo entre los
árboles. ¡Hija de Reynold! Él se ha ido. Tu esposo ya no volverá. Ya no más sus sabuesos
vendrán de la colina, precursores de su amo. Ya no más desde la roca distante su voz
saludará tu oído. Silencioso está en las profundidades, ¡infeliz hija de Reynold!
“Me sentaré junto a la corriente del valle. ¡Ustedes rocas! Tengan esta deuda sobre mi
cabeza. ¡Escuchen mi voz, ustedes árboles! Mientras se inclinan sobre la greñuda colina.
Mi voz preservará su alabanza, la voz de las islas.”
IV.
CONNAL, CRIMORA.

Crimora.
“¿Quién viene de la colina, como una nube teñida con el rayo del oeste? ¿De quién es esa
voz, fuerte como el viento, pero placentera como el arpa de Carryl? Es mi amor en la luz
del acero; pero triste esta su oscurecida frente. ¿Vive la majestuosa estirpe de Fingal? ¿O
qué perturba a mi Connal?”
Connal.
“Ellos viven. Los vi retornar de la cacería, como una corriente de luz. El sol estaba en sus
escudos: Como una cresta de fuego descendieron la colina. Fuerte es la voz de la juventud;
la guerra, mi amor, está cerca. Mañana el enorme Dargo viene a probar la fuerza de nuestra
estirpe. A la estirpe de Fingal desafía; a la estirpe de batalla y heridas.”
Crimora.
“Connal, vi sus barcos como niebla gris en la negra ola. Lentamente llegaron a tierra,
Connal, ¡muchos son los guerreros de Dargo!”
Connal.
“Tráeme el escudo de tu padre; el escudo de hierro de Rinval; ese escudo como la luna
llena cuando está oscurecida en el cielo.”
Crimora.
“Ese escudo traigo, oh Connal; pero no defendió a mi padre. Por la lanza de Gauror cayó.
¡Tú podrías caer, oh Connal!”
Conall.
“Ciertamente podría caer: Pero levanta mi tumba, Crimora. Algunas piedras, un montículo
de tierra, mantendrán mi memoria. Inclina tu rojo ojo sobre mi tumba, y golpea tu pecho de
suspiros. Aunque bella eres tú, mi amor, como la luz; más placentera que el vendaval de la
colina; sin embargo, no me quedaré. Levanta mi tumba, Crimora.”
Crimora.
“Entonces dame esas armas de luz; esa espada, y esa lanza de acero. A Dargo conoceré
contigo, y ayudaré a mi querido Connal. ¡Adiós, rocas de Ardven! ¡Adiós, ciervo! ¡Y adiós,
corrientes de la colina! Ya no volveremos más. Nuestras tumbas están lejos en la distancia.”

V.
“El otoño es obscuro en las montañas; la niebla gris reposa en las colinas. Se escucha el
torbellino en el páramo. Obscuro circula el río a través del angosto valle. Un árbol se
yergue solo en la colina, y marca la tumba de Connal. Las hojas se arremolinan con el
viento, y se desparraman en las tumbas de los muertos. A veces son vistos aquí los
fantasmas de los fallecidos, cuando el solitario cazador reflexivo acecha lentamente sobre
el páramo. ¡Aparece en tu armadura de luz, fantasma del poderoso Connal! ¡Brilla, cerca de
tu tumba, Crimora! Como un rayo de luna desde una nube.
¿Quién puede alcanzar el origen de tu estirpe, oh Connal? ¿Y quién recuenta tus Padres? Tu
familia creció como un roble en la montaña, que se encuentra con el viento con su altiva
cabeza. Pero ahora ha sido arrancado de la tierra. ¿Quién suplirá el lugar de Connal?
Aquí fue el estruendo de las armas; y aquí los gemidos de los moribundos. ¡Penosas son las
guerras de Fingal! Fue aquí donde caíste. Tu brazo era como una tormenta; tu espada, un
haz del cielo; tu altura, una roca en el valle; tus ojos, una fragua de fuego. Más ruidosa que
una tormenta era tu voz cuando confundiste el campo. Guerreros caían ante tu espada,
como el cardo ante el báculo de un niño.
Dargo el poderoso apareció, como una nube de truenos. Sus cejas estaban contraídas y
obscuras. Sus ojos como dos cuevas en una roca. Brillante levantó sus espadas a cada lado;
funesto era el sonido de su metal.
La hija de Rinval estaba cerca; Crimora, radiante en armadura de hombre; su pelo suelto
por detrás, su arco en su mano. Ella siguió a la juventud a la guerra, Connal, su querido
amante. Tensó la cuerda hacia Dargo; pero errando, atravesó a su Connal. Él cae como un
roble en el valle; como una roca de la greñuda colina. ¡Qué hará, desafortunada muchacha!
Él sangra; su Connal muere. Toda la noche llora, y todo el día, ¡oh Connal, mi amor y mi
amigo! De pena la triste doliente murió.
La Tierra aquí encierra a la pareja más bella en la colina. El pasto crece entre las piedras de
su tumba; me siento en la penosa sombra. El viento suspira a través del pasto; y su memoria
corre por mi mente. Tranquilos ahora duermen juntos; en la tumba de la montaña descansan
solos.”

