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I

DE DERECHO

J. PRECEDENTES -1HSTÓRJCOS

El Estado de Derecho se institucionaliza de modo


por vez primera y con un cierto carácter general tras la J?.cvc,Ju.
ción francesa en Jos Estados liberales del pasado siglo. Existen,
no obstante, precedentes más o menos imprecisos de esa 1•Yíl
del «imperio de la le.y» en ia Anti¡:i,licónd, Ed.ncl J\1t:día y anr:icn
régime.
Como señala Lueas Vcrdú en su import:mte trabajo sclhr«:
el Estado de Derecho precisando antecedentes, «la Antigi.icd;i;J
griega mantuvo ci ideal del dominio de la ley frente al capriclm
despótico» i. Y análoga pretensión, puede decirse, cabria
tar en otros momentos y pueblos de la Antigüedad. Es cierto
que ese ideal no llegó a institucionalizarse, pero existe indud:;.
blemente como pretensión, como mct3 c.kscnble, la exigencia
ser gobernados por leyes antes que por el puro arbitrio y volun·
tad de los hombres.
Ad·1ierte igualmente Lucns Verdú cómo «en la Edad Tvlt.:dia
cristiana las controversias sobre c1 constitutivo formal de ía ley
entre voluntaristas e intelectualistas contribuyen a perfilar 1;1:,
características de la racionalidad de la ley frente a los caprichos
de la voluntad despótica>). Asimismo. Lega?. y Lacambra insis!•:
en que <da doctrina esco1ásli·:a sob;·e In just!cl2 de Ja ley y iíl
obligaloriednd en conciencia de las leyes injustas, y sobre todo J<,

' Pab!.., LL:CAS VERDÚ, [stacio lih¡;mf de Derecho y Estodo social dc·
Derecho, Acta Sa!manticensia, Sa!;:irnanc.:i, l 955, p<ígs. 8 y 9.

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te una suficiente institucion:úización jurídica de esas interrela- insuficientes y ce.rezcan de la institucionalización jurídica que
ciones; no existe ni siquiera. podría decirse, un «Estado nobilia- sólo a lograrse, y no de modo total, en los re.xtos
rio de Derecho», es decir, válido para las relaciones entre el constitucionales de los siglos XIX y xx.
monarca y los señoles feudaks y estamento eclesiástico. Las limi- Un paso oás en esa línea de democratización de los te.:Itos
taciones recíprocas de poder se amparan más en criterios ético- legales f undawenrnles lo constituye la Declaration aj Righr: del
religiosos y sociales que en criterios estrictamente jurídicos. Estado de Vircin.i::., Estados Unidos, en 1776: se trata ya de una
En esto la burguesía mcsrrará después poseer diferente• cri- declaración f ;rmulada y aprobada los representantes del
terio e institucionalizará jurídicamente el Estado por ella y para pueblo reunié.os en Convención o Asamblea; no es, por u.:ito,
ella creado (el Estado libera!), dando así lugar precisamente al una carta otc:-gab por ningún soberano (como la Magna C.::rrta
Estado liberal de Derecho. Los señores feudales y el estamento de 1215) ni t2.rnp:ico un pacto entre rey y pueblo (como e: Bill
eclesiástico utilizan, en camti.J, preferen temen te criterios éticos, oj Rig/zrs de 16S:?), sino una declaración emanada del
iusnaturalistas y religiosos frente al poder del monarca, aunque que es ahora considerado único soberano.
logrando así sobre éste, es ciato, una efectiva limitación. El pue- Estas tres etapas van a conducir precisamente a ia for:::::ali-
blo, por su parte, tanto la incipiente burguesía como los arte- zación del sis1er;:3 político liberal en términos de Estaci.: de
sanos, y especialmente los cz:npesinos, carecen frente al monar- Derecho, prcce.so que comienza a realizarse en el siglo x1.x tras
ca y frente a los señores faudales, a pesar de la influencia de la amplia difo.sió::: lograda por el ideario político de la Re·.-olu-
gremios y corporaciones, de p0sibilidades pacíficas de limitar su ción frances.:.. que a estos efectos puede concretarse en la D::cla-
poder de forma efectiva e ir:stitucionalizada. ration des drcits de l'homme et du ciwyen, de 26 de agm:.: de
En esta perspectiva hay que situar y entender el sentido de 1789, dada p:::r 4bs representantes del pueblo francés concirui-
los textos legales que en esa época comienzan a establecer una dos en
cierta protección jurídica de ::.lgunos derechos considerados como
fundamentales, apareciendo ESÍ como precedentes de las moder-
nas declaraciones de derechc5: podrían citarse, por ejemplo, en 2. LIBERAUSMC Y ESTADO DE DEREG!O
España el Decreto de Alfonso IX en las Cortes ele León de 1188
o, más claramente por su mayor amplitud de contenido y mayo- La francesa, revolució:i de la burgt.:;;sía, r:.::.rca
res garantías concedidas, la famosa Magna Carta del rey Juan II el fin del ar::::gi..:.: régimen absolutista y el comienzo de l.:. ins-
de Inglaterra de 1215. Consci:uyen estos textos legales medieva- tauración de los :egímenes liberales; sociol6gicamente sig:':ica
les concesiones otorgadas -:iajo presión popular- por los so- el ·paso de m12 scciedad estamental a una sociedad clasista. Des-
beranos: son formalmente de.::retos y cartas otorgadas que ema- de un punto ce ,-:sta institucional juríc'.!::o, con ella genediza
nan unilateralmente de la Y.J!untad de los monarcas sin que la fórmula d;: ]0 que después se llamc.:ía en seguido= de
haya intervención legislativa ::lguna del pueblo.
··Precisamente ese carácte: de concesión unilateral otorgada En eíect:::. e: artículo 16 de la mencionada Declaracic:: de
es el que va a resultar superédo en los documentos que, ya en 1789 esiable.::-:a ;.) siguiente: «La sociedad en que la
el contexto del pensamiento político liberal, encontramos en la
Edad Moderna en el mundo ::::iglosajón como antecedentes váli- ' Sobre )¡;. .:::.:ciór, francesa, Alber: SoaouL. Précis d'histo:·,· de
dos directos de !o que será e! Estado de Derecho. Así, la Ré¡;ol¡;:for: París, f:ditions So.:-:alcs. 1962; 2.:i cd., rcY.:=2da,
el fundamental de todos elle>. el Bill of Rig,¡;s inglés de 1689, Ed. C, «ldées». 2 vols.). 1964 :trad. cast., L Tec-
aparece ya corno pacto o cc::vención entre rey (Guillermo de nos. 196;: . T.:..-:-.::'l,- mi....articulo «La Dec::..:-:ición de dere.::-.os dt. ::Jrn·
bre v del de la Revolución frz:-:;esa>;, en la re·•ista
Orange) y pueblo represente.:'.,:¡ en el Parlamento, aunque las ,'- ,..Qan:; el f;_:;'c¡_ _._ núm. XII, (Denzocrac:.:: y dL-:;·;..·hos
garantías para la protección de lo pactado sean todavía muy .,,__ diciembre de 1968 .

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de los _derechos no está asegurada ni la separación de poderes merrfe individualismo y su apoyo en una sociedad burguesa-
determmada carece de Constitución.» No toda sociedad tiene capitalista) en cuanto símbolo del espíritu moderno frente a los
pues, en rigor y según esto, Constitución; no serán así absolutismos de todo tipo, puede decirse que constituye una
constitucionales aquellos donde esas condiciones no se conquista histórica irreversible. En este sentido, su insistencia
• 6 "
pian . No todo Estado es entonces Estado constitucional. 0 en el respeto de la legalidad por parte de todos, incluidos los
como hemos comenzado diciendo aquí, no todo Estado es gobernantes, su afirmación de ser la ley un producto de la sobe-
do de Derecho.
ranía de toda la nación y no una decisión personal de un dicta-
Hacen falta ciertos requisitos para serlo. Dicho artículo 16 dor o de un monarca absoluto, su lucha por los derechos y liber-
establece ya dos de ellos: Ja garantía de los derechos fundamen- tades del hombre, constituyen también otras tantas aportaciones
tales del hombre y la separación o división de ooderes. Por su válidas que precisamente se recogen en el concepto del Estado
parte, los artículos 3 y 6 de la Declaración de i 789 proclaman de Derecho. Como hace notar el profesor Lucas Verdú 7 , «el
la absoluta primacía de la ley, que «es expresión de la voluntad Estado de Derecho es el Estado nacional que ha surgido tras
general» en cuanto que «el principio de toda soberanía reside lenta evolución rebasando las cuatro especies anteriores: Estado
esencia'.mente. en. ,la nación». (No entramos ahora en la impor- patriarcal, patrimonial, teocrático y despótico». El de
tante diferenciac1on entre soberanía nacional y soberanía popu- _Estada de .. s_u_ __ f __ _
lar; .más ?delante se dirá algo sobre esto.) Se trata, por tanto, Estado liberal. pero, . en est:.: ..
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del 1mpeno de la ley (positiva) como base de toda la construc- Las insuficiencias del liberalismo estaban ya en gran parte
ley entendida en un sentido muy concreto como disposi- presentes en la mencionada Declaración de 1789, expresión ideo-
ciones emanadas de la Asamblea Nacional, primando así sobre lógica del triunfo de la burguesía, cuyo artículo final venía a
tod.os '.os estatales (administrativos, judiciales y definir y a fijar la propiedad como «Un derecho inviolable y sa-
leg1slat1vos de mfenor rango) que a ella deberán subordinarse. grado» (art. 17); esto, en el contexto capitalista, llevaba de he-
- Se ha señalado acertadamente la importancia que la escuela cho a un insuficiente respeto de los derechos y libertades de los
racionalista clásica del Derecho natural ha tenido como antece- hombres no propietarios, es decir, de los proletarios. Igualmente,
dente directo de la doctrina del imperio de la ley. En efecto, y en conexión con ello, la ley aparece más como expresión de la
a través de la Revolución francesa se produce el paso del iusna- soberanía nacional (la nación como un todo) que de la sobera-
t?ralismo racionalista de los siglos XVII y xvm al positivismo nía popular (la soberanía perteneciendo a todos y cada uno de
liberal del XI.X; la dignidad y racionalidad del Derecho natural los ciudadanos); en consecuencia, los ciudadanos· serán después
del xv11-xvm pasan a ser en el siglo x1x atributos del divididos en dos tipos, activos y pasivos, en razón precisamente
positivo. En este ·contextél;-aÜto_res como Grocio LOckb--::PUiren:- de su contribución tributaria, tomando como base impositiva la
.. () .sus propiedad privada, y sólo los primeros (propietarios contribu-
puntos centrales de esa evolución que va desde el iusnaturalis- yentes) formarán parte del cuerpo electoral.
mo racionalista al imperio de la ley positiva propio del Estado Por supuesto, las insuficiencias del liberalismo no se solu-
_de Derecho. cionan, al contrario, se agravan, con la vuelta atrás que propone
A pesar de todas las insuficiencias del liberalismo (especial- ia filosofía de la reacción o de la contrarrevolución. La supera-
ción correcta de aquéllas se encuentra, por el contrario, er;i su
• Puede verse, sobre la noción de Estado constitucional, la obra de prolongación a través de un proceso de ampliación que conduce
Manuel . GARCÍA Derecho constitucional comparado, Madrid, precisamente a la democracia y al socialismo 8 • Paralelamente,
Ed. Revista de Occidente, 1950 (7.' ed., 1964). También Carlos OLLERO
Introducc_íón al Derecho político, Barcelona, Ed. Bosch, 1948,
mente pags. 30, 31 y 32; y El Derecho constitucional de la posguerra 1
LUCAS VERDÚ, ob. cit., pág. 14.
Barcelona, Ed. Bosch, 1949. ' 1
Para la evolución del liberalismo puede verse: Guido DE RuGGIERO,

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como veremos, las insuficiencias del Estado liberal de Derecho, absolutistas autoritarios o totalitarios pretendan encubrirse en
que han intentado corregirse muy parcialmente en el llamado el prestigio' evidente alcanzado de modo progresivo en la cien-
Estado social de Derecho, parece que pueden encontrar su más cia política por la expresión «Estado de Derecho» desde en
coherente y completa superación en el que podemos denominar el tercer decenio del pasado siglo fue utilizada por vez pnmera
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Estado democrático de Derecho. por el alemán Robert van Mohl •
Se trata, pues, de intentar seguir utilizando el esquema ins-
titucional del Estado de Derecho en cuanto que se considera a
éste como conquista histórica todavía válida. Dicho esquema, 3. CARACTERES GENERALES DEL ESTADO DE DERECHO
si bien surge con el liberalismo, no se agota en é!; responde,
pudiera decirse, a lo que el liberalismo tiene también de con- Las características generales que corresponden, como exigen-
quista histórica irreversible, preferentemente su lucha contra los cias más básicas e indispensables, a todo auténtico Estado de
absolutismos y su afirmación de los derechos humanos. No todos Derecho pueden concretarse fundamentalmente en las siguientes
los aspectos del liberalismo poseen ese mismo grado de perma- notas:
nencia histórica: está prácticamente agotada, por ejemplo, su Imperio de la ley: ley como expresión de la voluntad
a)
visión de la libertad económic¡:¡ o del abstencionismo estatal.
general. . . ..
Ahora bien: esa posibilidad de utilizar la fórmula del Estado División de poderes: legislativo, ejecutivo Y 3ud1c1al.
b)
de Derecho con relación a diferentes contextos socíoeconómicos Legalidad de la Administración: actuación según ley
e)
e ideológicos (y no exclusivamente a los del liberalismo clásico) y suficiente control judicial.
obliga necesariamente a una clarificación de lo que por Estado Derechos y libertades fundamentales: garantía jurídico-
de Derecho deba entenderse, ya que, como hemos dicho, no todo
d)
forma1 y efectiva realización material.
Estado, por el hecho de ser tal, es ya necesariamente un Esta-
do de Derecho. Conviene definir con Ja mayor precisión posible En un correcto entendimiento de esos cuatro elementos esen-
las características fundamentales que deben corresponder a todo ciales podría, en efecto, resumirse el concepto del Estado de
Estado de Der._echo al objeto de no desdibujar vaga y ambigua- Derecho. Convendrá analizar separadamente cada uno de ellos:
mente este concepto 9 , dando pie así a que Estados realmente
a) El «imperio de la ley» constituye la nota primaria Y fun-
Storia del liberalismo europeo, 1925 (última ed., Milán, Feltrinelli Edi- damental del Estado de Derecho (Rule of Law). En el contexto
tare, 1962); Harold J. LASKI, The rise o/ European Liberalism, 1936
(trad. cast., Ei liberalismo europeo, México, FCE. 1936, 3.' ed., 1961).
ideológico-político en que tiene sentido y aplicabilidad la noción
útil en general la consulta de la Histoire des idées politiques, diri- del Estado de Derecho, es decir, en el contexto que arranca del
gida por Jean TouCHARD; París, PUF. l.' ed .• 1959; 2.' ed., 1963 (tra-
cast., Madrid, Ed. Tecnos, J.' ed., 1961; 2.' ed. 1964). Cfr. asi- al Estado sometido al Derecho y respetuoso de: la vida Y la de
mismo la obra de André VAC H ET L ºidéo/ogie libérale, París, Ed. Anthro- los ciudadanos» («Stato di diritto e Stati totalitari», en Stud1 lll onore
pos, 1970. di G. M. de Francesco. Milán, Ed. Giuffré, 1957, vol. JI, pág. 56). .
• Quise insistir especialmente en esta idea e:i mi artículo «Teoría 'º La exp:esión Rechtsstaal (Estado de Derecho) aparece por vez pn-
general del Estado de Derecho», publicado en Ja Revista de Estudios mera. en efecto, en la obra de Robert voN Mo H L Die Polizeiwissen-
Políticos, núm. l3 ! . J\fadrid. septiemhre-0ctuhre 1963. Refiriéndose a la sciwf t nach den Grundsützen des Rei:htsstaales. publicada en 1832-1833.
situación impuesta por el fascismo italiano. Renato TRE\'ES ha recordado Otros autores que, desde muy diversas actitudes, trataron este concepto
cómo en Ja ciencia jurídica de Estados totalitarios la expresión Es- fueron, entre otros. F. J. Stahl (1802-1861), Lorenz von Stein (1815-1890),
tado de Dt:rccho «había perdido su significado originario para venir a O. von Bahr (1817-1895), Rudolf Gneist (1816-1895), Otto J\1ayer (1846·
reducirse a una simple fórmula capaz de asumir los significados más 1924), y también jellinek. Gcrber, Laband, etc.; sobre
diversos». Y añade precisando el sentído más coherente de dicha expre- todo, C. Schmitt y H. Kelsen, desde muy diíercntes perspccllvas. (Con-
sión: «La fórmula Estado de Derecho ha servido y sirve para·· c·afüicar fróntese también la bibliografía contenida al final del libro.)

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liberalismo y culmina en la democracia y el socialismo, por. ley ni mt!jl_OS que «imperio de la voluntad absoluta del ejecutivo
debe entenderse la formalmente creada por el órgano popular incontrolaáo», nunca «imperio del iegislativo de representación
representativo (Parlamento o Asamblea Nacional) como ex.pre- popular».
sión de la voluntad general. En el Estado de Derecho la ley es Se dirá, y con razón, que el Estado liberal no cumplía sino
la concretización racional de la voluntad popular, manifestada, muy parcial y formalmente esa condición (la ley, más- que ex-
con la:, posibles intervenciones del cíecutivo a que después aiu- presión ele la voluntad gener:il, era expresión de la voluntad de
direrrios,- a- través de un órgano de representación popular libre- la burguesía) y algo similar podría decirse de otras condiciones
mente elegido. La ley ordinaria se conexiona y subordina a la como, por ejemplo, respecto de la protección efectiva materia! .
ley fundamentai (Constitución) y el control de constitucionali- de los derechos fundamentales. Esto es cierto, y ello es lo que
dad de las leyes asegura precisamente esa conexión y subor- justifica precisamente ese paso que en los tiempos actuales se
dinación. • ha dado hacia el Estado social de Derecho, y el que se pretende
Para evitar posibles confusiones de otro tipo, conviene hacer dar hacia la fonna más plena del Estado democrático de Dere-
quizá la siguiente precisión: con la anterior afirmación (ley· cho. Sin embargo, a pesar de todas las insuficiencias del libera-
como expresión de la voluntad general) no se quiere decir, claro lismo, no es menos cierto que éste cumple sobradamente ei
está, que sólo sea Derecho (y ley) el derivado de esa legitimidad mínimum de condiciones válidas para situar en él -<:orno sis-
liberal y después democrática; en modo alguno. También es De- tema contrapuesto al absolutismo-- el punto de arranque del
recho (y ley) el derivado no de la voluntad general, sino de la concepto de Estado de Derecho.
posible voluntad individual de un dictador o de un monarca
absoluto que, de hecho, logra dar vigencia a la normatividad b) La existencia de un régimen de división o separación de
por él creada. Todo Derecho positivo es Derecho, tanto el que poderes es también, en segundo lugar, exigencia ineludible para
procede de un Parlamento, democráticamente elegido, como el un Estado de Derecho. Significa esto que la creación de las
que deri.va de una decisión personal de un dictador que se hace leyes (función legislativa) corresponde al poder legislativo y que
obedecer, aunque no consideremos, por igualmente la aplicación de las leyes (funciones ejecutiva y judicial) corres-
legitimado (justificado) uno y otro. ponde bajo esas dos formas a los poderes ejecutivo y judiciai.
Hecha esta aclaración sobre el concepto del Derecho, apa- Quiere esto decir, fundamentalmente, que no podrán ser consi-
rece manifiesto que no todo «imperio de la ley» es ya, por ello, derados legisladores, en sentido estricto y formal, los órganos
Estado de Derecho: que no hay tal si la ley proviene de una ejecutivos, a pesar de sus facultades normativas, ni tampoco los
voluntad individual absoluta y no de una asamblea de repre- órganos judiciales del Estado; que los titulares de los poderes
. sentación popular libremente elegida; es decir, que no hay Es- legislativo y ejecutivo no podrán juzgar, ni inmiscuirse indebi-
tado de Derecho si la ley no es expresión de la voluntad gene- damente en la función judicial; y que los' encargados,. de la fun-
ral, o -admitámoslo-- de lo que, en cada momento, más se ción ejecutiva no coincidirán con los órganos legislativos ni con
acerca
t a la verdadera voluntad general. . los judiciales.
Algunas veces, sacándolo totalmente de su contexto, se ha Como es bien sabido, el principio de la,?eparación de pode-
querido aprovechar interesadamente el prestigio de la fórmula res no debe entenderse en forma absoluta y rígida como si las
«imperio de la lep·, saqalizando ésta en pro de la conserva- diferentes funciones y poderes de un mismo f;stado constituye-
ción inamovible y la defensa a toda costa de un orden y de sen compartimentos aislados, totalmente incomunicables ·entre
una legalidad_ autoritaria, d.e una legalidad nada democrática, · sí. Al· contrario, no se trata propiamente de una dgiaa separa-
donde la ley se dicta sin suficiente participación popular, y don- cion, sirio·; más bien, de una distribución o división-.de funciones
de se olvidan -las otras exigencias del Estado de Derecho. En Y-Eoderes, de una serie de
este contexto. «imperio de la leyi> no significa ni más tervenciones mutuas y recíprocas. --· - -- ·
..... .,...-.;_._:,•.-;,...._- ..... ;

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Y esto,· como escribe Kelsen 11 , por un doble tipo .de razo- modo siguiente: primacía del poder legislativo, creador del De-
. nes: una-primera, de carácter general, debido a que «la distin- recho, frente a los poderes y judicial, aplicadores del
ción entre creación y aplicación del Derecho -que constituye, mismo; es decir, imperio de la ·tey. ¿Habría base en este sistema
- dic::;- entre poder legislativo y -ejecutivo para un absolutismo del una falta de control, y de
(entendido éste·en su sentido--amplio; es -detir; comprendiendo-- limitación, sobre la creación del Derecho realiz¡¡.da por el Par-
tanto el propiamente dicho como el judicial}-- posee lamento? La -respuesta debe - ser, .. negativa: el
solamente un carácter relativo»; y otra, segunda, de carácter poder legislativo está limitado por la Constitución y--por-kís 'fri:------
más específico, basada en que «el significado histórico del prin- bunales, ordinarios o especiales según los sistemas, que velan
cipio de la separación de podt:res reside precisamente en el he- por la garantía de la constitucionalidad de ·las leyes. Pc::ro, .ade-
cho de que dicho principio, más que una separación de poderes, Y. muy principalmente, el poder legislativo está sujeto a
Jo .que .. cv i.<ir !.:; í.Oncentración de los mismos»; hm1tac1ones y controles de carácter político. general derivadas
La separación de poderes constituye, en efecto, el resultado de la organización y el funcionamiento de los sistemas democrá-
histórico de la lucha contra el absolutismo de los reyes en nom- ticos: así, crítica de la opinión pública, libertad de prensa,
bre de los derechos del pueblo: legislativo popular, pues, inten- iibertad de expresión, pluralismo. de partidos políticos, respeto
tando limitar el poder omnímodo del ejecutivo, en buena a ia oposición política institucionalizada, elecciones periódicas
medida :dominado por el rey, y junto a ello, lucha por la inde- Y libres, etc., libertades e instituciones que pertenecen todas
pendencia de la función judicial. El sentido histórico e ideoló- ellas a la esencia de todo auténtico Estado de Derecho.
gico del principio de la separación de poderes es, así, evitar la La independencia del poder judicial frente a las presiones 1
concentración de poder en manos, sobre todo, del titular del tanto del legislativo como, sobre todo, del ejecutivo, constituye
ejecutivo, a fin de lograr el respeto a los ·derechos y libertades una pieza insustituible del Estado ·de Derecho. Requiere éste
de los ciudadanos que, representados democráticamente, consti- que la Administración de Justicia se realice a través de un sis-
tuyen ahora el poder legislativo. tema ?rocesal regular, ordenado y coherente, un sistema que
Aparece aquí nuevamente la idea del control y Ia limitación garantice adecuadamente la seguridad jurídica de todos los ciu-
del poder estatal; los tres poderes, limitándose ·recíproci:imente, dadanos. Este punto es, en ·eJecto, central para comprobar si
innecesariamente, una garan- existe o autén!ico Estado de Derecho; así, cuando faltan
tía frente: al absolutismo y la dictadura. La ·existencia .de este garantías procesales, cuando los· detenidos i·procesadqs no s¡:m
sistema d¿equilibrio y de de poderes, con todas las respetados,,cuando hay amplias zonas de la ,actividad pública
exigibles la sociedad actual, a las que injustificadamente no llegan los recursos '-jurídicos,
sigue cánstituyendo,· ·en su idea central, requisita· indispensable, .... cuando el poder político se inmiscuye bajo 'rórn1as diferentes en
para toda::Estado de Derecho. !a ·actuación de los Tribunales,.. cuandº, espe-

. ·- -· -
La traJi:ia del sistema de <<pesos y contrapesos» que equili- ciales actúan con demasiada frecuencia en de la·
bran división de poderes puede resumirse del jurisdicción ordinaria, etc., puede· decirse que no existe en
modo alguno Estado de Derecho. · ·- : · .. _ .
·· ::c·•ti · ·-EN.;-;Gen?raJ. Theory o/ Law .and State, Harvard
.. . Tan_ esa en_ la
-:.-vers . ll, cap. Ill, sobre ia separación -·Jo::q;odere;;;- ·. Administración de Jus"tíCia· ga:...:., ____
de poderes». en rantizadores- de .la. libertad -jurídica
.,.¿Sernl,rf la ·U _ ··han
· Karl LOEWENSTEIN; Pa1_1t1cal, Power. ·ande tlie - resofüción del· VIII'- '
- · University of .. Chicago Press. 1957 (tradscasL de· , año 683. que «nadie puede
· Teoría de la
.. a muerte- O ·infamado ·SÍ SU,. _
- ' ,

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mente probada». En esa misma línea, y cada vez con mayor mucho t[ue .hoy necesite ampliarse el poder del ejecutivo, con
amplitud y garantías, se pi;ohuncian los documentos legales intervención incluso realmente decisiva en la función legislado-
antes mencionados como antecedentes válidos de las modernas ra, continúa siendo cierto que sin un control legislativo y juris-
Declaraciones de derechos. diccional de aquél nos situamos ya fuera del Estado de Dere-
La consideración, finalmente, del status que dentro de un cho, en la zona del Estado absoluto, del autoritario o del
Estado de Derecho corresponde al poder ejecutivo -Gobierno totalitario, Estado cuyo ejecutivo maneja --con ciertas diferen-
y Administración- (status. en constante proceso de expansión cias de intensidad y exclusivismo en cada una de esas tres
y consolidación), completaría el análisis de las interrelaciones mencionadas formas- un poder ilimitado e incontrolado jurí-
que derivan de un correcto entendimiento del principio de la dicamente. En concreto, el control jurisdiccional de la Adminis-
separación de poderes. Dicho status se configura a través de lo tración asegura la sumisión de ésta a la ·ley, su proceder con-
que suele denominarse «legalidad de la Administración». El forme a Derecho y, a la vez, constituye firme garantía para los
principio de legalidad de la Administración -punto que exami- ciudadanos.
naremos a continuación- constituye, directamente derivado de En el Estado de Derecho, a diferencia de lo que ocurría en
la separación de poderes, el tercer requisito esencial de todo el «antiguo régimen» absolutista, la actuación de la Administra-
Estado de Derecho. ción está fiscalizada jurídicamente a través de un sistema de
recursos contencioso-administrativos atribuidos a favor del par-
e) De manera muy general, el principio de legalidad de la ticular contra las posibles infracciones legales de la Adminis-
Administración puede enunciarse como exigencia de sometimien- tración; esto por lo que se refiere a los que son actos reglados
to de la Administración a la ley. Quiere ello decir que la Ad- de la Administración. Los actos discrecionales y los actos polí-
ministración, en su actuación, deberá siempre respetar esa prima- ticos o de Gobierno tienden a reducirse en los Estados de Dere-
cía de la ley. ajustando a ella su modo de proceder; la Admi- cho a sus justos términos, ampliándose al propio tiempo las
nistración realizará sus actos sobre la base de lo permitido por posibilidades de fiscalización jurídica en ambas esferas. En los
una ley preexistente. Esta constituye así el fundamento y el Estados de inspiración totalitaria, por el contrario, las absolutas
marco en que actúa la Administración. inmunidades de Jos grandes poderes discrecionales y políticos
El principio de legalidad de la Administración, la sumisión de la Administración, es decir, la total falta de control jurisdic-
de ésta a la ley, se manifiesta, sobre todo, a través de un siste- cional sobre ellos, constituyen válvulas importantísimas para la
ma de control y responsabilidad de la Administración, sistema concentración ilimitada e irresponsable de poder en el ejecutivo
que asegure el comportamiento de ésta conforme a Derecho y o Gobierno.
que sirva de garantía para la seguridad jurídica de los particu- Como acertadamente ha escrito el profesor García de En-
lares. Se trata, pues, del establecimiento de un control jurisdic- terría 12 , «proclamar la inmunidad jurisdiccional de la Adminis-
cional contra las posibles infracciones legales llevadas a cabo tración en estas materias, así genérica e imprecisamente llama-
por los órganos de aquélla: es el llamado «régimen jurídico de das políticas, implica, ni más ni menos, el consagrar que la
la Administración», o sistema de «justicia administrativa».
Como es bien sabido, en todos los Estados -sean o no Es- u Eduardo GARCÍA DE ENTERRÍA, «La lucha contra las inmunidades
tados de Derecho-- existe, es cierto, dicho n:gimen jurídico y del poJer en el Derecho administrativo (Pocleres discrecionales, poderes
control jurisdiccional de la Administración. Ahora bien, como de gobierno, poderes normativos», en Revista de Administración Pública,
hemos señalado, el problema del Estado de Derecho es también núm. 38, mayo-agosto 1962, págs. 186, 197 y 204. Sobre el control del
poder administrativo, dificultades y limitaciones del mismo, cfr. Juan
un problema de límites, es decir, de grado de extensión y ga-
Damián TRAVERSO, «Ilusión y realidad del Estado de Derecho», en la
rantías de efectividad de ese control, comprobado a través de la Revista de la Facultad de Derecho, Universidad de Madrid, núm. IS,
existencia de los adecuados mecanismos e instituciones. Por 1962.

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Administración puede obrar en las mismas sin límite legal algu- persona humana, exigencias éticas que en cuanto conquista his-
no, incluso atropellando los derechos más elementales y más tórica constituyen hoy elemento esencial del sistema de legitími-
obvios de los ciudadanos, puesto que no existe medio técnico dad en que se apoya el Estado de Derecho. El establecimiento
ninguno, ni de imponerle esos límites legales, ni de exigirle el jurídico-constitucional de los derechos humanos fundamentales
respeto a esos derechos hipotéticamente atropellados». Toda la ¡iparece, en efecto, como eje de todo Estado de Derecho. Lo
actividad de la Administración debe estar sometida al imperio que, en definitiva, éste pretende, frente al Estado absoluto del
de ley y, en consecuencia, debe después quedar sujeta a un ancien régime y frente a todo: Estado totalitario, es la protec-
suficiente control jurisdiccional; sólo así, con responsabilidad ción, garantía y realización de los derechos humanos y de las
de todos, gobernantes y gobernados, cabe hablar de Estado de libertades fundamentales a aquéllos conexionadas.
Derecho. En este sentido, propugnando la progresiva elimina- El liberalismo clásico, con su fondo de individualismo bur-
ción de las inmunidades, afirma Enterría que «el poder admi- gués, constituye insuficiente garantía para esa realización y pro-
n_istrativo es de suyo un poder esencial y universalmente justi- tección de los derechos y libertades de todos los hombres (y
ciable». esto ha sido puesto de relieve desde muy diferentes e incluso
Similar fiscalización jurisdiccional hay que mantener en el contrapuestas motivaciones y actitudes ideológicas). En efecto,
Estado de Derecho con respecto a los poderes normativos de la en la ideología del Estado liberal y en el orden social burgués
Administración, y esto tanto en relación con los reglamentos los «derechos naturales» o derechos humanos ·se identifican sobre
como con las diferentes formas de legislación delegada. Toda la todo con los derechos de la burguesía, derechos que sólo de
potestad normativa de la Administración debe estar sometida al manera formal y parcial se conceden también a los individuos
imperio de la ley y a la fiscalización de sus disposiciones. Pre- de las clases inferiores. En el sistema económico capitalista que
cisamente por la importancia creciente de las funciones legisla- sirve de base a ese orden social se protegen mucho más eficaz-
doras del poder ejecutivo en la actualidad es por lo que, como mente la libertad y la seguridad jurídica (ambas, por otra parte,
escribe Enterría, resulta «fundamental para la sociedad actual imprescindibles) que la igualdad y la propiedad: se entiende la
organiz_ar técnicas eficaces de control respecto de estos poderes propiedad de todos.
normativos de la Administración». En este punto, la técnica de Una ampliación de la zona de aplicabilidad de esos derechos
las materias reservadas a la ley contribuye también poderosa- -pero sin alterar sustancialmente los supuestos básicos econó-
mente a instaurar un régimen de legalidad de la Administración micos- se produce con el paso al Estado social de Derecho;
y de Estado de Derecho 13 • constituido éste como intento necesario de superación del indivi-
dualismo a través del intervencionismo estatal y de la atención
d) Puede muy bien afirmarse que el objetivo de todo Esta- preferente a los llamados derechos sociales, lo que aquél preten-
do de Derecho y de sus instituciones básicas que estamos anali- de es la instauracíon de una denominada sociedad o Estado del
zando se centra en la pretensión de lograr una suficiente garan- bienestar. Más allá de éste, el proceso dinámico de democra-
tía Y seguridad para los llamados derechos fundamentales de la tización material y hasta de garantía jurídico-formal de los dere-
chos humanos, la más plena realización de éstos, es lo que a su
u Lorenzo t-.'1ARTÍN·RETORTILLO, «La doctrina de las materias reserva- vez justifica, en mi opinión, el paso del sistema neocapitalista
das a la ley Y la reciente jurisprudencia del Tribunal Supremo», en Re-
del Estado social de Derecho al sistema flexiblemente socialista
de Administración Pública, núm. 39, septiembre-diciembre 1962,
pags. 287 a 304. Véase también en dicha revista el número monográfico del Estado democrático de Derecho.
sobre El Estado de Derecho. núm. 6, septiembre-diciembre 1951 y el tra- En cualquier caso, de lo que se trata ahora aquí es de dejar
b.ajo de Alfredo. GALLEGO ANABITARTE «Las relaciones ·de suje- claramente afirmado que, a pesar de todas las insuficiencias del
c1on Y el pnnc1p10 de la legalidad de la Administración: Contribución liberalismo en relación con los derechos humanos, constituye
a la teoría del Estado de Derecho», en el núm. 34, enero:iabril)961
págs. 11 a 51. - ' éste, sin embargo, punto válido de arranque para ese proceso

38 39
de democratización, debiendo considerarse sin duda como Esta- ent'fnciaeión en esquema ·¿e aquellos cuya protección se consi-
io de Derecho en función también de esa lucha, sostenida frente dera más necesaria dentro de un Estado de Derecho, y funda-
al absolutismo, en pro de los derechos y libertades fundamenta- mentalmente los siguientes:
les del hombre y del ciudadano.
El Estado de Derecho aparece, pues, conexionado en virtud Derecho a la vida y a la integridad física.
de todo esto a concepciones político-sociales de carácter persona- Respecto a la dignidad moral de la persona.
lísta. Más adelante se dirá algo sobre algunas incorrectas inter- Derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.
pretaciones elitistas del personalismo y también sobre el sentido Derecho a una veraz información.
político del transpersonaiismo. Cabe afirmar ahora que perso- Derecho a la libertad religiosa y de creencias, con mani-
nalismo y Estado de Derecho juntos se contraponen desde este festación externa del culto, etc.
punto de vista a transpersonalismo y Estados totalitarios. Es im-
Derecho a la libertad de reunión y asociación (partidos
portante insistir siempre en que el carácter personalista del Esta-
políticos, sindicatos, etc.).
do de Derecho no debe resolverse en meras afinnaciones retóri-
cas y declamatorias de los derechos humanos. El personalismo Derecho a la libertad de circulación y residencia e invio-
tiene una cierta proclividad a este tipo de «gran retórica huma- labilidad del domicilio, correspondencia, etc.
nista», que en ocasiones se ha prestado a servir de cober- Derechos económicos y sociales tendentes a una efectiva
tura ideológica a Estados de «autoritarismo más o menos tem- nivelación e igualdad socioeconómica (derecho al trabajo,
perado». seguridad social, huelga, etc.).
Si no quiere romper la conexión con el proceso histórico de Derechos políticos tendentes a la institucionalización de
democratización de los derechos humanos, e! personalismo debe- la democracia y del Estado de Derecho (intervención
rá insistir hoy de forma predominante en dos aspectos impor- y fiscalización efectiva en las funciones de gobierno, elec-
tantes de la cuestión: primero, necesidad de que los derechos ciones libres, etc.).
humanos se concreten y se hagan efectivamente vigentes a tra- Derecho efectivo de todos los hombres a una participa-
vés de su protección formalizada e institucionalizada en el orde- ción igualitaria en los rendimientos de la propiedad, que
namiento jurídico positivo; sin esto los derechos humanos son tenderá así a adoptar formas de carácter colectivo.
únicamente «grandes palabras»; segundo, vinculado a lo ante-
- Derecho de igualdad ante la ley.
rior, que los mecanismos socioeconómicos se dirijan y planifi-
- Derecho a la seguridad y garantía en la administración
quen con vistas a lograr para todos los hombres la realización
de justicia, concebida ésta independientemente de toda
efectiva material de esos derechos. Las contradicciones entre el
sistema económico realmente operante y las declaraciones de instancia política (derecho a no ser arbitrariamente de-
derechos han sido frecuentes en la historia, impidiendo la reali- tenido, derecho del detenido a no ser objeto de malos
zación práctica y a la vez hasta la misma protección jurídica tratos, derecho a un proceso dotado de las suficientes ga-
de erns derechos humanos. rantías, derecho a contar con recursos jurídicos adecua-
Para concluir este punto podría intentar trazarse un esquema dos, etc.).
de los principales derech.os que, en cuanto irreversibles conquis-
tas históricas, cabe considerar hoy como verdaderas exigencias Este breve esquema, repetimos, no pretende ni mucho me-
humanas de carácter fundamental. No se trata, claro está, de nos agotar el cuadro de los derechos y libertades que deben ser
presentar un cuadro cerrado y completo de todos esos derechos reconocidos y jurídicamente garantizados a todo hombre. Sola-
de la persona humana, de todas las instancias éticas exigibles en mente se ha indicado el núcleo central de aquellos cuya falta
la situación histórica actual; nos limitaremos únicamente a la o arbitraria y abusiva limitación impide la existencia de un

