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TEMA 14
DEPORTE EN EDAD ESCOLAR Y DEPORTE UNIVERSITARIO
Constituye el objeto del presente Tema el fenómeno deportivo que, vinculado al sistema
educativo, se desarrolla fuera del marco oficial de las competiciones deportivas
federadas, extramuros de la pirámide en la que se estructura el asociacionismo deportivo
que aglutinan las Federaciones deportivas, lo que no quiere decir que estas entidades
estén absolutamente al margen de este fenómeno.
Continuando con el sistema educativo, está el fenómeno del deporte universitario, que
en otros países como Estados Unidos, sustituye al entramado federativo como cantera
de nuevos valores para el deporte profesional organizando la longeva National
Collegiate Athletic Association unas competiciones de muy alto nivel, sobre todo en los
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deportes; ...”.
En el plano interno de nuestro país, en lo que al Estado se refiere, afirma el Consejo
Superior de Deportes (CSD) que “se denomina deporte en edad escolar a todas aquellas
actividades que, de forma organizada se celebran fuera del programa de la asignatura de
Educación Física en los centros escolares, clubes, asociaciones, etc y en las que
participan deportistas en edad escolar” (https://www.csd.gob.es/es/promocion-del-
deporte/deporte-en-edad-escolar)
Parece clara la distinta significación de los términos “deporte escolar” y “deporte en
edad escolar”, y tal distinción la encontramos señalada tanto en la doctrina como en
distintas leyes del deporte de Comunidades Autónomas.
Ese es el caso de la Ley 5/2016, de 19 de julio, del deporte de Andalucía: “e) Deporte en edad
escolar: práctica deportiva voluntaria realizada en horario no lectivo, orientada a la formación
integral de la persona y dirigida a la población en edad escolar.” (artículo 4). Por su parte, para la
Ley 2/2000, de 3 de julio, del deporte de Cantabria: “Se entiende por deporte escolar todas
aquellas actividades físico-deportivas que se desarrollen en horario no lectivo, dirigidas a la
población en edad de escolarización obligatoria. La participación en estas actividades será en
todo caso voluntaria” (artículo 43.1), como para la Ley Foral 15/2001, de 5 de julio, del deporte
de Navarra, donde se establece que “Se considerará actividad deportiva en edad escolar, a los
efectos de la presente Ley Foral, aquella actividad deportiva organizada, que es practicada por
niños y jóvenes en edad escolar, en horario no lectivo”, y la Ley 14/1998, de 11 de junio, del
deporte del País Vasco, que se refiere también al “deporte escolar”, entendiendo por tal la
“actividad deportiva organizada que es practicada por escolares en horario no lectivo durante el
período de escolarización obligatorio” (artículo 53), igual que la Ley 14/2006, de 17 de octubre,
del deporte de las Islas Baleares: “A los efectos de esta Ley se considera deporte escolar aquella
actividad deportiva organizada que practica, en horario no lectivo, la población en edad escolar”
(artículo 18).
Asimismo, en lo que se refiere a la Ley 3/2019, de 25 de febrero, de la Actividad Físico-
Deportiva de Castilla y León, por señalar un último ejemplo, su artículo 2, dedicado a
definiciones, se refiere a deporte en edad escolar como “La práctica deportiva organizada por las
administraciones y entidades a que se refiere el artículo 15, realizadas por deportistas en edad
escolar en horario no lectivo” (letra h). Precepto el citado que se refiere a los Juegos Escolares de
Castilla y León y a los Campeonatos Autonómicos de Edad de Castilla y León.
Siendo estos los principales actores en el ámbito del deporte en edad escolar, también las
Federaciones deportivas de ese ámbito territorial juegan un papel importante, así como los
propios centros educativos. Papel que variará dependiendo de la Comunidad Autónoma en
la que nos encontremos, ya que el que cada Comunidad Autónoma ostente competencias
exclusivas sobre la materia hace que regule el modo de afrontar el fenómeno atendiendo
exclusivamente a sus propias circunstancias, por lo que no puede afirmarse la existencia de
un modelo único para el deporte en edad escolar en nuestro país.
Al deporte en edad escolar hacen referencia la totalidad de las leyes reguladoras del
deporte de las distintas Comunidades Autónomas, algunas de las cuales ofrecen incluso un
concepto como hemos visto. Estas normas establecen las competencias siguientes para la
Administración autonómica respecto del deporte en edad escolar:
Señaladas las anteriores precisiones, que pueden encontrarse en las leyes autonómicas
del deporte aprobadas hasta la fecha, pondremos algunos ejemplos de cómo algunas
Comunidades Autónomas afrontan la regulación del deporte en edad escolar,
incluyendo tanto actividades eminentemente formativas como competitivas.