VI.
“Hijo del noble Fingal, Ossian; ¡Príncipe de hombres! ¿Qué lágrimas corren por las mejillas
de la edad? ¿Qué ensombrece tu poderosa alma?”
“Memoria, hijo de Alpin, la memoria lastima a los ancianos. De tiempos pasados son mis
pensamientos; mis pensamientos son del noble Fingal. La estirpe del rey retorna a mi
mente, y me lastima con remembranza.
Un día, ya vueltos de los deportes de las montañas, de perseguir a los hijos de las colinas,
cubrimos este páramo con nuestra juventud. Fingal el poderoso estaba aquí, y Oscur, mi
hijo, grande en la guerra. Bella a nuestra vista desde el mar, de repente, una virgen
apareció. Su pecho era como la nieve de una noche. Su mejilla como el capullo de la rosa.
Suave era su azul ojo rodante; pero el dolor era grande en su corazón.
‘¡Fingal, reconocido en la Guerra!’ gimió. ‘¡Hijos del rey, protéjanme!’ ‘Habla segura,’
responde el rey, ‘hija de la belleza, habla: nuestro oído está abierto a todo: nuestras espadas
compensan a los heridos.’ ‘Huyo de Ullin,’ gimió, ‘de Ullin famoso en la guerra. Huyo del
abrazo de aquel que corrompa mi sangre. Cremor, amigo de hombres, era mi padre;
Cremor, el Príncipe de Inverne.’
Los hijos más jóvenes de Fingal se levantaron; Carryl, experto en el arco; Fillan, amado por
la bella; y Fergus, primero en la estirpe. ‘¿Quién de las lejanías de Lochlyn? ¿Quién a los
mares de Molochasquir? ¿Quién osa lastimar a la dama a quien los hijos de Fingal
protegen? Hija de la belleza, descansa segura; descansa en paz, tú, la más bella de las
mujeres.’
Lejos en la azul distancia de las profundidades, un punto apareció tal como la parte de atrás
de la cresta de la ola. Pero pronto la nave creció ante nuestra vista. La mano de Ullin la
siguió hasta la tierra. Las montañas se estremecían mientras se movía. Las colinas
temblaban ante sus pasos. La infortunia repiqueteaba su armadura a su alrededor. Muerte y
destrucción había en sus ojos. Su estatura como el roble de Morve. Se movía en el rayo del
acero.
Nuestros guerreros caían ante él, como el campo ante los segadores. A los tres hijos de
Fingal ató. Precipitó su espada hacia el pecho de la bella. Ella cayó como una corona de
nieve ante el sol en primavera. Su pecho se agitó en la muerte; su alma se escapó en la
sangre.
Oscur, mi hijo, cayó; el poderoso en batalla descendió. Su armadura repiqueteaba como el
trueno; y el rayo de sus ojos era terrible. Allí fue el choque de espadas; allí estaba la voz del
acero. Golpeaban y arremetían; buscaban la muerte con sus espadas. Pero la muerte estaba
lejos en la distancia; y tarda en venir. El sol empezó a declinar; y el pastor pensaba en su
hogar. Entonces el afilado acero de Oscur encontró el corazón de Ullin. Cayó como un
roble de montaña cubierto de reluciente escarcha: Brilló como una roca en el valle. Aquí la
hija de la belleza yace; y aquí los más valientes de los hombres. Aquí un día acabaron con
la belleza y los valientes. Aquí descansan el perseguidor y la perseguida.
¡Hijo de Alpin! Las aflicciones de los ancianos son muchas: sus lágrimas son para el
pasado. Esto elevó mi dolor, guerrero; la memoria despertó mi pena. Oscur, mi hijo, era
valiente; pero Oscur ya no está más. Has escuchado mi dolor, oh hijo de Alpin; perdona las
lágrimas de los ancianos.”

VII.
“¿Por qué abriste de nuevo la fuente de mi dolor, oh hijo de Alpin, preguntando cómo
Oscur cayó? Mis ojos están ciegos de lágrimas; pero la memoria irradia en mi corazón.
¡Cómo puedo relatar la triste muerte de la cabeza del pueblo! ¡Príncipe de guerreros, Oscur,
mi hijo, ya no más te veré!
Cayó como la luna en una tormenta; como el sol en el medio de su curso, cuando las nubes
ascienden del resto de las olas, cuando la negrura de la tormenta envuelve las rocas de
Ardannider. Yo, como un anciano roble en Morver, yo me pudro solo en mi lugar. El
estallido había podado mis ramas; y me estremezco ante las alas del norte. ¡Príncipe de
guerreros, Oscur, mi hijo! ¡Ya no más te veré!
Dermid y Oscur eran uno: Segaban la batalla juntos. Su amistad era fuerte como su acero; y
la muerte caminaba entre ellos hacia el campo. Iban hacia el enemigo como dos rocas
cayendo de las cejas de Ardven. Sus espadas se manchaban con la sangre del valiente:
guerreros se desmayaban ante sus nombres. ¿Quién estaba a la altura de Oscur, sino
Dermid? ¿Y quién a la altura de Dermid, sino Oscur?
Mataron al poderoso Dargo en el campo; Dargo antes invencible. Su hija era bella como la
alborada; suave como el rayo de la noche. Sus ojos, como dos estrellas en una lluvia: su
respiración, como el vendaval de primavera: sus pechos, como la nieve recién caída
flotando en el páramo en movimiento. Los guerreros la vieron, y la amaron; sus almas se
fijaron en la muchacha. Ambos la amaron, como su fama; ambos deben poseerla o morir.
Pero su alma se fijó en Oscur; mi hijo fue la juventud de su amor. Ella olvidó la sangre de
su padre; y amó la mano que lo mató.
‘Hijo de Ossian’, dijo Dermid, ‘amo; oh Oscur, amo a esta muchacha. Pero su alma está
aferrada a ti y nada puede sanar a Dermid. Aquí, atraviesa este pecho, Oscur; alíviame, mi
amigo, con tu espada’
‘Mi espada, hijo de Morny, nunca se manchará con la sangre de Dermid.’
‘¿Quién es digno de matarme, oh Oscur, hijo de Ossian? No dejes que mi vida pase
desconocida. Que ninguno excepto Oscur me mate. Envíame con honor a la tumba, y deja
que mi muerta sea reconombrada.’
‘Dermid, haz uso de tu espada; hijo de Morny, empuña tu acero. ¡Ojalá cayera contigo!
¡Ojalá mi muerte viniera de la mano de Dermid!’
Pelearon junto al riachuelo de la montaña; junto a las corrientes de Branno. La sangre teñía
el argentado río, y cortaban alrededor de las piedras musgosas. Dermid el grácil cayó; cayó,
y sonrío en la muerte.
Y caes, hijo de Morny; ¡caes por la mano de Oscur! ¡Dermid invencible en la guerra, así te
veo caer! Él fue, y volvió a la muchacha a quien amaba; retornó, pero ella percibió su dolor.
‘¿Por que esa pesadumbre, hijo de Ossian? ¿Qué ensombrece tu poderosa alma?’
‘Aunque alguna vez renombrado por el arco, oh muchacha, he perdido mi fama. Fijo en un
árbol junto al riachuelo de la colina, está el escudo de Gormur el valiente, a quien en batalla
maté. He malgastado el día en vano, ni mi flecha pudo atravesarlo.’
‘Déjame probar, hijo de Ossian, la habilidad de la hija de Dargo. Mis manos han aprendido
el arco: mi padre se deleitaba en mi habilidad.’
Ella fue. Él se colocó detrás del escudo. Su flecha voló y atravesó su pecho.4
‘¡Bendita sea esa mano de nieve; y bandito tu arco de tejo! Caigo resuelto en la muerte. ¿Y
quién excepto la hija de Dargo era digno para matarme? Ponme en la tierra, mi bella;
ponme al lado de Dermid.’
‘¡Oscur! Tengo la sangre, el alma del poderoso Dargo. Bien satisfecha puedo encontrar la
muerte. Así puedo terminar mi dolor.’ Se atravesó su pecho con acero. Cayó, se estremeció
y murió.