40 41
auténtico Estado de Derecho y favorece la implantación de un II
sistema político absolutista, autoritario o totalitario
" Ese núcleo central de Jos derechos y libertades garantizados en las FASCISMO Y ESTADO TOTALITARIO
Declaraciones y Constituciones de los Estados de Derecho aparece tam-
bién recogido en textos internacionaies como la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre, dada por la Organización de las Naciones
Unidas el 10 de diciembre de 1948, o la Convención europea para la
saivaguardia de los Derechos del Hombre de 1950 y 1952 (J. L. PAROüS
PÉREZ. Protección internacional del individuo. 1: Convención europea de
derechos del hombre y libertades fundamentales, Madrid. 1963; Julio
GoNZÁLEZ CAMPOS, «La protección de los derechos humanos en las Na-
ciones Unidas», en la obra colectiva ONU, año XX, Madrid, Ed. Tecnos.
1966). Lo importante es que todos esos derechos fundamentales no se
queden en meras enunciaciones programática> carentes de protección
jurídico-positiva (J. A. ÜRTEGA DÍAZ-AMHRONA, «Derechos fundaml!ntales
y realidad jurídica vivida». en Actas del I Congreso de Filosofía del
Derecho, Madrid. 1964 ).
4. RASGOS FUNDAMENTALES DE LA JDEOLOGÍA FASCISTA
En una línea coincidente con esas Declaraciones de derechos se en-
cuentra el cuadro de los mísmos que Juan XXlll enunciaba en la pri- El Estado totalitario en que, según expres1on de sus propios
mera parte de su encíclica Pacem in Terris, de 11 de abril de 1963. y teóricos, se concreta e institucionaliza la ideología fascista, in-
cuyo reconocimiento efectivo consideraba como uno de los requisitos
necesarios para la existencia en un país de una auténtica democracia. tenta presentarse externamente como superador de las insuficien-
Cfr. sobre el sentido de este documento pontificio: Joaquín Rmz-GIMÉ· cias del Estado liberal. La crítica llevada a caho por el fascis-
NEZ. Encíclica «Pacem in Terrís» (Presentación. sinopsis y notas), Ma- mo se dirige así de modo inmediato contra dos puntos, que des-
drid, EPESA, 1963: Mariano AGUILAR NAVARRO v otros autores: Co- de esa perspectiva, se consideran como los centrales en el libe-
mentarios cil'iles a la encíclica «Pacem in Terrís», Madrid, Taurus, 1963,
y Comen/arios universitarios a la «Pacem in Terris», Madrid, Ed. Tecnos,
ralismo: el individualismo de la socitdad y el abstencionismo
1964; José Antonio GONZÁLEZ CASANOVA, «Las Declaraciones de dere- del Éstado. En la concepción fascista, el individualismo liberal
chos y la encíclica 'Pacem in Terris'>>. en el Anuario de Filosofía del es sustituido por un transpersonalismo y organicismo social;
Derecho, tomo X, 1963. págs. 201-255. Para la prolongación de esa linea paralelamente, el abstencionismo estatal viene a su vez sustitui-
en el Concilio Vaticano ll, Joaquín Ru1z-G1MÉNEZ, El Concilio Vatica-
do por un Estado de estructura totalitaria.
no II y los derechos del hombre, Madrid, Editorial Cuadernos para el
Diálogo, J 968. Estudiaremos por separado ambas facetas en los aparta-
Entre la posterior bibliografía española sobre derechos humanos pue- dos quinto y sexto de este mismo capítulo: allí veremos cómo
den consultarse: ARANGUREN, TAMAMES, F. C@RDÓN, y c. DE CAMPO en realidad el fascismo no constituye en modo alguno una autén-
ALANCE, Los derechos humanos. Madrid. Ed. Ciencia Nueva (Col. «Cua-
dernos»), 1966. J. A. GoNZÁLEZ CASANOVA, Los derechos humanos. Ma-
tica superación del liberalismo, sino más bien al contrario, un
drid, Ed. Cuadernos para el Diálogo (Col. «Los suplementos»), 1968. enmascaramiento de los peores defectos e inconvenientes de
Antonio TRUYOL SERRA, Los derechos hunu:mos. Dec/aracio11es y conve- éste, agravados además como co:1secuencia de su organización
nios internacionales, Madrid. Ed. Tecnos, 1968. En un planteumiento totalitaria del poder.
más general, el núm. XII extraordinario de Cuadernos para el Díci/ogo
sobre Democracia y derechos humanos (Madrid, diciembre 1968). espe- En efecto, la crítica al individualismo y al abstencionismo
ci¡¡lrnrnte. en pun!o los trabajos <le Agui!ar Navarro. Arang•Jren. del Estado liberal tiene sentido única y exclusivamente como
Ruiz-Giménez, F. Murillo, J. A. González Casanova, L. Torres Boursault, crítica a la clase que utiliza en su favor esos dos mecanismos,
Jorge de Esteban, J. Gonzálcz Campos y A. Truyol. Cfr. también en 13 social y estatal, es decir, como crítica a la burguesía y como
misma revista, núm. XXiV extraordinario, febrero de 1'171, el artículo
de Manuel DíEZ DE YELASCO «Los derechos humanos y su garantía en
crítica a su sistema de producción, es decir, al capitalismo. Aho-
el área del Consejo de Europa», págs. 23-26. ra bien: esto es precisamente lo que falta en la ideología fas-

42 43
cista: a pesar de todas sus protestas demagógicas y «revolucio- -ma j.taliano de Mussolini, así denominado, sino en un sentido
narias», la verdad es que el fascismo continúa. siendo. capitalis- más general, que comprende a todos estos movimientos totalita-
mo. Su crítica al individualismo y al abstencionismo liberal no rios de la extrema derecha; de manera muy especial se incluye
alcanza y no pretende alcanzar al centro de esos mecanismos, dentro de esa acepción de fascismo al sistema nacional-socialista
que no es otro que el capitalismo burgués; al contrario, lo que alemán. Muchos de los rasgos fundamentales del fascismo se
hace es eliminar el obstáculo que para éste había llegado a re- refieren, en efecto, predominantemente ai nazismo hítieriano, io
presentar el liberalismo a causa de la posible evolución y aper- cual, claro está, no significa desconocer las diversas peculiarida-
tura de los sistemas liberales hacia la democracia y el socialismo. des y matices de ambos regímenes, italiano y alemán, o de otros
Evolución y apertura, en gran parte, impuesta por las exigencias que se les asemejan o se les han asemejado en el pasado 15 •
de la nueva clase, el proletariado. En función de estas consideraciones generales cabría diversi-
Esto es lo decisivo, y por ello no se entiende en el fondo el ficar algo más el cuadro ideológico del fascismo concretándole
fascismo si se le considera exclusivamente en su contraposición en una breve serie de caracteres que sinteticen los rasgos fun-
con el liberalismo. Por debajo de ésta y mucho más radicalmen- damentales del mismo 16 • Serían éstos, entre otros, los siguientes:
te, la ideología fascista aparece sobre todo como oposición al
socialismo; podría decirse que el fascismo es sí antiliberal, pero a) Ruptura con el Estado liberal y de/ ensa del Estado tota-
fundamentalmente en tanto en cuanto que es antisocialista. El litario. Se configura éste como Estado con características dia-
verdadero enemigo del fascismo no es el liberalismo, sino el so- metralmente opuestas a las que mencionábamos en el capítulo
cialismo; si ataca a aquél, es ante todo por constituir vehículo anterior como propias del Estado de Derecho: en lugar del im-
y desarrollo lógico (de lógica histórica) hacia la democracia y el perio de la ley, imposición de la voluntad carismática de un
socialismo. dictador; la ley deja de ser (incluso en teoría) producto racional
La burguesía, que era liberal y que para la conquista y pro- emanado de un órgano democrático y representativo para con-
tección de sus intereses y privilegios se había organizado desde vertirse en decisión (en ese sentido puede decirse que más bien
esas coordenadas de individalismo y abstencionismo, cambia
estas bases por otras no liberales, sino totalitarias, cuando aqué-
" Como fuentes oficiales del nazi-fascismo pueden consultarse: Adolf
llas resultan ya insuficientes para la defensa a toda costa del sis- HITLER, Mein Kampf, 1925. (Hay traducciones en castellano, por lo ge-
tema capitalista, que es lo que interesa realmente conservar. neral incompletas; los textos en ellas suprimidos suelen ser precisamente
Mientras no hubo peligro, el capitalismo fue liberal; cuando los más violentos y agresivos.) Benito MussOLINI, Spirito della Rivolu-
surge el socialismo, el laissez /aire ya no le sirve a la burguesía; zione fascista, Antología de Jos «Scritti e Discorsi» a cargo de G. S. y
E. Spinetti, Milán, Ed. U. Hoepli, !.' ed., 1937; 2.' ed., 1940; Cfr. tam-
el capitalismo ya no puede ser liberal sin peligro para los inte- bién Walther HoFFER, Der Nationalsozialismus: Dokumente 1933-1945,
reses y privilegios que representa. Donde la presión y las ten- Frankfurt am Main, Fischer Bücherei, 1957, donde se recoge un gran
siones de clase son menores podrá continuar siendo liberal; en número de testimonios oficiales del pensamiento y de Ja práctica política
cambio, donde por causas diversas las tensiones se agudizan, de los hombres representativos y jerarquías del III Reich.
" Cfr. mi nota sobre «Fascismo y neofascismo», en el Boletín infor-
la burguesía abandona el formalismo liberal de que hasta enton-
mativo del Seminario de Derecho Político de la Universidad de Sala-
ces se había servido y no duda en organizar totalitariamente la manca, núm. 28, marzo 1963. También Eduardo CIERCO, «Examen del
defensa del capitalismo. Esto es fundamentalmente el fascismo: fascismo», en Cuadernos para el Diálogo, núm. 37, octubre 1966. Entre
capitalismo organizado totalitariamente; capitalismo económico la bibliografía posterior destaquemos el extenso estudio de Ernst NoLTE
más totalitarismo político. Der Fasc!zismus in seiner Epoche, 1963 (trad. cast., Barcelona, Ed. Penín·
sula, 1967); en conexión con esta obra, véase el artículo de Juan Alfonso
Quizá convendría haber hecho ya una advertencia preliminar ÜRT! «En torr.o a una fenomenología del fascismo», en Boletín informa-
de carácter terminológico: el término «fascismo» se utiliza aquí, tivo del Seminario de Derecho Político de la Universidad de Salamanca,
como es normal hacerlo, no sólo en referencia al concreto siste- número 32, octubre 1964.

44 45
irracional) dictada sin posible apelación por un jefe absoluto al el militarismo, entendido éste como extralimitación de la recta
servicio siempre de intereses económicos muy concretos. función militar 18 •
En un sistema de este tipo, donde la total concentración de
poder sustituye a la anterior liberal distribución de poderes, se c) La ideología fascista, en su intento de superación del
carece, por .supuesto, de la necesaria garantía jurídica frente individualismo liberal, configura una teoría de la sociedad de
a las actuaciones del ejecutivo y de las autoridades administrati- carácter organicista y ,transpersonalista, donde el hombre indivi-
vas (cuyos actos adquieren demasiado comúnmente carácter no vidual desaparece absorbido en el gran Todo que es el Estado
fiscalizable de actos políticos). En consecuencia, los derechos o la nación. En cuanto tal, el nacionalismo será también, en
humanos quedan realmente limitados a niveles inadmisibles, efecto, característica central de los fascismos; la exaltación retó-
cuando no salvajemente negados y ultrajados; la libertad muy rica de la raza o de la comunidad nacional dará con frecuencia
especialmente viene práctica y teóricamente anulada. Junto a a ese nacionalismo, en pueblos llegados tarde al reparto colo-
ello, la independencia del poder judicial con respecto al poder nial, una aún mayor agresividad imperialista.
político desaparece totalmente cuando resulta necesario en los
regímenes totalitarios. Asimísmo, actos perfectamente legales en d) La filosofía y la cultura del fascismo constituyen una
un Estado de Derecho se transforman automáticamente aquí en explícita de/ ensa de la filosofía irracionalista: no para mostrar
actos delictivos (delitos políticos) duramente perseguidos. lo irracional de la realidad, sino para exaltar y glorificar lo irra-
Y todo esto, aunque, claro está, no se diga explícitamente, en cional. Su desprecio hacia la razón (no sólo hacia racionalismos
nombre de la defensa del capitalismo, que es a Jo que realmente más o menos abstractos o formalistas), el constante ataque al
y en última instancia se dirige la ideología fascista. Desde esta «estéril intelectualismo», la exaltación de los elementos emocio-
rígida dirección capitalista totalitaria se suprimen por Ja fuerza nales, instintivos, en conexión con el romanticismo y el vitalis-
todas las instituciones y mecanismos que en el Estado de Dere- mo, su filosofía de la acción, etc., son aspectos y manifesta-
cho posibilitan una convivencia humana capaz de legitimar la ciones frecuentes de aquélla. No todo irracionalismo es, por
discrepancia y el piuralismo: elecciones libres, partidos políti- supuesto, fascismo. Pero quizá sí lo sea o esté cerca todo irra-
cos, sindicatos libres, libertad de expresión, etc. cionalisrno en el poder. El irracionalismo estético, literario, etc.,
puede ser hasta terapéutico; el irracionalismo político lleva lógi-
b j El totalitarismo implica, por tanto, el uso y la exalta- camente a la implantación de la arbitrariedad y el terror 19 •
ción de la violencia y el terror como sistema de control, así
como la eliminación de las minorías disidentes de todo tipo (y,
por supuesto, también de los individuos que critican o se en- " La conexión entre fascismo y belicismo viene tratada en el artículo
frentan al sistema): entre aquéllas, en la Alemania nazi el trá- de Pedro DE VEGA «En torno a la paz y a algunas de las dificultades
gico ejemplo fue el pueblo judío 17 • En política internacional se que obstaculizan su proceso», en el Boletín informativo del Seminario
produce una paralela exaltación del belicismo en conexión con de Derecho Político de la Universidad de Salamanca, núms. 29-30, no-
viembre 1963; cfr. también Gregario PECES-BARBA, «Paz y orden en Ja
sociedad democrática», en Actas del I Congreso de Filosofía del Derecho,
" Ernst BLoc H ha definí do el nazísmo como «Kapita/ismus plus Madrid, 1964, donde fundamentalmente, se critica con acierto el falso
l'dord;;. (Capitalismo más asesinato). en :>u Dus Hujjnung, Frank- concepto de paz que deriva de la ideología de nlgunos sistemas polfticcs
furt am Main, Suhrkamp Verlag, 2 vols., 1959; tomo l. pág. 682. Sobre reaccionarios para quienes la paz se confunde, con frecuencia, con el
el terror nazi y en especial la política de exterminio llevada a cabo en simple «orden público» más superficial, exterior y visible.
Jos campos de concentración puede verse, entre la abundante bibliogra- " El carácter irracíonalista de Ja ideología fascista en su relación
fía, la documentada obra de lord RussELL The Scourge o/ thc Swastika, con la íilosofía occidental está especialmente en la conocida
Londres, Cassei and C., 1954; Cfr. también Ota KRAUS y Erich obra de Georg LUKÁCS Die Zerstorwig der Vemun/t, Berlín, Aufbau
Masse11mord und Profit, Berlín, Díetz Verlag, 19ó3. ·"" Verlag, 1953 (trad. cast., El asalto a la razón, México, FCE. 1959).

46 47
e) El totalitarismo fascista, ya ha quedado dicho anterior- capitalismo más totalitarismo; es decir, capitalismo que organiza
mente, no se entiende si no se descubre su conexión íntima y sú' defénsa totalitariamente, o también totalitarismo al servicio
profunda con el capitalismo. De ahí también su oposición total del capitalismo.
al socialismo y al comunismo. El fascismo es manifestación tar- No se discute por nadie el carácter totalitario del fascismo,
día del capitalismo; cuando los privilegios de la burguesía están expresamente afirmado por sus propios teóricos, que no obstan-
en peligro, cuando no basta ei iiberalismo para defenderios, te intentan su justificación en nombre de objetivos y valores
cuando el capitalismo no puede ser liberal, se hace fascista, uti- (como el «ser» auténtico de la patria, la misión histórica de la
liza la violencia y el Estado totalitario institucíonalizador de nación, de la raza, etc.) considerados como jerárquicamente su-
esa legítima violencia: ésta es su ultima ratio. periores del hombre individual. No ocurre lo mismo, por el con-
El fascismo, es cierto, presenta desde el punto de vista so- trario, con la otra dimensión del fascismo, es decir, con su ca-
ciológico un componente predominante de individuos pertene- rácter capitalista. Corno hemos dicho, la ideología fascista suele
cientes a la pequeña y media burguesía. Pero no hay contradic- presentarse acompañada de una gran retórica social y revolu-
ción entre este hecho y Ja anterior afirmación de ser el fascismo cionaria, antíburguesa y anticapitalista (aunque también siempre,
un instrumento del capitalismo: éste explota de esos estratos es cierto, antisocialista y anticomunista); sin embargo -y ello
burgueses su odio y su miedo (por excesiva cercanía) al prole- constituye sin duda una de las contradicciones fundamentales
tariado utilizándoles como fuerza de choque. Pero en última ins- del fascismo-, sociológicamente cabe constatar el carácter bur-
tancia, el beneficio y la orientación no corresponden a la peque- gués de su componente humano, lo mismo que económicamente
ña burguesía, sino al gran capital. el carácter capitalista de su sistema de producción.
Está ya fuera de duda un hecho concreto como es el de la co-
f) En íntima conexión con esta oposición al socialismo nexión histórica y real que movimientos como el nazismo ale-
aparece el carácter antidemocrático de la ideología fascista. Se mán y el fascismo italiano mantuvieron con las fuerzas capita-
inspira ésta, en efecto, no en una concepción democrática, sino listas y derechistas de sus respectivos países, tanto en el mo-
en una concepción aristocratizante, oligárquica y elitista de la mento de su subida al poder como en su posterior sostenimiento.
sociedad y de la historia. La sociedad aparece, según ello, divi- Esta es la línea de interpretación predominante y, en mi opinión,
dida y jerarquizada casi por naturaleza entre una «masa» amor- la más objetiva. Dentro de ella, Daniel Guérin, por ejemplo, en
fa, impersonal, estúpida y adocenada, fatal y necesariamente irre- su obra Fascismo y gran capital, ha analizado con todo detalle
cuperable, y una élite o minoría dirigente, protagonista, elegida y rigor la historia de dicha conexión 20 ; y la mayor parte de los
Y privilegiada. La única función de la masa parece ser aclamar
Y dejarse gobernar; la única función de la élite es tener «perso- "' Daniel GUÉRIN, Fascisme et grand capital, 1.ª ed., 1936 (2.' edición,
nalidad» («estilo» se decía en otros tiempos), conservar el orden como tomo Il de su obra Sur le fascisme; tomo I, La peste brune, Pa-
rís, Ed. F. Maspero, 1965). También fosef HtNDELS, Hitler war kein
económico capitalista y mandar carismáticamente. Por supuesto, Zu/all: Ein Beítrag zur Soziologie der Nazibarbarei, Viena, Europa Ver-
a esta visión general de la historia y de la sociedad correspon- lag, 1962, especialmente el capítulo sobre la política económica del
derá en el terreno económico idéntica discriminación antidemo- nacional-socialismo (págs. 81 a 111 ). Para el momento concreto de la
crática: la participación de las masas en la vida política y en el llegada de Hitler al poder, véase, por ejemplo, el artículo de LoRITZ
producto económico se hace siempre en el fascismo desde pre- PORRO «Hindenburg, 1932-1934: alcune considerazíoni», publicado en la
revista ll Politico, Pavía, año XXVII, núm. 3, septiembre 1962, donde
supuestos netamente antidemocráticos. se muestra una vez más el decisivo apoyo que el Führer recibió de las
Resumiendo brevemente esta enumeración de características íuerzas políticas de Ja derecha y del centro, así como de los capitalistas
fundamentales del fascismo (totalitarismo, violencia y belicismo, y grandes terratenientes alemanes. Para este tema es sumamente impor-
capitalismo y aristocraticismo) podemos quizá llegar a sintetizar tante el libro Fascismo y capitalismo. Tj!orías sobre los orígenes sociales
y la / undaci6n del fascismo. en el t¡ue SI! recog¡:n trabajos de ios años
la definición del mismo en la mencionada fórmula: Fascismo es

4
historiadores actuales ponen de manifiesto, en efecto, el apoyo de su logro hayan dejado prácticamente intocada la propiedad
que los grandes grupos capitalistas prestaron tras alguna expli- de los medios de producción. El fascismo, en resumen --conclu-
cable indecisión a los regímenes de la Alemania hitleriana y de ye Laski-, surge corno una técnica institucionai del capitalismo
la Italia de Mussolini. en su fase de contracción.»
Harold J. Laski ha explicado con toda claridad esa caída de Paul M. Sweezy en su Teoría del desarrollo capitalista 72 ha
un sector del capitalismo liberal en el fascismo: «El capitalismo analizado, desde el punto de vista de la ciencia económica, la
se halló cada vez más -escribe- ante el dilema de que, si pro- conexión fascismo-capitalismo. Escribe así: «La ideología y el
seguía el experimento liberal, cooperaría a su propia destruc- programa dei fascismo reflejan la posición social de las clases
ción; mientras que, por otra parte, si lo destruía, tendría que medias, y a este respecto son meramente una intensificación de
navegar por un .mar desconocido en un viaje cuya justificación actitudes que son características del imperialismo. Los ingre-
era el éxito económico, lo cual resultaba dudoso. En tal dilema dientes principaies tienen -dice- un carácter negativo, a sa-
desapareció toda la confianza en sí mismo y su seguridad. Ante ber: la hostilidad al trabajo organizado por una parte, y al capi-
el reto del socialismo, reforzado dramáticamente por el adveni- talismo monopolista por otra. En el aspecto positivo, las cl<Jses
miento de la Rusia soviética, cayó en el mismo pánico que le medias compensan su falta de intereses comunes de clase y
obsesionara durante la Revolución francesa» 21 • de sólidas bases de organización con la glorificación de la na-
La única salida que esos amplios sectores del capitalismo ción y de la 'raza' a que pertenecen. A los extranjeros y a las
encontraron fue el fascismo, es decir, la defensa armada sus minorías raciales se les culpa de desgracias cuya naturaleza no
intereses. «La esencia del fascismo --continúa Laski- es la se comprende. En lo que se refiere a Jos problemas económicos
destrucción de las ideas e instituciones liberales en beneficio de y sociales internos, el programa del fascismo es una masa de
los que poseen los instrumentos del poder económico. Sin duda, ofrecimientos mal dirigidos y a menudo mutuamente contradic-
las causas de su crecer son complicadas; pero es inequívoco el torios, que se distinguen sobre todo por su carácter inconfun-
propósito de su acción. Lo que ha hecho, dondequiera que ha diblemente demagógico.»
conseguido el poder, es sobre todo destruir las defensas carac- Y continúa Sweezy dando cuenta de ese inevitable proceso
terísticas de la clase trabajadora; sus partidos políticos, sus sin- de aproximación: «La actitud de los capitalistas hacia el fascis-
dicatos, sus sociedades cooperativas. Paralelo a esto ha sido la mo es al comienzo de reserva y recelo; desconfían de él sobre
supresión de todos los partidos políticos, excepto el fascista, de todo por sus ataques desaforados al capital financiero. Pero a
la discusión libre y del derecho de huelga. Bien frecuentemente medida que el movimiento se extiende y gana el apoyo popular,
los fascistas han proclamado antes de su advenimiento al poder la actitud de los capitalistas sufre una transformación gradual.
obietivos de sabor socialista. Pero resulta notable -advierte (. .. ) Por consecuencia, el fascismo, una vez que demostró su
primero, que hayan conseguido siempre el poder en derecho a ser tomado en serio, pasa a ser considerado como un
concierto con el ejército y los grandes negocios, y que después aliado potencialmente valioso contra los dos peores enemigos
de los capitalistas, los obreros de su propio país y los capitalis-
treinta de August T H AL H El MER, Herbert MARCUSE, Arthur ROSENBERG,
tas de los países extranjeros, pues la autenticidad del odio del
Otto BAUER y Angelo TASCA; la primera edición conjunta de estos escri-
tos, seleccionados por Wolfgang AsENDROT H, apareció en alemán (Fa- fascismo a los trabajadores y a los extranjeros jamás admite
schismus und Kapita/ismus, Frankfurt am Main, Europiiische Verlag- duda. Por medio de una alianza.con el fascismo, la clase capita-
sanstalt, 1967) con una introducción «Sobre ia teoría dei ori-
ginal de Kurt KLIEM, Ji.irg KAMMER y Rüdiger GRIEPENBURG; ia traduc- :u Paul M. SWEEZY. Thc theory of capilalist development. Nueva
ción castellana se ha publicado en Barcelona. Ed. Martínez Roca. 1972. York, Oxford Uníversíty Press, 1942: trad. cast.. México, FCE. 1945;
" LASKI. El liberalismo europeo. cit. págs. 209 y 21 J. Cfr. también 2.' ed., 1958; 3.' ed .. ! 963, a la que corresponden las citas que aquí se
Ernst Not.TE, «Konscrvatívismus und National-sozialismus», en Zeitschrift hacen: véase todo el capítulo XVlll sobre el fascismo y más en particu-
für Politik, Munich, año Jl, núm. 1, 1964. ;-·· lar las páginas 364, 365 y 366.

50 51
lista espera restablecer el Estado fuerte, subordinar a la clase "'°"· esencial del fascismo que -junto con el totalitarismo-- consti-
obrera y ampliar su 'espacio vital' a costa de las potencias im- tuyen los dos elementos básicos de su definición.
perialistas rivales. Esta es la razón Sweezy- de De todo cuanto llevamos dicho hasta aquí --orientado hacia
subsidios financieros con que los cap1tahstas apoyan el movi- un análisis de la conexión entre sociedad democrática y Estado
miento fascista y, lo que es quizá más importante, de la toleran- de Derecho-- cabría ya inducir la idea de que el fascismo cons-
n11P. P.1 nersonal del Estado dominado por los capitalistas
tituye precisamente !a antítesis de ambas posibilidades: se con-
a los métodos violentos e ilegales del fascismo.» figura éste, en efecto, como oposición a la sociedad democrática
Todo esto por lo que a la toma del poder se refiere: «Los (de esto se hablará también más ampliamente al tratar del socia-
capitalistas, desde sus posiciones dentro de la ciudadela del po- lismo) y a la vez como oposición al Estado de Derecho.
der del Estado --escribe gráficamente Sweezy-, abren las Intentando considerar con mayor detalle esa doble oposi-
puertas y dan entrada a las legiones fascistas.» La política poste- ción, los dos puntos restantes de este capítulo van a estar dedi-
rior del fascismo no hará, claro está, sino responder coherente- cados a exponer por separado algunos aspectos fundamentales
mente a ese pacto con el capitalismo: «Una vez en el poder de las paralelas teorías de la sociedad' y del Estado en la doc-
--concluye Sweezy-, el fascismo emprende con despiadada trina del fascismo italiano y en la del nacional-socialismo ale-
energía la destrucción del equilibrio de clases que está en la mán: la visión del Estado como organismo ético es quizá la idea
base de la indecisión y la parálisis de la República popular. central del primero, mientras que la noción de Comunidad se
Los sindicatos y los partidos políticos de la clase obrera reciben constituye en el segundo como eje de su construcción del Estado
los primeros y más duros golpes; sus organizacio.nes son totalitario.
tadas y líderes asesinados, encarcelados o arrojados al exilio.
Viene en seguida el establecimiento del Estado fuerte y, por úl-
timo, tomadas estas medidas preliminares necesarias, el viraje 5. EL ORGANICISMO SOCIAL Y EL «STATO ETICO»
hacia los preparativos en gran escala para una nueva guerra de EN LA DOCTRINÁ DEL FASCISMO ITALIANO
redivisión. Estos tres pasos encierran lo que a menudo se llama
ia revolución fascista.» La teoría de la sociedad que sirve de base y fundamento
En el terreno económico-social, tal «revolución» se muestra a los fascismos presenta una clara orientación de carácter trans-
y opera realmente como instrumento retórico que trata, por. lo personalista y organicista. La sociedad (y en seguida el Estado)
demás inútilmente de encubrir la colaboración con el cap1ta- vienen en ella considerados como entes u organismos supraper-
'
lismo 13• Esto aparece hoy perfectamente claro. Como escribe
. sonales. como «hombres en grande» capaces de absorber en su
Sweezy: «Lejos de derrocar al imperialismo capitalista, el fas- seno a los hombres individuales convirtiéndoles en simples
cismo pone en realidad al descubierto su esencia monopolística, miembros, o partes de ese gran «Todo social». Para el transper-
violenta y expansionista.» sonalismo, ese «hombre en grande» que es la sociedad y el
Hemos considerado oportuno transcribir estos extensos tex- Estado se configura como un organismo que, al igual que el
tos de Laski y Sweezy (podrían aducirse muchísimos más) al hombre individual mismo, estería compuesto por un elemento
objetivo de clarificar esta relación entre fascismo y corporal (dato que se hace resaltar por el organicismo biológico)
en que por lo general no se insiste suficientemente, siendo as1 y un elemento anímico o espiritual (en el cual insiste especial-
que, sin comprenderla adecuadamente, se deja fuera un aspecto mente el organicismo ético).
La tesis del Estado ético en el fascismo italiano y la idea de
Comunidad entendida al modo de nazismo alemán serían, como
n Cfr. mi artículo «Dos revoluciones imposibles», en Cuadernos para hemos dicho, concreciones históricas de esa hipostatización o en-
el Diálogo, núm. 4. Madrid, enero 1964. tificación de la sociedad y del Estado, de esa auténtica sustan-
. ·52
53
ciación de lo colectivo que llevan a cabo las concepciones orga- en la fase de esas co:icepciones organicistas que con cierta fre ·
nicistas y transpersonalistas 24 • cuencia conducen a h absorción del pequeño organismo (es dt ·
La conexión entre un cierto organicismo social y los Esta- cir, del hombre) en el gran organismo (es decir, en la socieda l
dos totalitarios parece, en efecto, indudable. Como ha escrito y en el Estado).
el profesor Tierno Galván, «la valoración metafísica de la insti- En esta línea -aunque sin caer todavía en esa total abso"-
tución lleva a sistemas de control social totalitario o que no res- ción-, autores como :Fouillé, De Greef, Perrier, Espinas, Be r-
petan el ámbito de libertad necesario para que la convivencia dier, Schaffle, Worms, Lilienfeld, Bluntschlí, Spencer, etc., fip.LI-
no resulte lesionada en sus fundamentos. La valoración meta- ran, con diferencias de matices en el paso del siglo x1x al };X,
física de las instituciones conduce casi inevitablemente al em- como autorizados representantes de esas concepciones orgáni :o-
pleo del terror como medio de control social» 25 • La entificación biológicas de la sociedad. Se da en ellas un acercamiento de la
o sustanciación de lo colectivo ha sido, puede sin duda decirse, sociología a la biología y, paralelamente, organismo humam · y
la concepción de la sociedad que, con sentido aristocratizante sociedad vienen no sólo comparados metafóricamente, sino n al-
y base real capitalista, ha servido como fundamento a los Esta- mente identificados; en este sentido, la obra de Lilienfeld, P m-
dos totalitarios fascistas. samientos sobre la ciencia social del futuro, lleva asimismo un
La idea organicista no es ciertamente nueva en la historia significativo subtítulo: «La sociedad humana considerada ce JlO
del pensamiento. Comparaciones y anaL •... s metafóricas de ca- organismo real.))
rácter antropomórfico entre la sociedad y el organismo humano Quizá sea Worms quien ha elaborado más coherenteme 1te
pueden encontrarse en las más antiguas. concepciones religiosas esta posición, intentando, por otra parte, libraría de cie tas
y filosóficas: así, en el Código de Manú, en Platón, en Aristó- inadmisibles exageraciones en que habían incurrido algunos de
teies, en el mundo romano, en el pensamiento cristiano de San sus predecesores. «La biología --escribe \Vorms n_ es, el!tre
Pablo con su doctrina del Corpus mysticum, despu¿s en Marsilio todas las ciencias, la que más se aproxima a la sociologi a»;
de Padua, en Althusio, etc. ]f, «el tipo sociedad es un tipo más complejo que el tipo orgc. lis-
La comparación metafórica, legítima con consciencia de su mo, pero los grandes rasgos o caracteres del tipo organism( se
limitación, ha venido ejerciéndose con frecuencia en la historia encuentran en el tipo sociedad. La anatomía, la fisiología, la pa-
y puede constituir, es cierto, un instrumento útil y eficaz si se tología de las sociedades reproducen en grande y con adici11nes
mantiene en ese terreno de la metáfora y de la hipótesis. Cuando importantes, pero en definitiva refiriéndose al mismo tema :un-
se sale de aquí y se pasa a una rigurosa analogía e incluso real damental, la anatomía, la fisiología y la patología de los e rga-
identificación entre organismo humano y sociedad, se entra ya nismos. ¿Cómo podría no ser así? La sociedad --conclu-•e-
está compuesta de individuos que son organismos, así corr:o el
" Una consideración más detallada de estas nociones puede verse en
organismo mismo está compuesto de individuos de orden infe-
mi trabajo «Sustanciación de lo colectivo y Estados totalitarios». en el rior que son las células».
Anuario de Filosofía del Derecho, Madrid. torno VIII, 1961. El organismo vivo viene descrito por Worms en la f lrma
15
Enrique TIERNO GALVÁN, Introducción a la Socioiogía, Madrid, siguiente, buscando siempre ese parangón con la sociedac que
Ed. Tecnos, 1960, pág. 117. también sería un organismo vivo. Desde el punto de vista 1le su
lfl Fara una historia de las tt:orías orgaDícista:;, véase 1a obra de
Michele MAROTTA Organicismo e neo-organicismo, Milán, Giuffre, 1959, forma o estructura externa se caracteriza, según Worms, por-
con expresivo «La idea orgánica del Estado y de la sociedad que ésta «no es geométrica ni invariable». Desde el pun- o de
en el pensamiento político y en las concepciones sociológicas: de la me- vista interno, el criterio diferenciador viene suministrado l'ºr la
táfora a la analogía sustancial». Cfr., asimismo, J. E. ScHALGER, Les
métaph?res de /'orga11isme. 1971. Ese paso de Ja metáfora a la analo¡;_ía
11
sustancial es, puede decirse, lo característico de algunas modernas pósi- ._,.. René WoRMS, Organisme et société. París. 1895, pág. 7; cfr. tam·
ciones organicistas y neorganicístas. b1tn especialmente págs. 17, 18, 25. 59. 60 y 67.

54 55
.;¡ir... • -"""!"

variabilidad relativa de sus elementos componentes: «los cuer- En este sentido parece que los fisiólogos concuerdan en defi-
pos vivientes -dice W orms- modifican su contenido en cada nir el organismo como «Un sistema de equilibrio estacionario
momento. Son, en modo constante, sede de un doble movimien- dotado de autoconservación»; equiiibrio estacionario, explica
to de asimilación e integración y de desasimilación y desinte- Gini, que no es en modo alguno estático, sino, al contrario, di-
gración; en todos los momentos, el organismo crece y decrece»; námico, y éste sería el <.:Oncepto de organismo que el neorga-
la nutrición, la reproducción y la muerte serían, en efecto, los nicismo considera válido para emplearlo como sustancialmente
fenómenos característicos de la vida. análogo al de la sociedad. Corrado Gini, sobre la misma base,
Sobre estos supuestos, Worms explica cómo dichos atributos hace alguna modificación en ese concepto, definiéndolo como
reconocidos en el organismo vivo existen también en la socie- «un sistema que normalmente se encuentra en equilibrio esta-
dad, entendida ésta corno sociedad nacional. Así, desde el pun- cionario, evolutivo o involutivo y que está dotado de poderes
to de vista externo, la estructura variable y no geométrica del de autoconservación y de reequilibrio», características que, se-
organismo -dice Worms- corresponde también a la sociedad: gún él, se encuentran también precisamente en el tipo de la
habla en este sentido de las líneas fronterizas no geométricas, sociedad moderna. Obsérvese la importancia del factor-equilibrio
de la falta de regularidad espacial y temporal de la sociedad, ,crecimiento orgánico) y la no aparición del factor-conflicto en
etcétera. Añade, refiriéndose al elemento interno, que el doble esa definición de la sociedad como organismo.
movimiento de entrada y salida, de asimilación y desasimilación En cualquier caso, lo que parece cierto tanto en ese organi-
que es característico del ser vivo, se encuentra también en la cismo como en el neorganicismo es la idea de que las partes
sociedad «como entradas y salidas de bienes y de individuos», del organismo son, claro está, simples miembros de él, miem-
dice. E insiste en esta línea intentando robustecer más esa fuerte bros subordinados por entero al todo orgánico. Y otra cosa bas-
analogía: «Todas las consecuencias de la nutrición se encuen- tante importante: que dichos miembros no están situados todos
tran también en la sociedad en modo idéntico a como apare- en un mismo plano de igualdad, sino, al contrario, en estructura
cían en el organismo. Los seres humanos están diferenciados r{gidamente jerarquizada.
como las células de un cuerpo viviente ... y, además, los seres Ambos datos, que valen en relación con los organismos vi-
humanos se renuevan incesantemente, lo misµ10 que hacen las vos, adquieren un sentido muy especial cuando son artificiosa-
células en el cuerpo humano»; también la muerte existe para mente trasladados para definir la sociedad humana: en ella
ambos. Llega así Worms a tratar de una anatomía, fisiología, llegan a significar realmente, primero, un total sometimiento de
patología, terapéutica e higiene de la sociedad. los hombres individuales (miembros) a la sociedad (cuerpo orgá-
El símil de la teoría orgánico-biológica no se ha detenido en nico), y segundo, una diferenciación jerárquica de los ciudada-
estas consecuencias. Otros autores anteriores a Worms, pero nos (y de los grupos intermedios) que hace adquirir a la socie-
pertenecientes a su misma orientación, han trazado ingeniosas dad un efectivo carácter elitista y antidemocrático.
analogías entre, por ejemplo, el sistema circulatorio y nervioso El organicismo aparece así como precedente más o menos in-
del hombre y la red de comunicaciones y transmisiones de un mediato de los modernos totalitarismos nacionalistas (por ejem-
país, entre la Bolsa y el corazón humano, etc. Este organicismo plo, a través de la idea de comunidad de raza que de allí deri-
ingenuo y primitivo resultó superado en un ncorganicismo pos- va), aunque, por supuesto, no exclusivamente bajo ese aspecto
terior también de carácter biológico, pero fundado en una no- orgánico-biológico, sino sobre todo, como en seguida veremos,
ción más depurada del organismo, noción que, como subraya en su dimensión más depurada de organicismo ético y espiritua-
Gini 21l, sólo ha sido posible obtener gracias a los avances mo- lista. La sociedad se concibe entonces como un ente moral y un
dernos de la química biológica. organismo espiritual dotado de fines sustantivos propios, trans-
personalistas, diferentes de los fines que corresponden a los
"' Corrado GINI, J[ neo-organicismo, Catania, 1927, págs. IS, 19 y 24. hombres que componen esa sociedad, diferentes incluso de los

56 57
fines a que aspira la mayoría de ellos. La colectividad se sustan- Y continúa Tierno: «La idea de orgamco y de organismo
cializa, se entifica ética y espiritualmente, exigiendo así como es fundamental en hrs concepciones románticas. El principio que
instrumento de esa uniformidad el ejercicio de un poder y de un anima el organismo nacional es el alma del pueblo, el espíritu
Estado de carácter verdaderamente totalitario. popular. Con certidumbre no se sabe qué es esto, pero se expre-
Esto es al menos lo que ocurre en el siglo xx. En el x1x sa principalmente a través de las costumbres y usos inmemoria-
todavía resultaba posible conciliar -aunque no sin dificulta- les practicados por el pueblo, y en los 'ritos y fórmulas más an-
des-- organicismo y liberaiismo 79 • Después cada vez será más tiguas de las instituciones de mayor importancia. De este modo
difícil semejante síntesis y las concepciones organicistas de la se configura plenamente el organismo nacional ( ... ). La tradi-
sociedad irán mostrándose decididamente totalitarias: de un po- ción a su vez es el testimonio de la vinculación de la historia
sible «liberalismo de grupos» de carácter organicista se pasa a la vida de un organismo. Tradición, nación e historia --<:onclu-
así después a una entificación totalitaria del organismo jerárqui- ye Tierno Galván- se unen en el supuesto común de orgánico.
camente superior, que no será otro sino la nación. Ya Worms En este sentido, Spengler es uno de los últimos romanticos,
veía a ésta como centro: «En el futuro quizá pueda llegarse y lo mismo con mayores reservas se podría decir de Dilthey.»
a la entera humanidad como unidad orgánica, pero en el pre- Tradicionalismo no es igual que fascismo, por supuesto. El
sente ésta la encarna la sociedad nacional» 30 • primero, reivindicando arcaicos tiempos e instituciones, es un
Nacionalismo se conecta así íntimamente con organicismo, movimiento fundamentalmente del XIX, propio, pues, de una
pudiéndose situar la reactualización de ambos conceptos en el sociedad pre-industrial. El segundo, en cambio, es un fenómeno
clima del romanticismo antiliberal y de la filosofía de la con- típico de la sociedad de masas de nuestro tiempo. Pero no es
trarrevolución en los primeros decenios del siglo XIX. Tierno menos cierto que, a pesar de las diferencias (algunas importan-
Galván ha insistido especialmente en esta conexión: «Es inex- tes), el primero se ha mostrado con cierta frecuencia como pre-
cusable mencionar -dice- la relación entre romanticismo y na- cedente del segundo y que algunas ideas -tal como ocurre aquí
cionalismo.» En este contexto romántico se produce, añade, «la con nacionalismo, organicismo, antirracionalismo, etc.- pasan
sustanciación creciente, hasta llcga1 al grado absoluto, de la idea sin apenas solución de continuidad de uno a otro.
de la nación. El proceso ideológico por el cual se llega a este En esta perspectiva, la conexión entre organicismo social
límite es paralelo al que sigue la idea de organismo. La nación y Estados totalitarios parece, como decimos, indudable. Lo orgá-
es un organismo al que anima un principio o energía cuyo des- nico en los Estados totalitarios y autoritarios --el individuo
arrollo es en el orden estructural el propio desarrollo del orga- como miembro de organismos naturales- sustituye y se impone
nismo. Por esta imagen subyacente se explica que la nación de modo absoluto a lo «inorgánico» (creado por el hombre),
nazca, crezca, se reproduzca y también muera» 31 • más propio de los Estados liberales. Las ideas centrales de estas
concepciones organicistas tienen, en efecto, aplicabilidad --es el
" Esta compatibilidad entre organicismo y liberalismo está presente, punto que aquí nos interesa- para esos totalitarismos políticos,
por ejemplo. en el krau:.ismo español: cir .. en este sentido, mi libro La tanto para la teoría estatal dd fascismo italiano (tema de este
filosofía social del krausismo espaíiol, Madrid. Ed. Cuadernos para el
Diálogo. 1973. Corrado GIN! insistirá. en cambio. ya en nuestro siglo. apartado) como para el de la organización política del nacional-
en que el organicismo constituye precísamentc «la base científica del socialismo alemán (tema del apartado próximo).
fascismo»: cfr .. sobre ello. Adolfo POSADA, Hacía un nuevo Derecho En efecto, el artículo primero· de la «Carta del Lavoro».
polit1co. Madrid, Ed. Páez, 1931, págs. 104 y sígs. documento fundamentaí · deí Estado corporativo fascisia, decía
"' WORMS, ob. cit., pág. 32.
" Enrique TIERNO GALVÁN, Tradición v modernismo Madrid Ed Tec-
así: «La nación italiana es un organismo que tiene unos fines,
nos, 1962, pág. 81. Para un análisis de ideas en el
véase Manuel TuÑÓN DE LARA, La Espa1ia del siglo XIX (1808-1914), GUREN, Moral y Sociedad. La moral social espatiola en el siglo XIX, Ma·
Paris, Ed. Club del Libro Español. 1961 (2: ed., 1968), y J. dríd, Ed. Cuadernos para el Diálogo, 1965.

