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Ocio y Recreación Deportiva: Gestión Pública.


Curso 2021/2022.

TEMA 14
DEPORTE EN EDAD ESCOLAR Y DEPORTE UNIVERSITARIO

1. CONSIDERACIONES DE CARÁCTER GENERAL E INTRODUCTORIO.

Constituye el objeto del presente Tema el fenómeno deportivo que, vinculado al sistema
educativo, se desarrolla fuera del marco oficial de las competiciones deportivas
federadas, extramuros de la pirámide en la que se estructura el asociacionismo deportivo
que aglutinan las Federaciones deportivas, lo que no quiere decir que estas entidades
estén absolutamente al margen de este fenómeno.

Como es sabido, si bien la intervención pública sobre el asociacionismo deportivo se


asienta en las Federaciones deportivas como aglutinadoras de todos los sujetos
implicados en el mismo a todos sus niveles, es lo cierto que sobre todo a partir de la
década de los noventa del siglo pasado estas estructuras no abarcan el fenómeno
deportivo en su totalidad. Es perceptible, siguiendo a PALOMAR, la notable
transformación de la sociedad española y la modificación de los hábitos deportivos de
los individuos ha llevado a que sean múltiples los agentes que organizan y estructuran la
práctica del deporte como colegios o centros de enseñanza, universidades públicas y
privadas, ayuntamientos y entidades locales, clubes deportivos privados o empresas, al
margen de las Federaciones deportivas. Además, estos agentes son usualmente los
propietarios de cada vez mejores y más dotadas instalaciones deportivas que,
lógicamente, utilizarán con preferencia para sus propias actividades, habiendo mejorado
muy sustancialmente la preparación y calidad del personal técnico que las atiende.

Este fenómeno se da con extraordinario vigor en el ámbito local, donde se han


extendido las muy bien dotadas escuelas deportivas municipales, y en el educativo,
habiéndose dotado también los centros de enseñanza de cada vez más y mejores
instalaciones deportivas, que acogen actividades y organizan competiciones cuya
finalidad última no es lograr éxitos y ascender deportivamente en las distintas categorías
del deporte oficial o federado, sino concitar la más alta participación.

La incorporación de la educación física a la enseñanza como una materia más del


currículo en el sistema educativo obligatorio tiene como correlato que en este ámbito,
como actividad extraescolar y fuera del horario de clases, se organicen competiciones y
actividades deportivas entre los más pequeños, lo que viene a constituir la base de todo
modelo deportivo, los cimientos sobre los que se asentarán no sólo los éxitos deportivos
del futuro, sino la formación de ciudadanos que asumirán los valores educativos del
deporte desde la infancia. Este es lo que se denomina “deporte en edad escolar” y al
mismo le prestaremos seguidamente nuestra atención.

Continuando con el sistema educativo, está el fenómeno del deporte universitario, que
en otros países como Estados Unidos, sustituye al entramado federativo como cantera
de nuevos valores para el deporte profesional organizando la longeva National
Collegiate Athletic Association unas competiciones de muy alto nivel, sobre todo en los
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deportes del baloncesto y el fútbol americano, que aportan sustanciosos ingresos en


concepto de derechos televisivos a las universidades.

Este no es el caso de lo que sucede en España, donde se asienta la primacía de las


Federaciones deportivas, aunque es evidente que en la práctica totalidad de las
universidades se han generalizado los denominados Servicios de Deportes como
unidades administrativas que lo gestionan, optimizando instalaciones deportivas propias
y generando numerosas y variadas actividades deportivas que van desde ligas internas
hasta cursos, de las que no sólo se benefician los alumnos sino todo el entorno social de
la universidad. En cualquier caso, hablar de deporte universitario significa –o debería
significar- colocar al alumno en el centro del sistema y poner a su alcance los medios
adecuados para sea efectiva la compatibilidad de las actividades deportivas con sus
estudios.

El entramado de competiciones y actividades que se concita en torno al deporte en edad


escolar y al deporte universitario, pueden calificarse como “subsistemas” no federativos
que cada vez asumen más protagonismo tanto en la sociedad como en nuestro modelo
deportivo, aunque desde el punto de vista de la regulación su posición es ciertamente
marginal.

Así, aunque el deporte universitario, como luego veremos, es objeto de mención en la


Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades, desde su reforma de 2007,
o que en su día la hoy derogada Ley Orgánica 7/2006, de 21 de noviembre, de
protección de la salud y de lucha contra el dopaje en el deporte, previera la posible
realización de controles en ese ámbito -referencia que desapareció en la Ley Orgánica
3/2013, de 20 de junio, de protección de la salud del deportista y lucha contra el dopaje
en la actividad deportiva-, lo cierto es que hay muestras más que evidentes de la cada
menor relevancia para el regulador estatal.

2. EL DEPORTE EN EDAD ESCOLAR.

2.1. Deporte escolar o deporte en edad escolar. Aspectos conceptuales.


Como señalara ORTS, “en la actualidad, el término deporte escolar, desde el punto de
vista jurídico, se entiende en sentido amplio y abarca multitud de actividades físico-
deportivas, no solo competitivas, realizadas de forma voluntaria por escolares en horario
no lectivo, tanto dentro como fuera de los centros escolares. Esta definición coincide
con la proclamada por el Consejo de Europa que, además, destaca el valor educativo del
deporte escolar (actividad social que se distingue de la educación física, aunque también
se complementa con ella y que ha sido asumida por parte del ordenamiento jurídico
español)”.
El Consejo de Europa en La Carta Europea del Deporte, adoptada en 1992, señala en el
artículo 5 de la misma que “Se tomarán las medidas adecuadas para desarrollar la
capacidad física de los jóvenes, para permitirles adquirir destrezas físicas y deportivas
de base y para fomentar la práctica del deporte, específicamente: i. velando porque
todos los alumnos disfruten de programas de práctica de deportes, de actividades
recreativas y de educación física, así como de las instalaciones precisas, y procurando
que se habiliten para ello unos horarios adecuados; ii. garantizando la formación de
profesores cualificados en todas las escuelas; iii. ofreciendo, después del periodo de
escolarización obligatoria, la posibilidad de que los jóvenes continúen practicando
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deportes; ...”.
En el plano interno de nuestro país, en lo que al Estado se refiere, afirma el Consejo
Superior de Deportes (CSD) que “se denomina deporte en edad escolar a todas aquellas
actividades que, de forma organizada se celebran fuera del programa de la asignatura de
Educación Física en los centros escolares, clubes, asociaciones, etc y en las que
participan deportistas en edad escolar” (https://www.csd.gob.es/es/promocion-del-
deporte/deporte-en-edad-escolar)
Parece clara la distinta significación de los términos “deporte escolar” y “deporte en
edad escolar”, y tal distinción la encontramos señalada tanto en la doctrina como en
distintas leyes del deporte de Comunidades Autónomas.
Ese es el caso de la Ley 5/2016, de 19 de julio, del deporte de Andalucía: “e) Deporte en edad
escolar: práctica deportiva voluntaria realizada en horario no lectivo, orientada a la formación
integral de la persona y dirigida a la población en edad escolar.” (artículo 4). Por su parte, para la
Ley 2/2000, de 3 de julio, del deporte de Cantabria: “Se entiende por deporte escolar todas
aquellas actividades físico-deportivas que se desarrollen en horario no lectivo, dirigidas a la
población en edad de escolarización obligatoria. La participación en estas actividades será en
todo caso voluntaria” (artículo 43.1), como para la Ley Foral 15/2001, de 5 de julio, del deporte
de Navarra, donde se establece que “Se considerará actividad deportiva en edad escolar, a los
efectos de la presente Ley Foral, aquella actividad deportiva organizada, que es practicada por
niños y jóvenes en edad escolar, en horario no lectivo”, y la Ley 14/1998, de 11 de junio, del
deporte del País Vasco, que se refiere también al “deporte escolar”, entendiendo por tal la
“actividad deportiva organizada que es practicada por escolares en horario no lectivo durante el
período de escolarización obligatorio” (artículo 53), igual que la Ley 14/2006, de 17 de octubre,
del deporte de las Islas Baleares: “A los efectos de esta Ley se considera deporte escolar aquella
actividad deportiva organizada que practica, en horario no lectivo, la población en edad escolar”
(artículo 18).
Asimismo, en lo que se refiere a la Ley 3/2019, de 25 de febrero, de la Actividad Físico-
Deportiva de Castilla y León, por señalar un último ejemplo, su artículo 2, dedicado a
definiciones, se refiere a deporte en edad escolar como “La práctica deportiva organizada por las
administraciones y entidades a que se refiere el artículo 15, realizadas por deportistas en edad
escolar en horario no lectivo” (letra h). Precepto el citado que se refiere a los Juegos Escolares de
Castilla y León y a los Campeonatos Autonómicos de Edad de Castilla y León.