También, a efectos de favorecer el asociacionismo en este ámbito, hay que apuntar que
el artículo 56.2 de la Ley 2/2011 establecía que “Reglamentariamente se regularán las
entidades de deporte en edad escolar, previo informe de la Comisión Permanente del
Deporte en Edad Escolar, en el plazo de un año”. Tal previsión se suprimió del texto de
la norma tras la reforma operada en la misma por la Ley 21/2017, de 28 de diciembre,
de medidas fiscales, de gestión administrativa y financiera, y de organización de la
Generalitat.
En estos Jocs podrán participar los deportistas que estén escolarizados en centros
educativos de la Comunidad Valenciana, y en cuanto a su organización, hay que estar a
las ayudas que se establecen anualmente para las entidades locales que organicen
competición intermunicipal dentro de los mismos.
Como podemos observar, en este «subsistema» que es el deporte en edad escolar, son
diversos los actores que colaborar en su desarrollo y asumen funciones distintas. En lo
que al protagonismo de las Federaciones deportivas se refiere, este varía en intensidad
de una Comunidad Autónoma a otra.
Así y por ejemplo, en la Ley Foral 15/2001, de 5 julio, del deporte de Navarra, se establece en su
artículo 15 la figura de los Clubes Deportivos Escolares, que podrán constituirse en los centros
escolares y podrán participar en competiciones federadas. También, en algunas leyes
autonómicas se establece expresamente como función pública delegada que corresponde a las
Federaciones deportivas la de «colaborar con las Administraciones públicas en la organización
de las actividades y competiciones del deporte en edad escolar», tal y como dispone el artículo
30.e) de la Ley 2/1995, de 6 abril, del deporte de Extremadura.
Junto a ello, de lo que inmediatamente daremos cuenta, hay que resaltar el importante
esfuerzo inversor que ha llevado a cabo la Administración estatal en orden a dotar a los
centros educativos de instalaciones deportivas suficientes y adecuadas, lo que se
concretó en el Plan de Extensión de la Educación Física en Centros Escolares que
arrancó en 1988 y se conoce también como “Plan MEC”. Como dato tenemos que
existen en España, de acuerdo con el Censo Nacional de Instalaciones Deportivas de
2005, 14326 instalaciones censadas en centros educativos, correspondiendo el 64,21% a
los centros de educación infantil y primaria, y el 23,34% a los institutos de enseñanza
secundaria.
La participación, desde el punto de vista cuantitativo, puede afirmarse que está sostenida a lo
largo del tiempo ya que en 2007 -primer año del que se ofrecen datos en la correspondiente
Memoria de los Campeonatos de España en Edad Escolar que publica el CSD
(https://www.csd.gob.es/es/promocion-del-deporte/deporte-en-edad-escolar/memorias-anuales-
de-actividades-convocadas-por-el-csd-en-edad-escolar) participaron un total de 7560 deportistas,
por los 7416 que lo hicieron en 2019. Se han venido celebrando ininterrumpidamente, salvo en
2020 debido a la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, adoptándose la Resolución de 16
de marzo de la presidencia del Consejo Superior de Deportes por la que se suspende la
celebración de todos los Campeonatos de España en Edad Escolar por selecciones autonómicas
del año 2020 convocados por el Consejo Superior de Deportes pendientes de celebración.
Hay que reseñar que, junto a estos Campeonatos, desde el CSD se promueven más
acciones en orden a fomentar la práctica deportiva, como los programas que gestiona y
promueve la Fundación Deporte Joven, en cuya misión está “Fomentar la actividad
física y los hábitos saludables entre la infancia y la juventud”. (www.deportejoven.es).
También los Premios al Deportista en Edad Escolar, que se convocan desde 2008 por el
CSD para premiar al deportista más destacado atendiendo a sus resultados tanto
deportivos como académicos.