4
Nada se consideraba más esencial para los antiguos escoceses de las Tierras Altas que su gloria, que morir
por la mano de alguna persona digna o renombrada. Esta fue la ocasión del plan de Oscur de ser asesinado
por su amante, ahora que estaba cansado de la vida. En esos tiempos tempranos el suicidio era
completamente desconocido entre esa gente, y ningún rastro ha sido encontrado al respecto en la Antigua
Poesía. De ahí que el traductor sospeche que la explicación del suicido de la hija de Dargo sea la
interpolación de algún bardo más contemporáneo.
Junto al riachuelo de la colina están puestas sus sepulturas; una sombra irregular de abedul
cubre sus tumbas. A menudo, en sus verdes tumbas de arcilla, los ramificados hijos de la
montaña se alimentan, cuando el mediodía está en llamas, y el silencio está por todas las
colinas.”

VIII.
Junto a una roca en la colina, bajo los viejos árboles, el viejo Ossian se sentaba en el
musgo; el último de la raza de Fingal. Ciegos son sus viejos ojos; su barba se agita con el
viente. Aburrido entre los árboles sin hojas escuchó la voz del norte. El dolor revivió en su
alma: empezó y lamentó los muertos.
“¡Cómo has caído como un roble, con todas tus ramas a tu alrededor! ¿Dónde está Fingal el
Rey? ¿Dónde está Oscur mi hijo? ¡Pobre de mí! En la tierra yacen. Siento sus tumbas en
mis manos. Escucho el río debajo murmurando con voz ronca sobre las piedras. ¿Qué me
estás haciendo, oh río? Traes devuelta las memorias del pasado.
La estirpe de Fingal se erguía en tus orillas, como madera en suelo fértil. Afiladas eran sus
lanzas de acero. Fuerte era él que osaba enfrentar su ira. Fillan el grande estaba allí. ¡Tú,
Oscur, estabas ahí, mi hijo! El mismo Fingal estaba ahí, fuerte en los grises bucles de los
años. Alzó por completo sus vigorosos miembros; y anchos sus hombros se abrieron. El
infeliz se encontró con su brazo, cuando el orgullo de su ira se levantó.
Vino el hijo de Morny; Gaul, el más alto de los hombres. Se irguió en la colina como un
roble; su voz era como los arroyos de la colina. ‘¿Por qué reina solo?’, grita, ‘hijo del
poderoso Corval. Fingal no es fuerte como para salvar: no es apoyo para el pueblo. Yo soy
fuerte como una tormenta en el océano; como el torbellino en la colina. Ríndete, hijo de
Corval; Fingal, ríndete ante mí.’ Vino como una roca de la colina, resonando en sus armas.
Oscur se adelantó para recibirlo; mi hijo se enfrentaría al enemigo. Pero Fingal vino en su
fuerza, y sonrió ante el alarde del jactancioso. Lanzaron sus armas alrededor de cada uno;
lucharon en el valle. La tierra está arada con sus zapatos. Sus huesos se agrietan como el
barco en el océano, cuando salta de ola en ola. Cuánto tiempo trabajaron; con la noche,
cayeron en el valle sonoro; como dos robles, con sus ramas mezcladas, caen estrellándose
desde la colina. El alto hijo de Morny está postrado; el anciano venció.
Bella con sus bucles de oro, su suave cuello, y sus pechos de nieve; bella, como los
espíritus de la colina cuando en el silencioso mediodía vagan a lo largo del páramo; bella,
como el arcoíris de los cielos; vino la muchacha Minvane. ‘¡Fingal!’ dice suavemente, ‘que
me deje ir mi hermano Gaul. Que me deje ir la esperanza de mi estirpe, el terror de todo,
excepto Fingal.’ ‘¿Puedo, replica el Rey, puedo negar la preciosa hija de la colina? ¡Toma a
tu hermano, oh Minvane, más bella que la nieve del norte!
¡Tales, Fingal, fueron tus palabras! Pero tus palabras ya no escucho más. Ciego me siento
junto a tu tumba. Escucho el viento en el bosque; pero ya no más a mis amigos. El grito del
cazador se ha terminado. La voz de la guerra ha cesado.”