El deporte en edad escolar comprende actividades deportivas caracterizadas por ir


dirigidas a escolares, que se encuentran cursando la enseñanza obligatoria, que se
realizan fuera del horario lectivo –es decir, fuera de clase- y que tienen un carácter
voluntario, pudiendo desarrollarse en diversos ámbitos, como el propio centro escolar,
clubes deportivos, federaciones o ayuntamientos, con lo que podemos afirmar que
suponen un paso más en la formación de los escolares, más allá de la inclusión de la
educación física como asignatura obligatoria en los planes educativos. Circunstancias
todas estas que otorgan un valor especialmente relevante al aspecto educativo de las
actividades deportivas de que se trate y que pueden ser tanto competitivas como no
competitivas, como luego veremos.
2.2. Antecedentes de las competiciones del deporte en edad escolar.
Desde el punto de vista de la competición en este ámbito, se fija como antecedente la
celebración en 1949 de los denominados “Campeonatos Escolares de España”, que
fueron organizados por las Federaciones deportivas y la ya extinta Delegación Nacional
de Deportes, aunque como señalara BLANCO PEREIRA “este modelo no garantizaba
que la participación en las competiciones escolares estuviera precedida de un
entrenamiento sistemático, convirtiendo la competición escolar en un mero escaparate
propagandístico”.
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Sin entrar en lo poco que se atendió el fenómeno en aquellos tiempos, la llegada de la


democracia y la aprobación de la Constitución trajeron consigo la extinción de los
órganos gestores del deporte del franquismo y la creación del Consejo Superior de
Deportes, ello hace que la organización de las competiciones sufriera una cierta
descoordinación que cada Comunidad Autónoma resolvió.
El cambio se hace perceptible a partir de 1980, cuando el propio CSD pone en marcha
un programa de promoción del deporte infantil que incluye el escolar, como antesala de
las normas de traspaso de competencias en materia de deporte escolar a las
Comunidades Autónomas, y la consolidación por estas de las distintas actividades que
corresponden al deporte escolar, y que no son sólo consistentes en competiciones, a lo
que seguidamente nos referiremos.

2.3. Las entidades implicadas en la organización del deporte escolar.

No es preciso insistir en que el grueso de las competencias sobre la promoción del


deporte, del deporte de base, recae con el carácter de exclusivas en las Comunidades
Autónomas tal y como establece tanto el artículo 148 de la Constitución como los
correspondientes Estatutos de Autonomía. Asimismo, es en el ámbito de la
Administración local donde se establece el marco idóneo para la promoción del "deporte
para todos", pues, como Administración pública más próxima al ciudadano y mejor
conocedora de la realidad social que le rodea, será quien diseñe y gestione directamente los
servicios deportivos que se ofrecen, y mediante la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de
las Bases del Régimen Local, el Estado establece el contenido competencial mínimo que a
municipios y provincias corresponde, y fuera de ese mínimo, corresponderá al legislador
autonómico, bien a través de su legislación propiamente deportiva, bien a través de la de
régimen local, definir cuáles han de ser esas competencias locales respecto del deporte.
Encontramos referencia a ello tanto en las leyes autonómicas de deporte aprobadas hasta la
fecha, donde se regulan las funciones que han de desempeñar respecto del deporte en edad
escolar los ayuntamientos, diputaciones y demás entidades locales, como en las de régimen
local.

Siendo estos los principales actores en el ámbito del deporte en edad escolar, también las
Federaciones deportivas de ese ámbito territorial juegan un papel importante, así como los
propios centros educativos. Papel que variará dependiendo de la Comunidad Autónoma en
la que nos encontremos, ya que el que cada Comunidad Autónoma ostente competencias
exclusivas sobre la materia hace que regule el modo de afrontar el fenómeno atendiendo
exclusivamente a sus propias circunstancias, por lo que no puede afirmarse la existencia de
un modelo único para el deporte en edad escolar en nuestro país.

Asimismo, de la diversidad de actores y de actividades que concita el deporte en edad


escolar da una idea las distintas manifestaciones de este y los también distintos actores
implicados o que pueden implicarse. Así, tenemos en primer término las “escuelas
deportivas”, que priman el aprendizaje de los deportes y pueden culminar en
competiciones, desarrollándose principalmente en el ámbito municipal o en asociaciones
deportivas; también las “competiciones internas”, que se desarrollan generalmente por el
propio centro escolar, o las “competiciones intercentros”, que se celebran entre los
distintos centros docentes de un área determinada, y también las que se denominan
“competiciones regladas”, que suponen una continuidad en la competición y en los
entrenamientos y que pueden estar organizadas por las Federaciones deportivas.
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Al deporte en edad escolar hacen referencia la totalidad de las leyes reguladoras del
deporte de las distintas Comunidades Autónomas, algunas de las cuales ofrecen incluso un
concepto como hemos visto. Estas normas establecen las competencias siguientes para la
Administración autonómica respecto del deporte en edad escolar:

a) Su promoción, fomento, desarrollo y difusión, incluyéndolo entre los


principios rectores o líneas de actuación que deben inspirar la política deportiva de
las instituciones competentes de la Comunidad Autónoma.
b) Atribuirse la regulación general del deporte en edad escolar y su
planificación.
c) El apoyo a las actividades deportivas en edad escolar que desarrollen otras
entidades tanto públicas como privadas: entidades locales, centros escolares,
Federaciones deportivas, entre otros.
d) Respecto de las instalaciones deportivas, se procura que reúnan
determinados requisitos cuando se construyan en los centros escolares, así como la
máxima utilización de estas en horario no lectivo, así como la colaboración en su
ejecución.

Señaladas las anteriores precisiones, que pueden encontrarse en las leyes autonómicas
del deporte aprobadas hasta la fecha, pondremos algunos ejemplos de cómo algunas
Comunidades Autónomas afrontan la regulación del deporte en edad escolar,
incluyendo tanto actividades eminentemente formativas como competitivas.

Respecto de la Comunidad Valenciana, tenemos la Ley 2/2011, de 22 de marzo, del


deporte y la actividad física, donde la mención al deporte escolar se realiza al señalar las
competencias y líneas generales de actuación de la Generalitat (artículos 3 y 8) y las
Diputaciones provinciales y ayuntamientos (artículos 6, 7 y 35), desde el punto de vista
de su promoción, así como en lo que al uso de las instalaciones deportivas de los centros
escolares se refiere (artículos 34 y 82).

Con carácter general, el artículo 15 de la Ley 2/2011 se refiere a las medidas de


protección a los deportistas en edad escolar, y establece que:

“La Generalitat velará por la adecuada formación y protección de los deportistas


en edad escolar aplicando las medidas necesarias, con especial atención a las
siguientes:
1. Se facilitará la educación integral de los niños y jóvenes, sobre la base de la
educación física.
2. Se exigirá a los técnicos y entrenadores de los deportistas en edad escolar que
acrediten una titulación oficial en actividad física y deporte adecuada para
garantizar su formación en función de la edad y nivel deportivo.
3. No podrán exigirse derechos de retención, formación o cualquier otro tipo de
compensación económica para los deportistas menores de 16 años entre
entidades deportivas de la Comunidad Valenciana”.