58 59
q,'
ocurre en el fascismo -afirma Panunzio- en el Estado-nación».
una vida y unos medios de acción superiores en potencia y du-
y...-conduye así, fijando su posición ideológica: «Ni el Estado-
ración a los de los diferentes individuos y grupos de individuos
pueblo (Revolución francesa) ni el Estado-clase (Revolución rusa),
que lo componen. Es una unidad moral, política y económica
sino el Estado-sociedad o, mejor aún, el Estado-nación.» La
que se realiza íntegramente en el Estado fascista.» Como base
nación se considera, pues, como un «plus-valor con respecto al
de esta concepción aparece, pues, la idea de la nación y el Es-
pueblo, en cuanto que nación --escribe Panunzio- no es cual-
do (aquélla realizándose olenamente en éste. o sea. Estado na-
quier pueblo, sino sólo el puebio poseedor de una personal his-
cional o nacionalista) organismos transpersonalistas.
toria real». La nación será así una <<Unidad moral», un auténtico
Dicha teoría organicista de la nación se adopta en el fascis-
organismo ético y espiritual.
mo italiano como pretensión de superación del concepto de pue-
En la filosofía política y jurídica italiana anterior al fascis-
blo usado por el liberalismo individualista. Escribe en este
mo había base suficiente para esa idea del Estado como orga-
sentido Panunzio, interpretando al modo fascista el liberalismo
nismo ético que después recogería y haría suya dicha teoría
y el marxismo: «Bien diverso del puro concepto jurídico es el
fascista. Quizá el precedente más importante, en derivación de
concepto histórico y orgánico de pueblo como persona ideal y
la derecha hegeliana, lo constituya la obra de Adolfo Ravá pu-
como nación. Hegel, en su Filosofía del Derecho, reacciona con-
blicada en 1914 33 • Dice allí Ravá, refiriéndose al Estado: «El
tra el concepto abstracto y jurídico de pueblo y coloca en su
concepto a que hemos llegado es el de un organismo que no es
puesto el concepto de sociedad civil. Al Estado-pueblo, dice,
ya simple asociación para la coexistencia jurídica, sino que tie-
sucede así el Estado-sociedad. Pero el Estado hegeliano perma-
ne fines éticos propios y del cual los individuos no son más
nece corno una concepción puramente teórica edificada en el
que miembros.»
aire. La realidad histórica, totalmente dominada por la idea eco-
Y continúa, oponiéndose a la concepción liberal del Estado:
nómica del capitalismo, se movía en otras bien diversas direc-
«La doctrina de la naturaleza puramente jurídica del Estado es
ciones» 32 •
un singular error que ha sido gran mérito de Hegel haber su-
Precisamente en esta coyuntura, Marx -continúa Panun-
perado.» Sobre esta base afirma Ravá la superioridad del Esta-
zio-, «para ir contra el concepto de pueblo que tiene el Estado
do ético sobre el Estado de Derecho: «El Estado -dice- no
liberal, torna en sus manos el concepto de sociedad civil de
es la asociación de hombres para la coexistencia y para Ja tutela
Hegel y. haciendo taóula rasa de la superestructura ética y polí-
de los derechos de cada uno»; «el Estado es, en su esencia y
tica del Estado, reduce, empobrece y resuelve el concepto de
en sus caracteres fundamentales, no un ente jurídico, sino un
sociedad civil de Hegel en el simple concepto de clase. Tene-
ente ético». Así, pues, concluye, el Estado «posee un valor por
rnos así tres conceptos, escribe: el pueblo, la sociedad y la
sí, un valor de fin y no de medio, un valor ético y moral».
clase, y tres correspondientes tipos de Estados: el Estado-pueblo,
¿Hasta qué punto la afirmación del Estado ético suponía en
el Estado-sociedad y el Estado-clase. No estarnos todavía, como
Ravá una negación del Estado de Derecho? Es decir, ¿hasta qué
" Sergio PANUNZIO, Teoria genera/e dello Sta/o fascista, Padua, 2.' ed ..
punto su Estado corno organismo ético significaba un claro pre-
1939, págs. 20 y sigs. Cfr. esta tesis con la expuesta en aquellos años cedente del Estado fascista? Es preciso hacer constar que en
por Marce! PRELOT en «Les príncipes du gouvernement fasciste» en 1950, en la nueva edición de su obra, ha negado aquél toda
Archives de Phil_osophie du Droit, 1934, y en L'Empire fasciste;' /es conexión entre su tesis del Estado ético y el sistema totalitario
et les ínstitutions de la die/ature et du corporalisme italiens, fascista. Escribe en este sentido: «La guerra de 1914-18, recia-
Pans, S1rey, 1936. Puede verse también en la bibliografía francesa de la
los A;clzives de Philosophie du Droit et de Sociologie iuridique,
1938, numero dedicado al análisis del corporativismo; JJ Adolfo RAYA, Diritto e Stato ne/la morale idealistica. Vol. rI: Lo
alh,' traba!os, en especial los de Louis R. FRANK, Le corpo- Stato come organismo etico (1914); citamos por la edición de 1950, Pa-
rat1sme ztalien; Maunce BouYIER·AlAM, Le corporatisme en France, y dua, págs. 99 y 125.
Alphonse JOFFRE, Le corporatisme portugaís.

61
60
mando fuertemente en todos los pueblos el sentido de la soli- su obra de 1921 sobre el Estado de Derecho; escribe allí 36 : «Es
daridad estatal y nacional, ha provocado una nueva revaloriza- preciso diferenciar netamente los fines jurídicos de los fines no
ción del Estado, y en las formas extremas de falso nacionalismo, jurídicos y metajurídicos del Estado, es decir, el Estado de
puestas en boga en el sucesivo ventenio, ha renacido la doctrina Derecho del Estado. ético»; «entre nuestros más recientes auto-
del Estado ético, pretendiendo justificar el Estado totalitario, es res, Ravá en modo especial niega -dice Panunzio- que el Es-
decir, el Estado que es la negación de toda verdadera libertad tado sea un ente jurídico, afirmando que constituye, por el
y moralidad» 34 • contrario, un ente ético»; «nos adherimos --continúa Panun-
Es cierto que Ravá había escrito antes de la llegada del fas- zio- al pensamiento de Ravá cuando fija lo que nosotros con-
cismo que «la primera condición para que se pueda trabajar sideramos verdaderos y únicos deberes históricos y éticos del
positivamente en la realización de fines morales es que resulten Estado, que el Estado y sólo el Estado puede y debe realizar
garantizAdos los requisitos negativos de tal trabajo, es decir, que más allá del Derecho e incluso en ocasiones contra el Derecho».
la actividad moral de todos sea posible, lo cual implica la segu- El Estado ético se presenta así como algo superior al Dere-
ridad y la garantía del orden jurídico» 35 • Ahora bien, el proble- cho, algo que puede incluso actuar contra el Derecho. No
ma estribaría precisamente en analizar si esa exigencia jurídica obstante, como decíamos, se intenta todavía no desconocer ese
expresada por Ravá no resulta incompatible con su afirmación aspecto jurídico del Estado. Así escribe: «No se quiere negar
general relativa a la superioridad del Estado ético en cuanto la superioridad de la moral respecto al derecho, Ja superioridad
ente dotado de fines propios y autónomos. del Estado ético-pedagógico sobre el Estado de Derecho, pero,
No tengo, por supuesto, ningún interés en señalar a Ravá por otra parte, no se puede tampoco negar la naturaleza ética
como prefascista. Pero es verdad que· no basta con querer. o del derecho y del Estado» 37 •
creer, subjetivamente en esa compatibilidad: lo importante es Y añade Panunzio, adelantando expresamente las graves
analizar si objetivamente -es decir, con los elementos teóricos ccnsecuencias de semejante posición doctrinal, consecuencias
y políticos puestos en juego-- di:::ha compatibilidad era posible. que él mismo después no será capaz de evitar: «Constituye
En este sentido, es indudable que la tesis del Estado como orga- cuestión de grave importancia y del máximo relieve el ver si el
nismo ético propugnada por Ravá sirvió en verdad como ante- Estado, por hacer aquello que strictu iure no le corresponde
cedente del Estado fascista, y esto en cuanto que en el sistema hacer (la cultura, la historia), olvida o se incapacita para hacer
de aquél, el peso concedido al Estado ético significaba de hecho lo que strictu iure debe hacer y en rigor sólo debería hacer, o
una negación o, al menos, una ilegítima disminución del Estado sea, el derecho. El Estado surge por el derecho y no por otra
de Derecho. An1bos deseos de Ravá -primacía total del Esta- cosa.» «No está mal --concluye Panunzio- que el Estado ten-
do ético y suficiente respeto al Estado jurídico- venían a resul- ga objetivos culturales y en general no jurídicos ... ; lo que, en
tal realmente incompatibles en esa situación. cambio, sí está mal es que el Estado por hacer lo más no haga
Esta idea de ia incompatibilidad entre la tesis del Estado Jo menos, es decir, por la cooperación olvide la coexistencia,
ético y la de un auténtico Estado de Derecho se confirma explí- por el amor incumpla la justicia, por mirar al futuro se haga
citamente en la evolución del pensamiento de Panunzio. Acepta ciego para el presente, por la moral olvide el derecho, sin el
éste la idea del Estado ético desde sus primeras obras, anterio- cual. por otra parte, no puede existir tampoco ]a moral.»
res al triunfo del fascismo, pero insistiendo todavía, como Ravá, Se trata del mismo tipo de incoherencia que antes señalá-
en la necesidad de que ello no signifique un olvido de la ga- bamos en Ravá, observable en autores que previendo quizá ias
rantía del orden jurídico. Esta es la concepción que expresa en
" Sergio PANUNZIO, Lo Stato di diritto, Citta di Castello, 1921. pági-
" RAYA, ob. cit .. pág. 201, nota. nas 149 y 153.
;-
" RAVA. ob. cit., pág. 183. - " PANUNZIO, ob. cit. en la nota anterior, págs. 155 y 163.

62 63
posibles funestas consecuencias que, por otra parte, resultan el, Estado fascista, mientras desde el punto de vista jurí-
lógicamente ele su sistema, se esfuerzan por desear cosas incom- dico, sub specie iuris, es un Estado eminentemente jurídico, des-
patibles con él, a veces, no obstante, con indudable buena fe de el punto de vista no de la forma, sino del contenido, o sea,
personal. En este sentido cabe, creo, decir que en esa circuns- del fin de su actividad, supera el concepto y el tipo de Estado
tancia un auténtico Estado de Derecho no podía realmente exis- de Derecho y actúa en forma ejemplar el concepto y el tipo de
tir, afirmando al propio tiempo la total superioridad ciel llamado Estado ético o de cultura, que quizá sea mejor y más técnico
Estado ético. Ravá, al menos, protestará, atinque sea en 1950, llamar Estado político» .co.
contra la vinculación del Estado ético al Estado totalitario; Distingue, pues, Sergio Panunzio entre Estado jurídico y Es-
Panunzio, en cambio, en su evolución posterior llegará a ser tado de Derecho, calificando al Estado fascista corno Estado
uno de los teóricos del Estado fascista 38 • jurídico e identificando ineludible e interesadamente al Estado
En refer-encia directa al régimen de Mussolini, escribe, en de Derecho con los sistemas liberales e individualistas. Ahora
efecto, Panunzio: «El Estado fascista es, a la vez, un Estado bien, con este expediente -repetido hasta la saciedad en otras
político y jurídico.» «Digo Estado jurídico -advierte- y no ocasiones- no logra Panunzio ocultar, sin embargo, el carácter
Estado de Derecho, porque el Estado fascista, siendo por defi- totalitario del Estado fascista. En efecto, la noción de Estado
nición un Estado político, o sea, ético, no se reduce corno el jurídico, tal corno él la entiende, se limita a constatar que el
Estado de Derecho, que normal pero erróneamente --dice Pa- Estado actúa a través de un ordenamiento normativo, que posee
nunzio-- se confunde con el Estado jurídico, a la pura custodia un cuadro de normas jurídicas que utiliza para su funciona-
y garantía de los derechos privados de los ciudadanos, como miento. Este Estado jurídico no es, por tanto, sino una pura
hace el Estado individualista y liberal; el Estado fascista es, tautología: todo Estado es Estado jurídico; afirmarlo también
sobre todo, un Estado idealista, espiritualista y educativo» 39 • del Estado fascista no es decir nada nuevo.
Y continúa después, precisando más este concepto: «Sin duda En cambio, como hemos visto, la definición de Estado de
Derecho añade ya unos contenidos determinados y unas carac-
" Sobre esta cuestión del Estado de Derecho en la Italia fascista
terísticas específicas al concepto genérico de Estado, de Estado
puede verse: CosTAMAGNA, «Lo Stato corporativo quale Stato di diritto»,
en [{ diritto del lavara, 1928: BoDDA, Lo Sta/o di diritto. A proposito jurídico. Podemos así decir, aceptando momentáneamente la
di alcune recenti opiníoni, Milán, 1935. Felice BATTAGLIA se ha ocupado confusa y equívoca distinción hecha por Panunzio, que si bien
especialmente de este tema desde su filosofía idealista, neohegeliana; todo Estado es Estado jurídico, no todo Estado. es Estado de
cfr. los siguientes trabajos suyos publicados en la Rivista internazionale Derecho. Utilizando precisamente los términos en su recto sen-
di Filosofía del Diritto: «Dall'individuo allo Stato», XIII (1933), pagi-
na 301; «Sta to etico e Sta to di diritto». XVII ( 1937), pág. 237; «Lo tido, cabe entonces dar la razón a Panunzio cuando dice que el
Stato e la morale», XIX (1939). pág. 181; «Per la determinazione del Estado fascista es un Estado jurídico y político, o sea, ético,
concetto di Stato etico», XXIV (1947), pág. 213; «Ancora sullo 'Stato pero no un Estado de Derecho 41 •
di diritto'», XXV (1948), pág. 164. Frente a las ambigüedades de ciertos
sectores de la ciencia jurídica italiana en este tema, y frente a la entrega "' Cfr.. Paolo Alfredo Rocco e l'ideologia giurídica del fascis-
sin condiciones de otros al poder político durante el ventenio fascista. mo, Brescia, Morcelhana. 1953.
son de resaltar actitudes como la del profesor Renato TREVES, que en " En la .Rivísta Internazionale di Filoso/ ia del Diritto aparecieron
un trabajo publicado en 1938 dejaba claramente escrito cómo el Estado con frecuencia, durante el ventenio, escritos que trataban de determinar
de Derecho hace propiamente. referencia a «la organización del Estado la concepción· general del Derecho y de! Estado fascista. Entre otros,
moderno fundado sobre el principio del respeto de la personalidad, de ia pueden consultarse, pur oráen cronoiógico, ios siguientes: Cario COSTA-
representación, de Ja división de poderes, en una palabra -decia Tre- «Stato corporativo», VI (1926), pág. 414; Antonio CASULU, «La
vese-: del liberalismo y de la democracia» («El Estado de Derecho y liberta. Stato fascista,., VII (1927), ph. J05; Domenico RENDE,
las nuevas organizaciones estatales», en la revista Sustancia, Tucumán, «Lo della. fascista», VII (1927), pág. 319; Cario CuR-
1939). CIO, «Lmeament1 frlosofico-giuridici dell'ordinamento corporativo», VII
" PANUNZIO, Teoría generale dello Sta/o fascista, cit., págs. 64 y 66. (1927), pág. 335; Ugo REDANO, «Stato giuridico e Stato etico», VIII

64 65
5
Su interesada pretensión de cerrar absoluta e ineludiblemen-
te el concepto del Estado de Derecho dentro de Jos esquemas ; la vísión . de un Estado que subordina a sí otra cualquiera
individualistas decimonónicos, para, superados éstos, superar arma de v1da. Entre éstos -dice Ravá 42_ aoarece Genti·I
q ue ' de a cuerdo con su l'd eahsmo· • Jos t
actualista ' cr1't1'ca e,
también aquél, significa una incorrecta comprensión de las exi- d r . . res t.ipos
gencias a que en su fondo más radical responde la fórmula del e que ,Hegel impone al Estado ... , contraponiéndole
Estado de Derecho. Dichas exigencias se concretan, a través de una concepción segun la cual el Estado es único »
sus características propias que hemos analizado, en un método T.ambién admite esta vinculación de. la filosofía de
político-jurídico encaminado a lograr el respeto y la garantía Genttle ª. las tes1.s del fascismo, si bien señalando a su vez que
de los derechos fundamentales del hombre, y, paralelamente, la «la. doctnna fascista gentiliana no era en realidad más
más plena realización de las dimensiones de racionalidad y liber- del hegelianismo»'°. Como después veremos,
tad real y material en que debe basarse progresivamente la con- logia fascista, desde el punto de vista filosófico, se vincula fun-
vivencia humana. .ªl irracionalismo y sólo después, en segundo
Los capítulos dedicados en este libro al Estado social de lugar, a denvac10nes de procedencia hegeliana de derech
d , . as, que
Derecho y, sobre todo, al Estado democrático de Derecho inten- a ,emas recogen precisamente --como hemos dicho-- los pu t
tarán mostrar cómo los idearios individualistas no agotan ni mas perecederos e del pensamiento de Hegel. n os
pueden impedir la evolución del Estado de Derecho hacia con- E.n esta habrfa que situar, pues, Ja influencia de
tenidos más concordes con los tiempos actuales y, sobre todo, el fascismo y, en especial, sobre la doctrina de!
más coherentes con las exigencias de un proceso real de demo- stad?. que estamos exponiendo aquí; su filosofía social
cratización de la sociedad y del Estado. pohtica a c?ncretarse en una total oposición al Jibera-
Esa conceptualización del Estado ético llevada a cabo por al m.d1v1dualismo y al parlamentarismo. Escribe Genti-
la ideología fascista italiana encuentra, a la vez, fundamento y e · «Y quienes de la moralidad invocan la libertad
expresión indudables en Ja filosofía neohegeliana de, entre otros, reconocer al md1v1duo particular como sustancia indepen-
Giovanni Gentile. Más adelante aludiremos al problema general .1enle del so.cial..., no saben lo que dicen.» Para Gen-
de las tendencias reaccionarias que, para la legitimación histó- tile. la es inmanente al individuo y habla así de Ja
rica del totalitarismo, pretenden entroncar con Hegel. Analiza- sociedad m mtenore homine 45 para llegar a su teoría del Estado
remos allí los límites correctos de esta interpretación de la dere- «El querer coi;io querer .comun y universal es Estado. Par;
cha hegeliana que: cabe sin duda decir, recoge precisamente los e_ntenderle, segun su esencia, no hay que detenerse -di.ce G
tile 46_ . , . en-
puntos más superficiales y caducos del sistema hegeliano. en .ninguno de sus aspectos empmcos.»
En referencia ahora al concreto problema del fascismo ita- . aqu1 .deriva ?recisamente su crítica al liberalismo: «El
liano, es bien cierta Ja conexión ideológica de éste con la filo- tiene. ongenes históricos circunstanciales y contin-
sofía del Estado ético mantenida por el neohegeliano Gentile. g ntes ... , es decir, no es propiamente una doctrina f'J 'f'
del ho b 'd d 1 oso 1ca
Para Ravá, a quien nos hemos referido anteriormente, Hegel no m re const era o -como debe considerarlo siempre Ja
estaría incluido en esa exaltación totalitaria del Estado: «Fue-
ron sólo algunos tardíos continuadores de Hegel quienes llegaron ;; RAYA, ob. cil .. pág. XIV y nota.
Ed History 'o¡ Political Theory, Nueva York,
(1928), pág. 514; Cario CuRCJO, «Per la teoría generale dello Stato fas- · o t, fünehart anCl Yl'!Slon i937· 2 , ed .. _,, ""'
cista», X {1930), pág. 275; Arrigo Sou.11, «La giusticia nello Sta!o duccíón casi M"' .· FCE ' ' · " -'· cu., 1'7ul (Ira-
, .. c-XlCO, • l.' ed, 1945· 2' ed h ··h· . b l
rnglesa
fascista», XVI (1936), pág. 329: Giorgío DEL VEcc H 10, «L'autarchia
come principio dello Stato fascista», XVIII (1938), pág. 63 l; Giuseppe
. . ¿. 1963) ', cap · XXXV · paragrafo
. · ' · ·· a so re a tercera
sobre «Fascismo y hegelianismo>
GENTILE, Genesi e struttura della socíeta. Ed. Mondador;·
MARCHELLO, «Consideraz:ioni sul contributo della dott;.ina fascista alla 1946 . pags. 11y14. ·
filosofía giuridica contemporanca», XIX (1939). pág. 349. "-"" : GENTILE, ob. cit., págs. 16 y 32.
GENTH.E. ob. cit., págs. 57 y 61.
66
67
filosofía, escribe Gentile- sub specie aeterni, sino la solución e} fa!cj.smo lo y lo actúa, es un hecho espiritual y mo-
de un determinado problema histórico que hoy --concluye- ral» . El 'Estado fascista aparece, vemos, como Estado ético y,
aparece resuelto y superado.» Superado precisamente, cabe in- consecuentemente, como Estado totalitario.
ducir de la teoría de Gentile, por el Estado ético fascista: «La Son sus máximos dirigentes, así como sus propios teóricos,
libertad --escribe .f'I_ no es atributo del individuo abstracto, quienes con más insistencia reclaman ese carácter transpersona-
sino de aquello que es todo individuo en concreto, el pueblo»; lista y totalitario del Estado. Dice Mussolini: «El fascismo re-
«así, pues, libre es solamente el individuo en el Estado libre». chaza en la democracia la absurda mentira convencional del
La concepción de Gentile se articula, pues, en la siguiente cade- igualitarismo político»; «el fascismo puede ser definido CQmo
na de conclusiones: «El Estado es el mismo individuo en su una democracia organizada, centralizada, autoritaria»; «para el
universalidad»; «de este concepto de Estado deriva su inma- fascismo el Estado es un absoluto frente al cual individuos y
nente eticidad»; «en este sentido no hay otra posible vía de grupos son lo relativo. Individuos. y grupos son pensables sola-
salida que la teocracia»; «no cabe, pues, la menor duda de que mente en cuanto que estén en el Estado». Y continúa el Duce:
el querer del Estado es un querer divino» 48 • «el individuo en el Estado fascista no es anulado, sino más bien
Esta base filosófica viene, en efecto, adoptada por la doctri- multiplicado; el Estado fascista... limita las libertades inútiles
na fascista. Como ha escrito Sabine, «cuando Mussolini decidió o nocivas y conserva las libertades esenciales. Ahora bien --con-
que el fascismo necesitaba de una filosofía confió esa tarea a cluye aquél-, quien juzga sobre esta cuestión no puede ser el
Giovanni Gentile (. .. ). Gentile tenía a mano la teoría hegeliana individuo, sino solamente el Estado» 51 •
del Estado y, como no disponía de mucho tiempo, la utilizó. En el mismo sentido de Mussolini se manifiestan, claro está,
Mussolini tornó lo que le aportaba Gentile y, en consecuencia, los demás teóricos del Estado fascista. Escribe, por ejemplo,
la teoría del fascismo italiano se manifestó como teoría de la Sergio Panunzio en forma terminante 52 : «Un carácter del Esta-
supremacía del Estado, de su santidad y totalidad» 49 • Escribía do fascista ... , el que constituye su calificación más repetida y
en ese sentido Mussolini: «Queremos unificar la nación en el corriente, la más ornnicomprensiva, es su carácter totalitario;
Estado soberano que está sobre todos y puede estar contra to- el Estado fascista no puede ser, por definición -reconoce-,
dos, porque representa la continuidad moral de la nación en la sino totalitario y dictatorial.»
historia.» «Nuestra fórmula es ésta: todo en el Estado, nada A esto conduce realmente toda la retórica filosófica y espi-
fuera del Estado, nada contra el Estado.» «El Estado, así como ritualista del Estado ético fascista: a un Estado totalitario y dic-
tatorial donde los derechos y libertades humanas quedan prácti-
., GENTILE, ob. cít., págs. 66 y 67. c&mente anuladas y totalmente sometidas al arbitrio de un poder
" Cfr., en castellano, sobre Gentile: Luis LEGAZ Y LACAMBRA, «La
político omnipotente e incontrolado, en el cual toda participa-
filosofía jurídica de Giovanní Gentiie» (!941}, recogido en su libro Ho-
rizontes del pensamiento iurídico, Barcelona, Ed. Bosch, 1947; Manuel ción popular viene sistemáticamente negada en beneficio de la
JtMÉNEZ DE PARGA, «La teoría política de Giovanni Gentile>>, en el minoría que controla el poder político y económico. En defini-
Anuario de Filosofía del Derecho, vol. II (1954). págs. 133-179. También tiva, la fónnula del Estado ético se revela como la cobertura
la nota de A. James GREGOR «La filosofía política de Giovanni Genti- ideológica que el Estado totalitario fascista utiliza para Ja des-
le», en la Revista de Estudios Políticos, núm. 121, enero-febrero, 1962,
p;lgs. 83-98. En italiano, el nú_mero monográfico dedicado a Gentile por
trucción del Estado de Derecho 53 •
el Giornale di Meta/isica, Génova, año X, enero-febrero 1955: también,
Renato TREVES, «Giovanni Gentil e, il fascismo e !'idealismo fascista», en "' MussouNI. Spirito della Rivoluúo11e fascista, cit., pág. 370.
Rivista slorica italiana, 1961, págs. 826-831 (recogido en su libro Liberia ll MUSSO!.INI, ob. cit., págs. 397, 400 y 403.
politica e verita, Milán, Edizioni di Comunita, !962); entre las últimas " PANUNz10, Teoria generafe dello Stato Íascista, cit., págs. 64 y 70.
cosas aparecidas, cfr. asimismo la obra de A. Lo Se H IAYO La j ilosofia " Para una correcta visión de conjunto del ventenio fascista, cfr., en-
política di Giovanni Gentile, 1971. tre otras, las obras de Robert PARIS, liistoire du fascisme en ltalie, Pa-
" SABINE, op. cit., ed. en castellano de 1963, pág. 641. rís, Ed. F. Maspero, 1962, y de Ruggero ZANGRANDI, Il fungo viaggio

68 69
6. LA IDEA DE COMUNIDAD Y EL «FÜHRERSTAAT»
EN LA DOCTRINA DEL NAZISMO ALEMÁN una, el e.lemento transpersonalista de la absoluta primacía del
ot:a, i.rracionalismo propio de algunas posiciones
Paralelamente a la tesis del Estado ético referido al Estado romant1cas e h1stonc1stas: para éstas, Io racional se identifica
fascista italiano, la idea de Comunidad aparece en la filosofía con Io «artificioso» y lo histórico con lo natural. Se pospone el
política del nacional-socialismo alemán corno el elemento trans- de la razón en la historia y, como escribe Freyer 56, se
personalista sobre el que se levanta la estructura totalitaria del afmna. «lo que verdaderamente impulsa y sustenta el pro-
Führerstaat. ceso h1stonco no son las decisiones o ]as creaciones de los indi-
Una adecuada comprensión histórica de este comunitarismo viduos, sino las fuerzas del espíritu popular en su actuación
transpersonalista, que en sus antecedentes vendría a confluir constante y silenciosa».
con algunas de las posiciones del organicismo biológico y espiri- . ¿,Qué son silenciosas fuerzas del espíritu popular?
tual, antes mencionadas, exigiría tomar como punto de partida "Que es este espmtu popular? Otra vez el punto de partida se
el movimiento de oposición y reacción que surge en los prime- hasia la filosofía contrarrevolucionaria, hasta el movi-
ros decenios del XIX contra la Revolución francesa: principal- miento de la reacción que Bouthoul ha denominado reacción
mente la denominada filosofía de la contrarrevolución (de Bo- antihumanista y que en su formulación por Herder afirma «te-
nald, de Maistre, etc.} y, vinculado a ella, el pensamiento del ner cada nación una especie de alma que impone a sus miem-
romanticismo alemán (Adam Müllcr, F. Schlegel, Górres, etc.). bros una manera de pensar y de sentir sui generis incomunica-
Como ha escrito Freyer en referencia expresa a ellas, «las dos ble. Mientras para el humanismo --continúa Bouthoul ,,_ el
categorías fundamentales con las que se capta en estas teorías valor del individuo se apoya en sus cualidades personales, para
la realidad son las de organismo e historia» SI. Organicismo e la escuela de Herder este valor se liga únicamente al hecho de
historicismo constituyen el doble componente del movimiento ser parte de un organismo».
romántico que llegará después al irracionalismo y desde allí ya .Encontramos así en la escuela histórica y en el romanticismo
directamente a la ideología del totalitarismo reaccionario nazi 55 • de que las verdaderas unidades orgánicas del mundo
En esa cadena evolutiva habrá también, no obstante, importan- h1stonco son los pueblos, concebidos como organismos vivientes
tes transmutaciones en el paso de un eslabón a otro. en los. que se manifiesta, a través de Jo inconsciente, un «alma
«La tesis de que las realidades sociales son formas orgánicas colect1va», el «espíritu nacional o popular», el célebre Volks-
significa -continúa Freyer- que la comunidad nunca y en geist, conceptualizado así por vez primera por Hegel en su tesis
ningún caso puede construirse desde los individuos aislados, doc!o:aI de 1793. Las naciones, según todo esto, se entifican
siendo, al contrario, anterior lógicamente a los seres individua- orgamcamen.te Y aparecen dotadas de caracteres propios e inna-
les que la componen.» Y añade: «significa también que la vida que,. al igual_ que en los hombres individuales, sirven para
social no puede modificarse o conformarse en forma consciente diferenciar esencialmente a unas de otras 38 •
y artificiosa, de acuerdo con teorías racionales, sino que hunde
" FREYER. ob. cit., pág. 47.
sus raíces en lo inconsciente y crece en forma natural». Dos
" Gaston Bouni OUL, Histoire de la Sociologie, París, PUF, 1956.
características parecen, según esto, coincidir en ese organicismo: pág. 43.
"U na acer td ..
a a critica a algunas derivaciones de ese tipo de doctri-
attraverso il fascismo. Milán, Feltrinelli-Editore (Universale Economica¡, se encuentra en el trabajo de José Antonio MARAVALL «Sobre el
1963. mito _de caracteres nacionales», publicado en Revista de Occide 11 te
" Hans fREYER, Introducción a la Sociología, trad. cast., 3.' ed .. Ma- Madrid, num. 3 (2.' época, año I), junio de 1963. Es un mito que, cntrd
drid. 1951, pág. 45. o_tr.as cosas.' ha _f unc10nado con frecuencia para excluir (corno antiame-
" ) acques DROZ, Le roma11lisme poli tique en A/lemagne, París, ncano, antiespanol, etc.) a quien no partícipe plena e incondicionalmente
Ed. Armand Colin, 1963. de, .esos. supuestos . caracteres nacionales, valores y esi:ncia de Ja raza
aroltranamente definidos e impuestos de modo dogmático y exclusívísta:
70
71
sc'"!!:f t) vendrá precisamente a designar en la doctrina alemana
«En el terreno de la teoría orgánica del Estado es Schelling
esa, idd de la nación como organismo biológico (raza, sangre,
-dice Freyer- la figura predominante ... ; designa al Estado
etcetera) y corno organismo espiritual del correspondiente Volks-
como el panorganismo vivo dentro del cual adquieren realidad
geist., La en cuanto comunidad orgánico-espiritual, resul-
las fuerzas aisladas y los seres individuales.» Continuando esta
ta as1 como una entidad mística, casi religiosa, en la
línea, «los pensadores románticos elaboran un concepto metafí-
que pr:don:man los factores y elementos inexpresables, inefa-
sico del pueblo y del espíritu popular, cuyo sentido fiiosófico
bles, rn1stenosos, inconscientes y ancestrales sobre los analíticos
establece Fichte en sus Discursos a la nación alemana y da for-
conscientes, empíricos y racionales. Con estas características
ma definitiva Hegel, sirviéndose de él toda la Escuela histórica.
situamos _Yª en el ámbito del irracionalismo político
Los espíritus populares -añade Freyer- aparecen como la re-
y de. la filosofia del mito, que, como veremos, serán notas pre-
serva inagotable de productividad, como la fuerza histórica de
dommantes :n el Führerstaat del nacional-socialismo alemán y
la que se alimenta toda creación individual». Los pueblos se
en su doctrma del poder, mítica e irracionalmente exaltado
muestran así como organismos biológicos y espirituales.
y justificado.
El Estado, por su parte, creado sobre el concepto de la unidad-
La idea de comunidad aparece, pues, como eje de toda la
nación, se constituye como estructuración de ese organism9
59 construcción social y estatal. Sergio Panunzio, recuérdese refi-
biológico-espiritual (teoría organicista del Estado) •
riéndose al Estado fascista italiano, partía del por él den;mina-
El término Comunidad nacional o popular (Volksgemein-
do Estado-sociedad de Hegel, enfrentándole tanto al Estado-
"' Sobre el tema organicista-estatal en la bibliografía alemana. por
pueblo liberal como, en su terminología, al Estado-clase marxis-
orden cronológico: Th. VAN KRICKEN, Ober die sogenannte organische ta, para llegar en seguida al Estado-nación, entendida ésta como
Staatstheorie, Leipzig, 1873; H. DENIS, «Die Physiokratische Schule und organismo ético y el Estado como Estado ético_ Paralelamente
die erste Darstellung der Wirtschaftsgesellschaft als Organismus: Der b doctrina alemana intentará también, dentro de la
Kreislauf des Blutes und dcr Kreislauf der Güter», en Zeitschrift für
hegeliana, la superación de ese mismo Hegel, convirtiendo el
Volkswirtschaft, Soziafpolitik und Verwa/tung, 1879; O. HERTWIG, Die
Lehre vo11 Organismus un ihre Beziehung zur Sozialwissensc!zaft, Tena, Estado-sociedad de éste en un Estado-comunidad_
1899; E. Th. TOWNE, Die Auf /assung der Gesellschaft als Organísmus; Tal se propone, por ejemplo, Julius Binder 60 , uno de los
ihre Entwicklung und ihre Modi/ikationen, Halle, 1903; Erich KAUF- más destacados representantes, junto con Karl Larenz de la
MANN, ()ber den Begri/f des Organismus in der Staatslehre des 19 /alzr- filosofía neohegeliana alemana del período de Bin-
hundert, Heidelberg, 1908; Bredo MORGENSTIERNE, «Die staatliche Ge-
meinschaft als Organismus», en Archiv fiir Rechts- und Sozíalphifoso- der t.raza la evolución de la filosofía social y política alemana
plúe, vol. VI (1912-1913), págs. 259, 443 y 595; G. BussE, Die Lehre de F1chte a Schelling y Hegel. Para Fichte, escribe Binder, «el
vom Staat als Organismus: Kritische Untersuchungen zur Staalsphi/oso- Esta?o es algo artificial. creado intencionalmente, un simple
phie Adam Müllers, Berlín. 1928; Helmut Se H OECK, «Zur organo- medio para alcanzar los fines de la humanidad». El Estado es
Jogischen Kultursoziologie im 19. Jahrhundert», en Archiv /ür Rechts und en él algo transeúnte, contingente, histórico; la sociedad, en
Sozialphilasoplzie, vol. XXXIX (1950-51), pág. 386. Entre la bibliografía
anglosajona, cfr. F. W. CoKER, «Ürganísmic Theories of the State: Ni- cambio, es el ser superestatal y permanente. «El Estado vale
neteenth Century Interpretations of the Sta te as an Organism», en c?mo medio, I_a. :ociedad como fin, como objetivo autónomo y
Studies in History, Economícs and Public Law, vol. XXXVIII, núm. 2, fmal.» La pos1c10n de Fichte representa, por tanto, según Bin-
Columbia University, 1910; Ross J. S. HoFFMANN, T!ze Organic State.
An Historical view of contemporary politics, Nueva York, Sheed and
'° De fulius B!NDER interesan fundamentalmente para este tema del
Ward, 1939; Frank E.· MANUEL, «From Equaiily to Organicism», en
las, siguientes obras: Recht und Ma-cht als Grundlagen
fournal of tite Ideas, vol. XVII, 1 (1956), págs. 54-69. Traducido al cas-
der_ 1921; «Sta to e societa nella moderna filosofía
tellano puede consultarse el trabajo de Karl MANNHElM «La historia
poht1ca", ,en la R1v1st.a Internaziona/e di Filosofía del Diritto, año !V
del concepto del Estado como o.rganismo: un análisis sociológico». in-
(1924?· .. pags. 221 Y stgs.; Führeraus/ese in der Demokratie, 1929; Der
cluido en su libro Essays on Socío/ogy and Social Psycho/ogy, Londres,
autontate Staat, 1933; Der deutsche Vo/kstaat, 1934.
1953 (trad. c:ist., México, FCE, 1963, págs. 184-202).