IX.
“Tú preguntaste, ¡bella hija de las islas! ¿la memoria de quién se preserva en estas tumbas?
La memoria de Ronnan el audaz, y de Connan el jefe de hombres; y la de ella, la más bella
entre las muchachas, Rivine la preciosa y buena. El ala del tiempo está cargada con
cuidado. Cada momento tiene sus propias aflicciones. ¿Por qué buscamos nuestro dolor
desde lejos? ¿O damos nuestras lágrimas a aquellos de otros tiempos? Pero tú ordenas, y yo
obedezco, ¡oh bella hija de las islas!
Conar era poderoso en la Guerra. Caul era el amigo de los desconocidos. Sus puertas
estaban abiertas a todos; la medianoche no oscurecía su puerta enrejada. Ambos vivían
sobre los hijos de las montañas. Su arco era el apoyo de los pobres.
Connan era la imagen del alma de Conar. Caul se renovó en su hijo Ronnan. Rivine, la hija
de Conar, era el amor de Ronnan: su hermano Connan era su amigo. Ella era bella como la
luna de la cosecha poniéndose en los mares de Molochasquir. Su alma estaba asentada en
Ronnan; el joven era el sueño de sus noches.
‘¡Rivine, mi amor!’ dice Ronnan, ‘vuelvo a mi rey en Noruega5. Un año y un día me
llevarán de vuelta. ¿Serás fiel a Ronnan?’
‘¡Ronnan! Un año y un día pasaré en pena. Ronnan, compórtate como un hombre, y mi
alma se regocijará en tu valor.’ ‘Connan mi amigo,’ dice Ronnan, ‘¿protegerás a Rivine tu
hermana? Durstan está enamorado de la muchacha; y pronto el mar traerá al extranjero a
nuestra costa.’
‘Ronnan, la protegeré: Ve con seguridad.’ Y él fue. Retornó en su día. Pero Durstan llegó
antes que él.
‘Deme su hija, Conar,’ dice Durstan; ‘o tema y sienta mi poder.’
‘Aquel que ose procurar a mi hermana,’ dice Connan, ‘debe enfrentar este borde de acero.
Certero en batalla es mi brazo: mi espada, como el rayo de los cielos.’
Ronnan el guerrero vino; y mucho amenazó a Durstan.
‘Pero,’ dijo Euran, el siervo de oro, ‘¡Ronnan! Junto a la puerta del norte se llevará Durstan
a tu bella.’ ‘Maldito,’ responde Ronnan, ‘sea este brazo si la muerte no le llega allí.’
‘¡Connan!’, dice Euran, ‘esta noche se llevará el extranjero a tu hermana.’ ‘Mi espada lo
enfrentará,’ responde Connan, ‘y yacerá profundo bajo tierra.’
Los amigos se encontraron en la noche, y pelearon. Sangre y sudor corrían por sus
miembros como agua en la roca musgosa. Connan cae; y llora, ‘¡Oh Durstan, se agraciado
con Rivine!’ ‘¿Y es mi amigo,’ llora Ronnan, ‘a quién he asesinado? ¡Oh Connan! No te
reconocí.’
Fue, y peleó con Durstan. El día comenzó a subir en el combate, cuando desmayándose
cayeron, y murieron. Rivine apareció a la alborada; y ‘¡Oh, qué demora a mi Ronnan!’ lo
vio pálido yaciendo en su sangre; y su hermano pálido yaciendo a su lado. ¿Qué podría
decir? ¿Qué podría hacer? Sus reclamos eran muchos y vanos. Abrió esta tumba para los
guerreros; y ella misma cayó dentro, antes de que fuera cerrada; como el sol arrebatado en
una tormenta.
Has escuchado este relato de dolor, ¡oh bella hija de las islas! Rivine era bella como tú:
derramó en su tumba una lágrima.”

5
Se cree que habla de Fergus II. Se estima que este fragmento no es tan antiguo como la mayoría del resto.
X.
“Es de noche; y estoy sola, olvidada en la colina de las tormentas. El viento se escucha en
la montaña. El torrente grita bajo la roca. Ninguna choza me recibe de la lluvia; olvidada en
la colina de los vientos.
¡Sube, luna! De detrás de tus nubes; ¡estrellas de la noche, aparezcan! ¡Diríjanme algo de
luz hacia el lugar donde mi amor descansa del trabajo de la caza! Su arco cerca suyo,
descordado; sus perros resollando a su alrededor. Pero aquí debo sentarme sola, junto a la
roca del musgoso arroyo. El arroyo y el viento rugen; ni puedo escuchar la voz de mi amor.
¿Por qué demora mi Shalgar, por qué el hijo de la colina, su promesa? Aquí esta la roca;
aquí el árbol; aquí el rugiente arroyo. Prometiste estar aquí con la noche. ¡Ah! ¿Dónde ha
ido mi Shalgar? Contigo volaría a mi padre; contigo, a mi hermano del orgullo. Nuestra
estirpe ha sido enemiga durante mucho tiempo; ¡pero nosotros no somos enemigos, oh
Shalgar!
¡Cesa un ratito, oh viento! ¡Arroyo, sé silencioso por un rato! Dejen que mi voz se escuche
por sobre el páramo; dejen que mi errante me escuche. ¡Shalgar! Soy yo quien llama. Aquí
estpa el árbol, y la roca. ¡Shalgar, mi amor! Estoy aquí. ¿Por qué demoras tu venida? ¡Pobre
de mí! No hay respuesta.
¡Miren! La luna aparece. La corriente brilla en el valle. Las rocas son grises en la cara de la
colina. Pero no lo veo en la cumbre; sus perros ante él no dicen que esté viniendo. Aquí
debo sentarme sola.
¿Pero quiénes son aquellos que yacen allende de mí en el páramo? ¿Son mi amor y mi
hermano? ¡Háblenme, oh mis amigos! No responden. Mi alma está atormentada con
miedos. ¡Ah! Están muertos. Sus espadas están rojas de la pelea. ¡Oh, mi hermano! ¡Mi
hermano! ¿Por qué has asesinado a mi Shalgar? ¿Por qué, ¡oh Shalgar! has asesinado a mi
hermano? ¡Queridos eran ambos para mí! ¿Qué diré en alabanza suya? Tú eras justo en la
colina entre miles; él era terrible en la pelea. ¡Háblenme! ¡Escuchen mi voz, hijos de mi
amor! ¡Pero pobre de mí! Ellos callan; ¡callan para siempre! ¡Fríos son sus pechos de
arcilla!
¡Oh! Desde la roca de la colina; desde la cima de la montaña de los vientos, ¡hablen
fantasmas de los muertos! Hablen, y no tendré miedo. ¿Dónde han ido a descansar? ¿En
qué Cueva de la colina los encontraré? Ninguna débil voz hay en el viento: ninguna
respuesta medio ahogada en las tormentas de la colina.
Me siento en mi pena. Espero a la mañana en mis lágrimas. Levanten la tumba, amigos de
los muertos; pero no la cierren hasta que yo llegue. Mi vida se va como un sueño: ¿por qué
debería quedarme atrás? Aquí descansaré con mis amigos junto al arroyo de la sonora roca.
Cuando la noche venga en la colina; cuando el viento sople en el páramo; mi fantasma se
parará en el viento, y llorará la muerte de mis amigos. El cazador escuchará desde su
puesto. Escuchará miedo, pero amará mi voz. Pues dulce será mi voz para mis amigos; pues
agradables fueron ambos para mí.”