3. EL DEPORTE UNIVERSITARIO.
Sobre qué hay que entender por “deporte universitario”, que no es lo mismo que
“deporte en la universidad”, identificando este como el que allí se realiza y que no es
sólo competitivo ni lo practican únicamente estudiantes, el CSD ofrece una
aproximación al señalar que “se denomina deporte universitario, al realizado por
estudiantes universitarios y organizado por los Servicios de Deportes de cada
Universidad, encargados igualmente, de fomentar y facilitar la práctica deportiva”. Por
contra, la Ley Orgánica de Universidades, como luego referiremos, establece en su
artículo 90 que “la práctica deportiva en la universidad es parte de la formación del
alumnado y se considera de interés general para todos los miembros de la comunidad
universitaria” (apartado 1) y que “las universidades establecerán las medidas oportunas
para favorecer la práctica deportiva de los miembros de la comunidad universitaria y, en
su caso, proporcionarán instrumentos para la compatibilidad efectiva de esa práctica con
la formación académica de los estudiantes” (apartado 2).
Vemos que late aquí el concepto de “comunidad universitaria”, que de acuerdo con
nuestra legislación de enseñanza superior está integrada por el personal docente e
investigador, el personal de administración y servicios y los alumnos o estudiantes de
las universidades. Sin embargo, entendemos que hablar de deporte universitario –como
ya hemos señalado- debe significar ubicar al alumno en el centro del sistema y poner a
su alcance los medios adecuados para sea efectiva la compatibilidad de las actividades
deportivas con sus estudios. Pues no está nada mal que profesores y personal de
administración y servicios haga deporte en su universidad, que es su centro de trabajo,
pero ello nada tiene que ver con el papel que para el deporte ha de desarrollar una
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institución educativa sino con las condiciones de trabajo que se establecen en un centro
público –si de universidades públicas se trata- para sus empleados. Sin embargo, no es
gracias a la negociación con los sindicatos como se establecen esas condiciones sino
aprovechando los medios que para los alumnos se dotan y sostienen, pues es una
realidad que, como ya apuntábamos, en la práctica totalidad de las universidades se han
generalizado los denominados Servicios de Deportes, que entran en concurrencia con
las empresas del sector privado –gimnasios, clubes deportivos privados- que convierten
el acceso a las actividades deportivas que ofrecen en una actividad económica que
explotan empresarialmente.
Con estos medios, no es de extrañar que las actividades deportivas que se ofrecen en las
universidades sean de lo más variado, abarcando desde las lúdicas o de entretenimiento
hasta las competitivas, existiendo generalmente bien consolidadas competiciones
exclusivamente internas así como equipos universitarios que participan en
competiciones oficiales –federadas- además de las eminentemente universitarias.
Lo cierto es que, desde el punto de vista de nuestro modelo deportivo, asentado sobre el
bien estructurado deporte oficial o federado que se realiza a través de las federaciones
deportivas, el deporte universitario no pasa de ser un “subsistema” dentro del modelo
deportivo español.
Apuntado lo anterior, hay que constatar los poco claros antecedentes históricos del
deporte universitario en España, que a principios del siglo pasado comenzó a
desarrollarse a través de movimientos asociativos en los campus hasta que con la
llegada del franquismo todo ese asociacionismo deportivo federado pasó a depender de
la Secretaría General del Movimiento y luego de la Delegación Nacional de Deportes,
dependiendo en el ámbito universitario del Sindicato Español Universitario, que
organizaba con suma irregularidad el Juegos Universitarios Nacionales, y que no tuvo
un correlato con una planificación adecuada ni con la dotación de las infraestructuras e
instalaciones deportivas necesarias, pues como constata Sánchez Aranda (2008:15) la
realidad de esa época supone «el control político y doctrinal del deporte universitario
español al constituir un eficaz instrumento de socialización y su precaria situación frente
a otros modelos de Europa y América».
Posteriormente, en 1970 y como un intento de trasladar el modelo federativo a este
ámbito, nace la Federación Española de Deporte Universitario, de efímera existencia
pues desapareció en 1985.
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Es precisamente a partir de los años ochenta del siglo pasado cuando se ultima en
España –lo que también alcanza a las universidades- la construcción y dotación
generalizada de las instalaciones deportivas que resultan precisas, y que tiene su
verdadero punto de arranque con el artículo 43.3 de la Constitución y su mandato
extensible a todos los poderes públicos de fomentar el deporte; mandato del que las
universidades públicas se han sentido destinatarias desde el inicio.
A) La legislación estatal.
Además, dada la dicción del artículo 43.3 de la Constitución, que encomienda a todos
los poderes públicos la obligación de “fomentar” el deporte, en el caso de las
universidades públicas estas se han sentido lógicamente destinatarias de este mandato y
han actuado en consecuencia, como ya adelantamos. Sólo hay que observar como en la
última década estas instituciones se han dotado de cada vez mejores instalaciones y
equipamientos deportivos instaurando Servicios de Deportes con las más amplias
posibilidades de desarrollar actividades y competiciones deportivas y que además están
atendidos por personal cada vez más cualificado.