73
72
ta y -.tnetafísica en que viene pensada por esta filosofía, la
der una síntesis de la concepción iluminista del Estado, en la aproxima sin duda al tipo de comunidad que sirve de funda-
cua'l éste no es sino algo accidental y contingente, con la con- mento al sistema político y jurídico del nazismo. Bin<ler, en este
cepción metafísica de la sociedad corno ente ético. sentido, escribía: «El individuo debe hacerse consciente de la
En Schelling, continúa Binder, la relación Estado y sociedad dependencia de su yo con respecto Estado, debe comprender
aparece configurada en modo distinto que en Fichte: Para que el Estado y el yo no son términos contrapuestos, sino que
ling, «el Estado no es sólo un medio, sino una propia el yo, siendo posible sólo en la comunidad, presupone también
de la razón objetiva que tiene su propio derecho Y su propio la comunidad del Estado; y entonces el Estado c!cja de ser un
valor y fin». La sociedad, en cambio, {<que se reíier.e instituto de coerción y se convierte en la realidad de la libertad.»
a la acción recíproca de los individuos, debe deducir su propio En dirección similar a Binder, Karl Larenz insiste en la con-
derecho de los fines de los individuos mismos.» cepción ética del Estado y en la superación del individualismo
Esta inversión de la relación Estado y sociedad llevada a por la afirmación de la comunidad como valor en sí. Esto signi-
cabo por Schelling viene continuada y elevada a sistema por fica, en definitiva, volver a aceptar la idea de la sustanciación
Hegel insertando los dos términos en planos de un de lo colectivo, la idea de la sustanciación de la comunidad.
mismo proceso dialéctico. Hay, en este sentido, en Hegel una Escribe Larenz, refiriéndose al concepto de libertad y comuni-
mayor concordancia con Schelling que con Fichte. Como .hace dad 62 : «En el centro de la ética y de la filosofía del Estado del
observar Binder, «resultaba ya imposible para Hegel segmr to- idealismo alemán está la elaboración de una idea de libertad
davía en esto a Fichte, que con su construcción del Estado más profunda que la proclamada por la Revolución francesa.
había quedado en gran parte prisionero del Y del Libertad quería decir, para los alemanes, cumplimiento del
individualismo, a pesar de haber hecho el --califica deber, y luego comunidad. De esta forma, dicho desenvolvi-
notable intento de captar la esencia orgánica del Estado, libe- miento culmina en una frase de Hegel..., según la cual la liber-
rándose así de sus vínculos con el individualismo. Resultaba tad suprema es la comunidad suprema.» ·
imposible para Hegel considerar el Estado como una formación Este concepto de comunidad, interpretado de manera muy
pasajera y la sociedad como portadora de valores eternos,». restrictiva para la libertad en el neohegelianismo alemán, se
este modo, Hegel, en la línea de Schelling, pero yendo mas alla intentará vincular después en el nazismo, acentuando los rasgos
que él, «eleva al Estado sobre la sociedad en la escala de lo irracionalistas, al otro concepto de caráck.r étnico y biológico
absoluto». que, apoyándose en orientaciones racistas, dieron Chamberlain,
Binder, sobre· estos supuestos, concreta su pensamiento afir- Rosemberg y los antropólogos oficiales del Fülzrerstaat hitleria-
mando que el Estado-sociedad de Hegel no todavía el v:r- no. Escribe Larenz concretando sus puntos de vista dentro de
dadero Estado, en cuanto que «el Estado -dice- no es socie- esa orientación: «En este sentido -dice-, el pueblo, el espí-
dad, sino algo más elevado, algo más que una simple unión de ritu del pueblo, es sustancia ... ; en cuanto unidad sustancial en
hombres en razón de sus recíprocas relaciones». «El Estado la colectividad o conjunto, el pueblo es comunidad, comunidad
-concluirá Binder- no es en su esencia sociedad, sino comu- cultural, comunidad histórica y política. Esta detenninación del
nidad» 61. Lo que se propugna no es, entonces, el Estado-socie- concepto de comunidad -añade- merece ser destacada, pues
dad como en Hegel, sino el superior Estado-comunidad.
La idea de comunidad es, en efecto, central en la concep- " Karl LARENZ, Rechts· und Staatsphilosoplzie der Gegemvart. Berlín,
ción neohegeliana alemana. La forma absoluta, transpersonalis- 1930, 2." ecl., 1935; trad. cast., La filosofía co11te111poránea del Derecho
y del Estado. Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1942, pág. 152.
Véanse también de LARENZ; Rechtsidee und Staatsgedanke, Berlín, 1930,
•1 Será útil confrontar en este punto la obra, ya clásica. de Ferdinand y Die Rechts· wul Staatsphilosophie des deutschen Idealismus (Staats-
ToNNIES Gcmeinschaf t und Gesel!sdwft. publicada en 1887 ·.4trad. castc· philosopluej, 1933.
llana, Comunidad y Sociedad, Buenos Aíres. Ed. Losada, 1947).
75
74
.o;=-.

por ella resulta esclarecido que ia comunidad nunca puede ser


recc.i.:-.1 o guía del pueblo, ayudado en esta misión por el partido
pensada simplemente a partir de la existencia del individuo.»
y "Utilizando como instrumento .,¡ r.omnlcío
Sobre esta b::::;;.;, Larenz llega a posiciones que realmenté: fae-
organizativo que es el Estado. · ·
ron utilizadas por la ideología nacfonal-sociatista. Sus ideas cen-
trales sor:. las de org3nisrrm'. e'.>píritu del pueblo y comunidad: Dos son los presupuestos de la Volksgemeinschaf t: la no-
«el concepto de realidad del idealismo objetivo está ción de «pueblo» (Volk) y la de «comunidad» (GemeinschaftJ.
--escribe- hacia el concepto de organismo.» El espíritu del El primero viene concebido en el nazismo ccmo una realidad
pueblo viene entendido como «sustancia concreta de una vida ética, bas11da eü pr.:nc!pios de carácier racista 64 • La idea de «co-
supraindividual, determinada a la vez como ley de vida y fuer- munidad» significa_ la entificación del pueblo, Ja sustanciación
za creadora de una raza, de un pueblo, de una comunidad con- del colectivo Volksgeist, !a existenciü de una total comunión
creta». La conceptualización del «pueblo» como verdadera uni- entre quienes de ese espíritu participan a través de su encama-
dad sustancial de carácter metafísico preparaba, en efecto, la ción e identificación coP.. el se;:- superior vivo y reai que es !a
necesidad de un Führerstaat. Escribe Larenz: «La fuerza crea- «comunitl,,d». El paso de ese «espíritu del pueblo» a la esfera
dora del pueblo, es decir, por consiguiente, el espíritu del pue- Jei poder político se realiza a través de la figura del Führer,
blo, se desarrolla primeramente ¿e tll>u • .:..u. ;11..;0nsciente, que es quien asume la dirección, la guía (Führung) del pueblo.
y a la par orgánica en la comunidad nacional y en sus ordena- El «espíritu del pueblo», que asegura la coordinación y uni-
ciones vitales y contenidos ideológicos concretos, pero luego dad de la «comunidad», encarna en los individuos a través, se
también, y en un sentido más estricto, bajo especie espiritual en dice, de la comunión existente entre éstos y el Todo. Pero ocu-
el acto creador de la persona directora.;> «Caudillaje -decía rre, continúa la doctrina nazi 65 , que no todos los individuos son
Larenz- es actuación personal en función de una sustancia penetrados en un mismo grado de intensidad por ese «espíritu
suprapersonal. Como hacer espiritual que expresa dicha sustan- del pueblo». Así, puede darse el caso de individuos o grupos
cia siempre y en sentido relevante, el caudillaje realiza el espí- (por ejemplo, los hebreos) que carezcan por completo de ese es-
ritu del pueblo y tiene en éste su fundamento al par que su fin.» píritu Y que, por consiguiente, en modo alguno serán considera-
En ideas de este tipo se ha inspirado, como veremos en se- dos miembros de la Volksgemeinschaft; al contrario, son enemi-
guida, el sistema político general del Führerstaat nacional-socia- gos del pueblo que hay que expulsar o eliminar. E igualmente
lista a través precisamente de los conceptos de «comunidad» se hará así con quienes disientan y se opongan a ese totalitaris-
{Volksgemeinschaft) y de «caudillo» (Führer). En este sentido. mo político y a esa mítica interpretación de la Volksgemein-
el mismo Larenz admite explícitamente dicha conexión: «La schaft: se les considerará (una vez más) como antialemanes,
teoría del espíritu del pueblo rectamente comprendida conduce, traidores y enemigos del pueblo alemán, con un concepto de
pues, también, por lo que respecta al Derecho, a las formas re-
presentativas y a los conceptos que han sido puestos de relieve
.. Sobre las consecuencias e implicaciones teóricas del racismo ale-
por la ciencia jurídica alemana nacional-socialista, dándoles de mán, SAUER, «Recht. Rasse und Volksmoral. Eine Anregung",
esta suerte su fase filosófica» 63 • en Archiv /ur Rechts- und Sozialphilosophíe. XXVII[ (1934-1935), pági-
La idea de «comúnidad}} (Vo!ksgemeinschaft.J, «pueblo en na 154; G. STOFFEL. «La doctrine de l'E:tat raciste dans l'idéolr>gie
comunidad», es, pues, el elemento fundamental tanto de Ja con- nationaie-socialisíe». en A.-chi:Jcs de Phifosophie du Droít, 1936. pági-
nas 201-226. -
cepción doctrinal como de la organización política y jurídica del
.. ., Sobre el sentido de la función «espiritual» del Führer y su rela-
nazismo. La comunidad constituye teóricamente la fuente origi- c1on con el pueblo, pueden verse en los Archiv für Rechts und Sozial-
naria del Derecho, y en ella un Führer asegura la Führung, di- philosophie los. trabajos de Friedrich YON WIESSER, «Die Grundfragen
der gesellschafthchen Verfassung: Führer und Masse», XVII (1923-i324),
oi LARENZ, ob. cit .• págs. 161, 188, 190 y 191. pág. 474, Y de Car! August EMGE, «Ideen zur einer Philosophie des
Führertums». XXIX (1935-1936), pág. 175.

77
Las consecuencias en la ciencia jurídica son sumamente im-
«alemanidad» definido y mantenido por la fuerza por los ideó- portantes: el Fiihrerstaat se constituye como Estado totalitario,
logos y grandes jerarcas del Führerstaat. y por regla general se prescinde coherentemente de la expresión
Pero entre los miembros por raza de la «comunidad» lo nor- Estado de Derecho. Tal es la postura impuesta por Hohn, si
mal es que la mayoría encarne ese «espíritu» en niveles situados bien todavía autores como Kollreutter y Merk, por ejemplo,
en la zona media e inferior de una hipotética pirámide, cuya piensen en la posibilidad de adoptar las fórmulas clásicas para
zona alta está ocupada por un reducido número de individuos la nueva realidad nacional-socialista i;;. La fuente originaria del
en quienes el grado de intensidad de es superi_or al Derecho, según esta doctrina del nazismo, se encuentra en el
normal. El Führer es, por supuesto, la cima ultima de esa Jerar- «espíritu popular». Al Führer, en cuanto que encarna perfecta-
quía, la cumbre de esa penetración espiritual: él encarna el.. «es- mente ese espíritu comunitario, corresponde, por tanto, formular
píritu del pueblo» en grado único y preeminente. En el Fuh:er y promulgar el Derecho que sea conforme al «espíritu del pue-
se identifican y confunden su espíritu individual y el espíntu blo en comunidad».
popular: su voluntad coincide con la voluntad del pueblo. Gra-
Existe realmente una cierta relación entre esta tesis y la de
cias a ello, su superior moralidad, concluye la tesis nazi, le hace
la Escuela histórica de Savigny, que frente al racionalismo con-
siempre capaz de querer y actuar aquello que le dicta su con-
sidera también ser el Derecho algo histórico, producto del espí-
ciencia comunitaria y que va siempre forzosamente dirigido al
ritu del pueblo. Ahora bien: las divergencias entre ambas son
bien de la comunidad. profundas: mientras que para Savigny el Derecho se manifesta-
El Führer ejerce, pues, el poder político de la comunidad ría primariamente en Ja costumbre, muy manipulada de todos
y lo hace bajo la forma de Führung, que es guía o conducción. modos por los juristas, para el nacional-socialismo el espíritu se
La Führung, se dice, no puede existir más que si el pueblo apa- encarna directamente en el Führer, siend•'. por tanto, su volun-
rece constituido en comunidad, y viceversa: el hecho de que el tad el verdadero origen, fuente y fundamento del Derecho. Fren-
pueblo esté constituido así reclama necesariamente el te al nomrntivismo y formalismo liberal se alza este extremismo
del poder bajo la forma de Führung. Este poder se caractenza
por su naturaleza personal, originaria, autónoma y autoritaria 66 •
El Führer, para la realización de su función, se sirve de dos prin-
chologie, 2, 1961, págs. 75-84; \Volfgang J. MüMMSEN. «Zum Begriff dcr
cipales instrumentos: el partido y el Estado, ambos en íntima 'plebiszitliren Führendemokratie' bei Max Weber», en K.ülner Zcitschri/t
vinculación a través sobre todo de un tipo de unión personal für Soziologie und Sozialpsycho/ogie, 2, !963; Ernst NoLTE, «Ivlax Weber
que se da entre los altos puestos del Estado y del partido. El vor dem Faschismus>>, en Der Staat, tomo 2, cuaderno !, Beriín, 1963;
Estado se configura, por tanto, como Führerstaat, y la figura del K. L. RATNAM. «Charisma and Political Leadership». en Política/ Stu-
dies, 12 (1964), págs. 341-354; Johannes WJNCKELMANN, Legitimitiit w1d
Führer viene así concebida en cuanto cúspide y centro de todo Legalitiit in Max Webers Herrschaftsso::iologie, Tubinga, Mohr, 1952. En
el sistema corno dotada de un carácter auténticamente caris- castellano confrontar el artículo de Alfredo GALLEGO ANABITARTE. «Po-
mático 67 • lémica sobre la figura y obra de Max Weber», en la Revista de Estudios
Políticos, núm. 138, Madrid, 1964, y el libro de Pcter MAYER, Max
Weber y la política alemana, Madrid, Instituto de Estudios Políticos,
1966.
"' Ruger v0i,;NARD, Le Drot! el l'f.tat dans la doctrine Natio11ale-
"' Para la crítica del Estado liberal de Derecho y sus posibilidades de
Socia/iste, París. 1936 (trad. cast., Barcelona, Ed. Bosch. 1950). compatibilidad ... on el Führerstaat, véase en muy díierentes

1
Sobre la legitimidad carismática y Jos problemas de su compren- Herman HELLER, Rechtsstaat oder Dik1at11r?, 1930; Ouo K6LLREUTER,
sión dentro de la sociología de Max Weber. cfr. C. J. FRIEDRICH, «Poli- Dcr 11atio11a/e Rechtsstaat. Zum \Varzdel der deutschen Staa/sídec, 1932;
tical Lea<lership and thc Problem of the Carismatíc Power». en Fhc í uur- DARMSTAEDTER. Recl!lsstaat oder Machtsstaat, 1932; G. KRAUSS y SCH·
nal o/ Politics, Universidad de Florida, vol. 23, núm. l, febrero 1961.' WEININCH EN, Disputatioll über den Rechtsstaat, Hamburgo, 1935 (con
págs. 3-24; Karl LOEWENSTEJN, «Max Weber als · Arth,ert,;. des. prólogo y epílogo de Car! Schmitt).
taren fühn:rstaat», en Kólrier Zeitsci1rif1 für Soziolog1c und Sozwlpsy-

.,,, 79

. . ....:
antinormativista y voluntarista abierto a toda arbitrariedad e in- del Führer frente a los individuos, sino solamente frente a la
justicia: frente al normativismo, el decisionismo 69 • Derecho será «comunidad popular». Y quien puede actuar en nombre de la
así pura y absolutamente la voluntad del Führer 70 • comunidad para exigir responsabilidades al Führer no puede
¿Cuáles son las garantías de que el Fiilzrer ejercerá realmente ser ningún órgano del Estado (como ocurre en el Estado de
su Fühnmg de acuerdo con el «espíritu de la comunidad»? La Derecho), sino solamente otro Führer, llamado por el «espíritu
Führung no es susceptible de ningún tipo de control institucio- del pueblo» a realizar la justicia incumplida.
nalizado porque, se dice, resultaría contrario a la autonomía, El Estado nacional-socialista alemán, al igual que el Estado
que es característica del poder personal del Fiihrer. Entonces la fascista italiano y que otras manifestaciones totalitarias a ellos
doctrina nacional-socialista afirma con perfecta seriedad que las asimilables, aparece, pues, como la antítesis del Estado de Dere-
garantías son inherentes a la persona misma del Führer, a su cho: las características que, según veíamos en el capítulo pri-
alta capacidad y a su elevada moralidad, tesis ciertamente lógica mero, definen al Estado de Derecho están totalmente ausentes
y coherente si realmente se cree en esa encarnación mística del en los Estados fascistas.
«espíritu del pueblo» en el Führer. De todas formas, se admite
Quizá sea importante hacer observar que, por supuesto, estas
la posibilidad extrema de que si éste no cumple sus deberes
concepciones totalitarias no manifiestan nunca explícitamente
y obligaciones sea reemplazado por la fuerza por otro Führer.
esa intención de total sometimiento del individuo a los intereses
En consonancia con esto se afirma que no existe responsabilidad
económicos que están detrás del Estado. Lo que hacen es inten-
tar enmascarar esa real negación del hombre con formulaciones
09 Cfr. sobre el decisionismo y en general sobre la obra de Car! teóricas -ideológicas-, que, al contrario, muy frecuentemente
Schmitt entre la numerosa bibliografía existente: K. W1U<, «La doctrine se presentan como pretendiendo revalorizar al individuo a través
politique du national-socialisme; Car! Schmitt. Exposé et critique de ses precisamente de su vinculación y dependencia absoluta con res-
idées», en Archives de Phí/osophie du Droít, 1934, págs. 169-196; Felice
BATTAGLIA, «Stato, politica e diritto secando Cario Schmitt», en Rivista pecto del Estado. En estas páginas hemos intentado poner de
lnternaziona/e di Filosofía del Diritto, XVI (1936). pág. 419; más moder- manifiesto el sentido de dicha ocultación totalitaria. En efecto,
namente H. HoFMANN, Legitimitiit gegen Legalitiit: Der Weg der poíi- una afirmación tajante y clara de que lo que se pretende es la
tischen Philosophie Car/ Schmitts, Neuwied und Berlín. Luchterhand Ver- sujeción y el sometimiento total del individuo al Estado o al
lag, 1964. En España sobre todo Francisco Javier CONDE, fotroducc'.ón
al/Derecho Político actual, Madrid, 1942 (reimpresión en 1953), especial-
grupo que lo monopoliza no podría ser mantenida en la práctica
mente págs. 166 y sigs. Desde un punto de vista diferente, Alfredo GA- más que con el total imperio del terror organizado, posición a la
LLEGO ANABITARTE, «Sobre el Comentario constitucional. Prolegómenos larga incómoda también para los mismos detentadores del poder.
metodológicos al Derecho estatal», separata ampliada de Revista de Es- El ideal es hacer innecesario el terror sustituyéndolo por el
tudios Políticos, núm. 12 \, especialmente págs. 15 a 30; su propósito es
la necesaria y justa reivindicación de Weimar. de sus métodos jurídicos, engaño. Este ideal no pudo llegar a realizarse en los Estados
frente a las abstractas actitudes, metajurídicas de la dcnomindda «nueva totalitarios fascistas, pero es cierto que se intentó al menos en
doctrina». Cfr. asimismo f. M. BENÍTEZ DE LuGo, «Car! Schmitt y el es- un cierto grado. El terror institucionalizado y sin institucionali-
tado de excepción», en Cuadernos para el Diálogo, núm. 68, Madrid. zar ocupó el puesto predominante. El segundo puesto
mayo 1969.
10 Sobre el Derecho en la doctrina del Führerstaat, veánsc en los Ar- dió al engaño ideológico. En este sentido es en el que puede
chiv für Rechts- und Sozialphilosophie, los trabajos <le Wilhclm SAUER, decirse que las concepciones doctrinales aquí examinadas han
«Recht und Volksmoral im Führerstaat», XXVI! (1934-1935), pág. 230; cumplido obietivamente esa función enmascaradora del totalita-
Erik WoLF, «Das Rechtsideal des nationalsozialistischcn Staats», XXVIII rismo y de la violencia independientemente de los diferentes ni-
(1934-1935), pág. 348; G. D. DASKALAKIS. «Der totale Staat als Moment
des Staates», XXXI (1937-1938), pág. 194. Además el libro de Reinhard
veles de buena fe psicológica que subjetivamente podrían en oca-
HoHN, Rechtsgemeinscha/t und Vollcsgemeinsclia/t, Hamburgo, Hanseatis- siones alegarse. Las ideas, hay que repetirlo (aunque evitando al
che Verlagsanstalt, 1935. propio tiempo todo desorbitado objetivismo mecanicista), poseen

80 8!
(.,
una dialéctica interna, una coherencia necesaria en resulta- III
dos y conclusi<:mes, y el intelectual para su responsab1hdad so-
71
cial ha de ser bien consciente de ello • ESTADO SOCIAL DE DERECHO

7. DEL ESTADO LIBERAL DE DERECHO


AL ESTADO SOCIAL DE DERECHO

Descartada la solución totalitaria fascista, que en definitiva


no hace sino reunir todos los males de fondo del liberalismo
(por ejemplo. la explotación capitalista) sin poseer ninguna de
sus ventajas (por ejemplo, la pretensión persona lista), los siste-
mas democrático-liberales occidentales han intentado evolucionar
desde sí mismos, pero con presión y estímulo exterior, a fin de
adaptar sus estructuras políticas y jurídicas a las nuevas necesi-
dades del desarrollo técnico, social y económico demandado en
estos ·últimos decenios.
Dicha evolución viene marcada, se dice, por el paso del Es-
tado liberal de Derecho al Estado social de Derecho, concibién-
dose éste como fónnula que, a través de una revisión y reajuste
11 Otras ublicaciones sobre e! tema general este capítulo serían. del sistema, evite los defectos del Estado abstencionista liberal,
· ¡ .p F a cis L. CARSTEN, The Ríse oj Fasc1sm, Londres,
por eiemp o. r nB l ·i:·d 1971)· Robert PARIS, les origines y sobre todo del individualismo que le servía de base, postulan-
l967 (trad. cast., arce ona, · • • Ed p do planteamientos de carácter «social» que, por otra parte, que-
· Pari"s Ed flarnmarion ' . (trad. cast.,
1968 Barcelona. · .. . en·
d u tasc1sme, • · . · .
• 1 1969)- Nicos PouLANTZAS, Fasc1sme et d1ctature: la 111 den también perfectamente diferenciados de cualquier otro siste-
msu a, • p . M 1970· Karl D1etnch BltA·
temationale /ace au ..
0
k' 1970· Peter Cor- ma cercano a los totalitarismos fascistas. El Estado social de
c HER The german D1ciators 11p, u eva or ' . '. ' F kf Derecho, «casi» es obvio advertirlo, continúa constituyéndose
. ' M . -TASC H Ko;pcrativism11s und Autor1tat1smus_.
nehus AA\hER .. Verlag 1971 · Ernst NoLTE, Die krise des 11or:ta1eil como auténtico Estado de Derecho. ¡
am M t enaum ' ' d
system; und die ¡aschistischen Bewegu11ge11 (tra · cas ·· are d
t B elona Edi
M ; El profesor Lucas Verdú, uno de los primeros que entre
torial Península, 1971 ). Sobre este libro de Nolte, cfr. :a
rb r ,, pn ..¡ Bolet111 m9 ormat1vo
e . anude.
e
nosotros y con más acierto se han ocupado del tema, analiza los
PASTOR, «Fascismo versus i era ism 0 ' V V • 45· d 1 .. caracteres fundamentales de este tipo de Estado, que desde Wei-
ciencia política, núm. 8, Madrid, diciembre 197 l, pagsgi,_} -1 ' mar (1919) y pasando por la crisis económica de 1929 y el New
mo autor y en la misma revista: núm. ?• agosto de 1 1, clr. su p
Deal logra tras la Segunda Guerra Mundial imponerse como vi·
torio bibliográfico sobre el fasc1snw. pags. 171-186.

82 83
,1·
de la expansión y el desarrollo econom1co como de la acc10n
gente en gran parte de los países ejé'Cuthra y administrativa de los órganos de gobierno. La cultu-
Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, etc.: «El ra de masas, la planificación incluso capitalista, la sociedad de
sozialer Rechtsstaat -escribe Lucas Verdú- se presenta, .por consumo, el constante progreso de la técnica, etc., son hechos
tanto, en medio del Estado liberal de Derecho Y del Nicht- y problemas que no parecen encontrar suficiente solución a tra-
Rechtsstaat totalitario» •
12
• • vés de los instrumentos y procedimientos típicos del Estado
El calificativo social quiere ahí hacer referencia, se dice, a .la liberal.
corrección del individualismo clásico liberal a través de En concreto, son dos los puntos del liberalismo que precisan
mación de los llamados derechos sociales y de una reahza.c1ón someterse a una mayor crítica y revisión: el individualismo y 'el
de objetivos de justicia social: «Al lado de los derechos. de liber- abstencionismo estatal. Frente a ello, lo que se propugna en el
tad -dice Lucas Verdú- aparecen, como en We1mar, los Estado social de Derecho es un Estado decididamente interven-
derechos sociales». y paralelamente actúa como meta la consecu- cionista, un Estado activo, un Estado, se repite, dotado de un
ción de un bienestar social que configura precisamente al Esta- <(ejecutivo fuerte». Esta primacía del ejecutivo dará lugar en
do social de Derecho como W elfare State y como Estado mate- seguida a una cierta crítica del parlamentarismo 74 (insistir en
rial de Derecho frente al carácter meramente formal, que no la ineficacia del Parlamento es habitual en esta concepción),
muy fundadamente, se atribuye a la fórmula institu,cional del y también a una crítica de la función de los partidos políticos y
liberalismo. «Se puede concluir -señala Lucas Verdu- que de otras instituciones consideradas básicas en el sistema liberal.
sozialer Rechtsstaat es una feliz expresión que designa una reali- Puede decirse que las mejores de estas críticas y autocríticas han
dad ya mentada anteriormente cuando la de l.os contribuido muy poderosamente al perfeccionamiento de la de-
derechos suciales a las constituciones europeas. Tratase mocracia en nuestro tiempo.
tento loable de convertir en Derecho positivo viejas Pero en modo alguno cabría, en efecto, confundir y equipa-
nes sociales, elevadas a la categoría de principios rar esas y otras críticas con las que, como hemos visto, se ha-
les protegidos por las garantías del Estado de Derecho» . . . . cían al liberalismo desde Jos totalitarismos fascistas y sistemas
En definitiva, lo que se viene a poner ahora en tela de JUICIO semejantes. El Estado social de Derecho está, como un paso
es la eficacia del liberalismo clásico como sistema capaz de re- más, aunque de cierto alcance, en la línea del Estado liberal de
solver los difíciles y complejos problemas que en el marco de Derecho. A pesar de sus variantes, continúa reuniendo las ca-
una moderna sociedad industrial se plantean tanto con respecto racterísticas y exigencias que anteriormente (1, 3) hemos defini-
do como propias de todo Estado de Derecho: imperio de la ley,
n Pablo LUCAS VERDÚ, Estado liberal de Derecho y Estado social de
formalizada como tal en un órgano popular representativo, se-
Derecho, cit., pág. 68. ·• ¡ D paración y distribución de poderes, legalidad de la Administra-
n LucAS VERDÚ, ob. cit., pág. 70. Cfr. tambíén su a e-
recho político: las transformaciones sociales del Derecho pol1;1co actual, ción y garantía de los derechos y libertades fundamentales 75 •
Barcelona, Studia Albornociana, 1958. especialmente el
«El Estado social de Derecho como estructura de la c?nv1venc'.a
occidental»; Ja obra incluye una abundante y b1bhog:afia " Sobre este tema es de interés el número monográfico de Tite Poiiti-
sobre el tema del Estado de Derecho. Con postenondad a cal Ouarterly. «The Decline of Parliarnent», vol. 34, núm. 3, julio-sep-
véanse también del profesor LucAs VERDÚ los trabajos «Conslltucwn, tiembre 1963.
Administracíón y Pianííicación: tres princ}pio.s de la " Sobre el sentido actual del Estado de Derecho en esta orientación,
convivencia política occidental», en Estudws ¡ur1d1co-socrales en cfr. el trabajo preparado por la COMISIÓN !NTERNACIOl'.'AL DE JURISTAS,
je a L. Legaz, tomo Il, Santiago de Compostela. 1960: ins- The Rule uf Law lll a free Soc1ety, Ginebra, 1959 (versión oficial en
tituciones y sistemas político-sociales eur. '!•COS», en el Boletm !nforma: 1- castellano, El imperio de la ley e11 las sociedades libres. Ginebra. J960).
vo del Seminario de Derecho Político ae la U111vers1d,ad. d.e Salamanca, También de la misma CoMJSlÓN, Aspectos dinámicos del imperio de la
ley en la época moderna, Ginebra. 1965.
nu'm . 28 , marzo 1963 · Asimismo su importante obra Prmc1p1os de crencra
política, 3 vols., Madrid, Ed. Tecnos, 1967-197 !.
85
84
Manteniendo estas exigencias, el «ejecutivo fuerte» del Esta- los medios configurar al Estado social de Derecho en una no-
do social de Derecho queda perfectamente diferenciado del, di- ción tan abstracta, vaga e indefinida que permita ser aplicada
gamos, «ejecutivo absolutamente incontrolado» de :os. Estados a todas las circunstancias imaginables. Por todo ello, decíamos,
totalitarios 76 • El Estado social de Derecho es un autentico Esta- hay que dejar bien en claro que el calificativo «social» no sirve
do de Derecho. Situado en la vía hacia la democracia, puede, ni debe servir para hacer sin más de todo Estado un Estado de
no obstante, decirse que no se alcanza con él todavía la fase Derecho. El Estado social de Derecho, para merecer en rigor
evolutiva que hoy exige una sociedad realmente democrática. esta denominación, deberá responder a las exigencias que se han
El Estado de Derecho, al igual que la democracia, aparecen en considerado propias de todo Estado de Derecho.
esta concepción, como puede verse, no como esencias y con- El problema, veíamos, podía precisamente presentarse en
ceptos cerrados, sino como procesos siempre abiertos a posibles cuanto que alguno de esos mencionados presupuestos del Estado
y necesarios perfeccionamientos. de Derecho parecía encontrar hoy alguna dificultad de adapta-
A pesar de que pueda parecer obvio, conviene insistir en esa ción al tipo de institucionalización político-jurídica que se con-
idea en cuanto que últimamente se· advierte en algunos secto- sidera necesaria para dar cumplimiento a los objetivos econó-
res la tendencia a querer utilizar la expresión Estado social de mico-sociales, que corresponden sin duda en nuestro tiempo a los
Derecho para ser aplicada a Estados que en modo alguno reúnen Estados de países desarrollados o en vías de desarrollo. La situa-
esas características de los Estados de Derecho, sino que más ción de la Administración y del poder ejecutivo, configurándose
bien se aproximan al tipo del Estado. autoritario, y ello aunque como los órganos activos de la dirección tanto política COP10
se interesen por el bienestar social. Parece como si con el cali- económico-social del país, parecen venir así a suscitar algunas
ficativo «social» (y con otros términos similares como «sociali- dudas sobre la viabilidad actual de las exigencias del Estado de
zación», que previamente se vacían de todo contenido claro Derecho: dudas, en concreto, sobre el Parlamento como órgano
y concreto) pretendiera trivializarse aquí la expresión Estado más adecuado, con su composición tradicional, para el control
de Derecho, con la finalidad de poder calificar como tal a todos de la actividad legisladora, y en seguida, claro está, sobre el
los Estados aue al menos verbal y teóricamente proclamen «un principio de la separación de poderes y de la legalidad de la
cierto afán ;etórico por Jo social», con lo que hoy realmente Administración.
ningún Estado quedaría excluido de semejante denominación. El punto central de la polémica incide sobre el tipo de poder
Es, puede decirse, un hecho paralelo al de la ambigüedad y tri- que cabe atribuir a la Administración en esa función de incre-
vialización que interesadamente esos mismos sectores fomentan mentar el desarrollo económico-social con vistas a la consecu-
77
y pretenden crear hoy en torno al término «democracia» • ción de una sociedad del bienestar. Se está de acuerdo por lo
Se admite en esas concepciones autoritarias que el Estado general en admitir la necesidad de un «ejecutivo fuerte», nunca
liberal de Derecho era algo muy concreto y definido. En segui- de un «ejecutivo incontrolado». En este sentido se considera en
da se declara de buen grado superado, y se intenta por todos el Estado social de Derecho que el órgano estatal más adecuado
para llevar a cabo esta función inmediatamente directiva y de
" Para este punto concreto, cfr. mi artículo «Ejecutivo fuerte Y eje- control de la actividad económica y social no es el Parlamento
cutivo incontrolado», en Cuadernos para el Diálogo, núms. 35-36, Madrnl,
1966. En los todopoderosos Estados totalitarios el po-
clásico, demasiado lento y poco especializado, se dice, sino más
es en verdad incontroiado por ios úrgauos rcprcscnt:itivos bien, y aunque no exclusivamente, el poder ejecutivo, o sea, la
de caráctt:r popular y democrático, pero es períectamente controlado. Administración y sus técnicos; con la creciente importancia de
claro está, por tos grandes grupos capitalistas y las élites del poder. ésta se constituye el llamado Estado administrador o Estado de
11 Será muy útil ver para este punto el citado núm. XI l extraordina-

rio de Cuadernos para el Diálogo (Democracia y Derechos humanos).


la Administración 78 •
tvtadrid, diciembre 1968, especialmente en este tema concrfJº los artícu- " En esta problemática admínistrativista incide muy especialmente la
los de Carlos Ollero. E. Tierno Galván, Eduardo Cierco Y Raúl"1v1orodo. obra <le Ernst FoRSTH OFF; y, entre otros, los siguientes trabajos suyos:

86 87
Se expresa con ello una indudable necesidad objetiva de sosjalización ha hecho absolutamente dependiente
nuestro tiempo que, sin embargo (conviene insistir en ello desde la vida de cada hombre del funcionamiento estatal en términos
ahora), puede resultar perfectamente compatible con los princi- incomparables con cualquier otra situación histórica» ( ... ). El in-
pios fundamentales de todo Estado de Derecho. La constante, dividuo «hoy, por diferencia de lo que ha venido pasando en
rápida y eficaz intervención de la Administración en la vida del otras sociedades históricas, no ejerce un verdadero señorío más
país reclama, es cierto, que ésta posea una gran capacidad dis- que sobre una parte mínima de sus condiciones materiales de
positiva y decisoria: la Administración, suele decirse, necesita existencia, estando el resto de su esfera vital a cargo del Estado,
legislar. En ella la legislación se dinamiza extraordinariamente el cual debe subvenir a Jo que los alemanes llaman la Daseins-
como única forma de proveer a las necesidades de esa constante vorsorge 31 , la procuración de la existencia de los ciudadanos,
actividad socioeconómica. y no sólo ya el orden externo. De este modo, la dependencia
Ahora bien, precisamente por este aumento de poder de Ja del ciudadano respecto del Estado se ha agudizado en términos
Administración se exige hoy más perentoriamente el control y extraordinarios. En una organización pública de esta naturaleza
la responsabilidad jurídica del mismo. El respeto al principio de -señala Enterría- no pueden ya aceptarse poderes absolutos,
la legalidad de la Administración, su actuación según ley, signi- o poderes irresponsables, o poderes incontrolados, o poderes in-
fica así la aceptación actualizada del principio de la división de tangibles o perpetuos, que serían tanto como puros arbitrios de
poderes, y con respecto de Ías facultades normativas de aquélla, disposición sobre la vida de los ciudadanos y sus condiciones
también la aceptación esencial del control ejercido por la volun- enteras de existencia».
tad popular como punto central de toda la construcción 79 • En «Son estas nuevas condiciones sociales y políticas -continúa
esta perspectiva, el necesario aumento de poder de la Adminis- García de Enterria- las que imponen como una de las grandes
tración puede y debe seguir funcionando dentro de las exigen- tareas morales de nuestro mundo limitar el poder, hacerlo res-
cias generales del Estado de Derecho. ponsable, arbitrar medidas que permiten su control por criterios
Escribe acertadamente en esta línea el profesor García de En- de justicia.» Y concluye así Enterría, insistiendo en las dos fór-
terría 80 : «En el mundo político y jurídico de hoy, en efecto, la mulas que hoy pueden permitir más eficazmente ese control de
la Administración y, en última instancia, la protección de los
derechos y libertades del ciudadano: «Por una parte -dice-,
«Bcgriff und Wesen der sozialem Rechtsstaates», ponencia en !-as Verof- un derecho de impugnación judicial de los actos del poder pú-
f ent/ich1ur1gen der Vereinigung der Deutschen Staalsrechtslehrer, cuader- blico ante una instancia independiente y neutra capaz de enjui-
no 12, Berlín, 1954; Rechtsfragen der Leistenden Verwaltung, Stuttgart ciar la injusticia de los mismos; por otra, la institucionalización
(Kohlhammer), 1956; «La repubblica federale tedesca come Stato di diritto
e Sta to sociale», en Rivista trimestral e di Dirillo Pubblico, julio-septiem- de la discrepancia de los ciudadanos con el imperante en térmi-
bre 1956, págs. 547 y sigs.; «Der introvertlerte Rechtsstaat und seíne nos que eviten al conflicto otra salida que la violencia; en otras
Verortung», en Der Staat, tomo II, cuaderno 4, Berlín, 1963. Cfr. en cas- palabras: el reconocimiento de un derecho a la oposicíón polí-
tellano (además de su Tratado de Derecho Administrativo) dos confe-
rencias pronunciadas por Forsthoff en el Centro de Formación y Perfec-
cionamiento de Funcionarios y publicadas por dicho centro en 1966 con mentarías civiles a la encíclica «Pacem in terris», cit., Madrid, Tauros,
el títuio di; Pmb!emas actuales del Estado social de Derecho en Ale- 1963, págs. 142 y sigs.
manía. " Véase sobre este punto el trabajo de Lorenzo MARTÍN-RETORTILLO,
" En definitiva, en el perfeccionamiento del efectivo y real control «La coníiguraclóii juridka de la Administración pública y el concepto
del poder por el pueblo radicaría el progresivo afianzamiento y fortale- de 'Daseinsvorsorge'», en Revista de Administración pilblica. mlr!!. 38.
cimiento del proceso siempre abierto en que consisten la <lemo-:racia y el mayo-agosto, J 962. págs. 35-65. Cfr. también en esta misma revista, nú-
Estado de Derecho. mero 47, mayo-agosto 1965, su comentario «'El genio expansivo ele! Es-
"' Eduardo GARCÍA DE ENTERRÍA, «La institucionalización del poder, tado de Derecho'. El principio de igualdad de oportunidades como ins-
una nueva perspectiva de la 'Pacem in terris'», en el libro colectivo Co- pirador de la asistencia oficial docente».