XI.
“¡Triste! De verdad estoy triste: ¡ni pequeña es la causa de mi aflicción! Kirmor, tú no has
perdido nigún hijo; tú no has perdido ninguna hija de la belleza. Connar el valiente vive; y
Anni la más bella entre las muchachas. Las ramas de tu familia florecen, ¡oh Kirmor! Pero
Armyn es el útlimo de su estirpe. Obscura es tu cama, ¡oh Daura! Y profundo tu sueño en la
tumba. ¿Cuándo despertarás con tus canciones? ¿Con toda tu voz de la música?
Levántense, vientos de otoño, levántense; ¡soplen sobre el obscuro páramo! ¡Arroyos de las
montañas, rujan! ¡Aúllen, tempestades, en la cima del roble! ¡Camina a través de las rotas
nubes, oh luna! ¡Muestra en intervalos tu pálida cara! Trae a mi mente aquella triste noche,
cuando todos mis hijos cayeron; cuando Arindel el poderoso cayó; cuando Daura la
encantadora falló; cuando todos mis hijos murieron.
¡Daura, mi hija! Fuiste bella; bella como la luna en las colinas de Jura; blanca como la
nieve resuelta; dulce como el vivo vendaval. Arindel, tu arco era fuerte, tu lanza era rápida
en el campo: tu mirada como la niebla en la ola, tu escudo, una roja nube en una tormenta.
Armor reconocido en la guerra vino, y buscó el amor de Daura; no fue negado mucho
tiempo; justa era la esperanza de sus amigos.
Earch hijo de Odgal se afligió; pues su hermano fue asesinado por Armor. Vino disfrazado
como un hijo del mar: justo era su esquife en la ola; blancos sus ancianos bucles; calmo su
serio rostro. ‘La más bella de las mujeres’, dijo, ‘¡encantadora hija de Armyn! Una roca no
tan distante en el mar, sostiene un árbol sobre su lado; roja brilla a lo lejos la fruta. Allí
Armor espera a Daura. Vine a atrapar su amor. ¡Ven, bella hija de Armyn!’
Ella fue; y llamó a Armor. Nada respondió, excepto el hijo de la roca. ‘¡Armor, mi amor!
¡Mi amor! ¿Por qué me atormentas con miedo? Escucha, agraciado hijo de Ardnart,
escucha: ¡es Daura quien te llama!’ Earch el traidor escapó corriendo a tierra. Ella alzó su
voz, y lloró por su hermano y su padre. ‘¡Arindel! ¡Armin! ¡Ninguno para aliviar a su
Daura!’
Su voz llegó desde el mar. Arindel mi hijo descendió de la colina; severo en los botines de
la caza. Sus flechas repiqueteaban a su lado; su arco estaba en su mano; cinco perros grises
obscuros seguían sus pasos. Vio al fiero Earch en la orilla; lo atrapó y ató a un roble.
Enarbola con fuerza las correas de la piel alrededor de sus miembros; llena el viento con
sus gritos.
Arindel asciende la profundidad con olas en su barco, para traer a Daura a tierra. Armor
vino en su ira, y dejó volar el cañón de plumas grises. Cantó; se hundió en tu corazón, ¡oh
Arindel mi hijo! Por Earch el traidor moriste. El remo frenó en seguida; jadeó en la roca y
murió. ¡Cuál será tu dolor, oh Daura, cuando alrededor de tus pies se derrame la sangre de
tu hermano!
El bote se rompe en dos por las olas. Armor se sumerge en el mar, para rescatar a su Daura
o morir. De repente una explosión de la colina viene sobre las olas. Se hundió, y ya no más
se levantó.
Sola, en la roca marina, mi hija fue escuchada quejándose. Frecuentes y ruidosos eran sus
llantos; ni su padre pudo aliviarla. Toda la noche estuve parado en la orilla. La vi por el
tenue rayo de la luna. Toda la noche escuché sus llantos. Ruidoso era el viento; y la
lluviagolpeaba con fuerza junto sobre el lado de la montaña. Antes de que apareciera la
mañana, su voz era débil. Se extinguió, como la brisa del ocaso entre el pasto de las rocas.
Gastada en dolor murió. Y te dejó solo Armyn: se fue mi fuerza en la guerra, y cayó mi
orgullo entre mujeres.
Cuando las tormentas de la montaña vienen; cuando el norte levanta las olas en las alturas;
me siento junto a la sonora orilla, y miro a la fatal roca. A menudo, por la luna poniente,
veo los fantasmas de mis hijos. Medios sin vista, caminan en triste reunión juntos.
¿Ninguno de ustedes hablará con lástima? Ellos no ven a su padre.”