Esta realidad tiene que convivir, dentro de nuestro modelo deportivo, no sólo con las
Federaciones deportivas, sino también con las Administraciones competentes en materia
de deporte. Principalmente con las Comunidades Autónomas, que como ya sabemos
tienen competencias exclusivas para la promoción del deporte, y el Estado a través del
Consejo Superior de Deportes. A todo ello nos referiremos seguidamente atendiendo al
iter normativo que ha tenido el deporte universitario desde la aprobación de la
Constitución.
Así, la primera ley del Estado que se ocupa del deporte de un modo global, la Ley
13/1980, de 31 de marzo, General de la Educación Física y el Deporte, contiene una
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mención al deporte universitario en su artículo 6.2, cuando disponía que “la ordenación
y organización de las actividades físico-deportivas dentro del sistema universitario
corresponderá a las Universidades, en los términos y con las condiciones previstas en la
legislación vigente. A las Universidades corresponde igualmente fomentar la creación
de agrupaciones para desarrollar el deporte universitario conforme a las normas
internacionales que regulan esta modalidad”, lo que resulta, de inicio, respetuoso con la
señalada autonomía universitaria. En cuanto a lo previsto en la poco después aprobada
Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, de reforma Universitaria (LRU), su Disposición
Adicional 7ª establecía que “el Gobierno, a propuesta del Consejo de Universidades,
dictará las disposiciones necesarias para coordinar las actividades deportivas de las
Universidades españolas con el fin de asegurar su proyección internacional”.
Junto a lo anterior, se establece que “dentro del primer trimestre de cada curso
académico, el Consejo Superior de Deportes informará al Consejo de Universidades
sobre las actividades desarrolladas en el año anterior en materia de deporte universitario
y sobre la programación global para el año en curso” (artículo 5).
No puede dejarse de lado que también las Comunidades Autónomas han asumido
competencias en materia de educación, teniendo legitimación más que sobrada para
ocuparse del deporte universitario en su ámbito territorial, lo que se realiza de un modo
ciertamente desigual, tanto desde el punto de vista de la financiación como de la
regulación, ya que el deporte universitario aparece por lo menos mencionado en las
correspondientes leyes del deporte autonómicas aprobadas hasta la fecha. A todo ello
nos referiremos más adelante.
Esta Orden no hay que olvidar que se aprobó tras la derogación de la LRU por la Ley
Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades (LOU), quedando instaurado un
nuevo régimen jurídico para las Universidades.
Esta previsión de la LOU fue llevada al Real Decreto 1504/2003, de 28 de noviembre, por el que se
aprueba el reglamento del Consejo de Coordinación Universitaria, órgano que con la LOU sustituye
al Consejo de Universidades, pues entre las funciones que el artículo 11.1.s) asigna a la Comisión
Académica del propio Consejo está la de “proponer al Gobierno, oída la Comisión de Coordinación,
las disposiciones necesarias para coordinar las actividades deportivas de las Universidades con el fin
de asegurar su proyección nacional e internacional y articular fórmulas para compatibilizar los
estudios de deportistas de alto nivel con sus actividades deportivas”.
Este marco jurídico, en el que como podemos observar la presencia normativa del
deporte universitario tiene una dimensión que puede calificarse de marginal tanto en la
legislación deportiva como en la educativa, cambia de un modo sustancial con la
aprobación de la Ley Orgánica 4/2007, de 12 abril, de modificación de la LOU, que
como destacable novedad incluye un Título, el XIX, dedicado al deporte y la extensión
universitaria, pues se considera que tanto el deporte como otras actividades que se
contemplan son un aspecto capital en la formación del alumnado universitario (Jiménez
Soto; 2009:957). Los preceptos que dentro de ese Título se ocupan expresamente del
deporte universitario son los siguientes:
“Artículo 90. Del deporte en la universidad.
1. La práctica deportiva en la universidad es parte de la formación del alumnado y
se considera de interés general para todos los miembros de la comunidad
universitaria. Corresponde a las universidades en virtud de su autonomía la
ordenación y organización de actividades y competiciones deportivas en su ámbito
respectivo.
2. Las universidades establecerán las medidas oportunas para favorecer la práctica
deportiva de los miembros de la comunidad universitaria y, en su caso,
proporcionarán instrumentos para la compatibilidad efectiva de esa práctica con la
formación académica de los estudiantes.
Artículo 91. Coordinación en materia de deporte universitario.