88 89
tica y la institucionalización de la misma para solventar el con- nica, etc., responden a motivaciones muy diferentes alcanzan 1

flicto en términos pacíficos» 82 • diversas y tienen un sentido completamen te opuesto


Es importante perfeccionar los sistemas de control de la Ad- s1 se hacen desde el marco de un Estado social de Derecho
ministración 83 intentando, por otro lado, no entorpecer innece- o desde el de un Estado autoritario o totalitario 84•
sariamente su acción, que redunda o debe redundar en beneficio Esto no. pue?: aunque se hable, como aquí se
de todos. Lo que aparece ineludible para la existencia de un Es- hace, de Ia rnsufic1encia del Estado social de Derecho. Los siste-
tado de Derecho es que la fiscalización se realice desde la ley de. carácter_ autoritario, con verdádera falta de objetividad,
y, además, que la voluntad popular --el electorado-- aparezca estan siempre dispuestos a apropiarse unilateralment;:; y a utili-
como fuente primaria de la legislación y como último y decisivo zar, por lo demás sin excesivo éxito, las críticas internas del Es-
órgano de control político. Estas características y otras a ellas de_ Derecho. que los hechos y los conceptos
vinculadas y ya mencionadas son, debe decirse, exigencias de tienen siempre sentido dentro de un sistema, pero no -al me-
contenido de todo Estado de Derecho. nos el mismo sentido-- fuera de él, su única obsesión es sacar
Dentro de este cuadro ideológico y organizativo, derivado, precipitadamente de esas críticas conclusiones interesadas que.
como se ve, de las conquistas históricas logradas por el liberalis- demuestren la decadencia y definitiva sup¡,ración del Estado
mo, es donde tienen sentido los actuales intentos de corrección de Derecho.
y reforma del sistema con vistas a su adaptación a los datos
objetivos de las actuales sociedades desarrolladas e incluso semi-
desarrolladas. La crítica al parlamentarismo, a los partidos polí- 8. TECNOCRACIA E IDEOLOGÍA EN EL «WELFARE STATE»
ticos, etc., así como la defensa de la Administración, de la téc-
El Estado de se considera aquí, por tanto,
" Sobre si constituye o no un Estado de Derecho el actual (año 1962) como una autentica conqmsta histórica, como un paso adelante
sistema jurídico-político español, y con respuesta negativa, véase el infor· de carácter positivo, y ello tanto con respectQ a los Estados libe-
me de la COMISIÓN INTERNACIONAL DE JURISTAS sobre El imperio de la rales (de los cuales directamente procede) como sobre todo con
ley c11 España, Ginebra. 1962. En sentido contrarío, redactado por el respecto a los Estados totalitarios negadores de todo Estado de
SERVICIO INFORMATIVO ESPAÑOL, el escrito España, Estado de Derecho Derecho.
(Réplica a un informe de la Comisión fotemacional de Juristas), Madrid,
1964. Finalmente, preparado par la misma COMISIÓN INTERNACIONAL DE .s.in e?1bargo, repetidamente hemos hecho refrrencia a la in-
JURISTAS el trabajo sobre «Aspectos del imperio de la Ley: España desde suf actual y futura del Estado social de Derecho y a la
el último informe de la Comisión», en el Boletín de la CJJ, núm. 23, Gi- n.eces1dad de que éste venga superado en la forma más evolu-
nebra. agosto 1965, págs. 15-26.
" En este sentido se insiste hoy en la importancia de nuevas formus
c10nada y comprensiva del que podríamos denominar Estado
de fiscalización de la Administración, como son, por ejemplo, el Ombuds· democrático de Derecho. El proceso interno que se realiza en ci
man en el derecho sueco y la Prokuraiura en el sistema jurídico de la
l.t.,... • •
URSS. Estos modelos se han extendido después a otros países dotados . , J::.n esta, contraria a los totalitarismos hay que situar las
respectivamente de similares sistemas jurídico-políticos. Puede consultarse rcv1s10nes .con variedad de matices se proponen, por citar
con respecto al primero de ellos el «Repertorio bibliográfico sobre el obras ,de d1fus16n e:1 :España, entre otros, Maurice DuVERGEll,
Ombudsman o el control parlamentario de la Administración», de Alva· 1
La \ l Repub!ique et le regime présidentiel, París, Librairie Artheme
ro GtL·RDBLES Y GIL-DELGADO, en el Boletín informativo de ciencia po- Fayard, 196! (trad: cast., Fra_ncia: Parlamento o Presidencia, Madrid,
lítica, núm. 6. abril de 1971, págs. 133-144. Cfr. ei estudio compurntlvo Taurus, 1962). o Pierre MENDES·fRANCE, La rép11bliaue moderne Pa ,
de W. GELLH ORN, Ombudsmen and olhers Citizen's proteclors in nine Ed. Col. '.<ldées»: 1962 (trad. cast. Madrid: Ed. Aguilar:
countries, Cambridge, 1967, En España ha tratado este tema José María En Espana, una, similar actitud está, por ejemplo, presente en los libros
BOQUERA ÜLIVER, Derecho Admi111strativo y Socialización, Centro de de DE PARCA', La V Refública Francesa, Madrid, Edi·
Formación y Perfeccionamiento de Funcionarios. Madríd, 1965, especial- tonal T l 958, y los regimenes pol1ticos contemporáneos, Madrid
mente págs. 105 a 131. Ed. Tecnos. 1960 (2." ed .. 1965). '

90 91
Estado de Derecho pasa así consecutivamente por tres etapas y una técnica eficaz, se dirá) son perfectamente suficientes para
diferentes: liberal, social y democrática. lograr ese -0bje_t_ivo del desarrollo económico y, como consecuen-
Con ello no queremos decir que forzosa y necesariamente cia, el bienestar social general. En esta perspectiva, la política
en cada caso histórico concreto haya que recorrer y agotar todas y la ideología constituyen, se afirma, cosas ya completamente
y cada una de esas etapas, de tal modo que resulte absoluta- superadas, estorbos y, además, estorbos anacrónicos.
mente imposible pasar a una sin haber realizado plenamente la Por supuesto, no quiere decirse que este sistema de ideas
anterior. Es posible, sí (aunque no fácil), quemar etapas o abre- sea la tesis oficial, única y absolutamente aceptada en el marco
viarlas. Con todo, en dicho proceso se expresa una vía escalo- del Estado social de Derecho; se trata, como es bien sabido, de
nada para la construcción de la democracia, que, en mi opinión, una tesis debatida, una cuestión disputada. Sin embargo, pueden
puede resultar, y a pesar de todo está ya resultando, practicable muy bien afirmarse dos cosas: primera, que indudablemente
y válida para amplios sectores del mundo contemporáneo. dicha tesis marca la línea ideológica general que corresponde
Dentro de ella conviene examinar ahora el fundamento a las condiciones reales de los EStados del bienestar, y segunda,
ideológico y socioeconómico del Estado social de Derecho para que dentro de éstos, las disensiones con respecto a dicha tesis
comprender desde allí sus insuficiencias y la necesidad del paso proceden por lo general de actitudes favorables a una superación
a un Estado democrático de Derecho. realmente democrática del W el/are State.
Lo característico del Estado social de Derecho es, sin duda Técnica y administración, desarrollo y bienestar --conven-
alguna, el propósito de compatibilizar en un mismo sistema dos drá dejar esto bien claro corno punto de partida- constituyen
elementos: uno, el capitalismo como forma de producción, condiciones y exigencias objetivas de la sociedad industrial de
y otro, la consecución de un bienestar social general. La creen- nuestro tiempo. Constituyen, por así decir, hechos (y valores, si
cia en la posibilidad de semejante compatibilidad constituye pre- se quiere) que se imponen y que hay que aceptar: hechos que
cisamente el elemento psicológico, y al mismo tiempo ideológico, además se configuran con un marcado carácter positivo de pro-
que sirve de base al neocapitalismo típico del W elf are State. greso. En este sentido, nada más fácil, pero también nada más
Neocapitalismo orientado hacia el bienestar, o bienestar logrado inútil; que la crítica reaccionaria, verbalista y retórica contra
en el neocapitalismo, constituye, en efecto, el componente real el bienestar y contra la técnica. Hay grandes tendencias «espiri-
de los sistemas actuales que, como Alemania, Estados Unidos, tualistas» y «humanistas» especializadas en este tipo de crítica:
Francia, Inglaterra, Italia, etc., pueden' ser encuadrados con di- «materialismo» y «deshumanización» son términos que se utili-
versidad de matices en la fórmula del Estado social de Derecho. zan allí airadamente y con frecuencia sospechosa. Afortunada-
El Estado social de Derecho, decíamos, se caracteriza por mente, cada vez son más importantes y aceptadas las concepcio-
ser un Estado administrador (prevalencia en él del poder ejecuti- nes del humanismo que se muestran perfectamente compatibles
vo y administrativo que, de hecho, llega incluso a legislar) y, con la técnica, e incluso firmemente decididas a apoyar sus pos-
a la vez y desde otra perspectiva, un Welfare State, un Estado tulados en ella &S.
del bienestar, en cuanto que éste constituye el objetivo funda- El bienestar aparece, por tanto, como un objeto válido por
mental de aquél. El objetivo del bienestar conexionado al obje- sí. Otros podrán denominarlo, con terminología más tradicional,
tivo del desarrollo económico aparecen así como resortes que bien común; no se discute este punto: el bienestar constituye
movilizan la acción de la técnica y de la burocracia en el marco para todos un bien. El problema que se plantea en el Estado
de las modernas sociedades industriales. 11
Caracteriza al Welfare State, cabría resumir, un predominio La LibHografía sobre este tema es hoy abundantísima. Cfr., entre
otras, las obras de Georges FRIEDMANN, Sept F.tudes sur l'Homme et la
de la administración sobre la política; un predominio de la téc-
teclmique, París. Ed. Gonthier («Bibliotheque Médiations»), 1966: Geor-
nica sobre la ideología, no siendo desde aquí infrecuente la tesis ges ELGOZY. Automation et humanisme. París. Ed. Calmann, 1968, y Um-
de que la administración y la técnica (una buena administración berto CERRONI, Tecníca e liberta, 1970.

92 93
social de Derecho consiste, como decíamos, en analizar las posi- Indudablemente, la técnica (producción en serie, automa-
bilidades de compatibilidad entre. bienestar general y neocapita- ción, mecanismos para el consumo de masas, etc.) nivela. Pero
lismo. La creencia en esa posibilidad, la creencia en que desde no es menos cierto que la nivelación tecnocrática está muy lejos
el neocapitalismo puede llegarse a un bienestar social general de la verdadera democracia. El neocapitalismo, puede decirse,
(y universal), constituye la base de apoyo del W el/are State; produce la nivelación en los aspectos más superficiales de la
éste, en su fase actual, es neocapitalismo para el bienestar. vida social. Aumenta la producción, aumenta el consumo (y ello
Habrá que analizar algunas dudas que se han suscitado sobre es, por supuesto, importante), pero subsisten, entre otras cosas,
ese punto y cuyas razones son precisamente las que permiten decisivas y radicales desigualdades, así como deficiencias estruc-
exigir el paso de un Estado social de Derecho, neocapitalista, turales de fondo que aquél parece incapaz de salvar (sobre
a t;n futuro Estado democrático de Derecho, construido sobre todo si planteamos el problema a escala internacional).
principios de carácter socialista. El «fin de las ideologías» anunciado por los ideólogos de
El W el/are State quiere apoyarse en una prioridad de la téc- Ja sociedad tecnocrática significa también como consecuencia la
nica. Se piensa que es el progreso tecnológico quien puede con- supuesta despolitización de la vida colectiva. La administración
ducir a la «socialización», a la «democratización» y a la «nive- y la burocracia sustituyen a la política, los «expertos en medios»
lación)> socioeconómica, por la que tan ineficaz e inútilmente, sustituyen a los «expertos en fines», dando por sentado que el
se dice, habían suspirado las antiguas ideologías. Si esto es así, fin a lograr -el bienestar- no precisa ya de mayor clarifica-
el control del Estado deberá estar en manos de los técnicos, de ción ni concreción. Hay indudablemente una simplificación inte-
los expertos. Es a éstos, y no a los «políticos ideólogos)), a los resada en la idea tecnocrática y, en este sentido, en el de ser
que corresponde tomar las decisiones: la tecnocracia -entendi- la tecnocracia una ideología profundamente conservadora, cabe
da como poder o gobierno de los técnicos- aparece así inevita- concluir críticamente hablando -como ha hecho Raúl Mora-
blemente vinculada a un aparente proceso de desideologización, do-- de los «ideólogos del fin de las ideologías» ir1.
que aquélla incansablemente predica 116 •
doxe des teclmocrates. París, 1966; Henri LEFEBVRE, Position: contre les
,. El origen de la idea tecnocrática puede situarse en la conocida obra teclmocrates, París, Editions Gonthier, 1966; Philippe LARERE, Une rwu-
de James BuRN H AM, The managerial Revolutio11. publicada en l 94 l; vel/e classe moyenne. L'avenement des teclmicierzs. París, Les Editíons
desde entonces. y sobre todo en los últimos años (1966), debido al indu- Ouvricres (trad. cast. con el título Los técnicos: una nueva clase medía,
dable crecimiento económíco de los países occidentales, donde esta idea Algorta [Vizcaya). Ed. Zero, 197!); cfr. asimismo para una visión de
ha ido alcanzando cierta vigencia, la literatura sobre este tema se ha in- conjunto del problema, Ja obra de W. H. G. AllMYTAGE, Historia social
crementado extraordinariamente. Cfr. por orden cronológico: Ch. BET- de la tecnocracia, trad. casL, Barcelona. Ed. Península, 1970 (ed. inglesa,
TELHEIM (y otros autores), Jndustrialisation et tech11ocratie, París, Edi- The rise o/ the technocra/s. A social history, Londres, Routledge and
torial A. Colín, 1949; Jean BouRDIER. La dictature qui vient: la tecirno- Kegan Paul, 1965).
cratie, París, 1959; jean-Louis CoTT!ER, La Tech11ocratíe, nouveau pou- " Cfr. el trabajo de Raúl MoRono que se cita en la nota 88. Sobre
voir, París, 1959; J. BlLLY, Les Teclmiciens e/ le pouvoir, París, 1960; el problema del fin de las ideologías pueden verse, entre otros, los tra-
lean MEYNAUD. Technocratie et politique, París, 1960 (traducido por Jor- bajos de Edward S H !LS, «The end of ideology•, en Encounler, noviem·
ge DE ESTEBAN, Problemas ideológicos de! siglo XX, Barcelona, Ed. Ariel. bre de 1955, págs. 52-58; Daniel BELL, The end o/ Jdeo/ogy, Glencoe,
1964); I-lermann KUHN. Herrscha/1 der Exper/en. An den Gre11zen der The Free Press, 1960 (trad. cast. Madrid, Ed. Tecnos, 1964); S. M. LIP-
Dcmokratie. Würzburg. Werkhund, 1961; REYlSTA DE ESTUDIOS Po LÍTI- SEP, Political Man: Thc Basis of Politics, Nueva York, Doubleday,
COS, trabajos sobre Tecnocracia y Política (por G. VEDEL y otros auto- 1960 {trad. ca:;t .. Büenos 1\ires, Eudeba. }ePn MEYNAUD .
res) procedentes del Congreso Mundial de la IPSA. núm. 131. septiem- ti11 des idéologies, París, 1961 (traducido por Jorge DE ESTEBAN, Proble-
bre-octubre 1963; H. ¡AH NE (y otros autores), Techníque, dfreloppement mas ideológicos del siglo XX, Barcelona, Ed. Ariel, 1964}; también los
économique et technocratie, Bruselas. Editions de L'lnstitut de Sociolo- trabajos publicados en The American Política! Science Review, LX, mar-
gie, 1963; Raymond Bo1SDE. Technocratie et DémocraJie. París, Ed. Pion, zo 1966. por Joseph LAPALOMBARA, «Decline of ldeology: A Díssent and
1964; Jean MEYNAUD, La tec/111ocratie: mythe ou réai11é, Barís. Ed. Payo!, an lnterpretation», y por Seyrnour Martín LIPSET, «Sornme Further Com-
1964 (trad. cast., Madrid. Ed. Tecnos, 1968); Gcorges E!.GOZY. Le para- ments on 'The End of Idcology'»; Adan ScHAFF, «La définition fonc-

94 95
Quizá sea este carácter conservador el que paradójicamente cuanto respuesta cultural-valorativa a una determinada realidad
ha favorecido Ja difusión de esta tesis desideologizadora en so- e_n de un determinado sistema de
ciedades que, junto a un cierto desarrollo económico, mantienen t1m1dad, obedece a resortes plenamente vigentes en un mundo
una elevada ideologización y un bajo nivel de evolución polí- co.mo el actual, caracterizado por el pluralismo y eJ fracciona-
tica. Dicha tesis -bajo apariencia neutralista- cumple allí la miento. Por supuesto, las ideologías -como la realidad de la
función de evitar la concurrencia y el pluralismo ideológico, cual proceden- se transforman, algunas pierden su razón de
'.:lyudando a conservar el predominio y el exclusivismo de la ser, su operatividad, su eficacia, los factores tecnológicos influ-
ideología oficialmente implantada, si bien quizá limitando y mo- yen sobre ellas; pero en cuanto interpretaciones y valoraciones
derando parcialmente los excesos últimos del dogmatismo ideo- del mundo y de los fines a realizar, su presencia es efectivamen-
lógico 811 • te incuestionable 89 •
Pero en general, e incluso en el marco de los países más A niveles más inmediatos, el binomio tecnocracia-desideolo-
desarrollados, las connotaciones ideológicas están lejos de haber gización se manifiesta en la zona de la actuación concreta del
perdido su operatividad, positiva o negativa. La ideología, en Estado como burocracia-despolitización: la administración pre-
tende sustituir a la política. Un Estado fuertemente intervencio-
tionnelle de l'idéologie et le probleme de la •fin du siecle de l'idéologie'»,
nista Y_P,lanificador precisa, es cierto, de un aparato organizativo
en la revista l'homme et la société, núm. 4, abril-marzo-junio 1967, pá- burocrat1co de extensión y complejidad considerable; y desde ahí,
ginas 49-59. Cfr. asimismo los trabajos sobre el lema de C. WRIG H T el Estado se constituye, veíamos, corno Estado administrador
MILLS, Da111d IlELL y Robert A. HABER recogidos en el libro Ueader in o burocrático. No obstante, y admitiendo este hecho como una
Political Sociology, preparado por Frank LiNDELFELD, Nueva York, funk
necesidad º?jetiva de la sociedad industrial actual, puede decir-
nnd Wagnalls, 1968, págs. 536 a 577.
" En este sentido ha sido entre nosotros interpretado el conocido libro se que el tipo de razones aducidas para un correcto entendi-
de Gonzalo fERNÁNDEZ DE LA MORA, El crepúsculo de las ideologías, Ma- m,iento la conexión técnica-ideología conservan plena validez
drid, Ed. Rialp, 1965. La crítica de la pretendida desideologización y el en el mvel administración (burocracia)-política 90 •
desvelamiento de su carácter ideológico-conservador ha sido hecha en va-
19
liosos trabajos: Alberto MfcuEZ, «Muerte y resurrección de las ideolo- En relación con el concepto de ideología pueden verse entre otros
gías», en Cuadernos para el Diálogo, núms. 21-22, junio-julio 1965; Raúl Hans BARTH, Wahrheit und ldeologie, Zurich, Manesse Verlag 194S
MoRoDo, «Los ideólogos del fin de las ideologías», en Cuadernos para (trad. cast. Verdad e Ideología, México, Fondo de Cultura EconÓmica,
el Diálogo, núms. 23-24, agosto-septiembre, 1965; Miguel BóYER, «Exper- 1951); Jakob BARION, Was ist ldeologie?, Bonn, Bouvier, 1964; Wladimir
tos en fines y expertos en medíos", en Cuadernos para el Diálogo, nú- WEIDLE, «Sur le concept d'idéologie», en Res Publica vol 2 f 3
mero 27, diciembre 1965; José VIDAL BENEYTO, «Las pobrecitas ideolo- B 1 1960 ' • · • ase. •
as, ,• monográfico sobre Les idéo/ogies et leurs app/i-
gías: comentario crflíco», en Indice, núm. 204, enero !966; Carlos María au XX s1ec/e (Lrad. cast. Madrid, Ed. Instituto de Estudios Po-
BRu, «Fin de la ideología: una láctica y una consigna», en Indice, núme- lltlcos, 1962); Donald G, MACRAE, /deology and Society, Lon-
ro 207, Madrid, 1966; Gonzalo PUENTE O¡EA, «De la función y el destino dres, He1mann, 1961; Kurt LENK, ldeo/ogie, Neuwied und Berlín Luch-
de las ideologías», en la re•1ista Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 202, terhand Yerlag, 1964; P. ConnETT, ldeologies, Nueva York,
Madrid, octubre 1966; en orientación muy diferente que los anteriores, 1966; Mauro FonA, «ldéologies et élites contemporaines» en la revista
Luis GóMEZ DE ARANDA, El tema de las ideologías, Madrid, Ediciones L'homme et la société, núm. 5, julio-septiembre, 1967, 89-112; John
Europa, 1966, y Juan VALLET DE GOYTISOLO, lcleologia, praxis y mito PLAMENATZ, ldeo/ogy, Londres, Pal! Mal!, 1970.
de la tecnocracia, Madrid, fül. Escelicer, 1971. Cfr. dentro ya de plantea- "' Para el tema burocracia y administración en el contexto del Estado
mientos más generales los libros de Pablo LUCAS VERDÚ, Política e inte- actual, Charles S. HYNEMAN, Bureaucracy in a democracy, Nueva York,
ligencia, Madrid. Ed. Tecnos, 1965, y Principios de Ciencia Política, M<i- 1950; Robert MERTON (y otros), Reader in bureaucracy, lllinois, Glencoe,
drid, Ed. Tecnos, 1967 (especialmente el cap. VI sobre «Ideologías polí- 1952; Peter Bu.u, Bureaucracy in modern society, Nueva York, 1':15ti;
ticas, mitos y tecnocracia»). También el Discurso de Recepción en la SAUVY, La Bureaucratie, París, PUF, 1956 (trad. cast. Buenos
Academia de Ciencias Morales y Políticas del profesor Carlos ÜLLERO Aires, Ed. Eudeba'. _1961); Joseph LAPALOMDARA (y otros autores). Bu-
sobre Dinámica social, desarrollo econ6mico y forma política, Madrid, and pol1t1cal ;Jevelopment, Princelon University Press, 1963;
1966, especialmente págs. 21 y sigs. Mtchel CROZIER, Le phenomene bureaucratique, París, Aux Editions du

96 97
7
mismo donde existe acuerdo, pero en otros lo que hay es des-
La despolitización, se dice, es un hecho. Pero este hecho ); el se?undo, co;iexionado al anterior, se refiere al pro-
-junto al cual está también el hecho de politización- ne- . eed1m1ento '¡ sistema mas apropiado para alcanzar un determi-
cesita ser explicado al menos con una triple anotación: primera, nado tipo de bienestar. Por supuesto que en ambas zonas la
la politización resurge en seguida cuando hace falta en zonas Y la cienci,ª. serán las a suministrar las respuestas
que apresuradan:-;nte los ideólogos de la despolitización habían cnhca a las tesis de la desideologización y de la
declarado definitivamente despolitizadas. Segunda, la despolili- despoht1zac16n lo que pretende, precisamente en nombre de
z.ación no tiene el carácter sinónimo de neutralismo que sus la razón y de la ciencia, es evitar la deificación como ciencia
ideólogos pretenden darle: la despolitización no es sino la con- de lo que en realidad es ideología, e ideología conservadora.
servación del sistema político vigente; la despolitización preten- profesor Tierno Galván escribe en este sentido 92 : «Se
de suprimir la crítica de carácter político -Y en realidad supri- e;cphca ,ue la p.olémica so?re bienestar sea la polémica que
mir una auténtica oposición- imponiendo una determinada tiene mas actua.ltdad, que sintetiza las cuestiones más importan-
política, obligando al juego dentro de ella y configurando como tes de nuestro tiempo en el orden de la crítica cultural y la toma
técnicas las diferentes respuestas que en este limitado marco de conciencia respecto del pasado.» Y resume del siguiente
pueden darse. Tercera, si la despolitización no significa sino la modo el cuadro de elementos que configuran el contenido de lo
conservación del sistema político vigente, es indudable que aqué- que entenderse por bienestar en el mundo occidental:
lla tendrá un sentido totalmente diferente en el marco de un «En. pnnc1p10, el retroceso de la enfennedad y las mayores ga-
Estado social de Derecho que en el de Estados de carácter rantlas ante la muerte»; «cuando el occidental dice bienestar
más o menos marcadamente autoritario. Diferenciar esto con-
tambi.én. de buena salud». «En segundo lugar'.
tribuirá a aclarar los equívocos que se producen cuando la ?1enestar s1gmf1ca descenso al mínimo de las dificultades en los
despolitización (como la desideologización) surgida en el ámbito instrumentos»; {<esta actitud, que es al mismo tiempo un elemen-
socioeconómico desarrollado del Estado social de Derecho quiere to básico bienestar, puede llamarse con el nombre genérico
ser trasladada sin más, con fines totalmente interesados, a zonas de comodidad,,. «En tercer lugar, el bienestar significa un nivel
subdesarrolladas con dictaduras políticas o a sistemas autorita- de con.sumo suficiente para que la conciencia de clase no sea
91
rios de sociedades en semidesarrollo • mauvaise conscience. ámbito del bienestar exige que aquello
En definitiva, aun tomando como centro y fin la idea de que en. general se que son necesidades primarias y se-
«bienestar» (objetivo propio del Welfare State neocapitalista), que.den cubiertas para todos con un mismo índice de
a pesar de las concretas connotaciones que aquélla expresa, las eficacia. Todos han de tener nevera, lavadora, coche.»
mayores resistencias a la desideologización y la despolitización Este es precisamente un punto importante: la cultura del
parecen provenir de dos hechos importantes: el primero alude neocapitalismo exige, en efecto, una cierta difusión y extensión
a las diferentes concepciones que del bienestar se manifiestan, del bienestar; la contemplación de la pobreza ajena puede ser
es decir, alude a la polémica sobre el bienestar (hay puntos del
Enrique TIERNO ÜALVÁN, Acotaciones a la historia de la cultura
Seuil. 1963: Henri DEROCH E, «Les mylhes administratifs», París, PUF. occ1dental en Edad Moderna. Madrid, Ed. Tecnos, 1964, págs. 318 y
1966. En el número 10 de la revista L'homme et la société. octubre-no· 31?. Cfr. tamb1en sobre el tema del «humanismo del bienestar» su trn-
viembre-diciembre de 1968, cfr. los artículos de Mihailo MA11.Kov1c, «Les ba¡o Y Sociedad>J, en el Boletín Informativo del Semi 11 ario
possibilités de dépassemenl de la bure:mcra!ie dans In société post-capita- de Di;recho Pol111co de la .Universidad áe Salamanca. núms. 29-30, 1963,
liste», págs. 53-64, y de Serge MALLET «Bureaucratie et technocratie daos después en el libro de ese mismo título, Barcelona. Edito-
les pays socialistes», págs. 147-172. Más recientemente, Claude LEFORT, nal Se1x-Barral. 1964. Puede verse un interesante unálisis crítico de un
Eléments d'une critique de ·la bureaucratie, París, Librairie Droz. 1972. concreto We/fare Sta/e en los artículos de Carlos MOYA, «La República
91 lean ToucHARD, «Les équivoques de la dépolilisation», en Argu-
Alemana: una sociedad nivelada», en Cuadernos para el Diá/og
ments, año VI, núms. 27-28, París, 1962; Georges VEDEL (y otros amo- num. 29, febrero. 1966, y nlims. 33-34, junio-julio, 1966. º·
res). La dépolitisation. mythe ou réalité?, París, 1962. _
99
98
en la actual sensibilidad un obstáculo para el propio bienestar. del consumidor satis/echo es más materialista --dice- que el
Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones: la «mala con- modelo marxista del proletario revolucionario.» Las razones éti-
ciencia» se aplaca relativamente pronto. En este se con- cas áparecen junto a las económicas en esta crítica al Estado
sidera aquí que el modelo del Welfare State, en func10n, de lo neocapitalista del bienestar: «Pero el W elfare State --concluye
que puede racionalmente exigirse hoy, no prod.uce una el profesor Aranguren-, más allá de esas desventajas morales
sociedad suficientemente democrática, una sociedad suficiente- a que acabamos de referirnos, en lo que tiene de positivo, la im-
plantación de un alto nivel de vida, es imposible de extender
mente nivelada.
«En cuarto lugar --continúa Tierno Galván-, bienestar sig- o generalizar, puesto que, como veíamos antes, supone una eco-
nifica un nivel de consumo estético y de ocio semejante, al me- nomía superdesarrollada de plena producción y pleno empleo.»
nos en los niveles mínimos. En quinto lugar, finalmente, bienes- A nivel sobre todo de un bienestar social general y univer-
tar significa confianza en los poderes de este mundo.» Tras esta sal es donde se manifiesta con toda claridad que el bienestar del
descripción de la cultura del bienestar, constata crítica:n.ente: neocapitalismo no es sin más la democracia, que el W el/are
«Apoyándose en el hecho del crecimiento constante del State (el Estado social de Derecho) no es todavía el Estado de-
tar, se configura un hombre occidental trivializado por la facili- mocrático de Derecho. No se trata de menospreciar e infravalo-
dad v el nivel de consumo. En otras ocasiones lo hemos llamado rar estética y retóricamente al Estado de bienestar. Lo que apa-
el co.nsumidor satisfecho.» rece como necesario es entender democráticamente ese bienestar.
El problema es también el del sentido de ese en Así éste, el bienestar, podrá seguir siendo, por supuesto, obje-
relación con el hombre. Escribe Tierno: «La cuesuon conexa tivo central del Estado democrático de Derecho.
con el crecimiento del bienestar y el derecho al bienestar es la Esta concepción democrática del bienestar ha sido configu-
del porvenir de las humanidades. Los que ,tr.adicio- rada entre nosotros por Raúl Morado cuando, tratando explíci-
nalmente definen las humanidades -los estudios clas1cos-, tamente este tema, escribe 94 : «Bienestar significa algo concreto:
·tienen alguna función eficaz en la sociedad del bienestar? Esta nivelación u homogeneización de los estratos o grupos sociales.
que es la cuestión esencial que explícita o implícitan;iente Sin nivelación socioeconómica no hay libertad, no hay democra-
se discute hoy. El humanismo del bienestar --concluye Tierno cia, no hay paz social. La nivelación exige planificación. Hay
Galván- podría ser el título de uno de los libros fundamenta- bienestar --concluye- cuando afecta a la generalidad.» En este
sentido, a la nota del bienestar se le añade, y esto es decisivo,
les de nuestro tiempo.»
Desde una perspectiva preferentemente humanista Y ética, la cualificación de la democracia. Concluye así Morado en el
el profesor Aranguren se ha referido también críticamente al Es- ámbito de un Estado democrático de Derecho: «Según esto, una
tado del bienestar 93 : «Económicamente, el W el/are Sta te supone legalidad es legítima, un Estado es legítimo, cuando tiene paz,
y significa -dice- la culminación del De ahí que libertad, bienestar y democracia.»
no sea aplicable sino a los países que, habiendo franqueado ya
las etapas económicas previas del gran desarrollo de la produc-
ción y· del pleno empleo, estén maduros para en una 9. NEOCAPITALISMO Y ESTADO SOCIAL DE DERECHO
economía de consumo.» Y añade: «El mayor mconvemente del
Welfare State es el aflojamiento de la tensión moral. El modeio El W el/are State representa, decíamos, el intento de compa-
tibilizar dos elementos, neocapitalismo y bienestar, en el marco

., José Luís L. ARANGUREN, Etica y Mad.rid, Ed. ?uadarra-


ma, \963. págs. 293 y 297; anteriormente en Etzca social y función moral . " MoRoDo, «Constitución, legalidad, legitimidad», en el Boletín
del Estado, Colección de conferencias del Ateneo de La Laguna, 1962. zn/ormatzvo del Seminario de Derecho Político de la Universidad de Sa-
lamanca, núm. 26, marzo 1962, págs. 66 y 67
pág. 15.

100 101
de la actual sociedad industrial 95 • Su institucionalización jurídi- social-económica,

logrando así crear una convercrencia
b
hacia el
co-política se lleva a cabo a través de la fórmula del Estado sistema opuesto, convergencia que a la larga modificará las ba-
social de Derecho. Pero así como antes veíamos las dificultades ses fundamentales del sistema. Finalmente, un tercer frente (que
para definir el término «bienestar», añadamos ahora que no es Promos considera como el correcto entendimiento del neocapi-
fácil ni unánime tampoco el acuerdo sobre qué deba entenderse talismo) cree que ciertos aspectos fundamentales del capitalismo
por «neocapitalisrno». h_an permanecido in-variados, mientras que otros han desapare-
La revista Promos recogía, en un número monográfico sobre cido o pueden desaparecer a medida que las propias exicrencias
el tema, los principales sentidos que en la ciencia económica de racionalidad o de competencia lo soliciten. En gene;al, los
actual se atribuyen al neocapitalisrno, haciendo asimismo un partidarios de esta tercera posición estarían de acuerdo en con-
correcto y clarificador análisis critico de los mismos: «Todos siderar que la evolución del propio neocapitalismo puede dar
estarnos de acuerdo -se decía, desde esa actitud, en su artículo lugar a un sistema completamente diferente; pero que, aun ha-
editorial s.s_ en que las características fundamentales del capi- biendo perdido, por ejemplo, caracteres como el de desarrollarse
talismo -propiedad privada de los medios de producción, eco- en el marco institucional del mercado, el de respetar plenamente
nomía de mercado y libre iniciativa en la organización de la ia libre iniciativa en la organización de Ja producción, etc., con-
producción- permanecen en el ne'ocapitalismo. Incluso aspec- servará la característica fundamental que es la de la propie..:ad
tos más concretos como la explotación del trabajo por el capital privada de los medios de producción desigualmente repartida
se manifiestan tanto en el capitalismo originario como en su entre los individuos» <n.
versión actual. También el ánimo de lucro, más o menos des- 1
personalizado, continúa siendo el motor fundamental del sis- • y¡ Para estas diferentes concepciones del neocnpitalismo, veánsc. por

e¡emplo, en pluralidad de actitudes, Albert LAUTERIJAC H, Economic secu-


tema.»
a11d individual Freedom. Ithaca, Princeton University Press. 1948;
Como resume, en efecto, Promos, tres parecen ser los dife- Jonn STRACH EY, Contemporary Capítalism, l 956 (trad cast. México. Fon-
rentes modos en que viene hoy entendido el neocapitalismo: do de Cultura Económica, 1960); Eugene V. RosTow, Planning for free-
«Uno que opina que la evolución del capitalismo ha dado lugar 1 dom (The public law o/ american capitalism), Yale Universíty Press,
a un sistema de organización fundamentalmente igual al ante- 1959; W. W. RosTow, The Stages o/ Eco110111ic Growth. A non Com-
munist Manifest. Londres, 1960; R. FossAERT, L'avenir du capitalisme,
rior, en el que sólo se han retocado aquellos aspectos que iban Pa:ís, Ed .. du Seuil, 1961; E. E. NAWROTH, Die sozial und Wirtschafts-
en contra del propio perfeccionamiento (en sentido capitalista) 1 ph1Iosoph1e des Neoliberalismus, Heidelberg, F. H. Kerlc, 1961; Pierrc-
del sistema; es decir, el neocapitalismo no es más que el resul- André KuNz. L'expérience néo·liberaíe allemande da11s le contexte inter-
1 national des idées. Lausanne, lmprimerie Ccntralc, 1962; Milton FRIED-
tado de aumentar la eficacia y racionalidad del sistema capita-
lista en beneficio de los que detentan el poder económico. Un ¡ MAN, Capítalism and Frecdom, University of Chicago, 1962 (trad. cast.
Ed. Rialp, 1966); Andrew SH ONfIELD, Le capitalisme d'aujourd'
segundo frente tiende a creer que la evolución del sistema lo en-
camina hacia formas más socialízantes de organizar la vida
¡ hui. L'Etat et l'entrcprise, París. Gallimard, 1967. Especial interés ofrecen
en este punto las principales obras de 1ohn Kenneth GALBRAIT H, Ameri-
can capitalism, Bastan. 1952 {trad. cast. Barcelona, Ed. Ariel, 1958); The
" La versión compatibilizadora dd neocapitalismo y el bienestar en Aflue1.1/ society, Boston, 1958 (trad. cast. Barcelona, Ed. Ariel, 1960);
ei marco de ia sociedad úct;Ídental actual encuentra posib!en1ente su más !he liberal Hour, Cambridge, Mass., 1960 (trad. cast. Ed. Aricl, 1961);
inteligente y depurada expresión teórica en la obra de Raymond ARON, 1 J;e New industrial State. Nueva York, l':.lb'/ (trad. cast. Eá. Ariei. i9ó8).
de quien interesan aquí sobre todo sus famosos cursos de la Sorbona 1 Vease sobre esta última obra de GALBRAITH el número 429 (Madrid,
aparecidos en Ed. Gallimard. Col. «Idées»: Dix-huil lefOllS sur la socié- marz? de 1.969) la revista /nf Comercia/ Espaiíola (que edita
té industrielle (curso 1955-56), publicado en 1962; La lutte de c/asses: el Mm1steno de L-Omerc10, Serv1c10 de Estudios), dedicado casi íntegra-
nouvelles sur les sociétés industrielles (curso 1956·57). publicado al sobre «El nuevo Estado industrial». Asimismo el trabajo
en 1964; Démocratie et totalitarisme (curso 1957-58). public;i.do en 1965. cnt1co de Juhan SANTAMARfA «Industrialismo e Ideología», publicado en
.,. Revista Promos, núm. 31, noviembre de 1964. artículo editÓrial so- el, Boletín Injormativo de Ciencia Polítíca, núm. l, Madrid. junio de 1969,
bre «Neocapitalismo», pág. 2. pags. 56-61.