XII.
RYNO, ALPIN.
Ryno.
“El viento y la lluvia han cesado: calmado está el mediodía. Las nubes se dividen en los
cielos. Sobre las verdes colinas vuela el inconstante sol. Rojo a través del valle pedregoso
baja el arroyo de la colina. Dulces son tus murmullos, ¡oh, arroyo! Pero más dulce es la voz
que escucho. Es la voz de Alpin, el hijo de la canción, llorando por los muertos. Inclinada
está su anciana cabeza, y rojo su ojo lloroso. Alpin, tú, hijo de la canción, ¿por qué estás
solo en la silenciosa colina? ¿Por qué regañas, como una ráfaga en el bosque; como una ola
en la orilla solitaria?”
Alpin
“Mis lágrimas, ¡oh, Ryno!, son por los muertos; mi voz, por los habitants de las tumbas.
Altivo eres sobre la colina; justo entre los hijos del valle. Pero caerás como Morar; y el
doliente se sentará en tu tumba. Las colinas ya no más te conocerán; tu arco yacerá en el
salón, sin cuerdas.
Eras veloz, ¡oh, Morar! como un corzo en la colina; terrible como un meteoro de fuego. Tu
ira era como la tormenta de diciembre. Tu espada en batalla, como un rayo en el campo. TU
voz era como el arroyo después de la lluvia; como el trueno en colinas distantes. Muchos
cayeron por tu brazo; fueron consumidos en las llamas de tu ira.
Pero cuando volviste de la guerra, ¡cuan pacífico era tu rostro! Tu cara era como el sol
después de la lluvia; como la luna en el silencio de la noche; calmada como el pecho del
lago cuando el fuerte viento se pone.
Estrecha es tu morada ahora; oscuro el lugar de tu estancia. Con tres pasos rodeo tu tumba,
¡Oh, tú que eras tan grande antes! Cuatro piedras con sus cabezas de musgo son el único
monumento a ti. Un árbol con escasa hoja, largo césped que silba en el viento, marcan para
el ojo del cazador la tumba del poderoso Morar. ¡Morar! Ciertamente profundo estás. No
tienes madre que te llore; ni doncella con sus lágrimas de amor. Muerta está ella que te
trajó. Caída está la hija de Morglan.
¿Quién es este en su báculo? ¿Quién es este, cuya cabeza es blanca por los años, cuyos ojos
están rojos con lágrimas, quien tiembla a cada paso? ¡Es tu padre, oh, Morar! El padre de
nadie más que de ti. Escucho de tu fama en la batalla; escuchó de enemigos dispersos.
Escuchó de la fama de Morar; ¿por qué no escuchó hablar de su herida? ¡Llora, padre de
Morar! Llora; pero tu hijo no te escucha. Profundo está el sueño del muerto; profunda su
almohada de polvo. Ya no más escuchará tu voz; ya no más se despertará a tu llamado.
¿Cuándo será la mañana en la tumba para despertar al durmiente?
¡Adiós, el más valiente de los hombres! ¡Conquistador en el campo! Pero el campo ya no te
verá más, ni el obscuro bosque será iluminado con el esplendor de tu acero. No dejaste
ningún hijo. Pero las canciones preservarán tu nombre. Tiempos futuros escucharán de ti;
escucharán sobre Morar el caído.”
XIII.
“Levanten alto las piedras; recojan la tierra: preserven el nombre de Fear-comhraic. Soplen,
vientos, desde todas sus colinas; suspiren en la tumba de Muirnin.
La obscura roca cuelga, con toda su madera, sobre la tranquila morada de los héroes.
El mar con sus olas de espuma murmua a su lado.
¿Por qué suspiran los bosques? ¿Por qué rugen las olas? No tienen razón para llorar.
Pero tú sí tienes una razón, ¡oh, Diorma! ¡Doncella de pecho de nieve! Extiende tu cabello
al viento; envía tus suspiros a las ráfagas de las colinas.
Ellos desaparecieron como dos rayos de luz que vuelan desde el páramo en una tormenta:
Se hundieron como dos estrellas en una nube cuando los vientos del norte se levantan.
Por ti lloran las doncellas, Fear-comhraic, entre las colinas resonantes. Por ti las mujeres
lloran, oh, Muirnin, jefe de las guerras de Erin. No veo a Fear-comhraic en la colina; no veo
a Muirnin en las tormentas del océano. Alcen, alcen la canción, relaten la historia.
Desciendan, lágrimas de otros tiempos.
Diorma era la hija de Connaid, el jefe de los mil escudos.
Diorma era, entre las doncellas, como la blanca flor entre el páramo.
Su pecho era como una blanca nube en los cielos. Su pecho como la punta de una ola en
una tormenta. Su cabello era como el humo en el sol: su ojo como la estrella del alba. No es
más bella la luna entre dos nubes que el rostro de Diorma entre sus rizos.
Miles de heroes amaban a la doncella; la doncella no amaba a ninguno excepto a Fear-
comhraic. Amaba a la doncella, y no sorprende; bella entre las mujeres era la hija de
Connaid. Ella era la luz de su alma en peligro; la fuerza de su brazo en batalla.
‘¿Quién me negará la doncella?’, dijo Fear-comhraic, ‘¿quién, a la más bella de las mujeres,
Diorma? Duro debe ser su mando de acero, y fuerte su escudo de hierro.’
‘Yo te la niego’, dijo Muirnin, hijo del jefe de los generosos armazones. Mi espada es