Organizativamente, se prevé que dentro del Consell Assessor de l’Esport se crea la


Comisión Permanente del Deporte en Edad Escolar (art 9.1), con la destacada función
de elaborar el denominado “marco autonómico de la actividad física y el deporte en
edad escolar de la Comunidad Valenciana” (artículo 9.2).
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También, a efectos de favorecer el asociacionismo en este ámbito, hay que apuntar que
el artículo 56.2 de la Ley 2/2011 establecía que “Reglamentariamente se regularán las
entidades de deporte en edad escolar, previo informe de la Comisión Permanente del
Deporte en Edad Escolar, en el plazo de un año”. Tal previsión se suprimió del texto de
la norma tras la reforma operada en la misma por la Ley 21/2017, de 28 de diciembre,
de medidas fiscales, de gestión administrativa y financiera, y de organización de la
Generalitat.

El órgano competente en materia de deporte organiza anualmente los Jocs Esportius de


la Comunidad Valenciana (artículo 31) como campaña de promoción de las actividades
deportivas en edad escolar, aprobándose al efecto la correspondiente Resolución anual.

En estos Jocs podrán participar los deportistas que estén escolarizados en centros
educativos de la Comunidad Valenciana, y en cuanto a su organización, hay que estar a
las ayudas que se establecen anualmente para las entidades locales que organicen
competición intermunicipal dentro de los mismos.

Asimismo, dado el amplio contenido del artículo 32 de la Ley 2/2011, referido a


campañas de promoción deportiva, se organizan distintos programas como el
denominado Esport a L´escola, entre otros.

Como podemos observar, en este «subsistema» que es el deporte en edad escolar, son
diversos los actores que colaborar en su desarrollo y asumen funciones distintas. En lo
que al protagonismo de las Federaciones deportivas se refiere, este varía en intensidad
de una Comunidad Autónoma a otra.

Así y por ejemplo, en la Ley Foral 15/2001, de 5 julio, del deporte de Navarra, se establece en su
artículo 15 la figura de los Clubes Deportivos Escolares, que podrán constituirse en los centros
escolares y podrán participar en competiciones federadas. También, en algunas leyes
autonómicas se establece expresamente como función pública delegada que corresponde a las
Federaciones deportivas la de «colaborar con las Administraciones públicas en la organización
de las actividades y competiciones del deporte en edad escolar», tal y como dispone el artículo
30.e) de la Ley 2/1995, de 6 abril, del deporte de Extremadura.

Explicitado lo anterior, seguidamente haremos referencia al papel que juega en este


ámbito la Administración General del Estado y, en concreto, el Consejo Superior de
Deporte.

2.4. Los Campeonatos de España en Edad Escolar y otras iniciativas del


Consejo Superior de Deportes.

De acuerdo con la letra j) del artículo 8 de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del


deporte, el Consejo Superior de Deportes (CSD) ostenta la competencia de “coordinar
con las Comunidades Autónomas la programación del deporte escolar y universitario
cuando tenga proyección nacional e internacional”. También, de acuerdo con el Real
Decreto 460/2015, de 5 de junio, por el que se aprueba el Estatuto del CSD, le
corresponde a la Dirección general de Deportes “Impulsar las acciones organizativas y
de promoción desarrolladas por las asociaciones deportivas, y programar, en
colaboración con las Comunidades Autónomas, competiciones deportivas escolares y
universitarias de ámbito nacional e internacional” (artículo 8.4.m).
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Junto a ello, de lo que inmediatamente daremos cuenta, hay que resaltar el importante
esfuerzo inversor que ha llevado a cabo la Administración estatal en orden a dotar a los
centros educativos de instalaciones deportivas suficientes y adecuadas, lo que se
concretó en el Plan de Extensión de la Educación Física en Centros Escolares que
arrancó en 1988 y se conoce también como “Plan MEC”. Como dato tenemos que
existen en España, de acuerdo con el Censo Nacional de Instalaciones Deportivas de
2005, 14326 instalaciones censadas en centros educativos, correspondiendo el 64,21% a
los centros de educación infantil y primaria, y el 23,34% a los institutos de enseñanza
secundaria.

En cuanto a actividades deportivas de ámbito estatal destacan los Campeonatos de


España en Edad Escolar, que se convocan anualmente por Resolución del Secretario de
Estado-Presidente del CSD.

Los Campeonatos van dirigidos a escolares agrupados en las categorías de juvenil,


cadete, infantil, alevín-infantil y de deporte adaptado, y que participarán en equipos de
selecciones autonómicas en diversas modalidades deportivas en categoría femenina y
masculina. En cuanto a las Normas generales de Organización y Desarrollo de las
competiciones programadas, los Reglamentos técnicos de cada modalidad deportiva y el
Reglamento de disciplina deportiva, su aprobación compete al Director General de
Deportes del CSD.

La participación, desde el punto de vista cuantitativo, puede afirmarse que está sostenida a lo
largo del tiempo ya que en 2007 -primer año del que se ofrecen datos en la correspondiente
Memoria de los Campeonatos de España en Edad Escolar que publica el CSD
(https://www.csd.gob.es/es/promocion-del-deporte/deporte-en-edad-escolar/memorias-anuales-
de-actividades-convocadas-por-el-csd-en-edad-escolar) participaron un total de 7560 deportistas,
por los 7416 que lo hicieron en 2019. Se han venido celebrando ininterrumpidamente, salvo en
2020 debido a la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, adoptándose la Resolución de 16
de marzo de la presidencia del Consejo Superior de Deportes por la que se suspende la
celebración de todos los Campeonatos de España en Edad Escolar por selecciones autonómicas
del año 2020 convocados por el Consejo Superior de Deportes pendientes de celebración.

Hay que reseñar que, junto a estos Campeonatos, desde el CSD se promueven más
acciones en orden a fomentar la práctica deportiva, como los programas que gestiona y
promueve la Fundación Deporte Joven, en cuya misión está “Fomentar la actividad
física y los hábitos saludables entre la infancia y la juventud”. (www.deportejoven.es).

También los Premios al Deportista en Edad Escolar, que se convocan desde 2008 por el
CSD para premiar al deportista más destacado atendiendo a sus resultados tanto
deportivos como académicos.

2.5. Actividad internacional del deporte en edad escolar.

En el plano internacional, a través de contactos más o menos formales entre centros


educativos y organismos deportivos internacionales comenzaron a organizarse
campeonatos de esta índole en los deportes del balonmano (1961), voleibol (1969),
fútbol y baloncesto (1971), se terminó constituyendo en junio de 1972 la Federación
Internacional de Deporte Escolar (ISF), de la que España es miembro desde sus inicios.
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La ISF cuenta con 82 países miembros y convoca campeonatos en distintos deportes


cada dos años, celebrando la “Gimnasiada” cada cuatro, que es una manifestación
deportiva en la que se disputan competiciones de atletismo, natación y gimnasia.

3. EL DEPORTE UNIVERSITARIO.

3.1. Consideraciones de carácter general sobre el deporte universitario y sus


múltiples perspectivas

Una nota que caracteriza al denominado “deporte universitario” consideramos que


es, sin duda, la de su inconcreción, pues con esas dos palabras solemos referirnos a
cuestiones bien distintas que van más allá de lo que individualmente pueden sugerir esas
dos palabras. No puede confundirse el deporte “en” la universidad, es decir, todo aquel
que se practique u organice en las instituciones universitarias, pues ese puede realizarlo
tanto estudiantes, como personal docente e investigar, como el personal de
administración y servicios, con el mismo deporte si entendemos que su práctica forma
parte de la formación del estudiante universitario, como consideramos que debe ser. O
bien, hay que considerar que el deporte en este ámbito es un servicio público de los que
se prestan a los estudiantes universitarios y del que se benefician, pues comparten
espacio, toda “la comunidad universitaria”.