103
En estas condiciones, y aun admitiendo que el Welfare Sta- En este sentido y radicalizando las cosas se ha llegado a
te -velando más por la seguridad social del ciudadano-- ha plantear la cuestión de saber si, y hasta qué punto, el neocapi-
significado un avance positivo en relación con el capitalismo tal!smci, del· Estado social de Derecho no estaría en realidad
clásico, cabe perfectamente concluir con toda razón que el neo- encubriendo una forma mucho más matizada y sutil de dictadu-
capitalismo no constituye realmente un sistema de bienestar de- ra del gran capital, es decir, algo que en el fondo podría deno-
mocrático. Incluso a nivel interno, pero sobre todo considerado minarse, y se ha denominado, neofascismo (recordemos que se
el probiema a escala internacional, puede afirmarse sin parcí::i- ha definido aquí a! fascismo como dictadura de! capitalismo).
1ismo que tales modelos de organización neocapitalista están Desde luego no pueden hacerse sin más coincidentes los térmi-
lejos de haber creado una sociedad verdaderamente democrática. nos neocapitalismo y neofascismo, como tampoco lo eran en
La cuestión no se resuelve ni se entiende cuando se le da un toda circunstancia los términos capitalismo y fascismo. Este era
enfoque, como digo, exclusivamente nacionalista, referido al un totalitarismo capitalista, pero junto a él -y antes que él-
bienestar interno de un país superdesarrollado (donde, por otra había un capitalismo liberal del cual en principio parece proce-
parte, continúan también presentes con toda su fuerza las con- der el neocapitalismo del Estado social de Derecho. Este, con
tradicciones, tensiones y conflictos del capitalismo), ni tampoco con todas sus insuficiencias, se constituye frente al totalitarismo
tendría un planteamiento correcto hecho desde nacionalismos fascista como auténtico Estado de Derecho.
superiores, como serían, por ejemplo, un «nacionalismo f'••ropeís- Siendo esto cierto, no lo es menos el hecho de que en el in-
ta>> o un «nacionalismo atlántico». La democratización económi- terior de los sistemas ideológicos y económicos del neocapitalis-
ca, social y política debe ser propuesta hoy como meta de alcan- mo operan, a veces con fuerza determinante sobre las decisiones
ce universal, cosa realmente difícil de lograr con el imperialismo estatales, grupos y tendencias políticas que con todo rigor se
económico que parece inevitablemente derivar del neocapitalis- califican de neofascistas. La explicación sería la siguiente: la
mo propio de los más desarrollados Estados del bienestar. última guerra mundial significó la derrota del fascismo italiano
Se ha puesto de manifiesto desde esta perspectiva el para- y del nazismo alemán. Fue la derrota del fascismo en un alto
lelismo existente entre el antiguo capitalismo individualista ope- grado de su evolución y representó indudablemente un freno
rando a nivel nacional y el actual neocapitalismo «social» y un retroceso muy considerable para estos movimientos. Sin
operando a nivel internacional: ia desigualdad y explotación ca- embargo, puede decirse, la guerra y la posguerra no superaron
pitalista del proletariado en el interior de un país -que, por
otra parte, no desaparece, ni mucho menos, con la programación capitalismo, Barcelona, Ed. Seix-Barral, 1962); Shigeto TSURU (y otros
neocapitalista- vendría incrementada hoy en las economías de autores, como STRACHEY, SWEEZY, BETTELHEIM, KRONROD, DOBR, BA-
consumo por una desigualdad y explotación de los países ricos RAN, GALBRAITH), Has capita/ism. changed? Tokio, Ed. Iwanamy Sho-
ten, 1961 (trad. cast. ¿Adónde va el capitalismo?, Barcelona, Ediciones
desarrollados (países capitalistas), es decir, de sus oligarquías de Occidente, 1964); André GORZ, Stratégie ouvriere et néocapitalisme,
dominantes, sobre los países pobres subdesarrollados (países París, Editions du Seuil, 1964; Paul A. BARAN y Paul M. SWEEZY, Mono-
proletarios). Rasgos, actitudes y acciones belicistas y agresoras poly Capital. An Essay on the American Economic and Social Order,
en algunos de estos países de mayor desarrollo neocapitalista Nueva York, Monthly Review Press, 1966 (trad. cast. Méxíco, Ed. Si-
derivan indudablemente de esa posición económica de prepoten- glo XXI, 1968). En España, además de la ya citada revista Promos, de
Barcelona (que desgraciadamente se vio forzada a desaparecer), cfr. para
cia y del sistema ideológico que con ella se corresponde 98 • esa crítica al neocapitalismo los libros de Antoni JuTGLAR, Mitología del
neocapitalismo, Barcelona, Ed. Península, 1966; José María MARAVALL,
" Una acertada crítica del neocapitalismo puede encontrarse, además Trabajo y conflicto social, Madrid, Ed. Cuadernos para el Diálogo, 1967
de en el libro de SWEEZY, The theory o/ capita/ist development (ya cita- (2.' ed. revisada, 1968): José Ramón RECALDE, Integración y lucha de
do en la nota 22), en las obras de Paul A. BARAN, The Po/itical Economy clases en el neocapitalismo, Madrid, Ed. Ciencia Nueva, 1968; A. ABAD
o/ Growth, Nueva York, 1957 (trad cast. México, FCE, 1959): Jacques (y otros colaboradores), Reflexiones ante el neocapitalismo, Barcelona,
GERMAIN, Le capitalisme en question, París, 1960 (trad. cast. Proceso al Ediciones de Cultura Popular, 1968.

104 105
en absoluto el substrato socioeconom1co e ideológico del gran muchos antiguos fascistas y nazis encuadrados en las institucio-
capitalismo, que había posibilitado y apoyado. el nacimiento nes políticas y económicas del Estado social de Derecho, que,
y auge del fascismo. Sólo la progresiva eliminación de esa situa- sin haber cambiado lo más mínimo en su modo de pensar, tra-
ción de base habría ido logrando la desaparición del fascismo bajan y ejercen su influencia en pro de una hipotética vuelta
como fuerza social operativa. atrás por ellos considerada como factible y deseable. Igualmente,
No logrado aquello, el gran capital encontró fácil entrada en cuando se habla de neo fascismo tampoco se quiere hacer refe-
las nuevas estructuras demoliberales, llegando así a constituirse rencia principal a jóvenes nazis o fascistas que se declaran admi-
como pieza clave y central del W el/are State. Aunque institucio- radores incondicionales de Hitler o Mussolini. Todos éstos, viejos
nalizado en el llamado Estado social de Derecho, permanece o jóvenes, más que neofascistas son simple y puramente fascis-
siempre bajo éste -representada por sus grupos políticos y eco- tas y nazis; los neofascistas no son los jóvenes fascistas; el neo-
nómicos más reaccionarios y violentos- esa tendencia y propen- fascismo tampoco es única o fundamentalmente la vuelta de los
sión del capitalismo al control económico monopolista y a la viejos fascistas.
utilización de métodos políticos de carácter totalitario y dicta- Con la expresión «neofascismo» se hace especial referencia
torial, en evitación sobre todo de cualquier eventualidad real- en nuestro tiempo, como vengo diciendo, a un cierto tipo de
mente socialista. En este sentido es en el que suele afirmarse «fascismo tecnificado», dotado de una mucho menor carga ideo-
que en los Estados sociales de Derecho se aloja, en efecto, un lógica y romántica, que quiere sobre todo justificarse por razo-
elevado componente de fuerzas reales y de elementos ideológicos nes de eficacia (y en ello se aproximaría a las tendencias gene-
que configuran con bastante coherencia el hoy denominado rales tecnocrátícas del mundo actual), pero que, en última ins-
neofascismo. tancia, apelaría sin duda al poder totalitario y a la violencia
Lo primero que habría que resaltar en éste es, claro está, para la defensa a toda costa del sistema capitalista y de los «Va-
su íntima conexión con el fascismo; pero en seguida a la vez lores» de él dependientes. Es un fascismo adaptado a las condi-
la explícita diferenciación de ambos: fascismo no es lo mismo ciones de la sociedad del bienestar y a la economía del neocapi-
que neofascismo. No se trata tampoco solamente de una vuelta talismo: de él ha podido decirse (pensando sobre todo en su
al anterior fascismo de una simple y absoluta repetición: no agresiva política internacional) que concibe el W el/are State
habría entonces lugar para el prefijo diferenciador. Uno y otro como un Warfare State; y que con la misma mentalidad -de
con frecuencia aparecen mezclados y en indudable colaboración, absoluto desprecio al ser humano- ha pasado de la dirección
pero ello no impide su necesaria distinción 99 • de los viejos «campos de concentración» del nazismo a la direc-
Cuando se habla, por tanto, de neofascismo no se quiere alu- ción de los nuevos «campos de consumición» del neocapita-
dir directamente con esta expresión a la actual pervivencia de lismo 100 •

100
.. El término neofascismo, casi unánimemente aceptado desde hace Para un análisis de las perspectivas actuales del neofascismo y de
años en la historia de las ideas políticas y en el periodismo político los grupos de extrema derecha con respecto de la Alemania actual pue-
mundial, está siento acogido incluso en sectores antes totalmente reucios den verse, entre otros. Josef HINDELS, Hitler war kein Zufall, cit. en Ja
a utilizar dicha expresión; así, por i;jemplo. en las elecciones administra- nota 20, especialmente el capítulo sobre «I·lítler y la actualidad», págí·
tivas italianas de mayo de 1966, el diario ABC de Madrid, quizá por vez nas 163-193; Harry PRüSS, Va; und r.!!ch Hit/u; zur Deutschen Soúaí-
primera. se refirió al Movimiento Socíale Italiano (MSI) denominándole patlwlogie, Walter Verlag, Olten/Freiburg ím Breisgau, 1962, especial-
justamente como p<Jrtido neofascista. En este punto resultará útil con- mente págs. 143 y sigs.; Gerhard ZWERENZ, Wider die deutschen Tabus:
frontar Henri LEMAJTRE, Les jascísmes da11s l'histoire. París, Les Edí- kritik der reí11en Unvermmft. Munich. Paul List Verlag, 1962; Richard
tions du Cerf, 1959; jean-Píerre FAYE, «Langagcs totalitaires. Fasclstes et S. CnoMWELL. «Rightist Extremism in Pos!war West Germany», en The
nazis», en Cahíers Jnternationaux de Sociologie, núm>36 {Ml64). pági- Western Politlcal Ouarterly, vol. XVII, núm. 2, Salt Lake City, 1964.
nas 75-100; Fram;ois GAUCHER. Les fascisme est-il actuel?, París, Librní- Sobre la situación de los grupos de extrema derecha en Estados Unidos,
ric Fran.;:aise, J96J. cuyo peso es decisivo en la política interior e internacional del gobicr·

107
lista, cuy.o más típico y explícito lo constituyen amplias
Junto a este neofascismo actual, más tecnócrata y neocapi-
zonas de América del Sur, América Central y Oriente Medio.
talista, subsisten y surgen de nuevo otra serie de grupos mucho
E igualmente la Grecia de los coroneles.
más ideologizados, que cabe situar más en la órbita de lo que
Puede decirse que todos estos grupos, junto con esas ten-
es y fue el fascismo clásico. Entre éstos, y sin propósito de hacer
dencias de carácter neofascista, operantes --en íntima vincula-
una enumeración completa, cabría mencionar a los siguientes:
ción- en el interior del Welfare State, constituyen, sin duda,
a) En primer lugar, claro está, a los viejos nazis y fascistas en
un grave peligro para la libertad y el mayor obstáculo para la
países que colaboraron con el Eje en la última guerra, y muy
consecución en el mundo actual de un necesario Estado demo-
especialmente, por supuesto, en Alemania; b) partidos políticos
crático de Derecho. En el seno del Estado social de Derecho se
de extrema derecha reconocidos en los sistemas del Estado social
debaten, en efecto, una serie de fuerzas económicas e ideológi-
de Derecho; así, por ejemplo, en Italia, el MSI (Movimiento
cas, que a través de la imposición de unas u otras pueden aca-
Sociale Italiano), o en Alemania, el NPD (Natíonaldemokra-
bar por hacer de aquél una simple cobertura formal de una
tische Partei Deutschlands) !Ol; e) grupos racistas como el
dictadura capitalista, frustrando así esa vía occidental hacia la
KKK, en Estados Unidos, o los que controlan el poder en la
democracia, o bien pueden conducir en una evolución progresi-
Unión Surafricana 102 y Rhodesia, y grupos anticomunistas tipo
va a la constitución de un auténtico Estado democrático de
John Birch Socíety; d) finalmente, países de dictadura capita-
Derecho 103 •
no, cfr. Ekkchard KRIPPENDORF, «Die amerikanische Rcchte», en Poli-
tisclze Studien, año 13, cuaderno 145, Munich, septiembre-Octubre 1962;
Daniel BELL (y otros autores), The radical right. Nueva York, Doublcday
and Co., 1963; Richard HoFSTAEDTf.R, Anti-inte/lectualism in American
Life, Nueva York, Yintage Books, Random House, 1963; Ramón LuGRIS,
«El anti-intelectualismo en los Estados Unidos», en Boletín Informativo
del Seminario de Derecho Político de la Universidad de Salamanca, nú-
mero 32, octubre 1964; P. ALLEN BROYLES, La Société fohn Birch. Móna-
co, tditions du Rocher. 1964; Arnold FoRSTER y Benjamín R. ErsTEIN,
Danger on tl1e right, Nueva York. Random House, 1964, y Tite radical
rigltt: Report on the fofo1 Dirch Socíety and its Allies, Nueva York,
Yíntage Books, Random House, 1966.
'º' La denominación del grupo «misino» recuerda sin duda la del
régimen que, tras la caída del fascismo, le organizaron los nazis a Mus-
solini en el norte de Italia; la República de Saló se autocalificaba, en
efecto, de Repubb/ica socia/e italiana. Respecto a Alemania, intentando
Cfr. también Tomás MESTRE, Africa como conflicto, Madrid, Ed. Cua-
hacer resaltar gráficamente la conexión entre el actual partído nazi
dernos para el Diálogo, 1968, págs. 385 y sigs. Ultimamente Brian
NPD y el antiguo partido de Hitler, el NSDAP (National-Sozialístiche
BUNTING, The rise of the South African Reich. Penguin African Library
Ueutsche Arbeiterparteij, se ha dicho con ironía que para transformar 1969. •
e! nuevo NPD en el antiguo NSDAP sólo faltan las SA (Sturm-
'"', Entre, la ?ibliografía sobre el tema general de este capítulo, des-
Abteilungen), célebres fuerzas de choque hitlerianas precursoras de las no
tacana aqu1: N1cos PoULANTZAS. Pouvoir politique et c/asses sociales de
menos famosas y siniestras SS (Schutz-Staffeln), tropas del partido nazi.
capitaliste, París, Maspero, 1968; Mauríce Dosa, Welfare econo-
l?2 Para un estudio económico ud apa;theid, T. R. LLOBE!'.A V M. SA-
:n:cs a.'!d !he econnmics of socialism, Cambridge University Press, 1969
NA HUTA, «Economía y Apartheid», en Promos, núm. 42, 1966,
(trad. casi., Madrid, Ed. Siglo XXI. 2.' ed., 1972); Ralph MILIBAND '[/¡e
págs. 24 y sigs. Aspectos ideológico-culturales dei mismo. Fernando
State in capitalist Society, Londres, Weidenfeld and Nicolson, '1969
MoRÁN, Nación y alienación en la literatura negroafricana, Madrid,
Madrid, Ed;· Siglo XXI, 1971); Reinhard KüHNL, Formen
Ed. Taurus, Col. «Cuadernos», núm. 61. 1965; en un planteamiento más
bt1rgerl1cher Herrschaj t: Liberalismus - Faschismus, Hamburgo, Rowohlt,
sociológico y político,_ del mismo autor, El nuevo reino. Ensayo sobre
1971; G. Y. STEINER, The State of Welfare, 1971.
el sentido de la política en A frica negra. Madrid, Ed. Tecnos, 1967.

109
108
IV
ESTADO DEMOCRATICO DE DERECHO

10. ÜEL ESTADO SOCIAL DE DERECHO


AL ESTADO DEMOCRÁTICO DE DERECHO

El análisis y comprensión ele .las insuficiencias y contradic-


ciones del sistema, económico y del sistema ideolngico que deri-
va del neocapitalismo marca, puede decirse. el sentido y los
caracteres de la superación del Estado social de Derecho: el
paso al socialismo será así paralelamente el paso al Estado
democrático de Derecho.
Como escribe Jacques Germain 10", «desde su nacimiento. el
capitalismo liberal se ha transformado ya profundamente. Ha
atenuado alguna ele sus taras más esc:rndalosas, pero no ha rea-
lizado esta economía del género humano que proclaman sus
entusiastas. y cabe dudar de su aptitud para re;ilizarla". Y con-
tinúa: «Contrariamente a lo que nos repite una hábil e insidiosa
propaganda, la sociedad occidental no es. ni con mucho, un;i
sociedad sin clases. En los Estados Unidos, lo mismo que en
Europa, el poder económico continúa siendo el privilegio de
una oligarquía y se transmite por vía hereditaria o por coopta-
ción, de forma análoga a como se transmitía el poder político
bajo el Antiguo Régimen.»
Naturalmente, la conexión entre la oligarquía capitalista y el

'"' Jacques Gr-RMAIN. PrncPso al capitalirn10, ya CÍI., p;ígs. 167 y 221;


recuérden>e para la crílica del ncocariilalismo las ohras mencionada> C'll
la nola 98.

111
poder político es en eslas situaciones inevilable. Germain ofrece constituye de esle modo la base para el entendimknto y la lrans-
una muestra imporlante: «De las 85 personas que desempeña- formación real e ideológica de la sociedad actual 1()(,.
ban un papel esencial en la Adminislración Eisenhower, 68 tie- Como hu escrito entre nosotros el profesor Aranguren, «la
nen íntimas relaciones con los ambientes de negocios: concre- tendencia actual al socialismo en el plano económico, cualquiera
tamente (para nq citar más que un ejemplo elocuente), de los que sean el grado cuantitativo y el carácter estatificado o no
14 directores de la Standard Oil de New Jersey, ocho ocupan de esle socialismo, parece estar inscrita en la realidad misma.
o han ocupado funciones gubtrnamentales.» Este conlrol ejer- En cualquier caso, el motor no puede ser -no debe ser- el
cido :;obre el poder político por la oligarquía del gran capital interés capitalista determinado a dar la primada a los bienes
explica muchas de las decisiones de la política inlerior e inler- wntuarios de consumo para conseguir así, como un subpro-
nacional de los Estados Unidos y. en general, de los sistemas ducto ético, el bienestar material de todos, sino Ja organización,
políticos del m:ocapitali:;mo 105 • inspirada en una auléntica voluntad de justicia, de dar a cada
Cada vez resulta más claro que la democracia política exige uno io suyo, de la democratización económíco-social» JO'l.
como base la democracia sociueconómica. Sin ésta, aquélla es Socialismo y democracia vienen en nuestro tiempo a coinci-
insalvable, y en tal situación las decisiones se hacen antidemo- dir y a institucionalizarse conjuntamente en la propuesta del
cráticas en los dos sentidos: vienen adoptadas por la oligarquía llamado Estado democrático de Derecho: el socialismo de éste
capitalista y responden a intere:;es predominantes de esa oligar- será así resullado de la superación del neocapilalismo propio
quía. Democracia real y neocapitalismo no son en modo alguno del Estado social de Derecho. Aranguren da cuenta de este paso
términos conciliables, sobre ro<lo a nivd internacíonal. En ese Y supcrnc1ón, sí bkn utilizan<lo una terminología diferente:
contexto, Jacques Germain aporta, en su mencionada obra, algu- « Eslo significa -dice- que el viejo Estado de Derecho, sin
nos datos desmilificadores del llamado «Capitalismo popularn, dejar de seguir siéndolo. tendrá que constituirse en Estado de
datos que no sería, ni mucho menos, difícil extender y generali- íusticia.» Evidenlemente. la fórmula Estado de justicia, en la
zar a todo él: los 20.000 empleados-accionistas de la Standard explicación 4ue, como hemos visto, el profesor Arnnguren rea-
Oíl poseen, en tolal, meno:; del l por 100 dd capital de la so- liza, alude a contenidos cercanos a los enunciados en la expre-
ciedad; asimismo, los 200.000 empleados-accionistas de la Ame- sión Estado democrático de Derecho. Sin embargo, considera-
rican Telephone and Telegraph son litulan:s <le menos del 5 por mos lotalmcnte preferible esta segunda expresión: «Estado de
100 del capital. justicia» tiene, sin duda, un sentido mucho m;1s abstracto. Am-
Frente a la imposibilidad de compatibilizar coherentemente
democracia y neocapitalismo, la r;orrespondt:ncía entre los tér· '"" Parn un planteamiento político <le los problemas dd socialismo a
lllvd internac10nal es del mayor llllcrés In Revtie / 111emalw1wle ¡/¡¡ So-
.. .minos democrai;ia y socialismo puede .hoy es limarse, creo, como cwlisme. <lingi 1da por l.clio BAsso. que se edita también cn Iliiliuno e
algo mucho más concorde con la realidad. El encuentro entre inglés; su prirner núnicro apareció en enero d<! 196•!. A 1111 nivel más
los problemas de la democracia y lo:s problemas del socialismo teórico es también importante, entre otras. la r1.:vísta L'lio1111 11 ¿ et la Su-
ciJtJ. diríg1Ja por Scrgc f ONAS y Jc:un l'RONTEAU, y t:ll)'O primer número
ª!)ªr.eció en d Oloño de 1966. Dando especiul rdcvanc:1a a Iu, asp<:ctos
tecmc:os J,e. la democracia socioeconómica, cfr. la revíota Te111p1 !1-fuderni
'"' Para la cnuca a la llamaJa «Sociedad opulenta y dd bienestar»
1.:11 d contexto prderentcmente Je! neocapítalismo norteamericano, pue·
-:-ª propos!lo ello ejemplos diversos de socíalislllo :1ctual·-. cspe·
cialmcnte de:;dc •u nuni. 18 (julio·oeptíembn: J9o·IJ, IJ¡¡jo el cplgrnff.:
Je11 verse de Gumwr MY1WAL ;u:; Ueyurn/ the \Velfare Sta/e, Yale
general t.k sucw/ista 111 Italia, se viene ocupa11do dd problema;
University Prcss, J960 (trud. i.:asl., El Estado del /uturo, México, FCE,
cfr. espi:c:almcnte el nCtm. 19 (octuhrc·dit:iembrc !9M), sobre f'rub/e 1111
1961) y Clial/enge to AJ/IL11mce, Nueva York. E<l. Pantheon Books, 1962
de! socwlis1110: el núm. 21 (abril-¡unio 1965), sobre Socrnlisnw e i/¿mo-
(lrad. cast., El reto a la sociedad opulenta, México, FCE, 1964). También
cruciu. }' el mim. 22 (Jtilio-scplíembn: 1%5), sobre e sociuta
David R1ESMAN. Abimdance far what?, Nueva York, Doubkday, 1964 imlustrwle i/i
(trad. cast., México, FCE, 1965). '°' AHANGUREN, Etica y Polít1ca. ct!., pág. 303.

112 113
bos términos sólo pueden considerarse intercnmbiables si los se constiluycn a b'ter.amC'nle
• como fuerz . d
entendemos en el sentido de que el Estado democrático de Dere- o impedir la evolución 1 . 1 .as n:lcrcsa as en frenar
cho es hoy el Estnclo ele justicin, es decir, el Estndo que npnrece ue se r d rncrn e segundo nivel (socialismo)
q p o uce el Estndo ckmocnílico de Derecho im en
nctunlmcnle como lcgílimo. como justo, en funcícín precisnmcnte
de \lllOS dctennirrndos vnlores históricos que son la democrncia, '"' ¡\
P"rlC de !ns ohm., cil·1ehs ·11 1.111 1
P 'ar·il' e 1as n esta,· reunimos aqt ' · '· h ' nr en otros· p·i'SílJCS · ·
el socialismo, la libertad y la paz mi. d e 1os l'b 11 so re e 1 lema de In 1' .
cuc;troncs
r. ros n1ás representa('. , , e cmocrnc1a algunos
Lo importante de todo esto radien, pan1 nuestro lenrn, en difcrcnles plntnforn1ns ,·d· col',1 l.'ºS c(scnt?s en estos últimos años ,desde
que ln dcmocrncin y el socínlismo se institucionnlicen ele ncuer- ' ·· t g1c-1s scgtr d
exposíción): Mnrk M lll' r ,,· .! . unos un or en cronolc\!!ico de
do con los principios que, basados en el imperio ele la ley, he- · ·" .n, · r('e S1>nctv· !11 1 1 ·
f'Orar.1· dcmocrncv Nucv y ·k • · ·: ci·n C1tllw11 of cotrtr• 111 •
B . ·' ª 01 • 1' 1 1rlosophic:il L" . ,
1Q53; (,cor¡!cs
mos consiclerndo como propios de todo Estado de Derecho: y La democratie. Bruselas, Ed. Oífice
en efecto. a pesar ele las dificultades, ambos polos pueden llegnr ce.ron cnsl.. Barcelona, Ed. A riel. 1%0)·. Zcve Publtc1te, 1956 (traduc-
D1ctalorship, Londres Ro ti & · · e e1 BA1rnu, Democracv mu!
a compatibiliwrsc. Es mns, creemos que sólo a trnvés ele ellos, {) 11 · u ce ge 1 Kcgan Pnul 1056 ·
c 10crnz1n e dc[imdoni ¡. ,. 1 · ' . ' · · 1: G SM!TORI.
11
sólo a través de la democracia y del socinlismo, cnbe dar hoy ción cast.. l'vléxico Ed Lim,t "\·,·,., olonra, l:d. 11 Mtrlino, l'Vi7 (lr:icluc-
. · ., 1sn- 1 cv 1%5)· F· N
cumplimiento real y efectivo a los derechos y liherlades del mocrat1c a11d thc Awho .1 , •· _ • , rnnz El'MANN, The De-
7·¡1eory, Glencoc Jllinoís n arrrm Statc ¡.\',ms 1· p r· · (
hombre, objetivo éste que constituye. como se snbc. la preten- . F · .. · 11 o rlrca and f.caa(
. . · ·· 1 11e ·ree Press 1057. G f "
sión central del Estado de Derecho, pretensión a la cunl estrin ::.tr11kt11rprobtcmc der modcnrc11 f)c111r k -: ... , cr iard l,F.fll l l 01.z,
1958; Stnnley llENN y Richard I' J Knrlsruhc, V. C. F, l\.Hillcr
dirigidns sus otrns notns características y que sirve precisamente . (' ' ETERS !:>ocwl n . ' l .
era l ic c>late, Londres G Ali o U '. ,.rmcir es mu/ thc de111o-
A U . , . en <X nw1n IQ5Q· J BAR /)
como justificativo de aquél frenle a todo Estado abso- nagot11<.cd ! . ll 1 • .• .
·
11
l · , ... 1 nva. q5q. e 1 F . ENTS, cmocracv: ·
luto o totnlitario. t te as ll crrschaf ts rmd Lcbc11sfnm; 1Icirleib .' . n lr:PR re H, De111olaa-
(trad. cast., f.a democra · . · · e1g. Ouellc & Mcycr ¡qr,q
El Estado democrático ele Derecho aparece en esta perspec- rd era co1110 forma pofít · · ..
"- · Tecnos. 1961); Hugh ¡\ G · tea Y como forma de Pida
tiva como supcrnción real del Estéldo social ele Derecho. No o emocracr Londres B ·¡ ·Bl 1.FGG, k ,
·1 new A ¡
f'(Jroac r to l nd11stria!
'
quiere ello, sin embargo, decir que éste conduzca «naturalmen- Ed. Hisp;1;0-Europca. l·T ac ·wcll, 1%0 (lrnd. cnsl., Bmeclona
enrv G MAYO A l
te» a aquél; al contrario, por lo general nprircce más bien como
,
mocrat1c Thcorv. Nueva V
A ·
' .
'or .
,
k o r·
x orcl U1 . . ·
. . /1 ntro d llction to De-•
obstáculo pnra esa superación. Del ncocapitalismo no se pasa RON (y otros). l..n démocratte á /" ll\Crs1ty rrc-ss, 1960; Ravmond
Berlín, París, Ed. Calmann Lévy, XX' siccle. de
«naturalmente» Dl socialismo; del Estado social de Derecho no of freedom. A11 analvsis of ti M I ' . , The pofitic
se pasa «tiat11ralmc11te» al Estado democrático ele Derecho. La sity of Wnshincrton. Prcss !1eQ6I. oc,ern !JI emocrat1c Stnte, .seatlfe. Univcr-
superficial y aparente «socinlización» que produce el neocnpi-

aemocratie, París, ·i:ditions d
"' ...
S oscp i R
·1.
¡_
. OUAN, f11c idc;e i1c11pc: la
talismo no coincide con el socialismo, como tampoco la «demo- el fe citoyen, París fditions .Seu1 ·¡' l 99fi 1: Club lean M OUI.IN, t'f.tat
L ' . 1 'CU! 1 (JI· SEMAI s
cratización» que produce por sí misma la técnica es ya sin más CE, a société démocratique (Caen ' 1CJ6 • . • NE . OCIA LE DE FRAN-
Roucrrn. L'erreur de fa démocnt . . .3L Pans. S1rey, 1963; Louis
la clemocracin; ele un nivel n otro (es importante insistir en ello) Nouveau, 1963: Georgcs V En. _' ie. París, tditions L'Esprit
hay un salto cualitativo y real de primer orden. Y, como deci- que Francc-Forum) Parr's l. l'l:._d). otros, La democratie a re/aire (Callo-
• '
[.. a d cmocratie indu,tricllc Pn • Pl IF ' · i: 1t1ons Ou _.,
mos, fuerzas importantes de ese primer nivel (ncocapitalismo) v11eres, 1963: André p 1111 ir
. . . ,ns, . ICJ6J (1 el - •
nar de Dionisia R!DRUEJO. Madrid- Ed rn . cnsl. y noto prclimi-
'º' La expresión «Estndo de justicia», expresión bastnnlc u1ilin1dn. ha WE!NJTz. l11d11strialism a/l(J IJ · · · Tecnos. 1965): Karl de Sc11-
sido también explícitamente acogida en el VI Congreso Nncional 1talia- .
d, res, eo 11 ier-lvfacMillan, cmocracv The Fr p f •
1964: Cr. l'll ce ress o Glencoe. Lon-
no de Filosofía del Derecho, celebrado en Pisa del 30 de mayo al 2 de eco1101111que. París !Oditions . d . S ¡·¡ N M OULTN, Pour une démocratie
junio de 1963. uno de cuyos lemas í ue precisamente el de Sta/o di dirit- l'robfem of N u c;ur . 1964: Herbert TlNGSTF!N The
lo e Stnto di giustizía; los trnbiljos presentados a dicho Congreso fueron Maurice Duvr.ncrn ¡a- "o, ucva ) ork. The Bedminster Press. '1 %5.
S .1 · · · cmocrnt1e rnirs ¡ p '
publicados en la R1vlsla Intemazio11ale di Filosofía del Oirítfo; las po- eu1. 1967: revista Cuadernos para el Diál e euf7 1e, París, !Oditions du
nencias en el vol. XL (1963), págs. 81-119. y las comunicnciones en el sobre Democracia y Derecho ogo, num. XII. extraordinario
1
vol. XLI (!%4), pág. 129-339; dr.spués han siclo recogidas poncncins artículos de Luis García S Madrid, diciembre de 1968.
y comunicncioncs en 2 vols. aparecidos en Ecl. Giuífrc. Milán, 1964. además de los citados Mesa y J. M. Vilaseca:

114
115
)unto a esa posible vía evolutiva occidental, se señala por
Como es sabido l' s , ,
otros que podrá también llegarse al Estado democrático de Dere-
cho desde otras plataformas que no sean el Estado social de
actualidad mu a di a estas cuestiones son en la
, . . . y versas y dependen, en gran parre de las dife
Derecho: así, por ejemplo, desde los sistemas llamados de Slluactones particulares concretas de c11Ju pafs. Desde
«democracia popular» o «democracia socialista». Y, en efecto, ante la posibiiidad, por cualquier
la evolución que -a pesar de indudables frenazos y retroce-
las que determinan ser la vio-
sos- puede llegar a imponerse en éstos conduciría, superados or las qu, ¡' t t· o lo e e lograr esa revolucíón, pasando
p e n en <1n ograr esta ·1 t . ·, · · .
monolitismos y dogmatismos que todavía subsisten, hasta posi-
ciones que confirmarían -desde ese punto de vista- la com- lurivas, pacíficas y democráticas' Arpaaves de vws, evo-
con las tesis enerale .· re_ce corno mas coherente
patibilidad entre socialismo y Estado de Derecho. osición a1·· _g . <l s Je la Vlilculación a esta última
De esta forma, y sin querer llegar con esto apresuradamente P , Hman o, al prop10 lien1 o l 'b' .
a (da gran síntesis final» o a cualquier otra forma de «culmi-
d·1d de q u, . . P · ª posi 1hdacl y necesí-
D,e . , . etapas lrnc1a ese btado democrático de Den.:cho
nación de la Historia» (esw debe quedar bien claro), cabe decir wd,'.s formas, no i:s ia situación del Te ... M " .
qUt.: el Estado democrático de Derecho aparece como la fórmula ha querido estudiarse y reseñars" e11 est· , undo Ja que
Po . ¡ ... as paginas.
instirncional en que: actualmente, y sobre todo para un futuro ' r o . que a Ja·s d emocracias · · populares se r;;f . "' > ' l
próximo, puede llegar a concretarse el proceso de convergencia curioso e 1mpor!"lnte ob· . . '" lctLO, rcsu la
clones críticas q,ue ínJ a pesar de todas las puntualiza-
en que tal vez vayan concurriendo las concepciones actuales de .
cuestión , ¡. . · u a . .e1Ht:nte . deben J1'" ·i··ei·<·e
· " so . b re estu
la c.kmocrncia y del socialismo. El paso del ncocapilalismo al , que d leona sov1et1ca del E .. l . . . , .
mente . , .- , . sl.tc. o esl.iblece teonca-
socialismo "n. los países de democracia liberal y, paralelamente, ' como ex1gencrns fundamentales de la l 'g·111·d· d· • "l'
un cuadro n · ·¡ '-' ' d soc1c1 ISIH
el creciente proceso de despersonalización e institucionalización
propias del _la.s he:nos mencionado aquí com;
jurídica del pod<.::r en Jos países Je democracía popular, consti- . · e1echo. Escnbe, por eJ.C::fn')lo N G A',
tuyi; en síntesis la dobk acción necesaria para ese proceso de xandrov en ! 959 1w. «U ., . . 1 ' · .• 1e-
social1.sta . .· . n tasgo íundamental de la iegalí<lud
convergencia en que apart:cería el Estado democrático de consiste ante todo e
le .., , . , ' , ' n asegurar la s11premacía de la
Derecho. Y iespeclo a todas ias decisiones de los ó. . . l l
Al laJo de esas dos plataformas -una, Estados sociales de poder, a todas las decisiones de ,. . ig,mos del
Y de los ór i . d .. , 1 organos de c1dm11mtración
Den:cho propios de los países di:sarrollados occidentales; otra, .::_añade JU ic1c1 es y de mstrucción. La ley soviética
J<.:mocradas populares vigentes en los países socialistas-, el • e:. ?ocurnento por el que los pueblos de la URSS
j
prubkma se hace más cun1ple¡o todavía y presenta caractcr<.:s o le lll1d re pu bhca federada . ';. , .. .
dire''/Os "ll el ó . ' " trm es dt " 11 :. represe11/a11/es
mucho más conflictivos en r".lación con la mayor parte de los
Sup;emo -ele la supre1;10, estufa{ (en el Soviet
países del Tercer Mundo. Especialmente, dentro de éstos, en
ex¡;resan su voluntad Supremo dt: la República)
rdación con los que, o bien no se constítllyen en modo alguno
como E:;tados de Derecho de ningún tipo, sino como Estados «Ülra exig<.:n.cia fundamentéd l•'g·1t'1"'· d . . .
de 1<1
e ¡· · ' uc1 ::.ocrnh·t·i
más o menos absolutos o dictatoriales, o bien no utilizan una un inua enumerando por este orden Al, . <l. . . e
1
fJ ///liento y protecc1Ó// i·fe fu·,. (/·e .. I exc1n lOV-- ":, ·'! e·''I/// J-
mínima y ficticia formalización jurídico-política del poder sino
ello e · . · . J· . .. . 1ec 1os de flJS uu,
• J · ·/·w /·unos. 1Jura
i;omo imtrumento cnmascarador de una dictadura r<.:al de los ., n pc11 t1cu <11. t:::. necesario que todo:; Ju .. ·t . l . J
grupos y oligan¡uías capitulistas (en grado muy superior al con- lo:; órganos del btado que 'lfe"tcn . l . .·:> .':e os le p_ut <.::r de
trol que indudabkmente dichos grupos ejercen también en los
disposicion. · • . , ' ... ª os Clllu<idanos lord..:nes,
t:s, ek., y con mucho mayor motivo ¡,.,,.me· J".1
"J tuas caer-
Estados sociales de Derecho).
¿Cómo es posible en estas situaciones, y a través de qué N. G
ALEXAN!lllül' (y otros 'llllür") T' . 1 .
vías cabe ei paso a un futuro Estado democrático de Dt:recho? Uerec/w ( vcrs1cin din:c:ta po A F . '. '" ' wrw 1 d Lstmlu y del
tviéxico Ed G ",lb 96 r · iciro de la i.:d. ru:;a fv!oscú 1959)
' · flJ« º· l' 2. pags. 217 y stg.>. ' ' · '
J 16
¡ 17
citivas) se basen estrictamente en la ley. respetando rigurosa- damental en la socialista que no encuentra paralelo en
mente los derechos de los ciudadanos.» (. .. ) «El cumplimiento los Es,tados de Derec110 y que ha constituido, sin duda. una de
de este requisito es especialmente importante en aquellos esla- mas fuertes raíces del monolilismo y dogmatismo de aquel
bones del aparato estatal con atribuciones para aplicar la coer- Se trata de la función superior de control que ejerce el
ción estatal (detención, imposición de castigos, etc.). Indudable- Partido: «En el fortalecimiento de la legalidad socialista tiene
mente, el desarrollo del régimen socialista requiere que la una importancia el co11tro{ del Partido sobre la actividad
aplicación de medidas coercitivas se sujete estrictamente a la de todos los eslabones del aparato estatal», escribe Alexandrov.
ley, haciendo imposible que el aparato coercitivo pueda ser uti- Ese supremo control del partido -que le hace dominar casi
lizado con fines antilegales.» (. .. ) «Ütro requisito fundamental po: entero órganos legislativos, ejecutivos y judiciales-,
de la legalidad soviética es el carácter universal del cumpli- 3
una. mdudable falta de pluralismo y ele libertad crítica
miento de !ns leyes. La lcgalidrid soeíalistri presupone que la eficaz el mterior .d:I. mismo (y en la sociedad), es lo que ha
observancia de las leyes, el respeto. ·de los derechos de los de- determmado en defm1t1va la sacralización del poder político
más, dando satisfacción a sus legítimas pretensiones, afecta si7l Frente a ello, son cada vez más frecuentes en el mar-
excepció11 a todos los órganos del Estado, organizacíones socia- actual. posturas que se proponen superar realmente
les, funciona ríos y ciudadanos.» dicho monol1l1smo y dogmalismo, favoreciendo -y 110 cerce-
Junto a estas notas del imperio de la ley y de la protección el auténtico pluralismo que surge y debe también sur-
de los derechos de Jos ciudadanos -el problema radicaría en la gir en el seno de las sociedades socialistas 111 .
formulación de aquélla por un órgano suficientemente represen- Volviendo al lema central, resume Alexandrov, «los rasgos
tativo, así como en la institucionalización, con suficiente ampli- fundamentales de la legalidad socialista son: la observancia de
tud y respeto cfectivo, de esos derechos- establece también supremacía de la ley, la protección de los derechos de los
;\lcxanclrov, como propia del sistema jurídico soviético, !a lega- c1udaclanos, el carácter universal del cumplimiento de las leves
lidad de la Administración y el control sobre ésta a través, fun- la. constante estatal y el control social de su
damentalmente, de la institución de la Prukuratura: «Es también miento, la un1 formtdacl en la in lerpretación v aplicación de ¡
un requisito íundamenlal de la legalidad soviética -dice- el l 1 'l" . " as
eyes, e 1s1s a su debido tiempo y correcto de las quejas de
ejercicio de una continua vigilancia estatal, el control del Par- los traba1aclores, la corrección oportuna de las infracciones de
tido y ele las organizaciones sociales en cuanto al cumplimiento la ley y el carácter ineludible de la responsabilidad que se deri-
estricto y riguroso de las leyes. Un elemento importante de la va de estas infracciones» 112 •
vigilancia estatal del cumplimiento de la legalídacl es la que
ejercen las procuradurías, pero la noción de vigilancia estatal es "' C_fr .. por citar un ejemplo reievante. el trabajo del marxista ilalia-
no Luc1.o LoMRARD?-RADICE. «Pluralismo en la praxis social» (incluido
más amplia que esta otra. Si bien el procurador general de la el de vanos aulorcs, dirigido por Jesús l\curnnr:, Cristianas
URSS y los procuradores que de él dependen vigilan el cumpli- } 111ar.\1Slas; los problemas de 1111 diá/ooo M"dt·i'd l\l"t" Ed"t · 1
miento de In legalidad en tocias las administrativas, lq59 1 d ·
. l. e on e afirmando la
" · " ·
v la posib1"1"1dad cJ l ¡
,.nza ¡·· 1 ona '
1 · el · . " " ' • ' e p urn 1smo en
judiciales y de los organismos de instrucción. del exacto cumpli- _soc1c acles s?cialistas. lo contrapone ctin10 pluralismo dialógico v din-
miento de las leyes por todos los funcionarios y ciudadanos, lect1co ?l ele carácter clasista típico de las sociedades bt;rgue-
sas c?pltalistas. Cfr: también sobre este punto Stanislas E11 Rl.lc H. "Le
cualquier órgano estatal. dentro de los límites de sus atribucio- du pl_uralisme», en la revisla L'flomme et fa Socíété, mím. 5,
nes, está obligado a respetar la legalidad ele los actos realizados ¡ulio-.1gos10-scpl1c111brc
, . de 1967 ' ¡11ígs-· ll -'1-J 18.. Se t1·nt¡¡ ele uno e1e ¡os
por los organismos y funcionarios que de él dependen o que se i_cma;; mas cl.ebnt1clos en la rcJ¡¡ción socialismo-clcmocrncia. En torno a
hallen bajo su control. y también de los actos de los ciudadanos el \:cnsc el libro de Imrc SzAnó, lstván KovAcs (y otros autores) <;
cw/ist concept of Human Rights. Buclapest, l\kademiai Kia Í' 196,6 .•. e- 1
en la e'.:ifcra correspondiente de las relaciones sociales.» "' Sobre l el · · el eº· · ·
h .' or enairnento 1urí ico de los países socialistas y el Dere-
Introduce, pues, la teoría juridica soYiética un elemento fun- c o const1tucmnal de la URSS puede verse: Jacques ílELLOI", Le Droit