1. Corresponde a las Comunidades Autónomas la coordinación en materia de
deporte universitario en el ámbito de su territorio.
2. Sin perjuicio de las competencias de las Comunidades Autónomas, el Gobierno,
previo informe del Consejo de Universidades y a propuesta de la Conferencia
General de Política Universitaria, dictará las disposiciones necesarias para la
coordinación general de las actividades deportivas de las universidades y articulará
fórmulas para compatibilizar los estudios de deportistas de alto nivel con sus
actividades deportivas”.
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Estas previsiones es cierto que suponen un hito en nuestro país al incluir el deporte, por
primera vez, en una Ley Orgánica reguladora de la educación universitaria, aunque hay
que reconocer que el proyecto de Ley de reforma de la LOU era mucho más ambicioso,
pues incluía un Título específico para el deporte universitario y se ocupaba del CEDU y de
los Campeonatos de España Universitarios, remitiendo al desarrollo reglamentario la
regulación de una y otra cuestión. Asimismo, hacía referencia únicamente a los estudiantes
y no a “la comunidad universitaria”, con el alcance que ya hemos señalado tiene esta
cuestión. Un hito, sí, pero de un alcance práctico nulo como más adelante referiremos.
Lo que sí hay que reconocer es que por lo menos se constata una nítida pretensión de
integrar el deporte universitario dentro de nuestro modelo deportivo, no como algo
extraño tanto al mismo como al propio sistema de educación superior.
Estando bien consolidadas tanto la organización como las actividades que en materia de
deporte universitario coordina el Consejo Superior de Deportes y a las que nos
referiremos luego, queda hacer referencia al modo en que se ha acogido el fenómeno
tanto en las distintas Comunidades Autónomas como en las propias universidades.
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Por lo demás, no es de extrañar tampoco que el deporte sea recogido en los Estatutos de
las distintas universidades, aunque de un modo desigual. En unos casos, incluyendo las
actividades deportivas dentro de la extensión universitaria y reconociendo su papel en la
formación de los alumnos, en otros reconociendo la existencia de los servicios de
deportes ya mencionados, y también calificando el acceso a estas actividades como un
derecho de los alumnos.
Es claro que son muchas las actividades que desarrollan las universidades en este
ámbito, acreditándose que a cuenta del deporte se han patrimonializado -al dotar de
medios, de instalaciones-, han participado en todo lo que se haya promovido desde el
CSD o sus Comunidades Autónomas y, desde luego, se involucran también con el
deporte federado.
Junto a lo anterior, está el distinto modo en que el deporte universitario se afronta por
las Comunidades Autónomas, que no sólo ostentan competencias exclusivas en materia
de promoción del deporte, sino que también las han asumido en materia de educación
superior. Así, tenemos Comunidades Autónomas que han recogido en sus leyes
ordenadoras del deporte en su ámbito territorial el deporte universitario, como por
ejemplo es el caso de la Ley 2/2000, de 3 de julio, del deporte de Cantabria, que define
deporte universitario como “toda actividad deportiva practicada exclusivamente por los
miembros de la comunidad universitaria en el seno de los programas deportivos de las
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Como podemos observar, y de acuerdo con el carácter del CEDU, las funciones que
tiene encomendadas no tienen en ningún caso el carácter de decisorias ni vinculantes
para el CSD, constituyendo la principal función la expuesta en la letra a) anterior,
consistente en la práctica en votar el Pleno una propuesta de Campeonatos de España
Universitarios que se elabora anualmente por el propio CSD previa consulta con la
Comisión Permanente, donde se deciden aspectos tan relevantes como las sedes o el
calendario de las competiciones.
Tales Campeonatos se celebran cada año ininterrumpidamente, salvo en 2020, que como
consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, la presidencia del CSD publicó
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la Resolución del 16 de marzo de 2020, por la que se resolvía la suspensión temporal del
calendario de Campeonatos de España Universitarios (CEU), decidiendo en mayo del mismo año
la Comisión Permanente del CEDU no reanudar el calendario de Campeonatos de España
Universitarios 2020.
En cuanto a las competiciones que organiza FISU, son las bien conocidas Universiadas
de verano y de invierno que se celebran cada dos años, y los Campeonatos del Mundo
Universitarios en diversas modalidades deportivas, que se convocan igualmente cada
dos años. Las primeras los años impares y los segundos los pares. Estos campeonatos
están abiertos a todos los estudiantes-deportistas que no hayan terminado sus estudios
universitarios o no haya transcurrido más de un año desde que lo hicieron y que tengan
entre 17 y 25 años. 1
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