No existe aquí la problemática que se concita en el deporte escolar, ya que al estar el


mismo, o si se quiere la educación física, en el programa formativo de los alumnos en la
enseñanza primaria y secundaria, se hace preciso distinguir entre el deporte que se
practica en horario lectivo y el que se realiza fuera del mismo, definiendo este como
deporte “en edad” escolar.

Sobre qué hay que entender por “deporte universitario”, que no es lo mismo que
“deporte en la universidad”, identificando este como el que allí se realiza y que no es
sólo competitivo ni lo practican únicamente estudiantes, el CSD ofrece una
aproximación al señalar que “se denomina deporte universitario, al realizado por
estudiantes universitarios y organizado por los Servicios de Deportes de cada
Universidad, encargados igualmente, de fomentar y facilitar la práctica deportiva”. Por
contra, la Ley Orgánica de Universidades, como luego referiremos, establece en su
artículo 90 que “la práctica deportiva en la universidad es parte de la formación del
alumnado y se considera de interés general para todos los miembros de la comunidad
universitaria” (apartado 1) y que “las universidades establecerán las medidas oportunas
para favorecer la práctica deportiva de los miembros de la comunidad universitaria y, en
su caso, proporcionarán instrumentos para la compatibilidad efectiva de esa práctica con
la formación académica de los estudiantes” (apartado 2).

Vemos que late aquí el concepto de “comunidad universitaria”, que de acuerdo con
nuestra legislación de enseñanza superior está integrada por el personal docente e
investigador, el personal de administración y servicios y los alumnos o estudiantes de
las universidades. Sin embargo, entendemos que hablar de deporte universitario –como
ya hemos señalado- debe significar ubicar al alumno en el centro del sistema y poner a
su alcance los medios adecuados para sea efectiva la compatibilidad de las actividades
deportivas con sus estudios. Pues no está nada mal que profesores y personal de
administración y servicios haga deporte en su universidad, que es su centro de trabajo,
pero ello nada tiene que ver con el papel que para el deporte ha de desarrollar una
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institución educativa sino con las condiciones de trabajo que se establecen en un centro
público –si de universidades públicas se trata- para sus empleados. Sin embargo, no es
gracias a la negociación con los sindicatos como se establecen esas condiciones sino
aprovechando los medios que para los alumnos se dotan y sostienen, pues es una
realidad que, como ya apuntábamos, en la práctica totalidad de las universidades se han
generalizado los denominados Servicios de Deportes, que entran en concurrencia con
las empresas del sector privado –gimnasios, clubes deportivos privados- que convierten
el acceso a las actividades deportivas que ofrecen en una actividad económica que
explotan empresarialmente.

Con estos medios, no es de extrañar que las actividades deportivas que se ofrecen en las
universidades sean de lo más variado, abarcando desde las lúdicas o de entretenimiento
hasta las competitivas, existiendo generalmente bien consolidadas competiciones
exclusivamente internas así como equipos universitarios que participan en
competiciones oficiales –federadas- además de las eminentemente universitarias.

Todo ello, además, junto con la impartición de enseñanzas y la expedición de las


correspondientes titulaciones universitarias relativas al deporte, como son el grado en
ciencias de la actividad física y el deporte y el de maestro especialista en educación
física, lo que tiene su propia y compleja problemática junto a la del resto de titulaciones
deportivas existentes en nuestro país.

Lo cierto es que, desde el punto de vista de nuestro modelo deportivo, asentado sobre el
bien estructurado deporte oficial o federado que se realiza a través de las federaciones
deportivas, el deporte universitario no pasa de ser un “subsistema” dentro del modelo
deportivo español.

Seguidamente constataremos como la regulación normativa que existe sobre el deporte


universitario no ha ayudado, más bien todo lo contrario, a concretar cuál es su ámbito,
aunque sí se fijan las competencias públicas sobre el mismo otorgando como veremos
un peso muy considerable al CSD.

3.2. Los desdibujados antecedentes del deporte universitario en España.

Apuntado lo anterior, hay que constatar los poco claros antecedentes históricos del
deporte universitario en España, que a principios del siglo pasado comenzó a
desarrollarse a través de movimientos asociativos en los campus hasta que con la
llegada del franquismo todo ese asociacionismo deportivo federado pasó a depender de
la Secretaría General del Movimiento y luego de la Delegación Nacional de Deportes,
dependiendo en el ámbito universitario del Sindicato Español Universitario, que
organizaba con suma irregularidad el Juegos Universitarios Nacionales, y que no tuvo
un correlato con una planificación adecuada ni con la dotación de las infraestructuras e
instalaciones deportivas necesarias, pues como constata Sánchez Aranda (2008:15) la
realidad de esa época supone «el control político y doctrinal del deporte universitario
español al constituir un eficaz instrumento de socialización y su precaria situación frente
a otros modelos de Europa y América».
Posteriormente, en 1970 y como un intento de trasladar el modelo federativo a este
ámbito, nace la Federación Española de Deporte Universitario, de efímera existencia
pues desapareció en 1985.
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Es precisamente a partir de los años ochenta del siglo pasado cuando se ultima en
España –lo que también alcanza a las universidades- la construcción y dotación
generalizada de las instalaciones deportivas que resultan precisas, y que tiene su
verdadero punto de arranque con el artículo 43.3 de la Constitución y su mandato
extensible a todos los poderes públicos de fomentar el deporte; mandato del que las
universidades públicas se han sentido destinatarias desde el inicio.

3.3. Referencia al marco jurídico del deporte universitario en España y sus


múltiples reguladores: Estado, Comunidades Autónomas y Universidades.

A) La legislación estatal.

Vistos los antecedentes anteriores, es el momento de detenernos en el marco jurídico del


que denominamos deporte universitario. Para ello, hay que tener en cuenta en primer
término una circunstancia que predetermina el modo de organizarse el deporte en las
universidades. Esta es el reconocimiento expreso en el artículo 27.10 de la Constitución
de la autonomía universitaria, que de acuerdo con el Tribunal Constitucional en su
Sentencia 179/1996 “es la dimensión institucional de la libertad académica para
garantizar y completar su dimensión personal, constituida por la libertad de cátedra. Tal
dimensión institucional justifica que forme parte del contenido esencial de esa
autonomía no sólo la potestad de autonormación, que es la raíz semántica del concepto,
sino también de auto-organización. Por ello, cada Universidad puede y debe elaborar
sus propios Estatutos (STC 156/1994) y los planes de estudio e investigación (STC
187/1991), pues no en vano se trata de configurar la enseñanza sin intromisiones
extrañas”.

La libertad de las universidades para organizar sus actividades deportivas se inserta


dentro del amplio concepto de autonomía universitaria y así se reconoce tanto en la
legislación deportiva como en la eminentemente educativa, como seguidamente
comprobaremos.

Además, dada la dicción del artículo 43.3 de la Constitución, que encomienda a todos
los poderes públicos la obligación de “fomentar” el deporte, en el caso de las
universidades públicas estas se han sentido lógicamente destinatarias de este mandato y
han actuado en consecuencia, como ya adelantamos. Sólo hay que observar como en la
última década estas instituciones se han dotado de cada vez mejores instalaciones y
equipamientos deportivos instaurando Servicios de Deportes con las más amplias
posibilidades de desarrollar actividades y competiciones deportivas y que además están
atendidos por personal cada vez más cualificado.

Esta realidad tiene que convivir, dentro de nuestro modelo deportivo, no sólo con las
Federaciones deportivas, sino también con las Administraciones competentes en materia
de deporte. Principalmente con las Comunidades Autónomas, que como ya sabemos
tienen competencias exclusivas para la promoción del deporte, y el Estado a través del
Consejo Superior de Deportes. A todo ello nos referiremos seguidamente atendiendo al
iter normativo que ha tenido el deporte universitario desde la aprobación de la
Constitución.