afilada, mi lanza es fuerte; los valientes se rinden ante Muirnin.
‘Ven entonces, hijo de Cormac, ¡oh, poderoso Muirnin, ven! Deja las colinas de Erin, ven
en la espumosa ola. Deja que tu barco, como una nube, venga sobre las tormentas del
océano.’
Vino a lo largo del mar: sus barcos eran como niebla gris en el páramo: larga era su lanza
de ceniza; su escudo como la luna sangrienta. Aodan, hijo de Armclach, vino; el joven del
rostro sombrío.
‘¡Levanta, Fear-comhraic, levanta el amor de la suave Diorma! ¡Pelea, o cede a la doncella,
hijo del gran Comhfeadan!’
Se levantó como una nube en la colina, cuando soplan los vientos de otoño.
‘Altivo eres’, dijo Fear-comhraic, ‘hijo del poderoso Cormac; justas son tus mejillas de
juventud, y fuerte tu brazo de guerra. Prepara el festín, y mata al ciervo; que gire el
armazón de la alegría: tres días festejamos juntos; peleamos en el cuarto, hijo de Cormac.’
‘¿Por qué debería guarder mi espada, hijo del noble Comhfeadan? Ríndete ante mi, hijo de
la batalla, y eleva mi fama en Erin.’
‘¡Eleva tú mi tumba, oh, Muirnin! Si Fear-comhraic cae por tu acero, coloca mi radiante
espada a mi lado, en la tumba de la solitaria colina.
¡Peleamos junto al ruido del arroyo, Muirnin! Empuña tu espada.’
Espadas resuenan en yelmos, resuenan en escudos; el bronce choca, traquetea, tañe.
Destellos zumban; escalofríos vuelan; la muerte rebota de armadura en armadura. Como
salta una piedra de roca en roca, así el golpe sucede al golpe. Sus ojos lanzan fuego; sus
fosas nasales soplan; atacan, arremeten, lastiman.
Lento, lento cae la hoja de Muirnin, hijo de la guerra. Se hunde, su armadura tañe, llora,
‘muero, Fear-comhraic, muero.’
‘¡Y cae el más valiente de los hombres, el jefe de Innisfhallin! Estiren ancha la vela;
asciendan la ola, y lleven al joven a Erin. Profundo en las colinas de Erin está el suspiro de
las doncellas. Por ti, mi enemigo, yo lloro: eres el dolor de Fear-comhraic.
¡Levántense vientos de la sonora colina; suspiren la caída de Muirnin! Llora, Diorma, por el
héroe; llora, doncella de los brazos de nieve; aparece como el sol en la lluvia; ¡muévete en
lágrimas por la orilla!’
Aodan vio la muerte de Muirnin, y tensó el sonoro arco: La flecha de plumas grises voló, y
perforó el pecho de Fear-comhraic. ‘Aodan’, dijo Fear-comhraic, ‘¿dónde estaba tu espada
de guerra? ¿Dónde estaba la lanza de tu fuerza, cuando así has asesinado a Fear-comhraic?
¡Levanta, joven sombrío, levanta tú nuestras tumbas! Descansaré con el jefe de
Innisfhallin.’
¿Quién es aquella en la colina como un rayo de sol en una tormenta? ¿Quién es aquella de
pechos agitados, que son como dos espirales de nieve? ¡Tus azules ojos ruedan en lágrimas,
hija del poderoso Connaid! Tu cabello vuela alrededor de tus sienes, como la niebla en las
rocas de Ardven. ¡Tu vestido ondea en el páramo, hija del dolor, Diorma! Él ha caído en la
colina como un rayo de luz en una nube. Ya no más escuchará tu voz como el sonido de la
cuerda de música. La fuerza de la guerra se ha ido; la mejilla del joven está pálida.”
XIV6
Cuchulaid se sentó junto al muro; junto al árbol de hojas susurrantes 7. Su lanza se apoyaba
contra la roca musgosa. Su escudo yace a su lado en el césped. Mientras pensaba en el
poderoso Carbre, a quien había asesinado en combate, vino el explorador del océano,
Moran, el hijo de Fithil.
‘¡Levántate, Cuchulaid, levántate! Veo las naves de Garve. Muchos son los enemigos,
Cuchulaid; muchos los hijos de Lochlyn.’
‘¡Moran! Tú siempre tiemblas; tus miedos aumentan al enemigo. Son las naves del Desierto
de las colinas, llegadas para ayudar a Cuchulaid.’
‘Vi a su jefe’, dice Moran, ‘altivo como una roca de hielo. Su lanza es como ese abeto; su
escudo como la luna creciente. Se sentó sobre una roca en la orilla, como una nube gris
sobre la colina. Muchos, ¡poderoso hombre! Dije, muchos son nuestros héroes; Garve, bien
eres nombrado8, muchos son los hijos de nuestro rey.
Él respondió como una ola en la roca; ¿quién aquí es como yo? Los valientes no viven
conmigo; ellos van a la tierra por mi mano. El rey del Desierto de las colinas puede pelear
por su cuenta con Garve. Una vez peleamos en la colina. Nuestros talones derribaron el
bosque. Rocas caían de su lugar, y ríos cambiaban su curso. Tres días luchamos juntos;
héroes se paraban a la distancia, y temían. En el cuarto día, el Rey dijo que yo caí; pero
Garve dijo que estaba de pie. Que Cuchulaid se rinda ante él, que es fuerte como una
tormenta.’
‘No, nunca me rendiré ante ese hombre. Cuchulaid conquistará o morirá. Ve, Moran, toma
mi lanza; golpea el escudo de Caithbait que cuelga ante la puerta. Nunca tañe cuando hay
paz. Mis héroes lo escucharán en la colina.’