118 119
No es infrecuente que, obedeciendo a muy diversas motiva- nos Estado de justicia y Estado L!emocrático-popular. Y esto
ciones, la teoría políucu actual reserve lu expresión Estado de tanto si lo que se pretende es ncgur termina11temcnte u las demo-
Derecho pura los sistemas occidentales democrático-liberales y, cracias populares toda relación, incluso futura, con el Estado
en cambio, utilice lu de E:itado de justicia en relación con estos Lle Derecho (desafortunada e incoherente ocmrenda s..:ría con-
si::;temas de democrndu popular. Y esta culificación, n.:petímos, cederles entonces el tíiulo de Estado de justicia), como si lo que
se hace desde muy distintas plataformas ideológicas y con inten- se quiere significar es que éstas son en Ja ¡1c1ualidad el único
ciones políticas muy diferentes. Escribe en este sentido, reco- 1
sistema justo H. Antes se ha dicho explkitarnente que cabe pro-
giendo esa corriente de opinión, el italiano Niso Ciusa: «Las bablemente llegar al Estado democrático de D..:recho desde una
expresiones Estado de Den:cho y Estado de justicia, o locuci?- creciente despersonalización e jurídica del
nes a é::;tas equivakntc.:s, aparecen hoy con bastante frecuencia poder en las L!emocracias populares y que quizü estamos hoy
en el lenguaje de la publicbtka política. fa bien sabido -dice en los inicios de ese paso. Pero Junto a ello también se ha insi;-
Ciusa- que estos términos intentan designar respectivamente, tído en que, a pesar de las dificultades y de los ohsléículos, cabe
::;i bien de modo genérico, el primero, el ideal y el programa considerar como factible el paso progresivo Jet Estado social de
adoptado por los partidos y tendencias de tradición democrática Derecho al Estado democrático ele Derecho. considt:rado éste
liberal, y d segundo, el principio inspirador de los Estados y de hoy como Estado de justicia, es decir, como Jotado de una
los movimientos que gustan denominarse a sí mismos como «legitimidad justa».
ckmocrndas populares» rn. La base (kmucrútica vienc dada en todo cé1su vur el socia-
No correcta esta absoluta identificación de los térmi- lismo. pero éste y aquélla han Je actuarse dentro de las cxigcn-
cías que marcu siempre un auténtico Estado de: Dcrccho. Y11
"1viell<JL1e. l'UF. Pario. t'H.i3; l'uulu U1SC\ltEr11 UE Ru1'HA. Lme11111e1111 hcmos hablado de Quizá convenga en esta Darle finul in-
generuli del/'unliiw111e11to cusiituziuna/e suviellco. !Vlilrin, Ed., ?iuffre. tentar aclarar algo las cosas, primero en relm:ió11 ·con Ja demo-
JlJ56; CEVRIKOV. L.:s Jru11s iundw11c·111aux des c11oye11s en UR::>S. Pans, cracia y después cn relación COI! ei socialismo.
1947: 1-lenri C11AMHllE. Le 111arxísm.: en Umu11 sov1étíc¡ue: uléulog1e el
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Ht1zt11w. Le Uru11 SU!'lÚll<JllU, l'ans. Libnune Lk Drvll d de 1unspru-
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prub/¿ 111 a1tca. trubajo prescntadu al V 1 Congr1:w Nac!Onal ltalianu de de Umberio CE!UlONl. Ralph l\l1uJJANll, Nicos PüULMffZAS y L1ubumi11
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120 121
y concrcln, nl hecho de ln univcrsnliwción de un rcg11- participación de las masas; incluso a niveles de infradcsarrollo
lar nivel medio de consumo. la no-participación no se acepta.
En este sentido, lo primero que cabría decir es que propia- La protesta ante la margínalización social no ha desapare-
mente sólo serían hoy sociedncles de nrnsns lns sociedndes indus- cido jamás en la historin, es cierto; pero sociológicnmcn!e el
triales clesnrrolladas. El simple hecho físico de la presencia de nivei de la toma de concienciri y de la rosibilidacl efectiva de
las masas -que pueden ser, por ejemplo, masas harnpientas y hacer valer la protesta ha aumentado en nuestro tiempo, y ello
desnutridas- sólo autoriza a hablar de sociedad de masas en tiene su reflejo psicológico en esa pretensión de incorporación
un sentido impropio y nproximativo. La concurrencin de lns y de pnrticipnción nctunl de lns 111nsns. En In socicdnd tradicio-
masas en el consumo parece ser el clcrncnlo caÚf1ctcríslico de nal la no-par!icirnción se accplaha con un porccnlnje mucho
este tipo de sociedad. que se constituye así precisamente como menor de protesta. Al menos en este sentido mínimo puede
<<sociedad industrial de masas)) o como «sociedad de consumo decirse que prácticamente todas las sociedades actuales son o
de masas» 115 , intentan ser sociedades de masas.
Con todo, un Íaclor psicológico y renl parece ser común a Ahora bien, sería un error deducir de -como a ve-ces
mnbos niveles: la pretensión de incorporación y de participación precipitadamente se hace- que tocias las sociedades actuales
son entonces. por eso mismo, sociedades democníticas. Sociedad
activn, 1m1yor o menor pero siempre de un cierto grndo, en lcis
funciones y r;n los rendimientos sociales ejercida por todas esas de masas y sociedad democrática son términos que, por supues-
grandes masas y estratos de población que lwsla ahora habían to, puctlcn pcrícctamcn!c 110 coincidir. En cierto sentido, hemos
permanecido casi totalmente al margen de In vidri colectiva. dicho. toda sociedad actual es sociedncl de masas; pero no toda
Incluso al nivel de la simple presencia física sin consumo, o con sociedad actual es, claro esl<í, sociedad democrática. La demo-
consumo mínimo, se manifiesta hoy esa fuerte pretensión ele cracia exige, con un mínimo ciertamente elevado. participación
rea[ de las nrnsas; puede en cs!a perspectiva definirse Ja socie-
dad clemocráticn como aquella capa?. de instaurar un proceso de
"' En rclnciún con In socicdnd de 11111sns. E111il LEPFHFH. '/'he Stotc efectiva i11corporació11 de los hombres, de tocios los hombres.
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sociedad democrática 116 .
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M,\NNH'G; M. !l.. STFIN, Tdc11tífy all(I i\11xi<'ty. tire sun·i••al o/ tlie i11di- 11
Pnra csfc tcrn:i, en rclm..:icln c(.)n la sociedad cspaiiofn actunl (ailos
¡<.

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de Salu111a11ca. núm. 31, marzo 1964. numero l, octubre 1963: Amando DE Mir.un .. «Movilidad social y gco-

122 123
bl_erna es ver qué fuerzas sociales y económicas orientan, y hacia
El problema se hace más complicado si de ese primer con-
donde, ese .desarrollo tecnológico e industrial; éste, a pesar de
cepto genérico e impropio de la sociedad de masas -presencia
todo, casi siempre es positivo, pero no siempre es suíicientemen-
física cuantitativa- pasamus a considerar la cuestión en su
te dc:mocrático. La sociedad industrial de masas es un hecho
nivel más propio y corn:cto, correspondiente a la moderna socie-
pero de lo que se trntu es <le enll!n<ler este hecho, que, po;.
dad industrial típica de los países desarrollados de nuestro tiem-
supuesto, puede venir orientado desde muy diferentes motivacio-
po, que implica ya una cierta universalización del consumo.
nes y prctensiones.
Cabe perfedumentc afirmar en relación con ellos que tampoco
La técnica nivela y el desarrollo industrial, es cierto demo-
aquí los términos sociedad de masas y sociedad democrática
cratiza; ni la técnica ni el desarrollo industrial
coinciden necesariamente.
ya, por Sl solos, la democracia, es decir, la constitución de ulia
La sociedad industrial Je masas puede no constituir real-
sociedad n:a/mente úemucrülica, que, ademá::;, rt:sulte generali-
mente una sociedad dc:mocrática, o. al menos puede no constituir
znb!c..¡¡ nivel internacional. Lo decisivo es el sistema que oriente
urn1 sociedad· suficientemente democn:iticu. (Conviene no olvidur
que la democracia es un proceso y que las exigencias de ese
Y dmJa el desarrollo industrial y tecnológico, sistema que, cluro
está, no deriva de preferencias psicológicas ideales, slno de la
proceso no son invariables en el tiempo, sino que aumentan
organización real de las fuerzas y elementos de la producción.
progresivamente con éi, configurándose aquélla entonces como
La democracia exige participación real de las musas en el
democracía progresiva.) Es indudable que la técnica nivela y que
c?!1trol de las decbiones y en los rendimientos de la produc-
la sociedad industrial desarrollada democratiw: esto:; son hechos
c1on; s111 csu p11rl1c1puc1ún real no huy socicdaú dcmucrútícu.
4L11.:, cual4uieru t¡ue :>e<1 la 1Jcologia 4lH.: :;e tcnga. dl'.bcn scr
F:·ente a cita, una participación /icticia, en diferentes grados y
nl'.cl'.:;ariaml'.llte rcconociúos y aceptados. En este sentido, pucdt:
mvdes (desde absolutamente irreal a claramente insuficiente)
decirse, la sociedud industrial de masas ha supuesto, en relución
aparece como característica central de las sociedades no demo-
con las socic:dades traúicionales, un indudable puso adelunte en
cráticas. Ambas situaciones -real y ficticia- deben entenderse
ese proceso de d1;mocratización. •
no como t:scncias cerradas e incomunicablt:s, sino más bien
Ahoru bien, el problemu e::; ver si basta con ei desarrollo
como polos de una escala graduable y mensurable.
tecnológico e industrial. o con un ci1;rto nivel de consumo, sin,
Es. preciso sei'ialar q uc dicha ficción no es ulgo accesorio
por ejemplo, suficit:nte libertaú. O lu que es lo mismo: el pro-
Y en la doctrina de las sociedades no democráticas;
gráfica t:n bpaña». Anales tie :\Jura! Sucíal y Eeonómicu (Centro de al contruno, es algo totalmente necesario, algo de lo que, desde
bwJi,is dc:I Valk de los Caidus). vol 8. tvlmlrt<l, 1%5. págs. IU7-í30; sus presupuestos, 110 cabe prescindir. La incorporació 11 ficticia
A.1uilisis ge11erul de fo 11Hn•i/id,1cl su.:ia/ .:11 l.'sp,uia. ponencia pn:sl'.ntada de .ta: musas es, en efecto, un expediente ínsustituible p<tra las
L'.n-la· Mesa RcJonda-s0brl'. «Promoción social en España» (Valle <le los soc1euades de masas no democráticas o insuficientemente demo-
Ca1Jos). s..:pt1embre <le 1965; «Cümbio, nwvili<la<l y pronwcíón social»,
en Rn•ista de Trnbaíu. Maclrid, Ministerio Je Trabajo. núms. 11-12,
cráticas. Y. por una razón muy elemental: porque hoy no
l 'lll5. púg>. <)). 126; Fn111<.:ioc·o A11dró Ou 110, "l\luvilid11d so..:1111: e> lado cabe . l'.stabd1dad pcrmanc11tc de ningún sistcmu político que
actual J<: lu 111vest1gación <:11 España y bibliografia» . ..:n Revista de Tra- prescinda nb1ertamente de las masas· y que se oponga explícita-
ba/u, Ma<lml, Mirnstcrio <le Trabajo, uums. ! 1-12, 1%5. págs. 313-367; 111e11/e a sus prett:nsiones de participación: !u ficción es ne-
jo:;e CASTILLO CASTILLO, "lEs España una sockdud de: consumo <le cesaria.
masas'!». L'.ll Anales de Sucwlugia, núm. l, Barcelona, 1965; dd mismo
aulur, Lu sucíedud de consumo. Cu11su/eracw11es sobre la racw1wlidad En esto mut:slra una importante diferencia existente, pue-
y libertad del cu11s1111w/ur espwiol. MadriJ. 1968. E:; rculmcnlc 1mpor- de cntrt: los modi:rnos totalitarismos y los absolutismos
1autc el libro co!t:ctivo fapaña: ¿ww sociedad Je cunsumo?, !Vtadrid, d.e epocas anteriores: los monarcas absolutos o Jos antiguos
Guadiana de Edicioueo, 1969 (con 1rabajos <le A. l\1igul!z, J. Castillo, t1rn11os podían prescindir --al menos t:n grnn parlc·-- de
i\. ,le Migud, l. li111l:11c1. Hlam:u, (' cu,1illu del l'i11u, M. VuL<¡lll'.L f\·1011-
masas; podían gobernar ¡m.ícticamcnte sin d pueblo. Lus modcr-
lidbáu. f. Aguirrc. E. Ch,11norru y A. FL'.rnánJez Alba¡.

12..J- i25
nos dictadores no pueden hacerlo: se ven obligados a contnr rclncioncs ele proclucción: éste es quien configura f8 forma de
con In presencia constante de las masns, a tener en cuenta sus orgm1izacíón soci8l y política. De aquí que no baste con el des-
pretensiones de participación, aunque sólo sea a tenerlas en arrollo industrial y tecnológico por importnnte r¡11c éste sen: In
cuc11tu fictkl11111e11lc. E11 estos supuestos, !ns 111usus vienen «Utl- sociedad Industrial no es ya sin m6s 18 sociedad democníticn.
lizadns)> contrn sus propios intereses, nrnncjndas desde la retó- Difcrcnles relaciones de producción ciarán 8 8quélla, sin deter-
rica y la demagogia, pero en modo alguno incorporadas real- minismos economicistas, un muy diferente carácter.
mente: no hay aquí, desde luego, sociedad democrática. Junto al hecho de la técnica está siempre operando una
Al definir la sociedad democrática en relación con el hecho determinada ideología; como hn escrito Luís f\ngel Rojo. reíi-
de la participación real ele todos los hombres, se quiere también riéndose a un problema paralelo a éste: «De todo esto se dedu-
aludir indudablemente a la insuficiencia de la llamada «demo- ce que imposible construir un esquema de ordenación social
cracia fnnnal». Pero ésta, a pesar del mal calificativo 1ue desde sobre b8ses estrictamente económicas; que el concepto de cfi-
algunas raclicales perspectivas se interpreta como sinónimo de cacin econórnicn esl;Í cxpucslo n recibir los más variados con-
la mencionada «dt:rnocracia (o parlícipación) ficticia», no debe tenidos ideológicos y que, en fin, cuando una. polítlca sea defí-.
en modo alguno confundirse ni identificarse con ella: la «demo- niela en nombre de su eficacia económica, debemos ascgur8rnos
cracia formal» ha sido característica de los sistemas democrático- de qué ideologÍ<l se está enmascarando y de qué precio se inten-
liberalcs v. en cambio', la «democracia ficticia» (la pseudo- 18 que paguemos por esa prclendidn cficncía» 1rn.
democracia) se corresponde, en el esquema aquí manejado, con Esto puede <!plicarse perfectamente 81 análisis de la sociedad
los sistemas totalitarios fascistas. del bienestar y del consumo de mnsus: Ln movilidnd social hnsn-
Lo común en ambas ha sido el capitnlísmo y la ruptura real cla en la técnic8, en el bienestar y en la libertad neoc8pit81istn
en! re incl i vi duo y sociedad; lo divergente, lo prof unclamcnte implica un positivo dinamismo y una cierta tendencia nivelatoría
divergente, ha sido en uno la libertad y en otro el totalitaris- en el marco de la modern8 socied8d industrial 119 . No obstm1te.
mo 117 • La «democracia formal» fue la base e inicio ele una ver-
dndcra ck1nocrncia: es una clemocrncía insuficiente, pero desde w Luis /\ngcl Rnio. «Libertad y org;111i?.ación ccon6111ica". en el volu-
men colectivo sobre Libertar/ v orga11iznció11, Col. «Tiempo ele Esp:iña».
ella, y a pesar ele tocios los obstáculos. puede posibilitarse el
11[1111ero l. Madrid. Ed. lnsula, 1963. p::ígs. 152 y 155.
l1' s 1
paso hacia una «democracia real» (Estnclo liberal de Derecho, 'o ne e 1 tema ¡;!encral de 111 movilidnd . y In dinnmicn :-:nci11l (por
Estado social de Derecho y Estado democrático ele Derecho). En orden ;ilfabéticoJ: Bcrrrnrd BAl!llEfl. Soccnl Strotilicatwn: A Comparotí 1°,.
c;imbío. In «dcmocrncin ííclÍCÍa» de los sistemas fnscislns consli- .'\nal.1•s1s of Str11ct11rc alfll l'rucess. Nueva York. ! larcourt. Brnce and
tuye en su mismo fundamento un falseamiento radical de toda \Vorlcl, ¡q57 (trad. casi .. [strnti/icaclán social, México, FCE, 1%4): In
obra colectiva E11rnprm1 Social Class.· Stnhi/ify 0111{ Cha11gc, dirigida por
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El paso del capitalismo al socialismo 8pnrece, por t8nlo, Stratificnlfrm. Nueva York. McGr:iw-llill Bnnk Company, fq62; Giu,cp-
una vez 111;Ís, corno el paso de la dc11101:r:1cia íormnl a la clcmo- 1:c. GADl>,1 CoNTI. f\fol>ilii<í e Strnrilicazio11e social<', Turín. Taylor, 1959;
craci8 real. Lo decisivo cs. en efecto, el sistem8 concreto de l:h GINznrn. Tl'cl11wfogy mu{ Social Cha11pc, Columbia Univcndtv Prcss,
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de todo el pensamiento aniilotalitario: cfr .• por ejemplo, entre nosotros. socinlisme. París, Ed. i\nthropos, 1%'1 (trad. casl., f.stratificnció;1 v mo-
como mucslras de ese pen>amienlo, los lrnbníos -en Cuadernos para el 1•iliilnd social en los países socw/1s/as, M11drid. Siglo XXI. ÍQ71);
lliálogo-- de fosé «Naturaleza del extremismo politico» (111í- 1. i\. l'ENSIOEN, The l\1urlrsis ni Social Cha11g<' Rcrnnsídrrcrl. Gravenlrn-
mcro .10, 111:11·zo de ¡q(i(i). y de l.copoldo To111tEs 1lnu11sAu1.r. <drn;titu- gc. Jq62: Lconnrd HF!SSMAN, Class '" i\111cr1ca11 sncwty, Glcncc>c llli-
cionalizaci<ín, partic1paeió11 y libertad» (núm. 31, abril ele 1966); cfr. tam- nois. The Free Press. ¡95q: Pitirim i\. Sono1<1N, Social flfobilitv, Nueva
0

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ll;ircclonn, Ed. Novn Terrn, 1967. lllinois. Thc Free l'rcss. ¡95q - '

126 127
en modo alguno se sitúa a un suficiente nivel democrático, sobre consumo, pero en el fondo resulta casi tan in tolerable como la
todo -insistimos- considerado d problema desde una perspec- explotación del capitalismo clásico. Esta situación general de
tiva internacional, comu tampoco dimina o resuelve los graves conformismo-alienación en la sociedad de consumo de masas ha
conflictos y tensiones de clase que en aquélla subsisten. «La eco- creado su propia cultura, ampliamente difuudida a trnvés de los
nomía de mercado -dice Luís Angel Rojo- es compatible con 111ass medía, consciente o subconscienlementc asimilada, tenden-
las más graves crisis, r·.nn la perpetuación de estructuras feuda- te a mantener a las en su papel de masas -culturn fúcil
les, con el estancamicnto sccular. Y éstos son los problemas de para el fácil bienestar- y a las élites en el suyo ele minoría
nuestro tiempo. El neúliberali:m10 -concluye- es una ideología privilegiada que debe gobernar y dirigir 121 •
de lujo.» Es, puede decirse, la ideología de los países ricos Hay, en efecto, en el campo del pensamiento clilista toda
desarrollaJos, ideología Je evi<lerlli: sentido clasista iw una lileratura tópica asc1Huda sol.ire la iJca de que, en Jcfinili-
No es rnfrccuente localizar, por otro lado, en la sociedad Je va. y aunque no se confiese explícitamente, el mundo sc compo-
musas unu com:epcióu elitista y aristocrnlizante de la sociedad ne -de hecho y de derecho- de dos clases de gentes: unos, los
que deriva directamente, a pesar de sus imporlantes variantes, sdectos, los egregios, la élite, la arbtocrncia; otros, los adocena-
de la concepción típica del conservadurismo tradicional. Este se dos, el rebaño, la horda, la masa irracional y estúpida. La dure-
carncterizaba por una especie de «horror a las masas»; en cam- za en la i:xprcsión es variable, pero no hay mucho menos des-
bio, e11 el neocapitulismo de la sociedad industrial, el elitismo precio hacía Ja masa en d esquema de la cultura del ncocapita-
ha perdido dramalismo. Dd «horror a las masas» se ha pasado iismo t¡ue en el de la cultura clitista trnúiuunaL A ]¡¡s nrnsw;
a la «UliliLación ccunómica de las masas)): se ha ganado en con- st les proporc1011a ex pru/essu una cullura «adormecedora», al ie-
sumo -lo cual ¡¡o debe despreciarse por los comumidores ya nante: nunca, o casi nunca, una cultura que clarifi4t1e racional
satisfechos-. pero el hombre está lejos todavía de haber con- y críticamente. El temor y desprecio hacia las 1rn1sas es cousus-
quistado su verdadera libc.;rtad y dignidad. tancíal a la ideología conservadora; las masas cstün por natura-
· La élik económica y tec11ocrática Je! Welfare State no po- leza irremisibk111entc CO!ldenaJas. Los hombres, por
see, es evidente, aquel traJicíonal horror a las masas. Sabe que naturaleza (aunque sea por segunda naturaleza), son forzosa
es posible conseguir su integración haciendo de ellas consumi- e irremediablemente seres desiguales: unos son egregios y selec-
dores satisfechos y a la vez siempre insatbfechos. La alienación tos, otros son yu para siempre masas y populacho 12 '.
si; hace uuís sutil y rcfi1wda, es además una alienación con
111
Cfr. ei arüculu de José l\'laria íl'IAI!AVALI. <d.u cuJwru de masas
y t:l control social». t:n C11ud.:mus µara el Duílugu. núm. 2lJ. f..:brc.:ro
"'' Sobre Jos couflicws Je clase en d marco Je la soc1cJaJ neocap1- Je 1966, págs. 19 y sigs.
taitsrn (por orden· Giulio But.ACC 111, Teoría del/e classi so- w Para el tema Je la función de las élites en hi sociedad contcmpo-
ciali. Roma. Edizíoní Rict:rchc, 1963; L. A. COSTA PINTO, A sociología r<Ínea, tema cuyu:; clás1cos SOIJ, rntn: otros, Mosca, !'arelo, l\lich..:b. We-
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128
No q11crrfn incunir nquf rn cxngcrncinnes n cmln de cs(n!'l C'111!urn. vidn n nivl'l hu11in1in-,-·· devienen de hct110
muy n'nlcs íil(1snfí11s eli!istns. nvis:111, es cicrlo, ele 1111 in- ip,nPrnntcs y ndnccnndn:.», con lc1 r¡uc --el proceso l1ígico se
cludablc riesgo de dcspersonnliznción y dcshumaniznción en el consuma- ya hay base reai para despreciarlas y alejarlas de
mundo actual, en las sociedades de masas; y tampoco habría toda participación en las decisiones que afectan a li1 colecti-
que mitificar -populistamente- a las masas: éstas pueden ser, vidad.
de hecho, i11slr11me11!nliznclns parn ( hjctivos n;icln prO[!!Tsivos ni
1
Creo c¡uc no invenlo nada si digo que muchas de esas filo-
democráticos. !'ero lo que no me pnrecc ncerlaclo de aquellas s?fíns aristocratízantes -por lo común muy conservadoras polí-
filosofías es el unilalernl diagnóstico que rcaliznn de tnl silun- t1eamcnte hablando- recorren con múltiples vai-inntcs este cn-
cíón. culpando implícita o explícitamente <i las mas<is de esa mino aquí brevemente descrito. Lo curioso, por otra parle, es
c<ií<la dd hombre en lo impersonal. Falln en cllns cuando menos que -nsegurado seriamente el control social- a veces ese «hu-
un análisis sereno de los fnclores reales de lodo tipo (económi- manismo" elitista (élite del poder, económico o ideológico) se
cos, culturnles) que determinan el hecho objetivo de In nlíenn- pcrmile en el polo opuesto un entusinsmo ferviente lrncin un
ción humnna. cierto «humnnismo ele la miserin" (de In miseria de fo<; otros),
Pnrccc, por otro Indo, en cs¡1s concepciones COlll(' si todo lo mag11ifica11clo y ensalznndo retóricnmcnlc lns virtudes de la no-
mayoritario, todo «lo social» -y, por tanto. la política-, tuvic- breza y con ello las virtudes del subdesarrollo. Se eren así p;ra
rn que ser algo por íuerz.u innulénlico. Yo no dirín que siempre seíiores un cuflo de lo populnt", de lo cnstlzo entc11dido nl 111odo
y en lodo n10mc11tc1 sen nquélln (In políticn) nhsolutn111entc nulén- del plchcyo inoícnsivo; nrístocraticis1110 y plchcyismo snn en esa
tica, ni que lo mayoritario tenga que ser lo definitivo e inapela- coyuntura actitudes, como se ve, mucho más cercanas de lo que
hlcmente verclndrro, pero quizá sus niveles de aulenticidnd y de parece; son quizá aspectos de unn misma siluación.
verdad sean perfectamente compar;:iblcs ai de olras ocupaciones Pero ese «humanismo de In miseris» -sería fácil deducirlo
V
u opiniones m:ís prestír-indas por minoritnrias. Lns filosoííns eli- l de la «miseria del humanismo>>, ck un cierto humanismo- es
tistas no siempre descleiían la polítics, pero su política -puede ¡ ya sólo una evasión «romántica» en el Welfare State, en las so-
decirse·-- siempre encierro unn aclitucl de dcclnrndn enírcnln- ciedades desnrrollndns. Se trnln, léngnse en cucnln, de unn cvo-
miento ccmtrn !;i vnluntnd y lo:' intereses ele lns p.rnndcs nrn- sión no ;1similahlc en verdnd n las ele otrns actilndcs nctunles
yorías. 1 ele protesta, si(undas más a la izquierda, que -rompiendo de
Hay sobre todo en nquéll<is una grnn, interesada, incohercn- manera más radical, aunque tampoco totalmente, con In socie-
cin: se. pnrle. ptir lo gc11ernl. de 111 tesis de 111 í11ícriorid11d 1111lu- 1 dncl h11rgt1l'sn que c111otlv11111c11lc 1·l·chnzn11- !le 11p11rln11 de ln
rnl de l,1 mnsa, de ln nrnyorín. pt1r lo que, en consecuencia, no
suele exigirse un gran esfuerzo --ni a uno mismo. ni a los po-
deres pt'1hlicos-- para la incorporación, promoción o «reden-
ción)) de esas masas consideradas irrccupcrnblcs. El resultado,
¡
!
«civilización», ele la m¡Íquina, de la técnica, como modo (quiztí
más simbólico que operativo) de manifeslarse en contra del con·
sumismo y de las alienaciones concretas del hombre en la mo-
derna sociedad industrial. Esta y el \Vef/are State crean, en cnm-
obvimm:IJ!c, es que óstns -fallns de posihilidndes de cduenci011. bio, 1111 «hunwnismo del consumo» o, como decía Tierno Gal-
ván, un «humanismo del bienestar».
verHitv 1%1 (lrnd. rnst., l'vléxicn, FC'F, lfJMl: T. 11. lloncn1onr, Sin renunciar n éslc, sin volver 11 nscC'IÍsmos medievnlcs.
F/i/<'.1.- '""' Son<'i\', LPndrt"s. C. 1\. \V:iil' 1'16·1 (l111d. r:d., Mi11PrÍr1s rarl ic11do de él, pero yendo 11 t1n:1 vcrdndcrn supernci6n de lllll-
,\l.'Ín:ftl.\ '' StJCft·dr1d. f\·111diid, Ed. In PiH11 cnkcllvn lJtt'
Pl11r)): bos, el <lcmocrático nspirn n ser, en cambio, un
r.facht: Uitc11 dcr Wclt, dírigids por Kllrt HoLJ.MAN, Munkh.' Ed. Droe-
huma11is1110 real y, a su vez, muy fundamentalmente un huma-
mcr-K1rnur, 1965; Wolfgnng ZArF, Wai11//r111gr11 dcr dcutschc11 r:lile, Mu-
nich. Píepcr Vcrlng, 1965: DE SnENCE l'oUTIOllE, nú-
nismo de todos los hombres. Sobre este humnnismo es sobre el
1ncro n1n1111gr:líicn CaféP..nrics dirf P.ea11frs nu cfassr dirip.n111fr•"" que quiere precisamente fundarse el Estado clemocrálico de
voL XV, nti111. l. fcbn:ro dt: 1965. Derecho.

110 131
bida en la autoconciencia especial elevada a su generalidad, es
12. HEGEL-MARX; PRECEDENTES FILOSÓFICOS Y CIENTÍFICOS --dice Hegel- lo racional en sí y para sí» 124 •
DEL SOCIALISMO. EL SOCIALISMO ACTUAL Como escribe Jean Hyppolite, la «sociedad civil es en Hegel
Y EL ESTADO DEMOCRÁTICO DE DERECHO el Estado de la necesidad y del pacto; corresponde al momento
de la subjetividad en el conjunto de la filosofía del Derecho.
Una comprensión de fondo del problema de la participación En ella los individuos creen realizar su libertad individual y
real de las masas, es decir, del problema de la democracia, re- subjetiva; trabajan, realizan intercambios, concluyen contratos,
envía indudablemente, como vemos, al tema clásico de Ja cone- pero de manera tal que creen siempre trabajar, producir y rea-
xión individuo-sociedad, tema que en su planteamiento actual lizar intercambios para ellos mismos, como si la voluntad indi-
tiene en verdad como bases fundamentales Ja crítica de Hegel vidual fuese la voluntad racional en sí y para sí. Tal es, por
al individualismo y Ja posterior superación de éste llevada a ejemplo -señala Hyppolite-, el mundo de la economía política
cabo por Marx a través del socialismo. Una referencia, incluso del laissez f aire, laissez passer, mundo que había impresionado
breve, a ambas actitudes hará más accesible un correcto enten-· a Hegel de tal forma que en los cursos inéditos de Jena, en 1806
dimiento de lo que por democracia y, en definitiva, por Estado y 1807, describía su desgarramiento interno como el gran drama
democrático de Derecho deba entenderse. de la sociedad moderna» 125 •
Como es bien sabido, la dialéctica del espíritu se articula Ernst Bloch sitúa en similares términos esa diferenciación
en Ja filosofía de Hegel en los tres momentos sucesivos del espí- hegeliana: «El Estado --escribe- no debe confundirse con la
ritu subjetivo, el espíritu objetivo y el espíritu absoluto. El se- sociedad civil, es decir, con las simples instituciones creadas
gundo de ellos, el espíritu objetivo, se desenvuelve bajo tres para proteger la propiedad y la libertad personal. Como realiza-
formas: el derecho (abstrakte Recht), la moralidad (Moralitiit) ción de la voluntad sustancializadfi, que se ha hecho general.
y la eticidad (Sittlichkeit). Dentro de esta última, como forma el Estado se eleva por encima del fµissez faire, laissez aller, que
más plena del espíritu objetivo, la realización de éste se logra es el que al individup. al en
en graduación a través de tres instituciones concretas de la co- sus negocios. Se le defme como el qspzntu ob¡etzvo: en el --coii-
munidad humana: la familia, la sociedad civil y el Estado. Aquí cluye Bloch-, la autoconciencia nq adopta ya ante los otros una
interesa referirnos sobre todo a la conexión sociedad civil (bur- actitud negativamente egoísta, sirio que se convierte en una
gerliche Gesellschaft) y Estado (Staat) w_ autoconciencia general o racional»(12ll.
diferencia sociedad civil y Estado. El fin, el objetivo En efecto, para Hegel, la civil se propone «el inte-
de fa sociedad civil es -dice- la persona concreta, el hombre rés de los individuos como tal»; en ._cambio, la función lógica del
individual; en la sociedad civil, cada cual es fin de sí mismo. Estado es conseguir «el interés general como tal» 127 • En Hegel
Lo que se propone la sociedad civil es lograr la seguridad y la --como afirma Bloch- la sociedad civil «es la sociedad de la
protección de la propiedad y de la libertad personal: «El inte- burguesía, implantada desde 1789, fa sociedad de Adam Smith.
rés de los individuos como tal es el último fin.» Más allá de
ésta, superando el momento dialéctico de la sociedad civil, el
"' HEGEL. ob. cit., parágrafos .182 Y, 183 (pág. 165) y parágrafo 258
«Estado, como realidad de la voluntad sustancial, realidad reci-
(pág. 208). .
m Jean HYPPOLITE, Introducción a la edición francesa de los Grund-
izi Georg W. F. HEGEL, Grundlinien der Philosopliie des Reclits, Ber- linien der Philosopliie des Reclits (Principes de la pliilosophie du droit,I,
lín. 1821, parágrafos 182 a 256 y 257 a 360, respectivamente. Las citas París, Gallimard, 1940, págs. 22 y 23.
se corresponden con la edición alemana de 1955 en la Félix Meiner 126 Ernst BLOCH, Die Selbsterkenntnis Erliiuterungen zu Hegel (tra-

Verlag de Hamburgo, págs. 165 y sigs. y 207 y sigs.; especialmente ducción cast .. por la que se cita, El pensamiento de Hegel, México. Fon-
confróntese, para el esquema del espíritu objetivo, el parágrafo 33, en do de Cultura Económica, 1949, pág. 223).
las págs. 48 y 49. 121 HEGEL, ob. cit., parágrafo 270, pág. 220.