Así, la primera ley del Estado que se ocupa del deporte de un modo global, la Ley
13/1980, de 31 de marzo, General de la Educación Física y el Deporte, contiene una
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mención al deporte universitario en su artículo 6.2, cuando disponía que “la ordenación
y organización de las actividades físico-deportivas dentro del sistema universitario
corresponderá a las Universidades, en los términos y con las condiciones previstas en la
legislación vigente. A las Universidades corresponde igualmente fomentar la creación
de agrupaciones para desarrollar el deporte universitario conforme a las normas
internacionales que regulan esta modalidad”, lo que resulta, de inicio, respetuoso con la
señalada autonomía universitaria. En cuanto a lo previsto en la poco después aprobada
Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, de reforma Universitaria (LRU), su Disposición
Adicional 7ª establecía que “el Gobierno, a propuesta del Consejo de Universidades,
dictará las disposiciones necesarias para coordinar las actividades deportivas de las
Universidades españolas con el fin de asegurar su proyección internacional”.

Estas previsiones tienen su desarrollo con el Real Decreto 2069/1985, de 9 octubre, de


articulación de competencias en materia de actividades deportivas universitarias, en
cuyo artículo 1 se dispone que “corresponde a las Universidades la ordenación y
organización de las actividades deportivas en su ámbito respectivo, de acuerdo con los
criterios y a través de la estructura organizativa que estimen adecuados”, lo que ha de
entenderse también respetuoso con la mencionada autonomía universitaria. Y
consecuentemente con ese respeto, el artículo 3 establece que “el Consejo de
Universidades aprobará y remitirá al Consejo Superior de Deportes periódicamente las
oportunas directrices en orden a la coordinación general de las actividades deportivas de
las universidades españolas”, pues esa coordinación general es precisa si se quiere
competir a nivel nacional y, en su caso, internacional. Asimismo, el artículo 2,
respetuoso también con las competencias autonómicas en materia de deporte, establece
que “las Comunidades Autónomas llevarán a cabo las tareas de coordinación de las
actividades deportivas que se realicen en las Universidades ubicadas en su territorio”.

Establecido lo anterior, fruto de un muy abierto desarrollo reglamentario, donde parece


que se tiene en cuenta el protagonismo de las Universidades ad intra, del Consejo de
Universidades ad extra y de las Comunidades Autónomas, el artículo 4. 1 del
mencionado Real Decreto 2069/1985 otorga al CSD “la coordinación efectiva en la
promoción y difusión de la práctica del deporte universitario y en su programación
global”, correspondiéndole además las siguientes funciones:

“a) Organizar competiciones y demás actividades deportivas de carácter nacional


e internacional.
b) Realizar y promover estudios de interés para la actividad deportiva
universitaria.
c) Facilitar asistencia técnica y asesoramiento a las Universidades, Comunidades
Autónomas y Consejo de Universidades.
d) Formular las recomendaciones que en materia de deporte universitario
considere convenientes”.

Junto a lo anterior, se establece que “dentro del primer trimestre de cada curso
académico, el Consejo Superior de Deportes informará al Consejo de Universidades
sobre las actividades desarrolladas en el año anterior en materia de deporte universitario
y sobre la programación global para el año en curso” (artículo 5).

El sistema descrito se completó con la aprobación de la Orden de 20 de diciembre de


1988, de creación, estructura y funciones del CEDU, y que se configura –dentro del
12

Consejo Superior de Deportes- como “órgano de participación de los sectores


vinculados al deporte en dicho ámbito” (artículo 1), con lo que se reafirma la hegemonía
del CSD en este ámbito.

Siguiendo cronológicamente con el devenir normativo, con la aprobación de la Ley


10/1990, de 15 de octubre, del deporte, tenemos que a pesar de las escasas competencias
estatales en materia de deporte, derivadas del reparto competencial llevado a cabo por la
Constitución, se continúa regulando éste de modo global, aunque es a partir de la
aprobación de la Ley de 1990 cuando se generaliza en todas las Comunidades
Autónomas la aprobación de leyes del deporte que pretenden regular también de modo
global el fenómeno deportivo en su ámbito territorial, y que hacen mención expresa del
deporte universitario.

En cuanto a la Ley estatal de 1990, encontramos en ella dos menciones expresas al


deporte universitario. La primera nos la proporciona el artículo 3.5, disponiendo que “la
Administración del Estado coordinará en la forma que reglamentariamente se
determine, las actividades deportivas de las Universidades que sean de ámbito estatal y
su promoción, al objeto de asegurar su proyección internacional, teniendo en cuenta las
competencias de las Comunidades Autónomas y de las propias Universidades”, y
otorgándose al Consejo Superior de Deportes (artículo 8, apartado j) la competencia de
“coordinar con las Comunidades Autónomas la programación del deporte escolar y
universitario cuando tenga proyección nacional e internacional”.

Con esto, en la Ley se instaura una genérica competencia de coordinación en manos de


la Administración General del Estado, encarnada en el Consejo Superior de Deportes,
cuando el ámbito del deporte universitario –más bien de la competición deportiva
universitaria- sea nacional o internacional, remitiéndose a un futuro reglamento el modo
en que tal coordinación se llevará a cabo. Reglamento en el que habrá de tenerse en
cuenta tanto a las Comunidades Autónomas como a las Universidades. Asimismo, y en
el concreto terreno de las competencias, el Consejo Superior de Deportes asume la
coordinación de la programación del deporte universitario si tiene proyección nacional o
internacional, lo que deberá hacer con las Comunidades Autónomas. A ello nos
referimos seguidamente.

No puede dejarse de lado que también las Comunidades Autónomas han asumido
competencias en materia de educación, teniendo legitimación más que sobrada para
ocuparse del deporte universitario en su ámbito territorial, lo que se realiza de un modo
ciertamente desigual, tanto desde el punto de vista de la financiación como de la
regulación, ya que el deporte universitario aparece por lo menos mencionado en las
correspondientes leyes del deporte autonómicas aprobadas hasta la fecha. A todo ello
nos referiremos más adelante.

En el momento actual y en lo que al Estado se refiere, el reglamento de desarrollo a que


se refiere el artículo 3.5 de la Ley 10/1990 no se ha aprobado todavía, perviviendo la
vigencia de la normativa que desarrolló la Ley de 1980, lo que convierte a este ámbito
en prácticamente el único relacionado con competiciones deportivas en el que no se han
desarrollado reglamentariamente las previsiones de la Ley de 1990. Eso sí, manteniendo
el modelo, se aprobó la Orden ECD/273/2004, de 3 de febrero, que regula el Comité
Español de Deporte Universitario, al que luego nos referiremos.
13

Esta Orden no hay que olvidar que se aprobó tras la derogación de la LRU por la Ley
Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades (LOU), quedando instaurado un
nuevo régimen jurídico para las Universidades.

El deporte universitario es también objeto de atención por la nueva disposición legal y en su


Disposición Adicional 17ª dispone que “el Gobierno, a propuesta del Consejo de Coordinación
Universitaria, dictará las disposiciones necesarias para coordinar las actividades deportivas de las
Universidades con el fin de asegurar su proyección nacional e internacional y articular fórmulas para
compatibilizar los estudios de deportistas de alto nivel con sus actividades deportivas”. Cuestión esta
última que se viene realizando por el Consejo Superior de Deportes a través de la convocatoria de
subvenciones a Universidades que tengan programas de ayuda a estos deportistas, con arreglo a los
requisitos que el propio CSD establece en la correspondiente convocatoria, tal y como luego
veremos.

Esta previsión de la LOU fue llevada al Real Decreto 1504/2003, de 28 de noviembre, por el que se
aprueba el reglamento del Consejo de Coordinación Universitaria, órgano que con la LOU sustituye
al Consejo de Universidades, pues entre las funciones que el artículo 11.1.s) asigna a la Comisión
Académica del propio Consejo está la de “proponer al Gobierno, oída la Comisión de Coordinación,
las disposiciones necesarias para coordinar las actividades deportivas de las Universidades con el fin
de asegurar su proyección nacional e internacional y articular fórmulas para compatibilizar los
estudios de deportistas de alto nivel con sus actividades deportivas”.