6
Este es el inicio del poema épico mencionado en el prefacio. Los dos siguientes fragmentos son partes de
algunos episodios de la misma obra.
7
Álamo temblón.
8
Garve significa hombre de gran tamaño.
XV.
DUCHOMMAR, MORNA.

Duchommar.
9
“Morna, tú, la más bella de las mujeres, hija de Cormac-Carbre, ¿por qué estás en el
círculo de piedras, en la cueva de la roca, sola? El arroyo murmura con voz ronca. El
crujido gime en el árbol envejecido. El lago tiembla ante ti. Oscuras son las nubes del cielo.
Pero tú eres como la nieve en el páramo. Tu cabello como la fina nube de oro en la cima del
Cromleach. Tus pechos como dos suaves rocas en la colina que se ve desde el arroyo del
Brannuin. Tus brazos, como dos pilares blancos en la sala de Fingal.”
Morna.
“¿De dónde viene el hijo de Mugruch, Duchommar, el más sombrío entre los hombres?
Obscuras son tus cejas de terror. Rojos tus ojos rodando. ¿Es que Garve aparece en el mar?
¿Qué hay del enemigo, Duchommar?”
Duchommar.
“De la colina vuelvo, oh Morna, de la colina del venado volador. A tres he asesinado con
mi arco; a tres con mis perros jadeantes. Hija de Cormac-Carbre, te amo como mi alma. He
asesinado un venado para ti. Altiva era su cabeza ramificada; y veloces sus patas de
viento.”
Morna.
“¡Sombrío hijo de Mugruch, Duchommar! Yo no te amo: duro es tu corazón de roca;
obscuro tu terrible rostro. Pero Cadmor, el hijo de Tarman, ¡tu eres el amor de Morna! Eres
como un rayo de sol en la colina, en un día de sombría tormenta. ¿Viste tú al hijo de
Tarman, hermoso en la colina de la caza? Aquí la hija de Cormac-Carbre espera la venida
de Cadmor.”
Duchommar.
9
El significado de los nombres en este fragment: Dubhchomar, un hombre negro bien formado; Muirne o
Morna, una mujer querida por todos; Cormac-Cairbre, un inigualable y brusco guerrero; Cromleach, una
colina torcida; Mugruch, un hombre hosco y sombrío; Tarman, el trueno Moinie, suave en temperamento y
persona.
Y mucho tiempo esperará Morna. Su sangre está en mi espada. Lo conocí junto a la roca
musgosa, junto al roble del ruidoso arroyo. Peleó, pero lo maté; su sangre está en mi
espada. Alto en la colina levantaré su tumba, hija de Cormac-Carbre. Pero ama al hijo de
Mugruch; su brazo es fuerte como una tormenta.”
Morna.
¡Y el hijo de Tarmen ha caído! ¡El joven del pecho de nieve! El primero en la caza de la
colina; el enemigo de los hijos del océano. Duchommar, de verdad eres sombrío; cruel es tu
brazo hacia mí. Pero dame esa espada, hijo de Mugruch, ¡amo la sangre de Cadmor!
[Él le da la espada, con la que ella instantáneamente lo apuñala.]
Duchommar.
¡Hija de Cormac-Carbre, has perforado a Duchommar! La espada es fría en mi pecho; has
matado al hijo de Mugruch. Entrégame a Moinie la muchacha; pues mucho amaba a
Duchommar. Mi tumba levantará en la colina; el cazador la verá, y me alabará. Pero retira
la espada de mi lado, Morna; la siento fría.
[Al acercarse, él la apuñala. Mientras caía, tomó una piedra del costado de la cueva, y la
colocó entre ellos, para que su sangre no se mezcle con la de ella.]
XVI.
10
“¿Dónde está mi amor Gealchossa, la hija de Tuathal-Teachvar? La dejé en el salón de la
llanura cuando fui a pelear con el peludo Ulfadha. ¡Vuelve pronto, dijo, oh Lamderg! Pues
aquí espero en dolor. Su pecho blanco se alzaba con suspiros; su mejilla estaba empapada
de lágrimas. Pero no viene para recibir a Lamderg; o para calmar su alma después de la
batalla. Sielcioso está el salón de la alegría; no escucho la voz del cantante. Brann no agita
sus cadenas en la puerta de entrada, contento a la venida de su amo. ¿Dónde está mi amor
Gealchossa, la hija de Tuathal-Teachvar?”
“¡Lamderg!”, dice Firchios, hijo de Aydon, “Gealchossa puede estar en la colina; ella y sus
muchachas elegidas pueden estar persiguiendo al venado volador.”
“¡Firchios! No escucho ningún ruido. Ningún sonido en el bosque de la colina. Ningún
venado vuela a mi vista; ningún perro jadeante lo persigue. No veo a mi amor Gealchossa;
bella como la luna llena poniéndose en las colinas de Cromleach. ¡Ve, Firchios! Ve a ver a
Allad11, el de pelos grises, hijo de la roca. Vive en el círculo de piedras; él puede decir algo
de Gealchossa.”
“¡Allad!” dice Firchios, “tú que moras en la roca; tú que te estremeces solo; ¿qué vieron tus
ancianos ojos?”
“Vi” respondió Allad el viejo, “a Ullin, el hijo de Carbre: Vino como una nube desde la
colina; tarareaba una hosca canción mientras venía, como una tormenta en un bosque sin
hojas. Entró en el salón del valle. ¡Lamderg, gritó, el más terrible de los hombres! Pelea o
ríndete ante Ullin. Lamderg, respondió Gealchossa, Lamderg no está aquí: está peleando al
peludo Ulfadha; el poderoso hombre no está aquí. Pero Lamderg nunca se rinde; él peleará
al hijo de Carbre. ¡Hermosa eres, oh hija de Tuathal-Teachvar! dijo Ullin. Te llevaré a la
casa de Carbre; el valiente tendrá a Gaelchossa. Tres días desde la cima de Cromleach
llamaré a Lamderg a pelear. El cuarto, perteneces a ullin, si Lamderg muere, o si vuela mi
espada.”
10
El significado de los nombres en este fragmento: Gealchossack, de piernas blancas; Tuathal-Teachtmhar, el
hosco, pero afortunado hobre; Lambhdearg, de mando sangrienta; Ulfadha, de larga barba; Firchios, el
conquistador de hombres.
11
Allad es simplemente un Druida a quien consultan en esta ocasión.
“¡Allad! ¡Paz a tus sueños! ¡Suena el cuerno, Firchios! Que Ullin pueda escuchar y
encontrarse conmigo en la cima de Cromleach.”
Lamderg se apresuró como una tormenta. Con su lanza saltaba sobre ríos. Pocos fueron sus
trancos subiendo la colina. Las rocas caían desde sus talones; estrellándose con ruido caían
sobre el valle. Su armadura, su escudo repicaban. Tarareaba una hosca canción, como el
ruido del arroyo que cae. Obscuro como una nube se irguió; sus brazos, como meteoros,
brillaban. Desde la cumbre de la colina, hizo rodar una roca. Ullin escuchó en los salones
de Carbre.

FINIS.

Aviso
En esta edición algunos pasajes se han alterado de la anterior. Las alteraciones fueron
extraídas a partir de copias más completas que el traductor obtuvo de las originales, desde
la publicación anterior. También se ha agregado un poema entero; el número XIII en esta
edición. Puede ser apropiado informar al público que se están tomando medidad para
realizar una colección más completa de los trabajos restantes de los antiguos bardos
escoceses; en particular, para recuperar y traducir el poema heroico mencionado en el
prefacio.

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