132 133
en la que, según parecía entonces, los fines egoístas de los indi- La riqueza capitalista -hablamos aquí siempre del capitalismo
viduos arrojan como saldo la comunidad de intereses de la so- en su primera fase que es la considerada por Hegel- no es
ciedad. De sociedad hay que distinguir, según Hegel, el capaz de evitar la pobreza; al contrario, «la riqueza produce
Estado, del mismo modo que el hombre como miembro ideal la pobreza», comenta Bloch. «Las variaciones ciegas del mercado
del Estado (como citoyen) se distingue del hombre egoísta real -añade Hyppolite- van a condenar progresivamente a toda
de la civ_i! C?istinción hegeliana -añade Bloch- que una clase a la pobreza {son palabras de Hegel), mientras que
desempenara tamb1en importante papel más tarde en Marx, sobre por una concentración necesaria de la riqueza otros hombres
todo en el enjuiciamiento que éste hace de la Revolución fran- acumulan fortunas considerables» 131 • En efecto, Hegel escribe:
cesa. y de los Derechos del hombre)» 123 • «Se manifiesta así el hecho de que en medio de una plétora de
La superación de ia etapa «sociedad civil» en la etapa «Es- riqueza, la sociedad civil no es suficientemente rica, es decir,
tado», superación <lialécticamente necesaria, significa, pues, en no posee en su propio y peculiar patrimonio los medios necesa-
Hegel la superación del liberalismo individualista: es el paso del rios para poder hacer frente al exceso de pobreza y a la crea-
«hombre privado» al «ciudadano». Hegel ve con claridad la in- ción de miseria» 132 •
del individualismo; comprende perfectamente que el Ante esta situación del capitalismo creador de desigualdad,
libre ?el laissez /aire de los intereses individuales no pro- la sociedad civil -comenta Bloch- «Se ve empujada, ante todo,
duce sm mas y de modo natural la satisfacción de· los intereses a los mercados extranjeros y al imperialismo colonial». En este
generales. Al contrario, en el sistema atomístico de la libre con- sentido, Hegel constataba: «Por la dialéctica se ve empujada la
currencia que caracteriza al capitalismo individualista de la «SO- sociedad más allá de sí misma, y primeramente esta determina-
_ci_vil», Hegel que la disociación y dispersión de da sociedad, para buscar fuera de ella en otros pueblos más
10s md1v1duos producida por la primacía del interés particular atrasados en cuanto a los medios de que dispone en abundancia,
no es capaz de alcanzar el necesario interés general. En efecto, en cuanto a laboriosidad, etc., los necesarios consumidores,
en la sociedad civil -dice Hegel-, «el descenso de una gran y con ellos los necesarios medios de subsistencia» 133 •
masa por debajo del nivel de una cierta modaiidad de subsis- De acuerdo con el concepto hegeliano de «superación»
tencia que de por sí se impone como necesaria para un miembro --concepto dialéctico que implica un proceso cuya fase primera
de la sociedad -lo que la lleva a perder el sentimiento del dere- es la afirmación (tesis), segunda la negación (antítesis) y tercera
_de la juridicidad y del honor de subsistir por medio de su la negación de la negación, es decir, nueva afirmación (síntesis),
actividad y su es la fuente de que nace la plebe, y que como absorción y transformación de la negación-, la supera-
a su vez lleva consigo la mayor facilidad con que se concentran ción de la «sociedad civil» en el «Estado» hace aparecer a éstos
en pocas manos extraordinarias riquezas» 129 • como términos conexionados y contrapuestos, del mismo modo
La monopolista de la riqueza en pocas manos, que paralelamente se conexionan y se contraponen el «hombre
.Y del sistema de concurrencia del capi- privado» y el «ciudadano». Como escribe Jean Hyppolite, para
ta11smo md1v1dua11sta, produce y hace aumentar sin cesar las Hegel «el hombre privado no es el ciudadano; por esta causa,
desigualdades humanas. «A quien ya tiene -dice Hecrel- 0
es la sociedad civil expresa el momento de la oposición y de la es-
a quien se le da más.» «Esta desigualdad de la ríqueza y de la cisión en el Estado»; «quedándose en la sociedad civil se ten-
pobreza constituye -insiste Hegel- el mayor desgarramiento dría exactamente el Estado que concibe el liberalismo económi-
de la voluntad social, y se transforma en rebelión y odio» 130. co». Y añade: «Lo mismo que el contmto es solamente el pre-

m BLOC H, ob, cit., pág. 235. l!l HYPPOLITE, ob. cit., pág. 23.
"' HEGEL, ob. cit., parágrafo 244, pág. 201. "' HEGEL, ob. cit., parágrafo 245, pág. 201.
IJQ Cit. por HYPPOLITE, ob. cit., pág. 23. lll HEGEL, ob. cit., parágrafo 246, pág. 202.

134 135
sentimiento de una unidad más profunda, igualmente la sociedad línea, el concepto de Estado ético fascista; en cambio, Benedetto
burguesa, la sociedad de los hombres privados, es el presenti- Croce, también neohegeliano, persistiría siempre en su actitud
miento de una sociedad más elevada. El verdadero Estado, cuyos genéricamente liberal.
Ernst Bloch, y buena parte del pensamiento marxista, elabo-
( miembros son ciudadanos conscientes de querer la unidad del
Todo, se eleva por encima de la sociedad civil» 1.34. rando como interpretación más profunda de Hegel la que sirve
Pero ¿cómo es ese Estado, cómo es esa superación hegelia- de base a los principios del materialismo dialéctico, consideran
na de la «sociedad Civil», de la sociedad individualista del capi- junto a ello que la interpretación liberal de aquél es mucho más
talismo? El tema de las interpretaciones de Hegel es, como se correcta y acertada que las formuladas para ensalzarle desde el
sabe, uno de los temas más complejos de la historia de la filo- neohegelianismo reaccionario y para atacarle por absolutista des-
sofía. Son tres -recordemos- las interpretaciones fundamenta- de posiciones liberales. No se puede hacer de Hegel simplemente
les: la del Hegel iiberal, la del Hegel absolutista reaccionario el teórico del Estado prusiano, «tal y como se le quiere presentar,
y-, finalmente, la de Hegel como antecedente válido de la filoso- deformándolo --escribe Bloch- desde los tiempos de Jahn, el
fía marxista. La segunda de ellas se formula desde dos platafor- Padre de la gimnasia, hasta los de las simplificaciones anglonor-
mas ideológicas contrapuestas: desde puntos de vista liberales teamericanas. Prusia no poseía en tiempo de Hegel -recuerda
para atacar a Hegel por absolutista y totalitario, y desde puntos Bloch- una administración de justicia público-oral, ni libertad
de vista totalitarios-reaccionarios intentando conexionar con él, de prensa, ni igualdad de los ciudadanos ante la ley; el pueblo
aunque --claro está- sin reconocer por lo general explícita- prusiano no intervenía en la legislación ni votaba los impuestos.
mente ese carácter absolutista y mucho menos el carácter reac- Pues bien -dice Bloch-: Hegel enseña todo esto.» Y añade:
cionario. «La forma de Estado que Hegel propugna no es la del absolu-
;\- \
tismo prusiano, sino una monarquía constitucional calcada sobre
a) La interpretación liberal, debida sobre todo a Franz el modelo inglés.»
Rosenzweig, apoyándose en . la consideración de los primeros En consonancia con esto, hace constar Bloch que «en reali-
escritos de Hegel, ve en éste no al defensor del pru- dad todos los verdaderos sacerdotes del Estado y del rey se
siano, sino más bien al partidario de una monarquía constitucio- manifestaron en su tiempo contra el racionalismo hegeliano».
nal de tipo inglés. Los autores que derivan de la derecha hege- Así, Haller o F. J. Stahl, auténticos absolutistas reaccionarios,'
liana, tendencia totalitaria neohegeliam1, han considerado como e incluso el conservador Burke, expresan claramente su odio y
superados y desprovistos de fundamento estos de la oposición a Hegel; «lo mismo habría de ocurrir, andando el•
interpretación liberal. Escribe, por ejemplo, Karl Larenz: «Debe- tiempo, bajo el nazismo», señala Blooh. Y concluye: «Hay un
mos a Martín Busse la refutación decisiva de Rosenzweig»; Hegel liberal que no llegó a talar del todo el árbol de la libertad
y añade: «El liberalismo era incapaz de ver y comprender su plantado en su juventud ni a olvidar por· completo a Rousseau.
idea de comunidad» 135 • Los eséritos políticos de su juventud están todavía llenos de
Como ya dejado visto (JI, 6), precisamente la idea de amor por el hombre y de anhelos de libertad, que además no
comunidad (Gemeínschaft) es la que los neohegelianos, hacién- son puramente abstractos» 136 •
dola derivar de Hegel, pretendían aportar como fundamento Señalando las insuficiencias de la superación pensada por
ideológico del Estado totalitario nacional-socialista. Paralelamen- Hegel, Jean Hyppolite advierte que, en definitiva, aquél no sale
te, en Italia, el neohegeliano Gentile utilizará en esa misma todavía del liberalismo de la «sociedad civil»: «Hegel ha que-
rido mantener en el seno del Estado el liberalismo burgués aun
afirmando que el Estado está por encima de la sociedad civil,
'" HYPPOLITE, ob. cit., págs. 23 y 24 (los subrayados son míos).
m Karl LARENZ, La filosofía contemporánea del Derecho y del Esta- 13
do (cit. en la nota 62), págs. 149 y 150. ' BLOC H, ob. cit., págs. 227 a 230.

136 137
· · de es
constítuyen d o 1a autoconsc1encia , ta» 137 . A
. unque cr 1t 1ca la posee entidad propia y se halla encarnado, corporeizado en una
«sociedad civil», el «Estado» en Hegel continuaría -según personalidad viva, ia personalidad del Führer, en quien -con-
ello-- dentro de los supuestos fundamentales del liberalismo, cluye Legaz- la comunidad, por así decirlo, se hace carne
y a su vez sin alterar, por tanto, sustancialmente su carácter y sangre.»
clasista, burgués. Esta conexión Hegel-neogelianismo-nacionalsocialismo no es,
sin embargo, aceptada siempre tan unánimemente. Así, autores
b) La segunda interpretación, Hegel absolutista reacciona- de procedencia ideológica muy diferente, como son, por ejemplo,
rio, ha sido formulada, decíamos, desde dos contrapuestas plata- Sabine y Lukács, concuerdan en poner en tela de juicio la legi-
formas ideológicas: una, liberal, para atacar a Hegel; otra, tota- timidad de la derivación neohegeliana en relación con Hegel,
litaria reaccionaria, para ensalzarle. Georg Lukács se ha referido y asimismo en pasar a un segundo plano la influencia del neo-
explícita y críticamente a ambas direcciones señalando cómo la hegelianismo sobre las ideologías nazi y fascista. Ambos insisten
primera se vincula en el marco de la filosofía clásica alemana en que el componente central de éstas se encuentra más bien
. . 138
al neokantismo y la segunda al llama d o neo h egel iamsmo . en la filosofía del irracionalismo.
Precisamente desde la perspectiva del neohegelianismo se ha Lukács, en efecto, ha situado la doctrina del nazismo como
intentado establecer, como hemos visto (cfr. cap. Il), la cone- resultado de una corriente de pensamiento esencialmente irracio-
xión entre Hegel y los modernos totalitarismos fascista y nacio- nalista que está presente en la filosofía alemana de los siglos XIX
nal-socialista. Escribía Legaz sobre dicha vinculación expresa- y xx y que comprendería autores como Schelling, Schopenhauer.
mente afirmada por los neohegelianos 139 : «Lo que en Hegel era, Kierkegaard, Nietzsche, «la filosofía de la vida» de Scheler,
por así decirlo, teoría, pasa ahora a ser una especie de herme- Spengler, las posiciones de Heidegger y Jaspers, también obvia-
néutica existenciai. No por azar son estos hegelianos teóricos del mente la teoría de la raza de los Chamberlain y Rosembcrg
nuevo Estado alemán, con lo cual la idea hegeliana del Estado y las teorías socioiógicas de Weber, Spann, Freyer, etc. En su
adquiere, acaso por vez primera, una dimensión vital. Precisa- conocida obra El asalto a la razón analiza Lukács todas estas
mente estos autores niegan que Hegel fuese, como pretende la posiciones como pertenecientes a la línea de desarrollo del irra-
interpretación liberal, el 'filósofo prusiano del Estado'» ( ... ). cionalismo, con el fin de «desentrañar, de poner de manifiesto,
«Hegel no pensó --dice Legaz- en el Estado prusiano de su dice, todos los pasos que en el campo del pensamiento han pre-
época, pero la idea hegeliana del Estado tiene realidad en el parado el terreno a la ideología nacional-socialista por muy dis-
Tercer Reich. Lo 'general concreto' está ahí presente en esa tan tes que aparentemente se hallen él hitlerismo y por mucho
realidad estatal que es el Estado alemán forjado en 1933. La que subjetivamente disten de abrigar semejante intención» 140 •
filosofía del Estado que sigue las huellas del neohegelianismo
Sabine, por su parte, caracterizando al irracionalismo como
resulta, pues, una interpretación de la existencia política del pue-
intuición mística, impulso de la voluntad y apetencia instintiva
blo alemán unificado por el nacional-socialismo. El espíritu ob-
de las fuerzas vitales, insiste en la conexión de éste con los
jetivo no una es el espíritu que vive hoy (1942)
fascismos. Asimismo la idealización de la acción directa y la
<.:n Alemania y la impulsa a empresas grandiosas; y ese espíritu
creencia en el poder creador del mito vienen aplicadas con Sore!
n0 está difundido amorfamente en la subconsciencia popular;
y su obra Re/lexiones sobre la violencia al campo de la política,
siendo ésta una línea que también pretenderá recoger Mussolini.
w i-fYPPOLITE, ob. CÍI., pág. 26.
'" Georg LuKÁcs, Der íunge Hegel und die Prob/eme der Kapitalisti-
«Los enemigos del fascismo y del nacional-socialismo -señala
schen Gese/lschaft, aparecida en 1948 (aunque escrita en 1938) (traduc-
ción cast., de Manuel Sacrístán, por la que se cita, en Ed. Grijalbo, 1
!\léxico. 1963, págs. 18-19). .,LUKÁCS, El asalto a la razón: la trayectoria del irracionalismo des-
"; LEGAZ. Prólogo a Ja obra de LARENZ, cit. en Ja nota 135 (pág. 3). de Schelling hasta Hitler, ob. cit., pág. 4 .

138 139
Sabine 141 - calificaron generalmente a estos movimientos como portancia o rechazó a Hegel, sino que defendió la tesis de que
rebelión contra la razón y sus teóricos justificaron plenamente el Estado era, cuando más, un medio para defender el Volk
esta descripción. Sus escritos estaban llenos de afirmaciones de racial y debía ser combatido si no servía a estos fines.»
que la 'vida' controla a la razón, no la razón a la vida» ( ... ). En función de datos y elementos de este tipo suele acertada-
«Intelectualismo estéril --concluye Sabine- era el término des- mente ponerse de relieve lo incorrecto de la derivación neohege-
preciativo generalizado con que ei fascismo y el nacional-socia- liana con respecto a Hegel. En general puede decirse que dicha
lismo describían a todas las teorías políticas rivales, liberales interpretación supone una aceptación de factores irracionales
o marxistas». y míticos que no encajan en rigor dentro de la lógica y la dia-
Reconociendo que, en efecto, el irracionalismo aparece como léctica hegeliana. Así, escribe, por ejemplo Sabine refiriéndose
el componente central de las ideologías nazi y fascista, se hace a Gentile y a la doctrina del fascismo italiano: «La doctrina
necesario revisar y matizar, primero, el problema de la conexión fascista del Estado no era verdaderamente sino una caricatura
Hegel-neohegelianismo, y después, el sentido y aicance de la in- de la filosofía de Hegel. Benedetto Croce, el más eminente idea-
fluencia del neohegelianismo sobre esos movimientos totalitarios. lista italiano, que fue entre los filósofos de su país el más im-
La filosofía de Hegel fue considerada durante todo el siglo XIX portante adversario ·del fascismo, había hecho notar, mucho
como la antítesis lógica del irracionalismo de Schopenhauer tiempo antes del surgimiento de éste, que también la metafísica
o Kierkegaard. Como escribe también Sabine, «no hace falta de Gentile contenía elementos irracionalistas derivados de Nietz-
explicar que el sistema de Hegel era en general incompatible sche y que su hegelianismo era un tanto dudoso» 143 •
con toda la filosofía que pudiera definirse como un mito. El he- Paralelamente, Lukács señala cómo en nuestro siglo las co-
gelianismo pretendía ser una lógica de la historia y la dialéctica rrientes irracionalistas y vitalistas han venido a sumarse a las
debía demostrar que todo proceso histórico es estrictamente ra- del neohegelianismo del período bismarckiano para ofrecernos
cional y necesario» 142 • una imagen de Hegel situada en la línea de fondo del irraciona-
Sin embargo, continúa Sabine, «cuando Mussolini decidió lismo. Escribe en este sentido 144 : «La gran popularidad conse-
que el fascismo necesitaba de una filosofía, confió esa tarea a guida por la forma específicamente diltheyana de renovación del
Giovanni Gentile, que, como Benedetto Croce, se había identi- hegelianismo se debe precisamente al hecho de que Dilthey ha
ficado durante largo tiempo con una escuela italiana de la filo- falsificado la dialéctica de Hegel en el sentido de abrirla a una
sofía hegeliana. Gentile tenía a mano la teoría hegeliana del recepción del irracionalismo filosófico.» «Dilhtey abre camino
Estado y, como no disponía de mucho tiempo, la utilizó». A pe- a las tendencias imperialistas y reaccionarias encarnadas en la
sar de todo, el neohegelianismo parece haber tenido mayor renovación del romanticismo filosófico al poner a Hegel en
peso e influencia en la teoría fascista del Estado que en la con- conexión directa con él mismo, ignorando o falseando incluso
nazi. En ésta, por ejemplo, el Estado se presenta más los hechos más patentes e importantes de la biografía de Hegel
como instrumento de la Volksgemeinchaf t que como institución a este respecto. El neohegelianismo de la posguerra -alude aquí
central del sistema, aunque, por otra parte, esta diferenciación Lukács, claro está, a 1918 y siguientes- recorre en lo esencial
fuese más teórica que real. «En Alemania -dice Sabine- los los caminos trazados por Dilthey, aunque utilizando, natural-
escritores que trataban de producir una filosofía del nacional- mente, los resultados filosóficos de las demás tendencias neohe-
socialismo ignoraban a Hegel o, como Rosenberg, lo rechazaban
explícitamente» ( ... ). «El nacional-socialismo no sólo restó im- '" SABINE, ob. cit.,; este pasaje está tomado de la versión italiana
de 1959, Edizioni di Comunita, Milán, 3! ed., cuyo texto respecto al
fascismo y al nacional-socialismo aparece ampliado con relación a otras
"' George H. SABINE, Historia de la teoría política. cit. en la nota 43 ediciones de la obra; pág. 693.
(págs. 634 y 635¡. '"' LUKÁCS, El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista.
l-0 SABINE, ob. cit., págs. 640, 641 y 642. citado en la nota 138 (pág. 21).

140 141
gelianas» ( ... ). «La aspirac10n general de estos neohegelianos Pero, concluye Lukács, «estos intentos resultaron, desde
--dice aquél-, consiste en aplicar la 'reconciliación' hegelia- luego, fallidos. En una manifestación de carácter oficial, en la
na, en utilizar aparentemente el método hegeliano de la historia que se deslinda nítidamente la concepción del mundo nacional-
de la filosofía, para conseguir una 'síntesis' de todas las corrien- socialista de las tentativas de ciertas corrientes paralelas por
tes filosóficas (incluyendo, naturalmente, las adaptarse a ella, declara Rosemberg que el nacional-socialismo
fascistas).» sólo reconoce como precursores espirituales y autoridades clási-
Ju;; l.) a esto, insiste Lukács en que para la ideología general cas a W agner, Nietzsche, Lagarde y Chamberlain. Y es bien
nacional-socialista fueron más determinantes los elementos pro- sabido que tanto Lagarde como Chamberlain mostraron siem-
cedentes del irracionalismo que los del neohegelianismo. Escribe pre S\.l tajante repulsa por Hegel». ( ... ) «Y tras ellos viene
sobre este punto 145 : «Sería un error pensar que el neohegelia- Rosemberg, en esta furiosa lucha contra Hegel. Rosemberg
nismo llegó a ser nunca la ideología realmente imperante de la -anota Lukács- no se recata para manifestar cuál es el mo-
burguesía alemana en el período situado entre las dos guerras tivo decisivo para la repulsa de Hegel por parte de la extrema
imperiaiistas. Como hemos visto, en la ideología de la burguesía reacción: su relación con el marxismo.»
alemana de aquel entonces imperó siempre el irracionalismo De este modo, dirá Lukács, «todos los esfuerzos de los neo-
radical --cada vez más radical- de la filosofía de la vida, la hegelianos por congraciarse con la reacción prefascista y fascista
concepción del mundo que mejor ayudaba a preparar el camino resultaron estériles. Esta reacción siguió consecuentemente su
ele la burguesía reaccionaria alemana hacia el fascismo. Cierto camino hacia la meta de la destrucción total de la razón, sin
-señala aquél- que también el neohegelianismo es, resuelta- avenirse a componendas ni concesiones; su lema es: o todo o
mente, bastante r.::accionario, pero expresa tendencias más mo- nada. Lo único que el neohegelianismo consiguió, al salir al
deradas, más reaccionariamente eclécticas, más 'consolidadas', encuentro del irracionalismo de la filosofía de la vida, fue des-
de la burguesía: el intento -filosóficamente hablando- de armar espiritualmente a una parte de la intelectualidad, que tal
encuadrar el irracionalismo dentro de un sistema, sin renunciar vez sin este apoyo ideológico habría opuesto mayor resistencia
totalmente y de un modo resuelto, al carácter intelectivo, a la a la fascización de la concepción del mundo».
cientificidad.» El punto de llegada parece ser, así, doble: primero, el irra-
La actitud del neohegelianismo seá más bien de adulación cionalismo constituye la base ideológica principal de los fascis-
y de compromiso con el nazismo, intentando aportar a éste una mos, siendo el neohegelianismo la filosofía complementaría
serie de conceptos generales de filosofía política, como es, por aquél. Concretamente, como hemos visto, la teoría del Stato
ejemplo y en primer lugar, el concepto de «comunidad». Con- etico en el fascismo italiano y la idea cie Volksgemeinschaft en
tinúa así Lukács: «Corno es natural, también frente al fascismo el nacional-socialismo alemán deben verse como aportaciones
abierto y descarado intentaron los neohegelianos mantener su directas de esa filosofía y, en la forma en que se configuran por
política conciliadora» ( ... ). «El neohegelianismo siguió, pues, ambos movimientos políticos. aparecen como muestra del inten-
vegetando bajo el poder nazista; incluso llegó a surgir en Güt- to <le conjunción entre irracionalismo y neohegelianísmo. Se-
tingen una especial escuela neohegeliana de filósofos del Dere- gundo, el neohegelianismo, en virtud de todos estos presupues-
cho (Binder, Busse, Larenz y otros)» ( ... ). «Los neohegelianos tos, resulta ser una visión más bien parcial y superficial de
hicieron diversos intentos para congraciarse con el hitlerismo Hegel; en modo alguno su interpretación más profunda v autén-
imperante, tratando de presentar a Hegel como un ideólogo tica. Lukács insiste desde este punto de vista· en que :el neo-
reaccionario digno de confianza.» con su Hegel aderezado a tono con las exigencias
del 1mpenahsmo y la reacción, no logró hacer que prevaleciera
aquella 'síntesis' apetecida por él de todas las corrientes filosó-
145
LUKÁCS. El asalto a la razón, ob. cit., págs. 450, 467, 468 y 470. ficas (con excepción de las progresivas). Se limitó a vegetar al

142 143
amparo de la tolerancia de los nazis en un rincón de las uni- hegeliana y, más tarde, sobre todo de Feuerbach, Marx fue des-
versidades alemanas». plazándose triunfalmente del espíritu al hombre. Pasó de 1a idea
a la necesidad y a sus avatares sociales, de los movimientos de
e) La tercera interpretación de Hegel, más allá de las la cabeza a los de la realidad, nacidos de los intereses econó-
interpretaciones liberal y totalitaria reaccionaria, es la que, cen- micos. Ahora bien, señala Bloch, si Marx de este modo puso a
trada fundamentalmente sobre el concepto de dialéctica, ha Hegel de pie, Hegel, por su parte, demostró que sus pies po-
llevado a cabo el marxismo. dían sustentar un recio cuerpo.»
El paso de Hegel a Marx es, como se sabe, el paso del idea- Esta revalorización de Hegel se acompaña de una clara no-
lismo al materialismo, es decir, el paso de la dialéctica idealista ción de lo que Marx representa: «Pero en Marx, añade Bloch,
al materialismo dialéctico. La superación de la «sociedad civil» el sujeto fundamental no es nunca el espíritu, sino el hombre
(bürgerliche Gesellschaft) en e( «Estado» constituye en Hegel social en su vida económica.» La dialéctica idealista del espí-
una superación que, como toda su filosofía, posee un carácter l ritu --espíritu subjetivo, objetivo y absoluto- cede paso defi-
netamente idealista. Es una superación al nivel exclusivo de la nitivamente a la dialéctica materialista del hombre real. Mate-
filosofía y ello tiene su importancia tanto en sus aspectos nega- rialismo (realismo, solía escribir él, realismo humanista) se con-
tivos como positivos. Puede decirse que, a pesar de sus cons-
tantes manifestaciones y pretensiones en ese sentido, a pesar de
1

trapone en Marx a idealismo; es, frente al idealismo hegeliano,
un realismo dialéctico y crítico 148 •
la coherente dialéctica interna del sistema, Hegel no logra en- Continúa así Ernst Bloch: «Lo que termina con Marx es la
contrar los mecanismos cuya transformación permitiría superar dialéctica hegeliana considerada como el parlamento y la réplica
realmente la «sociedad civil individualista» en el «Estado». de un diálogo cósmico, pero la dialéctica como proceso real es
Por eso en su «Estado» permanece en realidad como base la ahora precisamente cuando se pone de manifiesto.» Lo impor-
misma estructura individualista y capitalista de la anterior «.so- tante ahora, dirá Bloch, es la «materia dialéctica, que se man-
ciedad civil»: no hay en Hegel, puede concluirse, una verdadera tiene abierta como proceso. Esta materia despoja a la dialéctica
superación real. hegeliana de todo lo que tiene de fantasmal». «Tal es -con-
Como ha escrito Jean Hyppolite 146 , Hegel «ha querido man- cluye Bloch- el cambio (cualitativo) de Hegel a Marx y sus
tener en el seno del Estado el liberalismo burgués, aun afir- consecuencias: el cortejo de los espíritus se convierte en el pro-
mando siempre que el Estado está por encima de la sociedad ceso terrenal y el contenido fijo del recuerdo en un fondo inago-
civil y que constituye la unidad de su autoconciencia». La supe- table de materia dialéctica.»
ración real de la sociedad burguesa individualista será ya preci-
samente obra de Marx. Y la diferente actitud, aunque no sólo,
"' Por un lado, para una necesaria rehabilitación del materialismo en
ante la base económica de la sociedad expresa el sentido del la ciencia, frente a retóricos. innecesarios e interesados «espiritualismos»
cambio ideal-real de Hegel a Marx. Hegel no altera en el «Es- acientíficos, véase por ejemplo. la obra del P. Dorninique DUBARLE, O. P ..
tado» los mecanismos ni las relaciones de producción de carác- Pour un dialogue avec le marxisme, París, Les tditions du Cerf, 1964,
ter capitalista propios de la «sociedad civil». Marx, en cambio, especialmente págs. 41 y 42. Por otro lado, en conexión con lo anterior.
para un correcto entendimiento del materialismo dialéctico corno realis-
io que propone como eje del cambio es justamente el paso del
mo crítico, donde el polo opuesto al materialismo no sería tanto el «espi-
capitalismo al socialismo. ritualismo» corno el idealismo, cfr., entre la reciente bibliografía en cas-
Bloch explica el alcance del importante paso cualitativo que tellano, el importante libro de Francisco FERNÁNDEZ SANTOS Historia y
hay entre Hegel y Marx 147 : «Bajo la influencia de la izquierda Filosofía: Ensayos de dialéctica, Barcelona, Ed. Península, 1966. La in-
terpretación del marxismo más aceptable hoy iría decididamente en esa
'" HYPPOL!TE, ob. cit., pág. 26. dirección. Véase, por ejemplo, corno síntesis, el artículo-editorial de la
"'' BLOC H, ob. cit .. págs. 385, 386, 387 y 389. Entiéndase, por su- revista Cuadernos para el Diálogo bajo el título «150 aniversario de
puesto. el término «espíritu» en sentido hegeliano. 11 Carlos Marx», núm. 63, diciembre de 1968.

144 ¡¡ 145
10
i

1
Como ha escríto el propio Marx 149 : «El hecho de que la ¡ progresivamente a la agudización de sus contradicciones inter-
dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación no obsta
para que este filósofo fuese el primero que supo expone.r un l nas y a su superación en una nueva sociedad basada en la libe-
ración real del hombre.
La superación material y real de la «sociedad civil» que
modo an'.- .lo y consciente sus formas generales de movimiento.
Lo que e •me es que la dialéctica aparece en él invertida, pues- Marx propone es cosa muy diferente, por tanto, del «Estado»
1
ta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho, ideal imaginado por Hegel como conciliación de \o particular
J
ponerla de pie --dice !víarx-, y en seguida se descubre bajo 1 y lo general; Estado hegeliano que -a pesar de sus críticas cer-
la corteza mística la semilla racional.» «Mi método dialéctico 1 teras también a algunos de los aspectos económicos de la socie-
-insiste Marx 150- no sólo es fundamentalmente distinto del i dad civil- en realidad se resolvía en una continuidad de fondo
de esa misma sociedad burguesa. Considerando el Estado de su
método de Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis
de él. Para Hegel. el proceso del pensamiento, al que él con- il época, Marx y Engels dirán 151 que «no es otra cosa que !a for-
vierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida pro- ·' ma de organización que la burguesía se da por necesidad, tanto
pia, es el demiurgo de lo real, y esto la simple fonna externa hacia ei interior como hacia el exterior, a fin de garantizar
en que toma cuerpo. Para mí --escribe Marx-, lo ideal no es, recíprocamente sus propiedades y sus intereses». «El poder po-
por el contrario, más que lo material traducido y transpuesto 1l lítico del Estado moderno -repetirá, desde esa misma perspec-
a la cabeza del hombre.» 1 tiva. en el Manifiesto 152- no es sino un comité administrativo
Marx toma de Hegel la distinción entre sociedad civil y Es-
tado; pero profundiza la crítica a la sociedad individuaiista y l de los negocios e intereses comunes de toda la ciase burguesa.»
El Estado que, en cambio, Marx propone como superación rea!
burguesa poniendo de manifiesto el sentido de la alienación del li de la sociedad burguesa capitalista es un Estado construido
;

hombre, como resultado necesario de las relaciones de produc- sobre el socialismo, sobre la socialización de los medios de pro-
ción del sistema capitalista basado precisamente en la propie- ii ducción, sobre el control colectivo de los mismos y sobre la
dad nrivada de los medios de producción. En esta «sociedad l participación real de todos en el producto.
j

!l
civil>; el interés privado y el interés público están en forzosa Y Los factores decisivos para el cambio (cambio de Ja «socie-
lógica contradicción y ello conduce a la disgregación y a la dis- dad civil» al «Estado», por seguir aceptando la terminología
persión atomística de los individuos en relación con la sociedad. hegeliana) se sitúan en el terreno de la realidad, no en el mun-
Semejante disociación, unida a la creciente concentración del do de la idealidad. Y de esa re<didad, las fuerzas económicas
'
capital (o del control del capital) en pocas manos, origina la
explotación del que sólo dispone de su fuerza de trabajo para
Marx de.scubre en el propio seno de la sociedad bur-
i! y las relaciones de producción constituyen no el único, pero sí
el elemento base: un cambio en éstas significa, por tanto, un
cambio general en la sociedad. Por ello, la superación real de
guesa el proceso que a través de la dialéctica de la misma reali- l
l la sociedad burguesa que propone Marx se apoya sobre un cam-
;
dad social y de las fuerzas de producción insertas en aquélla bio de ese tipo, estructural económico, un cambio en el control
--entre las cuales se cuenta la propia labor creadora de la auto- 1 de las fuerzas económicas y un cambio .en Ja organización de
producción del hombre, es decir, la toma de conciencia y ia las relaciones de producción. Eso es lo que precisamente se ex-
acción consecuente para el cambio de esa realidad- conducirá presa en Marx a través del hecho y la exigencia de la sustitu-
ción del sistema capitalista por el sistema económico socialista.
'" Karl MARX, Das Kapital, tomo I. 1867 (publicados después de su
muerte el tomo ll, 1885, y el tomo III, 1894); cfr. aquí. en concreto, '" MARX-ENGELS, Die deutsche ldeologie, I, B, 2; esta obra, escrita
el prólogo de 1873 a la 2.' ed. del tomo I (trad. cast .. en tres vols .. de entre 1845 y 1846, no fue publicada completa hasta 1932 (Marx-Engels
Wenceslao Roces, :-,f.:Xico. Fondo de Cultura Económica. 1946; 3.' ed., Gesamtausgabe. l. 5; nueva ed .. Dietz Verlag, Berlín, 1958, vol. lll).
152
19ó·I. por la cual ;,t: cita: en concreto, aquí. pág. XXlV). MARX-ENGELS, Manifest der Kommwzistíschen Partei. 1848, parte l;
'"' MARX, El capital, cit., pág. XXIII. edición de la Dietz Verlag, Berlín, 1960. por la que se dta, pág. 9.

146 147
La radical transformación de las relaciones de producción «Sólo -dice- en comu:nidad con los demás posee cada indi-
que está en la base del socialismo se dirige a lograr la instaura- viduo los medios para desarrollar en todos los sentidos sus dis-
ción de una sociedad en la cual se logre la incorporación y par- posiciones; sólo en la comunidad resulta, pues, posible la liber-
ticipación real de todos los hombres, en especial de aquellas tad personal. En los subrogados de la comunidad que han exis-
clases sociales que antes vivían más esclavas del capital. La tido hasta ahora, en el Estado, etc., la libertad personal existía
libertad-participación sustituye así a la libertad-alienación del únicamente para los individuos situados en las condiciones de
capitalismo liberal. El objetivo y la justificación del socialismo la clase dominante y sólo en cuanto eran individuos de esta
vienen dados, pues, en función de la instauración de una socie- clase. La comunidad aparente -subraya aquél-, en la cual
dad realmente democrática. Socialismo y democracia tienden así ahora se han unido los individuos, se ha hecho siempre
en nuestro tiempo a coincidir: los problemas actuales del socia- autonoma contra aquéllos y al mismo tiempo, siendo unión de
lismo son, puede decirse, los problemas actuales de la demo- una clase contra otra, para la clase dominada no era sólo una
cracia. comunión totalmente ilusoria, sino también un nuevo encadena-
La inalterabilidad de las relaciones capitalistas de produc- miento. En la comunidad real -concluye Marx- los individuos
ción hacía que en Hegel la superación de la «sociedad civil» adquieren su libertad en su asociación y a través de ella» 154.
en el «Estado» mostrase, decíamos, un carácter preferentemente El sistema capitalista se revela, en efecto, como ilusorio
ideal. La subsistencia del capitalismo burgués en el Estado hege- para lograr una comunidad real de los hombres, es decir, para
liano significaba paralelamente la subsistencia real del atomismo lograr una suficiente participación real de los mismos, una ver-
y la disociación individualista propia de la «sociedad civil». En dadera democracia. En sus manifestaciones liberales (Estado
definitiva, la superación hegeliana venía a configurarse como liberal de Derecho y Estado social de Derecho) el capitalismo
una insuficiente superación teórica. En consonancia con esa constituye una democracia hoy, puede decirse, insuficiente. En
subsistencia del capitalismo burgués, quedaba también sin su- sus manifestaciones totalitarias (fascismo y nacional-socialismo)
perar en Hegel, o superada sólo idealmente, la fase del control el capitalismo constituye una democracia ficticia, es decir, una
minoritario de las fuerzas productivas. El Estado en Hegel es pseudodemocracia que, no obstante, a veces se ve obligada a
todavía el «Estado de la sociedad civil». Se critican consecuen- enmascarar su carácter antidemocrático: otras, por el contrario,
cias y resultados de esa sociedad, pero no se encuentran las alardea de ello. Ante la imposibilidad de lograr una comunidad
claves decisivas para su transformación. El Estado no es todavía real se impone la improvisación de una comunidad ficticia y
en Hegel un Estado democrático, con suficiente participación aparente, es decir, una comunidad ideal, vagamente espiritual,
real de todos los ciudadanos. que encubra la real atomización y disociación individualista de
Marx insistirá precisamente en que con el socialismo se hace la sociedad capitalista burguesa que sirve de base a esos movi-
posible esa participación real de las mayorías. Sus textos en este mientos políticos.
sentido son concluyentes. Veamos uno sobre esa mencionada El Estado democrático de Derecho tiene que ser hoy un Es-
incorporación de las mayorías: «Todos los movimientos preté- tado de estructura económica socialista; ésta es necesaria para
ritos --escribe 153- han sido movimientos de minorías o mo- la construcción actual de una verdadera democracia. El neoca-
vimientos en interés de las minorías. El movimiento proletario pitalismo con su famoso Estado del bienestar, apoyándolo todo
es el movimiento espontáneo de la gran mayoría en interés de en la economía .de una .sociedad de consumo no logra, hay que
la gran mayoría.» O este otro sobre la participación real, donde decirlo, ni superar la enajenación de las masas 155 , ni frenar la
denuncia los precedentes idealistas de una cierta «comunidad»:
"'' MARX-ENGELS, Die deutsche Ideologie, cit., I. C.
m Véase el .artículo de Marce!ino CAMACH o «Economía de consumo
'" MARX-ENGELS, M anifest der Kommunistischen Partei, cit., parte l, enajenación y perspectiva del sindicalismo», en Cuadernos para el Diá'.
pág. 20. lago. núm. 32, mayo de 1966.

148 149
cabo respetando las mencionadas exigencias fundamentales t' APENDICE BIBLIOGRAFICO
Estado de Derecho: imperio de la ley: ley corno c:(presión
ia voluntad general; división de poderes y legalidad de la Ad iI- (actualizado hasta 1981)
íÜstración como mecanismos jurídicos antitotalitarios; y, fü al-
mentc, respeto, garantía y realización material de los derecl os
y libertades fundamentales 165 •
El sociali;1no así <:ntendido se convertirá, sin duda, en'' m
factor decisivo para ia progresiva liberación dei hombre, p: ·a
la salida ideológica y material de la enajenación, en a,
para ia construcción en nuestro tiempo de una sociedad den-.o-
crátka donde cada vez más plenamente se institucionalicen jurí-
dicamente y se realicen materialmente todas las posibilidades
y dimensiones del hombre real 1M.
El análisis de la compatibilidad entre Estado de Derecho, a) Bibliografía sobre el Estado de Derecho
por un iado, y democracia-socialismo, por otro, así como la ABENDROTH, Wolfgang: «Zum Rcgriff des d::mokratischen un<l sozialen
justificación racional del sistema de legitimidad inspirado en Rechtsstaates im Grundge>etz ckr Bun Jt:sn:publik Delll>::hland», en
una concepción democr:'itica y socialista de la realidad social, h: obra de H. Sutlan y del autor, lWrokratíscher \/ern•ulumgsstaat
constituyen dos de los temas fundamentales que, a esos efectos wui soziale Demokratie, Hannover y francfort, 1955 (trad. cust. en
liberadores, corresponde tratar a la ciencia política, a la socio- su obra Sociedad antagónica y demacrada políiica, Barcelona, Grí-
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