Este marco jurídico, en el que como podemos observar la presencia normativa del
deporte universitario tiene una dimensión que puede calificarse de marginal tanto en la
legislación deportiva como en la educativa, cambia de un modo sustancial con la
aprobación de la Ley Orgánica 4/2007, de 12 abril, de modificación de la LOU, que
como destacable novedad incluye un Título, el XIX, dedicado al deporte y la extensión
universitaria, pues se considera que tanto el deporte como otras actividades que se
contemplan son un aspecto capital en la formación del alumnado universitario (Jiménez
Soto; 2009:957). Los preceptos que dentro de ese Título se ocupan expresamente del
deporte universitario son los siguientes:
“Artículo 90. Del deporte en la universidad.
1. La práctica deportiva en la universidad es parte de la formación del alumnado y
se considera de interés general para todos los miembros de la comunidad
universitaria. Corresponde a las universidades en virtud de su autonomía la
ordenación y organización de actividades y competiciones deportivas en su ámbito
respectivo.
2. Las universidades establecerán las medidas oportunas para favorecer la práctica
deportiva de los miembros de la comunidad universitaria y, en su caso,
proporcionarán instrumentos para la compatibilidad efectiva de esa práctica con la
formación académica de los estudiantes.
Artículo 91. Coordinación en materia de deporte universitario.
1. Corresponde a las Comunidades Autónomas la coordinación en materia de
deporte universitario en el ámbito de su territorio.
2. Sin perjuicio de las competencias de las Comunidades Autónomas, el Gobierno,
previo informe del Consejo de Universidades y a propuesta de la Conferencia
General de Política Universitaria, dictará las disposiciones necesarias para la
coordinación general de las actividades deportivas de las universidades y articulará
fórmulas para compatibilizar los estudios de deportistas de alto nivel con sus
actividades deportivas”.
14

Tales previsiones se llevaron al desarrollo reglamentario con el Real Decreto


1791/2010, de 30 de diciembre, por el que se aprueba el Estatuto del Estudiante
Universitario. Norma esta que cuenta con un Capítulo XII que titulado “De la actividad
deportiva de los estudiantes”, viene a recordar lo que establece la Ley Orgánica así
como lo que ya en la práctica la casi totalidad de universidades procura a sus
estudiantes.

Estos son los dos preceptos que conforman el mencionado Capítulo:


“Artículo 61. Principios generales.
1. La actividad física y deportiva es un componente de la formación integral del estudiante. A tal
efecto, las Comunidades Autónomas y las universidades desarrollarán estructuras y programas y
destinarán medios materiales y espacios suficientes para acoger la práctica deportiva de los
estudiantes en las condiciones más apropiadas según los usos.
2. Los estudiantes tienen el derecho y el deber de uso y cuidado de las instalaciones y
equipamientos que la universidad ponga a su disposición, además de aquellos otros que
desarrollen sus normativas propias.
Artículo 62. Actividad física y deportiva de los estudiantes.
1. Las actividades deportivas de los estudiantes universitarios podrán orientarse hacia la práctica
de deportes y actividades deportivas no competitivas o hacia aquellas organizadas en
competiciones internas, autonómicas, nacionales o internacionales.
2. Las universidades promoverán la compatibilidad de la actividad académica y deportiva de los
estudiantes.
3. Las universidades promoverán la actividad física y deportiva, los hábitos de vida saludable y
el desarrollo de valores como el espíritu de sana competición y juego limpio, de respeto por el
adversario, de integración y compromiso con el trabajo de grupo y de solidaridad, así como de
respeto del reglamento o normas de juego y de quienes las apliquen.
4. En los términos previstos por la ordenación vigente, las universidades facilitarán el acceso a la
universidad, los sistemas de orientación y seguimiento y la compatibilidad de los estudios con la
práctica deportiva a los estudiantes reconocidos como deportistas de alto nivel por el Consejo
Superior de Deportes o como deportistas de nivel cualificado o similar por las Comunidades
Autónomas.
5. Asimismo, las universidades promoverán programas de actividad física y deportiva para
estudiantes con discapacidad, facilitando los medios y adaptando las instalaciones que
corresponda en cada caso”.

Estas previsiones es cierto que suponen un hito en nuestro país al incluir el deporte, por
primera vez, en una Ley Orgánica reguladora de la educación universitaria, aunque hay
que reconocer que el proyecto de Ley de reforma de la LOU era mucho más ambicioso,
pues incluía un Título específico para el deporte universitario y se ocupaba del CEDU y de
los Campeonatos de España Universitarios, remitiendo al desarrollo reglamentario la
regulación de una y otra cuestión. Asimismo, hacía referencia únicamente a los estudiantes
y no a “la comunidad universitaria”, con el alcance que ya hemos señalado tiene esta
cuestión. Un hito, sí, pero de un alcance práctico nulo como más adelante referiremos.

Lo que sí hay que reconocer es que por lo menos se constata una nítida pretensión de
integrar el deporte universitario dentro de nuestro modelo deportivo, no como algo
extraño tanto al mismo como al propio sistema de educación superior.

B) El deporte universitario como responsabilidad de las Comunidades Autónomas


y objeto de atención en la normativa propia de las universidades.

Estando bien consolidadas tanto la organización como las actividades que en materia de
deporte universitario coordina el Consejo Superior de Deportes y a las que nos
referiremos luego, queda hacer referencia al modo en que se ha acogido el fenómeno
tanto en las distintas Comunidades Autónomas como en las propias universidades.
15

Respecto de estas, ya hemos apuntado la implantación en las mismas de bien dotados


Servicios de Deportes y del importante incremento tanto en calidad como en calidad de
instalaciones deportivas en los campus de España, que además están atendidas por
personal cualificado. Por dar un dato en este sentido, en el Censo de Nacional de
Instalaciones deportivas elaborado por el CSD en el año 2005, 277 corresponden a
universidades públicas y 64 a universidades privadas.

Por lo demás, no es de extrañar tampoco que el deporte sea recogido en los Estatutos de
las distintas universidades, aunque de un modo desigual. En unos casos, incluyendo las
actividades deportivas dentro de la extensión universitaria y reconociendo su papel en la
formación de los alumnos, en otros reconociendo la existencia de los servicios de
deportes ya mencionados, y también calificando el acceso a estas actividades como un
derecho de los alumnos.

Por ejemplo, en el Estatuto de la Universidad Complutense de Madrid se establece como un


derecho de los estudiantes «disponer de las instalaciones, medios instrumentales, Servicios
administrativos, de Biblioteca y cualesquiera otros de asistencia a la Comunidad Universitaria
adecuados para el normal desarrollo de sus estudios y de las demás actividades académicas,
culturales y deportivas propias del ámbito universitario, con atención específica a las personas
con discapacidades» (artículo 113.h). En el Estatuto de la Universidad de Barcelona se
mencionan los servicios deportivos (artículo 50) y la obligación de la universidad de «facilitar
las actividades de extensión universitaria en los ámbitos cultural, artístico, deportivo, etc.,
encaminadas a completar la función académica del alumnado” (artículo 125), y en el Estatuto de
la Universidad de Granada que esta, “a través de una unidad específica, fomentará el deporte
universitario tanto individual como colectivo, y potenciará la creación de nuevas instalaciones
deportivas encargándose de si mantenimiento. En el uso de esas instalaciones tendrán prioridad
los miembros de la Comunidad Universitaria» (artículo 203).

En cualquier caso, se incluya o no en el concepto de “deporte universitario” a la


comunidad universitaria o a los estudiantes, la realidad es que todos los miembros de
esta se benefician de los servicios deportivos de las universidades. Y es que los
servicios deportivos que ofrecen las universidades abarcan desde tener equipos
federados en distintos deportes hasta la participación en campeonatos eminentemente
universitarios, incluidos los que han venido a denominarse “Trofeo Rector” y que son
competiciones internas. Todo ello además de ofertar actividades físico-deportivas
asistidas por monitores en distintos deportes, sin carácter competitivo; actividades todas
estas abiertas generalmente a todos los miembros de la comunidad universitaria.

Es claro que son muchas las actividades que desarrollan las universidades en este
ámbito, acreditándose que a cuenta del deporte se han patrimonializado -al dotar de
medios, de instalaciones-, han participado en todo lo que se haya promovido desde el
CSD o sus Comunidades Autónomas y, desde luego, se involucran también con el
deporte federado.

Junto a lo anterior, está el distinto modo en que el deporte universitario se afronta por
las Comunidades Autónomas, que no sólo ostentan competencias exclusivas en materia
de promoción del deporte, sino que también las han asumido en materia de educación
superior. Así, tenemos Comunidades Autónomas que han recogido en sus leyes
ordenadoras del deporte en su ámbito territorial el deporte universitario, como por
ejemplo es el caso de la Ley 2/2000, de 3 de julio, del deporte de Cantabria, que define
deporte universitario como “toda actividad deportiva practicada exclusivamente por los
miembros de la comunidad universitaria en el seno de los programas deportivos de las
16

Universidades” (artículo 32) y, respetando la autonomía universitaria (artículo 33)


establece un principio de colaboración de la Administración autonómica con las
universidades (artículo 34) y facilita la constitución de clubes deportivos en el ámbito
universitario para participar en competiciones federadas (artículo 35), frente a otras
Comunidades Autónomas que no contienen mención alguna a la cuestión, y que hoy son
las menos.
Similar regulación tenemos en el resto de las leyes autonómicas reguladoras del deporte,
principalmente las más recientes, que vienen a establecer -con más o menos matices- en
su regulación tres cuestiones:
a) Una referencia conceptual al deporte universitario.
b) El compromiso de su promoción por parte de las Administraciones de la respectiva
Comunidad Autónoma y la colaboración con las universidades a fin de compatibilizar la
práctica deportiva con el estudio para los deportistas de alto nivel o rendimiento.
c) El respeto en todo caso a la autonomía universitaria.

Un ejemplo de lo que señalamos está en los artículos 42 y 43 de la Ley 2/2011, de 22 de


marzo, del deporte y la actividad física de la Comunitat Valenciana. El primer se rubrica
“La autonomía universitaria en el deporte”, y establece que “Las universidades de la
Comunitat Valenciana, de acuerdo con su propia autonomía, ejercen competencias en
materia de competiciones y actividades deportivas dentro de su ámbito respectivo de
actuación”.

El artículo 43, titulado “Las competiciones y actividades deportivas universitarias”


dispone que la consellería competente “colaborará con las universidades en la
organización y desarrollo de sus competiciones y actividades deportivas, principalmente
en las de carácter interuniversitario” (apartado 1), y más en concreto que:

“2. La potestad disciplinaria deportiva en las competiciones oficiales


interuniversitarias de la Comunitat Valenciana corresponde en última instancia
al Tribunal del Deporte de la Comunitat Valenciana.
3. Para participar en competiciones deportivas federadas, las Universidades de la
Comunitat Valenciana deberán constituir una sección deportiva en su seno, de
acuerdo con el artículo 75. Esta sección tendrá carácter polideportivo”.

Finalmente, el artículo 44 se refiere al Comité de Deporte Universitario de la Comunitat


Valenciana, que ha sido creado por el Decreto 86/2020, de 31 de julio, del Consell, de
regulación del mismo, como “órgano colegiado de participación y asesoramiento en
materia de coordinación, programación y promoción de la actividad y competición
deportiva de las universidades” (artículo 2.1).
Pero más allá de las menciones legales, lo cierto es que hay Comunidades Autónomas
que se ocupan del deporte universitario de modo real y decidido colaborando con las
universidades en la construcción de instalaciones y equipamientos deportivos, además
de ofrecer líneas de subvención para la participación y organización de las
universidades en campeonatos y para la implementación de programas deportivos
propios, como es el caso de Andalucía y sus Campeonatos de Andalucía Universitarios,
que constituye todo un paradigma de apuesta decidida por la práctica deportiva en las
universidades.
Por lo demás, y a la hora de realizar competiciones interuniversitarias dentro de cada
17

Comunidad Autónoma o campeonatos autonómicos del deporte universitario, lo cierto


es que las distintas universidades limítrofes han acreditado tanto su capacidad de
iniciativa como de gestión al ser ellas mismas las que se organizan a fin de llevar a bien
puerto tales competiciones que en muchos casos ocupan un dilatado calendario de
competiciones.
3.4. Los Campeonatos de España Universitarios y su organización. El
Comité Español del Deporte Universitario (CEDU).

Ya hemos apuntado que el CEDU se regula mediante la Orden ECD/273/2004, de 3 de


febrero, que no reviste grandes cambios respecto de la de 1988 que deroga. El CEDU
se configura en la Orden de 2004 como “el órgano colegiado de asistencia y
asesoramiento, adscrito a la Presidencia del Consejo Superior de Deportes, para el
mejor cumplimiento de las funciones que formula el artículo 4 del Real Decreto
2069/1985, de 9 de octubre, así como de apoyo para la coordinación efectiva asignada
al CSD en materia de deporte universitario, a cuyo fin se constituye como órgano de
participación de las entidades e instituciones con competencia en la materia”(artículo
1), y sus funciones (artículo 2) son las siguientes:
a) Presentar al CSD el plan anual comprensivo de las competiciones y actividades
deportivas de carácter nacional, así como sobre la participación en competiciones
internacionales.
b) Prestar asesoramiento técnico al CSD en las actuaciones preparatorias y de
seguimiento, precisas para la puesta en marcha y desarrollo de las competiciones
y actividades deportivas universitarias cuya organización corresponda al CSD.
c) Elaborar informes y dictámenes sobre materia deportiva universitaria para su
estudio y consideración por el CSD.
d) Aquellas otras funciones instrumentales que le sean encomendadas por el CSD.

Como podemos observar, y de acuerdo con el carácter del CEDU, las funciones que
tiene encomendadas no tienen en ningún caso el carácter de decisorias ni vinculantes
para el CSD, constituyendo la principal función la expuesta en la letra a) anterior,
consistente en la práctica en votar el Pleno una propuesta de Campeonatos de España
Universitarios que se elabora anualmente por el propio CSD previa consulta con la
Comisión Permanente, donde se deciden aspectos tan relevantes como las sedes o el
calendario de las competiciones.

En cuanto su composición, el CEDU está integrado por: El Presidente, El Pleno, La


Comisión Permanente, La Comisión Técnica, el Secretario y los Asesores Técnicos, que
seguidamente exponemos haciendo referencia a los correspondientes preceptos de la
Orden de 2004.

La presidencia le corresponde al Secretario de Estado-Presidente del CSD y, por su


delegación, el Director General de Deportes (artículo 4.1), siendo sus funciones las
siguientes (artículo 4.2):.
1. Desempeñar la dirección y ostentar la máxima representación del CEDU.
2. Convocar y presidir el Pleno, así como fijar el orden del día.
3. Promover, dirigir y supervisar sus actividades.
4. Cualesquiera otras funciones necesarias para el cumplimiento de los objetivos
del CEDU que no hayan sido atribuidas expresamente a otros órganos de éste.
18

El Pleno es el órgano de participación de todos los sectores afectados en materia de


deporte universitario (artículo 5), y su composición es la que sigue, teniendo en cuenta
que “los miembros del Pleno conservarán tal condición en tanto no sea revocada su
designación” (artículo 12). Esto nada ha cambiado, aunque sí y sustancialmente, la
composición del mismo, que queda de la siguiente manera y textualmente, con arreglo
al apartado 1 del artículo 5:

1. Presidente: El Secretario de Estado-Presidente del CSD.


2. Vicepresidente primero: Un representante del Consejo de Coordinación
Universitaria de entre sus miembros.
3. Vicepresidente segundo: El Director General de Deportes del CSD.
4. Vocales:
a) El Subdirector General del CSD con competencia en materia de deporte
universitario.
b) Un representante por cada Universidad, nombrado por el Rector.
c) Los Asesores Técnicos de las modalidades deportivas correspondientes.
d) Un representante de cada una de las Comunidades Autónomas.
5. Secretario: El vocal al que se hace referencia en la letra a) del apartado anterior
que dispondrá de voz y voto. En caso de ausencia, vacante o enfermedad, actuará
de suplente un funcionario del CSD.
Las funciones que asume el Pleno, en las que ninguna de ellas tiene ni carácter
vinculante ni decisorio, son las siguientes:

1. Examinar el informe sobre las actividades del Comité.


2. Elaborar propuestas de programas físico-deportivos y de competición de carácter
nacional.
3. Conocer el informe anual que, de acuerdo con lo previsto en el artículo 5 del Real
Decreto 2069/1985, de 9 de octubre, el CSD debe elevar al Consejo de
Universidades.
4. Determinar temas para su estudio por la Comisión que proceda.
5. Elegir a los miembros que correspondan de la Comisión Permanente.
6. Solicitar a la Comisión Permanente dictamen sobre las cuestiones que procedan.

La Comisión Permanente, cuyos miembros-vocales tienen un mandato de dos años


(artículo 13), tiene la siguiente composición, pudiendo adicionalmente el Presidente
designar hasta dos asesores, con voz en las sesiones pero sin voto:

1. Presidente: El Secretario de Estado-Presidente del CSD y, por su delegación, el


Director General de Deportes.
2. Vicepresidente: El representante del Consejo de Coordinación Universitaria en el
Pleno.
3. Vocales: Nueve, de éstos, seis a elegir por y de entre las Universidades en el
Pleno, dos elegidos por y de entre las Comunidades Autónomas en el Pleno y el
Subdirector General del CSD con competencia en deporte universitario.
4. Secretario: El del Pleno.
19

Las funciones de la Comisión Permanente son (artículo 6.2):


1. Aplicar los acuerdos tomados por el Pleno.
2. Estudiar y aprobar, en su caso, las propuestas efectuadas por los Asesores
Técnicos.
3. Realizar el seguimiento y propuesta de las actuaciones anuales de carácter
nacional e internacional en materia de deporte universitario, sin perjuicio de las
competencias que correspondan a otras Entidades y Organismos.
4. Colaborar con las Universidades en la búsqueda de recursos y en otras medidas
que permitan la extensión y mejora de sus actividades en materia deportiva.
5. Cualquiera otra función que le sea encomendada por el Pleno.
La Comisión Técnica, al igual que los Asesores Técnicos, son órganos que se crean
con la Orden de 2004, estando integrado el primero por el Subdirector General del
CSD con competencia en materia de deporte universitario, que la presidirá, seis
vocales designados por el Presidente de la Comisión Permanente y un secretario. Sus
funciones serán tanto el estudio de aquella documentación necesaria para el desarrollo
del trabajo de la Comisión Permanente, como cualquier otra función que le sea
encomendada por la Comisión Permanente y no asignada al Pleno.
Finalmente, los Asesores Técnicos son órganos unipersonales y habrá tantos como
“modalidades deportivas inscritas en el programa de competiciones a nivel nacional”
(artículo 9). Serán nombrados por el Presidente de CEDU, a propuesta de la Comisión
Permanente, de entre personas de reconocido prestigio en la modalidad deportiva
respectiva, relacionadas con el deporte universitario, y sus funciones son:

1. Informar a la Comisión Permanente del desarrollo de los programas deportivos y


de competición previstos en el calendario y redactar una Memoria anual de todas las
actividades.
2. Debatir sobre las cuestiones técnicas que afecten al desarrollo de las
competiciones organizadas por el CSD y correspondientes a su respectiva modalidad
deportiva y elevarlas a la Comisión Permanente.
3. Proponer, en su marco de actuación, medidas orientadas al perfeccionamiento
técnico de los deportistas universitarios y de los Reglamentos Técnicos de
competición en sus diversas modalidades, de acuerdo con las orientaciones de la
Federación Española respectiva.
4. Asesorar a los órganos del CEDU en todas aquellas cuestiones relativas a su
deporte específico.

Explicitada la estructura organizativa y funciones del CEDU, la principal actividad que


se desarrolla desde el ámbito de competencias de la Administración del Estado tiene que
ver con dos aspectos: la organización de la fase final de los Campeonatos de España
Universitarios, y la participación de España en las Universiadas, como luego
referiremos.

Centrándonos en lo relativo a los Campeonatos de España Universitarios, estos se


convocan anualmente por Resolución del Presidente del CSD, estableciendo el monto
de las correspondientes subvenciones.

Tales Campeonatos se celebran cada año ininterrumpidamente, salvo en 2020, que como
consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, la presidencia del CSD publicó
20

la Resolución del 16 de marzo de 2020, por la que se resolvía la suspensión temporal del
calendario de Campeonatos de España Universitarios (CEU), decidiendo en mayo del mismo año
la Comisión Permanente del CEDU no reanudar el calendario de Campeonatos de España
Universitarios 2020.

Fuera de lo relativo al Campeonato de España, la colaboración del CSD con las


universidades se plasmaba en otros aspectos, como especialmente sucede con la
promoción del deporte de alto nivel. Un ejemplo lo teníamos en los programas de apoyo
a deportistas universitarios de alto nivel, que se convocaban anualmente. La última
convocatoria estuvo en la Resolución de 18 de septiembre de 2011, de la Presidencia del
CSD, por la que se convocan subvenciones a universidades públicas y privadas con
programas de ayudas a deportistas universitarios de alto nivel correspondientes al año
2011. Otro ejemplo, en la presencia de dos representantes de las universidades públicas
designados por el Presidente del CSD, a propuesta de la Comisión Permanente del
CEDU, en el Comisión de Evaluación del Deporte de Alto Nivel, de acuerdo con el
Real Decreto 971/2007, de 13 de julio, sobre deportistas de alto nivel y alto rendimiento
(artículo 7.6.g).

3.5. La proyección internacional del deporte universitario. La FISU.

En el plano internacional, el CEDU es el órgano que representa a España en la


Federación Internacional de Deporte Universitario (FISU), que es una asociación
privada constituida en 1949, con sede desde 2011 en la ciudad suiza de Lausana -hasta
ese momento estaban en Bruselas-, y si 1949 fue su fecha de fundación, sus
antecedentes se remontan a Roma cuando en 1891, en el marco del que se denominó
“Congreso Universal de la Paz”, se propuso la idea de organizar encuentros
internacionales de estudiantes universitarios de Europa y América.

Reconocida por el COI, FISU agrupa a las asociaciones deportivas universitarias


representativas de cada país miembro, teniendo como finalidad, de acuerdo con el
artículo 1 de sus Estatutos, promover el desarrollo del deporte universitario a todos los
niveles, la educación física y moral del estudiante, acercar a todos los estudiantes de
todos los países y promover la cooperación para la unidad del deporte universitario
internacional. Los miembros no son estrictamente países, sino asociaciones deportivas
universitarias admitiéndose una por país, al que representa en el sentido de
representación que le da el COI, ostentando tal condición representando a España el
CEDU.

En cuanto a las competiciones que organiza FISU, son las bien conocidas Universiadas
de verano y de invierno que se celebran cada dos años, y los Campeonatos del Mundo
Universitarios en diversas modalidades deportivas, que se convocan igualmente cada
dos años. Las primeras los años impares y los segundos los pares. Estos campeonatos
están abiertos a todos los estudiantes-deportistas que no hayan terminado sus estudios
universitarios o no haya transcurrido más de un año desde que lo hicieron y que tengan
entre 17 y 25 años. 1

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